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MARCO HISTÓRICO S.

XVI-XVII

1.- SIGLO DE ORO. INTRODUCCIÓN

a) El término

Llamamos Siglo de Oro o Siglo Áureo a la época clásica de apogeo de la


cultura española, esencialmente comprendida entre el Renacimiento del siglo XVI y el
Barroco del siglo XVII. Ciñéndonos a fechas concretas de acontecimientos clave,
podríamos decir que el Siglo de Oro abarca desde la publicación de la Gramática
Castellana de Nebrija en 1492 hasta la muerte de Calderón en 1681.

La expresión «Siglo de Oro», con la que Lope de Vega aludía al suyo propio y
que suscitaba la admiración de don Quijote en su famoso discurso sobre la Edad de
Oro, ya se había popularizado a finales del siglo XVIII. En el siglo XIX la terminó de
consagrar el hispanista norteamericano George Ticknor en su Historia de la literatura
española, aludiendo al famoso mito de la Teogonía de Hesíodo en que hubo una serie
de edades de hombres de distintos metales cada vez más degradados.

El Siglo de Oro abarca dos periodos estéticos (tanto en el teatro como en el


resto de las artes), que corresponden al Renacimiento del siglo XVI (reinados de
Fernando el Católico, Carlos I y Felipe II), y al Barroco del siglo XVII (reinados de
Felipe III, Felipe IV y Carlos II). El eje divisor de estas dos épocas o fases podría ser el
Concilio de Trento (1545-1563) y la reacción contrarreformista del catolicismo contra
la reforma protestante.

El teatro áureo español arranca (si consideramos a Lope de Rueda como


precursor renacentista) con Cervantes a mediados del XVI, se consolida con Lope y la
Comedia Nueva y se refina y complejiza con Calderón y Tirso a finales del XVII. Así, si
bien heredero del renacimiento, debemos considerar nuestro teatro áureo como una
manifestación fundamentalmente barroca.

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b) El Renacimiento: La formación de España como Estado
Moderno. Hegemonía política y bonanza económica.
Con su unión dinástica, los Reyes Católicos mediante la unificación de los
reinos de Castilla y Aragón, la conquista de Granada y disolución del Al-Andalus
musulmán y la sujeción de los poderes de los nobles terratenientes a la corona,
esbozaron un estado políticamente fuerte con el poder político cada vez más
centralizado bajo la corona. Ideológicamente, este estado, estaba dominado por la
Inquisición eclesiástica y la lucha del catolicismo contra judíos y musulmanes.

Los judíos que no se cristianizan fueron expulsados en 1492 y se dispersaron


fundando colonias hispanas por toda Europa, Asia y Norte de África, donde seguían
cultivando su lengua y escribiendo literatura en castellano, de forma que produjeron
también figuras notables, como el economista y escritor José Penso de la Vega,
Miguel de Barrios, Juan de Prado, Isaac Cardoso, Abraham Zacuto, Isaac Orobio de
Castro o Manuel de Pina. También en enero de 1492 Castilla conquista Granada, con
lo que finaliza la etapa política musulmana peninsular, aunque una minoría morisca
habite más o menos tolerada hasta tiempos de Felipe III. Además, en octubre Colón
llega a América y el afán guerrero cultivado durante las guerras medievales de la
Reconquista se proyectará sobre las nuevas tierras, en "la gesta más extraordinaria
de la historia de la Humanidad" según escribe el historiador Pierre Vilar.

Durante el apogeo cultural y económico de esta época, España alcanzó


prestigio internacional e influencia cultural en toda Europa. Cuanto provenía de
España era a menudo imitado; y se extiende el aprendizaje y estudio del idioma. Las
áreas culturales más cultivadas fueron la literatura, las artes plásticas, la música y la
arquitectura. El saber se acumula en las prestigiadas universidades de Salamanca y
Alcalá de Henares.

Las ciudades más importantes de este periodo son: Sevilla, por recibir las
riquezas coloniales y a los comerciantes y banqueros europeos más importantes -
junto con la delincuencia internacional-; Madrid, como capital y sede de la Corte,
Toledo, Valencia y Zaragoza.

Este apogeo económico y político será consolidado por Carlos I de España y V


de Alemania, quien expandiría la hegemonía española a lo ancho de Europa hasta
Alemania y Felipe II monarca de un imperio que se extendía desde la península ibérica
(España y Portugal) por toda Europa (Alemania, Países Bajos, Nápoles) hasta los
confines del Nuevo Mundo; un imperio en el que “nunca se ponía el sol”.

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c) El barroco: La decadencia del Imperio español. Crisis
económica y social y apogeo artístico.
El siglo XVII es un siglo de crisis económica y política a nivel internacional con
una Europa dividida por querellas religiosas y dinásticas. En el caso español, el
reinado de Felipe III -heredero de la bonanza económica y la plenitud política afirmada
por su padre Felipe II-, supone el principio de la larga crisis económica, política, social
y moral que se constituirá como infraestructura (en el sentido marxista del término) del
Barroco español.

“El declive del Imperio Español posee causas específicas, que pueden sintetizarse en la
incapacidad de nuestro país para incorporarse al mundo moderno, al sistema capitalista. El
descubrimiento de América había resultado esencial para el naciente capitalismo. Pero la
mentalidad feudal de los conquistadores y de la nobleza dirigente no fue capaz de traducir en
términos económicos capitalistas (inversiones en la industria y en la agricultura) las fabulosas
riquezas del continente descubierto. El oro y la plata, que llegaban a Sevilla en cantidades
increíbles, sólo servían para la compra de productos manufacturados en el extranjero y para el
pago de las deudas que la Corona había contraído con los grandes banqueros europeos. Se dio
de este modo la paradoja de un país hegemónico políticamente, pero dependiente en el plano
económico.”

FUENTE:
GARCÍA-POSADA, Miguel: Introducción en LOPE DE VEGA: Poesía.
Antología, Colección Austral, Espasa Calpe, Madrid, 1992.

En dos siglos experimente España pues, su mayor apogeo tanto a nivel político
como económico y social, y una de sus más dramáticas crisis, también a todos los
niveles. Paradójicamente, las dificultades económicas, el desengaño con respecto a la
política, la corrupción de la burocracia, la rigidez de la Contrarreforma, se constituyen
como telón de fondo de una de las épocas más florecientes en las artes españolas. El
teatro con Lope, Tirso y Calderón, la pintura con Velázquez o Ribera, la arquitectura,
la música experimentan se desarrollan de forma inversamente proporcional a la caída
de España como Imperio: malos tiempos para la vida, buenos tiempos para las artes.

“(…) el Barroco es, genéticamente al menos, en parte importante, resultado estético de


la Contrarreforma: la limitación de la libertad de conciencia obligaba al escritor y al
artista a la manipulación de los elementos heredados del Renacimiento: la columna
clásica es sustituida por la salomónica; la claridad de la composición pictórica del siglo
XVI (Leonardo) es reemplazada por los violentos claroscuros (el tenebrismo de Ribera o
de Caravaggio); y la fluidez y transparencia expresiva de Garcilaso ceden el paso a las
violentas distorsiones sintácticas (…)”

Op. Cit.

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2.- PERÍODOS del SIGLO DE ORO
El siglo XVII está marcado por la decadencia y la crisis económica. Reinaron
en este siglo Felipe III (1598-1621), Felipe IV (1621-1665) y Carlos II (1665-1700). Los
reyes gobiernan por medio de “validos” o primeros ministros y una inmensa
burocracia, en muchos casos corrupta y, en casi todos, muy lenta, se encarga de la
gestión del estado (En este sentido, pensad en los muchos personajes de las
obras que se desarrollan en Madrid que están en la Corte –Madrid- para resolver
“papeleo” y como casi siempre hablan de ello como procesos largos y tediosos

A pedirte albricias vengo


de que hoy han tenido fin
mis pleitos en el consejo

Don Pedro a Doña Blanca en


La noche de San Juan de Lope de Vega

a) Reinado de Felipe III, El Piadoso (1578-1621).


Su reinado supuso una transición entre el apogeo de Carlos I y Felipe II y la
decadencia que representarían Felipe IV y Carlos II.

Aficionado al teatro, a la pintura y, sobre todo, a la caza, delegó los asuntos de


gobierno en manos de su valido, el duque de Lerma, el cual, a su vez, delegó en su
valido personal Rodrigo Calderón; por influencia del duque, la corte española se
trasladó temporalmente a Valladolid (1601), volviendo luego a Madrid (1606). La
corrupción llegó a límites tales que el Duque de Lerma fue destituido en 1618, siendo
sustituido por el Duque de Uceda hijo del de Lerma.

Durante su reinado, en 1609, fueron expulsados los moriscos (musulmanes


españoles bautizados, y por lo tanto convertidos al catolicismo, desde los tiempos de
los Reyes Católicos). Así, con la expulsión de la minoría árabe, se cerraba por
completo el periodo de convivencia y tolerancia religiosa del que la Toledo tricultural
(catolicismo-judaísmo-islamismo) medieval fuera paradigma. Las consecuencias de la
rígida Contrarreforma religiosa, propugnada por el Concilio de Trento son ya patentes.
Para esta operación fueron movilizados 30.000 soldados y la Armada fue la encargada
de transportarlos hasta Túnez o Marruecos. Se expulsó a unos 300.000 moriscos
aproximadamente. Esta medida afectó considerablemente al Reino de Valencia, a las
vegas de Aragón y a las huertas de Murcia. Disminuyeron considerablemente la mano
de obra y los propietarios que pagasen rentas en esas zonas. Al drama humano de
miles de personas obligadas a abandonar sus casas, se le sumó la persecución
sufrida más tarde en Marruecos.

(Años después Calderón escribiría El tuzaní de la Alpujarra o Amar después de


la muerte, obra basada en un hecho histórico acaecido en 1570, cuando, durante
el reinado de Felipe II -padre de Felipe III-, un ejército bajo el mando de don Juan
de Austria conquistó la villa granadina de Galera arrebatándosela a los moriscos
que se habían sublevado contra las duras medidas de aculturación forzosa
decretadas por el Rey. La villa fue saqueada, y una joven bellísima, conocida
como la Maleha, fue apuñalada por un aventurero ansioso de apropiarse de sus

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brazaletes y pendientes de oro. Un morisco audaz, el Tuzaní, que pretendía la
mano de la joven, se infiltra como soldado cristiano, descubre la identidad del
asesino y venga la muerte de la Maleha. Sin duda, la relativamente reciente
expulsión de los moriscos por parte de Felipe III y sus consecuencias seguían
vivas en la mente de Calderón cuando, 50 años después, situara su historia en
el pasado para, quizá, hablar del presente –pensad en Las Brujas de Salem de
Arthur Miller, quien, escribiendo sobre un hecho histórico pasado –la
persecución de las brujas en la Norteamérica de los peregrinos- pretendía
hablar sobre su presente –la caza de brujas llevada a cabo por la administración
de Nixon con el senador McCarthy a la cabeza-).

b) Reinado de Felipe IV, el Grande o El Rey Planeta


(1605-1665)

Durante la primera etapa de su reinado delegó los asuntos de Estado en don


Gaspar de Guzmán, Conde-Duque de Olivares (paradigma del “valido” barroco),
quien realizó una enérgica política exterior que buscaba mantener la hegemonía
española en Europa y una política interior que pretendía controlar la corrupción de la
burocracia, luchar contra los conflictos autonomistas (Cataluña, Portugal..), y solventar
la crisis económica de la corona mediante la recaudación de impuestos a todos los
estamentos sociales incluida la nobleza. Olivares caerá como fruto de la crisis, siendo
desterrado en 1643 por el Rey quien se encargó personalmente de los asuntos de
gobierno hasta que en 1659 nombrara primer ministro a Luis Méndez de Haro,
sobrino de Olivares.

Los gastos aumentan debido a las guerras en el exterior (Países Bajos,


Francia) y tanto la nobleza como los reinos periféricos se niegan a pagar los
impuestos exigidos por la corona según las reformas hacendísticas de Olivares.
Olivares decreta la bancarrota de Estado, lo que cristaliza en la suspensión de pagos
a los funcionarios en momentos de extrema necesidad y la corona se endeuda
pidiendo préstamos a banqueros judíos portugueses. La monarquía española de
Felipe IV se vio envuelta en una recesión económica que afectó toda Europa, y que en
España se notó más por la necesidad de mantener una costosa política exterior. Esto
llevó a la subida de los impuestos, al secuestro de remesas de metales preciosos
procedentes de las Indias, a la venta de juros y cargos públicos, a la manipulación
monetaria, etc

España pierde por tanto su hegemonía en Europa. Continúan las costosas


guerras en los Países Bajos –que tienen un trasfondo religioso de enfrentamiento de
católicos contra protestantes-; y Holanda se independiza. En guerra con Francia, se
perdieron el Rosellón, Cerdeña y Artois (1659).

(Esta situación de guerra en el exterior también se refleja frecuentemente en las


obras teatrales. Los galanes, son, en muchos casos, soldados que tras ejercer
un servicio a la corona, regresan de Flandes a España y deben cobrar una
pensión por parte del Estado que, casi siempre, tarda ocasionando a estos
galanes dificultades económicas.

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¿Amores en la corte y sin dinero?
Y más agora que tan caro es todo

Don Juan de Cardona, que ha sido


soldado en Flandes, a su criado Tello.

También encontramos personajes que deben abandonar su casa y su familia –


en algunos casos a su dama- para servir al Rey en la guerra. Regimientos
enteros en su camino a los campos de batalla fuera de España, hacen noche en
pequeños pueblos y tienen permiso del Rey para ocupar las casas de los
villanos conviviendo con sus habitantes –punto de partida de El Alcalde de
Zalamea-).

En el interior se sublevaron Cataluña (1640-1652) y Portugal –que había sido


anexionado a la corona española en tiempos de Felipe II-. El reinado de Carlos II, El
Hechizado, no pudo poner remedio a la profunda crisis que azotaba España; al morir
éste sin descendencia se desencadenaría la Guerra de Sucesión entre Austrias
(familia a la que pertenecieran Felipe II, III, IV y Carlos II) y Borbones (de origen
francés), con que se abrirá el siglo XVIII y que se saldará hacia 1714 con la
instauración de la Casa de los Borbones en la figura de Felipe V.

c) Reinado de Carlos II, el Hechizado (1661-1700)

(Regencia de Mariana de Austria, su madre, hasta su mayoría de edad en 1675)

“Parece ser que los sucesivos matrimonios consanguíneos de la familia real produjeron
tal degeneración que Carlos creció raquítico, enfermizo (con frecuencia era atacado por
violentas fiebres que le postraban en cama; apenas subía en su carruaje, los vómitos le
obligaban a desistir del viaje, y cuando estaba al aire libre, le supuraban los ojos) y de
corta inteligencia, además de estéril, lo que acarreó un grave conflicto sucesorio, al
morir sin descendencia y extinguirse así la rama española de los Austrias.
En un informe forense realizado por la Universidad Complutense de Madrid a partir de
los restos mortales del monarca, se ha averiguado que padeció Síndrome de Klinefelter,
una anomalía cromosómica que le causó esterilidad, debilidad muscular y un deficiente
desarrollo mental. Este defecto genético se debió probablemente a la política
matrimonial de los Austrias.”

FUENTE:
www.es.wikipedia.org

Durante los primeros años del reinado de Carlos II su madre, la regente


Mariana de Austria, nombró valido a su confesor el jesuita Juan Everardo Nithard
quien tomaría las decisiones políticas más importantes desde una perspectiva católica
ultraconservadora.

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3.- EL MARCO SOCIAL
Las guerras, la peste y las crisis económicas diezmaron la población española,
que baja hasta los ocho millones de habitantes (tal vez, seis millones). La agricultura
se empobrece. La industria y el comercio declinan.
La nobleza y el clero aumentan su poder, en connivencia con reyes y validos
(reacción monárquico-señorial frente a las clases medias). Se incrementa el número
de eclesiásticos con gentes movidas por la ambición o que huyen de la pobreza. Las
crisis afectan especialmente a los artesanos y campesinos. Crece la miseria y
aumenta la delincuencia: malestar, sentimientos de inestabilidad, descontento,
angustia.

4.- LA CULTURA
La creciente influencia de la Iglesia y el papel que España había tenido en la
Contrarreforma -nombre dado a la reacción de la Iglesia católica contra la Reforma
protestante (Reforma protestante: movimiento político-religioso surgido en Europa a
principios del s.XVI a causa de la crisis en que se hallaba la sociedad en el Medioevo
debido a la política desarrollada por los burgueses y los dirigentes de los grandes
imperios, la lucha de las clases inferiores contra el espíritu feudal, la idea de la
salvación de todos los hombres por todos los medios y la presión del universalismo
romano. Fue una verdadera revolución religiosa, cultural, social y política que tuvo sus
precedentes en las ideas de Wiclef y de Huss con sus pretensiones de reorganizar la
Iglesia, en las doctrinas del Renacimiento y en la aparición de los elementos
constitutivos de los estados modernos, pero que no se concretó hasta la rebelión de
Lutero contra la autoridad pontifica. En España la Inquisición evitó su propagación y
sus principales seguidores tuvieron que emigrar). Tuvo como punto de partida el
concilio de Trento (1545-63) e impulsó un vasto movimiento de renovación religiosa de
gran repercusión cultural y política. La Contrarreforma triunfó en España e Italia, pero
no consiguió recuperar los territorios del norte de Europa- marcaron la cultura de
nuestro s.XVII. En muchos aspectos se produce un retorno a “actitudes medievales:
se vuelve a una concepción teocéntrica, frente al Humanismo renacentista. La
Inquisición vigila toda “explicación de la Naturaleza o del hombre” que no se base en
la “directa acción divina”. Por ello cesan prácticamente la investigación científica y la
filosofía racional que apuntaban con el Renacimiento, y se impide el “pernicioso”
contacto con Europa. Así, España se retrasa respecto de la filosofía europea
(Descartes) o la ciencia (Kepler, Galileo, Newton) con que estaba empezando la
modernidad.
Cobran nuevo impulso el pensamiento “ascético” tradicional (: mediante la
mortificación pretende llegar a la superación de las tendencias sensibles, del placer y
del dolor, y cultivar únicamente los caminos del espíritu) con su actitud desengañada
ante la vida terrena y las cosas mundanas.
Paradójicamente, esta época de “crisis y decadencia” es también de “esplendor
artístico”. El genio español, imposibilitado de crear en otros terrenos, “se manifiesta en
el quehacer artístico”. Estamos en nuestro Segundo Siglo de Oro, que transcurre
entre la “muerte de Cervantes (1616) y la de Calderon (1681).
Es la época del BARROCO, que aparte de la literatura, cuenta con pintores
excelsos (Ribera, Zurbarán, Murillo, Velázquez), arquitectos (Gómez de Mora),
escultores (Montañes, Gregorio Fdez., Cano, Pedro de Mena).

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5.- EL BARROCO Y EL SENTIMIENTO DEL DESENGAÑO
El término “barroco” se formó por cruce de dos palabras: la portuguesa
“barroco” (perla irregular) y la italiana “barocco” (razonamiento retorcido). Tuvo, pues,
origen peyorativo; hoy designa, la cultura característica del siglo XVII. Y la cultura
barroca es consecuencia de las circunstancias que acabamos de repasar:
decadencia, crisis, malestar, tensiones religiosas.

Una palabra clave de esa cultura es el “desengaño”. Ello significa el


derrumbamiento del idealismo renacentista, con su amor a la vida y su visión del
mundo. Ahora dominará una “concepción negativa del mundo y de la vida”.
- el mundo carece de valor: es caótico, y está lleno de dolor y peligros.
- la vida es inconsistente: es una sombra, una ficción, sueño. Además,
vivimos engañados porque hay un divorcio entre la apariencia y la realidad
de las cosas.
- la vida es breve, fugaz: todo cambia y se nos escapa; el tiempo pasa
destruyéndolo todo y destruyéndonos: vivir es ir muriendo.

Actitudes frente a la gravedad de los tiempos y ante ese desengaño:


- la queja o protesta (dentro de la censura): se aprecia cierta literatura
satírica y en algunas partes de la picaresca.
- la angustia vital,
- la búsqueda de consuelo: en religión (actitud ascética), en la filosofía
(estoicismo: aceptar tu destino serenamente, sin dolor ni sufrimientos)
- la evasión: refugiándose en la estética pura o en formas de diversión: teatro.

6.- TENDENCIAS ARTÍSTICAS


En las épocas conflictivas de menor libertad de expresión, suelen aumentar
como compensación artificios de estilo. Ello se observa bien en el Barroco: nuestros
autores prolongan y aumentan la tendencia a la ostentación formal que había
empezado a manifestarse con el “Manierismo”.

Frente a la “naturalidad” y la “armonía” renacentistas, el estilo barroco se


caracteriza por el artificio, la intensidad y la extremosidad.

Ello tendrá manifestaciones diversas, pero destacan dos grandes tendencias


estilísticas: el “culteranismo” y el “conceptismo”.

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6.1.- CULTERANISMO Y CONCEPTISMO
Se manifiestan tanto en prosa como en verso; Góngora es el más eminente
escritor culterano, y Quevedo el maestro de los conceptistas. Fueron enemigos
acérrimos.
Ambos movimientos rompen el equilibrio clásico entre forma y contenido, pero
lo hacen de modo diferente:
- El culteranismo se preocupa sobre todo por desarrollar la forma; busca la
belleza, la riqueza sensorial, la ornamentación exuberante, la brillante
dificultad. Lo caracterizan esencialmente el léxico culto, el retorcimiento
sintáctico y las metáforas audaces. El resultado puede ser de una gran
belleza formal.
- El conceptismo se preocupa esencialmente por el contenido, por el fondo.
Busca la sutileza, la profundidad o la densidad (por lo que la forma resulta
condensada). Sus recursos más característicos serán los juegos de
palabras, los dobles sentidos. El resultado suele admirar por su ingenio.

Son dos estilos difíciles. El culterano, por las complicaciones de la forma y por
sus alardes cultos. El conceptista, por los conceptos o asociaciones sintéticas que
hace entre ideas, a veces muy alejadas.

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