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ANTECEDENTES DE LA ADMINISTRACIÓN EN EGIPTO

El antiguo Egipto se caracterizaba por ser una civilización muy bien desarrollada y
cuya administración se aplicaba de manera eficiente en todos los ámbitos sociales.

Disponían de una economía compleja y jerarquizada a modo de burocracia, con


una gran comunicación externa marítima y fluvial, manejada siempre desde el
corazón del gobierno central.

Debido a los medios de comunicación marítimos fluviales, así como el uso comunal
de la tierra, fue necesario que tales servicios y bienes fueran administrados de
manera pública y colectiva, a través de el gran poder del gobierno central.

El pilar principal sobre el que descansaba la sociedad en el Antiguo Egipto era el


faraón, supuesto descendiente directo de los dioses, el cual debía gobernar según
la ley de Maat (la justicia o la verdad). Este seguia siendo la cabeza visible del
país, apoyado en dos visires, uno en el Alto Egipto, y otro en el Bajo Egipto. Cada
uno de ellos tenía sus ministros, y, a su vez, un gran número de funcionarios
administrativos que constituían una clase social privilegiada.

El visir, ya desde el Imperio Antiguo, era quien presidía la administración del


estado. Se trataba del hombre de confianza del rey. Solía pertenecer a la familia
real. Su misión era dirigir el gobierno, la administración y la justicia. Debía
presentar al rey un informe diario sobre las gestiones e intereses faraónicos en
todo Egipto.

En el caso del gobierno de las provincias, el país se dividía en nomos (sepat o


Hesp), de carácter meramente administrativo. Cada nomo tenía una capital. Había
un total de 22 nomos en el Alto Egipto, y 20 en el Bajo Egipto. Cada uno tenía un
culto propio, y unas fronteras definidas. Los nomarcas, o jefes de los nomos, eran
funcionarios bajo el mando del faraón. Sus funciones eran recoger las tasas en sus
territorios, distribuir las tierras, ordenar el almacenamiento de grano para épocas
de malas cosechas, y administrar el uso del agua. Frecuentemente se producían
pequeñas luchas entre ellos.

El resto de cargos administrativos del estado, se repartían de la siguiente forma:

Canciller. Al servicio del visir, cuya misión era controlar los servicios
administrativos.
Superintendentes del tesoro. Controlaban la hacienda.

Negociador de Impuestos, Registros y Catastro. Se ocupaba de controlar los bienes


y propiedades de los habitantes.

Superintendente del Patrimonio de la Corona. Se ocupaba de los bienes reales.

Administradores de Obras Públicas. Su misión era organizar y controlar el trabajo


en las canteras y en las construcciones reales.

Administradores del Culto Real.

Intendentes militares. Encargados de los suministros al ejército.

La justicia era impartida por el faraón en todo el territorio. Las leyes eran las
mismas en todo el país, y no ha quedado constancia de castigos corporales o pena
de muerte ante un delito.

El ejército se encargaba de la defensa del país de los invasores externos, y de


participar en campañas exteriores; estaba bajo las órdenes de los visires. Se
trataba de mercenarios egipcios o extranjeros, que recibían tierras a cambio de sus
servicios.

En tiempos de paz, también actuaban como agentes del orden, en las canteras o
en la construcción de monumentos.

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