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El sueño

de Kekulé
18 MiércolesMAY 2016
POSTED BY ANDREAKHALY IN HISTORIA
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Etiquetas
ciencia, histórico, Química, Revelador

Publicado por César Alonso Arguello Mendieta


Soñante: Friedrich August Kekulé
Fuente: Gordon, José , (2012) “Serendipia, el accidente feliz” [En línea]. Revista de la Universidad de
México. Nueva época. Enero 2013, No. 107
< http://www.revistadelauniversidad.unam.mx/articulo.php?publicacion=12&art=212&sec=Columnistas >
[Consulta: 18 de Mayo del año 2016].
Sueño:
El accidente feliz ocurrió en un sueño. El químico alemán Friedrich August Kekulé dormitaba cerca del fuego
de una chimenea. El científico tuvo la visión de un uróboro, una serpiente mítica que se muerde la cola.
Kekulé veía átomos que comenzaban a brincar ante su mirada en duermevela. Describe así lo que le pasó:

“Mi ojo mental, entrenado por las repetidas visiones de este tipo, ahora podía distinguir estructuras más
grandes; largas filas se entrelazaban y mezclaban en un movimiento como de serpientes. ¡Pero mira! ¿Qué fue
eso? Una de las serpientes había mordido su propia cola, y la forma giró burlonamente ante mis ojos. Como
iluminado por un relámpago, me desperté”.

La imagen de la serpiente fue clave en la búsqueda de Kekulé en torno a la estructura molecular del benceno
que tanto lo eludía. Se trataba de anillos hexagonales. Steven Johnson en el libro ¿De dónde vienen las
buenas ideas? La historia natural de la innovación, habla de este hallazgo: “Kekulé se dio cuenta de que la
molécula de benceno era un anillo perfecto de carbono, con átomos de hidrógeno rodeando sus límites
externos […] La visión de Kekulé realmente constituyó un parteaguas de proporciones épicas: la estructura de
anillo de la molécula del benceno se volvió la base de una revolución en la química orgánica”.
La serendipia, el accidente feliz —en este caso dentro de un sueño—, había abierto nuevas vistas en el
territorio de la ciencia cuando aún no existían instrumentos para visualizar esas estructuras. El razonamiento
no siguió precisamente un camino ortodoxo; sin embargo, el físico Jorge Wagensberg defiende la imaginación
impura: “Que las ideas vengan de donde sea, como sea. Muchos hallazgos científicos surgen así, de
interrelaciones, de chispazos”. O de chiripazos. La serendipia se conecta ciertamente con lo que en México se
conoce como chiripada. Sin embargo, lo importante es el reconocimiento de que ese chispazo es relevante en
lo que estamos investigando.
Kekulé reconoce el valor del accidente feliz, pero lo matiza. En una conferencia de la Sociedad Química
Alemana, en 1890, dice: “Si aprendiéramos a soñar, señores, entonces quizás encontraríamos la verdad. Pero
debemos tener cuidado de no publicar nuestros sueños antes de someterlos a prueba con la mente despierta”.
Pasteur rondaría la misma idea: “En el campo de la investigación el azar no favorece más que a los espíritus
preparados”.

Dado que la serendipia aparece en varios de los hallazgos científicos (en los rayos X, la penicilina o en el
Viagra, por dar unos ejemplos), hay quienes buscan, en un plan con maña, formas de favorecer la aparición de
lo inesperado. Esto es caricaturizado en la magnífica serie de comedia televisiva The Big Bang Theory. El
personaje, un físico llamado Sheldon Cooper, está angustiado: intenta averiguar por qué los electrones se
comportan como si no tuvieran masa al atravesar una lámina de grafeno. Busca métodos para convocar la
serendipia. Les dice a sus amigos que cuando Albert Einstein elaboró su teoría de la relatividad especial,
trabajaba en una modesta oficina de patentes. “¿Vas a hacer lo mismo?”, le preguntan. Sheldon responde:
“No. Voy a encontrar un trabajo nimio similar, donde mi ganglio basal esté ocupado con actividades
rutinarias friendo mi corteza prefrontal para trabajar tranquilamente, por detrás, en mi problema”.
La epifanía de Sheldon ocurre cuando trabaja de mesero. Le ocurre un accidente feliz. Se le caen los platos y
lo ve todo claramente: “¡Dios mío! El patrón de interferencia en la fractura… el movimiento de la ola a través
de la estructura molecular. Lo he estado mirando mal. No puedo considerar a los electrones como partículas.
Se mueven por el grafeno como una ola. ¡Es una onda!”.

Si el momento del eureka ocurre de manera inesperada, hay quienes buscan a propósito la tina de la chiripa, la
relajación que precede al hallazgo.

El Sueño de Kekulé
El blog del Colegio Santo Domingo savio para la asignatura de Ciencias para el Mundo
Contemporáneo

miércoles, 6 de enero de 2010

El Sueño de Kekulé
Por fin os presento el motivo de elegir este nombre para nuestro blog y
lo siento, Kekulé no es uno de esos fichajes multimillonarios del Real
Madrid para la temporada de invierno.
Kekulé es uno de los grandes científicos de la historia. Fuera de los círculos
científicos no se le conoce demasiado pero os voy a contar una anécdota de
su vida.
Kekulé llevaba ya algún tiempo tratando de descubrir cuál era la estructura
del benceno. Una tarde, cansado y desesperado, se quedo dormido en su
estudio y entonces soñó. En su sueño vio los átomos que estudiaba
danzando en trayectorias que se enroscaban como si fueran serpientes. De
repente una de esas serpientes agarro su propia cola y se retorció
burlonamente en el pensamiento de Kekulé.
Asombrado despertó y se preguntó: ¿Será posible que la estructura del
benceno sea cíclica? Así parecía que fuese y en poco tiempo después
publicaba sus resultados.
Algo después, otros científicos, investigando en el benceno, se dieron
cuenta de que si bien la estructura de Kekulé era básicamente válida, hacía
falta incluir alguna mejoría para que el modelo respondiera a la realidad.
La siguiente frase la dijo Kekulé durante un congreso científico en 1890
(más de 25 años después de su sueño):
“APRENDAMOS A SOÑAR, CABALLEROS, ASÍ PODREMOS
ENCONTRAR LA VERDAD, PERO GUARDÉMONOS DE PUBLICAR
NUESTROS SUEÑOS HASTA QUE HAN SIDO PROBADOS POR
ENTENDER EL DESPERTAR ".
Sirva esta frase como objetivo que oriente, en todo momento, este blog.

Si quieres conocer más cosas de la vida de Kekule entra aquí.

El sueño de Kekulé
febrero 18, 2011leunda

Verdaderamente, en la ciencia se pueden encontrar multitud de historias fascinantes.


Una de estas historias la protagonizó Kekulé.

Friedrich August Kekulé nació en Darmstadt en 1829. Estudió química en Gießen, y


realizó estudios posdoctorales en París (1851-52), Chur, Suiza (1852-53) y Londres
(1853-1855), donde fue influenciado por Alexander Williamson (1824-1904). En 1856
obtuvo un puesto de Privatdozent en la Universidad de Heidelberg, y en 1858 fue
contratado como profesor por la Universidad de Gante, en Bélgica. Allí permaneció por
casi una década, hasta que tomó un puesto en Bonn donde desarrolló el resto de su
carrera.
Kelulé fue uno de los principales creadores de la teoría de la estructura química. Se le
ocurrió la idea de conectar los átomos mediante líneas , lo que denominamos
“valencias”. En su época, no existían técnicas como la difracción de rayos X, que
permite ver las moléculas, por ello, la idea de Kekulé resultó de gran utilidad.

Además Kekulé, hacia 1857, descubrió el carácter tetravalente del carbono, es decir,
cada carbono, puede formar hasta cuatro enlaces con otros carbonos o bien con otros
grupos químicos.

Lo más sorprendente de todo ello, es la manera tan inusual en que le vino a la cabeza
esta idea, Según sus propias palabras, esta habilidad del carbono para formar cadenas
se le ocurrió en 1855, durante su estancia en Londres.

“Allí residía en Clapham Road …. Pero con frecuencia pasaba las tardes con mi amigo Hugo
Mueller …. Hablamos de muchas cosas, pero más a menudo de nuestra amada Química. Una
tarde de verano estaba regresando en el último bus a través de las calles desiertas de la
ciudad. Iba sentado en el exterior como era mi costumbre…. cuando caí en una especie de
ensueño, y he aquí que los átomos comenzaron a brincar ante mis ojos. Hasta ese momento,
cada vez que estos seres diminutos habían aparecido ante mí, lo habían hecho en movimiento.
Ahora, sin embargo, veía cómo, con frecuencia, dos átomos más pequeños se unían para
formar una pareja, cómo uno más grande los abrazaba, cómo otros aún más grandes agarraba
tres o incluso cuatro de los más pequeños, mientras que el conjunto se mantenía girando en un
baile vertiginoso. Vi cómo los átomos más grandes formaban una cadena, arrastrando a los
más pequeños, pero sólo en los extremos de las cadenas …. El grito del conductor: “Clapham
Road”, me despertó de mi sueño, pero pasé parte de esa noche volcando en papel bocetos de
ese sueño. Este fue el origen de la “Teoría estructural”
Otro de los descubrimientos más destacados de Kekulé fue el descubrimiento de
la estructura del benceno, una molécula cíclica formada por 6 átomos de carbono y 6

hidrógenos formando un anillo.

Según Kekulé, este descubrimiento le vino durante un sueño con serpientes:

“Durante mi estancia en Gante, vivía en uno de los barrios elegantes de la vía principal. Mi
estudio, sin embargo, estaba en un callejón estrecho donde no entraba la luz del día… Me
encontraba sentado escribiendo en mi libro de texto, pero las investigaciones no prosperaban,
mis pensamientos estaban en otra parte. Volví la silla de frente al hogar y me dormí. Una vez
más los átomos comenzaron a brincar ante mis ojos. Pero esta vez los grupos más pequeños se
mantenían discretamente en el fondo. Mi ojo mental, entrenado por las repetidas visiones de
este tipo, ahora podía distinguir estructuras más grandes; largas filas se entrelazaban y
mezclaban en un movimiento como de serpientes. ¡Pero mira! ¿Qué fue eso? Una de las
serpientes había mordido su propia cola, y la forma giró burlonamente ante mis ojos. Como
iluminado por un relámpago, me desperté…”

Kekulé falleció en Bonn en 1896. Antes de morir dejó unas palabras sobre su sueño de
serpientes que pasaron a la historia:

“Si aprendieramos a soñar señores…entonces quizá encontraríamos la verdad…pero debemos


tener cuidado de no publicar nuestros sueños antes de someterlos a prueba con la mente
despierta.”

El sueño de Kekulé
dizzie
-20 de Septiembre de 2012
3
En 1865, Kekulé publicó un artículo en francés y otro en alemán. En ellos sugería
la estructura de una de las moléculas más inquietantes para los químicos en ese
momento: El benceno. Ese nuevo entendimiento de la estructura del benceno y de
todos los compuestos aromáticos resultó ser de la mayor importancia para el
desarrollo futuro de la Química.

Lo curioso de la historia es COMO llegó a delucidar ese descubrimiento. Aquí la


historia en palabras del propio científico:

Durante mi estancia en Gante, vivía en uno de los barrios elegantes de la vía


principal. Mi estudio, sin embargo, estaba en un callejón estrecho donde no
entraba la luz del día... Me encontraba sentado escribiendo en mi libro de texto,
pero las investigaciones no prosperaban, mis pensamientos estaban en otra parte.
Volví la silla de frente al hogar y me dormí. Una vez más los átomos comenzaron a
brincar ante mis ojos. Pero esta vez los grupos más pequeños se mantenían
discretamente en el fondo. Mi ojo mental, entrenado por las repetidas visiones de
este tipo, ahora podía distinguir estructuras más grandes; largas filas se
entrelazaban y mezclaban en un movimiento como de serpientes. ¡Pero mira!
¿Qué fue eso? Una de las serpientes había mordido su propia cola, y la forma giró
burlonamente ante mis ojos. Como iluminado por un relámpago, me desperté...
Si aprendieramos a soñar, señores, entonces quizá encontraríamos la verdad...
Pero debemos tener cuidado de no publicar nuestros sueños antes de someterlos
a prueba con la mente despierta.

A través de esta analogía Kekulé entendió que los pares de electrones en el


interior del anillo giraban cíclicamente

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