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VIAJE AL

ANTIUNIVERSO
'EL VIAJE ASTRAL

Parapsicología
Esoterismo
Metafísica

por J. ROCA MUNTAÑOLA


Libro digitalizado por Pedro. Más libros gratis en
www.survivalafterdeath.blogspot.com

IMPRESO EN ESPAÑA

Portada: M. García
Depósito legal: B. 53.678 - 1974

ISBN 84-203-0318-6
Impreso en España Printed in Spain 7
Valencia, 234 - Apartado 707 - Barcelona - 7
Gráficas Zeus -Travesera de Las Corts, 273-Barcelona

L
VIAJE AL
ANTIUNIVERSO
'EL VIAJE ASTRAL

Parapsicología
Esoterismo
Metafísica

por J. ROCA MUNTAÑOLA

IMPRESO EN ESPAÑA

Portada: M. García
Depósito legal: B. 53.678 - 1974

ISBN 84-203-0318-6
Impreso en España Printed in Spain 7
Valencia, 234 - Apartado 707 - Barcelona - 7
Gráficas Zeus -Travesera de Las Corts, 273-Barcelona

L
A mi esposa,
JOSEFINA
y a mi hijo,
ANTONIO,
con mi más profundo agra-
decimiento, pues sin ellos,
posiblemente no hubiera
escrito nada. SiI1ti

«El hombre aprendió a desafiar al cielo con sus estridentes


máquinas voladoras, pero sin prescindir de la moral que tenía
cuando saltaba entre las ramas de los árboles.»
SEVERO OCHOA
Premio Nobel de Fisiología y Medicina, 1959

«Solamente una vez abre el hombre los ojos. Es en el momento


de morir, y aún entonces, se apresuran a cerrárselos.»
H. BORDEAUX

«Cuando la mente se ha calmado, aparece el YO en su verda-


dero estado y no tenemos que hacer el más mínimo esfuerzo para
recibirlo.»
SwAMI PARAMANANDA

«El inconsciente puede reservarnos mensajes esenciales para


aquellos oídos que sepan ponerse a la escucha.»
JUNG
A mi esposa,
JOSEFINA
y a mi hijo,
ANTONIO,
con mi más profundo agra-
decimiento, pues sin ellos,
posiblemente no hubiera
escrito nada. SiI1ti

«El hombre aprendió a desafiar al cielo con sus estridentes


máquinas voladoras, pero sin prescindir de la moral que tenía
cuando saltaba entre las ramas de los árboles.»
SEVERO OCHOA
Premio Nobel de Fisiología y Medicina, 1959

«Solamente una vez abre el hombre los ojos. Es en el momento


de morir, y aún entonces, se apresuran a cerrárselos.»
H. BORDEAUX

«Cuando la mente se ha calmado, aparece el YO en su verda-


dero estado y no tenemos que hacer el más mínimo esfuerzo para
recibirlo.»
SwAMI PARAMANANDA

«El inconsciente puede reservarnos mensajes esenciales para


aquellos oídos que sepan ponerse a la escucha.»
JUNG
8 J. ROCA MTJNTAÑOLA

«¡Nada muere! Una rosa que ha florecido una vez, florece


para siempre.»
J. W. DUNNE

«Toda nuestra vida pasa a través del cuerpo, pero nosotros


no estamos en nuestro cuerpo... »
OLIVER QUANT

«La Credulidad es el atributo de los ignorantes; la decidida


incredulidad el de los sabios a medias; pero la duda metódica,
es de los hombres instruidos.» PRÓLOGO
Cius

«Todos los hombres tienen cualidades que jamás usan. Todos


hemos de aprender a desarrollar y aprovecharnos de los poderes
latentes que por ignorancia no empleamos corrientemente.»
J.R.M.

«...el pensamiento, que es producto del tiempo, no puede en-


contrar jamás lo atemporal.»
J. KRISHNAMURTI
8 J. ROCA MTJNTAÑOLA

«¡Nada muere! Una rosa que ha florecido una vez, florece


para siempre.»
J. W. DUNNE

«Toda nuestra vida pasa a través del cuerpo, pero nosotros


no estamos en nuestro cuerpo... »
OLIVER QUANT

«La Credulidad es el atributo de los ignorantes; la decidida


incredulidad el de los sabios a medias; pero la duda metódica,
es de los hombres instruidos.» PRÓLOGO
Cius

«Todos los hombres tienen cualidades que jamás usan. Todos


hemos de aprender a desarrollar y aprovecharnos de los poderes
latentes que por ignorancia no empleamos corrientemente.»
J.R.M.

«...el pensamiento, que es producto del tiempo, no puede en-


contrar jamás lo atemporal.»
J. KRISHNAMURTI
Son infinitos los misterios y procesos maravillosos pero eter-
namente insondables que nos rodean. De algunos pocos, conocemos
su verdadera existencia, los tenemos clasificados y los estudiamos
con el deseo de conocerlos bien. De otros nuestra ignorancia es
absoluta, aunque los encontramos a cada paso, hasta diría a cada
momento. Por credulidad, por tendencia a creer en lo oculto, o
por simple ignorancia, más de un acontecimiento ha sido consi-
derado como verdadero enigma en contra del juicio expresado por
los más entendidos metapsíquicos y parapsicólogos, porque entre
los misterios aparentes, y los verdaderos, se abre un abismo enor-
me, infranqueable, y querer levantar el velo que los oculta, así
como así, sería hasta insensato. Pero creer y maravillarse en un
mundo de maravillas y de tantos y tantos enigmas, es la tarea que
el destino ha deparado al hombre.
Particularmente aprovecho esta oportunidad para dedicar «al-
gunas» de estas historias y hechos fenomenológicos dentro de cierta
vertiente de la temática parapsicológica, a todos los autodidactas,
que es tanto como decir a la casi mayoría de estudiosos españoles.
Pero nada de magia, nada de fantasías o misterios dudosos para
salir del paso. Tengo la seguridad que en alguna historia vivida
trato de «algo» que todavía no estamos capacitados para definir,
menos juzgar, ya que desconocemos más cosas de las que podría-
mos saber si en realidad el ser humano pudiera vivir quinientos
años dedicando la mayoría de ellos al estudio.
Estamos en las últimas décadas de un siglo que en ciencia y
12 J. ROCA MTJNTAÑOLA

tecnología ha sido maravilloso, aunque desgraciadamente, no siem-


pre para bien. Pero llegará día en que hablar o escribir sobre
estas historias, estos hechos que para algunos son extraños, hará
reír, pues sea todavía en ésta o en otra civilización más avanzada,
es muy posible que el ser humano pueda volar sin precisar de
medios mecánicos; pueda hacerse invisible a voluntad, y pueda
comunicar sus pensamientos sin necesidad de hablar ni escribir,
y posiblemente otras cosas, que si intentara tratarlas tan sólo
como curiosidad, parecería auténtica ciencia-ficción.
En «Viaje al Antiuniverso» trato exclusivamente de ciertos he-
chos reales como son la clarividencia viajera, el viaje telepático,
los desdoblamientos, las bilocaciones, el auténtico viaje astral, el
«vardager» o vardogr (proyección psicofísica del yo astral), cualidad
hereditaria en algunos lugares de la península escandinava; técni-
cas de relajación dirigidas por uno mismo, consideraciones y opi-
niones científicas en experiencias de laboratorio; los conocimientos
superiores en los límites de la frontera, etc. Pero algunas veces ten-
dré que apartarme de la línea «científica» o enmarcada dentro de
un determinado postulado o escuela, ya que se trata de conocimien-
tos que realmente han sido poco estudiados, confundidos muchas
veces con prácticas espiritistas de un ayer, o bien con burlón es-
cepticismo con que, todavía hoy, ciertos científicos acogen algo
tan normal, y para algunas personas hasta fácil, como es el autén-
tico viaje astral.
Aunque no me considere un científico, sólo un autodidacta,
siempre me he movido dentro de un campo de fría y racional expe-
rimentación parapsicológica. Bien es verdad, y no tengo por qué
negarlo, procedo del campo espiritista, experimental y doctrinal,
pues desde muy joven seguí los pasos de aquel gran astrónomo
espiritista, poeta de los cielos, y fantástico escritor francés, Camille
Flammarion (i Oh, aquella «Urania» que todavía es para mí un
libro de consulta!), quien, desde la época de Allan Kardec hasta
el día de su muerte, en 1925, siguió paso a paso la evolución espi-
ritista, como también lo hizo científicamente otro gran poeta de
VIAJE AL ANTIUNIVERSO 13
los cielos, el astrónomo J. Comas y Solá, auténtica gloria de la
astronomía española.
Las ideas de ambos astrónomos, considerados entre los pri-
meros divulgadores científicos, fueron siempre espiritualistas, sin
mezcla de equívoco alguno. Ambos se colocaron en un terreno de
imparcialidad, abordando muchos temas de forma reflexiva y pres-
cindiendo de las falsas ilusiones, y sobre todo, de susceptibles frau-
des y gran cantidad de embaucadores, como sucede ahora con la
cantidad de «parapsicólogos» que salen diariamente al clarín de la
novedad. Una vez más recomendaría a todo aquel que se interese
por la parapsicología científica, leyera también las obras de Flam-
marion, pues sus experiencias fueron volcadas en diversas obras
que alcanzaron profusa divulgación hace unos años. Quizás estas
palabras sinteticen algunas de sus muchas conclusiones:
«No tenemos derecho alguno para afirmar que el hombre esté
compuesto únicamente de elementos materiales, y que la facultad
de pensar no sea más que una propiedad de la organización. Por
el contrario, poseemos las razones más íntimas para admitir que el
alma es una entidad individual y que ella es la que dirige las
moléculas invisibles e intangibles, que han constituido nuestro cuer-
po durante la vida del cuerpo humano. Ahora bien: ¿Qué es de las
moléculas invisibles e intangibles, que han constituido esa vida al
morir? Hay una gran duda: ¿Van a pertenecer a nuevos cuerpos?
¿Qué es de las almas, igualmente invisibles e intangibles? El alma
tiene la facultad de poder abandonar el cuerpo, porque el alma
pertenece al mundo psíquico, y vive en la contemplación espiritual,
en el orden de lo divino y lo absoluto.»
Creemos que el pensamiento de Camille Flammarion es suficien-
temente diáfano. Flammarion ya estudió en 1918 los fenómenos de
la proyección astral. En uno de sus libros ya nos dice que «tales
desdoblamientos pueden producirse sin peligro para la salud física
y espiritual siempre y cuando vaya dirigida por un buen "guru"
(profesor) y a ser posible al mismo tiempo, médico». Y ofrecía en
aquellas fechas claras descripciones sobre técnicas o «modus ope-
ranti» de la proyección del cuerpo etéreo, o cuerpo de luz. Claro

14 J. ROCA MUNTAÑOLA

que más tarde se publicaron libros, libros técnicos, como fueron


los de Sylvan Muldoon y Hereward Carrington, experimentadores
dotados con mucha experiencia, pues varias veces habían visitado
el Tibet, que aclararon muchas dudas, pero esto ya pertenece a la
historia y estos libros «técnicos» prácticamente están agotados y
son de difícil localización en Europa.
Es por ello que en esta serie de capítulos quiero afrontar con
toda mi buena voluntad y, sobre todo, con toda sinceridad, sin
tabús por parte de nadie, aspectos extraños de la misma vida, de
cosas que suceden aquí en nuestra Patria, y que vendrá día en que
no será necesario ir a Oriente para conocer técnicas relativas al
desdoblamiento o a la levitación, o bien al Brasil o a Filipinas, para
estudiar ciertas operaciones psíquicas, porque aquí también se efec-
túa tanto lo uno como lo otro. Aquí también hay hechos, también
suceden cosas a las que no damos toda la importancia que tienen,
unas veces por ridículo temor, otras por superstición o falsa religio-
sidad. No; no hay que ir a Oriente para encontrar ciertas «verdades»
o ciertos poderes, aunque aquí algunos de estos falsos orientales,
con su teatral farsa de «hermetismo», han descubierto las améri-
cas y no precisamente para hacer el bien... aunque se digan «ocul-
tistas ».
Por cierto que la palabra ocultismo, que a algunos asusta to-
davía o parece molestarles, es una noción general en que cada
persona cataloga cosas diferentes, ampliándolas o restringiéndolas,
según los casos, porque la mayoría de las personas, desgraciada-
mente, ignoran la verdad de lo que es el ocultismo que hoy ya no
tiene razón de ser. Para algunos la misma adivinación del pensa-
miento, la telepatía, la clarividencia, la telebulia o la misma psico-
cinesia, son considerados hechos maravillosos, mientras otras per-
sonas ven en ellos «hechos)) y fenómenos extraños, inexplicables,
hasta diabólicos, ignorando que estos «hechos» y fenómenos se
estudian hoy en día en 248 Universidades para ser exactos. Para
algunos las mismas precogniciones las consideran como un don
divino; para otros sólo son, como mínimo, supercherías. El espiri-
tismo frecuentemente calificado de superstición es defendido toda-
VIAJE AL ANTIUNIVERSO 15
vía hoy por muchos cerebros respetables de la misma ciencia. El
sonambulismo ya fue objeto de atentos estudios por parte de algu-
nos filósofos como Schopenhauer, mientras otros se contentaban
con una ligera e insignificante explicación totalmente vacía. Tam-
bién algunos se ríen de la quiromancia, y otros tienen gran fe en
ella como en la radiestesia, hoy considerada ciencia en toda Europa.
El Candomblé y el Vudú para algunos son religión, para otros
son ritos que lindan con la hechicería y la magia. El mismo Vudú
Petro de Haití ha sido tachado incluso de canibalismo en pleno
siglo xx. Tampoco el animismo que subentiende la «macumba»
(Brasil) no ha sido enteramente descifrado, terrenos inexplorados
todos que a algunos les hacen reír, pero la realidad es que son
muy pocos los profanos que han logrado presenciar íntegramente
estos ceremoniales secretos —como las auténticas misas negras—
donde sangre, muerte y espanto rodean la leyenda de estos cultos,
muchos de ellos ¡todavía hoy! son de raigambre africana que
trajeron los esclavos...
Terrible herencia y que en verdad no es ninguna broma.
Pero sea cual sea la exactitud de estas diversas opiniones, no
hay duda de que existen entre el cielo y la tierra cosas que en con-
junto sobrepasan los límites de un conocimiento ordinario, y que
debemos aceptar para estudiarlos, analizarlos y conociéndolos los
que no interesen destruirlos sea como sea, pues algunos son un
peligro. Pero hay también hechos maravillosos, que se han man-
tenido ocultos por muchísimas razones, algunas hasta infantiles.
Uno de éstos es precisamente el viaje o proyección astral, y para
mi forma de pensar, y por muchas razones, el más importante.
Que lo comprendamos o no, que sepamos cómo proceder, que nos
llegue a dominar el miedo, o que nos lo prohíba nuestra ética (?)
ésta es ya otra cuestión; pero que existen maravillas que sobre-
pasan nuestro entendimiento, hoy nadie puede ponerlo en duda.
Ahora bien, y como decía Laplace: estamos tan lejos de cono-
cer todas las fuerzas de la Naturaleza, todo su poder y sus múlti-
ples modalidades de acción, que sería poco filosófico negar la exis-
tencia de ciertos fenómenos, y de ciertos poderes, tan sólo porque
16 J. ROCA MUNTAÑOLA
no pueden ser explicados en el estado actual de nuestros conoci-
mientos.
Pero añadamos que hay una supina ignorancia sobre estos
temas. En la Argentina, en el año 1951, el doctor Orlando Cana-
vesio, adelantándose a sus colegas norteamericanos, empezó a uti-
lizar los electroencefalogramas (EEG) en la medición y control de
«ciertas» facultades, en sujetos que decían efectuar el viaje astral,
o como mínimo la clarividencia viajera, el mismo desdoblamiento,
etcétera.
Sobre la base de varios casos comprobados, elaboró una tesis
que, según mis noticias, llegó a presentar al Congreso de Utrecht
en 1954, fecha que marca para la parapsicología el comienzo de la
era moderna en los estudios de los fenómenos paranormales en
general.
En Estados Unidos, el estudio científico de dotados mediante
EEG comenzó en 1952 y en forma totalmente aislada. Lamentable-
mente el trabajo de Canavesio se vio interrumpido por su falleci-
miento al año siguiente de haber estado en Utrecht.
En la actualidad, las mediciones fisiológicas en Estados Unidos
se efectúan en varias Universidades, especialmente en individuos
que tienen frecuentes experiencias extracorporales; existen varias
teorías, por lo cual remito al lector interesado a la bibliografía
indicada al final de este libro, especialmente a lo publicado por el
doctor Charles T. Tart, profesor de Psicología de la Universidad
Davis, de California. Obtuvo el doctorado en 1963.
J. Rock MUNTAÑOLA
16 J. ROCA MUNTAÑOLA
no pueden ser explicados en el estado actual de nuestros conoci-
mientos.
Pero añadamos que hay una supina ignorancia sobre estos
temas. En la Argentina, en el año 1951, el doctor Orlando Cana-
vesio, adelantándose a sus colegas norteamericanos, empezó a uti-
lizar los electroencefalogramas (EEG) en la medición y control de
«ciertas» facultades, en sujetos que decían efectuar el viaje astral,
o como mínimo la clarividencia viajera, el mismo desdoblamiento,
etcétera. CAPÍTULO 1
Sobre la base de varios casos comprobados, elaboró una tesis
que, según mis noticias, llegó a presentar al Congreso de Utrecht
en 1954, fecha que marca para la parapsicología el comienzo de la LOS PRINCIPIOS Y LAS TECNICAS INDISPENSABLES.
era moderna en los estudios de los fenómenos paranormales en LOS PRIMEROS CONCEPTOS
general.
En Estados Unidos, el estudio científico de dotados mediante
EEG comenzó en 1952 y en forma totalmente aislada. Lamentable-
mente el trabajo de Canavesio se vio interrumpido por su falleci-
miento al año siguiente de haber estado en Utrecht.
En la actualidad, las mediciones fisiológicas en Estados Unidos
se efectúan en varias Universidades, especialmente en individuos
que tienen frecuentes experiencias extracorporales; existen varias
teorías, por lo cual remito al lector interesado a la bibliografía
indicada al final de este libro, especialmente a lo publicado por el
doctor Charles T. Tart, profesor de Psicología de la Universidad
Davis, de California. Obtuvo el doctorado en 1963.
J. Rock MUNTAÑOLA

2- VXAJB
Regreso del Más Allá!
¿Por qué regreso? ¿Es que acaso al hacer el viaje, salimos y
regresamos? ¿No hay otros mundos y están en éste; no hay otras
dimensiones, otros estadios, y están en éste...? ¿Dónde está, arriba
o abajo? ¿Dónde estás, dónde te encuentras, cuándo consigues salir
de tu cuerpo y vagar por el espacio sin fin? El anhelo de paz, la
búsqueda de la inmortalidad, el conocimiento de otras vidas, el
ansia de ir hacia las estrellas..., todo esto es algo que nos impulsa
inconteniblemente, desde los tiempos más remotos, hacia su reali-
zación: i salir, ver y regresar!
¿Es natural este apremio tan profundamente arraigado en
muchos pensadores? ¿Se trata, en realidad, sólo de un deseo hu-
mano? ¿O acaso hay algo más profundo detrás de cada esfuerzo
por conseguir la salida en cuerpo etéreo, quizás una nostalgia de
un ayer remoto, nostalgia de auténticos viajes «hacia las estre-
llas»... hacia el más allá?
Para mí no cabe duda de que nuestras ansias de ir hacia otra
dimensión la mantiene viva alguna herencia legada por los «dioses».
En nosotros actúan al mismo tiempo recuerdos de nuestros ante-
pasados terrenales y de nuestros maestros cósmicos.
Pero todo concepto nuevo produce un impacto en nuestra men-
te en el primer momento, mayor o menor, según sea la formación
cultural y espiritual; agradable o desagradable, según los gustos
y tendencias, y los conceptos que previamente hayan entrado a for-
mar parte de la conciencia como humano, hasta de nuestros moldes
20 J. ROCA MUNTAÑOLA

de pensamiento, ya que el individuo hace poco uso de su conciencia


superior donde radica la sabiduría; de aceptación o rechazo, según
la mayor libertad mental o las trabas de los convencionalismos, así
como la capacidad analítica y conceptual.
Una mente presionada por los convencionalismos, por ejemplo,
no es libre para razonar, por lo que arrastrará al individuo a la
incomprensión. Un individuo con miedo, con temor, sea éste de la
clase que sea, le sucederá exactamente igual. Para poder efectuar las
primeras pruebas se precisa ante todo una mente libre y muy clara,
y que pueda en todo momento razonar. Sólo una mente libre de
presiones «externas» puede ejercitar toda su capacidad de lógica.
No hay que salir «porque sí». Hay que salir con un propósito
determinado, con una finalidad, con deseos de hacer algo necesario,
y bueno. Tener presente que cuando frente a nosotros se abren
horizontes que antes desconocíamos, y con nuevas ideas, son ca-
minos alados que nos conducirán hacia la verdad. No permitamos,
pues, que nos cieguen nuestras convicciones anteriores, y no nos
aferremos, como el crustáceo a la roca, a la rutina sin sentido de la
vida material en el plano terrestre.
Examinemos desde el principio y con todo detenimiento los
nuevos horizontes, los magníficos horizontes que se nos presentan
«en otro plano», y analicemos con amor y también con toda since-
ridad, las nuevas ideas y los nuevos conceptos, antes de querer
avanzar más, de querer seguir adelante, hacia «otros estadios»...
Los diferentes conceptos de verdad mantenidos hoy por los
diversos conglomerados humanos en sus experimentaciones, sean
orientales o bien occidentales, han desplazado a otros conceptos
muy esotéricos, oscuros, del pasado. Pero tengamos presente tam-
bién, que muchos conceptos considerados hoy como verdades infa-
libles, mañana nos serán reemplazados por otros conceptos más
amplios, más reales, y quizá más espirituales desde su concepción.
En todas las cosas nuestro mundo de hoy ofrece la caracterís-
tica de una evolución en las ideas más perennes, y una revolución
en los conceptos. Los dogmas, tanto en las ciencias como en las
religiones, cambian con las épocas, cediendo ante el empuje de nue-
VIAJE AL ANTIUNIVERSO 21
vos descubrimientos y conceptos más amplios y más lógicos, que
son «nuevos» aspectos de la verdad, de «aquella» verdad de un ayer
para nosotros, físicamente hablando, que ya existían, y que había-
mos vivido, en otras existencias, pero que no recordamos, afortuna-
damente.
Y así lo refleja la historia de la humanidad. Muchas de estas
grandes verdades, como son el viaje astral, y la realidad de la reen-
carnación, son verdades que ignorábamos, pero no por ello cambian.
Lo que realmente cambia es la capacidad humana para compren-
derlo. A medida que el individuo evoluciona, su capacidad intelec-
tual va desarrollándose, a la vez que su capacidad conceptual se
amplía, y le capacita para ver más en lo profundo de las cosas y
comprender, paso a paso, nuevas verdades, por lo cual aconsejo al
neófito, al principiante, que debe empezar primeramente por el
yoga, por el auténtico yoga, y más tarde por ciertas técnicas de
relajación dirigidas por uno mismo, que lo harán dueño de una
voluntad de acero, capaz de cualquier proeza; para esa evolución
bio-psico-espiritual del hombre, para ese contacto espiritual con el
mundo invisible, empezad siempre por practicar profundamente el
yoga.

Yoga

Muchas de las técnicas del yoga hoy las estudia hasta la misma
sofrología médica —hipnotismo—, ya que estas técnicas interesan
para el tratamiento de enfermedades psicosomáticas que son las
más comunes de la humanidad actual, especialmente en el hombre
moderno, por la rapidez en que vive y que es víctima de tensiones
que dificultan las normales relaciones entre todos los humanos.
Toda enfermedad tiene a veces una causa mental, como la
pesadumbre, el miedo, el dolor, el pánico, los celos, el pesimismo y
el abatimiento, etc., que minan la salud y destrozan el sistema ner-
vioso, disminuyendo la resistencia de todo el organismo. Todo esta-
do negativo de ánimo crea en el organismo elementos nocivos y

22 J. ROCA MUNTAÑOLA

hasta tóxicos, cosa ya sumamente conocida de la medicina, mien-


tras que una sensación de bienestar, de satisfacción, como el amor,
el placer, el buen humor, y los pensamientos agradables, estimulan
la curación de cualquier enfermedad del organismo. Ello está total-
mente comprobado en todo el mundo; por lo tanto es importantísi-
mo tener siempre —y más aquel que intenta hacer el viaje astral—
un perfecto equilibrio mental, y ello se consigue practicando las
técnicas psicosomáticas orientales, el yoga, desde el desarrollo de
la voluntad, al dominio de la mente, ya que todas las perturba-
ciones físicas, incluso las enfermedades de carácter contagioso,
tienen su origen en causas psíquicas.
Como es sabido las verdaderas técnicas del yoga, al dominar-
las, se consigue un verdadero dominio de la materia, y algunos
maestros, los conocidos «gurús» alcanzan edades medias de cien
años, y pueden vivir en cuevas o en sótanos con temperaturas de
hasta 20 ó más grados bajo cero, y sin usar apenas ropas de abrigo.
Según los «Hatha-Yoguis» hay una causa en las enfermedades
de toda clase y que son las miríadas de minúsculos e invisibles se-
res, que considerados en conjunto, no son más que la encarnación
del espíritu del mal y que solamente atacan al hombre (al decir
hombre me refiero al ser humano) que les abre las puertas de su
alma... O sea; que en un estado que el ser humano, su espíritu, sea
noble, constituye la perfecta protección del cuerpo. Adiestrando
nuestro espíritu, puede conseguirse la inmunidad del cuerpo. Hay
que ejercer la voluntad continuamente, siempre; ello supone ciertas
privaciones, y un vivir más de acuerdo con la madre naturaleza.
El yogui tiene que ser totalmente integral. El verdadero yoga va
ahondando en su interior, un poco más cada día, abriendo, desha-
ciendo, entregando, ¡no apretando!; el yoga va en busca, siempre,
de Dios; evita lo superficial, pues lo destierra. Nos dice que debe-
mos amar más y exigir menos; el yoga es expansión, es irradiación,
y sin miedos nos obliga a darlo todo interiormente, pues nos dice
que «cuanto más des, más lleno quedarás por dentro».
El verdadero yoga conoce todas las filosofías, tanto orientales
como occidentales.
VIAJE AL ANTIUNIVERSO 23
Pero, ¿qué es, realmente, el yoga para nosotros los occidenta-
les...?
La palabra sánscrita yoga sabemos que significa unión, bien
sea con algún ser o con algún objeto. Desde el punto de vista de la
práctica la palabra significa también el medio de realizar dicha
unión. En el caso presente, y generalmente en Teosofía, el yoga
determina la unión del hombre personal con la parte más elevada
de su ser; lo físico con lo psíquico; el cuerpo con el espíritu, por-
que conviven, cohabitan y se influyen mutuamente, a través del
alma.
La materia es imperfecta, estigmatizada por el pecado... pero
el hombre es un conjunto de materia y espíritu...
Cuando al fin la ascensión se limita con los planos conexos de
la conciencia ordinaria, el método que afecta a la personalidad del
alumno es llamado Hatha-Yoga, y cuando se refiere a la superior,
es llamado Raja-Yoga, y de este modo puede seguirse indefinida-
mente.
Este es el significado de la palabra, pero nosotros sabemos que
lo realmente importante es el Raja-Yoga, pero antes, hay que em-
pezar por el Hatha-Yoga, y bien conducido por el profesor —cada
edad, requiere un tipo especial de yoga— poco a poco se podrá
llegar al Raja-Yoga, y con ciertas técnicas de relajación, meditación
trascendental y...
El yoga es una ciencia de una psicología perfecta, que considera
al hombre bajo todos los aspectos, que lo comprende perfecta-
mente, así como a su conciencia y sus vehículos. No es solamente
una ciencia de la conciencia abstracta, sino también una ciencia
de la inteligencia que funciona en todo nuestro ser.
Ante todo, insisto en afirmar que el yoga es una ciencia y no
una práctica religiosa; no es una plegaria, ni tampoco la abnega-
ción o el altruismo, ni tampoco una nueva gimnasia como algunos
dicen, dado su natural desconocimiento, que así es. Ahora bien:
el yogui puede utilizar la plegaria y el altruísmo, y la misma abne-
gación, pero solamente como un medio, porque el yoga es una
24 1 J. ROCA MUNTAÑOLA

ciencia, y aquel que no se interese por la ciencia, no debe interesar-


se por el yoga.
El yoga tampoco es para el devoto, sino para el hombre de
ciencia, para todo aquel que tenga un espíritu inquieto, hasta re-
belde o inconformista, y desea tener un día el perfecto conocimiento
de las cosas; para aquel que jamás marcha con los ojos cerrados
por un camino, sino que quiere siempre comprender, ¡saber!, siem-
pre ver por sí mismo, sin miedos y sin que le engañen.
El yoga es conveniente, casi diría necesario, para conseguir
después ciertas «técnicas» muy convenientes, casi imprescindibles.
La finalidad del Hatha-Yoga, con sus tres disciplinas de la respira-
ción, los ejercicios físicos (llamados asanas) y la relajación princi-
palmente, representa en primer lugar la desintoxicación de nuestro
cuerpo; por lo tanto el Hatha-Yoga ha de ser para nosotros, ante
todo, una higiene. Se aspira también a conseguir la salud en su
forma más apetecible: rejuvenecimiento visible, perceptible y com-
probado. Ahora bien, para conseguir más tarde poder efectuar a
voluntad, sin drogas, la clarividencia viajera —también sin hipno-
sis— o el mismo desdoblamiento, lo considero indispensable, apar-
te, como es natural, de otras técnicas de los verdaderamente inicia-
dos.
Igualmente es indispensable no fumar, no tomar alcohol, y
algunas otras renuncias «casi» indispensables.
Como base de salud y rejuvenecimiento, el yoga, en sus dos ver-
tientes de Hatha y Raja, debería ser suficientemente comprendido,
hasta para ser impuesto como una asignatura más en todos los
colegios, como se está imponiendo en Estados Unidos de América y
en la Unión Soviética. Pero para muchos lectores este rejuveneci-
miento no es precisamente lo que habían estado esperando del
yoga. Así sucede en especial con las personas jóvenes, para las que
el rejuvenecimiento no tiene ningún atractivo. Por su parte, algunos
lectores maduros temerán, tal vez, que al practicar el Hatha-Yoga
penetrarán tan sólo en una doctrina oriental de simple cultura físi-
ca, que sólo predica la higiene, sin prometerles —por sí sola— el
tan esperado consuelo de una ampliación de sus conocimientos. En

VIAJE AL ANTIUNIVERSO 25
primer lugar esperan del yoga (unos y otros) poder conseguir una
profundización de la vida, hasta una concentración del «yo». Al ce-
der el primer plano a las necesidades espirituales, esperan también
lograr una valiosa ayuda para las llamadas «disciplinas puramente
mentales» del Raja-Yoga. Pues bien, efectivamente es así: hasta
se consigue rápidamente una espiritualización fantástica, y lo que
es más importante todavía: se pasa a «comprender», a «asimilar»
inteligentemente el porqué y el cómo de muchas vivencias que antes
no se comprendían y más bien asustaban, o bien despreciábamos
olímpicamente, de forma totalmente inconsciente.
Pero la práctica de la sinceridad, y también de la humildad,
exigen al mismo tiempo una aclaración. Aún cuando es justo y loa-
ble considerar la espiritualización como la finalidad más impor-
tante, no esperen que el camino para conseguirlo sea fácil. La espi-
ritualización se halla al final y no al principio de todos los esfuer-
zos. Colocarla al principio de todos los esfuerzos, sería una falta de
lógica derivada de un curioso desprecio de lo físico, a lo cual el
oriental es completamente ajeno. Principalmente al hindú, le parece
de la peor soberbia observar la forma irracional en que los occi-
dentales procedemos con nuestro cuerpo, cómo lo maltratamos,
cómo abusamos de él y cómo lo explotamos con tan indescriptible
falta de consideración y mínimo aprecio.
El occidental se ha acostumbrado a considerar su cuerpo como
si fuese una especie de caballo —un animal de carga— que en todo
momento debe marchar al galope. Cuando se cansa, se le espolea
y se le golpea con el látigo. Traducida esta comparación a la vida
moderna de la estupenda «sociedad de consumo», el látigo se ha
convertido en las toxinas estimulantes, y la espuela, en el aguijón
de la concentración para aumentar el rendimiento. Con ayuda del
tabaco, el alcohol y otros estimulantes, el occidental procede con su
cuerpo con mayor crueldad que con cualquier caballo.
Es una cosa natural para un oriental, que en el estudio y prác-
tica del yoga, antes ha de aprender a tratar fraternalmente el pro-
pio cuerpo, o sea, por lo más sencillo, aumentando poco a poco su
contenido, hasta llegar a ser digno de penetrar en las más elevadas

26 J. ROCA MUNTAÑOLA

esferas del yoga. El conjunto total del yoga semeja un rascacielos.


Las tres primeras plantas corresponden a las tres disciplinas del
Hatha-Yoga: respiración, ejercicios (Asanas) y relajación. Lo que se
levanta encima de éstas, pertenece al Raja-Yoga. (También hay
otros estados que deben ser alcanzados, pero no son del caso ahora.)
Un monje hindú, o un Lama, consideraría como una presunción
que alguien intentara, de repente, alcanzar la cumbre con una espe-
cie de «ascensor rápido». Es una cosa natural para el mismo novicio
—y también para cualquier hindú— que se conquiste la cima, planta
por planta, con el propio esfuerzo. No se aviene a su mentalidad el
concepto de una especulación intelectual que desprecie los grados
del Hatha puramente físicos, y pretenda llegar inmediatamente a
los pisos superiores, y penetrar en los últimos secretos.
La honradez del fin propuesto hace precisa una absoluta clari-
dad, tanto para lo asequible como también para lo que no se puede
anhelar. No deben alimentarse vagas esperanzas, ni deseos místicos,
pues el más mínimo fracaso sería mortal para la pequeña llamita de
los buenos propósitos. Si deseas conseguir «una salida del cuerpo»
inteligente y totalmente dirigida por ti mismo y siempre dueño de
ti, empieza por renunciar a todo vicio y a todo lo superfluo; sigue
con el yoga, empezando por el Hatha, continúa después con el Raja,
profundiza y mentaliza todas las técnicas de relajación y relax
que se explican a continuación. Si lo haces así, sin renuncias poste-
riores, conseguirás lo que te propongas y será tal tu poder, que tú
mismo te asustarás en más de una ocasión, pero piensa bien antes
a lo que debes renunciar.

Técnica de relajación dirigida por sí mismo (1)


Siempre es factible relajarse, en todo momento; aún en estado
de auténtica actividad puede realizarse un relax parcial sumamente

(1) La indicada técnica de relajación ha sido publicada, en síntesis, en algunas


revistas de carácter espiritualista, de yoga, teosóficas, etc., de América. Se dice que
de parte de ella es autor el ex Lama Swami-Dawa Sanidup, del Monasterio de la
VIAJE AL ANTIUNIVERSO 27
conveniente. No obstante, más fácil y eficaz resultará en estado de
inercia completa del cuerpo, al punto de dejar de sentirlo. Ésta es
la relajación dirigida por uno mismo.
Es posible sacar un provecho terapéutico y hasta de reposo de
relax mientras estamos andando, trabajando, comiendo, divirtién-
donos. Para ello es preciso entrenarse a mantener en estado de laxi-
tud relativa las partes del cuerpo que no están implicadas en la
tarea del momento. Por ejemplo, y sucede a menudo: estamos le-
yendo el periódico y muchas veces inconscientemente, estamos za-
pateando el suelo con el talón o la punta del pie. Al mismo tiempo,
según sean las noticias que estamos leyendo, contraemos el sem-
blante, o bien seguimos moviendo los dedos sin motivo alguno.
Cuando uno está inactivo o puede dejar de lado sus ocupacio-
nes, debe gozar de unos instantes de auténtico reposo, eliminando
tensiones y asimilando al mismo tiempo fuerza vital, fuerza ener-
gética —prana— calma, y búsqueda de salud psicosomática de la
que tan necesitados estamos en esta época de tensiones, sobresaltos
y un vivir «contra reloj»...
Existen varias posturas para lograr el relax auténtico. Quizás
unas son más propicias que otras, pero sólo trataré en este libro
del relax que en nuestro idioma conocemos por «postura de cadá-
ver» o sea el auténtico «shavasana». Veamos tal como se practica en
algunas lamaserías o conventos (monasterios) de Sikkim, Bhutan,
Tibet, etc., para los novicios.

Método a seguir
Acuéstese sobre la espalda, los miembros apoyados sobre el sue-
lo, como si estuvieran muertos. Es conveniente que en el suelo, a
no ser de madera, tenga una buena alfombra, hule o cualquier cosa
que evite de verdad el paso de la humedad, cosa que es muy impor-
tante. Cierre los ojos con naturalidad, como si fuera a dormirse. Los

Penitencia de Tak-Sang, en el Reino de Bhutan, y últimamente en el de Wat Phra.


Keo al servicio del Buda Esmeralda, en Bangkok. - (Nota del autor.)
28 J. ROCA MUNTAÑOLA

brazos deben formar con el cuerpo un ángulo de 45 grados aproxi-


madamente. Las manos flojas, las palmas hacia arriba, sin forzar,
totalmente naturales. Los dedos, igual; las piernas sueltas, mien-
tras que los pies, distante uno del otro, tendrán sus puntas caídas
hacia afuera. El semblante diáfano, sin contracción alguna. La ca-
beza en posición que no implique el menor esfuerzo del cuello. Por
razón anatómica, o fisiológica, se aconseja a ciertas personas el
uso de un pequeño almohadón. La mandíbula suavemente abierta,
los labios apenas deben tocarse y la lengua tocará levemente, y
suavemente, la parte posterior de los incisivos.
Ésta es la primera fase.
Conseguido esto, que como se verá practicándolo no tiene nada
de difícil en ningún concepto, la inmovilidad será total. Pero no
ceda ahora al deseo de rascarse que generalmente se produce enton-
ces, como el de tragar saliva, mover los dedos, o los tobillos; tam-
bién los dedos de los pies. Si uno no se mantiene totalmente inmó-
vil, no sabrá lo que es la relajación auténtica, como la practican
allí, pues es precisamente la tensión del ajetreo continuo de la vida
moderna lo que determina que- nos movamos. Es un reflejo condi-
cionado.
Ahora cuide con sumo cuidado su actitud psicológica. Toda esta
parte del método la escribo dirigiéndome a usted, como si se tra-
tara realmente de una clase, de una lección. Precisa que mentalice
cuanto estoy diciendo, y precisa que se aleje totalmente de sus
problemas, aflicciones e incomodidades de la vida, cuando practique
el método principalmente. Abandónese totalmente confiado —o
confiada— en las manos de Dios. Deje todo de su cuenta; deje des-
de ahora que su respiración actúe sola, sin fuerza, y no interfiera
en lo más mínimo, y sobre todo no fuerce su normal ir y venir, ¿me
comprende? Sobre todo quédese como un observador neutro. Pón-
gase al margen, deje a su «yo» egocéntrico tranquilo, y que sea un
testigo silencioso, pues notará (no la primera vez) que poco a poco
se vuelve calma.., calma.., y descansa y es cada vez más discreto,
hasta que parece que desaparece del todo, lo que en realidad no
acontece, aunque lo parezca. En estos instantes que preceden al
VIAJE AL ANTIUNIVERSO 29

auténtico relax, el pulso es menor. Pues bien, y recuerde que llegará


un momento en que sentirá como si estuviera extinguiéndose, pero
si agudiza la mente, se sorprenderá con una tenue y armoniosa respi-
ración que parece interna. Se trata, como usted comprobará, de una
sensación agradabilísima, y que sólo por ello ya vale la pena de
haberlo intentado.
Conseguido esto, a partir de ahora se debe enfocar la atención
en las varias partes del cuerpo comenzando primero por las piernas.
Busque ante todo sentirlas mentalmente, pero no mueva ni un
músculo, como si tomara conciencia de ellas únicamente, tratando
de verificar si quedan aún áreas tensas. Aproveche el ritmo de espi-
ración para principiar a ordenar mentalmente que se deben relajar,
aflojar —repítaselo varias veces, con insistencia— y quedarse muy
pesadas. Hay que repetirse muchas veces estas órdenes, así como
que los pies deben ablandarse, quedarse sueltos, desligados...
Cumplido esto con las piernas, cuando lo haya conseguido,
proceda en la misma forma con las demás partes anatómicas, es-
pecialmente y con mucho cariño y empeño (hay que tener mucha
imaginación y voluntad) en los puntos siguientes: el epigastro, o
sea la boca del estómago, hacia el plexo solar, corazón, pulmones,
brazos, cuello, quijadas, interior de la boca, labios, nariz, ojos, cabe-
za, cuero cabelludo y estructuras cerebrales especialmente la de la
zona más central de la cabeza, buscando relajar el tálamo, el hipotá-
lamo y la hipófisis.
Luego de haber aflojado el cuerpo para profundizar aún más
el estado de auténtico relax, usen el método conocido en el yoga por
Sri-Mishra, llegando al estado de letargia de los tejidos de las pier-
nas, el tronco, los brazos y la cabeza. Para ello imagine que está
logrando agotar la energía nerviosa de las piernas, a la par que se
está sugestionando:
- No puedo mover las piernas! ¡ Están pesadísimas y no me
obedecen! ¡ No siento para nada las piernas! ... etc., etc.
Cuando de verdad deje de sentir el cuerpo, pero totalmente,
habrá realizado el reposo más profundo y habrá permitido en pocos
minutos el descanso, que precisaría de horas en un lecho cualquiera.
30 J. ROCA MUNTAÑOLA

Gozarán entonces de la paz de un niño que sin problemas, temores


o conflictos, se entrega amorosamente a los brazos protectores de
la madre. En este estado se hallan igualmente mecidos en los bra-
zos cósmicos de la Madre Divina de los que nadie sale con tris-
tezas en el alma, heridas en las carnes, ni lágrimas de amargura
en los ojos. No hay experiencia mejor, pues no hay palabras para
describir esta experiencia bienaventurada en el reino de la Paz
Omnipotente.
Al llegar a este estado, les sucederá que la ausencia del fardo
del cuerpo les permitirá ahora asistir al cinemascope de la mente,
o sea los de la propia «sustancia» mental que los Lamas llaman
Chitta. Ello es posible, porque las sensaciones externas se calma-
ron. Por ello el relax debe anteceder a la práctica de la limpieza
mental.
El método de relajamiento es igual para las demás posiciones,
con excepción de la de pie, complicada, y que no es del caso ahora,
ya que por otra parte son poquísimas las personas que lo usan.
Pero para una posición de sentado, en lugar de estar acostado, se
debe usar un sillón confortable, pero no uno de esos que obligan a
la persona a estar casi acostada, con el cuerpo doblado como un
paquete. (A esto se le llama confort o superconfort en las casas de
muebles.)
¡ Nada de sillones cómodos, nada de sillones que se hunden!
Deséchenlos, rehúsen estos artilugios, pues es necesario conservar
una postura que nos recuerde la de un egipcio. Los pies apoyados en
el suelo, con naturalidad; la espalda vertical, totalmente vertical,
pero sin esforzarse, natural. La cabeza en la prolongación de la
espalda, recta, pero sin forzada rigidez, normal. Las manos abiertas
naturalmente y las palmas siempre hacia arriba. Los ojos cerrados,
dulcemente. En lo demás, todo exactamente igual a lo indicado an-
teriormente.
Esta es la postura normal para los ejercicios espirituales y
psíquicos. Este método representa asimismo la mejor posición para
quien desea aprovechar unos minutos en su propio despacho, ha-
bitación de trabajo, o durante un viaje en avión, tren, etc.
VIAJE AL ANTIUNIVERSO 31

Efectos psicosomáticos comprobados

Son infinitos, pero indicaré los principales, a saber:


Recuperación rápida y completa de la fatiga de cualquier índole.
Sana trastornos funcionales producidos por el exceso de tra-
bajo y por la tensión, o el «stress» de hoy en día.
Armoniza los procesos mentales.
Limpia las trabas psíquicas de origen emocional.
Deshace rápidamente los obstáculos derivados de las contrac-
ciones musculares permanentes.
Armoniza la economía energética del cuerpo y de la mente.
Enriquece y profundiza la vida afectiva.
Posibilita la vivencia de la paz, y el ahondamiento de la con-
ciencia.

Algunas observaciones a tener en cuenta

No se preocupen si al principio les acontece de pronto una u


otra sacudida de algunos de los miembros, ni por ciertas imágenes,
como rostros, figuras, escenas, paisajes, hasta voces que parecen
«externas». No tomen esto como algo misterioso o religioso, no.
Sigan y tales manifestaciones les dejarán en paz a los pocos se-
gundos.
Y ahora atención: al alcanzar cierta profundidad de relajación,
ciertas personas sienten de pronto la fuga del cuerpo, aunque no es
muy frecuente que suceda. Es lo que solemos llamar «falsa fuga»
del cuerpo etérico (astral) especie de doble, que es proyectado por
el cuerpo físico espontáneamente, o bien también puede serlo ex-
perimentalmente, pero nunca está desprovisto de efectos físicos, ya
que no es auténticamente un cuerpo no físico astral. Pero repito:
raras veces ocurre con las personas comunes, que no anduvieron
antes de forma errónea desenvolviendo ciertos poderes como di-
ríamos festivamente...

J. ROCA MUNTAÑOLA
32
Si en alguna ocasión, a pesar de todo, sintieran que se han ido
demasiado lejos y no desean hacerlo -¡atención a ello! - sólo de-
ben respirar más fuerte, más hondo, y acentuando la respiración,
les será muy sencillo moverse y suspender el proceso iniciado con-
tra su voluntad. Pero de todas maneras no teman: no hay peligro
alguno, por el motivo de que nada han hecho que sea especial:
todo es natural. Nadie en este caso concreto debe temer el riesgo
mayor de «salir» y... no volver. Quien se entrega a Dios Padre ja-
más será traicionado, y nadie o nada le podrá perjudicar. Quien no
quiere salir del cuerpo, no saldrá; esto es seguro. Ahora bien; a los
que se han entregado mal aconsejados en sospechosas prácticas de
un desfasado esoterismo dudoso, o en ciertas prácticas «orientales»,
guiados por «fraternales» maestros, que se autodenominan «gurús»,
generalmente de gran verbosidad, disfrazados con místicos «ropa-
jes», mitad budistas y mitad católicos, que se anden con mucho
cuidado, pues sus falsas y peligrosas enseñanzas, como mínimo, les
conducirá a una segura neurosis.
Déjense de prácticas espúreas de «aprendiz de hechicero orien-
tal». Hace tiempo que se les va a la caza, y si bien quieren «distraer-
se» en sus ratos de ocio, que se dediquen a practicar el Yoga, la
Meditación Trascendental, o bien a auténticas prácticas espiritua-
les, y no harán mal a nadie, al contrario.
Las enseñanzas de verdaderas salidas del cuerpo somático, la
verdadera proyección astral, es terriblemente peligroso intentarlo
en la ciudad, en cualquier ciudad, y también lo es intentarlo en
grupo, sin poseer unas cualidades y una técnica que no se alcanzan
así como así. La proyección astral es muy difícil a pesar de ser,
como decía un Lama, «la ciencia más exacta y natural, tan exacta y
natural como pueden ser la física y la química». Se puede realizar,
se puede conseguir, si somos sabiamente conducidos por un ser de
una espiritualidad elevada, conocedor de todas las técnicas, y noso-
tros ante todo muy seguros de nuestra salud, pero principalmente
de nuestro corazón, y riego sanguíneo. Pero tened presente que
estos estudios, y por lo tanto las prácticas, nunca se efectúan den-
tro de una ciudad, cosa muy fácil de comprender si se tiene en
VIAJE AL ANTIUNIVERSO
33
cuenta la falta de quietud, de silencio, que hay en ellas. En estos
estudios, asisten como máximo dos alumnos, y éstos, por lo gene-
nal, son personas que antes renunciaron a todo lo material, y efec-
túan dichos estudios solamente, únicamente, para cumplir un fin
concreto, para hacer un bien, y jamás con malsana curiosidad, como
les apetece a muchos «snobs» en las que abundan las féminas...
Y por último. Es importante saber que cuando se desea el re-
lax en estado de vigilia, o sea sin «apagar», sin perder la conciencia,
sin dormir, sin ninguna clase de efecto narcótico, o sea en la situa-
ción de la meditación y de otros ejercicios espirituales puros, en
que debemos quedarnos totalmente despiertos, como es el relax de
la mañana antes de empezar el trabajo, el comando del relax debe
hacerse desde la cabeza hasta los pies. A la inversa, cuando se desea
vencer el insomnio, antes de dormir, por lo cual se procederá en la
forma indicada al principio (de los pies a la cabeza). Ahora bien:
las personas que por lo que sea, temen el «desligamiento» o sea el
«desdoblamiento», la salida del cuerpo físico, pueden también pre-
ferir el comando desde arriba hacia los pies, y nunca al revés. Ha-
ciéndolo así, tranquilos.
Si su personalidad es fuerte, hasta violenta, y lleva una vida
agitada, procure siempre relajarse como mínimo una vez al día.
Deje las decisiones más importantes para después de un buen relax,
y si antes ha podido hacer un cuarto de hora de yoga, mejor toda-
vía. Si alguna vez se siente nervioso, irritado (con, o sin causa real),
la cabeza hirviendo amenazada por una ola de ira, cosa tan fre-
cuente por desgracia en nuestra actual forma de «mal» vivir, encié-
rrese en un lugar tranquilo y bien ventilado, y sentado, únicamente
sentado, como se ha indicado anteriormente, ordene su relajamien-
to. Piense en todo momento que es «usted» quien manda, no su
cuerpo, y... el cerebro también es su cuerpo.
Si lo hace así, poco a poco será otra persona. Usted y otros lo
notarán.

3-VIAJE
34 J. ROCA MUNTAÑOLA

La meditación

«Al meditar es como si regáramos el árbol de la persona», se-


gún dijo una vez Maharishi Mahesh Yogi, el gran maestro de la
Meditación Trascendental. Esta clase de meditación procede de los
vedas, consiguiéndose un mayor descanso e inteligencia. La mente
experimenta estados de pensamiento más elevados, al tiempo que
se producen una serie de cambios metabólicos muy importantes.
Cuando se medita, disminuye el consumo de oxígeno, así como
la normal eliminación de dióxido de carbono, el rendimiento car-
díaco, el ritmo de la respiración y del corazón, y en definitiva, el
total ritmo metabólico del cuerpo se reduce en un veinte por ciento
como mínimo. Es entonces cuando el organismo alcanza un profun-
do estado de descanso, mientras que la mente está completamente
despierta y capaz para responder a los estímulos que le lleguen.
Esto, que los grandes meditadores llaman el «cuarto estado», es el
momento cumbre de la técnica de la meditación. Gracias a este
estado maravilloso, y bucólico al mismo tiempo, se logra un mayor
placer y plenitud en la vida afectiva. Las tensiones y fatigas desapa-
recen, y la persona se «libera» pudiendo afrontar situaciones com-
plejas con un aumento de claridad de percepción e inteligencia
creativa únicas.
El yoga, como he dicho anteriormente, significa unión, unión
de cuerpo y mente, y supone una dedicación completa. En cambio,
la Meditación Trascendental es una técnica muy simple. También
busca la armonía cuerpo-mente, pero no a base de ejercicio físico
alguno, excepto el mental. Es una técnica mental que empleada
durante unos minutos diarios se consigue un cambio total y se
trasciende al pensar, conduciendo la mente al subconsciente.
También proporciona un descanso más profundo que el dormir,
eliminando ciertas tensiones que no eliminaría el sueño más repara-
dor. Por ello se clasifica la percepción y uno actúa a partir del
relajamiento por lo que la capacidad de creación, actuación e ima-
ginación, queda sensiblemente intensificada.
VIAJE AL ANTIUNIVERSO 35
La Meditación Trascendental en parte está influida por la mis-
ma autosugestión controlada, y en parte es auténtica ciencia. Esta-
dos Unidos, siempre tan amante de las novedades y de las técnicas
que realmente tengan una utilidad, se ocupa de experimentar con
ella en cuarenta y tantas universidades del país. La han considera-
do auténticamente benefactora, y parece mentira que otros países
que se las dan de adelantados en todos los conceptos, no se hayan
dado cuenta de algo muy primordial y que deberían tener en cuen-
ta, pues sirve especialmente para reformar a drogadictos, alcohóli-
cos y fumadores. La Meditación Trascendental puede servir asimis-
mo como terapéutica para determinados individuos que tienen
«otras» taras, principalmente psíquicas, y también posee la virtud
de eliminar tensiones siempre molestas, especialmente aquellas
tensiones que experimentan a veces ciertos hombres en la llamada
segunda edad.
Realmente bastan sólo unos pocos minutos cada mañana, y
otros pocos al acostarse, para conseguir un mejor bienestar. Pro-
fundizando un poco en ella se pueden eliminar totalmente vicios
que de momento sólo estaban «in mente», pero a no dudar, peli-
grosos. Combate todos los falsos delirios de la civilización moderna,
el tan conocido «stress», tensiones vulgares, nervios, prisas sin ló-
gica, la prisa de vivir.., de algunos alocados, los deseos morbosos
inconfesables, el mal carácter, el odio sin una causa «lógica» (la
causa «lógica» desaparecerá con la espiritualidad), enconos, resen-
timientos, xenofobia, propensión excesiva, anormal, a los placeres
de los sentidos, al falso hedonismo, a la voluptuosidad desmesu-
rada...
Pero hay otras clases de meditación. Por ejemplo, la Zen (el
meditar con todo el cuerpo). Si hiciéramos esta pregunta a un pro-
fesor de Zen, nos diría ante todo, que la meditación, la que sea, es
indispensable si realmente queremos progresar. Hace años visité
a uno mientras permanecía en una de sus magnas sesiones —ellos
les llaman zazen's— que efectúan en una gran sala de meditación
únicamente, a la que llaman «dojo»...
«Levantad la cabeza como si quisierais empujar el cielo. Apoyad
36 J. ROCA MUNTAÑOLA

las rodillas en el suelo como para clavarlas. La vista debe estar


fija un metro delante de vosotros. La respiración sólo para respi-
rar muy a fondo, como presionando los intestinos, y fijando la aten-
ción en el bajo vientre. La meditación "Zen" consiste en parar el
flujo de los pensamientos puramente mentales, desordenados, y
¡fijarlos! Entonces, es cuando realmente empezaréis a meditar con
todo el cuerpo», etc.
También esta clase de meditación oriental, para muchos hom-
bres y mujeres de este siglo es un refugio y una esperanza. Actual-
mente se hacen demostraciones de zen en las venerables abadías
benedictinas francesas.
En todas partes fijaos que, ante todo, paz, silencio, inmovilidad
y concentración. Vestidos con kimonos o túnicas —prendas, prác-
ticas— una veintena de hombres y mujeres están como «ausentes»...
las piernas están cruzadas, en la antiquísima postura del lotus, las
columnas vertebrales tensas, los brazos cruzados, las manos...
La meditación, lector, sea la que sea, es necesaria. La medita-
ción sea Trascendental como otra cualquiera, es como el rezar;
necesaria para conseguir otros estados más superiores. En Barcelona
hay Centros, como en otras ciudades de nuestra patria, especial-
mente de la «Meditación Trascendental», legalmente constituidos.
Hay también «otros» Centros de meditación, y cada cual debe es-
coger la técnica, o escuela, que mejor le vaya. Esto es algo muy
personal, muy íntimo: y repito, es como el rezar, es algo tuyo, de tu
ego... de tu propio «yo».
Pero desde luego «no se puede intentar cambiar el mundo sin
empezar con cambiarse a sí mismo», decía el padre Bernard en un
famoso librito que tenía por título: Yo.
Y es que la verdadera aventura del Hombre es la espiritualidad.

Ante todo ruego humildemente se me perdone a partir de


ahora mi forma de proceder, pues en este libro, modesto ensayo,
sólo doy ideas y digo algunas cosas sin profundizar de verdad en
ellas. Quizás algunos comprendan el porqué procedo así; y tam-
VIAJE AL ANTIUNIVERSO 37
bién resulta que inconscientemente, temo desde el primer momento
que empecé a escribir, que algunos no me lo perdonarán, pero unos
y otros, escépticos y no escépticos, materialistas, agnósticos y prag-
máticos de una parte, y espiritualistas por otra, recuerden lo que
nos decía San Ignacio de Loyola, recordándonoslo en el nombre de
Aquel que siempre está en nosotros:

¿... de qué le sirve al hombre ganar el mundo, si pierde su


alma?...

«Aprende a meditar, siempre, i digan lo que digan! No te apena-


rá jamás, y tú mismo lo comprobarás. No te puedo decir más.»
Y es curioso: éste fue un consejo doble que me dieron un día;
por una parte lo hizo un bondadoso monje de Montserrat que me
honra con su constante consejo y entrañable amistad; por otra lo
hizo un oriental, el ex Lama del Monasterio de Tak-Sang, de Bhu-
tan, cuando estuvo de paso por nuestra ciudad. ¿Crees en la casua-
lidad?...
CAPÍTULO II

EL CONCEPTO DEL ALMA


La Humanidad progresa lentamente, al
modo de un río que sigue su propio curso.
Y como una gota de agua no puede remon-
tarse hacia la fuente, así el hombre no es
capaz de oponerse a la corriente que lo
arrastra. El río corre hacia el mar. La
Humanidad se dirige hacia algo más gran-
de que ella.
TILIIARD bE CIIARDIN

«El espíritu está oculto en el seno de la materia viviente, com-


pletamente descuidado por los fisiólogos y casi ignorado por los
médicos.» Y sin embargo, es el más formidable poder de este
mundo, como decía Alexis Carrel. Antes de proseguir, creo nece-
sario, y conveniente, detenernos en un capítulo y tratar de algo,
que es muy necesario especificar claramente. ¿Qué es el alma? El
filósofo nos dirá que el alma es libre y que no está sujeta a la muer-
te, porque no tiene nacimiento. Pero las almas no tienen forma
propia. Las entidades adquieren aspectos sucesivos a medida que
alcanzan regiones más y más elevadas, sea después de lo que llama-
mos «muerte», o en el «viaje astral». Pero si queremos definirlo de
una forma material, diremos ç'.ie son puros fantasmas, vapor ne-
buloso algunas veces, luz brillante, otras; o bien cabeza clara con
cola luminosa de corneta; llama en hierro de lanza, ovoide radiante,
gema coloreada, o sólo un punto de luz...: frases. El «Alma» es algo
positivo, pero inmaterial.
El conocimiento del alma realmente pertenece a una de las
ciencias más sublimes y desde luego más remotas. Pero veamos an-
tes cómo opinan los teósofos y ocultistas sobre el alma, ese algo in-
material que nosotros, en nuestras prácticas, logramos hacer viajar
«a voluntad».
Tanto ocultistas como teósofos formulan una hipótesis com-
pleja que muchos ignoran. En el Universo existen como mínimo
siete zonas, o planos, que se penetran mutuamente. Por orden de
densidad decreciente tendríamos: Primero: El plano físico que es
42 J. ROCA MUNTAÑOJ.A

nuestro mundo habitual. Segundo: El plano astral o emocional, que


es aquel al que nos trasladamos cada noche, durante el sueño, o
en nuestras salidas en cuerpo astral, y también después de lo que
llamamos «la muerte». Tercero: El plano mental, que es el del pen-
samiento. Cuarto: otros cuatro planos, en ellos están el búdico y el
nirvánico.
Según esta hipótesis, el hombre posee diversos cuerpos o vehícu-
los correspondientes a esos diferentes planos. Primero tenemos el
cuerpo físico, denso y visible, dotado de un doble etéreo que absorbe
la vitalidad solar y cósmica. Segundo, el cuerpo astral o emocional,
que es el instrumento de las emociones, deseos y pasiones, y el que
elabora la sensación que el cuerpo físico siente a continuación. Ter-
cero, el cuerpo mental que produce el pensamiento expresado por el
cerebro. Cuarto, el cuerpo causal o «individualidad», llamado tam-
bién alma o ego. Siempre, según esta hipótesis, mientras que el
cuerpo físico es mortal y los astral y mental igualmente perecede-
ros, y no duran más que una encarnación, el cuerpo causal es in-
mortal y persiste a través de todas las encarnaciones, transmitiendo
a las personalidades sucesivas todas las capacidades y cualidades
adquiridas en las encarnaciones precedentes (1). Por lo que respecta
a los demás atributos del hombre, en nuestra fase evolutiva actual
sólo existen en estado de gérmenes.
«Claro es que si, con la mayoría de los ocultistas —dice textual-
mente Robert Tocquet, profesor en la Escuela de Antropología de
París— se consideran esos cuerpos astral, mental y causal, como
mediadores plásticos, la hipótesis es difícilmente defendible desde
el punto de vista científico. En cambio, se hace plausible si se asi-
milan a centros de fuerzas.» El plano astral que nos interesa par-
ticularmente aquí, es, según la citada hipótesis, el lugar en que
evolucionan no sólo los que llamamos «muertos», todavía no libe-
rados de sus ilusiones terrestres, sino también todas las cáscaras.
todos los vestidos psíquicos abandonados por los espíritus que pa-
san a los planos superiores. Estos residuos de almas —si es posible
(1) «Les Frontires de la Science» (1902), París, de Auguste-Albert de Rochas,
conde de Rochas.
VIAJE AL ANTIUNIVERSO 43

expresarse así—, a la larga pasan a diluirse y refundirse en el Todo


Universal, pero luchan generalmente contra su aniquilación final
provocando, en un último esfuerzo, aquellos fenómenos inco-
herentes que se observan en las casas frecuentadas por los
«duendes» y que muchas veces confundimos los parapsicólogos con
casos de poltergeist.
El plano astral realmente posee individualidades autónomas
llamadas «elementales», los cuales se les denomina también con
otro nombre, como «Devas», «Pretas» o bien «Daimonesx., etc., que
son seres cósmicos, pero también pensamientos, más o menos malé-
ficos de origen humano. Esta extraña población consciente, mali-
ciosa o maléfica, según la naturaleza de las entidades, es la causa
de sustos y bromas —a veces muy pesadas— a los principiantes,
neófitos, en sus desplazamientos en el astral.
Según los espiritistas y neo-espiristas modernos, el hombre se
compone únicamente de tres elementos: el cuerpo físico, somático,
que después de la muerte se disgrega y vuelve al mundo material;
el espíritu, que es la fuente de la conciencia, la inteligencia y la
voluntad, y que es inmortal, y el perispíritu o cuerpo espiritual que
parece ser un organismo fluido formado de una especie de materia
quintaesenciada, intermedia, entre la materia propiamente dicha, y
el espíritu. Este perispíritu, al parecer sobrevive más o menos tiem-
po a la muerte corporal, y sirve de envuelta e instrumento al espí-
ritu, y gracias a él, puede el fallecido, en especiales circunstancias,
manifestarse físicamente, pero en vida es el que efectúa la salida
del cuerpo y se traslada a otros niveles, o estadios, en busca de
aquello que nos interesa, bien sea en el sueño, o a voluntad (desdo-
blamiento) o bien por hipnosis, en viaje telepático, como vulgar-
mente se conoce esta modalidad.
He aquí, en concepto de documento, el relato casi íntegro de
un experimento relativamente reciente efectuado por el magneti-
zador Théo Matthys, comerciante bien situado de Gante. Dice la
parapsicología que dicha personalidad tiene notables facultades
de magnetizador curandero pero, dada su buena situación financie-
44 J. ROCA MUNTAÑOLA

ra, nunca ha sacado sistemáticamente partido de sus dotes. Y pre-


cisamente es por ello que lo hago constar aquí.
Escribe M. Théo Matthys: «Mi intención, aquella noche, era
visitar a la familia De K., a la que me unía gran amistad. Había cu-
rado yo por medio de un tratamiento "magnético" a ambos espo-
sos: al marido de pulmonía y a la esposa de un tumor.
»Me propuse, pues, visitar a estos amigos en su habitación,
cuya topografía conocía bien. Elegí para mi experimento un martes
por la noche hacia las 10, sabiendo que mis amigos estaban en la
cama.
»Hice preceder mi tentativa de un ejercicio prolongado de res-
piración profunda (yoga) y unas técnicas de relajación especiales,
durante unos veinte minutos.
»Sintiéndome suficientemente preparado, me transporté men-
talmente a la mansión de mis amigos, distante aproximadamente
150 metros de la mía. Entré... por la ventana del primer piso en su
alcoba, que da a la calle. No se me ocurrió nada mejor que sen-
tarme en la silla que sabía estaba delante de la ventana. A conti-
nuación me dirigí al espejo, frente a la cama; y volviéndome, me
encontré al pie de la cama, frente a los esposos.
»Los examiné curiosamente, pues los veía perfectamente. Es-
taban conversando entre sí y pude entender el nombre de una
calle que no era la suya.
»M. de K. paró en seco de hablar y pareció mirar temerosa-
mente a la redonda. La alcoba estaba bastante bien iluminada por
el farol que había frente a la casa. La mujer se incorporó de repente
y la vi en su cama, con toda la parte superior del cuerpo inclinada
hacia delante y el temor pintado en los ojos. El marido se incor-
poró a su vez y le oí pronunciar en voz alta:
»—¿Eres tú, Théo?
»Intenté responder afirmativamente, y me extrañó mucho no
oír nada.
»A la mañana siguiente mi amigo De K. vino a yerme. He aquí
su relato:
»Mi esposa y yo hemos pasado la primera parte de la noche
VIAJE AL ANTIUNIVERSO 45
de una manera muy extraña. Figúrese usted que, hasta las diez de
la noche, o diez y media, estábamos hablando todavía de nuestra
próxima mudanza cuando, de repente, una impresión indefinible se
apoderó de mí. Mis miradas fueron atraídas de modo irresistible
hacia la ventana. Al principio no quería creer lo que veían mis ojos
pero, poco a poco, vi, con verdadera emoción, una forma curiosa
llena de innumerables puntitos brillantes que se movían en verti-
ginosa carrera, sin salir del contorno de la forma. Ésta estaba como
sentada en la silla que hay cerca de la ventana, y recordaba vaga-
mente el cuerpo imperfecto de un hombre. En nuestra alcoba reinó
un gran frío, a pesar de la estación (julio). Aunque mi esposa y yo
no cambiamos ni una palabra, ella sentía la misma impresión que
yo y notaba continuos escalofríos. Se inclinó hacia delante y vimos
muy bien cómo la forma se ponía delante del espejo, que reflejaba
débilmente los contornos de la misma. Tuvimos miedo. La aparición
(pues cada vez estábamos más persuadidos de lo que era) se volvió
y permaneció, durante un tiempo que no puedo determinar, al
pie de nuestra cama. Jamás olvidaré aquellas miradas curiosas,
que parecen salir de dos sombras en vez de dos órbitas. Queriendo
romper el silencio, intenté articular:
»Eres tú, Théo?, pero ni un solo sonido salió de mi garganta.
Confieso que entonces hube de cortar por la fuerza el encantamiento
y encendí la luz, desvaneciéndose la aparición. Mi esposa me asegu-
ró que desde el principio había tenido conciencia de que se trataba
de usted, pero que le era imposible articular palabra... » (1).
Es de notar que la frase «¿Eres tú, Théo?» no fue pronuncia-
da: fue únicamente pensada. Théo la percibió con la misma facili-
dad que los trozos de una conversación sostenida en voz alta por
sus amigos, y no encontró la menor diferencia en el modo de per-
cepción.
Pero antes de continuar, pasemos como decía al principio, a

(1) Este caso está debidamente relatado en «Inventario de lo sobrenatural», de


Robert Tocquet, Enciclopedia Horizonte, de Plaza y Janés, S. A. También en «Mé-
diums y fantasmas», del mismo autor, y en otros varios libros de Parapsicología.
46
J. ROCA MUNTAÑOLA

hablar un poco del alma; te es muy conveniente, si de verdad pien-


sas tener este contacto espiritual con el mundo invisible.
* * *

El conocimiento del alma —decía anteriormente— pertenece a


una de las ciencias más sublimes y más remotas. En la antigüedad
tomó cierto auge como creencia, pero más se trató desde el punto
de vista científico únicamente; pero decayó hasta que en estos úl-
timos tiempos renacía al amparo de la psicología moderna y de un
profundo estudio.
Pero la realidad, la amarga realidad, es que la investigación
sobre la existencia del alma no ha alcanzado el rápido avance expe-
rimentado en otros campos, corno la astronomía, química, física o
biología. Se supo más acerca de lo que sucedía en el cosmos que
del propio yo. Había mayor preocupación por cuanto le rodeaba
por e] ancho mundo exterior, que por el mundo interno mucho
más importante que aquel, aunque se me diga que soy un hereje
científico. Sólo pocos sabios, muy pocos en relación con los que
se dedicaban a otros campos de la ciencia, se interesaban de verdad
por la vida del alma, sus funciones, y sus afectos. Hasta los últimos
siglos, esta ciencia que había renacido, no reclamó un lugar hono-
rable entre las diversas facultades de antiguo reconocidas, y aún
así, todavía hoy es muy poco lo que ha conseguido y lo que real-
mente interesa a la humanidad.
Primitivamente los hombres tuvieron la impresión de que en
el mundo todo «tenía alma'> pero este concepto se fue perdiendo
paulatinamente. Las nuevas ciencias naturales que adelantaban a
pasos agigantados, apenas dejaban tiempo para ocuparse de lo «es-
piritual». El estudio del alma no podía intercalarse en el fuerte
realismo de los hechos naturales investigados. Se pensaba demasiado
mecánica y materialmente con excesivo realismo del momento
científico.
Sin embargo, se llegó a un momento del más alto desarrollo
técnico que hizo empezar a reflexionar sobre lo que durante tanto
VIAJE AL ANTIUNIVERSO 47
tiempo había sido descuidado y que en otro orden de cosas empe-
zamos hoy a tocar las consecuencias. Las ciencias exactas, matemá-
ticas y físicas, no podían seguir manteniendo cerradas sus puertas
ante los grandes misterios que científicamente estudia la parapsico-
logía, sobre todo cuando gran número de los descubrimientos
llevados a cabo indicaban claramente que el organismo viviente es
algo más que una máquina que funciona de acuerdo con ciertas
leyes físico-químicas. Hasta aquel célebre biólogo que veía en la
creación de seres vivos artificiales la gran tarea de su vida, se dio
cuenta de pronto que existían límites infranqueables. La máquina
«hombre» había de ser reconocida como un organismo «provisto
de alma». Aunque a algunos les resulte incomprensible, debe seña-
larse que los médicos, aunque con titubeos, se mostraron al fin de
acuerdo con este pensamiento. Pero a la larga no pudieron sus-
traerse al hecho de que el alma ejerce una influencia esencial en el
cuerpo donde habita. Hasta entonces el alma no había sido para
ellos más que un factor accesorio a veces molesto. Hoy no ignora
el más lego que las excitaciones del espíritu, o dicho sea en otros
términos, las agitaciones del alma, afectan en gran medida al
bienestar corporal. Una persona que tenga cálculos biliares, puede
sufrir un fuerte cólico de resultas de un disgusto. La angustia afecta
el estómago, a las glándulas sudoríparas, al corazón, es decir: a
todo el organismo. La aflicción, el mismo cariño, o bien tan sólo la
compasión, obran sobre las glándulas lagrimales. La disposición
alegre de ánimo hace no pocas veces que se sienta cierto bienestar
corporal; una noticia grata puede influir en la más rápida curación
de un enfermo. Hasta la visita amiga del médico tiene un gran poder
psicológico, y también de sugestión en el enfermo, porque éste
confía en su médico.
También la ciencia ha descubierto, al fin, el «aura», y descu-
briendo el aura, descubre el alma. Las investigaciones proxémi-
cas (1) nos muestran científicamente que los límites de una persona
no comienzan ni terminan en su piel. Los seres humanos están
(1) Vocablo formado por una raíz latina que significa «cercano» y una raíz
griega que viene a significar «huésped», «extraño», «extranjero», etc.

48 J. ROCA MUNTAÑOLA

rodeados de «un ambiente inmaterial análogo al espacio o límite


territorial» perfectamente delimitado que establecen entre sí cier-
tos mamíferos y aves. Y la ciencia, por varios caminos, está real-
mente comenzando a decir algo concreto. Por extraño que parezca,
tienen la palabra los científicos soviéticos, que en los últimos diez
años profundizaron con seriedad, la investigación sobre los fenóme-
nos del espíritu humano. Claro que la terminología es otra y está
llena de connotaciones materiales, pero no obstante, son sorpren-
dentemente lúcidas las observaciones, cuando consideramos el con-
texto ideológico en que se mueven estos investigadores.
Las investigaciones comenzaron en un grupo de científicos ubi-
cados cerca del centro espacial soviético de Kazakastan, en Alma-Ata.
Se reunieron biólogos, bioquímicos y biofísicos, para estudiar
el espectacular descubrimiento del matrimonio Kirlian: una cáma-
ra de alta frecuencia que, sobrepasando la barrera de la materia
densa, logró mostrar la contraparte inmaterial de los seres vivos.
Con equipos ópticos, combinados con la cámara de Kirlian, los
científicos tuvieron un día la visión maravillosa que hasta entonces
estaba reservada con exclusividad a los videntes: «el cuerpo espi-
ritual de un ser vivo».
¿Cómo se podría definir la realidad que tenían ante sí? «Una
especie de constelación elemental semejante al plasma —dijeron
los científicos— compuesta de electrones ionizados y excitados, de
protones, y posiblemente de otras partículas». Y proseguían de ma-
nera muy significativa: «Pero al mismo tiempo este cuerpo de ener-
gía, no es sólo partículas. No es un sistema caótico. Es un organis-
mo totalmente unificado en sí mismo. Actúa como una unidad, y
el cuerpo energético produce su propio campo electromagnético y
constituye la base de los campos biológicos».
Para cualquier espiritualista tal texto es sensacional, teniendo
en cuenta que proviene de las rígidas murallas de un materialismo
que se ha traducido en expresiones prácticas en todos los campos
de la actividad humana.
En 1968 fue nombrada una comisión de alto nivel para estudiar
el fenómeno y emitir una opinión concluyente. El grupo se com-

VIAJE AL ANTIUNIVERSO 49
ponía de los doctores Inyushin, Grischchenko, Borobevv, Shouiski,
Fedorova y Gibadulin. La conclusión que presentaron no podía ha-
ber sido más objetiva, concluyente y audaz: «Todos los seres vi-
vos —plantas, animales y seres humanos— no sólo tienen un
cuerpo físico, formado de átomos y moléculas, sino, también como
contraparte, un cuerpo de energía, al que dieron el nombre de
"Cuerpo de plasma biológico"».
Ahí está, pues, el nuevo rótulo asignado al cuerpo espiritual
del apóstol Pablo.
Es realmente curioso que a lo largo de los milenios los hom-
bres han discutido apasionadamente siempre el problema del alma
y han especulado acerca de su naturaleza. Todavía hoy encuentro
personas que se preguntan si es posible que los seres humanos
tengan un alma y si la tienen se preguntan angustiados si ésta es
independiente del cuerpo físico. Y entonces cabe siempre aquella
pregunta con garra: ¿existía antes del cuerpo? ¿Continuará exis-
tiendo después de la desaparición de éste? Si existe, ¿qué substan-
cia la compone? ¿Partículas «materiales» como creía Lucrecio?
¿O es totalmente inmaterial como pensaban Platón y Descartes?
Si fuese material como el cuerpo ¿se disgregaría, como él, por
la muerte? Si fuese inmaterial, ¿cómo podría comandar el organis-
mo físico, durante las muchas décadas que el hombre vive sobre la
tierra? Así, quienes sustentaban la materialidad del alma, lógica-
mente no admitían su supervivencia, mientras quienes la concebían
inmaterial, enfrentaban la dificultad de demostrar la inmortalidad
del ser.
No sin razón decía Aristóteles que el conocimiento preciso
acerca del alma, es una de las cosas más difíciles del mundo. Y ni
siquiera imaginaba el mar de palabras que los hombres usarían en
los siglos siguientes en todas las lenguas conocidas, vivas y muer-
tas, para exponer sus ideas sobre tan espinoso asunto.
Pero la proyección astral, el viaje astral, terminó por aclarar
la cuestión. Porque en el viaje astral, se puede tener «contacto»
con un ser desencarnado, y de ello hay pruebas.
Se habla también en estos días acerca de la psicología y el
4- vi=

50 J. ROCA MUNTAÑOLA

conocimiento del alma, insuficiente por cierto —para expresarnos


suavemente— pues lo que en ellas se aclara y aconseja, no aclara
ni ayuda: antes al contrario, induce a confusión y error. Multitud
de psicólogos, psicoanalistas, psicoterapeutas, hasta orientalistas
con su carga de hermetismo a Cuestas, parecen estar todos versa-
dos en la salvación del alma, a base de cursillos y conferencias, lle-
nando columnas en periódicos y revistas, mezclando sus conoci-
mientos con sexo y erotismo, conocimientos generalmente medio-
cres, utilizados únicamente con fines comerciales bastante a la
ligera con escaso provecho para pacientes y lectores. Casi siempre,
ante una fraseología esotérica, con ribetes más o menos científicos,
se olvidan unos y otros de lo principal: la propia alma al lado de
tanto charlatanismo incompetente.
Es una lástima que no haya un verdadero interés para hallar
la solución a un problema de importancia tan extraordinaria, ya
que no es posible seguir caminos equivocados, pues sólo hay uno:
el término alma utilizado en múltiples acepciones, todas debe-
rían poseer en común una idea básica, a saber: el alma es una
sustancia incorpórea que sustenta la vida en el cuerpo, pero sobre-
viviendo después de la muerte.
Pero hay otro concepto del alma que ha resistido al análisis de
científicos y filósofos: la noción de una fuerza vital integrante que
otorga al hombre el sentido de la propia identidad, y dirige su mente
en una forma de interacción con el organismo que Platón comparó
a la cooperación esencial entre el piloto de un buque, y la tripula-
ción.
Y es que sería realmente un error, imaginar que esos conceptos
tuvieron su origen en los escritos de los filósofos, ya que la creen-
cia en el alma ha existido y persistido en todas las civilizaciones.
El hombre primitivo debió observar los cambios que tenían lugar
entre sus semejantes cuando dormían, cuando enfermaban y cuando
morían, explicando tales estados en términos de la ausencia del
cuerpo de un elemento vital: el alma. El hombre sólo puede refe-
rirse a la «otra vida» que espera tras la muerte más que postulan-
do otro «yo»: el alma. Sea cual fuere la explicación, el estudio de

VIAJE AL ANTIUNIVERSO 51
las primitivas civilizaciones, revela una creencia general en la exis-
tencia del alma a la que van asociados gran cantidad de ritos. In-
cluso podría afirmarse que muchos dogmas de las religiones actua-
les se fundan en conceptos primitivos del alma, y que los escritos
de los filósofos sobre este tema, no son más que racionalizaciones
de aquéllos.
Una creencia común entre ellas supone que el alma puede au-
sentarse temporalmente del organismo durante el sueño, natural
o provocado, en una enfermedad, o por poderes especiales... Varios
ritos de la medicina primitiva ya se fundaban en la creencia de que
el alma podía ausentarse de su cuerpo. En ciertas zonas del Congo,
el brujo busca el alma perdida y la envía a la rama de un árbol.
Entonces se reúne toda la tribu para desgajar la rama y llevarla a
la cabaña del inválido donde el brujo celebra una ceremonia para
devolverle el alma a su poseedor.
También algunas tribus malayas piensan por ello que es peli-
groso ausentarse el alma del cuerpo, pues cabe que un individuo,
cuando duerme, si tiene algún enemigo, le pinte el rostro y así su
alma al regresar no reconocerá su cuerpo.
El Corán asimismo afirma que Dios se apodera de noche de
las almas de los que duermen, devolviéndolas al despertar. Varios
ritos de la medicina primitiva se fundaban en la creencia de que el
alma podía ausentarse de su cuerpo, lo que realmente es una gran
verdad.
Pero bien es verdad que si buscamos en un diccionario la de-
finición exacta y clara al mismo tiempo de lo que se conoce por
«alma», es probable que cerremos el grueso libro totalmente desen-
gañados o como mínimo, confusos: «sabemos tanto como antes...».
En uno de ellos la definición es la siguiente: Alma (griego,
psique, psi; latín: anima). «Como concepto psicológico muy discu-
tido, considerada a menudo como base (substrato) de los procesos
espirituales». Otras: «Elemento espiritual e inmortal que informa
el cuerpo humano y con él constituye la esencia del hombre».
«Principio sensitivo de los animales y plantas». Otra más: «Voca-
blo con que generalmente se designa el principio vital que distin-
52 J. ROCA MUNTAÑOLA

gue en la naturaleza a los animales de las cosas inanimadas. Una


ulterior distinción entre el hombre y los animales plantea el pro-
blema de una definición más precisa del alma humana, una defini-
ción que explique con la presencia del alma la espiritualidad (ra-
zón, sensibilidad, moral, etc.) que diferencia el ser humano de las
bestias. Este problema se ha planteado a la filosofía y a la religión
desde siempre».
He ahí tres definiciones y tres diccionarios. A la primera defi-
nición y otras por el estilo que encontrará el lector en diccionarios
quizá más modernos, no debemos tomarle a mal al lexicógrafo su
intento de retorcida aclaración. La definición del concepto del
alma es muy difícil, pero creo que todavía es más difícil si uno no
está predispuesto en buscar, estudiar y analizar y también... medi-
tar. No obstante, aunque no se explique sus efectos son evidentes
a cada momento: alegría, bondad, tristeza, orgullo, humildad, amor,
odio, miedo, fe, sorpresa, anhelo, horror... El hombre vivo y el
alma no pueden separarse uno de otra así como así; el alma no se
«desprende» definitivamente hasta que sobreviene la muerte, o como
decía Zohar, «hasta que la muerte no libere el alma, porque la
muerte, es el beso de Dios». Pero ¿a dónde va?, éste es uno de los
más grandes misterios. Y uno se pregunta: ¿hacia la nada?
Es inimaginable pues la propia «nada» lo es también. ¿Hacia el
infinito? Inimaginable también, ya que el infinito es inimaginable.
¿Entonces?...
El doctor Werner von Braun, uno de los gigantes de la ciencia
en esta era de los proyectiles dirigidos, afirmó en cierta ocasión al
final de un banquete científico, las siguientes palabras publicadas
por toda la prensa: «La inmortalidad del alma debe existir. Yo
como científico sé que nada se pierde jamás, sólo se transforma.
Después de la muerte, la vida, el alma... denle el nombre que gus-
ten... debe estar o ir a alguna parte; debe transformarse en cual-
quier otra cosa, quizás encarna en un cuerpo, quizá pasa a otro
estadio, a otro nivel que quizá tampoco sabríamos explicar, pero
tengan la seguridad de que jamás se desintegra nada: sólo se trans-
forma. Esto sí que me consta.» (Sic)
VIAJE AL ANTIUNIVERSO 53
El doctor William Darrach de la Universidad de Columbia pu-
blicó lo siguiente en un «Selecciones» del Reader's Digest: «La con-
tinua influencia que sobre mí ejercen aquellos que se han ido de
esta vida, y la sensación real de que sus personalidades siguen exis-
tiendo, han sido lo suficientemente fuertes para quitarme toda duda
acerca de la existencia de alguna forma de vida después de la muer-
te. ¿Qué forma de vida? Eso no importa ahora. Yo creo que siguen
viviendo y creo que estamos sujetos a su influencia». (Aquí cabría
añadir que muy posiblemente «algo» de lo que fue el alma del
difunto se comunica a aquellos que le querían). Pero sigamos:
Arthur Compton, Premio Nobel de Física, se le hizo cierta vez
la pregunta de si creía en el alma espiritual, pues opinaba su opo-
nente que cuanto más pensamos, tanto más nos vemos reducidos
al simple concepto de la fe en el alma, pues la fe no hace preguntas,
está sencillamente ahí, como el alma puramente «está ahí»... y nada
más. Pero Compton muy seriamente le replicó:
«Amigo mío, es menester toda una vida, y usted lo sabe bien,
para conseguir algo muy difícil: construir el carácter de un hom-
bre ilustre. Las aventuras y las disciplinas de la juventud, las lu-
chas, los fracasos y los éxitos; los dolores y los placeres de la edad
madura, la soledad y la tranquilidad de la vejez.., con todo esto
se alimenta el fuego que debe acrisolar el oro puro de su alma.
Perfeccionado el hombre de esta manera, ¿qué hará después la Na-
turaleza con él? ¿Aniquilarlo? ¡ Qué desperdicio tan infinito se-
rfa...!»
Y terminaba Compton: «Yo particularmente, y no me aver-
güenza decirlo, prefiero creer que seguirá viviendo más allá de la
muerte, para continuar en una esfera más elevada, con la ayuda
del Creador, el trabajo empezado desde la cuna».
Y por último Horneil Hart, ex profesor de Sociología de la Uni-
versidad de Duke, publicó entre otras afirmaciones tajantes las
siguientes palabras:
«Las investigaciones psíquicas han fortalecido inmensamente
mi creencia en la inmortalidad. Las que se han venido llevando a
cabo hace más de 75 años han disipado la duda que me mortificó

54 J. ROCA MUNTAÑOLA

por largo tiempo. El "yo" espíritu, alma, ego, ¿sobrevive a la muer-


te? Más de tres millones de pruebas tales como las realizadas en
la misma Universidad de Duke bajo la dirección del doctor J. B.
Rhine, y en otras partes, han demostrado que la mente humana es
capaz de funcionar independientemente del espacio y del tiempo,
tales como nosotros los concebimos. El que nuestra conciencia sea
capaz de observar y de obrar separadamente de la materia, esti-
mula mi creencia de que el alma prevalece sobre el cuerpo. La
teoría materialista de la existencia está a la defensiva. La versión
espiritualista del mundo es la que hoy está sostenida por el peso
de la experiencia. Nuestra existencia real está más allá del tiempo y
del espacio, y el accidente que llamamos "muerte" en nuestra vida
terrenal puede ser apenas un episodio de una aventura mucho más
vasta. La religión nos lo había enseñado así durante siglos, y es una
gran verdad.»
Pero lo realmente curioso es que los materialistas han inten-
tado probar con mil argumentos la «inexistencia» del alma. Con
todos sus sofismas han sufrido un gran fracaso, pues para ellos,
como para el investigador de la vida, han existido escollos en los
que habían de embarrancar si no se volvían atrás e iban en busca
de nuevos caminos.
Es extraordinario que muchos filósofos intentaron probar por
todos los medios del alma, en todas las épocas, que era imposible la
existencia del «alma» Curioso, y muy significativo si se medita!
***

El verdadero testimonio de la humanidad es que el hombre


ha creído siempre en la inmortalidad del alma. No hay para qué
insistir en la prueba. La creencia, la fe en la inmortalidad, son parte
esencial de toda religión.
La humanidad ha creído en la inmortalidad del alma como ha
creído en Dios. Dios es un hecho. ¿Qué importa como le llamen unos
y otros? Ser Supremo, Dios, o como queráis llamarle. Mirad atrás:
los egipcios construyeron sus pirámides, sus «mastabas» y necrópo-
VIAJE AL ANTIUNIVERSO 55
lis como heraldos suntuosos y eternos de su fe en ultratumba; por
su misma fe embalsamaban los cadáveres; su mitología sobre la
vida futura de las almas llena el más famoso, el único de sus gran-
des libros: «El Libro de los Muertos». Como ellos eran todos los
demás, los persas y los medos, los hindúes y los chinos, los azte-
cas y los incas, lo mismo que los celtas, los griegos y los romanos.
La antigua filosofía representada por Platón, Cicerón y Séneca
escribió páginas inmortales sobre ella. ¿Para qué insistir más?
Ahora, aclaremos algunos puntos, y veamos el testimonio de algu-
nos hechos.
Se acude frecuentemente para negar la existencia de toda vida
más allá del sepulcro, al dicho de que nadie ha venido del otro mun-
do para testificamos de él.
¿Es ello cierto?
No. Y como muy bien dice el P. Jesús Simón, S.J. en sus estu-
dios científicos apologéticos sobre el origen, antigüedad, naturaleza
y destino de «El Hombre» (Editorial Lumen, 1962) al contrario de
lo que afirman, por una parte el P. Oscar G. Quevedo, parapsicólo-
go, también S.J.; y por otra F. M. Palmés, S.J. que en su célebre y po-
lémica «Metapsíquica y Espiritismo», dice: «Tenemos testigos irre-
cusables, testigos del otro Mundo, que han venido de él para rati-
ficamos su existencia. Los casos son numerosos, dice el padre
Jesús Simón en su libro "El Hombre", página 213, y podríamos adu-
cir un catálogo de muchas páginas; no citaremos sin embargo más
que algunos casos en gracias a la brevedad» (Sic).
En síntesis lo siguiente: «En las Sagradas Escrituras, capítulo
28 del primer Libro de los Reyes: "El alma de Samuel"». Un segun-
do hecho tuvo por escenario un pueblo de Nápoles y como prota-
gonista un gran santo y misionero de la Compañía de Jesús: San
Francisco de Jerónimo. Otro caso en Rusia, y fue en Moscú, poco
antes de la horrorosa campaña de 1812: el Conde Orloff. El cuarto
caso constatado como los anteriores, fue el amigo de San Juan
Bosco, hecho que ya relaté íntegro en cierto artículo publicado en
la «Revista Algo» de Barcelona. Es un caso interesante y casi de
nuestros días, por lo cual voy a copiarlo, pero condensándolo, pues
56 J. ROCA MUNTA1'OLA

creo que es interesante que lo conozca el lector si en realidad no


ha leído la obra indicada.
«Le acaeció al gran Santo de los tiempos modernos, San Juan
Bosco, y nos lo cuenta él mismo. No hay que decir que basta el tes-
timonio de este tan esclarecido varón para ponerlo a cubierto de
toda sospecha y hacerlo históricamente cierto.
»Eran los años de su vida de Seminario. Conjuntamente con
él vivía otro joven, compañero de estudios, singularmente bueno y
virtuoso, por lo que entre ambos se había establecido la más estre-
cha amistad. Un día trataron en sus pláticas familiares acerca de
la vida futura y de la suerte que podría caberles a ellos, e impre-
sionados ante tan graves pensamientos se prometieron mutuamen-
te que el primero de los dos que muriese volvería a anunciar al otro
si se había salvado o no.
»Habían pasado unos meses nada más cuando inesperadamen-
te cae enfermo el seminarista y muere... Unas noches después, su-
cedía el hecho.
»Hacía ya un rato que se habían acostado los alumnos. De
repente empezó a iluminarse el dormitorio con una luz rojiza y
misteriosa jamás vista. Luego se desvaneció por completo y quedó
a oscuras toda la sala. Entonces —nos dice el mismo Santo— se
oyó un ruido espantoso, inusitado.., pasó el ruido de nuevo y se
dejó oír clara y distintamente, en medio del más impresionante
pánico y confusión de los alumnos, una voz fuerte que exclamaba:
"Bosco, Bosco, Bosco, ¡me he salvado!".
»El caso que acabo de referir tiene todas las garantías que
pueden desearse, es auténtico como el que más de la historia hu-
mana, y está avalado por innumerables testigos de aquel entonces,
muchos de ellos de la mayor excepción y en quienes no cabe en
absoluto sospecha ni engaño.» (Sic)
VIAJE AL ANTIUNIVERSO 57

Un momento, por favor

En muchas facetas del mal llamado «ocultismo» se debe tener


en cuenta que algunos poderes que se consiguen estudiando y prac-
ticando, a veces son una arma de dos filos, y los que juegan con
ciertas cosas por ociosa curiosidad, como el «viaje», son muchas
veces castigados con trastornos mentales o nerviosos, de lo cual
saben mucho los neurólogos, psiquiatras, y las casas de salud.
Los parapsicólogos, metapsíquicos, o mejor tendríamos que
decir ya, los psico-biofísicos, intentamos investigar en cosas que
nos quedan muy lejos y, sin embargo, somos reticentes a la hora
de entrar en las interioridades de nuestro entorno próximo. Inves-
tigamos por qué las plantas gritan, así como el motivo de sus
aureolas; descubrimos que una planta produce sonidos diferentes
ante situaciones o efectos distintos, y podríamos incluso atribuir-
les un comportamiento de seres inteligentes. Por cierto que el inge-
niero brasileño Enrique Rodríguez lleva veinticuatro años investi-
gando sobre estos fenómenos paranormales, pero son actualmente
varios los parapsicólogos que están estudiando esto, así como otras
muchas experiencias con vegetales, pues hasta existen plantas que
recuerdan a un agresor, o un tipo de agresión determinada, lo que
todavía es más difícil de comprender. El tema de estudio es amplí-
simo y variado. También el caso de las aureolas, pues todos los
seres vivos tenemos un límite luminoso (aura) que define y analiza,
entre otras cosas, estados de ánimo, enfermedades, y hasta en los
alumnos, su psiquismo y grado de espiritualidad. Se trata del efecto
Kirlian, inventado por los esposos Kirlian de la Unión Soviética.
Al fotografiar con ayuda de emisiones radioeléctricas de alta fre-
cuencia cualquier ser vivo, aparece alrededor de él una aureola lu-
minosa que marca el contorno de sus formas, y es muy significativo
ver cómo varían los colores de dicha aureola en infinidad de casos
o motivaciones.
Hasta las mismas tonalidades nos indican la existencia del
miedo, alegría, cansancio e incluso como detector de enfermedades
58 J. ROCA MUNTAÑOLA

mentales y físicas, antes de su manifestación, cuando sólo existen


en el cuerpo etérico, o sea en su «doble»...
También el parapsicólogo experimenta científicamente y muy
seriamente, sobre las psicofonías, las voces del más allá. El mismo
Papa Pablo VI condecoró a Jungerson, el técnico que consiguió
grabar miles de voces del más allá con su equipo de trabajo; hasta
se dice, y no se ha desmentido, según contaba el ingeniero brasileño
Enrique Rodríguez, que el Vaticano ayudaba financieramente esas
investigaciones. Por un lado —y según mi opinión— dichos traba-
jos contribuyen a probar la permanencia del espíritu tras la muerte,
pero recordemos que durante muchos años, la Iglesia negó que
se pudiera hablar con los muertos. De todas formas, científica-
mente, seriamente y sin publicidad, es útil que se continúe con
esas experiencias hasta que un día, y con otra mentalidad, se pue-
dan decir y tratar.
Se investiga asimismo muy tenazmente en el célebre proyecto
Theta de los Estados Unidos, encabezado por los profesores doctor
Stevenson, norteamericano, y doctor Bernargee de la Universidad
de Jaipur (India) en los casos comprobados científicamente de reen-
carnación. El proyecto dice en casos de memoria extracerebral,
pues así no hay connotaciones espiritualistas que puedan molestar
a ciertas personas... (1).
Y no digamos, pues, en la investigación de laboratorio sobre
experiencias extracorporales, como el desdoblamiento, el mismo
viaje telepático o, mejor diríamos, la «clarividencia viajera», de
acuerdo con la tesis del padre Oscar G. Quevedo, S. J. de la Univer-
sidad de Anchieta, de So Paulo (Brasil).
Es por todo esto que quisiera decir al amigo lector que gracias
a ciertas técnicas, a ciertos estudios, podemos experimentar el gran
placer de ayudar a los demás, y también conocer cosas que a simple

(1) Proyecto THETA que empezó la Universidad Duke, de Durham, Carolina


del Norte; actualmente se encarga el doctor Stevenson (lan), de la Universidad de
Virginia (Rector del Departamento de Neurología y Psiquiatría de dicha Universi-
dad). Conjuntamente con el doctor Jan Stevenson y un grupo de científicos están
en conexión con la «Indian Institute of Parapsychology, de Jaipur (India), cuyo
director es el doctor Hamendras Nat Banerjee, catedrático en dicha Universidad.

VIAJE AL ANTIUNIVERSO 59
vista nos parecen imposibles, y que no se olvidan jamás, pero
¡cuidado! nada de ociosa curiosidad, o maldad, pues el resultado
es totalmente imprevisto y muy posiblemente negativo, como mí-
nimo; pero también peligroso.
Ahora bien: a los escépticos y materialistas de seguro que
algunas cosas les parecerán fantásticas; tan fantásticas, que les
concedo desde este momento el derecho a dudar de su veracidad.
También el «aura» era un mito, y ahora científicamente se ha descu-
bierto; también era un mito la reencarnación, y hay más de cien
casos registrados, y científicamente comprobados. Y así podríamos
seguir enumerando «descubrimientos » o diremos ¿ redescubrimien-
tos? Pues nada se inventa, ya se conocía, ya estaba en el «Todo»...
Y pregunto: ¿acaso el límite, la frontera entre lo natural y lo qui-
mérico, o lo que realmente está más allá de lo natural, es una línea
rígida, clara, y perfectamente definida...?
Precisamente a los escépticos y materialistas, a los que niegan
sin investigar, les dedico algunos de los capítulos de este libro.
También a esa gran parte de la Humanidad que vive atribulada, incli-
nada en buscar solución a todos sus males únicamente en lo mate-
rial, esperando que tal vez logre recordarle a más de uno, que si
bien lo material es necesario, también hay un mundo espiritual,
aquel otro universo que está esperando que lo conquistemos, y
que lo hagamos nuestro, con amor.
Tú, lector, serás parte y juez. i O juez y parte, como quieras!
A partir de ahora tendrás tema para juzgar. Pero, piensa por favor,
que algunos poderes son como arma de dos filos. ¡Cuidado!
CAPITULO III

CONTACTO ESPIRITUAL DEL HOMBRE


CON EL MUNDO INVISIBLE
Toda nuestra vida pasa a través del cuerpo, pero noso-
tros no estamos en nuestro cuerpo.

OLIVER QÜEANT

—No, no era yo quien yacía en el lecho, sino mi cuerpo.


Pero, ¿qué es el cuerpo? Mi «yo» estaba allá, en la
altiplanicie de Yemvi.

UGEMA UZAGO

Es difícil de creer que a voluntad se pueda ser capaz de aban-


donar el cuerpo físico para retornar a él pasados unos minutos,
unas horas o a veces, días.
Es difícil también poder estudiar sobre la práctica las diferen-
cias que pueden existir entre el abandono normal que hacemos
durmiendo, y la real disociación entre el cuerpo físico, somático,
y el cuerpo «etérico» o mejor deberíamos decir «cuerpo de luz»,
a voluntad.
Para efectuarlo a voluntad se necesita ante todo de un ambiente
de gran quietud, de absoluto silencio, penumbra e íntimo recogi-
miento, aparte de una serie de técnicas y preparación psíquica in-
dispensables.
Sobre ciertas «técnicas» no puedo ni debo explicarlas, como
debe comprender el lector. Solamente puedo decir que el cuerpo
se debe abandonar en el lecho, sofá, suelo, etc., pero hay personas
muy entrenadas que pueden hacerlo también dejando el cuerpo
en un sillón, tal como se indica en las técnicas de relajación.
Es muy conocida la forma de operar de algunos, hasta curiosa.
Por ejemplo he visto que algunas personas tienen dos puntos de
referencia situados en la habitación destinada para tal experiencia:
uno sobre la misma cama, en el techo (digamos en los pies), y que
suele ser, generalmente, una bola pequeña de cristal de roca, ta-
llada, como si se tratara de un brillante, bañada por un fino haz de
luz de una diminuta lámpara; otra igual, mismo tamaño, en otro
lugar y separada de la primera, pero en línea recta y con la misma
64 J. ROCA MUNTAÑOLA

particularidad de luz que la hace brillar en mil destellos. La perso-


na que va a efectuar la salida observa cualquiera de ambas bolas,
con preferencia la más cercana, la que tiene más cerca, fijándose en
ella con la máxima intensidad, con total fijeza, concentrando en ella
toda su atención y fuerza anímica, hasta grabar en la memoria sus
más insignificantes detalles, hasta las facetas de su talla, a las que
mira atentamente. La misma operación efectúa después con la
segunda. Esto lo repite muchísimas veces al principio. Ya fijados en
la memoria todos estos detalles, sin otra clase de pensamiento, y
después de una buena preparación psicofísica, más o menos pare-
cida a la descrita en el primer capítulo, y actuando siempre —es
muy importante— con la mente limpia de otro posible pensa-
miento, se torna de nuevo al primer punto de referencia, reco-
rriendo los ojos el mismo trayecto o camino entre los dos objetos.
Varias veces se visualizan y memorizan los puntos de referencia.
Se deja después la tarea a la mente, y con los ojos cerrados se sigue
el mismo proceso.
Cuando en este recorrido mental el sensitivo ve las imágenes,
o puntos de referencia exactamente iguales a como se veían con
los ojos, pero al mismo tiempo superpuestos, es decir, cuando ape-
nas exista diferencia entre las dos formas, o bolas de cristal, y se
vean igual sin necesidad de los ojos físicos, la concentración, el
firme deseo, y la fatiga somática habrán hecho entrar el organismo
en la fase propicia para la auténtica disociación. El cuerpo físico
quedará dormido, y el cuerpo etérico se separará totalmente flo-
tando en el espacio, y de esta manera el sujeto se contemplará
a sí mismo pudiendo empezar a hacer prácticas de «entrar y salir'>
del cuerpo, lo que es muy conveniente, sin sustos, como la cosa
más natural, ya que es lo más difícil según los orientales, y está
en los principios, en el aprendizaje de entrar y salir a voluntad por
el plexo solar.
Téngase presente de todas maneras que el camino puede ser
difícil y casi doloroso para según qué personas. Mas para otras,
dada su elevación espiritual y gran preparación psicofísica, hasta
puede ser como la cosa más natural. Pero tengamos siempre pre-
VIAJE AL ANTIUNIVERSO 65

sente, y no me cansaré de repetirlo, que querer forzar ciertas facul-


tades cuesta, o puede costar grandes sufrimientos, pues «viajar»
por los planos astrales requiere ante todo nervios inalterables y una
voluntad tan dura como el acero. De no ser así, es terriblemente peli-
groso, y más vale no intentarlo.
Para que el lector pueda comprender un poco el «quid» de la
cuestión, le diré lo siguiente: Durante el tiempo que estamos
despiertos nuestro «yo» se encuentra preso en el cuerpo físico, y
no siempre a gusto sea dicho de paso, y como es natural se necesita
mucho entrenamiento y poder, para poderlos separar a voluntad,
y esto no está en nosotros así como así. Cuando dormimos sólo
reposa el cuerpo físico, inclusive esa masa impresionante de diez
billones de células que nunca duermen, la brillante y arru-
gada masa gelatinosa que es el cerebro humano, la más complicada
y también eficaz que cualquier otra obra de la madre Naturaleza.
Tanto si estamos despiertos o dormidos, su red electroquímica de
diez billones de células nerviosas mantienen una actividad ince-
sante, y dirigen la enorme cantidad de funciones de nuestro cuerpo,
analizando los datos del mundo exterior que transmiten continua-
mente los sentidos. Pero los informes que pueden interferir con
la concentración o el sueño, son eliminados sin nuestra interven-
ción, por lo cual en «algún lugar», quizás en aquella parte del
cerebro más confusa y menos conocida, como es la glándula pineal
(diminuta piña de células nerviosas situada por encima del tallo
cerebral y en la que el filósofo René Descartes creía que se asentaba
el alma) sea realmente así, y algunos filósofos crean que es donde
está realmente situado nuestro misterioso «tercer ojo» parte del
cerebro que jamás descansa, y que jamás sueña.
Mientras, el espíritu se libera de toda traba y suele marcharse
a otros planos de la realidad, o estadios, niveles, etc. (Los Lamas
dicen «al reino de los espíritus», pero esto es sólo una frase más.)
Ahora bien; el Yo y el cuerpo físico mantienen contacto por
medio de un finísimo hilo (es un símil) al que llamamos «cordón
de plata» porque en realidad, el sensitivo, lo ve de este color. Es
algo totalmente inmaterial, pero totalmente energético, que puede
66 J. ROCA MUNTAÑOLA

estirarse ilimitadamente. El cuerpo permanece con vida, mientras


ese hilo o cordón no se rompa, como sucede con la muerte física
del cuerpo, y repito «física» ya que el alma jamás muere, porque
es inmortal. Con la muerte, es posible que al nacer el alma, o sea
al pasar «a una nueva vida», se rompa el cordón, como se parte el
cordón umbilical para separarnos de nuestra madre. Para el alma,
para el espíritu, la muerte expresa un nuevo nacimiento a un mundo
espiritual más libre, pues la muerte en la Tierra significa única-
mente nacimiento en la Vida Superior, en la verdadera vida, en la
Gran Realidad, como diría un Lama, Bonzo, o Monje, y en cualquier
religión.
No. No hay muerte, pues éste es sólo el mundo de la ilusión,
y la vida auténtica es la venidera, cuando un día abandonemos este
escenario de pesadilla en que nos movemos, mundo éste que es
como una gran escuela adonde hemos venido a aprender nuestras
lecciones. La muerte es, pues, sólo un traspaso. Dejamos aquí la
materia, el vestido, a veces viejo y muy deteriorado, que es nuestro
cuerpo. Nada más. Para cualquiera que haya efectuado viajes por
otros planos de esta realidad, de la Gran Realidad, la muerte no
podrá causarle ya espanto alguno, pues comprenderá que no hay
necesidad alguna de temer el paso de esta vida a la auténtica, o sea,
la Vida Superior, la gran incógnita...
Volviendo al viaje astral, mientras la conexión permanezca
intacta, el ego, el alma, el yo, podrá vagar libremente durante el
sueño, y en el caso de los que se han entrenado especialmente, o
ya poseen de innato estos poderes, lo harán de un modo totalmente
consciente. El vagar del espíritu produce como ensueños, que son
algunas veces las impresiones transmitidas a lo largo del cordón
de plata o conexión, y que si sufrimos un brusco despertar tenemos
una clara noción de nuestra estancia en otro lugar.
Cuando la mente física (cerebro), las recibe, va racionalizán-
dolas, para adaptarlas a la visión del mundo que tiene el ser hu-
mano, pues muchas veces sólo tenemos noción de pequeños retazos
de «sueños», o ensueños, incongruentes —así lo decimos— por
culpa de nuestra computadora, que a pesar de lo que digan los

VIAJE AL ANTIUNIVERSO 67
neurólogos, es perfecta, pero no tanto como a veces quisiéramos.
En el mundo espiritual no existe el «tiempo». «Tiempo» es un
concepto puramente físico, material, y por eso hay ensueños, ver-
daderas historias, larguísimas y muy complicadas, que en realidad
sólo ocurren en fracción de segundos de nuestro tiempo material.
En el curso de los años todos hemos tenido algún sueño en que
hemos hablado con alguna persona que se halla muy lejos, quizá
más allá del mar. Otras veces se nos ha dado algún mensaje, y al
despertar tenemos la fuerte impresión de que debemos recordar
algo. Con frecuencia recordamos haber encontrado en sueños algún
amigo o pariente distante, y nada tiene de particular que al poco
tiempo recibamos noticias directas, o indirectas, de tal persona.
Tanto para la misma Metapsíquica de antaño, como para la
moderna y científica Parapsicología de hoy, ello podría ser única-
mente telepatía, o en segun qué casos muy concretos, simulcogni-
ción, clarividencia; pero realmente, ¿es siempre así? También hay
otros casos que nos llaman mucho la atención y que muchas veces
nos han consultado en el transcurso de los años: hay personas que
al llegar a un cierto lugar, un pueblo, una ciudad, etc., nos dicen
con anterioridad lo que van a encontrar allí, porque en su sub-
consciente «ya conocen el lugar'> y generalmente quedamos mara-
villados, porque no nos defraudan, y hasta algunos lo consideran
como posibles casos de reencarnación. Cabe pues, que todo ello
sea a veces de una realidad muy simple: un sencillo viaje astral
que hemos efectuado inconscientemente pero que inopinadamente,
nuestro consciente recuerda algo, porque realmente nosotros ya
estuvimos allí, y no en cuerpo físico.
No por ello quiero negar «otras» posibilidades, porque dogmá-
ticamente, se diga lo que se diga, científicamente necesitamos de
otros parámetros, de nuevos métodos, de nuevas coordenadas de
medida y estudio, pues en concreto estos casos no se investigan,
lo que es una gran lástima. Hay muchos falsos prejuicios, y muchos
« tabús» todavía...
Lo realmente importante, hasta impresionante cuando pode-
mos comprobarlo posteriormente, es que hay personas que por

68 J. ROCA MUNTAÑOLA

medio de la proyección astral pueden viajar, desplazarse, contro-


lando a voluntad estos desplazamientos. En esas salidas estas
personas hacen que el «yo» abandone el cuerpo físico, aunque siga
unido a él gracias al cordón. Pueden viajar por donde quieran con
la misma velocidad del pensamiento. Ahora bien, las personas que
no están entrenadas, les puede resultar peligroso, como indicaba
anteriormente, pues la proyección astral, el viaje astral, no es un
juego. Probablemente todos hemos conocido la desagradable sen-
sación de dormimos y luego sin razón aparente, despertamos vio-
lentamente, como por una fuerte sacudida, o más bien caída. Esto
se debe a una exteriorización del «yo» excesivamente rápida; una
separación brusca de los cuerpos físico y astral. Esto es un fallo, y
puede ser peligroso.
* * *

El viaje o proyección astral perfectamente controlado y sin


perder la conciencia, puede ser realizado casi por todos, pero se
necesita práctica, y sobre todo al principio requiere un absoluto
aislamiento para que nadie pueda interrumpirnos el proceso, que
a veces es largo según nuestro estado psíquico.
Ahora bien, no se pueden dar ciertas explicaciones más claras,
pues ante todo se requiere de un buen instructor; el neófito precisa
siempre de un maestro, pues de no estar bien dirigido desde el
principio, se pueden producir graves trastornos psíquicos, y ser
hasta peligroso, o como mínimo causarnos serios trastornos emoti-
vos, si dejamos que el etérico abandone al físico o regrese a él ino-
portunamente. Además téngase presente que las personas que pade-
cen del corazón, o solamente lo tienen débil, nunca —entiéndase
bien— nunca deben practicar la proyección astral, ni tan sólo el
desdoblamiento como pasatiempo, y no me cansaré de repetirlo,
pues algunas personas, por no decir la mayoría, ignora realmente
cuál es su verdadero estado físico en este aspecto.
El contacto espiritual del hombre con el mundo invisible no es
un juego. La mente ha de liberarse de todo lo conocido para entrar
VIAJE AL ANTIUNIVERSO 69
en lo que para ella es desconocido, aunque algunas personas lo
intuyan. Pero hay otro peligro, también: el de no querer regresar (1).
Esto ha sucedido a veces, y es natural en ciertas personas muy
sensibles, y espiritualmente débiles y amargadas. En la historia hay
casos registrados, y que no dejan de ser un suicidio. Y para ter-
minar este capítulo, digamos también que son conocidas ya cientí-
ficamente, las investigaciones de desdoblamiento cuando el cuerpo
del hombre queda insensible, y el alma se desplaza, «ve», y actúa
en el mundo llamado astral, y vuelve a su cuerpo trayendo la me-
moria de la experiencia vivida. Pero por lo general, esta memoria
no es captada por la conciencia del ser en el estado de vigilia. Los
sensitivos, los llamados clarividentes, «ven» con su otra vista, o
vista psíquica, o anímica, tanto a las almas desencadenadas (como
se verá en un capítulo especial), como a las almas que temporal-
mente abandonan sus cuerpos vivos.
Aquí tendría ocasión de exponer teorías acerca de los famosos
cirujanos psíquicos de Filipinas y Brasil, etc., en aquellas célebres
operaciones de que tanto se ha hablado en revistas científicas de
todo el mundo, con testimonios médicos, películas especiales, y
sobre todo la opinión del doctor Ramos, de Manila, que indicó
a la comisión de estudios que fue a visitarle —en ella había dos
médicos barceloneses— que estaba convencido que operaban en el
astral del enfermo. Sobre este particular me permito recordar al
lector lo que se ha publicado en la revista italiana Tempo (9 de ju-
lio de 1972), por Giorgio Moser en la que nos dice, entre otras mu-
chas cosas, por ejemplo, que ha visto de la «sanadora» Josefina
Escandor, extraer a veces de los cuerpos enfermos, hojas secas,
«chicchi» de arroz, grumos extraños, etc. El profesor Granone inten-
tó tocar las vísceras en un vientre abierto por la «sanadora» (curan-
dera) pero sus dedos tocaron «una cuerda» que Josefina extrajo
posteriormente de la misma abertura efectuada en aquel vientre;
(1) Son casos raros, efectivamente, pero se tiene conocimiento de uno de «esos
sueños hipnóticos;>, como consta en el informe «oficial», que al prolongarse más de
dos o tres días, puede ya producirse el fenómeno de que el cuadro clínico se man-
tenga así durante meses y hasta años inclusive. No reconoce procedimiento alguno
para hacer recuperar a los pacientes el uso de sus funciones.
70 J. ROCA MUNTAÑOLA

sin embargo, insistía, que todo el tiempo vio que las manos de la
curandera estaban vacías antes de la «operación». No por ello el
doctor Granone se dio por vencido, y procedió a recoger muestras
en unas botellitas y frascos que tenía llenos de formalina, así como
sangre de la pierna de su propia esposa, también operada de varices,
pero una vez en Italia descubrió que la sangre, no era sangre, y
todo lo que analizaron no era lo que se figuraban.
Pero de una cosa sí que estaban seguros todos ellos: Tanto
Josefina como todos los restantes sanadores, curanderos, médiums,
etc. —el nombre es lo de menos— que estuvieron entrevistando, y
filmando películas y tomando toda clase de fotografías (de Juanito,
Rosita y José Mercado entre otros), asombraban por los resultados
prácticos que supieron obtener, según comprobaciones efectuadas
con posterioridad.
Podría muy bien ser que la «operación» en lo somático fuera
realmente ficticia, aunque nosotros, y hasta las mismas máquinas,
«ven» la operación y la misma queda retratada, filmada. Lógica-
mente, pues, no tiene explicación. Tampoco tiene explicación la des-
materialización y posterior materialización de los algodones sobre
el cuerpo del paciente, o de los célebres «aportes» que ya fueron tan
discutidos en tiempos de la metapsíquica... y que desde luego,
difícilmente podrá aceptar nunca la parapsicología científica.
Pero estos son temas muy serios, que deben ser tratados cien-
tíficamente por los mismos doctores que en diferentes ocasiones
han estado allí, estudiando estas maravillosas operaciones. Es muy
posible que cuando este libro salga a la luz, los mismos doctores
que estuvieron por aquellas tierras, así como otros científicos, entre
ellos el profesor don Germán de Armugosa, de Madrid, hayan sido
«lo suficientemente explícitos» para poder aclarar conceptos, y dar
un poco de luz a unos temas que hasta la fecha, parecían terrible-
mente herméticos...
CAPÍTULO IV

VIAJES TELEPÁTICOS, Y DESDOBLAMIENTOS.


EXPERIENCIAS PERSONALES
LOS QUE SE ENCUENTRAN A Sí MISMOS

La distinción entre mente y cuerpo es una dicotomía


artificial, una discriminación que se basa, indudable-
mente, mucho más en las peculiaridades del intelecto
humano, que en la naturaleza de las cosas.
JUNG

El pensamiento puede franquear cualquier obstáculo


erigido por el cuerpo.
ROGER GODEL

Es difícil determinar por dónde discurre la línea fron-


teriza que debería separar la imaginación de lo que se
cree sea la realidad. ¿Acaso no existe?
WELLESLEY TUDOR POLE

Toda profundización en sí mismo y toda mirada hacia


el interior implica, al mismo tiempo, ascenso, expan-
sión, y contemplación hacia la verdadera realidad ex-
terior.
NOVALIS

•. .Oh, sin duda los psiquiatras hablarán de sugestión.


G. BARNANOS

René Warcollier (1881-1962) fue director del Instituto Metapsí-


quico Internacional de París, y se dedicó durante casi medio siglo
a experiencias de alto interés en el campo de los fenómenos para-
normales, llamados intelectuales y muy especialmente de la telepa-
tía en particular, en toda su gama fenomenológica.
Parapsicólogo bien conocido, procede del Instituto Químico,
y fue dirigido en sus estudios por el ilustre Moissan; la obra cien-
tífica y metapsíquica de R. Warcollier es importante y rica, ade-

74 J. ROCA MUNTAÑOLA

más de muy numerosos y sustanciales artículos siempre originales,


aparecidos en los «Annales des Sciences Psychiques», «Psychica»,
la «Revue Metapsychique» y en las revistas extranjeras especializa-
das. Desde 1950 y hasta 1962, R. Warcollier fue presidente del Insti-
tuto Metapsí quico Internacional. En su juventud experimentó una
fortísima emoción por una causa que algunos dirían trivial, casi
sin importancia, por la cual estuvo a punto de desvanecerse, pero,
según contaba —y así consta en su bibliografía— no se desvaneció,
pues en lugar de perder la conciencia, penetró como por azar en
una dimensión nueva del ser que ignoraba, y he aquí algunas de sus
expresiones sinceras que él utilizó para describirlas:
«No me había desmayado, como se entiende el desmayo somá-
ticamente. Por el contrario, diría que, en un instante, mi conciencia
alcanzó un nivel de profundidad y perfección totalmente inimagina-
bles. Todos mis sentidos habían dejado de funcionar, y ni siquiera
tenía percepción de forma» ( ... ) «Sin embargo, poseía una concien-
cia total, no diré sólo de mí, más bien de todo. No tenía la percep-
ción de la luz que dan los ojos, sino que yo mismo me había
convertido en luz.» Y añade: «Si trato de describir la experiencia
que he vivido, no encuentro otras palabras fuera de esas expresio-
nes oscuras y penosamente inadecuadas, utilizadas por los místi-
cos cuando nos describen sus éxtasis.»
«Se cae necesariamente en la paradoja de una conciencia que
alcanza su nivel más elevado a la vez que desecha el "yo". Todo esto
duró un tiempo que a mí me pareció una eternidad, pero que, en
efecto, no sobrepasó algunos minutos» ( ... ) "Y yo..., no habiendo
olvidado nada de mi maravillosa experiencia, me encontré igual
a mí mismo, si bien enriquecido por una experiencia indecible
que, de hecho, nunca he conseguido en este medio siglo, describir
a nadie."»
«Ignoro cuál será la visión beatífica prometida a los santos,
pero de lo que estoy seguro, es de haber alcanzado, en aquella oca-
sión, una especie de felicidad gratuita, de conciencia total, maravi-
llosa, trascendente, que bastaría de sobra para mi beatitud per-
sonal. »
VIAJE AL ANTIUNIVERSO 75
(Esta experiencia verídica está relatada, entre otros varios li-
bros de parapsicología, en el de Leo Talamonti, el «Universo Prohi-
bido», en, la página 207.)
He querido relatarla porque dicha experiencia fue vivida por
un hombre de ciencia, como fue Warcollier, que había negado siem-
pre sistemáticamente estas vivencias. También porque la misma nos
viene a indicar claramente que, cualquier motivo capaz de hacer
bajar el nivel de vigilancia consciente del ser humano, puede deter-
minar la manifestación de un tipo latente de conciencia totalmente
distinta, y más plena, una conciencia total de sí mismo, como la
llamaba Warcollier, y que nos hará comprender otra clase de
experiencias posteriores, cuando nuestra alma traspasa los límites
de lo que llamamos «la frontera».
También creo interesante consignar lo que se realizó experi-
mentalmente por otros investigadores que consiguieron la demos-
tración de estas vivencias. Uno de tales experimentos —totalmente
satisfactorios— lo conocemos por la carta dirigida por el profesor
Blank, perteneciente a la Universidad americana de Harvard al
profesor William James. Veamos su contenido según consta en los
archivos de dicha Universidad:
«Yo había estado hablando con un conocido, digamos el señor
A. sobre un libro aparecido entonces que trataba esta cuestión del
cuerpo astral o etérico, o mejor diríamos espiritual. Pero ninguno
de nosotros había insinuado, hasta el momento, la realización de
un experimento, aunque posteriormente hicimos varios.
»Una noche, sobre las diez menos cuarto, o quizá casi a punto
de dar las diez, decidí, hallándome solo en mi habitación, hacer
por vez primera un experimento de lo que, sin un verdadero cono-
cimiento de causa, se decía "viaje astral".
»Quizá lograra hacerme visible a A. No sabía en qué forma te-
nía que proceder, pero tuve una intuición: abrí la ventana de mi
cuarto que estaba en dirección de la casa de A. situada aproxima-
damente a un kilómetro y medio de distancia, al otro lado de una
pequeña colina, pero no visible desde mi ventana. Después acerqué
una silla a la ventana; me senté y, concentrándome con toda la
76 J. ROCA MUNTAÑ0Lj

intensidad que me era posible, intenté trasladarme fluídicamente


al sitio donde se encontraba A. No había luz alguna en mi habita-
ción, desconecté el teléfono, y nadie podía molestarme, pues estaba
solo en la casa.
»Sabía cuanto hay que hacer, teóricamente, para estos casos, o
sea desde el relax más profundo, hasta conseguir un estado de
duermevela, y permanecí sentado como se indica en los tratados,
cerca de quince minutos frente a la ventana, concentrándome de
nuevo cuantas veces volvía a tener conciencia de lo que hacía, y
siempre sin la menor distracción en esta idea, o sea conseguir "el
viaje".
»Desde luego en mi casa el silencio era absoluto, hasta morti-
ficante, pero francamente he de confesar que no noté nada especial
durante ese tiempo de profunda concentración, excepto como una
modorra muy dulce, y una ausencia total de mi soma.»
Lo curioso del caso es que ambos amigos se encontraron al día
siguiente, pero el profesor guardó silencio sobre lo que él llamaba
su experimento y que, por otra parte, inconscientemente creía fa-
llido. Fue A. quien comenzó a hablar del asunto de una forma
normal y hasta lógica:
—«Qué sería lo de anoche? Alrededor de las diez, minuto más
o menos, estaba con el amigo B. en el comedor, cenando, cuando
de repente creí verle a usted en la ventana del cuarto. Y dije a B.:
—»Mire: Blanck está ahí, en la puerta.
Pero B. que estaba sentado de espaldas a la misma me dijo:
—»Bien, ¿por qué no entra?...
»Entonces me levanté, abrí la puerta y miré en todas direccio-
nes, pero realmente no vi a nadie. ¡Qué cosa más extraña! Pero
dígame una cosa ya que tengo mucha curiosidad en ello. ¿Qué es-
tuvo haciendo usted, en esos momentos, o sea, entre las diez y las
diez y cuarto concretamente?...
»Estas fueron sus palabras —concluye el profesor en su rela-
to— y entonces sí que no tuve inconveniente en explicarle lo que
había hecho.
»Inconscientemente había efectuado el viaje, y por lo tanto,
VIAJE AL ANTIUNIVERSO 77
hasta entonces había ignorado que era factible hacerlo, pero lo
difícil era tener "conciencia" de lo que se había realizado. De to-
das formas, ¿se puede objetar algo a este caso tan sencillo y satis-
factorio?»...
***

Warcollier clasificó posteriormente este caso verídico, como


el de un viaje telepático, aunque su intención, como hemos visto
fue otra; tener conciencia de cuanto hacía, o sea un viaje astral.
La opinión de otros científicos posteriores lo vienen clasificando,
erróneamente, como de te/eh ulia (sugestión telepática) pero también
nos encontramos en el caso de que en su traslación fluídica, o proyec-
ción, no existió la auténtica «sugestión'>, pues sólo fue «intentar
efectuar» una experiencia científica, de la que no hubiese tenido
conocimiento de la misma si A. no se la comunica, pues él la ig-
noraba totalmente. De todas formas, sí que tenemos la seguridad
de algo muy importante a tener en cuenta siempre: que el pensa-
miento puede, consciente o inconscientemente, franquear cualquier
obstáculo y cualquier distancia. Ahora bien, lo difícil, pero inte-
resante, es tener auténtico conocimiento de ello al realizarlo.
En muchos libros de parapsicología, no escritos en plan «co-
mercial» pero sí por científicos que no les importa «el qué dirán»,
hay infinidad de ejemplos demostrativos de que historias así, rela-
tadas en diferentes partes de nuestro planeta y en todas las épocas,
no todas pueden entrar dentro del campo de la fantasía como nos
quieren demostrar, todavía hoy, ciertas privilegiadas mentes. Al-
gunas como las que se relatan en este libro, son reales, y puedo
demostrarlas, pues hay personas que hacen el «viaje», la auténti-
ca proyección astral, diariamente, de lo que tenemos comprobacio-
nes fehacientes, cuando nos interesa, y con testigos, y lo que es
muy interesante; estas personas no tienen nada de misteriosas, ni
son «orientales» y carecen de «poderes especiales, para más señas.
Desde luego son personas que poseen este don natural, aunque
extraño, anormal, pero lo tienen y lo practican. Comprendo de to-

78 J. ROCA MUNTAÑ0L?

das maneras que a algunos les puede costar creerlo, especialmente


a los que no están familiarizados en estas cuestiones que, dicho
de paso, no tienen nada de diabólicas como afirman algunos timo-
ratos, y que por otra parte, lo efectúan para hacer un bien, mu-
chas veces para ayudar a personas necesitadas de verdad, perso-
nas a veces con terribles traumas. Y lo hacen sin cobrar, sin espe-
rar nada, y sólo por amor a sus semejantes, por amor a Dios, aun-
que esto, a algunos, les cueste creerlo en la triste época en que
nos ha tocado vivir, agnóstica y materialista.
Muchos son los acontecimientos que están profundamente gra-
bados en el alma humana, y se ha mantenido hasta hoy la creen-
cia de que el ser humano es de naturaleza «doble»; pero todavía
hay una ciencia que sin negar el fenómeno en sí —cosa que real-
mente no puede— lo quiere explicar «científicamente» como pro-
ducto de una alucinación de nuestro cerebro, como una figuración
de la misma mente enferma. Pero sea cual sea la explicación que la
ciencia «oficial» nos dé, siempre veremos que la existencia del
doble es auténtica, lo que para mi forma de pensar, sea cual sea
la opinión de los grandes neuro-psiquíatras, y con la experiencia
personal que tuve a los veintiséis años de edad, es la prueba más
concluyente para mi forma de pensar, de esta existencia del «do-
ble», y de la supervivencia del hombre a su muerte, o sea una
prueba concluyente, muy personal, de la supervivencia del alma,
una vez muere el cuerpo.
En 1938, cuando nuestra guerra civil, caí gravemente herido en
el sector de Serós (Lérida). Estábamos en la posición cuarta, de
primerísima línea de asalto, que fue totalmente barrida. Durante
una parte de la muy delicada operación a que fui sometido, dadas
las 33 heridas de metralla que recibí de una bomba de mano en el
asalto de una trinchera, mientras me estaban operando, totalmente
inconsciente, y también «ciego» a resultas de unas heridas en la
cabeza, de pronto, y como una cosa totalmente natural, me vi «yo
mismo», con la conciencia de ser «yo», de pie y al lado de la mesa
de operaciones, mesa que lo era una de comedor, bastante dete-
VIAJE AL ANTIUNIVERSO 79
riorada, donde estaba tendido mi cuerpo al que vi desagradable-
mente bañado en sangre.
Vi, y lo interesante fue que pude contarlo horas más tarde
con todo detalle, los infinitos objetos de aquella pobre habitación
de pueblo, convertida por las circunstancias del momento, en
quirófano de campaña oyendo y entendiendo perfectamente lo que
estaban hablando los allí reunidos que eran dos médicos, cuatro
sanitarios, dos camilleros, uno de ellos ligeramente herido, y dos
guardias «de asalto» (policías) donantes voluntarios de sangre.
Vi también a un soldado de mi compañía, tendido a mi lado y en
una improvisada mesa, como preparándose para que se pudiera
efectuar una transfusión, como sucedió pocos segundos más tarde.
Lo curioso fue también que me quedó grabada en la mente
gran parte de la conversación que habían estado hablando las
personas allí reunidas, detalles de cosas que podrían parecer a
simple vista insignificantes, pero cosa extraña!, que yo conocía
bien y pude repetirlas como testimonio de aquella realidad. Pero lo
realmente fantástico fue que en mi deambular por allí quise coger
unas largas tijeras —parecer de un profano— y no fui capaz de
ello, ni tan sólo mover una mano, o hacer movimientos para Con-
seguirlo, lo que en aquel entonces me extrañó, pues no supe com-
prenderlo.
De pronto a una orden del cirujano —un médico alemán perte-
neciente a las llamadas «brigadas internacionales» que estaba ex-
trayendo metralla de mi espalda— hubo gran revuelo en la habita-
ción y empezaron rápidamente con masajes en el pecho, de una
forma atroz... y comprendí que mi corazón había dejado de fun-
cionar. Cuando abrí los ojos, y conscientemente me di cuenta de
mi estado, y de lo mal que me encontraba, estaba tendido en una
auténtica cama de hospital, con muchas más camas, y muchos
heridos: estaba en la Universidad de Cervera, convertida en hos-
pital de sangre.
Siempre he ignorado cuánto duró aquella experiencia de sa-
lida del cuerpo (desdoblamiento). Por versión posterior referida
años más tarde, supe por el mismo doctor que me había operado,
80 J. ROCA MUNTAÑOLA

y que «por casualidad'> conocí de nuevo en Barcelona en el año


1943, que efectivamentes yo estuve clínicamente muerto en aquella
ocasión, durante unos 5 ó 6 minutos, y que gracias a aquellos
masajes e inyecciones y desde luego, ¡ a la Providencia! se me pudo
salvar, aunque siempre me he preguntado, si realmente fue en
aquellos críticos momentos, minutos, cuando me vi de pie al lado
de mi cuerpo, o sea cuando estaba «clínicamente muerto» o bien
aquello sucedió unos segundos antes. De todas formas, fuera an-
tes o después, ello ya demuestra sin la menor posibilidad de duda,
que realmente hay algo más que materia, y tiene su «otra» vida, y...
¡ no muere!
Otro caso de desdoblamiento procede precisamente de los ar-
chivos o actas de la «Sociedad de Investigaciones Psíquicas», de
Inglaterra. Una señorita llamada Anna Moser, de veinte años de
edad, se había quedado dormida durante la tarde en una butaca de
su habitación, sintiendo al mismo tiempo un fuerte dolor de cabe-
za. Despertó de pronto notándose en perfecto estado y sin dolores
neurálgicos a los que era muy propensa desde jovencita. Sin pensar-
lo, se puso en pie (ésta es la sensación que tiene uno en los casos de
desdoblamiento) y pasó a la sala de estar de la casa, apartada de
su habitación. Su madre estaba cosiendo, y su padre leía un libro
que había adquirido horas antes al regresar de su trabajo. Nadie
pareció darse cuenta de la presencia de la muchacha, que por
otra parte, y lo intentó, no podía dar señales de vida. En aquellos
instantes ambos esposos estaban conversando y una de las veces,
como inquieta, la madre se puso en pie indicando a su marido
que iba a la habitación a ver a la muchacha.
Ésta siguió a la madre intrigada.., aunque era muy divertido,
pues su madre pasó a través de ella misma, y segundos después se
contempló a sí misma en la butaca, pálida como una muerta y con
los ojos cerrados. Pero en aquel preciso instante todo desapareció
de su vista, y vio a su querida madre inclinada sobre ella, cuando
en realidad abrió los ojos...
Sabemos, pues, que éste es otro caso de desdoblamiento, no
es una alucinación, ni un sueño, ya que también la muchacha

VIAJE AL ANTIUNIVERSO 81
pudo repetir, con toda exactitud, lo que habían estado hablando
sus padres, parte de la conversación pronunciada en voz queda para
no despertarla, y pudo también decirles especialmente a su padre,
el título del libro que estaba leyendo cuando ella les visitó un
rato antes.
Ante casos así, comprobados, ¿es posible la duda? Pero estos
casos también suceden aquí, en nuestra patria. Me consta de un
matrimonio joven, él decorador de gran fama en Barcelona,
cuya esposa, joven y muy agraciada, algunas veces se ha visto a
sí misma en otro lugar de la casa, e intentando hacer otros traba-
jos propios del hogar. Ella por temor de comunicarlo y ser
mal interpretada, calla estas vivencias que, por otra parte, encuen-
tra sumamente divertidas, ya que no le causan ningún trastorno.
También otras veces ha visitado en cuerpo etéreo a alguna vecina,
enterándose de cosas... desde luego, sin que lo sepan dichas ve-
cinas, sea dicho de paso.
Existen infinidad de hipótesis, algunas bastante curiosas, hasta
la de atribuir algunas de estas manifestaciones, a una acción psí-
quica voluntaria realizada con el fin de hacer daño por un sujeto
entrenado en esta clase de influencia mental. Esta hipótesis se apoya
en experimentos llamados de «desdoblamiento» voluntario en cual-
quier momento y circunstancia, por lo demás muy discutibles por
insuficiente autenticidad. Algunos de estos casos han sido descritos
sobre todo por magnetizadores como el famoso A. de Rochas, y
también por Hector Durville, Lancerin, Lafleche. También se cuen-
tan algunas historias, no comprobadas, del célebre profesor Fass-
man. Reconozcamos que en este terreno se presta mucho la fan-
tasía.
Después de quince años de experimentaciones en este campo,
debo decir que no siempre estoy de acuerdo con todos los sensiti-
vos, y que muchos de ellos «creen» que hacen tal o cual cosa, y la
realidad, es otra. Pero sí que estoy totalmente de acuerdo con la
sabia opinión de Sylvan Mu1dion, de Hereward Carrington, del teó-
sofo C W. Leadbeater, y de Arturo E. Powell, entre otros varios
estudiados.
6- VIAJE

82 J. ROCA MUNTAÑOLA

Debo reconocer que tanto Sylvan Muldóon como Hereward


Carrington son auténticos dotados; Muldóon por ejemplo había
experimentado en múltiples oportunidades la proyección del cuerpo
astral. En todas sus obras ofrece una vívida descripción, con un
aporte de datos y referencias muy sugestivo, así como unas técni-
cas o modus operanti de la proyección del cuerpo etéreo, aunque
nunca fue su intención demostrar al escéptico la verdad de sus ase-
veraciones. En sus obras, algunas prácticamente agotadas, sólo tra-
ta de exponer hechos y circunstancias en que tales desdoblamien-
tos pueden producirse, sin peligro para la salud física y espiritual,
siempre y cuando antes se hayan seguido unas técnicas de las que
he hablado en este libro, aunque someramente, pero creo que su-
ficientes para el lector avispado. Y recuérdese, que sin estas téc-
nicas, y sin los consejos dados, es inútil intentarlo tan sólo. Lo úni-
co que se consigue es vencer el insomnio, y dormir felizmente,
plácidamente, lo que resulta un éxito, sin la necesidad de «pasti-
hitas».
***

El fenómeno en virtud del cual una persona auténticamente


sensitiva puede desdoblarse, dejando en casa su propio cuerpo y lle-
gar fluídicamente a localidades lejanas, y a veces desconocidas, se
llama también, quizás equivocadamente, bilocación o ubicuidad.
Bien es verdad que sobre este particular hay mucha literatura ex-
tranjera con mucha fantasía, pero entre tanta paja, hay auténticos
casos reales, hay grano, pues hemos podido constatar verdaderos
casos sucedidos, con sus correspondientes certificaciones, y que
por lo general son desconocidos de la mayoría de las personas
amantes de estos temas, aunque a decir verdad todavía hoy, pare-
cen <(tabú» en nuestro país.
En la vida de los santos sí que se habla mucho de ello (Padre
Pío, San Antonio de Padua, San José Oriol, etc., así como los célebres
casos de levitación al mismo tiempo, de Santa Teresa de Ávila,
entre otras muchas).

VIAJE AL ANTIUNIVERSO 83
Aunque ello no nos debe extrañar, pues que un santo tuviera
toda clase de facultades parapsicológicas, sería lo normal. En in-
numerables acontecimientos de la Historia que se creen indubita-
blemente, y sin temor ninguno, no presentan el cúmulo de seguri-
dades que la infinidad de casos extraordinarios en los santos, con
auténticos testigos de la mayor excepción, y en quienes no cabe en
absoluto ni la más pequeña sospecha de engaño.
Un fenómeno que cuesta creer y que debe ser estrechamente
relacionado con la proyección astral, es el de la aparición del do-
ble de uno, o sea la bilocación o desdoblamiento consciente o bien
inconscientemente, y su real actuación en ambos lugares. Es por
ello que me interesa hablar ahora de algo casi desconocido, y que
tiene el nombre de «Vardogr» o «Vardager». Es un auténtico fenó-
meno raro que casi no se da en los países meridionales, ni en Amé-
rica y menos en Asia.
Wiers, editor del «Norwegian Journal of Psychical Research»,
escribió una serie de artículos muy valiosos, y bien documentados,
sobre el «vardogr» en el año 1916 y 17, resultando por lo que
posteriormente hemos podido estudiar, que el poseedor de este
fenómeno lo emplea inconscientemente a modo de espiritual ade-
lantado, para anunciar su llegada o para investigar algo que más
tarde hará conscientemente, sin saber, e ignorando, que ya antes
estuvo en aquel lugar.
Y decía Wiers: «Los informes del "vardogr" son siempre igua-
les, lo que es una gran verdad. En todos los casos las variantes son
insignificantes: el poseedor de un "vardogr" anuncia su llegada, ya
que sus pasos son oídos en la escalera o el piso. Se le oye abrir la
puerta, así como quitarse el abrigo o los zapatos; dejar la cartera
de mano en el lugar de costumbre; poner el paraguas en la mayóli-
ca del recibidor, etc.»
Desde luego son fenómenos raros, que en 1930 ya se estudia-
ron a fondo. Es una facultad que tienen los escandinavos, norue-
gos, daneses, pero también los escoceses, facultad de que su llegada
vaya precedida de ruidos análogos a los que harán ellos mismos al
llegar efectivamente al lugar media hora más tarde. Así como el

84 J. ROCA MUNTAÑOLA

cuerpo hace sombra, los sujetos que poseen esta rara facultad pare-
cen tener una sombra espiritual que se les adelanta (primo herma-
no de la proyección astral) y los que esperan les oyen llegar,
abrir la puerta, y hacer todo aquello que es costumbre maquinal
en ellos..., pero al salir a su encuentro descubren que el ser que-
rido no ha llegado todavía y que únicamente fue su «sombra espi-
ritual» quien llegó primero. (Por cierto que aquí en Barcelona, y
dicen que hay otro en Vizcaya, hubo un caso. Conozco a los fami-
liares y al mismo «vardager»..., pero por tratarse de un conocido
financiero, y por más señas banquero, me veo obligado a guardar
el incógnito.) Sin embargo, el «vardager» o «vardogr» asegura
que aquellos que esperaban llegar, y cuyo ruido se ha oído perfec-
tamente, sin lugar a dudas, llegarán infaliblemente al poco rato, el
cual depende según los casos y circunstancias.
El «vardager» es, por lo que se sabe, y hasta cierto punto
parece cierto, cualidad hereditaria. Es característico también, que
los que lo poseen no creen que sea nada extraño, y menos extraordi-
nario. Si tenéis oportunidad de hacer un viaje a alguno de estos
paises, y tenéis tiempo, investigad, pues hay casos muy curiosos que
suceden todavía hoy, como antaño, aunque parece y tiene una ex-
plicación, que en el pasado era mucho más frecuente, o la gente
era más franca, abierta, más normal y comunicativa en todos los
órdenes. Hoy parece reducida a algunos individuos pertenecientes
a lo que conocemos por península escandinava o sea Suecia, No-
ruega y también Dinamarca, países habitados por pueblos de un
mismo origen y sometidos antiguamente al mismo cetro (Europa
septentrional). Pero hay una excepción, que se conoce vulgarmente
con otro nombre, o sea, ciertos habitantes, a veces familias ente-
ras, de lugares de Escocia que posiblemente fueron colonizados
por escandinavos en tiempos de los vikingos, y que podría ser que,
si rebuscáramos, se encontrarían algunas vertientes de estos fenó-
menos en los vascos, y en parte de Galicia, pues hay algunas histo-
rias que casi son casos de «vardogr» de la Europa septentrional.
Dicen algunos historiadores que, por lo visto, en la baja Edad
Media, cuando los vikingos hicieron sus razias marinas y fundaron
85
VIAJE AL ANTIUNIVERSO

colonias, había ya individuos dotados de estos poderes, los poderes


del «vardogr» o «vardager». El nombre hoy no tiene un significado
preciso entre las lenguas nórdicas. Se dice familiarmente que uno
tiene o no tiene «vardogr» para dar a entender a los demás que su
doble se le anticipa a la llegada, y nadie se siente molesto por tenerlo
o porque otro vecino lo tenga. (Especialmente en las aldeas, ya
que en las ciudades casi nadie se conoce).
Veamos algunos casos narrados en libros antiguos de parapsi-
cología y archivados como base de estudio en los archivos del «Nor-
wegian Journal of Psychical Research». También J. B. Rhine,
R. Amadou y Frederic W. H. Myers nos hablan de ello en diferentes
libros, aunque es un tipo muy particular, raro, de fenómeno «psi».
Cuenta el parapsicólogo Brad Steiger (descendiente de norue-
gos y daneses, según reconoce en sus obras) que una noche de
sábado, cuando contaba solamente dieciséis años, llegó a su casa
antes que sus padres. Subió a sus habitaciones y se tendió en la
cama para hojear unas revistas que había adquirido momentos an-
tes. A los pocos minutos, ensimismado como estaba con la lectura,
oyó el rumor de la puerta principal al abrirse y otro de voces por
las escaleras, juzgando por todos los detalles, que se trataba de sus
padres. Todos aquellos sonidos los había advertido muy claramente,
sin lugar a dudas. Primero llegó a sus oídos el ruido de la puerta
del piso, y luego el rechinar particular y característico de la puerta
del saloncito. Poco después, los pasos por las escaleras que condu-
cían a las habitaciones del piso superior; el andar por el corredor,
y abrir la puerta de la habitación-dormitorio fueron para el joven
perfectamente audibles, sin posible duda, así como los demás rui-
dos en el resto de la vivienda.
Transcurridos unos minutos les gritó: «Buenas noches, papás»,
para que supieran que ya estaba en su habitación, pero al no oír
contestación siguió hojeando la revista, pensando que sus padres,
ocupados con los mil detalles para acostarse, no le habrían oído.
Pasados unos momentos volvió a saludarles con un ¡buenas
noches más estentóreo, pero igual que en el caso anterior, no
obtuvo contestación alguna. Y lo curioso es que ahora reinaba en

86 J. ROCA MUNTAÑOLA

la casa un silencio total, y subconscientemente se dio cuenta que


el silencio era demasiado profundo para que los rumores de pasos
hubiesen sido producidos por sus padres precisamente. Entonces
su imaginación se pobló de inquietantes imágenes, y hasta llegó a
pensar que podría tratarse de ladrones que confiados en la impu-
nidad de la hora, y por conocer las costumbres de los moradores
de la vivienda, aquellos ruidos habían sido producidos por ellos
y el silencio de ahora era motivado por el grito de « ¡Buenas no-
ches, papás! » que les había puesto en guardia. En su mente aquello
encajaba y un sudor frío empezó a brotar de su frente y el pulso
también acusó su estado psíquico, ya que el miedo es progresivo...
y unos dedos de hielo fueron trazando una recta a lo largo de su
espalda, y empezó a tener verdadero pánico.
Dice Steiger al contar este caso vivido por él, que llegó a estar
decidido a coger su rifle del 22 para hacerles frente, pero de pronto
se repitieron los sonidos de antes, y volvieron a reproducirse los
mismos y familiares ruidos, golpes y chirriar de puertas que pro-
ducían siempre los padres al reintegrarse al hogar. La repetición
fue exacta, pero en aquella segunda ocasión, cuando el joven les
gritó «¡ Buenas noches!» sus voces se apresuraron a responder
cariñosamente a su saludo.
A partir de entonces el joven advirtió el «vardager» o «vardogr»
en infinidad de ocasiones y la cosa dejó de ser fantástica para pasar
a ser normal. Así transcurrió siempre en los preliminares de sus
llegadas a la casa en días sucesivos, y el joven quedaba siempre
chasqueado, y lo mismo le sucedió a su hermana, teniendo que acep-
tar la «broma» resignadamente y hasta acostumbrarse como la cosa
más natural del mundo.
Hay muchos casos de «vardogr». He aquí otro. Cierto médico,
que tenía horas irregulares para llegar a su casa, encontraba, sin
embargo, la mesa puesta y la comida a punto, porque su «vardogr»
anunciaba a la criada su llegada con media hora de antelación. Otro
caso: un tertuliano asmático era precedido al lugar donde se reunía
con los amigos, por los resoplidos de su laringe media hora antes.
Raramente el «vardogr» se equivoca. Pero contaba José Pijoan en
VIAJE AL ANTIUNIVERSO 87

«La Vanguardia'> que sin embargo una vez los que esperaban a una
persona dotada de «vardogr» sintieron sus ruidos característicos,
hasta sus pisadas y la tal persona no llegó. Al preguntarle al día
siguiente el porqué de su extraña ausencia, cosa anormal en él,
declaró con la mayor naturalidad que, en efecto, el día anterior se
había puesto en camino para acudir, como tantas veces, a la reunión
de la peña, pero que casi a la puerta del local había encontrado a
un íntimo amigo que, con insistencia, le había suplicado que le
acompañara, lo que fue el motivo de la «física» ausencia o no
llegada.
Bastantes casos de «vardager» o «vardogr» fueron publicados
primeramente por Sir W. A. Craigie, en el número de marzo de 1912
del «Blackwood's Magazine». Pero desde entonces se han hecho
observaciones y estudios muy precisos en sujetos de todas las cla-
ses sociales. Incluso parece que Bjiirnson, que escribió tratados y
verdaderos estudios sobre el «vardogr», estaba dotado de esta cua-
lidad y que él no ignoraba que la tenía, con la cual gastaba más de
una broma a los amigos y conocidos que desconocían tal propie-
dad, o que no habían oído hablar nunca del «vardogr». Y es cu-
rioso y digno de tener en cuenta que en estos países norteños, los
amigos y parientes que tienen «vardogr» no sienten horror ni ver-
güenza por ellos, ni tampoco les consideran superiores a los de-
más, cosas ambas que no sucedería con los meridionales, tan recep-
tivos a las supersticiones y a vanagloriarse cuando uno descubre
que tiene ciertas facultades o bien poderes.
Y para terminar; el hecho que el «vardager» o «vardogr» sea
exclusivamente de los escandinavos principalmente, hace pensar a
más de un estudioso investigador, si no fue una facultad que se
desarrolló en los años de navegación, y que los vikingos nórdicos,
aquellos bravos hombres marinos, guerreros y colonizadores, con
su impaciencia por llegar al hogar, acabaron con su fuerza mental
en proyectar algo de su persona, bien al hogar querido, o a la re-
mota tierra que deseaban pisar después de largas y penosas, aparte
de muy peligrosas singladuras. Cabe únicamente preguntarnos
cómo a través de los siglos esta facultad llegó a hacerse hereditaria.
88 J. ROCA MUNTAÑOLA

Y José Pijoan, en el estudio de ciertas facultades, se pregunta,


al tratar del «vardager», que en la península escandinava subsis-
ten todavía dos grandes grupos de gentes mongoloides o sea los
lapones y los finlandeses. Pues bien, la aptitud de los mongoles
para provocar alucinaciones colectivas es muy superior a la de los
arios, por lo cual el «vardogr» podría muy bien ser un fenómeno
que es excepcional entre los europeos —aunque no imposible—
pero que sería casi universal entre los samoyedos con los que
están emparentados los lapones. Por otra parte, muchos de los
noruegos y suecos tienen algo de sangre lapona, lo que explicaría
científicamente el «porqué» del «vardogr» en el norte de Europa...
Por más horas que he pasado rebuscando en mis libros y en
las Bibliotecas para encontrar explicaciones en cuanto al «vardogr»
que pudiera convencer al lector estudioso, he de confesar que no
las he hallado. Pero el «vardogr» existe y no resulta muy extraño
como fenómeno psíquico, y el que lo posea no debe inquietarse por
ello, como le sucedía al director de un importante Banco de Bar-
celona. Es una actitud —dirá alguno— que no está nada mal...;
pero otras cosas más inquietantes va encontrar el lector en otro
capítulo.
Y para terminar éste veamos un caso que fue recopilado por
S. J. Muldion y que consta en las actas de la «Sociedad de Investi-
gaciones Psíquicas» inglesa.
Un conocido neurólogo, doctor Marcinowski, relata de uno de
sus pacientes el siguiente hecho: Tenían que serle extraídas dos
muelas a la paciente, a quien conocía como particularmente mie-
dosa. Y se quedó altamente sorprendido cuando la paciente se so-
metió a la operación sin proferir la menor queja. De repente gritó,
pero cuando ya todo hubo transcurrido. El doctor Marcinowski lo
explica de la siguiente forma: «La paciente afectada desde peque-
ña por el fenómeno de la aparición de su "doble", había abandona-
do su cuerpo y contemplado la operación desde fuera con sumo
interés. Fue entonces cuando.., tuvo de repente la sensación de
dolor que no había experimentado antes...».
Pero he ahí una observación parecida que nos hizo un doctor
VIAJE AL ANTIUNIVERSO 89
barcelonés, A. S. P., después de un día de intensa actividad. «Por
un momento tuve la impresión de haber perdido el conocimiento
—relató—. Cuando desapareció este estado, me pareció como si
estuviera flotando en el aire; vi al mismo tiempo el cuerpo que
estaba en la cama.
»No se puede describir con palabras lo que experimenté. El otro
parecía muerto en todos los aspectos. No se apreciaba en él nin-
guna señal de vida. Y sin embargo... yo estaba aquí, separado de
mi cuerpo, con la mente completamente clara y la conciencia de
otro cuerpo».
***

Por lo general tanto el psicólogo, como el neurólogo y psiquía-


tra acostumbran querer evadir dificultades negando de plano mu-
chos hechos, o sólo dirán que es el poder de nuestra subconscien-
cia, de nuestro otro «yo» que ha tomado figura humana, pero no
aceptan que pueda haber «un yo de reserva» (como es nuestra alma
que está esperando la muerte para liberarse del cuerpo y comenzar
una nueva vida realmente superior: esto nos diría un místico y
también un filósofo...).
Pero la escuela materialista afirmaría que ésta es la convicción
de los espiritistas, teósofos y ocultistas, pero hay una verdad y ésta
sí que nadie la puede negar, pues precisamente la misma medicina
ha estado efectuando experiencias de laboratorio (experiencias ex-
tracorpóreas controladas) comprobándose que el hombre puede
existir fuera del cuerpo en vida, como doble suyo, y entonces nace
la gran duda y nos formulamos la pregunta siguiente: si científica-
mente sabemos que puede ser así, ¿por qué no después de la muer-
te? Por lo tanto, los casos de «dobles» ¿acaso no son como una
especie de «ensayo teatral de la muerte» como decía Goethe?
Lo que en el caso del doble ocurre sólo en un tiempo relativa-
mente corto (minutos, horas...) lo mismo acontece cuando la per-
sona muere: el doble, nuestro espíritu, sobrevive a la persona falle-
cida siempre, y sin la menor duda. 0 como dice el doctor Emil
90 J. ROCA MUNTAÑOLA

Mattiesen de la Sociedad Holandesa de Investigaciones Psíquicas:


«Lo mismo que en vida abandona uno su cuerpo para continuar
viviendo de una manera consciente y personal, también después
de la muerte seguimos viviendo de una forma personal y cons-
ciente'>.
Y es que querer evadirnos de ciertas verdades, negándolas de
plano, o relegándolas a la categoría de meras invenciones, y fan-
tasmagoría humana, así como así, por el solo hecho de ser unas
veces «normales vivencias paranormales», es una enorme falta de
sinceridad contraria a como debe proceder siempre el científico,
sea cual sea el terreno en que trabaja.
La verdad hay que admitirla tanto si nos agrada como si no;
la verdad, tarde o temprano, se nos mostrará implacable, como la
Historia...

Desdoblamiento involuntario

El caso que se explica a continuación fue estudiado cuando la


Metapsíquica de Richet y Crookes. Posteriormente Amadou tam-
bién se ha referido en más de una ocasión al indicado caso, como
Jean Riverain y Rhine. Quiero indicar con ello que no es original,
pero en cambio tiene la ventaja de que ha sido muy estudiado por
diferentes personalidades.
Hace aproximadamente un siglo, una joven francesa oriunda
de Dijon, la señorita Emilia Sagée, era profesora de francés en
un colegio para muchachas de la aristocracia lituana, no lejos de
Riga.
Un día, mientras escribía en la pizarra, sus veinticinco alumnas
pudieron distinguir claramente a una segunda señorita Sagée, tam-
bién vuelta de espaldas a ellas, pero actuando como si se tratara
de imitar torpemente los gestos de la primera. Todas las chicas se
dieron cuenta de que este «doble» no tenía ninguna tiza en la mano.
Algunos días más tarde nuevo milagro. Ocurrió en la pieza del
comedor. La señorita Sagée estaba comiendo en la mesa de las
VIAJE AL ANTIUNIVERSO 91
maestras cuando los alumnos y los demás profesores vieron a otra
señorita Sagée que estaba de pie detrás de la auténtica, cuyos ges-
tos imitaba pero sin que en su mano hubiera cubierto alguno.
El tercer fenómeno es aún más extraordinario. Durante una
hermosa tarde de mayo, una veintena de muchachas se encontra-
ban reunidas en la sala de costura, situada en la planta baja. Una
vigilanta hacía media, sentada en un sillón. Por las ventanas se
veía a la señorita Sagée cortando flores en el jardín. Poco después,
la vigilanta salió de la sala de costura y la doble de Sagée se sentó
en su sillón; mientras que la auténtica señorita Sagée seguía co-
giendo flores, aunque ahora se movía mucho más lentamente que
antes. Dos de las alumnas —las más atrevidas— se acercaron al
fantasma y lo tocaron. Dijeron que parecía como si fuese de gasa
o de crespón, pero sólo fue un símil, porque en realidad era inma-
terial: nada. En cosa de segundos el fantasma se desvaneció y la
señorita Sagée volvió a moverse por el jardín con la soltura de
siempre.
Cuando le preguntaron qué cosa había experimentado —puesto
que le hablaban claramente de su doble— mientras cogía flores,
respondió que en lo único que había pensado era en el sillón vacío.
Casi en el acto había notado un gran cansancio, hasta el punto de
sentir desmayo. Nunca vio a su doble, como generalmente sucede
a otros; pero el asunto armó cierto revuelo, y la señorita Sagée
tuvo que dimitir y marcharse de la escuela. Luego se supo que
había sido expulsada de otros dieciocho establecimientos más, vién-
dose obligada a regresar a Francia. Unos doce años más tarde, re-
cibió la visita de una de sus antiguas alumnas, la señorita de
Güldesturbbe (según consta en sus memorias). Esta la encontró
viviendo con su hermano y dando lecciones a domicilio. Tenía sobri-
nos de tres a cuatro años, los cuales se alegraban de tener «dos
tías Emilia». A Emilia Sagée se puede afirmar que la indicada fa-
cultad le perjudicó en gran manera, agriándole el carácter. Por otra
parte siempre fue mal vista, como si «aquello» fuera realmente un
estigma vergonzoso.
Ahora bien, estas creaciones antropomórficas no perjudican
92 J. ROCA MUNTAÑOLA

psicosomáticamente por lo general. Al contrario. En algunas per-


sonas, las divierte y en muchos casos son como «un preaviso» de
algo que tienen que hacer y que conscientemente se habían olvi-
dado. Son como un «adelantado» de «otra» memoria profunda.
(Del Archivo de la Asociación de Estudios Psíquicos de Salta,
Argentina. Grupo: Tercer Milenio.)

La ubicuidad, un fenómeno que se repite desde hace milenios


pero que a la ciencia le cuesta admitir

Es un mal menor el que un hombre de ciencia sea inducido a


error por un impostor, pero es más grave si por respeto humano o
por temor a equivocarse la ciencia se niega a buscar la verdad,
decía H. Thirring.
Los escépticos prefieren pensar que todo esto —lo que vamos
a explicar— no son más que leyendas; esas leyendas que tienen los
colores de los ex votos y de la fantasía de las baladas populares se-
gún opina un célebre psiquíatra catalán. Pero en la cultura oriental,
la ubicuidad es un fenómeno que se repite desde hace milenios.
Según Carlo Patrian, director del Instituto de Yoga de Milán,
dice (y ello es reafirmado posteriormente por un escritor muy se-
rio y que no practica el yoga, filósofo, explorador, viajero consu-
mado, y autor del célebre libro «Mustang-Reino Prohibido en el
Himalaya», Michel Peissel), que los Lamas tibetanos practican esta
forma de «viajar» desde los primeros años de sus largos estudios.
Se trata de una proyección de la conciencia fuera del cuerpo; en
un segundo nivel, más difícil de alcanzar, la proyección se puede
materializar y hacerse visible a los demás» (lo cual es más difícil
todavía).
En cierta ocasión pregunté al Lama Swami Dawa Samdup
quien me honró con su atención, enseñanza y más tarde amistad, si
al menos teóricamente cualquiera puede alcanzar estos resultados.
«Seguro —me respondió el monje—. Pero ¡cuidado!, hay que estar
bien preparado psicosomáticamente y desde luego, espiritualmente. »
VIAJE AL ANTIUNIVERSO 93
Más tarde supe que se había desarrollado un Congreso Inter-
nacional en Chicago de la Sociedad «Eckankar» que precisamente
estudia la antigua ciencia de los viajes del alma. Fue fundada por
Paul Twitchell, que nos ha dejado ejemplos personales de ubicui-
dad de gran resonancia y belleza que por ignoradas causas se silen-
ciaron. Desde hace años la sociedad «Eckankar» enseña en sus
propias escuelas las cinco técnicas a seguir para hacer «el viaje»
que subsiguen siempre a una perfecta abstracción.
Pero todavía algunos se preguntan como asustados: ¿Somos
realmente nosotros los protagonistas de estas aventuras? ¿O hay
alguien, o alguna cosa, fuera de nosotros...?
Dicen «ellos» que ni la corriente que podemos definir como
mística, ni aquella otra que podríamos llamarla experimental, han
podido presentar ahora una prueba.
«Ellos», los escépticos, por muy científicos que sean, demues-
tran que no les interesa subconscientemente el tema: huyen de él,
lo temen. ¿Por qué? Lo ignoro, pero es así psicológicamente.
Pero no parece ya lejano el tiempo en que la inteligencia del
hombre pasará también esta última frontera, y si están atentos,
podrán ser parte y juez pues hay la intención de montar en Bar-
celona una de estas sociedades afines a la «Eckankar» dirigida pre-
cisamente por el Lama Swami Dawa Samdup.
CAPÍTULO V

LA SALIDA DEL CUERPO ASTRAL, Y EL CORDÓN DE PLATA


Si para conseguir una videncia nos consta que necesitamos de
una gran concentración, para llegar a efectuar la auténtica salida
en cuerpo astral, precisamos al mismo tiempo de un gran dominio
sobre nosotros mismos, unos nervios de acero y una intensa y cons-
tante preparación en todos conceptos, físicos y psíquicos, aunque
personas mal informadas digan que el auténtico viaje, o sea la
«proyección astral», es sencillo de efectuar, con tal de que se dis-
ponga de unos «mágicos» poderes, y de las «indispensables» ense-
ñanzas de un buen profesor oriental, al que se le conoce por un
«gurú».
Ello es totalmente erróneo, una auténtica exageración.
La salida en cuerpo astral, como ya estamos viendo a través
de lo tratado, es la real disociación entre el cuerpo físico y el
cuerpo de luz, nuestro cuerpo espiritual. Es algo natural y exacto;
tan exacto y natural como la física y la química, pero que aparte
de unas técnicas indispensables, requiere también valor, puesto que
esta experiencia podría ser tan peligrosa como difícil, digan lo que
digan ciertos «magos» ocultistas, esoterismo de dudosa «magia»,
pues les falta veracidad y al mismo tiempo les resulta ser negocio
muy lucrativo... A modo de conocimiento, veamos lo que dicen
ciertos ocultistas en su famoso diccionario secreto:
«Para realizar este tipo de experiencias el ejecutante deberá
permanecer siempre dentro del "círculo mágico de protección" (?).
En primer lugar, deberá purificarse en la forma habitual en todas

98 J. ROCA MUNTAÑOLA

las ceremonias de la magia y realizar todos los requisitos rituales


previstos para ellas»...
Por nuestra parte, sin comentarios. Esto es totalmente desca-
bellado, falso. Hemos dicho anteriormente que la proyección astral
es una ciencia exacta y natural, tan natural como cualquier otra
ciencia, pero se precisan conocimientos. Las primeras veces el neófi-
to, que ya conoce el yoga, que ya conoce la meditación trascenden-
tal, que practica además la relajación, pero que en experiencias
extracorporales es todavía un neófito, sentirá una especie de sensa-
ción desagradable en el momento en que desee terminar la opera-
ción: pues bien, ello es precisamente una señal de éxito. Y este
éxito podrá comprobarse cuando tras un cierto tiempo de entre-
namiento, el operador intente, una vez fuera de su cuerpo, contro-
larse y dirigirse.
El método a seguir será como el que se efectúa con relación
al cuerpo físico, y se verá que sirve también con el cuerpo astral.
Así el practicante aprenderá a moverse en cuerpo astral por el es-
pacio, pero sin tener todavía una idea preconcebida de su salida
o tanteo. Ante todo deberá darse perfecta cuenta y sobre todo com-
prender, inhibido absolutamente de sus normales funciones vege-
tativas y de relación, sin ninguna excitabilidad neuromuscular, ca-
rente de reflejos por otra parte, comprobar sin asustarse —esto es
primordial— que su fisonomía —en el cuerpo físico se entiende—
es impasible y rígida y su aspecto real cadavérico. Téngase pre-
sente que su pulso y respiración llegan a ser tan débiles que es
muy fácil que un médico se engañe al primer diagnóstico (hecho
comprobado) si no hay antes informes previos. También en casos
de autohipnosis se puede llegar a una sintomatología bastante
parecida.
Más tarde, si sigue con sus experiencias —siempre sin prisas
que es lo principal— podrá aprender también a moverse astral-
mente dentro de otro plano: el temporal. No se tratará aquí de un
fenómeno de videncia, sino de una verdadera exteriorización. El
neófito estará presente en los lugares que visite, con lo que las
nociones de distancia y tiempo habrán desaparecido para él. La
VIAJE AL ANTIUNIVERSO 99
práctica continua y progresiva de esta experiencia diaria darán al
principiante un dominio sobre su cuerpo astral, convirtiéndole en
dueño de un elemento inapreciable: un mundo sin distancias, sin
tiempo, pero tan real como el nuestro y a través del cual podrá
ejercer todo su poder.
Pero cuidado; estos ensayos pueden ser también peligrosos.
El practicante debe tener buen cuidado en protegerse espiritual-
mente, ya que solamente otros seres, otros espíritus, podrán ga-
rantizarle el final de su excursión, y evitarle desagradables sorpre-
sas: hasta la de no encontrar por un tiempo, que puede parecer
una eternidad, el cuerpo abandonado o aún peor: la de encontrar
este cuerpo «ocupado» por otro ser astral, por un espíritu indesea-
ble, dando lugar así a una verdadera posesión corporal, tal y como
la entiende la Iglesia. Cabe preguntarnos, ¿ha ocurrido esto alguna
vez? Indudablemente sí, aunque a este respecto todos debemos ser
herméticos. Más vale no hablar de ello, hay hechos espeluznantes.

El cordón de plata (cordón energético)

Cuando hace años leí bastantes libros relacionados con las


creencias de los hindúes y de los tibetanos principalmente, tro-
pecé siempre con la firme convicción que éstos tienen de la exis-
tencia del «cordón de plata», tenue unión del alma con el cuerpo,
que según los místicos orientales, puede alargarse en forma inde-
finida, permitiendo a las personas iniciadas en la proyección astral,
trasladar su alma a largas distancias, mientras el cuerpo reposa
en su lecho, durmiendo aparentemente. Esta aseveración es tan
fantástica que parece imposible y comprendo que los escépticos
duden de ello. En realidad no es ningún «cordón»: es una comuni-
cación energética. Pero los iniciados lo aseguran y lo que es más
fantástico todavía: lo demuestran; hasta nosotros llegamos a com-
probar personalmente éste fenómeno, especialmente a través de
experiencias durante el sueño. Una muy corriente, sencilla para to-
dos, pero convincente es la siguiente: a todos nos habrá sucedido
100 J. ROCA MUNTAÑOLA

alguna vez que después de iniciado nuestro descanso en posición


cómoda en nuestro lecho, dormitamos y seguramente poco a poco
entramos en un sueño profundo, a veces demasiado rápido, el cual
de repente es interrumpido por algún factor extraño (tal vez algún
ruido...). En este preciso momento soñamos que vamos cayendo
desde una gran altura y hasta tenemos la sensación de rebotar con
nuestro cuerpo sobre el lecho... A mí, personalmente, me ha suce-
dido infinidad de veces cuando era joven. Los Lamas tibetanos ase-
guran que esta sensación la experimentamos cuando realmente el
alma vuelve al cuerpo, después de haberse desprendido de éste,
unido a él, solamente, por el «cordón de plata».
Fuera del fenómeno experimentado durante mi juventud, mu-
chas veces tuve otra oportunidad de reflexionar acerca de esto
mismo, a raíz de una operación de apendicitis que me fue practi-
cada hace algunos años. Una vez que la anestesia empezó a domi-
narme, experimenté la extraña sensación de haberme desdoblado,
ya que me consta que me separé de mi cuerpo que se encontraba
sobre la mesa de operaciones, viendo a los cirujanos doblados so-
bre una mesa que no distinguía claramente, perdiendo después len-
tamente la conciencia.
Siempre he creído que posiblemente el sueño prosiguiera, y
que yo hasta olvidara muchas cosas vistas, como desgraciadamente
sucede con la mayor parte de los «sueños'> que tenemos; pero lo
realmente curioso fue algo que vi que me hizo comprender que no
todo fueron extraños «sueños», pues dos días después pude expli-
car, de forma convincente a los cirujanos, algunos detalles que les
hizo pensar y también preocupar, pues fueron el motivo de otra
posterior y muy delicada operación. También algo parecido me
sucedió cuando nuestra guerra de Liberación, caso que ya se ex-
plica en el capítulo cuarto.
Volviendo al cordón de plata, como decimos vulgarmente, tén-
gase en cuenta que el mismo no es más que una corriente de ener-
gía radiante, capaz de adquirir una extensión realmente infinita.
No es una cuerda «material», como un músculo, una arteria o un
pedazo de bramante, sino la vida misma, la espiritual, o sea la au-
VIAJE AL ANTITJNIVERSO 101
téntica, la verdadera vida, energía que conecta el cuerpo físico con
el cuerpo astral, nuestro cuerpo etérico, nuestro maravilloso cuerpo
etérico y sus extraordinarios colores áuricos...
El hombre tiene muchos cuerpos. Por lo pronto nos preocu-
pamos sólo del físico, y, en la etapa siguiente, del astral. Somos
capaces una vez alcanzado un estado diferente, de andar a través
de las paredes o de sumergirnos en el suelo. Podemos hacerlo, qué
duda cabe, pero entonces los muros o los suelos han de tener una
densidad diferente. En el estado astral las cosas de este mundo
cotidiano nuestro, no son un obstáculo para nuestro avance. Las
puertas de una casa no podrán impedirnos entrar o salir. Pero
¡cuidado! en el mundo astral también hay puertas y muros que
serán para nosotros tan sólidos, y tan prohibitivos en lo astral,
como lo son las puertas y los muros de este mundo físico.
Durante siglos, muchos siglos, los pueblos de Oriente han cono-
cido la infinidad de fuerzas y leyes ocultas, y han sabido que todas
ellas, se basan en la utilización de energías naturales. En vez de
prescindir de estas fuerzas bajo el ridículo pretexto, de que no
pueden ser pesadas ni probadas con reacciones químicas, los hom-
bres de ciencia orientales han procurado siempre dominar esas
leyes de la madre Naturaleza.
Por ejemplo: yo soy parapsicólogo, y a decir verdad, no me
interesa para nada la mecánica de la clarividencia, sino los resul-
tados positivos de esta maravillosa facultad. Hay personas que
ponen en duda que se pueda ser clarividente; son como los que
han nacido ciegos, y opinan que es imposible ver porque ellos no lo
han experimentado, porque ellos no pueden comprender cómo es
posible ver un objeto que se encuentra a cierta distancia, si no hay
un contacto inmediato entre ese objeto y los ojos; y tampoco pue-
den comprender que algunas personas con un péndulo, o una ba-
queta puedan encontrar cualquier cosa que se propongan localizar,
y totalmente perdida o ignorada del resto de la gente.
Ahora yo me atrevería a preguntar al lector: ¿ha visto usted, en
alguna ocasión, un fantasma? En caso afirmativo, tenga presente
que se trataba probablemente de una entidad astral, quizá la pro-
102 J. ROCA MUNTAÑOLA

yección astral de alguien que le visitaba a usted procedente de otra


parte del mundo... o de la misma ciudad. En alguna ocasión puede
usted haber tenido algún sueño especialmente vivido. Quizás ha
soñado usted que flota como un globo en el cielo azul, pero sujeto
a la tierra por una cuerda. Y al mirar desde allá arriba, es probable
que haya visto usted abajo su propio cuerpo rígido, pálido, cada-
vérico, inamovible y ridículo; fantásticamente ridículo. Si ha con-
servado la calma (tan difícil en los principios) en estos preciosos
momentos se habrá sentido flotando en el aire, deslizándose como
un milano impulsado por una tenue brisa. Poco después, quizá se
haya encontrado en un país remoto, o en una tierra muy lejana,
pero que usted conoce. Al pensar en ello a la mañana siguiente,
seguramente lo habrá considerado como un sueño. Pues bien,
amigo: es un viaje astral.
Haga una prueba: cuando vaya a dormirse esta noche, piense
con toda su intensidad, con toda su «fuerza» que va a visitar a
alguien muy conocido suyo. Piense en cómo va a realizar esta visita,
Posiblemente se trate de alguien que vive en la misma ciudad que
usted. Pues bien, mientras piense en ello, mientras piense en todo
esto, permanezca inmóvil, pero relajado, tal como le indicamos
en otro capítulo, y apartando de usted, de su mente, toda posible
inquietud. Cierre los ojos, e imagínese que empieza a flotar por
encima de su lecho, que sale por la ventana (o balcón), y que se
desliza por el aire por encima de las calles, sabiendo que nadie, y
nada, puede dañarle, y seguro de que no se puede caer. En su
imaginación, siga el camino o el mismo recorrido que va a realizar
calle por calle, hasta que llegue a la casa que desea. Luego, piense en
cómo entrará en la casa. (Esto es muy importante). Recuerde en
todo momento que las puertas no serán obstáculo para usted y que,
desde luego, no tendrá que llamar. Podrá ver a su amigo, o a sus
amigos, o a la persona que se propone visitar. Es decir, podrá usted
conseguirlo, si sus motivos son puros: no hay dificultad alguna,
peligro ni inconvenientes de ninguna clase. Para la proyección
astral, para el «viaje», sólo hay una ley: los motivos han de ser
siempre puros.
VIAJE AL ANTIUNIVERSO 103
Y recuerde esto: libere del cuerpo su mente, y después libere
de su mente al alma para que opere libremente, pues así se logra
una mayor libertad espiritual.
Y ahora volviendo a lo anterior, creo es preferible una repe-
tición desde otros puntos de vista como quien dice, para que se
convenza el lector de lo relativamente fácil que es conseguir la
salida, aun sin técnicas. Cuando se encuentra uno tendido en la
cama, sin nadie que pueda molestarle, cerrada la puerta de su dor-
mitorio para que nadie pueda distraerlo, procúrese encontrarse
realmente en un estado de gran calma en todos conceptos. Imagí-
nese el lector que se va desprendiendo lentamente de su envol-
tura corporal. No hay peligro alguno. Figúrese que se producen
varios pequeños crujidos, y sacudidas, a medida que su fuerza
espiritual va abandonando su cuerpo y solidificándose arriba...
Imagínese que está logrando formar un cuerpo (un molde)
que es exacta contrapartida de su cuerpo físico, y que ese nuevo
cuerpo, sin peso alguno, flota sobre lo físico. Bien. Ahora, segura-
mente experimentará usted, si lo ha conseguido, un pequeño balan-
ceo, con leves movimientos de elevación y descenso... Todo ello
es muy natural, y así sucede siempre, pero no se asuste. No tiene
que asustarse ni preocuparse. Entonces verá usted que sus cuerpos,
físico y astral, están unidos por un reluciente cordón de plata. Una
plata más bien azulada, que vibra con vida, con energía, con los
pensamientos que van de lo físico a lo astral, y de lo astral a lo
físico. Y piense por último, que usted no puede sufrir daño alguno;
primero, porque físicamente está sano, especialmente la circulación
sanguínea, el corazón, y también, si sus pensamientos son puros,
y el «viaje» tiene una finalidad, no un capricho tonto, o una expe-
riencia sin una finalidad verdadera, algo totalmente positivo...
Pero recuerde una cosa: las personas que padecen del corazón
nunca deben practicar el viaje astral. Para ellos podría ser muy
peligroso. Pero no hay peligro alguno para los de corazón sano, ya
que, mientras sus motivos sean puros, mientras no intenten prac-
ticar «el mal, u obtener ventajas materiales sobre los demás», nada
malo podrá sucederles.

104 J. ROCA MTJNTAÑOLA

Recuerde siempre, si quiere viajar astralmente, una de las pri-


meras leyes de la psicología: en toda batalla entre la voluntad y la
imaginación, es siempre la imaginación la que gana. Así, el que
quiera hacer algo que se aparte de lo vulgar y corriente, que se lo
imagine con la suficiente intensidad para sobreponerse a la misma
voluntad. Si se lo proponen, podrán hacerlo todo. Todo aquello que
su imaginación considere imposible, será en efecto imposible para
usted, por mucho que su voluntad se esfuerce en conseguirlo.
Es lamentable tener que llamar a eso «imaginación» porque
sobre todo entre nosotros, este término indica algo de fantasioso,
algo de inverosímil; y, sin embargo, la imaginación puede hacer
que una persona se crea enamorada, sin estarlo realmente, y así
se convierte el amor en la segunda de las fuerzas del mundo, pues
la imaginación es la mayor fuerza del universo. Lo podremos llamar
imaginación controlada, lo podremos llamar como queramos, pero
siempre debemos recordar que en cualquier batalla, entre la volun-
tad y la imaginación, ésta siempre gana.
La fuerza de voluntad, cuando existe realmente, es una trampa
que generalmente encadena a los hombres a la tierra. Hay que
confiar plenamente en la imaginación bien controlada y junto con
la voluntad en segundo término, obtendremos excelentes resultados.
Veamos un ejemplo que sucede a diario. Tenemos necesidad de
ir al dentista para una extracción, y sucede, generalmente, que usted
se imagina los peores horrores que le esperan allí, el martirio a que
será sometido, y como es natural se imaginará paso a paso, minuto
a minuto, la misma extracción; quizá llegue usted a imaginarse la
misma introducción de la aguja, y del líquido anestésico, y también
los esfuerzos del dentista para extraerle aquel diente, o aquella
muela.. y hay personas que hasta llegan a imaginarse que no lo
podrán resistir, y que quizá se desmayarán, o que tendrán que
gritar desesperadamente; también podrán llegar a imaginarse que
se desangra por la noche, mientras está durmiendo...
Desde luego todo esto es una tontería, pero constituye para
usted una absoluta realidad dentro de su mente, y tenga la seguri-
dad, que si su voluntad ha vencido, cuando se siente en el sillón
VIAJE AL ANTIUNIVERSO 105
del dentista, sufrirá mucho dolor, por completo innecesario, total-
mente ilógico. Este es un ejemplo de la imaginación mal usada,
incontrolada, desbocada. Si usted, cualquiera, domina la imagina-
ción, hubiera hecho en dicho caso todo lo contrario, y posiblemente,
la palabra dolor y sus efectos, ni siquiera los habría conocido.
Si se ha detenido en pensar alguna vez cómo se desarrolla el
proceso de sentir un dolor cualquiera, habrá comprendido perfecta-
mente lo indicado anteriormente, y el valor que tiene la imagina-
ción en todos los conceptos de la vida. Pero si nunca ha pensado en
ello, le sugiero que pruebe de comprobarlo físicamente clavándose
un alfiler en un dedo. Veamos: Coja un alfiler y piense, mentalice,
imagínese, lo que va a hacer. En cuanto ponga la aguja, o sea la
punta del alfiler, sobre la superficie de la carne esperará con ansie-
dad el momento en que la punta atravesará la piel y hará brotar
sangre. Y lo fantástico, es que usted está concentrando inconsciente-
mente todas sus energías en examinar, y localizar el sitio preciso
donde se va a producir dentro de un instante la perforación. ¿Ver-
dad? Pero si en aquel preciso momento le clavaran un alfiler en otra
parte cualquiera, o le hicieran otra clase de daño ---daño del que
se diera cuenta— olvidaría totalmente todo aquel proceso tan bien
elaborado en su mente segundos antes. Esto ha sido ya perfecta-
mente verificado.
¿Cómo hay que actuar? Pues bien, de forma muy sencilla, y
muy natural. Si usted se entrena para soportar en cualquier mo-
mento el dolor —sea el que sea, todo es cuestión de entreno—
cuando éste se presente, reaccionará de forma muy diferente. En el
momento que el alfiler va a perforar la carne, reparta la imagina-
ción —imaginación controlada— por todo el cuerpo, de modo que
el dolor efectivo en el dedo, se distribuya por el cuerpo entero, y
algo tan insignificante como es un pinchazo, no tendrá por qué
sentirlo en absoluto, si emplea en todo momento este sencillo pro-
cedimiento, natural y lógico. Medite en ello, y mejor haga la prueba.
En este apartado podríamos detenernos mucho tiempo con
ejemplos, hasta hablar del autohipnotismo, que es otro buen ejem-
plo de imaginación, pero nos apartaríamos de otros temas más
106 J. ROCA MUNTAÑOLA

principales, y para el lector más importantes. Sólo añadiremos para


terminar la importancia que tiene la imaginación controlada: La
persona imagina que puede hacer esto, y lo otro y, efectivamente
es así, pues realmente puede hacerlo. Mientras que la imaginación
le dice que puede, la voluntad «quiere» realmente que lo haga.
Esto significa un gran triunfo. Y como dice un ex lama, el humilde
S. Dawa Samdup, que en la actualidad convive entre nosotros, los
occidentales:
«Si deseas que tu camino por la vida sea fácil y agradable, en
lo que cabe, olvida un poco lo de la "fuerza de la voluntad" —tan
importante para ustedes— que no es más que una trampa, y a
veces un engaño. Pero sí, y conviene, que recuerdes en todo mo-
mento lo de la imaginación controlada que enseñamos a nuestros
discípulos. Lo que imagines intensamente, eso podrás hacer. La
voluntad al servicio de la imaginación, no al revés. La imaginación
y la fe, pueden hacer auténticos milagros. No lo olvides jamás.'>
Y gracias «a la voluntad al servicio de la imaginación» pude
dejar de fumar cuando me lo propuse. Se ha dicho con mucha
razón que todo fumador empedernido, de más de dos paquetes dia-
rios, es realmente un vencido, con la voluntad anulada y la tensión
dispersa, no pudiendo luchar contra el vicio, que lo tiene maniatado
y dominado, tratando de buscar siempre atenuantes o paliativos.
Es cierto, y fácil de comprobar. Y un día comprendí que el tabaco
y el alcohol, son los dos más grandes enemigos del intelecto, embo-
tando a la larga el cerebro, aparte de que son responsables de gran
número de enfermedades, especialmente de hígado, corazón, arte-
rias, bronquios, sistema nervioso y a la larga... cáncer, pues así
como la polilla carcome la ropa, el tabaco destruye y carcome el
organismo del fumador; así como el fumador consume el cigarrillo
en la boca y lo convierte en cenizas, asimismo poco a poco consume
su salud y convierte en cenizas sus energías vitales. En fin: que ese
veneno lento, pero seguro, era contrario a las experiencias extra-
corporales, y fue sumamente fácil dejar de fumar, después de
haberlo hecho de forma continuada durante muchos años.
Y puse en práctica lo que antes he escrito. No me fue difícil
VIAJE AL ANTIUNIVERSO 107
conseguirlo, y lo más importante: dejé de fumar como la cosa
más natural del mundo. Ahí radica principalmente el valor de la
imaginación, el yogá y el relax, pues lo pude comprobar perso-
nalmente...

Aparición de z.tn encarnado (viaje astral)

Este relato, al parecer auténtico, de un viaje astral, fue publi-


cado por la misma prensa japonesa, con el indicado título. Dicho
hecho fue relatado en una revista médica por el doctor H. Miyamo-
to, de Tokio, donde habita en la actualidad, pero que en aquella
fecha residía en la población de Tendo-Spa. Relato sucintamente
el caso insólito, que en enero de 1970 fue publicado en el n.° 385/86
con igual título, en la revista Conocimiento, de Buenos Aires; tam-
bién en «Fenomenología Parapsicológica», separatas que se publi-
caban por aquel entonces en la revista Algo, de Barcelona; asi-
mismo lo fue en Hechos Mundiales, de Santiago de Chile, en Selec-
ciones del Reader's Digest, de 1971, etc., etc. Por tratarse de un
caso muy curioso, lo reproducimos íntegro, pero descrito en su
forma original. (Nota del Autor).
«Hakurei era por su historia un pintor pobre, pero de un
gran talento, que despreciaba la fama y oropel que otros hubieran
deseado.
»Era un ser profundamente religioso, aunque también muy dado
a los temas budistas, lo que pintaba incansablemente visitando
todos los templos del país, pero estaba particularmente atraído
por el grandioso templo de "Wakamatsu-Kannon", de cuyo sacerdo-
te era íntimo amigo y donde acostumbraba pasar los días santos y
hacer un "retiro espiritual" en la época del año nuevo.
»En el verano de 1958, Hakurei enfermó gravemente, y fue
rápidamente internado en un hospital local. En el último día del
año, el doctor Miyamoto, que habitaba en Tendo-Spa y conocía
muy bien a Hakurei por su fama de gran pintor de temas religiosos,
fue llamado especialmente para que le visitara. Al llegar a su habita-
108 J. ROCA MUNTAÑOLA

ción le encontró junto a la ventana provisto de un catalejo antiguo,


a través del cual enfocaba el templo de Wakamatsu-Kannon. Intu-
yéndolo, o quizá sabiéndolo, el médico, que le conocía muy bien,
le dijo para consolarle:
»—Hakurei, amigo mío: no se preocupe. El año próximo podrá
ir allí.
»Mirándole con extraña expresión, Hakurei le contestó:
»—Amigo mío, tengo que estar allí esta misma noche, y usted
lo sabe.
»—Pero usted está enfermo --le repuso el médico—, ¿puede ir,
acaso, en sueños?
»Hakurei no le respondió nada, pero esbozó una enigmática
sonrisa y se puso a mirar otra vez con el catalejo.
»Aquella noche, diez minutos antes de las doce, la sobrina de
Hakurei, la señora Shin-Ichiro, oyó como unos tenues pasos prove-
nientes del cuarto vecino, donde quedaba el santuario budista de
la familia. Luego oyó el ruido de la puerta que se abría, o sólo se
lo pareció. Al principio pensó que era su hijo que seguramente se
había despertado y tratado de encender la luz de la habitación,
pero de repente tuvo una intuición, y dijo: "No, ya sé quién es, ¡ es
mi tío Hakurei!"
»El pintor había vivido muchos años en casa de su sobrina.
También había entre ellos una gran afinidad espiritual.
»Un poco más tarde, faltando escasamente cinco minutos para
la medianoche, un amigo suyo llamado Daijiro Takeda, que vivía
en la población de Tendo-Spa, a un kilómetro y medio de la casa
de la señora Shin-Ichiro, oyó, o le pareció oír pasos en el jardín.
Miró por la ventana y se asustó al ver al pintor vestido de forma
habitual paseando por el jardín.
»Poco antes de poder hablarle, Hakurei "misteriosamente"
desapareció de su vista, cosa que le intrigó bastante, pues le sabía
en el hospital local.
»A las 0.20 horas, en el templo Wakamatsu-Kannon, el sacerdote
Satomi, su gran amigo y hermano espiritual, fatigado por las largas
celebraciones de vísperas de año nuevo y también por la larga vigi-
VIAJE AL ANTIUNIVERSO 109
ha, dormitaba al lado del "Kotatsu" (chimenea japonesa clásica).
De repente fue despertado por Hakurei, que parado frente a él, con
su característica pose y con la pipa en la mano, se estaba arreglan-
do detenidamente una túnica sobre sus vestidos de costumbre.
»-¡Hola, Satomi, amigo! —le dijo calmosamente.
»El sacerdote se restregó los ojos, no creyendo lo que veía, y
murmuró:
»- Hola, Hakurei, hermano! —y siguió un largo diálogo entre
los dos amigos respecto al hijo de Satomi, que dormía en el cuarto
contiguo y acerca de otras muchas cosas del templo por las que
siempre se había mostrado muy interesado, pero ahora le parecía
a Satomi que lo estaba mucho más todavía.
»Lo que pasó después es igualmente cosa fuera de lo común.
Cuando la señora Shin-Ichiro llegó al hospital, al día siguiente, su
tío le preguntó alegremente:
»—¿Sabes tú, sobrina mía, que la noche pasada os visité, como
también lo hice a Takeda y luego fui al templo Wakamatsu-Kannon?
Yo, estoy muy contento de haberlo realizado, no sólo en cuerpo
etérico, sino pudiendo materializarme, que es lo más difícil, a
voluntad, lo que fue para mí una excelente experiencia que vosotros
debéis confirmar y atestiguar ante el doctor Miyamoto.
»Dos días después, visitando Satomi, sacerdote e inseparable
amigo, a Hakurei, éste le recibió con las siguientes palabras y
delante de todos:
»—Estuve en el templo para prestar mi homenaje a los dioses
en el año nuevo, como ha sido siempre mi costumbre. Tú estabas
durmiendo junto a la chimenea. Parecías tener un sueño muy pro-
fundo; Hitosti, tu hijo, dormía en el cuarto contiguo. ¿Es, o no es
verdad?...
creo que estuviste allí; es decir, reconozco que te vi y
oí perfectamente tu voz, nítidamente, pero hasta el presente mo-
mento no tenía la seguridad respecto a si era sueño o realidad. Veo
ahora que ha sido una realidad objetiva muy interesante que debe-
ría conocerla y estudiarla la ciencia médica, pues no fue ni sueño
ni alucinación.

110 J. ROCA MUNTAÑOLA

»El doctor Miyamoto, testigo del hecho, y su posterior narra-


dor, concluyó diciendo:
»—Todo esto es extraordinariamente fantástico. Nunca había
oído hablar antes de semejantes casos. En verdad que es algo mara-
villoso. Daré cuenta de esta gran verdad a las autoridades médicas.
»Y esta sencilla historia verídica, aconteció 44 días antes de
la muerte del pintor Hakurei.»

La opinión de la ciencia

Si la teoría de la fuerza vital, o impregnación, en muchos casos


es susceptible de explicar muchos de los fenómenos llamados de
«acatamiento», hay casos según la escuela idealista o espiritualista
de la parapsicología, en la que nos dice, que son insuficientes y es
necesario hacer intervenir la teoría —hipótesis para algunos— del
cuerpo astral, llamado cuerpo fluídico, como hemos visto en más de
un caso tratado, con lo cual queremos designar un cuerpo inmate-
rial, o semiinmaterial, que en circunstancias normales de la vida
coincide con el cuerpo material.
En líneas muy generales, el cuerpo astral es el mismo que los
egipcios designaban con el nombre de Ka, o doble. Este cuerpo
fluido a veces llega a manifestarse y se le puede ver, en forma de
resplandores paranormales, localizados preferentemente alrededor
de la cabeza; otras veces en puntos luminosos, como agujas. Las
personas sensibles o con ciertas facultades psíquicas y espirituales,
pueden llegar a ver este cuerpo, o doble, tan perfectamente como
si se tratara de un cuerpo físico.
La ciencia más o menos oficial, y hasta la misma parapsico-
logía, nos dice lo siguiente en libros considerados de texto: «...este
cuerpo astral podría en ciertas circunstancias fortuitas, como la
producida por una gran emoción o por la voluntad de individuos
dotados, desprenderse y efectuar desplazamientos en el espacio;
pero, en este caso, el doble permanecería ligado al cuerpo material
VIAJE AL ANTIUNIVERSO 111
por una especie de prolongación fluida que se ha querido comparar
al cordón umbilical'>.
Este fenómeno de desdoblamiento puede manifestarse en dife-
rentes aspectos; veamos: cuando el desdoblamiento lo podemos
considerar sólo subjetivo, el individuo explora por una especie de
fenómeno de videncia el lugar que se ha, o le han asignado, pero sin
que el verdadero «cuerpo astral» abandone su cuerpo físico, como
les sucede a algunos sensitivos que dicen efectuar el viaje astral.
Este modo de desdoblamiento podría manifestarse espontánea, vo-
luntariamente, o bien ser provocado por hipnosis.
Si estudiamos los casos que cita Sudre a este respecto, veremos
la serie de experimentos hipnóticos que efectuó el doctor Backman
de Kalmar (Suecia) sobre el particular. (Hay auténticos tratados).
Pero resumiendo: la mayoría de las veces, se trata de un
desdoblamiento psíquico. Pero lo que llamamos viaje astral, pro-
yección astral, etc., es el propio cuerpo astral el que se desplaza,
voluntaria o involuntariamente. Es el fenómeno —nos dice Jacques
A. Mauduit— que las tradiciones religiosas designan con el nombre
de bilocación. Tal es el caso, entre otros muchos, de Alfonso de Li-
gorio, que, en el siglo xviii, hallándose recluido en su celda de
monje, en Arezzo, para un período de ayuno, fue visto en Roma,
junto al Papa Clemente XIV.
Este es el fenómeno que normalmente lo provocan los yoguis
auténticos, ascetas, faquires, bonzos, lamas, etc. este, espontánea-
mente, sin preparación alguna, puede en casos especiales, por
ejemplo en crisis emocionales muy profundas, manifestarse espon-
táneamente, como por ejemplo ha sucedido muchas veces en la
proximidad de la muerte. El cuerpo astral, proyectado fuera de
su soporte corporal, aparecería, entonces, como los fantasmas pro-
vocados por la impregnación psíquica.
Horneli Hart, de la Universidad de Duke, que trató de llevar
estos problemas de <(desdoblamiento,> al terreno experimental, aca-
bó admitiendo la realidad del fenómeno, aunque al principio
dudaba. Éste se manifiesta generalmente mediante una gran concen-
tración del sujeto. El fenómeno de desdoblamiento, su característica

112 J. ROCA MUNTAÑOLA

principal, es que el cuerpo proyectado tiene la gran facultad de


pasar a través de cualquier cuerpo sólido.
Pero, sean cuales sean las explicaciones que las diferentes
escuelas nos hagan, veremos siempre que existe una «fuerza», una
energía paranormal para darle una definición, imposible por ahora
de asimilar a las otras fuerzas conocidas, y que más o menos provi-
sionalmente designamos con el nombre de «fuerza vital».
Científicamente las experiencias extracorporales, como el des-
doblamiento, el viaje telepático, o la clarividencia viajera, según
otros autores, nos vienen a indicar que seguramente el concepto
del alma nació en tiempos remotos de la experiencia directa de
algunas personas. Una vieja denominación de tales experiencias
extracorporales es la que todos conocemos por «proyección astral)).
Realmente una experiencia de esta clase viene definida por los
siguientes rasgos según un trabajo científico publicado en nuestra
patria por el profesor doctor Charles T. Tart, profesor de Psicología
de la Universidad de Davis de California, publicada en España
por la revista Tribuna Médica, página 12, de fecha 7 de enero de
1972; dice así:
«Definición de experiencias extracorporales en nuestra Univer-
sidad:
»Primero. Es interesante saber que el individuo se percibe a sí
mismo ocupando un lugar físico diferente del de su cuerpo físico.
»Segundo. Observa claramente que en este momento su estado
mental es racional y totalmente normal. Sabe, le consta, que no
está soñando, ni es víctima de alucinaciones, total convicción que
dura cuando realmente la experiencia ha pasado.
»Tercero. A veces puede percibir su cuerpo físico desde un
punto de vista exterior.
»Cuarto. Se ve a sí mismo con un segundo cuerpo, "no físico",
parecido a su cuerpo ordinario.
»Quinto. Advierte que durante toda la experimentación (expe-
riencia extracorporal) puede trasladarse a distintos sitios con sólo
quererlo, atravesando la materia sin dificultad alguna.»
Hasta hace poco se había estudiado al ser humano tan sólo en
VIAJE AL ANTIUNIVERSO 113
su aspecto físico y mental, ya que se ignoraban los vastos y som-
bríos territorios de su psiquismo inconsciente. Al proyectar en esta
zona misteriosa una luz nueva, el hombre surge como una entidad
diferente a la que acostumbramos ver, pues surge el hombre real-
mente desconocido y sorprendente, dotado de extrañas facultades y
dueño de una inexplicable naturaleza que hasta le permite asirse
de algún modo al pasado, y prolongarse en el tiempo, más allá de las
fronteras corporales.
La realidad es que toda nuestra vida pasa a través del cuerpo,
pero nosotros, «a veces», no estamos en nuestro cuerpo, y esta expe-
riencia la tienen muchas personas, aunque no lo mencionen así
como así, y por muchos motivos. Tened la seguridad que en deter-
minados casos, ciertas personas pueden extender las antenas de su
alma, más allá de los límites corpóreos, y tener conocimiento, o
una visión real del futuro inmediato, aunque no hay futuro, ni
presente, ni pasado, porque el tiempo, esa cuarta coordenada, en
realidad no existe fuera de nuestra envoltura corpórea. Ahora bien,
y veamos lo más importante. La enorme importancia de las expe-
riencias extracorporales, al influir en la conducta y en las mismas
creencias de las personas que las tienen, ya sean provocadas, incons-
cientes, o bien por culpa de ciertas drogas, o sólo estados alterados
de conciencia, sucede que casi invariablemente les dirán algo como
lo que sigue: «Ya no creo en la supervivencia después de la muer-
te: sé que ello es verdad, porque me consta, porque he experimen-
tado estar vivo, sin que mi cuerpo físico interviniera en ello.»
De todas formas las experiencias extracorporales, son raras.
Dice el doctor Tart que probablemente se dan en menos del uno por
ciento de la mayor parte de las poblaciones, pero la persona que
sabe a ciencia cierta por experimentación, que puede sobrevivir,
es capaz de influir en los sistemas de creencias de otras personas.
«Por otra parte —dice el doctor Tart— es posible que estas
experiencias se estén extendiendo; por una parte el hombre o la
mujer consciente, busca e indaga y no le basta lo que se le diga y
enseña en su juventud.» Por otra, en una encuesta realizada oficial-
mente en Estados Unidos por el citado profesor Tart, entre fumado-
8 . \'L'JE
114 J. ROCA MUNTAÑOLA

res experimentados de marihuana en el año 1971, resultó que el


44 % indicaron que habían tenido experiencias extracorporales,
pero había un dato elocuente en dicho informe, y que debemos
tener en cuenta, y era que las experiencias «por drogas» habían sido
siempre muy desagradables, penosas, hasta sufrientes aparte de
alucinantes, como si la parte «no física>) rechazara indignada esta
clase de experiencias no naturales contrarias a la vida.
Sobre esta clase de experiencias extracorporales, dirán los
escépticos: «el hecho que una experiencia dé la impresión de ser
real, no la hace real». Y esto es cierto. Sin embargo, lo que obliga al
científico a considerar seriamente la realidad y las implicaciones
de las experiencias extracorporales, es la misma realidad de los
hechos con los sujetos con los que se experimenta —en infinidad
de Universidades y en todo el mundo— ya que refieren que «han
viajado» a algún lugar distante, y que la descripción de los hechos
sucedidos en ese lugar, es exacta y demasiado concreta como para
poder ser atribuida a coincidencia. Téngase presente que en algu-
nas operaciones quirúrgicas, refiere el mismo doctor Tart, bajo
anestesia general, los pacientes dieron cuenta de experiencias
extracorporales que incluían detalles específicos muy concretos de
lo que sus parientes y amigos estaban haciendo en sitios distintos
y a veces apartados, distantes. También a observaciones acerca
de manchas o de números, y marcas, en la parte posterior de las
batas de los cirujanos, y que los mismos ignoraban, como se pudo
comprobar posteriormente, pues habían sido tomadas todas las
precauciones pertinentes.
CAPÍTULO VIII

La terminación del conocimiento


es el comienzo de la sabiduría.

KRISNHAMURTI
Los yoguis, como decía en el primer capítulo, persiguen este
camino tan buscado hacia Dios a través de meditaciones acompa-
ñadas de respiraciones rítmicas que probablemente al llevar más
oxígeno a las células y al aumentar poderosamente el flujo san-
guíneo hacia el cerebro, deben producir profundos cambios en el
ser humano que se dedica a tales experimentaciones. Desde luego
creo, que puede ser extraordinariamente perjudicial para cualquier
persona que trate de emplear técnicas de este tipo, sin un aleccio-
namiento por parte de una persona que realmente las domine, o
sea un profesor.
En el yoga, el yoga hindú auténtico, la ciencia de la respira-
ción, los procedimientos de meditación tienden a la adquisición
directa de la perfección. Pero todos estos medios son vanos, difíci-
les y sólo dan escasos resultados si quien los emplea no ha aprendi-
do antes a adquirir la energía de la perfección, de la cual tratare-
mos en este capítulo tal como lo enseñan en los monasterios
budistas.
Todos los métodos prescritos demandan, como primera con-
dición, hacer el silencio mental, es decir, la interrupción de todo
pensamiento para dejar aparecer la flor de la sabiduría profunda.
Pero este silencio de lo mental es muy difícil de obtener. Los re-
cuerdos se precipitan en masa en el momento que queremos expul-
sarlos y si llegamos a un principio de silencio, hay con frecuencia
aparición de imágenes raras o grotescas que nada tienen que ver
con la sabiduría profunda.
150
J. ROCA MUNTAÑOLA

En cuanto a los ejercicios de respiración, se debe tener en


cuenta que dan resultado a algunos, pero pueden ser perjudiciales
para otros si no están dirigidos por un auténtico profesor, pues
pueden liberar fuerzas desconocidas provocando molestias físicas
y hasta posibles desarreglos mentales. No es exagerado decir que
hasta podrían ser incalculables los daños producidos en personas
sensitivas a través de prácticas no controladas, o llevadas bajo la
dirección de charlatanes que desgraciadamente abundan. Nuestro
mundo está lleno de personas neurasténicas o de individuos que
pueden haber recibido shocks que influencian toda su vida y no
podemos permitir que la legión de personas desquiciadas por vidas
desgraciadas o por enfermedades psíquicas, sea aumentada por
aquéllas que a base de lecturas se lancen a la aventura de tratar de
obtener poderes que mal asimilados o mal interpretados, no sólo
podrán dañar a los que con ellos experimentan, sino que también
perjudican a sus familias.
Indudablemente hay un camino que cada cual deberá buscar a
la medida de su propia capacidad y sin querer engañarse. Y será
un camino largo y muy difícil antes de que la persona que lo trata
de recorrer note alguna diferencia favorable, pero siempre he re-
comendado y lo hago nuevamente ir bien aconsejado y de la mano
de un buen profesor. Nunca se debe intentar nada solo, ni las prác-
ticas yoguis: conviene ir dirigido al principio por un buen profesor.
Hay para los hombres corrientes —siempre es sabio colocarse
en esta vasta categoría— métodos más simples para adquirir ener-
gía de perfección. Pero su extrema sencillez los hará ser rechazados,
equivocadamente, por los orgullosos. Y, sin embargo, son los que
permiten mejor obtener el presentimiento de los mundos supe-
riores.
El primer método es escuchar los ruidos que surgen de un
jardín o de un bosque. Hay que elegir, dentro de lo posible, un
lugar que no esté turbado por el ruido de los coches, trenes, etc.
Se requiere y precisa un lugar silencioso, un lugar de paz. Estos gri-
tos discordantes son precisamente la expresión de la fuerza retró-
grada del mundo, esa que va únicamente hacia el goce material
VIAJE AL ANTIUNIVERSO 151
de las cosas, en lugar de elevarse en el orden espiritual. Son el polo
opuesto de la armonía natural, y la paralizan como la introducción
de un gran tambor de feria en la ejecución de una sinfonía. Tam-
bién hay que elegir un jardín o bosque donde estén reunidos árbo-
les de diferentes especies, porque cuanto más diversas sean las espe-
cies, mayor será el número de almas vegetales que se expresarán.
El viento al pasar entre las hojas tiende a resolver en armonía
las meditaciones de las plantas. Las almas de las plantas son menos
conscientes que las nuestras, pero no están tan sumergidas como
las almas humanas en la materialización por la complicación de
los órganos y el apetito de separación egoísta. Sufren la ley del
descenso, pero están más cerca de la vida espiritual, de la causa.
Su voz programa no el regreso inmediato al espíritu, sino la con
formación a las leyes del mundo. Porque el alma vegetal se ha
desarrollado en el sentido de la sabiduría. Hay que intentar com-
prender su voz, hay que abandonarse a las corrientes vegetales
que hacen subir a través del espacio un himno de sabiduría.
Pues bien, si hemos sabido escuchar los ruidos procedentes
del silencio, si hemos intentado comprender su voz, hay que aban-
donarse a las corrientes vegetales, escuchar y comprender; hay mo-
mentos en que tenemos el sentimiento de mezclarnos a esas co-
rrientes y de ser llevados por ellas. Eso no se produce nunca de
inmediato y la cualidad de los árboles tiene mucha importancia.
Por puro que sea el canto que se eleva de la madre naturaleza,
de las esencias vegetales diversas para penetrar su sentido, dife-
renciarlas de las otras voces de la naturaleza, como por ejemplo de
la voz áspera del mar, o la cantarina de un riachuelo o la grave
de un gran río, es necesario una disposición de alma especial, y la
calidad del canto está relacionada con la calidad de quien lo es-
cucha.
Este método tibetano lo practican con los novicios en los con-
ventos y lo denominan los yoguis «syltrim» (viveza) pero también
ellos tuvieron que aprenderlo en su día. Este método tiene una
gran virtud: aprender a oír donde normalmente para los demás
mortales parece que no hay ruidos. Aprender a comprender a la
152 J. ROCA MUNTAÑOLA

naturaleza; vivir acordes con la naturaleza; amar a la naturaleza.


Este es el principio de todo: es entenderla, comprenderla en todo,
sentirla dentro de uno, amarla.., amarla...
Otro método consiste en la contemplación atenta del cielo
nocturno, cuando las estrellas son claramente visibles. Nadie o
casi nadie por desgracia mira al cielo. Si lo hiciéramos veríamos
muchas cosas que nos sorprenderían y que no comprenderíamos
de golpe. Y sin embargo, apartamos así de la vista una enseñanza
útil al esfuerzo de perfección, una fuerza del corazón que se infiltra
secretamente, sin que el pensamiento racional cuente para nada.
Hay que mirar el cielo cuando no hay nubes, y en ausencia de la
luna. La claridad de la luna vuelve a traernos a los sueños terres-
tres, a las imágenes relacionadas con la generación, a la voluptuosi-
dad de los sentidos. La energía de perfección viene del color de
la inmensidad, de las figuras trazadas por las estrellas y de su
desorden geométrico.
Es vano para aquel que desea elevar su alma, calcular distan-
cias, reflexionar sobre la relatividad del espacio, u otros proble-
mas de este orden. El examen de dichos problemas es fecundo
en sí mismo, pero es de otro orden. Conduce a un precioso engran-
decimiento de la inteligencia. Pero no sirve para adquirir la energía
de la perfección.
Y cuando la recibimos, como sucede con toda la riqueza ver-
daderamente preciosa, no sabemos que la recibimos.
Los principios de la «iniciación» son fáciles y difíciles al mismo
tiempo. Si esperas conseguir algo positivo en la vida, si esperas po-
der conseguir «salir» de tu cuerpo y efectuar el «viaje», tienes que
empezar por técnicas que te parecerán muy sencillas, como las indi-
cadas ahora, pero no lo son tanto y verás tú mismo lo que cuesta.
Ahora bien; cuando lo hayas conseguido te maravillarás, porque
¿hay realmente «silencio»? Pues verás que donde hay vida vegetal,
sólo vida vegetal, no existe el silencio, porque en realidad hay vida.
¡Meditar, escuchar el silencio, poner la mente en blanco...!
¿Te parece fácil? En las Lamaserías y en los refugios conventuales
del Tibet, y de otros lugares de Oriente es lo que más enseñan,
VIAJE AL ANTIUNIVERSO 153
porque si lo meditas detenidamente comprenderás, que es el prin-
cipio de la sabiduría, y por lo tanto es muy difícil. Domina la mente,
y lo dominarás todo.

Conócete a ti mismo

Conócete a ti mismo, dice la sabiduría de los antiguos griegos.


«Cuando un peregrino en espera de conocer la verdad llegaba a
Delfos y se presentaba en el umbral del templo, era llevado ante
el más anciano de los sacerdotes de Apolo. Éste lo miraba fijamente
a la cara; si reconocía en él un buscador de la verdad, le pedía
ofrendas, lo hacía prosternarse ante las estatuas o respirar las
exhalaciones de las hierbas sagradas. Pero si veía en la mirada del
peregrino la luz de la inteligencia, se contentaba con mostrarle la
inscripción grabada en el frontispicio del templo: "Conócete a ti
mismo." Si el peregrino comprendía y, tomando su cayado, se pre-
paraba a alejarse en busca del camino, entonces el viejo sacerdote
se postraba ante él y besaba sus sandalias.»
Pero nosotros, yo mismo, hubiéramos partido de nuestra ciu-
dad hacia Delfos para aprender la sabiduría; incluso si hubiese
recibido la iluminación ante la fórmula «Conócete a ti mismo»,
no me hubiera alejado silenciosamente. Hubiera querido ver el
templo, cuyo esplendor era grande, contemplar las puras formas
de las estatuas, gutar la embriaguez de las hierbas sagradas, e
incluso, de haber podido, hubiera hecho una pregunta a la pitonisa,
una pregunta cuya respuesta yo hubiera sabido, para asegurarme
por medio de una treta, de su carácter verídico. Sólo más tarde,
sentado solitario en la campiña, hubiera meditado sobre la palabra
esencial.
Y es que realmente se debe obrar así. Hay que mirar las esta-
tuas e incluso tocarlas, para saber si son de mármol macizo o de
estuco, huecas en el interior. Hay que embriagarse con las hierbas,
hay que interrogar al oráculo, porque en todo hay una enseñanza,
ya sea en su mentira, ya sea en su verdad. Después, hay que mirar
dentro de uno mismo. Y al final juzgar.
154 J. ROCA MUNTAÑOLA

El primer gesto de quien quiere aprender a conocerse, es mi-


rarse en un espejo. Es una gran lección. Hay que mirar con la
intención decidida de verse y mirar largo rato. Cuando he realizado
esta experiencia he visto un hombre con los cabellos mucho más
grises de lo que yo suponía.
Estos cabellos, y no quedan muchos ya, caían blandamente,
como lamentándose de la vitalidad perdida. Era ya una cabellera
pobre, sea dicho de paso.
He visto también unos ojos curiosamente fijos, en los cuales ya
empieza a faltar <(aquel)) brillo, y desprovistos de esta hermosa cer-
teza que se ve en los ojos de los hombres que no piensan jamás.
He visto una sonrisa afectada, cuya voluntaria ironía ocultaba la
angustia. Y el espejo me demostró que era mucho más viejo de lo
que yo mismo había pensado nunca, y que había otro (ami doble
etérico?) a través de una niebla, como un doble desvanecido.
Conócete a ti mismo! Éstos son precisamente los afanes de
esta moderna ciencia llamada Parapsicología que muchos la cono-
cen, pero todavía no la comprenden. Pero antes hay que empezar por
uno mismo, como por ejemplo: ¿En qué me diferencio de los otros?
¿Por qué defectos especiales, por qué cualidades minúsculas cu-
yas tonalidades forman mi color propio?
Soy alguien a quien le gusta acariciar la nuca de una mujer
que sueña, a causa del misterioso calor de vida que exhala.
Soy alguien que ama los libros porque en ellos se narran
grandes vidas, viajes y aventuras maravillosas en países que no
visitaré jamás.
Soy alguien que lamenta todavía, que se le murió hace años un
perro inteligente entre todos los perros, verdadero amigo que me
testimonió durante quince años su leal amistad de la que sólo son
capaces los animales, especialmente los perros.
Soy alguien a quien le gusta echarse sobre una alfombra de
musgo y mirar el paso de las nubes, o si es de noche, contemplar
las estrellas y el firmamento y la Gran Obra, o el Gran Misterio, de
la creación. ¿Por qué existe el universo? ¿Por qué el hombre
nace y muere? ¿Por qué ama?... En realidad soy alguien, como tú,
VIAJE AL ANTIUNIVERSO 155
que jamás ha perdido la facultad de la sorpresa —aunque lo
disimule— que atraviesa la vida sorprendido, y que morirá, sin
duda, sorprendido de haber vivido. Pero y después ¿qué...? En
realidad no soy casi nada, y tú, lector, ¿lo sabes?, ¿lo piensas...?
Por ejemplo: Estamos en los umbrales de la más formidable
de las conquistas del hombre: la conquista del espacio, en vísperas
de abrir rutas hacia otros mundos, de abandonar por fin esta mi-
núscula isla y tener el universo como morada, pero ¡es curioso!,
el Hombre, sigue siendo para el hombre un desconocido, porque
él mismo no se conoce. Pero ¿lo intenta...? No.
Sabemos mucho más sobre cualquier cosa que hayamos descu-
bierto, que sobre la mente nuestra, que lo descubrió. Hasta el pen-
samento mismo, ese fantástico lenguaje interior que empujara a la
estirpe humana hacia la cumbre, sigue siendo un arcano. No hay
siquiera una teoría que trate de explicarlo. Bueno, creo que de
teorías hay algunas, pero: ¡ Desfasadas! Quizás una hoja de cual-
quier árbol contenga más sentido que la vida de un hombre que
se ignora a sí mismo. Y que desgraciadamente todavía odia.
Aquí sí que está el verdadero valor de esta ciencia maravillosa,
fruto de otras muchas, pero fuente de una búsqueda única: el en-
cuentro del Hombre consigo mismo, con su cuerpo causal, con su
ego, consigo mismo!
Porque es el conocimiento del ser integral y el hallazgo de su
naturaleza última, que sólo conseguirá alcanzar, y no siempre,
cuando nuestro «ya» se remonte a otros planos de la realidad.
Si los procesos evolutivos dotaron al Hombre de «otros nive-
les, otros mundos», tan sólo esa verdad lo capacitará para vivir con
plenitud en cualquiera de ellos.

El Ocultismo, la Magia (?) y la Parapsicología

Muchos autores que parten de un ayer lejano, intentan hallar


un paralelismo entre Ocultismo (Magia) y Metapsiquismo, o diga-
mos hoy parapsicología científica, y Ciencia; un paralelismo que se
156 J. ROCA MUNTAÑOLA

intenta hacer patente ya en el propio nombre de «Ciencias Ocultas».


Es evidente que en muchas ocasiones ambos caminos —el de la
Magia, Ocultismo y el de la Ciencia—, se han cruzado, y que en
ciertas épocas el florecimiento científico nació evidentemente del
Ocultismo y de la Magia, como nació por ejemplo la Química de la
Alquimia. Incluso en algunos períodos (como en el Renacimiento)
llegó a considerarse al Ocultismo como la «ciencia suprema».
Pero cabe aquí hacernos honradamente la pregunta: ¿lo es,
realmente? Según la mayoría de autores, no; en absoluto. Hay
entre ambos conceptos un inmenso abismo de base. En principio la
Ciencia es racional: todo lo mide y lo pesa; el tiempo y el espacio,
no son solamente conceptos, sino realidades fijas e inamovibles que
rigen todo nuestro mundo. Y a estas realidades debe ceñirse todo
para ella.., y todo lo que no pueda ser medido, pesado o catalogado
debe ser desechado como imposible o falso.
El Ocultismo, por el contrario, es irracional. La materia, el
tiempo y el espacio son para él realidades a superar o a transfor-
mar. El Ocultismo parte de principios afectivos o espirituales,
principios no materiales, no pertenecientes al mundo físico, sino
a una categoría muy superior y capaces de actuar sobre este
mundo físico superando o prescindiendo de la ciencia. Para el
Ocultismo nada parece imposible, nada hay ilógico. No existe
tiempo ni espacio. Todo es., o todo puede ser, porque el hombre y
el Universo, no son sólo materia.
Pero la ciencia clásica, la ortodoxa, sólo cree en un mundo
físico y real. La Religión y la Filosofía, en cambio, aceptan también
la existencia de un mundo espiritual.
El ocultismo, y también la parapsicología «no materialista»,
o sea los postulados o escuelas filosóficas, o las idealistas-espiritua-
listas, principalmente, y en parte también la ecléctica, crecen y afir-
man, que el Universo y el Hombre, están formados por una super-
posición o compenetración de tres mundos distintos: el físico, el
astral y el espiritual. El complejo es por supuesto mucho más em-
brollado de lo que puede dar a entender un simple enunciado, y
tendremos que esperar a «más adelante» para verlo con mayor
VIAJE AL ANTIUNIVERSO 157
detenimiento, aunque posiblemente la espera no sea muy larga. Los
acontecimientos son cada vez más claros, más determinantes; por
ejemplo:
Nosotros hemos estudiado muy a fondo, detenidamente, las
llamadas operaciones psíquicas (psicohigiene) de Filipinas y Brasil.
Dichas operaciones son un hecho indiscutible, pero no tienen expli-
cación lógica —ni científica— pues saltan a pedazos todas las
leyes físicas, pero la realidad es que operan, y hay un tanto por
ciento elevado de curaciones. Científicamente, viendo actuar a los
curanderos no se pueden aceptar sus manipulaciones, pues sus
«operaciones» son imposibles, cosas y hechos irreales, pero... rea-
lidades objetivas y subjetivas comprobadas; unas veces alivian, y
otras muchas curan. Y como es natural nos hacemos muchas pre-
guntas, que no tienen una respuesta lógica: ¿operan únicamente
en el astral? No, pues operan también en lo somático, por lo cual
sus operaciones se complementan, como dice el doctor Ramos de
Manila. ¿Cómo podemos explicar, científicamente, la desmateriali-
zación ante nosotros, de los algodones y posterior materialización,
quedand i constancia del hecho en filmaciones efectuadas por los
médicos de diferentes nacionalidades, como por ejemplo la película
vista en el último Congreso de Parapsicología de Génova, en ju-
nio de 1974...?
¿Lógica? ¿Explicaciones científicas...? Ninguna.
La única manera de poder saber, y comprender, sería que nos
permitieran asistir durante una larga temporada a todas sus ope-
raciones como vulgares ayudantes. Quizá lo «imposible» dejaría de
serlo para nosotros. Pero tendríamos que aventurarnos humilde-
mente en este estudio, análisis y posible comprensión; no «negando»
ni aceptando ciegamente lo que vemos, pero si estudiándolo con
amor y fe. En su día ya nos decía San Jerónimo que «hallaríamos
mucho de inverosímil e inaudito, pero que no obstante es genuino
y real», o bien aquel célebre pensamiento de Laplace que nos dice:
«Estamos tan lejos de conocer todas las fuerzas de la Naturaleza
y sus múltiples modalidades de acción, que sería poco filosófico ne-
gar la existencia de ciertos fenómenos, tan sólo porque no pueden
158 J. ROCA MUNTAÑOLA

ser explicados en el estado actual de nuestros conocimientos.»


Desde luego muchos de estos problemas, y muchos de estos
estudios, bien sean parapsicológicos o bien entren en la categoría
—todavía— de ocultos, según sea el pensamiento de unos u otros,
mucho más complejos de lo que buenamente puedo dar a entender
en mis libros y artículos, pues al fin y al cabo son simples enuncia-
dos, debemos esperar a más adelante, y con otra mentalidad para
verlo todo con mayor detenimiento y en parte, comprenderlo, pero
la palabra «ocultismo» no debería existir ya.
No debemos dejar nada oculto al estudio. Debemos dar a cono-
cer muchas cosas todavía que son «tabú», hechos reales, algunos
fantásticos, bien sean del plano físico, o astral, pues en realidad
hay otros varios planos, o niveles.
Que los escépticos, sean del postulado que sean, se lo crean
y lo tomen en cuenta, ésta es otra cuestión. Quizás ante todo sea
necesario ser filósofo para poder librarnos de ser científicos, porque
como decía Pitágoras, vale más una gota de sabiduría que todo un
tonel de ciencia. Puede ser una exageración, pero «filosóficamente,>
tiene su razón.
114 J. ROCA MUNTAÑOLA

res experimentados de marihuana en el año 1971, resultó que el


44 % indicaron que habían tenido experiencias extracorporales,
pero había un dato elocuente en dicho informe, y que debemos
tener en cuenta, y era que las experiencias «por drogas» habían sido
siempre muy desagradables, penosas, hasta sufrientes aparte de
alucinantes, como si la parte «no física>) rechazara indignada esta
clase de experiencias no naturales contrarias a la vida.
Sobre esta clase de experiencias extracorporales, dirán los
escépticos: «el hecho que una experiencia dé la impresión de ser
real, no la hace real». Y esto es cierto. Sin embargo, lo que obliga al CAPÍTULO VI
científico a considerar seriamente la realidad y las implicaciones
de las experiencias extracorporales, es la misma realidad de los UN AUTFNTICO VIAJE ASTRAL
hechos con los sujetos con los que se experimenta —en infinidad
de Universidades y en todo el mundo— ya que refieren que «han
viajado» a algún lugar distante, y que la descripción de los hechos
sucedidos en ese lugar, es exacta y demasiado concreta como para
poder ser atribuida a coincidencia. Téngase presente que en algu-
nas operaciones quirúrgicas, refiere el mismo doctor Tart, bajo
anestesia general, los pacientes dieron cuenta de experiencias
extracorporales que incluían detalles específicos muy concretos de
lo que sus parientes y amigos estaban haciendo en sitios distintos
y a veces apartados, distantes. También a observaciones acerca
de manchas o de números, y marcas, en la parte posterior de las
batas de los cirujanos, y que los mismos ignoraban, como se pudo
comprobar posteriormente, pues habían sido tomadas todas las
precauciones pertinentes.
« i Oh, cielos, es misterioso, es terrible considerar que
no sólo llevamos en nuestro interior a un futuro fan-
tasma, sino que somos en realidad fantasmas! »
THOMAS CARLYLE

Al lector:

Puede que usted no crea en lo sobrenatural; puede


que tampoco crea en lo paranormal... Si realmente
es un escéptico lea los siguientes relatos verdaderos
y catalóguelos como alucinaciones, trucos, o como
producto de sueños. Particularmente me tiene sin
cuidado; no es para el escéptico para quien he escrito
este libro.
Pero si es usted uno de los muchos que han experi-
mentado acontecimientos inexplicables, que mantienen
su cerebro abierto y buscan el conocimiento, entonces
estas historias le proporcionarán valiosos datos adi-
cionales.
J.R.M.

Emil Mattiesen habla en una de sus obras, de lo que en opinión


de S. L. Muldóon constituye un fenómeno extraordinario en el cam-
po de las excursiones psíquicas (1). Revela entre otras cosas que
Muld6on concede gran importancia en estas «excursiones» a la
voluntad extrínseca del yo. Y así, si el cuerpo físico se opone, la
voluntad subconsciente suscitada por medio de la autosugestión,
puede poner en movimiento al cuerpo astral. Mul&ion enumera
una serie de factores que favorecen el fenómeno: sueños, fuertes
deseos inhibidos, también el hambre y la sed. Incluso ha llegado a
provocar deliberadamente una salida del cuerpo astral. Con tal
propósito hace girar, con los párpados cerrados, los ojos hacia lo
(1) EMIL MArrrEs: «Das Personliche Ubetieben des Todes», Berlín, 1936-1939,
y «Der geistige Mensch», Berlín, 1925.

118 J. ROCA MUNTAÑOLA

alto y hacia dentro, concentrándose con toda sus fuerzas en que-


rer fijarse sobre el punto de su convergencia. Observaciones sobre
este género son sin duda muy preciosas.
Muldion, según lo que refiere Mattiesen, escribe lo siguiente:
«Si lo pienso se me hace difícil creer que una separación del cuerpo
astral, deliberadamente querida, no sea algo generalmente obser-
vado. No puedo imaginarme por qué experiencias reales como ésta
son puestas en duda, por qué no se las quiere reconocer, pues al
mismo tiempo se debería negar también la realidad de la vida
física. Pero sin duda no lo pensaría así, si no lo hubiese experimen-
tado tantas veces personalmente. Cuando la "salida" es deliberada,
no se puede tener ninguna duda, se sabe.
»Lo sé con la misma certeza, como ahora sé, que estoy sentado
aquí para escribir una carta a Mr. Carrington, Pero, ¿cómo se lo
puedo demostrar a los demás? Se podría objetar que yo estoy so-
ñando, y no podría demostrar lo contrario, es natural)> (Sic).
Aquí, en España y también podríamos decir en gran parte de
Occidente hay sin duda, hoy por hoy, pocas personas que, gracias
a la prueba de estos mismos hechos, se convenzan de la realidad
de semejantes fenómenos. Muy diferente se presenta la situación
en Oriente, donde existe a propósito una antigua tradición. Mat-
tiesen es de la opinión, de que es un testimonio significativo de
semejantes experiencias el hecho de que muchos individuos ven
primeramente su cuerpo abandonado como un cadáver de otro, pues
su conciencia evidentemente tiene su propia sede en la parte que
se separa, o sea «en el verdadero yo».
La más extraordinaria experiencia que jamás haya sucedido
con un doble, la tuvo la señora Mts. Osborne Leonard, en 1923.
Las cosas sucedieron de la forma que se explicará a continuación,
al que yo llamo el caso más concreto que he conocido hasta el día
de hoy. El mismo, fue publicado en marzo de 1924 en la The Inter-
national Psychic Gazette, de la que transcribiré dicha historia verí-
dica usando la misma forma de expresión, hasta la misma litera-
tura, que en 1925 fue publicado nuevamente en el periódico barce-

VIAJE AL ANTIUNIVERSO 119
lonés El Diluvio, ya desaparecido, en la página «Siempre el Miste-
rio». Dice así:
«Acostumbro, por lo general, reposar en mi habitación, por la
tarde cuando he dado una sesión por la mañana, y espero dar otra
más tarde en el mismo día. Una tarde reposaba en mi cama con la
habitación medio a oscuras, cuando tuve la extraña sensación de
ser levantada arriba de la cama, hacia el techo. No podía sentir
con mi cuerpo la sensación de la cama. Pensé que estaba saliendo
de mi cuerpo físico, por lo que alerté todos mis sentidos a la vez
que me sentía interesada, y debo decir, que al mismo tiempo de
interesada, bastante excitada, pero de inmediato la sensación de
flotar en el aire, me abandonó. Ahora yo me doy cuenta que debí
continuar en estado plácido, y desde luego tranquilo, y no pensar
en lo que podía pasarme después, pero como se trataba de mi
primera experiencia de esta clase comencé a especular si podría ir
a alguna parte con mi cuerpo astral, bien fuere en el plano terres-
tre, o en el espiritual.
»Por culpa de mi excitación, volví a mi estado normal, tendida
sobre la cama. Pensé: "No sentí la cama hace dos minutos, y no
creo que lo imaginara. Me pregunto si esto se presentará de nuevo."
»Pasaron algunas semanas, durante las cuales permanecí con
los sentidos alerta en espera de la repetición de la experiencia, pero
a decir verdad, desilusionada. Al fin abandoné toda esperanza pues
el caso no se repetía, pero una tarde...
»Aquel día, es decir, aquella misma tarde, estaba esperando a
un matrimonio que solían visitarme con regularidad una vez por
semana, para unas clases de metapsíquica teórica, de rabdomancia,
y mediumnidad, para que pudieran comunicarse con su hijo —de-
saparecido en la guerra— que ya había dado pruebas sobre su
identidad, por el conocimiento con los asuntos más íntimos de su
familia. Nada sabía yo de la madre y el padre, salvo el hecho de que
venían una vez por semana a comunicarse con su hijo, y siempre
venían solos desde su domicilio situado a muchas millas de Londres.
»Para prepararme para la sesión, me acosté sobre el lecho apo-
yada en mi lado derecho, tal como decía Myers. Al poco de estar
120 J. ROCA MUNTAÑOLA

acostada me sentí algo somnolienta, pero esta extraña sensación


anormal en mí, pronto desapareció dando lugar a una calma sin aso-
mo de sueño. Al poco sentí una especie de estremecimiento, como si
una cantidad muy pequeña de electricidad estuviera pasando por mi
cuerpo, y de nuevo vino la sensación de no estar en la cama. Lo
realmente curioso es que podía pensar con claridad, pero recordan-
do mi anterior desengaño, mantuve mi mente quieta, diciéndome
que notaría bien lo que me acontecía, pero que no hacía especula-
ciones sobre lo que podía ocurrir.
«Lo que me sucedió, a pesar de considerarme una de las mejo-
res "mediums" inglesas puras, no mercantilizadas, y conocedora de
la metapsíquica tanto espiritualista, como científica, jamás lo olvi-
daré.
»Aquella vivencia fue admirable. No me movía en forma cons-
ciente. Estaban inmóviles mis miembros y los músculos, y los ojos
permanecían cerrados. Me preguntaba cuándo me habría levantado
sobre el cuerpo que quedaba en la cama, cuerpo que reconocía
como mío, pero que no me preocupaba para nada, cosa curiosa en
mí. Con un pequeño esfuerzo, abrí los ojos. Vi entonces el cuerpo
tendido, y yo, en ese otro cuerpo, el astral, encima del mismo.
Como para demostrar mi claridad de pensamiento en dicha circuns-
tancia, haré notar que percibí mi cabeza física apoyada sobre una
pequeña almohada de pluma, con un primoroso bordado en un
ángulo. Por cierto que no recordaba aquella almohada; no sabía
ahora que la hubiese cambiado por la que estaba usando.
»También encontraba extraña la forma de apoyar la cabeza que
tenía ahora, pues no era común. Pero todo aquello me resultaba
muy satisfactorio, pues me estaba dando cuenta de todo.
»En seguida empecé a percibir que mi cuerpo astral se alejaba
poco a poco de mi cuerpo físico, y me pareció estar suspendida
sobre la misma orilla de la cama por algunos segundos, mientras
algo nerviosa, pensé: ¿me será posible volver atrás con facilidad?
Esta pregunta me produjo un ligero temor e hizo que me acercara
de nuevo al cuerpo físico, pero mi curiosidad se sobrepuso y pensé:
suceda lo que suceda, seguiré hasta el final.
VIAJE AL ANTIUNIVERSO 121
»Tan pronto como tuve esta decisión me di cuenta que mi
marido abría, haciendo un ligero ruido, la puerta del piso y hablaba
a una persona que estaba en el vestíbulo. Como hablaba en voz baja,
con la idea de no molestar mi reposo, se me ocurrió saber con quién
hablaba mi marido y de inmediato, instantáneamente, me encontré
a su lado, junto a la puerta. Esto, como es natural, pasó sin que me
diera cuenta de que había atravesado la puerta cerrada del dor-
mitorio. Miré a través de la puerta y noté que mi esposo hablaba
con un empleado de la compañía del gas.
»No pude oír lo que decían, porque cuando me acerqué (en
cuerpo astral) vi pasar delante una muchacha de servicio que ba-
jaba de los pisos superiores, y me pareció que era una nueva sir-
vienta del tercero derecha que hacía pocos meses que prestaba
sus servicios en la casa. Como sea que a su paso mi marido le diera
unas monedas, se presentaron a mi mente estos dos pensamientos:
Es extraño, ¿por qué le ha dado dinero a la muchacha? Tengo que
recordarlo y preguntárselo. Arreglé mi pensamiento para recor-
darlo: primero, el hombre del gas; segundo, la sirvienta y el dinero.
»Entonces me volví a encontrar de nuevo cerca de mi cuerpo
sin saber cómo, y a la vez me resultaba menos claro, y como hacién-
dose todo menos consciente, imaginé que estaba por volver a mi
punto de partida. Me abandoné entonces, sin pensar cómo hacer
para facilitar el retorno, pero encontré que de nuevo mi mente
estaba activa y que no estaba en la cama, ni en el dormitorio, sino
en otra pieza que desconocía. Lo que más me interesó fue ver al
matrimonio que debía recibir aquella misma tarde, conversando
con un señor que no recordaba yo haber visto jamás.
»Oí —o entendí— (esto es muy difícil de precisar), que la
señora mencionaba mi nombre, y en realidad estaban hablando de
mi, y siguió una conversación que no pude captar por entero, pero
me di perfecta cuenta de que se invitaba a] desconocido a que les
hiciera compañía en la sesión que tendría lugar esa tarde. Creí en-
tonces que estaba soñando, por cuanto consideraba imposible que
el matrimonio invitara a un tercero a participar en lo que tenían
por sagrado y privado.
122 J. ROCA MUNTAÑOLA

»Mirando al desconocido, observé su personalidad en todos


los conceptos a través de su "aura", clara y bien definida. No era,
por cierto, una figura corriente, ordinaria, y me propuse conservar
con mucho cuidado su recuerdo en mi mente, para llevarlo a mi
mente física. Mi pensamiento era en aquella circunstancia: "Vol-
veré de inmediato para comunicarlo a mi marido, porque será una
buena prueba si esta persona viene acompañando a los que espe-
rábamos."
«Creí que estaría rápidamente de vuelta, pero en cambio me
encontré a mitad de camino en unas escaleras, que supuse las de
mi propia casa, pero antes de que ordenara mis pensamientos oí
música acompañada de canto que parecía venir de mi dormitorio.
Me sorprendió mucho, pues en verdad en mi casa no hay piano, y
esto me hizo comprender que no se trataba de mi casa, y que las
escaleras que había visto tan detenidamente, no eran las de mi casa,
aunque parecidas. Pero entonces vi al hijo del matrimonio que me
esperaba al pie del rellano de su piso, al final de aquella magnífica
escalinata, y lo reconocí al pronto, por cuanto en las sesiones, había
tenido ocasión de observarlo por clarividencia y describirlo con
todo detalle a sus padres.
»Lo miré algo asustada y también conmovida, pero él me
estaba sonriendo y supuse me conocía bien, por lo que le dije:
»-i Hola, Felipe! ¿Quién toca y canta en mi casa? —porque
a decir verdad todavía no estaba segura de que aquella no fuera
realmente mi casa.
»—No es su casa, señora Leonard —me dijo.
«Y yo le contesté:
»—Bien, ¿y entonces, quién toca?
«—Es Gertrudis.
>'—Quién es Gertrudis? —porque yo sabía que Felipe no
tenía hermanas.
'>Pero su contestación fue casi instantánea, como si ya hubiera
adivinado mi pensamiento antes de formularlo en palabras:
«—Cuando yo estaba en el plano terrestre (cuando yo vivía en
la tierra..,) ella, Gertrudis, solía visitarnos una vez por semana y
VIAJE AL ANTIUNIVERSO 123
tocaba y cantaba para nosotros. Ahora hace lo mismo, pero sólo
toca para mí.
«Durante unos instantes quedé como anonadada i era aquello
tan extraordinario! pero reaccioné y subí entonces, pasando al
lado de Felipe y por la puerta entreabierta del piso vi que no
estaba en mi casa, que el salón era diferente, así como el dormito-
rio y el resto de la casa.
«En mitad del salón observé un gran piano de color muy oscuro
delante del cual, se sentaba una joven cuya figura traté de fijar
intensamente en mi memoria, como lo hiciera poco antes con el
desconocido, pero sentía, más que veía, que ambos, Felipe y Ger-
trudis, eran diferentes de todos los que había visto antes, y que
sabía que estaban en el plano terrestre, o sea personas vivas. Pero
no parecían, por otra parte, menos concretos Felipe y Gertrudis.
Parecían reales en toda su apariencia y sin embargo, instintiva-
mente, me daba cuenta que se trataba de seres que efectivamente
pertenecían al mundo del espíritu únicamente. La joven, por ignora-
das causas, no dio señales de haberme visto, por lo que pregunté a
Felipe:
»—¿Es ésta Gertrudis?
«-sí.
»Su contestación había sido lacónica, y comprendí sin palabras,
que no debía preguntar nada más sobre ella. Ya lo comprendería
más tarde. Con la libertad que está en el espíritu cuando se libera
de su cárcel, me adelanté por el interior de la pieza, un gran salón,
y observé a través de una ancha ventana un espacioso jardín, y en
su césped, varias sillas y una mesa primorosa. Mirando todo aquello
me preguntaba el por qué me encontraba allí realmente, y por
qué había precisado estar en mi casa, y en mi dormitorio, porque
en verdad, no tenía muchos deseos en volver al plano terrestre...
»A continuación parecióme que de nuevo perdía la facultad de
pensar en forma consecuente y consciente, y esto duró por un tiem-
po cuya duración no podría precisar, pero a juzgar por lo que duró
la experiencia entera, debieron ser pocos minutos. Muy pocos.
124 J. ROCA MUNTAÑOLA

»Cuando volví a sentirme plenamente consciente, me encontré


de vuelta en mi dormitorio, suspendida como antes, encima de mi
cuerpo físico, y me hizo comprender, si por acaso quedaba alguna
duda, que no había soñado. "Aquello" había pasado, y lo fantástico,
que yo había estado en dos planos, uno terrestre; otro espiritual.
»Pero la realidad era que no sabía cómo había vuelto y empecé
a temer que no fuera posible reentrar en mi cuerpo. "Debe de haber
dificultades" —pensé--- "pero no las habrá", me dije, y sobreponién-
dome al temor me mantuve en calma, pensando "que debía" desli-
zarme de nuevo a mi cuerpo.
»Y en efecto, sentí corno si realmente resbalara hacia abajo,
sin pensar en forma consciente, pero sí tenía una gran fe en lo que
estaba haciendo, y una gran firmeza en todas mis creencias. Y de
pronto me encontré nuevamente en mi cama y abrí los ojos.
»Apoyé el codo en la cama y la encontré sólida, por lo que me
cercioré de mi absorción en lo físico y, encontréme bien despierta
y viva, de cuerpo y de mente, recordando lo ocurrido con todos sus
detalles.
»Salté de la cama y fui abajo encontrando a mi marido que se
había preparado café, pues eran ya las cuatro de la tarde, hora en
la que acostumbraba levantarme. De inmediato comencé a refe-
rir el desarrollo de mi experiencia.
»Cuando le dije que lo había oído hablar con alguien que es-
taba en la puerta, dijo:
»—Sí, por cierto, pero debes de haber estado semidormida por
cuanto había bajado mucho mi voz. (Esto es así, porque tratamos
de ser cuidadosos y precisos, para controlar cada experiencia,
para poder distinguir lo que es imaginario, de lo que no lo es.)
»Le contesté:
»—Sí, eso también lo pensé, pero debo agregar que tú hablabas
con el empleado del gas, pues le vi su uniforme.
»Después vino el tema de la sirvienta, a la que había dado unas
monedas. Se las había dado, y tuvo que admitirlo, porque "yo lo
había visto", lo que él no podía hacer conmigo, yerme. Aquí no podía
existir un caso de telepatía o de clarividencia.
VIAJE AL ANTIUNIVERSO 125

»Tuvo que reconocer al fin, que efectivamente estuvo hablando


con el empleado del gas y que había dado una buena propina a la
muchacha, por cierto servicio que le había hecho dos o tres días
antes, cuando no pudo hacerlo en su día por no tener cambio. No
me había dicho nada, y aún más, lo había olvidado, pues hasta
que no la vio, no se acordó de ello. Entonces le hablé del descono-
cido personaje, que había oído que era invitado para asistir a la
sesión de esa tarde, a lo que dijo mi esposo:
»—En esto tienes que tener un error, pues tú sabes bien que
nunca permitieron que otras personas estuvieran presentes en sus
sesiones, pues les molestaba hasta la idea de que alguien pudiera
tener noticias de ello.
»Aquello era verdad, y también yo suponía que había un error,
cosa muy posible, que yo misma estuviera confundiendo una reali-
dad astral con un sueño. Di a continuación una detallada descrip-
ción del desconocido, y le relaté todo lo que se refería a mi expe-
riencia única en el encuentro en otra dimensión —realmente la
dimensión recóndita— con Felipe, con quien tuve conversación, y
con la joven Gertrudis, a la que vi y oí interpretar una pieza, pero
lo realmente curioso, es que ella a mí no me vio, o... ¿no pudo
yerme? o quizá ¿no debía yerme?...
»Así comentando, y hablando, dieron las cuatro treinta, y un
toque de campanilla anunció a los esperados visitantes. Subió
mi marido para franquearles la entrada como de costumbre. Al
poco rato, sólo unos minutos, regresó para decirme con vivacidad:
»—Por cierto que tenías razón, querida; viene con ellos el des-
conocido que tú tan bien me has descrito.
»Quedé muy sorprendida, sea dicho de paso, y recuerdo que le
dije:
»—¿Han traído una persona con ellos? —aquello parecía irreal.
»—Sí, tal y como me la describiste.
»Por vez primera en muchos años, tuve auténtico miedo. "Aque-
llo", aquella experiencia, había sido una realidad, pero ¿toda?
Pronto lo sabría, es decir, aquella misma tarde. Y el corazón empe-
zó a latirme con fuerza.
126 J. ROCA MUNTAÑOLA

»Cuando diez minutos más tarde acudía al salón donde me esta-


ban esperando, vi al desconocido que era idéntico al que había
visto con mi cuerpo astral, y confieso que necesité de toda mi
serenidad para tomar una aptitud natural delante de mis visitantes,
y no sabía cómo decidirme a relatarles mi reciente experiencia.
»La señora entonces explicó que se trataba de su hermano, que
habían hablado de mí esa tarde y que habían decidido que los
acompañara. Como todo había sucedido en pocas horas, no les
había sido posible hacerme saber que los iba a acompañar. Tuvo
lugar la sesión, y a su término, el hermano se despidió de inme-
diato, pues tenía poco tiempo para alcanzar el tren.
»A continuación informé al matrimonio sobre todas mis expe-
riencias, y al mencionar a Gertrudis, me dijeron:
»—Su vivencia es admirable en todos conceptos. Felipe tenía
una prima llamada Gertrudis que acostumbraba visitarnos para
hacer música y también cantar, una vez por semana. Usted la ha
descrito perfectamente, como si realmente estuviera aquí ahora,
pero Gertrudis hace ya seis años que falleció y Felipe siete.
»Y fue ésta la prueba más convincente para mí de que la
experiencia había sido real en todas sus partes, y no un sueño, por-
que yo nunca había conocido la existencia de aquella prima llamada
Gertrudis, pero sí en mis vivencias, la de Felipe, de la cual hasta ha-
bría podido tener conocimiento a través de la telepatía entre sus
padres y yo, de una forma totalmente inconsciente.
»Al describir la habitación donde había visto en mi "viaje" a
los dos jóvenes, la señora declaró emocionada que era exactamente
la salita de recibimiento de su domicilio, ubicado a sesenta millas
de distancia. Esa sala tenía efectivamente una ventana muy ancha
que miraba a un prado donde acostumbraba a tomar el té cuando
les visitaba Gertrudis.
»También había sillas y una mesa de fino trabajo artesano,
como la había descrito, y tal como la pude ver unos meses más tar-
de para que yo misma tuviera una confirmación de aquella gran
realidad.
»Pero lo que me dejó perpleja y no por poco tiempo, fue el
VIAJE AL ANTIUNIVERSO 127
pensamiento: Indudablemente, no dudaba ya, había visto a Ger-
trudis y Felipe, "en espíritu", pero ¿cómo podía ser que los hubiera
visto en una habitación que pertenecía al plano terrestre única-
mente? Si era así, todo tenía que ser un sueño, un fantástico sueño,
que en algunas cosas hasta era una precognición al ver al hermano
de mis visitantes.
»Pero esta gran duda, esta penosa duda, me fue aclarada por
Felipe en una sesión posterior, cuando me dijo, contestando a mi
propio pensamiento, que su "hogar" en el más allá, en aquel otro
plano, era un duplicado del que había dejado en la Tierra, y con el
que estaba tan encariñado. Que por lo tanto era únicamente "una
construcción astral", y que Gertrudis no sólo lo visitaba, y cantaba
para él las viejas melodías, sino también había cantos nuevos, cu-
yas melodías superaban a todo lo oído hasta entonces.
»Pasaron siete semanas y tuve una tarde la gran experiencia
de abandonar nuevamente mi cuerpo físico y vi a Felipe al lado
de mi cama, como si estuviera esperándome para conducirme a
alguna parte. Perdí a medias la conciencia al penetrar de golpe
en otro estadio, o plano, el espiritual, aunque conducida, cuando
de pronto me vi en el más hermoso jardín, en los límites de un
bosquecillo de ensueño. Caminé acompañada por Felipe, quien
me señaló varios hermosos lugares y en particular, una ancha
cinta de agua que corría bajo un puente rústico, construido con
troncos de pino. Me dijo entonces:
»—Así es mi casa en el plano terrestre. (Esto fue antes de que
yo la visitara para confirmarlo). "Ésta, como ve, es mi casa en este
plano, y es donde espero a mis padres —primero a mi madre, y
después a mi padre—, sólo que aquí las cosas se presentan en mayor
escala, y son mucho más hermosas, sin posible comparación..."
»Es todo lo que vi entonces —(fue una bendita lección que
jamás se repitió; nunca volvió a hablar de ello)— pues unos pocos
días después les pregunté a los padres de Felipe si era exacto lo
que había visto y dibujado en unas cuartillas. Me confirmaron que
así era y de una perfección asombrosa, que maravilló a los pocos
científicos que tuvieron conocimiento de aquella gran experiencia.
128 J. ROCA MUNTAÑOLA

Meses después pude visitar detenidamente la casa y terrenos, así


como aquel puente rústico, del cual era un duplicado el que había
visto en el mundo astral, con la única diferencia, que el arroyuelo
que pasaba debajo, no parecía tan ancho, ni sus aguas tan inma-
culadas. »
* * *

Éste es el caso, muy extractado, de uno de los viajes astrales,


o viajes clarividentes como les llamaba ella, que publicó la prensa
de aquellos años, tanto inglesa como de otros países, entre ellos
España.
La videncia fue comprobada en todas sus partes por varios
científicos entre ellos el metapsíquico inglés, Reverendo C. Drayton
Thomas, que en una aportación valiosísima para la divulgación
clara de todos los problemas que inquietaban al ser humano, fue
una brillante pluma en aquellas fechas tan ansiosas de cultura
material y espiritual. Entonces gustaban los casos concretos, y los
metapsíquicos y científicos, no se asustaban en tratar crudamente
ciertas materias, como las comunicaciones desde «el más allá» de
aquellos que habían dejado su cuerpo material visible y estudiaban
al mismo tiempo temas como la sensibilidad humana, la sensibili-
dad espiritual, la telepatía, la clarividencia, la escritura subliminal,
el trance mediumnímico, etc., y recomendaban siempre en sus
escritos la «necesidad de ser discretos en estos temas>'.
Sobre estos casos, sobre esta clase de vivencias, son temas para
arduas discusiones que algunos creen son provechosas siempre. Si
estudiamos estos casos desapasionadamente, muy fríamente, hasta
impersonalmente, notaremos que mientras la clarividencia, y el
mismo desdoblamiento de la señora Leonard, podían hacerle saber
en cualquier momento lo que se hacía, y decía en otras partes de
su casa, y también en una localidad distante, hacía falta algo más
para poder explicar lo correcto siempre de una información que
recibía cuando estaba, como ella decía, en conversación con Felipe,
que llegó a ser su guía espiritual.
VIAJE AL ANTIUNIVERSO 129
Pero esto que ella no había buscado en el espiritismo, ya le
demostraba que siempre nos hace falta más de una facultad «psí-
quica» la cual en según qué circunstancias, tendrá que actuar a
la vez, y si por conveniencia pensamos un día en ella, como si
estuvieran separadas las facultades, nos vendrán a recordar, que
a la práctica, actúan siempre simultáneamente unidas, tanto aque-
llas facultades conocidas, como muy posiblemente otras que desco-
nocemos totalmente.
Por lo tanto, resulta difícil verificar hasta qué punto el poder
propio de percepción de un sensitivo, de un médium, puede pasar
al poder receptor psíquico total, de modo que permita la auténtica
relación con inteligencias que no pertenecen a nuestro plano o
estadio, o sea, a «inteligencias desencarnadas».
Es algo que sin prejuicios, sin tabús por parte de nadie, sin
miedos, con amor y deseo de progresar, debemos investigar y estu-
diar. La ciencia de lo psíquico es muy joven aún, como para haber
descubierto algo más que la existencia de esas facultades, dirán
algunos. No se conoce cuándo, cómo y de qué manera debe hacerse
para desarrollarlas bien, para conseguir que actúen con unifor-
midad. Desde que se conoce un poco la personalidad humana, ¿cómo
puede aclararse el ulterior misterio que ofrecen estas facultades
escondidas, y poco conocidas? Sin embargo, puede animarnos la
idea de que en todas las regiones civilizadas, hay grupos de estu-
diosos de esta ciencia psíquica, así como hay grupos que pueden
presentar pruebas de sus relaciones con amigos que se han ido.
Sobre el río de la muerte, desde milenios, se está tendiendo
un delgado puente. Aún es muy frágil —dicen— y también inútil
muchas veces, por las condiciones de nuestra orilla tan llena siem-
pre de arenas movedizas, de barro e inmundicias.., y tan frágil...
Pero si lo fuéramos reforzando espiritualmente, continuamente,
aunque sin prisas, es muy posible que desde la otra orilla nos ayu-
darían en nuestro trabajo, pues no nos olvidan aquellos que a veces
nos salen al paso, en contadas ocasiones, para ayudarnos, para
aconsejarnos...
Decía Jacob, y así nos lo cuenta aquella antigua historia, que
130 J. ROCA MUNTAÑOLA

soñaba y veía naves y mensajeros, ascender y descender, entre la


tierra y el mundo del «más allá». Para nosotros, ese sueño se hace
realidad, cuando sucede la auténtica videncia en un viaje astral,
como le sucedió una vez a la señora Leonard...
En verdad, ¿podrías, tú, pedir algo más hermoso?..
130 J. ROCA MUNTAÑOLA

soñaba y veía naves y mensajeros, ascender y descender, entre la


tierra y el mundo del «más allá». Para nosotros, ese sueño se hace
realidad, cuando sucede la auténtica videncia en un viaje astral,
como le sucedió una vez a la señora Leonard...
En verdad, ¿podrías, tú, pedir algo más hermoso?..

CAPÍTULO VII

¿SOMOS REALMENTE LIBRES DURANTE EL VIAJE?


Decíamos
La realidad es que estamos aquí, pero no podemos de-
cir que estemos aquí y ahora simplemente, sino que
estamos aquí y ahora para algo y en comunicación
con algo desconocido.
El Hombre es un desconocido y camina hacia lo des-
conocido. Precisamente la Parapsicología es como un
intento de arribar a las otras orillas, sin necesidad de
arribar con otros procedimientos que tendrían una
expresión oscura o complicada, que podrían confundir
al lector, o hacer del libro un inalcanzable manual
para iniciados. El lector sabe que no lo he dado todo,
pero tiene ahora una idea de lo que es la verdadera
proyección astral del «YO»... Lo que falta en mi libro
tendrá que buscarlo él mismo.
Pero de todo corazón desearía que al terminar el libro,
el lector hubiese comprendido alguna de las grandes
verdades que hacen más soportable la vida, y menos
temible la muerte. No aspiro a más.
J.R.M.
* * *

Quisiera hacérsenos creer, a veces, que sólo por medio


de la inteligencia podemos conocer la verdad...
Nos hablan también de la lógica, de lo racional, de...
...Pero más allá de los sentidos y de los procesos racio-
nales de la vida mental, existe una región llena de ri-
queza, de significado y de verdad, pero sólo accesible
por la vía del espíritu.
EDMUND W. SINNOTT

«Tenía una conciencia diáfana, clarísima, de ser únicamente


un alma, ser inmaterial, fantástica multiplicidad de luz. No tenía
forma alguna, sólo una conciencia absoluta de ser realmente un
alma. Estaba al mismo tiempo formado por un cuerpo astral, por
un cuerpo mental, y entre los dos la unión con el cuerpo causal

134 J. ROCA MUNTAÑOLA

—el alma, el "ego", ¡yo! -. Vi también, tenuemente, un filamento


brillante, energético y al final, a lo lejos, como una luz, mi propio
cuerpo físico tendido en el sofá. Y era curioso: si miraba en una
dirección veía a mi esposa y mi casa; si miraba en otra, a mi hijo,
a mi nuera y mis nietos... Y siempre ese hilo o filamento plateado
brillante que nos une al cuerpo físico, que como muerto, sigue in-
consciente en el sofá.»
Sí, aquel fue el gran día de la prueba. Días antes, probando,
había conseguido, sin miedo, salir de mi cuerpo. Después me acos-
tumbré a ver mi cuerpo que parecía muerto, y poco a poco empecé
a aprender. Ahora, y me ha costado mucho comprenderlo, sé que
este fino hilo une entre sí los cuatro cuerpos o vehículos: el físico,
el doble etérico, el astral y el mental con el causal, y es curioso
que me haya costado tanto verlos uno a uno, por separado, pues
están plasmados, unidos al causal.
Pero mi alma es libre y no está unida o sujeta a los demás por
la cuerda de plata, hilo, filamento, etc. El causal, cuerpo inmate-
rial, sí, pero la esencia, el «yo», no. No sé si me explico con clari-
dad: soy libre, así lo parece, pero en realidad no lo soy. Nadie lo
es. Nadie es libre del todo. Jamás se es libre, pues tenemos con-
ciencia de todo. A veces estoy perplejo pues escucho a otras almas
que me dicen que podría hacer y conseguir que se rompiera de una
vez esta unión, este fino filamento que une mi alma con los restan-
tes cuerpos, y entonces mi cuerpo físico, mi doble etérico, el astral
y el mental desaparecerían: moriría el físico, fallaría el corazón y
el doble etérico, el astral y el mental se refundirían con el Todo...
Pero ello sería un suicidio que va contra la Ley de la Vida, contra
la Ley de Dios, y no debo ni puedo hacerlo. Desde entonces muchas
veces he visto mi propio cordón de plata; una vez me lo enseñaron
cuando me encontraba fuera de mi cuerpo, y en un estadio en el
que existían prohibiciones para mí y vi que mi cordón se volvía
azul, luego gris y era cada vez más y más delgado... y me asusté.
Entonces el guía que me acompañaba —siempre hay un guía-
me empujó hacia abajo para volver en mí, ser yo, y que el con-
tacto no se rompiera. En el fondo no hay peligro alguno, pues no

VIAJE AL ANTIUNIVERSO 135
hay libertad, y te obligan a regresar. Si la muerte no tiene que
suceder, no es su hora, nadie absolutamente puede cortar el con-
tacto. Pueden suceder muchas cosas terribles, psicosomáticas, hasta
enfermedades incurables. Los que mueren así es porque ha llegado
su momento. No creo que un alma pueda decidir el momento en
que ha de realizar esto, el traspaso, pues nunca estamos solos. Hay
unos Conductores: llegado el instante, ellos disponen. Así me lo
han enseñado, ¿pero es así realmente?
Con los años he llegado a comprender una cosa, de la que sin
embargo no estoy totalmente convencido, o sea que todavía no
puedo afirmarla. Veamos: siempre había tenido la plena seguridad
de que el momento en que dicha cuerda dejaba de unir el alma
con el cuerpo, o digamos mejor, con los cuatro cuerpos de que he
hablado antes, el ser humano se moriría. Pero no es así, parece
que no es así. Precisamos del cordón, pues es la conexión del mundo
físico (cuerpo) con el mundo espiritual (causal). Lo que relaciona
el alma con sus cuatro cuerpos, en realidad no es la famosa cuerda
o cordón de plata, sino algo que vemos con toda claridad cuando
estamos en otro estadio más elevado, de auténtica pureza, y son
como unos rayos de sol, unos rayos de oro que brotan del alma y
luego interpenetran los cuatro cuerpos, como el «chacra» de los
hindúes. Esto, desgraciadamente, sólo he podido verlo una vez, y
entonces he comprendido que el cordón es eso, un hilo conductor,
una unión entre todos los cuerpos, pero la auténtica energía, la
fuerza ¡la vida! está en el espíritu inmaculado que es el soplo
divino.
Dicen los Bonzos que así tenemos explicado por qué el cuerpo
etérico, este cuerpo inmaterial, es el aura que los sensitivos pueden
ver y que ahora gracias a unos científicos soviéticos, los esposos
Kirlian, se puede fotografiar. Este cuerpo que recibe toda la energía
exterior —el doble etéreo (o etérico) absorbe la vitalidad solar—
tiene al mismo tiempo las energías interiores, como son el astral o
emocional, que es el instrumento de las emociones, deseos y pa-
siones y el que elabora la sensación que el cuerpo físico siente a
continuación; el cuerpo mental que produce el pensamiento expre-
136 J. ROCA MUNTAÑOLA

sado por el cerebro, y el causal, o individualidad llamado también


alma o ego. El aura tiene, pues, unas tonalidades diferentes corres-
pondientes a cada uno de estos cuerpos, y según sea su color, el sen-
sitivo juzga, porque conoce y sabe lo que está viendo su tercer
ojo espiritual a través de sus ojos físicos. Generalmente, el sensi-
tivo ve tres auras.
Según esta hipótesis para unos o realidad para otros, mien-
tras que el cuerpo físico es mortal y los astral y mental igualmente
perecederos y no duran más que una encarnación, el cuerpo causal
es inmortal y persiste a través de todas las encarnaciones, transmi-
tiendo a las personalidades sucesivas, todas las capacidades y cua-
lidades adquiridas en las encarnaciones precedentes. Por lo que
respecta a los demás atributos del hombre, en nuestra fase evolutiva
actual, sólo existen en estado de gérmenes.
Científicamente la parapsicología nos dice que si queremos con-
siderar esos cuerpos «astral», «mental» y «causal» conjuntamente
con el doble etéreo (1), como mediadores plásticos, la hipótesis es
difícilmente defendible desde el punto de vista científico de nues-
tra ciencia ortodoxa. En cambio se hace plausible si se asimilan a
centros de fuerzas.
Según la Teosofía y el Ocultismo ya nos dicen que en el plano
astral que nos interesa particularmente aquí, es según la citada
hipótesis, el lugar en que evolucionan no sólo los que llamamos

(1) «El llamado doble etérico está constituido por cuatro grados de materia
física más sutiles que la gaseosa, pero mucho más densa que la astral, y por lo
tanto es la parte más sutil del cuerpo físico, aunque invisible a la vista ordinaria.
Si examinamos con las facultades psíquicas el cuerpo de un recién nacido, lo
hallaremos permeabilizado o interpenetrado no sólo por materia astral de diversos
grados de densidad, sino también por los varios grados de materia etérea; es decir,
que observaremos el cuerpo astral y el doble etéreo o parte etérea del físico; y si
proseguimos la indagación veremos que este doble etéreo está formado por los
agentes de los conductores del Karma, y es el molde a que ha de ajustarse la
formación de la parte densa, en el claustro materno. Pero el cuerpo astral es de
formación automática del «yo» al descender a la reencarnación y atravesar el plano
astral. En la constitución del doble etéreo intervienen los cuatro grados de materia
física etérea; pero la proporción en que intervienen es muy variable y depende de
varios factores, tales como la raza, subraza, karma individual y carácter del hom-
bre.» C. W. Leadbeater: El Plano Astral y el Plano Mental, Editorial Kier, S. A.,
Buenos Aires (Argentina). - «La materia del Universo es materia mental.» (Ed-
dington).
VIAJE AL ANTIUNIVERSO 137

«muertos» —la muerte no existe: sólo es un traspaso— todavía no


liberados de sus ilusiones terrestres, sino también todas las «cás-
caras», todos los «vestidos» psíquicos abandonados por los espíri-
tus que pasan a los planos superiores, cuando el cordón o fila-
mento se ha roto definitivamente, cuando ha sido «la hora». Todos
estos residuos, sean de la clase que sean, acaban a la larga por
diluirse y refundirse en el «TODO» Universal, aunque muchas ve-
ces luchan contra su aniquilamiento final provocando por un últi-
mo esfuerzo, esos fenómenos incoherentes que se observan en las
casas frecuentadas unas veces por los duendes —no el clásico «pol-
tergeist»— y otras en que actúan aprovechando la energía telérgica
de los seres vivientes más cercanos y afines, para efectuar especia-
les ideoplastias y teleplastias fantásticas, como las manifestadas en
aquella casa de Belmez de la Moraleda y que tanta polvareda armó
por no saberlo comprender desde el principio.
***

Decía al empezar este capítulo, que tenía una conciencia diáfa-


na, clarísima, de ser únicamente un alma. El viaje astral perfec-
tamente controlado y sin perder la conciencia, puede ser realizado
casi por todos y a cualquier edad. Ahora bien, se precisa de mucha
práctica y al principio principalmente requiere un absoluto aisla-
miento para no ser interrumpidos, lo que no deja de ser peligroso.
Este no es un texto de «metafísica», por lo cual no intento dar ins-
trucciones sobre la manera de viajar astralmente; pero insisto
nuevamente en que estos experimentos producen trastornos si no
se cuenta con un buen maestro, pues hay muchos peligros, desde
el choque psíquico y trastornos emotivos, como el encontrar seres
astrales no muy buenos, como los pretas, especie de fantasmas
vegetativos inferiores al animal y una enorme cantidad de elemen-
tales que son una auténtica perturbación y pueden ser hasta un
peligro y a otras muchas entidades que también se han liberado
del cuerpo, pero que todavía siguen perturbadas e inquietas.
A pesar de tener un buen maestro, la primera vez no lo pasé
138 J. ROCA MUNTAÑOLA

muy bien. Lo que me sucedió posteriormente aún no está muy


claro para mí. Fue como si de pronto me hubieran suminis-
trado una dosis de un anestésico de acción lenta, ya que todos
mis músculos comenzaron a ponerse tiesos y en seguida una para-
lización letárgica comenzó a extenderse sobre mis miembros. Mi
cuerpo entero se puso rígido y me sentía terriblemente pesado. Pri-
mero se pusieron fríos, helados los pies. Lentamente este frío gla-
cial se repartió hacia arriba, a las piernas, a las rodillas y seguía
ascendiendo. Era como si durante una ascensión a una montaña
hubiese caído dentro de la nieve hasta el pecho. Toda sensación de
vida empezaba a desaparecer lentamente.
Aparentemente caí en un semiletargo no provocado: impues-
to, y tuve la impresión de que la muerte se estaba acercando. No me
impresionó, ya que desde hacía mucho tiempo me había librado
de ese temor a la muerte que tanto preocupa a los humanos, lle-
gando a una filosófica aceptación de lo inevitable.
Mientras esta extraña sensación de frío seguía posesionándose
de mí, reptando por mi temblorosa espalda y avanzando por todo
mi cuerpo, me sentía retraerme hacia el centro de mi espíritu, mien-
tras mi respiración se hacía más y más débil. Cuando el frío al-
canzó mi corazón y todo el cuerpo se encontraba desfallecido, vino
como una especie de espasmo del mismo corazón y sentí que la
última crisis se aproximaba. Si hubiera podido mover mis rígidos
maxilares tal vez habría reído al pensar que a la mañana siguiente,
sólo a pocas horas, iban a encontrar mi cadáver allí. Por fin la con-
ciencia estaba solamente concentrada en el cerebro, quizás en la
misma glándula pineal, esa parte del cerebro tan confusa y poco
conocida, diminuta piña de células nerviosas situadas por encima
del tallo cerebral, y en la que el filósofo René Descartes creía que se
asentaba el alma. ¿El tercer ojo? Quizá, pues la glándula pineal
contribuye a sincronizar los cambios rítmicos del organismo —el
llamado reloj biológico— con los ciclos naturales del día y la noche.
Y entonces un último torbellino pasó dentro de mí; fue en
aquel instante que tuve la sensación de desgarro, de crujimiento
de cuero viejo, algo que estallaba y fue el instante de salir fuera
VIAJE AL ANTIUNIVERSO 139

del cuerpo. Pero esta sensación de crujimiento era dentro del


cráneo, y me encontré de golpe absorbido por una tromba tropical
y de ser elevado hacia arriba como una pluma y a través de un
estrecho agujero sin fin que tenía todos los maravillosos colores
del más fantástico arco iris que pueda uno imaginarse. Después,
la sensación de ser lanzado de golpe hacia el infinito... y de espaldas
salté hacia lo desconocido y al fin me encontré libre, totalmente
libre y todo en un tiempo sin tiempo, pues igual podían haber pa-
sado segundos, que horas o días...
Y sucedió, y me sucede todavía hoy, que no hay palabras para
poder expresar esa maravillosa sensación de liberación que sentí
en aquel instante. No había temor, ni dudas. Miré abajo y sólo vi
oscuridad. Pero en aquella oscuridad vi brillar una Luz. Una luz viva.
¿Qué era aquella luz en la oscuridad? ¿Soy, acaso, yo mismo en mi
certidumbre? Pero esa certidumbre del «yo», no penetraba dentro
de mi existencia terrenal. En aquellos instantes sólo era una imagen
de ella, pues notaba que una especie de claridad plateada, bastante
viva y en la parte en que yo estaba flotando en el espacio, iba direc-
to al ser que se hallaba durmiendo sobre aquel sofá, cosido de elec-
trodos y atentamente vigilado. Y era realmente el cordón de plata,
esa especie de fino cordón umbilical que nos une al cuerpo físico.
Ahora era sólo un fantasma, un ser sin cuerpo, que flotaba en el
espacio, en el gran vacío, pero con una conciencia diáfana, clarísi-
ma, como nunca la había observado.
Sí. Me daba cuenta que había ascendido a lo inconmensurable,
separándome en dos mitades, abandonando aquel mundo que tan
bien había conocido, liberando mi alma del cuerpo en auténtico des-
prendimiento. ¿Dónde estaba? Lo ignoraba y no sabía lo que espe-
raba, pero algo esperaba.
Cuando estaba poniendo en limpio estas notas —y permitid-
me el inciso—, notas que ya tienen algunos años, me acuerdo de
cuando empecé a practicar en un Centro que había en la calle
de San Pablo, ya desaparecido.
Pues bien, nos hacían trabajar en horas favorables para ello.
140 J. ROCA MUNTAÑOLA

Por ejemplo entre las dos y las cuatro de la madrugada, en días de


trabajo, cuando en realidad la calle está silenciosa, nadie llama y
el silencio en todo el edificio es absoluto. Después, con los años y
con práctica, se pueden modificar las horas y hay quien puede ha-
cerlo hasta de día, aunque son los menos.
La sensación que uno tiene de estas experiencias es muy agra-
dable. Pero bien es verdad y está constatado, que si uno las recuer-
da, ello quiere decir que lo ha hecho docenas de veces, pero que
de las primeras salidas, generalmente no se ha conservado ningún
recuerdo, o sólo fugaces atisbos. La conciencia de estas vivencias
se adquiere únicamente con el ejercicio continuado, aunque suce-
de que al principio se hace perfectamente en compañía del profe-
sor, pero cuando te encuentras solo en tu casa, generalmente no te
atreves porque tienes miedo y ésa es una gran verdad.
Y volviendo a la narración anterior: tenía la impresión de
estar formado de éter, de ser liviano, sumamente liviano, ese se-
gundo cuerpo del cual tenemos noción. Al mirar abajo, viendo mi
cuerpo físico tendido y con la faz cadavérica, un solo pensamiento
me embargaba, pues así consta en mi libreta de vivencias: «Este
es el estado de la muerte. Ahora soy una alma que puede existir
fuera de su cuerpo. Entonces soy inmortal».
Y por lo visto fue en aquel instante cuando seguramente me di
cuenta que ya no estaba solo, pues una voz dulce me dijo:
«Mira a tu derecha y verás que ya no estás solo. A partir de
ahora vendrás con nosotros. Deseas enseñanza, no contemplación;
pues bien, escucha: No pidas nunca misericordia, ni favores; sólo
justicia. El hombre podría mostrarse misericordioso con su próji-
mo, pero rara vez lo hace. El Ser Supremo sí y al mismo tiempo es
justo. No olvides nunca que eres un alma inmortal, que estás de
paso en el mundo y que todos somos almas inmortales, por lo cual
la muerte realmente no existe, sólo es "un medio para el traspaso".
Morir no es más que el acto de nacer en otro plano de la existencia.
El Hombre o el espíritu del Hombre es eterno. Cada cuerpo es
temporal y corresponde a una clase de cuerpo según la encarnación
que uno ha pedido y la misión a desarrollar en la tierra. La apa-
VIAJE AL ANTIUNIVERSO 141
riencia externa del cuerpo carece de importancia. Aquí todos so-
mos iguales. A partir de ahora recibirás muchas enseñanzas, algu-
nas de las cuales pueden ser útiles a otras almas en la tierra. Ahora
adiós: pronto volveremos a vernos.»
Fue entonces cuando me di cuenta por vez primera que me en-
contraba dentro de una gran cámara que más bien parecía un se-
pulcro, pues carecía de muebles, cortinajes y adornos. También
ignoraba el tiempo que pasé allí, hasta que sentí de nuevo una
presencia amistosa, amable, dentro de la sala. Con la aparición,
cambió totalmente la atmósfera, haciéndose favorable. Con ella
había llegado algo puro, algo que consideraba totalmente espiri-
tual. Aquella presencia se acercó cada vez más y me di cuenta que
otra figura le seguía. Ambas al poco estaban a mi lado mirándome
con ojos proféticos y bondadosos. Comprendí que al fin aquélla
era la hora más importante de mi vida.
La aparición, desde otro plano, de ambas figuras a mis ojos
presentaba un aspecto inolvidable. Sus vestidos blancos como túni-
cas, sus pies calzados con sandalias, su expresión de sabiduría, su
alta estatura, todo ello se hacía realidad instantánea a mi ojo espi-
ritual. También me fijé que había un halo de luz que se desprendía
de ellos y que iluminaba débilmente gran parte de la cámara astral.
En realidad eran seres sobrehumanos; tenían los rasgos luminosos
de semidioses y sus rostros denotaban sosiego y paz conventual.
Estaban erguidos como estatuas y me miraban silenciosamente...
¿Había entrado yo en otra dimensión despertando en otra época
muy lejana? ¿Había retrocedido mi espíritu a los tiempos primi-
tivos de otra humanidad? No. Ello era imposible. Pero realmente
entonces tuve la seguridad de escuchar palabras, no con oídos hu-
manos, pues ninguna vibración tonal podía existir en aquella mara-
villosa paz del plano astral, pero sí que me pareció escuchar una
voz dulce, en forma análoga a la que oye el sordo que escucha a
través de un audífono eléctrico. La voz que había escuchado y que
nuevamente escuché momentos después, bien podía llamarse voz
espiritual, ya que la escuché en mi interior.
Reconozco, y he meditado mucho en ello, que esto podría pro-

142 J. ROCA MUNTAÑOLA

ducir la impresión errónea de que la misma hubiese sido única-


mente fruto del pensamiento subconsciente, o como máximo, un
caso de telepatía. Pero nada más falso: realmente fue una voz.
Y dijo la voz:
«El camino del sueño te va a alejar ahora de esta realidad y
tú mismo dudarás de ello, pues una parte no la recordarás jamás,
y así tiene que ser. Regresa y vuelve a mezclarte con los que tienen
el corazón tembloroso y los pies mortales. Pero hoy mismo te
será dada una confirmación que te hará pensar. Ahora descansa y
deja la mente en blanco: no pienses, pues vas a regresar. Pero antes
quisiera darte un consejo, pues como tú son muchos los que lo
necesitan: no creas que el Hombre es la forma más elevada y más
noble de la evolución. En otros mundos y hay millones, encontra-
rías formas de vida mucho más perfeccionadas y desde luego inca-
paces de robar y matar. Hay otros mundos, hay otras moradas...
Adiós.»
Un inciso:
Hay una parte muy importante de la iniciación astral, de ese
conocimiento profundo que nos permite hablar con seres de otra
dimensión, que intentar explicarlo tan sólo sobrepasaría los lími-
tes de un libro escrito a vuelapluma; el que desee profundizar que
lea el «Libro Tibetano de los Muertos» en el cual encontrará con
gran precisión —entre otras cosas— las plegarias y los ritos des-
tinados a separar el cuerpo etéreo, el doble etérico, de un cuerpo
muerto para que el alma pueda desprenderse y seguir libremente
su destino. Veamos un ejemplo y esto no es una quimera. La per-
sona que tiene cierta facultad, si visita un cementerio ve muchas
veces como una tenue nube envuelve una tumba —es un símil—
y no es buena cosa, pues demuestra que el alma está todavía en la
peor oscuridad. La misión del que sabe preparar a los muertos,
como se explica detalladamente en el citado libro, sabrá cómo ha-
cerlo con aquellas personas que mueren en un accidente o bien del
corazón, y que se encuentran en el mundo del más allá, sin posibi-
lidad de comprender nada. Por otra parte, al principio no soportan
las vibraciones de ese otro mundo, ya que las ignoraban y son inca-
VIAJE AL ANTIUNIVERSO 143
paces de ver a su alrededor, desesperándose pues se encuentran
como perdidos.
(Estos son temas secretos, muy profundos, en parte peligrosos
para ser publicados así como así.)
Como decía, todos los mensajes quedaron como grabados en
mi propio consciente, aunque algunos médicos y parapsicólogos
de nuestro «Instituto de Estudios Psíquicos» dijeron que no era
posible, ya que se cree científicamente que sólo pueden quedar
«archivados» en el subconsciente o cerebro profundo.
No lo discutí entonces ni lo discuto hoy, pues para mí no tiene
importancia, pero sí lo que vi y lo que oí de una u otra forma, pues
la experiencia a partir de entonces fue cada día más fascinante.
Durante el regreso vi jardines, casas y gente, mucha gente. Pero
era curioso: yo podía ver, pero no ellos a mí; quise dirigirme a
varias personas y pasaba a través de ellas, como sucede aquí en
nuestro plano y muchas y extrañas impresiones se fueron acumu-
lando en aquel mi primer campo de percepción astral, pues «aque-
llo» ya no era tan real como antes, y más bien parecía un vulgar
sueño, pero en realidad ¿dónde estaba?...
Una terrible vibración, un sonido molesto y una luz cegadora se
estaban acercando cada vez más, materializándose, hasta que por
fin pareció que todo aquello estallaba dentro de mi cerebro. Millo-
nes de puntos de luz, de colores y ráfagas de matices fantásticos,
pero totalmente desconocidos para mí me envolvieron. Al compás
de un fuerte y seco golpe de gong, todo se oscureció, desapareciendo
los fantasmas de la mente. Gradualmente perdí aquella «conciencia»
astral tan maravillosa de antes y abrí los ojos al tiempo que era
cariñosamente saludado por todos mis colegas, ayudantes y médicos
del laboratorio.
La experiencia había durado «sólo» una hora, escasamente
una hora...
***

Verdaderamente estábamos algo cansados y era ya tarde cuan-



144 J. ROCA MUNTAÑOLA

do abandonaba la clínica en compañía del doctor M. S. T., de Oviedo.


Una vez en el paseo aún estuvimos unos minutos disfrutando de
una magnífica noche y conversando alegremente sobre temas ba-
ladís. Nos disponíamos finalmente a entrar en el coche, aparcado
casi frente a la clínica, cuando dos monjes se acercaron y muy
amablemente nos solicitaron una dirección que realmente era cer-
ca, sólo a dos manzanas de allí. Se trataba del Colegio La Salle.
Al levantar la cabeza para poderles indicar la dirección que de-
bían seguir y mirarles instintivamente quedé petrificado. Ambos
monjes tenían para mí, sin la menor duda, los mismos rostros, las
mismas fisonomías, de los que antes en otro espacio de tiempo
indeterminado, en otro estadio —quizá sin tiempo— en mi «viaje
astral», o en mi extraño sueño, había tenido ante mí, muy cerca y
con los que también había podido conversar detenidamente...
Mentiría si no afirmara que por vez primera tuve pánico a lo
desconocido. ¿Había sido todo aquello una fantástica audacia de
un poder desconocido, situando realidades desconocidas para los
humanos en una imaginaria perspectiva de una hiperbiología o de
una hiperfísica totalmente futurista?...
¿Precognitivamente había visto aquellos monjes y lo restante
fue todo «un sueño»? ¿O fue realidad entonces, y ahora sólo era un
sueño?...
A partir de aquel día jamás me he atrevido a dudar ya de la
posibilidad de cualquier fenómeno por extraño, imposible o mara-
villoso que resulte a la razón, y en este terreno no acepté ni acepto
las fáciles, y al parecer convincentes explicaciones científicas —o
paracientíficas— que «a posteriori» me han querido dar unos y
otros, aunque a decir verdad, tampoco ellos «a veces» se han mos-
trado muy convencidos y de lo cual saqué una conclusión: a algunas
personas la alergia inconsciente a todo lo desconocido es tan fuer-
te, como en otras la alergia a un futuro de la humanidad que no
se presenta muy esperanzador que digamos, pues lo que se vislum-
bra no gusta.
Realmente la comprensión de estos hechos se halla aún en un
estadio pre-copernicano.
VIAJE AL ANTIUNIVERSO 145

* * *

Silos hechos expuestos en los dos capítulos anteriores inspiran


incredulidad y una cierta repulsión intelectual, es porque parecen
contradecirse con lo que la mayor parte cree que son las inmuta-
bles leyes de la física... y otras. El rechazo es siempre un ejemplo
de la intolerancia dogmática de las inmutables ortodoxias científi-
cas y de otras cosas. Y me pregunto con cierta amargura si real-
mente conseguiremos algún día —unos y otros— que la mente no
se detenga precisamente en las fronteras de su rutinaria y estú-
pida razón, convirtiendo muchas veces su cacareada «conciencia»
en una auténtica inconsciencia de predator...
En los años recientes he recogido una vasta cosecha de hipóte-
sis explicativas acerca de la proyección astral «científicamente ex-
plicada» por los físicos jugueteando con la idea de los universos
paralelos, con el espacio curvo de Einstein, con el tiempo bidimen-
sional, y los «túneles» del hiperespacio, que será el motivo de otro
libro que antes de terminar éste ya empecé a escribir. i Aquí sí que
las inmutables leyes de la física saltan por los aires!
Espero vivir para contarlo. Pero ¿podrá editarse? Creo que para
entonces encontraré un editor lo suficientemente inteligente para
que se arriesgue.

10 -VIAJE
APÉNDICE

Al llegar al final reconozco que este libro no es más que un


ensayo escrito a vuela pluma, y como quien dice sobre la marcha y
contra reloj muchas veces. Espero que pronto, en algún lugar
solitario pueda escribir con calma un verdadero libro, pues tengo el
suficiente material y algo de experiencia viva en el campo de la
variada fenomenología paranormal.
Por ello y también por falta de material y de espacio, no he
tenido siquiera oportunidad de hablar de algunos temas importan-
tes como son las ignoradas fuentes del conocimiento, los caminos
insondables de la evolución, y especialmente, de ciertas excursiones
«más allá de la frontera prohibida».
Una ciencia, la que sea, según la idea más generalmente admi-
tida, es un conjunto de conocimientos que poseen el carácter de
la certidumbre y unidos entre sí, forman un todo homogéneo. Tales
son por ejemplo las ciencias físicas, químicas, biológicas y, sobre
todo, las matemáticas. La ciencia así comprendida, se opone, no
solamente a la ignorancia, sino también a la opinión, más o menos
probable de la simple creencia. Tiene la estabilidad de un dogma,
y se transmite por la enseñanza.
Pero es claro que si admitimos esta definición de lo que real-
mente consideramos ciencia, muy difícil por no decir imposible,
será hablar de desdoblamientos, de clarividencia viajera, de proyec-
ción astral y menos todavía, de ciertos encuentros en el plano
astral con entes procedentes de otra dimensión, de desencarnados,
de reencarnación —o digamos memoria extracerebral— y... etc., etc.
160 J. ROCA MUNTAÑOLA

Pero como sea que no soy un científico, aunque antes auténticos


científicos como Steiger, Carrington, Powell, Muldion, Pratt, etc.,
han hablado de todo esto «muy científicamente», yo he podido
hacerlo sin perder un ápice de la línea trazada por ellos, y al mismo
tiempo, sin problemas, con visión totalmente espiritualista, en de-
fensa siempre del hombre integral, del hombre nuevo que se rela-
ciona armónicamente con todo, el hombre-amor que no cree que el
pensamiento —por ejemplo— sea un producto tardío, o lo último,
en el proceso de transformación de la materia viva, como ahora
parece está de moda entre los espiritualistas.
Para ellos la chispa divina, o lo que nosotros llamamos, Dios o
Creador del Universo, son especulaciones desfasadas.
También es posible que algunos no den crédito a los últimos
capítulos de mi obra. Ya estoy acostumbrado, y en parte, me tiene
sin cuidado. No he escrito este libro para los agnósticos materia-
listas que quieren imponernos «a su aire» una sociedad cada vez más
deprimente. Tengo la esperanza y lucho a mi manera, para que mis
nietos vean otra clase de sociedad un poco más perfecta, no tan
egoísta, y un poco más humana y más espiritual. Una sociedad en
la que cada tres segundos no muera, un niño, sea de la raza que
sea y sea cual sea su color, por falta de lo más indispensable*,
cuando en tantos lugares, con lo que se tira o malgasta, podrían
sobrevivir millones de personas.
Pero dejemos ese punto que duele a unos, y es muy molesto
para otros, y confiemos que, entre unos y otros, lleguemos a conse-
guir una mayor evolución del hombre bio-psico-espiritual, y lo
que hoy parece tan difícil de arreglar, entonces lo conseguiremos
de una forma fácil, y lógica.
Decía Myers, y así opino contra viento y marea, que los hechos
que he descrito como un botón de muestra, nos demuestran sin
discusión, que normalmente, habitualmente, «vivimos en la super-
ficie de nuestro ser>' o, como decía Osty con mayor precisión toda-
vía: «vivimos en la superficie de una inteligencia inmensa», lo que
significa que nuestra conciencia normal es sólo una ínfima fracción
de nuestro ser psíquico total que se ríe del tiempo y del espacio, y
VIAJE AL ANTIUNIVERSO 161
que los fenómenos, objetivos u subjetivos —psikappa o psigamma-
nos demuestran especialmente en lo tratado en este libro, que el
mundo visible y tangible al que tanta importancia concedemos,
no es más que un reflejo debilitado del verdadero mundo viviente,
pues la energía todopoderosa, la vida, como la inteligencia profunda
de los seres, reside en lo invisible. Allí es donde laten los ritmos que
dan a la materia sus diferentes aspectos que deferencian las produc-
ciones de las mismas. En lo Invisible es donde actúan las fuerzas
que mantienen dichos ritmos.
De todo corazón quisiera que algunos comprendieran como
mínimo, que mientras estemos deslumbrados por las falsas ilusio-
nes, o vivamos sumidos en la ignorancia, jamás gozaremos del sumo
deleite de vernos libres de ciertos sufrimientos, ya que la ignoran-
cia trae consigo apego a cosas y objetos que producen sensación,
pero son llama oculta que enciende los más bajos deseos, y éstos
sólo nos originan luchas, envidias, frustraciones, desencantos y, a
veces, algo mucho peor todavía. Y al hablar de «ignorancia» no me
refiero al analfabetismo. Hubo sabios en el mundo, como Jacobo
Boheme, o Ramakrishna, pongamos por caso, que jamás traspasa-
ron los umbrales de un centro docente. Pero yo me refiero a una
muy principal ignorancia: la que tiene el hombre en sí mismo,
desgraciadamente, de su propio ser, todavía hoy. Me refiero a la
ignorancia de su propio linaje divino.
De lo que fue, es, y será, hasta la consumación de los siglos.
Sí, amigos: en el hombre existen poderes maravillosos que son
realmente una manifestación del Amor Divino. Esto es lo que se
debe buscar y encontrar para uno mismo. El hombre debe, ante
todo, conocerse interiormente, y saber de cuánto es capaz de hacer,
de obrar, para bien, siempre para el bien, aunque a algunos esto
precisamente es lo que más les molesta..., y no deja de ser curioso.

11 -vIAJE
162 J. ROCA MUNTAÑOLA

EL CAMINO DE LA PAZ...
EL CONOCIMIENTO DE UNO MISMO

Por J. KRISHNAMURTI

Extracto del folleto publicado por la Fundación Krishnamurti,


de Puerto Rico, con motivo de la presentación en diversos países
de América Latina y España, de varias conferencias pronunciadas
en las Universidades de California por el profundo pensador y edu-
cador Jiddu Krishnamurti, que versaron sobre los problemas fun-
damentales del mundo actual, con un lúcido y acuciante enfoque,
en una dimensión por completo diferente.
Dichas conferencias fueron filmadas y grabadas por la «Natio-
nal Educational Television», de los Estados Unidos, y traducidas
al español para los países de habla hispana.
* * *

Sólo el amor puede transformar el mundo. Ningún otro sistema,


ya sea de la derecha o de la izquierda, por astuta y convincente
que se haya planeado, puede traer paz y felicidad al mundo. El
amor no es un ideal, sino que nace con el respeto y la piedad que
todos podemos sentir y en efecto sentimos. Debemos demostrar ese
respeto y esa piedad por todos.
Tal es la naturaleza de nuestro ser, la cual adviene con la
riqueza de la comprensión. Donde existe la codicia y la envidia,
la creencia y el dogma, no puede haber amor. Y sin embargo, sola-
mente el amor puede resolver todas nuestras dificultades huma-
nas. Sin amor la vida es cruda, cruel y vacía.
Mas para ver la verdad del amor, cada uno debe liberarse de
estos procesos que le aprisionan y que están destruyendo al indi-
viduo y desintegrando al mundo. La paz y la felicidad se alcanzan
cuando la mente y el corazón no llevan el peso de esos modos
de vida que constantemente nos separan.
VIAJE AL ANTIUNIVERSO 163

El Amor y la Verdad. Ambos surgen con el propio conoci-


miento. El conocimiento de uno mismo es un proceso arduo, pero
no difícil. Se hace difícil sólo cuando tratamos de alcanzar un
resultado.
Pero con sólo darnos cuenta constantemente de las formas
de nuestros pensamientos, sentimientos y acciones, sin censura
o justificación alguna, se logra una liberación, donde únicamente
puede darse la suprema dicha de la Verdad.
Es esta Verdad la que traerá Paz en el mundo. Es esta Verdad
la que hará de cada uno de nosotros una bendición en nuestras
relaciones, una fuente de felicidad.
El camino de la Paz es sencillo. Es el camino de la Verdad y
del Amor. Empieza con el individuo mismo. Donde el individuo
acepta su responsabilidad en la guerra y en la violencia, ahí la paz
encuentra un asidero. Para ir lejos hemos de empezar cerca y las
primeras acciones son internas.
Las fuentes de la paz no están fuera de nosotros y el corazón
del hombre está bajo su propia custodia. Para que haya paz, debe-
mos ser pacíficos. Para terminar con la violencia de hoy, cada uno
tiene que liberarse voluntariamente de las causas de la violencia.
Cada uno debe dedicarse diligente a la tarea de su propia transfor-
mación.
Nuestras mentes y nuestros corazones deben ser sencillos y
estar creadoramente vacíos y vigilantes. Sólo entonces puede nacer
el amor. Solamente el amor puede traer la paz del mundo y sólo
entonces podrá el mundo conocer la suprema dicha de lo Real.

(Del Boletín del Club de Amigos de la UNESCO)


164 J. ROCA MUNTAÑOLA

VOCABULARIO MÁS USADO Y FUENTES BIBLIOGRÁFICAS

Para mayor facilidad para el lector, se incluye un vocabulario


detallado de los conceptos científicos, filosóficos, metapsíquicos
o metafísicos más usados. El glosario es con claras definiciones de
los conceptos y sus autores.
El presente libro no pretende en ningún momento tener ca-
rácter científico. En opinión del autor, es la obra de un profano
para otros profanos, y si algunos conocimientos demuestra, es
porque realmente se trata de un auténtico autodidacta.
De todas formas el autor renuncia a indicar una bibliografía
extensa y muy especializada, pero sí incluye también una lo sufi-
ciente amplia y bien documentada donde el lector pueda informarse
más en este campo, citando las obras, autores y editoriales más
factibles de ser encontradas en la mayoría de bibliotecas, o en
las principales librerías.

Nota del Editor.


VOCABULARIO MAS USADO EN ESTE LIBRO

ESP. - La ESP es la forma abreviada de la expresión inglesa «extrasensory


perception». Este término fue utilizado por el profesor J. B. Rhine y su
esposa en la Universidad Duke, de Durham. Designa toda percepción o
todo conocimiento paranormales. La ESP comprende, esencialmente, la
telepatía y la clarividencia.
ESPIRITISMO. - Brevemente se puede decir que el espiritismo es la doctrina
que atribuye ciertos fenómenos metapsíquicos a la acción de un espíritu,
es decir, un alma desencarnada. Según el espiritismo, la inteligencia hu-
mana no desaparece después de la muerte, sigue evolucionando en un
medio que no está condicionado por el espacio ni el tiempo, y puede
manifestarse a los vivos a través de médiums.
El auténtico codificador del espiritismo fue H. Rivail (1803-1869) más
conocido por el seudónimo de Allan Kardec. El espiritismo se ha cons-
tituido en una doctrina homogénea, basada en un considerable número
de hechos.
Charles Richet dijo del espiritismo lo siguiente: «La doctrina espiri-
tista de Allan Kardec es muy simple. No hay muerte para el alma. Des-
pués de la muerte, el alma se transforma en un espíritu, que trata de
manifestarse a través de ciertos seres privilegiados, que son los médiums,
capaces de recibir las órdenes, sugerencias, pensamientos e impulsos de
los espíritus. El espíritu, según los casos, trata de reencarnarse, es
decir, volver a vivir bajo la forma de un ser humano. Los espíritus co-
nocen el pasado, el presente y el porvenir. A veces se materializan, y
tienen el poder de actuar sobre la materia. Estamos rodeados de espí-
ritus, pero también de toda clase de cáscaras, de todos los vestidos
"psíquicos" abandonados por los espíritus que pasan a los planos su-
periores. Estos "residuos" de almas, si es posible expresarse así, acaban
a la larga por diluirse y refundirse en el "Todo" Universal, pero luchan
166 J. ROCA MUNTAÑOLA

contra su aniquilación final provocando, por un último esfuerzo, esos


fenómenos incoherentes que se observan en las casas frecuentadas por
los duendes. (No confundir con el "poltergeist".)
»Desde el punto de vista moral, se debe uno dejar guiar por los buenos
espíritus, que nos dirigen hacia el bien, y no escuchar a los malos es-
píritus, que nos inducen a error.»
De hecho, la doctrina espiritista es más compleja.
Según su principio fundamental, el Universo es, a la vez materia y espí-
ritu, elementos que evolucionan paralelamente. En lo que concierne más
particularmente al hombre, éste no sería, como afirman los materialistas,
una personalidad efímera, que saldría de la nada, sólo para volver a en-
trar en ella al poco tiempo, sino que se trataría de una individualidad
indestructible que proseguiría por su propio esfuerzo, «en una inmensa
serie de reencarnaciones y desencarnaciones, la progresiva evolución que
debe liberarla de las sujeciones materiales y darle conciencia, libertad,
amor, dicha...» (Doctor Gustave Geley.)
Además, y según el espiritismo, el hombre estaría constituido por tres
partes esenciales: el cuerpo, sobre el cual es inútil insistir; el periespí-
ritu y el alma.
El periespíritu (del griego peri, alrededor, y espíritu) seria un principio
intermedio entre la materia y el espíritu; es un cuerpo espiritual que
parece ser un organismo fluido formado de una especie de materia
quintaesenciada entre la materia propiamente dicha, y el espíritu. Este
periespíritu, al parecer, sobrevive más o menos tiempo a la muerte cor-
poral y sirve de envoltura e instrumento al espíritu y que gracias a él,
puede el fallecido manifestarse físicamente. (Doctor Robert Tocquet de
la Escuela de Antropología de París.) Según otros, el periespíritu evolu-
ciona y progresa al mismo tiempo que el alma, asegurando la conser-
vación de la individualidad, fijando los hechos acaecidos en el curso
de una encarnación, sirviendo de algún modo, como sustrato orgánico
para toda nueva encarnación. El periespíritu —siempre según los espiri-
tistas— es el que desempeña un importante papel en los fenómenos lla-
mados «materializaciones».
«En cuanto al alma (del latín anima, soplo, vida) sería un principio es-
piritual, consciente y libre. Comprendería —como indican los datos de
la Psicología clásica— una parte consciente y otra subconsciente, y
sería posible poner de relieve esta última en ciertos estados hipnóticos,
mediúmnicos, o simplemente, patológicos. Además, según el espiritismo,
el alma estaría formada por unos elementos adquiridos en las encarna-
ciones anteriores y por otros conseguidos en el curso de la encarnación
actual.» (De Robert Tocquet en «Médiums y Fantasmas».) El espiritismo
presenta algunos puntos comunes con la teosofía.
VIAJE AL ANTIUNIVERSO 167

INSTITUTO METAPSÍQUICO INTERNACIONAL (1. M. 1.) - El «Institut Métapsychique


International» fue fundado en 1919 por una serie de personalidades
científicas agrupadas en torno al gran fisiólogo Charles Richet y gracias
a la ayuda financiera de M. Jean Meyer.
Su primer Comité de dirección y administración comprendía a las si-
guientes personalidades: Profesor Charles Richet, del Instituto de Fran-
cia, Presidente de Honor. Profesor Rocco Santoliquido, Consejero de Es-
tado de Italia, Consejero técnico de Santé publique Internationale, Pre-
sidente; Conde A. de Gramont, del Instituto de Francia, Vicepresidente;
doctor Gustave Geley, Director; Saurel, Tesorero, etc. Por decreto del
23 de abril de 1919 el 1. M. 1. fue reconocido de utilidad pública.
Su sede, que se halla en París, estaba situada, desde su fundación hasta
1955, en un magnífico inmueble del n.° 89 de la avenida Niel (XVII) y se
halla, desde esta última fecha, en un local más moderno, pero modesto,
en el número 1 de la Plaza Wagram (XVII).
El I.M.I. posee un laboratorio provisto de toda clase de instrumentos
para experimentos y aparatos inscriptores, biblioteca, sala de lectura y
sala de conferencias. Publica la Revue Metapsychique, que da cuenta de
las investigaciones de la entidad, así como la actividad metapsíquica y
parapsicológíca mundial. Los fines del 1. M. I. son absolutamente desin-
teresados. No solamente no puede esperarse de sus trabajos beneficio
material alguno, sino que sus trabajos necesitan de la ayuda financiera
de las personas u organizaciones que deseen interesarse por ellos.
Trece comisiones de trabajo se proponen estudiar los diferentes aspectos
de la metapsíquica, y fueron creadas principalmente por el doctor Mar-
tiny, ayudado por los miembros del Comité de Dirección y Administra-
ción del 1. M. 1.; pero constituidas como están por personalidades la ma-
yoría de las cuales no pertenecen al I. M. 1. poseen por ello cierta auto-
nomía respecto al mismo.
Esta información se debe a don Robert Tocquet, profesor de la Escuela
de Antropología y de las clases preparatorias para las grandes escuelas
científicas, y al doctor M. Martiny, Presidente actual del I. M. 1.
INCONSCIENTE. -Genio desconocido ¿espíritu? es mucho más inteligente que
el consciente; entre otras muchas características a tener siempre en
cuenta, no posee las de la conciencia. (Padre Óscar G. Quevedo S. J.,
Doctor Amadou, y otros.)
MÉDIUM. - En Parapsicología, persona que manifiesta algún fenómeno físico.
Se trata de persona sensitiva, que puede manifestar a voluntad cierta
clase de fenómenos psíquicos. Sujeto que en estado de trance el subcons-
ciente está separado completamente del yo consciente, según Pierre Ja-
net. Además, este subconsciente disgregado tiene una viva imaginación.
Grasset, A. S. P., 1903.
168 J. ROCA MUNTAÑOLA

En la doctrina y lenguaje espiritista, el médium es una persona dotada


de poderes paranormales, que le permiten comunicarse con el más allá,
o sea recibir los mensajes de los espíritus. Este término a menudo im-
propio, en metapsíquica y en parapsicología tiende a reemplazarse por
el de "sujeto" o "sensitivo".
Los médiums suelen dividirse en dos grandes categorías: los de efectos
intelectuales y los de efectos físicos o materiales. Los primeros poseen,
o parecen poseer en un alto grado, el don de la videncia, es decir, la po-
sibilidad de llegar a conocer, de un modo no sensorial, ya pensamientos
normales, totalmente inaccesibles al espíritu, ya cosas sensibles, ya acon-
tecimientos futuros. (Precogniciones.)
Los segundos tienen esencialmente según la escuela metapsíquica, la
facultad de producir telecinesias, es decir, movimientos de objetos a
distancia y sin contacto alguno, así como ectoplasmias (materialización
de figura de órganos aislados, de animales, de seres humanos, humano¡-
des y a veces incluso objetos).
En la historia de la Metapsíquica han existido médiums fabulosos y to-
talmente reconocidos por la ciencia. Fueron los principales Daniel Dou-
glas Home (1833-1886) y entre otros, Ludwig Kahn (estudiado en 1908),
Franek Kluski (1874-1944) y Eusapia Paladino (1854-1918), etc.
OCULTISMO. - El ocultismo (de] latín occultus, escondido, secreto) es el cono-
cimiento y la práctica de las llamadas «ciencias ocultas» tales como la
alquimia, la astrología, la magia en general, la nigromancia (en realidad
todas las mancias), etc.
Según dice Robert Amadou «en ocultismo el paso fundamental parece
ser el que sustituye la noción de causalidad por la de analogía, y la de
leyes expresables matemáticamente en términos de espacio y de tiempo,
por la de correspondencias simbólicas».
Se puede hablar —según Robert Tocquet— de una «lógica ocultista, don-
de la analogía y la intuición aparecen como instrumentos más impor-
tantes del conocimiento. Además, el ocultismo es una visión particular
del mundo, una concepción especial del Universo, en una palabra, una
filosofía original, o más bien una metafísica».
No obstante, parece que el ocultismo presenta puntos comunes con las
llamadas ciencias exactas o clásicas. En primer lugar, como en las Cien-
cias, una proposición cualquiera «sólo puede considerarse cierta si es
evidente».
«En segundo lugar el ocultismo examina hechos, es decir, fenómenos.
Sin pretender adherirse a las teorías totales del ocultismo, conviene
reconocer que ciertas intuiciones de los ocultistas, constituyen realida-
des científicas. De este modo la noción de la realidad de la unidad de
la materia, afirmada por los alquimistas, se ha convertido en un dogma
VIAJE AL ANTIUNIVERSO 169

de la Física y la QuÍmica modernas; la transmutación de los metales, es


hoy una posibilidad experimental; «Ja misma influencia astral, postulada
por la astrología —entre otras— es innegable en algunos casos. La Pa-
rapsicología, disciplina parecida a las otras ciencias, pone de relieve y,
en cierto modo, explica fenómenos cuya existencia afirmaba la magia,
aunque sin poder probarlos ni justificarlos».
(De Robert Tocquet en «Médiums y Fantasmas», página 264.)
«Pero el ocultismo es un arma de dos filos y los que juegan a él por
ociosa curiosidad son a veces castigados con trastornos mentales, de lo
cual saben mucho los neurólogos y psiquíatras, como también las casas
de Salud, o manicomios.» (1. R. M.)
PARANORMAL. - La palabra «paranormal» no significa anormal en el sentido
peyorativo de la palabra. (P. Oscar G. Quevedo, S. J.) El término Para-
normal fue ideado por Whately Carrington, para reemplazar el de «su-
pranormal» que se usaba corrientemente en metapsíquica. Literalmente
lo que está al lado o paralelo de lo normal, o lo que se agrega a lo
normal (Robert Amadou) y según el profesor Richet «fenómenos extra-
ños, psicológicos o físicos inclusive, debidos a fuerzas que parecen inte-
ligentes o a facultades desconocidas del espíritu».
PARAPSICOLOGÍA. -Según Rhine, rama de la psicología que se ocupa y estu-
dia hechos psíquicos que parecen escapar del dominio de las que hasta
el presente se reconocen como leyes normales.
Ciencia que estudia toda clase de fenómenos extraños e inexplicables a
primera vista.
De hecho, la parapsicología corresponde actualmente, grosso modo, a la
metapsíquica subjetiva de Charles Richet, pues estudia también la psi-
cocinesia.
Actualmente la Parapsicología se estudia en más de 250 Universidades
en todo el mundo.
STRESS. - Estado de tensión excesiva como resultado de una acción brusca
o continuada, que resulta nociva para el organismo.
SENSTTIVa -Dotado o dotada. Persona que manifiesta fenómenos psíquicos.
SunTo.—La persona con la cual se experimenta. En los «tests» de ESP,
por lo común el percibiente, aunque también el «agente» en clarividencia
y telepatía. En los «tests» de PK, cualquier individuo cuya tarea sea
influir mentalmente en el movimiento de un objeto. (3. B. Rhine.)
SUGESTIÓN. - Provocación por un impulso, en lugar de una realización pen-
sada (Pierre Janet.) En otros términos, la sugestión es una técnica de
presentar los estímulos que constituyen las aptitudes y elaboran las res-
puestas, con el mínimo de reflexión en el sujeto sobre el cual se ejerce
la sugestión. (F. Allport, 1921)
SUPERVIVENCIA. -La supervivencia debe ser distinguida de inmortalidad del
170 J. ROCA MUNTAÑOLA

alma. Más allá de la muerte, la vida, la auténtica vida. (J. R. M.)


TRANCE. -Del latín, transiTe, ir más allá. Es, como decía Robert Amadou, un
estado de disociación, caracterizado por la total ausencia de movimien-
tos voluntarios y a menudo por el automatismo de la actividad del pen-
samiento. Estado «mediúmnico» estado hipnótico (Sin.). En Parapsico-
logía y Metapsíquica se entiende el «generalmente en trance», o por
trance únicamente, el estado de inconsciencia más o menos profunda,
en el transcurso de la cual se manifiesta una actividad paranormal. En
espiritismo, el trance es el estado de un médium que cede su envoltura
material al espíritu de tiria persona muerta.
TEOSOFÍA - TEosorIsMo. -Doctrina de diversas sectas que se ufanaban de ser
iluminadas por la divinidad, y estrechamente unidas a ella.
La Teosofía, del griego theos, (dios) y sophia (sabiduría), es la doctrina
que tiene por objeto la unión con la divinidad. Intenta demostrar que
la justicia y el amor guían la evolución del mundo, y ve la muerte como
un incidente periódico en una existencia sin fin. Los teósofos recurren a
intuiciones que son en realidad paranormales.
La Sociedad Teosófica fue fundada en 1875 por Madame H. P. Blavatski
que estableció la Sociedad con una afiliación de quince miembros. (En
la actualidad hay unas cientos cincuenta ramas por todo el mundo.)
La fundadora declaró que había sido guiada en la formación de la So-
ciedad por un espíritu, al que llamaba conductor y no se atribuyó sus
poderes psíquicos —reconocidos científicamente— a sí misma, sino a
un grupo invisible de monjes tibetanos que eran «maestros de sabiduría».
Aparte de los elementos de creencias espirituales, el concepto de una
Hermandad Universal es también punto central del movimiento. Conjun-
tamente con Madame Bravatski se debe recordar al coronel H. S. Olcott
que establecieron la Sociedad en Nueva York. Pronto se convirtió la
teosofía en un movimiento internacional. En 1907 la célebre Annie Besant
sucedió al Coronel Olcott como presidente en activo de la Sociedad e
ingresó entonces como discípulo predilecto de Annie Besant un joven
indio entrenado para que trabajara en favor de la paz y del amor uni-
versal: Krishnamurti, sobradamente conocido por sus enseñanzas en
todo el mundo.
La Teosofía hoy cuenta con centros en cuarenta y tres países. La Orden
provee a los teósofos de enfoque, en su deseo de servir a otros, en causas
tales como relaciones entre razas, problemas de exceso de población y
semejantes. Al mismo tiempo la Sociedad continúa apoyando los estudios
en religión comparativa, y especialmente, la investigación científica de
fenómenos inexplicables, tales como la percepción extransensorial (ESP).
La Antroposofía y la Teosofía parece que se han unido. La Antroposofía
significa «la ciencia del hombre» (su estudio en todos conceptos) organi-
VIAJE AL ANTIUNIVERSO 171

zación muy semejante en sus estatutos con la Teosofía. Su fundador


fue Rudolph Steiner, el filósofo y ocultista alemán que en 1913 presentó
su dimisión como presidente de la Sociedad Teosófica Alemana para fun-
dar la Antroposofía. Si realmente se han unido el número de adeptos en
todo el mundo sobrepasan los 50 millones.
La Antroposofía y la Teosofía pueden ser agrupadas conjuntamente como
sistemas más o menos fraternales para la investigación y la educación
ocultista, aunque esta palabra hoy está totalmente desfasada, pues di-
chas sociedades no son ocultas. Sus principales puntos son los siguientes:
1 . Formar un núcleo de fraternidad universal en la Humanidad, sin
distinción de sexo, raza, clase social, o religión.
2.° Estimular el estudio comparado de las religiones, de los filósofos
y sus filosofías, su alcance para el bien, y de las ciencias en gene-
ral. Profundo respeto siempre por todas las religiones.
3.° Estudiar las leyes inexplicables de la Naturaleza, así como de los
poderes latentes del hombre.
4.° Apolíticos totalmente. No inmiscuirse jamás en la política de un
país.
5." Hay núcleos especiales que estudian la posibilidad de vida extrate-
rrestre en nuestro planeta, cuales sus enseñanzas, y quienes son los
llamados «conductores» (o maestros) que ya tuvieron tratos con los
prohombres de civilizaciones desaparecidas, pero que dejaron cons-
tancia, pues todavía quedan algunas de sus monumentales obras. Se
rumorea con cierta insistencia que algunos teósofos de primera línea
tienen contacto periódicamente con seres «no terrestres» recibiendo
de ellos enseñanzas y estudios muy avanzados. Uno de los nombres
que más se citaron hace algunos años, fue el del ex presidente de
los Estados Unidos, asesinado, Kennedy.

172 J. ROCA MUNTAÑOLA

BIBLIOGRAFTA SUMARIA

Nuestras Facultades Desconocidas, JACQUES BERGIER y PIERRE DUVAL, Editorial


Plaza & Janés, Barcelona.
La Estructura de la Mente, REINHARDT GROSSMANN, Editorial Labor, S. A.,
Barcelona.
En el umbral de ¡o invisible, W. BARRET, Editorial M. Aguilar, Madrid.
Realidad del Alma, C. G. JUNG, Editorial Losada (1940), Buenos Aires. INDICE
La Parapsicología, OSCAR G. QUEVEDO, S. J., Editorial ((Sal Terrae», Santander.
Más allá de lo Natural, DOUGLAS Hu-PATT VILLIAMS, Editorial Luis de Caralt, Pág.
Barcelona. LIMINAR ......... 7
En los límites de la Psicología (Desde el Espiritismo a la Parapsicología), PROLOGO ......... 9
J. R. Musso, Editorial Paidos, Buenos Aires.
El Universo Prohibido, Lao TALAMONTI, Editorial Plaza & Janés, Barcelona. CAPÍTULO PRIMERO ................ 17
El Hombres Visible e Invisible, C. W. LEADBEATER, Editorial Kier, Buenos Aires. Algunas nociones sobre el mal llamado «viaje». -Qué es el
La Proyección del Cuerpo Astral, SYLVAN MULDtiON y H. CARRINGTON, Editorial Yoga. - El «Hatha» y el «Raja». - Técnicas de relajación diri-
Kier, Buenos Aires. gidas por uno mismo. - Efectos psicosomáticos comprobados.
El Doble Etérico. El Cuerpo Mental. El Cuerpo Astral. El Cuerpo Causal, AR- CAPÍTULO SEGUNDO ................ 41
TURO E. POWELL, Editorial Kier, Buenos Aires. Teilhard de Chardin. - Espíritu. - Alma, estudio e hipótesis.
Siete años en el Tibet, HEINRICH HARRER, Editorial Kier, Buenos Aires. -Los cuerpos o vehículos: qué es el doble etéreo. -Los ocul-
Tibet im Wandel Asiens, AMAURY DE RIENCOURT, Berlín. tistas, teósofos y espiritistas. - El experimento de Théo
Death, it's Causes and Phenomena, H. CARRINGTON, Londres, 1913. Matthys.—El conocimiento del alma según el punto de vista
Psykiska Fenomen, T. WEREIDE, Estocolmo, 1921. científico. El alma y la psicología. - El efecto Kirlian. - Las
Het Spiritisme, W. H. C. TENHAEFF, La Haya, 1951/52. ausencias del alma... - Las definiciones. - Opiniones de cientí-
The Dissociation oí a Personality, M. PRINCE, Nueva York, 1908. ficos. - El verdadero testimonio de la Humanidad.
Las Maravillas del Metapsiquismo, C. VILLAR DE LA TETERA, Antonio Roch, CAPÍTULO TERCERO ................ 61
Editor, Barcelona. Contacto espiritual del hombre con el mundo invisible. -
El Inventario de lo Sobrenatural, ROBERT TOCOUET, Editorial Plaza & Janés, Una técnica y forma de operar. - No hay muerte. - La autén-
Barcelona. tica vida Superior. - La gran incógnita. - El Tiempo. - Cien-
Fenomenología Parapsicológica, J. ROCA MUNTAÑOLA, Editorial Revista Algo, tíficamente la Humanidad necesita de otros parámetros de
Barcelona. medida y estudio. - La realidad de la Proyección Astral. -
Das Pers6nliche Uberleben des Todes (tres volúmenes), E. MATTIESEN, Ber- Teorías.—La psicohigiene de Filipinas y Brasil, etc.
lín, 1936-1939. CAPÍTULO CUARTO ................ 71
Los Fenómenos Mentales en el Espiritismo, Rey. DRAYTON THOMAS, Ediciones Los que se encuentran a sí mismos.—Viajes telepáticos.—
Voz Informativa, México. Viajes clarividentes. - Clarividencia viajera. -Desdoblamien-
El Mundo de lo Ultrasensorial, HANS HERLIN, Editorial Plaza & Janés, Bar- tos. Experimentación personal. - El «modus operanti» de la
celona. proyección. - Bilocaciones. -Qué es el «vardogr» o «yarda-
El Plano Astral y el Plano Mental, C. W. LEADBEATER, Editorial Kier, S. A. Bue- ger». - El «vardogr» en la Antigüedad— La
La meditación. -
nos Aires (Argentina). Desdoblamiento involuntario. -La ubicuidad.

172 J. ROCA MUNTAÑOLA

BIBLIOGRAFTA SUMARIA

Nuestras Facultades Desconocidas, JACQUES BERGIER y PIERRE DUVAL, Editorial


Plaza & Janés, Barcelona.
La Estructura de la Mente, REINHARDT GROSSMANN, Editorial Labor, S. A.,
Barcelona.
En el umbral de ¡o invisible, W. BARRET, Editorial M. Aguilar, Madrid.
Realidad del Alma, C. G. JUNG, Editorial Losada (1940), Buenos Aires. INDICE
La Parapsicología, OSCAR G. QUEVEDO, S. J., Editorial ((Sal Terrae», Santander.
Más allá de lo Natural, DOUGLAS Hu-PATT VILLIAMS, Editorial Luis de Caralt, Pág.
Barcelona. LIMINAR ......... 7
En los límites de la Psicología (Desde el Espiritismo a la Parapsicología), PROLOGO ......... 9
J. R. Musso, Editorial Paidos, Buenos Aires.
El Universo Prohibido, Lao TALAMONTI, Editorial Plaza & Janés, Barcelona. CAPÍTULO PRIMERO ................ 17
El Hombres Visible e Invisible, C. W. LEADBEATER, Editorial Kier, Buenos Aires. Algunas nociones sobre el mal llamado «viaje». -Qué es el
La Proyección del Cuerpo Astral, SYLVAN MULDtiON y H. CARRINGTON, Editorial Yoga. - El «Hatha» y el «Raja». - Técnicas de relajación diri-
Kier, Buenos Aires. gidas por uno mismo. - Efectos psicosomáticos comprobados.
El Doble Etérico. El Cuerpo Mental. El Cuerpo Astral. El Cuerpo Causal, AR- CAPÍTULO SEGUNDO ................ 41
TURO E. POWELL, Editorial Kier, Buenos Aires. Teilhard de Chardin. - Espíritu. - Alma, estudio e hipótesis.
Siete años en el Tibet, HEINRICH HARRER, Editorial Kier, Buenos Aires. -Los cuerpos o vehículos: qué es el doble etéreo. -Los ocul-
Tibet im Wandel Asiens, AMAURY DE RIENCOURT, Berlín. tistas, teósofos y espiritistas. - El experimento de Théo
Death, it's Causes and Phenomena, H. CARRINGTON, Londres, 1913. Matthys.—El conocimiento del alma según el punto de vista
Psykiska Fenomen, T. WEREIDE, Estocolmo, 1921. científico. El alma y la psicología. - El efecto Kirlian. - Las
Het Spiritisme, W. H. C. TENHAEFF, La Haya, 1951/52. ausencias del alma... - Las definiciones. - Opiniones de cientí-
The Dissociation oí a Personality, M. PRINCE, Nueva York, 1908. ficos. - El verdadero testimonio de la Humanidad.
Las Maravillas del Metapsiquismo, C. VILLAR DE LA TETERA, Antonio Roch, CAPÍTULO TERCERO ................ 61
Editor, Barcelona. Contacto espiritual del hombre con el mundo invisible. -
El Inventario de lo Sobrenatural, ROBERT TOCOUET, Editorial Plaza & Janés, Una técnica y forma de operar. - No hay muerte. - La autén-
Barcelona. tica vida Superior. - La gran incógnita. - El Tiempo. - Cien-
Fenomenología Parapsicológica, J. ROCA MUNTAÑOLA, Editorial Revista Algo, tíficamente la Humanidad necesita de otros parámetros de
Barcelona. medida y estudio. - La realidad de la Proyección Astral. -
Das Pers6nliche Uberleben des Todes (tres volúmenes), E. MATTIESEN, Ber- Teorías.—La psicohigiene de Filipinas y Brasil, etc.
lín, 1936-1939. CAPÍTULO CUARTO ................ 71
Los Fenómenos Mentales en el Espiritismo, Rey. DRAYTON THOMAS, Ediciones Los que se encuentran a sí mismos.—Viajes telepáticos.—
Voz Informativa, México. Viajes clarividentes. - Clarividencia viajera. -Desdoblamien-
El Mundo de lo Ultrasensorial, HANS HERLIN, Editorial Plaza & Janés, Bar- tos. Experimentación personal. - El «modus operanti» de la
celona. proyección. - Bilocaciones. -Qué es el «vardogr» o «yarda-
El Plano Astral y el Plano Mental, C. W. LEADBEATER, Editorial Kier, S. A. Bue- ger». - El «vardogr» en la Antigüedad— La
La meditación. -
nos Aires (Argentina). Desdoblamiento involuntario. -La ubicuidad.
'1

174 J. ROCA MUNTAÑOLA

CAPÍTULO QUINTO ................ 95


La salida en cuerpo astral. - El cordón de plata. - Cómo se
debe actuar. - Enseñanzas. - El Cordón es auténtica energía.
- Consejos. - Las primeras experiencias. - La imaginación EN PREPARACION
controlada y la voluntad. - Cómo dejar de fumar, entre otros
vicios. - Aparición de un encarnado (relato japonés). - Des-
doblamientos psíquicos. - Experiencias extracorporales en la
EN LOS CONFINES DE LA PARAPSICOLOGIA
Universidad Davis de California.

CAPÍTULO SEXTO 115
Mattiesen y Muldion: sus opiniones sobre el «viaje astral». -
Un auténtico viaje astral y encuentro con seres desencarna-
Las Psicofonfas.
dos. - ¿Otro Universo? -Aquellas Inteligencias que no perte- El aura
necen a nuestro plano...
CAPÍTULO SÉPTIMO ................ 131 La cámara de Kirlian
¿Somos realmente libres durante el viaje? - Los Conductores.
- Los cuerpos: Astral, Mental, Causal y el doble Etérico. - La cirugía psíquica (Filipinas, Brasil, etc.).
Una experiencia personal. - La certidumbre del «Yo». - El
estado de la muerte. - El camino del sueño. - El regreso.
- Los monjes. Un volumen muy completo
CAPÍTULO OCTAVO ................ 147
Los Yoguis. - El alma vegetal y las voces de las plantas. - y altamente interesante
Los métodos de iniciación. - Conócete a ti mismo. - Parale-
lismo entre Ocultismo y Parapsicología.

por J. ROCA MUNTAÑOLA
OCULTISMO, MAGIA, PARAPSICOLOGÍA 155

APÉNDICE 159
162
EL CAMINO DE LA PAZ ...............
VOCABULARIO MÁS USADO. Su EXPLICACIÓN TÉCNICA ........ 166
172
FUENTES BIBLIOGRÁFICAS Y BIBLIOGRAFÍA SUMARIA ........

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