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Estilística
Tema: El ritmo del poema “Paisaje con una lagrima” de Cesar Dávila Andrade
Autor (es): Ginella Pintado, Isaac Mora, Daniel, Dany Orellana, Vagner Calva,
Paulina Poma.
En el siguiente ensayo se pretende un análisis del ritmo en “Paisaje con una Lágrima”1
(1946) del poeta Cesar Dávila Andrade. Buscaremos, pues, revelar el tipo ritmo que tiene el
poema, apoyándonos para ello en la teoría de diversos autores que han profundizado en el tema.
El poema de Cesar Dávila Andrade, además de ser una composición poética escrita en
verso libre, es una apología dedicada al pintor impresionista Vicent Vang Gogh. En esta obra,
el escritor se vale de diversos recursos líricos con los cuales logra revolucionar el lenguaje para
darle una aplicación distinta a la del uso cotidiano. En este sentido encontramos frases que
transgreden el lenguaje habitual, por ejemplo: “Cerezos devorados por las mil bocas de sus
propias flores / Tu pintabas el cielo, como un dios fugitivo”. Una concepción no muy alejada de
esto es la que nos expone Gómez quien realiza un acercamiento a las direcciones que adopta la
poesía. Como lo sostiene, en el poema se expresa, por una parte, la valoración de actitudes
personales de cada poeta en su propia obra, y por otra se deben atender las distintas posiciones
críticas de quienes se han acercado al poema (1996). En el poema podemos observar cada una
de las figuras literarias e imágenes existentes, por su parte la metáfora y la personificación son
capaces de deformar una realidad para lograr la atención del receptor, como lo vemos en estos
1
versos: “El cielo que nos duele en las pupilas/ Al sabernos esclavos de la hidra. /Cielos, donde,
Así, como lo afirma Paz en su libro El arco y Lira (1967): “Tras el forcejeo de la razón
que se abre paso, pisamos una zona armónica (…). Brotan las frases inesperadas y dueñas de un
poder eléctrico.” (p.18). Entendemos que, para Paz, dicha zona armónica representa la lucidez
del poeta frente al acto de la escritura y que la precisa espontaniedad de las frases nace de la
inspiración, en este caso, de cómo las obras de Van Gogh han influido en Dávila.
El lenguaje del poema es una totalidad, sin embargo, fragmentada en piezas a las que
denominamos versos, tal como lo manifiesta Paz (p.17), donde su núcleo es la frase poética,
como en verso: “Pintabas el color que gira en el hoyo absoluto del espacio…”. En tal sentido,
cada frase presenta una imagen plasmada en el tiempo que, escrita una tras otra, nos remite a un
ritmo que, para Paz, es una secuencia de frases que nos direcciona hacia “algo”, y ese algo, nos
atrevemos a decir, es la revelación final del poema, la unión entre la interioridad del poeta y la
sensibilidad del lector. Asimismo, este sentido o dirección puede ser alterado por el escritor pues
“el ritmo provoca una expectación, suscita un anhelar. Si se interrumpe, sentimos un choque.
Algo se ha roto. Si continúa, esperamos algo que no acertamos a nombrar. El ritmo engendra en
nosotros una disposición de ánimo” (Paz, p.20). Por ejemplo, en la última estrofa del poema
notamos que cada verso termina con un punto, esto hace que el ritmo se vuelva lento y sosegado,
como si Dávila quisiera que nos detengamos un instante a reflexionar esta estrofa, verso a verso,
pues esta parte representa lo mejor del pintor y su obra. Y en el último verso, su ritmo es todavía
más lento, puesto que la intensión es intensificar el final que nos presenta, a través de una visión
triste y melancólica, la grandeza del artista: “Cielos, donde, con una lagrima, habitas. “
encabalgamiento (p. 59). Estos procedimientos los encontramos en los siguientes versos:
“Cerezos devorados por las mil bocas de sus propias flores” (p. 54). Aquí observamos que al
finalizar casi todas las palabras terminan en /s/, presentándose una aliteración y una
secuencialidad rítmica agradable; y hallamos encabalgamiento en: “Cerezos devorados por las
mil bocas de sus propias flores/ Y lugares de abril, con una quieta bandada de amatistas/ Desde
un confín de ídolos unánimes.”. Se nota, pues, como el encabalgamiento causa cierta morosidad
en el primer verso, donde el autor nos invita a inferir para completar la imagen, pero que en el
siguiente verso se complementa con el sintagma “lugares de abril”, que en ambos versos evocan
Para Caparrós (1999), el ritmo está ligado a la sonoridad de las palabras ya que
“cualquier vocal átona detrás de la vocal tónica en fin de verso, forme o no diptongo con ella,
tiene fuerza de sonar al oído como sílaba distinta a la primera”. (p. 157). Observamos que
Dávila utiliza palabras con diptongo al principio y al final de algunos versos, de esta manera,
sonidos en una palabra o frase) entre los conectores que guardan relación con la función rítmica
del poema. “Vicent Van Gogh, hortelano irreal del mediodía. / Tú pintabas la llama tubular de
produciendo una alteración rítmica, pero, gracias a los sonidos que producen las sílabas tónicas
Bousoño incluye en su teoría la reiteración de las palabras y explica que “estas reiteraciones no
introducen ninguna noción nueva en el discurso" (p. 207), sino que, en realidad, ralentizan el
ritmo volviendo a una misma acción, pero con diferente matiz. En la primera estrofa,
específicamente en el segundo y la tercera estrofa, vemos que el verbo se repite: “Tú pintabas
la llama tubular de las gramíneas /y pintabas viñedos, desde la margen nítida del vino.”
Por último, concluimos que el ritmo del poema es lento, puesto que Dávila hace uso de
realice pequeñas pausas dentro de las ideas del texto, de esta manera se puede entender la
Gredos.
Paz, P. (1956). El arco y la lira. Recuperado el 30 de enero de 2019, del sitio web:
http://www.ecfrasis.org/wp-content/uploads/2014/06/Octavio-Paz-El-arco-y-la-lira.pdf.