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CIVILIZACIONES DESAPARECIDAS

MISTERIO DE CIVILIZACIONES
DESAPARECIDAS-CIVILIZACIONES
DESPARECIDAS-MISTERIOS DE
CENTROAMERICA-CULTURAS
ANDINAS,EL ORIGEN-CULTURAS
CENTROMERICANAS,EL ORIGEN-
EL MISTERIO MAYA-MISTERIOS DE
LA MITOLOGIA AZTECA-INCAS Y
OVNIS-LOS MAYAS Y LA
CONSPIRACION DE LA NASA-RUZO
Y LA CRONOLOGIA DE
MARCAHUASI-
ATLANTIDA,ALGUNAS
RESPUESTAS-
ATLANTIDA,AMERICA Y
DESCUBRIMIENTOS-ATLANTIDA
EN AMERICA Y LA BIBLIA-
ATLANTES Y LA HISTORIA SEGUN
BRUCE-LA ATLANTIDA,EL DILUVIO
Y OTRAS CUESTIONES-NAZCA
RESUELTO-El Misterio de Stonehenge-
EL MISTERIO FAWCETT EN EL
AMAZONAS-MISTERIO DE
ESFINGE,RESUELTO-PIRAMIDES
DE EGIPTO,MISTERIO REVELADO-
LA TEORIA PIRAMIDAL-MISTERIOS
DE ELEUSIS-MISTERIOS DE
PASCUA,KARNAC,STONENGE Y
ZIMBAWE-MISTERIOS DE COLON Y
TIERRAS PERDIDAS-MISTERIOS
EGIPCIOS DE PIRAMIDE Y
TUTANKAMON-Misterios del Sahara-
LOS LUGARES MAS MISTERIOSOS
DE LA TIERRA-MISTERIOS DEL
PASADO(CH.BERLITZ)-LEMURIA
MONTE SHASTA EN ESOTERISMO.

MISTERIO DE CIVILIZACIONES
DESAPARECIDAS :

Algunos hallazgos arqueológicos


sorprendentes, que ya hemos expuesto en
los capítulos anteriores, y tan desligados
de nuestra cultura y técnicas actuales,
nos inducen a creer que, de ninguna
manera, los logros de nuestra
civilización actual pueden concebirse
como resultado o evolución de aquéllos.
Parecen ser productos de distintos
desarrollos humanos, y por lo mismo, de
distintas humanidades. Nos situamos así
a las puertas de admitir la posibilidad
de distintas destrucciones sucesivas de
los grupos humanos que han ido
poblando y dominando el globo terrestre
desde que en él existieron condiciones
favorables para la vida. Probablemente
esas destrucciones o aniquilamientos se
han ido debiendo a causas diversas:
trastornos en la rotación de la Tierra,
cataclismos, diluvios (de los que existen
numerosas referencias en la historia
antigua y en las leyendas y tradiciones
sagradas), e incluso ensayos de
apocalipsis con resultados más o menos
totales. Es decir, la humanidad se ha
encontrado muchas veces al borde del
abismo de su destrucción, más o menos
total, más o menos definitiva, y ha caído
en él.

Solamente restos dispersos y de difícil


interpretación son el motivo para estas
consideraciones: ruinas misteriosas que
no encajan en los esquemas de la
arqueología; objetos sorprendentes que
evidencian una, técnica que en nuestra
lógica y en nuestra historia del
desarrollo humano -de nuestro
desarrollo-no tienen cabida;
concepciones filosóficas del universo y
conocimientos asombrosos que han
quedado relegados al rin-cón último del
acervo colectivo de los pueblos en
todos los lugares de la Tierra. Todo ello
es difícilmente explicable a la luz de los
conocimientos actuales acerca de la
verdadera historia y de los recursos.con
que nuestros antepasados contaron. Sin
hablar de la Atlántida y de otros
continentes perdidos, que son objeto de
otro libro en esta misma colección, y
cuya importancia y realidad ya pocos
ponen en duda, existen innumerables
ejemplos, que están ahí, que podemos
contemplar y sobre los que podemos
lanzar un poco la imaginación con el
afán de desentrañarlos.

Como si en nuestro planeta existiera una


dinámica de extraño equilibrio, parece
que en lapsos de siglos, o de miles de
siglos, desaparecen continentes enteros
o gran parte de ellos, a la vez que
emergen desde las profundidades
oceánicas tierras nuevas que antes
fueron sólo ocupadas por la oscuridad
de los abismos. Pero siempre queda en
pie, sobre la superficie, un ejemplo
mínimo de lo desaparecido; o el grado
de conocimiento que alcanzaron los
hombres que dejaron de ser queda
diseminado por los demás continentes,
integrado en la parte mágica y
legendaria de las otras culturas
sobrevivientes, como si el continente
que desapareció hubiera salpicado en su
zambullida al resto del planeta. Es una
balanza de brazos extensos que oscila no
sabemos por qué impulso. Y la
oscilación no es solamente real.
Traduzcamos los continentes
desaparecidos y empleemos mejor el
término civilización, y pensemos que en
este caso no fue el océano quien engulló
una isla con sus

habitantes y cuanto éstos habían


conseguido, material e intelectualmente,
durante su propio progreso, sino otra
causa poderosa levantada por los
mismos hombres.

La idea es que los grupos humanos van


expandiendo su mundo:
´progresando,creando,

descubriendo y
descubriendose,hinchando el globo hasta
que ya, no cabe más y se produce el
estallido y la desaparición. Los
historiadores suelen ser en muchas
ocasiones también filósofos; pero pocas
veces poetas. Parten siempre de

algún hecho real que se puede analizar,


aunque no se comprenda. Haría falta
también la fantasía (aceptada en su
significado lato de elaboración de un
conjunto de

imágenes aparentemente dispersas) para


llegar a los orígenes probables de los
acontecimientos. Hubo otras
civilizaciones, de eso no cabe duda. Se
originaron no se

sabe dónde ni cómo; fueron


desarrolladas por seres humanos cuyo
origen desconocemos en la mayoría de
los casos, y desaparecieron por causas
que para nosotros están sumidas en el
misterio.

* Los gigantes de la isla de Pascua :

Quizá el ejemplo gráfico de cuanto


venimos exponiendo lo constituya la isla
de Pascua, una mota mínima en la
inmensidad del Pacífico, a la que los
historiadores

tradicionalmente no otorgaron más valor


que el de ha-ber servido de punto de
escala en unas posibles migraciones
intercontinentales. Como el viaje desde
Nueva Zelanda hasta la costa de
América del Sur, por ejemplo, parecía
muy largo, convino que la isla de Pascua
supu-siera una escala. Y tal vez eso fue
así. Sin embargo, el islote representa en
la historia humana mucho más que un
descanso en la navegación, donde
reparar las balsas o los barcos y
proveerse de agua y alimentos.

Cuando el holandés Roggeeven


descubrió el islote en 1772 (en realidad
ya había sido explorado con
anterioridad por algún otro navegante
menos conspicuo, que no se sobrecogió
en absoluto ante nada de lo que allí se
encuentra) habitaban Pascua dos
comunidades antropológicamente
distintas: una mayoría de los indígenas
eran de poca estatura y morenos, y ,los
demás, de piel clara y estatura más
elevada. No se habían mezclado, o por
lo menos no de una manera uniforme,
aunque habían sido frecuentes los
matrimonios mixtos. De su historia,
ambos grupos conservaban apenas
vestigios en forma de creencias y
leyendas. Su vida allí resultaba
miserable por la escasez de recursos
que ofrece la isla. Por ello, la primera
pregunta que se formularía Roggeeven y
desde luego la primera que nos
planteamos nosotros es cómo habían
llegado hasta aquel lugar perdido en el
Pacífico y por qué, y de qué grupo o
grupos humanos descendían.

La isla es .muy pequeña: 118 km2


rodeados de escollos y de costas
difíciles, cubiertos de rocas volcánicas,
sin árboles, inhóspitos y desolados. Lo
más opuesto a un paraíso. Prácticamente
inhabitable, una roca casi desprovista de
vegetación, un punto invisible en los
mapas a 27 grados de latitud norte y 109
de longitud oeste. Dista 3.600 km. de la
costa de Chile (país al que pertenece),
algo más de 3.000 de las costas de Perú,
y más de 6.000 km. de Nueva Zelanda.
Su aislamiento es, por lo tanto, total y
dramático. Los pocos miles de
habitantes que halló el navegante
holandés fueron muy mermados cuando
los piratas mercaderes de esclavos los
rescataron de su encierro en el océano
para ponerles las denigrantes cadenas de
hierro del trabajo en el continente.

Lo que más sorprende en Pascua son los


«moais», irnponentes estatuas de piedra
volcánica, fabricadas en una sola pieza
y colocadas junto a la costa, en todo el
contorno de la isla, como si de vigías se
tratara. Las figuras representan enormes
cabezas de rasgos muy acusados y
grandes orejas, todas iguales, y miden
entre casi 4 y 20 m. de altura. Su peso se
calcula entre 10 toneladas (las más
pequeñas) hasta 50 toneladas. En total
existen 550 estatuas, erguidas y lejanas
todas (algunas hasta 15 kilómetros) del
lugar en que fueron talladas, unos
cráteres en el interior. Se cree que todas
ellas debieron estar tocadas con un
amplio sombrero, tallado en piedra
distinta a la de la figura y de peso
también considerable. Según los
arqueólogos, debieron ser reálizadas y
transportadas cada una al lugar de su
emplazamiento hace sólo cuatro siglos y
poco más, en 155;0. ¡550 estatuas, de
varias toneladas de peso. cada una,
talladas en un breve espacio de tiempo
con instrumen tos primitivos y
transportadas después a través de
kilómetros de territorio accidentado sin
medios para ello!

En este punto se nos ocurre el mismo


problema con el que se enfrentaron los
egiptólogos, al tratar de explicarse y
explicar de qué procedimiento se
valieron para transportar los enormes
bloques de piedra desde las canteras
hasta su emplazamiento definitivo en las
pirámides. Si en el caso de Egipto puede
pensarse en muchos miles de esclavos
que unieran sus fuerzas en tan colosal
trabajo, en Pascua no es válida esa
hipótesis, pues faltó espacio físico y los
recursos naturales de la isla eran
insuficientes para alimentar más allá de
dos o tres mil personas. ¿O es que les
traían los alimentos de fuera?
Admitiendo que fuera así, ¿de dónde?
En cualquier caso resulta absurdo a
nuestro criterio elevar tantas estatuas -
tanto esfuerzo-solamente para que estén
allí. En las canteras quedaron
abandonadas muchas figuras sin
terminar; a su alrededor se encontraron
los instrumentos de piedra con los que
estaban siendo talladas. ¿Qué sucedió,
súbitamente, para que fuera abandonado
el trabajo?

Las tradiciones y leyendas de los


pascuenses son muy vagas y parecen
referirse a otros anteriores pobladores
del islote. Los arqueólogos proponen
que hubo allí, al menos, tres culturas
sucesivas. Unas tablillas con
geroglíficos, muy anteriores al tiempo en
que fueron tallados los «moais» no han.
podido ser descifradas, pero es seguro
que pertenecen a una cultura distinta.
Cuentan los indígenas actuales que los
primeros pobladores del islote llegaron
procedentes de otra isla mucho más al
sur, que se hundió hasta desaparecer.
Posteriormente -son datos extraídos de
leyendas-vinieron del cielo unos
hombres de grandes orejas, que se
asentaron en un extremo de la isla y
tuvieron descendencia con mujeres de
«orejas cortas» (los pobladores que
habían llegado antes). Concluye la
leyenda que las relaciones no fueron
nunca buenas y, en una guerra, la
mayoría de los «orejas grandes» fueron
exterminados. Los que sobrevivieron, un
día, desaparecieron tras una gran
explosión, en algo que volaba.

Eufemísticamente, lo que las tradiciones


vienen a contarnos es ni más ni menos
que las luchas que sostuvieron los dos
pueblos, seguramente por un motivo muy
simple y, a la vez, muy poderoso: la
escasez de recursos ante el
superpoblamiento del islote. Pero
quedan en pie las incógnitas más
importantes: ¿Quiénes fabricaron los
«moais»? ¿Cómo los transportaron hasta
su emplazamiento? ¿Qué misión tenían?
(No nos digan qae eran objetos de
culto.) Y, si los actuales habitantes nada
tienen que ver con quienes construyeron
las estatuas, ¿de dónde, por qué y
cuándo vinieron éstos? Es un enigma
reciente. Lo que sucedió en Pascua tuvo
lugar entre 1550 (fecha de antigüedad de
los «moais») y 1772 (año en que la isla
fue oficialmente descubierta. Desde
entonces ha sido visitada con
asiduidad.) 222 años terribles en una
diminuta isla del océano Pacífico, que
tal vez supongan un ensayo injustificado
y extraordinariamente cruel del
apocalipsis definitivo.

* Esa gran manzana con gusanos :

Pues sí; puede parecer mentira o


exageración. Pero nuestro planeta es
como una enorme manzana perforada
por una legión de gigantes gusanos
hambrientos. Sus entrañas están
surcadas por misteriosas galerías que
recorren el subsuelo de un lado a otro de
acuerdo a un plan determinado que por
ahora desconocemos. Ya vimos, al tratar
del viaje fantasma del almirante Byrd al
interior de la Tierra, cómo existen unas
creencias en el Tibet, según las cuales
una serie de galerías ponen en
comunicación las dos cortezas del
globo, la de dentro y la externa, que es
la que conocemos nosotros. En Pascua
se encontraron también unos túneles que
desde el interior de la isla llegaban
hasta el mar; pero se cree que, en la
época en que debieron desarrollarse allí
los desconcertantes acontecimientos a
los que nos hemos referido, esos túneles
debieron poseer alguna utilidad:
comunicar la isla de los «moais» con
otra, u otras islas,

por ejemplo. Muchas culturas encierran


en su acervo más primitivo creencias y
leyendas de galerías que comunicaban,
por debajo de los mares y las tierras,
países y continentes. Por ellas podían
viajar incluso caravanas, y personajes
muy significativos de sus mitologías
llegaron o desaparecieron
temporalmente o para siempre por allí.

Cuando Francisco Pizarro conquistó


Perú y llevó a cabo el transporte de oro
más voluminoso y valioso de la historia
de la humanidad, desde el imperio
incaico hasta Sevilla, se supo que, no
obstante la inmensa riqueza obtenida por
el rescate del último emperador,
Atahualpa, a quien después mataron
ignominiosamente en lugar de liberarlo,
lo más importante de su tesoro y lo de
más valor también quedó oculto en un
túnel que comunicaba las dos grandes
ciudades del imperio: Cuzco y lima. El
túnel no pudo ser hallado. Nadie
conocía sus entradas ni su recorrido;
porque solamente un inca de cada
generación era el poseedor del secreto
(en este caso, la esposa de Atahualpa,
que se suicidó). El túnel estaba además
taponado con escombros que ocupan
algunos kilómetros y sembrado de
trampas mortales. Después, ya en
nuestros días se han descubierto
vestigios y se ha obtenido información
suficiente para poder afirmar que en el
subsuelo de gran parte de la cordillera
de los Andes se guarda una red de
galerías que comunican Lima con Cuzco,
la frontera de Bolivia y las selvas
amazónicas. Todos estos túneles tienen
sus entradas taponadas por miles de
toneladas de piedras y camufladas de tal
manera que solamente basándose en
referencias muy antiguas se han
conseguido encontrar. Los mismos incas,
en la época de su gran imperio, y los
indígenas peruanos posteriormente,
afirmaron que las galerías habían sido
construidas miles de años antes por un
pueblo de gigantes que desarrolló allí
una importante cultura y que luego, no se
sabe cómo, desaparecieron.

También, existen túneles en Asia, y


muchos: cerca del Himalaya, en las
inmediaciones del valle de Cachemira y
hasta las proximidades del Tibet,
pequeñas aberturas en las laderas de las
montañas dan lugar a breves galerías
que después confluyen formando una
principal más espaciosa que se pierde
en las entrañas de la Tierra (Mercedes
Castellanos visitó algunas de ellas y
publicó un trabajo muy interesante en la
revista «Mundo Desconocido»). Todas
estas entradas son en la actualidad
lugares sagrados para los habitantes de
la región, y ligados a ellas existen
multitud de hechos misteriosos en su
recuerdo. La cueva de Bumazuv -se
cree-desemboca en el centro de Asia.
Algunos exploradores han penetrado
unos kilómetros y, a su regreso, han
contado maravillas indescriptibles;
otros no regresaron jamás, o encontraron
la salida al otro lado. De la cueva de
Beru se cuentan muchas historias
extraordinarias, entre ellas la aventura
que corrió el gran filósofo
Abhinavagupta acompañado de sus
1.200 discípulos. Un día penetraron
todos en la cueva y desaparecieron por
los caminos del infierno; no se sabe si
llegaron a algún destino o perecieron en
la oscuridad subterránea, pero 1.201
rostros parecen mirar a los visitantes
desde las aristas del estrecho pasillo.
Son efecto de extrañas formaciones y
roturas en los bloques de piedra que
sobresalen de la pared y, con buena
voluntad pueden parecer rostros.
En Grecia, y en tiempos del
florecimiento de “su gran cultura, ya
existía la creencia de que habían sido
unos pobladores primitivos, los
pelasgos, quienes ha-bían construido
unos túneles que comunicaban las islas
del Egeo entre sí y con otros países y
que ya entonces estaban taponados. En
las islas Baleares, en Menorca e Ibiza
sobre todo, siempre pervivió la
tradición de que había túneles que
comunicaban a las islas entre sí y, desde
Ibiza, con Malta. También en Rusia, en
California, en Hawai, en Suecia, en
España (comunicando la península con
Marruecos), etc. Parece ser que la
existencia real de esos inmensos túneles
(inmensos en cuanto a su longitud)
corresponde a una determinada cultura
envuelta en el misterio y de la que, si
descontamos las galerías y las vagas
referencias guardadas en otras culturas
posteriores, no queda nada.

Pero, si admitimos -y no es tan


descabellado que sea un hecho-que el
planeta está perforado por galerías que
comunican unos lugares con otros, unos
continentes con otros, podemos explicar
que llegaran hombres y conocimientos
idénticos a los sitios más distantes,
como en realidad sucedió. Se arguye que
la travesía por túneles tan largos sería
imposible por la falta de aire respirable.
Pensemos que si existía la tecnología
capaz de conseguir que las galerías
fueran trazadas (todas son artificiales),
el problema de la supervivencia en su
interior debería estar resuelto. Más
digna de sorpresa debe ser la alusión o
el testimonio directo a esa raza de
gigantes, que es una constante en casi
todas las culturas primitivas,
responsables de los trabajos con las
grandes piedras, verdaderos colosos que
se extendieron por todo el mundo. y de
los que habla hasta la Biblia. Si
existieron, ¿cuándo y por qué
desaparecieron como por encanto?
Antes de su aniquilamiento enseñaron a
otros pueblos a trabajar los grandes
bloques de piedra y a transportarlos a su
emplazamiento definitivo. Muy poco
más se sabe de ellos, salvo que se ha
pretendido siempre, en la antigüedad y
ahora, relacionarlos con otros planetas,
con otras humanidades, con otros
destinos. Desaparecieron de súbito,
como respondiendo a una llamada
urgente, y abandonaron en la Tierra sus
obras ingentes. Fue como un soplo que
borró de la superficie del planeta a un
pueblo entero.

* La Venecia polinésica y la incógnita


de Marcahuasi :

Igual que desaparecieron los habitantes


de Ponape, capital de un reino que
ocupó numerosas islas de Polinesia hace
miles de años. Todavía hoy se
encuentran diseminados restos -ruinas-a
lo largo y lo ancho de los islotes que
rodean a la isla principal donde estaba
enclavada la ciudad que hemos
nombrado, Ponape, surcada por canales,
jalonada de templos de basalto y de
grandes palacios, con un sinfín de
subterráneos, restos de viviendas y de
lugares públicos y un enorme arco de’
piedra, de una sola pieza, que pesa casi
200 toneladas. La historia de Ponape es
desconocida, así como los que fueron
sus habitantes y sus orígenes. Todo allí
es un misterio insondable.

El lugar recuerda a la meseta de


Marcahuasi, en los Andes peruanos, a
una altura de 3.600 metros sobre el nivel
del mar. En Marcahuasi como en Ponape
reina la soledad y el silencio, se palpa
el abandono fulminante de sus
moradores, aunque los restos no ofrecen
similitudes. Ruzo, cuando descubrió el
verdadero valor de Marcahuasi, se
encontró ante una incógnita sin solución.
Los restos que allí aparecieron son de
una civilización desconocida y distinta a
cuanto se puede hallar en el resto de los
Andes, en todo el continente americano
y en el mundo. La meseta está repleta de
grandes piedras en las que, a simple
vista, no hay nada de particular, salvo la
semejanza con determinados animales
por las formas o por unas tallas muy
superficiales. Se pensó que podía
tratarse de un capricho de la’ naturaleza.

Pero Ruzo las estudió a fondo y


descubrió que cada una de las piedras
debía ser observada desde un lugar y
una distancia determinados y a una hora
también determinada del día. Incluso, al
utilizar cámaras fotográficas con
película infrarroja, aparecieron detalles
que a simple vista pasaban inadvertidos.
Y por si esto no fuera aún suficiente, en
algunos de los grabados aparecieron
figuras de animales prehistóricos de los
que hace muchos miles de años
desaparecieron de la Tierra. Y todavía
más, figuras humanas pertenecientes
obviamente a otras latitudes y a otros
continentes. En algunos detalles, las
figuras de Marcahuasi recuerdan a las
piedras grabadas de Ica, de las que,
juntamente con las fabulosas pistas de
Nazca, se habla en otro libro de esta
Biblioteca Básica. Pero, en conjunto
suponen una isla de conocimientos y de
técnica dentro de un marco cultural
totalmente extraño, y cuyo carácter más
acusado fue la economía de medios,
porque todo influye allí para hacer
posible la observación de lo que se
representa:,la luz del sol y de la luna, la
orientación y hasta las sombras
completan los trazos elementales que
sirven de sustento, y el resultado es de
una perfección que asombra.

Toda la cultura megalítica que llenó los


campos de Europa de monumentos que
todavía permanecen de pie y que a veces
son tan simples que sólo constan de una
única piedra gigantesca, es
sorprendente.. Las tradiciones también
han hecho depender los monumentos
megalíticos de una civilización
desarrollada por una raza de gigantes;
pero no nos interesa a nosotros ahora
fijar la mirada en esta posibilidad, sino
en el significado y la utilidad que
pudieron tener esas enormes piedras
clavadas en el suelo como agujas o
dispuestas en forma de mesa o círculos.
El ejemplo más completo es, con toda
seguridad, el conjunto megalítico de
Stonehenge, cerca de Salisbury
(Inglaterra). Centenares de grandes
piedras se hallan dispuestas de tal forma
que siempre se pensó que debían tener
una especial finalidad.
A la hipótesis de lugar sagrado de
reunión sucedieron otras más tendentes a
lo práctico. Alguien ha com-parado el
trabajo ingente que tuvieron que
desarrollar los constructores de
Stonehenge al que fue necesario para
levantar las pirámides de Egipto,
proporcionalmente. La arqueología ha
cifrado la antigüedad de su
configuración en los alrededores del año
1500 antes de Cristo, y varios son los
misterios que rodean al conjunto
megalítico: en primer lugar, las piedras
pertenecen a canteras que distan del
lugar cuando menos una veintena de
kilómetros. Hay algunas piedras
volcánicas que debieron ser
transportadas desde mucho más lejos,
cientos de kilómetros. Fueron sobre todo
los estudios del profesor Hawkins los
que descubrieron el enigma de
Stonehenge.

Para extraer una -conclusión, Hawkins


estudió la disposición de los bloques de
piedra en el suelo,. con respecto a ellos
mismos entre sí y con respecto a los
astros. Los megalitos estaban situados
alrededor de un foso circular del que la
entrada estaba’ fijada exactamente en el
puñto norte, y formaban esencialmente
dos grandes círculos, el externo de unos
100 m. de diámetro aproximadamente;
56 zanjas en el interior y una especie de
puerta que daba entrada completaban el
conjunto. Existían tantas exactitudes en
las distancias, tantas proporciones, una
colocación de las piedras tan singular
que, por fuerza, aquello debía tener una
utilidad práctica. Se fue abriendo paso
la teoría de que se trataba de un
calendario solar y lunar, que se
interpretaba de acuerdo con la entrada
de los rayos a través de las distintas
piedras que componen el monumento.
Fue un acierto la teoría y se comprobó
mediante computadoras: se interpreta la
situación de los rayos solares y lunares
durante todo el año, se sitúan en el
tiempo los eclipses de luna e incluso
está patente el hecho astronómico
recientemente comprobado de que los
eclipses lunares acaecen cada cincuenta
y seis años.
¿Cómo pudieron los constructores de
Stonehenge tener acceso a unos
conocimientos ~de matemáticas y de
astronomía tan completos que les
permitieran plasmar con megalitos un
calendario tan perfecto, hace por lo
menos 3.500 años? ¿Cuál fue la causa de
que esos conocimientos desaparecieran
después sin ser asimilados por alguna de
las culturas que sobrevivieron? La
computadora reveló a los investigadores
de Stonehenge un hallazgo asombroso
sobre todos: el conjunto megalítico era
ya en sí una comnputadora solar y lanar.
capaz de proporcionar a sus intérpretes
datos semejantes a los que elabora una
de nuestras computadoras de hoy.
Otro enigma de grandes piedras se halla
situado en el Líbano, en los restos de la
que fue importante ciudad hace miles de
años, Baalbek, rodeada de imponentes
murallas en las que se utilizó, cuando
todavía no se había inventado -según la
ciencia oficial-el cemento armado. En
Baalbek sorprende todo: desde su
origen, que se ignora, a su abandono, del
que no se conocen tampoco las causas ni
el momento. Junto a las ruinas de

la ciudad, los restos de lo queparece


haber sido un especialísimo aeropuerto,
enorme, construido con « losetas» de
piedra colosales perfectamente
ensambladas. Los habitantes de Baalbek
-mejor sería decir los responsables de
aquella cultura misteriosa-fueron
capaces de tallar bloques de piedra de
750.000 kilos y desplazarlos desde las
canteras y colocarlos en donde convino
a sus fines. Los bloques que forman la
muralla miden algunos 120 m., son de
una sola pieza y llegan a pesar más de
700.000 quintales. Demasiado para que
pueda ‘caber en el cajón de las
posibilidades de nuestro cerebro. Ni la
técnica actual más sofisticada es capaz
de desplazar bloques de semejante peso.
Solamente una energía desconocida y
seguramente mental, que hoy se está
discutiendo en parapsicología, la
telequinesis, podría elevar como una
pluma esos pesos increíbles, en el caso
de que realmente exista.
Zimbabwe y Mohenjo-Daro, donde la
vida se interrumpió en un instante :

En el interior de Rodesia se hallan las


ruinas de lo que debió ser una ciudad
pobladísima y moderna. Levantada
según los procedimientos de disposición
más clásicos -más humanos-, Zimbawe
contenía varias zonas bien
deferenciadas: en una estaban
enclavados los templos y palacios -
siempre hubo ricos y pobres, se dice-y
en sus alrededores, las viviendas
comunes de los moradores, seguramente
establecidas por barrios. Todo muy
normal en un concepto evolucionado de
la vida comunitaria. Grandes
construcciones de piedra y de ladrillo,
altas torres, murallas ciclópeas,
confortables casas, todo, absolutamente
todo fue abandonado, que no destruido,
por alguna causa desconocida para
nosotros. No sabemos quiénes
construyeron la imponente ciudad,
aunque los arqueólogos han determinado
su fecha: entre 700 y 400 años antes de
Jesucristo.

Los pueblos indígenas de vida primitiva


que todavía y desde siempre habitan los
alrededores no han recibido por
tradición ninguna noticia acerca de tan
misteriosos visitantes, si es que se trató
de visitantes, o de que ningún grupo
originario de la zona levantara aquella
ciudad,Un caso parecido, aunque de
mayores proporciones en lo que se
refiere a su misterio, lo constituyen los
restos de la ciudad de Mohenjo-Daro,
que fue edificada en una pequeña isla
del río Indo, en Pakistán. Las ruinas
fueron fechadas en algo más de 2.000
años; pero esa fecha sólo se refiere, a la
última de las ciudades que fueron
construidas allí, superpuestas, y que son
nada menos que siete.

Los descubrimientos arqueológicos han


puesto de relieve que las siete ciudades
que ocuparon la isla del Indo
permanecieron habitadas durante miles
de años cada una de ellas y que,
probablemente, fueron los mismos
pobladores, el mismo pueblo, los que
elevaron de nuevo los muros y las casas
en cada ocasión en que -quien sabe por
qué causa-la ciudad se vino abajo.

Debió tratarse de un pueblo muy sabio,


tan evolucionado que dejó de respetar a
los dioses y a los aristócratas de sangre
o de honor y dinero: en ninguna de las
siete ciudades superpuestas -en ninguna
de las ruinas-se ha hallado rastro de
templos o de palacios. Perfectamente
trazadas, todas muestran sus espaciosas
avenidas y sus calles bien dispuestas,
racionalmente, facilitando los traslados
y los accesos. Casas de varios pisos en
las que se disfrutaba de agua corriente, y
por supuesto, de baño; alcantarillado y
desagües que iban a parar al río,
construcciones todas de ladrillo cocido,
en

fin, como una urbanización moderna.

Los estudios realizados hasta la fecha


parecen demostrar que en los tiempos de
la última de las ciudades levantadas, la
más moderna, no se conocían las
técnicas de trabajar los metales; pero en
las más antiguas sí (se encontraron
restos de materiales de hierro y de
estaño). Como en el caso de Zimbabwe,
los pobladores de las márgenes del Indo
no tienen noticias de quiénes eran los
habitantes de Mohenjo-Daro ni de por
qué desaparecieron. Y se trató, en
efecto, de una desaparición en masa y
súbita, de la que no quedaron ni los
cadáveres ni el rastro dell camino que
pudieron seguir. La ciudad

presenta el aspecto de haber visto


interrumpida su vida normal de pironto y
de haber sido abandonada a toda prisa.
Utensilios de uso común entre los
escombros y

y losas en las calles,afirman que la


desaparición de sus habitantes que no

sabían que deberían marcharse o


desaparecer en un instante, que nadie, en
fin, era consciente de la
amenaza,cualquiera que haya sido. Es
uno de los enigmas más

grandes que tiene planteados la


arqueología y que, tal vez, no tenga,
solución jamás.

Los investigadores más sagaces


comienzan a considerar que resulta
extremadamente extraño el hecho de que
los moradores de las últimas ciudades
Mohenjo-Daro hubieran olvidado las
técnicas del trabajo de los materiales
hasta el punto de no saber utilizar el
hierro, técnicas que desarrollaron y de
las que se sirvieron con profusión los
constructores de las ciudades más
primitivas. Es muy raro el caso; ‘pero
hay que comenzar a pensar que las
habitantes de esa isla misteriosa en el
interior del Indo detuvieron su marcha
en el camino de la, evolución y
comenzaron lentamente una marcha
atrás, una regresión cultural, perdiendo
de generación

en generación técnicas y conocimientos


hasta llegar a desaparecer ellos mismos,
cuando agotaron los recursos de su
herencia.

Una especie de suicidio cultural que


obedecerá a alguna dinámica humana
desconocida y que podría explicar, de
confirmarse, la desaparición de muchas
culturas y muchos pueblos, incluso de
humanidades que nos Precedieron.
Desde unos siglos antes de Cristo hasta
miles y miles de años atrás, la isla del
Indo donde se elevaron los
democráticos edificios de Mohenjo-
Daro es un misterio impenetrable por
ahora. Uno más de los enigmas en esta
larga lista de acontecimientos que el
hombre ha vivido a lo largo de su
historia en el planeta, de esta historia
nuestra -porque a lo mejor existen otras
historias independientes en el tiempo-
ante los que ni usted ni yo, ni nadie,
estamos en disposición de dar respuesta:
Grandes enigmas pendientes.

CIVILIZACIONES DESPARECIDAS.

Cuatro Ciclos Han Pasado Y El Quinto


Aún No Ha Terminado.”
[El Relato Secreto, Los Megatrones]
LA HISTORIA DE
LA HUMANIDAD
¿Cómo se le puede explicar ciertas
enseñanzas profundas a personas que no
pueden asimilar ciertas realidades? Hay
ciertos asuntos que resultan conflictivos
con nuestro sistema de creencias.
Tendemos a rechazar lo que no podemos
explicar de manera satisfactoria. Si
deseamos asimilar ciertas verdades
debemos proponernos la tarea de
investigar y realizar ciertas exégesis que
ayuden esclarecer asuntos nebulosos. Si
las evidencias confirman lo que se
presenta, debemos entonces prestar
atención a los nuevos hallazgos. La
humanidad ha venido recorriendo un
largo camino de atrasos y de avances.
Nuestro planeta junto a nuestra estrella
ha realizado ciertas revoluciones dando
nacimiento a ciertas civilizaciones que
han desaparecido con el transcurrir de
las edades. Si hemos de estudiar el
propósito de nuestra existencia y nuestra
presencia en este planeta; debemos por
consiguiente tener una receptividad que
nos permita comprender aquellos
misterios que están encerrados en las
partes profundas de nuestra conciencia.
Si subimos a la montaña del
conocimiento podemos entonces
asimilar los misterios de la humanidad.
CONTINENTE DE
PANGEA
1er Ciclo

Los geólogos prominentes y expertos en


la materia están deacuerdo que después
del enfriamiento de la superficie
terrestre toda la Tierra formaba parte de
un gran continente conocido en Geología
como Pangea que estaba rodeado por un
gran océano conocido como Panthalasia.
Con el transcurrir de las épocas
surgieron convulsiones en la litosfera
causadas por las altas presiones
explosivas del magma que causaron el
desprendimiento de este continente en
dos partes, Laurasia (Norte América,
Europa, Asia) y Gondwana (Sur
América, África, Antártica, India,
Australasia). Cambios en los polos
afectó el clima que dio como
surgimiento enormes inundaciones
debilitando la corteza terrestre. La alta
atmósfera experimentó disturbios por
los efectos climatológicos y las
tormentas geomagnéticas aumentaron lo
que provocó una inestabilidad
planetaria. Gondwana experimentó los
peores terremotos y deslizamientos
quedando sobre la superficie terrestre
las partes elevadas. La Tierra siguió su
curso hasta que los efectos se hicieron
sentir en el hemisferio occidental,
Laurasia ocasionando durante milenios
el desprendimiento de Norte y Sur
América de las costas de África.

Los antiguos griegos, babilonios,


caldeos, y egipcios creían que en las
zonas del lejano Norte existía una raza
de seres superiores. Ellos se referían a
estos seres como los hijos de los dioses,
Nephilim. Ellos creían que estos seres
habían descendido de las estrellas.
Algunas civilizaciones antiguas creían
que algunos seres provenían del sistema
estelar de Sirio, Orión, Ursa Mayor, y la
estrella Arturo. Esta creencia perduró en
las mentes de estas y otras culturas
durante milenios.

En este ciclo de la historia la


composición del ser humano era distinta
a como se conoce hoy en día. Su estatura
era superior a la estatura normal de
nuestros tiempos. Más aún, la
composición de las coyunturas eran
sumamente flexibles. Se cree que su
percepción psíquica estaba refinada y
que el subconsciente dominaba gran
parte de la personalidad. En esta época
el ser humano gozaba de ciertos
privilegios que gradualmente fue
perdiendo. Un desacuerdo con sus
Señores produjo la “caída” de su estado
de benevolencia. La Biblia y otras
culturas antiguas narran estos sucesos
pero debido a que las religiones están
basadas en el fundamento de dogmas
exotéricos sus fieles carecen de un
conocimiento claro sobre estos
misterios. Fue mediante las experiencias
amargas que el ser humano despertó.
Con el transcurrir de las épocas
surgieron cambios climatológicos y en
la corteza terrestre. El ser humano supo
superarse ante los eventos catastróficos.
En esta época los “Señores”
supervisaban la Tierra y la nueva forma
de vida que habían creado, la raza
humana. El retroceso de su psiquis lo
llevó al sendero de lo desconocido
perdiendo el sentido original y el
propósito de su existencia en este lugar
del Universo. El clima del planeta
comenzó a enfriarse por lo que el
hombre abandonó su punto de origen y
tuvo que emigrar hacia el sur en busca
del calor y un clima adaptable. Con la
emigración hacia el sur su composición
orgánica experimentó cambios en la
piel, los dientes, y en su estatura. El
primer ciclo pasó con grandes estragos
climatológicos y geológicos. La Tierra
siguió su curso cambiando
constantemente pero el hombre supo
superar las adversidades convirtiéndose
en su propio maestro.

Las culturas antiguas aluden


frecuentemente al Norte probablemente
por los recuerdos lejanos de sus
antepasados los cuales se referían a este
lugar como el hogar y la morada de los
descendientes de seres superiores (los
hijos de los dioses) por que creían que
al emigrar hacia el Norte se acercaban
más al Espacio debido a la débil
presencia de la luz solar y al
enfriamiento del clima terrestre. Para
ellos era una señal de que se acercaban
a lo desconocido y lo relacionaban con
el Espacio, el lugar de las estrellas. El
punto de origen de donde descendieron
sus señores, el Norte.

CONTINENTE DE HIPERBÓREA

2do ciclo

Los estudiosos en religiones y


civilizaciones antiguas están deacuerdo
con la historia que los sacerdotes
egipcios de Sais relataron al historiador
Herodoto, considerado uno de los
historiadores prominentes de la mundo
antiguo. Los sacerdotes de Sais
revelaron que con el transcurrir de los
tiempos ocurren cambios en los ejes de
la Tierra que afectan el clima y
producen ciertas calamidades que
afectan la civilización del hombre. A
consecuencia de estos cataclismos, el
ser humano debía comenzar de nuevo
como si fueran niños. En los relatos
antiguos encontramos que el ser humano
medía aproximadamente unos 12 pies de
estatura y se alimentaba mayormente de
los frutos de la tierra. Esto explica
porqué el ser humano tenía un ciclo de
vida prolongado. La carne que nos sirve
de alimentos contiene propiedades que
corrompen con más agilidad el sistema
de digestión. El clima también es un
factor determinante para la salud del ser
humano. La inhalación de partículas
puras ayuda a la preservación de los
tejidos de la piel, la pureza de la sangre,
y la prolongación de las partes internas
del cuerpo humano. Cuando analizamos
de cerca los escritos de estos
manuscritos antiguos podemos
comprender claramente las realidades
presentadas. Con el correr de las edades
estos eventos eran mencionados de
forma oral dando surgimiento a los
mitos y a las leyendas. Todo relato que
pasa de generación en generación de
forma oral, se distorsiona con el correr
de los siglos y caen en un laberinto de
confusiones.
A pesar del rechazo que había en años y
siglos recientes los documentos antiguos
muestran que lo que relatan tiene su
fundamento en hechos verídicos.
Muchos eruditos rechazaban que Troya
realmente existió. En su obra La Iliada,
Homer narra sobre esta antigua ciudad.
El alemán Heinrich Schliemann creyó en
los relatos de esta obra y pudo
restablecer ante la historia la veracidad
de la existencia de Troya. Una clara
demostración que el escepticismo no
siempre es saludable especialmente si
se trata de estudios e investigaciones.
Churchward explica las afinidades que
existen entre las lenguas mayas y
griegas. Estas contienen palabras muy
similares que provienen de una lengua
más antigua conocida como Mayax, la
lengua de Mu un continente que reguló
gran parte del mundo antiguo localizado
en el lejano pacífico mejor conocido
como Lemuria. La palabra hiperbórea
guarda estrecha relación con plantación.
Este es el segundo ciclo de una gran
potencia que reguló el mundo en sus
tiempos. Muchos reinos se levantaron en
todos estos ciclos, pero cinco fueron los
protagonistas que llevaron a la
humanidad hacia nuevos senderos.
Hiperbórea corresponde a uno de estas
potencias.

CONTINENTE DE MU [LEMURIA,
NAACAL]

3er Ciclo
Las recientes investigaciones de la
ciencia están en afinidad con los relatos
arcanos que se protegieron para que no
fuesen destruidos por los poderes
eclesiásticos del pasado. Los relatos
antiguos narran que la primera
civilización del planeta tuvo su origen
en el lejano Norte antes de que ocurriera
la era glacial. Hay referencias que se
dirigen al hombre como descendiente de
la “tierra de los dioses,” Monte Meru.”
Alude a los lejanos lugares del Norte.
En la antigua China, se creía que los
emperadores obtenían su poder del dios
dragón relacionándolo con el norte
celestial y por consiguiente con la
estrella Draco, las estrella polar. Esta
referencia alude a que los antepasados
de los emperadores eran reyes
provenientes del espacio Exterior, esta
es la verdad encerrada detrás de la
coordenada del Norte. El templo solar y
el trono imperial estaban dirigidos hacia
el Sur mientras que el pueblo y los
adoradores estaban orientados hacia el
Norte. Este detalle revela la alta
creencia entre los orientales de que los
antepasados de los reyes eran
descendientes de razas superiores que
una vez descendieron en las zonas del
lejano Norte y por consiguiente los
chinos veneraban las constelación de la
Osa Mayor.

En el papiro de Ani encontramos varias


referencias sobre seres luminosos que se
presentaban ante Osiris. Se hace
referencia a su morada en la
constelación de la Osa Mayor en el
hemisferio norte del plano celeste. Los
habitantes de Hiperbórea habitaban
cerca de la región de los Himalayas. Las
convulsiones de la tierra incrementaron
y grandes estragos quebrantaron la
corteza terrestre. El suelo estaba
sostenido por capas de hielo las cuales
se derritieron lo que produjo el
hundimiento de la superficie. El hombre
realizó un éxodo y viajó hacia el Sur en
busca de un mejor clima. Se cree que la
estatura promedio del ser humano era de
aproximadamente ocho pies.
En los centros académicos se ha
enseñado que el ser humano de esta
época no era contemporáneo con las
grandes bestias salvajes, dinosaurios.
Tal aseveración es incorrecta como
demostraré a continuación. Al viajar
hacia el sur a los lugares tropicales
llenos de vegetación el hombre se
encontró con algunas de las grandes
bestias del pasado. La ciencia
comprobará esto en un futuro no muy
lejano. Los estudios de Charles Fort al
igual que los estudios de otros
investigadores revelan que se han
encontrado bloques de metales en la
parte interna sugiriendo la presencia
humana en estas épocas lejanas y
remotas.
En el Gran Canyón en el estado de
Colorado, EE.UU. se han descubierto
petroglifitos con dinosaurios
impregnados. Se puede apreciar a un
Tyrannosaurus Rex erecto con su boca
abierta. Al frente de la bestia aparece un
hombre con una vara en las manos en
señal de combate contra el dinosaurio
que lo amedrenta. Para la ciencia de
nuestros tiempos aquí existe un grave
problema. Estos dinosaurios vivían
mayormente en terrenos pantanosos o
llenos de vegetación donde la presencia
del agua era extremadamente abundante.
El agua es sumamente necesario para
todas las especies para la
supervivencia. La ciencia afirma que
esta parte del gran Canyón no ha estado
bajo agua durante los últimos 40
millones de años. ¿Cómo pretenden
decir que un Tyrannosaurus Rex vivía en
la región del Gran Canyón cuando es una
región árida que se compone de rocas,
carece de vegetación, y carecía de agua
abundante? Las pruebas petroglíficas
testifican que debe realizarse una
reinvestigación sobre lo que se enseña
en las academias y muestra a la vez un
gran error sobre la historia de los
dinosaurios y de los seres humanos.

Los lemurianos creían que los maestros


cósmicos habían llegado a nuestro
planeta a través de las estaciones
planetarias de Saturno y Venus. Aquí
comenzó el culto del “dios padre” que
mora en el cielo confundiendo de esta
manera el culto a Dios, el Absoluto, el
Supremo, en el cual vivimos y
existimos. La confusión del Dios
creador y el dios cósmico (proveniente
del Espacio) ha capturado las mentes de
las religiones y se refleja aún en
nuestros tiempos.

El coronel James Churchward quién


pasó una gran parte de su vida
estudiando los antiguos templos hindú
narra en uno de sus libros:

“Existen dibujos e instrucciones para la


construcción de la nave y su

maquinaria al igual que el generador


para su poder de propulsión, etc.
El poder de alimentación se absorbe
desde la atmósfera en forma simple

e inexpensiva. El generador se parece a


una turbina de las nuestras por

que funciona y opera de una cámara


hacia otra… el poder es ilimitado, o

puede ser ilimitado por lo que los


metales puedan soportar… He
encontrado

narraciones de varios vuelos realizados


que deacuerdo a nuestros mapas

comprenden una distancia de unas 1000-


3000 millas sucesivamente.”
[James Churchward Los Hijos De Mu.
Neville Spearman Ltd. Londres 1959]

Churchward ha estudiado profundamente


los templos antiguos, el manuscrito
troyano, y un libro antiguo maya escrito
en Yucatán. Se cree que el libro fue
escrito hace unos 2000-3000.
Churchward estudió también el código
cortesano. Hizo unas referencias sobre
un record antiguo escrito en un templo
budista en Lhasa. Todos estos escritos
confirman las narraciones sánscritas
acerca del imperio del sol que fue
destruido en tiempos lejanos.

El Popul Vuh libro sagrado de los mayas


quichés hace referencia sobre una
civilización antiquísimamente remota
que conocía sobre la nébula y todo el
sistema solar. Pasar por alto estos
escritos y la información que proveen
sería sinónimo de pedir pruebas escritas
y luego que aparecen ignorarlas. Los
escritos de los pueblos antiguos nos
hablan sobre la presencia de seres
espaciales que interactuaron junto a
estas civilizaciones. Estos pasaron a ser
los héroes de la antigüedad que en
algunas ocasiones prestaban su ayuda y
en otras nos castigaban con fuego del
cielo. Algunas civilizaciones los
veneraban como los Elohim, los dioses
que descendieron de las estrellas.
ATLANTIS
4to Ciclo

Atlantis es probablemente el más


controversial de estos ciclos o grandes
imperios que dominaron gran parte del
mundo conocido. Es el más reciente de
los ciclos mencionados. A lo largo de su
historia la humanidad ha sido inspirada
por estos cuatro poderes. Estos
influenciaron en el mundo antiguo por
que fueron los reinos que lograron casi
el dominio mundial. A lo largo de la
historia muchos reinos se han levantado
pero han caído en un lapso de tiempo
breve. Los cuatro reinos mencionados
fueron ciclos en que estas civilizaciones
predominaron durante el transcurso de
varios milenios. A mayor cantidad de
tiempo mayor es la probabilidad
tecnológica y científica que una
civilización pueda alcanzar.

La ciencia avanza a pasos agigantados y


sus descubrimientos son solo
confirmaciones de lo que encontramos
escrito en los manuscritos antiguos.
Según algunos escritos, hace
aproximadamente unos 800,000 y
200,000 años una parte occidental de la
Tierra fue dividida en dos grandes islas,
Ruta y Daitya. Cerca del 80,000 AC
hubo una gran convulsión que dejó solo
parte de Ruta y una gran ciudad llamada
Poseidonia, siendo ésta sumergida cerca
del año 9,564 AC. Esta es la narración
de la cual hace Platón en su obra Timeo
y Critias: “En una noche de tormentas y
terremotos Atlantis fue destruida.”

A lo largo de la historia ha existido


mucha confusión en relación a la
polémica historia de Atlantis. Los textos
secretos narran que Osiris era un
sacerdote que llegó de la tierra de
Atlantis. Osiris tenía conocimientos
sobre distintas ciencias por lo cual los
habitantes de Egipto lo aceptaron como
sacerdote y rey de toda la tierra de
Egipto. Osiris dejó unos escritos que no
se conoce en la historia regular.
Después de su muerte sus seguidores lo
veneraron y lo elevaron al rango de un
dios. La Biblia narra algo parecido.
Cuenta que después de la muerte de
Moisés “Dios” escondió su cuerpo. Sin
embargo en otro pasaje bíblico se
menciona el lugar donde lo sepultaron.
La preocupación por “esconder el
cuerpo de Moisés” era por el temor de
que el pueblo lo venerara y éste lo
elevase al rango de un dios. Esto se hizo
para evitar el culto a los muertos
quienes pasaban a ser los dioses de
estas civilizaciones.

Los relatos esotéricos del Ramayana


narran con suma claridad sobre la
victoria que Rama tuvo sobre Ravan,
señor de Lanka en Ceilán. La victoria de
Rama representa la victoria de los hijos
de Dios sobre los atlantes quienes se
rebelaron contra los señores del
firmamento, que son a la vez los señores
del fuego. En la cultura oriental éstos
eran vistos como los seres de luz cuya
morada se remontaba en el lugar de las
estrellas, extraterrestres. El libro
Stanzas de Dzyan escrito en el antiguo
idioma de Senzar narra como los
señores del fuego descendieron e
inspiraron a la civilización de Lemuria.
Estos relatos son eventos de la historia
no escrita que quedaron borrados por la
calamidades y las grandes guerras del
pasado donde se destruyeron enormes
cantidades de papiros y manuscritos
antiguos.
El iniciado de alto rango conoce sobre
los reyes de la luz, soberanos de
dinastías divinas quienes obedecían a la
Jerarquía Cósmica conocida en los
círculos secretos como la Federación
Solar. En uno de los museos de Europa
se encuentran varias pruebas de la
existencia de Atlantis. En un artefacto
escrito en idioma antiguo se lee la
inscripción; “de Chronos, rey de
Atlantis.” Aquí tenemos prueba de la
arqueología donde no solo se menciona
Atlantis sino a uno de sus reyes. Uno de
los siete sabios más grandes del mundo
antiguo, Solón comenta que en una de
sus visitas al templo de Sais en Egipto
pudo ver dos grandes columnas con el
relato de la gran isla que se sumergió en
occidente. El nombre de la isla estaba
tallado en las columnas, la isla
mencionada era Atlantis.

Otro de los sabios antiguos que nos


habla sobre Atlantis es el filósofo griego
Philo. Narra en detalle la magnificencia,
religión, leyes, la gloria de Atlantis y su
decadencia. Atlantis era conocida por
los aztecas y toltecas como “la tierra
donde se levanta el sol.” La razón para
esto es que desde Centro América
Atlantis quedaba en el este. La sabiduría
profunda se esparció por medio de los
antiguos sacerdotes e iniciados de la
India, Babilonia, Persia, y Egipto. El
texto del Ramayana habla sobre la
estatura elevada de los Rakshasas. Sus
descendientes emigraron del norte hacia
el sur en busca de un mejor clima
debido a una calamidad que ocurrió en
los lugares fríos del norte.

Como es de suponer, el desarrollo de


una civilización incrementa a medida
que transcurre el tiempo. Al llegar a la
cúspide del conocimiento de los átomos
éstas civilizaciones desarrollaron armas
que sirvieron como herramientas que
generaron la destrucción en masa. El
mal uso de estas fuerzas destructivas
generó un ciclo de genocidio que afectó
nuevamente la población planetaria.
Algunos libros del antiguo oriente
hablan sobre “rayos poderosos” que
emanaba de fuerzas enemigas. Con el
transcurrir de las edades estas
civilizaciones se degeneraron hasta que
llegaron a un primitivismo por
consecuencias de algunas calamidades y
el genocidio de varias guerras que se
produjeron a grandes escalas.

Las pirámides y las esfinge de Egipto


son más antigua de lo que la historia ha
reclamado. Algunos expertos reclaman
que la esfinge se construyó cerca del
año 10,000 A.C. Otros proponen que la
esfinge se construyó cerca del 15,000
A.C. Esto estremece los cimientos de la
historia académica pues durante mucho
tiempo se ha enseñado que la esfinge se
construyó cerca del 4,000 A.C. Los
estudios revelarán nuevos hallazgos que
estremecerá los cimientos de la rama
educativa. Las evidencias serán
presentadas ante la luz pública en un
futuro no muy lejano.

MISTERIOS DE CENTROAMERICA :

MAYAS,INCAS AZTECAS :
CULTURAS
ANDINAS-EL
ORIGEN
En la altiplanice mejicana se asentaron
civilizaciones y pueblos de los que
tenemos suficientes pruebas, aunque no
todas las que podrían desearse,
relacionadas con los orígenes de tales
civilizaciones. Sin embargo, no ocurre
lo mismo con la población asentada en
el Perú, ya que, al decir de todas las
corrientes históricas, los propios
protagonistas no reconocieron en
ninguna época antepasado alguno. Tal es
el caso del pueblo inca, el cual se sintió,
en todo momento, creador de su propia
civilización, de su propia idiosincrasia
y de sus propias costumbres.

La cultura denominada “preinca” nunca


fue asumida por los conquistadores
incas, antes al contrario, la ignoraron
por completo y no guardaron recuerdo
ninguno de los personajes y tribus que
hallaron a su paso y que, como la
historia nos explica, sometieron. La
prioridad del silencio sobre cualquier
otro aspecto ha primado en las diversas
transformaciones históricas que los
mismos incas conformaron. Y, de este
modo, existió una época anterior a éstos
y que llamaban “el tiempo de las
poblaciones desiertas o bárbaras”.
Algunos cronistas nos hablan de ello, y
explican que esos pueblos bárbaros
practicaban costumbres radías, es decir,
eran nómadas, y carecían de normas
sociales; además sus cultivos eran
realizados de forma rudimentaria, sus
mujeres no conocían el arte de la
confección y, por lo mismo, aparecían
desnudos. Así los encontró, al decir de
las diversas leyendas, el “Primer Inca”,
quien los aleccionó y enseñó hasta el
punto de transformar sus burdas maneras
en refinados modos; para ello -continúan
diciendo las diversas crónicas-contó, en
todo momento, con la ayuda, realmente
valiosa, de su mujer.
En los primeros tiempos de la historia
que nos ocupa no existía aún el pueblo
inca como tal, sino que el concepto
“inca” designaba a un soberano, a un
único rey, y a su linaje o alcurnia. Todos
los sucesos acaecidos hasta la llegada
de este “Primer Inca”, y muy
especialmente las formas colectivistas
de cultivo, así como los logros
artísticos, fueron en cierto modo
subsumidos por la nueva civilización
debido, en gran parte, al acierto que
supuso la perfecta cohesión entre las
vertientes económica, sociológica y
técnica. No obstante, antes de la llegada
de este “Primer Inca” ya se encontraba
poblada la altiplanicie peruana por
pueblos de cazadores y pescadores que
usaban la madera, la piedra y el hueso
como materiales básicos para construir
sus toscas armas.

Ancestrales leyendas describen la patria


de los incas y la sitúan a orillas del
hermoso lago Titicaca -en la actualidad
se halla dentro de la frontera occidental
de Bolivia-, el cual se encuentra situado
a casi cuatro mil metros de altura y del
que los cronistas nos dicen que fue el
lugar elegido por el Sol para
comunicarse con los hombres. Este
denominado, desde entonces, reino del
Sol acoge en sus tierras altas los
primeros amagos del origen presunto de
la notoria civilización incaica; sobre una
de las planicies de la aludida zona
montañosa de la parte meridional de la
región se halla Tiahuanaco, lugar en el
que se funden lo sagrado y lo profano
del Perú, ciudad solar y centro de
peregrinaciones. Se hallaba acotada por
enormes hondonadas y en su suelo se
erigían diversas edificaciones; entre sus
ruinas se han encontrado figuras míticas
de grandes proporciones que constituyen
una prueba fehaciente favorable a las
tesis que defienden la relativa veracidad
del mito incaico, el cual habrá que
reinterpretar de nuevo. La tradición oral
de los pueblos andinos mantiene la
creencia de que en Tiahuanaco
habitaban los gigantes que antecedieron
a los incas y, al decir de algunos
cronistas, será justo al lado del lago
Titicaca donde surgen las primeras
representaciones de dioses como
Viracocha, el cual venía acompañado de
animales como el puma y el cóndor y en
sus manos llevaba dos cayados; sus ojos
aparecían llorosos y su figura alada fue
representada por los artistas y venerada
por los incas, que tenían en Tiahuanaco
uno de sus santuarios.

También se erguían en la citada zona


grandes figuras de piedra, recintos
acotados, columnatas graníticas y
terrazas a distintos niveles.
Sin embargo, antes del denominado
Imperio incaico, existieron otras
civilizaciones y culturas de cierta
relevancia, entre las que, sin duda,
sobresaldrá la cultura “Chavín” que
abrirá un tiempo reconocido como
periodo cultural, el cual se hallará
dentro de la etapa denominada
“horizonte antiguo”, y abarcará desde el
año 1000 (a. C.), aproximadamente,
hasta el año 300 (a. C.). Chavín se
asienta en uno de los profundos valles
que delimitan el pie de las cordilleras
blancas -denominadas así porque en
ellas siempre hay nieve-y contiene
monumentos megalíticos, grandes
obeliscos y majestuosos templos, tales
como el del “Castillo”, levantado en
honor del dios Jaguar y de ciertos seres
telúricos.

No obstante, los primeros vestigios


humanos sobre el suelo peruano se
retrotraen más allá de una decena de
miles de años, aunque sólo se pueda
hablar, en puridad, de civilización y
cultura, a partir del año 1000 (a. C.). A
partir de esta fecha, y siguiendo con la
anterior descripción de Chavín, se van
consolidando las diferentes culturas
antiguas de la región y sus logros o
manifestaciones plásticas, artísticas,
míticas, rituales y sociales.

En este sentido, algunos antropólogos e


historiadores de renombre apuntan la
posibilidad de que Chavín haya sido el
verdadero origen del posterior
desarrollo de la parte meridional
andina. Los arqueólogos han hallado en
Chavín piezas de incalculable valor e,
incluso, en algunas ruinas -cuyas
paredes aparecen revestidas de losas, y
levantadas con materiales tales como
piedra apisonada mezclada, a su vez,
con piedra machacada-parece que se
plasmó como una especie de pintura
mural.
También es importante destacar la
homogeneidad de la cerámica
monocroma de Chavín y sus hermosas
piezas negras y pulidas, en forma de
botella y con un agarradero denominado
“asa de estribo”, características que la
hacen relativamente notable con tal que
a todo ello se sumen sus asas en forma
de tubo y sus grabados tan similares a la
técnica utilizada para trabajar la piedra,
y cuyos motivos se refieren a
determinados animales, tales como el
jaguar y el cóndor. No obstante, la base
iconográfica de la cultura de Chavín,
además de contener figuras de felinos,
aves y reptiles, está formada por la
presencia reiterativa del tigre, y su
cabeza estilizada se encuentra casi
siempre presente en las diversas
composiciones, y, además ocupa, por lo
general, el centro de ellas.

Por lo demás, algunos simbolistas han


interpretado los diversos hallazgos de
los investigadores en un sentido mítico;
y, así, por ejemplo, se dice de la piedra
de tres caras, clavada en el suelo por su
parte aguzada -a la que se suele
denominar el “Lanzón”, acaso debido a
que tiene forma de un cuchillo gigante,
pues mide más de cuatro metros de
largo-, que recoge entre sus tallas,
grabados e incisiones, todo el saber,
acerca de lo trascendente, acuñado en el
misterio de la cultura de Chavín. El
propio lugar en el que se halla
emplazado el “Lanzón” constituye, ya de
por sí, uno de los enigmas que más se
prestan a cierto tipo de lucubraciones
significativas y simbólicas. El “Lanzón”
se encuentra en una de las galerías
subterráneas del templo de Chavín que
tienen forma de cruz; a la manera de un
costero va entallado entre el techo y el
suelo, ocupando el centro mismo de la
intersección de los largos corredores
que configuran la forma de la cruz.

Las figuras de algunos bajorrelieves


mantienen composiciones propias de la
cultura de Chavín, tales como el cóndor,
el jaguar y un reptil; también, a veces,
tales conjuntos, y otros similares, se
presentan como una manera de
jeroglíficos, los cuales se hallan
cargados de connotaciones diversas,
derivadas de la complejidad de sus
múltiples formas.

Con posterioridad adviene a la región


andina la cultura de “Paracas”
(“paracas” = vientos intermitentes que
azotan con gran fuerza y violencia esta
región desértica), cuyos bordados
destacan por encima de cualesquiera
otras valiosas consideraciones.
Esa superficie árida, donde nunca
llueve, alberga en su subsuelo inéditos
tesoros; es una especie de necrópolis
que, aunque ha sido sometida a
numerosas esquilmaciones a lo largo del
tiempo, aún mantiene lugares recónditos
no hallados por los buscadores de
tesoros. La total escasez de lluvia en
esta zona costera, la radical sequedad
del ambiente y de la atmósfera a la
orilla misma de un gran océano que
confiere a la región ese clima tropical
tan característico, ha sido objeto de
estudio por parte de numerosos
investigadores y naturalistas. Fue
Humboldt quien avanzó la teoría que
explica las razones científicas de la
aridez y sequedad descritas. Según
explica el propio Humboldt, una
corriente de aire frío que proviene del
Antártico forma como una especie de
paraguas gigante que tapona y cercena
cualesquiera arcos humectativos y, por
lo mismo, no se produce evaporación,
no se forman nubes y, como
consecuencia, no habrá lluvia. La gran
franja desértica que mide más de dos
mil metros de largo y unos cuarenta de
ancho, es el producto de esa corriente de
aire frío (se la denomina “corriente de
Humboldt”) y se halla por lo general
cubierta de brumas y, aunque sus arenas
absorben el agua de los ríos que las
atraviesan para ir a desembocar al
océano, sin embargo, se hallan jalonadas
de algunos oasis que producen en el
conjunto el espejismo de la necesidad
de vida, cuando lo cierto es que esa
región arenosa del occidente del Perú es
un lugar de muerte.

Las numerosas tumbas encontradas en


esa inhóspita zona, las denominadas
“tumbas de las cavernas de Paracas”, se
hallaban incrustadas en las oquedades
realizadas en las duras rocas, de
feldespato y cuarzo, que abundan en las
elevaciones naturales del árido terreno.
Tales fosos pertenecientes a la cultura
de “Paracas” están construidos de tal
manera que resulta imposible su visión
desde el exterior, se componen de tres
salas anexas y desiguales que albergan a
gran número de momias. Entre éstas son
más abundantes los cadáveres de
mujeres que los de hombres, lo cual
afianza la tesis mantenida por los más
prestigiosos arqueólogos, cuando
afirman que las mujeres acompañaban a
sus maridos al otro mundo. Semejante
costumbre, debida a la cultura de
“Paracas”, fue asimilada muchos siglos
después por los incas, quienes, con
ocasión de la muerte de su emperador,
al cual consideraban rey-dios, y después
de momificar su egregia figura
procedían a dar muerte por
estrangulamiento a sus mujeres,
allegados y servidores; de este modo, le
seguirían atendiendo en el más allá; para
ello, y una vez convocados a un solemne
acto festivo en honor del muerto, los
emborrachaban.

Muchos de los cadáveres momificados


hallados en esa zona desértica del Perú
eran, no obstante, de personas viejas y
sus cráneos aparecían deformados y con
muestras de haberles practicado la
trepanación.
Los mantos funerarios de la cultura de
“Paracas” son de gran vistosidad, y los
motivos de sus tejidos representan
personajes adornados y recubiertos de
aureolas, cetros, talles, apéndices que
cuelgan de sus bocas y que dan lugar a
otras figurillas que se ramifican de
nuevo para formar otro tipo de
imaginería cargada de contenido
simbólico y, en fin, todo ello constituirá
una prueba de la fuerza creativa de los
tejedores de la época precolombina, así
como de la perfección de su arte.

A la cerámica de la cultura de
“Paracas”, cuyos motivos no ofrecían
grandes variaciones, ya que se limitaban
por lo general a representar la faz
“compungida” de ciertos felinos, le
sucede la prestigiosa, bella, brillante y
clara cerámica Nazca, con lo cual se
inicia la cultura que lleva su propio
nombre. Estamos en el siglo III (a. C.), y
la cultura Nazca descuella por encima
de cualesquiera otras civilizaciones. En
su cerámica polícroma se reproducen
extraños seres míticos y, muy
especialmente, las célebres y simbólicas
mariposas humanizadas. La cultura
Huari, que se desarrolla en la costa
meridional y septentrional, desplaza a la
cultura Nazca y es, a su vez sustituida
por los chimúes, pueblo de destacados
urbanistas. De todas estas culturas y
civilizaciones se apropiarán los incas,
cuyo imperio se extenderá desde
Ecuador hasta Chile y Argentina, en una
gran franja de terreno andino de más de
dos millones de kilómetros cuadrados.
Nos hallamos en el siglo Xll (d. C.), y el
Imperio inca se va consolidando hasta
poseer el más célebre centro urbano de
aquellos tiempos, es decir, la ciudad de
Cuzco (palabra que significa “ombligo”,
“centro”), la cual poseía un enorme
templo cuyas paredes se hallaban
recubiertas de oro.

También en las lejanas alturas de Machu


Picchu se erigió una ciudad remota y
agreste, tan apartada que no se
descubrieron sus ruinas, ni se supo de su
existencia, hasta el undécimo año de
nuestro siglo xx.

La organización del Imperio inca era


muy rigurosa y uniforme, la propiedad
de la tierra la ostentaba el Estado,
aunque existían grupos, formados por
diversas familias -una especie de
comunidades que trabajaban en equipo y
vivían en el mismo lugar-que poseían
colectivamente los terrenos labrados y
trabajados, en los cuales cultivaban
cereales, patatas -de aquí se exportarán
posteriormente a toda Europa-,
calabazas, piña, plantas y árboles
medicinales como la coca, arbusto del
que se extrae la cocaína; por toda la
región había rellanos y bancales de
cultivo.

Para llevar a cabo la labor


administrativa, el Estado disponía de
miles de funcionarios, la mayoría de
ellos destinados a recaudar tributos y
ejercer la justicia. Como no conocían la
escritura, idearon fórmulas contables
realmente prácticas, los célebres
“quipus”, que consistían en una serie de
cuerdas o hilos de colores diversos y
surcados de nudos. Los colores
representaban objetos y cosas, los nudos
indicaban magnitudes y cantidades.
La abundancia de metales nobles, como
el oro, hacía que se utilizaran como
ornamentos en paredes, tapices y
colgantes -pero nunca como moneda,
porque la sociedad incaica no conoció,
ni usó, el dinero-e, incluso, los jardines
del palacio real aparecían adornados
con figuras de oro, tales como mazorcas
y cañas de maíz de tamaño natural,
labradas en oro; también poblaban ese
jardín artificial pájaros y animales de
oro.

Este pueblo, de unos doce millones de


habitantes, desarrolló también la
alfarería y, sobre todo, perfeccionó el
arte textil, para lo cual utilizó la lana de
sus rebaños de llamas y alpacas y,
además, el algodón que producían sus
zonas templadas de la costa.

Con la llegada de Francisco Pizarro, al


mando de una expedición española, en
los últimos años de la primera mitad del
siglo XVI, el Imperio incaico (que ya se
hallaba bastante debilitado a causa de
las luchas internas para suceder al inca
Huayna Cápac, que había muerto en el
año 1525, y había dividido su reino
entre sus dos hijos, quienes se
declararon una mutua guerra, de la que
salió vencedor Atahualpa, precisamente
el hijo ilegítimo de Huayna), que
atravesaba por una crisis institucional
que había derivado en una guerra civil,
fue sometido; Cuzco, su centro urbano
más representativo, fue tomado por
Pizarro, quien ordenó la condena y
muerte del inca Atahualpa; poco antes
había obtenido un rescate consistente en
una enorme cantidad de oro para poner
en libertad al inca Atahualpa, al cual
había tomado como rehén, pero Pizarro
no cumplió su propia palabra y, pese a
recibir lo exigido -más de dos mil
millones de pesetas en oro y plata-,
mandó ejecutar a su prisionero:
“Atahualpa fue condenado a ser
quemado vivo y ya cerca de la hoguera
tuvo la debilidad de convertirse al
cristianismo para beneficiarse con el
privilegio de la muerte por
estrangulamiento.”
CULTURAS
CENTROMERICANAS
EL ORIGEN
Durante mucho tiempo se fueron
configurando opiniones de todo tipo
respecto a la verdadera realidad
americana y sus ancestrales culturas,
antes de la llegada de los
conquistadores españoles.

Algunas de las teorías acuñadas han


resultado falaces, bien porque no se
contaba con suficientes datos cuando se
emitieron o, acaso, por la precipitación
del historiador quien, cómodamente, se
limitó a transmitir las sistemáticas
mentiras de ciertos cronistas e
informantes (siempre que por
“informante” se entienda la acepción
segunda del diccionario de la Real
Academia, a saber: “El que tiene
encargo y comisión de hacer las
informaciones de limpieza de sangre y
calidad de uno”).

También han existido presiones que han


llevado a los investigadores a silenciar
los resultados de sus hallazgos
antropológicos, espeleológicos y
geológicos; semejante cúmulo de
coacciones se ha erigido en mordaza
impuesta a la cultura histórica y a sus
propios protagonistas; aunque, a fin de
cuentas, algunos estudiosos (?) lo
aceptaron de buen grado o, cuando
menos, sin demasiados escrúpulos.

Casi todo lo que sabemos de América


Latina proviene, por tanto, de la pluma
de célebres cronistas que hoy son ya
patrimonio de la humanidad; nos
referimos, por ejemplo, a Las Casas, a
Bernardino de Sahagún, a Clavijero, a
Orozco y Berra, al Inca Garcilaso, a
Fernández de Oviedo y, en fin, a otros
cronistas oficiales y por libre.
Hoy se sabe que muchos de los
narradores históricos, más que aportar
datos y pruebas fidedignos, con base en
la fuente originaria, se valieron para sus
aseveraciones de flagrantes plagios.

Por otro lado, las excavaciones


arqueológicas llevadas a cabo,
especialmente en toda la franja oriental
del continente sudamericano, han
mostrado la importancia y el verdadero
significado de una civilización, la de los
Incas, que poseía una cultura hasta
entonces sin parangón posible.
Lo mismo sucede con los datos hallados
en el altiplano mexicano y la
conformación de una cultura como la
azteca, en el marco de las civilizaciones
mesoamericanas, la cual aparece en el
valle de México y representa una
herencia de los antiguos toltecas que,
según ciertos datos e indicios,
aparecieron en el año 700 (d. C.). Antes
de la llegada de este pueblo, los
primitivos teotihuacanos daban culto a
los animales, de forma primitiva, y se
regían por un totemismo social y ritual;
su antigüedad se remonta al año 300 (a.
C.), a finales del periodo conocido
como “preclásico medio”.
Claves históricas de las culturas
mesoamericanas

Una de las zonas de la parte


septentrional de América en la que se
habían desarrollado culturas y
civilizaciones indígenas de gran
significación fue, sin ninguna duda,
México. Antes del año 1519, fecha en la
que Hernán Cortés logró entrar en la
capital azteca, después de que los
tlaxcaltecas se le hubieran unido, el
pueblo tolteca y el imperio maya habían
poblado mesoamérica.
Grupos de primitivos nómadas, que
practicaban la pesca y la caza, y
recolectaban productos naturales, se
asentaron en el valle de México. Eran
nómadas que conocían el fuego y se
vestían con pieles de animales, algunos
de los cuales, por ejemplo el perro, los
habían domesticado.

Estos grupos humanos se extendieron y


dispersaron por los territorios de
mesoamérica -zona que en la actualidad
comprendería la geografía de México,
Guatemala, Honduras y Belice-y durante
más de cuatro milenios siguieron
conservando sus costumbres y su propia
idiosincrasia, hasta que en el año 1700
(a. C.), aproximadamente, inician
experiencias nuevas en las tierras de
labor, tales como el cultivo de maíz, por
mor de las cuales se vuelven
sedentarios, al tiempo que perfeccionan
sus técnicas en la, hasta entonces,
rudimentaria agricultura. Se fabrican
productos textiles y se realizan objetos
de cerámica decorados con motivos de
animales y de seres humanos; en
diversas zonas se alzan grandes núcleos
de población y se constituye, a partir del
1350 (a. C.), una gran civilización que
durará, aproximadamente, hasta el siglo
III (a C )
El protagonista de semejantes hechos
históricos fue el pueblo olmeca, que
dejó las montañas para aposentarse en
las selvas tropicales de la zona del
golfo.

La historia de los olmecas se halla


jalonada de ritualismo mítico y
trascendente; la base de su estructura
social era la religión y el culto a los
dioses, para lo que se erigían
construcciones cuyas formas
arquitectónicas, como el famoso templo
redondo de La Venta, en Tabasco,
muestran la fuerza creativa de los
olmecas.

Lo mismo sucede con las ciclópeas


esculturas de una sola pieza realizadas
sobre basalto y cuyo peso se acerca a
los cuarenta mil kilos.

También en la misma zona citada se


encuentran objetos diversos, como
figurillas y máscaras, también joyas,
aderezos y hachas.

A partir del año 200 (d. C.) y hasta el


800 (d. C.), transcurre el periodo que
los historiadores denominan “clásico” y
en el que acaso lo más sobresaliente sea
la cualificada cultura de los pueblos que
florecieron en tal época. Se trata de
culturas decantadas hacia la ciencia y su
metodología formal, en las que
predomina la técnica, el cultivo de las
artes, los conocimientos matemáticos,
cosmológicos y astronómicos y la
perfección de los trabajos agrícolas.
Durante ese tiempo se erige la grandiosa
ciudad de Teotihuacan (“lugar donde el
humán se transforma en Dios”), la cual
se había proyectado para dar cabida a
unos cien mil habitantes y cuyo trazado
geométrico estructuraba en torno a sí
bellos edificios con sus paredes
adornadas por pinturas y frescos; dos
grandes pirámides se levantaban a lo
largo de la principal calle de la ciudad
que, según algunas interpretaciones,
representaban a las dos luminarias, es
decir, a la Luna y al Sol.

También aparecían templos jalonados


por enormes cabezas de piedra, entre las
que sobresale la “Cabeza de Atlante”,
que se conserva en Tula, la ciudad de
los toltecas.

Pero una de las principales


civilizaciones indígenas que desarrollan
su actividad en el último tercio del
periodo clásico será la de los mayas,
que revalorizarán el sistema numérico y
matemático, introdujeron el guarismo
del signo cero y ampliaron y dominaron
la aritmética. Con sólo tres signos y sus
variaciones de orden y colocación
referencial, los mayas lograron
representar el tiempo aritmético,
matemático y formal: una barra
simbolizaba el número cinco, cada
unidad comprendida hasta el cuatro era
representada por un punto y, por último,
para simbolizar al cero, utilizaban una
especie de concha común y
convencional.
Representaban una determinada fecha
usando el método denominado de
“cuenta larga”, el cual consistía en fijar
un punto referencial del pasado y, a
partir de aquí, ir haciendo una anotación
por cada día transcurrido. Para
confeccionar su calendario, los mayas
tomaron como referencia cierta fecha
del año 3113 (a. C.) -no se ha
dilucidado aún la razón por la que
eligieron tal tiempo y no otro-, y a partir
de ahí comenzaron a contar sus días. Los
mayas contaban por periodos de veinte,
es decir, que su base no era decimal,
como la nuestra, y el valor numérico
aumentaba siguiendo una línea vertical
de abajo arriba; por tanto, las unidades
se situaban en el punto más bajo y el
lugar inmediatamente superior nos daba
el número de veintenas, a continuación
nos hallábamos ante las triveintenas,
después ante las tetraveintenas, y así
sucesivamente.

En el siglo IX (d. C.), la civilización


maya se extingue sin que se hayan
dilucidado, hasta el presente, las causas
de la total desaparición de una cultura
que había florecido durante más de
seiscientos años. Templos y palacios se
volvieron ruinas y la vegetación anegó
lo que antaño fue lugar de culto y de
boato; no obstante, en los territorios
situados más al norte se fue
conformando, mediante cambios
violentos, un nuevo Imperio maya.

Más adelante, un pueblo invasor, al


mando de un conocido caudillo,
denominado por los mayas como la
“serpiente emplumada”, conquista toda
la zona del Yucatán y establece su
centro ritual en los propios lugares hasta
entonces ocupados por los mayas. Estos
nuevos pobladores del llano y de la
montaña provenían, al parecer, del oeste
de mesoamérica y se les conoce con el
nombre de toltecas; tenían una perfecta
organización y su centro de influencia se
había formado alrededor de la ciudad de
Tula y, a partir de entonces, contribuirán
a la formación de otros centros urbanos
de gran influencia, tales como Chichén
Itzá y Tulum, en Yucatán.

Los toltecas, lejos de agostar la cultura


maya, se integraron en ella y, al propio
tiempo, aportaron un bagaje
arquitectónico, templos circulares de
amplios patios de columnas, hasta
entonces desconocidos, aunque la
influencia maya, también aquí, no
tardará en aparecer. El acabado de las
esculturas, los pormenores de las
pinturas y los retoques en las
construcciones, además de otros
detalles, muestran hasta qué punto la
incidencia maya se deja sentir entre los
toltecas. Por otra parte, los motivos de
algunos templos se componen tanto de
elementos mayas como de elementos
toltecas y, en definitiva, la suavidad y el
cuidado de las formas mayas prevalecen
sobre la aridez y tosquedad toltecas.

La zona de Yucatán seguirá, sin


embargo, hablando de lengua maya y
utilizando el mismo sistema numérico
para señalar y medir el tiempo. Este
nuevo imperio maya pervivirá hasta la
llegada de los conquistadores europeos,
pero la característica más importante
entonces será la división y la desunión;
cuando llegaron los españoles, el
Yucatán se encontraba diversificado en
cantidad de estados y rivalizaban entre
sí y apenas mantenían algún lazo de
unión.

En los albores del siglo Xll (d. C.), el


Imperio tolteca, que había fundado Tula,
que había tenido una impronta artística
inigualable, que había adorado y
rendido culto a deidades protectoras, ve
mermada, a causa de sus divisiones
internas, su influencia y entra en
decadencia presionado, además, por
numerosas tribus nómadas que
provienen del norte y que van
penetrando en el altiplano para fundar
pequeños reinos. Una de las tribus
vencedoras en la mencionada lid será la
de los aztecas o mexicas, que será el
último pueblo nahua llegado a la meseta.
Según se cree provenían de los toltecas,
aunque para muchos historiadores el
origen de los aztecas o mexicas
permanece aún en el misterio. Sus
propios mitos y leyendas dicen que
hacia el año 1100 (d. C.) salieron de su
territorio original, el cual se hallaba
situado en una isla -lugar que aún no ha
podido descubrirse-y, desde entonces,
permanecieron más de un siglo en la
zona de México como servidores de
otros pueblos más poderosos. De este
modo se configura el denominado
periodo “mexica”, que se inicia en la
mitad, aproximadamente, de la era
posclásica, más o menos a partir del año
1325 (d. C.), fecha en la que logran
asentarse de forma permanente en el
altiplano central, un lugar aislado, cual
isla continental, sobre el grandioso lago
que se extendía, en aquel tiempo, por
todo el valle de México.

Allí fundaron la célebre Tenochtitlán,


que significa el lugar “donde se halla el
nopal silvestre” -la propia capital
mexicana se alza en la actualidad sobre
el mismo lugar que la antigua
Tenochtitlán-y se erigió con relativa
celeridad en referencia obligada de la
civilización azteca; su extensión era de
unos doce o trece kilómetros cuadrados
y el número de sus habitantes, al decir
de casi todos los cronistas, ascendía a
cerca de doscientos mil.

Tenochtitlán era el centro del imperio


azteca y recogía tributos y cargas e
impuestos del resto de las provincias.
Era la destinataria, también, de
alimentos, pieles, joyas y otros
productos producidos en la zona costera
y en las poblaciones sometidas; merced
a ello se convirtió en un gran centro de
transacciones mercantiles y comerciales.
Además detentaba la representación
cultural y social de aquellos tiempos;
era un centro artesano y un lugar en el
que las edificaciones, templos y
palacios, aparecían recubiertas de
esculturas y estatuas, de columnas y de
creativos frisos. La joyería y la
orfebrería confeccionaba piezas y
tallaba piedras de forma artística; las
piedras preciosas que provenían de
todos los rincones del país se
transformaban en adornos, pendientes,
collares y brazaletes; se utilizaba, con
profusión, el oro, los lignitos y las
turquesas, con lo que el revestimiento de
objetos se erigió en el arte de las artes.

El trazado urbanístico de Tenochtitlán


era muy hermoso ya que se alzaba, a
modo de isla, en un gran terreno lacustre
con canales y calles, con recintos y
manzanas amurallados que albergaban
lugares de culto y rito. El agua potable
se transportaba por medio de un
acueducto que se extendía desde los
manantiales situados fuera de la ciudad,
en tierra firme, hasta los depósitos que
la albergaban para su distribución. Los
palacios de los emperadores se alzaban
con majestuosidad en los lugares
apartados de los recintos amurallados.
También existían templos habitados por
los sacerdotes y por jóvenes
pertenecientes a familias pudientes,
quienes recibían una selecta formación
en esos centros monástico-pedagógicos.
Aquí mismo también se practicaba el
juego de la pelota con ciertas partes del
cuerpo para introducirla por un agujero
realizado en la pared lateral de la
cancha; ésta se asociaba al cosmos, la
pelota simbolizaba las órbitas de las dos
luminarias y de los planetas y todo ello
era un claro paradigma de otra cancha
más inmensa, situada en el cielo, y en la
que ciertos seres superiores o
sobrenaturales practicaban, sirviéndose
de los astros, el juego de pelota.

Pautas míticas y rituales

Los aztecas rendían culto a numerosos


dioses y diosas, por lo que se les
consideraba, por parte de todos los
cronistas, como un pueblo
marcadamente politeísta.

Su Dios supremo simbolizaba al astro


rey y lo denominaban Huitzilopochtli.

Los labradores y campesinos dirigían


sus peticiones al dios de la lluvia,
Tláloc, que con su vigor lograba que las
nubes se unieran para producir las
necesarias precipitaciones sobre sus
cosechas.
Los guerreros creían en el dios de la
noche, Tezcatlipoca, al que erigían su
protector.

También había un dios de la danza y de


la música y de las flores cuyos símbolos
estaban constituidos por una rosa, por un
pájaro y por una mariposa.

También adoraban a una diosa, a una


especie de Venus, relacionada con el
amor y detentadora de aspectos
sensualistas; la denominaban
Tlazolteotl, y ante ella descubrían sus
culpas y faltas.
El dios Xipe Totec representaba la
liberación de la sujeción a los
condicionamientos corporales y a las
pasiones carnales y materiales. No está
probado que fuera el destinatario de
sacrificio humano alguno, aunque se le
conociera como “Nuestro señor el
desollado”. Algunos himnos en su honor
hablan del Dios que libera la envoltura
terrestre.

EL MISTERIO MAYA :

Surgieron de las profundidades del


misterio y al misterio volvio
su singular cultura al decaer. Los
eruditos los llaman mayas, pero ellos se

designaban a si mismos con otros


nombres. En el cenit de su potencia, sus

ciudades-estado se extendian desde


Mexico y la reseca peninsula de Yucatan

hasta Belice y Honduras y las torridas


tierras bajas del Peten, en Guatemala.

Durante unos 15 siglos florecieron en


aquellas inhospitas extensiones, y

durante la edad de las tinieblas en


Europa, entre los años 250 y 900 de

nuestra era, dieron forma a una


magnifica civilizacion de majestuosas

piramides y esplendidos palacios.


Cultivaron una astronomia tan precisa
que su

antiguo calendario era mas exacto que el


que empleamos hoy; trazaron el curso

de los cuerpos celestes y, ante el


asombro de los fieles, sus sacerdotes

predecian los eclipses lunares y los


solares. Asimismo desarrollaron un

complejo sistema de escritura y


alcanzaron el concepto matematico del
cero.
Pero de pronto, misteriosamente, el
periodo clasico llego a su

fin. Las ciudades fueron abandonadas y


la selva no tardo en volver a cubrir

los imponentes monumentos. Y, hasta


hace poco tiempo, el esplendor de la

civilizacion naya y sus logros no


traspasaron sino muy raramente las
tinieblas

en que quedaron envueltos.

Ahora, sin embargo, la luz de las


investigaciones ha empezado a

esclarecer las vetustas sombras con la


ayuda de descubrimientos arqueologicos

de edificios e inscripciones. Ciudades-


Estado, dinastias, guerras largamente

olvidadas, han empezado a cobrar


mayor consistencia. Se ha desvanecido
para

siempre la imagen de los mayas


pacificos, pueblo de agricultores
primitivos

entregados a esotericos ritos religiosos


en la quietud de su selvatico

refugio. Lo que emerge hoy es el retrato


de una raza de gran vitalidad,
guerrera y numerosa hasta un punto que
no se habia sospechado.

Por ejemplo, en las ruinas de Becan,


aprisionadas en el verde

abrazo de la selva feraz, en la base de la


peninsula de Yucatan, hay pruebas

de conflictos mayas desde eras


tempranas. Un foso seco, del siglo II o
III de

nuestra era cristiana circunda a Becan.


“Esto demuestra que los mayas,

descritos siempre como un pueblo


apacible, guerreaban desde tiempos muy
remotos”, asegura Joseph Ball, de la
Universidad Estatal de San Diego,

arqueologo que ha hecho excavaciones


alli. “Los depositos de restos quemados
y

huesos inclinan a pensar que la


poblacion fue atacada hacia el año 450
de

nuestra era”.

Durante toda una tarde explore el foso


de Becan, de casi dos km

de circunferencia, bajo el espeso dosel


del bosque tropical. En aquella sombra
sofocante no hay brisa. El sudor brota
del cuero cabelludo y corre hasta los

talones en riachuelos que enervan, en


pocos minutos la ropa se pega al cuerpo.

Por dondequiera que uno va, inhala el


olor putrefacto de la descomposicion,

pues se avanza sobre una capa de


arboles y ramas muertos. Hay serpientes

agazapadas en la sombra, garrapatas que


infestan la vegetacion; de ramas

colgantes se desprenden aludes de


punzantes hormigas. Una de las muchas

paradojas de la historia maya estriba en


que haya podido florecer en tan

hostil ambiente. Hasta hace poco


muchos eruditos creian que los mayas

dependian plenamente de una primitiva


agricultura de desmonte y quemas. Sin

embargo, las sucesivas excavaciones


han revelado que existieron centros

densamente poblados, a la par que una


gran poblacion rural. Dzibilchaltun, en

el norte de Yucatan, estuvo ocupado


ininterrumpidamente cuando menos
desde el

año 500 antes de Cristo hasta la epoca


en que llegaron los españoles, o sea,

un lapso de 2000 años. El analisis


intenso de fotografias aereas y de los

lugares mismos ha dado pie a un erudito


para concluir que en su mejor momento,

esta region tuvo una poblacion de unas


40000 personas. En la parte meridional

de la peninsula de Yucatan se ve la
prueba de que los mayas usaban
refinadas

tecnicas agricolas: en aquella region, en


efecto, se han reconocido restos de

bancales abiertos en gran escala en las


laderas.

Hace una generacion se hablaba de un


“imperio maya”, pero pocos

creen hoy que haya existido una entidad


asi. El lenguaje maya se fragmento muy

pronto en muchas variantes. La


arquitectura y el arte siguieron caminos

distintos. Las alianzas cambiaban; se


alzaron y cayeron dinastias. Sin

embargo, hubo un elemento que unifico


al mundo maya: su religion. Desde un

principio los mayas manifestaron


preocupacion por las fuerzas divinas.
Sir

Eric Thompson, el mas grande estudioso


de los mayas, ya desaparecido,

manifesto: “Si llevaron bien lejos su


capacidad de observacion astronomica
fue

porque necesitaban dar una solida base


a la astrologia, elemento fundamental

de sus creencias religiosas”. Sus


grandes centros ceremoniales, como
Tikal y

Palenque, son monumentales actos de fe,


considerando que fueron obra de un
pueblo que se vio obligado a labrar las
piedras de sus construcciones sin

herramientas de metal.

El panteon maya comprendia un


sinnumero de dioses, en varias

manifestaciones. El mas grande era


quiza Itzamna, señor de los cielos,

representado por lo comun como un


sabio anciano. Kinich Anau, el dios Sol,

presidia el dia, y Ah Puch reinaba en el


pais de los muertos. Chaac, el dios

de la lluvia, desempeñaba un papel


importante en la supervivencia, pues
cuando

se retrasaba la temporada de lluvia, las


cosechas se perdian, y en

consecuencia, el hambre asolaba a la


tierra. Para ser benevolos, los dioses

exigian sangre humana que los mayas les


brindaban mediante sacrificios.

Prisioneros de guerra, quiza campesinos


escogidos entre las masas agricultoras

o incluso algunos voluntarios devotos


saciaban los apetitos divinos. En la

culminacion de una complicada


ceremonia, un sacerdote abria el pecho
de la

victima con un cuchillo de piedra y le


arrancaba el corazon todavia

palpitante.

Tales sacrificios humanos


escandalizaron a los españoles cuando

conquistaron el pais, y destrozaron los


idolos, quemaron los textos sagrados,

demolieron las piramides y utilizaron


sus piedras para construir iglesias.

Atrapados entre la antorcha y la espada,


los indigenas se convirtieron. Pero
al cabo de cuatro siglos de cristianismo
forzoso, los mayas, esto es, los 2

millones que lograron sobrevivir en


aldeas desparramadas por todo el

territorio, no han desertado todavia de


las antiguas deidades. En la primavera

de 1975 las lluvias no llegaron


puntuales. El maiz estaba marchitandose
y los

campesinos se inquietaron. Por ultimo,


algunos volvieron la vista hacia el

dios de la lluvia. Yo asisti a una


ceremonia secreta para invocar su
ayuda.En
el plazo de una semana los cielos se
abrieron y derramaron la vida sobre los

agostados campos de Yucatan.

En la gran epoca de la civilizacion


maya, la poblacion

campesina, los labradores, sostenian


toda la superestructura de la sociedad.

Dice el profesor Adolfo Barrera


Vasquez: “Entre los antiguos mayas
habia una

profunda dicotomia cultural. Por una


parte existia una clase privilegiada, un

grupito de sacerdotes y jefes encargados


de preservar el saber. Conocian la

astronomia, la arquitectura, la
ingenieria, el arte. Solo ellos sabian

planificar la construccion de los grandes


monumentos. Ellos eran quienes

conocian el significado de todo lo que


contenian los templos. Podian predecir

los eclipses y elaborar horoscopos.


Como compensacion, vivian
esplendidamente.

Ciertos articulos de lujo, como el jade,


las plumas y las pieles de jaguar

estaban reservados para su uso


exclusivo. El resto de la poblacion
tenian como

finalidad proporcionar a los señores


esos lujos y satisfacer sus necesidades

diarias. Por su parte los plebeyos


labraban la tierra, cortaban la madera,

cazaban y al final llevaban los frutos de


su trabajo a los centros

ceremoniales. Cuando la clase


privilegiada viajaba, era incluso
obligacion del

pueblo llevarlos en andas.”

Las magicas ruinas de Palenque, centro


maya situado entre los

cerros del Estado mexicano de Chiapas,


y que alguna vez fue el puesto mas

avanzado de los mayas hacia el oeste,


son muestra de la grandeza de esta clase

social. Los templos y las piramides de


Palenque se extienden once km sobre un

monte recubiertode selva. La pequeña


seccion de Palenque excavada hasta la

fecha ha entregado ya tesoros artisticos


sin igual en Mesoamerica. Entre las

estructuras liberadas del verde abrazo


del bosque, en Palenque, figura la
sombria y majestuosa tumba de un
desconocido soberano que murio en el
año 694

de la era cristiana y que esta enterrado


en el corazon de una piramide llamada

Templo de las Inscripciones, la mas


compleja tumba piramidal del Nuevo
Mundo.

Son sorprendentes las semejanzas entre


esta tumba y las criptas de los

faraones egipcios que gobernaron en


tiempos muy anteriores a orillas del
Nilo.

En uno y otro caso se erigieron


piramides sobre el lugar de la sepultura,
y

los constructores tomaron grandes


precauciones para ocultar las entradas.

En el interior de las tumbas se colocaron


articulos funerarios para que

acompañaran al muerto en el mas alla.


La tapa del sarcofago ostentaba la

imagen del rey difunto. Y sin embargo,


la camara mortuoria en Palenque es mas

austera y barbara; seis jovenes victimas


fueron sacrificadas fuera de la

puerta para que sirvieran al poderoso en


el mas alla. Su piramide es muestra

de una salvaje grandeza.

Todo su esplendor no salvo a la ciudad


de Palenque. Murio de

pronto, al principiar el noveno siglo de


nuestra era. Poco tiempo despues

siguieron su misma suerte las otras


ciudades estado en el centro del mundo

maya. La convulsion empezo en las


fronteras y siguio hacia el centro.
Algunas

generaciones mas tarde la civilizacion


maya clasica habia desaparecido. Los
campesinos encendian fogatas en los
templos abandonados; los centros

ceremoniales, antes grandiosos, estaban


vacios y desolados.

Casi todos los investigadores de los


mayas han propuesto

hipotesis para explicar el subito colapso


de la cultura clasica. Lo han

atribuido, por ejemplo, a una decadencia


del comercio, al agotamiento de los

recursos agricolas, a terremotos, a


huracanes, invasiones y enfermedades.

Sir Eric Thompson ha escrito que la


revuelta de las masas campesinas
desempeño

un papel importante en el colapso. El


profesor Barrera esta de acuerdo con su

teoria: “El distanciamiento entre la clase


privilegiada y los campesinos se

ahondo mas y mas con el paso del


tiempo”, explica, “Llego un momento en
que

las crecientes exigencias de la


aristocracia resultaron insoportables. El

pueblo se rebelo. Su unica arma era su


numero arrollador. Es muy probable que
hayan estrangulado a todos los señores
con sus propias manos.” El surgimiento

y la decadencia de los mayas iluminan


no solo la capacidad del hombre para la

grandeza, sino tambien su terrible


afinidad con la destruccion.

Hoy solo quedan las ruinas. Pero


revestidas de un poder que les

es propio, de una inmortalidad


compuesta de piedra, silencio y soledad.
En lo

alto de los cielos, las constelaciones, tan


familiares a los sacerdotes-astronomos
de los mayas, siguen girando en sus
orbitas eternas. Pero nuevos

hombres en otros paises, con


instrumentos insolitos, observan ahora
su

desplazamiento. Los sacerdotes-


astronomos dejaron de existir. Chichen
Itza y

Bonampak duermen vacias bajo la luz


plateada de la Luna; el rugido del jaguar

resuena por los templos desiertos de


Tikal y Yaxchilan. Los profetas mayas

sabian que esto habria de suceder. Hace


mucho tiempo uno de ellos escribio:
“Todas las lunas, todos los años, todos
los dias, todos los vientos siguen su

curso y desaparecen.”

MISTERIOS DE LA MITOLOGIA
AZTECA :

Aztecas :

Junto con la llegada de los primeros


conquistadores al Nuevo mundo, se
presentaron los primeros misioneros,
conjunto de santos y rebeldes, llenos del
santo espíritu de Dios y con la idea fija
de transformar al cristianismo y llevar la
salvación que la Santa Iglesia Católica
tenía preparada para todos los infieles.

Soldados, aventureros y diversos grupos


de sacerdotes y religiosos, cayeron en el
continente recién descubierto por Colón.
Grande fue su sorpresa al percatarse y
conocer las diferentes religiones de las
tierras que iban siendo descubiertas y
conquistadas. Quedaron asombrados no
sólo de la riqueza de ciertos panteones (
Aztecas de México, Mayas de Yucatán,
Incas del Perú), sino de encontrar en las
múltiples religiones de este Nuevo
Continente insospechado poco antes e
incluso aislado del mundo antiguo, no
solo creencias y prácticas semejantes a
otras de la mitología clásica, sino
leyendas y tradiciones, como por
ejemplo, las relativas al diluvio, que no
sabían que existiese fuera de la Biblia.
Y su asombro llegó al colmo al
enterarse de que ciertas particularidades
que ellos creían exclusivas del culto
católico que con tanto celo se disponían
a implantar, particularidades que
estaban seguros de haber sido
inventadas por la Iglesia, por ejemplo,
la confesión, eran cosa establecida y
practicada hacía siglos en el nuevo,
inmenso, desconocido y misterioso
continente. También conocían la
existencia de Vírgenes - Madres: como
la Coatlicue, que había concebido por
obra de la divinidad, y la Mujer Blanca,
de Honduras.

Sin contar que existía por todas partes el


sistema dualista, es decir, el de dioses y
demonios, seres, espíritus, principios o
entidades diametralmente opuestas, y
por ello enemigos, productores del bien
y otros del mal, como entre los persas
estaba Ariman y Ormazd o Dios y el
Diablo entre los cristianos.

¿ Cómo podía ocurrir cosa tan insólita y


sorprendente ? Respecto a ciertas
leyendas, eco lejano de inmensos
acontecimientos planetarios o de
cataclismos acaecidos en nuestro globo
en épocas remotas, aún, bien que no sin
sorpresa, podía explicarse la
coincidencia. Para justificar otras,
hubiera habido que admitir, cosa muy
improbable, que un grupo relativamente
reducido de individuos, pero ya con una
base sólida y un abundante caudal de
mitos, habíase extendido por el mundo
llevando con ellos sus creencias y
leyendas, que había ido luego
transformándose de acuerdo con los
climas, los lugares, las necesidades y
los tiempos.
Mas esta hipótesis, aunque pudo pasar
por un momento por la mente de alguno
de aquellos celosos y admirables
misioneros, sería desechada al punto. ¿
Cómo hubieran podido los hombres
primitivos , inermes ante los grandes
obstáculos naturales, cruzar un mar que
en pleno siglo XVI ofrecía aún tantos
peligros, riesgos y dificultades ?.

En cuanto al aspecto relativo a la


identidad de ciertas prácticas que creían
exclusivas de la religión que ellos se
proponían implantar, de esto ni trataron
de hallar la causa, como es muy
probable. Debieron limitarse a hacer un
razonamiento mental semejante al de
Simón de Monfort, al hacerle la
observación, pues había mandado pasar
a cuchillo a todos los habitantes de
Béziers: hombres, mujeres y niños (
hecho ocurrido el 2 de julio de 1209),
que algunos de ellos no eran herejes,
respondió lleno de celo: “Que mueran
todos. Dios en el cielo separará los
católicos, si los hay, de los malditos
albigenses”. Pues bien, ellos se dirían
más o menos lo mismo.

No obstante, el problema no era difícil


de resolver reduciéndole a su expresión
más natural y sencilla. Descontando que,
como en muchos otros lugares de la
Tierra, el totemismo era la base, por así
decirlo, de todas las religiones
americanas, hubiera bastado considerar
cómo han nacido las creencias
religiosas para comprender que la raíz
de todas es la misma. Y que luego sus
variaciones, sus prácticas, sus leyendas
y sus mitos no son sino producto del
medio y de los siglos. de la geografía y
del progreso. Así como que el unguento
de ilusiones, leyendas, mitos y fantasías
de tipo religioso en todas partes es
igual: la fe destinada a aliviar temores y
crear esperanza.
Por ello considero oportuno revisar lo
que la fantasía americana, en función de
la necesidad y del tiempo, han
producido como tradiciones en este
continente. Es decir, las variaciones
introducidas por los años en ese fondo
común constituido allí, como en todas
partes, por los grandes fenómenos de la
naturaleza y por los cataclismos
primitivos, primeras causas, en todas
partes, del miedo a lo desconocido, y
con ello del sentimiento religioso.

Iniciemos pues con el estudio de los


Aztecas…
Podemos decir que un hecho que se
considera común en todas las religiones
politeístas fue siempre la tolerancia
respecto a los dioses extranjeros, por lo
que cada vez que un pueblo dominaba a
otros, asimilaba a los dioses de los
vencidos en su panteón, con objeto de
que le fuesen propicios en el suelo que
acababan de conquistar. terreno que
creían, pensando con buena lógica, que
antes que a ellos pertenecía a los dioses
que allí dominaban. Las religiones
monoteístas, por el contrario, al creer
que el único dios verdadero era el suyo
y todos los demás invenciones de la
fantasía, o de los demonios, lógicamente
también ( este lógicamente es según su
lógica ) tenían que perseguirlos. A causa
de lo cual las atrocidades, violencias y
crímenes cometidos en nombre de los
dioses únicos fueron siempre
monopolio, no hay más remedio que
confesarlo, de las religiones tenidas
como más perfectas. ( Como ejemplo
tenemos la forma en que se extendió el
islamismo a sangre y fuego o las
cruzadas católicas de los siglos XI al
XIII).

Así las cosas, los Aztecas mexicanos,


aunque era un pueblo esencialmente
conquistador, no era fanático exclusivo
de sus dioses, sino más bien
anexionador de divinidades, natural es
que ofrezca en su religión, tal como se le
conoce, o sea, tal cual estaba cuando
Cortés se presentó en el siglo XVI, una
extremada complejidad. No obstante
pueden distinguirse de un modo general
en su panteón dos grandes series de
divinidades: unas en relación con la
caza y con la guerra y las otras en
relación con la agricultura.

El gran dios mexicano de la guerra era


Huitzilopochtli ( “El dios de la guerra
de los chichimecas era Mixcoatl, dios
cazador y guerrero. El de los
tlaxcaltecas, Camastli, así cada tribu
tenía su dios. Xipe era el dios de los
sacrificios por excelencia, bien que
todas las divinidades guerreras fuesen
sanguinarias y exigiesen sacrificios
humanos. Xipe era, no obstante, un dios
intermedio: mitad guerrero, mitad
agrícola.”). Este dios era la divinidad
tribal de los aztecas. La tradición decía
que por orden suya su pueblo había
emprendido la migración que les
condujo al borde del lago de Texcoco,
donde fundaron su capital.

Se le conocía también con el nombre de


Mexitl, de donde la palabra México,
lugar dedicado a Mexitl. Solía
representársele esquemáticamente
mediante un águila, símbolo azteca de la
fuerza y de la intrepidez guerrera, así
como del Sol mismo. Por ello la
abundancia de estos animales en los
blasones y escudos de armas de los
guerreros. Huitzilopochtli,
etimológicamente quiere decir pájaro
mosca izquierdo. Debe tenerse en cuenta
que el lado izquierdo , en la concepción
cósmica de los aztecas correspondía al
Sur. Sin duda, además Huitzilopochtli
era una forma del sol, puesto que cuando
se le sacrificaban víctimas los
corazones eran expuestos al sol.

Lo de pájaro mosca venía de la siguiente


leyenda, la cual parece indicar que antes
de llegar a ser el dios de la guerra fue un
dios totémico, un colibrí:

Huitzilopochtli había sido concebido


por la Virgen - Madre Coatlicue ( la del
traje tejido con serpientes), que era ya
madre de una hija y de numerosos hijos,
llamados los Centzon-Huitznahuas ( los
cuatrocientos meridionales). Coatlicue,
estando un día orando en el templo del
Sol, recibió del Cielo una corona de
plumas de colibrí. La puso sobre su seno
y quedó encinta del dios de la guerra. La
hija, furiosa, pues creía deshonrada a su
madre, instigó a los Cuatrocientos
Meridionales ( es decir, las estrellas
meridionales, enemigas del Sol) para
que la matasen. Pero Cuatlicue pudo
librarse de ellos y dar a luz a
Huitzilopochtli, que por cierto, nació
enteramente armado, como la Atena
griega; revestido con una armadura azul,
con la cabeza y la pierna izquierda
adornadas con plumas de colibrí y una
jabalina azul también en la diestra (
signo de habilidad). Al punto,
precipitándose sobre su hermana, la
mató; luego y sirviéndose de Xiuhcoaltl,
la serpiente de fuego, su atributo
distintivo, exterminó a los Centzon-
Huitznahuas y a cuantos habían
complotado contra su madre.

Se solía representar a este dios como un


guerrero con la parte alta de la cara
pintada de negro, cubierto con una
armadura de plumas y llevando en la
mano izquierda un escudo y en la
derecha el xiuhcoaltl. En su calidad de
dios tribal, le estaba dedicado el templo
de México. Los corazones de las
víctimas que eran sacrificadas en su
honor, eran puestos en recipientes de
piedra llamados quanhxicalli,
“recipientes del águila”, alusión a una
de las formas del dios. Tal vez una
divinidad más antigua que él ( cuyo
hermano era Tezcatlipoca, “espejo
brillante”, dios del invierno y no se sabe
el porqué, también de la justicia) era sin
duda Quetzalcoaltl, la serpiente
emplumada, que los aztecas debieron de
encontrar ya al conquistar México.
Decíase que esta serpiente había tenido
que retirarse ante el ataque de los
aztecas, acabando por embarcarse para
ir hacia los países del Este, al otro lado
del Atlántico. Pero que un día volvería a
tomar el desquite. Esta antigua creencia
no dejó de ayudar mucho a Cortés, que
al tener noticia de la tradición, la
empleó y la explotó para sus alianzas
con las tribus enemigas de Moctezuma
cuando su prodigiosa conquista de
México.

Tezcatlipoca( espejo humeante) era el


dios del Sol; personificaba el sol del
verano, que madura las cosechas, pero
que trae también la sequedad y la
esterilidad. Como dios de la tarde, era
asimilado a la Luna. Recibía diversos
nombres, según las fiestas en que era
invocado , algunas de las cuales le
estaban consagradas en su calidad de
dios de la música y de la danza. Era
invisible e impalpable, apareciendo, a
veces, a los hombres, bajo la forma de
una sombra fugitiva, de un monstruo
espantoso o de un jaguar. Según una
leyenda, Tezcatlipoca erraba por las
noches bajo la forma de un gigante,
envuelto en un velo ceniciento y
llevando su cabeza en la mano. Cuando
los temerosos le veían morían, pero el
hombre bravo le agarraba y le decía que
no le soltaría hasta por la mañana. El
gigante suplicaba que le soltase y
maldecía. Si el hombre conseguía
retener al monstruo hasta el alba, éste
entonces cambiaba de humor, le ofrecía
riquezas y poderes invencibles con tal
de que le dejase partir antes del
amanecer. El hombre victorioso recibía
entonces del vencido cuatro espinas
como prenda de su victoria. Luego el
hombre valiente le arrancaba el corazón
y se lo llevaba a su casa. Pero al
desdoblar la tela en que lo había metido
no encontraba sino plumas blancas o una
espina, o ceniza, o harapos. Los aztecas
le temían más que a todo otro dios y le
ofrecían también sacrificios sangrientos.
Cada año, el más hermoso de entre los
jóvenes cautivos era escogido para
personificarle. Le enseñaban a cantar, a
tocar la flauta, a llevar flores y a fumar.
Le vestían suntuosamente y ponían ocho
pajes a su servicio. Durante todo el año
le prodigaban toda clase de honores y
placeres. Veinte días antes de la fecha
dispuesta para el sacrificio le daban
como mujeres a cuatro jóvenes, que
personificaban a cuatro diosas. Luego
empezaban una serie de fiestas y danzas.
Llegado el día fatal, el joven dios era
conducido con gran pompa fuera de la
ciudad y sacrificado en la última
plataforma del templo. De un solo golpe
con un cuchillo de obsidiana, el
sacerdote le abría el pecho y le sacaba
el corazón palpitante, que ofrecía al Sol.
Tezcatlipoca era el gran enemigo de
Quetzalcoatl, cuyo mito parece evocar
una gran lucha étnica. Tezcatlipoca no
pensaba sino en la destrucción de los de
Tulla, es decir, de los tolteques, de los
que Quetzalcoatl era el dios más
importante antes de llegar a ser, luego
de la caída de los tolteques, una de las
principales divinidades aztecas.

Un día los de Tula vieron entrar en la


ciudad tres brujos, uno de los cuales no
era otro que Tezcatlipoca bajo la
apariencia de un hermoso joven. Este
consiguió seducir a la sobrina de
Quetzalcoatl, hija del rey Uemac, lo que
le permitió extender el Tula el gusto a la
desobediencia a las leyes y el vicio. En
una gran fiesta bailó y entonó un cántico
mágico. Pronto fue imitado por un gran
número de tolteques, a los que condujo a
un puente, que hundiéndose bajo su
peso, hizo caer a la mayor parte al río,
donde fueron convertidos en piedras.
Poco después se mostró a los tolteques
haciendo bailar mágicamente en su mano
a un muñeco. Maravillados se
amontonaron de tal modo para ver mejor
el espectáculo prodigioso, que muchos
murieron asfixiados. Entonces les dijo
que debían matarle por los males que
había ocasionado. Le mataron, en efecto,
mas al punto su cuerpo empezó a exhalar
tal olor, que muchísimos de los tolteques
morían. En fin, tras muchas pérdidas,
consiguieron sacarle fuera de la ciudad
cuando ya casi la había arruinado.

Tezcatlipoca era representado con


cabeza de oso y ojos muy brillantes.
Llevaba en la cara rayas amarillas y
negras. Su cuerpo era negro también y
sus tobillos estaban llenos de
campanillas. provocaba discordias y la
guerra. Pero también era dispensador de
riquezas. Los aztecas le atribuían el
poder de destruir el Mundo si le placía.
Como la mayor parte de los otros
dioses, resucitó y volvió del cielo a la
tierra.
Quetzalcoatl ( serpiente - pájaro), dios
del viento, amo de la vida, creador y
civilizador, patrón de todas las artes e
inventor de la metalurgia, era en un
principio una divinidad del Chilollán;
pero expulsado por las maquinaciones
de Tezcatlipoca, resolvió irse a
Tlapallán, tras la ruina de Tulla. Quemó
sus casas, hechas de plata y de conchas,
enterró sus tesoros y se lanzó por el mar
del Este, precedido de sus servidores,
transformados en pájaros de vivo
plumaje, tras prometer a su pueblo
volver. Desde entonces, centinelas
colocados en la costa acechaban la
llegada del dios.

Quetzalcoatl era representado como un


viejo de larga y blanca barba y vestido
con un traje muy amplio. La cara y el
cuerpo pintado de negro. En la cara una
careta de hocico puntiagudo de color
rojo.

Al estar preparando este trabajo llegó a


mis manos un artículo periodístico
publicado en el periódico Reforma en su
suplemento dominical ” El Ángel”.
” Quetzalcoatl ocupa un lugar único en
la historia y la imaginería mexicanas. Su
figura múltiple recorre todas las épocas
y en cada una brilla con luz propia. Su
primera aparición es imborrable: nace
con la actual era del mundo y es uno de
sus creadores. Un mito hecho de mitos.

Según las cosmogonías más antiguas,


Quetzalcoatl nació cuando no había luz
ni movimiento ni vida en el mundo, e
instauró un orden fundamental en el
cosmos. Separó el cielo de la tierra, y él
mismo se convirtió en uno de los
árboles que sostenían la bóveda celeste.
En la tradición maya es el Primer Padre,
el ordenador del cosmos y el dios del
maíz, la deidad que creó el alimento de
los seres humanos y produjo la vida
civilizada. Varios textos y pinturas
describen su maravilloso viaje a la
Primera Verdadera Montaña, el lugar
donde se guardaban los alimentos
fundamentales. Cuentan cómo
Quetzalcoatl, armado de un hacha con
forma de relámpago, golpeó la montaña
de los mantenimientos y de la abertura
que hizo brotó el maíz y los bienes que
desde entonces alimentan a los seres
humanos.

En los testimonios mayas que narran la


saga de Quetzalcoatl, los principales
acontecimientos de su vida están
vinculados con el ciclo vegetal de la
planta del maíz. Siguiendo la práctica de
los campesinos cuando inician la
siembra y remueven la tierra para
depositar en ella la simiente.
Quetzalcoatl fue primero sembrado en la
tierra; es la primera semilla que se
introdujo en el seno de la tierra. Pero
como los dioses creadores no
advirtieron a los señores del inframundo
de esta intromisión en sus dominios, no
acordaron con ellos los sacrificios que
habrían de recibir a cambio de procrear
la vida en su interior, éstos retuvieron la
semilla y se negaron a que fructificara
en la superficie terrestre. El Popol Vuh,
libro sagrado de los mayas, narra que al
observar esa resistencia los dioses
celestes enviaron al inframundo a dos
héroes dotados de poderes
sobrenaturales, los Gemelos Divinos.
Los gemelos descendieron al interior de
la tierra, enfrentaron a los temibles
señores del Xibalbá, los vencieron e
hicieron retornar al dios del maíz a la
superficie terrestre. El episodio más
dramático del mito es el renacimiento
glorioso del dios del maíz, quien brota
del interior de la tierra llevando con él
las mazorcas preciosas, con cuya masa
los dioses modelaron a las mujeres y a
los hombres de la nueva era del mundo.
Como se observa, en su versión más
antigua, el mito de Quetzalcoatl es una
cosmogonía agrícola, un canto a los
poderes reproductores del cielo y de la
tierra, y una apología de la agricultura
como sustento de la vida civilizada.

En la tradición del área del Golfo de


México, Quetzalcoatl asume otra
apariencia: es Ehécatl, el dios del
viento, la potencia que barre los cuatro
rumbos del cosmos para que por ellos
corran los aires que provocan la
precipitación de la lluvia. Su aparición
ordena el cosmos, el espacio terrestre y
el tiempo. Sus templos eran redondos y
por ellos viajaban los diferentes vientos.
En Cholula, sus seguidores edificaron un
templo altísimo y la fiesta que lo
conmemoraba reunía peregrinos de las
regiones más apartadas de
Mesoamérica.

En los códices y relatos mixtecos,


Quetzalcoatl aparece bajo la advocación
de Ehécatl, el soplo vital que le infundió
movimiento al cosmos. Su calidad
divina se manifiesta al nacer; pues brota
de un pedernal y una de sus primeras
tareas es separar el cielo y las aguas de
la tierra. Su aparición se asocia con el
surgimiento de la tierra mixteca, el
nacimiento de los primeros linajes en la
legendaria región de Apoala, el
descubrimiento de las plantas útiles y
del fuego, y la celebración de las
ceremonias dedicadas a reverenciar a
los dioses y los ancestros. Es un héroe
cultural de naturaleza divina, un
dispensador de los bienes fundamentales
y el ancestro tutelar del pueblo mixteco.

Varios siglos más tarde, cuando ya


habían desaparecido los reinos de la
época Clásica que contaban que la
creación del cosmos había sido obra del
dios del maíz, se fundó un estado
poderoso en el norte de Mesoamérica,
poblado por gente nómada y guerrera y
por antiguos habitantes del Altiplano
Central. Ese reino tuvo por capital Tula
o Tollan, la celebrada ciudad gobernada
por el rey y supremo sacerdote
Quetzalcoatl. Los relatos toltecas le
atribuyen a Quetzalcoatl la creación del
legado cultural que fundó la vida
civilizada en Mesoamérica: la invención
de la agricultura, el calendario, la
escritura, la astronomía, la astrología, la
medicina y las artes y oficios útiles. Es
decir, este mito legitima el asentamiento
de los guerreros norteños en las tierras
de los antiguos agricultores y transforma
sus creaciones culturales en legado
tolteca.

La celebración del dios y héroe cultural


de Tula se confundió con la imagen de
un personaje llamado Ce Ácatl Topiltzin
Quetzalcoatl, que quiere decir Uno caña
( su fecha de nacimiento), nuestro señor
Quetzalcoatl. Su legendaria biografía
señala que llevó el mismo nombre que
el dios y sacerdote, hizo hazañas
guerreras, gobernó Tula en su máximo
esplendor, perdió el trono y por último,
abandonó su reino, huyendo con una
parte de sus fieles hacia el oriente.

La literatura más extensa sobre Topiltzin


Quetzalcoatl se refiere a su gobierno en
Tula y celebra la fundación de un reino
que ejercía el poder sobre innumerables
pueblos. Los textos narran que Tula era
la metrópoli donde abundaban las
riquezas y confluían los bienes de la
civilización. En ese reino el poder
político estaba unido al religioso en la
persona de Topiltzin Quetzalcoatl. A
Tula acudían los señores de las
provincias vecinas y ahí Topiltzin les
asignaba su rango y les imponía las
insignias del poder. En signo de
acatamiento, los jefes de los distintos
reinos le ofrendaban tributos muy ricos y
regalos suntuosos.

Repentinamente, este reino feliz fue


abatido por los poderes malignos del
dios Tezcatlipoca, quien hizo que
Quetzalcoatl huyera hacia oriente. Unos
textos dicen que al llegar a un lugar de
la costa del Golfo de México,
Quetzalcoatl se incendió y más tarde
renació convertido en Estrella Matutina
o Señor del Alba. Otros cuentan que al
salir de Tula inició una dilatada
peregrinación por las regiones de
Puebla, Oaxaca, Tabasco, Chiapas y
Yucatán, y se internó en las tierras de
Guatemala, El Salvador y Nicaragua. En
cada uno de esos lugares dejó una huella
inolvidable de su presencia.

Múltiples testimonios registran la


penetración en el sur del País de grupos
de ascendencia tolteca, junto con el
arribo de un personaje que reproduce
los rasgos del legendario rey, supremo
sacerdote y héroe cultural de Tula. En
muchas ciudades su emblema, la
Serpiente Emplumada, adorna los
monumentos más significativos. En
Chichén Itzá es el emblema que
identifica a los personajes que
encabezan acciones bélicas. En
Cacaxtla, la Serpiente Emplumada
identifica a los dirigentes de esa ciudad.
En Xochimilco, la Serpiente Emplumada
ondula en el monumento que se levanta
en la plaza central. Asimismo, diversos
textos yucatecos, quichés y cakchiqueles
dan cuenta de invasiones procedentes
del Altiplano Central dirigidas por
personajes que ostentan el nombre de
Kukulkán, Gucumatz o Nacxit, que son
otras tantas apelaciones del legendario
Topiltzin Quetzalcoatl. Como se
advierte, el mito de la Tula maravillosa
y del legendario Quetzalcoatl legitiman
la expansión de un pueblo conquistador,
que desde el siglo IX al XII impuso su
dominio en Tula y en la Península de
Yucatán, donde grupos toltecas y mayas
fundaron Chichén Itzá, la metrópoli
sureña.

Cuando Hernán Cortés llegó a las playas


de Veracruz, buena parte de las diversas
imágenes que a lo largo del tiempo se
habían reunido en Tenochtitlán, la
ciudad edificada en medio de la laguna,
que era entonces una metrópoli
cosmopolita y un centro receptor de
múltiples tradiciones. En el panteón
mexica, Ehécatl -el dios creador de los
códices mixtecos-tenía un alto lugar,
aunque crecientemente disputado por
Tezcatlipoca y Huitzilopochtli, deidades
nahuas. Su extraño templo redondo
ocupaba un lugar privilegiado frente al
Santa santorum de Tenochtitlán, el
Templo Mayor.

En el centro ceremonial de Tenochtitlán,


los mexicas habían construido un templo
para albergar las efigies de los dioses
conquistados, de tal manera que la
variedad de deidades nahuas se imbricó
con los dioses, símbolos y discursos
teogónicos de otros pueblos y culturas.
Así, a las propias relaciones de
Quetzalcoatl con otros dioses del
panteón nahua, se agregaron nuevas
conexiones con deidades de panteones
diferentes. El Quetzalcoatl mexica
recibió los atributos y significados del
Quetzalcoatl venerado en Cholula y
particularmente la rica simbología de la
Estrella Matutina y la Estrella
Vespertina que estaba en uso en
diferentes regiones, de modo que,
Xólotl, Tlahuizcalpantecutli y otros
avatares de Venus se sumaron al
Quetzalcoatl de los aztecas.

En la cosmogonía nahua, Quetzalcoatl es


uno de los dioses que intervienen en la
creación del cosmos y del sol, y es
asimismo el dios que desciende al
inframundo, rescata los huesos de la
antigua humanidad y forma con ellos a
las mujeres y a los hombres del Quinto
Sol. Como sus antecesores mayas y
mixtecos, es el dios dispensador de la
civilización, el reciclador del tiempo, el
discernidor del movimiento de los
astros y de los destinos humanos. El
calendario y la Escritura, los dos
saberes supremos que ordenaban los
conocimientos fundamentales de
Mesoamérica, eran actividades
vinculadas al dios Quetzalcoatl y
estaban a cargo de los dos más altos
sacerdotes, quienes llevaban asimismo
el título de Quetzalcoatl.

Al lado de las representaciones del


dios, los testimonios mexicas destacan
la imagen de Ce Ácatl Topiltzin
Quetzalcoatl como el fundador del reino
soñado. Del mismo modo que en la
mitología mexica Tula es el arquetipo de
la ciudad y el reino ideal, Topiltzin
Quetzalcoatl es el paradigma del
gobernante, el creador de las insignias,
investiduras y símbolos reales, el primer
rey de la legendaria Tula, el fundador
del poder tolteca, antecesor del poder
mexica.
La conquista española y la invasión de
nuevos dioses y símbolos religiosos no
segaron la vida de Quetzalcoatl. Por el
contrario, la multiplicaron. Con las
cenizas y los recuerdos de los antiguos
dioses, los sobrevivientes indígenas
compusieron un nuevo mito de
Quetzalcoatl: el antiguo héroe cultural
fue transformado en un mesías redentor.
Varios testimonios relatan la historia de
un Quetzalcoatl que había prometido
regresar de su exilio, formar un ejército
indígena dotado de armas invencibles,
hacer la guerra a los invasores blancos y
restaurar el antiguo reino de los señores
naturales.
Por su parte, los frailes evangelizadores
y los nacidos en México de ascendientes
europeos, crearon el mito de un
Quetzalcoatl cristiano. Fray Toribio de
Benavente, el célebre Motolinía, inició
esta transformación cuando aseveró que
Quetzalcoatl era “hombre honesto y
templado”, y dijo que fue él quien
“comenzó a hacer penitencias y ayuno y
disciplina”. Bartolomé de las Casas dio
un paso más en esta conversión cuando
afirmó que Quetzalcoatl, el dios de
Cholula, era un hombre blanco, de ojos
grandes, largo cabello negro y barba
redonda. El dominico Diego Durán
completó esta identificación en su
Historia de las Indias, donde escribió
que Quetzalcoalt había sido en realidad
un mensajero de Cristo, puesto que
había difundido los signos de la
verdadera religión y había profetizado
la llegada de los españoles.

La interpretación de Durán no admitía la


idea de que los indios de la Nueva
España pudieran haber sido olvidados
por los señalados para propagar la
palabra de Cristo. Según su
interpretación, el apóstol de los indios
había sido Topiltzin, ” el cual aportó a
esta tierra, y según la relación [ que] de
él se da […] también sabemos haber
sido predicador de los indios”. Así, por
medio de esta transmutación,
Quetzalcoatl adquirió los rasgos de un
apóstol de Cristo, mientras que otros
pensaron que Dios había utilizado ese
engaño para atraer a los indios a la
verdadera fe. Como lo ha mostrado
Jacques Lafaye, la “idea que pronto
tendió a imponerse fue que Quetzalcoatl
era el apóstol Santo Tomás y que todas
las analogías [ de las ] creencias del
antiguo México con el cristianismo
derivaban de una pretérita
evangelización de América y de la
degradación ulterior de la doctrina”.
Sobre estas bases se afirmó la idea de
que Quetzalcoatl fue un dios blanco,
procedente de un país remoto, cuyo
mandato era difundir la civilización en
las incultas tierras de América.
Desde entonces, Quetzalcoatl se
convirtió en la presencia más ubicua y
carismática de la mitología mexicana.
Adquirió las cualidades de la
metamorfosis, la resurrección y la
multiplicación sin límites. Su figura,
radiante o premonitoria, pudo atravesar
simultáneamente diferentes tiempos o
viajar por múltiples espacios. En los
años críticos de indefensión o
quebranto, asumió los rasgos del
profeta: anunció regresos triunfales y la
instauración de un nuevo reino. En las
épocas de construcción y estabilidad se
convirtió en símbolo de civilización y
en emblema de una identidad ancestral.
Poco antes de que estallara el
movimiento de independencia, fray
Servando Teresa de Mier revivió la
leyenda del apóstol y del héroe
legendario. A su vez, muchos indígenas
y mestizos entendieron que en esos años
se cumplía un ciclo más de las
revoluciones del tiempo y que esa
anudación de los años anunciaba el
regreso de Quetzalcoatl. A lo largo del
siglo XIX su figura invadió los terrenos
de la poesía, la música, el drama, la
literatura y la pintura. En estas artes,
como antes en el mito, adquirió otros
perfiles y vivió nuevas reencarnaciones.
Con el triunfo de la Revolución de 1910
y la eclosión de la pintura mural,
Quetzalcoatl se convirtió en uno de los
personajes predilectos de los muralistas.
José Clemente Orozco y Diego Rivera
plasmaron dos interpelaciones
poderosas de Quetzalcoatl, y más tarde
cada pintor construyó su propia versión
de este personaje.

En la segunda década del siglo actual,


Manuel Gamio, el fundador de la
arqueología mexicana, exhumó en la
ciudad sagrada de Teotihuacán el templo
más antiguo que se conoce dedicado a la
Serpiente emplumada. Nunca imaginó
que con esa obra iniciaría otro
interminable debate sobre esa entidad
prodigiosa, y abriría la puerta a una
sucesión de cambiantes interpretaciones.
las encontradas y fantásticas
elecubraciones que cada generación de
arqueólogos produjo de esta figura,
pronto fueron superadas por las
fabricadas por historiadores, escritores,
practicantes de ciencias ocultas,
astrólogos, periodistas, antropólogos de
las más variadas escuelas y aficionados
a la historia y la arqueología.

En las últimas décadas, la literatura


sobre Quetzalcóatl adquirió dimensiones
inabarcables. Los psicólogos
encontraron nuevas versiones del
complejo de Edipo al analizar la
personalidad incestuosa y
esquizofrénica de Quetzalcóatl. En la
iconografía popular, aun cuando la
Virgen de Guadalupe y el Enmascarado
de Plata mantienen el primer lugar en
cuanto al número de veces que su
imagen se reproduce, Quetzalcóatl se
imbricó con las imágenes de los santos,
vírgenes, profetas, héroes culturales,
videntes y ancestros de toda laya.

Como ocurre con otros grandes mitos, el


de Quetzalcóatl se ha vuelto un mito
universal, imposible de reducir a una
sola explicación, irrefrenable y
polisémico. Cada nueva interpretación
da pie a nuevas hipótesis y suscita otras
réplicas que a su vez conducen a nuevas
disquisiciones. Al reencarnar en cada
época bajo nuevas apariencias y
simbolismos, y al reproducirse con la
máxima plasticidad, adquirió la libertad
suprema: la de ser cada vez una
personalidad distinta y mudable.”

Entre los dioses de la agricultura, el más


importante era Tlaloc ( pulpa de la
tierra), dios de las montañas, de la
lluvia y de los manantiales. Pertenecía
originariamente a los otomíes, y era
representado también pintado todo de
negro, pero llevando una corona de
plumas blancas empenachada de otra
verde. Entre sus atributos estaba la
careta de serpiente con dos cabezas.
Habitaba en la cima de las montañas, y
su casa, Tlalocán, estaba llena de
alimentos. En ella habitaban las diosas
de los cereales, muy particularmente del
maíz. Tlaloc, antiguo dios de
Teotihuacán, se caracterizaba por sus
ojos inmensos y por sus largos dientes.
Era el dios de la lluvia, de las aguas, del
trueno, y de las nubes y por ello
habitaba en la cima de las montañas.

Otro dios de la lluvia era Xipe,


invocado con el título de el Bebedor
Nocturno. Para que concediese la lluvia
se le sacrificaban cautivos, que eran
atados a postes y acribillados a
flechazos. Su sangre, que caía en tierra,
como la lluvia, debía de atraer a ésta.
Tlaloc por su parte, tenía cuatro grandes
artesas de las que sacaba cuatro
diferentes clases de agua: una buena ( la
útil al campo), la de la primera artesa.
La de la segunda hacía nacer las telas de
araña y provocaba las enfermedades de
los cereales; la de la tercera se
transformaba en granizo y la de la cuarta
hacía morir todos los frutos. Era, pues,
un dios bueno y malo a la vez. Y
precisamente porque era temido, era
venerado. Su culto era el más bárbaro y
sanguinario de todos. Incontables niños
de pecho le eran sacrificados. Cuando
eran sus fiestas los sacerdotes iban en
busca de víctimas tiernas, compraban
los bebés a sus madres y los echaban a
un lago donde los dejaban que se
ahogasen. Luego los cocían y se los
comían. Si los niños lloraban, los
espectadores se regocijaban, pues las
lágrimas anunciaban según decían, la
lluvia. De las veinte grandes fiestas,
cinco eran dedicadas a Tlaloc y a su
mujer, Chalchiutlicue (la que tiene una
falda de piedras verdes), que
simbolizaba el agua en movimiento, los
torrentes y los ríos. Durante estas
fiestas, los sacerdotes se zambullían en
el lago e imitaban los movimientos y el
croar de las ranas, con objeto de atraer
ellos mismos a la lluvia. Era asociada
también a Tlaloc su hermana
Chicomecoatl ( Siete Serpientes), a la
que representaban con espigas de maíz
en las manos. Era diosa de la fertilidad.
La serpiente, cuando no tenía plumas,
correspondía siempre al agua y a la
fertilidad agraria.

Otra diosa agraria adorada


especialmente en Cuohnahuac ( hoy
ciudad de Cuernavaca), era
Xochiquetzal, esposa del dios del maíz,
Centeotl. Presidía la aparición de las
flores y las fiestas musicales. Aún hay
que citar, entre los dioses del maíz y de
la tierra, a Tlazolteotl, la Venus
mexicana, por la posesión de la cual los
Olímpicos mexicanos se hicieron una
guerra terrible. Y lo curioso era que
además de presidir el amor sexual,
presidía también la confesión y la
penitencia. Porque uno de los aspectos
religiosos de los aztecas que más
sorprendió a los conquistadores
españoles, como ya he mencionado
líneas arriba, fue la existencia en
México de las mortificaciones en
expiación por las faltas y la confesión.
Esta confesión se hacía en un día
determinado. El sacerdote con el que se
practicaba absolvía al que se confesaba
no solamente ante dios, sino ante la
justicia humana. Pero esta absolución
total no podía ser dada sino una vez. No
solía ser solicitada, además, sino por
los ancianos. En cuanto a
mortificaciones, además de ayunos
rigurosísimos, se extraían sangre de
diversos órganos ( lengua, orejas,
piernas) y se atravesaban las carnes con
espinas de maguey. decíase que
Tlazolteotl habíase casado con Tlaloc,
el dios de la lluvia, pero luego le había
dejado para irse con Tezcatlipoca,
divinidad del invierno. La significancia
de este mito es clara. Sobre la Venus
mexicana hay la siguiente leyenda: Un
cierto Jappán, queriendo llegar a ser el
favorito de los dioses, abandonó a su
familia y todos sus bienes, decidido a
llevar, en el desierto, vida de eremita.
Allí, sobre una roca muy alta
permaneció día y noche entregado a la
devoción. Los dioses, queriendo poner a
prueba su virtud, ordenaron a un
demonio Yaotl ( el enemigo), que le
tentase y, de sucumbir, que le castigara.
Yaotl hizo desfilar ante él a las criaturas
más hermosas, invitándole a descender
de su roca, pero todo fue en vano. La
diosa Tlazolteotl, interesada en aquel
juego, mostróse a Jappán, que ante su
mucha hermosura quedó todo turbado.
-“hermano Jappán, le dijo la diosa-
maravillada de tu virtud y contristada a
causa de tus sufrimientos, quiero
reconfortarte. ¿ Cómo llegar hasta ti con
objeto de poder hablarte más
cómodamente ?” El eremita, no dándose
cuenta de que era un lazo que le tendía,
bajó de su roca y ayudó a la diosa a
subir en ella. Y al hacerlo la virtud de
Jappán cayó. Al punto acudió Yaotl, que
pese a todas sus súplicas, le cortó la
cabeza. Los dioses le cambiaron en
escorpión y avergonzado corrió a
esconderse bajo la piedra teatro de su
derrota. Luego el demonio-verdugo fue a
buscar a la mujer de Jappán, Tlahuitzin (
la inflamada), la trajo junto a la piedra
donde estaba escondido su marido, le
contó lo que había pasado y le cortó
también la cabeza. De ella nació otra
variedad de escorpión color de fuego.
Uniéndose a su marido bajo la piedra,
dieron nacimiento a escorpiones de
diferentes colores. En cuanto a Yaotl,
estimando los dioses que se había
excedido le transformaron en
saltamontes.

Uno de los últimos dioses citados en


este apartado será, saltándome otros
dioses que podrían parecer más
importantes a los entendidos, a
Xiuthtecuhtli, dios del fuego,
representado como un viejo lleno de
arrugas; Mictlán, el Plutón americano,
rey de los muertos; a Ixliltón, el
Asklepios azteca, y al Mercurio
Mexicano, Yacatecuhtli, dios de los
comerciantes.

Las concepciones de los aztecas,


relativas al Universo reflejaban sus
gustos trágicos y su inclinación a los
sacrificios y prácticas sangrientas. La
creación del Mundo había empezado por
el sacrificio voluntario del dios
Nanahutzin ( dios de la sífilis, como
Amimitl lo era de la disentería), que se
arrojó a una hoguera. Quetzalcóatl había
sacrificado a su hijo, que tras ello
tornóse en Sol. Cuatro edades o soles se
habían sucedido, cada una de ellas
terminaba por un cataclismo. Al final de
la primera los hombres habían sido
destruidos por los jaguares. la segunda,
por el viento. La tercera acabó mediante
una lluvia de fuego. la cuarta, en diluvio.
Nuestra Era, colocada bajo el signo de
Nahui Ollín ( Cuatro Movimientos),
perecerá mediante temblores de tierra.
Los primeros sacrificios los habían
hecho los dioses para alimentar al Sol
con sangre de corazón.

El mundo subterráneo comprendía nueve


pisos; los cielos, trece, superpuestos. En
fin, práctica esencial en la religión de
los aztecas eran, como ya he indicado
varias veces, los sacrificios humanos,
costumbre que fue en aumento a medida
que la civilización progresaba. Esto, la
abundancia de dioses y su complicado
ritual dio nacimiento a un cuerpo
sacerdotal muy numeroso, a cuya cabeza
estaban dos grandes sacerdotes, que
llevaban el nombre de Quetzalcóatl. A
sus órdenes se escalonaban una
jerarquía complicada y una escuela
encargada de la formación de novicios.
Había, además, brujos y magos que,
mediante remuneración, predecían el
porvenir, curaban las enfermedades y
hacían otros servicios análogos.

En fin, otra religión - mitología más, que


prueba también en qué modo estas dos
palabras son difícilmente separables,
pues como se puede dar uno cuenta, no
solamente hasta la aparición de las
llamadas grandes religiones ( las
debidas esencialmente a los místicos
geniales), las creencias estaban
constituidas por puros amontonamientos
de mitos, sino que estas mismas
doctrinas imaginadas por un hombre ( o
por un cuerpo de ellos, como el
judaísmo, obra de los levitas judíos)
tuvieron como base y fundamento mitos,
milagros y dogmas; es decir, toda suerte
de fábulas y mentiras tejidas pronto en
torno de sus figuras centrales. Las dos
más personales de ellas, el budismo y el
islamismo, la primera fue al punto
prostituida por los discípulos y
continuadores de su fundador. En cuanto
a la segunda, ¿ no empieza acaso con
una tremenda fábula: las famosas
entrevistas de Mahoma en una cueva del
monte Ira con el arcángel Gabriel, que
por encargo de Dios ( Alá) le decía lo
que tenía que enseñar a sus compatriotas
?.

Pero esto será tema de otra reflexión…

Trabajo realizado por:

Dr. Angel Ricardo Guevara Hdz.


CIVILIZACIONES
ANTIGUAS
- INCAS Y OVNIS -

Cómo a todas las personas que nos


interesa el fenómeno Ovni, no puede
dejar de asombrarnos los grandes
misterios que encierran las antiguas
civilizaciones terrestres en su posible
relación con una cultura extraterrestre.

Hay una amplia bibliografía al respecto


y es mi intención en esta página no
analizar los hechos sino solamente
mencionarlos y ocasionalmente
transcribir textualmente lo que nos
ofrecen los distintos investigadores
sobre el tema; que muchas veces por no
poder conseguir sus obras y/o por los
costos que ello insume, no se tiene
acceso a tan valiosa información. Es por
ello que quiero brindar en este espacio
un resumen de hechos y pasajes. Pues
estoy seguro que el lector interesado en
el tema, agradecerá esta informacion y
los atesorará, porque la misma está
extraída de distintos libros y autores,
varios de ellos desaparecidos del
mercado, y que por este medio y
resumidos llegan a su conocimiento.
Iniciaremos el camino, sabiendo que es
lo que se dice de las antiguas culturas de
nuestro continente, especialmente de
América central y América del sur,
ustedes recuerdan a los Incas, a los
aztecas, mayas, etc. De todos ellos
existen aún (y esto no es necesario
demostrarlo) muestras de sus antiguas
culturas, mitos y leyendas de las cuales
no se conoce todavía el límite de las
fantasía y la realidad.

Cerca del lago Titicaca, en Bolivia,


cuna de la antigua civilización Incaica, a
unos 4000 metros de altura sobre el
nivel del océano pacífico, se encuentran
las ruinas de construcciones ciclópeas
constituidas por gigantescos bloques de
piedra. Son los restos de varias
ciudades superpuestas una a una,
vestigios de una civilización muy
desarrollada que hace unos 300.000
años estaba establecida en la Cordillera
de los Andes. Y como es sabido, según
la leyenda de los indígenas, la
misteriosa ciudad de Tiahuanaco fue
levantada en una noche, y el antiguo
estado de los Incas fue fundado por unos
extranjeros misteriosos, unos gigantes de
piel blanca, barbudos de cabellos rubios
y ojos azules, que llamaban “hijos del
sol” ¿..quiénes eran..?.
La leyenda dice que llegaron del cielo
para difundir allí su civilización e
impartir sus conocimientos a los nativos.
Los conquistadores españoles que
sometieron a los Incas, refieren en sus
memorias que ellos se atenían a antiguos
principios no religiosos: trabajo
obligatorio para todos (el mismo
soberano trabajaba el campo que se le
había adjudicado), pena de muerte para
los que no trabajaban, desprecio por las
riquezas, uso del oro con fines
exclusivamente técnicos, pan gratuito
para todos… y puede agregarse que
aquellos que llegaban a cierta edad,
podían retirarse y la comunidad se
encargaba de su subsistencia.
Los Incas eran, pues civilizados.
Además, en su lengua figura la palabra
“hierro” y hay motivos para pensar que
tenían “altos hornos”, de todos modos
conocían numerosas aleaciones de
bronce.

Las piedras de las ruinas antes


mencionadas presentan pruebas técnicas
de trabajo que no se encuentran en
ninguna otra parte del mundo y que la
humanidad no ha vuelto a conocer. Una
de las estatuas, tallada de una sola
pieza, tiene más de siete metros de
altura y pesa 10 toneladas. Hay otra
piedra de casi nueve toneladas, es un
monolito de tres metros de altura, en
cuyas seis caras están talladas
inexplicables muescas.

Asimismo, existen docenas de estatuas


monolíticas de similar estructura, y
resulta difícil concebir la forma en que
fueron transportadas a una altura
semejante, ya que por aquellos
alrededores no hay canteras.

El modo de trabajar la piedra es también


único. Hay pórticos de 3 metros de
altura, 4 de anchura, medio metro de
grosor, y tallados en una sola piedra, en
la que la puerta y las falsas ventanas han
sido cortadas con el cincel , y las
esculturas del friso esculpidas en la
misma roca, su peso es de más de 10
toneladas.

Otra estatua esculpida también en una


sola piedra, tiene 8 metros de alto y uno
de espesor, pesando 20 toneladas. Hay
otras partes de la muralla que pesan
sesenta toneladas, y para sostener otros
muros formados por piedras más
pequeñas, hay bloques de granito de más
de 100 toneladas hundidos en la tierra.

Pero, ¿qué sentido tienen esas


construcciones y monolitos ciclópeos?,
realmente es un gran enigma. Muchos
estudiosos de las civilizaciones
antiguas, aventureros y/o historiadores
han destacado en innumerables
oportunidades, los enigmáticos aspectos
que tienen estas misteriosas
civilizaciones indígenas.

De algunas de sus crónicas se puede


extractar lo siguiente: don Diego de
Alcobaca describe: “entre los edificios
de Tiahuanaco a orillas del lago existe
una plaza de 24 metros cuadrados, tiene
adosada a uno de sus lados una sala de
14 metros de longitud. Tanto la sala
como plaza están formadas de una sola
pieza. Una verdadera obra maestra
tallada en la roca… hay también muchas
estatuas de hombres y mujeres, los
cuales son de rasgos tan perfectos que
parecen vivos”.

Dice Jiménez de la Espada, que uno de


los edificios de la ciudad es una de las
maravillas del mundo. Grandes bloques
de piedra de 37 pies de largo por 15 de
ancho, estaban unidos sin cal ni mortero,
con precisión tal que sus límites apenas
se advertían a simple vista. Los hombres
que habitaron Tiahuanaco eran también
peritos en la instalación de
canalizaciones, la ciudad más antigua
del mundo disponía de una complicada
red de traída y recogida de aguas por la
que se abastecía de agua fresca de las
alturas, y disponía de otras
canalizaciones que se supone servían
para regar jardines.

Además, los Incas conocían como


fabricar cobre puro con el que
modelaban clavos que les permitían
sujetar bloques de las construcciones, lo
que hoy llamamos remaches. Sabían
también pulir y bruñir el metal, conocían
la fundición de molde perdido, la
soldadura y el plateado, el martilleo y el
repujado. Todo lo que se encontró en
Tiahuanaco y lo que se conserva en
museos, prueba plenamente que la
gigantesca ciudad fue un centro técnico y
artístico de importancia.

El norteamericano Hyatt Verrill , que ha


consagrado 30 años de su vida a
estudiar las civilizaciones
desaparecidas de la América Central y
de la América del Sur, dice: “la
altiplanicie de Bolivia y del Perú evoca
otro planeta… aquello no es la Tierra,
es Marte. La presión del oxígeno es allí
la mitad de la del nivel del mar. Algunas
precisiones recientes se inclinan a
pensar que allí vivían hombres hace
treinta mil años. Seres humanos que
sabían trabajar los metales, que tenían
observatorios y poseían una ciencia que
les capacitaba para efectuar obras que
son casi imposibles con los medios
actuales; algunas de las obras de
irrigación serían a duras penas
realizables con nuestras perforadoras
eléctricas. Y ¿porqué unos hombres que
no utilizaban la rueda construyeron
grandes carreteras pavimentadas?. Creo
que los grandes trabajos de los antiguos
no fueron realizados con útiles de tallar
piedra, sino con una pasta radioactiva”.

También el gran marino Cristóbal Colón


, en uno de sus escritos que está fechado
6 de noviembre de 1492, detalla lo
siguiente: “contaron mis mensajeros que
después de una marcha de doce millas
habían llegado a una aldea como de unos
mil habitantes. Los indígenas los
recibieron con grandes muestras de
afecto y los hospedaron en sus más
bellas nabsuibes; los llevaron en
hombros, les besaron las manos y pies e
intentaron hacerles comprender que ya
sabían que los hombres blancos eran los
enviados de los dioses. Hasta cincuenta
hombres y mujeres insistieron en
regresar con ellos al cielo de los dioses
eternos”.

Esta fue la general acogida que


dispensaron a los conquistadores
españoles los habitantes del nuevo
mundo. El buen recuerdo del dios
blanco allanó el camino de los
descubridores. Los indios de la América
central y de la América del Sur, tenían
un recuerdo común: el de que en la
lejana prehistoria unos hombres blancos,
altos , rubios, barbudos , y de ojos
azules, se unieron a los indígenas y les
enseñaron la ciencia, la técnica y las
sabias leyes de su avanzada
civilización.

Un día desaparecieron repentinamente,


pero prometieron volver. No es, pues,
extraño que los nativos que vivían con
la esperanza puesta en el regreso del
dios blanco, vieran en los españoles su
representación, y que tomándoles por
los auténticos dioses blancos les
colmaran de atenciones.

El Inca Garcilaso de la Vega en el año


1560 nos cuenta que las tradiciones
andinas de América del Sur refieren que
hace muchos miles de años, “una nave
del espacio más brillante que el sol”,
aterrizó cerca del lago Titicaca; de
dicha nave salió una mujer que venía de
la gran “estrella esplendorosa”
(¿Venus?) Y que se llamaba orejona.
Tenía los pies como los humanos, pero
las manos palmípedas, con solo cuatro
dedos, y la cabeza en forma ovoide, casi
puntiaguda, con grandes orejas. Los
“orejones” eran considerados entre los
Incas como los iniciados en los
misterios del culto. Los dioses de la
antigüedad tenían siempre orejas
grandes, las mujeres aún llevan
pendientes, que originariamente tenían la
misión de agrandar el lóbulo de la oreja,
como los dioses antiguos. Según la
tradición, orejona, con piedras negras
traídas de su planeta, construyó el
primer templo de la isla del sol.-

Fuente:
- Platillos Volantes en la Antigüedad -
Eugenio Danyans - Editorial Pomaire -
pag. 31/35 y 38/44

- Enciclopedia “CICLOPE”- tomo I

LOS MAYAS Y LA CONSPIRACION


DE LA NASA :

El siguiente texto fue extractado del


libro “El Zodíaco Maya” de Hugh
Harleston Jr., Editorial Diana, tercera
edición, 1993, páginas 148 a 154.
Mi análisis de las características
dimensionales de las grandes pirámides
de México se estructuró sobre la
suposición de que al menos uno. y tal
vez tres genios mayas vivieron en
Teotihuacán cuando se concluyó el
diseño (considerado alrededor del año
200 a.C. por consenso de las opiniones
oficiales). En la época del análisis. de
1971 a 1974, no estaba al tanto de lo
que los números dimensionales me
estaban diciendo. Había mantenido una
metodología estadística que confinaba el
diseño con restricciones suficientes
como para que resultara aceptable que
el sistema de medidas de los
diseñadores y constructores mayas
olmecas estaba basado en una unidad
lógica. Esto se confirmó después por
medio de piedras esculpidas.

Para 1972 me había dado cuenta de que


los datos en Teotihuacán estaban
correlacionando medidas del sistema
solar que no habían sido todavía
medidas con precisión. incluso por
nuestros modernos astrónomos. Tales
avances vendrían más tarde en la década
de los setenta y en la de los ochenta.

Con la información conocida dada por


tablas astronómicas estimé las
distancias entre dos objetos celestes: las
“lunas” que orbitan a Marte llamadas
Fobos y Deimos. Parecían confirmar
muy de cerca un número importante en el
sistema de medidas teotihuacanos.

Fobos es un asteroide pequeño y


alargado, cuyas dimensiones son cerca
de diecinueve por veintisiete kilómetros.
En unidades teotihuacanas
estandarizadas (UTE) de 1.06 metros el
pequeño satélite mide unas 18,000 UTE
de ancho por 26,000 UTE de largo. un
tamaño que permite a los vehículos
espaciales posarse cómodamente y
establecer una base. La distancia de
Fobos al centro de Marte es de
9.000,000 UTE, tres-cuartos del
diámetro polar de nuestro planeta que
mide 12,000,000 UTE. Como Marte
tiene un diámetro de 6,800 kilómetros.
esta pequeña luna gira a unos 6.000
kilómetros por encima de la superficie
de Marte.

Deimos es aún más pequeño. Tiene


como 9-1/2 por 16 kilómetros o 9,000
UTE de ancho por 15,000 E de largo.
girando al doble de la distancia de
Fobos. Esto significa que vuela a unos
20,000 kilómetros por encima de la
superficie de Marte en una órbita no
sincrónica, porque Marte gira más
lentamente que la Tierra. Por ejemplo.
el satélite Morelos I de México se halla
sobre nuestro ecuador a 36,41952
kilómetros para poder moverse al
mismo ritmo que un punto de la
superficie a 113.5 grados de longitud
oeste.

Mis correlaciones de esos datos


basados en las dimensiones maya-
teotihuacanas yacieron dormidas por
dieciocho años.

Pero en 1985. durante un viaje a Nueva


York conocí a una persona que me hizo
ver que sus descubrimientos en números
antiguos y datos arcaicos se
relacionaban con mis propios hallazgos.
Lo mismo ocurrió cuando me encontré
con Buckminster Fuller en varias
reuniones entre 1976 y 1981. Ambos
reconocimos que nuestros datos
coincidían aun cuando habíamos
trabajado de fuentes independientes para
la investigación.

La conexión de Nueva York colocó mi


libro de 1984 (The Keystone) en
librerías en Alemania y Rusia en 1986.
Entonces los contactos entraron en
hibernación hasta finales de 1989
cuando una llamada telefónica desde
Nueva York me alertó. Un individuo
cuyo nombre debe permanecer
confidencial, había fotocopiado parte de
mis datos en Alemania. Ahora me pedía
el libro completo. así como un trabajo
técnico sobre arqueología geodésica que
yo había publicado en 1984.

Se los envié. De nuevo el silencio.

Hasta febrero de 1990, fui contactado


desde Nueva York, esta vez por una
llamada telefónica de cuarenta minutos.
Entre muchos datos intercambiados
(demasiado numerosos para detallarlos
aquí) había una nueva serie de
confirmaciones.

Primero, mi informante me proporcionó


datos confirmados por Jet Propulsion
Laboratories (JPL) en Pasadena,
California. Los Laboratorios de
Propulsión a Reacción organizaban los
vuelos Ranger y Voyager a Marte.
Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno.
Especialistas técnicos manejaban temas
tales como geodesia planetaria, la
medición de las características de la
superficie de nuestros compañeros del
sistema solar y sus lunas. Escuché
fascinado conforme la información que
me daban empezó a confirmar que las
unidades de medida maya-teotihuacanas
eran exactas y producían correlaciones
que yo sospechaba desde 1972.

Se me dijo que antes de que JPL llegara


a Marte. el hombre que yo había
conocido en 1985 había dado a la
NASA datos mostrando que la órbita de
Fobos de 9,380 kilómetros. se define en
la Tierra por la distancia entre dos
colinas que tienen las mismas
inscripciones grabadas en África y
Costa Rica. Aún más, en una inscripción
olmeca de piedra serpentina que se
encuentra en el museo Smithsoniano de
Washington, D.C.. le había mostrado a
la NASA que la información maya-
olmeca codificada proporcionaba las
órbitas de Fobos y Deimos en torno a
Marte.

Además antes de llegar a Marte, las


coordenadas fueron indicadas como la
localización de tres pirámides
tetraédricas en la superficie marciana.
fotografiadas después por la NASA. El
subdirector del vuelo orbital a Marte del
JPL me había enviado copias de estas
fotografías en 1976. Las dimensiones
del mayor de los tetraedros marcianos al
ser medidas con una U’TE marciana de
56.46 centímetros de longitud, muestran
que la base tiene 216 UTE de largo. lo
cual coincide con la longitud terrestre de
base de la gran pirámide de México en
Teotihuacán y la gran pirámide de
Egipto en Kufú (Gizé), al ser corregidas
mediante la curvatura parabólica que
tenía esta pirámide.

Mi amigo continuó proporcionando su


mensaje. Cuando el vuelo del Voyager
se aproximó a Urano. los oficiales del
JPL ya habían recibido información del
asesor neoyorquino sobre cómo
localizar exactamente la órbita de
Miranda. uno de los satélites más
desconcertantes jamás estudiados a
corta distancia por la NASA.
La órbita de Miranda. a una distancia de
122.400 kiloUTE de Urano, es igual a
17 veces 7200. el Katun maya. El
diámetro de Miranda es de 225.000
UTE (238 kilómetros). El número 225
aparece en Teotihuacán como la
distancia desde el centro de la pirámide
del Sol al centro de la Gran Avenida
(actualmente mal llamada Calle de los
Muertos).

Se encontró que la superficie de


Miranda exhibe un gran rectángulo. una
configuración no encontrada en otras
lunas o planetas. La luna también tiene
un risco vertical que mide 37 kilómetros
de alto. Comparé eso con los Himalayas
en la Tierra. cuyos puntos más altos se
elevan a sólo 9 kilómetros sobre el nivel
del mar. Además la NASA había sido
informada de que había glifos
esculpidos en hielo sobre la superficie
de Miranda, hecho confirmado por el
Voyager, una nave espacial que continuó
su viaje hasta alcanzar la órbita de
Neptuno en 1989.

Pero antes de que nuestra tecnología


llegara a su destino. el neoyorquino
había publicado previamente dos datos.

En la Enciclopedia Británica, las órbitas


exactas de las dos lunas de Neptuno se
presentaron hasta nueve cifras
decimales:

Tritón 5.876832770 días terrestres.

Nereida 359.36366350 días terrestres.

Ambas fueron confirmadas por las


computadoras a bordo del Voyager.
Mi informante misterioso ahora me
pidió que sumara ambos periodos
orbitales mientras esperaba a larga
distancia. Casi podía yo adivinar el
resultado:

3ó5.242199120 días terrestres.

exactamente el año tropical de nuestra


órbita alrededor del 501, proporcionado
por el Códice de París maya ¡con una
diferencia de 0.000001 días!
Al terminar la suma. mi interlocutor me
preguntó que si me daba cuenta de lo
que me había comunicado: de hecho se
sabe que al menos cinco lunas del
sistema solar son “eventos arreglados”.
Sin titubeo le repliqué que los “eventos
arreglados” deben ser al menos siete.
Hace casi veinte años Alfred
Schlemmer, otro amigo especial, había
concluido que nuestra propia luna había
sido volada a la órbita terrestre, y que la
Tierra misma había sido bajada desde
Júpiter. donde era una “Luna Azul”.

Esto coincidía con opiniones que había


escuchado de otros investigadores
dentro de la NASA en los años sesenta,
quienes me habían dicho que no podían
explicar la presencia de agua en la
Tierra de acuerdo con nuestra distancia
al Sol, pero que sería posible si nuestro
planeta hubiera orbitado Júpiter alguna
vez.

La esencia de los datos combinados era


que habíamos llegado a una conclusión
adicional: los así llamados mayas
debían ser gente que vivió antes de la
última catástrofe mundial, el diluvio,
documentado por civilizaciones antiguas
en múltiples lugares por todo el globo.
El marco temporal aparenta ser 15,000
años a.C., con evidencia que muestra
que los mayas conservaron información
prediluviana sin deformación. ya sea por
tradición. intuición u otro tipo de fuentes
de información. una de las cuales
podrían er los “visitantes” que Whitley
Strieber describe en sus dos últimos
libros: Comunión y Transformación
(ambos publicados por Editorial Diana).

En estos dos libros Streiber ha


presentado escenarios que duplican
experiencias vividas por algunos de mis
conocidos. Pero ellos se han resistido
mucho a revelarse ante el mundo
exterior en vista del escepticismo
despectivo que hasta hace poco ha
prevalecido entre aquellos que se
consideran a sí mismos preparados
“científicamente”. (Léase en muchos
casos “con el cerebro lavado” por
negaciones sofisticadas basadas en que
los datos son imposibles o son una farsa,
o incluso condenaciones abiertas del
informante como un loco, ebrio o
drogado.)

La larga cadena de evidencias se


incrementa poco a poco. Se ha vuelto
cada vez más difícil negar las
experiencias. las predicciones
confirmadas y las interpretaciones
modificadas que los estudiantes de
arqueología pueden empezar a deducir
con herramientas modernas que incluyen
prácticas de carácter multidimensional,
estados que promueven la
autoconciencia y la conciencia
expandida en un número suficiente de
individuos preparados que pueden
escuchar con oídos entrenados su
evolución interna hacia una
investigación con la mente realmente
abierta. libre de prejuicios.

Nuestra experiencia es que ha resultado


más productivo asumir que los antiguos
mayas tenían acceso a más inframundos
de los que aparentemente se nos permite
a nosotros. Una palabra más aceptable
para inframundo puede ser
multidimensional o incluso universos
paralelos. Poco a poco nos vamos dando
cuenta de que muchos somos neófitos en
estas áreas del conocimiento. y que
necesitamos abrir nuestra conciencia
ante fenómenos antes inexplicables. Esto
podrá aclararse cuando nos
embarquemos en un programa
disciplinado de atención controlada.

Conforme esto ocurre. nuevos maestros


y portadores de información empezarán
a aparecer en nuestras vidas. para
darnos el apoyo que nos permite resistir
los choques psíquicos que un cambio
total en la estructura de nuestras
creencias impone sobre nosotros.
Debemos vivir cada experiencia
consciente. darnos cuenta de que cada
vez es siempre la primera vez, no
permitir que nuestra “sabiduría” o
nuestra memoria cerebral que nos hace
decir: “¡Esto. ya me lo sé!”. puedan
bloquear el acceso a nuestra verdadera
meta: la verdad objetiva. “Objetivo”
significa “multidimensional”.

El zodiaco maya y sus ramificaciones


para nuevas investigaciones
arqueológicas deben fundirse con un
paradigma revisado, que representa toda
una nueva estructura de creencias en la
ciencia. y que sería:
Vivimos en un sistema solar modificado,
cuyos planetas y sus lunas nos están
diciendo claramente que no somos los
primeros. En algún momento en el
pasado (¿acaso realmente no existe el
pasado?) una gran civilización jugaba al
fútbol cósmico con lunas y planetas. No
estamos seguros de cuándo pudo haber
ocurrido esto. pero podemos hacer una
suposición basada en hechos.

RUZO Y LA CRONOLOGIA DE
MARCAHUASI :
Desde las primeras investigaciones de
1952, en la meseta peruana de
Marcahuasi, a 3.600 m de altura, en el
corazón del macizo de los Andes,
Daniel Ruzo no ha dejado de obtener
confirmaciones de la existencia en
aquella meseta de un conjunto de
esculturas y de monumentos que bien
podría ser el primero y más importante
del mundo.

Este descubrimiento no se debió a la


casualidad. Ya en 1925, Daniel Ruzo
había llegado a la conclusión de que
habían de existir vestigios de una
antiquísima cultura qué se extendió por
la América Central y la América del
Sur, principalmente entre los dos
trópicos. El estudio de la Biblia y de las
tradiciones y leyendas de la Humanidad,
y el análisis de los relatos de los
cronistas españoles de la Conquista, le
habían llevado a esta convicción. En
1952, al enterarse de la existencia de
una roca excepcional en la meseta de
Marcahuasi, organizó una expedición y
pudo ver que se trataba, no de una
piedra aislada, sino de un conjunto de
monumentos y esculturas distribuido en
una superficie de tres kilómetros
cuadrados. Después, daría el nombre de
«Masma» al presunto pueblo de
escultores, En efecto, desde tiempo
inmemorial se conocen con este nombre
un valle y una población de la región
central del Perú, donde habitaron los
huancas hasta la llegada de los
españoles.

Lo primero que chocó a Ruzo fue la


existencia de un sistema hidrográfico
artificial, destinado a recoger el agua de
las lluvias y distribuirla por toda la
región circundante durante los seis
meses de sequía. De doce antiguos lagos
artificiales, sólo dos continúan en estado
de servicio, pues los diques de los otros
fueron destruidos por la acción del
tiempo. Unos canales servían para
conducir el agua hasta 1.500 metros más
abajo, irrigando de este modo los vastos
campos agrícolas escalonados entre la
meseta y el valle. Hoy podemos ver aún
un canal subterráneo que termina en una
abertura, a media altura de la meseta.
Estos vestigios atestiguan la prosperidad
de una región aislada que debía de
alimentar a una población muy
numerosa.

Para la defensa de este centro


hidrográfico vital y de esta rica
comarca, toda la meseta había sido
convertida en fortaleza. En un punto, dos
enormes rocas fueron profundamente
ahuecadas en su base, a fin de hacer
imposible la escalada directa, y, por su
parte de atrás, fueron enlazadas con un
muro de grandes piedras. Nos
encontramos frente a una inmensa
fortificación, cuya técnica revela la
experiencia militar de sus constructores.
Encontramos restos de caminos
cubiertos y bien protegidos, e incluso,
en ciertos lugares, fortines cuyos techos
han desaparecido. Podemos ver también
las grandes piedras que formaban el
muro, y la columna central que sostenía
el techo. En todos los puntos que
dominan los tres valles, podemos ver
aún los puestos de observación para los
centinelas. En algunos de ellos, afloran
del suelo una especie de grandes dientes
de piedra, que nos hacen pensar en
antiguas máquinas de guerra concebidas
para arrojar bloques de piedra sobre los
asaltantes.

Poco a poco, Daniel Ruzo descubrió, en


el recinto fortificado, una importante
cantidad de esculturas, de monumentos y
de tumbas. Los cuatro centros más
interesantes, cada uno de los cuáles está
dominado por un altar monumental,
aparecen situados en los cuatro puntos
cardinales.

Los altares levantados al Este, están


orientados hacia Levante. Frente a ellos,
hay un campo lo bastante vasto para
contener un ejército o la población
entera de la comarca; cerca de allí, una
pequeña colina fue modificada para que
pareciese, si se la mira desde un ángulo
determinado, un rey o un sacerdote,
sentado en un trono, con las manos
juntas y rezando.
Hacia el Sur, a una altura de unos 50 ó
60 metros, se levantan, por todos lados,
figuras esculpidas. Un altar, orientado
hacia el Este, sobresale 15 metros del
nivel del llano circundante. Partiendo de
su base, y descendiendo hasta el llano,
hay una pendiente de superficie lisa, que
parece haberse realizado con alguna
especie de cemento.

Esta pendiente, parecida a la de los


otros altares, está cruzada por unas
rayas que permiten conjeturar que el
revestimiento se efectuó por partes, para
prevenir los efectos de la dilatación. El
cemento, que imita la textura de la roca
natural expuesta a los elementos, parece
revestir también ciertas figuras. Al
levantar una primera capa de este
material, los investigadores
descubrieron que, inmediatamente
debajo de ella, había unos botones
redondos y salientes, que parecen haber
sido colocados al objeto de impedir el
deslizamiento de aquella capa durante el
tiempo necesario para su
endurecimiento.

Dos esculturas, a cierta distancia una de


otra, representan la diosa Thueris,
protectora de las parturientas en Egipto.
Era la diosa de la fecundidad y de la
perpetuación de la vida. Su aspecto es
muy original: un hipopótamo hembra, de
pie sobre las patas traseras y con una
especie de casco redondo en la cabeza.
Con su morro prominente, su panza
enorme y el signo de la vida en la mano
derecha, es imposible que esta figura
convencional fuese reproducida por
casualidad en Marcahuasi. Después del
descubrimiento de varias figuras
parecidas a esculturas egipcias, una de
ellas a medio ejecutar, Daniel Ruzo
opina que se puede considerar la
posibilidad de antiquísimos contactos
entre las dos culturas.

En el borde oeste de la meseta, a unos


cien metros del abismo, un conjunto de
enormes rocas forma un altar orientado
hacia Poniente. Se llama a este lugar
«las mayoralas», nombre moderno que
se aplica a las jóvenes que cantan y
bailan, siguiendo la tradición, en las
fiestas rituales que se celebran durante
la primera semana de octubre. El
nombre antiguo de este grupo de
cantoras era «Taquet», y también se
aplica a la masa rocosa. Sin duda
alguna, se trata de un altar construido
con vistas a cánticos religiosos y
dispuesto en forma de concha acústica
con objeto de amplificar el sonido.

La fiesta comienza cerca de San Pedro


de Casta, en la carretera que sube a la
meseta, y en un lugar llamado Chushua, a
los pies de un gran animal de piedra,
parecido a los animales fabulosos
creados por la imaginación de los
artistas asiáticos: el huanca Malco.
Siguiendo la tradición, los hombres
solos, una noche de primeros de octubre,
antes de que empiece la estación de las
lluvias, celebran la primera ceremonia
alrededor de la escultura, inaugurando la
semana de fiestas en honor de Huarí. Las
otras fiestas se celebran, con el
concurso de las mujeres y de las
cantantes, en los alrededores y en el
recinto de la ciudad. Estas festividades
son testimonio, incluso hoy en día, de la
asombrosa vitalidad de los sentimientos
religiosos de la antigua raza, conservada
a través de los siglos, a pesar de las
encarnizadas persecuciones y del olvido
de la fuente religiosa original.

En el extremo norte de la meseta, dos


enormes sapos aparecen sentados sobre
un altar semicircular orientado hacia el
Oeste. Una vez al año, en el solsticio de
junio, los sacerdotes veían elevarse el
Sol exactamente sobre la figura central.

Este altar pertenece a un conjunto casi


circular de monumentos que tienen en su
centro un mausoleo, en muy mal estado,
pero en el cual un centenar de
fotografías, tomadas en diferentes
épocas del año, revelaron la estatua de
un hombre yacente, viejo, velado por
dos mujeres, y de algunas figuras de
animales, que tal vez representan los
cuatro elementos de la Naturaleza.

La proyección directa, en la pantalla,


del negativo de una de estas fotografías,
hizo aparecer una segunda figura.
Vemos, en el sitio donde se encuentra la
cabeza del primer personaje, el rostro
esculpido de un hombre joven, con los
cabellos caídos sobre la frente, que nos
contempla con noble y orgullosa
expresión. ¿Cómo explicar este misterio
escultórico, que solamente descubre la
fotografía?

El monumento más importante, por la


perfección del trabajo, es una doble
roca de una altura de más de 25 metros.
Cada una de sus partes parece
representar una cabeza humana. En
realidad, hay al menos 14 cabezas de
hombre esculpidas, que representan
cuatro razas diferentes. Su nombre más
antiguo es «Peca Gasha» (la cabeza del
colador). Hoy la llaman, en la comarca,
«La cabeza del inca». Como no se
parece en nada a la cabeza de un inca, es
probable que le diesen este nombre para
situarla en los tiempos «más antiguos».
Considerando los relatos de los
cronistas españoles de la Conquista, y
de acuerdo con sus observaciones
personales, podemos afirmar:

* Que las esculturas antropomórficas y


zoomórficas de piedra existieron en
diferentes regiones del Perú, y que el
inca Yupanqui tuvo conocimiento de
esas esculturas.

* Que estas esculturas fueron atribuidas


a hombres blancos y barbudos,
pertenecientes a una raza legendaria.

* Que los huancas, que cuando llegaron


los españoles habitaban toda la región
central del Perú, donde se encuentran
Marcahuasi y Masma, fueron siempre
considerados como los obreros más
hábiles del Imperio inca para los
trabajos en piedra.

* Que esta antigua raza de escultores


había dejado inscripciones. En
Marcahuasi, dos rocas,
desgraciadamente estropeadas por los
años, parecen caber estado cubiertas de
inscripciones.

Existen también «petrografías»


diferentes de las ya conocidas: gracias a
una hábil combinación de incisiones y
relieves, el escultor ejecutó imágenes
que deben ser contempladas desde un
cierto ángulo; a veces, el efecto se
consigue cuando la luz del sol incide en
determinado ángulo; otra, las figuras
sólo se manifiestan al mediodía. El
estudio de estas imágenes es muy difícil.
Para captarlas bien, conviene
fotografiarlas en diversas épocas del
año. Entonces percibimos estropeadas
reproducciones de estrellas de cinco y
seis puntas, círculos, triángulos y
rectángulos.

La inscripción más notable está situada


en el cuello y la base del mentón de la
figura principal de la «Cabeza del inca».
Imaginaos unas líneas dobles y hechas
con puntitos negros, grabados en la roca
de manera indeleble. Parece casi
increíble que estos puntos hayan podido
desafiar el tiempo; quizá fueron
grabados en profundidad. La inscripción
reproduce la parte central de un tablero
de ajedrez. Una cuadrícula análoga a la
que los egipcios grababan sobre la
cabeza de sus dioses.

Lo mismo que las inscripciones, los


recuerdos del pasado se han ido
borrando poco a poco. La idea
corriente, en la región, es que la meseta
es un lugar hechizado. Se dice que hubo
un tiempo en que los mejores hechiceros
y curanderos se reunían allí, y que cada
una de las rocas representa a uno de
ellos. Si algunas figuras pueden ser
reproducidas fotográficamente, la
mayoría tienen que ser observadas sobre
el terreno, en ciertas condiciones de luz
y por escultores o personas
familiarizadas con este trabajo. Las
esculturas sólo parecen perfectas cuando
se miran desde un ángulo dado,
partiendo de puntos bien determinados;
fuera de éstos, cambian, desaparecen o
se convierten en otras figuras, que tienen
también sus ángulos de observación.
Estos «puntos de visión» aparecen casi
siempre indicados por una piedra o una
construcción relativamente importante.

Para la ejecución de estos trabajos, hubo


que apelar a todos los recursos de la
escultura, del bajorrelieve, del grabado
y de la utilización de las luces y las
sombras. Algunos son visibles
solamente durante ciertas horas del día,
ya en cualquier día del año, ya
únicamente en uno de los solsticios, si
requieren un ángulo extremo del sol.
Otros, por el contrario, sólo pueden
apreciarse durante el crepúsculo,
cuando ningún rayo de sol incide sobre
ellos.

Muchos están relacionados entre sí y


con los «puntos de visión»
correspondientes, permitiendo trazar
líneas rectas que reúnan tres puntos
importantes, o más. Si prolongásemos
algunas de estas líneas, señalarían,
aproximadamente, las posiciones
extremas de declinación del sol.

Las figuras son antropomorfas o


zoomorfas. Las primeras representan, al
menos, cuatro razas humanas y, entre
éstas, la raza negra. La mayoría de las
cabezas están descubiertas, pero algunas
de ellas aparecen tocadas con un casco
de guerrero o con un sombrero.

Las figuras zoomorfas ofrecen una


extraordinaria variedad. Hay animales
originarios de la región, como el cóndor
y el sapo; animales americanos, tortugas
y monos, que no podían vivir a tanta
altura; especies -vacas y caballos-que
trajeron los españoles; animales que no
existían en el continente -y tampoco en
los tiempos prehistóricos-, como el
elefante, el león de África y el camello;
y una gran cantidad de figuras o cabezas
de perro, tótem de los huancas, incluso
en la época de la Conquista.

Los escultores realizaron también sus


figuras utilizando juegos de sombras,
que pueden apreciarse sobre todo
durante los meses de junio y diciembre,
cuando el sol envía sus rayos desde los
puntos extremos de su declinación.
También aprovecharon las sombras
cincelando cavidades en la roca, a fin de
que los bordes de éstas proyectaran
siluetas exactas en cierto momento del
año, para formar o completar una figura.
Todo esto induce a creer en la existencia
de una raza de escultores en el Perú, que
hizo de Marcahuasi su más importante
centro religioso y que, por esta razón, lo
decoró profusamente. Podríamos
comparar esta raza de escultores con los
artistas prehistóricos que decoraron, con
pinturas murales, las cavernas de
Europa. Encontramos, además,
«petrografías» obtenidas con el empleo
de barnices indelebles: rojos, negros,
amarillos y castaños, parecidas a otras
que se descubrieron en el departamento
de Lima, pero menos antiguas que las
grandes esculturas.

Existe un parentesco muy próximo entre


las esculturas de Marcahuasi y las que
sirven de decoración, en muy gran
número, a la pequeña isla de Pascua: la
técnica escultórica es la misma; los
escultores representan las cabezas sin
ojos, tallando las cejas de manera que
produzcan una sombra que, en un
momento dado del año, dibuja el ojo en
la cavidad.

Estas obras, de tipo extraordinariamente


arcaico, parecen haber sido concebidas
por una mentalidad humana intermedia
entre la de los paleolíticos o mesolíticos
antiguos -cuyo último vestigio está
constituido por los australianos-y la tan
conocida de los grandes imperios, cuyos
rasgos más esenciales son la talla de las
piedras, la geometría, la aritmética de
posición, con inclusión del cero, y la
construcción de las Pirámides.

Al parecer, Marcahuasi, más que centro


de lugares habitados, fue lugar de
reunión de los hijos de un mismo clan.
El conjunto de monumentos y esculturas,
en los tres kilómetros cuadrados de la
meseta, constituye una obra sagrada,
como las alineaciones de Carnac o las
grutas de las Eysies.

Cuatro mil fotos en negro y en colores,


estudios químicos sobre la piedra,
comparaciones con los bajorrelieves
descubiertos en Egipto y en el Brasil,
demuestran que la escultura de la meseta
de Marcahuasi es, quizá, la más antigua
del mundo, más antigua que la de Egipto,
más antigua que la de Sumer. ¿Qué pasó
en América del Sur, entre este período y
la llegada de los españoles?

La tercera cuestión se refiere, pues, a


los métodos de establecimiento de las
cronologías.

Los arqueólogos, cuando se les habla de


América del Sur, se vuelven agresivos y
cortan el diálogo, después de algunos
improperios contra la «superstición», la
«mentalidad prelógica», etcétera.

En cambio, los etnólogos suelen


mostrarse más corteses. Por ejemplo, el
profesor danés Kaj Birket-Smith, doctor
en ciencias de las universidades de
Pensilvania, Oslo y Basilea. Su libro
The Path of Culture, traducido del danés
por Karin Fennow, fue publicado por la
Universidad de Wisconsin en 1965. En
él encontramos, con referencia a las
civilizaciones sudamericanas, la frase
siguiente: «Al parecer, nos enfrentamos
con un enigma sin solución, y hay que
confesar que todavía no se ha
encontrado la respuesta definitiva.»

Tanto si suponemos que América del


Sur fue colonizada por hombres
procedentes de Polinesia, de una
misteriosa Atlántida o incluso de Creta
(esta última tesis se defiende en la obra
de Honoré Champion, El dios blanco
precolombino), como si partimos, por el
contrario, de la hipótesis de una cultura
autóctona, se multiplican los enigmas y
se acumulan las contradicciones.
Consideremos la ciudad de Tiahuanaco,
en el Perú. Comparemos dos
cronologías relativas a esta ciudad: la
de los arqueológicos clásicos y la de los
arqueólogos románticos.

Cronología clásica:

* 9.000 años antes de J. C.: Hombres


bastante parecidos a los indios de
nuestros días cazan animales
actualmente desaparecidos en América
del Sur.

* 3.000 años antes de J. C.: Estos


mismos hombres descubren la
agricultura.

* 1.200 años antes de J. C.: Nace la


técnica, particularmente con la
invención de la cerámica.

* 800 años antes de J. C.: Aparición del


maíz, como base de la alimentación.

* Entre 700 años antes de J. C. y 100


después de J. C.: Tres civilizaciones
aparecen y se derrumban.

* 100 a 1.000 años después de J. C.:


Aparición de importantes civilizaciones
y construcción de la ciudad ciclópea de
Tiahuanaco.
* 1.000 a 1.200 años después de J. C.:
Una laguna, en la que, bruscamente, no
se encuentra ningún objeto, sin que
ninguna tradición pueda ilustrarnos
sobre lo ocurrido. La civilización más
antigua durante este período, y cuya
fecha no puede establecerse, es la de
Chanapata. Alfred Métraux, arqueólogo
cuya seriedad no ofrece dudas, escribirá
acerca de ellas: «Una cosa permanece
cierta: entre esta civilización arcaica y
la de los incas, cuya iniciación se sitúa
alrededor del año 1.200 de nuestra Era,
hay una solución de continuidad. Nada
permite aún llenar este vacío».

* 1.200 a 1.400 años después de J. C.:


¡Una serie de emperadores incas, que no
sabemos si realmente existieron!
Prudentemente, los arqueólogos serios
los califican de semilegendarios.

* 1492 después de J. C.: Descubrimiento


de América.

* 1532: Destrucción del Imperio inca


por la invasión española.

* 1583: Por decisión del Concilio de


Lima, se quema la mayoría de las
cuerdas con nudos, o quipus, en las que
los incas habían registrado su historia y
la de las civilizaciones anteriores. El
pretexto de la quema fue que se trataba
de instrumentos diabólicos. Así
desaparece la última oportunidad de
saber la verdad sobre el pasado del
Perú. En la actualidad, todo lo que
pueden hacer, tanto los clásicos como
los románticos, es formular hipótesis.

Veamos ahora la cronología romántica:

50.000 años antes de J. C.: En la meseta


de Marcahuasi, nace la civilización
masma, la más antigua de la Tierra.

30.000 años antes de J. C.: Fundación


del Imperio megalítico de Tiahuanaco.

De 10.000 años antes de J. C. a 1.000


años después de J. C.: Cinco grandes
imperios, separados por catástrofes
sucesivas.
1.200 años después de J. C.: Mánco-
Cápac funda el Imperio inca. A partir de
aquí, la cronología romántica coincide
con la clásica.

Para el profano, los argumentos sobre


los que se fundan ambas cronologías
parecen igualmente buenos. ¿Se puede
resolver el debate, recurriendo a uno de
los métodos físicos de fijación de
antigüedad: radio-carbono,
termoluminiscencia, relación argón-
potasio, etc.? ¡Ay! Todos estos métodos
son discutibles en su principio y
delicados en su aplicación. En
particular, el radio-carbono.

La teoría de la determinación de la
antigüedad de los objetos por el radio-
carbono es muy simple. La atmósfera de
la Tierra es constantemente
bombardeada por rayos cósmicos que
vienen del espacio. Por efecto de estos
bombardeos, una parte del ázoe de la
atmósfera se transforma en carbono.
Pero este carbono es pesado, con un
peso atómico de 14, y radiactivo. Este
carbono radiactivo forma, con el
oxígeno, un gas carbónico radiactivo
que es absorbido por las plantas. Las
plantas a su vez, son comidas por los
animales, y en definitiva, todo
organismo vivo contiene cierta
proporción de carbono 14. Cuando el
organismo muere, cesan los
intercambios con el exterior. El carbono
14, presente en el momento de la muerte,
se desintegra con una periodicidad de
5.600 años, es decir, que, en este
tiempo, el objeto pierde la mitad de los
átomos de carbono 14 que tenía. Al cabo
de otros 5.600 años, sólo quedará la
mitad de esta mitad, o sea la cuarta parte
de los átomos de origen. Y así
sucesivamente… Con instrumentos de
precisión, se pueden contar los átomos
que quedan y determinar así la fecha en
que un animal fue muerto, o en que un
árbol fue cortado para hacer carbón
vegetal, o en que una momia fue
depositada en su féretro.

Tal es la teoría. Esta presupone que la


radiación cósmica es igual en todas las
épocas y en todos los países, que la
muestra utilizada no ha sido
contaminada por microbios u hongos
recientes, que no hubo realmente ningún
intercambio con el medio exterior. En la
práctica, jamás concurren todas estas
condiciones. Particularmente en el Perú,
ciertos fenómenos aún mal conocidos y
que tal vez se deben a la altura o a la
radiactividad local, alteran los datos
obtenidos por el radio-carbono, hasta el
punto de que el arqueólogo clásico J.
Alden Mason, en su libro sobre las
antiguas civilizaciones del Perú,
escribió: «De un modo general, si la
fecha obtenida por medio del radio-
carbono parece completamente ilógica
al arqueólogo experto, y si no concuerda
con los datos adyacentes, aquél tiene
perfecto derecho a no aceptarla y a
insistir en que se efectúen
comprobaciones por otros métodos:»

Esto quiere decir que no se puede contar


con el radio-carbono para solventar
definitivamente el misterio peruano, y
que está justificado el aceptar la
cronología romántica, cuando ésta se
funda en la experiencia. En lo que atañe
a la meseta de Marcahuasi, Daniel Ruzo
hizo algunas pruebas de envejecimiento
con pedazos de granito virgen expuestos
al clima de la meseta. De este modo
obtuvo una fecha del orden de 50.000
años. Pero convendría observar,
además, la decoloración del granito, y
no a simple vista, sino con la ayuda de
células fotoeléctricas.

En términos generales, la tendencia


actual es aceptar el carbono 14 como
medio de comprobación de una fecha ya
establecida, pero no fiarse
excesivamente de él cuando no hay otro
recurso. Lo propio puede decirse, de
momento, de los demás métodos físicos.

* EXTRAIDO DEL REGRESO DE LOS


BRUJOS (PAUWELLS-BERGIER)

ATLANTIDA :
ATLANTIDA,ALGUNAS
RESPUESTAS …

¿QUE ES LA ATLANTIDA?

Desde que Platón escribió sus


misteriosos diálogos llamados “Timeo”
y “Critias”, cuya extensión no es más
que de unas 20 páginas de un libro
actual, la leyenda de la Atlántida ha
fascinado a muchos. El filósofo
señalaba que en ese misterioso lugar
moraba un pueblo extraordinariamente
civilizado y rico, y que un día sobrevino
en el mundo un cataclismo de tales
magnitudes que en un lapso de 24 horas
lo hundió en el mar, con todas sus
riquezas y esplendores. Esto ocurrió,
dice Platón, 9500 años antes de que él
lo escribiera.

Según el investigador Otto Muck, la


Atlántida era un paraíso templado-
cálido, de fértiles llanuras, en cuyas
cordilleras abundaban los bosques de
maderas valiosas. Era una tierra rica en
cobre, estaño, oro y plata. Era tanta la
riqueza de aquellas tierras y tal la
excelencia de su clima, que su población
se multiplicó rápidamente, llegando a
los 60 millones de habitantes; una cifra
portentosa, más si se estima que Egipto
(unos de los países más densamente
poblados del mundo antiguo) no pasó
jamás de los 15 millones. También
parece haber sido una civilización muy
avanzada para aquellos tiempos, en los
que Europa recién entraba al periodo
neolítico. Pero dice la tradición que los
atlantes se alejaron de su dios, de sus
antiguos líderes, y extraviaron el
propósito de sus vidas; y que por esa
causa el dios Zeus había decidido
castigarlos.

¿DONDE ESTABA LA ATLANTIDA?

El sacerdote jesuita A. Kirchner,


investigador de la obra de Platón,
afirmó en el año 1665 que el continente
perdido habría estado en el océano
Atlántico, entre España y América, dato
que es compartido por la mayoría de los
investigadores actuales.

Cuentan las leyendas antiguas, que entre


los siglos XII y I antes de Cristo, era
imposible alejarse de la costa europea
más allá de las Columnas de Hércules (
hoy estrecho de Gibraltar) pues se
encontraban aún flotando enormes masas
de lodo procedentes del cataclismo que
hundió a la Atlántida. ¿Cómo sería
posible esto? Una respuesta muy seria la
dan los vulcanólogos, especialmente
aquellos que tuvieron la opurtunidad de
estudiar los efectos de grandes
erupciones. Nos indican que las cenizas
volcánicas son lanzadas a gran altura
mezcladas con ácido carbónico,
nitrógeno, agua y anhídrido sulfúrico. La
lava en estado de cenizas es porosa y
los ácidos y el agua extraen de ella gran
cantidad de compuestos minerales hasta
dejar sólo los materiales más inertes y
duros; estos constituyen la piedra
pómez, una piedra tan liviana que flota
sobre el agua hasta que, poco a poco, se
impregna y se hunde.
EL CATACLISMO
A comienzos de la decáda de los 60, un
grupo de geólogos alemanes desarrolló
una teoría que parece confirmar la
posibilidad de que haya habido un
cataclismo bien determinado, capaz de
hundir un subcontinente de 200 mil
kilómetros cuadrados en el fondo del
mar dejando afuera sólo sus montañas
más elevadas, como por ejemplo las
islas Azores. Tomaron en consideración
3 factores:

Primero, el deslizamiento de las placas


continentales. Según estas teorías, el
continente americano se separó de
Europa, Africa y la Antártida por el
deslizamiento de las placas sobre las
capas más profundas y viscosas del
planeta. Si miramos un mapa, veremos
que sus formas calzan casi como las
piezas de un rompecabezas. La
excepción la constituye la zona
correspondiente al Caribe y España,
donde queda un espacio vacío.

En segundo lugar, el hueco que se


produce coincide con la extensión
tradicionalmente atribuida a la
Atlántida.

Tercero, han comprendido que ninguna


erupción volcánica habría podido
producir un efecto suficiente como para
hundir una masa tan grande de tierra
firme.

De acuerdo a esto desarrollan la tesis de


que el cataclismo que, sí podría haber
provocado tal hundimiento, sólo podría
originarse en una perforación tan
profunda en el suelo submarino que
alcanzó las materias fundidas que hay
debajo de la corteza terrestre, a las que
llamamos “magma”. Este cráter habría
proyectado gigantescos chorros de
materia incandescente haciendo que al
mismo tiempo se hunda el fondo
oceánico, con lo que en unas 24 horas
toda la Atlántida habría podido
sumergirse hasta una profundidad de 3
mil metros. La masa enorme de cenizas
volcánicas, millones de metros cúbicos
de lava porosa y piedra pómez, se
habría precipitado pronto sobre el mar
en el mismo lugar donde antes se alzaba
la hermosa isla de los atlanes.

Se cumplirían así los detalles más


dudosos del relato de Platón. Por
supesto que hay muchos más indicios
que indican que el fondo del mar
inmediato a los Azores estuvo antes
emergido. Por ejemplo, se han detectado
allí grandes extensiones de fondo marino
arenoso, y es sabido que la arena sólo se
produce en las superficies por la acción
del agua sobre las piedras; y todo esto
sin mencionar las ruinas submarinas
descubiertas en la región conocida como
Triángulo de las Bermudas.
LA MUERTE VINO
DEL ESPACIO
Finalmente, este grupo de geólogos
encabezado por el investigador Otto
Muck, concuerda en que el único
acontecimiento que podría haber
provocado tales efectos estaría
relacionado con el espacio exterior.
Observando la zona de Carolina, en
Estados Unidos, donde hay una
concentración notable de cráteres
ocasionados por meteoritos de masa
relativamente grande, se preguntaron si
tales meteoritos no habrían sido
fragmentos de uno mucho más grande
que habría caído sobre el océano.

Si dicho meteoro hubiera golpeado la


superficie marina en el ángulo
apropiado, su masa habría penetrado
hasta el magma como un perdigón que
atraviesa un huevo.

Queda algo por preguntarse: ¿Qué


dioses quisieron castigar a esos atlantes
que “se alejaban de su dios”? Platón
estaba a punto de escribir la serie de
conceptos con que Zeus justificaba su
decisión de condenar a los atlanes,
cuando la muerte le arrebató el burril y
el pensamiento.

*************************************
* Los Primeros Comentarios sobre la
Atlántida :

Las primeras referencias de una tierra


llamada Atlántida (o Atlantis) se le
atribuyen a Platón, un filósofo y profesor
griego que vivió hace años. Según los
comentarios de Platón, algunos de ellos
incluídos en su obra “Crítias”:

“Hacia el año 590 a. C. el sabio griego


Solón visitó una ciudad egipcia llamada
Nelth, en el Delta del Nilo. Allí
preguntó a unos sacerdotes, quienes
asentaban en libros sagrados los
acontecimientos más destacados del
mundo en aquellos tiempos, sobre
hechos del pasado. Uno de ellos le narró
que hacia unos 9,000 años (lunares),
frente a las Columnas de Hércules,
opuesto al estrecho, se alzaba una
hermosa y fructífera isla en el Océano
Atlántico, en cuyo centro se levantaba
una montaña inaccesible. “

Platón nació en Atenas probablemente


en el año 427 a.C. y pertenecía a una
familia noble. En el año 407 ocurrió el
acontecimiento capital de la vida de
Platón: su encuentro con Sócrates. El
maestro tenía 63 y el alumno 20 años.
Platón debió seguir las lecciones de
Sócrates durante ocho años. Poco
después de la caída de los Treinta, tres
delatores acusan a Sócrates de
corromper a la juventud y de no creer en
los dioses de la ciudad; condenado a
muerte, rehúsa evadirse y bebe la cicuta
en el 399. Platón no estuvo presente en
los últimos momentos de su maestro,
relatados en el Fedón; pero esta
escandalosa injusticia debió ser para él
el prototipo del acto inicuo contra cuya
repetición debía luchar todo filósofo.

Sin embargo, las líneas que dejara sobre


aquella tierra llamada Atlántida después
que se convirtieran en comentarios de la
época, crearon una continua
controversia que hasta en la actualidad
existe. ¿Existió ese continente? ¿Existió
bajo otro nombre?¿Es sólo una leyenda?
Mucho se ha escrito y se ha visto en
películas sobre este tema. ¿Cuál es la
verdad? ¿Qué hay detrás de todo esto?

Luego que varios especularan sobre este


tema, Aristóteles, uno de los discípulos
de Platón, comentó que “la historia de la
Atlántida era una ficción, un cuento,
inventado por su maestro.” Otros autores
antiguos como Estrabón, Plinio el Viejo
o Plutarco, decían no estar seguros, pero
tampoco se atrevieron a apoyar su
existencia. Conforme los años pasaron,
sobretodo en la Edad Media, se puso en
duda la opinión del gran Aristóteles, con
lo que comenzó una discusión que dura
hasta estos años.

Quienes estan del lado de Aristótles,


sobre que la Atlántida era una historia
inventada por Platón, opinaban que era
“un mito creado por él para ilustrar su
teoría de la república ideal.”

Sin embargo, muchos dicen que,


“durante cientos de años se pensó que la
Troya de la que Homero nos hablaba en
la “Ilíada” era una ficción, hasta que
Heinrich Schliemann la desenterró en
1871 siguiendo los textos al pie de la
letra.”
Así, teniendo el hecho de Schliemann
como evidencia, algunos se atreven a
pensar que los mitos tienen un valor
histórico, y que no pueden ser tomados
como meras fantasías. De esta manera
siguiendo esta corriente de desentierro
de mitos, se han venido produciendo
descubrimientos que otorgan una base
histórica a muchas leyendas. Tenemos
por ejemplo al descubrimiento del hogar
del Minotauro, Cnosos, por Sir Arthur
Evans; el encuentro de los restos de los
grandes reinos minoicos; los hallazgos
en Ítaca; el palacio del rey Néstor, entre
otros.
Decíamos pues que Platón hablaba
mucho sobre esta supuesta isla que los
egipcios dieron a conocer a Solón y éste
se lo hizo saber a Sócrates, aunque sea a
Platón al primero que se le atribuyen
estos rumores. En este punto los rumores
se mezclan con la mitología griega de
esos tiempos: “Dicha isla fue gobernada
por Neptuno (Poseidón, dios del mar),
quien tomó por esposa a Clito, una
mujer terrestre, con la que tuvo 10 hijos
y fortificó la colonia en que vivían,
formando una increible dinastía. Esta
isla era como del tamaño de un
verdadero continente.”
Las isla por donde cruzaba un canal que
colectaba agua de los rios. El clima era
estupendo, y había toda clase de hierbas
y frutas, asi como existían numerosas
especies de animales, incluído el
elefante.

Por generaciones, los atlantes vivían una


“simple y virtuosa vida”. Pero poco
apoco comenzaron a cambiar. El poder
los corrompió. Cuenta entonces la
leyenda que cuando Zeus vió esa
decadencia de los atlantes, se reunió con
otrso dioses para determinar su castigo.

Pronto, una violenta y misteriosa


catrástofe se originó, la isla, su gentes, y
toda memoria que hubo de la gran
Atlántida fue borrada de la faz de la
tierra y del mar.

ATLANTIDA,AMERICA Y
DESCUBRIMIENTOS :

LA ATLANTIDA, SIN LUGAR A


DUDAS, CONSTITUYE EL MISTERIO
MAS GRANDE DE LA HISTORIA DE
LA HUMANIDAD, Y AL DECIR DE
CHARLES BERLITZ “CREAMOS 0
NO EN ELLA YA FORMA PARTE DE
NUESTRA CULTURA”.
EL MISTERIO
DE LA ATLANTI.DA

por Sotero Caraballo (ONIFE-CEP)

Pero… ¿existió en realidad la Atlántida,


o sólo fue una leyenda platónica?… Lo
cierto es que como resultante del estudio
de la Prehistoria y la Proto’historia se
demuestra que una gran catástrofe
conmovió a ambos hemisferios
terrestres formando un gran archipiélago
cuya isla principal-Poseidonia o
Atlántida -figuraba en los mapas y
archivos más antiguos de que se tenga
idea.

En su descripción de la Atlántida, Platón


seiíala que esta enorme isla, “era mayor
que Libia y Asia juntas, (cabe destacar
que con el nombre de Libia se designaba
a la parte norte del Africa conocida), y
podía pasarse a través de ella al
continente opuesto, que bordeaba el
verdadero océano”.

Se ha llegado a comprobar también que


la Atlántida fue la verdadera cuna de la
civilización y el lugar específico donde
el hombre salió de la barbarie.

Se dice que desde esta superpoblada


isla sus habitantes llegaban, (a través de
este

puente” intercontinental), tanto a las


costas de América como a las de Europa
y más aún

a las de Africa.

Es pueril pensar pues que la mitología


egipcia y la mesoamericana no reflejan
la cultura atlántida. También es dable
imaginar. que esta cultura “atlante” haya
sido “impuesta” -digámoslo así-por
civilizaciones superiores, sin duda
extraterrestres. Respaldando esta última
aseveración acotamos qu e en la
mitología de ambos pueblos existen
innumerables historias que hablan de la
visita a la tierra de seres inteligentes
provenientes del espacio exterior.

Un claro ejemplo lo constituye la


pirámide dedicada al Sol, que se alzaba
en Teotihuacán, (México), cu as
características no pueden fiyacer más
que alimentar la hipótesis de que
existieron estrechas relaciones entre las
civilizaciones americanas y Todo esto
da como resultante que sean pasmosas
las coincidencias que se establecen
entre las civilizaciones mesoamericanas
y egipcias, en el orden de la linguistica,
en lo cultural, en lo religioso y hasta en
lo arquitectónico. Y esta última
similitud está representada por la
edificación de sus templos, sus tumbas,
sus construcciones piramidales.

La base de este extraordinario


monumento mexicano, tiene las mismas
medidas que la de la pirámide de
Keops. (225 x 220 metros, y su altura:
73 mts. corresponde a la mitad de esta
última).

Pero detengámonos a pensar en un


detalle muy particular: Los materiales
con que se construian semejantes
portentos. Es decir, los inmensos
bloques pétreos que -Según se dicese
acarreaban desde grandes distancias. He
aquí otro profundo interrogante, que sólo
tiene respuesta si lo relacionamos a la
influencia y ensefianza cósmica.

Como es sabido, transportar y labrar


bloques tan pesados y darle a sus caras
fortnas perfectas que permitieran un
justo encastre con las maximas garantías
de solidez, constituía un gran problema.
También la colocación de los bloques
sigue constituyendo un enigma
indescifrable para la ingeniería actual,
ya que para ‘dicho trabajo se requeriría
entre otras cosas, el empleo de
plataformas de cemento armado capaces
de soportar el peso de unos vagones de
ferrocarril de cuarenta ruedas. Se ha
hablado (y se sigue hablando), de planos
inclinados, de rodi]los hechos con
troncos de árboles, pero se trata de
suposiciones poco consistentes. tos
medios de ninguna manera hubiesen
podido excluir la obra humana. Pues
bien, si admitimos entonces que mil
manos sean suficientes para mover o
acompaiíar a uno de estos Dedruzcos:
mil manos pertenecen a quinientas
personas, que no cabrían alrededor de la
piedra. Todo esto nos lleva a pensar en
máquinas o “técnicas desconocidas” de
alzamiento, utilizadas por los egipcios y
los antiguos americanos y que recibieron
de manos de los atlantes.

Otra hipótesis incomprensible, con


respecto a la misteriosa manera de
llevar a cabo

estas imponentes construcciones es la


que cuenta una antiquísima anécdota de
la historia incaica y es la que se refiere
al supuesto líquido que tenía la
poderosa propiedad de
“ablandar” las rocas haciéndolas así
más maleables y fáciles de manipular.

Pero vayamos al hecho en sí,que es el


siguiente: A la llegada de los
conquistadores a América y más
precisamente a Ollantayparubo (Perú),
éstos se sorprendieron

ante la presencia de ciudades fuertes, y


palacios incas, como asimismo murallas
que

indicaban claramente la existencia de


anteriores civilizaciones.

Los misteriosos antecesores de los incas


no solamente eran capaces de tallar y
colocar enormes monolitos, sino que los
trasladaron a veces luego de caminar
más de 2000 krri. para depositarlos.

Se han llegado a encontrar bloques de


andesita Y granito que pesan de 150
hasta 200 toneladas. Las leyendas incas
afirman que han sido llevados allí por el
aire, por lo tanto se llega a la siguiente
conclusión: Ningún ser humano terrestre
podría haber llevado a cabo el tallado
de las piedras utilizando las
rudimentarias herramientas que se
encontraron en las excavaciones allí
realizadas. No se trata pues de una
cuestión de paciencia ni de tiempo.
Es un hecho imposible de llevar a cabo
por un ser humano.

Pero un descubrimiento real¡zado por un


arqueólogo da muestras de que ello es
posible mediante la utilización de cierto
poderoso líquido que tenía la propiedad
de malear las piedras y que era
conocido por los indios de la zona.

El coronel P. H. Fawcett, famoso


explorador de las selvas sudamericanas,
en uno de sus libros hace alusión a un
hecho cruel y asombroso ocurrido en el
Perú. En el relata que unos ingenieros en
minas estadounidenses se encontraban
efectuando trabajos de exploracion en
uno de los incontables cementerios
indígenas situados en los terraplenes,
denominados “huacas”. Durante la tarea,
encontraron un recipiente cerrado
llamado igualmente huaca,en la zona de
la selva amazonia peruana,en una zona
inexplorada,en la zona de Gran Pajaten,a
250 edificios de un civilizacion y en
asentamiento hallaron una extraña jarra
en forma de cabeza humana y al mover
el recipiente con sorpresa notaron que
en su interior contenia cierto extraño
liquido

cuando los ingenieros intentaban


explorar 30 construcciones. Ellos
descubrieron y forzaron a uno de los
indios en el lado que trabajaban en el
lugar para que lo bebiese.

El pobre hombre, dominado por el


terror,se resistió violentamente y logró
huir en medio del forcejeo, pero la
vasija se rompió contra las piedras.

Al regresar los ingenieros al


campamento, luego de haber intentado
inútilmente atrapar al indio, observaron
con asombro, que la roca sobre la cual
se había derramado el misterioso
liquido contenido en la “huaca”, se
tornaba blanda y maleable.
Numerosas anécdotas y leyendas con
respecto a este líquido maravilloso
escuchó

Fawcett entre los naturales de la región,


luego de este hecho.

Incluso trató de denodadamente de


encontrar cierta planta selvática de la
cual,

supuestamente, se extraía el poderoso


líquido. Fawcett nunca pudo hallarla y
con este fracaso en la búsqueda se
desvanecieron todas las esperanzas de
localizar el líquido mágico.
DESCUBRIMIENTO
DE NUEVOS
ENIGMAS
ARQUEOLOGICOS
A pesar de lo ya expuesto el ser humano
continúa en su búsqueda incansable por
tratar de dilucidar de dónde provenimos
y hacia dónde vamos, y sus ansias por
lograrlo hace que siga investigando el
pasado por medio de la Arqueología y
sus ramas afines, encontrándose día a
día con nuevos y asombrosos
descubrimientos como el que se
transeribe a continuacion:
Una reciente noticia da cuenta de que
arqueólogos y científícos de la NASA y
de la Un¡versidad de Colorado,
“guiados” por las imágenes de los
satélites, descubrieron en esta zona ,una
serie formaciones artificiales y De
acuerdo con el relevamiento por satélite,
el parque arqueológico, llamado “del
rio Abiseo”, se extendería por más de
2.600 Kms. cuadrados. Según las
primeras imagenes difundidas por la
NASA, los edificios presentan
características únicas en la arquitectura
andina: Estructuras circulares con
representaciones humanas y animales en
relieve o con dibujos. Todo ello permite
suponer que deben atribuirse a una
civilización desconocida preexistente o
contemporánea de la incaica en Perú,
desde el 1400 al 1500.

Este descubrimiento abre una nueva


página en el estudio de la cultura andina
hasta ahora conocida y a pesar de que es
una zona geográfic a casi inaccesible los
arqueólogos y científicos siguen
trabajando utilizando imágenes tomadas
por

el satélite.

Todo ésto nos reafirma una vez mds que


los enigmas arqueológicos que existen a
ambos lados de lo que fue la Atlántida
siguen alimentando nuestra capacidad de
asombro y afán de investigación.

*************************************

* EXTRAIDO DE CUARTA
DIMENSION

ATLANTIDA EN AMERICA Y LA
BIBLIA :
LA ATLANTIDA
La leyenda de la Atlántida es Universal
y todos los pueblos del mundo aceptan
como un he-cho la existencia hace
milenios y milenios, de este maravilloso
continente, cuya cultura dejaron escrita
en vagos relatos Homero y los grandes
escritores e historiadores de la
antigüedad.

El Océano Atlántico se conecta con la


Atlántida, porque se dice y asegura que
allí existió este enorme continente
hundido para siempre; Atl, que significa
agua en lengua náhuatl, se identifica con
ese nombre fabuloso Atl-Atlántida y se
cree que de allí vino su voz.
Sin embargo, nadie hasta ahora ha
podido ubicar con certeza el lugar del
mar o de la tierra en donde estuvo La
Atlántida, que aseguran fue un país de
maravillas, de gran cultura y adelantos
científicos.

Se dice que la raza atlante desapareció


para siempre tragada en forma
inmisericorde por las aguas, en medio
de un cataclismo espantoso, tan
tremendo y destructor como el mismo
diluvio y sin embargo, relatos y
leyendas aventuradas hacen suponer que
algunas de las razas y pueblos que
llegaron a Mesoamérica - especialmente
la maya -, fueron originarios del
continente perdido.

Esta aseveración se presta a discusiones


y agrias polémicas puesto que asegura
que los teotihuacanos fueron también
atlantes y que los olmecas y que los
mixtecos y que muchos otros habitantes
de América, antes de la conquista,
llegaron de La Atlántida.

El obstáculo principal para aceptar esta


teoría, la presenta el lenguaje, pues la
lengua hablada por mayas, toltecas,
mixtecos, zapotecas, totonacas,
teotihuacanos y olmecas eran y siguen
siendo distintas y sus culturas también,
aunque se han encontrado ciertas
semejanzas tanto en sus cuestiones
políticas como religiosas. Pero es que
tanto el antropólogo, como el
arqueólogo, como el investigador,
piensan en La Atlántida como un solo
continente, con una misma cultura y un
mismo idioma, unas mismas costumbres
y una sola religión y no hay una cosa
más equivocada, puesto que La
Atlántida fue un continente inmenso que
se sumergió en las aguas pero en el cual
estaban asentadas varias naciones que
hablaban distintas lenguas y te-nían
varias costumbres y culturas.

Pueden ser entonces descendientes o


supervivientes de aquellos atlantes, los
pueblos que arribaron a Mesoamérica
trayendo sus pasmosas culturas que aún
hoy asombran a los más eruditos y los
llenan de interrogantes con respecto a
cómo pudieron hacer esto y como lograr
a aquellos prodigios de edificios, de
tallado escultórico, de transporte de
pesadísimos monolitos y de material de
construcción. Cómo llegaron al
conocimiento de la astronomía y la
aritmética, el calendario, las artes y la
orfebrería.

Aceptado esto, debe echarse por tierra


la idea de que los cultos y maravillosos
pobladores de Mesoamérica, no fueron
producto de la evolución, que no
saltaron de las chozas o de las tri-bus
nómadas a un asentamiento cultural
asombroso, pues tal cosa no se logra en
unos miles de años.
¿En dónde estuvo y existió pues la
Atlántida?

Cuentan los más viejos que los viejos,


que allá en los tiempos remotos, cuando
el mundo y el mar tenían otra forma
floreció, por el lado Poniente o sea el
Mar Pacífico, una formidable cultura
que se localizaba en el Continente de
Lemuria. Los lemures fueron tipos que
habían llegado a una casi perfección en
leyes, artes, cultura, religión, sociedad,
etc.

Por el lado del Oriente o el pavoroso


Mar Atlántico, estaba el inmenso
continente de La Atlántida, en donde
también se había alcanzado un alto
grado de madurez cultural, artística,
política y de organización social y
religiosa. Se trabajaban los metales
preciosos y las piedras finas.

Entonces ocurrió el más formidable


cataclismo de que se tenga memoria. Se
levantaron los mares, se revolvieron las
montañas, se hundieron los continentes y
surgieron otras tierras y en medio de ese
caos espantoso, algunos lograron
sobrevivir, escapar entre los océanos
tormentosos a bordo de bajeles
abordados a última hora y con gran
premura.

Como es lógico suponer, los lemures


arribaron a las costas de lo que hoy es
América, en sus costas del Océano
Pacífico, que desde entonces yace quieto
y azul. Llevaron sus costumbres y
cultura y se asentaron en tierras que
fueron de Incas, en la Isla de Pascua, a
lo largo de las costas que les brindaron
asilo y protección, lugar para un nuevo
asentamiento.

Por el Golfo de México que es hoy,


arribaron varios grupos de La Atlántida,
hombres miembros de pueblos de la
misma tierra pero de distintas naciones y
esos pueblos se llamaron olmecas,
procedentes de Olman, tierra del hule,
los mayas, los totonacas, los mixtecas o
zapotecas. De allí ciertas diferencias
étnicas y de lengua y de costumbres, de
cultura. Los teotihuacanos se adentraron
hasta el altiplano, por temor a un nuevo
cataclismo que pudiera ba-rrer las
costas, buscando la seguridad de una
altura que los mantuviera al margen de
un nue-vo desastre.

Tal dicen los más viejos que los viejos,


que no dejaron crónicas escritas ni
talladas de este suceso, porque todos
estos pueblos lo sabían y conocían. No
hay detalles de éste arribo de gentes
procedentes de La Atlántida y todos son
atlantes como hoy pudieran ser europeos
los alemanes, franceses, ingleses,
italianos, etc., que no son idénticos ni en
lenguas, ni en costumbres, ni en sangre.

De allí la divergencia también de las


dos culturas correspondientes a las
costas americanas, la peruana, la inca,
los viricochas, los gigantes del Machu
Pichu, la cultura del valle de Nazca, los
colosales monolitos y construcciones de
Tiahuanaco, en fin.

Dicen los más viejos que los viejos que


todo esto sucedió mucho antes de que
los chichimecas, los otomíes y esas
tribus nómadas se unieran en un plan
belicoso y destructor, para apo-derarse
de los grandes centros culturales y
religiosos y destruir esas asombrosas
civilizaciones de las que por fortuna aún
nos quedan vestigios sorprendentes.

Esta puede ser la explicación de las


grandes incógnitas de los calendarios,
de los numerales, de las cuestiones
astronómicas de cómo pudieron
trasladar enormes piedras, bloques,
monolitos y construir altos edificios,
haciendo uso de su gran conocimiento de
la hidráulica, de la física, de la
mecánica y de todos esos elementos que
les facilitaron esas obras titánicas.

Todo esto cuentan los viejos más viejos


que los viejos y aseguran que lo
contaban los olmecas, única raza de la
cual no se conservan escritos, de la que
se desconoce su lenguaje y sus
caracteres ideográficos, porque decían
con gran razón, que todos los pueblos
sabían su ori-gen, su tragedia y nadie
olvidaba el gran cataclismo que los
arrojó a estas playas.

Eran tiempos en que el mar no estaba en


donde está y la tierra tenía diversas
formas, unas formas distintas a las
actuales. Esta es la leyenda que se va
deformando y olvidando al paso de los
siglos…

*************************************

La Atlántida

¿Ha existido esta isla misteriosa de la


que Platón nos ha dejado la enigmática
descripción? Cuestión difícil de
resolver, en vista de la pobreza de
medios con que cuenta la ciencia para
penetrar el secreto de las regiones
abisales. Sin embargo, ciertas
comprobaciones parecen dar la razón a
los partidarios de la realidad de la
Atlántida. En efecto, unos sondeos
efectuados en el océano Atlántico han
permitido remontar a la superficie
fragmentos de lava cuya estructura
prueba de manera irrefutable que ha
cristalizado en el aire. Parece, pues, que
los volcanes eyectores de esa lava se
elevaban en otro tiempo en tierras aún
no sumergidas. Se ha creído descubrir
también un argumento propio para
justificar el aserto de los sacerdotes
egipcios y la narración de Platón, en la
particularidad de que la flora de
América central se muestra semejante a
la de Portugal: las mismas especies
vegetales, transmitidas por el suelo,
indicarían una relación continental
estrecha entre el viejo y el nuevo mundo.
En cuanto a nosotros, nada vemos de
imposible en que la Atlántida haya
podido ocupar un lugar importante entre
las regiones habitadas, ni que la
civilización se haya desarrollado allí
hasta alcanzar ese elevado grado que
Dios parece haber fijado co-mo tope del
progreso humano. «No irás más lejos».
Límite más allá del cual los síntomas de
decadencia se manifiestan, la caída se
acentúa hasta que la ruina se precipita
por la súbita irrupción de un flagelo
imprevisto.

La fe en la veracidad de las obras de


Platón entraña la creencia en la realidad
de los cataclismos periódicos, de los
que el diluvio mosaico, como hemos
dicho, constituye el símbolo escrito y el
prototipo sagrado. A los negadores de la
confidencia que los sacerdotes de
Egipto hicieron a So-lón, tan sólo les
pediremos tengan a bien explicarnos qué
se propone revelar el maestro de
Aristóteles con esta ficción de carácter
siniestro. Pensamos, en efecto, que está
fuera de dudas que Platón se ha
convertido en el propagador de
verdades muy antiguas y que, en
consecuencia, sus libros encierran todo
un conjunto, un cuerpo de conocimientos
ocultos. Su número geométrico y su
caverna tienen su significado; ¿por qué
el mito de la Atlántida no habría de
tener el suyo?

La Atlántida tuvo que correr la suerte


común, y la catástrofe que la sumergió
proviene, evidentemente, de una causa
idéntica a la que anegó, cuarenta y ocho
siglos más tarde, bajo un profundo
manto de agua a Egipto, el Sahara y las
regiones del África septentrional. Pero
más favoreci-do que la tierra de los
atlantes, Egipto se benefició de un
levantamiento del fondo submarino y
volvió a la luz tras cierto tiempo de
inmersión. Argelia y Túnez, con su
chotts o lagos de las regiones meseteñas,
desecados y tapizados con una espesa
capa de sal, y el Sahara y Egipto, con su
suelo constituido en su mayor parte por
arena marina, demuestran que las olas
invadieron y recu-brieron vastas
extensiones del continente africano. Las
columnas de los templos faraónicos
presentan huellas innegables de
inmersión; en las salas hipóstilas, las
losas aún existentes que for-man los
techos, han sido levantadas y
desplazadas por obra del movimiento
oscilatorio de las olas; la desaparición
del revestimiento exterior de las
pirámides y, en general, la de las
junturas de piedras (colosos de
Memnón, que en otro tiempo cantaban);
las huellas evidentes de corrosión por
las aguas que se advierten en la esfinge
de Gizeh, así como en muchas otras
obras de la es-tatuaria egipcia, no tienen
otro origen que el señalado. Es
probable, por otra parte, que la casta
sacerdotal no ignorase la suerte que le
estaba reservada a su patria. Acaso sea
ésta la razón por la que los hipogeos
reales estaban profundamente excavados
en la roca, y sus accesos, hermética-
mente sellados. Tal vez pudiera, incluso,
reconocerse el efecto de esta creencia
en un diluvio futuro en la obligada
travesía que el alma del difunto debía
realizar tras su muerte corporal, y que
justificaba la presencia, entre tantos
otros símbolos, de esas barquitas
aparejadas, flotillas a es-cala reducida
que forman parte del mobiliario fúnebre
de las momias dinásticas.
Sea como fuere, el texto de Ezequiel (1),
que anuncia la desaparición de Egipto,
es formal y no puede prestarse a
equívoco alguno:

«Al apagar tu luz velaré los cielos y


oscureceré las estrellas. Cubriré de
nubes el sol, y la Luna no resplandecerá;
todos los astros que brillan en los cielos
se vestirán de luto por ti, y se extende-
rán las tinieblas sobre la tierra, dice el
Señor, Yavé. Llenaré de horror el
corazón de muchos pueblos cuando lleve
al cautiverio a los tuyos, a tierras que no
conocen; dejaré por ti atónitos a mu-
chos pueblos y sus reyes, que temerán
por sí cuando comience a volar a su
vista contra ti, ni es-pada, al tiempo de
tu ruina… Cuando tornaré en desierto la
tierra de Egipto y asolaré cuanto la
llena. Cuando heriré a todos cuantos la
habitan, que sabrán que yo soy Yavé. »

1) XXXII Lamentación sobre Egipto (v.


7, 8, 9 y 15).

*************************************

Fuente: Leyendas Mexicanas de antes y


después de la Conquista Carlos Franco
Sodja Edit. EDAMEX

ATLANTES Y LA HISTORIA SEGUN


BRUCE
BRUCE FUE GENIAL…

MIREN qué novedad lo que vengo a


escribir en el título! ¡Claro que el Gran
Sifú, Pequeño Dragón, fue un verdadero
genio! Yo me pregunto qué hubiera
sucedido si Bruce no hubiese sido
asesinado cruelmente cuando apenitas
tenía treinta y tantos años de edad …
¿Se lo imaginan a Bruce en el año 2000
ó 2010, con lesenta o setenta años de
edad, pleno de poder mental, con la
serena sabiduría que dan los años, con
un gesto aún más que paternal, gesto de
abuelo amoroso … ?
Estoy seguro de que si esto hubiese
Podido suceder, el mundo se hubiera
detenido para reverenciar a ese anciano
glorioso. Pero Bruce no está. Nos lo
mataron los h … de

p - - - que lo odiaban porque él era una


fuente inagotable de amor por los
semejantes y de tremenda sabiduría.

Hace más o menos quince días, en


Katiavar (lugar de la India en el que
Bruce estuvo en 1969 dando un breve
pero conciso curso sobre el Tao del Jeet
Kune Do a estudiantes de filosofías
orientales) tuve oportunidad de leer una
página de una especie de diarito o
revistita local. Me informaron que esa
publicación, hecha por los estudiantes
de aquel entonces, dejó de aparecer
hace más de diez años.

Allí pude leer, y traducir, un raro


artículo que, supongo, escribió el
mismísimo Bruce, aunque la nota no
lleva firma. Sin embargo me atrevo a
afirmar que lo escribió Bruce por el
estilo claro, puro, que era tan propio del
Pequeño Dragón. Lo que me llamó la
atención fue la “soltura” con que Bruce
se refería a cosas muy difíciles. El
profesor Eilas Masmar, un hombre que
hoy tiene la joven edad de ochenta y un
años y tiene una lucidez mental que más
de un sabio occidental querría, me conto
algo fantástico: -Mire, Gongi,oyo lo
conocí muy bien a Bruce Lee aunque
estuve con él nada más que nueve días.
Antes de que él llegara a Katiavar, yo
sabía muy poco de él. Nunca veo ni vi
televisión porque me parece algo muy
tonto. No voy al cinematógrafo porque
prefiero quedarme en mi estudio
leyendo, escribiendo, preparando clases
para mis alumnos (el profesor es titular
de la cátedra de historia de los pueblos
antiguos, una materia deliciosa y llena
de datos sorprendentes). Por lo tanto yo
casi no sabía nada de ese actor
kungfuteca. Pero un conocido común,
que fue quien nos presentó una tarde en
su casa a la que nos había invitado para
una comida, me habló del señor Lee
antes de que él llegara. Me dijo que me
iba a encontrar con un chino exquisito,
que, lejos de sentirse una estrella
cinematográfica o un artista marcial
incomparable, era un humilde, sencillo,
sabio muchacho que sabía mucho sobre
orientalismo. Yo, que como buen ser
humano, soy un perfecto tonto, pensé que
mi amigo exageraba y que me iba a
encontrar con un chinito ambicioso,
criado en los Estados Unidos, muy
pagado de sí mismo debido a su fama
mundial que por aquel entonces iba
creciendo día a día.

Para resumir: a las seis de la tarde, más


o menos, llegó el señor Lee y tras los
saludos de estilo nos sentamos a tomar
refrescos señor Lee no ¡aceptó ni
siquiera probar una sola copa del
delicioso whisky escocés que se servía
en casa del amigo-..Voy a ser muy
sincero: nosotros tenemos la costumbre
de no quedarnos despiertos hasta muy
tarde. Normalmente se come a las siete y
media de la tarde … o noche … se tarda
un par de horas en comer, en hacer los
honores a la dueña de casa, que es la
que siempre agasaja a los isitantes
preparando las muy diversas y
exquisitas comirlas, se habla, se bebe té
caliente o frío, se beben algunas copas
… insisto: el señor Lee ni siquiera olió
el alcohol y en cambio sí tomó mucha
infusión fría hecha con flores de té
ceylandés, algo sumamente exquisito y
de muy buen gusto … Yo le juro que a
pesar de ¡a costumbre de retirarnos
temprano, le pedí a mi amigo y a su
esposa que prolongáramos la velada: es
que

el señor lee era un. ser tan excepcional,


tan culto, tan delicado, tan parlanchín
pero con muchísimo fundamento, que yo
no quise desperdiciar un solo instante.
En otras

palabras: me deslumbró. Y siempre con


una humildad envidiable…

Charlamos ese primer día hasta más allá


de la medianoche. Y los ocho días
siguientes, en los que asistí puntual y
devotamente a su curso sobre filosofía
del Jeet Kune

Do, me los pasé muy pegado a él.

Sucede que en ese casi chiquilín de


veintiocho o veintinueve años,había
encontrado a un maestro- ¡nigualable.

¿-Por qué le cuento esto? Ah, sí…por lo


que él hizo. Dio un curso incomparable.
Le hicieron varios reportajes en diarios
y revistas estudiantiles y en una de esas
revistas apareció una especie de
‘salpicon de curiosidades” que, estoy
casi seguro de ello, escribió el mismo
señor Lee, ya que a él le gustaban esas
cosas que le permitían evadirse de la
seriedad de los cursos …

Hasta aquí lo que me relató el profesor


Eilas Masmar. Y lo que sigue es la nota
más profunda de ese “salpicón” que,
estoy seguro de ello, a mis lectores les
va a gustar muc o por su contenido y por
provenir del querido Bruce lee.

LA LUNA EN EL ARTICO :

Si se lograra vaciar toda el agua que


llena el Mar Artico nos encontraríamos
con un espectáculo sorprendente: un
gigantesco cráter igual a los grandísimos
cráteres

que hay en la Luna.

¿A qué se deben estos cráteres en


nuestro satélite natural? A un constante
“bombardeo” que sufre. las ‘bombas”
son asteroides errantes de mayor o
menor tamaño, que caen sobre la
superficie lunar provocando gigantescos
hoyos, algunos de los cuales tienen
centenares de kilómetros de diámetro.

Algo exactamente igual sucedió en


nuestra Tierra en el año 2193 antes de
Cristo.

Hay casi mil setecientos asteroides


registrados. Todos andan dando vueltas
alrededor del Sol y unos pocos tienen
órbitas “locas” que los hacen
aproximarse de vez en cuando -y muy
peligrosamente-a la Tierra. Caso
concreto: en 1937 uno de esos
asteroides, el Hermes, se acercó a
500.000 kilómetros de nuestro planeta.

En 2193 antes de Cristo un asteroide se


“metió” dentro de la órbita lunar y fue
apresado por el campo gravitacional de
nuestra Tierra. Entonces ese asteroide
empezó a describir círculos en tirabuzón
acercándose a una velocidad fantástica a
nuestra superficie. Se produjeron
terribles cambios en los campos
electromagnéticos y gravitacionales.

Era como si la superficie terrestre de


pronto la empujaran hacia abajo y de
pronto tironearan de ella hacia arriba.
Enormísimas nubes oscuras escondieron
al Sol, Todo el planeta quedó envuelto
en una niebla espesa y sofocante. Hubo
temblores espantosos hasta que el
asteroide hizo impacto en los territorios
que ahora ocupa el Océano Artico,
Quedó un crácter brutalmente enorme
cuyo borde hoy está rodeado de islas de
rocas destrozadas y de tierras
desgarradas, fisuradas. la Tierra,
golpeada así, bestialmente¡ casi fue
movida de su órbita y el eje terrestre se
inclinó. Los hielos que cubrían los
territorios en los que impactó el
asteroide, se derritieron por la enorme
ola de calor. Después esas aguas
volvieron a congelarse en parte. Por eso
hoy se pueden ver miles de témpanos
moviéndose en ese Océano que se formó
hace hoy casi cuatro mil años. Hoy a
centenares de kilometros de distancia,
pueden hallarse grandes masas de piedra
que corresponden a la zona del Artico.
La información común dice simplemente
que son piedras “que fueron arrastradas
por los glaciares”. Pero no es cierto.
Las rocas arrastradas por los glaciares
fueron rodando como pelotas y
adquirieron formas lisas, casi esféricas.
Estas piedras tienen formas agudas. No
rodaron, saltaron por los aires hechas
pedazos y fueron a caer, como una
espantosa lluvia de piedra y hielo, sobre
el norte de Europa.

Toda la exquisita civilización que


ocupaba esa zona desapareció ya que las
aguas lo cubrieron todo. En Toiutak,
Alaska, fueron descubiertos, hundidos
en el mar, los restos de una ciudad
diseñada de manera más moderna que
las grandes capitales de hoy día.
Edificios perfectos y completamente
instalados, calles amplias para un
tránsito muy intenso.

Pero hay algo que no sólo llama


poderosamente la atención sino que,
hace pensar que este asunto de asteroide
pudo haber sido otra cosa. Por ejemplo,
una poderosa explosión nuclear. ¿Y el
cráter en el Artico? Puede ser el brutal
hoy. que produce la explosión de
cualquier bomba y mucho más si ésta es
un brutal artefacto atómico.

¿Por qué puede llegar a pensar se esto?


Poraue en diversas partes del planeta
pueden hallarse restos de edificios o
simplemente piedras o arenas totalmente
vitrificadas. Y para que esto suceda,
para que la piedra se convierta en
vidrio, es preciso que la temperatura se
eleve a miles de grados. Y esto no lo
logra un asteroide sino una explosión
nuclear.

¿Pudo haber habido una especie de


“guerra mundial”? Claro que sí.
Supongamos que hace miles de años
pasó lo que está sucediendo ahora (Nota
de la Redacción. no olvidemos que este
artículo que nos está relatando o
copiando Gongi-Dahr fue escrito,
seguramente por Bruce, allá por 1969),
o sea que las grandes potencias mundia-.
les se están armando hasta los dientes,
llenando sus depósitos nucleares con
miles y miles de bom-. bas que, de
estallar, reducirían a la Tierra a un
montón de polvo y matarían sin
excepción a todos los seres vivos ya
sean humanos, animales o vegetales. La
temperatura subiría a miles de grados.
Por eso moriríamos todos
horrendamente quemados. Y solamente
algunas rocas, algunos edificios
superfuertes podrían quedar en pie …
pero totalmente convertidos en vidrio
verdoso.

Pero, claro está, la onda expansiva de


calor no llegaría a todas partes. Pero las
consecuencias sí. Veamos lo que sigue y
que podría ser la gran verdad sobre las
civil¡zaciones avanzadas y
desaparecidas.
Un asteroide gigantesco (o una bomba
nuclear descomunal) estalla en el norte
de la Tierra. Se produce una terrible
explosión con calores abrasadores. Se
evaporan las aguas y los hielos que, en
seguida, al subir a las altas capas de la
atmósfera, se congelan y caen, en
contados instantes, como una aterradora
tormenta de nieve y hielo. Al mismo
tiempo, y bruscamente, el eje de la
Tierra se inclina y aquellos lugares que
eran trópico se convíerten en polos y los
polos pasan a ser trópico. Todo eso en
un abrir y cerrar de ojos, como suceden
las grandes catástrofes (un terremoto
“borra” una ciudad entera en tres
segundos, por ejemplo).
Toda vida desaparece, las ciudades
costeras se hunden en las aguas, Hasta
los animales, que estaban pastando
mansamente, son ,cubiertos por
toneladas de nieve y quedan allí como
en un congelador. gigantesco. Hace poco
se hallaron en Siberia, que hace miles
de años era zona tropical, enormes
mamuts muertos hace cuatro mil años.
Sus carnes estaban perfectamente
frescas y comestibles. En sus tripas se
halló todo tipo de vegetales sin digerir,
o sea frescos, como recién masticados.

¿Suposiciones? Puede ser. Pero quiero


releer la colección de libros épicos
hindúes agrupados bajo el nombre de
“Mahabarata”. Allí se dice que no
menos de seis miliones-de seres
humanos murieron en una noche terrible.
Pero además de esto hay clarísimas
referencias a una hecatombe mundial
debida a la radiación: “Durante días
hubo total oscuridad. A. las personas
que no habían muerto súbitamente se les
caían las uñas y los cabellos. La comida
se convirtió en veneno. Los pájaros
primero se pusieron blancos, las patas
se -les llenaron de ampollas. Después
los pájaros se volvieron rojo-est:arlata.
¿No es todo esto una descripción de una
tremenda explosión nuclear en cadena?

Pero vearnos más todavía. Un oro


sagrado de los antiguos frisones atirma
que “el desastre duró tres años”. ¿Una
guerra de tres años? ¿Por qué no?,Y
agrega que

el sol, el cielo y las estrellas


permanecieron ocultos durante todo ese
tiempo. Parecía que había venido el fin
de¡ mundo”.

Otros testimonios de la lejana


antigüedad dan más pautas y hacen
pensar en algo más tremendo: en una
guerra nuclear entre los terrestres y
habitantes de otros mundos. En el libro
de ‘Ritos Druídas” se habla de que antes
de empezar todo (quiere decir que no
fue repentino sino planificado, tal como
si hablara de una “declaración de
guerra”) “el patriarca y sus compa e: ros
selectos fue puesto en una ea p sula de
fuerte puerta. La cápsula se elevó
salvando a los justos del daño. Luego
empezó una tempestad de fuego. la tierra
se partió en grandes grietas hacia la
profundidad. El mar salió de sus límites
y lo cubrió todo. Lo que no cubrió el
mar fue inundado por la lluvia que cayó
sin cesar”. ¿Una cápsula? ¿Una nave
interestelar? ¿Una nave de combate
proveniente de Marte o de Júpiter?

Todos estos misterios, por ahora sin


respuesta, o por lo menos con respuestas
que todavía no podemos comprobar, son
los que nos apasionan a partir del
descubrimiento de un cráter en el
Océano Artico.

Esto sucedió hace cuatro mil años. Son


i-nuchos los que escribieron que
después de la catástrofe e¡ mundo tardó
más de mil años en restañar sus heridas.

Un historiador inglés afirma que todo


esto tuvo como dantesco escenario toda
la zona que hoy conocemos como
Atlántico Norte y que lo que en realidad
desapareció fue una gran isla-continente
denominada “la Tierra Antigua”. El
nombre, en lengua frisona’ era AtLand’
No se debe confundir este nombre con
Atlántida, otra isla-continente que
existió en pleno Océano Alantico y que
desapareció por un gantesco cataclismo
hace más de doce mil años. At-Land
estaba ubicada al norte de lo que hoy es
Gran Bretaña, la gran península
escandinava. Estas “tierras antiguas”
empezaron a ser analizadas luego que
Inmanuel Velikovsky dio a conocer sus
teorías proféticas sobre el mundo. El
que más las estudió fue el profesor
Robert Scrutton quien seguramente en
los próximos años publicará sus
efusiones (Nota de la Redaccíon es
evidente que este artículo que nos envía
Gong¡ fue escrito en 1969 por Bruce
Lee. Hemos investigado y sabemos que
el profesor Scrutton publicó su libro
“The Other Atiantis” en 1977, cuatro
anos después de la muerte de Bruce).

Es posible que haya sido así. Lo que sí


hoy puede afirmarse es que, si bien At-
Land desapareció y la mayor¡a de sus
habitantes murieron, algunos de ellos,
grandes navegantes, poseedores de
conocimientos insólitos, sobrevivieron -
y sus descendientes siguen aún
habitando algunos lugares de la Tierra-y
conservaron testimonios de su
nacimiento, historia civilizas vida
cotidiana, leyes, religión. Por esos
testimonios podemos tener nueva visión
de la historia “tradicional” que nos
enseñaron en escuelas y colegios.
Ya me ocuparé de escribirles algunas
notas más. Pero ahora, a manera de
curiosidad, les dejo estos datos que
invitan a meditar mucho, a leer, a
estudiar.

La ley de At-Land era el “Tex”. Y esa


ley es la base de la democracia.

Muchos héroes de la vida real,


navegantes y sacerdotes de AtLand,
todos ellos seres de carne y hueso, que
recorrieron o conquistaron o civilizaron
otras regiones, ahora son conocidos
como “dioses”. Por ejemplo Minerva,
diosa romana, no fue otra que Min Erv.
una princesa de At-Land que fundó el
estado ateniense.

Odín, o Wotan, parte de la mitología


germana, no era otro que un navegante
de At-Land que las gentes del centro de
Europa luego edificaron. El nombre del
navegante era Wodin.

Uno de los más admirables almirantes


de la marina de At-Land se llamaba
Inka. El, con sus naves, dio la vuelta al
mundo y llegó a ¡as tierras andinas que
hoy son el Perú.
Grandes trabajadores del oro, los
frisones tenían sus puertas y cíudades
emplacadas en ese metal (que no tenía el
vi¡ valor de hoy día sino que era
admirado por su belleza y porque era el
que mejor reflejaba al Sol, fuente de
vida), y por esa razón lnka y sus gentes,
que podían detectar la presencia de
metales preciosos en las entrañas de la
Tierra (¿qué detectores electrónicos hoy
desconocidos tenian? ¿De qué
computadoras se valían para hacer sus
cálculos que tenían que ser perfectos?)
fueron a esas tierras a extraer el metal.
Allí lnka fundó una dinastía de hombres-
dioses, los incas.
El templo de la diosa romana Vasta
derivó de Fasta, una sacerdotisa frisona
de At-Land, que fue la primera “madre-
tierra”, y que tenía cualidades mágicas y
mantenía la lámpara del fuego perpetuo.

Ulises, el héroe del relato ‘La Odisea”,


el poeta Homero, era un hombre de
carne y hueso, descendiente de frisones,
que luego del asedio de Troya fue a
Europa para tratar de rescatar la
lámpara “mágica” de los frisones (la
lámpara que había cuidado siempre
Fasta) y que tenía en su poder otra
sacerdotisa llamada Kalip, que no es
otra que la Diosa Calipso.
Mínos, el gran legislador de la Isla de
Creta, no fue otro que un navegante
frisón, que desarrollaba actividades
piratas, llamado Minno.

Los romanos tienen a su dios del mar,


Neptuno. No fue un dios sino un capitán
frisón de barcos que.en el año 2000
antes de Cristo, 193 años después de
haberse producido la catástrofe, llevó a
su pueblo hasta Fenicia. Este capitán se
fíamaba Neef Teunis.

Los inventores de la escritura fueron los


frisones, que se la enseñaron a los
fenicios y éstos, a su vez, a los griegos.

Los números modernos, que todo el


mundo cree que fueron inventados por
los árabes, ya los escribían los frisones
miles de años antes de que los árabes
empezaran a hacerlo. Y esto es todo lo
que escríbo ahora, tras haber empezado
hablando de un cráter lunar en la Tierra.

Hasta aquí, hermanos, esta apasionante


nota que he leído y traducido en
Katiavar, India, hace pocos días.
Y estoy seguro de que la escribíó Bruce.
Hay que saber mucho, hay que tener
mucha cultura y nianejarla con absoluta
soltura para condensar en pocas páginas
todo lo que allí se dice. Y sólo Bruce
era capaz de eso.

(GongI Dahr)

*************************************

* EXTRAIDO DE UNA NOTA DE


SUPLEMENTO ESPECIAL DE
REVISTA

BRUCE LEE NRO 123 (JULIO DE


1987).
NOTA DEL COPISTA : “TE
SORPRENDE…,AUN COMO A MI…
BUENO DE DONDE VINO ESTO HAY
MUCHAS NOTITAS ASI Y GRACIAS
A DIOS ESTOY TRATANDO DE
PUBLICARLAS…,ESTAMOS
INDAGANDO Y REVELANDO EL
SABER PROHIBIDO…

NO NOS ABANDONES Y
APOYANOS EN NUESTRA
TAREA,DIFUNDIENDONOS Y
LEYENDONOS,PUES NECESITAMOS
EL APOYO Y HACEN QUE VALGA
LA PENA EL ESUERZO UNICO.”
FABIO RAMIREZ
WEBMASTER GRUPO TRABAJO
ESOTERICO.

LA ATLANTIDA,EL DILUVIO Y
OTRAS CUESTIONES :

por CARLOS A. BENEDETTO

LA GEOLOGIA Y LOS MITOS :


La Tierra viene sufriendo períodos fríos
(glaciares), y cálidos (interglaciares)
desde hace varios cientos de miles de
años. Los últimos glaciares se
derritieron hace aproximadamente
12.000 años. Es decir, que hoy estamos
en un período interglacial. Es muy
probable que en unos miles de años más.
el planeta (o gran parte de él) vuelva a
estar cubierto por capas de hielo de
centenares de metros de espesor.

Los glaciares eran hielo formado por


nievs (es decir, lluvia), que se a cu
mulaba durante los períodos fríos, y que
no llegaba a derretirse, pues las
desviaciones del eje terrestre
provocaban no sólo una fuerte
disminución de las temperaturas medias
sino también el acortamiento de los
veranos.

Esas lluvias provenían de la


aveporación del agua del mar. Quiere
decir que en las épocas frías ¡a
superficie del mar se reducía, pues el
agua estaba en tierra firme, en forma de
hielo.

Con el calor intergiacial el hielo se


derretía y el mar volvía a tener el caudal
original. Y muchos sitios que en época
fría eran tierra firme (donde incluso
vivió el hombre) están hoy bajo las
aguas.

Se sabe de culturas prehistóricas que


yacen bajo el mar, Hasta ahora se
presume que ninguna de ellas fue lo
suficientemente desarrolada como para
hacernos pensar que se trataba de
“civilizaciones”. En Arqueología e
Historia está consagrada la idea de que
el proceso de formación de las grandes
culturas de la Humanidad se inició hace
no más de 7.000 años.
aproximadamente.
Y aquí empiezan las dudas. Pensamos en
el Diluvio, un mito que lo hallamos en
todas las culturas del mundo, desde
tiempos inmemoriales. ¿Una fantasía
pura? ¿Un simbolismo religioso? ¿Una
manera de explicar con un mito la rotura
de la bolsa de las aguas durante el parto,
según alguna escuela psicoanalítico?
Hay muchas explicaciones y podríamos
decir que todas tienen algo de validez.

Por nuestra parte, nos sumamos a


quienes tienden a ver en los mitos una
fantasía con componentes extraídos
necesariamente de la realidad concreta.

Las fantasías puras no existen. Existe la


capacidad del hombre para hacer
infinitas combinaciones de los datos de
la realidad; pero esos datos no son
inventos.

Entonces, si hubo un mito del Diluvio o


inundaciones que cubrieron

la Tierra (o lo que la Tierra era para


quienes relataron esas leyendas) y, junto
a ella, a culturas enteras, es porque algo
de cierto debe haber. La Arqueología
sabe que hay zonas del planeta antes
habitadas por el hombre, ‘hoy cubiertas
por las aguas. Entonces. el relato del
Diluvio ya no es tan mitico.
¿EXISTIO LA ATLANTIDA?

Tal vez el tema sea demasiado trillado,


pero el enigma sigue en pie. Aún hay
quienes creen que hace varios miles de
años existíó, en el Atlántico Norte, una
Isla-continente con una poderosa
civilización, que un día se hundió en el
mar, en un lugar que podría ser el actual
Mar de los Sargazos.

Platón cuenta, en sus diálogos Timeo y


Critias, que en el año 11.500 a.C. la
Atlántida se hundió en el mar, más allá
de las columnas de Hércules” (estrecho
de Gibraltar). También describe el
poderio de la civilización que habría
vivido allí, logrando expandirse
militarmente hasta Italia. Algunos
recuerdan el alfabeto de los etruscos (la
no menos misteriosa civilización
prerromana), aún indescifrado, y
piensan que puede tener relación con los
atlantes.

Al otro lado del océano, en América, los


aztecas e incas conservaban mitos según
los-cuales habían sido “civilizados” por
agentes que provenían del Este.

Los aztecas, por ejemplo decían ser


“gente que viene de Aztlán”.
Recordemos que al norte del Africa
existe una cadena montañosa llamada
Atlas; que Atlas, en la mitologia griega,
es quien sostiene el mundo sobre sus
hombros. El dios azteca Quetzalcóatl es
representado muchas veces de la misma
manera; y ¿no, nos indica nada la
terminación ATL del nombre de esta
divinidad? ¿Y la denominación que
Platón le da a la isla-continente
desaparecida? ¿Simples coincidencias
lingüísticas? Es probable que sí, pero
quedarnos con esta explicación sería
autolimitamos.

El Misterio de la Atlántida, que hace


500 años, cuando los portugueses
llegaron a las islas Canarias, se
encontraron con los últimos
sobrevivientes “cro-magnones” (luego
exterminados por los europeos), que
creían ser los únicos seres vivos del
mundo, luego de la “catástrofe”. Ese
pueblo. a pesar de vivir en una isla, no
se animaba a salir al mar, pues le
temian, pero, entonces. ¿como habían
llegado allí?; vivían en la Edad de
Piedra, adoraban al Sol (igual qué incas
y egipcios antiguos), momificaban a los
muertos (como en Perú y Egipto) y
escribían. Eran los guanches.

¿Cuál fue esa catástrofe? Porque, al


hablar de “catástrofe” nos referimos a
algo repentino, brusco. Y antes
habíamos señalado lluvias o
inundaciones, pero ello en un proceso
lento, no, “catastrófico”. ¿Qué pudo
haber sucedido?

La Geología nos dice que el peso de los


glaciares provoca un hundimiento de la
Tierra, y que su derretimiento, al dejar
de ejercer peso, ‘permite un
levantamiento del nivel del suelo. Pero
también sube el nivel del agua, ya que el
mar recupera su antiguo caudal; y a
todos estos procesos se-los conoce
como “movimientos eustáticos o
isostáticos”. que son lentos. Pero,
¿debemos descartar la posibilidad de
que se haya producido, alguna vez, un
movim¡en t o brusco de levantamiento
de una zona y hundimiento de otra tal
vez con la intervención de otros
factores, además del derretimiento
glacial?.

La fecha del derretimiento del último


glaciar coincide con la fecha de la
“catástrofe” que relata: Platón, Y con
las fechas de la hipótesis que señalan
que Tiahuanaco, en Perú, se levantó
bruscamente de su nivel. Antes habría
sido un puerto marítimo, hoy está a
centenares de metros sobre el nivel del
mar. ¿Delirios? ¿Fantasías?

Hay qu¡enes sostienen que la Atlántida


existió, que fue el centro universal de
difusión de la cultura. un paraíso
terrenal, una tierra con hombres
progresistas,, emprendedores, que
habían llegado a dominar el mundo. e
incluso que mantenían contactos con
civilizaciones extraterrestres.

Otros, más cautos, dicen que fue una


cultura humana del mismo nivel que
otras culturas prehistóricas que están
bajo las aguas, pero algo más.
desarrollada. y que mantuvo contactos a
ambos lados del Océano.
El tema sigue siendo investigado
seriamente. Recientemente fue
descubierta por sonar, a 900 metros de
profundidad, en la zona de las
Bermudas, una pirámide de 150 metros
de altura, en la misma latitud geográfica
que la de Kheops, en Egipto. El hallazgo
interesó a Charles Berlitz, quien
sostiene que podría llegar a probar la
existencia Y desaparición de una
civilización antigua muy avanzada, fuera
o no la Atlántida. Berlitz encaraba, para
mediados de julio de 1977 una
expedición submarina al lugar.

La importancia de esto radica en que, si


se prueba que realmente existió una
civilización atlántica hace 14.000 años,
ello obligarla a reformar todas las
escalas cronológicas hoy aceptadas por
los estudiosos

El hombre no dejará nunca de intentar


ver más allá de, sus límites.

*************************************

NOTA DEL COPISTA : EN EFECTO


SE HAN DESCUBIERTO MURALLAS
SUMERGIDAS EN EL FONDO DE
BIHIMI EN
BAHAMAS,CUMPLIENDOSE ASI
LAS PROFECIAS DE EDGAR CAYCE
SOBRE EL DESCUBRIMIENTO DE
LA ATLANTIDA,HAY UN PAR DE
LADRILLOS BIEN PULIDOS POR
MANOS HUMANAS DESCUBIERTOS
EN FONDO MARINO,O VARIAS
ANFORAS (JARRONES) CON
SUGESTIVOS Y EXTRAÑOS
GRABADOS,PERO IGUALMENTE EL
PROBLEMA DE INVESTIGAR LA
ATLANTIDA NO ES LA ALTA DE
PRUEBAS,ESO SOBRA,SINO QUE EL
OBSTACULO PRINCIPAL ES LA
NEGACION DE LOS
CIENTIFICOS,QUE SE NIEGAN A
ADMITIR QUE HAYA EXISTIDO Y
COMO DICEN NO HAY PEOR CIEGO
QUE EL QUE NO QUIERE
VER,IGUAL VOLVEREREMOS
SOBRE EL TEMA EN OTRAS
NOTAS.
* EXTRAIDA DE SUPLEMENTO
CUARTA DIMENSION

NAZCA RESUELTO …

Finalmente, el misterioso mensaje que


encerraban los geoglifos de la desértica
planicie de Nazca, en el Perú, ha sido
interpretado por la estudiosa

Jadwiga Pasenkiewicz. Ahora sabemos


que esos trazados reproducen un texto de
antiquísima memoria, proveniente de
una civilización muy desarrollada que
habitó en nuestro planeta entre dos
cataclismos que, a su turno, destruyeron
casi todo vestigio de vida humana (esto
ocurrió en los años 36576 y 9792 antes
de Cristo, siendo este último conocido
como el Diluvio Universal).*

Los hombres que grabaron los cientos de


dibujos geométricos y zoomórficos en
suelos y serranías de Nazca serían
descendientes de aquella civilización
predilúvica, aunque con toda seguridad,
y según las investigaciones históricas
realizadas por la señora Pasenkiewicz,
su vinculación más directa habría que
buscarla en el floreciente imperio de
Tíahuanaco, aquel que, luego de verse
varias veces destruido, alcanzó su
máximo esplendor 12.000 áños antes de
Cristo.

En efecto, Tiahuanaco fue habitado en


ese periodo por numerosos pueblos
unidos por una misma fe religiosa:
creían en un único Dios, creador del
mundo, y no levantaban ninguna
edificación sin dejar por todas partes el
dibujo pintado, la incisión o el grabado
de sus símbolos sagrados. Entre éstos
estaba el huevo cosmogónico, que les
recordaba la materia inerte primigenia
que un buen día, por la voluntad de
Dios, estalló cargada de energía dando
origen al universo. O la serpiente, que
encerrada en un circulo que se dilata
hasta el infinito simboliza ese universo.
También la cruz, como eje del mundo y
freno a la actividad pecaminosa del
diablo. Y el Sol, testimonio de la
voluntad puesta por el Señor en el
mantenimiento de la vida sobre la
Tierra.

El último gran cataclismo, aquel del año


9792 a.C., más terrible que los
anteriores, puso fin definitivamente a la
vida del Imperio de Tiahuanaco, borró
de la faz de la tierra a todos los otros
reinos esparcidos por el mundo y
extinguió al 80 por ciento de sus
habitantes. Y como consecuencia de las
potentes fuerzas telúricas desatadas, se
levantó toda la región andina,
elevándose muchas montañas hasta los 7
y 8 mil metros de altura. Así, los restos
de Tiahuanaco que hoy conocemos
fueron arrojados a la. inhóspita altitud
de 4.000 metros.
De aquel entonces cuenta la crónica oral
de los indígenas: “Las tierras, antes
calientes, bien cultivadas, llenas de
frutas y pájaros multicolores, se
transformaron, en sólo cinco días, en un
páramo silencioso bajo un manto de
hielo.”

Tanta desolación dejó a salvo algunos


grupos humanos que, habiendo perdido
todo poder material, sólo guardaban en
la memoria y en lo profundo del espíritu
el recuerdo de sus creencias religiosas,
a las que se aferraron a la hora de
comenzar la reconstrucción.

Justamente, la investigación en torno de


esas creencias, y de su testimonio en los
nuevos monumentos que levantaba la
civilización renaciente, fue lo que
permitió que la estudiosa Pasenkiewícz
pudiera descifrar los geoglifos de
Nazca.

Miles de años transcurrieron, sin dudas,


hasta que el Dr. Paul Kosoc, de la
universidad neoyorquina de Long Island,
descubriera en junio de 1939 los
geoglifos del Valle de Nazca. Los vio
desde un avión en el que sobrevolaba
casualmente la región, y allí asentó su
vida de investigador científico hasta el
año 1946, cuando entregó la posta a la
famosa arqueóloga y matemática
alemana María Reiche Neuman, quien
durante más de 40 años se dedicó al
estudio, relevamiento gráfico y
conservación de ese enorme museo al
aire libre, que cubre una superficie de
100 kilómetros cuadrados.

Desde luego, hubo mucha gente que se


ocupó con anterioridad de este
documento arqueológico, incluso
algunos cronistas españoles de los
tiempos de la conquista. Ahí está el caso
de Cieza de León, que ya en 1537 dio
cuenta de la existencia de estos trazos en
la planicie de Nazca, sin atinar a
comprender las formas que definían sus
dibujos. Además, sabido es que el buen
escriba no tenía tiempo para
verificaciones arqueológicas mientras
corría, presuroso, detrás de las huellas
de Pizarro, camino de Cuzco, en busca
del codiciado oro de los incas.

Pero sólo con el uso de aviones y


helicópteros se alcanzó a captar en su
real magnitud y belleza las enigmáticas
grafías que, por su gran tamaño,
imponen la necesidad de su observación
a distancia. Como es el caso del colibrí
que fotografiamos desde el aire para la
apertura de esta nota: tiene 110 metros
de largo. Su solo pico mide 40 metros,
de modo que si un caminante tropieza
con esas dos rayas o canaletas paralelas,
trazadas en el suelo pedregoso, es
imposible que pueda imaginar el resto
de la figura en su forma y tamaño reales.

El “mono”, que también ilustramos en


estas páginas y que, como se verá, no es
un mono precisamente, mide entre las
manos y la espiral que hace las veces de
cola nada menos que 80 metros. El
“lagarto” del esquema 15, que tampoco
es animal, alcanza los 187 metros,
mientras que el pájaro de cuello en
zigzag supera los 280 metros de largo.

También reproducimos en estas páginas


la fotografia aérea de una araña, muy
prolija en su diseño, que mide 46
metros. Esta es una pieza importante a la
hora de descifrar la simbología de estos
diseños, ya que se trata de una
gigantesca “firma”, al pie de la obra de
arte, que los creadores de aquella
civilización predilúvica acostumbraban
grabar en sus monumentos y esculturas.
Así es como también desde el aire se
observa el despliegue de centenares de
sendas rectas (de hasta 10 kilómetros de
largo, figuras geométricas y espirales de
doble hélice que se interconectan y
forman un hermoso y enigmático
tramado que va enlazando la serie de
siluetas zoomórficas, entre las que se
destacan 18 tipos diferentes de aves.

“Las líneas trazadas en la planicie de


Nazca indican las relaciones recíprocas
entre las estrellas fijas y las errantes -
nos adelanta Jadwiga Pasenkiewicz-.
También el movimiento de los planetas,
del Sol y de la Luna, el

desplazamiento de 12 constelaciones de
la eclíptica ecuatorial celeste y la
posición de Orión, usada como punto de
referencia para estos cálculos. Es
posible pensar que este mapa del cielo
tome como punto de partida el año 9972
a.C., fecha del Diluvio, representando
una suerte de calendario astronómico”.

También se pueden ver figuras humanas


en este sorprende museo arqueológico,
pero sólo grabadas en las laderas de los
cerros de Nazca. Los investigadores
encuentran que estas figuras trazadas en
bajorrelieve presentan un diseño de
menor calidad gráfica que las de la
planicie.

En este sentido, vale la pena llamar la


atención sobre la armonía estética de las
formas y la gracia de los trazos de las
figuras zoomórficas, lo que habla de
gentes que al grabar estos mensajes
antediluvianos sobre el suelo pedregoso
lo hacían con devoción, amor y elevado
espíritu; de allí la belleza resultante.

Pero los menos estetas, más pragmáticos


quizás, no quedan en paz hasta que
sueltan la pregunta filosa: ¿cómo se
logró que todo esto llegue intacto hasta
nuestros días?

Respuesta: gracias a la famosa corriente


de Humboldt, que recorre por allí cerca
la costa del Pacífico. Lo cual provee al
Valle de Nazca de un microclima ideal,
donde se supone que nunca hubo
huracanes ni tempestades y ni siquiera
lluvias torrenciales, durante miles y
miles de años.

Por esa planicie, de unos 60 kilómetros


de largo, sólo corre un viento constante,
intenso por momentos, conocido como
virazón, que sopla desde el océano con
dirección SO-NE.

También suelen caer lloviznas y son


muchas las jornadas neblinosas. La
temperatura promedio oscila, a lo largo
del día, entre los 8 y los 35 grados
centígrados.

El suelo donde se realizaron los


famosos grabados está formado por una
espesa capa de piedras doradas por el
sol, con alto contepido de óxido de
hierro. Este pedregal se asienta sobre un
sedimento muy firme y adherente (arcilla
y yeso). De esta forma, los trazos, que
calan entre 20 y 30 centímetros, lucen
claramente por el contraste entre el
pavimento rojizo y los canales
amarillentos.

Para el Dr. Kosoc, estaríamos tan sólo


ante un gran calendario celeste, que
sirve para fijar en la memoria
movimientos astrales y que cumple a la
vez otros fines prácticos, como el
señalamiento de los tiempos de siembra
y cosecha (si es que alguna vez pudo
haberlas en ese desierto), de pesca
también y de festividades religiosas.

Maria Reiche, quien coincidía en todo


ello con su maestro, dio un paso más
adelante y definió: “Los dibujos
geométricos dan la impresión dé ser una
escritura simbólica”.

Y acertó: son una escritura simbólica,


ideada para que permanezca a través de
los tiempos, porque el mensaje que se
deseaba transmitir contenía enseñanzas
eternas. Faltaba tan sólo la correcta
interpretación, que hubiera sido
imposible de descubrir sin dar con la
clave principal: conocer el pensamiento
y las creencias del pueblo que concibió
la idea de realizar esos geoglifos. Es
decir: conocer su historia.
Es aquí donde interviene Jadwiga
Pasenkiewicz, quien tras doce años de
estudios sobre estas civilizaciones
antediluvianas encontró la justa llave de
lectura para interpretar los dibujos de
Nazca, tal como ahora lo estamos
publicando en MUY INTERESANTE
con carácter de primicia mundial.

Pero antes de pasar a descorrer el velo


de la gran incógnita, veamos brevemente
quién es esta científica que hoy accede a
brindarnos toda esta información.

Nació en Kiróv, Rusia, en el seno de una


tradicional familia polaca. A su tiempo,
y ya de vuelta a Polonia, se graduó en
historía y sociología, en la Universidad
de Varsovia, y frecuentó, además, la
Escuela Superior de Periodismo durante
cuatro años.

Enviada a Roma en 1960 como


corresporsal de los más acreditados
diarios, representó a la vez a la Agencia
de Prensa Polaca (PAP). Desde
entonces, además de sus tareas
periodísticas, mantuvo estrecha
colaboración con la Academia Polaca
de Ciencias, escribiendo para sus
revistas. En Italia obtuvo por
matrimonio la ciudadanía de ese país y
estudió historia antigua en Roma. Ahora,
temporariamente, vive en Montevideo,
donde continúa su investigación sobre
civilizaciones predilúvicas de
Mesoamérica y Sudamérica.

Jadwiga nos mira con sus ojos


penetrantes y sonríe. Es mucho más
joven que los años que tiene. Trae en
sus manos el texto que ella llama “La
proclama de Nazca” y un escrito con la
descripción interpretativa de cada uno
de los geoglifos que se ilustran en estas
mismas páginas. Pero antes de
entregarnos tan interesante
documentación prefiere meternos en
escena mediante una charla personal.

Nos habla de la historia del gran pueblo


de “Los hijos de Dios”, la que ella ha
logrado reconstruir tras largos años de
investigación. Aquellos hombres se
establecieron en tiempos inmemoriales
en la zona andina de Sudamérica, donde
alcanzaron un alto grado de civilización.
Tenían grandes conocimientos
astronómicos, los que reflejaban en sus
escritos sagrados que no sólo anotaban
en telas y papeles especiales, sino que
acostumbraban grabar en los muros de
sus templos.

“Tenían su propia Biblia”, nos confirma


la señora Pasenkiewicz.

La vida de los antiguos habitantes del


continente americano se desarrolló en
tres épocas diferentes: primero, aquella
de los reinos e imperios prediluvianos,
cuando fue escrita la “Biblia”. La
segunda se inicia con el gran cataclismo
del año 9792 a.C., que destruyó
civilizaciones y dio origen a un
larguisimo período de insegura soledad
y terribles sufrimientos para los pocos
sobrevivientes.

Al término de esta época de difícil


reencuentro con lo mejor de su herencia
(su fe religiosa y sus conocimientos
científicos), lograron ir creando
condiciones de vida similares a las que
habían arrasado las aguas, terremotos y
erupciones volcánicas. Llegaron incluso
a reconstruir antiguos emplazamientos
según planos “sagrados” que habían
heredado de la patria desaparecida,
guiados por la casta sacerdotal,
verdadera artífice del renacimiento de
esos pueblos.

Nos cuenta Jadwiga que fue retomada la


construcción de templos y pirámides y
comenzaron a celebrarse nuevamente las
fastuosas liturgias de antaño, que
volvían a moldear la existencia
cotidiana de los habitantes según los
eternos mandamientos religiosos.
Siempre a la cabeza de todo el Sol,
considerado como símbolo y
manifestación de la voluntad del
Creador, dispensador de la vida.

La tercera época es ya conocida por


muchos. Es la que vio asentarse las
maravillosas civilizaciones de los
Mayas, los Olmecas y los Toltecas. Y
también aquellas andinas y subandinas
preincaicas todavía poco estudiadas,
descendientes de las que habitaron
Tiahuanaco.

La casta sacerdotal, preservadora no


sólo del conocimiento sagrado sino del
científico, tuvo la constancia de
transmitir sabiduría hacia el futuro
mediante dos medios de comunicación
eficaces: la memoria colectiva de las
gentes y la piedra esculpida.

Fue inventado, entonces, un sistema de


recitado de letanías, durante los cultos
religiosos y las festividades, en las que
se narraba lo esencial de las crónicas
históricas y sagradas. La piedra tallada
fue usada con idéntica finalidad
documental.

Es así como en Sudamérica,


Centroamérica y México han sido
descubiertos kilómetros de dichos
textos, escritos en diferentes alfabetos,
muchos de ellos aún no descifrados
dejados por los pueblos desaparecidos
durante los últimos quince milenios.

El más famoso, segun asegura nuestra


entrevistada, es el de Nazca.

“Con este mensaje, nuestros olvidados


predecesores nos vienen a informar
sobre sus descubrimientos científicos y
sus dogmas de fe”.

Así concluye Jadwiga Pasenkiewicz, y


nos entrega el texto de Nazca, que no es
otro que la historia del Génesis,
concebida por “inspiración divina” en
tiempos antediluvianos y transmitida
fielmente por infinitas generaciones.

“Dios creó el Universo dentro de un


circulo en expansión hacia el infinito.
Después de forjar el nacimiento de los
mundos estelares, el Omnipotente se
preocupó por crear la vida. Primero
formó la célula vegetal que dio origen a
las plantas. Después un ser orgánico,
esbozo simbólico de un pez, del cual
tras una larga cadena de
transformaciones, habrian de generarse
los animales y el hombre.
“La vida nació del cosmos, desde donde
fue transportada a la Tierra dentro de un
arca que contenía la progenie de la
flora, de la fauna y de diversas razas de
seres humanos. Estos últimos, con el
correr de los tiempos, poblaron el
globo, pero cayeron en la corrupción y
la ingratitud, olvidando al Creador y la
obediencia que le debían, lo que desató
Su terrible ira. A causa de esto, para
castigara la humanidad pecadora, el
Eterno desencadenó un pavoroso
cataclismo que dio vuelta al globo
terrestre extinguiendo casi todo vestigio
de vida” (36576 a. C.)

“Los sobrevivientes de aquel desastre


procrearon la nueva estirpe que habría
de habitar la tierra, conscientes del
castigo recibido y respetuosos de la
voluntad del Señor. Quien para guiara
aquel pueblo dilecto envió a la Tierra a
su Hijo, el que eligió vivir en la Ciudad
de las Tres Montañas, reuniendo en su
sagrada persona Cielo y Tierra, y
tomando posición en el centro del Eje
del Mundo que, en línea recta, une los
puntos más importantes de la existencia
humana: el Zenit, en lo alto; luego el
asentamiento terrestre donde reside el
Hijo de Dios y sus descendientes, y por
último el Nadir, en el corazón del
planeta, donde queda el reino de los
muertos. Estos tres espacios unidos por
el Eje del Mundo, tienen como símbolo
al Arbol de la Vida, que con sus raíces
penetra en la profundidad del suelo, con
el tronco se yergue sobre la superficie y
con las ramas se proyecta hacia el
Cielo.

“La vida del hombre dura un instante en


contraposición a la existencia inmortaL
Para conseguirla, es llamado a cumplir
un difícil viaje espiritual dentro de si
mismo, con el desafio de alcanzar la
comprensión de la voluntad del Altisimo
y a la vez, tomar conciencia. del hecho
de que toda la materia penetrada por el
espiritu divino.

“El género humano consiguió levantar


vuelo sobre máquinas impulsadas por
energía cósmica, similares a las aves,
capaces de aterrizar con la velocidad
del rayo.

“Este mensaje fue grabado por el Pueblo


de Dios, bajo la dirección de los
grandes sacerdotes, para la gloria eterna
del Omnipotente y para confrontación de
sus hijos dilectos”.

Tras dejarnos este texto, Jadwiga


Pasenkiewicz nos cuenta que toda la
historia de este gran imperio
antediluviano -cuyos sacerdotes fueron
depositarios del texto que acabamos de
conocer-, así como la vida de algunas de
sus dinastías, la organización estatal y la
administración de aquel país, los usos y
costumbres de su población, sus
conquistas, sus grandes descubrimientos
científicos y, por último, su reencuentro
con la vida civilizada luego de los
grandes cataclismos los ha terminado de
exponer documentadamente en un libro
que acaba de escribir y que se propone
editar en el curso de los próximos
meses.

El Misterio de Stonehenge

En 1740, el anticuario William Stukeley


advirtió que el eje de las grandes
piedras grises de Stonehenge, en la
llanura de Salisbury, estaba alineado
hacia el noroeste. Sin embargo, la
creencia popular de una relación entre
Stonehenge y el pleno verano se remonta
mucho tiempo atrás.

Fue el llamado padre de la


arqueoastronomía, Norman Lockeyr el
que comenzó la evaluación científica de
este lugar complejo en 1901. Lockeyr
había estudiado ya alineaciones
astronómicas en templos egipcios y
griegos. Intentó datar Stonehenge
calculando cuando había estado en línea
recta el primer rayo del Sol en el
solsticio de verano con el eje del
monumento. Esta alineación le dió un
margen entre 1600 y 2000 a.C. Observó
que dicha línea se podía prolongar por
el campo más allá de Stonehenge hacia
Salisbury Hill por un lado y hacia Castle
Ditches por otro; dos colinas que
presentan movimientos de tierras
prehistóricos. Calculó así mismo que la
diagonal a través del rectangulo formado
por las llamadas Station Stones darían
salidas y ocasos en días significativos,
como por ejemplo el 1 de Mayo.

Pero para llegar a unos estudios de


astronomía más complejos en
Stonehenge hay que esperar hasta las
decada de los 60, en la que las
cuidadosas mediciones de Newham
mostraron que los lados del rectangulo
formado por las Station Stone
proporcionaban alineaciones con salidas
y ocasos claves del Sol y la Luna. Así,
Newham llegó a creer que en su etapa
más antigua Stonehenge fue
fundamentalmente un lugar para la
investigación de los fenómenos lunares.
Hoy parece probable que se erigiera
sobre un eje lunar, y que en fecha más
tardía se lo realineara premeditadamente
en 4º para formar un eje solar.

En 1979 se descubrió el hueco de un


piedra a unos pocos metros al oeste de
la Heel Stone. Si este hueco marcara la
posición de una piedra hoy perdida,
entonces el Sol del solticio de verano
habría estado limpiamente enmarcado
por las dos grandes piedras, de las que
sólo sobrevive hoy Heel Stone.

Geral Hawkins también se interesó por


dicho monumento. Efectuó una
observación que habrió nuevos caminos:
observó que el anillo de hoyos conocido
como “agujeros de Aubrey”,
exactamente dentro del foso circular que
contiene las piedras, daba un número de
56. Dado que la Luna tarda 56 años en
completar su ciclo eclíptico, Hawkins
propuso la idea de que los hoyos habían
de ser los restos de un predictor de
eclipses.

En 1963 Newham y Hawkins advirtieron


que las alineaciones astronómicas clave
de Stonehenge se cruzaban formando
practicamente ángulos rectos,
permitiendo así que las Station Stones
formaran su disposición casi
perfectamente rectangular. Hawkins
descubrió que había que ir mucho más al
sur, descender hasta el paralelo de
latitud 30ºN para poder colocar en
forma de figura rectangular las piedras
que reflejan las mismas alineaciones
astronómicas. Y ésta es la misma en la
que se encuentra la gran pirámide de
Gize en Egipto. ¿ Se trata de una mera
coincidencia o este curioso hecho revela
que los constructores de Stonehenge
conocían las dimensiones de la Tierra ?

En 1973 el ingeniero y astrónomo


escocés Alexander Thom y su hijo
dirigieron su atención hacia Stonehenge.
Los Thom realizaron una nueva y
precisa medición del monumento y
buscaron alineaciones más largas de las
que hasta entonces se habían observado.
Para hacerlo dieron por hecho que los
accidentes del terreno más alejados en
el entorno se habían utilizado, junto con
los puestos de observación, para señalar
las posiciones importantes de la salida y
ocaso del Sol y la Luna. Los Thom por
tanto tenían un concepto de Stonehenge
como centro de alineaciones cósmicas a
escala natural.

Después de todos estos datos sigue


siendo un misterio cómo hombres de
dicho período tenían la capacidad
científica para observar y plasmar
dichos acontecimientos astronómicos
con semejante precisión y usando como
base unas piedras de tan impresionante
tamaño. Hay quien piensa que este
monumento tiene en su origen una
relación directa o indirecta de tipo
extraterrestre.
EL MISTERIO FAWCETT EN EL
AMAZONAS.
EXPLORACION
FAWCETT EN
AMAZONAS
Por CARLOS DANIEL FERGUSON

Pocos saben que la hasta ahora leyenda


de los gigantes y las extrañas
construcciones gigantescas llevaron al
explorador Percy Fawcett a una de las
mas interesantes aventuras y
exploraciones del presente siglo.
Percy Fawcett nació en 1867 y como él
mismo expresara: “Quizá haya sido
mejor que mi infancia en Torquay se
haya deslizado sin afecto materno y
paterno, porque esa circunstancia de
huérfano me hizo más circunspecto.
Hubo también años escolares en Newton
Abbot que en nadg alteraron mi visión
del mundo. Vinieron después los años
de cadete en Woolwich y en 1880 a los
diecinueve, fui destinado a la Artillería
Real en la guarnici6n de Tricomalee,
Ceylan”.

Mas tarde Fawcett regresa a Inglaterra y


luego a Falmouth cuando en enero de
19Ql se casa. Pero él mismo advirtió
que ni la vida de casado había
desterrado su sentimiento de Lobo
Solitario. Así recorrió Africa del Norte,
Malta, donde aprendi6’topograf fa,
Oriente y el regreso a Ceylán donde en
1903 nacería su hijo mayor. Su intenso
trajinar lo llevó a Irlanda y en 1906
surgió el ofrecimiento de delimitar las
fronteras de Bolivia. Allí su destino
queda ligado a Sudamérica y ese mismo
encantamiento lo llevaría a las
desconocidas selvas amaz6nicas donde
finalmente desaparecería en 1925. Ese
“encanto Irresistible” lo atrajo desde un
primer momento cuando delimitaba a
Bolivia, en un continente donde sólo
Argentina poseía los límites ya fijados.
En 1906 parte hacia Nueva York,
Panamá, Guayaquil, Perú, Bolivia y
Brasil. En 1908 se embarca hacia
Buenos Aires siguiendo hacia Rosario
hasta Asunción del Paraguay. En todos
estos países y ciudades Fawcett vive
intensas experiencias, en especial entre
la frontera de Bolivia y Brasil, que mas
tarde, un año antes de su desaparición
publica en un libro (1). Los peligros y
aventuras se jalonaron en su vida y él
demostraba valor y temeridad.
Siguiendo con el itinerario, en 1910
regresa a Inglaterra para buscar
acompañantes en su próxima expedici6n.
Así regresó a la “atrapante” Sudamérica
en 1911 y en 1915 fue incorporado
ejército para la Primera Guerra
Mundial. En su interior termino
convencido que Gran Bretaña como
potencia mundial estaba en decadencia,
según sus propias palabras, y veía a
Europa como un lugar que era preferible
evitar. Así llevó a su familia a Jamaica
y él se embarcó a Río, llegando en
febrero de 1920.

Después vendría su última expedición


antes de la fatídica de 1925.

Pero, ahora veamos algunos de sus


pensamientos y aventuras que P. Fawcett
vivió en todo ese recorrido, como
asimismo las causas que lo llevaron a
adentrarse en zonas inexploradas del
Amazonas.
Sin duda el fenómeno que impacta a
Fawcett es el documento que él mismo
vio en

Brasil sobre el extraño relato de


Francisco Raposo. “Yo mismo di con
ese documento -dice Fawcett-que aún se
encuentra en Río. La historia comienza
en 1743 cuando un nativo de Minas
Gerais cuyo nombre no se ha
conservado decidió buscar las minas
perdidas de Muribeca”. “Francisco
Raposo -tengo que identificarlo con
algún nombre -partio con sus intrépidos
compañeros, 18 colosos, quizás éste fue
el secreto de su supervivencia, existe un
informe de una Bandeira de 1400
hombres de los cuales ninguno regresó”.
“Descubrí el sitio exacto muy hacia el
norte —continúa Fawcett—
vagabundeando durante 10 años pero el
grupo se encontro viajando otra vez al
Este desanimados por este peregrinaje
sin fin, y desmoralizados por el fracaso
de las Minas Perdidas. Más allá de los
pantanos aparecieron unas montañas
dentadas”. “Al escalarlas observaron
unas llanuras y más allá selva virgen. La
exploraci6n de los indios del grupo los
llevó a contemplar una ciudad
completamente solitaria. Sin embargo el
grupo de Raposo no prendió fogatas esa
noche y nadie durmió por la intensa
espectacion. “Muy temprano Raposo
envió una vanguardia de 4 indios y
avanzó hacia la ciudad con el resto de
sus hombres. Llegaron a una endrme
estructura cícl6pea de 3 arcos de
enormes losas, similar a las de
Sacsahuaman, en el Perú. En lo alto del
arco central se veían inscripciones
gastadas desconocidas y Raposo tuvo
que hacer un esfuerzo para guardar
orden a sus hombres. Avanzaron por una
calle rodeada por edificios de dos
Pisos, con bloques de piedra sin juntura
ni mezcla, de una perfección increíble.”
Atemorizados como un rebaño de ovejas
temerosas llegaron calle abajo hasta una
gran plaza. En el centro se alzaba una
columna colosal de piedra negra y sobre
ella la efigie de un Hombre con una
mano descansando en la cadera y la otra
apuntando hacia el norte. Los
portugueses quedaron impresionados
por la magnificencia de la estatua y se
persignaron en siléncio. Obeliscos
esculpidos a las esquinas de los cuatro
lados de la plaza se hallaban
parcialmente deteriorados. En uno de
esos costados se alzaba un magnífico
edificio que era posiblemente un
palacio. La figura de un adolescente se
hallaba esculpida a la entrada principal
con caracteres e inscripciones Parecidos
a los de la Antigua Grecia.

Más allá de la calle y la piaza la ciudad


se hallaba en completa ruina, hundida en
algunos lugares. No era difícil presentir
el terrible terremoto que asoló a ésta
magnífica ciudad. Las grietas se abrían
aquí y allá.” Mas allá parecieron
encontrar una especie de monasterios
con quince aposentos que se
comunicaban con un vestíbulo central,
Uno de los hombres encontró una
moneda de oro. En una de las caras
mostraba una efigie de un joven
arrodillado y en la otra un arco, una
corona y un instrumento desconocido.
Raposo no tenía idea de dónde se
encontraba, pero siguió 50 millas más
abajo. Entretanto una partida
expedicionaria fue enviada a investigar
río abajo y después de nueve días
percibieron

una canoa impulsada por “dos hombres


blancos” con pelo negro y vestidos con
una especie de tela. Por fin Raposo y sus
hombre se dirigieron al Oriente y
después de algunos meses de dura
travesía llegaron al banco del Sao
Francisco, de allí a Paraguassu y por fin
a Bahía. Desde allí envió el documento
al Virrey don Luis Peregrino de
Carvalho Menezes de Athaide. Nada
hizo el virrey y no se supo nada más de
Francisco Raposo.

“Se que la ciudad perdida de Raposo -


afirmaba Fawcett-no es la única en su
género.” “Un eminente brasileño,
hombre de letras escribe que los
autóctonos de América vivfan en edades
más remotas en un estado de civilización
superior que por una causa desconocida,
degeneró y tendió a desaparecer pero
Brasil aún posee los vestigios.”

Fawcett era un convencido total de la


existencia de las ciudades, sus
afirmaciones respecto a otras ruinas y
las posíbilidades de su existencia, son
aventuradas pero basadas en su tenaz
búsqueda y en algunos indicios que él
mismo Poseía. Fawcett poseía una
imagen de cerca de 10 pulgadas de alto
que le fue entregada por Sir H. Ríder
Haggard, encontrada en Brasil.
Representaba una figura con una placa
en el pecho con un gran número de
caracteres.
“Creo firmemente —decía P.F.- que
procede de una ciudad perdida”.

“Cuando alguien la sostiene en sus


manos es como si una corriente eléctrica
le subiera a uno por los brazos. Solo se
me ocurrió un secreto para descubrir el
secreto de la imagen: conocerlo gracias
a la Psicometría y aunque ésto puede
provocar mucha burla por parte de
mucha gente puede ser aceptado por
aquella que mantiene su mente libre de
prejuicios. Admito que la Ciencia de la
Psicometría está aún en su infancia
aunque se ha desarrollado ampliamente
en Oriente. De todas maneras yo voy a
contar los hechos: Yo era absolutamente
desconocido para el Psicómetro que
sostuvo la figura en la mano y que en
completa oscuridad escribió: “Veo un
continente grande de forma irregular,
desde el norte de Africa a Sudamérica.
La vegetación es prolífica. Veo ciudadas
y signos que revelan avanzada
civilizacion.me parece que me
transportan al lado Occidental del país.
Procesiones de seres que parecen
sacerdotes entran y salen de templos, y
un alto jefe usa una placa en el pecho
semejante a la que tengo en mis manos.
Sobre el altar veo la invocación a un
gran ojo por parte de los sacerdotes. La
numerosa población de las ciudades
occidentales es dueña absoluta del
mundo. Oigo una voz que dice:
Contemplen el destino de los
presuntuosos, entonces veo volcanes en
violenta erupción, el mar se levanta
como un huracán, la mayoría de los
habitantes han sido aniquilados. El
sacerdote a quien se le dio esta efigie
huye a las colinas. La voz dice: La
sentencia de Atianta será el destino de
todos los que pretendan alcanzar poder
divino. No puedo obtener fecha exacta
de la catástrofe pero fue muy anterior al
espiendor de Egipto y ya ha sido
olvidada excepto en los mitos”.

Otros psicometros -continúa P. F-


concordaron estrechamente con lo que
acabo de trasmitir. En todo caso
cualquiera sea su historia yo la miro
como posible llave que descubra el
secreto de la Ciudad Perdida. La
conexión de Atianta con actuales
regiones del Brasil no debe ser mirada
despreciativamente.”

Por uno u otro medio la inquietud del


explorador aguijoneaba su espíritu en
busca de la verdad. Así Fawcett era un
convencido de la existencia de los
gigantes que tanto nos hablan diversas
culturas. “Tiahuanaco fue construida
como Sacsaihuaman y gran parte de
Cuzco, por una raza que manipulaba
rocas ciclópeas y que las esculpía para
ajustar tan perfectamente que es
imposible introducir’una hoja de un
cuchillo entre las junturas.
Contemplando estas ruinas no es difícil
creer en la tradición que relata que
fueron levantadas por gigantes”. En
1907 Fawcett recibió la confesión de un
administrador de una dependencia de
colectores de calcio, de origen francés
que le dijo:

“Mi hermano subio por el Tahuamanu en


lancha y un día oyó decir que estaban
cerca de los indios blancos. De
improviso él y sus hombres fueron
atacados por salvajes, completemente
blancos, apuestos, de pelo rojo y ojos
azules y que luchaban como demonios, y
cuando mi hermano mató a uno de ellos
los -demás
robraron el cadáver y huyeron con él”,
la gente dice que no existen tales indios,
que son mestizos pero quienes los han
visto piensan de manera diferente”.

Pocos días después Fawcett llegó a la


confluencia del Rapirrar, en la barraca
del indio Tumurasa llamado “Medina”,
quién poseía una hija que “era una de las
indias más hermosas que el explorador
había visto, alta, de rasgos delicados de
cabellos rubios y sedosos. Cada nueva
exploración de P. F deparaba nuevos
peligros y aventuras, pero a la par,
nuevos misterios que intrigaban al
intrépido explorador.

Así las historias y pruebas que Fawcett


encontraba en sus viajes, lo acercaban
inevitablemente al destino incierto del
último viaje. A principios de 1913,
Fawcett se hallaba en Antofagasta
cuando su imaginación fue excitada por
seis misteriosas figuras de metal que un
indio había traído para la venta. Eran de
seis pulgadas de alto, y recordaban “el
antiguo Egipto”. Respecto a ellas,
nuestro hombre exclamó: “Sin lugar a
dudas eran muy antiguas y
probablemente se relacionaban con los
objetos que nosotros íbamos a buscar”.

Una de las más peligrosas aventuras que


le tocó vivir a P. F. ocurrió en 1913, y
veremos en propias palabras del
explorador lo ocurrido: “En cuanto llego
de la paz, mi antiguo amigo Manley, nos
despedimos y partimos hacía la frontera
brasileña”. Atravesamos la región de
los índios “Yanaiguas” que a veces
atacan a los viajeros pero no nos
topamos con ninguno. En las selvas
bajas, más allá de San
Ignacio,caminamos seis días seguidos a
través de bañados de lodo y agua .

Pasamos la estancia “San niego”, luego


la Selva San-Matías -Villa Bella.
Después de bogar 11 días por el río
“Meuqens”, nos encontramos con el
Barón Eriand Nordenskiold quien en
compañía de su valerosa esposa
investigaba las tribus indias del
Guapore. A doce millas hacia el este
había unas colinas que el Barón
consideraba imprudente visitar, es
seguro que alli hay tribus salvajes -
observó todos hablan de caníbales
grandes y velludos. Me reí y afirmé:
pronto lo sabremos pues vamos allá.
Cargados con pesados bultos dejamos el
río Mequens y días después arribamos a
unas llanuras pastosas, las primeras
colinas de “Serra dos Parecis”.

Posteriormente entramos a una selva y


tres semanas después llegamos a un
camino ancho que denotaba mucho
tránsito.
Salvajes -dije-y nos encaminamos por el
camino nuevo. Después de varias
plantaciones llegamos a un claro, había
dos cabañas en forma de colmena.
Mientras observábamos salió un niño de
color cobrizo con una nuez en la mano y
un hacha de piedra en la otra. Se sentó
de cuclillas y comenzó a martillar la
cáscara. Se había corrido para mi el
velo del tiempo, para revelar un aspecto
del lejano pasado, una ojeada a la
prehistoria. La nuez se partió, el niño
lanzó un gruñído de satisfacción y se
echó la semilla en la boca”.
Fawcett silbó y advirtió gran alboroto
en la tribu, e instantes después fue
rodeado por los hombres con arcos y
flechas. El jefe trató de ser convencido
por las señas de Fawcett, de la amistad
de los exploradores. Y así sigue
relatando P.F.: “Por fin habían aceptado
nuestra amistad y el jefe mismo
compartió nuestro alimento. Poco
después supe que este era el pueblo de
los “Maxubis”, creo que este pueblo al
igual que muchos otros de¡ Brasil
descendía de una civilización más
elevada. En una de sus aldeas había un
hombre peligroso de ojos azules que no
era un albino. Adoran al sol y uno o dos
hombres tienen la obligación de saludar
todos los amaneceres al Sol con voces
musicales. Era la música de un pueblo
desarrollado, no de salvajes. Tenían
nombres para todos los planetas y
llamaban a las estrellas ¡las Vira-Vira,
curiosamente sugestivo —afirma
Fawcett

con los Viracocha de los Incas al Dios


Sol. En todo sentido indicaban un estado
de retroceso de estado superior más que
evolución al salvajismo. Los Maxubis
nos advirtieron sobre los “Maricoxix”,
tribu de caníbales que habitaban más al
Norte”. Los exploradores continuaron
viaje y advirtieron pronto por el ruido
de cuernos y el barullo, que eran
perseguidos por salvajes, quizás los
Maricoxis. Se refugiaron así en una
especie de tacuara desde donde podían
oír los gritos de los salvajes. Al
amanecer, éstos se habían alejado pero
al continuar viaje Fawcett y sus hombres
advirtieron una especie de garita de
centinela.

Entonces repentinamente -sigue P.F.-


llegamos a Selva Abierta, veíamos una
aldea de guaridas primitivas donde se
agazapaban unos salvajes de aspecto
más ruin que he visto jamás. Brutos con
aspecto de orangutanes parecían haber
evolucionado poco de las bestias. Silbé
y un enorme ser peludo como un perro,
saltó, puso una flecha en su arco y se nos
acercó bailando de una pierna a otra
hasta llegar a cuatro yardas. Emitían
sonidos que sonaban como “luf, luf, luf,”
y de repente la selva se llenó de esos
hombres gruñendo todos y colocando las
flechas en sus arcos. Estábamos en una
situación delicada y yo pensé que este
sería nuestro fin. Hice proposiciones
amistosas en Maxubi pero ellos no
prestaron atención. El jefe alzó y apuntó
a mi pecho, miré de frente a sus ojos y
supe que no iba a disparar. Bajó su arco
y comenzó a danzar de nuevo. Por
segunda vez levan-‘ tó el arco y apuntó
otra vez, supe que no iba a disparar.
Continuó sus movimientos hasta que alzó
su arco y apuntó, esta vez sí supe que
iba a disparar, entonces saqué mi
“Mauser”. Disparé al suelo y el hombre
con expresión de terror se escondió
detrás de un árbol. Entonces comenzaron
a volar flechas, disparamos unos pocos
tiros y nos retiramos. No nos siguieron
pero continuó el clamoreo largo
tiempo”.

En otra expedición más adelante, en


1920, P.F. llegó al rancho del Coronel
Hermeregildo Galvao, allí le contaron
que un jefe indio de la tribu Nafaqua,
cuyo territorio quedaba entre los ríos
Xingu y Tabatinga aseguraba conocer la
ciudad que vivían los indios que
hablaban de “casas alumbradas con
estrellas que nunca se apagan”.
Sobre ésto Fawcett afirmó: “Esta fue la
primera pero no la última vez que oí
hablar de las luces permanentes,
encontradas en antiguas casas por esa
civilización olvidada”/. “Este medio
descubierto por los antiguos aún no ha
sido redescubierto por los científicos
hoy en día”.

Poco después de éste. hecho se refirió a


la región de Congugy en donde se habían
descubierto inscripciones en las rocas.
Cerca de la Conquista un anciano que
perdió su buey siguió sus huellas por el
“Matto” y se encontró de pronto en una
plaza de una gran ciudad. Alli vió en un
centro de la plaza una gran estatua de un
hombre, y aterrorizado huyó. Según
Fawcett ésta podría ser la misma ciudad
que vio Raposo aunque no encajaba con
la de 1 753. La estancia Morro Da
Gloria fue el nuevo lugar donde Fawcett
oyó otra historia sobre la ciudad
perdida: “Se hablaba de un mestizo del
río “Peixe”, que se perdió en las selvas
de “Serra Geral”, al este. Subió una
colina y vio al llegar una planicie con
una ciudad con entrada en forma de
arco”. La diferencia aquí es que éste
indio vio habitantes en la ciudad dado lo
cual se alejó rápidamente. Pero ¿cuál
era la opinión de Fawcett sobre el
posible origen de estas ciudades?. Sus
conjeturas eran las siguientes:
“La tradición mexicana nos cuenta que
en el pasado llegó desde Oriente un
pueblo Tolteca que se transformó en
grande y próspera Nación, a quien se le
atribuye las construcciones ciclópeas
que precedieron a los Aztecas. Eran por
ejemplo los “Oimecas” y los
“Xicalancas” quienes pretendían ser
raza muy antigua y se jactaban de haber
destruido al último de los gigantes”.
Para mayor simplicidad - agrega
Fawcett-los llamaré Toltecas.
“Quetzacoatl también venía de Oriente y
una rama de esa gente ocupó una isla al
sur. Todos estos pueblos Toltecas eran
de rasgos finos, ojos azules, color
cobrizo, pelo color castaño rojizo,
(Véase la obra de Short, “North
Americans of Antiquity’) y
acostumbraban a usar túnicas sueltas.
Entre los Maxubis he visto miembros de
esa tribu con ojos azules y pelo rojizo,
para los salvajes, los Toltecas eran
pueblos avanzadísimos”.

“Luego vino un gran cataclismo en la


tradición de estos pueblos, la
civilización Tolteca quedó en ruinas.
Tiahuanacu debe haber sido una vez una
ciudad sobre una isla. En épocas de la
conquista -sigue P. F.- los nativos
atribuían la construcción de Tiahuanacu
a hombres blancos barbudos que
vinieron mucho antes del imperio lnca.
En esa época ocurrieron las migraciones
por el norte y la Polinesia.” Respecto a
los sobrevivientes del Brasil Fawcett
afirmaba: “Muy pocos pudieron escapar
al Norte, crónicas que datan del tiempo
de la conquista se refieren a la
apariencia de esos pueblos, de raza
hermosa, preservaban la tradición de
descender de la raza blanca. Los
“Molopaques” descubiertos en Minas
Gerais en XVII eran de tez clara y
barbudos y también los “Mariquitas”,
cuyas mujeres luchaban como las
amazonas. No es improbable -arriesga
Fawcett-que estas sean las tan
nombradas y legendarias amazonas”. Y
también en la época del gran cataclismo
la isla Brasileña estaba habitada por
Trogloditas Negroides de los cuales
podemos hallar restos de ellos aún hoy
en el interior, los cuales son temidos por
su ferocidad”.

Percy Fawcett iba más allá y afirmaba


‘que los lncas: “Heredaron fortalezas de
una raza anterior, y oí decir que ellos
unían las piedras por medio de un
líquido que suavizaba las superficies
hasta que tenían la consistencia de
arcilla”. Evidentemente con éstas ideas,
el espíritu de Fawcett se hallaba
inquieto y espectante pero su seguridad
era total: “No dudo en ningún momento
de la existencia de las ciudades. ¿cómo
podría dudarlo?. Yo mismo he visto
parte de una de ellas y lo que allí
observé ha hecho imperativo mi regreso.
Los restos parecen ser como los puestos
de avanzada de una ciudad grande. Estoy
convencido que podré descubrirlas.
lnfortunadamente no puedo inducir a los
científicos a aceptar esto, he viajado y
una y otra vez y los indígenas me han
hablado de las cosas que hay más allá.
Un hecho es cierto. Entre el mundo
exterior y los secretos de la antigua
sudamérica, ha descendido un velo y el
explorador que ansíe descorrerio,
deberá estar preparado para sostener
peligros que pondrán a prueba su
resistencia a un límite increíble. Es
probable que no pase pero si lo logra
estará en situación de ampliar nuestro
conocimiento histórico”.

Evidentemente sabía a lo que se atenía


en las desconocidas selvas amazónicas.
Brian Fawcett el hijo que quedó de la
familia recuerda sobre la última
expedición de su padre que: “en 1924
parecía que los fondos de la expedición
nunca llegarían, desengaños seguían a
desengaños”. “Lo vi por última vez en
marzo del 24 cuando el tren de
Liverpool partió de la estación St.
David, en Exeter y su alta figura se
perdió a través de la ventanilla del
coche”. La expedición tendría tres
integrantes principales, Percy Fawcett,
su otro h.ijo Jack, un gigante de seis pies
y tres pulgadas que ejercitaba y hacía un
culto al vigor físico.

El tercero, Rateigh Rimell amigo de


Jack, hijo de un Dr. de Seaton, Brian lo
describe como un “payaso innato,
companero perfecto del grave Jack y
entre ambos nació una amistad íntima
que los condujo a la aventura de 1925.
Percy Fawcett reunió el dinero para
financiar la expedición despertando el
interés de varias sociedades científicas
y también por la venta de los derechos
de sus relatos a la North American
Newspaper Alliance. (1).

En ese tiempo que Percy y su hijo Brian


ya no se verían, la comunicación
epistolar continuó entre ellos. En Enero
de 1925 escribía Percy F.:
“Desapareceremos de la civilización
hasta el año próximo, sitúanos con tu
imaginación a más de 1000 millas al
Oriente de ti, en selvas jamás holladas
por el hombre”. “Nuestra ruta
comenzará en el campamento de Caballo
Muerto, a 11 g 43” Sur y 54g 35’
Visitando en nuestro camino la torre de
piedra que es terror de los indios
vecinos pues de noche sale luz de sus
puertas y ventanas. Nos adentraremos
luego entre el río Xingu y el Araguaya y
seguiremos el lecho del río hasta el
norte a 10’ latitud Sur/. Enseguida
iremos a Santa María de Araguaya y
desde allí cruzaremos el río Tocatins en
“Pedro Alfonso”. Nuestro camino
quedará entre la latitud 10g 30’ y 11 g
hasta el terreno alto en los estados de
Goyaz y Bahía región totalmente
desconocida habitada por salvajes. Allá
espero hallar vestigios de las ciudades,
visitaremos la ciudad de 1753 que
queda aprox. 1 1g 30’ Sur y 42’ 30’
Oeste. “Respecto a esta ruta, Brian
sostiene que “esta es la ruta que mi
padre proyectó seguir en 1925, sin
embargo los expertos afirman que era
imposible hacerlo y ya que jamás
regresó deben tener razon. La región que
mi padre creía estaba “Z” ha sido
sobrevolada en los últimos años pero no
hay vestigios de ciudades”.
“Eso sí en sus cercanías se encontraron
ruinas de edad incalculable pero he
investigado personalmente las
orientaciones que da para la ciudad de
1753 y puedo asegurar autorizadamente
que no se encuentra allí.” Los
expedicionarios se alojaron en Enero
del 25 en el Hotel Internacional de Río,
el equipo fue probado y en febrero
partieron hacia Sao Paulo.

Jack escribía por ese entonces: “Nuestro


viaje fluvial hasta Cuyaba demoraba 8
días, dejaremos Cuyaba el 2 de abril y
demoraremos cuatro meses hasta llegar
a “Z” y quizás la localizemos el día del
cumpleaños de papá (31 de Agosto). El
14 de abril Percy F decía: “Los tres nos
sentimos bien, tenemos dos perros
bravos, Pastor y Chulirn, dos caballos y
ocho mulas” “Un ranchero amigo me co
m entó que desde niño él y su familia a
seis días de camino de este lugar
escuchaba extraños sonidos que venían
de las selvas del Norte, los describe
como siseos similares a los de los
cohetes, o de. grandes bombas
elevándose al aire y luego cayendo a la
selva. Otro horibre que vive en
“Chapada” me cuenta que ha visto
esqueletos de grandes animales y
arboles petrificados e incluso
construcciones prehistóricas.” “Veremos
la famosa torre que los indios temen por
la luz en puertas y ventanas y yo
sospecho - decía P. F.- que se trata de la
famosa luz que nunca se apaga . “Poco
tiempo atrás un Brasileño bien educado,
y un oficial del Ejército ocupados en
levantar topografía supieron por los
indios que había una ciudad al norte, los
indios se ofrecieron llevarlos allá
siempre y cuando ofrecieran la
protección contra salvajes, la ciudad —
según los indios-tenía edificios de
piedra, con muchas calles, un gran
templo, y parece ser “Z” aunque su
ubicación no concuerda con mis
cálculos”. Mi amigo el ranchero me
contó que llevó a Cuyaba a un indio de
una tribu remota y para impresionarlo lo
llevó a recorrer las iglesias de este
pueblo. “Esto no es nada -replicó el
indio-cerca de¡ sitio donde yo vivo,
pero a cierta distancia de viaje, hay
construcciones más grandes y elevadas
que estas, con grandes puertas y
ventanas y un gran pilar que sostiene un
enorme cristal cuya luz ilumina y hace
parpadear los ojos”. En esos días
Rimmell

fue mordido gravemente por las


garrapatas, herida que se complicó con
el correr de los días. Percy escribía en
Mayo 20: “Jack soporta todo bien,
Raleigh me tiene nervioso, no se si
podrá soportar la parte más difícil del
viaje, porque tiene la pierna ulcerada e
hinchada por las garrapatas”. Y
terminaba: “Enviaremos una carta desde
el último puesto en donde regresen
nuestros dos peones, espero llegar en
agosto al objetivo principal, en todo
caso nuestra suerte está… en manos de
los Dioses…

Su última carta fechada en 29 de mayo:


“Continuaremos con 8 animales, Jack
está en perfecto estado, pero siento
ansiedad por Raleigh, no quiere
regresar, calculo que entrarer-nos en
contacto con los indios en 10 días,
estamos en Caballo Muerto, no temas
que fracasemos”…

Numerosos fueron años más tarde los


encuentros con “Fawcetts” perdidos en
la selva o historias de hombres blancos
masacrados por salvajes. Pero Brian
examinó los casos y está seguro
completamente que ninguna descripción
concuerda con la de su padre. Algunos
opinan que Rimel¡ murió a causa de la
fiebre y Percy y Jack fueron muertos por
los salvajes. Brian piensa que “sería
más razonable pensar que fueron
aniquilados por los salvajes Morcegos
(tribu temible) que por indios
sernicivilizados. Quizás hallan
atravesado la tribu salvaje y llegado a
su objetivo, pero si la tradición que
refiere que los sobrevivientes de las
ciudades se han rodeado de salvajes…
Qué probabilidades tenían de regresar?
Mi padre conocía los riesgos mas que
ningún otro hombre. Si no regresamos
—decía— no deseo que se organicen
partidas de salvamento si yo con mi
experiencia fracaso, no queda esperanza
del triunfo de los otros”. Fawcett
comprendía que el riesgo bien valía la
pena correrse, en amazonas nos esperan
grandes secretos que el futuro nos
develará con sorpresas. El lo sabía y lo
intentó, pero eso si … seguro de sus

convicciones. “Ya sea que pasemos y


que volvamos a salir a la selva o que
dejemos nuestros huesos para podrirse
en ella, una cosa es indudable, la
respuesta al enigma de la Antigua
Sudamérica -y quizás del mundo
Prehistórico-será encontrado cuando se
hayan encontrado las Antiguas Ciudades
y queden abiertas a la investigación
científica, porque las Ciudades existen,
de eso estoy seguro”. - -

P. Fawcett

(1) Todos los extractos de diálogos de


Favvcett fueron sacados de notas de ese
libro con el fin de elaborar el presente
artículo.

“A través de la selva Amazónica”


(Exploración Fawcett) de Editorial
Rodas S.A. (Madrid) y zig-zag (Chile).

“una voz tan insistente como ta


conciencia, creaba matices infinitos en
el sempiterno murmullo de la noche y
del día que repetían: hay algo oculto. –
ve y descúbrelo… anda Y explo-detrás
de las montañas. - . hay algo perdido
tras las montañas.. está perdido y te
espera… ve en su busca…” - -

RUDYARD KIPLING:

“THE EXPLORER”
*************************************

* EXTRAORDINARIA NOTA,CABAL
MUESTRA DE LO GRANDE QUE
FUE FAWCETT,UN HOMBRE AL
CUAL AUN LLORO,PUES ES DE
ESOS QUE HACEN FALTA PARA
DESENTRAÑAR TODO,PARA
DESCUBRIR Y LLEGAR MAS
ALLA,ALGUIEN DIFERENTE A LA
COMODA Y CHATA
MAYORIA,ADEMS FAWCETT
COMO HOUDINI Y UNOS POCOS
PUDO VOLVER DE LA MUERTE
PARA COMUNICARSE CON EL
MEDIUM Y PROFETA EDGAR
CAYCE Y CON OTROS;

OBVIAMENTE VOLVEREMOS
SOBRE ESTE TEMA,POR AHORA ES
OBVIO QUE LA RELACION DE LA
CIUDAD MISTERIOSA QUE HALLO
FAWCETT SE RELACIONA CON LAS
QUE DESCRIBE KARL BRUGGER EN
CRONICA DE AKKAKOR Y CON
LOS PERSEGUIDOS MISTERIOS DE
LOS MUNDOS SUBTERRANEOS,DE
LO QUE HABLAREMOS MAS
TARDE;

* EXTRAIDA DE CUARTA
DIMENSION.

MISTERIO DE
ESFINGE,RESUELTO…

LA ESFINGE :

yo soy la esfinge. La Creacion de piedra


perfecta que señala el

camino de la Luz, hacia la que deben


orientarse los humanos

conjuntamente con las tres piramides


Guias del Cielo formamos

el enigma del Gran Arquitecto, pata


cuando llegue el tiempo elegido por la
Mente Cosmica, junto con los testigos
,el que esta sentado en el Trono, Los
cuatro Seres Espirituales que represento
para formar el Uno planetario de la
tierra ,su expresion eterna; La
Naturaleza; los 24 ancianos del dia

þs 12 tribus o nativos del año humano;


las 12 puertas o perlas de las casas
astrologicas; los 4 puntos cardinales
enfilados al espacio cosmico,
desþndado por los espiritus planetarios
y las constelaciones maravillosas.

Todos juntos, reverenciaremos cuando


se cumpla el plazo al Cordero Redentor
o la Conciencia Humana y Universal, y
el hombre pueda encontrarse

con la sabiduria suprema de la Creacion


Perenne.
se alejan ma s de la concepcion original
y el fin esperado,el Universo Mental. El
Gran Arquitecto efectivizo exactamente
el esquema cuaternario de mi division:
CABEZA DE
ANGEL-HUMANO
ALAS DE AGUILA
BUSTO DE MUJER
PATAS DE TORO
Juan de Doctrinas Hermeticas, me
fijaron realmente con forma cuaternaria,
rodeando al que esta sentado en el trono
planetario.

muy pocos creeran en mi, tan solo uno


solo, tal como lo dice

el : “Solo al cordero redentor de la


tiribu de Judas, entendio

la verdad oculta y por eso el merece


abrir los siete sellos….’
he visto desfilar por toda la superficie
planetaria al animal

humano avasallando mi cuatriplicidad,


destruyendola.

Esta criatura demente ha deformado mi


rostro, atacandome sin darse

cuenta algunas veces, conscientemente


las mas, con premedi—

tacion y suicidio de las especies


venideras. El ideal del pensante

que domina la superficie planetaria, es


la destruccion de la
turaleza. Asi, el simbolo oculto del
planeta representado en

maravillosa obra de la Creacion, señala


la destructibilidad del

Humano, al atacar mi cuerpo de Toro


(Tierra) mi cabeza

humana (Aire), mis garras de Leon


(Fuego) y mis alas de

uila (Agua). Los cuatro espiritus ante el


‘trono de la Conciencia Cosmica, del
Espiritu del Sol y los espiritus
planetarios.

soy el principio y el fin de Toda vida


sobre el pIaneta, el
arquetipo del Gran Arquitecto, para que
el hombre me entienda

y conozca porque soy la eterna


Naturaleza,rehago todas las

cosas; el germen del Universo, aqui


abajo en el planeta viviente

tierra, igual que arriba donde esta mi


Creador.

el futuro hombre superior, que descubra


mi esencia, idolatrara

imagen y las guias del Cielo, ya que


estos lugares sagrados,

pisoteados y hollados por los


extranjeros, resurgiran el dia fijado por
la mente Superior para adoracion eterna
en el Templo

de arena desierto, tal cual fue la


necesidad del hombre mediocre, que
olvido de penetrar la verdad eterna de
mi simbolo y de las tres piramides de
Gizeh.

Solo ven desierto en su alma y en su


porvenir, por ignorar

el mensaje de su creador el espiritu


terrestre.

Solo muy pocos se salvaran de la


destruccion, a que esta
condenados por su propia muerte.

El pequeño rebaño que penetro mi


misterio recibira la vida

eterna y ya no habra mas sombra porque


la luz divina alumbram

brara “in eternum” las hasta ayer


oscuras mentes.

Yo hago nuevas todas las cosas en mi


enorme cubeta planetaria y

aquellos que hicieron mal,


desapareceran por no haber

entendido y por haber renegado de la


madre Cosmica, de
la Creacion Toda.

Doy la vida para solaz de mis hijos y


mis corderos que reciben

las vanidades terrenales, y que amen mi


creacion.

Soy el venerado emblema esculpido en


la piedra viviente en

el primer elemento de piedra con


alma.Soy la luz espiritual y

El Genesis, recopilaciones escritas que


poseen los hombres

dice :
“Y el espiritu de Dios, se movia sobre
la superficie de

aguas..”

Soy ademas el simbolo perfecto de la


luz celestial que despierta

en lo mas hondo de la conciencia,


cuando el hombre entre

a ellos con su corazon y su mente.


PROFESOR
BAUVIER
La Gran Esfinge

La Gran Esfinge de Giza tiene cuerpo de


león y cabeza de hombre, llevando el
tocado real nemes. Si bien el antiguo
término griego esfinge significaba
estrangulador, se ha mencionado que el
origen de la palabra sería la frase
egipcia shesep ankh (imágen viviente),
que era un epíteto aplicado a las
esfinges.
El significado del simbolismo de la
Esfinge es motivo de algunos debates,
mas todos coinciden en que es un
símbolo solar. Los Egipcios no
reverenciaron al Sol visible como un
dios. El Sol era el ojo de Ra; es decir el
órgano de percepción de la divinidad y
la manifestación física de la Causa
Invisible. La Esfinge refleja en cierto
sentido esa significación: el cuerpo de
león simbolizando el poder y la fuerza
de lo espiritual en su forma física; la
cabeza de hombre simbolizando la
inteligencia y la conciencia, la
participación con lo divino. Como
síntesis

artística, la Esfinge es un trabajo de


maestría consumada; tan perfecta es la
fusión entre el león y el hombre que
parece orgánica.

La Esfinge está excavada de un único


montículo de roca viva de 73 m de largo
y 20 m de altura. La cabeza, que tiene
una textura diferente del cuerpo y
muestra una erosión mucho menos
severa, es un afloramiento natural de una
piedra más dura.

Un relevamiento reciente ha evidenciado


tres estratos separados de roca. La
formación extremadamente dura de la
cabeza no ha sufrido daños por la
exposición natural. Los severos daños
de la cara se deben a que la Esfinge fué
utilizada como blanco por la artillería
mameluca en el siglo XVIII. El grueso
del cuerpo está formado por piedra
caliza mucho más blanda. Esta parte está
conformada por capas alternadamente
blandas y duras, siendo esta la razón de
su desgaste en forma corrugada, con
entradas de hasta 60 cm. La base es de
una piedra caliza más dura.

Frente a la Esfinge podemos observar un


templo en un estado ruinoso, es el
Templo de la Esfinge, que sería
supuestamente de la IV dinastía, hecho
aparentemente de la misma piedra.

Fué probablemente dedicado al culto de


las tres formas del Sol: Khepri por la
mañana, Ra al mediodía y Atum al
atardecer. Durante el Reino Nuevo, la
Esfinge fué identificada con Horemakhet
(Harmackis, Horus en el horizonte), y un
nuevo templo dedicado a él fué
construído al norte del viejo edificio.
Curiosamente Herodoto, quién describió
a las pirámides con tanto detalle, no la
menciona; aunque cabe acotar que si no
se la mantiene libre de arena, en apenas
veinte años queda cubierto su cuerpo
leonino, dejando la cabeza a nivel de la
arena.

En muchas ocasiones a lo largo de la


historia fué cubierta por las arenas y
luego despejada, siendo la más conocida
de dichas instancias la que se halla
registrada en la “Estela del Sueño”,

erigida justo frente a ella por Tutmosis


IV (1401-1391 AC), describiendo la
promesa hecha a él en un sueño de que
si despejaba la arena que la cubría sería
ungido rey.

En uno de los registros menos legibles


de este texto, aparecía el nombre de
Kefrén (Khafre) en jeroglífico. Mas el
texto asociado a él era ilegible,
habiendo desaparecido enteramente hoy
día.

Posteriores excavaciones del Templo


del Valle, al sur y contiguo al templo de
la Esfinge y a la misma Esfinge,
mostraron una serie de estatuas de
Kefrén incluyendo una en la forma de
esfinge. Esto llevó a los estudiosos a
atribuir la Esfinge y su templo a Kefrén,
aún a costa de dejar de lado evidencia
con respecto a la mayor antigüedad de la
Esfinge .

Sin embargo, una deducción mucho más


dramática respecto a la edad de la
Esfinge ha sido formulada por
Schwaller de Lubicz, basada en
consideraciones geológicas. Si dichas
observaciones pueden ser confirmadas,
no solamente la edad de la Esfinge
debería ser revisada sino toda la
historia entera de la evolución de la
civilización.

Para comprenderlas se hace necesario


efectuar una disgresión. Los escritores
griegos y romanos de la antigüedad,
basando sus reseñas en informaciones
recibidas de primera o segunda mano de
fuentes egipcias, otorgaban una
antigüedad mucho mayor a la
civilización egipcia que la establecida
por los egiptólogos. Estas fuentes
egipcias mencionaban antigüedades del
orden de los 24.000 a 36.000 años
durante los cuales Egipto fué gobernado
por los dioses mismos y por los Shemsu
Hor, los compañeros o seguidores de
Horus. Mas

ante la falta de concreta apoyatura y


evidencias los académicos terminaron
por atribuir estas versiones a la fantasía
y la leyenda.

Por lo menos uno de estos antiguos


relatos puede ocultar un hecho cierto.
Herodoto relata que los sacerdotes le
informaron que el sol se puso dos veces
donde actualmente se eleva, y que se
elevó dos veces donde actualmente se
pone. Esta aseveración es generalmente
descartada como sin sentido. Sin
embargo, como señala Schwaller de
Lubicz ella puede hacer referencia a los
ciclos precesionales, por lo que los
sacerdotes egipcios referirían su historia
a por lo menos un ciclo y medio, unos
39.000 años. Esto se halla de acuerdo
con antiguos relatos y tablas
cronológicas fragmentarias, sin que
hubiera hasta ahora evidencia científica
que lo soporte.

Schwaller de Lubicz observó que la


severa erosión del cuerpo de la Esfinge
no pude ser el resultado de la acción del
viento y la arena, como generalmente se
menciona, sino debida al efecto del
agua. Si ello fuera posible deberíamos
concluir que debió ser esculpida antes
de que Egipto fuera cubierto por las
aguas, lo que supondría aceptar que, de
acuerdo a las teorías históricas
aceptadas, es anterior a las
civilizaciones conocidas, y que
pertenece a una época en
que el hombre se hallaba en el estadio
rudimentario de vivir de la caza y la
pesca.

En 1989, el egiptólogo John A. West se


contactó con el Dr. Robert M. Schoch,
un estratígrafo y paleontólogo de la
Universidad de Boston, quien quedó
intrigado por estos argumentos y
evidencias, no queriendo arriesgar su
opinión hasta no haber examinado el
sitio personalmente.

Ambos viajaron para efectuar un


relevamiento no oficial. Si bien no
pudieron conseguir permiso para entrar
a la Esfinge para estudiar de cerca los
detalles del desgaste, éste es tan
considerable y claramente demarcado
que Schoch se convenció que se debía a
la acción del agua. Luego de una
recorrida por la planicie de Giza,
Schoch coincidió con los siguientes

argumentos:

1. Solamente la Esfinge, las paredes de


la construcción que la circunda y otras
estructuras elacionadas a ella
arquitecturalmente o estilísticamente
exhibían estas características marcas de
desgaste por agua. Todo aquello otro
que data del Egipto dinástico ha sido
desgastado por el viento y la arena.
2.Las estructuras que muestran el típico
desgaste por viento y arena, que se
hallan esparcidas por el área, fueron
cortadas de las mismas capas de roca
que la Esfinge misma, y por lo tanto no
pueden datar del mismo período, como
creen los egiptólogos.

3.La Esfinge y los templos del Valle


han debido ser construídos en dos etapas
teniendo en cuenta los desgastados
bloques de piedra caliza del núcleo
ubicados detrás de los de granito.

Si bien provisionalmente satisfecho con


la teoría, Schoch no la podía presentar
al mundo geológico sin haber tenido
acceso directo y oficialmente permitido
a la Esfinge. Habiendo obtenido
finalmente el permiso, el equipo de
investigadores incluyó, aunque de
manera no oficial, a dos geólogos
adicionales, un oceanógrafo y a Thomas
L. Dobecki, un geofísico

acreditado. Entonces, ya dentro de la


cubierta de la Esfinge se hizo claro que
las causantes del

profundo desgaste fueron las fuertes


lluvias y no las crecientes ni las aguas
surgentes, como en

principio se suponía. Esto también


explica la presencia de los mismos
perfiles de desgaste en
lugares tales como el Templo Mortuorio
situados unos 30 m. más arriba, en un
lugar donde

ninguna crecida, por extraordinaria que


fuera, podría llegar.

Los sismógrafos de Dobiecki mostraron


perfiles de desgaste debajo de la
superficie y más

impresionante aún, revelaron varias


cavidades subterráneas en el área
inmediata a la Esfinge, en

particular un gran espacio rectangular de


unos 12 por 15 metros, a unos 5m de
profundidad,
entre las patas de la Esfinge. Esta
cámara ha producido sorpresa en
determinados círculos. El

famoso psíquico norteamericano Edgar


Cayce ha predicho estando en trance,
que entre

las patas de la Esfinge se encontraría la


Sala de los Registros, conteniendo la
historia del

perdido continente de la Atlántida. Es


innecesario remarcar que estas y otras
lecturas

inpiradas en trances han producido muy


poca impresión en los círculos de los
egiptólogos
académicos. Mas los sismógrafos no
operan en trance, y aquí han mostrado
una

evidencia que coincide con lo predicho


por Cayce, al menos en parte. ¿Qué es lo
que

contiene la cámara? Todavía no lo


sabemos y el permiso para posteriores
estudios

todavía está en espera de ser concedido.

El hecho comprobado de que el desgaste


se debe a la acción de fuertes lluvias
sólo puede

significar que la Esfinge es mucho más


antigua de lo que se supone.

Extensos estudios paleontológicos


coinciden en afirmar que Egipto se
convirtió en desierto

alrededor del 10.000 A.C. Antes del


15.000 A.C. esta región así como el
resto del norte de

Africa fueron una fértil sabana.


Coincidiendo con la irrupción de la
última edad glacial, Egipto

experimentó un largo período de fuertes


lluvias. Cuando lo peor de dicho
período tuvo fin

alrededor del 10.000 A.C., Egipto se


convirtió en desierto, y siguió siendo
desierto desde

entonces, si bien gozó de ciertos


períodos de lluvias en los cuales
algunas regiones que hoy son

un árido desierto todavía eran verdes.


Entre el 10.000 y el 4000A.C. Egipto
fué aumentando

su aridez llegando al final de dicho


período a ser lo que es actualmente. En
la zona de Giza la

precipitación anual es de alrededor de


unos 25 mm. Bajo ninguna circunstancia
puede esto
producir el desgaste observado en la
Esfinge. Tomando las estimaciones más
conservadoras

que permiten los datos combinados,


Schoch estimó la talla de la Esfinge
como mínimo en el

5000 al 7000 A.C.

Las culturas neolíticas conocidas de


dicha época no han mostrado evidencias
de disponer del

tipo de tecnologías necesarias para la


realización de la Esfinge y de los
asombrosos templos

que están frente a ella.


La noción de una civilización Atlante es
ignorada y ridiculizada por los círculos
académicos

modernos. Sin embargo, si bien este


desprecio puede silenciar y suprimir
buena evidencia, nada

hace en cuanto a su negación. Hay una


creciente evidencia proveniente de
distintos campos que

soporta la antigua y extendida creencia


de que ha existido esta hoy perdida alta
civilización,

doquiera pudiera estar ubicada. Dicha


evidencia es también congruente con las
antiguas
afirmaciones respecto a que dicha
civilización desapareció rápidamente
bajo circunstancias

catastróficas.

Sucesivas investigaciones llevadas a


cabo por Schoch y John A. West, han
dado nuevos

apoyos a la teoría desde varios otros


puntos de vista.

En Saqqara, a unos 16 km al sur de


Giza, se encuentran las tumbas de barro
de los primeros

reyes del Egipto dinástico, hallándose


estas en condiciones reconocibles y
estables. Estas

fueron erigidas alrededor del 3000 AC,


unos quinientos años antes de que la
Esfinge fuera

supuestamente construída por Kefrén. Si


como afirman algunos egiptólogos para
preservar la

datación actual de la Esfinge, hubieran


caído suficientes lluvias para
desgastarla a su actual

condición inmediatamente después de su


construcción, deberíamos concluir que
las mismas

lluvias debieran haber caído en Saqqara


dada su inmediata cercanía. Dado que
aún la piedra

caliza más blanda es mucho más


resistente que el barro, sería lógico
concluir que dichas tumbas

de barro debieran haberse disuelto bajo


dichas condiciones. Sin embargo ellas
están allí hoy día

sin mostrar prácticamente signos de


haber sido afectadas por el agua.

También se hizo necesario investigar la


atribución de la Esfinge a Kefrén bajo
una perspectiva
diferente. Siempre fué un artículo de fé
para los egiptólogos que la desgastada
cara de la

Esfinge representaría al faraón Kefrén,


si bien al ojo desnudo no se encuentra
semejanza entre

ambos. En un artículo del National


Geographic de 1989, el arqueólogo
Mark Lehner describió

sus intentos de reconstruir la dañada


cara de la Esfinge mediante
computadora. La cara reconstruída
guardaba estrecha semejanza con la cara
de una estatua de Kefrén.

Mas para lograr su reconstrucción,


Lehner alimentó a su computadora con
datos provenientes de una de las estatuas
de Kefrén, la que en consecuencia,
reprodujo la cara del faraón. Esta fué
entonces superpuesta sobre la Esfinge
“probando” de esta forma que la cara de
la Esfinge fué la de Kefrén. Usando el
mismo método también habría sido
posible “probar” que la cara de la
Esfinge sería la de Diego Maradona. Sin
embargo dicho trabajo tuvo una amplia
aceptación y fué difundido por la prensa.

Para hacer frente a estos resultados,


West buscó ayuda de un experto en
reconstrucción y comparación de
rostros, el detective Frank Domingo,
experto forense del Departamento de
Policía de Nueva York. Domingo viajó
a Egipto, y utilizando las prácticas
normalizadas de la policía, reprodujo
las caras de la Esfinge y de Kefrén y las
comparó, llegando a la conclusión de
que ambas son totalmente diferentes y
nunca pueden haber representado a la
misma

persona. Dado que las otras evidencias


utilizadas para atribuir la Esfinge a
Kefrén son

circunstanciales, quedó en claro que


dicha atribución solamente puede
persistir como artículo

de fé y no puede ser considerada


evidencia científica.
La controversia respecto de la Esfinge
ha dado lugar a numerosos artículos, en
especial en la

revista norteamericana KMT dedicada


especialmente al Antiguo Egipto. En el
número de

verano del ‘94 se publica un artículo del


Dr . James Harrell, profesor y uno de
los jefes del

Departamento de Geología de la
Universidad de Toledo, Ohio,
cuestionando las afirmaciones

de West. En el mismo número se publica


la réplica de West donde rebate punto
por punto los
cuestionamientos de Harrell.

Recientemente, en un papiro hasta ahora


desconocido, el arqueólogo Zahi
Hawass, jefe de

excavaciones en el Valle de los Reyes,


descubrió un plano que muestra la
existencia de un tunel

que recorre el flanco interior izquierdo


de la Esfinge. Estudios con sondas de
resonancia

magnética confirmaron que el tunel


existía. Según sus afirmaciones,
posiblemente el túnel nunca
haya sido violado, ya que su entrada se
encontraría intacta.

Según una versión que menciona P.


Christian en su “Traité des Mystéres”, la
Esfinge servía de

entrada a las sagradas cámaras


subterráneas en las cuales se llevaban a
cabo las pruebas de

iniciación. Esta entrada que hoy estaría


obstruída por arena y escombros, habría
estado

cerrada por una puerta de bronce cuya


apertura sólo podía ser operada por los
magos. En el

vientre de la Esfinge existirían galerías


que llevan a las partes subterráneas de
la Gran Pirámide.

Estas galerías tendrían un trazado tan


intrincado que al tratar de recorrerlas
sin la debida guía

inevitablemente hacían retornar al punto


de partida.

La Esfinge está estrechamente ligada a


la leyenda de Edipo, quién resolvió el
enigma propuesto

por la misteriosa criatura compuesta por


el cuerpo de un león alado y la cabeza
de una mujer,

que aparecía en las encrucijadas del


camino a Tebas (en Grecia). A cada
viajero que pasaba le

formulaba la pregunta: “Cuál es el


animal que en la mañana camina en
cuatro pies, al mediodía

en dos y al atardecer en tres pies ?”


Aquellos que no podían responder eran
devorados por la

Esfinge. Edipo contestó que era el


hombre mismo quién en la infancia
gateaba apoyado en sus

manos y pies, en su juventud caminaba


erguido en sus dos pies y que en su vejez
lo hacía

ayudado por un bastón. Al escuchar la


solución al enigma se dice que la
Esfinge se precipitó

desde lo alto de una roca para así


perecer.

Habría otra interpretación para dicho


enigma, emparentada con una
consideración pitagórica

de los números. El 4, el 2 y el 3 suman 9


que es el número atribuído al hombre y
también a los

ciclos de tiempo. El 4 representa el


hombre ignorante, el 2 el hombre
intelectual y el 3 el

hombre espiritual. La humanidad infantil


camina en cuatro patas, la humanidad
evolucionante en dos, y al poder de su
propia mente agrega el iluminado el
bastón de su sabiduría. La Esfinge es
por lo tanto el misterio de la Naturaleza,
la personificación de la Doctrina
Secreta. Pasar la Esfinge es alcanzar la
inmortalidad.
MARCOS LEWIN
PIRAMIDES DE EGIPTO,MISTERIO
REVELADO :

¿Las pirámides de Egipto fueron


construidas por una civilización más
antigua? No ¿Fueron construidas por
seres de otras dimensiones con un
propósito específico relacionado con el
planeta? Sí

Para que entiendas bien el propósito de


la creación de las pirámides, es
importante que conozcas las razones por
las que fueron creadas para
posteriormente, explicarte como fueron
construidas y su significado para
nosotros el día de hoy.

Así como la vida humana tiene un ciclo


de vida, que coincide en todos los
humanos, la vida en el planeta obedece a
ciclos de vida cósmicos ya establecidos.

A este ciclo de vida cósmico se le


conoce como precesión de equinoccios,
también conocido como “gran año”.

¿Qué es eso?

En la astrología, hay 12 signos del


zodiaco. A cada año, corresponde un
periodo de 2, 160 años en la vida del
planeta.
Por lo que, si multiplicas 12 x 2,160 te
da 25, 920 años

A este período de 25,920 años se le


conoce como precesión de equinoccios
o “Gran año”.

Y el planeta recorre los 12 signos del


zodiaco.

Durante la primera mitad de este ciclo


de 25, 920 años es cuando el nivel de
conciencia se expande al máximo.

Y en la segunda parte de este ciclo, la


conciencia va a decreciendo
gradualmente, hasta llegar a su punto
máximo de oscuridad, para después
pasar a otro nivel de conciencia u otra
dimensión.

Hay dos puntos clave durante el “El


Gran Año”, en los cuales se dan
cambios profundos y trascendentales en
el planeta, y que afectan los valores
humanos y la historia de manera
espectacular.

Estos dos puntos están situados justo


antes del punto medio, y poco antes del
inicio de un nuevo ciclo o “Gran Año”.

Si divides el periodo de 25,920 años


entre 2, te da 13,000 años
aproximadamente, verdad?

¿De que te sirve saber esto?


La Atlántida se hundió hace 13, 000
años. La causa de su hundimiento, fue
llegar al punto medio del “Gran Año”.
En este punto, se alcanzó el punto
máximo de la conciencia.

Llegar a este punto clave dentro del


ciclo, ocasionó cataclismos y
ocasionaron cambios en el planeta que
afectaron la vida.

Alguien sabía que esto iba a suceder en


la Atlántida antes de que pasara? Sí.

Los Maestros Ascendidos de ese


continente, seres que habían alcanzado
la conciencia crística y la inmortalidad,
lo sabían, y se prepararon 200 años
antes, para recibir el cataclismo.
¿Qué hicieron?

Para empezar, la memoria humana y su


existencia como especie está ligada al
campo magnético del planeta.

De hecho, cada especie animal tiene su


propio campo magnético planetario que
se relaciona con ellos.

Es una especie de red electromagnética


que se extiende por toda la Tierra.

Cuando una especie desaparece, lo hace


automáticamente el campo magnético
que se relaciona con ellos.

Cuando se llega al punto medio dentro


del “Gran Año”, el campo magnético del
planeta llega al punto cero y se
destruyen los campos magnéticos.

Con ello, se destruye la memoria


también y se desaparece como especie.

Los Maestros Ascendidos de la


Atlántida lo sabían. Necesitaban hacer
algo, para que la raza humana no
despareciera.

Solicitaron permiso a las Jerarquías


superiores para construir un nuevo
entramado crístico.

Así, cuando pasara el hundimiento de la


Atlántida y se destruyera el campo
magnético relacionado con los humanos,
el nuevo entramado crístico tomaría el
lugar inmediatamente ¡y los humanos
podrían seguir existiendo como especie!

Aunque la memoria sí desaparecería.


Los atlantes que sobrevivieran ya no
recordarían quienes eran y empezarían
de cero.

Eso no pasaría con los Maestros


Ascendidos. Ellos sabían como crear
campos magnéticos internamente, para
conservar su memoria.

Bien, ahora empezamos a ver el


propósito de la creación de las
pirámides de Egipto.

Los Maestros Ascendidos Toth, Ra y


Araamagot decidieron construir las
pirámides, para construir esa nueva red
electromagnética.

Eligieron a Egipto, porque justo debajo


de la zona en que están construidas,
estaba el eje del entramado de
conciencia crística, que en esos
momentos todavía existía.

Por lo que las pirámides tienen una


antigüedad aproximada de 13,000 años.

Las pirámides, según Toth le platica a


Drunvalo Melquisedec, fueron
construidas con la mente y el corazón, en
un período de 3 días de la cuarta
dimensión. Debo aclarar que nosotros
nos encontramos actualmente en la
tercera dimensión. Por lo que el
equivalente en tiempo en nuestra
dimensión debió de ser mucho mayor

Los Maestros Ascendidos, también


construyeron una nave espacial, de 3 a 5
átomos de grosor, plana en su base y
techo. Con una longitud equivalente a
dos edificios de extremo a extremo.

Dicha nave tenía forma circular. Fue


colocada kilómetro y medio debajo de
la Esfinge, en un supertono
electromagnético más alto que le
permitía no ser vista y atravesar la
Tierra sin problema alguno.

Regresando a la precesión de los


equinoccios, los cambios en cualquiera
de los dos puntos clave de “El Gran
Año” ocasionan grandes cambios en el
eje gravitacional de la tierra y pueden
dar lugar a glaciaciones, hundimiento de
continentes, terremotos, etc.

Eso es lo que iba a sucederle a la


Atlántida.

Y entonces sucedió el cataclismo.

Toth tomó la nave donde se encontraba


debajo de la Tierra y se dirigió a la
Atlántida, para salvar a los Maestros
Ascendidos.

Casi inmediatamente después de haber


despegado unos cientos de metros de la
superficie con los Maestros Ascendidos,
se hundió la última isla de la Atlántida,
Undal.

Se dirigieron a una pista de aterrizaje


situada en la punta de la Gran Pirámide.

Los Maestros Ascendidos conservaron


su memoria, al crear su propio campo
electromagnético.

Después de tres días y medio, se llegó al


punto cero en el campo magnético y se
emergió en el mundo de la tercera
dimensión, en el que nos encontramos
ahora.

Pasado esto, los Maestros Ascendidos


penetraron en la Gran Pirámide por un
tunel circular que los conducía a la
ciudad subterránea.
Ra y un tercio de los Maestros
Ascendidos se quedaron en esa ciudad
subterránea. Entre esos maestros se
encontraba Tat, el hijo de Toth.

En esa ciudad subterránea se formó la


hermandad de Tat.

Después, volaron al lago Titicaca. Toth


y otro tercio de los Maestros fundaron el
imperio de los incas.

Finalmente, la nave viajó al Himalaya y


desembarcó Araamagot.

El resto de los Maestros regresaron a la


Esfinge.

La razón de que se escogieran la ciudad


subterránea, la Isla del Sol y el
Himalaya, fue para establecer la red de
circuitos energéticos de una conciencia
crística sintética de la Tierra.

Egipto es el punto masculino de la red,


los Mayas-Incas el femenino y el
Himalaya el punto neutral.

En términos científicos, esta red de


conciencia crística, es un campo
electromagnético que se extiende por
toda la tierra y tiene formas geométricas.

Posteriormente, los Maestros hicieron


miles de pirámides en la cuarta
dimensión, que no son visibles para
nosotros.
También, esta vez con la ayuda de los
humanos, construyeron pirámides y
catedrales para ayudar a la red de
conciencia crística.

En el complejo religioso de
Teothiuhacán, México, hay dos grandes
pirámides, la del Sol y de la Luna.

¿Que crees?

La pirámide del Sol, que es la mayor,


tiene lados de 215 metros, por lo que su
base es semejante… ¡a la de la Gran
Pirámide de Egipto!

Esta coincidencia se explica, por ser los


Maestros ascendidos de la Atlántida los
creadores de estas pirámides, ya sea
físicamente o intelectualmente con la
ayuda de los humanos de las culturas
locales.

Así como en Egipto, que la historia


oficial dice que las Pirámides y la
Esfinge fueron construidas de repente,
sin ningún conocimiento importante de
las culturas anteriores…

¿Que crees? La historia oficial dice que


en Teotihuacán pasó EXACTAMENTE
LO MISMO.

Y en un pueblo, que no conocía


herramientas de metal, ni utilizaba
maquinas simples para la
construcción…
Y así como Toth parece ser la persona
histórica concreta que enseñó a los
egipcios todo lo que aprendieron en
aquellas lejanas épocas, en Teotihuacán
existe la historia de que Quetzalcóatl
llegó con esta cultura, y fue un Dios
civilizador que dio a los hombres
cultura y sabiduría.

Te hago notar que, antes del hundimiento


de la Atlántida, se había llegado a una
conciencia de la unidad con el universo
y del valor del amor, por haber llegado
al punto máximo de despertar de la
conciencia, en el punto medio del “Gran
año”.

Los atlantes eran extremadamente


intuitivos y desarrollados del lado
derecho de su cerebro, el lado femenino.

Por eso, los Maestros ascendidos tenían


valores muy diferentes y sabiduría
desconocida por los pobladores locales
a los que llegaron.

Y su función, repito, fue insertar


nuevamente algunos conocimientos de la
Atlántida, así como construir con la
ayuda de los humanos, Pirámides y
lugares energéticos, para ayudar a la
nueva red de conciencia crística del
planeta.

En los Mayas, se habla de Pakal, un


Dios que tenía una apariencia blanca,
alta… muy parecida a la de
Quetzalcóatl.
Y en los Incas, está la leyenda de Manco
Capac.

Hay una enorme coincidencia la


apariencia física de estos personajes:
blancos, altos, en algunos casos
barbados y con unos conocimientos
astronómicos y sabiduría infinitamente
superior… y que lo enseñaron a los
pobladores locales.

¿Conclusión lógica? Estos seres: Toth,


Quetzalcóatl, Pakal, Manco Capac,
fueron…

LOS MAESTROS ASCENDIDOS DE


LA ATLANTIDA.

Se nota que la construcción de


pirámides y lugares místicos, tiene lugar
principalmente en una franja a lo ancho
del trópico de cáncer.

Su función, es ser una especie de batería


que almacena la energía del cosmos y
alimenta a la red de conciencia crística,
cuyo eje está debajo de la Gran
Pirámide de Egipto.

Se sabe que, en esa franja, es más fácil


captar la energía que viene del Cosmos.
También, se ha descubierto que la
terminación en punta de las pirámides
facilita la absorción de dicha energía.

Y como la red de conciencia crística es


una red de energía electromagnética,
entenderás porqué se ubicaron las
pirámides y catedrales en esta franja.

He hablado de que hay una ciudad


subterránea debajo de la Gran Pirámide
¿Hay pruebas?

Sí.

En 1996, Larry Hunter y otros


investigadores descubrieron una red de
túneles bajo el complejo de Gizeh.

Hunter afirma que esta red lleva a una


enorme ciudad subterránea, 13 metros
de superficie y 12 pisos de profundidad,
que abarca un área de 10.5 x 12 km.

Cómo la ves?
Regresando al hundimiento de la
Atlántida, se originó por entrar al punto
medio en “El Gran Año”, y esto se vio
acompañado de una enorme inundación,
y un cambio en los campos magnéticos y
eje gravitacional de la tierra, que
ocasionó cambios geológicos
importantes e inundaciones.

West afirma que la erosión que hay en la


Esfinge fue provocada por agua, no por
el viento, como afirman los egiptólogos
tradicionales.

Dice que esta erosión por agua, se dio al


final de la última era glacial, hace
12,000 años aproximadamente.

¿Es una coincidencia que casi cuadre


con el periodo del hundimiento de la
Atlántida y construcción de las
pirámides hace casi 13,000 años?

Recuerda que la Esfinge fue construida


hace unos 13,000 años antes del
cataclismo de la Atlántida.

Es lógico suponer que sufrió por un


periodo fuerte de lluvias que la
erosionaron durante el desastre. De
hecho, en el diluvio de Noé, se dice que
las lluvias no cesaron durante varios
días.

¿Qué significa todo esto para nosotros,


hoy en día?

Te recuerdo que el “Gran año”, que es


la precesión de equinoccios, comprende
25,920 años y hay dos puntos clave en el
ciclo: el que le pasó a la Atlántida… y
el que está a punto de sucedernos.

Los puntos se dan, uno, poco antes de la


mitad del periodo de 25,920 años
(cuando se hundió la Atlántida) y el
otro, poco antes de finalizarlo.

Y nos estamos acercando… al segundo


punto. Estamos cerca de finalizar el
período de 25,920 años.

En los últimos 2,000 años hemos estado


en el signo de Piscis. Y estamos a punto
de pasar a la Era de Acuario. Los
cambios de signo significan cambios
culturales y de valores muy profundos.
El cambio de signo… coincide con la
finalización del Período del “Gran
Año”.

Estamos acercándonos al punto más bajo


de conciencia. Y a punto de pasar a otra
dimensión, la cuarta.

¿Cómo se refleja esto actualmente? En


las guerras, terremotos, suicidios, etc.

Eso tiene que ver con el campo


magnético de la Tierra. El sistema
nervioso humano está íntimamente
ligado al campo magnético.

Y éste se está desestabilizando, como


debe ser por su acercamiento al fin del
“Gran Año”.
Gradualmente, el campo magnético se
está acercando a cero… como le pasó a
la Atlántida.

Es por eso, que los seres humanos nos


volvemos un poco desmemoriados y
desequilibrados emocionalmente en esta
época.

Y es por eso que gradualmente hay más


terremotos, por estar siendo
desequilibrado el campo magnético y el
eje gravitacional del planeta.

Al acercarnos más al punto cero… la


memoria se vuelve más volátil.

Porque cuando se llega al punto cero, se


pierde la memoria por completo.
Y emergeremos… a la cuarta dimensión.
En esta dimensión, los pensamientos se
vuelven realidad al instante.

Y es importante que aprendas a activar


tu campo magnético, conocido
esotéricamente como campo merkaba,
para que conserves tu memoria, como
hicieron los Maestros Ascendidos en la
Atlántida.

Por eso hay tantos seres de otros mundos


y otras dimensiones en estos momentos
en el planeta para guiarnos.

Por eso has estado escuchando de


OVNIS, Pleyadianos, Arturianos, Saint
Germain, Sirios, etc. abruptamente en
este siglo, cuando en los anteriores se
había dado con menor intensidad.

Algunos seres de otras dimensiones


están como simples espectadores,
porque saben lo que va a venir al
planeta y quieren presenciar tan notable
acontecimiento.

Otros, saben que está a punto de suceder


un acontecimiento de carácter universal
al planeta, y desean ayudarnos a pasar
sin mucho dolor, de la tercera a la cuarta
dimensión.

Por eso, tienes que ser impecable con


tus palabras y con tus pensamientos. Por
eso estos amigos cósmicos insisten tanto
en la pureza de pensamientos y la fuerza
del amor.
No hay cabida para sentimientos no
positivos en la cuarta dimensión.

Aparte de que, por el acercamiento al


punto cero, el campo magnético te está
afectando en tus emociones, y fácilmente
puede hacer que te desesperes por
pequeñas cosas y pienses negativamente.

Los terremotos tienen que seguir y las


guerras también. Pero el gran cambio de
dimensión está muy cercano. Parece que
se daría en el 2,012 según las profecías
mayas, que como afirma el Dr. Ronald
Bonewitz, no son mayas ni son
profecías.

Este investigador menciona que los


mayas heredaron estos conocimientos de
otra cultura.

Hay un códice maya, el códice Madrid,


que habla del continente Mu.

Como su destrucción es casi idéntica a


la de la Atlántida, se presume que Mu…
era la Atlántida.

Y es probable que estas “profecías” son


heredadas de los atlantes. Se dice que
los mayas fueron sobrevivientes del
cataclismo de la Atlántida.

Y no son profecías.

Es como si nosotros sabemos que una


mujer, a determinada edad empieza a
menstruar, a determinada edad
desarrollarsele las caderas, los senos,
etc.

No es una profecía de la mujer, verdad?

Simplemente, se conocen los ciclos


naturales de la vida de una mujer, por lo
que se puede saber con cierta
anticipación cuando va a tener sus
cambios físicos.

De la misma forma, el conocimiento de


los mayas, corresponde al conocimiento
de este ciclo natural de la vida del
planeta, conocimiento heredado de los
atlantes.

Tenemos el destino en nuestras manos.


Con nuestros pensamientos positivos de
amor hacia los demás, podemos crear
nuestro futuro y nuestra ascensión sin
dolor.

Hay muchas opiniones encontradas entre


los esotéricos, seres de otros planetas y
aún entre los Maestros Ascendidos, en
que la transición a la cuarta dimensión
se puede dar sin tantos cataclismos,
como es usual.

Lo que sea, lo único que puedes hacer


es:

Se impecable con tus pensamientos.

Se impecable con tus palabras.

Se impecable en tu amor hacia ti y hacia


los demás.

Aaaahhh… se me olvidaba algo. Las


pirámides también son lugares de
iniciación, en los que en la época del
Rey Akenatón, se enseñaba a las
personas como obtener la conciencia
crística y ser inmortales.

Akenatón era un ser que provenía de la


estrella de Sirio y vino a cumplir una
misión específica. No era humano.

El gran sarcófago que hay en la Gran


Pirámide, no era para sepultar a nadie.
Era el lugar en el que los iniciados en
los conocimientos perdidos descansaban
por tres días, después de “morir” y
resucitar nuevamente, pero ya con la
conciencia crística, después de pasar
por todo el proceso de iniciación dentro
de la Gran Pirámide.

Estos seres que adquirieron la


conciencia crística convivieron muy de
cerca con la hermandad de Tat y
vivieron en la ciudad subterránea por un
tiempo.

Posteriormente, éstos seres inmortales


salieron a la superficie y se fueron a
Masada, donde se les conoció como los
esenios.

Se dice que María, la madre de Jesús,


fue uno de éstos seres inmortales.

Bueno, me despido, estos temas son


apasionantes, y probablemente he dicho
cosas que no son correctas y he
cometido algunas imprecisiones.

Pero también se que muchas cosas aquí


expuestas sí son ciertas.

Encajan perfectamente como piezas de


un rompecabezas que explican muchas
cosas del planeta y del universo mismo.

También explican porque hay pirámides


con funciones tan parecidas en culturas y
lugares tan distantes.

Explica porque en varias culturas hay


huellas de “dioses” de constitución
física diferente a la población promedio
de las regiones a las que llegaron.
Y explica porque hay un conjunto
complejo de conocimientos
astronómicos y científicos muy
parecidos… en lugares totalmente
alejados.

Y explica porque, abruptamente,


culturas con ningún antecedente cultural
importante, empezaron a mostrar
conocimientos muy difíciles de alcanzar
para nosotros en nuestra época.

El Dr. Ronald Bonewitz dice, que


pareciera que culturas como Egipto,
Sumer, Mayas, etc, hubieran heredado
un conjunto similar de conocimentos de
una cultura anterior a ellos… y que las
pequeñas diferencias que hay, se deben
a las diferencias culturales locales.
¡Creo que Bonewitz a dado en el clavo!

Yo apoyo rotundamente esta teoría.

¡Suerte!

Bibliografía:

Frisell, Bob, La Cuarta Dimensión,


Ediciones Robin Book, Barcelona.

Frisell, Bob, La Cuarta Dimensión 2,


Ediciones Robin Book, Barcelona.

Perala, Robert, El Proyecto Divino,


Grupo Editorial Tomo, México.
Bonewitz, Ronald, Profecía Maya,
Editorial Diana, México.

Bigliano, Marcelo, Misterios Egipcios,


Grupo Editorial Tomo, México.

Colaboración de Edgar Martínez

México
LA TEORIA
PIRAMIDAL
LAS PIRAMIDES DE
GIZEH
Y EL
DECUBRIMIENTO
MAS IMPORTANTE
DE TODA LA HISTORIA DE LA
HUMANIDM,

La teoría pirarnidal de Héctor H.


Moracci Bauvier

Desde hace mfles de años se habla de un


fabuloso tesoro escondido en las
pirámides egipcias. Diversos autores
egipcios. judíos, árabes, etc. se
refirieron al tema. incluso al sultán Al
Mamun en el siglo X de nuestra Era,
viajó expresamente para tratar de
encontrarlo, la entrada al turismo que se
encuentra en la cara Norte de Keops, se
le atribuye a este Sultán con la
finalidad’ de los tesoros como botin. Sin
embargo el enigma sigue aún hoy y es
por eso que gracias a la TEORIA
PIRAMIDAL, se encontrará el fabuloso
tesoro, que cambiará la historia de la
Tierra.

Siempre se estudió a Keops dejando de


lado a las otras dos pirámides, pero la
maqueta astronómica de nuestro sistema
solar que representan las únicas
maravillas de la Humanidad que aún se
conservan, necesitaba el estudio de las
tres juntas.

Los constructores quisieron legar un


tesoro que fuera revelado por la razón.
Conocedores de los ciclos destr-uctivos
del planeta, esto . es un cambio brusco
en la posición ante el Sol y la salida de
las aguas oceánicas en una enorme ola y
que cualquier construcción humana
desaparecería llevada por las aguas;
idearon las tres pirámides planetas, con
los exactos tamaños a los planetas que
representan, sus exactos colores tal
como los ve el ojo humano a través del
telescopio y a nuestra tierra como la
moderna astronáutica y sus fotos nos
ofrece cotidianamente, y también las
exactas órbitas y distancias en escala
llevadas del plano astronómico al
geográfico.

Así tenemos que:


KEOPS ES LA
TIERRA
KEFREN ES VENUS
MICERINO ES
MERCURIO
Lo único que falta en esta maqueta
astronómico es su centro, o sea el
mismísirno SOL.

La escala la dan las piránúdes entre sí,


por eso es que partiendo desde KEOPS
hacia el Sur, siguiendo por el meridiano
que corta a la pirámide que los antiguos
elipcios llamaban EL PLAN DE LA
ARMONIA DIVINA y dirigiéndonos
1470 metros (la distancia Tierra - Sol es
de 147 millones de km.) nos
encontramos sobre el fabuloso tesoro de
una Era anterior, cuando el Sahara era
un enorme lago rodeado de vegetación.

Las pirámides son Mojones


indestructibles. El hombre, destruyó su
recubrimiento óptico y fue molido por
las canteras para los palacetes de El
Cairo. De lo contrario

podríamos apreciar su belleza.

La órbita Tierra-Venus es de aprox. 40


millones de Km.

La distancia Keops Kefren es de 400


metros.
U distancia Kefren Micerino es de 500
metros.

La distancia Venus-Mercurio es de 50
millones de Km.

Además de la entrada indicada


anteriormente para hallar el tesoro, se
encuentra otra que comunica con las
otras pirámides y el tesoro. La misma se
encuentra en la cara Norte a la

altura del actual OJO DEL


HORIZONTE por donde se ingresaba
durante los ritos iniciáticos, exactamente
en la fila 1 7 pero 7,35 metros de la
línea del meridiano hacia el Oeste, con
lo que nos queda un rostro bien definido.
Retirando las piedras que ocultan esta
verdadera entrada a la galería, ge mela
de la que se conoce en la actualidad y
visita al turista, ya que las galería y
cámaras que conocemos son falsas,
fueron selladas al mismo momento que
se las construyó y esto de doble cámara
es común en los egipcios, ya que tenían
todo doble: doble esposa, doble trono,
doble imperio, etc. retirando, repito, las
piedras descubrirnos el sendero, las
galerías que nos llevarán al más allá,
que nos llevará a conocer que los
constructores vivían en la Antártida que
no es otra cosa que la mitológico
Atlántida, cuando la Tierra enfrentaba al
Sol con lo que es hoy el continente
helado. En aquella época era un clima
tropical y se desarrolló una civilización
del Espíritu, las pruebas son diversas:
Cada vez más las expediciones a la
Antártida descubren vegetación tropical
bajo los hielos, vegetación tropical
gigante en nuestra pata gonia (hoy
petrificada en Chubut y Santa Cruz).
Además y para un rechazo total de que
la Atlántida estaba en el Atlántico con
sólo recortar los continentes Europeo y
Americano y de igaul forma a un
rompecabezas, uniendo sus partes no
falta ninguna isla o continente.
El tesoro nos llevará -a conocer las
leyes de los ciclos biológicos, nos
llevará a conocer la energía magnética
que circula en el Cosmos y en nuestro
planeta y no sabemos utilizar, como la
que utilizan las naves tipo plato volador.
Conoceremos que los platos voladores,
no son extraterrestres, sino guardianes
casi inmortales que nos vigilan y que
descienden de los constructores
piramidales.

Sabremos también que la Torre de


Babel no es otra cosa que KEOPS, que
el pueblo y las razas que huyeron hacia
el nuevo Ecuador la construyeron con
amor y no como esclavos, como un
legado religioso, que hablaban el mismo
idioma espiritual.

Sabremos también que la Montaña de


Dios de Moisés no es otra cosa que
KEOPS, etcétera, etcétera.

El complejo piramidal de Gizeh,


aguarda aún a los hombres que
ingresarán al pasado remoto y que
transformará la mente y el espíritu y
terminará con la civflizaicón de los
Caínes, para que Abel y el Bien se
restablecido en nuestra Tierra.
El Tetragrama inscripto en el “Ojo del
horizonte” de Keops corresponde a la
Identificación de nuestro sistema solar y
al simbolIsmo cuaternario de la Natura
cza de acuerdo a la escritura del Gran
Arquitecto

MISTERIOS DE ELEUSIS :

Oriundos de Atenas, donde tenían su


único santuario situado a poco más de
veinte kilómetros de su recinto urbano,
se tiene noticia de los cultos eleusinos al
menos desde el siglo VII a.C. Pisistrato
(560-527) hizo levantar su sede más
emblemática, que fue destruida por los
persas, y Pericles encargó la
reconstrucción de su templo, el
Telesterión, a Ictinio, el mismo
arquitecto que erigió el prodigio del
Partenón. Este lugar profundamente
sagrado se mantuvo siempre abierto a la
devoción de todos los pueblos, con
excepción de los enemigos naturales de
Grecia, los persas, hasta los tiempos del
emperador Justiniano, en que lo
devastaron definitivamente los godos
arrianos de Alarico en el año 396. Aún
así, con el santuario derruido, todavía se
tiene noticia de que el filósofo gnóstico
Sinesio se hizo iniciar en sus misterios
cien años despues.

De esa sede sagrada escribiría


Arístides: “Eleusis es el santuario
común a toda la Tierra; entre las cosas
divinas concedidas para los hombres no
hay una sola más grandiosa ni más
brillante. ¿Dónde han sido cantados
mitos más admirables, Aunque ni
dramas más importantes han embargado
a los espíritus?

¿Dónde se ha visto el espectáculo


rivalizar más felizmente con las
palabras oídas, ni ser contempladas
escenas tan admirables, en medio de
apariciones indecibles por incontables
generaciones de hombres
bienaventurados?”.

Ninguna devoción como la despertada


por Eleusis prendió tan profundamente
en el núcleo de la cultura clásica.
Ningún otro conocimiento marcó de
forma más indeleble el espíritu de la
antiguedad. Ninguna esperanza creó
doctrinas esotericas más firmes y
serenas que aquella transmisión
misteriosa

y esencialmente secreta de evidencias


salvadoras que acompañó a los
mensajes emitidos por el centro de
poder espiritual más respetado y
venerado de cuantos surgieron por
tierras del mundo mediterráneo. Ningún
culto se enfrentó a los mitos olímpicos
con más fuerza y mayor fe que el que se
revelaba en los Grandes Misterios que
tenían lugar en el Telesterión. Aquel
fervor sólo podía deberse a una realidad
más allá de la fe: la de un conocimiento
transmitido con tanta fuerza como para
afirmar sin lugar a dudas en el espiritu
de sus adeptos la Realidad desconocida
de un universo de certezas que los mitos
y los símbolos de

Roma, nían al alcance de quienes se

tregaban a la magnitud de su misterio,


por encima de cualquier racionalidad.
Para penetrar en el misterio de los
cultos eleusinos, tendremos que asumir
que todo el mito simbólico que los
rodeó tiene como protagonista central a
Démeter, personificación de la Magna
Mater originaria que marcó las
creencias ancestrales de la humanidad.
Démeter no descendía de ninguna
divinidad nacional, como podría ser el
caso de Zeus en la Hélade, y su culto
surgió aquí con este nombre del mismo
modo que apareciera con los más
diversos apelativos en todas las culturas
primitivas del planeta, en tanto que
divinidad planetaria y telúrica a la vez,
en contacto asiduo con el ser humano,
generadora y conservadora de todas los
aspectos de la vida: Gaia.

Un himno homérico del siglo V,


dedicado a la diosa y a sus misterios,
cuenta que su hija Core -o Perséfone-, a
quien encargara la enseñanza del arte
agrícola a los humanos, fue raptada por
Plutón y conducida al mundo de las
profundidades del Hades, donde el
hermano de Zeus la hizo su esposa.

Desesperada Démeter por esta pérdida,


decidió no regresar a los cielos, sino
que comenzó a vagar por el mundo hasta
llegar a Eleusis, donde, sin ser
reconocida, permaneció sentada junto al
Pozo de las Vírgenes. Los reyes de
aquel lugar la invitaron a convertirse en
nodriza de Demofón, su hijo recién
nacido. La diosa aceptó, cuidó del
infante y, viéndole como a un hijo, trató
de transmitirle la inmortalidad y hacer
que fuera eternamente joven, lo mismo
que los dioses. Para ello, cada noche lo
pasaba en secreto sobre las llamas, sin
que nadie se percatase. Hasta que la
madre, Metanira, descubrió aquel rito y,
creyendo que la nodriza pretendía
quemar al niño, se lo arrebató
violentamente, rompiendo el hechizo.
Démeter se descubrió entonces a si
misma como la gran diosa que era y,
rodeada de una luz cegadora, reclamó
que se le construyera en aquella ciudad
“un templo con un altar debajo”, donde
ella misma transmitiría su sabiduriz a
los humanos. Esta transmisión del
conocimiento superior fue la que ordenó
el ritmo y la naturaleza de los rituales
mistéricos reservados a los iniciados y
que tenían lugar lejos de la curiosidad
de quienes se conformaban con ser
devotos fieles de la Madre primigenia.

Sigue contando el mito que, cuando el


templo estuvo terminado, la diosa se
refugió en su interior, sin más
pensamiento que recuperar a su hija
perdida y abandonando a los seres
humanos a su propia ignorancia. Por esta
actitud, la tierra comenzó a secarse, sin
que ningún ruego valiera para hacerla
volver a su actividad. Zeus, atisbando el
desastre -reconociendo, pues, la
superioridad de la Gran Diosa-, pidió a
Plutón que devolviera a su esposa y éste
accedió al fin, pero antes de hacerlo le
introdujo en la boca un grano de
granada, lo que significaba que Coré
nunca podría abandonar el Hades y
tendría que regresar con su esposo
cuatro meses al año, mientras los ocho
restantes permaneceria junto a su madre.
Démeter aceptó esta condición, regresó
a sus cielos y la tierra volvió a ser fértil
y a dar frutos. Pero antes de marchar,
reveló a los primeros iniciados de su
culto, Triptolemo, Diocles, Eumolpo y
Keleo, “los ritos gloriosos que no
pueden ser transgredidos, penetrados ni
divulgados, pues el temor a las diosas es
tan poderoso que acalla la voz”. Así
explica el himno la fundación de los
Misterios. Ellos fueron sus primeros
adeptos y Triptolemo fue considerado el
primer hierofante de aquellos cultos;
montado en un carro de fuego tirado por
serpientes (recordemos la naturaleza
simbólica de la serpiente como energía
emanada de la tierra), recorrió
incansablemente el mundo para enseñar
a los mortales la agricultura y fomentar
la devoción por la gran diosa que
aguardaba en el templo de Eleusis.

Una fiesta para los iniciados

La historia de Demofón y el fracaso


sufrido por Démeter al pretender hacerle
inmortal es, en el mito sagrado, el
trasunto de ese error divino que surge en
tantas creencias y que explica
simbólicamente por qué el ser humano
nunca pudo alcanzar la inmortalidad a la
que estaba destinado, pero que cabe aún
enseñarle el camino oculto para
alcanzarla y salvarse de la muerte. Ese
fue el núcleo rector de los Misterios, en
los que, según se desprende de los
escritos que nos han llegado sobre su
naturaleza, los iniciados no lograban
acceder a la inmortalidad, pero se les
mostraba la imagen de lo que esa
inmortalidad podría llegar a ser si
obraban conforme a las enseñanzas que
la iniciación les transmitía.

Este gran misterio, cuyo secreto


consiguieron guardar tan celosamente
quienes se sometieron a los ritos
sagrados de Eleusis, era la gran
esperanza en pos de la cual acudían al
santuario miles y miles de adeptos en las
grandes fiestas que se celebraban
anualmente en dos ocasiones, llamadas
respectivamente los Pequeños y los
Grandes Misterios. En ambos casos,
todo comenzaba a desarrollarse con una
peregrinación masiva desde Atenas al
santuario, pasando los peregrinos por
lugares clave que les iban descubriendo
los motivos más profundos del culto: el
bosquecillo de laureles consagrado a
Apolo (hoy se levanta allí un monasterio
ortodoxo), el puente sagrado, las
ciénagas que anunciaban la entrada al
Averno y el paso junto a los campos de
gramíneas de la llanura Rariana. Todo
en el camino despertaba en los iniciados
la memoria del mito que revivían paso a
paso. En los misterios menores,
celebrados durante la primavera, se
rememoraba la larga marcha solitaria de
Démeter en busca de su hija perdida y su
desarrollo era más bien una memoria de
la tristeza de la diosa y una comunión de
los creyentes con su dolor y con la
tragedia que representaba para la vida
de la Tierra.

Los Misterios Mayores se celebraban en


el mes de septiembre y comenzaban el
día 14 con la misma procesión peregrina
de los fieles desde Atenas a Eleusis,
precedidos por los mystai (los hombres
pelados), que eran los iniciados
encargados del culto y de enseñar a los
peregrinos los pasos sagrados del mito y
el significado inmediato de los lugares
sagrados por los que iban pasando a lo
largo de un camino que se prolongaba
durante toda la jornada.

El día 16, tras el recogimiento de una


jornada de descanso que sucedía a la
larga marcha, el rito que debían cumplir
todos los fieles consistía en un baño
litúrgico en las aguas de la bahía de
Eleusis, en la playa situada frente a la
isla de Salamina. Durante el día 17 se
celebraban los sacrificios y los
asistentes mantenían el ayuno,
acompañado de juegos deportivos en
honor a la diosa. Y el día 18 tenía lugar
un ágape en el cual el consumo de
bebidas psicotrópicas introducía a los
asistentes en un estado alterado de
conciencia que, como en un drama
alucinado desarrollado en su propio
interior, les ponía en contacto con otros
esquemas absolutamente diferentes de
los que constituían la experiencia
cotidiana. Este primer grado iniciático,
al que tenían acceso muchos adeptos, se
completaba con la llegada, el 19, de una
comitiva de jóvenes que venían de
Atenas durante la noche, alumbrándose
con antorchas y portadores de una
imagen del dios Yacco (hijo de Démeter
y Zeus), que se unía a las celebraciones
eleusinas añadiéndoles características
propias de las bacanales dionisiacas, en
las que participaban todos los asistentes.

Finalmente, a partir del día 20, ya lejos


de la asistencia masiva de los
celebrantes, tenían lugar las reuniones
secretas de los iniciados. En ellas, los
mystai eran invitados a acceder al grado
de epáptai, (“los hombres que han
visto”), dirigidos por las enseñanzas de
los hierofantes, llamados así porque se
les consideraba “reveladores de lo
sagrado”.

Lo que tenía lugar en estas reuniones,


sumamente restringidas, fue tomado
durante mucho tiempo por primitivas
representaciones dramáticas en las que
iniciados de los grados superiores
asumirían los papeles de los personajes
sagrados del mito y aclararían su
significado ante el resto de los adeptos.
Sin embargo, si se leen cuidadosamente
los escritos que revelan lo que sucedía
en aquellos rituales, puede llegarse a la
conclusión de que, más que de funciones
dramáticas, se trataba de visiones
provocadas por auténticas alteraciones
místicas de la conciencia debidas a la
ingesta de sustancias alucinógenas que
se invitaba a consumir a los elegidos.

La bebida sagrada

Desde que los estudiosos comenzaron a


penetrar en el significado que pudieron
tener los Misterios eleusinos, se tuvo
conciencia de que los ritos iniciáticos
que en ellos tenían lugar se ayudaban de
algún tipo de bebida o de comida a la
que se añadían componentes
psicotrópicos de un tipo más o menos
parecido al haoma de los cultos
mitríacos. Finalmente, la aparición de
numerosas referencias, siempre
discretas, a los alimentos que se
consumían en los ágapes, llevaron a la
conclusión de que esta sustancia
procedía de un minúsculo hongo
alucinógeno que se desarrolla en las
espigas del trigo y del centeno, el
cornezuelo que, consumido en
cantidades no controladas, es el
responsable de las epidemias que tan
corrientes fueron en la Edad Media y
que se conocieron como el fuego de San
Antón. El descubrimiento científico que
ha llevado a esta conclusión es
relativamente reciente, porque, al igual
que sucede con muchas otras clases de
hongos considerados popularmente
como venenosos, el efecto de su veneno
depende en gran medida de la cantidad
que se consuma. En este sentido, cabe
suponer que los hierofantes de los
Misterios eleusinos conocían
perfectamente estos efectos, pues eran
ellos los que, al parecer, preparaban las
pócimas que se bebían y hasta los
panecillos sagrados que se consumían en
aquellos ágapes, tal y como hoy los
chamanes centroamericanos cuidan de
quienes acuden a ellos para
experimentar los estados alterados de
conciencia que producen sus plantas
enteógenas. Así, aquellas sustancias
estaban en condiciones de transportar a
los neófitos a la comprensión de las
verdades trascendentes que se les
transmitían o que se les habían sugerido
a través del nuto. Lo curioso de estas
sustancias es que en nuestra Edad
Media, precisamente cuando comenzó a
expandirse el llamado Fuego de San
Anton por toda Europa como epidemia
mortal, se constituyó una orden
monástica, la de los antonianos, que
estableció sus conventos por todo el
mundo cristiano y se erigió en protectora
de los afectados por este mal. En
España tuvieron varios cenobios a lo
largo del Camino Jacobeo y, entre ellos,
se encontraba el de San Antón de
Castrojeriz, ubicado precisamente en la
Tierra de Campos, que fue conocida
desde

tiempos romanos como el granero de la


Península, porqué de ella salía casi todo
el trigo y el centeno que se consumía en
la España cristiana. Los antonianos, una
orden con profundas implicaciones
esotéricas, plantean aún hoy la incógnita
de si trataron el cornezuelo únicamente
como sustancia venenosa que convenía
combatir, o si llegaron a experimentar
con sus efectos psicotrópicos en sus
capítulos secretos.

La travesía mística

Los testimonios de quienes pasaron por


aquellas iniciaciones, a pesar del
secreto en el que lograron mantener sus
experiencias, dejan entrever los efectos
de las drogas alucinógenas que allí se
consumían. Todos coinciden en sus
parcas explicaciones diciendo que
alcanzaban la visión de algo sublime y
que, quien llegaba a percibirlo, se
convertía en epopte o iniciado superior.
Igualmente coinciden en las
descripciones de tales experiencias
diciendo que no se trataba de tener
visiones de personajes palpables, sino
de phasmata, es decir, de figuras
fantasmagóricas que, como iniciados,
debían interpretar de acuerdo con las
enseñanzas que recibian.

También cuentan que a las visiones


acompañaban otros síntomas físicos muy
concretos, tales como temblores,
mareos, náuseas, escalofríos y profundas
alteraciones de la visión, lo que
coincide con las experiencias relatadas
por quienes se han sometido a la
ingestión experimental de este tipo de
sustancias enteógenas. En este caso, a la
prohibición de relatar la visión
fantasmagórica se unía su radical
incomunicabilidad a la hora de describir
la naturaleza de la experiencia en la que
se involucraban.

Y todavía nos encontramos con una


anécdota muy sugerente,

pues citan los textos históricos que se


produjo un gran escándalo en Atenas
cuando, contraviniendo
pecaminosamente los preceptos
emanados de Eleusis, que especificaban
que sólo en el Telesterión podían
practicarse los ritos iniciáticos de los
misterios, se descubrió que un gran
número de aristócratas habían
comenzado a celebrar en sus residencias
tales ritos de manera privada. Las
descripciones que nos han llegado del
proceso iniciático eleusino son oscuras,
deliberadamente crípticas. Quienes las
llevaron a cabo en sus escritos eran
conscientes de su obligación de guardar
el secreto, por lo que, lo mismo que
sucedió con otras iniciaciones, todos se
abstuvieron de ser explícitos y las
narraron recurriendo a imágenes que
nunca sabremos si eran reales o sólo
poéticas. Si cabe interpretar, sin
embargo, que tales iniciaciones se
planteaban como una auténtica sincronía
del ser humano con el Cosmos, que se
manifestaba a través de la peregrinación
espiritual a una isla simbólica, para
llegar a la cual había que atravesar las
aguas en las que el neófito seria
previamente lavado y purificado de
todas las taras que arrastraría de su
experiencia cotidiana. En la isla, el
adepto emprendía el ascenso a la
cumbre -como la subida mística al
Monte Carmelo cantada por san Juan de
la Cruz-, en la que caminaría unos
trechos solo y otros acompañado por los
dioses de los Misterios, con los que
terminaría confundiéndose, convertido
en parte integrante de la divinidad.
Iluminado por el Conocimiento, el
iniciado regresaba al mundo. Y
entonces, según describe el gnóstico
cristiano Sinesio, “los sacerdotes, con
adornos en la cabeza y tañendo flautas
sagradas, venían a su encuentro”.
MISTERIOS DE
PASCUA,KARNAC,STONENGE Y
ZIMBAWE :

NOS LLENA DE
ORGULLO,PRESENTARTE EN
EXCLUSIVO ESTE
TEXTO,COMPARTELO CON
OTROS,SIN FINES DE LUCRO.
(F.Ramirez-GPO.TRABAJO
ESOTERICO)

(* EXCLUSIVO LOS TRABAJOS DE


ROGER MAY,PARA NUESTRO
GRUPO.)

* LAS INSOLITAS ESTATUAS DE LA


ISLA DE PASCUA :

TRES teorías que conciernen a cómo se


poblaron las islas del Pacífico se han
tornado clásicas:

1. Fueron pobladas por hombres venidos


del Asia.
2. Por hombres venidos de América.

3. En fin, una teoría mixta según la cual


Indonesia habría sido poblada a la vez
por el oeste y por el este.

Desgraciadamente, no explican los


gigantescos monolitos encontrados a
menudo en el Pacífico.

Entonces se buscó otra cosa y se


encontró la historia del continente Mu.
Haciendo vivir en él a gigantes, todo se
explica; pero esto sólo lo creen algunos
soñadores, ya que los demás prefieren
no investigar el misterio.

Las más curiosas de esas enigmáticas


estatuas son, sin duda, las de la isla de
Pascua. Las hay a decenas. Iluminadas
por una luz crudísima, adquieren durante
el día, con el juego de las sombras, un
relieve sobrecogedor que parece darles
nueva vida y hacer de ellas unas
irónicas esfinges.
Este ejército de fantasmas surgido del
pasado es único en el mundo … Son
doscientos noventa y tres en un
minúsculo islote triangular de ciento
ochenta kilómetros cuadrados.

La más pequeña tiene tres metros


cincuenta centímetros. Llevaban densas
barbas. Como las estatuas de la isla,
tenían la nariz recta y los labios
delgados.

Se han encontrado, junto a varias


estatuas inconclusas, todavía tendidas en
el suelo, los utensilios de los artistas.
Son vulgares hachas de piedra. Esos
hombres extraños ignoraban, pues, los
metales. ¿Estaban ahí desde la edad de
piedra, o bien vivían como en la edad de
piedra? Matiz y . misterio siempre.

En cuanto al sentido profundo de las


estatuas pascuenses, se les pueden
encontrar unas diez. Monumentos
funerarios (se han encontrado esqueletos
a sus pies), homenaje tributado a ídolos
o a jefes… A menos que sus autores ha-
yan emprendido esos trabajos titánicos
sólo con la esperanza de ver, una vez
muertos, que su espíritu venía a habitar
su “doble” de piedra.
* UNA CIVILIZACION
RECIENTEMENTE PERDIDA :

Hace sólo un siglo la civilización


pascuense estaba intacta, con su rey, sus
nobles y sus sacerdotes. Pero desde
mediados del siglo XVII, la escultura de
los grandes ídolos de piedra fue
abandonada.

Cuando el almirante holandés Jacob


Roggeveen descubrió la isla el domingo
de Pascua de 1722, ya había estatuas
abandonadas, otras apenas esbozadas en
la pared rocosa.

El taller de los artistas se hallaba.


simplemente en el cráter del volcán
Rano Rarakoa, en el centro de la isla,
donde aún se encontraban instrumentos
abandonados. Se conjeturó largamente la
razón de una deserción tan brutal.

Una invasión de piratas peruanos, en


diciembre de 1862, reveló los dramas
de la isla de Pascua. Ese año, cuatro mil
habitantes fueron hechos prisioneros y,
entre ellos, mil fueron deportados a los
yacimientos de guano del Perú, donde
constituyeron una mano de obra
baratísima.

Fue la última invasión.

Unos veinte sobrevivieron y regresaron


a la isla, portadores de microbios, e
hicieron brotar una epidemia.

Las hambrunas y las querellas intestinas


terminaron de aniquilar rápida y
definitivamente la civilización
pascuense. Casi la hemos visto morir.
Pero el misterio de su nacimiento
permanece y sólo muy recientemente se
han propuesto nuevas hipótesis.

Con su expedición de la “Kon-Tiki”,


Thor Neyerdahl ha demostrado muy
poco acerca de cómo se pobló
Polinesia; pero hizo ver, no obstante,
que la navegación era posible con
medios primitivos entre la América del
Sur y las islas del Pacífico.

Podemos escoger, por lo tanto, entre una


civilización venida de Melanesia, de
Indonesia o de América del Sur.

Los arqueólogos y los antropólogos


parecen, por una vez, estar de acuerdo.
La actual hipótesis quiere que Polinesia,
y luego la isla de Pascua hayan sido
pobladas por hombres venidos del
sudeste asiático a través de Indonesia.

Hay, efectivamente, numerosas


semejanzas entre los pueblos de
Polinesia e Indonesia, especialmente en
el lenguaje. Esta migración hubo de
efectuarse lentamente, en el transcurso
de siglos.
Se ha tratado de reconstituir las rutas
seguidas por esta invasión lenta y
duradera.

La rama inicial parte de Java-Sumatra y


por Borneo, las Filipinas y las
Carolinas, a través de Micronesia, llega
a las islas Marshall.

De allí, los audaces navegantes han ido


hacia las islas Hawaii al norte, y hacia
Samoa y Tahití al sur. Luego, de Tahití
han bajado algunos hacia Nueva
Zelandia al sudoeste, mientras otros han
ido más al este, hacia las islas Tuamotu
y la isla de Pascua. No estamos seguros,
por lo demás, de que algunos de ellos
hayan ido más hacia el este

aún tratando de llegar a América del


Sur. Si es así, Cristóbal bal Colón llegó
atrasado.

¡Cuánta más sencillo sería todo si


supiéramos traducir los jeroglíficos de
la isla de Pascua, grabados en tablillas
de madera siempre más largas que
anchas, y que alcanzan a veces
dimensiones respetables! Algunas tienen
más de un metro cincuenta de largo.

Se trata de madera en que los


pictogramas fueron grabados con dientes
de tiburón o, a veces, con cuchillos de
obsidiana.

Un misionero europeo, el padre Eugenio


Eyraud, queriendo evangelizar la isla, se
creyó, ¡ay!, en la obligación de hacer
quemar las tablillas. Parece, por lo
demás, que hasta el principio del siglo
XVIII, al descubrir la isla los europeos,
los autóctonos ignoraban esa escritura.
En varias ocasiones, sin embargo, los
insulares se va, nagloriaban de saber
leer esas inscripciones misteriosas.

* UNA ESCRITURA EXPULSA EL


MISTERIO :

El primer obispo de Tahití, monseñor


Jaussen, se inclinó sobre las extrañas
tablillas de madera cubiertas de dibujos
y de signos.
Sólo los chantres pertenecientes a
familias nobles o a la familia real
parecían conocer el sentido de esas
tablillas. Eran los “rongorongos”. Sólo
ellos conocían las genealogías y las
tradiciones orales. Las enseñaban a
discípulos escogidos, en cabañas
especiales.

Monseñor Jaussen descubrió en Tahití a


un antiguo alumno de los “rongorongos”.
Creyó ganada la partida.

El hombre se llamaba Metoro. Era un


mocetón recio. Había salido de la isla
para escapar de sus enemigos.

No se hizo de rogar, para “leer” las


tablillas que le presentaron. El obispo,
con emoción, anotaba las preciosas
palabras.

Pero pronto advirtió que no tenían


sentido alguno; Metoro se contentaba
casi siempre con describir los signos y
glosarlos a su modo.

Otros investigadores renovaron la


experiencia. Los pascuenses
interrogados dieron versiones totalmente
distintas de una misma tablilla. Era
imposible, pues, confiar en ellos.

Los últimos discípulos de los


“rongorongos” se extinguieron y el
secreto de la escritura pascuense
pareció para siempre perdida.

Especialistas como los profesores


Hevesy y Heine-Geldem se obstinaron a
pesar de todo. El primero relacionó los
caracteres con los encontrados en las
tablillas de Mohenjo-Daro en el Indus,
que databan de tres mil años a. C. El
segundo los comparó con los de la
escritura china antigua.

Es de preguntarse si los signos


pascuenses eran una escritura y no
simples dibujos, una especie de
procedimiento mnemotécnico.

Sólo a partir de 1953 empezaron a


aclararse las cosas, con el antropólogo
alemán Thomas S. Barthel.
Reunió más de diez mil signos y los
clasificó. Así halló centenares de signos
diferentes. Eran demasiado numerosos y,
por lo tanto, no podían corresponder a
un alfabeto, ni siquiera a sílabas. En tal
caso, un centenar hubiese bastado.

Para Barthel no hubo la menor duda:


cada signo representaba una palabra o
bien una idea.

Por suerte, encontró en el monasterio de


Grottafenata, en Italia, la transcripción
que el obispo de Tahití juzgara -con
mucha rapidez, al parecer-incoherente.
Barthel, por otra parte, conocía
perfectamente las lenguas polinesias.
Esto le prestó el mayor de los servicios.
Pudo establecer relaciones estrechas
entre los signos por descifrar y las
lenguas polinesias habladas.

Y esto trajo dos certezas.

Los caracteres de las tablillas eran


ideogramas, cada uno representando una
idea. Una flor, por ejemplo, figuraba una
mujer. Ya se ve que los pascuenses eran
poetas ga-lantes. Al leer esa escritura,
Metoro no había engañado, pues, al
obispo. Los signos eran para él lo que
debían ser, es decir, simples puntos de
partida. Y, lógicamente, él les añadía
los matices del pensamiento.

Segunda certeza: la civilización


pascuense provenía de la cultura
polinesia.

Las tablillas han permitido establecer la


genealogía de los reyes. El primer
monarca de la isla de Pascua se llamaba
Matahau.
Los arqueólogos piensan que la isla fue
abordada ha-cia fines del siglo XIII de
nuestra era por polinesios venidos del
oeste en embarcaciones sin remaches ni
clavos, uni-das las tablas únicamente
por fibras de nuez de coco.

Su jefe, si se ha de creer a la leyenda,


era un cierto Hotu-Matua. ¿Fue el primer
rey pascuense, o lo fue uno de sus
descendientes? ¿Pero por qué dejó su
país para lanzarse a una aventura
fantástica para la época: mil ochocientos
kilómetros a través del Pacífico?
La respuesta a tal pregunta está aún en
las leyendas polinesias. Durante unas
luchas intestinas, los jefes vencidos
armaron un navío y huyeron en busca de
nuevas tierras. Era una manera como
otra cualquiera de evitar la deshonra.

Barthel encontró en las tablillas de la


isla de Pascua los nombres de ciertos
dioses polinesios y también el signo del
árbol del pan.

El gran misterio de la isla de Pascua ya


no existe.

¿ES CARNAC UN CALENDARIO DE


PIEDRA?

EXISTEN en el mundo antiquísimas


piedras, tan enormes como misteriosas,
que desde hace siglos intrigan a los
hombres.

Es así cómo las famosas hileras de


Carnac, en Bretaña, muy cerca de la
bahía de Quiberon, plantean aún a los
especialistas en prehistoria problemas
difíciles de resolver.

Carnac, parece haber sido en otro


tiempo uno de los parajes santos de
Europa occidental, una especie de
Lourdes de los antiguos tiempos a que
los hombres prehistóricos acudían en
peregrinación desde muy lejos.

Se encuentran allí vestigios de épocas


que se extienden por milenios y que van
del paleolítico más remoto a la edad de
hierro, que justamente precedió el
período histórico.
Del fin del paleolítico datan dos
necrópolis situadas en las islas de
Téviec y de Hoedic. La primera
contenía veintidós esqueletos
espolvoreados de ocre amarillo y rojo;
la segunda, trece. Armas, utensilios y
vestimentas variadas ha-bían sido
colocados junto a los muertos, y en
algunos de ellos -sin duda, sacerdotes o
jefes-se encontraron cuernos de ciervos.

Esos hombres eran de talla pequeña,


pues su estatura casi nunca superaba el
metro cincuenta y cinco. Eran cazadores
y pescadores, y bien puede ser que los
trofeos (cornamentas de ciervos)
colocados sobre ciertos muertos
designaban solamente a los mejores
cazadores.

Gracias a estas necrópolis y a los


objetos en ellas contenidos se tiene
bastante buena información acerca de la
vida privada de esos hombres. Los
numerosos collares y

brazaletes de conchas y de dientes de


ciervos o jabalíes hablan claro de la
coquetería de las mujeres.
De su religión nada se sabe. El hecho
que se hayan encontrado armas con
utensilio junto a los esqueletos deja
suponer la creencia en otro mundo.
Simple conjetura.

De la posición de los esqueletos nada se


puede deducir. Si algunos están
sentados, adosados a la pared del foso,
otros están, al contrario, recostados en
el suelo, ya de espaldas, ya de bruces.

Los menhires -la palabra significa, en


bretón, “piedra larga”-, esas gigantescas
piedras erguidas hacia el cielo, no
aparecen sino después, en tiempos de la
piedra pulimentada. Tienen por lo
general de cinco a siete metros de alto.
Los hay hechos trizas y que
sobrepasaban los veinte metros y
pesaban más de trescientos mil kilos.

Generalmente se hallan en banda.


Cuando están aislados, muy a menudo se
encuentran junto a un montículo que
contenía varias sepulturas. A veces se
levantan sobre el montículo. Señalaban
desde lejos el lugar de sepultura a los
que traían las osamentas de sus muertos
al refugio consagrado. Pero también
podían servir de límites, de hitos in-
dicadores de yacimientos de agua, de
santuarios, o de listas catastrales. El
misterio está.intocado.

Hacia fines del neolítico, esa edad de la


piedra pulimentada que vio erguirse
tantos menhires, aparecieron los
dolmenes, otro nombre bretón que
significa: “mesa de pie-dra”.

Esos dolmenes son simplemente


sepulturas. Bloques de piedra colocados
verticalmente sostienen una o varias
losas.
Eso forma una pieza a modo de cámara
mortuoria y a la que se entra ya
directamente, ya por una galería formada
también de piedras verticales que
soportan un techo de losas.

Los más antiguos de estos monumentos


funerarios, de una extremada
simplicidad, están recubiertos de tierra.

En el interior de los dolmenes se han


encontrado objetos familiares, como
vasos, almiares, hachas, raspadores,
colgajos…

Subsisten también rastros de raras


aldeas o campos en que esas
poblaciones debían refugiarse cuando
surgía algún peligro, especialmente
invasores venidos ya del norte o del este
de Europa. Allí, al amparo de un doble
talud, la vida proseguía inquietamente.

Esos campos, u “oppida”, eran muy


vastos. Uno de ellos, casi intacto, está
situado a orillas del río bretón Crach. Se
extendía unos treinta y tres mil metros
cuadrados y podía contener varios
centenares de hogares.

A la edad de la piedra tallada, luego de


la piedra pulimentada, sucedió la edad
de los metales. El primer metal
conocido fue el oro, que por su aspecto
brillante atrajo la atención del hombre.
Carente de dureza, se reservó para
adorno, y le sucedió el cobre, más
resistente. El hombre advirtió que
mezclándolo con el estaño se formaba
un metal más maleable, el bronce. Con
él hizo adornos, pero también hachas,
puñales, corazas.
* EL MISTERIO DE LAS CUATRO
MIL PIEDRAS DE CARNAC :

En la edad de los metales comienza


verdaderamente el misterio de Carnac.

Los menhires, hasta entonces aislados,


se juntan para formar un vasto recinto
circular, o semicircular, o bien un
cuadrilátero, o, a veces, líneas de varios
kilómetros.

En,Carnac, precisamente, más de cuatro


mil monolitos erguidos hacia el cielo
forman seis hileras considerables, junto
a otros mucho menos importantes. ,

Estas hileras no están constituidas por


una línea única, sino por varias líneas
paralelas -generalmente diez, once o
trece-y cada una cuenta con unos mil
menhires.

El campo de Ménec contiene mil


noventa y nueve menhires repartidos en
once líneas, y el campo de Kermario,
novecientos ochenta y dos menhires
repartidos en diez líneas. Otros campos,
en cambio, no agrupan sino algunas
decenas de menhires.

En Carnac, los tres campos de Ménec,


de Kermario y el más pequeño de
Kerlascan no están separados sino por
distancias que nunca van más allá de los
cuatrocientos metros. Lo que es como
decir que se siguen. Y como otros
campos menores son la prolongación del
de Ménec, uno se pregunta si no se está
en presencia del más fantástico conjunto
lítico de la prehistoria, ya que se
extendería alrededor de ocho
kilómetros.
En algunos campos, las filas paralelas
de menhires llegan a un vasto hemiciclo.
Es así cómo los quinientos cuarenta
menhires del campo de Kerlascan,
formados en trece líneas, terminan en
una agrupación semicircular de treinta y
nueve menhires.

Uno no sabe a qué atenerse acerca del


destino de esos monumentos. Si es casi
seguro que los dolmenes eran sepulturas,
reina el mayor misterio sobre el sentido
que puede darse a tales hileras.

Su orientación no parece deberse a un


puro azar. Se realiza según ciertos
azimuts que corresponden a venidas y
puestas de sol en el momento de los
equinoccios (21 de marzo y 23 de
septiembre: los días son iguales a las
noches, encontrándose ambos polos de
la Tierra a una igual distancia del Sol) y
de los solsticios (21 de junio y 21 de

diciembre: el Sol se halla entonces a su


mayor distancia del Ecuador).

Los hombres del neolítico (principio de


la edad de los metales) no sólo habrían,
pues, advertido la sucesión regular de
las estaciones, sino conocido, además,
su duración.

¿No serían, pues, las hileras de Carnac


sino un inmenso calendario de piedra?

Esta hipótesis tiene sus partidarios,


como asimismo sus adversarios
numerosos.

Bien puede ser que el papel de


“calendario de las estaciones”
desempeñado por las piedras de Carnac
sea secundario, no constituyendo éstas,
ante todo, sino un monumento religioso.
Y los ritos sagrados, las ofrendas a los
dioses habrían podido desarrollarse en
las fechas indicadas por esas hileras de
piedra.

Esas fechas no son únicamente las que


indican el comienzo de las estaciones.
Otras corrísponden a nacimientos
intermedios entre los equinoccios y los
solsticios, o sea el

8 de noviembre, el 4 de febrero, el 6 de
mayo y el 8 de agosto.
Se llega a pensar, por consiguiente, sea
cual fuere el fin esencial del monumento,
que posee relaciones estrechas con una
astronomía precisa. ¿Basta esto para
establecer un vínculo con una religión
de culto solar?

Otros problemas se plantean. En esa


época seguían los hombres levantando
dolmenes, pero mientras que en el
neolítico las piedras sólo
excepcionalmente tenían esculturas,
como las serpientes erguidas del menhir
de Manio, cer-ca de Carnac, éstas
estaban grabadas ahora con numerosas
figuras.

Habría que saber descifrar esos signos


grabados en los monumentos
megalíticos. ¡Ay!, no lo sabemos. Casi
siempre, la percusión se hizo con
instrumentos de cuarzo. Los signos son
casi siempre simples. ¿Se deben
únicamente a la inspiración de los
artistas o son símbolos representativos
de objetos que siempre ignoraremos?

Para que se comprenda la dificultad de


su interpretación, he aquí dos dibujos
hechos en la misma piedra, en la región
de Carnac.

No puede tratarse de una escritura a la


manera de los jeroglíficos egipcios. ¿Se
trata de una decoración? Quizás… Si es
así, parece estar en directa relación con
ritos religiosos que desconocemos.

Ciertos especialistas de la prehistoria


han creído ver en ellos traducciones
concretas de ideas y estos signos
grabados en los dolmenes contarían,
simplemente, la vida del difunto. Acaso
sea posible. Pero como se trataba de un
pueblo de cazadores y pescadores,
podríamos esperar formas elementales
de peces o de pájaros, y no las
encontramos.

En algunas piedras, dibujos geométricos


ocupan a menudo el vacío entre los
símbolos, lo que parecería confirmar la
finalidad sagrada de tales signos. Su
estilo, por lo demás, evolucionó en el
curso de los siglos, recibiendo a ratos
influjos extranjeros.

Los animales, más que las plantas,


inspiraron a los artistas de ese tiempo.
La línea ondulada de la serpiente se
encuentra a menudo, como el buey,
domesticado desde hacía tiempo.

Existe la “querella del pulpo Para


algunos son cefalópodos los que pueblan
las paredes lisas de piedra de Loc
mariaker. Para otros, se trataría
sencillamente del símbolo de un hombre
entero.

Con los bueyes, las serpientes y


numerosas figuraciones geométricas
variadísimas, los únicos signos que no
se prestan a confusión son hachas con
mango o sin él, carros más que
rudimentarios, representaciones del Sol
con sus rayos.

Felizmente se encontraron en los


dolmenes de esa época numerosos
objetos de cerámica, vasos decorados
con motivos geométricos, objetos de
piedra (flechas, raspadores, hachas,
etc…. ), armas de cobre y alhajas de oro
martillado.

* CORCEGA TIENE ESTATUAS-


MENHIRES :
Existen otros megalitos en Córcega y
Cerdeña. El gran público los ignora y
sólo desde hace poco han comenzado a
estudiarlos los especialistas.

Como en Bretaña, Córcega tiene


menhires en hileras, aunque de menor
importancia, es cierto. La mayoría de las
piedras está más o menos hundida en el
suelo.

Son casi siempre estatuas-menhires,


cuya cima es una cabeza groseramente
esculpida, pero en la que se distinguen
nítidamente el cuello, los ojos, la nariz,
la boca. Tienen po-co más de dos
metros de alto y alrededor de medio
metro de ancho.

Se cuentan en total unas cuarenta,


repartidas en diversos puntos de la isla,
la mitad de ellas agrupadas en el valle
de Taravo, al norte de Sartene, a sólo
unos kilómetros de la costa, cerca del
villorrio de Filitosa. Es curioso que en
algunas de estas estatuas de granito haya
armas, puñales o espadas esculpidos.

Roger Grosjean, que en 1955-1956


dirigió las excavaciones en el valle de
Taravo, reveló un lugar prehistórico y
descubrió en un túmulo un altar todavía
lleno de cenizas y materias orgánicas
calcinadas. Allí, sobre esta superficie
de arcilla cocida, sostenida por un muro
de piedras secas, los escultores de las
estatuas corsas incineraban a sus
muertos.

¿De cuánto datan las piedras corsas


esculpidas? Es imposible decirlo con
precisión. Pero, sin duda, son de
comienzos del segundo milenio antes de
Cristo, como los templos prehistóricos
de Malta y las tumbas megalíticas -
tumbas de los gigantes-de Cerdeña.
Existen monumentos megalíticos desde
España e Italia hasta Dinamarca y
Suecia. Hay un vínculo evidente entre
ellos. Los más gastados, por lo tanto los
más antiguos, se encuentran en Europa
meridional, mientras que los más
recientes se hallan en Escandinavia.

Córcega, pues, parece adquirir


naturalmente su sitio en esta cadena de
influencias que lleva del Mediterráneo
oriental hacia las gigantescas hileras de
Carnac o del sur de Inglaterra.
El contagio de una civilización marina
es casi evidente. Se ha propagado más y
más con los siglos. No se sabría,
ciertamente, fijar los límites exactos de
ese movimiento; pero se le puede seguir
su huella, como se podrá poco después
seguir la ruta del bronce que, partida a
comienzos del tercer milenio antes de
nuestra era del Medio Oriente, puso
cerca de mil años en llegar a Galia, y
casi dos veces más en llegar a los países
escandinavos.

¿Un pueblo mediterráneo habría subido


hacia el norte durante el tercer milenio
antes de Cristo? Si la respuesta es
afirmativa, ¿cuál?
Las hachas grabadas en los bloques de
Stonehenge se parecen extrañamente a
las armas cretenses arcaicas de la
civilización minoana. Lo mismo ocurre
con las armas esculpidas en el granito
corso.

Se ha lanzado una gran hipótesis: los


cretenses,navegantes infatigables,
¿habrían traído consigo las piedras de
Stonehenge?
Esta tesis es difícil de sostener.

Se piensa, en efecto, que la rioleta azul


de Stonehenge viene de las canteras del
monte Preseley, del País de Gales, a
más de doscientos kilómetros de ahí; y
la greda, de las colinas de Marlborough,
sesenta kilómetros más al norte. ¿Cómo
se transportaron bloques que pesaban
hasta ocho mil kilos?

En la escala planetaria se hace una


comprobación aún más turbadora. No
sólo se encuentran dolmenes en la
Europa del Norte, en España, Córcega,
Cerdeña, sino también en el Medio
Oriente -en Palestina y Jordania-, como
asimismo en la India y hasta en las islas
de los mares del Sur.

Podría preguntarse, entonces, si en


tiempos de la piedra pulimentada una
gran migración humana se habría
producido de Indonesia hacia el norte de
Europa.

Otro misterio…
* LAS PIEDRAS MISTERIOSAS DE
STONEHENGE :

PIEDRAS tan misteriosas como las de


Carnac y aún más colosales son las de
Stonehenge, que se levantan en
Inglaterra, en el llano de Salisbury.

Se trata de un gigantesco crónlech, es


decir, de un círculo de piedras erguidas,
o mejor, de varios círculos concéntricos
que rodean una ancha piedra lisa, sin
duda un al-tar dé sacrificio.
Los tres primeros círculos del interior
no están completos. Las piedras de
riolita azuladas o de gres son bajas y
están dispuestas en herradura. La
herradura intermedia tiene dólmenes de
gres elevadísimos, que hacen las veces
de puertas monumentales.

Luego está el círculo exterior, en parte


hoy arruinado. Se trata de enormes
bloques de gres erguidos, que soportan
otros bloques paralelepípedos
colocados horizontalmente de manera
que forman un pórtico circular continuo.
Cinco arcos de ese pórtico están hoy
intactos.
Alrededor, otros círculos, pero
formados ahora de fosos, entre los
cuales se encuentra un círculo de
piedras que apenas asoman del suelo.

De creerle a la leyenda, sería el mago


Merlín quien habría transportado esas
piedras desde Irlanda hasta Stonehenge
.. por los aires.

Se sabe de modo más o menos cierto en


qué fecha se terminó el recinto de
Stonehenge. Esto no debe
sorprendernos, pues gracias al carbono
14 -verdadero calendario atómico para
remontarse en el tiempo se puede
encontrar fácilmente la edad, no de una
piedra, sino de restos orgánicos como
maderas, huesos, etc… .

Por suerte, al pie de una de las enormes


piedras erguidas de Stonehenge se han
encontrado algunos restos de madera
fosilizada, a los que el fuego no
consumió del todo. Esa madera, con una
proximidad de cincuenta años, databa de
1850 a. C.; así, pues, de comienzos del
segundo milenio anterior a nuestra era.
Cosa curiosa: sin ayuda del átomo, el
astrónomo inglés Norman. Lockyer
encontró la misma fecha, suponiendo
que el conjunto de Stonehenge había
sido orientado hacia el punto en que el
Sol se alza en su solsticio de verano.

Estas piedras erguidas hace cerca de


cuatro mil años entregan, pues, parte de
su secreto. Se encontraron graba das en
ellas algunas docenas de hachas y
puñales de un tipo de la edad de bronce,
que corresponden más o menos a la
misma época, en el sur de Inglaterra.
En la misma llanura de Salisbury se
hallaron varias tumbas de la misma
época. Y es de preguntarse si los
hombres que ahí dormían su postrer
sueño no fueron sacrificados en la
piedra central del monumento.

Ciertamente que Stonehenge debía ser un


paraje sagrado. ¿Pero a qué divinidad se
había consagrado el conjunto? Si el
astrónomo británico Lockyer tiene razón,
se trata de un templo solar.

En otras partes del globo existen


monumentos primi tivos erigidos para
gloria del astro hecho dios. Recordemos
la puerta de Tiahuanaco (1). ¿Habría un
vínculo entre todos esos constructores?
Misterio … Si la respuesta es
afirmativa, ¿dónde buscar el punto de
partida común de todas esas
civilizaciones? ¿En algún continente
desaparecido (si lo hay) o en otra parte?
Acaso, simplemente, en el Oriente; y se
ha dicho que algunos navegantes
partidos de esa región habrían
descubierto América milenios antes de
Cristóbal Colón. Ya volveremos sobre
esto.

Pero aunque las civilizaciones no hayan


tenido una cuna única, es natural que los
hombres de la edad de piedra, en
diversos puntos del globo, creyendo en
la supervivencia, en un “más allá” (los
accesorios encontrados junto a
esque letos de la época parecen
probarlo), hayan sentido la nece sidad
de un Ser Supremo, acogedor de las
almas de los difuntos.

En la edad de piedra, el hombre no


osaba o no sabía representar la imagen
de ese Ser Supremo; pero en la edad de
bronce los atributos del Sol comienzan a
aparecer, como esa rueda del menhir del
Montecito, en Bretaña, con sus
dieciocho rayos rectilíneos.
El culto solar se celebraba en las fiestas
de los solsticios con ceremonias al aire
libre o en recintos consagrados, como en
Stonehenge o en Carnac. Se pueden
imaginar, en medio de esos decorados
grandiosos, las solemnes procesiones de
los sacerdotes que llevaban sobre los
hombros pequeños carros de bronce,
símbolos del carro solar.

¿Ha entregado Stonehenge todos sus


secretos? No, sin duda.
¿Fue construido por una sola generación
o fue engrandecido poco a poco durante
los siglos?

1) Leer del autor: “Cinco mil siglos de


misterios” (Edition La Palatine) .

Nada sabemos; pero la segunda


hipótesis prevalece por lo general. La
disputa de los sabios comienza en
cuanto se trata de precisar la parte más
antigua del monumento.
Se cree -al menos de parte de la mayoría
de los especialistas-que el primer
Stonehenge se limitó al círculo irregular
de piedras a flor de tierra, colocado más
allá del

gran pórtico circular.

El resto sería posterior en dos o tres


siglos,. acaso menos, y habríase
construido en dos etapas. La parte más
reciente estaría constituida por el gran
pórtico circular y por las “puertas” de
gres situadas en el interior y dispuestas
como herradura. Las hachas grabadas
son de esta última época.

Esas etapas en la construcción del


monumento explica rían las diferencias
en la naturaleza de las rocas. Cuanto
está en riolita azul sería parte del
segundo Stonehenge.

* LAS CURIOSAS RUINAS DE


ZIMBABWE :

CUANDO el explorador Adam Renders


descubrió en 1868 otra “ciudad
perdida” del Africa austral, al norte de
Limpo po, en Rhodesia del Sur, no se le
creyó en seguida.

Sin embargo, fue necesario aceptar la


evidencia: las ruinas de Zimbabwe (se
dice también Zimbaue) existían. Se
hallaban en lo alto de una pequeña
colina, sin que se hubiera de temer la
sepultación bajo las arenas.

Son las ruinas de una fortaleza


gigantesca imposible de datar. Los
espesos muros de varios metros están
formados de enormes bloques de granito
reunidos sin la menor huella de cemento.
Las murallas han resistido a los milenios
y al gunas tienen todavía de ocho a diez
metros de altura.

El primero que habló de Zimbabwe fue


el portugués De Goes, en el siglo XVI.
Los indígenas le habían contado que una
gran fortaleza hecha de pesadas piedras
se erguía en el corazón de la zona. Le
agregaron que no era la única y que
todas esas “ciudades” habían sido
construidas hacía muchos siglos para
custodiar las minas de oro.
De Goes habla, en su relato, de una
inscripción grabada en la piedra por
encima de la puerta de entrada. Nunca se
ha encontrado tal mensaje.

Las ruinas de Zimbabwe forman, en


realidad, tres grupos de edificios, entre
los cuales debía extenderse la
metrópoli. De ésta no queda sino una
infinidad de callejuelas,

monstruosos bloques de piedra, bóvedas


y pilares, donde aún pueden verse
dibujos geométricos.
Un primer grupo de ruinas, conocido
bajo el nombre de “ruinas Maud”, está
constituido por lienzos de muros
elípticos, macizos y discontinuos. Los
bloques de granito están posados
simplemente los unos sobre los otros.
Hay, así, veintinueve segmentos de muro
en elipse, dispuestos sin orden. No se
explica esta discontinuidad, a la que es
imposible dar un sentido. Miss Caron-
Thompson, que ha estudiado bien tales
ruinas, piensa que esa disposición
caótica con una veintena de entradas
servía para separar las chozas y formar
patios interiores. ¿Qué valor tiene esta
explicación?
En esas mismas ruinas, bajo un
pavimento de granito, se han encontrado
vasijas groseras, sin adornos, armas y
herramientas de hierro. Es verosímil que
haya habido varias ocupaciones
sucesivas. ¿Hay que admitir que esas
superestructuras de granito estaban en
otro tiempo unidas por construcciones
de arcilla apisonada o de madera? Es
muy posible. Esa disposición de los
muros interiores que se halla en las
ruinas de Nanatali evoca la de los
“kraal” actuales del Transvaal.

Otra sorpresa: los trozos de muro son


unidos, sin razón aparente, por “daga”,
cemento de arcilla roja, pedazos de
granito y excrementos. ¿Significaría esto
que en el Zimbabwe ya en ruinas, y en
época más cercana, se habrían instalado
hombres? Negros venidos quién sabe de
dónde y harto menos civilizados que los
primeros ocupantes… O sim plemente
traficantes blancos de oro o esclavos…
O bien comerciantes vinculados con la
China y Persia. En toda la región se han
exhumado fragmentos de porcelanas
chinas y perlas importadas de China y
de Persia en la Edad Media.

En Zimbabwe, los templos estaban


construidos en un acantilado granítico a
pique, de un centenar de metros de
altura. Se les llama “Acrópolis” y a
ellos se trepaba por un sendero
escarpado. ¿Era un lugar sagrado? Se
desconoce el destino de esos templos en
cuyas ruinas se han encontrado vasijas
muy finas y bellísimas, utensilios de
hierro, falos de terracota y muchas
perlas de vidrios de todos los colores.
Esos falos encontrados alrededor de un
bloque de granito que podía servir de
altar hacen suponer a ciertos
arqueólogos que allí se adoraba a un
dios de la fecundidad. ¿O bien tal
Acrópolis no era sino una fortaleza
destinada a conte ner a las hordas
bantúes que atravesaban la región?
En el valle se ve aún el “Templo
Elíptico”, que ha dado también una gran
cantidad de perlas negras, amarillas,
rojas o azules pertenecientes a épocas
diversas y de origen muy variado, como
Egipto, India, Malasia. Está hecho con
el mismo granito que se encuentra en la
región. Por error se ha dicho a menudo
que sus bloques fueron traídos de muy
lejos.

La “Torre Cónica” de Zimbabwe,


también erguida en el valle, plantea los
más complejos problemas. ¿Estaba
dedicada, como puede creerse por su
forma, al dios de la fecundidad que
acabamos de evocar? ¿Se erguía en
homenaje al rey del país? Se ha dicho
que es de construcción relativamente
reciente y de su subsuelo se han sacado
utensilios de la edad de piedra, lo que
no simplifica la cuestión.

Hace ocho mil años, ciertos hombres


vivían ya en Zim babwe.

Tras un estudio profundo de las perlas


de vidrio, Miss Caron-Thompson piensa
que el esplendor de Zimbabwe po dría
situarse en los contornos del octavo o
noveno siglo de nuestra era.
Desgraciadamente, las perlas de vidrio
no constituyen base suficiente de
discusión para la mayoría de los
arqueólogos.

Y el misterio permanece… Estos


monumentos típicamente negros no
parecen haber sido construidos por
negros.

Zimbabwe encierra acaso todo el


misterio del Africa negra. Las otras
ruinas de Rhodesia pertenecen al
parecer a la misma civilización: la de
Chiwona Kopje en los llanos de Sabi, la
de Dhlo-Dhlo en el Matabeleland, la de
Hubvu mi en el distrito de Bikita…

No parece que los bantúes que hoy


pueblan la región puedan reivindicar
para sus antepasados esas
construcciones de piedra.

Entonces, ¿quiénes construyeron esas


fortalezas? ¿Los fundadores de
Monomotapa? ¿Los hombres de la
prehis toria? No, por cierto… ¿La
hipótesis de Balsan (1) concerniente a la
ciudad perdida de Farini es válida para
Zimbabwe? Los moros acudieron a
menudo a buscar oro, marfil y esclavos
en esas regiones, a cambio de seda y
perlas de las Indias.

Mucho antes de nuestra era comenzaron


a venir pue blos a los bordes orientales
del Africa, al golfo de Aden. Veinte
siglos ante de Cristo, el océano Indico
tenía sus navegantes, y desde esa época
nunca dejó de existir entre las costas
africanas, por una parte, y, por otra, los
países me diterráneos, digamos hindúes
y chinos, una corriente comercial.
Cuando en el siglo XII de nuestra era
ocuparon los árabes la isla de Zanzíbar
a lo largo de las costas de la actual
Tanganyka, habían tenido ya
antecesores. No hicieron más que seguir
las rutas ya trazadas. Bajaron muy al sur
del cabo Delgado y, cuando a comienzos
del siglo XVI se establecieron los
portugueses en esos parajes, los árabes
es taban aún ahí.

(1) Ver el capítulo ¿Existen ciudades


perdidas?

Sofala, en la desembocadura del


Zambeze, daba en otro tiempo su nombre
a toda la costa comprendida entre él
delta del río y la bahía de Lorenzo
Marques. Allí arribaban de las Indias
las grandes naves cargadas de sederías,
algodón y perlas de mil colores. Los
moros, instalados en la región ocupada
por el Kenya y el Tanganyka, llevaban a
cabo un comercio floreciente. Con sus
pequeñas embarcaciones conocían todos
los recovecos de la costa hasta Limpo.

Eran ellos los que traficaban con los


negros de Mono motapa. Tenían de
rivales a los chinos, mas rara vez a los
hindúes. La finalidad común consistía en
llevarse la mayor cantidad posible de
oro y marfil.

¿De dónde venía ese oro?


Verosímilmente, de las mi nas de
Zimbabwe y de Rhodesia.

Es muy posible que, con ayuda de la


avidez, algunos de estos mercaderes se
hayan aventurado por el interior de las
tierras para ver el lugar de donde los
negros sacaban el oro. Acaso hayan
tomado la dirección de tales minas,
utilizando la mano de obra que se les
ofrecía prácticamente por nada…
¿Eran moros? Pudieron servirse de una
ciudadela toda vía en buen estado y que
allí existía desde hacía siglos. También
es posible que ellos mismos la
construyeran para defender las minas
inapreciables.

Sin embargo, las ruinas de Zimbabwe


parecen mucho más antiguas.

Es posible, pues, hacer responsables a


todos los antiguos pueblos
mediterráneos y, entre ellos, el mejor
lugar corresponde a los árabes
preislámicos y a los fenicios. Durante
las excavaciones, ¿no se han encontrado
símbolos fenicios, especialmente la
rueda solar?

Algunos han querido encontrar el origen


de Zimbabwe en el Antiguo Testamento.
La confunden con Ofir, a que enviaba en
busca de oro el rey Salomón. Ofir era el
Perú de la Antigüedad y nadie podrá
situarla nunca con exactitud. Estaba tal
vez en el Yemen, tal vez en Africa.
¿Pero por qué tal teoría inesperada?
Simplemente porque no lejos de
Zimbabwe se han encontrado
antiquísimas minas de oro abandonadas.
En muchas leyendas africanas, tanto en
Rhodesia como en otras partes, no sólo
se habla de gigantes negros sino de
“hombres rojos”.

¿Hay que creer en la existencia de esa


nueva raza desaparecida desde hace
mucho tiempo?

Se lo preguntaba cualquiera, cuando se


descubrió en Mapungabwe una serie de
tumbas aún intactas, con su mobiliario
funerario y numerosos objetos de oro.

Los arqueólogos se sorprendieron


muchísimo al ver que los esqueletos de
esas sepulturas no pertenecían ni a los
bantúes, ni a los hotentotes, ni a los
bosquimanos. En la tradición negra,
Zimbabwe se hallaba unida a
Mapungabwe. El mismo rey habría
reinado en ambas ciudades. Se puede
preguntar, pues, si los veintisiete
esqueletos encontrados allí en posición
sentada no son los de esos extranjeros
“hombres rojos” y, al mismo tiempo, de
los constructores de Zimbabwe. La
abundancia de vasos, de collares y otros
objetos de oro hallados en esas tumbas
haría pensar que esos “hombres rojos”
explotaban las minas de oro de la región
para nutrir las viejas civilizaciones
antiguas del mundo mediterráneo, cuya
necesidad de metales preciosos era
siempre grande.

¿Es Rhodesia el misterioso país de Punt


de que hablan los jeroglíficos egipcios y
a donde se iba a buscar mucho oro en
tiempos de la reina Hatkepsut, quince
siglos antes de Cristo?

¿O bien era, como lo ha sugerido el


arqueólogo ale mán Karl Mauch en el
siglo pasado, el verdadero reino de la
reina de Saba que habría traído
arquitectos fenicios cuan do su visita al
rey Salomón?

Ante las ruinas de Zimbabwe todo puede


imaginarse… Zimbabwe, ¿antigua
capital del oro? ¿Necrópolis de un
pueblo negro? ¿Residencia real?
¿Ciudad de esclavos? ¿Ciudad sagrada?

Zimbabwe guarda su secreto.


(* EXCLUSIVO LOS TRABAJOS DE
ROGER MAY,PARA NUESTRO
GRUPO.)

MISTERIOS DE COLON Y TIERRAS


PERDIDAS :

NOS LLENA DE
ORGULLO,PRESENTARTE EN
EXCLUSIVO ESTE
TEXTO,COMPARTELO CON
OTROS,SIN FINES DE LUCRO.
(F.Ramirez-GPO.TRABAJO
ESOTERICO)
(* EXCLUSIVO LOS TRABAJOS DE
ROGER MAY,PARA NUESTRO
GRUPO.)
CRISTOBAL
COLON LLEGO
DEMASIADO
TARDE
En todos los libros escolares se dice
que Cristóbal Colón, célebre navegante
genovés que ingresó al servicio de
España en 1492, obtuvo de Isabel de
Castilla tres barcos con los que partió
de Palos a descubrir un nuevo mundo, el
3 de agosto de ese año.
Tras haber luchado con el desaliento de
su tripulación que deseaba regresar,
Cristóbal Colón percibió tierra, por fin,
el 12 de octubre de 1492.

Era Guanabani (San Salvador), una de


las islas Bahamas. Así,Cristóbal Colón
acababa de descubrir América.

Este es, no obstante, un grosero error.


América estaba descubierta desde
mucho antes.
* CUANDO LOS VIKINGOS
DESCUBRIAN AMERICA :

PARECE más o menos seguro que desde


el octavo o nove-no siglo de nuestra era
los marinos noruegos llegaron hasta
Groenlandia y, de allí, probablemente
alcanzaron la costa oriental de América
del Norte. El descubrimiento pasó
inadvertido porque no tuvo ninguna
influencia en la civilización.

¿Cómo llamaban los normandos esa


nueva tierra? El Vinland, lo que quiere
decir: tierra dé la viña.
COLON Y OTRAS En la segunda mitad
del siglo XI -en los alrededores de
1070-el cronista alemán Adam de
Bréme, que vivía en la corte de
Dinamarca, recogió por primera vez
indicaciones acerca de esa misteriosa
Vinland. Parecía, más o menos, un
paraíso terrestre donde el maíz, el arroz
y la viña brotaban, silvestres, en
amplias llanuras.

Las crónicas islandesas de comienzos


del siglo XII hablan igualmente de la
lejana Vinland y señalan que un obispo
groenlandés, llamado Gnupson, habría
ido allí.

¿Pero cómo se hizo el descubrimiento?

De creerles a las “Sagas” noruegas


(relatos o leyendas redactados en su
mayoría en Islandia desde los siglos XII
a XIV), Vinland habría sido descubierta
por el mayor de los azares. Los relatos
no concuerdan, por lo demás, ni sobre el
nombre del feliz explorador, ni sobre el
sitio exacto de su encuentro con el
Nuevo Mundo.
Todos, no obstante, están de acuerdo en
fijar esta aventura en tiempos de Eric el
Rojo, jefe noruego que descubrió
Groenlandia a fines del siglo X de
nuestra era. Desterrado de Islandia por
un asesinato, Eric el Rojo llegó a
Groenlandia en 981 y allí se estableció
con sus compañeros, en la costa
occidental del país, en Brattahlid. Su
hijo Leif, que vivía en la corte de
Noruega, no se le juntó sino dieciocho
años después.

En casa de su padre trabó amistad con


cierto Bjarni Herjulfson, que había
navegado largo tiempo por todos los
mares nórdicos. A Leif le gustaba oír los
relatos de Bjarni. Un día atrajo su
atención una descripción maravillosa.

-Ante mí se extendían las costas


azuladas de un país desconocido.
Adiviné, inmensos llanos cubiertos de
vegetación.

-¿Y por qué no desembarcaste? -le


preguntó Leif,

muy sorprendido.
-Tenía prisa en encontrar a mi padre. No
olvides que yo había salido de Noruega
para venir a Groenlandia; pero una
tempestad, alejándome, me hizo perder
esa tierra. No

me di cuenta y seguí navegando.


Entonces, una buena mañana pude
percibir las costas maravillosas …

-¿Y volviste a Groenlandia?


-Sí, a Herjulfness, donde me aguardaba
mi padre. -En tu lugar…

-¿Qué habrías hecho en mi lugar?

-Me habría quedado allí… ¿Sabes que,


sin darte cuenta, descubriste un país
nuevo? Tendré que ir allá, pues tal vez
te hayas engañado.

-Imposible.
-Iré a cerciorarme.

Y Leif mantuvo su promesa. Reunió


algunos compañeros y en la primavera
del año 1000 se lanzó sobre las olas.
Durante semanas y semanas navegó sin
ver nada. Impa-

ciente, a menudo iba a la proa de la


nave. Luego, una mañana, mientras aún
dormía, oyó gran bullicio en el puente. -
¡Tierra! ¡Tierra!
Ni siquiera se dio tiempo para vestirse y
se encontró en seguida junto al hombre
de guardia.

-¡Tierra! … Aquí está por fin la tierra


de Bjarni. Ya estaba creyendo que ese
hombre había soñado o bebido
demasiado alcohol.

Horas después, Leif sentaba el pie en el


Nuevo Mundo. Era, según los relatos
nórdicos, una región sobremanera
salvaje, absolutamente desierta. De
modo que los viquingos no se quedaron
mucho tiempo y se echaron de nuevo al
mar en dirección del sur. Terminaron
por encontrar una costa hospitalaria. El
país estaba colmado de bosques.

-Es el país de los bosques —dijo


Tyrbir, un marino alemán que se había
embarcado con ellos.

-Ya tenemos su nombre -dijo Leif-. Se


llamará Markland. Pero tengo la
impresión de que este bosque terminará
por ahogarnos. Tenemos que ir más al
sur todavía.
Así se hizo y el paraíso con que soñaba
Leif desde ha-cía meses terminó por
asomar. Los groenlandeses
permanecieron ahí cinco meses,
construyendo tres habitaciones con
madera y piedra.

Ahí fue donde Tyrbir, el alemán, hizo un


asombroso descubrimiento: vides
silvestres. De todos ellos, era el único
que viera uva y saltaba de alegría
gritando:

-Compañeros, éste es el hermoso país


de las viñas…
-¡Viva el Vinland! -replicó el coro de
marinos-. ¡Viva el Vinland!

Y durante todo el siglo XI siguieron los


marinos groenlandeses yendo a esas
tierras nuevas tan ricas en madera y
uvas.Del año 1000 al 1120 se han
encontrado huellas, en los textos, de
unas seis expediciones. Los navíos
regresaban siempre cargados de madera,
material precioso que escaseaba en
Groenlandia.
En seguida, las crónicas no hablan más
de esto, o muy raras veces. ¿Esto
significa que los viquingos
interrumpieron sus expediciones? No,
ciertamente. Pero los viajes, cada vez
más frecuentes, ya no llamaban la
atención de los cronistas.

Mucho se ha discutido para saber dónde


deben situarse el Markland y el,Vinland.
Basta mirar un mapamundi para saber
que Leif desembarcó por primera vez en
las costas hostiles del Labrador. La
tierra boscosa que encontró más al sur el
Markland-no puede ser sino Terranova.
En cuanto a saber dónde se halla
exactamente el Vinland, el problema es
más delicado. La ciudad de Boston
reivindica aún hoy el honor de haber
sido la primera en acoger al hijo de Eric
el Rojo.

Boston es el gran puerto del Estado de


Massachusetts, al norte del Estado de
Nueva York. En esa región crece la vid
silvestre, que trepa por los árboles. Es
ile un vigor asombroso y da una uva de
pequeños granos duros y azucarados, a
cuya madurez llega en la misma época
que en Francia. Mucha gente, aún en
nuestros días, hacen con ella vino que,
hay que decirlo, no es de muy buena
calidad.

Los especialistas del pasado de los


normandos están casi todos de acuerdo
en situar el Vinland en Massachusetts,o
al menos entre Boston y Nueva .York.

Esta tesis no se gana, sin embargo, todos


los sufragios.

* UNA PIEDRA QUE HABLA :


A fines del siglo pasado se descubrió en
Minnesota,un Estado de los Estados
Unidos situado en la frontera del
Canadá, al oeste de los grandes lagos,
más o menos a 1.500 kilómetros de
Boston, una piedra que se tornó célebre
con el nombre de Piedra de Kensington.

Ya hemos visto que hay piedras que no


hablan; pero ésta fue, felizmente, muy
charlatana. Tenía un texto en caracteres
rúnicos, caracteres de los más antiguos
alfabetos

Para algunos, habría que situar Vinland


en una de las islas que pueblan el golfo
de San Lorenzo - o en Nueva Escocia, o
bien en la costa sur del Labrador. En
todas esas regiones se encuentran vides
silvestres. De manera que es difícil
decidirse.

En la segunda hipótesis, Leif habría


tomado el estrecho de Bellelle, situado
entre Labrador y Terranova. Les he
preguntado a navegantes que conocen
bien esas regiones si, colocados en las
condiciones de Leif, habrían perci-bido
el estrecho.
-Todo depende de la época del viaje -
,me han respondido.

-¿Cómo así?

-En el invierno, el estrecho se halla


perdido en la bruma y un navío que lo
ignorara no podría verlo sino
acercándose mucho a la costa… En esa
época es muy difícil cruzarlo, pues está
colmado por los hielos.

Pero Leif pasó el invierno en Vinland y


regresó a Groenlandia en primavera. Es
probable que llegara allá a fines del
verano. Prácticamente, nada parece
oponerse a la utilización del estrecho.
Pasa por ser peligroso entonces.

Un historiador me ha opuesto, no
obstante, el siguiente argumento:

-Los normandos eran excelentes


navegantes. Estaban acostumbrados a
navegar en alta mar y es poco probable
que se divirtieran siguiendo las costas
de muy cerca.
Para zanjar la cuestión, se necesitaría tal
vez un sicólogo. La curiosidad en
presencia de esas regiones totalmente
desconocidas, ¿no les induciría a
navegar muy cerca de la costa? Tanto
más cuanto que buscaban un lugar
hospitalario.

Las dos tesis son, por lo tanto,


admisibles y ambas tienen sus
posibilidades: Massachusetts o la
desembocadura del San Lorenzo.
Existen también hipótesis fantásticas.
Una coloca a Vinland en la tierra de
Baffin, la otra en Florida, en plena
región tropical. Inmediatamente quedan
descartadas, pues los relatos
escandinavos dan una descripción
bastante minuciosa de la flora y la fauna
de Vinland. Esos mismos relatos dan
algunas ideas acerca del clima durante
la estación del invierno. Ese período
fue, al parecer, particularmente suave.
Ese pequeño detalle inclinaría la
balanza en favor de Massachusetts …

Hay un hecho cierto: cinco siglos antes


de Colón, los viquingos conocían
América. Se ha hecho la pregunta si se
limitaron a ir allí como simples
exploradores y pasaron una estación o
dos, o bien si fundaron, una verdadera
colonia, a ejemplo de los griegos en las
costas mediterráneas. Lógicamente
debió haber sido así, pues Vinland
podía representar para ellos una especie
de paraíso terrestre de clima dulce y de
abundante vegetación.

Ciertos autores justifican esta hipótesis


con el viaje a Vinland del obispo
Gnupson. Ese viaje no se sitúa en torno
al año 1000 sino a comienzos del siglo
XII. La colonia groenlandesa del
Vinland había podido prosperar y un
obispo podía entonces preocuparse de
aportar la religión cristiana.

* UNA PIEDRA QUE HABLA

A fines del siglo pasado se descubrió en


Minnesota,un Estado de los Estados
Unidos situado en la frontera del
Canadá, al oeste de los grandes lagos,
más o menos a 1.500 kilómetros de
Boston, una piedra que se tornó célebre
con el nombre de Piedra de Kensington.
Ya hemos visto que hay piedras que no
hablan; pero ésta fue, felizmente, muy
charlatana. Tenía un texto en caracteres
rúnicos, caracteres de los más antiguos
alfabetos

germánicos y escandinavos, y, además,


estaba fechada: 1362.

¡Una piedra rúnica en médio de


América! Era casi increíble y se habló
de falsedad. Hoy día, la Piedra de
Kensington se encuentra en el Museo
Nacional de Washington, donde todo el
mundo puede verla.
¿Qué dice exactamente? He aquí una
traducción:

“Ocho godos y veintidós noruegos han


explorado el interior de las tierras al
oeste del Vinland. Establecimos nuestro
campamento a dos jornadas de marcha
de esta pie-dra. Permanecimos un día y
hemos regresado. Entonces hemos
encontrado muertos a diez de nuestros
hombres. Otros diez nos esperan en la
costa en que está anclado nuestro navío,
a 14 jornadas de aquí. Virgen María, haz
que se hallen vivos. 1362”.
Los escandinavos suecos y noruegos
habían sido atacados por los indios.

La Piedra de Kensington confirma la


existencia de Vinland; pero
desgraciadamente no nos da precisión
alguna sobre su ubicación. Al contrario,
añade un nuevo misterio.

Minnesota está a mil quinientos


kilómetros del Massachusetts y de las
orillas del Atlántico. La piedra indica
que los escandinavos se encontraban a
catorce días de marcha de su nave.

Hay que creer que su nave estaba


anclada no cerca de Boston, sino en las
orillas occidentales de los lagos
superiores, o Michigan. ¿Acaso había
allí una segunda colonia del Vinland que
les hubiera podido servir de base de
partida? Pues no es dable imaginar un
barco que remonta el San Lorenzo y
cruza las cataratas del Niágara. Y en
catorce días, en un país desconocido, a
lo sumo se pueden recorrer quinientos
kilómetros.
* ¿EXISTEN CIUDADES PERDIDAS?
:

ANTE los invasores españoles, en el


siglo XVI, los mayas se retiraron a los
macizos montañosos atravesados por el
río Chiapas.

Hasta hoy es de preguntarse si en esa


zona de acceso difícil y prácticamente
inexplorada no intentaron los mayas la
reconstrucción de sus ciudades o, al
menos, sus templos principales.
Entre los indios de América Central se
ha propagado desde siempre el rumor de
que existen en la selva ciudades
perdidas.

Hombres valerosos intentan,


regúlarmente, encontrarlas, a pesar de la
maldición maya que ya ha hecho muchas
víctimas. El americano Charles Frey, en
1949, pereció en la ruta del misterio,
naufragando en una corriente. El inglés
Edward Montaigu, cinco años después,
murió de agotamiento en la selva maya
antes de alcanzar su objetivo.
Dana y Ginger Lamb, una pareja yanqui,
tuvo más suerte. Logró domesticar a los
últimos descendientes de los mayas y
encontrar la “ciudad perdida”, una de
las ciudades perdidas.

Hicieron cuatro tentativas en doce años.


La última tuvo éxito.Justamente antes de
la guerra, llegaron a Tehuantepec,de ahí
volaron sobre la selva en la frontera de
México y Guatemala y ubicaron los
vestigios de la ciudad perdida.

Luego se internaron a pie por la selva.


Les detuvo un inmenso acantilado que se
extendía por varios kilómetros.
Descubrieron, abajo, una gruta en que se
metía un río. Siguieron su curso
subterráneo y se hallaron al otro lado.
Para su sorpresa, la selva estaba
habitada: se encontraban entre los indios
lacandones.

Son seres simples, pero muy sociables.


Trabaron amistad con Chan, jefe de la
tribu, y con el indio Kintun, y así se
iniciaron en la vida y la religión de la
tribu, intactas tras cinco siglos de la
conquista del Nuevo Mundo por los
españoles.
Chan y Kintun conocían, sin duda, la
ubicación de la ciudad perdida; pero no
había llegado aún el tiempo de darla a
conocer a los hombres blancos. Dos
años después de su partida, los Lamb
volvieron a los Estados Unidos para
renovar su provisión de películas.

Después de la guerra iniciaron nuevas


tentativas, vanas al principio. Durante
una de ellas supieron la muerte de su
amigo Charles Frey, que mantenía un
sueño similar y al ir a estudiar las ruinas
de Bonampak pereció con un grabador
mexicano que le acompañaba, al
volcarse su embarcación en el río
Lacanja.
¿Caería también sobre ellos la
maldición maya? Los Lamb estuvieron a
punto de ser arrastrados en su jeep por
un torrente súbitamente crecido.

Regresaron por cuarta vez, en 1950, en


dirección de la selva maya; tres
expediciones se habían organizado ya
para buscar la ciudad perdida. Esta vez
su punto de partida no fue Comitan, en el
Estado mexicano de Chiapas, sino
Tenosique, más al norte, en la provincia
de Tabasco.
Visitaron las fabulosas ruinas de
Yaxchillan, donde, a orillas del
Usamacinta, los indios lacandones hacen
todos los años una peregrinación y
donde quedan aún importantes ruinas del
palacio del “Halac Vinic” (príncipe a la
‘vez dirigente político y religioso),
luego pasaron por Bonampak y hallaron
a los lacandones. Uno de ellos, llamado
Céron, les contó la muerte de Charles
Frey, la cual presenció.

La ciudad perdida tan buscada se les


apareció, por fin, un día de junio de
1950. Habían vencido la maldición
maya (1).

* UN DOCUMENTO DE 1753 :

Como América Central, América del Sur


posee también su ciudad perdida, en el
corazón del inmenso bosque amazonico.

Registrando los archivos brasileños, el


coronel Fawcett, que debía desaparecer
en 1925 durante su última expedición
por los bosques vírgenes, encontró
documentos fechados en 1753 que
dejaban adivinar la existencia de una
ciudad perdida. Se trataba de un relato
del portugués Francisco Raposo. Este
había oído decir que un tal Roberto Díaz
había comparecido hacia 1610 ante el
rey de Portugal Pedro II para proponerle
cambiar su mina de plata por el título de
marqués Das Minas. Roberto Díaz nunca
llegaría a ser marqués, pues el asunto le
resultó adverso. Siglo y medio más
tarde, Francisco Raposo pensó encontrar
la mina en la selva.

Para el efecto, reclutó en Bahía una


“bandeira” de unos veinte hombres y se
internó a lo desconocido, hacia el oeste,
en dirección del río San Francisco, que
cruza el territorio de Bahía y va a dar al
Atlántico.

El pequeño grupo experimentó todas las


aventuras po-

(1) “En busca de la ciudad perdida”: en


este libro, publicado por Julliard, los
Lamb cuentan sus aventuras,

sibles e imaginables. Vagó unos diez


años por los bosques sin encontrar
huellas de la mina. Los hombres se
decidieron a partir al este. Una tarde,
después de haber caminado el día entero
a través de pantanos, se hallaron frente a
extrañas montañas. Agotados,
acamparon en un paraje infestado de
crótalos, pues un ancho precipicio les
separaba de su objetivo; grietas y rocas
habían superado todos sus esfuerzos.

Mientras buscaban la madera necesaria


para hacer fuego, divisaron un ciervo.
Para ellos fue una suerte e
inmediatamente comenzaron la caza. De
este modo, por puro azar, encontraron el
camino de la ciudad prohibida. Se
sorprendieron al advertir que esas
montañas asombrosas, “en donde el sol,
al ponerse, se reflejaba en las. rocas
húmedas, ricas en cristales y en cuarzo,
tan abundante en esa parte del Brasil”,
escondía simplemente las ruinas de una
ciudad inmensa de seis o siete
kilómetros.

A sus pies había un valle cerrado, lleno


de brillantes charcas por aquí y por allá.

Los hombres de Raposo creyeron soñar.


El jefe del grupo envió a seis hombres
en incursión de reconocimiento. Estos
bajaron, cautos, por el flanco de la
montaña y no tar-daron en encontrarse
en el curioso valle. Sin hacer ruido,
llegaron junto a las primeras
construcciones. Allí les aguardaba una
nueva sorpresa: la ciudad estaba
desierta. Aterrados, los indios enviados
a explorar regresaron al campamento.

* LA CIUDAD PERDIDA DEL


AMAZONAS :

Al día siguiente, Raposo quiso saber a


qué atenerse. Comenzó la visita de las
ruinas. Se encontraron sus hombres ante
tres colosales arcos de piedra.
Grabados en el arco central veíanse
unos caracteres misteriosos. Pero
dejemos la

palabra a Brian Fawcett (1) y no nos


asombremos del entusiasmo de su padre
a, la lectura de semejante descripción:

“Los arcos se hallaban en buen estado


de conservación, pero uno o dos de los
colosales montantes habían girado
levemente sobre su base. Los hombres
los cruzaron y entraron en lo que fuera
en otro tiempo una ancha calle, ahora
cubierta de pilares rotos y de bloques de
albañilería sumidos bajo la vegetación
parásita de los trópicos. A cada lado se
alzaban casas de dos pisos, construidas
de grandes bloques ensamblados sin
mortero, con una increíble precisión, y
cuyos pórticos angostosarriba
ensanchaban abajo, decorados con
complicadas esculturas …

“Siguieron los hombres la calle hasta


una vasta plaza. En medio se alzaba una
gigantesca columna de piedra negra con
la efigie perfectamente conservada de un
hombre que tenía un hacha en la mano,
mientras con la otra señalaba al norte.
En cada esquina de la plaza alzábanse
obeliscos esculpidos en piedra negra y
en parte ruinoso, mientras todo un
costado estaba ocupado por un edificio
de un estilo y una decoración tan
magníficos que debió haber sido un
palacio. En muchos puntos se habían
hundido los muros y los techos; pero
esas grandes columnas cuadradas
permanecían intactas. Una ancha
escalera de piedra en ruinas conducía a
un vasto vestíbulo en que vestigios de
color permanecían adheridos a los
frescos y las esculturas…

“Frente al palacio se hallaban las ruinas


de otro edificio que, según toda
evidencia, era un templo. Dañado por la
erosión, esculturas de personajes, de
animales y de pájaros cubrían los muros
que subsistían y, por encima del pórtico,
veíanse otros caracteres…

“Más allá de la plaza y de la calle


principal, la ciudad no era sino ruinas
que, a trechos, estaban positivamente
enterradas bajo montículos en que no
brotaba la hierba ni ve-

(1) “Memorias”, por el coronel Fawcett


(Amiot-Dumont, 1953).
getación alguna. Aquí y allá se abrían
abismos a los que los exploradores
lanzaban piedras sin que ruido alguno
indicara’el fondo. No había por qué
dudar mucho acerca de la causa de tal
devastación. Los portugueses sabían lo
que son los terremotos y los destrozos
que pueden ocasionar. Edificios enteros
habíanse venido al suelo, no dejando
sino algunos bloques esculpidos para
señalar el sitio en que se alzaran. No
costaba mucho hacerse una idea del
cataclismo que devastó esa magnífica
ciudad, volcó columnas y piedras de
cincuenta toneladas y más, y que, en
pocos minutos, aniquiló el asiduo
trabajo de un millar de años.
“Un costado de la plaza estaba bordeado
por un río de unos treinta metros de
ancho, que transcurría derechamente y
sin obstáculo desde el noroeste y
desaparecía a lo lejos en la selva. Del
otro lado del río se extendían campos en
otro tiempo cultivados, todavía
cubiertos de hierbas y tapizados de
flores. El arroz se desarrollaba en
pantanos po-co profundos de los
alrededores y las aguas estaban
pobladas de patos…”

Desde Raposo, esta ciudad perdida del


Amazonas ha hecho soñar a muchos
aventureros. Numerosos son los que
partieron en su busca; pero ninguno ha
hecho el hallazgo mágico. Ni siquiera el
río ha sido encontrado.

Puede conjeturarse si el relato de


Raposo es o no una ficción. Digamos en
seguida que Raposo no existe. Este
nombre fue inventado por Brian Fawcett
por exigírselo así su libro. ¿Es
verdadero el relato? En la descripción,
todo parece lógico: una ciudad destruida
por un terremoto presentaría un aspecto
semejante. Una cosa es curiosa, sin
embargo: el arroz.
Pero nada indica que la ciudad haya
sido devastada mu-cho antes de la
llegada de los aventureros y el arroz
perfectamente pudo continuar creciendo
en ese medio pantanoso, cálido y
húmedo.

El misterio se complica por el hecho de


que un miembro del grupo, Joao
Antonio, que es el único cuyo nombre
aparece mencionado en el documento de
1753, encontró entre las rocas una
monedita de oro. Esta hubiera podido
dar con precisión la nacionalidad de los
ocupantes de la ciudad. ¿Españoles,
portugueses o indios?
Nada de eso. En una de sus caras, la
moneda tenía la efigie de un adolescente
arrodillado, y en la otra, un arco, una
corona y algo así como un instrumento
musical.

Según el documento de 1753, esa ciudad


representaría los restos de una
civilización desconocida, que
desapareció para siempre. Sin embargo,
está situada a menos de trescientos
kilómetros de Bahía, en el Estado del
mismo nombre, en un repliegue de la
Sierra que, al oeste del río San
Francisco, resbala entre el río y las
fuentes del río Paraguassu.

No está, pues, al fin del mundo. Un


avión que volara sobre la jungla entre
Bahía por el Atlántico y Barra por el río
San Francisco, debería percibir unas
ruinas tan importantes, si las buscara
bien.

¿Entonces?

* LA CIUDAD PERDIDA DEL


CORONEL DEARE :
Hay otras ciudades perdidas no
divisadas sino una vez en el Amazonas.
Y esto no deja de ser extraño.

En los alrededores de 1913, el cónsul


inglés en Río siguió por curiosidad a un
mestizo que deseaba mostrarle un
espectáculo extraordinario. Cuando
después de varios días se encontró en
pleno bosque, en una región
completamente lisa, hallóse en presencia
de una ciudad en ruinas que todavía
conservaba, en medio de una plaza, un
pedestal negro que sostenía una estatua.
Debido a una tempestad que hizo
perecer a su bestia de carga, el cónsul
tuvo que volver a Río y allí contó su
aventura.

Se trata del coronel O’Sullivan Beare.


No era hombre bromista. Cuando su
relato se ponía en duda, le entraban unas
furias locas. Lo sorprendente es que el
coronel no pensara en tomar una foto de
la asombrosa visión que tuvo a doce
días de camino de Bahía.

Como la ciudad perdida de Fawcett, la


del coronel Beare se encontraba en la
región del río San Francisco; pero al
este del río.

Los que conocieron a Fawcett están


convencidos de que el explorador
británico volvió al Amazonas en 1925
nada más que para descubrir la ciudad
perdida. Creía en

ella firmemente. No puede tratarse de


una impostura de su parte.

Si hay impostura, ésta remonta a dos


siglos atrás: el documento de Río sería
falso. Y esto es muy posible.

Cosa harto curiosa: el documento ya no


existe en los archivos de Río. ¿No es de
preguntarse si ha existido realmente o si
los datos de Fawcett no provienen sino
de un simple relato de un indio?

De creérsele a Brian Fawcett, ese


documento fue enviado por Raposo,
personalmente, al virrey don Luis
Peregrino de Carvalho Menezes de
Athayde; pero éste se desinteresó por
completo. El documento permaneció
durante más de un siglo en los archivos
de Río. En el siglo XIX, el gobierno se
preocupó bruscamente y encomendó a un
sacerdote que hiciera las
investigaciones. Estas no condujeron a
resultado alguno; pero esto nos
tranquiliza un tanto acerca de la
existencia del documento.

En Río de Janeiro, historiadores y


arqueólogos muy conocidos no niegan la
existencia de las ciudades. El Insti-tuto
de Historia anima a los exploradores,
convencidos es-tos de que la selva
esconde las ruinas de antiguas ciudades.
* LA CIUDAD PERDIDA DE
KALAHARI :

¿También el Kalahari tiene su ciudad


perdida?

El explorador G. A. Farini, en su libro


“Ocho meses en el Kalahari aparecido
en 1887, en las Ediciones Hachette,
cuenta un viaje que hizo al lago N’Gami,
al norte del desierto.

Yendo hacia el sur, mientras


contorneaba el río Nosop, y después de
extraviarse hacia el este, descubrió unas
ruinas muy sorprendentes. He aquí lo
que dice:

“Nuestra ruta se orientaba ahora hacia el


sur; los árboles se tornaban cada vez
más raros. El segundo señaló una alta
montaña, que Jan creyó era el Kiki, a
orillas del río; . pero todavía estábamos
muy lejos, en el norte. Al final de la
etapa llegamos a palparla; pero ninguno
de los bastardos la había visto jamás ni
oído hablar de ella. Paramos cerca de
una ruina inmensa que hubiéramos
podido tomar por la Gran Muralla China
después de un terremoto. A trechos, los
escombros estaban hundidos en el suelo;
por lo demás, eran muy nítidos. La
recorrimos más de 1.600 metros; casi
por todas partes, las piedras se
amontonan en enormes cantidades; aquí
y allá, entre dos capas, se ve la
argamasa muy bien conservada. Las
piedras son talladas y de facetas
perpendiculares; las que se hallan en lo
alto de los montones, gastadas poco a
poco por el roce de las arenas o por las
intemperies, han tomado las formas más
singulares: algunas parecen una mesa de
una pata.

“El perfil general de la muralla toma la


forma de un arco en cuyo interior se ven,
a intervalos de una docena de metros,
estanques ovalados o elípticos, de un
pie y medio de profundidad, de fondo
liso, pero rotos en los contornos hasta
treinta centímetros del borde. Algunos
estaban tallados en la roca viva; otros
eran de albañilería ajustada con gran
precisión. Hice quitar con pala la arena
que cubría a los más grandes, faena que
no gusta nada a bosquimanos ni
bastardos; las junturas eran perfectas
allí donde los vientos del desierto
amontonaran arena. Este trabajo nos
tomó un día, con gran escándalo de Jan,
que no podía perdonarnos esa pérdida
de tiempo, ese trabajo echado al aire
para mirar, tan sólo, esas grandes
piedras.

“-¿No comprendes le dije-que nos


encontramos en la ciudad o en un gran
templo, acaso la necrópolis de una
nación poderosa, muerta hace millares
de años … ?

“Al otro día los descubrimientos de la


jornada nos re-compensaron
ampliamente. Más o menos en medio del
arco, encontramos un espacio de una
veintena de metros de ancho,
pavimentado con grandes losas, mucho
más largas las del exterior y colocadas
en ángulo recto con las del interior. Este
empedrado estaba cortado por otro
semejante, que con él formaba una cruz
de Malta, en cuyo centro debía
levantarse un altar, una columna, un
monumento cualquiera; las bases estaban
ahí aún, compuestas de fragmentos
esparcidos de albañilería acanalada.
Lulú, que en vano había buscado
jeroglíficos o inscripciones, se contentó
con hacer algunos esquemas o tomar
fotografías; algunos más expertos en
esas materias dirán tal vez cuándo y por
quién fue habitado. este lugar.

“Sólo tres días después de haber dejado


atrás las ruinas, y por una pendiente muy
suave, llegamos a los montes Ki-ki…”

Desde 1885, muchos exploradores han


partido en bus-ca de la ciudad perdida
de’ Farini al norte de los montes Kiki;
ninguno la ha encontrado. ,

¿Cometió un error Farini? ¿Tomó por


construcciones humanas unas vulgares
formaciones rocosas? Claro está que no,
pues en su relato se habla de argamasa y
de bloques de albañilería. Además, si
hubiese cometido ese error, luego
se habrían encontrado esas formaciones
rocosas que podían prestarse, a
equivocación.

Pero en el paraje que indica, a tres días


de los montes Kiki, no hay sino vastas
extensiones de arena en que brotan raros
arbustos.

¿Quiso Farini hacerles una jugada a sus


compañeros de exploración? No era su
costumbre. De haberlo sido, puede
creerse que habría insistido más. Y la
ciudad perdida no ocupa sino dos
páginas de su libro y casi la señala
como un incidente sin importancia.

Farini vio, ciertamente, la “Lost City”.


Entonces, ¿qué se hizo? Las tempestades
de arena bien pueden haberla cubierto
en parte. Los más conscientes
exploradores pueden haber pasado a
escasos kilómetros de ella, sin verla,
pues no posee construcción alguna
elevada.

Muchos hombres, en el curso de los


siete últimos decenios, se han sentido
intrigados por tal misterio, tratando de
resolverlo. Pero parece que la mayor
parte dirigieron sus búsquedas en una
zona más al norte. Todos han vuelto con
las manos vacías.

Pero en las tabernas del Cabo habrá


siempre gentes dispuestas a apostar mil
dólares por la ciudad perdida. Están
seguros de que existe por haberla
atravesado varias ve-

ces durante su comercio con los


bosquimanos.
Francisco Balsan recibió muchas de
esas confidencias antes de lanzarse a la
aventura. Y la expedición “Panhard-
Capricorne” también falló en la busca
de la ciudad perdida.

Francisco Balsan no ha negado, no


obstante, su existencia (1):

“¿Qué puede significar una ciudad


antigua en medio de tal desolación?, se
pregunta… Las ciudades muertas del
Zambeze y del Monomotapa están muy
al este para haber
(1) La expedición Panhard.Capricorne”,
por Francisco Balsan (Amiot-Dumont),
pág. 29.

dejado aquí una hermanita de avanzada.


Por lo demás, al oeste, en el sudoeste
africano, nunca se ha encontrado, en
parte alguna, una ruina de piedra. ¿Hay
que admitir, por lo tanto, la hipótesis
que la “Lost City” sería una antigua
“escala” de los traficantes berberiscos
que escalaban, en los siglos XV, XVI y
XVII, en Santa Elena y visitaban la cos-
ta Atlántica? Desde el litoral se va
fácilmente a Nosop, muy cerca de
Windhoeck, y gracias a ella se encontró
lue-go un excelente camino de
penetración hasta esos sitios, en las
fronteras del pequeño reino Bakalahari.
¿Fue explota-da una base de trueque?
Las esculturas acanaladas y los
estanques descritos por Farini evocan la
arquitectura morisca. ¿Servían esos
estanques para recoger las raras lluvias?
Con un poco de imaginación, vense
perfectamente emisarios norafricanos
que una vez al año acuden a “Farina”
con abalorios y armas para negociar con
los enviados de Lehu-tutu marfil y
mujercitas bosquimanas destinadas a los
harenes de los sultanes. Pero me parece
que comenzamos a soñar-…”
Tal vez, mi querido Balsan, sin quererlo
siquiera, con eso dice la verdad. Tu
hipótesis me agrada mucho.

(* EXCLUSIVO LOS TRABAJOS DE


ROGER MAY,PARA NUESTRO
GRUPO.)

MISTERIOS EGIPCIOS DE PIRAMIDE


Y TUTANKAMON :
NOS LLENA DE
ORGULLO,PRESENTARTE EN
EXCLUSIVO ESTE
TEXTO,COMPARTELO CON
OTROS,SIN FINES DE LUCRO.
(F.Ramirez-GPO.TRABAJO
ESOTERICO)

MISTERIOS DE LA PIRAMIDE Y
OTROS :

* LA PIRÁMIDE EXTRAÑA :
* colocar PLANO INTERIOR
PIRAMIDE,GRAFICOS Y
EXPLICACION DE DRUMVALO
SOBRE PIRAMIDES

LOS jeroglíficos egipcios han hablado


desde hace largo tiempo; pero en la
vieja tierra de los faraones hay muchos
monumentos que guardan aún sus
secretos.

Entre ellos, las famosas pirámides de


Gizeh siguen intrigando a los hombres.
Para situarlas en el tiempo, recordemos
que fueron construidas hace mas de
cinco mil años por los reyes
constructores de la cuarta dinastía que
reinó en el antiguo imperio de 2895 a
2360.

Esos reyes se llamaban Snefru, Cheops,


Quefrén y Micerino. Las pirámides de
Gizeh son las tumbas de los tres últimos
reyes citados. Pero como ninguna
inscripción de esos faraones se ha
encontrado, los acontecimientos de sus
reinados son casi del todo
desconocidos.. Unicamente las
pirámides, como asimismo sus estatuas,
dan testimonio de su poderío.
La más grande pirámide construida
hacia 2620 a. C. es la del rey Cheops.
Echada a sus pies, la enigmática Esfinge
sonríe extrañamente como si fuese la
única conocedora del secreto de ese
geométrico monumento de piedra cuyo
peso supera ‘largamente los seis mil
millones y medio de kilos. Intacto, el
monumento tendría ciento cuarenta y
siete metros ochenta centímetros de alto.
Hoy tiene ciento treinta y siete, pues la
punta ha sido mellada por los siglos.

Cuando Napoleón -que también se decía


grande llegó ante el monumento, no
pronunció la famosa frase histórica que
le atribuyen; dijo simplemente:
-Lindo trabajo. ¿Cómo pudo hacerlo esa
gente?

Hoy nos hacemos la misma pregunta. El


primer misterio de la pirámide es el de
su construcción.

Se calcula generalmente el número de


bloques que constituyen la gran pirámide
en 2.300.000, lo que represen-a más de
2.800.000 metros cúbicos de piedra.
¿De dónde venían los materiales? La
piedra blanca calcárea fue tomada de las
canteras de Tura, frente a Gizeh, al otro
lado del Nilo. En cuanto al granito,
proviene de las canteras lejanísimas
situadas al sur del país, especialmente
en Asuán, que está a ochocientos
kilómetros. Los enormes bloques, que
pesaban hasta quinientas toneladas, eran
trabajados primero a cincel, luego
aislados de su lecho, tal vez por cuñas
húmedas.

Los bloques eran amarrados en barcos


de fondo plano, y en el verano, en el
momento de la crecida del Nilo -es
decir, de julio a septiembre-, llegaban a
Gizeh.

¿Pero cómo se ensamblaron esos


bloques inmensos? ¿Cómo se levantaron
sobre las pirámides en construcción?

La pirámide no tiene fundamentos. En su


base, cada lado tiene doscientos
veintisiete metros de largo y el primer
cimiento de bloque está colocado
simplemente en el suelo apisonado. Este
cimiento soporta doscientos veinte
bloques, de altura decreciente hasta
cincuenta y cinco centímetros en la cima.
Allí, en el cuadrado forjado, se posó el
último bloque en forma de pirámide.
Este bloque último, llamado
“piramidión”, ha desaparecido hace
mucho tiempo.

Herodoto nos da indicaciones sobre la


construcción de la obra:

“La pirámide fue construida en forma de


peldaños.
Cuando se comenzó a construir de. esta
manera, se alzaban las demás piedras
con ayuda de máquinas hechas de cortas
piezas de madera y se las subía sobre la
primera fila de los fundamentos. Cuando
se lograba esto con una piedra, se la
ponía en otra máquina que se hallaba en
el peldaño anterior; de ahí se la subía
por medio de otra máquina, pues había
tantas como peldaños. Tal vez los
obreros no tuvieran, sin embargo, sino
una sola máquina, fácil de transportar de
escalón en escalón cada vez que se
movía la piedra. Cuento la cosa de las
dos maneras en que la he oído contar. Se
comenzaba en seguida a revestir y
perfeccionar lo alto de la pirámide;
luego bajaban a las partes vecinas y
después a las inferiores y a las que
tocaban la tierra…”

Herodoto, que vivió en el siglo V a. C.,


se hallaba obligado, como vemos, a
conjeturar simplemente.

Es verosímil que se emplearan rampas.


Consolidadas por vigas y ladrillos, eran
alzadas a medida que progresaban los
trabajos, permitiendo así levantar los
bloques hasta la altura deseada. El
arqueólogo Holscher ha encontrado
algunos vestigios en la fachada sur de
Quefrén, demostrando que la rampa era
perpendicular a la cara de la pirámide.
El problema parece, pues, resuelto; pero
con tales aparatos de alzamiento sería
falsa la hipótesis de Herodoto. Acaso
los dos procedimientos se utilizaran a la
vez…

El interior de la pirámide está formado


de cubos calcáreos amarillos de Gizeh.
Están amontonados los unos so-bre los
otros sin mezcla alguna.

Se ha dicho erradamente que no había un


solo gramo de mortero en toda la
pirámide.
La inmensa escalera de piedra fue en
seguida “vestida” por bloques de
revestimiento de piedra calcárea blanca
en número de ciento quince mil y de
altura variable según los espacios
ocupados. Estos bloques perfectamente
lisos eran levantados con el mayor
cuidado, mientras los bloques interiores
sólo eran escuadrados. La faz visible
era tallada ahí mismo, haciendo un ángti
lo exterior de cincuenta y dos grados. Un
mortero extremadamente líquido los
ligaba con asombrosa precisión que
alcanzaba al cuarto de milímetro. Así
revestida, la pirámide parecía
perfectamente lisa.
Tras el problema de las piedras, el de
los hombres. Herodoto nos dice que se
emplearon cien mil hombres durante tres
meses. Se ha interpretado mal su frase y
a menudo se escribe que un, ejército de,
cien mil hombres, renovado cada tres
meses, trabajó en esa obra titánica. No.
Cien mil hombres trabajaban sólo tres
meses en el año, en la época de la
crecida del Nilo, que permitía disponer
de mano de obra. Eso duró treinta años.

Cheops, también llamado Kufu, pasa por


haber sido un tirano que despobló las
provincias, reclutando hasta viejos y
niños. ¡Nuevo debate! ¿Habrá de
creérsele a Weigall que asegura que los
egipcios cumplieron su obra con buena
voluntad, orgullosos de trabajar en la
edificación del templo destinado a su
rey-dios?

¿Fecha de la construcción? Muy


imprecisa. Sólo se la puede situar entre
3100 y 2700 a. C.

Cuando terminó la gigantesca faena, los


artesanos se retiraron por un pozo
secreto y tapiaron la entrada con el
mayor cuidado.
En el año 820 d. C., o sea unos 2.000
áños después, el califa Al Mamun,
movido por la curiosidad, quiso visitar
el interior del enorme monumento. En
verdad, pretendía encontrar algún
tesoro. Sus hombres empezaron a cavar
inmediatamente en la piedra un túnel en
dirección al sur. Al cabo de varias
semanas de trabajo habían avanzado
unos treinta metros. Entonces oyeron la
caída de un bloque del lado del este.
Trabajaron en esa dirección y
terminaron por llegar, al pasillo
descendente que conduce a la cámara
subterránea, situada bajo el nivel del
suelo.
En este pasillo descendente parte el
corredor ascendente que lleva a la
cámara del rey y fue la losa que ocultaba
la abertura de ese corredor la que, al
caer, llamó la atención de los
trabajadores.

Estos no se dedicaron a trabajár en los


bloques de granito que obstruían el
corredor ascendente. Prefirieron con-
tornearlo cavando en las piedras
calcáreas. Y de este modo llegaron al
corredor ascendente y a la cámara del
rey.
¿Qué encontraron? Se adivina. ¿Y el
tesoro? Nada se sabe, salvo el que la
operación debió costarle una buena
fortuna al califa Al Mamun. Nadie puede
decir si ésta fue rentable. Los
arqueólogos que vinieron mucho más
tarde a la cámara del rey no encontraron
sino un sarcófago de granito rosa.

El segundo enigma de las pirámides,


después del de la construcción, es el de
la iluminación. En techo alguno, en
ningún muro se ha encontrado la menor
huella negra de humo, que revele el paso
de una antorcha o de una lámpara de
aceite; tampoco se ha hallado esto en
ninguna tumba. Entonces, ¿cómo se
alumbraban los hombres que pe-
netraban en los monumentos funerarios,
los artistas que los decoraban?

Acerca del misterio de la manera de


alumbrarse se han emitido las ideas más
peregrinas: cuerpos hoy desaparecidos y
que tenían la propiedad de brillar en la
obscuridad, un juego de espejos capaz
de traer la luz solar hasta el corazón del
monumento, una especie de electricidad
natural domi-nada por los sacerdotes…
Confesemos que no sabemos nada.
Tampoco sabemos si las pirámides
fueron erguidas por los reyes de la
cuarta dinastía para dejarnos un
mensaje…colocado antes de la
construcción de los pasillos? Esto nos
parece imposible.

¿Y para qué sirve esa cámara


subterránea situada bajo el nivel del
suelo de en torno, al extremo del
corredor des. cendente?

Confesemos que los arquitectos de la


cuarta dinastía nos plantean, a cuarenta y
siete siglos de distancia, muchos
problemas.

¿Conocían ya el número pi (3,1416),


sólo descubierto cuatro mil años
después? Ese número, como se sabe,
indica la relación entre el círculo y su
diámetro.

¿O es que somos demasiado


imaginativos?

Las unidades empleadas por los


constructores egipcios eran el “codo
sagrado” que valía 0,635ó m. y el
“pulgar piramidal” de 0,0094 m. El
abate Moreaux calculó que mul-
tiplicando el pulgar piramidal por cien
mil millones se obtiene la extensión del
recorrido de la Tierra sobre su órbita en
veinticuatro horas, o sea, novecientos
cuarenta mil millones de kilómetros. Y
el codo sagrado representa la diez
millonésima parte del radio polar
terrestre.

¿Son realmente las pirámides un libro de


aritmética?
Ya hemos visto que tienen vínculos
evidentes con la astronomía. Pero no
convendría llevar mucho más allá las
cosas. Coincidencias extrañas,
seguramente, pero simples
coincidencias…

Ni eso siquiera. Las longitudes medidas


hoy -no hay que olvidarlo-no son las
longitudes iniciales, pues la gran
pirámide perdió su revestimiento. ¿Cuál
era su exacto espesor? Se ignora. ¿Por
qué todos esos cálculos, entonces, si un
centímetro de más o de menos basta para
invalidarlos?
Admiremos a los egipcios y la
perfección de su obra y pensemos tan
sólo que no tenían otro fin que el de
conservar sus cuerpos durante milenios,
después de la muerte, para”que el
“alma” eterna pueda encontrarlos en
cualquier momento y en buen estado.

* UN HONGO DESTRUYE UNA


MALDICION :

Aprovechemos nuestra estada en Egipto


para dar una vuelta por el famoso Valle
de los Reyes, donde, en 1922, se
encontró la tumba de.Tutankamón, el
yerno de Amenofis

IV, que fue el último representante de la


decimoctava dinastía, hacia 1350 a. C.

Desde hacía más de treinta años se


hablaba de la maledición de los
sacerdotes de Amón. El suegro de
Tutankamón no se interesaba por los
asuntos públicos. Prefirió convertirse en
el propagandista de una religión nueva
que substituía el culto de Atón a la
divinidad tebana Amón, figurada ya con
cabeza de carnero, ya con rostro humano
que poseía cuernos de carnero.
Ante el influjo creciente del clero de
Amón, Amenofis IV fundó El-Amarna y
entronizó como dios imperial el disco
solar Atón.

Preteridos los sacerdotes de Amón,


juraron, parece, vengarse y, en efecto,
bajo el reinado de Amenof is IV se
preparó la ruina del imperio egipcio.
Pero los sortilegios de los sacerdotes no
se detuvieron allí. La maldición debía
burlarse de los siglos y cuando. un
cálido día de 1922 el “fellah” que
alquilara sus servicios a Lord Carnavon
percibió el sello de Tutankamón en la
puerta de granito que trataba de abrir a
golpes de pico, comenzó a temblar, dejó
su instrumento y subió diciendo:

-No deseo morir ahí…

En todo el Valle de los Reyes, y más


allá, la tumba pa-saba por maldita.
Carnavon, que terminaba las
excavaciones, se había asegurado la
ayuda del egiptólogo Howard Carter.
Durante dieciséis años, ambos hombres
habían cavado en vano todo el barranco
y cuando ya Carnavon iba a renunciar,
vino la victoria el 6 de noviembre de
1922.

Los dieciséis peldaños de la tumba


llevaban a una sala que debía
escombrarse. De ahí partía un corredor
que llevaba a una segunda puerta de
piedra con dos sellos, uno de los cuales
estaba intacto. La tumba debía haber
sido profa-nada por saqueadores, como
tantas necrópolis egipcias; pero el sello
intacto -el del “Príncipe del Oeste”,
guardia de las tumbas reales-atestiguaba
que nadie había puesto allí el pie desde
hacía dos .milenios.
Al reconocer el sello roto de
Tutankamón, el fellah dio media vuelta.
Otro tomó su lugar. Impaciente, Howard
Carter le ayudó y tomó un pico minero.

¡Estos fellahs son estúpidos!


—.exclamó-… Le temen a un cadáver de
treinta y tres siglos…

Por el orificio que se logró hacer, Carter


percibió por fin las dos inmensas
estatuas de madera que llevan en la
frente la serpientesagrada y que
custodian una tercera puerta sellada, tras
la cual se encuentra la tumba del faraón,
muerto a los dieciocho años.

El 17 de febrero de 1923 la puerta fue


derribada en presencia de veinte
personas. Alguien había leído en voz
alta esta inscripción a la entrada: “La
muerte rozará con sus alas a quien
perturbe el sueño del faraón”.

Un sepulcro de oro ocupaba casi toda la


pieza. Lord Carnavon y Howard Carter
levantaron la pesada cubierta.
Apareció ante ellos un segundo cofre y
cuando vieron intacto el sello no
pudieron ocultar su dicha. Eso les
compensaba los dieciséis años de
esfuerzos. Había sido por milagro cómo
Carter había encontrado las gradas de
piedra de la tumba, justamente bajo la
cabaña en que los fellahs amontonaban
sus instrumentos.

Se dejó para más tarde la apertura del


segundo cofre. Cuando salía de la sala,
Lord Carnavon fue picado por una
mosca en la mejilla izquierda. Esa
misma noche, con fiebre, se echó a la
cama. Seis semanas después moría a la
edad de cincuenta y siete años
repitiendo la frase leída en la última
puerta.

¿Proseguía la maldición de los


sacerdotes de Amón? Meses después, el
hermano menor de Lord Carnavon moría
también, y luego la enfermera que lo
había cuidado.

La prensa de todo el mundo se preocupó


del asunto. Howárd Carter, sin embargo,
había seguido valientemente su tarea.
Había abierto el segundo cofre y en el
tercer ataúd, en que el rostro del faraón
estaba modelado en oro puro, encontró
el sencillo ramillete de flores silvestres
que la viuda del muerto cogiera treinta y
tres siglos antes en los campos de
Tebas. Las flores, secas, cayeron hechas
polvo en cuanto sus dedos las tocaron.

Carter abrió el segundo ataúd y retiró la


momia. En la mejilla izquierda,
exactamente donde Lord Carnavon había
sido picado, Tutankamón tenía las
huellas de una herida. ¿Acaso de eso
había muerto?

Cuantos en ese instante se inclinaban.


sobre la momia no pudieron impedirse
el recuerdo de la maldición. Y to-dos
murieron después más o menos
trágicamente.

Esto comenzó -o más bien, continuó-por


Richard Bethel, el secretario de Howard
Carter, y luego con otros colaboradores
de éste. El sabio Arthur Mace hubo de
echarse a la cama para morir, tras haber
horadado el muro de la cámara
mortuoria. Otro, Evelyn White, se
ahorcó. Lord Westbury, que participó en
las excavaciones, se acostó un día lleno
de salud y no despertó más; su padre
saltó desde un séptimo piso a la calle.
Archibald Douglas Reid murió
súbitamente en Londres en los precisos
momentos en que radiografiaba una
momia.

Así perecieron veintitrés sabios.


Unicamente Howard Carter, para
sorpresa de todos, escapó a la
maldición. Nunca había creído en ella y
murió de muerte natural en

1939…
¿Qué se ha de pensar ante tal
hecatombe? … ¿Coincidencia? …
¿Maldición?…. Todavía sería cosa de
preguntarlo si el doctor Dean, en
Rhodesia del Sur, no hubiera si

do llamado a cuidar a un geólogo que


cayó gravemente enfermo tras un
reconocimiento en una.caverna donde se
hallaban enormes depósitos —de guano
de murciélagos. ‘Pudo diagnosticar una
enfermedad muy rara:, la histoplasmosis
que mata lentamente.

El doctor Dean relacionó esto con el


asunto, del Valle de los Reyes. En la
tumba de Tutankamón no había
murciélagos; pero había gérmenes de
ese mal, y son sin duda

los hongos subterráneos muy numerosos


los que lo transmitieron a los sabios.

¿Pero cómo escapó Carter?

-Simplemente -explicó el doctor Dean-


porque también contrajo la enfermedad,
pero en forma benigna. Y eso le
inmunizó.

Todo el mundo no está de acuerdo. Esa


herida en la mejilla derecha, idéntica en
el lord y el faraón, ¿cómo explicarla?

¿No se cuenta que en 1939, para


celebrar el nuevo año mahometano, la
radio de El Cairo tuvo la idea de
valerse de las trompetas guerreras de
Tutankamón que yacían hacía diecisiete
años en el museo de la capital? El
vehículo que las transportaba cayó en un
barranco y el chofer se mató… Poco
después, el músico que, ante el
micrófono, se apres taba a tocar la
trompeta real, no alcanzó a lanzar una
sola nota. Cayó fulminado en el preciso
instante en que sus labios tocaban el
instrumento.

Misterios del Sahara

Pocos occidentales han tenido el


privilegio de ser recibidos en audiencia
por

Oulol Moma, cheij (o sheik) de Atar.


Este hombre santo, considerado una
autoridad en el mundo islámico, es
venerado por miles de musulmanes.
Antes que a

ANO/CERO, había recibido en


audiencia a los reyes de España, Don
Juan Carlos y

Doña Sofia, quienes solicitaron


audiencia para conocerlo en ocasión de
una

visita a Mauritania.

También Hassan II, el anterior monarca


de Marruecos, fue recibido por el cheij,

tras esperar durante un día a que


acabase sus oraciones para atenderlo.
Tuvo

mucha suerte, puesto que el de


Mauritania debió aguardar dos días
enteros. El

cheij no se deja impresionar por las


coronas. Su trato con titulares de tronos,

presidentes o jeques del petróleo es el


mismo que dispensa a camelleros,

pescadores o mendigos. La tarde


anterior a nuestra entrevista con el cheij,
el

comandante Enrique Amau compañero


de aventuras en mis tres viajes a esta
región
desde 1997 -me había pedido una tarjeta
para entregársela a su secretario. Él se

la facilitaría al “hombre santo” quien, a


pesar de no saber castellano,

“percibiría” si era conveniente


recibirme o no. Por la mañana, Enrique,
Miguel

Ángel -un médico español voluntario en


Mauritania que llevaba años esperando

esta oportunidad-, y yo, nos dirigimos al


palacete del cheij, en las afueras de

Atar. Entramos por la parte trasera, ya


que la puerta principal estaba llena de
devotos que hacían guardia con la
esperanza de verlo. En el Sahara, los

seguidores de un santón llegan a utilizar


puñados de la arena que éste ha pisado

para aplicarlos directamente sobre sus


heridas, convencidos de los poderes

milagrosos que adquiere el suelo tocado


por un elegido de Alá.

Atravesamos los establos, rodeados de


ovejas, camellos y vacas. En tan

pintoresco escenario, tuvimos nuestro


primer encuentro con el cheij.
Aparentaba
entre 65 y 75 años. Vestía
completamente de blanco, salvo sus
calcetines color

crema y las sandalias marrones. Su piel


oscura, quemada por el sol del desierto,

contrastaba con una enorme sonrisa y la


profundidad de su mirada, aquejada por

unas incipientes cataratas que conferian


mayor misterio a sus ojos.

Inmediatamente, Miguel Ángel le ofreció


la posibilidad de acompañarnos al

hospital para hacerle una revisión


ocular. Sin dejar de sonreír ni un
instante,
aquel hombre nos respondió que no era
necesario, ya que él no nos contemplaba

con los ojos del cuerpo, sino con los del


espíritu. En el desierto del Sahara,

tanto los cheijs como los marabús


(curanderos-hechiceros) y otros muchos

personajes del mundo mágico musulmán,


mantienen que el espíritu posee otros
ojos

y oídos con los que percibir el mundo


invisible. Algunos, como el cheij de
Atar,

presuntamente tienen el don de “ver” el


alma de sus visitantes, pero otros
utilizan sistemas de adivinación cuyo
origen se pierde en la noche de los

tiempos.

En varios pueblos y ciudades del


Sahara, a un lado y al otro de la frontera

mauritano-marroquí, hemos podido ver y


fotografiar a hechiceros y curanderos
que

emplean distintas técnicas de


predicción. Algunos de estos sistemas
mánticos

fueron en su día exportados desde


África al Nuevo Mundo con el
esclavismo.
Todavía perviven en Cuba, República
Dominicana o Haití, utilizados por
santeros,

paleros o houngáns del vudú. Para


comprender la brujería y la magia en el
Sahara

es muy importante subrayar este


sincretismo entre el Islam y el animismo

tradicional, cuya memoria pervive entre


las dunas del desierto.

Como en el resto de países del Magreb,


en esta región conviven dos formas de

entender la fe musulmana. Por un lado


están los saberes ortodoxos de los que
deriva la teología y el derecho; por otro,
las creencias populares. En estas

últimas, nos encontramos con las


prácticas rituales y mágicas, los tabúes

alimenticios, el mal de ojo y otros


fenómenos atribuidos a los espíritus, que

explican la difusión de amuletos


específicos como antídoto contra los
males o

con función protectora. Por ejemplo,


para obtener seguridad se utiliza un
cuadro

con nueve cifras mágicas, cuya suma


equivale al nombre de Dios. Si se trata
de

favorecer el desarrollo de la
inteligencia de los alumnos se inscriben
cuadrados

mágicos en sus pizarras. Si se desea que


el entendimiento presida la convivencia

entre quienes habitan una tienda, se


coloca otro cuadrado de este tipo en la

jaima (tienda de campaña típica de los


beduinos). Para obtener seguridad y

atraer al amado las mujeres utilizan la


alenha, una tintura con la que se tatúan

caracteres más mágicos que estéticos en


el cuerpo. Además, los marabús se
valen

de todo tipo de talismanes


confeccionados con semillas, huesos
animales, conchas

marinas, etc. Dichos objetos son


“cargados” mediante rituales secretos
que, con

frecuencia, combinan fórmulas del


Africa Central y oraciones de El Corán.
En las

costas de Nuadhibou nos encontramos


con uno de esos extraordinarios
personajes.
Tradiciones mágicas preislámicas

A Nuadhibou llegamos desde Nuakchott


utilizando una ruta conocida como

“autopista del Atlántico”. Ésta consiste


en una franja de arena que se extiende

a través de casi 200 km de litoral. Para


cruzar dicha “autopista” nuestros

vehículos debían ponerse en marcha al


salir el sol, cuando comienza a bajar la

marea, ya que de lo contrario la subida


de las aguas nos sorprendería antes de

alcanzar nuestro destino. Las dunas del


Sahara mueren justo en la playa,

convirtiéndola en una trampa para los


rezagados.

Cuando llegamos a la exótica


Noadhibou nos entrevistamos con
Mohamed Datta. A él

acuden los nativos que buscan una


solución para sus problemas. Este
marabú

senegalés no sólo utiliza las hojas del


libro sagrado del Islam como elemento
mágico de sanación, como hacen otros
curanderos en el Sahara, sino todos los

conocimientos heredados de la tradición


preislámica. Sin embargo, para un

europeo judeocristiano resulta difícil


comprender las pautas éticas que rigen

los actos de hombres como él.

“Mi abuelo era un famoso marabú


conocido en toda la región -nos explica
a través

de nuestro traductor-. Viajaba por todo


el Sahara con su camello, su fusil y su

esclavo. Su nombre era Ken Kou. Y


tanto servidor como señor tenían un
compromiso

de por vida. A cambio de su trabajo, mi


abuelo le daba techo y comida y cuidaba

de él. No se trata de una esclavitud tal y


como vosotros la entendéis”.

“Mi abuelo me enseñó -prosiguió


Dattaque un cheij o un marabú, o
cualquier

hombre que quiera dedicar su vida a


Alá, debe tener sus necesidades
humanas

satisfechas. Porque si tiene hambre,


estará pensando en su estómago y no en
Alá.

Por eso debe comer bien antes de orar.


De la misma forma, un hombre que esté

cansado no podrá centrar su mente en


Alá. Por ello, debe dormir bien,
descansar,

y así estará en disposición de


concentrarse en sus oraciones. De igual
modo, un

hombre excitado sexualmente no puede


pensar en Alá. Su mente se dispersa por
el

deseo. Por esa razón, el hombre debe


tener una o varias esposas que le ayuden
a

pacificar su deseo”.

Esta particular concepción sobre lo


moral y lo inmoral, sobre el bien y el
mal,

es extrapolable a la concepción
sobrenatural del Islam sahariano.

Ángeles y demonios

Chinguétti, situada en la frontera


mauritano-marroquí, fue una de las
Ciudades

Sagradas del Islam. Según nos aseguró


el alcalde de esta población, de allí

salieron algunos de los guerreros que


lucharon con Mahoma para recuperar la

santa ciudad de La Meca, tras su exilio


en Medina. Al llegar nos alojamos en
una

antigua fortaleza abandonada por los


franceses. Actualmente ha sido
reconvertida

en hotel por el alcalde de Chinguetti,


quien vive la mitad del año en Las
Palmas
de Oran Canaria y el resto en la villa
que gobierna.

En esta localidad visitamos un depósito


de libros que constituye un auténtico

tesoro bibliográfico. Esas joyas de valor


incalculable se encuentran en una

especie de casa-museo. El encargado de


cuidarlo heredó la misma función que

antes habían cumplido su padre y su


abuelo. Nos mostró algunas de aquellas

maravillas: biografías de Mahoma y


ejemplares de El Corán de más de 1.000
años
de antiguedad, piezas de artesanía
religiosa, objetos rituales, etc.

Entre esos textos hallamos las primeras


referencias de la literatura islámica a

unos duendes llamados djinns (genios) o


“los invisibles”. Walt Disney y sus

dibujos animados nos han transmitido


una imagen amable de los míticos genios
que

pueblan los relatos árabes de Las mil y


una noches. Sin embargo, su apariencia

cordial difiere de la creencia popular


que tiene la cultura islámica sobre estas
legendarias criaturas.

Según dichas tradiciones, los djinns son


una especie de criaturas invisibles,

capaces de interferir, para bien o para


mal, en nuestras vidas. Algo similar a

los ángeles, diablos y demás criaturas


sobrenaturales del cristianismo. El
Corán

se refiere en varias de sus suras


(capítulos), sobre todo en el 72, a estos

enigmáticos seres dotados de


extraordinarios poderes.

AÑO/CERO tuvo la oportunidad de


recoger en el Sahara, como antes
habíamos hecho

en otros países islámicos, relatos


absolutamente extraordinarios sobre la

intervención de los djinns en la vida de


los mortales: desarrollando en ellos

poderes sobrenaturales, curando


enfermedades terminales, protegiendo o

arreba-tando la vida a sus enemigos.

Cuando el almuecín llama a la oración


desde el minarete de alguna mezquita,

mezclando su voz con el sonido de la


ghembá (guitarra tradicional de tres
cuerdas), y nos dejamos envolver por
los aromas de pimienta, azafrán, dátiles
y

menta que se disputan el aire en la plaza


de cualquier pueblo del Sahara,

podemos empezar a comprender lo que


suponen los genios en la vida de

los nómadas: representan una esperanza


y un temor ancestral que, durante

generaciones, sirvió para mantener el


respeto a las tradiciones y el orden

social.

Resulta sobrecogedor escuchar, de los


labios de los niños más pequeños
relatos

de sus encuentros con unos djinns que


son idénticos a los “ángeles de la
guarda”

de los niños europeos. A esos espíritus


del desierto se atribuye la autoría de

todo tipo de prodigios, incluidos


algunos enigmas arqueológicos de
difícil

explicación, como las denominados


moscas y boomerangs.

Durante los años 60 y 70 los pilotos de


combate que sobrevolaban el Sahara
español descubrieron extrañas
formaciones existentes en estos
territorios. Las

bautizaron con estos curiosos nombres


debido a su forma, trazando los
primeros

planos de su situación. Juan José


Benítez, que describió estas “pistas de
Nazca

del Sahara” en su libro Mis enigmas


favoritos, afirma que “las dimensiones
de

las moscas en ningún caso sobrepasan


los 50 metros, mientras que los
boomerangs
alcanzan 1,5 km de longitud. En las
fotografías tomadas desde los aviones se

observa una zona central oscura y casi


triangular de la que parten líneas

estrechas y muy largas.


Inexplicablemente, todos los
boomerangs se hallan

orientados hacia el oeste. En cambio, las


moscas no guardan un orden aparente”.

Desgraciadamente, la situación de
conflicto bélico permanente que sufren
esas

regiones del Sahara hace imposible su


exploración. Por esta razón, nada
sabemos

sobre el origen de esos dibujos, hechos


presuntamente para ser vistos desde el

aire. Algunos autores sugieren que tales


formaciones podrían estar relacionadas

con la mitología nómada del Sahara, que


habla de reinos perdidos y extraños

dioses tutelares llegados de las


estrellas. Leyendas como la del origen
de los

misteriosos “hombres azules del


desierto” -los tuareg-, descendientes de
la
princesa Tin Hanin y de su hermana
Takanat. Una tradición -posiblemente
adoptada

por los tuareg de los colonizadores


franceses-dice que éstas eran las últimas

reinas de los atlantes. Los defensores de


esta teoría sahariana argumentan que

hace miles de años este desierto era un


inmenso vergel, con una importante red

fluvial llena de lagos, alguno de los


cuales fue tan grande como el Mar
Caspio.

Tal vez los boomerangs y moscas del


Sahara sean uno de los últimos legados
de

aquella civilización.

Todo es posible. La magia impregna la


cultura del desierto y nada sabemos de
su

remoto pasado. En todo caso, es cierto


que en estos parajes lo excepcional se

convierte en cotidiano. Cuando


visitamos el palacio del cheij de Atar,
habíamos

sido agasajados con leche fermentada de


camella, dátiles con mantequilla y

keríy. Compartía viandas con nosotros


un caudillo que había acudido a Atar
para

presentar sus respetos al cheij. Los


tuareg todavía sienten muy cercana la

presencia de los djinns y describen con


naturalidad las misteriosas luces que

algunas noches atraviesan los cielos del


Sahara y que cualquier europeo

calificaría como OVNIs. Sin embargo,


esas esferas luminosas son un fenómeno
más

complejo para ellos. Además de estar


relacionadas con los “genios
invisibles”,
también pueden ser consideradas como
“el espíritu luminoso” de algunos
santones,

brujos o marabús.

Personajes carismáticos como el cheij


de Atar son objeto de todo tipo de

leyendas. En su caso, esa mitología está


directamente relacionada con su

asce-tismo. A pesar de ser un hombre


inmensamente rico, duerme sobre una

esterilla extendida sobre una capa de


arena del desierto, en una de las torres

de su palacio. Su extrema delgadez es


fruto de su parca alimentación y su

inquietante don de clarividencia, acaso


debido a un estricto entrenamiento

psíquico, desarma al visitante más


escéptico, como tuvimos ocasión de
comprobar.

Antes de despedirnos, y sin perder la


sonrisa en ningún momento, nos invitó a

tomar cordero. “Esta mañana


desayunasteis huevos y pescado, y os
vendrá bien

comer ahora un poco de carne…”, nos


dijo con tranquilidad y sin dar ninguna

importancia a nuestro asombro, dado


que él no podía saber lo que habíamos

desayunado aquella mañana, a solas y en


otra ciudad.

Cuando finalmente abandonamos el


Palacio del cheij, seguíamos sin
explicarnos

cómo lo había adivinado. Tal vez, como


sugirió Miguel Ángel -nuestro óptico-,

seamos nosotros los que necesitemos


revisar nuestros ojos… pero los ojos
del
espíritu.

Los lugares mas misteriosos de la Tierra

Stonehenge

Quienes fueron los constructores de


Stonehenge? ¿Para qué servía éste
monumental y ordenado conjunto
circular de enormes piedras? ¿Era un
templo consagrado al Sol, como
pretenden los miembros de las sectas
druídicas? ¿O era un observatorio
astronómico, según tratan de demostrar
algunos investigadores como Samuel
Langley y Gerald Hawkins? ¿O se
trataba de una estación de
extraterrestres, donde aterrizaban
aeronaves de otros mundos? ¿Estos
megalitos son contemporáneos de
Homero o, como se sostiene ahora,
serian muy anteriores a la civilización
micénica? Pese a los esfuerzos de los
estudiosos, no todas estas preguntas
tienen respuesta.

Desde un remoto pasado -algunos


arqueólogos creen que los megalitos del
famoso monumento fueron plantados allí
a mediados del III milenio anterior a
Jesucristo, mientras otros lo alejan hasta
el año 35000, las piedras de Stonehenge
enfrentan al observador con sus enigmas
desde la campiña meridional inglesa, en
el condado de Wiltshire, a 130
kilómetros de Londres y cerca del río
Avon meridional. En antiguo sajón su
nombre significa “piedras colgantes”,
pero en la Edad Media recibieron la
denominación de Danza del Gigante, de
acuerdo con la leyenda que atribuía la
obra a los míticos colosos que habitaban
la también mítica Atlántida. Aunque
hace 30 ó 40 siglos no se conocía el
compás ni existía la ciencia de la
geometría, los constructores de
Stonehenge ubicaron las piedras de 4
metros de altura y un peso de 25
toneladas formando un circulo perfecto.
Lo lograron después de haberlas
trasportado, sobre rodillos y mediante la
sola fuerza humana, desde canteras
ubicadas en el norte de Wiltshire, a 50 ó
más kilómetros. El ignoto pueblo que
durante 1500 años realizó una titánica
tarea de construcción, demoliciones y
reconstrucciones desapareció sin dejar
rastros escritos. Los únicos testimonios
son los monumentos megalíticos
desparramados por las islas británicas y
el norte de Francia, además de piezas
arqueológicas, como hoces y guadañas
de piedra pulida, que identifican a una
comunidad de agricultores neolíticos.

Sin embargo, las piedras mayores que


forman los trilitos, o pórticos de tres
piedras, no son las únicas. Entre ellas
existen otras, más pequeñas, de color
azulado, que provienen de los montes
Presell, en Gales, a casi 400 kilómetros
de allí, y que fueron transportadas en
duras etapas que los arqueólogos tratan
de reconstruir. Al parecer, una vez
extraídas de la roca, las piedras habrían
sido llevadas sobre rodillos, luego
cargadas en balsas a lo largo de la costa
galesa hasta el canal de Bristol, después
río arriba por el curso del Avon de
Bristol o septentrional y, nuevamente
sobre rodillos, hasta el sitio definitivo.
Stonehenge fue construido en varias
etapas, a lo largo de 1.500 años. En los
primeros tiempos fue colocada la
llamada Piedra Talón, que hoy aparece
pegada a la ruta que va hacia la cercana
ciudad de Salisbury, y se excavó la gran
zanja circular con terraplén, con un
diámetro de 100 metros. En esa misma
época se hicieron los hoyos conocidos
como “orificios de Aubrey”,
denominados así por John Aubrey, quien
estudió los monumentos megalíticos de
la zona en el siglo XVII. En esos huecos,
que siguen un círculo concéntrico e
interior a la zanja, se encontraron
huellas de cremaciones humanas, una
forma de entierro común en las culturas
neolíticas de Europa.

La etapa siguiente, cumplida 200 años


más tarde, fue la instalación de los 80
bloques de piedra azulada traídos desde
Gales (de los cuales sólo quedan 30).
Estos formaban un círculo de 50 metros
de diámetro, dentro del cual fueron
erigidos posteriormente los dos círculos
actuales de trilitos: uno exterior, de
metros de alto pero derruido en su
mayor parte, y uno interior, compuesto
por cinco trilitos de 4 metros de alto.
Cerca de los trilitos se levantan cuatro
grandes piedras colocadas en cruz, cuyo
centro virtual coincide con el punto
central de Stonehenge, y en las
proximidades de la zanja hay dos
monolitos que marcan, con exactitud, el
Este y el Oeste. La primera etapa
representó un gran esfuerzo técnico en
cuanto a la extracción, el tallado y el
trasporte de las piedras a lo largo de
cientos de kilómetros. Pero la
construcción de los trilitos puso aún más
de manifiesto la capacidad de los
artesanos prehistóricos para tallar las
piedras y encastrarías con precisión.
Como también es asombroso el método
para instalar las grandes piedras planas,
que forman el “techo” de los

trilitos, en la parte superior de las


anchas columnas monolíticas. Cada una
de éstas era arrastrada sobre rodillos
hasta un hueco cavado en el suelo y
luego, con sogas tiradas por cientos de
hombres, era colocada verticalmente.
Después, levantaban un terraplén
provisorio de tierra y piedras hasta la
cima de las columnas y arrastraban el
“techo” sobre rodillos hasta su sitio.
¿Cuál fue el impulso para que todo un
pueblo -hombres, mujeres y niños-
realizara tan inmensos esfuerzos durante
tal cantidad de años? ¿Cómo una cultura
que no conocía la escritura pudo
transmitir durante 15 siglos, de
generación en generación, las
motivaciones para mantener viva la
llama de esa labor titánica? Los
astrónomos dicen que Stonehenge es un
extraordinario observatorio solar y
lunar, mediante el cual aquellos antiguos
ancestros de William Shakespeare,
Winston Churchill y los Beatles podían
establecer con precisión el comienzo y
el fin de las estaciones. Y así graduar el
tiempo de la siembra y la cosecha. Ya lo
había adelantado en 1781 el físico
Henry Wasey. Pero fue el
norteamericano Samuel P. Langley,
destacado astrónomo y pionero de la
aviación, el primer científico
contemporáneo en estudiar Stonehenge
como observatorio astronómico, en
1889. Su conclusión fue que “sin
conocer nada de física, esos hombres
primitivos pudieron descubrirla
mecánica por medio de la cual el Sol se
alza, cumple su ciclo y se pone, día tras
día, año tras año”. Hacia 1960, el
astrónomo norteamericano Gerald
Hawkins, profesor en las universidades
de Harvard y Boston, siguió los pasos
de Langley y sus conclusiones fueron
coincidentes. Mediante cálculos
auxiliados por computadora, pudo
determinar las posiciones del Sol y la
Luna desde el punto de vista de
Stonehenge y comprobó que la
disposición de las piedras coincidía con
ángulos precisos: la salida y la puesta
de ambos cuerpos celestes al empezar y
terminar los respectivos ciclos de las
estaciones anuales, los equinoccios y
solsticios.

Por su parte, el investigador inglés del


esoterismo, John Michell, propuso que
se concibiera a Stonehenge como “un
templo místico, dedicado a los doce
dioses del zodiaco, que representa la
cosmología ideal, la imagen perfecta y
completa del universo”. Una explicación
no contradice necesariamente la otra.
Para los antiguos pobladores del
noroeste europeo la necesidad de
conocer las épocas de siembra y
cosecha no era sólo una cuestión
práctica. En ella se conjugaban sus
creencias y sus mitos, sus conocimientos
técnicos y sus costumbres. Conocer
cuándo la Luna se ponía sobre el
horizonte más al sur o más al norte
significaba para esos hombres
“dominarlas fuerzas naturales, adquirir
un poder que los aproximaba a la
potencia superior de los dioses o los
antepasados”, como sugiere Michell.
Hubo explicaciones fantasiosas como
las manifestadas por el reverendo Hugh
Grover durante el siglo XVIII: sostuvo
que el gran monumento pétreo era obra
de cíclopes, quienes habrían habitado la
región antes de que apareciera el
hombre. O la especulación de W.S.
Blacket, en 1833, para quien Stonehenge
había sido erigido por los habitantes de
la Atlántida, el presunto continente
perdido en las profundidades del mar.
Siglos antes, en 1620, el arquitecto Iñigo
Jones recibió el encargo del rey James l
de estudiar los antiguos monumentos
megalíticos ingleses. Según afirmó, las
piedras de Stonehenge eran las ruinas de
un templo romano del siglo I de nuestra
era. Hacia esa misma época, el escritor
John Gibbons dijo que era un templo
anglosajón y Aylett Sammes atribuyó su
construcción a los fenicios. El escritor
Samuel Pepys visitó el lugar en 1688 y
en su célebre Diario escribió: “Al
acercarme, encontré el lugar tan
prodigioso como me habían dicho. Valía
la pena hacer el viaje para verlo. Sabe
Dios para qué serviría!” Y John Aubrey
pensó que los constructores pudieron
haber sido miembros de la casta de los
druidas, los misteriosos sacerdotes del
pueblo celta. Aunque los druidas no
tienen nada que ver con Stonehenge ni
con sus constructores -los separan miles
de años-, la leyenda que los vincula
empezó en el siglo XVI II, cuando el
anticuario William Stuckeley (los
anticuarios fueron los antecesores de los
arqueólogos modernos) afirmó que se
trataba de un templo de esta antigua
corporación sacerdotal céltica.
Posteriormente apoyaron esta idea el
reverendo Henry Rowlands y el
arquitecto John Wood. La leyenda se
convirtió, según el historiador Stuart
Piggot, en “una de las más arraigadas
del folklore inglés”.

Los antiguos druidas conformaban una


colectividad religiosa altamente
ilustrada, propia de las poblaciones
celtas instaladas en el norte de Francia y
las islas británicas desde algunos
cientos de años antes de Jesucristo. Sus
miembros eran “ciudadanos del mundo”,
que viajaban entre los distintos
poblados del extenso territorio ocupado
por los celtas portando el conocimiento
y la sabiduría.

Se dividían en varías clases: druidas o


sacerdotes supremos, ovates o
sacerdotes encargados del culto y los
sacrificios humanos, videntes, que se
ocupaban de adivinar el porvenir y
bardos o cantores. La importancia de los
bardos era muy grande, pues los
conocimientos druídicos eran
transmitidos a los discípulos oralmente,
mediante extensos poemas rimados. La
escritura sólo fue utilizada por

los celtas después de la irrupción de los


romanos en sus tierras, cuando
incorporaron documentos escritos en
griego y latín. La llegada del
cristianismo dio fin a esta religión de
los pueblos celtas, que sólo sobrevivió
en Irlanda hasta muy avanzada la Edad
Media.

La imponencia de Stonehenge inspiró a


los artistas durante las últimas décadas
del siglo XVIII y principios del XIX.
Pintores y escritores se inspiraron en las
ruinas megalíticas, incluyéndolas en sus
obras. Hacia 1780, Thomas Rowlandson
mostró el conjunto a través de un
tranquilo paisaje en tonos suaves. Pero
la visión romántica del mundo alimentó
aún más la leyenda de un Stonehenge
druídico. Las acuarelas de dos artistas
menores como Thomas Hearne y
Thomas Girtin, como también las dedos
grandes de la pintura inglesa, John
Constable y James Turner, muestran los
trilitos inmersos en inquietantes paisajes
de

fuertes contrastes y enmarcados por


cielos tormentosos. Otros pintores y
grabadores -Henry Thompson, James
Barry, Samuel Palmer, Thomas Jones-
ubicaron en los alrededores del
monumento escenas de dramas como la
muerte de Cordelia, personaje de El rey
Lear, de William Shakespeare, una
madre con sus hijos sorprendida por la
tempestad o sacerdotes druidas en
misterioso ritual.

Hacia esa misma época, los anticuarios


se dedicaron a excavar numerosos
túmulos que salpicaban la llanura de
Salisbury, cerca de Stonehenge, y los
grandes megalitos de Avebury. Hallaron
en su interior urnas de cerámica, dagas y
cuchillos de hueso, bronce y hierro,
monedas de oro y restos de seres
humanos. La mayor parte de estas piezas
fueron vendidas, por lo cual fue
imposible seguir su rastro y realizar una
interpretación arqueológica de cada
túmulo. Sin embargo, el erudito Thomas
Leman, experto en caminos romanos de
Inglaterra, señaló con acierto que las
armas despositadas en los túmulos
EL PODER DE LOS
MEGALITOS
Una antigua leyenda bretona, recogida
en el siglo XIII por Geoffrey de
Monmouth, dice que las inmensas
piedras que salpican la tierra inglesa
fueron colocadas allí por el mago
Merlín. Y que tienen poderes mágicos y
curativos. Esta fue una de las razones
para la constante destrucción de los
monumentos por centenares de personas
que se acercaron en busca de trozos que
podían llevar consigo como amuletos.
Inclusive, en la cercana ciudad de
Amesbury se llegó a alquilar picos para
que los visitantes pudiesen extraer con
más facilidad porciones de piedra. La
magia del lugar atrajo a los adoradores
del Sol. Desde 1833 sirvió como centro
de reunión para una secta masónica,
conocida como Antigua Orden de los
Druidas. Todos los años, al amanecer
del solsticio de verano (21 de junio en
el hemisferio norte), se congregaban en
Stonehenge para entonar cánticos,
quemar incienso y esparcir hojas de
roble.

Avanzado el siglo XIX, Stonehenge se


convirtió en un lugar de moda, apto para

acampar, “hacer un picnic, dibujarlas


piedras y leer algún poema”, como
aconsejaba en 1853 la revista The
Leisure Hour, una publicación “para la
recreación de la familia”. Una foto de la
época muestra a la reina Victoria
durante una excursión a los trilitos y otra
a un grupo de jóvenes encabezados por
el príncipe Leopoldo, su hijo menor. En
la planicie cercana se hicieron carreras
de caballos y competencias de cricket
(hasta la década de 1920), mientras
grandes caravanas de hombres, mujeres
y chicos se acercaban a conocerlos
megalitos y llevar algún guijarro de
recuerdo, gracias al alquiler de picos en
la vecina Amesbury. Entre los más
asiduos visitantes estaban los miembros
de las sectas masónicas que se
consideraban así mismos descendientes
de los antiguos druidas. Todos los años
realizaban ceremonias en el marco de
cultos esotéricos. Sin embargo, la
aproximación a Stonehenge desde el
ángulo del misterio no se limitaba a los
ritos druidicos. Diversas explicaciones
alternativas para su origen fueron
expuestas durante el siglo pasado y el
actual, una más fantástica que la otra.
Desde las interpretaciones del
monumento como símbolo sexual hasta
la de entenderlo como una base para
visitantes extraterrestres, pasando por la
creencia de que es el escenario para un
misterioso drama masónico en siete
actos que empezó a ser representada el
14 de octubre del año 3373 antes de
Cristo. No falta la sugerencia de que las
grandes piedras fueron instaladas allí
por levitación. Y así como Stonehenge
fue analizado por los astrónomos como
un observatorio celeste, a partir de
estridas reediciones, la numerología
esotérica produjo numerosas
interpretaciones del monumento. Entre
ellas, la de John Michell, que propone
comprenderlo como “un símbolo de las
mayores dimensiones de la Tierra”, a
partir de cáiculos que remiten a un plan
sustentado en el número 666, el número
de la Bestia en el Evangelio. Asimismo,
según Michel, el plan de Stonehenge
representa en miniatura las distancias
entre los planetas del sistema solar,
mientras que los grandes túmulos de la
planicie de Salisbury marcan un mapa
de las grandes constelaciones celestes.
Druidas y extraterrestres, calendarios
neolíticos y escenarios masónicos, la
reina Victoria y el pintor Turreer,
carreras de caballos y cricket: alrededor
de Stonehenge se unen fantasía y
realidad en forma inextricable. Pasaron
siglos y milenios. Sin embargo, como
dijo lord Byron en su poema Don Juan,
aunque ya “los bosques de los druidas
han desaparecido… Stonehenge sigue
allí, pero ¿qué demonios es?”
TEOTIHUACAN
Nadie conoce su origen. Ni aún los mas
sabios arqueólogos saben como empezo
su historia. Lo unico cierto es que el
corazon del Valle de Mexico hay una
cadena de construcciones monumentales,
adornadas con perfiles de seres
monstruosos, donde se destacan dos
enigmaticas y altas piramides, dedicadas
a la adoracion del Sol y de la Luna. Las
ruinas son tantas, y tan grandes, que los
especialistas han calculado que alli
trabajaron -para construir todo el
complejo-mas de 3 mil hombres durante
30 años. Por eso parece raro que esos
operarios, artistas e ingenieros no
dejaran ninguna traza, ningun indicio,
que sirva al menos para conocer el
nombre original del lugar y desentrañar
cual era la lengua que hablaban. Ahora,
solo habitan alli los fantasmas de un
pasado secreto, empeñados en guardar
celosamente los comienzos de esa
ciudad misteriosa, donde los hombres
vivian al lado mismo de los dioses. La
escritura que utilizaron los habitantes de
Teotihuacan da una pista, pero es por
ahora inescrutable: se trata de rayas y
puntos, semejantes a los que utiliza otra
gran cultura de la region, la olmeca.
Pero todavia no se han podido descifrar
sus mensajes.

En el siglo XIV, cuando los aztecas


dominaron el valle de Mexico, esta
ciudad, que ellos denominaron
Teotihuacan (“el lugar de los que siguen
el camino de los dioses”), hacia ya 700
años que habia sido abandonada por sus
primitivos moradores. Eso constituye un
segundo interrogante, ya que nadie
puede explicar, tampoco, la razon de ese
exodo masivo. Porque la urbe no se fue
degradando de a poco sino que la gente
se esfumo de golpe, como si un rayo los
hubiera aniquilado, despues de un
ataque de pueblos enemigos que
incendio el norte de la ciudad. Luego
vivieron alli, durante 200 años otras
tribus de la zona, que convirtieron la
ciudad en un objeto de culto. Tal vez
porque esos grandes monumentos los
sorprendian hasta el delirio. Por otra
parte, para que eran esas piramides de
dimensiones colosales, tan altas como
las de Egipto?. Silencio…la pregunta no
tiene respuesta. Sólo se pueden hacer
conjeturas o escudriñar viejas
tradiciones orales en busca de algo que
asemeje a una contestacion. Una
leyenda, por ejemplo, afirma que el
valle estaba habitado, en tiempos
remotos, por una raza de gigantes
llegados del espacio. Fueron ellos los
que erigieron esas pirámides, que no
parecen hechas a medida del hombre.
Otros mitos dejan de lado a los antiguos,
presuntos ciclopes y afirman,
rotundamente, que son obra de los viejos
dioses de México. Una de esas deidades
se llamaba Nanahuatzin y era enfermo y
humilde.

Fue el quien un día levantó su pirámide,


que dio origen al Sol, que antes de eso
no existía. Otro de los dioses se llamaba
Tecuciztecatl y era altanero y orgulloso.
Para satisfacer su vanidad, celoso del
primero, erigió la otra pirámide. Cosa
que enojó a todos los otros dioses de
ese particular Olimpo. Para demostrale
su desprecio, los inmortales le arrojaron
al rostro un conejo muerto. Sí uno se fija
bien en la cara de la Luna llena, se
puede distinguir la sombra de un conejo.
Ese, y no otro, fue el origen del satélite
de la Tierra. Mitología o leyenda, lo
cierto es que este centro religioso es
algo indescifrable.

Tiene algo menos de 24 kilómetros


cuadrados y está enclavado sobre una
meseta de 2.300 metros de alto, a dos
kilómetros de la ciudad Teotihuacán de
Ariota. La espectacular pirámide del Sol
fue descubierta en 1906 por el
arqueólogo Leopoldo Baties, quien
calculó que había sido construida en el
siglo 1 de nuestra era. Se eleva a unos
66 metros y su base tiene 225 metros de
lado. Un monstruo sólo comparable a la
gran pirámide de Keops. Se estima que
se necesitaron 2 millones y medio de
toneladas de ladrillos cocidos para
construida. Una labor, en efecto, digna
de gigantes.
Cuando los aztecas ocuparon la meseta
de Anahuac, atribuyeron la construcción
de esas pirámides a los toltecas, que
vivían allí desde hacía varios siglos.
Pero no fueron ellos los responsables,
ya que se asentaron en el sitio alrededor
del año 648 dC. Esta otra gran
civilización ocupaba el altiplano Central
de México y tenía su cabecera en Tula
Xicocotitlan, en el actual estado de
Hidalgo y a 80 kilómetros de Ciudad de
México. Ellos, igual que los olmecas,
solían tallar en roca basáltica
monumentales cabezas y efigies de
guerreros, como las cuatro estatuas que
pueden admirarse en la cima de la
pirámide de Tula. Teotihuacán se
hallaba a menos de un centenar de
kilómetros de esa dudad capital del
Imperio Tolteca. Por tanto, parecía
natural vincular ambas civilizaciones.
Pero hoy se cree que no fue así. Ante
todo, hay un dato irrebatible: la cultura
teotihuacana se resquebrajó alrededor
del año 700, bajo el incendio y la
destrucción desatados a su paso por
huestes enemigas procedentes del norte.
Por otra parte, Teotihuacán había
culminado entre los años 150 y 600 d.C.
un desarrollo y poderío propio
cimentados, casi seguramente, en los
numerosos yacimientos de piedra
obsidiana, un minera muy codiciado
proveniente de la lava volcánica. Es
posible que esa riqueza natural fuera la
base sobre la cual se desenvolvió una
admirable maestría arquitectónica y
artística, además de un bienestar
material que aseguraba la subsistencia a
sus más de 200 mil ciudadanos. La
antigua Teotihuacán ocupaba el sexto
lugar en el planeta por su volumen
poblacional.

Aquellos teotihuacanos cuyos orígenes y


derrumbe permanecen sumidos en un
mer de sombras, brillaron como una de
las mas sofisticadas civilizaciones del
globo. Leían y escribían, sin duda
redactaron libros y códioes, sabían
regodearse con exquisitos refinamientos
gastronómicos, conocían el hilado,
ejecutaban las más variadas artesanías.

No asombra que esos adelantos se


conjugaran con intenciones orientadas
hacia una concepción esotérica-
simbólica, hacia una cosmovisión
surcada por guiños cómplices a las
grandes fuerzas desconocidas que laten
detrás de la vida cotidiana. Por ejemplo,
la pirámide del Sol o Tanotíuh ltazcuati
se dispone en un eje esteoeste, acorde
con el itinerario aparente del astro rey; y
se ha hecho notar que muy
probablemente, la pirámide fuera
construida para señalar el centro del
Universo; que las cuatro esquinas
simbolizaran las cuatro direcciones de
aquél, y la cúspide el corazón de la
vida. La pirámide de la Luna, Mextíl
lztacual, que data del siglo II y fue
restaurada en fecha reciente, es algo más
pequeña con sus 44 metros de altitud y
su base rectangular de 130 metros por
156 metros. Se compone de tres
plataformas o gradas, distantes una
decena de metros una de otra. Ya un
millar y medio de metros de la pirámide
de la Luna, otra ciudadela Texcapam o
constituida en tres de sus lados por un
murallón de 300 metros de longitud, 32
de ancho y 8 metros de alto; esos muros
alojan a diez torres. El cuarto frente o
lado está formado, en cambio, por un
escalonamiento de pirámides desiguales.
Todo ello rodea al centro de la
ciudadela, donde se alza el misterioso
tlaltel, un túmulo de tierra y piedras de
28 metros de altura.
Y hacia el sur de la pirámide de la Luna,
a lo largo de unos ocho kilómetros, está
la llamada Avenida de los Muertos, que
lleva hasta la cúspide del cerro de
Tlaginga. Las plataformas que se
observan en esta calle en realidad, un
encadenamiento de patios abiertos
dispuestos uno a continuación del otro
fueron tomados por los aztecas como
nichos o tumbas. Estaban equivocados:
los difuntos en Teotihuacán eran
cremados y enterrados debajo del suelo
de las casas en las que habían vivido,
envueltos en mortajas a las que se
untaba con aceites y pócimas rituales.

A lo largo de esta Avenida se


encuentran las ruinas de la antigua
ciudad. El pasado vive con fuerza
insospechada en esos restos de calles,
plazas y pirámides de lO a 12 metros de
altura; esos templetes erigidos en
homenaje a Tíaculteutí, a Chicomecoatl,
a Chalchiuhtlicue, Xluhtecutli,
Vacatecutli. La Avenida cruza la
Ciudadela cuadrangular, en cuyo sector
oriení perdura el templo al dios
Quelzaicostl, una pirámide con seis
terrazas o niveles escalonados. Allí hay
una serie de cabezas fantasmagóricas
relieves que hacen perder el aliento:
entre ellos que representa al propio
Ouetzalcóatl o Serpiente Emplumada,
dios de la Sabiduría y d Viento y
símbolo del matrimonio entre el Cielo y
la Tierra, y el alusivo a esa Serpiente de
Fueg que guía al Sol alo largo de su
viaje astral. Fauces abiertas, dientes
amenazadores. Y junto ellos Tláloc,
divinidad que encarna a la Lluvia.
Antiguo dios de los toltecas (que la
mayoría de los arqueólogos creen
estaban emparentados estrechamente con
los constructores de Teotihuacán), el
dios Oueztalcoátl fue compartí por las
culturas posteriores. Paralos aztecas,
que dominaron la región siglos después
de la caída de Teotihuacán, la “serpiente
emplumada” era el dios del saber y
patrón de los sacerdotes. Expulsado
mediante traición por el dios
Huitzilopochtli, huyó hacia oriente por
el mar, mientras juraba que volvería
para vengarse de su derrota en el año de
Ceacatl. Según el calendario azteca, tal
año podría haber sido 1363, 1467 o
1519. Y justamente al acercarse esta
última fecha se produjo la llegada de los
españoles comandados por Hernán
Cortés, a quien los súbditos del
emperador Moctezuma creyeron, por lo
tanto, la reencamación dé Quetzalcoátl.

En 1971 se produjo, casi por


casualidad, un descubrimiento teñido
por las creencias en esas divinidades
cósmicas: varios metros por debajo de
la pirámide del Sol se extiende una
caverna de grandes dimensiones, que
debió servir como centro ritual. Los
indígenas que poblaban México antes
del arribo español, tenían a tales
cavidades como vientres de gestación en
cuyo seno habían sido concebidos el
Sol, la Luna y también los mítícos
antecesores del ser humano. Pero, a no
dudarlo, lo más llamativo de esta magna
pirámide es que en los dos días del año
en que el sol alcanza el cenit esto es,
cuando no produce ninguna sombra se
oculta precisamente detrás del
frontispicio de esta Tanotiuh Itazcuatl.
¿Cómo explicar tanta coincidencia,
como no sea porque los constructores de
estas construcciones descomunales,
hayan sido gigantes, dioses u hombres,
disponían de nociones astronómicas
bien afiladas?
Otro dato en favor de ese bagaje de
conocimientos astronómicos: en medio
de la baja plataforma, de unos
cuatrocientos metros de lado, que
sustenta el cuadrángulo de la Ciudadela,
se yergue una elevación a la que debe
accederse mediante cuatro escalinatas
de trece peldaños cada una: una clara
referencia a los 52 años del “siglo”
indígena…

Toda la legendaria ciudadela, esta


misteriosa Ciudad de los Dioses
separada del fértil valle de Texcoco por
una serie de eminencias que forman uno
de los contrafuertes de la Sierra
Nevada, y no muy lejos de la población
de Otumba que parece conservar aún el
recuerdo de la sangrienta batalla librada
entre españoles y aztecas, debió resultar
mucho más espectacular aún cuando el
basálto negro o verde empleado en la
construcción los monumentos se
encontraba pintado con todos los
colores imaginables. Y cuando las
esculturas dispersas aquí y allá exhibían
todo el esplendor de sus máscaras
repujadas en jadeo basalto, con ojos de
mejillón y de obsidiana.

El misterio no sólo perdura, sino que


parece acrecentarse día a día entre estos
vestigios que atraen a millares de
turistas y estudiosos. Baste citar que
cuando la comisión cientifica
encabezada por el arqueólogo Batíes
puso al descubierto la pirámide del Sol,
encontró en cada uno de sus ángulos el
esqueleto de un niño pequeño que
miraba en la dirección señalada por
esos vértices. ¿Oué sentido último tuvo
la inmolación de aquellas criaturas?
También trascendió, del relato de los
conquistadores españoles, que sobre la
pirámide Solar se elevaba una inmensa
estatua de piedra monolítica, totalmente
recubierta con láminas de oro.
Representaba al Dios de la Luz,
Tenocatencitli. Los soldados de Hernán
Cortés la secuestraron, y más tarde el
ídolo fue hecho destruir por el obispo de
México, monseñor Juan de Zumárraga,
que temía a las malas influencias” de
esa deidad pagana. Los indígenas
mexicanos están persuadidos de que los
daños infligidos al Dios de la Luz
acarrearon su decadencia, y que tanto
mal ha de ser expiado todavía, a lo largo
de incontables generaciones.

DIOSES SABIOS EN ASTRONOMíA

La pirámide del Sol, en Teotihuacán,


reviste mayores dimensiones que su
contraparte “femenina”, esa pirámide de
la Luna construida un siglo más tarde y a
partir de cuyo cuadrante meridional se
extiende la estremecedora Avenida de
los Muertos. Y resulta por lo menos
curioso -mejor dicho: intrigante, y
sugestivo-que esa disparidad de
magnitudes entre los monolitos solar y
lunar se reitere a muchos miles de
kilómetros de allí y a una gran distancia
cultural y religiosa: en la catedral de
Chartres, también estudiada en esta
edición y de cuyas dos aguias la
coronada por un sol se alza a bastante
mayor altura que aquella rematada por
una luna. Por lo demás, la insistencia en
los símbolos que aluden al astro solar y
al satélite natural de la Tierra es una
constante en civilizaciones
aparentemente desconectadas entre sí.

Este es sólo uno de los parámetros, y no


el menos fascinante, de ese centro
arqueológico-teológico que representó
una de las más brillantes creaciones del
Nuevo Mundo. Una civilización que
destelló en todo su apogeo hacia la
misma época en que Europa era presa de
las invasiones bárbaras. Y que supo lo
suficiente de los enigmas celestes, como
para edificar la pirámide lunar en una
orientación coincidente con el
Meridiano magnético, y que además se
las ingenió para que la línea entre los
centros de ambas pirámides brinde, con
absoluta exactitud, la dirección del
Meridiano astronómico…

A partir de su mención en el Antiguo


Testamento, la Torre de Babel adquire
una dimension superior a su fastuoso
valor arquitectonico Se convierte

en símbolo de la confusión que invade al


hombre cuando no puede comunicarse
con sus semejantes, porque cada uno
emplea su propio idioma. Esta situación

inicialmente caótica fue -según el relato


bíblico-deliberadamente provocada por
Dios, para castigar el orgullo ilimitado
de los seres humanos que pretendían
llegar a tocar el cielo con sus manos.

“Todo el mundo era de un mismo


lenguaje e idénticas palabras. Al
desplazarse la humanidad desde Oriente
hallaron una vega en el país de Senaar y
allí se establecieron (…) Después
dijeron: “Vamos a edificarnos una
ciudad y una

torre con la cúspide en los cielos (…)”.


Y descendió el Señor a verla ciudad y la
torre que edificaban los hijos de Adán y
dijo:

“-He aquí elpuebo es uno solo y todos


tienen el mismo lenguaje; y han
levantado esta fábrica; y no desistirán de
sus ideas hasta llevarlas a cabo.
Descendamos pues a confundir su
lenguaje de manera que uno no entienda
al otro.

Y de esta suerte los esparció el Señor


desde aquel lugar por todas las tierras, y
cesaron de edificar la ciudad. De donde
se dio a ésta el nombre de Babel, porque
fue allí confundido el lenguaje de toda la
tierra (Génesis Xl, 1 a9).

Para tratar de desentrañar el misterio


generado alrededor de la torre
babióníca

hay que partir de la aseveración de su


existencia. Sin duda alguna fue un
monumento concreto. Cobró gran
trascendencia hasta el punto de
integrarse al folklore de los pueblos,
como respuesta a la inquietud por el
empleo de tantas lenguas.

Etimológicamente el nombre “Babel”


nace dedos raíces. La babilónica “Bab-
ííu” (puerta de Dios) y la hebrea “balal”
(confusión). Las dos perfectamente
aceptables dentro de su valor contextual.

La famosa y siempre buscada torre se


elevaba en la ciudad de Babilonia,

al surde Bagdad, en el curso medio del


río Eufrates. Allí, en la región
denominada Mesopotamia (país de
Senaar), se desarrolló a lo largo de 26
siglos (2900 a.C/330 a. C), una
civilización que conoció épocas de gran
prosperidad y sabiduría, decisivas para
el desarrollo de las poblaciones del
cercano Oriente. El pueblo sumerio es
considerado el elemento civilizador de
esta región.

La tradición dice que los sumerios


llegaron por el este. Según los estudios
arqueológicos se afirma que constituyen
una rama de la raza indoeuropea. Parece
que su país originario era montañoso.
Esto resulta verosímil y es deducido por
el hecho de que sus dioses están siempre
representados de pie sobre una montaña.
Los sumerios les rendían culto en
lugares elevados. Cuando emigraron al
valle del Eufrates, no encontraron
elevaciones naturales aptas para el culto
religioso. Todo era llano. De allí su
afición a las construcciones elevadas, ya
que creían que cuanto más alto llegaban,
más cerca de dios se encontraban. Así, a
estas edificaciones con propósito
religioso las llamaron “zigurats” (colina
del cielo o montaña de Dios). Eran
torres piramidales escalonadas con un
santuario en la terraza y orientadas hacia
los cuatro puntos cardinales por sus
ángulos. Servían de templos y
observatorios a la vez. En cada ciudad
importante había por lo menos una de
tales torres.

El primer zigurat de Babilonia fue


construido por Hamurabi (1792-1750
a.C), sexto rey de la dinastía semita.
Dominó toda la Mesopotamia y bajo su
reinado Babilonia vivió un gran
florecimiento cultural. Al comienzo, el
mismo Hamurabi

promulgó un codigo legal que inspiró la


famosa ley hebrea del talión: “Ojo por
ojo. Diente por diente”.
Una de las descripciones más fabulosas
de la ciudad de Babilonia es la del
historiador griego Herodoto.
“Sobrepasa en esplendor a cualquier
ciudad del mundo conocido”, escribía
Herodoto hacia el 460 a.C. Pero no es la
ciudad de Hamurabí ante la cual él se
asombra. Se trata de la Babilonia de
Nabucodonosor II, que le dio a esta
legendaria ciudad su mayor
magnificencia dentro del imperio
babilónico, en el 604 a.C. El templo más
grande de Babilonia era el Esagíl,
dedicado a “Marduk”, la principal
deidad de la ciudad. Con sus
dependencias formaba un cuadrilátero
de 550 m por 450 m. Se accedía al
Esagil (casa de alta cima) por la “calle
de las Procesiones”, avenida ancha de
19 metros y pavimentada con baldosas
de caliza blanca y brecha roja.

Cerca del templo se erigía el zigurat, de


90 m de altura, denominado

“Etemenanki” (casa de la fundación del


cielo y de la tierra), rebautizado por los
hebreos como la torre de Babel. Más
allá de la alusión al hecho material de
unión de cielo y tierra por medio del
zígurat, existe una unión espiritual entre
las dos partes organizadas del mundo,
según la creencia de la época.

Pero la torre de Babilonia fue destruida


por completo. Aunque hoy, gracias a
descripciones recogidas en textos
antiguos, se puede efectuar una
delineación de su arquitectura.

Herodoto la describió como del tamaño


de un estadio, en su parte inferior. Sobre
ésta se superponen siete terrazas, a las
cuales se accede por un camino exterior
en espiral. Cabe recordar que lo que vio
el filósofo griego no es el edificio
original, que había sido destruido
previamente por orden de Jerges
(479a.C.), sino la construcción
remodelada al sufrir deterioros por las
distintas guerras e invasiones. Durante
las excavaciones realizadas en 1899-
1917, por una expedición alemana,
dirigida por el arquitecto Robert
Koldewey, se encontraron los pisos
inferiores de la torre. En la tabla de
Esagil figuran las dimensiones de la
misma. Dice este documento que la base
media un poco más de 89 m (los
arqueólogos midieron 91,50 metros);
que la altura, el ancho y el largo eran
iguales; las terrazas, de dimensiones
desiguales, eran siete en total. Según las
cifras de la tabla, la altura debió ser de
90 metros. El edificio estaba coronado
por un santuario en el cual se le dijo a
Herodoto había una cama y una mesa de
oro. Nadie dormía allí, salvo una mujer
del país elegida por el dios. Este
santuario habría estado destinado a la
hierogamia del dios.
La tradición histórica reconoce este
zigurat como el prototipo de la biblica
torre de Babel. Cuando éste estuvo
prácticamente desaparecido, algunos
pensaron situar la famosa torre en la
vecina ciudad de Borsippa. Pero esta
teoría fue desechada por la distancia que
separa Borsíppa de Babilonia, 17
kilómetros, lo que constituye una
superficie muy grande para una ciudad
de esa época. El zígurat de UR-NAMU,
que sirve de referencia, es el mejor
preservado de estos monumentos en
nuestros días, se alza al lado del templo
de Nannar, deidad lunar, con el cual se
comunica.

Sir Leonard Woolley, arqueólogo inglés,


es quien después de varios años de
exploración en la Mesopotamia, halló
las ruinas de los “zígurats”.

El los clasificó como creación de la


arquitectura sumeria. La altura de las
plataformas era hábilmente calculada,
explica Woolley. La ligera comba de las
paredes de ladrillo cocido llevaba la
vista hacia arriba y hacía el centro de la
imponente mole. La pendiente, más
empinada, del último tramo de la triple
escalinata exterior, atraía la atención
sobre el santuario conque culminaba la
obra.

Los planos arquitectónicos se


destacaban por sus zonas de color. La
parte
más baja estaba pintada de negro (región
de las tinieblas), la estructura intermedia
era roja (tierra habitada) y el santuario
de la cúspide estaba cubierto de tejas
azules (espacios celestes). La bóveda
del santuario era de metal dorado (el
sol). En las terrazas circundantes relucía
el verde de los “jardines colgantes” de
Babilonia. Hasta aquí, la historia de la
tradición babilónica. Pero, ¿por qué su
torre más famosa íntegra también la
tradición y creencia judeo cristiana?

Esto se debe a que el libro del Génesis


fue redactado durante el cautiverio de
los hebreos Babilonia a partir del año
597 a.C. Octavio Paz considera la
historia de Babel como “la respuesta a
la perplejidad que produce en el hombre
la existencia de muchas lenguas”. Babel
-afirma Paz- “es la forma hebraica de
Babilonia y la condenación de esa
ciudad, probablemente la primera urbe
cosmopolita de la historia”. Explica
autor mexicano que todas las sociedades
presentan un relato como ej de Babel,
simbolizando la quiebra de una unidad
original. “La pluralidad aparece como
una maldición (…)es una falta contra el
Espíritu”. Por eso mismo apárecen luego
acontecimientos compensatorios. Para
los cristianos, es el descenso del
Espíritu Santo sobre los Apóstoles. “El
Pentecostés visto como la redención de
Babel… la unión en el entendimiento”.
Más allá de toda teoría filológica, Babel
quedó como referente y causa de la
confusión entre los distintos idiomas.
Resulta casualmente paradójico, puesto
que el principal centro de enseñanza de
Babilonia estaba en Babel. Lugar de
reunión de sabios y sitio de una
biblioteca riquísima. Además se cree
que el edificio sirvió de observatorio
astronómico. Es que la actividad
científica adquirió gran auge en la
ciudad babilónica. Se analizaron la
significación de los solsticios de verano
y de inviemo, de los equinoccios, la
relación de los oráculos con la luna
llena, el sentido del nacimiento y de la
puesta de Sirio y de la estrella Sugí. Es
probable que la división del mes lunar
en períodos de siete días se originase en
Babilonia. Mientras que la división de
la hora en sesenta minutos pertenece al
sistema sexagesimal de notaciones de
los babilonios.

Se sabe con certeza cómo fue la torre


mas irreverente y presumida de la
Antiguedad. Más que el desafio de las
feyes divinas y de gravedad, en esa
época los hombres quizás intentaban
comprender el funcionamiento del
universo, el misterio de la vida. Tarea
infinita, que en su evolución tropieza
con explicaciones mágicas que
satisfacen, hasta que pasan a integrar

el terreno de la fantasía.
AYERS ROCK
Surge de la nada. Despues de recorrer
kilómetros y kilómetros de territorio
desierto, el extraño monte combado se
presenta ante la vista del viajero como
si acabara de emerger de las
profundidades del magma terrestre. Con
un perímetro de 9 kilómetros y 335
metros de alto, pura arenisca erosionada
por el viento, Ayers Rock, la rojiza
Uluru de los aborigenes australianos,
domina el paisaje en una región donde la
prehistoria sobrevivió hasta nuestros
días. Es el mudo testimonio del Tiempo
del Sueño, de cuando los hombres-
serpiente y los hombres-canguro se
enfrentaron con feroces enemigos en
combates sin cuartel.

En esa arcana época del Tiempo del


Sueño, el cielo y la tierra aún no se
habían separado por completo. Las
rocas, por entonces, eran blandas y el
agua sólo surgía de las entrañas de la
tierra a través de hondos pozos cavados
por esos seres -mitad hombre, mitad
animal-, los mismos que trazaron una
red invisible de extensas sendas que
atraviesan el desierto y cuyo centro es la
misteriosa Uluru.

Desde el distante pasado mítico


resuenan los ecos de las crueles batallas
que hoy reviven los habitantes del
desierto australiano cuando se enfrentan
para dirimir discusiones o responder a
insultos. No son combates simbólicos:
pronto salen a relucir lanzas y flechas,
se agregan contendientes a cada bando,
la batalla es campal y no se detiene con
la primera sangre. Una y otra vez, el rito
hace realidad la leyenda. Ayers Rock
fue llamada así por el explorador
William Gosse en homenaje al entonces
primer ministro de Australia en esa
época colonia inglesa-, sir Henry Ayers.
Gosse llegó allí en 1873, cuando
descubrió también otros dos accidentes
que interrumpen la monotonía de la
planicie de Australia Central: los
montes Conner y Olga (este último,
llamado Katatjuta o “muchas cabezas”
por los indígenas, parece mostrar una
serie de caras mirando al cielo). Los
tres son de arenisca roja, los tres son
muy distintos entre sí pero, para los
herederos de los hombres-animal, los
tres son lugares cargados de múltiples
significados, a muchos de los cuales es
imposible acceder desde la mentalidad
contemporánea.

Cada grieta, cada recoveco, cada


saledizo, cada cueva, cada mancha de
Uluru quiere decir algo para los
aborígenes desde hace miles de años.
Por medio de ceremonias rituales,
danzas y cánticos, pinturas en el cuerpo
y en la piedra, estampado de manos y
dibujos grabados en la roca, todas las
complicadas historias del pasado fueron
transmitidas generación tras generación
hasta llegar a los descendientes actuales
de los hombres-serpiente, los hombres-
canguro, la Pitón Sagrada, el Gran
Lagarto y sus enemigos, el Demonio
Dingo y los hombres-víbora, Hasta
llegar a la pubertad, los jóvenes
aborígenes desconocen los secretos
mayores de sus ancestros. Pero llega un
día cuando los jovencitos se reúnen y
mutuamente decoran su cuerpo con
figuras totémicas en ocre rojizo, tiza
blanca y caroón. Se preparan para la
ceremonia del Demonio de la Montaña,
representado por un lagarto de feroz
aspecto. A través de una precisa
mímica, los jóvenes narran cómo
pájaros y lagartos se reunieron para una
fiesta, cómo los sorprendió un gran
incendio y cómo, desde entonces, el
cuerpo de unos y otros aparece con
manchas de distinto color y tamaño.
Poco después, esos jovencitos son
separados de sus madres y entran en el
largo período de iniciación, durante el
cual una noche serán cubiertos con
sangre humana, otra se les arrancará un
diente y después se les cubrirá el pecho
con brasas.

Terminado el tiempo de la iniciación,


sólo entonces podrán conocer

los grandes relatos del Tiempo del


Sueño. Sabrán de los pitiantiara, los
hombres-canguro, y de los
yakuntlantjara, los hombres-serpiente,
que vivían al norte y al sur,
respectivamente, de la roca Uluru.
Sabrán que ciertos orificios de la roca
son los ojos de un enemigo muerto por
la Pitón Sagrada y que una saliente es la
nariz de un ancestro entregado al sueño
eterno. También, que las diversas
cavernas son paralos hombres o para las
mujeres, y que no es posible infringir
impunemente la regla, pues sólo mirar
las pinturas realizadas en la caverna del
sexo opuesto puede acarrear terribles
castigos por parte de Kandju, el Gran
Lagarto. Los mayores les contarán cómo
fue que en el Tiempo del Sueño se
enfrentaron cerca de Uluru los hombres-
canguro con el Demonio Dingo, un
monstruo salvaje creado por una tribu
enemiga. Gracias a sus enormes saltos,
los hombres-canguro pudieron escapar
del Demonio Dingo y dejaron sus
huellas impresas en la roca alrededor de
Uluru. Y conocerán la historia de los
hombres-serpiente y la tremenda batalla
contra los hombres-víbora, en la cual
fueron ayudados por Buían, la madre
tierra, la cual los exterminó lanzando
sobre ellos nubes de dolor y muerte. Y
para cada una de esas narraciones habrá
un cántico, una pintura, una señal en la
piedra o un animal dibujado sobre la
roca que permitirá fijar para siempre el
recuerdo del mito.

En los pliegues más altos de la roca, los


jóvenes verán al Gran Lagarto Kandju
que busca su bumerang perdido, una más
de las figuras de sueño que vuelven a
vivir cada vez que un aborigen mira a
Uluru. Se produce así una comunión
mágica con la gran roca, que también
alcanza a los ojos occidentales que
atraviesan el desierto desde Alice
Springs, la ciudad más cercana. La
viajera australiana de origen inglés
Robyn Davidson, que llegó hasta Uluru
en camello, dijo que “el indescifrable
poder de aquella roca me aceleró los
latidos del corzón; no esperaba algo de
una belleza tan extraña y primitiva”. Y
en la película La última ola, dirigida por
Peter Weir, el espectador occidental se
estremece ante el tremendo poder
generado por los herederos del Tiempo
del Sueño, seres dotados de una
extraordinaria capacidad telepática.

Los antropólogos franceses Jacques y


Betty Villeminot narran que estando
cerca de Ayers Rock, rodeados de un
bullicioso grupo de chicos aborígenes
no iniciados se sorprendieron por el
repentino silencio de éstos. “Estos
chicos no pueden estar en contacto con
adultos iniciados, lo tienen prohibido -
dice Villeminot-. Podían estar conmigo
porque no soy un iniciado. De pronto,
enmudecieron y se alejaron rápidamente,
asustados. Pensé que habían visto algún
animal peligroso.

Sin embargo, no pasó nada durante un


largo rato. Más de 20 minutos después,
aparecieron a la distancia varios adultos
de la tribu, a quienes nadie podía haber
visto ni oído, ya que el terreno es
bastante quebrado en ese lugar. ¿Cómo
hicieron los chicos para saber que los
iniciados venían hacia donde
estábamos? No lo sé.”

La coexistencia entre las reliquias


vivientes del pasado un pasado que se
remonta cerca de 20 mil años atrás,
cuando los primeros hombres poblaron
Australia y el presente occidentalizado
presenta un desafío constante a ambos
mundos. El Parque Nacional Uluru,
donde se encuentran Ayers Rock y los
montes Olga y Conner es el terreno
donde esa convivencia se presenta
diariamente: son cada vez más
numerosos los contingentes turísticos
que se acercan a una zona donde sólo
habitan pequeños grupos aborígenes, la
mayoría de los cuales nunca se apartó
del desierto. Incluido entre los
monumentos naturales del Patromonio
Mundial de la Unesco, Uluru conserva
pese a todo y para siempre, entre los
pliegues de la roca, los secretos mejor
guardados del Tiempo del Sueño, un
tiempo que no pasó.
CHARTRES
Todos los que llegan a Chartres,
inevitablemente, preguntan por esa losa
rectangular, ubicada en el crucero surde
la catedral. Sobre ella, al mediodia del
solisticio de verano, un rayo de sol se
proyecta después de atravesar una
cristal transparente de la vidriera
polícroma de San Apolinario. Ilumina,
exactamente, una visible saliente de la
piedra. Nadie sabe bien cuál es la señal
que quisieron dejar aquellos hombres,
hace miles de años. Pero los
especialistas en el estudio de la catedral
de Chartres no dudan que para hacerio
debieron ponerse de acuerdo
astrónomos, geómetras y arquitectos.
¿Por qué tanto esfuerzo en dejar ese
“dedo” de luz señalando ese punto?
¿Cuál es el extraño mensaje que
quisieron dejar allí, justo en el punto
donde -dice la leyenda-los druidas o
“sacerdotes-magos” del pueblo celta
provenientes de la Baja Sajonia, entre
los siglos X y VIII a. de C., tallaron la
imagen de una virgen con un niño en sus
rodillas sobre el tronco de un peral? Sin
embargo, éste es sólo uno de los tantos
misterios que encierra esta gigantesca,
majestuosa catedral gótica, quizá uno de
los más estremecedores monumentos de
la Edad Media.

Su edificio actual, conduido en el siglo


XIII y que se yergue sobre un
promontorio rocoso a 90 kilómetros de
París -el mismo sitio dorole antes se
habían alzado media docena de iglesias
paganas y cristianas, devoradas sin
excepción por el fuego, no se conforma
tampoco con ser el más imponente en
toda Francia y uno de los más admirados
en Europa. No; la catedral de Chartres
ostenta sobre todo otra clase de
prestigio. En primer término, el enigma
mas absoluto envuelve aún lo relativo a
los secretos de su diseño y construcción,
un operativo que se llevó a cabo (lo que
parece poco menos que milagroso) en
apenas tres décadas. En segundo lugar,
los estudiosos del globo entero
coinciden en una condusión: Chartres ha
heredado, tanto de las primeras capillas
celtas edificadas allí, como de San
Bernardo de Claraval y de los
Caballeros de la Orden Templaria que
alentaron el auge de la arquitectura
religiosa gótica a su regreso de Tierra
Santa en 1128 d.C., un conjunto de
propiedades que permiten hablar de una
geometría sagrada; de una alquimia
espiritual capaz de elevar, en una
corriente mística inexpresable, a los
miles de peregrinos que recorren sus
naves año a año.

En efecto, la suma de pequeños y


grandes misterios que todavía hoy
constituyen la clave profunda y más
perturbadora de esta catedral, orgullo de
la ciudad que es capital del
departamento de Eure-et-Loire, junto al
río Eure, hizo suponer que sus
constructores se habían beneficiado con
algún secreto aportado por los
misioneros del Temple: aquellos nobles
juramentados a partir de allí para la
defensa de la Cristiandad, y muy
especialmente de Jerusalén, habrían
hallado en sus correrías la mítica Arca
de la Alianza; la caja legendaria,
conducida y custodiada por los levitas,
dentro de la cual supuestamente se
atesoraban la mosaicas Tablas de la
Ley, el maná y la vara de Aarón. Y, muy
en especial, esa Arca habría atesorado
la Regla Aurea de Armonía que -se
afirma-tutela las “divinas proporciones”
entre todo lo que pueda ser pesado,
medido y numerado.

A lo largo de tres decenios, y en medio


de una fiebre religiosa hoy difícilmente
imaginable, centenares de albañiles,
escultores y fabricantes de vitraux de
alta escuela trabajaron bajo la guía
inapelable de astrónomos y astrólogos,
filósofos, geómetras y sacerdotes. Un
corte horizontal en los planos de esta
catedral coima de asombro a los
arquitectos de nuestra época: las
medidas de la nave, coro y cruceros, así
como las separaciones entre los pilares
que la enmarcan, son en todos los casos
múltiplos del llamado número de oro:
1.618. Una símbología que acaso resulte
hermética pero que, sin duda, estimula
un hondo sentimiento de ascensión
psíquico espiritual en cuantos visitan
este célebre centro mundial de
peregrinación.

Es la “Reina Increíble” cantada por


Charles Peguy. O “La Acropolis de
Francia”; como la definió el insigne
escultor Auguste Rodin. En tanto que
para el afamado historiador Emile Mále
“nada hay en Italia, España, Alemania o
Inglaterra que pueda compararse a la
catedral de Chartres: en ninguna parte es
dable hallar tal riqueza y elevación de
pensamiento…”

Tal vez la llave de tamaña fascinación


radíque, ante todo, en la regla áurea que
algunos estudiosos identifican con la
sabiduría numerologica y combinatoria
de la Cábala, gracias a la cual, por
ejemplo, la nave catedralicia irradia
gracia y luminosidad, sin dar en ningún
momento impresión de monotonía o
pesantez. Y eso, a pesar de que dicha
nave es la más ancha de Francia con sus
16,47 metros; la catedral misma,
edificada según el plano de una cruz
latina en el sentido Oeste-Este, cubre la
friolera de 130,20 metros de longitud y
64 metros en su anchura máxima. La
altura es de 37 metros: tanto como un
edificio de diez pisos! En cuanto a los
campanarios, con 105 y 155 metros,
parecen querer dialogar con los ángeles.
Por lo menos uno de ellos, el famoso
Angel del Cuadrante Solar, aterrizó en
la fachada del templo; más exactamente,
en su ángulo sudeste. Este ángel que
tanto sedujo a Rodin pertenecía en su
origen a la fachada Oeste o Portalí
Royal, y representaba a San Juan
Evangelista; pero en el siglo XVI se lo
proveyó de las alas que transformaron
su identidad.

Las inmensas columnas, las bóvedas


góticas que cubren todas las naves y el
deambulatorio; los vítraux, entrelos que
sobresalen los tres de la fachada y el
llamado Note-Dame de la Belle
Verriére, milagrosamente salvado del
incendio que en el año ll94 acabó con
una anterior catedral cristiana, y que
resaltan por sus colores rojo rubí y azul
ultramar: todo ello “evoca un bosque
encantado entre el cielo y la tierra”,
como dijo el arquitecto Eugenio Viollet-
le-Duc. El citado Portal Royal conserva
aun un grupo escultórico esculpido entre
1145 y 1155 cuyas figuras son
verdaderas estatuascolumnas que
sorprenden e inquietan por la singular
intensidad de los rostros. Lo cierto es
que, según innumerables testimonios,
aquellos que trasponen el enorme
pórtico occidental sienten el irrefrenable
deseo de erguirse, alzar la cabeza y
mirar a lo alto: las ojivas cruzadas allí
arriba, en el pináculo de la bóveda
gótica, desafían la ley de la gravedad y
parecen volar como encarnando esas
fuerzas a las que se refirió Louis
Charpentier, uno de los más conocidos
estudiosos de los enigmas de Chartres:
las corrientes telúricas, y las fuerzas de
distinto tipo, sólo pueden irrumpir en
nosotros a través de una columna
vertebral erecta y vertical. El hombre
sólo puede ascender a un estado
superior manteniéndose erguido”. Que
es lo que

sucede en Chartres a los visitantes que,


por legión, llegan hasta la nave central
luego de atravesar un laberinto circular
de 13 metros de diámetro; otro número
acorde con las ecuaciones pitagóricas y
esotéricas manejadas por aquellos
Caballeros del Temple. Una orden
condenada y erradicada por el rey galo
Felipe el Hermoso, bajo la acusación de
practicar el ocultismo y cuyos misterios
y ritos iníciáticos fueron absorbidos
luego, precisamente, por el gremio de
“albañiles libres” o Francs Masons,
arquitectos y escultores en piedra que
construían las grandes catedrales, como
Chartres. Y esos caballeros medievales
habrían sido los auténticos difusores del
Tarot; los mismos que encerraron en
veintidós Arcanos Mayores y cincuenta
y seis Arcanos Menores la quintaesencia
del Libro de Thot, dios egipcio que los
griegos llamaron Hermes.

Toda esta símbología y sabiduría


muchas veces contradictoria proveniente
de Asia Menor, Egipto, Persia,
Constantinopla y Alejandría, continuada
en las herejías gnósticas y cátaras y
bebida por los Templarios, están
también en cada losa de esta catedral
alabada por todos los poetas. Seis
iglesias, construidas una después de la
otra, desafiaron sucesivamente a los
incendios intencionales o casuales y a
una inexplicable fatalidad, en el
montículo donde se yergue desde 1233
la actual catedral de Chartres. La
primera iglesia fue presa del fuego en el
año 743, por orden del duque de
Aquitania; una segunda fue incendiada
por los normandos; curiosamente, debe
recordarse que los ritos célticos, cuyas
divinidades y fechas rituales, como la
del 25 de diciembre o solsticio de
invierno, se impusieron por toda Europa
inclusive hasta hoy, aunque recubiertas
por la pátina cristiana, fueron desde la
época de los héroes celtas Medin y el
rey Arlús los grandes defensores de
todos aquellos pueblos ~aleses,
escoceses, irianoese~, opuestos al
normando Guillermo el Conquistador y a
sus antecesores. Es decir: los
normandos se habrían vengado del
espíritu céltico aún vigente en Chartres.
Una tercera iglesia, basílica o catedral,
resultó consumida por las llamas en el
962; la que le síguio cayó por el impacto
de un rayo en el año 1020. Incansables,
obstinados, los chartrenses pusieron
mano a la obra y una nueva catedral
nació bajo las directivas del obispo
Fulberto, en 1037. Pero en la noche del
l0 al 11 de junio de 1194, un feroz
incendio arrasó con una parte de la
ciudad, el palacio obispal y la catedral.
Sólo escaparon al siniestro la fachada
occidental y la túnica de la Virgen que
preside el mágico vitraux Notre-Dame
de la Belle Verriére, túníca que había
sido donada en el 876 por el nieto de
Carlomagno. En 1233 fue concluida la
nueva catedral, casi por completo en
estilo gótico. Y en ella tiene su sede la
celeberrima Escuela de Chartres
fundada por Fulberto, en la que son
moneda corriente los estudios de las
grandes enseñanzas de Aristóteles,
Platón y Pitágoras, así como de la
geometría de Euclides. Una suerte de
homenaje a toda la espiritualidad y el
conjunto de ideas-fuerza que Chartres
conjuga, enigmáticamente, aún desde
antes de nacer en el siglo XIII como una
fervorosa prolongación del cielo.
LOS REINOS
PERDIDOS
LA ATLANTIDA
En el año 1644, el místico alemán
Atanasius Kircher publicó un libro que

hacía estremecer a sus lectores. Se


llamaba Mundos subterráneos, y en él se
narraban las historias de insondables
misterios rechazados por la razón y sólo
aceptados por la creencia. En sus
páginas aparecía un mapamundi
inquietante, más cercano a las
fantasiosas cartas medievales que a los
elaborados planisferios científicos del
siglo XVII. En el mapamundi de Kircher
figuraba un territorio oscuro y
enigmático: el continente “perdido”
llamado Atlántida. Kircher retomaba,
mucho tiempo después, una leyenda
generada por el filósofo griego Platón en
el siglo IV antes de Cristo. En dos de
sus obras dialogadas cuyo protagonista
principal era otro filósofo, su maestro
Sócrates, Platón narra un presunto
enfrentamiento, ocurrido miles de años
atrás, entre Atenas, su ciudad, y un gran
imperio lejano. A este agresivo y feroz
reino lo llama Atlántida y dice -en el
diálogo titulado Timeo-que estaba
ubicado en el océano, más allá de las
columnas de Hércules, como llamaban
los antiguos griegos al estrecho de
Gibraltar que une el Mediterráneo con el
Atlántico.

En otro de los diálogos, denominado


Critias, Platón narra la historia del
imperio atlante, crónica que, según uno
de sus discípulos, justamente el llamado
Critias, había sido transmitida a su
bisabuelo por el sabio Solón. Este, a su
vez, la había escuchado de unos
sacerdotes egipcios. De acuerdo con esa
leyenda, presentada como hecho
verídico por Platón, los atlantes eran los
descendientes de Poseidón, el dios de
los mares, y de una mortal. Vivían en
una inmensa ciudad formada, en anillos
concéntricos, por canales y franjas de
tierra. Poseían una flota de mil barcos
de combate y su ejército contaba con 10
mil carros armados. La codicia de los
atlantes los empujó a querer dominar el
mundo, pero Zeus, el dios supremo del
Olimpo griego, los castigó y la gran isla
llamada Atlántida fue tragada por el
océano.

La creencia en el continente perdido


volvió a emerger en distintos momentos
de la historia posteriores a Platón. Los
geógrafos árabes que conservaron los
conocimientos de la antiguedad clásica
donde después de la caída del Imperio
Romano transmitieron la creencia en la
Atlántida a los escritores medievales.
Se mencionaron entonces, las islas
Afortunadas, la isla de las Siete
Ciudades Encantadas y la isla de San
Brandán, lugares misteriosos y
paradisíacos para llegar a los cuales
había que emprender arduas travesías.

En el siglo XVI, cronistas españoles


como Francisco López de Gomara y
Pedro Sarmiento de Gamboa,
empeñados en demostrar que los
territorios descubiertos por Cristóbal
Colón no formaban parte del mundo
conocido hasta entonces (es decir, que
no eran las lndias como había creído el
Almirante), insistieron en que los
habitantes de América eran los
descendientes de los antiguos atlantes.
La confusión se acentuó siglos después
cuando el sacerdote francés Charles-
Etíenne Brasseur “tradujo” hacia el año
1860 un texto de los indios mayas de
manera totalmente errónea; creyó que se
trataba de un lenguaje alfabético en vez
de un sistema de jeroglífíco, e incluyó
allí la historia de la Atlántida. Otro
francés, Auguste Le Plongeon, vinculó
hacía la misma época la historia
americana con la leyenda atíante. Y el
inglés John Josselyn aumentó aún más el
embrollo al anunciar en 1865 que
América era la Atlántida. Pero el más
célebre entre los fieles creyentes en la
realidad de la Atlántida fue el político
norteamericano Ignatius Donnelly, quien
vivió entre 1831 y 1901. En un libro
famoso, La Atlántida: el mundo
antediluviano, conocido como el
“evangelio de los atlantófilos, Donnelly
acumuló una gran cantidad de datos
históricos, legendarios, culturales y
geográficos que reunió en forma
completamente arbitraria y una carencia
de criterio rayana en la ingenuidad. En
sus textos aparecen el texto de la Biblia
junto al dato sin importancia, la opinión
sin sustento al lado del antiguo mito,
todo puesto en un mismo nivel de
certeza. Para Donnelly, lo que apoyara
su teoría era cierto, lo que la negara era
despreciable. Después de la pretendida
versión “centífica” de Donnelly
aparecieron partidarios de la Atlántida
que no esperaban convencer con razones
sino con la fuerza de la creencia. La
principal abanderada fue Helena
Blavatsky, célebre espiritista rusa,
nacida en 1831 y muerta en 1891,
creadora de la fantástica teoría de las
“razas-raíz”, de las cuales los atlantes
serían la más civilizada antes de la
aparición de los seres humanos actuales.

Para justificar la total ausencia de


rastros del continente perdido, lmmanuel
Velikovsky adujo, en su libro Mundos en
colision, que un cometa gigante rozó la
Tierra, destruyó parte de su superficie y
terminó en órbita alrededor del sol
como el planeta Venus. Por su parte,
otro autor del siglo XX, Otto Muck,
pensaba que un gran asteroide había
caído sobre nuestro planeta y hecho
desaparecería Atlántida.

Otro de los grandes profetas del


atlantismo fue el fotografo
norteamericano Edgar Cayce (1877-
1945), curandero y vidente, quien decía
ver en sus sueños una antigua
civilización que había dominado la
energía atómica, factor negativo que
había puesto fin a su esplendor a través
de varias explosiones catastróficas. La
hecatombe había sido eludida sólo por
algunos atlantes, quienes habían podido
huir a Egipto y América Central, donde
fundaron nuevas culturas.

Hacia 1912 -amparándose en el


prestigio de su abuelo, el descubridor de
las ruinas de Troya, el aventurero Paul
Schliemann falsificó documentos y
objetos haciendo pasar a estos últimos
por productos de la Atlántida, pero el
fraude fue descubierto rápidamente. Sin
embargo, sólo después de la Segunda
Guerra Mundial se pudo demostrar
fehacientemente, gracias a las modernas
técnicas de arqueología submarino que
no existía en el Océano Atlántico
ninguna evidencia del mítico continente
sumergido. En 1958 el buque inglés
Discovery II dragó una zona del
Atlántico conocida como el Bajo de
Galicia, donde muchos sostenían que se
encontraban los restos de aquella
civilización narrada por Platón. Pero el
resultado fue claro: allí no había nada.
Asimismo, a fines de la década de 1970
los geólogos y arqueólogos submarinos
demostraron que las presuntas
construcciones sumergidas de Bimini, en
las Bahamas, eran formaciones rocosas
naturales, al contrario de lo que sostuvo
Cayce años antes.

A partir de excavaciones arqueológicas


efectuadas en 1967 en la isla griega de
Santorín, en el mar Egeo, se piensa
haber encontrado los restos de una
cultura que pudo haber inspirado a
Platón parte de su narración fabulosa
sobre la Atlántida. Se trata de una
ciudad minoica, vinculada ala cultura
que se originó en el III milenio antes de
Cristo en la vecina isla de Creta. La
explosión de un volcán, alrededor del
año 1520 antes de Cristo, destruyó una
isla llamada Tera y enterró por
completo la ciudad principal. La actual
isla de Santorín es sólo una parte del
cono volcánico a través del cual se
produjo la gran erupción. Los
historiadores que se han ocupado del
tema piensan quela erupción que
destruyó Tera debió haber sido
conocida por los egipcios, que
mantenían un fluido intercambio
comercial con la cultura minoica, y
transmitida posteriormente a los griegos.
De allí se habría originado la leyenda
del continente hundido pergeñada por
Platón para construir a su alrededor sus
opiniones sobre el buen y el mal
gobierno de las ciudades, volcadas en
los diálogos Timeo y Critias. Y en lo
que se refiere a la otra parte de la
narración, la existencia de un imperio
agresivo e invasor cuyas fuerzas fueron
rechazadas por los atenienses, los
historiadores piensan que se trataría del
imperio persa, efectivamente derrotado
por Atenas en el siglo V antes de Cristo.
La opinión de muchos geólogos,
arqueólogos e historiadores actuales es
coincidente: la Atlántida no existió. Y
Paul Shorey, especialista en el análisis
de la obra de Platón, señala que “la
Atlántida es una invención enteramente
platónica”, utilizada por el filósofo para
establecer una morateja sobre la victoria
del bien (la pobre y valerosa Atenas)
sobre el mal (la mítica Atlántida). Sin
embargo, otro grupo de expertos tan
numeroso como el primero, continúa la
búsqueda de este continente legendario.
LYONESSE
Cuando el día es claro y se disipan las
brumas que habitualmente cubren los
asperos farallones del Fin del Mundo -
asi llaman los lugareños al extremo
Oeste de Cornualles, en la parte
meridional de lnglaterra-, se divisan a
unos 30 kilómetros de distancia las
diminutas islas Scilly, barridas por los
poderosos vientos del Atlántico. Entre
el rocoso archipiélago y tierra firme se
extiende un mar poco profundo en cuyo
fondo parejo la leyenda sitúa al antiguo
y misterioso reino de Lyonesse. ¿Allí se
alzaba Camelot, la ciudad dorada del
rey Arturo?.
A mitad de camino entre el Fin del
Mundo y las islas hay un conjunto de
rocas, llamado “las siete piedras”, que
delimitan un sector llamado “la
vivienda” por los pescadores de la zona,
donde éstos dicen haber extraido del
agua trozos de puertas y ventanas. Estos
restos serían la prueba de que la región
estuvo emergida a principios de la era
cristiana y que luego el mar la cubrió.
Según una antigua tradición, cuando el
agua avanzó, arrasadora, un caballero
logró escapar al galope de su corcel (el
escudo de armas de la familia
Trevelyan, apellido tradicional de
Cornualles, es un caballo blanco
saliendo del mar).
Pero si bien parece posible que una
extensa porción de tierra fuera cubierta
totalmente por el mar, la relacion entre
ese hecho geológico y la inasible
Lyonesse es bastante mas imprecisa.
Zona de mareas de enorme amplitud,
muy veloz avance e igualmente rapido
retroceso, el Fin del Mundo fue
identificado por el historiador William
Carew, en 1602, como el lugar donde
mil años antes había existido Lyonesse,
el reino de los siluros de Caerleon,
gobernado por Arturo Pendragón. Un
monarca bretón a quien la leyenda
atribuye haber derrotado a los sajones y
conquistado Escocia, Irlanda, Noruega,
Dinamarca e Islandia hacia el año 530.
En los umbrios bosques de Cornualles,
Arturo levanto la ultima fortaleza de la
cultura celta en las Islas Britanicas y
lucho contra los sajones hasta
expulsarlos. Pero su poder fue minado
por la traición de su esposa Ginebra,
quien huyó con uno de los cabaleros de
la mesa Redonda. Mientras perseguía a
los fugitivos, Arturo cayó muerto en una
emboscada tendida por sus enemigos
sajones.

Leyenda o realidad?. Los historiadores


no se ponen de acuerdo sobre la
existencia de Arturo, pero las
narraciones y baladas de los trovadores
de los siglos X y XI cincelaron la
leyenda de los caballeros de la Mesa
Redonda y sus hazañas. El hada
Morgana, el mago Merlín, los héroes
Lanzarote, Percival, Galahad, Tristán, y
el mismo Arturo con su espada mágica
Excalibur, poblaron las fantásticas
historias de caballería en el extenso y
variado conjunto de cantos denominado
Ciclo de Arturo o Ciclo de Bretaña. El
primero en transcribir estas leyendas fue
Geoftrey de Monmouth en su Historia de
Bretaña y en La vida de Merlín, escritas
en el siglo XII y traducidas al francés
por Robert Wace. Posteriormente, el
trovador Christian de Troyes escribió la
Novela de Percival y hasta el siglo XIII
se conocieron otras obras del mismo
ciclo como Eree y Enide, Lancelote del
lago y El caballero del león. En estas
fabulosas narraciones épicas, y
especialmente en Tristán de Lyonesse,
ésta es la tierra natal del caballero
andante enarnorado de Isolda, esposa
del rey Mark de Cornualles. Al parecer,
el historiador Carew creyó que
Lyonesse estaba en Cornualles, pero los
estudiosos actuales consideran que ese
termino es una deformación del nombre
Loenois o Leonnis (actualmente
Lothian), una región de Escocia de la
cual sería originario Tristán. Así se
instaló el equivoco, al cual aportó aún
más confusión el poeta del siglo XIX
Alfred Tennyson, cuando decidió ubicar
la fantastica Camelot en la mítica tierra
de Lyorsesse.
Autores alemanes como Gottfried von
Strasburg, Haltmann von del Ane y
Wolfram von Eschenbach aportaron
nuevas versiones a la leyenda, que el
músico Richard Wagner tomó como
inspiración para componer su
monumental tetralogía, el ciclo
operístico que narra la búsqueda del
Santo Grial por los caballeros de la
Mesa Redonda. Conocida
originariamente como romántico
símbolo del mundo céltico, la leyenda
tomó otro camino y se transformó en
creencia: Lyonesse iba a resurgir de las
aguas y restauraría el antiguo poderío
bretón. Pero, mientras tanto, empezó a
formar parte de las visiones místicas de
espiritistas y ocultistas. Desde el fondo
de las aguas iban a resurgir el gigante
del monte Saint Michael, el fantasma del
temible jabalí Trorch Trwyth, muerto
por Atruro en arriesgada lucha y el
mismo rey de los siluros, dormido en la
isla de Avalon bajo la custodia de nueve
hadas hasta el día de su resurrección,
fecha de la terrible venganza bretona.
Otra leyenda dice que Arturo fue
transformado en cuervo, y que la
venganza se cumplirá cuando vuelva a
tomar forma humana.

La historia de Lyonesse se repite con


características muy semejantes en la
región francesa de Bretaña, también
poblada antiguamente por los celtas.
Allí, en la bahía de Douarnenez, cerca
de la desembocadura del canal de la
Mancha en el Atlántico estaría
sumergida la antigua ciudad de Kerls. La
leyenda dice que sólo el rey Gradion
pudo escapar a la invasión de las aguas
montado, como Trevelyan, en un caballo
blanco. Los historiadores presumen que
los monjes de la abadía del monte Salnt
Michel (construida en la costa francesa
del canal de la Mancha, zona celebre
por las extensas y veloces mareas)
llevaron consigo la leyenda cuando
fundaron otra abadía, de igual nombre,
en una pequeña isla cercana a la costa
de Cornualles. ¿Oué evidencias hay de
la existencia de Lyonesse? Aunque en el
siglo XVIII el historiador William
Borlase dijo haber descubierto tapias de
petra sumergidas en las islas Scilly, los
arqueólogos contemporáneos opinan que
se trata de antiguas trampas para peces,
construidas de lodo que quedaran
cubiertas por la marea alta. La hipótesis
de Borlase es refutada por los
oceanografos, quienes señalan que para
que se hubiesen hundido las tierras
cercanas a la islas, el nivel del mar
debió ascender 3,7 metros en menos de
dos mil años. Los estudios sobre
movimientos tectónicos en la costa
británica desmienten tales cifras.
EL REINO DEL
PRESTE JUAN
En 1177, el papa Alejandro III escribió
una ceremoniosa carta, dirigida a “Juan,
el ilustre y magnífico Rey de las Indias”,
A quien instaba a incorporarse “a la
única y verdadera Iglesia de Roma”. El
destinatario era el fabuloso monarca de
un igualmente fabuloso y poderosisimo
imperio que se extendía por miles y
miles de leguas en las estepas asiáticas.
Casi 100 años después, Marco Polo
atravesó esas tierras y en su célebre
relato aludió al mítico rey cristiano de
los tártaros, “el Preste Juan, cuyos
descendientes siguen viviendo allí”. ¿Un
rey cristiano en el desierto de Gobi? Así
lo había afirmado el obispo Gabul, de la
iglesia armenia restoriana, al papa
Eugenio III, en 1145. Según el obispo,
los misioneros nestorianos habían
llegado hasta las remotas comarcas del
rey Juan (¿deformación de Wang Khan,
como lo llama Marco Polo?) y lo habian
bautizado en la fe cristiana, adjuntando a
su poder terrenal la supremacía
religiosa: de allí el nombre de “preste”
o sacerdote.

El segundo capítulo de esta misteriosa


historia se abre en Etiopía, hacía 1487,
cuando el rey Juan II de Portugal envió a
Pedro de Covilhan en busca del Preste
Juan para entablar relaciones
comerciales. Covilhan recorrió extensos
termonos asiáticos sin ningún resultado
pero, habiendo recalado en El Cairo,
llegaron a sus oídos noticias de un
poderoso reino cerca de las fuentes del
Nilo. Se dirigió hacia allí y tras
esforzada travesía por tierras
inexploradas se encontró con el imperio
de Lebna Dengel, el Negusa Nagast o
Rey de Reyes etíope, quien no lo dejó
regresar a Lisboa.

Años más tarde, el expedicionario


portugués Rodrigo de Lima llegó a la
corte de Lebna Dengel y halló con vida
a Covilhan. Los portugueses
permanecieron allí durante seis años y,
al regresar a Europa, el capellán
Francisco Alvares escribió una
Verdadera relación sobre las tierras del
Preste Juan. La leyenda ya estaba
asentada en negro sobre blanco y muy
pronto la invención de la imprenta haría
circular por toda Europa la fantástica
historia del ubicuo emperador cristiano
de Asia y Africa… que nunca existió.
SHANGRI LA
Como esos espejismos que en el
desierto siempre están unos pasos
delante pero el viajero sediento nunca
alcanza Shangri-La es un mundo
escondido al cual parece imposible
acceder. La antigua creencia budista
dice así: “Para llegar, no es preciso
contar con un mapa o guias avezados,
sólo es necesario estar preparado
íntimamente. Entonces, lo inefable
aparecerá ante la vista en todo su
esplendor”. ¿Es Shangri-La el paraíso
perdido donde habitan hombres
perfectos, la Kalapa de los hindúes? ¿Es
el valle oculto de Kun Lun donde, según
los chinos, viven seres inmortales? ¿Es
la Tierra de las Aguas Blancas, la
Bielovodye rusa, aquella de los santos
ermitaños de gran sabiduría? ¿O es
Chang Shambhala, el lugar sagrado de
los budistas donde se encuentra la fuente
de la eterna sabiduría? Es todos y no es
ninguno. Como los espejismos, está y no
está. Sólo espera al peregrino de
corazón límpido y espíritu abierto para
ofrendarie sus misterios.

En su novela Horizontes perdidos, el


escritor inglés James Hilton construyó
un mundo ideal, al que llamó Shangri-La
(un nombre de su invención convertido
al poco tiempo en sinónimo de lugar
edénico). Estaba poblado por un grupo
de elegidos provenientes de distintas
partes del mundo y eran gobernados por
un Dalai Lama muy especial: el
misionero católico Francois Perrault, de
la orden de los Capuchinos, que había
arribado al Tíbet en 1734 y seguía vivo
hacía 1930, fecha en que transcurre la
mayor parte de la novela. Hugh Conway,
joven cónsul inglés en la India, llega con
otros tres británicos hasta un oculto
valle tibetano después de un accidentado
viaje en avión. Cuando Conway vio
Shangri-La, se enfrentó con “una extraña
y casi irreal aparición: un grupo de
coloridos pabellones se agrupaban en la
ladera de la montaña, pero no con el
alineamiento barroco de un castillo sino
como delicados pétalos de flores
desparramados alazar. Era soberbio y
exquisito. Una contenida emoción
llevaba la mirada desde los leves techos
azules hasta la tremenda mole gris de la
roca.

Más allá, lo rodeaban los picos y


pendientes nevados del Karakal. En el
antiguo monasterio budista, Conway y
sus compañeros de viaje encuentran un
lugar donde la reducida comunidad de
lamas intenta conservar los tesoros de la
civilización, amenazados por la
violencia de “una época en que el
hombre, al regocijarse con la técnica del
homicidio derramará una rabia tan
ardiente sobre el mundo que toda cosa
preciosa estará en peligro”. El mundo
que acababa de salir de la Primera
Guerra Mundial y advertía la cercanía
de nuevas tragedias

-la guerra chino-japonesa, la Guerra


Civil Española, la Segunda Guerra
Mundial se trasluce en las páginas de
Horizontes perdidos, donde el idílico
universo tibetano que construye Hilton
no es una promesa de futuro sino un
rescate del pasado ideal, del paraíso
perdido por la civilización de la
máquina.

Después de acceder al secreto de


Shangri-La, Conway es elegido por el
bicentenario misionero para sucederlo
en el gobierno de la extraña comunidad.
El anciano le ofrece una vida muy larga,
tanto como la suya, y le promete que
vivirá en el monasterio “en un estado de
paz prolongada, durante la cual
contemplarás la puesta del sol mientras
los hombres del mundo exterior sólo
oirán la alarma del reloj que los reclama
para urgentes obligaciones. Los años
vendrán y se irán, pasarás de los
placeres materiales a un reino más
austero pero no menos satisfactorio. Y
lo más precioso de todo, tendrás tiempo,
ese don tan raro y encantador que los
europeos han perdido de tanto
perseguirlo…”

Cuando Hilton ubicó a su mítica


Shangri-La en el Tibet, los lectores
occidentales de su novela fueron
fascinados por ese mundo misterioso
que desde antiguo habia atrapado el
interés de misioneros y expedicionarios.
Desde principios del siglo XVI, los
jesuitas intentaron llegar a esas altas
mesetas cercanas al Himalaya donde se
creía existía una antigua comunidad de
primitivos cristianos. Cuando finalmente
el padre Antonio de Andrade logró
atravesar mil obstáculos y acceder al
prohibido reino de Guge, se encontró
con los lamas, monjes budistas de muy
extrañas y crueles costumbres: entre
ellas, el asesinato deliberado de
numerosos campesinos elegidos al azar,
ceremonia que se cumplía una vez por
año y mediante la cual los muertos
alcanzaban “la eterna felicidad”.
Asimismo, sorprendió a los misioneros
europeos el hábito de los lamas de
adornar sus vestidos con huesos
humanos. A lo largo de los siglos
siguientes, los jesuitas enviaron
numerosas misiones al Tibet para ser
finalmente reemplazados, según orden
papal, por la orden de los Capuchinos.
A principios del siglo actual, la
escritora francesa Alexandra David-
Néel, gran conocedora de la religión
budista, recorrió caminos escarpados y
enfrentó lluvia, barro, nieve, granizo y la
hostilidad de tibetanos, chinos e ingleses
hasta llegar a las lamaserías. Libros
suyos como Magia y misterio en el Tíbet
contribuyeron a alimentar en Occidente
la imagen legendaria de un país
inaccesible y misterioso. A través de sus
obras se difundió la capacidad de los
monjes tibetanos para entrar en
profundos trances, levitar y dominar las
sensaciones corporales, como también
la creencia de que podían predecir el
porvenir, virtudes que Hilton atribuye a
los lamas de Shangri-La. En uno de sus
relatos, David-Neel describe cómo un
lama se eleva en el aire en forma que
parece sobrenatural: “Pude ver su rostro
impasible, perfectamente tranquilo, con
los ojos abiertos y la mirada fija en
algún lugar muy elevado. El hombre no
corría, parecía elevarse del suelo y
avanzaba a saltos. Sus pasos tenían la
regularidad de un péndulo”.
Entre los antiguos mitos budistas -
ampliamente difundidos desde el Japón
hasta la India, desde Mongolia hasta
Ceilán figura un paraíso perdido,
conocido como Chang Shambhala, la
fuente de la sabiduría eterna donde
vivían seres inmortales en armonia
perfecta con la naturaleza y el universo.
En la India, ese lugar maravilloso
perdido en el Himalaya se llama
Kalapa, mientras la tradición china lo
ubica en los montes Kun Lun. Asimismo,
en a antigua Rusia -adonde no había
llegado la creencia budista pero se
alimentaba de leyendas orientales
llevadas allí por las invasiones tártaras-
se hablaba de la legendaria Bielovodye,
la Tierra de las Aguas Blancas, donde
vivían santos ermitaños de inmensa
sabiduría.

La existencia de túneles bajo el palacio


del Potala en Lhasa se entreteje con otro
mito tibetano cultivado por escritores
europeos. En su novela Shambhala, el
espiritista ruso Nikolai Roerich habla de
Agharti (deformación de Aghana,
nombre del paraíso subterráneo budista)
como del lugar donde estaba Chang
Shambhala, sede del “rey del mundo”.
Según Roerich, Agharti estaba
relacionado con todos los continentes
por medio de pasadizos secretos. Una
creencia oriental que también se
entrecruza con la leyenda creada por el
autor inglés Edward Bulwer-Lytton,
quien en la novela La raza futura
describe un universo subterráneo
poblado por los Vril-ya, una “raza
superior” que aspiraba a dominar “el
mundo de arriba”, es decir, el habitado
por seres humanos. Al final de
Horizontes perdidos, Conway y sus
compañeros abandonan Shangri-La,
aunque en el epilogo se revela que el
joven inglés trató de volver al
monasterio. Hilton describe así la última
mirada: “Sofocados, hicieron alto en una
curva del camino y vieron alo lejos a
Shangri-La. Mucho más abajo, el valle
de la Luna Azul parecía una nube. Al
emocionado Conway, los dispersos
techos le produjeron la sensación de que
flotaba detrás de él a través de la niebla.
” Estaba preparado para retornar al
paraíso perdido. Si llegó o no a atrapar
el espejismo, es otro de los misterios de
Shangri-La.
EL DORADO
Lo dijo Cristóbal Colón: “el oro es el
más exquisito de todos los elementos”
Los conquistadores europeos que se
volcaron sobre el Nuevo Mundo
después de 1492 no lo desmintieron. En
sus expediciones, arrasaron a sangre y
fuego los territorios virgenes de los
Andes, el Amazonas y el Orinoco tras
las huellas del preciado metal y de los
hombres americanos que eran sus
dueños. Poco a poco, el escaso oro
arrancado de la tierra y poseido por los
jefes tribales fue conviniéndose en mito
abrumador: en la imaginación europea
brotaron lagos repletos de joyas aureas,
montes refulgentes, caciques que todos
los días cubrían su cuerpo con pasta de
oro y ciudades como Manoa, donde
hasta los calderos eran de metal
precioso. Nació asi la leyenda de El
Dorado, cuando los españoles se
enteraron del ritual para la
proclamación de los jefes entre los
indios muisca, que se cumplía en el
oculto y profundo lago Guatavita, en el
norte de Colombia. Según el cronista, al
nuevo cacique “lo desnudan hasta
dejarlo en cueros, untándolo con tierra
pegajosa, sobre la que aplican polvo de
oro, dejándole el cuerpo enteramente
cubierto de este metal” Desde entonces,
la búsqueda de oro en el tondo del lago
fue el objetivo de aventureros españoles
como Antonio de Sepúlveda, quien
intentó secar el lago en 1580. Hizo abrir
una de sus paredes de roca hasta que un
derrumbe mató, al mismo tiempo, a
esclavos indios e ilusiones de riqueza.
Diez años más tarde, el expedicionario
inglés Walter Raleigh recorrió la región
de las Guyanas en busca de tierras y oro
para la corona británica. Al regresar a
Inglaterra, afirmó que Manoa, la mítica
ciudad donde reinaba El Dorado, estaba
en las tierras bañadas por el río
Orinoco.

La búsqueda del reino inalcanzable no


terminó con la conquista. Hasta el siglo
actual siguieron apareciendo
aventureros que intentaban llegar a las
tierras donde el reflejo del oro
amenguaba el brillo del sol. El último
fue el inglés Percy Fawcett.
Acompañado por su hijo, recorrió el
Mato Grosso hasta encontrar la muerte
en vez del oro.
LEMURIA
Un extrañisimo cóctel de hechos reales
interrogantes científicos y fantasía
desenfrenada vincula a varios disimiles
personajes con la extraña gestacion de
Lemuria, el “continente perdido”. Son
ellos la ocultista Helena Blavatsky, el
biólogo Ernst Haeckel, el periodista
Edward Lanser, el teósofo William
Scott-Elliot y un animalito llamado
lémur. Todos ellos participan de una
historia que empieza, a mediados del
siglo pasado, con una duda de los
zoólogos. El lémur, un carnívoro de
Madagascar, también vivía en el
continente africano, en la India y en el
archipiélago malayo. ¿Cómo se
explicaba que un animal terrestre
hubiese podido llegar a esos diversos
territorios separados por el mar? La
respuesta que se le ocurrió al zoólogo
Philip Sclater, dado que se desconocía
lo que hoy se denomina deriva
continental-fue que debió haber existido
un continente sumergido, al que
denomínó “Lemuria”. Y Ernst Haeckel,
célebre defensor en Alemania de las
ideas de Charles Darwin, propuso que
ese continente perdido habría sido la
cuna de la Humanidad. Resolvía así, de
un plumazo, el problema que aquejaba
en esa época a los evolucionistas: la
ausencia de restos fósiles del famoso
“eslabón perdido” en la cadena de
antepasados del hombre. Madame
Blavatsky, famosa espiritista, fue una
divulgadora apasionada de temas
misteriosos, entre los cuales Lemuria y
la Atlántida ocuparon un lugar
destacado. En el Tibet, los mahatmas le
revelaron que los lemurianos habían
sido gigantes de cuatro brazos y un
tercer ojo en la nuca. Siguió sus huellas
otro ocultista, William Scott-Elliot,
quien dibujó un planisferio donde ubicó
el continente tragado por el mar.
Además, agregó un rasgo a los
lemurianos: tenían talones tan largos que
podían caminar hacia atrás. Finalmente,
ya en nuestro siglo, el periodista
norteamericano Edward Lanser creó una
gran conmoción en el estado de
California. En 1932 pretendió haber
descubierto, en el monte Shasta, una
comunidad de lemurianos, que habían
sobrevivido gracias a su invisibilidad y
“al poder secreto de los maestros
tibetanos”.

MACHU PICHU - EL TEMPLO DE


LOS DIOSES INCAS

El dios Qoriq’ente, que habita en el


paraíso solía tomar la forma de un
pájaro de oro Un día, los incas pidieron
su ayuda querían construir una grandiosa
ciudadela capaz de honrar y albergar a
sus deidades. Luego de meditarlo,
Qoriq’ente instruyó a los incas para que
apresaran a los hombres más robustos
que poblaban el valle del río Urubamba,
en el sudeste peruano. Llevados a punta
de látigo hasta la cumbre de la montaña,
aquellos esclavos eran convertidos allí
en piedras por el despótico dios-pájaro.
Aquel habría sido el origen de Machu
Picchu, una de las maravillas más
asombrosas no sólo de América sino de
todo el planeta. A tal punto que se hacen
imprescindibles leyendas como la de
Qoriq’ente para imaginar cómo los
indígenas pudieron -hace centenares de
años-transportar piedras de tan
considerable peso y tamaño hasta los
2.500 metros de altura, y aun más. Y
para ensamblarlas con una precisión que
supera la de las pirámides egipcias.

Es que el mito palpita en cada rincón de


estas fantásticas ruinas, cuya
majestuosidad y perfección plantea día a
día nuevos enigmas en torno de aquel
imperio incaico, o Tahuantinsuyo; un
imperio tan grande como el romano y
extendido sobre un radio de 16 mil
kilómetros cuadrados. Pero, sobre todo,
provisto -según diversos indicios-de
enigmáticos conocimientos y poderes
ocultos, hoy irremediablemente
perdidos. Un dato sugestivo: esta
construcción fantástica e indescifrable
se las ingenió para ocultarse durante
siglos a los ojos del ser humano:
ninguno de los cronistas españoles o
incaicos la describió; aun en la
actualidad las ruinas sólo pueden ser
vistas desde arriba. Es preciso trepar
hasta unas escondidas plataformas de la
cordillera andina, para asomarse a esta
reliquia prodigiosa que brota entre
orquídeas y al pie de montañas
impresionantes. A esta álgebra de
murallas, templos, escalinatas y
pasadizos que alucinó al joven
investigador norteamericano de la
Universidad de Yale, Hiram Bingham
cuando, guiado e instigado por un niño-
guía indígena, la descubrió el 21 de
julio de 1911. La idea de estar ante otro
mundo vibra sin cesar aquí, a escasos
112 kilómetros del Cuzco y de Lima, la
capital del Perú. Por ejemplo, esos dos
enormes morteros de concavidad
insólitamente brillante y perfectamente
circulares, que se hallan en el sector
militar de Machu Picchu: ¿habrán sido,
como aventuró un equipo de
arqueólogos de Arequipa, espejos
astrales tapizados por metales
preciosos? ¿O más simplemente,
receptáculos para alojar el veneno con
que se untaban las flechas? Cada
vestigio da pie a la incertidumbre.

Los incas no llegaron a forjar


herramientas de hierro. Entonces, ¿cómo
se las arreglaron para cortar y pulir
estas moles pétreas, tan exquisitamente
engarzadas entre si que no necesitaron
de ninguna argamasa? ¿Mediante qué
técnica constructiva ya olvidada,
lograron unir férreamente las rocas unas
con otras, trabajándolas inclusive hasta
en más de cuarenta facetas inclinadas en
distintos ángulos, para dar mayor
solidez al conjunto; y, sin embargo,
dotándolo también de un ondulante que
deja pasmados a los arquitectos, y que
hizo de Machu Picchu la primera ciudad
antisísmica de la historia? Una
explicación esgrimida por científicos
nada crédulos en otros aspectos,
“resuelve” este misterio recurriendo a
otro: Machu Picchu habria sido, como
las pistas de Nazca, el fruto de antiguos
visitantes extraterrestres. Ellos habrían
acarreado un instrumental tipo láser, sin
el cual no se entiende cómo todo esto
pudo ser erigido. No obstante, en la
región de Sacsahuamán, vecina al
Cuzco, pobladores y funcionarios
municipales arriesgan otra hipótesis.
Los incas, juran esos lugareños, tuvieron
la suerte de que toda esa zona fuera
frecuente blanco de meteoritos; eso les
permitió, se dice, fabricar cortapiedras,
fresadoras y pulidoras utilizando como
materia prima pedazos flamantes de
hematites, un elemento de procedencia
meteórica.

Tanto el origen, como las funciones y el


propio final de Machu Picchu continúan
desvelando a los estudiosos: Valcarcel,
Lehman y Uhle, la dataron en la edad de
oro incaica, acaso en el siglo XV y antes
del arribo español, en tanto que su
descubridor Bingham la confundió con
esa ciudad de Vilcabamba fundada por
el derrotado Manco Inca tras huir de
Cuzco, la capital del imperio, en 1536.
Por su parte, para Cossio, Machu Picchu
se trataba de una urbe preincaica jamás
sometida por los incas, hipótesis luego
dejada de lado, y el germano Muller
llegó a atribuirle nada menos que 4 mil
años de antiguedad.

Bingham, quien casi se desmayó de


emoción en 1911 al estallare ante los
ojos esta ciudadela en la cúspide del
Picacho Viejo (o “Machu Picchu”, en
quechua), luego de haber desempolvado
por años archivos soñolientos y de
recorrer la selva a través de frágiles
puentes colgantes, con la intención en un
principio de reconstruir las rutas de
Simón Bolívar, y más tarde la de hallar
la última capital inca, supuso en sus
escritos que “esta bellísima y
excepcional ciudad escogida hace más
de mil años como refugio de los últimos
amautas, pasó a ser finalmente la
morada y refugio de las Vírgenes
Sagradas… Aquí; en un cañón cuya
grandeza causa estupor, las Vírgenes del
Sol se extinguieron, una a una, sin dejar
un solo descendiente”. La gran cantidad
de túmulos mortuorios conteniendo
cadáveres femeninos, hallados en la
ciudadela, corroboraría tal presunción
estremecedora. Es posible revivir una
escena diaria en esta Ciudad Perdida de
los Dioses: capturar la imagen de
soldados y nobles mezclándose con los
sacerdotes frente al trono del Inca; de
los esclavos cultivando los huertos y
jardines florales en las terrazas de la
montaña; de los agricultores sembrando
el valle, mientras hornos rudimentarios
pero perfectos para su época fundían el
cobre, oro y plata de las minas. ¿Por
qué, de golpe, tanta gente se esfumó del
lugar? Otro enigma irresuelto,
precisamente, es cómo conseguían los
Incas elaborar el cobre dándole una
dureza semejante, o casi, a la del hierro.
Al respecto, la leyenda jura que los
esclavos a cargo de tal faena eran
cegados y se les cortaba la lengua con
posterioridad a la misma, para que no
fueran a revelar el artilugio seguido en
esa elaboración. Entre tanto, pocos
metros más allá se levantaba el sector
especial donde los jóvenes recién
iniciados se perfeccionaban en sus
oficios. Y, muy cerca del Altar del Sol,
estaba esa piedra de los sacrificios que
permite visualizar otra sobrecogedora
secuencia: la joven virgen tendida allí,
cara al cielo, y el sacerdote que alza el
cuchillo granítico con el que ha de
extraerle el corazón, para ofrendarlo a
los dioses. Se dijo que Machu Picchu
había sido la última trinchera inca frente
a la conquista de Francisco Pizarro a
partir del 1530. Luego se pensó que esos
santuarios erigidos sobre el pico
truncado de una montaña, entre la jungla
y en medio de una niebla fantasmal que
brota del rugiente río Urubamba, habría
sido en verdad un centro ceremonial
consagrado al culto solar, y la fortaleza
de Ollantaytambo habría representado su
centro político. Pero nada se sabe con
total certeza.

Esta vasta sinfonía pétrea, tallada en


granito blanco y cuya belleza corta el
aliento, engloba a más dedos centenares
de edificios entre andenes agrícolas y
hornacinas destinadas a los centinelas.
Las edificaciones, en múltiples niveles,
se comunican entre sí interna y
externamente, en una obra de ingeniería
que demuestra un saber hoy
irreproducíble dentro de sus
características. Y que fue al parecer la
máxima creación de Pachakuti, noveno
emperador cuzqueño de la dinastía solar
que se inició con Manco Capac y
concluyó con el asesinado Atahualpa.

Estas construcciones tan extraordinarias


que sólo perdieron los techos de caña y
paja en varios siglos de depredación
natural, descuellan con el Palacio del
Inca y el de la Princesa, enmarcados por
terrazas y escaleras monolíticas; o con
la Casa Sacerdotal y el asombroso
Templo de las Ventanas, que dio origen
a más de una leyenda y desde cuyas
aberturas trapezoidales puede
contemplarse un

paisaje de roquedales y picos nevados.


Y está el espléndido Templo de la Luna.
Y la Torre del Sol, en forma de
herradura, que permite a través de un
ventanuco observar a la perfección el
solsticio de invierno. Debajo de ella se
halla la Tumba Real, de gran
magnificencia. Y en el punto más alto,
sobre un punto cuadrangular, sobresale
la Intihuatana o piedra sagrada,
consagrada al Sol y tallada en un bloque
de roca único: durante la celebración
del lnti Raymi, en la que el Inca recibía
las primicias de la tierra de manos de
sus súbditos, la piedra Intihuatana
aseguraba el retorno del astro rey al año
siguiente. Sin embargo, esta piedra
cumplía otra misión que sorprende a
todos los occidentales desde Bingham
hasta la actualidad: su disposición y
estructura permitía indicar sin ningún
margen de error los movimientos de la
Luna, así como los equinoccios y
solsticios. Un ingrediente más en el
misterio de Machu Picchu. ¿Por qué
murió en forma repentina esta ciudadela
que se cuenta entre una de las maravillas
mayores de todos los tiempos? Una
teoría alude a la aniquilación de
comunidades

rivales, en el curso de las guerras entre


tribus. Otra suposición apunta a la feroz
posibilidad de que algún novicio se
haya propasado con una aula o Virgen
del Sol, lo que según narra el Inca
Garcilaso de la Vega pudo precipitar
una masacre en masa. Hay quienes
especulan con epidemias de paludismo o
sífilis capaces de diezmar a la región.
De cualquier modo, se está ante otro
misterio macizo, impenetrable: la
despoblación súbita, de una Ciudad
Solar edificada en el más absoluto
secreto. Claro que el secreto de su
origen también inspiró relatos
fascinantes: el propio descubridor,
Bingham, acogió la leyenda de que por
el Templo de las Tres Ventanas
emergieron un día los fundadores del
Cuzco, los hermanos Ayar Manco, Ayar
Kachi, Ayar Aucca y Ayar Ucho, quien
era hábil en derribar los cierros vécinos
utilizando su honda de oro. Los otros
hermanos, envidiosos, le dieron muerte,
y cuando Ayar Ucho resucitó fue para
ordenarles que erigieran Machu Picchu,
transformándose ellos mismos en moles
de roca palpitante. Siguen, hasta hoy,
expiando su culpa.

Y como para renovar sin pausa tanto


enigma, en 1988 un grupo de
arqueólogos peruanos piloteados por el
doctor Manuel Chávez BaIlón,
descubrió allí una ignota tumba inca
estimada la de mayor importancia jamás
encontrada por su riqueza y diseño
arquitectónico. Se cree que podría ser la
sepultura del rebelde Manco Inca que
emigró a Vilicabamba. Este
descubrimiento, el más significativo del
último medio siglo, obligaria a
modificar algunas teorías sobre las
funciones de Machu Picchu y reforzar
las que dicen que en ese lugar vivió, se
atrincheró y murió el inca rebelde. Es
más: debido a que no se hallaron huesos
ni objetos rituales, se piensa que esta
necrópolis fue violada antes de la
llegada de Hiram Bingham, en lo que
constituye un novedoso y mayúsculo
rompedero de cabeza de los tantos que
enhebran la historia, increíble, de
Machu Picchu.
EL MISTERIO DE
CARNAC
Cambry, quien sostuvo que las lineas de
Carnac se refieren a las estrellas, los
planetas y el zodíaco. Autores
posteriores retomaron la idea y, en
1970, el ingeniero inglés Alexander
Thom siguió los pasos de Gerald
Hawkins en sus estudios sobre
Stonehenge y los aplicó a Carnac. Según
Thom, el gran menhir caído de
Locmariaquer -roto en cuatro partes
como consecuencia de un terremoto
ocurrido en el siglo XVIII-era el centro
de un inmenso observatorio astronómico
apto para predecir eclipses. Sus
mediciones indican que desde el
gigantesco menhir era posible observar
las ocho posiciones extremas de la Luna.
También propuso que los alineamentos
de Carnac eran calculadoras solares,
utilizadas para corregir las
irregularidades observadas en los
movimientos de la Luna. El inmenso
menhir caído de Locmariaguer,
conocido como Er Grab (la Piedra de
las Hadas), media más de 20 metros de
alto y se cree que estaba en combinación
con menhires hoy desaparecidos. En la
región cercana a Carnac se levantan
otros monumentos megalíticos, menos
misteriosos en cuanto a la función que
cumplieron en esos remotos tiempos
pero tan enigmáticos como el resto en
cuanto a quiénes fueron sus
constructores. No hay dudas de que los
dólmenes eran tumbas, pero la
investigación arqueológica muestra que
se trata de monumentos elevados sobre
otros anteriores y así sucesivamente
hasta tumbas de escaso tamaño formadas
por elementales túmulos de barro y
piedras sueltas.

Siglo tras siglo, distintos pueblos fueron


acumulando sus muertos en pisos
superpuestos, dando cada vez mayor
importancia al monumento fúnebre.
Investigadores franceses e ingleses -en
sus paises se encuentran algunos de los
más importantes conjuntos de megalitos
del mundo analizaron la forma como
estas rocas, a veces inmensas, fueron
transportadas y colocadas en su sitio. Un
importante hallazgo fue el de restos de
sogas muy resistentes, trenzadas con
fibras vegetales, halladas en el lago
Gresine, en Saboya. En experimentos
efectuados en Francia, fue posible
mover piedras de 30 toneladas,
montadas sobre rodillos de madera, con
el esfuerzo de 200 personas tirando de
sogas y el apoyo de un grupo menor que
mantenía la buena dirección con
palancas. Sí para mover un megalito de
30 toneladas hicieron falta 200 hombres.
¿cuántos habrán sido necesarios para
desplazar el menhir de Locmariaquer,
que pesa 350 toneladas? Esta pregunta
podría tener una sencilla respuesta
aritmética. Pero hay un interrogante que
es mucho más difícil contestar:

¿Qué motivo impulsaba a nuestros


antepasados de la Edad de Piedra y los
llevaba a realizar esfuerzos tan
desmesurados? Quizás las rocas lo
saben, pero

lo conservarán profundamente oculto


hasta el fin de los tiempos.

TROYA, NUEVE CIUDADES PARA


UNA LEYENDA
“Oid tribus innúmeras de aliados que
habitais alrededor de Troya! No ha

sido por el poder ni por el deseo de


reunir una muchedumbre por lo que os
he traído de vuestras ciudades, sino para
que defendais animosamente de los
belicosos aqueos a las esposas y a los
tiernos infantes de los troyanos…”

Las palabras que el gran caudillo


troyano Héctor, “el de tremolante
casco”, dirigió en vísperas de la batalla
a sus aliados que combatían contra el
acoso griego es decir, a esos valientes
dárdanos, adrástidas, licios, léleges,
cilicios y arisbos, dan vida a uno de los
capítulos de La Ilíada; la obra de
Homero donde se da cuenta del sitio y
destrucción de Troya. Pero, ¿qué fue
Troya? Nombrarla equivale a evocar
una ciudad situada a horcajadas entre la
realidad y el mito; una leyenda cuyos
destellos iluminaron la imaginación de
muchas generaciones; una guerra de diez
años, tan célebre como feroz, que
dejaría en ruinas a la urbe inmortal.

Sin embargo, hasta el día de hoy


continúan alzándose algunas voces que
cuestionan desde el presunto
emplazamiento de las ruinas troyanas, en
la costa turca del Asia Menor, hasta la
existencia misma de la ciudad
legendaria (y de su máximo cantor,
Homero). Inclusive, su destrucción abre
aún hoy un sinfín de interrogantes, pese
a la famosa artimaña del Caballo de
Troya, en cuyo vientre un puñado de
soldados griegos encabezados por el
valeroso Diomedes atravesó sus
murallas al despuntar el alba. Y por si
no bastara tanto enigma, se han
descubierto varias Troyas, una encima
de la otra. A la que se suma otra teoría,
más reciente, de un filólogo mexicano,
Roberto Salinas Price, que se despachó
con la sensacional afirmación de que
Troya no habría estado en Asia, en el
valle delimitado por los ríos
Escamandro y Simois, sino a orillas del
Mar Adriático. Nada menos que en la
actual Yugoslavia…

Todo había empezado cuando al apuesto


Paris, uno de los cincuenta hijos del rey
troyano Priamo, y hermano de Héctor y
de la vidente Casandra, el dios Zeus le
ordenó una engorrosa misión; dictaminar
cuál era la diosa más bella entre Hera,
Atenea y Afrodita. Paris se inclinó por
esta última, que, dicho sea de paso, lo
había sobornado prometiéndole el amor
de Helena de Esparta, la mujer más
hermosa del mundo entonces conocido.
Pero había dos factores en contra de
tales amoríos: Helena era griega y por
añadidura, estaba casada con el rey
espartano Menelao. Lo cierto es que al
entregar la manzana de la discordia a
Afrodita, en premio a su triunfo en el
primer certamen de belleza de la
historia, Paris se ganaba la venganza de
las dos deidades despechadas. Y daría
cumplimiento, así, a la profecía según la
cual Troya sería destruida por su causa.
Ocurrió, en efecto, que Atenea y Hera
persuadieron a Príamo a que enviara a
Paris a la corte de Menelao: presa de
una fulminante pasión por Helena, Paris
la sedujo y raptó, llevándosela a Troya.
Menelao, su hermano Agamenón, rey de
Micenas, y Ulises, se asociaron para
rescatarla. Primero reclamaron la
devolución de la joven, lo que les fue
negado. Todos los príncipes se
conjuraron entonces contra la potencia
troyana. Se desató así la Guerra de los
Diez Años, en la que hasta aquellos
dioses volubles y rencorosos
participaron ayudando o saboteando a
unos y a otros.

Pero ni siquiera esa famosísima leyenda


se salva de la controversia. Por
ejemplo, Plutarco había recreado una
antigua historia ática en la que Helena
fue raptada por Teseo, y recobrada tras
un ardoroso combate por sus dos
hermanos, los Dióscuros. Gilbert
Murray, en su “Historia de la literatura
clásica griega”, sugiere que el mito
original de la lucha por recobrar a
Helena “fue, sin duda alguna, el
enfrentamiento en el cielo entre la luz y
la oscuridad”. Además, Murray llega a
decir que “el combate por Helena tuvo
su primera localización no en Troya,
sino en las fronteras meridionales de
aquellos bardos tesalios que la
cantaron”.

Otras versiones del mito juran que Zeus


estaba harto de tantos hombres sobre la
tierra, y provocó una “guerra
depuradora”. Hasta hace relativamente
poco tiempo no habían salido a la luz
pruebas creíbles sobre la existencia de
Troya, o de las varias Troyas
superpuestas. Ni sobre su arrasamiento.
Ni su localización geográfica.

Las exploraciones llegarían a contar


hasta nueve Troyas destruidas y
reedificadas unas sobre otras: la sexta,
de la que aún subsistían las fuertes
murallas de piedra rectangulares, sería
la saqueada por los griegos en el siglo
XII antes de Cristo. Más exactamente:
hacia el 1260 a. de C. La novena capa

correspondería a una época muy


posterior, a los tiempos del Imperio
Romano.

El asedio de Troya duró una década. Y


aquí hay otro misterio: según Homero,
los griegos en ningún momento
bloquearon la urbe sitiada; no
interceptaron sus provisiones; tampoco
intentaron derruir sus fortificaciones;
acamparon inclusive bien lejos de la
ciudad. Eso si: constantemente los
bandos rivales se hostigaban y trenzaban
en salvajes enfrentamientos con mazas,
lanzas, espadas, hoces, picas, venablos,
flechas a veces envenenadas. Los carros
estremecían la tierra al mando del
auriga. Por todos lados las piras de
cadáveres humeaban oscureciendo el
día; más allá, una pelea entre decenas de
soldados podía interrumpirse
bruscamente para admirar un duelo
personal. Por ejemplo, cuando Aquiles
atravesó con su pica el cuello de Héctor,
atando luego su cuerpo al carro cuyos
caballos azuzó. Cuenta Homero: “Gran
polvareda levantaba el cadáver mientras
era arrastrado; la negra cabellera se
esparcía por el suelo; la cabeza, antes
tan graciosa, se hundía en el polvo.
Porque Zeus la entregó a los enemigos
para que allí, en su misma patria, la
ultrajaran”. Zeus, que igual que Atenea
se había entrometido para sellar el fin
del comandante troyano. Un fin no muy
diferente del que tendrían otros
guerreros como Patroclo, Polidoro y el
mismo Aquiles.

En cuanto al fin de Troya, las


enciclopedias recuerdan que Ulises
aconsejó pactar un falso armisticio con
los troyanos, quienes recibieron
alborozados la proposición. Entonces
Ulises, en testimonio de amistad, les
ofreció un gigantesco caballo de madera
construido según instrucciones de
Atenea, explicándoles que era una
ofrenda a los dioses. Para entrarlo a la
sitiada Troya fue preciso derribar todo
un sector de muralla. En su entraña
aquel caballo alojaba a un puñado de
griegos, que al llegar la noche abrieron
las puertas de la plaza: el amanecer vio
a los sitiadores dueños de la ciudad.
Nacía un mito, y con él un montón de
dudas e interrogantes. Aquí entra en
escena un personaje singularísimo, el
arqueólogo aficionado y aventurero
alemán Enrique Schliemann. El llamado
“bucanero de la arqueología”, que vivió
entre 1822 y 1890, fue el hijo de un
humilde párroco que desde los seis años
empezó a fascinarse con las sagas
homéricas. Trabajó en una tienda siendo
adolescente; se embarcó como peón de
limpieza en barcos mercantes, naufragó,
y en Holanda se dedicó a los negocios,
incluyendo el de contrabando de té. A
los 36 años había amasado una fortuna.
Su descomunal energía se volcó luego al
estudio apresurado de la arqueología. Y
ya en 1868 hundió la pala por primera
vez en donde La Ilíada imaginó a Troya:
al pie de los manantiales, uno caliente y
el otro helado, que fluyen al río
Escamandro. Pero allí no encontró ni
rastros de la metrópolis del rey Príamo.
Desde mucho tiempo antes se buscaba
con ahinco el emplazamiento de la
ciudadela eternizada por la epopeya
homérica. Y el impetuoso Schliemann
sólo consiguió arrancar risas irónicas de
los arqueólogos profesionales, cuando
optó por encaminarse a las cercanías de
la ciudad de Ilión, poblada por griegos
en el noroeste de Turquía. Fue recién en
1871 cuando este “Sherlock Holmes” de
la antiguedad clavó la zapa en Hisarlik,
una pequeña colina a unos cinco
kilómetros de la costa egea.
Precisamente, en medio de los ríos
Scamander o Escamandro y Simois, y en
la semiárida región más tarde bautizada
Troade. El increíble Schliemann
comenzó por abrir una larga zanja con
tal ímpetu que, de entrada, arrasó parte
del primer nivel: unas ruinas de la época
neolítica, de las que sólo quedaban
algunos habitáculos y restos de hachas y
cuchillos de piedra. El arrojado
explorador alcanzó a identificar otras
cuatro ciudades, la segunda de las
cuales contando desde el plano más
profundo pertenecía ya a la Edad de
Bronce. Se la dató aproximadamente
entre los años 3300 y 2500 antes de
Cristo. Pero Schliemann quedó
convencido de que ésa era la Troya de
Homero. Eran notables los vasos de
plata y bronce hallados allí, al lado de
diademas, puntas

de lanzas, pendientes, y otras joyas de


oro así como lingotes de cobre y plata.
El entusiasmo del incansable germano
no tenía límites: cuando descubrió esos
adornos preciosos en 1873, creyó haber
hallado “el tesoro de Príamo”. Para
protegerlo de las manos de burócratas y
ladrones y poder sacarlo
clandestinamente de Turquía se lo fue
entregando a su segunda esposa, Sophia
Engastromenos, de sólo 17 años.

Se conserva aún una foto de esa bella


hija de un tapicero ateniense, engalanada
con lo que ella y su marido creían eran
las joyas de la célebre Helena.

Sería Dorpfeld, el ayudante y


continuador de la labor schliemanniana,
quien identificó la verdadera Troya
homérica como la VI, o más seguro la
VII, de las encontradas sucesivamente.
En total, apenas si se trataba de unas
pocas docenas de viviendas en una
superficie también irrisoriamente
pequeña: sólo 139 metros en su lado
menor, y 183 en el mayor. Dimensiones
que, por su vulnerabilidad, tornan
todavía más conmovedora pero también
más enigmática e interrogante la serie de
acontecimientos allí ocurridos. Como se
ha señalado, el arqueólogo alemán no
llegó a enterarse de las rectificaciones
que la ciencia estableció a sus primeras
presunciones y continuó su obra con
creciente entusiasmo. En 1876 la
emprendió con otro material homérico:
las ruinas de Micenas, el reino de
Agamenón. Como reseñó tiempo atrás
con alguna ironía un columnista, en esta
ciudad micénica Schliemann desenterró
un castillo fortificado y una serie de
tumbas en las que había mascarillas de
oro, placas labradas, joyas, dagas cuyas
vainas representaban cacerías de leones.
La antigúedad parecía resucitar ante los
ojos asombrados de su descubridor, que
en plena exaltación comunicó
telegráficamente su hallazgo al rey de
Grecia: “He descubierto los sepulcros
de Agamenón, Casandra, Eurymedón y
sus compañeros, asesinados en el
banquete ofrecido por Clitemnestra y su
amante Egisto…”.

En ese estilo similar al de una noticia


policial, uno de los mitos máximos de
todos los tiempos resurgía del polvo. La
maravillosa gesta troyana, transcurridos
más de treinta siglos, continúa agitando
la imaginación y el espíritu, del mismo
modo que todavía agita sus playas el
viento que sopla sin cesar entre las altas
hierbas; un viento que no existe en
ningún otro punto de esa zona, y que ya
Homero describió. Un viento en cuyo
hálito Aquiles sigue arrastrando el
cadáver de Héctor, frente a las murallas
de la invencible Troya.
MITOS DE LA GRAN
PIRAMIDE
Es probablemente, el enigma más
antiguo de los que siguen intrigando a la

humanidad: la Gran Pirámide, levantada


por el faraón Keops (la versión griega.
que ha llegado hasta nosotros, del
nombre egipcio Jufui) fue construida
nada menos que hacia el 2600 antes de
Cristo. Antes de los tiempos de Pendes
o incluso de Hamurabi; antes también de
Moisés y de su Exodo: antes de que
floreciera la antigua Nínive, orgullosa y
cruel ciudad de la Mesopotamia… Las
tres grandes pirámides de la meseta de
Gizeh, cerca de la actual ciudad de El
Cairo (la de Keops, la de Kefrén y la de
Mikerino) ya eran viejas. Estas tres más
famosas, así como las casi 80 pirámides
menores que coronan la orilla occidental
del Nilo, formando una cordillera
artificial que a lo largo de más de 600
kilómetros, entre Abu Roash y El Kula
separa el ancho valle del desierto del
Sahara, fueron levantadas en sólo 160
años, desde el 2650, hasta el 2490 antes
de Cristo, cuando los egipcios no
contaban todavía con herramientas de
hierro, ni con la rueda, ni con el caballo.
¿Cómo fueron erigidos estos enormes
monumentos, y para qué? A pesar de lo
mucho que se dijo y se escribió sobre el
asunto; pese a las muchas y muy
elaboradas teorías, el misterio sigue en
pie, tan erguido como la indestructible
pirámide de Keops, ya casi un símbolo
de la eternidad sobre la Tierra. Y la
Gran Pirámide es, también, el misterio
más enorme levantado por los hombres
hasta el presente. Este increíble
monumento que está allí, escuchando
impávido nuestras preguntas desde hace
casi cinco mil años, cubre más de cinco
hectáreas de desierto, más del doble de
la superficie que encierra el imponente
Coliseo de Roma. Sus cuatro caras
triangulares que se unen en un vértice
allá arriba originalmente a 146 metros
con casi 61 centímetros de altura;
apenas 23 metros menos que el
elevadísimo Obelisco de Washington, en
la capital norteamericana conforman,
además, una abrumadora mole casi
maciza: más de dos millones de bloques
de piedra, algunos de los cuales pesan
entre 20 y 30 toneladas, fueron traídos
hasta su emplazamiento definitivo desde
una cantera de caliza ubicada del otro
lado del Nilo. ¿Cómo fueron estas
piedras cortadas, transportadas y
erigidas? Misterio, naturalmente. Pero
hay mas: en su construcción intervino
también el granito, piedra muchísimo
más dura, para tapizar las cámaras
interiores del monumento en bloques
arrancados y transportados desde Asuán,
a 800 kilómetros Nilo arriba. ¿Por qué
desde tan lejos? Otro misterio, por
cierto.
Y por último: ¿por qué de pronto,
alrededor del 2685 antes de Cristo, los
egipcios empezaron a levantar estos
monumentos ciclópeos, para mover en
poco más de un siglo y medio unos 30 a
35 millones de toneladas de piedra que
vinieron a conformar las siete pirámides
mayores: la escalonada de Saqqara, la
de Meidum, las dos de Dahshur y las
tres de Gizeh? Con la misma
inexplicable “brusquedad” con que esa
época se había iniciado, unos 160 años
después cesó para siempre la
construcción de pirámides, y desde
entonces la gran mole de Keops,
escoltada por sus hermanas menores de
Kefrén y Mikerino y la fabulosa Esfinge
vienen intrigando al mundo.
ANTE TODO, ¿PARA QUE LAS
PIRAMIDES?

“Un exasperante deseo de apresar su


significado se agita en el corazón de
quien las contempla”, escribió sobre
ellas un poeta árabe del siglo XIII. Los
árabes, que llegaron al Egipto después
de la expansión del Islam -ya en el siglo
V de nuestra era-no fueron por cierto los
primeros deslumbrados. El romano
Plinio el Joven había llamado a estas
enigmáticas moles “una tonta e
innecesaria exhibición de riqueza”,
proponiendo la peregrina idea de que
los faraones las hubieran levantado para
agotar el tesoro real y despojar así a sus
sucesores. Un escritor cristiano del siglo
XII las consideró los graneros
construidos por José -el personaje del
Génesis, vendido por sus hermanos a
unos mercaderes y que llegó a ser gran
ministro del faraón-para prevenirse
contra las famosas “Siete Plagas”. En el
mismo sentido, los árabes medievales
pensaron que tan inmensas
construcciones no podían haber sido
más que depósitos de una civilización
desaparecida. En tiempos más recientes,
los enigmas quisieron ser explicados
como plataformas de aterrizajes de
antiguos astronautas -terráqueos o,
mejor aún, extraterrestres-. e incluso
como mojones para redistribuir los
campos de cultivo después de las
periódicas inundaciones del Nilo. La
explicación más difundida. sin embargo,
ha sido y sigue siendo todavía la de que
esas monumentales edificaciones no
fueron más que tumbas reales, moradas
eternas para los dioses vivientes del
Antiguo Egipto. “Son, además,
simplemente un elemento dentro de un
vasto complejo de construcciones, todas
las cuales estaban relacionadas en su
finalidad funeraria”, sostiene con
seguridad el doctor 1. E. 5. Edwards,
que fue Curador de Antiguedades
Egipcias en el Museo Británico de
Londres y es el máximo especialista en
el tema de las Pirámides.
Estratégicamente ubicadas entre el rio-
fuente de la vida-y el horizonte
occidental, donde muere el Sol, algunas
otras moradas eternas para “dioses
vivientes” ya fueron anteriores a la
época de las Pirámides. Concebidas
como lujosos palacios, esas “casas de la
muerte” contaban con depósitos de
provisiones, tesoros de alhajas y regalos
y lujosas cámaras funerarias con sus
sarcófagos. Estaban rodeadas, además,
de residencias funerarias menores para
los cortesanos del faraón.

Las pirámides -también la de Keops, no


sólo la más grande sino también la más
compleja, la que suscitó siempre los
mayores interrogantes-cumplen en
general con esos requisitos: todas se
levantan en la banda occidental del
Nilo, la morada tradicional de los
muertos; muchas tienen, o tuvieron, lo
que parecen ser sarcófagos de piedra; se
encontraron, en algunas de ellas, unos
pocos restos humanos no identificados y
sin fecha, y miles de tumbas
perfectamente comprobadas están
distribuidas alrededor de las pirámides
mayores como los cortesanos alrededor
de su rey. La mayoría de estas inmensas
construcciones tienen un largo pasadizo
de entrada, en plano inclinado, que
apunta hacia el norte, hacia el grupo de
estrellas que los antiguos egipcios
identificaron con sus dioses principales.
Pero, a pesar del exhaustivo trabajo de
los arqueólogos, no ha sido posible
hasta ahora encontrar, en los sarcófagos
encerrados en el interior de las
pirámides, la momia del faraón. Es claro
que surge de inmediato la hipótesis del
robo: ¿cómo es posible que, a lo largo
de tantos siglos y tantas civilizaciones
como pasaron por encima de las
pirámides, pudieran esas grandes tumbas
permanecer intactas? Sin embargo, no
sólo el sarcófago vacío de Sekhemkeht
apareció inviolado; otros pesadisimos y
monolíticos ataúdes, sellados durante
milenios, fueron encontrados sin mostrar
signo alguno de haber contenido un
cuerpo, o sus sudarios. Abdullah al-
Mamoun, un califa del siglo XIX que
parece haber sido el primero en penetrar
los complejos interiores de la Gran
Pirámide, describe con lujo de detalles
el sistema de macizos bloques de piedra
-tallados en forma de cuña-que sellaban
los inviolados pasadizos. Con la
seguridad de que nadie lo había
precedido, AlMamoun atravesó una y
otra barrera hasta alcanzar la Cámara
del Rey, para encontrarse sólo con un
ataúd de piedra sin tapa, vacio y sin
marca alguna.

Y, Sí NO ERAN TUMBAS, ¿QUE


ERAN ENTONCES?
“Es muy extraño -medita John Cooney,
el director de la Colección Egipcia del
Museo de Brooklyn-; yo también
suponía que las pirámides eran lugares
de inhumación. Esta sigue siendo,
todavía, la más fácil y la más racional
de las explicaciones. Con todo, la falta
de pruebas nos confunde. Además, los
egipcios no nos dejaron crónicas que
exp fiquen cómo o por qué se
construyeron las pirámides. Si no
estuvieran allí, tan evidentes como
siempre, hasta podríamos dudar de su
existencia”. Cada vez parecen menos
disparatadas ahora, las atrevidas
interpretaciones que sugieren la relación
con otras civilizaciones, provenientes
incluso hasta de otros mundos. Los
matemáticos del siglo XVIII ya se
maravillaron, por ejemplo, deque las
rigurosas proporciones de la Gran
Pirámide de Keops incorporaran -miles
de años antes de Pitágoras-los
elementos de la geometría pitagórica.
Después, los investigadores de la época
victoriana deslumbrados por la
fascinación que sobre su tiempo ejerció
todo lo egipcio no dejaron piedra sin
medir. Y buscaron extraños significados
cósmicos en las dimensiones de la Gran
Pirámide; en el ángulo exacto de su talud
(51 grados 52’); en su ubicación
justamente al sur del paralelo 300 y en
el meridiano que es la bisectriz del
Delta del Nilo; en sus rigurosas
alineaciones con el polo Norte y con
determinadas estrellas.

Charles Piazzi Smith, astrónomo escocés


de esa segunda mitad del siglo XIX,
demostró que los constructores de la
Gran Pirámide ya conocían el número a
Pi (3,1415), que expresa la relación
entre la circunferencia y su diámetro. Y
en las medidas de los pasadizos
interiores, Piazzi Smith creyó ver
asimismo los planes divinos con
respecto al mundo, con el anuncio
incluso del Segundo Advenimiento de
Jesucristo.

La Gran Pirámide de Keops, con sus


caras orientadas hacia los cuatro puntos
cardinales, pasó a ser considerada
también un inmenso calendario de
piedra, un almanaque de fórmulas y
medidas regulares y un modelo en escala
(reducido a ángulos precisos y a líneas
rectas) del hemisferio terrestre. Los
egipcios, quienes hubieran construido
este portento habrían conocido,
entonces, la forma y el tamaño de
nuestro planeta mucho antes de que los
griegos soñaran con alcanzar esos
descubrimientos.

Los fanáticos religiosos se atrevieron a


interpretar a la Gran Pirámide, además,
como una Biblia de piedra,
considerando sus galerías y ambientes
interiores como símbolos de los más
importantes acontecimientos de las
Escrituras, desde Adán hasta el
Apocalipsis. Aunque otros
investigadores más rigurosos, como el
astrónomo británico Richard Anthony
Proctor, desarrollaron la teoría de que
la más célebre de las Pirámides había
servido como observatorio astronómico
aun antes de su terminación: su Gran
Galería, antes de quedar cubierta, había
marcado exactamente el meridiano del
lugar para poder detectar los
movimientos del Sol, la Luna, los
planetas y las estrellas más visibles en
su marcha por los cielos. “Es que
mientras sobreviva la curiosidad del
hombre -llegó a afirmarse allí estará el
misterio de la Pirámide para
alimentarla.”
EXTRAÑOS GIGANTES

Las inmensas figuras parecen haber sido


dibujadas sobre el terreno sólo
pensando en quienes podrían verlas
desde el aire. Sin embargo, fueron
hechas en una época cuando nadie
soñaba, excepto Icaro, en remontarse
más allá de unos palmos del suelo. ¿Qué
oscuro afán llevó a los hombres que
poblaban las onduladas campiñas del
surde Inglaterra a inscribir en la roca
caliza esos gigantes con forma humana,
esos enigmáticos y estilizados caballos?
“Se trataba de conjuros mágicos -dicen
algunos investigadores refiriéndose a las
figuras humanas-, mediante los cuales
los mortales intentaban con graciarse
con sus dioses. ” ¿Y en el caso de los
caballos? “Quizás, una forma de rendir
pleitesía a un animal que había
modificado por completo el arte de la
guerra y el modo de vida de las
comunidades de la Edad del Hierro,
hacia el siglo X antes de Cristo. “Sin
embargo, pese a las explicaciones de los
arqueólogos e historiadores, el misterio
no se desvanece, pues no es fácil
entender qué llevó a los druidas a
realizar obras tan colosales.

Cada época intentó su respuesta. Para


los campesinos del medioevo, el dibujo
de Cerne Abbas, en Dorset, es el rastro
dejado por un gigante malvado que
asolaba la región, devorando niños y
ganado, hasta que un día se acostó a
dormir y fue sorprendido por los
lugareños. Estos aprovecharon la
ocasión y lo mataron, sin darle
oportunidad de usar su garrote. La
imagen, que mide 55 metros, está
ubicada muy cerca de unos terraplenes
levantados en la Edad del Hierro. En
ese lugar, denominado Trendle, se
celebraron durante siglos ceremonias
vinculadas con la fertilidad de los seres
humanos, el ganado y los cultivos. Los
campesinos se reunían alrededor de un
altísimo mástil, llamado el “poste de
mayo” y danzaban rituales de la
fertilidad. Tales ceremonias se
efectuaron hasta el siglo XVII en la
ciudad de Londres y hasta el siglo
pasado y comienzos del actual en zonas
rurales de Inglaterra, Gales e Irlanda.

El ritual es muy antiguo. Todos los años,


en el mes de noviembre, cuando

terminaba la época del pastoreo del


ganado, los antiguos celtas celebraban
una ceremonia llamada samain, durante
la cual se reunían y realizaban
sacrificios. Mientras duraba el samain,
el dios Dagda, identificado con los
hombres, se unía a una de las numerosas
diosas representantes de las fuerzas de
la naturaleza: Morrigan, la reina de los
Demonios, Boann, la deidad del agua
que emergía del río Boyne, Nemain, la
diosa terrorífica, o Maeve, que aparecía
bajo la forma de una yegua. Dagda era
un ser muy poderoso, de enorme fuerza y
apetito insaciable, siempre armado con
un gran garrote y portador de un caldero
mágico. Todo lo que introducía en ese
caldero se reproducía eternamente;
además, era fuente de juventud y de
inspiración.

En 1751, el historiador John Hutchins


escribió que el gigante de Cerne Abbas
había sido dibujado en la piedra caliza
“en tiempos de lord Holles”, es decir, a
mediados del siglo anterior. Pero los
estudios más recientes indican que lo
más probable es que el propietario de
las tierras durante el siglo XVII, el
mencionado lord Holles, hubiese hecho
restaurar la antigua figura inscripta por
los celtas mil años antes. Se ha llegado
a sostener que el gigante es una
adaptación local del dios grecorromano
Hércules, que también era representado
con un garrote en la mano. Refuerza esa
idea el nombre dado desde muy antiguo
al grandulón en la zona: Hellth, Helis o
Heil (probables deformaciones del
nombre Hércules). Es otra explicación
probable para el misterio, ya que los
romanos ocuparon extensas regiones de
Inglaterra y su influencia dejó su marca
en la religión y las costumbres locales.
Para los celtas, que habitaban el
territorio desde el siglo VI antes de
Cristo, el gigante que dibujaron en la
llanura de Cerne Abbas representaba a
Dagda. Otro de los dibujos de gran
tamaño hallados en Inglaterra es el
“hombre alto ” de Wilmington, del que
se cree fue tallado en la piedra caliza
hacia el siglo VI antes de Cristo. Aunque
se han hecho grandes esfuerzos
interpretativos, el “hombre alto”
mantiene intacto el misterio: a diferencia
del gigante de Cerne Abbas, no ha
podido ser identificado con ninguno de
los dioses del pobladísimo panteón
celta. En especial, porque no se entiende
qué representan los únicos elementos
ajenos a la figura humana: dos líneas
rectas, sostenidas por cada mano, que
van desde la cabeza hasta los pies. Si
fuese una imagen de San Pablo, como se
ha dicho, debería ser más tardío,
obviamente posterior a Cristo. Pero
también se adujo que podría ser un
“agrimensor” prehistórico, portador de
las varas utilizadas para determinar

líneas del terreno. En toda la región


abundan los caballos inscriptos en la
piedra. El caballo blanco de Uffington,
en Oxfordshire, mide más de 100 metros
de largo y su estilizado diseño llevó a
muchos a considerarlo el mítico dragón
que fue muerto por San Jorge, el patrón
de Inglaterra.

Esa opinión encuentra apoyo en la


cercanía de la colina donde, según la
leyenda, el santo acabó con el monstruo
fabuloso. Para los historiadores de la
cultura celta, el caballo de Uffington
sería una yegua, representación de

la diosa Epona, también conocida como


Maeve o Macha, la madre tierra,
emparentada con la diosa Manu de la
India.

Figuras similares se hallan en Alston y


en Cherhill, del condado de Wiltshire.
Pero todas ellas sonde difícil datación,
ya que no aparecen asociadas con otros
elementos de la época que pudiesen
ayudar a ubicarlas cronológica-mente.
Menos misterioso es el célebre caballo
blanco de Westbury, en la región de
Salisbury. Se sabe que adquirió la forma
actual en 1778, cuando el noble
propietario del terreno ordenó
“restaurar” una imagen antigua muy
deteriorada. Según un dibujo de 1772, la
figura anterior se parecía bastante en su
estilo a los caballos de Uffington, Alston
y Cherhill. El folklore británico
conserva

rastros de los antiguos cultos de la


fertilidad.

Hasta no hace mucho, las campesinas


solían pasar la noche sobre el órgano
reproductor del gigante de Cerne Abbas,
seguras de que su influencia les
facilitaría la gestación. Asimismo, las
muchachas solteras, en busca de marido,
se instalaban toda la noche dentro del
contorno del gigante. Al parecer, la

síntesis entre las creencias druídicas y


la religión romana no cedió fácilmente
su lugar al cristianismo. Hasta la época
de la reforma protestante, durante el
reinado de Enrique VIII, los monjes
católicos se vieron impelidos a aceptar
e integrar los mitos y costumbres
lugareños, en particular los ritos
referidos a la fertilidad. Quizás ello
explique otro misterio: cómo los dibujos
paganos no fueron considerados
imágenes demoniacas -y
consecuentemente destruidos-por la
nueva religión que se propagó en las
islas británicas después de la muerte de
Cristo.

LA CIENCIA QUE ESTUDIA DONDE


CONVIENE VIVIR

Sobre una suave colina cubierta de


musgo se alza un pino de ramas
retorcidas. El sutil verdiazulado de sus
agujas armoniza con el tono esmeralda
de una roca opaca cuyos bordes
irregulares aparecen recortados contra
el horizonte. Más alía, una esbelta
pagoda se eleva, escalonada, hasta el
cielo. Al pie de la colina corren las
aguas tranquilas de un arroyo. Al fondo.
entre la niebla, las montañas. ¿Es un
paisaje pintado o es un paisaje
verdadero? No importa mucho, ambos
son intercambiables. En cualquier caso,
es un lugar donde la armonía entre los
elementos naturales y los colocados allí
por el hombre se hace realidad. Es un
lugar tocado por la varita mágica del
Feng-Shui, el antiquísimo arte chino de
la geomancia. El arte de elegir el lugar
apropiado.

Feng-Shui quiere decir “viento y agua”,


las fuerzas naturales que transcurren
entre los accidentes terrestres y a los
cuales debe tener en cuenta el hombre
cuando quiere instalarse, ya sea para
vivir, para desarrollar actividades o
para el descanso eterno. Según los
principios de la geomancia, la suerte de
cada uno, en la vida terrena o en la
celestial, depende de la observancia de
ciertas reglas al elegir dónde vivir O
dónde establecer la tumba. Se dice que
la ciudad de Hong Kong debe su actual
prosperidad a una localización regida
por el Feng-Shui. Antes, mal ubicada,
era víctima de ataques de piratas y
conquistadores extranjeros.

Cinco factores determinan el sitio


adecuado.

El primero es Loong, el dragón, que


corresponde a las necesarias
ondulaciones del terreno, ya que un
espacio plano es considerado nocivo. El
segundo es Xue, la oquedad, relacionada
con los cimientos, el tipo de terreno y su
estabilidad: es el aspecto que el
geomántico considera más difícil de
encontrar. El tercero es Sha, la arena, el
paisaje. El cuarto es Shui, el agua. Y el
quinto es Xiang, la orientación. Todos
estos factores son combinados por el
experto en geomancia con la carta astral
de su consultante y puestos de acuerdo
con el horóscopo que resulta. Sólo así
se podrá establecer un buen equilibrio, o
Ch’i (el aliento cósmico), entre las
fuerzas del yin y el yang, evitando el Sha
Ch’i (el aliento de la desgracia).
Pero la geomancia no sólo se ocupa de
determinar la localización. También
estudia los elementos de la decoración y
sus colores. El dragón, símbolo
benéfico, es una figura imprescindible
en todo edificio chino pues, junto con
los espejos y los tigres blancos, desvía
las malas influencias. Asimismo, el
color rojo (representa el yang o
principio activo) es muy apreciado,
mientras el amarillo es el símbolo de la
tierra, vinculado al yin o principio
pasivo.

Y así como el verde significa


crecimiento y longevidad, el blanco es
símbolo de pureza. Pero se lo utiliza
poco, ya que también es el color del luto
y la penitencia.

LA ISLA DE LAS ESTATUAS


VIVIENTES

La primera vez que la remotísima isla


atrapó la atención del mundo exterior
fue el domingo de Pascua de 1722 -de
alli su bautismo occidental-, cuando el
holandés Jacob Roggeveen avistó sus
escarpadas costas: descubrió una isla
más o menos triangular, con un volcán
en cada uno de sus ángulos. Los isleños
se acercaron nadando “como delfines”
hasta los navíos, y con gran destreza y
velocidad despojaron de sus gorras a
los marineros. Luego, un grupo de
holandeses desembarcó, inspeccionó
rápidamente los alrededores y partió sin
más trámite. Roggeveen escribió en su
diario que “las figuras de piedra,
notablemente altas, nos intrigaron
mucho” y “los nativos, igual hombres
que mujeres, estaban cubiertos de arriba
a abajo, por delante y detrás, con
elaborados tatuajes de colores”. En
1770, un marino español llamado
Aguero desembarcó en Pascua y dejó
apuntado en su diario: “Queda mucho
para resolver sobre este tema”. Cuatro
años más tarde, el famoso capitán James
Cook ancló frente a Pascua y se quedó
algunos días. Uno de sus tripulantes
observó que ciertos nativos tenían
perforados los lóbulos de las orejas, y
que de ellas colgaban unas chapas
metálicas que las estiraban casi hasta la
altura de los hombros; otro informó que
los isleños “son expertos ladrones y
sólo con dificultad pudimos conservar
loS sombreros sobre nuestras cabezas”.
La fragata del explorador francés La
Perouse pasó un día entero en Pascua, en
1786. “Ahora se cuáles son sus ideas
sobre si mismos y sobre el respeto que
les merece la propiedad escribió
indignado el médico de a bordo; su
conducta hacia nosotros demuestra la
poca consideración que tienen hacia la
propiedad de los extranjeros, se
aficionaron tanto a nuestros sombreros
que en pocas horas nos despojaron de
ellos, y después nos miraban y se reían
como escolares traviesos”.

Por aquellos primeros exploradores se


supo que los primitivos isleños vivían
en curiosas casas con forma de casco
invertido.

Cuando Cook y su gente pisaron Pascua,


la mayor parte de las colosales y
enigmáticas estatuas estaban derribadas,
con sus rostros aplastados contra el
suelo, “muchas de ellas volcadas sobre
pozos cavados especialmente con ese
fin, como si los nativos hubieran querido
eliminarlas del todo, hacer como si
jamás hubieran existido”, escribieron en
el diario de viaje. Varias de las estatuas
habían sido golpeadas sobre piedras
agudas que quebraron sus delgados
cuellos, dejándolas decapitadas. “Los
primeros europeos encontraron un
reducido grupo de nativos que vivía
entre las ruinas de sus antiguas y
espectaculares obras, ignorándolas
olímpicamente”, concluía. ¿Qué había
ocurrido? ¿Cómo se explica que un
pueblo destruya con furia sus
realizaciones, su propia cultura? Estas
preguntas, todavía sin definitivas
respuestas, contienen y alientan otro de
los grandes misterios de la isla de
Pascua. Dice la leyenda que un heroico
jefe, Hotu Matu’a, fue el primer ser
humano que puso pie en la isla: venía
escapando de su patria, algún lugar
ubicado muy lejos hacia el oeste, en un
enorme catamarán cargado hasta el tope
con sus adictos, pollos y rizomas de
taro, la planta que les sirvió para
alimentarse. Pero la leyenda no explica
de dónde y de qué escapaban Hotu
Matu’a y su gente. Unos creen en una
calamidad natural, otros en una guerra
civil; la mayor parte de los
investigadores se inclina por suponer
que el lugar de origen fueron las islas
Hiva -Nuku Hiva, Fatu Hiva e Hiva Oa,
que son parte de las Marquesas y están
3.400 kilómetros al noroeste de Pascua;
pero el arqueólogo noruego Thor
Heyerdahl trató de demostrar -no sin
argumentos-que los primeros habitantes
de Pascua llegaron desde el este, desde
la Sudamérica preincaica, acarreando en
sus balsas la batata y la totora (juncos)
que medran con profusión alrededor de
los lagos cráteres de la isla.

Los vínculos que se han logrado


establecer entre los nativos de las
Marquesas y los de Pascua son sin duda
notables: los idiomas y los artefactos -
sobre todo anzuelos y pequeñas azadas
para labrar la tierra son similares, y

el detalle que más intriga-en las junglas


húmedas y umbrías de las Marquesas se
encuentran rechonchos hombres de
piedra instalados hasta la eternidad; son
figuras muy diferentes a las gigantescas
cabezas talladas de Pascua, pero acaso
ocultan una misma línea de tradición
escultórica nacida en los orígenes de los
pueblos polinesios.

Nadie ignora que fueron y siguen siendo


esas estatuas, los moai, la principal
atracción y el supremo enigma de
Pascua. Hay unos dos centenares
repartidas por la isla, y algo menos de
30 recuperaron su grandeza original:
fueron los arqueólogos los que
reinstalaron las cabezas en sus altares
de piedra. Otras yacen todavía de cara a
la tierra, y otras están desparramadas
alo largo de caminos, a todas luces
abandonadas mientras se las
transportaba hacia algún lugar
determinado; muchas más, en fin, se
encontraron en Rano Raraku, el volcán
extinguido donde se las esculpía. Las
cabezas fueron entronizadas por los
nativos en plataformas con rampas de
hasta 150 metros, especie de templos
religiosos llamados ahu, de los que hay
unos 250 en la isla.

Hoy día, casi todos los nativos de


Pascua viven en la población de Hanga
Roa, pero hasta hace unos pocos años no
tenían otra opción: casi toda la
superficie de la isla supo ser arrendada
por una empresa de ovejeros chilenos
que decidieron, en lugar de cercar los
campos de pastoreo, cercar el pueblo y
dejarle a los animales el resto del
territorio. Los pobladores necesitaban
un permiso especial para salir de Hanga
Roa; la concesión a los ovejeros cesó en
1952, y la isla fue restituida a sus
habitantes.

Hoy la mayor parte de los isleños habla


castellano -la isla de Pascua pertenece
actualmente a Chile, pero también el
rapa nui, melodiosa lengua de la
Polinesia que se adapta de maravillas al
siglo XX: al jeep, por ejemplo, lo
llaman sipi, lo que se pronuncia
“sheepy”. Ellos no tienen nombre oficial
para distinguir su isla de otras tierras, ya
que no conocieron ninguna: han
bautizado cada piedra, bahía, colina o
cueva, pero no a la misma isla. Algunos
le decían Te Pito o Te Henua, esto es,
“Ombligo del Mundo”, pero ahora la
llaman Rapa Nui o, directamente, Isla de
Pascua, en español. El paisaje -por
momentos-tiene marcada semejanza con
esos campos incultos y abiertos de
Inglaterra, los moors: suaves colinas
barrida por los vientos, cubiertas de
pasto corto y grueso y manchadas por
las sombras fugaces de las nubes que
pasan.

Introducidos desde Sudamérica en la


década de 1920, los gavilanes
prosperaron y compiten con las aves
nativas: se asientan en peñascos y
árboles, y planean cerca de los viajeros
mirándolos con ojos cargados de rencor.
Que los nativos fueron consumados
constructores, no sólo de moai y ahu, no
hay duda: los caminos de Pascua están
sembrados de antiquísimas estructuras
de piedra, tumbas, crematorios, corrales
circulares, torres cónicas que señalaban
límites terrestres, cuevas cerradas con
muros de mampostería que sirvieron
como viviendas, y hasta gallineros. De
lejos, el volcán Rano Raraku parece una
ballena encallada a la que le devoraron
sus flancos: generaciones de escultores
redujeron notoriamente su masa
montañosa. Los senderos dan vueltas
hacía arriba, y desembocan en las
estatuas asentadas sobre el flanco
occidental; la mayoría están sin
terminar, enterradas entre los escombros
de la cantera, en un clima
fantasmagórico que alentó
especulaciones sobre la acción de una
civilización desaparecida -la Atlántida-
o la visita de extraterrestres. Floyd
Thompson, joven voluntario del Cuerpo
de Paz de los EE.UU., que trabaja
integrado al servicio chileno de parques
nacionales, asegura que “el misterio no
es cómo tallaron las figuras, sino cómo
las bajaron de la montaña una vez
terminadas”. Hay más de 200 esculturas
en la cantera, la más grande de ellas -sin
terminar-de 21 metros de largo; erguida,
superaría a un edificio de seis pisos.
“La conclusión más lógica me parece
irrefutable -dijo Thompson-en
determinado momento el trabajo, que
debió emplear a muchísimos hombres
porque había una cantidad de cabezas
haciéndose simultáneamente, se detuvo.
Da la sensación de que un día todos los
trabajadores dejaron sus herramientas,
se fueron y no regresaron más.” Durante
los primeros años de estudios
arqueológicos en Pascua, los isleños se
mostraban capaces de responder las
preguntas de los investigadores. Sabían,
al parecer, cómo y para qué se habían
tallado las estatuas, y hasta podían
explicar ciertos misterios aparentes.
Pero cuando les preguntaban de qué
manera los monumentos habían llegado a
sus lugares de emplazamiento,
contestaban: “Caminando”. Y la
respuesta -reiterada sin más agregados,
siempre igual quebraba el entusiasmo de
los antropólogos. De tan sugestiva
respuesta nacieron, seguramente, las
rebuscadas teorías que van de la
“antigravedad” a la colaboración
extraterrestre.

Está claro que las estatuas no pudieron


ser arrastradas, por su gran peso, ni
transportadas en rodillos hechos con
árboles, por su cantidad insuficiente.
Alguien sugirió que los primitivos
pascuences lubricaron sus carreteras
macerando el taro, cosa difícil de
imaginar. Mulloy elaboró una
explicación bastante lógica: las llevaban
atadas en unos trineos formados con
grandes troncos de árboles, que se
movilizaba alzándose y cayendo
sucesivamente, tirados por delante y
detrás por hombres con cuerdas. Es, de
todos modos, una suposición más. El
traslado de las enormes y enigmáticas
cabezas sigue siendo un misterio. Sobre
la ladera del Rano Raraku que mira
hacia el mar, hay una fila

-parcialmente subterránea-que suma


medio centenar de casas de piedra. A un
costado, la pared del cráter cae a pico
hasta un lago plagado de totoras; hacia
el otro, un escarpado precipicio de 300
metros se precipita hasta las olas del
Pacífico, que se estrellan con estrépito y
sin descanso contra las rocas. Enfrente
hay tres islotes. Esto es Orongo, la sede
de lo que fue en la década de 1860 el
ritual religioso más importante de la
isla, el Festival del Hombre-pájaro. El
culto del Ave, que logró desplazar a la
talla de estatuas como dogma y práctica
religiosa, veneraba a un dios-creador
llamado Makemake y se ejercía
mediante un extraño ritual: anualmente,
cierta cantidad de voluntarios nadaba
hasta el más alejado de los islotes y
esperaban, a veces durante días,
escondidos en cuevas, que llegaran a
anidar las golondrinas de la primavera;
el primer hombre que encontraba un
huevo nadaba de vuelta -a través de
aguas infestadas de tiburones y luego de
trepar la escarpada ladera del volcán,
entregaba el huevo -intacto-y era
consagrado Hombre-pájaro hasta la
siguiente primavera. Al Hombre-pájaro
le afeitaban el pelo, las cejas y las
pestañas, lo pintaban de rojo y negro, y
lo recluían durante el año en una choza
aislada donde adquiría sabiduría,
paciencia y poder. Luego, pasaba a ser
un personaje venerado.

En la parte norte de Pascua está el


zanjón de Poike, el sitio donde
presumiblemente se libró la batalla
definitiva de la guerra que enfrentó a los
dos pueblos de la isla, los Orejas Largas
y los Orejas Cortas.

Parece claro que hubo dos oleadas de


inmigrantes que llegaron a Pascua, y que
los dominantes -a juzgar por las
alargadas orejas de los moai-fueron los
Orejas

Largas, que sometieron a los Orejas


Cortas a la esclavitud y cavaron una
trinchera protectora, repleta de madera
seca, para protegerse por el fuego de
una eventual rebelión. Cuenta la leyenda
que los Orejas Cortas lograron
infiltrarse al otro lado del zanjón y
cierto día se sublevaron y derrotaron a
sus capangas, arrojándolos a todo,
incluidos niños y mujeres-al ardiente
zanjón. Suena a fábula, pero lo cierto es
que los arqueólogos que excavaron el
lugar encontraron una capa del suelo
oscurecida por el fuego y con elevada
proporción de carbón de leña y las
pruebas de carbono 14 determinaron que
el incendio se produjo hacia 1680, fecha
que coincide con la tradición oral de los
isleños. Haya ocurrido así o no, la
batalla del zanjón de Poike desató la
violencia e inauguró siglos de desdicha
para la isla. Los nativos se
desparramaron en grupos que tenían ahu
y moai propios y combatían entre ellos,
desacralizando a los ídolos de los
vencidos. Cultivar el taro se convirtió
en tarea insegura, y las cosechas se
redujeron a un mínimo. Pascua es acaso
el único lugar donde el canibalismo
careció de un sentido mágico o
religioso: se comieron entre ellos por
hambre, simplemente. Los nativos
terminaron viviendo -siempre acosados-
en la infinidad de cuevas que perforan la
isla como panal de abejas: sólo salían
de allí para matar, o -según las
crónicas-para robar sombreros cuando
acertaba a anclar algún navío del otro
mundo. Y en buena medida seguían
viviendo así a mediados del siglo XIX,
cuando llegaron los primeros misioneros
a procurar la paz. Thor Heyerdahl
sostuvo -contra la creencia más
generalizada-que los Orejas Cortas y los
Orejas Largas no eran dos facciones de
origen polinesio, sino dos grupos
humanos de muy distinta procedencia.
“Pascua fue descubierta y colonizada
por lo menos dos veces”, escribió. La
identificación de los dos bandos -
llamados Hanau Eepe y Hanau Momoko
en idioma local se complica por un
curioso rompecabezas que surge al
traducirlo del rapa nui. “Eepe” significa
corpulento, pero suena epe, que significa
lóbulo de la oreja. Es posible dicee
Heyerdahl que la distinción se hiciera
entre gentes de distinta contextura física:
los delgados polinesios (Momoko) y los
rechonchos sudamericanos (Eepe).
Quizás las orejas largas y cortas sean
sólo una pista falsa.

De acuerdo con la leyenda, el catamarán


de Hotu Matu’a tocó tierra en el lado
nordeste de Pascua, en una playa
llamada Anakena, palabra que significa
julio, probable mes de llegada de los
polinesios, ya que los vientos de la
época favorecen la navegación desde las
Marquesas. Mulloy acumuló datos para
demostrar que se construyeron varías
generaciones de ahu en Anakena, unos
sobre otros, y que sin duda “es el lugar
más antiguo de la isla”.

Por otra parte, es relativamente reciente


(1978) el descubrimiento de trozos de
coral blanco que, al ser unidos entre si,
forman un objeto curvo de 35
centímetros con un agujero en su centro:
lo notable es que la pieza ensambla
exactamente en las cuencas de los ojos
de las estatuas, dotándolas de una
fantástica sensación de vida. Sumados a
los copetes de piedra colorada que
algunos moai lucen sobre sus cabezas,
como sombreros, el significado de
aringa ora, esto es, “rostros vivientes”,
como fueron llamadas las estatuas
antiguamente, cobra pleno sentido.

Las enigmáticas y severas cabezas de


Pascua no lograron evitar -y acaso
provocaron-la desintegración social de
la isla. De una población total que puede
estimarse en 10 mil personas, sólo
sobrevivió un puñado. En 1862, los
negreros peruanos se llevaron a los
hombres las mujeres útiles a las minas
del Perú, donde muchos sucumbieron;
los que lograron regresar, trajeron a la
isla la lepra y la viruela. En 1877, la
población estaba reducida a 110
habitantes. En 1888, la isla de Pascua se
anexó a Chile, y gracias a alimentación y
cuidados médicos la población nativa
logró finalmente sobrevivir. ¿Qué dicen
los signos jeroglíficos tallados en
tablillas de madera según el Kohau
rongo rongo, que es el antiguo sistema
de escritura de los isleños? ¿Por qué,
después de seis siglos de esculpir moai,
los nativos adoptaron de la noche a la
mañana el culto del Pájaro? ¿Cómo se
explican las sangrientas guerras civiles
que duraron medio siglo y devastaron la
isla? En Pascua, la falta de respuestas
sigue vigente.
ANGKOR VAT
Las elevadas torres con forma de
capullo de loto del templo de Angkor
Vat dominan, imponentes, el territorio
que circunda a la antigua ciudad
imperial de Angkor, la gran metrópoli
jmer. A su alrededor, todo es silencio.
La antigua capital de un poderoso
imperio desvanecido en la oscuridad del
tiempo descansa de sus glorias pasadas,
poblados sus templos por el recuerdo
del dios Siva, el creador. Pero Angkor
Vat no estaba dedicado a Siva sino a
Visnú, el dios de la sabiduría y el
conocimiento. Porque no es sólo el
templo más grande del mundo. También
es un recinto destinado a la observación
astronómica, alineado con el templo de
Prasat Kuk Bangro, a mas de 5
kilómetros de distancia, con extremada
precisión. Un misterioso santuario
cósmico que resurgió del olvido 150
años atrás. ¿Por qué desapareció de
pronto, devorada por la selva, la
deslumbrante civilización jmer que llegó
a dominar en sus momentos de máximo
esplendor-lo que después fue Vietnam
del Sur, Laos, gran parte de Tailandia y
toda Camboya?

Los misioneros portugueses y franceses


que en el siglo XVII se aventuraron por
las impenetrables selvas de la Península
Indochina; el sacerdote Charles-Emíle
Boullevaux que se deslumbró ante estas
minas en 1850; el naturalista francés
Henri Mouhot que las recorrió diez años
después, y finalmente el grupo dirigido
por Louis Delaporte que inició los
sistemáticos trabajos de investigación,
en 1871-ya se plantearon el enigma:
¿cómo y por qué desapareció, hasta ser
olvidado por sus descendientes, el
esplendor y el poder de la gran ciudad
de Angkor?

Después de décadas de limpiar la selva


y eliminarlos matorrales que cubrían las
estupendas construcciones de piedra;
después de estudiarlos bajorrelieves y
descifrar las inscripciones en sánscrito,
en chino y en jmer; los especialistas
llegaron a conocer bastante sobre el más
brillante período de la historia de
Camboya. Pudieron sabor, por ejemplo,
que aunque el Sudeste Asiático había
conocido refinadas civilizaciones, ya
mil años antes de Cristo, allí no se
levantaron grandes ciudades hasta el
siglo VII de nuestra era. Y que fueron
los jmer, precisamente un pueblo
trashumante llegado, con toda
probabilidad, desde la India, quienes
iniciaron el glorioso período del gran
imperio camboyano.

Llegados a Indochina hacía el siglo V de


la era cristiana, los jmers ya habían
levantado ciudades y templos de piedra
cuando, en el siglo IX, inicaron la
construcción de Angkor Thom, que llegó
a ser el centro de su poder y su cultura.
Construida en las inmediaciones del
lago de Tonlé Sap (gran espejo de agua
que fonna parte del río Mekong y actúa
como embalse regulador natural del
principal curso de agua de Indochina, ya
que su extensión oscila entre los 2.300 y
los 10.000 kilómetros cuadrados de
superficie según sea la estación, seca o
lluviosa), la nueva ciudad parecía
llamada a florecer eternamente: el Tonlé
Sap, extraordinariamente rico en pesca,
brindaba y sigue brindando la mayor
parte

del alimento para la abundante


población de la zona. Los campos
circundantes, fertilizados durante
milenios por los aluviones del río,
daban tres y hasta cuatro cosechas de
arroz al año gracias a las importantes
obras de riego construidas por los
jmers. Los trabajos de limpieza de la
selva permitieron ubicar recientemente
los importantes canales que datan del
siglo IX, junto con dos grandes
depósitos -al este y al oeste de la
ciudad, cada uno de los cuales podía
almacenar más de siete mil millones de
litros de agua para regar los fértiles
campos durante los seis meses en que el
monzón se muestra esquivo. Las
riquísimas selvas indochinas, además,
brindaban las maderas principalmente la
resistente teca con que se construyeron
las viviendas para el más de medio
millón de habitantes que hormigueó en
las bien trazadas calles de Angkor
alrededor del año 1000. Se calcula que
por esa época -plena Edad Medía
europea-la misteriosa ciudad de
Indochina tiene que haber sido la urbe
más populosa del planeta.

Después de haber conquistado gran


parte de la península Indochina, los
jmers que habían llegado de la India
siendo devotos del dios hindú Siva
abrazaron posteriormente el budismo,
especialmente su nueva variante
hinayana. Y que la doctrina de la
renunciación se apoderó de ellos hacía
fines del siglo XI II, debilitando las
ambiciones militares de los
constructores del imperio.

Las primeras ciudades-estado


organizadas por los jmers habían sido
unificadas por Jayavarman II,
aparentemente el iniciador de la
grandeza de Angkor. Este belicoso
adorador de Siva liberó a su pueblo de
los tributos impuestos por los
dominadores javaneses e impuso el
culto del rey-dios: él mismo afirmaba
ser una suerte de encarnación de la
energía creadora de Siva y como lo
siguieron haciendo sus sucesores se hizo
construir un templo especial en el que
habría de alojarse su lingham, el
símbolo fálico de su autoridad. Toda esa
magnificencia se derrumbo, sin
embargo, cuando el renunciamiento
budista se apoderó de los aguerridos
jmers. Según esta interpretación, los
ejércitos tailandeses que atacaron
Angkor en la primera mitad del siglo XV
pudieron saquear la ciudad y destruir el
reino sin encontrar más resistencia que
la del ejército profesional: la gran masa
de la población había sido ganada por el
pacifismo, el altruismo y la resignación
budistas. El imperio no pudo
recuperarse jamás. Pero la actitud de
abandono ante el destino no se había
apoderado solamente del pueblo bajo.
Jayavarman VII, sucesor de los
anteriores soberanos jmers, constructor
de innumerables monasterios y
encargado de finalizar los vastos y
complejos edificios de Angkor Vat,
entregó, en la cúspide de su gloría, el
reino a su hijo, Indravarman II. En 1201
se recluyó en un monasterio budista para
terminar su vida con el triple cordel que
representa los votos de pobreza,
humildad y obediencia.

Durante dos centurias más, Angkor


siguió reteniendo su brillo de gran
capital, centro del comercio, las artes y
la religión en la península Indochina. No
había ciudad que con ella rivalizara en
riquezas. Pero su gloria empezaba a
parecerse ya a la de una gran capital que
vive sólo de pasados esplendores. Y a
la resignación budista de los ya
envejecidos jmers vino a sumarse el
creciente espíritu bélico de los thai, el
pueblo que comenzaba a edificar la
actual Tailandia sometiendo a sus
vecinos.

“Mil elefantes cargados de oro, joyas,


mujeres, lujoso mobiliario, imágenes y
piedras”, conformaron el botín que de
acuerdo con un testimonio de los
vencedores rubricó la destrucción de
Angkor. A partir de entonces, las ruinas
pasaron a ser sitio de peregrinación para
brahmanes y budistas que se dieron a
visitar los restos de tanta gloria
imperial. Hasta que gradualmente la
selva volvió sobre sus derechos:
Brahma, Visnú, Siva; hasta el dulce
Gautama cayó también bajo la naturaleza
victoriosa.

Las nuevas generaciones camboyanas


llegaron a olvidar la vieja historia. Sólo
quedó, ya borroneada en las antiguas
piedras, una impresionante profecía
jmer: “Entre las selvas se ocultarán las
ruinas de nuestras ciudades -dice
todavía-; en los valles y junto a los ríos
se perderán los huesos de nuestra gente.
Nuestro reino no será más que polvo,
ceniza y desolación. Pero nuestra gloria
volverá. Algún día, desde el otro lado
del mar llegará un hombre de una nueva
raza que retomará el hilo de nuestra
historia, levantará otra vez nuestras
ciudades y convertirá a Angkor,
nuevamente, en la maravilla del mundo”.

Otras interpretaciones, sin embargo,


atribuyen la decadencia y el fin de
Angkor a causas internas: a los excesos
de organización de una sociedad
demasiado estructurada que llegó en
medio del delicadísimo equilibrio de
esa jungla tropical-a quebrar incluso las
leyes de una ecología que la humanidad,
por aquel entonces, ni siquiera
adivinaba. Del mismo modo -por otra
parte-ha llegado a explicarse la no
demasiado comprensible decadencia de
Babilonia, de Roma o de las ciudades
mayas: al agotamiento de sus campos
agrícolas circundantes.

El diplomático chino Cheu-Ta-Ouan,


que llegó a Angkor en el siglo XIII a
través de la Ruta de los Mandarines
viajando como embajador del
emperador Cheng Song, describió
muchos detalles de la orgullosa Angkor.
Con su caravana de camellos, elefantes,
palanquines y guardias, el embajador se
encontró de pronto, casi en medio de la
selva, con la imponente Puerta Surde la
ciudad. “Cinco grandes rostros del
Señor Buda coronan esa Puerta -
escribe-; cuatro de ellos, en cada uno de
los lados de la gran torre. El cuarto,
sobre su cúpula de oro.”

Después, Cheu-Ta-Quan pasó a relatar


las costumbres y la molicie de las clases
privilegiadas de Angkor, comenzando
por las de su monarca. “El Gran Rey
prosiguió-tiene una esposa privada que
vive en habitaciones contiguas a sus
propios aposentos, y otras cuatro que
habitan en departamentos separados,
construidos hacia los cuatro puntos
cardinales con respecto a la alcoba del
soberano. Sobre sus concubinas no tengo
información; pero he oído decir que

llegan a cuatro mil. Toda la gente de


Angkor es muy aficionada a los
perfumes -decía-.

Cubren su cuerpo con unguentos de


sándalo y almizcle, y son muy
cuidadosos de sus personas. Las clases
superiores tienen muchos sirvientes:
hombres y mujeres salvajes que
compran jóvenes y educan para realizar
todo tipo de tareas. Llaman a esos
esclavos chuang, que quiere decir
‘ladrones’. Esos chuang no se atreven a
mostrarse solos en las calles. El término
es tan degradante que, usado entre
hombres libres, es considerado un
insulto mortal”

Esa sociedad tan duramente estratificada


había construido una ciudad perfecta;
rigurosamente cuadrada como Babilonia
y además cortada por dos grandes
avenidas que no se unían en el mismo
centro del cuadrado porque allí se
levantaba el Bayon (un templo de lineas
más pesadas y macizas que las del
Angkor Vat), originalmente dedicado al
santo budista Lokesvara y consagrado
después a Siva, cuando el hinduismo
volvió a predominar entre las capas
superiores de la sociedad. Más de tres
kilómetros de largo tiene cada uno de
los lados del cuadrado que formaba la
ciudad de Angkor Thom. Una sólida
torre se ubicaba en cada ángulo; en el
medio de cada paño de muralla, una
puerta, que coincidía con cada una de
las calzadas que llevaban hasta el
Bayon. Una quinta puerta, abierta hacia
el río, marcaba el acceso directo al
Palacio Real. Impasibles gigantes de
piedra e imponentes serpientes de siete
cabezas, erguidas como una cobra lista
para atacar, vigilan todavía las avenidas
interiores de la ciudad.
Los recargados estilos de la arquitectura
de la India dominan las construcciones
liberadas de la selva; sin embargo, en
cada detalle, desde las enormes
pilastras cuadradas hasta los esbeltos
balaustres torneados que filtran la luz
del trópico hacia las galerías de los
patios interiores se adivina la antigua
oonstrucción de madera que precedió a
estos monumentos de piedra puestos allí
para siempre.

Es que la orgullosa civilización de


Angkor parece haberse apartado de las
leyes de su ambiente también en esto.
Nacida en las tierras del monzón, donde
la naturaleza impone rígidamente seis
meses de humedad y otros tantos de
sequía, la gran ciudad de los jmer
decidió alterar aquellos ritmos para
alimentar a la Babilonia del Extremo
Oriente arrancando a las tierras del
Mekong una y otra cosecha de arroz, sin
solución de continuidad. Pero saben,
ahora, los expertos agrícolas que, sobre
todo en las zonas tropicales donde todo
nace y muere mucho más rápidamente y
los campos no acumulan materia
orgánica de reserva, el monocultivo
sostenido lleva al empobrecimiento de
la tierra. Y las inundaciones del monzón
bien pueden haber sido una de las
causas de la decadencia de Angkor. Una
vieja leyenda budista lo sugiere con
bastante claridad. Según esta historia,
uno de los orgullosos soberanos del
imperio condenó a morir ahogado en el

Tonlé Sap al hijo de un sacerdote que


había ofendido a la familia real. El
hecho produjo la irritación de unas de
las principales divinidades de Angkor:
el dios-serpiente, el monstruo de siete
cabezas cuya esfinge de piedra sigue
vigilando las avenidas de la ciudad. Y
el dios ordenó al lago que subiera sobre
sus orillas destruyendo a la altiva
capital. Año tras año, el Mekong sigue
inundando las fértiles llanuras que
alguna vez alimentaron a la ciudad de
Angkor. Ahora nunca llega hasta las
ruinas. Pero se cree que en aquel
entonces el lago estuvo mucho más cerca
de la ciudad de los canales, y que alguna
inundación extraordinaria bien puede
haber arrastrado las frágiles viviendas
de madera habitadas por el conjunto del
pueblo.

Se barajan, también, algunas otras


hipótesis. Una gran rebelión de los
esclavos puede haber franqueado las
fronteras del imperio a los ambiciosos
tailandeses, así como los campesinos
endeudados abrieron a los bárbaros las
puertas de Roma. La molicie y los
vicios que ganaron a las clases
superiores tienen que haber minado,
asimismo, el espíritu nacional de
Angkor y la confianza del pueblo en sus
dirigentes. Son distintas causas que
podrían haber actuado, por cierto, en
forma combinada. Pero el hecho cierto
es que hacia mediados del siglo XV,
cuando Europa estaba saliendo de la
Edad Media e iniciando la era de los
Grandes Descubrimientos, el gran
imperio camboyano no sólo se extinguió
sino que fue hasta físicamente cubierto
por la selva, al punto de que sus mismos
descendientes tuvieron que esperar la
llegada de los europeos para empezar a
develar parte de su enigmático y
glorioso pasado.
GLOSARIO DE
LUGARES
MISTERIOSOS
AMERICA
El Panecillo

Ecuador. Se encuentra a 183 metros al


norte de la antigua ciudad de Quito, la
capital. La obra, edificada por los incas
hacia el 1500, es una inmensa atalaya
construida con forma de colmena a la
que solamente se puede ingresar por un
túnel que penetra en la tierra. En lo alto
del observatorio existe una pequeña
abertura que permite el paso de la luz
del sol. Su llamativo diseño y su
ubicación, en la segunda ciudad más alta
del mundo, alimentan el enigma.

Monte Alban

México. Con este nombre se identifica


el complejo de edificios ceremoniales
construidos seiscientos años antes de la
Era Cristiana en una montaña que se
levanta al sur de Teotihuacán. Entre sus
antiguos cimientos se puede identificar

a la estructura más extraña del mundo


antiguo: una mole que no tiene ni dos
ángulos ni dos lados iguales. Algo más:
sus losas exteriores tienen jeroglíficos y
símbolos que aún no han podido
descifrarse en su totalidad.

Pucará de Tilcara

Argentina. Es el más importante de los


asentamientos prehispánicos de la
quebrada de Humahuaca, en la provincia
de Jujuy. En su sector central existe una
construcción de neta filiación incaica en
donde se descubrió una serie de talleres
que -según especulaciones científicas
pertenecieron a una sociedad
estructurada en barrios, divididos según
sus clases sociales. Sin embargo,
ninguna de las hipótesis pudo ser
confirmada. El Pucará continúa
albergando misterios.

Tenochtitlán

México. Sus fundadores fueron los


mexicas o aztecas; se encontraba
rodeada por canales y chinampas, o
tierras de cultivo, formadas con el limo
del lago, que entonces se llamaba
Texcoco. En el siglo XIV de nuestra era,
sus habitantes vivían en espléndidas
casas, tenían suntuosos templos y
palacios y se comunicaban con tierra
firme a través de puentes sólidamente
construidos. En el siglo XVI, la llegada
de Cortés provocó la destrucción de
gran parte de la ciudad y la muerte de la
mayoría de sus habitantes, quienes en
cada ceremonia inmolaban a 2.000
víctimas.

Mystery Hill

Estados Unidos. Denominada como la


Colina del Misterio, se emplaza en las
afueras de North Salem, al norte de
Boston. Se sospecha que fue construido
unos dos mil años antes de Cristo;
contiene varios muros de piedra y
monolitos de un metro y medio que
rodean cámaras de piedra que parecen
dólmenes y una lápida de cuatro
toneladas y media conocida como la
Mesa de Sacrificios. Algunos
arqueólogos opinan que se trata de un
auténtico monumento megalítico.

Chichen ltzá

México. Construida por los mayas, a


123 kilómetros al sureste de la ciudad
de Mérida, tiene entre sus
construcciones más importantes el
Templo de los Guerreros, erigido en el
1200 de nuestra era. Uno de los
edificios servia como observatorio y
otro se utilizaba como sala de juegos.
No se tienen abundantes datos sobre la
civilización maya, pero se sabe que
construyeron extensas carreteras que
comunicaban todo su territorio y que,
además, practicaban rituales muy
extraños. Chichen ltzá es uno de los
vestigios más importantes de las
antiguas civilizaciones que poblaron
América. El pueblo maya, adelantado en
varios aspectos, conocía el principio de
la rueda y sin embargo no lo utilizó en
sus trabajos de construcción.

Figuras de Blythe

Estados Unidos. Las extrañas figuras de


la ciudad de Blythe, cercana a Los
Angeles, se reproducen en los riscos que
bordean el río Colorado. Se trata de
dibujos que representan hombres de 29
metros de altura y un animal que,
curiosamente, es un caballo que, en el
momento del grabado, no existía porque
apareció recién en 1540, cuando los
españoles los trajeron a América.

Cueva de las Manos

Argentina. En la ciudad de Los Toldos,


provincia de Santa Cruz, se encuentra
esta cueva, uno de los vestigios de arte
rupestre más fascinante que existen en la
Argentina. Tiene una antiguedad de
9.300 años y no están pintadas en la
roca como mucha gente cree, sino que
fueron estarcidas, una técnica que
consiste en reproducir u dibujo pasando
una brocha previamente picado
recortada sobre la piedra. Eso denota
que los hombres que trabajaron en las
paredes de la gruta conocían las técnicas
que utilizaron otros hombres primitivos
de Europa en la misma época. Apoyan la
palma de la mano sobre el techo o la
pared luego la cubrían con una pintura.
Se cree que el acto tenía cierto sentido
religioso.

Tiahuanaco

Bolivia. Constituido por un templo semi


subterráneo, varios monolitos y
numerosas estatuas, se ubica a 97
kilómetros al oeste de La Paz. Se
calcula que los restos pertenecen a la
civilización que habitó la zona entre el
600 y el 100 de nuestra era. En el siglo
XVI, con la llegada de los españoles, se
destruyó gran parte de los edificios que
conformaban el lugar, pero sus vestigios
permiten confirmar que se trató de una
cultura capaz de entronizar en un núcleo
la suntuosidad y la gran capacidad de
nuevos diseños. Tiahuanaco fue la gran
puerta del Sol que fue venerada, entre
otras cosas, por su estratégica
ubicación.

Rueda mágica de Bighorn

Estados Unidos. Se trata de un extraño


diseño sobre una piedra que tiene 24
radios y 24 metros de diámetro. Está
enclavado a 3.000 metros de altura
sobre las montañas Bighorn, de
Wyoming, y se encuentra rodeado de
gran cantidad de piedras. Tanto el
dibujo como su extraño entorno tienen
un origen desconocido; así como
tampoco se pudo precisar cuándo ni
quiénes llevaron a cabo semejante
trabajo. Lo que se sabe con certeza es
que el dibujo se parece a los que
realizaron los indios cheyenes cuando
efectuaban sus danzas rituales. Tal vez
se trate de un observatorio rudimentario.
AFRICA
Cartago

Tunez. Escenario de la derrota de los


griegos sobre los cartagineses en el 310
antes de Cristo y el posterior sacrificio
de quinientos niños para obtener el
perdón de los dioses púnicos, alberga
los restos de una espléndida ciudad que
en su época floreciente fue una de las
más importantes de la costa norte de
Africa. Los arqueólogos descubríeron un
recinto sagrado que confirmó la masacre
atroz llevada a cabo por esos pueblos
antiguos. Se hallaron allí los huesos
incinerados de las criaturas. Cartago,
que había sido fundada en el 814 antes
de Cristo, fue destruida por los romanos
en el 146 de nuestra era.

Meroe

Sudán. Son los restos de la ciudad que


habitaron los cusitas, un pueblo que
huyó de Egipto en el 600 antes de
Cristo. En las márgenes del Nilo, pero
alejados del desierto, construyeron
pirámides que tenían cámaras funerarias
y servían como tumbas a las familias de
los personajes más ilustres de la
sociedad cusita. Cerca de ellas se
hallaron restos de varios templos y
viviendas. El imperio de esta
civilización desapareció en el 350
después de Cristo, cuando los etíopes
arrasaron con todos los meroitas que
encontraron a su paso. Además de
notables construcciones, estos hombres
primitivos se destacaron en trabajos
metalúrgicos.

Karnak

Egipto. El lugar, ubicado


estratégicamente en las márgenes del
Nilo, entre las ciudades de Luxor y
Tebas, estaba completamente dedicado
al culto de Amón Ra. Se trata de un
notable complejo arquitectónico
conformado por templos, amplias
avenidas de esfinges y columnas
gigantescas. Pese a la lógica erosión que
provoca el transcurso del tiempo, aún se
puede distinguir un obelisco de 29
metros de altura con un peso cercano a
las trescientas toneladas. Según las
estimaciones, fue construido hacia el
1500 antes de Cristo, aunque en las
proximidades se encuentran ruinas de
sólo quinientos años de antiguedad.

Ife

Nigeria. Son los restos de la primera


capital de esta área. Se hallaba al oeste
de la selva tropical y del río Níger.
Estaba destinada al culto de Oni, una
figura sagrada que contaba con su
propio templo, situado a 160 kilómetros
al norte de Benin y al este de Ibadán.
Las investigaciones arqueológicas
encontraron vestigios de notables
trabajos en cerámica, bronce, latón y
terracota de importante elaboración. En
el 600, la ciudad se encontraba
floreciente y nada hacía sospechar su
decadencia, pero, en 1450, el aumento
de poder de Benin la

sumió en la paulatina desaparición.


EUROPA
Micenas

Grecia. Se encuentra a 10 kilómetros de


la ciudad de Argos, y es la más antigua
de Grecia. A través de un pasadizo
amurallado se puede llegar a las
cámaras funerarias con forma de
colmena que guardan un tesoro, el
llamado Tesoro de Atreo, y la Puerta de
los Leones, que da paso a una muralla
de piedra que conduce a varias tumbas
reales. En realidad, los tesoros
encontrados son las máscaras de oro que
cumplían fines funerarios y se hallaron
luego de atravesar los complicados
pasadizos.

Gruta de las hadas

Francia. Se trata de una de las cámaras


más extensas excavadas en la roca. Es
una tumba situada a 4 kilómetros al
noroeste de Arlés, que consta de una
antecámara de 12 metros y una gran
cámara funeraria de 3 metros de ancho y
24 de longitud. Tiene, además, otras
cámaras laterales más pequeñas.
Ubicada en las marismas bajas del
Ródano, los arqueólogos opinan que la
antiquísima gruta fue construida entre el
3500 y el 4000 antes de Cristo.
Callanish

Escocia. Tiene avenidas de piedra que


convergen en un circulo en el que se alza
un monolito espectacular que se presenta
como lo más sobresaliente del oeste de
Stornoway, en la isla de Lewis,
caracterizada por sus áridos terrenos y
frecuentes galerías que le confieren una
mística especial. En algunas de sus
características se parece al famoso
Stonehenge y su fecha de construcción
data de 2.000 años antes de Cristo.

Ellitoa
Francia. Compuesto por tres
monumentos y cinco menhires
escultóricos, se encuentra en Córcega,
en el camino de montañas que se
extiende sobre Ajaccio y Propriano.
Estuvo habitada entre el 4000 y el 1400
antes de Cristo y fue posteriormente
reconstruida por los componentes del
denominado “pueblo de la torre” cuando
efectuaron la ocupación de la isla en el
800 a.C. Los menhires fueron
encontrado en 1954, enterrados lejos de
su emplazamiento inicial y fueron
colocados en su lugar original.

Biskupin
Polonia. Esta ciudad, enterrada durante
más di 2.000 años entre el limo, fue
cuna de la llamada “cultura de las
urnas” que floreció desde las montañas
de Lusacia hacia el norte y en la parte
occidental de Europa, en el primer
milenio anterior al nacimiento de Cristo.
Su ubicación exacta es a 225 kilómetros
de Varsovia y se encontraba rodeada de
una gran muralla de piedra cubriendo
una extensión cercana a las dos
hectáreas.

Filitosa

Córcega. En la isla francesa de Córcega


se encuentra un gran conjunto megalítico
en el camino entre Propriano y Ajaccio.
La región estuvo poblada entre el V
milenio y mediados del II milenio antes
de Cristo. Posteriormente hacia el 800
antes de Cristo se instaló allí la cultura
conocida como “pueblo de las torres”.
El conjunto megalítico consiste en cinco
menhires y monumentos funerarios de la
Edad del Bronce. Ninguno de los
menhires se halla en el emplazamiento
original, pues en 1954 fueron hallados
bajo tierra y restaurados.

Cerveteri

Italia. Al noroeste de Roma, junto al


lago Bracciano se encuentran los restos
de una antigua ciudad etrusca, llamada
Cerveten. En las afueras se hallo el
cementerio de Banditaccia, compuesto
por numerosas tumbas, muchas de ellas
rodeadas por tapia y otras dispuestas en
hileras y adornadas por bellas
esculturas. Ambas ciudades, la de los
vivos y la de los muertos, fueron
construidas entre los siglos Vil y VII
antes de Cristo.

Monte d’Accordi

Cerdeña. En la isla italíana de Cerdeña,


en medio de una extensa llanura costera
al sur de Porto Torres, se hallan los
restos de un gran montículo de función
desconocida. Mide doce metros de alto,
está rodeado por un muro de piedra y
fue construido hacia el año 1700 antes
de Cristo. Se desconoce la existencia de
cámaras internas y no se pudo descubrir
ningún acceso a su interior, datos que
obligan a descartar su uso como túmulo
funerario. Cerca hay un dolmen y un
menhir. Un poco más alejada, una
misteriosa roca con forma de huevo.

Rennes Le chateau

Francia. Este pequeño pueblo, ubicado a


32 kilómetros de Carcasone, fue
escenario de un extraordinario hallazgo.
Allí, un párroco muy pobre logró en
pocos años una fortuna que no se
justificaba con su condición. Tiempo
después se supo que el monje había
encontrado unos pergaminos que
contenían escritos en latín con mensajes
en clave. El sitio tenía como
antecedentes haber servido como
fortaleza a los visigodos. Nadie supo
con certeza cómo el sacerdote había
acumulado fortuna porque murió en
1977 sin revelar ningún dato.

Polvo Polje

Yugoslavia. Se encuentra a 48
kilómetros de Dubrovnik; es un lugar
que se destaca por sus figuras pintadas
en varios monumentos funerarios que
totalizan una zona de indiscutible
misterio. Quienes realizaron
investigaciones en la zona sostienen que
fue construida por los bogomilos, una
secta que dominaba esa región en el
medievo. Se cree que no realizaban
prácticas cristianas, aunque se hallaron
dibujos de cruces. Los ataúdes de piedra
encontrados tienen la constitución para
tallas humanas y dibujos del Sol, la Luna
y la cruz esvástica.

Talati de Dalt

España. Son los restos de la


construcción megalítica más importante
de Menorca; está formada por cinco
torres, denominados talayots, círculos
de piedra, casas circulares y algunas
cámaras subterráneas. Cerca del talayot
principal existen construcciones con
formas de nave que probablemente se
construyeron hacia el 1000 antes de
Cristo. El emplazamiento está en una
colina de misteriosa arboleda, junto a la
carretera de Alayor.

Evora

Portugal. Es un conjunto de siete


montículos circulares con cámaras, que
se conocen como antas y constituyen el
cementerio más antiguo de Europa. Se
levanta sobre las márgenes del río
Guadiana, al este de Evora. Las paredes
altas de las tumbas están conformadas
por grandes piedras planas que alcanzan
el metro y medio de altura, con techo de
falsa bóveda. Los vestigios encontrados,
cuchillos de sílex en las tumbas y restos
de cerámica, hacen suponer que tienen
4.000 años de antiguedad.

Visbek

Alemania. En esta ciudad, ubicada a 50


kilómetros de Bremen, se encuentran dos
dólmenes alargados, llamados la Braut y
el Brautigam, la novia y el novio,
rodeados por varios dólmenes
alargados. Son superficies cuadriláteras
de 80 y 108 metros de longitud,
respectivamente. Ambos poseen
cámaras subterráneas y formaciones de
piedras enmarcados por una serie de
árboles que salpican un terreno
preparado para el cultivo. Esas
condiciones lo tornan parte de un
paisaje de indescriptible belleza. Los
estudios sobre los vestigios hacen
presumir que se trata de una
construcción de más de tres mil años de
antiguedad.

Tustrup

Dinamarca. Enclavado en los bosques


del norte de Djursland, muy cercano a la
aldea de Vivild y a la costa, es un sector
en el que abundan los monumentos
megalíticos, entre dólmenes,
edificaciones cerradas y cámaras con
techo de piedra. Datan del 3000 a.C., lo
que pudo averiguarse tras el análisis de
varios cucharones, cuencos y vestigios
de cenizas que se encontraron en uno de
los recintos. Es casi un paraíso para los
arqueólogos.

Los millares

España. Son restos de otro


emplazamiento megalítico, en este caso
ubicado en un espolón sobre el río
Andarax, en medio de un terreno árido.
El conjunto incluye viviendas, utensilios
varios y un amplio cementerio, además
de un gran montículo con cámara interna.
Todo prolijamente rodeado por un gran
círculo de piedras. Se sospecha que el
área estuvo ocupado entre el 3100 y el
2500 antes de Cristo.

Santiago de Compostela

España. Este tesoro arquitectónico,


repleto de capillas, pinturas, altares y
esculturas fue la primera de las grandes
catedrales medievales españolas. Su
construcción comenzó en el 1074, bajo
la dirección del obispo Gelmírez. El
camino que conduce hacia ella es
recorrido por todos los peregrinos
procedentes de Europa. Muchos de ellos
le dedican varios meses al agotador
viaje que emprenden en sus bicicletas, a
pie y descansando en los santuarios e
iglesias situados a lo largo de la ruta.

Val Camonica

Italia. Así se denominaba a los grabados


hallados en una cueva del valle rocoso
ubicado a 100 kilómetros al noreste de
Milán. Las representaciones muestran
escenas domésticas, prácticas religiosas
y algunas formas agrícolas. Al parecer,
pertenecen a un periodo de 6.000 años
que se extendió desde la era Neolítica
hasta el 16 antes de Cristo.

Drenthe

Holanda. Se extiende sobre una franja


de tierra ubicada entre las ciudades de
Assen y Emmen y alberga un tesoro de
50 dólmenes alargados, conocidos en
Holanda como hunebedeen. Cada uno de
ellos tiene una larga cámara formada por
una hilera de trilitos y rodeada por
piedras pequeñas dispuestas en círculos.
Del análisis de las cámaras surge la
afirmación de su uso para entierros
colectivos. Se piensa que este tipo de
disposición megalítica tiene su origen en
Polonia o América Central. Data del
3400 antes de Cristo.

Weris

Bélgica. A cinco kilómetros de esta


ciudad belga muy cerca de Erezée, se
levantan tres menhires que forman un
pintoresco conjunto el mayor tiene una
altura de dos metros y medio El almea
miento posee un dolmen que se
encuentra semienterrado, en cuya cámara
se encontraron restos de animales y
también humanos. Las colinas onduladas
con laderas empinadas, que conforman
Las Ardenas, tienen como paisaje
imponente este emplazamiento que tiene
una antiguedad de 5.000 años, lo que
surge del análisis de los restos de
cerámica encontrados.

Maes Howe

Escocia. Construido tres mil años antes


de la era Cristiana, es un conjunto de
pasadizos, túneles y construcciones que
se encuentran cubiertos por un montículo
de tierra de once metros de altura y 46
de diámetro. Levantado en la isla de
Orkney, fue violado por los vikingos en
el siglo XII. En el XIX una expedición
arqueológica encontró huesos de caballo
y también un fragmento de un cráneo
humano. El montículo de tierra es una de
las características más llamativas.

King Asgers Hoj

Dinamarca. Atribuido a la llamada


“cultura del vaso embudiforme”, se trata
de uno de los mejores montículos de
tierra con cámara funeraria por su
estado de conservación. Se encuentra en
la isla de Mon y se la conoce como la
“Casa del Rey de Asger”. La cámara y
el montículo tienen más de 10 metros de
longitud y se encuentran intactos. Se
construyeron hacia el 3000 antes de
Cristo y constituyen uno de los mejores
paisajes frente a Zeala
ORIENTE
Borobudur

Indonesia. Puede considerarse como la


joya arquitectónica más valiosa de
Indonesia. Fue construido por la dinastía
Shailenda en el siglo VIII después de
Cristo. Está emplazado a 48 kilómetros
de la ciudad de Yogyakarta, en la cima
de una colina con restos de cenizas
volcánicas. Es uno de los centros de
rituales dedicados a Buda más
importantes de esa región. La
construcción consta de nueve plantas y
en sus niveles más altos tiene 72 tumbas,
denominadas stupas, acampanadas y
recubiertas por Imagenes de Buda. En
tanto, sus galerías inferiores tienen
1.300 paneles que se interpretan como
monumentos simbólicos.

Petra

Jordania. A esta ciudad, excavada en


una roca del desierto jordano, sólo es
posible acceder a pie o a caballo. Aún
se desconoce si esta impresionante obra
del hombre, que se confunde con la
erosión de la naturaleza, fue utilizada
como templo, tumba o edificio de un
tesoro. Hasta que fue abolida, la
costumbre de los beduinos era disparar
a lo alto de la edificación para ver si
caía un tesoro, tal como lo relata una
leyenda. Se ubica al este del gran valle
que vincula el mar Muerto con el golfo
de Akaba.

Sanchi

India. Son los restos de una tumba


majestuosa que fue construida en lo alto
de una colina bordeada por un bosque, a
48 kilómetros al nordeste de la ciudad
de Bhopal. Un relato milenario que tuvo
su origen en el lugar cuenta que el rey
Asoka repartió las reliquias de Buda en
una extensión de 84 mil tumbas ubicadas
en toda la India y que Sanchí sería uno
de los ocho lugares destacados que
mandó construir para esos fines. Todo
habría ocurrido así, según una leyenda
del siglo III antes de Cristo. Su
descripción arquitectónica permite
definir cuatro portales rodeados por
tallas que representan singulares
historias.

Haftusa

Turquía. Los restos de esta ciudad, que


fue la capital de la civilización hitita, se
encuentran en la actual Bogazkoy, unos
150 kilómetros al este de Ankara, la
actual capital turca. La antigua Hattusa
tenía una protección imponente. A su
alrededor se levantaba una gran muralla
de más de seis kilómetros de longitud.
Tenía templos, santuarios y hasta
almacenes, además de una completa
biblioteca que constaba de 3.300
tabletas de arcilla. Su

prosperidad duró hasta que fue saqueada


en el 1190 a. C.

Persépolis

Iran. Los restos de esta ciudad se


encontraron en la elevada meseta que se
extiende a 48 kilometros al norte de
Siraz. Se trata de una majestuosa
edificación que comenzó a construirse
durante el reinado de Darío I, el Grande,
y que fue finalizada por su hijo Jerjes.
Se distinguen palacios, imponentes
esculturas y columnatas de gran porte.
Los arqueólogos la definieron como
sencillamente majestuosa y fecharon los
inicios de su edificación en el 520 antes
de Cristo y su finalización en el 470 de
la misma era.

Bhubaneswar

India. Este emplazamiento se conoce


como la ciudad de los templos, se
extiende entre las costas de la ciudad de
Orissa, a escasos veinte kilómetros al
sur del delta de Mahanadí. Los estudios
realizados en el lugar permitieron
confirmar que allí existieron varios
templos, aunque sólo logró sobrevivir al
paso del tiempo junto con otros
veintinueve. El más famoso es el
Lingaraja, que se construyó en el 1000
después de Cristo. Se hallaron además
500 tumbas y se menciona como
característica llamativa su exterior con
esculturas importantes.

Nan Matol

Micronesia. Comparable a la Venecia


actual, la antigua Nan Matol abarcaba
noventa islas artificiales amuralladas,
separadas por canales poco profundos y
habitada hace varios siglos por unas mil
personas. Las edificaciones se
encontraron en la isla de Ponape, al
sudeste del archipiélago, y entre sus
caracteres destacables se puede
mencionar el material de las viviendas:
bloques de basalto cristalino, con forma
geométrica y un grosor de casi cuatro
metros. Se trata de las ruinas más
antiguas de toda Micronesia y
constituye, por su disposición, la ciudad
más adelantada de su época.

Hatra

Irak. Esta ciudad, que aparentemente se


construyó entre los siglos 1 y II de esta
era, pudo ser identificada en sus
orígenes por el hallazgo de varias
esculturas y la variada representación de
animales y seres humanos. La gran
ciudad se encontraba rodeada por una
extensa y fuerte muralla de piedra y en
su anterior tenía una zona rectangular
con templos y notables cámaras
abovedadas. Se levantaba a unos cien
kilómetros al suroeste de Mosul, muy
cerca de la ribera del Tharthar.

Jerusalén

Israel. La antigua y sagrada ciudad se


encuentra en medio de las colinas de
Judea, a unos 64 kilómetros del
Mediterráneo y cercana a la frontera de
Israel y Jordania. Allí se alzan los tres
santuarios de las tres grandes religiones
monoteístas, la Iglesia del Santo
Sepulcro, la Cúpula de la Roca y el
Muro de los Lamentos. El edificio más
importante es la mezquita del centro de
la ciudad vieja, la Cúpula de la Roca:
que debe su nombre a la gran roca que
todavía puede observarse en su interior
y que fue la causa principal para
designar a Jerusalén como lugar santo.
Esta antigua roca es el monte Moná.

Todai-Ji
Japón. Construido al pie de la montaña
del sudeste de Kobe, es uno de los
templos budistas más importantes del
mundo. La edificación central, conocida
como Daibutsen-den, contiene a
Daibutsi, la mayor estatua de Buda. Su
extensión es de 16 metros de altura y su
peso de más de 500 toneladas. Fue
erigida por orden del emperador Shomu
en el 748 de nuestra Era. En el 1180,
cuando comenzaron los períodos de
anarquía, el templo fue incendiado y la
cabeza de Buda fundida, por lo que es
único vestigio faltante.

Alejandropol
Ucrania. Entre el 700 y 400 antes de
Cristo, los pueblos nómades escitas
construyeron monumentos funerarios que
se destacaron en la estepa como si se
tratase de colinas. Tiempo después,
cuando pudieron imponer su dominio en
base al miedo de sus vecinos, lograron
su apogeo y erigieron sus mejores obras.
Así surgió Alejandropol, y su famoso
túmulo de más de 18 metros de altura.
Se ubica al sudeste de Kiev y contiene
varias cámaras funerarias. Durante las
excavaciones en el lugar se hallaron
importantes joyas de oro, entre otras
cosas.

Catal Huyuk
Turquía. Son los restos de una ciudad
que no poseía ninguna calle. Fue
construida entre el 6250 y el 5400 antes
de Cristo. Sus viviendas, edificadas con
ladrillos de arcilla y madera estaban
rodeadas por una gran muralla y por
varios templos y santuarios decorados
con llamativos relieves, pinturas
murales y algunas estatuas.

Anura Dhapura

Sri Lanka. Esta magnífica ciudad que


surgió de la imaginación del rey
Dutthagamani, en el primer siglo de
nuestra era, fue la antigua capital de Sri
Lanka. Fue levantada en un claro de la
jungla ubicada al suroeste de
Trincomalee y once al este de Mihintale.
En el 450 se emplazaron los nueve
edificios que le dan la majestuosidad
que en la actualidad se pondera. Se trata
de edificios públicos decorados con
pinturas y esculturas y un gran depósito.
Uno de ellos tenía 900 habitaciones.

Cuevas de Ajanta

India. Estas cavernas, situadas al


nordeste de Aurangabad, tienen 4
santuarios y 25 monasterios. Son
famosas por sus murales que en
episodios relatan la vida de Buda. Se
cree que fueron pintados en el siglo II
antes de Cristo por las comunidades
budistas que vivieron en el lugar. Todos
representan pasajes conocidos de la
vida del profeta, aunque en algunos se
intercalan cor escenas en donde
aparecen seres sobrenaturales y
animales no menos extraños. Se
encuentran exactamente en la garganta
del río Waghora.

Pagan

Birmania. Son los restos de una ciudad


majestuosa que contaba con más de 800
templos dedicados al culto de Buda. El
Ananda, que comenzó a construirse en el
siglo Xl después de Cristo, es el más
importante, especialmente por su
ornamentación. Allí se encontraron
cientos de estatuas de Boda, cuatro de
ellas de oro y con una altura de nueve
metros. Se ubica al suroeste de
Mandalay, a orillas del río Irawadí, que
cruza toda la espesura de la jungla. En el
1287 fue salvajemente destruida por
Kublai Kan. Pese al ataque, permanecen
y pueden admirarse todos los detalles
arquitectónicos.

Malekula

Melanesia. En el archipiélago de
Nuevas Hébridas, en Melanesia, se
ubica el vestigio arqueológico más
importante y antiguo de las islas. Está a
mitad de camino entre Samoa y
Australia. Malekula se extiende en 2.020
kilómetros cuadrados y está rodeada por
pequeñas islas, en su mayoría
volcánicas y frecuentemente sacudidas
por temblores. En medio de su
inestabilidad se destacan las obras de
sus antiguos habitantes, todos
emparentados con la edad de Piedra.
Los restos megalíticos incluyen varios
dólmenes, altares y monolitos.

Karmir-Blur

Armenia Soviética. En la zona cercana a


la frontera de Turquía, en las afueras de
la ciudad de Yerevan, se emplaza esta
ciudadela construida en su totalidad con
ladrillos. La mitad de ella abarca un
gran palacio de 120 habitaciones, que
incluía además talleres y almacenes. La
fortificación es prueba de la existencia
de una floreciente civilización que se
constituyó en un reino poderoso entre
los años 900 y 700 antes de Cristo.
Ubicada exactamente en la región
montañosa que bordea el lago Van, dejó
como restos arqueológicos numerosas
joyas y marfil.

T’ai shan
China. Algunos la llaman la montaña
sagrada. Uno de los rituales más
antiguos que ocurren periódicamente al
pie de su ladera es el acto de quemar
papeles que representan dinero. En
primavera, además, se celebra la fiesta
del Oing Ming, en donde se efectúan
sacrificios para aplacar a quienes
administran en el más allá. Se considera
ineludible esta condición antes de
realizar viaje alguno. Se encuentra sobre
la llanura aluvial del río Amarillo y está
considerada como la cuna -de la
civilización china. Constituye, desde
hace cuatro mil años, una de las cinco
montañas sagradas del taoísmo. Al pie
de esa montaña se produjo el asesinato
de un misionero europeo por los boxers,
episodio que inició un cruento conflicto.

MISTERIOS DEL PASADO (


CH.BERLITZ) :

* El presente material fue extraido del


legendario libro TRIANGULO DE LAS
BERMUDAS por CHARLES BERLITZ

Sorpresas de la Prehistoria
VARIOS INVESTIGADORES DEL
MISTERIO DEL TRIÁNGULO de las

Bermudas han sugerido que algunas


inteligencias extrañas podrían estar
interesadas en

examinar la posibilidad de que nuestro


desarrollo de la fisión nuclear para fines
bélicos

llegue a amenazar la existencia de la


civilización en nuestro planeta. Agregan
que dichos

seres inteligentes estarían incluso


preocupados, ya que la energía nuclear
habría destruido
anteriormente otras civilizaciones, en
éste y en otros planetas.

El período durante el cual ha vivido en


este planeta un hombre racional y de

inteligencia comparable a la del que hoy


conocemos podría extenderse unos
40.000 o

50.000 años hacia atrás, o incluso más


allá. En consecuencia, si consideramos
que una

civilización como la actual tardaría


alrededor de 10.000 años en progresar
hasta el punto
en que la ciencia y la tecnología alcanza
la capacidad de consumar su propia
destrucción,

todavía tendríamos un amplio margen de


tiempo en que podrían haber existido
una o más

culturas anteriores a la nuestra en este


mundo. Cualquier civilización
técnicamente

adelantada conseguiría tal vez


desarrollar, intencionalmente o por
casualidad, el poder

inherente a la fisión nuclear (a la nuestra


le costó bastante menos de 10.000 años)
y, en
este momento, tendría que decidir si
adopta algún sistema para controlar su
avance o

prefiere arriesgar su propia ruina. Si


semejante cultura hubiese existido y
causado su

destrucción, desapareciendo luego, su


recuerdo habría quedado tal vez
conservado en las

leyendas, o nos sería sugerido por


algunos artefactos anacrónicos de
antigüedad incierta,

o por grandes ruinas imposibles de


identificar o explicar. Y éstos son
precisamente los
elementos que tienden a señalar el
emplazamiento de dicha cultura en la
zona ahora

cubierta por las aguas del Triángulo de


las Bermudas.

En sus conferencias sobre la Atlántida,


Edgar Cayce insistió reiteradamente en
las

que parecen ser referencias a fuentes de


energía nuclear, rayos Láser y Maser

comparables a los nuestros y utilizados


en general en los mismos campos en que
hoy los
disfrutamos, si es que podemos usar esa
palabra. Sus descripciones acerca de los
usos que

les daban y su observación sobre el


peligro que encierra su utilización
inadecuada

podrían pasar hoy por crónicas y


comentarios editoriales corrientes. Pero,
¿cómo sabía

Cayce todo esto, hace más de 35 años?

El vidente describió estas fuentes de


energía con bastante detalle. Eran
grandes

generadores que producían fuerza para


impulsar naves aéreas y submarinas y
con

capacidad para producir iluminación,


calor y alimentar sistemas de
comunicación. Con

ellas se operaban ciertas formas de


radio y televisión y se las utilizaba
también para

enviar fotografías a larga distancia.


Proporcionaban igualmente la potencia
necesaria para

modificar y rejuvenecer tejidos vivos,


incluso del cerebro, y eran también
utilizadas para
controlar y disciplinar clases sociales
completas.

Sin embargo, debido al mal empleo de


las fuerzas naturales que habían creado,
ya

trastornos civiles y externos, los


Atlantes desencadenaron finalmente
ciertas fuerzas

incontrolables de la Naturaleza que


fueron la causa de su propia destrucción.
Esta

creencia de Cayce aparece también en


las leyendas acerca de muchas antiguas
culturas

que existieron en el mundo. Según las


palabras del “profeta”:….El hombre
introdujo las fuerzas destructivas… que,
combinadas con las propiedades

naturales de los gases, de fuerzas


existentes en la Naturaleza y en su forma
natural,

causaron la peor de las erupciones en


las profundidades de la Tierra en lento
proceso de

enfriamiento, y esa porción (de la


Atlántida) que ahora se halla cercana a
lo que
podríamos llamar el Mar de los
Sargazos desapareció bajo el océano…

En su relato acerca de la prehistoria,


Cayce parece haber predicho
específicamente el

uso de rayos láser y maser, para cuyo


conocimiento faltaban muchos años
entonces

(1942). Describió una gigantesca fuente


de energía de cristal:

…En la que la luz aparecía como medio


de comunicación entre lo infinito y lo
finito o

como un sistema utilizado para lograr


las comunicaciones con las fuerzas del
exterior.

Más tarde llegó a ser un punto de


irradiación, así como un centro desde el
cual partían las

señales radiales que guiaban las


diversas formas de transición y viaje a
través de los

períodos de actividad de los atlantes.

Estaba dispuesto como un cristal,


aunque de manera muy distinta a la del
primero que
fue utilizado (originalmente) aquí. No
deben confundirse estos dos… porque
había

muchas generaciones de diferencia. Fue


en aquellos períodos cuando se produjo
la

orientación de aeroplanos o sistemas de


viaje, aunque en aquella época ellos
viajaban lo

mismo por aire que por encima o por


debajo del agua. Sin embargo, la fuerza
desde la

cual estaban dirigidos se hallaba en la


estación central de energía; o piedra
Tuaoi que
era… y el rayo sobre el que actuaba…

En otra “conferencia” se refirió a un


lugar en “Poseidia”; en otras palabras,
la zona de

las Bahamas, que entonces se hallaba


sobre el agua. La describió así:

…La acumulación de fuerzas


motivadoras de la Naturaleza
provenientes del gran

cristal que condensaba las luces, las


formas, las actividades, de manera de
guiar a las
naves no sólo por el mar, sino por el
aire, en muchas de las aplicaciones del
hombre

ahora conocidas, como la transmisión


del cuerpo y de la voz, como el registro
de aquellas

actividades en lo que pronto será algo


práctico, creando vibraciones para
hacer posible la

televisión —como se le llama en el


presente-. (¡El “presente” en este caso
era 1935!)

En una “conferencia” de 1932 hizo una


interesante alusión al transporte de
cargas y
materiales de gran peso:

… Por medio del uso de… los


recientemente descubiertos gases y los
de las

formaciones eléctricas y aéreas en la


desintegración de las fuerzas atómicas
para producir

energía propulsora de aquellos medios o


modos de transporte o viaje, o para
levantar

grandes pesos o cambiar las fuerzas


mismas de la naturaleza.
El hecho de que los pueblos
supuestamente primitivos de la
prehistoria hayan dejado

enormes piedras que aún se encuentran


en su sitio, tras miles de años, y sobre
las cuales

las razas que les siguieron han levantado


nuevas construcciones, ha constituido,
desde

hace mucho tiempo, un misterio


arqueológico. Las piedras colocadas por
razas anteriores

desconocidas son tanto más grandes y


difíciles de transportar que las
dispuestas por las
culturas subsiguientes, de manera que su
presencia y modo de transporte resultan

inexplicables. Uno de los ejemplos que


podrían citarse es el de los bloques de
pórfido de

Ollantaytambo y Ollantayparubo, en
Perú, que fueron transportados a lo largo
de grandes.distancias, sobre montañas y
abismos y luego colocados en las
cumbres de otros

acantilados de 300 metros de altura.


Otro, el de los enormes sillares de
piedra de

Sacsahuamán, en Perú, tan grandes y


laboriosamente encajados unos con
otros, que los

incas atribuyeron su construcción a los


dioses. O los bloques de cien toneladas
de los

cimientos de Tiahuanaco, en Bolivia,


sobre los cuales se construyeron, de
alguna manera,

enormes edificios, a pesar de que la


altura es de 4.000 metros sobre el nivel
del mar. O

las grandes piedras del calendario u


observatorio de Stonehenge, en
Inglaterra; o los

bloques masivos de la pared submarina


o cimientos o contrafuerte marino; o las
piedras

verticales de la Bretaña prehistórica,


uno de los cuales pesaba más de 340
toneladas y

tenía una altura de 20 metros, y las


enormes piedras de las fundaciones del
templo de

Júpiter, en Baalbek, Siria, emplazadas


allí mucho antes de la construcción del
templo y

una de las cuales pesa 2.000 toneladas.


Como casi todas estas construcciones
resultan
extremadamente difíciles de explicar en
términos de nuestra apreciación de las

habilidades ingenieriles de las culturas


que pensamos que las erigieron, se ha
sugerido

que una civilización superior fue la


autora de su construcción. Esta teoría se
ve apoyada

por el hecho de que muchas de estas


ruinas inexplicables se parecen mucho.

Cayce señaló específicamente a las


Bimini como uno de los diversos puntos
donde

podía hallarse información respecto de


las supuestas fuentes de energía de la
Atlántida:

“… En la posición sumergida de
Atlántida o Poseidia, donde aparece una
parte de los

templos bajo el limo de épocas enteras


de agua oceánica, cerca de lo que se
conoce como

las Bimini, frente a las costas de


Florida…”.

En 1935 hizo una detallada descripción


de estas fuentes de energía (¿o plantas
nucleares?). El hijo de Cayce, Edgar
Evans Cayce, ingeniero y escritor,
comentando la

paradoja de que los relatos de su padre


acerca de la prehistoria hubiesen
anticipado en

varias décadas nuestros propios


descubrimientos científicos, escribió en
su libro Edgar

Cayce on Atlantis: “Un observador


profano de nuestra época difícilmente
podría describir

con mayor claridad nuestros últimos


adelantos científicos”. El relato de
Cayce (recogido
en 1933, aunque publicado en 1968), se
refiere a un edificio donde estaría
guardado un

complejo “refractario” o de cristal:

En el centro de un edificio construido


sobre piedra no conductora; algo similar
al

asbesto y con… otros no conductores,


como los que actualmente se están
fabricando en

Inglaterra bajo un nombre que es muy


conocido para muchos de los que se
ocupan de

esas cosas.
El edificio construido sobre la piedra
era oval; o tenía forma de cúpula, dentro
de la

cual podía haber… una sección que se


desplazaría hacia atrás, de manera que
la actividad

de las estrellas; la concentración de


energías que emanan de los cuerpos en
ignición y de

elementos que se encuentran y no se


encuentran en la atmósfera terrestre.

La concentración a través de prismas o


cristales (como se les llamaría hoy)
tenía tales

características, que actuaba sobre los


instrumentos conectados con los
diversos sistemas

de viaje a través de métodos de


inducción que llevaban a cabo un
control (igual) al que

hoy se llamaría remoto por medio de


vibraciones o instrucciones de radio;
por medio del

tipo de fuerza emanada de la piedra y


que actuaría sobre las fuerzas de
motivación de las

naves mismas.
El edificio fue construido de manera
que, cuando la cúpula se retiraba,
prácticamente

no había obstáculo para la aplicación


directa de la energía sobre varias naves
que iban a.

ser impulsadas a través del espacio, ya


fuera dentro de su radio visual o
dirigidas bajo el

agua o por debajo y a través de otros


elementos.

La preparación de esta piedra estaba en


mano; exclusivamente de los iniciados
de la

época y la entidad se hallaba entre las


que dirigían las influencias de la
radiación, que se

alzaba en forma de rayos invisibles al


ojo humano pero que actuaban sobre las
piedras

mismas, según se hubiesen dispuesto en


las fuerzas de motivación, aunque la
nave aérea

fuese alzada por los gases del período.


O bien guiaba a los vehículos de placer
que

pudieran pasar cerca de la Tierra, o a


las naves submarinas o de superficie.

Estas eran entonces impulsadas por la


concentración de rayos de las piedras
que

estaban concentradas en el medio de la


estación central de energía, o planta
generadora

(para utilizar la expresión actual).

Cayce se refiere constantemente al uso


inadecuado de las tremendas fuerzas

desarrolladas por esta


supercivilización: “… La extracción de
los poderes del mismo Sol,
para trasladarlos al rayo que causa la
desintegración del átomo… provocó la
destrucción

de aquella parte de la Tierra”.

En el caso, y sólo en el caso de que


ocurriese un cataclismo, o una serie de

cataclismos, la gran fuente energética se


habría precipitado al mar, junto con las

populosas ciudades, murallas, canales y


otras construcciones de la Atlántida. Es

interesante tener en cuenta que los


propios emplazamientos sugeridos por
esta teoría

corresponden a los lugares en que se


producen muchas de las aberraciones

electromagnéticas características del


Triángulo de las Bermudas, la Lengua
del Océano,

por ejemplo, o las Bimini.

Aunque resulta difícil suponer que


semejantes complejos energéticos
puedan seguir

funcionando después de miles de años,


es interesante observar lo que sucede
con las

misteriosas “aguas blancas” que han


sido advertidas por muchos
exploradores, desde

Colón hasta los astronautas. Pareciera


que los canales o corrientes de agua
blanca tienen

su origen en el misino o los mismos


puntos de emanación, siguen una
dirección similar y

luego se desvían a lo largo de un


kilómetro y medio o más. Las líneas son
nítidas al

comienzo y luego se hacen menos


precisas, casi como si encerraran
algunos gases

liberados bajo presión.

Las desviaciones del compás y las


perturbaciones eléctricas podrían ser
causadas por

una enorme concentración de metal


depositado bajo el agua. Esto ha sido
observado en

varios lugares del mundo donde existen


conocidos depósitos de hierro que
provocan
variaciones en los compases. Las masas
del substrato o de la subsuperficie
podrían

incluso provocar alteraciones en el


oleaje de los mares. En un informe
elaborado por la

NASA en 1970, acerca de una


“cavidad” en la superficie del océano
sobre la fosa de

Puerto Bico, los científicos atribuyeron


el fenómeno a una “extraña distribución
de masa

debajo del fondo del océano”, que sería


la causa de la deflección de la fuerza de
atracción
de la gravedad. En el caso del Triángulo
de las Bermudas se ha sugerido que
algunas

fuentes de energía destruidas han


conservado sin embargo algo de su
fuerza y que, al ser

accionadas en ciertas oportunidades,


podrían ser no sólo la causa de las
desviaciones

magnéticas y electrónicas, sino también


la fuente de impulsos eléctricos de las
tormentas

magnéticas.
Esta teoría, una de las más extrañas
entre las elaboradas para explicar los
incidentes

del Triángulo de las Bermudas, es la que


se sugiere en las “conferencias” de
Cayce. Sin

embargo, cabría preguntar si existe


alguna razón por la cual las personas
que sienten.curiosidad

científica deben atribuir seriedad a


cualquiera de las declaraciones de
Cayce, y

sin que esto obste para que las admiren,


como producto de su viva imaginación.
Aunque
es cierto que algunas de las fuentes
energéticas que él describió hace 35
años no habían

sido aún descubiertas o imaginadas


siquiera en el “mundo real” (y otras no
habían sido

todavía desarrolladas) debe recordarse


que Cayce no era médico, ni historiador,
sino

simplemente un curandero clarividente


de gran reputación. Sin embargo,
algunas de las

profecías que hizo durante sus charlas y


que no tienen nada que ver con
curaciones, han
resultado perturbadoramente exactas.
Por ejemplo, las relativas a la bomba
atómica, el

asesinato de presidentes y a disturbios


raciales en Estados Unidos e incluso a

deslizamientos de lodo en California.

Además, las “conferencias” de Cayce se


basaban en las visiones o recuerdos que
sus

personajes conservaron de sus vidas


durante pasadas encarnaciones. Esta
circunstancia ha
hecho que aquellas personas que por
motivos religiosos, por convicción
científica o por

razones de lógica no aceptan la teoría de


la reencarnación, nieguen verosimilitud
a los

dichos de Cayce. Sin embargo, cabe


preguntarse si no habrá otra explicación
que

justifique esas descripciones tan


detalladas y científicamente válidas
sobre las

civilizaciones anteriores y su
potencialmente peligroso desarrollo.
En los documentos filosóficos y
religiosos de la India, que a menudo
contienen

conceptos asombrosamente modernos


sobre la materia y el Universo, se
encuentran

referencias a lo que suele llamarse


“conciencia cósmica”; es decir, la
persistente presencia

de recuerdos de lo que ha ocurrido


antes. Hoy, la existencia de la telepatía,
la influencia y

la oculta presencia de la memoria y el


poder de las emanaciones psíquicas,
lejos de verse
despreciados por la moderna
investigación científica, están siendo
seriamente estudiados,

no sólo en la Tierra sino también en el


espacio, y no sólo como fenómenos sino
también

como medios de comunicación. Los


Estados Unidos y la Unión Soviética, las
dos

potencias espaciales más adelantadas,


están realizando experimentos que
sugieren que la

ciencia ficción podría estar


experimentando una metamorfosis, y
convirtiéndose en
ciencia del futuro. Es posible esperar
adelantos sorprendentemente novedosos
en esta

área, en la que hasta ahora algunos


individuos muy bien dotados han tenido
la habilidad

de recoger, casi sin estar conscientes de


ello, los pensamientos actuales de otros,
y tal vez

también sus escondidos recuerdos del


pasado. En este caso, el pasado podría
estar

constituido por las memorias heredadas


con los cromosomas de nuestros
antecesores. Del
mismo modo como heredamos atributos
físicos y tendencias de nuestros padres y

abuelos, así también heredamos esos


recuerdos, aunque posiblemente en un
grado menor,

de nuestros ancestros más distantes.


Estos cromosomas de la memoria
podrían formar

parte de este legado. Dentro del cerebro


humano hay amplio espacio (que según
se estima

sólo se utiliza en un diez por ciento para


la recolección de un banco de recuerdos

heredados.
Estos explicarían la existencia de
memorias incompletas en algunas
personas; la

aguda sensación de haber estado antes


en un lugar en el que nos consta no haber
estado

jamás; la desoladora certeza de haber


vivido un largo espacio de tiempo en un
sólo sueño;

el hecho de que algunas personas


recuerden en ciertas ocasiones —y no
siempre bajo

hipnosis— detalles de vidas pasadas


que a menudo suelen resultar
históricamente

exactos, cuando se descubren


informaciones ignoradas acerca del
período en cuestión; los

casos de repentina capacidad para


hablar fluidamente los idiomas de sus
antepasados que

se dan en los niños, en circunstancias


que es imposible que los hayan
aprendido y que.

posteriormente vuelven a olvidarlos.


Estos factores conocidos se suelen
atribuir a menudo
a la reencarnación de las almas, en la
que creen los hindúes, los budistas y los
devotos de

la que tal vez es la religión más antigua:


la del antiguo Egipto. Sin embargo la
posibilidad

de una memoria heredada ofrece una


alternativa que, si bien resulta casi lo
mismo, se ve

de alguna manera modificada cuando


pensamos que el alma del individuo no
sería la de

una persona cualquiera, situada en


cualquier época, sino la de nuestros
antepasados, que
se reencarnan en nosotros y nos legan
sus memorias acumuladas y sus demás
atributos.

Es lo mismo que ocurre con las


“generaciones” de computadoras, que
pueden

programarse de tal manera que la


totalidad de sus bancos de datos pueden
implantarse en

las nuevas máquinas que han de


sucederías.

En todo caso, ya sea que Edgar Cayce se


comunicara realmente con las almas o
con

las memorias reencarnadas de la gente a


quien servía, el efecto era similar y el
interés por

la Atlántida que despertaron sus


“conferencias” dio al tema un renovado
atractivo, que

aumentó constantemente, a medida que


los descubrimientos inesperados de la
última

década parecieron dar notable respaldo


a sus alusiones al continente perdido.

Aquellos que se aferran a la teoría de


que antes de que aparecieran las
primeras

manifestaciones de una cultura en Egipto


y Sumeria existió una civilización
mundial

altamente desarrollada, han sido


considerados durante mucho tiempo
cultistas,

sensacionalistas, visionarios, o,
sencillamente, tontos. Esta reacción de
lo que podríamos

llamar el “orden establecido” de los


estudios arqueológicos y prehistóricos
resulta

comprensible cuando tomamos en cuenta


que la existencia de una gran
civilización

anterior al tercer milenio A.C.


trastornaría considerablemente las muy
ordenadas etapas y

sucesivos períodos de la historia, desde


sus comienzos en Egipto y la
Mesopotamia,

pasando por las culturas de Grecia y


Roma, hasta culminar con nuestra propia

“supercivilización” de hoy. Suelen


hacerse a menudo referencias
agradecidas a otras

antiguas culturas muy poco conocidas,


como por ejemplo las civilizaciones
prehistóricas

de las Américas, India, Asia Central y


algunas otras zonas que en ningún caso
afectaron

nuestra propia “línea directa” de


civilización.

En todas las antiguas culturas existe una


abundancia de leyendas y documentos

relativos a la repentina aniquilación de


una gran cultura anterior al Diluvio, que
habría
progresado tanto, que llegó a desafiar al
cielo, a los dioses, o a Dios. Estas
leyendas,

extrañamente semejantes entre sí,


podrían constituir sencillamente relatos
atractivos

difundidos por el mundo durante miles


de años en los antiguos mercados y a lo
largo de

las rutas de las caravanas o de los


barcos, y posteriormente conservadas en
los

documentos religiosos de casi todos los


pueblos de la Tierra. Los
conquistadores
españoles comprobaron que ya en las
civilizaciones indígenas de América, en
la época de

la primera conquista, existían leyendas


acerca de un diluvio universal, de una
torre que

los hombres trataron de levantar hasta el


cielo, y cuyos constructores se vieron

condenados por una confusión de


idiomas que parecía de inspiración
divina, y muchas

otras que nos resultan familiares. Las


poblaciones indígenas de todo el mundo
han
conservado leyendas que viven a la
sombra de ruinas enormes, cuya
construcción sólo

pudo realizarse gracias a técnicas de


transporte y colocación de piedras de
una tecnología

extremadamente avanzada. Dichas


leyendas se refieren siempre a una raza
de apariencia

divina que desplazaba los enormes


bloques de piedra, muchos miles de
años antes del

comienzo de su propia historia. Incluso


existen rastros de lo que pudo ser un
remoto
lenguaje comercial, un antecesor tal vez
del griego antiguo, con rasgos arameos,
y que ha.sido localizado en zonas tan
remotas del Medio Oriente que
pareciera haber sido

extendido por mares y océanos hasta las


más distantes playas. Pueden hallarse
palabras

de griego arcaico en el hawaiano y en


otros lenguajes polinésicos, en el maya
de Yucatán,

en el náhuatl de los aztecas y en el ahora


perdido guanche, de las islas Canarias,
que era

hablado por una misteriosa raza blanca.


Los guanches, descubiertos y
rápidamente

exterminados por las expediciones


españolas del siglo XV, conservan el
recuerdo de una

gran patria y de una cultura superior que


se habría hundido en el océano. Las
viejas

lenguas americanas también tenían


palabras de claro origen arameo y
fenicio y otras

análogas a las de los idiomas sinítico y


polinésico del otro lado del Pacífico, lo
cual
sugería largos viajes y contactos
culturales de enorme antigüedad. Se han
encontrado

inscripciones en fenicio, arameo,


sinoico, griego y otras lenguas no
identificadas, que

aparecen con frecuencia creciente en las


selvas de Norte y Sudamérica,
conocidas como

zonas de “segundo desarrollo”. Pero las


leyendas, mitos religiosos y
curiosidades

lingüísticas no bastan de por sí para


inspirar fe en las afirmaciones hechas en
los
documentos de Cayce y en las
tradiciones, leyendas e incluso archivos
escritos de la

antigüedad que se refieren a un


conocimiento científico altamente
desarrollado y a la

existencia, en épocas arcaicas, de


diversos elementos modernos
relacionados con viajes,

comunicaciones y destrucción en escala


cósmica.

Sin embargo, es precisamente en esas


regiones donde en años recientes, se han
hecho

descubrimientos desusados y
reevaluaciones de materiales
descubiertos con anterioridad.

Los hallazgos incluyen signos


asombrosos de conocimiento muy
avanzado y de inventos

de gran sofisticación, pertenecientes a


una era muy anterior a aquella en que
según la

historia, habría visto el comienzo de las


primeras culturas del Oriente Medio. Es

interesante recordar que tanto las


leyendas de Egipto como de Sumeria se
referían a

grandes culturas anteriores, de las


cuales extraían su propia inspiración e
impulso. En

algunas de ellas, como las del antiguo


Egipto, Solivia, Perú, América Central,
México y

la India, para sólo mencionar algunas, la


civilización permaneció estática o
incluso retro-cedió,

en lugar de mantener el ímpetu original.

La sugerencia de que las culturas más


antiguas de la Tierra conocieron las
“máquinas

más pesadas que el aire” sería


normalmente acogida con sorna. Sin
embargo, en años

recientes se han estado descubriendo o


reexaminando un número creciente de
artefactos y

referencias escritas que indican el


conocimiento, e incluso cierta
familiaridad con aviones

y viajes aéreos, en una época muy


anterior a lo que consideramos el
amanecer de la
historia. Tampoco deben compararse
estos informes o modelos con las
pintorescas

referencias a la mitología antigua, y a


incidentes como los de Icaro y sus alas
de plumas

sujetas con cera, o el carro del sol, de


Apolo, tirado por cuatro estrellas. Por el
contrario,

hay referencias concretas que


demuestran un conocimiento de la
aerodinámica y de los

elementos relacionados con el despegue,


la propulsión, el frenado y el aterrizaje.
Por ejemplo, en la antigua colección de
oro de Colombia existe un modelo
dorado de

lo que durante mucho tiempo se


consideró un ave, mariposa o pez
volador, y que fue

encontrado en una tumba junto a otros


objetos enterrados cuya antigüedad se
estimó en

1.800 años. Posteriormente, este


artefacto fue examinado con lentes de
aumento por Ivan

Sanderson, quien sospechaba que no era


una réplica de un organismo vivo, sino
de un

objeto mecánico de gran parecido a un


avión con alas en forma de delta,
compartimiento

de motor, cabina y parabrisas, todo ello


situado como en un avión moderno.
Estaba

dotado incluso de cola y alerones, o


elevadores. Este objeto fue mostrado a
varios pilotos.e

ingenieros, como J. A. Ulrich, profesor


de aerodinámica y que luchó como
piloto en dos
guerras. Cuando le preguntaron qué era,
sin advertirle de dónde provenía, ni de
que antes

había sido considerado el modelo de


caza F-102, y que el hecho de que las
alas fueran

curvas en los extremos al igual que la


forma misma del avión daba a entender
que era un

aparato a chorro. Señaló que algunas de


sus características, como la falta de
elevadores

traseros (que el F-102 tampoco tiene)


eran similares a las de un nuevo aparato
Sabré,
recientemente desarrollado en Suecia.
Su opinión resulta especialmente
interesante,

cuando se toma en cuenta la mención por


parte de Cayce de vehículos que podían
volar

por los aires y bajo el mar y los


informes provenientes del Triángulo de
las Bermudas en

que se habla de OVNI que suelen entrar


y salir del agua a grandes velocidades.
Como

dijo Ulrich:
Su forma es válida sólo para ciertos
tipos de vuelo. Esa clase de ala es
adecuada para

la atmósfera hasta una altura de 15.000 a


18.000 metros… La curvatura es para
prevenir

vibraciones al superar la barrera del


sonido… La estructura del ala indica
posibilidades

supersónicas… Cuando se vuela a una


supervelocidad se forma un colchón…

También podría volar debajo del agua,


sin que le fuesen arrancadas las alas. Si
se quisiera

mover un vehículo a gran velocidad en


un medio como ése, debería ser
(construido)

de esta manera.

Pero este “avión”, si de avión se trata,

no es un monstruo arqueológico único.

En distintas tumbas precolombinas se


han

encontrado otros ejemplares; algunos


con
Dos pares de alas. Sólo cabe suponer
que

otros curiosos modelos de aparatos


mecánicos

desarrollados en épocas prehistóricas y


tal

vez no reconocidos como tales ni


siquiera por

sus ulteriores usuarios, se perdieron


cuando

los invasores españoles fundieron todos


los

artefactos de oro que pudieron hallar


para

convertirlos en lingotes de fácil

distribución entre los conquistadores.

En las obras de arte de las antiguas


culturas de las Américas se han
encontrado

representaciones pictóricas de objetos


que han sido identificados o
reconocidos de

manera cada vez más insistente como


aviones o cohetes. Debido a que la
mayor parte de
los documentos escritos y gráficos
acerca de aquellas naciones civilizadas
fueron

destruidos por los españoles, estas

referencias se Han conservado en otras


formas, algunas veces grabadas en roca,
o pintadas en jarrones, o esculpidas en
piedras o tejidas en los

lienzos que envolvían a las momias. En


Palenque, México, existe un buen
ejemplo de

esto: se trata de una figura maya


semirreclinada y labrada en piedra
sobre la tapa de un
sarcófago que se encontró dentro de una
pirámide. No se sabe lo que representa
la figura

en detalle. Una persona que es una


verdadera autoridad en cultura maya
dice que el fondo

es un monstruo terrestre sobre el cual se


inclina una figura, mientras el conjunto
pareciera

estar dominado por un árbol. El escritor


científico Alexander Kazantsev ha
sugerido una

explicación más revolucionaria. Cree


que la figura reclinada está encerrada en
un
vehículo espacial muy estilizado, que
podría compararse en construcción y
diseño a los

cohetes de la actualidad. Incluso la


posición del hombre (o piloto) sugiere
una postura

similar a la de nuestros astronautas


dentro del cohete. Se pueden reconocer
todos los

detalles, desde la antena, el sistema de


dirección de vuelo, el turbocompresor,
el tablero

de control, los tanques de combustible y


la cámara de combustión, hasta la
turbina y el
tubo de escape, aunque puede que
algunos aparezcan modificados, para
conseguir ciertos

efectos estéticos. Se tiene la sensación


de que estas réplicas de aviones y
cohetes son.recordatorios o memorias
de una era de una civilización superior,
cuando tales naves eran

dibujadas con exactitud más que


teniendo en cuenta aspectos estéticos.

En agosto de 1973, mientras los


astronautas del Skylab 2 se hallaban en

su órbita espacial, recibieron una misión


muy curiosa. Debían fotografiar, en lo

posible, las Líneas Nazca, que son una


serie de misteriosas líneas artificiales

en el valle de Nazca, en Perú,para


comprobar,si eran visibles desde

el espacio.

Estas enormes señales terrestres están

constituidas por una serie de líneas


rectas

y figuras geométricas, grandes dibujos


de
animales visibles solamente desde el
aire y

lo que claramente parece un conjunto de

pistas de aterrizaje para aviones. Todas

fueron trazadas en la tierra o labradas en

el suelo rocoso del valle, en una

época desconocida. No existían


leyendas

locales acerca de ellas y, puesto que

en el nivel del suelo no se las podía

notar, fueron descubiertas solamente


desde el aire, durante una prospección
de agua

en los Andes.

Las líneas y los gigantescos dibujos


ocupan una gran parte del Valle

de Nazca, que tiene 96 kilómetros de


largo y 16 de ancho.

Por momentos desaparecen frente a


algunas montañas pequeñas, pero luego

emergen al otro lado, absolutamente


rectas. En algunos casos, como ocurre
con los

presuntos campos de aterrizaje, los


dibujos son extremadamente anchos, y
otras,

conforman grandes y muy sofisticadas


figuras de animales, peces y pájaros, e
incluso una

enorme serpiente. Aunque existen


muchas teorías acerca de su origen, la
única cierta es

que fueron trazadas por seres que


poseían instrumentos altamente
desarrollados para
calcular y que fueron hechas para ser
vistas desde el cielo, puesto que es la
única manera

como puede seguirse su diseño. En la


bahía de Pisco, en la costa peruana,
existe una alta

pared rocosa en la que está tallado un


enorme tridente, o candelabro, según la

interpretación que le dé quien lo ve, ya


que, a diferencia de lo que ocurre con
las líneas de

Nazca, fue advertido con toda facilidad


(mide 250 metros de largo) por los
invasores
españoles. Estos lo interpretaron como
un signo de la Trinidad para
estimularlos en su

obra de conquista y conversión de los


bárbaros. Cualquiera que fuese su
propósito, lo

cierto es que resulta más fácil de ver


desde el aire que desde el mar, y la
barra central del

tridente apunta directamente hacia el


valle de Nazca, como si fuera una
especie de

señalizador para los supuestos “campos


de aterrizaje”. Puede que estos fueran, a
su vez,
bases para esos aviones cuyos modelos
dorados resultan asombrosos.

En diversos lugares de América, existen


otras líneas geométricas y algunas
figuras

enormes que pueden verse también


desde el aire, como por ejemplo las
grandes formas

humanoides del desierto de Tarapacá, en


Chile, el laberinto Navajo, en
California, las

montañas Elefante y Serpiente, en


Wisconsin, y otras en diversos lugares
del mundo, que
a menudo no tienen una historia
arqueológica anterior.

El Egipto faraónico, ese gran depósito


de elementos arqueológicos, ha revelado

recientemente algunos signos


sorprendentes relativos a los principios
de vuelo de cuerpos

más pesados que el aire, que se habrían


conocido en la antigüedad. A diferencia
de los

aviones dorados de Colombia, éstos


están hechos de madera y se encuentran
en las
tumbas, donde se conservaron al abrigo
de la desintegración durante miles de
años,

gracias al clima seco de la región. En


algunas colecciones de museos se han
encontrado

los que parecerían ser modelos de


planeadores y que antes, cuando se les
descubrió en

tumbas remotas, se creyó que eran


modelos de pájaros. En el Museo de
Antigüedades de

Egipto puede verse un objeto de madera


que fue identificado y estudiado por el
doctor
Khalil Messiha en 1969 y que, lejos de
ser un pájaro, posee las mismas
características de

los modelos de aviones monoplanos


actuales. El timón, o cola, está
levantado, y la.estructura tiene una
sección que hace las veces de ala. Al
comentar acerca de los ángulos

diedros que se advierten a cada lado, el


hermano del doctor Messiha, G.
Messiha, que es

ingeniero de vuelo, observó:

El ángulo diedro negativo cumple las


mismas funciones que el positivo: una
sección

muestra que la superficie del ala es


parte de una elipse que proporciona
estabilidad

durante el vuelo; y las formas


aerodinámicas de la estructura
disminuyen la resistencia al

aire, lo cual es un hecho que fue


descubierto en aeronáutica tras años de
trabajos

experimentales.
Después de miles de años, el avión es
todavía capaz de volar y, cuando se le
lanza

desde la mano, como si fuera un modelo


de planeador, se comporta
admirablemente,

demostrando que sus antiguos


constructores tenían conocimientos de
aerodinámica.

Desde el momento en que el doctor


Messiha comprobó que la extensión de
las alas de

algunos de los modelos de pájaros era


idéntica a la del nuevo avión Caravelle,
se han
identificado otros modelos potenciales
de aviones o planeadores, y en 1972 se
abrió en el

Museo de Antigüedades de El Cairo una


exposición de catorce de ellos, como

demostración de que en el antiguo


Egipto se tenían conocimientos de vuelo.
No sabemos

si estos artefactos fueron inventados o


heredados de otra cultura. Sin embargo,
puesto que

la mayoría de los modelos encontrados


en las tumbas egipcias están
relacionados con
originales más grandes, es posible que
bajo las arenas del desierto exista un
avión o

planeador original esperando al


excavador.

Los documentos escritos más completos


acerca de aviones son probablemente
los del

Mahabharata, el relato épico hindú que,


aún cuando se estima que fue escrito en
su

forma actual en el año 1.500 A.C.


aparentemente fue copiado y recopiado
desde la más

remota antigüedad. La obra se refiere a


los actos de los dioses y de los antiguos
pueblos

de la India, pero contiene tal riqueza de


detalles científicos que, cuando fue
traducido, a

mediados del siglo XIX, las referencias


a los aviones y a la propulsión por
cohetes no

tenían sentido para los traductores. Los


mecanismos descritos hacía miles de
años no iban

a aparecer en la época moderna si no


más de un siglo después. Muchos de los
versos del

Mahabharata están dedicados a


máquinas voladoras llamadas vimanas y
encierran una

información detallada acerca de los


principios de su construcción, que llenó
de asombro a

los traductores. En otro antiguo texto


hindú, el Samarangana Sutradhara, se
discuten con

detalle las ventajas y desventajas de


distinto tipo que presentan los aviones,
así como sus
capacidades relativas de ascensión,
velocidad de crucero y todo lo relativo
al descenso.

Incluso se hace una descripción del tipo


de combustible a utilizar —mercurio—
y se

recomiendan determinadas clases de


maderas y metales ligeros y con
capacidad de

absorción del calor, que son los


adecuados para la construcción de
aviones..Además, hay detalles
informativos acerca de cómo tomar
fotografías de aviones

enemigos, sobre métodos de


determinación de sus características de
aproximación,

sistemas para hacer que sus pilotos


pierdan el conocimiento y, finalmente
sobre cómo

destruir los vimanas enemigos.

En otro antiguo clásico de la India, el


Ramayana, existen curiosas
descripciones sobre

viajes de aviones realizados hace miles


de años. Los detalles que se
proporcionan sobre la
vista aérea de Ceylán y de algunas zonas
de la costa están escritos con tanta
naturalidad y

son tan similares a los que ahora se ven


—las rompientes de las olas, la
curvatura de la

tierra, la altura de las colinas, el aspecto


de ciudades y bosques-que llega uno a

convencerse de que algunos seres que


viajaron por el aire en la Antigüedad
vieron

realmente la tierra desde el cielo, no la


imaginaron. En una versión
contemporánea del
Ramayana, el Mahariva Chanta, el
héroe-dios Rama, a su regreso de Lanka,
donde acaba.de rescatar a su mujer Sita,
recibe como presente un vimana, que es
descrito así: “Tiene

completa libertad de movimientos, se


desplaza a la velocidad que se desee,
totalmente

bajo control, y su accionar es siempre


obediente a la voluntad (de quien lo
maneje)…

dispone de compartimientos con


ventanas y tiene excelentes asientos…”,
es un caso de

texto clásico que parece un aviso de Air


India. En este mismo texto encontramos
un

diálogo que resulta particularmente


asombroso cuando advertimos que se
adelantó en

varios miles de años a los viajes


espaciales y a las narraciones acerca del
aspecto que

tenían las cosas en el espacio:

Rama: El movimiento de este excelente


carruaje parece cambiado.

Vishishara: … Este carruaje está


abandonando ahora su cercanía al
mundo medio.

Sita: ¿Cómo es que, siendo de día,


aparece… ese círculo de estrellas?

Rama: ¡Reina! Ciertamente, es un


círculo de estrellas, pero debido a la
gran distancia no

podernos percibirlo de día, ya que


nuestros ojos están encandilados por los
rayos del sol.

Ahora que ha desaparecido, con el


ascenso de este carruaje… (y así
podemos ver las

estrellas).
Ya sea que estos relatos constituyan
recuerdos de una civilización
técnicamente muy

adelantada, o que se trate de simples


fantasías, comparables a algunas de las
imaginadas

por los actuales escritores de ciencia


ficción, algunos de estos relatos del
pasado remoto

suenan extrañamente contemporáneos,


excepto en lo relativo al material usado
como

fuente de poder para el avión (lo cual,


naturalmente, podría haber sido mal
traducido del

original):

… Dentro de él uno debe colocar el


motor de mercurio con su sistema de
calefacción

debajo. Gracias a las energías latentes


en el mercurio, que hacen funcionar la
turbina, el

hombre que fuera sentado en su interior


podría viajar a gran distancia por el
cielo… debe
haber cuatro depósitos de mercurio en
su interior. Cuando son calentados por
medio de

un fuego controlado… el vimana


desarrolla un poder de trueno por medio
del mercurio…

Si este motor de hierro, con uniones


adecuadamente soldadas, es llenado de
mercurio y el

fuego se dirige hacia la parte superior,


desarrolla una gran potencia, con el
rugido de un

león… e inmediatamente se convierte en


una perla en el cielo…
Pero los modelos y descripciones de
aeronaves y los relatos acerca de
cohetes y

vuelos espaciales son sólo una


indicación, no una prueba, de un alto
desarrollo científico.

No obstante, hay algunas técnicas y


artefactos que fueron reconocidos como
lo que eran

muchos años después de su


descubrimiento y que proporcionan una
prueba más tangible

acerca de las capacidades tecnológicas


del pasado remoto, que antes no se
sospechaban.
La “computadora estelar” de Antikythera
es un buen ejemplo de esto. Se trata de
un

pequeño objeto de bronce que consiste


en láminas y ruedas o radios soldados
por el mar,

que fue recogido hace setenta años junto


a otros objetos, estatuas en su mayoría,
de un

antiguo naufragio depositado en el fondo


del Mar Egeo. A comienzos de la
década del

60, cuando fue sometido a un estudio


detallado y a la acción de ácidos por
diversos

arqueólogos, como Derek de Solía Price


y George Stamires, resultó que se
trataba de un

aparato para la localización de las


estrellas y un computador de órbitas
planetarias. Era un

mecanismo para verificar posiciones


por la noche que demostraba un
conocimiento

astronómico y de navegación
insospechado en épocas remotas. Como
decía el doctor
Price: “En ningún otro sitio se conserva
un instrumento como éste… Encontrar
una cosa.así es como encontrar un avión
a chorro en la tumba del rey Tut…”, lo
cual es una

posibilidad que tal vez no está del todo


fuera de los límites de lo verosímil,
dados los

recientes descubrimientos.

En algunos museos podrían hallarse


otras pruebas concretas de adelanto
técnico,

clasificadas como objetos religiosos,


juguetes o sencillamente “sin clasificar”.
Poco antes

de la Segunda Guerra Mundial, cuando


excavaba en un lugar cercano a Bagdad
y de una

antigüedad calculada en 2.000 años, el


arqueólogo alemán Wilhelm Kónig
extrajo ciertos

artefactos muy curiosos, que consistían


en cilindros cubiertos de asfalto. Se
hallaban

dentro de unos jarrones y estaban


provistos de un tapón de hierro. En otras
palabras, eran
pilas secas desprovistas del electrodo,
que posiblemente se habían evaporado.
Cuando se

les agregó un nuevo electrodo —sulfato


de cobre— algunas de estas baterías
funcionaron

perfectamente. Después de su primer


hallazgo, Konig identificó algunas partes
de otras

baterías que ya se hallaban en


exhibición en los museos y que estaban
catalogadas como

objetos “de uso desconocido”. Desde


que las encontró y las identificó, se han
hallado
muchos otros ejemplares en Iraq y en
otros lugares del Oriente Medio.

Estas pilas eran usadas aparentemente


para niquelar metales, pero habría que

preguntarse si este antiquísimo


conocimiento de la electricidad,
heredado tal vez de una

cultura primitiva y luego olvidado, hasta


su redescubrimiento en el siglo XIX, no
era

aprovechado para otros fines, aparte del


niquelado. En el mundo de Grecia y
Roma se

utilizaban antorchas y lámparas de


aceite para la iluminación, y en todos
los lugares

donde existen pasajes entre edificios de


la época pueden hallarse trazas de humo
en los

techos. Sin embargo, en el caso de la


más remota civilización egipcia, los
techos de

túneles subterráneos, bellísimamente


labrados y pintados, no muestran señales
de

antorchas ni de lámparas de aceite.


Tampoco las hay en las paredes ni en
los cielos rasos
de ciertas cuevas de Europa Occidental
donde los pintores de cavernas de La
Madeleine y

Aurignac realizaron sus obras maestras,


con admirable sofisticación, hace
12.000 y hasta

30.000 años.

En el Templo de Hathor, en Dendera,

Egipto, existe una antigua pared

Tallada Que durante mucho tiempo ha

sido considerada un enigma


arqueológico.

En ella se representa una escena en

que dos sirvientes parecen transportar

gigantescos bombillos luminosos con

filamentos interiores en forma de

serpientes muy finas y conectados a una

caja o interruptor con cables trenzados

y que se asemejan poderosamente a

potentes lámparas eléctricas

apoyadas en aisladores de alta tensión.


El doctor John Harris, de Oxford, ha

señalado lo siguiente: Los cables son

virtualmente una copia exacta de las

actuales ilustraciones de obras de

ingeniería. Parecen muy pesados y


estriados,

lo que indica un haz de muchos


conductores

más bien que un simple cable de alto


voltaje.
Existen otras ilustraciones en papiro y
en piezas talladas que han sido
conservadas

durante miles de años, gracias al clima


seco de Egipto y que, al ser examinadas
con un

criterio moderno y no comprometido,


parecen ilustrar claramente el uso desde
antiguo de

ciertos artefactos contemporáneos. Debe


recordarse que en los documentos
egipcios se

hace referencia al reino de los dioses


anteriores a la I dinastía, que fue una
época de

superior civilización y poderes


milagrosos, compartidos, según los
recuerdos y

documentos existentes, por las más


antiguas culturas de la Tierra..‘

Resulta sorprendente comprobar que


algunas antiguas culturas,
considerablemente

más antiguas que Grecia y Roma,


poseían conocimientos de astronomía,
matemáticas

superiores, cálculos del tiempo y


medidas de la Tierra y el sistema solar,
miles de años

antes de que fueran redescubiertos o


vueltos a determinar, en la época
moderna. Para

obtener esa información, las antiguas


culturas tendrían que haber dispuesto de
telescopios

u otros instrumentos suficientemente


precisos como para realizar los cálculos
exactos.

Al estudiar algunos mapas medievales


se han hecho extraordinarios
descubrimientos.
El profesor Charles Hapgood, que ha
realizado algunos de los más notables,
pasó muchos

años examinándolos y verificó que


contenían mucha información acerca de
la Tierra que

suponemos era desconocida en la época


en que fueron diseñados. Algunos han
sido

copiados y recopiados durante siglos, a


partir de originales desaparecidos de la
biblioteca

de la antigua Alejandría, y demuestran


un conocimiento asombrosamente exacto
de
tierras aún por descubrir (de acuerdo
con la historia que se nos ha enseñado)
en el

momento en que fueron realizados los


originales e incluso las copias. Por
ejemplo, se

alude a la existencia de América del


Norte y del Sur y a la Antártida, miles
de años antes

de Colón.

El mapa Piri Reís, que es una sección de


otra carta mundial mucho mayor
existente en
la Antigüedad y que fue hallado en
1929, en medio del desorden del harem
del derrocado

Sultán de Turquía, muestra con toda


claridad la costa de la Antártida, tal
como habría

sido sin los hielos que la cubren, y


describe la topografía del interior,
desprovista de.hielos también. Un
examen de los núcleos terrestres de la
Antártida hecho en las

proximidades del Mar de Ross, indica


que este continente habría estado
cubierto de hielo

durante 6.000 años, como mínimo. Esto


significaría que el mapa original fue
trazado

mucho antes del comienzo de la historia


escrita, durante la era en que se supone
existió la

Atlántida y su famosa cultura mundial.

Otro mapa, el Planisferio del Rey Jaime,


que data de 1502 y que es copia también
de

mapas muy anteriores, muestra que el


desierto del Sahara era en tiempos
remotos una
tierra fértil, con grandes lagos, ríos y
ciudades. El Mapa Mundial Buache de
1737

muestra la Antártida, según la copia


hecha de otro griego antiguo, como si
estuviera

compuesta de dos islas muy grandes y


separadas por un mar interior.
(Anotemos que la

existencia misma de la Antártida sólo


era supuesta en el mundo moderno, hasta
que se la

descubrió oficialmente, en 1820.) Si


pudiera eliminarse el hielo, el continente
Antártico
tendría justamente ese aspecto, cosa que
no se supo hasta que lo descubrieron las

expediciones realizadas durante el Año


Geofísico de 1958. Otros mapas
muestran

algunos de los glaciares de la última era


de los hielos y que aún existen en ciertas

regiones de Europa, Gran Bretaña e


Irlanda y en otro, todavía, se muestra el
Estrecho de

Bering, no como estrecho, sino como el


istmo que fue en una época.

Los rasgos salientes de estos mapas


recopiados de la Antigüedad son sus
exactas

coordenadas; su conocimiento de la
longitud (no desarrollada en el mundo
moderno hasta

el fin del siglo XVIII, lo cual quiere


decir que sus autores estaban
familiarizados con la

trigonometría esférica y usaban


instrumentos geodésicos de gran
precisión) y su diseño,

realizado posiblemente durante un


período que se sitúa hace 8.000 o
10.000 años. Es

decir, muchos años antes del comienzo


de nuestra historia escrita.

En los documentos de razas muy


antiguas se encuentran datos
astronómicos de gran

corrección, pese a que, hasta donde


nosotros sabemos, no disponían de
telescopios

gigantes ni de ningún tipo para


obtenerlos. Por ejemplo, el
conocimiento de las dos lunas

de Marte (y su distancia desde el


planeta), los siete satélites de Saturno,
las cuatro lunas
de Júpiter y las fases de Venus
(llamadas “Cuernos” en los escritos de
Babilonia). Incluso

se habían descubierto aspectos de


algunas estrellas distantes: la
constelación de

Escorpión se llama así porque tenía una


“cola” o cometa dentro. Sin embargo,
éste sólo

puede ser observado con un poderoso


telescopio. En el otro lado del océano,
los mayas de

América Central, que tal vez compartían


los conocimientos de una cultura
anterior,
llamaron también “Escorpión” a esta
constelación. (Los mayas fueron los
únicos, entre

todos los pueblos de la Antigüedad, que


calcularon el año solar con la cifra más

aproximada que pueda hallarse en


cualquier calendario, incluido el
nuestro: 365,2420

días. La cifra exacta es 365,2422 días.)

Debido a que el conocimiento científico


fue decayendo, tras alcanzar su antiguo

apogeo, mucha de esta información


astronómica adoptó el carácter de
leyenda. Por

ejemplo, la del dios (planeta) Uranio,


que devoró (eclipsó) a sus propios hijos
(lunas) y

luego los vomitó (fin del eclipse).


Aunque tales fenómenos no podían ser
vistos, debido a

la desaparición de instrumentos óptimos,


la información astronómica fue
conservada a

través de mitos semi-religiosos.

Tal vez la más desusada de todas las


indicaciones de una ciencia desarrollada
en la

Antigüedad y que todavía existe y está a


nuestra disposición, es la Gran Pirámide
de

Egipto. Durante miles de años se creyó


que era una tumba, aunque la tradición

conservada por los coptos, minoría que


descendía directamente de los antiguos
egipcios,.indicaba que se trataba de una
recopilación de los conocimientos de la
“Reina de los

Dioses” y que era un libro de piedra


recopilado por Surid, uno de los reyes
anteriores al
diluvio, que en el futuro sería descifrado
por aquellos suficientemente
adelantados como

para leerlo.

Este aspecto de la Gran Pirámide como


posible fuente de información secreta
fue ya

advertido por los ingenieros franceses,


durante la invasión napoleónica de
Egipto.

Cuando trataron de utilizarla como punto


de triangulación, descubrieron que sus
costados
estaban orientados exactamente en la
dirección de los puntos cardinales. El
meridiano

longitudinal pasaba por el vértice, y las


líneas diagonales que partían del vértice
en

dirección al Norte, bisectaban con toda


exactitud el delta del Nilo. Se traza una
raya hacia

el Norte, pasando por el punto de


encuentro de las diagonales de la base,
sólo se yerra el

Polo por 4 millas (6,43 km), y eso


considerando que el Polo Norte podría
haber cambiado
de posición en los siglos transcurridos
desde la construcción de la Gran
Pirámide.

El actual sistema métrico decimal de


medidas se basa en el metro, que
equivale a un

diez millonésimo del cuadrante de


meridiano y que es una unidad
desarrollada por los

franceses poco antes de su invasión a


Egipto. El codo piramidal de cincuenta
pulgadas

utilizado por los antiguos egipcios y que


precedió al metro en miles de años, es
casi igual
a éste en cuanto a su largo, pero en
realidad es más exacto, debido a que se
basa en el

largo del eje polar y no en el de un


meridiano, que puede variar según los
contornos de la

Tierra. Algunas medidas de la Gran


Pirámide que fueron tomadas de acuerdo
con el codo

egipcio indican un asombroso


conocimiento de la Tierra y del lugar
que ésta ocupa en el

sistema solar; conocimiento que estaba


olvidado y que no fue redescubierto
hasta la era
moderna. La información puede
expresarse en términos matemáticos: el
perímetro de la

pirámide es equivalente al número de


días del año: 365,24; doblando el
perímetro se

obtiene el equivalente a un minuto de


grado en el Ecuador. La distancia desde
la base

hasta el vértice, medida por el costado,


es 1/600 de grado de latitud; la altura
multiplicada

por 10 9 da la distancia aproximada de


la Tierra al Sol; el perímetro dividido
por el doble
de la altura da el valor de ., 3,1416, que
es considerablemente más exacto que la
cifra de

3,1428 a la que llegaron los antiguos


matemáticos griegos. La altura de la
pirámide

multiplicada por 10 15 da el peso


aproximado de la Tierra. El eje polar
terrestre cambia día

a día en el espacio (trayendo una nueva


constelación del zodíaco detrás del sol
cada 2.200

años) y alcanza su posición original una


vez cada 25.827 años, cifra que aparece
en los
cálculos de la pirámide (25.826,6)
cuando se suman las diagonales de la
base puestas en

cruz. Las medidas de la cámara real que


existe dentro de la Gran Pirámide
arrojan las

dimensiones exactas de los dos


triángulos básicos de Pitágoras: 2.5.3 y
3.4.5, aunque fue

construida varios miles de años antes de


Pitágoras. Y éstas son sólo algunas de
las

medidas coincidentes de la pirámide.


Habría que preguntarse por qué se
levantó una estructura tan enorme y
complicada

con el sólo fin de entregar información.


Tal vez se trató de traspasar esos
conocimientos

después de una serie de catástrofes


globales, cuando los supervivientes aún
disponían de

recursos técnicos y podían hacerlo de


manera que no fuese destruida, ni
siquiera en el

caso de que se perdieran todos los


documentos y lenguajes entonces
existentes. En
relación con esto, cabe recordar la
sugerencia de que, en el momento en que
los

exploradores del espacio lleguen a la


Tierra, o cuando las sondas terrestres
alcancen otros

planetas civilizados, las matemáticas y


las ecuaciones matemáticas pueden ser
una

manera eficaz de establecer una


comunicación primaria, puesto que las
bases científicas y.tecnológicas de un
viaje semejante estarían basadas
necesariamente en las matemáticas.

El mensaje de la pirámide, que proviene


de nuestro propio pasado, y no del
futuro, podría

revelar más adelante un número de


elementos de información mucho mayor,
en la medida

en que adquiramos los conocimientos


necesarios para reconocerlos.

Algunos investigadores de la Gran


Pirámide y de la tradición cóptica han
sugerido

que la Gran Pirámide sería un registro


de un sistema de conocimientos que más
tarde se
perdieron o dispersaron, con excepción
de aquella parte que se ha conservado
en las

leyendas. Semejantes vestigios de una


civilización o civilizaciones anteriores,
que nos

parece posible reconocer, serían un


indicio de que, aunque algunos de sus
adelantos eran

similares a los nuestros, pudo haber


otros logrados en campos distintos y que
todavía nos

resultan desconocidos. En todo el mundo


se encuentran enormes estructuras de
piedra
que son clasificadas como “no
atribuidas”. Con ello se quiere decir que
nadie sabe

realmente quién las construyó.


Generalmente, su construcción es
similar, lo mismo que

su orientación respecto de los planetas,


el Sol, la Luna y sus órbitas, las
constelaciones y

otras estrellas fijas, así como también


otras fuerzas, que son posiblemente los
campos

magnéticos y las corrientes de la tierra.


Entre estas enigmáticas estructuras
prehistóricas
hay que incluir las pirámides de
Teotihuacán en México y las más viejas
ciudades de

Yucatán; las ruinas preincaicas de los


Andes peruanos y las líneas del valle de
Nazca; las

ruinas enormes de Tiahuanaco, situadas


a una altura de 4.000 metros; las
gigantescas

estructuras de piedra de las Islas


Británicas, especialmente Stonehenge y
Avebury, y las

grandes piedras verticales de Bretaña,


algunas de las cuales continúan bajo el
mar; las
ruinas prehistóricas de las islas del
Mediterráneo, del Oriente Medio y de
Asia

Sudoriental, los restos ciclópeos de las


Carolinas, las Marquesas y otras islas
del Pacífico,

las estructuras manolíticas existentes


bajo el Caribe, el complejo pétreo de
Niebla, en

España y las obras del norte de África


—incluido Egipto— cuyo origen se
desconoce; la

orientación de los grandes montículos de


piedra de los Estados Unidos y las
pirámides
arcaicas de la China.

Hasta la primera década del presente


siglo, todas las viviendas de China eran

orientadas por un nigromante, antes de


su construcción, con el fin de
aprovechar las

afortunadas vías o corrientes invisibles


que se desplazan a lo largo y ancho de la
Tierra.

(Debe recordarse que los primeros


compases vinieron de la China.) El
doctor Ernst
Borschmann, un agudo comentarista del
paisaje arquitectónico de la China,
pensaba que

la disposición de templos, pagodas y


pabellones, orientados hacia un centro
desde el cual

irradian, se asemeja a un campo


magnético. El procedimiento, que
consiste en seguir las

líneas de fuerza de la Tierra (en chino se


llaman feng shui: “viento-agua”),
posiblemente

un resabio de alguna ciencia muy


avanzada de la Antigüedad, ha sido
ahora descartado
como algo propio de hábitos
supersticiosos y feudales. Sin embargo,
otra forma de

“superstición”, la acupuntura, que


podría también ser una reliquia
científica valiosa y

disfrazada a través de los siglos como


algo mágico, ha sido elevada a una
posición de

respetabilidad por el actual régimen


chino.

Si en la Antigüedad se hubiese
comprendido y desarrollado la fuerza
del magnetismo
y del magnetismo invertido, hasta un
punto en que la gravedad, que es en sí
una forma de

magnetismo, pudiera haber sido


canalizada como otras fuerzas naturales,
dispondríamos

de una explicación acerca de algunas de


esas construcciones prehistóricas que se
nos

antojan técnicamente imposibles y


muchas de las cuales parecen haber sido
literalmente.lanzadas sobre las cumbres
de las montañas y colgadas de los
bordes de los precipicios,

cual piedras monolíticas que hubiesen


volado hasta allí.

Resulta inquietante pensar que algunos


restos de antiguas técnicas
electromagnéticas

podrían estar aún protegiendo las


pirámides egipcias, mientras los
científicos de la

actualidad tratan de desentrañar sus


Secretos, que en este caso serían
cámaras selladas

ocultas en su interior. Desde hace algún


tiempo se ha estado llevando a cabo un
proyecto
que consiste en penetrar la estructura
interna de la pirámide de Chefrén, en
Giza, por

medio de rayos cósmicos. Los trabajos


son dirigidos por el doctor Amr Gohed,
de la

Universidad de Ein Shams, de El Cairo,


quien utiliza, entre otros equipos, una
nueva

computadora IBM 1130. Aunque las


pruebas se realizan con toda pericia, los
registros

diarios han ido arrojando, para las


mismas secciones, modelos
completamente diferentes:
Según el doctor Gohed, “…es algo que
desafía todas las leyes conocidas de la
ciencia y la

electrónica…” y que resulta


“científicamente imposible”. Un artículo
del Times de

Londres señaló: “…Se ha llegado a la


conclusión de que las esperanzas de
realizar un gran

descubrimiento se han convertido en una


masa de símbolos ininteligibles…”, y el
doctor

Gohed, al resumir la forma en que el


proyecto ha fracasado hasta ahora, dijo:
“En la
pirámide opera alguna influencia que
desafía todas las leyes de la ciencia…”.

Pero, más que un desafío a la ciencia, lo


que podría ocurrir es simplemente que

hubiese otras leyes que no


comprendemos todavía, como por
ejemplo tensiones y fuerzas

de atracción que representan los poderes


ocultos de la Tierra, el Sol, la Luna, los
planetas

y las estrellas.

En su libro, The View over Atlantis


(Visión sobre la Atlántida), John
Mitchell se

refiere a la unidad que muestra la cultura


prehistórica y observa: “…La Tierra
está

sembrada de obras prehistóricas de


ingeniería relacionadas con el uso del
magnetismo

polar”. Luego sugiere que vivimos “…


dentro de las ruinas de una antigua
estructura

cuyas vastas dimensiones la han hecho


ya invisible…”. De allí la relación que
hay entre
los grandes restos pétreos de la
prehistoria que aún se yerguen en las
llanuras, montañas,

desiertos, en las selvas y bajo los mares


del mundo. Según su opinión, “… los
filósofos de

aquella época (consideraban que) la


Tierra era una criatura viva y su cuerpo,
como el de

cualquier otra criatura, tenía un sistema


nervioso en su interior, relacionado con
su campo

magnético. Los centros nerviosos de la


Tierra, que en el cuerpo humano
coinciden con
los puntos de acupuntura de la medicina
china, eran conservados y reverenciados
en

edificios sagrados, dispuestos como un


microcosmo del orden cósmico…”.

Existen indicios de que en el pasado


remoto pudo existir una o más
civilizaciones

mundiales que desaparecieron, como


resultado de las catástrofes naturales o
provocadas

que se produjeron mucho antes de lo que


se recuerda como los inicios de nuestra
historia

cultural, en el cuarto milenio A.C. Estos


indicios han sobrevivido en buena
medida como

fragmentos de un conocimiento avanzado


y que fue renarrado o recopiado a lo
largo de

los siglos. Resulta difícil o imposible


precisar la fecha en que fueron erigidos
algunos

edificios o monumentos, pese a su


majestuosidad y a que podría provenir
de aquel

período. Además, la extensión del lapso


que hemos observado previamente para
la

aparición y desarrollo del hombre


civilizado, apenas permite disponer del
tiempo

necesario para construir esta cultura,


que en gran medida es materia de
hipótesis. No

obstante, los recientes descubrimientos


del doctor Louis Leakey y Mary Leakey
en la

garganta de Olduvai, Tanzania, y los de


Ruchard Leakey en Kenya, indican que
el
hombre primitivo pudo existir hace dos
millones de años, y los descubrimientos
en las.cuevas de Vallonet, en Francia,
han establecido que la fecha de algunas
herramientas

primitivas es de un millón de años. El


estudio de los cráneos del hombre de
Cro-Magnon

(que, según se ha considerado


generalmente existió hace 30.000 o
35.000 años antes de

nuestra era), indican que la capacidad


de su cráneo y el tamaño del cerebro
que se

desprende de ella era por lo menos igual


y algunas veces superior al nuestro.

Aunque las maravillosas pinturas de


animales en cuevas de Francia y España

situadas a menudo en cavernas que han


quedado bajo el nivel del suelo— han
sido

consideradas parte de la herencia


artística del mundo, hay otras obras de
arte menos

conocidas, que podrían conducir a una


reevaluación fundamental de la edad del
hombre
civilizado. En Lussac-les-Cháteaux,
Francia, hay imágenes talladas en trozos
lisos de

roca, cuya edad puede calcularse por las


capas de tierra que las cubren y que
muestran

unos dibujos pertenecientes a la época


que habitualmente se asocia con el
hombre de las

cavernas, de una calidad tan


sorprendente, que parecen increíbles. En
una época anterior

en miles de años al amanecer, de nuestra


actual y familiar civilización, se
muestran
personas de apariencia inesperadamente
moderna, vestidas de túnicas, botas,
cinturones,

chaquetas y sombreros. También


aparecen hombres con barbas recortadas
y bigotes.

En Sudáfrica se encuentran otras


pinturas murales muy sofisticadas,
dentro de cuevas

del mismo período, aproximadamente, y


que representan viajeros blancos,
vestidos con

ropas de complejo diseño pero


imposibles de identificar, empeñados en
lo que pudo ser
un safari prehistórico o un viaje de
exploración.

Las nociones de evolución prehistórica


señalan que un tipo de hombre sigue al
otro,

dentro de la escala ascendente de la


evolución y que los mejor dotados y más

desarrollados reemplazan a los más


primitivos. Aunque esto es en general
cierto, y el tipo

Cro-Magnon sustituyó al embrutecido


hombre de Neanderthal, durante la
prolongada
historia de la Tierra fue posible que
aquellos dos tipos coexistieran,
protagonizando una

situación que subsiste incluso hoy, con


una población que incluye a los
científicos

atómicos y a los aborígenes de


Australia.

Si hubiese existido una civilización


anterior a la que conocemos, parecería
razonable

esperar que existiese alguna señal que lo


demostrase y que nos proporcionara una
prueba

concluyente (si es que algo puede ser


concluyente en la investigación
arqueológica) de

que tal cultura técnicamente


desarrollada existió, no sólo hace
algunos años, sino miles

de años atrás. Sin embargo, tal como


sucedería si nuestra civilización fuese
destruida, la

mayor parte de los edificios, máquinas y


artefactos se pudrirían o enmohecerían y

quedarían diseminados o irreconocibles,


antes de que pasaran algunos miles de
años.

Podrían sobrevivir algunos indicios, si


quedasen enterrados en la Tierra en
movimiento,

debajo del subsuelo y los hielos del


Norte o de la Antártida, o escondidos
ten el fondo del

mar.

El desarrollo del carbono-14, el argón


potásico, el uranio teórico, la

termoluminiscencia, la
dendrocronología y otros sistemas de
identificación de edad, han

sacudido algunas de nuestras más


antiguas teorías acerca de las primeras
fechas de la

civilización. En Ngwenya, Lesotho,


existe una mina de hierro que era
trabajada por

mineros desconocidos hace 43.000


años. En Irán se han encontrado
herramientas de

piedra a las que se ha atribuido una


antigüedad de 100.000 años. En el norte
de Michigan

se han descubierto labores mineras de


cobre de gran magnitud que
aparentemente son

anteriores a los indios en miles de años.


En Wattis, Utah, un nuevo túnel
perforado en

una mina de carbón permitió descubrir


una serie insospechada de túneles de
antigüedad.desconocida. El carbón
hallado en esos túneles había estado tan
expuesto a los elementos,

que resultó inservible para quemar. No


había leyendas indias relativas a dichas
minas, y

los indios no utilizaban técnicas de túnel


para extraer el mineral.
A medida que el hombre ha explorado
más el interior de la Tierra, se han ido

descubriendo algunos artefactos


conservados dentro del carbón, piedras
u otras capas

sólidas, lo cual sugiere una edad tan


antigua, que solamente se la ha podido
calcular de

manera estimativa. En Fisher Canyon,


Nevada, se halló la huella de un
yacimiento de

carbón cuya antigüedad se calculó en 15


millones de años. Se estima que otra
huella de
tacón o sandalia encontrado en una roca
arenisca, bajo el desierto de Gobi,
tendría

también varios millones de años de


edad. Y en Delta, Utah, quedó al
descubierto la marca

fosilizada de una sandalia que contenía


trilobites, lo cual significaba que se
habían

depositado allí después de haber


quedado grabada la huella, o bien que
estaban pegados a

la sandalia. Los trilobites eran animales


marinos paleozoicos que se extinguieron
hace
unos 200 millones de años. En 1959, en
Italia, se extrajo un esqueleto humano
fosilizado

rodeado de estratos cuya edad se


calculó en millones de años.

Al examinar un trozo de cuarzo hallado


en California, se encontró en su interior
un

trozo de hierro completamente envuelto,


como los insectos prehistóricos
conservados en

ámbar en el Mar del Norte. Y en


Nevada, un trozo de feldespato que se
extrajo de la mina

Abbey, en Treasure City, en 1865,


contenía un tornillo metálico de dos
pulgadas, que se

había oxidado, pero que dejó la huella


de su diseño y el molde de sus roscas
dentro del

feldespato. La edad de la piedra misma


fue calculada en millones de años. El
siglo pasado

se descubrió en la aldea de Schündorf,


cerca de Vócklabruck, Austria, un
pequeño objeto

metálico con forma de cubo, de menos


de un centímetro de largo y ancho, que
se hallaba

en el interior de un bloque de carbón. En


torno del cubo hay una línea que forma
una

especie de canal y que tiene bordes


redondos, como si hubiese sido hecha a
máquina.

Naturalmente, no hay explicación acerca


de qué era o cómo llegó hasta el interior
del

bloque de carbón, hace millones de


años.

En la época de la conquista del Perú, un


grupo de indios dirigidos por españoles

descubrió un clavo dentro de una roca.


El hecho produjo conmoción, no sólo
por la

aparente antigüedad del clavo, sino


porque el acero era desconocido en
América antes de

la llegada de los españoles.

En Blue Lick Springs, Kentucky, se


extrajo un mastodonte de una
profundidad de

cuatro metros. Pero, al seguir


excavando, se halló un pavimento de
piedras un metro más

abajo del lugar donde había estado el


animal. Este es sólo un ejemplo de los
varios

hallazgos de antiguas obras de piedra


hechos dentro de Estados Unidos.
Resultó tan

antiguo, que no se ha aceptado la


determinación de su edad por medio de
los objetos que

le rodeaban o se hallaban sobre él


(como en el caso del mastodonte).

Estos y muchos otros casos son tan


difíciles de explicar en términos
históricos, que

muchos se inclinan a no atribuirles


seriedad; otros los atribuyen a visitantes
de otros

mundos, que dejaron sus huellas en


nuestro planeta en épocas tan remotas
que lo que es

ahora roca maciza era entonces un


material maleable y viscoso. Sin
embargo, existe la

posibilidad de que esas huellas y


simples objetos fuesen hechos por
hombres de razas
extremadamente antiguas que poblaban
la Tierra, y que los descubrimientos en
las minas

signifiquen que esa civilización era tan


remota, que sólo ha podido encontrarse
lo que

estaba escondido dentro de la tierra o


conservado en el interior de otros
materiales, pero

sin que hasta ahora se lo haya podido


identificar. Uno se pregunta cuántos
pequeños.secretos han sido destruidos a
lo largo de los siglos, ya que sólo
quedan muy pocos

enigmas que demuestren alguna


evidencia acerca de una civilización
remota, aparte de

las leyendas.

Las leyendas y representaciones


pictóricas de animales extinguidos pero
reconocibles

podrían ser otros tantos indicios acerca


de la antigüedad de la cultura humana.
En ciertos

jarrones encontrados en Tiahuanaco se


puede ver un animal que se parece
mucho al
toxodón. El toxodón es un animal
prehistórico que se parece en algo al
hipopótamo y que

se pensaba que se había extinguido


mucho antes del desarrollo del hombre
civilizado. En

todo caso, se creía que no podía


adaptarse a una árida meseta de 4.000
metros como

Tiahuanaco, y además, esa zona no


parecía un lugar probable para la
existencia de una

gran cultura. Existen indicios, como la


presencia de terrazas por encima de la
actual línea
de nieves en las montañas circundantes y
la fauna oceánica que existe en un
profundo

lago, que hacen pensar que toda la zona


podría haber estado miles de metros más
abajo

cuando se construyó Tiahuanaco; tal vez


en el nivel del mar y en la costa.

En la meseta de Marcahuasi, cerca de


Kenko, Perú, hay enormes tallas en
piedra, y en

ciertos casos se dan laderas completas


que han sido modificadas por el tallado.
Estas
obras preincaicas, pese a hallarse
desgastadas por épocas incontables,
pueden ser

identificadas como leones, caballos,


camellos y elefantes, ninguno de los
cuales se sabe

que haya vivido en Sudamérica durante


la era del hombre civilizado. También
pueden

hallarse en el Perú llamas dibujadas


sobre cerámicas muy antiguas, que se
encontraron en

las ruinas de una ciudad costera cerca


de Pisco y que son representadas con
cinco dedos,
como eran hace muchos miles de años,
en lugar de los cascos hendidos que
desarrollaron

posteriormente.

En ciertos petroglifos esculpidos en


formaciones rocosas de Norte y
Sudamérica se

han descubierto animales que parecieran


ser dinosaurios. Pero, puesto que los
lagartos

comunes, los gilamonsters (grandes


lagartos venenosos de Arizona, Nuevo
México, etc.)
y las iguanas, por ejemplo, se parecen a
sus remotos ancestros, los dinosaurios,
resulta

difícil precisar si dichos petroglifos


representan monstruos prehistóricos o
lagartos

ordinarios. Ese podría ser también el


caso de un pictógrafo indio o
preindígena que

muestra a un gran lagarto grabado en una


formación rocosa de Big Sandy River,
Oregon.

Sin embargo, la pintura tiene un gran


parecido a un estegosaurio, un tipo
especial de
dinosaurio.

En 1924, la expedición Doheny encontró


petroglifos de una edad antiquísima en
el

Cañón Havasupai, cerca del Gran Cañón


del Colorado. Uno de ellos mostraba a
un grupo

de hombres atacando a un mamut, lo cual


resulta muy inesperado en América,
donde el

hombre ha sido habitualmente


considerado un ser de aparición muy
reciente,

geológicamente hablando. Entre otros de


los pictógrafos examinados se encontró
una

representación bastante exacta de un


tiranosaurio, que aparecía de pie y
parcialmente

apoyado en la cola, exactamente como


en las reproducciones posteriormente
realizadas

en los museos. En otros petroglifos a lo


largo del Amazonas y sus tributarios se

encuentran los que parecieran ser otros


animales prehistóricos, sobre todo el
estegosaurio.

Cerca del pueblo de Acámbaro, en


México, durante una excavación
realizada en

1945, se desenterraron estatuillas de


arcilla que han sido motivo de
conmoción

arqueológica durante años. Consisten en


modelos de rinocerontes, camellos,
caballos,

monos gigantescos y dinosaurios de la


era Mesozoica. (El hallazgo fue
posteriormente

desacreditado, ya que el descubridor


Waldemar Julsrud, al ofrecer
recompensa sólo por.las estatuillas
completas, estimuló inadvertidamente la
confección de reproducciones por

parte de los indígenas locales.) Sin


embargo, las pruebas de carbono-14 a
que han sido

sometidas las figuras, indican que su


edad varía entre los 3.000 y 6.500 años.
Una de las

figuras se parece tanto a un tipo de


dinosaurio llamado brachiosaurio, que
si no fuera por

las eras geológicas transcurridas, uno


podría creer que el artista había visto
realmente el

animal.
Naturalmente, el hecho de que el hombre
primitivo dibujara o modelara animales
que

se parecían a los dinosaurios no


constituye una prueba de que los hubiese
visto alguna

vez (aunque pudo haber visto sus


huesos). El dragón de San Jorge y el
dragón de China,

lo mismo que el sirrush (un vertebrado


similar al dragón, que aparece
representado entre

los animales reales en las paredes de


Babilonia), eran apenas realidades
físicas. No

obstante, algunos detalles sugieren que


el hombre primitivo pudo haber
aparecido mucho

antes de lo que se cree comúnmente y


que tuvo alguna relación con ciertos
animales que

se suponían extinguidos en su época.

Algunos de estos sobrevivientes habrían


sido localizados en las épocas tardías
de la

era Terciaria. Sin embargo, puesto que


algunos de los pictógrafos parecen
representar

reptiles de la era Mesozoica, muy


anterior al advenimiento del hombre,
cabría sugerir una

inquietante explicación. Si en una época


anterior a la nuestra hubiese existido un
hombre

altamente civilizado, su curiosidad


científica le habría llevado a descubrir
la presencia de

dinosaurios jurásicos, como ha ocurrido


con nosotros. Con la desaparición de
esta

civilización primitiva, este


conocimiento podría haber sido
conservado a través de

leyendas (acerca de dragones) y


pictógrafos. Una vez más, como en el
caso de nuestra

propia civilización, debemos recordar


que hace poco más de 100 años, los
tradicionalistas

explicaban la presencia de enormes


fósiles en la Tierra sosteniendo que
Dios había

creado los fósiles al mismo tiempo que


nuestro planeta.
Andrew Thomas, escribiendo acerca de
los anacronismos históricos en su libro
We

are not the First (No somos los


primeros), cuenta de un cráneo de
auroch (antiguo buey

salvaje) que ahora se encuentra en el


Museo Paleontológico de Moscú. El
cráneo, cuya

edad se calcula en varios miles de años,


muestra en su parte frontal un pequeño
agujero

que fue evidentemente provocado por un


proyectil redondo. La falta de líneas
radiales
quebradas, la velocidad y el calor
desarrollados por el proyectil, al igual
que su forma,

sugieren que se trataba de una bala. La


supuesta bala no fue disparada después
de la

muerte del auroc, ya que la investigación


mostró que la herida había sanado algún
tiempo

después de haber sido inflingida. En el


Museo de Historia Natural de Londres
hay otro

ejemplar similar. Se trata de un cráneo


humano encontrado en una cueva en
Zambia y con
una edad atribuida de 40.000 años, que
muestra un agujero similar en el costado

izquierdo, igualmente sin trizaduras


radiales. Las posibilidades que sugieren
estos

disparos prehistóricos, si es que son


tales, resultan inquietantes.

Aunque estos descubrimientos podrían


considerarse aislados, apuntan hacia la

posibilidad de que el hombre civilizado


haya existido en la Tierra desde hace
mucho más

tiempo que el que antes se creyó. Sin


siquiera considerar la posibilidad de
que alguna

civilización hubiese llegado a la Tierra


desde el espacio exterior, como se ha
sugerido

frecuentemente, habría habido tiempo y


espacio en la historia de nuestro propio
planeta

como para que se hubiesen desarrollado


una o varias culturas hasta el punto de

aniquilarse a sí mismas por medio de


guerras, trastornos ambientales, o de
haber sido

destruidas por otras fuerzas que habrían


desencadenado inconscientemente..Si
partimos de un punto en la Antigüedad
situado en el año 4.000 A.C.,
advertimos

que nuestra propia cultura ha progresado


desde la agricultura y el pastoreo
primitivos

hasta la fisión nuclear en un lapso de


sólo 6.000 años. Tomando en cuenta la
edad de la

Humanidad, ha habido mucho tiempo


para que otras culturas llegaran a un
nivel similar

al nuestro.
Al reconsiderar algunos de los antiguos
documentos que han llegado hasta

nosotros, podríamos obtener cierta


información en el sentido de que la
Humanidad

alcanzó anteriormente nuestra actual


capacidad de destrucción. Aunque
existen indicios

de grandes explosiones de la superficie


de la Tierra en la Biblia (Sodoma y
Gomorra), en

la mitología griega y en muchas de las


leyendas de los indios de Norte y
Sudamérica, es
en los antiguos testimonios escritos de la
India, copiados y recopiados desde la

antigüedad prehistórica, donde


encontramos, descritos con bastante
detalle, el uso y

efecto de algo que se parece mucho a las


explosiones atómicas durante una
guerra.

En varios de los antiguos libros de la


India, que a diferencia de lo ocurrido
con tantos

documentos occidentales escaparon al


fuego y la destrucción, pueden hallarse
referencias
inesperadas a esos recientes adelantos
de nuestra civilización tecnológica.
Dichas

alusiones describen, como si hubiesen


sido escritas hoy y no hace miles de
años,

cuestiones como la relatividad del


tiempo y el espacio, los rayos cósmicos,
la ley de la

gravedad, la radiación, la naturaleza


cinética de la energía y la teoría
atómica. La escuela

Vaisesika de los filósofos científicos de


la antigua India, desarrolló o conservó
la teoría
de que los átomos estaban en incesante
movimiento. Subdividieron la medida
del tiempo

en una serie increíble de fracciones de


segundo, y el más infinitesimal fue
considerado

como el “período empleado por un


átomo para atravesar su propia unidad
de espacio”.

En el Mahabharata, un gigantesco
compendio de más de 200.000 versos
que se

refiere a la creación del cosmos, a la


religión, las oraciones, costumbres,
historia y

leyendas relativas a dioses y héroes de


la antigua India, hay abundancia de
referencias

sorprendentemente modernas. Se supone


que este libro fue escrito originalmente
hace

3.500 años, pero describe


acontecimientos que supuestamente
ocurrieron miles de años

antes. Entre los versos del Mahabharata


hay algunos que contienen vividas
descripciones
de lo que pareciera ser una visión de
primera mano de una guerra atómica.

En la década de 1880, cuando los


estudiosos de filosofía y religión
pudieron leer y

estudiar el Mahabharata (una traducción


se terminó en 1884), naturalmente
estimaron

que las frecuentes y detalladas alusiones


a antiguas naves aéreas (vimanas), con

instrucciones acerca de cómo eran


accionadas y sobre la manera de
reconocer aviones

enemigos, eran fantasías poéticas. Había


incluso referencias aún más asombrosas
a un

arma diseñada para provocar la


parálisis de los ejércitos enemigos
(mohanastra: “la

flecha del inconsciente”) y


descripciones de “carruajes de dos
pisos con muchas ventanas

que proyectaban llamaradas rojas y que


volaban como cometas… a las regiones
del cielo

y las estrellas”.
Debe recordarse que el Mahabharata fue
traducido décadas antes de la aparición
del

avión, el gas venenoso o nervioso, los


cohetes manejados por el hombre y las
bombas

atómicas. Tales referencias no


significaban otra cosa sino alocados
vuelos de la

imaginación, para los lectores de la era


Victoriana. Los estudiosos occidentales
del

Mahabharata advirtieron fácilmente


otras alusiones a ciertas armas
relativamente
modernas y que estaban relacionadas
con un control del poder de fuego, las
distintas

clases de artillería y cohetes, las “balas


del hierro”, los explosivos de salitre,
sulfato y

carbón, las bombas cohete capaces de


abatir puertas de ciudades, y los
agneyastras,.cañones cilíndricos que
hacían un ruido como el de un trueno.
Pese a que todo fue

atribuido a la antigua India, no lograron


asombrar a los lectores. Algunos
sospecharon

que constituían un “entrometimiento” o


deslices en la traducción, debido a un

comprensible intento indio de decir:


“nosotros lo tuvimos antes”.

Otras armas misteriosas mencionadas en


el Mahabharata fueron mejor
comprendidas,

aunque antes resultaban bastante


ininteligibles, en pleno desarrollo de la
Primera Guerra

Mundial. Ramchandra Dikshitar,


comentarista militar de la India, señaló
en su obra War

in Ancient India (Guerra en la India


antigua) que el Mahabharata contenía
alusiones a la

guerra: los modernos aviones serían los


equivalentes de los vimanas, el arma
mohanastra

que hacía que ejércitos enteros cayesen


inconscientes equivalía al gas venenoso.
También

dijo que se utilizaba una cortina de


niebla o de humo para producir una
densa bruma para

el camuflaje, y comparó el tashtra, un


arma “capaz de matar a un gran número
de

enemigos al mismo tiempo”, con los


explosivos modernos más avanzados.
Aunque los

estudiosos del siglo pasado y algunos


oficiales británicos de la Primera
Guerra Mundial

reconocieron algunas de las armas


“redescubiertas” del Mahabharata, otras
de las

descripciones resultaban tan


inconcebibles, que incluso hicieron
confundir a los

traductores. P. Chandra Roy, autor de la


principal versión inglesa, observó en la

introducción: “Para el lector inglés puro


y simple habrá muchas cosas en este
libro que le

parecerán ridiculas…”.

Sin embargo, lo que resultaba ridículo o


misterioso en la década de 1880 e
incluso en

la Primera Guerra Mundial, ya no es tan


enigmático para casi ninguna persona
que viva

en nuestro incierto mundo de hoy. Los


siguientes párrafos, que se refieren a una
guerra de
la Antigüedad, nos resultan
asombrosamente familiares, aunque
están separados de

nuestra era atómica por muchos miles de


años. Encontramos la siguiente
descripción de

un arma especial lanzada contra un


ejército enemigo:

Un solo proyectil, cargado con toda la


potencia del Universo. Una columna

incandescente de humo y llamas, tan


brillante como diez mil soles, se alzó en
todo su

esplendor… era un arma desconocida,


un rayo de hierro, un gigantesco
mensajero de la

muerte que redujo a cenizas las razas de


Vrishnis y Andakas (los enemigos contra

quienes se utilizó) …Los cadáveres


estaban tan quemados que resultaban
irreconocibles.

Sus cabellos y uñas desaparecieron;


jarros y objetos de greda quedaron
destrozados, sin

motivo aparente, y los pájaros se


volvieron blancos. Al cabo de pocas
horas, todos los

comestibles estaban infectados… para


escapar a este fuego, los soldados se
lanzaron a los

arroyos y trataron de lavar sus cuerpos y


todo su equipo.

(Aquella poderosa arma) …arrasó con


multitudes (de guerreros), corceles y
elefantes,

automóviles y armas, como si fueran


hojas secas de los árboles… barridas
por el viento…

lucían muy hermosas, como aves en


vuelo… volando desde los árboles…

En lugar de referirse a los resultados


visuales producidos por la explosión de
aquella

superarma como la nube en forma de


seta, el escritor, que la vio, o tomó su
descripción

de otros relatos o simplemente imaginó


su efecto, lo describió como grandes
nubes que se

abrían una sobre la otra, cual una serie


de parasoles gigantes; es decir, una
concepción

distinta a la nuestra, pero que no resulta


un mal símil.

Incluso se dan las dimensiones


aproximadas del arma o bomba:…. Una
columna tan fatal como la vara de la
muerte. Medía tres codos y seis pies.

Dotada de la fuerza del trueno de Indra,


el de los mil ojos, era… capaz de
destruir a todas las

criaturas vivientes…

También se puede leer un relato acerca


del choque en el aire de dos cohetes:

… Las dos armas se encontraron en


pleno vuelo. Luego, la Tierra con todas
sus

montañas y mares comenzó a temblar, y


todas las criaturas vivas sintieron el
calor de la

energía de las armas y se vieron


grandemente afectadas. Los cielos
resplandecieron y los

diez puntos del horizonte se llenaron de


humo…

Muchos piensan que la gran guerra


descrita en el Mahabharata se refiere a
la

invasión “aria” del subcontinente indio,


que vino desde el Norte. El relato pudo
haberse

hecho en términos comprensibles,


acordes con la época, como ocurre con
la Iliada, sin

recurrir a un lenguaje de ciencia ficción


y sin aludir a esas armas extrañamente
proféticas.

Sin embargo, conviene señalar que los


esqueletos descubiertos en las muy
antiguas

ciudades de Mohenjo-Daro y Harappa


Rahi, en Pakistán, resultaron
extremadamente

radioactivos. No se sabe prácticamente


nada de estas antiguas ciudades, excepto
que
fueron repentinamente destruidas.

Por muy actuales que resulten, las


antiguas descripciones de aviones y
armas

atómicas no significan necesariamente


que el escritor presenciara
personalmente aquellas

maravillas, o que existieran incluso,


salvo en su activa o febril imaginación.
En nuestra

propia era, la tira cómica de Buck


Rogers se refería con toda libertad al
uso de armas
atómicas, hasta que el FBI, poco antes
de la prueba de la verdadera y
supersecreta bomba

atómica en Nuevo México, persuadió al


autor de que desistiera de tales
referencias. En el

Viaje a la Luna, de Julio Verne, existe


otra inconsciente coincidencia profética
y de

ciencia ficción: Verne escogió la


Florida como base para su imaginario
disparo lunar,

adelantándose en más de un siglo al


verdadero. Otra coincidencia profética:
las medidas
atribuidas por Verne, hace más de un
siglo, al submarino imaginario del
capitán Nemo,

son casi idénticas a las de los actuales


submarinos atómicos norteamericanos.
El caso de

Swift y las lunas de Marte resulta


todavía más asombroso. Al escribir Los
viajes de

Gulliver, en 1726, Swift describió los


satélites de Marte y dio sus dimensiones

aproximadas, que resultaron correctas, y


también detalles acerca de su revolución
en
torno del planeta, pese al hecho de que
las lunas a las que se refirió tan de paso
(y

exactamente) en su obra de ficción no


fueron descubiertas hasta 1877. Sin
embargo,

Verne, Swift y el creador de Buck


Rogers vivían en una época científica,
en que la

posibilidad de tales descubrimientos o


inventos era sólo cuestión de tiempo.
Pero los

documentos indios provienen tal vez de


hace más de 6.000 años.
Algunos asiáticos, y occidentales
también, que suscriben la teoría de que
el hombre

civilizado ha existido durante un


período mucho más largo que el
sospechado

anteriormente (al correr la cortina del


tiempo ciertamente no parecen hallarse
siglos y ni

siquiera milenios que pudieran


añadirse) no descartan la posibilidad de
que hayan

existido en todo el mundo olas de


civilizaciones con puntos cumbres y
desapariciones.

Algunas de ellas no han dejado huellas,


salvo en la leyenda. Por lo tanto, están

dispuestos a creer que las


sorprendentemente detalladas
referencias indias a átomos,

estructura y armas Atómicas y


tecnología avanzada podrían ser
simplemente un recuerdo

bien conservado de civilizaciones


prehistóricas y científicamente muy
adelantadas..En las leyendas acerca de
la India, debiéramos también considerar
el hecho de que
algunas regiones de la superficie de la
Tierra parecen mostrar cicatrices
atómicas

adquiridas miles de años antes de las


actuales actividades atómicas. Estos
lugares existen

en Siberia, Iraq, Colorado y Mongolia


(donde las pruebas atómicas chinas
están dejando

nuevas cicatrices, comparables a las


antiguas y, en algunos sitios, situadas en
un nivel del

suelo inferior al actual.


Durante una excavación exploratoria
realizada en Iraq en 1947, fueron
saliendo a la

luz sucesivas capas culturales, en lo que


uno podría llamar el pozo de una mina

arqueológica. Partiendo del nivel actual,


la excavación pasó por los niveles
culturales

urbanos correspondientes a Babilonia,


Caldea y Sumeria, luego por los de las
primeras

aldeas, luego por otros correspondientes


a los labradores primitivos de los años
6.000 a
7.000 A.C. y, más abajo, por los
indicios de una cultura de pastores, para
llegar

finalmente a una era correspondiente a


la cultura de La Madeleine de las
cavernas, que

existió hace unos 16.000 años. Más


abajo aún, al fondo de todos los niveles
apareció un

piso de cristal fundido, que no se


parecía a nada, salvo al suelo dejado en
el desierto de

Nuevo México por las explosiones que


inauguraron nuestra actual era
atómica..CAPITULO 9
Los observadores: Protectores,
invasores, o simples

curiosos:

SI LOS OVNI U OTROS SISTEMAS


ESTÁN SECUESTRANDO aviones,
barcos y

personas, especialmente en el Triángulo


de las Bermudas, y en otras regiones del
mundo,

un elemento fundamental de cualquier


investigación sobre el asunto sería el
examen de la
posible razón o razones. Algunos
investigadores han sugerido que ciertos
seres

inteligentes, y con un grado de


desarrollo científico años de luz más
avanzado que el de

los pueblos relativamente primitivos de


la Tierra, se habrían dedicado durante
siglos a

observar nuestros progresos, y


finalmente habrán de intervenir, para
evitar que

destruyamos nuestro planeta.


Naturalmente, esto significa presumir en
esos seres del
espacio exterior o interior una condición
altruista que no suele ser la dominante
entre

pioneros o exploradores.

Por otra parte, podría ocurrir que en las


cercanías del Triángulo de las
Bermudas, y en

algunas otras localidades nodales de las


corrientes gravitacionales
electromagnéticas,

existiera una puerta o ventana hacia otra


dimensión en el tiempo o el espacio, a
través de
la cual estos entes extraterrestres,
dotados de un complejo utillaje
científico, pudieran

penetrar a su antojo. Sin embargo,


cuando dicho conducto es hallado por
seres humanos,

se convierte en una calle de una sola


vía, de la cual sería imposible regresar,
dado su

nivel de desarrollo científico, o debido


a que una fuerza extraña lo impediría.
Muchas de

las desapariciones, especialmente las


relativas a tripulaciones completas de
barcos, hacen
suponer la existencia de expediciones de
secuestro cuya misión sería obtener
seres

humanos para confinarlos en zoológicos


espaciales, para exhibirlos en diferentes
eras del

desarrollo planetario, o para fines de


experimentación.

El doctor Manson Valentine sugiere que


podrían existir diversos grupos de
visitantes

espaciales, a veces hostiles, y que


algunos de dichos seres provenientes del
espacio, las
profundidades oceánicas o incluso
alguna otra dimensión, podrían estar
relacionados con

nosotros; serían nuestros primos de


muchos miles de años de antigüedad y lo
bastante

civilizados como para tener un motivo


altruista que los llevase a protegernos a
nosotros y

a nuestro planeta, o pragmáticamente


preocupados acerca de su propio medio
ambiente.

Desde este último punto de vista, es


evidente que la Tierra y sus pobladores
están en
creciente peligro de ruina y destrucción.
Esto habría podido producirse en
diversas

ocasiones en los milenios anteriores,


pero aunque la Tierra estaba en peligro,
no fue

convertida en un lugar inhabitable a


diferencia de lo que tal vez sucedió con
diversos

planetas y lunas cercanos. Entre algunas


razas que han desaparecido casi
completamente

se conservan aún recuerdos de


catástrofes casi fatales, y según las
tradiciones de otras
muy antiguas, no ha habido una sino
varias hecatombes globales. Las razas
indígenas de

América Central han contado hasta


ahora tres veces el fin del mundo, y
aseguran que

habrá de producirse el cuarto en una


fecha no muy lejana, en esta ocasión por
el fuego.

Los hopi, que entre las tribus indias de


los Estados Unidos son quienes
conservan el

registro más completo y curiosamente


detallado de sus andanzas y del cosmos
mismo,
también hablan de las tres veces que
acabó el mundo: una debido a una
erupción

volcánica y al fuego, otra causada por


terremotos y por el desplazamiento
ocasional del

eje de la Tierra, y una tercera provocada


por inundaciones y hundimientos de
continentes

que a su vez eran la consecuencia de la


guerra entre los habitantes del “Tercer
Mundo”.empeñados en destruir sus
ciudades por medio de ataques aéreos.
Entre paréntesis, la

referencia al desplazamiento del eje de


la Tierra es en sí una muestra del
extraordinario

conocimiento que había alcanzado una


pequeña tribu india, no sólo acerca de la

verdadera forma de la Tierra, sino


respecto de su rotación. La teoría según
la cual la

Tierra perdería temporalmente su


velocidad de rotación y luego volvería a
ajustaría

corresponde a una tesis científica


posterior desarrollada por Hugh
Auchincloss Brown,

quien atribuye dicha perturbación a un


exceso de peso causado por la
acumulación de

hielo en uno de los polos.

Las antiguas leyendas religiosas de la


India describen nueve crisis mundiales,

mientras otras culturas de la Antigüedad


varían un tanto en relación con el
número,

aunque no respecto de la frecuencia


regular de las catástrofes planetarias.

En su diálogo Critias, Platón cita a un


sacerdote egipcio que dijo al legista
ateniense

Solón, de visita en Egipto:

… Ha habido, y volverá a haber muchas


destrucciones de la Humanidad, debido
a

numerosas causas.

Después de explicar a Solón cómo


habían conservado los egipcios sus
memorias

respecto de algunos de estos


acontecimientos, gracias a sus archivos,
observó:

… y luego, en el período habitual, la


corriente del cielo baja cual una
pestilencia… y

así, tiene uno que empezar todo de


nuevo, desde niño… (agregando, como
una alusión

tajante respecto de la falta de registros


griegos:) Ustedes recuerdan sólo un
diluvio, y sin

embargo, hubo muchos…

La teoría cíclica de la civilización que


prevaleció en el mundo antiguo y existe

todavía, en cierta medida, en Asia, se


halla en marcado contraste con la teoría
del

progreso lineal de nuestra propia


cultura, con su preocupación por el paso
y la presión del

tiempo y la constante marcha adelante de


la civilización y el desarrollo científico.
No

obstante, en la medida en que nuestros


conocimientos se hacen mayores,
podríamos

descubrir que lo sospechado por


observadores de la Antigüedad
realmente ocurrió.
Las catástrofes mundiales y las
destrucciones de civilizaciones
completas podrían

haber sido anteriormente el resultado de


muy diversas causas, algunas de las
cuales

podrían hallarse hoy frente a nosotros,


aunque nos neguemos resueltamente a

contemplarlas. Entre ellas, una de las


más destacadas es la del exceso de
población, un

problema mencionado solamente, entre


todos los documentos de la Antigüedad,
por el
Mahabharata, como si el subcontinente
indio hubiese sufrido entonces como
ahora de

una población excesiva. La guerra


nuclear, a la que se alude en los
documentos antiguos

y que hoy constituye un dilema


fundamental, es, naturalmente, una
manera indirecta de

resolver el problema, aunque acarrea


otro, que es el de que destruye gran
parte de la vida

del planeta e incluso daña su futura


habitabilidad. Si las reacciones
atómicas son
suficientemente fuertes, provoca además
desastres sísmicos e inundaciones
debidas al

derretimiento de los hielos.

Incluso ahora podrían estar


preparándose otras catástrofes, no
relacionadas con la

actividad atómica, pero ligadas al


desarrollo tecnológico y cuyos
resultados sólo serán

conocidos con el transcurso del tiempo.


Por ahora, además de estar empeñados
en
nuestros experimentos atómicos, en el
derroche de la energía nuclear, en la
polución.ambiental del agua y el aire y
en el desequilibrio de la ecología,
realizamos de manera

muy poco sensata algunos experimentos


graduales que podrían tener
consecuencias

catastróficas.

La observación del Dr. Columbus Islin,


ex director de la Woods Hole
Oceanographic

Institution, es un ejemplo de lo que


decimos. Al referirse al aumento de
dióxido de

carbono en la atmósfera, señaló:

Durante los últimos 100 años, el


creciente uso de combustibles fósiles en
nuestra

civilización industrial mundial ha


debido traducirse en la producción de
alrededor de

1.700.000 millones de toneladas de


dióxido de carbono, que equivale al 70
por ciento de

la cantidad que existe actualmente en la


atmósfera. Debido a que dos tercios del
aumento

de esta substancia son absorbidos por el


mar, puede esperarse una mayor
cantidad de

dióxido de carbono en la atmósfera de


un 20 por ciento. No es fácil predecir el
efecto que

tendrá ese incremento, pero existen


razones para pensar que producirá el
aumento de la

temperatura de las capas inferiores de la


atmósfera en varios grados. De esa
manera y

más o menos a pesar de nosotros


mismos, estamos realizando un gran
experimento.

El efecto que produciría el derretimiento


de los polos provocado por el hombre,
con

grandes marejadas e inundaciones de las


zonas costeras del mundo entero, hace
recordar

aquella inundación de la prehistoria, que


ahora no nos parece en absoluto
legendaria y

que cubrió zonas de la superficie


terrestre en el Atlántico, el Caribe, el
Mediterráneo y
otros lugares. Incluso el derramamiento
de petróleo por alguno de los cada vez
mayores

superpetroleros o desde el oleoducto de


Alaska podría hacer que el hielo polar
se fundiera

en grandes cantidades y con


impredecibles resultados.

La extinción de gran cantidad de


especies de la fauna terrestre podría
llegar a ser otra

causa de futuros desastres, sobre los


cuales no podemos todavía formarnos
una opinión.

Debemos recordar que, en una catástrofe


anterior, Noé, que era un ecólogo antes
que se

pusiera de moda serlo, recogió en su


arca a siete parejas de cada uno de los
animales más

útiles y también rescató un par de cada


una de las otras especies, útiles o
inútiles. Tal vez

en caso del hombre y de otros entes de


inteligencia similar, el salto desde la
barbarie a la

civilización y finalmente al
conocimiento y capacidad para utilizar
la fisión nuclear es un

proceso natural que ya ocurrió antes, no


sólo en la Tierra, sino también en otros
lugares

del Universo. Tal vez otros sistemas


civilizados, extraterrestres o incluso de
este planeta,

como lo han sugerido Valentine,


Sanderson y otros, aunque invisibles
para nosotros, han

superado este afán de autodestrucción y


están estudiando nuestro mundo por
medio de
rutas o puertas abiertas como el
Triángulo de las Bermudas. Su finalidad
sería

aprovecharlo como lección, o bien


conservar algunas partes con fines de
estudio, o

impedir que se autodestruya. Tal vez se


proponen orientarlo incluso, del mismo
modo en

que las naciones más poderosas tratan


de guiar a las menos desarrolladas. Sin
embargo,

adjudicar cualquier propósito a tales


observadores significaría suponer que
piensan como
nosotros: los animales salvajes no
pueden comprender por qué los
coleccionistas quieren

atraparlos y exhibirlos, en lugar de


matarlos y comerlos. Tal vez, como se
ha sugerido,

los OVNI son simples “exploradores”


de nuestro planeta. Si es así, lo han
estado

observando durante un tiempo


excesivamente largo.

Si hubiese algo de cierto en la hipótesis


de que seres extraños han estado
visitando y

observando la Tierra y recogiendo


información y muestras para algún
propósito ignorado,

especialmente en la zona del Triángulo


de las Bermudas, sería muy
interesante.preguntarse qué razones
tendrían los OVNI para concentrarse en
esa región. En la

Antigüedad remota se produjeron


visiones de aeronaves “celestiales” que
sugieren que los

OVNI habrían aparecido en zonas que se


hallaban en su apogeo, como para
comprobar
cada cierto tiempo dónde se estaban
desarrollando los nuevos centros de
civilización y si

eran potencialmente peligrosos o no. No


tenemos más que señalar la serie de
antiguos

testimonios relativos a visitas


celestiales de dioses o navíos a la
Tierra, para distinguir

una vaga tendencia a poner énfasis en


algunos aspectos que van cambiando con
el

tiempo. Las primeras visitas narradas en


detalle fueron las hechas al antiguo
Egipto en la
época de Tutmosis III y el viaje espacial
emprendido por el sumerio Etana. Por
cierto,

disponemos de indicaciones más


detalladas acerca de contactos
extraterrestres en el Libro

de Ezequiel, quien cuenta de visitas de


aparentes navíos espaciales, que habrían
llegado a

la Tierra en cuatro ocasiones dentro de


un espacio de diecinueve años. Ezequiel
asegura

que los vio en dos oportunidades y que,


al igual que Etana, pudo viajar en ellos.
Existe
también un posible indicio en el caso de
Elías, que ascendió a los cielos en una

“deslumbrante carroza” para no regresar


jamás. En la India hallamos el recuerdo
del

vuelo de Rama y en América tenemos


las alusiones a dioses que llegaron en
máquinas

desde el cielo para construir


Tiahuanaco. Luego, numerosos
testimonios provenientes de

Grecia, Roma, la Europa del


Renacimiento y —ya en nuestra época—
de un número
creciente de lugares en el mundo entero
y en especial en el Triángulo de las
Bermudas,

dejan planteada la posibilidad de que


los observadores estén interesados en el
avance de

la civilización tecnológica sobre la


Tierra. Estarían preocupados
particularmente de los

viajes aéreos, la penetración del espacio


y la guerra moderna. Durante la II
Guerra

Mundial y en la de Corea, llegaron a ser


comunes los casos de “cazas fantasmas”
(luces u
objetos no identificados que
acompañaban a los bombarderos o los
aviones de caza

durante el vuelo). En la actualidad hay


informes acerca de la concentración de
OVNI en

las cercanías de las zonas donde se


realizan los viajes espaciales, tal vez
porque ellos

representan un adelanto de grandes


posibilidades tecnológicas o porque
significan una

amenaza al sistema solar o a una parte


del Universo.
No obstante, las teorías de Ivan
Sanderson sugieren que la amenaza cada
vez mayor

al medio ambiente oceánico podría


haber causado preocupación en algunos
modos de

vida altamente desarrolladas que


existirían dentro de los mares.

Según parece, existen varias


confirmaciones sorprendentes (aparte de
las enumeradas

en el capítulo 6) sobre la actividad


submarina de los OVNI, que habrían
sido observadas

y detectadas por algunas unidades


navales de los Estados Unidos. Como ya
es usual,

estos incidentes han sido en lo posible


“retirados de la publicidad”, con
excepción de los

informes iniciales. Uno de los más


llamativos es el de la persecución de un
objeto

submarino que se desplazaba a más de


150 nudos (120 kph), primero por un
destructor y

luego por un sumergible, durante un


ejercicio de la Marina de Estados
Unidos. El hecho

ocurrió en 1963, al sudeste de Puerto


Rico, en el extremo sur del Triángulo de
las

Bermudas. Puesto que la maniobra


consistía precisamente en practicar
persecuciones, se

supuso que el objeto formaba parte de la


práctica. Otros trece barcos de la
Marina

advirtieron el rápido movimiento del


objeto y registraron el hecho en sus
bitácoras. La
persecución duró cuatro días, y en
ocasiones el objeto descendió a
profundidades de

7.000 metros, manteniendo su increíble


velocidad. Nunca se supo lo que era,
aunque la

mayor parte de los informes


coincidieron en que parecía estar
movido por un solo motor..En el pasado
fueron muy frecuentes los testimonios
acerca de OVNI que salían del

mar, se hundían en él u operaban dentro


de las aguas, pero nunca se les detectó y
siguió

tan de cerca como durante las maniobra


de 1963 que acabamos de describir.

Suponiendo que existe bajo el mar


alguna antigua rama de la Humanidad u
otra forma

de vida “civilizada”, tales seres, que


disponen de un espacio vital muchísimo
mayor que

el que tienen los modos de vida


civilizada como la nuestra en la
superficie terrestre, no se

preocuparon de nuestros actos durante


los milenios pasados. Sin embargo, al
advertir que

nuestras posibilidades tecnológicas han


llegado a representar un peligro para
ellos y para

su medio ambiente, su política del


laissez-faire habría cambiado y los
fenómenos del

Triángulo de las Bermudas podrían


constituir un examen tentativo, o una
acción

exploratoria anterior a algo más


definitivo.

Ivan Sanderson ha estudiado algunos


informes sobre los cuales no suelen
darse
explicaciones ni mucha información,
relacionados con unas gigantescas
cúpulas

submarinas transparentes que han sido


vistas frente a la costa de España por
buceadores

en busca de esponjas, y también desde la


superficie, cuando la transparencia de
las aguas

era favorable, en la plataforma


continental norteamericana. Piensa que,
si no son

instalaciones secretas de defensa,


podrían formar parte de una red
submarina construida
por entes que viven bajo el mar, para
fines posiblemente relacionados con sus
afanes de

neutralizar la creciente polución y


envenenamiento de las aguas del océano.
Llevando

todavía más lejos este razonamiento,


sería posible, dado que la Tierra es
básicamente un

enorme dínamo, “conectarla” por medio


de redes electromagnéticas instaladas
dentro de

los mares y, llegado el caso, activar los


impulsos adecuados para cambiar su
rotación.
Esta “conexión” de la Tierra hace
recordar tanto las antiguas tradiciones
como las

teorías comparativamente recientes que


aluden a grandes fuentes de energía en la

Atlántida, esos grandes complejos de


láser cristalinos que yacerían en el
fondo del Mar

de los Sargazos y que aún estarían


funcionando intermitentemente, causando

perturbaciones electromagnéticas que


son a su vez responsables de las averías
o

desintegración de naves aéreas y


marítimas.

Es natural que especulemos acerca de


las razones de las visitas de seres
extraterrestres

y que tratemos de explicar sus


propósitos dentro de nuestro propio
marco de referencia.

Siguiendo este razonamiento, resulta


normal suponer que los visitantes han
venido a

protegernos de nosotros mismos, aunque


otros observadores menos confiados
presumen
que los visitantes no están interesados
en protegernos sino en llevarse
muestras. Esta

suposición parece más lógica si se tiene


en cuenta el gran número de aviones,
lanchas y

barcos que han desaparecido con sus


tripulaciones dentro del Triángulo de las
Bermudas.

John Harder, investigador de OVNI y


profesor de ingeniería de Berkeley,
expuso

recientemente (octubre de 1973) la


teoría desusada y muy poco halagadora
de que la
Tierra podría ser una especie de “zoo
cósmico, aislado del resto del Universo,
y cuyos

guardianes suelen hacer de vez en


cuando una revisión, llevándose un
ejemplar de sus

habitantes”.

Sin embargo, otra teoría sostiene que los


visitantes no están interesados en la

Humanidad y sólo tienen en mente sus


propios fines, que todavía no podemos
imaginar, y
que las aparentes víctimas (ya que aún
no sabemos si alguien ha muerto en las

desapariciones) han sido causadas


inadvertidamente al ser proyectadas
dentro del campo

de ionización..Esta teoría ha dado lugar


a que, durante mucho tiempo, los
periodistas de diarios y

revistas publiquen titulares como éste:


“La perdida Atlántida goza de buena
salud y

secuestra barcos y aviones”. Resulta


concebible que un rayo láser destruya o
atomice un
avión, pero la idea de que grandes
generadores de energía o complejos
láser gigantescos

puedan funcionar todavía, después de


miles de años de haber permanecido
sumergidos en

el mar, parece absolutamente ridícula,


ya que dichos aparatos, según la
concepción que

de ellos tenemos, deberían ser


mantenidos y manejados por alguien.

Sin embargo, los láser son un


descubrimiento relativamente reciente
en nuestro
planeta y es probable que alcancen un
grado de perfeccionamiento mucho
mayor en el

futuro. Los rayos ultravioletas (aún no


desarrollados) tendrán una potencia

considerablemente mayor que los rayos


X láser, y lo mismo ocurrirá con los
propios

láser, cuando operen sobre la base de


energía solar acumulada o, tal vez, como
ocurriría

con la Atlántida, de energía del interior


de la Tierra. En cualquier caso, una
etapa de la
civilización tecnológica que se haya
desarrollado en la Antigüedad no
tendría por qué

haberse generado de la misma manera o


siguiendo el mismo orden que la nuestra,
ni

habría estado sujeta a las mismas


restricciones que en la actualidad, y de
manera

temporal, están todavía limitando


nuestra tecnología en desarrollo.

Al considerar los centenares de


desapariciones del Triángulo de las
Bermudas se

advierte que el único rasgo que tienen en


común es el hecho de que los aviones y
barcos

han desaparecido por completo, o que


los barcos han sido hallados sin
pasajeros ni

tripulaciones. Algunos de estos casos


misteriosos se han producido
aisladamente y

podrían explicarse por las


circunstancias extraordinarias en que
han ocurrido, o por la

coincidencia de fallas humanas y


trastornos meteorológicos, pero en
cambio, tantos otros

incidentes del Triángulo de las


Bermudas se han producido en medio de
aguas

transparentes, cerca de puertos, playas o


bases de aterrizaje, que resultan

incomprensibles, de acuerdo con


nuestros conocimientos actuales.

La historia del Triángulo de las


Bermudas abarca acontecimientos que
ya están

sumidos en la bruma de las leyendas


antiguas y modernas; inexplicables
aberraciones

causadas por fuerzas naturales


intermitentes, en apariencia, y teorías
del campo de la

física que podrían revolucionar nuestras


concepciones anteriores. El Triángulo
de las

Bermudas nos hace pensar en tierras


perdidas o sumergidas, en civilizaciones
olvidadas y

en seres que han visitado la Tierra


durante siglos, viniendo del espacio
interior o exterior,

y cuyo origen y propósitos son


desconocidos.

En lugar de elaborar teorías para


explicar lo que actualmente no tiene
explicación,

resulta quizá más sencillo decir que el


Triángulo de las Bermudas existe sólo
en la

imaginación de los místicos, fanáticos,


supersticiosos y sensacionalistas. Uno
de los

muchos comentaristas que piensan que


esta zona no es más que el resultado de
la
coincidencia de una serie de
desapariciones explicables si se las
toma caso por caso, ha

escrito: “Los que creen en el Triángulo


de las Bermudas creen también en las
serpientes

marinas…”. Esto no quiere decir que el


Triángulo no existe porque las
serpientes marinas

tampoco existen, ni significa que si


alguna vez se llegara a identificar uno de
esos

monstruos de manera definitiva, las


demás leyendas oceánicas se harían
automáticamente
más verosímiles.

En general, la gente suele ser reacia a


enfrentarse a misterios que no pueden
ser

explicados de manera satisfactoria o que


no encuentran una justificación teórica
en

términos que le resulten comprensibles.


Resulta mucho más reconfortante
sentirse.capaces de reconocer lo que
tenemos frente a nosotros, dentro del
radio del mundo físico,

que enfrentar una amenaza desconocida.


Si el fenómeno no puede ser explicado,
la mejor

respuesta consiste en ignorarlo, lo cual


es una actitud mucho más
tranquilizadora y, en

cierto modo, más inocente también. Sin


embargo, la época de la inocencia
científica ya

pasó, lo mismo que la sensación de


seguridad que nos proporcionaba. Se
acabaron

definitivamente el 16 de julio de 1945,


en Alamogordo, Nuevo México, cuando
la teoría
atómica demostró en forma concluyente
que ya no era una teoría.

Vivimos en un mundo en que las líneas


de la ciencia y la paraciencia comienzan
a

converger; un mundo que alguna vez fue


mágico y en que los sueños de los magos
han

sido aceptados por la ciencia y han


pasado a ser aceptables para la
nomenclatura

científica. Ahora los biólogos pueden


producir la vida; los biólogos expertos
en
hibernación podrán muy pronto
preservar indefinidamente la vida
humana, mediante la

congelación de cuerpos vivos; se ha


demostrado la posibilidad de transmitir
a películas

las imágenes pensadas; la psicokinesis


(o telekinesis), que consiste en mover
objetos

mediante la fuerza de la voluntad, no es


ya un tema propio de la levitación, sino
el objeto

de seria investigación científica; las dos


potencias espaciales están realizando
experimentos con telepatía, desde y
hacia el espacio exterior. La
transmutación de la

materia, sueño de los alquimistas, ya no


es algo imposible, y los únicos
impedimentos

para transformar cantidades de plomo en


oro consisten en que resultaría
demasiado

costoso (!).

Hablando ya en términos cósmicos, el


firmamento de las verdades científicas
ha
sufrido tales grietas, que muchos de los
que prefieren apoyarse sobre tierra
firme y

familiar se sienten aturdidos y


desorientados. La posibilidad de la
existencia de la

antimateria, la curvatura del espacio y el


tiempo, los nuevos conceptos sobre
gravedad y

magnetismo, la presumible existencia de


planetas oscuros en nuestro propio
sistema

solar, soles que estallan, las novas y las


pequeñas partículas de materia más
pesadas que
un planeta completo, los quasar y los
agujeros negros del espacio, un
Universo

interminable, que se hace mayor cuanto


más se extiende nuestra visión
telescópica,

llevándonos a millones de galaxias no


descubiertas. Estos son los misterios del

conocimiento que nos guardan, mientras


avanzamos a un paso tan acelerado que
ningún

“misterio” debería sorprendernos por el


solo hecho de que no nos parece lógico.

El Triángulo de las Bermudas, una zona


situada dentro del territorio familiar de

nuestro planeta, aunque relacionado


quizá con fuerzas que aún (y tal vez no
por mucho

tiempo) desconocemos, podría ser uno


de esos misterios. Como especie, nos
estamos

acercando a la madurez. No podemos


abandonar la búsqueda de nuevos
conocimientos o

explicaciones, estén en este mundo o


más allá de él..
LEMURIA Y MONTE SHASTA EN EL
ESOTERISMO :

Cuando hablamos de Lemuria y su


relación con el Monte Shasta nos
referimos por un lado al nacimiento de
las antiguas civilizaciones indígenas
americanas (descendientes directos de
Lemuria) y por el otro a la creencia de
que los ascendidos lemures habitaron en
el interior del Monte sagrado, que
además está considerado como un
vórtice energético y al que se asocia con
las civilizaciones intraterrenas.
También se han producido avistamientos
de objetos voladores no identificados,
luces y sonidos extraños provenientes
del subsuelo, asociados a los intras.

Lemuria fue una antigua civilización que


existió antes y durante el período de la
Atlántida. Físicamente se cree que
existió en un enorme continente a lo
largo del Sur del Océano Pacífico, entre
Norteamérica, Asia y Australia. Lemuria
es también conocida como Mu o la
Madre Tierra de Mu.

Se cree que existió aproximadamente


desde 98.000 años antes de Cristo, al
8.000 antes de Cristo y durante el
período de la Atlántida.

La gente de Mu pasó por muchas faces


durante su civilización. Se sabe que eran
personas muy avanzadas cultural y
espiritualmente.

El Firmamento y Lemuria

El término “firmamento” ha sido


mencionado históricamente en muchas
oportunidades, pero una nube de
misterio rodea la verdadera naturaleza
de este concepto.

Para los lemures el “firmamento era un


estrato de agua congelada sobre la
superficie de la Tierra. Era un gran
escudo cristalino en dos secciones. Una
situada entre 15.000 y 18.000 pies y la
otra entre 35.000 y 38.000 pies de altura
sobre la superficie terrestre.

Era como un lente de cristal claro. En un


determinado momento del día cuando la
luz reflejaba en él servía como espejo
del mundo que estaba debajo. Todos los
llamados “Templos de Cristal” del
mundo lo sostenían.

Originalmente el Firmamento fue


construido por la primera civilización
etérica que llegó a la Tierra hace
aproximadamente 35 millones de años.
Fue construido para proteger al planeta
de la radiación solar y otras radiaciones
nocivas del Cosmos.

El Firmamento fue mantenido, roto y re


establecido tantas veces como diferentes
civilizaciones e invasiones hubo en el
lugar.

La ausencia de climas diferentes

Cuando el Firmamento existía estuvo


bajo las órdenes de una jerarquía
espiritual, los cuales construyeron los
Templos de Cristal de acuerdo a sus
deseos. Estos templos cumplieron
diversas funciones para la atmósfera del
planeta. En primer lugar bajaban la
radiación y los niveles de calor para que
el clima de la Tierra desde el Polo
Norte al Polo Sur estuviera dentro de
los 5 grados de diferencia. De esta
manera los trópicos estaban alrededor
de los 70 º farenheit y las regiones
polares 5 º por debajo.

No existian grandes capas de hielo en


las regiones polares, como tenemos hoy.

En segundo lugar, la otra diferencia era


la ausencia de viento y nubes.

Al no haber nubes todos los días eran


soleados. Los suaves vientos sólo
llegaban a las 5 o 7 millas por hora. No
había tormentas, ni lluvias.

La fuente inagotable de la energía prana

La atmósfera completa del Firmamento


fortalecía la mente y el cuerpo desde
que la radiación energética almacenaba
prana en él. Luego el prana fluía a través
del firmamento y lo mantenía casi como
si este fuera un gran acumulador de
energía.

Los cuerpos de las criaturas que existían


en el planeta eran vigorizados por esta
energía. El calor y la radiación que
causaban deterioro en los cuerpos se
mantenían alejados de la superficie del
planeta.

Otra cosa era que las estrellas se veían


aumentadas a través del firmamento por
lo que el cielo se veía como a través de
un gran telescopio.

El firmamento prevenía de esta forma


una atmósfera desolada y con
diferencias climáticas.
Después del colapso del firmamento la
radiación comenzó a acortar y modificar
la la parte física del ser humano y
gradualmente esto limitó el tiempo de
vida. De hecho, relatos bíblicos hablan
de personas muy longevas. Esto no es
más que la protección brindada por el
firmamento. La atmósfera de hoy en día
no protege la vida como alguna vez lo
hizo el firmamento.

Conflictos
Lemuria y Atlántida establecieron un
conflicto entre ellas debido a la lucha
por el control del poder en el mundo.

Inicialmente la estrategia consistía en


destruir los Templos de Cristal del
enemigo. Sin embargo no tuvieron en
cuenta los efectos que provocaría la
desestabilización del Firmamento.

Los ataques fueron hechos en forma


simultánea sobre los Templos de Cristal
y por lo tanto desorganizaron la
estructura del Firmamento en los cielos.
Esto provocó la destrucción del
Firmamento y la consecuente caída de
miles de millones de litros de agua
desde el cielo. Este fenómeno se conoce
bíblicamente como el Diluvio Universal,
que no implicó solamente los 40 días de
ardua lluvia sino que fue el comienzo de
un nuevo mundo.

Otra historia sobre Lemuria.

La Era lemuriana

La mejor manera de marcar el comienzo


de la Era hiperbórea es cosiderar el
trágico fin de la Era Polar, la cual marcó
el final de la Era de los dinosaurios,
hace 65.000.000 de años atrás. Aunque
algunos saurios pasaron a la Era
siguiente y convivieron con el hombre.

El origen de la Era lemuriana ha


fascinado a muchos estudiosos de la
historia por mucho tiempo. Lo primero a
tener en cuenta es que la época de la Era
Lemuriana abarcó muchos cambios
climáticos, geográficos, de fauna y flora
que que marcaron la diferencia entre los
primeros y los últimos lemures.
Los primeros habitantes eran
hiperbóreos (vivían en los polos),
nómades y precisamente, la diferencia
entre los hiperbóreos y los primeros
lemures fue la tendencia a asentarse en
los lugares que elegían.

Durante las últimas fases de la era


hiperbórea los grupos nómades viajaban
constantemente, mudándose de lugar
cuando el entorno se deterioraba o para
escapar del cataclismo volcánico y la
polución atmosférica. La crisis
progresiva precipitó los viajes para
protegerse de los desastres naturales,
que llegó a su punto cúlmine 35.000.000
de años atrás.
Muchos de los grupos sobrevivientes
viajaron hacia el Este y los pequeños
clanes hiperbóreos se dirigieron a lo
que hoy es Asia, viviendo en pequeños
grupos o asentamientos, hasta que
algunos de ellos llegaron a la tierra que
nosotros llamamos Lemuria.

Los primero lemures fueron inflexibles


de carácter. Su actitud debió pasar por
varias transformaciones atravesando
diversos estados de conducta. Desde
expresiones reconfortantes, estados de
relax y júbilo hasta estados de egoísmo
puro. Estas son generalidades que no se
aplican a las entidades avanzadas
espiritualmente.

Al principio la vida era muy simple y


apreciaban su buena calidad.

Su físico era muy delicado para digerir


comida sólida, por lo tanto se
alimentaban a base de frutas frescas y
hierbas. Gradualmente sus vidas fueron
mejorando. Existió una profunda
interacción entre ellos y sus amigos los
devas, generando ondas telepáticas entre
ellos y la mayoría de las especies
animales.

Pudieron despojarse de la tensión


nerviosa que era un legado físico de sus
predecesores y su interés se centró en la
evolución espiritual.

El apogeo de Lemuria

Aproximadamente 14.000 años atrás, la


cultura conocida como Lemuria, estaba
en pleno apogeo. Había otras culturas
como la Atlántida que también estaban
en su apogeo.

Los profetas de la cultura lemuriana


comenzaron a percibir que algo habría
de cambiar. Recibieron información
acerca de que la Tierra pasaría por
cambios dramáticos, provocados por un
Gran Diluvio.

La gente sagrada de Lemuria estaba muy


conectada con la Tierra. Ellos eran los
ancestros de los nativos americanos y
esto es muy importante ya que los
conocimientos de Lemuria fueron
preservados por ellos.
Como los lemurianos estaban
preparados para el cataclismo que se
avecinaba comenzaron a enseñar acerca
de los secretos de la Tierra y de la
humanidad a todas las personas que
fuera posible. Ellos creían que de este
modo la información sería almacenada
en las células de los cuerpos humanos y
por lo tanto la información jamás sería
olvidada.

También comenzaron a almacenar


información en los cristales. Estos eran
guardados a grandes profundidades en la
Tierra para que la información fuera
preservada. A su vez los antiguos
lemures comenzaron a crear mapas con
detalles muy precisos de los túneles
subterráneos que existían entre los
diferentes puntos de poder en el planeta.

Sabían que recibirían una señal


diciéndoles que era el tiempo de ir a
esos túneles antes de que el Gran
Diluvio llegara. Por eso se prepararon
durante miles de años para ser los
guardianes sagrados de los secretos de
la Tierra. Y esto debían hacerlo antes de
que se produjera el Gran Diluvio, de lo
contrario la historia entera de la
humanidad y las sagradas enseñanzas
lemurianas se perderían para siempre.
Finalmente llegó el momento y se
dirigieron a los túneles. Esto ocurrió
aproximadamente un año antes del Gran
Diluvio.

Mientras estaban bajo tierra tuvieron


que aprender a vivir allí y hacer uso de
lo que la Tierra les ofrecía para poder
sobrevivir. Es así como construyeron
grandes comunidades basadas en el
amor y la comprensión. Durante aquel
año realizaron la tarea final; preservar
todo el conocimiento que era necesario
resguardar.
Cuando llegó el Diluvio, toda la gente
que se encontraba bajo tierra se salvó de
la catástrofe, Los que estaban en la
Tierra perecieron. Cuando el agua cesó,
salieron a la superficie. La Tierra que
ellos conocían ya no era la misma. Y
este emerger de la Tierra es el punto de
partida que los nativos americanos
utilizan para hablar de la historia de la
Creación. En un sentido muy literal ellos
emergieron de la Tierra. Muchos de los
nativos han perdido la memoria literal
de este emerger, pero dentro de los más
altos rangos de chamanes este
conocimiento se perpetúa.
Este es el punto de vista de los nativos
americanos. Pero ellos no eran los
únicos que habitaban los túneles. Toda
la gente con elevados conceptos
espirituales del planeta estaban allí. Los
aborígenes australianos y aquellos que
después se convertirían en los druidas
en Inglaterra estaban allí preservando
sus conocimientos.

Los druidas preservaron la información


de los antiguos habitantes de la
Atlántida. Pero los nativos de la zona
del Pacífico, incluyendo Asia, fueron los
que preservaron la información
correspondiente a Lemuria. Estos
nativos aún hoy guardan dentro de sí los
sagrados conocimientos. Mucho de esto
es conciencia y mucha información está
almacenada en el subconsciente.

La tribu Ainu, de Japón es uno de los


grupos que preservaron estos
conocimientos. Todos juntos formaron
un grupo humano basado en la
cooperación con el fin de preservar las
sagradas enseñanzas.

El conocimiento ancestral
Los profetas sabían que cuando el
catlaclismo pasara la humanidad se
alejaría de las sagradas enseñanzas. A
su vez también sabían que durante este
tiempo las enseñanzas permanecerían
ocultas . Cuando el ciclo llegara a su fin,
las enseñanzas volverían a emerger y
serían transmitidas a cada una de las
personas. Y esto es lo que está
ocurriendo en este momento. Si
visitamos lugares sagrados como el de
los nativos americanos, Perú o Egipto es
porque estamos sintiendo que estos
conocimientos ancestrales comenzaron a
emerger para contactarse con nosotros y
debemos encontrar el modo a través del
cual nuestra memoria pueda recordar. Y
lo podemos hacer indagando en nuestra
sabiduría espiritual. Los antiguos
maestros nunca sintieron la necesidad de
hacer que la gente creyera en las
enseñanzas sagradas. Sin embargo esto
pasó después del Diluvio. Los antiguos
tenían su propia sabiduría espiritual la
cual nunca se ponía en discusión.

Aquellas creencias básicas estaban


basadas en la aceptación de un poder
supremo y del amor y respeto por
nuestros semejantes y por la Tierra.
Estos son los conceptos básicos de la
espiritualidad.
Los nativos americanos hacían algo que
se conoce como “La danza de la lluvia”.
Hoy el significado de la ceremonia se ha
perdido. Actualmente la creencia es que
la danza hacía llover. Sin embargo en
aquellos días la danza de la lluvia era
mucho más que eso. Los nativos no
hacían la danza para que lloviera sino
porque podían de este modo conectarse
con la energía del medio ambiente y
formar parte de él y celebrar la lluvia. Y
esto marca una sutil diferencia con la
creencia popular, porque su rito
significa sentirse “Uno” con la Madre
Tierra.

Snake People
La gente que se hacía llamar Snake, que
en inglés significa “serpiente”, era un
pueblo muy antiguo.

Existieron aproximadamente hace 6000


años atrás. Eran descendientes de los
lemurianos, particularmente descendían
de los guardianes sagrados de Lemuria.

La serpiente se utilizaba como símbolo


de la sabiduría. Mitológicamente existe
un lugar sagrado llamado Montezuma,
considerado como un punto emergente
de los antiguos lemurianos. A su vez
Sedona es también uno de los lugares
donde se encontraban guardados los
registros de la humanidad. Después de
que ellos emergieron del mundo
subterráneo, su civilización vivió en lo
alto de los peñascos. En aquel momento
Sedona era una cadena de islas. Aquí se
encontró un vasta cantidad de cristal de
cuarzo en las rocas rojizas y todos
sabemos que el cuarzo puede almacenar
información y conocimientos
ancestrales.

Sedona fue elegida como punto de


emergencia a causa de la gran cantidad
de cuarzo que existe en el área. Los
Snakes eran los encargados de
almacenar la información y los
conocimientos de Lemuria en los
cuarzos.

Uno se podría preguntar si existen las


ruinas de los templos de Lemuria en
Sedona. Se dice que existen evidencias
físicas de templos en el lugar que están
muy erosionados y no podrían
reconocerse como remanentes de los
templos. Sin embargo energéticamente
aquellos templos existen. Se puede
acceder a ellos mediante técnicas
mentales avanzadas, meditación o por
sueños.

Existen diversas razones por la cual la


gente se siente atraída a visitar estos
lugares y es el echo de que si bien no
han estado físicamente con anterioridad
en estos lugares es porque sienten
familiaridad con su energía.
Interdimensionalmente estos templos
lemurianos existen aquí.

Otras de la preguntas que podríamos


hacernos es si existe alguna conexión
entre aquellos que sobrevivieron al
Gran Diluvio y los extraterrestres.. Los
estudiosos del tema dicen que la gente
que fue a los túneles subterráneos
pòdrían estar asociados con lo que
nosotros llamamos Energía Sirian. Su
símbolo era la serpiente y también
cumplieron el rol de guardianes de la
sagradas enseñanzas. Entre aquellos que
permanecieron en la superficie y
sobrevivieron al Diluvio quedaron dos
bandos.

Uno de ellos se orientarían a la energía


que provenía de Sirio. Se caracterizaban
por sentir amor a la humanidad, el deseo
de paz y de conocimiento espiritual. El
otro bando estaba más alineado con lo
que llamaríamos la influencia de Lira.
Ellos fueron los únicos que quedarían al
poder. Alguno de ellos eran los que
ocupaban posicionesde poder en la
Ciudad de la Atlántida.

Los nativos americanos preservan los


conocimientos

A través de la historia existieron


conflictos entre los guardianes de los
conocimientos y aquellos que estaban
hambrientos de poder. Por esta razón,
cuando paró el Diluvio, los conflictos
comenzaron nuevamente. La gente que
ahora es nativa americana no se
integraron con el resto del mundo. Se
mantuvieron separados para asegurarse
de que los conocimientos fueran
preservados. Con esto decimos que cada
búsqueda espiritual de la verdad afecta
por completo al planeta. Este momento
que denominamos La nueva Era es la
conclusión de miles de años de
conflicto.

Se dice que cuando paró el Diluvio


Universal, la mitad de aquellos que
estaban en los túneles emergieron, los
otros prefirieron quedarse ya que no se
sentían seguros de estar a salvo en el
nuevo mundo. Aquellos que emergieron
vieron que que el conflicto estaba
comenzando una vez en la superficie
terrestre. La gente que siguió en los
túneles permaneció allí por varias
generaciones formando grupos
solidarios con conceptos espirituales
muy elevados. A ellos solemos
llamarlos “intras”.

Los intras construyeron su propia


sociedad totalmente independientes de
otros y en un sentido muy específico han
mutado para adaptarse a la vida
intraterrenal. Sus vidas son longevas ya
que tienen un promedio de vida de 600 a
800 años. En términos de longevidad
durante el período del Diluvio, su
duración máxima de vida era mucho más
larga que otros. Esto dependía de las
características genéticas de cada
individuo.

* EXTRAIDO DE LA WEB :
meltingpot.fortunecity.com/algeria/587/sh

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