Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
En Dialogo PDF
En Dialogo PDF
('upítulo 2
1':1 hahla, la escucha y la escritura.
~'"hui ternidad y horizontalidad desde
111 c'I'ít.iea poscolonial 55
,1fu/'ío Hufer
s:
ti le lI'ativa. Los movimientos políticos, las voces indígenas y de
Rebeca Pérez Daniel 01 fD
..•.
I I I 1lIlljures, profundizaron la brecha entre el saber construido
o
c.
Capítulo 9 1,,~d4' el exterior de su militancia y el generado al interior. Fi-
o
O'
En búsqueda del sujeto histórico: identificando 11 dllH'nte, la revelación en los textos académicos más recientes
lO
ilj'
'"
a indios, ciudadanos y peruanos en la región 1, qll(~las identidades son múltiples y sin esencia terminaron :J'
o...
andina del siglo XVIII y XIX 231 1'111 I:.s certezas que imaginaban los estudios acostumbrados a Ñ'
Christian Bilschges 011111'11 tTir sobre el otro.
o
:J
..•.
tII
Bibliografía . 247 1':HLasdiscusiones han suscitado un amplio consenso de que ya ii)
"" 1-1(' trata de hablar sobre el otro, ni de una manera advocato- r
Notas sobre los autores 263 1111 para el otro. En su lugar, la ética investigativa parte del ideal
dc' Ilq::II':t 1IIIdi:'dogo con el oLro. De est.:I IIlnlll"'n, Id inLel·<.::lIlIhill
Iloril'.ont,:d y recíproco e::;el punto de partid:1 P:II':I produ<.:ir <.:O)W
"," .11' In ViIH;ld:leiÚn C~I1t.I·(' t.I'orí:1 y prÚcti<.:a. I~n los textos de
Id 11'11, IIIS:IULores husc:t n su peral' la oposiÓón entre hipótesis
-
:1
l.
.,
'""
o
e ¡nIiuI¡{,os, <.:uyas <.:ondi<.:ionesdeben ser nego<.:iadas permanen Le 1" I 114. nsí <.:omoreflexionan a partir de sus experiencias em- c.
IlIunLe con los otros en el campo. 1111. ~'"S:I rLículos combinan de una manera innovadora las c:
n
Sin embargo, uno de los grandes problemas que enfrentan lo/'! 11. 1IIIIt'St.c~c')ri<.:as y de método -facilitando una introducción
n
o:
investigadores es la escasez de guías que propongan maneras dt, . 11 I .d {·st.:tdo del debate- con casos y ejemplos concretos que :1
poner en práctica estas reflexiones metodológicas y éticas. 1,:1 '" 11¡\ I:IS metodologías horizontales y recíprocas en la prácti-
presente publicación busca contribuir a subsanar esta caren \ 11 Hirve de caja de herramientas para el diseño de proyectos
e,ia ofreciendo pautas a considerar cuando se emprende la in 111'1'I'It.ig:l<.:ión
con el otro, tanto para estudiantes como para
vestigación con el otro, desde la planeación, la aproximación :tI I d. IIIII'{ 's e investigadores.
ea m po, las técnicas y la producción de resultados.
La propuesta de métodos horizontales parte de nuestras pro·
pias experiencias y se basa en que la teoría y práctica son parLc' Suj etos en construcción
de un mismo proceso. Consideramos que la fase investigativa y
de producción de conocimiento es muy compleja y que no neces:l 1" '''III'I'pLos de diálogo son diversos, aunque un punto de parti-
riamente los conceptos teóricos anteceden a la práctica y deter d. l' 11 ¡\ i11i<.:iarla discusión puede ser su etimología que se refie-
minan su contenido. Situaciones ejemplares como la de Bronis I I1 1I¡{,eracción de dos o más lagos en oposición. Esto implica
law Malinowski en las Islas del Pacífico, cuya estancia obligad:l
le generó la necesidad de "inventar" la etnografía, o bien la con
1"' • 11\:t conversación participan
• 1" "pln palabra y razón.
dos o más sujetos a partir de
[ill
resión de Claude Lévi-Strauss de que las teorías sobre ellengu:I 1111'lIlhargo, a diferencia de las posturas que sustentan a
je de Roman Jakobson le permitieron cristalizar en un conjunto 11 Idos como poseedores de una cultura esencial y estática,
de ideas coherentes los datos que había recopilado previament.(' '1'1" t10n definidos por oposición a otros, en este trabajo cree-
en "el campo" y con los que ignoraha qué hacer, nos hace penséll' ." '1111'us necesario repensar el diálogo como el fenómeno so-
m
que la teoría y práctica para producir conocimiento no están se .1 I 111'\ que los sujetos se construyen de forma permanente a :J
o.
parados, ni suponen un orden de aplicación definitivo. 111I11 .11'las relaciones con otros. A este respecto, el teórico ruso ¡¡j:
O-
Es sintomático del eurocentrismo científico que la teoría se:1 111 I iI It:ljtín observa que la función del otro no es de contraste, L.C
<.:oncebida como abstracción separada de los datos y que el saber 01 ti" 1'11(:1binomio ego / alter, en el que un yo se opone a un tú, !=>
s:
generado sea incompatible con la producción de conocimiento "" '1"1' el sujeto es social precisamente por ser un fenómeno (1)
...•
o
desde la observación de los fenómenos cotidianos y tradicionalc:4 l• .I"I',lC'oen que el otro es parte constitutiva del ser . o.
o
no occidentales. Separar la teoría de la praxis no sólo dificul. I 1 tli:dogicidad como constructora del sujeto se puede obser- O-
L.C
práctica sino que también desvaloriza el conocimiento del otro al l' '11' In principio es de otro y que en el proceso se hace propio. :r
o.,
momento de distinguir qué es ciencia y qué no . I I oI"II'III'SOindividual se conforma a partir de la palabra que en Ñ'
o
Los métodos horizontales entienden el proceso investigati. I 111'Ipio rue ajena. De esta forma estamos frente a una subjeti- :J
...•
~
va y la producción de conocimientos como un compromiso po I I 1.1{'I'igida con la alteridad. Lo que ocurre en el plano particu- ¡;¡-
lítico que genera formas de vivir mejor en el espacio público. I , I IllIhién sucede en el ámbito de las culturas que nunca son r
De esta manera, la investigación es considerada como expre· 1 III 1H" Y que se construyen de retazos de otras.
1)(· S('gllllda 11I:IIICl'asoy ~iempl'u ('11 t'c,I:lI'ioll COI!el otro,
1111:1 I l'IIIII'I'OIlL;\ciÓII cU;\lldo 01.1'0se abre a percibir, a escudriñar
¡II)I'(pIC IlIi discurso e~LÚorientado por él: se l'ufiul'e y responde :1 II11Vtclll, ;1 conocer lo que me constituye y que yo no alcanzo a 5'
•..•.
..,
Sil alocución, y a su vez; se formula anticipando su respuesta, El , 1, 11 111vez que yo me apropio de su lagos y busco conocer quién O
Q.
It'llguaje que tiene sentido (no el del diccionario o los manuales Ht' ;dcanza una empatía que deriva del diálogo y produce c:
n
n
cit' g'1':II11Útica)"habla" siempre a un otro y en espera de su res- 'IIItlf'illliento mutuo.
o:
puesta, Para Bajtín, el lenguaje existe sólo en acción (frente a \ 1'III'I.il' de Bajtín planteamos que el investigador y el inves- :J
oj,l'() y, por tanto, siempre es dialógico. 111,,"10,cuando trabajan con esta perspectiva, nunca regresan
y sucede, como en el juego de espejos de la novela Gringo vie- ti IIIIHIIIOlugar sino que se colocan en una frontera desde la
jo, descubro quién soy hasta que me veo en la cara del otro: 1111('j('I'cen su nueva mirada y realizan una obra dialógica, o
"ICII~~oI'Úgica",como llama Bolívar Echeverría a la producción
Bailaron lentamente, reproducidos en los espejos como I1It'lll'siva que logra incorporar las voces de los otros para for-
una esfera de navajas que corta por donde se la tome: 11111'1:1propia voz.
- Mira. Soy yo, ~~111 embargo, cabe aclarar que la celebración del diálogo y su
- Mira. Eres tú. , I 1llllt'ación "mestiza" corren el riesgo de opacar el ejercicio del
- Mira. Somos [.. .j (Fuentes, 1986: 105), I'"clc'I', Hay culturas más poderosas que otras y somos conscien-
" I clt' que su discurso marca el racismo, la exclusión y la domi-
";1 discurso del otro que me mira, me valora y me define, pero 1I11'11111. Por eso planteamos como única condición para indagar,
también me devuelve un excedente de mí, esa parte que me es 11 ,dil'mación consciente de la situación horizontal durante el
imposible ver salvo a través de su mirada. I'IIU'C'SOde investigación, En este sentido, tampoco significa que [JIJ
'l'ampoco una cultura puede completar su identidad sin co- , I 111.1'() tiene el poder de determinar de forma positiva o nega-
nocer su imagen en el espejo de la otra. Investigar significa Illll mi propia identidad, Éste es un complejo fenómeno en el
entonces promover ese encuentro para alternar miradas y pro- '1' 11',por ejemplo, el discurso descalificador puede ser asumido
porcionar una visión más integral de ambas culturas. 1"11(,1sujeto o utilizado para construir la propia palabra eman-
En nuestro caso, al plantear la investigación como un fenó- m
, Ipnclora. :J
meno dialógico, nos aventuramos a la búsqueda de conocimiento 1'111'último, el diálogo no siempre es hablado, Los lenguajes C.
¡¡;j:
m utuo en la que el otro es parte constitutiva del ser, en otras '1111'intervienen pueden ser afectivos, corporales o artísticos, O"
U::I
palabras, el investigado es parte fundamental del investigador, y 1IIIIque también existen "indecibles", que el lenguaje hegemó- ~
viceversa. La voz del otro está determinada por quien la escucha 3:
111/'1 I no puede expresar y que están rD
...•
en un diálogo en el que los sujetos toman turnos como hablante o
c.
y oyente. o
/ ...j claramente en conflicto con el racionalismo liberal, O"
Al introducir como punto de partida la naturaleza social de cuya característica típica es suprimir sus propias con-
U::I
¡¡;j'
'"
los sujetos (uno se construye frente al otro), se pone en cuestión diciones de enunciación y negar su espacio histórico de ::r
o..
la posibilidad de conocerlo sin su propia participación, En esta inscripción [.. .j y pretenden estar hablando desde una Ñ'
perspectiva, lo que se conoce es sólo lo que el otro desea que así o
posición imparcial (Mouffe, 1999: 197), :J
...•
sea durante el diálogo, Por ello la importancia de construir situa- ~
rD
'"
ciones horizontales durante la investigación en las que ambas 11:11
tJste sentido, se excluye la expresión de los otros declarados
voces se expongan en un contexto discursivo equitativo, Sólo en 111Irazonables" del "diálogo racional". Los métodos horizonta-
I('H ;lIlIdi":111 1111('('1'
"HPII('iO 1110H"illd"cild('H" ,:111:1IH'ISqllt.d" di IIll(IllliZIICiollt·S 1\0 ~:\d)('I'II;lIlIeIlL:tles, I'undac.;iones y mesas
y di:ílog'o,
of.I':lS I()I'IIIIIHdI' COIIIlIII;C:ICi("1I
I IIldoiM11'111,:111 de entellder al otro, c.;onel objetivo de buscar y ::J
~
..,
11111"IIII.os déhi les para quebrar las resistencias y pacificar los o
c.
11,,1"1-4 dI' ;t<;uerdo c.;onlos intereses de las corporaciones. c:
Las locuciones estratégicas n
n
I" 1" 1,1S LI';1m pas del diálogo no sólo existen al lado de los
o:
I "'''4 IIt'gemÓnicos sino que también están presentes entre ::J
";1 diálogo tiene c.;onnotaciones muy positivas, humanistas e elll:lll 11,d"lllicos y movimientos que demuestran simpatías con los
cip:tdoras, porque permite construir puentes con el otro para ('11 1', \1,111vez más ilustra al respecto el lúcido trabajo de Todo-
LenderIc. Sin embargo, nunca ha sido un instrumento inoce,nl,. '11Id iZ;lI1do el caso particular de Bartolomé de las Casas,
pues hay varios usos políticos y estratégicos. Los departamenl,() 1111110(" p rimel' defensor de los indígenas, este investigador
de marheting de las corporaciones trasnacionales promueven ,,1 1, IICI('ollduyó que el fraile dominico amó a los nativos de la
di:ílogo con la población para producir una buena imagen de Sil 11, 1 I';spaíi.a, aunque no les entendió. Instaurando la imagen
(~mpl'csa, crear confianza de los stakeholders e influir la toma d( 1 1111"11 salvaje", De las Casas hace una profunda crítica de la
dec.;isiones de los agentes de la sociedad civil y los gobiernos. POI "' 1"11-41.:1, pero falla en entender las estructuras y normas de
()jemplo, la multinacional química BASF ofrece en su página w('/¡ II,·,,'d;ldes indígenas. Esta forma estratégica de disimular
tina abierta y confiada interlocución con todos los cibernaut:l ..• I I IIII'H'j111 iento sobre el otro para criticar lo propio, la encontra-
que visitan su portal (http://www.basf.com/group/corporate/ell/ 111 ''11,01 Renacimiento, desde la utopía de Tomás Moro hasta
s u s tainabili ty/ dialogue/in -dialogue- wi th -politics/nanotechno I() ,1"11,Igos del barón de Lahontan y V oltaire. De esta manera se
gy / s takeholder-engagemen t).
'011'1:111':1 un género narrativo basado en el diálogo que recurre a [TI]
La erosión del Estado en la década de 1990, durante el aug,' 1" , 1H'I'iencias y opiniones de otros, los cuales están puestos en
del neoliberalismo, llevó a la instauración de nuevos regímen(:H " 1111como expertos, quienes desde su perspectiva ajena pue-
de gobernar y varias técnicas de poder que precisamente estéíll 1,1I11',·1;I Livizar la sociedad moderna.
hasados en el diálogo. Tales instrumentos son las mesas redon-
das y la búsqueda de consensos en márgenes predefinidos, sill m
:J
Lomar en cuenta las diferencias conflictivas, cada vez más agu- Horizontalidad como horizonte o..
~:
das en tiempos de la polarización social, el racismo y la exclusión 5'
masiva de amplios segmentos poblacionales. I.C
9
I 11"CIlIlextOS sociales caracterizados por asimetrías de poder, ex-
Estos usos estratégicos para pacificar conflictos sociales y culo s:
1,1,11/1" i()n y discriminación, una visión armónica del diálogo, tal (1)
..•
turales dentro del orden hegemónico nos llevan a otra trampél '"1111la plantea en su teoría del discurso el filósofo Jurgen Ha- o
o..
del diálogo. Entender al otro no significa quererlo. En su libro o
1" IIIIIIS (1981), consideramos que no es factible. También vemos 5'
I.C
seminal sobre la conquista de México, Tzvetan Todorov (1987) 11/'411ac.;ercamiento teórico una paradoja: cuando se alcanza el ~'
VI
ha puesto de relieve cómo el conquistador Hernán Cortés hace 111"'\ de la comunicación perfecta, se termina el diálogo, ya que :J"
uso de la traducción, la conversación y el entendimiento antro- o...•
I I I (1iI'erencias, las polifonías y las hibridizaciones se desvanecen. Ñ'
pológico del otro para combatirlo mejor. En la actualidad, estas o
1,11"obra dialógica" se describe de una manera dialéctica. La :J
..•
técnicas del diálogo estratégico se encuentran en la mayoría de 1I"'I'Lura al otro y el deseo de conocerlo también implica entrar ~
iD
los conflictos socioambientales, en los que están involucrados 1 1111proceso de re-conocerse a sí. Estos dos movimientos chocan !"
pueblos indígenas. Un verdadero ejército de expertos, antropó- " (:ntrelazan para abrir nuevas miradas a lo ajeno y a lo pro-
pio, ";11II11I"'(IC{'SO du il1ves(,igaciÓIIque S(' 11:1:-111 1'11lo:-.• pl'ill<.:ipios
l'ecipt'O<.:idady dialoga/id:,d, ('S(,OSllpone qlW
dI' Ilol'il'.ol1(,:IIid:l<l,
1'''111'('()))l'il~IT(~Bounlit'll'y 11 IgII11IJS
pensadores poscoloniales un
IIIIIIisis :lu(,otTef1exivodu I:ISdiversas constelaciones de actores
-
::1
r+
('¡ "il1v('s(,ig":l<lol'"y el "investigado" llegan a una nueva mirada,
""'1
('quidad y describe en detalle la metodología "minga", discutien- .111 t'n la formación de las sociedades latinoamericanas, desde la
do a l final sus retos y potencialidades. , 11111':\ colonial hasta el presente. En su artículo reflexiona sobre
Mailsa Carla Pinto Passos y Rita Marisa Ribes Pereira parten 111-1 implicaciones teóricas y metodológicas de este cambio en la \ 21
de la idea que las Ciencias Humanas y Sociales, cuyo objeto de I11r-d.oriografíalatinoamericanista reciente, mediante una (re)lec-
(:~tudio es la humanidad y su cultura, tienen que ser ciencias 1111':1 crítica de las fuentes disponibles sobre la representación y
d ialógicas, pues el conocimiento se produce justamente por el '111 ,'Licipación política de la población indígena, poniendo particu-
encuentro con el otro. En su contribución reflexionan con base en \11l' Ónfasis en la región andina, durante el siglo XIX.
:tutores como Mijaíl Bajtín, Boaventura de Sousa Santos y Wal- m
:J
c..
Ll:r Benjamin sobre las implicaciones de este encuentro. Sus Oj:
('S sobre-determinado por un logos universal expresado en tér- 1,1 1'('giÓn, construyendo de esta manera también la identidad ~
111i 110Stales como civilización, progreso y desarrollo, declarando o.
pl'opin de Occidente. t'D
VI
1111conocimiento particular, lo occidental, como una verdad uni- ¡\ partir de la colaboración de las ciencias sociales y cultura- n
O
v('rs:d (Waldenfels, 1991: 61), IjlH('on los proyectos coloniales surge en la antropología la ne- 5'
:J
Esto plantea una tautología epistemológica que está descrita , "Hid:ld de una autocrítica sin compromisos, Con esto se inicia Ñ'
por la investigadora maorí Linda Tuhiwai Smith: II11ea mbio en los objetos de la investigación, porque el campo n
!:U
tiene una actualidad urgente, sobre todo en términos de metodo- ducción es del autor), ~
s:
logías, es decir, se deben democratizar las maneras de adquirir rtI
..•
o
conocimientos para poder multiplicar las historias y darle el per- 1'111'fin, la crítica autorrefiexiva permitió una "antropología de la a.
o
fil de provincia al estatus privilegiado de Europa (Chakrabarty, "1 tl'opología", en la que el investigador llega a ser el "etnógrafo O'
u:;)
~OOO), 01,,1dnógrafo" (Rabinow, 1986: 253 y 243), Este debate en torno al ~'
VI
Un primer intento se dio en la antropología social, durante Ing:lr epistemológico de la antropología ha tenido un gran im- :r
o..,
las décadas de 1980 y 1990, Con teorías posestructuralistas, pos- plldo en la de construcción de las estructuras del conocimiento Ñ'
o
!11odernas y poscoloniales, el lugar epistemológico de la antro- 1" ·gemónico, Sin embargo, provocó un mayor problema, pues se ::¡
..•
~
pología y de las ciencias sociales, y culturales en general, fue 'I11(~dóentrampada en una red de autocrítica que no ha llevado ib
puesto en jaque. En un acercamiento auto crítico se cuestionaron I l¡lIeVaS formas de la práctica de la investigación y, al parecer, r
la construcción del otro, las narrativas antropológicas, las rela- 1111paralizado el encuentro con el otro,
I,'I'C'II(,":1 (,:11descollcierto de los eS(,lIdios s'lI'il1l"s .Y cllltur:l- "/I{/./I/'U/ y C('o//I)//Ii('o, J¡;,,,/o i/l/plica necesariamente los
--
I"s S(' SllscitÓ 1I11Hsegunda coyuntura en 1:1 d,'scolollizHción de f.J/'()('('SOS de transji¡/,II/u('Ú)n, descolonización, curación,
I:IS IlldodologíHs, que tiene la particularidad de ser originada y la movilización COI/WjJueblos (Smith, 1999: 115-116;
J:
~
.Y pt'omovida por intelectuales indígenas, En el contexto de las
n
la traducción es del autor). ¡S:¡'
11:1-expresado en la década de las Naciones Unidas dedicada a ( :tlIIlOse puede apreciar en esta cita, el alcance de las metodo- c.
(1)
los pueblos indígenas 1994-2004 (y prolongada otros diez años 11I~',íHS indígenas va más allá de acumular conocimiento cien- n
VI
o
IIl:ís), entre otros- observamos un auge de metodología s indíge- I dico, porque tiene una dimensión relacionada con el trabajo O'
:.1
1I:1Sen la primera década del siglo XXI (Smith, 1999; Denzin, Lin- , H; ial y la pedagogía que se expresa en los aspectos de cura- ¡:::¡-
coll1 y Smith, 2008; Wilson y Yellow Bird, 2005). Este proyecto t'Ic')f],descolonización espiritual y superación de los traumas ~
n
del "'researching back', se encuentra en la misma tradición del ,',doniales (Smith, 1999: 117; Yellow Horse, 2005). Lo anterior o:
:.1
'writing back' o del 'talking back', la cual caracteriza a la litera- t' demuestra también en la red pedagogy de las First Nations, c.
t" rH poscolonial o anticolonial" (Smith, 1999: 7; la traducción es "11I~stados Unidos, que recurre a las experiencias de la peda-
(1)
de los coordinadores). H'lgía de los oprimidos del brasileño Paulo Freire en un diálogo
1S:i"
!"
los llletodoJógicos existe el peligro del "aislamiento espléndido", 1d 1'0, en todas las estaciones del proceso de investigación. Por o.
t'I)
('Sdecir, de ver a una formación cultural con ojos esencialistas. Em- 1'¡.loquiero hacer énfasis en los siguientes aspectos, que me pare- n
VI
o
pel'O, con un acercamiento esencialista -partiendo de culturas ('('11 de un interés especial para futuras investigaciones que de- O'
pura8- es imposible entender los entrelazamientos culturales. :J
I('('n resaltar la voz de los subalternos de una manera dialógica: la Ñ'
"I<;nparte, a causa de la existencia de los imperios, todas las cul- ~
ddi nición del tópico, la identificación de las fuentes, la presencia Q,
Luras están en relación unas con otras, ninguna es única y pura, I'n campo, el problema de la autor-idad y la autorreflexividad o'
:J
Lodas son híbridas, heterogéneas, extraordinariamente diferen- ¡I(·;lClémica. o.
t'I)
ciadas y no monolíticas" (Said, 1993: 31). I.os métodos no tienen un fin en sí sino que son un instru- 15J
I.a expansión colonial y la formación del sistema capitalista 1II('ntopara la construcción social del saber. De tal modo, deben !'"
Illundial ha llevado a una shared history -historia partida-, ('I)lllprobar su uso en la práctica de la investigación. Por tanto,
(~nel doble sentido del pasado común con varias interrelaciones 111 is reflexiones sobre la descolonización de los métodos la voy a
.Ydel pasado de asimetría s de poder, explotación y desigualdad de'sarrollar en un caso concreto, inspirado por mis experiencias
social, en fin, una divided history (Conrad y Randeria, 2002: 17). I'n un proyecto que realicé entre 2005 y 2006, en el cantón Sa-
I':n el caso de América, la conquista violenta dio inicio a una sha- t¡llisilí, ubicado en la sierra ecuatoriana. Este cantón es un ver- [TI]
/'('(/ history, tanto en términos del surgimiento de un entendi- dndero calidoscopio del movimiento indígena caracterizado por
Illiento geocultural del Occidente (Mignolo, 2000 y 2005) como 111 lucha contra la hacienda y por la reforma agraria. Desde los
('11 la emergencia del sistema capitalista mundial (Wallerstein, 11 nos 1960, una fuerte organización étnico-campesina provocó
I!)74) con su sistema racial de la división del trabajo (Quijano, 11 Ilivel nacional el levantamiento de 1990 y a nivel local la toma
:¿OOO) . m
dt' la alcaldía por la vía electoral. A pesar de eso, se mantienen :J
I~ste acercamiento conceptual a una historia partida tiene " ILosíndices de pobreza, alrededor de 85% en las áreas rurales. o.
~:
profundas implicaciones metodológicas que aún tienen que ser 1·:1 fruto más jugoso de esta investigación es el libro Jatarishun. 5'
I.C
elaboradas y aprobadas en la práctica. Supone desarrollar méto- /'('s/'imonios de la lucha indígena de Saquisilí (1930-2006), que !'
s:
dos horizontales que se basan en la reciprocidad y el diálogo. En (,¡;¡boré con la colaboración de Arturo Ashca, Mario Castro y t'D
...•
un contexto de violencia epistemológica es importante superar la o
(~:Innen Cofre. Esta publicación contiene una narración colecti- o.
o
historia única de los vencedores y multiplicar los relatos desde v;¡ de los procesos organizativos en Saquisilí compuesta por 50 5'
diferentes perspectivas. I('Stimonios. ~.
I.C
\11
De este modo, mi punto de partida en esta contribución es la :r
o.,
siguiente: ¿Cómo colaborar con los subalternos y excluidos para Ñ'
o
hacer visibles sus prácticas, discursos y aportes históricos en Reftexividad y descolonización :J
...•
una investigación erudita? Esta pregunta se relaciona de forma ~
rD
intrínseca con una ética y política académicas que no pueden ser 1\ 11 tesde abordar las estaciones del proceso de investigación
\11
desarrolladas en un debate abstracto sino que se dan en un pro- t¡lIiero empezar con unas meta-disertaciones sobre las posibili-
dlld('s.Y los lílllil.('s de la I'dlexividad. Su illlpol'l.lIll1'illl;ollSiHLe(~II
qlll' II<ISpCl'lniLe I'omper con los esquemati h:tllil.tl:d(~sy las ruti-
.1, HOl;i1l1.
ItI 1~;1l
11 1I11I.l'opología
estu s('lltido, 1,1ohjetivo de una antropología de
sería "ohjetiv:\r las condiciones sociales de la pro-
-
J:
II:ISpal':1 encontrar nuevos caminos. De tal manera, la autorre- .1 11"'Ic'1I
1 1del productor [... ], o sea las propiedades, especialmente t\I
n
tl(~xividad no tiene una meta que alcanzar sino que es un proceso 1,,. ¡I(·titlldes e intereses, las cuales provienen de sus anteceden- ¡¡¡'
I)(H'manente, original de la filosofía neo zapatista y expresado en 1, ,1 Hociales, étnico s y de género" (Bourdieu, 1995: 185). !:ij
(,1lema "caminamos preguntando". c.
I,liS metodologías científicas ofrecen la posibilidad de "objeti- m
Á nivel macro sociológico, la retlexividad es un concepto cla- I1c,1sujeto que objetiva" (Bourdieu, 1992: 219). Un universalis- n
VI
o
v(' en las discusiones recientes sobre los cambios sociales y cul- 11111dld conocimiento está presente en la postura referida, que fue O'
:J
LlII':des relacionados con la posmodernidad y la globalización. , 1111I':ldapor los estudios poscoloniales y culturales. Said resal- ¡;:¡-
t\I
ÁllIJlOny Giddens, Ulrich Beck, John Urry y Scott Lash pro- I , ,,1 insuperable perspectivismo inherente en todos los órdenes n
1IIlII'venla idea de una modernización retlexiva. A pesar de sus "IIIHtl:mológicos o:
:J
dif""'encias, estos autores tienen en común la identificación de c.
m
111I.I':\sformación de la modernidad occidental, que es explicada No existe una posición fuera de las actuales relaciones !:ij
VI
dI'sde sus propias dinámicas. Entres ellas destaca el principio de entre culturas, entre desiguales poderes imperiales y
la I'dlexividad, entendido éste, por un lado, como una retroali- no imperiales, entre otros diferentes; una posición que
rnentación sistémica de la modernidad, tal como lo define Beck, y podría permitir un privilegio epistemológico para, de al-
pOI'otro, como el poder de retlexión cognitiva de los actores socia- guna manera, juzgar, evaluar e interpretar, libre de la
les actuando en sociedades modernas, de acuerdo con lo descrito carga de intereses, emociones e involucramientos de
pOI'Giddens y Lash (Beck, Giddens y Lash, 1996). Sin embargo, las mismas relaciones dadas (Said, 1989: 216-217; la cm
1:1reflexividad se limita sólo a lo moderno, sea en términos de traducción es del autor).
IIn sistema o de los sujetos. No discurre sobre la producción del
"otro tradicional" y colonizado como su otra cara, re-afirmando 1':11la antropología posmoderna que exploró -tal como hemos
de tal manera la jerarquía del saber. 'La llamada retlexividad de VIHLo-las posibilidades de las representaciones de otras cultu-
m
1:\segunda modernidad repite la ruptura epistemológica de la co- 1liS, se dio otro debate sobre las limitaciones de la retlexividad. Y :J
lonialidad, excluyendo otros saberes y procesos autorretlexivos. a.
C'II el contexto dellinguistic turn, un enfoque metodológico den- ¡¡:¡:
Esta ausencia de la pregunta colonial se repite en las discusio- t I'() de esta discusión fue el aspecto del writing culture (Clifford O'
1.0
Iles metodológicas en torno a la retlexividad. Una de las postu- v Marcus, 1986) con las respectivas formas de representación: !:>
s:
I':\Smás ambiciosas se desarrolla en la obra de Pierre Bourdieu 111textualidad y la autoridad. Aquí, la noción de retlexividad no ..•
1"1)
posiciones cognitivas y performativas incorporadas, lo que Bour- 11< ¡cimiento no es posible detectar una verdad superior sino que ::r
o~
dieu llama habitus. Según él, todo investigador puede identificar (,1contlicto de los saberes es entendido en términos del concepto Ñ'
o
las lógicas dentro de cada campo y reconstruirlas teóricamente d(~différend, identificado por Fran<;ois Lyotard como uno de los :J
..•
-esto es lo que llama la retlexividad de primer nivel. También IlJayores problemas de la modernidad. ~
1"1)
VI
es posible cavilar sobre la propia práctica de la investigación, De estos debates se extraen importantes conclusiones para
lo que sería un segundo nivel, es decir, descripciones objetivas ('1estatus de la retlexividad en el proceso de la descolonización
I
dt,¡ :-.01111'1'. I':¡C:lSOdI' Bounlicu dcmuesLr:I q\l(' IHlII('('('s:lri:\ll1cnL(' .1'1('11 (d I'I·illH'I'Mlllldo (V('IISt'1.:lll1lJiénKapoor, ~004: (j:3~-G3:·3). -
I.IIHdifercncias .Yviole\lci:ls ('pistemológicas no sólo se revelan J:
:1 IlIa'yon~slIivdes de ref-Iexividad se consiglll' IIIIHrelación m:'ls !)J
n
si IId'Crica en tre investigador e investigado, a vece:s al contrario, d 11iveI macl'o de las geopolí ticas del saber entre Sur y Norte, ~.
t,:llnlJi6n pueden aumentar la distancia entre ambas partes. Así 11I'lIlernidad e indianidad, Occidente Y Oriente, sino que están o:¡
Lo"de estudio, que puede ser objetivado por el estudioso según .It' 1:\ descolonización del saber nos parece fundamental reali- n
O
1:ISreglas del campo. Esto se realiza de una manera autoritaria 111'un autorreflexivo análisis de las diferentes constelaciones O'
.1" nctores involucrados en las diversas estaciones del proceso de :]
sill mediar diálogo con el investigado. En contra de esta postura, Ñ'
cOllsideramos que la "reflexividad subjetiva", en la que el inves- 11Ivestigación. n
!)J
o:
tigador llega a ser etnólogo del etnólogo, obliga al estudioso a re- :]
{I('xionar en todo momento sobre su relación con el otro, su poder c.
('pistemológico y el juego de la representación.
Modelo dinámico de interacciones (!)
o:¡
VI
It;sta posición rígida y la desconfianza frente al propio posicio-
11:lmiento durante la investigación -sin rechistar- nos parece 1.11 descolonización del saber no sólo se realiza por la buena vo-
1111:1 actitud conveniente dentro del proceso de descolonización IlIntad de un investigador, esto sería reproducir la idea de un
dcl conocimiento. Sin embargo, para evitar el narcisismo de la ('I'(~adorsolitario, sino que en el individuo se entrelazan diversas
ti imensiones identitarias Y lógicas de prácticas que se van con-
:\u torreflexividad, criticado por Bourdieu (1995), es importante
con:siderar la construcción social del saber. De este manera, es im- vit'tiendo en hábitos.
De esta manera, proponemos un modelo dinámico de interac-
[ill
posible separar la producción de conocimiento en los contextos
sociales, o sea, "los conflictos epistemológicos son siempre, inse- ('¡ones en constelaciones. Partimos de que cada persona forma
, 1: 1rte de una constelación relacional de diversos actores que son
parablemente, conflictos políticos" (Bourdieu, 1997: 15).
El concepto de autorreflexividad moderna está relacionado con I'nracterizados por múltiples lógicas, prácticas y discursos, de-
Ilido a su posicionamiento en diferentes campos sociales, insti- m
lo que Spivak llama la "división internacional de trabajo intelec- :J
tual", en la que los agentes del hemisferio Sur son los informado- I.IIÓOnesy contextos poscoloniales. Dentro de la constelación, la Q.
~:
res, ampliando la base empírica, mientras que los intelectuales IIduación de cada actor depende de su perspectiva conceptual. 5'
¡e
del hemisferio Norte tienen el monopolio de la interpretación. Así, cada uno desarrolla su posición, imaginándose en relación P
('on. otros. En este sentido, es importante para cada uno de los ~
Bajo el lema de la teaching machine, esta autora pone de relieve lb
~
nctores involucrados producir un mapa cognitivo de las conste- o
la articulación de aprendizaje académico y poder epistemológico Q.
O
(Spivak, 1993 y 1990: 5), enfocando especialmente las políticas 1:IÓones a las que pertenece. Este "mapeo cognitivo" (Jameson 5'
¡e
de la producción del saber en las universidades occidentales. In- I~)90) está determinado por la específica posición del actor en los ~.
VI
vestigadores de estos meridianos van a las comunidades del Sur campos sociales y por las posiciones que adscribe a los otros ac- :J'
O
para realizar trabajo de campo y acumular la información. Así, el t.ores dentro de la constelación. Frente a la alta complejidad de ..•
Ñ'
las relaciones sociales y culturales, los actores tienen que pro- o
Tercer Mundo "está reducido a un repositorio de una 'diferencia :J
~
cultural' etnográfica'" (Spivak, 1999: 388; la traducción es de los IIucir imágenes esquemáticas y muchas veces estereotipadas de QJ
ib
coordinadores). Esta asimetría es un imperialismo cultural - las múltiples contrapartes en la constelación. De esta manera, los r
semejante al económico-, porque el Tercer Mundo proporciona mapas cognitivos suponen posicionamientos que se basan tanto
los recursos, mientras que el surplus intellectual está produci- en. experiencias concretas en la vida cotidiana como en represen-
- -
tIlC'IOIII':-I
1I1('di:I(I:IH.
COIIC(~pl,OH
illHtitllCioll:dll',lIdo:-lo IlIedi:lt.izlI
dO:-ldI' IOHprillcipioH hegemónicos de viHi{lIl.YdiviHi{lIldel mundll
I'IIIIIIIIIS1(111111 (I~)~)(j) 1111
lIt'gllllll'lItadu que las trasformaciones
, 11IIISc,icn<.:iasno Honexprusiones de un desarrollo acumulativo
-
Hoci:d t:llllhién orientan los mapas cognitivuH de cada actor indio ::t
.1,01 :-I:lhcrsino de rupturaH generacionales, en las que los jóvenes ~
n
vidll:d. Sin embargo, la manera como un actor dado constituye.Y 11,·I't'~\,j<.:os"
-en términos de Bourdieu- tratan de desplazar a tu'
d('Hcrihc una constelación de actores y la manera como él se po. 1,,/'1IlIaduros "ortodoxos". De esta manera, es imposible hacer ~
Hiciona dentro de la misma depende altamente de sus decisioneH Q.
('Htr:lt,égicas (Kaltmeier y Thies, 2012). 111111 di I'erencia entre un interés intrínseco y uno extrínseco, más (t)
d('snnollar en el contexto de las discusiones en campo. Suponen 1':11general, los cambios de tema, frecuentes en los trabajos n
111
O
i Inng-inarnos sobre el otro y están producidos con referencias in- d,' (':Impo, tienen grandes repercusiones para la academia, sobre O'
:J
1.(·rLextuales de otros trabajos académicos. De esta manera, el t, H lo cuando se dan por la intervención del otro y no obedecen a Ñ'
~
illvestigador indaga en campo con una definición del tópico que, 1,11'4 reglas y metodologías de los estudiosos. Por un lado, puede !:!,
""IIITir un distanciamiento de la investigación del campo aca- o-
pOI' lo general, se debe más a las dinámicas de la academia que a :J
1111diÚlogo con el otro. dC'lnico. Y, aún peor, si el tema es considerado por los ortodoxos Q.
(1)
I~;sta situación cambia cuando el tema está redefinido por la C'I11110 demasiado "popular" o influencia do por las "ideologías" del ~
influencia del investigado. Por un lado, se debe -especialmente t /1111 po de la política de la identidad, puede desvalorar el capital !II
(:11 aquellos casos donde existe un contacto face-to-face con acto- 1111hólico-académico, tanto de la investigación como del propio
t'(~ssubalternos- a la fuerza del encuentro y del diálogo. De nin- Illvestigador. Por otro, también es un requerimiento que el in-
g'llna manera es un proceso armónico sino que está caracterizado VI·sLigador escuche al otro y redefina el tema para poder obtener
por el ímpetu de un "conflicto generador" (véase Sarah Corona IIllevos conocimientos científicos, sobre todo en disciplinas como la
(~n este mismo libro) debido a los vectores en la zona de contacto. 0111 Lropología social, en la que las lógicas prácticas en el campo [E]
¡\ h í el interés del investigador choca con las inclinaciones de los V" le exigen al estudioso llegar a una representación auténtica
investigados. Éstos tienen que ser concebidos como actores que, d(·1 otro, e incluir su voz.
cn la mayoría de los casos, ya tienen sus experiencias con inves- En la definición del tópico se demuestra un juego bien compli-
tigadores y tratan de regular el ingreso al campo de indagación (,,,do de negociación: un tema que es interesante para el campo
m
e imponer las reglas y normas en el proceso de la investigación. IIeadémico no lo es necesariamente para los "investigados", y al :J
CI.
Situaciones como éstas estuvieron presentes en mi caso. ,Para ¡'('vés. ~:
O'
empezar el trabajo de campo me presenté con "mi propuesta" 10
en la asamblea de la Jatarishun, agrupación indígena del cantón !'
3:
Saquisilí, y logré gracias al apoyo de una organización no guber- I)e las fuentes hacia una lectura dialógica rD
..•
namental ecuatoriana, la autorización de llevar a cabo la investi- o
CI.
o
gación. Sin embargo, esto no significaba mucho, pues en realidad I'royectos coloniales e imperiales tienen el objetivo de encontrar O'
10
realizaba entrevistas de escaso contenido, porque -tal como me .Y explorar fuentes para la acumulación de riquezas. En términos ~-
'"
di cuenta en las conversaciones-, el tema ningún interés des- de políticas económicas, se trata de un proceso de "acumulación ::r
o.,
pertaba para la J atarishun, ni para los campesinos indígenas. por desposesión" (Harvey, 2003) en el que los científicos jugarán Ñ'
o
r;~ntonces, en las charlas con los dirigentes surgió la propuesta (y juegan) un papel importante en la identificación, categoriza- :J
..•
~
de escribir la historia del proceso organizativo del movimiento ción y la exploración de esas fuentes. En sus dimensiones ma- ii)
!"
indígena en Saquisilí. Además, la organización no gubernamen- teriales, podemos mencionar la explotación minera del oro, la
tal con la que estaba trabajando mostró un interés especial en plata, el petróleo o ellitio, y la explotación agraria de productos
1'111'11('XI'0I'LIII', como el :lZlICar, el pl{II.IIIIO.(,1 ('111'(,o I:I~ plall
¡liS IIIt'dicill:lles. Un proce::io semejante suc(~d(' (~II(,1colonialismo
, 11111 (,I('cci(')1)de los :WI()I'('H:1,(llliÚn puede presentar su visión?
111111'11 elige :1 los enLI'('visL:l(los? Creemos que en el ideario de
-
('1111.111':11.li~1 mismo concepto de la "fuente", utiliz;ado sobre to- 11()I'izolltalidad e})impol'tante elegir de manera trasparente y
J:
!:U
11
n
do (~III:ls ciencias históricas, demuestra una actitud de desigual- l'III'I.¡{'ip:ltiva, sin caer en la problemática de la instrumentaliza- Oj'
d:1(1.Ydesapropiación. El sujeto-investigador tiene que "buscar" , It111d(' la investigación por un grupo particular de la organización 5j"
1:ls "fuentes" para hacer brotar el conocimiento que después es 1IlCllgolla. En el caso del proyecto de la Jatarishun identificamos Q.
(1)
cOlltado, clasificado y representado. Además, el poder epistemo- 1 I(IS Lestigos entrevistados en reuniones de trabajo con los tres n
\1\
O
1(lgico está concentrado en el estudioso, mientras que las voces 111 v,'sLigadores del propio colectivo. Además, preguntamos a cada O'
pn;sentes en los textos de la "fuente" están reducidos al esta tus de 1IIII'ITogado si él o ella recomendaban a otra persona para ser en- :J
llll objeto. Ñ'
!:U
1ll'vistada. Sabiendo que los tres estudiosos indígenas eligieron n
Para poder cambiar esta violencia epistemológica nos parece IIIStestigos desde la perspectiva de la organización, me dediqué o:
1
:J
importante explorar la posibilidad de una relación dialógica _ I IlIlscar más actores destacados que viven en otras comunidades o.
h:lsta reciproca- con los textos, en los cuales encontramos in- 1,,11'11poder complementar el panorama de la constelación de
(1)
5j"
¡('!"acciones condensadas. Con una reflexión sobre el tipo de las I••¡¡ iIlvolucrados. \1\
"fuentes" y otra sobre la lectura de los textos, quiero resaltar (;abe dejar claro que estas autoetnografías no son expresiones
dos aspectos clave para la tarea de una descolonización de las l' 111': 1s, descontaminadas de los subalternos, o expresiones autóc-
metodologías.
IIIII:IS de los otros, De esta manera define Mary Louise Pratt el
Una manera privilegiada de recuperar, así como de hacer vi- 1 1 11,,;epto de autoetnografía o expresión autoetnográfica:
sible y escuchar las voces y los intereses de los actores sub alter- [IT]
IIOS, es buscar posibilidades y crear condiciones para que éstos Uso estas expresiones para referirme a aquellos casos
11:lblen para sí mismos, El creciente cuerpo de expresiones au- en que los sujetos colonizados se proponen representar-
L()etnográficas, tales como testimonios, videos indígenas o cartas se a sí mismos de manera que se comprometen con los
personales son textos de suma importancia, términos propios del colonizador. Si los textos etnográ-
También es posible generar fuentes autoetnográficas en la in- ficos son un medio por el que los europeos representan m
::¡
teracción directa del trabajo de campo, en situaciones cara a ante ellos mismos a sus (usualmente sometidos) otros, a.
~:
cara, como sucede en la etnografía, la investigación participati- los textos autoetnográficos son aquellos que los otros O"
lO
va o cualitativa, y la historia oral. El estatus de estos testimonios construyen en respuesta a las mencionadas represen- !'
e}) diferente en las disciplinas académicas, mientras que en la taciones metropolitanas o en diálogo con ellas (Pratt, S
"'
ti)
o
antropología social está bien establecida, en la historia -espe- 1997: 27-28; la traducción es del autor). a.
cialmente en Alemania- rige todavía el dicho que el "testigo es o
O"
el enemigo natural del historiador", expresando la desconfianza lO
1)1' esta conceptualización podemos concluir que las represen- ~.
sobre la situación dinámica de interacción en esta manera de IlIciones autoetnográficas son posicionamiento s estratégicos y
VI
',j'
recopilación de información. o..,
IlIcticos dentro de determinadas constelaciones de interacción Ñ'
Dada la relevancia de fuentes autoetnográficas, recurrimos Illtercultural marcadas por asimetrías de poder, Por su condi- o
::¡
"'
en el estudio de las organizaciones indígenas de Saquisilí a la (,iÓn de contacto cultural, los textos autoetnográficos contienen !:U
ib
historia oral y realizamos más de 40 entrevistas en las comu- 111Últiples referencias intertextuales a discursos y narrativas he- r
nidades de la sierra de Cotopaxi. El primer problema consiste f:(;mónicas.
I':sl.o<:0111'1'0111,:1
:d illv()stig:l<lor COII1111
SI'l-,;lIlldo1'..(.0)'('spedo :1 1I1'I'C'lIllIi('IILo de UII:\ "('\'ILi(':1dohle" o de una "lectura contra- -
los L('xLos,qlll' (~Ssu lectura. En los e::>tudios('Idtul':de~ .Yposco 1'11111111" :1 la conl'ront:lciÚII du dos bloques culturales o de una :t:
~
ICHli:d(~s se parte de la idea que la identidad no se define desd(' 1"1(1('11 illlperialista contra una lógica de resistencia, respectiva- n
Oj'
1111 IIÚcleoduro de lo propio sino que en relación con los otros. Lo 1I11'ItI('.1.:11 una investigación empírica con trabajo de campo tal ~
:1111.1 'rior ~upone la construcción y representación del otro que a I"'l'cal\1iento nos parece demasiado esquemático, tomando en Q,
/'1)
1:1v(~Zlleva a la conformación de lo propio. 11II'IILalos procesos de transculturación y las múltiples maneras \11
n
Ta I como hemos visto, esto es el caso de las autoetnografías. .11,1a ULoposicionamiento. Por tanto, proponemos un análisis de o
O'
II(~I'OI'ecalcamos que también en los documentos hegemónico s de t "llsLdaciones que no parte de culturas predefinidas sino de los :J
Ñ'
divursos archivos podemos descubrir la influencia del otro, En 111.0l'e8involucrados. ~
n
I:IS corrientes de investigación, estas huellas del subalterno y ({domando la idea del análisis de constelaciones, argumento o:
:J
d(d otro no son visibles, por eso surge la necesidad de una nueva ti 111'no basta tomar en cuenta los dos partidos del investigador Y Q,
1(·(,tul'Hde los textos. 1\ contraparte en el campo sino que es necesario identificar /'1)
1·:11 cuanto a las representaciones textuales hay que mencionar "elos los actores que influyen en la constelación. Por ejemplo, ~
t
~
(,1a porte de los estudios poscoloniales, en especial, los provenien- 1'11cuanto a los conflictos de tierra en la sierra ecuatoriana du-
L('s de los estudios literarios. Edward Said (1993) propone una 1111te la década de 1970 se debe incluir a los campesinos-indí-
1
"Iedura contrapuntal" refiriéndose también al "perspectivismo gl'lIHSlocales, los terratenientes, la agencia de reforma agraria,
cOlltrapuntual" como una forma de mantener "los dos procesos, IIISabogados, la federación ecuatoriana de indios, tal como el
(" del imperialismo y el de la resistencia", lo que puede lograrse
h:lciendo una lectura de los textos, incluyendo lo que alguna vez
l'Olltexto contemporáneo de las políticas de identidad y del cam-
po académico. Partiendo de tal análisis de constelaciones, com-
[ill
hahía sido excluido de ellos. Entonces, se trata de una yuxtapo- plementamos la historia oral desde las comunidades indígenas
siciÓn, la que en el proceso de la lectura contrapuntallleva en un .'on testimonios de diez actores -sobre todo mestizos-urbanos-
proceso dialéctico a otra representación, más allá de los textos I'specialmente de Latacunga y Quito. Ellos formaban parte de
co11trapuestos. CIrganizaciones Y partidos de izquierda, iglesias, organizaciones m
::s
De una manera similar, Walter Mignolo (2000) adoptó el tér- 110gubernamentales Y diversas instituciones involucradas en el Q,
gico más allá de las hermenéutica s monotópicas, occidentales, rea de la descolonización del conocimiento no significa ignorar s:
11>
..•.
utilizadas en los estudios de la cultura. La idea central es pen- los textos escritos en archivos oficiales, que representan en la o
Q,
sar un artefacto o un texto dado desde las diferentes perspec- mayoría de los casos las visiones hegemónicas. Sin embargo, o
O'
tivas de las culturas involucradas. Este autor pone de relieve argumentamos que también pueden ayudar para la recopi- 10
¡¡j'
que se trata de una double critique, lo que implica la habilidad lación de data y pueden ser leídas de una manera que haga VI
::r
de "pensar desde ambas tradiciones, y al mismo tiempo, des- visible las voces del otro y la fragilidad de las negociaciones o..,
Ñ'
de ninguna de ellas" (Mignolo, 2000: 67; la traducción es de los en el poder (pos) colonial (Stoler, 2008). Por tanto, realizamos o
::s
..•.
coordinadores). Con estos avances se dieron grandes pasos para un trabajo en diversos archivos, tales como la Universidad ~
rD
conseguir metodologías interrelacionales, las cuales ponen en Central, el Ministerio de Agricultura y Ganadería, el Archivo !"
jaque a las geopolíticas de conocimiento hegemónicas. Sin em- Nacional de Historia, el Instituto de Desarrollo Agropecuario
hargo, en términos metodológicos es una limitación reducir el (INDA), el Bundesarchiv, el archivo del Sistema de la Educa-
e'10111111.(·I'I'ull.ul':tIBilingClc Cotopaxi (:-\1':11'),
,·1 III'I'hivo de 1:1
I"('dl'r:\ci{,n de I!~stlldiantes Universitarios dl'l le;cuador (FI':UI';),
Id''IIdilllil:Ilt.O y UII:It."JlSl'ol'III:ICi{111
1"lllld iZ:lciol1e:..;,
de lo propio en ténninos de
-
11,·L:tImanera, el di:'t!ogo no debe ser malentendido como un :t:
(" Ministerio de Bienestar Social de Latacllnga, el Archivo d(., ~
n
Museo de la Casa de la Cultura, en Latacunga, y el Centro dI' 111/1): I/aliue que rápidamente llega a un going nai've, sin lograr ~'
I)(Icumentación de la Comisión Ecuménica de Derechos Ru- 1"1111 '1' (:11cuestión las hegemonías geopolíticas del saber. Par- ~
lila 110:,; (CEDHU),
111 IIdo de! mismo argumento, Spivak critica que los investiga- o.
/'1)
O
1" ve'¡Ilcramiento en las estructuras poscoloniales. Dicen: '''o K, lo O'
(;o-presencia en el campo 11 'Id.o, pero somos sólo blancos muy buenos, por eso no hablamos ::J
Ñ'
1"11 los negros'. Estos son los golpes de pecho que se expresan ~
a,
I,os debates más profundos sobre la interacción entre "investi- e" ,., umbral y después el mundo sigue rodando como siempre'" o'
::J
g:\(lor" e "investigado" se han presentado en el trabajo de cam- I,iplvak, 1990: 121; la traducción es de los coordinadores). Esta o.
/'1)
po dentro de la antropología social. En esta disciplina ya existe 1111I,lldla analiza de la siguiente manera:
~
tU! amplio consenso de que no se trata de hablar sobre el otro, Y'
parten en la situación etnográfica el mismo espacio y tiempo. 1,1 Lrasformación y el compromiso social sólo en el subalterno del 5'
\O
Ahí se negocia la experiencia de diferentes órdenes de expe- '\"'I'cer Mundo (o en el informante nativo como su representan- !'
s:
riencia, cada cual como una cuadrícula que ilumina algunos 1,')" (Kapoor, 2008; la traducción es de los coordinadores). Por t'I)
..•.
"/-10 creemos que la contextualización de la investigación dentro o
aspectos y deja otros en la penumbra (Waldenfels, 1987: 149) . a.
o
Entre estas cuadrículas cognitivas es imposible detectar una el,· una shared history, que es caracterizada por la larga dura- 5'
\O
que tenga mayor grado de verdad, porque no existe ninguna "I{1I1colonial, requiere agentes activos y autorreflexivos, tanto Oj'
'"
medida externa, objetiva. Así que el reto consiste en la traduc- de'! Sur como del Norte para poder llegar a una descolonización :J"
o..•
ción cultural. El acto de traducir no es una simple tarea sino de'! saber y a nuevos saberes producidos de una manera dialógica Ñ'
que existe una diferencia inconmensurable entre los idiomas. y horizontal. o
~
..•.
Por tanto, la traducción no sólo debe incorporar lo ajeno en lo Sin embargo, no podemos entender el contacto intercultural ~
ib
propio sino que necesita ampliar las fronteras del propio idio- H(,loen términos de un encuentro tete-a-tete entre investigador !"
ma o cultura. Esto implica el acercamiento para alcanzar un ,. investigado, Con las referencias al análisis de constelaciones
11('1I10~PIII'sLodI' I'ldieve que la invesLig:i('IIII' l'~ 111111
"ZOIl:tdI'
l'oIILnc(,o"(J>r:ltL, UJHI), en la que influYI'1I v:tl"ios adorcs COII 1"
111111I1IHnJt.u
11111
iII1PO!"t.:tIlLI'
ilH'hlir esL:t f'aHedespués de la recopi-
dI' d:tta en todo esLe proceso.
-
SIIS dif'cl"cnteH mapas cognitivos. Con respcdo a la tempornli, ~
J:
d:ld sincrÓnica podemos decir que cada actor es formado por Sll~ n
~.
illLcl'acciones con otros. Esta otredad se demuestra también :tI \11101' ¡dad y representación Qj
Ilivcl diacrónico, en tal sentido que -como Walter Benjamin no~ C.
t'D
I'l'cucrda- luchamos porque otros, anteriores a nosotros, hall por la interacción inmediata en el campo existe una co-pre-
"1,, n
\11
Qj
g:ltoria, el investigador forma parte de la vida cotidiana parti- " de "purificación" para poder re-integrarse después en una
11»
\11
cipando en las fiestas, trabajos y luchas de las comunidades. De ,"·il·dad ajena, fuera de lo "normal", a la sociedad propia. Es un
LaI manera está expuesto a la integración en los largos circuitos , IIl'cismo del otro (Crapanzano, 1977: 69) para desplazar su pre-
de la reciprocidad, que se expresa en términos de amistades, "llcía y sus lógicas de actuar, con el propósito de aclimatarse en
padrinazgos o hasta en cargos al servicio de la comunidad. Sin ,d ('ontexto de las sociedades occidentales y las lógicas del campo
l'mbargo, el ritmo temporal es diferente para el investigador,
pues la investigación es un proyecto que tiene inicio y final. Al
II('lIdémico. cm
!\ unque este acto pueda ser útil para la salud psicológica del
terminar la co-presencia y al finiquitar el proyecto también se Illvestigador, es importante tener presente sus implicaciones. De
interrumpen, en muchos casos, los círculos de reciprocidad. Al- 1" 'cho, se cambia el balance de poder, desde el encuentro nego-
gunas excepciones son descritas en olas experiencias y reflexio- ,'indo entre los sujetos hasta la representación textual, en la que
ncs de Cornelia Giebeler, en Juchitán, y los casos de antropólo- ,·1 otro llega a ser un objeto, que es fijado en el discurso en un m
:J
gos que encontraron su nueva casa en la comunidad de estudios, lIetOde violencia epistemológica. Por tanto, es importante tomar o.
~:
trasformando el proyecto de investigación en uno de vida, con IIlIa postura crítica y autorreflexionar sobre la autor-idad del O'
esposa o marido incluido. \O
111 vestigador. ?
Casi siempre la conclusión del trabajo de campo finiquita el Desde mi perspectiva, dentro de las estructuras de las geopo- ~
t'D
..•.
diálogo sobre la investigación. Esto genera un mayor problema líticas del saber no es posible superar esta violencia epistemoló- o
o.
para la descolonización del conocimiento, pues en la fase de g"ica.Empero, evitar todas las representaciones del otro tampo-
o
O'
la recopilación de los datos hay un diálogo que durante su análi- \O
co soluciona el problema, porque precisamente carecer de voz o ~.
sis e interpretación llega a ser un monólogo. De tal modo que la imagen -es decir, no ser representado-, es un acto de violen-
111
:r
participación en el campo de una manera cínica puede ser vis- o..,
cia y desprecio. Frente a esta disyuntiva me parece importante Ñ'
ta como una estrategia de cooptación por parte del investigador o
autoanalizar los modos de apropiación del saber. La autoridad :J
para "robar" data. Este reproche no se puede rechazar fácilmen- del intelectual en los textos antropológicos es insuperable. No
..•.
tu
m
te, porque de hecho es una manera (pos) colonial de apropiarse obstante, a las deconstrucciones posestructuralistas del autor, r
del conocimiento de las poblaciones indígenas. Por eso nos pare- como una figura de la modernidad, se mantiene la imagen del
IIIV('HUglldol'CO/IIO1'll1iCO c.I't':l<lordu.IL,'xl,,). ":HL'I Id('1I"S ¡l1sLIIII 1'11.11('viLa qlll' el il1v"Hl.i~lIdol'Holn'Odetermine la data con SlIS
('jOI1:tliZ:II/:I,Lal1Loen el mercado de IHrldi('ll('iolll's con SIIS 1'01' ,,1'11)lI'('Laciones subjetivas, I'edllciendo su labor a la sistemati-
III:ISd" pllhl icidad como por el campo acadl~11Ijco con sus IÓgil'll " HIII d(~la información.
J:
d,· práctica para la acumulación de capital, mediante el pn'HII n
QJ
Partiendo de esta situación complicada queremos argumenLlI1 I'HI I'HI.:Ise tornara académica, por lo que fue necesario pensar Q,
fl)
qlle sí existen maneras de limitar la autor-idad del investigador 111 definición de mi papel como autor-idad. No quería tomar el n
VI
S" requiere modificar la creencia ingenua en la objetividad y nell III'I'Kpresentes para que puedan expresarse. Cada capítulo ma- o:
::J
Lr:tlidad de la narrativa científica y, por tanto, limitar también /:1 "1 I'mpieza con una contextualización corta mía para explicar Q,
fl)
: 111 tor-idad del investigador. De tal manera, su visión e interprl' I I('IIHlpresentado al lector . Después escribí solamente conexio-
1
6j
t:lción sólo es una de las perspectivas posibles, sin pretensioneH ""/'1 ('ntre los fragmentos de las entrevistas para crear un ámbito VI
1':\ ra un lugar epistemológico superior. Esto se manifiesta en ]:1 011' HI·ntido. Empero, estas medidas no superan la autor-idad. El
Lócnica de "escribir a dos manos" (Corona, 2007), con la que el •"111,1'01 sobre el texto fue mío, elegí la forma narrativa, seleccio-
LI~xtodel "otro" está puesto en yuxtaposición con el del inves- IH' las partes de la entrevista que entran al texto, organicé los
Ligador, sin que la narrativa sea devaluada o evaluada por el 11'lIgmentosde las conversaciones, lo que crea un nuevo sentido.
segundo. Los dos relatos aparecen con iguales derechos, aunque
parten de perspectivas diferentes. [ill
Una tarea difícil es ordenar y sistematizar las voces grabadas 1':1público -o ¿quién lee etnografías?-
('n el diálogo -en el caso de Saquisilí las entrevistas se guarda-
ron en minidisco y casete, y después se transcribieron. La tras- Mas allá de la autori-dad representativa es importante tomar en
cripción fue un trabajo colectivo con los investigadores indígenas ('lIunta el público al que va dirigida la narración. Cada texto es m
::J
I¡ara no perder informaciones en el proceso de escribir el texto. La 1111 acto comunicativo que, por tanto, tiene un lector imaginario, o.
;;¡:
manera de solucionar el problema de las voces grabadas depende d,~pendiendo del posicionamiento y el mapa mental del autor. O'
lO
mucho de los objetivos de la investigación, acordados y definidos I':n este caso nos interesan en particular los estudios académi- P
junto con las contrapartes en el campo. El propósito del trabajo s:
('OS, que están dirigidos a grupos de expertos dentro del campo ro
..•
en Saquisilí fue escribir sobre el proceso organizativo. Así, enfo- I/cadémico. Esto obliga a los investigadores a usar un aparato de o
o.
camos una historia colectiva y, por tanto, las narraciones biográ- o
l'I~tóricas académicas, es decir, una estructura de narración, re- O'
ficas o los relatos individuales eran de menor importancia. Por el I'erencias intertextuales a otras obras importantes, y un idioma
lO
;;¡'
tiempo disponible para la evaluación recurrí al análisis de con- correspondiente al campo, lo que generalmente supone el uso del
VI
::T
tenido para sistematizar la data según los aspectos mencionados o.,
inglés. Ñ'
por los entrevistados. De las diferentes charlas -independiente En la mayoría de los casos, la comunidad o el grupo de sub- o
::J
de la posición del entrevistado- sólo fueron agrupadas las par- alternos que forma parte de la investigación no es considerado !ir
iñ
tes que se refieren al mismo contenido. De alguna manera partí como público del estudio. Dirigir la recepción a estos grupos r
de la idea de un "positivista afortunado" (Foucault, 1970: 223), significaría aplicar otro estilo de escribir y estructurar el tra-
...•
1111.10,
1)1'I'SI.:I11I:IIII'raS(' prolonga 1:1 1'11
pt.l11'11 1'111."1'
('() pn~s(~IH'ill 1,11IIlIl.ropologí:\ soci:d. 10i-\"i-\t.lldiosculturales Y poscolonialcs
J:
.v 1·I'PI'()S(~.I1I.:lci(¡n
t.l~xt.ualhasta la rccepCi(')f1dI' las narraCiOlll'H 11111 P\l()sl,oen los :\l10S1'(~cj(~ld,es mucho énfasis en la problemá- ~
n
pl'Odllcidas. !\ lo anterior se deben sumar las políticas del salH'1' 11111 de la representaciÓn, Pero, sobre todo en una sociedad de Qj'
IIc:ul(~lIIicoque demanda cierta cantidad de textos producidos '1IIIIIcimiento, la pregunta del saber no sólo es un tema de re- Qj
Q.
('spuci:dmente enjournals de Estados Unidos conpeer review. pl'I's(~ntación sino que de propiedad, en términos materialistas. m
11\
l~;nm i caso traté de hacer el malabarismo imposible de aten· ""lilas como la propiedad intelectual, el robo de conocimiento n
2.
d('r :1 dos pÚblicos tan diferentes como el académico y las cornil· '0111referencia a plantas medicinales o la piratería genética de- o
::s
nidades indígenas campesinas. El resultado es una publicación 11\1 Il'stran el papel de la apropiación de saberes y conocimientos N
"11\a fase actual del capitalismo. ~
híllrida que tiene sus deficiencias frente a ambos mundos. Las n
;\()()pÚginas del libro no obedecen a las convenciones académicas I,a cuestión de los derechos intelectuales se discute en el o·
::s
sobre todo en términos de referencias o citas de otros trabajos , IlIlIpOacadémico, sobre todo en referencia a los plagiados, pero Q.
m
dld campo, al uso extensivo de los testimonios, y al empleo de un di' manera especial en los contextos poscoloniales también se Qj
id ioma que se entiende en las comunidades. Además faltan las dl,be discutir con referencia a los entrevistados e informadores. 11\
pl'Opias meta-reflexiones y comentarios del investigador. I,:llosofrecen saberes y conocimientos, y sus voces están presen-
Con respecto a la política de edición no salió en una editorial Il's en los textos. Sin embargo, el campo académico ignora esta
:u;adémica de alcance internacional sino en la Colección Popular IIIlIdición y requiere la autor-idad, de tal manera que el inves-
IG de Noviembre, una serie con publicaciones del ámbito de la 11~~adorse convierte en el autor intelectual que cuenta con todos
historia social ecuatoriana, que está a cargo de la Corporación 1I ISderechos de la publicación. Las voces subalternas son expro- [ill
I~;ditora Nacional. Aunque los sellos de la Universidad de Biele- piadas de sus derechos intelectuales, cuando mucho aparecen en
I'dd y de la Universidad Andina Simón Bolívar (Quito) ubican al IIIS"palabras de agradecimiento".
libro en un contexto académico, el valor de éste para acumular Mi solución frente a este dilema fue una decisión táctica: yo
capital científico es muy bajo. lil'mo como autor del libro, aunque añadí en la portada "con la
m
La recepción de la publicación en las comunidades indígenas ('olaboración de Arturo Ashca, Mario Castro y Carmen Cofre", :J
haciendo explícita la intervención de los investigadores indíge- o.
I'ue mejor. Cierta cantidad del tiraje fue distribuida de manera Oj:
gratuita en las escuelas de Saquisilí y entre varias organizacio- 1\:lS.A pesar de todo, esto no resuelve el problema. Reconocer los O'
lO
derechos intelectuales de todos los autores significaría tomar en ~
nes, en especial el Movimiento Indígena-Campesino de Cotopaxi 3:
(MICC) y la Jatarishun. Según los comentarios de algunos amigos !-Ieriola intertextualidad y la polifonía de los textos producidos. ~
..•
I)e esta manera, cabría desprivatizar los derechos intelectuales o
qlle trabajan en la zona había una reacción positiva frente alli- o.
o
bro, de tal manera que a un investigador español le dijeron los y comunalizarlos, temas discutidos en el debate sobre los "co- O'
lO
dirigentes de la Jatarishun: "Para poder trabajar con nosotros, munes" -desde Antonio Negri y Michael Hardt hasta Elinor Oj'
VI
tienes que leer esto". Empero, la recepción también tiene sus li- ()strom. ::¡
o..,
mitaciones. Cabe dudar si un libro es el formato más adecuado en Ñ'
O
una cultura oral. Tal vez otros formato s -más alejados del ám- Conclusiones
:J
..•
OJ
t\J
quiero discutir tres perspectivas metodológicas que, a mi modo t 111 v('stigación es comunidad ~
de ver, pueden contribuir a esta tarea. a.
(1)
!2.
1\. 1I "('po y Escobar, 2005: 110; la traducción es de los coordi- o
:J
¡\uto-reflexividad 11I dc 's) de un sujeto-hombre-investigador
tI'C que está posicio- Ñ'
III
11 ,dll ('1]un lugar epistemológico superior frente a los "objetos" n
l. IIHLudio,argumentamos que la investigación se basa en la o:
:J
1·;1investigador no puede escapar por completo de sus disposi CIIIIII';¡cciónde múltiples actores con diferentes poderes de in- a.
ciones coloniales, pero lo puede hacer visible y cambiar tras 1:1 l. I v"l1ción. Frente a la multidimensionalidad y la polifonía en
(1)
Dj
autorreflexividad permanente de sus discursos y prácticas. El , I 1'11111po debemos reconocer formas colectivas de generar sa- VI
concepto de la historia partida -en los dos sentidos de un:1 l" I'I's.I·;sto incluye reconocer a los "otros" no sólo como objetos
historia común y dividida- también nos obliga a aplicar me- d. l'sLudio o colaboradores sino como co-investigadores, de tal
todologías partidas en cuanto a las dos significaciones señala- IIltldo que el estudio devenga en comunidad. Para el académico
das. Por un lado, es importante reconocer la diferencia entre los •• 10 significa dejar de poner en cuestión su autoridad en las
contextos de vida y de las historias sufridas. Esto implica en el d ill'nmtes estaciones del proceso de investigación con el objeti- I !JJ I
proceso de la investigación llegar a un nivel de autorreflexividad l' (le no hacer invisible el aporte de los otros. Ya la definición
sobre el propio posicionamiento -especialmente en el campo d,'¡ Lema de la investigación debe ser un proceso en diálogo que
académico-
otro. y, al mismo tiempo, llegar a un entendimiento del • 11:'1 abierto de forma permanente a revisiones e hibridizacio-
lit's. De esta manera, nos tenemos que despedir del género de
La reflexividad incluye en su dimensión histórica reconocer 11' meta-narrativa, del gran relato, en favor de textos caleidos- m
:J
la propia complicidad con los proyectos coloniales que estruc- IClpicosfragmentados por diferentes perspectivas. Reconocer la a.
¡¡:¡:
turaron el campo académico. Mientras que algunos autores, I'Cllifonía intrínseca de la indagación tiene impacto, tanto para o
lO
como Gustavo Esteva (1992), optaron por una "desprofesiona- 111acumulación de capital científico como de carácter legal, pues !'
I¡zación" de los intelectuales, nosotros creemos que desde la ,01 autor de la obra no es uno sino el fruto de un trabajo en co- ~
(1)
..•.
perspectiva de una historia partida es importante cambiar las IIIÚn,que supone la intervención de varias voces y autores. Así, O
a.
lógicas de práctica y los principios de visión y división del campo o
académico. IIISderechos de la propiedad intelectual no pueden ser conside- o
lO
I'ados en términos privativos sino que deben ser comunitarios. w'
'"
Esta percepción incluye un cambio en las interacciones de tal I';sto nos lleva a superar la figura del investigador heroico para ::r
modo que una metodología partida significaría encontrar enlaces o...
dar cabida a un investigador facilitador, promotor y moderador Ñ'
y objetivos comunes con base en la co-presencia en el mundo y del diálogo. O
:J
..•.
un proyecto político común de descolonización. Así, el investiga- Respecto a la publicación se debe considerar a la comuni- ~
rñ
dor y las contrapartes más cercas del proceso de investigación dad con la que se lleva a cabo la investigación como un público !"
llegan a ser caminadores fronterizos que cruzan los límites entre privilegiado, que tiene más derecho para acceder a los frutos
oht.('lIidos (Lext.oescrito, audiovisual () ;IlIdit.ivtl) qlle el pÚbli('t,
., :1(;;I<IÓlI1ico
internacional.
•
.J
::r
o..•
Ñ'
'k Quiero agradecer los comentarios valiosos que hicieron a este texto Sarah o
::J
,...
(:orona, Olaf Kaltmeier, Carmen de la Peza, así como las discusiones valiosas tu
con mis estudiantes del seminario "Cultura popular y ii)
VI
los "pueblos serranos" como se conoce la historia de la región. ro, nunca sabés que la que perdiste era la tuya y la que O"
\O
Cuando llegamos a su casa y nos dispusimos a conversar con aprendés es de otro. Te das cuenta mucho después, ge- P
él, después de varios protocolos de rigor, comenzó la charla. A 3:
neraciones después quiero decir, cuando las palabras (1)
..•
los pocos minutos mi maestra y yo nos miramos en un gesto de o
no te bastan. Y déjeme que le diga algo a usted que a.
o
complicidad. Efrén nos estaba contando la historia de los pueblos es estudiante y sabe: acá nadie quiere volver a las tra- O"
\O
narrada por Efraín Bischoff, "el" historiador oficial de Córdoba, diciones. Queremos tener derechos, como un pueblito ¡¡¡-
VI
miembro de número de la Academia Nacional de la Historia (Bis- común, a la educación, a la salud, a vestirnos bien. A ::T
o..,
choff, 1985). Nuestra decepción no podía ser mayor: el proyecto estas alturas todo es jodido: porque lo extraño es que Ñ'
o
ya no somos muy distintos, acá ni siquiera somos in- :J
..•
!:\)
dios, y mis hijos tampoco quieren serlo. Y tienen ra- iD
VI
Sobre Quilino, su historia y sus procesos de trasformación desde la colonia, véase zón. ¿Para qué? No. No somos distintos, nomás somos
Castro Olañeta (2006). pobres. Ah, pero no escriba eso, porque a usted en la
IIl/iul'rsidw!1I0 /1' U(J. a seruir ... /)i/:II (111/' .'/OIlIOS illdio,'; I IllI'ill :lsilllél.ric:I (('¡ 1':Hl.lIdo.1;1 illstitución) y que es habitado
y II/l(' nos ucstimo,'; como los sanauir()I/('s, y uiuimos en N
111/1'
1""' 111 distancia, 1;1 cOIII'I'olltación, la mímesis o la parodia, de
piso de tierra ... diga eso usted.2 m
1111'11111 t.ensa y ambivalente. Propongo que no pensemos en la :J"
vc¡'/," del subalterno como una unidad discursiva que proviene ~
C"
I,llego me he dedicado a otros estudios muy remotos y si bien Sl' d.,¡ IlIomcnto encantado y fetichizado de la tradición, la pureza, ~~
n:dactaron los informes de investigación correspondientes (qw. 1, c'spiritualidad o la resistencia. Por último, asumo que en este 5j
110 incluyeron estas conversaciones), nunca volví a trabajar so- l' 1'()('1:80 dialógico, la táctica metodológica hacia la horizontalidad t'D
hre estos episodios. Borré hasta ahora esta entrevista que siem- n
VI
una horizontalidad viable. Para ello, examinaré tres problemas. 1',I ndamentales que la crítica de la nueva izquierda inglesa, la 5'
lO
Primero, la importancia de considerar la dupla subalterno / sub- "historia desde abajo" (history from below) o la antropología ex- ?
alternidad como un insumo conceptual que pone el acento en I H:rimental, había soslayado: que toda revisión debe ser una
s:
rD
...•
la determinación de la palabra del subalterno por una jerarquía c"'Ítica a la voluntad universalizante del capital; que todo conoci- o
a.
que antecede a la enunciación y que la habita como una marca de o
1I¡¡entoen el mundo poscolonial debe partir no de buscar archivos 5'
(no) autoridad. Segundo, la necesidad de considerar a la hibridez ¡,Iternos -con una noción amplia de archivo como fuente y como
lO
c;j'
VI
como condición histórica de la "palabra del otro": el dialogismo I'ampo- sino de criticar la propia construcción de ese archivo, ::1"
sci u tilizó esta expresión, fue como adjetivación: habló del sub- n
VI
como se concibe la escisión tradición / modernidad. Pensar en "recuperar" r. No tenemos espacio aquí para desarrollar este aspecto con amplitud, pero ::r
o.,
implica dejar de lado las formas históricas como las culturas subalternas el elemento central que introduce Gramsci para cuestionar la teoría del re- Ñ'
han sido mediadas por los asedios de la modernidad, han dialogado con flejo y la sobre determinación es "recibido" en las décadas de 1960 y 1970 en o
::]
ella. Incluso, la resistencia implicó siempre "conocer" al otro. Por eso no fnglaterra como insumo clave para concebir las teorías de la cultura como ..•.
~
existen "culturas puras", formas "tradicionales" que deban ser "rescata- práctica (y no como atributo, ni valor), insumos que alimentarán la Escuela rD
das". Las culturas en resistencia son, sin duda, formaciones dinámicas, de Birmingham y el nacimiento de los estudios culturales en su fase más r
contemporáneas, con historicidad propia. politizada. Puede consultarse Thompson (1993).
I ('ololli:d S(':Iilllllutnhle, l1i ilTevel'::;ihll:,Ile'glllldel dillllll1isl1lodI'
los pl'OC(~SOS,
c·1
m
dI' organización, gestión y administración de las poblaciones, que Aquí llegamos al problema nodal por el que creo pertinente
('11el discurso antropológico e histórico local oculta su condición n
VI
::r
las economías simbólicas de las poblaciones sometidas, y sus su- de cristalizar y ordenar lo emergente, lo regula y domes- o.,
tica, "matándolo" en ese proceso de ordenamiento . Ñ'
jetos, por supuesto, tampoco tienen la posibilidad de interpelar o o
::s
..•.
de ser interpelados (en el sentido político y en el althusseriano) • El propio gesto de colección (tradiciones, palabras, mi- !)J
r5"
por el lenguaje de la ley. En estos casos, el resultado es casi siem- tos, leyendas, "saberes"), comprende inevitablemente un r
pre el mismo: las poblaciones deben ser tuteladas por el nuevo ejercicio de ordenamiento con una textura epistemológi-
{,O/Ollí:"H":Iilllllllt;"J/(~, Ili il'l'eveI'Hihl(',1II'~:lllIdCl
,,1dill:lllliHIlIO.1,. 1,,1411):lei"JlI!)U/I'/' IJIII' 11111'11 pmdllcjl' comunidad imaginada,
IClH IJI'OCI~HOH,
1:1potencia de la subjetivaci")I1 polil,ic:1.Pero Clt:IIHI" ""411111111 desd()hl:ll!li(~nto de.! colonialismo en la minorización N
/:1 cololli:1ahandona el terreno del fundamellto de ley y deja d" Hlljdos indios y en la re-instauración patriarcal de la ley. !!!
HI'I'la 11Iodalidadde ejercicio efectivo y desnudo del poder, la colo
111/4
:r
~
1,11 III:ís persistente es que mediante este proceso se construye o-
11i:tIidad es la condición sobre la cual se funda la nueva historici .• I"gitima la necesidad histórica (hasta hoy vigente) de que ~
dad política de las repúblicas y los estados nacionales (Quijano, IltI ¡.idos sean re-presentados por otros, quienes en efecto co-
1'41 ¡sj
:¿OOO). No se trata de una "condición de remanente" histórico o 111" 1'11Id orden del discurso sometido a la ritualización y a los (!)
lll¡;¡ supervivencia inevitable del "período" colonial. Como mUeH 1'1'II'('dimientos precisos para producir los efectos de autoridad:
n
111
derechos y deberes sobre él, sin que se arraigue "dentro de él" CI.
ñj:
su apropiación histórica (al menos con la educación y su proceso • La cultura popular se vuelve tanto más curiosa cuan- O"
u;)
de normalización y con esa doble inscripción que marcaba Mi- do menos se teme a sus sujetos (esto es, cuando más se !J
chel Foucault entre ser sujetos del lenguaje y sujetados a él me- encuentran domesticados o al menos enmarcados en el s:
..•
('1)
diante un orden del discurso) (Chakrabarty, 2008: 121). Hay una yugo de la ley y la tutela). O
CI.
perversa violencia en ese paraguas universal de la ley (derechos O
O"
universales para todos) cuando ni el interés, ni el deseo expre- • El saber sobre el pueblo sigue ligado a un poder que lo u;)
ñj'
sados en la ley del Estado, invocan la historicidad que gobierna autoriza, y ese poder de autorización en el mismo gesto lA
::r
las economías simbólicas de las poblaciones sometidas, y sus su- de cristalizar y ordenar lo emergente, lo regula y domes- O
...
tica, "matándolo" en ese proceso de ordenamiento. Ñ'
jetos, por supuesto, tampoco tienen la posibilidad de interpelar o O
:::1
..•
de ser interpelados (en el sentido político y en el althusseriano) ~
por el lenguaje de la ley. En estos casos, el resultado es casi siem-
El propio gesto de colección (tradiciones, palabras, mi- ii
tos, leyendas, "saberes"), comprende inevitablemente un !"
pre el mismo: las poblaciones deben ser tutela das por el nuevo ejercicio de ordenamiento con una textura epistemológi-
(':1.Y 1,1 OI'lII~llalllil'IILo
ei"il'xLI'I'IIOII111 t'('OIIOlllí:1
i"iilllh()lilll 111,1110 y ¡:\ pl·ogn'i"io).La mirada solidaria no hace
dl:\ pI'OCUi"iO N
m
di' dOllde emana. POI'ende, ei"ii"iil'II,!)!'I' 1111:1
l'edw;ciÓII(11, 1" ¡\ ti iC:I, IW auLorií'.a sujelOi"i,no suprime las jerarquías históri- :J"
CUI'Leau,2009: 47-49). , 1I\I('IILeprocesadas y revisitadas y, en todo caso, operativiza su QJ
C"
.\ I 11' 11I'i"iO innovador en el terreno de la presencia: ahora sí somos ,?I
Mñi"i:tll{\ de las consabidas objeciones a este texto, lo que sil'llI , 'p:\l;e8 de ver al otro, que sigue y seguirá siendo parte de la al- o:¡
pl'l~he leído en sus líneas es una afirmación y una pregunta dl,1 I''''\llad radical atravesada por la ideología de la diversidad que (!)
VI
cÓmo se crea y reproduce la relación entre alta / baja cultUI'II) .\,' :J"
QJ
110podrá cambiar lo que el conocimiento académico-científil'o ¡\quí cobra relevancia el epígrafe de este apartado: "Si el pue- '<
hizo con la cultura popular (crearla como categoría y procesarln 1.10 110habla, bien puede cantar". De Certeau decía justamente rJ
(!)
como sustrato y esencia para domesticar su historicidad y dCH 'III!~la emoción producida por la cultura popular (la canción in- n
VI
:Ip:\recerla). "Para un cambio en ese sentido es necesaria ulln it'1'\>retada, la vestimenta colorida) emana de la distancia que ;:¡:
s:::
:lcciÚn política" (De Certeau, 2009: 49). La pregunta: "¿se puerl(' ,'para ese ejercicio de contemplación. La emoción es la estrate- ~
QJ
pl'nsar en una nueva organización en el seno de una cultura qlll' f;11Ide otrificación, no el valor neutro del reconocimiento o la em-
l/O fuera solidaria con un cambio de relación en las fuerzas so "IILía. Esta afirmación es del mismo tenor irónico que la de don
('iales? (De Certeau, 2009: 69). Creo que este historiador francéH 1':I'l'én:"Ah, pero no escriba eso, porque a usted en la universidad
invoca sin metáforas (un recurso tan frecuente en su escritura) 110le va a servir ... Diga que somos indios y que nos vestimos
lo que estamos intentando trabajar aquí: se requiere una acción l'omOlos sanavirones, y que vivimos en piso de tierra". Diga eso cm
política de autorización enunciativa del subalterno (y no simple- qlle entra en el régimen audible, diga eso que emociona y produ-
mente pensar que narra de forma transparente su experienci:1 ('(' al pueblo, diga eso que en el mismo reconocimiento nos coloca
de subjetivación, porque esto no reconoce que la subalternidad ,'n ese otro lado observable y "respetable": el de la jerarquía no
I~i"iuna condición discursiva que permite el acto de habla, pero no 1'lIunciada, el de la distancia temporal, el del deber de preserva-
lo hace audible y ahí está el punto), y es necesario pensar que un ('ión y "vigilancia" de la tradición. m
;:¡
ei"itudio de la "cultura popular" será productivo políticamente a.
¡¡;j:
IIIIII:lI1tización del pueblo, el "volk" como ese sujeto que puede Oj'
(;0 .Y perverso) de la ciudadanía y la interlocución con el aparato PI' el germen trasformador, fue puesto en tensión con estudios /'1)
d(~ g-obernabilidad. No quieren "romper" con el Estado, ni est,u' '111110los de De Certeau, en Francia, y los de Néstor García Can-
n
VI
t:
n
f'llera de él: no todos, no siempre. Saben mejor que nadie que 1;1 I 1111 i o Jesús Martín Barbero, en la década de 1980, en América ::r
!lI
ei IIdndanía es un horizonte excluyente que se debe desplazar .Y I,IILina (Canclini, 2002; Martín Barbero, 1987). Esto dio paso a los "<
¡"leer estallar; vienen produciendo utopías desde la conquist;) 1I1:'¡\isis sobre los procesos de fabricación (académica, política y Oj'
IlIis/na. Pero en las políticas de la historicidad, el acontecimien- "I'ollómica), trasformación, apropiación e historicidad del "pue-
/'1)
n
VI
Lo es la urgencia (no la utopía): antes de romper con la ley, es Ido". En este punto, el concepto de subalternidad sigue apelando ;::;.
t:
lIecesario reclamar y ejercer el derecho a su acceso. La violencia ..,
I ('omprender las múltiples condiciones de desigualdad y dife- !lI
que precede al conjuro del derecho es lo que Efrén está poniendo 1I'IIcÍación con las cuales ese "sujeto" es producido y reproducido.
('11 evidencia aquí. En este sentido quieren "salud y educación"; 1':1concepto de subalternidad entendido como crítica poscolonial
110 COtno una genuflexión de los oprimidos ante las dádivas del Il'mite siempre a lo que Valeria Añón y Pablo Alabarces llaman
II;stado. No es tan difícil de comprender si lo miramos histórica- IIquello que está fuera de lo visible, de lo decible y de lo enun-
mente: para romper con el universo que instaura la ley (digamos f'l<lble, o que, cuando se vuelve representación, no puede admi- []I]
:lquÍ el Estado), hay que establecer primero un vínculo con él, 11 jstrar los modos en que se lo enuncia" (Alabarces y Añón, 2008:
pertenecer al registro audible de la escucha (más que al momen- 'm;~).Los autores proponen que entender lo popular como subal-
Loenunciable de las voces polifónicas). Lo que digo es que aquello ifol'l1idad implica:
ql/e diferencia, en este caso, el ruido de la voz, es la posibilidad
de ser oído más que la potencia de producir un enunciado. m
[...) una definición que enfatice el plural pero que no :J
Don Efrén es nítido: ejercen ellos una "política de los gober- o.
se tranquilice en él; que incluya siempre el conflicto, el Oj:
liados" (Chatterjee, 2006) con la clara internalización de sus poder, la desigualdad, sin naturalizarlos ni cristalizar O'
\.C
propias condiciones de dominación como plataforma de trasfor- a los sujetos en ellos [. ..) que reflexione de modo cons- !=>
IIlación de esa situación (prefiero hablar de internalización y no tante sobre el lugar del intelectual sin enmudecer; que, s:
..•
(1)
de "conciencia" por los matices complejos que eso produce en la a contrapelo de expectativas y deseos populistas, pueda o
o.
o
discusión posestructuralista sobre la ideología, el deseo y el inte- ver la reproducción de la dominación articulada en los O'
\.C
implacables mecanismos de los medios de comunica- Oj'
VI
quía). No todos somos contemporáneos. Trabajo este punto in extenso en de instalar la cultura como policía (no política) de identidad. En
Rufer (201Gb).
síntesis, no estamos aludiendo a un fracaso cognoscitivo, ni a una
I't'lllllwin dI' In 11('I't':lllIienL:!políLic:l, ~illo tlllI' 110:-1
IIdo~:lIno:';:1111 "'11 d,' 1:1 id(~ología(algo tI\\(' II<IS11:1cost.ado caro en el caso de la
N
11"(' Spiv:d< I'efiere con "habitar problem:ític:lnwIILe" e~ta dist:11I •.,'ti(·nLe m:1sacrítica de los est.udios culturales, como si la elec-
('i:1('IILI'Ulo::;lenguajes de la representación, los modos de admi I 11111 por la cultura obviara el problema político de la reproduc- !!!
:r
~
11i~Lr:ll'losy los agentes legitimados para esa administración, I~;I 111111 .Yla mímesis),7 El punto es, más bien, ver cómo la ideología CT
~llh:llterno no puede controlar los modos en los que se lo enunci:¡ productiva y actúa en la articulación tensa y duplicada entre $lo!
('11(d di::;curso político, académico, científico-médico o el propio 11ha Iternos y Estado, induce figuras en el registro de la mirada Qj
discurso militante; y seríamos poco sensatos si no analizáramo:-l 1C'lIdémica,niega la formación de los procesos de hibridez y es (1)
n
VI
(" poder de esas estrategias discursivas en la producción de po 111<':1 paz de explicar las modalidades en que el subalterno se ve c:
n
JíLic;\s pÚblicas, políticas culturales y o de "inclusión", un nuevo "hligado a usar de forma ambivalente el lenguaje de la autori- :r
~
('oll\odín conceptual "catacrésico" diría Spivak, porque desplaz;1 IIlId,Al decir de De Certeau (1980), cómo es en la táctica donde '<
SIl referente y no sabemos muy bien hacia dónde. IllIcen política los débiles. Qj
(1)
Si retornamos la gran apuesta de Guha en su libro Domina- 1';1 subalterno puede producir una torsión en los usos del pro-
n
VI
('i6!/' sin hegemonía (1997), vemos que intentó mostrar cómo las piO texto que lo enuncia, desestabilizando la dicotomía de poder i:¡:
c:
{.JiLes nacionalistas (y no menos importante, todo el edificio in- (HOY consciente de mi propia elaboración metonímica al hablar .,~
L('Jedual que las rodeaba) se habían convertido en los ventrílo- 11(,1 subalterno, volviendo soberanía del lenguaje a un sujeto que
('UOSde la población campesina en general, y cómo los problemas Hiempre debe ser histórico, puntual, contextual y contingente).
I)(~rsistentes de casta deben ser tamizados por esa configuración, I'uro a lo que voy es que la distancia entre esa representación y
Alldrés Guerrero, en una actitud similar, habla de la ocupación '111administración, es una diferencia que el subalterno reconoce,
de la intelligentsia intelectual ecuatoriana en ese mismo sentido, ('pera, practica y utiliza, En aquel "diga que somos indios y que cm
I,:IS élites creyeron estar dispuestas a poder "narrar" no sólo la 1I0Svestimos como los sanavirones" de don Efrén, hay una clara
historia de los otros sino sus intereses legítimos, sus razones Y operación con la jerarquía. Él sabe que políticos y académicos
f'ormaciones simbólicas y políticas (Guerrero, 2000). "van" a administrar esos modos de enunciar que le son externos,
La ventriloquia funcionó y todavía funciona como un elemen- pero juega con ellos.
Locrucial en las políticas de izquierda (algo que el movimiento Volvamos a Quilino: el corredor geográfico del norte de la pro- m
::s
zapatista mexicano intentó plantear desde el inicio), Políticos e vincia de Córdoba se convirtió en escena de turismo alternativo Q.
~:
inLclectuales en sus respectivas funciones, "hablan" los intereses a fines de la década de 1990 con una recreación del camino real O"
IQ
del otro, "educan" la posición subalterna, "domestican" el lengua- colonial y el consecuente trazado de una ruta, delimitando una P
s:
je de los campesinos, en una pretensión de legitimidad política, vieja geografía que nada tenía que ver con las sierras grandes, "'
(1)
I,a argumentación suele ser la de explicar adónde funciona la ni con el corredor pampeano (los dos espacios sociales por los que o
Q.
o
ideología, adónde se tiñe la masa de "falsa conciencia", adónde el Córdoba se conoce dentro de Argentina). Cuando yo lo comencé a O"
IQ
subalterno es incapaz de ser coherente con sus propios intereses. ~.
VI
Ese uso "a la letra" de un concepto tan denso como el de ideo- :r
o..•
logía en el propio Karl Marx, ha resultado el peor de los bina- 7 Me refiero en específico a cómo la deshistorización de los estudios cultura- Ñ'
les en su vertiente estadounidense (y su repudio, a veces bien fundado, al o
rismos: el recrudecimiento de la retórica a modo vulgata, o el
abandono total de la palabra por considerarse anticuada a los marxismo clásico), creyendo obviar el concepto de ideología por inoperante
o elitista, quitó al problema político que habita en el centro de toda con-
;
::s
rD
procesos de la "sociedad transparente". La apuesta del grupo de cepción sobre la cultura: es hoy un panorama de transacciones, de usos
!"
trabajo de Estudios de Subalternidad no es abandonar el proble- políticos y estratégicos, Trabajo este punto detenidamente en Rufer (2009),
Lr:II.III','yCOI11:1 lIug:l<l"de./ LlIl'i¡";ll\o
(Lod:IVIII"H('IH~O
('11('¡..;eent.oll '"I1t.I':II·io,(~s:,ag{)l1i(':!Itd,,'jd,·:/. ('S UI1juego de fuerzas desnudo y,
dOI1'·;/'rt!nvendía sus artículos de P:lj:1d(' t.l'igo(la arteSal1íll
N
('('S), 1'"1' sllpuesto, que es políLic:l: lIna política de los gobernados, esa
m
"Upic:l" de la zona). Al establecer el puesto afuera de su casa, SI' '1"(' produce un juego de alteraciones y de parodias con el mismo
:r
c:lIl1hi"h:1de ropa y no usaba sus pantalones de mezclilla sino IOH 1"llgllaje del poder, tomando decisiones en el campo asimétrico de OJ
O"
Lr:l<licionales de grafa y sombrero. RabIaba diferente: se prodll 1 ,·gl:ls heterónomas que el subalterno está obligado a habitar. ,
&J
C'Í:I indio, En una ocasión me dijo: "Tuve que ir a unos viejos m:I' 1111 juego de relaciones de poder que si lo analizamos bajo los &J
Illl:des de la época de Perón que estaban por ahí, para acordarm,' 11I11:lrismosde poder / resistencia o colaboración / protesta nos t'D
n
VI
hiel1 cómo era eso del trenzado a la vieja usanza. Porque la genL,' IIlIpide comprender los mecanismos sutiles con los cuales cultu- c:
n
lile los pedía así, así se acordaban ellos que los hacíamos". L:I 111, pueblo e identidad son significantes que se negocian a diario, :r
OJ
('¡..;cename parece importante porque posiciona la historicidad v (~nla tensión de esa negociación se produce su dimensión po- '<
d(~ambos constructos (el "ellos" y el "nosotros"); el pasado de In Id.ica. Una política posible e histórica. Don Efrén lo sabía mejor &J
h i¡..;toricidadde los procesos culturales que seleccionan prácticas, hha lo plantea: un proceso dinámico e inestable, una forma
"wopian y re ubican modos de forma ambivalente, y desplazan le habitar la modernidad (y no como la acepción más difundida de
I>roducciones simbólicas. e
mo estratégico. A mí me gustaría más proponer que se trata de la voz del interlocutor está presente en el decir del sujeto enun- a.
~:
una operación política que asume la asimetría en el universo ciante, de ahí el efecto "polifónico" de todo discurso. A partir de O"
(Q
simbólico: la subalternidad se expresa en esa agónica hibridez aquí, entendemos de qué manera en el discurso del subalterno ~
que habita el saberse adentro de un sistema de representacio- s:
está la presencia del discurso dominante y de la escena hege- f't)
..•
nes que no se administra, pero en el que se puede operar. mónica: un uso ambivalente de las expectativas del dominador . o
a.
o
Creo que no deberíamos leer la performance de Efrén como Quiero decir: la tradición etiquetada por el discurso hegemónico O"
(Q
"irreversible mimetismo", "renuncia ante el sistema", o como una es "usada" estratégicamente por el hablante nativo, es re-signi- ~.
destilación de su falsa conciencia (tres de los argumentos recu-
111
y no de mandatos en el universo de las prácticas sociales). Al toridad de ese discurso. Dirá Bhabha:
..J.
/f;/lIhjl'/lI !J({¡/,ir/o1... 1 /'I'/il'//I' lit s"/l/hlt/1/ t/ ,,/,'I'/il)([ r/I'I 11" 1I,'I'nIIlOS:1l:tl'!:"Hicn vilH'Ln de I·'nlnz )<'all011,psicoanalista
s(II/{¡IJIIJ((lIlo/'iluliuo, pero reeuultíu Sil IJf'I',';/'//(Ú,resis- III Ilncido en MilrLillic:l: N
li/://dIJse!e como el significante de la Hnslellllng [dislo- ~
::r
('((miento, tel:giuersación] -después de la intervención 1\/" ,'//('uenlro con un alemán o un ruso que hablan mal !:IJ
o-
dI' la diferencia [ .. .] Privados de su plena presencia, los
s((heres de la autoridad cultural pueden ser articula-
/'/ li'(['fI,cés,Intento darles, gesticulando, la información ,~
'11//' me piden pero, al hacer lo, no olvido que uno u otro ~
dos con formas de saberes «nativos" o enfrentados con I i('tren una lengua propia, un país, y que quizás sean (!)
'<
,'slo: no tiene cultura ni civilización. Carece de ese «lar- ~
CU:lI1doSpivak planteó la pregunta si podía el subalterno h:1 ,WJpasado histórico" (Fanon, 1973: 28),
(!)
nVI
11/:1/' (Spivak, 2003), un texto a mi entender muy mal leído, In ;:;'
s::
t'(~spuesta negativa en una fuerte disquisición con Foucault .Y "11'11Fanon, el colonizado (o el subalterno y su colonialidad) ~
!:IJ
( :iI1es Deleuze no tenía que ver con afirmar la carencia de un It'lllpre se encuentra en un enfrentamiento con el lenguaje de
actor político posible en los oprimidos,8 o que no hay autonomÍ:1 1111'1); una alegoría que remite a dos lexias: la situación (en fren-
COl1l0horizonte o "voz" como manifestación de una posición en 1, dI:) y la posición (la confrontación). En el caso del subalterno
u/ juego de vínculos. Lo que esta autora estaba planteando era 1III'IlSemOSen Efrén) no hay un entero "adentrarse" en lo que
Ulla respuesta académica, filosófica si se quiere, con el siguiente
:Irg'umento central: el subalterno no tiene "voz propia" porque la
I,'oucault llamaba "el orden del discurso" porque, de nuevo, no [ill
1" 1•.de administrarlo. Incluso ese "adentrarse" tiene determina-
:Icademia fagocita el discurso del otro dentro de los marcos pro- I IClneshistóricas diferentes en un contexto de reproducción de
pio::;del texto científico o el ensayo filosófico. El discurso del otro 111colonialidad, como México o cualquier país latinoamericano.
110es sino una cita acomodada siempre a las categorías propias 1)l1a cosa es el ingreso citadino y familiar (que en otros tiempos
del discurso (la clase, el interés, la conciencia), y el subalterno 11' llamaba "burgués") en el orden del discurso, mediante los apa-
m
:J
tiene siempre una posición ambivalente aquí: por un lado, ese 1':1tos que ordenan y disciplinan esa sentencia foucaultiana de Q.
~:
110es "su discurso", porque su lenguaje es siempre un exceso que q tle "hablar es peligroso": por eso debemos ir a la escuela, vivir 5'
lO
no logra ser domesticado por entero. Pero, por otro, el subalterno ('11familia, reproducir el orden moral de la subjetivación. Otro ?
queda dentro del discurso del logos Occidental (un Occidental proceso muy diferente es el forzamiento de la entrada en el orden s:
/'1)
...•.
COI1mayúsculas que no existe, pero que se lo hace funcionar como discursivo cuando la marca histórica de ese ingreso es la con- o
Q.
tal en las estrategias discursivas de la Historia, el Desarrollo y el o
IIuista, la alienación y la subyugación por las armas de la guerra 5'
Progreso):
desde el subalterno debe lidiar con él, aprenderlo y resistirlo
dentro. (y habría que pensar si la ciudadanía en América Latina no es
lO
~'
VI
la retórica de una guerra que continúa por medio de la ley sus ;:j'
o.,
estrategias nacionales bio y necropolíticas con la población pre- Ñ'
viamente colonizada). Esa desigualdad que tiene determinacio- o
:J
H Sin embargo, para Spivak el concepto de agencia es un término problemá- ..•.
tico, que asume un sujeto del humanismo soberano del discurso y de la nes geopolíticas claras, nos sitúa en la comprensión del contexto !:IJ
ñ)
acción, y que no logra explicar, tampoco en la sociología estratégica, de qué poscolonial y exige modificar cualquier teoría sobre las voces, el VI
manera la "posición / sujeto" está siempre mediada (Spivak, 2003), habla o el diálogo.
IAa escucha y la es .. I'i tlll'H: 1 ... 1lu 11111)('1' i/ldiu /I/lt' It'/I//' /)/)1' Sil. vicia al quedar viu-
'"
la hOl'izontalidad como horizonte du, /lO qIl.Ú:I'e('n{t'nd(,I'/lu', ni (jll.iere hermanarse, ni ser
!:!J
inlelectual. Quiel'e apruvecharme. Aprovechar mi pri- ::r
uilegÚ) no para que hable por ella -el peor error de ~
C"
¿ El filósofo no será quien entiende siemplO loda la izquierda- sino para que hable sobre ella en ,5j
(y entiende todo) pero no puede escuchar o, más precisamen(o, 1111. lenguaje que la excede: el del estado, el de la po- 5j
quien neutraliza en sí mismo la escucha." ? líUca. Ese, y no una cínica postura de conmiseración rD
'"
n
Jean-Luc Nancy disfrazada de etnografía experimental, es el deber del r::
n
intelectual con el subalterno. Saber usar el privilegio ::r
~
Mi opción teórica, siguiendo a Spivak o Chakrabarty, indica qw' para hacer una denuncia en el lenguaje de la ley, en el ~
1)0 hay posibilidad alguna de un "rescate", recuperación o cel(. lenguaje que tiene fuerza. Yeso es hacer teoría política 5j
I"'ación de algo que esté "fuera" de la modernidad (una tradiciólI (Spivak, 2008: 87).
rD
n'"
otra, una epistemología otra). Si buscamos ese "terreno encanta ;::;:
do" de la tradición con sus vigilantes acérrimos y representantes \Hlllllir el privilegio epistémico no sólo es una manera de decir .,
r::
~
(el indio, la etnia), corremos el riesgo de volver a arrojar al su- diluí está el intelectual que habla desde un lugar valorado y au-
jdo subalterno fuera de la historia, nuevamente, y esta vez COll 1lIl'izado" sino ejercer también el potencial político de esa asun-
las mejores intenciones. La "entrada y salida" de la modernidad 1'1('111 que no es, insisto, hablar por, sino escuchar:
i 1)) plica menos una estrategia posmoderna que una forma histó-
La promesa de justicia debe hacerse cargo no sólo de
rica de habitar tiempos diferentes, jerárquicamente valorados.
la seducción del poder, sino también de la angustia cm
I)on Efrén no recordaba el trenzado a la vieja usanza porque
de que el saber deba eliminar la diferencia, así como
había dejado de ser valor de uso en su entorno, no tenía espacio
la différance, de que un mundo totalmente justo sea
()I) el saber, pertenecía a la memoria-estampa que no preserva
imposible, siempre diferido y diferente de nuestras pro-
los procedimientos: el no era el guardián de ninguna puerta al
yecciones, ese elemento indecidible ante el cual debe-
mito de origen, de ningún encanto que paliara la nostalgia arcai- m
:J
mos arriesgar la decisión de que podemos escuchar al
zante del capital en los tiempos modernos. En todo caso, era un C.
otro (Spivak, 2010: 202). ¡¡j:
sujeto histórico. Por eso trabajo más bien con las perspectivas O"
~
que toman a la deconstrucción como camino heurística (de ahí Escuchar al otro no es una facultad, una intención, ni una ca- ~
también, por supuesto, la predilección por Spivak y su diálogo s:
pacidad orgánica, tampoco es una práctica ajustada a la teoría t'D
..•.
con Jacques Derrida dentro del canon filosófico europeo). En o
de las voces o a las etnografía s del habla: debe ser una decisión c.
este sentido y de cara al trabajo de campo-registra-escritura, o
política. Cuando digo política intento hacerme eco de la propia O"
pienso que es necesario ~
trabajar a través de él. asumir el privilegio epistemológico y advertencia de Jacques Ranciere (1997): la política nace del des- ¡¡j'
V>
clave que debe "explotarse adecuadamente" (Spivak, 2000). cia de la teoría de las voces (Bidaseca, 2010) se centra en que
"I·d.'/Id.· /:1 {,":IIISP:II'('IICi;\dc 1;\ tOllí:1 ('(111111 HI (lid O :I('to dc h:lldll
1, 1',oIlI('iolWSde l'uerz:I 11"(' 11UII(;:\pueden producir una única y
glll':IIILiz;II';11;1,,1:rfi)t'mativo.La teorí;, dI' /11p.'I·fiJl'matividad 1111 N
1111I1111)('!!sional 1'01'111:1
suhjuLiva: algo como "el" oprimido oculta
l'('gisLr;' la cOl1traparte de la performance .Ydel acto-autoridlld ~
I 1I ," 11Id iciones obtusas en las cuales un acto de opresión se pro- ::r
1:1(·scuch:\. Esto no debe entenderse como "la recepción" si/III
lit", Yse habita (esa crítica tan feroz de Foucault sobre la figura OJ
O'
('01/10 u n contrato simbolizado que antecede a las voces. H 11\
1111I\ ista de "el" obrero, y que Spivak no le perdona que después fi
vocus que no producen acto de habla porque no pueden gar;1I1 IIIIY:Iusado y reproducido en su famosa entrevista con Deleu-
11 ~
Liz;\r las condiciones sociales de la escucha. Segundo, en tal/In
1\1 (;Iaro que no usé este término ingenuamente. Aparece en la (1)
c::
iIIstrumento domesticado de la superficie, como ese manto qtll' n
:r
('S(;l'llta intentando desnudar. La escucha no es un acto neut/'II OJ
Nos llaman los oprimidos. Eso decía un libro. Qué '<
11i du condescendencia ni de horizontalidad como ficción entn' ~
palabra fea, ¿no? Me suena a "los aplastados". Yo me
igu;lIes. Propongo que metodológicamente usemos la imagen dI' quedé triste cuando la leí. ¿Tanto vinieron a ver y a
(1)
'1;/1este punto debemos desnaturalizar la fascinación dialógi cuando vino el diputado este ... el que ganó, el radical . .,
c::
OJ
C;, que ha confundido a veces la lógica impecable de Bajtín con U!!
Yo le dije: "Oiga, es que acá somos oprimidos". ¡¡Uy!!,
v'lciamiento de sentido crítico en la vulgata habermasiana. Si el
no sabe cómo me miró y me abrazó y me dijo: "Eso se va
primero proponía el dialogismo en todo discurso (como el registro a acabar". Y yo dije: "Y, bueno, será que hay que decirlo
po/ilonico que marca cualquier texto donde la voz de la alteridad
así. Pero yo ... ojito, yo soy tejedor. Y versero [se ríe)".
('st:í presente en mi discurso) eso no puede nunca traducirse en
1:1 transparencia del diálogo como la ponderación de argumentos
cm
"Ve1'sero" adquiere en el contexto argentino el doble sentido de
desde el horizonte de cada sujeto, porque la diferenciación an-
"hacer versos" y de hablar "puro verso" (pura mentira). Esa li-
tecede a la capacidad de hacerse audible. Quiero decir, hay una
IlIinalidad era una estrategia siempre usada conmigo. Habitual-
('stl'ucturación de la capacidad de semantizar, y es una estruc-
IlIente Efrén tenía ese manejo del lenguaje en el límite, y hacía
tu ración históricamente producida y metamorfoseada: la que m
:J
ustablece que el indio, el desplazado, el indigente, el migrante, C.
l/O exponen con cartas sin marcar (o el "código transparente" del Oj:
O-
lenguaje) ante los agentes del Estado o los intelectuales o la "so- !I En la entrevista con Deleuze, titulada "Los intelectuales y el poder", que LO
!=>
ciedad política" o, incluso, ante los militantes o los "agentes de se reproduce en La microfísica del poder, Foucault usa las figuras de "el" s:
obrero y "un mao" para hablar de cómo reaccionó frente a las interseccio- ID
..•.
cooperación". A su vez, la mujer migrante, la mujer desplazada o nes entre deseo, poder e interés, después de 1968. Para empeorarla, De- o
c.
la mujer india, como bien mostró Spivak, está doblemente suje- leuze contesta que "la realidad está en lo que pasa en una fábrica". Estos o
O-
tada a las cartas marcadas del lenguaje de su propia comunidad sintagmas son usados por Spivak en "¿Puede el subalterno hablar?" para LO
mostrar que Foucault seguía operando con un sujeto soberano (por más que Oj'
c.ión la
que subalterniza, además del Estado, las agencias de coopera- '"
y los "terceros" sectores. siempre haya preconizado lo contrario) sin determinaciones geopolíticas :r
o..•
(o sea, sin poder pensar que un obrero francés, o un obrero mexicano, en Ñ'
Con esta misma sensibilidad que propone habitar la tensión, el que media la racialización y el acontecimiento colonial, jamás pueden o
:J
..•.
tal vez debamos dejar de hablar de los oprimidos para poner el estar atravesados por la misma elaboración ni capacidad de reacción). A su ~
vez, argumenta que Deleuze asumía una "fetichización de lo concreto" (por
r
rD
acento en la opresión, esa formalización de un acto que se ejerce
sobre cuerpos y comunidades, y volver a la idea foucaultiana de más que siempre haya argumentado en su contra) (Foucault, 1976: 77-86;
Spivak, 2003).
~_~l
qlll' yo 111('SillLil'l':1Sill1ull.:íl1enIlH~IILI·
C(IIIIIIOVIClo,
lIH'hlido.Yhlll' /oo./ los líl/i/'os /{I/(·/1I'1/8t/I//O.'l/{I//' los oprimidos rl'sis/I'I/ N
1:ldo, 1·:s:Ilill1illalidad de :su discur:so - hoy lo 1H'l'cihoen In di~ n {.il'lw/.ro !wrtls ti I ti /l/. SOI/WS los intelectuales.
, If·i SI'
m
1.:III(;inl'ísicn y temporal- era un ejercicio pel'redo de la hibridl'" I/f'/'/'sita I/wdw IIllís /{1I1' resistir para ser un campesi- :r
disclIl'sivn (hablar en el otro, con el otro, contra el otro, con 1:11'1 l/O acosado en Nigeria: se necesita coraje, creatividad, OJ
O'
voc.;(~S del otro en uno, todo en un mismo acto de habla). mpacidad de negociación con las autoridades y un tra- cu
1':ll'a decido en términos de Bajtín, en el discurso de don Efr{'1I hujo nÚmético para hablar su mismo lenguaje. La vida OJ
(1)
l'sl.:Ihn yo (mis expectativas, mis límites, mi autoridad como a<'::1 mtidiana es pura cultura política, no es ningún cola- n
VI
d{.m¡co y mi desconocimiento siempre abismal de su historia, dc' h()racionismo fácil, ni resignación, ni conciencia para 1:
n
su vida y de sus urgencias). Por eso propongo asumir y explic.;i sí de algunos elegidos (Mamma, 2004). :r
OJ
(1)
Il'gio que condiciona el diálogo. No lo anula, ni lo obtura, pero I H'HgO:la capacidad de optar y el riesgo del equívoco. Ambos n
VI
lo marca. A esto llamo ser capaces de ejercer la escucha como IIH,hldibles. Decidir políticamente implica habitar la diferencia, ...•.
1:
-,
UII registro de la diferencia: entrenarse en la complejidad para 1111 I'omantizarla, trabajar con y a través de la contradicción, in- OJ
I'scuchar la hibridez y su dimensión política, no ocultar lo que SI' ' •.rpl'etar el ocultamiento y la estrategia liminal del subalterno,
oye cuando esto contradice y torsiona eso que suponíamos de UII , 11111prender y registrar el desliz en una entrevista, la reproduc-
sujeto que resolvía fácilmente nuestras inquietudes académicas , HlIl en una historia, el olvido premeditado en una clave. Es-
sohre identidad, cultura y poder. Tampoco domesticarlo en el , Ilhir problemáticamente lo que estamos obligados a habitar,
rOl'mato del escrito académico que en el ropaje del dato limpio d.·('ía Spivak (2003); y escribir la complejidad instala una fisura
, 11d discurso de lo mismo, permite comprender que la lección
01
omite sus condiciones de producción. Metodológicamente, creo
que la horizontalidad como potencia está contenida en su eti- "'IILral, si hubiera, se encuentra en el proceso de fabricación del
mología: es horizonte ejercido, explicitación y denuncia en los discurso subalterno, en el reto de hacer una historia, una antro-
procedimientos de escritura. pología o una sociología sin garantías, como nos enseñara Stuart
m
Esto exige un cuidadoso trabajo de vigilancia para poder ex- 11 n Il (2003): sin estatizar la voz del otro, sin pretender haber lle- ::J
o.
plicar la complejidad de habitar las asimetrías, sin simplificar I:ndo a "escuchar y registrar" eso que estaba perdido. Se trata, ~:
la escena o romantizar bajo nuevos ropajes la esperanza (terri- "l't·O, de tener la humildad de escribir sobre una conversación O'
lO
blemente opresiva) depositada en "el pueblo". Digo esto porque que produce sentido y significación en el momento mismo de su !'
s:
se repite la creación de un sujeto sujetado por nuestros deseos, ",ic~cución,atravesada por la fuerza de las relaciones que asumi- ti)
..•
o
proyecciones e insatisfacciones políticas: ahora pareciera que el IIIOSy a las que no podemos (por más que sea nuestra intención) o.
o
subalterno tiene el deber de preservar lo que la historia moderna hncer epokhé y suspender. Esto implica una trasformación me- O'
lO
metamorfoseó (la "tradición", la "identidad", la "espiritualidad"); lodológica del trabajo con la evidencia, porque habrá que inter- ~.
VI
y por si fuera poco resistir, resistir siempre y a cualquier cos- poner en el proceso lineal de "cita de campo- interpretación del ::J"
o
...
to. En primer lugar, diría que el resultado de esperar encontrar lIutor", todo lo que hay del investigador en el campo mismo, todo Ñ'
o
la "preservación" de cualquier patrimonio, es volver a poner al lo que Efrén sabía de mí (y de mis determinaciones: académico, ::J
..•
tu
subalterno fuera de la historia que es contingencia, cambio y di- de la pampa, nieto de inmigrante s europeos, marcado por la di- ro
!"
namismo. En segundo lugar, me sumo a las palabras de Amina rerencia colonial en él). Pero rara vez los autores incluimos esa
Mamma: (1imensión.
II:te(' poco ti('!I1po, ul1n coleg:t :ll\tropol"~::I Ilt'v") :t SU hijo d! H,(·fI(·x iOIH's finales
N
1II1;1110:1su tl'Hbnjo de campo en unn ZOII:1:d('j;ld:1 de la Argl'/I m
til\n, COI1un grupo indígena de la selva del Chaco. Le pregulll\ 11 IlIpll'lIn:->
tardes pueblerinas de Quilino, Efrén me había dicho: ::r
~
c¡'Jl110había registrado lo que la comunidad indígena pensab:t di tT
13ischoff [el historiador oficial que yo entendí que ~
Sil 11i¡lo y de sus juguetes, de sus modalidades de crianza y Sil I)¡)//,
ritos de interacción. Me miró extrañamente y me dijo: "Ése 110 /'I'producía] nos trajo su libro una vez. Aprendí mu- ~
('1':1mi objeto". En mi propio caso, yo abandoné las memori:1 dw eh ... no crea. Todo eso que yo no sabía de mi pro- (\)
n
VI
de Efrén porque allí "no estaba" eso que habíamos constru ¡dI) I)fa gente. Pero eso otro que usted busca es demasiado c::
n
Ill/,estro y además, demasiado perdido, o no sé, dema- ::r
C0!l10argumento comprobable. Y sabemos que en estos casos, 111 ~
r:tlsación errada de una hipótesis no conduce a la "superaci{JlI siado chamuscado para contarlo. Quédese con el libro. '<
~
del paradigma: amenaza contra él y eso es lo que estamos cadll (\)
vez menos dispuestos a aceptar. En lo personal me llevó di(.~ 1.,1I'dtima oración que resalto me sonó siempre a una sentencia n
VI
In historia-disciplina lo requería, y por qué sus memorias cornil 1':l'4l.ndo nos adosen otra etiqueta más y nos designen una nueva ~
l1itarias no existían sino hibridadas y mediadas con la historin 1",1.11 mpa en la historia de la carencia: no modernos, no terrate-
nacional: en aquel entonces no pude pensarlo. 1lll'l\l;es,no pampeanos (las negaciones de la historia nacional).
Creo que el borramiento del autor y de las condiciones de pro (JI\{:dese con el libro fue siempre para mí la muestra de los pro-
ducción del encuentro con el subalterno no permiten comprende!' 11111:-> límites del trabajo académico, donde lo más sensato es re-
cU:1nto de esas condiciones construyen la posibilidad de signifi- ti 1110cerlosy trabajar ética y políticamente a través de ellos sin []1 I
car. Esos borramientos son tan peligrosos como la delación del Pl't:tender anularlos; desanudando las complejas hibridaciones
objeto estudiado: Efrén, por supuesto, no se llama Efrén. Como .1('fuerza y asimetría que esconden. Me dijo "eso que usted busca
la regla de rigor exige para preservar la identidad de potenciales l'sLá demasiado chamuscado".
perjudicados, los nombres han sido cambiados. Pero también el Chamuscado: viciado, corrupto, habitado por la duplicidad. Yo
m
autor y su proceso de labor con lo contradictorio y dual se borran IlIlscaba las memorias del subalterno y fue él quien me dio la :J
a.
del reporte de investigación, yeso debe restituirse en un traba- n:spuesta: eso no existe como tal. Quédese con el libro, o bus- tij:
(Iue otra cosa. Quédese con el libro o busque historizar cómo es que o
jo horizontal. Debemos ser capaces de escribir sobre el proceso ~
o
de trasformación de la investigación desde las propias torsiones ya no somos tan distintos, nomás pobres. O cómo es que en la
~
que introduce el investigado, incluso cuando eso aparente violar universidad "sirve" la tradición y la estampa exótica del sana- I'D
..•
o
los estatutos de cientificidad en términos de "campo", "primera virón vestido y en piso de tierra (y para quiénes, y por medio de a.
o
mano", "interpretación". Justamente porque la condición pos- qué procesos de autorización). O por qué y para qué me presento o
~
colonial nos ha enseñado que no existe primera mano sin una como "el oprimido" ante el diputado y como "el indio" ante el tu- tij'
'"
historicidad que antecede cualquier "recolección", más allá de rista, y por qué eso es hacer política habitando la historia. Fue ::r
o.,
la metáfora naturalista que la metodología cualitativa sigue uti- don Efrén quien me reveló el método para comprender el "recur- Ñ'
lizando. o
so a la cultura" en contextos de extrema desigualdad como los :J
..•
~
que habitamos. I'D
'"
§ En diálogo. Metodologías horizontales ...
~
. ~
~ •• ~ .'
O OJJ
• ,...¡
OQ
ea
'ea
~Q)
Q
~
Q ~O
~
O
C.)
Q) 8 C.)
~ea
"'C
~
'W
.,...¡
"'C
.,...¡
Q)
C.)
~
"'C
.,...¡
C.)
¡;;¡¡:=:::;:;¡¡¡:¡¡¡¡;¡¡;;¡;;¡¡¡¡;;;;;¡¡¡¡¡¡;¡¡¡¡¡;¡¡¡¡;¡¡¡'~~"~"""'~""':'f ..,._::-::-,,--
,'",,," ;,:"·_.o.'",",,"'.~"""""'''''~<_''''''''''''~.·.,
Capítulo 3
r:
Yo me disgusto. ¿Por qué? Si esos libros hablan de no- I':n cuanto a mi interés por vivir mejor en el espacio público, :;'
sotros desde fuera; ¿por qué no puedo hablar desde mi 1,lll1biénme distancio de los multiculturalistas y de las perspec- 3
en
propio conocimiento? r+
o
IIV;\Sinterculturales, pues me inquieta que el centro de la discu-
C.
1011sea la existencia de múltiples culturas y no las relaciones de o
Cuando los sujetos investigados salen de los libros, como en ('1 111 ¡del' entre ellas. En ciertos casos se llama la atención sobre sus ~
O"
C:lSO de los pobladores de Papúa Nueva Guinea, entrevistados 2() d,'sigualdades y, sin embargo, se pospone un pronunciamiento Qj'
~
;1I10S después de ser estudiados por Margaret Mead, denuncialJ I'ldítico al respecto, mientras que en otros, la cultura como cen-
e.1trabajo de la antropóloga porque se consideran engañados /1'0se manifiesta en la confrontación con la modernidad y el eu-
con la manipulación individual de la información que le propol' I'I/Centrismo, pero de igual manera se termina por excluir a las
c.;ionaron. También se lamentan que la interpretación errónea .Y IIC Isiciones otras del debate público. [ill
parcial de su cultura sea la que queda registrada y la que circuln Por ejemplo, en lo que respecta al primer caso, Charles Taylor
por el mundo y, finalmente, que su fama se deba a lo escrito so- ( I !)93) defiende la opción del reconocimiento, el respeto y la tole-
bre ellos sin que hayan percibido nada a cambio. "/llIcia a la diferencia. Esta perspectiva defiende la superviven-
Los métodos antropológicos han cambiado y las etnografía s "j;¡ de "todas las culturas" y el reconocimiento como su garantía.
son ahora documentos elaborados desde una perspectiva moder- Así, al poner en el centro la multiculturalidad generada por las m
:J
na de la metodología. Sin embargo, siguen vigentes muchos de IlIigraciones mundiales, observa que es imposible imponer en la C.
~:
los problemas señalados por los habitantes de Papúa Nueva Gui- /ldualidad una imagen a los pueblos subalternos, por lo que ve O'
lO
nea: la presencia no explícita del autor y del otro en los textos pu- mmo opción otorgarles el reconocimiento que exigen. Sin embar- ?
blicados, la autoridad de la mirada propia o el valor de la ajena, s:
~:(),esta perspectiva ve a los distintos como un problema, pues /'D
..•
la responsabilidad y la reciprocidad, entre otros . mnsidera que sus diferencias dificultan la convivencia bajo las o
c.
Lo que el título de este artículo sugiere con métodos horizon- o
I"yes nacionales. Una relación armónica como la que imaginan O'
lO
tales es que una forma de investigación a partir de la igualdad los multiculturalistas no es posible, en virtud de que el problema ~.
V>
es posible. Aquí presento mi propuesta de conflicto fundador y 110 es el reconocimiento a sus culturas en los aspectos más ino- :r
o..•
explico cómo me hago cargo de la igualdad en el proceso de in- ('uos sino que están en juego conceptos políticos opuestos a los Ñ'
vestigación. Discuto también la autonomía de la propia mirada, o
hegemónicos y que se repelen. El "medio camino" de Taylor se :J
..•
así como la autoría dialógica, las formas de construcción de los convierte en la exhibición de las culturas diversas, aisladas, sin ~
r
rD
datos y la presentación de los resultados en una perspectiva intercambio, sin comunicación. Para Neil Bissoondath (1994), la
horizontal.
política multiculturalista en Canadá financia a las comunidades
illlllig/'lIlIteHcon el ohjeLo de que p/'ese/'VOII (·¡tltll/'IIY tradicil'
1-111 lít.icoH(en 1:1 iIlV('Htig';\cióny en el activismo) quedan opa-
w
IICH.J)e estll manera, los recién llegados se 1IIIIIItiellenen guet.()~ ('lIdos cuando He les divide entre teoría y práctica, Sin em-
11 iHI:ldm;de oportunidades más amplias y terminan siendo est.(. ha rgo, aclaro que si bien el trabajo investigativo que realizo
2o
/'eotÍpos para los observadores externos. r+
~
('H político, tiene que ver con el ámbito académico y, por VI
En la segunda perspectiva también vemos que al centrarHI' tanto, no es continuidad de la "comunicación acción", ni de 'tJ
~
(~IIIa posible extinción de las culturas diversas, se parte de u, I las aproximaciones participativas con metas colaborativas. "'"
~
concepto estático de cultura y esencial al sujeto (si la pierde, dej:t n
o
de ser). En el caso de los pueblos indígenas, se teme por su su I,levar al ámbito de la investigación el principio de la praxis :J
VI
r+
pervivencia cultural frente al gran bloque hegemónico, sin dars(' como generadora de conocimiento modifica la dirección que "'"
e
cuenta que no existen culturas primarias, que todas implican UII toma el proceso. Partir del sujeto en el trabajo de campo, :;'
complejo proceso ambiguo y fluctuante de construcción identita- pero reconocer su agencia y su discurso, considerarlo políti- 3ro
r+
/'ia y, sobre todo, que la relación entre los indígenas y la sociedad co, exige una forma distinta de enfrentar el proceso inves- o
Q,
mayoritaria esta determinada por jerarquías y relaciones de po- tigativo. o
der. En ambos casos (los interculturales del respeto y los del ais- O'
u::!
De la crítica hecha a los esencialismos culturales -que
1:lIniento) no se supera la tiranía de un centro estático, es decir, ¡sj'
VI
el de la modernidad, o bien para reforzarlo o rechazarlo. son la base del respeto a las diferencias en las perspec-
Frente a estos enfoques, en los que grupos sociales y sus cultu- tivas interculturales hegemónicas-, parto del entendido
ras "nacen distintos" a los "normales" y preexisten a la discrimi- que no hay epistemologías originarias que rescatar, ni dar
voz o hablar por los que de esta manera se vuelven meta
nación, propongo que precisamente esta última construye a "los
que son como uno" y también al otro, al diferente, al excluible. exegética de la investigación. Las esencias culturales son
[ill
En otras palabras, no es un problema poner en el centro a las construcciones discursivas hegemónicas que persiguen cla-
culturas, admitir que son distintas y buscar formas de tolerancia sificar, jerarquizar y excluir a los considerados "natural-
.Yaceptación o de protección y aislamiento. No se discrimina a mente" distintos.
ninguna cultura por ser diferente sino que es la propia discrimi- m
En torno al diálogo rescato su impulso político. Producirlo en :J
nación que construye estas diferencias al nombrar a los "diferen- C.
igualdad no es encontrar "zonas de contacto" (Pratt, 1997), tu:
tes" y caracterizarlos (el indígena es auténtico, el migrante es O"
pues desde esta perspectiva se entiende la hibridez, pero el 10
ilegal, el homosexual es pervertido, el negro es erótico, etcétera). contacto no se resuelve, la diferencia sigue irresoluble, los
!'
Cuando se nombra al otro desde una posición hegemónica, la di- S
distintos siguen excluidos. En adelante, por diálogo entien- ti)
..•.
o
ferencia se construye en oposición a la normalidad y se excluye do con Mijaíl Bajtín (2003a), la posibilidad de entablar co- c.
del espacio público y la política. o
municación entre los distintos. Porque cuando los oyentes O"
10
En síntesis, mi posición frente a los métodos horizontales debe
HUsustento en los siguientes planteamientos: se vuelven hablantes y éstos oyentes, el diálogo implica un tu'
VI
alternativa de la investigación. Aprendí que los efectos po- experiencias a la clara exigencia de reciprocidad por parte
n __ •••• _ 1
d(~ "Inis invesLigadm,;" que me 11;111p!'q:IIIII.:lIlo en repel.í 11/1 1111
t.ollOlnía de 111IU'opia tnirada
das o<.:asiones:"¿Y qué nos vas a dar a <.:ambiode que asill w
tamos que nos investigues?", he buscado en la práctica y 111 1':11 1<1investiga<.:ión soÓal, ¿Quién nombra al otro? ¿Cuál es la
2O
..•.
teoría explicar las relaciones entre los distintos. Mi trah:1 11/lI'Lici pación del otro en la construcción de su "propio nombre"? ~
VI
jo se enfrenta con lo anterior en diálogo y conflicto con 111 \ q: lllnento que para conocerlo como desea él mismo ser conoci- "'O
~
participación permanente de los wixáritari.2 Las categorí<1H ti 11, 110 es problema del investigador "haber estado allí" el tiempo -t
~
con las que trabajo delimitan necesariamente lo que nw I diciente para conocer a "su" comunidad, ni tampoco requiere de n
O
es visible, dan un orden a mi actividad y provienen de I:t IIIUYO!' "objetividad" o "reflexividad" de su parte. Durante mucho :J
VI
..•.
teoría. Los wixáritari confrontan este saber occidental COII 111'Il1pO se pensó que si se borraban las marcas de la implicación -t
c:
sus propias estrategias de comunicación y política. 111' !'sonal, se producía una investigación científica y un conoci- -t
Illíc:nto objetivo del otro. Pero esta postura no toma en cuenta la 3
ti)
..•.
No se trata de un trabajo disciplinario de fronteras rígidas, ni 1IIIidireccionalidad del proceso de investigación que finalmente O
C.
tampoco uno interdisciplinario en el que se suman y yuxtapo- 1, "'mina por nombrar al investigado desde un lugar ajeno y sin O
nen apuestas teórico-metodológicas dispares. En un' intento por O'
"lIl1siderar su propia mirada. u;:)
in<.:orporarlas voces y miradas (ajenas y propias) he desplazado Con "autonomía de la propia mirada" me refiero a la facultad ~.
VI
los conceptos convencionales de la antropología, la sociología y ti" expresar el "propio nombre" desde lugares y formas diversas.
(~Idiscurso, para construir una dinámica que permita responder Nombrarse a sí mismo se refiere a la creación de un discurso
¿,Cómo incorporar las miradas del investigador y el investigado 'Jlle otorgue una identidad propia frente a la etiqueta dominan-
para conocer al otro y además reconstruir el régimen de comuni- 1,' impuesta históricamente. Uso el concepto "propio nombre" [2I]
<.:aciónentre los iguales?
p:lra referirme a la construcción que los otros desean hacer de
r-Ií mismos frente al apelativo impuesto en el espacio público. Es-
I(IS últimos, los "nombres correctos" construidos unilateralmente
Precauciones metodológicas d<,sde el poder, marcan jerarquía y valor. Pierre Bourdieu (1984:
I(j3) titula su artículo "La 'juventud' no es más que una pala- m
::::¡
Con este objetivo he ido construyendo algunos términos, entre bm" para decir que esta "etiqueta" construida desde el poder, c.
iSj:
ellos: la autonomía de la propia mirada, el conflicto fundador, la limita artificialmente una etapa social. Como consecuencia de O'
igualdad discursiva y la autoría Entre voces. I.Q
t'ste rango de edad prefabricado, Zeyda Rodríguez (2010) mues- !:>
la cultura de este pueblo y más bien reconocen la imagen que los medios ma- r
vo, 44% pastizales y 52% boscoso. La primera carretera de terracería que sivos han construido.
cOllst.ruyell como propios en el proceso. qlll'dll (,I,lrll que los "PI'II plll'llI' (':t.ic:llncnL(·su nccic'lI1.En estos casos el "informe de
w
pios lIomhres" no se construyen sólo en oposiciÓII :1 las etiqud:lM 1I1\l1".¡j,igaciÓn" que cOlltiene las interpretaciones y soluciones a
IJeg'umónicas sino que están en diálogo con éstos. 1'"1 pt'ohlcmas observados cumple así con una demanda virtual.
2O
•.•.
La "autonomía de la propia mirada" tiene que ver con el hecho IIlIqU(~ahora muchos científicos sociales son cuidadosos duran- !)J
111
d inlÓgico que se produce entre el investigador y el investigado, 1, 111 t.l":\bajode campo, la investigación sólo ratifica la asime- 'U
!)J
dOllde el oyente y el hablante toman turnos y traducen lo propio 11\" dI) la intervención. En este tipo de intervención y demanda ""
!)J
y lo ajeno para construir conocimiento propio y sobre el otro. El) "" I'xplícita, las categorías, las identidades de los participantes, n
O
uste sentido, nadie entra a la investigación con una autonomíll , I d,'sLino mismo de la intervención ya están integrados a los :J
111
•.•.
n n terior, esencial, originaria, sino que cada uno, investigador c' 1llt'l'lIl1ismoshegemónico s que definen la situación "científica". ""
5,
investigado, se embarcan en un proceso para encontrar conoc.i 1':1 hucho mismo de construir un objeto de estudio considerado ""
Iniento a partir de un juego de espejos, en el que cada uno SI' 1"ITCctO",en una teoría correcta, para una disciplina dada, deli- 3
(1)
•.•.
reconoce por la mirada que el otro, en una situación horizontnl, 1IIIIny excluye lo que no está contemplado por ella. El objeto de o
c.
le devuelve. Esta "autonomía de la propia mirada" implica qU(' , 1I lidio al ubicarse dentro de una teoría para que sea "un buen O
O'
:11 mostrarse ambos, uno frente al otro, se dicen quiénes son :1 ,,¡ '11 't.o de conocimiento" forzosamente reproduce una relación de 10
diferencia del "yo digo quién eres tú" del investigador que no es 011 HIIinación (Bhabha, 2003: 94-106). ~'
li'I
horizontal. I'or su lado, críticos radicales de la intervención, como Ray-
1IIIIndoMiel' (2002), cierran las puertas no sólo a la investigación
1110 a la posibilidad misma de ejercer la igualdad. En esta pos-
El conflicto fundador 1III'nse abren dos caminos con la intervención: o el investigador
11 'conoce el servilismo e intenta volverse uno con la comunidad
[ill
Aquí discuto la violencia de la intervención, argumentando que 1I HCda el recrudecimiento de su identidad y la afirmación de sus
la demanda y la intervención son la~ condiciones para crear la- lIormas y su saber. Para este autor el reconocimiento de la in-
zos de reciprocidad y horizontalidad. Sin embargo, aclaro que la Ic'rvención sólo puede confirmar y apuntalar el orden canónico.
m
estrategia de la demanda también tiene un peso importante en Mi posición frente a la violencia de la intervención es distinta. :J
la negación del hecho de intervenir. Muchos estudios colabora- I'ri mero, el universo normado al que se refiere Miel' es uno que o.
¡¡¡:
tivos o participativos se justifican con las solicitudes (directas Hc'imagina normado con anticipación, con historias y rituales ori- O'
10
e indirectas) de las comunidades en torno a diversas necesida- ¡,:inarios e inalterados. En mi perspectiva, por el contrario, las !'
s:
des: de educación, salud, contaminación, desarrollo económico y I'ldturas no son puras, ni están definidas de una vez por todas en t'D
...•
IIna especie de esencia original. Sus historias están en movimien- o
otras. La "demanda", para éstos, pareciera mitigar la violencia o.
de la intervención. o
le), son contradictorias en ciertos momentos, siempre dinámicas. O'
10
Toda demanda en estas situaciones, como encubridora de la 1';11 mi investigación no hay epistemología s indígenas puras, ni ¡¡¡'
VI
intervención, genera jerarquía en las relaciones: uno sabe, el otro IlIi objetivo es dar voz a un saber "auténtico" indígena, sino más :J"
o..,
no. Aún en las investigaciones en las que se exploran "resultados nl1á de celebrar la diversidad, intento, a partir de mi intervención Ñ'
o
conjuntos", el mismo punto de partida (la demanda) aniquila la como conflicto generador, construir oportunidades de igualdad :J
...•
igualdad de los actores. discursiva para que cada quien se exhiba como desea hacerlo . ii
!:\j
Existen otro tipo de estudios académicos en los que no hay Existe otra forma de aproximarse al otro y es la que he bus- !"
una demanda explícita y el investigador tiene problema para cado explorar en mi trabajo de los años recientes con el pueblo
wi,rá,.ilw. La demanda o ~u ('alLa pxplll'iI.!I 11I1I1nll sido d ("'1' .,. .
2.,~
1'4'1'01:1igu:ddnd Lnlllhi¡"11
cs una ficción utilizada por el Esta- ..•.
oc3
..•.
Q¡
:O'
VI
"C J
(S,
Q¡ I
110p;Ira <.:on~truÍr<.:ono<.:Ímiento.
He partido dd supuesto qU(' 1I1
w 1.0n
VI1)
!i1
0111 v 4·1poder, lo~ sujel.os son animados a alcanzarla a partir de
d(~JII;\I1daestá siempre presente en las reJa<.:Íoneshumanas: ('11 1II'II(·sl.:ISoportunidades y dejar de lado el verdadero ejercicio
In amistad, el amor, el trabajo, la vida en sociedad . 01,111 políti<.:a.Se espera que el sujeto individual, con capacitación
I;;n otras palabras, todo contacto social implica un conflic!lI 1.11'llic:¡para el trabajo moderno, compita por el ascenso social.
('undador. Pero éste, me queda claro, puede estar al servicio d,'1 III (·mbargo, esta estrategia lejos de apoyar la igualdad, pro-
proyecto civilizatorio, o bien a partir de métodos horizontah:H, 1"IIC'veque todos y uno por uno sean absorbidos por el sistema
llegar a la autonomía de la propia mirada. Más aún, el conflic!o •l'IJIIÓmicoy que la diversidad se esfume en el mercado. El de-
('undador es condición para crear el lazo de reciprocidad. 1"11 C'pÚblico, la participación política de los diversos, las voces
En este punto reconozco la demanda en la relación entre (" 1IIIIIti pIes con respecto a los asuntos públicos, pasan a segundo
interventor y el intervenido. Yo les demando y ellos a mí. En I1li 1.\t'llIinofrente a la necesidad de "volverse igual". Es claro que a
<.:aso,impartir clases de español me ha asegurado 15 años di' IlItImetodologías horizontales no les interesa la igualdad que
<.:ontactoininterrumpido con la Sierra Wixárika. Desde el pri/1 '¡"Hvanece o calla las diferencias sino la que es condición para
<.:ipiolas autoridades tradicionales wixáritari decidieron que mi , ~presarlas,
labor de profesora podía asegurar la asesoría a los maestros cI(. 1,;1arreglo que hemos establecido entre la comunidad wixárika
~u escuela secundaria bilingue. Con un buen manejo dellen- VI) desde hace 15 años podría sugerir la práctica del don, con-
guaje consideran que no serán engañados con textos escritos , "pl.o complejo que se ha estudiado en relación con las comunida-
.Y podrán hacer sus reclamos a las autoridades nacionales CO/1 '¡"s tradicionales. Para Marcel Mauss (2004), el don es un ritual
mayor validez. Así se negoció un pacto: yo compartiría mi sa-
ber linguístico y sobre "el correcto acomodo de las palabras",
'1111'asegura la supervivencia de éstas. Como gratuidad, que no [ill
"Hdel todo gratuito y que tiene como fundamento la reciprocidad
.Y ellos permitirían que visitara su comunidad para realizar '1111prescripciones y prohibiciones obligatorias, tiene reglas de-
investigación. 11'I'minadas en cada cultura.
La intervención como conflicto fundador es político y tiene que Aplicado el concepto de don, hay una tendencia al economismo
ver con no ocultar o anular las formas y saberes propios para de" término. En las sociedades modernas, el don se quiere ver m
:¡
<.:onocersea sí mismo en el diálogo con el otro, para ejercitar la "111110 un efecto de mercado o lugar donde se enfrentan y armoni- c.
"U:
igualdad a pesar de la diferencia, para poner a prueba el vínculo ,lIn los intereses. Claude Lévi-Strauss encuentra que los natu- "5"
10
horizontal y permitir que se expresen las propias necesidades I'nles, así como las sociedades modernas, practican esta forma de ?
.Y las ajenas, se enfrenten los conflictos y se encuentren formas I't'Óprocidad para ocultar la jerarquía social, la endogamia y la S
(D
nuevas y negociadas de vivir juntos. ..•
,'xdusión (Levi-Strauss, 1992: 172). o
c.
Pero aplicar el don como forma de relación mercantil, econó- o
O'
10
Igualdad discursiva 111 ica o de red social entre investigados e investigadores no aclara Oj'
VI
Ins relaciones confusas que se construyen en el trabajo de inves- :J"
o..
tigación, Difícilmente se puede equilibrar a partir del don esta Ñ'
Ahora bien, a partir del conflicto fundador, ¿cómo se instaura la I'elación que en un principio fue una forma de intervención o con- o
:¡
..•
igualdad? Ésta es asunto central para imaginar métodos hori- Ilicto fundador . ~
ii)
zontales, No en vano se le piensa desde múltiples perspectivas Tampoco aplica en nuestro caso el don como creador y alimen- r
como meta para la perfecta vida en común. tador de lazos sociales. En mi caso, siendo extranjera a la comu-
-
Ilid:"I, 110h:ty un interés por integr:II'IIII' n I'\'dl':-;y cOllvert.ir
1"1111"1 IIlvns ql\l~Lr:tcclI1I1I1:lIlllilll)h:tcia la autonomía de las miradas w
111(':t su sociedad. Si el don en teoría prop0\"l;iOIl:11111mínimo dc' 1"lIl'lns. I;~nnuestro c:tSO,producir ese diálogo es vacilante, im- 2O
igu:tldad y proporcionalidad en una relación puramente desigu:tI . Idll'lI 1'lIl'rentar el conf-licto que se genera cuando las condiciones ...•.
!l)
, c'ollstruyen para que el diálogo se dé horizontalmente. y es
VI
('11el caso de la relación mestizo-indígena, que es una relacit"1I "U
!l)
históricamente de dominación, no se resuelve en un intercamhio ,\'11' cuando los distintos se expresan en un espacio de igualdad ~
!l)
directo. Entre los wixáritari, los extranjeros son mantenidos a In oI"4I'1Irsiva,la tipología de encuentros se caracteriza más por el n
O
distancia. Se prohíbe a cualquiera no indígena habitar de forl11l1 II"dlicto, que por el acuerdo.3 :s
VI
fija en su territorio y está tajantemente prohibido casarse con UII 1':11otras palabras, estos espacios de igualdad no están allí ...•.
~
c:
110indígena. De hecho, la falta más castigada en el "otro mundo" 11,11'11 rescatarlos; si se buscan, no se encuentran. Por ello es más ~
es "tener relaciones con animales y mestizos" (Salvador y Corona, IlIlIlÚn hacer investigación sobre la base de la desigualdad, 3
(1)
:lO(2). Desde el momento en que no se quiere hacer del extranjero 1"It'S esa se halla por todos lados. De esta manera, la igualdad ...•.
O
u n aliado, no interesa y, por tanto, no se conoce una forma de par· III't'l~sariapara el diálogo hay que ejercerla, instaurarla. Como la Q.
O
ticipación a partir de una reciprocidad como la del don. IlIdiendo, la igualdad discursiva no es un término antropológi- O'
I!)
Mi relación de investigadora en la Sierra Wirárika es recípro- " I :-;ino político, y se tiene que ejercitar por voluntad. Soy yo como Oj'
VI
ca, pero no se define económicamente, ni crea un nexo simbólico 11\ vcstigadora quien instaura un orden de igualdad discursiva
para integrarme a su comunidad, ni se guía por rituales propios. 1I"1':lproducir conocimiento conjunto.
E n la propuesta metodológica que propongo, desde un vínculo
creado a partir de la exposición explícita de mis objetivos y dI'
HUS necesidades, aparece una posibilidad de que mi intervención
Autoría Entre voces [ill
tenga como finalidad la autonomía de las propias miradas. Con
transparencia y de forma directa, ambos planteamos nuestras I'~sta es parte del proceso investigativo en dos momentos. La
metas, inquietudes, problemas, necesidades. c'onstrucción misma del objeto estudiado, sus métodos, conceptos
Este es otro sentido de la igualdad y es el que nos interesa. v técnicas son, por lo regular, autoría del investigador. Él eli- m
::J
Tiene que ver con lo político como espacio donde dos procesos dis- 11' construir desde sus conceptos teóricos o desde su experiencia a.
1ij:
tintos se conjugan: el de las políticas públicas y el de los procesos 1'1 npírica la forma en que realizará la indagación. Después se 5'
de emancipación (Ranciere, 1995). Frente a los "nombres correc- vlleIve un traductor y productor de explicaciones, pues se parte lO
!'
tos", producto de las políticas públicas (económicas, educativas, dl~que las narraciones del otro son representaciones que no ha- ~
t'D
científicas) que otorgan jerarquía social, se generan los "nom- Idan por sí mismas y de que la interpretación es inevitable para ..•.
o
a.
bres propios" productos de un proceso emancipatorio. Lo político t'()l1struir conocimiento. o
5'
será entonces el terreno del encuentro entre ambos cuando la lO
1ij'
igualdad sufre un daño. En esta perspectiva, lo único universal VI
::r
político es la igualdad discursiva de cualquier hablante frente a :1 Véase la tipología de encuentros entre profesores urbanos occidentales Y o..,
Ñ'
otro hablante. maestros indígenas wixáritari. Los cuatro tipos de encuentros (texto mono- o
::J
Dado que el conflicto fundador no tiene que ver con formas lógico a partir de una voz, doble texto modificado por la presencia del otro, ..•.
~
un solo texto dialógico, dos textos monológicos sin intento de diálogo) se ii)
armónicas de incorporar la voz de los otros sin comprometer generaron en torno a temas del espacio público, como la justicia, la belleza, r
los principios hegemónicos de la investigación, construir conoci- el trabajo, la salud, la educación sexual, etcétera. Consultar Corona et al. ~
miento mutuo tiene que ver con establecer condiciones investi- (2007) .
.J
l'
Frente a esta práctica, la autorÍa 1~lIln' /JII('(',<: HlIpOlleIwril',l1 IIIde'Kc'Hcrihir UII:' hiHLOl"i:1 Hobre niños pobres y ricos (Robles,
w
talidad desde el momento de construir el propÓsito del e::,; '111\) ¡\dCIII:'\Sse les ellLrevi::,;tósobre el mismo tema. Los resul-
2
VI 1,11 1
11
,~
en De allí se desprenden conceptos y técnicas. Como primer mOIlIl' ,,111/1 I'Iluron distintos, el mismo chico narraba en la entrevista O
roto
O
O to, el conflicto fundador provoca el diálogo que produce invt'H , "d 11'1' sobre las nociones económicas desde su cotidianidad, yen QJ
VI
\J gación conjunta, En el encuentro, al aproximarse al mundo t' pl't!sión poética, en su cuento, reproducía la estructura y los -O
O QJ
"'1
•.....
QJ los otros, mientras que éstos se inscriben en la esfera de sen 1..1 11'",d,os económicos que le ofrecían las caricaturas televisivas y QJ
E del investigador, se construye la comunicación entre ambo::,;,I 1"' "1'1111 contradictorias con su versión de la entrevista. Esto me n
... O
esta manera se trasforman las condiciones del "nombre Conl 11,1 pensar que los infantes de la investigación conocían por :J
:J VI
h
e.,
roto
1;:; to" (por oposición al "propio nombre"), alejándonos de la rela('j 1IIt'II0Sdos géneros distintos aparentemente contradictorios.
e IInterior podemos desprender que hablar en una entrevis- .,
o
u sujeto-objeto para "nombrarnos" sujeto-sujeto. La autoría dt, 1" 111
vos, las metas y las técnicas, se negocian. lit Ido requiere de una estructura y un formato que implica otro o
:1 lid"llido.
o.
o
VI En segundo lugar, enfrentamos un problema generado pOI'
:g 1./1manera de escribir Entre voces se confronta con las dificul- O'
o lengua misma. Si bien el diálogo es el motor de la investigacj( I.Q
Z horizontal, la lengua no posee formas sintácticas para dar CUl' ••IIIKpropias del lenguaje y la escritura. El género para escribir tij'
VI
M IJoces no existe como tal, sin embargo, sin estar resuelto, lo
ta de esa conversación. Sólo es posible expresar las voces q 1(",'
participan en el diálogo de la investigación mediante el recu l' IIIIIIHformulando entre el diseño editorial, los textos múltiples
del discurso referido (DR), aunado al contexto que refiere (CR) () 1'1' HU producen en el proceso de la investigación horizontal y
19[] autor (Voloshinov, 1976). 1dl/'dogo con otros materiales, como las fotografías, los mapas, [ill
Entonces, ¿dónde y cómo hacer que aparezcan las múltipl 1',,1 dibujos, las cartas. La forma, el contenido y las característi-
voces de los investigadores, cada uno desde su propia voz? Segl l' Ilorizontales del proceso determinan lo que el producto ter-
Valentín Voloshinov, son dos las formas de que aparezcan las v 111111/1(10 dice.
ces de los otros: el DR mantiene su integridad y se forjan límil. I':,d'rentados a estos dilemas, la autoría Entre voces se ha con-
m
vi rígidos entre DR y el CR y, por tanto, se aprecia un estilo line . Idrado en producir formas textuales a varias manos,4 donde :J
(l)
a.
~ Propio de este estilo son por ejemplo los discursos jurídicos y I . tlhserva que la voz de uno es siempre frente a otro. Clifford ¡¡j:
c:
o de la prensa que intentan mostrarse libres de la subjetivid;:¡; 1 "'I'l"tz menciona esta necesidad discursiva con respecto a los O'
lO
,ti dl'Opólogos: "se esfuerzan por leer por encima del hombro de ~
del CR. La otra forma es cuando se infiltra la interpretación y 11
s:
g
réplica del autor, se borran los límites y se produce un estilo "pi "llIt:llos a quienes dichos textos pertenecen propiamente". Pero ro
..•.
~ o
tórico", en el que puede ser más dominante el DR o el CR. En es(,( 111 I'tlntrario, a.
o
casos, la voz del otro pierde su valor referencial para volver~ O'
lO
más o menos decorativo o bien el CR y su subjetividad aparecu fEl] mirar tales formas como formas que "dicen algo ¡¡j'
VI
más activos en el texto. La literatura y las etnografías compa sobre algo" y lo dicen a alguien5 significa por lo me- :J'
o...•
ten este estilo . Ñ'
o
También sabemos que los géneros discursivos marcan lo d :J
..•.
~
cible, no sólo en la forma sino en el contenido. Este aprendizaj , V{'ase en el capítulo 8 de este libro el artículo sobre autorías Entre voces de m
\,iI os temprano y viene del entorno de los hablantes. En una in 1(I~becaPérez-Daniel. !"
11
111'11
Turiniiwe (Everardo de la Cruz Ramírez), 'Utsiekame (Carlos Salvador sólo parcialmente lo que hablan. Lo que se dice siempre es frente ii
!:\j
Díaz), Wamatsika (Fermín Santibáñez Madera), Itiama (Apolonia de la ;¡ un "tú" y, por ello, planteamos que deben escucharse las voces !"
Cruz Ramírez), Iiríyiwi (Ceferino Carrillo Díaz).
en inter locución. Así, en Entre voces ... Fragmentos de educación
se buscÓ que ambas VOCI)S
1'1/.//,(·(,IIILIIJ'al NI' )1111111<'111'11"
de f'ol'lIllI 11111,"In vol'. /l}i.\'(íril,'u": 1:, VOl'.de la comunidad. El producto de w
uquiL:ILiv:1.I~Icolor de la página distingue 1;1 visi{¡" occidenLlI1 1I){:(,odosIWl'izonL:tles nu pretende ser uno y homogéneo, ni
.Yla visión wirárika, Ambos textos están escrito::; en las dos lell
101,1
guaso Las páginas dialogan sobre un mismo tema y se present;III " ohserve que la voz de uno es siempre determinada por la voz QJ
~
completas para ser leídas por un lector que puede elegir el ord('1I ,1," ot.ro. -O
QJ
de ::;ulectura. "'1
QJ
n
La propuesta autor al Entre voces se resume de la siguien t.1, O
manera: Ejemplo de método horizontal: :J
~
ro+
:r
visita a la ciudad un paseo por el zoológico ("porque quieren ver o..,
gana fuerza con una explicación del mismo fotógrafo. Los textos ¡:::r
animales que no conocen") y alguna zona "donde la gente vive o
:J
..•
sin agua, sin tierra para sembrar, en casas de cartón", para que ni
iD
además de conocer los atractivos de la urbe se dieran una idea r
8 La discusión más completa y las fotografías están publicadas en Corona
de cómo se vive en ella cuando no se tiene dinero. Subrayaron Berkin (2012).
IN
dI' los jÚV('III'SCOl110 pi(' dI' roto :111('11111
\' 11111plll111
(·1 sig'lIiri('nc\q " 1IIIIIgl':d'osos qU(' su cultura se construye de manera con-
('oll1pll'l.;1I1\:1 narraciÓn. De e~ta IIJ:lIII'I'II,111illl:lgen COIIIn 1'/1/ I l' 11\11t,(.laciÚncon el otro, en un proceso dinámico en el que Z
O
r+
111':1de los wixá,.ilari se vuelve una podl~l'Os:lIwrramjentn 1'/1[ 1111, 1'.1'1111
a la propia identidad elementos que dan respuesta ~
VI
1I0lllhral'se a sí mismos, Yo por mi parte, también como "1('('1111 ,11'V/IHIII~cesidades. Desde su propio lugar no existen wixá- "O
~
.,~
de la foto y sus textos, hago mi propio discurso. Fotos, Ll-xI(j II ,1 IlIcdias, ni contaminados Y menos en vías de desapa-
diarios de campo, conversaciones, permiten construir un 11111' 11111 '1':11vez; los wixáritari han sobrevivido los últimos 500 n
o
texto de autoría a varias voces. '" pOl'que su historia es la de un permanente mestizaje en la :J
VI
¿,Qué nos aporta esta fotografía horizontal? Nuestro SUPlIt'HI 11111111 t:Ición con el otro, y que en espacios de encuentro como .,
r+
r:
es que contribuye en tres niveles: el político, el conocimiento c\ 111111'1.0 I'undador, pueden hacer explícitas. :;.
otro y el conocimiento propio. II"II! H .!.:toal conocimiento propio del occidental urbano, las 3
(!)
r+
En cuanto al aspecto político, tomado como el lugar para sol1\ 1"1',"11 rías nos permitieron observar nuestro espacio como es- O
111110vacío. Cuando no está cargado con nuestras propias o.
cionar un daño social (es decir, corregir las etiquetas excluyenlt O
que se otorgan al indígena), estas fotografías nos permiten :dl III 11I1'I:lS personales, mitos urbanos y símbolos nacionales, la ~
O'
jarnos de la costumbre de reconocer a un indígena en una I'oll! 11 \11, 1d es una infraestructura moderna colmada de cables, ca- Oj'
VI
grafía sólo si su traje es bordado o si aparece sembrando, tejiend¡ 11. ,I.d ifi.cios,topes, fuentes, señales, semáforos, parquímetros,
en telar de cintura o llevando pesadas cargas en la espalda, Esllt " 11"s.
imagen la encontramos entre los profesionales artistas, cien t.íl1 1,;\ gente ningún interés despierta Y tampoco se observa la
cos sociales, periodistas, y también en los fotógrafos aficionado, "'" ,'sidad de registrada. El peatón que cruza la calle no ame- 11071
quienes reproducen lo mismo porque es la única narración visllld 111,1IIna fotografía salvo si muestra una apariencia distinta:
que conocen, ~11IH;a habíamos visto una persona sentada en silla con rue-
Esa historia visual única como "nombre correcto" es incol1l ,1 \1-4", "La señora no me interesaba, eran los tacones .. Juego me
pleta. La fotografía estereotipada del indígena lo caracteriza COII . 1IIIIpl'éunos", "Esos se abrazaron mucho tiempo y así se que-
una esencia arcaica, vulnerable, pueril y folclórica, El peligro dI ,¡ 1ron, no hicieron nada más", comentan los jóvenes sobre sus m
:J
una imagen homogénea, es que enfatiza la diferencia, la jeral' 1lllllgenes. o.
Oj:
quiza y excluye a estos sujetos del espacio público y la política. 1101' otro lado, sus fotografías realizadas con encuadres abier- O'
lO
Es importante equilibrar esa foto con narraciones visuales I'n'(, en las que el entorno es fundamental, la ausencia de gran- P
propias, que expresen otras versiones de los pueblos indígena:-;, 1I"s acercamiento s en sus fotos, su dificultad de encontrar la ~
rt>
..•.
En esta ocasión, la cámara otorgó al joven fotógrafo una nuev:I 11'I:lción horizontal/vertical dentro de los espacios cerrados o
o.
,11'la ciudad, nos dejan reconocer nuestra mirada disciplinada o
posición productiva: aquí se ha trasformado de un objeto, o cuan· O'
lO
do más, de un observador de la fotografía, en sujeto fotógrafo, por las pantallas y la publicidad. Nuestras fotos privilegian los Oj'
VI
con nuevas técnicas de poder. II'ngmentos de cuerpos y espacios, la estetización sobre la des- :r
O
En relación con el conocimiento del otro, las fotografías nos l'l'ipción, la ausencia de contextos y la centralidad de la gestua- ..•
Ñ'
acercan a la cara que el joven wixárika desea mostrar. En sus 1\lIad humana. o
:J
tomas se muestran jóvenes apuestos, sanos, divertidos, actua- Conclusiones ..•.
~
ib
les. El placer de comprar camisetas y zapatos de tacón, tomar r
refresco y comida chatarra durante su viaje a la ciudad, no los I,a metodología horizontal, sin ser una propuesta acabada, me
hace perder su identidad indígena. Lo que parecen decir los jó- permitió llegar a cuatro conclusiones:
I';n primer lugar, mostrar pl'OC"H(I~ .v (·1prI)Y('do de inv" NI) SI' 1.)';11,:1
d,· "d('vl)lvl'r" una mirada desde el exterior en
w
Ligación que se forma en movimienLo, 1':1 rLir de los pr()('( producto L(~nl1in:ldo.Margaret Mead regresó a la isla a
sos significa no producir indagación y prueba, ni ejerc('r 111
1111
conocido. Las distintas soluciones al propio nombre puedl'l\ rizontales es construir conocimiento sobre el otro y sobre la :;'
responder a un movimiento de autonomía; si bien está cl:1I'( propia cultura a partir de lo que cada quien desea expresar. 3
...•
I"D
que el ideal de la autonomía wixárika no es el de la modi'l I,a voz mediada, prestada o robada, sólo permite conocer o
o.
nidad donde se anhela la autonomía individual. 11 na verdad mediada, prestada o robada. o
O'
~
• En segundo lugar, constato que la identidad es dinámi(,1I Oj'
¡;,
Poco sabemos del proceso identitario del indígena. Sin un 1
o
se ven posibilidades suyas tanto como de la occidentalidad Q,
o
Al proponer la mirada indígena sobre sí mismos y a trav(· O'
lO
de allí mirarnos a nosotros mismos, aprovechamos la condi [¡'
VI
ción de toda existencia, un otro que delimita el nosotros. En ::r
o..,
la interacción con el distinto, salvo si se oblitera el conflicto, Ñ'
siempre está presente el otro. La cuestión decisiva es esb o
:J
"'
~
blecer la diferencia entre ellos y nosotros sin negarla como ñ)
VI
constitutiva necesaria de la construcción de conocimiento .Y
de la vida en común.