Fernando Botero es un pintor, escultor y dibujante colombiano nacido en Medellín, Colombia el

19 de abril de 1932. Es uno de los pocos artistas hispanoamericanos que ha logrado tanto
reconocimiento a nivel internacional por el rasgo de sus obras como son el agrandamiento o
deformación de los volúmenes y una singular expresividad en la que las problemáticas humanas
y sociales ocupan un lugar prioritario.

El estilo de su pintura surge en la década de los 60 tomando como bases el Renacimiento, la

pintura Barroca y la tradición colonial de América Latina y es denominado “Boterismo” o
“Gordismo” que dentro del panorama artístico podría señalarse como expresionismo figurativo
desproporcionado, una especie de eminente surrealismo. Dicha técnica la adquirió estudiando
a sus grandes maestros y luego imprimiendo su propio sello en las obras. Sus pinturas reflejan
escenas de su país, experiencias de su infancia, símbolos de poder de la sociedad y sus colores
son fuertes y brillantes y sus esculturas, tanto en bronce como en piedra, alcanzan más de 2
metros de altura y han sido exhibidas en avenidas y plazas en las principales ciudades de cada
continente. Un ejemplo de sus obras es la “Bailarina en la barra” la cual representa a una
bailarina muy gorda la cual mantiene una postura difícil pero su expresión se mira como si fuera
fácil para todos.

En conclusión, Botero es uno de los artistas vivos más cotizados del mundo que no ha dejado
nunca de alzar la voz contra la injusticia y de mantener su arte en línea con la realidad histórica
y social, en algunos casos sus obras han sido donadas como testimonio para las futuras
generaciones.
 En muchos de sus cuadros él recrea las obras de grandes artistas de la historia del arte universal.
Sus esculturas, tanto en bronce como en piedra, son redondeadas y
suaves, algunas de ellas, de más de 2 metros de altura. Ellas han sido
exhibidas en avenidas y plazas en las principales ciudades de cada
continente.

En los últimos años Botero ha utilizado su arte para denunciar actos de guerra, terrorismo y torturas en
diferentes lugares del mundo.
Estas obras las ha llevado a muchos países y no las ha querido vender. Las ha donado, para que ellas
queden como testimonio para las generaciones futuras.

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Convertido ya en uno de los artistas vivos más cotizados del mundo, Botero no ha dejado nunca, sin
embargo, de alzar la voz contra la injusticia y de mantener su arte en línea con la realidad histórica y social.
Sirve para ilustrarlo una de sus más recientes series pictóricas, la que realizó sobre las torturas cometidas
por los marines en la cárcel iraquí de Abu Ghraib (2003), en el marco de la ocupación norteamericana de
Iraq. Presentada en 2005 en el Palacio Venecia de Roma, la fuerza turbadora de esta colección de cincuenta
lienzos atestiguó además que el pulso y la creatividad del artista no ha menguado en absoluto con los años.

considerado el artista vivo originario de Latinoamérica más cotizado en el mundo cuya obra es
reconocida por niños y adultos de todas partes por igual.

Pocos artistas hispanoamericanos han logrado tanta repercusión a nivel internacional como el pintor y
escultor colombiano Fernando Botero. Su personalísimo estilo, que tiene entre sus rasgos más fácilmente
identificables el agrandamiento o la deformación de los volúmenes, ha merecido la admiración tanto de la
crítica como del gran público, que no puede sustraerse a la singular expresividad de una estética en la que las
problemáticas humanas y sociales ocupan un lugar prioritario.