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Universidad Alberto Hurtado

Facultad de Filosofía y Humanidades


Departamento de Historia
Curso Literatura Antigua/Sec. 1
Prof. Mauricio Gómez Valdovinos
Patricio Hidalgo Hidalgo
23/04/2019.-

INFORME DE LECTURA N°2


E NSAYO DE I NTERPRETACIÓN Y A NÁLISIS

Los lineamientos de nuestro ensayo han de acercarnos a cómo es sentida la vivencia

del tiempo y su imbricación con la memoria, como vehiculizadores de experiencias que

podemos llamar con propiedad históricas. Dicho lineamiento es recogido desde la lectura de

los cantos VII y VIII de la Odisea, a partir del emocionado llanto que arranca a Odiseo la

narración que hace el aedo Demódoco de las gestas de los aqueos en Ilión, en el banquete

ofrecido por Alcínoo, señor del pueblo feacio, a Odiseo en su condición de huésped. En este

sentido, recogemos la primera sensación, ya advertida en el hecho que “el llanto trae a Odiseo

a su condición humana. Las cuenta con emoción en relato que de sus peripecias hace ante

[…] ante Alcínoo y su corte” (Castillo 208).

La conciencia de la condición perecedera de la naturaleza del hombre se instala como

contrapunto a la declamación épica del aedo, puesto que el placer colectivo que se busca

alcanzar a través de su canto, la terpsis (τέρψις), se ve cruzado por la experiencia del dolor y

la añoranza. De esta manera, la vivencia del relato transita hacia la constitución de una

manera de preservar la memoria de las gestas de los héroes, ya que el aedo en su rol dota de

sentido la narración de las leyendas heroicas, nimbándolas del kleos (κλέος), la gloria que se

yergue en garantía de trascendencia. Reconocida la distancia temporal entre los sujetos y el


acontecimiento rememorado, el lector (posicionado fuera de la temporalidad de los

acontecimientos) recuerda los hechos de argivos y troyanos como parte de la proyección a

las generaciones venideras, para las cuales está hecha el canto del aedo, transformando la

ausencia en pasado, mediante la inserción de las acciones del héroe en un relato atemporal.

A su vez, se comprende a través de la primacía de la percepción, el ver y decir,

observar y narrar, lo que consolida la idea de la sumisión de la escritura a la oralidad,

remitiendo nuevamente a la centralidad del valor de la experiencia. Odiseo celebra así a

Demódoco: “cantas tan bien lo ocurrido a los dánaos, /sus trabajos, sus penas, su largo afanar,

cual si hubieras/encontrándote allí o escuchado a un testigo” (VIII, 485-490).

Ahora, dicha vivencia debe ser abordada en el valor que adquiere la operación de dar

un sentido real a la palabra narrada a través de la legitimación de ésta a través de la

constatación de aquel que vivió los acontecimientos: François Hartog nos ilustra en esta

develación a través de la utilización de la imagen elaborada por Hannah Arendt en torno a la

surgencia de la historia misma en el relato del aedo y las lagrimas del héroe, señalando que

lo que había sido puro acontecimiento se volvía ahora historia. Dicha operación se imbrica

en la presencia de Odiseo en los sucesos de la Guerra de Troya, al tiempo que su presencia

en el banquete ofrecido por los feacios constituye una garantía de certeza respecto al

acontecer de los hechos. Profundiza Hartog en la ilustración de Arendt, puesto que deja en

evidencia el carácter paradigmático de dicha escena para la historia, e incluso la poesía,

puesto que se produce la “reconciliación con la realidad, la catharsis que, según Aristóteles,

era la esencia de la tragedia, y según Hegel, el fin ultimo de la historia, se produce gracias a

las lágrimas del recuerdo” (Hartog 74).


BIBLIOGRAFÍA

Castillo Didier, Miguel. "Las lágrimas de Odiseo." Byzantion Nea Hellás 33 (2014): 205-

224.

Hartog, François. “Las lágrimas de Ulises”. Regímenes de historicidad. Presentismo y

experiencias del tiempo. Trad. Norma Durán y Pablo Avilés. México: Universidad

Iberoamericana, 2007.

Homero. “La Odisea”. Trad. José María Pabón. España: Editorial Gredos, 2006.

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