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50 cosas que debes saber para hablar bien en público.

by
Raquel Espinosa Elena is licensed under a Creative Commons
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Internacional License.
A las mujeres que inspiran mi vida, mis abuelas.
A mis padres, que me dieron todo lo que soy.
A mi hermano, que me enseña cada día.
Prólogo
Este libro nace de la imperiosa necesidad del ser
humano de graduar. Para dar respuesta a las
cientos de veces que nos preguntamos que es lo
que tenemos que hacer después, y cual es el
siguiente paso que debemos dar.

No pretende ser más que un manual de


instrucciones de algo, la oratoria, que
necesitamos diariamente para desenvolvernos en
la sociedad, y que sin embargo es hoy una
asignatura olvidada, relegada a un segundo,
tercer o cuarto puesto. Sin darnos cuenta de que
por muy buenas ideas que tengamos, por muy
buenos que seamos en nuestro trabajo, por mucho
que sepamos de este o aquel tema, sino sabemos
transmitirlo adecuadamente y hacer que llegue
nuestro mensaje al receptor tal y como queremos
emitirlo será como no estar haciendo
absolutamente nada.

Constantemente nos encontramos con ideas


brillantes, con potencial suficiente para
transformar el mundo y que fracasan por algo tan
sencillo e importante como la oratoria. Por no
saber transmitir adecuadamente cual es su idea.
Porque muchas veces cuando expresamos eso que
tenemos en nuestra cabeza, y que en ella suena
tan bien y esta tan estructurado, cuando lo
pronunciamos con nuestra boca, no suena igual, no
llega igual el mensaje. Nos perdemos en detalles
que no son importantes, nos ponemos nerviosos,
olvidamos cosas importantes que son
fundamentales para ser entendidas. Eso son los
problemas que con este libro pretendo ayudar a
solucionar.

El arte de hablar en público, como diría


Schopenhauer es algo en lo que parece solo debe
instruirse a abogados, políticos o altos directivos.
Nada más lejos de la realidad. Hablar en público,
es importante para todas las personas, desde el
profesional que quiere vender sus servicios o
productos, a los comercios que diariamente
entablan una relación directa con el público,
pasando por la profesora que tiene que enseñar a
sus alumnos consiguiendo mantener su atención
durante una hora diaria, o para ti, que en más de
una ocasión has necesitado tener conocimientos
de oratoria para relacionarte con los bancos,
empresas, gobiernos o incluso con tu propia
mujer.
Si, hasta con tu propia mujer. Porque la oratoria
es algo que utilizamos diariamente, en todas
nuestras relaciones, hasta las más estrechas. Y
saber como enfocarlas adecuadamente para
hacernos entender mejor o incluso para ganar una
discusión nos puede sacar de más de un problema.

Uno de los problemas cuando hablamos de


oratoria, es que la mayoría de las personas lo
consideran importante pero no vital, no es
fundamental para el desarrollo de sus vidas. Un
gran error, en mi opinión. Podrás tener tres
ingenierías y conocer cuatro idiomas, que si a la
hora de tener que hablar con clientes o
proveedores no eres capaz de desenvolverte con
rapidez y soltura, yo te aseguro que no te
contrataré.

Así les sucede a muchos profesionales que pese a


estar sobradamente preparados en cuanto a
conocimientos técnicos se refiere, las
importantes carencias que presentan en
habilidades comunicativas hacen que entrevista
tras entrevista se vayan quedando rezagados de
otros compañeros que con menos habilidades
técnicas son capaces de conseguir mucho más por
el mero hecho de saber expresarse mejor.
Lo cierto, es que el arte de hablar en público, la
oratoria, la comunicación verbal y no verbal o
como queramos nombrarlo debería ser materia
fundamental desde los primeros años de
enseñanza primaria. Así sucede, en muchos de los
países de nuestro entorno, y sin duda es una
característica que destaca notablemente.

Sudamérica, por ejemplo, es uno de los


continentes con una mayor tradición en este
sentido y que ha dado grandes oradores a la
historia; pero también Europa, que desde la
Antigua Grecia marco las normas del buen arte y
así se enseñaba y practicaba en las escuelas.
Tradición que hoy en día parece perdida, salvo
excepción de algunos países, pero que debemos
recuperar por el bien de las generaciones
venideras.

He querido dividir este libro en 50 puntos básicos


o temas que debemos tener en cuenta a la hora
de enfocar cualquier discurso para facilitar al
lector la búsqueda de referencias a la hora de
trabajar sus habilidades.

Así mismo, quiero esclarecer que este libro no es


más que un marco de actuación y que la primera
norma que establezco siempre en los cursos que
imparto es que cada uno tiene su propia voz y sus
características diferenciadoras que son las que
debe trabajar para maximizar los resultados y
que de nada sirve tratar de copiar o imitar a
otros porque nos guste su estilo.
ÍNDICE

1. No tener miedo es de gilipollas


2. Ninguna casa se empieza por el tejado
3. Primero va la imagen, después los gestos
4. y por último las palabras
5. No vayas de mago a una fiesta de payasos
6. Mr. Propper
7. ¿De qué estamos hablando?
8. Quien
9. Como
10. Cuando
11. Donde
12. Cual es tu objetivo
13. Divide y vencerás
14. Tic-Tac
15. No te andes por las ramas
16. Lenguaje apropiado
17. genérico y detallista
18. Datos/autoridades
19. Siempre positivo, nunca negativo
20.No seas un niño
21. ¿Y yo, porqué tengo que escucharte a ti?
22.notas claras, enumere, ordenado
23.Cuéntame un cuento
24.Cuanto más sepa del tema menos dudas
25.No se disculpe
26.Una imagen vale más que mil palabras
27.Sinceridad
28.Vigila tu espalda
29.No des la espalda
30.Mírame a la cara
31. No seas un espantapájaros
32.sosegado, firme y claro
33.El perro de Ramiro no tiene rabo
34.Entona
35.Interprete el papel de su vida
36.Primero lo primero
37.Sonría
38.memoriza sin obsesionarte
39.Sino está prohibido está permitido
40.Imaginación
41. Usa lo que tengas a tu alrededor
42.Preparado para improvisar
43.Efecto Pigmalión
44.Aprovecha la oportunidad
45.Ningún mar en calma hizo experto a un marinero
46.Estrés positivo
47.Elimine los elementos negativos de su vida
48.Redoblé de tambores
49.Pequeños objetivos para lograr grandes cambios
50.Olvídate de todo y disfruta
1. No tener miedo es de gilipollas.

Cuando en mis cursos o en charlas sobre oratoria,


pregunto a la gente por aquello que les impide
hablar en público, o que les atemoriza cuando
tienen que subirse a un escenario, la respuesta
que mayoritariamente se repite, es que tienen
miedo, miedo a equivocarse, miedo a olvidarse de
lo que tienen que decir, miedo a no interesar,
miedo a hacer el ridículo, miedo, miedo y más
miedo.

Desde mi punto de vista, no tener miedo es de


gilipollas. Quizá así dicho pueda sonar un poco
fuerte. Pero el miedo es lo que te hace estar
alerta en todo momento, no confiarte y no pecar
de soberbia. Todos tenemos miedo, o al menos
todos los que tengamos un mínimo de sentido
común. Porque, como no vas a tener miedo de
enfrentarte a una audiencia de cincuenta, cien o
doscientas personas, con conocidos, familiares y
extraños a los que tú, una sola persona que no es
más que cualquier otra, que no es ningún ser
especial tocado por una varita mágica no solo
debe hablar, sino que tiene que convencer, tiene
que conseguir que le presten atención, que estén
atentos a lo que usted tiene que decir. Y además,
tiene que estar pendiente de no equivocarse, de
que todo aquello que diga sea fidedigno, de
gesticular, pero no en exceso, que no se note que
esta nervioso, no trabarse en ningún momento del
discurso, y un largo etcétera de detalles que
pueden hacer que toda la presentación que tenía
preparada se vaya al garete en cualquier
momento. Sin duda son muchos detalles de los que
uno debe de estar pendiente como para no
equivocarse en nada.

Tranquilo. No trato de atemorizarle más y que las


pocas o ninguna gana que tenia de aprender a
hablar en público se le vayan completamente, tan
sólo de hacerle ver, que ese miedo que haya
podido sentir al tener que enfrentarse a un
auditorio, fueren cuales fueren sus dimensiones,
no es ni raro, ni inusual, ni es usted un bicho raro.
Es más, se estima que aproximadamente el 95%
de la población sufre algún efecto de la
glosofobia, es decir miedo escénico.

El miedo que sentimos no es más que una reacción


natural de nuestro cuerpo, que nos pone en alerta
de una situación tensa y de estrés, pero que si
sabemos jugar adecuadamente nuestras cartas
podemos hacer que esa situación, a priori molesta
y desagradable se torne a nuestro favor, y quien
sabe, puede con el tiempo llegue usted a
divertirse y a desear hablar en público.

Si después de todo, sigue usted pensando que lo


que le pasa es completamente diferente de lo que
puede sentir cualquier otra persona, que no le
entiendo, que como va a hablar a un auditorio con
trescientas personas, que seguro que se ríen de
usted, que en su caso el miedo es mucho mayor
que el que otra persona puede sentir,
que.....................................................(sirva la línea de
puntos para rellenar con su excusa habitual). En
ese caso, querido lector, le invito a que busque a
alguien que no desee dejar una buena imagen de sí
mismo cuando se enfrenta a un público, que le de
igual cometer errores, que no vaya a sentir
vergüenza si tropieza o se traba con las palabras.
O cualquier otra de esas razones que tanto le
atemorizan a la hora de enfrentarse al público. Y
si lo encuentra, le pido por favor, que me lo haga
saber, porque habrá encontrado usted a la
persona más gilipollas del mundo.

Así bien, ya ve, lo que siente es completamente


normal, tan normal, que debería empezar a
preocuparse sino lo sintiera. No es ningún bicho
raro, así que relajase, respire profundamente y
si ya hemos solucionado este punto vamos a
continuar trabajando para conseguir mejorar sus
habilidades comunicacionales y que poco a poco
vayamos controlando ese miedo irracional pero
instintivo que todos sentimos al hablar en público.
2. Ninguna casa se empieza por el
tejado.

Se lo habrás oído decir a tu madre desde que eras


pequeño, y era cierto. Ninguna casa se empieza por el
tejado. No puedes pretender subir a un escenario por
primera vez y hacer un discurso tan elocuente como si
llevaras toda tu vida practicando, ni vas a conseguir
que únicamente colocando el bolígrafo delante de un
folio el discurso se escriba solo.

El orador no nace, el orador se hace. Incluso cuando


vemos a personas jóvenes que ya tienen una gran don
dentro del campo de la oratoria, si profundizamos,
veremos que llevan desde muy temprana edad
trabajando. Leyendo mucho, practicando y ensayando.
Probablemente ni ellos mismos se hayan dado cuenta,
pero con los años han ido cogiendo herramientas útiles
para la oratoria. Desde las exposiciones orales del
colegio, a los libros que leías antes de irte a dormir,
cualquier practica por pequeña que sea ayuda y
estimula.

Pero si no hemos sido de esos, si ya desde nuestra más


tierna infancia el miedo y la vergüenza hacían que no
fuéramos precisamente de los que levantábamos la
mano cuando la profesora preguntaba en cada clase, no
te preocupes. Nunca es tarde si la dicha es buena.
Deja de lamentarte y empieza a trabajar porque
tenemos mucho por delante.

Para conseguir dominar el arte de hablar en público


debemos trabajar duro y practicar mucho. Todo en
esta vida es fruto de esfuerzos y dedicación. Por ello
si usted de verdad quiere mejorar su capacidad de
comunicación debe empezar a trabar en ello, y cuanto
antes mejor.

Por otra parte. Cuando uno se ve en la tesitura de


tener que elaborar un discurso o una exposición oral, lo
primero que debe hacer es prepararla. No cometa el
error de creer que por conocer la materia el dedillo no
necesita dedicarle un tiempo a su preparación y
ensayo. Es un error muy común que observo a diario.
Personas sobradamente preparadas que fallan porque
se dejan llevar por el alto grado de sus conocimientos
y pecan de soberbia a la hora de escribir sus
discursos. Si es usted de esos, créame, solo le llevará
a dos cosas, a aburrir soberanamente a su audiencia y
a conseguir que no entiendan absolutamente nada de lo
que les está explicando.
Así que por muy versado o poco que este en el tema.
Por mucha experiencia en oratoria o ninguna que tenga.
Debe tener siempre en cuenta que ninguna casa se
empieza por el tejado, que si jamas a practicado su
oratoria ya es hora de que comienzo a hacerlo y si es
de esos que jamas escribe sus discursos ni se organiza,
por favor empiece a hacerlo, su público se lo
agradecerá.
3. Primero va la imagen, después
los gestos y por último las
palabras.

Se han escrito raudales de libros sobre este tema,


incluso se han establecido teorías. Y es que parece ser
que nuestro cerebro está programado para recordar
mejor las imágenes. Si quiere saber más sobre este
tema le invito a que coja cualquier libro de
programación neurolingüística, PNL de los numerosos
que existen en el mercado.

Lo que la PNL viene a decir es bastante simple de


comprender en idea. Lo primero que llegue de usted a
su interlocutor siempre será la imagen, luego sus
gestos y por último lo que usted diga. De ahí las
odiadas etiquetas y perjuicios de los humanos. Pero
sinceramente es algo que podemos paliar, pero no
evitar. Por mucho que usted sea de esas pocas
personas que hay en el planeta que no se dejan llevar
por la primera imagen cuando conocen a una persona
nada le garantiza que sus interlocutores también
pertenezcan a ese exclusivo club. Así que más le vale
asumir la realidad y trabajarla para que esté a su
favor y nunca en su contra.
Trabaje su imagen para que se adecue a su entorno y
antes de comenzar su discurso ya habrá ganado
adeptos a su causa. Trataremos este punto en
profundidad en el punto cuarto de este manual básico
de oratoria.

En segundo lugar, la importancia es de los gestos.


Como expresamos lo que decimos nos dice más que lo
que decimos propiamente. No, no es un trabalenguas,
es nuestro cerebro, que es así de quisquilloso. Así
conseguiremos empatizar mejor con nuestra audiencia
con gestos amables, que inviten a escucharnos y que
vayan reflejando lo que nosotros decimos para ayudar
a nuestra audiencia a la comprensión del mensaje.

Para que se haga una idea, se calcula que


aproximadamente el 40% de lo que nuestra mente
percibe viene por la imagen, el 30% de los gestos y
solo un 20% por lo que decimos. Así, si es de esos que
cuando tiene que hablar dejan las manos en la espalda
o se agarran con fuerza al atril, debe saber que está
dejando de comunicar un 30% de su mensaje, con la
consiguiente penalización que eso suponga.

Vale, me dirá que no sabe que hacer con las manos,


como colocarlas, que se pone muy nervioso y necesita
jugar con un boli, etc, etc...
Allá usted. Pero, ha probado a leer y comprender su
propio discurso? Parece una obviedad, pero si leemos y
comprendemos nuestro discurso, si nos detenemos en
cada frase para entender mejor el sentido que
queremos dar a nuestras palabras, nos daremos cuenta
de que el solo nos indica cual es el lenguaje no verbal
que debemos emplear en la mayor parte del mismo.

Si después de leer nuevamente su discurso sigue sin


saber que hacer con los brazos, le propongo un juego
muy sencillo. Póngase un esparadrapo en la boca y
hágase entender con gestos, puede parecer un poco
radical, pero es efectivo.

Practique de vez en cuando, por ejemplo, media hora a


la semana en situaciones de su vida cotidiana y poco a
poco se irá dando cuenta de que hay infinidad de
gestos que no usa, o sí, pero que jamas se había
percatado de ello.

Porque lo cierto es que son muy pocas las personas que


no usan la gesticulación prácticamente en su día a día,
pero lo que en la rutina de la vida nos sale de una
manera natural exige de mucha más práctica y
experiencia a la hora de realizar un discurso.

Por último, y como ya hemos avanzado, lo tercero que


llega a nuestros oyentes es la palabra, el discurso que
hemos elaborado. Pero cuidado, esto no significa que si
trabajamos nuestra imagen y nuestros gestos podamos
permitirnos salir a hablar sin prestar atención a lo que
vamos a decir porque ya tendremos a nuestra
audiencia ganada en un 80%.

No amigo, el mundo no funciona así. De lo que se trata,


es de trabajar nuestra imagen y nuestros gestos para
que no tapen el 20% que a nosotros realmente nos
interesa y que queremos transmitir, nuestro discurso.
4. No vayas de mago a una fiesta
de payasos

Ya os lo hemos adelantado en el punto anterior. La


imagen es lo primero porque lo que te van a juzgar
cuando entres en una sala. No estamos debatiendo aquí
si esto es ético o no. Independientemente de que no te
guste es lo que va suceder. Así que solo tienes dos
opciones, seguir asumiendo que tu eres tu ropa o sacar
provecho de la situación en tu favor. Te recomiendo
que elijas la segunda opción.

A cualquier reunión, evento social, etc.. que uno acuda


debe tener siempre en cuenta lo que en inglés se llama,
por seguir con la moda de que inglés todo suena mejor,
“dress code”. Es decir, la etiqueta que se debe seguir
para ese determinado acto. ¿Pero que pasa si no nos
han indicado cual es la ropa adecuada?

Para solucionar esa problemática hay unas normas


básicas que te permitirán no estar fuera nunca de
lugar. Así, si uno tiene que dar una conferencia en un
ámbito académico o profesional, lo normal sería asistir
con traje o como mínimo con americana y corbata. Si
por el contrario tenemos que hablar para un público
más joven, lo más adecuado es relajar un poco nuestro
vestuario con la intención no parecer excesivamente
formal ante un público que no ve la formalidad como un
valor positivo, pudiendo incluso permitirse unos
pantalones vaqueros y una camisa “arremangada”.

Para las mujeres, con mucha más amplitud de opciones


afortunadamente las normas generales siguen siendo
las mismas, atendiendo siempre a aspectos como el
largo de la falda, que como mínimo debe situarse justo
por encima de la rodilla, además de deber de huir de
escotes excesivamente provocativos que no ayudan a
nuestro discurso además de conseguir que no nos
tomen enserio.

Pero hay otros aspectos relacionados con la


vestimenta que uno debe tener en cuenta. Así los
estampados llamativos no son adecuados cuando uno
pretende que le presten atención, ya que distraen, o
las socorridas camisetas con dibujitos o frases que
hacen que nuestra audiencia se centre más en leer
nuestra camiseta que en mirarnos a los ojos. Hay que
tener en cuenta además el color, no es que existan
colores prohibidos, pero si que hay colores que se
adecuan más a nuestro color de piel y nos sientan
mejor. Además los colores transmiten sensaciones, en
ese sentido siempre se considera el azul un color que
transmite tranquilidad y confianza, mientras el rojo
puede resultar agresivo. La única norma que no se
debería incumplir en cuanto a los colores es la de
evitar tonos chillones como el verde fosforescente o
los trajes plateados prendas que llaman demasiado la
atención y que impiden prestar atención a quien esté
hablando.

Además uno debe llevar siempre ropa con la que se


sienta cómodo, un traje que nos venga grande o
pequeño solo nos hará estar pendientes de ese botón
que no se abrocha o del pantalón que se cae dando
además una imagen de dejadez nada deseable. Por
concluir, la ropa debe ser adecuada a nuestro entorno,
con lo clásico jamas fallaremos, sin colores ni formas
muy llamativas y de nuestra talla.

Sin embargo, cuando hablamos de vestimenta no solo


hay que valorar la ropa que llevamos, también los
zapatos y complementos que vamos a usar.

No hay nada que indique más la dejadez de una persona


y que de peor impresión que llevar el zapato
inadecuado o sucio. Los zapatos deben ir siempre
limpios, parece, lógico, pero aún así constantemente
veo personas que suben a hablar en público con
zapatos sucios y rotos. Para las mujeres es
recomendable el uso de tacón, ya que estos estilizan la
figura y ayudan a que tengamos la postura correcta,
pero no hay que olvidar que se debe saber andar con
ellos, sino corremos el riesgo de parecer un pato
mareado.

A parte de esto hay dos normas básicas respecto de


los zapatos que uno debe conocer cuando tiene que
realizar cualquier tipo de discurso público. Las
zapatillas son para hacer deporte y las sandalias o
chanclas para ir a la playa. Estos dos elementos están
absolutamente prohibidos si queremos parecer
personas serias y responsables.

El último punto que uno debe tener en cuenta respecto


de la forma de vestirse son los complementos. Para los
hombres es muy sencillo, los únicos accesorios que
debe usar son el reloj y el anillo de casado si lo
estuviere, punto, cualquier otra cadenita o pulsera es
absolutamente innecesario.

Para los mujeres existe una mayor permisividad en


este sentido, la norma aquí pasa por no resultar
excesiva y que los complementos no tengan
dimensiones desorbitadas que distraigan la atención,
siempre y cuando se cumplan estas normas son
admitidos pulsera, anillos, pendientes y collares,
aunque no es aconsejable usar todos al mismo tiempo y
evitar aquellos que puedan tener tintineo que sonara
durante nuestro discurso haciéndonos un flaco favor.
Así que ya sabe, tiene dos opciones, puede tratar de
comenzar convenciendo a través de sus prendas, o si lo
prefiere puede continuar siendo un mago en una fiesta
de payasos, la decisión es suya y el resultado también
.

5. Mr. Propper

Unido también a nuestra imagen, hay un tema


importante que tratar. Y es que la higiene es
fundamental, ya no solo a la hora de hacer una
presentación en público, sino en cada momento de
nuestra vida. Si estamos hablando con una persona y
esta tiene entre sus dientes restos de la comida
anterior no podremos evitar fijarnos en ello, y desde
luego no nos da muy buena imagen de sí misma. Pero los
dientes no es lo único que uno debe tener en cuenta de
su imagen personal. Hay que prestar atención a todos
los aspectos.

Una uñas excesivamente largas o sucias dan una imagen


de dejadez nada deseable. Así en las mujeres un
esmalte de un color muy llamativo puede distraer
mientras gesticulamos, o unas con dibujitos dar la
sensación de que dedicamos más tiempo a su
decoración que a nuestro trabajo. Lo ideal es llevar las
uñas limpias y bien cortadas. Y si se quiere usar un
esmalte de uñas optar por aquellos de tonos suaves o
pasteles o la típica manicura francesa.

Es importante que las manos, parte fundamental de


nuestro discurso estén bien cuidadas, para ello
debemos utilizar crema para evitar sequedades y
acuartamiento.

También hay que prestar atención al aspecto de


nuestro rostro. Existen multitud de productos
cosméticos que nos ayudan a difuminar arrugas o
manchas. Además en el caso de las mujeres es muy
importante ir maquillada correctamente, con colores
suaves que acentúen nuestros rasgos pero sin que
parezca que nos hemos puesto un bote de pintura en la
cara. Cuando hablamos de rostro hay que incluir
también el pelo, los hombres deben prestar atención
sobretodo a las patillas y zona de la nuca que son las
que más destacan cuando no están bien cuidadas. En
las mujeres por el contrario hay que fijarse en que el
pelo este bien cuidado, y que no nos tape la cara
mientras hablamos.

Por último hay que tratar de mantenerse en un peso


razonable, y no solo por estética, también por salud.
Un elevado peso aparte de hacer creer a la gente que
no nos importa nuestra salud nos dará problemas a la
hora de hablar en público, ya que no podremos
movernos con la misma agilidad ni representar igual
nuestro discurso. Por el contrario un peso
excesivamente bajo puede darnos un aspecto
enfermizo y nada saludable. Cuidado, que no quiero
decir aquí que todos debamos ser modelos de
publicidad, pero si hay que intentar mantenerse dentro
de unos límites razonables.

Una vez que tenemos nos hemos quitado el miedo


inicial y hemos empezado a sentar las bases de nuestra
imagen podemos empezar a trabajar en nuestro
discurso, y en ello nos centraremos en los siguiente
puntos de este manual básico para la oratoria.
6. ¿De qué estamos hablando?

Antes de empezar a escribir cualquier discurso o


presentación uno debe hacerse las preguntas básicas
sobre las que va a realizar todo su discurso y que
vamos a desarrollar en los siguientes puntos de este
manual.

El primero de ellos es sin duda: Que. De que vamos a


hablar, cual es el tema que va a centrar nuestro
discurso, De que queremos convencer al auditorio,
etc...Parece una respuesta fácil, pero hay que
contestarla bien, y ahí es donde fallamos en la mayoría
de las ocasiones.

Porque una cosa es que hablemos de fútbol, y otra muy


diferente es que vayamos a realizar un discurso
defendiendo la forma de jugar de determinado
deportista. O acaso defendería con el mismo discurso
al Barcelona C.F que al Real Madrid? Sí, todo es
deporte, es más todo es fútbol pero se puede enfocar
y abordar desde mil aspectos diferentes y eso es lo
que tenemos que aclarar. Porque nunca será lo mismo
hablar de los entrenadores del equipo, de las
características de los jugadores o de la afición del
club.
Así que lo primero que usted debería hacer antes de
escribir cualquier discurso es, sentarse en un silla,
coger un papel y un bolígrafo y escribir en letras bien
grande al inicio de la página: ¿Qué?

Lo ha hecho?, bien, tómese ahora un tiempo para


respirar y meditar sobre ello, céntrese. Cual es el
tema general, el patinaje artístico? Escríbalo, estamos
a favor o en contra, vamos a defenderlo o por el
contrario queremos hacer una crítica, siga anotándolo
en la hoja. De que vamos a hablar, del patinaje
artístico actual?, de su evolución? De sus inicios? De si
es considerado un deporte?Hay mil aspectos que uno
puede abordar respecto de cualquier tema, así que
tómese el tiempo que necesite para plantearse cada
uno de ellos, medítelos y escoja solo aquellos en los que
quiera que centrarse, y céntrese en ellos.

Puede parecer una chorrada y que ya sabe de que va


hablar, que no tiene porque perder el tiempo
respondiendo preguntas absurdas, pero si lo hace lo
tendrá siempre presente durante la elaboración de su
discursos, lo que le ayudará a escribirlo y no cometerá
el grave error de irse por las ramas y sin darse cuenta
desviar el tema.
7.¿Quién?

Se lo que vas a decir, que responder a quien es fácil,


que quien eres tu. Que para eso no te hace falta más
respuesta. Y hasta ahí estamos de acuerdo. Pero tiene
claro todo los aspectos relacionados contigo?

Me explicaré, en marketing hay un concepto, análisis


DAFO. Este análisis trata de medir las fortalezas y
debilidades, amenazas y oportunidades de las
empresas y/o sus productos.

Pues bien, se trata de que realices exactamente lo


mismo considerándote a ti mismo como esa empresa o
producto que hay que analizar.

Te sugiero que para empezar, dividas un folio en


cuatro partes, en dos de ellas escribiremos las
palabras, fortaleza y debilidad, ese eres tu
internamente, tus características actuales, tu forma
de expresarte, tu gesticulación, los conocimientos que
tengas de la materia, tu experiencia, etc.... Piensa en
cada detalle y luego sitúalo en uno de estos dos
cuadrados.
Una vez realizados cogeremos los otros dos,
escribiendo en ellos las palabras, amenazas y
oportunidades, están son las características externas,
que nos rodean y la influencia que tienen sobre
nosotros.

Medita y piensa en cada punto y sitúa en el lugar


correspondiente. Si te pone nervioso el público
mientras hablas por ejemplo eso sería una amenaza
algo que hay que trabajar para que no suceda. Si a las
personas que vamos a hablar es la primera vez que nos
ponemos delante de ellas y además nunca antes han
escuchado nada sobre ese tema, eso es una
oportunidad pues estarán mas interesados por
escucharnos y nos será más fácil convencer de nuestra
postura.

Una vez que hayas elaborado tu análisis hay una series


de preguntas básicas que debes realizarte:

¿Cómo puedes destacar tus fortalezas?


¿Cómo puedes disfrutar las oportunidades?
¿Cómo puedes defender tus debilidades?
¿Cómo puedes detener las amenazas?

Es fundamental que realices tu análisis DAFO personal


pues te permitirá valorar todas tus características y
hacerte una idea general de tus particularidades y de
cuales son los aspectos de debes priorizar a la hora de
trabajar.

Además que cada cierto tiempo, tres o seis meses


deberías volver a realizar este ejercicio para
comprobar cual de los objetivos que te marcaste has
conseguido mejorar y que nuevos objetivos deberías
marcarte.
8. Como

La tercera pregunta que debemos realizarnos siempre


antes de realizar un discurso es el como. Como, sencillo
y directo. Como va a ser su presentación, estará solo,
acompañado de más personas, pondrá algún vídeo o
presentación de diapositivas, etc....

Hay multitud de detalles que uno debe tener en cuenta


respecto del como que pueden ayudarnos en la tarea
de darle forma a nuestro discurso, además de ser
herramientas que podamos usar a nuestro favor para
darle a nuestros discursos calidez y naturalidad.

La mayor parte de los como de nuestro discurso


pueden ser respondidos por nosotros mismos o por el
lugar donde vayamos a realizar nuestro discurso. Por
ejemplo las conferencias en el ámbito académico se
suelen realizar sentados tras una mesa y en una tarima
elevada, aunque cada vez más los ponentes suelen
levantarse y acercarse al público. Pero es conveniente
que nos aclaren antes de acudir si el hecho de estar
sentado o de pie, delante o detrás de un atril depende
de nosotros o si el formato del evento esta
predeterminado.
Si es a nuestra elección obviamente debería escoger
entre las opciones que a usted más cómodas o
adecuadas le resulten.

Aunque hay que tener en cuenta una serie de


cuestiones. Por ejemplo, cualquier elemento que exista,
mesa, atril, etc.. entre nosotros y el público siempre
hará que la comunicación entre ambos disminuya. El uso
de mesas dan un aspecto muy formal que puede no ser
beneficioso si se quiere lograr una gran empatía. El
atril es una opción si uno quiere tener delante papeles
sin limitarse los movimientos.

Además, para público de más de treinta personas es


recomendable el uso de micrófono y estar elevado para
que todos los asistentes nos puedan ver
perfectamente.

Hay que valorar también si vamos a realizar algún tipo


de presentación digital, porque tendremos que
prepararla con antelación y asegurarnos que en la sala
habrá forma de reproducirla. O si vamos a necesitar
un pizarra o cualquier otro elemento deberemos
asegurarnos siempre de su disponibilidad y no dar por
sentado que se podrá usar.
9.Cuando

La importancia del cuando es obvia, porque no lo


mismo que usted tenga que hacer la presentación
dentro de dos semanas que de un mes, ni que tenga que
hacerla pasado mañana, ya que cuanto más tiempo
disponga más tiempo dispondrá para preparar su
discurso, ensayar su lenguaje no verbal, decidir su
vestuario, etc..

Pero también hay que tener en cuenta que tampoco es


lo mismo tener que hablar a un auditorio a las 8 de la
mañana cuando aún muchos se encuentran bostezando
que después de comer o antes, cuando el hambre
empieza a hacer mella y a desesperar a los asistentes.
Todo eso son factores que se deben tener en cuenta a
la hora de elaborar el discurso.

En primer lugar, si dispongo de un mes para preparar y


organizarme el discurso es obvio que tendré tiempo de
sobra para ir trabajando cada una de las partes del
mismo, incluso con dos semanas seria suficiente para
preparar la mayor parte de los discursos. Ahora bien,
si solo tengo dos o tres días, bien porque ha sido un
acto que me ha surgido en el último momento, o porque
he ido postergando el trabajo hasta que ya ha sido
demasiado tarde es necesario que empiece a dedicarle
todo mi tiempo y más vale que sea un tema en el que ya
tenga experiencia si quiero realizar una buena
actuación.

Dispongamos del tiempo que dispongamos es necesario


que elaboremos un planning para que no vayamos
postergándolo en el tiempo. Siempre se puede empezar
dedicando a la realización del discurso un pequeño rato
cada día al principio, tiempo que vaya en aumento
conforme la fecha se vaya acercando.

Por ejemplo, si tenemos una conferencia dentro de un


mes, lo lógico seria que destinásemos una o dos
semanas a investigar el tema y encontrar toda la
información que podamos al respecto. Después de leía
y organizada podremos empezar a desarrollar un guión
básico que sea el marque nuestro discurso, y quizá
dedicar una tercera semana para buscar información
extra en aquellas partes que creamos hayan quedado
más flojas y empezar a elaborar nuestro discurso. Si
seguimos este plan, todavía nos quedará una semana
entera para aprender y practicar nuestro discurso e
incluso realizar cambios y mejorar en el mismo.

Pero no solo es importante responder al cuando en el


calendario, también en el momento del día. Esta
información te dará la opción de conocer mejor lo que
puedes esperar de tu audiencia. Ya que como
adelantábamos no es lo mismo tener que realizar una
exposición a las once de la mañana cuando las personas
están bien despiertas y más activas y por lo tanto les
resultará mucho menos complicado prestarnos
atención, que justo antes de la hora de comer, donde
el público se sentirá cada vez más cansado y agobiado,
además de comenzar a tener hambre y querer irse. Por
eso si uno tiene que realizar un discurso justo antes de
comer, o en algún otro momento del día complicado,
por ejemplo a las 8 de la tarde debe tratar de ser lo
más dinámico posible, con el fin de no perder la
atención de la gente y que les resulte entretenida la
conferencia.

Si trabajamos estos aspectos podemos incluso


conseguir que nuestra audiencia se olvide que son las
dos y media de la tarde y que llevan cinco horas sin
probar bocado.
10. Donde

Donde es la última de esta serie de preguntas que


debemos realizarnos antes de empezar a preparar
nuestro discurso.

Donde lo vamos a hacer, en un colegio, una sala de


conferencias, una universidad. Las características de
cada sitio cambian, así como el público que asiste por
eso si queremos hablar bien en público debemos
adaptar nuestro discurso al sitio y al público que allí
acuda.
Si vamos a realizar el discurso en el aula magna de una
universidad, que tiene una capacidad para 500
personas nos resultará mucho más complicado
empatizar con ellos, porque no podremos realizar un
discurso tan cercano, ni mantener contacto visual con
todas las personas que haya en la sala, además las
dimensiones y el público asistente hacen
imprescindible el uso de micrófono.

Por otro lado, si la conferencia se va a realizar en una


pequeña sala con pocas personas, alrededor de veinte,
podemos preparar un discurso mucho más cercano y
personal que nos permita interaccionar más con los
asistentes.
11. Cual es tu objetivo

Lo siguiente que cualquiera que vaya a realizar un


discurso debe preguntarse es sin duda cual es su
objetivo. Qué es lo que pretende conseguir dando
dicho discurso.

Como normal general cualquier discurso busca


convencer, de hecho en la propia definición de la
palabra discurso está implícito esto.

Discurso: evento comunicativo que tiene por finalidad


convencer

Ahora bien, a la hora de la verdad, convencer tiene


muchos matices. Por eso hay que preguntarse que
buscamos exactamente.

Pretendemos persuadir a un cliente para que compre


nuestro producto, estamos defendiendo una postura
en un debate, queremos conseguir que alguien
empatice con una vivencia que hemos tenido.

Como veís, aunque la meta de nuestro discurso sea


convencer, dentro caben múltiples interpretaciones,
así que una vez más, párese y pregúntese a sí mismo,
que espera conseguir con su discurso.

Si queremos concienciar a alguien sobre una


determinada causa nos resultará mas sencillo a través
de la experiencia personal junto con datos
estadísticos, si lo que pretendemos es vender un
producto lo ideal es mostrarlo y hacer ver a nuestro
cliente las características técnicas por las que debe
escogerlo o si por el contrario defendemos una
postura en un debate deberemos centrar nuestra
atención en convencer al público y no en hacer cambiar
de opinión a nuestro contrincante.

Como observáis hay tantos enfoques como tipos de


discursos, y tantos tipos de discursos como personas
que los realicen, así que la lista de opciones es
prácticamente infinita. Así que...¿Cual es tu objetivo?
12. Divide y vencerás

Habitualmente cuando tenemos que hacer un discurso


nos suelen marcar un determinado tiempo, cinco, diez,
quince minutos. Sino es así conviene que nosotros
mismo lo acotemos y establezcamos un tiempo máximo
para él.

Cuando nos han dado un tiempo para su realización,


pongamos por ejemplo diez minutos a la mayoría de la
gente le parece o demasiado o demasiado poco.

La realidad es que diez minutos no es ni mucho ni poco,


ni diez, ni cinco ni dos. Si nos organizamos
adecuadamente cualquier tiempo nos resultará
suficiente, pero claro hay que organizarse.

Para ello una técnica muy sencilla y que te puede dar


muchos resultados, además de facilitarte un poco más
la tarea de elaborar un discurso es la de dividir el
tiempo.

Por que no es lo mismo tener que realizar una charla de


diez minutos sobre la importancia del aceite de oliva
en la dieta mediterránea que dedicar los primeros
treinta segundos de nuestra intervención a
presentarnos y exponer el tema, el siguiente minuto y
medio dedicarlo a introducir todos los aspectos
relevantes del aceite. Dedicar otros dos minutos para
enumerar los datos económicos de su producción, otros
dos para hablar de la importancia laboral que tiene,
dos más para explicar todos los beneficios del aceite
para nuestra salud y los últimos dos minutos de
nuestro discurso para hacer un pequeño resumen de
todo lo que hemos dicho con el fin de que la gente
recuerde nuestra conferencia, dar un toque final y
despedirnos.

Desde luego así, diez minutos es justamente el tiempo


que necesitamos.
13.Tic-Tac

Siguiendo un poco con el punto anterior es importante


señalar también que el tiempo que nos hayan marcado
lo han hecho por algo.

Habitualmente existe algún tipo de programación, de


orden en la conferencia. Es probable que hayan
personas que hablen antes que nosotros y otras que lo
hagan después.

Así que si te dicen que solo puedes dar una charla de


cinco minutos ciñete a ese tiempo, porque sino no solo
estarás retrasando todo el evento, sino que además
estarás faltando el respeto a todos los compañeros
que intervienen y al público que allí ha acudido
pensando que había un horario que tu has decidido
saltarte.

Piensa que seguramente esas personas tendrán


compromisos, que habrán hecho planes o sencillamente
que si después de ti todavía tienen que hablar otras
personas el público estará cada vez más cansado y
dejará de prestar atención.

Si aún estás decidido a hacer lo que te de la gana y


dedicar el tiempo que consideres a la exposición
porque lo tuyo es muy importante, y no puedes dejarte
nada por decir (lo que no te pasaría si hubieras seguido
todos los pasos que te hemos ido indicando) piensa en
lo desagradable que para ti ha sido cuando te has
encontrado en esa situación alguna vez, cuando eras tu
el que te veías obligado a escuchar a otras personas
durante un largo tiempo y deseabas que acabarás.

Pasarse de tiempo es una de las mayores faltas de


respeto que podemos tener con nuestro público e
indica claramente que nos importa muy poco si nos
escuchan o no que solo queremos contar lo que hemos
ido a contar y nos da exactamente igual lo demás.
14.No te andes por las ramas

Todos los aspectos que en este manual estamos viendo


tienen como finalidad mejorar su capacidad de hablar
en público, pero también de convencer a su audiencia.

Por eso, es importante que trate de no desviarse del


tema del que este hablando, aunque piense que es
importante resaltar algún aspecto porque está
relacionado.

Cuando nos salimos del tema lo único que conseguimos


es que el público pierda el hilo de nuestra intervención
y cuando queramos recuperar nuestro discurso muy
pocos o ninguno recordaran de que estábamos
hablando.

Además salirse del tema no solo puede ser perjudicial


para sus oyentes, sino que además pone en peligro su
intervención porque aumenta las probabilidades de
perderse, quedarse en blanco u olvidarse de otros
aspectos importantes que si que tienen que ver con el
tema que esta hablando.
Así que, la próxima vez que tenga que hacer una
exposición y tenga pensado en determinado momento
hacer un inciso para comentar un detalle que no tiene
nada que ver realmente con el objeto para el que usted
esta realizando ese discurso, para un segundo y
pregúntese.

¿Realmente es tan importante que lo diga?


¿Es posible que cambie la opinión de las personas que
me escuchan de forma que a mi me interese si digo
esto?
¿Está realmente relacionado con este tema?

Piense en todas estas preguntas, y sino obtiene al


menos un sí en todas ellas descártelo, no saldrá
ganando.
15. Lenguaje apropiado

Cuando hablamos en público hay que tener siempre en


cuenta para que público estamos hablando.

No es lo mismo tener que dar una conferencia para


escolares, que padres, para unos potenciales clientes o
nuestro jefe, que darla para un público general.

Un buen orador debe adaptar siempre el lenguaje de


su discurso a la audiencia que le esta escuchando.
Además, si realizamos esto conseguiremos que nos
presten una mayor atención.

Este punto es de una mayor importancia cuando


estamos hablando de conferencias o charlas con
lenguaje muy técnico que necesita de una audiencia con
conocimientos para entender muchos de los conceptos.
Es el caso por ejemplo de la tecnología, la mayoría de
la gente puede no comprender que el componente RX·P
es la pieza principal que hace que el chip 47-BRM
consiga que nuestro teléfono móvil funcione.

Pero este fenómeno no es exclusivo de doctores o


ingenieros. A quien no le ha pasado en algún momento
tener la sensación de no entender ni una sola palabra
de lo que le dice un abogado.

Hay que tener claro que no es responsabilidad de quien


te oye entenderte, sino que eres tu el que debes
conseguir que te comprendan y que sino lo consigues
habrás fracasado en tu trabajo.

Por eso trata de buscar sinónimos sencillos para ese


lenguaje técnico, o usar metáforas cotidianas que
ejemplifiquen lo que quieres decir. Si lo piensas un
poco, tampoco resulta tan complicado.
16. escribe y organízate el
discurso

Un buen discurso debe estar siempre escrito y


organizado. Por varias razones.

Para empezar cuando escribimos el discurso en papel


podemos comprobar que realmente vamos a decir todo
lo que hay que decir y que no nos hemos olvidado nada.

Aunque sea un tema en el que tenemos mucha


experiencia, los nervios, agobios y la necesidad de
acotar una gran cantidad de información en un tiempo
determinado puede hacer que nos olvidemos cosas, o
mucho peor que repitamos lo mismo varias veces.
Además seguramente afloren las temidas muletillas,
eeee, mmmm, yyyyyy al tener que recordar todo lo que
sabemos.

Escribiendo el discurso conseguiremos también


controlar nuestros nervios pues no dependeremos
solamente de nuestra memoria y eso nos ayudará a la
hora de estar mas relajados en nuestra exposición.

Cuando escribimos el discurso en el papel le estamos


dando forma para que resulte atractivo a nuestra
audiencia. Además esto nos permite valorar mejor que
partes de nuestro discurso resultan más importantes y
debemos resaltar, cuales no son tan importantes como
en un primer momento creíamos, o cuales no quedan
suficientemente claras de la forma en la que las hemos
explicado y necesitan una nueva redacción.

Es también muy importante que el discurso este


organizado, no podemos ir dando saltos de una lado
para otro sin ningún sentido, y con ello solo
conseguimos que la gente se pierda y sea incapaz de
seguir escuchándonos.

Cuando uno empieza a hablar de alguno de los


apartados de su discurso debe serle fiel hasta el final
y no pasar al siguiente punto hasta que lo haya
concluido por completo.

De esta manera la exposición sera más clara, y a las


personas no les costará mucho seguirnos el ritmo.
17. genérico y detallista

Cuando realizamos una exposición debemos tener claro


que nos dirigimos a diferentes tipos de personas y que
a cada persona se le convence mejor de una manera
diferente.

Seguramente en la mayoría de las ocasiones no


sabremos que tipo de argumento es mejor para
convencer al público que acude a oírnos, por ello lo
ideal es tratar de abarcar todos los aspectos posibles
del tema.

Sobre esto van a tratar los dos puntos siguientes de


este Manual básico de oratoria.

Primeramente, cuando realizamos un discurso debemos


intentar ser tanto genéricos como detallistas.

¿Y qué quiere decir esto? Pues esto significa que es


igual de importante que tratemos los aspectos
generales de nuestro tema, por ejemplo los aspectos
económicos del tenis, cuando dinero ingresan los
jugadores, cuanto mueve la publicidad, etc.. como que
demos ejemplos personalizados que ayuden a ilustrar
el contenido de nuestro discurso.
En el ejemplo del tenis que estamos poniendo se podría
usar a la figura de Rafa Nadal, tenista sobradamente
conocido por todos y que podemos utilizar como
ejemplo de la importancia de estimular este deporte
entre los niños y jóvenes para que sigamos teniendo
generaciones de campeones.

Si realizamos nuestros discursos teniendo siempre


presente estos dos aspectos estaremos consiguiendo
que aquellas personas a las que les importe más los
datos generales, como la historia y su evolución se
queden convencidas y que el otro tipo de persona que
nos encontraremos, a la que es más fácil llegar por
vivencias o sentimientos también.

Hay que tratar de no caer en lo que a nosotros nos


resulte más fácil y cómodo. Tenemos que tener en
cuenta que nosotros también nos encontramos en
alguno de los dos grupos de personas que hablamos.
Pero lo que tratamos aquí es de convencer a los demás,
no de convencernos a nosotros mismos.

Por eso debemos intentar mostrar un discurso


equilibrado y adaptado a todos nuestros oyentes. Sin
caer en el exceso de la generalización que puede
distanciarnos tanto de nuestra audiencia que no
consigamos empatizar con ellos, ni en el del detalle que
nos puede llevar a abusar de la demagogia y perder
credibilidad.
18. Datos/autoridades

En el mismo sentido que en el punto anterior, y como


añadido, debemos de intentar en la medida de lo
posible dar datos o citar autoridades en la materia
para argumentar nuestro discurso.

Porque nunca sera lo mismo que indiquemos que es


importante hacer cinco comidas al día porque lo
decimos nosotros, que apoyemos nuestra exposición en
estudios o en las opiniones de médicos y nutricionistas.

La única excepción a esta norma es que nosotros


mismos seamos una autoridad en la materia y que
llevemos veinte años dedicándonos a esa rama, además
de haber publicado múltiples estudios, ensayos o
cualquier otro tipo de publicación sobre el tema que
estemos hablando.

Aún así, siempre conseguiremos un mayor efecto, sino


solo tratamos de convencer con nuestra sabiduría sino
que aprovechamos lo que otros ya han escrito para
fortalecer nuestro discurso. A todo el mundo le
parecerá mucho más veraz y contundente.

Otra cosa positiva de usar autoridades sobre la


materia es que cabe la posibilidad que aunque nuestro
público no conozca en concreto lo que le estamos
contando,, si la autoridad le es conocida por otras
cuestiones y ya es para el alguien a quien tener en
cuenta, al ver que nuestro discurso está respaldado
por personas así se sentirá más convencido.

Pero no solo hay que tener en cuenta a las personas


físicas, también resulta un extra de apoyo a nuestro
discurso utilizar datos ya comprobados y demostrados
de otras fuentes diferentes de nosotros mismos.

Por ejemplo el CIS, centro de investigaciones


sociológicas hace cada año multitud de encuestas a la
población española sobre diversos temas, pero también
podemos encontrar documentación europea, o local, o
de empresas privadas que se dedican a sondear las
opiniones de las personas.
Si buscamos la información, seguramente encontremos
informes o estudios sobre temas relacionados con el
nuestro que podamos usar para apoyarnos.

En conclusión, es conveniente utilizar tanto datos de


otras fuentes diferentes a nosotros, como opiniones
de personajes relevante para darle más credibilidad a
nuestro discurso.
19. Siempre positivo, nunca
negativo

Esta demostrado que las frases y discursos positivos


siempre tienen más impacto en las personas. Porque
quien ir a una conferencia para escuchar todo el rato
lo mal que esta le mundo. Para eso nos quedamos en
casa.

Por eso siempre que tenga una frase negativa en su


presentación intente buscar la forma de darle la
vuelta y plantear positivamente la misma frase.

Si esta por ejemplo tratando de vender un artículo y


para ello lo único que repite son las desventajas y la
poca fiabilidad que tienen los productos del resto de
sus competidores lo único que me estará diciendo es
que su producto no debe ser tan bueno, ya que no me
puede hablar de él, que está más preocupado por dejar
mal a los demás que por vender y que realmente no
esta centrado en el tema por el que se ha acercado a
mi.

Incluso aunque su cliente potencial el pregunte por las


diferencias entre su producto y el de su competidor, lo
más honesto y mejor para usted es indicarle que
desconoce las prestaciones del otro, pero que en
calidad, precio, servicio técnico o cualquier otra
característica que haga destacable a su producto son
ustedes los líderes del mercado.

Las frases positivas motivan a nuestros oyentes,


mientras que las negativas desmoralizan. Por ello, si
realmente queremos convencer debemos plantear
siempre nuestros discurso en clave positiva.
Uno de los líderes del mercado de la tecnología en este
momento, tiene esta misma estrategia. Cuando acudes
a su tienda y les preguntas por las diferencias entre
su producto y otros similares del mercado la única
respuesta que encuentras es: “Desconocemos las
cualidades del producto que me habla, pero si quiere le
explico mejor las prestaciones del nuestro.”

Un diez en comunicación y ventas sin la necesidad de


desprestigiar as ningún competidor.
20. No seas un niño

Cuando somos pequeños y nuestros padres nos


preguntan porque no hemos hecho esto o aquello
muchas veces respondemos con un sencillo y sin
sentido porque sí o porque no.

La realidad, es que no lo hemos hecho la mayor parte


de las ocasiones es porque sencillamente no nos ha
dado la gana. Y utilizamos ese porque no para no tener
que dar una explicación que realmente no tenemos.

Por eso, evita siempre en tus discursos frases como


esto es así porque sí, o no se hace porque no.

Porque sí y porque no son explicaciones, ni respuestas,


es lo que decimos en nuestras exposiciones cuando
desconocemos las respuestas a las preguntas.

Son dos locuciones de los que uno debe huir, de estas


dos y de cualquiera que se le parezca y que realmente
no de ningún tipo de explicación..

Es mucho más honesto con nosotros mismos y con


nuestro público admitir que realmente no sabemos la
respuesta a esa pregunta que dar una respuesta falsa
o pretender hacer creer que no existen argumentos
lógicos y entendibles que expliquen porque las cosas
son como son, porque para todo hay argumentos,
aunque no los conozcamos.

Además, al dar este tipo de respuestas no solo no


estaremos respondiendo a lo que nos lo preguntan, ni
realizando el cometido por el que estábamos en ese
lugar. Sino que estaremos faltando el respeto a un
público que ha asistido con la intención de escucharnos
y que le contemos cosas que le interesen.
21. ¿Y yo, porqué tengo que
escucharte a ti?

Cuando tenemos que realizar un discurso antes de


empezar a escribir debemos preguntarnos porque nos
tienen escuchar.

Es fundamental ponerse en la piel de la audiencia y


tratar de pensar en lo que nosotros opinaríamos si
fuéramos el público.
Muchas veces acudimos a actos en los que los
responsables de presentar parece que hablan para
ellos solos. Con un discurso cerrado y programado, que
no busca empatizar con el público y que aburre hasta
las moscas que hay en la sala.

Cuando nos encontramos en ese tipo de situación nos


resulta muy desagradable, además de que nos están
faltando el respeto. Porque es solo una muestra de que
realmente no les importa que les escuchemos o no, sino
que solo quieren contarnos lo que ellos quieren sin
preocuparse por si de verdad nos estamos enterando.

Así que la próxima vez que tengas que escribir un


discurso, ya sabes, párate antes y piensa en que es lo
realmente interesante de lo que tiene que decir, sino
quieres ser otro más de esa larga lista de pesados a
los que nadie quiere escuchar.
22. notas claras, enumere,
ordenado

Uno de los errores de principiante que se puede


cometer a la hora de realizar un discurso es este.

Muchas veces pese a habernos preparado el discurso,


haberlo practicado y ensayado llegamos al auditorio
con un cúmulo de papeles completamente
desordenados que nos vemos obligados a estar
moviendo todo el rato distrayendo así a las personas
que nos escuchan y aumentando nuestras
probabilidades de cometer cualquier error.

La forma de evitar esto es muy sencilla. Siempre que


vaya a utilizar notas escritas durante su discurso, o
incluso aunque solo las lleve de apoyo pero no tenga la
intención de seguirlas. Llévelas enumeradas, con letra
muy grande que no le impida verlo a cualquier distancia
y no tenga que acercar la nota a sus ojos, o peor
todavía, doblarse y girarse para verlas bien.

Nunca utilice un folio por las dos caras, pues da muy


mala imagen ver lo que a escrito, además de ponerle
muy difícil no perderse en su discurso al tener que
estar constantemente girando la hoja y hacer un ruido
muy desagradable que solo conseguirá que su audiencia
pierda el hilo de lo que está diciendo.

Es más, si de verdad quiere hacerlo bien lo ideal es que


lleve como mucho notas que ocupen media página, o que
utilice fichas o cartulinas. Y si va a usar folios que
sean de una mayor grosor pues hacen menos ruido al
manejarlos.

No debe importarle acabar llevando en la mano treinta


fichas diferentes que contemplen toda su
intervención, pues si estas están bien enumeradas y
ordenadas y ha seguido todos los consejos que hemos
ido dando resultará prácticamente imposible que
pierda el hilo de la intervención.
23. Cuéntame un cuento

Cuando comenzamos a hablar, los primeros segundos,


concretamente los primeros veinte, son unos de los
más importantes de nuestro discurso. En ellos
conseguiremos captar la audiencia de nuestro público,
o por el contrario que ya no nos presenten atención en
lo que quede de presentación.

Por ello, es fundamental empezar nuestra exposición


con un inicio cautivador. Con algo que haga que
nuestros oyentes se queden deseosos de seguir
escuchando lo que hemos ido a contar.

Una de las técnicas empleadas para captar la audiencia


al inicio de nuestro discurso es lo que se ha venido a
llamar Storytelling, es decir contar un cuento.

El Storytelling consiste en una historieta real o


inventada que sirva como ejemplo de todo lo que vamos
a contar después y haga que el público se ponga en
situación en unos pocos segundos.

Podemos utilizar como ejemplo alguna de las múltiples


fábulas que existen y que todas tienen una historia con
moraleja detrás, son muy conocidas las de Esopo.
Seguro que de entre todas las que hay encontramos
alguna que nos sirva de demostración de lo que
queremos contar. También podemos utilizar algún
símiles históricos.

Momentos de la historia o leyendas que narrados en


forma de cuento ejemplifiquen lo que vamos a contar.

O mejor todavía, podemos aprovechar nuestra


experiencia y buscar hechos cotidianos que muestren
el problema que hemos ido a explicar y que hagan que
la audiencia se sienta identificada con él, de esta
manera cuando les demos nuestra solución durante el
discurso se sentirán más identificados y
comprometidos con la causa.

El Storytelling es una técnica muy utilizada para


captar la atención por su gran efectividad y porque
tiene tantas posibilidades cono imaginación tengas.
24. Cuanto más sepas del tema
menos dudas.

Puede parecer obvio, pero hasta las obviedades


conviene recordarlas periódicamente.
Habitualmente cuanto más desconocemos un tema
y los elementos que lo rodean más uso o abuso
realizamos de la demagogia. No quiero decir con
esto que la demagogia sea algo negativo y que no
debamos usarla. Pero no debemos usarla
inconsciente o por desconocimiento.

Además a largo plazo, el abuso de la demagogia


nos pasará factura. Podemos encontrarnos con un
interlocutor que conozca en profundidad el tema
que estemos tratando y entonces nuestra táctica
quedaría al descubierto y nuestro discurso en
entredicho. Por ello, lo ideal es usar la demagogia
con cabeza, cuando sabemos que nos enfrentamos
a alguien que no maneja el tema en exceso o que
pese a tener unos grandes conocimientos del
tema no es capaz de desarrollarlos ágilmente y
con el que nuestra prosa es superior.

También tenemos que tener en cuenta quien es la


audiencia que nos está escuchando, si está no
esta muy versada en la materia no tendremos
problema a la hora de usar la demagogia. Pero,
¿En cuantas ocasiones conocerá usted a todo su
auditorio y los conocimientos que ellos tienen?
Esto es realmente inusual.

Por ello, para curarse en salud, y que nunca le


dejen innecesariamente en entredicho lo mejor
que puede hacer es saber del tema lo máximo que
pueda. Cuanto más sepa menos necesidad de usar
la demagogia tendrá, y lo más importante, se
reducen las oportunidades en la que alguien le
podrá dejar en ridículo.
El trabajo de esta área, es bien sencilla, lea,
estudie, resuma, visione. Cuanto más lea y
aprenda menos desconocerá, y a la misma vez,
cuanto menos desconozca más seguridad ganará
cuando se tenga que enfrentar a una audiencia.

Es cierto que el hábito de la lectura es muy


costoso de instaurar sino se ha establecido desde
que eramos pequeños. Pero obligándonos a leer
media hora diaria, ya sea libros, revistas o prensa
estaremos haciendo un cambio importante. Si
somos de esas personas incapaces de concentrar
ante un libro, uno siempre puede optar por
utilizar material visual para obtener los
conocimientos, ver las noticias todos los días le
mantiene a uno informado de la actualidad sin
necesidad de mucho esfuerzo, pero además
existen una gran cantidad de documentales de
infinidad de materias que pueden ser muy útiles
para apoyar nuestros argumentos.

Además, aumentando nuestros conocimientos


estaremos también aumentando nuestro
vocabulario, lo que siempre nos enriquecerá como
personas y a nuestros discursos, ya que nos hará
más fácil huir de la reiteración, y tendremos un
lenguaje más variado.
Así, estudiando los temas en profundidad
conseguimos varios y relevantes objetivos, no
abusar de la demagogia, que nadie nos pueda
dejar en evidencia, aumentar nuestra seguridad
en el escenario y enriquecer nuestro vocabulario.
Objetivos todos ellos importantes, que con un
pequeño esfuerzo personal podemos ir trabajando
y en los que enseguida empezaremos a observar
signos de mejora.
25. No se disculpe

Otro error que se suele cometer cuando aún no


tenemos mucha práctica en el arte de hablar en
público es comenzar nuestra exposición disculpándonos
por estar nerviosos, por no haber tenido el suficiente
tiempo de ensayo o por cualquier otro motivo.

Nunca lo haga, piense que tan solo usted sabe


realmente el tiempo que ha tardado en preparar la
presentación, y todo lo que podía haber dicho y no dijo.

Pero si empieza disculpándose ya está poniendo en


antecedente a su audiencia acerca de lo poco que
puede esperar de su discurso.

La actitud es una de las partes más importantes de un


buen discurso y si no salimos al escenario con la
adecuada estaremos echando a perder nuestro trabajo
antes de empezar.

Así que no nos echemos piedras sobre nuestro propio


tejado antes de tiempo.

En otra situación en la que se suele usar bastante la


disculpa a la hora de hablar en público es cuando en
mitad de un discurso nos perdemos durante unos
segundos o sucede algo que hace que nuestra
presentación se pare durante uno momentos.

Aquí lo más adecuado es utilizar eso en nuestro favor


y realizar algún tipo de chiste que permita quitar
hierro al asunto y continuar con el tema.

Si estamos realizando una presentación apoyándonos


en un power point y de repente esté deja de funcionar
sin motivo, no tenemos que quedarnos parados e ir
corriendo a solucionarlo. Es mucho más inteligente
hacer un chiste sobre lo poco fiables que resultan las
nuevas tecnologías y seguir con nuestro discurso como
si no hubiera pasado nada.

No se disculpe, errar es humano y solo estará tirando


piedras sobre su propio tejado.
26.Una imagen vale más que mil
palabras

Ya os hemos adelantado en el tercer punto de este


Manual que lo primero que llega a nuestra mente son
las imágenes, luego los gestos y por último las palabras.

Entonces os hablamos de las imágenes como reflejo de


vosotros mismos, ahora nos estamos refiriendo a las
imágenes que podáis utilizar en vuestra exposición.

Siempre que podáis y que vuestro discurso os lo


permita tratar de ponerle cara, o imagen a lo que
decís.
Podéis tratar de estar durante dos horas
convenciendo a una persona sobre la existencia de los
extraterrestres en el planeta Tierra, y darle todo tipo
de pruebas y documentos al respecto, y pese a todos
vuestros esfuerzos lo más probable es que os tomen
por un lunático.

Sin embargo, con que le mostréis una sola prueba


fotográfica, o mejor todavía llevéis a vuestra
presentación a un pariente lejano del mismísimo E.T
habréis conseguido un adepto más.

Y es que el cerebro es así, visual. Y el mismo objetivo


que podemos conseguir por aburrimiento o cansancio
durante varias horas de debate hasta conseguir que
nos digan, que vale que lo que nosotros digamos, con tal
de dejarnos de escuchar, lo conseguimos en diez
segundos si mostramos algún tipo de imagen.

Así que no te compliques, no hagas difícil lo fácil y si


hay alguna imagen que represente tu discurso,
muéstrela, te habrás ganado a la audiencia.
27.Se pilla antes a un mentiroso
que a un cojo

La mentira nunca es buena compañera, y si la usamos


en nuestros discursos tarde o temprano nos acabará
pasando factura.

Lo más probable es que alguna de las personas que se


encuentren entre el público sepa que hemos dicho una
mentira, pero si aún así conseguimos salir ilesos nada
nos asegura que no se den cuenta en cualquier otro
momento de nuestra mentira.
Además, para mentir y hacerlo bien, hay que se todo
un artista, y recordar las fechas y momentos en los
que lo hicimos y porque lo hicimos. Aparte de tener una
mente prodigiosa que nos haga recordar cada una de
las mentiras que hemos dicho. Y a cada mentira que
digamos nos será más complicado recordar todo. Hasta
que llegue el punto en el que tengamos que mentir para
tapar una mentira que creamos para tapar una mentira
que dijimos.

Todo un galimatías, en el que de nosotros solo depende


no meternos, y que si pese a todo lo hacemos solo
servirá para ir perdiendo credibilidad hasta que nadie
confíe en nuestras palabras y nuestro criterio.

Te lo decía tu madre de pequeño, y es que las madres


tienen toda la filosofía del mundo en sus regañinas, se
pilla antes aun mentiroso que a un cojo. Así que sino
quieres ir perdiendo la confianza de tu público hasta
que nadie se moleste en escucharte más vale que
empieces a aplicártelo y des gato por liebre.
28.Vigila tu espalda

La postura corporal es otra de las cosas que hay que


vigilar a la hora de realizar cualquier tipo de
presentación.

Unos hombros caídos, y espalda encorvada son sin duda


indicadores de nervios e incomodidad. Cuestiones que
jamas debemos reflejar cuando estamos realizando un
discurso.

Para ello es vital que mantengamos siempre una


postura erguida, con la espalda recta y los hombros
hacía atrás. Nos dará confianza a nosotros mismo y
reflejará esa confianza en nuestra audiencia.

Es importante vigilar también nuestra cabeza, que


debe estar erguida y en línea recta con el resto del
cuerpo. Cuando tenemos la cabeza agachada mirando el
suelo o muy levantad mirando el techo son indicadores
de que no estamos a gusto en esa situación y que nos
sentimos incómodos.

Además estaremos perdiendo la empatía con nuestra


audiencia al darse ellos cuenta de nuestra propia
incomodidad.
Lo mismo hay que decir de la postura de piernas y pies.
Todo el cuerpo debe estar alineado es una línea recta
y natural. Los pies deben estar ligeramente separados
el uno del otro.

Poses como las piernas excesivamente abiertas, incluso


medio flexionadas dan muy mala imagen de nosotros
mismos, ya que dan la sensación de que no tenemos
respeto por la audiencia y estamos allí como si
estuviéramos en nuestra propia casa.
El otro lado, estar con los pies demasiado juntos,
incluso pegados o jugando con ellos son un reflejo de
los nervios y la timidez que la situación nos refleja.

Lo mismo pasa con los brazos y las manos, tenerlas


situadas en la espalda, o jugar con ellas, son una forma
de transmitir nuestro nerviosismo.

Debemos de evitar meterlas en los bolsillos, las manos


están echas para ser usadas y deben estar siempre a
la vista de nuestro público. Las manos hay que
utilizarlas para gesticular.
29.No des la espalda

Esta es una de las cuestiones más importantes cuando


estamos interpretando un discurso.

Nunca, nunca, nunca y bajo ningún concepto debemos


dar la espalda al público.

Es una falta de respeto a nuestra audiencia y además


estamos perdiendo el contacto visual, herramienta
fundamental y que explicaremos en el siguiente punto.
Dar la espalda a las personas que han venido a
escucharnos como decíamos, es una falta de respeto, y
además es totalmente innecesario.

En muchas ocasiones sin darnos cuenta, cuando


estamos apoyando nuestra presentación con material
digital, o nos desplazamos de un lado a otro del
escenario para escenificar nuestro discurso no nos
percatamos de que estamos dando la espalda al
público.

Esto es algo que debemos corregir, y que además tiene


una solución bastante sencilla. Solamente tenemos que
desplazarnos lateralmente por el escenario, haciendo
giros de máximo 45 grados.

Además, si el problema es que tenemos es que


necesitamos girarnos para ver la información que
tenemos proyectada, con el giro de 45 grados que
antes os hemos indicado será suficiente, aunque
siempre dará una imagen más profesional y seria
disponer de otra pantalla delante que nos permita
seguir nuestra intervención, o porque no, sabernos tan
bien nuestra intervención que no necesitemos girarnos
para recordar por que punto vamos.
30.Mírame a la cara

Al público hay que mirarle a la cara, siempre y en todo


momento y sin excusa ninguna.

Cuando miramos a las personas a la cara mientras


realizamos nuestra intervención les estamos dando
importancia, les estamos diciendo que para nosotros
que ellos nos escuchen es importante y que queremos
que lo sigan haciendo.

La empatía que tenemos que conseguir para convencer


a nuestra audiencia solo se conseguirá si les miramos a
la cara, de otra forma da la impresión de que
simplemente estamos allí contando una historia, pero
que nos importa, es más que ni nos damos cuenta que
hay personas en la sala.

Es importante, que no centremos nuestra mirada en un


sola persona, sino que vayamos haciendo un barrido por
toda la sala y centremos unos pocos segundo nuestra
vista en cada lugar.

Uno de los riesgos que nos puede suceder mientras


estamos haciendo un discurso, es que mientras
miramos a la cara a las personas, los gestos de estas
nos distraigan y dejemos de pensar en nuestro
discurso, para comenzar a intentar averiguar que
estarán pensando, eso solo nos lleva a aumentar
nuestras probabilidades de liarnos y quedarnos en
blanco.

Para que esto no nos pase hay un sencillo truco que


consiste en seleccionar varios puntos al azar en la sala
y a diferentes alturas. Podemos mirar en el centro de
la sala a la izquierda, arriba a la derecha y a la parte
más baja de las butacas en la zona central. Así en
lugar de centrar nuestra mirada en un punto o cara
exacta, la centraremos en el medio de dos personas,
dando la sensación de que estamos mirando a toda la
sala y centrándonos en todas las personas.

Este truco, solo se puede utilizar cuando el auditorio


al que hablamos es lo suficientemente grande como
para disimular. Si no contamos con alrededor de
cincuenta personas como público se notará demasiado
y perderá su efecto.
31.No seas un espantapájaros

Si cuando estamos hablando en público aprovechamos


que tenemos un atril para quedarnos todo el rato
detrás de él y además nos agarramos fuertemente con
las manos estaremos mostrando nuestro nerviosismo, y
estaremos perdiendo la oportunidad de transmitir a
través de los gestos y la actitud.

Incluso hay personas que por nervios e inseguridad,


cuando tienen que hablar en público se quedan
completamente quietas en medio del escenario al
realizar su discurso, no saben como poner ni que hacer
exactamente.

Pero tan malo es no moverse ni un milímetro, que no


parar quieto en ningún momento. ¿No habéis visto
nunca a esas personas que más que contarnos algo
parece que estén bailando una jota?

Sino tenemos atril, pero disponemos de un escenario lo


ideal es pasearse tranquilamente con él, dando
zancadas largas y lentas que abarquen todo el espacio,
y parándonos en los puntos más relevantes de nuestro
discurso para resaltarlos.

Si nos vemos en la obligación, por las características


técnicas del evento de utilizar un atril hay que tratar
de no sujetarse en exceso al mismo. De seguir usando
las manos para gesticular, incluso usarlas más pues,
nuestras manos y nuestra cara será lo único que vena
de nosotros.

Además hay que intentar evitar mirar en exceso los


papeles, ya que al tenerlos justo frente a nuestros
ojos estos tienden a mirarlos para recordar y no
saltarse ningún punto, y si miramos excesivamente
estaremos perdiendo el contacto visual con la
audiencia.
32. sosegado, firme y claro

Comenzamos ahora con el primero de tres puntos que


tratan sobre nuestra voz.

A la hora de interpretar un discurso nuestra voz es


nuestra herramienta de trabajo. Por ello es una de las
partes que más tenemos que cuidar.
Si hablamos demasiado rápido al público le costará
seguirnos el ritmo, e incluso pueden que no lleguen a
comprender gran parte de lo que decimos.

Por otro lado, si nuestra velocidad al hablar es


excesivamente lenta, estaremos aburriendo a la gente,
que estará ansiosa porque acabemos las frases.

Nuestra voz tiene que ser sosegada pero firme,


debemos usar una velocidad normal que permita a todo
el mundo seguir nuestra intervención sin problemas.

Los otros dos aspectos que debemos tener en cuenta


de nuestra voz son la pronunciación y la entonación.
Sus características y como podemos potenciarlo es lo
que veremos en los siguientes puntos de este Manual.
33.El perro de Ramiro no tiene rabo

Quien no recuerda cuando de pequeños ensayábamos


una y otra vez diferentes trabalenguas. Pues resulta
que tenían una finalidad. Mejorar nuestra vocalización.

Y es que sino pronunciamos adecuadamente las


palabras todo lo demás dará igual. Por muy atentas que
estén las personas que hayan acudido a escucharnos no
lograrán entender ni una sola palabra de lo que les
decimos.

Una forma sencilla de mejorar nuestra vocalización es


practicar de vez en cuando con esos trabalenguas que
veíamos en el colegio.

El perro de Ramiro no tiene rabo porque Ramón


Ramirez se lo ha cortado. Este es un trabalenguas que
trabaja nuestra vocalización con la letra r, pero
podemos encontrarlos de todos los tipos y para todas
las letras. Ejercitando y practicando veremos como
poco a poco nuestra pronunciación mejora y nuestros
oyentes nos comprenden mejor.

Pero no solo existe esta técnica para mejorar nuestra


vocalización. Seguramente habréis visto en películas el
truco de poner un lápiz en la boca y hablar con el. Lo
que este ejercicio consigue es que tengamos que
exagerar los movimientos de la boca para pronunciar
las palabras y de esta manera conseguiremos
pronunciar mejor.

Os propongo un reto. ¿Porque no os atrevéis a


pronunciar un trabalenguas con un lápiz en la boca?

Respecto de la vocalización hay que realizar un último


apunte. <pues hay personas que tiene serios problemas
de vocalización que no se pueden solucionar
simplemente con la práctica y que requieren ser
tratados por un especialista. Si usted nota que pese a
realizar ejercicios para mejorar sus habilidades sigue
teniendo problemas, acuda a ellos.
34.Entona

La entonación es la tercera y última parte relacionada


con la voz.. Las tres en conjunto le darán la forma y el
fondo necesario para que su discurso llegue
adecuadamente, y cada una de ellas por separado es
fundamental para lograr tener una buena oratoria.

La entonación le da ritmo, atractivo y sobretodo


emoción a nuestro discurso. Sin ella, seremos
completamente lineales y no habrá diferencia entre
nuestro saludo, el storytelling que contemos, o el dato
principal que nos da la razón.

Cuando tenemos algo importante que decir, un dato o


algún comentario que queremos que nuestros
interlocutores recuerden debemos elevar la voz y
aumentar un poco la velocidad para dotarle de más
emoción.

Así mismo, cuando pretendemos que la frase que


acabamos de decir quede grabada en la memoria de la
gente que nos ha ido a escuchar podemos hacer una
breve pausa que sirva de eco y reflexión para los
oyentes.
Al igual que pasa con la vocalización hay multitud de
ejercicios que pueden ayudarnos a mejorar nuestra
entonación y dar a nuestros discursos una mayor
emoción.

Uno de ello es practicar nuestros discursos quitando


los signos de puntuación y volviendo a colocarlos
después para darnos cuenta de las diferencias.

Personalmente siempre aconsejo a mis alumnos que


subrayen, remarquen, incluso pongan en negrita o
mayúsculas aquellas partes del discurso que quieran
resaltar. De esta forma siempre les será más sencillo
recordar donde deben dar una mayor emoción a su
texto.
35.Interprete el papel de su vida

Cuando hablamos en público debemos ser los actores


de nuestra propia vida.. No estamos diciendo con ello
que debamos mentir o engañar, ya hemos dejado claro
en el punto 27 que la mentira debe estar prohibida en
nuestro discurso.

Nos referimos aquí a la actitud, la actitud que


debemos tener frente a nosotros mismos y frente a
nuestro público.

Estamos interpretando un papel, que nosotros mismos


nos hemos dado, el papel de defensor de esto o de
aquello, el papel de abogado de una determinada causa
o incluso el papel de víctima de un acontecimiento
concreto.

Fuere cual fuere el papel que nos hemos asignado


tenemos que tenerlo presente y subir al escenario con
la firme intención de representarlo hasta sus últimas
consecuencias.

No tendría mucho sentido que realizáramos un


discurso en contra del uso de pieles animales si hemos
venido con una abrigo de zorro.
Cuando uno interpreta su vida tiene que ser fiel a si
mismo. A sus ideales y valores, definir y decidir cuales
son, asumirlos e interpretarlos.

Por eso tenemos que ser actores, esa es la actitud que


debemos tener cuando subimos a un escenario. ¿Se
imaginan a Jim Carrey dudando de los poderes de la
máscara?. Imposible, nos los creemos porque
interpreta un papel, el que le ha tocado.

Debe decidir, cual es el papel que va interpretar en


esta vida, que tipo de orador quiere ser, que es lo que
quiere transmitir, y actuar conforme a ello.
36. Primero lo primero
Algo básico que tenemos que recordar cuando estamos
haciendo un discurso, es empezar por lo primero.

Parece lo lógico, pero en muchas ocasiones la falta de


organización en nuestra exposición hace que estemos
dando vueltas a un tema sin orden. Tal y como os
hemos explicado en el punto 16 del Manual, a la hora
de realizar cualquier tipo de intervención en público no
puedes ir dando saltos de una idea a otra.
Es fundamental que nos organicemos el discurso para
que mantenga durante todo el rato una coherencia. Y
que esa organización tenga unas razones lógicas.

Cuando tenga que preparar su discurso, no puede


empezar hablando de los milagros que va a suponer su
producto para la vida de sus oyentes, primero
explíqueles, quien es usted, cual es producto, porque lo
ha desarrollado, que lo diferencia del resto y por
último por que tienen que elegirlo.

Es sencillo, hay que empezar por el principio. Contando


la historia que nos ha llevado allí, exponiendo las
primeras ideas, desarrollarlas después, y resumir todo
lo que se ha dicho si la exposición es relativamente
larga para hacer un recordatoria de todo lo que hemos
contado.

Sino estructuramos nuestro discurso de una forma


lógica a los oyentes les costará mucho más seguir la
historia y se perderán por el camino.

Un truco que se suele utilizar para realizar


exposiciones en público es enumerar nuestra
intervención. Avisando en la introducción que les
daremos tres razones por las que nuestra postura es la
correcta, o deben comprar nuestro producto, (nunca
se deben dar más de tres razones, cuatro como mucho.
Sino serán demasiadas para que las recuerden) e ir
desglosando una a una a medida que avancemos en
nuestro discurso.
37.Una sonrisa

Sonríe. Es importante que lo recuerdes. Podemos


conseguir más con una buena sonrisa que con cualquier
otro gesto.

Cuando sonreímos estamos dotando de calidez al


discurso. Nos ayuda a empatizar con nuestra audiencia,
nos hace más humanos.

Al sonreír los gestos de nuestra cara se relajan. Los


músculos se relajan y aparecen multitud de micro
expresiones en el rostro. A través de ellas se refleja
la tranquilidad y nos ayuda a empatizar con nuestra
audiencia.
A nuestra audiencia le resultará mucho más agradable
escucharnos y le transmitiremos mejor las emociones
mientras sonreímos, además les haremos ver que
somos personas igual que ellos, con nuestras subidas y
bajadas de humor, que sentimos y padecemos.

Es importante tener una sonrisa amplia y sincera. La


sonrisa debe salir de forma natural, pues cuando una
sonrisa es falsa se nota en exceso y puede jugarnos
una mala pasada, haciendo creer a nuestro público que
somos insensibles y que queremos engañarles.

Cuando tenemos que hablar en público, los nervios


hacen que tensemos nuestros músculos y que nos
resulte más complicado mostrarnos tranquilos y
cómodos, por lo que sonreír es aún más complicado.

A medida que vayamos cogiendo tablas en el arte de


hablar en público, y en la medida en la que llevemos
preparada nuestra presentación conseguiremos tener
nuestros nervios a raya y conseguiremos sentirnos más
relajados con la situación e incluso disfrutar, lo que
hará que nuestra sonrisa vaya aflorando poco a poco a
la superficie.
38.memoriza sin obsesionarte

Como os hemos ido explicando a lo largo de todo este


manual nuestro discurso debe ir escrito y organizado.
Incluso si consideramos necesario llevar notas claras y
enumeradas que nos permitan ir siguiéndola
intervención sin perdernos.

Eso no significa que el discurso que hayamos preparado


tengamos que recitarlo cual loro, ya que estaremos
quitando naturalidad y espontaneidad al mismo.

Debemos aprendernos nuestra presentación pero sin


obsesionarnos. Hay que tener claro que una vez que la
expongamos no conseguiremos decirla exactamente
como en el papel la hemos reflejado.

Habrá palabras que cambiaremos por sinónimos,


porque al interpretarlo nos parecerá más adecuada,
signos de puntuación que colocaremos de una manera
diferente o frases que entonaremos de otra forma.

En cualquier caso, lo que no debemos hacer es


preocuparnos por ello, ni ponernos nerviosos. Es algo
normal y lógico y no hay que empeñarse en evitarlo.
Cuando ensayes y practiques tu discurso, no te pongas
nervioso porque no salga exactamente como lo habías
escrito. De lo que realmente se trata es de que te
sepas lo que tienes que decir a cada momento, no las
palabras exactas que debes decir.
39. Sino esta prohibido está
permitido

Una de las cosas que siempre digo en los talleres de


oratoria es que sino esta prohibido está permitido.

Si en una presentación no te han dicho que no puedes


levantarte de la mesa y pasear por el escenario al
realizar tu discurso, entonces es que puedes hacerlo.

Si nadie te dice que no puedes caminar entre el público


es que puedes hacerlo.

Si nadie te ha dicho que no puedes hacer el pino


mientras hablas, es que puedes hacerlo.

Hay que desterrar de nuestra mente aquello de: es que


no sabia si se podía hacer., no quería meter la mata, es
que y sino se puede.....

¿Alguien te ha dicho que no? Pues entonces se puede.

No te molestes ni en preguntar, ¿Para qué? ¿Para que


lo prohíban?.
No hay que tener miedo a ser el primero. No hay que
tener miedo a causar impacto. Alguien lo fue una vez,
pero si hubiera preguntado si podía hacer esto o
aquello seguramente no le hubieron dicho que sí, por la
sencilla razón de que llevan años haciendo las cosas de
otra forma, aunque no por ello de una forma mejor.

Seguro que habéis visto el anuncio de Dick Fosbury, el


primer saltador de pértiga que se atrevió a saltar al
revés. No dijo nada, no aviso, simplemente lo hizo, y
después le dijeron que no podía saltar así. Pero el ya lo
había echo. Eso nada lo puede cambiar.

Sino hubiera tomado esa decisión, si hubiera


preguntado antes de saltar, hoy nadie saltaría como el.
Pero no lo hizo, simplemente actuó y con un pequeño
gesto marco la diferencia en todo un deporte.

Cuando tengáis que subir al escenario, cuando tengáis


que hacer cualquier tipo de presentación no descartéis
una idea por el mero de hecho de que nadie lo haya
echo antes.

Seguramente no lo habrá hecho nadie, porque a nadie


se le ha ocurrido antes, o porque las personas que lo
pensaron creyeron que no se podía hacer.
Si de verdad creéis que es buena idea, que lo que vais
a proponer, decir o hacer va a marcar la diferencia, va
a dejar más huella en vuestra audiencia, simplemente
hacedlo, no le deis más vueltas.

Sí, puede que os lo prohíban después, pero vosotros ya


lo habréis hecho, y eso no os lo va a quitar nadie.
Recordad siempre que es mejor pedir perdón, que
pedir permiso.
40. Imaginación

Lo bueno de la imaginación es que es infinita, lo malo es


que la usamos demasiado poco.

En tus presentaciones orales usa la imaginación, la


tienes ahí, en una parte de tu cerebro, tienes que
estimularla, ayudarla a crecer.

La gente está cansada de ir a conferencias, eventos,


reuniones y escuchar exactamente siempre lo mismo.
Marca la diferencia, se original, atrévete a hacer lo
que no haya hecho otra persona. Échale huevos.

Si vas a ser ponente en un congreso y delante tuya han


hablado veinte personas, y detrás hablaran otras
veinte y todas hacéis exactamente lo mismo, cuando el
público salga de allí, lamento decirte que no te van a
recordar.

Pregúntate, si simplemente pretendes subir al


escenario a hacer tu trabajo y salir de allí lo más
rápidamente posible o si quieres que te recuerden, que
cuando el público que ha ido a verte vuelva a su casa no
pueda esperar ni un solo segundo para contarles a su
familiares y amigos la conferencia tan interesante a la
que ha asistido.
¿Que tipo de orador quieres ser? A lo mejor, lo único
que quieres es cubrir el expediente. Es totalmente
lícito, si ese tu objetivo, perfecto. Haz todo tal y como
mandan las normas.

Pero si lo que quieres ser es ese uno entre mil, esa


persona que cuando va a una entrevista de trabajo
marca la diferencia, si lo que quieres es embelesar,
entonces amigo mio, solo tienes una opción, usar tu
imaginación.
41.Usa lo que tengas a tu
alrededor

Muchas veces nos olvidamos que lo que podemos usar,


que aquello que puede marcar la diferencia entre
nuestro discurso y el de que cualquier otro está la
alcance de la mano.

No hace falta grandes gastos ni una infraestructura


fuera de lo común para marcar la diferencia.

Los discursos que de verdad causan impacto son


sencillos, no necesitan el apoyo de un vídeo diseñado
por la mejor agencia de publicidad del país.

Nos hemos acostumbrado demasiado a pensar que caro


es sinónimo de bueno. Y no es cierto, caro es caro,
pero no necesariamente mejor.

Ahora, más que nunca, cuando todos nuestras


creencias y valores se están poniendo en entredicho.
Cuando el mundo tal y como lo vivíamos hasta ahora ha
cambiado, ahora es hora de que dejemos atrás ese
concepto y empecemos a ver las mismas cosas que
antes con unas gafas diferentes.

Desengáñate, deja de pensar que los medios que


necesitas para realizar tal o cual cosa no están a tu
alcance, que nunca vas a poder competir con un orador
experto que tiene a cuatro coachs en nómina.

Si tienes una cabeza para pensar, tienes todas las


herramientas que necesitas. Mira a tu alrededor, en
las cosas que ya tienes, en las cosas que ves día a día,
en las características del sitio donde vas a realizar tu
discurso. Y pregúntate que puedes usar de lo que ves.

No hace falta que utilices tu entorno de su manera


habitual, a veces un vaso de agua es solo un vaso de
agua, pero otras un vaso de agua puede ser todo lo que
tu quieras que sea.
42. Preparado para improvisar

Cuando realizas un discurso debes estar siempre


preparado para improvisar.

La tecnología es buena, esta a nuestro servicio y es


justo y lógico que la utilicemos en nuestro favor. Pero
la tecnología puede fallar.

El discurso y las notas que tan religiosamente hemos


preparado y que sirven de apoyo a nuestro discurso
nos lo podemos olvidar en la otra chaqueta.

El orador que intervenía delante de nosotros puede


fallar y tener que llenar unos minutos que no teníamos
preparados.

El chiste que a nuestros familiares y amigos les parece


tan gracioso puede no hacer reír al público como
habíamos proyectado.

Tenemos que estar preparados para que cualquier cosa


pueda suceder y comprender que por muy bien
preparado que llevamos nuestro discurso y por mucho
que hayamos trabajado siempre habrá elementos que
escaparan a nuestro control.
Es inevitable, lo único que podemos hacer es estar
preparado para el momento en el que eso suceda.

Si nuestra presentación de Power point no se puede


usar, porque se ha caído la red, no reconoce nuestro
pen drive, se nos ha olvidado en casa, etcétera,
etcétera, no pasará nada, no cambiará nada si el
discurso que llevábamos preparado no los sabemos, si
tenemos claro lo que hay que decir.

Prepárese, trabaje su discurso, sus gestos, todo lo que


vaya a necesitar, pero tenga siempre una bala en la
recamará por si todo falla.
43.Efecto Pigmalión

Se conoce como Efecto Pigmalión, el arte de convencer


a otros a través de nuestras propias creencias.

Quiere decir, que si uno realmente está convencido de


que lo que dice es cierto, es la verdad, y lo mejor
provocaremos un efecto sobre las personas que nos
están escuchando que hará que ellos también lo crean.

El Efecto Pigmalión, es lo que todo orador busca


cuando esta realizando cualquier tipo de intervención
en público.

Para conseguirlo es fundamental que hayamos ido


perfilando cada uno de los aspectos que engloba
nuestro discurso.

Desde el texto, los gestos, la imagen, la mirada y la


actitud, todo ello unido a nuestra fuerte convicción de
ser poseedores de la verdad es la mejor herramienta
que tenemos para convencer a los demás.

De la misma manera, sin nuestro texto, ni nuestros


gestos, ni nuestra imagen, ni la mirada, ni la actitud,si
ni quiera estamos convencidos de tener la verdad, lo
único que transmitiremos a nuestro público es que no
deben creernos.

Para que otros puedan creer en ti, debes empezar por


hacerlo tu mismo. Por trabajar para conseguirlo, tienes
que coger cada parte individual y formar con ella un
todo que de vida a tus ideas y pensamientos y
trasladárselas de la misma forma en la que tu las
sientes a quien quieres que las comparta.
44.Aprovecha la oportunidad

Para conseguir hablar bien en público debes


aprovechar cada situación que la vida te brinde. No te
cierres.

Cualquier experiencia nueva te ayudará a desarrollar la


actitud necesaria, a ir cogiendo soltura y ampliando
conocimientos.

Ya os hemos hablado al inicio de este manual de que


como en la mayoría de las ocasiones en las que nos
parece que existe un talento natural para la oratoria
cuando profundizamos, lo que en realidad encontramos
es una persona que aprovecha las oportunidades.
Seguramente lo hagas inconscientemente, pero lo hace
y eso es lo importante.

Aprovecha las oportunidades que la vida te brinda para


desarrollar tus habilidades de oratoria.

Una discusión con tus amigos en un bar, un debate que


se genere en tu trabajo, pueden resultar un buen
ejercicio para poner en práctica técnicas de oratoria.

No pienses que esto es algo que solo vas a necesitar


dos o tres veces en tu vida. La oratoria es algo que
usamos sin darnos cuenta, y ya os hora de que
tomemos conciencia de esa realidad y empecemos a
manejarla.
45.Ningún mar en calma hizo
experto a un marinero

Solo con la practica continua y reiterada conseguirás


llegar a ser un buen orador.

No creas que por leer unos cuantos libros sobre el


tema, o haber realizado un par de discursos ya no
tienes nada que aprender.
En esta vida uno jamas debe dejar de aprender cosas
nuevas y nunca debe olvidar practicar lo que ya sabe.

La oratoria, como todo necesita de trabajo constante.


No conseguirás que el discurso que estas preparando
quede perfecto, sino lo ensayas y practicas. Y jamas
serás un buen orador sino preparas tus intervenciones.

Cuando estamos preparando una exposición oral,


después de haberla preparado, organizado y redactado
debemos practicarla.

Practicar nuestros gestos, nuestros movimientos.


Dejar que familiares y amigos nos observen y nos den
su opinión.

Practicar diferentes posturas y gestos, diferentes


entonaciones, incluso diferentes versiones de un
mismo texto.

Solo la práctica te dará la experiencia necesaria para


dominar la oratoria y el escenario.
46. Estrés positivo

A la hora de tener que realizar cualquier intervención


en público, ya sea este reducido o numeroso se genera
en nuestro cuerpo una situación de estrés que nos
suele bloquear.

Al igual que pasaba con el miedo que comentábamos en


el primer capítulo de este libro, el estrés nos puede
paralizar, poner nerviosos y hacer que destrocemos
todo nuestro trabajo.
Tenemos que aprender a manejar el estrés como un
herramienta a nuestro favor, y no en nuestra contra..
Todo el mundo se pone nervioso y tiene estrés cuando
va a salir a hablar en público, es tan solo una señal de
que nos importa lo que opinen los demás de nosotros y
lo que nosotros opinamos de nosotros mismos.

Si nuestro nivel de estrés es excesivamente alto,


podemos controlarlo teniendo solucionados todos los
elementos que rodean a esa situación.

Todas las herramientas que a lo largo de este manual


hemos ido viendo y analizando nos permiten ir
controlando cada uno de los aspectos que pueden
aumentar nuestro nivel de estrés y perjudicarnos en la
presentación.

Si pese a todo, nos resulta muy complicado mantener


el estrés en uno niveles aceptables, existen diferentes
técnicas de relajación que nos pueden ayudar en esta
tarea.

La respiración profunda, que consiste en ir llenado


nuestro pulmones poco a poco de aire desde abajo
hacia arriba para luego ir soltándolo despacio es una
de las técnicas más utilizadas. Se debe repetir la
respiración hasta que estimemos que nuestro nivel de
estrés se encuentra en unos niveles manejables.
47. Elimine los elementos
negativos de su vida.

En nuestra vida siempre nos vamos a encontrar con


personas muy negativas a las que cuando pedimos
consejo y opinión solo saben indicarnos aquellos que
hacemos mal sin darnos ninguna solución al respecto.

Son personas muy poco constructivas pero cuyas


opiniones minan nuestra moral e incluso nos pueden
hacer llegar a creer que no podemos ser capaces de
hablar bien en público.

Mi consejo, es que las elimine de su vida. No les pida


ayuda ni opinión.

No se trata de rechazar las criticas. Todos


necesitamos que alguien externo nos valore con otros
ojos que no sean los nuestros propios. Es más sin este
tipo de crítica acabaríamos perdiendo la objetividad y
viendo solo aquello que queremos ver.

Acepte solo los consejos de aquellos que de verdad


quieran ayudarle a mejorar, y no de los que únicamente
sepan decirle lo que hace mal.
No somos perfectos, y tampoco lo pretendemos ser.
Somos seres humanos que nos equivocamos, y además
lo hacemos con mucha asiduidad. Pero si las críticas
que recibimos no vienen acompañadas de sugerencias
de mejora no nos servirán de nada.

No deje jamás que nada ni nadie mine su voluntad de


querer seguir mejorando sus habilidades para hablar
en público.
48.Redoblé de tambores.

Se acerca el final. Ya hemos realizado todo el trabajo,


hemos estudiado el tema, hemos preparado un gran
discurso con un inicio embriagador, lo hemos
preparado y ensayado, y finalmente, lo hemos
interpretado ante una audiencia.

Muy bien, ¿Pero ahora que? ¿Como terminamos?

Estamos al final de nuestro discurso y no sabemos


como cerrar.

Es muy sencillo, hay que dejar lo mejor para le final.

Cuando quedan treinta o cuarenta segundo para que


acabemos nuestra intervención es el momento de
poner el broche de oro a todo el trabajo que hemos
realizado.

Esta es una de las parte más importantes, pues es lo


último que nuestros oyentes escucharan antes de
levantarse de sus butacas y lo primero que recordarán
cuando salgan por la puerta.
Si hemos utilizado un storytelling basado en alguna
vivencia cotidiana, o hecho histórico o inventado,
podemos aprovechar el final de nuestra intervención
para volver a ella y así hacérsela recordar al público.

Si la historia que habíamos escogido estaba basada en


la vida cotidiana o en algo inventado podemos hilarla de
tal forma que solucionemos el problema que habíamos
planteado con ella.

Otra buena opción es acabar con la frase de alguna


autoridad en la materia. Sino encontramos ninguna a
nuestro gusto siempre podremos crearla nosotros
mismos. La única pauta que debemos seguir para ello es
hacerla simple,clara y lo más breve posible.
Una tercera opción podría ser acabar con algún dato o
imagen que reflejará todo lo que hemos dicho y
sirviera de documento revelador de todo nuestro
discurso.

En cualquier caso, lo que hay que conseguir es cuando


finalicemos nuestro discurso comience un redoblé de
tambores que no pare hasta que los asistentes dejen
de aplaudir.
49.Pequeños objetivos para lograr
grandes cambios.

Tenemos que tener claro que nada se consigue de hoy


para mañana, sino que todos los logros que consigamos
en el campo de la oratoria serán el fruto de mucho
esfuerzo y dedicación.

Es importante que no tratemos de ponernos objetivos


demasiados grandes que nos pesen al intentar avanzar
y acaben desmotivándonos.
Si pretendemos cambiar por completo nuestra forma
de realizar un discurso y los conocimientos que
tenemos en dos semanas, no lograremos cumplirlo, y
cuando el plazo que nos hemos dado finalice estaremos
peor que la principio, pues habremos sumado a
nuestras espaldas la carga del fracaso.

Igual que hacíamos con el tiempo, tenemos que dividir


nuestros objetivos para conseguir mejores resultados.
Si nos plantemos practicar dos horas cada semana
frente al espejo, o estar más informados de todo lo
que acontece, estaremos ayudando a que nuestras
habilidades de oratoria mejoren sin ponernos grandes
retos que nos hagan demasiado complicada la tarea de
avanzar.

Fíjate un reto general, por ejemplo, mejorar tu


gesticulación, y luego imponte pequeñas tareas que
realizadas una o dos veces por semana te vayan
ayudando poco a poco a mejorar tus habilidades.
50. Olvídate de todo y disfruta.

Hemos llegado al último de los puntos de este manual,


si ha seguido todos los pasos probablemente tenga ya
una idea general de como debe realizar un discurso y
de todos los aspectos que tiene que tener en cuenta a
la hora de prepararlo.

Se que son muchos, pero aunque están todos los que


son, no son todos los que están.

Este libro solo pretende servirle de ayuda y de punto


de referencia a la hora de realizar cualquier tipo de
discurso.

Sin embargo, el único de todos estos apartados que


hemos ido viendo y analizando que jamas debe
permitirse el lujo de olvidar es este último.

Olvídate de todo y disfruta.

De nada sirve todo lo que sepa, todo lo que haya


practicado, sino aprende lo más básico.

Debemos aprender a disfrutar con la preparación de


un discurso, tener ganas de encontrar esa idea que lo
dote de originalidad. Hay que aprender a divertirse.
No pierda nunca su propia identidad por tratar de
hacer un discurso mejor. Sus ideas, sus gestos, sus
palabras son solo suyos, le podrán imitar pero nunca
igualar.

Céntrese en sacar lo mejor de sí mismo y dárselo a los


demás, disfrute hablando en público y el público
disfrutará con su oratoria.
50 cosas que debes saber para hablar bien en público.
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