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Colección: Desafíos Legales #RetoJCF

Juristas con Futuro

© 2016 Ricardo Oliva León y Sonsoles Valero Barceló (Coords.)

© 2016 Silvia Barrera Ibañez, Óscar Domínguez Merino, Luis Fernández-


Bravo Francés, Judith Giner Gandía, Javier González Granado, Carlos
Jiménez Lajara, José Carmelo Llopis Benlloch, Carlos Lluch Cerdá,
Sara Molina Pérez-Tomé, Xuan Nel Gonzali, Ricardo Oliva León,
Francisco Rosales De Salamanca Rodríguez, Marc Remolà Navarro y
Marta Sánchez Valdeón.

Juristas con Futuro www.juristasconfuturo.com


E-mail info@juristasconfuturo.com
Tel.: (+34) 69 95 51 887

1ª edición - Febrero de 2016


2ª edición - Julio de 2016
Edición especial – Septiembre 2016

Diseño y maquetación del eBook:


Sonsoles Valero Barceló y Óscar Domínguez Merino

Diseño web:
Óscar Domínguez Merino

Fotografía de la Portada:
Sonsoles Valero Barceló.

ISBN: 978-84-617-4521-0

Hecho en España.

2
COLECCIÓN DESAFÍOS LEGALES

TESTAMENTO
¿DIGITAL?
Coordinadores:
Ricardo Oliva León

Sonsoles Valero Barceló

#RetoJCF

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Tabla de Contenidos
Dedicatoria.................................................................................................................... 5
Listado de palabras clave ..................................................................................... 6
Prólogo. César Belda Casanova ...................................................................................... 7
Introducción. Ricardo Oliva León ............................................................................. 10
Artículos
1. Carlos Lluch Cerdá El reto de una muerte digital...digna............................................ 16
2. Francisco Rosales de Salamanca Rodríguez Testamento digital ............... 26
3. Javier González Granado Sólo se muere una vez. ¿Herencia digital? ................ 39
4. José Carmelo Llopis Benlloch Con la muerte digital no se juega: el
testamento online no existe ....................................................................................... 45
5. Luis Fernández-Bravo Francés Testamento, legado, herencia...¿digital?......... 53
6. Judith Giner Gandía El testamento digital sí existe y ya ha llegado ................... 56
7. Óscar Domínguez Merino ¿Cómo influye el testamento digital en el SEO? ..... 61
8. Ricardo Oliva León Derecho e identidad digital post-mortem ............................. 67
9. Sara Molina Pérez-Tomé y Marta Sánchez Valdeón La memoria
defuncti y el derecho al honor post-mortem online ....................................................... 83
10. Silvia Barrera Ibáñez Identidad digital y testamento digital ............................... 87
11. Carlos Jiménez Lajara La herencia digital ...................................................... 93
12. Marc Remolá Navarro Testamenta y su relación con las notarías ...................... 99
13. Xuan Nel Gonzali Sobre un testamento digital.................................................. 101

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Dedicatoria

A los profesores universitarios que nos enseñaron a cuestionar


todo, a pensar por nosotros mismos y a no tener miedo de generar
ideas propias.
A nuestros amigos ingenieros, matemáticos, informáticos y
científicos, por las nuevas perspectivas que nos ofrecen cada día,
gracias a las cuales los juristas deberíamos estar en aptitud de
poder proponer mejores leyes.
A los que son y serán estudiantes de Derecho, de quienes sentimos
una sana envidia por la tecnología que llegarán a disfrutar en el
futuro.

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Listado de palabras clave
Albacea digital
Bienes digitales
Derecho al honor post-mortem
Enterrador digital
Herencia digital
Identidad digital post-mortem
Inmortalidad digital
Legado digital
Memoria defuncti
Muerte digital
Notario digital
Notario holograma
Rastro digital
Rastro online
Start-up disruptiva
SEM
SEO
Testamento digital
Testamento online
Zombi digital

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Prólogo

César Belda Casanova*

Ha llovido mucho desde que Modestino, allá por el siglo III, nos diera una de
las definiciones de testamento más conocidas entre los juristas: «Testamentum
est voluntatis nostrae iusta sententia de eo, quod quis post mortem suam fieri velit».1
A pesar del tiempo transcurrido el concepto clásico sigue vigente porque el
testamento mantiene sus cualidades: expresión de la voluntad de una persona
conforme a Derecho y con vocación de producir sus efectos tras la muerte del
testador.
En la Historia del testamento la función del Notario ha estado presente de
una forma muy especial ya que el asesoramiento, la cercanía y el profundo
conocimiento del Derecho sucesorio se han puesto al servicio del otorgante
en particular y de la sociedad en general, dejándonos no solo documentos
técnicamente elaborados con metódica precisión, sino un rastro de la Historia
de España de valor incalculable.
El notariado tiene su razón de ser en el servicio público. En el año 2012
celebrábamos el 150 aniversario de la Ley del Notariado de 1862 con la
exposición “Comparece: España”, en cuya presentación, Fernando García de
Cortázar, comisario de la muestra, ponía de relieve esta vocación de servicio
* Decano del Ilustre Colegio Notarial de Valencia, miembro de la Comisión Permanente del Consejo General del
Notariado y Consejero Delegado de ANCERT S.L.U. (La Agencia Notarial de Certificación (ANCERT) es el
resultado del esfuerzo decidido por parte Consejo General del Notariado por hacer frente a las imparables demandas
de la sociedad. Mediante el desarrollo de aplicaciones electrónicas, seguras, rápidas y eficaces, conecta a los notarios
distribuidos por todo el territorio nacional entre ellos y con todo tipo de organismos públicos o privados para la
consecución de su objetivo final: facilitar el asesoramiento al ciudadano en la autorización de documentos públicos.)
1 El testamento es la justa sentencia de nuestra voluntad sobre aquello que se querríamos que se hiciera tras nuestra

muerte.

7
resaltando la neutralidad del notario en el desempeño de su función: “para el
notario no existen diferencias entre un comerciante de Burgos y el gran Capitán, entre
Quevedo, que muere sin cosa en qué poner los ojos que no sea recuerdo de su soledad, y el
campanero de un pueblo manchego”.
Ningún profesional del Derecho es ajeno a la evolución de la sociedad a la
que sirve y a la que conoce de primera mano en la realidad cotidiana del
despacho, en la llamada de teléfono, en la charla de la cafetería, en el correo
electrónico que le envía su cliente, preocupado por un negocio o feliz por su
próxima boda. Por eso hemos sabido integrar en los despachos los avances
tecnológicos que la sociedad, el mercado y en definitiva, la vida, han ido
poniendo a nuestra disposición.
El notario no es una excepción: inmediación y presencia en el momento de la
verdad; aquel en el que el compareciente sabe que ya no hay vuelta atrás y que
los efectos de sus actos serán definitivos incluso más allá de su propia
existencia. Casi tres mil notarías interconectadas con una red privada, sin
coste alguno para el sector público y la utilización de este sistema para la
circulación del documento electrónico desde 2004 parecen suficiente carta de
presentación. A ello cabe añadir la intensa colaboración que las TIC han
permitido con las Administraciones Públicas y el papel que hoy juega el
notariado español en la prevención del blanqueo de capitales. Un capital
tecnológico en constante desarrollo y al servicio de la sociedad.
A pesar de ello, no hay que perder de vista cuál es el sentido de la tecnología.
Los actuales sistemas de comunicación no son más que otro medio para servir
al mismo fin, si bien presentan características especiales y de extraordinario
interés para la mente del jurista inquieto. Un usuario de Twitter lanza un
mensaje que, en tiempo real, puede ser leído por una comunidad activa de
otros doscientos cincuenta millones de personas. Un adolescente, sentado
ante su ordenador en Berlín, utiliza la plataforma Steam para jugar on line con
otro aficionado en Valencia o Buenos Aires. Los niños hablan a Siri o a
Cortana con absoluta naturalidad. El internet de las cosas viene imparable y
probablemente nuestro frigorífico podrá hacer la compra. Vemos como una
start up que aprecia la necesidad de un reloj inteligente pasa a cotizar en bolsa
o como los dispositivos que llevamos en el bolsillo (difícil ya hablar de
teléfonos) nos hacen la vida un poco más fácil o nos la complican
absorbiendo nuestro tiempo.
La facilidad con la que hoy transmitimos información de un punto a otro del
planeta trae consigo fenómenos jurídicos con puntos de conexión

8
internacionales e interregionales, enlaces transversales interdisciplinares y
consecuencias jurídicas muchas veces sorprendentes. La inteligencia artificial,
que opera en los mercados financieros, crea relaciones jurídicas de enorme
trascendencia. La tradicional estanqueidad entre los Derechos de diferentes
países y entre sus variadas estructuras jurídicas, hasta ahora apenas discutida,
se ve desbordada por una realidad líquida que fluye de forma vertiginosa. Es
difícil que un asunto pueda ser abarcado por un solo profesional de manera
aislada y somos cada vez más conscientes de la limitación de los medios
tradicionales para enfrentarnos al trabajo diario: el conocimiento tecnológico,
el asesoramiento y la orientación del usuario se convierten en un reto para
todos, que ha sido interpretado por Juristas con Futuro como una
oportunidad de debate.
Todo este proceso ha traído consigo un nuevo concepto: la identidad digital y
sus consecuencias. Derechos, obligaciones y responsabilidades que se
proyectan desde la realidad física a un círculo virtual en el que se desarrollan
relaciones sociales y vitales con trascendencia jurídica. En definitiva la realidad
no es más que un conjunto de señales eléctricas interpretadas por el cerebro
humano y si asumimos como verdadera esa premisa no hay frontera entre las
relaciones jurídicas físicas y las digitales.
¿Pero qué ha de ocurrir con todas las relaciones jurídicas generadas por una
persona en ese espacio digital? ¿Es posible crear relaciones jurídicas después
de la muerte? ¿Deben desaparecer esos derechos como lágrimas en la lluvia?
¿Sirven los instrumentos tradicionales para responder a estas preguntas?
¿Necesita el Derecho mecanismos nuevos o una adaptación de los modelos
tradicionales utilizando los medios que la técnica pone a su disposición?
¿Existe el testamento digital?
Como decíamos, preguntas interesantes para el jurista inquieto. Bajo el
hashtag #RetoJCF los integrantes del portal www.juristasconfuturo.com
tuvieron la idea de provocar a varios de ellos, reunir sus aportaciones en este
eBook y ofrecer al notariado la oportunidad de abrir esta publicación.
Sin duda un reto al que le quedan muchos volúmenes por escribir, pero que
entendemos que empieza muy bien con este primer capítulo.

César Belda Casanova

9
Introducción

Ricardo Oliva León*


Editor y fundador de Juristas con Futuro
@RicardoOlivaON

“No coincido con tu punto de vista pero moriría porque pudieras


expresar tus ideas”
Voltaire

¿Se puede innovar en el Derecho?


Hace poco escuché a un informático decir que los juristas sufrimos de
inmadurez tecnológica, tenemos aversión al cambio y miedo a la innovación.
Algo de razón tenía aunque ese sufrimiento ni lo padecemos todos los
profesionales del Derecho ni va a durar mucho tiempo: muchos juristas
empiezan a salir de su zona de confort. Pero, ¿qué significa innovar de
verdad?
Los expertos en I+D+i sostienen que las innovaciones disruptivas son
aquellas que resuelven problemas y satisfacen necesidades humanas
cumpliendo tres requisitos:

*
Abogado especialista en Derecho tecnológico y Derecho de sociedades. Letrado colegiado ejerciente en España y
Perú. Socio de Lexmotive Law Group, boutique especializada en Derecho tecnológico. Profesor de Derecho Digital
en el Centro Universitario Villanueva (Curso de Derecho Digital) y en la Universidad Antonio de Nebrija (Executive
Master Business Innovation en Security & Safety y Medical & Health, coordinado por el Grupo GEES Spain). Ha
estudiado y trabajado en Perú, Portugal, Alemania, Reino Unido, Francia, Italia y los Estados Unidos de América.
Fundador y editor de Juristas con Futuro. Autor del blog Des-complicando el Lenguaje Jurídico. Puedes escribirle a
ricardo@lexmotive.com. Junto con Sonsoles Valero Barceló ha sido el encargado de coordinar este eBook.

10
1. Lo hacen de un modo más barato (desde la perspectiva del
consumidor o usuario).
2. De una manera más accesible (desde la perspectiva de la usabilidad y
de los canales de distribución de los productos y servicios).
3. Aplican un modelo de negocio que tiene una ventajosa
estructura de costes, gracias al uso de las nuevas tecnologías, lo
que permite financiar cómodamente el desarrollo de la solución
ideada.
La razón por la cual estos requisitos de la innovación disruptiva son
importantes radica en que cuando están presentes los tres resulta difícil que
cualquier otro negocio pueda competir con la empresa titular de dicha
innovación (piense en los modelo de negocio de Uber o Airbnb, por
ejemplo).
Ahora bien, ¿puede haber innovación disruptiva en el Derecho? La
respuesta equivocada sería decir “No, porque todo ya está inventado, porque las leyes
la dificultan, y porque la innovación disruptiva es contraria a la seguridad jurídica”. En
mi opinión la respuesta correcta pasa por reconocer que el ingenio humano
evoluciona permanentemente y que la imaginación es ilimitada, por recordar
que las leyes siempre se pueden modificar o derogar, y por aceptar que la
seguridad jurídica puede ser perfectamente compatible con el progreso. Por
tanto, mi respuesta es sí.
¿Acaso los abogados no podemos mejorar la experiencia de usuario de
nuestros clientes utilizando nuevos canales de distribución para hacerles llegar
nuestros productos legales y servicios jurídicos? ¿Por qué los profesores
universitarios tildados de innovadores utilizan metodologías docentes más
efectivas que la clase magistral, para enseñar el Derecho a sus alumnos? ¿Por
qué los jueces y magistrados no podrían apoyar su trabajo en la inteligencia
artificial si eso les permitiera reducir errores al momento de valorar las pruebas
y aplicar la ley cuando emiten sus sentencias (quizá se desalentaría la
interposición temeraria de recursos extraordinarios por infracción procesal y
casación)? ¿Qué impide a los notarios ofrecer y autorizar sus escrituras públicas
de forma digital (y, con ello, reducir el precio de las mismas para el ciudadano
y, a la vez, su coste de emisión para los notarios*?

*En mi contribución a este eBook, páginas 67-82, me refiero a la digitalización de los servicios notariales y,
concretamente, a las escrituras públicas online.

11
Cualquier aportación que hagamos a nuestro trabajo profesional como juristas
(abogados, notarios, jueces y magistrados, fiscales, profesores de Derecho,
mediadores, árbitros, etc.), si cumple los tres requisitos antes mencionados,
debería ser considera un ejemplo de innovación.

El #RetoJCF: ¿Juristas vs. Emprendedores disruptivos?


A inicios del mes de diciembre del año pasado se me ocurrió proponer un
serie de desafíos legales en la red (en Twitter, concretamente) donde
pudieran participar, a fin de resolverlos y superarlos, todos los miembros de la
comunidad jurídica, además de otros profesionales y emprendedores
interesados que tuvieran algo que aportar. Con mis compañeros de equipo de
Juristas con Futuro bautizamos esta iniciativa con el nombre del #RetoJCF
(el Reto Juristas con Futuro). Y así nació el primer #RetoJCF cuyo tema y
reglas de juego se pueden leer aquí.

El objetivo del #RetoJCF es sencillo: promover un debate especializado


acerca de cuestiones legales de relevancia práctica, poco estudiadas o
indebidamente solucionadas, donde la intervención de la tecnología
pudiera ayudar a mejorar la solución, con la participación de todos los
actores involucrados (juristas, emprendedores, informáticos, científicos,
médicos, etc.). La idea es poner sobre la mesa la cuestión legal seleccionada
para segmentarla y detenerse en sus matices desde diferentes perspectivas: la
técnica jurídica, la técnica no-jurídica (informáticos, matemáticos, científicos,
médicos, etc.) y la empresarial. Los juristas debemos escuchar a otros
profesionales y técnicos, a la par que ellos deberían ser capaces de
comprendernos correctamente.

Para decirlo en pocas palabras, imagina el #RetoJCF como una especie de


“ciberpalestra” donde se defienden abiertamente posturas bien argumentadas
(prueba de ello es que varios de los miembros de uno de los colectivos
participantes en este reto, los notarios, han cuestionado el modelo de negocio
de ciertas empresas cuyos gestores, a su vez, tuvieron la oportunidad de
formular sus críticas y defender sus posiciones). El tiempo nos dirá si el
#RetoJCF ha sido una forma apropiada de confrontar ideas, generar
conocimiento útil y sistematizar información desperdigada en la red.

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En el primer reto hemos participado 14 profesionales que si algo tenemos en
común probablemente sea la defensa de nuestras ideas con convicción y
pasión: cuatro notarios (Francisco Rosales de Salamanca Rodríguez, Javier
González Granados, José Carmelo Llopis Benlloch, y Luis Fernández-Bravo
Francés), un bróker de seguros (Carlos Lluch Cerdá), una ciberpolicía judicial
(Silvia Barrera Ibañez), una abogada especialista en marketing jurídico (Sara
Molina Pérez-Tomé), una licenciada en Derecho (Marta Sanchez Baldeón), un
ciberabogado (Ricardo Oliva León), un informático especialista en marketing
digital (Óscar Domínguez Merino) y cuatro emprendedores vinculados con la
reputación digital post-mortem y el testamento online (Carlos Jiménez Lajara
de Tellmebye, Judith Ginner Gandía de Mi Legado Digital, Xuan Nel Gonzali de
Xunego, y Marc Remolà Navarro de Testamenta). Muchas gracias a todos ellos.
El lector encontrará más información sobre sus perfiles profesionales al final
de cada una de sus contribuciones publicadas en este eBook.

El tema del primer #RetoJCF: Testamento online y


protección jurídica post-mortem de la identidad digital
Lo difícil de un desafío legal de este tipo es encontrar el detonante motivador
que otorgue un legítimo poder de convocatoria: identificar un tema
interesante, polémico y práctico, formularlo adecuadamente y lanzarlo como
desafío legal. Esta primera vez han apoyado la iniciativa nuestros amigos
notarios (merecen un especial agradecimiento Francisco Rosales de Salamanca
Rodríguez, por su entusiasmo, y Luis FernándezBravo Francés, por su apoyo
en la edición del eBook). Gracias a ambos.

¿De qué trata este eBook? En los artículos de este libro el lector encontrará
respuestas a las siguientes preguntas:

• ¿Es conveniente digitalizar los servicios notariales relacionados con el


testamento, ya sea a través de las propias notarias o de terceras
empresas? ¿Podrían los notarios usar un canal de venta online para
ofrecer sus escrituras públicas? ¿Cómo sería el notario- holograma?
• ¿Es el “yo digital” una manifestación no regulada de la personalidad
jurídica?

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• ¿Por qué el mundo analógico y el mundo digital no deben regularse de
la misma manera? ¿Por qué el tratamiento postmortem de los bienes
físicos debe ser diferente al de los bienes digitales?
• ¿Veremos algún día los testamentos grabados en audio o video?
• ¿Es más difícil vivir que morir en la era digital? ¿Existe realmente el
heredero digital? ¿Es imposible hablar de testamento online? ¿Qué es
el legado digital? ¿La herencia es única o puede distinguirse entre
herencia digital y analógica? ¿Por qué se dice que la memoria defuncti
y la identidad digital son inmunes a la muerte?
• ¿Qué peculiaridades tiene la sucesión mortis causa de archivos
digitales y perfiles en redes sociales? ¿Son realmente necesarias y
útiles las plataformas de almacenamiento de pertenencias digitales en
la nube para proteger el llamado legado digital? ¿Cuál es la mejor
tecnología para almacenar de modo seguro archivos digitales? ¿Por
qué una tecnología que encarece el servicio legal o complica su
disfrute para el ciudadano no puede ser un ejemplo de innovación
disruptiva?
• ¿Cómo eliminar el rastro digital creado por tareas de posicionamiento
SEO y SEM en buscadores como Google?
• ¿Es legítimo impedir el aprovechamiento por parte de un tercero de la
reputación online de un perfil digital en Twitter con muchos
seguidores cuyo titular es desconocido?
• ¿De acuerdo a la normativa española vigente podría exigirse el pago
de una prima en un contrato de seguros por la redacción de un
testamento?
• ¿Sabías que hay despachos de abogados dedicados a localizar a los
legítimos herederos de bienes digitales (saldos positivos en eBay,
Paypal, etc.) para después cobrarles una comisión por su
recuperación?

No puedo terminar esta introducción sin agradecer a mis amigos y


colaboradores en Juristas con Futuro, la abogada especialista en Derecho de
Consumo, Sonsoles Valero Barceló, y el informático experto en
posicionamiento online y analítica web, Óscar Domínguez Merino, sin cuyo
inestimable apoyo no hubiera sido posible este eBook. Asimismo, quiero

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agradecer especialmente a César Belda Casanova, Decano del Ilustre Colegio
Notarial de Valencia, miembro de la Comisión Permanente del Consejo
General del Notariado (CGN) y Consejero Delegado de ANCERT S.L.U. (el
brazo tecnológico del CGN), por haber aceptado amablemente prologar este
eBook. Es un honor.
Sin más preámbulos y con la anuencia de todos sus autores, pongo a
disposición de la comunidad jurídica y emprendedora hispanohablante el
eBook de Juristas con Futuro, recopilatorio de todas las contribuciones
presentadas al primer #RetoJCF sobre testamento online y protección jurídica
post-mortem de la identidad digital. Un libro que, me parece, todo jurista
digital, emprendedor disruptivo y amante de las nuevas tecnologías no
puede dejar de leer.
Que juzgue el lector por sí mismo el valor de esta iniciativa, el esfuerzo de sus
promotores y su impacto en la doctrina jurídica. Que este eBook sea el
primero de muchos por venir.

Ricardo Oliva León

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1
El reto de una muerte digital…
digna

Carlos Lluch Cerdá*


@carloslluch

Si hay algo cierto en la vida de todo ser humano es que ésta, tarde o
temprano, alcanzará su fin. Somos efímeros y ello otorga valor a cada
segundo por irrepetible, por ser un recurso finito. Al mismo tiempo surge de
ello otra derivada y es el afán por generar medios con que vencer a la muerte.
Desde el punto de vista técnico, el más próximo es la procreación que, para
muchos, no consiste en generar nuevos seres independientes y libres, sino en
calcar su propio modo de vida, creencias, intereses en los hijos. Otro camino
que gran parte de la humanidad ha inventado para resolver el problema es la
trascendencia, reencarnación o inmortalidad que resuelven las distintas
creencias religiosas.

*Ha dedicado su vida profesional a asesorar empresas y familias con un objetivo básico: garantizar continuidad de
negocio y el sostenimiento de un cierto estilo y calidad de vida. Dirige LLUCH & JUELICH BROKERS, una
correduría de seguros con capital hispano-alemán especializada en seguros de nicho y en la co-creación y diseño de
nuevos productos de seguro. Su empresa está asociada al exclusivo programa Facility AON-NET y pertenece a la
Asociación Española de Gerencia de Riesgos y Seguros (AGERS). Publica artículos en sus blogs “El Seguro: Luces y
Sombras” de RANKIA bajo seudónimo "Avante" y en http://carloslluchonline.es/ Colabora como articulista en EL
PAÍS, CINCO DÍAS, AIMFRI, ACTUALIDAD ASEGURADORA, MEDIARIO, AUTOFÁCIL, i-AHORRO,
SEGUROS (Colegio Mediadores de Madrid) y otras publicaciones. Es conferenciante y ponente en eventos de
seguros. Destaca su actitud innovadora, buscando soluciones donde no las hay, y de defensa de una distribución ética
del seguro basada en el asesoramiento de riesgos.

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Sea como sea, en unos 1.750 millones de años este planeta dejará de ser
habitable (si no lo cascamos antes) por lo que recomiendo ser prudente con
las inversiones a largo plazo.
En estos últimos años se nos ha echado encima una realidad para la que nadie
estaba preparado y no es otra que la aparición de una manifestación compleja
de la persona en el ámbito digital. Así resulta que mientras antes guardábamos
nuestras fotos, cartas, películas de Super8 o VHS, los juegos, las facturas, los
contratos, los libros o escritos en casa en archivadores, cajas o cajones, hoy
tenemos eso mismo, pero en otro lado llamado "nube". Tal vez lo más
parecido del pasado a lo que hacemos hoy sea la tradicional exteriorización
del dinero en una cuenta o depósito bancario. Por ser complejos hasta hemos
caído en la cuenta de que se pueden gestionar en ese ámbito digital la
transformación de dinero en cosas o derechos, como puede ser el caso de las
mal llamadas criptomonedas (que en realidad son valores sujetos a cotización,
pertenezcan o no a un mercado regulado), los saldos en medios de pago como
PayPal o las operaciones de trading.
Pero eso tan solo es la punta del iceberg: lo que también ha sucedido es que
hemos hecho que nuestra persona sea pública. Redes sociales de diverso
formato y finalidad, blogs con artículos y contenidos propios y de terceros,
pero administrados por nosotros, la participación en foros... Esto ha
convertido a Internet en algo parecido a un escaparate donde somos el
producto y todo cuanto somos o queremos parecer se ha hecho público,
“permanente” y trazable. Podemos hablar de reputación online y de imagen
pública de personas de todas las edades y ocupaciones. Sin duda, podemos
considerar que hay un trabajo, un ejercicio de construcción de dicha imagen
pública y, hasta cierto punto, deberíamos comprender que, por tratarse de
información trazable y persistente, genera un curioso modo de perpetuarse en
el tiempo. ¿Podemos hablar de trascendencia de la persona en términos
similares a cómo hacemos hoy con Balzac, Kubrick, Rubens o Elvis? ¿Puede
que en el futuro los comentarios de una peluquera o los de un director de
RRHH de una pyme tengan alguna importancia? ¿Puede ocurrir que el
artículo de un estudiante, hoy anónimo, pase a tener una cierta relevancia
cultural o científica?
¿Qué pasará al morir con todo cuanto he descrito, con ese conjunto de
archivos generados por nosotros mismos o adquiridos a terceros con nuestro
dinero y que está en algún depósito digital? ¿Qué pasará con nuestro dinero
virtual y derechos? ¿Qué pasará con esa reputación digital que hemos creado a

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lo largo de años o décadas? ¿Y con todo cuanto hemos compartido, con esos
elementos que definen nuestra actitud como seres humanos en el ámbito
online? Y ¿por qué no? ¿Qué pasará con nuestras responsabilidades si es que
vulneramos Leyes o Derechos de terceros?
Sin duda la pregunta tiene que pasar, necesariamente, por filtros legales antes
de responderla, pero lo que sí debemos tener claro es que la muerte extingue
la personalidad civil. Esto significa que, a partir de ese momento, el fallecido
ya carece de derechos tales como los entendemos la gente de a pie. Por ello,
para hallar una solución al problema planteado, tendremos que valernos de
otras personas que sí puedan ejercitar derechos por estar vivas o activas (caso
de ser una Sociedad).
Ahí surge el concepto de "testamento digital" que, a falta de conocimientos
jurídicos suficientes, entiendo que es una estupidez fruto del despiste del
ciudadano, puesto que ya he alegado que no diferencio entre archivos (como
fotos, discos o cartas) ubicados en una caja del desván o aquellos que puedan
hallarse en Dropbox, por poner un ejemplo. Así pues, entiendo que el destino
de ese legado no debe diferir en función del formato en que se halle o su
ubicación, sea física o virtual. Eso me dice el sentido común. Puede que el
marketing halle complicado venderle a alguien joven un testamento (completo
y tradicional, que, obviamente, incluirá sus contenidos digitales) pues este se
interpreta a sí mismo con toda una vida por delante, casi eterno; se ve a sí
mismo con escaso patrimonio, pero, en cambio, valora sus archivos o su
identidad digital y ¿por qué no decirlo? es más cool decir "Hoy hice mi
testamento digital" que informar a los amigos, entre caña y caña, "Hoy hice
testamento".
Evidentemente, en la mayoría de los casos, tendremos no solo que nombrar a
alguien, sino que tendremos que facilitarle los medios de acceso a dichos
archivos (usuario y contraseña, especialmente). Al respecto, eso es algo muy
sencillo y que podemos resolver en vida: tan solo necesitamos la confianza
suficiente en esa persona para compartir con ella esos datos de acceso, pero lo
cierto es que no creo que se dé el caso con frecuencia. Como es fácil y gratis
ya tenemos una alternativa a ese pretendido "testamento digital".
Pero surgen otros problemas: ¿Deben acabar en manos de la/s misma/s
persona/s todos los datos y archivos? ¿Nos interesa que todo termine en
manos de una persona designada o preferiríamos que fueran destruidos
ciertos contenidos que no deben caer en manos de nadie? ¿Y si además de
transferir datos transferimos algo tóxico para el receptor, generador de

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responsabilidades que deba afrontar? Por poner ejemplos fáciles: imaginemos
que nuestro "benefactor" nos ha legado una cuenta en Bitcoin y que estos
resultan proceder del blanqueo de capitales. Imaginemos que heredamos una
cuenta de trading en divisas (FOREX) con apalancamiento de 100/1 (por
ejemplo, con 10.000 € estábamos haciendo operaciones de 1.000.000 €) que
presenta un saldo deudor de órdago. O imaginemos que entre los archivos
hay documentos de terceros que custodiaba el fallecido mediando contrato y
que nos los cargamos por ignorancia. ¿Qué consecuencias puede traernos
cualquiera de estos escenarios? ¿Aceptarías un legado digital “a ciegas” o sería
razonable conocer lo que hay dentro de la caja antes de aceptar la herencia
como se hace con el resto de la masa hereditaria?
Y si somos los encargados de gestionar la función de "defensor de la
memoria" y erramos o nos descuidamos ¿asumiremos responsabilidades ante
sus restantes familiares o su empresa? Y ¿será cierto que la obligación de
cuidar de esa buena memoria puede extenderse hasta ochenta años?
Hasta aquí tan solo quería plantear unas cuestiones sobre los elementos que el
fallecido lega y respecto de la posible obligación adquirida de cuidar de su
memoria, así como de aceptar tanto lo bueno como las cargas del legado.
Pero ¿qué pasa con su personalidad virtual, esa imagen pública que ha
generado esta persona a lo largo de una vida vivida en las Redes o en sus
aportes en blogs, por ejemplo? ¿Nos la cargamos? ¿La mantenemos viva
durante equis años? ¿Seguimos pagando las cuotas de servidores, dominios,
etc.? ¿Quién nos dice que Danielle Berstein
(http://weworewhat.com/) - quien recibe hasta 13.000 € por una foto en
Instagram - no será objeto de estudio por sociólogos del 2103? ¿Nos
cargamos su blog si fallece? ¿Y el del periodista Ignacio Escolar
(http://www.eldiario.es/escolar/), uno de los más leídos en español?
¿Debería alguien borrar mi blog si me pasa algo y no tomo las próximas uvas?
En el fondo, lo que trato de dar a entender es que la gestión de esa "memoria
digital del fallecido", si bien ya no podrá perjudicarle por no estar entre los
vivos, sí puede ser lesiva para sus intenciones o para la forma de interpretar
ese cuidado de la memoria por parte de otras personas y, en conjunto, precisa
un cierto acercamiento en materia de respeto a la voluntad del titular así como
una valoración serena y reflexiva acerca de la elección del heredero o albacea,
así como una posible provisión de recursos con que afrontar el reto.

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Entre esos recursos los hallaremos técnicos (el albacea debe comprender su
misión, qué medios precisa y cómo ejecutarla), legales (en síntesis, la
integración de estos contenidos en un testamento tradicional aportando la
necesaria seguridad jurídica) y también deberá haberlos financieros a fin de
garantizar la correcta ejecución de esa voluntad del fallecido sin que se
interponga un obstáculo económico.
Pero, antes de que todo eso sea puesto en marcha, entiendo que el titular
dispuesto a testar necesita algo esencial: asesoramiento. Este debe ser
multidisciplinar puesto que deberá definir:

• Cuáles son los derechos y cómo ejercerlos ante los distintos


proveedores de alojamiento de contenidos en la nube. Las distintas
jurisdicciones y limitaciones de derecho de acceso, disponibilidad,
migración, cambio de titular, etc. deben ser valoradas a priori e,
incluso, ello puede recomendar el cambio de proveedores a otros más
adecuados al caso.
• ¿Debemos hacer algo para que una persona pueda acceder al
escritorio de la empresa donde trabajaba el fallecido? ¿Podrá consultar
el correo o abrir la caja de seguridad?
• Prevenir situaciones de conflicto, como pueden ser vulneraciones de
contrato o de uso por suplantación de identidad (si alguien accede a
servicios contratados por el fallecido utilizando para ello sus
identificadores y no comunicando el fallecimiento). Una observación
relativa a ciertos contenidos digitales, como programas, música,
juegos, vídeos... que son vendidos de forma personal e intransferible,
por lo que pueden vulnerarse a gran escala derechos de autor si el
volumen de archivos es considerable. Por tanto ¿habrá que aceptar
desprenderse de algo?
• ¿Cómo acceder si carecemos de usuario y contraseña? ¿Generamos un
registro maestro a conservar de forma preventiva en alguna
localización segura, codificada y accesible solo en caso de
fallecimiento? ¿Lo gestiona una empresa especializada?
• Si confiamos en empresas proveedoras de servicios y estamos
hablando de start-ups ¿quién está detrás? ¿Llevan un tiempo de rodaje
adecuado? ¿Nos sobrevivirá dicha start-up o será una más del 87% de
empresas que en España no llegan a los 25 años de vida? ¿Cuáles son
sus estándares de seguridad y su protección ante ciberriesgos? ¿A qué

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se obligan en su contrato y qué exenciones de responsabilidad
(vulnerabilidades para nuestros intereses) nos presentan? ¿A qué
coste? ¿Es coherente el espacio o el método que nos ofrecen con
nuestras necesidades? Si hace tan solo unos años una foto digital de
2Mb nos parecía aceptable, hoy lo es una que no baje de 16Mb. ¿Será
escalable el servicio manteniendo coste en función del avance
tecnológico? ¿Cómo afectará eso en un entorno IoT?
• ¿Debo ceder la gestión de mis archivos y memoria a la/s misma/s
persona/s? O ¿Debo discriminar en función de su naturaleza (la de
los archivos o soportes y la del sujeto)?
• ¿Hay archivos que deben ser destruidos por un tercero sin relación
directa con mis allegados, pues se trata de materiales sensibles que no
quiero que entren jamás en contacto con ellos?
No estoy haciendo un tratado, sino tan solo lanzando una serie de preguntas
que den cuerpo a mi razonamiento en relación a este tema y en la medida en
que pueda tener cabida en un artículo de opinión. Podemos hallar muchas
más preguntas a responder dedicando atención.
De todo ello creo que surgen muchas preguntas que difícilmente pueden ser
respondidas y menos aún resueltas mediante un formulario online. Entiendo
que la función consultora no puede ejercerse con la misma profundidad ante
una persona como el citado Ignacio Escolar, por poner un ejemplo, que ante
María López (persona ficticia) que comparte selfies en bañador y tiene 2.500
seguidores en Instagram. Entiendo que un investigador del cálculo de órbitas
(conozco a uno) puede tener contenidos en Dropbox de escaso interés para
su primo, pero trascendentales para la física de cohetes y que más de un
abogado o economista puede tener materiales que no deben caer en manos de
terceros bajo ningún concepto.
Por consiguiente, ese análisis debe ser personal y resuelto a medida. Una vez
construido el modelo, éste debe pasar, forzosamente, por el único que en este
país está capacitado para dar fe pública en forma de testamento, y éste no es
otro que el notario.
¿Podríamos acudir al notario directamente y dejar aparte al consultor? ¡Claro
que sí! Pero ¿están los notarios capacitados para analizar y proveer
recomendaciones en materia de gestión y de riesgos derivados de los
contenidos digitales y de las distintas obligaciones contraídas con los

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proveedores, así como del mejor modo de obtener de ellos una solución en
caso de fallecimiento? Lo dudo ¿Contemplan ese servicio sus aranceles? Ídem.
Por tanto, esa visita aislada al notario creo que es una buena recomendación
solo para los casos facilitos, esos que no tienen complejidad alguna en cuanto
a identificación de riesgos previa.
Dicho esto, cualquier otro formato distinto del recurso a un notario dudo que
cuente (hoy) con legitimación para actuar ante terceros y, si a eso se le llama
"testamento", con toda probabilidad estemos ante un simple supuesto de
intrusismo. Recordemos, además, que la función del notario no solo es la de
dar fe acerca de unas determinadas voluntades y establecer un vector que
apunta a unas personas concretas como herederos o albaceas. Su función
preliminar y esencial es la de identificar de forma indubitada a las personas
que intervienen en ese acto y ese reconocimiento legal - que yo sepa - no tiene
en este momento ninguna alternativa online disponible, fiable y aceptada en
Derecho. Pero esa realidad, ¿cuánto tiempo va a durar? ¿Están los notarios
siendo motor de un nuevo escenario o esperan a que la realidad les supere y
puede que hasta vean venir su extinción como profesión? ¡Cuidado!
Y, por fin, aterrizo en los seguros.
Tradicionalmente los seguros de decesos (de enterramiento) son uno de los
que más implantación tienen en los hogares españoles, siendo habitual que los
abuelos hasta paguen el de hijos y nietos. No obstante, sufre un
estancamiento en la captación de nuevos clientes y, en realidad, a lo que
asistimos es a la entrada de nuevos operadores que basan su estrategia en
migrar los clientes de otros aseguradores a la marca propia y al esfuerzo por
retener cartera. Es decir, los mismos asegurados con distintas aseguradoras
que se roban los clientes entre sí. Si el sistema tradicional para retener
asegurados en decesos consistía en hablar de "antigüedad" (una mentira como
otra cualquiera para que el cliente no se vaya) resulta que el gancho comercial
para captar de la competencia fue, tradicionalmente, el precio.
Pero, de un tiempo a esta parte, unos y otros han pasado a incorporar
guindas, añadidos, que hacen que el producto sea más apetecible que el "de
siempre". Y ahí es donde algunos aseguradores han entrado de lleno en el
tema del "testamento online", que no es otra cosa que la prestación de un
notario concertado "a distancia" donde entiendo que se puede dar una curiosa
paradoja, pues el notario puede estar dando fe de la voluntad de unas
personas a quienes no ve simplemente porque el asegurador le dice que son

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quienes dicen ser. Es decir, el asegurador ¿hace de "fedatario" ante el notario?
Otros remiten a una "cadena de notarios concertados" en distintas ciudades
ante quienes formalizar testamento presencialmente y alguno hasta garantiza
el desplazamiento del notario al domicilio si el asegurado es una persona
dependiente.
Para mí, hay en esta "garantía aseguradora" algo que pervierte el espíritu de un
seguro. Por dos motivos:

• en particular, porque no estamos ante algo posible pero incierto sujeto


a aleatoriedad: uno decide hacer o no un testamento y elige el
momento, por lo que me pregunto qué diablos tiene eso de cobertura
aseguradora dado que no tiene ninguna componente actuarial,
estadística, salvo en el porcentaje de asegurados que usan el servicio,
lo cual no lo convierte en seguro.
• Además, el seguro tiene como finalidad compensar una cierta pérdida
o aportar una prestación, y difícilmente veo que los treinta y tantos
euros que cuesta un testamento tengan necesidad de ese principio
indemnizatorio o, por la misma regla de tres, me veo asegurando
cenas para dos o repostajes de combustible.
Por ello, entiendo que no estamos ante coberturas de seguro, sino ante
SERVICIOS añadidos. Y, como tales, no pueden desvirtuar en modo alguno
la prima técnica del seguro que, por Ley, debe ser suficiente y adaptada al
riesgo real que se asegura. Si, además, aterrizamos en la Legislación de
Consumidores y Usuarios, deberíamos traer a este punto aquello de que se
considera práctica abusiva la imposición de servicios o productos no
negociados individualmente, por lo que entiendo que podríamos estar ante
una práctica abusiva si una aseguradora "coloca" un servicio de testamento a
quien ya lo tiene o a quien no tiene interés en tenerlo. Más aún si ello se da
para justificar un cambio de tarifa, de modalidad de seguro (“te doy estas
chorradas y te quito esto otro que me inquieta”) o para retener cliente.
También han aparecido garantías denominadas gestión del fin de la vida
digital y similares que garantizan un cierto número de acciones de borrado a
partir del fallecimiento del asegurado. Lo cual me plantea una serie de dudas
para las que he ido argumentando con anterioridad y que, en este momento,
cobran mayor sentido:

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• Acciones de borrado ¿de qué? ¿Quién decide qué borrar? Vale, los
herederos legales, pero ¿es ese un buen diseño del problema?
• ¿Existe responsabilidad si se borra lo que no se debe? ¿La asume el
asegurador o ha subcontratado a otro prestador y se lava las manos
mediante alguna estipulación? ¿Conocemos el texto íntegro del
contrato antes de suscribir el seguro? ¿Lo entiende un consumidor
normal?
• ¿Café para todos? ¿En un seguro de decesos prevén un cierto nivel de
personalización del tema? Y si ese nivel es complejo, ¿lo asumen o
habrá decepciones en el momento de la prestación?
• ¿Se cobra por este servicio? Porque sería igualmente injustificable
estar cobrándolo por defecto a personas que ni siquiera tienen datos
activados en su móvil... si es que lo tienen.
Asimismo, hay que decir que para un cierto porcentaje de personas aseguradas
puede tratarse de soluciones adecuadas, pero acertar en ese aspecto será como
jugar al bingo. Fíjate, amigo lector, en que hasta este punto he citado dos
servicios de muy bajo coste para el asegurador, tanto es así que hasta me
niego a considerarlos merecedores del término "seguro".
En cambio, la industria sigue sin resolver otros asuntos que sí tienen calado y
que sí suponen un riesgo patrimonial real y de posibles consecuencias
devastadoras (tal vez por eso no se mojan...).
Así pues, ¿por qué no asegurar a futuro y de forma vitalicia, por ejemplo, las
responsabilidades civiles del heredero o del albacea derivadas bien de un error
en la gestión o administración de los contenidos o de los soportes ante
terceros? Entre otra propiedad intelectual, LOPD, derivados de suplantación
de identidad, de incumplimiento del deber de confidencialidad o de secreto,
de intromisión en el honor, en la dignidad o la imagen de terceros (o del
fallecido ante sus restantes herederos), derivados de ciberriesgos, un borrado
accidental, ...O ¿Por qué no dotar un capital o una renta con la que mantener
de forma duradera los servidores, los dominios, las cuotas de proveedores de
almacenamiento o incluso los servicios de consultoría que garanticen el
sostenimiento de esa vida digital post mortem del “autor”?
Dentro de poco estaremos hablando de la responsabilidad por la compra
efectuada post-mortem por la nevera del fallecido con su cuenta de PayPal o
de los derechos de uso de su coche autoguiado. O de quien son los royalties
que proceden de los programas de afiliación embebidos en su blog, la

24
monetización de su YouTube o los derechos derivados del podcast de su
radio online.
Hace menos de un año, General Motors declaraba que sus clientes
"confunden la propiedad de un vehículo con la propiedad del software
subyacente en ese vehículo", mientras que el fabricante de tractores (sí,
tractores) John Deere afirma que uno no compra el hardware (el tractor) sino
"una licencia implícita durante la vida del vehículo para poder utilizarlo". En
este caso, algo que hasta ahora era de cajón como legar un coche o una
máquina puede tener una lectura muy distinta a corto plazo y ¿estamos
preparados para interiorizar y gestionar ese cambio? Ellos sí: están ejerciendo
su cabildeo para cambiar la Digital Millenium Copyright Act.
Sin duda, asistimos a un tiempo emocionante en el que las cosas avanzan muy
deprisa y los hitos, los puntos de referencia, son dinámicos. Para ello, es
necesario observar y comprender para luego tomar decisiones. En un mundo
cada vez más complejo es también más difícil contar con un conocimiento
renacentista, 360º, por lo que intuyo que el conocimiento en Red deberá ser
cada vez más tenido en cuenta, pues solo un equipo transversal de
profesionales podrá resolver de una forma eficiente los problemas de
personas y empresas. Se habrán acabado los feudos profesionales y los muros
que algunas profesiones han construido para legitimarse y garantizar su
supervivencia, puesto que nadie estará cualificado para resolver, en solitario,
de forma integral los retos que nos aguardan.
En ese espacio, tal vez tengamos cabida quienes aportamos luz en la
identificación y tratamiento de riesgos y en la orientación al cliente acerca de
aquellos que debe retener a su cargo y aquellos que debe transferir a una
fuente de capital externa, especializada, llamada seguro. Asimismo, podemos
ayudar a las aseguradoras a ejercer su función salvándolas del problema que se
cierne sobre la industria si se desconecta de los nuevos riesgos que retan al
ciudadano a diario. Por ello, el corredor no solo es una parte del cliente que
identifica riesgos y busca soluciones, sino que puede ayudar al asegurador a
resolver los problemas de ese cliente de una forma eficiente ganando todos
con ello.

Carlos Lluch Cerdá


Fuente original:
http://www.rankia.com/blog/seguros/3077259-reto-muerte-digital-digna

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2
Testamento digital

Francisco Rosales De Salamanca Rodríguez*


@notarioalcala

Vivimos en una sociedad bastante papanatas, en la que los urbanitas tratan de


dar lecciones a los de pueblo, y descubrir la Coca Cola, hablando en
“ingispitinglis”.
Ahora no eres nadie si no haces networking, si no colaboras en coworking, o
si no montas una start up. Los que somos de pueblo llamamos a eso: queda a
tomar cervezas, ayudar al vecino, o liarnos la manta a la cabeza y tirar
“pa´lante” si queremos hacer algo.
Dentro de este inmenso mundo de anglicismos, y esnobismo, los de la
capital acaban de descubrir que la gente la palma, y que todos antes o
después tenemos una cita con San Pedro para comprobar si nos vamos a
pasar la vida eterna tomando café con los angelitos o con Pedro Botero.
En fin, supongo que eso es consecuencia de tener tanatorios, en los que
asépticamente velas de cinco a siete a los difuntos, y te ponen una botella de
agua (que por cierto, y por ser un tanatorio, vale 6 €).
*Notario desde 1997. Actualmente, en la localidad sevillana de Alcalá de Guadaíra. Se confiesa apasionado de su
oficio y por las posibilidades que las nuevas tecnologías pueden aportar al mundo del Derecho. Ha sido ponente en
varias conferencias y colaborador de algún libro. Ha publicado numerosos artículos, explicaciones y reflexiones,
sobre todo en su blog http://www.notariofranciscorosales.com/, donde publica frecuentemente desde octubre de
2013.

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Hace mucho que nos olvidamos de esas épocas en las que los difuntos eran
velados en sus casas y acudían todos los vecinos a presentar sus respetos.
Desde luego en Alcalá se siguen oyendo las campanas de San Sebastián o las
de Santiago, repicando a muerto.
El grado de estupidez del urbanita hace a alguien inventar una App con un
politono que repique a muerto cuando alguien de tu red social favorita
la diña; de hecho no es la primera vez que veo en algún grupo de WhatsApp
a todos los miembros dar el pésame a alguien por el fallecimiento de un ser
querido.
En ese momento me acuerdo de Joaquín Serrano, que me decía: “mira
Paquillo, yo cuando alguien se muere voy a la misa, rezo, pero nunca doy el pésame; me da
vergüenza, la verdad es que yo no siento que se haya muerto esa persona, el que lo siente es
su hijo o su cónyuge, y no creo que sea el momento de figurar, ni de molestar, sino de rezar”.
Hoy en día todo está monetizado y mineralizado, o dicho de otra
manera, se trata de hacer negocio a costa de cualquier cosa, incluso
algo que merece tanto respeto y reflexión como es la muerte, y somos
tan soberbios que hasta nos creemos que nuestros perfiles en redes sociales
siguen vivos, aunque la hayamos espichado.
Supongo que ver el programa Cuarto Milenio provoca estas cosas
(personalmente creo que es más culpa del Salvamé) sin embargo os puedo
garantizar, que por más que enterréis a alguien con el móvil, la batería del
móvil se agota antes incluso de que ese cuerpo (que no persona) empiece a
descomponerse, y que los muertos no leen ni el Whatsapp ni el Facebook, ni
otras zarandajas, pues tienen tres alternativas: o están con San Pedro, o están
con el de los cuernos y el tridente, o simplemente no están en ningún lado
(para eso cada uno con sus creencias).
Este #Retoblog es fruto de un debate tuitero sobre diversas start up que
ofrecen testamentos digitales, en un batiburrillo de esnobismo, papanatismo y
una miaja de engaño, que hace ver lo que no es; y que pretenden vender como
nuevo, lo que en realidad son inventos de algunos espabilaos (ojo, que
tampoco todas esas start up venden el humo del testamento digital).
Sea como sea, y por más que quieras engañarte, siento comunicarte que:
aunque tus perfiles en las redes sociales subsistan tras tu fallecimiento,
tú has palmado, y eso no lo arregla ni Facebook, ni Twitter, ni start up que
valga. Igualmente te anticipo que como dice mi compañero Luis Fernández
Bravo Francés en estos temas “no hay nada nuevo bajo el sol y el concepto de “lo

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digital” parece impulsarnos a confundir medios con fines, creando soluciones nuevas para
problemas viejos que ya están resueltos hace muchos, muchos años”.

Hablemos un poco de derecho: empecemos por la identidad


virtual y la identidad digital

No uno, sino cuatro post he escrito sobre la identidad digital, e incluso hemos
tenido un #Retoblog sobre el tema.
Personalmente creo que la identidad virtual es algo a caballo entre el
nombre comercial y la propiedad intelectual. Es algo nuevo, fruto de las
nuevas tecnologías, aunque sustancialmente es una creación del hombre, con
un fin concreto.
Cierto es que esa creación puede subsistir tras nuestra muerte, al igual que El
Quijote sobrevivió a Cervantes.
No hay diferencia especial entre cualquier obra y la identidad virtual,
salvo que en la identidad virtual, se tiene la sensación de que una máquina
adquiere vida propia, o que una persona parece tener distintas personalidades;
sin embargo eso tampoco es nuevo, pues ya Miguel Ángel, una vez terminado
su famoso Moisés, lo golpeó con un martillo y le dijo “ahora habla”.
Lo que si entiendo es que, la identidad virtual es algo distinto de lo que
hagamos con ella.
Por poner un ejemplo, este blog es el resultado de mi identidad virtual, sin
embargo tiene un conjunto de metadatos, que va más allá de los posts
concretos que se publican en él. Así, puntualmente, hay colaboradores de este
blog, y sin embargo, siendo los posts elaborados por ellos, y teniendo esos
colaboradores su propiedad intelectual sobre el post elaborado, esos posts
forman parte de mi identidad virtual.
Distinto de la identidad virtual, es la identidad digital, que es
simplemente nuestra propia identidad usada en internet.
Se pueden tener varias identidades virtuales, pero sólo una identidad
digital; de hecho la identidad digital y la identidad analógica son una
misma cosa.

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Hablemos un poco de sucesiones y aclaremos que es un
heredero y que es un legatario

Como cualquier obra, la identidad virtual subsiste tras nuestra muerte, y por
tanto se plantea si es posible su transmisión a los herederos, o si se trata de
algo que está fuera del comercio y se extingue por la muerte de su titular.
Ninguna duda me cabe que hablamos de un derecho del individuo, y que
puede transmitirse al fallecimiento; por lo que ahora la cuestión es si
corresponde al heredero o al legatario.
En principio, es el heredero, como continuador de la personalidad del
causante, el que recibe y gestiona las identidades virtuales del mismo;
sin embargo nada impide transmitir esa identidad a título singular usando la
figura del legado.
En todo caso, creo que es conveniente distinguir la identidad virtual (que
es la usamos en uno o varios aplicativos de internet) de la identidad digital
(que es la que tenemos en internet); parece que quiero enredaros con
conceptos, pero mientras la primera es transmisible, la segunda, como
pone de manifiesto mi compañero Javier González Granado, es personalísima
y se extingue por la muerte.
Aunque mi compañero José Carmelo Llopis Benlloch dice que es difícil separar la
herencia digital de la analógica (y en el contexto en el que lo dice tiene razón)
personalmente creo que no es que sea difícil, sino que es imposible
distinguir la herencia digital de la analógica pues la herencia comprende
todos los bienes, derechos, acciones y obligaciones de una persona que no se
extinguen por su muerte, y el que dichos bienes, derechos, acciones u
obligaciones sean analógicos o digitales es completamente irrelevante.

¿Por qué legar nuestras identidades virtuales?


Pues porque tienen un valor y un contenido determinable y valuable.
En la gran mayoría de los casos el valor de nuestra identidad virtual es más
de carácter emotivo que otra cosa.

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Me acuerdo de un anticuario que cuando una señora le intentó vender una
antigüedad de cincuenta años le respondió “Señora, un mueble de los años sesenta
no es una antigüedad, es un trasto”.
En otras ocasiones nuestra identidad virtual sí tiene otros valores más
claros:
1. Muchos empresarios tienen sus webs de empresa con identidades
virtuales y hacen importantes negocios con su identidad virtual
(normalmente amparada por el nombre comercial o marca).
2. Muchos ciudadanos aportan valor de contenido importante a través de
internet (blogueros, músicos y fotógrafos por ejemplo) en este caso la ley
de propiedad intelectual también sirve como cauce de protección.
Finalmente, no podemos olvidar que hay archivos cien por cien digitales
de contenido económico claro y a cargo de identidades de difícil
determinación, y el caso del Bitcoin y las criptodivisas es el más claro.

Hablemos algo de la ley y aclaremos que es un testamento

El testamento es el acto por el que una persona dispone de sus bienes para
después de su muerte (Art 667 del Código Civil) siendo nulo el testamento
que no se haga con las formalidades necesarias para testar (Art 687 del
Código Civil).
Es importante destacar que todo testamento hecho sin las solemnidades
legales es nulo, y por tanto no surte efecto alguno, siendo que en España sólo
se aceptan los siguientes tipos de testamento:
1. Testamento abierto ante Notario.
2. Testamento cerrado ante Notario.
3. Testamento Ológrafo (que hay que protocolizar ante Notario en plazo
los cinco años siguientes al fallecimiento, o queda sin efecto)
4. Testamento militar y marítimo (que quedan sin efecto cuatros meses
después de la campaña o del viaje marítimo si el testador no fallece
durante los mismos).

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5. Testamento en peligro de muerte o tiempo de epidemia (que hay que
protocolizar ante Notario en los tres meses siguientes al fallecimiento o
quedan sin efecto, al igual que si pasan dos meses desde que cesa el
peligro de muerte o epidemia).
6. El hecho en país extranjero con arreglo a las solemnidades de dicho país.
La falta de testamento provoca la necesidad de abrir la sucesión intestada, que
también se hace ante Notario.
Por si no os habéis dado cuenta, en toda herencia al final interviene el Notario
(salvo los excepcionales casos de testamento militar, marítimo y el hecho en
país extranjero).
Nada hay más barato (perdón, low cost para los urbanitas) que el
testamento notarial abierto. A mí, egoístamente, me sale más rentable los
más de 200€ que cuesta una declaración de herederos intestados o la
protocolización de un testamento especial, que los escasos 40€ del testamento
notarial. Lo que sucede es que, a diferencia de las start up, creo que no es
honesto recomendar lo que me beneficia a mí, sino al ciudadano.

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¿Qué sucede si hacemos testamento usando un aplicativo
informático?
Pues creo que os ha quedado claro que es radicalmente nulo, y que no
surtirá efecto alguno (no os engañéis el testamento ológrafo es manuscrito,
y aunque hay dispositivos electrónicos que permiten escribir a mano, pocos
son los que no usan el teclado).
Algunos Prestadores de Servicios de Certificación se han inventado lo que
ellos llaman cápsulas temporales, en las que simplemente certifican un
archivo de audio o video o cualquier tipo de documento, encomendando su
custodia a lo que ellos llaman albacea, para posteriormente abrirse cuando
nosotros digamos.
Otras empresas se ofrecen es como gestores de tus perfiles sociales,
ofreciendo un host, gestionando sus archivos y comprometiéndose a facilitar
los datos a tus “albaceas digitales”.
¿Es testamento digital esa cápsula temporal o esa gestión?
Ante todo, ninguna de las dos empresas citadas, autorizan testamento alguno,
simplemente son gestoras de archivos digitales y ninguna de las dos ofrece en
su publicidad otra cosa, ni llaman al engaño (omitiré sus nombres, aunque al
menos me consta que una participa en este #Retoblog).
La primera de ellas no habla: ni de testamentos ni de herencias;
simplemente de custodia de archivos y garantía de integridad del mismo. Al
menos al ser Prestador de Servicios de Certificación adaptados al Reglamento
eIDAS 910/2007, sus servicios pueden ser usados con varios fines, de hecho
no hablan si quiera de testamento.
Estamos ante un simple poder, y no ante un albacea, ante todo porque el
contenido de esas cápsulas temporales, no tiene que ser entregadas tras la
muerte, y de hecho no ofrecen un servicio de testamento online.
Lo que hay que tener en cuenta es que el responsable del contenido que
archivas eres tú, que absolutamente nadie garantiza la legalidad del su
contenido, y que de hecho, lo primero que hay tras las condiciones generales
del contrato que te exhiben es una cláusula de exoneración de responsabilidad
civil.

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Huelga decir que el Notario responde con todos sus bienes presentes y
futuros de su asesoramiento legal; sin embargo cumple con unos mínimos
requisitos de seguridad de la información.
La segunda, ni siquiera cumple con la legalidad vigente en materia de firma
electrónica y time stamp, y la autenticidad e integridad de la documentación
que gestionan puede ser seriamente cuestionada en juicio; pues no cumple los
mínimos requisitos de la seguridad de la información.
Por supuesto que el control de legalidad de los archivos depositados es
también inexistente; además frente a los 40 € que cuesta un testamento
notarial (que gastas una sola vez) aquí la custodia y gestión de los archivos
digitales sale por casi 30 € al año (será que como soy de pueblo aquí lo que en
la capital llaman low cost, lo llamamos “un viaje caro”).
De ambas, sin embargo, me quedo con el dato positivo de ofrecer
herramientas muy interesantes para el día a día del trabajo notarial, y
soluciones que combinadas con el testamento notarial, resuelven
problemas relativos a la herencia de archivos digitales e identidades
virtuales, pero sobre todo, no ofrecen duros a pesetas y en ningún
momento hablan de testamento, sino de otra cosa.

¿Cabe el albacea digital?


La respuesta es sí, aunque creo que hay que precisar algún concepto
importante:
El albacea digital, es quien vela por nuestra memoria digital, sin embargo, el
albacea es nombrado por el testador (art 892 entre otros del Código Civil) por
lo que no hay albacea sin testamento, y ya hemos explicado lo que es el
testamento digital.
Dicho de otra forma, albacea digital es el que se encarga de gestionar
nuestros archivos digitales y nuestras identidades virtuales, pero no es
albacea digital el nombrado en un testamento digital (pues repito que no
existe el testamento digital, y la nulidad del testamento conlleva la de sus
disposiciones).
El albacea digital es un mero gestor, y por tato, no recibe nuestra
identidad digital, cosa que corresponde al heredero; lo que si sucede es
que recibida nuestra identidad virtual por el heredero, cesa toda posible
actuación del albacea digital.

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Ello es porque, de tener nuestra identidad virtual un gestor, pasa a tener un
propietario.
Se plantea el problema de que puede que queramos que nuestra identidad
virtual se gestione con unos criterios (por ejemplo yo no querría que este
blog lo dedicara mi hijo a hablar de medicina).
Siendo un acto a título gratuito, nada impide imponer prohibiciones de
disponer cuando leguemos nuestras identidades virtuales; tampoco nada
impide un legado bajo condición resolutoria.
La solución es nombrar a un tercero (no me importa usar la palabra albacea,
aunque yo prefiero la de árbitro) encargado de velar por estas disposiciones.
En este sentido, las propuestas y explicaciones que sobre la materia ofrece
Abogado Amigo (que yo sepa, el primero en abordar estos temas), me
parecen muy interesantes; si bien no descarto el contrato de escrow como
cauce para resolver estos temas.
En todo caso y permitidme unas reflexiones:
1. ¿Creéis que una start up, o un programa informático como Watson son
capaces de entender estos problemas?
2. ¿Creéis que vuestra identidad virtual es tan importante? Porque los
programas que os he comentado no son gratis, y puede que gastemos
dinero en preservar lo que no tiene valor económico.
3. ¿Creéis que es bueno intentar gobernar después de muertos? Tened en
cuenta que si hay algo que cambia es internet, y que todo lo que hoy vale,
puede que esté desfasado en seis meses. Poned ese perfil de Messenger
que tanto apreciabais hace unos años y del que ahora ni os acordáis.

¿De verdad te fías de una start up?


Creo que ya te he explicado antes que tanto inglés es fuente de esnobismo,
pues una “start up” no es sino un proyecto de empresa o negocio, que
ni llega a ser empresa o negocio.
Ahora me vendrán con que hay starts up que facturan millones, y mi
respuesta es sencilla ¿desde hace cuánto? ¿Durante cuánto tiempo más?

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Vamos a ver si os explico un poco que el testamento es lo que queréis que
pase cuando muráis, y que absolutamente nadie os garantiza que esa
empresa a la que habéis confiado vuestra herencia digital exista el día
que estiréis la pata (¿os acordáis de gigantes como Nokia? ¿os imagináis
haber hecho testamento en un video Beta, o en un disquete de tres y medio?).
Los Notarios, por más serios y coñazones que os parezcamos, llevamos por
aquí desde hace siglos, y el protocolo Notarial en España se conserva, que
sepa desde el año 1400 y pico.
Los Notarios, como somos conscientes de que también palmamos, enviamos
parte del testamento al Registro General de Actos de Última voluntad, de
modo que siempre se sabe quién tiene el testamento de una persona.
Dicho de otra forma, los Notarios somos especialistas en la custodia de
documentos (aunque aún hemos de avanzar en la custodia de documentos
digitales).
Por cierto, y por si no os habéis fijado, creo que en este post enlazo al trabajos
de varios compañeros que se preocupan de la herencia digital, del testamento
digital y de la identidad virtual. A esos que dicen que los Notarios somos seres
casposos que vivimos anclados en el pasado, creo que estos posts, son prueba
palpable de que lo que no hacemos es vender humo, y estamos en la realidad
mucho más que otros; lo que sucede es que nosotros pensamos en
ciudadanos y no en clientes, así que os enlazo los post escritos por mis
compañeros sobre el tema:
• Transmisión hereditaria de archivos digitales … José Carmelo Llopis
Benlloch.
• Transmisión de correos electrónicos y perfiles en RRSS por causa de
muerte … José Carmelo Llopis Benlloch.
• Herencias en Bitcoin … José Carmelo Llopis Benlloch.
• Testamentos audiovisuales … José Carmelo Llopis Benlloch.
• Notario, testamento on line y herencia digital … José Carmelo Llopis
Benlloch.
• Notarios digitales … José Carmelo Llopis Benlloch.
• Registrando en la Blockchain. Uso de bitcoin como registro documental
en un depósito digital notarial … Javier González Granado.

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• Herencia digital, nadie posteará por nosotros cuando estemos muertos
… Javier González Granado.
• ¿Es bitcoin el uber de los notarios? … Javier González Granado.
• Testamento, legado, herencia…¿digital? … Luis Fernández Bravo
Francés.

¿Es testamento digital una plataforma web que nos ofrece


actuar como intermediarios para concertar cita en Notaría y
hacer el testamento según nuestras necesidades?
Es el caso de una tercera empresa, la cual se aprovecha de que normalmente
las personas desconocen tres extremos importantes de la actuación del
Notariado:
1. El testamento raras veces tarda más de diez minutos en hacerse, y no es
necesaria cita previa.
2. El testamento notarial raras veces supera los 40 €.
3. El asesoramiento que el Notario presta antes de autorizar cualquier
escritura (y entre ellas el testamento) es gratuito.
Esta empresa lo que ofrece es, por unos 80€, que cumplimentes un
formulario e indiques donde resides, para contactar con el Notario más
cercano y simplemente remitirle ese formulario y concertar una cita. En
ningún momento te asesora, y me consta, por compañeros que han tratado
con dicha empresa que, ante la más mínima duda por parte del Notario, su
respuesta es “da igual, pon lo que sea” (todo un ejemplo de profesionalidad y
servicio).

¿Qué son las aplicaciones de diversas redes sociales, por


ejemplo Facebook, para cuándo fallezcamos?
Como dice mi amigo Luis Fernandez Bravo Francés “Nuestras redes sociales
empiezan a ofrecernos designar a una o varias personas que recibirán nuestras claves o hacer
una especie de memorial en el que familiares y amigos puedan dejar sus mensajes de
condolencia. Una especie de “lápida digital” con flores, por supuesto digitales, que dura

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lo que dure la empresa que presta el servicio. ¿Alguien se acuerda de
Netscape? ¿Y de Microsoft Messenger?“.
En este caso no estamos hablando de herencia digital, ni de identidad virtual,
sino más bien de una manifestación concreta de la identidad virtual, pero
precisamente de esas manifestaciones que antes explicaba que tenían más
valor moral que real.
Simplemente estamos hablando del uso de las nuevas tecnologías como
medio de expresar nuestros sentimientos (a fin de cuentas es el uso más
habitual de las redes sociales) y muy loco hay que estar para no saber que más
que hablar con el difunto, lo que hacemos es compartir el dolor de su pérdida
y hacérselo saber a sus allegados (eso sí, resulta curioso que en las redes
sociales se generen vínculos de confianza y amistad más profundos en
ocasiones que los familiares).

¿Qué podemos aportar los Notarios al testamento digital y la


herencia digital?
Coincido con mi amigo Javier González Granado en que los derechos digitales
forman parte de una cuarta generación de derechos humanos, y que la
sociedad digital es una sociedad en la que el papel del estado se ve reducido
(dado que internet es global y poder supera al del estado tradicional).
De hecho creo que cada vez más, los propios internautas irán fijando las
reglas de ese ciberespacio, y creo profundamente que los notarios podemos
convertirnos en notarios 3.0 ofreciendo soluciones a los problemas que
plantea y que planteará este entorno.
Dentro de lo que mi amigo José Carmelo Llopis Benlloch llama herencia digital,
están nuestros nicks y claves para acceder a los diversos aplicativos
informáticos, y un serio problema es que, especialmente las claves, suelen
variar.
Sería más que positivo que al hacer testamento y disponer de nuestra herencia
digital, contratáramos con el Notario un servicio de alojamiento o host para
nuestros nombres de usuarios y contraseñas, y que dichos archivos estuvieran
depositados ante el propio notario, siendo estos, unos extremos a comunicar
al Registro General de Actos de Última voluntad.

37
En realidad no sería sino hacer notarialmente, lo que ya hacen una de las start
up indicadas (cuyo nombre omito) e integrar esa aplicación dentro de los
servicios que ofrece la Agencia Notarial de Certificación.
En todo caso no es lo mismo contratar un host de archivos (similar a
dropbox) que enlazar dicho host con la ingente cantidad de aplicativos
informáticos existentes; lo primero es barato y sencillo, mientras que lo
segundo es una tarea titánica, si bien cabe un punto intermedio.
Me consta que los Notarios de Italia, tienen muy avanzados estos temas.
Sorpresiva y rompedora ha sido la Ley de Jurisdicción Voluntaria al reformar
el artículo 65.5, que hablando de los testamentos en peligro de muerte, habla
de “Cuando la voluntad del testador se hubiere consignado en alguna nota, memoria o
soporte magnético o digital duradero…“.
¿Veremos los testamentos grabados en audio o video? Por ahora es imposible,
pero no técnicamente, y las leyes poco a poco parecen avanzar en la
regulación del nuevo mundo digital, cosa de lo que me alegro, pues es una
necesidad demandada por la sociedad.
Deseo que mis compañeros, y mis órganos directivos estén a la altura de estas
demandas de la sociedad.

Francisco Rosales De Salamanca Rodríguez

Fuente original:
http://www.notariofranciscorosales.com/testamento-digital/

38
3
Sólo se muere una vez:
¿Herencia digital?

Javier González Granado*


@javiergonzgran

Por segunda vez llega a Taller de derechos el tema de la herencia digital. A


raíz de un debate en Twitter sobre la muerte y la herencia digital la web
Juristas con Futuro, lanzó el desafío al que responden estas líneas: #RetoJcF,
muerte digital, testamento digital, legado digital y albacea digital.

Sólo se muere una vez


El artículo 32 del Código Civil es claro y terminante: La personalidad civil
se extingue por la muerte de las personas; en ese instante desaparecen
los derechos personalísimos o vitalicios, por falta de sujeto; los demás,
integran la herencia de la persona que asumen como propia los
herederos que serán los determinados en testamento (o pacto sucesorio en
los lugares donde se admita) o en si el difunto no lo hizo, los que determine el
Acta notarial tramitada al efecto.
Y queda, además, la memoria defuncti, como un eco inextinguible de la
personalidad humana, que se constituye como un valor jurídico autónomo
que no forma parte de la herencia y cuya defensa no se atribuye a los

*Reparando derechos desde 1989. Notario por oposición destinado en Xerta (Tarragona), Yeste (Albacete) y desde
2002 en Formentera (Illes Balears) hasta la actualidad. Es colaborador en Radio Illa Formentera y tiene un blog donde
publica frecuentemente sus brillantes artículos: http://tallerdederechos.com/

39
herederos, sino que corresponde a la persona designada a tal efecto en el
testamento y, en su defecto, al cónyuge, los descendientes, ascendientes y
hermanos de la persona afectada y, faltando todos ellos, a cualquier interesado
(parientes más lejanos, amigos, socios…) que podrá acudir al Ministerio Fiscal
para su protección en los términos que resultan de la Ley Orgánica 1/1982,
de 5 de mayo, de protección civil del derecho al honor, a la intimidad personal
y familiar y a la propia imagen que la garantiza durante los ochenta años
siguientes al fallecimiento.
En este punto, la ley es reflejo del respeto antropológico a la memoria
cultural que vincula a unas generaciones con las precedentes; en
palabras del catedrático de Derecho Civil, Mariano Alonso Pérez “la
memoria defuncti es un valor inherente a la dignidad humana, inmune por
ello mismo a la muerte”.
Esta distinción entre la llamada memoria del difunto y su herencia es
esencial para comprender algunos aspectos de la identidad virtual
postmortem y ayuda a desterrar uno de nuestros grandes mitos jurídicos: la
pretendida continuación en el heredero de la personalidad jurídica del difunto
que (aunque llegó a consagrarse expresamente por el Código Austriaco) no es
más que un arrastre de la antigua concepción romana del heredero cuya
misión era perpetuar el culto a los dioses en el ámbito familiar. Esta ficción
(Ihering la criticó casi hasta la burla) es innecesaria en nuestro Derecho, pero
ocurre que, a veces, los juristas utilizamos arcaicas construcciones
dogmáticas del mismo modo que los borrachos hacen con las farolas:
para evitar caernos en lugar de para iluminarnos.
Al margen de todo lo anterior, pueden quedar algunas relaciones jurídicas
respecto de las que la muerte actúa como resorte temporal de su eficacia,
pero que no guardan relación con el fenómeno hereditario: el novelista
que encarga a su editor la publicación de su última novela con carácter
póstumo no está nombrando un albacea, ni un heredero, ni un legatario, ni
estos podrán hacer nada (en su condición de tales) por impedir su
publicación.

Identidad digital post-mortem. ¿Quién la gestiona?


Es la identidad digital un derecho de la personalidad autónomo (en
cuanto conceptualmente diferenciado del honor, la propia imagen, el nombre
o los apellidos) y, como tal, innato, erga omnes, privado, irrenunciable y

40
extra-patrimonial (aun cuando en sus manifestaciones sea susceptible de
valoración económica y de negocios jurídicos).
La identidad digital es el conjunto de rasgos digitales con el que una persona
física o jurídica se muestra en la red. Es un concepto ligado a la personalidad
del sujeto, en general de modo presunto porque pocas veces existe una
garantía de correspondencia con la identidad física. Y una vez fallecido el
sujeto, como ocurre con los restantes atributos de la personalidad, sus blogs,
perfiles en redes sociales, sus nicks en comunidades virtuales pasan a integrar
la memoria defuncti a modo de identidad digital post-mortem. ¿Quién la
gestiona?

El Albacea Digital
Algunas empresas y las propias redes sociales ofrecen como servicio la gestión
post-mortem de las redes sociales. En cuanto se limite su función a la
cancelación de la cuenta o la conversión de la misma en “memorial” o
al envío de comunicaciones del fallecimiento o mensajes a terceras

41
personas puede considerarse un simple desenvolvimiento de la relación
jurídica que estableció en vida el titular con la compañía gestora de la cuenta o
red social (análogamente al contrato del autor con su editor para publicar su
obra de forma póstuma) o un supuesto de mandato, con eficacia
condicionada post-mortem (admitido expresamente en la Ley 599 de la
Compilación Navarra).
Más allá de eso y mientras no sean objeto de regulación legal (¿aquí? ¿en
el lugar de la sede de la empresa? ¿dónde se alojen los servidores?…) la
actuación del llamado (por analogía) albacea digital, puede colisionar y
debe ceder ante los derechos de los herederos en cuanto se refiera a
cualquier relación jurídica transmisible (por ejemplo, derivada de derechos de
autor) de la que ellos son sus titulares ahora o de las personas que
menciona el artículo 4 de la citada Ley 1/1982 a quienes corresponde la
tutela de la memoria defuncti.
La forma de evitar esos conflictos con los herederos o los defensores de
la memoria defuncti es sin duda el testamento notarial. Como afirma
Javier Prenafeta, es una vía adecuada “para disponer sobre cuentas de correo
electrónico, perfiles y contenidos en redes sociales (Facebook, Tuenti, Twitter
y demás), espacios de alojamiento o repositorios como Dropbox y, en general,
otros que señalen, de modo que se transmite la gestión y titularidad de los
mismos, así como los derechos sobre los propios contenidos (textos,
imágenes, programación, bases de datos…) que incluyan o estén vinculados a
los mismos”. Prenafeta aconseja otorgar un testamento con el contenido
general y otro (próximo al codicilo propio de Catalunya y Balears) para las
disposiciones específicas para el legado digital, porque si se incorporan en
una única, se comprometen las claves de acceso incluidas, pues “el testamento
se debe abrir y leer en presencia de todos los herederos, que además tienen
derecho a copia del mismo, por lo que al hacerlo en documento aparte para el
único beneficiario se preserva que sólo éste, y no todos, tengan acceso a las
mencionadas claves”. Quizá sea necesario precisar esta última afirmación,
pues, de conformidad con el artículo 226 del Reglamento Notarial, el
heredero tendría derecho a obtener copia de ambos documentos, de modo
que la clave estaría no tanto en esa duplicidad documental como en la
introducción de una clausula especial a instancia del testador que prohíba
obtener copia de la disposición testamentaria en la que se revelen las claves de
acceso a cualquier persona que no sea el encargado de gestionarlas.

42
La autogestión: identidad digital post-mortem prorrogada
Nada hay que objetar a los mecanismos (contractualmente) previstos por las
diversas redes sociales para la cancelación de cuentas de forma
automática una vez se acredite la defunción del titular. Se trata de una forma
pactada (siquiera sea vía adhesión) de finalización de la relación jurídica. ¿Y
qué hay de la pretensión libremente elegida de prorrogar, con vocación de
perpetuidad, la identidad digital?
Mediante bots (que realicen periódicamente actualizaciones del perfil) o
programas de Inteligencia Artificial (que gestionen recuerdos, reacciones y
gestos digitalizados) ya es posible actualmente prorrogar la identidad
virtual. Esta situación carente de regulación legal (libremente elegida por el
titular de la cuenta, recuérdese el artículo 9.3 de la Constitución) sería en
principio inatacable por los herederos. Esto, no obstante un cambio de
circunstancias (sociales, culturales tecnológicas...), podría provocar que el
mantenimiento post-mortem del perfil acabe por perjudicar la memoria
defuncti, supuesto en que podría ser de aplicación, nuevamente, la Ley
1/1982.
Cuestión distinta es la pretensión transhumanista de algunas empresas de
prorrogar la conciencia. De ser cierto, asistiríamos (en torno a 2045) a una
verdadera singularidad disruptiva, no solo desde el punto de vista científico,
sino también jurídico, que obligaría a revisar toda la dogmática y normativa
tradicional.

¿Herencia Digital? ¿Testamento digital?


No existe una herencia digital como un conjunto de relaciones
especiales separada de la herencia física: las compras realizadas vía web
pendientes de entrega, el saldo existente en cuentas o monederos electrónicos
(Pay-Pal, Amazón, Google Wallet), los bitcoins, formarán parte de la masa
activa de la herencia, sin ninguna especialidad respecto de los demás bienes
del causante. Lo mismo cabe entender respecto de los archivos adquiridos en
vida por el causante (sean obras musicales, literarias o cinematográficas). No
presentan ninguna especialidad respecto de libros o discos y tampoco se
aprecia mayor especialidad en lo que se refiere a la titularidad de archivos
creados por el fallecido, sean estrictamente personales o creaciones artísticas
o, en general, de propiedad intelectual o industrial.

43
La herencia (única, digital y analógica) corresponderá a los herederos; si el
causante ha sido precavido serán los que él habrá ordenado en su testamento
o (en los territorios en que se permita) pacto sucesorio. La forma más segura
(garantiza la fehaciencia, capacidad e identidad del sujeto), técnica (ajustada a
Derecho) y económica (36,06 Euros) de testamento es el otorgado ante
notario.
No existe, tal y como explica mi compañero José Carmelo Llopis, el
testamento digital. ¿Su conveniencia? No tengo ningún inconveniente en
admitirlo siempre que cumpla los mismos requisitos antes reseñados:
seguridad (en cuanto a fehaciencia, identidad y capacidad del sujeto),
legalidad (ajustado a Derecho) y bajo coste (sea libre o tasado por arancel).
El estado actual de la técnica no permite garantizar, sin intervención de
tercero ni la identidad, ni la capacidad del sujeto, ni la legalidad del acto. La
garantía que ofrece ese tercero es el papel que desempeña el Notario en
nuestro Ordenamiento. ¿Posibles mejoras? Muchas: servicio notarial de
hosting, posibilidad de copia electrónica en poder del interesado, aplicación
notarial de gestión de identidad digital post-morten, sellado de tiempo de
archivos, gestión notarial de smart-contracts, ¿smart-wills?… son vías inéditas
por las que, más pronto que tarde, transitaremos.

Javier González Granado

Fuente original:
http://tallerdederechos.com/solo-se-muere-una-vez-herencia-digital/

44
4
Con la muerte digital no se
juega: el testamento online no
existe

José Carmelo Llopis Benlloch*


@josecarmelollb

Yo soy muy de lo digital, como saben quiénes habitualmente (y gracias por


ello) leen los posts. También soy muy del Notariado, como no podía ser
de otra manera. De hecho, muchos de los posts publicados tratan sobre en
qué situación está el Notariado como colectivo en relación a los asuntos
digitales. Incluso en este post traté la incidencia notarial en el derecho al
olvido.

¿Qué es y qué no es un testamento digital?


Pero lo cierto es que intento siempre deslindar tres situaciones bien distintas:
Qué puede hacer el Notario en el mundo digital, qué no puede hacer y
qué debería hacer. En el mismo sentido, pero en la otra cara de la moneda,

*Notario desde el año 2008, actualmente cuenta con despacho en Ayora (Valencia), perteneciente al Colegio Notarial
de Valencia. Compatibiliza su actividad con el ejercicio de la mediación en el seno de la Fundación Solutio Litis del
Colegio Notarial de Valencia. Publica semanalmente sobre derecho, notarios y nuevas tecnologías en su blog
http://www.notariallopis.es/blog/

45
me suelo plantear más o menos las mismas cuestiones en relación a los
servicios que ofrecen empresas digitales, con un añadido más: Qué relación
con el Notariado tienen, positiva o negativa.
La conclusión es bien sencilla: Hay asuntos digitales donde el Notariado
no llega. Para algunas de esas situaciones encontramos servicios digitales
extra-notariales, mientras no tenga el Notariado instrumentos tecnológicos
que permitan, por ejemplo, un servicio de almacenamiento seguro de archivos
o un sellado en tiempo seguro que pueda competir con ellas. Que puede que
no lo llegue a tener nunca, o quizás sí, quién sabe.
Ese hueco puede ser ocupado por empresas tecnológicas que den
solución a problemas a los que no llega el Notariado. Uno de esos es el de la
sucesión mortis causa de archivos digitales, perfiles en redes sociales, etc.
Ahora bien, lo que no es legítimo es que exista empresas que intenten
vender como fe púbica algo que no lo es, que intenten utilizar el concepto
“notario” para fines alejados de la función notarial, o que creen confusión en
cuanto a la validez de determinados servicios.
Por eso, y porque afortunadamente no todas son iguales, lo primero que
tenemos que hacer, para evitar confusión en la persona que desconoce los
conceptos del mundo analógico y digital en materia testamentaria, es centrar
el debate. Cuando se habla de testamento digital, uno se puede estar
refiriendo a una de estas dos cosas: bien al testamento que incluye
previsiones para la herencia digital de la persona como perfiles en redes
sociales, archivos de audio video, etc..., bien al testamento que se hace online
por Internet. Adelanto que el primero sí y el segundo no.

El testamento que afecte a bienes digitales sí existe


La denominación de testamento digital, en mi opinión, sólo puede admitirse
para una previsión mortis causa que afecte exclusivamente a bienes o
derechos digitales.
Queda fuera de toda duda que los bienes digitales y los perfiles en redes
sociales, en general, excepto aquellos que puedan ser personalísimos, son
objeto de transmisión hereditaria, como ya traté en este post relativo a
transmisión mortis causa de archivos digitales, en este otro relativo a la
herencia del correo electrónico y redes sociales e, incluso, en este sobre la
herencia de bitcoin.

46
¿Y cómo se organiza un testamento digital en este sentido? Pues hay dos
opciones, que dependerán de si queremos que el documento sea un
verdadero testamento o no. Si queremos que sea “testamento”, debe partir
de la base de un testamento notarial inicial que organice la sucesión de la
persona, siendo las previsiones digitales compatibles con el mismo.
Si no queremos que sea “testamento”, sino una simple previsión o
autorización privada frente a una persona o empresa determinada para una
red social o un contenido determinado, el señalamiento del mal llamado
“heredero digital” se suele hacer también privadamente, y también de manera,
a mi entender, errónea. Debemos tener en cuenta que, en este caso, ninguno
de los conceptos esenciales del testamento se cumplen: No se designa
heredero, no se prevé la transmisión patrimonial del causante, no se continúa
la personalidad jurídica del fallecido, etc. Y es que, como ocurre con el mal
llamado “testamento digital”, el “heredero digital” tampoco existe.
Por eso, sí puede ser interesante que quien esté preocupado por su herencia
digital o por la transmisión por causa de muerte de archivos digitales contrate
adicionalmente al testamento, y siempre vinculado con éste, un servicio de
depósito de archivos o de gestión de patrimonio digital, o que contacte con
un notario que conozca cómo realizar este tipo de disposición testamentaria.

¿Hay alguna solución notarial para el testamento sobre bienes


digitales?
En el post sobre testamento online que he enlazado antes, y partiendo de una
interesante idea de Javier Prenafeta, propongo estudiar la vía de la memoria
testamentaria digital: Otorgar un testamento principal en el que el Notario
identifica al testador, juzga su capacidad y prevé que, exclusivamente en
materias digitales (perfiles en redes, blogs, archivos digitales, servicios de
almacenamiento, etc.) que se enumerarían claramente, mediante
comunicación suscrita con firma electrónica reconocida (o cualificada, según
el Reglamento eIDAS) pueda dejar constancia de claves, contraseñas y ciertas
instrucciones de uso.
Esas memorias testamentarias digitales, como ocurre con las memorias
testamentarias ordinarias en algunas legislaciones como la catalana,
simplemente complementan un testamento, sin tener carácter de
documento público en sí mismo y sin poder afectar a elementos
esenciales de la sucesión.

47
Dicho de otro modo, en la memoria testamentaria digital se podría dejar
constancia de un nuevo perfil social, de un cambio en el sistema de
almacenamiento en la nube, pero no cambiar al heredero, reconocer a un hijo
o nombrar tutor.
Pero la cuestión no deja de ser de momento un ejercicio más que
meramente teórico, pues ni en derecho común se permiten las memorias
testamentarias, ni la firma electrónica reconocida sirve todavía para remitir
documentos al notario, ni hay documentos electrónicos en hosting seguro
notarial.

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El testamento digital online no existe
Centrándonos en el segundo tipo de testamento mencionado, e igual que no
existe el mal llamado notario digital, el testamento digital online, como tal,
tampoco existe. No hay. No se puede hacer un testamento online, ni desde
casa, ni íntegramente electrónico. Lo dejé claro en este post, cuyas
conclusiones siguen siendo las mismas hoy en día.
Esa denominación lo que hace es crear una grave confusión, pues el único
testamento al que podría reconducirse el asunto digital, sin intervención
notarial ex ante, es el testamento ológrafo. Este tipo de testamento, además
de no ser recomendable por lo que ya comenté en este post, quizás ahorre
cincuenta euros al otorgante, pero a los herederos les obliga a un proceso
posterior mucho más difícil, largo y costoso… y ante Notario igualmente.
Así que, ninguna ventaja veo en intentar configurar un testamento
ológrafo digital, por mucho que, como ejercicio teórico, se pueda plantear si
el requisito de ser manuscrito se podría entender cumplido con herramientas
de tinta electrónica y huella biométrica. Lo mismo puede aplicarse respecto de
los testamentos audiovisuales, que no son admitidos, salvo para apoyar un
testamento oral en casos excepcionales, conforme a lo introducido por la Ley
de la Jurisdicción Voluntaria, cuestión que traté en este post cuando todavía
era un Proyecto.

Las cuatro fases del testamento: Asesoramiento, redacción,


cita y firma
Centrando conceptos en lo que común, pero erróneamente, se denomina
testamento digital online, y para analizar mejor la situación, podemos dividir
el otorgamiento de todo testamento en cuatro fases. La primera fase sería
la del asesoramiento, la segunda fase la de la redacción del testamento, la
tercera el concertar cita en la notaría y la cuarta la firma u otorgamiento del
testamento.
La primera de ellas es la fase del asesoramiento: Recibir al testador,
escucharle y reconducir su voluntad a las instituciones jurídicas que le
permitan a sus herederos cumplirla. Eso, me temo, que hacerlo online por
medio de un simple formulario a rellenar es imposible, o, cuanto menos,
temerario, mientras no se desarrolle el concepto de inteligencia artificial
compleja del que trata mi compañero Javier González Granado en este post.

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Pensemos en la complejidad de desenmarañar la voluntad del testador en un
testamento con varios legados, con designación de contador partidor, con
determinación de facultades para el albacea, con nombramiento de tutor, con
distribución desigual entre hijos, con sustituciones personalizadas, con
fideicomisos, con condiciones, con desheredaciones o causas de indignidad,
con determinación del carácter colacionable de donaciones… ¿sigo?
Hay que volver a decir que el asesoramiento notarial en relación a actos,
contratos o testamentos que se otorguen finalmente en la notaría es siempre
gratuito, lo cual por supuesto no obsta a que la persona que quiera
acudir previamente asesorada de un abogado lo haga.
La segunda de las fases es la de redacción del testamento. Para mí, es
importante que quien asesore sea quien realice materialmente la redacción del
documento, o, al menos, las líneas esenciales o la delimitación de las
instituciones que se van a plasmar después documentalmente. Esta fase
testamentaria también es gratuita, pues el notario tampoco cobra por la
redacción del documento. Es más, el notario va a cobrar lo mismo redacte o
no el testamento, se realice éste o no conforme a minuta, entendiendo por
minuta el documento previamente redactado que le llega al Notario por el
propio testador, sus abogados, el cuñado o vecino ilustrado, etc.
La tercera parte es la de concertar cita en la notaría. Aunque algunas
empresas digitales se empeñan en vender esto como una misión imposible y,
probablemente cara, lo cierto es que es tan sencillo y tan barato como
descolgar el teléfono y llamar o mandar un correo electrónico, o si se
prefiere, desplazarse a la notaría para concertar cita. Por tanto, no se pierde
nada de tiempo ni de dinero. De nuevo, gratis total.
Es más, la supuesta celeridad que venden algunas empresas es también falsa:
El testamento es el típico documento que se hace “sobre la marcha”: no hay
persona que venga a la Notaría preguntando por el testamento que no
lo tenga hecho de manera inmediata. Comparemos eso con rellenar el
formulario, enviar documentación, aceptar el servicio, que te busquen cita (y
te cobren por ello), buscar el Notario (que te suelen imponer), etc.
La última parte es la firma del testamento. En todo caso la firma del
testamento debe hacerse ante notario. Y repetimos: Siempre va Vd. a acabar
firmando el testamento ante un Notario. Eso es inexcusable, salvo que, BOE
mediante, se cambie el Código Civil y los derechos forales sucesorios.

50
Es por la firma y por el momento de la explicación concreta del testamento
por lo que el notario va a cobrar. Y va a cobrar la escandalosa cifra de
aproximadamente 50 euros si se entrega copia autorizada. Ese es el coste.
Redacte el testamento o se haga conforma minuta, se venga o no se venga
asesorado, se haya concertado cita por Internet o por teléfono. Sea o no
complejo. Se haya estado cinco horas o una asesorando al testador.
Todo lo anterior, es un testamento. Como vemos, lo único que puede ser
“digital” son las tres primeras partes (asesoramiento, redacción y
concertar cita) que son absolutamente gratuitas en la notaría y que también
pueden hacerse “online” sin problemas. Por tanto, el usuario es libre de
querer gastarse lo que quiera, de elegir el modo normal, megadigital, o
súper-online que estime conveniente, pero debe saber qué ofrece cada uno
y por cuánto.
Dicho otro modo: Vd. llama a una notaría por teléfono desde su casa,
concierta una cita con ellos, les envía, si quiere, sus datos por correo
electrónico. Acude el día que usted quiera y a la hora que usted quiera a la
notaría que usted elija, no a la que le impongan. Le asesoran, redactan el
testamento por Vd., le informan, firma el testamento y se lleva la copia a casa
en poco tiempo. Y todo eso cincuenta euros. Compare las ofertas para
hacerlo online.
Y, por supuesto, tampoco caigamos en que el testamento es gratuito,
porque el trabajo del Notario se paga. Quizás no lo pague Vd., quizás
entonces lo pagará su aseguradora. Lo que implica que Vd. lo pagará en la
prima, durante muchos años. Quizás, quizás, quizás…
Entonces, ¿por qué los notarios seguimos queriendo defender
la figura del testamento?
Como se ve, el testamento es un documento que ni siquiera cubre su
coste. Asesorar, redactar y leer un testamento no suele bajar de una hora de
trabajo de un oficial, más media hora de trabajo del notario, así como de 10 o
15 minutos de trabajo del copista. Después de la firma, está la obligación de
rellenar los índices, de mandar los partes testamentarios al registro de actos de
última voluntad y de anotar la expedición de copia en la matriz. Que por todo
esto, por cierto, tampoco se cobra nada.
De hecho, sería más rentable para el Notario que una persona falleciera sin
testamento: la declaración de herederos es más cara. Incluso el adverar y

51
protocolizar el testamento no notarial es también bastante más caro y más
complicado.
La respuesta es que el testamento resume la esencia del Notario:
vocación de servicio público, contacto directo con el usuario, asesoramiento,
previsión, eficacia y rapidez. Además, se ahorra tener después que hacer en el
heredero una declaración de herederos abintestato que le cuesta tres o cuatro
veces más, teniendo que traer incluso testigos a la notaría, aportar
documentación. etc. Queda más protegido que sin testamento, se puede
nombrar tutor, se puede moralizar y distribuir por partes desiguales entre
herederos, se puede nombrar contador partidor, etc.

José Carmelo Llopis Benlloch


Fuente original:
http://www.notariallopis.es/blog/i/1333/73/con-la-muerte-digital-no-se-juega-eltestamento-
online-no-existe

52
5
Testamento, legado, herencia…
¿digital?

Luis Fernández-Bravo Francés *


@luisfbf99

Una preocupación permanente del ser humano, desde tiempo inmemorial, es


la organización de sus asuntos para después de su muerte. Este concepto de
trascendencia aparece ya en las pinturas rupestres y en las formas de
enterramiento prehistóricas, por no hablar del Antiguo Egipto. Incluso los
romanos, cuyo Derecho civil es en todos los sentidos padre del nuestro,
consideraban deshonroso el hecho de fallecer sin testamento.
Como es lógico, la Red no iba a quedar fuera de una tendencia tan natural,
pero es que, además, internet es comercio y para cualquier demanda surge
inmediatamente la oferta correlativa. Un día conocemos que unos padres no
han podido acceder al perfil que su hijo fallecido tenía en una conocida red
social. Al poco tiempo, surge la respuesta a la necesidad y su comercialización:
empresas que, empleando diferentes fórmulas, nos ofrecen nombrar “albacea
digital”, activar un perfil “postmortem” en nuestra red social favorita y hasta
hacer “testamento” o “legado” por supuesto digital.

*Nació en Ciudad Real en 1972. Notario desde 2002, actualmente realiza su actividad profesional en Puertollano
(Ciudad Real). Publica generalmente artículos relacionados con el sector de la Notaría en el portal NOTARIOS EN
RED, en la siguiente dirección de Internet: http://www.notariosenred.com/author/luisfernandez/

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¿Existe el “testamento digital”?
La respuesta es sencilla: no.
El testamento es un documento notarial de reducido coste, como ya explicó
mi compañero Dámaso (“Solo un necio confunde valor y precio: el valor del
documento notarial”). Es, además, una escritura aparentemente muy simple,
pero conlleva una enorme complejidad técnica y una exigencia formal de
extrema rigidez para garantizar tanto la libertad en la formación de la voluntad
del testador como la legalidad de su contenido y efectos. Así lo vimos en el
post “El testamento y sus complementos: el ‘testamento global”.
Lo que se ofrece en la Red, en realidad, es un formulario de contacto y un
asesoramiento previo para que, finalmente, se otorgue un testamento notarial
válido. Pero no olvides que el testador debe expresar su voluntad siempre
ante notario, que el asesoramiento por éste no tiene coste alguno, que hay casi
3.000 notarios en España y que tienes derecho a elegir, libremente, el que
mejor te parezca, tal y como explicó mi compañera María en el post “Elegir
notario: yo decido, yo pago”.
Entonces, ¿qué ocurre con mis cosas?
Nuestras redes sociales empiezan a ofrecernos designar a una o varias
personas que recibirán nuestras claves o hacer una especie de memorial en el
que familiares y amigos puedan dejar sus mensajes de condolencia. Una
especie de “lápida digital” con flores, por supuesto digitales, que dura lo que
dure la empresa que presta el servicio. ¿Alguien se acuerda de Netscape? ¿Y
de Microsoft Messenger?
Jurídicamente, el “encargado” podría tener encaje en el albacea: persona que
el testador designa para que se ocupe de cumplir su última voluntad y así se
habla del “albacea digital” con este u otros nombres.
El problema es la forma de designación, ya que el albacea debe ser nombrado
necesariamente en testamento y ya hemos visto cuáles son los requisitos de
este tipo de documento.

Entonces, ¿cómo se hace?


En mi opinión, no hay diferencias entre “herencia digital” y la analógica. La
herencia es la herencia y, según la Ley, “comprende todos los bienes, derechos y
obligaciones de una persona, que no se extingan por su muerte”. Su transmisión se

54
produce por la voluntad manifestada en testamento y, a falta de éste, por disposición de la
Ley.
El heredero designado en testamento o, a falta de testamento, el designado
por la Ley, sucede en todo lo que queda tras la muerte y, por tanto, recibe
también los derechos relativos a las redes sociales, del mismo modo que
tendrá derecho a la caja donde se guardan los documentos más íntimos del
fallecido. Y, como legítimo heredero, su derecho prevalece sobre el “albacea o
heredero digital” que fue designado sin garantías en una red social.
En definitiva, no hay nada nuevo bajo el sol y el concepto de “lo digital”
parece impulsarnos a confundir medios con fines, creando soluciones nuevas
para problemas viejos que ya están resueltos hace muchos, muchos años.

Luis Fernández-Bravo Francés

Fuente original:
http://www.notariosenred.com/2015/09/testamento-legado-herencia-digital/

55
6
El testamento digital sí existe y ya
ha llegado

Judith Giner Gandía*


@JudithGiner

El nacimiento de una startup se produce a partir de una idea que soluciona


una necesidad. Pero una startup deja de serlo cuando demuestra establecer un
modelo de negocio sostenible, rentable y escalable, tanto a nivel nacional
como internacional. El éxito radica en adaptarse a los cambios, entre otras
cosas.
La revolución digital ha dado a conocer nuevas necesidades de la sociedad (en
este artículo ya hablábamos sobre este tema). La creación de cantidades
ingentes de activos digitales en red, hace que muchos de nosotros tengamos
dudas razonables sobre el destino de dichas pertenencias digitales, nuestra
reputación online, y todo lo referente a lo que hoy conocemos como Derecho
al Olvido.
Era reconocida la ignorancia sobre la forma de proceder, la falta de accesos
simplificados y la incertidumbre de familiares de fallecidos.

*Profesional dedicada al sector asegurador durante más de una década, es especialista en informática de empresas.
También es emprendedora en TI y economía colaborativa. Es socia en Bequest Digital Trust, S.L., y fundadora de
MI LEGADO DIGITAL, BioBeq.com y @Digital_IdBox. Iniciándose en inversión. Muro de Alcoy. Puedes
escribirle a judith.giner@milegadodigital.com

56
Testamento Online y Testamento Digital (que también
podría llamarse Online)
Bien diferenciado por Juristas con Futuro, entre:

• Testamento Online: un testamento al uso que lo realizamos por


medios digitales. Modalidad que se discute en foros especializados por
sus complicaciones legales y técnicas.
• Testamento Digital: Podemos definirlo como un documento legal que
permite a una persona dar instrucciones sobre qué hacer con su
presencia digital una vez que fallezca.

Herencia Digital y Voluntad Digital


Es importante diferenciar entre:
1. Designar albacea para cumplir con la voluntad de la persona
sobre activos digitales existentes, ya sea dejando herederos para
cada activo (cuentas o archivos varios), nombrando a su albacea
Administrador para cierre de cuentas, o acogiéndose al llamado
Derecho al Olvido, y
2. otra muy diferente, que uno pueda elegir como despedirse de modo
digital, ya sea a través de mensajes (o mensajes programados) o
videos personales, con un último post en redes sociales, foros o blogs,
diseñando su biografía o árbol genealógico para la posteridad
utilizando la identificación digital en sus soportes para el recuerdo,
etc.

Servicios testamentarios y Servicios a familiares


Los primeros, designados por el testador y los segundos, por el/los
heredero/s.
Las plataformas testamentarias en internet están preparadas para soportar
enormes cantidades de datos con la máxima seguridad que a día de hoy
internet ofrece.

57
Los servicios a familiares se realizan de manera “artesanal”, cuidando al
detalle cada gestión; informes de presencia online, diseño, gestión del legado,
memorial, etc.

El Testamento Digital Notarial


El 40% de los españoles no hacen testamento.
Ni que decir tiene todos los problemas a los que se enfrentan los familiares
del fallecido cuando no existe testamento. Y cuántas herencias quedan
huérfanas y adquiere directamente el estado.
La cultura de este país respecto a la muerte y a anticipar las voluntades
(respecto de otros países latinos), deja mucho que desear, por lo que nunca
vendrá de más cualquier información adicional, o cualquier herramienta que,
puesta a disposición del testador, facilite la labor.
Huir de internet es irracional. Existen determinados servicios que a día de hoy
son imposibles de ofrecer de manera offline. Se hace muy complicado poder
mantener las contraseñas y claves de acceso actualizadas de manera offline. Es
impensable. Y es lógico que la herencia digital se elabore digitalmente.
Ahora bien, se necesita un gran equipo detrás de dichas plataformas actuando
de modo cercano al usuario, para tratar de dar soluciones personalizadas a
problemas muy diversos y de diversa complejidad. Por eso, la gestión del

58
legado digital post-mortem suele tener un precio personalizado y adaptado a
las necesidades del propietario del legado digital.
Después, como siempre, el mercado determinará si prefiere contratar
servicios online o no, ante el asesoramiento, la ayuda, el seguimiento, precio
(que también determina el mercado) y calidad prestada. Pero las nuevas
generaciones lo tendrán claro, es la inevitable inercia. Y quien no esté
digitalizado, quedará fuera.
Lamentablemente, y como siempre, sectores tradicionales se resisten al
cambio, y proponen sistemas anticuados y complejos con tal de no ceder
ante lo irremediable.
La disrupción en este sector está trazada. Las plataformas de Testamento
Digital han irrumpido fuertemente en internet y, dotadas de unas
infraestructuras tecnológicas únicas y de personal altamente cualificado,
facilitan a los usuarios una forma sencilla, segura y, por qué no decirlo,
divertida, de dejar todos sus asuntos zanjados.
Las compañías que a día de hoy ofrecen servicios de testamento online,
actúan dentro de los límites establecidos en la ley vigente, y ante los
necesarios cambios de actualización de esta ley, siempre encontrarán la
manera de adaptarse (Uber vuelve a España para hacerse un hueco legal).
Es indispensable la colaboración con los notarios para el registro de estas
últimas voluntades, garantizando su validez, pues la herencia digital debe
completar la analógica.

La cobertura del testamento digital dentro de los


seguros de decesos, vida, etc.
Este servicio complementario en las pólizas de seguro (al igual que existen
otros como asistencia médica telefónica, asistencia jurídica, o acceso con
descuentos a médicos privados), provee de un valor añadido al asegurado.
Dispone de una herramienta moderna y adecuada a las necesidades de los
tiempos que corren, sobre todo para un sector joven de la población, que de
otra manera, nunca se hubiese planteado contratar un servicio tradicional de
decesos.

59
Aportación adicional al #RetoJCF
Nuestra aportación adicional al reto (como el testamento digital en el #SEO,
artículo del informático Oscar Domínguez) propone el análisis de un posible
nicho de mercado en actuaciones para dar Caza a Herencias Digitales

(como éstos cazadores de herederos de herencias materiales), que trataría de


localizar herencias dinerarias o no (saldos positivos en eBaY o PayPal,
derechos de imagen, derechos de autor y propiedad intelectual, blogs y webs
con determinado tráfico e ingresos en publicidad, etc.), existentes en
plataformas con un valor incalculable o incluso emocional.
Localizar a los legítimos herederos, que de otra manera no conocerían nunca
la existencia de dicha herencia y cobrar una pequeña comisión.
Abogados, genealógicos, informáticos, investigadores, incluso historiadores,
podrían formar un buen equipo para valorar las herencias positivas sin
reclamaciones y encontrar al legítimo heredero con final feliz para todos.
Judith Giner Gandía (Mi Legado Digital)
Fuente original:
https://www.milegadodigital.com/2015/12/30/el-testamento-digital-si-existe-y-yaesta-aqui/

60
7
¿Cómo influye el
testamento digital en el SEO?

Óscar Domínguez Merino *


@oscardom78

Hace unos 3 años aproximadamente, una de esas típicas noches donde el


insomnio te ataca en forma de tormenta de ideas, me pregunté que pasaría
con toda esa información que una persona subía a la nube si fallecía de modo
repentino. ¿Quién se encargaría de gestionarla, administrarla, incluso
eliminarla? ¡¡Negocio!! A la mañana siguiente, mi gran amigo y socio Ricardo
fue testigo oyente de mi disruptiva idea. Me felicitó por mi brillantez y él
también vio una oportunidad de negocio. Hoy ya existen empresas en
Internet que se encargan de este tipo de servicios, lo que algunos llaman
testamento digital.
Cuando una persona fallece, se encargan de administrar toda la información
que esa persona gestionaba directa o indirectamente en Internet: correo

* Experto en Posicionamiento Web (SEO) y Optimización Web (WPO). Desarrollador Web e informático de
profesión y devoción. Como programador, ha desarrollado cientos de aplicaciones de escritorio de diferente índole,
tanto para empresas como para organismos públicos de toda España. Actualmente compagina su trabajo como
profesional independiente con el trabajo para 3 de las empresas locales más punteras en materia de artes gráficas,
fotografía, desarrollo web y marketing online. Ha publicado cientos de artículos sobre SEO y marketing online en
diferentes portales de Internet, destacando su blog personal y profesional en http://www.oscar-
dominguez.com/blog/. Ha participado en numerosos proyectos web, sigue participando en otros tantos y seguirá
haciéndolo. Apasionado del mundo de Internet y el Marketing Online es el Director Técnico de Juristas con Futuro.
Ha sido el encargado de diseñar y maquetar este ebook conjuntamente con Sonsoles Valero Barceló.

61
electrónico, perfiles en redes sociales, dominios y sitios web, blogs, retirada
del dinero digital, etc. Unas veces para que sea gestionada por los familiares y,
en otros casos, para que sea eliminada definitivamente.
En este artículo pretendo hacer mi honesta contribución al reto jurídico
planteado en Juristas Con Futuro. No soy abogado, pero trabajo con personas
que sí lo son. Esta es mi particular visión sobre este tema, desde mi posición
profesional como experto informático en marketing online y posicionamiento
web.
Respecto al tema en cuestión, creo que sería conveniente digitalizar estos
servicios porque, casi en su totalidad, las gestiones de dichos servicios
son propiamente digitales. Ahora bien, ¿deben ser las notarías las
encargadas de gestionarlos? Por supuesto. Bien con personal in-house
especializado, bien contratando los servicios especializados de profesionales o
empresas específicas. Aquí se unen tecnología y derecho en un servicio
conjunto que no es posible realizar cuando falta alguna de esas dos ramas.
Recordemos que tanto el sector de la abogacía como el de la notaría todavía
les queda mucho camino que recorrer en cuanto a adaptación a las nuevas
tecnologías se refiere. Es cierto que ya algunos profesionales lo están
haciendo, pero da la sensación de que siempre van uno o dos pasos más atrás
que otras profesiones.

Las notarías deberían ser las encargas de


digitalizar los servicios de testamento digital, bien con
la formación y especialización de personal propio, bien
contratando los servicios de profesionales
especializados.

De la misma forma, el sector de las notarías debería llegar a un acuerdo de


procedimiento al respecto, que podría consistir en preguntar, a la hora de
diseñar y redactar un testamento, al testador si posee vida digital y, en ese
caso, solicitarle que facilitara todo tipo de información posible acerca de sus
cuentas, perfiles, correos electrónicos, los datos de acceso, etc., y determinar
quien o quienes deberían gestionar o eliminar su vida digital.

62
En caso de no existir dicha cláusula o testamento digital, debería existir un
procedimiento específico de actuación para tales casos, lo que haría más ágil
todo el proceso, sobre todo para las familias de los fallecidos, que, además de
la tristeza del momento por la pérdida de un ser querido, en la mayoría de
ocasiones, se ven envueltas en complejos, tediosos y poco agradables
procesos legales, principalmente de tipo hereditario.

Si al hacer un testamento existiera una cláusula


para saber qué hacer con los bienes digitales y con el
rastro digital del testador, el proceso sería más ágil y
eficaz, sobre todo para los familiares.

Pero a m me gustaría llegar un poco más lejos. En este apasionante desafío


legal sólo se ha mencionado el rastro digital que la propia persona ha creado y
los bienes digitales que posee. Pero, ¿qué ocurre con el SEO? Recordemos
que el SEO (Search Engine Optimizatión) es un conjunto de técnicas,
procedimientos y mecanismos cuyo objetivo es posicionar de forma natural un
sitio web en las posiciones más altas de los buscadores de Internet, para así
aumentar las visitas (lo que provoca mayor popularidad, mejor reputación u
obtener más ingresos). ¿Qué ocurre cuando el fallecido era un profesional que
encargó trabajos de posicionamiento en buscadores (SEO) para relanzar su
web, su negocio, su imagen profesional o su reputación online?

63
Una parte del SEO consiste en la creación de enlaces por Internet
(Linkbuilding) en cientos y cientos de sitios web de terceros, cuyo objetivo es
generar tráfico hacia la web que se desea posicionar. Esto significa que se va
creando un rastro digital y online totalmente ajeno al cliente, pues dicho
contenido no es creado por la propia persona. Sólo el experto o agencia SEO
encargada de dicho trabajo conoce de primera mano donde se encuentran
alojados esos enlaces, que en la mayoría de las veces están acompañados de
información sobre el cliente que encarga el trabajo.
Veamos un ejemplo más clarificador que nos ayudará a entender la relación
entre el testamento digital y el SEO. Imaginemos que el Doctor Odontólogo
Don Fulanito Detal (en adelante dentista) acaba de abrir su clínica dental
privada en Zaragoza. Tiene una pequeña web en Internet para promocionar
su inaugurada clínica y desea que aparezca en las primeras posiciones de
Google cuando cualquier persona busque “clinica dental zaragoza”. Para
conseguirlo, contrata los servicios profesionales de un experto SEO.
El experto realiza el servicio durante 9 meses, donde parte del trabajo consiste
en crear enlaces de calidad en sitios web de terceros, como el que se puede
ver en la imagen. Observamos que, además del enlace hacia la web del
dentista, aparece un pequeño párrafo donde se lee el nombre del dentista,
número de colegiado y otra información sobre su clínica. Imaginemos que hay
cientos de enlaces similares en otros cientos sitios web y que el experto ha
llevado a la primera posición de Google la web de la clínica dental.

Simulación de un enlace creado en un sitio web perteneciente a trabajos de posicionamiento web. Datos ficticios.

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Ahora pongámonos en lo peor. El dentista fallece repentinamente. Sus
herederos cierran la clínica dental, dan de baja la web de la clínica, cancelan
los perfiles de las redes sociales del dentista, etc. Pero, ¿qué pasa con esos
enlaces? En ellos sigue apareciendo el nombre del dentista e información
sobre él. ¿Cómo se pueden detectar? ¿Cómo se pueden eliminar
definitivamente de Internet?
Llegados a este punto, aquí se suma una tarea extra, consistente en eliminar
el rastro digital creado por tareas de posicionamiento en buscadores.
Gracias al ya popular derecho al olvido este trabajo está más que cubierto,
pero ¿es una tarea de las notarías? ¿Deben aprender y formarse los notarios
también en temas de indexación en Google y en herramientas de
Webmasters? El sentido común nos dice que no, que deben externalizar este
tipo de servicio. Sobre todo porque es algo que es imposible de detectar,
incluso irrelevante para el testador cuando redacta su testamento digital.
Pensemos que cabe la posibilidad de que haya repartidos por Internet cientos,
miles, de enlaces que hablen o enlacen contenido sobre el fallecido, y que, de
cualquier manera, todos ellos deben: Detectarse, Eliminarse y
Desindexarse.
Si bien es cierto que existen métodos alternativos que ayudan a realizar estos 3
pasos, el experto o agencia SEO que los creó podrá realizarlos de una forma
más rápida y eficaz (si realmente son verdaderos expertos en SEO tendrán un
listado con todos los enlaces creados a cada cliente). Y es aquí, queridos
compañeros SEO, donde se abre un nuevo nicho de mercado para todos los
que nos dedicamos a esto del posicionamiento en buscadores: deshacer lo
creado.
Pregunta para las empresas encargadas del testamento digital: ¿Habéis tenido
en cuenta esta opción? ¿Disponéis de los medios técnicos y humanos
suficientes para solucionarlo? ¿Cómo dais solución a casos así? ¿Habéis tenido
algún caso así? Os invito a este apasionante debate dejando vuestro
comentario u opinión al final del artículo.

Deshacer el #SEO de un cliente fallecido puede


ser una nueva oportunidad de negocio. #RetoJCF

65
Lo difícil para el experto SEO en este caso, será detectar cuáles de sus clientes
(algunos ya ex-clientes) fallecieron para ofrecer este nuevo servicio. ¡¡Ojo!!
Si alguien se puede preguntar en qué punto queda la ética o moral sobre esto,
debería hacerse la misma pregunta sobre el negocio funerario, un negocio
que, bajo mi punto de vista, ha tenido, tiene, y tendrá el mayor nicho de
mercado del planeta, pues todos, al fin y al cabo, somos potenciales clientes.
Con estas líneas, doy por finalizada mi contribución a este desafío legal,
invitando a todos los participantes en el mismo a aportar su opinión y
comentario respecto a este artículo que acaba de leer. Creemos debate.
Soy Óscar Domínguez Merino, SEO Manager y Responsable Técnico de
Juristas Con Futuro.
Muchas gracias por leerme.

Óscar Domínguez Merino

Fuente original:
http://www.oscar-dominguez.com/blog/marketing-online/posicionamientoweb/como-
influye-el-testamento-digital-en-el-seo/

66
8
Derecho e identidad digital
post-mortem

Ricardo Oliva León *


@RicardoOlivaON

I. Inmortalidad de la identidad digital


Actualmente hay en el mundo unos 7.300 millones de habitantes. La
próxima década todas esas personas estarán representadas online: tendrán una
identidad digital.
Quien ha leído el libro El Futuro Digital muy probablemente coincidirá con
lo predicho por sus autores acerca de la conectividad digital: los ciudadanos
conectados produciremos ingentes cantidades de datos que nos permitirá
lograr capacidades que jamás antes habíamos imaginado, pero, al mismo
tiempo, perderemos gran parte del control sobre nuestra información
personal desperdigada en el espacio virtual, lo que tendrá consecuencias
significativas en el mundo físico. Por tanto, el reto al que nos enfrentamos
como individuos será determinar qué pasos tendremos que dar para recuperar
el control de nuestra privacidad y seguridad.

* Abogado especialista en Derecho tecnológico y Derecho de sociedades. Letrado colegiado ejerciente en España y
Perú. Socio de Lexmotive Law Group, boutique especializada en Derecho tecnológico. Profesor de Derecho Digital
en el Centro Universitario Villanueva (Curso de Derecho Digital) y en la Universidad Antonio de Nebrija (Executive
Master Business Innovation en Security & Safety y Medical & Health, coordinado por el Grupo GEES Spain). Ha
estudiado y trabajado en Perú, Portugal, Alemania, Reino Unido, Francia, Italia y los Estados Unidos de América.
Fundador y editor de Juristas con Futuro. Autor del blog Des-complicando el Lenguaje Jurídico. Puedes escribirle a
ricardo@lexmotive.com. Junto con Sonsoles Valero Barceló ha sido el encargado de coordinar este eBook.

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¿Te has preguntado alguna vez quién custodiará tu acervo y rastro
digital cuando mueras y cómo lo hará? Si en vida ya empieza a ser
complicado controlar nuestro patrimonio digital (esencialmente compuesto
por toda esa información sobre nosotros que circula en Internet y por los
derechos adquiridos frente a empresas que comercian bienes digitales en
canales de distribución web) en la dimensión post mortem la complicación es
aún mayor, ya que con la muerte de la persona física los bienes del difunto
pasarán a otras personas que le sustituirán en sus deudas, el gobierno y la
administración de su patrimonio. Se aplicarán las reglas jurídicas establecidas
para la sucesión hereditaria o sucesión por causa de muerte.
A muchos puede que no les interese conocer en vida que pasará con su
patrimonio digital una vez que se hayan ido de este mundo. Lo cierto es que
podrían llegar a convertirse en verdaderos zombis digitales, puesto que su
identidad digital sobrevivirá a su vida física de un modo indefinido siendo,
incluso, teóricamente posible que permanezcan en el ciberespacio
eternamente, con lo cual podrían llegar a ser auténticos inmortales digitales.
El tema tiene relevancia práctica. A través del presente artículo voy a explicar
dónde radica la importancia de este asunto y cuáles son las herramientas que
actualmente nos ofrece el Derecho para proteger post mortem el patrimonio
digital. Finalmente, mostraré cómo las ineficiencias y los vacíos normativos en
materia de salvaguarda de los bienes digitales han originado la creación de
modelos de negocio orientados a resolver los problemas de desprotección
legal.

68
Bienes y canales de venta en la era digital

1. Bien físico y canal de venta físico


Desde que se inventó el comercio y hasta nuestros días, las empresas y los
comerciantes han vendido productos que eran objetos físicos, es decir,
objetos que se podían percibir con los sentidos como comida, artículos para el
hogar, medicamentos, automóviles, libros, etc. Estos bienes “físicos” se han
ofrecido a los clientes a través un canal de distribución o de venta físico (cara
a cara o frente a un mostrador): comerciales y vendedores que visitaban
directamente a los clientes, o usuarios que se acercaban personalmente a los
establecimientos mercantiles.
Jurídicamente, este tipo de transacción encajaría con lo que se
conoce como ventas en ferias o mercados que aparecen recogidas
en el Código de Comercio (artículo 83), ventas ambulantes o no
sedentaria mencionadas en la Ley 7/1996, de 15 de enero, de
Ordenación del Comercio Minorista (artículo 53), y en general
con cualquier compraventa realizada directamente al cliente
desde un establecimiento comercial, industrial o de servicios.

2. Bien inmaterial y canal de venta físico


Con el paso de los años, los productos se sofisticaron para dejar de ser
únicamente bienes físicos: ya no se podían tocar y pasaron a ser también
“inmateriales”, tales como las creaciones intelectuales, con o sin
aplicación industrial (como, por ejemplo, los programas de ordenadores o
software, las bases de datos, las marcas y las patentes), derechos de crédito
centrados en la devolución de los recursos prestados (las obligaciones o
los bonos), las promesas de indemnizar los daños causados por un
siniestro (los seguros), derechos de índole participativa que reconocen al
inversor de un derecho de propiedad en el patrimonio del emisor (las
acciones), entre otros.
Todos estos bienes inmateriales podían venderse también por medio de un
canal de distribución físico, y buen ejemplo de ellos son los programas de
ordenadores. En efecto, los software son fácilmente adquiribles, al por menor
y como productos independientes, en tiendas especializadas en informática,
aunque para cumplir su función necesiten ser usados en combinación con un

69
ordenador o portátil. La gente los compra para resolver problemas
empresariales y domésticos, o para divertirse (así tenemos procesadores de
texto, hojas de cálculo; software que ayudan en la gestión de despachos;
programas que automatizan la fabricación; videojuegos, etc.).
Desde una perspectiva jurídica, hablar de software, base de datos,
marcas y patentes implica referirse a creaciones intelectuales,
técnicas y comerciales que, en España, según el caso, se regulan
o por la propiedad intelectual (Real Decreto Legislativo 1/1996,
de 12 de abril, Texto Refundido de la Ley de Propiedad
Intelectual), o por la propiedad industrial (Ley 17/2001, de 7 de
diciembre, de Marcas, y Ley 11/1986, de 20 de marzo, de Patentes
próximamente reemplazada por la Ley 24/2015, de 24 de julio,
Ley de Patentes). Estos bienes inmateriales, ya sean regulados
por la propiedad intelectual o por la propiedad industrial, tienen
algo en común: su ubicuidad (la posibilidad de disfrute de la
obra, de la marca o de la patente por un número ilimitado de
personas al mismo tiempo) y la universalidad de su explotación y
disfrute.

3. Bien físico y canal de venta inmaterial


Con la irrupción de Internet se creó un nuevo canal de ventas (la web) que no
requiere la presencia física de los contratantes. Nace así un nuevo tipo de
empresa dedicada a vender productos físicos a través de la red o de modo
online. Las primeras empresas fueron Amazon, Apple, Dell, Best Buy,
Staples, Walmart, Zappos, Vistaprint, etc. A este grupo se sumaron las
compañías que se iniciaron con la venta de productos físicos en lugares físicos
que migraron después hacia el canal digital.
La empresa dedicada al comercio electrónico viene a cubrir un nuevo nicho
de mercado: bienes físicos vendidos a través de un canal web. Internet
revolucionó el mundo de la distribución física: los comercios dedicados a la
venta de zapatos, libros, música, películas o electrónica de consumo ahora
también podían venderlos a través del ciberespacio. Las ventas a través de un
canal web se podían realizar utilizando formularios online, descargas desde
plataformas, almacenamiento de archivos en la nube, correo electrónico, etc.

70
Jurídicamente hablando entramos en la era de la contratación
electrónica, una contratación entre ausentes que exige, a fin de
garantizar la validez del contrato electrónico, salvaguardar un
conjunto de garantías imprescindibles referidas a la capacidad de
las partes para contratar, la legalidad de los mensajes y su
imputabilidad al sujeto emisor, su autenticidad e integridad, su
recepción y conservación por el destinatario, cuestiones éstas
sobre las que la Ley 34/2002, de 11 de julio, de Servicios de la
Sociedad de la Información y de Comercio electrónico ha tratado
de dar respuesta. Adicionalmente, a fin de proveer un
instrumento seguro de atribución de la emisión del mensaje a
través de medios electrónicos y otorgar confianza a las
transacciones telemáticas, cobra sentido la aparición de la firma
electrónica la que, de ser reconocida, tendrá una equivalencia
funcional con la firma manuscrita, como lo ha establecido la Ley
59/2003, de 19 de diciembre, de firma electrónica.

4. Bien inmaterial y canal de venta inmaterial


Con la entrada del siglo XXI surge una nueva clase de productos inmateriales
que únicamente existen y pueden comercializarse a través de un canal web de
distribución (ya sea desde un ordenador fijo o portátil, una tableta o un móvil)
que, para simplificar, llamaré canal web/móvil: me refiero a los servicios de
alojamiento en la nube (Dropbox, Google Drive), las redes sociales
(Facebook, LinkedIn), los microblogging (Twitter), los motores de búsqueda
(Google, Bing), los videojuegos sociales en línea (Zynga), las plataformas de
pago y transferencia de dinero a través de Internet (PayPal, Moneybookers),
las aplicaciones para ayudar a optimizar el tiempo a los abogados (M3trify),
entre otros.
Jurídicamente, estos bienes inmateriales comercializados a través
del canal web/móvil -que llamaré a partir de ahora bienes
digitales para distinguirlos del resto de bienes inmateriales- son
esencialmente los datos personales de los usuarios de las
empresas y, por extensión, su reputación online: la identidad
digital se ha convertido en el principal activo de las empresas en
la era de Internet.

71
Hablar de datos e información personales implica mencionar, principalmente,
el derecho de supresión o borrado del rastro digital (derecho al olvido), la
transferencia nacional e internacional de datos personales entre compañías, el
derecho a la portabilidad de datos (a fin de permitir la migración de
información de perfiles entre redes sociales o servicios de Internet), la
transferencia de ficheros alojados en la nube, la suplantación de la identidad
digital, así como la entrega de dinero de las cuentas online del usuario. Sobre
muchas de estas cuestiones se ha pronunciado el recientemente aprobado
Reglamento Europeo de Protección de Datos aún no vigente porque está
pendiente de ratificación.
Adicionalmente, muchos productos que tradicionalmente han sido “físicos”
hoy se han “digitalizado”, es decir, se han convertido en “bits” para venderse
como tales: ahora podemos adquirir eBooks, eMusics, además de películas,
viajes, acciones y bonos virtuales. Nacieron así Spotify y Netflix, entre otros.

Bienes y Canales de Venta en la era digital.


Fuente del gráfico: Steve Blank y Bob Dorf (2012): The Startup Owner’s Manual.

72
¿Qué hemos aprendido sobre los bienes y canales de venta en
la era digital?
Que las antiguas reglas y herramientas para los negocios y canales físicos han
quedado obsoletas en la era digital. Hoy en día es posible crear una empresa,
una Start-up que genere millones de dólares/euros en pocos meses. Steve
Blank, en su libro The Startup Owner’s Manual (2012), lo explica claramente:
“las empresas han aprendido que cuanto más cerca están de un canal web/móvil y de un
producto web/móvil, más rápido se puede cambiar, probar y optimizar tanto el producto
como la oferta. Se necesitan nuevos procesos para adaptarse
rápidamente a la nueva libertad que proporciona un canal y un
producto web/móvil y los han encontrado en el desarrollo de clientes”.

Herencia y Legado de bienes digitales

Con la muerte de la persona física se activa la institución de la sucesión


hereditaria. El Código Civil establece que los “los derechos a la sucesión de
una persona se transmiten desde el momento de su muerte” (artículo 657). Se
entiende que cuando alguien fallece, otro u otros tienen que hacerse cargo de
sus haberes y de sus deudas lo que explica que el Código Civil señale que la
“herencia comprende todos los bienes, derechos y obligaciones de una
persona, que no se extingan por su muerte” (artículo 659) y que “los
herederos suceden al difunto por el hecho solo de su muerte en todos sus
derechos y obligaciones” (artículo 661). Heredero será, por tanto, aquél que
sustituya al fallecido en la titularidad de sus bienes y deudas, y el gobierno y
administración de su patrimonio.
La ley (el Código Civil y los Derechos Forales Sucesorios en las CC.AA. que
los tengan) y el testamento son los dos vehículos que establecen qué
personas heredan o suceden al titular fallecido. El causante de la herencia
puede fijar en vida su “última voluntad” a través del testamento (sucesión
testada) y en caso que no lo hiciera o aquél fuera insuficiente se aplicará lo
establecido por la ley (sucesión intestada). Junto al nombramiento de
heredero, el testador puede disponer que bienes individualizados o un grupo
de ellos (por ejemplo, un violín, un piso, una cantidad de euros) se atribuyan,
como una especie de regalo o donativo, a ciertas personas llamadas
legatarios.

73
Pues bien, cuando el patrimonio del causante está compuesto únicamente
por bienes físicos o materiales la ley y el testamento pueden resolver sin
mayores problemas lo referido a qué personas suceden al titular fallecido, bajo
qué condiciones, y cómo ejercer y proteger tales bienes. Por otro lado, cuando
nos encontramos frente a bienes inmateriales que no son bienes digitales,
el Código Civil se queda corto y necesita el apoyo de leyes especiales, como
sucede en los siguientes casos:
• Los derechos de explotación de una obra (libros, software, base de
datos, discos, etc.) que, como dispone el artículo 26 del Texto Refundido de
la Ley de Propiedad Intelectual, tendrán una duración de 70 años después de
su muerte. Por tanto, los herederos de los autores cuentan con un límite
temporal legal para poder sacarle rendimiento a la creación de su causante.
• El ejercicio de acciones protectoras frente a lesiones que afecten el
derecho al honor, intimidad o imagen de una persona fallecida, ocurra ello
antes o después de su muerte, por parte de determinadas personas que
podrán ser designadas vía testamento y entre las que podrá haber, incluso,
una persona jurídica, en cualquier caso hasta dentro de los 80 años
siguientes al fallecimiento. Así, el artículo 4 de Ley Orgánica 1/1982, de 5 de
mayo, sobre Protección Civil del Honor, Intimidad Personal y propia Imagen ha
regulado la protección de la memoria del fallecido (nótese que esta ley
fue aprobada el siglo pasado cuando el boom de Internet aún no había
llegado).
• El llamado derecho de rectificación que se otorga a los herederos (o a
los representantes de éstos) del perjudicado por la divulgación de hechos
que se considere inexactos o perjudiciales, a fin de pedir la rectificación de
la información difundida por el medio de comunicación social en que
tuvo lugar (artículo 1 de la Ley Orgánica 2/1984, de 26 de marzo, reguladora del
Derecho de Rectificación).
Ahora bien, la situación se complica cuando lo que se pretende dejar en
herencia o legado son bienes digitales y cuando lo que se trata de proteger
post mortem son derechos relacionados con la identidad digital del
causante. En primer término, estoy hablando del dinero que pueda tener el
fallecido en cuentas que permiten hacer pagos en sitios web, como PayPal o
MoneyBookers; de sus ficheros alojados en la nube (como Google Drive,
Dropbox) donde podría guardar desde fotos hasta la clave de su firma
electrónica de una cuenta bancaria en un banco suizo, o una fórmula química

74
como secreto industrial; de los derechos eMusic que puede tener en Spotify; y
de las películas y series que pudiera tener en Netflix. En segundo término, me
refiero a toda la información personal del fallecido que figura en sus perfiles
sociales (Facebook, LinkedIn, etc.), a sus cuentas de correo electrónico
(Gmail, etc.), a sus datos personales transferidos a compañías ubicadas fuera
de la Unión Europea en el marco del Acuerdo de Safe Harbour, a su derecho
a la autodeterminación informativa, a su derecho al olvido, y a la protección
contra la suplantación de su identidad digital una vez fallecido. Todo este
acervo digital tiene un valor económico y debe ser susceptible de
protección legal.
El Derecho vigente, a mi entender, no ofrece las herramientas idóneas
para ejercer y proteger post mortem los bienes digitales. El problema
principal radica en los obstáculos con los que se puede encontrar el heredero
(o el legatario respecto de los bienes digitales que haya recibido en legado)
para ejercitar o defender los derechos de su causante. Por ejemplo: ¿Cómo
podría saber que el fallecido tenía dinero en PayPal si no se lo ha
informado él mismo en vida ni se lo ha comunicado dicha compañía?
¿Cómo puede conocer qué tipo de documentos tenía el causante en
Google Drive o Dropbox? ¿Cómo se puede dar de baja la cuenta de
correo electrónico de una persona fallecida? ¿Cómo podría cancelar el
perfil que tenía el causante en una red social como Facebook o
LinkedIn? ¿Cómo podría ejercer el derecho al olvido del fallecido?
¿Cómo podría ejercitar los derechos ARCO (acceso, rectificación,
cancelación y oposición) a fin de proteger los datos personales del
fallecido? ¿Cómo podría repeler con eficiencia los casos de
suplantación de identidad online del fallecido? ¿Qué obligación tiene el
responsable del tratamiento de datos personales una vez que ha
tomado conocimiento de la muerte de uno de sus clientes? ¿Cuánto
tiempo debería demorar la desactivación de un perfil social de una
persona fallecida? ¿Podrían los legítimos herederos reclamar a
MoneyBokers, Spotify o Netflix las claves de acceso que pertenecieron
a su causante?
Si bien es cierto que en los términos y condiciones de uso de Facebook,
Twitter y Gmail se ofrecen actualmente distintos mecanismos para dar de baja
los perfiles sociales una vez muerto el usuario esto no lo hacen todas las redes
sociales ni las plataformas online que venden eBooks, eMusic o permiten
transferir dinero a través de Internet.

75
Facebook ofrece un formulario para solicitar la suspensión de la
cuenta del usuario para lo cual se debe aportar el certificado de
defunción correspondiente entre otra documentación; ofrece la
oportunidad de crear una cuenta conmemorativa; nunca da las
credenciales de logueo. Twitter únicamente ofrece un formulario
para desactivar la cuenta del usuario, para lo cual se deberá
aportar el certificado de defunción. Gmail ofrece un formulario
denominado “administrador de cuentas activas” donde da la
oportunidad de eliminar el contenido o delegar el contenido a
diez personas seleccionadas.

Propongo explorar un modo de exigir a las empresas que venden


bienes digitales y custodian datos personales verificar, cada cierto
tiempo, si sus clientes están vivos o no, y cuando tomen conocimiento
de su deceso informar a sus familiares o a la autoridad competente de
la existencia de bienes o derechos digitales a favor de su cliente. Mejor
aún, tales empresas deberían incluir de modo obligatorio en sus
formularios de contratación online la petición de indicar el nombre de
la persona que administrará la cuenta y los bienes digitales del usuario
para cuando se produzca su fallecimiento, sin perjuicio de que
posteriormente, vía testamento, se pudiera designar un albacea.

Startups innovadoras
La ineficiencia legislativa en materia de protección post mortem de la
identidad digital y la inadecuada regulación de la herencia y del legado sobre
bienes digitales, han originado la aparición de empresas tecnológicas
dispuestas a resolver tales problemas que el Derecho no ha podido resolver
adecuadamente hasta la fecha.
Empresas como la norteamericana Legacy Locker y la española Tellmebye
han tenido buen ojo en identificar un nicho de mercado allí donde el Derecho
aún no ha podido llegar. Legacy Locker ofrece la posibilidad de custodiar las
contraseñas de tus redes sociales y plataformas online que entregará, una vez
conocido tu fallecimiento, a la persona de tu designación. Tellmebye te ayuda
a asegurar redes, nubes, archivos o contenidos digitales que luego entregan a
tus administradores, una vez notificada tu enfermedad o defunción.

76
El gran problema que veo con estas empresas es que el usuario no podrá
tener certeza en vida que el día de su fallecimiento tales empresas seguirán
todavía existiendo (teóricamente es posible que quiebren, se liquiden, se
fusionen, se escindan, cambien de objeto social, etc.).

II. El notario digital y el testamento online


La función principal del notario es elaborar la escritura pública. Entre los
documentos que se elevan a escritura pública se encuentra el testamento, en
su modalidad de testamento abierto, considerado uno de los más habituales.
Si bien el notario es un funcionario público del Estado (depende
jerárquicamente de la Dirección General de los Registros y del Notariado del
Ministerio de Justicia) que debe proporcionar a los ciudadanos la seguridad
jurídica que promete la Constitución en el ámbito del tráfico jurídico
extrajudicial, desde el punto de vista de la Seguridad Social, es un trabajador
por cuenta propia, es decir, un autónomo adscrito al Régimen Especial de
Trabajadores Autónomos (RETA). Como profesional del Derecho, el notario
ejerce una profesión regulada (los honorarios notariales no se rigen por el
principio de libertad de precios sino que se basan en un arancel fijo; los
notarios tienen el monopolio legal de la elaboración de las escrituras públicas
ya que nadie más que ellos pueden otorgarlas; hay una prohibición de libre
establecimiento que fundamenta la demarcación territorial que impone a cada
notario a actuar como tal en su propio distrito notarial).
Dicho esto: ¿Podrían los notarios hoy en día digitalizar total o
parcialmente la prestación de su servicio notarial? Más concretamente:
¿Podría automatizarse la emisión de documentos notariales a través de
una plataforma online centralizada, gestionada por el Consejo General
del Notariado y a disposición de todos los notarios? Es decir: ¿Podrían
los notarios usar un canal de venta online para ofrecer sus escrituras
públicas?
La completa digitalización de los servicios notariales parece que no
sería posible actualmente debido a dos razones:
1. La primera razón es de orden técnico: la cercanía y el consejo
personal que ofrecen los notarios cuando preparan los documentos
notariales, así como la necesidad de verificar in situ la capacidad de las
partes para otorgarlos, se resiente con lo completa digitalización del

77
proceso: ¿Cómo podría saber con certeza el notario que la
persona que está al otro lado del ordenador es realmente quién
dice ser? La introducción de la tecnología para permitir la
digitalización y automatización de los testamentos y de otros
documentos notariales, y su posterior venta a través de un canal
web/móvil, encuentran su principal obstáculo en la falta de certeza
sobre quién es el otorgante (nótese que este problema se presenta hoy
en día también: cuando uno va a la notaría a hacer un documento
notarial, debido a la incomunicación que existe todavía entre ellas y el
Registro Civil, el notario no tiene como saber si el otorgante es una
persona que ha sido previamente incapacitada).
2. La segunda razón es de carácter legal: el Reglamento
Notarial establece que la “jurisdicción notarial, fuera de los casos de
habilitación, se extiende exclusivamente al distrito notarial en que está
demarcada la Notaria” (artículo 3) y que “los Notarios carecen de fe
pública fuera de su respectivo distrito notarial, salvo en los casos de
habilitación especial” (artículo 116). Por tanto, una plataforma
digital o canal de venta online poco ayudaría a un notario concreto
ya que éste, en principio, no podría ofrecer sus escrituras públicas a
personas domiciliadas fuera de su demarcación notarial.
Siendo este el panorama actual me pregunto: ¿Es adecuada la actual
legislación? En mi opinión la digitalización de las escrituras públicas, y
más concretamente la posibilidad de permitirse la elaboración de
testamentos online, ofrecería ventajas tanto para los ciudadanos
(ahorro de tiempo y dinero ya que evitarían tener que desplazarse
físicamente a la notaría) como para los propios notarios (podrían
ofrecer sus servicios a un mayor número de personas, aunque ello
implicaría muy probablemente la desaparición de algunas notarías:
sobrevivirían las más eficientes, las que ofrecieran un mejor servicio de
post-venta, quizá aquellas cuya propuesta de valor incorpore servicios
adicionales gratuitos, etc.).
¿Cómo podría superarse los dos obstáculos antes mencionados?
(i) En primer lugar tendría que modificarse el Reglamento Notarial. La
digitalización del canal de venta notarial permitiría a los ciudadanos poder
contratar al notario de su elección desde cualquier parte del territorio español
sin importar las limitaciones geográficas.

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(ii) En segundo lugar habría que ofrecerle al notario una garantía de
certeza sobre la capacidad para obrar del otorgante y permitirle al ciudadano
una mayor inmediatez y cercanía con el notario. Actualmente existen dos
herramientas que permitirían superar, en un corto plazo, los obstáculos
tecnológicos antes mencionados:
• Los software de reconocimiento facial y de voz que usan una
cámara para acercarse a los ojos, boca y nariz de un individuo y
extraer un vector de características compuesto por un conjunto de
números que describen aspectos clave de la imagen, tales como la
distancia exacta entre los ojos. Propongo utilizar información
biométrica (esencialmente fotografías, registro de voz y
reconocimiento del iris; en menor medida huellas dactilares o pruebas
de ADN) que permita identificar de forma inequívoca a los individuos
(otorgantes) por medio de sus atributos físicos y biológicos. Esta
tecnología ya existe hoy en día y en los próximos años se masificará su
utilización.
• Reuniones a través de un interfaz de realidad virtual y mediante la
videografía que permite proyectar cualquier imagen fija o en
movimiento que se haya capturado en forma de holografía
tridimensional. Gracias a esta tecnología el ciudadano podría ver y
escuchar al notario desde donde se encuentre, y experimentar la
misma sensación como si estuviera realmente frente él (o ella). El
ciudadano interactuaría con un avatar holográfico que capturaría,
exactamente, los movimientos y la forma de hablar de su notario (el
notario se “teletransporta”). El ciudadano entendería perfectamente el
mensaje que éste le transmite, ya que el software de traducción
autónomo reproduce correctamente las conversaciones de ambas
partes, casi instantáneamente. Esta tecnología si bien existe necesitará
todavía de un mayor tiempo para poder aplicarse de modo masivo.

79
80
81
III. Conclusiones
Con la muerte de la persona física, el conjunto de sus bienes digitales corren
el riesgo de no poder transmitirse a sus legítimos herederos y legatarios por
imposibilidad o dificultad en su identificación y ubicación. Además, la
protección jurídica de la identidad y reputación online del fallecido que
ofrecen los instrumentos legales actuales parece no ser tan efectiva.
Es posible distinguir entre mortalidad física e inmortalidad digital ya que
la muerte física de una persona natural no impide la prolongación de su vida e
identidad digital en el ciberespacio. Si el carácter finito de la vida explica la
existencia de funerarias y cementerios, la existencia de zombis e inmortales
digitales justificará la aparición de verdaderos enterradores digitales,
profesionales encargados de borrar cualquier rastro del difunto en la red.
En la era digital las compañías que comercialicen bienes digitales en canales
web/móvil deben asegurar que la identidad digital de sus usuarios quede
protegida frente a actos de suplantación, piratería, acusaciones fraudulentas o
utilización indebida. De no ser así podría crearse un mercado negro de
identidades online donde cualquiera podría comprar identidades reales o
falsas en subastas. Si los juristas no reaccionamos a tiempo, este escenario
indeseable podría llegar a producirse.
Ponte en contacto conmigo si crees que puedo ayudarte. Quedo a tu
disposición. Gracias.

Ricardo Oliva León

Fuente original:
http://www.lenguajejuridico.com/testamento-digital/

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9
La memoria defuncti y el derecho al
honor post mortem online

Sara Molina Pérez-Tomé * Marta Sánchez Valdeón **


@SaraMolinaPT @MartaSanchezVal

“Cada vez más, somos lo que “Internet dice que somos”, nuestros recuerdos, nuestras
experiencias, nuestras relaciones interpersonales, los países qué hemos visitado o dónde
hemos vivido, aquellas tardes de sol en la playa… todo está en la Red, configurando esa
máscara de actor que los griegos llamaban πρόσωπον (prosopon), y de la que deriva nuestra
actual palabra “persona”. Somos una máscara, lo que los demás ven de nosotros”. Eneko
Delgado.
Quería empezar agradeciendo a Juristas con Futuro y en especial a Sonsoles
Valero por invitarnos a participar en el #RetoJCF sobre
#testamentodigital, con este post fruto de la colaboración con mi amiga
Marta Sánchez Valdeón y con el que exponemos nuestra opinión.

* Abogada y consultora especializada en Marketing Jurídico y Estrategia. Posee un Máster en Derecho de


Telecomunicaciones y Nuevas Tecnologías. Es Coach por la AICP y colaboradora del Observatorio Iberoamericano
de Protección de Datos. Socia de ENATIC y social fundadora de MARKETINGNIZE, bloguera y colaboradora en
diferentes medios especializados del sector a nivel nacional e internacional. Formadora en Marketing jurídico,
estrategia y desarrollo de negocio, en 2014 publicó su libro titulado “EL ABOGADO 3.0”.
** Licenciada en Derecho y experta universitaria en Criminología, desde el año 2011 es consultora jurídica en

seguridad de la información, sobre todo en materia de Protección de Datos, Ley de Servicios de la Sociedad de la
Información, Comercio Electrónico y Blanqueo de Capitales. Asesora legal y formadora en dichas materias ha
obtenido varias becas. Es colaboradora del Observatorio Iberoamericano de Protección de Datos, ha realizado varias
publicaciones en su blog.

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Horacio decía “non omnis moriar” y eso es incuestionable, sobre todo a día de
hoy, en el que cuando una persona fallece, ya no sólo hay que preocuparse de
las repercusiones directas en la vida real, sino también decidir sobre las
repercusiones en la red.
Internet y las redes sociales se ha convertido en una herramienta de
comunicación casi imprescindible para millones de personas. Pero esa fácil
accesibilidad es precisamente la que provoca que el problema surja cuando no
se trata de introducir datos, sino de borrarlos, como, por ejemplo, en el caso
del fallecimiento de una persona.
Las redes sociales han buscado soluciones a un problema que las afecta
directamente, pues según la consultoría americana Entrusted, “Facebook”
perdió en 2011 alrededor de 1,7 millones de usuarios por fallecimiento.
La muerte de estas personas abre a sus familiares dos posibilidades: eliminar el
perfil en la red social o permitir que se realice un homenaje en el mismo.
Pero, ¿están preparados los familiares para superar, no solo la muerte
de una persona querida, sino también para borrar su huella?
No cabe duda que es difícil tomar cualquiera de las dos decisiones, pues en la
primera te enfrentas a la repercusión que todos más tememos respecto a la
muerte, el olvido, y, en la segunda, te enfrentas al recuerdo permanente de
quien se ha ido.

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Las redes sociales han previsto “el homenaje” permitiendo a los familiares
directos conservar el perfil del fallecido, con el fin de que no se produzca esa
disminución masiva de usuarios de la que hablábamos al principio.
Y el mismo derecho a conservarlo, tenemos de eliminarlo: basta con que
comprobemos la política de privacidad de la red y la familia solicite la
cancelación de datos de la referida persona.
Y en el caso de personas sin familia, ¿qué ocurre con ellos? En este caso, el
Ministerio Fiscal está legitimado para pedir la supresión del perfil.
Por supuesto, si no efectúan el borrado, contamos con una de las legislaciones
más restrictivas del mundo en cuanto a protección de datos (España es uno
de los países en que “más o mejor” se protege la intimidad de las personas), y
con un organismo (la Agencia Española de Protección de Datos) que vela
para que nuestros derechos se hagan efectivos.
El problema no se produce cuando un usuario le pide al titular de una red
social que cancele toda su información, sino cuando esa información ha
pasado de una red a otra, y ha traspasado muchas fronteras tecnológicas y
geográficas. Es entonces cuando nuestro derecho de cancelación de datos se
convierte en una ingente tarea de búsqueda desesperada, dando lugar en la
mayoría de los casos a la imposibilidad práctica de eliminar de manera
permanente nuestra huella en Internet.
Establecer mecanismos de “inmortalidad digital” ejercitando así el
denominado “Derecho al recuerdo” de Eneko Delgado, permite que
Facebook con la opción “conmemorativa” muestre el contenido que
hayamos compartido (fotos, publicaciones, etc.) y esté visible para el
público con el que se compartió.
Pero, ¿qué pasaría con el consentimiento posterior y el derecho al honor
inherente a nuestra reputación online? Dentro de la configuración de estas
cuentas “homenaje” está la opción de que los amigos pueden compartir
recuerdos en la biografía conmemorativa posteriormente. Si el administrador
de esa cuenta es el contacto del legado, ¿será él el responsable de protección
de su honor y derecho a la propia imagen?
Estos derechos anteriormente citados (el honor y el derecho a la imagen
recogidos como fundamentales en el artículo 18) son personalísimos y esto
implica que con la muerte se extinguirían, y que, por tanto, aparece la
problemática jurídica, de extender esta protección más allá del fallecimiento
de quien fuera titular de estos derechos de la personalidad.

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De esta forma, surge el concepto de “memoria defuncti” como una
prolongación de la personalidad que deber ser respetada y, por tanto,
protegida jurídicamente también a nivel online. Lo que lleva a afirmar
que estamos ante una protección post mortem de lo que en vida de la persona
fueron sus derechos al honor, a la intimidad y a la imagen.
Ya en la Exposición de Motivos de la LO 1/1982, de 5 de mayo, se recogía
que “Aunque la muerte del sujeto de derecho extingue los derechos de la personalidad, la
memoria de aquél constituye una prolongación de esta última que debe también ser tutelada
por el Derecho”.
Como conclusion, el derecho al recuerdo y la memoria defuncti deben tenerse
en cuenta en el mundo online y los herederos o parientes actúan, se dice,
como gestores de la buena memoria del difunto: no como derechos propios
[1]. Ciertamente a los muertos ya nadie puede hacerles daño, pero sucede que
las personas que nos precedieron han dejado en nosotros una memoria, un
recuerdo o imagen, de modo que el guardián de la memoria del causante actúa
como un fiduciario que no puede reclamar en interés propio [2].
En nuestra opinion, dejar un testamento digital que recoja todos los posibles
escenarios facilitaría las cosas en este mundo digital en el que los supuestos se
adelantan a la legislación vigente.
[1] J.L. LACRUZ, Elementos, I, vol. 2º. Personas, cit., p. 31.
[2] P. SALVADOR, ¿Qué es difamar?… , cit., pp. 36-37.

Sara Molina Pérez-Tome y Marta Sánchez Valdeón

Fuente original:
http://marketingnize.com/la-memoria-defuncti-y-el-derecho-al-honor-post-mortemonline/

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Identidad digital y
testamento digital

Silvia Barrera Ibáñez*


@sbarrera0

¿Podrían @norcoreano, @diostuitero @gerardotc o


@SuperFalete hacer un testamento digital?
Hace unos días me ofrecieron, virtualmente, la posibilidad de hablar de la
¿herencia digital? Dejar que mi legado digital sea administrado por otros
cuando me muera. La gran mayoría, incluso los que participan en este
#RetoJCF, podrían pensar qué pinta @sbarrera0 en todo esto.
@JuristasFuturo me dijo: “Algo, seguro, puedes aportar”. Allá voy.
Aparte de meterme en todos los charcos, el objetivo, entre otros, de mi
trabajo como policía judicial es realizar todas aquellas indagaciones tendentes
al esclarecimiento del delito y, entre ellas (la más importante), determinar la
identidad de la persona/s que, presuntamente, lo ha/n cometido.

* Inspectora de Policía Nacional desde septiembre de 2005, Licenciada en Crimonología y Ciencias Policiales.
Especializada en ciberseguridad, ciberinvestigación y derecho penal, es una referente en la lucha contra el cibercrimen,
amenazas cibernéticas e infraestructuras críticas, sistemas de seguridad e información y estrategias de ciberseguridad.
Participa de forma periódica con EUROPOL en materia de cibercrimen e Inteligencia en la Red, así como en diseño y
ejecución de actividades policiales estratégicas y operativas en el marco de la Comisión Europea en materia de
Ciberataques. Miembro del Grupo Mundial de Expertos en Cibercrimen de INTERPOL. Es profesora de
Universidades en materia de criminología. Aparece de forma asídua en medios de comunicación de ámbito nacional
tratando temas de cibercrimen y redes sociales.

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De identidades virtuales va la cosa y, por tanto, en ese aspecto y como
ciberpolicía judicial, me he pasado la vida buscando formas de identificar a
personas en la red. Hace años, cuando nadie sabía de qué iba “eso de
Internet” y lo utilizaban como un medio que pensaban anónimo, detrás de
una dirección IP había (y todavía hay) una persona potencialmente
identificable, con nombre y apellidos. El usuario aprendió que si puede ser
identificado por la dirección IP, algo debía de hacer para ocultarla de su
navegación. Y así surgieron, entre otros, los anonimizadores.
Algo ha cambiado. Ahora, vamos en coches que pueden camuflar sus
matrículas, por tanto, habrá qué buscar otras formas de identificar a su
conductor: cómo es el coche, qué marcas de rodaje ha dejado, dónde hace los
cambios de aceite o reposta; y lo tiene que hacer, sí o sí, sin anonimizadores.
Por eso, la forma de identificar a un usuario en la Red también ha cambiado.
Nuestra interacción social virtual es tan brutal que conformamos una huella
digital muy profunda y una presencia online más estable y poderosa incluso
que la física. Siguiendo y conectando los múltiples rastros de navegación y
presencia en la Red, dejamos indicios: geoposicionamiento, perfiles,
comentarios, fotos y todos esos artículos de: “Cuidado con tu privacidad y lo que
publicas en la Red”.
En mi proceso de búsqueda de identidades me he llevado muchos #zascas
cuando he comprobado quién estaba detrás de un perfil de una red social o
quién administraba una web. Suena a topicazo de película pero, a veces,
resulta ser quien menos te lo esperas. Dicho ésto, creo necesario distinguir
dos tipos de uso de identidades en Internet.
La parte seria de la Red, sus negocios con la empresa y la
Administración
Por una parte, la necesidad de realizar actos/negocios jurídicos y gestiones
administrativas en la Red de forma rápida y cómoda que nos identifique de
forma unívoca ante la Administración Pública, instituciones o empresas. Para
ello se emplean, por un lado, los certificados y la firma electrónica, que
permiten realizar gestiones interesadas para el usuario con la Administración y
viceversa, y los documentos de identidad, el D.N.I. y el pasaporte
electrónicos: desde la versión 0.0, 3.0, 5.15 hasta el número pi infinito.
Gracias a los tratados internacionales, además, podemos traspasar las
fronteras físicas hasta los confines y que todos den como válida nuestra

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identidad, sin ningún género de dudas (salvo que la foto vaya pegada o los
datos estén algo modificados).
Para todo lo demás, me refiero, a transacciones comerciales, Master Card y
otras tarjetas de crédito y la autentificación a uno, tres o diez pasos de la
banca online son servicios legítimos que dan pistas de la identidad de quien
hace uso de ellos. Todo lo anterior es la Red haciendo uso de su propia
tecnología y aportando soluciones al mundo físico.
Servicios web gratuitos. “Los otros”, la Red “salvaje”
Dejemos de utilizar Internet como un medio, con años de regulaciones y
mejoras técnicas que no dan respuesta a “Los otros”: al mundo digital PURO
que ha creado una “Redarquía” con normas propias. Todo el contenido que
conforma la riqueza de la web 2.0 representado por los servicios web
“gratuitos” (recuerda que nada es gratis) que no tienen existencia ni sustento
físico real: redes sociales, blogs, servidores de correo web, almacenamiento en
la nube, redes P2P o foros y que han cambiado nuestra sociedad y la forma de
relacionarnos.
Esta riqueza virtual ha provocado que existan aunténticas “estrellas virtuales”
como @diostuitero, @gerardotc, @SuperFalete o @norcoreano que
acumulan cientos de miles de seguidores por sus tuits humorísticos, irónicos,
imaginativos o rodeados de provocación. Su fórmula triunfa y son 100%
virtuales, sin certificados ni DNI. Se curran su reputación digital día a día.
Inspiran, interaccionan y tienen su propia personalidad ¿e identidad virtual?
Por supuesto, pero ¿quién sabe su identidad real?
Si de mi perfil, Silvia Barrera, @sbarrera0, se puede hacer un testamento
digital ¿Podrían @norcoreano, @diostuitero @gerardotc o
@SuperFalete dejar su herencia digital en manos de otr@s personas?
¿En qué se diferencian mis cuentas y perfiles en redes sociales de las suyas?
(Bueno, sí, la mía es bastante menos ingeniosa y divertida, pero vamos al
grano).
Algunos podrían decir: “detrás del perfil @sbarrera0 se supone que hay una
identidad real, Silvia Barrera y es su persona la que publica. ¿O no?” ¿Quién
hay detrás de @norcoreano, @diostuitero @gerardotc o @SuperFalete?
¿Quién lo ha contrastado? ¿Twitter?

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El mundo se desmorona por momentos
Precisamente, este tipo de servicios web gratuitos son tan usados y
caracterizados porque los procesos de creación y registro de cuentas permiten
la aportación de datos falsos, simulados o ficticios. Algunos como el correo,
añaden un número de teléfono, pero sólo a los efectos de verificación de
usuario para evitar suplantaciones de identidad y comprobar que quien creó la
cuenta es quien la pretende usar en el momento de hacer login. ¿Cuál es la
identidad real de quien crea o utiliza ese email? ¿Recuerdas que diste tu
número de teléfono propio pero un nombre, fecha de nacimiento y
seudónimos ficticios?
Imaginemos que estuviéramos obligados (nunca ocurrirá) a dar nuestros datos
de identidad reales en estos servicios virtuales gratuitos “Los otros”. ¿Cuál
sería ahora el problema? El sistema de verificación de tu identidad. En
un post de hace unos meses argumentaba que el concepto de identidad virtual
perteneciente a un nombre y apellidos sólo tendría sentido cuando fuese

90
administrada por proveedores de servicio nacionales, bajo la regulación del
propio país. Esto ocurre en España, por ejemplo, con las páginas de juego
online con dominio .es y bajo regulación y supervisión de la Dirección
General de Ordenación del Juego. Las operadoras de juego online poseen
unos sistemas técnicos homologados por la Dirección, así como un servicio
web de verificación de jugadores (y nunca técnicamente infalible) que
garantiza la identidad real del jugador. Pero la ansiada bellota desaparece de
nuestras manos cuando la gestión de las identidades dejan de estar en manos
de proveedores nacionales y pasa a manos de servicios extranjeros como
EEUU, Rusia, China o Irán, Irlanda, Holanda. Da igual. ¿Con qué verificas
virtualmente ahora tu identidad física?
A modo de conclusión
Tal y como lo veo, hoy por hoy, para contenidos “Los Otros”, virtuales
puros, no hay forma regulada de vincular una identidad virtual a una identidad
real física pero SI identidades virtuales que conforman realidades en el
mundo físico. Si @SuperFalete quiere hacer un testamento digital para que
su identidad digital perdure por los siglos de los siglos (ojalá), puede acudir a
un lugar donde extraigan y certifiquen la presencia de contenidos como fotos,
vídeos y comentarios publicados que se supone pertenecían a @SuperFalete
porque tiene (tenía) capacidad para administrar esa cuenta.
¿Cómo gestionar y dejar de legado una cuenta con Bitcoins? #ahílodejo (en
plan subliminal).
Por tanto, supongo que la posibilidad de establecer cualquier tipo de
administración de estos contenidos de forma testamentaria para tratar de
perpetuar el rastro online que ha dejado el fallecido es muy lícito y
debe ser voluntad del propio fallecido, que es quien ha generado su
reputación online sobre todo cuando el propio proveedor de servicios
desactiva cuentas de correo, perfiles, etc., si detecta inactividad por cierto
tiempo. Si esto ocurriera, otro usuario, completamente diferente, podría
volver a crear otra cuenta utilizando el mismo pseudónimo, con los mismos
códigos alfanuméricos, (cosa que no pasa con tu DNI cuando te entierran)
para no se sabe qué otros usos posteriores y no nos gustaría que ésto pasara.
Pero a todo esto le veo un (o alguno más) problema. Si todo el mundo
empieza a perpetuar sus perfiles digitales, igual que se están acabando las
direcciones IP en formato IPV4 y que ya sólo lo mantiene a flote el sistema
de asignación dinámico, antes lo harán las combinaciones de nombres

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memorizables para que sean “simbólicos” al papel que pretenden representar
en perfiles y emails. En un futuro, el formato de asignación de cuentas será
tan peregrino y poco romántico como @SuperFalete12436 o
@SuPeRFaleTe_1982. No, no es lo mismo.

Silvia Barrera Ibáñez

Fuente original:
http://www.enatic.org/podrian-norcoreano-diostuitero-gerardotc-o-superfalete-hacerun-
testamento-digital/

92
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La Herencia Digital

Carlos Jiménez Lajara *


@tellmebye

“Reto”. Magnifico término para denominar a este encuentro digital tan


singular entre startups y juristas de todo tipo, donde todas las partes debatirán
en sus respectivos blogs de los nuevos conceptos que han surgido y de la
evolución del proceso hereditario.
Cada uno de nosotros sabe el papel que desempeña cada una de las partes de
este estrecho engranaje y donde sólo las recién llegadas startups como la
nuestra, son cuestionadas e invitadas amigablemente para dar explicaciones
sobre la dudosa legalidad de nuestros innovadores modelos de negocio.
Agradecemos enormemente haber sido invitados a esta #cyberpalestra y
disponer de voz en un proceso donde nos sentimos realmente una parte
importante. Se nos presenta pues la oportunidad de colaborar, participar e
incluso dar explicaciones sobre este nuevo y confuso léxico que hemos
adoptado principalmente las startups afines, buscando simplificar el
entendimiento del usuario final y enfatizando en la principal diferencia de

*Técnico de sistemas informáticos, es el fundador y CEO de TELLMEBYE, empresa de herencias digitales desde su
fundación en el año 2013. Además, es el gerente en la empresa Clonic Valles S.L., dedicada a prestar servicios
informáticos a Pymes.

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legar nuestras pertenencias físicas frente de las digitales, hasta ahora omitida
como singulares y tratadas como iguales.

Tellmebye como parte del proceso


Tellmebye nació como otras muchas herramientas, para cubrir una necesidad
de la sociedad, en nuestro caso nuestra amiga Clarisa, diagnosticada con
cáncer, metástasis a la columna y un cuadro desolador tras descubrir su nueva
fecha de caducidad, 10 años de vida.
Tras conversar y empatizar con ella, surgió de forma natural la pregunta que
nos ha traído hasta aquí́ “¿Qué pasará con los bienes digitales de Clarisa
cuando fallezca?” fue entonces cuando comenzamos a buscar soluciones en
Internet, opciones que permitieran a Clarisa organizar su etapa final de su
vida, definir sus últimas voluntades, crear su testamento vital, evitar la pérdida
de fotografías, vídeos y lo más importante para ella, despedirse de su hijo con
un sinfín de mensajes póstumos que le ayudaran a ser recordada.
Todo esto, llenó por completo nuestros corazones y nos dio la fuerza y
energía necesaria como para comenzar esta lucha titánica. No somos ninguna
multinacional, ni pertenecemos a ningún gran grupo, solo unos cuantos
inconscientes abogados, informáticos, programadores y diseñadores gráficos,
que deseamos ayudar a todas las personas que como Clarisa, tengan las
mismas necesidades.

Muerte digital
En la actualidad, gran parte de la sociedad dispone de una vida digital o
personalidad online paralela, que comporta una complicación adicional en el
momento de organizar o gestionar nuestra propia muerte física. Nuestro “Yo
Digital” gana cada vez más fuerza y mayor protagonismo en esta nueva era
digital que vivimos. La muerte física no conlleva obligatoriamente la muerte
digital, sino que dependemos de que otras personas u otros mecanismos,
ejecuten nuestra voluntad en aspectos ya conocidos como el “derecho al
olvido”.

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Testamento digital
El testamento digital, es para nosotros el documento testamentario que
incluye de forma explícita, la voluntad de legar todas o ciertas partes de las
pertenencias digitales del testador. Se puede considerar que este concepto
como tal no existe, sino que el mismo, forma parte ya del testamento en sí,
pero como veremos, ciertamente hay que diferenciarlos, puesto que el trato a
los bienes digitales y a los físicos es totalmente diferente.

Legado digital
Grupo de servicios, ficheros, o bienes no materiales sino digitales e
intangibles, que una persona lega como activos hereditarios en su testamento.

Albacea digital
En nuestro diccionario, no contemplamos esta palabra por estricto
cumplimiento de los órganos jurídicos que colaboraron en nuestro proyecto y
en su lugar, utilizamos a los “Administradores”, encargados de notificar en
nuestra plataforma, la defunción del testador y receptores únicamente de las
últimas voluntades o testamento vital del mismo.
Tellmebye no utiliza albaceas por que realiza la entrega de contenidos
directamente a sus destinatarios mediante correo privado. De esta forma los
administradores no acceden a ningún contenido del legado privado que no
sean los propiamente heredados hacia su persona. Así́ pues, se mantiene la
absoluta privacidad de los activos hereditarios tanto a nivel de herederos
como incluso de la información visible por el propio notario. Imaginar la

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locura que supondría que los notarios recibieran listados con accesos a redes
sociales u otras informaciones privadas susceptibles de fácil cambio, ¿debería
el testador volver a quedar con el notario para actualizar su testamento con
cada nuevo cambio de contraseña u otra información? Nosotros lo vemos
absurdo, innecesario y una perdida de tiempo de todos los participantes.
Desde Tellmebye, fomentamos y recomendamos enérgicamente el uso del
documento notarial como máximo instrumento legal para la formalización de
cualquier tipo de transferencia inter-personal a título póstumo que se realice
en nuestra plataforma web y por ello, desde el nacimiento de nuestra
herramienta, hemos hablado con diferentes organismos jurídicos, buscando
asesoramiento y acompañamiento para la aprobación de nuestro sistema,
cuidando el lenguaje usado y respetando la normativa actual. Buscamos
situarnos al lado de los abogados y notarios como una solución profesional
que pudieran ofrecer a sus clientes como un servicio adicional, siempre
complementando y no como sustitutivo de ninguna de las partes.
Así pues, lo que muchos desean oír y conocer, es que nuestra plataforma no
es ninguna herramienta que sustituya al servicio notarial, ni tampoco pretende
serlo. Somos el puente que facilita el paso de estos bienes digitales, mensajes
póstumos o la propia voluntad del testador hacia los herederos
correspondientes. ¿Cómo, si no, se podría facilitar tan gran variedad de
archivos y accesos a estas personas? ¡No todo se puede dejar en un pendrive,
en el interior de un aparato físico!
¿No sería mejor que los abogados y notarios dieran una imagen más
innovadora, adelantándose al ofrecer un servicio que permita a sus
clientes testar sus legados digitales?
¿Brinda la legislación actual alguna solución al respecto?
Lamentablemente la respuesta es negativa. Tenemos una normativa idéntica
para el mundo analógico y el digital sin olvidar que la publicación de nuestro
todavía vigente Código Civil trata de 1889.
¿Las personas que disponen de bienes digitales son conscientes del
problema, o conocedoras de estas soluciones? No, existe un total
desconocimiento del problema. Sufrimos de inmadurez tecnológica y de un
gran miedo a la muerte. Como ejemplo reciente, el despertar del ahora
famoso “Derecho al olvido” es otro ejemplo de como un problema existente
en la sociedad desde hacía algunos años, termina siendo vox populi, gracias a
empresas como Google. Actualmente, se trabaja a destajo para proporcionar

96
las herramientas legales necesarias que regulen el problema y tratando el tema,
se encuentran actualmente los representantes de los países miembros de la
Unión Europea, negociando un nuevo código donde se reconoce la inclusión
de este nuevo derecho.
De igual modo, terminará sucediendo lo mismo con el tema sucesorio, más
ahora con el avance de las nuevas tecnologías. Incluso los “notarios tuiteros”
lo comentarán en sus escritos de hoy.
Por desgracia, son pocos los compañeros abogados y notarios que informan a
fecha de hoy a sus clientes sobre la posibilidad de introducir en sus
testamentos, epígrafes para la inclusión y transferencia de sus pertenencias
digitales. Por desgracia, la praxis más frecuente y habitual, suele ser la omisión
total de dicha información, negando así́ la posibilidad real de que el cliente,
pueda decidir sobre la inclusión o no, de su legado digital en su testamento.

En la realización de nuestro primer testamento notarial, tuvimos que insistir


mucho para lograr incluir las pertenencias digitales y el profesional al que
acudimos, parecía no entender nuestras necesidades. Por suerte, meses más
tarde y durante el mes de mayo del 2015, logramos presentar el primer
“testamento digital” firmado ante notario y mediante el cual, se indicó́ a
Tellmebye como plataforma de almacenamiento de dichas pertenencias
digitales.

97
En este caso, la implicación del notario y sus conocimientos sobre la
plataforma tras entender su funcionamiento, antes desconocida por el mismo,
facilitaron totalmente la firma del documento notarial.
Con todo esto y sin alejarnos del reto, estamos pues a favor de la evolución y
adaptación del servicio notarial, hacia lo digital, tal como gran parte de
nuestros compañeros tuiteros del reto también verán. Muchos ya nos hemos
dado cuenta de la evolución hacia ese mundo online que está viviendo la
sociedad actual, un mundo en el que ya están inmersos las nuevas
generaciones. Hay una clara necesidad de innovar y herramientas como la
nuestra, son las que acercan las nuevas tecnologías y las enlazan en la
actualidad a este choque entre los mundos legislativos tradicionales y los
nuevos digitales.
Mientras llega esta revolución, os deseamos felices fiestas y que el 2016
venga lleno de nuevos #Retos

Carlos Jiménez Lajara (Tellmebye)

Fuente original:
https://tellmebye.com/blog/la-herencia-digital-primer-desafio-legal-de-juristas-confuturo-
retojcf/

98
12
Testamenta y su relación con las
notarías

Marc Remolà Navarro*


@marc_remola

Un proceso que finaliza siempre ante notario


Testamenta se configura como una plataforma online, que tiene como una de
sus finalidades ayudar a los clientes a realizar sus testamentos de una
manera ágil y cómoda, con todas las garantías que proporciona tener un
abogado especializado en derecho sucesorio. El proceso finaliza
siempre ante notario, figura indispensable en Testamenta.

Un proceso sencillo que empieza online y acaba offline con la


firma ante el notario
La plataforma online Testamenta proporciona al cliente la seguridad de que
todas sus inquietudes podrán ser atendidas por un abogado especializado.
Abogado y cliente interactúan para preguntar y responder, respectivamente,
todas las dudas que pueden ir surgiendo durante el proceso. La función del
abogado es la de poder trasladar al notario la voluntad del testador con

*CLO & Legal Executive Manager de TESTAMENTA: el primer portal en España que ofrece la posibilidad de
realizar el Testamento Online, además de otros servicios relacionados con el derecho sucesorio. Es abogado en
Omniumlegal Abogados, bufete jurídico con despacho en Sabadell.

99
el mayor número de dudas resueltas, siempre dentro de los límites
legalmente establecidos, así como la de informar al cliente de todas las
circunstancias familiares y patrimoniales que se derivarán una vez el
testamento despliegue sus efectos tras su fallecimiento.
La notaria recibe el esquema borrador por parte del abogado. En este
momento, el notario estudia la propuesta y elabora el texto definitivo del
testamento, garantizando que se cumplan todos los requisitos esenciales
establecidos por la ley y la viabilidad de la voluntad del testador; dando la
seguridad jurídica necesaria a todo el proceso.

El notario figura indispensable


Así mismo, el notario es el encargado de examinar y dar fe de la
capacidad de la persona otorgante. Da fe y autenticidad al trámite
iniciado de manera online, que finaliza físicamente con la firma del
testamento. Una vez firmado el testamento, éste se anota en el Registro de
Últimas Voluntades.
Por tanto, el notario es siempre figura indispensable en todo proceso
iniciado en Testamenta. El objetivo principal de la plataforma online se
centra en agilizar todo el proceso para el cliente, de manera que tenga
solventadas sus dudas en el momento de llegar a la notaría, sin perjuicio de
que en ese momento reciba también el asesoramiento y orientación por parte
del Notario, quien autentificará todo el proceso.

Marc Remolà Navarro (Testamenta)

Fuente original:
http://www.testamentoherenciasysucesiones.es/testamenta-y-su-relacion-con-lasnotarias/

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13
Sobre un testamento digital

Xuan Nel Gonzali*


@XuanNelGonzali

Me llega una mención por Twitter, en la que se me invita a opinar, en mi blog,


sobre el tema del testamento digital (#RetoJCF), que surgió tras un debate
“tuitero” sobre la muerte digital y, también, sobre la que ya se ha iniciado un
nicho de negocio por parte de una empresa catalana. Espero poder aportar
algo de valor y, si no es así, agradezco la oportunidad y que se hayan acordado
de mí desde Juristas con Futuro.

* Director de XUNEGO, una central de negocios sobre marketing multidimensional, una idea de negocio que surgió
tras comprobar que en la vida diaria las personas consumen y recomiendan servicios complementarios. Por ello, y por
experiencia, cree en las buenas oportunidades que ofrecen los negocios, tanto los de marketing multinivel como los
tradicionales. Consultor de plataformas digitales, piensa que hoy en día se hace imprescindible el manejo y utilización
de las distintas plataformas, como Facebook, Twitter, LinkedIn, YouTube, Google+, etc. De su correcto uso, vienen
los resultados.

101
Da la causalidad, de que cuando recibo la citada mención, hacía pocos días
que acababa de fallecer una gran e importante persona para mi: mi expareja y
amiga Sabela (hoy se cumple un mes). Y es desde la diferencia de dos
personas, sobre todo en lo que acontece al mundo digital, que se mueven y
viven, actualmente, en más o menos una sociedad avanzada, lo que intentaré
comunicar.

Y el debate, por lo menos para mí, tiene mucho más fondo del que se puede
apreciar. Que para una persona que ronde los 40 años, parece bastante normal
(o no), que tenga más o menos definido lo relativo a cuando deje de vivir
¿cierto? Bien haya hecho un testamento, o bien lo haya hablado con su
entorno familiar o de amistades; y, por ello, tras su fallecimiento, y ante la
ausencia de un documento legal que garantice lo que pensaba, acerca de sus
propiedades o ideas, pueda hacer llegar a un entendimiento entre los que
quedan dentro de su entorno. Que conste, que aunque valoro positivamente el
que haya un testamento que lo regule, en mi caso, y de momento, no tengo
hecho nada al respecto (tengo muy claro que me quedan bastantes años).
Aunque, tras este debate, tengo claro que algo llevaré a cabo, pues en mi caso,
hay bastante más materia que la mayoría, en cuanto lo que rodea al mundo
online.

102
En lo que respecta al mundo online, si bien ya la mayoría de las personas no
sabe utilizar de una manera, más o menos adecuada, los espacios digitales, me
lleva a pensar que el tratamiento que, tanto la información como sus
posesiones, puedan tener previsto es bastante precario (en el mejor de los
casos) o ni se han llegado a plantear. Para Sabela, entiendo que es bastante
sencillo, ya que aparte de tener una sola presencia online (su cuenta en
Facebook), tuvo y tiene una persona profesional que, de acuerdo con sus
familiares, puede mantener su legado digital. Ahora, por el contrario,
pongamos el caso de otra persona, en este caso yo mismo, que posee varias
web y tiene multitud de presencia en varias plataformas digitales… ¿Qué y
cómo se enfrentarían los herederos (si los hubiere), acerca de todo ese mundo
y propiedad digital? Porque el mundo online, está sometido a unos cambios
bastante más rápidos, y distintos, que en la vida offline. Y su manera de llevar
a cabo los negocios, también difiere mucho sobre la forma tradicional. Y no
nos olvidemos del coste de algunos…

Porque si es cierto que un testamento, digital o tradicional, puede asegurar


que se continúe con la vida digital del fallecido, no lo es tanto para con sus
negocios o actividades. Ahí va a entrar, también, el tema de la reputación
online de quien no vive entre nosotros, y de su legado digital. Lo de la
regulación me parecería perfecto, siempre y cuando no fuese otro trámite
burocrático más, con el fin de obtener y regular otro impuesto y/o canon.
Aunque, y hablando de legalidades, la mayoría de este tipo de asuntos digitales
(y no nos olvidemos de ello) pueden ser asuntos transnacionales, con todas las
dificultades que implica. En cuanto a la aparición del nicho de negocio, me
parece respetable y aceptable que haya este tipo de iniciativas, ya que siempre
es mejor contar con la ayuda de profesionales.

103
Y, para finalizar, lo dicho, me meteré más en faena (por lo que a mi mismo
respecta) y, también, por lo que a las demás personas o clientes les pueda
ayudar. Muchos no se cansan de repetir “qué difícil es la vida o vivir”, y yo
creo que, lamentablemente, es mucho más difícil el morir en esta época tan
digital.
Salu2.0 para tod@s.

Xuan Nel Gonzali

Fuente original:
http://xunego.com/sobre-un-testamento-digital/

104
Coordinadores:

Sonsoles Valero Barceló


@sonvalero

Abogada del Ilustre Colegio de Abogados de Madrid. Experta Universitaria en


Derecho de Consumo por la Universidad de Salamanca. Especialista en
protección de consumidores y usuarios, atención al cliente y resolución de
conflictos. Colaboradora de la Oficina Municipal de Información al
Consumidor del Ayuntamiento de Zaragoza y de la Dirección General de
Protección al Consumidor del Gobierno de Aragón. Habituada a la docencia,
ha impartido diversos módulos especializados en Atención al Cliente,
Consumidor y Usuario. Además, ha elaborado numerosas guías de protección
del consumidor y publicaciones divulgativas para diversas Asociaciones de
Consumidores y Usuarios e Instituciones Públicas. En la actualidad ejerce
como jurista en el gabinete legal CONSUMLEX, del cual es socia directora.
Compagina esta actividad con la realización de fotografías jurídicas para el
portal Juristas con Futuro y la coordinación de los desafíos legales propuestos
bajo el hashtag #RetoJCF, junto con Ricardo Oliva León. Posee buenos
conocimientos en diseño digital y gestión de redes sociales. Infatigable y
comprometida le ha dado un toque mágico al formato de este eBook (es la
autora de la fotografía de la portada). Puedes escribirle a
sonsolesv@juristasconfuturo.com

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Ricardo Oliva León
@RicardoOlivaON

Abogado especializado en Derecho de Digital y Derecho de sociedades.


Actualmente es abogado y socio responsable del área de Derecho Tecnológico
en Lexmotive Law Group. Letrado colegiado ejerciente en España y Perú.
Doctorando en Derecho Privado europeo por la Universidad de Zaragoza y la
Universidad de Roma Tres, en régimen de cotutela. Es profesor de Derecho de
Internet en el Curso de Derecho Digital, impartido en el Centro Universitario
Villanueva y en el Executive Master Business Innovation (Security & Safety /
Medical & Health), impartido en la Universidad Antonio de Nebrija y
coordinado por el Grupo GEES Spain. Fundador y editor de Juristas con
Futuro y autor del blog Des-complicando el Lenguaje Jurídico. Acostumbrado
a trabajar en equipos multidisciplinares y multiculturales, es un buscador de
alianzas y oportunidades. Visita su web profesional
www.elabogadotecnologico.com y escríbele a ricardo@lexmotive.com. Junto
con Sonsoles Valero Barceló ha sido el encargado de coordinar este eBook.

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Escritores habituales de
Juristas con Futuro:

Óscar Domínguez Merino

Alberto Lloret Mariño

Ricardo Oliva León

Carlos Pastor Sempere

Beatriz Ruiz Vinue

Lorena Tajada Igea

Sonsoles Valero Barceló

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(info@juristasconfuturo.com o
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