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La violencia en cualquiera de sus formas es, sin lugar a dudas, la expresión más cruda del ejercicio del Poder,

el hombre sobre la
mujer, el adulto de ambos sexos sobre los niños y niñas, el rico sobre el pobre y en general el fuerte sobre el débil. Las sociedades
humanas han tratado de regular, mediante la promulgación de leyes, el ejercicio arbitrario de la violencia, fundamentalmente con
el fin de proteger a los más vulnerables. En Bolivia se ha promulgado la Ley 1674 contra la violencia en la familia o doméstica,
con el fin de brindar protección jurídica a los más vulnerables en el contexto del hogar el abuso de Poder, expresado en violencia
física, psicológica y sexual, ejercido en su contra por parte de los miembros más fuertes (adultos de ambos sexos).
No siendo suficiente la regulación jurídica del ejercicio del Poder, se ha visto la necesidad de abordar la violencia en el hogar
desde otros ángulos del quehacer científico, en este caso como un problema de Salud Pública.
Desde el punto de vista de la Salud Pública, se concibe la violencia contra miembros del entorno más íntimo, la familia y contra la
propia persona, como expresión de patologías en la esfera de la Salud
Mental, en tal sentido identifica los aspectos etiológicos y epidemiológicos del mal: un enfermo, que es al mismo tiempo el
portador y agente transmisor (el agresor) y por otro lado el resto de los miembros del medio familiar, como potenciales víctimas
de violencia y como potenciales enfermos de violencia, puesto que está probado que una gran mayoría de los agresores, en el
pasado fueron víctimas. Cabe aclarar que este enfoque no es, en absoluto, incompatible con el legítimo derecho al bienestar y la
felicidad de los más débiles y vulnerables, es más, pretende ser complementario y contribuir positiva y efectivamente al control
social de este mal. Sin embargo debe quedar también claro que la Salud Pública no busca un culpable sino un enfermo; no aplica
una sanción, prescribe un tratamiento o un sistema de cura; identifica las posibles causas y los mecanismos de transmisión y
reproducción del mal y en función de estos elementos diseña un sistema de prevención.
La violencia que se ejerce sobre sí mismo y sobre el entorno más íntimo, la violencia autodestructiva y la violencia intrafamiliar
como parte inseparable de esta categoría es, sin duda, la que tiene mayor incidencia en el entorno social y por tanto se reproduce
con mayor celeridad.
En los casos de violencia intrafamiliar, tanto la víctima como el agresor merecen la atención pertinente de parte de las políticas
públicas y operadores de salud.
La Víctima
A parte de las heridas que pudiera tener en el cuerpo y de otras manifestaciones del sometimiento, la víctima debe recibir atención
en la esfera de la salud mental. La humillación que representa el ser víctima de violencia (física, psicológica o sexual) somete a la
persona en una profunda auto devaluación.
La imposibilidad de “pagar al agresor con la misma moneda” representa para la víctima una frustración que crece y aguarda
impacientemente, en un rincón de la inconsciencia, la oportunidad para el desquite.
En tal sentido, la víctima se convierte en un potencial agresor, además porque ha identificado en la violencia un mecanismo para
la solución de problemas y es muy probable que lo reproduzca.
El Agresor
Por mucho que en la sociedad moderna la violencia contra miembros de la propia estirpe se presente con demasiada frecuencia,
llegando a convertirse en cotidiana, no es posible calificarla como “normal” exclusivamente en función del concepto estadístico
de normalidad. Obviamente como enfermedad no encaja en la epidemiología clásica, porque intervienen con mucha más fuerza
los factores psicológicos y sociales. Si se hablara de una enfermedad transmisible por vector biológico, el agresor sería el
enfermo, pero además el agente transmisor. En consecuencia, para erradicar el mal sería necesario adoptar acciones en dos líneas
principales: tratar la enfermedad y evitar el contagio, para lo cual es necesario el aislamiento temporal del enfermo y portador con
el fin de evitar la proliferación del mal y el tratamiento psicológico, psiquiátrico y social para todos los miembros del núcleo
familiar, incluido el agresor.
Como con cualquier enfermedad, la violencia intrafamiliar debe abordarse desde dos perspectivas, la prevención y el tratamiento.

Prevención
Si se dirigen las estrategias de prevención hacia la víctima, sólo se le puede sugerir que huya en cuanto advierta en el agresor los
primeros síntomas de reacción violenta, pues prevención significa identificar y atacar las causas y la causa no puede hallarse en el
comportamiento de la víctima, pues eso equivaldría a buscar una justificación. En materia de prevención por parte de la víctima es
posible, como única alternativa, incentivar y facilitar la denuncia ante las autoridades o instituciones jurídicas y de salud.
En consecuencia habrá que formular políticas y estrategias dirigidas al agresor para que éste, en primera instancia reconozca el
carácter patológico de su comportamiento, luego admita que es necesario modificarlo, se informe acerca de la etiología del mal,
identifique las causas y las ataque con los medios a su alcance.
Si la persona reconoce que la enfermedad ya se ha presentado en su caso, corresponde recurrir a una estrategia de tratamiento.
Tratamiento
Sin duda nuestro sistema público de salud no logra ofrecer servicios totalmente satisfactorios en materia de salud mental, sin
embargo reconociendo la existencia del problema, y luego identificando una alternativa de solución, ya se tiene algo avanzado.
Se ha visto, con relación al tratamiento del alcoholismo y de otras drogodependencias, que los grupos de autoayuda como
Alcohólicos Anónimos se han constituido en el método más eficaz y de menor costo. Como se dijo en la primera parte, el abuso
de alcohol, drogas y la violencia intrafamiliar forman parte de una misma categoría nosológica, la violencia autodestructiva. En
consecuencia se puede prever similar eficacia si se usa el mismo tratamiento.
Con relación al tratamiento de las víctimas, aparte de la atención de los daños corporales, es indispensable la psicoterapia que le
permita recuperar la confianza y la autovaloración perdidas y desterrar la necesidad de venganza. También como en el caso de los
“codependientes” (entorno familiar de los adictos), los grupos de autoayuda han probado su eficacia.
DETECCIÓN DE VIOLENCIA FAMILIAR
Las personas pueden presentar maltrato evidente o maltrato oculto cuando solicitan atención en el establecimiento de salud.
A. DETECCIÓN DURANTE EL TRIAJE
En la sala de triaje de todos los establecimientos de salud se ha colocado afiches que informen claramente a los usuarios sobre los
indicadores de violencia familiar, así como el tipo de ayuda que brinda el establecimiento. El personal encargado del triaje
(previamente capacitado) debe estar alerta a la presencia de indicadores en las personas que atiende, especialmente en niños(as),
adolescentes, mujeres y ancianos
B. DETECCIÓN EN LOS CONSULTORIOS Y PROGRAMAS El profesional encargado de la atención en todos los consultorios
o programas, debe utilizar, rutinariamente, la
FICHA DE TAMIZAJE DE LA VIOLENCIA FAMILIAR Y EL MALTRATO INFANTIL
Para la detección de casos en situación de violencia familiar. El proceso de detección o tamizaje se lleva a cabo mientras el
profesional brinda la atención de su competencia al usuario/a, comprende los siguientes aspectos:
1. Observación de indicadores de maltrato: Según los antecedentes.
2. Formulación de las preguntas de sospecha:
a. En caso de adultos: i. ¿Algún miembro de su familia le insulta, golpea, chantajea u obliga a tener relaciones sexuales?
b. En caso de niños preguntar a los padres o tutores:
i. ¿Su hijo es muy desobediente o malcriado?
ii. ¿Alguna vez pierde el control y lo golpea?
3. Registro: En la ficha de tamizaje de la violencia familiar y el maltrato infantil.
4. Si se detectaran pruebas físicas de los hechos violentos tales como ropa con sangre, cabellos, objetos y otros líquidos
corporales, éstas serán preservadas garantizando su aislamiento y conservación para ser entregadas a las autoridades competentes
en caso se requiera.
5. Orientación y referencia adecuada. Si se observan indicadores y una de las preguntas es contestada afirmativamente, entonces
se ha detectado violencia familiar. Se debe orientar a estar personas a recibir apoyo.
6. Si el tiempo se lo permite ofrezca a la persona la oportunidad de hablar, si no es así, no aliente a la persona a hablar pues una
interrupción abrupta incrementará sus sentimientos de ser rechazada.
7. Refiera entregando a la persona la ficha de tamizaje y acompañada por un personal técnico
PREVENCIÓN DE LA VIOLENCIA FAMILIAR Los dos primeros pasos del modelo de salud pública brindan información
importante sobre las poblaciones que requieren intervenciones preventivas, así como sobre los factores de riesgo y protectores que
son necesarios abordar. Poner este conocimiento en práctica es el objetivo de la Salud Pública.
TIPOS DE PREVENCIÓN Su clasificación tradicional es de 3 tipos:
Prevención primaria: Intervenciones dirigidas a prevenir la violencia antes de que ocurra.
Prevención secundaria: Medidas centradas en las respuestas más inmediatas a la violencia, como la atención pre hospitalarias,
los servicios de urgencia o el tratamiento de las enfermedades de transmisión sexual después de una violación sexual24.
Prevención terciaria: Intervenciones centradas en la atención a largo plazo con posterioridad a los actos violentos, como la
rehabilitación y reintegración, e intentos por reducir los traumas o la discapacidad de larga duración asociada con la
violencia24.Los investigadores en el campo de la prevención de la violencia se inclinan cada vez más por una definición de la
prevención de la violencia centrada en el grupo al que va destinada. Esta definición agrupa las intervenciones del siguiente modo.
Intervenciones Generales: están dirigidas a ciertos grupos o a la población general sin tener en cuenta el riesgo individual; por
ejemplo, las enseñanzas de prevención de la violencia impartidas a todos los alumnos de una escuela o a los niños de determinada
edad, y las campañas de ámbito comunitario en los medios informativos.
Intervenciones Seleccionadas: Están dirigidas a las personas consideradas en mayor riesgo de padecer o cometer actos de
violencia; por ejemplo, la capacitación en materia de crianza de los hijos ofrecida a los jefes de hogares monoparentales24.
Intervenciones Indicadas: Están dirigidas a las personas con antecedentes de comportamiento violento; por ejemplo, el
tratamiento para los perpetradores de actos de violencia doméstica. La prevención involucra acciones cuya finalidad es reducir los
factores de riesgo de la violencia familiar y maltrato infantil o reforzar los factores protectores para disminuir la probabilidad de
permanecer en una situación de violencia familiar. Son factores de riesgo:
-Patrones culturales que toleran y alientan la violencia familiar.
-Características individuales: carencia de habilidades personales y sociales (baja autoestima, dificultades para expresar
sentimientos, manejar estrés y resolver conflictos, dependencia emocional y económica), personalidad antisocial, estados de
depresión, consumo de alcohol, presencia de discapacidades físicas o mentales e historia de maltrato en la niñez.
-Escasa o nula información sobre sus derechos.
-Situaciones de aislamiento social.
-Inexistencia en la comunidad de instituciones u organizaciones que traten el problema.

Los grupos de riesgo se consideran: niños, niñas, mujeres, ancianos; estos grupos se han identificado en los centros educativos,
organizaciones bases, clubes de la tercera edad, ligas deportivas, centros laborales y grupos religiosos.

ESTRATEGIAS PREVENTIVAS Y PROMOCIONALES DE VIOLENCIAFAMILIAR


a. Acción Multisectorial Ésta estrategia permitirá impulsar la participación organizada de la comunidad en el afán de construir un
tejido social que brinde sostenibilidad a las propuestas de promoción de estilos de vida no violentos.
Comprende el proceso de articulación y gestión multisectorial y comunitaria para fortalecer las instancias de coordinación
constituyendo REDES, definir compromisos, promover el diseño de planes y programas
La conformación de las REDES, conlleva a vínculos solidarios, que se forman cuando cada institución u organización
comunitaria reconoce y acepta a los otros.
Las instituciones y organizaciones a considerarse para coordinación multisectorial son:
Municipio, Salud, Educación, Policía Nacional, Justicia, Promoción de la mujer y Desarrollo Humano Iglesias, Juntas Vecinales,
Comedores Populares, Clubes de Madres, Asociación de Promotores de Salud, Ligas Deportivas, Organización no
Gubernamentales ente otras29.

b. Información, Educación y Comunicación – IEC Implica brindar información a personas y grupos en riesgo para desarrollar
habilidades personales y sociales que les ayuden a conducir sus vidas sin violencia. Estas habilidades son: La identificación,
solución de problemas, conocimiento de los derechos personales y legales, técnicas de toma de decisiones, comunicación,
resolución de conflictos, desarrollo de la autoestima, educación y disciplina, afrontamiento al estrés y el conocimiento de
instituciones que ayudan a las familias en situaciones de violencia familiar26.Nivel individual: Desarrolladas por todo el personal
de salud en el contexto dela atención integral. Se puede dar durante la orientación y consejería. Nivel grupal: Dirigida a grupos de
riesgo, padres de familia y otros identificados en la realidad local. Se ayuda desarrollando talleres en el cual se propicie la
problematización y análisis, la información y el planteamiento de soluciones. Nivel masivo: Pueden ser campañas utilizando
medios de comunicación masiva, los comunitarios y aprovechando los espacios sociales adecuados existentes en la localidad
(actividades recreativas, asambleas, etc.).

c. Talleres de habilidades personales y sociales Trabajo con grupos, desarrollando a través de sesiones estructuradas, habilidades
como la comunicación asertiva, toma de decisiones, manejo de la cólera, conflictos y estrés, desarrollo de la autoestima26.

d. Sensibilización del personal de Salud Comprende la sensibilización del personal de salud desde los niveles directivos hasta el
personal que presta los servicios generales y de apoyo. Es importante la reflexión sobre las razones por la cuales la violencia
familiar constituye un problema de la salud pública y la necesidad de la intervención y los avances legales que favorecen la
intervención del personal de salud 26.

e. Capacitación a voluntarios de la Salud Dirigidos a promotores de salud integral, voluntarios y comunidad en general sobre los
temas anteriormente señalados y técnicas de comunicación26. 22

CONCLUSIONES
La violencia familiar es un problema que no solo compete a la Salud Pública (Ministerio de la salud), sino también a otros
sectores: Ministerio del Interior, Ministerio de la Mujer, Ministerio de Educación, Gobiernos Regionales, etc. La violencia
familiar presenta diferentes formas tipología y naturaleza, por lo cual es clasificable según la Ley N° 26842.El rol de la Salud
Pública en el ámbito de la Violencia Familiar es primordialmente la promoción y prevención de ésta, para lo cual se crearon
diferentes Políticas, en el Perú mediante resolución ministerial N° 455-2001 SA, la principal es “Normas y Procedimientos para la
Prevención y Atención de la Violencia Familiar y Maltrato Infantil”. En la cual se explicó: - Los niveles de atención ante la
Violencia Familiar. - La realización de la detección en un caso de Violencia Familiar. - Las estrategias de prevención generales y
en la región Lambayeque. - Estrategias de promoción de Violencia Familiar. 23

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