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RECESIÓN ECONÓMICA. UNA VEZ MÁS.

Rodrigo Mendieta Muñoz


La economía es una cuestión de ciclos, con períodos buenos y malos. En términos
generales, cuando la economía está decreciendo, se dice que estamos en un periodo
de recesión. Si bien las recesiones son recurrentes, no son periódicas. Cuánto tiempo
le toma a una economía recuperarse, responde a una serie de factores y difiere según
el caso.
La Oficina Nacional de Investigación Económica de los Estados Unidos (National Bareu
of Economic Research, NBER), centro especializado en el estudio de los ciclos
económicos, define “Recesión” como una reducción importante de la actividad
económica generalizada, incluyendo no solo caídas de la producción (medida a través
del Producto Interno Bruto PIB), sino también de los ingresos, capacidad de compra y
empleo. Así, una recesión involucra una serie de variables, cuya reducción afecta a la
economía en su conjunto.
Tomando 1970 como punto de partida, el Ecuador ha sufrido una constante inestabilidad
de tasas de crecimiento de la producción, con 3 períodos recesivos importantes en los
años 1983, 1987 y 1999. Los dos primeros asociados con reducciones en precios y
producción de petróleo, nuestra principal fuente de ingresos; mientras que la recesión
de 1999, con una profunda crisis financiera e institucional que desembocó en la
dolarización de la economía ecuatoriana.

PIB del Ecuador (Miles de USD de 2007) (Eje izquierdo) y Tasas de Crecimiento Anuales (Eje derecho).
1970 - 2017
70.000.000 14,0%

12,0%
60.000.000
10,0%

8,0%
50.000.000
6,0%

40.000.000 4,0%

2,0%
30.000.000
0,0% 0,0%
0,4%
-0,3% -0,3%
-2,0%
20.000.000 -2,0%
-4,0%

-4,9%
10.000.000 -6,0%
1973

1992

2005
1970
1971
1972

1974
1975
1976
1977
1978
1979
1980
1981
1982
1983
1984
1985
1986
1987
1988
1989
1990
1991

1993
1994
1995
1996
1997
1998
1999
2000
2001
2002
2003
2004

2006
2007
2008
2009
2010
2011
2012
2013
2014
2015
2016
2017

Fuente: Banco Central del Ecuador, y pronósticos del Banco Mundial.

Hoy en día, con un tamaño de la economía que alcanza los 70 mil millones de USD en
términos reales; lo que representa cerca del doble que en 1999 y del triple que en 1983;
el Ecuador se encuentra una vez más a la puerta de una recesión, misma que inició a
mediados del año pasado, cuando el precio del barril del petróleo comienza a caer por
debajo de los 40 USD, al tiempo que la moneda americana experimenta una importante
apreciación.
El aparato fiscal empieza a recibir menos dólares vía petróleo, mientras la economía en
su conjunto menos dólares por la reducción de las exportaciones, que además se
afectan por un repliegue mundial de la producción. Como consecuencia directa, una
significativa pérdida de liquidez, representada por menores cantidades de dólares en
circulación. Esto, sumado a una serie de anuncios desacertados y falta de transparencia
en las cifras de endeudamiento por parte del oficialismo, ha generado un espiral de
desconfianza tanto hacia dentro como hacia fuera. Para el primer caso, 2015 finaliza
con una importante caída de depósitos y créditos del sistema financiero, mientras hacia
fuera la incertidumbre se manifiesta en un elevado indicador del riesgo país que
mantiene al Ecuador en una difícil posición como sujeto de crédito.
La contracción del consumo y de la inversión se hacen inminentes, con la consecuente
desaceleración de la producción y la penosa pérdida de empleos. 2015 termina con una
tasa de crecimiento de la producción de apenas 0,4%. Mientras que para 2016, según
pronósticos del Banco Mundial, se espera un decrecimiento en el orden del -2%, a
expensas de un año electoral y de visos poco alentadores de recuperación del precio
del crudo.
Por un lado se sostiene que las adversas condiciones externas estarían conspirando
contra un modelo económico que ha privilegiado al ser humano por sobre el capital, y
que mejor ha vertido los petrodólares sobre los pobres, relegados por décadas en la
noche neoliberal. A su vez, por otro lado, se advierte que es justamente el modelo
económico del régimen el causante de los problemas, al basarse en un excesivo gasto
público, que además de no mostrar certeza de eficiencia, ni eficacia, soslayó el ahorro
líquido, todo lo cual estaría estrangulando al aparato productivo del país. Parece que el
punto de confluencia es defender el empleo a toda costa. En estos momentos, Gobierno
y empresarios, en mayor o menor grado, defienden una serie de reformas laborales que
contemplan reducción de la jornada laboral, seguro de desempleo y fomento al empleo
juvenil.
Sin embargo, y dando justo reconocimiento a que las circunstancias obligan a
superponer los ajustes coyunturales, considero que el problema de fondo de la
economía ecuatoriana, una vez más, es estructural: una limitada oferta exportable,
producto de una matriz productiva aún primario exportadora, con estructuras de
mercado concentradas y con bajos niveles de competitividad; lo que, sumado a una
serie de deformaciones institucionales, explicaría el limitado grado de absorción de la
economía en términos de transformar inversión en desarrollo. No podemos desconocer
que el país es diferente, quizá con mayores posibilidades de vencer una recesión; pero,
asimismo, cada vez se hacen más imperiosas otras soluciones y otros análisis.

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