DÍA DE LA DIGNIFICACIÓN DE LAS VÍCTIMAS DE LA VIOLENCIA
Se conmemora el día 25 de febrero porque este día, de 1999, la Comisión del
Esclarecimiento Histórico -CEH- entregó el Informe Guatemala, Memoria del Silencio. Esta comisión, integrada por Christian Tomuschat, Otilia Lux de Cotí y Alfredo Balsels Tojo, fue un compromiso de Estado establecido en el Acuerdo de Paz firmado en Oslo, el 23 de junio de 1994, para esclarecer con toda objetividad, equidad e imparcialidad las violaciones a los derechos humanos y los hechos de violencia que causaron sufrimientos a la población, durante el enfrentamiento armado interno de Guatemala, en los años comprendidos entre 1962 y 1996. Se entiende por víctimas a todas aquellas personas cuyos derechos humanos fueron violentados por uno u otro bando de los involucrados en la guerra. En estos derechos violentados quedan comprendidos los referidos a libertad de pensamiento, de expresión, de locomoción, de asociación, y sobre todo, el derecho a la vida. Se entiende por victimarios a quienes ejecutaron las violaciones de los derechos humanos de las víctimas, en este caso, el Ejército nacional, los patrulleros de autodefensa civil, los comisionados militares y algunos miembros de las organizaciones guerrilleras. Debe aquí considerarse que, según la CEH, 93 % de las masacres ejecutadas durante el enfrentamiento armado fueron perpetradas por el Ejército Nacional de Guatemala y sus cómplices, las Patrullas de Autodefensa Civil -PAC-, 3 % fueron por la guerrilla y 4 % por grupos desconocidos. Según la CEH, la mayoría de las 200 000 personas asesinadas durante el conflicto armado interno fueron del pueblo maya. Se calcula que 83 % de los muertos eran indígenas y, de ellos, uno de cada cuatro fueron mujeres. En Quiché, casi 80 % del pueblo Ixil fue masacrado. Por ello se acusa de genocidio al general Ríos Mont y otros, porque genocidio se define como cualquiera de los actos cometidos (asesinar, provocar serias lesiones físicas, imponer medidas para impedir nacimientos, transferir niños) con la intención de destruir total o parcialmente un grupo nacional, étnico, racial o religioso como tal.