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Revisión bibliográfica de Exigibilidad, Vulneración y Restitución de Derechos

La exigibilidad se considera un proceso móvil en el que se avanza hacia la concreción de


mayores niveles de garantía de los derechos. Se pueden desarrollar y coordinar distintas
estrategias de exigibilidad: política, social y jurídica.

• Exigibilidad política: esta forma de exigibilidad se refiere a la posibilidad de participar


e incidir en los escenarios de decisión política, con el fin de lograr que las leyes y las
políticas públicas estén acordes con los derechos humanos. Es un ejercicio importante
pues a partir de allí se busca valorar de una manera la política, distinta a la tradicional
de corrupción y de favores (clientelismo), para considerarla como uno de los medios
para exigir el cumplimiento de los derechos ciudadanos. Además nos permite
apropiarnos de las decisiones que tienen que ver con nuestra vida cotidiana, como la
salud, la educación, la alimentación, el transporte, etc. Para hacer una buena práctica de
esta estrategia, es necesario identificar cuáles son los actores políticos y los escenarios
a los que podemos y queremos llegar, establecer alianzas, y, sobretodo,
participativamente configurar propuestas de política pública alternativa.
• Exigibilidad social: se refiere al trabajo organizado de sectores de la sociedad alrededor
de la garantía de los derechos, se trata del ejercicio de una ciudadanía activa y
responsable donde nos apropiemos de nuestros derechos, demandemos políticas
públicas garantistas y posibilitemos su realización. A través de este tipo de exigibilidad
buscamos visibilizar nuestras demandas y nuestras propuestas, al tiempo que exigimos
al Estado el cumplimiento de sus compromisos. Incluye todas las formas. Aquí se
comprenden todos los mecanismos de movilización social, la formación de opinión
pública, la interlocución con el Estado, la participación en los mecanismos creados
constitucionalmente como los consejos de planeación o los gobiernos escolares, dentro
de una práctica que se configura en lo social pero, al mismo tiempo, busca impactar en
lo político.
• Exigibilidad jurídica: se refiere a la utilización de los recursos jurídicos por medio de
los cuales se acude a los jueces y tribunales, nacionales e internacionales, para que se
protejan los titulares del derecho, se obligue al Estado a cumplir sus compromisos, y a
los particulares a respetar los derechos. A este tipo de exigibilidad se le llama
justiciabilidad. Para ello es importante conocer y manejar los derechos consagrados en
la Constitución y en los instrumentos internacionales, las observaciones generales de
Naciones Unidas y la jurisprudencia constitucional. Cuando se asume y se trabaja desde
una perspectiva de exigibilidad integral, los derechos humanos se consideran una
herramienta central en la lucha por la justicia, que no se agota en la relación entre normas
y política, sino que le da valor central a la autonomía individual y colectiva, y a la
permanente construcción social.

Se entiende por exigibilidad la capacidad que tienen las personas para reclamar y obtener
del Estado, y en ciertos casos de otros actores, el goce efectivo de sus derechos, a través de
las vías legítimas que el mismo Estado pone a disposición de las persona. La exigibilidad
tiene tres importantes dimensiones: política, social y jurídica.

En términos generales los mecanismos de exigibilidad política y social expresan en la


capacidad de presión pública que las personas, organizaciones y actores sociales realizan
frente a las autoridades públicas del Estado, de modo que éstas favorezcan la creación de
condiciones para el ejercicio de un determinado derecho. A este proceso se lo conoce como
incidencia social en políticas públicas y se lo ha conceptualizado como:

“El conjunto de esfuerzos planificados que realiza la ciudadanía organizada con el


propósito de lograr que los decisores públicos adopten las políticas más eficaces y legítimas
a fin de resolver los problemas, demandas y necesidades de la mayoría de la población,
respetando sus derechos y atendiendo sus intereses.”

Cuando la incidencia en políticas públicas es exitosa, sus consecuencias se notan en los,


enfoques, planes, programas, proyectos e incluso en las actitudes y las obras físicas que los
gobiernos ejecutan para atender los asuntos considerados de interés público.

Desde el plano de lo social, la intervención de los movimientos sociales y políticos, así


como de las organizaciones de derechos humanos en determinadas coyunturas ha servido
para detener determinadas políticas públicas que afectarían el ejercicio de determinados
derechos, así como también han contribuido a la adopción de ciertas medidas que amplían
el ejercicio de tales derechos.

Por su parte, la exigibilidad jurídica implica la responsabilidad del Estado de prevenir y


procesar, por las vías jurídico-administrativas previstas en la ley, con efectividad y
oportunidad las violaciones a los derechos de los niños, niñas y adolescentes, de modo que
ellos y ellas puedan demandar y obtener de las autoridades e instancias públicas y privadas
correspondiente, lo siguiente:
 La adopción de medidas urgentes de protección, frente a las conductas que
produzcan una flagrante violación a sus derechos, los amenacen o los expongan a
un riesgo no permitido por la ley.

 La investigación de las conductas y hechos a los que se atribuye la violación de los


derechos de los niños, niñas y adolescentes.

 La suspensión, eliminación y/o rectificación delas conductas (decisiones, acciones


u omisiones) que causen o puedan cause una violación a los derechos de los niños,
niñas y adolescentes; de modo que el ejercicio de tales derechos sea restituido y/o
remediados los perjuicios ocasionados inmediatamente o en un plazo razonable.

 La sanción a los responsables de la violación de los derechos, en los términos que


prescribe la ley.

 La reparación integral por los daños causados a consecuencia de los actos y


decisiones que los funcionarios y/o las autoridades públicas toman y cuyo efecto es
causar un daño ilegítimo en los derechos de los niños, niñas y adolescentes.

Como es fácil de constatar tanto la adopción de medidas de política pública cuanto la


interposición de acciones jurídico-administrativas de exigibilidad están fuertemente
relacionadas, porque en definitiva ambas buscan la aplicación plena de los derechos de la
niñez y adolescencia desde una matriz común: los derechos de los niños, niñas y
adolescentes; y ambas definen las condiciones concretas en que tales derechos se hacen o
no aplicables en la cotidianidad de las vidas de las personas.

1.1 El estado de los derechos: una situación crítica

En la década de los noventa el Estado ecuatoriano se planteó, con resultados poco


alentadores, responder a un conjunto de demandas, necesidades y expectativas en materia
de derechos de la niñez y adolescencia, de raíces principalmente sociales y jurídicas.

En efecto la ratificación de la Convención de los Derechos del Niño en 1990, así como la
remozada legislación de Menores aprobada en 1991, sumadas a un contexto internacional
que promovía, desde la Organización de Naciones Unidas, que los países miembros
asumieran sendos y permanentes compromisos para mejorar las condiciones de vida de la
niñez; pero sobre todo, la crítica situación de desatención de este sector estratégico para el
desarrollo, motivaron que el Estado se propusiera un conjunto de metas nacionales, hacia
las que dirigieron un conjunto de políticas públicas a través de las cuales se esperaba cumplir
las obligaciones y responsabilidades jurídicas, políticas y sociales que el Ecuador asumió
para que los niños, niñas y adolescentes que lo habitan, disfruten integral y plenamente de
sus derechos.

Sin embargo cuando se efectuó el balance de la llamada “década de la niñez” los resultaron
mostraron que el país, y principalmente el aparato gubernamental, no lograron alcanzar las
metas planteadas. De ello da cuenta el Informe Nacional sobre el seguimiento de la Cumbre
Mundial a favor de la Infancia, presentado por el Observatorio Social del Ecuador, que en
lo sustancial muestra que de las 27 metas medidas, se alcanzaron 9, en tanto que 18 se
declararon como francamente incumplidas.

Respecto de la magnitud y profundidad de las violaciones, los Índices de Derechos de la


Niñez (IDN) que nos ofrece el Observatorio de los Derechos de los Niños, son sintética y
contundentemente demostrativos, como muestra la siguiente tabla:

INDICADORES PAIS DE LOS DERECHOS DE LA NIÑEZ Y ADOLESCENCIA

Grupo IDN Preguntas formuladas en cada grupo de edad para construir el IDN
de edad promedio
país sobre
10

2002 200
3

0-6 años 3,4 3,6 ¿Cuántos niños y niñas mueren antes de cumplir los 6 años?

¿Cuántos niños y niñas no han crecido lo suficiente para su edad?

¿Cuántos niños y niñas carecen de condiciones propicias para su desarrollo


intelectual?

6-12 3,4 ¿Cuántos niños y niñas interrumpen su educación al terminar la primaria?


años
¿Cuántos niños y niñas no comparten actividades recreativas con sus
padres?
¿Cuántos niños y niñas crecen en hogares con una cultura de castigo?

12-17 4,6 4,8 ¿Cuántos adolescentes no están matriculados en secundaria?


años
¿Qué proporción de muertes son evitables; esto es, no se deben a
enfermedades o causas biológicas?

¿Qué proporción de nacimientos anuales son de madres adolescentes?

En efecto, al año 2003 el IDN de los niños y niñas de 0 a 6 años era de 3,6 sobre 10; el IDN
de los niños y niñas entre 6 y 12 años es 3,4 sobre 10 y de los adolescentes entre 12 y 17
años es de 4,8 sobre 10.

Si utilizamos estos índices para expresar en porcentajes el grado de violación de los


derechos de la niñez y adolescencia, tenemos que en el primer grupo de edad (0a 6 años) el
74% de niños y niñas del país no disfrutan de uno o más de sus derechos, tienen restricciones
para ejercerlos o sufren transgresiones a su ejercido. Lo mismo sucede con el 76% de niños
y niñas del segundo grupo (6 a 12 años), así como con el 52% de los y las adolescentes.

Usando estos datos es plausible afirmar que, en promedio, el 69,3% de las personas menores
de 18 años en el Ecuador tienen causa justificada para demandar del Estado medidas
jurídicas y jurídico-administrativas que los amparen, de acuerdo a los mandatos de defensa
y protección que están contenidos en múltiples leyes e instrumentos internacionales que van
desde la misma Constitución Política y la Convención de Derechos del Niño hasta el Código
de la Niñez y Adolescencia que entró en vigencia el pasado 3 de julio, pasando por leyes de
cobertura tan general como el Código Penal, Código del Trabajo, el Código Civil, la Ley de
Educación, el Código de la Salud y las leyes que organizan a la administración pública en
los niveles nacional y seccional, entre muchas otras.

Frente a esta situación, la responsabilidad jurídica de quienes ejercieron autoridad y poder


públicos, capacidad de definición política y control sobre los recursos públicos requeridos,
parece diluirse en un recurrente, difuso y ambiguo discurso que intenta explicar (justificar)
la gran brecha entre lo prometido y lo logrado a partir de las limitaciones en la gestión
pública y en el ejercicio del poder político; y también se expresa en la medida de que nadie
(ningún funcionario, autoridad o agencia estatal) se siente (o se sabe) jurídicamente obligado
a responder por las causas del incumplimiento o las consecuencias perjudiciales que éste
generó a cientos de miles de niños, niñas y adolescente.
Tanto el alto índice que muestra la falta de ejercicio y violación de los derechos de la niñez,
cuanto los altos niveles de irresponsabilidad jurídica de los decisores públicos cultural y
jurídicamente arraigada, son desde nuestra perspectiva las macro características que
describen el estado de la cuestión en materia de exigibilidad jurídica de los derechos de los
niños, niñas y adolescentes.

1.2 Las reacciones frente a una situación crítica

Ante este complejo escenario se han generado varias reacciones de la sociedad civil a través
del movimiento de organizaciones por los derechos de la niñez y adolescencia, entre los que
destaca el papel del Foro de la Niñez y Adolescencia en colaboración con varias agencias
de Naciones Unidas, así como a través de iniciativas por parte del Estado.

En esa perspectiva, son dos los grandes esfuerzos de alcance general que se registran en la
dinámica nacional. El primero de ellos se expresa en el mejoramiento de la legislación que
se logró a través de un arduo proceso participativo acompañado de un proceso de incidencia
política que no registra precedentes en el país, todo lo cual permitió que el anterior Código
de Menores sea sustituido por el nuevo Código de la Niñez y Adolescencia que entró en
vigencia el 3 de julio del 2003.

Esta nueva legislación, tiene entre sus muchos méritos, el de haber definido un modelo de
gestión institucional descentralizado y participativo que permite por una parte acercar las
prestaciones y servicios públicos a los niños, localidades más pequeñas y al mismo tiempo
define expresamente las políticas públicas que deben gestionarse para lograr que los niños,
niñas y adolescentes disfruten integralmente de sus derechos y sean protegidos ante las
situaciones que, real o potencialmente, les impida ejercerlos. Estas políticas se hallan
descritas en el Art. 193 del Código, cuyo texto dice:

“ Art. 193.- Políticas de Protección integral.- Las políticas de protección integral


son el conjunto de directrices de carácter público; dictadas por los organismos
competentes, cuyas acciones conducen a asegurar la protección integral de los derechos y
garantías de la niñez y adolescencia.

El Sistema Nacional Descentralizado de Protección Integral de la Niñez y Adolescencia


contempla cinco tipos de políticas de protección integral, a saber:
1. Las políticas sociales básicas y fundamentales, que se refieren a las condiciones y los
servicios universales a que tienen derecho todos los niños, niñas y adolescentes, de
manera equitativa y sin excepción, como la protección a la familia, la educación, la
salud, la nutrición , la vivienda, el empleo de los progenitores y la seguridad social,
entre otras.

2. Las políticas de atención emergente, que aluden a servicios destinados a la niñez y


adolescencia en situación de pobreza extrema, crisis económico-social severa o
afectada por desastres naturales o conflictos armados.

3. Las políticas de protección especial, encaminadas a preservar y restituir los derechos


de los niños, niñas y adolescentes que se encuentren en situaciones de amenaza o
violación de sus derechos, tales como: maltrato, abuso y explotación sexual,
explotación laboral y económica, tráfico de niños, niños privados de su medio
familiar, niños hijos de emigrantes, niños perdidos, niños hijos de madres y padres
privados de libertad, adolescentes, infractores, niños desplazados, refugiados o con
discapacidades, adolescentes embarazadas, etc.

4. Las políticas de defensa, protección y exigibilidad de derechos, encaminadas a


asegurar los derechos de los niños, niñas y adolescentes; y.

5. Las políticas de participación, orientadas a la construcción de la ciudadanía de niños,


niñas y adolescentes.

Los Planes de Protección Integral que se diseñen para alcanzar las finalidades de las
políticas de protección integral de los derechos de niños, niñas y adolescentes deben
contemplar la acción coordinada de todos los entes responsables, en el ámbito nacional y
local, de manera de optimizar los recursos y esfuerzos que se realizan.”

El segundo gran esfuerzo del alcance general que se plantea frente a la crítica situación de
la niñez y la adolescencia está muy conectado al primero, pues básicamente se trata de
implementar los mandatos jurídicos del Código, a través de un Plan Nacional Decenal de
Protección Integral a la Niñez y Adolescencia que oriente el accionar de las intuiciones
estatales, de las organizaciones ciudadanas e incluso de la familia para responder, co-
responsablemente y mediante acciones efectivas, a los problemas concretos de los
ciudadanos ecuatorianos que todavía no ha cumplido los 18 años.
“El Plan Nacional Decenal de Protección a Niños, Niñas y Adolescentes constituye una
herramienta que orienta la construcción del Sistema Nacional Descentralizado de
Protección y a sus instituciones y actores fundamentales, a través del desarrollo y
fortalecimiento de procesos y acciones articuladas, que aseguren a niños, niñas y
adolescentes el ejercicio y pleno disfrute de sus derechos.

En tal sentido, los objetivos del Plan Decenal son los siguientes:

a) Asegurar condiciones necesarias para que niños, niñas y adolescentes estén


protegidos y accedan a las condiciones necesarias para tener una vida saludable.

b) Promover una cultura de buen trato y respeto a los niños, niñas y adolescentes, a sus
individualidades, requerimientos y expresiones culturales.

c) Promover el acceso universal de niños, niñas y adolescentes a los servicios de


educación conforme a su edad.

d) Fortalecer las capacidades y vínculos afectivos de las familias, como espacio


sustancial que cumple el papel fundamental de protección a niños, niñas y
adolescente.

e) Asegurar la restitución de los derechos a niños, niñas y adolescentes que han sido
privados de los mismos, por razones de violencia, maltrato, abuso, explotación o
situaciones de desastre.

f) Promover una cultura de respeto y fortalecimiento de la participación de niño, niñas


y adolescentes, como actores con capacidades para opinar, tomar la iniciativa y
acordar sobre sus propios requerimientos.

g) Fortalecer las capacidades y mecanismos de exigibilidades ciudadana para


garantizar el cumplimiento y aplicación de los derechos de niños, niñas y
adolescentes.

1.3 Las dificultades para la exigibilidad

A pesar de los avances que significan estos grandes esfuerzos, tanto el Código como el Plan,
siguen teniendo dificultades para efectivizar los mandatos jurídico-administrativos a través
de políticas, programas y prestaciones concretas de bienes y servicios. Estas graves
dificultades pueden agruparse en cuatro aspectos fundamentales:
 La disponibilidad de recursos públicos (financieros, humanos, materiales, etc.) para
sostener las políticas definidas.

 La gran brecha que existe entre la institucionalidad establecida en el nuevo Código de


la Niñez y su modelo de gestión público, frente al modelo de gestión y la
institucionalidad que operan en la realidad.

 Los bloqueos de orden cultural que tienen los adultos, tanto en el ámbito familiar como
en el ámbito de las instituciones públicas y privadas, sobre los que se sostienen
relaciones de subordinación, exclusión, marginalización, cosificación y
estigmatización respecto de los niños, niñas y adolescentes.

 Las deficiencias jurídico administrativas que posibilitan la evasión de las


responsabilidades de los funcionarios y autoridades frente a los derechos,
especialmente los de corte social, de los niños, niñas y adolescentes, así como la
exigibilidad jurídica que permita su efectivo ejercicio en casos de violación o
restricción de sus derechos.

En relación de interdependencia con los cuatro aspectos de dificultades descritos


consideramos que son nudos críticos específicos de la exigibilidad jurídica de los derechos
de los niños, niñas y adolescentes, los siguientes:

 Las limitaciones de cobertura y calidad de los servicios jurídico administrativos de


protección, defensa y exigibilidad.

 Las deficiencias jurídicas de la legislación para realizar exigibilidad jurídica.

El reconocimiento de la capacidad y el derecho que el niño tiene de ejercer sus derechos


emana del reconocimiento de su condición de persona, de actor y autor de su propio
proyecto de vida, y de sujeto social que interactúa con los otros en la construcción y
desarrollo de la vida social.

En este contexto, la Protección Integral es la doctrina que sustenta el deber del Estado, la
sociedad y la familia de garantizar que todos los niños, niñas y adolescentes... "logren su
desarrollo integral y el disfrute pleno de sus derechos, en un marco de libertad, dignidad y
equidad". Así la define el Código en el artículo 1 en que habla de su finalidad

Es claro que el ámbito de la protección integral son todos los derechos y garantías.

LA CREACIÓN DE LAS CONDICIONES SOCIALES PARA SU EJERCICIO

Un derecho, sin las condiciones necesarias para ejercerlo, es un simple enunciado, se queda
en el papel. Una sociedad que reconoce derechos en la ley y que no construye condiciones
para que esos derechos se ejerzan es una sociedad hipócrita. Por eso, después de la
definición del derecho, la primera dimensión de la protección integral es, justamente, crear
las condiciones sociales para que los niños, niñas y adolescentes puedan ejercer sus
derechos. El que la sociedad construya esas condiciones sociales es un derecho de los niños.

LA ATENCIÓN ESPECÍFICA A LOS GRUPOS MÁS VULNERABLES

El hecho cierto de que nuestras sociedades presentan situaciones claras de iniquidad que
colocan a unos grupos sociales en condiciones de mayor vulnerabilidad que otros, obliga a
recalcar lo obvio. Las condiciones sociales para que los niños, niñas y adolescentes puedan
ejercer sus derechos tienen que tener el carácter de universalidad. Todos tienen que tener
acceso a esas condiciones. Por eso, es necesario explicitar, como una de las dimensiones de
la protección integral, la atención específica a los grupos más vulnerables, para garantizar
que, también esos grupos, tengan acceso a esas condiciones universales.

LA RESTITUCIÓN DEL DERECHO EN CASO DE QUE SEA VIOLENTADO

Cuando se define un derecho, es fundamental determinar los mecanismos y los


procedimientos para restituir ese derecho en el caso que sea violentado. Ese es un principio
fundamental de cualquier política relacionada a derechos, y es otra de las dimensiones de !a
protección integral.

La violación de un derecho se da cuando alguna de las condiciones o de los servicios que


son necesarios para su ejercicio deja de tener vigencia para una persona o grupo de personas.
Restituir ese derecho no puede reducirse a atender las consecuencias y los efectos
provocados por su violación, sino que exige restablecer las condiciones y los servicios cuya
ausencia provocó la violación del derecho.

Por eso, restituir significa:


 Detener el hecho que está produciendo la violación, atender a sus consecuencias y
efectos,
 Reconstruir las condiciones y los servicios o garantizar que la persona cuyo derecho
fue violentado vuelva atener acceso a esas condiciones y servicios, y
 Dejar implantados los mecanismos y las condiciones para prevenir que la violación
vuelva a repetirse.

LA PREVENCIÓN DE UNA POSIBLE VIOLACIÓN

En las políticas de derechos humanos generales, normalmente no se establecen programas


o formas de prevenir la violación de derechos; simplemente se definen los derechos y se
definen los mecanismos de restituirlos en caso que sean violados.

Sin embargo, el Código es muy claro en la necesidad de incorporar en la protección integral


una dimensión preventiva frente a la amenaza de violación de un derecho. Ese es, además,
el sentido fundamental de la protección. Por eso, dentro de la protección integral, una
dimensión fundamental es la de definir las estrategias para prevenir la violación de los
derechos cuando existen situaciones de amenaza.

Ahora bien, lo que configura una situación de amenaza para el ejercicio de los derechos, es,
de nuevo, la debilidad que pueden tener las condiciones y los servicios que son necesarios
para el ejercicio de los mismos. Por eso, una acción preventiva que busca preservar el
ejercicio de los derechos, es una acción que busca fortalecer las condiciones y los servicios
que son necesarios para ese ejercicio.

LA CAPACIDAD DE EXIGIR TODO LO ANTERIOR

Finalmente, ningún derecho está plenamente establecido si no se definen los mecanismos y


procedimientos a través de los cuáles los sujetos de derecho de manera individual y los
grupos sociales en forma colectiva puedan exigir el pleno reconocimiento de los mismos.
Esto configura la última dimensión de la protección integral: crear los mecanismos y
procedimientos para exigir el pleno reconocimiento de los derechos.

LA PARTICIPACIÓN ACTIVA DE LOS NIÑOS. NIÑAS Y ADOLESCENTES

La condición de persona y por lo mismo de actor y sujeto que tienen todos los niños, niñas
y adolescentes, exige que ellos y ellas participen activa y realmente en la construcción y
desarrollo de todos los asuntos sociales que se relacionan con ellos y que les interesan. Por
eso, los niños, las niñas y los adolescentes tienen el derecho y la capacidad de participar en
la definición y construcción de las condiciones que permitan el ejercicio de sus derechos,
en la definición de las estrategias y mecanismos que garanticen el acceso a esas condiciones
de los grupos más vulnerables, en la definición y ejecución de las estrategias de prevención,
de los mecanismos de restitución y de los medios y procedimientos de exigibilidad. Por eso
la participación es relevada de forma particular entre todos los otros derechos.
Esta es la lógica, la articulación entre las dimensiones y el alcance de la protección integral
que se desprende del análisis del Código de la Niñez y Adolescencia.

ALGO MÁS SOBRE LAS CONDICIONES SOCIALES

Como hemos dicho, más que tipos de políticas, los numerales del artículo 193 definen las
dimensiones de una política de derechos para que ésta sea integral. Al hablar de "las políticas
de protección integral" creemos que lo que el Código reconoce es la diversa naturaleza de
las condiciones sociales y de los servicios que hay que construir para posibilitar el ejercicio
de los derechos de los niños, niñas y adolescentes, y por lo mismo, las diversas formas de
actuación social que hay que impulsar para construirlas.
Es imposible en un documento de esta naturaleza, pretender hacer un análisis y menos aún
una clasificación de la diversidad de las condiciones sociales y de los servicios necesarios
para que los niños y niñas puedan ejercer sus derechos, y de esta manera definir las muchas
políticas de protección integral que se deberían construir e impulsar. Pero vale la pena dar
un ejemplo para aclarar a lo que nos estamos refiriendo.
Algunas de las condiciones necesarias para el ejercicio de los derechos, se refieren, por
ejemplo, a condiciones materiales que deberían tener las personas en su vida. En una
sociedad de mercado como la que vivimos, es indudable que una de esas condiciones
materiales son los ingresos de los individuos y sus familias. Se requiere de ingresos para
poder acceder, por ejemplo, a alimentos, ropa y vivienda que son condiciones para ejercer
el derecho a la vida, o para acceder a algunos espacios recreativos que es condición para
ejercer su derecho a la recreación y el descanso, o para acceder a algunas fuentes
informativas que es condición para ejercer su derecho a la información.
Otras condiciones se refieren, por ejemplo a servicios que el Estado y la sociedad deben
garantizar. Servicios de salud y educación son dos ejemplos clásicos que son condiciones
para ejercer los derechos del mismo nombre.

Pero hay también condiciones culturales. Todo el análisis anteriormente realizado sobre la
exclusión habla claramente de la necesidad de instalar una "cultura de buen trato" como
condición para el real reconocimiento y ejercicio de los derechos. El propio Código, en el
artículo 74 plantea el deber del Estado de "impulsar políticas y programas dirigidos a el
fomento de una cultura de buen trato en las relaciones cotidianas entre adultos, niños, niñas
y adolescentes." Esta condición es necesaria no solo para algunos de los derechos -como
claramente se podría deducir de los derechos a la libertad de expresión o a ser consultados-
sino a todos los derechos como analizamos anteriormente.
Esta diversidad en la naturaleza de las condiciones y de las actuaciones sociales para
construirlas, es lo que permitirá ir definiendo los tipos de políticas de protección integral.

BIBLIOGRAFÍA

http://www.redacademica.edu.co/archivos/redacademica/proyectos/ddhh/autoformacion_d
dhh/unidad8/anexo_8-7_exigibilidad_de_derechos.pdf

http://www.checksandbalances.ec/new_wp/wp-content/uploads/2015/11/Estudio-
normativo-sobre-trabajo-infantil-y-explotaci%C3%B3n-sexual-de-ni%C3%B1os-
ni%C3%B1as-y-adolescentes.pdf

http://efemerides.ec/1/junio/referente.htm

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