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HISTORIA DEL ARTE


,

Y NUEVOS MEDIOS TECNICOS


La Muerte de la historia del arte ante los
medios electrónicos1
Carlos Arturo Fernández U ribe
HEVIST/1
UNIVERSIDAD
PONTIFICIA
BOLIVARIANA

Aunque los antecedentes de la Historia


del Arte se pueden encontrar ya desde
la Antigüedad Clásica, sólo a partir de
los trabajos de Winckelmann en la se­
gunda mitad del Siglo XVIII puede ha­
blarse de una actividad sistemática en
este campo, en conexión, sin duda algu­
na, con los desarrollos paralelos de la
teoría estética y de la crítica de arte. Y
no es exagerado decir que el apogeo de
la disciplina de la Historia del Arte es un
fenómeno que se presenta sólo a partir
de finales del Siglo XI X, en buena medi­
78 da a raíz de su incorporación a la ense­
ñanza universitaria que propició la apa­
rición de bibliotecas y centros de inves­
tigación especializados. El desarrollo en
nuestro medio es aún más incipiente 2•
HISTORIA DEL ARTE Y NUEVOS MEDIOS TÉCNICOS

No deja de ser paradójico, por tanto, l. LA MUERTE DE LA HISTORIA


que se proclame permanentemente la DEL ARTE
muerte de la Historia del Arte que vie­
ne a ser, en realidad, una disciplina que Bien podría afirmarse que la Historia
apenas aparece en vías de consolida­ del Arte nació muerta; incluso parece
ción 3• Por ello, es necesario afirmar, signada por la idea de la propia muer­
ante todo, que la muerte de la Historia te desde antes de nacer. Así, ya las Vi­
del Arte no es un asunto que se refiera das de los más grandes pintores, escultores
a su desaparición y olvido; no se trata y arquitectos, escritas por Giorgio Vasari
de afirmar la obvia realidad de que, y publicadas por primera vez en 1550,
como cualquier creación humana, la y que pueden considerarse como el
Historia del Arte, al igual que el Arte antecedente directo de la moderna
mismo, puede morir. Es, en realidad, Historia del Arte, están redactadas en
la formulación de un problema teóri­ una perspectiva apocalíptica y termi­
co y metodológico que asume las con­ nal: la época de Giotto corresponde a
secuencias de la ruptura con el esque­ la infancia del Arte, la de Masaccio a la
ma de una Historia Universal del Arte, juventud y educación, y la de Miguel
donde los artistas se habían converti­ Ángel a la madurez; después sólo cabe
do en manifestación de un proceso pensar en la imitación de los grandes
teleológico que los superaba.

1. Este texto fue presentado en la Cámara de Comercio de Medellín el 27 de agosto de 1996 en el foro «La imagen
digital y sus posibilidades en la expresión artística», dentro de la exposición IMAGEN DIGITAL. REALIDAD Y
FANTASÍA, junto a las ponencias de los profesores Alberto González y Hugo Ceballos.
2. Prueba de ello es la ausencia en toda la estructura universitaria del país de un pregrado en este campo; la
Historia del Arte sigue siendo una materia complementaria en las carreras de Artes o en algunos estudios
humanísticos; apenas comienzan a aparecer estudios de postgrado que, en general, prefieren dejar de lado una
Historia sistemática del Arte, que es atacada con el sólito argumento del historicismo y la inutilidad de los datos.
Es igualmente pobre el panorama de las investigaciones monográficas o generales; la reciente aparición del libro de
Santiago Londoño sobre la Historia del Arte en Antioquia es una auténtica novedad (LONDOÑO VÉLEZ, San­
tiago, Historia de la pintura y el grabado en Antioquia, Medellín, Universidad de Antioquia, 1995) con escasos
precedentes.
79
3. Hace 60 años, en 1936, Lionello Venturi ya señalaba la necesidad de un mayor rigor en la disciplina, primordial­
mente por la escasa vinculación entre la Historia del Arte, la Teoría y la Crítica; así, el profesor de Historia del
Arte, que parecía manejar ya una cultura irrefutable en todo lo concerniente a la documentación de los hechos
artísticos, presentaba una discreta ignorancia en todo lo referente a las ideas; cfr. VENTURI, Lio:(fello, Historia de
la Crítica de Arte, Barcelona, Editorial Gustavo Gilí, 1982 (2), pp. 19-22.
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maestros, pues no es posible pensar en salida que implica una elección cultu­
su superación. En síntesis, la Historia ral y que conducirá al desarrollo del
del Arte ya se ha completado. Neoclasicismo. Pero ese regreso al es­
tilo de la Antigüedad Griega como
1. modelo «no refuerza la continuidad
Y si más adelante se acepta que puede histórica entre lo antiguo y lo moder­
verse en Winckelmann al«padre de la no, sino que la anula» 6• Y es que el
Historia del Arte», porque, como seña­ Neoclasicismo, predicado por la His­
laba Goethe en su Diario Italiano, él fue toria del Arte de Winckelmann, ya es
«el primero en hacernos sentir la ne­ básicamente un estilo y no una visión
cesidad de distinguir entre distintas del mundo; o, en otras palabras, el ar­
épocas y en trazar la historia de los es­ tista de este final del Siglo XVIII debe
tilos en su gradual crecimiento y deca­ comprender que su obra no es una re­
dencia» 4, es necesario agregar que se velación de la realidad a través de imá­
trataba de un proceso que se cerraba genes sino sólo la imagen que la men­
sobre sí mismo: y no principalmente te se forma de lo real. Por tanto, a par­
porque exigiera el regreso a la Antigüe­ tir de aquí el estilo artístico «[ ] está
. . .

dad para encontrar allí las fuentes de precisamente indicando una cultura fi­
la Razón. gurativa que no implica una concepción
del mundo sino, simplemente, una con­
Quizá más importante aún sea seña­ cepción del arte» 7 que, por lo mismo,
lar que cuando Winckelmann escribe puede ser cambiada a voluntad.
la Historia del Arte en la Antigüedad está
convencido de que no puede hacerse Así, la misma lógica de Winckelmann,
una historia del arte de su tiempo; y es que analizaba la historia de los estilos
que, como dirá Hegel, Winckelmann en su gradual crecimiento y decaden­
se preocupaba por« [ ... ] buscar la idea cia, queda desmontada ante el carác­
del arte en las obras de arte y en la his­ ter aleatorio y electivo del concepto
toria del arte» y esa idea no le apare­
5,
de esti lo. Y, más aún, aunque
cía en la superficialidad del Rococó del Winckelmann rechazara la obra de
Siglo XVIII . Por eso, propugna por una Vasari por considerar que no se trata-

4. Citado por IRWIN, D., «Introduzione», en WINCKELMANN, J.]. Il bello nell 'arte. Scritti sull 'arte antica,
Turín, Giulio Einaudi Editare, 1973, p. VIII.
80
5. HEGEL, G.WF., Lecciones sobre la Estética, Madrid, Ediciones Akal, 1989, p. 49.
6. ARCAN, Giulio Carla, L 'Arte Moderna 1770-1970, Florencia, Sansoni Editori, 1977, p. 16.
7. Op Cit., p. 18
H

ba de una «historia del arte» sino de Pero con ello, al tiempo que en Hegel
una «historia de artistas», su concep­ se formula una«historia filosófica» del
ción del estilo como algo que puede arte, completa y de validez universal,
elegirse, lleva implícita la desaparición se da el golpe de gracia a la Historia
de la idea de una estética universal que del Arte, entendida en sentido univer­
se manifiesta en la Historia del Arte sal y completo. Y es que, ¿cómo podría
como desarrollo de los estilos, e impli­ hacerse una Historia de este tipo en el
ca la afirmación de poéticas individua­ mundo contemporáneo, si el arte ya no
les 8 o sectoriales, lo que obliga a la His­ responde a la necesidad del progreso
toria del Arte a regresar a la historia de del Espíritu que es la esencia misma de
los artistas, o por lo menos a integrarla la Historia? Contra la pretensión de la
en sí. En otras palabras, la lógica del «historia filosófica» hegeliana, a partir
padre conduce a la muerte necesaria de ahora toda Historia del Arte será
de la criatura. parcial y fragmentaria.

2. Y cuando se desmonte la metafísica del


El problema es aún más definitivo en sistema hegeliano y, en ese proceso
Hegel. Como es sabido, la maravillosa desmitificador en el cual participan
estructura del sistema hegeliano con­ activamente las vanguardias artísticas
duce a la afirmación de la«muerte del de nuestro siglo, se abandone la idea
arte» o, mejor, a la idea de que el arte del progreso, el derrumbamiento ad­
pertenece al pasado como forma de quirirá connotaciones estruendosas.
manifestación de la verdad. No se tra­ Así, la muerte de la Historia del Arte
ta de que Hegel piense que ya no pue­ no es sólo un asunto filosófico sino que
da hacerse más arte; por el contrario, adquiere todo el carácter de problema
afirma que«puede sin duda esperarse metodológico para la disciplina misma.
que el arte cada vez ascienda y se per­ «No existe, realmente, el Arte. Tan sólo
feccione más; pero su forma ha deja­ hay artistas» afirmará Gombrich en la
do de ser la suprema necesidad del apertura de su Historia del Arte 10, y
espíritu» 9• luego dirá que la historia del arte tam-

8. Para la diferencia entre «estética» }1 «poética», aplicada expresamente al desarrollo de las artes plásticas posterio­
res a 1960, puede verse MARCHAN FIZ, Simón, Del Arte Objetual al Arte de Concepto, Madrid, Ediciones
Akal, 1986, pp. 11-15.
9. HEGEL, G.WF. Op Cit, p. 79.
10 GOMBRICH, Ernst, Historia del Arte, Madrid, Alianza, 1981 (3), p. 13. La afirmación se origina en una
formula de fulius von Schlosser (pero procede del Siglo XIX); la pregunta básica de Schlosser, que parte de Croce,
es si el arte como tal tiene historia; cfr. GOMBRICH, Ernst y Didier Eribon, Lo que nos dice la imagen. Conver­
saciones sobre el arte y la ciencia, Santafé de Bogotá, Grupo Editorial Norma, 1993, pp. 71-72.
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poco existe, sino que es apenas una dad, sólo corresponde a procesos eu­
convención arbitraria, un medio cómo­ ropeos y, en muchos casos, ni siquiera
do de clasificación para encontrarnos da cuenta adecuada de los mismos.
a nosotros mismos en la producción de Pero también de la práctica docente e
imágenes desde los orígenes de la hu­ investigativa universitaria surgen al­
manidad. De hecho, lo que afirma es ternativas para lo que debería ser el
que la noción misma de Historia es per­ desarrollo de una Historia del Arte que
niciosa pues nos lleva a imaginar que ha asumido su propia muerte. Sólo a
existe un encadenamiento lógico de modo de ilustración, citemos tres ejem­
obras y estilos; aquí, en cambio, se de­ plos efectivamente operantes.
safía toda explicación racional, pues la
previsión es totalmente imposible: «No Giulio Cario Argan propone una His­
podemos saber lo que pasará en la toria del Arte que no se limita a la eva­
próxima etapa», concluye Gombrich. luación de los «valores de la cosa», de
Pero, para completar la paradoja, él la obra singular y aislada, sino que «SO­
mismo se presenta y afirma como «his­ brepasa sus límites para remontarse a
toriador del arte»; e indiscutiblemente los antecedentes e investigar los vín­
la disciplina académica de la Historia culos que la enlazan a toda una situa­
del Arte continúa existiendo, e inclu­ ción cultural (y no sólo específicamente
sive asistimos a una renovación per­ artística) a individualizar sus fases, los
manente de sus problemáticas. momentos sucesivos de su formación» 12;
y pues la obra aparece como un siste­
3. ma de relaciones, como un proceso, la
La muerte de la Historia del Arte es la historia del arte debe analizar cómo ese
afirmación de que no resulta posible complejo de relaciones se extiende
plantear una evolución progresiva y hasta el presente. Es un juicio históri­
continua, aunque lenta, de las que se­ co a través del cual «lo que valoramos
rían las disposiciones originales de la no es un tipo de obra sino un tipo de
naturaleza en este campo 11• Debe ser proceso, una forma de establecer rela­
otra cosa. Sin embargo, posiblemente ciones. En otras palabras, el dinamis­
como resultado de la práctica docente mo o la dialéctica interna de una situa­
universitaria, continúa enquistada una ción cultural, en la cual la obra que es­
concepción esquemática que, en reali- tudiamos, si es realmente la que pen-

11. La expresión está tomada de Kant y en el contexto original se refiere al progreso humano en general, que sólo
82 es concebible, según él, a nivel de la especie y no del individuo; cfr. KANT, Tmmanuel, Ideas para una historia
universal en clave cosmopolita y otros escritos sobre Filosofía de la Historia, Madrid, Editorial Tecnos, 1987, pp.
3-23; el texto que hemos retomado se encuentra en la p. 4.
12. ARCAN, Giulio, Carla, «La historia del arte», en Historia del Arte como Historia de la Ciudad, Barcelona,
Editorial Laia, 1984, p 17.
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samos que es, encuentra naturalmen­ Contemporáneo: ni la consideración


te su lugar, se vincula a un contexto, genérica y homogéneamente sintética
funciona» 13• Y es un contexto que se de unos períodos, ni la caída en apa­
dilata en el tiempo y el espacio, nece­ sionadas monografías que busquen
sariamente más allá y por fuera de los privilegiar la figura del«Gran Artista».
esquemas eurocéntricos tradicionales, Por supuesto, no puede desconocerse
porque nuestra cultura efectivamente la presencia de artistas fundamentales;
los supera:«No diremos, entonces, que pero lo son, porque a su alrededor se
el fetiche negro y el j uicio Final de Mi­ densifican los hilos de la historia y de
guel Ángel entran igualmente en la la investigación artística colectiva: <<Es
categoría artística porque el arte está un poco como sucede en los grandes
por encima de la contingencia históri­ ferroviarios que siempre llevan por
ca, universal; sería como explicar el sis­ necesidad el nombre de un centro re­
tema de parentescos diciendo que to­ gional pero aspiran a servir a todo el
dos los hombres son hermanos en el territorio circundante. Es por eso que
Señor. Lo que nos interesa son los vín­ si en los distintos capítulos emergen las
culos reales, directos o indirectos, ocul­ figuras de Cézanne, Seurat, Gauguin,
tos o patentes que se trenzan entre los Matisse, Picasso, Boccioni, Mondrian,
hombres y transforman a la humani­ Duchamp, etc, sucede co·m o en un
dad entera en una sociedad histórica. sistema ferroviario, obligado a
Diremos, entonces, que el fetiche ne­ esquematizar, a extender una red bas­
gro y el]uicio Final de Miguel Ángel for­ tante escasa de bifurcaciones y estacio­
man parte de un mismo sistema de re­ nes, pero que está movida por la pre­
laciones o de un mismo contexto his­ tensión de poder llegar a todas partes,
tórico, de modo que nuestra cultura, si se sabe usar. Las derivaciones exis­
admitiendo la coexistencia de esas ten, aunque se hacen cada vez más
obras en el mismo campo sutiles. Suspendidos de las estructuras
fenomenológico del arte, debe llegar a portantes de los discursos más amplios
definir su relación o las razones por las y extendidos, penden muchos flecos,
que no se puede entender a una de muchos retazos que ubican presencias
ellas sin entender también a la otra» 14• menores y esbozan espacios de servi­
cio o de desempeño. Expugnada una
Renato Barilli, por su parte, avanza una guarnición«mayor» y relevante, es in­
imagen acerca de su manera de proce­ evitable que «caigan» las menores» 15.
der en el análisis de la Historia del Arte Lejos, pues, de una línea lógica y uni-
13. Idem, p. 23. 83

14. Idem, pp. 23-24


15. BARILLI, Renato, L 'Arte Contemporanea. Da Cézanne alle ultime tendenze, Milán, Feltrinelli, 1988 (3), pp.
9-10. La versión castellana de esta obra será publicada próximamente por Editorial Norma de Santafé de Bogotá.

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versal, esta nueva Historia del Arte rei­ ción de un modelo global de moderni­
vindica la multiplicidad permanente zación concebido como un proceso li­
de nuevas interpretaciones, de nuevos neal imparable, que reduce el sentido
caminos para recorrer la distancia que del arte mundial a una compensación
une y separa, al mismo tiempo, las dis­ folklórica; y llegan hasta el peligro de
tintas poéticas. que la cultura mundial sea,« [... ] en rea­
lidad, un fantasma engendrado por los
A su vez, Hans Belting analiza cómo medios [de comunicación] que prome­
las ideas y métodos tradicionales de la ten a cada persona la misma participa­
Historia del Arte no son pertinentes ción en la cultura, por encima de las
para enfrentar la situación contempo­ limitaciones impuestas por el origen y
ránea 16. Pero, incluso más allá, desta­ el patrimonio. En este sentido, el arte
ca que la llamada cultura occidental mundial, que no está sujeto a barreras
corresponde, en realidad, sólo a los idiomáticas, es el símbolo de una nue­
miembros de una cultura que poseen va unidad del mundo, pero sólo pro­
una historia común:«Lo que llamamos porciona la materia prima de una nue­
historia del arte ha sido siempre una va cultura mediática que, a su vez, es
historia del arte europeo en la que, a controlada por los Estados Unidos y
pesar de todas las identidades nacio­ Europa» 19. La conclusión transitoria,
nales, la hegemonía de Europa queda­ que no busca eliminar los problemas
ba al margen de cualquier discusión» citados, es, en todo caso, que la llama­
17• Se impone, entonces, una historia da Historia del Arte es una invención
del arte mundial. Pero tal proyecto, de utilidad limitada y puesta al servi­
aparentemente simplista, enfrenta cio de una idea limitada del arte.
múltiples problemáticas, que comien­
zan desde la renovada pretensión del Quizá toda la discusión anterior pue­
Occidente europeo por imponer sus da resumirse, en última instancia, en
esquemas de autointerpretación a las la constatación de que la Historia del
demás culturas 18; o desde la imposi- Arte es un área de trabajo esencialmen-

16. BELTING, Hans, La fine della storia dell 'arte o la liberta dell 'arte, Turín, Giulio Einaudi Editare, 1990. El
original alemán apareció en 1983.
17. BELTING, Hans, «El arte mundial y las minorías: una nueva geografía de la historia del arte», en Humboldt,
84
Bonn, Editorial Inter Nationes, Año 38, 1996, Número 116, p. 46.
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18. La idea es que en todas partes debió suceder algo similar a lo que ocurrió en Europa; y los Mayas, por ejemplo,
acaban encasillados en períodos «clásicos» y «barrocos», con formas que se comparan con las de la historia tradicional.
19. BELTING, Hans, Ídem.
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te «postmoderna», nacida dentro del de la tecnología no pueden entender­


contexto de la crisis del concepto de se como simples medios pasivos que
modernidad que comienza a plantear­ habitamos, sino que son medios acti­
se en el Siglo XVIII. A lo largo de sus vos que, a la vez que transforman al
dos siglos de existencia ha vivido el hombre, son el origen de nuevas tec­
proceso de su propia muerte hasta con­ nologías: «Toda tecnología tiende a
cebirse como una disciplina que reco­ crear un nuevo mundo circundante
rre «transversalmente» toda la realidad para el hombre. [... ] En nuestros días,
del arte, al margen de ideas de progre­ el súbito cambio de la tecnología me­
sos lógicos y previsibles. cánica de la rueda a la tecnología del
circuito eléctrico representa una de las
mayores conmociones de toda la his­
11. LOS NUEVOS MEDIOS EN toria. La prensa de tipos móviles creó
LA HISTORIA DEL ARTE un nuevo mundo circundante, por
completo inesperado; creó el PÚBLI­
Pero si de esta reflexión teórica se pasa CO. La tecnología del manuscrito [v.gr.,
a una perspectiva histórica, debe reco­ la del papiro o la de los pergaminos
nocerse también la amenaza constan­ medievales] no tuvo la intensidad o
te que para una cierta concepción de poder de expansión necesario para
Historia del Arte han representado crear públicos a escala nacional. Las
siempre los nuevos medios y técnicas, que hemos llamado «naciones» en los
muchas veces ni siquiera desarrollados últimos siglos no precedieron ni pudie­
con intenciones estéticas. Y bien con­ ron preceder al advenimiento de la tec­
vendría limitarse al período que se ini­ nología de Gutenberg, del mismo
cia en el Siglo XVII I y que coincide con modo que no podrán sobrevivir la
la época en la cual aparece el desarro­ irrupción del circuito eléctrico, con su
llo de la disciplina de la Historia del poder de implicarnos de un modo to­
Arte. En ella, además, tiene plena vi­ tal a todos en la vida de todos» 20•
gencia la observación de Marshall
McLuhan acerca de los efectos del En otras palabras, si además de la dis­
cambio de una tecnología mecánica, cusión teórica y epistemológica del tra­
representada por la imprenta de bajo de los historiadores del arte, re­
Gutenberg, a una tecnología eléctrica flexionamos sobre el ambiente tecno­
y electrónica; y es que los ambientes lógico en el cual su desarrollo es posi-

85
20. McLUHAN, Marshall, La Galaxia Gutenberg, Madrid, Aguilar S.A. de Ediciones, 1972, pp. 7-8. La reflexión
de McLuhan está en la base del análisis de Barilli en el citado texto de L 'Arte Contemporanea, especialmente en
las pp. 15-22; un más amplio desarrollo aparece en BARILLI, Renato, Scienza della cultura e fenomenología degli
stili, Bolonia, JI Mulino, 1991 (2), especialmente en el capítulo quinto, «Nacimiento y desarrollo de la edad con­
temporánea», pp. 81-141.
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ble, surge también aquí la ya conocida ne un fuerte sentido didáctico y


muerte de la Historia del Arte, como moralizante; y ello no era posible a tra­
una consecuencia de la «aldea global» vés de la pintura única. Crea, enton­
mcluhiana. Es decir, ello no se produ­ ces, una nueva manera de entender el
ce única ni precisamente a raíz de re­ grabado: a partir de sus propias pintu­
voluciones artísticas sino sobre todo ras únicas, produce series enormes de
como efecto del cambio tecnológico grabados que incluso se venden anti­
sobre el mundo del arte. cipadamente en baratas suscripciones

1.
Conviene que comencemos con el
ejemplo de un cambio técnico produ­
cido dentro del contexto artístico. Y
aquí, quizá el primer gran problema lo
podamos referir a la expansión y
comercialización del grabado por par­
te de William Hogarth 21, quien a fina­
les del XVIII, sin proponérselo direc­
tamente, pone en discusión los sopor­
tes mismos de la Historia del Arte, y,
en concreto, el carácter único de la
obra. Es sabido que mucho antes de
Hogarth el grabado gozó de buena sa­
lud, ya desde finales de la Edad Me­
dia, pero sobre todo en los siglos XVI y
XVII con grabadores como Durero y
Rembrandt, quienes logran con este
medio algunos de los más altos desa­
rrollos artísticos de todos los tiempos.
Pero esos grabados tenían un carácter
autónomo con respecto a la pintura y,
lo que es más importante en nuestro
caso, la pintura lo conservaba con res­
pecto a ellos.

86 La idea de Hogarth fue la de lograr una


----

gran penetración de su trabajo, que tie-

21 . Sobre este tema, cfr., READ, Herbert, Arte y Sociedad, Barcelona, Editorial Península, 1970, pp. 201-215.
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promovidas a través de los periódicos. fuera de la historia real, en una espe­


Así, las series acerca de los matrimo­ cie de mausoleo, mientras que éstos
nios por conveniencia, de la historia de participarán de la vida concreta de ge­
una prostituta o de un libertino, de las neraciones. Se podría afirmar que de
trampas electorales, o los grabados la pintura al grabado se pierden mu­
únicos sobre variados temas, estuvie­ chas cosas, tales como el color, la tex­
ron en todas las casas de Inglaterra; un tura, el toque individual de la pincela­
golpe de genialidad y de fortuna de un da o el difuminado 22; pero tales pérdi­
artista que inclusive logró que el Par­ das parecen ampliamente compensa­
lamento aprobara una ley defendien­ das por la posibilidad de contacto di­
do los derechos de autor que Hogarth recto que el grabado ofrece: ¿A quién
reclamaba. Pero ante tal explosión de puede importarle no poseer un cuadro
arte no puede olvidarse el al cual no podía aspirar en ningún
ocultamiento del original; la evolución caso? Así, ya desde el Siglo XVIII, la
tecnológica cambia lo único por lo imagen seriada gana una batalla defi­
múltiple hasta un punto tal que inclu­ nitiva porque se hace accesible y con­
so en nuestros días el valor estético que creta, contra un original cuya existen­
reconocemos a Hogarth está referido cia es prácticamente metafísica.
más a este proceso de extensión del
arte que a la calidad, muchas veces dis­ 2.
cutida, de sus pinturas originales. Y es Pero la posibilidad de conflicto y crisis
que, en el fondo, éstas pasan a segun­ aumenta cuando el arte debe enfren­
do plano y pierden interés. tarse, no ya con el desarrollo de técni­
cas que le son intrínsecas, sino de una
Así, seguramente sin proponérselo, tecnología exterior a él pero que pare­
Hogarth arremete también contra la ce ocupar sus espacios. Es lo que va a
naciente institución del Museo donde ocurrir con el desarrollo de la fotogra­
acabarán finalmente colgadas las pin­ fía 23, con la cual la imagen entra ple­
turas a partir de las cuales se realiza­ namente en la lógica del desarrollo de
ron los grabados: aquéllas se pondrán la era mecánica 24: en ese momento se

22. No son muy distintas las lamentaciones frente a la imagen de una pintura vista a través del video o del
computador.

23. Cfr. para este asunto, DEBRAY, Régis, Vida y muerte de la imagen. Historia de la mirada en Occidente,
Barcelona, Ediciones Paidós, 1994, pp. 223-229. Debray sigue el proceso desde la fotografía hasta el software,
pasando por el cine, la televisión y el video (capítulo 10 «Crónica de un cataclismo», pp. 223-250); en nuestro caso, 87
----

la fotografía es, pues, sólo un ejemplo dentro de un proceso muchísimo más extenso y complejo.

24. Renato Barilli insiste en la importancia de considerar a la fotografía en el marco del universo mecánico­
gutenberiano y, por lo tanto, como desarrollo extremo de un pensamiento que se remonta al Renacimiento; BARILLI,
R., L 'Arte Contemporanea, Op Cit., p. 19.
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inicia la transición entre las artes plás­ Pero con el tiempo, se hizo clara di­
ticas y la industria visual. La invención ferencia entre ambos tipos de ima­
de Daguerre fue anunciada el 18 de gen, ya para artistas como Courbet,
agosto de 1839 como una herramienta Degas o Toulouse-Lautrec, y hasta el
para la investigación científica de la Picasso de Guernica, que se sirvieron
naturaleza: el anuncio «[... ] tuvo lugar ampliamente de materiales fotográ­
en la Academia de Ciencias, no de Be­ ficos para el desarrollo de su obra.
llas Artes, y Arago actuó con habilidad Nada qué temer por tanto, al menos
dirigiéndose de entrada a sus colegas. hasta cierto punto.
El procedimiento no era a sus ojos nada
más que una herramienta, un elemen­ Porque, en todo caso, por supuesto,
to auxiliar del trabajo científico puesto muere buena parte de lo que pasaba
a disposición de los astrónomos, de los por pintura en el momento de apa­
botánicos, de los arqueólogos. Pero recer la fotografía. El fotógrafo se
Delaroche, pintor de batallas entonces apropia rápidamente de los géneros
en el pináculo, salió de la sesión excla­ del retrato, de los panoramas rurales
mando: «A partir de hoy, la pintura ha y urbanos, de las ilustraciones y los
muerto»» 25• Los pintores y críticos reportajes, de las copias, y en gene­
simbolistas, mayoritarios en la época, ral, de todos los campos cubiertos por
vieron en la nueva herramienta un los llamados pintores «de oficio», más
auténtico sacrilegio, una máquina im­ que artistas, artesanos esencialmen­
personal, «Sin alma y sin espíritu», te técnicos. La pintura se convierte en
como la calificará Baudelaire: equiva­ una actividad de élites, con una in­
lía a dejar de lado el corazón impal­ fluencia social más restringida que
pable de lo vital que latía en la pintu­ en el pasado, pero, a la vez, con un
ra y reemplazarlo por la introducción nivel de exigencia mayor en cuanto
de un automatismo material. Era la a su calidad estética. Así, la pintura
muerte del arte eri manos de la tec­ se descubre liberada de la literatura
nología. « En la pintura, dice e inclusive de la misión de represen­
Delacroix, espiritualista profundo, es tar lo real, y puede plantearse el pro­
el espíritu el que habla al espíritu, y blema de la pintura misma, lo que la
no la ciencia la que habla a la ciencia» lleva a redescubrirse y crear, así, to­
26• Como consecuencia, la muerte de das las posibilidades que ocupará en
la Historia del Arte debía encontrase, el ámbito contemporáneo 27•
a lo más, a la vuelta de la esquina.
88
25. DEBRAY, Régis. Op Cit., p 225.

26. Idem, p. 226.

27. Cfr., ARCAN, Giulio Carla, L 'Arte Moderna, Op Cit, pp. 90-91.
H

Pero no se vieron, entonces, sólo pro­ llamos el «a cada uno su imagen», ten­
blemas. Desde el comienzo fue claro dremos el turismo universal, y el ál­
que no cambiaría sólo la pintura sino bum de familia. Kodak fue a la imagen
que se vería afectada toda la función lo que Lutero a la letra. 1888: «Pulse el
de la imagen: «Pronto veremos las botón, nosotros haremos el resto». Hoy
bellas estampas, que sólo se encontra­ en día cien mil millones de clic-clacs
ban en los salones de los ricos aman­ por año. Lo excepcional se ha hecho
tes del arte, adornar hasta la modesta cotidiano, y la laboriosa operación del
morada del obrero y el campesino», especialista se ha convertido en un jue­
escribía La Revue Franc;aise el mismo go de niños. LDecrece el poder de la
2
año de 1839 8• imagen con la democratización del
poder de producir imágenes? El pres­
Pero el efecto será cada vez mayor y tigio clerical de los profesionales exige
las consecuencias impredecibles, a cierto enrarecimiento, y, aunque no sea
medida que se resuelven los problemas muy mathusiano, la Kodak de bajo pre­
técnicos y la fotografía se convierte en cio no ha perjudicado el misterio del
una actividad masiva; entonces, afec­ «artista fotógrafo» en su estudio con co­
ta cada vez más la concepción del que­ lumna, cortina y velador menos que la
hacer artístico. La imagen se ve some­ Sony video-S o la Pathé-Baby han per­
tida a una «reforma» de repercusiones judicado la del gran cineasta en los in­
tan definitivas en su campo como lo accesibles platós de Boulogne­
29
fue la reforma protestante en el terre­ Billancourt» •
no religioso. Dice Debray: «Aunque las
primeras placas de cristal no podían Pero la corta historia de la fotografía ha
hacer copias, la invención conlleva el conmovido también los terrenos de la
procedimiento que desemboca en el Historia del Arte. Ante todo, por el de­
Fotomatón y la Polaroid. Como el libro sarrollo de una manera nueva de
de bolsillo está en el extremo de la Bi­ vivenciar la relación con las llamadas
blia de Gutenberg, pero pasando por «obras maestras». La emoción que an­
el aligeramiento del aparato, la reduc­ tes parecía reservarse exclusivamente
ción del tiempo de exposición, el ne­ para el encuentro en la intemporalidad
gativo de vidrio, el procedimiento del del museo con la obra de arte absolu­
colodión, etc. Si desarrollamos el «a ta, parece desplazada por la vibración
cada uno su Biblia», tendremos el «to­ que produce la fotografía de la actua­
dos sacerdotes» del reformado, y a la lidad: los cuadros siempre estarán allí
postre el sufragio universal. Si desarro- esperándonos y siempre podremos

28. Citado por DEBRAY, R., ibidem.

29. Op Cit., pp. 226-227.

_/
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REVIS1A
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PONTifiCIA
BOUVARIANA

verlos en su permanente presente; pasado de la sección de «ocio» a la sec­


pero, seguramente, no conviene per­ ción de «artes» del New York Times en
der, en este instante, la posibilidad de 19 75). Entonces los mejores fotógrafos
ver lo que sólo se nos da una vez como son erigidos en grandes hombres (con­
presente: la fotografía nos permite el sagración de Brassai:, Lartigue, Cartier­
instante irrepetible, y el estremeci­ Bresson)» 31• Las más recientes tecno­
miento se desliza, más allá de los mu­ logías visuales nos llevan a mirar con
seos y las iglesias, de lo intemporal a la renovada reverencia estas nuevas
actualidad. «obras maestras».

El asunto, sin embargo, no es unilate­ Pero también el ejercicio académico de


ral. Seguramente la fotografía vive en la Historia del Arte se ha visto afecta­
las últimas décadas un proceso de con­ do. Por lo menos desde mediados de
sagración museal que, al menos desde este siglo asistimos a la evidente pre­
la perspectiva de Debray, debe consi­ sencia de un nuevo tipo de espectador;
derarse en relación con la situación de es el «público de vanguardia» que en­
peligro en que la han puesto el video frenta el arte a partir del reconocimien­
y la imagen digital: «El efecto patrimo­ to de una «tradición de lo nuevo» 32,
nio es también «el pataleo» de las responsabilidad de galeristas, críticos
imaginerías con dificultades» 30, seña­ e historiadores del arte. Al buscar los
la, y recuerda cómo la valoración del factores que puedan explicar esta situa­
grabado como arte noble o la multipli­ ción, Gombrich encuentra, quizá como
cación de los museos de pintura en la principal entre otros, la difusión de la
segunda mitad del Siglo XIX coinciden fotografía, convertida en rival de la
con el auge de la fotografía. « [ ... ] en los pintura: no sólo impone a las artes más
años setentas, cuando el fluido video tradicionales la necesidad de explotar
invade las pantallas, la fotografía es a otras posibilidades de representación
su vez consagrada como arte de pleno de la naturaleza, sino que, «[... ] entre
derecho, con las publicaciones perió­ esa ingente cantidad de fotografías,
dicas en los museos de arte contempo­ tienen que ser muchas las que salgan
ráneo (las exposiciones de fotos han bien y sean tan hermosas y

30. Op Cit., p. 249.

31. Op Cit., p. 250.


90
32. Ambos conceptos proceden de Harold Rosenberg; ROSENBERG, Harold, La tradición de lo nuevo, Caracas,
Monte Ávila Editores, 1969; cfr. para nuestro asunto, GOMBRICH, E., Historia del Arte, cit., p 511. La ruptura
es importante si se recuerda la reacción del público ante las exposiciones de nuevos artistas, por lo menos desde el
célebre Salón de Rechazados de 1863, pasando por las muestras de los Impresionistas, hasta el intento de sabotear
el homenaje a Picasso en el Salón de Otoño de París en 1944.
HISTORIA OH ARTE Y NUEVOS MEDIOS TÉCNICOS

evocadoras como muchos de los cua­ tad del XX, está determinado por una
dros de paisaje, y tan elocuentes y tecnología mecánica que encuentra su
expresivas como muchos retratos pin­ manifestación constitutiva en la im­
tados» 33• Los problemas que de esta prenta de tipos móviles de Gutenberg.
situación surgen para la Teoría y la Surge de allí la cultura de la página
Historia del Arte son evidentes pues impresa y del libro, que a través de una
replantean el estatuto del artista, lo larga acción subliminal nos impone
mismo que el de la obra de arte; y una visión de la realidad y del espa­
quizá puede decirse que no han sido cio, basada en el predominio de la lí­
ni enfrentados ni resueltos todavía. nea recta, en los tres ejes, izquierda­
derecha, arriba-abajo, adelante-atrás,
3. que determinan respectivamente las
El problema más definitivo, sin embar­ líneas, los párrafos y las páginas del li­
go, no surge a partir de simples cam­ bro impreso. Tal visión encuentra su
bios en las técnicas artísticas (como en expresión abstracta en la geometría
nuestro ejemplo del grabado) ni de la analítica de Descartes y su forma sim­
aplicación a las artes plásticas de desa­ bólica en la perspectiva del Renaci­
rrollos tecnológicos (como en la foto­ miento. La obra de arte, desde el Re­
grafía). Lo que resulta esencial para el nacimiento hasta el Impresionismo,
Arte es el paso de un ambiente tecno­ pero con evidentes movimientos ha­
lógico de matriz mecánica a otro de cia el Siglo XVIII y hasta el XX, corres­
carácter eléctrico-electrónico 34• Sobre ponde al ambiente tecnológico de la
las ideas de Marshall McLuhan, espe­ imprenta y el libro, que le imponen
cialmente en su texto La Galaxia características tales como el formato
Gutenberg, Renato Barilli logra caracte­ rectangular, el carácter de imagen des­
rizar las consecuencias de ese cambio tinada al goce solitario y silencioso por
en el arte, y, de hecho, plantear una medio de la sola visión, el espacio ilu­
nueva posibilidad de entender el pro­ sorio, la posibilidad de posesión priva­
blema de los estilos y períodos en la da, de coleccionismo y exhibición
Historia del Arte a partir de su vincu­ museal, y la separación efectiva del
lación con el ambiente tecnológico. curso de la vida cotidiana.

El período histórico comprendido en­ Desde el Siglo XVIII se asiste a la apa­


tre los siglos XV y XVIII, con una evi­ rición de las primeras formas de la elec­
dente extensión hasta la segunda mi- tricidad, que se consolida en la segun-
91

33. GOMBRICH, E., Op Cit., p. 516.


3�; Cfr. arriba, no�a 19. Debray formula el mismo fenómeno (dándole un peso definitivo a la difusión de la televi­

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swn a color a partzr de 1968) como el paso de la «grafosfera» a la «videosfera». �1
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PONTIFICIA
BOUVARIANA

da mitad de XI X y determina todo el ¿cómo hacer historia de un fenómeno


Siglo XX, con sus dimensiones de ener­ que apenas comienza? Pero ello equi­
gía eléctrica que reemplaza la energía valdría a pensar que esta disciplina se
mecánica, y de electrónica que trans­ reduce a un mero recuento de eventos
forma las comunicaciones. Hoy asisti­ que, lógicamente, sólo comienzan a
mos a la presencia invasora de la ra­ producirse en este campo; pero si en­
dio, la televisión y el video que se nos tendemos que por medio de la Histo­
imponen en una forma envolvente, y ria del Arte es posible, como dice
han dejado atrás la validez de las co­ Argan, remontarse a los antecedentes
ordenadas cartesianas. Hoy la obra de de UJ:1 fenómeno e investigar los vín­
arte corresponde a este nuevo ambien­ culos que lo enlazan a toda una situa­
te tecnológico y, por ello, es invadente ción cultural (y no sólo específicamente
del espacio real, ha roto con la artística) y analizar cómo ese comple­
bidimensionalidad del cuadro o la abs­ jo de relaciones se extiende hasta el
tracción de la escultura marmórea, se presente, tendremos aquí, por lo me­
refiere directa e indirectamente a to­ nos, una posibilidad de formular pro­
dos los sentidos, reivindica un disfru­ blemas para la discusión teórica, críti­
te coral, llama a la discusión, no puede ca e histórica.
ser objeto de posesión y muchas veces
ni siquiera de exhibición y, en síntesis, En medio de la multitud de posibles
se vincula de manera directa a la vida cuestiones pertinentes para la Histo­
cotidiana. Las consecuencias son tan ria del Arte, o para su muerte, ante el
protuberantes, aun para la mirada más producto de los nuevos medios elec­
superficial sobre el Arte Contemporá­ trónicos, hay cuatro que nos parecen
neo, que se ha puesto en total discu­ particularmente destacadas:
sión toda la Historia del Arte, incluso
desde el mundo prehistórico. 1.
La relación arte-realidad. Quizá el pro­
En este contexto la más recién llegada blema más complejo desde un punto
es la imagen desarrollada a partir del de vista teórico sea el de la relación
computador. entre arte y realidad, pues en ella se
ha fundamentado en buena medida,
no sólo la concepción del arte sino la
111.
LA IMAGEN VIRTUAL comprensión misma de su historia.
Y LA HISTORIA DEL ARTE Para demostrarlo basta recordar el paso
92 de la Edad Media gótica al Renaci­
La primera tentación que puede sur­ miento, o la crítica del Impresionismo
gir cuando la Historia del Arte se al arte academicista del Salón oficial, e
aproxima a la imagen digital es la de incluso los manifiestos de vanguardias
desconocerle aquí toda participación: como el Futurismo. En todos esos ca-
H

sos puede percibirse que el arte se en­ pues el carácter autorreferencial de esa
tiende como reflejo de la realidad o, si imagen puede conducirnos a una nue­
lo miramos con una actitud más críti­ va era del «arte como manifestación de
ca, como reflejo de ideologías domi­ la verdad», pero sin contenido, es de­
nantes o en procesos de consolidación. cir, con el agravante de que ahora el
En otras palabras, ya desde los griegos fundamento de la verdad resida exclu­
predominó la idea del arte como siva y acríticamente en el medio; sería
mímesis, aunque este mismo concep­ la «televisionalización» del arte: un arte
to fuera cambiando de significación a entendido como la televisión, que no
través de los siglos. La Historia del comunica la realidad sino que crea ella
Arte, entendida como sucesión de es­ misma el acontecimiento. Y es que un
tilos, se dedicó a plantear esa evolución arte en el cual «el medio es el mensa­
de la concepción mimética y a anali­ je», es decir, un arte en el cual primara
zar su desarrollo en obras concretas. el computador, a la vez como medio y
contenido de la obra sería, sin lugar a
Pero la imagen producida por compu­ dudas, la muerte del arte; pero, en este
tador plantea una situación diferente caso, la muerte del arte por computa­
en la cual la mímesis puede quedar dor, por supuesto. Ello no debe leerse
descartada; en el caso de la realidad en clave catastrófica, sino como el reto
virtual, la imagen existe antes e inclu­ esencial de la calidad estética; el rego­
so al margen de toda realidad exterior. deo en el medio se dio y continúa dán­
Llegamos, así, plenamente a la idea de dose en amplios campos de la fotogra­
la obra de arte como construcción que fía, del cine o del video; y, obviamen­
adquiere un poder tal que es la reali­ te, ha ocurrido siempre con muchos
dad misma la que debe imitarla para pintores y escultores que nunca han
poder existir. La imagen del computa­ accedido al arte, pues tampoco los
dor se refiere ante todo a sí misma, sin medios académicos garantizan «de ofi­
necesidad de una realidad física corres­ cio» la construcción de sentido de la
pondiente: «Toda la relación ontológica obra en lo real.
que devaluaba y dramatizaba a la vez
nuestro diálogo con las apariencias Por eso, al señalar los riesgos que con­
desde los griegos, se ha visto inverti­ lleva la aparición de las imágenes
da. [ ... ] La paradoja es que, entonces, virtuales o digitales no hay temores
la Imagen y la Realidad se hacen apocalípticos. Porque de todas mane­
indiscernibles: un espacio así es ras, La Historia del Arte podrá seguir
expresable e impalpable, a la vez no encontrando que esas imágenes
ilusorio e irreal», dice Debray 35• Es un virtuales son siempre productos huma­
camino que entraña graves riesgos nos que se deben analizar, juzgar y re-

35. DEBRAY, R., Op Cit., p. 238.


REVJST/1
UNIVERSIDAD
PONTIFICIA
BOLIVARIANA

lacionar. Pero en el proceso se pueden llegar a significar. Ante las maravillas


llegar a establecer conceptos tan dife­ posibles a través de sistemas cada vez
rentes a los an­ más ami-
teriores

que g a­
queda bles, vie­
atrás lo ne a la men-
que fue la te la diatriba de
base del arte en un Leonardo Da
Occidente y, por Vinci pintor, contra la
tanto, muere una vez escultura; pero, sobre todo,
más La Historia del Arte lo que ese ataque significaba
que lo explicó. como contraposición entre una po­
sibilidad de que el arte llegara a ser
2. aceptado como actividad liberal y la
Los nuevos productos frente al dura realidad de su trabajo material,
paradigma artístico. Asistimos a una físico y manual. Con toda seguridad,
simplificación creciente del proceso un hombre corno Leonardo, que en­
94 artístico que posibilitará, sin duda, la tendía la pintura como un arte pura­
aparición de nuevos caminos para ac­ mente mental, comprendería de entra­
ceder a la producción de «obras de da que las posibilidades que este final
arte», independientemente de lo que del Siglo XX ofrece al arte, se pueden
el concepto de «obra de arte» pueda explotar todas en la línea de su creci-
HISTORIA DEL ARTE Y NUEVOS MEDIOS TÉCNICOS

miento y desarrollo. Quizá no poda­ tes y de «operadores» distintos a los de


mos decir que aquí vuelve a eliminar­ antes; incluso puede ser el ocaso de la
se el oficio que parecía estar recupe­ figura del artista profesional,
rándose desde el fin del Arte Concep­ imperante desde el Renacimiento. Po­
tual; pero sí tendrá que aceptarse que siblemente ya no será tan adecuada la
el oficio es ahora un concepto que cu­ atención al desarrollo de la poética de
bre un área por lo menos parcialmen­ un artista individual, como la que ha
te distinta a la del artista visual o plás­ impuesto la evolución del Arte Con­
tico anterior, sin que se puedan dejar temporáneo, y quizá debamos enfren­
de lado muchos de sus componentes tarnos, más bien, con la significación
esenciales, tales como problemas global de un nuevo orden estético y
compositivos y teorías de color. visual. Renato Barilli lo preveía así en
19 75: «En último término, debe pre­
Pero con esta posibilidad de simplifi­ guntarse si vale todavía la noción de
car los procesos viene a la mente arte: dado que ésta (y su equivalente
Joseph Beuys y su concepto ampliado griego, «techne») indica siempre un
del arte y de que todo hombre es un acto elaborativo-productivo que des­
artista. Esos planteamientos tienen emboca en la manipulación de un ob­
ahora nuevas oportunidades de reali­ jeto material, no parece que responda
zación, aún en direcciones que Beuys, ya demasiado al universo electrotécni­
comprometido con los valores de lo co-electrónico, donde se abren y se cie­
biológico, quizá no compartiría siem­ rran circuitos, se inducen estados, se
pre. Pero esas oportunidades se dan registran informaciones. De la produc­
por el carácter amigable de los siste­ ción artística se pasa a la animación
mas y no por un rebajamiento de los estética (donde el té:J;"mino se debe to­
problemas del arte. En otras palabras, mar también en su significado
el computador puede facilitar al artis­ etimológico, como lo que tiene que ver
ta la producción de la obra; y, más aún, con la vida de los sentidos). El artista,
es un medio que posibilitará a muchos ya no exclusivamente visual, se con­
hombres la realización de obras de arte, vierte en un técnico de la estimulación
a hombres que no lograrían producir­ estética, del masaje de lo sensorio co­
las por medios académicos. Pero, como lectivo. Pero aunque falte el aspecto de
medio que es, no tiene el poder para la producción material de un objeto,
crear al artista donde no existe ni pue­ no decrece el de la habilidad, el del
de garantizar de entrada la calidad de ejercicio sapiente: los operadores esté­
los resultados. ticos de la era eléctrica del «frío» no son 95
espontáneos ni naifs afectados por el
Así, la Historia del Arte deberá dar primer impulso, sino que, como antes
cuenta de la realidad de unas obras que los artistas del pasado, estudian aten­
son producto de procesos muy diferen- tamente las modalidades más eficaces
REVIS f/\
U N IVERS I DA D
PONTI F I C I A
BOL I V A R I A N A

de intervención, adquiriendo una ha­ tendida con los dedos, bajo los soles
bilidad técnica para realizarlas» 36• inclementes del verano en Arlés, y la
actividad del artista digital, tecleando
3. en su computadora, no puede medir­
El arte y la corporalidad. La nueva rea­ se como una diferencia del placer que
lidad nos enfrenta con unos procesos puede producir la producción de la
concretos pero inmateriales: «El islote obra, ni tampoco, por supuesto, con su
de las Bellas Artes se incorpora a la cir­ calidad estética. Pero será, en todo caso,
culación general del software. Victoria un placer distinto, resultado de juegos
del lenguaje sobre las cosas y del cere­ diferentes, en los cuales se gana y se
bro sobre el ojo. La carne del mundo pierde a la vez; como el niño que deja
transformada en un ser matemático el balón para jugar nintendo, segura­
como los demás: esa sería la utopía de mente gana y pierde en su elección.
las «nuevas imágenes>»> 37. Aunque te­
nemos ya en nuestro haber la experien­ Y tal vez lo que aquí se ha perdido de­
cia del Arte Conceptual, no puede de­ finitivamente son los valores anterior­
jar de plantearse de nuevo aquí el pro­ mente legados a la dimensión plástica
blema de que se elimina la relación del arte, al contacto directo y personal
entre el cuerpo y la materia que ha sido con la materia que hacía del resultado
esencial en todo el desarrollo del arte una realidad irrepetible e inimitable.
hasta nuestros días. Incluso en el Con­ Pero además, ahora, en la medida en
ceptual más analítico o tautológico se la cual toda la extraordinaria variedad
filtraba siempre la materia, aunque de lo que puede lograrse a través de la
fuera a través de la reproducción foto­ computadora está de alguna manera
gráfica de textos. Y por fuera de ese tipo presente en los cálculos originales y en
de poéticas, el contacto con la materia el diseño de los programas, se pone
ha sido un elemento constante en todo necesariamente en discusión el viejo
el arte de nuestro tiempo que ve en ese asunto de la obra de arte entendida
hecho la posibilidad de vinculación como evento único e irrepetible. De
con lo real, entendido en su dimen­ nuevo está, pues, sobre la mesa el con­
sión sociológica, psicológica, simbóli­ cepto mismo de «Obra de arte»: «Los
ca o simplemente cotidiana. sortilegios de lo absolutamente inimi­
table han abarcado hasta esta maña­
El paso que existe entre la pintura pas­ na, en un mismo júbilo anhelante, la
tosa de Van Gogh, muchas veces ex- reproducción de lo real por la mano y
96
36. BARILLI, Renato, «Dall 'Informale caldo all 'Informale freddo», en RUSSOLI, Franco (bajo la dirección de),
Al di lá della Pittura, Milán, Fratelli Fabbri Editori, 1975, pp 2-3.

37 DEBRAY, R., Op Cit., p. 237; cfr. los parágrafos titulados «La bomba numérica, 1980» y «La técnica como
poética», pp. 237-250.
HISTORIA D E l ARTE Y NUEVOS ME D I OS TÉCNICOS

fragilidad de una mirada, tabú moral so directo sino a través de la pantalla o


por su unicidad biológica. En el de la impresora que nos ofrecen siem­
tecnoarte, como a menudo antes, el pre un resultado más pobre que esa
concepto precede al sentimiento. Pero realidad inaccesible del disco,
aquí el número predetermina el resul­ explorable pero impalpable, a la vez no
tado, no hay montaje posible y lo que ilusoria e irreal, como dice Debray. En
se encuentra está íntegramente en el fin, aquí no parecen valer las ideas del
cálculo: desencarnación logocéntrica contacto directo ni el criterio de que
de la carne sensorial de lo visible» 38• más allá de las buenas intenciones del
artista lo que interesa es la realidad
4. efectiva de su obra, con las cuales pro­
No son menos interesantes las pregun­ cedió hasta ahora la Historia del Arte;
tas que se debe formular ahora toda ésta es una obra que nunca vemos real­
Historia del Arte acerca de la forma de mente de una manera total y en la cual
enfrentar las obras que se presentan a siempre son más ricos los procesos que
través del medio digital. los resultados, necesariamente media­
dos. Pero este mismo asunto puede ser
Gombrich afirma que sólo analiza en invertido y mirado también a partir de
su Historia del Arte obras que conoce los resultados, pues, corno es obvio, la
directamente y prefiere dejar de lado, intención del operador estético no se
hasta los límites de lo indispensable, limita a elaborar un trabajo para que
aquellas a las que ha tenido acceso sólo quede oculto en un disco, el cual tam­
a través de fotografías 39; Argan sostie­ poco se agota en su sola realidad nu­
ne que « [ ... ] la historia del arte es la mérica; sería corno si la intención del
única entre todas las historias especia­ videoartista se redujese a la sola cinta.
les que se hace en presencia de los he­ El problema es que en el mismo uso
chos y, por tanto, no tiene que evocar­ de los medios electrónicos está explí­
los, reconstruirlos ni narrarlos, sino cito su propósito comunicativo a tra­
sólo interpretarlos» 40• Pero nosotros, vés de medios de lectura y disfrute. Y,
ante lo digital siempre podemos pre­ de la misma manera que todas las ve­
guntarnos acerca de dónde está la obra, ces que observamos un videoarte es­
pues su presencia riüsma parece esca­ tamos en contacto con el original, por
parse. La obra, en realidad, es una in­ lo menos mientras se conserven sus
formación contenida en un disquete; parámetros primitivos, todas las veces
a ella, por tanto, nunca tenemos acce- que se imprime el archivo que contie-
97
38. Op Cit., p. 242.

39. GOMBRICH, E, Op Cit., p. 11.

40. ARCAN, G.C., «La historia del arte», Op Cit., p. 25.


RE\ IS l A
U N I VERSI DAD
P O N T I F IC I A
BOLIVARIANA

ne una obra por computador, y que de óleo se encontraba frente al cuadro


esté destinada a ser impresa, se obtie­ realizado por el pintor. Pero el opera­
ne un origillal. Pero, entonces, más allá dor del programa tampoco está redu­
de esa matriz de información que es el cido a una simple labor mecánica y
archivo, puede haber múltiples origi­ debe desarrollar nuevas habilidades:
nales, incluso infinitos. Así, el proble­ es, de alguna manera nueva, un «ar­
ma del conocimiento directo de la obra tista» o un «operador estético», no un
se invierte, de lo inmaterial a la artesano electrónico; y la complejidad
indeterminación de la cantidad. Con de los procesos implicados en la pro­
ello, necesariamente, desaparece el ducción del programa vienen a sepul­
concepto de original que ha regido tar muy profundamente la imagen clá­
hasta ahora 41 y que está ligado a la rea­ sica del inspirado artista solitario. Qui­
lidad única de la obra -hasta un pun­ zá nadie negaría ya el trabajo creativo
to tal que cuando encontramos dos de aquel teórico ingeniero del software,
pinturas iguales sabemos que una de lo que conduce, necesariamente al re­
ellas es una copia y no tiene valor conocimiento de su participación en la
«pues no es el original»-. Por eso, obra de arte final, reconocimiento que
cuando decimos que puede haber no encuentra un paralelismo adecua­
múltiples originales de una obra por do en la ya clásica relación entre pro­
computador estamos afirmando, de ductor y director en el campo cinema­
hecho, que no existe el original o, por tográfico. La vinculación aquí es más
lo menos, que su existencia tiene un decisiva y total; es decir, se impone un
significado completamente diferente al nuevo estatuto del artista digital.
del arte anterior. En esa paradoja la
pregunta sigue vigente: ¿Dónde está Y finalmente, también cabe preguntar­
la obra? ¿cuál es? O, mejor, en defini­ se por el espectador. Como es obvio,
tiva ¿cómo es original la obra digital? no podremos imaginarlo ya solamen­
Pero, quizá más grave aún, ahora re­ te como el habitual visitante del mu­
sulta necesario preguntar también seo histórico, que ve los resultados im­
dónde está y quién es efectivamente presos de imágenes digitales, o panta­
el artista; porque no podríamos soste­ llas que presentan el desarrollo de un
ner que el ingeniero que desarrolla el programa; ello equivaldría a identifi­
software esté frente a la obra produci­ car la imagen del computador con la
da con su programa en la misma situa­ del video. Sin duda, estas imágenes
ción en la cual el productor de tubos imponen para su pleno desarrollo el
98 despliegue del museo interactivo don-

41. Este asunto ya había recibido un fuerte cuestionamiento desde el grabado y la fotografía, donde también se
llega a un arte múltiple; pero allí decimos expresamente que se trata de copias, que inclusive se numeran, a partir
de un original; en el caso del grabado se llega muchas veces a destruir las planchas, es decir, los originales, con lo
cual se cierra toda posibilidad de ampliar la serie.
Hl

de cada obra es sólo una incitación para nos pone en guardia frente a la valo­
que el espectador participe con su pro­ ración indiscriminada de los medios de
pio trabajo; allí se modifican radical­ producción de la obra porque, a pesar
mente las relaciones tradicionales de de su importancia, ellos solos no defi­
espacio y tiempo que se establecían nen su potencialidad; el arte aparece
entre el espectador y el arte en el mu­ en la explotación y el trabajo incesan­
seo y, en general, en el disfrute de la te sobre los medios: « [... ] en cierta for­
obra; los parámetros del arte anterior, ma tenemos derecho a hablar de arte
con sus connotaciones de espacio se­ cuando ciertas actividades llegan a ser
parado, es decir, sagrado, son un fin en sí», dice Gombrich; y conti­
remplazados por el tiempo y el espa­ núa, citando un texto de su Historia: «El
cio de la vida cotidiana, de la vida vi­ secreto del artista consiste en que rea­
vida. Quizá valga la pena señalar que lice su obra tan superlativamente bien
la actividad de este nuevo espectador que todos olvidemos preguntar qué
desencadena otra vez, y desde el co­ significa, para admirar tan sólo su
mienzo, la espiral de todas las cuestio­ modo de realizarla» 42•
nes: ¿cuál es la obra? ¿Dónde está?
¿Quién es el artista? Y, en fin, la eter­ Nuestra inquietud de partida se refe­
na pregunta: ¿Qué es el arte? Porque ría a la muerte de la Historia del Arte
si, al fin de cuentas, el espectador se frente a los nuevos medios electrotéc­
ve incitado a realizar un nuevo tra­ nicos o, si se prefiere, a la posibilidad
bajo, ¿dónde queda el valor de comu­ de una Historia del Tecnoarte. Y el
nicación de la obra que lo incita, dón­ asunto nos obliga a preguntarnos si sea
de quedó el mensaje que no era el todavía posible pensar en una Histo­
sólo medio? ria del Arte cuando todos sus concep­
tos básicos se han visto modificados:
la relación con la realidad, el hecho de
CONCLUSIÓN la obra misma, el estatuto del artista y
hasta el papel del espectador. «El arte
Obviamente, no nos corresponde pro­ está moribundo»: es una frase que qui­
fetizar acerca del desarrollo del arte zá pudiera explicar la complejidad de
producido por computador, no sabe­ este panorama, si no hubiese sido pro­
mos si llegará a desarrollarse como un nunciada por Plinio El Viejo en el si­
«gran arte», independientemente de lo glo primero de nuestra era.
que ese concepto pueda llegar a
Y tampoco la Historia del Arte parece
modificarse. Pero quizá sea útil escu­
char la experiencia de la Historia que muerta. Es ya un plknteamiento que
le compete, el que nos permite consta-

42. GOMBRICH, Ernst y Oidier Eribon, Op Cit., p. 74.


REVISTA
U NIVERSIDAD
PON T I FICIA
BOL IVARI A N A

tar que la superación de lo mecánico y juzgarlas; si renunciamos a hacerlo nos


el paso a lo electrónico parece haber­ disponemos a soportarlas pasivamen­
nos conducido de nuevo al ambiente te» 43• Ante la frecuente afirmación de
de la magia, que más nos acerca al que se trata aquí de la magia de la má­
hombre primitivo que al culto y crítico quina electrónica inexplicable, o de
intelectual de la modernidad, siempre imágenes que ya no son trascendenta­
preocupado por entender las causas y les como las del arte anterior a la
efectos mecánicos de las máquinas o «postmodernidad» y que por lo tanto
de los fenómenos. Pero esta nueva no vale la pena detenerse a interpre­
magia electrónica no logra hacernos tar, las disciplinas artísticas tienen la
olvidar que nos enfrentamos con unos responsabilidad de ocuparse de estas
resultados que son definitivamente nuevas realidades para que el hombre
humanos. Así, aunque el común de las contemporáneo no se vea en la situa­
personas que se sientan ante un com­ ción de soportarlas pasivamente, re­
putador u observan sus productos no nunciando a su humanidad.
sepan cómo funciona efectivamente el
aparato, ello no significará nunca que Puede parecer anacrónico esperar algo
podamos desconocer que la imagen de la Historia del Arte en esta época
producida a través suyo es siempre el «posthistórica», pero precisamente su
resultado de una acción humana. En empeño en interpretar el mundo de las
otras palabras, es normal que maneje­ imágenes y de lo visual reivindica su
mos una tecnología avanzada sin que papel actual. En primera persona, yo
sintamos la necesidad de dominar sus creo que la Historia, que puede cam­
procesos internos; pero ante las accio­ biar de criterios, de métodos, de aspi­
nes humanas, incluso las desarrolladas raciones y presupuestos, es una nece­
por medios altamente tecnológicos, no sidad vital, la necesidad de preguntas
podemos permanecer neutrales: « [ ... ] más que de respuestas:
las juzgamos y sabemos que podemos

1 00

43. ARCAN, G.C., Op Cit., p. 18.


HISTORIA DE l ARTE Y NUEVOS MEDIOS TÉCNICOS

«Una simple pregunta al próximo


milenio: ¿cómo ver perfectamen­
te alrededor de uno sin admitir, al
lado, abajo o arriba, «Cosas invisi­
bles»? No necesariamente ánge­
les ni cuerpos astrales. Realidades
ideales, mitos o conceptos, gene­
ralidades o universalidades,
inmaterialidades o símbolos que
nunca tendrían traducciones vi­
suales posibles, aunque fueran sólo
virtuales, en un ciberespacio.
¿cómo poder haber un aquísin un
allí, un ahora sin un ayer y un maña-
. .
na, un szempre sm un nunca....?» 44.

1 01

44. DEBRAY, R., Op Cit., p. 308.

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