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Tanto Álvaro Cepeda Samudio (1926-1972) como Roberto Burgos Cantor (1948-) son
dos escritores de la Costa caribe. Sus obras, distanciadas por el tiempo, suelen
reconocerse dentro del canon de literatura clásica colombiana.
El estilo de Burgos Cantor es denso, pero no lento. Tiene un ritmo casi musical que se
mueve al son de las múltiples descripciones que hace el autor. Este escritor puede ser
tan minucioso y exuberante en la descripción de un lugar como en la de un sentimiento
o un recuerdo. Se trata de los pensamientos en los que, en cada relato, se encubra cada
personaje y no de las acciones. Siempre es la costa caribe. En Lo amador y otros
cuentos, así como en la Ceiba de la memoria el espacio es Cartagena.
Quiero es cantar, obra de cuentos a la que dije al principio que iba referir, trascurre en
distintos pueblos del litoral. Son cinco relatos que presentan la voz íntima de personajes
que se ven enfrentados a situaciones de injusticia, soledad, amor y enfermedad. Todos
quieren liberarse del miedo que los ata. Para unos es el qué dirán, mientras que para
otros es una tierra cuyos muertos no los dejan partir, o el miedo a lo que viene. En
Lubrican, tercer cuento, el cuerpo se trasforma y cuando justifica esa trasformación,
pone en duda si eso que somos, ese cuerpo, es en realidad designio o decisión. La
decisión por tomar parte por una u otra identidad es la temática del libro. Burgos Cantor
hace que los personajes cuenten esto a manera de recuerdo. Pues, en esta dirección, en
la obra de Burgos, es condena y también única salvación del ser humano ante la
eminente amenaza de una existencia desprovista de sentido. Por lo que, en este sentido,
Quiero es cantar, así como muchas de las obras del autor, son critica social contra de la
falta de memoria nacional y los dogmas ante la diferencia. Sin miedo a equivocarme, la
mejor descripción de los personajes, la hace el mismo escritor, a través de la voz de
Zoila, personaje del primer cuento, cuando dice que los seres humanos somos pequeños
cometas errantes en busca de fundamento.
La portada de Quiero es cantar no es un hecho gratuito. Tanto las pinceladas como las
descripciones, tienen como propósito intentar conjurar ese mundo interior de personajes
cuyas intenciones no son claras: son diversas, conflictivas, trágicas. El ser no se define,
se describe, se pinta a sí mismo.
Quiero es cantar.
Roberto Burgos Cantor
Editorial Planeta, Bogotá, 1987.
Ilustraciones de Lorenzo Jaramillo.