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¿QUÉ ES EL REALISMO MÁGICO?

La definición de realismo mágico que nos propone la Real Academia Española en


su diccionario es la de “movimiento literario hispanoamericano surgido en torno a
los años 30 del siglo XX, caracterizado por la introducción de elementos fantásticos
en una narración realista”.

Esta definición es bastante sencilla de comprender pero un tanto incompleta.


Primero, el realismo mágico, si bien se desarrolla fuertemente en la literatura, no se
acota solamente a ella sino que también abarca la pintura, en donde el término tuvo
su origen.

Segundo, la definición no nos explica cuál es la función de esos elementos


fantásticos dentro de la narración realista y qué importancia tienen.

Lo principal que hay que comprender en este movimiento es su interés en mostrar


lo irreal y lo extraño, es decir, ese elemento fantástico que menciona la RAE, pero
como algo cotidiano o común que hace que la realidad sea un poco más mágica.

Pensemos, por ejemplo, en Alicia en el país de las maravillas de Lewis Carroll. Todo
lo que pasa en el país de las maravillas al que entra Alicia tras caer en la madriguera
del conejo es verosímil para los personajes que conforman ese mundo. Sin
embargo, para Alicia es inverosímil, Alicia no lo asume como algo cotidiano, posible
en su realidad.
Alicia no asume como algo cotidiano nada de lo que ocurre en el país de las
maravillas.
También podríamos pensar en la saga de Harry Potter, de J.K. Rowling, saga
destacada en nuestra recopilación de los mejores libros de fantasía. El mundo
mágico que se le presenta a Harry rompe con su realidad, con lo que él creía que
era real hasta ese momento. Todo el mundo mágico de Hogwarts y su vida como
mago irrumpen en la realidad de Harry como algo extraño, que poco a poco va
incorporando pero que, inicialmente, no asume como propio o posible.

Ambos ejemplos pertenecen al género fantástico, que no tenemos que confundir


con el realismo mágico. Si bien sabemos que el realismo mágico necesita de ese
elemento “sobrenatural” para sobrevivir, es un elemento que solo sirve para
adaptarse a la realidad y volverla más mágica. Asimismo, el realismo mágico se
desarrolla, como su nombre bien lo dice, desde el “realismo”, lo real. Lo principal es
comprender que, en el realismo mágico, los personajes no son conscientes en
absoluto de ninguna anomalía respecto a la realidad de su mundo.

Si volvemos a Alicia en el país de las maravillas o a Harry Potter, en ambos casos


los elementos fantásticos sí son anómalos en la realidad de su mundo, no son
asumidos por los personajes como algo normal sino como una sorpresa, como una
ruptura, como algo que los descoloca, que los saca de su “mundo real” para
introducirlos en un mundo de fantasía.
En el caso del realismo mágico, el mundo real siempre será real incluso con los
elementos fantásticos. En otras palabras, la realidad es un tanto más mágica
pero sigue siendo realidad, no hay asombro ni anomalías para los personajes sino
que solo las podemos percibir como lectores.

Realismo mágico hispanoamericano

Para poder entenderlo aún mejor, vamos a tratar de ubicarnos en el contexto


histórico del realismo mágico.

El término de “realismo mágico” fue utilizado por primera vez en el año 1925, por el
crítico de arte alemán Franz Roh para referirse a una corriente expresionista en
pintura, caracterizada por incorporar elementos de fantasía y de irrealidad en un
fondo realista.

Recién en el año 1947 fue utilizado como término propio de la literatura


hispanoamericana por el escritor Arturo Uslar Pietri en su ensayo sobre el cuento
venezolano, donde hablaba del realismo mágico como una “adivinación poética o
una negación poética de la realidad”.

La definición de realismo mágico fue evolucionando con el tiempo y con la


apropiación que los autores hicieron del género.

Es así que, para las décadas de los 60 y 70, podremos encontrar obras de realismo
mágico que se ajustan a las características principales que conocemos del género
hoy en día.
El choque de la cultura de la tecnología con la cultura de la superstición, dos visiones
que convivían en Hispanoamérica en ese momento, fueron las causantes del
florecimiento del realismo mágico en esa época en particular, dando a luz obras
magníficas tales como Cien años de soledad de Gabriel García Márquez, publicada
en 1967, novela que quizás sea la más representativa del género.

Posteriormente, el realismo mágico se convirtió en un género muy visitado y


apreciado, no solo en la literatura hispanoamericana sino a nivel mundial. Esto se
debe, muy posiblemente, a que esa realidad mágica que propone el movimiento nos
enseña valores como la tolerancia y la adaptabilidad de la que el ser humano es
capaz.

Características del realismo mágico

La característica imprescindible en las obras que se inscriben dentro del genéro de


realismo mágico es, tal como lo dice su definición, un escenario realista que
incorpora elementos mágicos o fantásticos de forma natural en la narración.
Lo más importante de la definición, que separa al realismo mágico del género de la
fantasía, es la naturalidad con la que se tratan los elementos en la historia.

Es importante introducir el elemento fantástico de una forma natural en el relato y


para eso nos ayudamos del narrador y de los personajes.
Relacionado íntimamente a esto, como característica primordial tenemos el papel
del narrador. El narrador, al hablarnos de estos elementos sobrenaturales, no
puede presentarlos como extraños sino que debe hacerlo de forma orgánica, no
debe explicarlos porque no requieren explicación, son parte del realismo mágico de
la historia. Tampoco deben explicarlos los personajes, son elementos que no
admiten cuestionamientos, que fluyen sin más en la trama, que solo el lector los
percibirá.

Respecto al escenario realista, este debe ser un escenario que sepa integrar y
desarrollar mitos, leyendas urbanas y culturas de ese territorio que propone el
autor como lugar donde transcurren los hechos de la historia.

Esto supondrá entonces un vínculo, un arraigo entre ese lugar y la historia así
como entre ese lugar y los protagonistas de ella. Será un vínculo que no
necesariamente se manifestará de forma expresa en el texto pero que, como
lectores, seremos capaces de intuir dentro de la intención del autor.

También, otra característica que suele usarse a menudo, es el enfoque metafísico


del tiempo. El autor se permite jugar con los límites de lo posible y, muchas veces,
introducir el elemento fantástico en este concepto.

De este modo, podemos encontrar una circularidad del tiempo, el tiempo que se
repite una y otra vez así como la historia y que se vincula con la sensación de un
destino inevitable; saltos indefinidos en el tiempo, del pasado al futuro pero
mostrados en la historia como una linealidad; un tiempo estático, un tiempo que
se detiene en cuestiones técnicas pero que sigue avanzando en el fluir de la historia
y de los personajes; y un tiempo invertido, es decir, por ejemplo, alternar el día por
la noche, entre muchas otras opciones.

Autores del realismo mágico

A continuación, haremos una lista de los representantes del realismo mágico más
sobresalientes en lo que respecta al ámbito literario, que es el que tratamos más a
fondo en este artículo.

Cabe aclarar que, en algunos casos, el autor tiene bastante de su obra literaria
inmersa en el género, como es el caso, por ejemplo, de Gabriel García Márquez o
de Juan Rulfo. En otros casos, son autores que han trabajado el realismo mágico
solo en una o en pocas obras. Sin embargo, no queríamos dejar de nombrar a
quienes consideramos los más relevantes e influyentes, aquellos que supieron
trabajar el género y hacerlo propio.

Autores del realismo mágico en Latinoamérica

 Horacio Quiroga (Uruguay, 1878-1937)


 Miguel Ángel Asturias (Guatemala, 1899-1974)
 Jorge Luis Borges (Argentina, 1899-1986)
 José de la Cuadra (Ecuador, 1903-1941)
 Arturo Uslar Pietri (Venezuela, 1906-2001)
 Manuel Mujica Láinez (Argentina, 1910-1984)
 Jorge Amado (Brasil, 1912-2001)
 Julio Cortázar (Argentina, 1914-1984)
 Elena Garro (México, 1916-1998)
 Juan Rulfo (México 1917-1986)
 Gabriel García Márquez (Colombia, 1927-2014)
 Carlos Fuentes (México, 1928-2012)
 Mireya Robles (Cuba, 1934)
 Mario Vargas Llosa (Perú, 1936)
 Isabel Allende (Chile, 1942)
 Laura Esquivel (México, 1950)

Autores del realismo mágico en Europa

 Álvaro Cunqueiro (España, 1911-1981)


 Günter Grass (Alemania, 1927-2015)
 Milan Kundera (República Checa, 1929)
 Manuel Vicent (España, 1936)

Obras del realismo mágico

En este apartado, analizaremos algunas de las obras más importantes del realismo
mágico, ya sea en el formato de novela o de relato corto, para que puedan identificar
las características que hemos venido mencionando.

Las ordenaremos según su fecha de publicación:

Los Sangurimas (1934), José de la Cuadra


José de la Cuadra, con su obra Los Sangurimas, ha sido considerado como uno de
los precursores del realismo mágico.

La obra tiene como protagonista a Nicasio Sangurima, cabeza de la familia y


vinculado con la mafia, muy respetado por todos y de quien se dice que tiene poder,
dinero, mujeres y dones oscuros gracias a un pacto con el diablo.

Ficciones (1944) y El Aleph (1949), Jorge Luis Borges


Muchos de los relatos cortos de Ficciones y de El Aleph son considerados dentro
del género fantástico. Sin embargo, hay una delgada línea que separa a lo fantástico
del realismo mágico, como hemos visto, y esa es, principalmente, que el elemento
fantástico se introduce en la historia de forma natural.

Es así que, en ambos libros, encontramos varios cuentos que cumplen con la
naturalidad del realismo mágico, por lo que podrían considerarse también
precursores del género.

Un ejemplo es el relato corto “El jardín de los senderos que se bifurcan”


de Ficciones. La trama es muy simple, sobre un espía, Yu Tsun, quien debe cumplir
una misión. Aquí, el elemento que podemos asociar al realismo mágico, y que
encontraremos particularmente hacia el final del cuento, es que el tiempo se
presenta como un laberinto.

Hombres de maíz (1949), Miguel Ángel Asturias


Hombres de maíz del escritor guatemalteco y premio Nobel de literatura Miguel
Ángel Asturias es una novela que también ha sido considerada como precursora del
realismo mágico.

En el Popol Vuh, texto que recopila las narraciones míticas e históricas del pueblo
maya quiché, se nos explica que los hombres han sido creados del maíz. En la
novela de Miguel Ángel Asturias, se retoma este mito desde el conflicto entre dos
grupos de hombres: aquellos que consideran al maíz como su alimento y parte de
su ser, y aquellos que lo utilizan únicamente con fines de lucro.

Respecto al realismo mágico, en la novela vemos un fuerte trabajo del espacio


vinculado a los orígenes del ser humano así como el uso de la mitología y del folklore
del lugar.

Bestiario (1951) y Final del juego (1956), Julio Cortázar


Al igual que los relatos de Jorge Luis Borges, aquí tenemos dos obras del escritor
argentino Julio Cortázar que son usualmente relacionadas al género fantástico pero
que también podrían pensarse dentro del realismo mágico sin ningún problema. Una
de ellas es Bestiario y la otra es el Final del juego.

Como ejemplo, daremos el cuento “La continuidad de los parques” de Final del
juego. Este cuento nos introduce a un lector que está leyendo sobre una pareja que
planea un asesinato y que, para el final del cuento, se asociará a este mismo lector.
Para no dar más detalles de lo increíble que es este relato corto, solo diré que, en
relación al realismo mágico, podemos apreciar el tratamiento del tiempo como una
circularidad, como algo que no sigue la lógica lineal que conocemos.

Pedro Páramo (1955), Juan Rulfo


Pedro Páramo es, sin dudas, una de las mayores obras del realismo mágico. Junto
a Cien años de soledad, pueden pensarse como los dos grandes pilares que
representan al género.

Esta novela cuenta la historia de Juan Preciado, un joven que ha vivido solo con su
madre y que, en el lecho de su muerte, le promete que irá a buscar a su padre, un
tal Pedro Páramo, para reclamarle lo que les debe.

El protagonista inicialmente no quiere cumplir la promesa que le hizo a su madre,


sin embargo, tendrá unos sueños muy reveladores y misteriosos que lo empujarán
a ir a Comala, el pueblo donde su padre vivía cuando conoció a su madre.

Este pueblo de Comala tiene varias peculiaridades, las cuales nos encantaría que
descubran con la lectura, ya que es una novela muy corta y deslumbrante.

Respecto al realismo mágico, encontrarán muchísimos elementos fantásticos que


se vinculan al espacio y al tiempo, hay un importante desarrollo de los mitos y
leyendas del pueblo de Comala, y hay un fuerte vínculo de este pueblo con los
personajes, un arraigo que los simbiotiza con la tierra.
Cien años de soledad (1967), Gabriel García Márquez

Si pensamos en el realismo mágico en la literatura, el escritor colombiano Gabriel


García Márquez es el autor modelo así como Cien años de soledad la obra cumbre.

La novela nos contará la historia de la familia Buendía, a lo largo de siete


generaciones, en el pueblo imaginario de Macondo. Es una historia llena de intrigas,
de amor, de magia, de guerras, de todo lo que caracteriza a un pueblo y, sobre todo,
a la humanidad.

Respecto al realismo mágico, como elementos sobrenaturales tenemos el regreso


de los muertos como fantasmas o reencarnándose en otros miembros de la familia,
la alteración del tiempo en relación a la vida de los personajes, pestes de insomnio
y de amnesia, una lluvia de flores y otra lluvia casi incesante por cuatro años
completos, entre tantos otros elementos más.
Si bien podría considerarse una obra un tanto difícil de leer, vale totalmente la pena
dedicarle el tiempo y la atención. No se van a arrepentir y van a poder deleitarse
con el realismo mágico en todo su esplendor.

La casa de los espíritus (1982), Isabel Allende

La casa de los espíritus de Isabel Allende se publica posteriormente a las décadas


doradas del realismo mágico, sin embargo, es una obra que lo representa sin duda
alguna.

La novela nos cuenta la historia de la familia Trueba, a lo largo de cuatro


generaciones. Es una historia muy vinculada a los hechos sociales y políticos de
Chile, pero que también desarrolla el amor, la muerte, los fantasmas, la revolución,
los ideales y lo maravilloso.

Dentro de los elementos fantásticos, tenemos la clarividencia, el espiritismo, la


telequinesis, la aparición de los muertos, los fantasmas, entre otras. En
consecuencia, hay un gran desarrollo de lo sensorial, que también se vincula al
movimiento del realismo mágico.

Como agua para chocolate (1989), Laura Esquivel

Como agua para chocolatees una novela que podría considerarse que pertenece al
género romántico histórico, sin embargo, su trama nos hace inevitablemente pensar
en el realismo mágico.

Aquí tenemos la historia de la joven Tita y sus amores, su familia y su relación con
la comida y las recetas típicas mexicanas en la época de la Revolución.

El realismo mágico aparece desde un principio con el nacimiento de Tita: cada vez
que la cocinera de la casa, Nacha, picaba cebollas, Tita, desde la panza de su
madre, las sentía y lloraba a mares, lo que hizo que se adelante el parto porque un
día lloró tanto que ya no pudo quedarse más en el vientre. Como esta anécdota,
encontraremos un montón a lo largo del libro, las cuales parecerán para el lector
una exageración, sin embargo, son parte de ese elemento sobrenatural que el
realismo mágico propone y que asocia tan fuertemente a la tierra y a los vínculos.
¿Cómo escribir realismo mágico?

Sin dudas, para escribir realismo mágico tenemos que pensar en su esencia, que
es esa definición que venimos repitiendo a lo largo de todo el artículo. ¿Cuál es?
Sin más ni menos, que nos encontramos frente a una realidad a la cual se le han
sumado elementos mágicos o fantásticos de forma orgánica, natural.

Ese será entonces nuestro gran desafío frente a la hoja en blanco.

Primero, tenemos que pensar la historia. La historia no necesita ser muy


elaborada, puede ser cualquier tipo de historia: la de un amor, la de una familia, la
de una amistad, la de un protagonista que se descubre a sí mismo, la de un misterio,
la de una aventura, la de una tragedia, etcétera.

Vamos a quedarnos, a modo de ejemplo, con la historia de un amor.

Otro factor importante, como hemos visto, es el del espacio. Esta historia de amor
debe desarrollarse en un espacio con el que los protagonistas puedan vincularse,
tener una sensación de pertenencia, así como un espacio que nos deje mostrar su
folklore, sus mitos, sus leyendas.

En nuestro ejemplo, elegiremos como espacio un pueblo, rural, con pocos


habitantes, con familias y vecinos que se conocen los unos con los otros, con
trabajadores que heredan oficios de sus padres, con poco acceso a la tecnología.
Este espacio acotado nos permitirá que los rumores lleguen rápidamente y que las
noticias vuelen, de boca en boca, formando una suerte de “teléfono descompuesto”,
es decir, que se vaya alterando de persona en persona lo que se ha escuchado,
para finalizar con algo completamente distinto a lo que había sido inicialmente.
Pensando en este pueblo, puede ser real o imaginario. Para poder dejar volar
nuestra escritura, elegiremos un pueblo imaginario y le pondremos un nombre.

Con estos dos elementos aún no tenemos presente el realismo mágico en nuestra
historia pero lo pensaremos ahora mismo. ¿Qué queremos introducir como
elemento fantástico? Podemos hacer que los personajes sean diferentes, por
ejemplo, que tengan alas, que vuelen, que estén siempre despiertos, que sean
inmortales, que recuerden todo, que olviden todo, hay muchísimas opciones.

Como nuestra historia es una historia de amor en un pueblo muy pequeño vamos a
pensar, por ejemplo, que los hombres del pueblo son inmortales y que las mujeres
son mortales. Acá nuestro elemento de realismo mágico es la inmortalidad.

Luego, ya nos queda empezar a delinear la historia. Elegiremos un narrador y qué


queremos contar de este amor y de este pueblo tan peculiar.

Para que nuestro texto se considere realismo mágico, tenemos que recordar que la
inmortalidad no debe ser cuestionada sino que el conflicto de la historia tiene que
ser otro, un conflicto realista.

En nuestro ejemplo, diremos que los hombres, al ser inmortales, son los que
trabajan y los que, al cosechar su propio dinero por años, mantienen a la familia.
Las familias están conformadas únicamente por hombres, lo cual se determinó
desde el comienzo ya que las mujeres, al morirse, no “servían” para generar
vínculos con ellos.

Estas mujeres, que igualmente siguen existiendo en el pueblo, son aquellas que se
dedican exclusivamente a la procreación, a la maternidad y a la crianza de esos
niños. Han conformado una suerte de hermandad a la que los hombres acuden para
que sus familias se amplíen. Ellas se encargan de los varones que nacen hasta que
tienen edad suficiente para trabajar, y luego son enviados a sus familias. Mientras
que las niñas que nacen se quedan con ellas para seguir con la misma tradición.

Es un pueblo que se maneja así, sin prejuicios y con mucho orden. Los hombres
por un lado, las mujeres por otro. Y el amor también sufre esta división.

Es por eso que, en nuestra historia a modo de ejemplo, el conflicto será que uno de
los varones se ha enamorado de una mujer justo antes de ser enviado a su familia
de origen. Es un amor prohibido y que será mal visto por el pueblo. Además de que
es un amor que no es viable, porque este varón es inmortal y la mujer es mortal.

¿Por qué nuestra historia de ejemplo entraría en lo que es realismo mágico?

Porque tenemos una historia realista, en un lugar específico lleno de fábulas


y leyendas que se desarrollarán en torno a estos hombres y mujeres, porque el
elemento fantástico que elegimos recae en la humanidad que es mortal de por sí, y
porque el autor jamás cuestionará, ni desde el narrador ni desde sus personajes, el
elemento fantástico que proponemos, es un elemento que aparece como parte de
la historia y nos propone una realidad mágica.

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