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LUIS fRANCO

PEQUENO
DICCIONAR10
DE LA
ESOBED1ENC1A
H ERRTICO, diria de este libro un
religioso. Y acertaria. Tambien el his-
toriador tradicional sentenciaria otro
tanto. Y el militar, y el filOsofo idea-
lista, y, en general, todos cuantos viven
con sujeciOn a un cuerpo o aparato de
"verdades" preestablecidas, a normas
conjugadas sobre la base de un dogma,
de una doctrina, de un enfoque sectario.
Pero lo que para los actuales monitores
cficiales —en filosofia tanto como en
politica, en economia como en religion,
en historia como en literatura o arte-
es sacrilego, para eI progreso de la co-
munidad es benefico. Este libro, obra a
la vez de una rnente objetivista y de
un espiritu poetic°, debe ser analizado,
si se le quiere comprender con justeza
y valorar con justicia, en funciOn de un
analisis cientifico, es decir, pot sobre
axiomas y postulados, por sobre pre-
misas inflexibles, per sobre esquemas
parcializantes.
Pequeno diccionario de la desobediench
—que lo es, en rnedida no breve, de la
iconoclastia— presenta alfabeticamente
las materias y los fenOmenos funda-
mentales de la vida individual y de la
vida social. Desde luego, los present
criticamente. Es, en esencia, un libro dt
critica. Y, como tal, guarda las pro
porciones del rnetodo. Luis Franco, st
autor, ha hecho mucho mas que
y catalogar como un tecnico de
laboratorio; ha tornado partido, se ha
decidido por una fracciOn, y ha escrito
con voluntad de combatiente. Si en este
libro, fruto de su madurez, niega y
destruye, ello se debe a que, ante todo,
afirma y erige.
Abra el lector el presente diccionario
para hallar Las razones que defienden y
elogian la vida, el hombre, la mujer, el
arte, la realidad, la amistad, el amor, el
trabajo y el ocio fecundante.

EDITORIAL AMERICALEE
BUENOS AIRES
BIB LI OTECA
DE CULTURASOCIAL
LUIS FRANCO
FEQVEO DICCJONARIO DR LA DESOREDIENCIA

Sección Viii
ENSAYOS E INTERPRETACIONES
PEQUENO
DICCJONARIO
DE LA
DESOBEDIENCIA

EDITORIAL AMERICALEE
BUENOS AIRES
Queda hecho el depdsito dispuesto
por la ley NQ 11.723
© Editorial Américalee
Buenos Aires, 1959

PRINTED IN ARGENTINE
IMPRESO EN ARGENTINA
ACCION, ACTIVDAD

Qué lástima que muchas de las mejores almas que uno


conoce —las mãs comprensibles y sensibles— sean almas can-
sadas: sin verdadera alegria de vivir, sin verdadero deseo de
luchar por si mismas y por los otros!

Los más de los hombres sueñan que están despiertos. Algu-


nos ni eso, pues duermen sin sonar.

Raramente puede haberse degradado un hombre al extremo


de que, bajo circunstancias y estImulos propicios, no logre
rescatarse a si mismo, y a veces Ilegar a lo heroico; eso Si,
es absolutamente preciso que no haya dejado morir en él la
capacidad de apasionarse.

Si el trabajo no es un placer, propiamente hablando, reem-


plaza con ventaja muchos placeres de similor.

Los plácidos admiradores de la cultura helénica y de sus


marmóreos recuerdos, tienden a olvidar, entre otras cosas, que
en Grecia la diosa de la inteligencia, la "de los ojos claros",
Atenea, no era una deidad académica, sino la terrible patrona
de los combates. La inteligencia griega fué milicia, ante todo.

Opone el hombre su l(icida voluntad a la Naturaleza corno


el águila opone a la tempestad de los elementos la tempestad
serena de su vuelo.

Qué difIcil a los que navegan comprender que el estruendo


de la tempestad es la müsica que hace bailar al tiburóri!

La clausura en 51 mismo y el desprecio de los vanos ruicios


y vulgaridades del mundo no implica solo falso orgullo: suele
ser prueba de inepcia o de cobardia, cuando no de ambas cosas.

Solo es fe viva y activa la que se erige sobre la derrota


de las dudas.

El hombre de talento y sin carOcter es como un hermoso


reino gobernado por un rey apocado o poltrón.
8 LUIS FRANCO

Una gran actividad externa suele ir unida a la más plácida


modorra de espIritu.
*
De un vicioso puede salir mañana un hombre honrado o
grande. De un poltrón nunca saldrá nada.
*
Quien se deja conmover a fondo por la belleza de ciertas
acciones es muy capaz de realizarlas por su cuenta si la oca-
sión se ofrece.

Con la palanca de la colectividad, el individuo humano


puede sobrepasar la ambición de los gigantes.

4Qu6 otra cosa puede curarnos de los males del ensimis-


mamiento, y del automartirio, que la compañIa del mundo y
la naturaleza, o el combate con ellos?
*
El trabajo manual —sobre todo Si es un poco duro, y mejor
si se hace al aire libre— es quizá el nico remedio contra
esa especie de herniplejIa liamada intelectualismo.

Donde el pensamiento de verdad trabaja hay siempre olor


a rayo.
*
En su actividad práctica, como en tantas otras cosas, el
hombre difIcilmente sabe mantener su equilibrio. 0 deserta
hasta los extremos encarnados en el haragán profesional o el
parásito del esfuerzo ajeno, o ha canonizado el trabajo convir-
tiéndolo en una de las formas del autosu pliclo o en un estu-
pefaciente para huir del vacIo de una existencia artificiosa.
Sin embargo, el trabajo puede y debe ser una fuente de
sabidurIa y alegrIa.
*
El trabajo brutalmente excesivo e ingrato trae como con-
tragolpe la necesidad de diversiones y placeres tan suicidas
como los que exige la tortura del ocio sin tregua.

Compadezco a los que han cansado sus Ojos leyendo dema-


siados libros, sobre todo porque, casi siempre, han cansado
también sus almas.

2.Es que es envidiable el destino de los nacidos para no


trabajar nunca, de los jubilados natos?

I-
PEQUE0 DICCIONARIO DE LA DESOBEDIENCIA

El ocio, parecido al de los dioses, en que el espIritu solo


trabaja contemplando, ensoñando o intuyendo, puede ser
igual, si no superior, a cualquier forma de trabajo manual o
intelectual.

El ser del hombre se revela en el hacer del mismo modo


que el rio como tal Se revela en su marcha. Homo faber por
encima de todo.

Creer en el paraIso futuro —celestial o terrenal— es una


ilusión de mIsticos y mistificados. Creer en el advenimiento
de una sociedad mejor, y trabajar por ello, es el deber y el
honor de la inteligencia, el sentimiento y la voluntad del
hombre moderno.
*
Mil abulias coligadas no equivalen a una sola voluntad
confiada en sj.

,Actividad, acción? 1,Hacer qué? Hacer lo que no pueden


hacer los otros animales: historia. Los otros animales son pu-
ros hijos de la Naturaleza; el hombre propiamente tal, es hijo
de sus propias obras.

Ni la acción bruta, ni el pensamiento bruto, ni la antItesis


radical entre pensar y hacer existen en la realidad, sino en
la abstracción de los idealistas.

La acción del hombre es un modo de relación viva con el


cosmos, un injertarse de la singularidad humana en el existir
universal, que es incesante acción. Se trata, no de una diso-
lución negativa sino de una integración activa, y ello implica
un modo de conocjmjento Solo se conoce al amor enamo-
réndose.
*
Comprender que la acción y el pensamiento deben inte-
grarse orgánicamente en el hombre como la aspiración y la
expiración en el aliento —para recordar a Goethe— es supe-
rar esa antinomIa de superficie entre racionalismo e irracio-
nalismo. El hecho filosófico por antonomasia es vivir integral-
mente como hombre, es decir, como criatura de acciOn y re-
flexión a la vez.

El mundo como voluntad o como representaciOn? ,Como


acción o como pensamiento? El hombre no puede disociar in-
trInsecamente ambos mundos, pese a que lo intentan los teó-
logos y los boxeadores.
*

_l
10 LUIS FRANCO

El héroe griego por excelencia, Prometeo, es la inteligencia


humana en función operante.

Nadie se atreverá a mezquinar el elogio a la actividad ex-


terna del hombre, esa que ha inventado las herramientas y
las máquinas y ha colonizado y transformado el mundo, y
de rebote ha modificado al hombre. Solo que con ella —incipit
tragcedia— pueden coexistir la inercia y pereza de espIritu
más pantanosas. El hombre que practica tres o cuatro depor-
tes, viaja en motocicleta, domina la taquigrafla, trabaja diez
horas al dIa (y por ende sonrIe compasivamente ante el tor-
tuguismo de muchos prójimos) suele tener concepciones men-
tales y morales o gustos estéticos de muchos siglos atrás, es
decir, en puro estado fOsil.

El hombre activo prefiere el trabajo más oneroso al abu-


rrimiento del tiempo vaclo. El holgazan tampoco puedé so-
portarlo y huye de él a su modo: por el juego, el alcohol, la
maledicencia, la filatelia.

El hombre de instintos sanos es un animal activo entre


todos. Si su movilidad externa es inferior a la del pájaro o
la ardilla, él poee también la del espiritu. Fuera del sueño
sus descansos tienen el sentido de las pausas musicales. El
hombre es un enamorado nato de la acción fIsica o mental, y
su gozo más claro está en ella.
*
Pero el trabajo no es solo un antidoto del aburrimiento.
Es también una vacuna moral contra las malas tentaciones
mejor que el ayuno, el cilicio y el catecismo.

La antropologIa revela hoy que las manos del hombre ju-


garon un papel tan profundo como el cerebro en ese atajo
que, separándose del camino real de la zoologIa, condujo a
su estadio actual al hombre. La posición bIpeda, que dejó
desocupados los miembros anteriores, dió al mismo tiempo
situación cimera al cerebro, emancipando a ambos para la
comiin obra creadora. Con su solo cerebro, sin la intervención
de sus manos, el infrahombre no hubiera descubierto jamás
el fuego, ni inventado la primera arma, ni la primera herra-
mienta, es decir, los grandes peldaños iniciales de su carrera
ascensional.
Para el hombre primitivo, la caza no es un deporte, una
actividad libre y desinteresada, sino todo lo contrario: un tra-
bajo esencial, cuya inepta ejecución puede acarrear el ham-
bre y la muerte. Solo que la actividad propiamente humana,
el trabajo, comporta ya el esfuerzo reflexivo, el invento de
herramientas, esto es, la capacidad de transformar las cosas,
PEQUE0 DICCIONARIO DE LA DESOBEDIENCIA 11
y con ella de transformarse a s j mismo, de condicionar y de-
finir su propio destino. Toda la historia humana.

La dialéctica, aplicada a la historia humana, significa la


unidad del idealismo y del materialismo, es decir, la supera-
don de ambos. (El hombre aparece al fin como lo que es:
el incansable obrero y arquitecto de si mismo.) Se supera,
pues, la mutilaeión antifilosófica de la filosofIa tradicional,
puramente contemplativa: actitud de sacerdote a profesor
frente al hombre que es esencialmente un obrador y un lu-
chador. Cuanto mOs abstracta, elevada y sublime es una filo-
sofia, es menos filosófica porque está más alejada del hombre
real y aetuante.

La aetividad no es el Anticristo de la eontemplaciOn: es


su complemento, el otro extremo del area de la vida sin el
cual la contemplación se pierde en el vaeio a en los museos.
El pensanñento estético, sin la acción, no es reaimente crea-
dor, y vieeversa.

La aeción es una de las manos del Demiurgo. Existe par sj


misma y desde siempre. Es una eategoria equipotencial al pen-
samiento puro y tiene su propia lOgica. El pensamiento puede
guiar a la aeeiOn; la aeeión puede salvar del error al pensa-
miento estátieo.
*
Por el camino de la aetividad práetiea el hombre hizo poco
a poeo dos deseubrimientos: el de la Naturaleza y el de si
mismo.

La religion, transposieión inversa del mundo eoncreto, y el


idealismo filosOfico, eoneepeiOn hemipléjica de la rea]idad
total, se dan como direeta consecuencia de la divisiOn del
trabajo en los ideólogos y los sofiadores, eon su alto despreeio
par la aeeión y la obra de las manos.

La que las mentes de tipo mistico a de tipo idealista no


lograrán concebir nunca es que el orden de la naturaleza 0
el del mundo social no es el orden de los museos a de los
cementerios, sino un orden dinOmico y pugnaz, eternamente
cambiante, es deeir, en busca de un orden nuevo.

El hombre, históricamente hablando, no nació con... con-


eieneia humana. Partiendo de una vaga conciencia de animal
gregario, la fué adquiriendo en su porfiada actividad y en

I6.
12 LUIS FRANCO

sus luchas (no en los confesionarios ni en las academias) y


en sus ricas experiencias naturales y sociales.

Eso si, no es posible olvidar que esa especIfica actividad


creadora del hombre, su trabajo, fué no solo despreciada, sino
despreciada, al extremo de convertIrsela en baldón humano
cuando la divisiOn de la sociedad en clases —erigida sobre
el privilegio económico— situO en el ápice de la honra preci-
samente al parásito, al que no manchaba sus manos en el tra-
bajo propio porque podia vivir del ajeno.

iLiberación del trabajo? Desde luego, porque es la del


hombre mismo. Pero ello implica de suyo una sociedad sin
clases, ünica en la que podrá lograrse la plena dignificacion
del trabajo humano, esto es, el reconocimiento de que la acti-
vidad mental y la manual del hombre integran intrinseca-
mente un todo indivisible, y por ende ambas tienen la misma
jerarquIa. Solo entonces podrá comprenderse claramente que
pensadores, inventores y artistas geniales como Tales, Anaxi-
thandro o Leonardo hayan sido al mismo tiempo cumplidos
artesanos, y que el divino DemOcrito dii era a sus visitantes
desde la cocina donde Se hallaba trabajando: "Adelante, que
aquI también están los dioses".

ALEGRIA Y PESIMISMO

La alegrIa es la cosa más seria de la vida y la más digna


de tomarse en serio.
*
No es posible, sin dolor, ninguna alegrIa noble.
*
DistracciOn, diversion, esto es, fuga de sI mismo, es sinó-
nimo de alegria. Meditación, reflexión, esto es, confrontaciOn
del hombre consigo mismo, es sinónimo de tristeza. ,,Será que
el hombre es triste en si mismo? Sin duda no es esto, pues
demasiado claro se y e que esa tristeza es miedo, el hábito del
pensamiento está lieno de herencias de miedo, el miedo del
hombre ancestral que vela cucos o dioses enconosos en todas
partes. 2,Surgira en el futuro una dinastIa de pensadores con
la fortaleza, la salud y el coraje suficientes para enseflar al
hombre a pensar sin miedo, esto es, sin tristeza? Entonces
alegria no será sinOnimo de superficialidad, sino, tal vez, de
lo contrario.
*
Se envidia el poder, el dinero, el prestigio, etcetera, menos

I.
FEQUE0 DICCI0NARIO 05 LA DESOBEDIENCIA 13
lo ünico digno de envidia: la conformidad y la sonrisa pro-
funda y transparente del que no siente necesidad de envidiar
a nadie.
*
La ciencia de la felicidad humana, meta comiin de todas
las otras ciencias, es la más modesta, pero la ünica veraz,
porque es la finica viviente.
*
La ausencia que más duele en los hombres de pensamiento,
en todos o casi todos, es la del allegro y del allegrissimo de
la mitsica y la vida.
*
Cuando la gran tristeza nos invade, nada más triste que
la alegrIa.
*
Alegrarse de la alegrIa ajena es sin duda una virtud más
nueva y viril que la compasión.
*
Quien es capaz de hospedar bien a la desgracia, puede
hospedar serenamente a la felicidad.
*
El hombre alegre de sI mismo y que vuelve alegre el
mundo; el que revela el gozo de vivir como un misterio sa-
cr0; el hombre cuya sola presencia o existencia es una con-
dena inapelable de todas las sabidurias pesimistas o deserto-
ras, es el más hermoso, generoso y edificante de los espec-
tãculos. Solo que los hombres no saben apreciarlo, y apenas
Si lo notan, cuando no se apresuran a oponerle su austeridad
hecha de abstenciones, renuncias y... miedo.
*
Si, el escepticismo, con su sonrisa exangüe o sus bostezos
oblicuos, significa sin duda elegancia, buen gusto, rnoderación,
y estar de vuelta. Eso al primer golpe de vista, porque mi-
rado más a fondo, se vera que casi siempre implica parálisis,
inhibiciOn y, sobre todo, miedo: miedo a los rotundos no del
pesimismo o a los rotundos si de una filosofla agonal, es decir,
de esfuerzo, de confianza, de nsa.
*
Que la felicidad o la desgracia dependen menos de las con-
tingencias externas que de nosotros mismos, es lo que parece
muy difIcil de entender.
*
El gracioso profesional resulta con frecuencia tan empala-
goso como un discurso fánebre o una garüa.
*
14 LUIS FRANCO

El que se aburre termina infiriendo su aburrimiento a los


demás. DescortesIa maxima.

La mayor hondura y finura de su sensibilidad Jo predispone


al hombre a mucho mayor capacidad de dolor y alegrIa que
las bestias. jQué serIa de él sin esas dos válvulas de escape:
el lianto y la nsa!

El pesinlismo como mera bajante del instinto vital?


*
La mayorIa de Jos hombres, beata del pasado y sus inhi-
biciones, ye la vida solo en blanco y negro, digo, en gris,
atreviéndose ánicamente al dibujo de las cosas. Solo las
almas nativamente sanas, es decir, libres, miran las cosas
con los colores gloriosos de la vida.
*
,,Cuánto han contribuldo los mohosos fetiches de bruma,
los agrios dioses de humo, a mermar la alegrIa de la tierra?
*
Hasta hoy todo lo que el hombre toca se contagia un poco
de su servidumbre y su tristeza. Parece que solo la Natura-
leza puede tener hiocencia, que solo ella puede realizar Un
trabajo libre y alegre. Son los cerrojos y ataduras de afue-
ra y de adentro los que cohiben y vuelven melancólico el
mundo.
*
Todos los placeres buscan subir hasta la felicidad como los
colores hasta la luz.

Hasta hoy la sabidurla humana en general —religiones,


morales, filosofIas— es sabidurIa de viejos, es decir, nada se
consigna en ella de las experiencias irisadas o piafantes de
la niñez y la mocedad, y por eso está llena de negaciones y
represiones y renuncias. SabidurIa vieja, sedentaria o de an-
dar reumético, de inspiración pesimista o ilusa, esperanzada
en los gusanos o los Angeles.
*
Por qué extremar nuestro rechazo del dolor y la me-
lancolIa? Sin ellos apenas existirá el goce humano, como sin
la sombra no tendriamos conciencia de la luz.

jQué de lOgrimas caldas enteramente sin motivo y cuãntas


risas y sonrisas nonatas!
*
"Carcajada homérica" es una de las tantas frases hechas.
PEQJ;O !MCCLONARIO DE LA DESOBIDIENCIA 15
Lo que no todos saben es que el genial reir de los dioses de
Homero es solo Un Indice de uno de los más hermosos legados
de la antigüedad: la aiegrIa griega de vivir.
*
Esa auténtica aiegrIa interior que esté más aliá de todos
los desencantos externos, no es un don de los dioses. Es pre-
cisamente el primer don de la integral salud humana.

Con raras excepciones, los fiiósofos, a imitaciOn de los


teóiogos, son bichos de cuevas o celdas, no hombres de bos-
ques, hogares y calies. Por eso son tristes cuando no misán-
tropos.
*
El mal presentimiento está heeho de miedo presente.

Las fatigas acumuladas por los trabajos de las edades, los


terrores inütiles acumulados por las edades, las sevicias acu-
muladas por ci terror: toda esa carga de sombras pesando so-
bre nervios más delgados que hilos de arafla: los del hombre.

Hasta cuándo seguiré el hombre alimentándose de tinie-


bias, escalofrIos y fantasmas?
*
La nsa inocente de un hombre es más fuerte que todos
los demonios.
*
El vanitas vanitatum no es del Eclesiastés itnicamente:
es la suprema sabidurIa de casi toda ci alma antigua —con
excepción de los griegos, o, mci or, de Demócrito y de Epi-
euro y los suyos—, intimidada hasta ci extravio por ci espec-
tOculo de la fugacidad de las cosas, del incontenible sucederse
y cambiar de las formas de la existencia. Sin duda entre los
modernos nadie ha logrado asumir y destilar lo mejor de la
sabidurIa griega como ci padre de Fausto, para demostrar no
solo lo falso de la famosa sentencia sino lo "blasfematorio"
de su sentido, justamente por su seguridad de expresar una
"sabidurla irrefutable". Se precisaba un alma tan abonada
de conocimientos y experiencias inmemoriales y modernos
y tan juvenhl como la dt Fausto, se precisaba un alma fails-
tica, para intuir las necesidades y ieyes de lo permanente
segün aprehensiones "que no scan abolidas sino más bien
confirmadas por la contemplación de lo efImero".

En la vida sOlo cuentan los momentos de gran dicha o de


16 LUIS FRANCO

gran pena. Lo demás, que ocupa casi todo nuestro tiempo,


es solo bruma.

Admirable es sin duda la elasticidad exterior del hombre,


que puede vivir de pura hierba o pura came, habitar en el
ecuador o en el polo. Pero mayor es aitn la elasticidad de su
espIritu. ZNo lo vemos reencontrar la sonrisa de la dicha y
aun de la inocencia después de dolores, decepciones o ver-
güenzas que deberian matarlo?

Tenemos vergUenza de nuestra alegrIa y nuestra ingenui-


dad como las mujeres de la belleza de su desnudez.

El primer aquej ado de tedium vitce lo achacó naturalmente


a una falla del universo en vez de achacarlo al mal funcio-
namiento de su cabeza o de sus intestinos.

El misterio del placer es tan sagrado como el de la Tri-


nidad.
*
La abolición del placer deshumaniza tanto como su de-
generación.
*
Fuimos engendramos en un relámpago de gozo. ZPor qué
hemos de ser tristes?
*
Para no aburrirse es preciso estar ocupados con algo exte-
rior o con nosotros mismos. Si lo primero es fácil, lo segundo
lo es mucho menos.
*
Las cosas bellas lo son a veces en grado tan intenso por su
obligación de comunicar alegrIa.

Una vida de naturalidad y plenitud excluye el tedio como


la vida laboriosa del árbol o el pájaro.
*
Por qué el hombre ha de ser la ünica criatura de dolores
entre las otras, en un mundo movido visiblemente por un
imperativo categórico de gozo y de belleza que el dolor mis-
mo contribuye a depurar y ennoblecer?
*
PEQUEO DICCIONARTO DR LA DESOBEDIENCIA 17
La sonrisa de ingenua beatitud que suele verse en algunos
monies o monias, recuerda la sonrisa de un niño. muerto.
*
Todo creador de belleza es, ante todo, un dispensador de
felicidad.
*
El dolor está en la raIz del hombre, pero su vocación es
de corola, es decir, de alegria.
*
La felicidad más auténtica y noble no se parece a una
embriaguez, sino a lo contrario: a una iluminación.
*
Quien no conoce la alegria no puede depararla.
*
El dolor puede rebajar a un hombre hasta lo grotesco o lo
imp ddico o elevarlo al más heroico grado de nobleza.
*
El sufrimiento superado con serena fortaleza, es acaso la
meior fuente de bondad y alegrIa en el hombre.

El pesimismo laico de Swift, Schopenhauer y Leopardi es


una version laica del pesimismo inherente a todas las religio-
nes, que enseñan que e1 mundo no existe propiamente o es
un valle de lágrimas, y consuelan al hombre con el cebo de
un paraiso póstumo. Los pesimistas laicos no ofrecen ni una
mentira piadosa. En realidad ambos son calumniadores del
mundo por omisión de todo lo bueno y digno que él ofrece,
abogados del diablo que declaman con énfasis fdnebre los
pantanos de dolores y horrores de la vida, callando jesultica-
mente el rio de sus gozos y bellezas.

La vida no solo es bella y grata, pese a todo, sino que el


hombre puede hacerla adn mucho més digna de ser vivida.

El frustrado en su felicidad galante (o cualquiera otra)


tiende a convertir su fracaso en filosofIa de la existencia. Si
tiene talento, se convierte en una infecciOn social.
VI
18 LUIS FRANCO

El pesimista se empeñarâ en demostrar al hombre feliz o


contento con su suerte que ésta es absurda, inhumana, o no
existe.

El hombre de mala salud y buen humor es un vencedor de


la esfinge.

Un momento de alta felicidad humana —en el amor, la lu-


cha, la generosidad, la belleza o el pensamiento— nos da una
especie de corazón de dios y cancela innumerables penas y
dolores.

La alegrIa ficticia como remedio contra el fastidio es peor


que él.

AMISTAD Y FRATERNIDAD

No podemos comprender bien a los hombres que vienen a


nuestra casa trayéndonos su afecto, mientras no vayamos a
la suya llevándoles el nuestro.

Cómo no ha de crecer tu coraje, si tus amigos creen en él!

Cuando hay que optar entre conservar nuestras debilida-


des y vanidades o nuestros amigos, optamos enternecidamente
por las primeras.

Nos duele reconocerlo, pero un enemigo puede beneficiar-


nos muchas veces más que un amigo, denunciando nuestros
defectos y debilidades y obligândonos con ello a corregirnos
aunque solo sea para dejarlo mal parado.

No hay vino más fácil de avinagrarse que la bondad de los


débiles de espiritu.
*
No es cosa fácil señalarle los defectos a un amigo sin rom-
per con él.

El amigo que más sinceramente nos quiere es el que menos


nos adula.
I'EQUENO DICCIONARIO DR LA DESOI3EDIENCIA 19
Decirle a un hombre: "Usted es inaccesible a la adulación",
es la forma de adulación más traicionera.

El odio fervoroso a un hombre es una especie de tributo,


una especie de beaterla trágica.
*
Aunque un acto bondadoso no fuera sincero, ya vale por
su bella delicadeza.
*
Quizá la ünica bondad auténtica es la que se disimula al
obrar.

El ejemplo de lo bueno es casi tan contagioso como el do


lo male. Doble motive para. ahorrar la. canallerIa.
*
Reconocer las buenas cualidades de un enemigo, es la for-
ma más difIcil de generosidad o ecuanimidad.

La lealtad consigo mismos y con lo nuestro en ellos es la


iinica que podemos exigir a nuestros amigos.
*
El encuentro de un solo hombre verdaderamente inteligente
y verdaderamente cordial —los dos modes de la generosidad
humana— es acontecimiento capaz de hacer olvidar todos los
fangos y hollines del mundo.
*
Tal vez no se pueda hacer un servicio a otros sin que el
benefactor recoja más que el beneficiado.
*
Francisco do AsIs? Si, una de las almas más maravillosa-
mente receptivas y comunicativas. Pero su amor era pura
compasión. Su fraternidad no era viril ni enseñaba la lucha.
No habIa amor por lo que vale más sobre la tierra: el destino
ascendente del hombre.

Tal vez el más incontestable mandato do fraternidad está


en el hecho de quo no hay una sola criatura buena del todo
o mala del todo. Y si el más grande y puro do los hombres
ha descendido alguna vez o siente que podrIa descender a las
20 LUIS FRANCO

mayores bajezas Zc6mo no ha de sentir su hermandad con


los otros?
*
Sin duda no hay una muestra igual de inhumanidad —ni
la del asesino— a la de los hombres que se arrogan el dere-
cho de juzgar y condenar a los otros en nombre de la sociedad
por crimenes a que la monstruosidad de ese mismo orden
social los empuja irremisiblemente. Es el apogeo de la in-
Consciencia o de la hipocresia. Es lo que Mencio parece haber
visto ya hace veinticuatro siglos.
*
El que está seguro de no necesitar de nadie, necesita urgen-
temente del alienista.
*
La sencillez y naturalidad perfectas son la iinica cortesia
de verdad.
*
La genuina bondad (no la de no hacer ci mal por convic-
ción sino la de hacer ci bien por instinto) es ci más claro y
hermoso manantial que hay sobre la tierra.
*
Naturalmente el hombre que desconfIa de todos no inspira
confianza a nadie.

Una fraternidad basada menos en las semejanzas que en


ci compiemento y armonIa de las diferencias, es la propia-
mente humana.
*
Por sobre las calarnidades diarias o de época; por sobre los
pleitos, no por dolorosos y vehementes menos circunstancia-
les; por sobre ci pesimismo o ci escepticismo bebido en leche
vieja o nueva; por sobre las amarguras que crean las injus-
ticias curabies, las abominaciones remediables, ci hombre, si
se vuelve sobre si mismo, siente su identidad profunda on
los otros y lee un anuncio de gracia final en la grave mo-
cencia del mundo.
*
En su capacidad de compartir su dolor o su alegrIa cstã
todo ci hombre.

Aunque lo nicguen los más —es decir, los hipócritas y los


necios— ya sabemos que la sociedad humana es una espccie
de baiie de mascaras. Solo que cada enmascarado guarda ci

I.
PEQUEF4O DICCIONARTO DE LA DESOBEDIENCIA 21
secreto a los otros, para que los otros le guarden la espalda,
es decir, la cara.

Todo lo que signifique inmolar los sentimientos y los afectos


y los lazos que ligan a un hombre a los otros, como la raiz
del árbol a la tierra, es empresa inhumana, es decir, obra de
muerte, aunque eso se vista de majestad o de sublimidad.

j,Cómo he de verme bien a ml mismo Si vuelvo la espalda


a mi ünico espejo: los otros hombres?
*
No siempre es más torpe la ingratitud del beneficiado que
la presuntuosidad hipócrita del benefactor.
*
El que el individuo pueda bastarse a si mismo prescindiendo
de la comunidad, es tan inimaginable como un pez que To-
grara prescindir del rio. Me hablaréis de la pecera: esto en los
hombres se llama egolatria, despotismo o torre de marfil.
Tres de los modos más fünebres de la ridiculez.
*
Cuando realmente hacemos algo en nuestro verdadero ser-
vicio (para la expansion del alma, no para la tacaflerla del
yo) servimos a los demás. 0 mirando la verdad del lado
opuesto: en la medida en que una criatura humana se da a
los otros se aumenta a si misma.

La especie es la cave para que el hombre penetre su enig-


ma y el del mundo. Ella absorbe todos sus pecados, lo sacra-
menta y lo dilata; por ella y con ella invade el futuro, y lo
más grande se torna posibilidad y esperanza.
*
SOlo ayudada y propulsada por la conjunta fuerza humana
la personalidad puede partir y recorrer toda su órbita. Cierto,
solo la fraternidad puede fundir en su crisol la vera efigies
del hombre.

Eso sI: fraternidad no significa compasión sino colabora-


ción creadora.

Nunca Se aquilatarã suficientemente la verdad de que nada

I-
22 LUIS FRANCO

que empequeflezca a los demás puede engrandecer a un


hombre.

0 la grandeza es generosidad y creación puesta al servicio


del hombre o se esteriliza lügubremente.
*
Si todos los demás siguen dormidos, jqu6 he de hacer yo
sino tratar de despertarlos para no morir de soledad?
*
Cómo he de saber que no estoy muerto sino porque me
siento latir en el pecho de los que me quieren?
*
El hombre que realmente ama la vida, el hombre de ins-
tintos sanos, tiene que amar el instinto del amor torrentosa-
mente abierto hacia las mujeres y los hombres.
*
Los hombres y los insectos creen que el universo es Chico
para ellos. Pero los planetas conviven sin chocar entre si.
*
Podemos herir más fácilmente a nuestros amigos que a
nuestros enemigos.
*
El tinico amor propio bien entendido pasa a través del
amor a los otros.
*
La forma más pura y heroica de la generosidad es compar-
tir la alegria ajena —sentir con el corazón eso que se dice con
los labios sin saber lo que se dice: congratulación.

El hombre que más ama a los hombres no es el que se


pliega más cortésmente a las convenciones del ambiente, más
duizarronas cuanto más tramposas —sino quien se las des-
barata abiertamente, aunque tenga que ser perseguido o des-
terrado por ello.

Los animales nunca matan por vanidad, avaricia o miedo,


y menos después de jurar por los Evangelios.

I.
1'E01JEii0 r1CC0NAR10 DE LA DESOBEDIENCIA 23

Quien carece de toda capacidad de compasión es el más


digno de compasión entre todos.

Pasteur arriesgando su vida por estudiar el veneno de la


rabia; Spinoza arriesgando la suya, y Bruno sacrificándola,
ambos por despejar un poco las tiniebias espirituales del
hombre —no son heroes. Napoleon, sacrificando cientos de
miles de hombres en su quijotesca caiaverada contra Rusia,
ése es un héroe, segün la preceptiva arcaica que aün nos rige.

El amor a los hombres no es un deber con Dios ni con la


humanidad, sino con nosotros mismos: la necesidad de en-
sanchar nuestro estrecho cIrculo individual, en ci casi infi-
nito de la especie.

El misterio de la bondad es más extraordinario que el de


la perversidad, aunque éste atrae más por lo abigarrado y
chiliOn de sus lIneas y colores.

ANTOLOGIA SACRA

Lo que la ciencia de hoy ha descubierto pudo sar sospechado


hace tiempo: que ci sentimiento rehgioso no es innate en ci
hombre, esto es, que históricamente ci hombre nació desnudo
de religion. En efecto, ci hombre más arcaico parece haber
sospechado la vigencia de cierto orden natural y su tendencia
fué la de confiar en si mismo para afrontar las dificultades
y los riesgos ambientes. Solo que, por falta de experiencia,
su razonamiento, y por ende su práctica, eran casi sicmpre
incorrectos.
La magia, que adn no ha muerto del todo en ci mundo, es
vieja como ci hombre. La fe en la eficacia de la magic fué
declinando forzosamente un dIa y con ello la confianza en
la capacidad del hombre para bastarse a sí mismo. SimuitO-
neamente nacia la fe en la existencia de espiritus invisibles,
pero muy poderosos, cuyo favor podia sobornarse con ruegos
y humillaciones y ofrendas. La religion Se adueñO del hombre.
Siglos tan largos como la desesperación debian pasar antes
de que la religion fuera perdiendo crédito, y ci hombre, muy
enriquecido de experiencias manuaies y mentales, recobrase
su fe en si mismo para enfrentarse al mundo y la vida. La
ciencia comenzó a reemplazar asi a la religion, sin abohrla
del todo, como ésta no habia conseguido enterrar a la magia.
El pensamiento moderno ha clicho su paiabra per agencia de

I-
24 LUIS FRANCO

Frazer: la magia, la reliqiórt p la ciencia, son solo métodos


sucesivos de conocimiento, y el hombre inventarã quizá otro
más eficaz aün.

El regreso del buen tiempo con su sol benigno, sus árboles


frutales, sus hierbas y brotes que atraen a las bestias de caza
—después del frigido, hambriento y desolado invierno— de-
bió ser el acontecimiento más trascendental para el hombre
primitivo. ZC6mo no ver en el sot una divinidad que recobra
su omnipotencia benefactora p en la vegetación renaciente
una divinidad que resucita? Todas las religiones comenzaron
por aquI, y las huellas de ese origen aün persisten.

Como en las épocas mãs primitivas, ci hombre se sentla —y


lo era en general— mâs inerme que los animales, sus prime-
ros dioses fueron zoornorfos. La costumbre persistiria por
siglos, como lo muestran claro, desde el buey Apis de los
egipcios a la paloma del Espiritu Santo de los cristianos.
*
La necesidad de sacrificar al propio dios encarnado en un
animal o un hombre, se origina en una doble convicción:
primero, que al devorar ci cuerpo divino, se adquieren las
virtudes del dios; segundo, que la muerte, en plena juventud,
de la persona en quien Se encarna ci dics, evita ci envejeci-
miento y declinación de éste.
Dc cualquier modo, ci homicidio y la sangre están en la
entraña de toda religion, aunque solo lo estén simbOlicamente,
como en ci cOliz que eleva ci sacerdote. Y algo mOs: solo bajo
el fervor de la mistica la crueldad humana ha lie gado a 7.o
sublime. La verificación escrita de esta verdad, formarIa una
nueva biblioteca de AlejandrIa. Recordemos solo al profeta
Ellas pasando fervorosamente a cuchillo a los cuatrocientos
profetas de Baal. A Mahoma, degollando piadosamente a es-
pada a buena parte de la poblaciOn de Asia y Africa en nom-
bre de Alah clemente y misericordioso. A la InquisiciOn ens-
tiana tratando pirotOcnicamente a millones de sospechosos o
descreldos en nombre del dios de la mansedumbre y la dul-
zura.

La divinización de la luna que alumbra las tinieblas y mOs


aün la del sol que las dispersa y que defiende del trio y las
fieras, debió sen o fué cosa universal.
Naturalmente, ci descubrirniento mOs grande de la prehis-
toria, la producción y manejo del fuego, que cambió profun-.
damente ci estiio de vida arcaico, debió ligarse desde ci pri-
mer momento a Ia adoración del sol, viendo sOlo en ci fuego
un hijo suyo. Los signos o palabras que designan al fuego
PEQUEO DICCIONARIO DE LA ISESOBEDIENCIA 25
debIan figurar en la base de todas las religiones, tal corno
ocurre con la cruz. La purificaciOn del cadaver por el fuego
debió ser uno de los primeros actos religiosos. Después debó
venir la incineración del hombre vivo y joven para corrobo-
rar la fuerza del dios sol (Torquernada, quemando herejes 0
infieles, plagiaba servilmente, sin saberlo, una práctica de sus
antepasados de hacIa diez mil o cien mil años).
Insistamos en que el descubrimiento del fuego, al ayudarlo
gloriosamente a luchar contra la oscuridad, el terror, el frIo
y ci hambre, significó un ascenso de la jerarquIa humana.
Tal vez los privilegiados fraguadores del fuego fueron los
primeros sacerdotes y la religion fulaica la más antigua y la
principal autora de la litürgica religiosa con sus cruces, llamas
sagradas, cirios p hachones, más o menos comunes a todas las
religiones de Oriente p Occidente. La misma idea del infierno
—es decir, la condena del impjo a fuego eterno— nació sin
duda de la costumbre de pasar por la hoguera a los disidentes
de los mandamientos canónicos: costumbre que logró su más
apostólico esplendor en ci Medioevo cristiano.

La adoraciOn del mOs truculento e infamante patIbulo —Ia


cruz— como emblema religioso, tiene la maxima antigüedad y
universalidad. Naturalriiente representaba al sol en sus diver-
sac fases (tal vez el trazo horizontal significaba la noche, y
el vertical el ascenso y descenso del dia) y también la ima-
gen de la pura llama con su cambiante tendencia a endere-
zarse hacia arriba y extenderse a los costados. Como jerogli-
fico y rito figura no solo en los Vedas sino en todas las igle-
sias de la historia, desde la mOs vieja Asia hasta la America
de incas, mayas y aztecas pasando por cretenses, celtas, ibe-
ros, galos y germanos. La cruz swástica en forma de x repre-
sentaba al sol en marcha o viaje. También so sabe que ci
valor fonético de la x es chrestos, en griego crito: vale decir,
quo miles de aflos antes del supuesto advenimiento de Jesus,
Cristo andaba sobre la tierra...
Dc varios pueblos antiguos —cartagineses, romanos— se sa-
be que usaban Ia cruz como patIbulo, para los castigos más
degradantes. Sin sospecharlo, de fijo, elevaban una ofrenda
expiatoria al mOs viejo de los dioses, el sol. Los sacrificadores
sacros —de hombres o bestias— solian también usar la cruz
en sus puflales. Adorar la cruz o ci crucifijo, equivale, pues, a
adorar una guillotina, una horca o una cilia eléctrica.

El mOs inhumano y horrible de los actos posibies al hom-


bre —el sacrificio de los propios hijos— lo practicaron hasta
pueblos quo ya habian dej ado muy atrás ci saivajismo y aun
Ia barbaric: y eso fué posible, como cree Bertrand Russell,
iinicamente por la supervivencia artificial de las "ideas reli-
26 ITIS FRANCO

giosas". Asj el Agamenón homérico inmolando a su propia hija


en el ara de sus dioses, y más aleccionante aun, la muy civi-
lizada Cartago cebando las entraflas Igneas del dios Moloch
con came de ninos vivos, o Abraham poniendo el cuchillo en
la garganta de su hijo Isaac.

El hombre sale de la zoologia primero, y del salvajismo y


la barbarie después, gracias al ejercicio progresivo de su
inteligencia y la fe en su propio raciocinio y su propia volun-
tad. Como la religion implica una fe polarmente opuesta —la
fe ciega en sus dioses— y la renuncia al criterio propio, es
claro que ello comporta la perduración de lo más antiguo
del hombre: lo que está lleno de tinieblas y de miedo irra-
cional. La religion es el pihuelo interno y externo del hombre.
La definición de Reinach es sin tacha ni reproche: "Religion
es el conjunto de escthpulos o tabües que obstruyen el libre
desarrollo de nuestras facultades".
*
Todas las religiones implican, de un modo o de otro, la
idea de que el hombre, por el mero hecho de venir al mundo,
es un reo de lesa majestad divina y está obligado al ejercicio
profesional de la humillación, la adulación y la penitencia.

Un marciano que llegase a tierra tendrIa su primer gran


dolor de cabeza si pretendiese discernir la religion verdadera
de la humanidad, pues cada una de las que existen está abso-
lutamente segura do poseer la patente divina y de que las
otras son abortos del demonic.
*
No se lo han propuesto sus fundadores, sin duda, pero la
promesa de dicha futura y el don do consuelo presente quo
todas las religiones imparten a los fieles cumplidores de sus
preceptos, vienen coma a designio para satisfacer los sueños
terrestres de la clase sacerdotal y también los de sus aláte-
res: el gremio de los carceleros y explotadores. Indudable-
mente par lo demás, el cebo del prernio celeste y la amenaza
de castigo infernal no sOlo constituUen la más ctviesa forma
de demagogia sino qua son las dos muletas que han impeclido
a la humanidad caminar sabre sus propios pies.
*
El temor y el razonamiento incipiente comenzaron viendo
un espIritu a una divinidad en cada uno de los aspectos a de
las fuerzas de la Naturaleza. Dezpués, la mente del hombre
creyó advcrtir la existencia de dos principios polarmente

I-
PEQUE0 DJCCTONARIO DE LA DESGBFDTENCIA 27
opuestos: producción y destrucción, calor y frIo, bien y mal.
Estrictamente hablando, nunca hubo monoteIsmo. La divini-
dad fué dual siempre: Isis y Osiris en Egipto, Nahadeva y
Bahavani en la India, Ormuz y Ariman en Persia, Jehová y
el Demonio en Judea, Alah y Eblis en Arabia. Pero del es-
pectâculo de eterna lucha entre las dos divinidades nació la
idea de una tercera, mediadora o reparadora.
De alli la Trimurti de los indios, la TrIada de los egipcios,
la Trinidad de los persas, la Fatalidad trinitaria de los grie-
gos (Atropos, Laquesis y Cloto) y la SantIsima Trinidad de
los cristianos.

Naturalmente, el clima es un determinante religioso de pri-


mera fuerza. La multiforme y caótica vida de la selva indos-
ténica, y los variados aspectos de la naturaleza en otros puntos
han engendrado los dioses plurales. La monotonja y aridez
penitencial del gran desierto, en Arabia y Palestina, tienden
al dios ilinico, tan vigoroso y colérico como el propio arenal
insolado. En la serena y fecunda Grecia los dioses rIen más
y mejor que los hombres.

Aunque cada iglesia o secta religiosa descuenta que su


libro sacro es version taquigráfica de la palabra celeste, la
critica profana revela boy lo que ya podia suponerse: que
los textos sagrados no son obra individual de Moisés, Zoro-
astro, Salomón o Jesds, sino obra anónima trasmitida por via
oral primero, escrita después, y desde luego constantemente
alterada, y que la originalidad del pensamiento propio es siem-
pre discutible. De qué remotas sabidurias precedentes son
destilación los Vedas o el Zendavesta?

No está visible que en la teologIa y la moral hebreas han


colaborado caldeos, egipcios, persas, indios y griegos? Los
Evangelios como doctrina y verbo no tienen nada propio, pues
lo que no viene de las sectas esenia, terapeuta o nazarena, o
de las distintas religiones del cercano o medio Oriente, ya
está en la Biblia o en el Talmud. En cuanto al Koran de
Mahoma, ejemplar heroico de charlatén éste 'y de galimatIas
aquél, es un refrito condimentado del Pentateuco y otros tex-
tos bIblicos.

Que los credos de las religiones menos arcaicas —la de


Buda, Confucio, Jesiis— evidencian dulzura, comprensión, des-
interés, pasión de bien y de justicia? Eso importa poco. Ya
se encargará la más tentacular de las burocracias —la sacer-
dotal— de convertir en dioses abstractos a sus fundadores y
trocar su doctrina en la más infalible triaca para anestesiar
el pensamiento, obliterar la conciencia y quebrar en la raIz

I_
28 LUIS FRANCO

la voluntad de los creyentes. Y no hay religion sin sacerdotes,


como no hay magia sin magos. El temor a lo desconocido, la
vaga sospecha de la existencia de seres o poderes invisibles
mOs fuertes que el hombre, fué transformado por los primeros
hechiceros en espanto seguro y fe cierta como la base incon-
movible de su predominio de casta. iNo era nada lo de tro-
carse en agentes de enlace entre los pedestres hombres y los
amos del cielo! AsI naciO, canonizada, la explotación del
hombre por su prójimo: el parasitismo sacro.
Naturalmente la desobediencia al sacerdote significó la des-
obediencia al dios terrible. AsI comenzó la pedagogIa del te-
rror. El dios de los sacerdotes es tan complaciente con los
sumisos como anonadante con los rebeldes o tibios. Una sola
infracción u omisión puede acarrear la pérdida eterna. El
nifio nacido fuera de la religion cristiana, va al infierno. ZPor
qué? Porque en las religiones engendradas por ci terror y
para ci terror, no hay lugar para la comprensión y la justicia.
Sus dogmas son la filoxera (es decir ci ataque a la raIz) de
la razOn humana.

El tabü o veto mOs o menos irracional y absurdo, y la supo-


sición de que las leyes supremas del universo y la vida pue-
den ser anuladas mediante un simple ruego del creyente a
sus dioses, constituyen los sillares de toda religion. Natural-
mente la ignorancia, ci terror y los fantasmas son anteriores
a los dogmas y ritos. Dc allI salieron los sacerdotes como del
agua palustre salen los zancudos de la malaria.

Como podia suponerse, Egipto, con su historia tan inmemo-


rial y larga, no ofrece una religion ünica, sino varias, con
sabios ejemplos de ingredientes, influencias, transformacio-
nes. Animismo, totemismo, demonismo, politeIsmo, monotels-
mo, todo aparece alternativa o simultáneamente allI. Al co-
mienzo de la dominaciOn helénica da entrada a Serapis, dios
grecoasiOtico, pero su imperialismo religioso es tal, que termi-
na imponiendo sus misterios al Imperio Romano: los cultos
consoladores de Serapis, de Anubis, de Isis, la diosa madre
de Orus, ci dios niflo, de Osiris, cuya muerte y resurrección
se ilora y celebra ruidosamente. El egipcio cree en la inmor-
talidad del alma; pero muy jpiciosamente piensa que no puede
darse con prescindencia del cuerpo, de ahI la precaución em-
balsamadora. El viaje del alma al pais de los muertos esté
lieno de lazos y peligros: para evitarlos estOn las instruccio-
nes de El libro de los muertos (E1 libro de los vivos!), escrito
por sacerdotes geniales). Naturalmente solo resucitan ci fa-
raón y los altos dignatarios y nobles. La muerte o pasaporte
a la inmortalidad es ci primer privilegio de los grandes. Y
Diodoro vió sin error que para ci egipcio la casa era posada
del camino y la tumba casa permanente. Pero ese irritante
PEQUE0 DICCI0NAI.I0 DE LA DESOBEDIENCIA 29
nepotismo del oligárquico dios Ra debiô ser corregido a la
larga par una revoiución de los de abajo: el plebeyo pudo
también ingresar en la inmortalidad, previo page del peale
sagrado, eso si. (Democratización de Ra par influencia de
Osiris). Ya puede verse que el sacerdoclo egipcio fué sa-
piente o mejor, tan profundo en ciencia divina y humana
como nuestros jesuItas, y tanto que, andando los siglos, un
dIa —en el siglo XI a. de J. C.— el grail sacerdote de Amón-
Ra, de Tebas, jubiló al faraón y asentó firmemente sus sacras
posaderas en el trono real.

Naturalmente, Asiria, pueblo de hombres cazadores de pue-


blos, debió tener un dios-águila: Asur.
Hamurabi, primer rey de Babilonia unificada, que vivió
alga coma unas veintiün siglos antes de J. C., dejó el primer
código de byes que se conoce, recibido de su dios Samah;
como las tales resultan fraternaimente parecidas a las que
Jehová entregó personalmente a Moisés seis sigios más tarde,
éste se nos ofrece seriamente sospechoso de piagia. Par cierto
que no puede faltar una trinidad babilónica: And (dios del
cielo), Ea (dios del abismo) y Bel (dios de la tierra).
El animismo babilónico confiere personalidad divina al sol,
a la luna, al lucero, al fuego, al mar, al leon, al toro, al
pescado, a la paloma.
En el relato de la creación de los Angeles, de la torre de
Babel, del diluvio punitivo con su Utnapistim náutico, su
area detenida en una mcntaña, su paloma y su cuervo, su
Sargon nina abandonado en una cesta en el Eufrates, coma
en la aparición de dioses que exigen no sOlo adoración y sa-
crificios, sina templanza y justicia a los hombres —están ya
profundamente los antecedentes de Israel.
El sacerdocio de Babilonia, duefio y gerente de un templa
fastuosamente enriquecido par la piedad de innumerables fie-
les, y depositario de los secretas de la magia (para expulsar
del cuerpo a los demonios, a adivinar el porvenir par las
entrañas de las vIctimas sacrificadas y par la posición de los
astros) fué envidiablemente paderoso.
Justo es cansignar que pese a su entraIa mágica, la astro-
logia caldea engendrO a la larga la astronomla griega de
que procede la nuestra. En Egipto, Siria y Grecia y otros pue-
blos, el alma de los muertos va a una morada subterrOnea.
La cancepciOn cristiana a la mahometana de un paraIsa ce-
leste, procede sin duda de Babilonia, donde los astros —coma
sucedió después con la imitación griega y romana— son dioses
o heroes divinizados. Lunes, de la tuna; martes, de Marte
miércoles de Mercurio; jueves de Jove a Jipiter; viernes de
Venus; sObado de Saturno; domingo del dwninus Sob. Esta
denominación grecolatina de los dias de la semana referida
a los dioses-astros, viene también de Babilonia o Caldea.
30 LUIS FRANCO

La historia de un dios joven que muere de muerte sangrien-.


ta, desciende a los infiernos subterrãneos y resucita al fin
triunfalmeTite, se repite con las variantes del caso en muchas
religiones: es Osiris de Egipto, cuyos restos recoge su esposa
Isis y a quien resucita su hijo Horus; es Tamuz, de los babi-
lonios, resucitado por su esposa Istar, que desciende en su
busca a los infiernos; es Adonis de los sirios; es Orfeo-Euridice
o Deméter-Proserpina, de los griegos; es Jesucristo de los
cristianos.
En todos los casos se trata indudablemente de lo mismo: 1a
explicación mIstica de la vegetación que muere despiadada-
mente en brazos del invierno, desaparece del todo por largo
tiempo y resucita con gloria.
*
En Fenicia, como en todas partes, los dioses salen de las
cabezas de los hombres, como Atenea de la de Zeus. Como
Fenicia nunca llego a la unidad polItica, cada ciudad —Sidón,
Tirp, Biblos— tenla su Baal: su dies. Adonis, dios de Biblos,
es un joven cazador que muere despedazado por un jabalI y
es llorado por su amante Astarté (Afrodita).
El mito, como todos los mitos, encubre una realidad distin-
ta, Adonis es un totem, un jabali sagrado, y quienes lo des-
cuartizan y se lo comen en comiin para asimilarse a su dios
son las propias mujeres que lo Horan. Pero como los dioses
al igual de cualquier invento de la civilización suelen pasar
de un pueblo a otro, este Adonis fenicio, que es un avatar
del Tamuz mesopotámico, reaparecerá con otros nombres en
varios pueblos.
*
Como ocurre en todos los pueblos, el animismo, el totemismo
y la magia son la savia de las religiones de la India. La
trasrnigración de las almas —la metempsicosis de los pitagó-
ricos— es un simple resultado del animismo, que piensa que
hasta las piedras tienen alma humana y supone que hombre
y animal son de una misma especie.
El ascetismo indio —la forma más delirante del ascetismo-
es, a ojos vistas, sugerido por el clima tropical: desarmado y
derrotado por él, el hombre ye su salvación en la limitación
mxima de sus necesidades, en el reposo y el éxtasis. El
sacramento de la sati —una de las más humanas e inhumanas
monstruosidades— que obliga a la viuda a trocar su cuerpo
en antorcha sobre la tumba del esposo, es algo que no puede
explicarse sin la ingerencia del delirio religioso, lo mismo
que la escalofriante institución de las castas indias. Como on
todas las religiones en sus primeras fases y pese a las ideas
morales que ya despuntan, el fin principal de la plegaria, el
himno y el ritual védicos es el logro de bienes visibles: la
salud, la liuvia, la abundancia agropecuaria. De las fechorIas
de las castas sacerdotales de la historia nada iguala a las de
0 Dl((!ONtRIO DL IA DFSOBEDIENCJA 31
los brahamanes, sucesores de los sacerdotes védicos. Los Ve-
das son declarados divinos ("la rajz do todas las criaturas")
y sus comentarios son indisputables. La importancia de los
sacrificios rituales es tal, que no solo corrobora a los dioses,
sino que los crea. El brahama de los brahamanes les confiere
mando sobre los espiritus. IQue se sienten y obran como algo
más que meros hombres? "Hay dos clases de dioses: primero
los dioses y luego los brahamanes que leen y repiten el Veda"
(Max Muller). Cierto: la distancia entre ellos y la casta gue-
rrera que le sigue en importancia es abismal.
La analogia de la leyenda büdica con la cristiana es entra .
-liabe:Budshjonvirge—dcastlonbe—,
su prédica es de oposiciOn democrática a la autocracia sa-
cerdotal de los brahamanes, y de sencillez y dulzura contra
el acérrimo y complicado ascetismo - tiene su Constantino en
el rey Asoka. Como el cristianismo, el budismo emigra de su
patria para realizarse. La crItica moderna seflala otra coinci-
dencia: ni los Evangelios ni las Santas Escrituras del hudismo
son la obra persdnal de Jesiis ni de Buda o sus discIpulos
más inmediatos, y muy probablemente ninguna de ambas
figuras tuvo existencia corporal.
El budismo se distancia largamerite del brahamanismo por
un lado: no hay necesidad de ascetismo supliciatorio, pues basta
reducir al minimum los lazos que nos ligan al mundo para
anular el deseo de vivir y llegar al nirvana. Se confunde por
el otro: ambos son caminos de renuncia, de evasiOn de lo
viviente. El budismo, al igual del cristianismo después, estaba
abocado fatalmente a trocarse en la caricatura de SI mismo,
coma todo lo que intenta regenera-r al hombre moral olvidando
que es inseparable del hombre económico p politico. Ascetismo
emasculante, charlatanismo milagrero, parasitosis monacal,
idolatrIa y ritualismo.
El budismo lamaIsta del Tibet es el hermano siamés de la
Iglesia romana: papa y obispos satrápicos, monies y teocracia,
campanas, rosarios y molinos de oraciones, confesionarios y
agua bendita, infierno, purgatorio y Virgen Santisima...

Como todas las religiones, la de Zoroastro ofrece un arnasijo


de animismo, magia, resabios totémicos, odio a las imOgenes,
manchas y purificaciones, confesiOn de pecados, todo mezcla-
do con conceptos de pureza y benevolencia, de veracidad y va-
lor, de progreso e higiene. La conducta del virtuoso ayuda a
Ormuz. Como la tierra, el fuego y el agua son elementos sa-
cros, todo lo que pueda mancillarlos es pecado: asI, el nlimero
de tabñes es infinito y la vida humana queda metida en un
dédalo.
Las penitencias y castigos se evitan pagando la multa sa-
grada, lo cual muestra que los parsis, como los sacerdotes de
todos los cultos, tenIan un suculento sentido casero de la reali-
dad humana, pese a sus fantaseos misticos. La proscripciOn
32 LUIS FRANCO

de diosas hembras y de imágenes, el rango inferior de la mu-


jer, la confesión de los pecados, el juicio de las almas, para
remontarlas hasta ci paraIso o hundirlas en el infierno, la
burocracia de angeles y demonios, el reparto de pan consa-
graclo entre los fieles, la nobleza y humanidad de su moral:
todo eso da al mazdeIsmo un innegable parecido de familia
con el judaismo y ci cristianismo.

El luminoso Mitra, dios comün a iranios e indios, es una


especie de Apolo oriental. No es un dios hegemónico en ]a
religion oficial persa, pero si en la fe del pueblo. Gracias a
muchos de los legionarios al servicio de Roma se difundió
por el Occidente tan afortunadamente como el cristianismo,
con el cual tiene un parecido profundo: Mitra, intermediario
entre Dios y los hombres, salvador de almas —los fieles se
Haman hermanos— la iniciación mitraica supone el ayuno,
el bautismo, el agua bondita, la ingestion del pan y el vino
consagrados —se sacrifica un toro, sImbolo del sol y segura-
mente del propio Mitra, y se comuiga con su sangre y su car-
ne— sus sacerdotes y sacerdotisas son célibes —su moral es
evangélica. . .- Sin duda tan gran parecido es lo que despertó
la rivalidad persecutoria de los hijos de Cristo que acabaron
con los de Mitra.

Dc Babilonia y Persia salió Manes, que murió en la cruz en


la segunda mitad del siglo tercero. Los maniqueos fueron gen-
tes simples y pacificas, y su credo que se extendió por Europa,
Africa, la India y la China es idéntico al cristianismo de pies
a cabeza, razón por la cual despertó el sacro celo de los teó-
logos zoroástricos y cristianos, que les ilevaron una persecu-
don asoladora, después do vestirlos de imputaciones infaman..
tes. San Agustin, maniqueo durante años, tuvo buen cuidado
de decir una sIlaba al respecto.

Los dioses griegos son antropemorfos. Y algo más: son el


mOs alto dechado de la belleza humana. Tampoco se muestran
inexorables ni en sus peores rnomentos. Y son los inicos que
saben reIr y reir ejemplarmente. El animismo, ci totemismo y
la magia son en Grecia, como en todas partes, los padres de la
religiOn. Solo que Grecia, con su inteligencia insigne y su
impar sentido artistico, no tarda en dar expresión y esplendor
canónicamente humanos aun a las concepciones més profundas
o abstractas.
Los viejos cultos y creencias, provenientes de dIas inmemo-
rabies —taT vez los de Creta o de Micenas— que se conservan
al lado de cuitos mOs evolucionados, y que recobran su influjo
cuando ci racionalismo entra en decadencia, tienen un fondo
comün con los misterios religiosos de casi todos los pueblos.

I.
PEQUE1O DICCIONARIO DE LA DESOBEDIENCIA 33
Los ritos sobreviven cuando las creencias a que aluden han
muerto. Vueltos incomprensibles, dan origen a mitos nuevos.
Eso ocurrió en Grecia. Eng lo g mitos griegos, tan hondamente
sugestivos y hermosos, lo rastreadores modernos han leldo
huellas que lo ggmismos griegos no velan: origenes totén-iicos y
mágicos que lo emparentan con lo g salvajes de todos lo g tiem-
pos. Zeus y Dionisos representados como toros, Orfeo con su
piel de zorro, Heracles con su piel de leon, Afrodita con sus
palomas, un pueblo liamado mirmidones u hormigas, otro ar-
cadios u osos, no son sino reminiscencias inconscientes de épo-
cas en que el toro, el leon, el zorro, las palomas, las hormigas
y lo g osos eran dioses para lo g hombres.
En el mito del cervatillo Panteo, despedazado y devorado
por las Ménades; de Zegreo, matado y devorado por lo g Tita-
nes; deg Acteón, trocado en venado por Artemisa y devorado
por lo perros, se trata siempre del sacrificio remoto y más
o menos universal: el del totem o animal sacro (que grenace
en otro ser de igual especie) y de su absorción por lo fieles
a fin de asimilar sus virtudes divinas.
Los griegos creIan también en el destino ulterior de las al-
mas, y en el juicio póstumo, y en un Tártaro aciago y en un
ElIseo dichoso: muchas y diversas ideas sobre la otra vida, que
nunca formaron una doctrina, sin duda por la intervención de
esa aurora humana que fué la razOn griega.
Ese fué el gran ascenso mental de la Grecia culta: la ilu-
minación apolinea del tenebroso itinerario de las religiones.
Claro es que las más oprimidas y atrasadas capas del pueblo
siguieron prestando acatamiento a las viejas creencias y a log
viejos cultos y a sus hierofantes. En lo g misterios de Eleusis
el neófito hacIa "el aprendizaje de la muerte y de la vida de
ultratumba", bajo la sabia charlatanerla sacerdotal. La comida
de comunión consistla en absorber una harina y una bebida
consagradas en reemplazo de la came y la sangre de un cerdo
nuevo, pues en su origen Deméter y su hija habIan sido jaba-
linas divinas. (Mannhart, Robertson, Smith, Frazer y otros
pioneros en profundidad han iluminado caritativamente para
la conciencia moderna estos abismales misterios).
Cuando el racionalismo, el laicismo y la democracia griega
entraron en declinacion, Alejandro domino Grecia y conquistO
una gran tajada del mundo.
Aün se habla de la helenización del Asia, pero ya se sabe
que significó más ann la asiatización de la Made, con el con-
siguiente recrudecimiento de la barbarie religiosa, de lo g mitos
más aberrantex y serviles. Cuando el cristianismo llegó, log
cultos orientales —uno de lo g cuales era él mismo— le habian
abonado el terreno.g El muy cristiano hijo de Teodosio ordenó
la destrucción de lo templos griegos y Justiniano, en 529, cerró
la escuela de Atenas, iiltima trinchera del pensamiento libre
del mundo.
DebIa ocurrir asI: lo g dirigentes de la democracia helénica,
aristócratas en el fondo y egoIstas hasta la miopIa como son
34 LUIS FRANCO

siempre ellos, se interesaron rnuy poco por la salud fisica y


espiritual de las masas, que continuaron siendo... asiáticas o
egipcias.
No está de más advertir que —contrariamente a lo ocurrido
en cualquier otra sociedad histórica— ni en la época homérica
ni en la clásica el sacerdote tuvo pcsiciôn preeminente o do
mentor espiritual, que el poeta ocupó por él.
Los sacerdotes griegos no constituIan una corporación aparte,
un clero. No eran los guardianes de la sabidurIa como en
Egipto o Caldea, o los gobernantes directos o indirectos como
en Judea, o los encargados de la enseñanza como en Galia o
en la futura Europa. Raramente se les imponia el celibato, y
las sacerdotisas mismas eran, con frecuencia, casadas. Claro
está que tamaño conjunto de circunstancias no es ajeno de
riingiln modo al hecho de que la libertad hallara en Grecia
su clima más benigno.

Junto al animismo helénico, el romano carece enteramente


de imaginación, y solo es capaz de inventar un enjambre de
dioses liliputienses o genios. Sus dioses mayores los va a pedir
prestados a Grecia.
Por lo demãs, los dioses romanos son una especie de senado-
res honoraries de la Repüblica: dioses del Estado, es decir, de
la clase dirigente.
Cuando Lucrecio sefiala inmortalmente el fondo de ignoran-
cia, de terror y servilismo de las religiones, Cicerón, patrono
de abogados hasta hoy, solo atina a demostrar que la religion
es un mal necesario —para guardar los privilegios de senado-
res y caballeros, se sobreentiende—. Catón se atreve a confe-
sar que dos augures no pueden mirarse a la cara sin reirse.
Pero el prurito tradicional de veneración y consuelo de las
masas aplastadas precisaba otra cosa. Le vino de los dos gran-
des veneros religiosos del mundo mediterráneo y apenas toca-
dos de helenismo en las costas: Egipto y Asia Menor. Una ver-
dadera avalancha de los más abigarrados cultos, de las más
ingenuas y cavernarias supersticiones, del misticismo más trai-
dor de la realidad: todo lo cual no sóio estaba a tono con la
inocencia de las masas, sino quo traIa lo que mOs precisaban
en una época crucial de depresiôn y desolaciOn: una esperauza
de justicia..., aunque fuera más alIá del mundo. Adoradores
de Osiris, de Isis, de Serapis, de Atis, de Mithra, de Adonis,
de Sabazio, de Deméter: mosaIstas, esenios, terapeutas, naza-
renos, astrólogos caldeos y sirios, cristianos. La cosa llego a
su instante cenital cuando "Basiano, sacerdote de la Piedra
Negra de Emesa", posó sus nefandas nalgas en el trono impe-
rial, con el nombre de Heliogábalo, en el año 280.
Con la colaboraciOn y la sanción sacramental de las religiones
orientales, el mOs bello fruto de las sociedades grecorromanas
se pudrió del todo: la capacidad de autogobierno. Los empera-
dores pudieron ya ser divinizados...
1'EQUFO IJICCONAr10 DE LA DiOcO!ONC!A 35

Octavio, no obstante su descreimiento, apoyô el culto reli-


gioso, pues adivinaba que un monarca puetie prescindir de los
dioses, pero no do los altarcs. Tito Livio, Virgilio y Horacio
también lo sablan y par eso colaboraron patrióticamente con
el proto-emperador que inició el gran derrumbe.

Puede creerse que entre el hechicero, el curandero, ci augur


y el sacerdote no hay solución de continuidad. Nadie confirma
mejor esta sospecha que los druidas, oue con todos sus SCiV-
ticos arreos de magos, constituyen en las C alias y en ]as isias
británicas una preeminente casta levItica, es decir, una per-
fecta teocracia. El noviciado sacerdotal dura veinte aflos. Los
druidas dirimen los pleitos entre los particulares o entre los
pueblos, y guay de los que no acaten sus sentencias sacras.
Su jefe prefigura al Papa medieval: "En Irlanda el rey no sa
atreve a hablar delante del druida".

Que la catedral es la sucesora de la selva cuyas formas


simboliza, so y e más claro que en nadie en los germanos. El
bosque es sacro; el basque, cuna de la nación, es la morada
de la divinidad. En señal de sumisión a ella, "nadie puede
penetrar en ci basque sin ser atado". La tradición totémica los
lieva sin duda a sentirse descendientes de los árboles padres.

La comunión con el cuerpo de Dios hecho de harina, los


conventos de hombres y mujeres y otros detalles, daban no
poco parecido a la religion azteca con la cristiana. Pero ci rito
del sacrificio del joven divinizado sirvió de pretexto para quo
los católicos se hicieran cruces, olvidando santamente que ellos
también sacrificaban y comIan a su dios simbóiicamente y que
la Inquisición española seguIa inmolando hombres, no en sim-
bob, sino en came viva.

Como tipo perfecto do jefe de bandoleros, armado de una re-


gia carencia de escrüpulos, Mahoma es tal vez superior a David.
Pobre y oscuro, se casa, enriqueciéndose, con una viuda espec-
table y quince aflos mayor que él. No respeta, par atacar a
los mercaderes de la Meca, ni la "Tregua de Dios" que maniata
a los mismos beduInos. Pasa a cuchillo a los prisioneros de
guerra. Aprovechándose del talento militar de Omar, hace "la
guerra santa" a todo ci mundo, pues sabe que el paraIso de
la fe fborece a la sombra de las espadas vencedoras y que asI
canoniza ci miienario instinto de piliaje de los árabes. Degüe-
ila a una tribu de judios, pero se reserva generosamente para
esclavos a sus mujeres y niños. Deja que la mujer árabe con-
tinüe prácticamente en la esc1avitud y aunque reduce a cua-
36 LUIS FRANCO

tro las esposas permitidas a todo bucn musulmán, él se con-


forma piadosamente con nueve. Establece Un mes de ayuno
diario, pero con permiso para desquitarse opiparamente por
1a noche. Mahoma apenas sabe leer y escribir, pero asesorado
por Alah deja a la historia humana uno do sus libros más
farnosos, el Corán: inimitable rcconilación de plagios y frandes
piadosos, de dislates con aureola, de trivialidades magnifi-
centes.
La aluviónica expansion del islarnismo es un buen ejemplo
de lo q ue puede una doctrina esencialmente demagógica como
lo es toda religion —cuyo envés y revés son la ingenuidad y
la brutalidad— cuando su argumerito más sutil es el filo do la
espada.

Por cierto quo ci concordismo o pretensiOn do hallar un


acuerdo más o menos perfecto entre la ciencia moderna y la
del pueblo de Moisés es un disparate mayor quo todos los de
la Biblia juntos.
Indudablemente, el JehovO del Pentateuco, que se pasea al
fresco de la tarde respirando golosamente ci humo de los sa-
crificios, aue tiene a Moisés por gran visir, que conversa con
Sara sobre asuntos de alcoba, que ordena caudalosos degüelbos,
que lucha cuerpo a cuerpo con Jacob, ese dios está terrible-
monte cerca do los Idolos y hechiceros que condena.
Tan imposible es negar las grandezas do la Biblia corno negar
sus menguas. Fuera de innurnerables pasajes ilenos de frescura
y de gracia, hay en Job, en los Profetas, en los Salmos, en el
Eclesiastés, momentos no inferiores a los más altos de la lite-
ratura de cualquier pals y tiempo. Cotej ado con los libros de
las otras religiones, plagadas do delirios y figuraciones de nifio
a oscuras y ricos en majestuosas nonadas, el hebreo es casi un
texto de cordura laica. Están en él el sentido do igualdad
fundamental de todos los descendientes de AdOn, o sea, el
decoro humano mismo, do la fraternidad como liberación del
carcelario egoismo y la decisiva prevalencia del espiritu sobre
la letra y el rito, y la unidad divina del todo, y la insumergible
esperanza mesiánica o confianza en la mejora indefinida del
hombre. Pero no olvidernos quo el homicidio religioso y el te-
rror al sexo y la negación de la ciencia estdn en la Biblia y que
sus insensateces son copiosas en variedad y nürnero, aunque
siempre inferiores a la do quienes las tornaron o las toman
en serio...
Después do la critica moderna, la Biblia, aunque seguirá
siendo uno do los libros de mayor interés para la curiosidad
histórica y la literaria, ya no puede ser tornado corno un texto
do sabiduria hurnana, a menos do aceptar que la humanidad
está entrando, ya con la avanzada edad, en la más venerable
chochez.
Naturalmente, la crItica laica no ha respetado las barbas
de los cioctores judfos ni la tcnruro do lOS teOlogos cristianos.
PEQUE5o D!CCIONARIO DE LA DFSOBDIENCiA 87
Apenas si podemos citar aqul, de paso, cuatro 0 cirico noi
cias principal- es: qua Moisés no tuvo existencia real y ue ci
Pentateuco recoge los mitos y dogmas (hasta las leyendas de
Adán y Eva, del diluvio y la torre de Babel) de los libros
sacros de la India, y qua ni la SabidurIa ni el Eclasiastés son
judaicos, sino de algün probable pagano antisemita de Ale-
jandrIa; que el libro de Daniel es burdamente apócrifo y
los de Ester y Toblas son novelas persas; que de las árdenes
hitlerianas de Jehová a Moisés y Josué (esto es, la de pasar
a filo de espada al enemigo, sin perdonar a los nifios de pe-
cho) y de las fulgurantes bribonerIas de David, ex capitán
de bandidos, y de sus otros reyes, se desprende qua ci hebreo
nunca dejó de ser un pueblo piadosamente bárbaro, que apren-
dió de otros los rudimentcs agrIcolas, pero no conoció nada
de hidráulica, ni de navegación, ni de industria, ni de arte, ni
tuvo sospeeha alguna del conocimiento cientilcc. Respecto a
su edad mental, ella se evidencia, mejor que en nada, en al-
gunos de los dictados de Jehová a su pendolista Noises: "El
sacrificador —dice— cogerá sangre de la vIctima y untará ci
cabo de la oreja derecha del que se purifica, el pulgar de la
mano derecha y ci dedo gordo del pie del mismo lado".
Aiguien podrá recordarnos aqul a los Profetas, cuya defensa
de los derechos populares constituye la más grandiosa oposi-
don parlarnentaria al despotismo regio. Si, es verdad, pero no
es menos que el pueblo judio jamás, ni en su i1timo momento,
iogró escapar a la teocracia, es decir, a la negación misma do
la idoneidad y derecho de un pueblo a gobernarse por su
cuenta.

Es innegable que después do todo lo visto —y pese a lo


sucinto de la vision— tres o cuatro conclusiones se nos vienen
soias a las manos:
1) La religiOn y la magia son dos intentos de conocimiento
de la realidad anteriores al raciocinio, esto es, anteriores al dia
en qua la inteligencia humana, asistida por la observación y la
razón, pudiera funcionar certeramente.
2) Entre la fe y la razón no hay compatihilidad posibie,
pues la una es la negación de la otra, pese a Tomás de Aquino y
todos los remendones del espiritu: la fe es ci ataque a la raiz,
digo, la filoxera de la inteligencia humana.
3) No hay religion sin sacerdotes, y ci sacerdote es la peor
especie de parásito —parásito del cuerpo y ci espIritu a la
vez— y la charlatanerIa sacra la más terrible forma de dema-
gogia conocida hasta hoy.
4) La religiOn como supervivencia apenas modificada de su-
persticiones nacidas en edades de tinieblas, de ignorancia y de
miedo, significa la conspiración permanente del pasado mCs
arcaico contra el porvenir, esto es, la peor zancadilia en ci
camino de ascenso del hombre.
LUIS FflANCO

ANTROPOLOGIA

SegtJn los antropólogos de la verdad revelada —india, cal-


dea, hebrea—, la creación del hombre seria una hazafla más
o menos instantánea de dioses más o menUs alfareros 0 lapi-
darios y de aliento transferible. Coma slitimo invitado a la
fiesta del fiat, su partida de nacimiento no tendrIa fecha muy
remota: un centenar de siglos a Jo sumo.
La ciencia, que ha demorado millones de lunas en averigua-
ciones tan rastreras como pacientes y cautas, ha formulado al
cabo su verdad, si 110 con pretension de inmodificable, difIcil
de ser modificada en esencia: segün ella el hombre es un ver-
gonzante hijo de la zoologIa creado como todas las otras cria-
turas de la tierra, no mediante un fiat perentorio, sino me-
diante un curso evolutivo tan diabólicamente demorado que el
primer embajador reconocido de la raza humana, el Pit hecan-
tro pus erectus (caballero que pose a su apelativo marchaba
aün servilmente agachado bajo el fardo de la bestialidad)
vivió segün sus más acreditados biógrafos hace algo asI como
un millón de aios. Convengamos que no es chico rato.

Cuando el primer naturalista de la época moderna, Linneo,


emparentó desconsideradamente al hombre, no solo con los
monos, sino con los lemures, creando con las tres especies el
orden de los primates, se ruborizaron hasta los mismos hom-
bres de ciencia, todavIa llenos de venerables resabios teoló-
gicos, apurándose en desagravio a reservar al hombre "no yn
un orden distinto, sino un reino aparte". (El nuevo rico debia
evitar a toda costa a sus rotosos ex camaradas.)

Pero la ciencia no solo ha dado en tierra con la filantrOpica


aspiración de concebir al hombre como criatura extra zoológica,
sino también con la de considerarlo como ápice y corona do la
evolución orgOnica. Las clavIculas, los dedos habitualmente en
nümero de cinco y la marcha plantIgrada 0 semiplantIgrada,
son rasgos que caracterizan a los primates a la par de los
mamIferos no marsupiales del mOs rancio abolengo. Más nun:
mientras los rumiantes y los équidos, por ejemplo, han evolu-
cionado tanto y tan aristocráticamente que casi tendrIan dere-
cho a desconocer a sus progenitores remotos, los primates —el
hombre incluso— siguen conservando un inconfundible aire de
farnilia con los tatarabuelos de la época terciaria, nada menos.
Vale decir que, pese a la distancia interplanetaria que quiere
interponer entre él y la zoologIa, el hombre sigue siendo, on
el major de los casos, un modesto semicuadrüpedo.

I-
PEQUENO DICC!ONAR10 DE LA DESOBEDIENCIA 39
La ciencia de hoy supone que la aparición de nuevas for-
mas en las especies de la flora y la fauna es una resultante
"de la acumulación de cambios hereditarios en el plasma germi-
nativo", cambios que serIan una replica a los cambios exter-
nos, dada par la necesidad de amoldarse a nuevas circunstan-
cias para no perecer. La biografIa de las especies muestra, en
efecto, que todas se mueven segün una mejora constante de
aptitudes para sobrevivir (la que no es capaz de ello, se
extingue). Claro estã que la capacidad de plegarse con éxito
a cambios sucesivos implica fundamentalmente el afinamiento
constante del sisterna nervioso y del cerebro. En general, los
pájaros y mamferos y reptiles de hoy son formas vivas in-
comparablemente más vivas, ágiles, flexibles, armoniosas e in-
teligentes que sus remotos ancestros.

,Por qué en la superioridad del hombre sobre sus anteceso-


res hemos de ver un prodigio ünico? La aparición del homo
sapiens significa solo el punto más alto en la evolución ascen-
dente de las especies, no un caso diferente ni ünico.

Repitamos que la capacidad de dar una respuesta triunfante


• la mayor variedad de circunstancias —conseguir su alimento
• menos costo, burlar más risueñamente a sus enemigos, ase-
gurar mejor el porvenir de su prole—, todo ello comporta un
creciente desarrollo del sistema nervioso, es decir, de la inte-
ligencia.

El hombre aparece tardiamente en el pleistoceno, es decir,


en la penOltima fase de la evolución terrestre, y por cierto
en nümero peligrosamente escaso. Más: contrariamente a lo que
ocurre con las distintas razas que hoy pueblan el mundo, no
pertenece a una sola especie, sino a varias, y tan distintas
entre sI, que acaso el matrimonio no fuera fecundo entre un
galOn de una de ellas y una dama de otra.
Esos hominidos, esos paleantrOpicos, no son, pues, linajudos
y directos abuelos del homo sapiens, sino parientes colaterales
cuya evolución, al detenerse, causará su extinción. Por lo de-
más, ello constituiria la prueba de que la Naturaleza, al lograr
su mejor invento, no lo ha hecho sin ensayar y romper varios
moldes previamente.

Es obvio que en ninguna época - y probablemente tampoco


en el pleistoceno— el hombre estuvo ni medianamente condi-
cionado para sobrevivir, es decir, pa--.-a adaptarse con éxito a
su medio. Corporalmente, su equipo era inferior al de cualquier
otro hijo de la zoologIa. Sin vista u oido privilegiados (de olfa-
to mediocre) sin piel o concha protectoras, sin patas o alas

I-
40 LUIS FRANCO

veloces, sin potencia muscular excelsa, sin colmillos 0 zarpas


de ataque, sin cola prehénsil, siquiera... Ahora bien, Zno cabe
sospechar que esta inferioridad fIsica externa, justamente, obró
como un profundo acicate sobre su sistema nervioso, ilevando
su cerebro a la más temible capacidad para equilibrar la des-
ventaja? Sea lo que fuere, esa superioridad de su defensa
interna resultó tan decisiva que pudo afrontar con más éxito
que todos la maxima diversidad de circunstancias.
*
Tan cierto es que un defecto puede ser la raIz de una vir-
tud, que esa relativa debilidad de la armadura ósea y muscu-
lar del hombre fué lo que permitió la adaptación craneana a
la expansion del cerebro —y, previamente, lo que facilitó o
posibilitó tamaño proceso: la estación bIpeda—, y también el
que el pulgar deviniese oponible al resto de los dedos hasta
hacer de la mano un maravilloso instrumento ejecutivo, sin
cuyo concurso el cerebro humano no habria ilegado a desarro-
Ilarse y expresarse plenamente.
*
En toda criatura hay una correlaciOn profunda entre las
distintas partes que integran su organismo, y entre el Organo
y su función. El alto desarrollo del sistema nervioso y del
cerebro del hombre es la cave de varias maravillas: 1) la vi-
sión monocular, con su percepción más exacta de la dimension
y forma de cada cosa, que facilita el trabajo de la mano; 2) el
control delicadIsimo de los nervios motores sobre los mdsculos
de la lengua y la laringe, y la concordancia perfecta entre las
sensaciones musculares y las auditivas, todo lo cual posibilita
el articular la mOxima variedad de sonidos, o sea la creación
del lenguaje, ese tutor del pensamiento, gracias al cual el pre-
cepto abstracto pudo agregarse al ejemplo concreto en la edu-
cación del cachorro de hombre y en la trasmisión de la expe-
riencia humana; 3) la retardada solidificaciOn y suturación del
cráneo para facilitar la mayor dilatación paulatina del cerebro,
y el retardado crecimiento del niño, todo lo cual permite su
privilegiada educación, esto es, que antes de iniciar su apren-
dizaje individual del mundo, su experiencia personal, pueda re-
cibir buena parte de la experiencia acumulada de la especie:
ventaja magistral de la evolución humana sobre la evolución
orgánica.

No inició, pues, el hombre su carrera sobre la tierra como


jardinero del Eden o del JardIn de Armida. Sin otra diferencia
con las demás bestias que la de no vestirse con su piel o sus
plumas, sino con las ajenas, aparece sobre el plioceno, una
edad varias veces antediluviana, y asciende gateando por los
pisos de la geologia, a través de los cuatro perIodos glaciales
I'EOUENO DiCCIONARO DE LA DESOBEDIENCIA 41
y del posgiacial ( una interminable estación de frigidaire!)
hasta la fase ültima de la tierra, y asI fué contemporáneo o
coterráneo, segiLin la ocasión y el lugar, de los soberanos de
entonces, ante quienes sudaba de terror como los calvos ante
las moscas: el orográfico mastodonte, desfilando con su paso
agrimensor del mundo; el oso gigante cuyo emocionante abra-
zo aplastaba como la caIda de un roble, o el maquerodo, tigre
que usaba en cada costado de la boca un corvo sable de ver-
dugo musulmán.
No es posible olviclar, eso si, que por razones de deficit en
su presupuesto casero, el hombre se vió obligado al caniba-
lismo, y tanto, que hasta en sus idIlicos transportes galantes
su beso podia convertirse en bocado.
Si, la más descamisada e inerme de las criaturas padeció,
per secula seculorum, la tirania más ô menos gestápica de todas
las inclemencias naturales y todas las agonIas del hambre y
del terror.
Ahora sabemos que era sujeto de un ancho porvenir, pero
entonces solo tenla un presente tan estrecho como su frontal!
No obstante, se recogió en sí mismo, como un deudor insol-
vente pero honrado, se sobrepuso a todo confiando en lo que
vendrIa, y luchó como bueno.
Manipulando la piedra, hizo saltar de ella el cuchillo y el
fuego, aunque sin maliciar aOn que el filo de esa arma madre
significaba para él un nuevo horizonte y que con el fuego
encendido en las tinieblas iniciaba su propia aurora. Y per-
suadió, después de la conveniencia de un pacto, a algunas de
las bestias más inteligentes o eficientes —el perro, el cabalbo-
y más tarde dominO prusianamente los metales... 1Y ya sa-
bemos el resto!
Y ya hemos mentado su hazafla más profunda: el invento de
un lenguaje, no solo emotivo o meramente mimico como el de
las bestias, sino otro que mecbiante la metáfora comenzó a lo-
grar la abstracción y la generalización, es decir, el pensamien-
to: herramienta decisiva en la objetivación del alma y en el
conocimiento do los otros hombres y el mundo.
El hombre, animal pensador! Cierto, el hombre, que ya se
habIa erguido exteriormente apoyándose en un palo, comenzó
a erguirse interiormente apoyándose en su inteligencia. Pien-
so, luego existo!, fué su grito de saludo a la aurora y al por-
venir, mil siglos antes de monsieur Descartes.
El cuáquero Franklin propuso definir asi al hombre: "tool-
making animal", el animal que fabrica herramientas. Defini-
ción irreemplazable siempre que convengamos que la herra-
mienta esencial del hombre es su propio pensamiento.
Ya sé que hay quienes descuentan que el mayor honor
del hombre es disfrutar del privilegio de tab por derecho dlvi-
no, pero creo que cada vez será más fOcil convenir en que
es mucho mejor detalle para su escudo nobiliario el que, ha-
biendo salido do los bajos fondos de la geobogia y la zoologla,
haya ilegado por esfuerzo propio a la altura que hoy ocupa.

I-
42 LUIS FRANCO

En todo easo sus antecedentes de "self-made-man" resultan


más aptos para las biograflas ejemplares. Eso pensaron, sin
ciuda, desde Aristóteles a Darwin, todos los que creyeron 0
creen que el hombre, hlstóricamente hablando, es un muchacho
y tiene mucho porvenir por delante.

La ignorancia maridada a la vanidad ilevaron al hombre


a considerarse algo por encima de la naturaleza: un hijo de
los dioses eon un alma inmortal como ellos y con trato per-
sonal con ellos —religion— y con una moral dnica y eterna e
inmutable. Lamarck, Marx yarwin, entre otros, se anima-
ron a considerar al hombre cotho lo que es: un simple eslabón
en ci proceso evolutivo de las formas de la naturaleza.

En el pensamiento religioso y en ci idealista, la idea y espi-


ritu son prexistentes, de modo que la evolución de la natu-
raleza y la del hombre son como un regreso a su fuente, una
especie de vuelta del hijo prOdigo. Para la mente moderna ci
hombre como tal es un gradual y parcial triunfo sobre la
oologIa y la naturaleza. La total victoria humana no está
ganada y no puede ganarse si el hombre se muestra inferior
a sus posibilidades. Este albur trágico es lo que constituye
la verdadera grandeza del destino humano.

El hombre es exterior e interiormente un hijo de sl mismo.


Paulatinamente, un poco por fuera o por encima de la natu-
raleza, liega a dominarla o controlarla en parte. Su capacidad
de reflexión lo vuelve más activo que los otros seres. Y asI
liega, mediante su acción, a modificar su medio natural y,
de rebote, a transformarse poco a poco a si mismo, al modi-
ficar sus necesidades y su actividad misma. Asi el hombre
viene desde sus orIgenes esculpiéndose sin cesar a si propio.
Ni decir que la estatua no está concluIda.

Tan zurdo y deplorable es considerar boy al hombre un puro


hijo de la zoologla, como considerarle un ente exclusivamente
humano y por encima de las leyes que rigen a los otros seres.
Dc veras, ni en su momento mOs evolucionado o espiritualizado,
Cl hombre deja de ser parte integrante de la naturaleza y la
zoologIa, y esto no constituye una maldición, como creen los
teólogos, sino la garantla de su fuerza: ci pie americano del
noble injerto.

La razón no es todo ci hombre y no lo será nunca. Cuales-


quiera que sean las posibilidades espirituales del ser humano,

I.
PFQUEII0 DCCI0NAU0 DE LA DESOBEmENCIA 43
no puede renunciar a su verdad material y biológica —que
contará aün en su futuro—, Si 110 quiere desertar de si mismo.

Al hombre no lo creó Dios, ni la Idea de los filósofos, ni la


Naturaleza propiamente hablando: ésta solo dió la materia
prima para que el hombre trabajase con su cerebro y sus
manos en su propia creación.

La criatura humana, a medida que fué definiéndose como


tal, desmembróse 0 apartOse —digámosio asi— de la natura-
leza: pero fué una separación, como la de los sexos entre si,
para lograr un modo de relación más intenso y creaclor.

Se habla del dominio del hombre sobre la naturaleza, pero


ci sector no dominado es casi infinito: lo mismo ocurre en ci
orbe de la naturaleza humana, donde coma en la otra siguen
teniendo la ültima palabra la brutalidad, la Latalidad o ci azar.
La naturaleza cOsmica y la humana siguen minimamente hu-
manizadas.

Sin duda la razón hurnana sobrepasa a los racionalistas y


a los irracionalistas. La razón crece con la historia del hombre
ampliando constantemente ci campo de su dominio y, lo que
es más, reconociendo sabiarnente los derechos de lo irracional.
La humanidad del animal hombre no es una construcción de
la intehgencia abstracta, sino ci resultado de la praxis: la ac-
ción corregida por una inteligencia zurda, pero cada vez más
adiestrada, y a la vez la inteligencia corregida por la acción
y la experiencia.

El hombre como ente individual puede haber conseguido


en alto grado de humanización, es decir, de conciencia y mo-
randad, pero como cnte social, como miembro concreto de la
comunidad, sigue sicndo casi Un puro hijo de la seiva que
iucha sin picdad por iograr o mantcner ventajas más a menos
injustas e inicuas. Las luchas dentro dc la sociedad —organi-
zada fatalmente hasta hoy sobre la violencia y ci privilcgio-
son la mera prolongación de las luchas en la jungla. Lo quc
es más: ese mundo del hombre ha logrado progresar en gran
parte gracias a la iniquidad y la truculencia: esciavitud, revo-
iuciones, guerras.

El sub-hombre —y aun ci hombre arcaico— fué la mOs


vulnerable de las criaturas. Y he aqul que esta mengua fué
sin duda ci gran acicate de su prioridad intelectual y de su
44 LUIS FRANCO

lucha cada vez ms ventajoa con !as demás criaturas y con


la naturaleza. Hace rato que el hombre ha de ado de ser una
criatura enteramente natural sin ser ann enteramente humana.
La selva originaria no está del todo dominada en él, ni él estã,
como hombre, reahzaclo integralmente. Le falta lograr la plc-
nitud humana.
*
El hombre se ha convertido en tal gracias a su lucha con
la naturaleza y a su actividad productiva. Su humanidad nació
mezclada a lo inhumano y apoyándose en él, y ha creido quo
mediante la religion, la moral y el derecho dnicamente podia
triunfar contra él, olvidándose del factor básico: el económico.
He aqui que el poder que el hombre ha logrado en su lucha
contra las fuerzas naturales y sociales seguirá volviéndose
contra 01 —enajenándolo--, hasta que no logre una plena con-
cordancia con los otros hombres y con la naturaleza.
*
Partiendo de la innegable persistencia de lo natural e in-
humano en el hombre, el pesimismo (religioso o filosOfico) ha
deducido que el hombre es uha mera bestia cargada de un
poco . de razOn y que ésta sOlo puede servirle para resignarse
o confiar su redención a los dioses o a la metafisica. Pero he
aqui que el hombre, que se ha hecho con su propia cabeza y
con sus manos, solo puede hallar salvador en si mismo, si la
creciente amplitud de su actividad y su conciencia lo vuelven
capaz de solucionar las viejas y nuevas contradicciones de su
devenir. Cada contradicción superada es una superación de Si
mismo, es decir, un grado más de humanización.

La actividad económica del hombre, el trabajo, no consti-


tuye una meta, sino un camino de exploración, una escuela do
aprendizaje. En los objetos que crea el hombre se refleja a si
mismo, no contemplativamente sino activamente. (For csto
alguien llamó a la industria: "psicologla hurnana sensible".)
El reflejo en su propia conciencia completa su humanización.
El hombre económico y el hombre moral e intelectual deb.n
ser integrados y superados en el hombre total.

Luchando a uitranza con las verdades reveladas, la ciencia


ha advertido que la inteligencia está esparcida en toda la Na-
turaleza, y que la misma célula da muestras de tener conciencia
do sus funciones, procediendo siempre como "Si supiera el por-
venir". Y es iógico suponer que la inteligencia del macrocosmos
o mundo debe ser más vasta y profunda que la del hombre o
microcosmos. ,,De dónde sacó el hombre la pretension de ser
I'FQUEr0 DICCIONARIO DR LA DESOBEDIENCIA 45

el concesionario iinico de la chispa divina? iDel choque de


su vanidad y su ignorancia!

El hombre es de ayer. Durante las edades prehumanas la


tierra no precisó ayuda de nadie para su evolución ascendente
y el despliegue de todas sus maravillas. El trono de "el rey
de la creación" estuvo vacante por millones de aflos y volverá
a estarlo, sin duda, cuando él haya desaparecido.
*
La pretension del hombre de constituir el ombligo del uni-
verso es la ridiculez ilevada a lo infinito. Lo que la ciencia
sabe, cotejado con lo que no sabe, es muy poco; pero es in-
menso frente a la ignorancia aureolada de las religiones.

2.Podemos estar seguros de que entre los planetas de nuestro


sistema solo la tierra está habitada por seres vivos, entre ellos
algunos que fabrican instrumentos? ,Por qué algunos do los
pianetas que integran los demás sistemas (que tienen por me-
trópolis soles inconmensurables como Sirio, Altai, etc.) no han
de estar habitados por seres vivos y más o menos inteligentes,
y en algán caso más inteligentes que el hombre?

ARTE (EL)
El arte verdadero es una respuesta autónoma al misterio,
otra intuición del mundo. Significa una experiencia de la reali-
dad tan vélida como el conocimiento cientifico y más que el
ensueño religioso.

Ocurre, pues, que la más vieja falla en la concepciOn del arte,


y cualesquiera sean las definiciones prOpuestas, consiste on
considerarlo implicita o explIcitamente como un noble ornato
o un noble pasatiempo. El arte se convierte asI en un accesorio
de la religion o de la ética: en caso contrario, se vuelve abc-
minación. PlatOn, Moisés, Mahoma y otros coinciden en esto.
*
El hombre no es solo un animal de cerebración más honda
que los otros animales, sino también de sentimientos y emo-
ciones mayores: esto es, en su mayor conocimiento del mundo
y de si radica su primacla. El arte no es más que uno de los
grandes afluentes de eso que los psicólogos Haman "el torrente
de la conciencia".
46 LUIS FRANCO

Para el mIstico, la Belleza, objeto del arte, es la manifes-


tación de lo Absoluto, "el refiejo de la idea en Ia materia";
para ci fisiólogo, ci arte es "Ufl juego que permite gastar el
exceso de energia". Ambos extremosos errores se tccan, como
tantas veces: sin duda el hombre no es un muñeeo de las
fuerzas divinas ni mufleco de las fuerzas fIsicas.

Cada paso en la via de la mayor conciencia engendra en el


hombre sentimientos nuevos, y son éstos la renaciente mate-
na del arte. Si la palabra pro greso tiene aigin sentido, es ci
de un aumento en la aprehensión inteiectiva, rehgiosa y esté-
tica de si mismo y del prójimo y de ese otro Prójimo que es
ci universo.

Todas las escuelas propenden a una sobreestima de la frui-


ción que ci arte produce. Pero asI como las funciones nutritiva
y sexual tienen por objeto la sustentación del hombre y no ci
placer que acarrean, asI ci placer es solo Un elemento acceso-
rio del arte, cuyo objeto es la expresión de la vida humana.

Pues, en efecto, ci dar expresión a deseos nuevos, a senti-


mientos nuevos, ci manifestarlos ante la simpatla ambiente,
es una necesidad vital, inperiosamente vital.

Y no hay que olvidarlo: ci arte es la expresión de senti-


mientos, no la presentación de hechos. No ci hecho heroico,
por ejemplo, sino ci sentimiento heroico de ese hecho es lo
que ci poeta debe darnos. Si no, podrá ser tan fiel a los
hechos y tan infiel al arte como un espejo.

El arte no puede buscar efectos fisiológicos, pues no bien


pretende hacerlo, se pone en desairada competencia con la
Naturaleza, que es infinitamente más sabia y es creadora.
Puede ci artista presentar con la más alucinante perfección
una herida 0 Ufl lirio, pero si eso no está preñado de sentido
y conduce a otra cosa (digo, a la expresión de un sentimiento
más o menos universal), no es arte. Entonces no hay virtud,
sino virtuosisimo, eso que ha lievado a tantos artistas a reah-
zar naturalezas muertas, es decir, obra de disecadores.

El arte debe conmover y elevar, transportando. El espec-


táculo puro y vivo de un gran dolor soportado con grandeza,
por ejemplo, es una elevada iección en si mismo. "Todo 10
PEQUEIO D!CCIONARIO DC LA DESOBEDJENCIA 47
grandioso, educa" (Goethe). Esa es la ünica pedagoga y la
inica moralidad permitidas al arte.

La genesis del arte falso es la necesidad de satisfacer exi-


gencias de diversion mas o menos aberradas y baladIes; la del
arte verdadero es la de trasmitir emociones de vida. Una civi-
lización deja de ser tal cuando su ciencia se vuelve mera-
mente utilitaria, su religiOn meramente ritual, su arte me-
ramente hedónico.

El artista tiene que ser irrefragablemente sentidor y expre-


sador de vida profunda, es decir, de la que viven todos los
hombres, de sentimientos en que comulgan todos los hombres.

El arte en si mismo es naturaleza también, como dice Sha-


kespeare, y naturaleza viviente. Como tal, no es inalterable
ni puede ser irnitado con provecho, pese al milenarlo error.
El conocirniento cierto sabe que el arte evoluciona porque los
sentimientos evolucionan, para enriquecerse y depurarse. La
sensibilidad moderna es o puede ser inás fina e intensa que la
antigua, aquilatar matices tenuisimos, re g istrar "estremecimien-
tos nuevos". El hombre cambia más que las palabras. De los
sentimientos primarios va a los sentimientos superiores que
el arte asume purificándolos y purificando a su vez al hombre.

Pero es preciso que el suelo y el clima cambien para que


cambie la planta. Una nueva relación del hombre consigo mis-
me y con cuanto le rodea, una nueva experiencia vital, es Jo
Onico que puede liamarse renacimiento, lo Onico que puede
engendrar un arte nuevo. Pero ello está im plicando la trans-
formación orgánica de todo el orden social.

La sensibilidad enfermiza y el arte que la fomenta son regre-


sivos de suyo.

El artista so expresará a través de su pueblo —de la sangre,


los nervios y ci espiritu de su pueblo— o no se expresará
flunca.

Un poeta que no refleje los prejuicios y los gustos impues-


tos a las masas no podrá ser popular en sus dias, pero si es
capaz de alumbrar las oscuras tendencias subterráneas de su
época, será popular en los siglos.
48 LUIS FRANCO

Una poesia activa, no pasiva; menos olvido y consuelo que


acicate de liberación y alegrIa sagrada.

La hermosura es el ünico resto que nos queda de la feli-


cidad del paraIso.

Crear para hacer más intensa la vida: ésa es la función


del arte.

Un poeta verdadero es un perpetuo acaudalador y regador


de juventud.

Fluye en tal forma a veces la belleza del mundo que el co-


razón se nos hace cóncavo para recogerla, como las manos del
pastor que se abreva en el arroyo.

El idioma no es la expresión, sino un instrumento para que


tratemos de expresarnos; es una simple posibilidad y bien
ardua, por cierto, que a veces no pasa de un tanteo penoso.
*
La poesla humana no es sino un eco leve de las maravillas
que cubren la faz y transen las entraflas de To creado.
*
Las épocas, las razas, los estados sociales, dejan en la lite-
ratura una expresión bastante más verdadera y certera que
la que traduce la mera historia. (For la "Odisea" o Euripides,
por el libro de Job o el de los Cantares sabemos muchisimo
más del cuerpo y el alma de Grecia y Palestina que por Tuci-
dides o Josefo). No exageramos, de seguro: en "El ombi" o
"Allá lejos" de Hudson y en el "Martin Fierro" de Hernández
hay una version de la tierra y la vida argentinas, viviente y
cierta, que inütilmente buscarIamos en los volimenes de nues-
tros historiadores.

SOlo una filosofIa de vidriera o de feria ha podido creer —lo


diga o no— que el arte es un mero adorno y del que puede
prescindir el hombre. Pues resulta fácil comprobar en la his-
toria que la necesidad estética es fundamental y constante,
que el arte, más que preciso, es indispensable, y To será más
cada vez, si es cierto que la humanidad tiende a alargar su
distanciamiento de la mera zoologIa. Más aün: el arte es más
indispensable quc la misma industria. Desnudos y sin albergue

I. .1
1'LQUliO DICCIONARIO DE LA OES013EDJNC!A 49
han vivido los hombres en siglos remotos o recientes: sin
poesia, nunca.

En el arte, como en la guerra o en la vida, todo lo que no


ayuda, estorba.

Necesitamos una poesla que sea poder, esto es: una capaci-
dad de libertar al hombre —siquiera por instantes— de su
doble angustia milenaria: la cósmica y la puramente humana.

El drama practica esta pedagogia viviente: sacudir hasta


las raIces la modorra de nuestro ser, potenciar nuestra acti-
vidad ética, amaestrarnos para las sorpresas y riesgos de la
refriega de nuestro corazón con el mundo.

La literatura debe cada vez más parecerse menos a una


lectura invernal a la orilla del fuego que a la travesla de un
bosque ileno de gérmenes vivificantes o un ascenso a las cum-
bres donde es preciso estar totalmente alerta.
*
Toda pompa es fünebre.

El literato de verdad es el J.iombre que se confecciona una


literatura para su usa personal. Las demás personas, usan la
literatura ambiente o hereditaria.

La hard labour del escritor es que tiene que usar las pala-
bras de los otros (las borrosas a vaciadas palabras de los otros),
luchar sin un instante de desfallecimiento contra las autoriza-
dIsimas, cotizadIsimas y casi invencibles frases hechas, hasta
lograr elaborarse un instrumento eficaz para comunicación de
sus propios pensamientos y sentimientos: labrarse un idioma
propio, por decirlo asI, pero que no resulte ininteligible, sino
todo lo contrario.

jQué limitación la del lenguaje! lQu6 cárcel la del verbo!


Las lIneas de la prosa y aun las del versa tienen algo de
barrotes. Y nada para hacer sentir por contraste la angustia
de esos limites coma esa libertad de lo que despierta a su-
giere la müsica en nosotros. Y con todo la mdsica no puede
ni podrá nunca concretar lo que sugiere.
Tenemos, mal que nos pese, que volver al pensamiento y
50 LUIS FRANCO

la palabra y exigirles Jo que an no han dado. Tienen que


acercarse a la profundidad y la fiuidez de la miisica, si quieren
anoticiarnos mejor de nuestro misterio; quizá darnos algo de
Jo que la müsica balbucea pero no acierta a traducir.

No hay acaso en la naturaleza ni en ci arte milagro de


equilibrio y armonIa como el de Ia espiga: grávida de toda
gravidez y sin embargo leve, leve, casi aérea...

El pensamiento ajeno puede encadenarnos; ci estilo ajeno


nos encadena siempre.

Junto a la gran escritura la gran oratoria es apcnas una


charla.

Hasta hoy la humanidad solo puede leer y apreciar —y


aprovecharse de ello— a los grandes espIritus antiguos por
ministerio de los grandes espiritus de cada generación.

La verdadera müsica, más bien que embriagarnos, nos des-


pierta momentáneamente a la sospecha o cuasi percepción de
una vida más alta y más hermosa —tal vez posible en algOn
futuro de la tierra, no fuera de ella.

Ya sabemos que La lógica del convencimiento no puede man-


dar en arte; pero ello no significa que la imaginación no obe-
dezca profundamente a las ieyes de su propia lógica y que no
puede confundire con el capricho o ci disparate.

.El arte, una imitación de la Naturaleza? ,,Ei arte, una tau-


tologia? No. El mundo real es solo la escala del artista para
liegar a su propio mundo.

Sin duda la icy de la imagen poéticamente pura es no ser


plasmable por ninguna plástica. Sin duda, más allá del relieve
y del color, la poesIa también debe buscar la luz.

Inátiles ci ornato parasitario, la tecniquerIa sabia, el virtuo-


sismo esotérico, los trucos de asombro. La poesIa se caracte-
rizará siempre por la convincente facilidad del axioma 0 de
PEQUEO DICCIONARIO DE IA DESOBEDIENCIA 51
una sonrisa femenina. Solo que la sencillez de la poesIa no
es la de Perogrullo, sino, casi siempre, la inconsütil suma de lo
complejo como de los siete colores la luz.

Apenas si los hombres To agradecen: el poeta les brinda la


traducción irisada y alada de algo que en ellos es apenas la
larva de un sentimiento oscuro y amorfo.
*
Como nadie, sin duda, la poesla es capaz de despertar a la
Bella Durmiente —nuestra alma— para sus momentos de vida
radiante.
*
Ni el poeta ni las cosas son la poesIa, sino que ella nace de
sus misteriosas nupcias. Y asI es misterio de amor.
*
El objeto de la poesIa no es solo divertir, embriagar o he-
chizar —sino también afinar, educar, ennoblecer nuestros gus-
tos y pasiones.
*
El misterio estético del mundo —la implacable voluntad de
belleza de todo lo creado— es una evidencia tan grande como
la del sol.
*
De la perversion mIstica que desprecia este mundo en nom-
bre del otro... viene la perversion estética que pone al arte
por encima de la realidad viva. Pero la Aurora de Guido Reni
será siempre apenas una alusiOn a la que el mundo inventa
cada dIa.

La fantasia que no se nutre de realidad es flor de papel.

Frente a la realidad cotidiana lo poético es realidad de dIa


de fiesta.
*
Quien es capaz de suscitar belleza y alegrIa en tomb de si,
crea realmente la vida casi como un dios.

I-
BIOGRAFIA DEL ULTIMO DIOS

Un miniisculo pueblo semibárbaro ---el hebreo— que oriundo


quizá de la Arabia, emigra a Mesopotamia, vaga en calidad
de pastor nómade por estepas y desiertos llegando hasta Egip-
to, y fija al fin su habitat en Palestina, vale decir, en la
encrucijada de los caminos de comercio y expansion de los
grandes imperios —Egipto, Sumeria, India, Babilonia— debla,
naturalmente, saturarse de influencias ajenas y ellas debIan
quedar registradas en sus libros. Ya aludimos a la impronta
de los mitos babilónicos.
Del eco de los libros sagrados de la India en el Viejo Testa-
mento dan fe los siguientes testimonios: 19) La creación del
mundo segün el libro de Marnt, es fraternalmente parecida a
la del Genesis; 29) segi'in la version de Prosada (Libro de Los
libros) la primera pareja humana creada por Dios fué la de
Adina y su mujer Heva en la isla de Ceylán, eden cuyo aban-
dono les está vedado, pero que dejan, al fin, tentados por el
espIritu del mal: sorprendidos por Dios, obtienen el perdón,
pero el yugo del trabajo cae sobre ellos y sus vástagos aün
nonatos, para siempre; 39) también es hindd la leyenda del
diluvio o ensayo de lavar los pecados echando a pique a los
pecadores, con la sola excepciOn do un hombre puro, que tro-
cado en gran aimirante, debe meter en su navIo una semilla
de cada planta y una pareja de cada especie animal, sin olvidar
a la paloma que se encargará de verificar el descenso de la
aguas. (Harp Purana).
Los plagios del Nuevo Testamento no son menos emocio-
nantes. El redentor indio se llama lezeus Christna, es hijo de
Devanaki, una virgen fecundada por el espiritu santo de Visch-
nu, y el rey, tio de Christna, manda matar a todos los niflos na-
cidos en la misma noche que el niño divino (Tradiciones Braha-
mamas).
En cuanto a Buda, también es tentado por el diablo con las
glorias del mundo (Lalitavistara), e interpelado por una mujer
de otra casta o samaritana (Div pa Avadana) y envIa a sus
apOstoles a propagar la buena nueva (Mahvagga), y multiplica
los panes (Jataka) y pronuncia una frase: "Son gulas ciegos,
pero si un ciego guIa a otro, van a caer ambos en el pozo"
(Upamischad-Buda)— que Lucas repite varios siglos después
como un loro inspirado (Luc. XV, 14).
Esencialmente hablando, la doctrina, los mitos y los ritos
cristianos, como todo producto histórico, son pues, de la más
ilusa originalidad. Las religiones conocidas son reelaboraciones
y modificaciones de las preexistentes y éstas son viejas de mi-
lenios en el mundo. Como unas y otras apelan a lo mOs arcaico
e infantil del hombre, subsiste la identidad fundamental.
Por cierto que el cristianismo tiene raIces tan variadas como
multiples: Moisés, los profetas, la Tora y otros aportes judios:
las sectas nazarena y ebionita, y las de los esenios y terapeutas,
PEQUE0 DICCIONARIO DE LA DESOBEDIENCIA 53
de probable influencia bddica y pitagórica; la escuela estoica,
con su influencia de los astrôlogos caldeos; las religiqnes de
Mithra, de Adonis, de Atis y de Osiris; el idealismo platónico;
las escuelas filosófico-rnisticas de Plotino y Porfirio con su ya
no dudoso desvIo del racionalismo —todo ello para no contar
las más cavernarias supersticiones y las milagrerlas más ñoña-
mente ingenuas.
*
Los Evangelios no son fundamentalmente hablando el pro-
ducto de un espIritu o de varios espIritus individuales; sino
una creación colectiva y anónima, operada a lo largo de mu-
chas décadas y enteramente emanada de los factores económi-
cos, politicos y espirituales de la época y las circunstancias.
La primera evidencia surgida de la lectura desprejuiciada de
los Evangelios, es que ninguno de los presuntos cuatro evan-
gelistas conoció al biografiado. Como se desprende de la alusión
hecha a personajes a sucesos muy posteriores a la supuesta
fecha de la muerte de Jesus, los Evangelios han sido redacta-
dos entre fines del siglo I y mediados del II por personas que
no pudieron haber conocido a los discIpulos ni menos al maes-
tro. Todo indica que se trata de la version escrita de una lar-
guIsima tradición oral y anónima o de alguna otra fuente quo
se desconoce. No hay, pues, un solo testimonio escrito de al-
guien que haya conocido a Jesus.
*
Empeñados en subsanar esta laguna, como muchas otras, los
escribas y doctores de la Iglesia no han trepidado en alterar
textos sacros y profanos. La más famosa de esas interpolacio-
nes es la hecha a las AntigUedades Judaicas de Josefo; un texto
tan devoto de Cristo ("hombre sabio, si es que hay que ila-
marlo hombre", "apareció al tercer dIa resucitado") que jamás
pudo ser escrito por un judlo ortodoxo. El pasaje pertinente
de los Anales de Tácito es también notoriamente apócrifo
(Brandes), aunque de ser auténtico nada probarIa, pues el his-
toriador escribe después del año 100, cuando la leyenda de
Jesus ya está formada. Otros historiadores contemporáneos
judlos —Justo de TiberIades y Filón de AlejandrIa— no con-
signan una palabra. Del procurador Pilatos tampoco queda
información alguna enviada a su emperador, como bien pudo
a debió haberlo hecho.
*
Se sabe que hubo unos cuarenta Evangelios. ZPor qué la
flamante Iglesia eligió cuatro? "Porque son cuatro los puntos
cardinales", explicó con lógica teologal San Ireneo; la razón
debió ser exclusivamente politica y táctica. Doctrinariamente
le hubiera convenido elegir uno solo, pues los cuatro incurren
en contradicciones inconciliables entre sI, y entre los tres pri-
meros o sinópticos, y el cuarto 0 atribuIdo a San Juan hay
54 LUIS

tanta distancia como entre un cura de aldea y un teólogo de


Bizancio.

Los distintos Evangelios descoinciden fervorosamente entre


sI por la simplIsima razón de ser la expresión de sentimien-
tos, visiones, tradiciones y sectas distintos. De ahI no solo el
desparecido, sino las contradicciones, tajantes a veces. En el
Sermon del Monte Se declara lisa y sencillamente que Jesus
no ha venido a anular la Ley y los Profetas ni a menoscabar-
los: "No a destruir, sino a cumplir he venido". "Quien observa
la Ley y enseña a observarla, será grande en el reino de los
cielos" (Mateo V, 17, 19). Se trata, pues, de un restaurador de
la pureza mosaica. Mas he aqui que vuelta a vuelta, abiertamen-
te, Jesiis se coloca por encima de la Ley y los Prof etas, con gran-
de escándalo de los escribas (Mateo IX, 2; Lucas VII, 47). Otra
contradicciOn contundente: consultado sobre la obligaciOn de
pagar tributo al romano, Jesñs la aprueba con la sentencia
famosa: "Dad al César lo que es de César y a Dios lo que es
de Dios" (Marcos XII, 17; Lucas XX, 25). Ese mismo RabI
aparece mOs tarde como antitributario, al declararse rey de
los judIos, y los saduceos y ancianos del pueblo lo acusan ante
Pilatos: "A éste hemos hallado que... veda dar tributo a Ce-
sar" (Lucas XXIII, 2.).
Si la caridad lo pide, Jesus viola tranquilamente el sacro
reposo del sábado (Marcos XI, 22). Va contra el tabi de los
alimentos impuros, pues, "lo que contamina al hombre es lo
que sale de su boca, no lo que entra", rechaza el divorcio
mosaico, come con pecadores y publicanos, y si algo falta, un
dia anuncia la destrucción del templo... todo lo cual está ja-
cebinamente en contra de la Ley que él dice venir a cumplir.
En Mateo y en Marcos, Jesus rehuye el trato de samaritanos
y paganos; actitud polarmente opuesta a la que, en nombre
de Jesus, adopta Pablo, el apOstol de los gentiles. En Lucas,
que parece buscar conciliación entre las dos escuelas opuestas,
Jesus trata más de una vez con los samaritanos. En el cuarto
Evangelio las tendencias antigalileas y antijudaicas son osten-
sibles.
Respondiendo a las enseñanzas de los esenios y de Ia secta
ebionita o de los pobres, Lucas muestra a los que tienen hambre
y sed de justicia como meros hambrientos y a los pobres de
espIritu como meros pobres. De éstos es el reino de los cielos:
los ricos y hartos de este mundo no entrarán en él. Esta in-
transigencia bolchevique se expresa sin atenuante en la path-
bola del rico y Lázaro y sobre todo en la negación casi
absoluta del reino de los cielos al rico (Marcos X, 25).
Rechazar hasta el deseo de lo impuro; oponer la dulzura y
la mansedumbre a la violencia; ofrecer la mejilla izquierda si
nos golpean la derecha; no sOlo no odiar sino amar a nuestros
enemigos, proceder con el prójimo como quisiéramos que éI
procediese con nosotros; amar sin distinción a todos los hon-
PFQUENO IMCCIONARJO DF. LA DESOBF.DIENCJA 55

bres, que son nuestros hermanos. ZNo es tenido todo eso por
la originalidad esencial del cristianismo? Bien, pero ese mismo
varón de amor es el que dice: "Yo no he venido para meter
paz, sino espada" (Mateo X, 34); el que llama "sepulcros
blanqueados" a los fariseos, discIpulos del dulce Hillel con cuya
doctrina concuerda sustancialmente la suya; el que on dia
arroja del templo a latigazo limpio a cambistas y chalanes; el
rebelde que se apresta a oponer la violencia a la violencia:
"Ahora el que tiene bolsa tómela y también la alforja y el
que no tide venda su capa y compre espada" (Lucas, XXII,
36, 38).
También es altamente contradictoria su actitud ante la mu-
jer y la alegrIa de vivir. Mientras en Juan (II, 1-10) se mues-
tra como un antiasceta que come sin remilgos con publicanos
y pecadores, y no solo no rehuye a la mujer sino que acepta
comniacido su fastuoso homenaje de ungüento de nardo (Lu-
cas, III, 37) y perdona sin titubeos las reincidencias galantes
tie Magdalena y aun a la mujer sorprendida en adulterio (Juan,
VIII, 3), se muestra en otros pasajes más secamente rigorista
que Moisés mismo, condenando el divorcio (Marcos, X, 9)
- r oar toda la antigüedad, liegando hasta condenar im-
plIcitamente el amor de mujer y hombre (Mateo, XIX, 12).

Tampoco se ye claro cuOl es su verdadera concepciOn de 'el


reino de Dios". A veces parece ser ci de las almas o concien-
cias lim pias. A veces la realización de los sueños apocalIpticos
de Daniel y de Enoch. En ocasiones, el eden tie los pobres y
humillados: la visiOn de un demagogo socialista.

La verdad es que hay tantos Jesus como biógrafos, y aun


más; pues no siempre hay congruencia consigo mismo en cada
Evangelio. Par lo pronto, el Jesñs de Mateo es estrechamente
antigentil; el de Marcos lo es menos; ci de Lucas simpatiza con
los paganos; el tie Juan es antijudaico; ci tie Pablo es abier-
tamente antijudaico y universal. No hay, pues, unidad doctri-
nal ni psicológica en el protagonista tie los Evangelios: no as
un personaje, sino varios personajes. Este es el argumento
cave contra su existencia personal.

Pese a lo que sostuvieron los cristianos ortodoxos, y no pocos


heterodoxos, como Renán y Strauss, no hay verdadera "buena
nueva" en los Evangelios —ello es, en ningün momenta se
distancia tie las más altas enseflanzas del Viejo Testamento y
de la sabiduria oriental o helénica, o las supera— y no inventa
uno solo de sus mitos y ritos.
La idea de que "rico" as Cinónimo de "injusto, violento e
impio", figura a rodo en ci Viejo Tcstamento y nadie ha dicho
56 LUIS FRANCO

cosas tan corrosivas contra los potentados como el Libro de


Enoch. Que repartir sus bienes entre los necesitados es alga
indispensable para hallar el camino de Dios, es ocurrencia y
práctica predilecta de los esenios. Que la desposesión, y la
sencillez y sobriedad silvestres son propicias a un estado de
alma superior a todos los valores sociales, es ensefianza de
Juan Bautista. En cuanto a que el espIritu es lo que importa,
no la letra, y que una vida de pureza y de justicia, y el vestir
al desnudo y alimentar al hambriento valen más a los Ojos de
Jehová que los holocaustos e inciensos, es uno de los temas
señeros del profetismo hebreo, y nadie lo ha voceado tan so-
berbiamente como Isaias (XLII, 5-10).
*
Pueblo pequeño enclavado estrechamente en la encrucijada
de los caminos de avance y retroceso de los grandes imperios
—el egipcio, el asirio, el persa, el macedonio, el romano—,
Israel sufrió entre las naciones la suerte del pobre entre p0-
derosos: vejaciones, despojos, cautividad, servidumbre. Pero
nunca perdió su confianza en "el Dios de los ejércitos", y los
profetas fueron la traducción tonante de la esperanza de des-
quite pleno y de la inauguración de la justicia sobre la tierra,
no en la otra vida: "los saduceos que niegan haber resurrección"
(Mateo, XV, 23). Ya vendrIa, ilegada la hora, enviado por
Jehová, el MesIas o el IJngido (Cristo, en griego). Mas he aqui
que la maxima expansion del Imperio Romano significó la
destrucción de Jerusalén, esto es, la maxima declinación de la
esperanza hebrea. Entonces ocurrió la gran transmutación: el
prometido reino de Dios no se establecerá en la tierra sino en
el cielo. Cristo es el reconstructor triunfal de la torre de Babel.
*
El Cristo debIa liegar y llegó al fin. Solo que nadie lo supo
al principio, y su reconocimiento comenzó muchIsimos aflos
después de haber muerto sin haber existido —a mejor, cuando
la lejanla temporal permitIa fraguar el mito, tomando como
punto de partida "al Dios Joshua", coma cree Robertson, o
coma creen otros, a Jesüs-ben-Pandira, crucificado dos siglos
atrás, o a Juan Bautista con nombre cambiado, o a un discIpuio
suyo. El milagro debia producirse porque la gran fe lo engen-
dra siempre. "El Meslas de los profetas, el siervo del Señor, de
Isaias, el Justo perseguido de los Salmos, y la Sabiduria, se
fundieron en una sola figura: la del mismo Jehová convertido
en un dios que muere y resucita. . ." Es decir, el Jehová-Me-
sias, el Jehová-Jesds: alguien que no nació de José y Maria
sino de la fe y esperanza de los oprimidos y desheredados
(Couchoud).

La vida y los hechos y palabras de Cristo tienen su fuente


y justificaciOn en el Viejo Testamento, o mejor, están casi to-
I'EQUEIO DICCIONARIO DE LA DF.SOREDIENCIA 57
talmente cosidos con retazos del mismo. "El Señor tu Dios,
hará de ti y del medio de ti, un profeta" (Deuteronomio, XVIII,
15). "Alégrate, oh hija de Jerusalem, he aquI que tu rey viene
a ti: es justo y trae la salvación; viene a ti humilde, montado
en un asno" (Zacarias, IX, 9); "Los malos me han cercado;
agujerearon mis manos y mis pies" (Salmos, XXII, 16); "Se
repartieron mis vestidos entre sI y sobre mi tiinica echaron
dados" (Salmos XXII, 18); "También me dieron hiel por co-
mida y en mi sed me dieron vinagre" (Salmos VI, 9,21); "Dios
mb, Dios mb, ,por qué me has abandonado?" (Salmos XXII,
1); "Es un varón de dolores y está identificado con el agravio"
(Isaias, LIII, 3). La misma traición de Judas anunciada...
(Salmos XLI, 9). Es decir, como puede advertirse, se ha to-
rnado el rábano por las hojas: la figura de Jesus fué fraguathi
para justificar las profecias.

Con el ünico objeto de probar que José, esposo de Maria,


era un vástago de David, Marcos confecciona un árbol genealó-
gico frondosamente ingenuo. La ingenuidad crece hasta ci
delirio cuando el Evangelista nos advierte que José es solo
padre putativo de Jess...
Con la historia de los tres regios magos viajeros guiados por
una estrella (que no pertenece a la astronomla), que se de-
tiene frente al establo del nacirniento, y la consiguiente fuga
(a un Egipto que no pertenece a la geografia) de la Santa
Familia, estamos en pleno cuento de hadas. Con todo, el diti-
mo detalle es una mera imitaciOn de la fuga de Haclad a
Egipto a fin de escapar a las manos degolladoras de Joab. Este
episodio y la fábula del faraón que ordena echar al Nilo a
todos los recién nacidos hebreos (Exodo, 1, 15) sirvieron para
elaborar la fábula de la degollación de los inocentes por orden
de Herodes, milagro magno, pues murió cuatro años antes
de darla.

Mateo refiere que los padres de Jesñs vinieron a vivir a


Nazaret "para que se cumpliera lo que fué dicho por los pro-
fetas, que habria de llamarse Nazareno". Mas ocurre qua Na-
zaret es una ciudad cuya caracteristica preeminente parece ser
la de no haber existido nunca, como que ni ci Viejo Testamen-
to, ni ci Talmud, ni Josefo registran su nombre: existió, en
carnbio, desde antes de la Navidad cristiana, una secta judia
Ilamada de los Nazareanos o Nazarenos (G. B. Smith).

Lo de la anunciación del nacimiento a Maria, por ci Ongal,


está tornado de la anunciación angélica al padre de Isaac y a
la madre de Sansón. Lo de In virgen-madre viene a todas
luces de la profecla de Isaias: "He a qub que la virgen conce-
birá y parirá un hijo". (En la religion india tarnbién una virgen
58 LUIS FRANCO

da a luz, solo que deben abrirle el costado para conservarle


el honor).
En cuanto al milagro de la resurrecciOn, por Jesiis, del hijo
ünico de una viuda (Lucas, VII, 17) y al de la rnultiplicaciOn
de los peces y los panes, estOn tomados de la resurrección
del hijo de la viuda de Zarepta por Elias (I Reyes, XVII, 17-22)
y de la multiplicación de los panes de cebada por Eliseo (II
Reyes, IV, 42-44).
Digamos, finalmente, que las profanas erratas de los evan-
gelistas provienen de que su conocirniento de la historia ge-
neral y de la geografIa de Tierra Santa era tan claudicante
como su versaciOn bIblica.

Pero los Evangelios no tienen deuda s6lo con el Viejo Tes-


tamento. Su infundia más sublime está tornado de otras
fuentes: del Asia Menor, Siria y Egipto, de los cultos de Osiris,
Atis y Adonis que hablan de un dios joven muerto trágica-
mente en plena juventud, ilorado fervientemente por las muje-
res, y sepuitado, y devuelto a la vida entre un jübiio resplan-
deciente. Se trata de un mito que es la transformación de
otro mito mucho mOs antiguo y comün a todas las religiones,
en que ci dios que muere y resucita es la personalización sacra
de la vegetación que desaparece en brazos del invierno y re-
sucita en la prirnavera, a del sal que se hunde en la noche
y resurge en la aurora.
No es menos evidente en los Evangelios la infiltración de
mitos babilónicos e iránicos.

En resurnen, los Evangelios están eruditarnente saturados de


magia, astralogla, taumaturgia, niflerlas y absurdos rnás o
menos sobrehurnanos a infrahumanos; Jest'is camina sobre las
aguas a pie enjuto, resucita a un cadaver qua ya tira a Ca-
rrafla, trueca el agua en vino con mucha rnOs gracia que un
tabernero, arroja coma par un balcón los demonios del cuerpo
del poseso, tiene "hermanos scgiin la came" (Mateo, XIII, 55)
pese a ser hija de una virgen, admite coma discIpubo a Judas
sabiendo quo lo va a traicioner, y cien cosas de este jaez -
aunque lo asombroso no son tales absurdos, dados la época
y ci medic, sino ci que dos mil años después, la humanidad
que se supone rnás moderna, finja tomarlos en serio par pura
inercia de espiritu, por puro temor al porvenir 0 por conve-
nidncias inconfesabies.

Pero el fundador decisivo de la Iglesia Cristiana es Pablo


de Tarsos. Aunque ciudadano romano, es un judlo más o me-
nos frenético y mOs a menos ignorante, "tarpe en el lenguaje",
coma él mismo lo confiesa, y asI es que su famosa y hermosa
frase sabre la caridad (Ep. a las corintios, I, 1) Van Manen

I.
PEQUEO D1CCONARI0 DL LA DESOBEDIENCIA 59
la considera apócrifa. De verdugo de cristianos, se trueca en
el cristiano ndmero uno. Misógino, se jacta de ello: "Porque
yo quisiera que todos los hombres fueran como yo", Pablo
solo cree en Cristo, esto es, en el Jesus de Juan, en Jehová
humanado. Este Pablo es ci verdadero difusor en Occidente
de la más cavernaria pesadilla de Oriente; la concepción del
pecado original, es decir, del hombre nacido esciavo del pe-
cado de Adán, y solo redimible por la gracia de Dios y no por
sus méritos.
*
Los elementos ebionitas o comunistas de la primera época
fueron restringidos cautelosamente, a medida que la Iglesia
cristiana conquistaba adeptos y crecia en poder, y la elimina-
ción fué completa cuando la Iglesia celebrô sus bodas de oro
y fierro con el Imperio Romano, y de descamisada se convirtió
en emperatriz, como Teodora, y do perseguida se volvió per-
seguidora.

A través de los Evangelios puede seguirse el nacimiento y


evolución del mito del hombre-Dios, que implica una regresión
a las religiones más arcaicas. Primero la figura de Jesus apa-
rece como la de uno de tantos profetas u hombres inspirados
por el Dios de Israel, respetuoso del Viejo Testamento, y sin
pretensiones de superar su autoridad o su sabiduria: un reali-
zador de milagros no mayores que los de Ivioisés, Josué o Elias.
Como honor máximo aspira a tenerse por descendiente de
David, mixtura do rey, bandolero, fornicario, beato y salmista. En
ningün pasaje de los tres primercs Evangelios aparece como
hijo divino de Dios. Si se llama hijo do Dios es en el cencepto
que se Haman asI todos los hombres, aunque más frecuente-
mente se llama Hijo del Hombre. Pero la figura de Jesus
cambia a medida que la nueva secta crece y se expande. Y
ya el Jesds del cuarto Evangelio, del Apocalipsis y de Pablo,
no solo es Cristo o Mesias, enviado por Dios, como el mayor
de los profetas, sino el Hijo de Dies, ci Verbo encarnado, la
tercera persona de la Trinidad. La critica histórica ha demos-
trado que el cristianismo naciente, y a medicla quo crecla, fué
agregando mitos y ritos y dogmas tomados de otras religiones
a fin de volverse católico, es decir, universal. (Un solo ejemplo:
la fecha del nacimiento de Cristo, que no figura en los Evan-
gelios, la fijó la Iglesia el dia 25 do diciembre, dia sacro do
los dioses solares). Pues ya se duo quo el culto del dies Cristo,
representado en la cruz, sImbolo éste del fuego, hijo del sol,
es muy anterior a la era cristiana y comdn a religiones do
Asia, Europa y America y Africa. Ahi estarIa uno do los se-
cretos de la fácii difusión del cristianismo. En el afio 325 la
Iglesia Cristiana realizó la alianza del joven dies de Judea,
Jesus, con el antiquisimo dios Cristo y creó a Jesucristo. El
Logos o Verbo intermediario entre Dios y el hombre (Verbp
60 LUIS FRANCO

encarnado en Jesus) es una invención doctoral de judios hole-


nizantes.
El cristianismo engerdra, pues, a Jesucrieto, y no at revs.
La doctrina y creencia nacieron de la esperanza mesiánica c
Israel combinada con el anhelo de justicia social de todas las
plebes y de salvación de la pureza humana en una época en
que, con el triunfo imperial de Roma, la tierra parecia haber
hallado un amo definitivo y la servidumbre humana su mayor
de profundis.. Decreldos de este mundo, los hombres pusieron
toda su -re en el cielo. La figura de Jesds nació (cuando todo
los elementos estaban maduros) de la necesidad de persona-
lizar y dar forma heroica e idIlica a aquel sueño inmenso.
Como coda Evangelista recogió ci folklore sacro segdn su
escuela y su gusto, la figura de Jesus resultó tan contradic-
toria co.-no imposible. Al Jesds judaico-galileo de los Evan-
gelios sinóp ticos se sobrepuso el Jesds del cuarto Evangelio y
de las epIstolas do Pablo, que es el fruto del judaIsmo fecundado
por lejanos vientos de Asia y Egipto y por las aguas grecorro-
manas. Hay, pues, varies Jesus creados por los nümenes reli-
gi050a, pero ni ano 5010 per la realidad de la historia.
Digamos lo ditimo, pero no lo menor. Con pocos hombres
entre los que trabajan por la liberación humana, la humanidad
esti más en deuda que con los despej adores de la tiniebia do
las tinieblas: la religiosa; desde Epicuro y Lucrecio a Diderot,
dasde Soinoza a Nietzsche. Y he aquI que entre el siglo ante-
rior y ci presente, una legion de hombres, emprendiendo un
trahajo no inferior a los doce de Hercules, ha logrado hacer
luz sobre ci origen de los mitos religiosos en general, y en
especial sobre ci de la cruz cristiana que ha ensombrecido a
Occidente durante veinte siglor. Esos heroes augustos se liaman
Schiciermacher, Loisy (teólogos), Feuerbach, Bauer, Frazer, Ro-
bertson, Van Manen, Driew, Smith, Couchoud, Brandes.

,La tiniebla cristiana, dii imos? Que el cristianismo do la


Iglesia fué desde ci siglo IV la negación o desfiguración cons-
tante de la palabra evangélica, es verdad tan obvia que apenas
merece la pena volver sobre ello, aunque lo haremos. Pero
hay infinitamente algo más: ci espiritu mismo del Evangelio,
la concepción del nnuido y del hombre que él implica, es CSO
to quo ya en su tiempo, sobre todo después de los griegis,
significaba, más que Un estancamiento, una regresión par in
humanidad, y lo que obligda los hombres a volverse monsiruo-
samente hipócritas para sobrevivir.

Los beatos de todos los tiempos se han empeñado en no ver


lo que es obvio: que la buena nueva de los Evangelios corn-
porta un rotundo mensaje social. (Ya Herder habIa formulado
una observación semej ante para el Viejo Testamento: "La ma-

I. -
PEQUEO DICCIONARIO DL LA DESOBEDIENCIA 61
yor parte de la poesIa hebraica, que a menudo se considera
espiritual, es polItica").
En efecto, el Jesis evangélico, lievando a sus ültimas con-
secuencias la actitud de los profetas ante los privilegiados del
poder y la riqueza, se presenta en cierto modo como el fun-
dador del concepto de la antItesis de las ciases —aunque no
de la lucha— hasta el punto que su prédica asume a ratos una
crudeza mortalmente corrosiva para la clase poseyente: "Vende
lo que tengas y dáselo a los pobres" (Lucas, XII, 33; Marcos,
X, 21; Mateo, XIX, 21); "El que no renuncie a todo lo que
tiene no puede ser mi discIpulo" (Lucas, XIV, 33); "Da lo que
te pidan, y al que se apodere de lo tuyo, no se lo reclames"
(Lucas, VI, 30); "Ay de vosotros, los que estáis hartos, porque
tendréis hambre" (Lucas, XVI, 19-25); "Bienaventurados los
pobres, porque de ellos es el reino de los cielos" (Lucas, VI,
20). Segün la parabola de Lázaro y el rico, éste va al infierno
nada más que por serlo y el pobre al cielo por la misma causa
(Lucas, XVI, 19-25). "Antes pasará un cameilo por el ojo de
una aguja que un rico entrará en el reino de los cielos" (Ma-
teo, XIX, 24; Lucas, XVIII, 25; Marcos, X, 25).
La primitiva iglesia de Palestina fué enteramente fiel a
esa palabra. "Y de la muchedumbre de los creyentes el cora-
zón era uno... y ninguno de ellos decia ser suyo propio nada
de lo que posela, mas todas las cosas les eran comunes" (Los
hechos de los Apóstoles, VI, 32).
Los primeros grandes padres de la Iglesia, fieles a la clara
tradición, fueron comunistas; vieron en la apropiación privada
de los bienes comunes el acto de injusticia fundamental contra
el prójimo: "La naturaleza ha creado ci comunismo y es la
violencia la que ha creado la propiedad privada" (San Am-
brosio).
Ahora bien, ocurrió que Roma, herolna de la explotaciôn y
la violencia, y la perseguida Igiesia Cristiana encargada por
Dios de aplastarla para abrir las puertas del reino del cielo
(Apocalipsis), terminaron uniéndose un dIa. Es decir, el siglo IV
asistió al desposorio del armipotente y ventripotente gigante
que habla hecho de la propiedad privada ("el derecho de
usar y abusar de una cosa") el pedestal de su grandeza, y la
descamisada iglesia de Cristo, cuya palabra y cuya práctica
comportabn la más radical condena de la apropiación indi-
vidual y de la riqueza, conocida en la historia. Y eso durarla
por los siglos de los siglos.
Que la iglesia devendria con el tiempo ci mayor propietario
feudal —de un tercio de las tierras de Europa— y que les
cantarla la misa de requiem a los campesinos o siervos que en
nombre del Evangelio reclamaran algiln alivio a sus sudores
y dolores? Es mucho, pero no es todo.
A fines del siglo pasado y a comienzos del presente cuando,
como en los primeros siglos cristianos, las masas desposeIdas
y trabajadoras, impulsadas por su hambre de pan y de justicia,
se volvieron contra sus amos, la iglesia, entre dulcIsimas in-
62 LUIS FRANCO

vocaciones a la caridad y al amor, se volvió contra ellos.


Leon XIII, burlándose del Jesus de los Evangelios en sus
propias barbas, santificó la propiedad privada.
"Dios ha dej ado la separación de las propiedades a la pru-
dencia de los hombres y a las instituciones de los pueblos"
(Iterum novarum); "Que abundéis en riquezas o que seáis
privados de ellas, eso nada importa a la bienaventuranza eter-
na" (Idem).
Y Plo XI: "No es verdad que no existe legItima jerarquIa en
la sociedad civil" (Divini Redemptoris); y Plo X: "Es con-
forme con el orden establecido por Dios que haya en la sociedad
principes y sübditos, patrones y proletarios, sabios e igno-
rantes, nobles y plebeyos". Todo lo cual significa que por
debajo de su apelación idIlica a la fraternidad y la humildad
y su execración de la injusticia y demás flores de papel del
fariseIsmo pontificio, la Iglesia está donde estuvo siempre:
por el derecho de los privilegiados ("principes, patrones, no-
bles" de Plo X) a vivir del sudor de los descamisados, por la
banca nacional e internacional contra la alcancia vacia de
los de abajo.

No podia ser de otro modo. En linea general, al menos, lo


repetimos, la iglesia cristiana es la negación o la desfiguración
perfecta del Evangelio: 19) como ya vimos, se separa desde
el comienzo del comunismo radical de Jesils, para desembocar
de lieno en el endiosamiento romano de la propiedad privada;
29) no solo que la riqueza no es óbice para liegar a Dios,
sino que su empleo mOs fructIfero es la compra de entradas
al cielo; 39) la populosa y suntuosa erección de templos es
el más negro olvido de la gran consigna: "Ni en este monte
ni en Jerusalén adoraréis al Padre... sino en espIritu y en
verdad" (San Juan IV, 20-24); 49) crea un clero profesional que
Jesi.s repugnó con incansable beligerancia; 59) crea el culto
de las reliquias e imágenes que Jesñs rechazó impilcitamente,
fiel a la tradición del Viejo Testamento; 69) crea una buro-
cracia celeste de Virgenes y Santos a cuyo espIritu el Evan-
gelio es completamente ajeno; 79) Cristo anunciaba el inmi-
nente fin del mundo y su regreso para fundar un reino de
mil años y el juicio final de las almas, mientras la Iglesia
expide pasaportes al cielo y al infierno con vigencia inmediata.
Pero vayamos a las raices mismas. El misterio de la Trinidad
y el de la concepción del Redentor por una virgen, muestran
ya el origen de uno de los secretos definidores del cristianismo:
su odio al sexo y a la mujer. En la Trinidad cristiana, la hem-
bra o madre integradora de las otras Trinidades de Oriente,
ha sido sustituida por el Espiritu Santo. A su vez, el Hijo
nacerá de una virgen, no seth propiamente hijo de mujer.
Cristo tampoco conocerá mujer. Todo ello tiene sin duda su
esotérica ralz en el hecho esencial de que el cristianismo abs-
trae al hombre del cosmos natural y del cosmos social, de que

I.
1'EQULNo DCCI0NARiO 1)E LA DEsoIiDIF:NciA 63
significa una fuga de la realidad del mundo al trasmundo de
la mIstica: ahora bien, toda la abismal sabidurIa de la natu-
raleza viviente, todo su poder creador y su esplendor se
expresan a través de la diferencia sexual.
El ideal del antiguo Adán era el "creced y multiplicaos";
pero el del nuevo Adán, que viene a anunciar, no lo olvidemos,
el fin inminente del mundo, es ci celibato absoluto. El hombre
verdaderamente hombre es el eunuco: "Porque hay eunucos
que nacieron asI del vientre de su madre; y hay eunucos que
son hechos tales por los hombres; y hay eunucos que se hicie-
ron eunucos a si mismos por causa del reino de los cielos; el
que pueda ser capaz de eso, séalo" (Mateo XIX, 12).
Que mucho, si la pura aspiración cristiana —como lo expre-
sa San Cipriano, recordado por Lutero— es morir? "Es perfec-
to aquel que corporal y espiritualmente ha muerto para este
mundo" (San Bernardo). El sexo, agente de perduración de
la vida, queda condenado: "Cuãn beata es la que ha perdido
hasta el nombre de su sexo; la virgen ya no se llama mujer"
(San Jerónimo): "La no casada se ocupa solo de Dios" (Cle-
mente de AlejandrIa): "El celibato es el camino de los Angeles"
(Juan Damasceno).
Esta concepción es la que posee demonlacamente a San
Pablo. Se trata no sOlo de la instituciOn del matrimonio mdi-
soluble (monstruosidad desconocida en la historia) sino de
que, como dice un filósofo moderno "el matrimonio, en ci
verdadero sentido cristiano, es un pecado". Exacto. "Solo
Jesucristo es digno de ser amado"; "Tu amado... no soporta
a su lado a otra persona" (Kempis). Luego, "el amor a una
mujer es un adulterio". De ahI ci horror apocalIptico a la
mujer de los Antonio, Jerónimo y de todo verdadero cristiano.
El matrimonio fué expresamente santificado en el Viejo
Testamento. Entre los parsis "el aumento del género humano
es un deber religioso" (Zendavesta). Lo mismo entre los hin-
dOes, para quienes "el hijo es ci padre que renace". Entre
los griegos "Zeus y Hera eran ci modelo de cualquier matri-
monio" (Creuzer). Pero ci matrimonio cristiano es otra cosa:
se trata de una mera indulgencia para la general y mIsera
debilidad humana ante la casi omnipotencia del Eros.
Todo lo anterior explica ci asolador incremento del ascetismo
y el monaquismo en la Edad Media y la beatIfica tendencia
jamás disimulada a ver en la mujer un instrumento del diablo.

La insuficiencia de información, o, más frecuentemente, la


insuficiencia de criterio histórico, han lievado a ver en ci
cristianismo ci inaugurador del amor al prójimo, y tanto, que
sentimiento cristiano de la vida es sinónimo de fraternidad
humana. Se trata de aigo ingenua o maliciosamente faiso.
Cierto: el amor del hombre al hombre es la consigna comOn
de las morales anteriores y posteriores a JesOs. "En el templo,
enseña Zoroastro, nadie debe orar por sI mismo, sino por
64 LUIS FRANCO

todos"."El ayuno que yo escogI, dice Isaias por cuenta de


Jehová, es que partas tu pan con el hambriento y a los pobres
errantes metas en tu casa... Entonces nacerá la luz como el
alba". Y ésta es la palabra del Buda: "Si los hombres se
penetrasen del sentido proftrndo de la caridad, aunque estu-
viesen reducidos al ültimo bocado de pan, no lo comerian sin
dar una parte de él". "Que el hombre considere a todos los
hombres que habitan el interior de los cuatro mares como
sus hermanos", indica Confucio. Y los árabes: "El extranjero
es huésped de Alah y para él será ci pan de tus hijos". Y los
griegos declaran per la filosofIa estoica: "El hombre es sagra-
do para el hombre". Hebreos, persas, árabes, indios, chinos,
griegos, pues, vienen a enseflar que el deber de fraternidad
es uno de los fundamentos del hombre. Los Evangelios no
son, esencialmente hablando, ninguna novedad en este sentido.
Ahora bien, lo que nos interesa averiguar, por encima de
todo, no es la belleza o la altura del ideal enunciado, sino
el grado en que esas religiones o filosoflas fueron capaces
de realizar esa fraternidad entre los hombres. Que fué nub,
o poco menos, no debemos olvidarlo.
Del budismo, el confucismo y demás credos solo quedaron
la mitologIa y ci ritual para el servicio indispensable e irreem-
plazable de las clases o castas opresoras de siempre. No podia
ser de otro mcdo, pues todos los fundadores religiosos y fib-
sóficos olvidaron angelicalmente que el hombre individual o
coleetivo, antes que ente moral es básicamente un ente eco-
nómico y politico.
Con ci cristianismo ocurrió algo igual o peor. La doctrina
de Cristo, más que todas las otras, está basada en la fe y
enteramente en ella, y para quien quiere verb, la fe es la
negación misma del amor humano.
Los dioses de tcdas las religiones son hirsuta y desaforada-
mente celosos del amor que se les debe y no admiten rivales;
Sn feligresia es tan hermética como un serrallo.
El Dios de los Evangelios? El más implacable de todos,
más si cabe que el de Josué y Elias. Ogamos: "Quien no cree
en ci Hijo, no vera la luz eterna, sino que la Ira de Dios caerá
sobre él" (Juan, III, 36). "Y quien escandalice a uno de los
pequeñuelos que creen en mi, será mejor para él que le fuera
colgada una piedra de molino al cuello y fuera arroj ado al
mar" (Marcos, IX, 42-Mateo, XVIII, 6); "Si alguno no quiere
a N. S. Jesucristo, sea anatema" (Corintios, XVI, 22); "El
que no es conmigo, contra ml es" (Mateo, XII, 30-Marcos, IX,
40); "Y todos aquellos que no os recibieren... En verdad os
digo, que ci dIa del juicio Sodoma y Gomorra serán tratadas
con menos rigor" (Marcos, VI, 11). Ya lo vemos: Torqueinada
y los demás ardientes apóstoles de la Inquisición, y los piadosos
degolladores de la San Bartolomé, salieron del Evan.gelio como
el árbol sale de la sem,illa.
Con las religiones todas pasará siempre eso. La fe 0 amor
divino es abismalmente absorbente y excluyente y entra a

I6.
PEQUENO DICCIONARTO DE LA DESOBEDIENCIA 65

cierra ojos en colisión con el amor humano. Fatalmente, como


un gran rio va al mar, la fe deviene celo, oclio y persecución
a muerte. Todo Dios es antropófago, como el de Moisés, y
no deben extrañarnos sus instrucciones hitlerianas a los suyos:
"Empero, de las ciudades de estos pueblos que Jehová tu Dios
te da por heredad, ninguna persona dejarás con vida. Antes,
los destruirás del todo... Porque no os enseñen a hacer segün
todas sus abominaciones que ellos hacen a sus dioses" (Deute-
ronomio, XX, 16-18). Respecto al Jesus de los Evangelios (por
lo menos el de Mateo y Marcos), no debemos olvidar que es
un cerrado fanático judIo. Cuando la mujer del pueblo no
elegido de Canaan le implora, y él permanece mudo, y los
suyos se lo reprochan, contesta: "No soy enviado sino a las
øvejas perdidas de la casa de Israel". Y como la mujer insiste,
le responde: "No es bien quitar el pan a los hijos y echárselo
a los perros" (Mateo, XV, 22-26).
Si, nada tienen que ver con la fe, ni el amor, ni la caridad,
ni la rectitud, ni las buenas obras, cosas meramente humanas:
que si el hombre se salva no es por ellas sino por la fe, es
el secreto a voces de toda religion. La moral vale si va unida
a la fe, y si no, vale un comino. ,.Que la fe, entrando en con-
tradicción total con la inteligencia y el corazOn, significa la
negación del hombre? Eso importa poco, porque a la fe no le
interesa el hombre, sino el ex hombre, el aprendiz de angel.
No se extrañe que la fe cristiana (como todas, pero más
que todas) liegue a los más inhumanos desmanes. LQue ni el
más puro y noble de los hombres —aunque se trate de un
niño de pecho— podrá salvarse, si no es cristiano? Esa opiniOn
explIcita de San Agustin y Budeus es la de la más profunda
sabidurIa cristiana. Y aün algo más exquisitamente monstruo-
so: "Al contemplar los bienaventurados los dolores de los
infieles en el infierno no serán raovidos de compasión, sino,
al contrario, darán ellos gracias a Dios, embargados de alegria
por su propia salvación" (Pedro de Lombardo).
Con ello está dicho que la amistad, tan honrada por los
pueblos y filósofos antiguos, no es una virtud cristiana. "Como
el hombre tiene toda la plenitud de su perfección en Dios, una
sociedad de amigos no es necesaria para la felicidad". Esta
condena implIcita de la fraternidad humana lleva una firma
muy solvente: Tomás de Aquino.
*
La divinidad moral que los beatos, secundados por Renán,
atribuyen a Jesus, es otro mito tan inocente como el de la
divinidad teológica. Su moral no sobrepasa a la de los Profetas
ni a la de Zoroastro o de Buda. Y algo más: filosOfica y social-
mente, la moralidaci de los Evangelios estd por debajo de la
moral helénica. La pureza y nobleza varonil de la moralidad
pagana estriba en que la buena acción lleva en sj su propia
recompensa, como Spinoza, el padre de los ateos modernos,
lo repitió más tarde. Tamafla idea es ajena a la moral evan-
66 LUIS
gélica, a la rnosrdca, a la mahometana, y a todas las beatas
similares, psra quiens todo mandarniento moral comporta la
arnenaza del castigo o la prornesa del premio en la tierra y en
el cielo... "Pide a los dioses un corazón que no arredre la
muerte, que la cuente entre los beneficios de la naturaleza;
en corazón que acepte todos los trabajos, inaccesible a la
cólera y a las ambiciones, capaz de preferir los padecirnientos
de Hercules a las delicias de Venus o los festines de Sarda-
nápalo. Mas estos bienes dependen de ti" (Juvenal).
*
Recapitulemos: Como lo ha visto ese gran ojo moderno quo
fué Feuerbach, 'el cristianismo no contiene en si el principlo
de la eultura". 19' Es una condena expilcita de todo esfuerzo
y de toda industria (Mateo VI, 25-Lucas, XII, 29), es decir,
de aquella actividad que al transformar el rnedio trans-
forma al actor y que constituye ci hiato inicial que separa
lo hurnano de lo zoológico, la condena explicita del trabajo,
pues Jesus no solo no trabaja nunca, sino que canoniza el
parasitismo social ordenando a sus discIpulos vivir de la
mendicidad, es decir, del trabajo ajeno. 2c) El desprecio o
rechazo del cuerpo como fuente de pecado (es aconsejable
mutilarle una mano o un ojo (Marcos, IX, 43-47), y hasta el
sexo mismo, corno un guiñapo (Mateo, XIX, 12); comporta
tarnbién la condena de la higiene hasta el punto de prescindir
del lavado de las manos al corner (Mateo, XV, 2; Marcos, VII, 2)
y del de la ropa; "ni dos ropas de vestir, ni zapatos" (Mateo,
X, 10). No nos extrañe, pues, que condenado por implo ci aseo
de Grecia y Roma, toda la Edad Media celebre la santa alianza
entre la roña y la devoción, y que el primer y más piadoso
desquite de los católicos de Castilla al expulsar a los árabes
fuera el de suprimir los baños. 39) El cristianismo es una
oposición funcional a las tendencias y los instintos mOs hondos
y nobles del hombre, el de la belleza, del arnor, del conoci-
miento, de la simple y sagrada alegria de vivir, de la lucha
dignificadora contra la opresión, de todo lo que afirma y
exalta al hombre. 49) También significa la excornunión del
sexo, corno ya lo indica ci rnisterio de Maria madre y virgen,
ci tenebroso consejo de Jesilis (Mateo, XIX, 12) y la idea
paulina del matrimonio, y ci espectOculo de toda la Europa
medieval trocada en un avispero de ermitas y conventos, es
decir, en una insurrccción general permanente contra ci amor
de Adán y Eva. 59) La fe o amor absoluto a Dios es la nega-
ción misma del amor humano, Jesds lo dice explicitamente:
"Y si alguno viene a ml y no aborrece a su padre, y madre,
y mujer, e hijos, y hermanos, y aun su misrna vida, no puede
ser rni discipulo" (Lucas, XIV, 26). 6 9 ) Y he aquI algo que
es el absurdo en traje de casa: al mostrarse incapaz de perci-
bir y demostrar las insondables verdades de la fe, la razón es
declarada ciega o bizca de nacimiento y dañina para ci hom-
bre: la mOs especifica de las inquietudes humanas, la del cono-
1'FQUEN0 D!CCIONARIO DE LA DESOBEDIENCIA 67
cimiento, es declarada la tentaciôn pecaminosa en sj, el sacri-
legio por antonomasia. Semejante transvaloración constituye
acaso el mayor de los crImenes de lesa humanidad y algün
dIa lo sabrán todos. El ejemplo privado más deplorable es ci
de Pascal "que creIa en la perversion de su razOn por ci peca-
do original, mientras que solo estaba pervertido por el ens-
tianismo". 79) La idea del pecado original, segün la cual los
hombres siguen pagando la culpa adeudada por la primera
pareja de enamorados y segñn la cual también el justo entre
los judIos debió sufrir la más pavonosa de las muertes para
limpiar los pecados ajenos, es la idea más apta que pueda
imaginarse para borrar de la mente, como con una esponja
empapada en vinagre, todo sentido de responsabilidad, toda
noción de justicia. 89 ) Al sustituir la razón por la fe se niega
radicalmente la libertad humana. "Solo quien piensa es libre
y autónomo". 9c) Al trocar al hombre en parroquiano del cielo,
se niega la tierra y la historia. El Evangeiio insiste porfiada-
mente sobre la inminencia del fin de este mundo, pues se
trata fundamentalmente de una despedida de la orilla huma-
na, de un ir soltando amarras con rumbo al Más Allá. 109) El
"Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios",
es la más clara renuncia a la lucha polItica y social, esto es,
ci mejor servicio hecho a los cobradores de servidumbres y
de tributos.

El hecho quizá mayor y mOs apocalIptico del cristianismo,


parece haber pasado casi inadvertido o poco menos. Cada vez
se va viendo mejor lo que la cultura helénica significa en ID
historia: esto es, que los griegos hablan sabido asumir las
inmemoniales sabidurIas de Oriente, Egipto y Creta, y dese-
chando todos sus elementos anquilosantes, habian leudado
con ellas su impetuoso y juvenil espIritu, para crear la más
luminosa cultura conocida hasta hoy. La instituciOn de los
métodos del saber técnico, cientifico y filosOfico —la inaugura-
ción de la historia como conocimiento— un sentido del arte
y de la belleza como nunca se viera antes ni después —una
genial aptitud para la libertad, nueva entonces y que sigue
siéndolo— la idela cuerpo y del espIritu como una unidad
viviente y no como una contradicciOn mortal —una paradisIa-
ca capacidad para ci gozo de vivir— y, lo primero y lo iiltimo,
La comcepción del hombre coino un quidam más importante que
los principes v Los clioses: todos los puntos de partida indis-
pensables para un gran ascenso humano, todo eso fué tene-
brosamente calumniado primero, eclipsado y sustituIdo durante
mil afios por las pesadillas sacerdotales heredadas de un pue-
blo del Jordan que no habIa logrado siquiera ci nivel cultural
ni la modernidad de egipcios, caldeos, persas o fenicios.
CIVILIZACIONES

Todo lo que el hombre haya hecho o haga, desde la vida


tribal hasta la más alta civilización, es o serã siempre inferior,
sin duda, a la hazaña del subhombre ascendiendo a hombre.
*
La civilización —vale decir, el estadio en que el hombre
controla y modifica a la naturaleza y la obliga a ponerse a
su servicio— es cosa de ayer; seis, ocho, diez mil años a lo
sumo. Frente a eso el salvajismo hace suponer una antigüedad
de trescientos mil años. He aquI que no es chico probiema
para los historiadores el explicar cómo después del primer
titánico esfuerzo —el de superar la animalidad— el homo sa-
piens se conformó con la maza, el fuego, la flecha, y vegetó
sin dar un paso hacia ci porvenir durante tres mil sigios.
*
For cierto que la naturaleza registra fenómenos análogos
y más viejos. La evolución de los insectos, que alcanzó cimas
como la inteligencia de la abeja y la hormiga, parece mA9 o
menos detenida desde una antigüedad desmesurada. Porque
en la naturaleza aiterna la vocaciôn de movimiento y avance
con la de estancamiento. Es lo que ya entreviera ci preclaro
espIritu griego por ci ojo de Empédocles, y lo que los chinos
liaman ci Ying y ci Yan: las dos fases o fuerzas aiternantes
en ci ritmo del universo.
Lo que habia entrevisto Spencer y que hoy esciarecen otros
respecto a la vida en general: un avance de lo homogénco y
difuso hacia lo heterogéneo y coherente y otra vez a la dis-
persión mediante un proceso alterno, es lo que boy muestra
ci acaecer humano como un proceso constante de integración
y dcsintegración, buscando una integración más rica.
La genesis de toda civilización estarIa, pues, en ci paso de
lo estático o mera repctición del pasado, a una actitud dma-
mica e innovadora.
*
Sóio que la voiuntad de inercia cuenta más que la de activi-
dad y variación, porque ci reposo es más fácil y también
más grato y menos peiigroso. Mientras se mantenga la adap-
tación del organismo al medio se puede, como piensa Murphy,
seguir existiendo sin ci menor cambio por un sinfin de años
o milenios. Eso explicaria —en ci proceso humano— la perdu-
ración como geoiógica de la vida salvaje.
Pero un dIa, al fin, ci medio cambia més o menos brusca-
mente, y entonces ci organismo perece o se readapta. Bajo
ci flagelo dc piagas, inundaciones o desaforados frIos, muchas
tribus humanas debieron perecer. Entre las sobrevivientes y
PEQUE0 DICCIOYARIO DE LA DFSOBEDJENCIA 69
espoleadas por ci terror a la muerte, hubo algunas que ha-
Ilaron poco a poco modos de escapar al frIo y al hambre
colaborando con la Naturaleza: almacenando raIces y frutos
secos, criando ovejas y otros animales, y más tarde sembrando
granos comestibles, hilando lana, fabricando recipientes de
barro cocido. Los hombres de cazadores se truecan en pastores,
de recolectores de vegetales en sembradores, sin abandonar
ci nomadismo.

Dc las investigaciones y consideraciones de los historiadores


más avezados de boy se desprende más o menos claro que la
aparición de las civilizaciones primigenias —egipcia, sumeria,
cretense, sInica, maya— se dió en medios geográficos muy
diversos entre si y con caracteres más bien inhóspitos. Lo que
se descuenta que debió ser la ciénaga niiótica, donde irrumpió
la civilización egipcia, es lo menos parecido a un eden: ci
sombrIo, fangoso y desolado Nilo virgen, populoso de papiros
y cocodrilos, de mosquitos y fiebres; un inacabable pantano
aprisiondo por una red de agua y maciega. Solo la necesidad
de buscar refugio huyendo de un habitat fértil trocado en
páramo o del amago de tribus más poderosas, y la sübita
impasse opuesta por ci desierto y ci mar Rojo, explicarIa que
dichas gentes se refugiaran en semej ante medio, es decir, Se
obligaran a luchar a muerte para humanizarlo, o sea, tor-
narlo habitable: cada pulgada de tierra labrantIa fué ganada
con ci siidor de sus rostros p ci esfuerzo de sits memtes. Del
gigantesco esfuerzo de la barbaric por superarse a sj misma,
naciO, sin duda, la civilización.

Las civilizaciones egipcia y sumeria aparecen en la desem-


bocadura de grandes rios; la cretense, en un archipiélago; la
china arcaica, en la cuenca de un rio; la maya, en plena sciva
tropical; la de Tiahuanaco en un altiplano árido; la incaica,
en las arenas tórridas de una costa baja. Ninguna de ellas
fué una zona fOcil y amable al comienzo. El fonómeno civili-
zación parece haberse originado, pues, en ci choque de una
zona geogrOfica intratable con la voluntad de hombres dis-
puestos a domarla.

Las gentes de Sumeria crearon un paisaje de diques, canales,


terraplenes y predios de cultivo en reemplazo de la red de
riachos pantanosos o paraIso de fango que tal zona habia sido
en la desembocadura del Tigris y ci Eufrates. Con fango cocido
levantaron los caserios de sus ciudades o esa torre de Babel,
hecha no para subir al ciebo sino para bajar la pretension de
los nómades rapaces. Con barro cocido hicieron también lo
primeros hbros de la historia.
70 LUIS FRANCO

El habitat de la civilización sInica fué la cuenca del rio


Amarillo, con su clima cambiante de lo frIgido a lo tórrido y
sus tierras inundables cubiertas por la taiga (manigua china)
primigenia, sombrIa, enana, inacabable, mechada de caza y
fieras. Los chinos, como los egipcios y sumerios, crearon una
civilización hidráulica en una guerra mucho más heroica que
las de meros homicidios, contraatacando con bastiones y cana-
los el ataque de las aguas y la jungla. Domesticaron el trigo
y las flores, alfombraron de arroz los pantanos y apacentaron
en edenes de morales a los inventores de la seda.
*
Las civilizaciones sumeria, egipcia y sInica fueron una répli-
ca a los extremos rigores de la inundación y la sequIa; la
maya —segün Spinden, contradicho por Hutington— fué una
lucha victoriosa contra la más inatajable invasion: la de la
selva y la iluvia tropcales. La civilizaciOn minoica significO
algo no menos ingente o más: una cabal respuesta al desafIc
del mar.
La ocupaciOn de Creta en los tiempos neolIticos significa la
navegación maritima, es decir, la más audaz y profunda haza-
fia de los tiempos antiguos y con la que apenas si puede horn-
brearse la aeronavegación de hoy JA buen seguro, ese enfrenta-
miento al mar devorante o alej ante, debióse a las mismas
causas que produjeron el reto humano al pantano bosceso de
Sumeria y Egipto: la desecaciOn de la estepa afroasiática y
la coacción resultante). Debe tener, pues, motivaciOn sufi
ciente la definición homérica: "Verdadero cretense de grande
ánimo".
Los griegos, en realidad, inauguraron de nuevo el camino del
mar. Es decir, para bOrbaros mediterrOneos, tal hazafla fué
tan desaforada como la de sus grandes predecesores del
neolItico.

Mucho tienen que ver sin duda con la monotonIa y herme-


tismo egipcios la uniformidad de su clima (solo llueven are-
nas y soplan langostas), la regularidad de las inundaciones
del Nilo y la condición de un territorio encarcelado entre el
mar, el desierto y el trópico.
Los sübditos del Faraón no tienen parte alguna en el gc-
bierno. Los sacerdotes son dueños de tierras quo alquilan
para su cultivo (Herodoto). El rey debe hacerlo todo —co-
rner, rezar, dictar, rascarse— delante de los sacerdotes. Son
ingeniosos y laboriosos como pocos los egipcios, pero apenas
Si Se atreven a sonar que el hombre pueda ser igual a los
animabes o a emanciparse de la Naturabeza, y Se piantean
ese sueno como un problema. Eso es el secreto de la criatura
de cuerpo de leOn y testa de mujer: la Esfinge. Nunca ilega-
ran a la concepciOn de lo abstracto, ci pensarniento propia-
mente dicho, con su infinita virtud do iniciativa y do carnbio.
rEQuErO DICCIONARIO DR LA DESOBEDIENCIA 71
Son algo siempre encerrado en un cIrculo perfecto que a tra-
yes de las más titánicas producciones solo busca la objetiva-
don de si mismo. Esto lieva a Egipto, sito a orilias de un
mar hirviente de actividad e intercambio humane, a perma-
necer ajeno a todo lo extranjero.
Creer que el hombre pueda regresar al animal (rnetempsi-
cosis) es negar todo ascenso humano. La laboriosidad cicló-
pea del egipcio es la de los termites, quo también levantan
pirCmides orográficas, y significa creer más en la inmorta-
lidad do un cadaver regio que en la vida real de un pueblo.
No es extrafio que durante más de veinte siglos (el Imperio
Nuevo) Egipto viviera copiando su propia historia. (Si Pita-
goras y Platón envidiaron su orden cristalizado fué quizá por-
que, por reacción contra la democracia, sintieron más como
orientales que como verdaderos griegos.)
Como las estatuas de sus dioses, el carácter egipcio es una
rnezcla de los extremos más opuestos: inteligencia Hicida y
supersticiones africanas; piadosa idolatrIa de la eternidad y
jocunda inmoralidad cotidiana.

La civilización china nace y se crIa dentro de si misma,


sin contacto con nadie, como las larvas do muchos insectos.
En su pieno desarrollo so muestra como la suma de muchas
perfecciones: el emperador es el padre de una familia pa-
triarcal de millones de hombres (asi sus asuntos más perso-
nales son asuntos de estado) y educado para modelo de hom-
bres, ningiin guerrero, pocta o sastre puede competir con éI;
los mandarines y funcionarios son elegidos entre los mae doc-
tos, previo examen; corno aun los sabios pueden errar, están
sobre ellos los inspectores imperiales para impedirlo; ni uno
solo, entre centenares de millones de chinos, puede escapar a
la red plus cuamperfecta de la burocracia; no hay castas ni
desigualdades y solo el mérito obtiene el premio. Como todo
está previsto, legislado y controlado, todo es perfecto y nada
falta..., con excepción de una sola gota de libertad.
No hay, pues, ni un amago de iniciativa personal o popular.
La religion es del estado, no de los particulares, y asi sOlo ci
emperador estO en reiaciOn con el cielo. La moral privada es
un rito estatal. Los deberes de familia son leyes oficiales.
El padre es omnipotente e infalible, mas la sumisiOn abso-
luta que exige es un mero sImbolo de la que la China viva
debe prestar a la China muerta y sepulta hace rnilenios...
Y como sin alguna independencia de espiritu no hay creación
posible, ni ci arte ni la ciencia verdaderos han sido empresa
de los chinos, que nunca han pasado de ser maravillosos imita-
dores de la Naturaleza y de si mismos.
SOlo que mucho antes —antes del irnperio universal de Tsin
y Han—, cuando estaba integrada por un archipiélago de prin-
cipados independientes, China habIa sido un pueblo viviente
y a través de Confucio y de Mencio expresó su pensamiento

I-
72 LUIS 1RANC0

creador. Pero Schi-hoang, el unificador del imperio, mandó


quemar sus libros, simbólicamente, COmO si celebrara Un
funeral.
*
Si China es la inteligencia sin fantasia, como dice un filó-
sofo, la India es la imaginación en permanente y monstruoso
desborde, hasta desfigurar o abolir Jo real. La vida es menos
eso que sueño y pesadilla. iQué occidentales asiatizantes pon-
deran la hondura y belleza del pensamiento indio? Mas para
los gimnosofistas el pensamiento es una Tebaida a trasmano
del mundo y la vida reales. Como aquel Calanus que se apa-
go entre las llamas delante de Alejandro, desafIan la muerte
sin objetivo alguno, solo a fin de probar su libertad para la
muerte, no para la vida.
El intelecto indio no existe para lo finito, esto es, no so
distingue de los objetos ni distingue los objetos entre sI: todo
es un Dios. Todo es éxtasis, quimera, servidumbre. El pen-
samiento propiamente no existe. Y la voluntad se endereza
hacia si misma o contra si misma, no hacia el mundo.
Como tantos pueblos en la historia, el pueblo indio se an-
quilosó un dia. Dócil al genio de los brahamanes, la sociedad
se estratificó geológicamente, en cinco capas superpuestas e
intangibles, con la particularidad de quo la capa superior (la
sacerdotal) es igual a los dioses y la inferior (los parias) es
inferior a los perros. LES mucho que Manü permita el falso
testimonio en favor de un brahamán?
La delicadeza de sus poemas, modales y principios éticos?
No debe engañarnos: como en tantos otros casos en la histo-
na, sirve para vestir de flores el pantano de sus sentimientos
y costumbres reales. El que evita pisar hormigas o ajar un
pétalo, hace menos caso de un desvalido que de una piedra.
Los poetas no hallan palabras ni conceptos asaz tiernos o
hiperbólicos para mimar a la mujer. Pero de hecho la mujer
es la alfombra do su marido o su padre, hasta el punto que la
viuda está obligada a ahogar en las llamas una posible infi-
delidad.
La concepción y la realización religiosas son la raIz de
todo. La inteligencia, indivisa de la sensibilidad, no permite
el arte ni la ciencia. Ni siquiera el monoteismo. Lo material
y Jo espiritual son Todo y Uno. Eso es Brahama: "Lo Uno
no tiene culto ni templos". ,Elimina los sacerdotes? Todo lo
contrario: el culto lo reciben ellos, dioses vivientes y man-
dantes. "No excite el rey la cólera de los brahamanes, pues...
pueden destruir todos los caballos, carros, tropas y elefantes
del rey" (Manit).
Bajo tan implacable teocracia la vida india se halla acri-
billada do tabüs. Ochenta prescripciones inviolables debe
cumplir el brahamán al ir de cuerpo. Bajo la sacrosanta su-
misiOn al rito, el espiritu y la voluntad vegetan en modorra
perpetua. Y naturalmente la vida polItica significa el más
FEQUEO DiCCIONARIO DE LA DESOBEDIENCIA 7
soberano despotismo. (La cosa da vueltas en un cIrculo Ce-
rrado: la falta de libertad poiltica vuelve abyecto al hombre
y la abyección privada no permite la dignidad o libertad
püblica.)

Desde sus más remotos dIas el desierto árabe estuvo salpi-


cado de depresiones más o menos hümedas y pastosas, es
decir, capaces de sostener una población de pastores orga-
nizada segiln un estrecho y rIgido sistema patriarcal. Cuando
a lo largo de los años aparecen algunos en que la sequla
se pronuncia y agrava hasta tornarse más peligrosa que una
pesté, los pastores, huyendo de la inundación de las arenas,
arreando sus rebaños de cabras, ovejas y camellos, se enca-
minan, sin tregua como las langostas, hacia los paraIsos del
verde —"las tierras donde fluye leche y miel"—: las monta-
ñas y tierras anegadizas conocidas solo de mentas o por sue-
ños. Y cuando un dIa esas tribus prohijan el caballo, se
vuelven tan temibles como el diluvio. No cabe duda que en
hartas ocasiones, su contacto con pueblos más ricos y cultos
significó la devastación y el regreso a la barbarie. No es
menos obvio que con mOs frecuencia ese impacto entre bar-
baros y civilizados derivó hacia un modus vivendi más 0 me-
nos pacIfico, en que los nOmades, mediante la organización
militar de las caravanas, posibilitaron el tráfico comercial en-
tre pueblos más o menos cultos y sedentarios sitos en extre-
mos opuestos del desierto: Ur, sobre la diestra del Eufrates; En-
du, sobre el golfo Pérsico; la Arabia feliz y el borde sur
de Siria.
La primera gran invasion de las hordas semitas en las tie-
rras hümedas habIa ocurrido al promediar el cuarto milenio
a.C., ocupando el forte de Sumeria, anexionándose después
ésta y Elam. La segunda, llamada canaanita —Un milenic
más tarde— ocuparia Caldea y más tarde las tierras llamadas
de Canaan y Asiria, y llegando hasta Egipto. (De aquI saldrán
el Abraham bIblico y el Amurabi babilónico.) La tercera in-
vasión, llamada ciramea —por el siglo xiv a.C.—, habrIa Se-
guido, en general, las huellas de sus predecesores, ocupando
Siria y fijando su capital en Damasco—, como lo hard su
parentela islámica veinte siglos después.
Naturalmente estos bOrbaros del desierto aportan poco y
nada a las tierras y pueblos que conquistan —como no sea
su idioma y sus dioses, al comienzo por lo menos— y ten-
minan confundiéndose con ellos, absorbiendo su cultura y
transformando algunas de sus viejas ciudades: Ur, Babilonia.
La irrupción de los sedientos jinetes del gran desierto, de
dos mil años después, no fué producida, claro está, por el
delirio profético de Mahoma, sino originariamente como todas
—segün Burns y otros lo advierten— por una gran sequla
devoradora de oasis. La Volkerwanderung musulmana, de
maxima potencia centrIfuga, se derrama sobre tres continen-
74 LUIS FRANCO

tes: desde Sicilia y el sur de España y Francia y el forte de


Africa hasta la India. Conforme al patron de sus remotos
abuelos, los incursores islámicos terminan per remansarse y
dejarse absorber per la civilización de los pueblos vencidos,
pues con el tiempo, lo que van perdiendo en fanatismo alco-
ránico To ganan en capacidad industriosa y en libertad inte-
lectual y social, es decir, en cuitura. Se truecan en albaceas
de los saldos de las civilizaciones sumergidas o cristalizadas
y ocurre asI que lievan no poco de la luz de la Hélade a bue-
na parte de la barbarizada Europa y del Asia en somnolencia.
Por siglos, el honor de la cultura humana se refugia en Cór-
doba y Bagdad.

Los herederos de Sumeria se establecen a la orilla de los


rIes paradislacos (Babilonia sobre el Eufrates, Asur y Ninive
sobre el Tigris), rodeados de aguas navegables para el tráfico
y de canales para el riego, en una Canaan ubérrima, es decir,
idealmente emplazados para la agricultura y el comercio.
La necesidad de defenderse los inició en la guerra, pues su
primer doble cuidado fué poner dique al flujo de los rios y
al flujo de ladrones del desierto. La torre de Babel fué cons-
truida no para subir al cielo sino para bajar las ambiciones
d los pastores nómades. Asi se vió obligado Abraham a de-
jar Ur y volver a su tierra de origen. En realidad, la causa
quo significaba un ascenso para el hombre y un agrado para
sus hados era la del "labrador de la tierra" (Cain) y no la
del "pastor de ovejas" (Abel), aunque la Biblia, voz de un
pueblo de pastores, diga lo contrario.
"El imperio de Sumeria y Acadia, fundado por la dinastIa
sumeria de Ur ("Ur de los caldeos" de la Biblia) y restaurado
por la dinastIa amorrea de Babilonia en el reinado de Amu-
rabi (1950-1900 a.C.), dejó una profunda influencia en Meso-
potamia y Siria" (Toynbee). Su escritura cuneiforme fué re-
emplazada solo a fines del ültimo milenio a.C. por el alfa-
beto. Y nadie recibirá más influencia y heredará más —hasta
sus mitos—. que el pueblo de Abraham y Jacob.
La decadencia del Imperio Sumerio-Acadio provocaré Ta
gran invasion barbara (Volkerwancler'ung) de los Arios, ye-
nidos desde la estepa euroasiOtica, que destruirá en la India
la cultura del Indo y originará la védica, y levantará sobre
Egipto y Mesopotamia subyugadas el no durable imperio de
los Hicsos.
Las gentes que habitan el Iran y después constituirán el
gran imperio de medos y persas, adoran la Naturaleza igual
que el egipcio o el indio, pero el hombre se mantiene frente
a ella come un valor positivo. Su fetichismo —el más alto
conocido— es la universalidad de la luz. El dualismo que apa-
rece con elTo3 —tinieblas-luz, mal-bien, Ormuz-Arimán— im-
plica un progreso, porque el espiritu positivo precisa de la
PEQUE10 DICCIONARTO DR LA DESOBEDIENCIA 75
antItesis, es decir, de la diferencia, como punto de partida
del verdadero poder del pensamiento.
Mitra es la sublimación de la pureza moral del hombre,
ci puente entre éste y la divinidad. (De aquI, hasta con su
comunión de pan y vino, salió el Jesucristo judaico-occiden-
tal.) La exigencia de bundad a] hombre, de la religion persa,
es un presupuesto dc su voluntad propia y de su libertad
subjetiva. Lo cual estã por encima del cristianismo agusti-
niano, que hace del hombre un esciavo de la gracia de Dios.
La iuz zoroástrica "pone al hombre en situaciôn de elegir",
esto es, rompe la servidumbre, y para ella ci hombre interior
no es la negación del exterior: conservar lo vivo, plantar
árboles, alumbrar manantiales, fertilizar yermos, tanto como
practicar la benevolencia y la justicia: es hacer que Ormuz
prevaiezca sobre Arimãn.
Estos medos y persas que terminan por ensefiorearse del
viejo habitat de Sumeria y Babilonia y rebasarlo, comienzan
sienclo gente sencilla e ingenua, que van aprendiendo de babi-
lonios y lidios las comodidades de la vida y los dones de la
cuitura, pero que tienen un claro sentido de humanidad supe-
rior a lo conocido hasta entonces y a mucho de lo que yen-
drá más tarde. El imperio persa es más moderno que ci ro-
mano y ci napoleónico: respeta a los pueblos conquistados
su individualidad, su lengua, su religion, bastãndole el pago
del tributo. (La India y la China sumergen en su phimbea
uniformidad aun a sus propios conquistadores.) Los judios
pasan religiosamente a cuchillo a todos los no eiegidos de
Dios, a todos sus adversarios vencidos, pero ci caldeo Nabu-
codonosor se conforma con ilevar cautivos a los hijos de Is-
rael y ci persa Ciro los libera graciosamente. Solo que la vo-
raginosa concentración de poderlo imperial rematará al fin
en lo consabido: la más fünebre y grotesca servidumbre.

Los fenicios han sido subestimados con alguna justicia y


con no poca injusticia, pues en ci fondo todos los pueblos
—desde ci babilonio y ci romano al judlo y ci yanqui— son
profesionalmente comerciantes. Se dirá que los fenici qs fue-
ron sOlo eso, lo que tampoco es exacto. Estos asiáticos del
Mediterráneo son ci polo opuesto del chino, del indio y de
toda la somnolencia asiática: gente incoerciblemente activa
y andante, dotada de la más profunda audacia y de una vasta
capacidad de iniciativa e innovaciOn. .Qué inventan ci cristal
y la pñrpura, entre otras cosas? Aigo mãs: son los inaugura-
dores de la navegación atlántica y los creadores del aifabeto,
Adán de todos los alfabetos modernos.

Los israelitas han sido prodigiosamente exaltados por haber


"uprimido los limites de lo oriental", concibicndo lo espiri-

I_
70 LUIS FRANCO

tual puro, esto es, desespiritualizando la Naturaleza. ,,Es que


la desespiritualización de la Naturaleza corresponde a la rea-
lidad y es ganancia para el hombre? La intolerancia jabatuna
del pueblo judio con los otros pueblos no parece ser una
respuesta afirmativa. Peor parada sale la pretension de que
el cristianismo ha superado al judaIsmo por esa ültima y bal-
dia quintaesencia de lo oriental que es la concepción de la
inmortalidad personal del alma.
Los hebreos ilegan en los ültimos siglos de su historia a
una concepciOn moral muy elevada, pero no superior a la de
los persas o de los helenos. Muchos pasajes de su literatura
son comparables a los más grandes de la literatura mundial.
El rasgo prócer de su carácter es su negativa a caer en esa
mengua comln a Egipto y Roma y todo el Oriente y de que
solo los griegos se salvaron: doblar la rodilla ante otro hom-
bre. Fué tal vez la enseñanza decisiva de los profetas, hombres
mucho más próxirnos al caudillaje popular que a la teologia,
y que en defensa de los oprimidos hicieron la más grandiosa
oposición parlamentaria a reyes y ricohornes que se escu-
chara nunca.
Las limitaciones del pueblo de la Biblia no son menos gran-
des. De su fogoso credo de pueblo elegido de Dios le vino
su exclusion de los otros pueblos, es decir, la salvajez sacra-
meritada de su incomprensión y su odio y su doblez. Bastará
recordar la conducta de Jacob con Faraón y la de sus hijos
con Sichern, y la epilepsia carnicera de Josué en Jericó o Hal
o dondequiera contra Amorrheos, Hetheos, Pherezeos, Cana-
neo y Jebuseos. (Egipto y Babilonia, en cambio, se conforma-
ron con poner a Israel en cautividad, y Persia lo excarceló
sencillarnente).
Tampoco conocen los hebreos las ciencias ni las artes. Pero
creen, rnás que cualquier otro pueblo, en esa supersticiOn
troglodita por excelencia llamada rnilagro. Hasta en sus ülti-
rnos dias, su gobierno sigue siendo más o menos teocrático,
como en los peores tiempos do Egipto o Babilonia. El princi-
pio del mar les es desconocido, es decir, no conocen la nave-
gación. En agricultura, como observa Eduardo Meyer, nada
que recuerde las hazañas hidráulicas o geórgicas de egipcios,
babilonios o chinos. No enriquecen al mundo con un solo
invento.

Como Israel en el orden religioso y moral, Roma, en ci


terreno politico, civil y literario ha sido exaltada desafora-
damente. Cicerón es la sabidurla y la eocuencia; Tito Livio,
la historia; Virgilio, la poesia; el derecho romano, el derecho
en si. Es una Roma vista con lupa y con la espalda vuelta a
los demOs pueblos, pues Roma clOsicarnente fué, por imperio
de su clase dirigente, un pueblo de "bandits des grands che-
mins". Fuera de su gigantismo constructor (arcos, termas,
acueductos, carreteras—, en que no sobrepasó a los construc-

I.
PEQUE0 DICCIONARJO SE LA DESOBEDIENCIA 77
tores de as Pirámides o de a Muralla china, o a los termites)
y de su asoladora capacidad imperial, Roma no crea nada.
Su genio se expresó todo en la violencia y la rapacidad orga-
nizadas, sei'vidas beatamente por las legiones. Su militarismo
constrictor solo tiene parangón en el laconio, el asirio 0 el
azteca, con la diferencia de que ninguno de éstos tuvo Papi-
nianos ni Pandectas para edificar a la humanidad...
La "virtud romana"? Fué la avaricia y la prepotencia ca-
nonizadas, esto es, la anulación del hombre como criatura de
pensamiento ante el Estado-Moloch. La apoteosis del princi-
plo de autoridad, el Estado y la propiedad privada sacramen-
tados como no lo hablan sido nunca, desaiman al hombre.
Esencia del sistema: "los sübditos deben sacrificarse a los
que mandan: el individuo al Estado", "un mundo no regido
por hombres sino por normas abstractas" (Iehring). La razón
del Estado contra la razón humana, sin recular ante ninguna
abyección ni perfidia. La ciencia, el arte, la moral, la religion,
el hombre: meros apéndices del Estado. "La tiranIa del Esta-
do sobre el ciudadano, éste la transferIa a sus hijos" (Hegel).
"El castigo de los hijos por los crImenes de los padres, me
apena mucho, pero esto es un designio sabio de nuestras le-
yes", explica frailunamente Cicerón.
La cacareada lucha entre plebeyos y patricios fué cediendo
sin inconvenientes ante el creciente interés comdn en la con-
quista y explotación de los pueblos vecinos. La guerra Va
trocando en soldados a la mejor parte de los labradores, y
a la otra parte la desplazan. los latifundios y los esciavos.
El Imperio ya está en la RepiThlica, como los colmillos del
jabali en los dientes del jabato. Y es claro que el tita-
nismo del poder politico trajo el titanismo de la servidumbre
externa e interna del romano. Puso cadenas al mundo en-
tero y él quedó encadenado por ellas. No hubo gentes que
perpetraran más consciente y denodadamente la violación
de toda razón y todo derecho que los Supremos Hacedores
del derecho. Cartago, degollada, incendiada (y arada y sem-
brada de sal) y Corinto y Jerusalén favorecidas con el mismo
tratamiento, solo tienen su digno parangón en el degüello e
incineración de Jericó y Hal por Josué, el Escipión circunciso.
Al Capone se queda corto de manos y genio al lado de los
generales romanos.
El capitalismo romano no ara ni siembra: se reduce a cose-
char lo ajeno. Los oficios magnos del Imperio estOn desem-
peñados por los usureros, los arrendadores de impuestos y
minas, los especuladores de tierras, los traficantes de esciavos.
Roma hereda a todos los ricos no romanos antes de que
mueran (Salvioli). Vive de los saqueos y de los impuestos
—saqueos permanentes—. El derecho romano es el Anticristo
del derecho no romano (Niebuhr).
AsI llego a lo que debiO liegar: una minorIa podrida por el
exceso de riqueza y el inmenso resto podrido por el exceso
de miseria. El más eufOnico de los abogados, CicerOn, es "un
78 LUIS FRANCO

firme defensor de avaros y especuladores" (Rocker). Los me-


jores paradigmas de la virtud romana, Bruto, Catón y Se-
neca —éste solo ahorró trescientos miflones de sextercios—,
son los más cesáreos usureros de la romanidad. Algo más:
solo Roma iegó al mundo un Liiiculo, genio impar en el arte
de masticar y deglutir. Pueblo inesencial y filisteo por anto-
nomasia.
"Grecia vencida cautivó a su orgulloso vencedor e in-
trodujo sus artes en el agreste Lacio" (Horacio). Algo más:
la romana —etrusca en su médula— fué gente soberbiamente
inculta. Como todo pueblo en que la libertad individual es
una ausencia, fué un castrado para el pensamiento, el arte y
la convivencia humana. Imitó con genial servilismo a Grecia,
pero sin fecundar su espIritu con el espIritu jOnico o ático,
que eran su antIpoda. Sus müsicos fueron griegos, y tam-
bién sus pintores y escultores, porque habia en él una militar
incompatibilidad con las artes plásticas. La Eneida y las
Bucólicas son virtuosas adaptaciones latinas de la Iljada y Teó-
crito. Hasta el luminoso Lucrecio se concreta a versificar
las ideas de Epicuro. Sus filósofos son opacos consignatarios
de alguna de las escuelas griegas, principalmente de la estoi-
ca, que es mOs oriental que helénica. Como no podia ser
menos, saquearon también el Olimpo y trajeron sus dioses
junto con sus estatuas. Tampoco en la ciencia crearon nada,
y en astronomIa adoptaron sumisos los errores de Ptolomeo,
incapaces de sospechar la videncia de Aristarco de Samos,
que ya estaba en el zaguán de Copérnico. Y si algo define a
Roma como la anti-Grecia misma, es que el glorioso teatro
de Atenas estaba representado en la metrOpoli del Tiber por
el circo, en que la fastuosa brutalidad y vulgaridad romanas
se mostraban vivitas y coleando.
En general la literatura, la filosofia y el arte eran en Roma
pasatiempo elegante de un pufiado de potentados aburridos.
Los literatos y artistas, pese a los disimulos de la retórica,
eran paniaguados de algñn barrigudo Mecenas o bufones im-
periales. El perfecto elvis romanus era un fariseo simulador
de lo que mOs le faltaba: majestad y decencia, y su mejor
muestra fué 'el casquivano e indigno CicerOn" (Wirth).
Heine primero y Mommsen después se anticiparon en ver
en el derecho romano (esqueleto juridico de todos los estados
cristianos, segiin Schlegel) una beateria supersticiosa. "Biblia
del egoIsmo" llamó el primero al Corpus Juris. 0 sea, alguien
se atrevió a ver que el derecho romano era la loba vestida
de borrega, vale decir, la teologIa de un pueblo de mIlites
y rábulas que terminó por creerse el pueblo elegido por Je-
hovã-Estado para enyugar y ordeñar a las demás naciones.
La ültima hazaña de Roma fué haber contagiado a su pro-
pio vencedor, el cristianismo: el cesarismo resucitó al tercer
dia en el papado.
1'EQUE10 DICCIONARIO DE LA DESOBEDIENCIA 79
Por cierto que el Nuevo Mundo es tan viejo como el Anti-
guo, y geológicamente, Europa y Asia Menor son más jóvenes
que Sudamérica y Australia. Ameghino creyó demostrar o
demostró qué el territorio de la Argentina nunca estuvo su-
mergido totalmente desde el cretáceo (por ende, las especies
pudieron evolucionar sin interrupción millones de aflos) y
que cuarenta y dos grupos de mamIferos —incluIdo quizá el
hombre— eran oriundos del cretáceo superior o del eoceno de
la Pampa o la Patagonia.
Segün una inscripción hallada por Schliemann en Creta, los
egipcios descendIan de un sacerdote de los Atlantes. Se sabe
que entre griegos y egipelos sobrevivió la leyenda de tierras
y gentes sitas en el Atlántico o más allá.
:No se equivocaron los astrónomos de Potsdam que, guián-
dose por ciertos jeroglIficos relativos a la posición del sd,
uijaron la antigüedad del templo de Tiahuanaco? "Han des-
cubierto también que no estaba terminado aiin en el ai'io 9500
a. de C. Cerca de ese templo pueden verse los vestigios de
un puerto maritimo inconcluso, lo que demuestra que en
aquella época Tiahuanaco se hallaba situado a la orilla del
mar" (Braghine).
Las coincidencias o analoglas entre los Mayas y muchos
pueblos del Viejo Mundo no son menos despampanantes. En
Grecia, Maia, la madre de Hermes, era esposa de Atlas. En
la India, Mala representa "el principio femenino de la divi-
nidad". Heuseling (citado por A. Compaired) habla del co-
mün origen de chinos y mayas, aunque basado en el cotejo
astronómico, descuenta la prioridad y superioridad de los ül-
timos. El parecido, que algunos dicen parentesco, entre éstos
y los egipcios, es más numeroso ann: industries, artes, ritos,
algunos signos jeroglificos (Plongeon). En cuanto a los he-
breos, su Genesis parece haberse inspirado en el Popol Buj,
el Genesis maya, con su primer hombre de barro y su diluvio
punitivo.
Falenque, descubierta a fines del siglo xviii, es la cuna y
el sepulcro de la más alta civilización americana; Palenque
hundida bajo la inundación oceánica de la selva tropical, y
tanto que sus templos reflotados boy están siempre bajo la
amenaza del bosque como en el fondo de un mar Rojo abier-
to, pero listo para cerrarse de nuevo. Tamaña circunstancia
ha bifurcado la opinion de los historiadores: unos, con Spin-
den, creen que los mayas fueron capaces de luchar victorio-
samente con ese enemigo más o menos invicto hasta hoy
que es la jungla del trópico en tierras hümedas; otros, con
Huntington, desechan la hazaña y suponen que el habitat ma-
ya fué bastante més benigno en otro tiempo.
Mas cualesquiera que sean su antigUedad y sus circunstan-
cias, la civilización maya está Rena de agudas sorpresas:
asienta su economIa en una agricultura sin más apero que
una estaca; alza sus monumentos sin usar un metal; conquis-
ta territorios y gentes sin usar casi la violencia. Tejidos de
80 LUIS FRANCO

algodón y plumas, tinturas, arte lapidario, cerámica, arqui-


tectura. Si, todo eso, pero hay algo más: una astronomIa su-
perior a la de los egipcios y babilonios y chinos, y un cálculo
del tiempo igual al del calendario gregoriano. Pero su genio
culmina en la escultura, a cuyo lado la de egipcios, asirios,
hindües, etruscos —0 quienesquiera que sean fuera de los
griegos— aparece barbara, hasta el punto de que, con trazos de-
licados y profundos a la vez, aliando la intensidad a la sereni -
dad, prodigándose en fisonomIas de noble patetismo o pensativa
gracia, apunta siempre infalible a su meta: la expresión de
su fe en el ser hurnano, en el poder de sus manos y de su
espIritu: la exaltación del milagro exterior e interior de ser
hombre. ZEs mucho que L. Séjourné lo proclame "el pueblo
aborigen más brillante que ha existido en el planeta"?

COMIDA DEL HOMBRE (LA)

No son pocos los observadores modernos que han denuncia-


do la tendencia inveterada del hombre de cualquier pals y
época a huir de lo presente e inrnediato —empezando por su
propio cuerpo, desde luego—, para deleitarse o torturarse con
las vaguedades de lo rnás lejano o pretérito o con las nieblas
del trasmundo. Nada de extraño, pues, que el de la salud, si
se exceptüa a los griegos, sea casi enteramente un problema
de la conciencia moderna, aunque el hombre moderno parece
estar ain lejos de resolverlo.
*
En efecto, hey como ayer o más, el hombre es el animal
enfermo por excelencia. Y todavIa media otra verdad espe-
luznante con aspecto de paradoja: cuanto más confIa el
hombre en la creciente eficacia de la medicina —desinfectan-
tes, analgésicos, anestésicos, reconstituyentes, etc.—, más de-
bilucho y enfermizo se muestra. El exceso de inyecciones pa-
recerla perjudicarlo hoy més que el exceso de sangrias en el
Medievo.
Y ahora, esta declaración de una autoridad médica moder-
na: "El origen de la mayor parte de las enfermedades reside
en la alirnentación". ("Per la boca muere el pez", dirá Pc-
rogrullo.)
El hombre, violador profesional de las leyes naturales, lo
es, ante todo, en lo pertinente a su alirnentación y vestido.
Corner bien significa para el gastrónomo (y todo hombre
es aspirante a gastrónorno) corner del mode más abundante
y exquisitarnente cornplicado y artificial, esto es del modo
más gustosamente suicida. Pero para el elemental buen sen-
tido, solo puede significar lo contrario: corner parcamente, y
FEQUE10 DICCIONAIuO DE LA DESOBEDXENCIA 81
solo aquello que está de acuerdo con la naturaleza de nues-
tro organismo.

La sobrealimentación produce, sin duda, más enfermos que


el hambre.
*
En el arte y la ciencia de corner, como en los otros, los
más altos resuitados de las cOtedras y gabinetes no pueden
ir contra lo que enseñan las cátedras vivas de la Naturalcza.
*
El ayuno —tan comün en la Naturaleza— es el mejor re-
galo que podemos hacer de cuando en cuando a nuestro cuer-
p0: una especie de claro domingo para ci descanso y la purl-
ficaciOn. For cierto que se trata de algo que no pueden corn-
prender los grandes ni pequeflos Trirnalciones de antes y
de hoy.

Nuestro cuerpo —no sOlo nuestros ojos y nuestra alma— es


una planta, un girasoi, y está orientado hacia la luz, precisa
alimentarse de iuz.
El sol y ci aire libre pueden vestir nuestro cuerpo más real
e idealmente que las mejores pieles y telas usadas hasta hoy.
La desnudez es o puede ser un estado de pureza orgánica y
moral a un tiempo. La desnudez es una especie de examen
de conciencia del cuerpo. Y quien habla de desnudez, habia
de baflo.
*
Saint-Poi-Roux, un poco chuscamente, liamaba al aire ma-
tutino "el coñac del padre Adán". La verdad es qua ci hom-
bre, mOs que cualquier animal, respira no sOlo con sus pul-
mones y sus narices, sino con toda su piel, "ese pulmOn pen-
férico", que dicen los fisiólogos actuales. El aire virgen de la
madrugada es la fuente de rejuvenecimiento, el numen inspi-
rador de las mejores cosas que en nosotros se dan, ci paralso
a la mano de que desertamos ciegamente.

No hay niño más alfeñicado y maicriado que ci cuerpo del


hombre de las civilizaciones, con excepción, sin duda, de lo
que parece haber sido ci hombre de la griega. ZQu6 mucho
que su hambre se haya pervertido?

También la sed del hombre ha degenerado fabulosamente.


El truculento exceso de grasas, sales, dulces, Ocidos, helados,
quemantes, picantes y excitantes que ingiere, ha trocado su
L1S FPA'CO

inmaculada sed de agua o de zurnos fis en la infernal-


mente implacable sed de alcohol.

Tcdos los engendros del alcohol —desde el vino al aguar-


diente o la cerveza—, todos los estimulantes o estupefacien-
tes —desde el café y el té al tabaco, la coca y el opio—, son
malandrines y encantadores que conspiran ya contra la ele-
mental salud y equilibrio funcional del hombre, cuanto más
contra su atletismo fisico y mental.
OR

El hombre de salud adánica encuentra en sus propias cé-


lulas los excitantes o sedantes que necesita, los fuegos del
fervor guerrero o apostólico, los velos y luces versicolores de
la embriaguez del amor o del arte.

El ideal de alimentación d& un organismo vivo no es el


aiiinento más concentrado y potente, sino el qua, conteniendo
los elementos qulmicos indispensables para dicho organismo,
no le ofrece onerosos óbices a su asirnilación y eliminación.

La came es el alimento justo para el buitre o ci leon. No


sOlo su armadura externa, desde sus garras a sus colmillos
o su pico, sino sus vIsceras y secreciones, están predestinadas
y predispuestas para ella. .Qué le van a hacer al chacal a al
buho los terribles ácidos de la came, si sabe segregar la
suficiente cantidad de amoniaco para neutralizarlos?

Pero el hombre no está destinado a ser siquiera un difuso


omnIvoro, menos un concreto carnIvoro. ,Que no tiene garras
ni colmillos de carnicero? SerIa lo de menos: le faltan, sobre
todo, intestinos y secreciones capaces de purgar saludable-
mente su organismo de las corrosivas purinas y toxinas de la
came. Eso enseñan los fisiOlogos naturistas.

Voltaire achaca al estreñimiento ci mal carácter de muchas


personas, y Nietzsche imputa a la dispepsia, frecuente en los
pensaclores, la concepción pesimista del destino del hombre y
la vida sobre la tierra, los sueños tránsfugas de felicidad
ultramundana.
.Seguirá el hombre conspirando contra su cuerpo y su
alma, siendo siempre sabre la Tierra un asesino de los hijo
PtQUEI0 DCCI0NARI0 DE LA DFSOBEDII:NC!A 83
de la Naturaleza que rods se parecen a él, un devorador de
cadáveres, una especie de tumba viviente y andante?

Cuando un prejuicio popular sacramentado por una tradi-


ción antiqulsima es también compartido por gran parte de
los hombres de ciencia, y conviene, adernás, a los intereses de
los pudientes, Se vuelve casi invulnerable. Tal el de dar por
indiscutible que la alirnentación cárnea —en general y tra-
tándose del hombre— confiere más fortaleza que la vegetal.
La Naturaleza, en efecto, no corrobora siempre, ni mucho
menos, la aserción. Uno de los miembros más fornidos, teme-
rarios y fulmIneos en el ataque de toda la zoologIa es un exclu-
sivo consumidor de hierba: el büfalo. Y una criatura de es-
tampa poco mayor que la humana, pero que tiene un arrojo
de avalancha y la fuerza de varios atletas, se llama gorila,
un pacifico cornedor de frutas.

La ciencia más actual no parece haber modificado en nada


el viejo testimonio de Cuvier citado por el dietista Esteve
Dulin: "Por sus dientes, por el tarnaflo de su aparato diges-
tivo, por la conformación de todos sus órganos y de su cere-
bro, el hombre es indudablemente un frugIvoro, como los
simios antropomorfos".
El hombre, corno sus primos velludos, fué una criatura
arborIcola, y naturalmente, solo de las zonas tórridas, dada
su delgada piel rnás o menos desnuda. AllI estuvo su sucu-
lento jardIn de frutas, cogollos y tubérculos. SOlo el invento
del fuego, que inició su grandeza prometeica, le permitió ir
ensanchando las fronteras de su habitat, desde luego gracias
al abrigo que el fuego importa, pero igualmente gracias a la
posibilidad de ampliar la lista de sus platos. En efecto, solo
trasformados por el fuego, pudo corner las carnes que repug-
naban a su instinto, no menos que la mayoria de los granos
intratablemente duros para sus dientes de frugivoro.

AsI el hombre devino animal cocinero. ,,SaliO ganando su


estómago, es decir, su salud?
Parece que ocurrió lo contrario: la insaculación de carnes
y grasas, semiputrefactas a veces, y de sales y pastas y ha-
rinas, resultO una abrumadora carga para una ligera y sen-
sible máquina hecha solo a tratar frutas desde rnillares de
Biglos. Ya el simple paso de lo crudo o lo cocido en el mismo
alimento, implicaba una profunda pérdida. Como ejemplo,
recuérdese que la leche deja muchas de sus mej ores propie-
dades en la hervidora. No hablemos de la degeneración o
empobrecimiento alimenticio producido por las frituras, los
adobos, los condimentos, las salazones, las refrigeraciones. Lo
84 LUIS FRANCO

pasado por la cueva de hechicero que es la cocina, ya está


más o menos muerto o cataléptico. Y ci hombre vivo no es
una máquiia fIsicoquimica, sino un organismo vivo y pide
alimentos vivos. LQue la cocción mata los microbios? Si, pero
no sus toxinas, que son lo más peligroso, contestan los fisió-
logos naturistas de hoy.

He aqui, pues, lo evidente: la salud del hombre tiene corn-


promisos inalienables no solo con la desnudez y el sol y el
aire inmaculados del jardIn bIblico, sino tarnbién con la sim-
plicidad jugosa, fragante y profunda de la dieta de Adán:
la frutal.
Con claro sentido de la realidad debe reconocerse que Si
en la vida civilizada, con el estilo que se ofrece hasta hoy,
una pura y constante alirnentaciOn de frutas es más o menos
imposible, nada obsta a cualquier hombre en la estación pro-
picia el ofrecer a su cuerpo una breve vacación edénica con
los dones del huerto. Otrosi digo: si algCin dIa el hombre se
resoiviera a emplear en la horticultura parte de la energia
que hoy gasta en producir carnes, harinas, salsas, embutidos,
conservas, y sobre todo elixires o extractos rnás 0 rnenos ho-
micidas, la cornucopia frutal del mundo sobraria para la
felicidad de todos los estómagos.
For lo demás, la dicta frutal —fruta fresca y pasa, cruda
y hervida— no es excluyente. Se combina buenamente con
la leche y la mid, con el huevo, la cuajada o la manteca, con
tubérculos tan milagrosos como la patata, con los Potosies de
vitaminas que la huerta y la hortaliza regalan al hombre.
Ahora digamos que no puede ser una innocua casualidad ci
que al contrario de las harinas o granos, crudos o cocidos, de
las grasas y carnes muertas, las frutas prometen y cumpien
la dicha corporal del hombre con las maravillas pictóricas
y escultóricas de su color y su forma; con la riqueza, no
inferior a la de los pensiles, de sus fragancias; con los rios
paradisIacos de sus sabores y frescores.
Pero ci hombre, con su retardo infantilista y su aciago
prurito por lo yerto y muerto, tuvo y tiene una lIrica admi-
ración por los oros, las gemas y las perlas. Las frutas, esas
flores suculentas, esas gemas vivientes, le parecieron solo
dignas de un entusiasmo menor o casero.
Pero, Lacaso la granada, ci fruto purpurado y coronado, no
guarda rubies vivos mOs belios que los otros? ,Acaso la no-
ranja no resume en sí la rubicundez del oro y del sol y la
frescura de los cielos matutinos?
No, no quiero cantar aqui la alabanza de las frutas, uno de
los profundos motivos de la lirica del porvenir, a buen so-
guro. Solo que no es posible tocar tal tema sin nombrar
siquiera al melocotOn, sabroso, aromoso y refrescante como
el amor de una drIada —y la sandia, con su nieve de rosas—,
y la oliva, concebida por los griegos como ci presente de la
PEQUE10 DICCIONARIO DR LA DESOBEDIENCIA 85
diosa de la sabidurla —y la manzana, que hace palidecer la
gracia de las más verecundas mejillas de virgen—, y el mem-
brillo o el melon, que huelen como el corazón mismo de la
primavera. ,,Y olvidaremos adrede a la fruta de las frutas, la
de la vid, hecha con toda la miel y el fervor del verano y
con el rocio del alba?
Esto, para aludir solo a lo clásico, que entrar meramente
en el censo del trópico y subtrópico frutal americanos signi-
ficarla intentar un casi inacabable florilegio de sabores, dul-
zuras, frescuras y fragancias. Nombremos sOlo la chirimoya
y el ananás, dignos del plato y la copa de los dioses.

Considerado como hijo de la Historia Natural, frente a los


demás miembros de la zoologIa, el hombre aparece como el
ser revolucionario por antonomasia. Como actor de la histo-
na propiamente humana, el hombre es ya una criatura estre-
chamente conservadora, con una veneración supersticiosa o
fanática por su propio pasado y sus herrumbrosas costumbres.
No es una de sus menguas menores esta que le impide
romper del todo las cadenas de su milenaria servidumbre.
Pero tendrá que romperlas todas —las de la economIa y la
polItica, las de la moral y la inteligencia, las del amor y la
fraternidad—, si quiere verdaderamente su emancipación, por-
que la libertad es indivisible.
Entonces tendrá que revolucionar también de cabo a rabo
su bárbaro regimen alimenticio, jubilando todas las herencias
del abuelo antropófago o meramente carnicero, Si quiere con-
quistar la salud y la belleza de su cuerpo y la iluminación
de un alma realmente humana.

COMODIDADES V HONORES

No hay nada más incómodo que el exceso de comodidades.


No solo puede llegar al suplicio, sino que desacomoda inte-
riormente al hombre y lo reblandece exteriormente.

Nada da mejor idea de la novelerIa superficial y del espI-


ritu rebafiego del hombre que el imperio de la moda. Ella
ha liegado a ser para nosotros lo que Palas Atenea, Apolo
y las Tres Gracias para los griegos. El que cada generaciOn
se na sinceramente de la nidiculez de !as modas pasadas,
demuestra que todas son mOs o menos feas: todas son dis-
fraces. Son nuestra piel artificial que cuenta para nosotros
mucho más que la otra que ocultamos sistemáticamente. Nues-
tros vestidos, aun los llamados elegantes, no son un arte -

I.
86 LUIS FRANCO

algo de belleza viviente— sino una desfiguración más o menos


perversa dictada por el miedo a la Naturaleza y por la vani-
dad. No son en un tilde superiores al tatuaje y las plumas
del primitivo. Son e1 tatuaje de la civilizaciãn.

ConocI a un hombre que durante toda su vida trabajó como


un forzado e hizo trabajar como esciavos a cuantos depen-
dieron de él, incluso su propia familia .—ahorrando sobre su
hambre y su sed, su frIo y su sueño, y sin ahorrar ninguna
trampa ni bajeza—, todo Zpara qué? Para construirse el más
hermoso mausoleo de su villa. ,,Excepción? No, casi todos los
hombres, aunque lo ignoren, se mueven por un camino pa-
recido. Solo que el mausoleo de nuestra historia puede ilevar
otro nombre: gran casa, gran coche, gran cargo, gran casa-
miento...

Los pobres diablos (10 somos todos) creen de buena fe que


el reemplazo de la gorra de piel de marmota o del sombrero
de palma por el fieltro es una prueba de alto progreso hu-
mano.

Cuanto mOs monumental y fastuosa es una casa, más sus


habitantes parecen parásitos o sabandijas.

La cargazón y el lujo implican gustos inesenciales, y apa-


ratosos, propios del bOrbaro y de las civilizaciones bárbaras.
La sencillez y la ligereza son los signos de la verdadera cul-
tura. Tal vez sOlo los griegos comprendieron bien eso, y nunca
mejor que al ver a tal cual magnate de Asia —algün Creso
o Sardanápalo— adornar con cadenas de oro o pintar con
regios colores la cOndida desnudez de las estatuas helénicas.

Qué derroche de trabajo humano o animal, qué privacio-.


nes y fatigas para obtener la complicada y recargada apara-
tosidad de joyas, muebles, casas, ropas y coches de lujo, sin
contar las fioflerIas del sibaritismo! 1Y qué ataduras para el
hombre, que vive para ellas más que para si mismo, como
el árbol tropical oprimido de lianas!

La joya mOs maciza y briflante para el hombre más hueco


y opaco. Benissimo.

Los antiguos modistos que se esfuerzan en satisfacer los

I.
PE)' •O J;cLuARIo DL LA LLSO5LDLNCIA 87
gustos cada vez más agotados o exacerbados de las gentes
opulentas (los menudos iarásitos de los grandes parasites)
son los que crean las modas que las muchedumbres más 0
menos explotadas siguen rebaflegamente.

Advertimos de pronto que ni nuestra ropa, ni nuestra co-


mida, ni nuestra higiene, ni nuestro regimen sexual, ni toclo
nuestro regimen social se adaptan a nuestras necesidades pro-
piamente humanas.
*
En la casa de un hombre digno, solo hacen falta tres sillas:
una Para el amQr, otra Para la amistad, otra Para la soledaci.

Por cierto que la estufa eléctrica nos priva de la poesIa


profunda y vibrante del fuego, de la llama que se mueve con
la ondulación del agua y del aire, Pero subiendo siempre
hacia arriba como el Crbol. Podemos tocar el aire, el agua,
la tierra: el fuego es intangible. Danza con la danza del
cuerpo o del pensamiento. Alumbra como el pensamiento del
hombre, calienta como su amistad. Hahia también sin que
entendamos su lenguaje. ,Es un himno de combat; o de gra-
titud por la belleza y fervor de lo que vive? Numen purpüreo.
Está en el hogar come el sol en el cielo, Para contagiar con
su belleza cósmica ci cuchitril del hombre, cuando el hombre,
cansado de sus duros o vuigares trabajos, purifica y esclarece
junto a él sus pensamientos y sus suefios.
*
La mayoria de las lindezas del confort son muletas disimu-
ladas o plumas prestadas. No lo olvidemos.
*
Lo que tomamos por adornos en la Naturaleza no son tales:
no tienen un carOcter pegadizo, ni función puramente orna-
mental y externa; no, tienen raiz orgánica, una función y
una utilidad vital, y expresan Ia profunda voluntad de belleza
de lo que vive: asi la bella caparazón de la tortuga, ci canto
y plumaje de los pájaros, la ramazOn del ciervo, la fragencia
y colores de las flores portadoras de polen.
*
Capitolios, templos, bancos monumentales. Naturalmente la
democracia burguesa, explotadora como todas las politicas de
clase, reincide en el lujo zángano de los viejos explotadores
de Oriente.

I-
88 LUIS FRANCO

La sola renuncia a una larga serie de pseudonecesidades


creadas a lo largo de los siglos, a la sobrealimentación y a la
sobreseguridad, darian a la planta hombre una plenitud que
tal vez conoció en épocas iniciales o que no conoció nunca.

Muchos animales caldos en la trampa no trepidan en roer


su pata o su cola para recobrar su libertad. El hombre al con-
trario, se encadena gustosamente a si mismo con esos dorados
grilletes llamados palacetes, muebles suntuosos, ropas de lujo,
comidas refinadas y las mil baratijas de alto costo, conforta-
bles y estorbantes con que la alta explotaciôn y la alta
técnica de hoy sirven a la boba vanidad humana.

Solo el apego religioso a la tradición nos impide compren-


der que el reducirse a lo sobriamente necesario para vivir,
es de absoluta precision para no perder nuestra libertad de
cuerpo y espIritu.

CUERPO Y ALMA

Muy poco puede averiguarse del alma si no interrogamos


al cuerpo.
*
El alma no ignora ninguno de los recodos de la sangre.
*
En todas las épocas y zonas, hubo un momento en que €1
hombre desnudo dejó de creerse un hombre. Parece que solo
los griegos escaparon a esa perversion.

La cierto es que el camino del alma pasa forzosamente a


través del calumniado cuerpo del hombre.
*
Cuando el hombre fué ilevado a divorciarse de su cuerpo
(su cuerpo soberbiamente animal y su cabeza de celeste mons-
truo), su alma hubo de divorciarse de la tierra. Cierto que
el mundo era el patron de los edenes, y la vida era rods sutil
y hermosa que los sueflos, pero entonces ilegaron los recita-
dores de Ilagas, los predicadores de fosas del pesimismo.
*
PEQUE0 DICCIONARIO DE LA DESOBEDIENCA 89
Cuando ci cuerpo comenzó a ser una distancia del alma
o viceversa, se inició la plural anarquIa del hombre.

Sin duda el hombre es el iinico ser de apetitos falsos y de


sueños inütiles con frecuencia.

El exceso de vida del alma es para que sea aprovechado


por el cuerpo y viceversa.

El mismo molde del cuerpo sirvió y sirve para ci alma.

Un hombre puede vivir sin corner mucho tiempo, pero no


sin dormir. Y solo el torturado por ci insornnio sabe que el
suefio es el mOs dulce de los Angeles de nuestro cuerpo y
nuestra alma.
*
La came es tan profunda como el pensamiento o más.
*
En cualquier ser sincero, es decir, hijo de la Naturaleza, la
piel o ci plumaje son expresión de lo que el animal es aden-
tro. En nosotros ci traje expresa lo que queremos parecer,
no lo que somos.

No Se sospecha hasta dónde. (en una sociedad donde lo con-


vencional se hace naturaleza) el traje es casi todo ci hombre
o todo el hombre. Hasta dónde el uniforme de la moda uni-
forma los cuerpos y los espIritus, hasta dónde ci traje-standard
crea el hombre-standard.

El niño que soporta mejor el frIo y el calor que los rnayores,


que mOs que ellos gusta del aire iibre, recomienza un poco
la vida de sabia inocencia del hombre desnudo.

- El dia en que ci aire matutino del bosque, de la montana


o de la orilla del mar llegue a ser expendido per receta en
costosos frascos sellados, los boticarios aliviarán sus con-
ciencias y los clientes sus dolencias.
*
Aunque a muchos les suene a paradoja, el exceso de ropas
y ornamentos en el hombre civilizado es ci más ostensible
90 LUIS FRANCO

tributo a la barbarie. Ciertamente, ello tiene su raIz menor


en la necesidad de abrigo que en otras muy distintas: temor
a los demonios o al propio cuerpo desnudo, amor al orna-
mento, necesidad de hacer más autorizante la jerarquia so-
cial... En el Brasil (para no citar ejemplos remotos) hasta
ci siglo pasado los propietarios de esciavos y sus venturosos
iiñitadores paseaban en palanquin o en coches, entre mantas
y cojines de seda y terciopelo, vestidos de tenebroso negro,
cuello duro y galera; naturalmente, sudando hasta de las uñas
bajo el calor piutônico...

"Los cabeilos son una desnudez", sentencia del Talmud, la


expresión más heroica del grado de aberración y de miedo
a la belleza y la vida a que puede iiegar ci alma humana
bajo el fantasma del pecado.

El traje talar de nuestros sacerdotes es el uniforme ente-


rizo de la tiniebla para luchar contra todo lo que sea luz y
color en el mundo y en el espiritu, y desde luego contra el
cuerpo del hombre.

Si, damos la espalda al sol, a la liuvia, a los árboles, al


viento... pero nuestra ingratitud y groseria de chicos mal-
criados no mancha en un tilde la inmaculada bondad do la
Naturaleza para todo lo que es vida y belleza en nosotros.
*
La vida de nuestra came es chica, pero solo por ella senti-
rnos la vida grande que hay fura y dentro de nosotros.

Cuando el cuerpo no está vivificado por el amor se parece


a una momia o a una máquina.

Lo que el chino, el judlo o el cristiano llama cuerpo poco


se parece al almo cuerpo griego, al que vive en consonancia
con el espIritu y la naturaleza.

Dos soles: el de afuera y el que está en nuestra sangre y


amanece en el alma.
*
Nuestro cuerpo. Es, él mismo, un dios o la encarnación de
un dios.

I-
PEQUFO DICC0NALI0 OF LA DESOBEDIENCIA 91
No hay más pureza que la del espiritu abrasando cualquier
mateia, aun la más baja, y llevándola a la llama y la luz.

La obligación del hombre es sobrepasar al animal que


ileva en sj, mejorándolo, no enfermándolo.

El milagro de los árboles, floreciendo y renovándose en


plena madurez, es un ejemplo y una promesa para el alma
humana, y tal vez para su cuerpo, en parte al menos.

Alcoholes, condimentos, estupefacientes, restaurativos, anes-


tésicos... Zpor qué acudir a andaderas, muletas y espolines?
Por qué no usar solo nuestras propias fuerzas 0 nuestros
propios pies?

La historia ha hecho forzosamente del hombre un ser dual,


en quien el espIritu, conduciéndose como superior, perturba
a la sangre, que perturba a la vez al espiritu atemorizado, en
quien el conocimiento pasional y el mental son divergentes
o contradictorios. No habrá salud humana en tanto ambos
términos no se armonicen segün una ecuación més alta que
la original.
ECONOMIA Y DESTINO

Rasta hoy la opinion sobre los hombres la han expresado


aquellos que carecieron de la experiencia fundamental, aque-
lbs que nunca supieron lo que es agachar el cuerpo sobre el
trabajo duro y explotado, y que no pudieron ver, con ver-
güenza de si y de los oros, que quienes producen con laborioso
afán son quienes deben corner, dormir, vestir, viajar en con-
diciones de lástima y bochorno, frente a frente a la fastuosa
ociosidad de los zánganos que lo son porque el exceso de
trabajo ajeno lo permite.

La propiedad es hoy la expropiación del alma humana, el


mortal parOsito del hombre.

La caridad es el anti-Cristo de la justicia, es decir, de la


liberación.

La deformación, el hambre, la desnudez y la enfermedad


son problemas fibosóficos porque atañen a la totalidad hu-
mana.

2,C6rno va a admitir la pudibundez idealista que la libera-


cion de las necesidades materiales es el sine qua non de la
liberación espiritual?

El iinico que puede dilapidar, no s6lo sin ernpobrecerse


sino enriqueciéndose, es el potentado en bienes del espIritu.

El comün de las gentes tiende a olvidar que las actividades


industriales, profesionales o estatales no están hechas para
satisfacer las necesidades del buen pdblico: ni las farmacias
para nuestra salud, ni los abogados para defender nuestros
derechos, ni los periOdicos para nuestra inforinaciOn o ex-
presión de anhebos, ni la policIa o el ejército para nuestra
seguridad, sino para provecho inmediato de propietarios y
magistrados y ventaja mediata de la minorIa privilegiada.

Ningün terna, por puramente espiritual o intelectual qua


parezca, puede ser tratado con seriedad e integridad si se
prescinde de toda alusión al vergonzante fundamento eco-
nómico.
DJCCIONARIO DE LA DESOBEDJENCIA 93
El servicio social que el comercio presta con el transporte
de mercaderIas, no lo libra de su esencial tara parasitaria: la
de explotar riquezas en vez de producirlas.

Algo claro como el dla: para que exista un solo hombre


que pueda crearse necesidades más o menos artificiales y sa-
tisfacerlas asiáticamente, centenas de prójimos deben confor-
marse con satisfacer a medias, o mucho menos aün, sus nece-
sidades fundamentales: vestido, casa, comida, remedios, des-
canso.

Si aceptamos sin discusión los beneficios de la civilización


in se, debemos aceptar igualmente que la gran mayorIa de los
desposeidos de la civilización vive en condiciones iguales a
!as del salvaje y a veces mucho peores.

Como toda civilización hasta hoy se ha nutrido de la ex-


tracción de sangre y de sudor ajenos, toda riqueza está man-
cliada de infamia, sépanlo o no sus poseedores.

Cuanto más se tiene menos se es: decimos que en la medida


en que un hombre posee cosas renuncia a la posesión de sI
mismo.
*
Chateaubriand dijo que la filantropIa es la moneda falsa
de la caridad. Naturalmente el arpado trovador del catolicis-
mo se olvidó de agregar que la caridad es la moneda falsa
de la justicia.
*
Los codificadores y los jueces, como Jehová, están convictos
de que su justicia (mera canonización de despojos y privile-
gios sin nombre) es tan inmaculada como los armiños y los
angeles.

La miseria y la opulencia son dos parejos enemigos de la


persona humana. La miseria convierte al hombre en una bes-
tia acorralada por el hambre y el frIo y la desnudez, sobre-
viviendo puramente a la defensiva, en una angustia tan fe-
rozmente negra como la de los lobos hambrientos sobre la
nieve. La opulencia lo trueca en una bestia viciosa, Ilena de
apetitos falsos, siempre a la pesca de diversiones, porque se
aburre mortalmente. Oh, algo muy semej ante a un perro cas-
trado y cebado descansando sin fatiga sobre una rica alfombra.
*
94 LtIrS FRANCO

Cuando no haya ricos ya no habrá ninguna necesidad de


pobres.

La primera ventaja de una igualdad externa —digo sobre


la base económico-polItica— entre los hombres, estará en quo
las capacidades extraordinarias se verán mucho menos ex-
puestas a anularse o descarriarse.

Solo la dictadura de los prejuicios impide advertir que los


gustos más sencillos —los que cuestan menos— son los üni-
cos filosóficos y poéticos, esto es, los Onicos que coinciden con
la dignidad humana, y en ñltima instancia, con el claro gozo
de vivir, quo el ascetismo y sibaritismo oscurecen o niegan.
La Onica criatura humanamente opulenta es aquella cuyos
lujos cuestan tan poco como un claro de luna, un baño en el
arroyo, una lectura de Shakespeare, el logro de una sonrisa
adorada. El hombre rico —el de plena independencia econó-
mica!— no solo es un esciavo guardian de su riqueza, sino
que como la riqueza pide implacablemente más riqueza y
hasta hoy la riqueza de uno implica la miseria de muchos,
todo eso se convierte en algo más degradante que la sed del
borracho.

El gentleman, el caballero, es una criatura cuyos hábitos y


cuyas mañas suntuosamente artificiales suelen separarlo con
mayor o menor rigor de la Naturaleza. ZPod6is imaginarlo
cortando lefia para hacer su propio fuego y preparar su co-
mida, bañándose en el remanso, jugando con cualquiera so-
bre la nieve, componiendo el techo de su casa? Lo imagináis
abrazando a un hombre de una clase que él llama inferior,
aunque ese hombre acabe de salvarle la vida?
*
Si rufianes son los que explotan comercialmente el cuerpo
de amor do la mujer ,qué nombre daremos a los que explo-
tan el cuerpo laborioso del hombre, atrofiando de rebote su
cerebro y su corazón?

El mejor aperitivo para los Gresos estragados del estómago


serla mirar comer a un muerto de hambre.
*
Si el dinero tiene mucho del misterio siniestro que las re-
ligiones atribuyen a sus demonios, se debe a quo es la cifra
y el simbolo más claros de la explotación del hombre por
su semej ante.
rntiSo DICCIONALUC) DL LA DESOBEDIENCIA 95
Esos inefables parásitos que son los miembros de toda alta
sociedad precisan a toda costa esconder su desocupación, es
decir, el tenebroso vacIo de sus vidas: entonces se dedican al
deporte, a la caridad, al juego, a la filosofia idealista, a los
viajes, al neotomismo, a cultivar alguna enfermedad de moda
—cualquier cosa, siempre con igual espIritu.

Coma en la Navidad los Reyes Magos se olvidan de los ni-


fios pobres, éstos comienzan desde muy temprano a verie a
la vida la flnica cara que les mostrará siempre: la de perro.

Es más fácil a un camello entrar por el ojo de una aguja


que a un rico entrar en el reino de la nobleza humana.

Puede decirnos algfln zahori en qué se diferencian los ne-


gocios sucios de los que no lo son?

El secreto de la felicidad: sentarse a una mesa de rey con


apetito de mendigo.
*
El olimpismo a angelismo de los nobles en ocasiones llegó
al punto de olvidar que (mientras superalimentaban a sus ca-
ballos, perros y halcones de caza) el hombre-plebe no
vivIa solamente de aire. Debió sonarles a cosa absurda la exi-
gencia de la Revolución expresa por boca de Saint Just: "e]
pan es un derecho del pueblo".
*
La filantropIa es para el que la hace, no para ci que la
recibe. El poderoso que se permite la filantropia coma un
privilegio más, no se esfuerza por aclarar que ci origen de
su opulencia es también el de los males que intenta aliviar.
Ni tampoco que cortando las ramas del mal, sin ir a la
raIz, no hace más que podar el árbol, es decir, vigorizarlo.
Sin contar con que hasta el estilo de vida que gasta el Creso
dadivoso es una ostentosa burla de la vida que lievan los
necesitados.

Quien se agacha a lustrar sus propios zapatos hace más por


eliminar la miseria del lustrabotas que quien lo soborna con
su propina.
*
Los fundadores de ligas de templanza, los reformadores de
96 LUIS FRANCO

prisiones, los propagadores de ollas populares y otras gentes


de esa laya son la peor especie de demagogos y manosantas,
aunque no lo sepan.

Lo que hace doblemente odioso o ridIculo al filántropo ofi-


cial o privado es la superioridad moral que se arroga sobre
los favorecidos y su eterna queja de la ingratitud de los
mismos.

Todo propietario —todo detentador de propiedad privada-


crIa alma de mercachifle y usurero, inevitablemente.

La riqueza material, como el tocino al cerclo, termina blin-


dando al hombre contra todo lo que sea verdaderamente
belleza y espIritu.
*
El estado de pobreza —no de miseria— es indispensable
para gozar de las verdaderas riquezas de la tierra: las que
no se adquieren con dinero.

Hay gente que habla de sus éxitos comerciales con énfasis


heroico y aun apostólico!

Cuán caro (qué de sudor y sangre, de incienso y de oro)


ha costado y cuesta a la humanidad el liamado culto, o sea,
los gastos de representación de los dioses!
*
Qué sabidurIa realmente angélica revela el haber dado con
la idea de la igualdad celestial de las almas conio compensa-
ción a la desigualdad terrena de los cuerpos, es decir, de
los bolsillos.
*
.Es acaso un secreto que una gran fortuna con nombre
propio está hecha con innumerables infortunios anónimos?

Los medios de que un hombre se vale para obtener el gran


dinero imp]ican siempre la brutalidad o la canallerIa, pese
a su disfraz de inocencia cuando no de honorabilidad. Los
rnedios que emplea para gastarlo, suelen ser més lacrimosa-
mente miserables aün.
*
PEQUE0 DICCIONARIO DE LA DESOBEDIENCIA 97
Mientras las masas sigan uncidas al yugo económico la
libertad electoral será la de elegir la variante en el tipo de
coyundas.

Emerson, pagando la multa impaga que llevó a la cárcel a


Thoreau y con que éste Se propuso desenmascarar a la pluto-
democracia, es una buena muestra del especIfico tartufismo
que padecen los filósofos puros.
*
Naturalmente la economIa polItica —la ciencia de la ri-
queza y la pobreza— debla ser la más mistificada, dado lo
entrañable de los intereses que debIa ocultarse. Los econo-
mistas y sociólogos burgueses son meros abogados, aunque
no lo sepan ni lo crean. Nunca les conviene ver las ieyes del
proceso económico y sus perspectivas trascendentes, y no las
yen.
*
Smith y Ricardo, con espIritu teológico todavIa —como sus
epigonos de hoy— vieron en el capitalismo un sistema normal
y eterno. Pero el abogado del diablo —es decir de los explo-
tados— le vió, sin telarafias, el carácter transitorio. Natural-
mente, al señalar sus contradicciones irremediables, denunció
su irremediable colapso.
*
Comenzó evidenciando su secreto más inconfesable: que la
parte de trabajo no remunerado, o plusvalia, es la que engeri-
dra la riqueza de los ricos. Esa iniquidad es ci acérrimo fer-
mento del caos social y de la lucha de clases: como los ideólo-
gos burgueses no quieren entender esto, se quedan sin enten-
der nada. Quien tiene la plusvalIa tiene en sus manos las
Haves del Capitolio y de la Iglesia, de la Sorbona y de la
Bolsa, del cielo y de la tierra. La Revolución universal que
se avecina significa un segundo avatar de Prometeo que ex-
prcpiará el fuego a los dioses del Olimpo capitalista.
*
El otro secreto delatado por el rábula del diablo fué la ley
de la inevitable concentración del capital, icy que determinó
su ascenso glorioso, pero que ya ha determinado su declina-
ción y su próximo derrumbe. Naturalmente fué visto ya
que a esa concentración creciente de riqueza arriba responde
la acumulación de dolor, miseria y degradación abajo, con-
tradicción que solo puede solucionar la muerte seguida de un
nuevo nacimiento.
*
El capital monopolista se ha convertido en ci demonlo tota-
98 LUIS FRANCO

litario. Los pulpos medianos y chicos van siendo eliminados


por el gran pulpo que dilata sus tentáculos para sorber al
mundo.

tin mero detaile de la evolución capitalista: aumento del


capital constante (máquinas y materias primas) a expensas
del capital variable (fuerza de trabajo). Camino galopante de
enriquecimiento y de galopante bancarrota.

El ejército industrial de reserva (obreros) ocupado en las


épocas de bonanza y licenciado en las de crisis, se ha trocado
en nuestra época en un ejército permanente de desocupados
y semidesocupados vitalicios, que va creciendo inexorable-
mente como Un cancer.

La creciente preponderancia de la máquina sobre la fuerza


de trabajo, aumenta la concentración y el beneficio capita-
listas, al par que la desocupacióri y miseria de las masas pro-
letarias y la atomización de las clases medias: pero al lievar
a lo trágico la contradicción del sistema, crea la necesidad y
la posibilidad de superarlo. La maquinaria liberada liberará
a la sociedad entera.
Tr

La vieja clase media económicamente independiente va mu-


riendo por asfixia —es decir, se proletariza a toda priesa,
aumentando el ejército incontable de los desocupados. (Cau-
sa: la pequeña propiedad desaparece absorbida por la grande).
Que aparece una nueva clase media? Si, la de los emplea-
dos, abogados, medicos y técnicos de las empresas capitalis-
tas... completamente dependientes de sus amos. Son un pro-
letariado tan dorado como servil.
*
Desde el punto de vista del interés material de la sociedad,
el capitalismo significa ya un aquelarre homicida. Su econo-
mia no es una coordinación armoniosa sino una pura anarquia;
no una concordancia pacIfica sino un isAlvese quien pueda!
Su expresión más cristalina in constituyen las crisis: cuando
en ci olimpo capitalista se acumula orográficamente la su-
perproducción, en el mundo inferior cunden la desnudez y
la tos, los calambres de estómago y los entierros.

Hasta la primera guerra mundial, las altas inteligencias


burguesas —desde los capitanes de industria y los profesores
universitarios a los burócratas sindicales— se mostraron con-
victas y confesas del progreso indefinido de la sociedad capi-
PFQU!1O DICCICNARrC OF LA OESO3FO,ENCrA

talista y de la eliminación gradual de todos los conflictos.


Las dos panguerras y el nazifascismo fueron Ia liquidación
general de tales ilusiones, pese a lo cual siguen aiin los
devotos del reformismo empeflados en considerar al impera-
tivo de la revoluciôn social corno una ilusión de la barbaric.
El socialista Jean Jaurés fué el mayor apóstol de tan fervorosa
ceguera.

Con el ocaso capitalista, el progreso de la humanidad entra


en un pantano sin vado. Los distintos progresos técnicos
—aviación, radiotelefonla, desintegraciori del átomo— usados
para defender lo indefendible, no hacen más que apresurar
el gran derrumbe. El capitalismo, que arroja parte de las
cosechas al mar y centenares de millones de hombres a la
guerra, se ha quedado ya sin futuro. Las más acreditadas
charlatanerias —la del Papa, la del fascismo, la del New deal,
la de Burnham— no logran ya ni siquiera tocar un pelo a la
verdad.

SuprImanse los presupuestos de guerra (el 50 per ciento del


presupuesto de cada nación), suprImase el semillero de mi-
msculos paIses con sus gastos fabulosos solamente en repre-
sentación diplomãtica, suprImanse ci clero oficial y la mayor
parte de la burocracia, suprImanse los yates, automôviles y
aviones particulares que cuestan tanto como los del servicio
piblico, suprImase lo gastado por empresas y gobiernos en
propaganda y soborno, suprImase todo eso y las pompas füne-
bres y podrá sospecharse que la capacidad productora de Ia
sociedad moderna basta para liberar económicamente a cada
uno de sus miembros.

El capitalismo, con su prodigioso desarrollo industrial, co-


mercial y técnico ha unificado el mundo. Los nacionalismos,
progresivos en ci siglo pasado, son hoy, con sus aduanas,
sus diplomacias y sus ejércitos, la peor conspiración contra
ci futuro. La expansion de las fuerzas productoras ha creado
una economIa mundial que ha roto ci marco de las economias
nacionales y ha suprimido de hecho las fronteras patrias. Ese
sentido tienen las guerras de hoy o matches entre los distintos
grupos imperialistas, cada uno de los cuales, para no ser
tragado por los otros, busca tragarse la bola del mundo. Las
luchas imperialistas destruirán ci mundo porque en verdad
luchan contra la historia. No hay más salvaciOn para la socie-
dad humana de hoy que la unificaciOn de todos los paIses,
no partiendo de la prédica budista, evangélica o del gandhismo,
sino de la planificación mundial de la economla.
100 LUIS FRANCO

Ocurre, pues, per prirncra vez en la cronologla humana,


que la producción puedo bastar a las necesidades del consumo.
Falta que a la actual socialización del trabajo suceda la
socialización de los productos. Esto no es sueflo de ilusos ni
una metafisica de hambrientos, sino un resultado del proceso
social, un imperativo del devenir histórico que la humanidad
debe ilevar a cabo a trueque de caer en una esciavitud ms
agoniosa que las conocidas. El socialismo es inevitable siei-
pro quo los hombres acompasen sus pasos con los do la historia.

STADO (EL)

Obligados par la evidencia a reconocer que en la historia


el Estado aparece inmediatamente después de la escisión de la
sociedad en clases, los ideóiogos de la burguesIa y del socia-
lismo a la nazarena sostienen que ci Estado es una expresión
tIe eonciiiación de ciases —no de la opresion de una clase
par otra, o sea de que los antagonismos de clase en irreconci-
liables. La deformación do Kautsky —que es la adoptada por
otros zahorles— es mae sutil todavIa. No se niega teóricamente
que el Estado cc órgano de la dominación de clase, ni siquiera
que la antinomia de clases no tiene solución ni componenda.
Pero se deja de lado o se disimula otra cosa: si el Estado
es producto del carácter irreconciliable de los antagonismos
de clase, si es una fuerza situada sobre la sociedad y Clue
gradualinente se fué aisiando de ella, resulta evidente que
la liberación de las clases oprimidas es imposible no solo sin
una revolución, sino también sin la destrucción de la mãquina
estatal, montada par la clase gobernante, que es la encarna-
ción do ese mismo aislamiento.
Porque, naturalmente, siendo el Estado un producto histO-
rico, "un producto de la sociedad en un perIodo determinado
de su evolución", tendrá que desaparecer un dIa. "La sociedad
que organizará de nuevo la producción sobre las bases de una
asociación libre e igualitaria de productores —dice Engels-
transportará toda la máquina del Estado allI donde entonces
le corresnonde tener su puesto: al museo de antiguedades,
junto al 'jrno de hilar y al hacha de bronce".
Lo que más limpiamente distingue una mentalidad burguesa
de una socialista es la incapacidad de aquélla para sentir y
comprender que el Estado es el órgano de dominación de una
infima clase parasitaria y sus paniaguados (dominación im-
posible ci ese órgano faltase), sobre una innumerable clase
trabajadora: que la trágica escisión de la sociedad en clases
debe ser superada bajo pena de la peor regresión.
La historia de todos los pueblos tiene un gran detalle co-
PEQUEIO IMCCIONARIO OE LA DESOBEDIENCTA 101
mdn: el paso de la sociedad tribal —en que todos los miembros
scn iguales y los bienes comunes— a la sociedad de clases,
erigida sobre Ia propiedad privada. La distinción cardinal
entre estos dos órdenes sociales estriba en que on el primero
el derecho y el debar de armarse corresponde a tcdos los
hombres aptos —el pueblo armada—, y en ci segundo so
crea un poder pdblico por encima de la población, constituldo
no solo par una fuerza armada, sino por las cOrceles, Ia justi-
cia y los demás órganos de represión, principalmente ese
sistcnia de coercion psiquica ilamado educaciOn por el Estado.
La creación de las instituciones armadas no nace de una
necesidad técnica; pese a su complejidad, adn hay serIa posible
la organización espontánea del pueblo en armas; pero eso
no se hizc simplemente porque la protección de los privilegios
de la close parasitarja (los intereses de la propiedad privada)
o, Si queréis, las guerras de conquista externas y las de
represión internas, exigIan rotundamente la creación de ins-
titutos armados, especiales y permanentes. Ya la prueba do
qua no hay una imposibilidad técnica de poner circunstan-
cialmente a todo ci pueblo en armas la dieron la Revoiución
Francesa y la Comuna de Paris. Pero eso de armar directa-
mente a todo ci pueblo combatiente, pone came de gallina
a todos los gobiernos de close (asI lo vemos hay frente al
Elas en Grecia, a los maquis en Francia y Bélgica), pues
ci peligro de reivindicación social es inminente: el primer paso
del pueblo armado será acabar con ci privilegio económico y
la casta que lo disputa: acahar con el perro y su rabia. El ejér-
cito de la patria, la policia del Estado, harán todo lo contrario:
aunq ue amasados con came del pueblo, las han insuflado ci
espiritu de la clase dominante y están dirigidos por sus jefes a
su arbitrio. Si cabe alguna duda al respecto, recuérdese la opi-
niOn de dos de las mayores autoridades en la materia. Dice Ma-
quavelo, aleccionando al prIncipe: "Pero no puedes armar a to-
dos tus sdbditos; aquellos a quienes armas reciben realmente un
favor de ti y puedes obrar, entonces, más seguramente con es-
pecto a los otros". A lo cual Napoleon agrega: "Los grandes for -
-jadoreslRvuciónFraesoqinrmeal
más que al pueblo. Los pocos nobles a quienes dejaron intro-
ducirse en su guardia nacional, no los asustaban; sabian bien
que no tardarIan en echarlos, y teniéndose ci pueblo par
ánico favorecido, fué de ellos dnicamente".
Todo Estado hasta hay no ha sido del pueblo sino de una
clase: ci Estado de los propietarios de esclavos, el Estado
de los propietarios de feudos, ci Estado de los propietarios
capitalistas. Cuando ci Estado, con la conquista proletaria del
poder, sea de todo ci pueblo, habrá aquél comenzado a des-
aparecer, pues no responderá ya a ninguna necesidad social.
Insistimos sabre estos dos detalies decisivos: 19) ci Estado,
expresiOn de la dominaciOn de clases, solo desaparecerá con
ci triunfo de la revolución proletaria o supresión de las closes;
29) la evolucidn histórica no amengua sino que agrava el
102 LU! S FRCo
carácter opresivo y extorsivo del Estado: en el republicanismo
burgués, que no despierta el odio popular, la riqueza privada
(burguesla) aliada al poder püblico (Estado) alcanza su más
diabólico poder de dominación y extorsión. Ciertamente la
democracia burguesa —Estados Unidos, Francia, Inglaterra-
es el paralso del capitalismo, esto es, ci más magistral sistema
de explotación conocido en la historia. No puede ser de otro
modo. "No tenemos el derecho de olvidar, dijo Lenin, en las
vIsperas de la Revolución de Octubre, que a&n la más demo-
crática de las repimblicas burguesas se basa en la esclavitud
del pueblo a las cadenas del salariado".
El Estado capitalista tiene dos instituciones próceres: la
burocracia civil y la burocracia militar, y ambas se caracte-
rizan, de un lado, por colocar a sus miembros fuera y por
encima de la masa del pueblo; del otro, por tornarse progre-
sivamente más invasores y más voraces.
La eunuquizada imaginación del filisteo suele formularse
una pregunta escalofriante (que corresponde a aquélia: icómo
podrá sostenerse una sociedad sin esclavos?, de los antiguos)
y que dice: ,cómo podrá sostenerse una sociedad sin Estado?,
esto es, sin ejército permanente, sin policia, sin burguesIa,
sin castas judicial y clarical.
Mejor que todos los sociólogos, la respuesta la dió en 1871
la Comuna de Paris, reemplazando al ejército permanente por
ci pueblo armado o —privando a la policIa de todo carácter
politico y convirtiéndola en órgano responsable de la Comu-
na— sustituyendo al Ejecutivo y al Parlamento por una co-
muna integrada por representantes elegidos popularmente,
responsables y revocables en cuaiquier momento —anularido
ci tentacular poder de explotación espiritual del clero—, y
(the last but not the least) reduciendo la fastuosa escala de
los sueldos burocráticos al rasero del jornal proletario.
La cave del misterio intangible está en las manos: "puesto
que la mayorIa de la pobiación apiasta ella misma a sus opre-
sores, deja de ser necesaria una fuerza especial de opresión".
Esto es, ci Estado comienza a desarticularse paulatinamente
y ci camino hacia la expropiación de los expropiadores, o sea
hacia la verdadera emancipación económica y espiritual, está
abierto.
Recapitulemos. Ante el pensamiento moderno más mdc-
pendiente y clarividente, ci Estado aparece como una forma
histórica irremediabiemente caduca y cuya caIda no solo está
próxima, sino que ella es el sine qua non de la misa de requiem
de las clases, esto es, de la milenaria opresión social. Y bien; esa
vision no es privativa del marxismo y del anarquismo: co-
rresponde también a los pensadores más responsables del
sentido moderno de nuestra época.
He aquI una minimscula antoiogia: "Esa excrecencia parasi-
taria ilamada Estado, que se nutre de los jugos de la sociedad
y que detiene ci fibre desenvoivimiento de la misma" (Marx).
"El Estado no es más que una mãquina para ci aplastamiento

I.
PEQUEO IMCCIONARIO DE LA DESOBEDJENCIA 103
de una clase por otra... El proletariado triunfante se vera
obligado, como en la Comuna, a cercenar las porciones peores
de este organismo, hasta que las generaciones educadas en
condiciones sociales nuevas y libres se hallen en situación de
arrojar a la basura ese viejo armatoste del Estado" (Engels).
"Estado se llama el más frIo de los monstruos. Miente tam-
bién frIamente, y he aqul la mentira rastrera que sale de
su boca: yo, el Estado, soy el pueblo" (Nietzsche). "Cómo
llegó Rusia a ser tan poderosa? Transformando a sus mdi-
viduos en un concepto politico -geográfico. Tome usted, al con-
trario, a la nación más aristocrática, la judla. ZC6mo logró
mantener su individualidad pese a la truculencia del mundo
ambiente? Por la falta de la carga del Estado" (Ibsen). "La
sociedad es el resultado de nuestras necesidades; el gobierno,
el de nuestra corrupción" (Tomás Paine). "El mejor gobier-
no es el que gobierna menos" (Jefferson). "El mejor go-
bierno es el que no gobierna en modo alguno' (Thoreau).
"El concepto económico del capital, el pensamiento politico
del Estado y la interpretación teológica de la iglesia, son
representaciones idénticas oue se complementan y funden una
en otra. Esta trinidad del absolutismo es tan funesta en la
ráctica como en la filosofia" (Proudhon). ".Qué sátira sobre
el gobierno puede igualar a la severidad de la censura que
implica la palabra polItica, sinónimo secular de engaflo, lo
que equivale a decir que el Estado es una mistificación?"
(Emerson). "Donde acaba el Estado comienza el hombre".
(Brandes).
Pero aun condenado por el devenir histórico, como podemos
creerlo, el Estado no desaparecerá espontáneamente, pues en
ésta, como en tanta encrucijada anterior, es el hombre pen-
sante y actuante quien en definitiva va a decir la iltima
palabra.
Y aquI está el gran quid de la cuestión. Los marxistas pien-
san que, cuando la lucha de clases termine con la victoria de
los sometidos, solo la dictadura interina del proletariado será
capaz de enterrar al Estado, ese árbol de la mala sombra que
enraiza no solo en la historia externa, sino en la secular tra-
dición interna de acatamiento y sumisión del hombre. Trotsky
ha denunciado el quid pro quo gigantesco del stalinismo en ofre-
cer como proletaria la dictadura burocrática que enterró a la
revolución de Octubre.
No consignamos aquI las objeciones del filisteIsmo pseudo
socialista y del liberal que ignoran o simulan ignorar que lo
ilamado democracia a secas por ellos no es sino la dictadura
permanente de la burguesia. Pero si diremos que si el anar-
quismo de nuestro siglo ha agudizado sus particularismos
"hasta el punto de fraccionarse en tendencias y subtendencias
sin cohesion ni medios de acción eficaces" no ha Perdido su
derecho a formular la gran pregunta: ,Se podrá jamás destruir
el Estado desde arriba, es decir, unitaria u oficialmente,
104 LUIS FRANCO

y no al revés, desde abajo, es decir, federativamente? Esto es


por encima de todo, sin duda, la más aguda cuestión de]
mundo contemporáneo.
Si el hombre no es capaz de veneer al nuevo Minotauro,
otro medioevo más negro y rojo que el anterior lo espera,
sin duda; si triunfa, a buen seguro que solo conocerá en adelan-
e necesidades y dolores de hombre —no de bestia— y habrá
acrecido en una cabeza su estatura espiritual.
GRIEGOS (LOS)

El aporte de las iiltimas investigaciones unido a los nuevos


puntos de vista del criterio histórico permiten hoy intentar
una explicación del milagro de la cultura helénica.
E1 se iniciaria, por cierto, como un resultado de varios fac-
tores concurrentes. El medio fIsico, desde luego. Una tierra
de cielo luminoso, ni estéril ni ubérrima, o sea, como ya lo
advirtió Herodoto, con la virtud de exigir el esfuerzo y la
disciplina del trabajo humano y premiarlo dignamente, agre-
gado ello a dos circunstancias coadyuvantes: la de estar em-
plazada en el trivio en que no solo subyacen los residuos de
las civilizaciones minoica y micénica sino en el que se cruzan
las influencias de las magnas civilizaciones do Oriente y
Egipto: y la de ser una peninsula profundamente intervenida
por el mar y rodeada de un semillero de islas, lo cual, al
propender al cumplimiento de la más profunda hazafia huma-
na hasta entonces —la navegación marItima— otorga en
gajo la fecunda vinculación con las gentes y culturas más
diversas.
Los otros factores se refieren a que la llegada de las tribus
helénicas a la Peninsula, el Archipiélago y la vecina costa
asiática coincide, por un lado, con la expansion do la tOcnica
del hierro, que al poner al alcance de cualquiera armas y
utensilios de metal barato no solo amplIa el poder del trabajo
sino quo conspira democráticamente contra el poder de las
minorIas nobles armadas do bronco; por otro lado aquella
invasion coincide con la difusión del maravilloso alfabeto
fenicio y el papiro, que, al volver la escritura y la lectura de-
mocráticamente accesibles a cualquiera, termina con la anqui-
losante dictadura intelectual do los colegios sacerdotales y
do los escribas áulicos.
El factor dltimo no es menos ponderable: consiste en el
contacto con las más altas civilizaciones, y en las condiciones
enunciadas, de tribus auténticamente bárbaras y con impulso
ascendente. Hay un momento de las civilizaciones en que el
proceso creador so detiene: la clase poseyente y dirigente,
temerosa de perder sus excosivos privilegios, solo aspira a
su conservaciOn, vale decir, a la perduración intangible del
orden tradicional. En postura epimoteica, su alma se dirige
hacia atrés a la imitación del pasado—, hasta el punto de que los
muortos g jbiernan ya a los vivos. Entonces suolo ocurrir que
los bárbaros de afuera —invasion horizontal— o los de aden-
tro —invasion vertical— aparocon y derrumban lo quo ya
estaba muerto intrinsocamento, y sobro sus fertilizantes rui-
nas una vida nueva puede ascender o ascionde. Bárbaros de
esa clase, sin compromisos momificantes con el pasado, son
los quo invadon toda Grecia y Jonia después de los protago-
nistas do las civilizaciones minoica y miceniana.
Ahora bien, orgánicamonte relacionados con estos privile-
106 LUIS FRANCO

giados orIgenes están todos los aspectos de la cultura helénica


que la sindican como cosa aparte y singular entre las otras:
una actividad tan intensa como varia, una profunda percep-
don de la belleza y el equilibrio de lo que vive; su capacidad
de llegar a la alegria a través del dolor; su intrepidez ante
to nuevo, que la ilevan a oponer la juventud de las tres gracias
—el arte, la filosofIa y la ciencia— a la vejez de las religio-
nes; su creación de la democracia o gobierno sin amos, ha-
zaflas todas que reconocen un comün origen: la genial aptitud
griega para la libertad.
La aparición de Helena en el más alto pasaje del Fausto
significa que después de la pesadilla asiático-nórdica de la
Edad Media, el hombre nuevo del Renacimiento aspira a
reasumir la herencia más gloriosa: la de la belleza y la liber-
tad helénicas, la concepción griega de la vida y del hombre,
Hölderlin, antes que Nietzsche, advirtió que el secreto de
Grecia estuvo en concertar armoniosamente to natural y. lo
humano: "el hombre es un dios desde que se vuelve hombre".
Hegel expresó de otro modo el mismo grail secreto: "El hom-
bre ha entrado en sí mismo y actiia libre y productivamente
hacia afuera". (Ni introversiOn büdica ni extraversión ro-
mana.) Con la visiOn de Renán coincidirIan los mej ores vee-
dores: que el Oriente, Roma, la Edad Media, no menos que
celtas, germanos y eslavos —"penosamente civilizados"— re-
sultaban espiritualmente bárbaros junto a los griegos.
Eso ya está visto y bien visto. Pero nosotros tenemos que
cavar en busca de las raIces. "Maravilla —dice Jaeger coinci-
diendo con Burkhardt en parte— el hecho de que todas las
fuerzas y tendencias caracteristicas del pueblo griego que se
manifiestan en su evolución histórica posterior se revelen ya
de un modo claro en Homero". Lo cual, pese a la autoridad
de quienes to suscriben, no es verdad sino a medias.
En efecto, el paso de la epopeyaal teatro, es decir, del
mundo eaballeresco de Homero at mundo democrático de
Esquilo, que se logra solo pracias a la acción de algunos in-
ventos técnicos, de profundos cambios económicos y de reite-
radas luchas de clases, comporta una decisivo viraje cultural,
una nueva y más amplia concepciôn del hombre y su destino.
El hombre de Mileto, de Megara, de Atenas, ya no es ni remo-
tamente el de Homero. El hombre nuevo de Grecia ya no es
aquileo —discIpulo de Ares y esclavo del Hado— sino prome-
teico por antonomasia, ello es, capaz como ningdn otro en
los tiempos de forjar su propia historia. Prometeo es ya la
humanidad misma, no solo en su epopeya de progreso, sino
de emancipación espiritual. Y todo ello está en orgánica rela-
ciOn con la democracia o ensayo de realizaciOn polItica de
la libertad.
Esa aventura democrática, pese a sus menguas, bastó para
dernostrar que la mera falta o escasez de coercion polItica
—o atomización del poder— tiende a fomentar desaforada-
mente el poder creador del hombre.

I.
PEQUE0 D!CCIONARIO OL LA DTSOBrDILNCIA 107
iQue la democracia se alzó sobre la espalda de los esciavos?
Como todas las sociedades, hasta entonces, la griega debIa
ser fatalmente esclavista, dado que el rendimiento del trabajo
era muy inferior aun a las necesidades de la gran mayoria
social. Basta considerar que ella fué una sociedad de clases
—esto es, erigida sobre el brutal privilegio económico—, para
maliciar que no podia estar libre de las lacras de las otras
sociedades históricas: parasitismo, opresión, explotación, in-
justicia y sevicia. (Los olImpicos usureros griegos trocaron en
esclavos a millares de sus compatriotas).
La hazaña consiste precisamente en que, pese a todo ello,
Grecia posibilitó el despliegue triunfal de todo un sector de
la sociedad para gobernarse por 51 mismo creando una cul-
tura y un tipo de hombre sin rivales hasta hoy.
"Los modernos, dijo alguien, llevamos dentro de nosotros
cosas más grandes que los griegos, pero todavja somos mãs
pequefios". Cierto, el alma griega parece un sereno mar Me-
diterráneo junto a las lejanias y aspectos oceánicos del alma
fáustica. El hombre de hoy no está a la altura de sus conoci-
mientos y tesoros; posee, pero no es. Si quiere realizarse como
tal, trocar su modernidad exterior en modernidad interior,
debe armonizar helénicamente todos sus elementos en dis-
cordia. El gran ejcmplo de Grecia aiin es válido.

GUERRA (LA)
En la sociedad comunista de la vida tribal todos los varones
aptos se arman para defenderse de otras tribus como de las
fieras. Es un deber social libremente aceptado. El hombre es
productor y combatiente a la vez.

La aparición de la propiedad privada implica la division


de la sociedad en clases y después la aparición del Estado
como entidad alzada por encima de ella, lo cual es pura fic-
ción, pues el Estado es un órgano de ejecución privativo de
la clase poseyente, surgido de la necesidad de inveterar y
aumentar sus privilegios. El ejército que entonces aparece
tiene la doble caracterIstica de estar constituido por un grupo
especializado y no por el pueblo en armas —y de defender
los intereses de la clase propietaria contra los enemigos de
afuera, desde luego, pero también contra los de adentro.
(Bismarck no tuvo empacho en declarar que el primer ejér-
cito permanente, obra suya, era una precaución contra la
social- democracia.) -

La función més visible de ese heroico parásito ilamado

I.
108 LUIS FRANCO

ejército es ser el operario de la primera de las grandes in-


dustrias: la guerra de conquista. Recuérdese el cao más
prócer. Mediante el trabajo de las legiones, la nobleza romana
pudo vivir olimpicamente por siglos del sudor de los
pueblos sojuzgados. Igual papel jugó la mayor escuadra del
mundo respecto a la nobleza y la burguesia inglesas.

En los comienzos de la sociedad de clases, los nobles se


reservan el honor de combatir, dejando el de trabajar a la
plebe, sin perjuicio de que los plebeyos sirvan de peones a
los caballeros en la lucha. Suele ocurrir, igualmente, quo la
nobleza, demasiado opulenta, prefiera aiquilar brazos comba-
tientes, liamados mercenarios o condotieros.

El empeño do la clase privilegiada de mostrar la guerra


como la més bella y honrosa actividad humana se revela ya
en Homero a contraluz, no solo en la exaltación grandiosa del
combate y sus héroo, sino también en la voluntad de redención
estética de los más repugnantes pormenores: "Peneleo le cerce-
nO la cabeza... y como la fornida lanza seguIa clavada en el
ojo, cogióla y levantó la cabeza cual una flor de amapola".

Eso si, imparcial como la Naturaleza misma, Homero tam-


poco disfraza los móviles piratescos de la guerra: "Helena y
]as riquezas que Alejandro trajo a IliOn en las cóncavas naves,
esto fué el origen do la guerra". Uno de los pasatiempos do
Aquiles es dar caza a los hijos de PrIamo y venderlos a buen
precio: por Lycaón solo recibió cien bueyes.

Que el tema homérico es mOs o menos fabuloso? Vengamos


a Julio César, que cuenta romanamente sus propias hazañas.
"Vendió en almoneda a todos los moradores —en nOrnero do
53 mil— de este pueblo con sus haciendas". "Los romanos
no perdonaron ni a viejos, ni a mujeres ni a niños... De
40 mil apenas se salvaron 800".

Pero César es una antigualla. Vengamos a nuestro casi


contemporáneo Napoleon, aunque sin ponderar la beaterIa
endiosadora do historiadores y poetas. Napoleon, Judas de
la RevoluciOn Francesa, no su Paulo; alma tan antigua como
la de un faraón, no sOlo por su épica carencia de ternura hu-
mana ("a un hombre como yo lo tiene sin cuidado la vida
de un millón de hombres"), sino porque cuanto ejecuta lo
hace por dar realidad a la mOs humosa utopia: dominar Europa
l'iUT Et'O DICCIONAkIO SE LA OESOBED1ECA 109

y el mundo por la sola acción mecánica de ins legiones. Del


uso pirateril de sus victorias son buena muestra el acarreo
de gordos despojos a Francia —sin excluir el haber de los
museos—, no menos que el enriquecimiento del hombre que
puede gastar en solo el ajuar de su novia austrIaca veinte
millones de francos.
Tanto o más que la idealización poética de la guerra obra
la religiosa. Dios deciara justas y piadosas las guerras de sus
ieles, y sacrIlegas las del infiel. Y no precisamos el ejemplo
remoto de Jehová dando instrucciones hitlerianas a Josué
(cosechar todas las cabezas de los vencidos). Basta citar los
ejemplos de hoy, más edificativos, si cabe, pues ci mismo
Dios cristiano de misericordja y mansedumbre bendice los
homicidios de las armas anglofrancesas o de las teutons, se-
gun la patria a que pertenezcan los sacerdotes intermediarios.

Naturalmente, en épocas más o menos descreidas, la guerra


precisa una justificación filosófica. Puede servir de modelo
la version de Max Scheler. "La guerra no es una mera ex-
pansión de la violencia fIsica; es una controversia de poderlo
y voluntad entre las personas espirituales y colectivas llama-
das Estados, cuya finalidad es el máximo dominio espiritual
sobre la tierra".
Podriamos traducir: la maxima prOctica demoniaca para
liegar a lo angélico... ZGroseras sutilezas de casuila? La
trampa consiste ahora inicialmente en tomar al Estado como
expresión de la totalidad colectiva y de la gerencia de sus
intereses. Pero el Estado significa la paz forzada impuesta
por la minorIa explotadora a la mayoria explotada. Una
guerra, en general, no es propiamente un pleito entre dos
pueblos, sino entre las ciases poseyentes que sojuzgan a cada
pueblo. 4Es que al pueblo frances le importaba la conquista
napoleOnica de Rusia, o al pueblo yanqui la anexión del norte
de MOjico, o a las masas alemanas la guerra meteórica de
los nazis?

Cuando un pueblo está en condiciones de quitar la libertad


a otro, es porque ya ha perdido la suya.

Otra triquiñueia teologal de la filosofia burguesa de la


guerra es considerar metafIsicamente, no históricamente, el
probiema. 1La esencia de la guerra, la guerra en Si! Pero
la historia ofrece guerras y guerras, y una misma guerra
suele tener dos sentidos opuestos. La guerra de dominio y
destrucción de un pueblo por otro, es injusta y barbara de
suyo. La de un pals oprimido contra sus opresores, por el
contrario, es entraflablemente humana y justa. Lo mismo vale
110 LUIS F4ANCO

para la guerra vertical de los esclavos o desposeldos de un


pueblo contra sus vampiros patrióticos.

El crirnen de la guerra no está hasta ahora —como creen o


simulan creer los fariseos y los filisteos— en la violencia
y la matanza. No. Nada grande se ha producido en la historia
hasta hoy sin la ruptura más o menos brusca de las formas
o servidumbres momificadas, es decir, sin violencia. El quid
consiste en ver si una guerra agrava las coyundas de un
pueblo o ayuda su evolución ascendente. El pacifismo que
predica la paz en sj, sin averiguar si esa paz sirve a lo mejor
o sirve solo para inveterar lo putrefacto, es precisamente uno
de los residuos de la teologla y una de las mascaras de los
enyugadores.

"Si con el nombre de paz Se designa la esciavitud, la bar-


baric y la soledad, no hay nada más miserable que la paz".
El autor de este impacto en la cabeza del cretinismo pacifista
Se llama Benedicto Spinoza.

Toda guerra creadora de emancipación y justicia no es solo


justa sino indispensable. Pues mientras el hombre no sea
capaz de eliminar la opresiOn y la explotaciOn humanas no
podrá eliminar la guerra.

Las guerras capitalistas de hoy no son originadas por la


histeria patriótica, los recelos y odios de raza o de credo, ni
por los intereses encontrados de dos pueblos; no, sino entera-
mente por la rivalidad de los grandes grupos capitalistas en
su büsqueda de materias primas y de mercados consumidores.
Porque ocurre no solo que ci capital financiero es hoy el
socio y amo de todos los gobiernos, sino que cuaiquiera de
los grupos nacionales que lo representa debe luchar por el
monopolio del mundo, pues éste resulta chico ya para dos
amos.

Ni la burocracia termidoriana de Rusia, ni las plutocracias


de Alemania, Inglaterra, Estados Unidos o ci Japón se lanza-
ron a la ültima panguerra ilevadas por meros sueños napoleO-
nicos; no, Sino por las leyes de expansiOn de la mecánica de]
capitalismo. Los sedicentes conductores lo advierten, y asI sus
apelaciones patriOticas, sus ligas de naciones y sus sermones
pacifistas son meros arrullos enderezados no tanto a engafiarse
entre si como a mantener la modorra de los pueblos.

I6.
PEQIJE0 IIICCIONARTO DF. LA DESOLEDIENCIA III
El mundo cristiano-capitalista de hoy, debido a esas con-
tradicciones internas de su propio sistema, que lo lievan a
gastar su mejor inteligencia y energia en la destrucción, ha
entrado en un callejôn sin salida, pese a que la burguesIa
cree hallarlo en esa disminución de salarios y garantias y
aumento de gendarmes, que se llama fascismo.
El sistema erigido sobre la division de clases o explotaciOn
de la mayorIa humana, cuando ya la maquinaria puede susti-
tuirla, es monstruo desahuciado y seguirá engendrando gue-
rras como los enfermos pulmonares vómitos de sangre, a
menos de dar el paso para el que todas las condiciones están
listas: de la milenaria sociedad de clases a la liberación de
las manos y los espIritus.
*
Last but not least. Peor que la preparación de la guerra
con su voraginoso consumo de riquezas y mentiras, peor que
la guerra misma con su diluvio de sangre y su marea de
inválidos y ex hombres es tal vez la educaciOn para la guerra,
la pedagogla espartana que comprime exterior c interiormen-
te al hombre hasta trocarlo en antihombre, es decir, en un
pelele asesino. Todo soldado es soldadito de plomo.
IIAGIOGRAFIA PROFANA

"Ya ilega el tiempo en que ni en este monte ni en Jerusalén


adoraréis al Padre, el tiempo en que los verdaderos adoradores
le adorarán en espjritu y en verdad" (Juan IV, 21-23.)
Mas he aquI que el cristianismo devendrá poco a poco un
politeIsmo idolátrico, no inferior a ninguna de las más bar-
baras religiones —el Niño-Dios, el Corazón de Jesus, el Divino
Rostro, el Santo Sepuicro, la Santa Cruz, la Virgen Madre,
San José, y millones de Angeles, arcángeles, serafines, vIrge-
nes y santos— y una liturgia compuesta con residuos de sa-
cramentos, es decir, de ceremonias mágicas nacidas en dIas
prehistóricos: verdaderos gendarmes o cocos que custodiarán
al feligrés desde la cuna hasta el sepulcro.

Al igual que ocurrió con su doctrina y sus mitos, la naciente


Iglesia apenas si necesitó inventar un rito o un simbolo, pues
le bastó tomarlos de las muchas que le precedieron en la
historia y en la prehistoria: las campanas, bronces mágicos,
para espantar a los malos espIritus; los cirios, creados por los
adoradores del fuego; el óleo santo para ahuyentar a los
demonios, y el bautismo o inmersión total en agua, para
ahogarlos; el altar o avatar de la piedra, donde se degollaban
reses u hombres para aplacar la ira de los dioses; la misa o
avatar de la ceremonia en que se devoraba al animal o al
hombre divino; el cáliz o avatar del cráneo o cuenco en que
se bebIa la sangre; el incienso, adoptado para ahogar el mal
olor de las cremaciones; la estola que el sacerdote arcaico
usaba para evitar manchas de sangre sacrificial; la tiara
papal o corona triple, tomada de los monarcas persas o reyes
de reyes; y, sobre todo, misterio global, ese de la eucaristIa
que implica la regresión a edades en que el dios de la tribu
se encarriaba en un animal o en un hombre que era sacrificado
y devorado (su came hacIa de pan y su sangre de vino) para
que la divinidad se repartiese gastronómicamente entre todos
los piadosos comensales.
Desde el primer momento, y sin demora ni prisa, la Iglesia
siguió copiando y calumniando a sus congéneres precedentes.
El culto de los mártires —origen de la burocracia celestial de
vIrgenes y santos— suplantó al de los heroes del paganismo,
usurpando a veces sus nombres y leyendas. La Pascua judIa
se trocó en la resurrección de Cristo; Pentecostés, que conme-
mora la entrevista de Moisés con Jehová, conmemoró en
adelante el descenso en picada del Espiritu Santo sobre los
apóstoles. Como Jesus no tiene partida de nacimiento regis-.
trada en los Evangelios, el suyo se fijó el 25 de diciembre, dIa
del nacimiento de Mithra, dios iranio.
Y por cierto que con la institución de SUS ermitaños, ceno-
1'EQUEi0 DICCIONARIO DR LA DESOBEDIENCIA 113
bitas y monies y monjas, el cristianismo plagiaba prácticas
viejas de siglos.

La Trinidad (avatar de la Trinidad persa, de la Trimurti


india, de la TrIada egipcia) no nació por un fiat lux. Costô
no poco convertir el elemento hembra de las viejas religiones
—la Madre, el Padre y el Hijo— en Espiritu Santo para de-
nunciar el temor o desprecio judaico a la mujer. Arrio y otros
santos varones sostuvieron insensatamente la superioridad del
Padre sobre el Hijo, y millares de cristianos durante siglos lo
creyeron asi; pero el Conciiio de Nicea, en 325, hizo luz para
la tierra y el cielo: "el Hijo engendrado, no nacido, y eterno
como el Padre". En 381, el Concilio de Constantinopla completó
Ia obra, incorporando al Espiritu Santo, con igualdad de p0-
deres, al triunvirato divino.

En los siglos II y III la Iglesia padeció más por las herejias


que por las persecuciones. En su lucha contra los gnósticos
y su sabiduria oculta, hizo sus primeras armas el odio teoló-
gico, que, no pudiendo aün manejar el terror, se conformó
con esgrimir la calumnia.
*
Durante los tres primeros sigios el cristianismo fué esencial-
mente religion de los de abajo: de los desposeidos, oprimidos
y explotados. Perseguido reciamente a veces, como Josué o
Elias perseguIan a sus contrincantes, aprendió de Decio y Dio-
cleciano el arte de limpiar de opositores el camino. Pero un
dIa —el año 313— Constantino enarboló el estandarte crud-
forme y la Iglesia, la descamisada, celebró su matrimonio
morganático con el Imperio. Y entonces, leal a su nueva
posiciOn, la ex perseguida se convirtió en perseguidora.
Teodosio mandá cerrar en 391 los temples paganos. Cirilo,
ascendido a santo después, hizo lapidar a Hip atia, La mujer
más sabia de La época.

Estaba reservado a dos compatriotas de Torquemada —Teo-


dosio y Máximo, ambos espafioles— el inaugurar los asesinatos
juridicos del cristianismo por delitos de opinion. Prisciliano,
obispo, fué ci primer cordero sacrificado a los pies del Cor-
dero. Ambrosio y Martin de Tours no aprobaron del todo lo
que estaba haciéndose, pero Jerónimo lo halló justo y el afri-
cano Agustin, tamblén candidato a santo, no miró con malos
ojos la represiOn policial de los donatistas, vasta insurgencia
de aldeanos y labriegos contra el ciero que multiplicaba tan
milagrosamente los tributos come JesOs los panes y los peces.

La historia de los distintos concilios de la Iglesia remata


114 LUIS FRANCO

casi siempre con el triunfo de la ñoñez mIstica y del matonis-


mo teológico. ZNestorio, patriarca, cree que la Virgen es sob
la madre de Cristo, no la de Dios? El concilio de Nicea lo
depone. ZHay en Cristo una naturaleza o dos? La erudiciOn
teolOgica y ]as tropas imperiales deciden la cuestión en el
concilio de Efeso.

Que el monje Pelagic, sobornado por Lucifer, pretende


echar sombras sobre la idea del pecado original, vale decir,
sobre la más luminosa averiguación sacerdotal: la de que per
la culpa de Adán fué condenada tocla la especie humana?
Agustin, ya viejo, que ajustó las cuentas a donatistas y mani-
queos, se las ajusta a Pelagio con la intuición digna de los
ageles: hasta los niños de pecho deben pagar la culpa del
Marabuelo del Eden. Todo hombre, aun se r áfico , es came
del infiemno si la gracia de Dios no se acuerda de él.
*
Vigilancio, hombre ingenuo y lOcido, fué a curiosear en
Italia y Tierra Santa lo que era el cristianismo. Y hailó fervor
ascético y celihatario que ofusca més que alumbra el alma,
y adoraciOn de imágenes y reliqulas, y oraciones por los difun-
tos, que dan pingüe ganancia a los vivos con tonsura. Pero
el gran Jerónimo invocO triunfalmente contra él la autoridad
de las Escrituras y la persuasion de la ley y los gendarmes.

Juan Crisóstomo, patriarca de Bizancio, condenado per dos


sInodos y muerto en el destierro, supo mejor quo nadie cómo
ya en el primer sigbo de triunfo de la Iglesia, los concilios,
jueces supremos de la verdad sagrada, reciblan directamente
la inspiración motora de los emperadores y, sobre todo, de
las emperatrices, y cOme por la pompa satrápica de sus tern-
pbs y ceremonias, la religion de la humildad estaba dejando
en la penumbra a los cultos paganos. Obispos y monies, orde-
ñando con una mane al Estado y con otra a los feligreses,
cornenzaban a vivir come ci todos los dIas fueran domingo.
*
,Que Ambrosio, Obispo de Milan, sometia a penitencia al
emperador per deguello ordenado en Tesalónica? Si, pero la
lucha ya iniciada y que lienarla el Medioevo entre la autoridad
sacerdotal y la imperial, no serla para frenar el poder omnI-
modo de ésta —come Elias contra Acab—, sine para arreba-
társelo.

Que la Iglesia practicO largarnente la caridad; que salvo


—sin contar lo que destruyó— monumentos literarios del pa-
PEQUE10 DICCIONARIO DE LA DESOSEDIENCIA 115
ganismo; que sostuvo el principio de la igualdad de las almas,
y a veces hombres de humilde origen ilegaron al papado; que
en el Renacimiento protegió las artes; que sostuvo muchas
veces la prevalencia del espIritu contra la fuerza bruta, todo
eso es tan cierto como lo contrario: que la literatura helénica
y el espiritu de libre análisis fueron sometidos a los dogmas
de la Iglesia; que en la Edad Media el arte fué un mero
monaguillo; que los obispos se constituyeron en los saduceos
de Occidente; que en la conversion de gentiles, desde el siglo
VIII en adelante, la violencia mahometana fué la norma. Car-
lomagno degolló cuatro mil paganos de una vez para demos-
trar a los otros las ventajas de acogerse a la religion de la
mansedumbre.

Dos fueron los motivos ciertos de las cruzadas: la necesidad


de abrir los caminos del comercio de Oriente, cerrados per
los musulmanes, y el espIritu feudal, cuya vocación y función
eran la guerra. Los organizadores del movimiento y su pre-
texto .-.--la reconquista del Santo Sepuicro— si fueron reli-
giosos.
La primera cruzada, que partió en 1095, dejó un desierto
detrOs de si, como el caballo de Atila. Godofredo de Bouillon
degolló a Jerusalén en 1098. La cuarta cruzada postró a Cons-
tantinopla ante una trinidad de sangre, de salacidad y de
rapiña. Si hubo algo más edificante, fué la cruzada de lOS
ninos, en la que millares de ellos murieron para mayor gloria
de Nuestro Señor. En verdad nunca se viO mOs espléndidos
bandiclos que los caballeros de Cristo. Pocas veces Ia huma-
nidad fué deshonrada con tanta devociOn y eficacia.
,Consecuencias de las cruzadas? La calda del imperio griego
en poder de los iurcos, la idolatria montante de santos p reli-
quias, la alta cotización de las indulgencias, el copioso trasiegc
de la riqueza laica a Los bolsos sacros. -
*
Como ocurrió siempre con el alto clero de todas las religio-
nes, los bienes y poderes temporales de los obispos y el Papa
fueron creciendo y aumentando como las cabras de Jacob.
En este ültimo caso mediO una de esas chicanas de gran estilo
en que abunda la historia: la supuesta donación de Italia por
Constantino al papa Silvestre, expresa en un documento que
el papa Adriano habrIa hecho valer ante Carlomagno, que
era virginalmente analfabeto.
*
El papa Juan XXII instituyó la tasa apostólica de los peca-
dos: asesinatos, latrocinios, estupros y otros deslices podIan
canjearse por multas sacras. El pago del dinero de San Pedro
—o impuestos en pro de las areas papales— se estableciO en
116 LUIS FRANCO

la prirnera mitad del siglo VIII. (TodavIa en nuestro siglo


producia a Leon XIII dos millones de francos).
Dadas la credulidad heredada y la inyectada de los pueblos,
la excomunión papal llegó a ser el arma de más poder y
alcance de todo el arsenal del Medioevo: los prIncipes la
temIan y se sometian a causa del escalofrIo apocalIptico que
producia en los pueblos. Fué Id posesión de ese rayo 10 que
explica la hegemonIa jupiterina del Papa sabre los prIncipes
profanos, que alcanzó su ápice cuando Enrique IV, excomul-
gado por Hildebrando, debió acudir a Canosa a pedir perdón
hincando en el suelo las imperiales rodillas, y cuando el papa
Alejandro VI partió en dos tajadas el Nuevo Mundo y las
peso en las filiales manos del rey de España y del de Por-
tugal.
Con el sucesor de Hildebrando, la voluntad teocrática de
Roma pareció pesar sobre todas las coronas cristianas. mo-
cenejo III no solo desencadenó la persecución de judios y he-
rejes, sino que excomulgó a tres reyes.
*
El liamado "gran cisma de Occidente" se originó —1378--
naturaimente en la aspiraciOn desencontrada de diversas pa-
saderas sacras por sentarse en la silla de San Pedro. Par
espaclo de siete décadas Jesucristo se hallló con dos y aun
tres vicarios suyos en la tierra. El cancilio de Constanza, en
1414, jubilo a los dos papas existentes y nombró a un tercero.
Pululan por cierto las irregularidades sacrilegas en la
ortodoxia vaticana, pero no faltan los milagros. Recordemos
solarnente que el papa Juan VIII, que sucedió a Leon IV en
855, did a Luz en una procesión. (Era, en efecto, una venusta
papisa).
*
El español Alejandro Borgia es tenido por uno de los gran-
des papas del Renacimiento. iQue ni su moral püblica ni su
moral privada fueron modelos evangélicos? Nunca se cuidaron
mucho de esos detalles los papas. lQue Alejandro compró
a precio de oro el purp üreo voto de los cardenales? lQue fué
an-lante de su hija Lucrecia y en 1497 reconoció a un hijo de
ésta coma hijo suyo mediante una bula? 2.Que autorizó a su
hijo César para despachar al cielo a su otro hijo? Todo eso
es cierto y sOlo prueba que los papas y los emperadores ro-
manos se pareclan corno dos gotas de agua bendita.
*
Julio II, pese a su reverenda vejez, daba palos a sus corte-
sanos, y tanto que César Borgia optó por dejar Italia. A Julio
sOlo le interesaban la polltica y la guerra, al revés de Leon,
gran catador de las artes, las letras y el gazo de vivir. A los
dos, de fijo, el Evangelio solo les arrancaba lágrimas de
bostezo.
*
PEQUE10 DICCONARTO LE LA rn:S0CEDIENCJA 117
La vida monacal implica en ci fondo un recio egoIsmo: el
aisiamiento del mundo en procura de la saivación individual,
dando la espaida a los deberes y responsabilidades que la
vida humana impone. Pero los donativos y legados de los fieles
en favor de los conventos obligaron a los pobres monjes a
quebrar el voto de desposesión y con ello el de castidad y
humildad. Tanto la protesta de muchos rehgiosos como la
literatura popular y la culta dan fe de que los conventos
fueron siempre un paralso mahometano de hoiganza, lasci-
via y gula.
Con las liamadas órdenes mendicantes, ci remedio no fué
mejor que ci achaque. Franciscanos y dominicos, recorriendo
calles y caminos sin admitir más dádiva que un plato de
comida, fueron la mejor prédica en favor del ocio y la miseria.
Sin olvidar que atacados de orgullo y furor apostóhcos los
dominicos se convirtieron en "Perros del Señor" (Dominicartes)
esto es, en los mejores cazadores de hombres. Gendarmes de
la Inquisición, husmeadores de todos los secretos de la ens-
tiandad, fueron ciertamente la jaurIa sagrada del papado.
Por reacción contra la vida saducea de obispos y monies y
la cerrada dureza de la época, ci Pobrecito de AsIs expresa
ci sentido angélico de la desposesión al par que ci ansia de
fraternizar con hombres y demás seres —el hermano soi, la
hermana golondrina, ci hermano lobo—. Era ponerse frontal-
mente en contra de Ia verdadera tradición de la Iglesia. Fran-
cisco murió a tiem p o, pero entre 1426 y 1444 muchos francis-
canos fueron enviados a hacer compañIa a su maestro por
sus ardientes hermanos dominicos.

Las órdenes milite-religiosas —tal vez de inspiración maho-


metana— fueron otra de las novedades del Medioevo: los
templarios, los caballeros teutónicos, los portaespada, los de
Santiago, los de Calatrava. Su apostolado era la persuasion
de infieles par la elocuencia de la espada. Solo que ci exceso
de fervor los llevó a atacarse mutuamente. Además, los tern-
pianos, como los jesuItas mOs tarde, se dejaron ilevar por
la vocación fenicia que no muere sino que crece en los mOs
devotos, y acurnularon grandes riquezas, Dios mediante, lo
cual suscitó la indignacion de los tutores de los pueblos:
entregados al fuego inquisitorial, Felipe ci Hermoso y ci Papa
heredaron sus bienes.

Documentos hailados en ci siglo XV probaban meridiana-


mente que la casa de la Virgen en Nazaret habIa sido trasla-
dada por los angeles a Loreto a fines del siglo XIII. Esto
enfcrvorizó más a la rnarioiatrIa, comenzada en ci siglo VIII.
(Loreto devino hasta hoy, fuente de milagros y de ingresos).
Era compensación mIstica al hirsuto cehbatarismo del Me-
dievo. Maria ilegó a ser la Isis de Occidente, y un dIa José

I-
113 LUIS FRANCO

tuvo que hacer de Osiris. Solo que se presentó una escalo-


friante duda: si Maria tenIa o no la mancha del pecado origi-
nal. Contra la insondable .sapiencia de Tomás de Aquino, los
jesultas dijeron no. Y el Papa se aclhirió a la negativa en 1854.
La tendencia del clero cristiano, como la de todos los
clérigos de la historia, fué acrecer paralelarnente su prepoten-
cia espiritual y temporal. Conforme a una tradiciOn venida
desde el clero egipcio y el babilonio, en 1299 se prohibió el
acceso de los laicos a las Santas Escrituras.

A lo largo de los siglos, la Iglesia fué recibiendo nuevas


revelaciones de la Verdad. En el siglo XII, y conforme al
nümero de las siete estrellas de Orion, de los siete años de
las vacas gordas de Egipto y de las siete maravillas del mun-
do, se establecieron los siete sacramentos. (Por cierto que ru
Cristo, ni los doce apóstoles, ni los cuatro evangelistas habIan
oldo hablar de ellos).
Como una chispa basta para inventar un incendio, una sola
frase hallada en una epsto1a atribuIda a Santiago —"Confe-
saos los unos a los otros"— bastó a la Iglesia para asentar
la base mOs segura de su poclerIo hasta hoy: la entrega de
toclos Los secretos del feUgrés at sacerdote, o sea el pez obli-
gado a tragar et anzuelo.
Inocencio III, el más invasor de los papas, hizo obligatoria
la confesión en 1215, por lo menos una vez por aflo. (La prohi-
bición a las monjas y abadesas de confesar a la grey o confe-
sarse entre ellas denuncia bien el misoginismo talmüdico y
paulino de la Iglesia).
*
La tiranIa confesional tuvo otra consecuencia. Sobre la bien
demostrada verdad de que las almas indignas del cielo y del
infierno eran sometidas a un severIsimo curso preparatorio,
la Iglesia se entregó ardientemente al salvataje de almas del
purgatorio mediante las liamadas indulgencias. Como éstas de-
vinieran el articulo de mayor cotización en el mercado de la
cristiandad, el poder y el haber del papa y los suyos acrecie-
ron como los panes y los peces bajo la palabra de Cristo.
El celibato eclesiástico estaba en contra de la higiene y de
la sensata tradición grecolatina del Mediterráneo. Pero me-
diaba en su favor el misoginismo judIo y el más brioso de
Saulo de Tarsos, asi como la tradición de los sacerdotes ca-
pones de las religiones siriacas. Pero de más gravitación que
todo eso en la inspiración maquiavélica de Hildebrando fué
sin duda el sesgo politico: el celibato forzoso favorecia en
grande la administración monocrdtica de un clero disperso en
paises tan distantes y dispares at coartar Las vocaciones sepa-
ratistas que Los impulsos maritales p maternales crean.
*

I.
PFQUFNO DICCIONARJO DL LA DESOBEDIENCTA 119
La tendencia iconoclasta tenIa sus viejas y visibies raices
en el Viejo y en el Nuevo Testamento, y Mahoma fué honra-
damente consecuente con eflas. Si tras reiterada lucha ci culto
de las imágenes triunfó en la cristiandaci, se debe menos a la
vocación fetichista de todo creyente que a un detalle más
ostensible: la fabricación j y enta de imágenes y reliquias era
la fuente de una de las más reverendas rentas del clero.

El ilamado movimiento hereje de los sigios XII y XIII tiene


entrañablemente el sentido de una insurrección contra la dic-
tadura social y económica del ciero y la nobieza sacramen-
talmente aliados. El apostólico Inocencio III y ci escéptico
Federico II se echaron al unísono contra el enemigo comün.
No menos revelador es el hecho de que los deciarados here-
jes lievaran casualmente una vida de pureza y honradez
evangélicas y que se guiaran como por una columna de fue-
go por la letra y el espIritu de los más geniales pasajes del
Nuevo Testamento. En todo caso era la gente más cuita y
delantera de la época. Los cátaros conquistaron ci sur de
Francia, la region más prOspera, es decir, moderna de Europa
en sus dias al lado de la España mora. La tierra de estos albi-
genses fué tratada como Josué trató a la tierra del otro lado
del Jordan, es decir, todas sus gentes pasadas a filo de espada
arcangélica, por la cruzada que le envió Inocencio III de
Roma asesorado por San Bernardo. Los valdenses de Lyon,
refugiados en ciertas cavernas aipinas, fueron estrangulados
a hurno por los legados del papa de Avignon.
For lo demás, la Inquisición, organizada en 1232, venia ya
tratando a fuego a toda pieza hereje que lograra cobrar.
*
La mente sacro-medieval, superOndose a si misma, logró
advertir cierto parentesco de sangre entre los dogmas de la
Iglesia y ciertas verdades de Aristóteies, ese enemigo griego
de la democracia y canonizador de la esciavitud. El hecho solo
de que la fe buscase apoyo en la rdzOn de un pagano, muestra
que sus dias edénicos estaban pasando. La primera hija del
matrimonio tan desigual fué la escoiástica, pero su nieto fué
ci racionahsmo del Renacimiento.

Uno de los detalies más pintorescos de la historia, es que


Rogerio Bacon, la primera mente grecizante o racionalista que
aiborea en la Edad Media, la primera que en la indagación
de los secretos de la Naturaleza prescinde limpiamente de los
ocuitismos, milagros y grimorios vigentes durante diez siglos,
tiene que pasar catorce años en prisiones inculpado de he-
çhicero.
*
120 LUIS

Como los reformadores que les siguieron, Wycleff y Huss


emprendieron la guerra contra el papado invocando el Evan-
gelio y denunciando la idolatrIa y la simonia. Ambos termi-
naron peor que Juan Bautista.
Pero la muerte de Huss no es inferior a la del hombre del
Calvario. Atraido al concillo de Constanza mediante un salvo-
conducto regio y eclesiástico a la vez, fué echado a la hoguera
con el salvoconducto en el boisillo. Estimulado por tan res-
plandeciente ejemplo, el Borgia papal harla lo propio con
fra Savorarola. (En verdad, estas escenas de magia pirotécnica,
no vistas en Grecia ni en Roma, ni en la Persia de Zoroastro,
eran un invento de las tribus antropófagas.)
*
Ya en vIsperas del Renacimiento, el papado, santamente in-
quieto por la amenaza a sus privilegios que significaba el
contagio incendiario de la herejIa albigense y otras —pese al
rigor de excomuniones, pc-nitencias y espadas cruciformes—, el
papado, en la persona de Gregorio IX, buscó un remedio me-
dito: en 1232 creó La Inquisición y la confiô a los dominicos,
la gente más seflalada para tamaña misión.
Los sujetos de imaginación apocada descuentan que lo más
edificante de la Inquisición venia de ese horror que no conoce
la res vacuna u ovina: el de ser asada viva. Otros piensan
en la morosa agonIa de las mazmorras. Pero habIa algo supe-
rior a todo eso y era el viacrucis del proceso: el acusado no
conoce de qué se to acusa ni el nombre del acusador ni halla
defensor que quiera condenarse con él, ni puede sonar en
escapar a las exquisitas torturas rnentales y corporcsles que
le deparan sus jueces. Ni siquiera la muerte dice la ültima
palabra: despojado de todo, sus farniliares heredan su infa-.
mia hasta la cuarta generación y sus jueces heredan sus bie-.
nes; pero denunciado después lie muerto, puederi borrarse
cuarenta afios de cementerio, citar su cadaver, juzgarlo y que-
marlo y arrojar a sus descendientes al hambre y la soledad
del leproso. i,Falta algo? Si. Se sabe que se recurrió a la
quema para evitar la efusión lie sangre, pues la Iglesia tiene
horror de ella, pero como la ejecución de la conciena tuvo un
sentido de edificación mistica, lie pedagogia religiosa, se hizo
de aquélla la fiesta popular por excelencia, en la cual, me-
diante la promesa de indulgencias, los fieles son incitados a
arrimar lena a la hoguera. Y asI Los borregos del divino
Cordero ham aprendido a regocijarse santamente con los ala-.
ridos y espasmos de los reos. Huelga agregar que se preferla
para cebar la santa hoguera a los clientes de ángulo facial
abierto: Huss y Wycleff, profesores de brillo; Bruno, filósofo
magno; Galileo, descubridor del movimiento de la tierra;
Servet, del de la sangre. (A propósito, la judiada de Calvino
a Servet es un perfecto ejemplo de canallerla sacra; lo denun-

I.
PEQUFJ0 D!CC!ONARIO DE LA DESOBEDJENCTA 121
ció a la Inquisición valiéndose de cartas y de un manuscrito
que Servet le confiara, y después lamentó su muerte.)

La Iglesia no inventó a las brujas, que tienen una añeja


prosapia hebrea, etrusca, romana, germana, gala, celta. Pero
se propuso terminar con ellas; eso si, no limpiando de nieblas
la mente de las gentes, sino barriendo de brujas el piso de
la cristiandad, esto es, creyendo y ahondando la creencia en
ellas. En un par de siglos y en solo los paises alernanes, se
redujo a hurno a cien mil brujas, quienes, sabiarnente esti-
muladas por los inquisidores, terminaron por confesar sus
maleficios, tan portentosos corno el piantón que Josué infli-
gió al sol, y sus candentes arnores con el patron del infierno.
(SometIaseias previamente a la prueba del agua honda: si
sobrenadaban, eran culpables; si se ahogaban, inocentes.)

La Reforma fué una especie de huelga general contra el


parasitismo tentacular del papa y los suyos, aunque su sen-
tido y aicances no fueron propiamente los que se cree. Las
causas de fondo fueron económicas. La naciente clase indus-
trial de las ciudades, la burguesIa, precisaba rnás de la ciencia
y de la técnica que de la teologia, más del tráfico cornercial
qua de las cruzadas, y los paIses más alejados de Roma —In-
glaterra, Alemania, Holanda— precisaban y podlan librarse
de la tutorIa succionante de "el Señor del Mediterráneo",
ahora que estaban abriéndose las vIas para la navegación
oceánica. Las masas trabajadoras del campo y la ciudad, Si,
soflaron que rompiendo con el papa se aliviarIan un poco del
vampirismo de obispos, abades y nobles católicos. Mas no
bien logrado el triunfo, Lutero se volvió hacia los nobles
aconsejándoies tratar como a perros rabiosos a los chusmas
que habIan tornado en serio las prornesas jacobinas del Ser-
mOn del Monte. Ciento cincuenta mil descarnisados, con su
gran jefe Munzer, fueron desterrados de este mundo. Lutero,
monje agustiniano a quien se le apareció el diablo, creyente
como su maestro, en el fatalismo de la gracia de Dios, no
podia ser sino lo que fué: un rabino medieval. En cuanto a
Calvino, fué un fanático tan hirsuto y sombrIo como Elias
o Tertuliano. El texto de la liberación o nueva ley de la Re-
forma fué ci Viejo Testamento, es decir, un codigo de none-
rIa y ferocidad dado a bOrbaros que habIan vivido hacia
treinta siglos.

En realidad, como Nietzsche logró verb, la Reforma vino a


salvar al cristianismo, que estaba muriendo de buena muerte
en manos de los papas paganizados y del saludable descrei-
miento general.
122 LU IS FRAN CO

La replica inmediata a la Reforma fué la Contrarreforma.


De Espafia —patria de Tedosio, el primer masacrador de he-
rejes, y de Domingo de Guzmán, padre de los dominicos o
fogoneros del Santo Oficio— salió Ignacio de Loyola, el Moi-
sés de la Contrarreforma, que significo una inyección salva-
dora para el catolicismo que venla agonizando como conse-
cuencia de esa recuperación de la lucidez griega y del sentido
griego de la belleza y la alegrIa de vivir ilamada el Rena-
cimiento. Martin el del Norte, Ignacio el del Sur, eran herma-
nos seguin el espIritu, p cada cual luchó a su modo, paladi-
nescamente, por el empantanamiento judaico-cristiano de
Occidente.
La concepción ignaciana fué genial. La defensa inquisitorial
de la Iglesia y su dogma de obediencia era buena, pero ya
se vió que no bastaba. No: habla que anonadar al futuro he-
reje en el perIodo larval, esto es, habla que tornar al niño
casi en la cuna y educarlo lenta, dulce e implacablemente pa-
ra la sumisión absoluta al altar y la corona. Usando la ciencia
para anularla secretamente, los jesuItas se convirtieron en los
pedagogos de todos los niflos nobles de Europa —futuros je-
fes— y en los confesores de todas las reinas.
La Compaflia de Jesis, del ex capitán Loyola (aunque sos-
pechosa de inspiración mahometana), es todavia la milicia
más fuerte que nadie organizó nunca, más aün que las legio-
nes angélicas de Milton o las Guardias de asalto del Tercer
Reich.

El concilio de Trento, que duró diecisiete años (1546-63)


dispuso de tiempo holgado para acuflar indeleblemente las
radiantes verdades católicas que hasta los ciegos pueden ver:
el pecado original, el purgatorio, el coro de angeles ápteros ha-
mados VIrgenes p Santos; el secreto celestial de las rehiquias,
la eficacia ultraterrena de las indulgencias pa pales, y coronó
su obra obturando para siempre ese respiradero libertino de
todos los pueblos antiguos y modernos: el divorcio.

De la afinidad sustancial entre la pasión religiosa y la pa-


sión asesina hay ejemplos abrumadores en la historia de los
pueblos. La Francia de los grandes dias de la Contrarreforma
brindó una de las mejores pruebas. Bajo Francisco I y su
sucesor, los papistas se empaparon hasta el escapulario con
sangre hugonote o protestante, hasta que en 1569 se conce-
dió la libertad de cultos. No podia ser sino una tregua. Ante
el riesgo de que la corona real fuese heredada por una cabeza
no católica, el papa y los suyos tomaron secretamente sus
medidas.
La coartada fué urdida para ]as vIsperas de San Bartolomé
—1572— aprovechando la presencia de los jefes hugonotes en
Faris. Los papistas fueron santamente incitados a la heca
PEQUE0 DICCIONARIO 05 LA DESOBEDIENCJA 123
tombe, y diez mil antipapistas fueron degollados en Paris y
veinte mil en las provincias. El papa encargó a Vasari in-
mortalizar en un fresco del Vaticano la veneranda matanza.
"AsI hay todavIa en Europa un lugar donde el asesinato es
honrado piiblicamente" (Stendhal).
Quedaban, con todo, millares de hugonotes en Francia, y el
edicto de Nantes les dió seguridades de vida y de culto. Solo
que las promesas sacras se cumplen difIcilmente. Bajo el gran
Luis XIV, cuyo confesor era jesuIta, se excluyó a los anti-
papistas do todos los cargos y casi todos los oficios, se demo-
heron sus templos, Se declararon ilegales sus hijos y cincuenta
mil familias se expatriaron desafiando la condena a galeras.
Los que no pudieron irse fueron tratados bastante peor que
los judlos por Nabucodonosor. "Prodigioso espectáculo de un
pueblo proscrito, desnudo, prófugo sin crimen, buscando asilo
lejos de su patria", dice el muy católico duque de Saint Simon
de ese capolavoro del satanismo jesuIta. (Al lado de tan bea-
tos excesos, los del terror jacobino son poquedades: solo que
la enseñanza oficial secretamente controlada par la Iglesia,
echa piadosos velos sabre los mejores detalles.)

Es muy explicable quo los misticos, esos espiritistas de las


religiones, con sus contemplaciones, éxtasis y comunicaciones
directas con Dios prescindiendo de la burocracia sacerdotal
cuando no de la celestial, no fueran nunca bien mirados por
el papa y el clero. Sin contar que la pudibundez del eunuco
espiritual debe sonrojarse hasta de Jos devaneos erOtico-
angelicales de Santa Teresa o Santa Catalina con el Amado.

El cristianismo tuvo en España una ocasión desconocida en


el resto de Europa: la de enfrentarse a un pueblo más culto
y en ascenso. Durante la Edad Media la cultura arábiga do
España tue superior a todo 10 conocido en la Europa cris-
tiana: en ciencia, filosofla, agricultura, trãfico, industrias, ii-
teratura, higiene, capacidad de convivencia humana y de dis-
frute de la vida. Los reyezuelos godo-cristianos que durante
siglos habIan estado aliOndose a los infieles para luchar con-
tra otros fieles, los derrotaron a fines del siglo xv, natural-
mente vistiendo de cruzada religiosa la ambición. Eran ellos
n-iodestos bárbaros. La tragedia española vino de eso: do la
necesidad do chaf ar valores cniturales superiores, calttranidn-
dolos religiosamente. Moros, judios y cristianos hablan cola-
borado hasta entonces en una alta civilización. El crucifijo,
aliado a las espadas godas, se encargó de trocar ese casi eden
en un casi infierno, prolongando el tardio moclioevo espaflol
hasta nuestros dias. Moros y judIos fueron expulsados: es de-
cir, la acción y el pensamiento creadores. El resto quedo
para ser expurgado con infinita miiuciosidad de herejes y
124 LUIS FRANCO

relapsos por el Santo Oficio. El bueno de Torquemada, solo,


se entendió con ciiez mil doscientos veinte, recibiendo los
plácemes de dos papas y repartiendo los bienes de los mci-
nerados entre el Altar y la Corona.
En realidad el genio español hizo del auto de fe un drama
sacro a cuya representación asistIa fervientemente todo el
pueblo y en la que tomaban parte los reyes, descubiertos y
en asientos inferiores a los del gran Inquisidor, para que la
Trinidad española recibiera el incienso do los dioses más an-
tiguos: el de la came humana al fuego. (Cabe sospechar quo
la teocracia ibérica fué la recicfiva agravada de la teocracia
judaica.)

Pese a las limitaciones do espIritu o conducta de los filó-


sofos franceses del siglo xvm, debe reconocerse que nunca
ofreció la historia un puflado do hombres quo trabajasen más
profunda y lucidamente por libeTar a la humanidad de su
más herrumbrosa cadena: la religion o supersticiOn sacra-
mentada. Si se exceptüa a Rousseau, cuyo deismo sentimen-
tal huele más a escapulario, para los demOs —desde el deIsta
Voltaire, que luchO él solo como una falange, hasta los des-
enfadados ateos de la Enciclopedia— el camino de la libe-
ración se llamó laicizaciója, pues ya adivinaron que el despo-
tismo politico y el religioso son indivisibles. Pero los revolu-
cionarios del 93 fueron mOs discIpulos de Rousseau que de
la Enciclopedia: do ahI que peso a su grandeza moderna, la
Convención, reiterando la tenebrosa ingenuidad de los Con-
cilios, reconociese por decreto la existencia del Ser Supremo
y la inmortalidad de las almas.

La razón más ostensible de Inglaterra para romper teológi-


camente con Roma fueron los escrilpulos del papa en bende-
cir los reincidentes casamientos de Enrique VIII, el Barba
Azul coronado. La religion anglicana resultó ventajosa corn-
binación de calvinismo y romanismo, en la que el rey hace
de heredero de San Pedro. Como se reserva también, igual
que el catolicismo, la concesión exclusiva de la verdad, se
vió obligado a perseguir rnás o menos homicidamente a los
heterodoxos católicos, presbiterianos metodistas o baptistas.
El clero insular se ha caracterizado siempre por su capa-
cidad para coser inconsñtilmente la más alada letra evangé-
lica a las más rechonchas ventajas materiales. (Sus mOs altos
representantes fueron o son terratenientes o accionistas de las
fObricas de armas.)
Por lo demás, en su estrecho trato con el Viejo Testamen-
to, el inglés ha descubierto que después de la dispersion de
los israelitas, él es el moderno pueblo elegido, el Israel oc-
cidental.
*

I6.
PEQUENO DICCIONARTO DE LA DESOBEDIENCIA 125
El unitarismo o cristianismo racionalista —nacido en Ing1a-
terra y' criado en Estados Unidos— es el ñltimo esfuerzo,
después de Tomes de Aquino y antes de los neotomistas, por
dotar de sentido comiln a la fe. Pero Tertuliano tendré siem-
pre razón sobre estos beatos vergonzantes: creo porqve es
absurdo. Esa es la entraña de la fe. iQu6 rnérito hay en creer
lo razonable o verosImil! Una religion sin revelaciones divi-
nas y con simpatia por la ciencia, una iglesia separada del
estado y luchando contra los privilegios de clase; eso es la
apoteosis del absurdo!,
Toda religion es ultramontama. p teocrática o no as tal re-
ligión. San Jerónimo, Felipe II o Luis Veuillot y cuarttos se
las parecen, son los vercladeros creyentes 0 Se portan como
tales. ZDemftratas cristianos, creyentes liberales? Son ange-
totes de barricada o temebrosos tartuf Os.

El mormonismo, la religion fundacla y propagada con éxito


galopante casi en nuestros dias, en el pals más modes-no del
mundo, por el buhonero José Smith, es Ia prueba a la vista
de cOmo nace y crece una religion y cómo el predominio del
buen sentido y mucho mCs el de la inteligencia parecen adn
reservados al futuro. Y desde luego que el mormonismo no es
inferior a ninguna religion conocida. ZLa poligamia? Es la
tradición veneranda de los patriarcas, del sabio Salomón
("setecientas esposas, trescientas concubinas") y del no me-
nos sabio Mahorna. i,Que al morir el major discIpulo de Smith,
Brigham, carpintero corno San José, dejó diecisiete viudas,
cincuenta y seis hijos y dies miliones de francos? i,Y los hijos
del papa Alejandro VI, y Luis XIV, hijo del cardenal Maza-
rino, y los millones del Vaticano?

iQue el espiritismo es una religion de farsantes? En qué


se diferencia de las otras, entonces?

El mérito de haber abolido la esclavitud que el cristianismo


se atribuye, es demasiado gratuito. En la Edad Media la Igle-
sia tuvo esclavos: niños capones comprados por los papas
para imitar la voz asexuada de los angeles en la Capilla Six-
tina. En la Edad Moderna, en America, el protestantismo y
ci catolicismo rivalizaron en sacramentar la esclavitud de
millenes de negrcs. En pleno siglo xix los obispos del sur
y algunos del norte fueron fervientes esclavócratas contra
Lincoln.
*
Poco y nada vale la neutralidad religiosa, muy poco la ense-
ñanza laica en las escuelas mientras los levitas y esos sacer-
126 LUIS FLANCO

dotes sin tonsura que son las madres de familia sigan gozando
del privilegio de inyectar dogmas y ritos más o menos troglo-
ditas a los pobres niños desde la cuna (edad en que lo apren-
dido no se borra mãs!), y mientras ci Estado tenga aiguna
religion de favorita —de madama Pompadour, digamos— o
se lave pilatunamente las manos mientras la endemia reli-
giosa inmoviliza el aire con sus bOisamos de embalsamador
egipcio.

Ya en pleno siglo xix el gobierno temporal de los papas


se parecla ann fraternaimente al de los suitanes: ignorancia,
bandidaje, milagros, la más ferviente opresión y la más evan-
gélica miseria popular. (En sOlo tres lustros, trescientas se-
senta y seis penas de muerte fueron pronunciadas en Roma
bajo Plo IX.)

El antisemitismo —que tiene aOn recónditas raices en ci


antigcntiiismo— es la pasiOn en que la estupidez religiosa
y la maldad laica celebran su luna de mid, fuera de que
constituye ci caso mOs conmovedor de ingratitud histórica:
Los cristianos abominando a Los hijos de Moisés después de
haberics robado su dies y su libro.

En 1814 ci papa llamó a nueva y mejor vida a la Compafila


de Jesus, abohda por los soberanos catOhcos y ci papa en
ci siglo anterior. Huelga decir que los jesultas devinieron
la guardia suiza del papado en ci orbe, ios rabinos y peda-.
gogos dc la iglesia y los tesoreros invisibles de la cristiandad.
El liberal Luis Napoleon no hubiera perpetrado jamás con
éxito su traición a la Repüblica de no haberse ahado a tiempo
con ci clero y sobrc todo con los jesuItas que en la segunda
mitad del siglo pudicron reahzar ci mOs fervientc dc sus
sucflos: Apoderarse de La segunda enseñanza coma pa habIan
hecho en grande con La primera. AsI pudieron prcparar ci
plantel no solo de los futuros gobernantes y mcntores sino
ci dc los futuros oficiales del ejército y la armada. (El asunto
Dreyfus dejó entrever que detrás de las bambahnas los jc-
suitas gobernaban más que ci gobicrno).
La CompaflIa de Jesus aparcció cuando la defcnsa dc la
Iglesia cuyo augc dcclinaba iba a neccsitar dc una cultura
intcicctual moderna, de un ciaro sentido financiero y politico
y de una nueva demagogia. Los jesuItas respondieron leal-
mcntc a tan complejas exigencias.
Ellos pudicron vcr, asI, mejor que nadic, que la cmancipa-
ciOn intclectual liega solo a una Infima minoria y quc los
pueblos amamantados por la religion seguirán siendo siem-
pre tan babosamcntc ingenuos y brutalcs como antes del
diluvio. Asi en plcno siglo xix, ante las frondosas barbas de
1'1QLJENO DICCIONAIUO DE LA a1•;soBErnENcIA 127
Darwin y Marx y mientras la ciencia histórica hacIa la radio-
grafla del mito de Jesus, los jesuItas infligieron a Occidente
niñerIas que no hubieran tolerado los hebreos de Isaias ni
los persas de Zoroastro, y a las que no se habia atrevido el
cristianismo en dieciocho siglos: la Trinidad de Jesus, Maria
y José, el Sagrado Corazón, el Divino Rostro, la Inmaculada
Concepción de Maria, la infalibilidad del Papa... i.Parece
poco? La fe en los milagros ha renacido por ellos, en nuestra
época, más seráfica que nunca, como lo dice —para citar un
solo caso— esa aparición de la Virgen Maria a una serranilla
en la gruta de Lourdes, a cuya vera mana una fuente tan
milagrosa •como el propio Jesñs, segün el Papa no tardó en
reconocerlo: piadosamente explotada, la gruta produce millo-
nes de francos, nuevo afluente para el Jordan de rentas ban-
carias, comerciales y docentes que la CompañIa obtiene urbi
et orbe.
*
El cátaro que cree sobre todo en los Evangelios; el pro-
testante que cree sobre todo en el Viejo Testamento; el ca-
tólico que se atiene más a los sacramentos y el rito; el deIsta
a la Rousseau o a la Robespierre; el mason que sueña en
La paz octaviana de los distintos credos y sectas; el unitarista
que eniparenta la teorIa antropológica de Moisés con la de
Darwin; Bergson y compañia, que descubren religiones está-
ticas superadas por religiones dinámicas; el artista que cree
expresar una emoción religiosa sin definición intelectual, los
sofladores de una religion universal sin dogmas, ni odios ni
sacerdotes publicanos: todos son filisteos religiosos, sacrista-
ties sin saberlo. Pues mientras existan (ya tendrán ellas tam-
bién su juicio final!) las religiones serán como han sido hasta
hoy: infantiles, milagreras y homicidas, y significarOn siem-
pre la tumba de la libertad de espIritu y el requiescat in pax
de la inteligencia.

El ojo de Diderot fué el primero en advertir que la opresión


polItica y la opresión religiosa son dos vertientes de una mis-
ma montana. El cristianismo sobrenada en Occidente porque
La Iglesia y el Estado (lease clero y clase poseyente) no lo
dejan hundirse. DespuOs del Renacimiento, al menos, no hay
recrudescencia religiosa sino la sugerida por los de arriba,
pues Ia beaterla de las masas es mejor custodio de las cajas
de hierro que la policia. Detrás del fanatismo resurrecto está
siempre la regresión polItica como dentro del cadaver traba-
jan los gusanos.
Las restauraciones politicas del siglo xix trajeron no solo
un nuevo sarampión católico, sino otro de sectas y subsectas
protestantes. El aborto de la primera revolución proletaria,
la Comuna de Paris y la fundación de la Internacional traje-
ron comb inmnediata consecuencia an ubérrimo ref lore cirrdento
128 LUIS FRANCO

clerical en toda la cristiandad, p como abortivo revoluciona-


rio, ci social-catolicismo de Leon XIII y compañia.
Pero ci proietariado moderno sabe que con él mucre la
vieja fe p nace la nueva: la fe en la iiberaciOn del hombre p
en su capacidad para realizaria.
No olvidemos que todo el Renacimiento significo exterior e
interiormente una excomunión del concepto cristiano del hom-
bre y el mundo. Pero ese Intento de desencadenar a Prornete'o,
es decir, al espIritu humano —de ahi lo de humanismo— trajo
de inmediato la tirria grandiosa de la Iglesia, y el ataque a
tilo, contrafilo y punta se llevó por la izquierda y la dere-
cha —la Reforma y la Contrarreforma— movido por el gran
acicate de la reciente expulsion de los otros paganos: los
drabes de España. El cristianismo pudo prolongar indefinida-
mente su agonla. Pero no es menos cierto que desde el alba
del Renacimiento hasta hoy, los rnOs preclaros espiritus de
Occidente fueron auténticamente anticristianos —Montaigne,
Bacon, Galileo, Shakespeare, Locke, Bruno, Leonardo, IViaquia-.
velo, Spinoza, Voltaire, Diderot, Shelley, Goethe, Schopenhauer,
Nietzsche, Marx, Ibsen, Bakunin, Whitman, Thoreau, Freud y
millones más, sépanlo o no.

La más grande revoluciOn de Occidente y sin duda de la


historia ha pasado casi inadvertida. Nos referimos al de--
rrocamiento del Dios cristiano por los enciclopedistas, los na-
turalistas y algunos filOsofos. El suceso venIa preparOndose
desde el Renacimiento, y en realidad el Dios-sustancia de
Spinoza era ya e] anti-Dios, porque era la Naturaleza: su
materialismo teolOgico era el certificado de defunción de la
teologIa. AsI 10 entendiO el "pagano", el "rnuy terrestre" Goe-
the, ese discIpulo que completó espléndidamente al maestro.
Pero la filosofia mOs prócer de Europa (el idealismo de Kant
ilevado a lo absoluto por Hegel) continuó la gran tradición,
venida desde la decadencia griega —PlatOn, Plotino— y des-
de mOs allá: ci mundo exterior recibe sus ieyes de la Razón
p no inversamente. AsI ci pensamiento es ci sujeto y ci .scr
ci atributo. La antincmIa entre el pensar y el ser se resuelve
suprimiendo uno de los términos: la existencia de la materia,
de la naturaleza.
La triquiñuela sublime fué denunciada primero entre to-
dos, por Feuerbach, poniendo el gran quid sobre sus pies, esta-
bleciendo la verdadera relación entre los dos elementos: ci
ser cc sujeto p el pensar atributo —el yo cc sujeto y objeto a
la vez— o sea, restableciendo la viviente unidad rota por el
idealismo. Dios, dernostró Feuerbach, no es mOs que el espI-
ritu humano proyectado en el infinito.
Marx, a su vez, viO que en la lucha contra la servidumbre
histórica, la filosofla debia ser sacada de las aulas y puesta
en los pufios de los abanderados de la liberación, y que asI
el análisis de la sociedad caduca debla comenzar por la au-
PEQUEFO DICCIONARTO DR LA DESOBEDIENCIA 129
topsia de la religion, esa concepción inversa del hombre y el
mundo, madre de todas las mistificaciones y aberraciones:
Porque, en efecto, la obediencia religiosa es la musa inspira-
triz de todo servilismo, y el hombre no se librará de sus amos
mientras no se libre del Amü.
El Dios que cornienza condenando a AdOn y Eva y toda su
futura prole por haber probado del árboi del conocirniento
(pues la noción racional de causa y efecto es el Anticristo de
la nocion sacerdotal del mundo y el hombre); el Dios, tal
corno se lo ha conocido siempre, corno la contranatura mis-
ma; el Dios que ayuda a un pueblo contra otro, que gusta
de templos capitolinos, badajos, hurnaredas, Tedéums de gala,
arrepentirnientos, rezos, confesiones, que se ingiere en los
asuntos domésticos o placeres de los hombres: enfermedades,
pestes, sequIas, rnatanzas devotas o patrióticas, sin excluir
chismes de alcoba o alcancIa, que condena a la miseria y la
desesperación a millones de trabajadores, es decir, a los que
dan de corner y visten a los otros, y manda a la cOrcel o el
destierro a los pocos hombres que han limpiado de nieblas su
mente e intentan limpiársela a los demãs, y perrnite hasta la
explotación y el hambre de los niflos: todo eso, mientras la
canaila mOs vanidosa y zOngana, vestida de honorable (prIn-
cipes de corona y de tonsura, dueflos de la tierra firme y ci
metal circulante, rnariscales de la guerra o la polItica, merca-
chifles magnos o rnedianos) triunfa en toda la lInea y maneja
el mundo desde los origenes: ese Dios de las religiones, si
existiera, serla el argumento más irrebatible contra la exis-
tencia de un Ser infinitamente inteligente y benevolente.
Ciertamente, nadie en los dltirnos tiernpos ha tenido el ojo
y ci corazón de Nietzsche para ver en Dios "el más estdpido
de todos los azares" y columbrar sin miedo la dramaticidad y
trascendencia de su destierro definitivo: "el acontecimiento
—la muerte del Dios cristiano— es demasiado grande, dema-
siado lejano y al margen de la cornprensión de todo ci mundo
come para extrafiarse de que no haya hecho ruido la noticia, y
que las masas no se den cuenta de ella iii puedan saber lo
que se hundirá por haber sido minada esa Ic: todo lo que Se
apoya en ella, con ella se emlaza y de su savia vive... ZEs
que las primeras consecuencias, contra lo esperable, no 1105
parecen de ningdn modo tristes ni sombrIas, sino que, al re-
y es, se nos presentan corno una luz nueva, una especie de di-
cha, de alivio, de serenidad, de aliento, de aurora?"
"El mundo vuelve a ser otra vez infinito: "per segunda vez
ci gran escalofrIo".
Dc veras, corno parece haberlo presentido ya Prometeo, con
ci ocaso de Dies cornenzarO la aurora del Hombre.
iSO LUIS FRANCO

HISTORIA Y DEVENIR

Por agencia de Empédocles la inteligencia griega habIa corn-


prendido el fenómeno de lo viviente corno un proceso do
concentración y expansion, de interacción constante entre lo
uno y lo vario: vision que C. J. Murphy traslada a la vida
histórica para definirla como un proceso constante de into-
gración y desintegración buscando una integración más rica.

Rémy de Gourmont sospechó que el instinto implicaba una


inteligencia previa: era una inteligencia cristalizada. Lo cual
coincide del todo con la percepción de R. W. Hingston: "El
instinto comenzó como acto razonado y se convirtió en auto-
mático". Ello explica en las sociedades humanas la tenden-
cia a preferir poco a poco la tradiciOn automática a las ope-
raciones inteligentes: en emplear su mimesis o poder de irni-
tación hacia atrOs, al pasado, y no hacia adelante, a las perso-
nalidades creadoras —y de aill su terror a las innovaciones
de los genios—. Todo 10 cual comporta un proceso fatal de
fosilización.

La vocación de inercia ofrécese, pues, tan obvia en la histo-


na natural cono en la humana: es el arnor al descanso, a lo
que Se demostrO cOrnodo y seguro, la idolatrIa de la costum-
bre, la resistencia a toda variación y cambio, el terror a lo
desconocido. Quiere, mOs que vivir, sobrevivir. Solo asi so
explicaria que después de ese abismal salto revolucionario
que significó el paso del subhombre al hombre, la humanidad
haya invernado trescientos mil años en el horizonte del sal-
vajisnlo.

,Terror salvaje a lo nuevo? Obra con no menos fervor en


las civilizaciones, sobre todo cuando se trata de un clase más
o menos minoritaria y zOngana que siente sus privilegios en
peligro.

Todo cornienzo de civilización implica la derrota de una


minoria poseyente y dirigente mOs o menos fosilizada por un
proletariado externo o interno (invasion do bOrbaros o re-
belión plebeya) en avance, o, como dice J. C. Smuts, "e1
tránsito de una condiciOn estática a una actividad dinámica".
Asi el motor de la historia se confunde con el proceso de
la lucha de ciases.
PLQUENO DICCIONARIO DC LA DESOBEDIENCIA 131
Tan absurdo es negarse a ver que la fenomenologla econó-
mica (desde las condiciones de salubridad, fecundidad y ubi-
cación del medio fIsico hasta las más evolucionadas activida-
des de producción y trueque) condiciona bãsicamente el aeon-
tecer social y cultural del hombre, como creer que se trata
de un proceso más o menUs mecánico, y cerrar los ojos a la
acción decisiva del fenómeno social y cultural sobre la base
económica, es decir que, en ültima instancia, es el hombre el
hacedor de su propia historia.

No so comprenderá al hombre histórico mientras no se 10


conciba como el hijo de Si mismo y ahijado de la Naturaleza.
De los dos factores —el natural y el propiamente humano-
el segundo es, como dice Means, "el más importante, el más
cargado de destino". El hombre se transforma a sí mismo
transformando la Naturaleza. Si Herodoto duo que el Egipto
agrario era un don del Nib, un historiador de hoy dice que
en grado no menor es "un don del hombre".

Cada civilización ha creado sus propias ideas, costumbres,


herramientas técnicas? 10 todo fué obra do una protocivili-
zación difundida mundialmente a través del espacio y el
tiempo? Sin duda la realidad no está obligada a coincidir
ciegamente con ninguna do ambas tesis rivales. La identidad
fundamental do la mente humana implica la posibilidad de
que las mismas ideas e inventos pudiesen aparecer en épocas
y lugares distintos, pero nada de eso anubla la alta probabi-
lidad de que tal vez no haya una civilización que no tenga
alguna deuda con otra u otras, dada la fecunda mimesis del
hombre, esto es, su capacidad para adoptar o imitar los uso.I7
o inventos que pueden mejorar su existencia.

Solo por pereza o cobardIa sigue aceptOndoso la version de


que el éxito del cristianismo so debió a que Roma, profesional
de la truculencia y el latrocinio, se dejó cautivar un dIa por
la evidencia de la verdad do Cristo, hecha de mansedumbre
y de renuncia. La realidad, sin duda, es otra. Una sociedad
genialmente parOsita, sin más actividades productivas que la
opresión y el expolio, debia gangrenarse hasta los huesos, pose
a su jupiterino poder, y asI fué. El itinerario del Imperio sig-
nificó una creciente invasion forzada de esclavos —es decir,
de mano do obra—, y do religiones orientales, que acatando
los hechos consumados, predicaron la resignación y la man-
sedumbre, prometiendo una recompensa... post-mortem. El
cristianismo fué una de ellas.
M LUIS FRANCO

De la tendencia infantil a confundir la biologIa con la his-


toria vino el mito do que los bárbaros del Norte inyectaron
una sangre joven y vigorosa al Imperio. No hubo tal. Derrum-
baron lo que se caIa solo y vivieron de sus restos. Se repite
que trajeron un principio de libertad y autogobierno, lo que
también es una ilusión benevolente: su caudillismo, zafia-
mente militar y tiránico, era asaz parecido al que les oponla
Roma. No tralan, pues, ningün germen de libertad, nada nuevo
para el mundo romano. Si a eso se agrega la difusión del ens-
tianismo, ese producto de uno de los pueblos más atrasados
de Oriente, se explica que todo eso desembocase en el estan-
que del Medioevo, cuyo nivel cultural estuvo no solo por de-
bajo del de la Hélade, sino del de Egipto, Persia o Fenicia.
*
Sin duda la incipiente expansion comercial de fines del Me-
dioevo, fué una incitación a las Cruzadas. Como es frecuente
en la historia, una empresa comercial, militar y polItica Se
vistió con sayo religioso. 1E1 Medioevo en agonIa fué a buscar
su Santo Sepulcro! Los caballeros cristianos no pudieron me-
nos que advertir que la Medialuna era un poco menos tene-
brosa que la Cruz. Exportaron su barbarie e importaron la
lepra. Sin duda la ampliación del contacto comercial con
Oriente no fué chico resultado, solo que todo se perdió de
golpe con la caIda de Constantinopla y la inauguración de la
navegaciOn oceánica.

Segün Jo muestran reiteradas experiencias, nada tan füne-


bre puede ocurrir en la historia como el que la religion sirva
benditamente para el dominio económico y politico. Eso ocu-
rriO con los Papas que pretendieron ser, y a veces fueron, un
avatar de los Césares romanos. Y con Fernando de Aragón,
apagando en nombre de los cirios catOlicos las más claras
luces de la cultura de Europa: las de la España islámica. I
con el turcomano Ismail sepultando bajo una lápida piadosa
el esplendor cultural de los Hafiz, Saadi, Omar Kayam.

La Reforma significa mucho menos una reacción contra el


papismo que contra el Renacimiento. La Contrarreforma apun-
ta a su vez contra el mismo blanco, ello es, mucho menos
contra la Reforma, que contra la recuperada norma griega:
culto de la belleza, de la razón, de la libertad, de la alegrIa
de vivir. El jumento teutónico de Lutero y la mula hispánica
de Loyola tiran del mismo carro.

La RevoluciOn Francesa significó el triunfo de la burguesia


—tan progresista entonces, como regresiva hoy— sobre la no-
PFQTJEO DICCIONARIO DE LA DESOBEDIENCIA 133
bleza zángana, pero no el triunlo del pueblo trabajador de
campos y ciudades. No significó la declaración de los derechos
del hombre, sino de los derechos del buen burgués. Su igual-
dad ante la ley, como la igualdad ante Dios, del cristianismo,
no significó, desde luego, ni un amago de igualdad económica,
y en la vida real las legiones de desposeldos siguieron tan sin
camisa como antes. Por eso la democracia burguesa no ha
sido jamás la Democracia.

El siervo de las instituciones y las convicciones con su beate-


na conservadora, es victima de una especie de castración
mental y moral que lo esteriliza como al mulo. Sus convic-
ciones y sentimientos son heredados y ajenos. Su bondad mis-
ma, cuando la tiene, parece de encargo.
*
Atrévete a paladear el mundo por tu cuenta, y aun a di-
gerirlo!
*
El signo más claro de la decencia y la honorabilidad es para
el filisteo la lealtad respetuosa a los viejos credos heredados.
Nada incomoda tanto al pi'iblico o a la familia, a las escuelas
o a los gobiernos como la nevelación de una verdad viva cuya
luz muestra el esqueleto de las viejas mentiras canonizadas.
*
Cómo no he de ser leal a mis propios pensamientos. Solo
ellos se quedan cuando mis antiguos amigos se van sustra-
yendo uno a uno, hastiados del frIo y de los contratiempos de
la soledad, sobornados por el olor del rebaflo.
*
Casi siempre los historiadores han hecho de profetas retros-
pectivos o de autorizadores del oprobio antiguo para justifi-
car el moderno.
*
CuOntos son los hombres capaces de imaginar un mundo
sin mercachifles, sin servidores de Estado, sin tenedores do
acciones, sin policIas, sin filantropIa, sin curanderos, sin ml-
litares, sin sacristanes? ,,CuOntos capaces de imaginar lo que
entonces tiene que ocurrir?

Sin una profunda perspectiva histórica, es decir, revolucio-


naria, el mundo de hoy resulta una Babilonia.
134 LUIS FRANCO

Repugnante cosa es el fanático o el sectario apegado como


una ostra a la fe o a la convicción que otros le han suminis-
trado. Pero no lo es menos el hombre-medusa, sin principios
o raIz en nada, que flota a la deriva de las más diversas co-
rrientes, que no se atreve a declarar sus opiniones o gustos-
por temor reverencial a disgustar a los demás, a descoincidir
con ellos, a quedarse solo.

Si la clase obrera no ha comprendido que no tiene patria,


no ha comprendido nada.

Los hombres en su gran mayorIa son frutos de la, herencia


y del medio en que viven, esto es, viven tan a gusto dentro
de los gustos y opiniones ajenos como la ostra en su estuche.

La desesperaciôn solo revela la pobreza de nuestro sentido


del futuro.
*
Nuestros pesados pies siguen apisonando la vieja ruta: la
rutina. Precisamos todavia sandalias aladas en nuestros ta-
lones.
*
El miedo al convulso presente y a las amenazas de cambio
y liberación, suele vestirse de amor patriOtico o poético a la
tradición carcelaria y al pasado momificante.

El pesimista o el escéptico que no cree que el hombre pueda


librarse al cabo de las muchas iniquidades históricas que pa-
dece (pues él las cree insalvables, esto es, inherentes a la
naturaleza de las cosas) es, por ello mismo, un quietista, es
decir, un enemigo jurado del porvenir.

La peor falla del sentido comtin es su inepcia más o menos


total frente al genio dialéctico de la historia y la naturaleza,
es decir, su prurito de referirse a categorias inmóviles y a
magnitudes invariables en un mundo perpetuamente en trans-
formación y en marcha.
*
Puede hablarse sin duda de la inervación humana de la
tierra. El hombre, concesionario de la tierra desde hace varias
docenas de siglos, la ha impregnado de sus venas, sus violen-
cias y sus sueños.
PEQUENO DICCIONARIO DR LA DESOBEDIENCIA 135
Si la hipocondrIa y la pedanterla Se han atrevido a consi-
derar la vida de un hombre como despreciable, as porque
nunca se han detenido un instante a considerarla como tota-
lidad. Cuando uno se atreve a echar una fugaz mirada sobre
las jornadas de cosmologIa y geologia qua fueron precisas
para qua apareciese la vida sobre la Tierra —y las qua se
precisaron para qua naciesen y se perfeccionasen los organis-
mos superiores, como un largo ensayo previo para la apari-
ción de la forma humana—, y el centenar de siglos precisos
para qua el bosquimano se transformase an el hombre de Ate-
nas, de Florencia, de Nueva York, cuando uno confia an quo,
pese a todos los eclipses, el espiritu humano terminará por
veneer las contradicciones externas qua lo empantanan mo-
mentáneamente, y qua entonces su crecimiento podrá ser su-
perior a todo lo conocido: entonces el hombre (cualquiera
qua sea, aun el mãs borroso) estã muy bios de presentarse
como una cosa despreciable.
*
El hecho indudable de qua an mãs de un detalle el animal
doméstico no sea superior al salvaje, abre el primer interro-
gante sobre quo el destino de la cultura, an parte, sea reducir
al hombre a la domesticidad, a la más ejemplar de las criatu-
ras domésticas.

No negamos qua el hombre sea la criatura más capaz do


inteligencia, de libertad y do amor. Pero tampoco puede po-
nerse an duda qua hasta hoy nadie puede disputarle su titulo
de campeón del odio, de la brutalidad y del servilismo.

Civilización es, para algunos de nosotros, el refinamiento


qua inventó la gomina y el ventilador. Para otros, el culto
extensivo e intensivo de la velocidad. Para muchos, el con fort.
Para la mayorIa, el arte de ganar dinero con la méxima efi-
cacia. Sin lugar a dudas, todos estamos equivocados.

La civilización, an general, hasta boy, ha tendido a dotar al


hombre solo de un amaestramiento extrinseco, semej ante al
del mono sabio: una sabidurIa adjetiva y quitadiza, pues no
ilega nunca o casi nunca hasta la sangre o el alma.
*
Hay qua insistir cada vez más an quo la crueldad humana
as mucho menos un instinto quo un hOhito, una adquisición
fatalmente ligada al miedo y la servidumbre.
*
136 LUIS FRANCO

Una civilización sin riqueza interior es una miseria mucho


más compasible que la del salvaje.

Si no está injertada sobre el salubre y vital patron de Ia


Naturaleza, una cultura apenas si puede lievar ese nombre.

De juro media todavia un buen trecho entre los insondables


códigos vivientes de la Naturaleza y las leyes papeleras del
hombre angosto de entendimiento y mucho más de alma.

La historia ha sido casi siempre una sirena para nosotros.


[Was lo que importa, en definitiva, es digerir bien el pasado,
de modo que en vez de ser un estorbo, una barrera para el
futuro, facilite el camino hacia él.

iQué grande es, pese a sus miserias y vergüenzas, la fortu-


na del hombre! Quizá tan profunda como la noche y tan es-
pléndida como el dIa. Cuãnto infinito oculto en su finito. Me
atrevo a sospechar a veces que fué la envidia la que mató
a los dioses.

La condición genial del hombre es que pudo y podrá ele-


varse por encima de si mismo, ser su propio pedestal. Ya sé
que se puede amontonar contra él, con mayor o menor justi-
cia, los mãs bochornosos y degradantes cargos. Yo contesto
que casi todos los hombres son fracasos de hombres. Pero
dejad que se logran como tales, que la belleza de su destino
se revele. Me basta pensar en ello para escuchar una miisica
aün no oida que me transporta a un porvenir tal vez no lejano
en que lo que hoy ilamamos heroico parecerá ridiculo o bestial.
*
Ni el arte, la ciencia, la historia o la mecénica importan
mayormente. Descubrimos una vez que el hombre es todo y
superior a todo eso. De él pueden salir y saldrãn las nuevas
tablas de la Ley, los nuevos Evangelios para servirlo mejor.
No importa que su espIritu esté adn lleno de nieblas, de pan-
tanos y de fuegos fatuos. El es superior a la religion, a la
politica, a las técnicas, a que adn presta asentimiento. Supe-
rior, tal vez, a la Naturaleza misma, ya que ella solo logra
sentido para mi traducida por él o a través de él.
*
,Por qué hemos de comenzar imaginando al hombre un
PEQUE0 DICCIONARiO OE LA DESOBEDIENCIA 137
Angel aliquebrado? ,Por qué no imaginarlo, mejor, coma 10
que es: un hijo de la geologIa y la zoologIa quo viene luchan-
do a brazo partido con la bestialidad, no siempre victorioso, es
clara, pero ilevando la mejor parte, pese a todo? Entonces,
en vez de lamentarnos farisaicamente de que haya tanta bru-
talidad y mezquindad en el hombre, nos asombraremos dicho-
samente de que no sean demasiado escasas, ni mucho menos,
sus pruebas de inteligencia iluminadora, de bondad casi angé-
lica, de coraje casi arcangélico.
*
Es mucho halago para el hombre la version sagrada de ha-
ber sido creado por Dios en un fiat especial, de golpe y defi-
nitivamente. Pero hay mayor mativo de orgullo en la version
profana de ser un hijo de la Naturaleza tanto coma de sus
propias obras, can el agregado de que su creación no ha con-
cluIdo, de que su estatua está aün en poder del devenir.
*
El "nada nuevo bajo el sal" significa que nada hay nuevo
bajo el crOneo del hombre aquejado del terror ancestral a lo
nuevo y desconocido que le hace ver entre el pasado y el
presente las analogIas de superficie, pero no las diferencias
profundas.

Todo parece indicar que el hombre histórico no ha pasado


ain bajo su mediodia.
*
La Naturaleza ha creado al hombre en su momento de ma-
yor inspiración, quizá para conacerse mejor a si misma y pro-
seguir con él y a través de él su obra creadora.
*
No deben resignarse los redentores a su vocaciOn de yun-
que: es preciso que recuerden su obligacion de ser martillo.

La marca del hombre genial se muestra tanto en su pers-


picacia para lo inédito, para las nuevas metas y las nuevas
direcciones, coma en su capacidad de aprovecharse del tra-
baja preparataria de sus auxiliares y predecesores.

El desenmascaramiento de la insuficiencia vestida de salem -


nidad, de la impotencia vestida de castidad, de la cobardla
138 LUIS FRANCO

vestida de generosidad y amplitud de espiritu, es el trabajo


previo del que se ha libertado y quiere libertar.

Es mucho, pero no es todo, el descubrir una posibilidad


nueva, una nueva grandeza del hombre: precIsase indicar, por
lo menos, el rumbo del camino que lieva a ella.
*
El instinto del porvenir es la vanguardia del hombre.
*
El honorable püblico es tan cachaciento que, con tal de no
tomarse la molestia de verificarla, termina por creer en cual-
quier afirmación repetida con insistencia de predicador, es
decir, de inartillero.

Lo novedoso es difIcilmente lo nuevo.

Mientras el mundo exterior está sometido a una trasforma-


cion tan presurosa como original, el paisaje Intimo de la ma-
yor parte de los hombres de hoy ofrece sin duda Un cuadro
de desolación y de ruinas —admirables de prestigio en su tris-
teza, pero ruinas al fin.
*
Es cosa frecuentIsima que el cojo siga valiéndose de la mu-
leta mucho después de haberse curado su renquera.
*
Las herencias muertas de millares de siglos pesan sobre la
mente del hombre como los superpuestos pisos de agua sobre
la cabeza del buzo.

Hay el tiempo de la tortuga y el tiempo del picaflor.

Lo que por sobre todas las cosas categoriza al hombre en-


tre los otros seres es su apetencia de futuro.

Siempre estamos inmaturos, siempre grávidos de ignotas p0-


sibilidades ante el devenir.
*
El ünico gastador y de yorador de tiemp —de horas, de
PEQL'ENO DJCCIONARIO DE LA DESOBEDIENCIA 139
siglos— es el hombre. El animal vive en el puro presente,
pero el hombre se estira desmesurado desde el recuerdo a la
esperanza.

El pensamiento más audaz tiende a congelarse y estorbar


el paso a los pensamientos nuevos.

Con odio de viejo celoso lo antiguo repugna lo nuevo.

En realidad, somos los sobrevivientes de todo lo que muere


dIa tras dIa en nosotros. Somos seres póstumos. Pero a la vez
somos también los coetáneos y aun los profetas de los milla-
res de navidades que obran en nosotros el amor, el conoci-
miento 0 la esperanza.

La verdaclera lucha par la liberación material y espiritual


del hombre es medularmente anticristiana. No solo porque la
Iglesia, desde que el siglo iv pactó con los emperadores hasta
hay, ha sido una especie de gran pitonisa inspiradora y sacra-
mentadora de toda servidumbre —desde la de la inteligencia
hasta la del trabajo manual—, sino porque la concepciOn ens-
tiana del destino humano postula que el hombre no puede
liberarse a sí mismo en la tierra: sOlo puede ser salvado par
Dios en el cielo. Cristo no pudo hablar más claro: "Mi reino
no es de este mundo". En este mundo Dios sOlo mira sin ira,
es decir, sin amenaza infernal, una conducta: la no resistencia
externa al mal, la obediencia al orden establecido, la renuncia
a toda lucha: lo cual significa el más gordo servicio hecho a
los gordos pastores del rebaflo humano.
No hay ni puede haber, pues, filantropismo obrerista a so-
cialismo a la nazarena —papal a laico— sino coma alucinación
o coma fraude. El socialismo verdadero, que busca la libera-
ción y potenciación del hombre-individuo a través del proceso
del hombre-inasa, no tiene mOs camino que el revolucionario,
el ünico par el que la clase proletaria (la ünica que en ade-
lante tiene papel activO, creador, esto es de colaboración con
el porvenir) puede ascender al poder para jubilar las clases,
raIz de toda servidumbre.

La primera ventaja de una igualdad exterria entre los hom-


bres estará en que las capacidades extraordinarias del mdi-
viduo estarOn mucho menos expuestas a anularse a defor-
marSe.

,,El genio con alga de demonIaco y sIsmico, coma ebriedad


y lacuna? Naturalmente, la verdad del genio es el mentIs iron-

I.
140 LUIS FRANCO

tal de las insensateces del sentido comün de los siglos... el


pecado original, el derecho divino de los reyes 0 de los pro-
pietarios, el amer platOnico, la tierra inmOvil. No, pues, el
genio es la cordura grande, la lucidez sin anteojeras.
*
Si bien se mira, la religion, la moral, la filosofia, las insti-.
tuciones económicas, las doctrinas polIticas han sido hasta aho-
ra solo una vasta invitación a la resignación y la obsecuencia.
*
El mundo es ya solo una sola ciudad, o todo está maduro
para que lo sea. El nuevo sentido de civilidad tendrá que
adaptarse a eso. Si todas las instituciones económicas y poli-
ticas del mundo se han podrido es porque las i.'inicas viables
para el hombre de mañana se fundarán sobre el panhuma-
nismo.

Si lo que nos aproxima a la Naturaleza nos separa del Hom-


bre, se debe sOlo a que bajo la presión de la servidumbre
se ha hecho un animal perversamente dornéstico, con ideales
gallináceos —y aün algo peer—: un discIpuio de las propias
mOquinas que construye.
*
(Jnos mienten por conveniencia, otros por ignorancia. Nues-
tra sociedad moderna, en plena disgregaciOn, no conoce casi
otra clase de hombres que estos monederos falsos.

Todos somos mOs o menos demagogos, desde el chalán de


la polItica o el orador de feria que ponderan sus mercancias,
o el literato que se esfuerza por escribir segün el más bajo
gusto del piIiblico, hasta el filósofo y el moralista que se
guardan muy bien de herir los sentimientos o ideas tradicio-
nales. Claro estO que la demagogia sOlo con la religion llega
a lo sublime.

El achaque mOs comilin de los historiadores es el que al es-


tar por obligación del oficio, vueltos hacia el pasado, tienden
a adoptar como ünica esa actitud epimeteica, esto es, a sosla-
yar el presente y olvidar el futuro.

Después do desentrañar y dilucidar ci misterio religioso, su-


perOndolo, el hombre moderno estuvo obhgado a hacer lo
propio con el misterio histórico, trazando la biografia veraz de
sus origenes, las leyes de su crecimiento y de sus parálisis.
PEQUINO D{CCIONARIO OE LA DESOBEIMENC!A 141
El siglo XIX asistió a dos de las más grandes revoluciones
del pensamiento. El darwinismo o concepción materialista del
hombre natural, trajo la muerte inmortal de la teologla. El
hijo de ésta, el idealismo filosófico, cayó enfermo de muerte
a su vez ante la concepción materialista del hombre histó-.
rico, o sea, ante el paso del sistema ptolomeico de la historia
al sistema copernicano.

Con las inducciones y deducciones más arbitrarias y las re-


presentaciones más infantiles, coexisten en la conciencia pri-
mitiva muchos elementos asaz racionales, aunque no es menos
cierto que la mente moderna está lejos de haberse olvidado
del todo de las supervivencias del pensamiento primitivo, del
inmenso sector no colonizado adn por el entendimiento huma-
no. Ello es tanto más trâgico cuanto que se llego a asignar
un papel excesivo a la pura razón interior sin contar casi para
nada con una organización menos arcaica y arbitraria del
mundo económico y politico. Naturalmente, de su exceso de
confianza en el poder de la pura razón, el hombre reaccionó
como un primitivo. Ello explica la supervivencia de la reli-
gión y aun de la magia —sin contar que éstas son el nejor
escudo en la defensa de los privilegios del pasado contra toda
pretension revisora e innovadora.

"La historia humana parece el sueño de un tigre" —dice


Hebbel, aludiendo a su reiterado alarde de violencias, cruel-
dades, opresiones y traiciones. Si, pero no es un sueño ciego.
En ella todo tiene un sentido, y un sentido ascendente. Nada
se da en vano, y calamidades inevitables como la esciavitud
sirvieron no solo a la cultura, sino a la libertad venidera.

Cuando los productos del hombre, de valores de uso se tro-


caron en valores de cambio, inaugurando la economla mer-
cantil, se inició un gran momento histórico, pues no solo sig-
nificó el comienzo de un gran despliegue de la producciOn,
sino un inmenso ensanchamiento de las relaciones, la expe-
riencia y el conocimiento humanos a través del capitalismo,
del industrial y del financiero. No menos cierto es que el
hombre fué poco a poco dominado por sus propias crea& ones
económicas sustituyendo las relaciones propiamente humanas,
por las de las mercanclas, las máquinas y ci capital: la aliena-
dOn progresiva del hombre viviente y pensante.
Cuando las fuerza.s desatadas por el hombre empiezan a
escapar a su propio contralor y dominlo, se cierne sobre éi
un peligro de anulación y momificación. Solo el hombre ac-
tuante y pensante es capaz de creación y de vida y es él el
que hace su propia historia, el ünico sujeto de su devenir.
Eso es lo que 10 diferencia del animal y la planta.
142 LUIS FRANCO

El hombre es un hijo inconsciente de su labor y sus herra-


mientas, de su acción y pasión económica. Pero su cometido
en nuestra época es superar esa mutiladora absorción econó-
mica, y poniendo a contribución su total actividad, plasmar
conscientemente su propio destino.

Nadie puede dudar ya que nuestra sociedad capitalista ha


entrado en crisis. Las dos panguerras no son más que dos
montaflosas pruebas de las contradicciones mortales que ileva
en su seno, como el fascismo, el nazismo, y las dictaduras
actuales, son ensayos de solución tan furibundos como
innocuos.
El milenario sueño de una sociedad sin explotación del
hombre y su trabajo —cancer de la historia— es ahora una
posibilidad, pues hay de sobra con la explotación de las
máquinas. Es verdad que su primer intento por lograrlo —la
revolución proletaria de Rusia— ha sido frenado por el Ther-
midor interno y la confusion e indecisiOn externas. Pero
nada de eso, ni el gangsterismo epico de las "democracias"
capitaneadas por Wail Street, logrará detener el proceso as-
cerndente.
La historia solo tiene sentido si es capaz de aclararnos el
presente y mOs aOn: de preparar un futuro mejor. A estar a
los testimonios de la ciepcia, al hombre le queda por vivir un
tiempo desmesuradamente más vasto del que hasta ahora ha
gastado sobre la tierra. Razón sobrada para mirar más hacia
adelante que hacia atrás, y más al mundo real que al soI'iado
por nuestros fantásticos ancestros, o, como dice Lionel Curtis:
"tener frente a nuestras mentes la meta hacia la cual nos
dirigimos... La imagen de la Nueva Jerusalén que desciende
sobre la tierra. .
*
La sociedad postcapitalista tendrá que significar un cambio
de actitud del hombre de lo centrifugo a lo centrIpeto, un
revenir de las alienaciones materiales y espirituales que mu-
tilaban su vivir real a la posesión integradora de si mismo.
Significará la paridad entre la esencia y la existencia, el paso
de una prehistoria semianimal a la historia propiamente hu-
mana. Resueltos los problemas que tiene en comün con el
resto de la zoologIa —alimento, cueva, abrigo, reproducción—,
el hombre podrá abocarse a la solución de sus problemas
privativamente humanos. Eso será el humanismo integral.
LIBERTAD Y SERVIDUMBRE

Donde vive el hombre más libre, alil es el lugar más sa-


grado de la tierra.

tin orden de niño, de nifio polizonte, eso suele oponer ci


hombre a la profunda libertad exacta del espiritu.

Quizá lo que interesa en ültima instancia no es averiguar


si Ufl pueblo es más salvaje o más civilizado, sino en qué
medida va logrando eliminar ci servilismo.
*
El peor enemigo del siervo no es su amo, sino ci que Ileva
adentro: ci espjritu de servidumbre.
*
El tirano es la negación del hombre. El tirano es ci coefi-
ciente de los esciavos.

Eso de despreciar a la humanidad le queda grande al más


pintado, pues nunca le han faltado a ella individuos que
prefirieron dejar segar su cabeza a doblarla bajo el yugo.
*
La libertad es toda la cultura: esto es, su camino y su meta.
*
Parece ser que el coraje, aun el más heroico, no seduce de
veras si no ejerce la crueldad, o mejor, hace de verdugo. iA tal
punto el espIritu de servidunibre —esa gran tradición his-
tórica— ha encorvado ci alma del hombre!

Hay algo peor que cortar o doblegar la vida de un hombre:


es convertirlo en verdugo o carcelero de los otros.

Los zoólogos mâs responsabies de boy enseiIan que el leon


o el antliope de las jaulas de nuestros jardines municipaies
no es tal sino momificada irnitación del leOn o el antIlope
del bosque y la lianura. Pero la sociologIa y la filosofIa teoló-
gicas siguen firmIsimas en creer y hacer creer que el estabu-
lado hombre de hoy puede Ilamarse un hombre.
144 LUIS FRANCO

No hay mãs obediencia respetable que la obediencia al pro-


fundo instinto de libertad que todo hombre lieva en si.

Se precisa un largo amaestrarniento para lograr expresarse


con naturalidad. La l i bertad es huja de la disciplina.

Todos quieren ser martillo y nadie quiere ser yunque. Pero


quien es capaz de ser ambas cosas dentro de si mismo, se
resiste a serlas en el mundo.

El grado de libertad de un espIritu se mide por la capacidad


de aceptar la de los otros.

Como el hombre puesto de rodillac echa todo el peso de


su cuerpo sobre ellas, asI descansan sabre su inverecundia los
corazones serviles.
*
Sin duda que el peor enemigo del hombre individual y
colectivo en todos los tiempos y comarcas ha sido y es el
dogma de obediencia. ,,Obediencia a quién? A una coercion
externa o interna: la que proviene de los amos y a veces
comienza desde la cuna. Es la servidumbre mental, moral y
corporal. El signo de la civilización verdadera será la eman-
cipación de ese dogma tenebroso: la posibilidad de que cada
hombre, y nadie más que él, mande dentro de si mismo, con
el sentimiento jubiloso de que el que manda se identifique
con el que ejecuta.

El espIritu humano tiende siempre a la expansion como los


grandes rIos tienden al mar.

Quien tiende a ahogar la libertad de los otros la ahogO


primero en 51 mismo.

El espiritu tiránico a policlaco es hijo del miedo, que padece


de miopia. La inteligencia de la infinita variedad humana y
de su ilimitada necesidad respiratoria, apareció por excepción
en edades antiguas, pero es o seth el más auténtico honor de
nuestro tiempo y del que venga. No importa que las circuns-
tancias momenténeas parezcan negarlo.
*
PEQUE0 DJCCONARI0 DE LA USSOBEDIENCIA 145
El jactarse de la lealtad incondicional a otro, es tener orgu-
110 de la propia humillación.
*
La deificación del pasado puede implicar un peligro para
la grandeza presente. El culto de los heroes libertadores de
otro tiempo puede servir para mutilar la libertad de hoy.
Pero la libertad se conquista luchando dura y sagazmente y
sin pausa por ella, no venerando supersticiosamente a los que
hicieron aquello en el pasado.
*
El rio no pide permiso a sus márgenes para desbordarse;
el incendio crea él mismo el hálito gue lo atiza; pero el hom-
bre largo tiempo enjaulado cobra amor a la jaula.

La tragedia de la historia cornenzó cuando la vocación


esencial del hombre fué sofocada: su pasión de espacio suf 1-
ciente, el despliegue exacto de todos sus ademanes, la colmada
respiración del alma.
*
La aparición de un solo hombre libre es un prodigio tan in-
creible y sereno como la venida del sol.

Quien se deja mandar porque si, quien obedece por que si,
ya está manchado para siempre. Todo el poder de la prima-
vera no puede remendar la rosa rota.
*
El alma no debe obedecer a nadie. El alma debe acudir a su
propia insondable autoridad, y toda obediencia le es debida.

Hay algo que es la tisis del alma y escupe sangre: el miedo.


El hombre tiene que elirninarlo o vivir de hinojos.

Porque si el aliento pantanoso de los siervos enhollina la


atmósfera, el coraje de la libertad es la aurora del mundo.
*
La libertad no es un bien del hombre, es el hombre mismo.
*
Las tiranias son rigurosamente selectivas: destierran las
145 IlfiS FRANCO

mejores cualidades de los hombres y prcmian altarnente todas


las bajezas. Con ellas no hay medias tintas.

Los hombres coquetean y novian con la libertad y se casan


con la servidumbre.
*
Los que desprecian al hortera supongo que deben reservar
su admiración al patron del hortera.

Más que de los gobiernos, más que de los negreros del


privilegio económico, más que de la opinion pdblica, somos
siervos a esciavos de nuestras propias preocupaciones.
*
El miedo del hombre a la libertad es tal que aun para
después de su muerte se prepara una de las peores formas
de cOrcel: un macizo cajón de madera preciosa forrado de
raso o terciopelo y precintado de bronce o plata. Asj los
gusanos podrán aprovechar Integros sus despojos sin que pue-
da disputárselos la golosa tierra.

El mayor honor de un sicario estO en morir en alguno de


sus actos de servicio. El de un espIritu libre es ser encerrado
o herido en algñn trance de su lucha por mermar la servi-
dumbre de los demás. En su calabozo queda una claridad
inapagable; su herida echa una sangre inmortalmente fecunda.
*
Por sobre todas las cosas, lo asombroso es que cuarenta a
sesenta siglos de servidumbre y de crueldades sin nombre, de
hambres, pestes, desnudeces, cilicios, guerras y San Bartolomés,
de dogmas y mandamientos carcelarios, de frenos, grillos,
calabozos, lazaretos y confesionarios, de coerciones, presiones,
fantasmas y amenazas infernales, de toda clase de gendarmes
e inquisidores para el cuerpo y el espIritu: lo asombroso es
que el hombre haya podido sobrevivir a todo eso sin volverse
loco a imbécil.
*
Alg'n dIa el desprecio que boy cae sobre el lacayo alcanzará
con igual o mejor razón al pobre diablo que precisa de lacayos
para convencerse de que realmente está por encima de los
otros.
*
PEQUEO DICCIONARTO DR LA DESOBEDIENCIA 147
Libertad se llama también: jubilación del miedo.

La obediencia porque si es la inmoralidad esencial.

El hombre capaz de mandar en sj mismo, zpor qué ha de


servir a nadie ni hacer siervos a los demás?

El solo uso de la libertad, con la elevación de pensamiento y


sentimiento que comporta, bastará para lograr aquello en que
las religiones fracasaron: la comuniór de los hombres por
encima de fronteras, épocas y razas.
*
Sin el sentido y la veneración de la dignidad humana en
Sipropio y en los demás —y una cosa implica la otra— ,cómo
se puede aspirar a ser verdaderamente un hombre?

La falta de todo respeto y el respeto ciego son cosas de Ia


chusma.

No hay infierno o purgatorio, hay la servidumbre humana.


Y hay la libertad, cielo respirable y afincable de que el hom-
bre apenas comienza a tener noticias.

El orgullo patriótico puede servir, entre otras cosas, para


que el sirviente alemán, por ejemplo, se olvide ante su condi-
ción de alemán, de su condición de sirviente. Esa clase de
consuelo embriaga al siervo de todas las opresiones.

Se precisan, sin duda, muchos millones de hombres para


dar con uno solo que sea libre en su pensamiento. Pero hallar
uno que sea leal a su pensamiento libre, esto es, libre en su
espIritu y en su conducta, eso es ya casi un milagro. De tal
modo el hombre carga sin beneficio de inventario con la
herencia de siglos de servidumbre y de miedo, y de tal modo
es una surnisa hechura de la educación familiar, estatal, aca-
démica y callejera.

El hombre realmente libre se halla tan solitario como Ro-


binson ensu isla. Los demás y en en él a una especie de perro
rabioso y tratan de ponerle mordaza, porque ellos son eso:

I-
118 LUIS FRANCO

perros rabiosos con el bozal ilamado hipocresIa. Y bajo la


hipocresIa puede haber de todo menos un adarme de grandeza
de alma. Todo, menos coraje, porque no hay miedo como el
del enmascarado a perder su careta.
*
,Libertad de palabra? Siempre la hubo para todos los que
no saben o pueden usarla: los escritores y oradores de moda,
los predicadores, martilleros, periodistas, salvacionistas, sa-
cristanes y chalanes de toda clase. Porque la casi unanimidad
de los lectores o escuchadores de libros, de sermones, de dis-
cursos o conferencias, vienen solo a entretenerse, esto es, a
que les adornen y confirmen la vieja mentira, no a oIr nm-
guna verdad.

Si algo se saca en limpio de la práctica del material huma-


no es que en cada hombre o mujer se disimula mal o bien
un pequeflo tirano, es decir, una incapacidad de nacimiento y
educaciOn para sentir la libertad: se trata casi siempre de Un
alguien que a toda costa quiere presentarse muy por arriba
do lo que es, pues aspira solo a prevalecer e imponerse a los
otros. ,Cómo ha de ser sencillo y franco si comienza ahogando
en sj el sentido de la igualdad fraternal, lo ünico que permite
concebir que los demás precisen vitalmente la misma libertad
que precisamos nosotros?

Pienso que los hombres ahogan lo mejor que lievan en sí


—inteligencia, independencia de espIritu, poesia y generosi-
dad— muchas veces sOlo por cobardla y pereza, por despla-
zarse segdn la lInea de menor resistencia, por hacer lo que
otros hacen.

2,Para qué las internacionales y los sindicatos, la agricultura


motorizada y las usinas hidroeléctricas, los comicios libres
y los aviones y los congresos cientIficos, la televisiOn y el
psicoanálisis, y las selvas de bibliotecas y escuelas y museos,
para qué todo eso, si no sirve para nada, si Prometeo sigue
aüri encadenado?
*
En algunos aSpectos, por lo menos, el hombre civilizado es
frente al salvaje como un caballo de establo, amansado y
amaestrado, pero de menos aguante que el salvaje, y con una
falla Seria: la de carecer del sentido suficiente para cuidarse
por cuenta propia, para advertir qué es lo que le conviene
a él, no al amo.
*
Que el sirviente inglés, lejos de avergonzarse de su servi-
PEQUE0 DICCIONARIO DE LA DESOBEDIENCIA 149
dumbre y luchar por liberarse, se sienta "orgulloso de traba-
jar Para ]as mejores farnilias" es la mejor prueba de que el
amo sabe dar al alma esclava la figura que a él le conviene.
*
Como el hombre natural puede, por pequeflas dosis progre-
sivas, llegar a ingerir una cantidad de veneno capaz de matar
a una legion, el hombre politico, lievado paso a Paso, puede,
sin morir del todo, absorber fabulosas cantidades de despotis-
mo y servilismo.
*
Solo entre iguales puede respirar la libertad. Solo cuando la
ann dssconocida democracia aparezca, la verdadera condición
humana podrá manifestarse. El hombre del vulgo podrá ]ograr
esa dignidad —sacra real majestad humana— que los reyes
simularon, porque no tendrá necesidad de ser amo ni siervo
de nadie.
*
La servidumbre hace mucho más daño material y moral
que la guerra.
*
Todo, incluso el crimen, está permitido contra esa espantosa
calumnia de lo humano, que es la servidumbre.

"El nacido Para obedecer, obedecerIa hasta sobre un trono".


Vaavemargues. (Es natural que asI piense, con honradez va-
lerosa, un militar y filOsofo de corte. Pero los animales salva-
jes se resisten a la domesticación y a la jaula todo lo que
pueden, muriendo muchas veces en seflal de protesta. ,.Por
qué el hombre ha de ser peor que ellos? Lo cual no significa
desconocer que las columnas de siglos de obediencia que pesan
sobre el hombre le dan una aptitud Para la servidumbre que
se parece terriblemente a un instinto...)

2.Que la pretension del hombre al tItulo de rey de lo creado


es grandiosamente ridrcula? Si, Pero ,,cómo no iba a caer en
ella quien comenzó por creer en su derecho natural a esciavi-
zar a sus propios semejantes?

"La tiranIa es más amarga que la muerte". (Frase de Esqui-


lo, es decir, del mayor poeta del más grande pueblo conocido).

La ausencia de peligro, con la pérdida de la necesidad de


150 LUIS FRANCO

montar guardia sobre nosotros mismos, que comporta: defender


nuestra libertad con lo más amoroso y valeroso que en nos-
otros alienta, es el comienzo de aniquilamiento en el leon
como en el hombre.

Cuando un espIritu libre sopesa los prejuicios, convenciones


y supersticiones que bloquean a las gentes que lo rodean, tiene
la impresión, no de hallarse entre coetáneos suyos sino entre
marcianos o nibditos do las primeras dmastIas egipcias.

Puede tenerse o criarse espIritu servil como se crIa un


sobrehueso, sin que basten a estorbarlo ni el tItulo nobiliario,
el cargo privilegiado o la riqueza fastuosa, el coraje homérico
o la eminencia intelectual. Cuando Napoleon celebrara en
Erfurt su entrevista con ci zar de Rusia, todos los reyezueios
y principIculos de Europa amenazados de perder sus privile-
gios mendigaban lacayunamente en los pasilios del palacio una
mirada del plebeyo ex teniente devenido una peste de todas
las testuces con corona.

LITERATURA (LA)
De una criatura natural o un paisaje podemos gozar más
o menos pasivamente; también de la müsica o la pintura. La
lectura, en cambio, exige una verdadera colaboración del
lector. Esa es la diferencia de fondo entre la literatura y
las otras artes, y su hegemonla sobre elias como educadora
del hombre.
*
La literatura no es sOlo revelación del hombre y ci mundo,
sino también intento de trascenderlos y modificarios.

Un hombre de cualquier otro oficio puede estar más o


menos sometido a un amo —tirano o clase privilegiada— y
ser todavIa ci resto de un hombre. Pero ci que tiene por
oficio y herramienta ci pensamiento y la palabra, si no Con-
serva más o menos intacta su libertad intrInseca, es la nega-
ción de un escritor, como el leon enjaulado es la negación
de un leon.

No hay oficio quo exija más libertad. Se puede ser corner-


ciante, albañil, medico, electricista, militar, cura, por interés de
ganar dinero, por vanidad social, por consejo do la familia 0
1'EQUE0 DICCIONARIO DR LA DESOBEDIENCIA 151
porque no se puede ser otra cosa; escritor se es por la más
irrenunciable predestinación y aun cuando se presientan los
peligros y desventajas de tan singular carrera.

Entre docenas de literatos que escriben para mimar el buen


sueño o los buenos ensueños del lector, sale un escritor que
se propone despertarlo. -

Los ilamados funcionarios pdblicos o del Estado, lo son de


la plutocracia y sirven los intereses privados del Estado. El
ünico funcionario püblico de verdad es el escritor libre.

El escritor tiene que sentir de algün modo —y si no no es


hombre de su tiempo— esa conexión interna entre su destino
personal y el de la clase en ascenso de su época.

La literatura, cumpliendo con su función de espejo vivo


del hombre, será siempre una incitación al cambio, es decir,
a mejorar la imagen allI reflejada.

Bajo las dictaduras los escritores suelen adoptar la postura


de fra Angélico cuando pintaba sus vlrgenes y santos: el arro-
dillamiento.

,Congreso de escritores soviéticos? ZCongreso de escritores


antisoviéticos? ZCongreso eucarIstico? ,.Congreso de carneros
de Panurgo?

El espIritu de inercia o compromiso con el pasado inerte


escribe para confirmar las posiciones heredadas de la gente.
El espiritu de vida o innovación escribe para demostrar que
el mundo debe ser inaugurado dIa tras dIa.

Si la vida no es un mero artIculo de lujo o un mero pasa-


tiempo, ,,por qué la literatura ha de serb? Ella, como la vida,
es también problema y responsabilidad. El mundo y el hom-
bre no han de ser ofrecidos como un rnuseo, para la pura y
amena conternplación, sino corno un proceso de innovación
y liberación en el que es preciso intervenir audaz y alegre-
mente.
1 1 LUIS FRANCO

Si el ejercicio de la literatura no importara cierto riesgo


corno ocurre en no pocos oficios —el del minero, el buzo, el
aviador—, que ilusión de grandeza habrIa en semejante
oficio?
*
Antes se creIa que el autor hacia su obra como Jehová
hizo el mundo. Hoy sospechamos que una sociedad determi-
nada, en un momento histórico dado, hace su literatura a través
del escritor.
*
La literatura podrá ser el terror, a veces, pero tiene que
ser la piedad y el valor siempre, si quiere ser liberadora y
educadora.
*
En toda la vasta antigüedad la literatura aparece como
ejercicio privativo del levita, sacerdote o profeta, o de los
colegios religiosos, o de escribas adscriptos al servicio de la
casa real. Roma continña la tradición, y los Horacio, Virgilio,
Ovidio, Petroriio, buscan asegurarse el favor cesáreo o al
menos la protección áurea de algiin ventripotente Mecenas.
*
La excepción gloriosa es Grecia, donde el gremio sagrado
no logra organizarse en clero y donde el testaferro de los
dioses ocupa un rango secundario. El verdadero monitor espi-
ritual y educador de Grecia es el poeta: Homero, HesIodo, pri-
mero, y en los grandes dIas de la democracia, el poeta drama-
tico, desde Esquilo a Aristófanes. El escritor es aquI, per pri-
mera vez, un hombre libre. El peleador espléndido de Sala-
mina y revelador de Frometeo quedará para siempre como
uno de los mayores ejemplos de independencia intelectual
y espiritual y de dignidad privada.
*
En la Edad Media la lectura solo daba acceso a la Biblia
y a los libros que versaban sobre ella, amen de que eso era
un privilegio exclusivo de los clérigos. La casi totalidad del
pueblo quedaba fuera de la literatura, y la literatura fuera
de la vida. La aptitud para la lectura y su derecho a ella
fueron considerablemente ampliados cuando llegaron Gu-
tenberg y la burguesia. En nuestro tiempo, y mucho més en
adelante, todos los hombres deben ser puestos en aptitud y
condiciones de liegar a las Santas Escrituras de la humanidad:
la literatura universal.
Las letras y la ilustración como privilegio noble es en la
Edad Media la supervivencia de un viejo privilegio anexo a
la division de la sociedad en clases. Para la sabidurIa taoista
de China es dogma ci privar al hombre comOn del saber des-
PEQUE0 DICCIONARIO DL LA DESOBEDIENCIA 153
pertador de deseos y procurarle solo "mdsculos sólidos y
voluntad débil" (Wilhelm). El noble Tupac Yupanqui peruano
preconiza la conveniencia de no vulgarizar el saber, "a fin de
que la gente baja no se eleve y ensoberbezca" (Prescott).
La ignorancia y la fe son los dos rieles de toda servidumbre.
Y el saber de los tutores legos y sagrados está enderezado a
inveterarla.
*
La condición social de los humanistas fué la que debió ser
frente a los dueños del poder y la riqueza: la de cortesanos
bien o mal tratados y remunerados. ZQue Petrarca llegO a
sentarse a la mesa de los Dux, y Carlos V levantó una vez
del suelo el pincel de Ticiano? Simples condescendencias de
arno. El humanista vive siempre del favor principesco, y aun-
que reciba alguna vez una retribución fastuosa, ésta no pierde
nunca el carácter de limosna. Eso explica la humillante inse-
guridad anexa a la condición de protegido: de golpe puede
pasar del auge a la miseria y a veces como el Tasso y tantos
otros, a la cárcel. Generalmente vive adulanclo y pordiosean-
do con gracia, o sin ella, el favor del amo.

,Creeráse que son cosas de Espafla sOlo espectOculos como


el del grande y noble Cervantes dedicando su libro inmortal
con cortesia tan servil como inoperante al primer conde duque
que se le pone a tiro? O el del Fenix dc los ingenios (fénix
de los adulones, ante todo) que escribe a su amo el marques
de Sarria: "Ya sabéis cuánto os amo y reverencio y que he
dormido a vuestros pies como un perro"?
No, eso ocurre en toda Europa. IPueden toner verdadera in-
clependencia y unidad de carácter en tales condiciones? Es
muy difIcil, a menos de jugarse la cabeza, como algunos lo ha-
cen, desafiando el faraonismo religioso. La hipocresia y la dua-
lidad son astitudes más o menos forzosas. Hablan con frecuen-
cia un lenguaje cifrado, que deja entender entre lineas mucho
rnás de lo que dice, cuando no esconden del todo su pensamien-
to. A veces, la desfavorable ducha por el éxito mundano los
lleva a la abyecciOn, como a Francisco Bacon.

La desorientaciOn y la angustia traldas por la crisis del


mundo capitalista ha producido en muchos escritores una neu-
rosis nihilista. No tenemos sino que sumarnos al surrealismo
en su aspiración a superar la literatura en cuanto expresión
del espIritu burgués. Pero he aquj que en su camino de ne-
garla, el surrealismo quiere destruir la cultura, por utilitaria,
lo que obligaria a comenzar por la naturaleza, que también
lo es. En camino a lo absoluto, se borran esas relatividades
engañosas que son el sueflo y la vigilia, lo real y lo ficticio,
154 LUIS FRANCO

lo irracional y la razón, y para lograr lo más urgente: escapar


a la propia conciencia, ilusión dañina como toda la subjeti-
vidad, y coma todo lo objetivo, cuyas muestras más prestigio-
sas urge desacreditar, para imponer las creaciones de la ima-
ginación qulmicamente pura...
iNihilismo büdico? LDesintegraci6n del átomo en el mundo
del espIritu? Lo cierto es que si el surrealismo ha creado alga
ha sido no gracias a su teorIa, sino pese a ella.
,El realismo a plagio de la realidad? .El surrealismo o fuga
de ella? El arte es la superación de lo real partiendo de él:
la humanización espiritual del mundo.

Litratura proletaria? No, literatura para coadyuvar a la


desproletarización del proletariado.
*
Naturalmente, la nueva literatura saldrá menos de un cam-
blo de técnica o de tema, que de una nueva relación del hom-
bre consigo mismo y con el mundo, es decir, con su destino.
MORAL (LA)

Da escalofrio pensar de qué hilo de araña pende la digni-


dad sagrada del hombre!

Vivir de acuerdo con sus ideales no es difIcil para muchIsi-


ma gente, puesto que sus ideales suelen estar a nivel de sus
intereses.

El pecado de falsedad, esto es, el que se ejerce contra la


verdad de la Naturaleza, es la raIz de toda locura.

Nadie puede honrarnos o rebajarnos sino nosotros mismos.

Una honradez insobornable es la forma más profunda del


valor.

Nada más peligroso para la aizada fuerza del gigante que


la rastrera habilidad del enano.

Las morales de tipo beato (el mundo no ha conocido otras


hasta hoy), como todo lo que es encierro, quietismo y sombra,
crian hongos venenosos.

Qué necesidad tiene de honores el glorioso?

La modestia, o lo asi ilamado (cuando no es un leal senti-


miento de la propia poquedad o una hipocresIa) es la irónica
expresión del orgullo legitimo: la del que conoce la medida
de su fuerza y camina con esa pausada, tranquila y como
soñolienta seguridad del leon.

ReIr de las cosas venerables o inocentes es tan imbécil


como venerar lo ridleulo.

Sin duda nada caracteriza mejor un estado general de bar-


baric que una subversion de valores en que lo esencial pasa
156 LUIS FRANCO

a segunda categorIa o a la nu1idad 0 sirve de mero instrumento


para la obtención de cosas perfectamente prescindibles.

No es nada ci dar. Solo es válido ci dar que no amengua


al prójimo y que no provoca o espera la gratitud. Es la i.inica
generosidad.

A través de lo pequeño y lo cotidiano se apunta a lo extra-


ordinario. No hay otro camino hacia él.

La maleclicencia o el reproche nos sirven casi siempre más


que el eloglo.
*
Cómo quieren que un hombre confiese sus errores o cr1-
menes si comienza por no vérselos? ,COmo pueden arrepen-
tirse ci terrateniente que embolsa leguas de tierra, el rufián
mediero de la policIa, el jugador de la bolsa negra o de la
blanca, el matOn mercenario, el politico totalitario, el desva-
iij ador de tumbas, el diplomático del Vaticano, el prestamista
circunciso o incircunciso?
*
La sola actitud de un hombre de dignidad incontaminada,
en medio del general envilecimiento, hace erguirse a los me-
jores, como el recién nacido esparce la felicidad en la casa.

La benevoloncia hacia la cichilidad suele ser el lujo de Ia


fucrza verdadera.
*
Se habla de la maldad desinteresada, pero no hay pruebas
válidas de quo exista verdaderamente. Si detrás do ella no
está la locura, obra siempre el móvil del interés o de la va-
nidad, por bien disfrazado que se halle.

,Es mucha malicia pensar que quizá la cortesia fué inven-


tada para sustituir a la falta de verdadera bondad?

En ciertas ocasiones ci silencio puede ser peor que una men-


tira, e indicar mayor cobardia y doblez.

Es un consuelo que ci gigante tenga un defecto cualquiera,


PEQUE0 DICCIONAPJO DE LA DESOBEDIENCIA 167
la groserIa, por ejemplo. 1Ya pueden los enanos echarle en cara
eso, sin calumniarlo!

Nada es más grotescamente pequeño que la grandeza falsa.

Hay un pensamiento piThlico y un pensamiento privado en


cada hombre o en cada pueblo: el primero es casi infalible-
mente la caricatura y el desmentido del segundo.

Saber sobrellevar la derrota requiere un gran carãcter, pero


saber sobrellevar bien la victoria (sin humo de vanidad ni
hollin de injusticia) requiere uno mayor.

Acaso la clasificación más aceptable, moralmente hablando,


cL la sociedad sea ésta: hombres como hay muchos y hombres
corno hay pocos.

Siempre olvidamos que nuestros defectos tienen que pare-


cernos más veniales que los del prójimo por lo que es obvio:
nuestra larga convivencia con ellos.
*
La primera precaución que debe observar un charlatan que
s tome en serio, es hablar poco o nada.
*
En un grande verdadero la vanidad no parece vanidad, como
la melena en el leon no parece adorno.
*
,Quién dice que no hay gente capaz de verter lágrimas de
cortesia?
*
No sabes lievar bien tus harapos, decla un perfecto mendigo
a un joven aprendiz.
*
El testigo de una bajeza nuestra es nuestro mayor acreedor.
*
El gran éxito de un hombre suele rechazar a los amigos y
atraer a los adulones.
*
158 LUIS FRANCO

La esperanza no debe ser lecho de plumas sino lecho de


soldado.
*
Ante la desgracia más puede un poco de ánimo que la mejor
razón.

tin elogio desmesurado es una mezcla de calumnia y de


burla, pero el vulnerado nunca lo sospecha.
*
Nuestra hipocresfa es la ganzüa de la hipocresla ajena.
*
La conciencia del perfecto criminal es perfecta de suficiencia
y serenidad.
*
El desconocimiento total del gran mérito de un hombre
puede Ilevarlo a la atonja o a una especie de frenesi de
orgullo.
*
Si la desgracia no logra moderar nuestros defectos, los
agrava.

El comercio, la polItica, la religion y las barajas forman


una especie de Escuela de Gimnasia del fraude.

La bondad y la honradez auténticas son algo tan raro y


exquisito, que constituyen de por si la rods real aristocracia
humana.
*
El hombre es mejor y peor que las inocentes bestias. Eso
es todo.

Los éxitos son nuestros, los fracasos de la mala fortuna!


*
Detrás de todo pecado y de todo crimen está la inocencia.
El amor y la inteligencia unidos estOn obligados a demostrarlo.
*
Quien traiciona a los otros, traiciona lo mejor que hay en si.
*
PIQUENO DICCIONARIO DE LA DESOBEDIENCIA 159
Nada más gigantesco que la vanidad del pigmeo.

Un ente sin egoIsmo a sin envidia es un imbécil impoluto


0 Un grande de verdad.

Como los curas sin sotana son aün más que los otros, la
moral no está desprendida por completo del cielo teológico
ni menos ha logrado hundir sus raIces en la tierra.

"No matarás" —dice Jehová a Moisés. Y a Josué—: "No


dejarás enemigo vivo". Es decir, la moral universal y eterna
tiene dos caras, como la taba.

No es que esté muy seguro de mi excelericia ni siquiera


de mi honradez y bondad. Al contrario: he sido tantas veces
—y lo sigo siendo al menor descuido— cobarde, cruel, desleal.
hipócrita, avaro, estüpido, salaz, envidioso, vanidoso... solo
que me esfuerzo en verme como tal, es decir, por tenerme
a raya.

No sé qué elegir: si las desarrapadas groserIas que mi


vecino llama franqueza a la impecable cortesIa con que mi
otro vecino viste su seca y hueca humaiidad.

En la breve frente de un tonto suelen caber las más gran-


des bellaquerIas.

El elevado punto de mira de las morales mIsticas es natu-


ralmente el del campanario del sacristán a el de la torre del a!-
muecIn.

El "ama a tu préjimo como a ti mismo" de los beatos es


tan sospechoso como el pésame del empresario de pampas
fünebres.

Una moral una e indivisa para una sociedad dividida en


clases es milagro bastante mayor que el del agua trocada
en vino.

Un puñado de levadura basta para leudar la masa. Es


160 LUIS FRANCO

mentira, pues, que un ejemplo aislado de inteligencia y no-


bleza humanas sea una hermosura estéril.

Hay algo peor que las ofensas de un bribón: son sus en-
combs.
*
,Qué le importa la verdad al abogado? A él le interesa
solo dar al interés del cliente y al suyo la mascara do la
verdad. Y todos somos más o menos abogados, sin saberlo.

El mundo dará su mejor puntapié en el trasero de la hipo-


cresIa cuando advierta quo si un piiio no es beato o filántropo,
no es un p1110 de buena icy.

La moral del futuro, si quiere humanizarse, tendrá quo


asentarse mucho más sobre las fuerzas ex pansivas y jocundas
de la vida que sobre las constrictoras. Eso es todo.
*
Un hombre enajenado por la tortura y ilevado a traicionar
con su declaraciOn a los que ama, o a declarar lo que no ha
hecho en pro de lo que más repugna, significa, más que la
deshumanizaciOn de un hombre, la destrucción del hombre
en cada uno de nosotros que no supimos impedir eso. La
tortura policlaca es infinitamente abominable, menos por ci
infierrio deparado a la vIctima, que por el envilecimiento
absoluto del verdugo, y, de rebote, el envilecimiento de la
humanidad entera.

Cuando la tortura vence la resistencia fIsica y mental del


paciente, .qué papel pueden jugar la moral y la voluntad,
el valor, propiamente hablando? Cuando el torturado, por
un milagro de su fisiologIa y de su espiritu, resiste, hace
más por la dignidad sacra de la especie que los heroes y
los santos.

Los mci ores favores del azar nos parecen siempre inferio-
res a nuestros méritos.

Cuando nos compadecemos do un enemigo, 2,estamos so-


guros de nuestra sinceridad?
PEQUENO rnCCIONARIO DE IA DESOBEDIENCIA 161
No denigremos demasiado a la vanidad. Es muchas veces
el mejor antIdoto del dolor. Y cuántas veces, par puro amor
propio, se ha afrontado con dignidad la muerte.

Si de la suma hombre se restan la vanidad y el interés, el


resultado es Infimo hasta lo invisible.
*
Nuestra altivez es coma la salud: un exceso de cuidados
puede volveria enfermiza.
*
Cuanto mâs ciega se muestra la fortuna en sus favores,
rnás vidente se cree el favorecido.
*
Solo su excesiva maldad vuelve invisible la tonterIa de
muchos tontos.
*
La qua más nos choca en la vanidad ajena es que deja tan
escaso lugar para la nuestra.
*
Quien aspira austeramente a la grandeza, ya ileva en si
tin grano de ella.
*
Las faltas o defectos que los demás nos ignoran los damos
angelicalmente por no existentes.
*
Qué mucho qua la aduiaciOn nos engañe o acegue? Nues-
tro amor propio 4no es el primero y más pérfido de nuestros
aduladores?
*
El éxito puede alguna vez favorecer nuestras cualidades,
pero favorece siempre nuestros defectos.
*
La iinica gaianterIa de buena ley es la que sabe halagar
sin mentir.
*
El negociante de éxito no se engrIe solo de su dinero, sino
también de su sinuosa y rampante astucia.
162 LUIS FRANCO

Naturalmente, el más jactancioso es el más inmisericorde


con la jactancia ajena.

Quien no puede jactarse de sus cualidades no tiene incon-


veniente en jactarse de sus vicios. El brujo se cree brujo
de veras.

Como cada religion ye demonios en los dioses de las otras


religiones, es natural que trate como a hijos de demonios a
sus creyentes.

La experiencia prestarja mej ores servicios Si no fuera quo


padece de arteriosclerosis y ilega casi siempre a deshora.

Las altas miras de ciertas gentes son las de la jirafa al


elegir su pasto en las ramas de los árboles.
*
Permitirnos desdeflar a quien imitamos, es frecuencia hu-
mana, demasiado humana.
*
Como el padre de Fusto, tendemos, de cuanto nos rodea,
a elogiar lo mediocre o insignificante, seguros de que no ha
de hacernos sombra.

2.Sadismo o masoquismo beato? Si, la crueldad per amor no


fué inventada por Masoch ni el marques de Sade, sino muchi-
simo antes por Torquemada, por San Antonio, por el profeta
Ezequiel, por las tribus canIbales.
*
Si solo comprendemos la desgracia ajena sin sentirla con
nuestro corazOn, no comprendemos nada.

Tratar al inicuo como él nos trata a nosotros, es imitarlo


servilmente.
*
La compasión es a veces una de las peores formas de
desprecio.
*
Es mOs fácil compadecerse de la desgracia del enemigo
que congratularse de la dicha del amigo.
*
PEQtErO DICCIONAR!0 DL LA DORIJDENCA 163
Quien desprecia a la humanidad esconde demasiadas ra-
zones para despreciarse a si mismo.

El primer servicio de los credos mIsticos fué infundir un


religioso temor a toda desobediencia.

Nada bueno puede esperarse de quien no guarde en su


alma una arista de extrema dureza para oponeria a las ilu-
siones, convenciones y blanduras de un mundo más o menos
enfermo de estupidez y de maldad tradicionales.

La más virjl belleza de la tierra —la del carácter— es


cosa que los mismos dioses desconocen.
*
La fisonomla, como la palabra, sirve con harta frecuencia
para esconder la verdad. El jugador fullero suele gastar un
aire de austero filósofo; el traidor más maligno, mirada y
nsa bonachonas; el más encenagado en el vicio, una cara
de angel de Rafael.

El modo se agradece tanto o más que el beneficio. For


ello Gulliver fué objeto de reproche cuando con una meada
apagó el incendio del palacio imperial de Liliput.
*
Hay casi siempre más inmoralidad en el castigo de un
delito que en el delito mismo.
*
Dejamos lo mayor para postre. Lo que nunca entenderán
los teologos, los metafIsiios ni los burgueses es qua no hay
moral eterna ni de vigencia universal. La moral es un producto
histórico, y, como tal, de validez restricta y bifurcada, como
la lengua de la vIbora: la moral de Moisés ordena ci No niata-
rás, refiriéndose al circunciso, y el No dejarãs uno eon vkla,
refiriéndose a! incircunciso; la moral de la clase proletaria de
hoy aconseja probar el camino de la huelga anticapitalista, y
la moral de la clase poseyente ordena probar a cachiporra
limpia el espesor de los cráneos obreros.
it
164 LUIS FRANCO

MUJER (LA)

Como recuerda Adler, en los concilios de la Iglesia los


teólogos discutieron con alada sabidurla angélica "si la
mujer tenla alma y hasta si era un ser humano". Nadie Se
rIa con boba suficiencia. La cosa tenia una tradición de
siglos, y los teólogos, como la burra de Balaan, hablaban
segün el espIritu insulado en ellos.

Ciertamente, en todos los pueblos antiguos y modernos, y


segün lo dicen ci mito griego de Pandora y el hebreo de Eva,
y los testimonios de las religiones y las literaturas, y los
adagios y consejas populares, la mujer fué tenida siempre, no
solo por una criatura inferior, y concesionaria de todas las
menguas humanas —ccio, vanidad, veleidad, insulsez, garru-
lerja, felonia—, sino también por el factotum de todas las
Iástimas. La Eva biblica produjo el gran chapuzón del gOriero
hurnano en ci pecado, y la Eva cristiana fué ci sendero tapi-
zado de corolas que desemboca en ci infierno. iQue el gran
Aristóteles murió convencido de que la mente de la mujer no
era superior a la del niño? Siguen creyendo lo mismo, ya
casi ante nuestras barbas, vacones tan ilustremente sesudos
coma Byron, Schopenhauer, Strinberg y Weininger. Ya yore-
mos que el origen de tan velludo e hirsuto rnito es rastreable.

Coma Ia señalan Childe, Myres y otros antropóiogos de


hoy —y aunque ella chamusque la cola de pavón del en-
greimiento varonil— parece ser que la mujer, allá en los
dias neoliticos, fué la inventora, más que ci hombre, de la
alfarerIa, la agricultura, el hilado, ci tejido, la molienda: de
todo aquello que permitiO dejar atrás al salvajismo.
*
La religion, la moral y la polItica tienen barba. Signifi-
camos que la valuación do la mujer es puramente masculina,
y lo pear es que la mujer, par obsecuencia servil, sigue
compartiéndola. Constreñida al hogar, al gineceo, al serrallo,
la mujer se ha vista canónicamente apartada de la industria,
la gimnasia, los negocios, ci arte, ci sacerdocio, la politica, las
especulaciones intelectuales; de toda actividad que no fuera la
del servicio doméstico a sexual. Acorralada, reducida a pura
portadora de su sexo, la mujer no solo ha hecho de él su
trompa de elefante, sino que se venga cada vez que puede

I.
PEQUE1iO DICCIONARIO DE LA DESOBEDIENCIA 165
trocándolo en arma de avasallamiento y corrosion de los valo-
res masculinos.

Meros epIgonos de la concepción de Aristóteles, troglodI-


tica ya en su tiempo, yen adn en la mujer una criatura
menos evolucionada que el hombre y más o menos próxima
al niño. Tampoco faltan quienes vean justamente a la mujer
en el tramo más alto de la escala evolutiva y como habienclo
superado ya la hirsuta vellosidad y los hirsutos repentes
lobunos de su compañero... ,Puede tomarse en serio este
desacuerdo de los sexólogos? ,Será más evolucionado el jar-
din del Cabo que la violeta de Parma?

Las tareas de la reproducción, es decir, la función misma


de los sexos, comporta la primera division del trabajo hu-
mano asignada por la naturaleza, y ello presupone no solo
aptitudes biolOgicas, sino también mentales y sociales, más
o menos distintas. El desideratum de igualdad económica y
social de los sexos, no está reñido con la obligación de cul-
tivar y afinar esas diferencias para oponerlas creadoramente
entre Si como las notas graves y agudas en la armonIa
musical.

La mujer está mucho rnás ligada a la especie, es decir, a


la Naturaleza, que el varón; su participaciOn y responsabi-
lidad en la creación de un nuevo ser, son infinitamente más
serias y operosas que las del hombre, biológica y socialmente
hablando. lste, cumplido el acto genésico, limita su compro-
miso a la protección de la madre y su prole, mientras ella,
por nueve meses, queda sometida a la tiranla interna del
hijo, y por años, a su tiranIa externa, después de haberlo
alumbrado entre dolores de suplicio y con riesgo de su vida.

For cierto que la divergencia sexual de la mujer frente


al hombre obedece a dos razones: las de la naturaleza, segdn
la especial función que le asignara; las adquiridas, segdn el
especial papel que le asignó el hombre. No puede prescin-
dirse, pues, del factor histórico: del hecho de que el alcance
y tipo de la mentalidad femenina tienen no poco que ver
con sus siglos de reclusion, servidumbre y analfabetismo.

El intelecto es la ünica y mejor gula del ser humano?


Hay, sin duda, otra anterior y mayor: la que corre a cargo
de lo subconsciente e instintivo que hay en él. Y aquI la
mujer parece lievar la delantera.
MW
16 6) LUIS FRANCO

En buena ley solo puede admitirse que la diferencia entre


la mente masculina y la femenina es de tipo, no de grado.
En el varón predominan la abstracción, el raciocinio, el
cálculo, mientras en la mujer sobresalen la intuición, la fan-
tasia, el tacto. El espIritu geométrico y el espIritu de fineza,
dicho en lenguaje de Pascal.
Tampoco puede admitirse, sin más, que los dones de la
inteligencia scan superiores a los de la sensibilidad, y éstos
son mOs ricos en la mujer, sin duda. En sintesis, hombre y
mujer son diferentes, pero equivalentes, esto es todo. Y aün
más: como sus cuerpos, sus espIritus son complementarios.

A diferencia del hombre, en la mujer, sexo, corazón e ima-


ginación se confunden. Suele hallar placer solo en un hombre
determinado; el hombre suele hallarlo en una mujer cual-
quiera.

La peripecia sexual suele ser para el hombre una amena


aventura. Para la mujer, pese al tapiz floribundo que le tiende
el genio de la especie, es esencialmente un acontecimiento
trágico.

El hombre piensa solo con el cerebro. La mujer también,


pero no antes de haberlo sometido todo a la vibración del
gran simpático. Es una ventaja y un menoscabo. "En un
sentido, dice Kierkegaard, el hombre es rods que la mujer;
en otro, es infinitamente menos".

Que el hombre tenga ideas de audacia combatiene y crea-


dora que en la mujer faltan, no significa que tenga niOs
voluntad. Si voluntad significa la tenacidad y la energIa unidas
a la flexibilidad, ci aguante y la paciencia, resulta virtud
muy femenina de suyo,. La mujer, tutora y conservadora par
excelencia, es una especie de sacerdotisa del pasado. Dc ahI,
par poco que exagere su idiosincrasia, una mengua indudable:
su apego a la rutina anquilosante, frente al hombre, animal
de instinto profético, capaz de innovación y superación.

,iQuién no ye en el valor la virtud regia del hombre? Solo


decimos qua ci valor femenino —hecho de paciencia, firmeza
y obstinaciOn— no le cede en una linea. Más aün: más cerca
de la naturaleza, y más hecha al renunciamiento, le teme
menos a la muerte. Cualquier mujer, pero no cualquier hom-
bre, as capaz de vestir difuntos. Más hecha a la sangre —la

I.
PEQUEO D!CCIONARIO DE LA DESOSEDIENCIA 167
del misterio periódico o la del alumbramiento—, la mujer
aguanta con más dignidad los dolores fIsicos y morales.

Decir que la vanidad ileva con más frecuencia pantalones


que enaguas, parece una paradoja, pero no lo es. Ya el ejem-
pio del resto de la naturaleza es predisponente, pues que ci
uso de copetes, ornamentos, melenas, exhalaciones de tenor
o barItono y cclores o brillos asiáticos, corre a cargo de los
machos. En las tribus salvajes, el ornamento y la pompa
—plumas, colorinches, tatuajes, travesaños en la nariz o el'
belfo— son también privilegio y expresión de la superioridad
varonil... Porque el macho se propone, ante todo, poner a
contraluz su excelencia y su preeminencia. Ese tipo de co.
queterla es esencialmente másculo como la etimo•iogia lo
denuncia: coqueterIa viene de coq (gallo) y se propone ante
todo hacerse admirar y temer. La coqueterIa femenina es
mucho más modesta y humana: solo busca causar agrado y
despertar amor.

La diferencia de sentido estético entre los sexos está en


que el varón aspira a expresar la belleza, mientras la hembra
tiende a encarnarla en su persona. El hombre vive su amor
hacia afuera y es capaz de crear estatuas, pinturas, poemas.
La mujer hace del amor su creación y de si misma la estatua
más bella y viviente de la tierra.

SOlo nuestra superficialidad y groserIa nos Ilevan a tratar


como a simples mortales a las mujeres hechas diosas por
la belleza.

Pero la mayor fuerza del sexo débil está en que apenas


precisa de la herxnosura o la bonitura para ejercer su he-
chizo.
*
"Han nacido artificiosas y usan largos rodeos para Ilegar
a su fin". Eso dice Fenelón, que naturaimente, con candor
teologal, da por producto de la naturaleza femenina lo que
es un mero resultado de su servidumbre secular.
*
Una chirola de curso corriente, no menos falsa, es el dogma
de la versatilidad femenina. La donna é mobile. El hombre
es, en efecto, mucho más movibie y tornátil, dicho sea sin
injuria ni ba. For naturaleza —que la mantiene más cerca
168 LUIS FRANCO

de la especie que al varón— y por un largo hábito histórico,


la mujer tiende a la conservación y la rutina.

Los celos en el varón son predominantemente una exacer-


bación del instinto de propiedad o de la vanidad. En la mujer
son otra cosa: ella, mucho más que el hombre, tiene entrafla-
ble y arthente necesidad de ser amada con lealtad para poder
realizarse plenamente como amante y como madre.

La mujer está obligada a luchar con el hombre por la


igualdad de derechos como ser humano, no a objeto de con-
fundirse igualitariarnente con aquél —como parece postular
el feminismo placero—, sino a fin do hallarse en condiciones
de afirmar sus propias diferencias, de asumir totalmente la
personalidad que le corresponde: la femenina.

Ante el matrimonio la mujer nunca tuvo derecho de elec-


don, sino de aceptación o de veto. Y esto como excepción
mOs o menos moderna, pues en civilizaciones enteras del
pasado y aun del presente se consultó o se consulta su volun-
tad tanto como la de una res o una gallina vendida en la
feria.

En la Edad Media cristiana —y hasta siglos después— el


omnImodo papa disponia de sus hijas casaderas para mejorar
su hacienda o sus alianzas polIticas. Lo de uso corriente era
que la doncella de doce o quince años fuese —como cuenta
la Biblia de las ültimas esposas de David— destinada a ca-
lentar los huesos de algün sesentón o setentón más o menos
enfriado o apagado, aunque resplandeciente de titulos, rentas
y poderlo militar o politico. ZQue lo normal era también
que el David profano se resignase a que la joven esposa
capease el fastidio con un cavaliere servente: un joven ga-
lan? ZY todo bajo la bendición de la Iglesia?

Y no nos llamemos a engaño. El poderIo relajador y des-


tructor que los teólogos y moralistas ascéticos o estoicos de
toda época achacaron a la mujer, existió y existe. La hembra
del hombre, como la del topo o la del caballo, tiende sexual-
mente a la resistencia, al recato —y en ello asciende a la
hermosura angélica del pudor. Pero el hombre, valiéndose
de su preeminencia muscular y do su inteligencia organiza-
dora, la trocó poco a poco en sierva o esclava más o rnenos
absoluta. El hombre inventó, con los dioses, la prostitución

L.
PEQUE1'0 DICCIONARIO DE LA DESOBEDIENCIA 169
sagrada; inventó la poligamia y los serrallos; inventó el ho-
rror al sexo y lo personificó en la mujer. ,Qué mucho que
la mujer, troçada en monstruo, se portara monstruosamente,
y que trocada en esclava de harén, hogar o convento, esgri-
miese todas las armas subterráneas —la hipocresIa, la felo-
nia, la adulación— para rescatar un minimum de libertad, v
que el espiritu de rebelión y venganza contra ci tirano im-
placable fuese su consejero secreto? Rebajada sexualmente
por el varón a mero instrumento de placer táctil, ,,qué ex-
traño que se corrompiera igual que el hombre? Más que el
hombre, quizá, porque roto artificialmente su equilibrio
natural debia desplazarse hacia los peores extremos. No nos
hagamos cruces ante detalles como el de que en la apocaliptica
corrupción romana Mesalina desertara del lecho imperial
para irse a revolcar en los lupanares o que las monjas del
cuento de Boccaccio exigiesen servicios de gran turco al pia-
doso jardinero.
Por la misma causa, la mujer, mejor dotada que ci hombre
para la compasión y la ternura, puede trocarse en su más
fanática negación. ;Cómo espantarse infantilmente de que en
la Alemania nazi apareciera la fiera de Belsen!

No debe tomarnos de sorpresa, pues, que en una época de


disgregación e histeria regresivas como la nuestra, Weininger,
iltimo sexólogo de prez, se mueva inspirado por el más
arcaico espIritu misógino. Repetimos que, éste sumerge sus
raices en la más reverenda antigüedad. El Talmud, diti-
ma palabra de la sabidurIa hebrea, enseña que la mujer no
tiene alma. Platón, más generoso, le concede un alma senso-
rial, como la que nosotros reconocemos al perro. Para San
Pablo, la mujer es un ser acéfalo: "el varón es la cabeza de
la mujer". Mahoma, pese a su entusiasmo terrenal por las
mujeres, no las admite en su paraIso, donde ci fervor poli-
gamo de los fieles será premiado por las hurIes, doncellas 1e
virginidad refloreciente. Aun en dias modernos, Bossuet,
obispo de ciencia y lengua angelicales, clavó esta banderilla
a esa pretension de las mujeres de hombrearse con los Va-
rones: "despuOs de todo, provienen de un hueso secundario".

Hay miradas de tan intenso y puro carifio, de la mujer al


hombre, que deberian hacerlo avergonzar ante la sospecha
de que tal vez no las merezca.

El egoIsmo masculino, que mOs o menos inconsciente exige


a la mujer un consentimiento de inferioridad y sumisiOn,
está hecho de milenarios prejuicios cristalizados y heredados.
*
170 LUIS FRANCO

No bien puede hacerlo, la mujer tiraniza con más facilidad


que el hombre. Son resabios de su largo pasado carcelario
que no ha terminado aün. Todo tirano tiene un esciavo
adentro.

La canallerla de ciertas mujeres no las disminuye a los ojos


de ciertos hombres vocacionalmente canallas, y viceversa.

La mujer pone siempre algo de maternal en su amor y


ello explica su frecuente ceguera para los defectos de la
persona amada.
*
Acaso pocas mujeres tienen conciencia o sospecha de que
ci modo más profundo de atraer a los hombres —a los más
dignos de este nombre, al menos— consiste en unir a la
belleza y la gracia su coeficiente más precioso: la austeridad
femenina.
*
La tradicional idea de la mujer pura, es, claro está, una
perversion histérica engendrada por el terror al sexo, engen-
drador de vida, 0 el asco a la sexualidad envilecida. iLa
Beatriz de Dante, el lirio humano inmaculado! Intangible,
desde luego, porque atribuir el menor asomo de carrialidad,
de amor fecundo, al idolo basta para mancharlo y corrom-
perlo. (Fué preciso por eso un decreto ad hoc del AltIsimo
para. que Maria pudiese afrontar la indigna maternidad sin
mancharse). No cuesta adivinar que los caballeros portadores
de tamaño ideal sOlo lograban salvarlo gracias al tributo
exigido a las sufridas coimas o a sus groseras siervas o
esposas engendradoras de hijos.

Ciertos hombres de las clases privilegiadas, que se obligan


en general a usar la mOs galante delicadeza con las mujeres
de su rango, suelen olvidarla secamente con las mujeres de
las clases desposeIdas.

Dar por demostrado o demostrable que la fuente de Ia


prostitución está en la vocación prostituyente insuflada por
Satanás a ciertas mujeres, y no en férreas causas económicas
y sociales, equivale a suponer que la servidumbre doméstica
de hoy y la esciavitud de ayer se originaron en la propensión
servil de ciertos individuos.

Mirabeau vio un rompecabezas indescifrable en el hecho


PEQUEA0 DICCIONAPJO PS LA PESOBIDIENCIA 171
de que ci objeto de la adoración del hombre, la mujer, fuese
una esclava. lComo si el beato le amarrase las alas a su angel
guardian! Pero el hecho está phi. Y la proposición de Walter
Pater sigue siendo fehaciente sin duda: el hombre no será
libre si no libera a la mujer primero. Pero no es menos
válida esta otra: la iiberación femenina s6lo es viable dentro
de la liberación material y espiritual de la sociedad entera.

La mujer no solo ha de emanciparse socialmente del hom-


bre, sino tarnbién de si misma, esto es, de Jos tramposos
consejos de la trayectoria fernenina desde los orIgenes hasta
nuestros dIas, que suelen voiverla el peor enemigo de su
propia causa.

Todo menos ese sacrilegio sexual y espiritual que es la


imitación servil del hombre por la mujer. Todo menos ci
hombre de sexo femenino. Y no olvidar que la tesis de la
superioridad del hombre sobre la mujer equivale a la de la
superioridad del hemisferio boreal sobre el austral.

Tanta sombra y tanta luz —es decir, tanto misterio e mo-


cencia a la vez— en los ojos de una doncella! ,Cuál de ambas
cosas es la que más atrae?

La carrera de la meretriz comienza easi siempre con un


fantasmón siniestro: ci del seductor o buriador, y termina con
otro más siniestro aün: ci del rufián. El fariseo —casi todo
hombre 10 es-- descuenta que toda mujer cae en la prostitu-
don por una vocación tan espontánea como irrefrenable. EstO
a mil leguas de sospechar que aquéila es ci supuesto fatal del
regimen de explotación en que toda sociedad Se muevc y
mucho menos de imaginar que ci prostIbulo y la casa de
tolerancia son las dos columnas que sostienen ci matrimonio
burguOs.

Que Ia prostituta siga siendo mujer, siquiera a intervalos,


en medio de esa calle de todas las ignominias que es su oficio,
es prueba de la heroica y noble fortaleza del sexo débil.

2.C6mo podemos hablar de la poligamia de Occidente si la


icy no alude a ella?

Castigar a un invertido por serb, es tan ridIculo e insolente

I_
172 LUIS FRANCO

como castigar a un individuo por su joroba o por su Hies.


Algo más sensato es, sin duda, averiguar si el homosexualismo
no tiene algo que ver con la masculinización de la mujer, con su
tendencia creciente a irnitar al hombre.

Si Se tiene en cuenta la naturaleza más altamente erotizada


de la mujer, las faltas a la moral sexual debIan ser más per-
donables en ella. Ocurre todo lo contrario.

Nuestra civilización es tIpicamente masculina, esto es, sa-


turada de la fuerza bruta y de la razón bruta del varón.
*
Que el narcisismo femenino sea inocente hasta lo angelical,
exhibicionista hasta lo infantil, y que trueque a la mujer en
una sierva del espejo casero y de los Ojos y opiniones de la
calle, es, en parte al menos, un resultado de la secular
tiranIa masculina que ha tendido a hacer de la mujer Un mo-
delo de muñeca.

Esta mayor complacencia de la mujer con el pequeño ego.


que refleja ci espejo, unida a su tradicional enclaustramiento,
explica su mayor identificación con la familia y el hogar y
su casi impermeabilidad para las inquietudes sociales y el
compañerismo comunal.

Por cierto que su creciente participación en la vida püblica


llevará a la mujer de su narcisismo más o menos infantilista
a un egotismo de tipo mascu]ino, esto es, no carecido total-
mente de sentido social. A su vez, la creciente socialización
del trabajo productor llevará al hombre de su egotismo ances-
tral a una sen3ibilidad cada vez más despierta para la vida
de la comunidad.
*
Sin la previa igualdad económica y social de mujeres y
hombres y sin una radical ruptura con la Iglesia, no hay libe-
ración sexual posible. Emancipada de los tabdes religiosos y
laicos, la mujer podrâ cultivar su personalidad sexual
amatoria, la plena expresión de su libido, hasta ascender de
su milenaria condición de sierva a la de verdadera pareja del
hombre para el mejor logro carnal y espiritual de ambos.
NATURALEZA Y ESPIRITU

De muy poco sirven mil ojeadas de virtuosa observación de


Ia Naturaleza si éstas no se funden en una sola desnuda mi-
rada que denuncie nuestro parentesco de sangre y espIritu
con ella.

Si lo que es sabidurIa para el intelecto no lo es también


para los sentidos y para todo el cuerpo y toda el alma, pode-
mos estar seguros de que no es sabidurla.
*
No me extraula que en Grecia, donde nació lo más grande
y claro con que cuentan los hombres históricamente hablando,
haya aparecido también la primera advertencia o alarma fren-
te a las convenciones externas e internas de las civilizaciones,
frente a lo carcelario que ellas pueden ser para el libre des-
pliegue de la naturaleza original y universal del hombre, al
peligro de estancamiento de esa revolución permanente que
debe ser el proceso humano en los tiempos. La de Dióge-
nes, arrojando su copa al ver beber a un niulo en el hueco de
la mano, es una de las mej ores lecciones helénicas.
*
lPor qué no reconocer que la flor está mejor en la planta
que en el florero més dorado y cincelado?
*
Organo que no funciona es órgano que tiende a atrofiarse
cuando no a conspirar contra el resto del organismo, como lo
indica el apéndice intestinal del hombre. Y he aquI que ci
cerebro no funciona naturalmente sino más o menos "artificial-
mente", tal vez en la mayorIa de los hombres. iQu6 de apen-
dicitis o litiasis del intelecto, tan peligrosas como las otras y
casi siempre inoperables!
*
Ser una criatura ponderablemente libre, depender lo menos
tiránicamente posible del medio natural y del social (para lo
cual es aconsej able simplificarse socráticamente renunciando
al sibaritismo, el lujo y aun a muchas comodidades incómo-
das o veniales, pero ablandadoras, inspiradas por el espIritu
de pesadez o de vanidad), me parece la más limpia ambición
que pueda alentarse. Hacemos justamente todo lo contrario;
que siempre nos parecen pocos los enjambres de tareas, corn-
promisos, refinamientos, diversiones, negocios, éxitos con que
intentamos tapar el vacIo de nuestras vidas, o vestir de activi-
dad somera y falaz nuestra iriercia de espIritu.
*
174 LUIS FRANCO

El hombre debe ser algo funcionalmente equilibre entre la


sociedad y la Naturaleza, si quiere realizar su humanidad. Si lo
que me aproxima a la Naturaleza me separa casi siempre del
Hombre, se debe solo a que el hombre tiende a volverse un
ente perversamente doméstico, con ideales casi gallináceos, y
aun algo peor: un discipulo de las propias mOquinas que cons-
truye y un inquilino de la peor de todas: la jaula.

Cuanto más se adentra el hombre en los laberintos profundos


de su pensamiento, en las sinuosidades más secretas de su
alma, menos debe olvidar que existe afuera un glorioso mundo
de montaflas y de árboles, de estrellas y bestias, de aguas en
ascenso y descenso coordinados, de aire que entra en nosotres
a limpiar la pürpura de nuestro corazón, de un cielo traducido
en gozo manantial par los pájaros. Y que ese adentro y ese
afuera deben estar unidos par el amor como dos bocas par
el beso.
*
,Por qué hemos de oponer necesariamente nuestro pensa-
miento a la Naturaleza y no considerarlo coma un fruto suyo
a través de lo nuestro, tomados nosotras coma jardIn de acli-
matación?
*
Nuestros conceptos y cánones estéticos resultarOn siempre
compasiblemente retOricos ante la belleza y la armonIa inson-
dables del mundo, en que la oscilación de la corola y el océano
obedecen a una misma ley, en que el tigre y la sierpe son tan
inocentes coma una mariposa y en que todo el arco iris cabe
en una gota de agua.
*
La Naturaleza modificada par los hombres recuerda a esos
textos sin olvido de la sabidurla griega tachados a modificados
par el latin bárbaro del lVledioevo. La radiofonia ha ilegado
con su municipal e impOvida groserIa a los retiros más pudo-
rosamente silenciosos del basque. Los más salvajes y hermo-
sos pasos de las montañas, los más solitarios recodos de las
costas del mar, ban sido infamados con anuncios comerciales
coma un simple tranvia de barrio. ZA dónde iremos, Naturale-
za, para sentir latir tu corazón en el secreto y el pudor de Ia
cita arnorosa?

Cuando el illtimo leon, elefante a quetzal desaparezcan de la


tierra (en parte principalisima par culpa del rey de Ia creado,
como ha sucedido ya con tantas otros sübditos), la tierra habrá
perdido algo que tados los alcances presentes y futuros de la
civilización y la técnica no podrán reparar. Porque la lianura
PEQUEiO DICCIONARIO DC LA DISOBEDIENCJA 175
solo parece estar realmente viva cuando el galope de los caba-
lbs salvajes y los gritos del chajé o sus congéneres la despier-
tan. El bosque cobra su sentido profundo cuando sabemos que
adentro están el jaguar, que concentra en sí el difuso terror
de las umbrIas, y el ciervo que lieva heráldicamente un bosque
en miniatura en la cabeza. ZY qué serán los mares del sur,
sino soledades heladas y muertas, cuando dejen de arbolarlos
los humeantes chorros de la ballena? Si, la Naturaleza viola-
da, mutilada, mancillada, escarnecida, hasta hoy. Pero algiin
dIa, cuando aprenda a respetarse mejor a si mismo, el hom-
bre aprenderá a respetar a la Naturaleza. ZNo lo vemos aqul
y allá esforzarse por devolver algunos árboles a la tierra des-
piles de haberla castrado de sus bosques?

Alguna vez, sin duda, comenzarâ a comprenderse que eso


que liamamos menguas o lunares de la Naturaleza —frios, ilo-
viznas, nieblas, pantanos, volcanes, ventisqueros, desiertos, es-
pinas, fieras, sapos, mofetas, plantas o animales venenosos-
tienen tanta razOn de ser como nosotros mismos, por un lado,
y por otro, que son tarnbién, tanto corno nosotros, notas im-
prescindibles en la armonIa general de lo viviente. En ella no
hay mOs disonancias, acaso, que nuestras imitaciones y rutinas,
Ilenas de fraude, nuestros ensueflos trOnsfugas, nuestro tedio
irnpio.

La Naturaleza está siempre cargada de augurios como el


alba de pOjaros.

Noche serena, decimos. Pero, como el trompo que se Inmo-


viliza bailando en nuestra mano, la noche es una violencia
vertiginosa.

El árbol disimula su ciencia oscura, profunda y sufrida en


las raices; sOlo muestra su poesla gozosa, sus ramas.

Lo que en la Naturaleza parece mero amontonamiento o mero


desparramo, es ordenación profunda.

El Orboi está ensimismado siempre, cavilando con la frente


velada, y sin embargo siempre con los brazos abiertos a todos
los pOjaros transeiintes.

Los árboles se aizan buscando sol; los pájaros descienden a


ellos buscando sombra.
176 LUIS FRANCO

Esencialmente hablando, la oposición entre los conceptos vi-


da y razón es sectaria y académica. 2,No es el instinto una espe-
cie de razón, y la más Intima y segura, en cierto modo? zY no
es la razón, finalmente, una función vital?

Cómo no ha de ser sagrada esta tierra nuestra y estar ena-


morados de ella nosotros, si desde enjambres de siglos viene
amasándose con la purpiirea sangre humana y el polvo astral
de los cerebros de los hombres!
*
Pese a todas nuestras leyes, la naturaleza aparece a rates
como un pájaro capaz de volar por encima de si mismo.
*
El Indice más decisive de la cultura auténtica seth, sin duda,
ci hecho de que la espontaneidad vital de lo salvaje gane en
calidad —claror, potencia, aroma, digamos— como ci mosto
al añejarse.
*
Llama el hombre Naturaleza a lo que entiende o cree enten-
der, y sobrenatural a lo que sobrepasa su entendimiento an-
gosto, y sobre todo demasiado humano; pero la verdad es que
todo, hasta lo más cotidiano, está saturado de maravilla y que
lo llamado natural y lo ilamado sobrenatural son meros aspec-
tos o nombres de una misma cosa.
*
Como la desnudez de los dioses antiguos, la de la Naturaleza
puede cegar al indiscreto.
*
La necesiclad de la Naturaleza y la del espIritu son un solo
misterio.

Eh, no se trata de virtuosas y amaneradas descripciones de


la amena Naturaleza. Se trata de aprehender y revelar su
grandioso y hermoso sentido, aunque eso contradiga, como tie-
ne que ser, las herrumbradas convenciones religiosas y morales.
*
El bafio carcelario en la bañera! El baño salvaje en ci
rio, con su libertad y su gozo paradisIacos! El contacto estre-
mecedor con ci aire vivo y el agua viva. Mi cuerpo licenciado
de las ropas es ya tan de la Naturaleza como un tronco de
árbol, ci viento, ci pez. Llaman baflo medicinal al que repara
el buen funcionamiento del hIgado o de las coyunturas. No,
I'EQULNO DICCIONARIO HE LA HESOCEDIENCIA 177
medicinal es este baño, que remoza y armoniza el todo que
yo soy —piel, sangre, sentidos, emociones, ideas—, que me
ha emancipado, siquiera por un momento, de zapatos, usos y
convicciones municipales, que (mientras el antiquIsimo y
juvenilIsimo aroma de las raIces y las hierbas y el silbido
liquido de un pájaro ilevan el mensaje del eden a mis sueños)
me ha vuelto una criatura inocente y pura y tanto que me
parece que mi cuerpo y mi alma, como los del agua, pueden
reflejar el firmamento.

La rosa, si, señor, tan inocente, voluptuosa y ruborosa como


un seno desnudo de doncella.

La Naturaleza es el misterio sacro que todas las religiones


desnaturalizan.

El sentimiento de la Naturaleza no exige erudición. La eru-


dición, meteorológica, zoológica o botánica puede estorbarlo.
Los naturalistas suelen carecer de él.

Si la impalpable mente humana y la concreta Naturaleza,


duales y separadas como se ofrecen, no fueran en el fondo
una sola esencia (el misterio del hombre y el de lo que lo
rodea son uno solo), el hombre seria realmente un desterrado
de la tierra, un extranjero transeünte... que es lo que han
sostenido siempre los teólogos. La Naturaleza ha sido el cuco
de todos los predicadores de regImenes celestiales.

,Que toda la Naturaleza trabaja para el hombre? No, trabaja


por 51 misma en el hombre.

El alma humana necesita de la serenidad del cielo y de las


montañas y del dinamismo del mar, para no disgregarse o
niomificarse, como en tantos hombres incapaces de conocer
y de dar la felicidad a nadie.

Tal vez la más indudable ventaja de aproximarse al cuerpo


y al espIritu de la Naturaleza es participar en algün grado
de la univer3alidad de su ser, de la ciudadanIa cósmica, esto
es, de sentir a qué atrofiac'a criatura —de ciudad, patria,
secta polItica, credo religioso— quieren reducir al hombre las
civilizaciones, adscribiéndolo a cualquier Infimo distrito de
178 LUIS FRANCO

la topografIa terráquea, al hombre que de algün modo, en


su haz y su profundidad, tiene en patrimonio natural, no solo
todas las tierras y las aguas sino los cielos mismos, con sus
bellezas y lejanIas vertiginosas.

COmo negar que la Naturaleza tiene también sus fondos


y aspectos demonIacos: es decir, tiene tanto del caótico y
furioso Saturno como del claro y sereno Apolo?

El que se halla realmente vivo siente fácilmente que lo que


está adentro está afuera. Que la Naturaleza va traduciendo, de
algün modo, nuestras experiencias mOs Intimas. La ternura
derramada de la leona amamantando a su hijo, los árboles
secreteando al cielo las intimidades de la tierra, la müsica y
libertad con alas de los pájaros, y tantas y tantas cosas más
como ésas, junto con las más truculentas experiencias de lo
externo, están también en mi alma.

jQué sabiduria la de las cuatro estaciones y su alterno


juego, evitando hasta la monotonIa de la primavera perpetua!
i QuO sentido profundo el de su transformación y sucesiOn!
Par ellas el tedio está desterrado de la vida y él solo existe
para el hombre de instintos agostados. For ellas se hace visi-
ble el ritmo musical conductor de lo que vive. Puedo sentir-
me lleno de yemas y de nidos como un Orbol primaveral y
Reno de fervores y deliquios y de profundos poderes coma
el propio verano. Soy el otoño, bajo oros y pürpuras, cargado
de frutos y de jugos edénicos. Soy el invierno, desafiando
alegremente el frIo y la nieve como un niño sano o un viejo
lieno de valor y de serenidad.

En el invierno más opaco, duro y frjo está metida la Clara


primavera con su ca]or de nido y de mano amiga. Tenemos
esa seguridad gloriosa.
*
Si, en las ciudades la anuncian los almanaques y los ter-
mómetros. Pero imaginad la primavera en el bosque, a la
orilla del rio. Ruidos sordos y grandiosos como Si se estuvie-
ran excavando y fundando los cimientos de un mundo, anun-
cian el desatamiento de los hielos en la montana. El rio
aumenta su caudal y su voz. Comienza un cambio más o
menos completo de hojas, plumas y pelos. La vIbora sale de
su envejecida piel tan infantil como la hierba al brotar de
la tierra. Pájaros perdidos en la lejanIa y el misterio apa-
recen como resucitados. El aire todo es una enredadera de
PEQUE0 DICCIONARIO DE LA DESOBEDIENCIA 179
fragancias y parece contagiarse de la tibieza de los primeros
nidos.
*
El invierno, ,vejez de la Naturaleza? No hay tal cosa. Se
trata de una simple pausa... aparente. Pues justamente es
cuando está trabajando con más fervor en lo fundamental:
las raIces. IC6mo habria primaveras y otoños sin eso? Pero
se trata, ante todo, de que el invierno tiene su majestad y
gracia propias, su ritmo inimitable en la danza circular de
las estaciones.
El invierno tiene una belleza sin ornatos, sobria y per-
fecta, que recuerda a las estatuas de mármol de los helenos.
En los dIas de nieve alcanza el colmo de su pureza e inocencia.
,.Que el invierno tiende a enclaustrar al hombre? No, lo obli-
ga a mover más sus müsculos para caLntar su sangre, a mo-
ver más su inventiva para hallar nuevos recursos.

Qué lección la de los árboles en el declinar del otoño!


Están más hermosos que nunca. Su aire de serena felicidad
es el del que ha cumplido con lo suyo. Saben que crecieron
porque están más cerca del cielo. Dieron su amparo de som-
bra y sus frutos de dulce y nutricio encanto para todas las
criaturas de la tierra y el aire. Dieron asilo a los pájaros case-
ros y a los vagabundos y abrigaron sus nidos. Confiaron sus
semillas a vientos y ayes para que hasta lo más lejano de la
tierra pueda poblarse de criaturas de su especie. Su fronda,
ahora del color y el esplendor del oro, comienza a caer para
adornar el suelo primero, para abonarlo después. Su tranqui-
lidad sonriente parece una burla del memento mori de los
hombres.
*
Tenemos que preferir el paisaje natal a cualquier otro, por-
que estando aliado a nuestra infancia está aliado a nuestra
alma. Ni el poeta ni el hombre en general pueden ser turistas.
Son criaturas de raIces y de raiz universal.

En la primavera los peces vuelven con los hielos descen-


dentes a las fuentes donde nacieron. También el corazón del
hombre debe hacer una vez al año ese viaje.
*
Una hoja, un hongo, un insecto o un pájaro, vivo y pro-
fundo, vale más que la más asiática joya, porque ése ha
respirado y respira el soplo y el misterio de la creación. Claro
está que no opinan asI los joyeros y su innümera clientela.
180 LUIS FPANC0

Si la primavera o la madrugada no despiertan un eco vi-


viente en vosotros, es porque estáis ya más o menos enfermos
o fosilizados.

Cómo va a entender el hombre municipal que la simple


hierba y el simple musgo son más hermosos y lujosos que
las alfombras de Esmirna?
*
La Naturaleza tiene siempre razón.
*
Infantiles y provectos, inocentes y sabios, asI son los hijos
de la Naturaleza, sabiendo más de lo que han aprendido.
*
El mar está ain sudando sal, liorando sal, como nosotros.
*
Apenas puede cludarse que son los trinos y las alas de
los pájaros lo que ha vuelto al aire tan ligero, claro y celeste.

Mientras vivo en el campo, me levanto cada dIa a ver nacer


la aurora. Como estoy siempre más o menos solo en esta fies-
ta, hasta puedo creer que el sol nace solo para mi deseo y
mi dicha.
*
Mientras el hombre sOlo sea capaz de mirar la tierra con
Ojos de terrateniente, de agrimensor o de destripaterrones, la
agricultura no volverá a ser una colaboración noble, casi sa-
grada como en dias remotos, sino una función meramente
parasitaria.

Bajo el alba y el rocIo la pradera parece —y es— alga


recién inventado.
*
Todo rio deberla ser sagrado para los pueblos como el
Ganges o el Jordan para los suyos, toda fuente Fuente de
Juvencia, y no un mero sirviente para limpiar nuestras cloa-
cas y lavar nuestros platos.
*
Por qué la virginal gracia de la Naturaleza salvaje no ha
de hacer olvidar siquiera un momenta al más empedernido
nuestras manoseadas fealdades municipales o caseras?
PEQUEO DICC!ONAPJO CE LA DFSOEEDflNC1A 181
Nos relmos de Jerjes que mandó poner un collar de oro
a un plátano de extrema belleza y mandó echar cadenas y
dar latigazos al Helesponto, pero no es menos infantil flues-
tra convicción actual de dominar o de mejorar a la Natu-
raleza.
*

La superioridad en ligereza, entendirniento y gracia de los


pichones de la perdiz sabre los de la gallina es la superiori-
dad de lo salvaje sobre lo meramente doméstico.
*
El aire libre
Siento que el aire que me roza en su celeste vagancia viene
después de haberse bañado en el arroyo, de haber besado los
juncos, de haber conversado con las hojas y ramas del bas-
que, de haberse entibiado en los nidos, de haber colaborado
en los vuelos y silbidos de los pájaros. ZC6mo no ha de ser
el más inspirador de los ndmenes?
Es el antIpoda de los colchones elásticos y de los sofas
acoichados; de las espalderas, las bufandas y los guantes; de
las estufas, la calefacción central y el aire acondicionado;
de las comidas picadas, tamizadas, batidas, ahogadas en acei-
tes y salsas; de los termos, las heladeras, los ventiladores;
de los especIficos, los estupefacientes, las inyecciones; de las
ligas y las fajas; de los relojes, la contabilidad y el tanto por
ciento; de las conservas y las cárceles, los mausoleos y los
dogmas.

El manautial
Su murmullo es tan viva y vivificante con'o su finonomla
a su inmaculado sabor. AquI está sumergida a medias la
müsica de flautas, siririgas y clavicordios, pero antes todos
los gorjeos y trinos de los pájaros. (En el aire lentos y sigilo-
sos arroyos de menta.) Esta lengua de cristal y misterio, ele-
mental y universal, es la primera nana. Soleadas y sombrea-
das soledades en tomb. En el manantial está a ojos vistas el
desnudo origen de la vida. Aqui me desnudo para que mi piel
conozca el toque del sol y de la sombra viva de los árboles
y el paradisIaco abrazo del aire y el almo beso total del agua.
El árbol
jQué misterio el del árbol que tiene, asI aislado, toda Ja
profundidad del basque! Lo siento, como algo potente, y
hondamente viva, en su cuerpo y su alma vegetal, influyendo
sobre los mIos. Siento, con fresca certidumbre, que el mito
de las hamadriadas es una realidad de savia y fibra.
El ãrbol está en relación consanguinea y espiritual con el
182 LUIS FRANCO

alba, ci pájaro, la nube, la liuvia, el sol, las cigarras, el liquen,


la enredadera, el viento, la brisa, la noche estrellada y todos
los horizontes del subsuelo, y también con el hombre 4por
qué no? Solo que no siempre. La mayorIa de los hombres,
creo, carece ya del sentido del árboi, y muchos no parecen
sospechar su misterio o ni siquiera muestran interés por su
vecindad. El 6rbol fué la primera casa o cueva, y también
la primera fortaleza y atalaya del hombre. ZEs que en éste
no hay ya ni restos de una obligada gratitud milenaria?
Pero el árbol sigue siendo un numen potente, y de hecho,
el mejor embajador de la Naturaleza ante el hombre. Su
sola influencia fIsica sobre él es de modo y aicance inena-
rrables, con su murmurio que estO entre el del mar y el
arrorró materno, con su onda de frescura, estimulante y Se-
dativa a la vez como la del manantial, con su fronda, salu-
tifero filtro del aire. Si, con el don de su fresco y calmante
color verde, de su arquitectura viva y aérea, de su leve arru-
Ilo profundo, su olor halsámico, toda su vida fronteriza entre
la tierra y ci cielo, el árboi es el genio tutor de la sangre del
hombre, y de su alma. Qué magnetismo ci suyo! Pero solo
el que ha cruzado ci desierto y da con ci árbol en plena sole-
dad y desolaciOn es capaz de sentir hasta la raIz su compa-
fila maravilbosa.
Sin mayor inconveniente podemos descubrir que el árbol
es una criatura perfecta: en su integridad y en cada una de
sus partes —gajos, ramas, hojas—, un todo armonioso en si
y en perfecta armonla con cuanto le rodea, de modo que vive
ingenuamente en el todo y el todo se expresa con fidelidad
en él. Es su lección más profunda. Aunque apenas le es infe-
rior esta otra: ci que sabe descender sin quejarse a 10 més
bajo, frIo, apretado y ciego de la tierra para aizarse lieno de
serenidad y benignidad, en un tenso esfuerzo sin prisa, a la
más pura cima del aire, al hogar del sol, al dintel de la luz.
IY que el hombre le vuelva la espalda, negándoie el amor
sustancial, viviente y religioso que él merece!
*
EL pájaro
Este tordo que tengo a la vista —como cuaiquier otro pa-
jaro iibre— me hace pensar en los escasos derechos del hom-
bre a su orgullo teológico, esto es, a sentirse muy por encima
de la zoologIa. iQu6 apoteosis de la hermosura! lQu6 parcia-
lidad de la Naturaleza con él: desde su cuerpo y sus patas
inimitablemente finos y ágiles, a 10 sedoso y abrigado de su
pluma, y hasta la ostensible adulación de la luz al teflir su
traje, para ci que ci término regio es pobre! Y todavIa el don
de traducir su alma con un canto tan transparente como ci
cielo. jFalta algo? Falta lo que no será compensado jamás
por las mejores mOquinas holladoras del aire: iel vuelo vivo!
*
I'EQUE0 DICCIONARIO DC LA DESOBEDIENCIA 183

La rosa
La vulgar rosa silvestre que corona los setos y a la cual
nadie cree digna del ramo y del florero, es, en verdad, la
más simple y profunda, la más viva, fuerte, hermosa de todas
las rosas y las flores. Me parece como un destino en nuestra
vida: que está en la encrucijada justa de la aurora y nuestro
corazón. Me parece que ella es la rosa, y que todas las otras,
con sus pompas y excesos, son apenas imitaciones y desfigu-
raciones suyas. Elemental, perfecta, como el rocIo, como el
rayo, como un nifio desnudo y con su corazón tiñendo todo
su cuerpo. Sin duda un ejemplo y un desafio al arte más
verdadero: su esencia es tan convincente como su forma.

La cigarra
Una energia no solo solar, sino meridiana. El canto de los
pájaros resulta femenino junto a esta voz inmaculadamente
viril, dura, vibrante y sostenida hasta lo desafiante: algo de
tarnbor, de cImbaio y trompeta. Su compás, lento al comien-
zo, sube en un tiempo insensible a una prisa gloriosa de ener-
gia: un alado tremolo, un crescendo bravIo, que refluye con
brevedad y gracia.
Monótono? Sin duda. ;Pero qué riqueza y pasión, y qué
armonIa clandestina! Es un zumbido profundo, envolvente y
dominante: un arrullo para adormecer tal vez al viento, el
gran desvelado y andariego, o más bien —mucho más— una
charanga para que despierte lo que hay de más escondido y
primordial en nosotros, como si se empefiase en hacer llegar
a nuestra reconditez sombria y muda la nutridora vibración
de la luz y el aire libre. Es como si vibrara nuestra sangre,
o nuestra médula misma en el hueso sonoro —como si fuera
el comienzo de todo rumor y toda mdsica—, como el cres-
cendo de un Organo que llenara el cielo. 0 simplemente es el
caracol del sol. Un eco pánico.

Los pájaros migradores


Los siento pasar desde medianoche hasta casi el amanecer.
Vienen de las tierras impIas donde el invierno es tan inmó-
vii e inmovilizador como la muerte, pasando hacia las tierras
bendecidas donde el invierno es primavera y donde la pri-
mavera tiene la honda tibieza embriagadora de los nidos.
Hacia las tierras del amor y la milsica. (El pio de los picho-
nes futuros ya lo sienten dentro de si.) Viaje celeste y cons-
telado, es decir, protegido por las estrellas como el de los
Reyes Magos. Zumbante de alas y gorjeoS, todo el cielo es
como un Orbol que cobija un nido. Zumbos de alas violentas
como un zonda, o Ieves como una brisa.
El cielo tiene ahora dos latidos: el solemne, remoto y frio
184 LUIS FRANCO

de las estrellas, y éste de las alas viaj eras, tibio, vecinal y


casi casero, al alcance de nuestro corazón y casi de nuestra
mano. Se sienten en el aire corrientes de emoción, ráfagas de
profecias.
Se siente la formidable e insondable sabidurla, que lleva a
los migradores coma del pico, sin que ellos sepan cómo, de
una punta a la otra del mundo.

El hombre es, par definición, la criatura jánica, es decir,


con una mirada puesta en la Naturaleza y otra en el Espiritu.

Estamos en el silencioso arrobamiento del árbol reventando


en flores, en el sonoro jübilo del alba reventando en pájaros.

El alma naufraga en nosotros para emerger en el corazón


de las cosas.

El pájaro que entra en nosotros a través de nuestro ojo u


oIdo, de nuestra sangre y nuestro espIritu, está tan vivo y
musical adentro como el que vuela del árbol a las cimas
del aire.
*
La que rige los imanes y los rechazos misteriosos, las adi-
vinaciones y previsiones infinitamente profundas de los sexos,
de los astros, de las estaciones: todo eso está hecho con sus-
tancia gemela a la del pensamiento que en nosotros lanza sus
relámpagos, a la del alma qua ha inventado, como un dios,
su propio universo.

Como una isla perpetuamente rodeada del abrazo de las


ondas, asI está cada cosa entre las otras.
*
Lo creado pensándose a si mismo! lEngendrindose a sí
mismo sin tregua!

Quiere emborracharnos con sus corolas, enredarnos con sus


lianas, el basque: enfundarnos y ahogarnos con sus musgos,
para sorbernos al fin con sus raIces. Quiere ilevar nuestro
amor hacia él hasta la médula de sus árboles, volvernos fibra
de sus fibras y savia de sus savias...
PEQUE]O DICCIONARIO DR LA DESOBEDIENCIA 185
Lo que hay de sol en nosotros saluda la venida del alba
con jübilo más intenso que el del canto del gallo.

La duna y el bosque tienen sed de rIos, los rIos tienen sed


de mar, el mar tiene sed de cielo, el cielo sacia su sed con
nubes preñadas de liuvia.

El numen que vive en las grutas del monte, del mar y del
bosque, en el Impetu del caballo y del viento, habita tarnbién
en nuestro pecho.
*
Frente a la belleza ágil y potente de las grandes aguas, el
corazón quiere evadIrsenos hacia ellas como un pez.

La ligera y sagracla alegria de la tierra y el cielo hallan


su camino real hacia nosotros por el puente del arco iris.

La liuvia estival cae menos tal vez sobre los campos rese-
cos que sobre nuestras ansias.
*
Una misma es la ola que pasa por el perfil del abismo y la
que pasa por la profundidad de las corrientes submarinas.

Es una sombria y celeste embriaguez el sentimiento de la


part-icipación de cada cosa en el todo vivienfe, de cada criatu-
ra en la vida de todas las otras.

Regresa del infinito el alma a la ribera de las bellas apa-


riencias como un barco ebrio de mar.
*
La Naturaleza obedece la voz de mando del hombre, pero
como una fiera, someramente. En el fondo guarda intacta su
alma salvaje.

Qué ejemplar vocación de ascenso éste de las savias hasta


el paraiso de la luz!

Un sol tan infinitarnente hermoso, tan saturado de sere-


186 LUIS FRANCO

nidad y fervor a un tiempo, como si la alegrIa del amor y


la bondad se hubiera hecho luz.

El amor a la Naturaleza no puede divorciarse del amor del


hombre al hombre. No podemos renunciar a la sociedad por
la selva, o la mujer por las flores. Ni viceversa.

De un lado está la Naturaleza. Del otro lado está el Hom-


bre, que hasta hoy solo puede ofrecer sus Iglesias, sus Ejér-
citos, sus Bancos y sus COdigos. Cuando sea capaz de supe-
rar esas trabas, ci hombre podrá entenderse con la Naturaleza
para una nueva sIntesis.

Hablar con ci bosque, con la catarata, con la estrella de


la tarde, es sin duda diálogo tan hondo y vivo —y tan nece-
sario— como el que uno puede entablar consigo mismo o con
el más interesante de los hombres.

Lo inviolado y virgen que hay en la Naturaleza nos atrae


como lo virgen que hay en el cuerpo y el corazón de la
muj er.

Que ci zumbido del viento en la alameda o de la abeja en


la flor halague mi oIdo, y puedo perdonar el escándalo de las
broadcastings, de los congresos eucarIsticos y de las demo-
cracias dirigidas desde arriba.

Creamos de nuevo en el padre sol, como todas las gentes


primitivas, y en ese ascenso del espiritu que trae ci ascenso
del dIa. Reconozeamos, orfeica y zoroástricamente, que la iuz
es ci primer insondable misterio.
PALABRA Y LIBERACION

La invariable, ilimitada admiración hacia Dante es la me-


jor prueba de que el dogma de obediencia sigue gobernan-
do al mundo aun en el terreno estético. 2,Que Dante nos pare-
ce hoy regresivo y arcaico? Lo era ya en su época, puesto que
ya entonces el mundo moderno estaba amaneciendo en hom-
bres como Roger Bacon, y bien se explica que el epimeteico
poeta pusiera en su Infierno al antimedieval emperador Fe-
derico —sin contar a sus propios enemigos personales—, y en
su Paralso al protoinquisidor Domingo de Guzmán. lNi el
más tenue presentimiento del futuro! Y el signo més claro
del genio es su condición de heraldo, de trozador de la rutina
del mundo.
En Dante hay más espIritu bárbaro que en la Iliada. Es que
más que la barbarie representa la barbarie enferma del Me-
dievo, esa mixtura de degeneración romana, brutalidad nor-
dica y neurosis religiosa siriaca. De ahI su fervor por lo ab-
surdo y horripilante. El sadismo dantesco es el de Torque-
mada o el de los cazadores de cabezas.
Los hombres de Homero, con sus altibajos, son eso: hom-
bres. Las figuras dantescas están amasadas con odio teolOgico,
es decir, absoluto. Su Infierno es un barco de galeotes modelo,
un campo de concentración cuyo Hitler es Dios y cuya Ges-
tapo regenta SatariOs. ,,Dónde se buscó inspiración para tal
empresa? iEn las cámaras de tortura medievales, qué duda
cabe! IY qué musa inspiradora debió ser ella, a su vez, para
los que les ajustaron cuentas a Bruno, a Galileo, Servet,
Spinoza, los mejores hombres de la cristiandad!
iQue en el Infierno hay de todo menUs una gota de piedad
y comprensiOn humanas? Algo más, pues falta ese elemental
respeto que el hombre se debe a si mismo. i,No se jacta el
poeta de traicionar su promesa a uno de los mártires?
E cortesla fu in lui esser villano.
Puede equilibrar tarnafio deficit interno el hecho de ser
Dante "el más admirable forjador de versos"? Schopenhauer
no escondió su repugnancia hacia la Divina Comedia, y Croce
la definió asI: "Una novela ético-teológico-politica enteramen-
te muerta".

El hombre, como individuo más o menos autónomo, fué


descubierto o suscitado por los griegos. El fenómeno se
eclipsó en la Edad Media, que intentó abolir toda variedad
y cambio y consolidar el mundo segün una unidad monoiltica,
es decir, antihumana. For reacción se llamO humanidades a
las diversas disciplinas de Ia sabiduria griega, que habia
captado y exaltado la variada riqueza y belleza de la vida.
Erasmo fué el primer humanista, pero una de las rnás pode-
188 LUIS FRANCO

rosas encarnaciones del nuevo espIritu fué, sin duda, la de


Rabelais. El enemigo era imponente. No campeaba solo Ia
autoridad del Papa infalible, sino la dictadura temporal y
espiritual de las órdenes religiosas, cotejable a la de los braha-
manes de la India. For lo demás, el Parlamento, la Sorbona y
el mismo rey eran mandaderos de la Iglesia.
Viendo cortada su carrera religiosa, Rabelais buscó el peor
refugio: la temida lengua griega y la no menos temible
ciencia pagana Ramada fisiologIa. ComenzO divulgando las
ideas de Hipócrates, mucho más anticristianas que el mani-
queIsmo y congéneres. Después publicó un libro tan cauda-
loso y estruendoso como el Ródano (aunque oblicuo como
el rayo) contra el terror vestido de sotana. Puso en aquél
toda su jovialidad, que era jupiterina. Sus dos gigantes,
Gargantda y Pantagruel, son dos semidioses gentiles, primos
de Dionysos y Hermes. El humor de Erasmo habIa sido irre-
verente, pero la carcajada pantagruélica superaba a la de
Aristófanes. (Rabelais agregaba una cuerda a la lira de la
alegrIa humana). En un mundo penumbroso de penitencia
y estupidez, de solemnidad terrIfica e hipocresIa piadosa, esa
nsa fué tan luminosa como el sol de los griegos. La Sorbona
condenó su libro y el Parlamento se apresuró a someter a
éste a la prueba de las llamas como a un brujo de came
y hueso.
*
Montaigne usó piel de catOlico ("son mis rodillas las que
doblan, no ml espIritu") hasta ese dia de 1572 en que supo
que el Papa habia celebrado con Organo, campanas y pintu-
ras siempre recordatorias la eliminación quirürgica de trein-
ta mil hugonotes; entonces, sin despedirse, se alejO de la
Iglesia y fuése a vivir entre perros, caballos y libros, aunque
conservó la prudencia indispensable para que su pie no tro-
pezase con dominicos, jesuItas y otras viboras de la cruz.
Pero hizo algo mejor: añorO apostáticamente los dIas del
gran Juliano ("asI, pues, yo amo la vida". "Querer escapar
al hombre: locura insigne, pues trueca en bruto, no en
angel") y comenzó a mover todo su pensamiento en el aire
de claridad y libertad de los djas de Tales y Anaximenes o
de Pericles. Su mayor hazafla consistió en consignar sus
sismicas ideas en el mejor estilo ático —limpidez, sencillez,
concision de diamante— en un libro conversador y alegre,
pero mucho más serio que los majestuosos sistemas filosóf i-
cos - una de las biblias o antibiblias de la emancipaciOn
humana.
*
Se sigue hablando ann a porrillo de las cruzadas cristianas,
pero siempre se habló poco o nada de la cruzada en favor del
porvenir, es decir, de la emancipación espiritual: inica cru-
zada cuyos apóstoles y mOrtires xnerecen el gran respeto
PEQUENO rnCCIONARIO 05 LA IDESOBEDIENCIA 189
humane. Bueno es consignar que millares de soldados (arte
sanos, simples maestros o traficantes) intervinieron en ella
tan eficientemente como los grandes jefes a cuya cabeza
hay que colocar a Giordano Bruno. Metido en un convento,
como tantos otros hijos de familia pobre, estuvo a pique de
rematar en fraile dominico, cuando descubrió do golpe a
quién lievaba adentro y cambió a Moisés del Sinai por Tales
de Jonia, y compartió las ideas siderales de Copérnico, que
fueran ya las de Anaxágoras, el maestro de Pericles, y ce-
menzó a escribir para demostrar luminosamente que ni la
Iglesia ni el Estado tienen per qué inmiscuirse en el pensa-
miento privado del hombre. Tuvo que dejar Italia e iniciar
la interminable peregrinación de todos los que buscaban
un adarme de libertad sin hallarlo en ninguna parte: en
Ginebra aprendió a fondo que judIos, católicos y protestantes
eran tres personas distintas y una sola superstición tenebrosa:
de Ginebra a Lyon, a Tolosa, a Paris, a Inglaterra, a Mar-
burgo, a Wittenberg, a Praga, a Zurich, a Venecia; de alli
a los calabozos de la Inquisición en Roma. Cuando después
de siete años de hospedaje piadoso, su came estuvo desecada
como un leflo, fué arrimada a la santa hoguera inquisitorial.

Cervantes, con su larga burla de la sabidurIa libresca y


abstracta y de todo el Medievo de los caballeros andantes
—con su preclara sensatez refractaria a toda superstición
trascendente, a todo sueño contra Natura, con su serena y
aun risueña bonhomIa, tan opuesta al vampirismo de lo
Dante y Felipe II—, Cervantes es la discreta encarnación
hispánica del espiritu del Renacimiento, es decir, de insu-
rrección del espIritu helénico contra la tiniebla oriental y
la niebla nórdica, en que Espafia estaba inmersa ain. Todo
eso un poco inconscientemente. .Y qué misterio es éste de
que un soldado que gasta medio siglo en perpetrar versos
peores que malos —mediocres— se resuelve un dIa, aconse-
jade por la vejez, la miseria y la cárcel a escribir una de
las más vIvidas y hermosas fábulas del mundo?
Cervantes Se alza a la grandeza trágica o tragicómica des-
de la paradoja maxima: el campeón idealista que lucha a
tontas y a locas per la nobleza del mundo la dafia mortal-
mente con su fracaso inevitable. Don Quijote es el héroe
inverse.
España, ültima posesa del Incubo celestial de la Edad
Media, debIa caer y cayó en ese materialismo sórdido y bufo
que registra la nevela picaresca. ,,Sospechó Cervantes la
conexión dialéctica entre ambos extremes?
Cervantes, buen español, no está libre ni mucho menos
de taras medievales (el sacro respeto a las jerarquias no-
biliarias, per lo pronto!), y quizá no llegó a entrever el
190 LUIS FRANCO

camino de liberación ni fué mucha su fe en el hombre. En


cualquier caso, declaró en su favor de modo imperecedero.

Shakespeare es el Renacimiento, el hombre nuevo opuesto


al homo medievalis.
Nicolai y otros advierten que la Edad Media no produjo
un solo genio. ZQu6 mucho si el genio es la expresión indivi-
dual de la riqueza cultural ambiente? Shakespeare es el
espjritu del humanismo con toda la vitalidad y espontaneidad
de los dias paganos. Al revés del creyente religioso, no es
un escéptico del valor de la vida como tal ni de la capacidad
del hombre para salvarse a si mismo. La tragedia está preci-
samente en que los dolores y horrores de su destino son una
especie de injusticia de los dioses con el hombre que se
siente superior a su suerte a veces y liega a portarse como
tal. A través de la obra de Shakespeare no se advierte creen-
cia religiosa alguna, y menos la concepción judaico-cristiana
de la vida con su moralismo de temor, de resignación y de-
rrota. No hay en ella una sola alusión a los castigos o recom-
pensas del más allá ni a la idea paulina o agustiniana del
pecado.
Shakespeare, poeta, significa quizá la mayor concreción
de humanidad esencial y real. El hombre ms hondamente
tal ha de caracterizarse por su mayor comprensión —amor-
de la vida y del hombre. Eso es Shakespeare.
La imaginación encarcelada y empavorecida inventa lo
absurdo e inverosImil, los cielos, los infiernos del más allã.
Pero la libre fantasia del entrañable poeta es realista por
excelencia y es más rica cuando más capaz se muestra de
explotar la realidad viviente del hombre y del mundo.
("El objeto de la poesla no es lo poético, sino lo real", duo
Goethe, pensando en Shakespeare más que en nadie, sin
duda). La realidad palpitante y respirante no solo es la sal,
sino el tuétano de la poesIa. La vida es más misteriosa y ala-.
damente hermosa que todos los ensueños tránsfugas.
La visiOn medieval o religiosa es la vision inversa del mun-
do. La teologla es la apelación irracional a la razón, y segün
su testimonio, todo lo terrenal es apariencia y engaflo, pues
10 verdadero está allende la tumba. Pero los latidos del
corazOn de Shakespeare suenan con los del corazón del mun-
do, por eso es el revelador y santificador de toda belleza
terrena y humana. ZQue es el poeta del horror y el terror?
Si, pero nadie ha revelado y cantado como él las fragan-
cias y los matices del jardIn del mundo y del corazón del
hombre. Es el rods demoniaco y celeste de los genios. Fren-
te a la afición patibularia de los siglos eclesiásticos, Sha-
kespeare es ei poeta de la piedad, del amor, de "la leche
de la ternura humana". Usa de gorro frigio el gorro de los
bufones para contrabandear las más irreverentes verdades.

I.
PLQUENO DICCIONARIO DE LA DESOBEDIENCIA 191
La poesla significa no solo una exploración y exaltación
del ser, sino su ennoblecimiento. Bajo su influjo nuestros
sentimientos se han mejorado tanto que nos creemos (y p0-
demos liegar a serb) capaces de las mejores acciones. Este
es el misterio de la catarsis estética. Por eso la poesla es
la más profunda educadora de almas, y la de Shakespeare
más que ninguna. Su alegrIa, jugosa y purpürea como una
vendimia, no es uno de sus menores regalos. EscuchO la
melodIa del mundo —no del ultramundo— y la que los
hombres no deshumanizados ilevan en sj, y trabajO per con-
ciliarlas en una armonIa, es decir, por la felicidad.
The man that hath not music in himself
Nor is mov'd with concord of sweet sounds
Agregaremos que la grandeza de su genio no lo libra del
todo, como hombre, de las menguas de su época? En efecto,
es obvia su aquiescencia —cuando no adulación— hacia los
amos del poder y la riqueza, como hacia los prejuicios y
errores, cultos 0 incultos.

Después de la matinal euforia y libertad de Shakespeare,


la ortodoxia sermonera del Dante luterano, Milton, con las
más solemnes majaderlas bIblicas: el parajso o jubilación
innata —el humanIsimo apetito de conocimiento, declarado
crimen de lesa divinidad—, su incitación y su castigo por
agencia de la mujer, ser inferior sin más mérito que el muy
hereje de su belleza.
Lo más curioso del ParaIso Perdido es que lo que se buscó
exaltar en él —la obediencia y la devoción encarnadas en los
Angeles, gendarmeria nacional del cielo—, resulta tan repul-
sivo como el servilismo profano, y que el ñnico que vuelve
por la dignidad libertaria del hombre, la ünica gran persona,
es el jefe de la oposicion reducida a silencio en la mazmorra
soterraña, el muy jacobino Lucifer.

La vida y el pensamiento de Spinoza (el gran antecesor


del ateismo moderno) son un ejemplo escalofriante de la
tragedia adscripta al destino del hombre cuya medida rompe
las limitaciones seculares de un pueblo o una época, y de
cómo todas las sectas religiosas comienzan por el espla y
terminan por el verdugo.
La concepción de la sustancia de Spinoza significa la
derrota de todos los dioses rods o menos inquisitoriales que
pretenden gobernar al hombre desde afuera. La Etica espi-
nociana comporta a su vez la derrota de todas las morales
sostenidas demagógicamente por el terror a los dominicos de
la tierra o el infierno y la codicia del aguinaldo celeste; todo
el hombre está en "la intrepidez y generosidad del alma".
Eso en cuanto al pensamiento. En lo referente al decoro y el
192 LUIS FRANCO

ánimo del hombre, ambos son dignos, como ningün otro,


del epIteto que los griegos aplicaban al diamante: indomable.
En efecto, ni la excomunión y execración tenebrosa de la
Sinagoga de Amsterdam, ni los amagos homicidas de los
buenos cristianos, ni los halagos sinuosos de los prIncipes, ni
la soledad, la enfermedad o la miseria, nada logró compro-
meter una molécula de su alma inmensa.
*
La burguesIa del siglo XVIII en Francia, duefla del poder
económico, se propuso, apoyándose en la descamisada plebe
trabajadora, desplazar a la inepta nobleza y a la Iglesia
—canonizadora de toda opresión— del comando politico y
espiritual de la sociedad. Nunca el papel iluminador y aler-
tador que puede desempeñar la literatura se puso en mayor
evidencia. Los escritores, desde Voltaire en adelante, fueron
no solo los primeros en captar el aura de los nuevos tiempos,
sino los que realmente despertaron y armaron interiormente
a los hombres nuevos para la batalla decisiva. La humanidad
tiene especial deuda con ese Diderot de mesa insuficiente y
chaqueta raida que trabajaba dia y noche en la construcción
titánica de la Enciclopedia, sin tiempo casi de sentir la garüa
de aguijones laicos o devotos.
*
La acción ("en el principio era la acción") puesta prime-
ro que el pensaniiento y el éxtasis; la vida primero que los
gabinetes, los museos y los libros ("gris es toda teorIa y verde
el árbol de la vida"); denuncia del opio biidico inherente
a toda religion y a toda contemplación pura; la tendencia
de fuga al más allá frenada con la evidencia de que el infinito
se abre ya en ci más acá; ci deseo y el instinto "plebeyos"
elevados al rango del noble pensamiento; delación de la vir-
tud jánica del hombre vuelto a la vez hacia la Naturaleza y
el espiritu, y de su condición anteica do recobrarse en el
contacto filial con la tierra; la belleza o armonIa externa
vista como revelaciOn do su armonla interna; la personalidad
sentida como la corona regia o felicidad del hombre; la
integridad humana concebida como unificación de lo diverso
o equilibrio de fuerzas antinómicas. iCuAnta riqueza y belleza
humana en la sabidurIa do Goethe! Y sin embargo este des-
pertador de dormidos perteneció polIticamente a la paleon-
tologIa de Metternich; este real emperador do los hombres
se sintió un dia casi feliz de doblarse lacayunamente (;crimen
de lesa personalidad!) ante el paleolItico Napoleon, quo ni
siquiera se dignó ponerse de pie para saludarlo.

Dickens es un modelo casi perfecto del fariseIsmo más 0


menos inconsciente con quo ci escritor suele desempeñarse
PEQUE10 DICCIONARIO DR LA DESOBEDIENCIA 193
en la sociedad. Se burla belicosamente de las instituciones,
los prejuicios y la gazmoñerIa ingleses, pero sin la más leve
alusión al Arimán que tiene todos los hilos en la mano: ci
privilegio económico o de clase. ,,Cuái es su mensaje implI-
cito? Que los jueces deben volverse justos y que ci lobo
capitalista debe ser el Buen Pastor del rebaño proletario.
(Solo faita exigir legalmente una sonrisa de ternura al ver-
dugo en el momento más heroico de su tarea). Es la revolu-
cion que los curas párrocos y ci vice-Dios del Vaticano vie-
nen predicando desde ci siglo IV.

Marx no es solo ci gran técnico de la economla capitalista,


ci radiógrafo de la sociedad moderna. Es el descubridor del
subconsciente económico de la historia. A la concepción in-
versa del mundo de la teologIa y de las filosofias idealistas,
opone la suya: ci ser es ci que determina ci pensamiento, y no
al revés. Marx toma en sus manos la dialéctica hegeliana
(admirable, pero no viable, puesto que parte de la idea) y Ia
obliga a partir de la realidad viva. A la concepción de los
historiadores ptolomeicos opone la concepciOn copernicana
de la historia. El materialismo dialéctico es la superación del
materialismo y del idealismo en una integraciOn creadora.
Frente a la filosofIa contemplativa, la suya implica una acti-
tud vital y agonal: una filosofIa cuyo jardIn dc Academo es
ci mundo sudoroso y sangriento de los hombres. La doctrina
alcanza su mayor fecundidad y belieza en la teorIa de Ia
alienaciOn de la persona humana por los fetiches grandiosos
que inventara otrora: ci más ailá de la vida y ci mundo, ci
espIritu pure, la moral eterna, ci Estado, la mercancIa, y las
normas y formas sociales, trocadas en impedimento del deve-
nir, esto es, del desarrollo future del hombre, como los boti-
nes al niflo que crece. Concibiendo al hombre come un hijo
dc su propia industria y restaurando la unidad del pensamien-
to y la acción, Marx aparece como ci más auténtico de los
hijos de Prometeo. Puso ci pensamiento en los puños del
mundo para que ci hombre económico these ci salto hacia ci
hombre integral. Su idea de que ci proietariado moderno
—dnica clase históricamente no cxhausta— es ci agente de
liberaciOn social, no es un suefio filantrópico sino un hailaz-
go cientIfico. Marx o el Espartaco del pensamiento.

La incipiente declinación de la burguesIa en la segunda


mitad del siglo XIX tenia que expresarse en su literatura.
Bastará, para probarlo, referirse a tres de sus escritores repre-
sentativos, que creyeron, precisamente, haber superado su
espIritu. Dc ellos, Baudelaire se refugió en ci catolicismo y
los paraIsos artificiales; Flaubert, cspantado de la Comuna
194 LUIS F1ANC0

de Paris, se formó de ella una vision invertida: "es la iiltima


manifestación de la Edad Media". En cuanto al iconoclasta
Rimbaud, terminó como negrero y traficante de armas, es
decir, dos de los gustos más gangrenados de la burguesIa.

Nietzsche es uno de los compañeros indispensables del alma


moderna. Debemos perdonarle, pues, sus debilidades y de-
lirios y sus contradicciones nihilistas. Advirtió, el primero
quo la cultura de la Hélade, al revés de las otras, no significó
una deformación o una derogación de la naturaleza, sino su
coronamiento, y categorizó como nadie la energIa y la armo-
nia creadora de los griegos ("los hombres més humanos", "su
perficiales por profundidad"), pero reservó su entusiasmo
para el feudalismo de Homero o el de PIndaro, no para la de-
midrgica libertad del espIritu jonico o de la democracia de
Esquilo, aunque denunció el orientalismo de Platón y los
suyos. Contradiciendo acaso su propia generosidad y ternura,
compartió los prejuicios más paleolIticos contra la mujer,
y por odio al socialismo rebafiego de During, o por herencia,
profesó un despotismo de capitán de barco negrero, aunque
reconoció, contra su héroe Bismarck, "la groserIa y pesadez
alemanas que desde el imperio no hacen sino crecer". AspirO
genialmente a una moral basada sobre las modalidades ex-
pansivas, no sobre las represivas, de la vida, y se situó més
allá del bien y el mal, es decir, en el limbo o el aquelarre.
Pero nadie, antes que él, logró hacer de las ideas semej ante
disoivente quImico de los prejuicios de la moral evangélico-
mercantil, de la concepción judeo-cristiana de la vida, de
todos los credos de represión y de renuncia. ZQui6n justificó
y afirmó más ldcida y alciónicamente la vida, limpiándola
de todas las calumnias teológicas o filosóficas? 10 percibió
asI el equilibrio de los instintos y la razón como la salud
cardinal del hombre, o sintió de ese modo la necesidad de
romper la envoltura de la crisálida humana para ilegar al
hombre pleno? ,,Y qué palabra acercó, o sugirió, mejor que
la suya, la melodla del pensamiento?
*
La carrera literaria de Kipling es un caso ejemplar de un
escritor que renuncia a su derecho inalienable: la liberad de
espiritu. No solo que cultiva la más beata ceguera ante el
misterium econOmico en que hunde sus raIces la desmesura-
da talasocracia del Tâmesis y la no menos desmesurada servi-
dumbre que ella implica, sino que se adorna con todas las
galas oficiales del sistema: engreimiento de pueblo elegido,
odlo a los yanquis, conservatismo jingoIsta, devoción por la
épica de los suboficiales del ejército que impone a la India
el culto de la libra esterlina.
1'EQUEfO OICCQNARIO DL LA DESOBEDIENCLA 195

PEDAGOGIA (LA)

No sé Si talento lo tiene cualquiera, pero seguramente


abunda bastante més de lo que se cree. Lo que escasea de
veras son el ambiente y las ocasiones favorables, y el apoyo
de una disciplina lücida, y un veraz corazón de combatiente,
sin todo lo cual el talento es una mera promesa, no un poder.

En general propendemos al olvido de que toda la actividad


humana, desde la industria a la metafIsica, no Se propone ni
puede proponerse rnás que la felicidad del hombre. Felicidad
del hombre como tal y no aquella a que los hombres han
propendido hasta hoy regularmente: la felicidad del lobo,
la del ave de corral, la del hipopótamo, la de la momia.

Dice Goethe: "Los instintos son los maestros de los anima-


les". La grandeza del hombre está en tender a ser el maestro
de sus instintos. Hasta hoy no ha conseguido casi ser más que
su verdugo.

Para un buen aprendiz el fracaso es, sin duda, mejor pe-


dagogo que el éxito.
*
Tin residuo de teologismo en nuestra percepción y nuestra
sensibilidad nos ileva a ver en el niño solo el encanto de In
lImpida inculpabilidad, de la clara inocencia, del paraiso per-
dido, cerrando los ojos a lo que constituye verdaderamente
el milagro del niño: su pura embriaguez de vivir y la especie
de sagrada alegrIa que le proporciona su creciente genio y
su creciente descubrimiento del mundo. Porque el niño hace
cada dIa, por si mismo, un descubrimiento nuevo: eso que
los hombres, sujetos por tantos lazos y vendas, no son capa-
ces de hacer. El niño es genial, en proporción a sus fuerzas,
y el dIa en que su crecimiento no sea impedido o torcido, a
comienzos o a mitad de camino, el dIa en que el niño cumpla
todas sus promesas, el hombre será algo que tendrá derecho
a abochornarse de nosotros.
*
El mejor preceptor es el que enseña menos, 0 mejor, el
que directamente incide menos sobre sus alumnos - esto es,
aquel tan agudo y delicado que sabe hasta dónde y cuándo
conviene absolutamente dejar que la espontaneidad del dis-
196 tuis FRANCO
cIpulo obre como lo quo es: la mejor levadura para e1 des-
arrollo de sus propios dones.

La mayor novedad de la historia futura, lo que por encima


de todo redimirá el destino del niño, y el de los hombres y
pueblos: la supresión de las andaderas.

Haciendo girar su caballo sobre un cuero de vaca sin pisar


tierra, probaban nuestros gauchos su profundo dominio sobre
él. Asi en la estrechez más angustiosa se prueba el dominio
sobre nosotros mismos: en saber darnos vuelta sin perder pie.

Todos los comienzos son difIciles. Es bien cierto, y por eso


casi nadie quiere iniciar algo por su propia cuenta. Pero no
es menos cierto que en las esferas más altas lo dificil estã
en los finales: la necesidad de superar todo lo que incluye
el aprendizaje del oficio, de ir más allá de las enseñanzas
del maestro, de veneer la tradiciôn e inaugurar lo inédito.
AllI la voluntad de conocimiento puede confundirse con el
heroismo.
La especialización tiende a convertirse en cárcel, y en la
más temible de todas. Pero la solueión no está sin duda en
aspirar al dominio de todos los conocimientos y experiencias,
sino en realizar aquello que cada uno es capaz de hacer con
tal limpieza y sentido tan profundo que la totalidad humana
se sienta aludida de algün modo, a semejanza de la Naturaleza
que está siempre toda en cada detalle.

La cultura puramente intelectual no solo rehuye la reali-


dad sino que tiende a borrar los caminos que conducen a ella.
*
Toda educación que no sea una invitación e incitación cons-
tantes a preservar y potenciar lo más noble e insobornable-
mente auténtico que el individuo lieva en sj, a mandarse y
obedecerse a si mismo para no ser el tirano o el siervo de
otros, a instituir la personalidad, eon toda la responsabili-
dad y la superación del miedo que ello implica - no deberia
ilamarse educaciOn sino antieducación precisamente.

La verdadera maestrIa se prueba con quo los discIpulos no


se parezcan a su maestro ni tampOcO entre si.
PEQUEO DICCIONALJO DE LA DES0BEIJIENCJA 197
El naturalista o el fIsico que confla en que su inteligencia
auxiliada por una ciencia de siglos y por instrumentos ultra-
poderosos puede lograr el dominio verdadero de la Natura-
leza es casi tan ingenuo como el niflo que imaginara cruzar
el rio en un barquito de papel. La Naturaleza es, después de
todo, el mismo misterio que en todos los tiempos los hombres
temieron y adoraron bajo los más diversos nombres y formas.
Ella es siempre la Esfinge, y no porque el hombre audaz y
tenaz haya sonsacado algunos de sus secretos menores deja
ella de ser quien es. No solo permisible sino grandemente
loable es que el hombre vaya hasta donde su luz y su valor
lo ileven; pero bueno es que comprenda que ilega un ma-
mento en que el audaz y tenaz debe honrarse con la cordura
más aguerrida, dejando descansar sus silogismos, sus loga-
ritmos, sus retortas, sus telescopios, sus microscopios, sus ob-
servaciones, verificaciones e hipótesis para reducirse a la in-
tuiciOn y el presentimiento y sentir que cualquier detalle
que él estudia colinda con el infinito y que no hay calle por
media entre lo inorgOnico y lo orgánico, entre lo material
y lo espiritual, pues detrás de ellos un alma inenarrable lo
anima y ordena todo sin permitir que nada se malogre o
destruya verdaderamente.

Nuestras virtudes trabajan y crecen a plena luz; pero nues-


tros vicios o mezquindades, en contacto con aquéllas, son
subterráneos: no podemos verbs. Los sospechamos apenas, a
veces, pero más a menudo ni eso siquiera. Este es acaso el
más terrible problema del conocimiento y la moral a un
tiempo.

Nadie puede ayudarnos, si no es a través de nuestra propia


fuerza, de las posibilidades profundas de que estamos sem-
brados.

Puede llenarse el hiato que separa la voluntad de tras-


mitir lo que uno sabe de la necesidad de ganar dinero con
elbo?

Mientras la pedagogja esté en manos de los que creen en


verdades inmutables, es decir, verdades-momias, Jos ninos
seguirán educándose para sibditos faraónicos, no para hom-
bres.

Bajo qué diluvial inundación de desechos y céscaras tras-


cendentales o baladles (estados, metafisicas, monumentos,
leyes, dogmas, ritos, comodidades, opiniones piiblicas, moral
evangélica, negocios, campanas, velocidades, museos, tradi-
198 LUIS FRANCO

ciones) queda escondida y ahogada la realidad viva del hom-


bre y el mundo!

Si alguna vez pudiera iniciarse al comün de los hombres


en la lectura desprejuiciada y reflexiva de los grandes libros
escritos hasta hoy (algo polarmente opuesto a la lectura su-
persticiosa y mecánica de la Biblia con que se viene aneste-
siando parte de la cristiandad) se habrIa hecho algo más
importante que el invento del telégrafo o de los aviones.

La gran mayorIa de la gente lee para procurarse descanso


y olvido o conciliar el suei'io. Debe leerse, en verdad, para
intensificar la vigilia, para estar más despiertos y alertas.

No habrá pedagogIa liberada sino en una sociedad liberada.


*
En general, el nine es una opulenta promesa que se cumple
apenas, o no se cumple, a causa de la antipedagogla de los
padres, los maestros y el medio social. For lo demás, todo el
hombre es una gran promesa cumplida en minima parte a
causa de las herencias cavernarias, los credos inhibitorios,
los intereses tenebrosos disfrazados de Angeles.

iCuidado! Casi todo nifio precoz lieva el carozo de un vie-


jo precoz.
*
TodavIa no hay, hasta hoy, una pedagogIa o un catecismo
que no sea secretamente, de un modo o de otro, una prepara-
ción para la obsecuencia y la servidumbre.
*
Como la pedagogla moderna padece ann la herencia supli-
ciaria de las religiones y las policias, su prirnera consecuencia
es el ensombrecimiento de la alegrIa de vivir.
*
El ünico juguete o muñeco que no aburre o mecaniza a
un niño es el juguete vivo: otro niflo o un animal.

Una pedagogia carcelera engendra no tanto el odio al au-


toritarismo cuanto la arnbición enmascarada de ejercerlo en
PEQUE0 DICCIONARJO DR LA DESOBFDIENCJA 199
otros para vengar las humillaciones. En todo esciavo hay la
seinilla de un tirano.

La necesidad es mejor pedagoga que la razón.


*
Si no se educa al nifio para facilitarle el mayor despliegue
de sus posibilidades externas e internas —es decir, Si no se
lo educa en y para la libertad— ,a qué se llama educación?
*
,Conoce una docena de idiomas? Señai casi infalible de
que no tiene nada que decir en ninguno de ellos.
*
Nada vale el más sabio de los maestros si carece de lo
esencial: el respeto sagrado a la personalidad del niño.

Qué extrafio que una pedagogIa carcelaria engendre ci


servilismo, es decir, engendre lacayos, aunque lieguen ma-
ñana a politicos, sabios o literatos famosos?
*
For su contacto permanente, por su vigilante amor y por
la honda plasticidad del niño en sus primeros años, la madre
es la maestra natural y genial de sus hijos. ,Y cómo hemos
de formar hombres l.ibres alguna vez mientras ella siga en
minorla de edad social y doméstica, es decir, en la servi-
dumbre?

La enseñanza que tiene por inico objeto amaestrar para


un oficio o una carrera, deshumaniza al hombre como la
educación del leon de circo lo vuelve lo menos leOn posible.

El sadismo pedagógico existió y existe: hacerse temer por


los educandos, dominarlos por el terrorismo intelectual y psi-
quico. iQué puede salir de allI sino tiranos y polizontes lar-
vados?

Atrevámonos a reconocer que la escusla del Estado y la


universidad del Estado —en buen grado al menos— son
oráculos cuyos mistagogos venden como dictados de 1a
SbidurI culquieT tet9, pócrifo.
*
20 LUIS FRANCO

Si se hace de la enseñanza una penitencia, no se extrañe


que se tenga que recurrir a métodos represivos de peni-
tenciarIa.
*
Si nuestros pedagogos no son la razón y la sensibilidad a
un tiempo, nunca liegaremos a la sabidurIa que precisamos.
*
Que aprenda el hombre a corregirse —es decir, a regirse
a si mismo— es todo el cometido de la educación.
*
Lo antipedagógico por excelencia: la influencia directa del
maestro sobre el alumno.

Privar a un individuo de lo mucho que su naturaleza más


necesita y desea para desarrollarse y completarse, y cargarlo
de cosas que le son intimamente ajenas y por lo tanto le
significarán siempre un estorbo y un fastidio, eso ha sido y es
hasta hoy en gran parte la pedagogIa.

Lo que se llama educación en cualquier sociedad hasta hoy


es el arte de ahogar y deformar al hombre real y esporitáneo
que cada uno lieva en sj, convirtiéndolo en un producto en
serie, en un espécimen de vulgaridad, fealdad e hipocresia.
Pero no hay otro modo de conformarlo a la servidumbre que
implica el orden social en una sociedad de clases.
*
El hecho de tener asegurado previamente su porvenir so-
cial castra a los niños de los ricos, no solo de todo sentimien-
to de comunidad con los de abajo, sino también de todo
espiritu de libertad y de disconformismo, es decir, de info-
vación y superación.

Al hombre no debe educársele para discIpulo de nadie,


sino para maestro de si mismo.
*
El mejor discIpulo es el que menos se parece al maestro.
*
Los rezos, sacramentos y inandamientos —la inyección del
aburrimiento en proporciones asesinas—, esta pedagogla
sacra, es el modelo de la otra con su enumeración a estilo
PEQVE1O DICCIONARTO DR LA DES0BEmENCIA 201
pentatéutico de heroes, batallas, puntos geográficos, cifras,
fechas, formulas técnicas, definiciones lOgicas o gramaticales,
todo en tal abundancia, complejidad y mixtura y con tal espI-
ritu punitivo que en la inteligencia y sensibilidad del nino,
como si hubiera pasado la caballerla de Atila, no brota más
la hierba.
*
Nada puede esperarse de nuestra pedagogIa mientras no
se resuelva a jubilar a sus dos consejeros privados: la sumi-
siOn al pasado y la sumisión al gobierno.

El exceso instructivo y disciplinario suele florecer en logros


imprevisibles: después de tan copiosa insaculación aritmética
y geornétrica en la cabeza, el chico no logra con frecuencia
sacar la cuenta mensual del lechero ni calcular el area de la
pieza que habita; después de tanta gramática y retórica, es
incapaz de escribir un párrafo con sencillez, concision y efica-
cia aunque a veces ilegue a ministro de educación pdblica.
Más adn: la geologIa le torna odiosa la tierra; después de
la botánica y la zoologia sospecha que también las flores y
los pájaros son cosas de herbario y de museo, más 0 menos
Oridas y bostezables.

Cuánta pedanterIa eclesiástica o talmidica en nuestra cien-


cia laica! El criterio y los hábitos más o menos dictatoriales
y policIacos del pedagogo —maestro de escuela o de universi-
dad— son un puro rezago sacerdotal. Nuestra enseñanza ultra-
moderna está aün henchida no solo de espIritu bizantino
sino de supersticiones trogloditas, pese al antifaz erudito. No
elimina del todo la herencia tribal de la magia, sigue creyendo
en el poder sobrenatural de los signos y de los nombres. La
terrninologIa y las formulas qulmicas, médicas, juridicas o
literarias, reemplazan a la quimica, la medicina, el derecho
y la literatura; los signos, al algebra. iApabullar la divina
curiosidad del espiritu bajo un aluvión de ripios técnicos!
Qué mucho que la historia resulte hagiografIa o abogacia, y
la filosofla un grimorio? La simple posesión de idiomas es
tenida, no por instrumento cultural, sino por sabiduria. Y asi
cualquier loro poliglota resulta mOs sabio que Montaigne o
Leonardo.
*
Sin duda es totalmente indispensable evitar la minuciosidad
y la balumba para evitar el aburrimiento, ese angel custodio
de conventos y cárceles. ,,Qué mucho que al cansancio de
aprender siga el cansancio de vivir? Perseguir como a vampiro
el bostezo; expulsar de una vez por todas de las aulas el
dogma de obediencia, el escucho y acato, o el temblar y ohe-
202 LUIS FRANCO

decer, como dicen los chinos. Nada de inyectar nociones con-


geladas: basta con avivar y dirigir la curiosidad, aguzar el
instinto de conocimiento, tan ávido en el hombre como el
hambre y el amor. Y sobre todo, poner la mayor delicadeza
en halagar la imaginación y la sensibilidad al mismo tiempo,
para no matar ese contento de la comprensión, sagrado y
semejante al d ja que nace.
*
;La letra con sangre entra! lCuando uno piensa que por
siglos y siglos el castigo del cuerpo y la humillación aniqui-
lante del espIritu se reputaron ingredientes esenciales de su
educación! He aquI que también la pedagogla atribuyó a la
sangre su virtud mistica de redención.
*
Cuanto más recargada y complicada es nuestra vida exterior,
menor es la posibilidad de independencia en nuestro espIritu.
*
La profesión traga al hombre. Las ilamadas profesiones
(medicos, horteras, generales, boticarios, notarios, curas, pe-
riodistas, burócratas, banqueros, choferes), constituyen con
harta frecuencia las mejores carreras o carreteras para condu-
dr al final inevitable a hombre: trocarle en una especie de
fósil de si mismo, en un ex hombre honorable.

La mala lectura —por malos lectores o de malos libros, que


es la gran mayorIa de los casos— significa simple y lisamente
el embotamiento de la inteligencia, de la sensibilidad y... de
la vitalidad. Hasta hoy, por esa causa, los libros han hecho
tal vez más mal que bien a los hombres. (La lectura semi-
analfabeta y piadosa de la Biblia, 4no ha anquilosado espiri-
tualmente a buena parte del mundo protestante? ,De cuántas
ataraxias eruditas no es responsable la Divina Comedia?)
*
En nuestro tiempo, el caso del autor más o menos filisteo
o más o menos mercenario que escribe —libros, diarios, revis-
tas— para millares o millones de lectores más o menos idioti-
zados, debe representar tal vez el noventa por ciento de la
sedicente producción literaria.

Lo estético no es lo étiOo, pero no es su antItesis como


creen los decadenfe;.spncminos ctue copducen a la misma
dma.
PEQUE10 DICCIONARIO DR LA DESOBEDIENCIA 203
Es mejor ignorar con sencillez que saber con pedanteria.

El niño no es un borrador de hombre. Es él mismo una per-


sonalidad, un alguien suficiente en si mismo que debe ser
totalmente respetado en sus fueros.

A nada conduce inveterar el mito de la angelicalidad nativa


del niño, cerrando los ojos a su fuerte tendencia hacia la
groserIa, la mezquindad y la crueldad. Solo un ambiente
social adecuado y una educación realmente sabia y vivaz
lograré metamorfosear en insecto alado la larva del alma
infantil.

A los niflos les interesan no solo las cosas de su mundo. Les


interesan también las cosas del más allá, es decir, del mundo
de los adultos que éstos se empeñan en ocultar o disfrazar
groseramente, fomentando asI en el alma infantil la contra-
dicciOn y la hipocresIa.

,Cuándo se comprenderá que el hombre no es exciusiva-


mente ni principalmente un ser cerebral, digo, que la imagi-
nación y la emoción son de tanto o más poder educativo que
el mismo intelecto? zY que la belleza (esa promesa de felici-
dad de Stendhal, esa alegrIa para siempre de Keats), el goce
de la belleza, es el primer ingrediente de la pedagogla?

Sables, cafiones, pistolas, tanques en miniatura y otras


muestras de Marte inspirando las rigidas creaciones de la
mecánica; juguetes y muflecas de lujo con cuyo importe un
necesitado comerla seis meses; revistas, libros y films satura-
dos de gloriosas proezas de pistoleros, de asesinatos geniales,
de novelitas blancas o de pornografIa rosa, de embanderado
énfasis patriótico, de apoteosis del deporte como la excelencia
humana en sj... No menos infernal es que, so capa de ade-
cuación al alma implume del nifio, se lo bloquee de ñofleces
supersticiosas y beaterias perversas: una estrella haciendo de
farol de yenta, una caudalosa y edificante degollación de
niños de pecho, una puérpera doncella, bárbaros hechiceros
con corona trayendo juguetes para los niflos acomodados,
ciguefias obstétricas trayendo bebés en el pico. Solo las inteli-
gencias más sabias e independientes y los poetas más exqui-
sitamente modernos deberjan tener derecho a escribir para
los niños.
204 LUIS FRANCO -

PERSONALIDAD (LA)
Los deberes más sagrados son los que tenemos para con nos-
otros mismos, y entre todos, el primero: la obligación de ser
nosotros, no otros; de no infligir al mundo una efigio copiada.
*
Ni los animales, ni los árboles, ni nada vivo, está hecho
en serie. No hay dos hojas iguales en el mismo nogal. No hay
dos calandrias que canten exactamente lo mismo.
*
Aspirar a la personalidad es atreverse uno con su alma pro-
funda, como una hormiga con un pétalo de rosa varias veces
más grande que ella.
*
La tradición, los calendarios y horarios, los cuarteles y aulas,
los partidos politicos, las ordenanzas municipales, los dogmas,
los sastres, los fotógrafos, casi todos, en fin, viven conspirando
para disuadir al hombre de su compromiso fundamental; el
de ser él mismo.
*
Consejo del sastre y el modisto: vista elegantemente, tenga
personalidad. Traducción: renuncie a toda personalidad, por-
que nosotros le proporcionaremos una, correctIsima y como-
dIsima, de lana o algodón.
*
Los seres humanos en su mayorIa, interiormente hablando,
casi nunca pasan del estado larval, esto es, son más o menos
amorfos, incoloros, ápteros, encerrados en el cascarón, inca-
paces de libertar sus alas. (Su tendencia a oprimir a otros es
su consuelo de no haber logrado libertarse a si mismos).
*
La personalidad exterior suele ser, con gran frecuencia,
el grillete de la personalidad interior.
*
La impersonalidad es también la forma esencial del miedo.
Miedo al ridIculo. Miedo a la burla o el enojo de los otros.
Miedo a maiquistarse con la tradición, con lo consabido y
consagrado, con ci orden oficial del mundo. Miedo a encon-
I'EQUENO DICCIONARIO DE LA DESOBEDIENCIA 205

trarse a sI mismo, en la oscuridad y la soledad, y afrontar el


tramendo compromiso que ello impone.
*
No plagiar no es todo. Puede uno plagiarse a si mismo,
repetir lo que hay de muerto o yerto en nosotros.
*
Puede sospecharse que el tabaco, el ajedrez, el alcohol, las
barajas, gran parte del deporte, la polItica, los negocios y
las diversiones, el exceso de ocupaciones más o menos intras-
cendentes y tramposas, todo eso fué inventado inconsciente-
mente para no dejar ocasión al hombre de habérselas con su
propio espIritu y su propio genio.
*
Personalidad implica también modernidad. No se puede ser
Integra y auténticamente uno mismo sin expresar las auténti-
cas necesidades y aspiraciones del tiempo en que se vive.
*
i la democracia (el gobierno del hombre colectivo por 51
mismo, esto es, sin redentores ni tutores) no conduce a la
personalidad, no tiene mayor sentido.

Personalidad y servilismo son tan ejemplarmente incompa-


tibles como el aceite y el agua.

Cuál es el yo auténtico? lEl que percibimos nosotros mis-


mos? ,O el que y e nuestra amada? ,O el que yen nuestros
amigos? zO el que yen nuestros enemigos?
*
El hombre más simple no es un hombre, sino varios hombres
en uno.
*
Una receptividad mayor de lo corriente para el dolor y la
alegrIa propios o ajenos, para la paciencia y el arrojo, para
la camaraderIa y la lucha, son signos delatores de una gran
presencia humana.

Llegar a la independencia de espIritu, a la intrepidez de


corazón y de intelecto, a la generosidad, la piedad y demás
206 LUIS FRANCO

virtudes no solo por obligación sino por fruición, es el signo


más claro de una personalidad interior perfecta.
*
"La personalidad es la grail dicha del hombre", canto el
padre de "Fausto", quizá la personalidad más profunda y
armoniosa de la Europa moderna.

Un medico famoso —el autor de "La historia de San Mi-


chele"— habla de la personalidad humana y su supervivencia
a la muerte corporal. Pero esto es sOlo resabio de un arcaico
dualismo ya inaceptable. El cuerpo es parte integrante de la
personalidad humana —no hay alma viva sin cuerpo vivo—
y ello constituye una de las inmarcesibles enseiianzas de los
griegos.

El hombre realmente de mañana, el hombre matinal, lo


será ante todo en razón de haber suprimido el tabique que
existe entre naturaleza y cultura, de establecer un viviente
equilibrio entre los museos y "usinas" de un lado y los rIos
y claros de luna del otro, entre las hojas de los árboles y las
hojas impresas.

El gusto por el turismo es un gusto de superficie y de hori-


zontes chatos. Podemos y debemos viajar de verdad hacia
nosotros mismos y hacia duanto nos rodea. Viajar, es decir,
penetrar, descubrir y visitar maravillosamente nuestra inti-
inidad y la de las cosas. Viaje de horizontes verticales, de
profundidad.

La inspiración no es un privilegio de los poetas, de que, por


lo demás, muchos de ellos carecen. Puede y debe ser virtud
del hombre: que su feri.or y alegrIa de vivir surjan de cuanto
le rodea, del acontecer de cada dia, del ideal en que pone
sus sueños y su voluntad.
*
El despotismo —familiar, social, politico o religioso, no im-
porta— es el mayor atrofiador del hombre.
*
No lo olvidemos: mientras haya cuarteles militares o Se-
minarios conciliares, el alma del hombre seguirá siendo planta
de invernáculo o pájaro de jaula.
i'EQUzo DICCIONARIO DE LA DESOBEDIENCIA 207
La extravagancia y la malignidad, sobre todo si coinciden con
el gran éxito social o politico, suelen ser tomadas miopemente
como Indices de personalidad incontestable.

Los hombres, en su mayorIa, suefian que están despiertos.


Algunos ni eso. Personalidad significa el maximum de vigilia,
de conciencia permitido al hombre. Heráclito, el gran des-
pierto, llamábase a si mismo "despertador de dormidos".

Todos los hombres son descreIdos, en mayor o menor grado,


ya que tan escasas muestras dan de creer en la profundidad
y grandeza de su propio destino. En cambio, su fe está fervien-
temente puesta en toda clase de trivialidades municipales y
ultramundanas.

La maravilla de la mdsica nos parece menos admirable por


lo que el genio de los Beethoven y los Mozart puso en ella
que per el paraIso canoro que en nosotros despierta, por la
revelación de la fuente de infinito que es el hombre.

Esto es todo el arte y la fe y la sabidurIa humana: creer y


trabajar y luchar hasta entrever y dar testimonio del dios
recóndito que el hombre ileva en si.
*
El libre cultivo y desarrollo de su individualidad es el pri-
mer deber moral del hombre. Justamente esa uniformidad ca-
nónica de tipos y opiniones a que aspiran fervorosamente to-
dos los despotismos, es el crimen de lesa naturaleza humana
por excelencia.

Donde los dioses o los amos son todo, el hombre es un relleno


de nadas.

Cuando una criatura se logra en toda la hondura y el es-


plendor de la naturaleza humana, cuando alcanza la real ma-
jestad del hombre, es espectáculo más hermoso en comprensión,
justicia y duizura que cualquiera de los dioses: Jehová, Alah
o Zeus.

No seria mucho que espiritualmente hablando los hombres


en su gran mayoria fueran pigmeos, pero es que pasa algo
peor: son peleles.
*
208 LUIS FRANCO

El grande hombre debe responder a nuestras necesidades y


exigencias de liberación y avance no solo con sus palabras y
obras, sino con su vida.

Como en la vida social todos se presentan segün lo que quie-


ren parecer y no segiin lo que son; es decir, como la sociedad
humana es principalmente la feria de los simulacros y las
convenciones, aun el más ingenuo se expone a cada rato a
convertirse en payaso profesional.
*
No hay más disciplina que la que uno se impone a sí mismo:
las otras son traIllas.

2.Libreas del lacayo? ZY las que llevan el mariscal, el obispo,


el embajador? ,Y las que Se lievan por adentro?

Si dominio de si mismo significa que nuestros impulso,


tendencias, anhelos y sueños y esperanzas deben someterse
ciegamente a los mandamientos de un decálogo de piedra, ocu-
rre tambiOn que el dominador termina por petrificarse. Exis-
ten, ciertamente, los que Ilaman dominio de si mismo a su
frigidez, su abulia, su incapacidad o su cobardla. Para no ha-
blar de los otros, los que saben satisfacer sus ventripotentes
anhelos bajo los mOs convincentes aspectos de servicio a Dios,
a la patria, al prójimo.

El ser humano tiene estas dos laderas: identidad e individua-


lidad. For la primera siente una raIz comün que lo identifica
con todos los seres humanos (y más hondo, por debajo de ello,
con todas las formas vivas), y por la segunda siente que asI
como no hay dos hojas del mismo árbol de igual forma, no hay
dos seres humanos de igual fisonomla, olor o voz: de igual
alma. Hay, pues, un imperativo insobornable de individualidad
y de personalidad.

Todos o casi todos vendemos muy al principio nuestro dere-


cho de primogenitura —el derecho a ser un hombre de ver-
dad— por algün plato de lentejas.

Un hombre? Un cuerpo, un cerebro y un alma bien naci-


dos y mejor criados, abiertos de par en par a la influencia
y comercio de las fuerzas pánicas, capaz de comprender y
practicar toda la variedad y profundidad de los hombres y a
la vez capaz de aguantar la mOs elevada soledad y asumir la
PEQUE1O DICCIONARIO DR LA DESOBEDIENCIA 209
más intransferible modalidad de su propio espIritu, la secre-
cion de su naturaleza más profunda, y de rebasar la herencia
de las morales de sacristIa y alcancla y de mirar la religion
y ci estado como los carceleros de la soberanla popular y
de la que importa mOs: la soberanla del individuo.

La humanidad puede hacer cualquier cosa en masa, pero


solo puede pensar a través del individuo.

Quien precisa rebajar sistemáticamente a los otros para


sobresalir, tiene sin dura clara noción de su desmedrada
estatura.

En un hombre extraordinario un pequeño defecto puede


parecer un adorno.

Evitar las malas compañIas es lo primero. Lo segundo, no


olvidar que las peores son nuestra miopIa y nuestra hipo-
cresIa.
No hay más aristocracia que la de la personalidad ver-
dadera.

No hay duda que la division del trabajo es uno de los


resortes del progreso humano: solo ci especialista puede hacer
en forma inmejorable las cosas a que se dedica. Pero he aquj
que esa division de la labor humana, cada vez más rigurosa
(hasta el punto de que por ella puedo eximirme no sOlo de
buscar ml comida o hacer mi casa, lustrar mis zapatos o cortar-
me las uñas, sino de pensar o sentir por mi cuenta, pues los
especialistas me suministran los sentimientos e ideas ya listos
para mi uso), significa a la vez una conspiraciOn mortal con-
tra ci in-divicluo: la indivisa personalidad del hombre, quien
resulta, asI, solo un fragmento o tajada de hombre.
Pero, Zqui6n dice que esta antinomIa entre el ser individual
y el ser social del hombre no puede ser resuelta?

Eres larva de hombre. AtrOvete a hombre.

Acaso la mayor hazafia del grande hombre de verdad con-


sista más en lo que es —lo que ha ilegado a hacer de si
mismo— que en lo que hace.
Lo que los otros no puedan imitar, eso somos nosotros.
*
210 LUIS ERANCO

Cada pueblo —o cada individuo— tiene una sensibilidad


particular y está obligado a expresarse segün ella, pues solo
asI cumple su veraz destino, solo asI puede enriquecer al
mundo con un aporte que nadie más puede traerle.
*
Cada hombre es cotejable a Un leño que arde: los peores
queman y echan humo. Los buenos calientan. Los excelentes
calientan y alumbran.
*
El individuo comdn debe buscar apoyo en la tradición y
en los mandamientos de su pueblo y su raza, pero la tradi-
ción comün debe ceder a las innovaciones del individuo genial.
*
No todo lo que ocurre a un pueblo es privativo o anejo a él.
Muchos acaecimientos de su historia son un estorbo o una
contradicción de su modo esencial, por perversiOn de sus hi-
jos o por desgraciadas contingencias externas.

No somos nunca iguales ni dejamos de ser los mismos.


*
Nadie puede darnos nada; todo servicio es falso Si no es el
que nos revela nuestra propia fuerza y las posibilidades pro-
fundas que se encierran en nosotros.
*
El pensamiento ajeno puede ayudar al nuestro, pero el estilo
ajeno tiende siempre a encadenarnos.
*
Las profesiones ejercidas con el embotellado prurito a que
obliga el rigor de la vida actual, deforman o tienden a defor-
mar al hombre, tan visiblemente como una protuberancia, y
tal vez las liamadas intelectuales son las más temibles porque
su poder se ejerce tanto en lo externo como en lo interno.

Ver a un hombre romper con las rutinas y las coerciones


forasteras para entrar en la posesión y el ejercicio de si
mismo, es como echar un reumático leon de circo al bosque.
*
Insigne es el que lieva la insignia. Egregio es el que está
fuera o por encima de la grey o rebaño. He aqul una infi-

I.
PEQUE1O DICCIONARIO DE LA DES0EDIENC1A 211
dencia de la etimologIa: el futuro vera que, por siglos, hubo
hombres que precisaban cargar sefiales o convertir a los otros
en rebaflo anónimo para sentirse seres de excepción...

Nunca es más chato el enano que cuando se yergue sobre


la punta de los pies.
*
El inepto o mediocre con poder despliega un verdadero ta-
lento en alejar las capacidades ajenas para evitar su luz de-
nunciadora, y en rodearse de nulidades —más o menos incon-
dicionales y plásticas— para hallar el claroscuro y las sombras
indispensables al resalto de su perfil borroso.
*
La cortedad de vista y el apocamiento de imaginación y de
ánimo de la gente la ilevan a la necesidad de forjarse Idolos
extrahumanos, pues no puede representarse a los grandes
hombres como simples hombres: a Paulo de Tarsos como un
tejedor de alfornbras, a Socrates bailando, a Shakespeare yen-
diendo trigo.
*
El lugar que ocupa la Iglesia, el que ocupa el Estado, el
que ocupan los negocios, el que ocupan los rebaflos bIpedos...
pero, ,,qué lugar queda para el hombre?

No querer imitar a nadie, no es todo; codeamos el peligro


de imitarnos a nosotros mismos como los insectos y las ma-
quinas, invariable e incansablemente.
*
Nos parecemos más a los otros que a nosotros mismos!
*
Nuestra propia compaflIa puede ser la mejor o la peor para
nosotros, segün nuestro tacto.

Cuanto más alto es el pedestal, más pequeña aparece la


estatua. Nada nos pone más en ridIculo —ni a nada aspiramos
tanto— como una alabanza inmerecida.
*
El contacto con la infinita variedad de los individuos y la
212 LUIS FRANCO

comprensión de su razón de ser es lo inico que puede Ilevar


nuestra individualidad a su desarroilo cabal.

Nadie puede averiguar o lienar su propia medida si no


se mezcia y contrasta con los demás hombres.

Quien no es capaz de extraverterse, no puede conocer a


fondo su interioridad: le faltan los indispensables puntos de
comparación o referencia.

Por cierto que el desideratum de la civilización no debe


ser solo ci bienestar externo e interno de la mayoria, sino
también la eievación de los mejores. Si no, Zqu6 diferencia
habria entre la sociedad humana y un gallinero moderno?

Cuanto mOs poderosa es la personalidad, más vasta porciOn


de humanidad resume en sj.
*
Hombre excéntrico es aquel cuyo centro no coincide con
el de Perogrullo y compañIa.

La personalidad nace solo como virtualidad y promesa.


Se logra, o no, y en diferente medida, segün el caudal de
experiencia, conocimiento, disciplina y valor.

Ojo! Todo protectorado espiritual tiende a la anexión.

Bajo qué diluvial inundaciôn de desechos y cáscaras tras-


cendentales (metafIsicas, estados, monumentos, dogmas, ritos,
campanas, teléfonos, opiniones püblicas, museos, tradiciones,
campeonatos de velocidad) quedan escondidos y ahogados la
realidad viva y el crecimiento real del hombre primero, del
niño después!

La mayoria de los hombres propende a creer más en la


mentira ajena que en la verdad propia.

El individuo se escinde de la comunidad —como el árbol


PFQVEO DICCIONARIO E LA DESOBEDIENCIA 213
del suelo—, pero viviendo en relación orgánica con ella. Dicho
está que "solo entre todos los hombres viven lo humano", es
decir, lo logran. Lo cual es significar que la esencia humana
es una resultante de la totalidad del proceso histórico. Có-
mo puede lograrla el individuo que pretende romper sus
vinculos con la comunidad?

El Unico de Stirner, como el Hombre de los teólogos y los


metafIsicos, es una pura abstracción, pues prescinde angéli-
camente del proceso biológico, económico y social que va
desde el infrahombre al hombre de hoy que lucha por librar-
se del yugo social como ayer del yugo de la Naturaleza.
*
La ideologIa y la moral de los vampiros del privilegio sen-
taron hace rato que el hombre individual debe someterse
ciegamente a los intereses del estado que naturalmente son
los intereses privativos de la minorla propietaria y expro-
piadora. Las normas e instituciones seculares —leyes, côdigos,
moral, religion, ejército, policla, gobierno, academias, ban-
cos— que est'n a su servicio, se truecan en cárcel del mdi-
viduo, que crece fatalmente mutilado. La sociedad actual ha
liegado asI a ser la negación del hombre, porque ya las nor-
mas y formas de apropiación son una impasse para las fuerzas
de creación, y de allI dimana la necesidad de sublimar la
doctrina que defiende el pasado muerto. La libertad futura
va a consistir en el despliegue de todas las posibilidades
externas e internas del hombre.
*
Por más que las herramientas que inventa, las fuerzas que
desata, los sueño, dioses, ideas, sistemas e instituciones que
crea, las construcciones y riquezas que acumula, por más que
todo eso parezca ser más importante que su autor y aun ser
autónomo y estar por encima de él, la verdad es que en áltima
instancia lo ñnico que importa es el hombre concreto y vi-
viente. Solo que se impone una batalla sin tregua para que
sus creaciones no lo constriñan y asfixien, sino dilaten su p0-
der y su libertad.

POLITICA DE CLASE

El gasto en sangre y grubs de una tirania está en razOn


directa a la cantidad de resistencia que necesita aplastar para
sostenerse.
*
24 LUIS FRANCO

Hay que salvar al mundo de. .las patrias! A las patrias,


de... los patriotas!

,Poder absoluto y no perder la cabeza? Es preciso ser Un


Marco Aurelio.
*
Con poder absoluto en sus manos, los hombres, en su ma-
yorla, serán modelos de tiranos. Son millones los Nerones e
Ivanes en potencia.
*
Totalmente significativo es el hecho de que desde el principio
los caudillos religiosos y politicos se hayan sentido pastores
de hombres (Jesiis, el Buen Pastor, de los Evangelios, los
prIncipes de Homero "pastores de pueblos") y a los pueblos
como reses, conlo meros pasivos rebaños. Que los pueblos
no serán un dia bestias de carga ni rebaños de ningün pastor,
que el individuo pueda y deba ser su propio dueño y guIa,
eso no fué ni remotamente sospechado antes ni se comprende
claramente todavia.

Es verdad que la colectividad avanza gracias a esas felices


violencias (tormenta y arco iris) que son los genios, pero a
su vez los genios son los que más saben aprovechar el mate-
rial acumulado por los hombres anónimos que los preceden
o los rodean.

No es que los gobiernos de todos los tiempos —cual más,


cual menUs— sean solo tramposos y rapaces: es que, por la
ley de los declives, tienen que ilegar y liegan a la esterilidad
antihumana, a la criminalidad más epiléptica y ciega.
*
La ilusión de la magia tribal sigue obrando en nosotros.
AsI como el primitivo creIa que tirando agua al aire provo-
carla la iluvia, asI, con el complejo de gobierno popular cree-
mos que es el pueblo el que gobierna y no los grupos que
lo explotan.

,Hay algo mOs fastuosamente estüpido y malvado que las


declaraciones y piropos de fraternidad entre dos gobiernos?

La reacciOn polItica cunde como lo que es: una epizootia.


*
PEQUEO DICCIONARIO DR LA DESOBEDIENCIA 95
El individuo solo puede realizarse plenamente a través del
proceso social. Mas no es menos cierto que la sociedad sOlo
logra avanzar o crear a través de sus individuos creadores.

La resistencia que los pueblos oponen a los gobiernos es la


que el corcho opone al torrente.

Si hubiera un minimum de justicia popular, todos los go-


biernos deberlan estar en la cárcel o el patIbulo.
*
Los gobiernos y los cleros luchan de consuno contra el
porvenir de los pueblos con la misantropia fünebre del que
pone obstáculos en una via férrea.

El gobierno de mi patria —puede decir cualquier hombre


honrado— no es mi gobierno ni el de mi pueblo, sino el de
los maquinistas de la máquina estatal y sus mandantes.

Alguien duo que la polItica era humo de cigarrillo; Napo-


leon, que era el destino. Exageraciones. Hoy, por lo menos,
la polItica se parece más bien —como la religiOn, su aliado-
a una ya irrespirable cortina de humo que esconde o desfi-
gura la realidad, la esencia del hombre y la vida.
*
Si juzgamos las filosoflas polIticas por sus frutos ültimos
—nazismo, stalinismo, churchilismo—, pareciera que el hom-
bre histórico hubiera en nuestro tiempo sobrepasado la rapa-
cidaci, crueldad y ceguera de los tiempos paleoliticos. Pero
no nos engaflemos. La calamidad del hombre de hoy viene
justamente de que los viejos disques son ya demasiado estre-
chos para él y tendrá que romperlos si no quiere morir por
asfixia.

Mientras la democracia efectiva o gobierno sin patrones no


se libre de ese mito perversamente risible de que la mentira
sostenida por un millón de votos debe prevalecer sobre la
verdad sostenida por uno solo, ella no es tal democracia sino
canallocracia pura.
*
La muchedumbre humana solo ha sido vista elogiosamente
en su servilidad épica: esto es, cuando se presta a ser condu-
216 LUIS FRANCO

cida a los mataderos, al son de clarines, en defensa de inte-


reses que ignora y para gloria de sus conductores. Sigue olvi-
dándose adrede su aspecto de verdadera grandeza: cuando
moviéndose por su cuenta y conduciendo a sus jefes tanto
como es conducida por ellos —Jos Espartaco, los Munzer, los
Cronwell, los Danton y Saint-Just, los Lenin y Trotzky—,
ajusta sus cuentas a la casta esciavista.

De qué me sirve no ser personalmente un Laval, si consin-


tiendo el regimen existente apoyo el predominio y gobierno
de los Laval, digo, de los chalanes de la polItica?

No hay como apurar a un gobierno por un poco de justicia


para verlo esmerarse en aumentar los hilos de su red de men-
tiras a fin de no concederla.

Si un hombre tiene razón contra diez mil equivocados, pesa


o pesará a la larga rods que ellos.

El satanismo legalista de los procesos de Moscü y demás


prestidigitaciones de la zorra burocrática tocada con pelucôn
revolucionario debió hacer relamerse de envidia en el infierno
a los casuistas ignacianos.

Democracia o fascismo? No hay dilema, pues el tiltimo es


esa misma democracia burguesa que, ante el deficit de sus
dividendos y de su sistema de persuasion, trueca el habeas
corpus por el aceite de ricino y el parlamentarismo por la
cachiporra, corno abortivos revolucionarios.

Mr. Wells, encarnación modelo de la ideologia burguesa,


definió a Hitler como "el pequeño débil mental que chilla
en Berlin", desdeflando la minucia de que detrás de él chi-
llaban, por su gusto o no, setenta millones de almas en pena
y miles de millones de marcos del gran capital teutónico.
Durante cuarenta años Mr. Wells predicó la federación mun-
dial de los estados, seguro de que la idea cuajarIa apenas se
abriera paso a través del muro craneano de los reptiblicos,
es decir, con una santa ceguera para la realidad de fondo: que
el interés de las clases dirigentes está en épica contradicción
con el interés de los pueblos.

I.
PEQUEfO DICCIONARIO DE LA DESOBEDIENCIA 217
2,Que un simple atracón de estómago produce jaqueca, pe-
sadillas, pesimismo? Si, pero la pubidundez idealista sigue
negándose a ver el origen de la quiebra politica y moral de
hoy en la quiebra del sistema económico que nos rige.

Naturalmente Termidor preferirá siempre la ortodoxia p0-


drida de los frentes populares a la heterodoxia revolucionaria.
*
El Renacimiento comenzó emancipando a los hombres de
la teologia, pero no los emancipó de la polItica teocrática que
considera a los pueblos como greyes absolutamente necesita-
das de un Buen Pastor, o como una materia prima más o me-
nos inerte y amorfa que solo el escultor puede transformar
y animar.

Los escritores y artistas están casi siempre con cualquier


poiltica abierta o encapuchadamente reaccionaria, porque su
cultura, como en el Renacimiento, sigue siendo humanis-
tica y libresca, es decir, ciega para la dinámica de la his-
toria y para ci verdadero juego de los hechos sociales.

Maquiavelo, santOn del pensamiento politico, para la bur-


guesIa, desde ci Renacimiento hasta hoy, fué un virtuoso de
la técnica politica de su época, es decir, de las castas privi-
legiadas contra el pueblo. Su ciencia y su experiencia las sacó
de la historia romana y de sus servicios de secretario del
estado de Florencia, pero sin tomar en cuenta el valor de los
hechos económicos y sociales ni la conciencia y voluntad del
hombre colectivo. Naturalmente tomO lo de la nave del Esta-
do, no por una figura retórica, sino por un hecho viviente,
es decir, creyó que los pueblos son olas, quietas o agitadas,
pero siempre ciegas, aunque perfectamente navegables para
quien conoce las leyes fisicas que las rigen.

Lo que menos comprende la mentalidad pequeflo-burguesa


de hoy es que una dictadura puede ser ci polo inverso de otra.
Fiel ann a la mIstica de la libertad burguesa (que como la
teologal del Evangelio, no ha mermado en un adarme la cx-
plotación vampiresca, ni la ultraj ante desigualdad, ni las
polIcias antropófagas, ni la muerte por ayuno involuntario,
ni la guerra segadora de hombres, todo a fin de salvar la
renta de los Cresos), no quiere comprender que en su bata-
ha decisiva con ci capitahismo, ya condenado por la historia,
pero que se defiende a muerte, ci proletariado, como el consul
218 LUIS FRANCO

romano, necesita asumir autoritariamente por un momenta


toda la suma del poder social.

j.Antifaseismo, antinazismo? Significa oponerse acremente


al capitalismo febricitante y aceptar con gusto el capitalismo
como tumor frIo.

La politica burguesa es funcionalmente la carrera de algu


nos ricos desocupados, de muchos dragoneantes de oficios
turbios, de fracasados de la literatura y otras artes y de toda
clase de diletantes de la aventura. Si Mussolini hubiera teni-
do éxito como literato y Hitler como pintor, a buen seguro el
duce y el führer hubieran muerto en fárfara.

Bajo una dictadura burguesa quedan eliminadas las huel-


gas, es decir, toda amenaza a la intangibilidad de los privi-
legios patronales. La dictadura proletaria debe durar solo
hasta la liquidaciôn general de los mismos.

El tipo de burgués dictatoriable: mentalidad mediocre o


chata. Una ostensible o secreta gran idea de si mismo. Pro-
fundo resentimiento contra la injusticia de su suerte. EgO-
latra, celoso, intrigante, frIo, cInico, desnudo de todo escrd-
pub. Sin amigos. Solitario y dispuesto a abrirse camino, no
importa cómo. Batista comienza como aprendiz de sastre y
camarero y su mayor suefio es ser "peluquero con salOn pro-
pio". Juan V. GOmez es un oscuro mestizo cuidador de gana-
dos hasta los treinta alias. Luis Napoleon no tiene una idea
ni un franco y todo su capital es su sobrinazgo de emperador.
Mussolini se intitulO profesor sin serlo y su ambición era
triunfar como escritor de folletines. Hitler se conformarIa
con un mediano éxito de pintor, pero los jurados rechazaron
sus telas. Mucha gente piensa que esa distancia entre tan os-
curos comienzos y el éxito ulterior prueba precisamente el
genio. Pero lo contrario está más cerca de la verdad: al
revés del éxito artIstico, cientIfico a militar, el éxito politico
puede dar a cualquier enano la apariencia de un gigante.

Como el dictador burgués a pequeflo-burgués, de cualquier


variedad, aspira a ser hombre excelso y ñnico, y sus sübditos,
por temor a por interés, están obligados a tomarlo por tal,
él acaba por tomarse en seria y creerse una especie de Jü-
piter con calcetines, copiosamente beriigno con sus devotos
y fulminante con los descreidos.

I6.
i'r:QUESO DICCIONARIO OF IA DESOFFDIENCA 219
Sometido desde que nace a la dictadura de la liturgia y
de los dogmas religiosos, de la autoridad paterna, de la ense-
flanza oficial, de la opinion pdblica, el hombre crIa un alma
resignada y jibosa que aguanta, sin advertirla, la dictadura
social permanente y siente vibrar su afinidad nativa y electiva
con el dictador individual, en quien so siente sublimado y en
quien delega inconscientemente su querer y su pensar. Es
un fenómeno de puro tipo religioso.
For cierto que las dictaduras individuales o sociales solo
podrán ser eliminadas en el futuro, cuando el ciudadano,
hoy mero alumno infantil de la libertad, se gradde de ba-
chiller.

El nazi fué tIpicamente el partido de la clase media, gol-


peada y empobrecida por la guerra más que las otras, lo
cual no veda que fué, no menos tIpicamente, un cuartel ge-
neral de todos los resentidos sociales y todos los náufragos
de la derrota alemana: oficiales del ejército, pequeflos comer-
ciantes o industriales, profesores, estudiantes, terratenientes,
soldados y, desde luego, militantes de la social-democracia,
que no supo hacer la revolución proletaria, y del stalinismo
que estaba haciendo la contrarrevolución.

Los ideólogcs burgueres alernanes Raman al movimiento


proletario do hoy "invasion do los bárbaros vertical". Ortega
y Gasset repite con tanto más entusiasmo la frase cuanto que
se trata de un tropo retórico. Ante todo, el proletariado mo-
demo no representa una tribu barbara, sino una clase en
ascenso apoyada en los elementos mOs ldcidos de la intelli-
gentsia. En segundo término, los bárbaros que vencen y go-
biernan a una sociedad cuya clase dirigente se disgrega o se
fosiliza, representan un elemento progresivo, a la larga.

"La mayor parte de los tiranos ha salido de los demagogos


y se ha ganado la fe del pueblo calumniando a los magna-
tes." Si, la tiranla personal sale casi infaliblemente de la
demagogia, pero AristOteles, abogado del privilegio, no quiso
ver que la demagogia es la replica a la voracidad e inhuma-
nidad de los magnates. Los liberales y los social- demócratas
do hoy, a su vez, no quieren recordar que los tiranos, que en
cierta época dominaron en casi todos los estados griegos,
fueron socialmente progresivos, corno que por ellos el pueblo
llegó a la arena politica, pues solo su poder dictatorial, sos-
tenido por la masa, pudo frenar los desmanes de la oligarquIa.
He aqul, pues, que los tiranos fueron los padres de la de-
mocracia.
220 LUIS FRANCO

Si mañana apareciese una dictadura que acudiera a la


violencia corno el ünico recurso viable para expropiar la pro-
piedad privada, trccada ya en fuente de violencia regresiva,
y terminar con la iniquidad de las clases, serIa una dicta-
dura libertadora.

Bonapartismo y fascismo. El origen social del primero es


el odio de la antigua nobleza a la Repüblica y el temor de la
burguesIa a las inquietudes poilticas de las masas populares.
El fascismo proviene fundamentalmente del temor de la gran
burguesIa al proletariado revolucionarlo y del terror de la
pequefla burguesia amenazada de proletarizarse. Su triunfo
significa la contrarrevolución preventiva de la revolución
proletaria que la social- democracia alemana y el socialismo
italiano, emasculados por la burguesia, no supieron hacer.
*
La burguesIa alemana y mundial encontró un profeta tan
elocuente como la burra de Balaam en Spengler, quo pre-
tendió hacer válida para la sociedad entera de Occidente la
decadencia de su propia ciase.
*
En el fondo y pese a su énfasis de truculencia innovadora,
el fascismo usa hipócritamente la misma vieja trampa liberal
de escamotear el muelle real del proceso de la historia —la
lucha de clases— reemplazándolo por seudo-conflictos patrió-
ticos, religiosos 0 raciales.
*
El socialismo no fué derrotado por el fascismo. Transfor-
mado en parlamentarismo y legalismo burgués, murió sin
combatir y de su descomposición nació el fascismo como la
fiebre nace dl pantano. La Segunda Internacicnal se derrotó
a sl misma y la Tercera hizo lo propio.

El liberalisme, el socialismo y el fascismo tienen una con-


cordancia fraternal: el terror a la lucha para abrir las puer-
tas del futuro, es decir, el cambio revolucionario que la dis-
gregación del orden capitalista y de la sociedad do clases
pide.

La difusión popular de una doctrina religiosa o polItica


exige la gran propaganda. iQué hubiera sido del credo de
una oscura secta judia sin la actividad torrencial del apóstol
de los gentiles y sus conmilitones? Oigamos a Goebbels, el
San Pablo del nazismo: "La propaganda debe desarrollarse
PEQUFO JMCCIONARJO CE LA CESOBEDu:NCIA 221
hasta ser un arte politico del Estado". "La opinion politica
se hace." Exacto. Pero agreguemos que la propaganda poiltica
burguesa, exaltada como una técnica, es tan fraudulenta como
la propaganda religiosa o la comercial. Digamos que el arte
de la propaganda tiene asI todo el sentido del arte de la
anti-educación. Tiende, no a que ci individuo se maneje a si
mismo, sino a que el hombre colectivo no pase de mero
rebaño y obedezca bovinamente a sus pastores.
*
La historia humana está adobada por la ironIa y el sarcas-
mo. El papa, con su corona de rey do reyes y su fausto babi-
lónico, lava una vez al año los pies a los pobres. Un dIa so
descubrió que el ünico modo de lograr la paz es preDararse
para la guerra. Los tonsurados sometidos al voto de castidad
cristiana hicieron o hacen palidecer a los fornicarios de la
Media Luna. La igualdad democrática significa que un pueblo
entero enflaquece en el trabajo forzado para que una casta
minima engorde en el ocio. El gobierno proletario de la
U.R.S.S. está a cargo de los más autoritarios y ventripotentes
Nabucodonosores conocidos.

Mientras el anticapitalismo se muestre incapaz de enterrar


al capitalismo, éste seguirá gangrenando la atmósfera del
mundo.

La ley de los sustitutos industriales (que permite hacer


vino de todo, menos de uva) manda igualmente en politica,
donde pueden confeccionarse todos los credos de recienciOn sin
gastar una gota de justicia y libertad efectiva, de decencia
humana. Es la margarina espiritual.

Si el iconoclasta carece de ideas y acción constructivas, es


tan estéril como un mulo, y algo poor: desacredita la necesi-
dad de demoler lo caduco, exigencia inevitable de toda cons-
trucción nueva.
*
Pese a todas las cristianas y democráticas rnonsergas, la
masa popular no participa de los bienes materiales ni espi-
rituales de la sociedad, es decir, como el animal, no perte-
nece propiamente a la comunidad humana. El mero sueflo
de participar de tales beneficios es declarado crimen.

,,Es una mera casualidad que los tres traidores máximos


de la Revolución Francesa - .–Talleyrand, Fouché y Sièyes— y
222 LUIS FR%NCO

tres de los más consumados actores de la comedia polItica,


hayan sido tres sacerdotes?
*
El Estado totalitario fué presentido diáfanamente por Swift:
"En el reino de Tribnia... la mayor parte de la gente con-
sistIa en descubridores, testigos, delatores, acusadores, fisca-
les, declarantes, juradores".
Hay es comdn en católicos y toda clase de cristianos enfa-
tizar su horror al totalitarismo. Buena es recordar, sin em-
bargo, que el modelo no superado de totalitarismo hasta hoy
ha sido dada por la Iglesia durante todo el Medioevo. ,Dog-
matismo absolutista? ,Terrorismo y espionaje policial? Las
Gestapos y Gepeus no han superado al Santo Oficio.

Los hombres, como los monos, sienten un placer especial


en usar de proyectiles sus excrementos. Balistica nausea-
bunda monopolizada hay par los gobiernos que matan ma-
ralmente a Ia vIctima, antes de hacerlo poiltica a fIsicamente.

De la grandiosa sordidez de la poiltica internacional de


hay habla bien su jerga literaria. La mayor parte de sa
literatura, no solo es la defensa de lo indefendible, sino Un
hacendoso empeño en hacer un Olimpo con la basura: las
"libertades" britOnicas, el "comunismo" rusa, la "democracia"
de Wall Street.
*
La rivalidad colaborante entre la revolución subvertida de
Rusia y la putrefacción capitalista de Occidente viene hacien-
do de la polItica internacional y sus problemas una exquisita
combinación de fraude, cinismo, traiciones y beaterlas tru-
culentas.
*
El deporte es hay, lisa y sencillamente, una de las más
proficuas actividades del capitalismo aliquebrado que no
pierde ocasión de ordeflar dinero recurriendo a los más vi-
tandos métodos. Que el deporte ha ilegado asI a trocarse
en una apelación al sadismo más primaria, lo prueban dos
cosas: primera, que los dos deportes más transparentemente
groseros, el boxeo y el fdtbol, son los de mOs ancha y pro-
funda aceptación; segundo, que los juegos de alta habilidad
y audacia, coma las hazafias de los aviadores, buzos, alpinis-
tas, domadores de fieras, etc., despiertan poco interés, porque
falta la emoción antropofOgica. El deporte es hay la mejor
acasión para que las masas archisedentarias de las ciudades
descarguen ilusoriamente su dinámica agresiva. Nada más
REQUENO OICCIONARI0 DE LA DESOBEDIENCIA 223
repulsivo y cobarde que la embriaguez patibularia del püblico
de una cancha de fütbol 0 Ufl ruedo de boxeo. Es la horde
humana descendiendo al nivel de la zoologIa, es decir, at
del piiblico que llegaba al éxtasis ante la vision de las entra-
ñas derramadas de los toros españoles o los gladiadores ro-
manos. Se explica de sobra que los gobiernos hayan encon-
trado en ci fomento del deporte el mejor recurso para des-
viar el descontento de las masas explotadas y anular más
su conciencia: el papel que en todo tiempo, y sobre todo
en la Edad Media, desempefió la religiOn.

,,Para qué tocar campanas a rebato sobre ese vaclo puro


que es la libertad de pensamiento y de imprenta en los rei-
nos totalitarios a en las pintorescas y pantanosas dictaduras
sudamericanas? Interesa mucho más voiver una simple mira-
da de buena vecindad y ver lo que pasa en los pajses "de-
mocráticos": es decir, comprobar que aliá también, y debido
al monopoiio de los diarios, las editoriales, la radio y el cine
por los beaU possiclentes la libertad de pensamiento es una
inmaculada ausencia. ,Es preciso advertir que el profesor,
ci periodista, el historiador, el politico militante, son gente
que ileva el freno adentro? ,,Ei escritor o el investigador
libres? Pueden existir a existen, pero no sOlo el vehiculo de
expresión de su pensamiento, sino los recursos mismos de su
vida y su éxito, están en manos de los reyes de la econornIa,
y asI, salvo escasIsimas excepciones, terminan acatando abier-
ta a subrepticiamente, total a parcialmente, las directivas
capitalistas sabre polItica, economia, filosofIa, moral, arte y...
religion, a colaboran con su siiencio.

Coma ci elogio del absolutismo y el carcelarismo totalita-


rios resulta rods a menos inaconsej able e impracticable, sus
feligreses de izquierda o derecha concentran todos los fuegos
de su jesuitisma y su rabulismo contra la libertad de la per-
sona humana, no designándola por su nombre, desde luego,
sino por otros, tales coma individualismo capitalista a nihi-
lista, sentimentalismo romántico, anarquismo estéril a anti-
social, egolatrIa exhibicionista, torre de marfil, caracol...
Se da par sentado que ci defensor de la personalidad libre
no puede ser honrado e inteligente al mismo tiempo: si es
lo primera, es un tanto; si lo segundo, un bellaco... Se
trata de un trasnochado liberal a de un pequeño burgués
irredento. A los viejos anticristos de la libertad humana —ma-
nárquicos, conservadores, católicos— Se suman ahora los to-
talitarios de todos los pelos.

Tanto el totalitarismo moderno coma la democracia capita-


224 LUIS FRANCO

lista en su estado actual, no solo transforman en verdad mob-


jetable la mentira más obvia, sino que destruyen de raIz toda
fe en la verdad no oficial, reemplazando el pensamiento por
la esquizofrenia, el sentido crItico por el amen arrodillado.
No hay máquinas de funcionamiento más perfecto que los
feligreses de estas iglesias, desde Ehrenburg, o Lipmann, o
Ivanisevich.
*
2,Que los capitanes de la industria, las finanzas, la prensa,
la burocracia, sean enemigos profesionales del pensamiento
libre? Ay, no son los ñnicos. Como la iglesia en el pasado,
el dictatorialismo moderno —en su version fascista, stalinista
o "democrática"— viene eclipsando o debilitando el sentido
de la libertad en los mismos intelectuales. El escritor, obli-
gado más que nadie a no recibir nada sin beneficio de inven-
tario, digo, a ser un rebelde profesional, se muestra con harta
frecuencia tan dócil como un cateciimeno o una escupidera.
Ello para no aludir al que recibe, en sumas gloriosas, dinero,
difusión y homenajes, a cambio de lo ünico que el escritor
precisa —la libertad de expresiOn—. Es decir, que repite la
carrera del perro castrado y cebado durmiendo en alfombras
de lujo.

Pese a la letanla de los demagogos, la alta conciencia y


pasión de la libertad no es cosa de la gran masa. Ellas son
expresión de la individualidad o de la personalidad: y éstas
son más o menos opacas en la gran mayorIa de los mdlvi-.
duos pasibles de la secular doble presiOn estatal y eclesiásti-
ca. La persecución del hereje religioso o politico es cosa de
las minorlas privilegiadas, pero la masa, aunque simpatice
con el hereje, no moverá un dedo en favor suyo. La con-
ciencia, el amor y el aprendizaje de la libertad significan la
más alta dignidad cultural del hombre, y será la ünica reli-
gión futura.
*
Para Tolstoy —patriarca de los socialcristianos— el arte,
la moral, la historia y la polItica solo interesan en el sentido
y medida en que conduzcan a la moralización cristiana de la
sociedad, es decir, al logro de un ideal antihumano y anti-
mundano. Sus ideas sobre el arte, la polItica, el matrimonio,
como su oclia a Shakespeare y Darwin, expresan la antinomia
insoluble entre la concepción egipcia, judaica, paulina o drul-
dica de la vida como una prueba penitencial para lograr otra
vida, y la concepción griega, renacentista, occidental moder-
na, de que la vida terrena es ünica y merece ser vivida y que
el hombre es una promesa que debe ser cumplida en la
tierra.
*
PEQUEt0 PICCIONARIO DR LA DESOBRDIENCIA 223

Pese a su gran nobleza humana, l doctrina y la vida de


Gandhi revelan al hombre adñ brahamánico y bddico, muy
anterior y opuesto al griego y al fáustico, que usan la demo-
cracia como un antIdoto de la autocracia y la teocracia, por-
que ya no creen en los dioses, sino en el hombre. La resistencia
pasiva opuesta a la diplomacia y al ejército ingleses, el ayuno
izado como bandera nacional en un pueblo profesionalmente
hambriento, su condena del sexo y el deseo, su vegetarianis-
mo devoto, su alfombra de rezar, todo revela al hombre ar-
caico tIpico. Tomarlo por un hombre de izquierda, solo par-
que repugnó la presión y la absorción del Estado, es una
inocencia farisea.
*
La burguesla de hay teme y odia más que nunca la ame-
naza de un orden socialista y solo por ello acepta el fascismo
aunque con la Intima sospecha de que su hirsuta violencia
denuncia su destino transitorio. Además, la burguesia co-
mienza a advertir que su sistema está en bancarrota, y sus-
pira por un tercer sistema, que la salve de la socialización.
Burnham, del pals de los coleccionistas de millones, trae la
receta esperada, en La Revolución de los Directores y en
Los Maquiavelistas. Segdn ella, está estructurándose a ojos
vistas una sociedad —ni capitalista ni socialista— que reem-
plazará a la anterior y capitaneada por quienes controlan los
medios de producción: técnicos, burócratas, militares, que
realizarOn el milagro impetrado: abolir la propiedad privada
sin instalar la propiedad comdn...
Naturalmente, Burnham es un puro burgués de la decaden-
cia, y dicho está, un profeta miope. Su doctrina es la utopia
de una sociedad que se ahoga y busca tabla de salvación. Su
realismo es mero pedestrismo. En efecto, en 1940-41 da el
triunfo de Alemania y la integraciOn de Europa por defini-
tivos y la derrota de Rusia por segura. Alemania, Japón y
los Estados Unidos serán los dnicos Estados sobrenadantes.
Solo que en 1945, el zahori olvida el fracaso de su vision y
propone el relevo: Stalin no solo es el gran conductor de la
Revolución Rusa sino "un grande hombre en gran estilo" y
estos son sus argumentos: 1) sus enormes mends de esturio-
nes, asados, ayes, dulces, rIos de hear.. y el inmOvil policia
secreto detrás de cada invitado, todo contra el invernal telón
de fondo de las hambrientas multitudes de la sitiada Lenin-
grado, los millones de muertos en el frente, los repletos campos
de concentración; 2) ilevar a cabo una pseudo confabulación
contra decena8 de miles de personas y altos personajes de
capas sociales enteras, incluyendo la mayorIa de los propios
camaradas. Conclusion: "ha insolencia, ha indiferencia y la
brutalidad en semej ante escala arrancan a los seres del nivel
humano". ,IronIa? No, solo qe Burnham, aunque decadente
tIpico, es más honrado y lógico que los stalinistas del mon-
226 LUIS FRANCO

ton: admira a Stalin por el olimpismo y la hipertrofia de sus


crImenes precisamente.
*
Ya el lector habrá tornado ci peso a las doctrinas de los
ültimos abanderados burgueses con su utopia superadora del
capitalismo y el marxismo: directivismo de Burnham; sindi-
calismo de obreros y patrones de Mussolini; estado novo, de
Vargas; socialismo en un solo pals del Terrnidor soviético;
socialismo pardo de Hitler; tercera posicion de nuestro buen
Perón. Todo lo vocean y confiesan estos torrentosos predi-
cadores, menos que sus panaceas son un abortivo de la revo-
lución o pretenden serb.

Equiparar ci cornunismo al fascismo, como Bernard Shaw


y tantos otros, implica una gran mala fe o una gran miopia.
Es corno declarar que ci parto y la hemotisis son iguales por-
que ambos traen sangre.

Los discIpulos actuales de Maquiavelo, sedicentes concesio-


narios de la videncia, no sospechan que siguen padeciendo
ci concepto religioso y medieval de la historia: economia,
clases sociales, luchas por ci poder, corno categorIas inmó-
viles a través del tiempo. Asi, no parecen maliciar siquiera
que la ilegada de la máquina, que hoy ha vuelto innecesaria-
mente engorroso ci dominio del hombre por ci hombre, es
varias veces más importante que la liegada de Moisés, Jesiis,
Napoleon o José Mormon... Ni siquiera que si Maquiavelo,
con su aguda inteligencia poiltica, viviera hoy, pondrIa su
pensarniento al dIa, comprendiendo ci cambio fundamental dc
las relaciones humanas introducido por ci prodigioso desarro-
flo de la industria y la técnica: esto es, que una sociedad sin
ciases no sOlo es posibie por primera vez en la historia sino
que solo ella es viable en ci futuro.

El reaiismo a ras de tierra de muchos reaiistas de hoy no


liege a sospechar siquiera que la capacidad creadora de la
economIa actual y la capacidad de conciencia y de acción de
las inmensas masas trabajadoras de hoy no pueden tolerar
ya sino interinarnente un regimen de esciavitud y violencia,
sea cual fuere ci nombre con que se disfraza.

Los odiadores epilépticos y profesionales de la URSS (don-


de ci capitalismo ha sido más o menos liquidado) se equivocan
de medio a medio cuando sueñan con una recuperación do
las formas abolidas. En grado no menor se equivocan sus
devotos feligreses al cerrar sus Ojos al hecho de que la real
PEQUEicO DICCIONARIO DR LA DESOBEDJENCIA
227
grandeza de la TJRSS reside en que allI se están activanclo los
elementos revolucionarios que darãn cuenta de Ia asfixiante
casta burocrática e instituirán con el resto de los pueblos
liberados una sociedad sin plegarias ni dividendos en el
mundo.

La decrecjente im p ortaneja del capitaljsmo individual y de


las instituciones parlamentarias, la incesante COflcentracjón
de la riqueza y la consi g uiente depauperizacjon de vastos sec-
tores de la población, la creciente magnitud del poderlo in-
dustrial, estatal y financiero de un lado, y de las masas pro-
letarias —en nümero y concencja— del otro: todo está con.
dicionado al inminente sismo social cuyos provisorios diques
de contención son las formas agudamente burocrátjcas o mo-
nocráticas y cuyo mãs fervoroso enemigo es, boy por hoy, la
plutocracja yanqui.
*
China, tal como la cofloció Occidente, se ofreció como Un
caso tIpico de eso que los historiadores de hoy ilaman una
civilización cristalizada, porque sin haber sido vIctima de una
colisiôn externa o interna, pero habiendo perdido ya todo
poder creador se conforma con sobrevivirse, repitiendo su
pasado indefinidamente como los insectos. China despertó en
el siglo XIX de su modorra de veinte siglos al estruendo de
los cafiones de la Europa industrial. Desde entonces hasta 1946
lo que ocurre en su seno es todo consecuencja del soberano
choque entre su mundo feudal y el occidente imperialista. El
capitalismo europeo —y especialmente su sector más prócer,
el inglés— cae sobre China con sus clásicos métodos constric-
tores, subordinando y aliándose a los amos locales y estrujando
hasta el esqueleto a las masas indefensas. Hasta que en 1937
el Japón entra a disputar la presa. (Doce aflos antes, un co-
mienzo de revolucjón popular fué ahogado fécilmente, entre
otras cosas, porque Moscü apoyó al Kuomintang reacciona-
rio.) Los ocho aflos de inundación nipona terminan con las
bombas atómicas caIdas sobre Hiroshima. Las viejas castas
explotadoras corroboradas por S. M. Imperial, el dólar, se
quedan con todo el mapa chino. ZQu6 significan unos cuantos
millares de comunjstas aislados en el desértjco Noroeste?
Pero he aqui que avispado por el derrumbe de los imperios
ruso y nipón; aguerrido en su inexhausta resistencja a este
(iltimo, jaqueado por la agudización de la rapacidad tradi-
cional mancomunada a la imperialista, casi asfixiado por las
exacciones, el frIo y las defunciones diarias por inanición el
pueblo chino se resuelve al fin a sacudirse su modorra y ser-
vidumbre milenarias, a tiempo que su dirección roja se sacu-
de la tutela reformista de Moscii, y acude al arma que equivale
al sismo: la revolución proletaria, la expropiaeión de los ex-
propiadores. Pasan cuatro aflos apenas, y Chang Kai Shek, el
228 LUIS FRANCO

generailsirno omnipotente y sus cuatro millones y medio de


soldados y sus enjambres de cafiones, ametralladoras, aviones
y barcos, y sus jupiterinos tutores yanquis, todo eso es solo un
mal recuerdo.
Ni decir que la revolución socialista china —el mayor su-
ceso del siglo— significa un desmesurado impacto no solo en
el capitalismo mundial sino también en el faraonismo del
Thermidor stalinista.
RACISM0

Naturalmente al atribuirse un árbol genealógico con remo-


tas ralces divinas, los hombres de cada tribu comenzaron a
sentirse en relación preferencial con la divinidad entre las
demás tribus, a suponerse "pueblo elegido" (lease "raza supe-
rior"). El narcisismo racial del pueblo elegido de Jehová
es achaque que padeció o aCmn padece la mayorIa de los pueblos.
*
La pistoresca teorla de Gobineau —que entusiasmó a un
cuasi loco genial como Nietzsche y a muchos locos cretinoides
—no es un concepto cientifico sino Un sentimiento 0 un ape-
tito. La base de tamaña construcción fué el haberse dado por
probado que casi todos los idiomas muertos y vivos de Euro-
pa, Persia y el norte de la India tienen una raiz comCmn. Iden-
tificando lengua con raza, se dedujo que los pueblos que ha-
blaron aquella gran lengua inadre integraban la raza privi-
legiada de la humanidad. (Deducción que, de ser imitada hoy,
llevarIa a demostrar que el negro de la Carolina y el chino
de Shangai, que hablan inglés, son tan sajones como Mr. Chur-
chill). De alI el mito de la "raze" aria, que por cierto la
teologia racista de Prusia prefirió llamar indogermana. Fal-
taba algo: identificar al ario puro con el rubio zarco de testa
longiforme del Mar del Norte. El buen H. Chamberlain fué
más generoso: hallô que "desde Jesucristo a Dante", todos los
grandes hombres de verdad eran arios incontaminados. El
remate lo dió Hitler, morocho mesticIsimo, eliminando en un
ataque relámpago varios millones de judIos para preservar
de toda salpicadura a la raza inmaculada.
*
A cada uno Jo suyo: adviértase que ese temor al contagio
de las razas impuras es de raiz religiosa; son las razas "no
elegidas" —amorreos, jebuseos, filisteos— con su mancha im-
borrable como el pecado original.
*
En efecto, después del pacto bilateral de JhovCm y Abraham
los hebreos se sienten "un pueblo sobrehumano, es decir, tan
seguros de la inferioridad de los otros —y de su derecho a
tratarlos con desprecio aniquilante— como el yanqui negrófo-
bo, el inglés esquilmador de coolies o el germano judiófago de
hoy. Es verdad que en el evangelio de Juan y en el mensaje
de S. J. Bautista hay un comienzo de reacción contra el sacro
absurdo, pero Paulo, el ex perseguidor de cristianos, trasmu-
tando meramente los términos, retoma la posición arcaica, con
toda su fulgurante miopia, dividiendo a los hombres todos en

.1
230 LUIS FRANCO

"vases aparejados para gloria" y "vases aparejados para muer-


i
ta'. El pnico gustin, can fervor africano, traduce esto a
hnguaja: graca y cmdenación, es decir, todo no cristiano
debe ser internado en el primero de los campos de concen-
tración: el infierno.

Bastan dos o tres ejemplos para advertir que la valoración


racial va teñida ya con el pigmento de la piel del que la
emite; los árabes del califato Omeya llamábanse a si mismos
"la gente morena" par fijar su diferencia con los persas y
otras gentes rubias inferiores; el japonés, amarillento y gin-
bro, liamaba despreciativamente "amos peludos" a los abo-
rIgenes blancos de las islas (Toynbee).

Si el haber ilegado primero a la civilización fuera un cer-


tificado de superioridad étnica, ella estarIa en favor de las
razas morenas —sumerios, egipcios— o de la amarilla -
chinos.
*
Naturalmente, los hombres de razas glabras —amarilla, ne-
gm, cobriza— pueden permitirse la sospecha de que el hom-
bre blanco velludo (homo hirsutus) está más cerca del mono
peludo que ellos...

,,Que los blancos se escandalizan del olor de los negros?


Bien, pero para los amarillos cornedores de arroz y verduras
los blancos carnivores huelen a leon, cuando no a chacal.
*
Los griegos que se anticiparon en todo, intentaron explicar
las diferencias raciales per las diferencias e influencias de
medio geográfico y de clima. Presintieron en parte la certera
conclusion de Demolins: "La raza no es una causa, es una
consecuencia".

Igualmente, los antropólogos de hoy en general coinciden con


el criteric, tal como lo conocemos a través de Hipócrates, de
que un clima uniforme ablanda y adormece el carácter.
También se cree saber hoy que el hecho vale lo mismo
cuando se trata de uniformidad racial: vale decir, que el
mestizaje es un gran excitante biológico y cultural, y tal vez
uno de los que llevaron al hombre a la civilización. Por lo
demás, ]as "razas puras" no existen en in realidad, sino en
la humosa cabeza de los teorizadores.
PEQUEIO DiCC1ONARO OE LA DESOBEDIENCIA 1 231
Por cierto que debe tomarse completamente en serio la sos-
pecha moderna de que en la genesis del "pathos" de supe-
rioridad racial que aqueja a sajones y germanos ha colabo-
rado fervientemente su frecuentación del Viejo Testamento,
donde la idea de pueblo elegido o raza superior aparece en
toda su edénica desnudez.

Los pueblos latinos y árabes están más o menos horros de


los prejuicios raciales que atacan a los nórdicos. ,Basta a ex-
plicar tal diferencia el hecho de que en éstos el antepasado
bárbaro está mucho más cerca que en los otros?
SEXO Y AMOR

Puede darse, sin duda, por hecho averiguado, la unidad on-


ginaria de los dos sexos: esto es que, como en ciertas formas
botánicas y zoológicas, la feminidad y la masculinidad estu-
vieron unidas en el antecesor humano y aun lo están, en
cierto grado, en el individuo actual.

El misterio del androginismo (recuérdese el mito de Her-


mafrodita, hijo de Hermes y Afrodita) no fué desconocido a
la mente primitiva griega, ni tampoco, al parecer a la tradi-
ción judaica. El versIculo 27 del Genesis dice: "Y Dios creó
al hombre a su imagen. Varón y hembra Jo creó". Y el 28: "Y
dijole Dios: Creced y multiplicaos". Esa creación bisexual
ocurnió el dIa sexto, y solo el dia séptimo fué creada la mujer
sacándola del cuerpo de Aclán, es decir, separando los sexos.

Esta idea actualIsima de la unidad primordial de los dos


sexos tiene, pues, precedentes remotos. Goethe por su parte
la formulO claramente en su tiempo. La sola presencia de las
tetillas y del costurón inferior del escroto en el varón, echa
luz suficiente, dado que la presencia de un órgano sin función
actual, denuncia una función abolida.
*
La averiguación desprejuiciada de las creencias y los mitos
más remotos, se da con dos eviclencias: la santidad de la fun-
ciOn genésica y la pareja dignidad de ambos sexos.
*
Es cosa muy natural que el misterio de la reproducción fue-
e mirado como sacro por la desprejuiciada mente primitiva.
Considerando la propagación de la vida como el primero y
más santo de los deberes, el culto de la fecundidad universal
se imponia de suyo, simbolizada, claro está, por los Organos
externos de cada sexo: el phallus (falo) y la kleis (vulva)). No
escapó a él el pueblo elegido, segén Jo dice el que Asa, rey
de Judd, depusiese a su macire, Maacha, de su dignidad de
sacerdotisa de los sacrificios de PrIapo en el bosque a él consa-
grado. (Crónicas, Jib. II, cap. XV, ver. 16). PrIapo, dios griego
de Lampsaca, se llamó Orus en Egipto, y las matronas roma-
nas llam@ban falos a las efigies del dios que llevaban pen-
dientes del cuello. Todas las religiones parecen haber sido
oniginariamente itifélicas.
*

I.
PEQUFO DICCIONARTO DE LA DESOBEDIENCIA 233
De la antigua igualdad de los sexos, es decir, del hombre
y la mujer, dan muestras inequlvocas los mitos religiosos. En
casi todos ellos el trono del mundo está dividido entre ambos
sexos. En el Olimpo, Hera no solo era venerada por todos los
otros dioses, sino respetada y temida aun por su tonante y
fulminante marido. Lo mismo ocurre con la esposa del egipcio
Osiris y con otras cónyuges divinas. Entre los hebreos el Es-
piritu Santo era diosa hembra. La invención de la mariolatria
o culto de la Virgen se explica como un desquite sobre el
asfixiante misoginismo de la tradición judaica, heredado e
impuesto principalmente por San Pablo.
*
Si aceptamos el androginismo originario de la sexualidad de-
bemos aceptar la idea de que la evoluciOn diversificadora hasta
separar a los individuos en machos y hembras no ha ilegado
a anular del todo en un individuo de un sexo determinado la
supervivencia del otro sexo. Es decir, no hay hombre Integra
y absolutamente masculino ni mujer Integra y absolutamente
femenina. Esta noción es el aporte decisivo de Otto Weininger.
Lo masculino y lo femenino estarlan, pues, repartidos en
la más diversa proporción en cada individuo. Esta ley —aun-
que no la itnica— rige la atracción sexual: cada individuo
busca en el opuesto el complemento cabal de sus proporciones
sexuales. AsI ocurre, para citar un caso, que el hombre más
varonil sea el más sediento de duizura femenina.
Naturalmente siendo ci animal humano el más erotizado e
inteligente, es decir, ci más capaz de diferenciar y elegir, está
destinado a encontrar en el amor la satisfacción más profun-
da y elevada.
*
Lo que ilamamos belleza es el mayor imán del amor por
razón de que la belleza es esencialmente expresiOn de armo-
nIa —salud y fuerza— o, como dice Stendhal, es "promesa
de felicidad". Un poeta acufió esta fOrmula oracular:
La beauté c'est la forme que l'amour donne aux choses.
Pero la belleza no es la itnica arma de dominio del amor ni la
belleza escultórica obra con prescindencia total de otros fac-
tores que no distinguimos, pero cuya existencia es indudable.
Cómo, si no, una mujer casi fea despertarIa a veces tanto o
rnOs interés que una bonita, sin que en ello medien razones
de abolengo, riqueza o prestigio social? Y naturalmente las
cualidades psIquicas no son de menos atracción que las so-
ináticas en ci juego de los sexos.
*
Belleza! Pero no es menos cierto que el hombre ha tendido
siempre a hacer del amor una cosa morbosa y horrible. Qué
extrafio. Para bien y para mal, ci hombre es la criatura que
234 LUIS FRANCO

más ha forzado a la Naturaleza, y ésta se toma el desquite.


Todavja se piensa enfáticamente que las aberraciones sexua-
les son fruto de las civilizaciones en su fase decadente. No.
La historia sexual de la humanidad es tan tenebrosa y pavo-
rosa desde sus orIgenes como su historia religiosa, militar
o polItica. Eso es todo. For la Biblia sabemos que el pueblo
elegido, desde su estadio bárbaro, pulsó hasta el delirio y la
epilepsia toda la lira de la degeneración erotica: sodomIa
(Genesis, XIX, 4-5), bestialismo (Lev. XVIII, 23), masturba-
ción ante la estatua de Moloch (Lev. XXIII, 13), incesto con
madre, hija o nieta (Lev. XVIII, 7-17), fornicación con demo-
nios (Lev. XVII, 7).
No inferiores a lo anterior —segán recuerdos trasmitidos
por la literatura y la historia— son los misterios sicalipticos
de Lesbos, Mitilene y toda la Grecia en decadencia: sodomis-
mo, amor lésbico, pederastia e tutti quanti. De Roma no ha-
blemos, la sola biografia de los emperadores muestra que la
degeneraCión polItica ilamada despotismo va de la mano de
la degeneraciôn sexual, y quo en tal maridaje se ilega dulce-
mente a las proezas mOs satánicas. Basta recordar a César,
marido y esposa universal ("Omnium mulierum virum et
omnium virorum mulieren" (Suetonio) y a Nerón, hijo de
padre incestuoso, que comienza como amante y matador de
su madre y matador de su esposa y termina casándose con su
intendente.

Hay derecho a creer que el terror engendrado por los ex-


cesos y abominaciones a que la potencia desbordada del Eros
lieva a los hombres, los lanza a su vez al extremo opuesto: a
buscar la salvación en el aherrojamiento y sun en la extirpa-
ción suicida del instinto. El remedio resulta peor que el acha-
que poraue nadie ha de contrariar frontalmente la voluntad
sagrada de Ia Naturaleza, sin sufrir las consecuencias trágicas.

No ocurrió solo que el amor fué sometido a leyes draco-


nianas, sino que llegó a ser considerado —en los orbes sirlaco
y cristiano, al menos— como la gran prueba de nuestra debi-
lidad y maldad. El amor fué identificado con la came y de-
clarado el enemigo mortal del alma. Todo cuanto constriflese
el cuerpo —abstinencia, ayuno, rnortificación, castidad abso-
luta— fué tenido por servicio directo hecho al alma. Natural-
mente Ia mujer llegó a convertirse en la personificación del
pecado, en el magno instrumento del demonio. Jehová orde-
no, por intemedio de Moisés, no dejar bruja con vida y la
Europa cristiana mandó cientos de miles de mujeres a la ho-
guera por aceptar galanteos del diablo.

No se extrañe, pues, Ta Tozana afloración de sectas religio-


PEQUE0 DiCCIONARIO DE LA DESOBEDIENCTA 235
sas cuyos sacerdotes el dia de la consagración mutilaban su
sexo en el altar de la divinidad. En el mismo Evangelio se
recornienda piadosamente ese sacrificio más que heroico. (Ma-
teo, XV, 12).

El cristianismo consideró todo comercio sexual como una


mancha, y el sacramento del matrimonio instituIdo por Pablo
significa que solo para que la especie no desaparezca, y visto
que no todos los humanos pueden prescindir de él, Dios se
resigna a tolerar el amor carnal, sin ocultar en ningdn mo-
mento que ese amor es el grail enemigo del amor celeste,
iinico camino de salvación del hombre.

Toda la Edad Media se movió segñn esa concepción mons-


truosa. Aquélla significa, en cierto sentido, una desesperada
batalla de catorce siglos contra el sexo y una derrota tene-
brosa. Buena parte de la poblaciOn se agostó en las trincheras
conventuales y el resto estuvo a pique de enioquecer. El ex-
travIo de los eremitas fué trágico hasta lo bufo. OrIgenes
terminó castrándase. Ya San Jerónimo confesó que, pese al fer-
vor de sus ayunos, penitencias y flagelaciones, el sueflo lo arro-
jaba cada noche en los brazes de las patricias romanas. Eros
triunfó en toda la lInea. Y es un secreto a voces que nunca
la delincuencia sexual fué mOs sombrIa, y los conventos de
la Cruz llegaron a parecerse fraternalmente a los serrallos
de la Media Luna.

La idea de privar al hombre de sus órganos sexuales (el


mOs dantesco castigo que puede caer sobre él, la más nefanda
afrenta a la Naturaleza) tiene, pues, origenes religiosos. Y
tanto as asI, que aun en plena edad moderna, el core de la
capilla Sixtina estaba integrado par niños depurados a tiempo
de su sexo para canservarles voces de querubines. La idea de
usar legiones de eunucos como Guardia Suiza de los serrallos
tiene, pues, piadosas modelos.

Coma todo primer veedor o columbrador de una gran ver-


dad, Freud tendió sin duda a magnificar los contornos de la
suya al concebir ci cuerpo humane coma ci mapamundi del
sexo y al instinto sexual coma el muelle maestro de todas las
actividades y manifestaciones de la psiquis. Sus enseflanzas
no son menos trascendentes par eso: a) que el campo de la
conciencia vigilante es apenas un distrito soleado en el in-
menso reino sombriô de la subconciencia; b) que la libido
está presente y actuando en la criatura humana desde sus
primeros dias, invadiendo su cuerpo y su alma, de modo que
todos los intentos de ahogarla logran solo convertirla en el
236 LUIS FRANCO

factor principal de la neurosis (obsesiones, fobias, melanco-


lIa, sobresaltos, impulsos criminales, suicidios) y de cualquie-
ra de los modos de desvIo sexual (narcisismo, ascetisrno, sa-
dismo, sodomIa, pederastia, aunque igualmente, por excepción,
pueden sublimarla orientándola hacia fines sociales: arte, re-
ligión, ciencia, filantropla.

También reconoce orIgenes sacros, sin duda, la enfermedad


a que dió nombre el marques de Sade: mezclar el castigo a
las caricias en la büsqueda del placer sexual. No solo obra
aquI el hecho obvio de una naturaleza agotada por los excesos
que acude a una excitante artificial, sino también el ascético
o teolOgico de la sublimación por el suplicio corporal.

El mismo criterio es válido ante la aberración ilamada maso-


quismo que busca la excitaciOn erotica no solo en el autosu-
plicio, sino en la autohumillación. Una herencia de siglos de
esciavitud material y psiquica pesa sobre Masoch, el Juan
Bautista de la aciaga secta, que obligaba a su esposa a azo-
tarlo o a procurarse amantes. Recuérdese al profeta Oseas
casándose galantemente con una prostituta. ZY acaso no es
comOn en la mujer del pueblo ruso (0 de cualquier otro),
como lo recuerda Krafft Ebbing, el que sOlo tenga placer en
el amor cuando la machuca su esposo, siempre ganoso de
prestar el servicio?

El ingenuo y el zahori coincidirán siempre en ver en el


homosexualismo un error o un descuido de la Naturaleza por
el cual una persona dotada de los Organos y formas de un
sexo posee las inclinaciones del sexo opuesto. El homosexual
nato no es un criminal ni propiamente un enfermo. Es sim-
plemente una criatura al margen del camino real de la espe-
cie —algo como el mulo, y vIctima de análoga aridez—. Si
hay algo tan obtuso y perverso como hacerse cruces ante ella,
es intentar su apologia.
*
La homosexualidad contagiada o aprendida pedagOgicamen-
te en internados, presidios, cuarteles o conventos o adquirida
bajo el influjo de un trance de disgregación social; la aposta-
sia sexual como diletantismo, si es un morbo análogo a la
fiebre ondulante o a la de los pantanos, y debe usarse contra
ella la desinfección profiláctica.
*
La idea del sexo como algo pecaminoso es el verdadero
diablo de la humanidad. Ni el cuerpo humano desnudo ni la
mimica del amor pueden ser ni son obscenos en si: lo son en

I6.
PEQUE0 DICCIONARTO DE LA DESOBEDIENCIA 237
cambio nuestras bajunas prevenciones contra el sexo, nuestra
imaginación intimidada o emporcada. La gzmofleria es la
hermana siamesa de la pornografIa.
*
El mormonismo, el nudismo, la pornografIa, la moda homo-
sexual son expresiones de la infelicidad erotica de nuestro
tiempo —de la libido encarcelada—, rebeliones contra el des-
potismo más arcaico, süplicas por una ética sexual liberada.

Sin duda la limitación más seria del freudismo está en


subestimar, cuando no olvidar, las entrañables implicaciones
sociales del fenómeno sexual.
*
Las piernas —o las manos, todo el cuerpo de una mujer-
son o pueden ser tan hermosas, expresivas y espirituales co-
mo el más claro rostro.

Si no amamos el alma de la mujer puede liegar ella a


odiar nuestro cuerpo.

SOlo por ella el fuego de amor que hay en nosotros puede


ser tan ilimitado y hermoso como la aurora.
*
Hay dos poderes en la mujer: el que le viene de su belleza
o de su gracia; el que le viene de su misterio de Mujer.
*
2.Por qué la junciOn del macho humano y su hembra, con el
repertorio de caricias que la precede o acompafla, ha de ser
más inmoral que el apareamiento de dos tórtolas? Si nos
atrevemos a tirar las anteojeras milenarias, veremos que la
tan infamada voluptuosidad (no inventada por la perversion
humana, sino por la sacra sabidurIa de la Naturaleza) es quizá
el más trascendente de los gestos humanos al significar no
solo la creación de un nuevo ser sino también el ünico trance
en que el individuo con su dicha hace dichoso a otro.
*
La conyugalidad, la fidelidad mutua de los dos sexos, es una
de las instituciones de la Naturaleza, pues como dice Mar-
montel, "j amás una union fortuita y pasaj era hubiera perpe-
tuado la especie". ,Imagináis a un varón del paleolItico con
veleidades de Gran Turco, esto es, obligado a proteger y sus-
238 LUIS FRANCO

tentar a varias mujeres con sus crIos, o sea, a trabajar, cazar


y combatir solo?
*
El misógino, es decir, ese supuesto hombre que odia a las
mujeres, no puede amar a los hombres.

El más etérea sentimiento jamás puede emanciparse de la


base psicosomátjca del sexo. Cuando Teresa de Avila y otras
Eloisas celestiales ponderan los deliquios traidos por el Ama-
do ("ah, qué dulce es el primer beso de Jesus!"), es el niño
con alas y arco el que habla con voz de angel.
*
El primero que concibió lo carnal como opuesto y enemigo
de lo espiritual, y el cuerpo en si como un pecado, ése fué el
que echo la peor cizafla en el amor y en el destino del hom-
bre y la mujer.
*
El verdadero amor se conoce en que el alma no Se aver-
güenza del cuerpo.

Cuántos hombres amables se encuentran en el mundo! iCuin


pocos dignos realmente de ser amados!

El varón inventa o crea como hombre. La mujer principal-


mente como Naturaleza.
*
La pasión ,,para qué necesita de la coqueterIa?
*
La razón y la pasión solo van unidas en los espIritus ver-
daderamente sanos.
*
Los celos son o tienden a parecer irremedjablemente ridicu-
los o risibles, y sin embargo causan dolores más reales y
agudos que cualquier desgracia.

Hermosa, y más cerca de la santa Naturaleza y hecha ge-


nialmente para el amor es la forma femenina. Hermosa, y
mOs cerca, sin duda, de la forma futura, la del hombre.
PEQUEI0 DICCIONARIO DE LA DESOBEDIENCIA 239
Ni la mujer ni el hombre pueden realizarse aisladamente.
Solo la pareja forma la unidad verdadera, Ia armonla creado-
ra, en lo fIsico como en lo espiritual.
*
El haber bifurcado el amor en dos sendas opuestas —el ape-
tito hacia el polo sur, el sentimiento y el ensueflo hacia la
estrella polar— es quizá el más dañino ensayo de la civiliza-
ción. Eso si, debe consolarnos la seguridad de que al confluir
de nuevo, un dIa, su union resultará infinitamente enriquecida.
*
No hay més castidad que cuando el amor solo percibe ci
cuerpo a través del alma.

Tal vez la criatura no lograrla sobrevivir siempre a las he-


ridas más hondas y dolorosas —las del amor— Si no fuera
porque son las que cicatrizan más pronto.

Por qué esa impresiOn de felicidad —de armonia, mejor-


que la mera presencia de la juventud trasmite? Sin duda
porque en ella el cuerpo tiene exactamente la edad del co-
razón.

Tal vez ni en el más grosero de los hombres el deseo es to-


talmente animal: siempre parece buscar un más allO, algo del
misterio del alma femenina.

Cómo sabrIamos del tesoro de alegrIa que está entre ci


mundo y nosotros si el amor no se aizara sobre el fardo de
tedios y terrores?

El amor tiene de inocente tórtola en la inocencia de la


mañana, si, pero también de vampiro nocturno.

Antes del amor, ni la verdadera alegrIa ni el verdadero


dolor nos son conocidos.

Dc las dictaduras ni siquiera la del amor es buena. Nadie


debe amar sin ser amado, nadie debe ser amado sin corres-
ponder de algün modo.
240 LUIS FRANCO

Es que la beatificación del amor maternal se hizo adrede


para denigrar al amor sexual?

Nuestro beso puede ser más ferviente que todas las pie-
garias.

Que el ritmo de la sangre consuene con el del alma. Esa


armonla es todo el amor.
*
He aqul que pese a la sonrisa sardónica de los filósofos
laicos o sacros y de los capitanes de guerra, industria o poll-
tica, el amor es la ocupación y la preocupación trascendental
de mujeres y hombres.

,Cómo dudar que la mujer más amada es la más hermosa?

La came y la sangre no son todo el amor, pero jc6mo pue-


de éste ilegarnos sino conducido por ellas?
TESTIMONIOS

Parece ser que en los pájaros hay cierta relación constante


entre la capacidad de vista y la de vuelo. Sin duda la ilumi-
nación más o menos cierta de si mismo y de lo que lo cir-
cunda, es esencial al hombre para su crecimiento.

Pese a un cotizado prejuicio, es obvio que la imaginación


es un atributo esencial del hombre y que sin ella no habrIa
poesia, ni heroIsmo, ni siquiera ciencia, y, más aán: no habrIa
hombre propiamente dicho. Pero nunca debe olvidarse que
la imaginación es asimismo la mãs peligrosa de las sirenas y
que puede perder al hombre induciéndolo a la evasion de la
realidad del mundo y de sI mismo.
*
Hay dos muy opuestas maneras de ver: dejar que las cosas
se reflejen en nuestras pupilas, o penetrar las cosas con nues-
tras pupilas.

Si se ultima el análisis, puede sostenerse que los modernos


tienden a ilamar realidad al aspecto externo de los sucesos o
las cosas, a la pariencia. Parece, en cambio, que los griegos
liamaban realidad a lo profundo de las cosas, o, en todo caso,
a su integridad de fondo y superficie.

El más obvio pecado de superficialidad es considerar las


superficies como existentes por si mismas y no como una ex-
presión de lo profundo, la más accesible.

Quien no sienta (y ello reza igual para los individuos que


para los pueblos), quien no sienta su intimidad oscura como
un problema que hay que resolver en claridad, a cualquier
precio, ése vivirá siempre más o menos fuera de su alma y
a ciegas.

El que niega sin afirmar consedutivamene, el que demuele


sin edificar o cavar nuevos cimientos, está tan cerca de la
estupidez como de la maldad.

La profundidad de una cosa es su relación con el resto del


universo.
*
242 LUIS FRANCO

El arte del matiz es el regalo más fino no solo del arte,


sino también de la inteligencia y del amor.

Para la caza mayor no solo se precisa prudencia, habilidad,


buen ojo y buen olfato; también se precisa coraje. Es lo que
más hace falta para la caza de las verdades mayores.
*
El hombre moderno necesita absolutamente emanciparse de
dos supersticiones grandiosas: la creencia en la "materia" de
los fisicos positivistas y la creencia en ci "alma" contra-corpo-
ral de la vieja teologia.
*
Obediencia a la razón! ZNo ha parecido siempre la voz
misma de la prudencia de la vida? Pero iay! si no sabemos
obedecer también, con sagacidad y con inocencia, a nuestros
instintos...
*
Nunca se repetirá bastante que la sabidurja que cada uno es
capaz de lograr no puede adquirirse como un vestido o una
bicicleta en la feria, sino que tenenios que hallarla en nos-
otros mismos, y no por solo esfuerzo del intelecto, sino por
un integral ejercicio en que aun nuestra sangre se juegue;
las sabidurIas ajenas nos servirán de poco o nada si no flOS
ayudan a encontrar la nuestra. Cada persona humana es un
diamante que solo puede tallarse con su propio polvo. Dc
ahI lo estéril y aun lo contraproducente de la mera erudición:
ese traje de lentejuelas, ese soborno vistoso que ahoga el
verdadero entender y el verdadero sentir, como a una planta
la sombra de las ajenas.

Quizá el primer deber del hombre —que muy pocos cum-


plen, aunque tal vez constituya la mitad de la educación
auténtica— sea redescubrirse; el segundo, amaestrarse a sí
mismo en el sentido de su indole profunda, esto es, en el de
una potenciación de sus virtudes, digo, de sus tendencias
nobles.

La laboriosidad del hombre moderno es tal que no tiene


tiempo de ocuparse de moral, de religion, de ideas trascen-
dentales ni de arte; apenas Si le sobra tiempo para ocuparse
de polItica, y ésta por cierto concebida en el sentido de servir
a lo ünico que le interesa: los negocios. jY este hombre cree
haberse libertado de prejuicios antiguos, se cree superior por
el solo hecho de ser de hoy y no de ayer! Su culto de la
PEQUE1O DICCIONARIO DE LA DESOBEDIENCIA 243
velocidad es en el fondo culto de la fuga, de "la fuga de lo
profundo" hacia lo superficial.
*
El filósofo del porvenir no será solo un observador y un
crItico, un maestro de pesos y medidas, o, si se quiere, un
levita o un hombre del templo: sino también un perito del
tráfico y la lucha tanto como del recogimiento, un hombre
del santuario y de la calle, un descubridor e inaugurador de
verdades realmente nuevas y por ello un verdadero creador
de nuevos valores.

Es bueno repetir todos los dIas que la sabidurIa no es una


meta, un fin, sino un medio, un instrumento.
*
La bifurcaciOn de lo real y lo ideal es la encrucijada trá-
gica por excelencia.
*
For cierto que el teléfono es el más encarnizado enemigo
del silencio, es decir, del pensamiento y del alma, esos dos
silenciosos.
*
Solo los ojos que vuelven de lo profundo son capaces de
valorar con justeza y con justicia las bellas superficies.

Es verdad que casi siempre se precisan varios hombres


para realizar una sola cosa cabal. Y que en cualquier acción
individual la colaboraciOn colectiva está impilcita. Pero es
bueno que un hombre ensaye varias capacidades y virtudes,
simultánea o sucesivamente, pues es la ünica forma en que
puede obtenerse ese tipo de sabidurla sinfOnica, la más alle-
gada sin duda al conocimiento vivo del hombre.

El buen sueño es indispensable para la buena vigilia.


*
El coraje inoportuno suele ser como golpe de viento que
apaga el fuego pequeflo en vez de criarlo.

Si el corazón del hombre no fructifica, fatalmente Se pudre,


como la semilla estéril.
*
244 LUIS FRANCO

Afrodita no es la negación de la diosa que la cabeza de


Jove parió en su mejor momento: ésta es ese mismo sacro
ardor de los sentidos lievado a la inteligencia, como el fuego
trocado en luz.
*
La filosofla, desde su nacimiento en Jonia, es el gran suero
antiofjdjco contra los terrores y las ilusiones trascendentes.

Está bien que el pensamiento tenga alas; pero, 1por qué


ha de carecer de pies para caminar sobre la tierra como los
pájaros?

No hay tal filosofIa escoléstica. Es solo la fámula jibosa


de la teologIa.
*
Los presentimientos se refieren a algo que sucede o suce-
derá en nosotros, no fuera de nosotros.

Paracelso, profundo naturalista y estrepitoso charlatan, es


solo un Indice de las contradicciones que hasta los mej ores
lievan en si.

Echar mano del énfasis para defender la verdad es el mejor


modo de volverla sospechosa.
*
Hay un orden que es pura ortografIa, pero hay otro, mucho
más sutil, un orden que es sintaxis.
*
El genio tiene la fuerza y el ojo, pero también el tacto, o,
si queréis, la delicadeza.

El arte como apelación a la belleza de lo que vive, la


ciencia como antIdoto del miedo.
*
Pocas veces queremos darnos cuenta de que las pruebas valen
no por lo que ellas prueban, sino por lo que nosotros quere-
mos probar.
*
Hay que lanzar al mercado la adopción de los placeres
PEQUE1O DICCIONARIO DE LA DESOBEDIENCIA 245
encillos como novedad modernIsima, ya que los placeres
retórica y palaciegamente complejos son viejos como el
mundo.

Renegar de nuestra razón porque no ye todo ni lo puecle


todo es como renunciar a caminar con nuestros pies porque
no son alas.

Lo falso puede deslumbrarnos, pero solo lo verdadero pue-


de alumbrarnos.

El inconveniente de lo que se llama un sabio consejo es que


suele estar disparatadamente en desacuerdo con nuestra
idiosincrasia y nuestra voluntad.

Un tonto mal intencionado puede engañar al hombre mãs


inteligente.
*
Los viejos, meros ex jóvenes, no saben más que nosotros.

Nada grande, sin la imaginación, puede haber en el cono-


cimiento ni en la sensibilidad.
*
La literatura pigmea, es decir, la de los diarios y la mayor
parte de los libros, no hace más que halagar nuestros hábitos
de ostras intelectuales o de fluctuantes medusas del espiritu.
*
Casi todas las preguntas fundamentales que hey angustian
a la humanidad vienen formulándose desde hace millares de
años y fueron contestadas a su modo en cada época.

Hay el analfabetismo escolar, el que no puede leer ninguna


escritura. Y hay el analfabetismo intelectual, el que no puede
leer nada de lo que más importa: los grandes libros o testa-
mentos de la sabidurIa y belleza del espIritu. Este analfabe-
tismo no es menos trágico que el otro.

La gente, que generalmente solo cree en el saber de los


sabios y los filósofos, apenas piede sospechar que la sabidu-
246 LUIS FRANCO

rIa de los poetas existe y es mucho más humana. Los Aristó-


teles, los Galileo, los Darwin se muestran con algo de opaco
y rIgido frente al resplandeciente vuelo de los Esquilo, los
Shakespeare, los Whitman.
*
La estupidez y la crueldad son hermanas siamesas.
*
Dos mil años antes de Copérnico, los griegos habian hecho
una revolucióii copernicana completa; no solo advirtieron
que la tierra era la que se movIa airededor del sol, sino
también que los dioses, creaciOn del hombre, se movIan en
redor de él.

Puede creerse sin miedo que la erudiciOn es hasta hoy una


de las mej ores mascaras para disimular la falta de inteligen-
cia verdadera.

Los hombres y las hormigas creen que el mundo es estre-


cho para ellos,. Pero los planetas no se estorban entre sI.

Advertencia venial: es comün que la imaginaciôn yea inâs


claro que las anteoj eras.
*
2,C6mo podemos ver la integridad de una cosa si no la
miramos a través de todas las otras?
*
La historia de las ideas y de )os sentimientos denuncia
formaciones sedimentarias y formaciones volcánicas. En cual-
quier caso, hay que golpear con el martillo del geólogo.

Es bueno reordar que las supersticiones de los cultos son


más aviesas y mucho mej or defendidas que las vulgares.
*
Hechos? Bien, pero hechos que expresan espIritu.
,Espiritu? Bien, pero espIritu con raIces vivas en la tierra.
*
Nunca se insistirá bastante en el hecho paradOjico de que
las verdades más abstractas de los filósofos, sus generalizaciones
mOs altas tienen raIz autobiográfica: es decir, tienen que ver
PEQUEtO DJCCIONARIO DE LA DESOBEDIENCIA 247
con el carácter, las aspiraciones y hasta la fisiologIa del
filósofo, con el medio en que vive y la clase social a que
pertenece. Y que las verdades del filósofo son, asi por debajo
y por encima de todo, expresión de sus deseos o de los de su
época y clase a través de él. Y que asI todo filôsofo es menos
un buscaclor de la verdad que un abogado y un predicador.

Demoramos aün en comprender que la inocencia del ani-


mal es sagrada y tan graciosa como la del niflo.

El tonto erudito es algo peor que Un tonto: es un tonto


majaderq.
*
Leer mal un buen libro es conversar con el portero de
Platón, no con Platón.
*
Cuando creemos razonar o filosofar libremente estamos,
las más de las veces, defendiendo abogadilmente nuestros
prejuicios y prevenciones.

Tan inalienable como el hambre y la sed carnales es, en


el hombre esencial, la intuición oscura y certera de que Ta
vida es una profundidad apenas sospechada; de que sus actos,
aun los más vulgares, tienen una significación que escapa
a su conciencia; que no solo eso que ilamamos espIritu, sino
la misma fisiologIa, es un pozo de misterio; que alma y
cuerpo son una unidad sagrada y forman una unidad con el
resto de lo que vive.
*
A semejanza de lo que ocurre en el mundo de lo fIsico, en
el mundo interior del hombre ninguna energIa puede ser
anulada aunque si descaminada lastimosamente; y asI ocurre
que la carga de miedos y coerciones que por siglos viene pesan-
do sobre él no ha destruIdo los más venerables instintos del ser
humano, sino que, desviados del camino de la salud, resurgen
bajo la forma de pesadillas y dolencias remediables.
*
La voluntad de verdad es casi siempre voluntad le con-
suelo o de justificación: tal vez buscamos menos verdad
que una ilusiOn 0 Ufl argumento abogadil para nuestra causa.
*
Sin duda Copérnico prestO wi servicio no menos grande
248 LUIS FRANCO

a la filosofIa que a la astronomla al ensearnos que es la


Tierra la que da vueltas airededor del Sal y no al revés,
contra la evidencia de los sentidos. lCuAntas verdades coper-
nicanas y por descubrir en ci mundo de la moral y de la po-
Iltica! lCuAntas verdades que son tales pese al testimonio
en contra de los sentidos, es decir, a eso que constituye la
base del sentido comün!

TJn exceso puesto en mostrar ingenio a toda costa revela


un ingenio enano.

El talento de un hombre Se prueba tanto por la posesión


de capacidades, como par el modo de emplearlas.

Cómo he de verme a ml mismo si vuelvo la espalda a


mi dnico espejo: los otros hombres?

Tal vez la virtud más clara del conocer está en advertir


su propia limitación, digo, en mostrar la magnitud de flues-
tra ignorancia.

Intelectualismo a perversion de la inteligencia. Sensiblerla


a perversion del sexo. Perversion proveniente, claro está, de
creer que el intelecto, el alma o el cuerpo pueden moverse
desacordamente sin degenerar.

Segdn ci más veraz sentido y fin de la vida, un niflo vive


con más seriedad que un puro hombre de negocios.

2,Cuándo advertirán los hombres prácticos que los trabajos


y los estudios, las lIneas férreas, los bancos, los aviones, los
diarios, ci Estado, la teologia, los observatorios astronómicos,
los parlamentos, ci psicoanálisis, la teoria de la relatividad y
tantas cosas más son al cabo emanaciones suyas —sanas o
malsanas—, y que sOlo valen en la medida en que sirven para
iluminarlo y libertarlo, y no al revés, porque él, ci hombre,
es mOs importante que todo aquello: que él es lo dnico que
importa, aqul y ahora?

Al levantar ci velo de las apariencias, ci espIritu ingenuo


y valeroso ye Ia realidad como una hermosa mujer desnuda;
PEQUFO DICCIONAR1O DR LA DESOBEDJENCIA 249
el espIritu cohibido por todas las aprehensiones del temor
cree ver Un esqueleto.

No solo los ojos externos del hombre rehuyen habitual-


mente la luz del sol. También su espIritu prefiere con fre-
cuencia el crepñsculo y la sombra. El hombre interior prefie-
re lo vespertino o lo nocturno a las horas de ascenso, las
horas matinales del espIritu.

La mayorIa de los hombres —sin excluir teólogos, hombres


de ciencia, filántropos, eruditos, amantes o profesionales del
arte— coronan el ciclo de sus vidas sin haberse despertado
una vez a la vida del espIritu que duerme en cada hombre:
el sentirse a si mismo sOlo como una parte del todo huma-
no o del todo cósmico - el compartir fraternalmente la
alegrIa, el dolor y la belleza de lo que vive.
*
La ilustración pueden dárnosla los demás, pero la sabidu-
na tenernos que hallarla nosotros mismos.

Por herencia teolOgica, sin duda, los filOsofos han tendido


siempre a poner su sabidurIa más allá de nuestro cotidiano
vivir.

Es mucho más córnodo despreciar a los hombres que tratar


de desenredar la complejidad de sus grandezas y bajezas.

El ñltimo quidam se cree también un poco genio incom-


prendido.
*
Nada más fOcil que saltar del optirnismo al pesimismo, de
las ilusiones rosa a las aprehensiones negras, porque son dos
moclos de calumniar la realidad.
*
El charlatan mOs ducho es el que se disfraza de silencioso,
es decir, de meditabundo.

La extrema vanidad de una mujer 0 Un hombre hermosos


puede llevarnos a pensar errOneamente que la belleza es
una cosa baladI.
250 LUIS FRANCO

Un grano de verdad puede ser el mejor condimento para


sazonar Un gran error.

Quien se atreve a desposarse con la verdad, esa Cenicien-


ta, se atrae el odio de todas las pomposas, alhajadas y obesas
damas ilamadas convenciones.

El detalle podrá ser bien visto, esto es, en su profunda


significación, solo a través del conjunto.

La mala digestion fIsica, traIda por el exceso y la impro-


piedad de los alimentos, agria el hIgado y el carácter. La
mala digestion mental —mal de tantIsimos cultos— agria
el carácter y el espIritu.

La razón cue prescinde del corazón y la fantasia en sus


consejos es un profesor pedante.

Arte suma del carácter: ser sincero sin ser grosero.

Cuántas veces nuestro instinto puede prescindir sabia-


mente de nuestra razón!

Nuestra razón suele ruborizarse ante ciertas inclinaciones


de la Naturaleza por no lograr advertir las razones profundas
que la asisten.

Si la prudencia no va del brazo de la audacia, no es pru-


dencia, sino poltronerIa.

Qué necesidad tiene de ser verosImil lo verdadero?

La radiofonIa y los diarios proveen todos los dIas al püblico


de noticias frescas y vaciedades seculares.

Que el pensamiento es antivital? No, el pensamiento es


autobiográfico: si la sangre del que piensa anda por buen
camino, su pensamiento no se extraviará tampoco.

I6.
PEQUEI0 OJCCIONARIO DE LA DESOBEDIENCIA 251
La gente acepta sin discriminación alguna los altos bene-
ficios del progreso técnico. ,.Quién sospecha que pueden, a
veces, no ser tales beneficios, sino lo contrario? Vaya an
caso entre miles: la balumba de noticias suministradas por
el telégrafo, la radiofonla y la prensa. ,,Es que todas son
necesarias o interesantes? Oh, no; un porcentaje que puede
Ilegar al noventa por ciento es totalmerite initil. Y con estas dos
consecuencias profundas: primera, que el suministro de tales
noticias cuesta a la calectividad un gasta ingente de trabajo;
segunda, que el tiempo que asi pierde el leyente a escuchante
en absorber semejante aguachirle a paja de establa, podrIa
emplearlo en asimilar tanta otra sustancia digna del cerebro
y del corazôn.

Tal vez no es imposible hacer oIr al més sordo y despertar


al más dormido, cuando de cosas del espIritu se trata. Pero
nada es posible obtener del beato —en cualquiera de sus
minñsculas variedades—, es decir, del triste animalIculo
poseldo del terror del más ella, de la necesidad de la protec-
don infinita de su Dios, y sabre todo del pago que espera
por sus arrepentimientos y humillaciones: su lote celestial
de gozos sin ocaso.

Imaginemos una torre de Babel al revés. Una torre de


Babel para bajar desde el cielo de las religiones con sus
jardines, su müsica y su beatitud més incambiables que las
pirámides de Egipto, su burocracia de santos y virgenes y
Angeles en éxtasis de sumisión y obediencia— a la tierra
donde los hombres, sus hijos, luchan par veneer su pasado
y alzarse hasta su propia ciela, es decir, el de su libertad.

Desde luego que en nasotros hay alga más que nuestra


experiencia, alga tan prafundo y delicado que vale par ella:
alga nebulasamente entrevista y que pertenece a otro mun-
do. Solo que ese atra mundo no es el de la chéchara dcmagó-
gica de las religianes —el de las gardas retribuciones de
gazos impecables—, sina el del universo coma imperecedera
e infinito y habitada par un alma total.

El hombre que el damingo, vestida do rapes nuevas, va a la


iglesia a escuchar y presenciar devotamente eso que se llama
misa —ceremania que responde can toda ficlelidad a las creen-
cias més infantiles inventadas per los brujas de las primeras
tribus humanas hace decenas de miles eTc años— representa
al salvaje degenerado per el mieda y la obediencia.
252 LUIS FRANCO

El espiritualimo concebido coma alga contrario a la came


y al mundo y solo apto para caminar sobre las nubes, es
una de las peores rémoras para la verdadera espiritualizaciôn
del hombre.
*
Qué populoso de Angeles y demonios es el miedo del
hombre!
*
Queda muy poco espacio para la esperanza cuando los
hombres ilegan a enamorarse de la propia muerte y viven
cortej ándola.

Primero se sacrificaba a Dios la vida misma del hombre;


después, sus instintos más vitales. Alguna vez los dioses an-
tropófagos serán sacrificados en el ara de un Dios más digno
del hombre y de todo lo que vive.

El crecimiento de la conciencia humana iluminó la razón


de los dioses.
*
jQué ferviente gimnasia de la adulaciOn son los himnos
religiosos de todas las sectas!
*
Mas de un psicOlogo moderno ha sospechado que el pesi-
mismo suele tener su principal raIz en la dispepsia. Podemos
tfarlo por indiscutible. Eso si, es preciso agregar que por
dispepsia hay que comprender también la del espIritu obli-
gado a ingerir los mOs indigestos platos posibles: los dogmas,
las supersticiones y los lugares comunes.
*
A medida que ci alma sea considerada cosa de este mundo
—no del otro—, la cultura humana ira dejando de ser un
énfasis.

Hay un imperativo de perennidad y otro imperativo de


modernidad. Los hombres de cada generación deben hacerlos
coincidir Si no quieren vivir en vano.
*
La gente que odia los pensamientos desmelenados —de
jacobinos o romnticos— como lesivos de la sensatez y del
buen gusto, suele enternecerse con los pensamientos tonsu-
ados de los sepltureros de la razón y la sensibilidad.
I'EQUEO DICCIONARIO DE LA DESOBFDIENCIA 253
Quién inventó el arte de hacer fuego, el barro cocido,
la rueca, el telar, la fundición del hierro, la rueda, el primer
barco de vela, el ilamado alfabeto fenicio, la IlIada, el libro
de Job? iCudntos monumentos ausentes al genio desconocido!

La nostalgia del más allá comienza a disiparse no bien


obra en nbsotrcs la sospecha del sacramento de lo viviente,
de lo infinito del mundo en que vivimos.
*
Partiendo de Pitágoras y Platón, fiel a la herencia teoiógica
y con alpinismo más heroico que el de Anibal, el pensamien-
to occidental se ha empeñado en ver en ci contenido un
sñbdito de la forma y en demostrar que la realidad concreta
y viva es solo una fugaz encarnación del ser metafIsico.
Hasta Kant y Hegel están todavIa mucho más cerca de los
Brahamanes y de Buda que de esos filósofos de Jonia que
miraron el misterio de lo real con los claros ojos de Palas
Atenea y su buho.

La hazafla magna de Hegel es sin duda ci haber jubilado el


viejo y tramposo dualismo de la realidad y la idea, de la
cosa real y "la cosa en sí". Hegel descubrió las nupcias eter-.
namente fecundas entre la forma y la esencia: la unidad de
la realidad y ci pensamiento, que supera no solo la antinomia
de los idealistas sino también la unidad informe de los budis-
tas y sus congéneres.
*
Para la lógica dialéctica ("el movimiento más elevado de la
razón") toda verdad es relativa y cambiante, es decir, no
hay verdades inmóviles y eternas como las pirámides de
Egipto, segdn las concibe la rigidez de la teologIa y de la
lOgica vulgar.

La contradicción y ci movimiento cambiante fueron adver-


tidos ya por la delantera inteligencia griega. Para la dialéc-
tica ci aspecto negativo de esa contradicciOn, que no es la
negación del nihilista o ci escéptico, es superado por una
nueva sjntesis que armoniza las tesis opuestas. La dialéctica
demuestra que toda cosa es solo interina o aparentemente
contradictoria.
*
To be or not to be? No, el no ser es relativo y está dentro
del ser y lo fecunda y lo lieva a superarse (en ci pensamien-
to como en la realidad objetiva) segdn ci proceso sin pausa
del devenir que supera, como ci antagonismo de los sexos,
254 LUIS FRANCO

el antagonismo de los términos contradictorios, engendrando


lo nuevo. El puro ser y la pura nada no existen sino en la
abstracción de la mente humana. Ha sido superado por fin
el arcaico pesimismo de entrafla mIstica que ereyó sonsacar
la filtima verdad afirmando que todo es nada.

Nada escapa al Devenir, ni los mismos dioses, creaciones


del hombre. Toda cosa ileva dentro de si el germen de su
muerte y el de su renacimiento. Todo ser finito forma parte
del movimiento general del ser, es decir, es también infinito.
Al revés del Dios judlo, el Devenir no conoce tregua ni dia
réptimo. En su epopeya toda cosa es un combatiente home-
rico. El Devenir es la tumba de todos los dioses.
*
La lógica formal: "La cantidad es cantidad y la cualidad,
cualidad". "La naturaleza no da saitos". La lógica dialéctica:
"Un cambio cuantitativo puede devenir cualitativo". "La na-
turaleza da saltos cada vez que precisa". "El movimiento del
ser une Jo continuo y lo discontinuo".

El genio moderno de la dialéctica vió naturalmente la crea-


don del hombre como un largo proceso cumplido por sI
mismo. Pero fiel a su mirada idealista, vió esa realización
del hombre solo en las cosas que eclipsan al hombre como
ente concreto y real: en la religiOn, el pensamiento abstrac-
to, el estado. Para éi, el hombre es sOlo su conciencia, es
decir, su reflejo, y ci espiritu queda divorciado de la natu-
raleza —declarada su negación— y divorciado del hombre
real, que es inseparable do la naturaleza. He aqul, pues, que
todavia quedó fuera de la filosofIa el hombre integral de
quien la conciencia es sOlo parte, ci que se afirma en sus
luchas y en su trabajo por frenar o dominar a la naturaleza,
modificando su medio y de rebote modificándose a si mismo,
segregando asI su propia esencia humana. Al pretender des-
membrar al hombre de su substractum más vital, afirmando
que el fruto o la flor importa más que ci árbol entero, la fib-
sofia idealista enajena al hombre de si mismo. Su aspiración
ascéticamente espiritual no puede tocar una arista de la
realidad viviente, es decir, no puede cambiar una arista del
mundo o del hombre.

A Feuerbach le faltó sin duda ci sentido del devenir histó-


rico, pero no podrá olvidarse nunca las dos insignes demos-
traciones que la verdad le debe: que la religion es un mero
espejismo o reflejo inverso del mundo real, y que la fib-
I'EQUEr0 OICCIONARIO DE LA DESOBEDIENCIA 255
sofia idealista es una adaptación de la religion para mentes
de vocación raciocinante.

Solo la totalidad es verdad, dice la filosofIa tradicional,


mostrando asi su pie cojo: en efecto, ella es la abstracción,
y puesto que prescinde de lo concreto, es solo la mitad de
la moneda.
rM
Elevarse sobre el mundo gracias a la reflexiOn y encerrarse
en ella, es encerrarse en un globo aerostático. EspeculaciOn
viene de espejo, reflexión viene de reflejo. Un mero reflejo
del mundo quiso tomarse por esencia y totalidad.

Las polaridades y oposiciones del mundo Ilsico, las del


mundo biológico y las del mundo humano, no son iguales,
por cierto, pero obedecen sin duda a las mismas Ieyes: las
del proceso dialéctico universal.
*
La mente desprejuiciada de hoy solo puede concebir un
mundo exterior e interior a la vez, finito e infinito, eterna-
mente perecedero y renaciente y siempre abierto hacia el
futuro —Un mundo que no recibe órdenes de afuera, porque
obedece a sus propias leyes internas.
*
El movimiento engendrado por el juego de las contradic-
clones, el devenir, es lo ünico que veda al mundo convertirse
en un estanque o en una tautologIa de si mismo. El devenir
es una experiencia inacabable.
*
La naturaleza "pura" como alga esencialmente diferente y
opuesto al hombre, es solo una abstracción, puesto que el
hombre sigue siendo parte de la naturaleza. Es cierto que el
hombre existe como tal en la medida en que domina y supera
a la naturaleza, pero siempre en unidad dialéctica con ella.

MOs que contra la naturaleza —sobre la cual su dominio


es cada vez mayor— el hombre tiene hay que defenderse de
los fetiches que creó en épocas antiguas a arcaicas: los dio-
ses, la moral eterna, el espiritu puro. 4Que ellos suelen
sobornar el espjritu de los mismos sabios? Nada tiene de ex-
256 LUIS IRANCO

traño, dado que el matemático, el fIsico, e1 geôlogo trabajan


al margen de la concreta y viviente realidad humana.

La realidad exterior al pensamiento puro no es totalmente


humana; el pensamiento por encima o fuera de la realidad
es, como las verdades reveladas de las religiones, algo in-
móvii y hueco, pese a su sublime fachacla. Solo la iógica dia-
léctica es capaz de aizar la realidad, oscura y aparentemente
contradictoria, al piano de la conciencia, y lograr la creadora
armonla.

Para pensar es preciso abstraer, pero la abstracción muere


de inmediato Si no se la sumerge en las aguas de la totalidad
concreta.
*
La razón humana no merece tal nombre mientras no reco-
nozca las razones de lo irracional que el hombre fleva en sj.
*
En nuestra personailsima percepciOn del mundo, la parte
es siempre más grande que el todo.
*
Todo ideaiismo o construcción a espaldas de la realidad
degenera en pompa fünebre o en novela picaresca.

Una iiusión, no por sublime, deja de ser ilusiOn, o sea, un


estupefaciente, un paraIso artificial.

TRABAJO Y LUCHA DE CLASES

Al erguirse sobre sus dos pies, el hombre no sOlo elevó su


cerebro sino que libertó sus manos: y fué la aiianza del me-
jor Organo de conocimiento y del mejor Organo de ejecuciOn
lo que posibilitó la elaboraciOn de herramientas con las que
el hombre, al magnificar su trabajo, pudo transformar su
medio ambiente, y de rebote transformarse a si mismo.

El hombre es, pues, hijo de sus manos. Su laboriosa acti-


vidad fué su primer modo de conocer el mundo y expresarse
a si mismo: su psicologIa ostensible.
PEQUE0 DICCIONARIO DE LA DESOBEDIENCIA 257
La apropiación privada de los bienes comunes de la tribu
por una rninorIa de la thisma dividió a la sciedad en dos
clases inconciliables: la trabajadora y la parásita. ZComenis
tu pan con el sudor de tu rostro? No; comerás el pan con el
sudor del que trabaja, quien solo comerá las miajas que tü
dejes caer.

El trabajo no se desprestigió de golpe. En la Odisea el


rey Ulises fabrica un catre con sus manos, y Hesiodo y Vir-
gilio ban celebrado la nobleza y belleza del trabajo humano.
Pero todo cambia al instituirse la esciavitud. El trabajo es
entonces la piedra de toque de la hombria: quien lo ejerce, es
un ex hombre; quien se sustrae a él, un hombre, por defi-
nición.

Ex hombre. No hay en el concepto un adarme de énfasis.


Por Diodoro de Sicilia sabemos algo de lo que fué el trabajo
antiguo en campos, barcos o minas. (Mineros —sin respetar
ancianos, mujeres ni niflos— que descienden semidesnudos,
hambrientos, encadenados y arreados a látigo, para no salir
nunca, es decir, para salir cadáveres al poco tiempo, pues
cuesta más alargarles la vida con descanso y alimentos que
reemplazarlos por reses nuevas. ,Somos capaces de imaginar
las toneladas de sudor, lágrimas y sangre que costó la oro-
gráfica vanidad de los faraones constructores de pirámides?).

Lo que vino después de Cristo no fué mejor. Basta recor-


dar el purgatorio del trabajo de la gleba y el infierno de las
galeras. ,El caballero feudal vive en el ocio? No tanto, dedI-
case afanosamente a las dos micas ocupaciones nobles de la
época: rezar y asaltar castillos o caravanas.
En nombre de la desposesión de Jesilis el clero se quedo con
un tercio de las tierras de la cristiandad. Manos muertas?
No, las empleaba sin tregua en alzarlas al cielo a bajarlas
sembrando fructIferas indulgencias.

En la archicatólica Espauia de los Felipes, la casi unanimidad


de la población se volcó hacia los nobles oficios que permiten
vivir del vii trabajo ajeno: hidalgos, soldados, frailes, corche-
tes, monjas, mendigos, burócratas, prostitutas, rábulas, titiri-
teros, rateros, toreros.
Empobrecido hasta el remiendo y el ayuno, el hidalgo podia
liegar a cualquier extremo —hacerse monje o asesinar al pres-
tamista judIo— menos manchar sus manos con el trabajo.
258 LUIS FRANCO

Agotado en America el botIn de Atahualpas y Moctezumas,


se advirtió que el Eldorado inagotable estaba en el trabajo
engrillado de los indios, y cuando las reses cobrizas comen-
zaron a ralear los clérigos aconsejaron evangélicamente la
caza y domesticación de la bestia negra del Africa, y el papa
llegó sobre el punto a un arreglo contante y sonante con ks
negrerOs luteranos.

Las misiones jesuIticas del Paraguay significaron un real des-


cubrimiento. Comprimidos exteriormente por el castigo e in-
teriormente por la pedagogia mIstica, los indios devinieron la
més perfecta y barata maquinaria de labor conocida hasta hoy,
y los hijos de Loyola los Cresos de la America del Sur.
*
Ya en pleno siglo XVIII se vió que el patron negrero de
la Luisiana o del Brasil, al abdicar toda actividad humana,
se estaba convirtiendo en un superhombre invertebrado: es-
clavos para bañarlo o vestirlo, esciavos para arrullarlo en la
hamaca o transpertarlo en litera, esciavos para encenderle ci
cigarro de hoja o rascarle el tafanario... iPardsito heroica-
mente cansado de descansar sin tregua!
*
Sin duda no hay necesidad de pedir muestras al pasado.
En nuestra época de television, aviación supersónica y des-
integración del átomo, la explotación extensiva e intensiva
del trabajo humano persiste con dos agravantes: el trabajo
supermecanizado trueca al obrero en tornillo, piston o ma-
nivela; la desocupación —inevitable en las crisis cIclicas del
capitalismo— deja al obrero moderno más dqsnudo de segu-
ridades que el salvaje del bosque,
*
Probablemente la secesión del mundo humano en dos he-
misferios, el material y el espiritual, sea el resultado obliga-
do de la secesi6n de la sociedad en amos y siervos. En las
sociedades humanas más remotas —egipcia, sumeria— sOlo
el monarca y sus allegados tenian alma, o por lo menos, alma
inmortal. En todas las sociedades que precedieron a la nues-
tra, y en la nuestra misma, la función especIfica de las clases
sometidas —el trabajo— sigue siendo la cosa grosera y ma-
terial por antonomasia.
*
Los moralistas de la burguesIa, aunque echen mano de los
métodos e ingredientes más alambicados, no podrán elaborar
sino una moral de clase, cuyo adorable secreto está en que
los privilegiados no la usan (los apOstoles de no matarás y
PEQUE0 DICCIONARTO DR LA OLSOBFDTENCIA 259
no robarás matan y roban por magnitudes astronómicas) pues
está hecha Para idealizar la sumisión de los siervos. En una
sociedad de clases la moral es mejor polizonte que la gen-
darmerla.

Naturalmente la clase parásita es quietista ferviente, es de-


cir, enemiga de cualquier cambio; como el sigiloso vampiro
anhela que la vIctima se mantenga inmóvil mientras él realiza
su tarea de trasiego.

El oprimido que se resigna es ci mejor colaborador del opre-


sor. Todo lo que contribuye a dar a las masas conciencia de
su servidumbre y señalarles el camino de la lucha liberadora
es el acto más sagrado de la caridad humana, aunque la
moral de tejas arriba crea lo contrario.

La violencia justa es lo 5nico que puede oponerse a hi


violencia injusta. La revoiuciôn de las mayorlas trabajadoras
significará in expropiación de 'as minor-as propietarias Para
poner a todos en posesión de la i5nica propiedad digna del
hombre: la libertad.
*
El signo definidor de nuestra época es la exacerbación épica
de la lucha de clases: la guerra final entre la clase que repro-
senta el pasado (propiedad privada, estado, religion, policIa,
moral celestial, explotación del hombre) y la que representa
ci porvenir: la de los trabaj adores que luchan, no por mejorar
de clase, sino por eliminar las clases e inaugurar una sociedad
Sin jáquimas ni espuelas.
*
Porque la armadura amenaza aplastar al guerrero. La pro.
piedad ha ido expropiando el espiritu del hombre. Después
de haber vivido y crecido al amparo de la cápsula, la oruga
necesita abandonarla si quiere ser mariposa o libélula y des-
plegar sus alas.
*
El negrero que mata al esclavo no hace más que poner ci
dltimo eslabón a una larga cadena de ignominia. El esciavo
que mata al negrero Para liberarse comete un acto de plena
dignidad humana.
odo parece estar listo ya Para ci Paso decisivo: las condi-
clones objetivas o capacidad de la maquinaria y la técnica Para
reemplazar todo lo inhumano del trabajo humano en un
mundo en que ci parasitismo y la destrucción no tendrán
260 LUIS FRANCO

sentido; las condiciones subjetivas, o sea la claridad de con-


ciencia y la alerta voluntad de lucha de los centenares de
millones de hombres cuyas rnanos amasan la riqueza del
mundo.
Una sociedad liberada solo puede serlo una sociedad redi-
mida del pecado original de la division en clases. Ello no
significarO que la libertad será un bien inalienable, pues en
ci proceso de la historia todo orden propende a osificarse, es
decir, a convertirse en cárcel: y es preciso una renovaciOn con-
tinua de lo que envejece, una revoiuciOn permanente contra
el orden que arnenaza volverse carcelario.

Lo rnás escondido hasta ahora es lo que primero debe mos-


trarse: que en todas las sociedades, y desde hace millones de
años, la icy, la moral oficial y la religiOn vienen canonizando
la inhumanidad esencial: la expbotaciOn del hombre por su
semejante. Aun a comienzos del siglo pasado "decerias de
miles de niños, a veces de seis años apenas, murieron literal-
mente de sus penurias en las minas y en las fábricas de te-
jidos. . ." (Orwell). Agreguemos que los dueños de esas minas
y Thbricas inglesas leIan cada dIa piadosamente un libro que
dice: "Dejad que las niños vengan hacia ml".

La division del trabajo creó la primera forma de parasitismo:


la del especulador puro, la del que contempla y reflexiona por
los otros, de espaldas a la creadora actividad humana. Pué
alga inevitable e indispensable durante siglos, pero hay ya
no lo es menos la necesidad de reintegrar, en un nivel más
alto, la unidad del trabajo y la conciencia, de la voluntad y
el pensamiento, restituyendo al hombre su integral potencia
creadora.

,Qué fibosofia, digo qué sedicente saber supremo, es este


que comienza dejando en ci tintero al poder inicial y funda-
mental del hombre, el que creó su trabajo y sus herramientas,
el que sacO al antecesor del horizonte de la zoologla e inventó
la historia? Gracias a su actividad y su trabajo —de sus manos
aliadas a su cerebro— dejó de ser como ci animal un ente
puramente pasivo y receptivo, un simple producto del media:
comenzó a ser hombre en la medida en que fué trasformando su
medio y trasformOndose a sI mismo.
*
S610 considerando la parte esencialmente productiva de la
actividad humana, el trabajo, en su conjunto y a través de
los tiempos (desde el dominio del aire al del fuego, desde el
invento de la macana al de la máquina automotora, desde la
PEQUEO nJccloNArJo DL LA DFSOBEDIENC!A 261
técnica de la terracota a la de la desintegración del átomo:
todo lo que celebró y anticipó el Prometeo esquiliano), puede
estimarse no ñnicamente su alcance externo, grande como una
creación, sino también su significación interna: la de haber
no solo despertado la conciencia de su ser y su poder, sino
también su condición de demiurgo plasmador, en el hombre.
En efecto, la historia de la industria es sOlo la historia uni-
versal del hombre y del alma humana coma una paulatina
creación de si mismo.

El trabajo trasciende desmesuradamente su significación uti-


litaria. AsI Balboa, buscando una tribu poseedora de oro, des-
cubrió el Pacifico. La industria es la gran epifanla, la revela-
ciOn y el despliegue de las fuerzas esotéricas del hombre.

El ya arcaico reino de la propiedad privada no significó


nunca que cada miembro del conjunto tuviese la suya sino
que la casi totalidad de ella quedO sin nada, porque ya una
Infima minorIa se apropió de los medios de producción de Ia
comunidad: tierras, ganados, minas, máquinas. El producto
del trabajo no perteneció nunca a los trabaj adores del campo
y la ciudad: ellos solo dispusieron de él en la meclida indis-
pensable para subsistir, o sea, para mantenerse en un nivel de
vida casi estrictamente zoológico. Trocado en máquina de pro-
ductos ajenos, el proletario se siente ajeno a su propia actividad,
pierde la alegrIa de la creación propia: su trabajo y su persona
se truecan en un media para fines ajenos, y esta absurda in-
version Ia deshumaniza fatalmente.
*
Para la crisis del mundo actual no hay tratamiento es piri-
tual quo valga, ni especificos mIsticos o técnicos a la Krichna-
murti o a la Ford, do una transformación de 'a base: de una
nueva ordenación y valoración del trabajo humano y su pro-
ducto: de una relación propiamente humana entre los hombres.

El extremo antagonismo de las clases, la extrema disociaciOn


material y espiritual de la sociedad, indican quo todas las
condiciones están maduras para intentar la nueva sintesis sal-
vadora: el salto del hombre económico al hombre integral.
VEJEZ DE LA POESIA ULTRAMODERNA

David Lawrence ha fraguado esta sentencia, cuya verdad,


como un relámpago, nos sobrecoge al iluminarnos: "Todos los
redentores y fundadores religiosos lograron solo cortar los
lazos que nos unen a la vida".
El fondo esencial de los credos que Moisés, Buda, Jesus o
Mahoma predicaron, contini'ia subterráneamente una remotI-
sima tradición de temor al mundo y de abdicación de si mis-
mo. Toda la Edad Media con sus fobias ante la Naturaleza
viviente y su culto frenético de las infinitas formas de auto-
suplicio, tiene el sentido de un ensayo hecho para convertir el
mundo en una especie de cuartel general de expiación y pu-
rificación como dnico medio de ganarse el cielo. Su expresión
más genialmente sincera, el poema de Dante, como sabemos
es, por encima de todo, quiéralo o no, un jubileo de la crueldad
humana, una especie de subterránea Sorbona o Salamanca
para aprendices de verdugo. Su filósofo més representativo,
Tomes de Aquino, no sOlo demuestra que la esclavitud es Un
bien parp. el eselavo sino que ci asesinato del hereje es un
bien para la sociedad.
iQué mucho? El poder de perduración del alma arcaica es
tal, que estC clandestinamente presente en los filOsofos más
modernos, en los poetas más iconoclastas.
Schopenhauer ofrece un ejemplo prócer. Schopenhauer, tan
majestuoso despreciador del cristianismo y del judaIsmo, no
se habla sustraIdo al sutil veneno, segün lo prueban el im-
placable entusiasmo de su calumnia de todos los estImulos
vitales, de todos los encantos humanos. En todo To demás
cbra, con mayor o menor disimulo, ci lügubre esplritu de
sccesión entre el ser y ci pensar, entre la Naturaleza y el
Espiritu, la came y el alma, la cosa sensible y la cosa en si..
Leopardi, beato del nihilismo, halla su musa en
L'infinita vanitá del tutto.
El alacre trabajo del picoverde le trae a Milosz ideas de
velorio:
Le deux pivert cloue le cercueil de son amour.
Rimbaud, fervoroso invertido, escupe este verso impecable-
mente infame en la grupa de una Venus moderna en el baño:
Belle hideusement d'un ulcère a I'anus.
Y con todo, la tragedia 10 serIa menos Si el arte, que tiene
por cometido de honor traducir la emociOn que despierta en
nosotros la fisonomia alegre o serenamente hermosa de las
cosas, cumpliera con To suyo, y sobre todo si los poetas,
encargados m'-'-s que nadie de revelar nuestro parentesco de
sangre y espiritu con la Naturaleza viviente, hubieran deser-
tado menos de su verdadera tarea, y armados de ese álacre

I.
PF(VJE O DJCCIONARIO OE LA OESOBEDIENCIA 263

coraje del gallo que interrumpe su suefio para profetizar en


la entraña de la noche la navidad del sol, hubieran enderezado
con predilección sus himnos en honor de esa especie de re-
surrección que cada mañana produce en nosotros, o del ejemplo
del árbol, cada vez más ahincado en la sombria profundidad
de la tierra para aizarse más alto y sin mancha hacia la pro-
fundidad y la inocencia de la luz —o del ejemplo del péjaro
cuyo grito celestial alerta el corazón de lo que vive—, y
para qué decir, lo primero y lo ültimo: si hubieran ayudado la
sagrada confianza del hombre en si mismo y en lo que vendrá,
afuera y adentro de si mismo; si hubieran apoyado sus luchas
contra los dioses, hijos de la noche buscando su liberación
definitiva, es decir, su propio claro crecimiento.
Qué lejos de eso! Por la eutrapelia purpürea de Shakes-
peare, por su alegria impetuosa y rItmica, terrestre y celeste
como los grandes rIos —o por el alcionismo de Goethe, por
su serenidad que no es sino la concordia olImpica de muchos
turbios y desmelenados impetus—, los demás poetas compiten
en mostrarse como los més devotos feligreses del desánimo y
la quejumbre, como los más conspicuos derrotistas en la batalla
del mundo. Ortodoxos o rebeldes, creyentes o ateos, qué de-
vota desolación la suya, qué afinidad, dirlase gozosa, con ci
aniquilamiento y la muerte, qué entusiasmo infantil, casi pa-
radislaco, en verificar la omnipresencia del dolor, lo tran-
seünte, negativo y traicionero de toda bella apariencia y toda
dicha.
Apenas si hay necesidad de ejemplos. El never more de
"El Cuervo" de Poe, "Mi corazón pertenece a los muertos" de
Hölderlin, "La gentilezza del morir comprende" de Leopardi,
"Mon âme est un tombeau" the Baudelaire, "La vida es una
enfermedad del espIritu" de Novalis; Rimbaud con su "Toute
lune est atroce et tout soleil amer", Mallarmé con su "Td, que
sobre la nada sabes más que los muertos", y Paul Valery, en
fin, con su: "Yo tacho la vida".
Detengámonos, adrede, en este ixltimo para ver qué sutilezas
neo-bizantinas y qué lucidez más orgullosa adquiere en flues-
tros dias ci viejo espiritu de renuncia y de nihil. En efecto,
Valery no solo es el poeta del pesimismo refugiado en el
orgullo de la inteligencia, como ünica tabla para no hundirse
en el naufragio, sino que es ci poeta del espiritu desencar-
nado, de la mente rigurosamente deshumanizada, al extremo
de desconfiar de las mismas palabras, porque, claro está,
el lenguaje del hombre también es un imperfecto y cambiante
producto de la historia, un resultado de la experiencia vital,
algo humano, demasiado humano, en fin. He aquI que la
poesIa, la más viviente de las actividades humanas, la más
auténtica, o la ünica hazaña creadora del hombre, acaso, se
convierte ahora en una aleluya a la nada, en una apasionada
y bella invitación a la muerte ideal.
Paul Valery, discipulo de Mallarmé, no es sino el iiltimo
ejemplar de los que sucedieron a los románticos: los escépticos
264 LUIS FRANCO

desilusionados, para quienes no solo su arte sino todo arte "Se


orienta hacia el ideal del juego", es decir, carece de toda tras-
cendencia, es un mero estupefaciente para soslayar la vida.
Paul Valery y todos los buscadores de poesla pura o quImi-
camente deshumanizada, son una especie de suicidas frustrados
que vienen a predicar esotéricamente el maravilloso arte de
no vivir sin estar muerto. En ellos la inteligencia se ha eman-
cipado del hombre, y en el estado del espiritu puro odia no
solo la car, sino todas las impurezas de la vida y todas las
ilusiones que ella engendra: la bondad, la libertad, el destino
ascendente del hombre, el amor mismo: "cada beso presagia
una nueva agonIa".
AsI dice la Joven Parca del poeta, porque habéis de saber
que la muerte, figurada para los demás bajo la forma de un
fantasma senil, sin came y sin cabellos, aparece a los ojos de
Valery bajo el aspecto de una doncella de vivaces encantos: la
Joven Parca.
Es claro que a Valery, como a Tomás de Aquino, profesio-
nales de la sutileza, pero poseIdos de egipcianismo, les está
vedado el sentir lo ilusorio de las cosas en si, del espiritu en si,
sin comienzo y ne varietur, y que el mundo, como el pensa-
miento humano, son productos históricos, es decir, transeün-
tes... Lo cierto es que la inteligencia segregada de todo el
resto del complejo humano, para depurar su esencia perma-
nente, no solo reniega de la civilización construIda con papel
impreso y montada sobre ruedas o hélices, sino que huye de
la corrupciOn hacia el polo perfecto de inmovilidad, silencio
y frigidez, y si en "Cementerio Marino" patentiza la vanidad
de los cambios del devenir, en "Esbozo de una serpiente" pre-
dica ci reniego del mundo y de la vida impuros y la adoración
de la Gran Nada:
Soleil! Soleil! Faute éclatante
Tu gardes les coeurs de connaltre
Que l'univers West qu'un défaut
Dans la pureté du Non-Etre.
Se convendrá en que esto es hermosamente escalofriante
y parece concebido en un sanatorio de alienaclos. Pero, se
dirá: ,,es que el mundo debe preocuparse más de To justo por el
sibaritismo fünebre de un espiritu excéntrico y aislado? Pre-
cisamente lo escalofriante está en advertir que se trata de un
espiritu muy representativo, segün el eco o afinidad simpática
que la poesia y las meditaciones de Paul Valery han encon-
trado en muchos selectos espiritus de boy. No, Valery está
lejos de ser una singularidad, como que no representa sino el
ültimo y más perfecto eslabón de una multisecular cadena de
desenchantés y viene a dar expresión poética a la sabidurla
de Novalis: "La vida es una enfermedad del espIritu", mera
formulación moderna, a su vez, de nuestros viejIsimos cono-
cidos: el tedium vitae y la misantropIa de todos los idealismos
tránsfugas. Cierto, esta depuración angélica de la poesla co-

I-
PEQUE0 DICCIONARIO DE LA DESOBEDIENCIA 265
rresponde a la depuración del amor a la mujer hasta con-
vertirlo en una abstracción monstruosa de asexuados, o al
idealismo de Flatón o de Piotino y todos sus seguidores hasta
hoy, que ye en el mundo la mera y defectuosIsima encarna-
don de una Idea absoluta, y que equivale, claro está, al pesi-
mismo mIstico que ye en la vida una prueba lacrimosa para
ganarse un premio: un paraIso aséptico y sin deseos humanos.
Estos poetas de lo absoluto —como en mayor o menor grado
lo han sido todos o casi todos—, estos dioses que quieren
crear, no con el caos impuro, 5mb con el puro vacIo, son viejos
como el mundo. Representan la decadencia de los instintos
mucho peor que la de la inteligencia: espIritus débiles, que
impresionados hasta la histeria por la caducidad de las formas
vivientes y la defectuosidad de las cosas humanas, huyen
hacia un arte-refugio como los de ayer a las Tebaidas y los
de hoy al suicidio, al alcohol o al trabajo fanático. Esplritus
sin gran sensibilidad iii imaginadión, después de todo, pues
que no sienten la grandeza de ese misterio de los orIgenes y
los avatares de lo que vive, moviéndose —,por qué no?— hacia
estadios más altos y donde la voluntad humana pueda inter-
venir más claramente; y que asI liegaron a la más hermosa
de las quimeras: la concepciOn del hombre como puro espiritu,
esto es, históricamente abstraIdo del comercio con los otros
hombres y con la Naturaleza. ,Qué mucho, pues, que ese
idealismo de ojos cerrados resulte tan siniestramente inhu-
mano como el materialismo en cuatro pies de los mecanicistas?
Ahora bien, lo anterior significa que por altas que sean la
lucidez y la tension de su mente, por subversivas que resulten
sus innovaciones de estilo y de técnica, por luciferinos que
parezcan sus reniegos de la sociedad en que vive, el intelectual
no rompe en realidad con ella, ni menos rompe la tradición
sagrada: en el fondo sigue pagando tributo al arcaico espi-
ritu de claudicación y negación. For eso el ateismo de Leo-
pardi y el jesuitismo de Kempis son como hermanos siameses.
Naturalmente, ocurre casi siempre que el pensador, el poeta,
el artista, Regan a convencerse de su inmaculada independencia
mental y espiritual y gallean su rebeldIa ante las imposicio-
nes carcelarias de la sociedad.
Mas no es asI, sino al revés, y tanto que, si no es por excep-
ciOn milagrosa, el poeta no se muestra nunca capaz de sor-
prender y denunciar esas leyes clandestinas, ese regimen in-
confesable de escamoteo y fraude que sustenta el orden social
de cuaiquier época. Qu6! Si, como en el poema de Jean
Cocteau, sus versos se apresuran a ofrecer, gustosos, sus ser-
vicios de gendarme o monaguillo:
Comprenderã de pronto que mis versos
fueron los servidores del orden".
U ocurre de pronto lo que ya sabemos: se hurta al hori-
zonte humano, cediendo a su vocación de peatón de las nubes.
Entre los muchos sintomas inconfundiblemente denuncia-
266 LUIS FRANCO

dores y reveladores de su sacramental apego a To viejo con-


tra To nuevo, está su adhesion a la fe de sus mayores. Con
salvedades que pueden censarse con los dedos de la mano,
los poetas, aun en la época maclerna, tienen a honra pro-
fesional el mostrarse ejemplarisimos beatos viejos. Blake,
Klopstock, Chateaubriand, Mauzoni, Lamartine, Baudelaire,
Novalis, Verlaine, Francis Jainnies, Milosz, Claudel, Dana,
para qué seguir? Cuando alguien rechaza la fe milenaria,
no es en nombre de una fe nueva y coistructiva que responda
al espIritu de los nuevos tiempos sinó en nombre de un re-
greso al desencanto del Eclesiastés, o del escepticismo mãs
nihilista, como Leopardi.
"Los poetas son los siervos de alguna moral" decIa un filó-
sofa del siglo pasado. ZLos poetas? No solo ellos; ni los in-
vestigadores més desinteresados de la ciencia, ni los pensa-
dores más audaces se sustraen a quemar su incienso en los
altares de la tradición sacra. Por ejemplo: el geólogo de hoy,
que en el terreno de su actividad ha rato las viejas cadenas y
enseña que la tierra, sImbolo de estabilidad, está perpetua-
mente moviéndase y reformándose, como las olas, paulatina-
mente a con golpes revalucionarios, ese mismo geOlogo, ma-
dernIsimo en su especialidad, sufre una crisis de misoneIsmo
agudo cuando alguien le sugiere que nuestra moral de hoy
es el resultado transitorlo de innumerables cambios históricos
y que debe sufrir otros más decisivos hoy y en el porvenir,
y que muchas instituciones deben desaparecer para que el
alma del hombre pueda respirar plenamente.
Si, pero es que poeta quiere decir hacedar, vate quiere
decir anunciador, y nuestros poetas no se distinguen espiri-
tualmente de las demás hijos do la sociedad; no quieren des-
pedirse de To viejo, no quieren hacer To que deben: anticipar,
anunciándolo, ese porvenir liberador de ataduras canonizadas.
Un demonio muy moderno y dotado de la más saludable y
matinal simpatla por los hombres dijo un dIa: "Yo soy de
hay y de antes, pero en ml hay alga que es de mañana y do
pasado mañana y del parvenir. Estoy hastiado de los poetas,
do los antiguos y de las nuevos: para ml todos son someros,
todos son mares desecados. No pensaron profundamente; por
To mismo no sintieron hondo. Algo de voluptuosidad y alga
do tedio: a eso se han reducido sus meditaciones. Sus arpegias
no me parecen más quo hálito y huIda de fantasmas. Tampoco
son bastante limpios para ml; todos enturbian sus aguas para
que parezcan profundas... Son siempre gente de términos
medios, do componendas y mezcolanzas. Ay! Yo he echado
mis redes en sus mares para cager peces, pero siempre he
sacado la cabeza de un dios antiguo."
AsI ye Zaratustra a los poetas. Tan poco favorecedora coma
su visiOn resulta, no es calumniosa, de ningün modo. Paul
Claudel, gran poeta de la Francia cantemporánea, segün al-
gui-los rumores, sufre en alma viva la experiencia de la otra
guerra, y en vez de To que podia esperarse: una vision y una
PEQUEO D!CCONARIO CE LA DEsoarDIENcIA 267
version de gran calado e iluminador alcance de ese fenómeno
ue significa la primera caida en six camino de muerte de la
civiiización cristiano-capitalista, nos da unas laudes medieva-
les de la misa de campafia celebrada por esos sacerdotes que
bendicen a ambos ejércitos en Tucha; en cuanto al pobre
pueblo alemOn, vIctima expiatoria de sus amos, lo ye con
los ojos del patriotismo manipulado por los amos del Comité
des forges, los fabulosos rentistas de la guerra. Pueblo do
langostas comedoras de hombres dice Claudel. Eso es todo.
Como un poeta bufón de cualquier rey o señor de épocas
remotas, el poeta Claudel no ye y no dice sino aquello quo
los dueños de la fortuna y del poder necesitan que se yea y
que so diga...
Y bien: cuando el espiritu de la poesla moderna y ultra-
moderna persevera tan salvaje e infantilmente arcaico, po-
demos consolarnos con las alucinantes hazañas do la técuica,
con el tesoro do temas inéditos, de formas virginalmente nue-
vas o endiabladamente novedosas? Sin duda, no: mOs importa
la pulpa que la cascara, más la müsica del pájaro que la
p luma. Pero esto es pura retórica. En la vida del arte, como
en la de la Naturaleza, no existen la forma ni la esencia:
existe una unidad indivisible y viva: la forma esencial, el
alma- cuerpo.
Y nosotros, los hispano-parlantes, 4podemos ser una excep-
ción? Nosotros, menos que nadie. Espafla es, clásicamente, la
zaguera de Europa. (Sus conductores viven oficialmente en
siglos anteriores, y cuando su pueblo quiere irrumpir de golpe
en el siglo xx, sus guardianes medievales lo Haman al sosiego
con persuasion irresistible.) ZPcdrA insurgir en Espafla un
espIritu realmente moderno? Parece dificil. Tal vez ni Costa
ni Antonio Machado lo fueron totalmente. Quiero aludir de
paso a su ültimo poeta representativo: Garcia Lorca no es un
verdadero poeta de nuestra época: su lIrica y su teatro son
gitanos, esto es, ingenua y trágicamente primitivos, populares
en el sentido de lo que el pueblo tiene de mOs subterráneo y
viejo y pasivo, no en el de pueblo moderno que aspira a
elevarse a la responsabilidad do la conciencia, a la autonomia
do la libertad nioderna.
Hispano-América se ha distanciado muy poco de Espafla
(esa meca del pasado tiranizante), y del resto. Si, nos mo-
vemos en una tierra virgen pero espiritualmente somos co-
Ionia, europea o yanqui, y muy española todavia. Y colonia
significa imitación y retaguardia.
No es solo que Ruben Dario no tradujo el alma ni el paisaje
profundo de America, sino que su poesia, como la de sus co-
legas del mundo, no fué nueva en lo esencial. Como éstos,
tendió a evadirse de su medio y de su époea hacia lo pretérito,
hacia lo que ya no es ni será nunca: el Oriente, Bizancio, el
Medioevo, Versailles, Grecia también, aunque su espiritu y su
voluptuosidatl, manchados de ideas tie pecado, y sus reveren-
ciales gustos cortesanos, eran ci antipolo de lo griego. Cuan-

I-
268 LUIS FRANCO

do en la madurez exprimió mejor su alma en los poemas más


auténticos, se vió que so parecIa demasiado a lo que debla
$er: la de un fraile espauiol. Ruben Dario se acercó a Whitman,
y pese a su perdurable entusiasmo por él, lo tomó siempre
par un cantor numérico de la democracia, par un tamborilero
de desfile popular. Apenas se parece haber sospechado el alma
religiosamente prafunda y paradisIacamente nueva de aquel
hombre.
Eso fué Dana. De los poetas de su época y de los que
siguieron, ninguno parece haber soñado en America coma en
algo obligatoriamente nuevo, más que España y Europa. Pese
a todo su modernismo y su revolucionarismo formal, la poesia
hispanoamericana, 0 Se vuelve hacia lo primitivo como Gar-
cia Lorca —a veces, coma una evasion, o par pura necesidad
de ornamento exOtico—, o expresa anarcisados gustos tie de-
cadencia, 0 un alma creyente 0 escéptica, pero vieja y liena
tie fatiga y de renuncia.
Significativamente, la mayorIa de nuestros portaliras fue-
ron o son profesores y diplomáticos, y dicho está con ello
que sus ideas, sus inquietudes, sus gustos, no pueden perini-
tirse una disidencia con los que rigen en el mundo oficial...
Los poetas libres de America, Zd6nde podremos hallarlos?
Los libres poetas del mundo, ,dónde?
Es que la legada de un espInitu verdaderamente emanci-
pado y capaz de una conducta condigna, es acontecimiento
excepcional par definición. Tal vez ni la America Latina ni
Espafla tienen un solo ejemplo convincente.
Veré si puedo esciarecer ml pensamiento. Goethe —sin duda
ci primer legislador del arte moderno hasta hay— . asegura
que ci tema de Los poetas no es Ia poCtico sino... Ia real.
"Hay que tener fantasia para ver la verdad de Ia real", es
su fOrmula profunda. E insiste en que el poeta no ha de
quedarse en éxtasis embotellado ante su propia alma, sino
surnergirse en la Naturaleza y enfrentar el mundo de los
hombres. "Todas las épocas amenazadas de disoiución —dice—
son subjetivas, en tanto que las épocas de avance se caracte-
rizan par su tendencia objetiva. Solo es verdaderamente poeta
ci que se muestra capaz de adueñarse del 'imunclo y expresarlo".
Sosteniendo que "el arte ha sido dado para conciliar al hom-
bre con ci mundo y sus lástirnas", y explayando esa soberana
intuición suya de que "solo entre todos los hombres viven
lo humano, solo la humanidad es el hombre verdadero" y
desprendiendo que "el individuo solo puede sentirse satis-
fecho y feliz cuando logra sentirse a si mismo en ci todo",
descubre de manera inimitable, no solo la razón de la fra-
ternidad humana, sina la de la poesla, esa fraternidad de
los hombres en la belleza. Y como 51 temiera no ser corn-
prendida a fonda, Goethe insiste: "Los poetas de hay escriben
coma si estuvieran enfermos, camo si el mundo entero fuese
un hospital... La generación actual teme a la fuerza sana.
Llamaré a su poesla poesIa de hospital y ilamaré tirteica a la

I-
rEQuENO DICCIONARIO DE LA DESOBFDIENCIA 269
que no solo carita canciones de guerra sino que estimula a lo
hombres en sus luchas por la vida".
Todo arte es social, es decir, sale de los hombres y vuelve
a ellos: la necesidad y el sentimiento de Ia belleza, quo existen
también en el resto de la zoologia, devienen en el hombre Un
fenómeno no sOlo biolOgico y psicológico, sino social, ello es,
de fundamental comunión humana. No hay, pues, arte soli-
tarlo o de capilla.
La biologIa y la sociologia mOs modernas vienen a confir-
mar lo que ya sintiO el padre de "Fausto": que en el fondo
todo hombre es un ser colectivo; que el individuo humano
solo existe en coliexión orgánica con su rnedio cónnicc p su
inedio social. Digamos que el alma del mOs solitario y turn-
ebOrneo de los poetas tiene sus raIces en ci limo dc la tierra
v en ci afán sucloroso o sangriento dc los hombres, p que el
sustraerse a eso, de algin modo, lieva a la decadencia o la
anulaciOn do sI mismo.
No solo, pues, que el artista no puede ser ajeno al mundo
que lo rodea y menos rehuirlo idealmente, sino que debe
nutrirse de él, de lo más substancial de él, si quiere purifi-
carse y purificarlo.
Si la sociedad tide hoy, como angustia y problema mOxi-
mos, los de aliviarse o zafarse de sus cadenas milenarias, el
artista en general y el poeta en especial, que tienen como pni-
vilegio el pensamiento y la palabra, deben ser de suyo men-
sajeros de la luz, los primeros abanderados do la liberación.
Y no se crea que si el poeta abdica su función y misión,
alguien puede relevarlo, porque el arte es el primero de los
privilegios del hombre, y la poesIa la que mejor registra los
pulsos de su sangre I, los de su espiritu. La ciencia es sob
ciencia, pero el arte es también vida; el pensamiento es luz,
pero ci arte es creación tan animada como la otra: "el arte
en sí es también Naturaleza", como dice un personaje de
Shakespeare. El arte es conocimiento p ci mds intenso, sin
ciuda.
Solo que —salvo las excepciones del caso— los poetas no
se muestran a la altura do su tiempo, digo que su moderni-
dad no es auténtica. Ya oImos a Zaratustra: "No pensaron
profundamente y por ende no sintieron hondo", quo es lo
que en definitiva viene a decir Brandes: "Se comprenderá
que ci arte exige almas que en originandad, en independen-
cia, en temeridad, en despotismo aristocrOtico, estén a la altu-
ra de las personalidades mOs originales del pensamiento
contemporáneo".
Agregaremos que el no pensar hondo obedece menos a
deficiencia cerebral, sin duda, que al temor, por inconsciente
que sea, de afrontar todas las consecuencias del pensamiento
verdadero, siempre peligroso para la tradiciOn histórica, esto
es, para ci orden. establecido?
Lo cierto es quo los poetas siguen rehuyendo ci aspecto
nuevo de los temas viejos, y rehuyendo los temas más profun-
270 LUIS FRANCO

dos de Ia moderno: la religion como sublimaciOn del senti


miento de culpabilidad p obediencia; la falta de reposo en
la Naturaleza o que no existe lo creado una vez sino la crea-
dOn de todos los dias, p la piedra o el hombre son sucesos, no
cosas; la muerte como baño de Juvencia de lo que viva p vol-
vera a vivir; k lucha liberadora del porvenir contra lo pasa-
do carcelario; la realizaciOn de la personalidad a través del
proceso social o nuevo sentido de la fraterrtidad; las iltimas
averiguaciones sobre la relaciOn del cosmos don la sangre y
el espiritu del hombre, o sobre la unidad intangible del cuer-
pa p el alma, o sobre esa vertiginosa alma submarina liamada
el subconsciente; la antinomja mortal entre el Estado p la
libe-rtad humana; la emancipación del trabajo como camino
ánico a la emancipacjón espiritual del hombre.
Por cierto tcda esta invectiva contra los artistas y poetas,
es mucho menos una negación sistemática que una fraternal
invitación a Ia responsabiljdad. Tanto es asI, que no podemos
terminar sin la alusión a dos excepciones. Nos referimos a
Shelley p Whitman.
Pese a todas sus contradicciones y limitaciones, Byron era
un gran espIritu y habia adivinado, antes que nadie en
Shelley, el hombre a quien ilamaba "uno de los sobrinos de
la serpiente que tentó a Eva", a un adelantado de lo moderno.
Cierto, el ciudadano inglés de quien sus compatriotas solo se
acordaron una vez para intentar romper su frerite de diaman-
te contra los códigos del reino; el hombre de quien Byron
decia: "no conozco a nadie que no sea una bestia comparado
con él"; el poeta que iniciado por ci divino Spinoza habIa
comenzado impugnando la tiranla de los dioses y que amaba
la belieza de la tierra y la libertad de los hombres como los
Angeles deben amar el cielo; Shelley fuO, sin duda, el primer
poeta verdaderamente moderno del siglo pasado. Solo recor-
daremos aqui que el autor de "Prometeo libertado" expresó
su intuición del gran tema iinico de la aspiración social y
de la ciencia de hoy: la caIda de la servidumbre histórica p
la inauguraciOn de una era nueva p de un hombre nuevo.
Y su trabajo resultO digno del tema, es decir, ci mOs grande
poema moderno.
No intentaremos aquI, por cierto, ni media noticia de él,
pero 51 diremos que, en contraste con sus atribulados colegas,
Shelley celebra para siempre lo más valeroso del hombre:
5-u esperanza de trozar .sus cadenas p su lucha por lograrlo.
Más: Prometeo anuncia el acabóse de Zeus, de la raIz del prin-
cipio de obedlencia y servidumbre, y con ello "el desgarrarse
de la cortina que ocultaba la vida" y el reintegro del hombre a
si mismo. Dice:
La mascara repulsiva ha caido, el hombre queda,
sin fronteras, sin reyes, libre, nada más que el hombre.
No más castes, rangos, tribus, patrias,
cultos, terrores: éI es su propio rep.

I6.
FEQUE0 DICCIONARIO DR LA DESOBEDXENCIA 271
El mensaje de Whitman (y conste que su propia persona
es lo me or del mensaje) es el más vasto que ban escuchado
los oiclos del mundo moderno.
Su empresa, la de ver el mundo con sus propios ojos y
no temer su propia vision; de reconciliar la paesIa con la
vida, la sociedad con la personalidad; de desafiar inevitable-
mente con ello los intereses de las clases dirigentes y la
ceguera de las dirigidas; de irritar hasta el crujir de dientes
el espIritu de todas las plebes, especialmente la formada par
heroes de academia o de salones diplomáticos, par apóstales
de estufas y ligas morales, par Robinsones de biblioteca; tado
eso revela una egregia audacia y presupone un hombre leo-
ninamente confiado en sí mismo.
El hombre, ente de facultades espléndidas, sufre la mOs
triste de las suertes: desde la cuna empiezan a oscurecerle,
con fajas y perifollas y velos, esa razón y esa sensibilidad
que, cuando puede usarlas del tado, estOn casi siempre a ye-
riadas sin remedio. La que viene con el hombre, lo manantial
y espantáneo, se encenaga y pudre en gran parte, y cuenta
decisivamente la pastiza, la que en nombre de la Religion,
la Moral, la EducaciOn y la Patria de las mayores le panen
coma camisa de fuerza y garra de darmir.
Whitman no quiere conducir su alma al cielo; el suya no
es un evangelio de salvaciOn. Pero estd igualmente contra las
den gas tradicianales y contra "los clérigos de ojos de 'rmur-
ciélago" del matenialismo. El predica solo la obediencia al
alma, pero su alma no reniega de su cuerpo ni de la tierra,
sino que los acepta gloriosamente
Comprimido entre la explotación fI.sica v la contraeduca-
don espinitual, el hombre está perdiendo su bandad, esto es,
su sentido de la fraternidad. Pero el genio de Whitman es
esencialmente una cordialidad avizara, como si el amor se
hubiera hecho luz:
Ta'inbidn POT aqul lievo ml afltigua y venturosa carga.
Si, llevo los hombres y las mujeres, Los llevo conmigo
[donde quiera que vaya.
He aquI que Whitman no es un prof eta de Dias, sino del
hombre, el primer prof eta del hombre. Y naturalmente, del
hombre moderno, es decir, del que vendrá. Las civilizaciones
pasadas Se preocuparon más de los Diases, de la Ciudad, del
Estado, de la Casta, de los Reyes, de la Patria, que del mdi-
dividuo; pero el individuo send cada vez más el tema de la
histonia. "Hojas de hierba" es el evangelio del yo y Whitman
una especie de Homero de la personalidad buscada a travéS
del proceso social y no contra él, como hasta ahara. Esta es
su genial novedad. Para él, paesIa y democracia se cargan
de un sentido novIsimo y devienen sinónimas: significan la
liberación de La personalidad del hombre de todas sus car gas
externas e internas j la integraciOn de todos sus valores en
discordia.
272 LUIS FRANCO

Y bien, a sernejanza de Shelley y Whitman, rompiendo la


tradición de los profetas coronados de ceniza, de los teólogos
con sus grandiosos y supliciarios sueños de ultratierra, de
los filósofos con su idea tránsfuga de la realidad, los poetas
de maflana, recogiendo en herencia ese alborozo hecho de
belleza y serenidad, coma un arco-iris, que los griegos ha-
maron alcionismo, o la purpürea alegria con que Shakespeare
redimió el horror de sus dramas, los poetas venideros tendrán
que ser los sacerdotes de ese indivisible misterio quc es la
alegrIa sensual y espiritual de la tierra.
Y sabre todo, esto, que la poesia es anuncio y revelación
y liberación, a no es nada. Los hombres tienen una entrañable
tendencia a dejarse atar por la tradición y la costumbre, y
es preciso desuncirlos; los hombres sienten demasiada ternura
y veneración par el pasado y es preciso anoticiarlos del par-
venir: los hombres no pueden pasarse sin sacrificar ante ido-
los muertos (de oro a de humo) y es preciso volverlos hacia
las maravillas vivientes que los asedian; inaugurarles cada dIa
el mundo.
Y falta 10 más grande: en unct sociedacl compuesta de amos
p de siervos, no hay cabida para el hombre; es de urgemcia
impostergabie, yues, la jubilación de todas las campanas neu-
máticas.
Y en tamaña empresa, la poesIa abrirá el camino. El poeta,
demiurgo de la libertad, asumirá su alternativa. Y si en el
mundo no será ya fãcil descubrir constelaciones inéditas, ci
cosmos del alma humana está lejos, sin duda, de haber ago-
tado sus posibilidades y de juro que los mayores poemas
esperan adn su hora. Y serán los más libres, asi como los
caballos de los pampas —los más tempestuosos y profundos
caballos que sintió la tierra— no precisaban freno. Pues 10
decisivo de la biografIa del hombre está par verse. Solo que
para ella ha debido cambiar de heraldo. 0 coma dice Whit-
man: el sacerdote se va, el "litteratus" divino liega.
Y si la función profesional del artista en general y del
poeta en especial es recordar matinalmente al hombre —con-
tra la sabidurIa de teólogos y mistagogos— que la Belleza es
la primera evidencia del mundo, el más categórico impera-
tivo de lo que vive, ellos deben ser los primeros en advertir
que el hombre está en visperas del mayor de sus saltos ade-
lante. Y quo ci arte nuevo no saldrá de los alambiques y re-
tortas de los estetas, de las tecniquerIas a estilIsticas, par
novedosas que sean. Agotadas las posibilidades de una socie-
dad ya herida en la médula espinal, el arte nuevo sOlo puede
salir de donde debe: de una nueva relaciOn del hombre con-
sigo mismo y can el mundo. Y a ese inédito clima de sociedad
humana sin chases, a ese nuevo ascenso del hombre, solo pue-
de llevarnos la jnsurrección victariosa del Prometea de hay,
oh Shelley!: ci praletariado encadenado.
PEQUE0 DICCIONARJO DE LA DESOBEDIENCIA 273

VIDA Y MUERTE

A la mayorIa de los hombres lo que se llama experiencia


en la vida los trueca en seres acorazados y a la defensiva,
sin restos do ingenuidad, desinterés, ternura o audacia. IY Os-
tan orgullosamente contentos do esa sabia experiencia!

Una zanahoria viva vale més que la cabeza de un dios


muerto.
*

Todo está de paso y es un paso. Irn'itiles los mausoleos y


museos de piedra, los idolos de piedra, los dogmas de piedra.
*

Los huecos oIdos do la tumba oyen crecer los cabellos y


las uflas de los muertos.
*
Pienso en el destino más aciago: el de las hermosas e mo-
centes culebras muriendo ünicamente a causa del miedo miope
del hombre.
*
Que la medicina es charlatanerIa y negocio en sus dos ter-
ceras partes (la abogacIa lo es en sus tres terceras), eso lo
sabe todo medico consciente y honrado.
*
El caso casi universal del medico —el del que hace de su
profesión una herramienta de ganar dinero, de procurarse
clientelas electorales o el favor de las clases dirigentes— es
una de las más ejemplares y aceptadas prostituciones del
hombre.
*
El suicidio es el acto de un hombre asustado de la vida o
de si mismo. Claro es que también una enfermedad irremedia-
ble, y no su debilidad de espIritu, pudo tornarle espantoso el
rostro de la vida.
*

La vida engendradora y matadora do la muerte!

La enfermedad nos ileva de golpe a los lindes de la niflez


o de la vejez.
27i LUIS FRANCO

La prudencia congelante y nivosa de los viejos fué siempre


la represa del Impetu primaveral de los jóvenes.

Olvidamos que la conciencia de un moribundo es la de un


fronterizo, no la de un hombre centrado.

Es más fácil fundar una religion que destruir un prejuicio.


*
La vida parece como algo anterior y más profundo que la
muerte, algo infinitamente más rabioso e implacable.
*
La inmersión de nuestro pequeño vivir cotidiano en la vida
profunda que hay en nosotros y fuera de nosotros, eso se
llama inmortalidad.
*
El vivir exige mOs coraje que el morir, un coraje hecho de
comprensión y resistencia, vasto, plástico y sereno.
*
Cuando ci desco muere en nuestro ser, somos la sepultura
de nosotros mismos.
*
Pisando :os talones de la muert está la resurrección.
*
La cresta del gallo es corno la cresta de una ola sobre el
océano de la vida y su canto es el responso de lo muerto.
*
Lo más fünebre realmente no es la muerte que se hospeda
en los cementerios, sino la otra, la que se rospeda en nos-
otros bajo incontabes formas de negación o mistificación de
lo vivo: ascetismo, glotonerIa, filatelia, barajas, ruleta, estupe-
facientes, tomismo, sodomitismo, negocios, palabras cruzadas,
velocidades, beaterIa deportiva...
*
Es curioso, pero no ilógico, que aquellos que perpetran una
vida más o menos mecánica o epidérmica, es decir, los que
están mOs o menos muertos en vida, sean los més cohibidos
por ci miedo de morir.
PEQUE0 DICCIONARIO DE LA DESOBEDIENCXA 273

VIDA Y MUERTE

A la mayorIa de los hombres lo que se llama experiencia


en la vida los trueca en seres acorazados y a la defensiva,
sin restos de ingenuidad, desinterés, ternura o audacia. 1Y es-
ten orgullosamente contentos de esa sabia experiencia!

Una zanahoria viva vale més que la cabeza de un dios


muerto.

Todo está de paso y es un paso. Indtiles los mausoleos y


museos de piedra, los Idolos de piedra, los dogmas de piedra.

Los huecos oldos de la tumba oyen crecer los cabellos y


las uflas de los muertos.

Pienso en el destino más aciago: el de las hermosas e mo-


centes culebras muriendo dnicamente a causa del miedo miope
del hombre.

Que la medicina es charlatanerIa y negocio en sus dos ter-


ceras partes (la abogacIa lo es en sus tres terceras), eso lo
sabe todo medico consciente y honrado.

El caso casi universal del medico —el del que hace de su


profesión una herramienta de ganar dinero, de procurarse
clientelas electorales o el favor de las clases dirigentes- .-- es
una de las más ejemplares y aceptadas prostituciones del
hombre.
*
El suicidio es el acto de un hombre asustado de la vida o
de si mismo. Claro es que también una enfermedad irremedia-
ble, y no su debilidad de espIritu, pudo tornarle espantoso el
rostro de la vida.

La vida engendradora y matadora de la muerte!


*
La enfermedad nos lieva de golpe a los lindes de la niflez
0 de la vejez.
*
27 LUIS FRANCO

La prudencia congelante y nivosa de los viejos fué siempre


la represa del Impetu primaveral de los jóvenes.

Olvidamos que la conciencia de un moribundo es la de un


fronterizo, no la de un hombre centrado.

Es más fácil fundar una religion que destruir un prejuicio.


*
La vida parece como algo anterior y más profundo que la
muerte, algo infinitamente más rabioso e implacable.

La inmersiOn de nuestro pequeño vivir cotidiano en la vida


profunda quo hay en nosotros y fuera de nosotros, eso se
llama inmortalidad.
*
El vivir exige más coraje que el morir, un coraje hecho de
comprensiOn y resistencia, vasto, plãstico y sereno.
*
Cuando el deseo muere en nuestro ser, somos la sepultura
de nosotros mismos.
*
Pisando los talones de la muert está la resurrección.
*
La cresta del gallo es como la cresta de una ola sobre el
océano de la vida y su canto es el responso de lo muerto.
*
Lo más fünebre realmente no es la muerte que se hospeda
en los cementerios, sino la otra, la que se rospeda en nos-
otros bajo incontables formas de negación o mistificaciOn de
lo vivo: ascetismo, glotonerla, filatelia, barajas, ruleta, estupe-
facientes, tomismo, sodomitismo, negocios, palabras cruzadas,
velocidades, beaterIa deportiva...
*
Es curioso, pero no ilógico, que aquellos quo perpetran una
vida más o menos mecánica o epidérmica, es decir, los que
están más o menos muertos en vida, sean los más cohibidos
por el miedo de morir.
PEQUEO DICCIONARIO DE LA DESOBEDIENCIA 27
El miedo de morir es ya, naturalmente, la mitad de la
muerte.

La virtud anteica está dormida, més 0 menos dormida, pero


no muerta en todo hombre: la toma de contacto con la tierra,
con el cosmos, renueva su fuerza corporal y espiritual.

El bafio y el alba libran de muchas arrugas.

No sostenemos que el hombre ha de privarse de las delicias


de la emhriaguez. Todo lo contrario. Pero habiendo tanta Va-
riedad en la materia, 4por qué el hombre ha de preferir jus-
tamente las muestras más disgregantes o fosilizantes? ZNo
está la embriaguez del aire libre de la madrugada? ZLa del
amor o la mésica? ZY la de la poesla de lo viviente? ,Y la
de la indignación, más noble que el rubor de la doncella,
frente a cada injusticia? ,Y la del riesgo, más espléndido que
la p1rpura, de la lucha contra las campanas neumáticas?
*
El hombre que sacó su fe de los paraIsos de los traficantes
de credos religiosos y la puso en los paraIsos artificiales de
los traficantes de drogas, no hizo más que preferir un plato
de lentejas a otro para vender su derecho de ser hombre.
*
Tendemos fatalmente a olvidar que la gente busca en los
libros no literatura, sino... vida.
*
La idea o proximidad de la muerte no entristece a quienes
han gozado idIlica o heroicamente de la vida.
*
La vida no busca solo. conservarse, sino también transfor-
marse y ascender, volverse más intensa y más bella.
*
El más profundo sabor de la vida se revela menos en la
salud que en la convalecencia. Menos en la seguridad que
en el riesgo.

Una vejez equilibrada y lücida puede ser una recapitulación


276 LUIS FRANCO

general de sabidurIa, de valor, de bondad, de serenidad, de


pureza.
*
El secreto esfIngico de las religiones es el que se le escapó
al general Miilán de Astray: "Viva la muerte!".
*
El polvo de las bibliotecas y museos, más sutil que el de las
tumbas, es malo Para los pulmones y también Para el espjritu.
*
La vida cenobItica significa el triunfo de la voluntad de
no vivir y no morir.

Al memento mori de todas las sabidurIas sacras Se opone


la consigna helénica: acuérdate de vivir.
*
La naturaleza está constantemente borrando en sus palimp-
sestos los mensajes fenecidos Para escribir lo nuevo.

La muerte misma parece una pausa, un reposo necesario


Para un nuevo nacimiento. La calavera no estâ hueca, en
cierto modo, sino ilena de futuro, y es bella a su manera.

La vida como un fruto prohibido y su disfrute como un


pecado. 1La pompa fünebre de todas las sabidurlas reveladas!
*
El hombre incapaz de renacer varias veces de sI mismo
es porque ya está embalsamado.
*
Por ganarnos la vida, perdemos de vivir.

La simple presencia del lagarto con su color de bosque y


su garganta palpitante como una estrella es un himno a la
vida.

Desde luego, lo ünico cierto es que el móvil cardinal de los


seres vivos es... vivir, lo que no significa solo conservarse
PEQUENO DICCIONARIO SE LA DESOBEDIENCIA 277
y luchar por conservarse, sino, y sobre todo, gozar y ex-
pandirse.
*
Responsabilidad minima: hacer nuestro vivir menos indigno
de la insondable grandeza de la muerte.

De qué sirve el pensamiento más sutil a ambicioso Si no


Ileva esculpido en si el rostro de la vida?
*
El sileneio es més profundo que la mñsica y anterior a ella.
Más: solo sobre un fondo de perfecto silencio es posible la mu-
sica. Lo mismo reza para el pensamiento. ,Cuál será su des-
tino final en la era del altoparlante?
*
Las ciudades y las bibliotecas son las dos selvas que ha
creado el hombre. En ambas el airs es enviciado y el sal
apenas entra, y su genio animador es el hastlo. Se explica que
las almas que aün conservan oldos para la melodia de lo
viviente prefieran el silencio del bosque, o el de las estrellas,
a el diálogo entre el arroyo y el pájaro.

La diferencia entre un hombre y una momia no suele ser


muy grande, pues los hombres, en su mayor parte, suelen
estar embalsamados a medias.

Hay criaturas vivas (helechos, ostras, tortugas) que due-


rase conservadas a designio para recordar la antigüedad pre-
humana o geolOgica de la vida.
*
Lucha par la vida. Muy bien. Pero luchar par vivir, no
solo par sobrevivir o sobremorir. (Porque la gran mayorIa
traduce la consigna luchando por ganarse la pitanza, o par
ganar dinero para vivir sobresegura y de paso cebar sus
vanidades, a ganar riqueza y poder para hacer pedestal del
encorvamiento de los otros.) Si, combatir par la vida —en
el devenir cotidiano a en la trinchera de las ideas— contra
todo lo que de algán modo significa muerte: las herencias
fosilizadas del pasado, las rivalidades a vanidades de cueva,
las ilusiones de vista corta y las desilusiones de orejas largas,
y todas las formas de odio a lo viva.
*
278 LUIS FRANCO

No es que la humanidad tenga que volver hacia atrás. Eso


nunca. Otra cosa distinta es que tenga que volver a Esquilo,
Mencio, Epicuro, Isaias, Munzer, Montaigne, Chauser, Dide-
rot, Darwin, Marx, Whitman, porque su mensaje de vida no
pudo liegar a oIdos de los hombres a causa del veto de los
levitas de todo tiempo y lugar.
*
Quien vive en las cosas vivas está vivo de veras y en ellas
halla fácilmente encarnaciones o simbolos de sus emociones
y pensamientos más secretos.

Yo que no me dejo sobornar con promesas de una jubila-


ción de cielos y de Angeles ni con las amenazas de una cale-
facción infernal, me aengo cándidamente al informe de mis
dioses secretos: soy inmortal, aunque no podrIa explicar cia-
ramente el cómo.
*
Para el sano difIcilmente existe el contagio. Inclusive puede
contagiar su propia salud a los otros.

La salud implica no solo libertad sino inocencia.


*
Si la Naturaleza es la gran dilapidadora y siembra mucho
más de lo que cosecha, débese a que solo asI esa cosecha
puede ser tan magnIfica. 1Pero qué economla rigurosa e im-
placable hay debajo de eso! Con las hojas caidas y podridas
abona el suelo para los brotes de la nueva primavera. Con el
lodo más negro y nauseabundo alimenta la corola que se
yergue sobre el agua, angélica de aroma y de candor.

Si en el adulto no queda ya nada del niflo o del adolescente,


ese hombre está perdido.
*
Quizá no hay ejemplo de integración y armonla vital y
humana —de juventud veraz— como el del hombre que liega
a la vejez con la natural inclinación del rio que se aproxima
al mar, o la del árbol cargado de otofio y duizura, bien a salvo
su equilibrio orgánico y funcional y en buena concordancia
su cuerpo y su espIritu, aliviado de muchos groseros apegos
y mezquinas preocupaciones, enriquecido de experiencia y sa-
bidurIa vivas, irónico ante la muerte, curioso siempre de lo
nuevo y adelantando un risueño si a la vida. iQu6 modelo

I.
PEQUEO DICCIONAP.IO DE LA DESOBEDIENCIA 279
y acicate para tantos mozos de alma envejecida o cuya juven-
tud es casi nada más que turbia turbulencia!

Morir en sueños o morir con las botas puestas. He aqul las


dos dnicas salidas felices de este mundo.
*
En todo ascético fervor de castidad, de idealidad, de racio-
nalismo abstracto, de vegetarianismo mIstico y cosas de esa
laya, suele haber un clandestino apetito de jubilación en la
tumba, de liberación en la nada.
*
La vida no es una cosa pura, segim la concepción de pu-
reza de los puritanos y sus congéneres. Lo cual no impide
que suela ofrecerse a ratos liena de inocencia, hermosura y
nobleza.
*
En un regimiento de caballerIa, los caballos estân mucho
menos mecanizados que sus jinetes.
*
Plantar un árbol de lento crecimiento, cuyo fruto no alcan-
zaremos a ver, es una de las formas más hermosas de la
generosidad y significa rendir culto a un tipo de cuasi inmor-
talidad mucho menos ilusa que la de las religiones.
*
El kempismo y el sibaritismo son dos desviaciones igual-
mente perversas del camino de la vida.
*
Asegurarse un sólido, elegante y fastuoso mausoleo. 1La
comodidad y la vanidad sub espeeies ceternitatcs!
*
El espiritualismo puro es la negación del espIritu viviente
que solo existe en función de lo real.
*
Incapaz de dominar las inclemencias naturales y las contra-
dicciones sociales —fuente de sus desdichas de cuerpo y es-
pIritu—, el hombre creyó ericontrar su salvación fuera do sI
mismo o de su mundo: en el destierro ideal o el destierro
rnIstico. Todo eso terminô siempre en la aniquilación de los
valores profundamente humanos, en la locura y la tragedia.
280 PEQUESO DICCIONARIO DE LA DESOBEDIENCIA
El hombre solo puede realizar su unidad y su esencia en un
piano concreto y positivo: dentro de si mismo y del mundo,
no de lo absoluto, que es el vacIo.
*
La vida integral es esa misma Idea de los idealistas, pero
bajada del empIreo de lo intemporal e inespacial al piano
de la realidad viva.
*
Lo sobrehumano es el cOmplice de lo infrahumano, en su
lucha contra lo humano. El angel y el demonio son dos de-
rogaciones del hombre.
*
La fe en los premios o castigos póstumos es la más vieja
de las supersticiones hereditarias.
*
El hombre no puede vencer a la muerte, pero puede luchar
eficazmente contra ella, concibiéndola como una indispensa-
ble necesidad para la renovación y la inmortalidad de la
vida.
*
El individuo humano debe comprender de algdn modo que
él es algo inás que su yo perecedero: que su ser individual
es parte del ser total, y que luchar por enriquecer e inten-
sificar su ser es el dnico modo de luchar contra la rnuerte.

FIN

I6.
INDICE

PAG.
Acción, Actividad 7
Alegrfa y Pesimismo .........................................12
Amistad y Fraternidad ........................................18
Antologla sacra ...............................................23
Antropologia ..................................................38
Arte(el) .....................................................45
Biografla del ii.ltimo dios ......................................52
Civilizaciones ..................................................68
Comida del hombre (Ia) ......................................80
Comodidades y honores ........................................85
Cuerpo y Alma ...............................................88
Economia y Destino ..........................................92
Estado (el) ..................................................100
Griegos (los) ..................................................105
Guerra (la) ...................................................107
Hagiografia profana ..........................................112
Historia y Devenir .............................................130
Libertad y Servidumbre .......................................143
Literatura (la) ................................................150
Moral(Ia) ...................................................155
Mujer (la) ....................................................164
Naturaleza y Espiritu .........................................173
El aire libre .............................................. 181
El manantial .............................................. 181
Eldrbol ................................................... 181
Elpdjaro ................................................. 182
Larosa .................................................... 183
La cigarra ................................................. 183
Los pdjaros migradores ..................................... 183
Palabra y Liberación ..........................................187
Pedagogia (la) ...............................................195
Personalidad (la) .............................................204
Polltica de clase ...............................................213
Racismo.......................................................229
Sexo y Amor ..................................................232
Testimonios ...................................................241
Trabajo y Lucha de clases .....................................256
Vejez de la poesia ultramoderna ................................262
Vida y Muerte ................................................273
SE TERMINO DR IMPRIMIR
EL 20 DE ENERO DR 1959
EN AMERICALEE, EDITORA E
IMPRESORA, TUCUMAN 353,
BUENOS AIRES. ARGENTINA
BIBLIOTECA
DE CULTURA SOCIAL

De la Crisis Econdrnica a la Guerra


Mundial
POR H. CLAUDE

iQui es la Propiedad?
POE P. J. PROUDHON

Teatro Completo
POE R. GONZALEZ PACHECO
(2 tomos)

Obras Cornpletas
poR RAFAEL BARIUM
(3 tomos)

Lo que Yo Creo
POP. JEAN ROSTAND

Historia del Primero de Mayo


POE MAURICE DOMMANGET
Democracia Cooperativa
• Poi J. P. WARBASSE.
Lini;tes y Contenido de la Metafisica
POE PEDRO SONDEREGUER
Psicologia Humana
Nociones de Psicologia Educacional
Nociones de Psicologia del NiFto
POR JOAO I)E SOUSA FERRAZ
La Con quista del Pan
POE P. KROPOTRIN
La Sangre de la Libertad
POE ALBERT CAMUS
En el Taller de la Revolucidn
POE I. N. STEINBERG
IVERA DE COLECCION
. Anarquia y Revolucidn en el Paraguay
POE MANUEL J. CIBILS

iLa Escuela sin la Religidn de mi


Mujer!
POR DOMINGO FAUSTINO SARMIENTO

EDITORIAL AMERIGALEE
Buenos Aires

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