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Educacion Inicial » Atención y Afecto » Recomendación

¿Por qué los niños muerden?

La mordida de un niño pequeño es un evento que atrae instantáneamente la mirada


de los adultos provocando toda clase de comentarios, consejos, interpretaciones e
incluso “remedios” para atacar esa conducta, a veces duramente juzgada.
Hablamos de una situación que tanto a padres como cuidadores les resulta
preocupante.

Diversos factores pueden causar que un niño muerda, sin embargo, es posible
prevenir estos incidentes, disminuirlos e incluso erradicarlos. Para ello es necesario
partir desde el conocimiento y comprensión del niño, el ambiente y las interacciones
que establece con los demás.

El niño

En los primeros años de vida no cuenta con la madurez suficiente para comunicar
sus necesidades, regular su comportamiento y expresar sus deseos con palabras;
por lo tanto, cuando el niño experimenta emociones intensas como frustración,
enojo, ansiedad o miedo, es posible que reaccione de forma impulsiva mordiendo o
lastimando a otros.

Tú debes estar atento a sus necesidades fisiológicas o emocionales para evitar que
llegue a sentirse abrumado, desprotegido o estresado. La clave es conocer al niño,
brindarle un acompañamiento cercano, ayudarlo a reconocer sus sensaciones y
mostrarle alternativas saludables para desahogarse sin lastimar a otros.

El ambiente

Los niños necesitan estabilidad, estructura y rutina, son sensibles a los cambios en
su ambiente, cuando hay modificaciones repentinas en su horario, alimentación o
sueño pueden sentirse estresados y más aún si los cambios son significativos, como
asistir a una estancia por primera vez, la llegada de un hermano o mudarse de casa.
Ante situaciones así, el niño puede recurrir ocasionalmente a las mordidas para
manifestar su ansiedad.

Considera también otros factores ambientales que pueden resultar irritantes, por
ejemplo, sonidos estridentes, mucha gente o en general exceso de estímulos.
Morder quizá sea una forma de decir que necesitan descanso o que alguien está
invadiendo su espacio. Recuerda que es importante respetar las necesidades de
cada niño, procurar transiciones amorosas y en todo momento brindarles un espacio
tranquilo y una presencia confiable.
Las interacciones

La presencia de un adulto debe representar seguridad para el niño, por ello en el


momento de estar en relación con él evita juegos que impliquen agitarlo, lanzarlo o
elevarlo bruscamente ya que podría sentirse indefenso ante estímulos que no puede
controlar y, por tanto, tratar de protegerse mordiendo.

Asimismo, es importante observar en todo momento las interacciones que se


generan entre los niños, algunas veces demasiada proximidad o una convivencia
muy intensa puede provocar reacciones de defensa al reclamar el espacio propio y
desencadenar una situación en la que morder sea un recurso inmediato.

Cuando el impulso de morder surge en los niños ¿Qué podemos hacer? Descúbrelo
poniendo en práctica las siguientes recomendaciones.

¿Qué necesitas?

Poner atención a las características del ambiente y no perder de vista las reacciones
del niño.

Manos a la obra

Si un niño muerde, procede rápidamente y de manera firme para detener la


situación, mantén la calma, atiende inmediatamente el dolor físico del niño que fue
mordido y ayúdalo a expresar su frustración permitiendo que llore y consolándolo.

El niño que mordió necesitará espacio, condúcelo a un lugar tranquilo y permite que
se desahogue de forma segura; puede golpear una almohada, lanzar una pelota
con fuerza, llorar o quizá solo necesite ser contenido con un abrazo.

Ayúdalo a detectar lo que siente poniendo palabras a eso que expresó mordiendo y
valida sus emociones “sé que te sientes enojado porque tu amigo te quitó tu juguete
pero no se vale morder porque duele”.
Evita las siguientes acciones:

 Lastimarlo.
 Alarmarlo con gritos, regaños y amenazas.
 Ignorarlo o alejarlo de ti.
 Etiquetarlo diciéndole: “eres un niño malo”, “eres grosero”. “te gusta lastimar
a los demás”.
 Excluirlo o aplicar el famoso “tiempo fuera”.

“[…] Se puede enfatizar el enseñar a los niños que muerden a desarrollar y utilizar
sus habilidades de comunicación expresiva en vez de morder, para que puedan
aprender a “usar sus palabras” para comunicar sus sentimientos.” (Marion, 1998, p.
3).

Referencias

 DeBord, K. (s.f.). Childhood Aggression: Where does it come from? How can
it be managed. United States: North Carolina Cooperative Extension Service.
 Marion, M. (1998). Ayudando a los niños a controlar el Enojo. ERIC:
University of Illinois.
 Moreno, M. D. (2009). Programa de intervención para tratar los
comportamientos de morder dirigido a maestros. Innovación y experiencias
educativas. (16), 1‐13.
 ZERO TO THREE (s.f.). Chew on This: Responding to Toddlers Who Bite.
Recuperado de
http://main.zerotothree.org/site/PageServer?pagename=ter_key_social_bitin
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