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TEMA XXVI:
ISBN: 978-84-9822-813-7
1. Introducción.
Hay que añadir que, al ser el latín una lengua de corpus, su estudio se presta
especialmente a esta perspectiva textual. Perspectiva que, además, tiende de alguna
forma un puente entre la lingüística moderna y la Filología Clásica en su vertiente
estilístico-literaria y, en última instancia, hermenéutica de los textos. En primer lugar,
indagar en dispositivos gramaticales que contribuyen a la cohesión de un texto latino,
sea éste un pasaje o una obra completa, equivale a preguntarse por su estructura, que
es uno de los aspectos tradicionalmente abordados desde los estudios literarios. En
segundo lugar, esto se efectúa desde una actitud funcionalista, que se caracteriza no
sólo por tratar de explicar el uso de las construcciones, sino además hacerlo desde la
consideración del contexto real en que tales construcciones se generan. Así pues, este
tipo de estudios es frecuente que, junto a criterios puramente lingüísticos, manejen
también datos históricos, literarios, de realia, etc. Puede decirse, por tanto, que esta
perspectiva pragmático-discursiva aporta al análisis filológico-literario tradicional
herramientas nuevas, más rigurosas, con cuya ayuda seguir avanzando en la
comprensión de los textos latinos –cf., por ejemplo, Calboli (1986), Van Gils (2001),
Kroon (2002) o Torrego (1995a, 2008d)–.
(2b) tradunt... Homerum caecum fuisse (“cuentan que... Homero era ciego”)
(3) Homerus … fuisse ante hanc urbem conditam traditur (“Homero... se cuenta que
existió antes de la fundación de Roma”, Cic. Tusc. 5,7)
(4) sed [hi] ab hoc consilio afuisse existimabantur (“pero [sus habitantes] se
consideraba(n) que eran ajenos a esta revuelta”, Caes. Gall. 6,3,5)
(5) [Sc. tu] da mi basia mille (“[Sc. tú] dame mil besos”, Catull. 5,7)
(6) arma … circumdat … umeris (“Pone… las armas… a / en torno a los hombros”,
Verg. Aen. 2,506-507)
(7) castra ab urbe haud plus quinque milia passuum locant; [sc. castra] fossa
circumdant (“Levantan el campamento a no más de cinco mil pasos de la ciudad; lo rodean
con un foso”, Liv. 1,23,3)
(8) Iam primum adulescens Catilina multa nefanda stupra fecerat, cum uirgine nobili,
cum sacerdote Vestae, alia huiuscemodi contra ius fasque. Postremo captus amore Aureliae
Orestillae (“Ya de joven Catilina había cometido muchas deshonestidades infames con una
doncella noble y con una sacerdotisa de Vesta y otras cosas semejantes contra el derecho y lo
permitido. Finalmente fue poseído por el amor de Aurelia Orestila”, Sall. Catil. 15,1-2)
(9) ...Crassus, cum sua cunctatione atque opinione timoris hostes nostros milites
alacriores ad pugandum effecissent, atque omnium uoces audirentur expectari diutius non
oportere quin ad castra iretur, cohortatus suos, omnibus cupientibus ad hostium castra
contendit (“Craso, como por su tardanza y por su aparente miedo los enemigos habían hecho
que nuestros soldados anhelaran combatir, y todos proferían voces de que no debía dilatarse la
marcha contra el campamento, tras arengar a sus hombres, se dirigió hacia el campamento de
los enemigos en medio del entusiasmo general”, Caes. Gall. 3,24,5)
En (9), nos encontramos ante una oración compleja que, como tal, tiene una
estructura susceptible de análisis. La oración principal (Crassus, cohortatus suos,
omnibus cupientibus ad hostium castra contendit) aparece modificada por dos
oraciones de “cum histórico”, coordinadas entre sí (cum sua cunctatione … effecissent,
atque omnium uoces … audirentur). Para establecer el estatus subordinado de dichas
oraciones coordinadas contamos con la presencia de la conjunción subordinante cum,
pero además, mientras que el verbo de la oración principal –contendit– aparece en un
tiempo “absoluto”, los verbos de las dos oraciones subordinadas presentan ambos
tiempos “relativos”.
Así las cosas, en virtud de la dicotomía información principal vs. información de
trasfondo, el juego de tiempos verbales puede contribuir a que el receptor descodifique
la organización estructural de una oración compleja.
Pero intentemos ir, de nuevo, más allá de la oración, situando el ejemplo (9) en
un “co-texto” más amplio:
(10) [1] Prima luce productis omnibus copiis duplici acie instituta, auxiliis in mediam
aciem coniectis, quid hostes consilii caperent, expectabant. [2] Illi, etsi propter multitudinem et
ueterem belli gloriam paucitatemque nostrorum se tuto dimicaturos existimabant, tamen tutius
esse arbitrabantur, obsessis uiis commeatu intercluso sine ullo uulnere uictoria potiri; [3] et, si
propter inopiam rei frumentariae Romani sese recipere coepissent, inpeditos in agmine et sub
sarcinis infirmiore animo adoriri cogitabant. [4] Hoc consilio probato ab ducibus, productis
Romanorum copiis, sese castris tenebant. [5] Hac re perspecta Crassus, cum sua cunctatione
atque opinione timoris hostes nostros milites alacriores ad pugandum effecissent, atque
omnium uoces audirentur expectari diutius non oportere quin ad castra iretur, cohortatus suos,
omnibus cupientibus, ad hostium castra contendit (“Al amanecer, sacadas todas sus tropas,
formada una doble línea, concentrados los contingentes auxiliares en la parte central de la
formación, esperaban qué decisión adoptarían los enemigos. Éstos, aunque, a causa de su
multitud, de su antigua gloria en la guerra y del reducido número de los nuestros, creían que
iban a combatir sin riesgo, aun así encontraban más seguro lograr la victoria sin herida alguna,
cerrando los caminos y cortando el suministro; y si, ante la escasez de provisiones, los
romanos intentaban retirarse, planeaban caerles encima cuando estuvieran marchando en
formación con las fuerzas mermadas bajo el peso de los fardos. Aprobado este plan por los
jefes, ya desplegadas las tropas romanas ellos aguardaban en su campamento. Comprendido
esto, Craso, como por su tardanza y por su aparente miedo los enemigos habían hecho que
nuestros soldados anhelaran combatir, y todos proferían voces de que no debía dilatarse la
marcha contra el campamento, tras arengar a sus hombres, se dirigió hacia el campamento de
los enemigos en medio del entusiasmo general”, Caes. Gall. 3,24,1-5)
Halliday & Hasan (1976) mostraban ya con claridad que las llamadas
“conjunciones” pueden funcionar en dos niveles esencialmente distintos:
en cambio, tiene que ver “con la manera como las ideas son transmitidas o puestas en
escena por parte del hablante”, pues tales ideas “no se suceden una a otra según un
orden arbitrario, lineal, sino que están dispuestas en una perspectiva funcional, unas
en relación con otras según plan estructural concreto del hablante” (Kroon 1995: 73).
El nivel interactivo, como su nombre deja traslucir, tiene que ver con el hecho de la
interacción que se produce entre los interlocutores.
En cada uno de estos niveles pueden darse relaciones textuales: los
dispositivos lingüísticos cuya función consiste en explicitar esas relaciones pueden
clasificarse según el nivel del discurso en que lo hagan. Así, en oposición a los
conectores del discurso, las tradicionales “conjunciones”, por ejemplo quia, cum, sed o
et, aunque en ocasiones hemos visto que también pueden operar en el nivel
presentativo, su función primaria la ejercen en el representativo, estableciendo
relaciones “entre los estados de cosas (acciones, eventos o hechos) que constituyen
el mundo representado (relaciones que pueden ser temporales, causal-condicionales,
contrastivas, etc.)” (Kroon 1995: 69). Los conectores del discurso, en cambio, es decir,
aquellas “partículas” que no funcionan nunca en el nivel representativo (y es, por tanto,
contraproducente denominar “conjunciones”) pueden operar sólo en dos niveles: el
presentativo y el interactivo. Estos dos son, por tanto, los niveles supraoracionales,
discursivos. Funciona sólo en el nivel presentativo, por ejemplo, nam. Sólo en el
interactivo funciona enim. At puede, en cambio, aparecer en ambos:
(13) Adibo ad hominem, nam turbare gestio (“Me acercaré a él, pues tengo unas ganas
inmensas de montarle un número”, Plaut. Men. 486)
(14) Quotiens monstraui tibi, uiro ut morem geras, quid ille faciat, ne id obserues, quo
eat, quid rerum gerat. # At enim ille hinc amat meretricem ex proxumo (“¿Cuántas veces te he
dicho que aceptes cómo es tu marido, y no estés pendiente de qué hace, qué come, en qué se
ocupa? # Pero es que quiere a esa ramera de ahí al lado”, Plaut. Men. 787-790)
(15) Illa me in aluo menses gestauit decem, at ego illam in aluo gesto plus annos
decem (“Ella me llevó en la tripa diez meses, pero en cambio yo la llevo a ella en la tripa más
de diez años”, Plaut. Stich. 159-160)
(16) Nunc hanc laetitiam accipe a me, quam fero. Nam filium tuom modo in portu
Philopolemum uiuom, saluom et sospitem uidi (“Ahora recibe de mí esta alegría que traigo,
pues acabo de ver en el puerto a tu hijo Filopólemo, vivo, sano y salvo”, Plaut. Capt. 872-874)
(17) Iniusta ab iustis impetrari non decet, iusta autem ab iniustis petere insipientia est
(“Querer conseguir de justos cosas injustas no conviene; por otra parte, pedir a injustos cosas
injustas es de locos” Plaut. Amph. 35-36)
(18) Abite tu domum et tu autem domum (“Tú, y tú también, marchaos a casa”, Plaut.
Truc. 838)
(19) Quid rides, inquit, uerbex? An tibi non placent lautitiae domini mei? Tu enim
beatior es et conuiuare melius soles? (“¿De qué te ríes, animal? ¿Es que no te gustan las
larguezas de mi señor? ¿Será que vives más cómodo y frecuentas mejores banquetes?”, Petr.
57,2)
(20) Nunc enim uero ego occidi (“Ahora te digo de verdad que estoy muerto”, Plaut.
Capt. 534)
Por otra parte, estos tres niveles del discurso se corresponden con los tres
niveles de unidades que componen su estructura comunicativa: acto, movimiento e
intercambio. El acto es la unidad mínima que puede formar parte del discurso; es su
pieza atómica, indivisible; pretender analizar el acto comunicativo supone descender al
nivel interno de la oración: el nivel representativo. El movimiento es una configuración
de actos, es decir, una unidad de discurso compleja. El intercambio, por su parte, es
un movimiento de un hablante, más el movimiento de respuesta de su interlocutor. Por
ejemplo:
(21) Te quiero mucho –porque sabes que te quiero mucho–. # Yo a ti no te quiero nada.
(22a) ¿Es porque soy muy bonita por lo que me quieres mucho?
(22b) Porque eres muy bonita, por eso te quiero mucho.
(23a) *¿Es porque sé que me quieres mucho por lo que me quieres mucho?
(23b) *Porque sabes que te quiero mucho, por eso te quiero mucho.
(24) ego hanc amo et haec med amat (“Yo la quiero a ella y ella me quiere a mí”, Plaut.
Asin. 631)
(25) uersae inde ad Tiberium preces et ille uarie disserebat de magnitudine imperii, sua
modestia (“Entonces se hicieron súplicas ante Tiberio, y él se puso a disertar sobre la
enormidad del imperio y sus pocas fuerzas”, Tac. ann. 1,11)
2.3.2. Fóricos.
topicalidad sea nulo, se codificará de forma máxima (sintagma nominal); una entidad
con grado de topicalidad intermedio, se codificará pronominalmente (los pronombres
estudiados son is, hic o ille).
Ahora bien, al ser un parámetro de carácter puramente cuantitativo, “no hace
justicia a la combinación de factores que parecen ser relevantes (sc. para dar cuenta
de la elección por parte de un hablante de una forma u otra a la hora de retomar una
entidad como Sujeto)” (Bolkestein - Van de Grift 1994: 285),. De manera que
establecen cuatro criterios adicionales, pero de tipo cualitativo:
(i) El estatus pragmático del antecedente del Sujeto en cuestión: Tópico, Tema
o Foco.
(ii) La posición primera, segunda o media –i.e. tercera o posterior– del Sujeto
en cuestión en una cadena temática multioracional.
(iii) El cambio de Sujeto, es decir, si el Sujeto en cuestión es la misma entidad
que en la oración anterior o no.
(iv) La coaparición del Sujeto en cuestión con ciertas partículas.
Así pues, combinando el factor cuantitativo de Givón (1983) y sus cuatro
parámetros cualitativos originales, Bolkestein y Van de Grift (1994) concluyen, por
ejemplo, que ille suele retomar antecedentes con función distinta de Sujeto –criterio
(iii)– de entre en principio más candidatos para ser retomados anafóricamente –criterio
(c)–; su posición en una cadena temática multioracional –criterio (ii)– es segunda o
media; en cuanto a las frases siguientes, en ellas por lo general se sigue hablando del
referente que ille retoma –criterio (b)–; su antecedente tiende a ser Foco, y a no ser
Tema –criterio (i)–; la casi no aparición de ille con igitur, y la relativa frecuencia de su
combinación con at, corroboran esta descripción –criterio (iv)–.
En efecto, volviendo sobre ejemplos ya comentados, en (14) y (25) puede
decirse, por ejemplo, que ille retoma un antecedente con función distinta de Sujeto
(25), o que no es el Sujeto de la oración principal precedente (14). En (14),
además, en las frases siguientes se sigue hablando del referente que ille introduce.
(14) Quotiens monstraui tibi, uiro ut morem geras, quid ille faciat, ne id obserues, quo
eat, quid rerum gerat. # At enim ille hinc amat meretricem ex proxumo (“¿Cuántas veces te he
dicho que aceptes cómo es tu marido, y no estés pendiente de qué hace, qué come, en qué se
ocupa? # Pero es que quiere a esa ramera de ahí al lado”, Plaut. Men. 787-790)
(25) uersae inde ad Tiberium preces et ille uarie disserebat de magnitudine imperii,
sua modestia (“Entonces se hicieron súplicas ante Tiberio, y él se puso a disertar sobre la
enormidad del imperio y sus pocas fuerzas”, Tac. ann. 1,11)
(8) Iam primum adulescens Catilina multa nefanda stupra fecerat, cum uirgine nobili,
cum sacerdote Vestae, alia huiuscemodi contra ius fasque. Postremo captus amore Aureliae
Orestillae (“Ya de joven Catilina había cometido muchas deshonestidades infames con una
doncella noble y con una sacerdotisa de Vesta y otras cosas semejantes contra el derecho y lo
permitido. Finalmente fue poseído por el amor de Aurelia Orestila”, Sall. Catil. 15,1-2)
elipsis. En el primer caso (26), desde el punto de vista discursivo en principio no habría
más que comentar. En el segundo (27), en cambio, nos encontraríamos ante un
procedimiento de cohesión textual:
(26) Est oratoris proprium apte, distincte, ornate dicere (“Es propio del orador hablar
con propiedad, claridad y estilo”, Cic. off. 1,2)
(27) Suscepi causam ... et feci libenter (“He aceptado la defensa…, y lo he hecho con
gusto”, Cic. Sull. 20)
esté refiriendo Kiss (2001: 386-387) cuando afirma que “un demostrativo anafórico
señala… un nuevo comienzo cuando ya no es posible interpretarlo como perteneciente
a la estructura frástica precedente: … el pronombre reenvía a algo que existe
anteriormente en el texto, pero a lo que desde el punto de vista de la jerarquía
sintáctica ya no pertenece”. Sobre este concepto de estructura del texto –introducido
en § 2.2.2 a propósito de los tiempos verbales y algo más desarrollado en § 2.3.1 (al
hilo de los conectores y Kroon 1995)– volveremos en § 3.
Hasta ahora sólo nos hemos ocupado de un tipo de anáfora: “Para evitar
malentendidos” –aclaran Bolkestein - Van de Grift (1994: 299, n. 3)– “sólo se
investigan ejemplos sustantivos (substantival instances)”, es decir, anáforas cuyo
antecedente sea un sintagma nominal. Al decir eso, implícitamente están afirmando la
existencia de otro tipo de anáfora, o, más exactamente, otro tipo de antecedente. En
efecto, poco después (1994: 300, n. 6), los autores dicen: “mientras que ille rara vez
retoma frases enteras o párrafos, is e hic lo hacen con frecuencia”. Es decir, que “los
pronombres anafóricos ... se usan no sólo para indicar la identidad referencial de
entidades, sino también para recoger secciones más amplias de una oración o incluso
de un texto” (Pinkster 1995: 324). Recuérdese, a este respecto, el ejemplo (27): el
Objeto que la anáfora recoge no es un sintagma nominal, sino toda una oración.
Casos donde la anáfora recoge segmentos de discurso más extensos encontramos,
por ejemplo, en giros tan habituales en textos latinos narrativos como haec cum ita
sint, donde también es frecuente el llamado “falso relativo”. Estos casos son, sin duda,
donde más claramente puede verse el alcance macro-textual de la anáfora –cf.
Bolkestein (2000) o Hofmann (1989)–.
El artículo de S.C. Dik et alii “The Hierarchical Structure of the Clause and the
Typology of Adverbial Satellites” (1990) supuso un hito en el desarrollo de la
Gramática Funcional –y fue, quizás, el impulso definitivo que la orientó hacia el
discurso–. Este trabajo contribuyó de forma decisiva a que el funcionalismo
proporcione, como se señala en el primer capítulo de esta Sintaxis (cf. I.5.5), “una
descripción de las estructuras sintácticas mucho más detallada y completa que las
teorías anteriores”, y a que su “comprensión del carácter estructuralmente jerárquico
de la oración” sea “particularmente notable”.
Lo fundamental de Dik et alii (1990) es, sin embargo, para lo que ahora nos
ocupa, que con él se nos ofrece “por primera vez una propuesta concreta sobre la
estructura del discurso”. En efecto, en este trabajo se exponen en detalle los distintos
niveles de integración sintáctica que los constituyentes de la predicación pueden
revestir, pero, más importante aún, se señala que existen niveles externos a la
predicación, es decir: que modifican no ya a la propia oración, sino a la unidad de
discurso. Tales serían, por ejemplo, los llamados “disjuntos” (cf. II.3.3), como en (28) y
(29):
(30) Cenabis bene, mi Fabulle, apud me (“Cenarás bien, Fabulo mío, en mi casa”,
Catull. 13,1)
El vocativo de (30) –mi Fabule–, por una parte cumple una función interactiva,
de llamada al oyente, pero además puede decirse que su ámbito de acción no es sólo
la oración primera, sino todo el poema; Catulo, con ese vocativo, llama la atención de
su interlocutor sobre el mensaje entero que acto seguido va a exponerle, no solamente
sobre su frase inicial; haciendo eso, de alguna forma está presentando todo su
discurso como un cuerpo único, es decir, está contribuyendo a que el oyente perciba la
coherencia que subyace a lo que, de otra manera, no serían sino oraciones
yuxtapuestas sin más relación; puede decirse, por tanto, que en (30) el vocativo
Fabulle, que se repite al final del poema, tiene además una finalidad discursiva.
Para todos estos casos, rige el principio de que el análisis de la estructura de la
frase en niveles o capas guarda con frecuencia relación con la estructura textual:
cuanto más externo es un constituyente (un adjunto más que un argumento, un
disjunto más que un adjunto, etc.) más posibilidades tiene de desempeñar una función
textual o cohesiva. En efecto, en (28), la “pseudo-final” se encuentra, con respecto a
los niveles de la cláusula, en uno más externo que la predicación nuclear. Pues bien,
esta posición más externa lleva aparejado un rol textual de más relieve: su función es
no simplemente exponer hechos, sino valorarlos desde el punto de vista de la
enunciación. Denique, por su parte, se encuentra en un nivel más externo que el de la
“pseudo-final” y su papel en la cohesión textual es, además, de más relieve: conecta
cuanto le sigue –“pseudo-final” incluida– con el segmento de discurso anterior,
explicitando que se trata de una nueva unidad discursiva, de un nuevo “movimiento”
en la argumentación.
Por otra parte, trabajos como Bodelot (1996), Cabrillana (1999a) o Giffre (2007)
son representativos de un tipo de constituyente al que a lo largo del capítulo ya varias
veces se ha aludido: el Tema. En efecto, muchos de los casos de “extraposición” o
“prolepsis” que Giffre (2007) estudia, así como muchas de las “oraciones completivas
desligadas” de Bodelot (1996), pueden considerarse constituyentes Tema,
entendiendo este concepto no según la dicotomía Tema / Rema de la escuela de
Praga, sino según los términos supraoracionales con que ese concepto se expuso al
hilo de Bolkestein (1983).
Cabe destacar, por último, que este tipo de investigaciones sobre elementos
externos a la estructura oracional se insertan –a la vez que lo reavivan–, en un debate
más general sobre el carácter o la naturaleza de la macro-sintaxis. Concretamente,
Bodelot (2007b) plantea el problema de si los principios de la sintaxis oracional
guardan o no semejanza con los principios de organización discursiva –cf. también
Muller (2002), Bolkestein (1991b) o Haiman - Thompson (eds.) (1988)–. Llama
asimismo la atención sobre el hecho de que aun no contamos con criterios claros para
determinar, dado un texto, cuándo se produce exactamente el salto del nivel oracional
a ese otro discursivo del que Halliday - Hasan (1976) ya hablaban. Sencillamente, es
necesaria más investigación.
(31) Orationem Tulli exceperunt preces multitudinis (“Al discurso de Tulio siguieron las
súplicas de la multitud”, Liv. 7,13,11).
(32) Excepit orationem eius princeps Aetolorum Alexander (“Siguió a su discurso el
príncipe de los etolios Alejandro”, Liv. 32,33,9)
Por otra parte, se acaba de señalar que es frecuente una correlación entre nivel
externo de integración sintáctica y cohesión textual. Pues bien, también existe la
tendencia de que los constituyentes situados en los niveles más externos, en el orden
de palabras ocupen las posiciones más cercanas a la inicial y final. Con otras
palabras, la posición de un constituyente en la secuencia escrita a menudo es indicio
de su nivel de integración sintáctica (cf. XXIII.3.2.3). Dado que, como ya se ha
observado, aun no se cuentan con criterios unívocos para establecer exactamente en
qué nivel se produce el salto de la oración al discurso, el orden de palabras bien
podría ser un indicio más desde el que indagar en este problema.
(10) [1] Prima luce productis omnibus copiis duplici acie instituta, auxiliis in mediam
aciem coniectis, quid hostes consilii caperent, expectabant. [2] Illi, etsi propter multitudinem et
ueterem belli gloriam paucitatemque nostrorum se tuto dimicaturos existimabant, tamen tutius
esse arbitrabantur, obsessis uiis commeatu intercluso sine ullo uulnere uictoria potiri; [3] et, si
propter inopiam rei frumentariae Romani sese recipere coepissent, inpeditos in agmine et sub
sarcinis infirmiore animo adoriri cogitabant [sc. illi]. [4] Hoc consilio probato ab ducibus,
productis Romanorum copiis, sese castris tenebant [sc. illi]. [5] Hac re perspecta Crassus, cum
sua cunctatione atque opinione timoris hostes nostros milites alacriores ad pugandum
effecissent, atque omnium uoces audirentur expectari diutius non oportere quin ad castra iretur,
cohortatus suos, omnibus cupientibus, ad hostium castra contendit (“Al amanecer, sacadas
todas sus tropas, formada una doble línea, concentrados los contingentes auxiliares en la parte
central de la formación, esperaban qué decisión adoptasen los enemigos. Éstos, aunque, a
causa de su multitud, de su antigua gloria en la guerra y del reducido número de los nuestros,
creían que iban a combatir sin riesgo, aun así encontraban más seguro lograr la victoria sin
herida alguna, cerrando los caminos y cortando el suministro; y si, ante la escasez de
provisiones, los romanos intentaban retirarse, planeaban caerles encima cuando estuvieran
marchando en formación con las fuerzas mermadas bajo el peso de los fardos. Aprobado este
plan por los jefes, ya desplegadas las tropas romanas ellos aguardaban en su campamento.
Comprendido esto, Craso, como por su tardanza y por su aparente miedo los enemigos habían
hecho que nuestros soldados anhelaran combatir, y todos proferían voces de que no debía
dilatarse la marcha contra el campamento, tras arengar a sus hombres, se dirigió hacia el
campamento de los enemigos en medio del entusiasmo general”, Caes. Gall. 3,24,1-5)
imperfecto, la oración quinta lo presenta en perfecto; nos encontramos, por tanto, ante
una unidad preparatoria, de trasfondo o subsidiaria, seguida de una unidad central, o
de información de primer plano. Otro indicio de que (10) se estructura en estos dos
bloques sería la anáfora presente en el ablativo absoluto con que la frase última –el
segundo bloque de la representación– comienza (hac re perspecta). En efecto, como
en § 2.3.2 se indicó, a menudo la anáfora puede referirse no ya a un sintagma, ni
siquiera a una oración: puede retomar también un bloque de discurso. Tal puede
decirse que es el caso en (10). Hac re recoge el contenido de toda la unidad
preparatoria –el bloque formado por las cuatro primeras oraciones–. Señala, por tanto,
una barrera estructural. Un criterio adicional para separar la oración última del resto
precedente consiste en que en ella, tras el ablativo absoluto, se introduce un nuevo
Tema –Crassus–.
Ahora bien, como Pennell Ross (1996) apunta (§ 2.3.2), la plena comprensión
de los dispositivos de cohesión textual pasa por la consideración del carácter
jerárquico-estructual de los discursos. Con otras palabras, el primer bloque en que la
estructura de (10) se organiza no consiste en cuatro oraciones sencillamente
colocadas una después de otra, sino que, como en la representación se muestra, este
primer constituyente inmediato del pasaje comprende a su vez dos constituyentes
inmediatos: por una parte, la oración primera (prima luce … expectabant); por otra, las
oraciones segunda y tercera (illi … uictoria potiri; et … cogitabant) más la cuarta (hoc
consilio … tenebant).
En efecto, el Sujeto implícito de la primera oración –su Tópico– es los romanos.
La oración segunda, en cambio, se abre con la introducción de un nuevo Tema: el
pronombre illi, cuyo referente es hostes, es decir, los galos. Este Tema, en las dos
oraciones siguientes –tercera y cuarta– pasa a ser Tópico, es decir, funciona como
Sujeto pero no se explicita –anáfora cero–. Así pues, el primer constituyente de la
estructura de (10), que ha sido aislado del segundo con la ayuda del criterio de los
tiempos verbales, podemos analizarlo ulteriormente en dos constituyentes gracias al
criterio de la introducción de un nuevo Tema y su continuidad como Tópico –
manifestación lingüística de lo cual es la anáfora cero–.
De esos dos constituyentes, el segundo incluye tres oraciones –la segunda, la
tercera y la cuarta–, pero, una vez más, esas oraciones no se suceden de manera
puramente lineal, sino que se organizan jerárquicamente. En efecto, mientras que
abriendo la oración cuarta encontramos un anafórico –hoc consilio–, abriendo la
tercera no encontramos anafórico alguno, sino una conjunción –et–. Esta conjunción
bien puede ser indicio de que las oraciones segunda y tercera guardan entre sí una
relación más estrecha, es decir, constituyen un bloque, análisis al que también
4. Conclusión.
Como hemos visto, muchos son los aspectos de la gramática latina que sólo
pueden describirse adecuadamente desde un punto de vista supraoracional o
pragmático-discursivo. Hemos visto también que, al ser ésta una manera de entender
la lingüística relativamente reciente, en pleno y constante desarrollo, los conceptos
teóricos de que se vale aún no están completamente sistematizados, por lo que aún es
necesaria más investigación.
Y es que, como Kroon (1995: 26) nos explica, aunque no cabe duda de que
“hay … aspectos gramaticales de oraciones que tienen una función textual”, es decir,
aunque “distinguir unidades de texto mayores que la oración o la oración compleja es
lingüísticamente relevante”, sin embargo “no es de extrañar que este tipo de estudios
gramaticales del texto por lo general no alcancen a explicar en qué consisten
exactamente esas estructuras y esos constituyentes macro-sintácticos. En el nivel del
texto, las dependencias sintácticas –si existen– dan la impresión de ser más laxas y
mucho más variables que en el nivel de la oración, el aparato teórico de cuya
gramática en ningún caso basta para capturar la organización estructural de textos.
Esto puede explicarlo el hecho de que un texto es el producto de un proceso dinámico
de interacción comunicativa donde un número indefinido de objetivos del hablante
puede dar lugar a un número de estrategias lingüísticas casi indefinido que a su vez de
alguna forma pueden quedar reflejadas en la estructura del texto. La cual es, por tanto,
difícil de formalizar”.
Quizás convenga, con todo, no olvidar la afirmación de M. Bakhtine, quien, con
tintes quasi-proféticos, en 1975 –año de su muerte–, decía en relación a enunciados
de la vida corriente, diálogos, discursos, tratados, novelas, etc. que “pueden y deben
definirse y estudiarse de forma puramente lingüística … La sintaxis de las grandes
masas verbales … aún está a la espera de ser fundada; hasta ahora, la lingüística no
ha avanzado científicamente más allá de la frase compleja: tal es el fenómeno
lingüístico más largo que se ha explorado científicamente; el lenguaje metódicamente
puro de la lingüística puede decirse que termina ahí … Es, sin embargo, posible llevar
el análisis lingüístico puro más allá, por difícil que eso parezca, y por tentador que
resulte introducir aquí puntos de vista ajenos a la lingüística” (1975: 59).