Está en la página 1de 1

PAZ EN LA TORMENTA

Sofonías 3:17 «El Señor tu Dios está en medio de ti, guerrero victorioso; se gozará en ti con
alegría, en su amor guardará silencio, se regocijará por ti con cantos de júbilo».

En momentos de sequedad en tu vida, en días que sientes que no puedes más, que nada te
hace sentir pleno, es una desesperación, angustia y dolor por tanto sufrimiento, tal vez el
tuyo, de un familiar o un amigo.

¿Que más consuelo podemos tener o dar? Sino el de mirar los cielos inmensos y ver que
nuestro socorro y pronto auxilio viene solamente del Señor, saber que por medio de Su
Palabra, que es fiel y verdadera, que el Señor está en medio de mí; que si hemos sido
llamados a pertenecer a Su amada iglesia, hemos sido justificados, que Él no nos
abandona, que Él está en medio de este problema, de nuestras aflicciones, que no duerme
en nuestro desastre, porque Su inmenso amor calma todos nuestros temores; si vamos a
Sus pies y derramamos nuestras lágrimas.

Es Su mayor alegría que aun estando en angustia, no me separe jamás de Él; Él anhela que
dependamos de Él, sabe cuán débiles somos, e imperfectos; aun en medio de ese dolor, Él
anhela un canto, un agradecimiento...

Él derramará un bálsamo de alegría y paz, como un ungüento a nuestro corazón adolorido,


temeroso y desesperado.

Él nos dice: «No temas, hijo mío, yo estoy contigo todos los días de tu vida».

Que aunque estés pasando por el valle de sombra de muerte, no temas mal alguno; y que
ciertamente el bien y la misericordia nos seguirán todos los días, y en Su casa estaremos
algún día ¡Gozándonos con Él! (Salmo 23:4-6).

¿Qué mayor consuelo y alegría puede haber sino estar un día con Él? Saber que no hay
condenación para todos los que estamos en Cristo Jesús; que no andemos conforme a la
carne, sino conforme al Espíritu (Romanos 8:1).

Cierto es que estando en aflicción no nos sale una sonrisa; pero que haya alegría en nuestro
corazón por todo lo que Dios ha hecho en nuestras vidas, es una buena medicina y nos
fortalece; porque el espíritu quebrantado consume nuestras fuerzas y seca los huesos
(Proverbios 17:22).

Una vida abundante y feliz no es necesariamente tener salud y buena economía; sino vivir
dependiendo totalmente de nuestro Salvador Jesucristo, que Él debe ser el todo para cada
uno de nosotros; relajarnos y reír con nuestro Dios, que Él está a nuestro lado, como
poderoso guerrero... ¿Para qué preocuparnos? Su poder se perfecciona en nuestras
debilidades. Poner nuestros ojos en Cristo, centrarnos en Él, hará que que tengamos esa
paz que sobrepasa todo entendimiento.

¡Para Su Gloria! ¡Amén!

También podría gustarte