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José Hleap B.
Alain Badiou
1. Del sujeto.
Siendo fiel a la pregunta por el problema que pretende resolver el autor (tal como
lo estableció el profesor Gómez en sus notas para este Seminario), pareciera ser
que es a “la formación del sujeto” (pedagogía, en términos de Quiceno) a la que
apunta este escrito. Nos sitúa el autor en una forma sujeto (moderno) de la que, si
entiendo bien, es necesario escapar: “Lo cual significa que había que buscar cómo
escapar a cada una de las teorías o doctrinas de los pedagogos históricos, según
la forma de sus discursos, pues cada uno de ellos tiene representaciones, define o
concibe un tipo de sujeto diferente de las otras” (pág. 7). ¿Sí? No salgo de mi
asombro. Para romper con la forma sujeto se busca escapar de cada una de las
“representaciones” de sujeto de los “pedagogos históricos”. El lugar desde donde
se habla del sujeto está aquí preso de la representación “sujeto” que
explícitamente Foucault pretende poner en suspenso para superar las evidencias
antropológicas y poder pensar las prácticas discursivas que lo engendraron; en
otras palabras, situar el problema no en la evidencia de las representaciones, sino
enfatizar, como nos lo recuerda Deleuze (2005), que “no hay ningún retorno al
“sujeto”, es decir, a una instancia dotada de deberes, poder y saber. Más que
procesos de subjetivación podría hablarse de nuevos tipos de acontecimiento”.
Me parece que en esta parte del escrito (y sobre todo en las recomendaciones
finales) se conserva aún la ilusión de un sujeto a liberar de las sujeciones, de una
subjetividad que se instale más allá de los pliegues del poder, un sujeto
emancipado1. Contra la ilusión del sujeto soberano, es preciso (con Zizek) afirmar
que no hay ningún sujeto anterior a la institución (anterior al lenguaje como
institución fundamental) ni posterior o alterno, pues lo que ha formulado Foucault
es precisamente que no hay ningún cuerpo positivo preexistente que podamos
tomar como fundamento ontológico del yo o de nuestra resistencia a los
mecanismos poder y que es la enunciación misma la que instituye tanto el yo
como el otro que aparece como su fondo.
Foucault insiste en que el sujeto no es lo oprimido por el poder, sino que emerge
como producto de esa opresión, de esa sujeción y, al mismo tiempo, que la
resistencia es inmanente a ese poder, que no hay ninguna resistencia sin poder y
que ese poder ha sido el núcleo formador en cuyo nombre el sujeto se resiste: las
resistencias al poder son generadas por la misma matriz a la que parecen
oponerse; lo que no quiere decir que toda resistencia sea coptada de antemano e
incluida en el juego eterno del poder con él mismo. Es precisamente el excedente,
el resto, la proliferación de lo que se intenta suprimir o regular en la constitución
del sujeto, la subje-actividad, lo que hace posible poner en cuestión el propio
reconocimiento y la afirmación de identidad.
Al respecto, Quiceno nos aclara que “un estado subjetivo es aquella condición
individual o grupal, que no se conforma con la forma sujeto y busca otra forma
para identificarse”; lo que nos aporta la afirmación de la subjetividad como un
proceso de engendramiento, no como algo fijo y dado. Y, al mismo tiempo, afirma
el autor la búsqueda “de otra forma para identificarse”, reduciendo en el discurso
la multiplicidad de prácticas de subjetivación, a la identidad de una forma. Este
planteamiento lo encuentra uno en las concepciones y movimientos que
reivindican el reconocimiento de SU identidad, en la forma cristalizada
(“feminismo”, “afrocolombianismo”, etc), esencialista2, argumentación relativista y
culturalista en la que, como plantea Hardt (2005) “se trata de una posición teórica
de un pluralismo indiscutible: todas las identidades culturales son iguales en
principio. Ese pluralismo acepta todas las diferencias en nuestras identidades todo
1
Quiceno ha planteado que “Rousseau, en parte Kant, Goethe y luego Nietzsche, pensaron que el ser sujeto
(mediante la educación, la escuela y el maestro) era la forma de dominación que la modernidad se había
inventado. Que lo que había que hacer era volver a la antigüedad para rescatar, no los contenidos, pero si las
formas que habían permitido escapar a la sujeción del sujeto”. Parece ser que el autor comparte la consigna
de estos ilustres filósofos-pedagogos.
2
Frente a esta posición, es necesario plantear que una determinada cultura es un campo de posibilidades y
limitaciones para subjetividades múltiples. Agamben, (2006:22) retomando a Spinoza, lo plantea de esta
forma: “Decisiva es aquí la idea de una comunidad inesencial, de un convenir que no concierne en modo
alguno a una esencia. El tener lugar, el comunicar a las singularidades el atributo de la extensión, no las une
en la esencia, sino que las dispersa en la existencia”.
el tiempo en que estemos de acuerdo en actuar fundándonos sobre diferencias de
identidades y mientras las preservemos como indicadores, tal vez contingentes,
pero de hecho sólidos, de la separación social”.
Para poder pensar la pedagogía como otra cosa, por fuera de la educación-técnica
o conducción hay que concebir otro sujeto distinto al yo, a la persona, al sentido, a
la intuición, al significado, al hombre, a la humanidad o a la comunidad. Este otro
sujeto es lo que se llama la subjetividad. La subjetividad se produce cuando un
sujeto rechaza el ser sujeto, cuando el hombre rechaza ser hombre, la conciencia, el
ser conciencia. Si este rechazo al sujeto es producido por fuera del sujeto y no por
él, se mantiene el sujeto. Sólo si el propio sujeto lo hace, lo proyecta, lo traza, lo
dibuja, lo visualiza, se puede producir la subjetividad. La subjetividad sólo es dable,
sólo es posible, en conocimientos, en discursos, en prácticas o en estados
existenciales, que rechacen el sujeto, que lo disuelvan, que hagan su crítica a fondo
en la profundidad de las cosas (pág. 10).
Se trata de afirmar “una pedagogía sin sujeto y sin subjetividad”, que, no obstante,
retorna a la forma sujeto, en la conciliación conclusiva entre el hombre privado
(individuo) y el hombre público (ciudadano), escapándose del “poder del estado”:
“procurar no dejar separadas las dos vidas que tenemos, la del ciudadano y la que
manejamos a diario cada uno. Lo que hacemos todos los días con uno mismo ha
de luchar contra la vida pública en manos del Estado, lucha por salir, por hacer
salir el ciudadano de su relación con el poder del Estado.”(pág. 16). Esto estaría
muy bien si, modernamente, afirmamos al sujeto en su doble constitución 3 entre
un adentro y un afuera, entre ciudadano e individuo, de la biopolítica y el poder
disciplinario…pero ¿qué pasa cuando “la dialéctica moderna del adentro y el
afuera ha sido sustituida por un juego de grados y de intensidades, de hibridación
y de artificialidad” (Hardt, 2005:3)?
4
“Se puede prever que la educación será cada vez menos un medio cerrado y que se distinguirá cada vez
menos del medio profesional como otro medio cerrado, pero que los dos desaparecerán en provecho de una
terrible formación permanente, de un control continuo ejercido sobre el obrero-alumno o sobre el técnico-
universitario”.(Deleuze, 2005:6)
5
“La ideología moral pretende hacernos pensar que son los derechos humanos, el ecumenismo religioso o la
introducción de la moral en todos los ámbitos lo que sustituye a la política”.(Badiou, 2005)
6
Considero que el término “control”, que insinúa un poder ejercido desde afuera, no es el más adecuado para
estas sociedades en las que la modulación incita el hacer (una política de gestión) y cuya clave es la gestión,
incluso de “sí”. Me parece más adecuado hablar de “sociedades de modulación” o “sociedades de gestión”.
7
“El sujeto y la sociedad se hayan conectados por fuerzas performativas que operan, por un lado, para
<<refrenar>> o hacer converger las muchas diferencias o interpelaciones que constituyen y singularizan al
sujeto, y por otro, para rearticular la ordenación más amplia de lo social. Tanto los individuos como las
sociedades son campos de fuerzas que constelan la multiplicidad” (Yúdice, 2002.: 47).
En este escenario8, me parece necesario repensar nuevamente ese “espinoso
sujeto9”. Badiou (2008:66) ha planteado que el concepto de sujeto “es demasiado
inmediato en el caso fenomenológico, demasiado corporal (o “biopolítico) en el
caso ético (Neokantismo), demasiado formal en el caso ideológico”. Al retomar la
vía de Lacan para referirse al sujeto, oponiéndose a lo que llama el “materialismo
democrático”10, propone que “sujeto designa un sistema de formas y operaciones.
El soporte material de ese sistema es un cuerpo, y la producción del conjunto –el
formalismo portado por un cuerpo- es una verdad (sujeto fiel), o una negación de
verdad (sujeto reactivo), o una ocultación de verdad (sujeto oscuro)”. Esta vía para
pensar el sujeto sería la de una “dialéctica materialista”- ojo, no un “materialismo
dialectico”- que ponga efectivamente “la dialéctica sobre sus pies”. Me parece
sugestiva la propuesta de Badiou, sobre todo porque implica una relación entre el
ser sujeto y el agenciamiento de una verdad: la subjetivación como acto, como
huella de un acontecimiento.
2. Método y verdad.
La pregunta que nos podemos hacer es: ¿existe un conjunto de reglas o preceptos
fáciles o complejos que si los seguimos correctamente nos conducen
necesariamente al conocimiento verdadero, o probablemente verdadero? O, dicho
de manera menos fuerte: ¿Existe un conjunto de directrices que nos permitan
buscar el conocimiento verdadero. Y, quizás, encontrarlo? Creemos que no. La
búsqueda no tiene comienzos ni caminos regulados, ni dirigidos de manera
regulada. La búsqueda comienza con una idea fija, un sueño, un mito, una analogía,
un prejuicio, un desatino, una extravagancia, una conjetura, una hipótesis. En otros
términos no existe una lógica del descubrimiento (como proceso) científico. (Pág. 7)
Sin embargo, es claro que saqué la argumentación Gomeciana del mundo tres,
donde nos conducía. A pesar del rodeo por Popper- o mejor, gracias a él-, el
escrito conduce a afirmaciones como “puesto que el error esta en el ámbito de la
verdad, podemos hablar de un acercamiento a la verdad (que es absoluta) en la
medida en que una teoría resiste (mediante experimentos cruciales) a los intentos
de refutación” (Gómez, 2009:13) o “de manera general, creo que las técnicas
tienen que ver con los medios (son instrumentos y, a veces, obstáculos) para los
fines – la comprensión cada vez mejor, más exacta, más cercana de la verdad (en
el sentido anotado) de la realidad natural, social y humana”. ¿De qué VERDAD se
habla aquí? Me parece que de una verdad lógica14, esto es “descarnada” o vacía
(Badiou), del mundo de las teorías y sus relaciones, una "verosimilitud". Popper
diría que es posible comprobar la falsedad de una teoría pero no su verdad, pues
no puede afirmarse que una teoría es más verosímil que otras, es decir, que tiene
mayor "proximidad a la verdad" cuando la verdad no se conoce.
14
Las verdades y falsedades lógicas (tautologías y contradicciones).
del ser mismo, que se debe a su ethos (tradición), al contexto de situación y a la
“fricción”(Gargani, 1994), el encuentro con una necesidad de pensar. Según este
planteamiento, “la verdad, no es ya la definición de la congruencia de un
enunciado con un hecho, una sensación, ni de la posible concordancia con otro
enunciado, sino que resulta ser la certificación de un pensamiento nuestro, junto
con su necesidad de pensarlo” (Gargani, 1994: 17).
3. El mal de archivo.
Comentando su escrito “El archivo de una tesis”, Humberto Quiceno nos propone
una metáfora para el archivo: “los libros dispuestos en la mesa del escritor”. Como
una respuesta fraguada de antemano a la metáfora del archivo, Foucault nos dice
que “en lugar de ver alinearse sobre el gran libro mítico de la historia, palabras
que traducen en caracteres visibles pensamientos constituidos antes y en otra
parte, se tiene, en el espesor de las prácticas discursivas, sistemas que instauran
los enunciados como acontecimientos16 (con sus condiciones y su dominio de
aparición) y cosas (comportando su posibilidad y campo de utilización). Son todos
estos sistemas de enunciados (acontecimientos por una parte y cosas por otra) los
que propongo llamar archivo”. Y más adelante enfatiza:
Entre la lengua que define el sistema de construcción de las frases posibles,
y el corpus que recoge pasivamente las palabras pronunciadas, el archivo
define un lugar particular. El de una práctica que hace surgir una
multiplicidad de enunciados como otros tantos acontecimientos regulares,
como otras tantas cosas ofrecidas al tratamiento y la manipulación. No tiene
el peso de la tradición, ni constituye la biblioteca sin tiempo ni lugar de todas
las bibliotecas; pero tampoco es el olvido acogedor que abre a toda palabra
nueva el campo de ejercicio de su libertad; entre la tradición y el olvido, hace
aparecer las reglas de una práctica que permite a la vez a los enunciados
subsistir y modificarse regularmente. Es el sistema general de la formación y
de la transformación de los enunciados.
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Así lo plantea Bajtín: “Un acontecimiento solo puede ser descrito, participativamente. Pero este mundo-
acontecimiento no es tan sólo el mundo del ser, de la dación: ni un solo objeto, ni una sola relación se da aquí
únicamente como lo dado (dannoie), como algo completamente existente, sino que siempre se presenta en
virtud de lo planteado (Zadannoie) asociado a lo dado: lo que se debe se desea. (1997b:39).
(disposición) que se propone a la interpretación (lo que Ricoeur propone como
mímesis III). La actualización de la narración (comunicación) conjuga el mundo
recreado en la narración con el mundo del intérprete, originando algo nuevo (re-
figuración). Esta apertura a otros (tiempos, mundos, interpretaciones, preguntas)
viables hace de la experiencia una emergencia de la multiplicidad (lo virtual), la
activación del conocimiento social sobre lo posible cuya regulación o reducción a
lo dado, lo conocido, lo legitimado es un imperativo de las sociedades de control.
24
“Una hermenéutica que se repliega sobre una semiología cree en la existencia absoluta de los signos:
abandona la violencia, lo inacabado, lo infinito de las interpretaciones, para hacer reinar el terror del indicio, y
recelar del lenguaje. (Foucault, 1971:151)
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El énfasis que doy a este punto es para marcar una distancia con algunas tendencias a revalorar la idea
racionalista de “representación” de la realidad en el lenguaje o reificar la realidad concreta. “La posibilidad de
una sociología y una filosofía de lo imaginario reside, en definitiva, en soslayar una doble amenaza evitando
una representación desencarnada en donde por un lado la totalidad se reduciría a las cosas visibles y
palpables (reduccionismo por objetivación simbólica)y por el otro, la nada sería todo (ficcionalismo).Esa es
una condición esencial para enfrentar los múltiples deslizamientos que desgraciadamente acompañan con
demasiada frecuencia las estrategias de evolución de las ciencias sociales y humanas.” Gilbert Larochelle, en
“Imaginario y antirracionalismo en Ciencias Sociales”, Universidad de Québec en Chicoutimi, Traducido por
María Inés Van Messem, Universidad de Guadalajara, 1998, Pág. 13. Harry Pross (1994: 24)
26
Chaim Perelman (1997) recoge el proceso de “reducción” de la retórica a la elocuencia, que ha olvidado su
vínculo con la dialéctica, con la creación de argumentos, con el pensar.
El reconocer la dimensión instituida del lenguaje (y de la escritura) no puede
dejarnos olvidar su carácter de gesto instituyente. La comprensión del lenguaje
debe superar toda idea de representación, para asumirlo como acto; la palabra en
tanto gesto, el lenguaje en tanto experiencia, como una crítica radical al
representacionismo que ve en el lenguaje la traducción de un pensamiento –y una
experiencia- que serían anteriores a la expresión: la experiencia del mundo no es
la vivencia común de un mundo extracorpóreo sino el encuentro entre
experiencias corporales en su condición contingente. En buena medida somos
construidos por nuestra pertenencia a un mundo expresado, del cual somos un
lugar en la trama de relaciones humanas 27, un emergente, y en la medida en que
hacemos parte de un lugar social específico damos cuenta del conjunto al que
pertenecemos y, simultáneamente, de la singularidad que ese encuentro particular
significa; al celebrar la concurrencia y realización, o encarnación 28, de unas
posibilidades especificas de ser social que lo diferencian del conjunto y de las
otras particularidades posibles. Así lo plantea A. J. Greimas (1973:8) “El hombre
vive en un mundo significante o de sentidos. Para él, el problema del sentido no se
plantea, el sentido existe, se le impone como una evidencia, como un sentimiento
de comprender completamente natural”. Vivimos en el lenguaje: en territorios
(lugares practicados), vínculos, mitos y rituales que serían las manifestaciones
(sus formas) de los procesos de institución simbólica desde donde hablamos el
mundo.
Bibliografía.
27
“la esfera de los asuntos humanos, estrictamente hablando, está formada por la trama de las relaciones
humanas que existe dondequiera que los hombres viven juntos” (Arendt, 1993:207).
28
“toda socialización es evidente y simultáneamente también socialización del cuerpo, así como
recíprocamente, el cuerpo es el apuntalamiento de la socialización misma” (Castoriadis, 1997:247).
AGAMBEN, Giorgio. (2006) La comunidad que viene. Valencia: Pre-textos.
BAJTÍN, Mijail. (1997b). Hacia una filosofía del acto ético. Barcelona/ Puerto Rico:
Anthropos/ Editorial de la Universidad de Puerto Rico.
GARGANI, Aldo giorgio (1994) “La copia y el original”. En Vattimo, Gianni (Comp.),
Hermenéutica y racionalidad; Santafé de Bogotá: Norma.
GARGANI, Aldo giorgio (1994) “La fricción del pensamiento”. En Vattimo, Gianni
(Comp.), La secularización de la filosofía, hermenéutica y modernidad;
Barcelona: Gedisa.