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Ikigai es un término de origen japonés

que no tiene una traducción exacta al español


aunque se le atribuye un significado
sumamente especial:
…”tener una razón para vivir”.
Es un vocablo que utilizan los habitantes
de la isla de Okinawa
cuando quieren referirse…
…a aquello que hace que la vida valga la pena,
lo que nos hace desear
despertar cada mañana…

…el motivo para vivir.


Okinawa es un lugar cuyos pobladores se cuentan
entre los más longevos del planeta:
viven más de cien años
con buena salud y en plenitud.
¿Encontrar,
reconocer
y mantener vivo un ikigai
podría ser la llave del bienestar
y de la longevidad?
El ikigai suele acompañarse
de una cantidad de hábitos
que permiten disfrutar
más y mejor de la vida.
Conocer el sentido especial de nuestra vida
es algo muy profundo.
Las personas con depresión
suelen no tener respuesta
ante la pregunta
sobre cuál es su razón
para levantarse cada mañana.
Alguien que conoce su ikigai
está más preparado para capear
las vicisitudes de la vida.
Según los japoneses, todos tenemos un ikigai
para descubrir,
y es el compromiso con su búsqueda
lo que llena de satisfacción y sentido
a nuestra vida.
¿Cuál es tu razón para vivir?
¿No se te ocurre nada?
Si es así, no desesperes.
Son muchas las personas que, ante esta pregunta,
no saben qué contestar.
Tienes la posibilidad de buscar una respuesta.
Puedes comenzar a descubrir tu ikigai
explorando en las cosas que haces
y te producen placer,
descubriendo aquello que amas,
lo que más te gusta hacer.
Buscar tu ikigai es sentir la dicha
de estar vivo
para concretar tus sueños.
Si permaneces atento, cada día encontrarás
diversos motivos
para que tu existencia valga la pena.
Uno de ellos será tu ikigai.
¿Quién eres?
En un pequeño pueblo japonés una mujer estaba muriendo.
De pronto tuvo la sensación de ser llevada al cielo
y estar delante de la voz de sus antepasados.
-¿Quién eres? -le dijo una voz.
-Soy la esposa del alcalde -respondió ella-.
-Yo no te pregunté de quién eres esposa sino quién eres tú.
-Soy la madre de cuatro hijos.
-Yo no pedí que me digas cuántos hijos tienes sino quién eres.
-Soy una maestra de escuela.
-Yo no te pregunté cuál es tu profesión, sino quién eres.
No parecía dar una respuesta satisfactoria a la pregunta,
hasta que la mujer dijo:
-Yo soy quien se despierta cada día para cuidar de mi familia
y alimentar las mentes jóvenes de los niños en mi escuela.
Pasó el examen y fue enviada de vuelta a la tierra.

A la mañana siguiente se despertó sintiendo


un profundo sentido de significado y propósito:
había descubierto su ikigai.
“Ikigai”

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