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Universidad Nacional de Loja

Carrera de Lengua Castellana y Literatura

Estilística

Cuarto Ciclo, paralelo A

Tema: El ritmo del poema “Paisaje con una lagrima” de Cesar Dávila Andrade

Autor (es): Ginella Pintado, Isaac Mora, Daniel, Dany Orellana, Vagner Calva,
Paulina Poma.

Loja, 7 de enero de 2019


El ritmo del poema “Paisaje con una lágrima”

En el siguiente ensayo se pretende un análisis del ritmo en “Paisaje con una Lágrima”1

(1946) del poeta Cesar Dávila Andrade. Buscaremos, pues, revelar el tipo ritmo que tiene el

poema, apoyándonos para ello en la teoría de diversos autores que han profundizado en el tema.

Además, intentaremos identificar algunos procedimientos rítmicos que enriquecen al poema,

como el encabalgamiento, las palabras fónicas y la aliteración.

El poema de Cesar Dávila Andrade, además de ser una composición poética escrita en

verso libre, es una apología dedicada al pintor impresionista Vicent Vang Gogh. En esta obra,

el escritor se vale de diversos recursos líricos con los cuales logra revolucionar el lenguaje para

darle una aplicación distinta a la del uso cotidiano. En este sentido encontramos frases que

transgreden el lenguaje habitual, por ejemplo: “Cerezos devorados por las mil bocas de sus

propias flores / Tu pintabas el cielo, como un dios fugitivo”. Una concepción no muy alejada de

esto es la que nos expone Gómez quien realiza un acercamiento a las direcciones que adopta la

poesía. Como lo sostiene, en el poema se expresa, por una parte, la valoración de actitudes

personales de cada poeta en su propia obra, y por otra se deben atender las distintas posiciones

críticas de quienes se han acercado al poema (1996). En el poema podemos observar cada una

de las figuras literarias e imágenes existentes, por su parte la metáfora y la personificación son

capaces de deformar una realidad para lograr la atención del receptor, como lo vemos en estos

1
versos: “El cielo que nos duele en las pupilas/ Al sabernos esclavos de la hidra. /Cielos, donde,

con una lágrima habitas.” Commented [IM1]:

Así, como lo afirma Paz en su libro El arco y Lira (1967): “Tras el forcejeo de la razón

que se abre paso, pisamos una zona armónica (…). Brotan las frases inesperadas y dueñas de un

poder eléctrico.” (p.18). Entendemos que, para Paz, dicha zona armónica representa la lucidez

del poeta frente al acto de la escritura y que la precisa espontaniedad de las frases nace de la

inspiración, en este caso, de cómo las obras de Van Gogh han influido en Dávila.

El lenguaje del poema es una totalidad, sin embargo, fragmentada en piezas a las que

denominamos versos, tal como lo manifiesta Paz (p.17), donde su núcleo es la frase poética,

como en verso: “Pintabas el color que gira en el hoyo absoluto del espacio…”. En tal sentido,

cada frase presenta una imagen plasmada en el tiempo que, escrita una tras otra, nos remite a un

ritmo que, para Paz, es una secuencia de frases que nos direcciona hacia “algo”, y ese algo, nos

atrevemos a decir, es la revelación final del poema, la unión entre la interioridad del poeta y la

sensibilidad del lector. Asimismo, este sentido o dirección puede ser alterado por el escritor pues

“el ritmo provoca una expectación, suscita un anhelar. Si se interrumpe, sentimos un choque.

Algo se ha roto. Si continúa, esperamos algo que no acertamos a nombrar. El ritmo engendra en

nosotros una disposición de ánimo” (Paz, p.20). Por ejemplo, en la última estrofa del poema

notamos que cada verso termina con un punto, esto hace que el ritmo se vuelva lento y sosegado,

como si Dávila quisiera que nos detengamos un instante a reflexionar esta estrofa, verso a verso,
pues esta parte representa lo mejor del pintor y su obra. Y en el último verso, su ritmo es todavía

más lento, puesto que la intensión es intensificar el final que nos presenta, a través de una visión

triste y melancólica, la grandeza del artista: “Cielos, donde, con una lagrima, habitas. “

Gómez considera que el ritmo del poema es provocado por la aliteración y el

encabalgamiento (p. 59). Estos procedimientos los encontramos en los siguientes versos:

“Cerezos devorados por las mil bocas de sus propias flores” (p. 54). Aquí observamos que al

finalizar casi todas las palabras terminan en /s/, presentándose una aliteración y una

secuencialidad rítmica agradable; y hallamos encabalgamiento en: “Cerezos devorados por las

mil bocas de sus propias flores/ Y lugares de abril, con una quieta bandada de amatistas/ Desde

un confín de ídolos unánimes.”. Se nota, pues, como el encabalgamiento causa cierta morosidad

en el primer verso, donde el autor nos invita a inferir para completar la imagen, pero que en el

siguiente verso se complementa con el sintagma “lugares de abril”, que en ambos versos evocan

de manera sutil a la primavera. Para Bousoño (1962) este es un tipo de encabalgamiento

deslexicalizado que en el poema sirve para dar contraste a los ritmos.

Para Caparrós (1999), el ritmo está ligado a la sonoridad de las palabras ya que

“cualquier vocal átona detrás de la vocal tónica en fin de verso, forme o no diptongo con ella,

tiene fuerza de sonar al oído como sílaba distinta a la primera”. (p. 157). Observamos que

Dávila utiliza palabras con diptongo al principio y al final de algunos versos, de esta manera,

produce manifestaciones eufónicas (efecto acústico agradable que resulta de la combinación de

sonidos en una palabra o frase) entre los conectores que guardan relación con la función rítmica

del poema. “Vicent Van Gogh, hortelano irreal del mediodía. / Tú pintabas la llama tubular de

las gramíneas. / Y pintabas viñedos, desde la margen nítida del vino”.


Por otro lado, se observa que lo fónico está desvinculado de la métrica clásica

produciendo una alteración rítmica, pero, gracias a los sonidos que producen las sílabas tónicas

y átonas no pierde el hilo acompasado de verso en verso.

En cuanto a la teoría de la expresión poética de Bousoño (1962), nos manifiesta que

Bousoño incluye en su teoría la reiteración de las palabras y explica que “estas reiteraciones no

introducen ninguna noción nueva en el discurso" (p. 207), sino que, en realidad, ralentizan el

ritmo volviendo a una misma acción, pero con diferente matiz. En la primera estrofa,

específicamente en el segundo y la tercera estrofa, vemos que el verbo se repite: “Tú pintabas

la llama tubular de las gramíneas /y pintabas viñedos, desde la margen nítida del vino.”

Por último, concluimos que el ritmo del poema es lento, puesto que Dávila hace uso de

los signos de puntuación en la mayoría de versos, provocando al lector que espontáneamente

realice pequeñas pausas dentro de las ideas del texto, de esta manera se puede entender la

profundidad que tiene el poema.


Bibliografía

Bousoño, C. (1962). Teoría de la expresión poética. (3ra Edición). Madrid: Editorial

Gredos.

Paz, P. (1956). El arco y la lira. Recuperado el 30 de enero de 2019, del sitio web:

http://www.ecfrasis.org/wp-content/uploads/2014/06/Octavio-Paz-El-arco-y-la-lira.pdf.

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