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H abía una vez un niño llamado Tito, el cual acababa de cumplir 6

años, estaba tan emocionado porque sus papás le habían


regalado un cofre, con algo muy valioso dentro, ¿sabes qué era?
UN LIBRO, con unos colores tan llamativos, grande, y con ese olor a
nuevo que solo los libros tienen, se fue a sentar a un columpio del parque
y abrió su libro, lo hojeo pero de pronto, su sonrisa se convirtió en mueca
de tristeza y Tito comenzó a llorar.

De pronto, en una roca cerca del columpio se escucha un leve “shhhh,


shhhh”, Tito volteo para todos lados pero no vio nada, giró hacia la roca y
¡oh sorpresa! Un duende salía de ella, miró con ternura a Tito y le
preguntó: - ¿Niño, por qué estás tan triste? –Tito le respondió entre
sollozos. –Es que, es que mis papás me regalaron este hermoso libro, pero
yo no sé leer.

El duendecito se quedó pensativo y le dijo: -no te preocupes, seca tus


lágrimas, yo te enseñaré a leer. Y enseguida sacó un frasquito, lo abrió y
comenzó a soplar y soplar hasta que se formó una gran burbuja redonda,
redonda pero con un bracito por un lado. Salió volando por los aires y de
pronto… TRONÓ y se escuchó un fuerte aaaaaaaaa. Volvió a soplar y
ahora la burbuja parecía traer un cinturón, chocó contra una escalera y
se escuchó un fuerte eeeeeeee. Sopló y sopló y la burbuja salió
delgadita, delgadita y con un ojito encima, tronó y se escuchó un fuerte
iiiiiiiiii. El duendecito viendo la cara emocionada de Tito, volvió a soplar,
fuerte y esta burbuja salió redondita, redondita, de repente explotó y
se escuchó un fuerte oooooooo. Y sopló una última vez, y la burbuja salió
con forma de columpio y cuando reventó se escuchó un fuerte uuuuu.

Con la última burbuja Tito buscó al duendecito, pero este, ya se había


ido, así que decidió seguir repasando las letras que acababa de aprender.

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