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Se denominan metales a los elementos químicos caracterizados por ser buenos

conductores del calor y la electricidad. Poseen alta densidad y son sólidos a temperatura
ambiente (excepto el mercurio); sus sales forman iones electropositivos (cationes) en
disolución.1
La ciencia de materiales define un metal como un material en el que existe un
solapamiento entre la banda de valencia y la banda de conducción en su estructura
electrónica (enlace metálico).2 Esto le da la capacidad de conducir
fácilmente calor y electricidad (tal como el cobre) y generalmente la capacidad de reflejar
la luz, lo que le da su peculiar brillo. En ausencia de una estructura electrónica conocida,
se usa el término para describir el comportamiento de aquellos materiales en los que, en
ciertos rangos de presión y temperatura, la conductividad eléctrica disminuye al elevar la
temperatura, en contraste con los semiconductores. Reaccionan químicamente con no
metales, no son reactivos entre sí la gran mayoría de las veces (aunque algunos
formen aleaciones entre sí).
Dentro de los metales se encuentran los alcalinos (como el sodio) y
los alcalinotérreos (como el magnesio) los cuales presentan baja densidad, son buenos
conductores del calor y la electricidad, ademá
Metales como el oro, la plata y el cobre, fueron utilizados desde la prehistoria. Al principio,
solo se usaron los que se encontraban fácilmente en estado puro (en forma de elementos
nativos), pero paulatinamente se fue desarrollando la tecnología necesaria para obtener
nuevos metales a partir de sus menas, calentándolos en un horno mediante carbón de
madera.
El primer gran avance se produjo con el descubrimiento del bronce, fruto de la utilización
de mineral de cobre con incursiones de estaño, entre 3500 a. C. y 2000 a. C., en diferentes
regiones del planeta, surgiendo la denominada Edad del Bronce, que sucede a la Edad de
Piedra.
Otro hecho importante en la historia fue la utilización del hierro,
hacia 1400 a. C. Los hititas fueron uno de los primeros pueblos en utilizarlo para
elaborar armas, tales como espadas, y las civilizaciones que todavía estaban en la Edad
del Bronce, como los egipcios.
No obstante, en la antigüedad no se sabía alcanzar la temperatura necesaria para fundir el
hierro, por lo que se obtenía un metal impuro que había de ser moldeado a martillazos.
Hacia el año 1400 se empezaron a utilizar los hornos provistos de fuelle,7que permiten
alcanzar la temperatura de fusión del hierro, unos 1535 °C.

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