de primaria siempre soñaba en estar en quinto grado. Entre dormido y despierto escuchaba la voz de mi querida madre llamándome y recordándome que me alistara para ir a la escuela. Yo levantándome entusiasmado, contento y a la vez triste porque tenía que dejar las hermosas vacaciones las que jugaba todos los días con mis primos.
Mientras mi mamá me apuraba porque me había retrasado
algunos minutos. Tomé desayuno y salí rumbo a mi escuela. Emocionado porque había pasado ya a quinto grado, lo que tanto soñaba. Llegue a mi escuela. Tarde claro... Pase al salón y vi que el profesor se estaba presentando, interrumpí, toque la puerta y me hizo pasar. Asustado por que no sabía con qué clases de amigos me tocaría compartir ese gran año. Entre y todos mis amigos me quedaron viendo. Avergonzado por mi tardanza me dirigí a mi asiento sin observar que en el suelo había una cáscara, cayéndome encima de los pies de un compañero. Entre las risas de mis amigos me levante rápidamente y empecé a reír junto con ellos.
Finalmente, desde ese día trato de llegar temprano al colegio y
percatarme que no haya ningún objeto tirado por el suelo.