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Prólogo
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la obligación moral de aniquilar los pobladores nativos.
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
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¿El logro formal de los derechos civiles de los
«afroamericanos» a mediados del siglo xx transformó en
realidad, y estructuralmente, sus condiciones de vida? Casi
setenta años después, los hechos racistas y las expresiones de
resistencia de una fuerza política negra norteamericana nos dan
una respuesta.
Trasladándonos al contexto colombiano, se ha señalado por
ejemplo que el presidente César Gaviria sancionó la ley 70 en
1993, y a los poquísimos días formalizó también la privatización
de Colpuertos, medida implicada de modo directo en las
gravísimas consecuencias socioeconómicas sobre la vasta
comunidad negra del puerto de Buenaventura, que además
involucra en diversos grados a buena parte de la comunidad
negra del Pacífico colombiano.
Lo precedente no lo podemos valorar como mera anécdota.
Luego arreciaría en la región y en el país una ofensiva de la
relación social del capital, sostenida hasta la actualidad, e
incluida dentro de esta la estrategia paramilitar del Estado.
El régimen político de tal relación social –lo reiteramos, la
Democracia–, contiene y dinamiza un conjunto de máscaras; y
la máxima entre estas es la de pretender el sometimiento de la
identidad a las clases antagónicas (explotadores y explotados),
por una parte y por otra, a culturas diferentes. Empero, la
máscara máxima se cubre de otras máscaras para lograr lo que
pretende, y quizás la máscara de la inclusión se exhibe como la
más dinámica, o la fuerza motriz del régimen político burgués
para reimpulsar el dominio de clase.
Incluyó lo étnico-negro entre otros para al mismo tiempo
devorarlo, revelando su carácter etnofágico. ¿Qué y cómo
devora? Lo otro de lo étnico negro que contiene lo colectivo lo
reconoce de modo exclusivo, y solo en lo individual y fragmentado
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ciudadano.
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en medio de la desgarradora, dramática y trágica realidad de las
comunidades negras.
Todos los elementos antes expresados constituyen una de las
tantas versiones hacia construcciones libertarias negras, y por
tanto no pretende ser única. En lo presentado y más elaborado
en estas memorias, podremos derivar otras versiones de
construcción libertaria negra que, sin caer tampoco en verdades
únicas, consideramos que son un aporte necesario para el vigor
y contundencia de una fuerza política negra.
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Introducción
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ahondan en las relaciones que se dan entre clase, raza y género,
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política. En las últimas décadas, se ha asistido en todo el mundo
a una intensificación de las identidades culturales, étnicas y
religiosas; las cuales, al ser potenciadas y promovidas por
el régimen democrático, aparecen con mucha más fuerza y
legitimidad que las organizaciones obreras tradicionales u otras
formas de pertenencia y organización social.
Pero, ¿acaso esto significa la evaporación discursiva y política
de las clases sociales? ¿Cómo se articulan hoy esas clases
sociales? O, mejor, ¿cuál es su relación con lo étnico y lo racial?
Históricamente, las corrientes, movimientos y partidos de
izquierda en el mundo, pero más específicamente en América
Latina, no han reconocido el aporte, significancia, composición
y relevancia de los componentes afrodescendiente e indio en la
formación de las nacionalidades y la clase obrera o proletariado
latinoamericano; razón que ha llevado a un divorcio entre las
luchas obreras y las luchas étnicas, y a discursos y concepciones
que desvinculan a ambos sujetos históricos de cualquier relación
social. Es decir, estas visiones han llevado a que el proletariado
se piense como un sujeto desprovisto de etnicidad, y a que el
sujeto racializado afro e indígena se piense desprovisto de clase
social y de historia.
Los partidos y movimientos obreros generalizaron la idea de
que los conflictos raciales eran un problema ideológico que se
resolvía mecánicamente con la dictadura del proletariado o la
construcción del socialismo. Es decir, el racismo se concibió
como un problema secundario, propio de las mentalidades y la
alienación ideológica de la sociedad de la mercancía. Por tanto,
las reivindicaciones para encarar la lucha contra el racismo
siempre fueron residuales. Los pueblos afro e indígena tampoco
se identificaron con la problemática obrera, máxime cuando
encontraban que la división social del trabajo estaba fuertemente
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atravesada por una clasificación racial que los colocaba en la
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jerarquización, dominio y explotación sobre el sujeto se entrelazan
con la condición de género y las características raciales. Así,
en la compleja red que teje el capitalismo, las mujeres, pueblos
afrodescendientes o indígenas, entre otras categorías sociales,
son convertidos en objeto de sobreexplotación por efecto del
orden racial.
¿A qué dispositivo apelan la modernidad y el capital para
garantizar el dominio ideológico, político y cultural sobre los
seres humanos?
Hoy, bajo la forma trasnacional del capital, se deben sugerir
algunas hipótesis sobre la especificidad del proceso de
transformación del Estado hacia la soberanía del mercado. Para
ello es preciso comprender el tipo de relaciones económicas
establecidas, y sus características:
1. En la producción. La articulación de la microelectrónica a la
producción, a través del control y enlace de las diferentes fases
productivas, generó el desmantelamiento de los grandes encierros
fabriles mediante la dispersión espacial y la deslocalización de
la empresa.
2. En la productividad. Se sabe que el incremento de la
productividad para el capital depende de reducir al máximo la
jornada de trabajo social para producir las mercancías, función
que hoy se asigna al asalariado intelectual, que genera las nuevas
modalidades de producción articuladas por la computación, la
ingeniería satelital, la biotecnología, la ingeniería genética, la
energía nuclear, etc. El proceso aludido promueve la tendencia a
invertir la proporción entre trabajadores materiales y trabajadores
intelectuales.
3. En el tiempo. El capital trasnacional cesa de presentar la
vida social como tiempo fraccionado: jornada laboral / tiempo
libre, tal como predominara en la historia del capitalismo, con
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los encierros fabriles que aglomeraban grandes cantidades
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pago de endeudamientos previos familiares, práctica habitual
y cada vez más extendida en el sudeste asiático; los esclavos
negros de Mauritania, que demuestran la pervivencia del
régimen esclavista; el pago de deudas con esclavos en la India
y Pakistán; la esclavización civil del Gobierno de Birmania para
la construcción del ferrocarril paralelo al gasoducto construido
por las empresas petroleras Unocal (Estados Unidos) y Total
(Francia); el arraigado esclavismo sexual del sudeste asiático,
en países como Indonesia, Sri Lanka o Tailandia; en Europa y
Norteamérica crece sin cesar el flujo de inmigrantes, los cuales
huyen de sus países de origen y quedan obligados en sus
regiones de destino a esclavizarse nuevamente, en ámbitos
como la prostitución, servicio doméstico, agricultura, minería,
etc.; la práctica de la trata de blancas, con el tráfico de mujeres
para la prostitución en Japón, España, EE. UU., Panamá, etc.
Además se presentan otras modalidades neoesclavistas con las
maquilas, las cuales se trasladan como golondrinas por regiones
proclives a la explotación absoluta de la mano de obra. Tal es el
caso de la industria textil en México, Sudamérica, América Central
y el sudeste asiático, donde se trabaja de forma vertiginosa y a
bajo costo, a través de la esclavización de la mano de obra por
parte de grandes multinacionales que confeccionan las prendas
que después comercializarán en los grandes mercados. En el
caso de Europa, las empresas italianas, alemanas y francesas
primero trasladaron sus actividades productivas hacia los países
de menores salarios, como Grecia, Turquía y Portugal, y luego
de la caída del Muro de Berlín a Europa del Este. Actualmente
se han instalado también en América Latina.
La gran paradoja se devela con la práctica del trabajo y
explotación infantil. Pues la sociedad moderna, caracterizada
por una especial «protección» al menor en su condición de
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«minoría de edad» y la falta de su supuesto «sentido de razón»
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conocidos como municipios, para producir y configurar las
ciudades y regiones empresariales que adecuen sus aparatos
a la estructura empresarial del Estado neoliberal o soberanía
del mercado, con el paralelo y fluido desmonte de los derechos
sociales que precariamente garantizaron los Estado interventores
en América Latina.
6. En el régimen político. Las relaciones de poder y dinámicas
políticas de la sociedad están, dentro de la lógica del mercado,
en la regulación no solo de la economía sino también de la
sociedad en su conjunto, bajo la imposición del capital o empresas
trasnacionales a los Estados e instituciones de «gobierno»
mundial de medidas como: privatización de la economía y
liberalización del comercio internacional; vaciamiento, reducción
y cambio del rol de los Estados nacionales de posguerra como
reguladores de la economía y promotores de las políticas
sociales; concentración de la regulación económica global en
dos instituciones multilaterales, ambas dominadas por capital
euronorteamericano: el Banco Mundial y el Fondo Monetario
Internacional, en desmedro o entierro de la ONU que, como
agencia rectora de la paz mundial, «supervisó» el ordenamiento
político global en la segunda parte del siglo xx; liberalización
de los mercados financieros y autorregulación controlada
por las empresas multinacionales; control de los medios de
comunicación y asimilación o eliminación jurídico-política de los
proyectos otrora alternativos o de cambio social.
El momento de crisis del Estado nacional y el proceso de
consolidación del capital trasnacional en las nuevas realidades
latinoamericanas, produce transformaciones en todas las esferas
de las relaciones sociales; en tanto el proyecto político-social
nacionalista es transgredido por las pretensiones del capital de
volcar todo el andamiaje nacional hacia el imperio absoluto del
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mercado.
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8. En la emergencia del multiculturalismo constitucional y
los movimientos afroamericanos, con particular fuerza desde
los años 1980. En el contexto de la globalización neoliberal,
el surgimiento de nuevos movimientos sociales, y las crisis de
las viejas izquierdas vanguardistas y obreristas que tendían a
negar o marginalizar la cuestión racial. También había, y todavía
sobrevive, una tendencia a deslindar lo racial de lo étnico,
asociando lo racial con lo afro y lo étnico con lo indígena, lo que
ha venido acompañado de un indigenismo que tiende a negar
el problema del racismo como un mal que afecta tanto a los
afrodescendientes como a los indígenas. La formación de redes
nacionales y trasnacionales de movimientos afro por toda América
Latina, sobre todo a partir de los años 1980, marcó un giro hacia
el Sur en el eje principal del activismo afro en las Américas. Uno
de los hitos de esta articulación de movimientos fue el proceso
de organización y concientización que llevó a la Declaración
y Plan de Acción de Durban, surgido de la Conferencia de las
Naciones Unidas contra del Racismo, la Discriminación Racial, la
Xenofobia y las Formas Conexas de Intolerancia; lo que significó
una apertura de gestiones institucionales contra el racismo y
por la equidad racial, a través de la región. Estos logros no se
pueden subestimar por muchísimas razones, incluyendo el haber
logrado que el tema del racismo llegara a ser reconocido como
un problema clave en los discursos públicos de la región, lo que
constituyó una especie de reforma cultural en América Latina.
Este es el complejo contexto en que emerge el debate sobre
conflictos raciales y construcciones afrolibertarias, el cual
intenta aportar a la comprensión de nuestro devenir histórico,
como pueblo que tiene la inmensa tarea de rediseñar su rumbo
libertario con coordenadas y lazos emancipatorios que tiendan
puentes con el amplio y diverso movimiento popular de América
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Latina, que hoy se pinta de todos los colores en una mano
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de reflexión sobre los pueblos afroamericanos; en tanto la historia
oficial y los medios masivos de comunicación construyeron y
reproducen una historia oficial que borra el trasegar histórico y
el devenir de un pueblo que ha sido parte fundamental en la
construcción cultural del mundo moderno. Máxime cuando su
travesía histórica por las Américas ha pasado por momentos de
esclavización, cimarronaje, conquista de la libertad, lucha por
las independencias nacionales, luchas por la ciudadanía, luchas
por el territorio, luchas por la diferencia cultural, en fin, todo un
trasegar libertario de un pueblo atravesado por la adversidad
histórica.
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Valeria Correa, Luisa Fernanda Muñoz Castro, Ingrith Rodríguez
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«Ya te perdoné»
Leyder Emir Bejarano Valencia
Políticamente incorrecto,
no ha sido grato este trayecto.
Ya te perdoné y no lo olvidaré, por supuesto.
Humanizarme, ¿ese fue tu pretexto?
Arturo Escobar
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a partir de esta época. En los ríos aledaños (como el Cajambre,
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cuarenta y ocho asesinatos de líderes. El motivo: apropiarse de
los territorios para expandir la palma, el banano, la ganadería
extensiva y otros productos, principalmente para mercados de
exportación. A pesar de todo esto, las comunidades continúan con
sus denuncias ante el Estado y los organismos internacionales,
y, más aún, con la infatigable decisión de retornar a sus
territorios. En varias subregiones del Chocó y Urabá, miles de
mujeres y hombres continúan hoy en día defendiendo sus vidas,
territorios, y culturas a través de proyectos alternativos de uso y
manejo de recursos naturales, creando «zonas humanitarias»,
«comunidades de paz» y «zonas de biodiversidad», como
alternativas a la devastación causada por el desarrollo
promovido por actores vinculados con los mercados globales3.
Dos preguntas surgen inmediatamente de esta coyuntura:
1) ¿Por qué tanta violencia, sevicia, crueldad y salvajismo –
así sea en nombre de la civilización y el progreso– contra las
poblaciones afrodescendientes e indias de estos territorios?
¿Por qué tanto interés en esas tierras? Sin duda, muy buena
parte de la respuesta se encuentra en las dinámicas del capital
global y nacional. ¿Es, sin embargo, suficiente esta respuesta?;
2) ¿Cómo se explica la tenacidad con que muchas poblaciones y
organizaciones locales luchan no solo por defender sus territorios
sino también en nombre de otra concepción del desarrollo: una
relación armónica con la naturaleza y una forma diferente de
vida social? La respuesta a esta segunda pregunta también
pareciera ser obvia: las comunidades luchan por sus recursos
y sus derechos quizás por su autonomía. Nos preguntamos
de nuevo: ¿Es esta una respuesta suficientemente amplia
3 Sobre el caso de las comunidades de Curvaradó y Jiguamiandó, ver el
excelente reporte preparado por la Comisión Intereclesial de Justicia y Paz
para el Hands of the Land Project, sobre las prácticas de la compañía Banacol
y el caso de Chiquita Brands (Comisión Intereclesial…, 2012).
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como para generar el espacio de pensamiento y acción de las
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and-peace/full-episodes/the-war-we-are-living/
6 Ver el tráiler del documental La Toma, de Paola Mendoza.
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los habitantes del norte del Cauca afirman de forma contundente:
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y afirmación de los territorios; pero con frecuencia puede ser
descrita de forma más radical como ontológica. Igualmente,
aunque la ocupación de territorios colectivos usualmente
involucra aspectos de armas, economía, territorio, tecnología,
cultura y ecología, su dimensión más importante es la ontológica.
En este marco, lo que las «ocupa» es el proyecto moderno de
«un mundo», que busca convertir los muchos mundos existentes
en uno solo (el del individuo y el mercado); lo que persevera
en ellas es la afirmación de una multiplicidad de mundos. Al
interrumpir el proyecto globalizador neoliberal de construir «un
mundo», muchas comunidades indígenas, afrodescendientes,
y campesinas pueden ser vistas como adelantando luchas
ontológicas.
En otras palabras: subyacente a la máquina de devastación
que se cierne sobre los territorios de los pueblos hay toda una
forma de existir que se ha ido consolidando a partir de lo que
usualmente llamamos «modernidad». En su forma dominante,
esta modernidad –capitalista, liberal y secular– ha extendido su
campo de influencia a la mayoría de rincones del mundo, desde
el colonialismo. Basada en lo que llamaremos una «ontología
dualista» (que separa lo humano y lo no humano, naturaleza
y cultura, individuo y comunidad, «nosotros» y «ellos», mente
y cuerpo, lo secular y lo sagrado, razón y emoción, etc.), esta
modernidad se ha arrogado el derecho de ser «el» mundo
(civilizado, libre, racional), a costa de otros mundos existentes o
posibles. En el transcurso histórico, este proyecto de consolidarse
como un mundo –que hoy llega a su máxima expresión
con la llamada globalización neoliberal de corte capitalista,
individualista; y siguiendo cierta racionalidad–, ha conllevado la
erosión sistemática de la base ontológica territorial de muchos
otros grupos sociales, particularmente aquellos donde priman
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concepciones del mundo no dualistas, es decir, no basadas en
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una infinidad de prácticas que vinculan una multiplicidad de
humanos y no humanos. Para resumir, una ontología relacional
puede definirse como aquella en que nada (ni los humanos ni los
no humanos) preexiste las relaciones que lo constituyen. Todos
existimos porque existe todo.
Aunque estas ontologías caracterizan a muchos pueblos
étnico-territoriales, no se encuentran limitadas a estos (de hecho,
dentro de la misma experiencia de la modernidad occidental
hay expresiones de mundos relacionales no dominantes). Lo
importante a señalar, desde nuestra perspectiva, es que la presión
sobre los territorios que se está evidenciando hoy en día a nivel
mundial –especialmente para la minería y los agrocombustibles–
puede ser vista como una verdadera guerra contra los mundos
relacionales, y un intento más de desmantelar todo lo colectivo.
Dentro de esta compleja situación, las luchas por los territorios
se convierten en lucha por la defensa de los muchos mundos que
habitan el planeta. En palabras del pensamiento zapatista, se
trata de luchas por un mundo en el que quepan muchos mundos,
es decir, luchas por la defensa del pluriverso.
La sabiduría de los compañeros y las compañeras zapatistas
nos da una clave para la segunda parte del argumento de este
trabajo:
Dichas luchas pueden ser interpretadas como contribuciones
importantes a las transiciones ecológicas y culturales hacia el
pluriverso. Estas transiciones son necesarias para enfrentar las
múltiples crisis ecológicas y sociales producidas por la ontología
unimundista y sus concomitantes narrativas y prácticas. Las luchas
afrodescendientes en regiones como el Pacífico colombiano
(particularmente la radicalización de estas luchas por el territorio
y la diferencia, y contra la avalancha desarrollista, armada, y
extractivista de la última década) están, de este modo, en la avanzada
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de las luchas por otros modelos de vida, economía y sociedad.
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negras de Colombia como grupo étnico con derechos colectivos
a sus territorios y a su identidad cultural; identifica aquellos
asentamientos ancestrales que han mantenido ocupación
colectiva, y crea los mecanismos para la titulación colectiva de
dichos territorios; establece parámetros para el uso de los territorios
y la protección del medio ambiente, de acuerdo a las prácticas
tradicionales de agricultura, caza y pesca, minería artesanal,
y otras; crea mecanismos para la protección y desarrollo de la
identidad cultural de las comunidades; y compromete al Estado
en la adopción de medidas para garantizarle a las comunidades
negras «el derecho a desarrollarse económica y socialmente
atendiendo los elementos de su cultura autónoma» (artículo 47),
incluyendo sus propias formas de economía (ej., artículo 52).
Veinte años más tarde, y a pesar del carácter inconcluso de la
Ley, tanto en sus aspectos legales como prácticos, la mayoría
de las organizaciones afrodescendientes resaltan su crucial
importancia y están dispuestas a seguir dando la batalla por su
total implementación.
En la visión de algunas organizaciones de comunidades
negras, las dinámicas territoriales comienzan con el proyecto
histórico libertario del cimarronaje y continúan en el presente
con la resistencia cultural al mercado y la economía capitalista.
Es decir, la territorialidad tiene raíces profundas en el proceso
de esclavización y de resistencia a él. Como lo enuncia un texto
reciente del Proceso de Comunidades Negras,
Las comunidades negras hemos construido históricamente,
durante 500 años, territorios ancestrales a partir de las
luchas de nuestros ancestros por librarse de la esclavitud
y manteniendo la memoria recreada por la gente negra
traída de África. En estos territorios hemos recreado
nuestras culturas, hemos resignificado nuestras creencias,
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hemos logrado la reproducción de nuestras vidas. La
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«transiciones al postextractivismo», y otros «cambio de modelo
civilizatorio»); y manifiesta un sentido de utopía realista con
relación a la gran multiplicidad de entramados humano-
naturales que tendremos que seguir cultivando los humanos,
desde lugares específicos del planeta, para promover las
transiciones a «un mundo donde quepan muchos mundos».
El resto de este trabajo está dedicado a explicar en detalle
algunos de los elementos de esta proposición, particularmente
la relacionalidad, los entramados humano-naturales, y las
transiciones al postextractivismo y al pluriverso. Al final de la
exposición estaremos en capacidad de entender la noción de
práctica política ontológica, con la cual cerré la primera sección.
Comenzaré esta tarea apoyándome en el trabajo del geógrafo
brasileño Carlos Walter Porto Gonçalves (2002). Para este
intelectual el interés por el «territorio», que surge a finales de
los 80 y comienzos de los 90 en muchas partes de América
Latina –aquel que por primera vez enarbola el estandarte de
«no queremos tierra, queremos territorio»–, ocurre gracias a los
grupos sociales indígenas, campesinos y afrodescendientes en
países como Bolivia, Ecuador, Perú, Colombia y Brasil, los cuales
introducen por primera vez el tema del territorio en los debates
teórico-políticos, imponiendo así una gran re-significación al
debate sobre tierras y territorio en el continente. Es durante
estos años que estos grupos empiezan a movilizarse en grandes
números, formulando las posturas más de avanzada de la época
sobre temas tales como el Estado, el poder, la naturaleza y las
identidades. Algunos de estos temas ya estaban circulando
en diversos discursos globales, pero ellos fueron capaces
de rearticularlos de forma más efectiva; tal fue el caso de lo
ambiental, que vio una radical re-significación de temas, tales
como la conservación, los bosques y los derechos de propiedad
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intelectual; todo esto desde perspectivas territoriales-culturales.
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y desarrollo propio, centrada en el concepto de «territorio-
región». A partir del 2001, los temas centrales de elaboración
teórico-política han incluido los derechos económicos, sociales
y culturales (DESC); la memoria y reparación colectiva; los
censos de población y las identidades negras; el racismo y la
discriminación; y la consulta previa y el consentimiento previo,
libre e informado (CP y CPLI). Aunque las cuestiones territoriales
dejan de ser tan centrales como en la década de los 90, no
desaparecen sino que se trabajan desde estos otros ángulos.
El referente crucial de todo análisis y estrategia política de
PCN son los principios con los cuales comenzaremos esta
breve exposición, a ser seguida por la presentación del marco
territorial. Estos principios son los siguientes (resalto en negrilla
aquellos aspectos más directamente ligados a expresiones de
ontología política, a ser discutidas en la próxima sección): 1.
La afirmación y reafirmación del ser: el derecho a ser negros, a
ser comunidades negras (derecho a la identidad); 2. El derecho
a un espacio para ser (derecho al territorio); 3. El derecho el
ejercicio del ser (autonomía, organización y participación); y 4.
El derecho a una visión propia de futuro. Se trata de construir
una visión propia del desarrollo ecológico, económico y social,
partiendo de la visión cultural, y de las formas tradicionales de
producción y de organización de las comunidades. El territorio
es definido como un espacio colectivo, compuesto por el lugar
necesario e indispensable para que hombres y mujeres, jóvenes
y adultos, creen y recreen sus vidas. Es un espacio de vida
donde se garantiza la supervivencia étnica, histórica y cultural.
Por su parte:
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de las comunidades negras e indígenas, como concepción
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El territorio se concibe como mucho más que una base
material para la reproducción de la comunidad humana y sus
prácticas; para captarlo, atender a las diferencias ontológicas es
crucial. Cuando se está hablando de la montaña, la laguna o el
río como ancestros o entidades vivas, se está referenciando una
relación social, no una relación de sujeto a objeto. Cada relación
social con no humanos puede tener sus protocolos específicos,
pero no son solo relaciones instrumentales y de uso. Así, el
concepto de comunidad, en principio centrado en los humanos,
se expande para incluir a lo no humano (que puede ir desde
animales a montañas y espíritus, dependiendo de los territorios
específicos). Consecuentemente, el terreno de la política se
abre a lo no humano. ¿Qué impacto tiene sobre la concepción
moderna de la política cuando esta no queda restringida a los
humanos? (Cadena, 2010b).
La forma en que los humanos y los no humanos manejan
sus relaciones sociales y su comunicación en un determinado
territorio varía, pero en cada caso la participación de los no
humanos es un aspecto (relativamente) «normal» de la política
relacional. Esto no es así en la política moderna, basada en
la noción de representación que prevalece en cierto tipo de
modernidad, donde la oposición a un proyecto minero en
términos de «el cerro es un ser sensible (sentient being) y por
esto no se lo puede destruir»; solo puede ser aceptada como
una demanda «cultural» en términos de «creencias», pero no
como un enunciado válido sobre la realidad. Es posible que se
dé alguna consideración a estas «creencias», pero lo que cuenta
en última instancia es la «realidad» (verdadera), y esta la da la
ciencia (o cuando menos el sentido común moderno, que nos
dice que el cerro es una formación rocosa inerte y nada más).
Al proceder de esta manera, come veremos en la última
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sección, estamos ignorando la naturaleza ontológica del conflicto
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
en cuestión.
La premisa de que en última instancia todos vivimos dentro
de una misma realidad –un mundo que se considera constituido
por «un solo mundo» (Law, 2011), y no por muchos mundos,
como nos lo sugieren tanto los zapatistas como los filósofos
de la multiplicidad y la diferencia, y los investigadores de los
estudios sociales– excluye la posibilidad de ontologías múltiples,
ya que se asume que las diferencias son entre diversas
«perspectivas» de una sola realidad «objetiva». Pero, ¿qué pasa
si cuestionamos esta premisa fundacional del Occidente racional
moderno? Para Blaser (2010 y 2013), este cuestionamiento crea
la posibilidad de todo un campo de ontología política, como única
salida para evitar ser capturados en la trampa epistémica de la
visión dominante de la modernidad. La ontología política, como
vimos, toma como punto de partida la existencia de múltiples
mundos; los cuales, aunque entreverados, no pueden ser
completamente reducidos los unos a los otros (por ejemplo, no
pueden ser explicados por ninguna «ciencia universal» como si
fueran perspectivas diferentes sobre «un mismo mundo»). Cada
mundo es enactuado por sus prácticas específicas, sin duda en
contextos de poder, tanto a su interior como con respecto a otros
mundos. Estos mundos constituyen un pluriverso, es decir, un
conjunto de mundos en conexión parcial los unos con los otros,
y todos enactuándose y desenvolviéndose sin cesar. Como lo
demuestra la perseverancia de mundos relacionales, siempre
hay algo en todos estos mundos que «excede» la influencia de lo
moderno; este «exceso», que resiste definición y una reducción
a lo moderno, es también un fundamento importante de la
ontología política y de la práctica política ontológica (Cadena,
2010b).
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La ontología política es entonces el análisis de los mundos y de
los procesos por medio de los cuales se constituyen como tales;
esto aplica, obviamente, a la modernidad misma. La ontología
política re-sitúa al mundo moderno como un mundo entre muchos
otros mundos. Esta es una tarea teórico-política fundamental,
que se está abordando desde las academias críticas y desde
ciertos movimientos sociales. Desde estas perspectivas, no solo
no puede haber un mundo único (universo), sino que no puede
haber un solo principio o conjunto de principios al cual puedan
referirse todos estos mundos; estos principios son los de la
tradición liberal y secular europea. Si bien todos los mundos del
planeta viven bajo la sombra de la expansión del liberalismo como
sistema político y cultural capitalista y secular –con sus principios
de democracia, mercados, individuos, orden y racionalidad, a ser
impuestos por la fuerza a otras sociedades si es necesario, como
intenta hacerlo Estados Unidos con frecuencia–, no pueden ser
explicados en su integridad en términos de estos principios.
Haciendo eco a la sociología de las ausencias y las emergencias,
propuesta por Boaventura de Sousa Santos (2007), la ontología
política busca visibilizar las múltiples formas de «mundificar» la
vida, mientras que la práctica política ontológica contribuye a
defender activamente estos mundos en sus propios términos.
Como apunta Blaser (2013), estos mundos que albergan formas
de diferencia radical continúan existiendo en frente de nuestras
narices; el hecho de que con frecuencia involucren prácticas
modernas y el uso de la ciencia y la tecnología (como Internet,
p. ej.) no los invalida como mundos diferentes a lo que llamamos
modernidad.
Quisiera sugerir las siguientes posibilidades de lectura de
las dinámicas territoriales, como conclusión provisional para la
discusión:
67
1. Muchos de los movimientos étnico-territoriales en América
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
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economías» pueden de esta manera ser vistas como ingredientes
cruciales para una ontología política de los territorios. Otro
enunciado posible de estas metas es que fomenten formas no
capitalistas y no liberales de organizar los entramados humano-
naturales.
5. Los territorios no son estáticos, como tampoco lo son los
mundos, y nunca lo han sido. Al proponer que los territorios
de las comunidades negras «constituyen una red compleja de
relaciones en las cuales se desarrolla una propuesta político-
organizativa que busca contribuir a la conservación de la
vida, la consolidación de la democracia a partir del derecho a
la diferencia, y la construcción alternativa de sociedad» (PCN
e Investigadores, 2007: 48), este movimiento no solamente
está demostrando claridad conceptual y política con respecto
a las coyunturas actuales; está proporcionando un marco
para las relaciones entre mundos –una propuesta para la
interculturalidad–. Algunos sectores del Estado, gracias a la
presión de los movimientos, intentan reconocer la negociación
intermundos como una posibilidad históricamente viable.
6. En términos generales, los mundos se entreveran los unos
con los otros, se coproducen y afectan, todo esto sobre la base
de conexiones parciales que no los agota en su interrelación. De
aquí surge una de las preguntas más cruciales de la ontología
política: Cómo diseñar encuentros a través de la diferencia
ontológica, es decir, encuentros entre mundos (Law, 2011;
Blaser, 2010; Cadena, 2010b). El contexto para ello no es nada
fácil, siempre y cuando prima una concepción de la globalización
como universalización de la modernidad. Pero si la interpretación
que hemos presentado en este texto tiene alguna validez, se
abre la posibilidad histórica de otro gran proyecto: la globalidad
como estrategia para preservar y fomentar el pluriverso (Blaser,
69
2010). A esta estrategia la llamamos «activación política de la
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
70
de la plantación moderna, a cuyo servicio se subordina el
entramado relacional de humanos y no humanos, cuya base
ontológica se va erosionando.
Proponemos que los derechos de los pueblos indios,
afrodescendientes, y campesinos a sus territorios puede ser
vistos en términos de tres procesos entrelazados: ocupaciones,
perseverancias y transiciones. Aunque la «ocupación» de
territorios colectivos usualmente involucra aspectos armados,
territoriales, tecnológicos, culturales y ecológicos, su dimensión
más importante es la ontológica. Las «perseverancias», de
igual manera, involucran resistencias, oposición, defensa y
afirmación, aunque con frecuencia pueden ser descritas de forma
más radical como ontológicas. En este marco, la «ocupación»
es el proyecto moderno de un mundo, que busca convertir a
los muchos mundos existentes en uno solo; y lo que persevera
es la afirmación de una multiplicidad de mundos. Al interrumpir
el proyecto globalizador capitalista neoliberal de construir un
mundo, muchas comunidades indígenas, afrodescendientes
y campesinas, como hemos intentado demostrar, pueden ser
vistas como efectuando luchas ontológicas. Dichas luchas
pueden ser interpretadas como contribuciones importantes en
las transiciones ecológicas y culturales hacia el pluriverso. Estas
transiciones son necesarias para enfrentar las múltiples crisis
ecológicas y sociales producidas por la ontología unimundista y
sus concomitantes narrativas, prácticas y enacciones.
Hace ya casi dos décadas las organizaciones étnico-
territoriales de comunidades afrodescendientes declararon a
sus comunidades como territorios de vida, alegría, esperanza y
libertad. Desde entonces se invoca y se refrenda este acuerdo
en muchas reuniones, declaraciones, reportes y denuncias. Esta
es una buena fórmula para las transiciones al pluriverso.
71
Referencias bibliográficas
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
72
transiciones sostenibles y alternativas al desarrollo». En F.
Wanderley (coord.): El desarrollo en cuestión: reflexiones
desde América Latina, pp. 379-410. La Paz: Cides-Umsa /
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Pílamo, Cauca. Cali: PCN / Solsticio.
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Comunidades Negras. Primer borrador. Bogotá: PCN.
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la perspectiva del Proceso de Comunidades Negras, Colombia.
Reporte del Proyecto PCN / LASA («Otros saberes»). Cali:
PCN.
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Misión internacional para la verificación del impacto de los
agrocombustibles en 5 zonas afectadas por los monocultivos
de palma aceitera y caña de azúcar en Colombia. Impactos
sobre los territorios, los derechos, la soberanía alimentaria y el
73
medio ambiente.
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
74
Centro de Documentación y Memoria Afrodescendiente «Cuito Cuanavale»
Intelectualidades afrodiaspóricas en Colombia: entre
ocultamientos, intentos domesticantes y elaboración de
rutas autónomas para sistematizar nuestro conocimiento
Presentación
77
Al hablar de la intelectualidad afrodiaspórica en Colombia,
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
78
rigurosa y portadora de una denotada creatividad a la hora de
asirse a un lugar en el mundo.
En razón de ello, la producción y sistematización de nuestros
conocimientos ha estado mediada por la intención –o quizás
por la necesidad imperiosa– de demarcar lugares autónomos
con respecto a las formas en que la llamada «sociedad mayor»
valida y reconoce su cuerpo de conocimientos y saberes. En
tal sentido, la intencionalidad de comprender la manera en que
nuestros intelectuales producen el cúmulo de conocimientos con
los cuales se enfrentan a las hostilidades o ventajas que ofrece
el mundo, pasa por apreciar con sigilo y atención las relaciones
indisolubles que dicha actividad de interpretar establece con el
estado de cosas, es decir, el lugar que ocupa la construcción de
nuestro horizonte epistémico con respecto a las realidades que
le es obligatorio subvertir o afianzar.
Las contingencias y vicisitudes en las que dicha producción
de conocimientos emerge, lejos de convertirse en elementos
aditivos de las interpretaciones, son abordados y sentidos
como componentes constitutivos de las mismas. Por ello, la
interpretación que nuestros intelectuales realizan sobre las
concepciones del mundo y el lugar que ocupamos –o que
sugieren deberíamos ocupar en él–, está repleta de signos y
símbolos que trascienden la comprensión contemplativa de las
realidades sociales, para instalar el conocimiento desde el cual
ha sido y es posible estructurar visiones distintas y distintivas de
nuestro trasegar como comunidad afrodiaspórica en Colombia.
Así se instaura una dinámica en que la mejor forma de pensar
los mecanismos desde los que se valida el conocimiento está
determinada por la necesidad de marcar rutas para hacer de ellos
herramientas suficientes a la hora de transformar las realidades
de las cuales pretenden dar cuenta.
79
Pero, ¿cuáles han sido los caminos recorridos por este
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
80
intelectuales desde los poemas de Obeso, pasando por los
reclamos de Manuel Saturio Valencia, los brillantes pasajes de
Arnoldo Palacios (cuando nos enseñó que «las estrellas son
negras»), hasta las líricas irreverentes de Soporte Klan, grupo de
rap de Villa Rica, norte del Cauca; desde los contornos propios
de lo político en Diego Luis Córdoba, hasta las reivindicaciones
que por vía de nuestra musicalidad diaspórica son cantadas
por Varela con su orquesta. Sensación de rotundo y constante
desasosiego por el poco valor asignado a nuestras creaciones
en todos los ámbitos de la vida, condición que ha despuntado
en la emergencia de realidades paralelas, que si se miran no se
observan, debido a los arraigados prejuicios sobre nosotros.
En esta larga historia de proponer y brindar posibilidades
distintas para coexistir en las sociedades en que hacemos
presencia, la condición de doble conciencia ha marcado
derroteros que hoy hacen posible re-leer y posicionar las
formas de concebir y sistematizar nuestros conocimientos en
conversaciones fluidas con los demás. Esto, con la convicción
de no perder aspectos vitales en nuestros proyectos, como el del
horizonte epistémico. Recordemos que:
… La historia del negro [norte]americano es la historia
de esta lucha, esta ansia por llegar a la tímida madurez
autoconsciente, por fusionar su ser doble en un ser mejor
y más auténtico. En esta fusión no desea perder ninguno
de sus seres antiguos. No africanizaría América [Estados
Unidos], pues América tiene demasiadas cosas que
enseñarle al mundo y a África. No se desteñiría el alma
negra con una capa de [norte]americanismo blanco, pues
sabe que la sangre negra tiene un mensaje para el mundo.
Simplemente desea que sea posible que un hombre sea
a la vez negro y [norte]americano, sin que sus prójimos
81
le maldigan ni le escupan, sin que las puertas de la
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
82
en esta labor de sistematizar los conocimientos, hasta llegar
a la configuración de horizontes epistémicos autónomos. Tal
situación no ha representado obstáculos en la tarea de marcar
con impronta propia nuestra visión de la sociedad. Al contrario,
ha sido el reconocimiento de esas elaboraciones –enraizadas
en las construcciones étnico-identitarias– lo que ha permitido
pensar con mayor sutileza los acechos constantes que nuestros
intelectuales realizan frente a las formas de conocimiento
monolítico y homogeneizador; instaurando la dialogicidad
como condición para la instauración de un horizonte epistémico
autónomo por parte de la diáspora africana en Colombia.
En tercer lugar, otra de las singularidades que guarda la
construcción de un horizonte epistémico, por parte de nuestra
intelectualidad, se encuentra en el hecho de concebirse al
margen de las estructuras sociales, políticas y económicas que
intentan –desde su condición hegemonizante– rotular como
eficaces o inválidos los conocimientos por su supuesta carencia
de fuerza explicativa y profundidad; y por la «inmediatez» y
«limitada longevidad» de sus elaboraciones y observaciones. De
sentirse o estar al margen de los espacios en que se legitima la
cientificidad en torno al conocimiento, nuestros intelectuales han
pasado a establecer una ruta desde la que establecen relaciones
conflictivas con dichos espacios:
Ver la tradición intelectual radical negra operando
completamente dentro del canon occidental y luego juzgar
sus diversas contribuciones solamente desde ese ángulo,
es perder la complejidad de la tradición y negar el enorme
conocimiento que esta tradición ha postulado acerca de la
naturaleza de Occidente (ibíd., 2003: 5)10.
83
de la intelectualidad reconocida por la institucionalidad científica
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
84
los proyectos político-epistémicos de diversos conglomerados
humanos, que han venido reconociendo su agentividad histórica
y prestando especial atención a los conflictos y tensiones que
subyacen en las formas de representación construidas por este
grupo de disciplinas.
Tales enunciaciones críticas frente a la matriz eurocéntrica
en la cual se sustentan las ciencias sociales institucionalizadas,
han venido desentrañando la imbricada trama de relaciones que
se tejen entre las nociones de saber, poder, reconocimiento y
representación, como elementos que dan sentido a las formas
de conocer en el terreno de las ciencias sociales y humanas.
Así se evidencia la influencia y el poder que estas tienen en la
construcción y concepción de las realidades sociales que ellas
estudian.
Las categorías anteriormente referenciadas, han preparado
el terreno para instaurar las disputas que se mueven en el plano
de lo epistémico-político, en torno a la manera en que se han
constituido las geopolíticas del conocimiento, que han servido
como orientación a las formas en que el saber del poder establecido
estructura, valida y eleva los conocimientos, ubicándolos como
paradigmas cognitivos universalizantes; en detrimento de otros,
que se han visto relegados por el desconocimiento o menosprecio
de su fuerza o valores explicativos.
La pretensión de ubicar la producción de los conocimientos de
las ciencias sociales y humanas por fuera de las contingencias,
pugnas y entornos sociales en los cuales se producen, lejos de
obedecer al quehacer de los cientistas, se ha convertido en un
viejo juramento a la bandera; en tanto son estos elementos –
presentes en todo tipo de realidad social– los que configuran y
envuelven los marcos explicativos, y los que en última instancia
dotan de sentido y validez cualquier iniciativa en esta dirección.
85
Las formas de construcción de conocimientos, muy lejos
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
86
En este sentido,
… muchas de las teorías y estructuras que actualmente
rechazan la posición privilegiada del episteme occidental
están enraizadas en los protocolos conceptuales de
esta tradición. En particular ellas ignoran la tradición
intelectual anticolonial o negra y por tanto su crítica
a la tradición intelectual occidental es muchas veces
internalista y, aunque útil e importante, hace públicas sus
presunciones acerca del «nativo» o del negro. Así, cuando
la tradición occidental es desenmascarada, deconstruida
y descentrada por estos escritores, se apela a los
pensadores que criticaron el proyecto moderno pero que
son parte integral del canon. Esto no es para rechazar la
extraordinaria importancia de muchos de los teóricos que
han criticado la modernidad (…). Los escritos de estos
pensadores han generado amplias críticas que hoy son
significativas en el campo de los estudios poscoloniales.
Más bien, quiero poner atención al problema que aún
permanece (y que es tanto intelectual como político): ¿Qué
tienen que decir quienes estuvieron «afuera», quienes han
sido «objeto entre los objetos»? ¿Cuáles son sus prácticas
discursivas y cómo deberíamos estudiarlas? ¿Ellos forman
una tradición intelectual independiente que necesitamos
reconocer y luego utilizar críticamente? Finalmente,
¿podemos aglutinar las prácticas discursivas de estos
pensadores solamente en la categoría de lo poscolonial?
(ibíd., 2003: 3)12.
87
se mantienen atrapadas en los regímenes de enunciación-
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
representación «tradicionales».
Los afrocolombianos y sus horizontes de conocimientos
sistematizados, que de lejos trascienden los estrechos límites de
las academias y los academicismos, seguirán ocupando lugares
incómodos tanto en las tradiciones canónicas como para las
nuevas prácticas interpretativas que vienen emergiendo.
Recordemos que en este ejercicio de vivir interpretando
las realidades por las que transitan grandes conglomerados
humanos, las opciones político-epistémicas adoptadas por
quienes pertenecen a la diáspora africana en Colombia y el
mundo, siempre han sido relegadas a existir entre dos realidades,
que «parecieran» insuperables si de avalar los conocimientos se
trata. Tales opciones se mueven entre la asimilación definitiva
y dócil al canon existente o la marginalización orquestada
de la producción y sistematización de sus conocimientos,
desconociendo los lugares autónomos e intersticiales en los que
hemos desarrollado nuestro proyecto académico. En razón de
ello, recurriendo al proceso de la diáspora africana en general,
recordemos:
… que la civilización que dio al mundo del arte la escultura
negra; que la civilización que dio al mundo político y social
instituciones comunitarias originales, como la democracia
aldeana o la hermandad generacional o la propiedad
familiar, esta negación del capitalismo, y tantas otras
instituciones marcadas de alguna forma por la solidaridad;
que esta civilización, la misma que en otro plano ha dado
al mundo moral una filosofía original fundada en el respeto
de la vida y en la integración en el cosmos, me rehúso
a creer que esta civilización, por insuficiente que sea,
requiera su aniquilamiento y su negación como condición
88
del renacimiento de los pueblos negros.
Creo que nuestras culturas particulares encierran
en ellas suficiente fuerza, suficiente vitalidad, suficiente
potencia de regeneración para adaptarse a las condiciones
del mundo moderno, cuando se modifiquen las condiciones
objetivas que les son impuestas; entonces, podrán aportar
a todos los problemas, cualesquiera que sean, políticos,
sociales, económicos o culturales, soluciones válidas y
originales, válidas por ser originales (Césaire, 2006: 60).
Trascendiendo las opciones arbitrariamente edificadas por
aquellos que se han abrogado el derecho a legitimar o deslegitimar
los sistemas de conocimiento, la intelectualidad afrodiaspórica ha
configurado un lugar autónomo, que supone gran incomodidad
cuando es visto desde los cánones de la supuesta cientificidad.
Y esa incomodidad se marca en el hecho de no ser valorados en
su complejidad, como elaboraciones epistémicas que aportan
elementos fundamentales para comprender las realidades que
atravesamos. Por ello, su traducción siempre está marcada por
un enrostramiento de las supuestas deficiencias interpretativas.
De otro lado, en un supuesto sentido de amplitud, nuestras
visiones de conocimiento deben estar mediadas por la evaluación
y aceptación de grupos e institucionalidades que se encuentran
por fuera de nuestros sistemas de comprensión propios,
construidos al margen o con relativa autonomía respecto al
cúmulo de saberes que son puestos en circulación y legitimados
por la ortodoxia de las ciencias sociales y humanas. Esto
degenera en la tendencia que busca instalarse como cedazo que
clasifica nuestros aportes, avalando o descalificando nuestros
proyectos político-epistémicos.
Cuando el «aceptado» en condición de otredad pretende
romper las cadenas de la mediación-representación y decide
89
apalabrarse autónomamente, según sus trayectorias epistémicas
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
90
concebir el pensamiento social.
Recurriendo a una forma otra de establecer conversaciones,
con posibilidad de disenso propositivo, me valdré de una
expresión de nuestra musicalidad religiosa-festiva para significar
el carácter de disputa, pugna y repliegue en que se realiza la
sistematización de nuestros conocimientos frente a otros
horizontes de interpretación existentes. Por ello traeré a colación
un estribillo del Pacífico: «Abrí tu boca bocona y ayudame a
contestar, que si dieran aguardiente me ayudabas a tomar».
Esto, para significar cómo, desde la multiplicidad de opciones
políticas y académicas encaminadas a romper los estrechos
márgenes definidos por la ortodoxia de las ciencias sociales,
entonamos cantos paridos y aportados por todas las voces y
pieles. Es la difícil tarea de posicionar miradas-otras que logren
visualizar nuestro existir en tanto comunidades subalternizadas,
en constante movimiento interpretativo; en señal de que
avanzamos para que entre todos y todas vamos palmo a palmo
construyendo nuestro palenque cósmico de libertades.
Orishas: «Emigrantes»
91
Las trayectorias intelectuales construidas y reconstruidas por
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
92
En razón de ello, la intelectualidad afrocolombiana encuentra
–en su intención de re-construcción de unos contextos en los
que sea posible imaginar formas distintas de pensar y percibir
su mundo– los lugares que, en la condición de subalternizados,
hemos ocupado en las tramas que convalidan como pertinentes
solo ciertas lógicas que estructuran y ponen en funcionamiento
las relaciones establecidas entre saber y poder.
En este contexto, la construcción de la intelectualidad
afrodiaspórica en Colombia no debe ser entendida como
producto de una exterioridad, constitutiva de las representaciones
cognitivas con las que intentamos traducir la complejidad del
mundo en que nos encontramos insertos. Al contrario de esta
perspectiva –que busca guetizar la producción de nuestros
conocimientos, ligándolos a una particularidad geohistórica y
simbólica–, considero que es en el cruce y relación con otros
horizontes epistémicos donde los esta tradición intelectual
adopta su carácter de fuerza transgresora frente a las formas en
que se estructuran los conocimientos.
La intelectualidad afrodiaspórica en Colombia estructura un
mundo afrodescendiente, es decir, que puede ser enmarcado en
la transgresión de los regímenes canónicos que han pretendido
deslegitimar las otras formas de concebir el conocimiento. La
particularidad es que estas intelectualidades se encuentran
ancladas a unas realidades sociohistóricas concretas, en
capacidad de conversar dialógicamente con las demás
tradiciones desde las que se estructuran los conocimientos.
Los conocimientos sistematizados por nuestros intelectuales
son puestos constantemente en cuestión, reubicando las
elaboraciones en cada uno de los contextos y contingencias que
presentan. El ejercicio de acercarse a nuestras realidades, con la
intención de sistematizar las concepciones que alrededor de ellas
93
se configuran, supera la dicotomía entre el pensar (abstraerse
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
94
comprenderse como elaboraciones surgidas de las distancias o
ensimismamientos que experimentan nuestros pensadores con
respecto a las realidades cotidianas, sino como experiencias
cuestionadoras mediadas por la necesidad de dotar de sentido
social las elaboraciones conceptuales realizadas. Por ello, el
ejercicio de la intelectualidad afrodiaspórica en Colombia y el
mundo está marcado por un explícito compromiso de estos
pensadores para con sus realidades particulares y para con las
comunidades que dan sentido a sus interpretaciones.
Trastocar las preposiciones «hacia», «por», «con», y
«para» –que es desde donde se ha pretendido comprender
y traducir las realidades de la diáspora africana en Colombia
por parte de los investigadores que se interesan en el trasegar
de lo que ellos denominan «comunidades negras»–, por
«desde», «con» y «en», en los contextos afrodiaspóricos –
que es desde donde se han configurado nuestras trayectorias
intelectuales en Colombia–, instaura una «nueva» relación con
el conocimiento, y con los sujetos o situaciones que de algún
modo se han convertido en foco de atención en el ejercicio de
indagar nuestras realidades. Dichas trayectorias han pretendido
captar y cooptar esas otras voces que han sido calladas,
contadas y cantadas por discursos escudados en la bien
ponderada neutralidad valorativa y la suposición de objetividad
que deben conservar la ciencias sociales en su relación con las
distintas realidades a las que se acercan y pretenden traducir.
95
con las que han aprendido a vivir. Sin embargo, rápidamente
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
96
A manera de colofón
El pensamiento afrodiaspórico en Colombia, en tanto componente
de la diáspora africana en el mundo, debe leerse como una
de las recomposiciones y articulaciones que –ancladas a una
realidad concreta– aportan elementos vitales para reconfigurar
el proyecto de re-dignificación de la existencia humana en
general, y del proyecto afrodiaspórico en particular. Por ello,
transitar por caminos a través de la construcción de trayectos
sigilosamente construidos, reconociendo las rutas trazadas en
este esfuerzo histórico, debe verse como la fuerza motivadora
que va dejando al mundo el mensaje de que aquí estamos, y
de que nuestro pensamiento irrumpirá en las cotidianidades
automatizadas con fuertes gritos que despertarán y ahuyentarán
las temibles bestias del olvido, recordándoles que la utopía y la
esperanza hacen posible pensar en la existencia diferenciada,
sin presagiar las guerras que los análisis mezquinos endilgan
a los proyectos que proponen rumbos distintos en la
búsqueda de la felicidad. Esta ha sido, es y será la labor de
todo intelectual afrodiaspórico en Colombia y en el mundo.
Bibliografía
97
political intellectuals. New York: Routlegde.
101
Aquél conocimiento hay que reivindicarlo. ¿Pero cómo?
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
102
dimensión y devenir histórico.
En el Taller Afrosuramericano de Barlovento se evidenció, a
manera autocrítica, un desconocimiento, casi por completo, de
los tres ejes de nuestra diversidad afrosuramericana:
103
reproductoras, desde sus iniciales instrumentos ideológicos
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
104
neocolonial) o documentales mal enfocados. Allí se impone la
ética y la comprensión de nosotros ante los otros.
Cuando proponemos la necesidad de construir una
afroepistemología, significa ruptura con el conocimiento
estructurado sobre nosotros; ya que es un conocimiento
cuestionado, que ocultó el potencial de nuestras contribuciones
a la aldea planetaria, y no solo a las Américas. Conocimiento
manipulado, que buscó por todos los medios denigrar de la
inteligencia histórica de las diversas civilizaciones africanas,
secuestradas y trasladadas a diferentes lugares de América por
la vía de la trata negrera.
Hay un enfoque epistemológico occidental que nos pasea
por diferentes autores europeos, desde que se autonombraron
productores vitalicios de los conocimientos «universales». Esos
mismos que argumentaron «científicamente» que nuestros
ancestros afrosubsaharianos no tenían filosofía, religión,
técnicas de ingenierías, convivencia armónica con la naturaleza,
y sistemas religiosos que dan sentido a la vida y la muerte. Los
mismos que definieron lo que es y no es conocimiento, lo que es
y no es ciencia, y quién posee o no posee ese conocimiento y esa
ciencia. Veamos lo que dice unos de los padres del pensamiento
occidental, Immanuel Kant:
105
cualidad honorable, mientras entre los blancos se presenta
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
106
dar lugar a utilizaciones prácticas.
107
El conocimiento de la diáspora africana está por reescribirse, y al
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
108
traduciría en continuas prácticas endorracistas.
El desconocimiento de nosotros mismo, o haber llegado a esa
condición de autoignorancia, es el resultado de una planificación
colonial que comenzó desde el momento del secuestro en algún
lugar del África subsahariana, para someternos a un largo y
vergonzoso proceso de esclavización, cambiarnos nuestros
nombres, nuestras lenguas, nuestras religiones, nuestras
músicas, y solo aprovechar nuestra inteligencia ancestral para
aplicarla compulsivamente con eficiencia en las minas de oro,
plata y minerales preciosos. Inteligencia ancestral también
aplicada en los trabajos agrícolas del algodón, cacao, caña de
azúcar, café, y en los hatos ganaderos; explotada dolorosamente
para generar eficazmente las riquezas del incipiente desarrollo
mercantil de Europa. Esas inteligencias fueron organizadas
en función de lo que hoy se llama: productividad, eficacia,
rendimiento, trabajo en equipo. Hay que decir que los conceptos
del trabajo moderno fueron ensayados con la inteligencia
afrosubsahariana, lo demás puede ser un cambio de nombre
made in Harvard Business.
Reconocer nuestro autodesconocimiento, lejos de
traumatizarnos, debe animarnos para iniciar el trabajo
afroepistémico como un trabajo en equipo, a través del cual iremos
reconstruyendo el cuerpo descuartizado de nuestra identidad-
diversidad cultural, que se traduce en un árbol, como dice un
signo odu de Ifa:
Quien no construye una casa, no duerme en la copa de
un árbol. Para los yoruba la copa del árbol es la que está
más cerca de olorun, por lo que es el sitio donde viven los
espíritus más puros y luminosos. Sembrar el árbol significa
llevar una vida fuertemente ligada a la tierra como principio
de existencia básico. El tronco y las raíces representan
109
la fidelidad a nuestra identidad y a nuestros principios.
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
110
momentos difíciles, para la cotidianidad y la interpretación de
los tiempos complejos que vivimos. En lengua efik se dice
«champompio ñangandi ñangande» (lo que fue ayer no es hoy),
así como se dice «champompio ñangande besia» (hoy es hoy y
ayer fue ayer) (Quesada, 1973: 238).
Todo está en cambio continuo, todo se transforma, todo gira;
es la clave del conocimiento vivo.
Existe una máxima fon que dice así: «me ji je me ji je we ayihú
no vivi» (el juego tiene sentido si cada jugador participa a su vez
en él) (Aguessy, 1982: 100).
En la construcción del juego del conocimiento éramos objetos.
Ya eso no tiene sentido, pues nosotros formamos parte del juego,
y en el juego de la construcción somos sujetos y no barajas del
juego.
La sabiduría akan (área cultural de los ashantis) nos dice:
112
Como dice el filósofo ruandés Alexis Kagame:
113
los antepasados de cada generación, quienes crearon
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
114
nuestros conocimientos pasa por aquellas clasificaciones de que
«los congos eran dulces», los «ashantis eran levantiscos», «los
angolas eran dóciles», y así nosotros repetimos ese corolario de
estupideces históricas inventadas por algún cronista borracho
de la época.
Tenemos como tarea impostergables lo siguiente:
115
Reconceptualizar a los tradicionalistas, para abordar
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
116
3) Utilización de un marco conceptual marcado por la
estructura del conocimiento elaborado por los occidentales, con
arraigo eurocentrista.
4) Ausencia analítica y cuestionadora de las realidades
culturales contemporáneas, más allá de la victimización
introyectada por los futuros y las futuras donikebas (generadores
de nuevos conocimientos).
118
Diabladas (referencia danzarias africanas);
Diablos Danzantes de Chuao Carabalí (efif-efok);
Mojiganga (Congo)
Diablos Danzantes de Turiamo Zambe (Zambi: Dios,
en lengua kikongo),
Diablos Danzantes de Yare Bamba (agua, en lengua
kikongo).
Ahora bien, sería interesante trazar coordenadas de interpretación
frente a otras expresiones afrocatólicas, en los contextos de las
diabladas, como se realizan en Perú, Panamá o Colombia. Por
otro lado, es necesario comparar los elementos comunes entre
las celebraciones de San Baltazar, de Argentina y Paraguay, y
las de las religiones yoruba: ocha, candomblé, umbanda.
Sí, como en la diáspora religiosa congo de Cuba y Brasil,
esos cruces son necesarios para entender cómo la cultura de
resistencia nos ha permitido (en la esfera de la religiosidad)
mantener los códigos simbólicos originarios. Pero la cultura de
resistencia no solo está en la religiosidad sino también en los
elementos musicales. Por ejemplo el tamborito (cuyo origen es
efik), hoy lo tenemos presente en la religión abakuá como Bonco
Enchemilla, y como tambor macho en la cumbia colombiana;
también es conocido en Ecuador como kuno, y en Venezuela
como tamborito, en el complejo danzario de la gaita de tambora.
El tambor culo ’e puya (que son tres y originaros de la etnia
bambamba de la actual República Popular del Congo), conocidos
como mwana, ngua y sense (hijo, madre y padre); lo conseguimos
como tambores yuka en Cuba, y cule ’e puya en la fiesta de San
Juan Bautista y San Juan Congo, en Barlovento, Venezuela. El
repertorio instrumental es bastante amplio y amerita también un
estudio comparado.
Un segundo y tercer aspecto son la recreación e innovación.
119
Es decir, no todas las expresiones culturales y los conocimientos
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
Bibliografía
120
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religión. Santiago de Cuba: Oriente.
121
Parte 2:
Formaciones, regímenes y conflictos raciales
«Dolor y sufrimiento»
(reggae, hip hop)
Harrison Palacios, Lino Agualimpia, Jahir Córdoba
Coro:
Han pasado muchos años,
han pasado muchos de dolor y sufrimiento,
de dolor, de dolor y sufrimiento.
(bis)
Rap 1
Rap 2
Pregón
¡Tanto dolor y sufrimiento!
Es una historia compartida,
que el cielo sane las heridas
y nos devuelva el sentimiento.
La claridad la estoy sintiendo
muy adentro de mi ser,
tan solo es el poder de Dios
que se manifiesta en mi piel.
Coro
Han pasado muchos años…
Centro de Documentación y Memoria Afrodescendiente «Cuito Cuanavale»
La infancia de las comunidades negras:
un debate postergado20
Presentación
129
Así las cosas, este documento sitúa cuatro posibles planos de
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
130
demás, son parte del debate humanista más complejo en el
mundo contemporáneo, que involucra al grupo que se llamó a sí
mismo como los «iluminados». A este conjunto de pensadores
debemos la aparición o ausencia de ciertas imágenes en la
iconografía escolar.
Cuarto, se trae a colación un ejemplo de la cotidianidad en las
aulas de educación inicial, donde una niña reclama para que su
cuerpo sea pintado con un lápiz distinto al color piel.
Finalmente, se plantean unas recomendaciones para incluir
a la infancia en las peticiones que permanentemente realiza la
comunidad negra ante el sistema educativo, teniendo presente la
perspectiva de un Decenio para los pueblos afrodescendientes,
declarado por las Naciones Unidas.
131
por una profunda falta de identidad sobre el significado de la
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
132
estudiar las tendencias sobre los estudios de infancia. Igualmente,
las investigaciones sobre la identidad racial de los niños y las
niñas tienen la necesidad de preguntarse por las construcciones
que hacen estos sujetos desde momentos muy tempranos de su
vida, y estoy convencida de que las muñecas constituyen una
extraordinaria fuente de trabajo para este tipo de interrogantes.
Pero además existen evidencias que muestran cómo en la
larga historia de la negritud estos niños y estas niñas conviven en
medio de una crueldad racial sin precedentes, que debe llamarse
por su nombre: racismo (Observatorio de Discriminación Racial
(ODR), et ál., 2009). Esta problemática se puede ver también
en el informe realizado por el proyecto Dignificación de los y las
Afrodescendientes y de su Cultura a Través de la Etnoeducación
en Colombia (Secretaría de Educación de Bogotá, 2009). En él
se identificó que a esta niñez la afectan todos los males de la
infancia contemporánea (violencia, desidia y abandono), pero el
padecimiento más letal y silencioso se materializa debido a su
tono de piel y fenotipo, tema que ha sido poco estudiado en las
tesis sobre infancia24.
Así las cosas, hay que enfrentar la maquinaria racial, reflejada
en dispositivos como los de las muñecas, para crear ambientes
libres de racismo y discriminación desde la educación inicial.
Colombia está en deuda de realizar el experimento con las
muñecas y dar cuenta de las similitudes y diferencias en países
con historias raciales parecidas.
También se debería considerar el impacto sobre la autoestima
de las niñas negras que juegan todo el tiempo con muñecas
blancas, en relación con su proceso de identidad, por las
133
ambivalencias o confusiones que se pueden presentar (Enesco,
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
134
la educación infantil cuenten con herramientas pertinentes en
el camino de responder con seriedad y rigor sobre el tipo de
realidad ante la cual son objeto los niños de la negritud, y los
desafíos que encarna esta problemática.
En tal sentido, las teorías raciales (en especial el trabajo sobre
las nuevas bases epistemológicas para comprender el racismo)
realizadas por Moore (2007) constituyen el marco donde se
puedan aproximar respuestas a la construcción de la identidad
racial en los niños y las niñas. En especial, este teórico ha
señalado la necesidad de pensar el racismo como un conjunto
de prácticas y simbolismos llevados a cabo por la supremacía
racial blanca para subyugar a las comunidades negras. Por otro
lado, subraya la necesidad de desplazar el tiempo desde donde
se estudia el racismo. Usualmente se plantea que el racismo
aparece en el mundo moderno, y esta ficción solo opaca la
temporalidad del racismo, pues en realidad ha permanecido
durante la larga historia del animal humano. Finalmente, Moore
arguye que la funcionalidad del racismo no depende del sexo o la
clase social, sino que es una entidad autónoma que se sostiene
de forma independiente en el orden social.
En este contexto teórico es que se puede observar a estos
niños y estas niñas como portadores y portadoras de la herencia
de la negritud. Hay que insistir en que la noción de negritud actúa
como referente epistémico, cumpliendo la función de abrigar
al sujeto frente a las agresiones que pretenden desvalorizarlo
por su fenotipo y tono de piel. Además, la negritud es un valor
agregado para los niños de piel oscura, es un patrimonio que se
debería reafirmar permanentemente en la interacción diaria en
la escuela. Si no se habla claramente de este proceso, los niños
crecerán con dudas sobre quiénes son, de dónde vienen y por
qué tienen ese tipo de piel y ese fenotipo. Por ello la negritud, el
135
racismo y el sistema raciológico son las puntas de un triángulo
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
136
en general con los instrumentos didácticos que permiten poner
al alcance de los niños y las niñas las políticas de aprendizaje
en una sociedad como la colombiana, y en un marco temporal
como el que acontece hoy en día.
En este plano del análisis de la ilustración subyace el debate
sobre quiénes son personas y quiénes no en la iconografía
escolar los africanos y sus descendientes aparecen con cadenas
y desnudos, y los europeos están vestidos y con armas. Esa
diferenciación entre «humanos» y «salvajes» es un recurso
legado por la Ilustración, la misma corriente que definió quiénes
están ausentes o presentes en los íconos no solo de los cuentos
y la literatura donde los infantes aprenden a leer y escribir, sino
también en los textos escolares que acompañan a los estudiantes
durante los once años de su paso por el sistema escolarizado.
En ese sentido, hay que ver que los ilustrados pensaron en la
necesidad de involucrar a toda la sociedad en los paradigmas que
abordaron, y, lo más importante, es que esas formas de pensar y
de considerar al otro debían reposar en la escuela. La institución
educativa, como principal órgano de reproducción del poder
establecido hace más de doscientos años, sigue controlando
efectivamente el mercado editorial con las mismas imágenes de
las personas negras conocidas a través de las generaciones que
han pasado por la escolarización. Por ello en los útiles escolares
no hay nada que se haya dejado al azar. En términos raciales,
pensaron unas imágenes y un lápiz color piel como expresión de
lo «humano».
En el mismo sentido de los útiles que se piden año tras año
para las actividades de los niños, tenemos al enigmático lápiz
color piel, que está en la caja de colores para pintar al ser humano
en el contexto escolar. Así tenemos el…
137
Cuarto zigzag. La siguiente cita sobre el color piel, da cuenta de
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
138
Finalmente, se debe reconocer que en la noción de infancia se
han desconocido las propias condiciones de ser niño o niña en un
país tan particular como Colombia, llenándose de conocimiento
sobre el niño de Europa o de la posguerra26. En consecuencia,
los agentes educativos de la primera infancia entran a ejercer
su labor con perspectivas que no obedecen al contexto en que
se desempeñarán. Ni qué decir sobre la visibilidad de la niñez
campesina, raizal o palenquera.
En este mismo sentido, hay que reconocer que trabajos como
el de Mary Grueso (2011) y el Centro de Memorias Étnicas,
entre otros, fungen como un contrarrelato digno de conflictuar
las narraciones hegemónicas27 que pretenden invisibilizar la
presencia de la niñez portadora de negritud.
Finalmente, se propone avanzar en la disposición de crear
una línea de trabajo sobre la niñez de las comunidades negras.
Hay que admitir que esta sociedad está enferma de racismo y
este monstruo de mil cabezas no se eliminará cambiándole el
nombre, ni acudiendo a exóticos giros lingüísticos que esconden
su poder aniquilador.
Las fuerzas vivas de la sociedad deben crear un movimiento
capaz de exigir el ingreso de muñecas negras al sistema
educativo, como una iniciativa reparadora con las víctimas que
sufren el flagelo del racismo y la discriminación racial. Esta
iniciativa estará acompañada de convocatorias permanentes de
investigación y de la difusión de los hallazgos, para aumentar
de forma sólida el conocimiento de los impactos del racismo en
139
niños y niñas desde la primera infancia. Se debe eliminar el color
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
piel de las aulas, como dispositivo expedito del racismo, que junto
a otros útiles escolares deshumaniza a los niños negros, y a los
demás infantes les priva de interrelacionarse en condiciones de
alteridad con sus pares en la educación inicial.
Por otro lado, se debe proceder con urgencia manifiesta a
comparar otras experiencias para la construcción de la identidad
racial; seguir las pistas de cómo sucede este proceso en
regiones con alta densidad de comunidades negras o mestizas
y considerar las tesis de investigación que se han probado en
otras latitudes. Para terminar, saludo desde la Cátedra Ana
Fabricia Córdoba a quienes quieran sumarse a esta utopía de
construir un mundo libre de racismo para la primera infancia.
Bibliografía
140
Belo Horizonte: Mazza.
141
Centro de Documentación y Memoria Afrodescendiente «Cuito Cuanavale»
Logro educativo y diferenciales
según autoidentificación racial:
¿discriminación o pobreza?
Nueva evidencia para Colombia
Resumen
Esta ponencia investiga si los diferenciales en el logro educativo,
según la auto-identidad racial en Colombia, se producen como
resultado normal del proceso de estratificación social –en el cual
individuos más pobres obtienen menos educación–, o podrían
estar asociados a la discriminación racial. La estructura analítica
involucra un modelo simple del logro de estatus socioeconómico
racializado. Se estima un modelo econométrico probabilístico de
raza-intercepto de logro educativo, con base en la encuesta Lapop
(siglas en inglés del Proyecto de Opinión Pública de América
Latina), realizada en Colombia en el año 2009, que incluye
variables de auto-identidad racial, de estatus socioeconómico
familiar y de logro individual. Los resultados confirman que las
personas negras muestran menores años aprobados y niveles
de educación, que no se explican meramente por ser más
pobres –de hecho no hay grandes diferenciales en el estatus
socioeconómico familiar según estos datos– sino que pueden
145
ser el resultado de la discriminación racial en el acceso a la
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
Introducción
Desde la promulgación de la constitución política de 1991, en
Colombia ha habido algunas ganancias del movimiento social
afrodescendiente28 en torno a la aplicación de políticas de acción
afirmativa. Estas últimas se han concentrado en la titulación
de aproximadamente cinco millones de hectáreas de tierras
ancestrales en el Pacífico colombiano y en otras regiones del
país, en la promoción de un limitado fondo de becas del Icetex y
Fulbright para estudios de maestría y doctorados en el exterior –
programa suspendido a la fecha-, y en el otorgamiento por parte
de algunas universidades de un porcentaje reducido de cupos
en varias universidades del país.
A este último respecto, y más allá de las implicaciones de tales
políticas para el bienestar de la población afrodescendiente,
todavía no existe una base conceptual razonable en torno a la
conveniencia de la aplicación de políticas de acción afirmativa en
Colombia, que puede estar asociado a la negación sistemática
en torno a la existencia de discriminación racial. En verdad, en
los últimos años se han escrito algunos artículos de detractores y
defensores de tales políticas, que más allá de una posición ética
–sobre todo de los detractores– no esclarecen la pertinencia de
su aplicación desde el punto de vista técnico, que debería ser un
28 Por afrodescendiente se entienden todas las personas pertenecientes a
las comunidades negras, afrocolombianas o afrodescendientes, palenqueras
y raizales.
146
elemento importante para determinar su pertinencia29.
Inclusive, recientemente la Asamblea General de las Naciones
Unidas en su resolución 68/237 de 2013 decretó el Decenio
Internacional para los Afrodescendientes: reconocimiento,
justicia y desarrollo, que se celebrará entre el año 2015 y 2024.
El programa de actividades que tiene asidero en la misma
Declaración y en el Programa de Acción de Durban, propugna
básicamente por la lucha contra el racismo, la discriminación
racial, la xenofobia y las formas conexas de intolerancia, los
cuales, según la declaración, siguen afectando el goce efectivo
de derechos fundamentales para la población afrodescendiente.
A este respecto, Unas de las implicaciones de política para
contrarrestar los rezagos acumulativos derivados del proceso de
esclavización y discriminación contemporánea son precisamente
la aplicación de políticas especiales o de acción afirmativa en
áreas sensibles a la formación de capacidades para escapar de
la pobreza como la educación, salud, vivienda, seguridad social,
entre otras.
Sin embargo, y debido a la exigua discusión en torno a la
conveniencia de la aplicación de políticas acción afirmativa en
Colombia, no podemos estar seguros si el plan de acción que
formulé el Gobierno Nacional en el marco del Decenio pueda
tener un impacto positivo en el mejoramiento en el acceso a
la educación de calidad, especialmente la educación superior
para la población afrodescendiente. Si el Gobierno Nacional
concentra únicamente sus esfuerzos en políticas generales de
lucha contra la pobreza y desigualdad como el programa “Ser
Pilo Paga”, el impacto para la población afrodescendiente podría
ser deleznable.
Si la discriminación afecta las posibilidades de que la población
147
afrodescendiente pueda tener carreras educativas largas y de
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
Aspectos conceptuales
A continuación se presenta una exposición sucinta de los
principales rasgos de las teorías que intentan develar los factores
148
que explican la desigualdad en las oportunidades educativas
entre grupos raciales.
Así, cabría decir en primer término que los determinantes del
logro educativo hacen parte de la gran tradición de estudios sobre
estratificación y movilidad social. Blau y Duncan (1967) fueron
pioneros en discutir la importancia de las variables adscriptivas
frente a las de logro individual en el proceso de estratificación
social o proceso de logro de estatus socioeconómico. Los autores
establecen la preponderancia de variables asociadas al estatus
socioeconómico familiar –como la ocupación y la educación
del padre–, en conjunción con la característica migratoria y la
condición étnico-racial, como determinantes del logro educativo
de los individuos (ver Figura 1).
Figura 1
149
todavía de importantes desarrollos científicos que involucren
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
Datos y variables
Los datos provienen de la Encuesta de Lapop (Proyecto de
Opinión Pública de América Latina) realizada en Colombia en el
año 2009. A continuación se presentan las variables incluidas en
el análisis:
150
• Logro educativo. Este se incluye como una variable de
logro individual que pretende capturar las capacidades y
conocimientos del mismo. Se cuantifica como el máximo nivel
educativo alcanzado por el individuo. Se codifica: 1, «ninguno»;
2, «primaria»; 3, «secundaria», y 4, «superior» (técnico,
universitario y posgrado).
• Raza. Esta se caracteriza por la autoidentidad racial del
individuo, sea negro, mulato, indígena, mestizo o blanco. Se
excluyó a la población indígena. Se codifica: 1, «negro»; 2,
«mulato»; 3, «mestizo», y 4, «blanco».
• Sexo. Se codifica: 1, «mujeres», y 2, «hombres».
• Área de nacimiento. Corresponde al lugar de nacimiento del
individuo –urbano o rural–. Se codifica: 0, «para los nacidos en
las áreas rurales», y 1, «para los nacidos en las áreas urbanas».
• Estatus socioeconómico familiar. Es medido como el máximo
nivel educativo alcanzado por el padre y la madre; se codifica
igual que el nivel educativo del individuo. También se utiliza la
ocupación del jefe del hogar, la cual se codifica: 1, «manuales,
baja calificación»; 2, «manuales, alta calificación»; 3, «no
manuales, baja calificación», 4, «no manuales, alta calificación».
Herramientas técnicas
151
el vector x de Ф variables independientes, se puede representar
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
como:
Pr [Y = k / x] = φ k x
p (Y ≤ k x)
c k ( x) = ln
P (Y > k x)
φ ( x) + φ1 ( x) + ... + φ k ( x)
c k ( x) = l n 0
φ k +1 ( x) + φ k + 2 ( x) + ... + φ k ( x)
c k ( x) = τ k − x' β
152
Resultados: La Tablas 1 y 2 muestran los años aprobados de
educación y niveles de educación, respectivamente, según la
autoidentidad racial. En efecto, se observa que la población
negra presenta los menores años aprobados de educación
y, por lo mismo, una menor participación en los niveles de
educación universitaria. Estos datos ratifican los hallazgos sobre
los menores niveles de educación, en general, para la población
negra frente a la población blanca y mestiza en Colombia (ver
Viáfara y Urrea, 2006; Díaz y Forero, 2006; Forero, 2007;
González, 2009; Viáfara, Estacio y González, 2010); pero son
novedosos en torno a los diferenciales en el ámbito nacional entre
los individuos que se autoidentificaron como negros y mulatos.
Inclusive los mulatos presentan una mayor participación en el
nivel educativo superior (un análisis para Cali, en esta dirección,
se encuentra en Viáfara, 2008; Viáfara, 2005).
Tabla 1. Años promedio de educación según autoidentidad racial
Autoidentidad Años de
educación
Negra 7,5
Mulata 9,1
Mestiza 9,6
Blanca 9,3
Fuente: Cálculos del autor con base en la encuesta Lapop 2009
Tabla 2. Nivel educativo según autoidentidad racial (%)
Nivel Autoidentidad
educativo
de ego Negra Mulata Mestiza Blanca Total
153
Fuente: Cálculos del autor con base en la encuesta Lapop 2009
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
Nivel Autoidentidad
educativo Negra Mulata Blanca Total
del padre
Ninguno 22,5 12,2 17,1 12,1 15,7
Primaria 45,1 58,2 53,2 57,6 54,6
Secundaria 23,9 14,6 20,4 20,4 20,5
Superior 8,5 14,6 8,7 9,9 9,3
Total 100 100 100 100 100
154
Tabla 4. Nivel educativo de la madre según autoidentidad racial (%)
Nivel Autoidentidad
educativo de Negra Mulata Mestiza Blanca Total
la madre
Ninguno 26 7,5 14,4 13,5 14,6
Primaria 46,8 57,5 54,2 56,8 54,7
Secundaria 16,9 25 25,3 25,1 24,7
Superior 10,4 10 6,1 4,7 6
Total 100 100 100 100 100
155
Tabla 5. Ocupación del jefe del hogar según autoidentidad racial
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
(%)
Ocupación Autoidentidad
de los Negra Mulata Mestiza Blanca Total
padres
Manuales, 71,3 67,4 74,8 74,8 73,8
baja
calificación
Manuales, 18,4 15,2 12,3 12,9 13
alta
calificación
No manuales, 2,3 6,5 7,3 5,2 6,2
baja
calificación
No manuales, 8,1 10,9 5,7 8,6 7
alta
calificación
Total 100 100 100 100 100
Área de Autoidentidad
nacimiento Negra Mulata Mestiza Blanca Total
Rural 31,5 23,9 25,6 29,4 27,2
Urbana 68,5 76,1 74,4 70,6 72,8
Total 100 100 100 100 100
156
mostró solo una ligera desventaja para la población negra. Esto
nos lleva a considerar la aplicación de un modelo multivariado
que nos permitirá dilucidar, por ejemplo, si las desigualdades en
los niveles de educación para los la población negra se deben
a los efectos directos de su autoidentidad racial (discriminación)
o están asociadas al estatus socioeconómico familiar (pobreza).
Modelo econométrico
p (Y ≤ k x)
ln = α + β1 ( Mulata ) + β 2 ( Mestiza ) + β 3 ( Blanca )
P (Y > k x )
+ β 4 ( Hombre )
+ â5(Urbano)
+ε
157
probable alcanzar un nivel educativo más alto; igualmente, ser
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
158
Tabla 8. Efectos marginales del alcanzar un nivel educativo
superior
Discusión y conclusiones
Los diferenciales en el logro educativo para la población negra,
frente a la población blanca y mestiza, no se explican únicamente
por ser más pobres –aunque inclusive esa premisa no se puede
verificar completamente según estos datos– sino que también
podrían estar asociados a la discriminación racial en Colombia.
Como se pudo comprobar, los resultados econométricos
159
sugieren que controlando las variables asociadas al estatus
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
160
materia.
Por otro lado, desde una perspectiva más estructural,
Rodríguez, Alfonso y Cavelier (2009) comentan que la población
afrocolombiana enfrenta, de manera desproporcionada, la
prestación de servicios educativos de baja calidad, asociados con
problemas de infraestructura, elementos pedagógicos precarios,
sobrecupo de estudiantes, malas condiciones laborales de los
profesores y efectos colaterales del conflicto armado. Además,
se prueba la existencia de un trato ofensivo e insultante de parte
de los profesores y compañeros de estudio hacia la población
afrocolombiana, que tiene incidencia en su rendimiento escolar
y en la decisión de abandonar el sistema educativo.
Con todo, los estudios observacionales sustentan la presencia
de discriminación en el ámbito escolar para la población negra
en Colombia, lo cual incide en sus bajos niveles de educación
en comparación con los individuos blancos o mestizos, inclusive
frente a la población mulata. En este sentido, las acciones
afirmativas en el campo de la educación deben ser un componente
esencial para cerrar las desigualdades en el logro educativo
entre los grupos étnico-raciales en Colombia, aunadas a una
mayor promoción de la educación intercultural en Colombia.
En concreto, según el programa de actividades del decenio
internacional para los afrodescendientes, las acciones afirmativas
en la educación deben concentrase preferentemente en proveer
una educación básica y secundaria pública de calidad que
permita mejorar las opciones de la población afrodescendiente
de acceder a la educación superior. También se insta a los
Estados a establecer medidas que mejoren el acceso de la
población afrodescendiente a la educación superior, la cual en
una sociedad con desigualdad de oportunidades étnico-raciales
en la educación, pasa por el establecimiento o aumento de cuotas
161
específicas en las universidades y en programas que promueven
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
Bibliografía
162
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través de la Etnoeducación en Colombia (2009): Investigando
el racismo y la discriminación en la escuela. Informe ejecutivo.
163
Bogotá: Alcaldía Mayor.
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
164
para tres ciudades colombianas». Desarrollo y Sociedad, n.° 58,
sept. Bogotá: Universidad de los Andes, pp. 115-63.
Anexo
------------------------------------------------------------------------------
| Robust
nivelego | Coef. Std. Err. z P>|z| [95% Conf. Interval]
-------------+----------------------------------------------------------------
165
_Iautoiden~2 | .2825281 .39432 0.72 0.474 -.4903249 1.055381
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
166
Centro de Documentación y Memoria Afrodescendiente «Cuito Cuanavale»
Memorias de la infamia: explotación, marginalidad y
violencia racial
169
experiencias, que ocurren en diferentes geografías y contextos
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
171
donde se efectuaban labores, garantizando que toda la extensión
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
172
el número de hombres y mujeres procedentes del continente
africano. Moreno Fraginals (2001) indica que durante el periodo
de mayor auge de la industria azucarera cubana, entre finales del
siglo xviii y comienzos del xix, el promedio era de 87 % hombres
y 13 % mujeres. Registra, además, el caso de varios ingenios
cuya dotación de esclavos era completamente masculina (ibíd.:
293). La prevalencia de los intereses económicos sustentados
en la productividad (y que desconocen los factores humanos,
sociales y culturales) han regido también las dinámicas de los
bateyes durante los siglos xx y xxi. Una de las modalidades en
que se mantiene similitud con la época de la esclavitud consiste
en la desigualdad del número de habitantes según el sexo. Afirma
Martínez (2007) que los estudios efectuados con anterioridad a
1986 sobre estas comunidades establecían «una relación de 5
hombres por cada mujer» (ibíd.: 38). Esto equivaldría a un 84 %
de población masculina.
El barracón fue la construcción destinada para alojar a
los esclavos en las plantaciones. El espacio era restringido y
compartido (Imágenes 2 y 3), a la vez que carente de los recursos
mínimos de salubridad para la existencia humana. Este tipo de
edificación fue el que adoptaron las centrales azucareras como
vivienda para los trabajadores de los campos de caña. Desde
el punto de vista práctico, significa que lo que se asume como
vivienda consiste en un pequeño cubículo sin agua, servicios
sanitarios o ventanas y, hasta hace apenas unos años, sin
electricidad32. En 1992, estando vigente la industria azucarera,
32 El asunto del acceso a la electricidad habría que matizarlo en el caso de la
República Dominicana. Las deficiencias en el servicio energético, problema
continuo debido a la corrupción estatal, han llevado al uso de plantas
particulares o de baterías de vehículos como forma de autoabastecimiento.
Para el caso de los bateyes, se señala que el 91 % de los hogares está
conectado a la energía eléctrica (Centro de Estudios Sociales y Demográficos
(Cesdem), 2015: 17). Sin embargo, el hecho de que la misma encuesta
173
el 45 % de los denominados «hogares» en los bateyes estaba
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
Fuente: AEL
175
la desigualdad y también el racismo. Esta situación puede
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
176
anterioridad a este hecho, cierto número de haitianos residían
en República Dominicana como campesinos propietarios de
pequeñas parcelas (Castor, 1987; Hintzen, 2014). A partir del
genocidio, constituyó una práctica común la expropiación de sus
tierras y bienes a los emigrantes haitianos, indistintamente de
la posesión de títulos y la legalidad de su permanencia en el
país. Luego de efectuada esta expropiación, miembros de las
fuerzas policiales o militares conducían a la persona hasta un
ingenio. Allí era confinada a un batey y obligada a trabajar en
los campos azucareros. Estas acciones tenían lugar gracias a la
connivencia de diferentes instituciones del Estado, preocupadas
por garantizar los beneficios que reportaba la fuente principal de
la economía nacional. La práctica continuó en la segunda mitad
del siglo xx y se registran casos todavía en 1982 (Hintzen, 2014:
221-28).
La movilidad y actividades cotidianas de los habitantes de
estos asentamientos agrícolas se desarrollaban bajo la vigilancia
de los capataces, los guardacampestres y la Policía privada al
servicio de los ingenios (Riveros, 2014: 26). No estaba permitido
el libre tránsito y, menos aún, trasgredir los límites conformados
por los campos de caña y por el central. El batey se convirtió
así en una especie de centro de reclusión física, salvaguardado
por las construcciones discursivas y simbólicas con que los
sectores hegemónicos han sustentado las prácticas represivas
y discriminatorias. Dichas construcciones se constituyeron en
especies de «alambradas» para las fronteras imaginarias con
que las élites han definido el «nosotros» dominicano y el «otro»
haitiano en el periodo contemporáneo. Como consecuencia,
se naturalizaron las condiciones de vida, la marginalidad, la
explotación y el racismo ejercido contra los habitantes de los
bateyes; se omiten o rechazan los procesos de hibridación
177
y mestizaje, de intercambio y diálogo cultural que desde la
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
178
discurso antihaitiano los tiende a homogenizar bajo el parámetro
general de «emigración ilegal», sin importar si se trata de
ciudadanos dominicanos de ascendencia haitiana, inmigrantes
haitianos legales o inmigrantes indocumentados. Esta presencia
en el ámbito urbano, por fuera del reducto del batey, genera
múltiples expresiones de violencia física y simbólica hacia estas
comunidades. Dicha violencia puede proceder de las instituciones
estatales, el ciudadano común o los medios de comunicación,
entre otros, y puede expresarse a través de agresiones verbales
o físicas, negación de derechos, persecución, repudio e incluso la
muerte (Lister, 2015; Servicios de Acento.dom.co, 2015). Todas
estas acciones tienen como denominador común la impunidad.
Un ejemplo de violencia simbólica, en la que se expresan y
arraigan imaginarios que pueden trascender en la práctica a
otras formas de ataque, se observa en un edificio residencial
de Santo Domingo (Imagen 7). La edificación se encuentra
ubicada frente a la Plaza de la Cultura, un espacio que reúne los
principales museos del país, el Teatro Nacional y la Biblioteca
Nacional, entre otras instituciones culturales. El bote de basura
del residencial se mantiene expuesto en la calle y ofrece la
inscripción «Fuera haitiano de RD [Rep. Dominicana]» (Imagen
8). No se trata de un grafiti y la intencionalidad es evidente por
múltiples razones. El tipo de letra y las marcas de pintura, a
modo de recuadro, muestran que la inscripción fue hecha con
una plantilla. El recipiente suele permanecer en la acera, a la
vista de todos, aun cuando no corresponda con los horarios
de recogida de basura. Es claro que el mensaje va dirigido,
principalmente, a quienes transitan por la acera. Entre ellos se
cuentan personas procedentes de Haití, que se desempeñan
en la zona como vendedores ambulantes, trabajadores de la
construcción, empleados en aseos y servicios, entre otros.
179
El bote de basura en el que se inscribe la frase da cuenta
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
180
la principal fuente de ingresos de la economía dominicana se
cimentó en la producción azucarera. Esto generó un país agrícola
de monocultivo que vendía la casi totalidad de su producción a
Estados Unidos, gozando de tasas preferenciales. Contribuyó
a los beneficios que generaba este rubro, el que el costo de
producción se abarataba con el empleo masivo de inmigrantes
haitianos en el corte de la caña, dentro de un régimen de
neoesclavitud. Esta modalidad de trata contemporánea se
ejercía desde la oficialidad, es decir, desde instituciones del
Estado dominicano que pactaban con miembros u oficinas del
Estado haitiano para el reclutamiento y traslado de los jornaleros
desde Haití a los bateyes. Los pagos que entre Gobiernos,
presidentes o funcionarios se efectuaban por el contingente de
trabajadores provenían, en muchas ocasiones, de los fondos
oficiales, y las transacciones podían quedar registradas en
operaciones bancarias. Esta neoesclavitud se disimulaba a
través de contratos laborales que firmaban los trabajadores,
un formalismo que no garantizaba las condiciones mínimas de
existencia ni que recibieran un pago acorde con el desempeño34.
181
La práctica operó en República Dominicana indistintamente en
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
tráfico de personas bajo este formato se mantuvo hasta 1917 en los países
antes señalados. La modalidad operó de forma similar en Cuba, a partir de la
segunda mitad del siglo xix, con los «trabajadores» chinos llevados a la isla
mediante contratos del mismo tipo.
35 El Acuerdo entre la República Dominicana y Haití sobre jornaleros
temporeros haitianos fue firmado durante la dictadura de Trujillo, en 1952.
Establecía, en primer término, que debía existir un contrato entre los
trabajadores y las compañías azucareras que rigiera las responsabilidades
y deberes de las partes. En estos contratos las empresas se comprometían
a proporcionar a los trabajadores una vivienda «con todas las condiciones
higiénicas y sanitarias» (art. 6). El documento les autorizaba también a
retener una porción del salario semanal del empleado con la promesa de
reintegrárselo a su regreso a Haití. El jornalero, por su parte, estaba impedido
del libre tránsito. Cualquier incursión fuera del ingenio y sus campos constituía
una infracción (art. 12). En 1966, durante el gobierno de Joaquín Balaguer,
una versión similar del acuerdo fue aprobada por el Congreso Nacional.
182
mano de obra haitiana y entonces nos enfrentaríamos con
una cruda realidad: o cortamos los Dominicanos la caña
o definitivamente desaparecerá la Industria Azucarera
(1990: 80).
183
La Constitución dominicana no los consignaba como
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
184
para desarrollar alguna siembra de autosubsistencia. Por lo
general, aprovechaban para vender los excedentes y proveerse
de un nimio ingreso adicional (Riveros, 2014: 56). Estos recursos
podían aportar una alimentación familiar mínima. Al efectuarse los
procesos de liquidación de ingenios azucareros y la adquisición
de las tierras de estos, no se tuvieron en cuenta los bateyes
ni a sus pobladores (Martínez, 2007). Las parcelas familiares
fueron incluidas en las negociaciones y venta, teniendo como
resultado la pérdida de la tierra para estas comunidades, ya de
por sí vulnerables. Las estadísticas señalan que 81 % de los
habitantes de los bateyes no dispone ni posee tierras para el uso
agrícola. Del porcentaje que dice poseerlas, la mayoría carece
de títulos de propiedad (Cesdem, 2015: 21).
En las inmediaciones del batey El Mamey, lo que antes ocupaba
grandes extensiones de campos sembrados de caña de azúcar,
ahora son enormes lotes de tierra, prácticamente sin uso, pero
con cercas y títulos de propiedad (Imagen 9). El paisaje actual
está sembrado de fincas de funcionarios del Gobierno que se
apoderaron de estas tierras o las compraron en transferencias
fraudulentas para luego venderlas a terceros. Estas grandes
extensiones, ahora propiedad privada, cercan los bateyes y,
además, dejan a los campesinos sin tierras para la crianza de
los animales, y apenas con lo mínimo para la existencia de la
comunidad. Aquellos que poseen algunas cabezas de ganado
deben arrear a los animales distancias considerables, para
llevarlos hasta abrevaderos o campos disponibles para pastar.
Adicionalmente, los pobladores fueron testigos de cómo algunos
funcionarios emplearon maquinaria, recursos y empleomanía
del Estado para construir caminos de acceso a sus propiedades
y llevar hasta estas residencias solariegas los servicios básicos,
sin ocuparse de mejorar o solucionar algunas de las carencias
185
de servicios del batey.
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
Fuente: AEL
186
reconocieron las pensiones a quienes ingresaban a la edad de
envejecientes. El resultado hoy es una población de ancianos en
los bateyes, la mayoría de ellos solos y enfermos, sin ningún tipo
de ingreso, completamente desvalidos frente a las necesidades
y cuidados que requieren (Imágenes 10 y 11). Dependen, en la
mayoría de los casos, de la solidaridad de la propia comunidad
y la asistencia de los jóvenes del batey.
187
un obstáculo que deben sortear diariamente los habitantes del
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
Colofón
189
colombianos. Si bien estos textos no implican la garantía per se
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
190
regiones del país, principalmente del departamento del Chocó.
A esta idea contribuye el hecho de que en dicho departamento
el abandono estatal estratégico, y el aislamiento en que viven
las comunidades, provoca la emigración o el desplazamiento de
sus habitantes. Medellín, como centro urbano y económico de
importancia que se encuentra más «próximo», ha constituido
uno de los focos de recepción de esta diáspora.
Históricamente, a los afrodescendientes, y en especial a
las afrodescendientes, se les ha asignado los puestos menos
calificados dentro de la estructura económica antioqueña. En
el caso de las mujeres, se naturalizó que su inserción laboral
se produjera dentro del trabajo doméstico que requerían las
familias de la clase alta y media medellinense. Esta dinámica
ofrece actualmente la variante de cocineras en restaurantes y
cafeterías. De este modo se consolida una especie de ecuación
en la que «mujer chocoana», que opera como metonimia de
«mujer afrodescendiente», resulta igual a oficios y trabajos
del hogar. Dentro de esta concepción, resulta casi lógico que
el nombre que se le da a ciertos productos de limpieza, como
trapeadoras (Imagen 14), esponjas y desinfectantes, apelen a
las mujeres que supuestamente están abocadas a desempeñar
tales tareas. Lo arraigado de esta expresión de la colonialidad
permite encontrar trapeadoras con marcas como «La Negra»,
«La Morena», producidas por pequeñas empresas de la ciudad
de Medellín, y «La Mulata». Este último nombre se repite en otra
empresa de fabricación de esponjas, que incluye el rostro de
una mujer negra en la etiqueta.
191
Imagen 14: Trapeadoras en un supermercado de cadena en
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
Medellín
Fuente: AEL
Pero más allá del prejuicio, esto puede entenderse como síntoma
de una problemática más profunda, en la que operan reglas no
escritas que rigen las dinámicas laborales y socioculturales de la
ciudad. Estas dan cuenta de los lugares, trabajos u oficios que la
sociedad asigna previamente para los afrodescendientes en sus
estructuras, sustentados en el racismo y la categorización social,
económica y cultural. Se explica así la discriminación a la que
cotidianamente se enfrentan profesionales afrodescendientes,
hombres y mujeres, cuando se desempeñan, por ejemplo, como
abogados, médicos, arquitectos, ingenieros, odontólogos. Es
también la causa de la segregación en la academia cuando
en una universidad privada, de renombre en la ciudad, se
hostiga por motivos raciales a una estudiante de arquitectura,
descalificándola por su color de piel. Uno de los profesores del
centro justificaba la acometida afirmando que «dónde se ha visto
una arquitecta negra», teniendo la estudiante que abandonar
esta institución y matricularse en una universidad de segundo
192
nivel.
Dichas realidades dejan entrever que, aún con la
bienintencionada declaración del Decenio Internacional para los
Afrodescendientes (2015-2024) por parte de la Organización
de las Naciones Unidas, será necesario abogar por cambios y
transformaciones más profundas, que trasciendan el papel, el
mero decreto. La conmemoración carecerá de sentido si no se
obtienen logros para que se asuma la diferencia sin la tara de la
desigualdad, y la particularidad cultural de las comunidades afro
no se constituya en un exotismo listo para consumir. Habrá que
revisar los discursos y prácticas que instauran las memorias en
las que se fija el lugar que ocupa el otro, y que cierran las puertas
al diálogo intercultural y al verdadero disfrute de los derechos.
Referencias bibliográficas
193
International Inc. (Calverton, Maryland) (2008): Encuesta
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
194
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http://acento.com.do/2015/video/videos/8280551-alcalde-llama-
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haitianos y dominicanos de ascendencia haitiana en la República
Dominicana. Santo Domingo: Cooperación Internacional para
el Desarrollo (CID) / Servicio Jesuíta a Refugiados y Migrantes
(SJRM).
195
Centro de Documentación y Memoria Afrodescendiente «Cuito Cuanavale»
Los negros y la televisión colombiana.
Hablando como los locos…
Derby Arboleda
199
papel de esclavo». Personalmente, en ese momento de mi vida
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
200
manera esporádica y sus personajes eran poco trascendentales
en las historias. Pero eran más las series y novelas de las que
no me explicaba por qué no había actores que representaran
nuestra etnia afro de manera permanente y positiva: Dejémonos
de vainas, Décimo grado, La posada. Todas las telenovelas de
Jorge Barón, Caracol, RCN y las programadoras Punch, Cenpro,
RTI, JES, Coestrellas, Colombiana de Televisión, etc.
Ya en la década de los 90, adolescente y empezando la
adultez, se despertó mi interés profundo por el medio, e ingresé a
estudiar arte dramático y a hacerme una pregunta frente al tema:
¿Por qué los negros no hemos estado de manera permanente,
y con personajes importantes, en todos los programas de la
televisión colombiana a lo largo de su historia?
Ese interrogante no ha desaparecido de mi cabeza. Al
contrario, cada vez que se estrena algún programa televisivo,
lo observo y me pregunto nuevamente: ¿Dónde estamos los
negros ahí representados? El año pasado esta pregunta tomó
más fuerza, cuando se celebraron los tan sonados 60 años de la
televisión colombiana. Ahí sí me pregunté dónde nos han tenido
durante estos 60 años. Buscando respuestas, o por lo menos
explicaciones, llegué a la raíz del asunto y veremos si por ahí
se explican de alguna manera las razones de esa marginación.
La televisión llegó a Colombia en 1954, gracias al general
y presidente Gustavo Rojas Pinilla, abuelo del exalcalde de
Bogotá, el doctor Samuel Moreno Rojas, detenido en este
momento por actos de corrupción. A diferencia de otros países,
donde la televisión llegó de la mano de la empresa privada, aquí
llegó por la gestión estatal. Así pues, era responsabilidad del
Estado, desde sus inicios, dar a los negros y a los indígenas una
participación como la que fue dada a los mestizos de la élite del
momento.
201
Existía ya la Radiodifusora Nacional, pero nadie tenía
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
202
nuestra televisión, pues con la caída del muro de Berlín «nace
un nuevo mundo». También es la década del terror: Palacio de
Justicia, tragedia de Armero, el narcotráfco hace gala de poder
con su violencia y su cultura (explosión en el DAS, y muerte
de Galán, Bernardo Jaramillo, Pizarro…). En 1991 nace un
«nuevo país», que nos reconoce pluriétnicos y multiculturales
desde la Constitución Política; nacen los canales regionales,
descentralizando la televisión, pero ya teníamos treinta y siete
años de desventaja representativa, económica y de poder en
ella. Se reconoce el esfuerzo hecho en ese momento desde la
creación de Audiovisuales, programadora del Estado, la cual
empieza a mostrar una parte de la verdadera diversidad del
país; con una serie de programas de corte investigativo como
Yuruparí y Travesías, y con dramatizados como De amores y
delitos, El Gallito Ramírez, Azúcar. Así empiezan a aparecer
otras Colombias que hasta el momento no habían sido tenidas
en cuenta. El caso de la Colombia negra, esa de las costas y
los migrantes hacia las ciudades originalmente blancomestizas,
sigue siendo contada desde el punto de vista de los fuertes, los
poderosos; con inclusión de algunos aspectos superficiales que
los libretistas y directores, desde su intuición, consideraban que
era bueno mostrar.
Jesús Martín Barbero dice que «aprendimos a ser caribes con
El Gallito Ramírez y Caballo viejo, paisas con Quieta Margarita y
La casa de las dos palmas»; pero pacíficos o negros ¿cuándo y
con qué programas aprenderemos a ser?
La historia y acontecimientos afros han sido contados por el
otro, por el poderoso, desde su perspectiva y conveniencia. Ha
faltado la otra cara de la moneda: que nosotros contemos nuestra
historia, cómo la hemos vivido. Y cómo nos vemos, cómo nos
sentimos, cómo nos queremos ver y cómo queremos que nos
203
vean; desde lo visual, con nuestra propia narrativa, formas de
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
contar y estéticas.
De los sesenta años de televisión, los negros e indígenas
tenemos una desventaja de treinta años en representatividad y
sesenta en empoderamiento, pues es muy distinto cuando hay
las herramientas y los medios para expresarte a tu antojo, para
decidir por uno y por la gente que te rodea.
En la última década hemos visto (a veces con exceso de
positivismo y con aspiraciones cada vez mayores) que se han
contado historias de negros con actores negros. Me explico: en
La selección 1 y 2 ¿quién podría interpretar a Faustino Asprilla
que no fuera un actor negro?, ¿a Freddy Rincón y a los que ahí
aparecieron más que caricaturizados?
Los negros solicitamos, respetuosamente, que nuestra
televisión cuente historias en las que se incluyan actores de
nuestra etnia en igualdad de condiciones, no solo porque el
personaje tenga que ser interpretado por un negro sino porque los
actores negros están preparados para interpretar o representar
cualquier personaje. Que hagamos una televisión que de verdad
hable de lo que somos los colombianos. Por si no se han dado
cuenta, también los negros en Colombia somos médicos,
abogados, ingenieros, arquitectos, profesores universitarios,
etc. Hace mucho tiempo que estamos en todas las profesiones
de la sociedad, hasta en la política.
Me encanta escuchar con frecuencia a los actores,
productores, directores y a todos los que han hecho la televisión,
cuando coinciden en decir un texto que ya parece aprendido:
«La televisión es el reflejo de lo que somos como colombianos».
Y mi pregunta es: ¿Lo que somos quiénes?, ¿cuántos negros e
indígenas nos sentimos representados en la televisión que se
hace en nuestro país? La afirmación correcta debería ser: «La
204
televisión en este país es un reflejo de lo que creemos que somos
como colombianos los que la hacemos, y los que tenemos el
poder de decidir qué se hace y qué no».
Mi invitación es, en primera instancia, a que pensemos
una televisión realmente incluyente, en la que quepamos
negros, indígenas y mestizos en igualdad de condiciones, con
representaciones respetuosas, que sean el producto de una
investigación y participación directa en la creación y asesoría.
En segundo lugar, una ley que nos ampare, exigiendo de alguna
forma a los canales privados esa participación; llámese ley de
cuotas, acciones afirmativas, o bajo la figura que se considere,
ya que es en esos canales donde está el mayor consumo de
televisión en el país: telenovelas, programas, concursos,
realities, etc.
Del lado de la televisión pública, la propuesta es realizar
unas convocatorias que tengan en cuenta nuestra desventaja
histórica, económica y, en algunos casos, de formación; y que
nos permitan participar y ganar, para realizar, desde nuestra
visión, la televisión que queremos y según como queramos
vernos en ella.
205
Centro de Documentación y Memoria Afrodescendiente «Cuito Cuanavale»
Análisis de la atención en salud a las comunidades negras
del Atrato Medio antioqueño.
El caso de Buchadó37
Introducción
(OPS, 2008)
210
1 215 985 en 1998, cifra que unos años después redujo a casi
la mitad el censo nacional del DANE del 2005. Por lo anterior,
las comunidades afrodescendientes del departamento y las
instituciones del Estado –departamentos y municipios– acogen,
según su criterio, ambas fuentes censales del DANE (2005) y
del DNP (1998). Estas divergencias en los datos poblacionales
son un ejemplo de las dificultades de acceso de estas
poblaciones a los servicios del Estado y de incluir el enfoque
diferencial en las estadísticas oficiales (Valencia et ál., 2015).
Si esto ocurre en asuntos de orden general como el enfoque
poblacional, también se evidencia en la ausencia de información
particular de la situación de salud de las comunidades negras,
debido a la dispersión geográfica de poblamiento, los bloqueos
en la atención en salud, la poca rigurosidad en la indicación del
enfoque diferencial en los sistemas de información en salud, o bien
la ausencia de la variable étnicorracial en estos instrumentos de
registro; y, en definitiva, la subordinación e inequidad estructural
de los grupos étnicos en este contexto particular y nacional, que
refleja la continuidad de la situación colonial en América Latina,
donde los indígenas, afrodescendientes y gitanos siguen estando
en condiciones socioculturales, políticas y de vida marginales
(Valencia et ál., 2015).
Así, el Estado colombiano ha determinado una serie de leyes
que incluyen el reconocimiento de los derechos de los grupos
étnicos, entre los que se encuentran la obligatoriedad de la
aplicación del enfoque diferencial étnico en las leyes sobre salud
como la ley 1438 de 2011, que reforma el Sistema General de
Seguridad Social en Salud; la resolución 1841 de 2013, que
adopta el Plan Decenal de Salud Pública 2012-2021, y otras
sobre educación como la ley 115 de 1994 y el decreto 804 de
1995; normativa que no ha trascendido a acciones concretas
211
que hagan posible tal identificación y garantía de derechos, en
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
212
Vigía del Fuerte cuenta con una población afrodescendiente
de 91,4 %, indígenas 5,7 % y mestizos 2,9 %. Por tanto, la
población es mayoritariamente negra; sin embargo, tampoco el
municipio cuenta con una dependencia que se encargue de los
asuntos étnicos, es decir, que aborde el enfoque étnicorracial en
programas y proyectos que propicien un abordaje particular, en
el que se tengan en cuenta las particularidades del pueblo afro.
En este municipio, con una población en situación de miseria de
95,5 % (DNP, 2007), hay siete corregimientos, entre los cuales
se incluye Buchadó, el cual cuenta con 726 habitantes y con un
índice de necesidades básicas insatisfechas de 95,3 %, según
censo comunitario levantado por los estudiantes y docentes
de la Institución Educativa Rural de Buchadó (Institución
Educativa, 2014), lo cual concuerda con planteamientos de
la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (2011),
para quienes la población afrodescendiente está concentrada
desproporcionalmente en las áreas más pobres y con mayor
déficit de vivienda, poco accesibles, con medios de transporte
inadecuados, a lo que se aúna que padece mayor exposición al
crimen y la violencia.
Buchadó se encuentra aproximadamente a dos horas en
transporte fluvial de la cabecera municipal. Este es el único
medio de transporte para la movilidad de sus habitantes, lo cual
marca una pauta más de las inequidades, como es el territorio
disperso, al que se suma la dificultad de acceso. Del equipamiento
institucional hacen parte la Institución Educativa Rural de
Buchadó, que escolariza de manera formal a 254 estudiantes de
todos los grados de primaria y secundaria, y un puesto de salud
en el que atiende una auxiliar de enfermería los programas de
consulta externa y que en momentos concretos cuenta con el
apoyo de un médico para consulta, o de brigadas del equipo de
213
salud pública. Por lo tanto, la prestación de servicios de salud no
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
214
los grupos armados, y ha logrado el respeto de su autonomía
territorial y del Gobierno local, asunto favorable, en medio de las
adversidades que afronta.
Cuenta con energía generada por una planta eléctrica de
ACPM comunitaria, que funciona por algunas horas del día hasta
las 10 de la noche. No hay sistemas de disposición de aguas
residuales o excretas más allá del río, que provee los alimentos
y el agua para algunas necesidades de aseo de las casas y la
ropa. Al ser a la vez el depósito de aguas servidas, genera el
riesgo de enfermedades.
En medio de estas desventajas estructurales, de vivir en un
territorio disperso, de difícil acceso, y de ser pobres y pertenecer
a una etnia colonizada, se destacan la riqueza de las expresiones
culturales y la creatividad, que les ha permitido como pueblo
afrodescendiente enfrentar situaciones adversas y desarrollar
estrategias innovadoras de supervivencia, en las cuales la
cultura negra ha sido un elemento fundamental.
217
es más que todo una de las razones por las cuales no se
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
218
a los servicios de salud institucionales, que se centralizan en
las cabeceras municipales. En este sentido, ocurre que los
pobladores, ante la ocasión de enfermedad o accidente, deben
por sus propios medios económicos desplazarse hasta el
hospital, sin que ello signifique que sean atendidos; tal situación
la relatan los pobladores:
219
Respecto a la realización de actividades extramurales
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
220
sus modos de vida, sus sistemas médicos y, por tanto, sus
conceptualizaciones del proceso salud-enfermedad, el cual en
esencia es concordante con la cultura de la que proviene.
La calificación del trato que reciben los afrodescendientes del
personal de salud biomédico, escasamente subraya elementos
positivos: «Los médicos que hay [en el hospital de Vigía del
Fuerte] como que no tienen esa capacidad para atender la
gente» (entrevista a mujer de Buchadó, 2015). Otro interlocutor
relata: «Es que falta mucha más atención allá [hospital de Vigía
del Fuerte] y falta mucho material en la parte humana para
atender a la gente. Para esas cosas, pues yo creo que también
toca que eso se haga más énfasis a ver si mejora un poquito»
(entrevista a hombre de Buchadó, 2015). Entre las actitudes que
reprochan las personas afrodescendientes de los profesionales
de salud, están el desconocimiento de sus modos de vida y
de las dificultades que deben sortear para llegar al hospital,
también la atención negligente, punitiva y desconocedora de sus
creencias. El relato de una mujer sobre su experiencia muestra
el acontecimiento de varios bloqueos:
221
En relación con lo anterior, Albó (2004: 69) señala: «Si la relación
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
222
esas abiertas; pero cuando es con mi cuerpo, confío más en
un médico yerbatero que en un médico de hospital; sí, porque,
o sea, en estos hospitales de aquí» (entrevista a hombre de
Buchadó, 2015).
También sucede que las personas desconfían de los
conocimientos de los médicos del hospital de Vigía del Fuerte,
porque estos están cumpliendo su servicio social obligatorio
y por tanto se les considera inexpertos: «Al hospital de Vigía
nunca [llega] un médico de experiencia, mandan unos médicos
rurales a hacer los años rurales» (Grupo focal de mujeres de
Buchadó, 2015).
En conclusión, la atención en salud de los afrodescendientes
de Buchadó, y del municipio de Vigía del Fuerte, se constituye
en un lamentable ejemplo de la inoperancia de un sistema de
salud que en esencia debería ser respetuoso e incluyente de la
diversidad étnica, con servicios suficientes, de calidad, oportunos
y que se configuren en la misión de superar las inequidades en
salud de las comunidades negras.
223
hacen parte (Popolo y Oyarce, 2005; ONU, 2006; PNUD, 2010;
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
CIDH, 2011).
Esta condición adversa en la que hoy sobreviven las
comunidades negras, es una situación de vieja data que
innegablemente debe vincularse con la Conquista y la Colonia de
América, la cual convino y se sustentó en la esclavitud del negro,
y desembocó en la negación de su condición de humanidad.
Idea que en la actualidad, y pese al reconocimiento de los
derechos humanos y de las garantías especiales dadas por ser
grupos étnicos, se materializan débil o escasamente en acciones
reivindicativas que tiendan a la superación de la inequidad y la
pobreza. Lo anterior es consistente con la propuesta de Bonfil
(1972) de la persistencia de un sistema colonial en América
Latina, en el cual el negro y el indio comparten la condición
de sojuzgado, de negación de su cultura, sus identidades, su
historia, sus derechos.
Ahora bien, la continuidad de la dominación y exclusión
del pueblo afrodescendiente en Colombia debe leerse como
la instauración de un sistema colonial, entendido como una
situación total que involucra necesariamente a dos grupos
étnicos diferentes, uno de los cuales posee una civilización
más avanzada y con esto justifica su imposición sobre el otro,
y racionaliza ese dominio en una superioridad racial, étnica o
cultural dogmáticamente afirmada (Balandier, 1966).
El citado sistema colonial tiene un continuum con el modelo de
desarrollo neoliberal sobre el que se configura el orden económico,
político y sociocultural del país. Este modelo impone unas formas
particulares en las cuales el Estado y sus instituciones, así como
los ciudadanos en colectivos diferenciales, se relacionan entre
sí. Dichas relaciones se basan en premisas que ensalzan la
producción y el desarrollo económico sobre el bienestar humano
224
y del medio ambiente, así como la propiedad y la preeminencia
de lo individual sobre lo colectivo (Ahumada, 1996).
Según los planteamientos neoliberales, el Estado es ineficiente
en el manejo de los recursos económicos y en la forma de
cumplir con las demandas de los ciudadanos. En este sentido,
el mercado se convierte en el motor del desarrollo; por tanto,
este proveerá los servicios para que las personas procuren la
satisfacción de sus necesidades básicas, y quienes no tengan
los medios económicos para hacerlo, el Estado se encargará
condicionadamente de su atención, a través de políticas públicas
focalizadas, dirigidas a los «más pobres» y con un carácter
fragmentario, puesto que se opera con la premisa de que los
recursos públicos son limitados (Ahumada, 1996; Nieto, 1997).
En el descrito marco de la sociedad colombiana de hoy, la
noción de colectivo se disgrega, y con esta la posibilidad de
la redistribución de la riqueza, la equidad y la justicia para los
grupos más vulnerables, entre ellos los sujetos y comunidades
afrodescendientes. Por supuesto, el modelo neoliberal tampoco
ha posibilitado el mejoramiento de las condiciones de vida de este
pueblo, ya que continúan existiendo lógicas de relacionamiento
que se basan en la discriminación, la exclusión y la negación
de la identidades étnicas afro; configurando así un panorama
adverso para la proyeccción de futuro y, por tanto, su continuidad
como colectivos culturalmente diferenciados de la sociedad
hegemónica.
En síntesis, la vida de las comunidades y sujetos
afrodescendientes, en el contexto de la globalización y el modelo
de desarrollo neoliberal, sigue estando fuertemente marcada por
lógicas de inequidad y exclusión (Restrepo y Castro, 2001), por
relaciones de hegemonía y subalternidad (Menéndez, 1994),
por unas relaciones interculturales con la sociedad occidental
225
signadas por la dominación y la sujeción.
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
226
los ponderados en el neoliberalismo: individualidad, preeminencia
del mercado, recorte del gasto público y consecuente descuido de
las políticas sociales, así como la proscripción y estigmatización
del Estado y sus instituciones (Díaz y Maingón, 1999; Laurell,
1999; Nieto, 1997).
Por otra parte, es necesario y urgente que los ciudadanos, y
para el caso particular las comunidades negras, hagan conciencia
y contradicción de la normalización en relación con la salud y
su atención, es decir, resistirse a la premisa de que «la gente
parece aceptar más fácilmente ahora que es natural pagar por
lo que se consume y que la atención médica no es un derecho
sino algo que se compra en el mercado» (Hernández, 2002: 7).
En este marco de ideas, es usual escuchar cómo los pobladores
de Buchadó se cansan de tener que rogar por una cita médica,
por la apertura de una agenda, por el logro de la autorización
de un medicamento, un examen o un procedimiento, la entrega
de los viáticos para el traslado a otros niveles de complejidad
en las ciudades intermedias: Apartadó, Quibdó o Medellín; y así
una larga lista de las omisiones y las carencias de un sistema de
salud que dificulta la posibilidad de vivir bien, con la salud como
centro.
También, es frecuente observar entre los interlocutores afro
cómo, tras los múltiples y reiterados bloqueos para la atención
en los servicios de salud, se agota la persistencia y dimiten del
reclamo de su derecho a la salud, debido al descomunal aparato
burocrático, corrupto y desconocedor de lo humano, de las
nociones de derecho y dignidad, y que esencialmente recusa las
consideraciones de diversidad cultural, enfoque diferencial, o bien
la aplicación de una atención y cuidado culturalmente adecuado.
Ante tal panorama, quedan para los sujetos y comunidades
negras dos vías: satisfacer las necesidades en salud accediendo
227
a formas privadas disponibles en el mercado, bien sea de tipo
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
228
de la atención en salud como, en general, de las condiciones
materiales de vida dignas.
Una oportunidad para el pueblo afrodescendiente es integrarse
de modo perentorio en la movilización y participación social, la
cohesión y lucha conjunta, la confrontación y la propuesta por
un modelo de desarrollo y un sistema de salud en el cual se
sitúe la vida como esencial, y la calidad de vida y el logro de la
salud como derechos, más allá de la capacidad de pago o de la
asistencia mínima.
En un contexto estructural, de país y de región, en el que se
constata la reiterada omisión de las particularidades culturales,
entre ellas las afrodescendientes, es necesaria la generación
de propuestas que avancen en la articulación de las visiones
oficiales y no oficiales en el campo de la salud. Sin embargo, lo
anterior no sugiere o desconoce las necesarias transformaciones
políticas, económicas y socioculturales que posibiliten la
pervivencia de estos grupos, al avanzar en la superación de la
fricción interétnica que caracteriza las relaciones entre el pueblo
afrodescendiente y el resto de la sociedad nacional.
En tal sentido, y reconociendo la existencia en la población
estudiada de un latente pluralismo médico representado por
la articulación de diversas prácticas terapéuticas –biomédica,
tradicional y casera–, así como la necesidad urgente de adecuar
los servicios de salud a sus estilos y modos de vida; el campo de
la salud intercultural bien puede fungir como alternativa posible
de solución a las tensiones que refieren los afrodescendientes
con el sistema de salud colombiano.
La salud intercultural se refiere a la articulación de sistemas
médicos –occidental, tradicional, de autoatención, alternativo,
etc.–, con el fin de actuar de manera equilibrada entre las creencias
y las prácticas culturales diversas, que están relacionadas con
229
las concepciones de salud y enfermedad; todo ello tendiente
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
230
de Bolivia, Ecuador, México, Chile, y de manera aún incipiente
Colombia (OPS, 2009; Alarcón, Vidal y Neira, 2003).
Siguiendo lineamientos de salud intercultural en contextos
étnicos de la Organización Panamericana de la Salud –OPS–
(2009), algunas estrategias tendientes a la adecuación cultural
de los servicios de salud dirigidos a la comunidad de Buchadó,
y en definitiva para otras comunidades afrodescendientes,
deben basarse necesariamente en el respeto por su cultura y
sus prácticas terapéuticas. Para ello es central la cualificación y
sensibilización del personal y las instituciones de salud ante los
modos de vida de las comunidades negras, la capacitación en
estrategias de relación médico-paciente, y actividades educativas
guiadas por los principios de la interculturalidad y la aplicación
del enfoque diferencial étnico. También se deberán privilegiar
acciones que permitan minimizar los bloqueos de acceso a los
servicios de salud; por ejemplo, descentralizando la atención a
través de la implementación de un modelo de Atención Primaria
en Salud o, en su defecto, la realización periódica de actividades
extramurales, las cuales operen con insumos médicos y personal
de salud suficiente, y con la articulación de los agentes de
salud tradicionales en los equipos primarios, como por ejemplo
parteras, médicos tradicionales y promotores.
Todo lo anterior deberá contar en todas las fases con la
participación y aval de las comunidades y las autoridades
afrodescendientes, ya que la salud intercultural se guía en la
corresponsabilidad, la valía de los conocimientos y terapéuticas
no biomédicos, y la adecuación de los servicios de acuerdo a la
cultura de los pacientes y sus entornos.
En todo caso, se conviene con Menéndez (1994) al considerar
que el mejoramiento del acceso y la prestación de los servicios de
salud a la población afrodescendiente del Atrato Medio antioqueño,
231
y en general del país, debe trascender la mera articulación de
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
232
Agradecimientos
233
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237
Parte 3:
Pueblo afrodescendiente y conflicto armado en Colombia
«De quién es la tierra»
Alabao:
Estrofa:
Muy temprano en la mañana,
se levantaba Josué,
soñando con las mismas ganas
de cultivar la vida que era de él.
Coro:
Pero llegó la mañana
y trajo consigo el dolor.
Tiros, gente asesinada,
llanto impotente,
¡Ay por Dios!
Rap:
Hablado:
Coda:
247
tocó salir huyendo de mi tierra, porque los actores armados me
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
248
Cuando llegamos a esta selva de cemento mis hijos estaban
sorprendidos y en su lengua me decían: «¡Ay nooo mami, ese
plátano vale mil peso’, nooo eso está muy caro!». Porque saben
que cuando estábamos en el campo comernos un plátano no
costaba nada, por lo menos en términos monetarios, y además
cualquier vecino, si una no tiene sembrado, le regala una gaja o
hasta un racimo.
Antes de ayer me sentí supremamente frustrada, en la noche
no pude dormir, toda la noche estuve preguntándome a mí misma:
¿Cómo hacemos para parar la guerra? ¿Qué más tenemos que
padecer? ¿Cómo estará la gente que vive en la zona alta del
municipio de Suárez y Buenos Aires, o «la Montaña», como
cariñosamente decimos nosotros?
Lamenté profundamente la muerte de los militares, porque
desafortunadamente son nuestros hermanos, primos o sobrinos
que por no tener oportunidades para ir a una universidad, o no
tener un trabajo digno, la única opción que les queda es irse a
combatir en una guerra que no es de ellos, que ni siquiera saben
por qué empezó. Muchos dicen que es para defender la patria, y
yo me pregunto: ¿Cuál patria?, ¿la patria de quién?, si desde la
esclavización hasta hoy las diez familias que se creen herederas
de la Corona española han ostentando el poder económico en
este país, y han hecho lo que han querido con nosotros. Nos han
llamado salvajes, esclavos, incivilizados, minorías, montañeros,
etc. Y todo eso les ha servido para justificar el negocio de la
guerra.
Es por eso que los medios de comunicación hablaron ayer
todo el día de los « héroes de la patria», que en realidad
son campesinos que usa el Estado para cuidar los intereses
económicos de las diez familias. Mucha gente diciendo, con
un odio profundo que salía desde sus corazones, «señor
249
Presidente, debe ordenar los bombardeos».
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
250
medios de comunicación desinformativos. Tener la cárcel más
grande de América Latina en Jamundí tampoco traerá la paz.
La paz implica el respeto a la vida y a los territorios ancestrales
de las comunidades afros, indígenas y campesinas; implica que
en Colombia exista la universidad más grande de América Latina,
donde a los estudiantes no se les saque de los salones de clase
por no tener con qué pagar el semestre. La paz implica que en
Bogotá y en Colombia no nos maten por ser negros o indígenas.
La paz implica que los políticos no se roben la plata de la salud;
que las mujeres podamos ser respetadas en nuestros derechos;
que no seamos torturadas, abusadas sexualmente; implica
autonomía, respeto a la diferencia, a los saberes ancestrales.
Implica la discusión y trasformación del modelo de desarrollo,
que en últimas ha sido el causante de tanta guerra, no solo en
Colombia sino en el mundo.
251
Centro de Documentación y Memoria Afrodescendiente «Cuito Cuanavale»
Etnia y guerra: relación ausente en los estudios
sobre las violencias colombianas38
256
«Ley 70 de 1993». El Convenio 169 de la OIT figura en relación
con una consulta previa que realizó el pueblo barí (p. 589), mas
no a propósito de la imprescriptibilidad, inembargabilidad e
inalienabilidad de los territorios ancestrales de las comunidades
negras. A los consejos comunitarios los asocian con los que el
expresidente Álvaro Uribe Vélez hacía cada semana, pero no con
las entidades democráticas responsables de la salvaguardia de
territorios colectivos, cuya ancestralidad legitimó la ley 70 de
1993, dando lugar a lo que el historiador Óscar Almario cataloga
como la reforma agraria pacífica más significativa en la América
Latina de la segunda mitad del siglo xx.
La siguiente indagatoria fue por algunos de los escenarios
del crimen que –recogiendo consensos de otros académicos
y voceros de las comunidades– el historiador citado denomina
«genocidio-etnocidio», con móviles de limpieza racial. En el
Chocó, sin coincidencias para Alto Baudó, Cacarica, Juradó y
Truandó, aunque sí aparecen ciento treinta ejecuciones fuera
de combate y trece desplazamientos masivos en Curvaradó y
Jiguamindó (p. 592), así como la masacre de Bojayá (p. 477).
En el Pacífico Sur, Guapi, Timbiquí, López de Micay, La Tola, El
Charco, Iscuandé, Magüí-Payán y Barbacoas, sin coincidencias,
y a Tumaco y Buenaventura los incluyen a propósito de
megaproyectos de desarrollo infraestructural y económico (pp.
44 y 171), pero no de aquellos crímenes contra la humanidad
que los paramilitares han cometido en los dos puertos.
La ronda consecutiva fue sobre las exigencias de reparación
étnica, psicosocial y territorial que en 2004 formuló la Corte
Constitucional. La Sentencia T-025 se debió no solo a los crímenes
objeto de la síntesis anterior sino a la indolencia Estatal frente
a ese horror. Como semejante impasibilidad continuaba en el
2009, la misma Corte emitió el Auto 005. «Ninguna coincidencia»
257
volvió a aparecer a propósito de estos dos mojones jurídicos,
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
258
merece responderse. A partir de la Colonia tal relación ha
coexistido con la formación de dominios territoriales, la
extracción del trabajo y la producción de riqueza. Por una parte,
la imposición acelerada de la hegemonía colonial se debió al uso
del terror como mediador de casi todos los nexos entre la minoría
blanca y los llamados irracionales, fueran ellos gente india o
negra (Taussig, 1991: 5). Por otra parte, el comercio triangular
que a partir el siglo xv ligó a Europa con América y África se
fundamentó en la usurpación de los territorios indígenas y en
la desterritorialización simultánea de las sociedades del África
occidental, central y centro occidental (Maya, 1993). Los pueblos
de ambos continentes se resistieron a la pérdida de la libertad y
al exterminio físico, mediante la rebelión abierta, el cimarronaje,
el saboteo a las explotaciones agrícolas, ganaderas y mineras
de los europeos, y la automanumisión (Arocha, 1998: 343).
La reacción de los colonizadores también fue diversa; abarcó
la represión militar, la evangelización o el juzgamiento de los
rebeldes por parte de tribunales civiles o eclesiásticos como los
de la Inquisición (ibíd.).
Sin embargo, la imposición quizás más insidiosa consistió
en un sistema de clasificación y jerarquización social por
castas raciales (Andrews, 1996). Este se concretó mediante
denominaciones precisas de los fenotipos, para dar cuenta de
las distintas formas de mezcla racial y reglamentar las conductas
admisibles para cada estrato (ibíd.). Dentro de este ordenamiento,
pese a tener que ser bautizados y evangelizados, los cautivos
africanos tenían el carácter de bienes muebles, cuya insumisión
los amos podían controlar aplicando castigos físicos y torturas
(Comisión de Estudios sobre la Violencia en Colombia, 1995:
105-7; Maya, 1996). Los llamados códigos negros especificaban
que esas formas de represión eran punibles tan solo en caso de
259
que el esclavizador pusiera en peligro la vida del esclavizado o
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
260
Admitir que todos los colombianos sin excepción tienen los
mismos derechos (…) ha sido traumático y difícil de asumir
en la práctica de las relaciones cotidianas, salpicadas de
notorias diferencias de cultura y de fisonomía, diferencias
que a veces se repugnan.
261
en la creación de la sociedad del futuro (Jalata, 1997). Resaltó
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
262
crea para aumentar la permeabilidad fronteriza y, de ese modo,
acceder con más facilidad a los recursos naturales y humanos
de los países del sur (Ribeiro, 1997); la irrupción simultánea de
organizaciones no gubernamentales capaces de sustituir tanto
a poderes estatales como a políticos partidistas (Gianotten y De
Wit, 1997); el surgimiento de nuevas élites en campos como el
tráfico de estupefacientes y armas, cuya concentración de poder
económico parecería no tener antecedentes y estar ligada al
acceso y control de una tecnología de comunicaciones que ha
comprimido la dimensión espaciotemporal (Ribeiro, 1997); y la
pérdida de importancia de la gestión nacional, por la formación
de nuevos tipos de opinión y acción internacional debido a la
integración –vía Internet– de redes de comunidades virtuales
aglutinadas alrededor de temáticas de género, participación
ciudadana, derechos humanos y defensa del medio ambiente
(ibíd.).
Fundamentalismo cultural
Dentro de este panorama, y para el caso europeo, Verena
Stolcke (1995) ve con preocupación cómo la retórica del
«fundamentalismo cultural» suplanta el discurso racista como
medio de exclusión étnica. Retomo la aproximación de ella,
por cuanto creo que en nuestro medio somos testigos de la
popularización de esa forma de esencialismo, pero ya no desde
la derecha391:
263
inconmensurabilidad [y además exalta las] identidades y
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
264
histórico-cultural, y a que se le desconozca esa identidad a
quienes no ejercen la militancia étnica (Stavenhagen, 1988,
1989). Sin embargo, también es posible identificar y describir
otros rasgos que permiten documentar –desde «afuera»– qué tan
diferenciado es un pueblo y cómo su autoconciencia étnica puede
no tener valores constantes sino estar sujeta a desactivaciones,
reformulaciones e innovaciones, según momentos de represión,
discriminación o participación democrática (ibíd.; Croucher,
1996).
En apoyo de mis argumentos, presentaré datos
etnohistóricos y etnográficos provenientes del proyecto titulado
«Los baudoseños: convivencia y polifonía ecológica»40, cuyo
objetivo principal consistió en combinar los métodos de la historia
natural con los de la historia cultural, para comprender, describir
y reforzar los patrones de convivencia interétnica y ambiental
que los afrodescendientes venían evolucionando en el Chocó
biogeográfico, por lo menos durante los últimos doscientos
cincuenta años.
265
de las relaciones entre etnicidad, discriminación sociorracial y
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
267
articulado constitucional que pusieran a la nación en el camino
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
268
de los pueblos indígenas, y el transitorio 5544 sobre derechos
comparables para las «comunidades negras».
Desde el punto de vista de la etnicidad y el conflicto, el esfuerzo
de la Comisión para la Superación de la Violencia, resaltado por
Sánchez, representa un retroceso, si se lo compara con el del
equipo que él presidió. Fue creada durante la administración del
presidente Gaviria para hacer el seguimiento de los acuerdos de
paz con el Ejército Popular de Liberación y con el Movimiento
Armado Quintín Lame. El libro que publicó –Pacificar la paz–
se enmarca en un fundamentalismo cultural que marcha en
contravía del pluralismo de Colombia: violencia y democracia.
Mientras que este reconoce la etnicidad de los indígenas,
afrocolombianos y algunos grupos campesinos (1995: 105-33),
Pacificar la paz tan solo lo hace para los amerindios. Áreas
de confluencia étnica como la zona plana del norte del Cauca
(Comisión para la Superación de la Violencia, 1992: 83-92 y 195-
212), el Chocó biogeográfico risaraldense (ibíd.: 66-75 y 217-24),
Urabá (ibíd.: 32-43 y 233-44) y secciones de la llanura Caribe
(ibíd.: 21-31 y 212-17) figuran sin que sus pueblos ancestrales
de afrodescendientes sean denominados siquiera como
«negros», «gente negra» o «comunidades negras». El problema
no radica tan solo en el ocultamiento de la identidad de esos
pueblos sino en el velo que el informe de esa Comisión tiende
sobre las historias de construcción territorial protagonizadas
por los afrodescendientes, las cuales habían sido identificadas
en Colombia: violencia y democracia (1995: 116, 119-20, 121-
44 «Artículo 55 transitorio. Dentro de los dos años siguientes a la entrada
en vigencia de la presente Constitución [4 de julio de 1991], el Congreso
expedirá, previo estudio por parte de una comisión especial que el Gobierno
creará para tal efecto, una ley que le reconozca a las comunidades negras
que han venido ocupando tierras baldías en las zonas rurales ribereñas de
los ríos de la Cuenca del Pacífico, de acuerdo con sus prácticas tradicionales
de producción, el derecho a la propiedad colectiva sobre las áreas que ha de
demarcar la misma ley…» (ibíd.: 166).
269
23 y 123-24): los mecanismos de coexistencia no violenta que
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
270
que introdujo la Constitución de 1991 en cuanto a la territorialidad
de los pueblos étnicos merecía un enfoque que jamás apareció
en Pacificar la paz. Desde julio de 1991 eran previsibles puntos
de choque que no figuran en la obra que comento. Tal es el
caso del «saneamiento» de resguardos, que se complicaba si
los afrocolombianos podían demostrar la ancestralidad de su
dominio territorial. Dentro de la misma filosofía, la ampliación o
creación de nuevos resguardos no podría seguir realizándose
en ausencia de consensos sobre los linderos de los territorios
ancestrales afrocolombianos.
Hábitos excluyentes
A diferencia del fundamentalismo cultural europeo, la versión
colombiana no surge como reacción al incremento por oleadas
de inmigrantes extranjeros, sino que se ha ido construyendo
desde la Colonia, y hoy, aun después de aprobada la Constitución
de 1991, sigue siendo un hábito inconsciente que afecta la
forma como se percibe a los afrocolombianos o como se les
invisibiliza (Arocha, 1998: 348-55). Mientras que los pueblos
indígenas han sido relativamente visibles, los afrodescendientes
o han permanecido ignorados o han sido ocultados (ídem). La
presencia asimétrica de estos dos pueblos se remonta al siglo
xvi, cuando se nombraron corregidores de indios y cien años
más tarde les permitieron vivir en sus territorios ancestrales
y gobernarse mediante sus autoridades tradicionales, con la
intención de protegerlos como tributarios de la Corona española
(ibíd.). Otro siglo más tarde, la lucha de ellos por convertir los
resguardos y cabildos en espacios para el afianzamiento étnico
recibiría un hálito gubernamental, con la aprobación de la ley 89
de 1890 (ibíd.). En el marco integracionista, cuya consolidación
consistía en la Constitución de 1886, la ley 89 fue la excepción
271
que permitió el derecho a la diversidad indígena (ibíd.). A su vez,
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
272
Invisibilidad con efectos territoriales
Veinte años después de ese comienzo, los emberas del
resguardo de Juradó solicitaban la ampliación de su territorio,
en medio de crecientes tensiones con los afrochocoanos de
la misma región y con los madereros «paisas». Fundamental
para esa solicitud era el documento «Formas de uso, dominio
y posesión territorial de los indígenas de Juradó» de Alberto
Achito Lubiaza. Fue presentado al Incora por la Organización
Regional Embera-Waunán (Orewa), como parte del estudio
socioeconómico que se requiere para iniciar una reclamación
de tierras. Sus páginas atestiguan la forma como ese adalid
indígena se apropió de los métodos y técnicas desarrollados
por la investigación antropológica. Achito transcribe varios mitos
que nombran el alma embera y los conocimientos indígenas en
cuanto al manejo de aquella variedad de animales y plantas que
hoy llamamos biodiversidad. Sin embargo, lo más importante
son las referencias, primero, a los mojones que los emberas
utilizan para demarcar su territorio; segundo, a los no indígenas
que habitan dentro de ellos; tercero, a las épocas en las cuales
llegaron estas últimas personas, y cuarto, a aquellos años cuando
los indios tuvieron que irse de allá. Todo esto está sustentado
mediante mapas que no se anexan al documento consultado,
pero cuyo texto dice que data de 1940.
Recibido el documento de Achito, el llamado «profesional de
indígenas» del Incora hizo la traducción de los hitos territoriales
que figuraban en las narrativas de los emberas al lenguaje de
los cartógrafos y topógrafos, formulando a renglón seguido
peticiones para expandir la territorialidad india. Sin embargo, en
los documentos preparados por ese funcionario no se evidencia
un profesionalismo comparable para identificar la problemática
de la gente negra. No cotejó la información de la mítica embera
273
con otras fuentes, ni enunció pregunta alguna a los señores
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
274
entre historia, cultura y contexto ambiental.
De haber sido de otro modo, no estaríamos ante conflictos
como el del Alto Andágueda. Según informaciones del Procurador
para Asuntos Agrarios y Ambientales del Chocó, el resguardo
fue constituido a finales de los años 70 con tres pueblos
afrochocoanos metidos en sus entrañas. Hoy sus habitantes
llegan a las 5000 almas, superando así el número de indígenas
del resguardo46.
Precisé el sentido de las palabras del procurador, examinando
la resolución n.° 185, mediante la cual en 1979 el Incora dio
vida al resguardo. El documento muestra cómo los peritos que
visitaron el área sí tomaron nota de la existencia de los pueblos
afrochocoanos de Piedra Honda, San Marino y Churima. Sin
embargo, no los describieron mediante la batería de técnicas
etnohistóricas, demográficas y etnográficas con las cuales se
valieron para realizar el «estudio socioeconómico» sobre los
indígenas que figuran en la resolución. En consecuencia, no
dicen cuántos campesinos o mineros afrochocoanos había, ni
cómo ni cuándo habían sido introducidos para explotar las minas
de oro. Se limitaron a afirmar que allá confluía «una importante
población negra dedicada a la minería rudimentaria».
275
Ocultamiento y «saneamiento» de resguardos47
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
276
para defender los intereses de los indígenas, en este caso, se
convertía en obstáculo para que tomara forma una solución
ideada por ellos mismos, en aras de disminuir la tensión creciente
en sus relaciones con los afrodescendientes. Entonces, para
éstos últimos, tan solo quedaba un callejón con la salida usual:
la compra de mejoras48.
277
También podría objetarse el absolutismo de la norma de
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
278
de la compleja historia de la Colonia en el Chocó. En efecto, para
1720 las emigraciones de «libres» desde los distritos mineros de
Citará y Nóvita comenzaron a aumentar. «Libre» es el etnónimo
que adoptaron los afrocitareños y afronoviteños a medida que,
mediante los ahorros logrados mazamorreando domingos y
feriados, compraban de sus amos las cartas que los acreditaban
como «libertos» (Jiménez, 1996; Maya, 1996). Una vez lograban
esa condición, buscaban refugio en riberas no auríferas, como
las del Baudó (ibíd.).
Es importante relevar que –al mismo tiempo– los españoles
avanzaban en su política de reducir y trasladar indígenas para
que se ocuparan del transporte de mercancías y de la producción
agrícola que requerían las explotaciones auríferas de los distritos
que he mencionado (Maya, 1993; Vargas, 1993). Entonces,
ocurrían dos movimientos poblacionales de rutas similares, pero
de signo opuesto: desde Nóvita y Citará hacia refugios ribereños
y selváticos, por parte de libres, y desde estos refugios hacia
Nóvita y Citará, por parte de indígenas (ibíd.). Teniendo en mente
esos dos desplazamientos, surge la pregunta referente a la
responsabilidad eticopolítica que le puede competir al funcionario
o al asesor indianista al hallar que los libres pudieron llegar a
territorios que en su momento estaban vacíos de indígenas.
Esa persona, ¿aceptaría el argumento referente a que en tal
contexto histórico los libertos pudieron haberse percibido a sí
mismos como «primeros pobladores» de esa área específica?
Esto de que los primeros pobladores de lo que hoy es América
fueran los descendientes de la gente del norte de Asia se sigue
cuestionando. En una reunión académica que patrocinó la
Unesco con el título de Contribución Africana a la Cultura de
las Américas, el académico afrobrasileño Abdías do Nascimento
volvió a reseñar la evidencia empírica sobre las migraciones
279
desde África hacia América que tuvieron lugar antes del siglo xv.
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
280
yo sabía que, en calidad de nieto de una mujer indígena, él se
ha preciado del legado cultural embera que porta y de haberle
insistido a sus hijos que practiquen el idioma de su bisabuela.
Personas como don Orlando habrían figurado como «zambos»
en la terminología pigmentocrática de la Colonia. Enseñan
que indios y negros han creado lazos de convivencia dialogal
no solo haciendo alianzas de fraternidad espiritual, como el
compadrazgo, sino estableciendo nexos matrimoniales. Por eso
un mes más tarde, en la misma localidad de Boca de Pepé, fue
predecible encontrar a un hombre de cabello ensortijado y piel
negra, portador del apellido Achito, uno de los más reconocidos
entre la gente embera. También se identificó el caso contrario de
unos emberas apellidados Manyoma. Estas familias están ligadas
al resguardo de Querá, el cual tiene que incorporarse al mapa
de las entidades territoriales susceptibles de «saneamiento».
Dentro de esa cartografía figuran otros lugares, como San José
de Pató, cuya confluencia interétnica está documentada en el
Archivo General de la Nación desde mediados del siglo xviii.
Ante el avance del «saneamiento» de resguardos indígenas,
¿qué podrá pasar con las familias que menciono y con los
territorios construidos por ellas?, ¿cómo aplicar las leyes sin
desmembrarlas?
En el Chocó biogeográfico, la «bietnia» no solo es un fenómeno
territorial sino espiritual, conforme lo atestigua el culto a la Virgen
de la Pobreza, santa patrona de Boca de Pepé. El lienzo sobre
el cual se apareció su figura fue encontrado por emberas de
Querá y hoy es adorado por ambos pueblos (Serrano, 1996).
Dos cañones y una campana acompañaban la aparición (ibíd.).
Como la deidad controla las tempestades, para amainarlas
o arreciarlas, es difícil no percibir un posible parentesco con
Ochún, máxime si se tiene en cuenta que la Fiesta de la Pobreza
281
coincide con la del día en que los afrocubanos celebran a ese
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
282
clase de alternativas permitiría reducir las posibilidades de que
desaparezcan las fronteras fluidas que a lo largo de la historia se
han reteñido o atenuado, dependiendo de la época del año o los
años (Losonczy, 1993), las cuales comienzan a ser sustituidas
por las que rigen desde el siglo xviii para la gente india de los
Andes.
El tendido de cercas que hoy se impone no ha sido del Chocó
y se ha hecho con tales asimetrías que, cuando la ley 70 esté
reglamentada en su totalidad, la gente negra tan solo podrá
reclamar títulos colectivos sobre menos del 10 % del Chocó,
pese a que su población suma casi el 90 % de los habitantes
(Sánchez, Rendón, et ál., 1993: 124-25). Hasta ahora la
repartición de las tierras ha favorecido a los indígenas, a los
parques y reservas naturales y a los particulares, con cerca del
90 % de las extensiones (ibíd.).
283
que también se construye en Tribugá, e interactúa con Santa
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
El mañana
Otro evento que marca el punto de no retorno ha consistido
en los cientos de familias, quienes, entre diciembre de 1996
y enero de 1997, despavoridas por los enfrentamientos entre
el Ejército y la guerrilla, huyeron del Bajo Atrato hacia Mutatá,
Pavarandó y Panamá (Padilla y Varela, 1997: 16-19). Además
de la tragedia implicada por la emigración forzosa, la severidad
de estos hechos tiene que ver con la proximidad entre la zona de
combate y el curso medio del río Truandó. Allá, con todo y que
hay puntos de incalculable interés para las empresas madereras,
en marzo de 1997 el Incora otorgó los primeros títulos colectivos
a comunidades negras sobre cerca de 70 000 hectáreas. A los
285
pocos días cayó abatido por las balas el presidente de uno de
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
286
embargo, la ilusión se desvanece debido a la exclusión que ese
trabajo hizo de pueblos afrodescendientes con una larga y bien
documentada tradición de luchas étnicoterritoriales, comparable
a las de los indígenas que la obra sí resalta. Me refiero a gente
negra, como la de la zona plana del norte del Cauca, entre las
áreas acerca de las cuales no puede haber ambigüedades en
lo que respecta a su pertenencia al objeto de análisis de esos
expertos.
He sostenido que esa manera de editar la realidad corresponde
a un arraigado patrón de fundamentalismo cultural, generoso
con los amerindios pero excluyente del panorama étnico
afrocolombiano. Me he ocupado de ese patrón, más allá del
informe de la Comisión para la Superación de la Violencia, porque
tiene potencial para escindir a pueblos étnicos confluyentes,
como sucede en el Chocó biogeográfico. De hecho, su aplicación
por parte de oficiales gubernamentales y las ONG vinculadas a
las organizaciones de la base étnica no ha coadyuvado a que
ambos pueblos converjan en una unidad de intereses territoriales.
La conformación de un bloque común permitiría contrarrestar la
usurpación de territorios ancestrales a manos de inmigrantes
caribeños y andinos, de nuevos monopolios agroindustriales,
mineros, madereros y pesqueros, y de especuladores de finca a
raíz que proliferan a medida que avanza la interconexión de esa
parte del país con los Andes: el proyecto de construir el canal
interoceánico Atrato-Truandó y la prolongación de la carretera
Panamericana hacia Panamá.
A la aplicación del fundamentalismo cultural por parte de
funcionarios estatales y ONG, debe agregarse el interés de
ambos por entrenar a los miembros de las organizaciones de
base para que se conviertan en interlocutores eficientes ante
las agencias del Estado, de modo tal que agilicen la prestación
287
de servicios. Descuidan así los «diálogos horizontales» que
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
El hoy
Un mañana distinto parecería volverse hoy, debido al proceso
de paz que representantes de las FARC-EP y el Gobierno del
presidente Juan Manuel Santos negocian en La Habana desde
noviembre de 2012. Parte esperanzadora de ese trayecto ha
sido el cese unilateral del fuego que esa guerrilla inició el 20 de
288
julio de 2015. Infortunadamente, a las tres semanas, miembros
de ese mismo grupo ejecutaron a Genaro García, representante
legal del Consejo Comunitario de Alto Mira y Frontera, sobre los
límites de Nariño y Ecuador. A las veinticuatro horas del asesinato,
el Consejo Nacional de Paz Afrocolombiano (Conpa) le urgió a
la Cumbre Agraria, al Frente Amplio por la Paz, a Clamor por
la Paz y a Diálogo Intereclesial por la Paz para que visitaran
«[de] inmediato Tumaco, habl[aran] con l@s integrantes de la
Junta del Alto Mira y Frontera y de otros Consejos Comunitarios
[y] present[ara]n un informe sobre [la muerte de ese líder]». En
adición, objetaban la manera como organizaciones formadas por
las FARC, de manera sistemática, desconocían la territorialidad
ancestral de las comunidades negras de la región, así como su
autonomía política, representada por los consejos comunitarios
de esa región fronteriza con Ecuador54. El 24 de agosto, Pablo
Catatumbo informó que la columna móvil Daniel Aldana de las
FARC había sido responsable del asesinato de Genaro García
y aseguró que el Secretariado de la organización impartiría los
castigos que considerara pertinentes55.
No obstante el compromiso expresado, quedó pendiente lo
relativo a los derechos territoriales y políticos que ampara la ley
70 de 1993. Una esperanza a favor de saldar ese faltante ha
sido el Pacto de Justicia con las FARC, en cuyo séptimo punto
se lee que serán «sujetos de especial protección, y que merecen
una reparación y protección especial, los pueblos indígenas, las
comunidades afrodescendientes y otros grupos étnicamente
diferenciados: los campesinos, los más pobres, las personas
en condición de discapacidad, las personas desplazadas y
refugiadas, las niñas, niños y adolescentes, las mujeres, la
54 http://www.elespectador.com/opinion/los-afros-no-tienen-facil
55 http://www.elespectador.com/opinion/explicaciones-pendientes
289
población LGBTI y las personas de la tercera edad»56. Como ese
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
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295
Centro de Documentación y Memoria Afrodescendiente «Cuito Cuanavale»
Los derechos colectivos de la comunidad negra entre el
crecimiento económico y el posconflicto
Presentación
299
esta calificación a una categoría política más que social y
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
300
negociación de la paz en Colombia, es una entrada necesaria al
decenio, que requiere ser ilustrada y establecida como parte de
la agenda del movimiento social, ante el hecho de no haber sido
incluidos en los diálogos de paz en La Habana.
301
quienes «jalonan» la economía pueden generar empleos al resto
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
302
Las cifras de tenencia o distribución de la tierra en escalas
de propiedad, según UAF57, hacen evidente la gran
concentración de hectáreas en predios de gran propiedad.
Para 2009 se observa que mientras el 10,5 % del total
de hectáreas están en la categoría de microfundio, y
corresponden al 80,5 % de los predios y al 78,3 % de los
titulares de derechos, el 52,2 % de hectáreas están en la
gran propiedad y se distribuyen en el 0,9 % de los predios
y el 1,1 % de los propietarios/poseedores (Tabla 1.1). A
la pequeña y mediana escala de UAF le corresponden,
respectivamente, 19,1 % y 18,2 % de las hectáreas, 13,7
% y 5 % de los predios, y 14,7 % y 5,8 % de propietarios/
poseedores (Acción Social…, 2010: ).
303
Tabla 2. Porcentaje de propietarios/poseedores en el total
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
304
a expensas del derecho fundamental a la participación en las
decisiones que les afecta y los derechos territoriales de grupos
étnicos, como también el derecho a la tierra de las comunidades
campesinas. Algunas medidas administrativas en torno al valor
comercial de la tierra orientada al crecimiento económico se
diseñaron en detrimento de los más vulnerables.
305
como inconstitucionales, por no haberse cumplido con el derecho
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
306
Mapa 1
307
afrocolombiana que la coloca en situación de mayor
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
58 Ver PCN, Afrodes, CNOA, et ál., 2004; PCN, 2007; Acnur, Afrodes, y
Conferencia Nacional Afrocolombiana, 2007: 25-26.
308
Gráfico 1. Estimativo de indígenas y afrocolombianos
desplazados de sus territorios entre en 2001 y 2006
310
… luego de evaluar la inversión necesaria para que esta
tierra empezara a producir, se decidió reconsiderar el
proyecto y tomar la decisión de entregarla al sector de los
empresarios, comprometiéndolos con la generación de
empleo y la construcción de obras de infraestructura en el
sector. […] Para lograr la productividad de estos terrenos
es necesario invertir cerca de 200 mil millones de pesos,
dinero que no tienen ni el Gobierno ni los desplazados. […]
Tenemos derecho a corregir para buscar el beneficio de
los colombianos (Arias, 2008).
311
Social, entre 1997 y 2007, fue de 519 702 familias desplazadas.
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
312
autoridad, confluyendo en las dinámicas sociales y productivas
de las familias extensas bases en el sistema de poblamiento.
Algunos antropólogos y algunas antropólogas hablaron de
la matrilinealidad en las familias de las comunidades negras
tradicionales, pero no es esta la relación en el sentido más
ortodoxo del concepto, es el rol que cada uno mantiene por el
manejo del conocimiento en los espacios de uso y socialización,
como resultado también de la responsabilidades asignadas
y heredadas de los oficios esclavistas, pero reconfiguradas
desde un proyecto de ser, heredado y complementado en
solidaridad y en lucha conjunta, frente al proyecto libertario de
autorreconstrucción y autorreparación.
Es desde estas bases históricas y de poblamiento que se
configura el proyecto político cultural, el ejercicio del ser negro/
negra en la construcción de la territorialidad, proyecto basado
en las relaciones complementarias entre luchas y re-existencias
de identidades como un mecanismo de reconfiguración
permanentemente desde lo negro como condición histórica.
Por eso, en la construcción del principio político del derecho a
ser, el ejercicio de la defensa del territorio es un ejercicio que
toma distintas dimensiones del control social sobre el territorio,
como una relación consciente de la necesidad de mantener la
ocupación y el uso del territorio desde todos los ámbitos, y los
papeles de género y generaciones dentro del territorio. En este
sentido, una de las principales preocupaciones de un sector del
movimiento social afrocolombiano –Proceso de Comunidades
Negras, PCN– ha sido la pérdida del territorio por la pérdida de
saberes y usos tradicionales, asociados a la erosión y pérdida
del territorio. De ahí que la recuperación de las prácticas de
bienestar desde lo propio, entendido como la satisfacción de las
necesidades básicas desde el uso y manejo del entorno por el
313
desarrollo de conocimientos sobre los recursos naturales y sus
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
314
económicos y políticos que junto a otros megaproyectos se
vienen abriendo espacios territoriales, muchos de los cuales se
han impuesto a sangre y fuego, como la expansión de la coca
para usos ilícitos. De ahí que la presencia de actores armados
fuera de la ley se presenten en la región ligados no solamente
al narcotráfico sino también a la expansión de la palma aceitera,
como un proyecto de ocupación territorial, expropiación y despojo
territorial, y en ese despojo hombres y mujeres son afectados.
Algunas mujeres de la dinámica organizativa del PCN han
señalado que la guerra también es machista y, en ese mismo
sentido, cruel y estúpida. Porque su disputa por el territorio ha
hecho énfasis en la aniquilación de los hombres y en la violación
y hostigamiento de las mujeres. De esta manera, la afectación
al tejido social y colectivo empieza por el desmembramiento de
la familia, la pérdida de los hombres y de los hijos, situación que
es común al desplazamiento. En este contexto de conflicto, los
nuevos cimarronajes aparecen como estrategias comunitarias
de resistencia y re-existencia, incluyendo el derecho a ser
comunidad negra, sujeto colectivo de derechos como grupo
étnico.
En el discurso de la restitución y la reparación que Colombia
está manejando oficialmente, se observa con preocupación cómo
se tiende a desaparecer al sujeto y sus derechos colectivos. Ya
el sujeto no es la comunidad negra, este sujeto se ha sustituido
por los desplazados y las desplazadas, por víctimas individuales
y colectivas, pero el sujeto negro re-construido como grupo
étnico ha desaparecido aun de los informes de los organismos
de los derechos humanos, y esto implica reducir el papel de
los líderes, disolver su lucha por el derecho al territorio, en el
papel de desplazados con algunas garantías individuales como
personas en riesgo, pero no como colectivos desposeídos de su
315
territorialidad.
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
316
el derecho fundamental al territorio, no nos permitirán hablar de
un verdadero reconocimiento de la diferencia, y especialmente
de la autonomía. Mucho menos cuando se presenta como acción
afirmativa la inclusión de la población afro y las comunidades
negras en programas de bienestar social que constituyen una
obligación del Estado social de derecho y no un reconocimiento
del derecho a la diferencia y a la autonomía, para lo cual se
requiere del pleno goce del derecho fundamental al territorio.
Sin territorio no existe la posibilidad de un proyecto
autonómico para el fortalecimiento de un sujeto colectivo de
derechos especiales, autodeterminado, diverso y culturalmente
diferenciado.
La situación de conflicto, y la afectación desproporcionada
de sus derechos, generan riesgos estructurales que dificultan la
pervivencia misma de los pueblos como sujetos especiales de
derecho y como expresión de la diversidad cultural de la nación.
El despojo de las condiciones y medios básicos de vida dejan
sin soporte el proyecto y plan de vida a futuro de los pueblos.
De ahí que sea necesario llamar la atención sobre los aspectos
estructurales en riesgo, por cuanto la prevención, como la
reparación y restitución de los derechos, deben hacer énfasis en
estos aspectos.
317
cualquier alusión a los pueblos indígenas y afrodescendientes
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
318
Mapa # 2 Proporción de personas que no consumieron
algunas de las tres comidas básicas uno o más días de
la semana.
319
y las comunidades campesinas, que no excluye la participación
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
320
no constituye en el contexto del conflicto social y armado un
avance significativo en las situaciones de hecho. Los avances
más relevantes están en la re-significación y en la recuperación
de la dignidad de las luchas, tanto de comunidades negras como
de pueblos indígenas que celebran el reconocimiento de sus
demandas y derechos a través de estas sentencias de la Corte
Constitucional colombiana.
321
comunidades negras. Pero los temas más controvertidos para
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
1. El territorio
322
El territorio de los pueblos indígenas y comunidades negras
es base de su identidad e integridad cultural, comprende
dimensiones tanto naturales como culturales y materiales; es la
fuente de sus vidas, de su existencia cultural, física y espiritual;
por cuanto la puesta en riesgo del territorio conlleva a la pérdida
de las condiciones necesarias para la sostenibilidad de los
rasgos culturales que definen las particularidades del grupo.
323
De estos 32 pueblos, 18 tienen una población inferior a 200
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
324
4832 personas –0,012 % de la población– (Censo DANE, 2005).
Es deber del Estado colombiano proteger la diversidad cultural
de la nación, representada en las distintas formas y visiones de
sociedad, justicia y desarrollo. Sin embargo, esta pretensión
pluricultural de los pueblos como actores sociales de su propio
desarrollo y autonomía, es aún hoy una apuesta inconclusa
y vigente. La Constitución de 1991 fue una oportunidad de
reafirmación de lo propio y una autorrepresentación positiva, como
ruptura de la subordinación, la exclusión y la discriminación. Al
mismo tiempo, constituyó una opción de pensamiento y práctica
política. El periodo del posconflicto, y la nueva agenda, no
pueden desconocer los derechos alcanzados en la Constitución
de 1991.
325
al carácter de la democracia. La ciudadanía es también una
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
Aspectos claves
326
el cual es imposible la pervivencia de los pueblos.
327
violenta;
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
Conclusión
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Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
330
Centro de Documentación y Memoria Afrodescendiente «Cuito Cuanavale»
Parte 4:
Estado, poder y movimiento afrodescendiente
«Devuélveme mi campo»
Intro
De las historias de mi abuelo, de cacería y sembrado,
solo recuerdos han quedado,
solo han quedado recuerdos.
Estrofa I
Cuando la máquina invasora llegó,
con un gran ruido irrumpió.
Y con lo que halló a su paso, con todo acabó (bis)
Estrofa II
Nadie más labró la tierra, nadie nunca más pescó.
Solo se hablaba de oro, de retro y de socavón.
Empezaron las masacres, se formó una tentación,
empezó el desplazamiento y el campo solo quedó.
Coro
El oro baña’o en sangre, no tiene ningún valor.
Si el campo se queda solo, no tiene ningún valor (bis).
Hablado
De ese mar verde que era nuestra selva chocoana, queda muy
poco. La deforestación abarca hoy el 40 %, los ríos pierden su
cauce, las especies se extinguen. Digamos sí a la vida, volvamos
al campo, volvamos a sembrar.
Pregones
Si el campo se queda solo, no tiene ningún valor.
Si está bañado en sangre el oro, no tiene ningún valor.
Si el mercurio y la retro lo acabaron todo, no tiene ningún valor.
No tiene ningún valor, no tiene ningún valor.
339
de la relevancia de esta institucionalidad, donde priman los
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
340
regional y por políticas de equidad étnicorracial de los pueblos
indígenas y afrodescendientes de la costa Atlántica, llegando
hasta la declaración de Ecuador y Bolivia como Estados
plurinacionales en el 2008 y 2009 respectivamente. Estos
cambios fueron en gran medida el resultado de las luchas de los
movimientos de afrodescendientes e indígenas a partir de los 80.
Una constelación de movimientos sociales que se
autodefinía como negro (y/o afrodescendiente) comenzó a
surgir informalmente en Latinoamérica y el Caribe criollo (o
hispanófono) hacia finales de los 70 y comienzos de los 80, y
a rendir frutos organizativos y tener pertinencia política en los
planos locales y nacionales, a finales de los 80 y comienzos de
los 90. En mis investigaciones he encontrado que muchos de
los líderes de los movimientos negros en la región pertenecieron
a la izquierda latinoamericana, pero eventualmente se sintieron
desilusionados con el racismo y el reduccionismo de clase de la
izquierda de hegemonía blanco-mestiza; y, por ende, realizaron
cambios en su identidad política en el momento mismo de la
descomposición del bloque soviético y la crisis del discurso
socialista en general. Los movimientos negros e indígenas
que surgieron juntos en ese periodo emergieron en el contexto
de los llamados nuevos movimientos sociales (ecológicos,
de género, sexuales, culturales, étnicos), que cambiaron las
identidades y culturas políticas, y las formas y métodos de hacer
política no solo en América Latina sino a través del planeta.
Hacia mediados de los 80 hubo una maduración de los efectos
negativos del proyecto neoliberal, que incluyeron, entre otras,
la colonización corporativa de regiones y poblaciones (como la
costa Pacífica de Colombia y el Ecuador, y la costa Atlántica
de Centroamérica), que estaban relativamente fuera de la lógica
del capital y la regulación estatal. En este proceso (en el cual
341
hubo un desarrollo de las identidades políticas y étnicorraciales
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
342
del capitalismo occidental, en su fase neoliberal. Aquí
es importante destacar cómo las ofensivas del capital
trasnacional de elaborar megaproyectos en zonas
relativamente sin explotar, como el Pacífico colombiano
y el Caribe centroamericano, y en la apropiación de
tierras para el agrocomercio y la minería (junto con las
migraciones hacia las ciudades y la exacerbación de las
desigualdades en los medios urbanos), han catalizado el
crecimiento de luchas, movilizaciones y movimientos de
afrodescendientes, que han servido de base para reclamos
de territorio, ecología, etnoeducación, derechos humanos
y culturales, e identidad étnicorracial, constituyendo
un campo de política antirracista a través de la región.
343
que llevaron a la Tercera Conferencia Mundial contra
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
344
las izquierdas afrodescendientes. Argumentamos que dentro
del campo político afrodescendiente en América Latina y el
Caribe también es necesario identificar tendencias de centro,
que denominamos como afroliberales. Aquí no podemos
entrar en un análisis detallado de las perspectivas políticas
e ideológicas en el mundo afro, pero esta es tarea necesaria
para distinguir los significados diversos de las políticas
contra el racismo, la justicia étnicorracial y el poder negro y,
en vista de esto, a qué proyectos históricos le apostamos.
En el contexto de la celebración del Año Internacional
Afrodescendiente en el 2011, se debatieron tres temas clave:
1) La cuestión de la democracia, en vista de la crítica que
se hizo a la celebración de una cumbre de la africanía en
Honduras, auspiciada por un Gobierno golpista; 2) la postura
de las organizaciones afrodescendientes sobre la globalización
neoliberal capitalista, que tanto la afroderecha como la corriente
afroliberal ven como una fuente de recursos y poder, en contraste
con los sectores de izquierda, que entienden el neoliberalismo
como el entorno mundial y regional que orienta programas de
desarrollo para expulsar a las comunidades negras de sus
territorios; a la vez que esgrimen políticas de multiculturalismo
neoliberal que reconocen derechos culturales a los y las
afrodescendientes e indígenas, y hasta denuncian el racismo,
a la vez que mantienen un status quo político y socioeconómico
en el cual la riqueza y el poder permanecen en manos de las
élites blanco-mestizas, que han dominado históricamente en
alianza con el capital trasnacional y los poderes occidentales;
3) la relevancia misma de las distinciones entre derecha e
izquierda para los movimientos sociales afrodescendientes.
Mientras voceros e intelectuales de afroderecha y centro
plantearon el argumento pragmatista de que los movimientos
345
afrodescendientes deben negociar con los Gobiernos a través
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
346
cotidiana del racismo han mermado significativamente para las
mayorías afrodescendientes. Esta es una situación patente a
través de la región, sin dejar de negar los logros relativos, sobre
todo en países donde ha habido trasformaciones históricas.
La brecha entre los discursos y decretos gubernamentales y
la realidad vivida por las mayorías subalternas, es uno de los
desafíos principales de los movimientos sociales. Desde el cambio
constitucional de 1987 en Nicaragua, ha proliferado la retórica
que define a los países como interculturales y multiétnicos, y, en
el caso de Bolivia y Ecuador, plurinacionales. Pero este relativo
reconocimiento étnicorracial ni siquiera ha significado cambios
sustantivos en los currículos eurocéntricos occidentalistas de los
sistemas educativos, y mucho menos trasformaciones profundas
en la redistribución de la riqueza y el poder en las sociedades.
No es sorpresa que el Banco Mundial todavía califique a los
afrolatinoamericanos como «los más pobres de las Américas»,
que las proporciones de estudiantes negros y negras en las
universidades tiendan a ser menores al 3 %, y que ni siquiera
las élites políticas afrodescendientes tengan un pedazo propio
del pastel estatal. Si bien es cierto que el capitalismo neoliberal
ha exacerbado estas brechas de desigualdad, tampoco
podemos negar que los estados denominados «progresistas»,
«posneoliberales», o del «socialismo del siglo xxi» no han
demostrado gran voluntad de cambiar estas condiciones. Las
fuerzas vivas contra el racismo estructural, es decir, contra las
desigualdades históricas tanto económicas como políticas y
culturales (que caracterizan la condición de opresión en la cual
viven las mayorías subalternas afrodescendientes a través de la
región), son los movimientos sociales; tanto los movimiento negros
mismos, como la participación de gente afro en movimientos
campesinos, obreros, feministas, urbanos, estudiantiles, etc.
347
El accionar de los movimientos va abriendo brechas en el
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
348
región, pero la mediación del clientelismo y los partidos es mayor
en los Estados neoliberales. Además, en el plano de la política
exterior las políticas antimperialistas han producido frutos, tanto
en la importancia que (primero Cuba y luego Venezuela) le han
dado a las relaciones diplomáticas con el continente africano
y a la solidaridad con las luchas anticoloniales de los pueblos
africanos, como también con el movimiento negro de los EE. UU.
A partir de la Constitución del 2008, Ecuador aprobó las
mejores leyes del mundo para afrodescendientes, declarándolos
como pueblo, reconociendo derechos sus colectivos al territorio
y la educación, y aclamando las afrorreparaciones en general y
las acciones afirmativas en particular. En el 2010 se fortaleció
la voluntad constitucional, con un decreto presidencial que
sirvió de base para un Plan Plurinacional contra el Racismo y
la Discriminación. Sin embargo, no son muchos los cambios
visibles en la situación del racismo cotidiano ni en la construcción
de un nuevo proyecto de país, donde el pueblo afrodescendiente
tenga un mayor reconocimiento y poder. El Primer Congreso del
Pueblo Afroecuatoriano reunió a representantes de todo el país en
Guayaquil en septiembre del 2012, y elaboraron una plataforma
política que todavía está por servir de bandera para movilizar
a las bases que allí participaron para impulsar sus objetivos.
Colombia, el tercer país de mayor población afrodescendiente
en las Américas (después de Brasil y los Estados Unidos),
es escenario de las mayores disputas en el campo
político afrolatinoamericano. El Primer Congreso Nacional
Afrocolombiano, celebrado en Quibdó, Chocó, en agosto del
2013, como producto de los treinta y cinco precongresos locales
a través del territorio colombiano, reunió todas las tendencias
en el vasto y variado movimiento social afrocolombiano, desde
la afroderecha (tanto de base como de élite) hasta la pluralidad
349
de identidades, comunidades y sectores de izquierda que
lo componen. Las diferencias en dicho escenario se ilustran
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
350
Colombia es muy similar a Brasil, único país de América Latina
donde la mayoría de la población se declara afrodescendiente,
siendo un baluarte tanto de los movimientos sociales negros
como de las políticas gubernamentales de equidad racial.
Como bien planteó Fernando Martínez Heredia en la
conferencia del Centro Juan Marinello en el 2011, «la
profundización del socialismo en Cuba necesariamente tendrá
que ser antirracista». En septiembre del 2012 se organizó un
capítulo de la ARAAC en Cuba, el cual reúne muchas de las figuras
claves activas, tanto en la actividad intelectual como cultural y
política, a favor de la equidad racial y en aras de la valoración plena
de la cultura afrocubana. Más de cincuenta años de sociedad
no capitalista en Cuba, han demostrado tanto avances en la
gestión contra el racismo y por la igualdad como la persistencia
de la desigualdad racial y, por ende, la necesidad de priorizar su
eliminación para cualquier proyecto de liberación. Por eso, si el
concepto de socialismo del siglo xxi tiene algún sentido, más allá
de una consigna sin contenido sustantivo, debería ser antirracista,
además de anticapitalista, antimperialista y antipatriarcal.
En el terreno de lo inmediato; el de la política de lo posible,
que debe estar inspirada por la política de lo deseable, hay tres
emergencias (una de los Gobiernos y dos de los movimientos
sociales) que quiero destacar antes de terminar el presente
artículo: por parte de los Gobiernos, la iniciativa de la Comunidad
de Países del Caribe (Caricom, por sus siglas del inglés) de
impulsar una campaña mundial para demandar justicia reparativa
étnicorracial, con base en los daños causados por la esclavitud
trasatlántica y el racismo estructural (que continuó desde la
abolición hasta hoy); que debe ser uno de los pilares éticopoliticos
a ser abanderados por los movimientos afroamericanos durante
el Decenio Afrodescendiente. En la Tercera Conferencia Mundial
351
contra el Racismo, la Xenofobia y las Formas Conexas de
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
352
desde lo local hasta lo global), y enuncia una clara conciencia
diaspórica y de solidaridad con las luchas de los pueblos
afrodescendientes a través del mundo, como también con una
multiplicidad de reivindicaciones (democracia económica, contra
guerras imperiales, en oposición a otras formas de racismo como
la islamfobia, en solidaridad con el pueblo palestino y con el
pueblo mexicano en protesta por los cuarenta y tres estudiantes
desaparecidos en Ayotzinapa, etc.), en alianza con una diversidad
de movimientos sociales (feminista, obrero, campesino,
estudiantil, ecológico), muchos de los cuales se articulan
directamente al interior del nuevo movimiento de liberación negra.
Muchas personas argumentamos que vivimos una época
de crisis de la civilización occidental capitalista, en la cual una
nueva ola de movimientos antisistémicos opresivos encarna
la esperanza de dar a luz a un nuevo orden mundial, hilando
lazos de liberación contra todas las cadenas de opresión, de
clase, étnicorraciales, de género, sexuales, generacionales,
ecológicas, etc. En todas las olas anteriores de movimientos
antisistémicos, los movimientos de África y la diáspora africana
han sido protagónicos: desde la Revolución haitiana hasta
el Panafricanismo radical de los años 30 (Marxismo Negro,
Afrofeminismo, Movimiento de Negritud, Renacimiento de
Harlem), hasta la luchas anticoloniales en África y el Caribe y el
movimiento de liberación negra en los EE. UU. en los años 50-70. En
la nueva ola de movimientos antisistémicos que va en crescendo
en esta crisis actual de la civilización occidental capitalista (en
su era neoliberal), los movimientos sociales florecen a través del
mundo afro: desde las luchas en el continente africano (donde
la Vía Campesina crece como una fuerza histórica con reclamos
ecológico-territoriales y de redistribución de poder y riqueza
similares a los movimientos negros en Colombia y Honduras)
353
hasta las marchas decoloniales en Francia (inspiradas por la
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
354
Liliana Angulo Cortes - Movilización San Pachito, 2014
Mujeres afrodescendientes en movimiento:
desde una perspectiva afrofeminista, decolonial y
antirracista59
Charo Mina-Rojas
357
causa y obtener del Gobierno nacional el compromiso de resolver
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
358
que producirá el despojo territorial y la salida forzada de sus
territorios ancestrales, el daño ecológico y ambiental –que ya
es visible en el territorio–, los impactos socioculturales, y las
debilidades y contradicciones que se generan a nivel de los
procesos organizativos y las solidaridades comunitarias.
Para las mujeres Afrodescendientes del norte del Cauca,
el reconocimiento, respeto y promoción de sus derechos
fundamentales colectivos es una condición incuestionable para
el disfrute de una vida digna, a nivel individual y colectivo: su
derecho a ser reconocidas y respetadas como seres humanos,
en sus diferencias de género y cultura, en condiciones de equidad
(principio de identidad); a un espacio propio y autónomo (cuerpo
y territorio) para el crecimiento y madurez del ser (principio de
territorialidad y pertenencia); al ejercicio del ser (principio de
autonomía y participación); a una opción propia de presente y
futuro (principio del buen vivir, como contrapropuesta a la lógica
capitalista neoliberal del «desarrollo»); a ser y a ejercer estos
derechos en relación con otras y otros (principio de la solidaridad
recíproca y principio del Ubuntu). Estos derechos se reflejaron
en sus consignas y demandas durante la movilización:
359
autonomía y libertad para movilizarse, decidir y hacer; disfrutar
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
360
toda influencia extranjera en el reino del Congo; Sojourner
Truth, lideresa contra la esclavización y por los derechos de las
mujeres africanas; y Harriet Tubman, que dedicó su vida a crear
rutas seguras de escape para los africanos esclavizados, las
dos últimas en Estados Unidos. En Colombia: las cimarronas del
ejército de Benkos Biohó, como Polonia, capitana de un ejército
de ciento cincuenta mujeres que lograron la libertad de su grupo
y recuperar la tierra que había sido tomada por los españoles;
Catalina Luango, médica cimarrona defensora del bienestar
de su gente; Agustina, esclavizada en Tadó, Chocó, quien se
negó a abortar y quemó la infraestructura del Estado esclavista
para responder a la injusticia de ser obligada a abortar; Ana
María Matamba, quien sostuvo la memoria y el legado congo,
resistiéndose a llevar el apellido esclavista. Fue una heroína que
mantuvo entre la gente negra la visión por un verdadero proyecto
de libertad para las poblaciones esclavizadas (y fue traicionada
por los independentistas criollos).
Mujeres que en Cuba y Brasil, por ejemplo, sostuvieron la
presencia de África a través de la formación de los cabildos,
como formas de resistencia a la aculturación y destierro espiritual,
o apoyaron revoluciones como las de Cuba (Federación de
Mujeres Negras), El Salvador (Frente Democrático Femenino) y
Venezuela (Luna, 2006).
Como ellas, tenemos incontables mujeres hijas y
descendientes de África, cuya historia todavía está por descubrir
y contar. Mujeres que sostuvieron y siguen sosteniendo luchas
cotidianas desde su situación de desplazamiento forzado y su
emplazamiento desde las cocinas, minas, plantaciones, oficinas,
lavaderos, organizaciones y territorios, para sostener una base
cultural y social comunitaria que garantice nuestra supervivencia
como pueblos.
361
Sin embargo, a pesar de esta presencia poderosa en las
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
362
contradicciones que implica tener una plataforma de liberación
que desconoce, minimiza o deslegitima el derecho a la diferencia
como mujeres.
A partir de allí vienen serios cuestionamientos a las
contradicciones que contiene el feminismo eurocéntrico, al cual
están haciendo aportes muy importantes las afrofeministas
del Caribe y Latinoamérica, sobre quienes haré mención más
adelante.
En el último siglo, nuestros esfuerzos locales invisibilizados
empezaron a buscar horizontes regionales, logrando una
presencia importante en escenarios regionales e internacionales
y en la agenda política mundial. Múltiples formaciones, alianzas,
redes y encuentros empezaron a generarse desde los años
sesenta.
El Primer Encuentro Feminista de Latinoamérica y el Caribe
(1981), por ejemplo, fue una iniciativa de Venezuela pero realizada
en Bogotá, que se proyectó a nueve encuentros más, realizados
en Perú, Brasil, Argentina, El Salvador y Chile, centrados en
las discusiones sobre la relación del feminismo con las luchas
revolucionarias y la relación entre los movimientos feministas
burgueses o de clase media y los movimientos populares de
mujeres. A partir de este encuentro se institucionalizó el 25 de
noviembre como Día Internacional de la NO Violencia contra la
Mujer (Luna, 2006).
Uno de los precedentes de los movimientos de mujeres Negras
en América Latina es el Primer Encuentro Nacional de Mujeres
Negras, realizado en Brasil en 1988, con el objetivo de denunciar
las desigualdades sociales, sexuales y raciales. Después de este
se desarrollarían iniciativas como el Primer Encuentro de Mujeres
Negras Latinoamericanas y del Caribe, organizado en República
Dominicana en 1992, en el cual se formó la Red de Mujeres
363
Afrolatinas y Afrocaribeñas, respondiendo a la necesidad de las
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
364
el neoliberalismo, lo cual ha profundizado algunos antagonismos,
pero afortunadamente también ha fortalecido un movimiento
activista intelectual tan cuestionador como propositivo, donde
no solo la opresión patriarcal o del capitalismo sea parte de las
discusiones y estrategias sino también el reconocimiento del
racismo, como una forma presente y activa de dominación y
exclusión, sin cuyo reconocimiento no hay forma de avanzar en
una postura revolucionaria de autodeterminación –como género
o como pueblo–.
Finalmente, me quiero detener muy brevemente en las
contribuciones que desde lo teórico-activista están haciendo
los movimientos Afrofeministas de Latinoamérica y el Caribe al
feminismo, particularmente desde una postura anticapitalista y
decolonial que propone «un proyecto político feminista radical»
(Curiel, 2008: 461). Destacadas en estas posturas tenemos
a pensadoras Afrofeministas como Betty Ruth Lozano y Mara
Viveros, en Colombia; Ochy Curiel y Yuderkys Espinosa, del
Caribe, y María Lugones en Argentina, por citar algunas.
Estas posturas hacen cuestionamientos muy importantes
al multiculturalismo, la modernidad/colonialidad del poder, del
género y del conocimiento (Espinosa, 2014); a las reproducciones
que el Afrofeminismo ha hecho del feminismo eurocéntrico
(por ejemplo frente a los esencialismos culturalistas sobre el
rol de las mujeres Negras en las comunidades y la protección
de la cultura, despolitizándonos y desracializándonos); a la
universalización y homogeneización de las categorías «mujer
Negra» y «mujer Afrodescendiente», tanto en la academia
como en el movimiento (Curiel, 2007), y a la falta de crítica del
feminismo y los movimientos Negros frente al neoliberalismo y el
capitalismo (Espinosa, 2014; Lozano y Obando, 2007).
Considerando las diferentes posturas y experiencias, y
365
la sensación de soledad y desarticulación en el movimiento
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
366
Sin antropocentrismos, unidimensionalidades ni
eurocentrismos, sino desde las epistemologías propias
(construidas a partir de las experiencias de existir y
coexistir entre seres vivos naturales y sociales) y desde
una lógica del buen vivir.
367
de contenido. Esto desde la lógica del buen vivir, que
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
368
Bibliografía
369
pp. 715-24. Consultado en: http://www.bdigital.unal.edu.
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
co/1237/29/28CAPI27.pdf
370
Organización Censat Agua Viva
El Decenio de los Afrodescendientes:
la pugna entre los movimientos sociales y los Estados y
Gobiernos
Diógenes Díaz
373
observarla en lo simplemente cultural, como expresión folclórica.
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
374
actuación impecable como colectivo en la Conferencia de
Durban, fueron una victoria política para los afrodescendientes;
y una derrota para quienes establecen que los temas de política
internacional y sus alcances son exclusivos de los Gobiernos,
sin incluir a los verdaderos actores: el pueblo y las comunidades
que sufren las consecuencias. Este espacio conseguido fue
evaluado desde la Casa Blanca, donde se lanzó posteriormente
la política agresiva de la Agencia de Estados Unidos para
el Desarrollo Internacional (USAID, por sus siglas en inglés)
para las comunidades afrodescendientes, principalmente de
Colombia y Ecuador. El ofrecimiento de becas, asistencia
técnica y financiamiento de proyectos fue la primera etapa para
recuperar un terreno importante, y su piso político para futuros
planes estratégicos en América Latina. Ciertamente la aparición
de nuevos Gobiernos progresistas son el muro de contención
frente a la rapiña imperial, pero las bases de las comunidades
afrodescendientes son el primer frente de batalla.
El balance sobre la relación Estado-Gobierno y los movimientos
sociales, es un tema sin concluir, y es una obligación para
comprender la necesidad de renovar la agenda (y no quedarnos
solo en la lucha contra el racismo) y la pertinencia de los censos
con la variable étnica, la reivindicación cultural y la defensa de
los derechos de la mujer afro. Este capítulo debe cerrarse en
una discusión colectiva transparente.
Nadie pone en duda el protagonismo de los movimientos
sociales afrodescendientes en el 2001 con la Conferencia de
Durban. Diríamos que marcó una nueva etapa de iniciativas
políticas que consolidaron cierto liderazgo, redimensionando
las luchas de nuestros colectivos en el continente. Asumiendo
el plan de acción de Durban, se impulsó la lucha contra el
racismo y la concreción de políticas públicas afirmativas. Esta
375
agenda respondía a una realidad avasallante, que golpeaba
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
376
planes concretos de la derecha internacional.
El surgimiento de afroderecha no es casual, es consecuencia
de la valoración que tienen las élites reaccionarias internacionales
sobre estas comunidades: su ubicación geopolítica y económica
sobre riquezas naturales hídricas, minerales y petroleras; y el rol
que ocupan los movimientos sociales en los cambios políticos
que ocurren en América Latina. Aunque podríamos desmenuzar
otros puntos que estimulan su importancia política, concluimos
que estos dos elementos empujan a la derecha internacional
a utilizar ciertos voceros y liderazgos en la realización de sus
planes de intervención política, y sus programas mal llamados
de «desarrollo» y «progreso económico». El laboratorio por
excelencia de lo que afirmamos es la sufrida y maltratada
Colombia. El gobierno de Uribe, entre concesiones mineras,
paramilitares y represión del Ejército, desplazó miles de familias
afrocolombianas. No es casual que el escenario más importante
de la afroderecha sea el hermano país.
La propuesta es hacer una agenda alternativa de cooperación
regional ante las renovadas propuestas del imperialismo
norteamericano con su supuesto cambio político, con una
campaña mediática por el ascenso de Obama como presidente
y las expectativas de cambio interno y externo. La mentira del
ALCA (Área de Libre Comercio de las Américas) encontró en
el proceso bolivariano un obstáculo, por sus propuestas de una
línea de acción cuestionadora, y de la creación de la agenda
alternativa de integración llamada Alianza Bolivariana para
los Pueblos de Nuestra América - Tratado de Comercio de los
Pueblos (ALBA-TCP). Aunque nuestro interés no es detenernos
en la evaluación de sus logros, debemos decir que sus acciones
son limitadas para integrar los colectivos y movimientos sociales
afrodescendientes en los próximos años; lo cual es incompresible
377
si nos remitimos a sus principios y metas. Aun así, encontramos
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
378
y la opinión pública de los movimientos sociales organizados»
(p. 116). Hay que hablar de imperialismos, porque no solo EE.
UU. es imperialista. El movimiento social afrovenezolano, en
su discurso político y su práctica, asume esta línea de acción
férreamente.
No podemos dejar de lado el esfuerzo de Venezuela para la
realización, en el año 2009, de la II Cumbre de Países de América
del Sur y África (ASA II), acción importante para la integración
de dos regiones unidas por sus vínculos históricos y culturales,
e identificadas en sus urgencias políticas y en la necesidad
de intercambios económicos equilibrados. La Declaración de
Margarita, lugar de su realización, dice en el numeral 5:
379
afrovenezolano confrontó la maniobra de la afroderecha
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
380
las comunidades afrodescendientes. Otro sector lo forma cierta
intelectualidad de origen afro, consagrada y ubicada en espacios
privilegiados, que maneja un discurso de reivindicación de los
derechos. Son fervientes defensores de la identidad, sobre la base
de un discurso de neutralidad y exagerando prepotentemente
sus capacidades individuales. Generalmente los encontramos
en las nóminas como asesores de programas; diríamos que
es una élite que vive del tema, sin compromisos políticos. Por
otro lado, nos encontramos ciertos voceros y ciertas voceras
de organizaciones, fundaciones o colectivos, generalmente con
residencia en las grandes capitales, reconocidos por sí mismos
como voceros de las comunidades afrodescendientes. Montan
los eternos proyectos sociales, recibiendo financiamiento
del Gobierno de turno y hasta de la USAID. Son muy activos
organizadores de eventos, congresos o cualquier tipo de
espectáculo que genere ruido ante los entes gubernamentales, y
son una mayoría importante en el submundo de la afroderecha.
Generalmente se da una complicidad entre estos gestores,
intelectuales y funcionarios para celebrar el mes afro de algún
país, una fecha memorable o una festividad resaltante. En
resumen, el tema afrodescendiente se convierte en un gran
negocio, dependiendo del subgrupo al que pertenezcas o a los
contactos que tengas con las élites de poder.
Valga decir que en el año 2011, Año Internacional de los
Afrodescendientes, cuando se realizó la Primera Cumbre
Mundial de Afrodescendientes en Honduras, afirmamos que
era una cumbre de la afroderecha. Debemos aclarar que lo
mantuvimos y lo mantenemos, por los organizadores y sus
orientaciones ideológicas. Aunque fue una élite la que convirtió
la cumbre en una franquicia, una manera de seguir haciendo
negocios con el tema afro, muchos de los participantes eran
381
líderes y lideresas que no tenían ninguna vinculación ideológica
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
382
Afrodescendientes y Transformaciones Sociales en América
Latina y el Caribe, fijaron posiciones en distintos temas, pero
fundamentalmente deslindaron terreno con la afroderecha. La
conformación de la Alianza Regional de Afrodescendientes para
América Latina y el Caribe, como nueva instancia de articulación
de los movimientos sociales afrodescendientes, revolucionarios,
progresistas y antiimperialistas, deja clara su oposición a las
prácticas políticas de quienes asumen la vocería, expropiada
de las comunidades afro en el continente. La propuesta del
reconocimiento de los afrodescendientes en la carta fundacional
de la Comunidad de Estados de América Latina y el Caribe
(CELAC), el Fondo Alba para el desarrollo de los pueblos
afrodescendientes, el fondo solidario con Haití, la creación del
foro permanente de los afrodescendientes y la declaración del
Decenio en la ONU, fueron propuestas del Encuentro. Algunas
han sido implementadas y otras están en negociación con las
cancillerías de los Gobiernos progresistas, que deben marcar
la diferencia con los Gobiernos neoliberales en las políticas
públicas para las comunidades afrodescendientes.
La Declaración de Caracas expresa la posición de inclusión
de los actores sociales y los colectivos afrodescendientes, y, en
lo inmediato, un llamado a la inclusión y reconocimiento de los
afrodescendientes en la declaración de la Celac. Esto último,
conociendo la posición de avance de los países del ALBA
y los Gobiernos progresistas que han incluido el tema de la
pluriculturalidad, multiculturalidad y plurietnicidad en su carta
magna y en sus líneas de política pública, como es el caso de
Ecuador, Bolivia, Nicaragua y Venezuela.
El Movimiento Social de Afrodescendientes de Venezuela
propuso, a través del activista e intelectual Jesús Chucho García,
un párrafo de «reconocimiento de los aportes morales, políticos,
383
espirituales y culturales de los africanos y sus descendientes en la
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
384
multiétnicas, multiculturales y multilingües.
El tema fue expuesto por el representante permanente
de Cuba ante Naciones Unidas, Rodolfo Reyes, en nombre
de la Celac, durante un debate sobre Cultura y Desarrollo
realizado este miércoles en la Asamblea General.
El diplomático destacó la importancia de la cooperación
a favor de la integración regional sobre la base del respeto
al pluralismo y al derecho soberano de cada país, así como
a las normas y principios del derecho internacional.
También ratificó el respaldo de la Celac a la salvaguarda
y recuperación del conocimiento tradicional y la sabiduría
de los pueblos indígenas de la región latinoamericana y
caribeña y de las comunidades afrodescendientes y de
otros orígenes geográficos.
Reyes significó que, de esa forma, también se protege
a esos conglomerados y se previene cualquier forma de
discriminación o acción arbitraria en su contra.
La Celac reconoce el mérito de las políticas culturales
como promotoras de valores que reflejan el respeto a la
vida, la dignidad humana, el multiculturalismo, los principios
de justicia y tolerancia y el rechazo a la violencia, indicó.
Esos son elementos integrados en la construcción de
una cultura de paz que identifique a la región, así como la
promoción y protección de los derechos humanos, agregó.
El embajador cubano resaltó el papel de la cultura en
la erradicación de la pobreza, la creación de empleo y la
reducción de desigualdades sociales en América Latina y
el Caribe, como parte del proceso para lograr sociedades
más equitativas.
Más adelante, demandó una presencia más amplia
de las cuestiones de la cultura en las discusiones de los
mecanismos regionales.
En un mundo globalizado, de crisis económica y
financiera global y de otros desafíos que afectan la propia
385
existencia del ser humano, todos somos responsables de
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
386
que tengan como objetivo garantizar los derechos de los
pueblos indígenas y afrodescendientes presentes en la
región, respetando sus tradiciones, identidad y cultura…
(Comunicado Conjunto de los Estados…, 2012).
387
movimientos sociales afrodescendientes, con el objetivo político
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
388
prioridades de las comunidades indígenas y afrodescendientes.
Hay un imperativo ético de los Gobiernos participantes de
cumplir, hay comunidades afrodescendientes que esperan que
sus actuaciones concretas sobre el tema disten de Gobiernos
de derecha. Planteamos que en los espacios formales, como el
Consejo de Movimientos Sociales, o en las propias iniciativas
presionemos para discutir propuestas como la del Fondo de
Afrodescendientes del Alba, como opción para enfrentar la
pobreza y las desigualdades sociales y la intervención política
que no permite a nuestros pueblos avanzar. La integración de
los pueblos afrodescendientes del ALBA es el modelo esperado
por nuestros hermanos y nuestras hermanas del continente. Es
contradictorio el poco avance.
Hoy se muestran unas condiciones favorables para la creación
del Mercosur Afrodescendientes. Pese a tener en la última
década tres Gobiernos con liderazgos progresistas, cada quien
ha generado acciones afirmativas en sus respectivos países
(Argentina, Brasil, Uruguay), sin ningún tipo de coordinación en
los espacios de cooperación. Superar el esquema comercial y
neoliberal que dio nacimiento al Mercosur es un reto. Las luchas
que establezcan los movimientos sociales afrodescendientes
en este decenio, son retos que atañen a su capacidad de
movilización y negociación con dichos Gobiernos. Recordemos
que solamente en Brasil se encuentra más de la mitad de
afrodescendientes del continente, que viven en la marginalidad
y pobreza.
Es urgente generar un diálogo de nuestros movimientos
sociales que arranque a las mentalidades tecnocráticas
reivindicaciones históricas y deudas sociales pendientes. El
Mercosur Afrodescendientes para este 2015 debe ser una tarea
en el proceso de integración de nuestros pueblos. Llamo a superar
389
el lento trabajo de la Comisión de Afrodescendientes y convertirlo
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
390
Impulsar la participación activa de la ciudadanía, incluyendo,
en particular, las organizaciones y movimientos sociales,
dado que son agentes imprescindibles del proceso de
integración regional; y fomentar a su vez el compromiso
de los actores sociales en dicho proceso como sujetos de
derecho y obligaciones, en el contexto de las respectivas
legislaciones.
391
Los movimientos sociales afrodescendientes y el Decenio
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
392
se realizó el Primer Encuentro de Conafro. El equipo promotor
de esta convocatoria, especialmente el líder de la afroizquierda
colombiana Aiden Salgado, está articulado con la ARAAC. La
Marcha Patriótica convoca a los líderes y las lideresas de las
comunidades afrocolombianas. Presenciamos el nacimiento de
una nueva organización de afrocolombianos, con una perspectiva
política progresista y revolucionaria. Celebramos su nacimiento
y nos solidarizamos con su nuevo caminar por una sociedad en
conflicto, compleja y difícil, donde los afrodescendientes son
víctimas de la explotación, la pobreza y la guerra. Subrayamos
que la base principal de operaciones de la llamada afroderecha
y de los ensayos de la USAID se encuentra en Colombia,
coincidiendo con las bases militares norteamericanas que
amenazan con desestabilizar a esta región.
Debemos destacar la posición digna que vienen desarrollando
los Gobiernos de los países del Caribe desde la XXIV Cumbre
de la Caricom (siglas del inglés) (Comunidad del Caribe), en
el 2013, en Puerto España, capital de Trinidad y Tobago. Esta
organización nació como una propuesta de Ralph Gonçalves,
primer ministro de San Vicente y las Granadinas, e incluye la
creación de capítulos nacionales para exigir reparación y justicia
en los casos de genocidio a pueblos originarios y por la trata
de esclavizados, que impidió el desarrollo y la acumulación
de riqueza debido a la sobrexplotación de su pueblo y de las
riquezas naturales. El primer ministro Gonçalvez ha reiterado en
Naciones Unidas, Celac y ALBA una posición anticolonialista,
cambiando radicalmente el discurso de los países caribeños de
habla inglesa y favoreciendo a los afrodescendientes y pueblos
originarios. La definición de la trata de esclavizados como crimen
de lesa humanidad, y la exigencia de reparación, fueron incluidas
en la Declaración de Durban y en su plan de acción.
393
Nuestra embajada de Venezuela en San Vicente y las
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
394
El nuevo reagrupamiento de la Alianza Regional de
Afrodescendientes de América y el Caribe, en reunión promovida
por los movimientos afrocolombianos en mayo del 2015, marcó
el inicio de una nueva etapa de esta pugna entre los movimientos
sociales y los Estados y Gobiernos. Asumir la agenda de la paz
en Colombia y la solidaridad permanente con el heroico pueblo
de Haití como metas principales, es una muestra del carácter
progresista, democrático, revolucionario y antimperialista de la
alianza, que ha marcado y trazará el compromiso de los pueblos
afrodescendientes con los procesos de transformación en el
continente. Abramos el debate sin miedo ni mentiras.
Definitivamente, estamos convencidos de que las luchas de
los afrodescendientes deben partir de la diferencia lapidaria entre
Gobierno y movimientos sociales. Cada Gobierno obedece a los
mandatos de sus propios planes y concepciones políticas. En
cambio los movimientos sociales arrastran historias y heredan
procesos políticos. Aunque cambian los tiempos, se mantienen
las razones de fondo y tropezamos con diálogos conflictivos que
provienen de las mismas fuentes: el racismo y la discriminación
racial. Aparece el racismo en todas sus expresiones, y su
descendiente: la discriminación, acompañando a la desigualdad
social y la pobreza. Cada quien debe abordar en sus
circunstancias históricas cómo enfrentar la pobreza, el racismo,
la desigualdad social y la miseria. No hay tiempo para justificar
los discursos generales, porque esperamos de los llamados
Gobiernos progresistas más acciones y menos retórica. En el
fondo, la resistencia de los Gobiernos neoliberales es ideológica.
Las acciones de los Gobiernos no hay que arrancarlas con
negociaciones, hay que exigirlas en el terreno de la movilización
popular. El movimiento social no debe abandonar nunca la
calle para cambiarla por cómodas oficinas, la entrega de sus
395
derechos permite que los sectores reaccionarios sobrevivan.
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
Fuentes bibliográficas
Documentos oficiales
II Cumbre América del Sur - África (ASA II) (2010): Cerrando brechas,
abriendo oportunidades. Caracas: Ministerio del Poder Popular para
la Comunicación y la Información. Disponible en: http://uptparia.edu.
ve/libros_iut/ii_cumbre_asacompendioweb.pdf
397
Centro de Documentación y Memoria Afrodescendiente «Cuito Cuanavale»
Autonomía étnica y construcción de poder: re-existencia
movilizatoria del pueblo afrodescendiente en Colombia.
El caso del Primer Congreso Nacional Afrocolombiano
(2013)
401
cuales se haya escenificado el despliegue articulado y unificador
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
402
decisiones de los altos tribunales61, que ponen de presente el
carácter autónomo de la colectividad étnica afrodescendiente, la
titularidad de sus derechos y el sentido político de su accionar.
403
los asuntos sociales, políticos y económicos de envergadura en
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
404
Hay quienes anteceden con el prefijo «afro» un sinnúmero
de sustantivos y adjetivos, con los que pretenden dotar de
minúsculas especificidades unas denominaciones identitarias a
veces contradictorias63.
Por esa ruta, tanto en el uso cotidiano como en su
institucionalización, las categorías identitarias del mundo étnico
afrodescendiente se amplían icónicamente (sin que pretendan
o logren afianzar categorialmente el asunto de la descendencia
de africanos en Colombia), produciendo un exabrupto que elude
razones históricas, políticas y movilizatorias tras la manera
de nombrar las distintas vertientes: afrocolombianos, negros,
raizales y palenqueros se suman a particularismos identitarios
regionales que chocoanizan, costeñizan, feminizan, sexotizan, y
litoralizan (ya el Caribe, ya el Pacífico) eufemísticamente el sur
o el norte.
De hecho, desde su instalación el Congreso Nacional
Afrocolombiano debió enfrentar el dilema de cómo denominar
a sus convocados. Pese a que resulta insostenible alimentar la
confusión institucional que ha instalado la improcedente jerga
de «negros, afrodescendientes, raizales y palenqueros» con
la que, so pretexto de particularizar, se termina por fracturar la
común identidad que vincula a todas las que, y todos los que
reconocemos a África como fuente de ancestralidad y fundamento
de la presencia histórica que cimienta las figuraciones identitarias
y culturales reconfiguradas en América. Pese a su importancia
y al hecho de que en algunas de sus comisiones (así como en
discusiones previas en el precongreso) se planteó la urgencia de
resolver este dilema, en el ejercicio asambleario se destacaron
405
las voces de quienes reclamaron no solo el uso de dichas
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
406
el tránsito de la esclavización instalada por los europeos en
América. Tal relato se ha vuelto un lugar común en los estudios
clásicos sobre la presencia de África en América. En su lugar,
resulta vital repoblar las categorías étnicas para dotarlas de
sentido histórico y político, y recomponer la vinculación entre
la africanía y las poblaciones africanas, con su descendencia
colonial y de la república negadora del pasado africano. Esta
empresa, reivindicativa y movilizatoria, debe ser un propósito
ineludible en los acercamientos y aproximaciones disciplinares
y académicos para trasegar hacia una nación que incluya (y
no invisibilice ni desconozca) la descendencia africana (Maya,
2011: 57-66).
Si bien resulta cómodo obviar tal distinción categorial (Lozano,
2013), lo que se proponía al Congreso, tras las discusiones
motivadas por representantes de sectores y organizaciones
urbanas que se resistían al uso de la categoría «negro», era
dotar de agencia a las y los afrodescendientes, recuperando una
capacidad discursiva articulada a partir de relatos y narrativas
propias, y gestada en contacto con las fuentes institucionales.
Además, formateada en la tradición académica y universitaria
europea y expresada en versiones diversas, poliformes,
matizadas, e incluso contradictorias. En su dilucidación deben
participar no solo los intelectuales y académicos sino también
las comunidades de base, maestros, artesanos, sabedores
comunitarios, artistas, figuras públicas, líderes, actores y
funcionarios institucionales e investigadores afrodescendientes,
junto a los contradictores.
407
3. Congreso Nacional Afrocolombiano: juego político y
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
configuración étnica
Temor y temblor enmarcaban las emociones y sentimientos
en el ambiente nacional precedente a la realización del Primer
Congreso Nacional del Pueblo Afrodescendiente en Colombia.
La convocatoria a un evento de tal magnitud expresaba un
deseo multitudinario y se constituiría en un hito fundacional de
singular importancia. Al tiempo que generaba una incomparable
expectativa en la comunidad afrodescendiente, evidenciaba la
incógnita por sus potencialidades reales. Para algunos de sus
impulsores, el evento de Quibdó constituía un llamado y una
oportunidad para desmontar las prácticas indecorosas con que
se confeccionó durante dos décadas la injerencia del Estado en
asuntos centrales del desarrollo de las comunidades ancestrales
y de aquellas que configuran sus identidades en torno a la
común descendencia africana. Para otros, por el contrario, tal
convocatoria generaba alertas indeseables que trastocaban los
planes de perpetuar organismos seriamente cuestionados, como
la Comisión Consultiva de Alto Nivel, que de instrumento de
representación del pueblo afrodescendiente se había convertido
en un instrumento de bolsillo, literalmente, de los gobernantes.
Para el Gobierno nacional, un organismo concebido como
instancia ganada en la lucha por la representación del pueblo
afrodescendiente, se convirtió en un dispositivo útil a los
propósitos de contar con un escenario de legitimación de políticas
para la economía nacional y los oligopolios, concentrados en
la explotación de minerales y maderas, y en la bioproducción y
concentración de tierras. Los proyectos debían contar ahora con
la aquiescencia de los pueblos étnicos, como lo han ordenado las
altas cortes en aplicación del Convenio 169 de la OIT, mediante
408
el cual se extiende a todos los grupos étnicos la consulta previa,
libre e informada, como instrumento garante de sus derechos.
El propósito manifiesto por los emisarios estatales durante la
preparación y realización del Congreso de Quibdó, evidenció
su interés en controlar y delimitar la agenda del desarrollo
social y económico del pueblo afrodescendiente, promoviendo
inveteradas prácticas de bolsillo lleno sobre varios líderes,
denunciados por el Proceso de Comunidades Negras y algunos
presidentes de los consejos comunitarios (WOLA, 2011).
Lo que realmente estaba en juego en Quibdó era la existencia
del pueblo afrocolombiano y su capacidad para convocarse,
determinarse y movilizarse en torno a una agenda social, política,
económica y cultural autónoma, participativa e incluyente. Un
pueblo con una agenda que diese cuenta de la pertenencia a
la descendencia africana, que contribuyese al reconocimiento
de sus diversas expresiones identitarias y sus particularidades
territoriales, que articulara una plataforma de actuación
concertada y que formalizara los instrumentos, mecanismos y
procedimientos de regulación, toma de decisiones, interlocución
y movilización organizada y coordinada. En la declaración del
precongreso realizado en Medellín el 21 de julio de 2013, se
lee que «respetamos la diversidad e integralidad del Estado
colombiano; frente al que declaramos nuestro legítimo derecho
de autodeterminación y autogobierno, así como nuestra
impostergable aspiración de construir una sociedad diferente,
contra el reformismo y el clientelismo, por lo tanto, la necesidad
de constituir libremente instituciones y entidades autonómicas
propias dotadas de la suficiente potestad administrativa,
presupuestal, financiera, territorial y política nacida del
reconocimiento como pueblo afrocolombiano».
409
Frente a tal reclamo emancipatorio, con arte de
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
410
pública y el agotamiento de las instancias representativas que
sucumbieron ante la capacidad de cooptación que instaló el
Gobierno nacional sobre la Comisión Consultiva, y en torno a
procesos de consulta previa amañados, venales y, no en pocas
ocasiones, adelantados en contravía de las expectativas y
necesidades de las mismas comunidades afrocolombianas.
En un juego relacional gana-gana, resulta claro que muchos
de los asuntos con que finalmente se confeccione la agenda
política del pueblo afrocolombiano estarán en la misma órbita
que la del Gobierno, e incluso requerirán el establecimiento
de procedimientos de interlocución y concertación con el
empresariado y sus gremios. Lo que en el preámbulo del Congreso
Nacional Afrocolombiano se denunciaba era un conjunto de
transacciones y prácticas de corrupción contrarias a los procesos
de consulta transparentes, que atentaban contra el bienestar
de quienes decían representar. Asuntos como la instalación o
transformación de la Comisión Consultiva, el perfeccionamiento
de la consulta previa para que efectivamente resulte libre e
informada, las urgentes reformas al código minero, la tramitación
e implementación de políticas de desarrollo rural y urbano, la
transformación de las Comisiones Autónomas Regionales y otros
organismos de protección ambiental y la definición de políticas
públicas con sistemas de indicadores diferenciales entraban en
el circuito en que, a distintas voces, se proponía convocar este
escenario plural, diverso y ampliamente representativo, para que
contribuyera a encontrar estrategias articuladoras de la agenda
movilizatoria del pueblo afrodescendiente.
En los correveidiles tradicionales de las intrigas palaciegas
se advertía que el Gobierno nacional esperaba acaparar
todos los ámbitos de la discusión en el escenario instalado en
411
Quibdó, tal como había intentado hacerlo en los precongresos66,
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
412
4. Invención étnica y articulación del poder político
413
por los rumbos del reconocimiento heterónomo y la fijación jurídica
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
414
de África, padecen la afiliación simbólica y manifiesta a tal
condición societal; a fuerza de verse envueltos en condiciones
de pobreza, vulnerabilidad y desprotección, y demandando
acciones y programas intensivos y de alto impacto para limitar,
contener, suspender, reparar y eliminar las situaciones de
daño en su contra, cuyas consecuencias podrían llegar a ser
permanentes y catastróficas.
La alta dependencia de las expresiones organizativas del
movimiento frente a recursos provenientes de la cooperación
internacional y la financiación gubernamental (así como la
cercanía y familiaridad excesiva de algunos de sus líderes
en los conciliábulos burocráticos y juntas presupuestales)
inciden fuertemente en la deflación del movimiento y en la no
satisfacción de las urgencias manifiestas, como lo demostró
la fallida existencia de la Comisión Consultiva de Alto Nivel. Si
bien resulta preciso y necesario el conocimiento del aparato
burocrático, de sus ritmos y sus procesos, la pleitesía ante las
fuentes oficiales produce un nivel de sujeción y aquiescencia
o consentimiento de la actuación gubernamental que limita,
cuando no impide, el desmonte de las relaciones oficinescas
con los emisarios estatales, y evidencia la insuficiencia del
movimiento para sobrevivir por fuera de los compromisos con el
Estado o, tal vez peor, con ciertas agencias de cooperación y su
versión paliativa del desarrollo local, que distrae y no deja ver los
resortes estructurales del poder, ni la miseria y desprotección de
los pueblos étnicos (Fisas, 1995; Nieto, 2001).
Se advierte la exigencia de un compromiso creciente por
parte de los líderes étnicos para que, antes que entenderse
como intérpretes y validadores de las comunidades (y de sus
expresiones organizativas), obren como voceros de las mismas,
de modo que estas no resulten excluidas del proceso de flujo
415
y reflujo de información que implica la toma de decisiones
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
416
afrocolombiano.
Los asambleístas se plantearon que, luego de veinte años de
la ley 70 de 1993, y a ciento sesenta y dos años de la instauración
legal de la abolición del esclavismo en Colombia, el movimiento
estaba obligado (consigo mismo y ante el país) a mostrar la
fuerza que había ganado tras la expresión resistente, libertaria
y re-existente del pueblo afrodescendiente en Colombia; y
a evaluar su capacidad para cobrar la deuda histórica que el
desmonte a desgano del esclavismo y la instalación gratuita de
la república han significado para las y los afrodescendientes.
Estableciendo como punto de partida las lecciones aprendidas,
el evento convocado en Quibdó del 23 al 27 de agosto de
2013 fue la oportunidad de «mostrarnos como fuerza, es decir,
movernos», tal como afirmara una líder regional que tuve la
oportunidad de entrevistar. Esto coincide con los que reclamaban
que dicho encuentro sirviera para «bloquear las actuaciones de
quienes insisten en enquistarse en prácticas amañadas que
han impedido, limitado y coaccionado la reglamentación de la
legislación étnica y el avance de políticas públicas de diseño
estructural para la contención del daño y la reparación efectiva al
pueblo afrodescendiente en el país», según expresó un fervoroso
activista participante en el Congreso.
Dicho en términos analíticos, Quibdó constituía la oportunidad
para que el movimiento étnico afrocolombiano evaluara los pesos
y contrapesos que, tras la consolidación de nuevos liderazgos
y recambios generacionales, precisa cualquier proceso para
revitalizarse, a partir de la experticia y la osadía de sus veteranas
y veteranos, y a la capacidad de innovación de sus nuevos
cuadros.
Como finalmente se expresó en la actitud de la Guardia
Cimarrona (que, frente a las intentonas de desmantelar el
417
Congreso se hicieron al control del escenario, el micrófono, la
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
418
perplejidad requiere resolver las tensiones acudiendo a una ética
de la reciprocidad y del cuidado, que se exprese solidariamente
desde el interior y hacia afuera68; para avanzar en la construcción
y significación de una imagen que se refleje en una agenda
autonómica, que logre sustentar el reclamo de unidad en medio
de la diversidad y que dote de coherencia las actuaciones de los
voceros del movimiento y de las comunidades.
419
espacios resulta frecuente la coexistencia de dos polos: uno
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
420
planteados, propuestos y defendidos por actores sociales que
ofician de líderes del movimiento étnico afrocolombiano. Este
comportamiento enrarece la representación étnica y favorece
la actuación disuasiva, dilatoria, evasiva y fragmentaria con
que operan frecuentemente los actores estatales frente a las
comunidades étnicas; cuyo nivel de actuación directo resulta
precario, ampliamente desbordado por la influencia de personas
que operan como voceros de las mismas, y significativamente
instrumentalizados70.
Así resulta que no solo antiguos exconsultivos71 sino nuevos
rostros y voces restan a la autonomía con que se reivindica
la independencia y la vocería propia frente al Estado, para
poner en escenarios autónomos limitaciones y cortapisas a
los requerimientos nacidos de aspiraciones movilizatorias
70 Por ejemplo, en la primera sesión de trabajo de la Anafro, realizada en
Medellín los días 25, 26 y 27 de octubre del 2013, pudimos constatar por
palabras de algunos mayores integrantes de Consejos Consultivos del
Cauca invitados al evento, que no fueron convocados al proceso asambleario
de Quibdó a consecuencia de que se centraliza el manejo de información
entre quienes tienen correos electrónicos y acceso a celulares en los sitios
poblados, distantes de los caseríos y rancherías ribereñas sin acceso a
redes electrónicas o a repetidoras de la señal telefónica. De igual manera,
algunos activistas se opusieron y pretendieron boicotear la realización de
este nuevo encuentro, argumentando además que el mismo no contaba con
la convocatoria y aquiescencia gubernamental y, por lo tanto, era ilegítimo.
71 Como se ha mencionado ya, por disposiciones contenidas en la ley 70 de
1993, se creó la Comisión Consultiva de Alto Nivel, conformada inicialmente
como organismo asesor de las comunidades e interlocutor con entidades
gubernamentales. No obstante tal precisión de ley, la Consultiva se hizo con
la capacidad de tramitar los procesos de consulta previa, lo que favoreció el
surgimiento de poderes locales con una inusitada capacidad para bloquear
proyectos gubernamentales, suplantar a las comunidades en los procesos de
consulta y elevarse como intermediarios imprescindibles entre el Gobierno
y las comunidades, al punto de que el Gobierno terminó por acusarlos de
comportamientos venales, corrupción y manoseo al proceso de consulta;
asuntos que igualmente les volvieron ajenos al querer de las mayorías
expresadas en el Congreso de Quibdó, el cual se pronunció creando la
Autoridad Nacional Afrodescendiente para reemplazar a la Consultiva con un
instrumento de amplia participación nacional y organizativa.
421
consecuentes con la historia y los requerimientos del actual
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
422
Ante el desconocimiento persistente por parte del Estado
(para quien aún hoy los territorios históricos habitados por las
comunidades afrodescendientes constituyen «baldíos»74), las
organizaciones populares, los barrios altos de las grandes
ciudades, los cientos de rochelas, caseríos y pueblos de buena
parte del país, las organizaciones comunitarias de distinto orden
y los líderes comunitarios de viejo cuño saben con certeza que sí
existen. Tiempo atrás el Estado no estaba, llegaba tarde o no se
consultaba su interés; la gente era consciente de que lo que no
hiciera por sí misma no ocurriría, en una nación acostumbrada
a que las decisiones políticas y administrativas no consideren la
vida ni el bienestar del ciudadano común.
Así, la decisión de hacer propio un determinado lugar, la
realización de fiestas populares, el levantamiento de obras
civiles, el alzamiento de una calzada (así resulte precaria), el
establecimiento de escuelas públicas y puestos de salud, el
tendido de puentes, e incluso la fundación de pueblos enteros, se
hicieron por mucho tiempo sin el Estado o contra su indiferencia;
atesorándose una capacidad de agencia y un nivel de experticia
comunitaria significativa en la apropiación de lo público como
lo propio (no como aquello de lo que nos adueñamos). Esto
era mucho más visible en territorios lejanos a los grandes
centros poblados; por ejemplo en escenarios tradicionales en la
afirmación de la ancestralidad afrodescendiente en el país, o en
la articulación de los barrios y asentamientos urbanos gestados
423
contra el querer de los planificadores de la ciudad y sus gremios
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
patrocinadores.
Durante décadas y siglos, monte adentro y río arriba, en
litorales, jaguas, sabanas y selvas, los afrodescendientes
han andado sus propios caminos sin el Estado, e incluso en
contradicción con este, mucho después de instalada la República.
Aún hoy, a lo largo y ancho del país, las comunidades siguen
resistiendo los inclementes embates del capitalismo expansivo
camuflado de desarrollo; los niños siguen muriendo por la falta
de mínimos vitales; falta el agua potable en los viejos campos
poblados y las ciudades; las excavadoras siguen ahí, dragando
y destruyendo ríos, montes y selvas (que fueron protegidos por
mucho tiempo con prácticas de equilibrio entre el consumir y el
preservar, tal como enseñaron los abuelos y abuelas); los bosques
desaparecen, y con ellos especies animales y bioforestales
protegidas por siglos; se acumulan los muertos racializados en
los barrios de las ciudades. Aun así, increíblemente se sigue
confiando en los anuncios de acción estatal que hablan del deber
ser de la ciudadanía integrada, tolerando autorrepresentaciones
de postín. Se olvida aquel testimonio de una marcha libertaria por
la que los antepasados decidieron no esperar sino emprender el
camino libertario, monte adentro y río arriba. El mismo monte
y el mismo río que hoy, territorios en disputa, están en serio
riesgo de dejar de ser nuestra casa ancestral, incrementándose
las victimizaciones y vulnerabilidades en campos y ciudades
(Francia Márquez, en: Márquez y Viera, 2015).
Por ello resulta significativo que, en vísperas de la realización
del Congreso Nacional Afrocolombiano, las organizaciones y
liderazgos participaran del mismo reclamo de autonomía frente al
Estado, como estrategia para «retomar el rumbo» emancipatorio
del movimiento afrodescendiente en el país, aspirando a
424
deliberar con agenda propia e independencia de las intenciones
con que el Gobierno nacional se sumó a la provisión de recursos
para su realización. Tal como se menciona en la declaratoria
del precongreso de Antioquia, se aspiraba a articular, a partir
de dicho certamen, una estrategia unificada que dotaría al
movimiento étnico afrocolombiano de una identidad compartida
y unos instrumentos de gestión, interlocución, coordinación
y movilización ejemplares para el resto de pueblos étnicos de
América y el mundo; tal como ha ocurrido en momentos en los
que el movimiento ha sido pionero en agenciar y protagonizar
cambios y transformaciones, como los que representan la ley 70
de 1993 y los decretos que reglamentan la etnoeducación.
El antecedente de tal reclamo autonómico lo constituye
el afianzamiento de diferentes iniciativas por el respeto a
la autodeterminación de las comunidades y sus instancias
organizativas, en el territorio conquistado y defendido hoy por
los Consejos Comunitarios; así como el fortalecimiento de los
procesos organizativos reivindicatorios de la afrodescendencia
en campos poblados y ciudades. Su voz ha venido ganando un
mayor espacio, especialmente en el reconocimiento de derechos
por parte de los jueces y altos tribunales de justicia (que se han
pronunciado en autos y sentencias favorables al acatamiento
de la exigencia de consulta previa en procesos que afectan el
desarrollo local), la atención urgente a la tragedia humanitaria del
desplazamiento, el fortalecimiento organizativo y la participación
política en entornos urbanos y, en general, la articulación
de un escenario garantista para el disfrute de los derechos y
el reconocimiento de los aportes, presencia y significación de
la afrodescendencia en la construcción histórica de nuestra
nacionalidad. Esto ha afectado el modelo escolar institucional
y social, sostenido sobre la base de la exclusión, minimización,
425
invisibilización y señalamiento.
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
426
ciudadana, generando la concepción de un Congreso Nacional
Afrocolombiano autónomo, que apuntara a la revitalización de
un movimiento étnico con vocación de poder, sustentado en la
solidez de los Consejos Comunitarios (reconocidos o no por el
Incoder), la maduración de las organizaciones (más allá de los
membretes), la visibilización política y una actuación movilizatoria
de amplia significación en el país76.
Desde los precongresos llegaron voces de consejeros
comunitarios y activistas en diversas organizaciones, en cuyas
declaraciones se leía la necesidad de reconfigurar y renegociar
las relaciones interétnicas en el país, a partir de cuestionar la
naturalización de la discriminación y la institucionalización del
racismo, el abandono y precariedad de la actuación estatal
sobre los territorios ancestrales, y el cerramiento de espacios
institucionales para un mayor reconocimiento político de las
comunidades. En correos electrónicos y redes sociales, por
ejemplo, circularon y se leen hoy mensajes, comunicados,
escritos preparatorios y analíticos que pronosticaban la hora
de cuestionar los rumbos reproductivos de la miseria, la
marginalización y la pobreza, y la superación del discurso
lastimero del «no podemos» y «ellos no pueden». A partir de
tal cuestionamiento, se proclamaban voces de resistencia
enarbolando el reclamo organizativo con poder y el afán voraz
e insaciable de transformar el dominio productor de pobreza,
marginalidad y racismo en los territorios originales y las ciudades
del país.
427
Entre correo y correo se lee que «esta es la hora de apostarle
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
428
De un lado, lo que el Congreso Nacional Afrocolombiano
evidenció es que el de los afrodescendientes no constituye un
movimiento hecho col los códigos o el caudal discursivo de las
ciencias sociales ni de las tradicionales articulaciones de masas,
cuya forma de acción canaliza hasta la centralización la toma de
decisiones; sino que este se instala en las dinámicas de reto a
los movimientos iluministas (Rockwell, 2012), para radicalizarse
en las prácticas de resiliencia, re-existencia y resistencia, a pesar
de las cuales (siglos después de desinstalada la dominación
colonial y esclavista) cuesta todavía ser reconocidos como seres
humanos, bajo el peso hostigante del racismo y la discriminación
a plena luz del día. De otro lado, ante la flaqueza de los liderazgos
siempre habrá que recordar que los pueblos son, en todas las
épocas, más robustos y desafiantes que sus voceros, y que su
capacidad de expresión está medida más por la intensidad de los
conflictos que le movilizan que por la capacidad de sus líderes
para canalizar tales expresiones.
Tal como quedó demostrado en su carácter multitudinario, la
convocatoria al Congreso Nacional Afrocolombiano era urgente
y necesaria. Tras dos décadas de haberse instalado la Comisión
Consultiva de Alto Nivel (con la que consintieron comunidades,
organizaciones y líderes en pleno proceso de negociación de la
ley 70), su deslegitimación como ente burocratizado, inactivo,
corrupto y servil frente a los gobernantes de postín hizo al
grueso de sus integrantes merecedores del más encendido
escarnio popular, sin que organismo de control alguno (contando
por supuesto con el marcado interés gubernamental) se
decidiera a intervenir la manera como distintas administraciones
gubernamentales compraban a discreción las decisiones que
les sirviera, adelantando a su amaño (o simplemente obviando)
los procesos de consulta previa, libre e informada que la ley
429
requería.
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
430
previa, participación autónoma e interlocución bajo la vocería del
pueblo afrocolombiano.
Midiendo fuerzas, nos encontramos con que, si bien al interior
del movimiento algunos han acumulado dinero para hacerse
aplaudir a desgreño, políticamente su capacidad es bastante
precaria; al punto de que incluso en número no alcanzaron un
nivel de representación que llevara al traste la convocatoria y
menos aún las ejecutorias del mismo.
Pese a que los errores en la definición de la agenda, e incluso
aspectos sensibles de la logística hayan puesto en peligro el
desarrollo del Congreso, pudimos constatar que la sensatez y el
trabajo de voluntariado activo le ganaron al despeluque y a la falta
de un derrotero que, si existió, nunca pudo ser suficientemente
presentado y aprobado de manera asamblearia. A pesar de ello,
resultó satisfactorio advertir que la dinámica de trabajo por mesas
en los precongresos departamentales contribuyó eficazmente
a situar a las y los asistentes en un plano de discusión que
favoreciera el establecimiento de acuerdos; algunos de los cuales
resultan de un tamaño operacional que implicará trabajar en el
desmonte de estrategias de contención y cooptación típicas de
estructuras de poder tan informales como enquistadas, que en
buena medida evidencian el carácter rebatible del liderazgo en
el movimiento étnico afrocolombiano.
El Congreso deja unos insumos de suma importancia
para avanzar en la concreción de una plataforma actuacional
articulada, de incidencia e impacto nacional, centrada en las
bases organizativas y comunitarias con que se identifica el
pueblo afrocolombiano. Este deberá ser convocado desde
ahora en un espacio autónomo reunido periódicamente: el
Congreso Nacional Afrocolombiano, que impartirá los mandatos
de obligatorio cumplimiento para la discutida Autoridad Nacional
431
Afrocolombiana, órgano conformado transitoriamente por 101
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
432
más las voces de los pocos, y los ejercicios de atomización y
fraccionamiento los que se han dejado sentir, tal como quedó
plasmado con perplejidad en la ausencia de representación ante
la Asamblea Nacional Constituyente.
Con todo, en Quibdó se hizo manifiesta la promesa de mejores
tiempos para el movimiento étnico afrocolombiano; pues, pese
a que habría resultado deseable que las voces históricas del
movimiento se hubiesen expresado para sumar en lugar de dividir,
las que mostraron el rumbo hacia dónde avanzar fueron las de los
jóvenes, los sujetos anónimos y la multitud, que se escucharon
finalmente desterrando siglos de silencio y echándose al hombro
la realización, fuera como fuera, del Primer Congreso Nacional
Autónomo del Pueblo Afrocolombiano. Surge así la semilla de un
movimiento capaz de hurgar entre los sinsabores y las derrotas
para encontrar, pálida y tímidamente todavía, la tinta savia para
seguir escribiendo su propia historia.
Más allá de las tensiones manifiestas por el reconocimiento
de algunos personajes que autoproclamaron su delegación
(generando duplicidades en la representación de algunos
territorios)79, lo que representa el Congreso de Quibdó despierta
un profundo interés histórico, organizativo y académico, en la
medida en que renace la llama de la autonomía y la pasión
433
por arrumbar estorbos, destrabar goznes y abrir la puerta a
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
434
avance en el afinamiento y consolidación de un mecanismo de
coordinación nacional del pueblo afrodescendiente en Colombia
que (sin vulnerar ni violentar la autonomía territorial y organizativa)
aúne sus diferentes expresiones y le provea un instrumento de
acción robusto, vigoroso y potente, capaz de ser oído en los
ámbitos decisionales y de ser acatado en las comunidades de
base, en sus liderazgos, en los Consejos Comunitarios y en las
organizaciones que integran el movimiento.
En el ejercicio del mandato de Quibdó, y sobre la Anafro
como base de un sólido instrumento de coordinación nacional,
se plantea hoy la convocatoria a un segundo congreso, al
que deberán llegar todos los que puedan aportar a una mayor
depuración del rumbo del movimiento afrodescendiente, en su
interior y frente a las fuerzas estatales.
En el año 2014 se cumplieron trece años de la Declaración y
Programa de Acción de Durban (Conferencia Mundial Contra el
Racismo, 2001); once años de la finalización del Tercer Decenio
de la Lucha con el Racismo y la Discriminación Racial (1994-
2003); tres años de la Resolución A/66/460 de las Naciones
Unidas (Eliminación del racismo, la discriminación racial, la
xenofobia y las formas conexas de intolerancia), y tres años del
Año Internacional de los Afrodescendientes (2011). A pesar de ello
se sigue reflejando, en todos los indicadores socioeconómicos
disponibles (Stubbs y Reyes, 2006), el nivel de alerta manifiesta
sobre las precarias condiciones en que la mayor parte de los
aproximadamente doscientos millones de afrodescendientes de
las Américas acceden a la educación, trabajo, salud, vivienda y
servicios públicos.
Esto se ve de manera superlativa en Colombia, por los
procesos de inversión deficitaria y la migración forzada ante la
presencia de actores armados en los territorios de presencia
435
ancestral y en los escenarios urbanos; y bajo el peso de la
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
436
colombianos y colombianas que, Sankofa a la vista, elevan la
mirada a su descendencia africana para seguir caminando como
pueblo con una herencia propia, más allá de la representación
maldita de la esclavización, es una construcción impostergable;
mucho más en el perfeccionamiento de un Congreso Nacional
Afrocolombiano que, en vísperas de su segunda versión80,
promete mayor convocatoria, articulación de las disidencias,
unión en medio de las diferencias y trabajo solidario entre las
diferentes expresiones identitarias; perspectivas y tendencias
que se expresan al interior del movimiento étnico afrocolombiano
y a cuyo desarrollo, más allá del clásico papel del analista, aporto
como activista algunas reflexiones.
437
en el panorama de la construcción democrática, es decir, más allá
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
438
la mano con la restitución y valoración de formas de autonomía
cultural acendradas, maduradas y sostenidas en el tiempo.
Con ello lo que se logra es equilibrar la capacidad estatal para
desplegar su interés en territorios ancestrales con el vigor con
que las comunidades y sus organizaciones y liderazgos movilizan
los recursos disponibles, para incidir en su propio desarrollo.
Influenciar la agenda gubernamental con su propia agenda
constituye un movimiento de ingeniería institucional hasta hoy
inusitado. Una evidencia suficiente de lo dicho la constituye el
impulso que lo hasta ahora reglamentado de la ley 70 de 1993
ha tenido (y tiene) para convertirse en el instrumento jurídico
que produzca tal entendimiento, a partir del robustecimiento y
desarrollo de los elementos que la constituyen; instalando, de
manera destacada, las nociones de desarrollo local étnicamente
sustentable (o etnodesarrollo); la valoración de la educación
propia (o etnoeducación); los procedimientos de validación
social de las decisiones públicas, mediante procedimientos de
consulta previa; y la instalación de formas de representación e
interlocución en los diferentes entes y entidades en las que debe
significarse y robustecerse la presencia y participación de las
comunidades étnicas.
El desarrollo del articulado legal afrocolombiano, sin embargo,
todavía requiere de una mayor ingeniería institucional, que
produzca estabilidad en los territorios ancestrales, conlleve
el mejoramiento de las condiciones de vida de la población
afrocolombiana y construya rutas productivas que promuevan
un reparto efectivo de la riqueza y una mayor acumulación
de satisfactores del bienestar, para enfrentar las prolongadas
condiciones de inequidad y los indicadores de malestar
persistente y caótico que padecen las y los afrodescendientes,
medidos por todos los organismos nacionales o internacionales.
439
7.2. El desarrollo étnico conlleva una fuerte inversión para
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
440
Con ello, la definición y rediseño de políticas públicas nacidas
de estudios dimensionales, evaluaciones de impacto y análisis de
suficiencia ganan en significación frente a aquellas habitualmente
implementadas de improviso, sin cálculos responsables
y amañados al querer de entidades foráneas, actores
gubernamentales transitorios y liderazgos venales e inoportunos
que no consultan mandatos y necesidades expresadas por largo
tiempo en el seno de las propias comunidades.
Para enfrentar tales prácticas, las rutas restitutivas de
la dignidad del pueblo afrocolombiano llevan a plantearse
mecanismos autonómicos y formas organizativas y movilizatorias
que permitan avanzar desde la fraccionalidad e instrumentalidad
de las acciones afirmativas y las políticas dadivosas al poderazgo
étnico, como respuesta a los límites institucionales y requiebres
en la expresión del poder político; que constituyen barreras
al desarrollo aún no franqueadas. El peso de una Autoridad
Nacional Afrocolombiana, constituida en referente articulador
de la voluntad de un pueblo étnico, quedará por verse hacia
adelante, más de lo que hasta ahora ha podido concretarse.
441
afrocolombiano– a un trato marginal, prejuiciado y lastimero.
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
442
retos a las políticas públicas en momentos en que el país estimula
alianzas económicas y tratados comerciales con países de la
Cuenca del Pacífico. En el mismo sentido habría que apostarle
a diversificar los ingresos del Caribe, concentrados sobre el
turismo; aportando recursos, desarrollo tecnológico y formación
del talento humano, para el fortalecimiento de las industrias del
mar y de la biodiversidad.
En el ámbito identitario, el movimiento étnico deberá
apostarle a desmontar imaginarios fraccionadores del pueblo
afrodescendiente en Colombia. Negro, afrocolombiano,
palenquero y raizal no constituyen esencialidades en las que
no se exprese la común descendencia africana, que aúna las
diferentes expresiones de nuestro pueblo y, muy por el contrario,
su sostenimiento como formas de enunciación territorializadas
atomiza la expresión articuladora de nuestra diferencia frente al
conjunto poblacional colombiano.
Parte de las razones que precisan el levantamiento de una
agenda afrodescendiente común, de costa a costa y hacia el
interior del país (de cara a los procesos planetarios), consiste
precisamente en robustecer el imaginario cultural afrocolombiano
que se nutre con las diferentes localizaciones identitarias que la
constituyen; cuya historicidad, fundamentación y vitalidad nos
recuerda que nuestros ancestros y sus memorias arribaron a
América en los mismos barcos y nos hicieron hermanos en la
misma brega.
443
ser medidos ni calculados acudiendo exclusivamente a su
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
444
discriminación (Mosquera y Barcelos, 2007), identifican los
procedimientos y prácticas como se instala en diferentes
escenarios (Wieviorka, 1992), y dimensionan su carácter
sistémico (Wallerstein, 2001); nos advierten del tamaño de
la tarea que implica su desmonte. Enfrentar al racismo con
políticas públicas diferenciales, es pretender desinstalarlo como
fuente de agravios a la dignidad humana y como sustento de
las desigualdades manifiestas en la atención, cobertura y
calidad con que se implementan las acciones gubernamentales,
se sostienen las prácticas y representaciones sociales y se
escenifican las dinámicas y dualidades del poder, animando así
las conflictividades y desafíos a la expresión autonómica de las
propias identidades y a la interculturalidad (Zambrano, 2003).
445
diferentes espacios y escenarios, especialmente en aquellos
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
446
los procesos de ascenso social y el desarrollo de una clase media
afrodescendiente en el país (Urrea, 2011; Viveros y Gil, 2010).
447
ancestrales.
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
448
públicas asumidas para la población afrocolombiana deberán
preocuparse, al mismo tiempo, por preservar la herencia
cultural e identitaria ancestral, tanto como aprender a negociar
la re-existencia en contextos en los cuales se gestan nuevas
ancestralidades a partir del reconocimiento y la adscripción a
dicha herencia.
449
a la tragedia humanitaria del desplazamiento, el fortalecimiento
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
82 Viciados hoy por las fisuras legislativas que contribuyeron a dar avales a
personas mestizas que se hicieron (con artimañas engañosas, actuaciones
dolosas y prácticas ilegales) a las dos curules contempladas para
afrodescendientes en la Cámara de Representantes, y cuyos protagonistas
enfrentan hoy no solo el cuestionamiento público por tal acto de apropiación
ilegal de la representación étnica sino además procesos judiciales levantados
contra tal exabrupto.
83 La comisión Interamericana de Derechos Humanos ha incorporado
de manera permanente una ronda informativa a la que, junto con los
representantes estatales, son invitadas organizaciones, académicos,
investigadores y organismos defensores de derechos humanos, quienes
rinden informes respecto a la situación de las y los afrodescendientes en los
países miembros (CIDH, 2015).
84 Tal como se reclama para la nueva ronda de censos nacionales (agrario,
minero y poblacional) en Colombia, en los que la inclusión de preguntas por
450
de reformas legales e institucionales para la salvaguarda de
derechos y la construcción de una plataforma de actuación pública
y de expresión multilateral en torno al reconocimiento étnico
identitario, el mejoramiento de las condiciones económicas en
África y en los países de alta constitución afrodescendiente y, de
manera especial, el fortalecimiento de los procesos de memoria
y reposicionamiento epistémico, simbólico y civilizatorio de la
africanía; todo ello en el marco del Decenio Afrodescendiente y el
despliegue de la Declaración y Programa de Acción de Durban.
En últimas, el conjunto de las tareas correspondientes al
Mandato del Congreso Nacional Afrocolombiano impele a
educar, investigar, actuar y proponer estrategias encaminadas a
configurar un escenario de acción política y movilizatoria del cual
no podemos estar exentos los académicos afrodescendientes;
en cuanto nuestro trabajo resulta singular en el propósito de
contribuir en la articulación de un movimiento planetario que,
en lo internacional, restituya la dignidad de África dispersa por
el mundo, contribuyendo en los escenarios locales a enfrentar
las condiciones sociales e institucionalizadas de persistente
privación y afrenta contra la afrodescendencia en la vida de
sujetos portadores de dramas concretos, visibles y manifiestos;
tal como puede hacerse desde los contenidos, dinámicas y
propósitos del doctorado para el que se escribe este artículo.
451
Bibliografía
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Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
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Latina. México: UNAM.
457
Centro de Documentación y Memoria Afrodescendiente «Cuito Cuanavale»
De la etnogénesis negra del Pacífico al movimiento
étnico afrocolombiano: anotaciones para una posible
comparación con la experiencia brasileña85
461
actúan como sustrato analítico y posibilidad narrativa para el
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
462
en la historiografía y la antropología del país. Sin embargo,
esto empezó a cambiar notablemente desde la década de los
ochenta del siglo pasado y sobre todo en la de los noventa,
como consecuencia de fenómenos globales y nacionales que se
expresaron en ideologías y políticas como el ambientalismo, el
multiculturalismo, el nuevo derecho y los movimientos sociales.
No obstante, en los últimos años ha vuelto a decaer el interés por
la región y su estudio86. Adicionalmente, debe tenerse en cuenta
que esta reciente relevancia del Pacífico colombiano contrasta
con la trascendencia de vieja data que las ciencias sociales y
humanas de América Latina le asignan a cuestiones como la
esclavitud y la postesclavitud atlánticas, las sociedades indias y
mestizas de Mesoamérica y los Andes, el mundo amazónico o los
procesos de construcción del Estado nacional y la modernización,
para mencionar las principales. Con esto queremos subrayar la
doble marginalidad que, en principio, ha tenido el Pacífico para
los colombianos en general y para la academia en particular,
tal vez como otro rostro de la exclusión y la discriminación. En
tanto no resulta fácil inscribir el Pacífico colombiano en alguno
de los grandes modelos de análisis utilizados para comprender
los procesos históricos y las sociedades latinoamericanas y
caribeñas, este deviene en marginal para la investigación social.
La historia de la esclavitud y postesclavitud en el Pacífico
Sur neogranadino y colombiano no solo es compleja en sí
86 En esas décadas del siglo xx convergieron agentes e intereses distintos
sobre el Pacífico, con consecuencias en diversos órdenes del análisis
social: la planificación gubernamental; los estudios ambientales, históricos
y etnográficos; así como en lo referente a la definición de sujetos de nuevo
derecho, como los étnicos y sus territorios autónomos y protegidos (sin que
se pueda olvidar que el contexto del conflicto interno armado agrega un factor
muy importante), entre otros. En la actualidad, se presenta un nuevo período
en el que la región ha vuelto a perder importancia, según el más reciente y
pertinente estudio sobre estos distintos momentos en la producción de la
diferencia étnica en Colombia (véase Restrepo, 2013).
463
misma sino en buena medida desconocida todavía. En efecto,
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
464
por cuanto condujo al surgimiento de un sujeto social nuevo, que
a su vez es portador de una identidad étnica diferenciada: los
grupos negros del Pacífico Sur, cuya subjetividad no es reducible
a la clásica dicotomía esclavo o libre.
Razones por las cuales conviene presentar en forma sintética
sus características principales, diferenciando dos fases del
mismo, una inicial durante el siglo xviii y una segunda durante
los siglos xix y xx.
Dicho problema se aborda desde la perspectiva etnohistórica88,
ante todo por el intento de combinar estrategias de investigación
que apuntan a superar, como dice Martha Bechis (2008),
la antropología clásica sin historia y la historia clásica sin
antropología. Asimismo, admitimos un supuesto importante
de esta perspectiva, que postula la existencia de un proceso
continuo de creación de la realidad social, y este a su vez influye
en la definición de las identidades sociales, por lo cual ambos
fenómenos se generan y construyen socialmente (García,
2007). De ello deducimos que los procesos de configuración de
las sociedades son inseparables de los fenómenos de formación
de las identidades de los grupos que las constituyen. Aunque
lo más frecuente es que la etnohistoria de América se ocupe
del protagonismo de los diferentes grupos indígenas en su
historia, varios trabajos indican que sus enfoques son también
aplicables a otros sujetos históricos, como los afroamericanos
o descendientes de africanos; como lo muestran, entre otros,
el de José Maurício Arruti (2006) para explicar la formación de
los quilombos en Brasil y el nuestro sobre los grupos negros del
465
Pacífico Sur colombiano (Almario, 2003).
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
466
de trabajo concertadas con los libres a lo largo del segundo
ciclo del oro, puede explicarse desde esa misma racionalidad
económica de los esclavistas, dada su intención de incrementar,
en condiciones de escasez de mano de obra, la productividad de
la actividad minera, pero ello tuvo consecuencias cualitativas en
la experiencia cotidiana de esa sociedad. Los acuerdos debieron
pactarse, de hecho, entre los mineros o administradores de
minas –quienes representaban a los mineros propietarios, en
realidad ausentes de la frontera– y los esclavos –quienes a su
vez, y con seguridad, «especializaron» a algunos de los suyos
en esos tratos–. Mediante ellos, el esclavo se obligaba a vender
el oro rescatado a la mina a la que pertenecía y el administrador
a consignar fielmente la entrega de lo beneficiado. Esa práctica
y su frecuencia la convirtieron en un hábito o costumbre, cuya
persistencia tal vez explique la recurrente compra de la libertad
personal por los esclavos, lo que devela la consolidación de una
estrategia libertaria de la gente negra, consistente en la voluntad
de adquirir la libertad de toda la familia o al menos de buena
porción de ella. Por su parte los libres, además de concertar sus
labores y recompensas con los mineros (horas de las jornadas
y días de trabajo, recibir una cantidad del oro beneficiado,
posibilidades para asentarse en pequeñas chacras en terrenos de
las minas o reclamados por ellas, entre otras), también pudieron
mantener fuertes lazos de solidaridad y reciprocidad con las
cuadrillas originarias. De este modo empezó a configurarse, entre
los esclavos y los libres, un sistema de valores comunes, una
«economía moral» de la gente negra (en sentido thompsoniano),
que va a influir en que la producción minera y la propia vida
cotidiana, en vez de ser causas de alienación de su existencia,
se hicieran más humanas y fueran una fuente de afirmación
como colectividades.
467
Como una proyección particular de ese universo de valores
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
468
libertad. Con el concepto de territorialización nos referimos a un
proceso de apropiación territorial, individual y colectiva, que se
deriva de la conquista de la libertad por los grupos negros, lo
que permitiría entender su etnogénesis como un proceso que
conlleva a una identidad territorializada.
Las embrionarias dinámicas etnogenéticas de la gente negra
las condujo desde la experiencia esclavizada a la libertaria, de
la mina a las comunidades y el territorio, a la diáspora por la
llanura aluvial del Pacífico Sur, a través de los ríos, el monte
y el mar. Población y sociedad son, por eso, los conceptos y
ámbitos que de alguna manera resumen la cristalización de
ese complejo proceso. Según los datos del último Censo del
Gobierno de Popayán de 1797, y la Relación que lo acompaña,
de una población total de 18 795 personas en las provincias del
Pacífico Sur, 48,8 % eran esclavos y 33,4 % libres (que en su
amplia mayoría debieron ser negros que habían alcanzado la
libertad); por lo que tenemos un significativo 82,2 % de negros,
entre esclavos y libres. Los indígenas representaban 12,1 %;
los blancos 5,4 %, y los clérigos 0,1 %91. En síntesis, la amplia
mayoría de la población negra, y los datos de los otros grupos,
confirman la consolidación de varias tendencias demográficas
a finales del siglo xviii. En primer término, la sustitución de la
mayoría de población indígena por la negra, pese a que los
indígenas habían logrado detener su extinción, estabilizar sus
poblaciones y empezar su recuperación. Negros e indígenas
469
sumados representan 95 % del total de los habitantes. En
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
470
las del Pacífico sus pobladores negros se habían apropiado de
hecho de los baldíos nacionales (antiguas tierras realengas), y
se resistían al peonaje y las formas asalariadas, precisamente
por disponer de los recursos del entorno en el que se asentaban
sus comunidades. Ni las condiciones sociales (resistencia negra
a la esclavitud), ni las ambientales (selva húmeda tropical),
facilitaron otras posibilidades a los antiguos mineros para
redefinir el sistema esclavista. Adicionalmente, la incapacidad de
las élites hacendarias para generar un producto agroexportador
desde el interior andino, las limitó en cuanto a tratar de atraer a
los pobladores del Pacífico o inducir su migración, con lo cual se
consolidaría el proceso etnogenético en sus territorios.
A finales del siglo xix, cuando el nacionalismo de Estado se
afirma por una vía autoritaria y con el apoyo eclesiástico (lo que
explica la presencia de los misioneros agustinos en la costa
Pacífica sur colombiana), los grupos negros ya habían llevado
a cabo posiblemente el componente más significativo de su
proceso de etnogénesis o identidad étnica diferenciada, esto
es, la conquista extensiva del territorio. Un complejo proceso
agenciado por pobladores de muy diversa procedencia, que
aunque eran portadores de experiencias diferentes finalmente
tuvieron que establecer un nuevo territorio y compartirlo. Tal
como lo sintetiza una investigadora: «Sólo a partir del siglo
xix empiezan a “compartir” [estos grupos negros] una historia
regional común: la del Pacífico» (Hoffmann, 2000: 99).
Es precisamente mediante esta experiencia colectiva que la
identidad étnica de estos grupos se va a materializar también como
una identidad territorializada. En efecto, a partir de experiencias
comunes como el origen africano, la colonización y la esclavitud
(pero sobre todo con las dinámicas posteriores a consecuencia
de la Independencia y la institucionalidad republicana), estos
471
grupos negros dispersos se apropiaron a lo largo del siglo xix
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
472
predominio de los negros en el conjunto (Archivo General de
la Nación, s. f.; Censo General…, 1912; Diario Oficial, 1917;
Anuario General de Estadística, 1939: 9-10, 12 y 14-15; Valdivia,
1980; Rueda, 1993).
No obstante, tanto los rasgos distintivos de esa transición
demográfica y territorial de los siglos xix-xx, como sus
consecuencias, ameritan varias precisiones. Por una parte, el
poblamiento extensivo indica la apropiación del territorio en
sentido cultural y simbólico por la gente negra, como se ha dicho;
pero, por otra, también evidencia un cambio cualitativo en el
modelo de poblamiento (del ribereño simple a uno más complejo),
en tanto se articularon lo ribereño tradicional (asentamientos y
comunidades), lo costanero nuevo (poblados en las bocanas de
los ríos al mar) y lo portuario moderno (Tumaco y Buenaventura).
Esta complejidad demográfica, territorial y social, resultaría
paradójica para la identidad de la gente negra, porque si bien
sintetizaba y expresaba que la gesta colonizadora del territorio
había llegado a su máximo nivel, en adelante haría más difícil
su control como territorio propio para ella; al tiempo, esa misma
complejidad sociodemográfica se convirtió en condición de
posibilidad para que tomara forma otra fase de intervención y
expansión, tanto del Estado-nación como del sistema-mundo,
sobre la región y su gente (Taylor, 1994: 1-43).
Ejemplo de ello será la tardía iniciativa misionera de los
agustinos recoletos que, después de un siglo de virtual
ausencia de la Iglesia católica en la región, representó tanto un
renovado intento de control social de la gente negra como un
reto para la continuidad de su identidad colectiva; todo ello en el
contexto del fortalecimiento del nacionalismo de Estado desde
la adopción de la centralista, autoritaria y clerical Constitución
Política de 1886, y la firma del Concordato con la Santa Sede
473
en 1887. El Estado colombiano delegó en la Iglesia católica la
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
474
los grupos negros escribieron otro capítulo de la diáspora (de
la africana a la interna), en un proceso que narrativamente
se puede representar como un éxodo múltiple que, desde los
recintos esclavistas localizados en el piedemonte de la cordillera
Occidental (y siguiendo el curso de los ríos por la llanura aluvial)
llegó hasta el mar, como una conquista extensiva del territorio
(Almario, 1996, 2003, 2005, 2007 y 2013)93.
475
inclusivo en lo político, una democracia renovada y el Estado
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
476
Concretamente, todo esto configuró al Pacífico colombiano
como el espacio de lo étnico negro por excelencia en el país,
y desde entonces sobre ese territorio convergen intereses
distintos y en pugna: las transnacionales, que «redescubrieron»
la naturaleza como fuente de riquezas; la nueva institucionalidad
colombiana, estructurada sobre el Estado social de derecho,
la protección del medio ambiente y el multiculturalismo; y las
comunidades negras, que iniciaron un intenso y masivo proceso
organizativo a lo largo y ancho del Pacífico –con resonancia en
todo el país–, en función de la titulación colectiva de las tierras
ancestrales, la organización de los consejos comunitarios para
gestionarlos y la validación de los voceros que representarían
ese proceso.
Mientras que desde el orden constitucional del país se concibió
la cuestión del reconocimiento de las «comunidades negras»
como una moderada política de reparación histórica y protección
cultural, y una todavía más modesta posición para validar sus
territorios ancestrales; para la gente negra la ley 70 representó
una enorme posibilidad de acción reivindicativa.
Dicha ley, las dinámicas organizativas en el Pacífico y el
interés gubernamental repercutieron también en un fenómeno
de tipo académico, esto es, en la significativa producción de
masa crítica sobre lo que estaba ocurriendo; cuestión tratada
en un estudio reciente que presenta tres argumentos centrales
reglamentarios de la misma, reconocen a las comunidades negras que han
venido ocupando «tierras baldías» en las zonas rurales ribereñas de los ríos
de la Cuenca del Pacífico como titulares colectivas de ellas, de acuerdo con
sus prácticas tradicionales de producción y con el derecho a la propiedad
colectiva. Asimismo, tienen como propósito establecer mecanismos para la
protección de la identidad cultural y de los derechos de las comunidades
negras de Colombia como grupo étnico diferenciado, y el fomento de su
desarrollo económico y social, con el fin de garantizar que estas comunidades
obtengan condiciones reales de igualdad de oportunidades frente al resto de
la sociedad colombiana.
477
que nos interesa retomar aquí, porque contribuyen a definir uno
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
478
dos tipos de registros en presencia y acción: el de la experiencia
social de larga duración o de las sedimentaciones históricas,
que son las que se han tratado de documentar, comprender
y explicar desde las distintas modalidades historiográficas y
etnográficas, principalmente; y las de la experiencia social
contemporánea o sedimentaciones políticas, que tienen que ver
con el proyecto étnico reivindicatorio, de vocerías variadas. Sin
embargo, entre ambos sustratos discursivos, el «histórico» y el
«ideológico», se producen fricciones, traslapes, contradicciones
y desplazamientos, que ponen de presente que la cuestión de
la memoria colectiva configura otro campo en disputa para las
identidades y por consiguiente de tensión con los discursos
expertos, incluidos los académicos, que de una u otra manera
se solidarizan con la causa de las reivindicaciones étnicas.
Tensiones que se expresan unas veces como la autoridad del
conocimiento científico u otras como la autoridad de la memoria
colectiva, con los evidentes riesgos de un conocimiento social
vaciado de sociedades reales y conflictos y de un discurso
étnico que pretende ahorrarse la argumentación demostrativa
en nombre del movimiento reivindicativo.
En las dos décadas que median entre la Ley 70 y la actualidad, la
variedad, calidad y densidad de los acontecimientos y dinámicas
ha sido tan compleja que escapa a cualquier posibilidad de
sintetizarlas. En un extremo se encontraba la esperanza del
reconocimiento y la inclusión, pero en el otro actuaban las fuerzas
del dominio y los prejuicios raciales, en medio de los cuales tuvo
que actuar uno de los movimientos sociales más creativos de
América Latina. La organización de los consejos comunitarios y la
479
titulación colectiva, las iniciativas por la etnoeducación y la Cátedra
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
480
los territorios ancestrales del Pacífico sirvieron de base para el
diseño de la legislación vigente, y de inspiración al movimiento
étnico, ahora se apunta también a la recuperación de territorios
que les fueron expropiados a la gente negra en distintos lugares
del territorio nacional, para lo cual se acude a la memoria
colectiva, a la documentación histórica y a la acción con fines
reivindicativos. Como lo ilustra muy bien el ya emblemático
caso del corregimiento de La Toma, municipio de Suárez,
departamento del Cauca (Vergara, 2013; Ararat, Mina, Rojas et
ál., 2013; Rojas y Vanegas, 2012).
481
diferenciarse de la historia tradicional respecto a que se había
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
482
ello sus diferencias y singularidades: «Gracias a él [el método
comparativo] medimos la originalidad de los sistemas sociales y
por ello podemos esperar con llegar algún día a clarificarlos y a
penetrar en lo más profundo de su naturaleza» (ibíd.: 112).
A efectos de una historia de la esclavitud y postesclavitud
en clave crítica, estas sugerencias de Bloch se anticiparon en
varias décadas a dinámicas y criterios de investigación que en la
actualidad están en pleno desarrollo, y que en medio de la variedad
de enfoques coinciden sin embargo en el cuestionamiento del
metarrelato occidental. Nos referimos, entre otros, a los estudios
poscoloniales, los estudios de la subalternidad, los decoloniales,
las historias cruzadas, la microhistoria, la etnohistoria, la
historia comparada, entre otros (Symansky y Gomes, 2013).
No obstante, cabe preguntarse sobre las posibilidades de
una historia comparada en las actuales condiciones de la
investigación, porque pese a los avances anotados, este campo
de trabajo común todavía no está suficientemente abonado,
sobre todo por razones de procedimiento e identidad disciplinar
de los historiadores y del estado apenas en progreso de la historia
comparada99.
En efecto, el enfoque de las modernidades múltiples, que
suele ser usado por los sociólogos de la historia y otro tipo de
investigadores que se ocupan de la aplicación de perspectivas
macroscópicas al estudio del pasado, no despierta el mismo
entusiasmo entre los historiadores que desconfían de conceptos
tan generales y alejados de su constatación mediante el trabajo
483
de archivos, aunque también se advierten cambios en esa tensión
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
484
De la lucha contra el racismo al multiculturalismo y la lucha
por las identidades étnicas
485
cultural de la primera modernidad– ahora admiten las diferencias
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
486
establecieron criterios en torno a: la valoración de la proyección
de África en América en lo sociocultural, la definición del modelo
atlántico de la esclavitud y sus unidades de análisis (plantación,
ingenio, haciendas), y las cuestiones políticas y culturales de la
postesclavitud (abolición, países independientes y crisol cultural),
entre otros temas. Sin embargo, como lo indican los desarrollos
de la historia comparada y la historia cruzada, la posibilidad
de otra historia de procesos amplios como el de la esclavitud
atlántica y sus consecuencias, no consiste tanto en la sumatoria
de historia regionales y locales, cuanto en el despliegue de
metodologías que recaben evidencias suficientes, con el fin de
ilustrar la interactividad e intersubjetividad de estas experiencias
originadas en la expansión europea y sus dispositivos materiales
y simbólicos (Unesco, 2010; Benítez, 1989; Klein, 1999; Mintz,
1996; Tilly, 1991; Moreno, 1987 y 1999).
487
esclavitud en los siglos xviii y xix, lo que hace legible el contraste
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
488
invenciones en América), y de la dilucidación sobre la manera
como se integraron lo estructural (económico-social) y lo subjetivo
(experiencias colectivas) para configurar sujetos, acciones,
sociedades y proyectos (Price, 1981 y 2001; Wolf, 1994).
489
territorios afrocolombianos y los consejos comunitarios también
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
490
grandes unidades de de la esclavitud atlántica (como la
plantación, el ingenio o la hacienda) están ausentes en el caso del
Pacífico Sur, tanto para el período colonial como el republicano,
dado el predominio de la minería del oro de aluvión en la selva
húmeda tropical. La microescala de la mina, la cuadrilla, los
distritos mineros y las precarias «ciudades» de esa frontera (así
como la formación de la familia negra, la configuración de los
grupos y asentamientos, de las relaciones entre esclavizados y
libres, de las sociedades locales en libertad, y en últimas, de su
proceso de etnogénesis) se imponen como unidades de análisis
en el caso colombiano. Sin embargo, según creemos, estas
diferencias de escala y elementos a observar no tienen por qué
inhibir las posibilidades de una historia comparada, desde cuya
perspectiva el hilo conductor tal vez consista en las modalidades
de resistencia que conducen a las identidades étnicas, más
que en el «sistema esclavista» en sentido restringido. En esa
perspectiva, hay que introducir y tener en cuenta de manera
especial un componente «correctivo», relacionado con el
olvido de los «otros» subalternizados, es decir, los indígenas.
En Colombia la preocupación por el Pacífico y su gente negra,
significó el paradójico olvido de la gente indígena y su historia,
que es la otra presencia significativa en esos territorios; mientras
que en Brasil percibimos un mayor equilibrio en los estudios
sobre estas dos subjetividades. Aunque el reto sigue abierto
para ambas, en cuanto a conocer en detalle los intercambios,
cruces y relaciones entre negros e indígenas; y los procesos de
mestizaje, mulataje y zambaje a que dieron lugar, tanto en lo
social como en lo cultural (Arruti, 1997a y 1997b; Gomes, 2009
y 2011; Monteiro, 1994; Losonczy, 2006; Abello, 2006; Márquez,
2006).
491
Otras cuestiones metodológicas
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
Bibliografía
492
culturales en el Occidente de Colombia». En Alonso Valencia L.
(dir.): Historia del Gran Cauca. Historia regional del suroccidente
Colombiano. Cali: Instituto de Estudios del Pacífico / Área de
Desarrollo Histórico-Cultural / Universidad del Valle, pp. 157-64.
493
Palmares Em Revista, vol. 1, n.° 1, pp.71-96. Brasília.
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
494
Friedemann, Nina S. de; y Jaime Arocha (1986): De sol a sol: génesis,
transformación y presencia del negro en Colombia. Bogotá:
Planeta.
495
Klein, Herbert S.; & Francisco Vidal Luna (2010): Slavery in Brazil.
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
496
_____ (1999): La historia como arma y otros estudios sobre esclavos,
ingenios y plantaciones. Prólogo de Joseph Fontana. Barcelona:
Crítica.
497
múltiples y sus áreas adyacentes». En Jürgen Schriewer y
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
Symansky, Luís Cláudio; & Flávio Gomes (2013): «Da cultura material
da escravidão e do pós-emancipação: perspectivas comparadas
em arqueologia e história». Revista de Historia Comparada, vol.
7, n.° 1, pp. 293-338. Rio de Janeiro.
Taussig, Michael (2013): «La ley en una tierra sin ley. Diario de limpieza».
En Montserrat Cañedo Rodríguez (ed.): Cosmopolíticas.
Perspectivas antropológicas, pp. 225-49. Madrid: Trotta.
498
el suroccidente, 1843 y 1870». Revista Historia y Espacio, n.° 5,
abril-junio, pp. 103-10.
499
Documentos oficiales (Colombia)
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
500
Centro de Documentación y Memoria Afrodescendiente «Cuito Cuanavale»
Movimiento organizativo afrourbano en Medellín: una
respuesta al racismo y la discriminación racial.
Estudio de caso
503
tema en la Constituyente.
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
504
reglamentario al respecto; y hasta la fecha las instituciones
educativas del país en su gran mayoría no han incluido dicha
cátedra en sus Proyectos Educativos Institucionales, como lo
dispone el decreto 1122 de 1998.
Sin embargo, lo establecido en la ley 70 debe ser exigido por
el pueblo afrocolombiano organizado y luchando por obtener
autonomía y la preservación de su diversidad étnica y cultural.
El pueblo negro necesita ser reconocido de manera especial
por el Estado. Esto, en términos de Mosquera Rosero-Labbé y
León Díaz (2009), se explica en que para los afrocolombianos
y afrocolombianas es fundamental que el Estado reconozca
de manera formal su diferencia étnica-racial, y que evidencie
de manera directa la pertenencia a una cultura distinta, que
cuenta con una historia de resistencia pero también de dolor,
de sufrimiento y victimización (…), lo cual repercute en el plano
simbólico y en el material, a nivel individual, grupal, comunitario
y afrodiaspórico. Por esa razón, la ley 70 se convierte en un
estatuto que propugna por el respeto y reconocimiento del
legado ancestral afrodescendiente, como parte integral de la
nacionalidad colombiana. Aunque hay que aclarar que no se
pretende hacer una apología a esa normatividad, que por su
falta de reglamentación en aspectos como la consulta previa
ha generado destierro y desplazamiento de comunidades
afrocolombianas.
Otro de los objetos contemplados por la norma es el de
«establecer mecanismos para la protección de la identidad
cultural y de los derechos de las comunidades negras de
Colombia como grupo étnico»; para este cometido se determinó
erigir un modelo educativo propio para las comunidades negras,
que respondiera a sus necesidades, entorno, contexto, cultura
y devenir histórico; y una cátedra de estudios afrocolombianos
505
que, dictada en todas las instituciones educativas de todos los
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
506
académicos, películas, programas de televisión y noticias en la
prensa. Sin embargo, el efecto de estas manifestaciones en las
condiciones de vida de las comunidades negras es directo; y, en
palabras del autor citado, este tipo de racismo, comparado con
el estructural –que mencionaremos más adelante–, puede ser
igual de eficaz a la hora de marginar y excluir a las minorías. Por
ejemplo, en el ámbito laboral son claros los obstáculos que tienen
las personas afrodescendientes para acceder en condiciones de
igualdad y meritocracia, en comparación con la población blanca
mestiza. Lo anterior, según Viáfara López (2010), se evidencia
también en que los afrocolombianos enfrentan más limitaciones
en torno a la demanda laboral por parte de los empleadores,
frente a la población mestiza; y eso no obedece a una situación
de inferioridad en niveles de educación sino estrictamente
a la condición racial. De allí entonces que el desempleo, y
consecuentemente la pobreza, tengan color en Colombia.
En tanto el racismo estructural es una manifestación que
afecta a la población afrocolombiana, no de manera individual
a personas sino a un conglomerado social que sufre el efecto
del abandono estatal y el rezago en sus condiciones de vida.
En ese sentido, Segato (2007) ha definido magistralmente
esta forma de exclusión, como todos los factores, valores y
prácticas que contribuyen para la fijación de las personas no
blancas en las posiciones de menor prestigio y autoridad y en
las profesiones menos remuneradas. Así entonces, en Colombia
los indicadores oficiales del Departamento Administrativo
Nacional de Estadística (DANE) señalan a los departamentos
del Chocó, Cauca, Córdoba, Guajira y Magdalena como los que
lideran las cifras de pobreza y precariedad en sus indicadores
sociales; y esos territorios tienen el denominador común de
tener mayoritariamente población afrocolombiana. Esta forma de
507
racismo atenta directamente contra la garantía de los derechos
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
508
de miles de personas que hoy carecen de una efectividad en la
concreción de sus derechos fundamentales, ante una situación
eminentemente racial. Es necesario crear un espacio de diálogo
entre los afrodescendientes, los sectores populares y el Estado,
que permita exigir las reparaciones e intervenciones necesarias
para mejorar las condiciones infrahumanas de vida. Allí es
pertinente hablar de reparaciones, y ello implica aceptar que la
cruenta historicidad de la gente negra es la causa primigenia
de sus condiciones de precariedad actual, aunada a ella la
inacción estatal. En ese sentido, Lao Montes (2007) plantea que
«las exigencias de afro-reparaciones están sustentadas en una
política de memoria de la esclavitud, con sus consecuencias y
con la relación que este pasado de opresión tiene con el presente
de desigualdad y con posibles futuros de liberación. La esclavitud
no representa solo un pasado de opresión, en la medida en que
su legado continúa presente en las desigualdades sociales y
políticas, en la discriminación cultural y en la desvalorización
subjetiva de los sujetos racializados como negros y africanos.
Por tal razón, cualquier lucha de la población afrocolombiana
no puede estar desligada de su historia, y desde ella deben
orientarse todos los esfuerzos organizativos y de movilización
de los colectivos afrodescendientes, en busca de reparaciones
tendientes a garantizar la coexistencia digna del pueblo afro en
el país.
Y es importante, además, que los afrocolombianos y en
especial los movimientos organizativos tengan claro qué
implica la exigencia de las afro-reparaciones; porque dicho
discurso suele desvirtuarse y confundirse con el de las acciones
afirmativas, que no impactan de manera directa las condiciones
reales y materiales de la población afrocolombiana, por su
carácter temporal y por tener como objeto sujetos individuales,
509
que si bien pertenecen a grupos vulnerables de la sociedad,
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
510
en las prioridades del movimiento popular en Colombia el tema
de los afrodescendientes; y de actuar con plena autonomía del
Estado y la institucionalidad, para poder participar en las agendas
y proyectos de dualidad de poder y construcción alternativa de
sociedad.
511
afrocolombiana de la ciudad. Su propuesta se centra en la
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
512
Acompañamiento organizativo con artistas afrodescendientes
513
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
514
Promover la construcción de relaciones sociales solidarias
para el cambio social y la construcción de una sociedad
alternativa, desde el legado libertario de la afrodescendencia
y los sectores populares en Colombia, a través de la
formación política, la organización y movilización étnico-
popular, la comunicación alternativa, la educación e
investigación para un mundo que supere el racismo, la
exclusión clasista y la dominación de género (página web
del Centro Popular Afrodescendiente: www.cepafro.org).
515
frente a los retos consignados por la ONU con la declaración
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
516
Ponencia de Agustín Lao Montes sobre el Movimiento
Afrodescendiente en Estados Unidos
517
Escuela de Formación Política para Jóvenes
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
Afrodescendientes
518
Recorrido de observación y aprendizaje por territorios afrourbanos,
en el en el marco de la Escuela de Formación Política para Jóvenes
Afrodescendientes
519
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
520
Por otro lado, el Centro Popular Afrodescendiente (Cepafro)
trabaja en la visibilización de los afrodescendientes en Medellín.
Para ello ha participado en grandes eventos de ciudad, poniendo
de presente el tema afro en la agenda pública. La Fiesta del Libro
y la Cultura, el Festival Internacional de Poesía, las articulaciones
de organizaciones populares y las movilizaciones populares han
tenido al Cepafro como partícipe, aportando en beneficio de las
comunidades.
521
lo expresa Mijares Pacheco, citando a García (2002), en el
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
Referencias bibliográficas
Lao Montes, Agustín (2009): Sin justicia étnico-racial no hay paz: las
afro-reparaciones en perspectiva histórico-mundial. Disponible
en: http://www.bdigital.unal.edu.co/1237/5/04CAPI03.pdf
522
pdf
523
Centro de Documentación y Memoria Afrodescendiente «Cuito Cuanavale»
El movimiento afrocolombiano: entre el etnocidio,
la negación en el proceso de paz con las FARC
y su reconstrucción en el marco del
«Decenio Internacional para los Afrodescendientes»
527
El eje central del Decenio en Colombia son las reparaciones
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
528
del gaitanismo.
El crimen contra la Unión Patriótica es un genocidio que pasó
de 3500 personas; el crimen contra el pueblo afrocolombiano es
un etnocidio donde han muerto miles de seres humanos, con
los daños irreparables al pueblo afro, a su tejido social, político
y cultural, a sus territorios, a sus representaciones y valores
que construyen un lazo simbólico en sus comunidades. Además
de los traumatismos extremos y los impactos psicopatológicos
ligados a la represión política y militar.
El etnocidio se refiere al exterminio de una cultura, en este
caso la cultura afro. El etnocidio es la destrucción sistemática de
los modos de vida y pensamiento de un pueblo o etnia.
El etnocidio es un proceso complejo (con raíces históricas,
sociales, políticas y económicas) que apunta a desaparecer y
liquidar el derecho de disfrutar, desarrollar y transmitir su cultura
por parte de una etnia o pueblo. Esto implica una forma extrema
de violación masiva de los derechos humanos, particularmente el
derecho de un pueblo o etnia al respeto de su identidad cultural.
Como diría un analista, el genocidio asesina los cuerpos de
los pueblos, el etnocidio mata su espíritu. Tanto en uno como
en otro caso, se trata sin duda de la muerte, pero una muerte
diferente.
En diciembre de 1981, en San José de Costa Rica sale, por
iniciativa de la Unesco, una declaración sobre el etnocidio y el
etnodesarrollo. En ella se expresa claramente:
529
Los movimientos sociales no se atreven a llamar etnocidio
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
530
profundizan la marginación, la exclusión estructural
y el apartheid social, como un círculo vicioso.
531
incluyen además otros usos de las selvas: biomasa, bancos
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
532
lo reseñó: «Ya hasta tengo regiones donde la economía está
reactivada, donde pasó la guerra y se ha repoblado. Yo no dejo
miseria y muerte a mi paso. Siempre voy con los fusiles adelante
y los buldóceres detrás» (Revista Cambio 16, n.° 235, diciembre
15-22 de 1997).
Frente a la barbarie que rodeó la siembra de palma en
Chocó, la Comisión Intereclesial de Justicia y Paz, en su
informe de junio del 2013 «Justicia evasiva, lucha por la tierra
y la vida en Jiguamiendó y Curvaradó», hizo un recuento de
los crímenes cometidos contra la población civil entre 1996 y
2004: masacres, homicidios selectivos, descuartizamientos,
torturas, desapariciones y desplazamiento forzado hacen parte
del espectro criminal que rodeó el proyecto de siembra de palma
de aceite a finales de la década del noventa en esta región
chocoana.
Si bien en un principio se consideró que las operaciones
paramilitares tenían un carácter contrainsurgente y buscaban
atacar las posiciones de varios frentes de las FARC en esta región
chocoana, lo que se reveló años después, luego de los crímenes
contra la población civil y los posteriores desplazamientos
masivos de 1997 y 2001, fue un proyecto de ocupación de predios
para el desarrollo de negocios agroindustriales y la explotación
ganadera.
Las masacres de Riosucio (1997) y del caserío Las Brisas
(2000), fueron el preludio de una época de terror que afectó a la
población civil por varios años, obligándola a desplazarse y dejar
su territorio a merced de diversos intereses, entre ellos los de
inversionistas en palma africana y ganadería.
533
Estos hechos forman un patrón común de ataques en contra
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
Incursión económica
Masacre de Cacarica
534
en la llamada operación Génesis, que se realizó entre el 24 y el
27 de febrero de 1997.
Masacre de Machuca
Masacre de Bojayá
535
continua expansión de la mina ha expulsado de sus tierras a
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
536
La falta de empleo y la mala remuneración es cotidiana y la
prestación de los servicios públicos es muy escasa, especialmente
del agua. Asimismo, en este municipio se han presentado todas
las modalidades de violencia, registrando, por lo general, las
cifras más altas del país: homicidios, desapariciones forzadas,
desplazamiento forzado (particularmente el intraurbano),
secuestros.
En este, el puerto más importante sobre el Pacífico, se ha
conformado una ciudad con un ordenamiento territorial de
economía extractiva y un poblamiento afrodescendiente que
mantiene continuidad entre lo rural y lo urbano, con un puerto
privado hace más de veinte años (por la política neoliberal); con
circuitos económicos portuarios y locales fragmentados, y una
población afro en condiciones de pobreza y desigualdad.
Buenaventura ha vivido distintas reconfiguraciones territoriales
en la división de la ciudad y el puerto, a través de titulaciones
colectivas impulsadas por las organizaciones afrodescendientes
contra los planes para la ampliación del puerto de carga y la
reconstrucción de un nuevo puerto en Bahía Málaga para barcos
de mayor calado. Los habitantes de los barrios de bajamar han
sido desalojados, a causa de proyectos como la carretera de
doble calzada Buenaventura-Buga y el nuevo malecón.
El Plan Nacional de Desarrollo, 2010-2014, «Prosperidad
para todos», es muy claro sobre el propósito de estos planes:
537
departamentos que requieren acceder a los mercados de
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
538
terror.
539
Etnocidio del trabajo asalariado en condiciones precarias y
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
540
capitalista. La introducción de normas al sistema del salario ha
permitido una explotación intensiva, máxima, de la mano de obra
negra. La población afro vende su fuerza de trabajo, pero a un
precio arbitrariamente reducible. En territorios afro la población
está dentro de quienes poseen mayores niveles de pobreza y
miseria, y son víctimas de la violación de todos sus derechos
humanos.
Estas cooperativas se definen como empresas asociativas sin
ánimo de lucro, donde los asociados son dueños, trabajadores y
administradores, y vinculan su trabajo personal a la producción
de bienes y servicios. Las cooperativas de trabajo asociado
no se rigen por las disposiciones laborales. La relación entre
aquella y el trabajador asociado no es una relación empleador-
trabajador sino un vínculo de naturaleza cooperativa y solidaria,
máxime cuando las cooperativas de trabajo asociado han sido
creadas con el fin de que los socios cooperados se reúnan libre
y autónomamente para realizar actividades o labores físicas,
materiales, intelectuales o científicas, con el fin de producir en
común bienes, ejecutar obras o prestar servicios para satisfacer
las necesidades de sus asociados y de la comunidad en general.
Son los mismos trabajadores quienes organizan las actividades
de trabajo, con autonomía administrativa y asumiendo los riesgos
en su realización.
Partiendo de la inexistencia de vínculo laboral entre la
cooperativa de trabajo asociado y el trabajador, debe señalarse
que este último no devenga salario sino «compensaciones»,
las cuales pueden ser ordinarias o extraordinarias, según lo
acordado en los estatutos y en el régimen de compensaciones
de la cooperativa.
Dada la inexistencia de vínculo laboral entre la cooperativa de
trabajo y los trabajadores asociados, no se genera el pago de las
541
prestaciones sociales: prima de servicios, auxilio de cesantías,
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
542
Si no hay políticas económicas de igualdad social que
abarquen a la sociedad en su conjunto, las acciones afirmativas
no logran paliar los inconmensurables vacíos y la deuda social
con las etnias y con el pueblo afrocolombiano. Por lo anterior,
el movimiento social afro en Colombia hoy debe enfocar una
concepción de lucha que tenga en cuenta el etnocidio cometido y
luchar contra el modelo económico y social, para poder avanzar
hacia una sociedad justa, humana para todos y todas.
El etnocidio cometido por la incursión del modelo económico
y su correlato armado y violento (con actores legales e ilegales
en distintas de sus expresiones), quieren hacerlo olvidar de la
historia. Muchas personas desconocen el exterminio sufrido
por este pueblo, y la continuidad de este y la impunidad que
aún persiste, a pesar de que informes jurídicos nacionales
e internacionales lo reconocen, aunque no lo tipifiquen y lo
apalabren con ese nombre.
Hoy hay que tipificar estos acontecimientos contra nuestro
pueblo como de «etnocidio» o «genocidio cultural». Este es un
holocausto negro, caracterizado por crimen del genocidio, el
crimen de etnocidio, el crimen de lesa humanidad, en cuanto se
puede caracterizar como ataque masivo, selectivo y sistemático
contra una población, en pos del desarrollo económico y en
detrimento de un pueblo. No son solo crímenes de guerra.
En cuanto a la definición del daño, no solo es individual sino
colectivo, con afectación masiva de derechos, daño material,
daño inmaterial, daño patrimonial, daño moral, daño cultural, daño
biológico, daño psicológico, daño espiritual, daño a los proyectos
de vida individual y colectivos de un pueblo: ETNOCIDIO.
El reconocimiento del crimen de lesa humanidad perpetrado
por el Estado y otros actores armados, no es un capítulo más en el
contexto de la guerra interna, es el centro de las reivindicaciones
543
de un pueblo por su existencia. No es solo el producto del caos de
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
544
Informe de la Comisión Histórica del Conflicto y sus
Víctimas en La Habana: el capítulo que se les olvidó sobre
el etnocidio del pueblo afro y los impactos del conflicto
armado en territorios étnicos
545
sus consecuencias en la negociación que se adelanta. Ni en la
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
546
afrocolombiano está configurado por diversas expresiones
socioculturales de raíz común.
6. Reconocer y respetar la identidad y los derechos
políticos, económicos, sociales y culturales del pueblo
afrocolombiano, dentro de la unidad de la nacionalidad
colombiana y como componente de dicha unidad.
7. Reconocer que el pueblo afrocolombiano ha sido
particularmente sometido a niveles de discriminación
de hecho y de racismo, explotación e injusticia por su
origen y cultura, y no reconocimiento como pueblo, que,
como muchos otros sectores de la colectividad nacional,
padecen de tratos y condiciones desiguales e injustas
por su condición económica, étnica y social, al punto de
sufrir un etnocidio por causa de la ofensiva económica
capitalista salvaje sobre sus territorios, de la guerra y del
conflicto armado.
8. Reconocer que esta realidad histórica ha afectado y
sigue afectando profundamente al pueblo afro, negándole
el pleno ejercicio de sus derechos y su participación
política, entorpeciendo su plenitud de valores, la rica
fisonomía plural y cultural de Colombia.
9. Reconocer que en tanto no se resuelva este
problema y no sean reparados los daños de la guerra al
pueblo afro, sus potencialidades económicas, políticas,
sociales y culturales jamás podrán desenvolverse en toda
su magnitud y ocupar en el concierto nacional el lugar
que le corresponde por su historia milenaria y la grandeza
espiritual como pueblo afro.
10. En Colombia será posible desarraigar la opresión
y la discriminación racista solo si se reconocen en todos
sus aspectos la identidad y los derechos de los pueblos
547
étnicos que la han habitado y la habitan, componentes
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
548
de sus hechos: el etnocidio cometido contra el pueblo
afrocolombiano.
14. Es importante resaltar que no podemos dejarle
el futuro del movimiento afrocolombiano a los actores
que han generado etnocidio en nuestros territorios. La
mesa de negociación y sus actores armados no definen
la suerte del movimiento y no podemos esperar de ellos
que cambien el modelo económico, social, cultural que
ha generado el conflicto armado y el racismo estructural
de este país. Solo el pueblo afrocolombiano con su
movilización puede lograr las reivindicaciones sociales y
la reparación histórica frente al conflicto armado. Un millón
de afros en la Plaza de Bolívar de Bogotá, reclamando las
reparaciones históricas dejadas por el conflicto armado,
debe ser la cuota inicial para poner un punto alto en
nuestra movilización nacional e internacional. Esto se
logra no desde las cúpulas nacionales del movimiento
afro sino desde la movilización general, y desde las bases
territoriales del campo, y con las comunidades afro que
habitan, en su gran mayoría, las ciudades.
15. Si esto no se hace, el postacuerdo, o lo que le
llaman posconflicto, será más oscuro para nuestro pueblo.
549
que recién nacen a la lucha en ciudades; desde litorales y
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
550
lazos de encuentro, de discusión y diálogo, así haya disonancias
o no coincidencias puntuales, sin entreguismos del movimiento
afro a fuerza política alguna, y sin que nosotros seamos el brazo
político de ninguna organización social afro. El movimiento
social afro es autónomo. Recuperemos el debate en lo concreto,
pero el debate para una política de transformación, aunque
sean transformaciones modestas; el debate para una fuerza
conjuntada, el debate para el hermanamiento. Estamos a tiempo.
De tú a tú, de igual a igual y cada uno en su ámbito.
El movimiento social afrocolombiano, negro, raizal y
palenquero, aspira a la emancipación. ¿A qué emancipación
aspira? ¿A la emancipación cívica? ¿A ser un simple grupo de
presión para mantener el estado de cosas inalterable? ¿Aspira
a la emancipación sociopolítica? ¿Aspira a construir poder afro?
Lo único que sabemos es que bajo el lindo cielo de litorales,
valles y montañas, no ha quedado aliviado el sufrimiento del
pueblo afrocolombiano y hoy requiere un nuevo perfil estratégico,
alentar nuevas reivindicaciones de acuerdo a su existencia
urbana mayoritaria, sin retacear las banderas de los consejos
comunitarios y comunidades rurales. Que como movimiento se
levante sobre los hombros jóvenes y con la experiencia de lucha
de los más antiguos luchadores consecuentes. Movimiento que
tenga la voluntad de crear poder y que desencadene la oculta
voluntad de poder del pueblo negro, la voluntad de poder ser
autónomo, la voluntad de independencia frente a cualquier
amarre del Gobierno y de la cooperación internacional. La
voluntad de poder ser, de poder adelantar la desobediencia civil
activa y con gran poder de interlocución con el país y con otros
movimientos emancipadores, poniendo la agenda afro y de país,
con movilización social al centro, en la defensa de intereses
comunes.
551
Poder reconciliarse entre las expresiones más avanzadas
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
552
Centro de Documentación y Memoria Afrodescendiente «Cuito Cuanavale»
«El eslabón»
(hip hop)
Coro:
Rompe el eslabón de tu eterna cadena.
Date libertad, ya murió tu condena.
(bis)
Lírica 1:
Después de tanto dolor,
solo me queda el amor que le tengo a la vida.
Esa es mi pasión.
(bis)
Rap 1:
Coro:
Rompe el eslabón…
Rap 2:
Lírica 2:
Es esa historia del pasado
que no se ha olvidado
y que me obligado a ser.
(bis)
(bis)
Está en mi piel,
está en mi piel.
Coro:
Rompe el eslabón…
Reseñas biográficas
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
558
libros colectivos, publicados en distintos medios académicos de
España, Alemania, Ecuador, Brasil, Estados Unidos y Colombia.
Sus principales libros son: La configuración moderna del Valle
del Cauca, Colombia, 1850-1940 (1994), Los Renacientes y su
territorio. Ensayos sobre la etnicidad negra en el Pacífico Sur
colombiano (2003), La invención del suroccidente colombiano,
(2 vols.) (2005), Los sujetos colectivos en la formación del
Estado nacional colombiano (dir.) (2007), Castas y razas en la
Independencia de la Nueva Granada, 1810-1830: identidad y
alteridad en los orígenes de la Nación colombiana (2012), editor
y coautor de Las fuentes en las reflexiones sobre el pasado: usos
y contextos en la investigación histórica en Colombia (2014),
coautor de: Escenarios de reflexión: las ciencias sociales y
humanas a debate (2006), Caldas: una región nueva, moderna y
nacional (2007), y coeditor de El giro hermenéutico de las ciencias
sociales y humanas: diálogo con la sociología (2008), coautor
de El nuevo siglo xix del noroccidente colombiano: balance
bibliográfico de Antioquia, Viejo Caldas y Chocó, 3 vols. (2015).
559
carta, 2015.
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
560
Sociales de la Universidad de Carabobo (Faces). Candidato
a Doctor en Ciencias Sociales, UCV. Vocero internacional
del Movimiento Social Afrodescendientes de Venezuela.
Actualmente, presidente de la Asociación Venezolana de
Estudios del Caribe (Aveca), 2014-2015. Encargado de
Negocios ad hoc de la Embajada de Venezuela en Guinea
Ecuatorial, 2008-2010. Secretario de la Alianza Regional
de Afrodescendientes de América y el Caribe (ARAAC).
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Evelina Dagnino) (1998), El final del salvaje: naturaleza, cultura
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
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Agustín Laó Montes. Doctor en Sociología Histórica, intelectual-
activista afrodescendiente de origen puertorriqueño, profesor de
Sociología en la Universidad de Massachusetts, donde también
es investigador en el Centro de Estudios Latinoamericanos y del
Caribe, y profesor en el Doctorado en Estudios Afroamericanos.
Ha publicado varios libros y gran cantidad de artículos en temas
tales como globalización, movimientos sociales, cuestión urbana,
identidades étnico-raciales y racismo, pensamiento crítico
caribeño y afrodiaspórico, y teoría descolonial. Ha sido y es activista
en una multiplicidad de frentes, incluyendo los procesos del Foro
Social Mundial, las redes Afrodescendientes en las Américas y
el Comité Político de la Articulación Regional Afrodescendiente
en América Latina y el Caribe (ARAAC). Actualmente es profesor
e investigador invitado en la Facultad Latinoamericana de
Ciencias Sociales (Flacso), en Quito, Ecuador. Entre sus libros
más importantes se encuentran: Contrapunteos diaspóricos:
cartografías políticas de nuestra afroamérica, Descolonialidad
del poder: crisis de la civilización occidental capitalista, y
movimientos antisistémicos y afroamericanos, Debates sobre
racismo y política racial en las Américas negras (coeditado con
Claudia Mosquera y César Rodríguez Garavito), Montaje de
mambo: la latinización de la ciudad de Nueva York (coeditado
con Arlene Dávila), Technofuturos: intervenciones críticas en los
estudios latinos (coeditado con Nancy Mirabal), Poder Colonial
en el Capitalismo Tardío: Contrapunteo de Irlanda y Puerto
Rico luego de la Segunda Guerra Mundial (tesis doctoral).
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Madrid. Magíster en Educación, Universidad de Salamanca.
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
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investigadora de distintos temas relacionados con la cultura, la
historia y la educación de las comunidades afrodescendientes,
y por su labor como catedrática en distintas universidades
y establecimientos educativos de primaria y secundaria de
Colombia. También ha sido tallerista y tutora de tesis de grado
de estudiantes de educación. Ha participado en publicaciones
como: Orientaciones curriculares para los indicadores de logros,
Cátedra de Estudios Afrocolombianos, y la Revista Científica,
del Centro de Investigaciones de la Universidad Distrital.
Actualmente trabaja temas relacionados con la infancia de niños
y niñas de las comunidades negras.
Charo Mina-Rojas. Defensora de los derechos humanos.
Miembro del equipo de coordinación nacional del Proceso
de Comunidades Negras en Colombia (PCN). Miembro de
la Red de Solidaridad Afrocolombiana, con sede en Estados
Unidos. Ha sido consultora en distintas entidades del Estado,
para la implementación de la etnoeducación en instituciones
educativas. Fue una de las lideresas que junto a más de
setenta mujeres marcharon, a finales del año 2014, desde el
municipio de Suárez, Cauca, hasta la Plaza de Bolívar en
Bogotá, en la llamada «Movilización de las Mujeres Negras
por el Cuidado de la Vida y los Territorios Ancestrales».
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en el siglo xix en Colombia (2014), y es coautor del libro
Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias
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Etnia y guerra: relación ausente en los estudios de las violencias
colombianas (2000), Mi gente en Bogotá: estudio socioeconómico
y cultural de la población afrodescendiente que reside en Bogotá
(2002), El multiculturalismo en África y América Latina (2004).
Columnista permanente del diario El Espectador.
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Este texto es el producto de la Cátedra Popular del Decenio
Afrodescendiente
«Ana Fabricia Córdoba», proceso realizado durante el año
2015, y que continuará desarrollándose durante todo el
Decenio de los Afrodescendientes.
Esta cátedra está dedicada a los temas de movimiento
social afrodescendiente, resistencia étnica, racismo,
conflictos raciales y discriminación racial.
Debates sobre conflictos raciales y
construcciones afrolibertarias,
se imprimió en diciembre del 2015
en los talleres de CTP Express, SAS
Medellín, Colombia
Esta publicación fue financiada por la Secretaría
de Cultura Ciudadana del Municipio de Medellín,
el Centro Popular Afrodescendiente (Cepafro),
la Corporación Afrocolombiana de Desarrollo Social y
Cultural «Carabantú», y
el Proceso de Comunidades Negras en Colombia (PCN)