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HISTORIA DE LA TEORÍA ANTROPOLÓGICA

Departamento de Ciencias Antropológicas


Facultad de Filosofía y Letras
Universidad de Buenos Aires

Clases Teóricas
Unidad V
ROMANTICISMO
***
Alejandra Roca

¾ INTRODUCCIÓN
El movimiento romántico surgió fines del siglo XVIII hasta la primera mitad del
siglo XIX. En ese breve lapso de tiempo se articularon ideas, nociones y discusiones que
trazaron una sutil impronta en el pensamiento moderno. Algunos de sus elementos
despliegan inquietudes que tendrán particular trascendencia para el desarrollo de la teoría
antropológica.
De acuerdo a ciertas lecturas un tanto simplificadoras, puede sugerirse un sendero
trazado entre el pensamiento de la Ilustración y el proceso que culmina en la consolidación
del positivismo en el siglo XIX. En tanto el pensamiento del siglo XVIII (heredero de la
revolución científica del siglo XVII) puede caracterizarse como la usina, el principio, la
emergencia de la modernidad, en el siglo XIX se aprecia la consolidación fructífera de las
normas y precisiones que disponen el arribo de la revolución industrial, en tanto éxito
fulminante de tantos esfuerzos reunidos a lo largo de casi tres siglos: comprender el mundo
como un mecanismo, delimitar las posibilidades de intervención y control de la ciencia
sobre la naturaleza, confiar en el progreso sin ambigüedades.
El romanticismo además de producir una grieta en el optimismo racionalista, que se
expresará con distintos signos políticos ante diferentes circunstancias históricas, explora
incertidumbres, premisas libertarias, místicas y utópicas, pero fundamentalmente interroga
el universalismo y el buen nombre de la ciencia, reivindicando otras formas de ‘verdad’.
Este conjunto de nociones revela la emergencia de un historicismo inscripto en una nueva
sensibilidad subjetiva y reflexiva que nunca dejará de latir en la conciencia moderna. De
hecho algunos autores 1 descomponen ciertos dispositivos románticos para evidenciar su
presencia pendular e intermitente en el desarrollo del pensamiento social y antropológico.
Desde ciertas aproximaciones la ‘actitud romántica’ ha sido adjetivada como
‘intuitiva’ o ‘espontánea’, 2 aquí intentaremos demostrar que la misma es sistemática, crítica
y política. Tampoco haremos referencia al romanticismo como ‘antimoderno’, ya que su
emergencia se construye en persistente y obsesivo diálogo; el duelo de ideas y

1
Ver Luiz Fernando Dias Duarte: “A Pulsâo Romântica e as Ciências Humanas no Occidente”, en Revista Brasileira de
Ciências Sociais, Vol 19, Nº55, Rio de Janeiro, Junho/ 2004
2 La ‘actitud romántica’, en estos términos, halla un lugar notablemente instalado en el sentido común, donde lo
‘romántico’ alude a ciertas versiones de lo utópico o lo relativo a las emociones, en tanto actitudes primarias, es decir
desvinculadas o no atravesadas por la lógica, la racionalidad o el pragmatismo.

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sensibilidades opuestas que proponen los románticos constituye a la modernidad misma,


que nunca terminará de agotar el pulso de estas tensiones. El romanticismo es
“absolutamente ilustrado y utópico” (Casullo, 1996).
Conocer algunos aspectos del movimiento romántico nos permite reconstruir el
primer desvío moderno 3 en el camino del optimismo científico y las discusiones en torno al
lugar del sujeto en la historia.
Este es un ejemplo que puede servir a su vez de ejercicio para pensar las ideas en sus
contextos. Nos enseña a interpretar los enunciados en función de su
continuidad/discontinuidad en una trayectoria histórica determinada; pero también nos
permite captar la intensidad de la dimensión política en la que las ideas se inscriben y
articulan. Por último, nos enseña a percibir el diálogo intermitente y enriquecedor del
pensamiento entre teoría antropológica, arte, política e historia.
En este trabajo se intentará reconstruir ciertos antecedentes considerados claves para el
desarrollo del movimiento romántico, así como identificar las diferentes expresiones y los
distintos sentidos que adquirieron ciertos enunciados en sus variantes histórico políticas.

I. ANTECEDENTES

El romanticismo suele interpretarse como una ‘reacción’ 4 intelectual y política; para


comprender el sentido de este término debemos tener en cuenta las principales
características del pensamiento del siglo XVIII y sus consecuencias para la constitución del
pensamiento científico moderno.
La ciencia es la descripción exacta de todo
Buffon
¾ LA VERDAD, EL LENGUAJE Y EL UNIVERSALISMO

En el siglo XVII se produce la revolución científica, el mecanicismo de Newton desplaza la


metafísica aristotélica y la cosmología antigua, pero por encima de todo alimenta el proceso
de ‘matematización’ en términos de desacralización de la naturaleza. 5 La naturaleza
empieza a concebirse como un libro abierto, un secreto que debe descifrarse en base a
números y leyes mecánicas, el método de la experiencia (el experimento) se impone como la
forma de conocer y legitimar ese conocimiento.

3 Hacemos hincapié en su carácter de moderno ya que existen antecedentes en diferentes momentos históricos; el
romanticismo articula y sistematiza una ‘vuelta’ a otras tradiciones de pensamiento pero desde una lógica moderna, como se
intentará demostrar más adelante.
4 Ver: Zeitlin, I. "La reacción romántico- conservadora". En: Ideología y teoría ideológica. Amorrortu, Buenos Aires, 1982.
5
Las matemáticas no siempre se entendieron como una versión ‘laica’ y ‘neutra’ de la naturaleza, por el contrario son
centrales y constitutivas de muchas tradiciones de pensamiento místico (como por ejemplo en los pitagóricos y la Kabalah).
En la antigüedad el conocimiento matemático (como el alquímico y el astronómico) formaba parte del conocimiento de lo
sagrado. La historia de la ciencia tradicional o positivista opacó el lugar del misticismo en la revolución científica del siglo
SXVII, téngase en cuenta que algunos de sus principales exponentes (como Paracelso, Kepler o Newton) fueron miembros
de sectas herméticas, alquímicas y astrólogos.

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La verdad se descubre, ya no será revelada por la tradición o la autoridad, sino


derivada de la observación y la experiencia. Ya en el siglo XVIII la oposición Razón vs. Fe,
traducirá distintas versiones de la noción de verdad; la verdad iluminada por la razón se
construye como una verdad diferente de la revelada por la Fe. La verdad iluminada, la que
produce la ciencia, es única y atemporal, pero también certera y contrastable; en tanto, la
verdad de la Fe quedará relegada a la creencia, expulsada de los límites de la constatación
empírica.
Ante estas nuevas versiones de la verdad y el universo como accesible al
descubrimiento, la razón comienza a definirse en términos instrumentales. En tanto para
Bacon, Spinoza y Leibniz, la razón es un cofre que contiene ideas y verdades, para los
philosophes es un medio que opera como guía en la aventura del descubrimiento. En este
proceso, el saber se identifica con el poder, en tanto se trata de un saber dispuesto para la
intervención, el dominio y el control de la naturaleza.
Estos elementos se conjugan en la constitución del pensamiento científico moderno,
estableciendo sus principios: neutralidad valorativa, universalidad, atemporalidad; y
fundando un lenguaje propio que permita nomenclar y manejar grandes clasificaciones. Un
lenguaje que permita la operación de purificación, es decir capaz de desmantelar contextos y
tradiciones (entendidas como obstáculos para el hallazgo de la verdad), así como
dimensiones políticas o sociales de la construcción de conocimiento; y que habilite la
traducción 6 a una denominación pura y neutra: es decir un lenguaje asimilado como ‘espejo’
y expresión ‘verdadera’ de la naturaleza.
Goldmann hace un esfuerzo por vincular las principales categorías de la Ilustración
con la emergencia de la burguesía, el mercado y las prácticas del intercambio. Las nociones
de contrato, igualdad, universalidad, propiedad, etc., se comprenden como naturales y
moralmente neutras, lo cual lleva a comprender redundantemente al mercado y sus leyes
como naturales y neutras. La tendencia al naturalismo y la universalización absoluta se
profundiza en las discusiones y la concepción de individuo (aislado, sin determinaciones)
que se va conformando en la época.
Respecto de la categoría de universalismo, Dias Duarte considera que su emergencia
en el siglo XVIII, junto al materialismo, constituye la gran transformación moderna: una
representación del mundo sin límites espaciales ni temporales que anticipa el control
técnico y cognitivo sobre el planeta.

¾ CARACTERÍSTICAS GENERALES DE ESTE PROCESO


9 Razón instrumental
9 Visión Mecánica del universo / Materialismo
9 Lógica cartesiana, filosofía analítica (dualismo ontológico)

6
Bruno Latour: Nunca hemos sido modernos(op.cit)

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9 Oposición Fe- superstición- Tradición Vs. Razón – Ciencia. La fe se asimila a la


tradición, la superstición y la irracionalidad. (anticlericalismo revolucionario).
9 Constitución del Lenguaje científico: neutral (independiente de las valoraciones
morales), universal (aplicable a todos los fenómenos independientemente del
contexto), nomenclador, clasificador, formal y delimitado (pretendidamente
escindido del lenguaje vulgar, construido en la contienda ‘contra la superstición’).
9 Monopolio gnoseológico de Occidente: 7 re-bautismo del mundo (ciudades, mares,
territorios, pueblos, especies). Este proceso implica el re-nombrar y re-ordenar las
especies (Linneo) y re-crear la vida y la experiencia de la naturaleza en el laboratorio.
Modelo de conocimiento y disposición para el control y la intervención de la
naturaleza y las poblaciones.
9 Emergencia del mercado y la noción de individuo moderno: transformación en la
organización social de la producción y la propiedad.
Mientras los progresos de la química, la física y la tecnología fueron aumentando en
su importancia económica, en el favorable marco de la expansión colonial, en el mismo
sentido fueron acrecentando el prestigio del método científico y la consolidación de un
lenguaje formal capaz de clasificar y describir todo lo existente; otorgando a Occidente un
monopolio gnoseológico, cuyas dimensiones morales se expresaban en el desplazamiento,
combate o negación de conocimientos alternativos, nativos o precedentes. La tarea de
construir un lenguaje formal, universal, validado como ‘reflejo’ de la naturaleza, es de gran
importancia; además de clausurar el proceso de desacralización de la naturaleza, tendrá
consecuencias políticas: “El acto de nombrar produce la realidad del orden” (Pratt, 1987).
Una por una, todas las formas de la vida del planeta habrían de ser
retiradas de los enmarañados hilos de su entorno vital y entretejidas en las
tramas europeas de unidad global u orden ... la historia natural no sólo
sacaba a los ejemplares de sus relaciones orgánicas o ecológicas, sino
también de su sitio en las economías y sistemas sociales y simbólicos de
otros pueblos... interrumpiendo las redes materiales, históricas entre las
personas, plantas y animales (Pratt, 1987).

Esta sistematización se llevó adelante desmantelando con esmero su ‘vida anterior’,


ignorando o reemplazando las maneras de conocimiento nativas, es decir, traduciendo al
lenguaje científico, clasificando y luego ‘coleccionando’: como constructo ideológico, la
sistematización de la naturaleza representa al planeta apropiado y reorganizado desde una
perspectiva unificada, europea (Pratt, 1987).
La construcción de un patrimonio gnoseológico no se revela sólo en el plano del
lenguaje, sino en la articulación de la investigación científica con los procesos productivos y
la emergencia de la expansión capitalista. Este proceso se pensó a sí mismo como exento de
los intereses comerciales y políticos de la expansión imperial, encubriendo la dimensión de
poder y el carácter transformador del mismo.

7
Ver Pratt, 1987.

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Este es el contexto intelectual en el que se produce la fragmentación y delimitación


de los abordajes de las disciplinas científicas y los campos de conocimiento legitimados
como tales.

¾ ROUSSEAU
Elementos que recupera el romanticismo

9 Estado de Naturaleza como paraíso perdido, unidad primigenia. Plenitud anterior a


la creación de instituciones / civilización (disputa con Hobbes).
9 Cuestionamiento de la noción de progreso. Inversión de la curva del progreso:
civilización como proceso de degradación de la naturaleza humana

9 Lugar central de la libertad, anterior y condición para el ejercicio de la razón.


9 Lugar de la pasión como parte constitutiva del conocimiento.
Jean Jacques Rousseau puede ser considerado como un antecedente del
romanticismo del siglo XIX. El término ‘sauvage’ perduró en la tradición antropológica (en
rigor, ‘etnológica’) francesa evocando las huellas semánticas de su tensión inicial -
naturaleza, inocencia, plenitud, atemporalidad- y en cierta manera, esta noción -idílica,
fantasmagórica, exótica, ahistórica- impregnó al desarrollo de la etnología francesa,
distanciándola del lenguaje ‘neutro’ y profesional de la antropología británica. Puede
reconocerse en Rousseau una clara tensión entre los postulados del iluminismo en general,
que entendía el progreso como una consecuencia lógica de la Razón, y su peculiar
insistencia en reconocer la libertad como condición necesaria y anterior, para el ejercicio de
la razón.
Al ser la libertad un don que reciben de la naturaleza en calidad de
hombres... para establecer la esclavitud hubo que violentar a la naturaleza…
y los jurisconsultos que sentaron solemnemente que el hijo de un esclavo
permanecería esclavo, decidieron en otros términos que un hombre no
nacería hombre (Rousseau, 1755).
El hombre sin libertad no es un hombre plenamente, ya que no puede utilizar
la razón; sin embargo, la civilización ‘encadena’ al hombre. En otras
palabras: los progresos de la especie humana la alejan sin cesar de su
estado original. La civilización ha borrado de la memoria de los pueblos la
libertad de la que disfrutan los salvajes, que no dependen entre sí (son
autónomos y autosuficientes), no conocen la ‘comodidad’, ni tienen propiedad
privada, ni poder centralizado en un estado o gobierno. Para Rousseau, el
hombre civilizado ha descendido a un estado de degradación física y moral,
y la fuerza redentora no se encuentra en la razón y sus notables productos
(Ciencia & Tecnología) sino en la libertad. El progreso de las ciencias y las
artes no ha agregado nada a nuestra verdadera felicidad y ha corrompido
nuestras costumbres (Rousseau, 1755).

Rousseau invierte el sentido del progreso como degradación de un estado


primordial. En su tesis de la degeneración progresiva contrapone la evolución científica y

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tecnológica -entendida como ‘artificios’ antinaturales- a la paralela decrepitud física de la


especie: el hombre en estado de naturaleza se halla en el apogeo físico y la mayor parte de
las enfermedades y desgracias -incluyendo las desigualdades sociales- proceden de los
hábitos y las condiciones de vida de la civilización.
Para los poetas fueron el oro y la plata, para el filósofo son el hierro y el trigo
los que han civilizado al hombre y perdido al género humano (Rousseau,
1755).

Rousseau elabora la nostalgia de un mundo perdido -el estado de naturaleza- que


fortalece su decepcionada mirada sobre el ‘progreso humano’ y la elaboración de su utopía.
... al desvanecerse gradualmente el hombre original, la sociedad no ofrece ya
más que un conjunto de hombres artificiales y de pasiones ficticias... que no
tienen ningún fundamento verdadero en la naturaleza (Rousseau, 1755).

En ciertos análisis (Dotti, 1991) el modelo de estado de gracia (naturaleza), caída


(civilización) y redención (el contrato social), ha sido evaluado en términos de su
paralelismo religioso. El paraíso perdido y la búsqueda de la salvación ya no será a través
de la fe, sino a través de la acción política, en tanto restauración de la gracia – libertad,
equidad primigenia. Como se verá más adelante, existirá una singular continuidad de estas
nociones entre los revolucionarios, los utópicos y los románticos del próximo siglo.
Además de la apología de una libertad llamada a construirse más que a defenderse,
otro elemento de considerable trascendencia posterior, será la invocación de la
desobediencia como constitutiva de la condición humana:
¿Cómo conseguirá jamás hacerse obedecer y cuáles podrían ser las cadenas
de la dependencia entre hombres que no tienen nada? (...) es muy difícil
reducir a la obediencia a quien no busca mandar (Rousseau, 1755).

y el lugar asignado a la pasión como parte del proceso de conocimiento:


... el entendimiento humano debe mucho a las pasiones, es gracias a su
actividad por lo que nuestra razón se perfecciona, sólo tratamos de conocer
porque deseamos gozar, y no es posible concebir por qué, quien no tenga ni
deseos ni temores ha de darse la molestia de razonar (Rousseau, 1755).

La nostalgia de un ‘estado de naturaleza’, de hombres fuertes, plenos íntegros y


verdaderamente libres, frente a la percepción de un mundo fragmentado, artificial y
conformado por hombres obedientes y pusilánimes, dispone los principales núcleos de
inquietudes que estallarán con los románticos.

II EL ROMANTICISMO
Si bien resulta difícil generalizar las características que asumió el movimiento en sus
distintas facetas y expresiones en los diferentes contextos históricos y nacionales, puede
mencionarse un rasgo particular que lo identifica y ordena en consecuencia otros rasgos: el
romanticismo fue decididamente anti-burgués, y gran parte de sus ‘fobias’ o críticas
encuentran lugar en esa oposición, desconfianza hacia el optimismo, las visiones

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desacralizadas del mundo, el pragmatismo general, el sometimiento de las prácticas a


restringidos criterios de eficiencia, la lógica de mercado, la búsqueda de beneficios y la
minimización de riesgos, etc. La pasión por los viajes y el exotismo, el coleccionismo
insólito, el utopismo y el entusiasmo por revoluciones ajenas, los manifiestos estéticos y de
amor libre testimonian un permanente desafío al individualismo, el pragmatismo y la moral
burguesa. En algunos casos, y como se verá más adelante el carácter anti-burgués se limita
u orienta a intentar reestablecer la hegemonía de la nobleza terrateniente y el
fundamentalismo religioso.

¾ RASGOS GENERALES DEL MOVIMIENTO ROMÁNTICO

9 Mirada nostálgica idílica del pasado/ desencanto del mundo

9 Metáfora de la oscuridad en oposición a la Luz de la Razón


9 Desconfianza ante el progreso, civilización como decadencia – degradación

9 Creencia en la existencia de una Unidad primordial, armonía entre el hombre y la


naturaleza desfigurada por la civilización occidental.
9 Otras versiones de la verdad: los mitos, la poesía, lo onírico como fuentes
alternativas de conocimiento verdadero.

9 Conocimiento orgánico como opuesto a la fragmentación de la filosofía y la


metodología analítica.
9 Emergencia de una sensibilidad ‘femenina’, holística y estética (no sujeta a la
racionalidad)
9 Exotismo, Viajes, Coleccionismo.
9 Nacionalismo.
9 Preeminencia de lo subjetivo
9 Interés en el origen de las lenguas, emergencia de estudios filológicos
9 Interés por lo ‘Volk’: narraciones orales, cuentos, leyendas, mitos, recopilación de
tradiciones artísticas, danzas y motivos de melodías ‘populares’.

9 En el arte: cuestionamiento de los lenguajes formales y de la noción de belleza


(basada en la armonía y el equilibrio) del clasicismo, exploración de la estética de
la tensión (Beethoven) y el horror.
9 Compromiso político de intelectuales y artistas.
9 Contexto histórico/político europeo: revolución francesa, invasión napoleónica,
restauración, procesos revolucionarios y unificación de estados nacionales (en
Alemania e Italia).
9 Expansión territorial y comercial, dentro y fuera de Europa.

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9 Surgimiento del estado moderno, regulaciones y reestructuración de la


propiedad, alianzas y relaciones de poder.

¾ LOS POETAS Y LA METAFORA DE LA OSCURIDAD

Yo me vuelvo hacia la noche secreta, inefable y santa


Himnos a la noche, Novalis
Herederos de la revolución francesa y las ideas de la Ilustración, las figuras
relevantes en la literatura romántica fueron, en Alemania (el grupo de Tübingen),
Holderlin, Hegel y Schelling, también Jean Paul, Hamann, Novalis, Schiller; en Gran
Bretaña, William Blake, William Wordsworth, Coleridge, Lord Byron, Shelley, Keats. La
emergencia de esta nueva sensibilidad, dio paso a una mayor cantidad de mujeres, ahora
protagonistas en las letras y el pensamiento: Mme. de Stael, George Sand, las hermanas
Bronte, Bettina Von Arnim, Jane Austen; Fanny Burney; y entre ellas, Mary Godwin Shelley,
autora del célebre Frankestein o Moderno Prometeo (1818), mujer del poeta Shelley e hija de
Mary Wollstonecraft quien habría mantenido discusiones epistolares con Rousseau a causa
de su misoginia y fue a su vez la autora de una de las primeras obras que aborda la
problemática del género: Vindicación de los Derechos Femeninos (1792).
Como se mencionó en la introducción, el romanticismo constituye un obsesivo
diálogo con la modernidad, heredero de la Ilustración (ya sea como reacción conservadora,
como conciencia revolucionaria o utópica) la oposición a sus ideas (pero no siempre a sus
ideales) es un juego que se despliega en distintas expresiones articuladas según el giro
político de cada tendencia: anti-materialismo, anti-mecanicismo, holismo (frente a la
metodología analítica cartesiana) son elementos comunes. La metáfora de la oscuridad,
frente a la ‘iluminación’ de la ciencia y la razón, condensa estas oposiciones.
En la novela gótica, puede apreciarse la contraposición entre el brillo y la
efervescencia de las grandes ciudades industriales, y los escenarios que sirven de marco a
estos relatos: umbríos castillos, cementerios y bosques espectrales. Sus personajes, en lugar
de prolijos burgueses ‘recién llegados’ que lideraban la moderna sociedad con trivial
optimismo, fueron seres excéntricos, solitarios, anticuarios, coleccionistas y, en muchos
casos, monstruos / freaks.
La potencia simbólica de la oscuridad, como tema, escenario y cualidad, surge en
obvia oposición al conocimiento nomenclador, clasificatorio del racionalismo científico. Los
escenarios y personajes de las novelas románticas, muchas veces situados en el pasado rural
medieval, abundan en castillos pasadizos secretos y seres fantásticos, y/o legendarios.
María Negroni (1999) enumera en Museo Negro la galería teratológica de seres inauditos,
fronterizos y monstruosos. Entre ellos, Frankestein y Drácula son quienes han trascendido
más firmemente (especialmente a través de las versiones cinematográficas) La obra de Mary
Shelley, que inaugura para algunos el género de la ciencia ficción, sintetiza miedos,
expectativas e inquietudes por el difuso límite de la transformación de la naturaleza,

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percibiendo la modernización del mundo como escisión ontológica entre naturaleza y


hombre (Berman, 1989). La novela introduce el estereotipo del científico escindido, amoral,
traicionada su racionalidad por la obsesión y reducida su sabiduría (en tanto conocimiento
técnico sobre la mecánica natural) a capricho y autoritarismo. Las consecuencias de su
experimento terminan legitimando las supersticiones populares, de la misma forma que en
el Drácula de Stoker, la narración está precedida por leyendas y supersticiones que
terminarán por confirmarse. Algunas de estas supersticiones que cobran vida en las novelas
citadas tienen su antecedente histórico en, por ejemplo, el horror y las acciones concretas de
robos de cadáveres en las resistencias de las clases populares hacia la utilización de cuerpos
para autopsias y experimentación en el siglo XVIII. Estos hechos son descriptos y
analizados magistralmente por Thompson como formas de resistencia a la autoridad y la
racionalización moderna y a sus consecuencias en la organización de la producción y el
trabajo (Thompson, 1984).
Frankestein instala la sospecha, vital en la ciencia ficción posterior, es la ciencia la
que crea al monstruo y pierde la capacidad de controlarlo. Sólo lo detendrá el fuego,
elemento de la naturaleza y símbolo religioso de la redención purificadora.
... el tema esencial que pretendió concretizar Mary Shelley está claro: el
proyecto de dominio que anida en el corazón de la ciencia moderna (llegar a
ser ‘como dueños y señores de la naturaleza’, decía Descartes) puede tener,
en el plano humano, consecuencias terribles... (Thuillier, 1992).

¾ EXOTISMO , VIAJES, COLECCIONES Y AÑORANZA DE UN PASADO IDILICO


En términos generales, los escritores, filósofos y poetas románticos volvieron su
mirada hacia el pasado. La literatura romántica por excelencia son los libros de viajes, Mme
de Stael escribe el primer libro considerado romántico y es un libro de viajes. Los viajes
imponen una sensibilidad dispuesta a lo diferente, teñido de la misma nostalgia con la que
se recurre a la idealización del pasado. Esta sensibilidad es coherente con la marca de
subjetividad emocional, que será sello de la obra de arte, pero también expresión de una
confrontación con el individuo anónimo y simétrico del mercado frente a versiones
‘auténticas’ y ‘no contaminadas’ de la vida social. Esta idealización también añade estupor a
la mirada horrorizada y desconfiada ante el progreso y la emergencia de los grandes
centros urbanos.
Este ‘desencanto del mundo’ consiente una búsqueda de autenticidad
supuestamente encarnada en fragmentos y testimonios del pasado mítico (esa unidad
primigenia destruida por la civilización) que se revela no sólo en los viajes, las largas
reclusiones en el ‘campo’, la pasión por el exotismo y las colecciones (firmemente
desarrollada y mantenida por los ingleses en Asia y África); sino también el novedoso
entusiasmo por experimentar libremente lo que se define como ‘vivir el deseo’. Los
románticos revolucionarios podían decidir participar de una guerra de liberación en otro
país (como lo hizo Lord Byron en Grecia), sentir un profundo compromiso político que los
lleve a vivir largos exilios (rusos, húngaros y polacos que vivieron por generaciones en

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Inglaterra, Francia y Alemania) dedicar su vida a redactar escritos utópicos y libertarios,


‘vivir’ la poesía en sus versiones extremas e inclaudicables, vestir y coleccionar ropas
exóticas, experimentar con drogas, proclamar y sostener un ideario de amor libre,
cuestionar roles de género (cono George Sand) y los parámetros victorianos de sexualidad,
así como dedicar toda una vida a viajar y escribir relatos sobre esos viajes, o coleccionar
cualquier espectro de objetos que sean suficientemente reputados como inútiles, lujosos o
extravagantes. Las ideas, el compromiso político, los sentimientos, la búsqueda de la verdad
o la belleza debían inscribirse y protagonizar la propia vida, los románticos consideraban
que no podía desperdiciarse el tiempo en actividades racionalmente productivas como lo
proponía la incipiente moral burguesa; además la actitud pragmática era un obstáculo para
la disposición expectante que requerían estas búsquedas: ya que el sutil hilo de la belleza
podía atravesar cualquier objeto o relato, especialmente si los mismos habían sido
ignorados o despreciados por una mirada racional.

¾ EL CUESTIONAMIENTO DEL LENGUAJE FORMAL Y LA NOCIÓN DE BELLEZA EN EL ARTE


El cuestionamiento a las reglas de composición y valoración de la obra de arte en la
música brinda un elocuente ejemplo de la divergencia romántica respecto de la
‘neutralidad’ formal y universalista, y de la irrupción de elementos subjetivos y políticos, en
tanto dispositivos neurálgicos de la obra en sí. El clasicismo de los siglos XVII y XVIII
constituyó un programa de racionalización, homogeneización y formalización prescriptiva
de la música. El clasicismo procuraba encauzar la inspiración del artista en una serie de
reglas, formas estrictas y un sistema racional para la composición (armonías y modos) que
denominó como ‘natural’. La noción de belleza dependerá de la rigurosa aplicación de
normas armónicas derivadas de las proporciones y la ‘lógica de la naturaleza’. Este modelo
de precisión se consolida con el sistema de notación, desarrollado en el siglo XVI, que
administrará el porvenir de la obra limitando la posibilidad de matices o improvisaciones
(característica de la música popular), teniendo como objetivo neutralizar ambigüedades y
reducir el margen de la interpretación. La obra musical se asimila así a una pieza de
relojería que dispone un mecanismo perfecto para la ejecución en los distintos
instrumentos.
El predominio de la subjetividad comenzó a cuestionar la universalidad del lenguaje
racionalista sobrepasando las estructuras formales del clasicismo; algunos reconocen este
pasaje en la formidable obra de Beethoven. De la misma forma, Beethoven abogó por la
dignidad y la independencia del artista (desaparecen las ‘dedicatorias’ obsecuentes y se
opaca la figura de los mecenas) exigiendo el compromiso político del artista. La valoración
de la obra ya no se encontrará legitimada por la observancia de reglas específicas, la
exigencia se trasladará a la expresión de la emoción, la obra deberá contener y manifestar
las propias convicciones. La valoración estética de impronta romántica impone una noción
de belleza sin fines utilitarios (cuestionando la obra de arte complaciente destinada al
consumo del burgués ‘traficante de mercancías’) desarticula las proporciones armónicas del
clasicismo a partir del ‘desborde de la pasión’, al tiempo que explora los modelos de tensión

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y conflicto (en forma paralela a la literatura que incorpora el horror, el absurdo, el erotismo,
el misticismo, lo onírico, etc.). Por encima de las normas que clausuran la belleza, la obra de
arte tiene el objetivo de conmover, estremecer la conciencia.
La imagen del desborde de pasiones y convicciones ideológicas, así como la
renuncia a la conveniencia de una ‘lógica de mercado’ (es decir la producción de obras
standard, amables, sin contenido crítico) ha impregnado de tal forma la conciencia moderna
que muchos identifican este pensamiento como ‘actitud’, y la extienden al arte en general;
como si la traza romántica fuese una condición ‘natural’ o ‘espontánea’ del artista o del
‘genio’. Sin embargo, el movimiento romántico impulsó deliberadamente una severa crítica
al desarraigo del lenguaje formal, racional del clasicismo, cuestionó las pretensiones
universalistas; anteponiendo la reivindicación de tradiciones artísticas populares
(utilización de motivos y temas folklóricos, por ejemplo en Chopin, Lizt, Schumann,
Wagner, etc.) y el compromiso político como eje cardinal de la independencia, la integridad
y la responsabilidad del artista y su obra (De Candé 1981, Hauser 1994).
La centralidad del compromiso político, en una convulsionada etapa de cambios
violentos (gran parte de las figuras más importantes del movimiento fueron exiliados
políticos) inscribe uno de sus rasgos más significativos. La preocupación romántica en torno
al problema del lenguaje no debe reducirse a la necesidad de expresión de elementos
irracionales o a una dispersa exploración de presagios oníricos o intuiciones místicas. La
búsqueda romántica no es intuitiva, es sistemática. Constituye una lectura crítica y explícita
que niega toda neutralidad, señala las sombras producidas por los edificios monumentales
del progreso y advierte las dimensiones de subjetividad y poder del conocimiento.

¾ DIFERENTES CONTEXTOS – DISTINTOS SENTIDOS POLITICOS


FRANCIA E INGLATERRA
La reacción crítica a las revoluciones burguesa (Francia) e industrial (Gran Bretaña)
se filtra en tres tendencias políticas que recibirán la influencia del romanticismo; los
utópicos, los revolucionarios y los conservadores.
En general, la tendencia conservadora se expresó con más claridad en Francia y
Gran Bretaña. El contexto político de estos países difiere notablemente de la escena
alemana, por lo tanto resulta imprescindible diferenciar los sentidos que adquieren algunos
enunciados del movimiento romántico.

¾ REACCIÓN ROMÁNTICO – CONSERVADORA:

9 Conservadurismo político
9 Oscurantismo / fundamentalismo religioso
9 Tradicionalismo, nostalgia por el antiguo orden.

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9 Horror por la circulación - desplazamientos de los ‘hombres libres’ y la ocupación


del espacio de las ciudades/ temor hacia las masas urbanas.
9 Desprecio por las relaciones ‘entre iguales’ establecidas en el mercado / desprecio
por la noción de ‘ciudadano’

EL CONSERVADURISMO

Cercanos a la nobleza rural, desplazada por el ascenso de la burguesía, la revolución


industrial, la ideología liberal y el nuevo modelo socioeconómico, el romanticismo surge
como cuestionamiento político a las diversas consecuencias de la revolución francesa, las
invasiones napoleónicas y el individualismo pragmático del mercado.
El contexto histórico del fin del siglo XIX se caracteriza por la inestabilidad política y
económica de la post revolución francesa. La ruptura del orden tradicional (Ancient Regime)
implica por una parte la huida o alianzas con la burguesía de nobles sobrevivientes,
paralelamente a las revueltas y brutales represiones a campesinos, se produce el ingreso de
la lógica del mercado (reasignación de la lógica de distribución de tierras, nuevas relaciones
sociales de producción, procesos de individuación y disciplinamiento). La antigua nobleza
rural que veía amenazado su estilo de vida y sus privilegios, comienza a expresar sus
temores y dudas hacia la marcha del progreso, según Enrique Oteiza (1993) la obra de
Thomas Carlyle representa la tendencia nostálgica y retrógrada del anti-maquinismo y la
anti-industria que se expresaba en motines y destrucción de máquinas en Inglaterra, a partir
de la idealización de un artesanado y un mundo rural que ya no existía.
El conservadurismo político se articula en Inglaterra como una reacción a las
consecuencias de la revolución industrial: pobreza fatalmente visible, hacinamiento en las
ciudades, revueltas, represión. El espacio de la ciudad (antigua sede de señores,
comerciantes y burócratas) comenzó a poblarse abruptamente, las ‘masas’ comenzaron a
visibilizarse como potenciales fuentes de peligro. Ingresa así el ‘nuevo’ subproducto de la
revolución industrial: el problema del control, la seguridad y la disciplina de las ‘masas
urbanas’. Las inusitadas dimensiones del desarrollo científico y técnico del siglo XIX
abrieron en estos autores indicios del conflicto entre progreso y cultura, su principal
conclusión era que el progreso liquidaba la integración social. La revalorización del mundo
rural contraponía su ‘autenticidad’ al ‘artificio’ de lo urbano. La idealización de un pasado -
de privilegios- constituía el reverso de la noción de decadencia inevitable (Spencer,
Spengler). La democracia política producía recelo hasta en pensadores como E. Burke
(ingresó en 1765 al Parlamento), quien se destacó tanto en los campos de teoría artística y
política, escribiendo en oposición a la revolución francesa y la aplicación de la razón
abstracta a la política y el arte (“el arte es la naturaleza humana”).
La incorporación de las masas ‘urbanas’ a las ciudades engendraba temor y rechazo
también entre los franceses. Al igual que los revolucionarios románticos, pero por distintas
razones, los conservadores De Maistre, Le Bon y De Bonald, consideraban el individualismo
y el materialismo como íconos de la decadencia occidental. Para ellos, estas tendencias

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revelaban dos caras de una misma moneda, el individualismo destruía el orden social y las
jerarquías, y el materialismo disolvía la noción de la naturaleza como creación divina. En
“Considerations sur la France” (1797) Joseph de Maistre, consolida su oposición general a
las teorías del estado como contrato social, y defiende su concepción del orden como
defensa contra la anarquía: en tanto la sociedad no fue creada por el hombre sino por Dios,
cada ataque al orden social constituye una blasfemia. De Maistre fue uno de los pensadores
más influyentes del conservadurismo político francés y ensayó una de las primeras
argumentaciones sobre la problemática de la ‘sociedad de masas’ (Martín Barbero, 1987).
Al mismo tiempo y en consonancia con estos temores, desde fines del siglo XVIII y
hasta bien entrado el siglo XX, la idea de degeneración fue central en las ciencias biológicas
–en el estudio de la variación, el patrón y los modos de herencia y, sobre todo, en el debate
sobre la definición de “especie”. En ciertos círculos intelectuales y científicos se asumía que
determinadas razas eran por sí mismas “tipos degenerados”.

FUNDAMENTALISMO Y OSCURANTISMO: LA RELIGIÓN COMO RESTAURACIÓN DE LAS


JERARQUÍAS NATURALES

El resurgimiento religioso tiene dos aspectos, el primero, vinculado al


disciplinamiento interno y el segundo en el afianzamiento de la expansión ultramarina y la
incorporación de los nuevos territorios.
La religión como restauración de las jerarquías naturales y como reacción al
anticlericalismo de la revolución francesa, podía preservar el orden y transformar la
anarquía o el cuestionamiento en blasfemia.
En Inglaterra, el obispo R. Whaterly y W. Cooke Taylor fueron representantes del
antimaterialismo, la experimentación y la búsqueda de leyes naturales era considerada
básicamente herejía. El severo puritanismo de principios del siglo XIX anticipa la era
victoriana, respaldado por innumerables sectas y asociaciones (Ejército de Salvación, Liga
contra el alcoholismo) que asumirán una activa participación en el disciplinamiento de los
obreros y que también se arrogarán un rol fundamental en la expansión colonial como
misioneros. Muchas sectas puritanas se establecerán en territorios de ultramar, para
empuñar sus biblias y desplegar un fundamentalismo fanático, con mucha más libertad de
acción que en la metrópoli, en donde, con frecuencia, se las combatía (en algunos casos
incluso se las expulsaba a las colonias anglosajonas).
En Francia, el proyecto político de la restauración -el retorno al antiguo régimen-
conjugó diversos intereses políticos y económicos. El fundamentalismo religioso podía
servir como garantía de orden y jerarquías, desarticuladas por la revolución y puestas en
cuestión por los philosophes.
El oscurantismo religioso conlleva además un enfrentamiento con la ciencia
moderna, la misma encarna simbólicamente el poder político de la burguesía, ya que
avanza sobre el terreno ‘sagrado’ de la naturaleza. Según de Maistre “creer en leyes

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invariables de la naturaleza” era “la más pérfida tentación humana.” Al develar el secreto
de la creación divina, es básicamente interpretada como herejía profana (burguesa) y
dispuesta a reemplazar los valores tradicionales y sagrados por las nociones (profanas,
burguesas) de igualdad, tolerancia, libertad y propiedad, surgidas de las prácticas de
intercambio. Este reemplazo de los valores tradicionales es interpretado como decadencia
moral.
La restitución de lo tradicional se articula en un marco de añoranza del pasado y
desencanto del mundo.
Como ya se vio anteriormente, y a riesgo de ser redundante, debe señalarse que el
oscurantismo es bien diferente de la ‘oscuridad’ como metáfora, la oscuridad romántica no es
temerosa de la ciencia y el progreso, es básicamente nostálgica y crítica de las consecuencias
de la civilización, la oscuridad se presenta como vía holística y misteriosa de ‘acceso’ a la
verdad.

EL NACIONALISMO
La Restauración y los movimientos revolucionarios de 1848, dieron amparo al
conservadurismo político y religioso, y también a los nacionalismos de distinto signo. Es
preciso destacar que hay guerras en Europa desde 1792 hasta 1815. El proceso de expansión,
tanto en el interior de Europa como la expansión ultramarina requería con urgencia de
ejércitos disciplinados, identificados bajo una misma insignia.
El nacionalismo romántico en el contexto de la reacción conservadora, es una
ideología tendiente a formar y consolidar ejércitos que articula estrategias de dominación
diversas, su principal objetivo será el de nutrir las exhaustas filas de los ejércitos nacionales,
reclutando y disciplinando soldados entre los dudosos y potencialmente peligrosos
campesinos, así como neutralizar las revueltas campesinas latentes que hacen eclosión en
forma intermitente durante el siglo XIX. La aparición de la figura del ‘pueblo’, provee un
origen y un destino común, al tiempo que legitima0 una cohesión mística tendiente a la
organización civil y militar de grupos francamente heterogéneos. Louis de Bonald, censor
estatal de Carlos X (1827) y fanático militante de la tradición y la restauración monárquica,
fue quien creó la expresión ‘madre patria’. El nacionalismo vinculado a la tradición, no sólo
favorecía a la necesidad de incorporar al ejército los ‘nuevos’ conjuntos urbanos para
fortalecer la expansión/ invasión y sostener las guerras, sino que
También operaba como disciplinamiento para aceptar los rigores de la guerra y las
necesidades y demandas del estado moderno que comenzaba a implementarse.

ALEMANIA
9 Proyecto político de unificación
9 Historicismo

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9 Volk Geist
Sin revolución burguesa, revolución industrial y sin estado-nación, Alemania
conformaba un escenario político bastante diferente del de Francia y Gran Bretaña. Más de
1000 territorios, distintos dialectos sin un idioma en común, ni autoridad o administración
centralizada, tal era el escenario alemán de fines del siglo XVIII. El proyecto político de
unificar y conformar una nación, bajo un mismo estado, era impulsado por un conjunto
importante de intelectuales y artistas que explícitamente orientaron sus esfuerzos para
aportar a este fin, desde distintas instancias.
El nacionalismo romántico alemán se orienta a legitimar este proyecto de
unificación, intentando demostrar el origen común de la lengua y la cultura germana, es
esta circunstancia la que promueve el singular interés por los estudios filológicos y las
recopilaciones de la historia oral que confluyen en el movimiento Sturm und Drang. Su
intención política es proveer un pasado y un destino común, otorgarle identidad, identificar
una ‘esencia’, un fondo mitológico, artístico y poético que sobrevivió fragmentado y
solapado en tradiciones y leyendas populares a la imposición del imperio romano y del
cristianismo. Wagner llevará adelante ese proyecto (recreando las figuras mitológicas,
leyendas de tradición oral e incluso introduciendo fragmentos de motivos folklóricos en sus
óperas) Schlegel, Fichte, Goethe y en cierta medida, también Hegel. Es preciso aclarar que el
romanticismo revolucionario no fue patrimonio exclusivo de los pensadores alemanes,
también tuvo representantes trascendentes en Inglaterra. El nacionalismo romántico se
extendió por toda Europa: Irlanda, Hungría, Polonia, Rusia, etc.
A diferencia de los conservadores franceses, el romanticismo alemán se reconoce
heredero de la revolución francesa, sus pensadores se nutren de sus ideales y de la
expectativa revolucionaria, pero reservan para la ‘hora alemana’ una revolución propia, que
descubra el verdadero carácter de su pueblo, Friedrich Schlegel compendia en un párrafo
varias dimensiones propias del romanticismo:
“… el núcleo de la poesía, su centro, puede hallarse en la mitología y en las
materias de los antiguos… se puede considerar a la revolución francesa
como el fenómeno más grandioso y notable de la historia política, como un
terremoto casi universal… pero también puede ser considerada como el
centro y la cúspide del carácter nacional de los franceses, donde todas las
paradojas del mismo se hallan condensadas” Schlegel, Revista Antenor.
Nº 116. 8

Aquí puede observarse la resistencia al universalismo de la ilustración y al mismo


tiempo la emergencia de uno de los enunciados clave del romanticismo alemán: la esencia o
el carácter nacional, el Volk Geist (espíritu del pueblo) que aflora y estalla en su máxima
expresión en la revolución.
El interés por las tradiciones del pueblo (VOLK), se traduce en el romanticismo
alemán por una búsqueda de lo ‘auténtico’, el espíritu (GEIST) no contaminado y

8
En Los románticos alemanes, CEAL, Buenos Aires, 1968.

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preservado en la memoria popular. Este ‘tesoro’ despreciado por los racionalistas


(traducidas como ‘supersticiones del vulgo’) expresa para los románticos una verdad
legítima y eterna. El VOLKGEIST se encuentra en las canciones, danzas, poemas, leyendas y
costumbres del pueblo ‘no ilustrado’ (es decir, no contaminado).
Este nuevo terreno, el estudio del folklore y la tradición oral, surge de la
consideración romántica del ‘mito como verdad’. Para los poetas románticos, el lenguaje del
mito, en tanto fundador del mundo y elucidación de lo trágico y sagrado del hombre,
responde a las preguntas esenciales. El romanticismo reivindica el mito y la leyenda como
forma de conocimiento genuino frente a la razón ilustrada, que arremetía implacable contra
las antiguas tradiciones populares, definiéndolas en términos de supersticiones, falsedad,
error, irracionalidad y, en el mejor de los casos, formas oscuras y precarias de explicar el
mundo.
El resurgimiento religioso en Alemania, mantiene el furor anticlerical de los
revolucionarios franceses. No se trata de un resurgimiento en el seno oficial del catolicismo
(o protestantismo) por el contrario, se encuentra en la búsqueda de las raíces de la mitología
céltica, se ocupa de desentrañar símbolos bárbaros en la primitiva iconografía cristiana y la
liturgia, poblando al cristianismo de misterios y herejía a través de la recuperación de las
tradiciones herméticas.
Para la antropología, la influencia de este movimiento (así como del mismo
Rousseau) ha tenido gran importancia, especialmente en lo que respecta a la fascinación por
lo exótico, la búsqueda del ‘otro’ en viajes y travesías, la importancia cedida a las
manifestaciones de la cultura popular, el interés y el desarrollo de la lingüística y los
esfuerzos de recopilación de tradiciones folklóricas europeas. Como por ejemplo, Herder,
discípulo de Hamann, uno de los fundadores del Sturm und Drang. Este movimiento insistió
en el reconocimiento del valor intrínseco de las tradiciones populares, expresadas en la
compilación de leyendas y cuentos de tradición oral, llevada a cabo principalmente por los
hermanos Grimm.

EL HISTORICISMO ROMÁNTICO: HERDER


9 Comprensión- VERSTEHEN / historicismo
9 Cuestionamiento de la universalidad
9 Kulture Vs Civilization
9 Irreductibilidad de las culturas/ relativismo
La noción de linealidad y universalidad del progreso humano en el pensamiento
francés y británico es excluyente, un supuesto básico prácticamente indiscutible que
prefigura el desarrollo de la antropología evolucionista hasta principios del siglo XX.
Mientras que en el pensamiento alemán la influencia romántica penetró de una forma
mucho más contundente.

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En su trabajo sobre historia de las ideas, Isaiah Berlin señala la importancia de los
trabajos de Vico, Dilthey y Herder, quienes resistieron el influjo del racionalismo y la
reducción de la naturaleza humana a una serie fija de comportamientos predecibles,
enfatizando las diferencias culturales, el contexto histórico y la necesidad de ‘comprender
desde adentro'.
Vico, nacido a principios del siglo XVIII en Nápoles, se interesó por la historicidad
del derecho, utilizó la filología como herramienta y consideraba que el estudio de los mitos
y leyendas era fundamental para la comprensión de los procesos históricos. Publicó en 1726
sus “Principios de la Ciencia Nueva”, influenciado por Bacon y Lucrecio, aparentemente no
fue conocido por los philosophes. 9 Si bien Vico se opone al naturalismo, consideraba el
progreso en términos de perfectibilidad, concibió una teoría de desarrollo circular de la
historia, la historia humana se desenvolvía por ciclos: la historia ideal eterna. Para Vico las
leyes que gobernaban la naturaleza no eran plenamente accesibles para los hombres, los
hombres podrían conocer plenamente lo humano, es decir la historia. Estas visiones tendrán
influencia en la filosofía de la historia de Herder, una de las figuras centrales del
pensamiento alemán.
Herder (1744-1803), fue discípulo de Kant y de Hamann. Kant, como representante
del AUFKLÄRUNG (Iluminismo alemán) encarnaba la soberanía de la razón y el
cosmopolitismo, en tanto Hamann fue uno de los fundadores del Sturm und Drang. Herder
intentó reconciliar estos ideales opuestos, su filosofía es en cierta forma una síntesis de estas
tendencias antitéticas.
Herder contrapone a la linealidad y universalidad del progreso, la noción de
diversidad cultural y la necesidad de examinar el contexto histórico y social. El historicismo
se despliega en dos instancias: una historia natural eterna (influencia de Vico) y los
desarrollos de las historias nacionales (particulares). Estas historias nacionales tendrán
características propias y ciclos particulares, no están escalonadas en planos de inferioridad –
superioridad, sino que evolucionan en ciclos orgánicos.
A su vez, Herder promueve la irreductibilidad, la individualidad de las culturas. Las
diferencias entre los pueblos se explican tanto por su relación con el medio ambiente
/naturaleza, como por la propia experiencia histórica particular. El cuestionamiento al
escalonamiento en la noción de progreso universal, el decreto de inferioridad o
superioridad de las culturas, se cumple en Herder de la misma forma en que los artistas
románticos cuestionaron el ideal de belleza clásico (basado en criterios de armonía, simetría
y perfección natural).
Así Herder introduce el concepto de KULTURE en lugar de CIVILIZATION,
cuestionando la unilinealidad pero también negando la idea de culminación de un proceso
natural. Tal vez porque en aquellos tiempos las viejas aldeas alemanas bien podían quedar
por fuera de esa estricta definición de civilización, tal vez por la influencia del ideario
romántico que desmentía las afirmaciones universalistas y prefería entender la civilización

9
Según Zeitlin.

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como decrepitud de la experiencia humana, Herder acuñó el término Kulture, en plural y


sin escalones. En lugar de flechas parar representar el paso del tiempo, Herder imaginó
ciclos recurrentes, inspirados también en las concepciones míticas del eterno retorno de las
leyendas germánicas.
En tanto civilización apela a una manifestación externa, refiere a un proceso material
o de la organización social, Kulture es una manifestación moral y estética del VolkGeist. El
VolkGeist es también una ‘esencia’, ‘germen’ o ‘forma original’ del carácter nacional, y es
allí donde residen las diferencias entre los pueblos, porque cada uno de ellos es UNICO. Por
eso son incomparables entre sí y no pueden adjudicarse superioridad o inferioridad, son
complementarias en la historia natural eterna: “como los colores, cada uno ilumina al otro,
complementando el cuadro de la creación”. Dirá Herder que cada nación conserva la
armonía de su propia perfección, modificada exteriormente (superficialmente) por su
adaptación al entorno geográfico, por eso no existirían ‘razas’ sino diversas manifestaciones
físicas en distintas naciones.
Esta especie de personificación del VolkGeist, le permite pensar a Herder que el
pueblo “tiene alma” y “sentimientos”, y que el acceso a ellos no puede realizarse a través de
la descripción objetiva, ya que la misma siempre estará teñida de etnocentrismo. De tal
forma que el ingreso al “archivo del corazón de un pueblo” sólo puedo hacerse a partir de
su arte (poemas, cantos, danzas) y sus mitos (cuentos, leyendas).
En su cuestionamiento al mecanicismo, propuso una aproximación holística e
interna (VERSTEHEN) a la esfera de la cultura, cuestionó el dualismo cartesiano y formuló la
teoría orgánica de la relación cuerpo y mente. Herder desarrolló su filosofía de la historia en
dos trabajos fundamentalmente Auch eine Philosophie der Geschichte der Menschheit (1774)10
y en Ideen zur Philosophie der Geschichte der Menschheit (1784-91)11
La contribución más importante de Herder en el pensamiento político es su
nacionalismo. Su visión de la unificación alemana tomaba con precaución la conformación
del estado. Herder pensaba que debía constituirse una nación basada en el ‘pueblo’, unido
por leyes que expresen su historia y costumbres y no una centralización burocrática basada
en un estado absolutista. El ideal cosmopolita de los déspotas ilustrados (Prusia, Rusia y
Austria) no era más que una máscara de la opresión. Admiró la revolución francesa y
abrazó sus ideales, insistiendo en la responsabilidad del gobierno en garantizar el bienestar
y la educación del pueblo, se inclinó hacia el anarquismo, creía que los pueblos podían
gobernarse por sí mismos y que el estado moderno era una constante amenaza a ese
derecho. Opuso a la frase de Kant “el hombre es un animal que necesita de un amo”, la
frase “el hombre que necesita de un amo es un animal”.

10
“Otra filosofía de la Historia de la Humanidad”
11
“Ideas para una filosofía de la historia de la humanidad”

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