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ALERTA DE HURACÁN

Por Melissa Good


Primera parte
La oficina estaba prácticamente en silencio,
atravesada sólo por el débil rasguñar de una pluma
sobre el papel y el suave y característico murmullo de
un ordenador al fondo. La decoración de la estancia
se basaba en un juego de cálidos tonos caoba, con
una pequeña mesa de conferencias rodeada de sillas
por uno de los lados, una mesita discreta sobre la
que reposaba una jarra de agua y un conjunto de
vasos, y el escritorio frente a una gran ventana que
cubría toda la pared y ofrecía una amplia vista del
horizonte: el océano Atlántico, agitado y de un tono
azul verdoso.

Tras el escritorio, una mujer alta y morena ataviada


con una falda gris bastante conservadora, una
camisa blanca de seda y las mangas por encima de
los codos dejando al descubierto sus brazos morenos
y torneados. El respaldo de la silla oculto bajo la
chaqueta a juego y la morena cabeza apoyada en el
puño, mientras la otra mano sostenía y manejaba
afanosamente una elegante pluma. Terminó con uno
de los folios y lo dobló, dejándolo junto al pequeño
acuario en el que dos peces siameses nadaban
lánguidamente, dirigiendo ocasionales miradas a la
dueña de la mesa.

-Y van doce. Quedan dieciocho. -Dar suspiró


rozándose el mentón con el extremo de la pluma-.
Las evaluaciones del personal deberían llevar mucho
tiempo hechas. -Se detuvo un momento y pulsó uno
de los botones de su aparatoso teléfono-. ¿Mari?

-¿Sí...? Hola, Dar. Buenas tardes. -La voz de la


Directora de Personal surgió relajada y amistosa al
otro lado de la línea.
-¿Me puedes explicar por qué no hay forma de que
una de las mayores compañías de IS del mundo
tenga las condenadas evaluaciones de su plantilla en
la Intranet? -preguntó Dar con irritación-. ¿Sabes el
tiempo que nos ahorraría?

-Ah, Dar... -Mariana suspiró como si llevara todo el


día respondiendo a la misma pregunta, y de hecho
así era-. Si lo hiciésemos así, ¿cómo demostraríamos
la cláusula de la normativa que exige que todos
nuestros altos directivos sepan escribir a mano?
-contraatacó-. Y ya que sacas el tema... no deberías
quejarte tanto. Sólo eres directamente responsable
de treinta personas. Piensa en José. Él tiene
doscientas.

Dar lo consideró, mordiendo el extremo de la pluma.

-Tienes razón. Ya sólo esa idea me hace sentir


mucho mejor. -Se rió entre dientes-. Debe estar
tirándose de los pelos... literalmente.

-No bromees -suspiró Mari-. En realidad, la razón de


que no estén preparadas las evaluaciones es que
había ciertas reticencias en Seguridad. Desde la
Intranet cualquiera podría tener acceso.

-Oh. -Se tomó unos segundos para considerar


también este nuevo dato-. Entonces... supongo que
no debería mencionar el hecho de que acabo de
pasar por la sala de impresoras y que uno de esos
chismes estaba escupiendo las evaluaciones de José
a diestro y siniestro, ¿verdad?

Mari suspiró con disgusto al otro lado del auricular.

-Era como una de nuestras comidas de empresa.


-Dar empezó a dirigir muecas al teléfono-. Todo el
mundo mirando de reojo...

-¿Y no hiciste nada? Dar... se supone que eres la


responsable de Gerencia ahí. -La voz de su homóloga
de la sección de Personal empezaba a sonar irritada.

-Eh... ¿Cómo iba yo a saber que no se trataba de un


incentivo para incrementar las ventas? -preguntó Dar
razonablemente-. Después de todo, yo estoy
haciendo las mías a mano.

-Jesús... Está bien, de todas formas me vendrá bien


un café. Ya me paso yo - resolvió Mariana con un
suspiro-. ¿Cómo lo llevas?

-Estoy a la mitad -mintió Dar.

-Ya veo... -La voz de la mujer denotó la más


completa de las incredulidades-. ¿Por qué siempre
esperáis hasta el último minuto?

-¡¡Porque esto es como un dolor en el culo, Mari!!


-respondió Dar exasperadamente-. ¡Dile a Plano que
entre en el siglo XXI como todos los demás y suba
todo esto de una maldita vez! ¡Si hicieran las cosas
bien no habría problemas de seguridad!

-¿Puedes deletrear eso, Dar? Seguro que les


encantaría el fax -respondió Mariana con voz seria-.
De acuerdo... pondré una recomendación, otras más,
para que hagan los informes virtuales.

-Gracias -respondió Dar malhumorada-. Tengo que


dejarte. -Colgó el teléfono y retomó su tarea. Cada
una de las evaluaciones constaba de cincuenta
categorías con las que calificar a sus empleados, y
también una sección de comentarios en la que por
norma había que poner algo-. Por el amor de Dios...
-Suspiró resignadamente recolocando los folios-. ¿No
les bastaría con un papelito que dijera "si no te
despido es porque trabajas bien"? -Dijo esto último
dirigiéndose a los peces, que le respondieron
meneando las aletas-. No, supongo que no. -Devolvió
su atención a los papeles, escogió un fruto seco de
su taza color azul cobalto y lo mordisqueó.

En ese momento, un golpecito a la entrada le hizo


adorar repentinamente las interrupciones.

-Adelante -dijo en voz alta, viendo asomar a


continuación la cabeza de su secretaria tras la puerta
entreabierta-. María... ¿tenemos ya los informes de
Marketing?

La mujer, madura y bajita, sacudió la cabeza.

-Nada... y van tres veces que llamo al


departamento. -Avanzó sobre el suelo alfombrado y
colocó varias carpetas en el archivo de Dar-. Tres
cuentas nuevas. Kerry va a tener una semana
ajetreada.

-Sí... -concordó Dar. La simple mención de su


ayudante le trajo una inconsciente sonrisa a la cara-.
Depende... -Marcó con velocidad aprendida un
número en el teléfono. Sonó dos veces y a
continuación, una voz animada-. Necesito hablar con
José -comenzó Dar secamente.

-Lo siento... en este momento está reunido -fue la


respuesta del otro lado.

-Dígale que salga y que se ponga al teléfono o estaré


allí en treinta segundos -afirmó dejando caer el tono
de su voz.

Silencio.

-Un momento, por favor.

Dar esperó, mirando el reloj con un gesto exagerado.


Por su parte, María se cubrió la boca para evitar que
se le escapase la risa. Veintisiete segundos después
alguien diferente apareció al otro lado del auricular.
-¿Qué diablos quieres, Dar? -gruñó el Vicepresidente
de Marketing.

-Necesito los informes -respondió Dar con el mismo


talante-. Y francamente no puedo permitirme perder
el tiempo que supondría que mi gente persiguiese a
la tuya por todo el maldito edificio y se los sacase por
las malas.

En el silencio, pudo oír la respiración pesada de él.


Esperó pasando unos cuantos comentarios más a la
hoja que tenía a medias mientras mordisqueaba otro
fruto seco.

-Estoy esperando -dijo con dureza.

-Pues espera un poco más. -La línea se convirtió en


música.

Dar tarareó escogiendo una nuez y empujando la


taza hacia María.

-¿Quieres?

La secretaria aceptó la oferta escogiendo un pedazo


de albaricoque, sonriendo internamente ante el
repentino gusto de su jefa por los aperitivos
saludables en lugar de sus habituales chocolatinas.

-Los tendrás ahí en cinco minutos -afirmó la voz de


José en cuanto volvió a ponerse-. Y deja ya de
asustar a mi personal.

-Si hicieran su trabajo no tendría que llamarte, ¿no


crees? -replicó Dar suavemente antes de colgar-.
Subnormal -murmuró sacudiendo la cabeza-. Bien...
si no tienes esos informes a tiempo en tu mesa, ven
a verme.

-Sí... Dar, ¿has visto al nuevo ayudante del Sr. José?


-añadió María bajando la voz-. No soy de las que van
por ahí chismorreando, pero dos personas me han
dicho ya que es un tipo realmente astuto y que los
dos están tramando... ¿Cómo se dice? Ir contra ti.

Dar se inclinó sobre los codos, jugueteó con la pluma


que tenía en la mano y la miró.

-Yo he oído lo mismo. -Sus intensos y claros ojos


azules miraron a María-. Kerry está en una reunión
con él y con Eleanor ahora mismo. De hecho... fue él
quien puso en cuestión los proyectos de las
instalaciones para este año.

-Dios mío -dijo la mujer mayor con el ceño


fruncido-. Habrá problemas, ¿verdad?

Ella asintió lentamente.

-El Sr. Fabricini y yo nos conocemos desde hace


tiempo -comentó calmadamente la ejecutiva-. De
hecho, éramos amigos. -Y de hecho también, un
antiguo compañero de clase cuya contratación había
supuesto una desagradable sorpresa para ellas al
regreso de vacaciones-. Pero aquello se acabó
-confesó al fin con franqueza-. Podría ponerse
bastante feo, sí.

María suspiró.

-Eso no es bueno -dijo arrugando la frente una vez


más-. ¿Por qué no podrán simplemente venir, hacer
su trabajo e irse a casa... en lugar de estar todo el
día buscando problemas? -Exhaló-. Pobre Kerry, sola
con esos dos.

Una silenciosa sonrisa asomó al rostro de Dar.

-Ella es fuerte... estará bien, María -afirmó para


tranquilizar a su secretaria-. Escucha, sé que tengo
una reunión con el comité ejecutivo después del
almuerzo, pero ¿podemos cambiar lo del informe del
cliente ese para mañana o sigue planeada para las
cuatro?

-Lo comprobaré. -María se dirigió hacia la puerta-. Y


te mantendré al tanto de lo de los informes.

-Gracias -dijo soltando un suspiro. Volvió a


concentrarse por un minuto y luego dejó caer la
pluma y se reclinó en su sillón con ojos pensativos.

Así que era cierto. Hasta Maria estaba enterada. Dar


sintió una familiar frustración creciendo en su
interior, accionada por el entristecido comentario de
la mujer. ¿Por qué simplemente no podían aparecer y
hacer su trabajo? Su primer encuentro le aclaró que
Steven Fabricini había sido contratado
específicamente porque conocía a Dar, y José
esperaba que aquello le proporcionase ciertas
ventajas en la sala de reuniones.

No es que no estuviera cualificado, meditó Dar.


Incluso bastante más que José, en su más honesta
opinión. Pero también tenía menos escrúpulos que
aquel cubano fanfarrón, era más despiadado y
mucho más agresivo si lo tenías como enemigo.

Igual que ella, si quería ver las cosas muy


objetivamente, y en tal caso la decisión de José no
había sido mala para sus propósitos.

En cualquier caso, su primer encuentro no había ido


bien.

"-Hola Steven. -Dar permaneció quieta tras su


escritorio, con las manos sobre el mismo, cuando él
entró.

-Vaya, vaya, vaya... Mira lo que tenemos aquí. Pero


si es mi antigua mejor compinche, Dar Roberts
-comenzó Steven avanzando con pavonería, cerrando
la puerta tras él y cruzando la habitación. No había
cambiado mucho: alto, de constitución delgada,
similar a la de un corredor de fondo, y pelo tupido y
oscuro. Sus ojos pardos no dudaron en estudiarla
mientras se acercaba, con una pulida sonrisa ya en
su rostro para cuando le tendió la mano-. Ha pasado
mucho tiempo, ¿verdad?

"No el suficiente", casi respondió Dar mientras


aceptaba el gesto con desgana y se lo devolvía con
un poco más de fuerza de lo normal.

-Así es -contestó ella en tono neutral-. Creo que la


última vez que te vi fue justo después de que te
expulsaran de la Facultad en el último semestre.

-Mm... sí, y tú disfrutaste maquinando todo aquello,


¿verdad? -El hombre rió entre dientes-. Pero está
bien... sin resentimientos... después de todo, las
cosas no han ido tan mal, ¿verdad? Aquí estamos los
dos -dijo abriendo los brazos-. Mi oficina no es tan
agradable como esta, pero... -se interrumpió,
posando los ojos en ella-. Quizá eso cambie pronto.

Dar se limitó a levantar una ceja, negándose a picar


el anzuelo.

-Bueno, te deseo suerte -concluyó ella manteniendo


una expresión pétrea.

En ese momento resonaron unos golpecitos de la


puerta interior y ella mandó entrar alzando la voz,
girando a medias la cabeza para observar el reloj al
tiempo que Kerry aparecía. La mujer rubia atravesó
el haz de luz solar que se vertía por la ventana y se
pasó la mano por el pelo, destacando aún más su ya
de por sí agraciada constitución.

-Tengo los informes -dijo ella, dirigiendo a Steven


una mirada curiosa y centrando luego su atención en
Dar-. Ese centro de Nueva York va a ser casi
imposible de completar... Nynex tiene proyectados
otros sesenta días antes de arrancar los circuitos.

-No es suficiente -dijo Dar concisamente-. Veré qué


puedo hacer. -Luego se giró hacia el lugar que
ocupaba un visiblemente interesado Steven-. Kerry,
éste es Steven Fabricini, el nuevo ayudante de José
-le presentó-. Kerry Stuart, mi mano derecha.

Kerry casi... casi había sonreído ante aquel


comentario. A Dar no le había pasado desapercibido
cierto brillo en los ojos de la mujer al tenderle
cortésmente la mano a su visitante.

-Un placer.

-Lo mismo digo. Sin duda. -Habló dejando caer cada


palabra y dedicándole una encantadora sonrisa-.
Trabajaremos muy bien juntos, estoy seguro.

Kerry se limitó a hacer una inclinación de cabeza,


después se giró y se deslizó fuera de la habitación
dejándolos solos otra vez.

-Vaya, vaya... Dar, vieja amiga... ciertamente tu


gusto ha mejorado -rió Steven-. Es una preciosidad.

Ella consiguió frenar la rabia que pugnaba por salir


de su interior, aunque casi demasiado tarde.

-Steven, esto es una compañía EEDC, y nos lo


tomamos muy en serio. Deberías guardarte ese tipo
de comentarios para ti, porque no creo que le
interesen a nadie más.

-Oh, vamos Dar. -Se levantó con aquella obscena


sonrisa aún pintada en la cara-. Tienes ciegos a todos
los de aquí con esa actitud de "bésame el culo"...
pero yo no voy a caer en la trampa. -La apuntó con
el dedo-. Te conozco... y así es como te voy a hundir.

Dar lo miró fríamente.


-Steven, ya no soy la persona que conociste. Ten
cuidado y no prometas cosas que luego no puedas
cumplir.

El rió y se marchó por donde había venido."

Desde entonces se habían lanzado unas cuantas


puñaladas, culminando en un desafío formal, un par
de días antes, en lo referente a las negociaciones
adicionales al proyecto que habían estructurado
antes del final del último año. Ella sabía que Steven
buscaba lucirse ante José, y aquello le suponía una
oportunidad para atacarla. Por eso revisó la
información y envió a Kerry a la reunión en su lugar.

Se preguntaba cómo le iría.


*****
La sala de reuniones era pequeña, sólo una mesa
ovalada con seis sillas y una pizarra blanca detrás de
una cortina beige. En aquel momento, cuatro
personas estaban sentadas a la mesa. Tres de ellas
mirando fijamente a la cuarta: una mujer de mediana
estatura, pelo rubio y claros ojos verdes. Llevaba una
sencilla falda azul oscuro y un jersey de lana a juego
que contrastaba con los trajes de ejecutivo y las
resplandecientes faldas y chaquetas rojas de sus
acompañantes.

-Lo siento... creo que no he entendido bien la


pregunta -especificó Kerry haciendo girar el bolígrafo
entre sus dedos y observando pacientemente el otro
lado de la mesa. José, Eleanor y Steven completaban
el círculo, y Kerry tenía la desagradable sensación de
ser un conejo encerrado en una jaula... con tres
serpientes hambrientas.

"Afortunadamente", pensó para sí, "los conejos


tienen uñas y dientes para usarlos cuando es
necesario".
-¿Qué tienen que ver media docena de directivas que
ni siquiera fueron aprobadas con los proyectos del
año pasado?

Obviamente Steven Fabricini se había enfadado por


el hecho de que Dar la enviara a ella en su lugar,
reparó Kerry, pero comprendía por qué lo había
hecho... Ella tenía las respuestas a sus preguntas, y
además aquella vuelta de tuerca impedía que la
reunión se convirtiese en un debate en el que Dar se
vería forzada a estar a la defensiva, atacada sin
tregua por los tres responsables de Ventas y
Comercio.

En aquel momento, Steven se levantó y fue hacia la


pizarra blanca.

-Bien, tal y como yo lo veo... si pretendemos tener


semejante potencial, los de Financiación están
obligados a ponernos banda ancha para que
podamos cerrar acuerdos - dijo abriendo los brazos-.
¿Qué necesitas entender?

Kerry inclinó la cabeza.

-Eso es como decir que vas a comprar seis


hamburguesas del McDonalds por si te entra hambre
alguna vez en tu vida -replicó ella-. La petición del
cambio de banda está basado en una fórmula que
relaciona el rendimiento de vuestro departamento en
los últimos años... Si queréis que eso cambie,
tendréis que conseguir más contratos, porque nadie
va a proporcionaros circuitos más complejos sólo con
la remota posibilidad de un "supuesto" liderazgo.
-Consultó la información que Dar había impreso para
ella-. De acuerdo con las proyecciones de los últimos
cinco años, la infraestructura está aumentando la
adquisición de circuitos basados en nuevas cuentas
en un diez por ciento proporcional. -Levantó la
mirada-. ¿Pretendes decirme que conseguiríais más
cuentas de lo que está aquí escrito?

-¡No tenemos ni idea! -exclamó José alzando las


manos-. Pero no podemos negociar sin la banda que
nos permita atender sus demandas inmediatamente.

-¿No lo ves, Kerry? -añadió Eleanor suavemente,


sonriéndole-. No tenemos un chip regateador.

-Ah -dijo Kerry cruzando las manos sobre los


papeles-. Bien... entonces, ¿qué pasa si no añadimos
esas cuentas y acabamos el año con un balance
negativo que, digamos, tenemos que compensar?

-¿Lo ves? Ese es tu problema, cielo... No puedes


pensar así... Tienes que ser más positiva -le dijo
Steven apuntándola con el marcador-. Tu
conservadurismo te ciega... y eso destruye tu
potencial para avistar nuevos negocios.

Kerry apoyó la barbilla en una mano.

-No... simplemente estamos siguiendo los principios


preestablecidos para nuevos negocios, y asentados
por la corporación en Plano. Si tenéis alguna cuestión
que debatir acerca de esa estructuración, id con ella
a Les Roesenthal, ya que el modelo es suyo. -Jugaba
sus cartas con la mayor elegancia-. Y esas cinco
cuentas que echáis a suertes en este resultado no se
adhieren a ese modelo... De hecho, dos de ellas
muestran un significativo potencial de nuestra
cantidad desperdiciado en la dimensión total
considerada, a pesar de los beneficios que
obtendríais por la firma. -Su voz era gentil y casi
encantadora-. Pero, como podéis ver, realmente no
estoy convencida de que debamos ir a
Infraestructuras con esto y pedirles que aceleren su
programa. -Se levantó-. Y ahora si me perdonáis,
tengo un almuerzo en mi agenda al que debo llegar
en veinte minutos.
José agarró sus papeles y salió con aire enfurecido.
Eleanor le siguió, dejando a Steven y a Kerry solos en
la sala.

-Eres bastante audaz -dijo el acercándose.

Unos ojos verde mar lo miraron fijamente.

-Gracias. -Recogió sus papeles-. Si me disculpas...

-Ey... ey... espera. -Steven rodeó la mesa y se reclinó


sobre el borde-. No voy a morderte. -Sonrió-. A
menos que quieras, claro. -Golpeó los papeles con la
punta del dedo-. No hace falta que te muestres tan
hostil... estamos en el mismo bando, ¿recuerdas?

-¿Lo estamos? -preguntó Kerry-. ¿Entonces por qué


acusas a nuestro departamento de sabotear
deliberadamente el tuyo? -Levantó un e-mail
impreso-. ¿O no fuiste tú quien escribió esto?

-Oh, vamos... -protestó Steven perezosamente-. Es


sólo un juego... relájate -dijo golpeándole el brazo
con su rollo de papeles-. Los dos somos nuevos en
esto, ¿verdad?

-Más o menos -respondió Kerry, relajándose


ligeramente.

-Entonces... podemos hablar... Mira, no estoy aquí


para buscar problemas. Sólo quiero dar lo mejor de
mí para empezar rápido con algunas ventas... Se
trata de que todos salgamos beneficiados,
¿recuerdas? -dijo levantando las cejas-. Nos podemos
ayudar mutuamente... las cosas están un poco
estancadas... y si trabajamos juntos, tal vez podamos
darles un empujón.

Kerry lo estudió. Era atractivo, él lo sabía, y a ella no


le pasó desapercibido el encanto de su cautivante
sonrisa.
-Será un placer ayudarte en lo que pueda -contestó
Kerry, manteniendo un cierto grado de cautela-.
Siempre y cuando no suponga comprometer nuestras
normas.

Fue ese el momento que él eligió para acercársele,


con un movimiento aparentemente casual.

-Ah... Kerry... ¿crees que te pediría algo semejante?


-dijo sonriendo-. Pero tienes un almuerzo en tu
agenda... Tal vez podríamos ir juntos a comer algo
en la cafetería y seguir con la conversación... ¿Qué te
parece?

Steven capturó sus ojos y sus labios se contrajeron


ligeramente.

-De acuerdo -dijo la mujer con tranquilidad-. Estaría


bien. -Volvió a recoger sus papeles y le obsequió con
una sonrisa gentil-. Tengo que irme... llego tarde a la
reunión.

Él, por su parte, le guiñó un ojo.

-Ve, cielo... ya nos veremos.

Sus ojos la siguieron hasta que salió del cuarto y acto


seguido su sonrisa de convirtió en una carcajada leve
y gutural.

-Hay más de una manera de arrancarle los colmillos a


un gato, Dar... Y tú has cometido un error. Uno muy
grande.
*****
La cafetería estaba completamente abarrotada por
los que almorzaban temprano. Personas que
entraban antes de las ocho y ya hacia el mediodía
estaban muertos de hambre. Kerry levantó su
bandeja y echó un vistazo a la sala hasta que localizó
a María y a unas cuantas mujeres mayores sentadas
de espaldas a una ventana, desde la cual se veía el
océano.

-Hola -las saludó, colocando su comida frente a una


silla vacía-. Parece que va a llover.

-Sí -concordó María, mirando las amenazadoras


nubes de fuera- ¿Cómo estás, Kerry? ¿Fue bien la
reunión?

Kerry asintió y cogió sus cubiertos.

-Más o menos. -Bebió un sorbo de té helado y pinchó


con el tenedor un poco de lechuga-. Hemos acordado
que no estamos de acuerdo en nada... ya sabes
cómo son estas cosas. - Dirigió una mirada irónica a
la mujer y luego en derredor con indiferencia-. ¿Han
vuelto a secuestrar a la jefa?

Esta vez fue María la que asintió.

-Sí... Una conferencia desde Francia... me pidió que


le llevase un sándwich.

Kerry soltó una carcajada y sacudió la cabeza, pero


no dijo nada. El resto de los ocupantes de la mesa
hablaban del último episodio de una famosa serie de
televisión, así que se unió a la conversación con su
jovialidad habitual.

-Supongo que la luna de miel se acabó. -El


comentario, indiferentemente sarcástico, hizo que
Duks levantara la cabeza y mirara con frialdad a
quien acababa de hablar.

-¿Perdona?

La Administradora de Finanzas, Selene Advosan, se


inclinó más hacia ellas.
-Vamos, Duks... al principio, ella y la princesa de
hielo estaban más unidas que un corcho a una
botella de champagne... No las he visto almorzar
juntas desde Año Nuevo... Sólo fue cosa de "la
novedad".

El Vicepresidente de Finanzas masticó su sándwich


de carne en conserva con aire pensativo.

-Ni me había dado cuenta. -Se encogió de hombros,


luego miró hacia Kerry, quien se encontraba a sus
anchas con sus compañeras de mesa y se reía con
ganas por algún comentario de María-. Puede que
sólo estén ocupadas... De todas formas, Dar nunca
baja aquí a comer... y parece que se llevan bien.

-Sí... pero aun así creo que está pasando algo


interesante -opinó Selene con un suspiro-. Debí
haberlo imaginado... Dar está fuera de la
competición.

-Mmm... -Para entonces, Duks dejó de prestarle


atención al tema y se concentró en su almuerzo.

Al terminar, Kerry llevó su bandeja fuera y se unió a


María justo en el momento en que la secretaria
estaba pidiendo un sándwich para su jefa, estudiando
las posibles opciones y mirando de un lado a otro del
mostrador.

-¿Tú qué opinas? ¿Ensalada de pollo? -preguntó


frunciendo el ceño.

-Paté de atún con pan de pasas -Murmuró Kerry-. Y


patatas fritas.

-Puaj... -María se estremeció dirigiéndole una mirada


realmente aterrada. La joven simplemente se encogió
de hombros y sonrió-. Dios mío... En fin... -Pidió el
sándwich y también varias servilletas. Luego agarró
la bolsa que le alargaba la cajera y, con una pequeña
carcajada, siguió a Kerry hacia el ascensor de
personal, ya ocupado por varios empleados. En el
último instante, el sonido de unos pasos apresurados
por el pasillo y una mano que detuvo las puertas
deslizantes dejó paso a Steven Fabricini, que se sumó
a los ocupantes del reducido espacio.

-¡Vaya, hola! -exclamó abriéndose paso entre el


cartero y dos auxiliares administrativas y optando por
apoyarse contra la misma pared que Kerry-. ¿Qué tal
el almuerzo?

-Bien, gracias -respondió ella con calma-. En realidad


la cafetería no es mala... o al menos, mejor que
muchos de los restaurantes de por aquí..

-Ah... -El hombre mantuvo un aire distraído cuando


las puertas se abrieron por primera vez para dejar
salir a una de las mujeres-. ¿Vives por la zona?

-En Kendall -dijo Kerry con amabilidad.

-Ey... ¡Yo también! -Steven sonrió-. Mi edificio es


bastante normal... pero era eso o allá arriba, en
Miramar. -Luego levantó la mirada mientras salían el
cartero y las otras mujeres-. Parece que vamos al
mismo sitio -observó, dándose cuenta de que el
botón con el número quince era el único que
quedaba encendido.

-Eso parece... -dijo Kerry mirándolo de arriba abajo-.


¿En qué parte de Kendall vives exactamente?

-Es muy agradable... con un club y cosas así


-respondió él cruzándose de brazos.

-No queda lejos de la mía... Tiene buena pinta.


Cuando vamos a patinar siempre bajamos hasta esa
pequeña panadería que hay en la esquina del paseo
-comentó la mujer.
-Ey... yo patino mucho -aventuró Steven sonriendo-.
Quizás choquemos algún día por allí... Me gusta ese
lugar. -En aquel momento, la puerta se abrió y él
realizó un vistoso gesto hacia el exterior-. Las damas
primero...

Kerry siguió a María fuera del ascensor, observando


la pose rígida de su espalda y escondiendo una
pequeña sonrisa. Steve las acompañó por el vestíbulo
hasta la puerta del despacho de Dar, donde relucía el
distintivo de la ejecutiva. Su vibrante voz podía
adivinarse surgiendo de la habitación a través de la
gruesa superficie de madera pulida.

-Ay... ¿Y ahora qué? -exclamó María con un suspiro.

Steven rió entre dientes.

-Dar no necesita un buen motivo para ser dura, cruel


y desagradable. -Y dicho esto, pasó entre las dos
mujeres y atravesó la puerta que tenían delante,
cerrándola tras él.

Kerry y María por su parte intercambiaron miradas y


luego Kerry agarró su portafolios.

-Yo arreglaré esto. -Se detuvo un instante con la


mano en el picaporte y tras un leve empujón, pasó
adentro.

-Mike, me importa muy poco lo que te hayan dicho,


porque son todo mentiras. -Dar recalcó sus palabras
golpeando la mesa con el lápiz-. No voy a aceptar un
plazo de sesenta días para que arranquen un circuito
asqueroso, así que más les vale que puedan ofrecer
algo mejor.

-Mira Dar... llevamos dándole vueltas al tema desde


hace dos meses... Y no van a ceder -respondió la voz
del hombre, que surgía del altavoz del teléfono con
un tono visiblemente cansado-. Tienen miles de
conexiones que hacer ahí arriba, y un equipo más
viejo que mi madre.

Dar levantó la vista al oír que la puerta se abría y


mostró una expresión de profundo disgusto al
contemplar la descarada intrusión de Steven en su
espacio personal.

-Dame un momento -dijo al tiempo que pulsaba el


botón de llamada en espera-. La gente llama antes
de entrar en este despacho.

Él se limitó a reír entre dientes y dejarse caer


pesadamente y sin ningún miramiento en una silla.

-Esconde las uñas, Dar. No me das ningún miedo.

-¿Qué quieres? Estoy en medio de una conversación


-le censuró la mujer morena.

Steven se reclinó hacia atrás, mirando a la puerta


cuando ésta se abrió y Kerry se deslizó al interior,
donde segundos antes había estado él.

-¿Así que llaman antes de entrar? -preguntó


burlonamente, sonriendo a Dar.

-Ella no tiene por qué. Trabaja aquí -replicó Dar-.


Tienes diez segundos. Habla o lárgate.

Kerry atravesó tranquilamente la alfombra y depositó


la bolsa en la mesa de Dar.

-El almuerzo -murmuró, dirigiéndose luego hacia la


puerta interior, que daba al pasillo, que a su vez
daba a su propio despacho.

-Gracias -dijo Dar con voz tirante y dirigiéndole una


breve mirada-. Espera un segundo... tengo algunos
contratos para ti. -A continuación, volvió a
concentrarse en su inoportuno huésped-. ¿Y bien?
-Quiero un grupo de trabajo. -Se inclinó hacia delante
bruscamente-. Y quiero a dos miembros de tu
personal. Así podré hacerme una idea de qué
demonios estás tramando aquí y echarlo abajo
-puntualizó, con una sinceridad pasmosa, a la vez
que temeraria-. La quiero a ella y a cualquier otro
que quieras asignarme, durante dos meses a partir
de mañana.

Cayó el silencio. Dar apoyó las manos sobre la mesa


y le miró directamente a los ojos.

-¿Eso quieres? -le preguntó suavemente.

-Sí, eso quiero -reafirmó sonriendo.

Lo siguiente fue una estilizada y poderosa indicación


hacia la puerta.

-Pues lo que yo quiero es que salgas ahora mismo de


mi despacho -dijo la ejecutiva terminantemente-. No
tengo ni tiempo ni personal para dedicarte en tu
estúpido jueguecito de caza. Si quieres entretenerte
rebuscando en los archivos como una rata, habla con
Mariana.

-¿Te asusta lo que pueda descubrir, Dar? -dijo él


cruzando las piernas y sonriéndole al tiempo que
miraba de reojo a Kerry, que esperaba
pacientemente a un lado-. No vas a poder
mantenerlo en secreto eternamente.

Dar se limitó a mirarlo fijamente.

-Como quieras. -Se levantó alisándose las perneras


del pantalón-. Tendré que solicitarlo a la vieja
usanza... Conseguiré lo que quiero, y todos lo
sabrán. Lo siento, Dar... Es algo que te tengo
guardado. Por los viejos tiempos. -Le guiñó un ojo a
Kerry cuando salía y dio un portazo a modo de
despedida.

El silencio volvió a inundar la habitación, hasta el


momento en que Kerry se aclaró la garganta con un
leve carraspeo.

-¿Sabes lo que quiero yo?

Dar levantó una ceja.

La mujer rubia se acercó y se apoyó en el borde del


escritorio.

-Una ducha -dijo, señalando al otro lado de la


habitación-. Justo en esa esquina. Así podré ir y
lavarme cada vez que tenga que hablar con ese
rastrero montón de estiércol. -Y formó una mueca
improvisada-. ¡Me hace sentir tan pegajosa! -dijo
estremeciéndose-. ¡Ugh! ¡Dar! ¡Puaj!

Aquello provocó una cansada risa en la otra mujer,


que agitó la cabeza y lanzó un suspiro.

-Es todo un personaje, te lo puedo asegurar. -Pulsó


el botón del teléfono una vez más-. Mike, ¿sigues
ahí?

-Sí... -respondió una voz apagada-. Estaba


empezando a comer.

-De acuerdo... dame el nombre de algún mandamás


de ese equipo y veré si puedo acelerar un poco las
cosas. -Dar dejó caer la cabeza sobre una mano-.
Sesenta días... Mi perro tardaría menos en arrancar
esa maldita red.

-Y seguro que lo haría bastante mejor que ellos


-concordó la voz-. Te mandaré un e-mail con algunos
nombres... Gracias Dar.

-Sí, sí... -suspiró Dar tan pronto como hubo cortado


la llamada, y se giró para encararse con Kerry-. ¡Ey!

Ésta levantó la cabeza y sonrió.

-Ey... -Señaló la bolsa-. Atún con pan de pasas... Y


será mejor que te comas las patatas antes de que se
filtren a través de la bolsa.

La expresión de Dar se ablandó y agarró la mano de


Kerry apretándosela cariñosamente.

-Gracias... ¿Cómo fue la reunión? Has debido estar


impresionante para que este memo te haya
mencionado.

Kerry le dirigió una mirada de incredulidad.

-Me parece que lo único que quiere es acabar contigo


a toda costa... Pasó de ser condescendiente y
agresivo a acosarme de una forma realmente
descarada -dijo haciendo una mueca-. Quiere que
almorcemos juntos mañana. -Observó cómo la ceja
derecha de Dar se alzaba en un gesto de expectación
y sospecha-. Aquí... en la cafetería -añadió
compensándola con un guiño cariñoso. Aun así, el
gesto no desapareció del rostro de la ejecutiva-.
Oooh... ¿Son celos eso que siento crecer en tu
cabeza?

-Hmfh -rezongó Dar suavemente-. No... no es eso...


Puedes ir a almorzar con quien quieras, Kerry... No
estoy... em...

Una mano cubrió su mejilla inesperadamente.

-Me siento halagada -susurró Kerry.

Dar cayó en silencio. Luego carraspeó un poco.

-Tengo un lado posesivo bastante desarrollado


-admitió con cierta vergüenza-. Pero ten cuidado,
¿vale? Ese tipo es muy astuto.

La mujer rubia se acercó un poco más.

-No tanto como tú -murmuró-, a pesar de lo que él


crea. De todas formas, ¿qué problema tiene contigo?

Dar suspiró.

-Fuimos juntos a la universidad... Éramos buenos


amigos, aunque nunca tuvimos mucho en común...
Estábamos juntos en artes marciales, salíamos con
gente del mismo grupo... Todo empezó cuando le
gané en los nacionales aquel año.

-Ah... -Kerry levantó una mano-. Déjame adivinar,


¿tenía un don natural para el kárate?

-No -replicó Dar de forma tajante-. En realidad no era


demasiado bueno, y tal vez ese fue el problema...
Nunca habría conseguido pasar las rondas
preliminares, y fui yo quien lo mando al banquillo de
los perdedores... por pura casualidad. -Volvió a
suspirar conforme los recuerdos acudían a su mente-.
Según él, yo debía haberle dejado ganar... porque en
aquel momento estaba tratando de impresionar a
una de las chicas del equipo contrario que le gustaba
desde hacía años. Ese fue el detonante.

-No tiene sentido... ¿por qué tenías que sacrificarte


por él? -preguntó Kerry-. No te imagino haciendo
semejante cosa, ni en esa situación ni en ninguna
otra.

Los claros ojos azules de Dar pestañearon unas


cuantas veces antes de que ésta contestara.

-Es complicado... Él pensaba que le debía ese favor.


Pero no era así, no lo hice y él quedó expulsado del
torneo de kárate después de aquello. -Se detuvo de
nuevo, tratando de ordenar sus pensamientos-.
Estaba en la especialidad de Diseño de Sistemas...
casualmente la misma que estaba haciendo yo,
cuando descubrí que había robado la idea del diseño
matriz de su profesor.

-Oh... -Kerry hizo una mueca de disgusto.

-Sí... bueno, yo era una moralista empedernida por


aquel entonces, así que me faltó tiempo para ir a
contarlo al Departamento. El caso es que le
expulsaron de la Universidad. -Dar suspiró una vez
más-. Nuestro último encuentro no fue lo que se dice
agradable... Me dijo que se las pagaría algún día, y
por eso está aquí.

-Jesús... Debería olvidarlo y seguir con su vida...


¿Cuánto hace de eso? ¿Diez años? Qué pérdida de
tiempo... -Kerry cruzó los brazos sobre el pecho-. Me
produce escalofríos.

-Mmm... -se reafirmó Dar-. En fin, el caso es que no


nos queda otro remedio que lidiar con él. Si continúa
presionándote puedes decirle que no te interesa... o
que estás comprometida con otra persona.

-Ambas excusas son completamente ciertas


-sentenció Kerry-. Se te está enfriando el sándwich
-añadió asestándole un leve golpe en el hombro.

La mujer sonrió, abrió la bolsa, sacó la comida y


devoró de un bocado la primera patata.

-Mmmmmm... Apuesto a que la expresión de María al


ver esto no fue precisamente agradable. -Dio el
primero mordisco al pan antes de continuar-. Ella
suele traerme ensalada de pollo en pan de pita.

Kerry la observó complacida durante un minuto.


Después se levantó.

-No, no lo fue... Pero nada comparado con la que


puso cuando la vieja víbora de Steve se puso a
flirtear conmigo. -Tocó el hombro de Dar, ésta vez
cariñosamente-. Creo que ella también tiene un lado
protector.

-Mmhmm... -Dar asintió, con la boca llena-. Es que


piensa que eres una especie de reencarnación de la
Virgen María por conseguir que haya cambiado los
frutos secos por mi habitual surtido de chocolate.

Kerry resopló suavemente.

-Tampoco fue tan difícil... Vamos, cualquiera podría


haberlo hecho.

Dar estudió su sándwich durante un momento, antes


de darle un bocado.

-Nadie lo había intentado antes -comentó


casualmente mientras masticaba a dos carrillos,
disfrutando el agradable sabor del pan tostado-.
Hasta mi madre desistió en su momento.

-Ya veo... -Kerry se movió ligeramente a un lado, lo


justo para dejar un bombón errante fuera de la vista
de Dar-. Puedo llegar a ser muy cabezota, sin
mencionar también mi pequeño lado posesivo
-añadió sonriendo-. ¿Tu madre era de los verdes?

-Vegetariana -le corrigió Dar, limpiándose la boca-.


Lo intentó conmigo durante un tiempo... pero mi
padre me dijo que incluso de bebé tiraba fuera del
plato los guisantes y me lanzaba a por la
hamburguesa que él se estaba comiendo. Debía
sacarla de quicio con eso... -Se acabó las patatas y
metió todos los restos en la bolsa hasta que todo
quedó tal y como estaba al principio-. Gracias...
Ahora tengo tiempo de sobra para repasar este
maldito informe antes de la reunión del Comité
Ejecutivo... Y tengo que ver a un nuevo cliente a las
cuatro... No creo que esté libre antes de las siete.
Kerry asintió.

-He quedado con algunos de los chicos en el


gimnasio para hacer una sesión de escalada a las
seis... ¿Habrás acabado para nuestra clase?

-Oh sí -respondió Dar positivamente-. Estaré lista


para entonces... El día se me está haciendo eterno, y
sólo es la hora de comer.

-Tranquila. -Las manos de Kerry encontraron el cuello


de su jefa, sintiendo la tensión de sus hombros. Se
situó detrás de la silla y comenzó a obsequiarle con
un agradable masaje, disfrutando a su vez de la
tibieza de su piel bajo la fina blusa de seda-. Estás
muy tensa, ¿verdad?

-Mmm... -Dar cerró los ojos y dejó caer la cabeza


hacia delante, rindiéndose plácidamente al contacto
de su compañera-. Sí... wow... vaya, es fantástico...

Reconoció entonces la bondad de aquella sensación.


No sólo por el masaje y la distensión que causaba en
su cuerpo, sino también la calidez y la preocupación
que prácticamente podía sentir surgiendo a través de
Kerry. Aquello hizo que todo lo malo del día hasta
entonces se desvaneciera, y la dejara en un estado
mucho más propicio para encarar su inminente
reunión. Por fin, cuando la joven hubo acabado, se
irguió y levantó la vista hacia ella.

-Gracias

Kerry volvió a sonreír.

-De nada... Será mejor que me vaya. ¿Lo de los


contratos era verdad o sólo una excusa para
retenerme aquí?

Una leve carcajada.


-No soy tan mala... Ten. -Dar le alargó las carpetas-.
Son tres nuevos... y, por si no te lo había dicho
antes, hiciste un gran trabajo con la estructuración
de los dos de la semana pasada. -Y era verdad, ya
que los planes de negocio y las cláusulas iniciales se
habían revelado realmente bien consideradas y
eficientes-. Recibí una nota de Eleanor sobre la
reunión del New England Power... Al parecer quedó
muy impresionada por cómo lo manejaste.

Kerry irradiaba alegría. Una gran sonrisa cubrió su


rostro y sus ojos parecieron brillar con luz propia
mientras asimilaba aquel cumplido.

-Wow... gracias... -De alguna manera, cuando Dar


hablaba de negocios con ella conseguía olvidarse de
su relación y simplemente reaccionaba como
cualquier otro lo haría para conseguir el beneplácito
de sus superiores. Era una sensación extraña, casi
como si Dar y ella fueran dos personas diferentes:
compañeras de trabajo por un lado, y una pareja, a
secas, por otro-. Me alegro de haberlo hecho bien.

En ese momento, el teléfono de Dar rompió el


encanto con su sentido de la oportunidad habitual.

-¿Dar? -resonó la voz de María al otro lado con aire


resignado.

-¿Sí? -respondió la ejecutiva, apoyándose en un codo


sobre la mesa.

-Personal, línea uno.

-Apuesto a que sé de qué se trata -suspiró Dar-.


Gracias... -y pulsó el botón-. Dar Roberts.

-Eres una fuente constante de problemas, ¿lo sabías?


-La voz de Mariana surgió a medias entre irritada e
irónicamente divertida-. ¿Intentas batir el récord de
quejas o qué?

Dar levantó las manos dejándolas caer después


pesadamente.

-¿Qué he hecho esta vez?

-Oh... déjame ver... -Se oyó un ruido de papeles,


pasados uno tras otro-. Ser desagradable,
obstruccionista, poco cooperativa, en detrimento del
progreso del negocio...

-No es cierto, Mari -dijo Kerry por encima de los


hombros de su jefa-. Yo estaba aquí. En realidad se
comportó con bastante educación.

Mariana suspiró.

-¿Qué es lo que quería?

-A mí -contestó Kerry-. Que yo y otro miembro del


equipo fuésemos asignados a su mando durante dos
meses mientras él... nos ponía directamente de
patitas en la calle.

Lo siguiente que oyeron fue una leve y fluida


maldición.

-Y tú te negaste, ¿no es eso?

-Le dije que no tengo tiempo ni empleados para


dedicarle en su estúpido juego... y que si lo que
quería eran perros a los que poner a escarbar en la
basura, te los pidiese a ti -replicó Dar-. No voy a
ceder a mi gente, y mucho menos a mi valiosa y
eficiente ayudante, a ese montón de m...

-Ya me hago una idea -le interrumpió justo a tiempo


la Vicepresidenta de Personal-. En fin... le ha
mandado una copia de la queja a Les, junto a un
montón de estadísticas... El asunto no me gusta,
Dar... Te guardaré una copia.

Dar tamborileó con los dedos en la mesa.

-¿Le envió algo a José?

Un momento de silencio.

-Em... ahora que lo dices, no -respondió Mariana.

Dar sonrió.

-De acuerdo... gracias. Ya me las veré con Les si se


decide a meter las narices. -Atrajo hacia sí una de las
carpetas que abarrotaban su escritorio-. ¿Te veré en
la sala de conferencias?

-Cuenta con ello -afirmó Mariana, colgando el


teléfono.

-Parece que va en serio, Dar -expuso Kerry,


frunciendo el ceño en señal de preocupación-. ¿No
sería más fácil darle simplemente lo que quiere?
Quiero decir... de todas formas no va a encontrar
nada, por mucho que investigue nuestro
departamento.

Los pálidos ojos azules de la ejecutiva recorrieron la


habitación antes de volver a caer sobre el rostro de
Kerry con significativa intensidad.

-Sí, eso sería lo más fácil -convino con sequedad-.


Pero no pienso hacerlo. -La ferocidad de su voz
sorprendió a Kerry-. ¿Quiere pelea? Pues la va a
tener.
*****
Dar miró el reloj al tiempo que entraba en su
despacho. La reunión con el cliente se había alargado
casi una hora más de lo previsto, pero había acabado
en un punto bastante alentador, por lo que no
consideró aquello como tiempo perdido. Faltaban
pocos minutos para las siete, pensó, y sacó su
teléfono móvil al tiempo que presionaba las teclas de
memoria. Tres toques... cuatro... y el agudo sonido
de la línea dejó paso a una voz infinitamente más
agradable al oído, aunque con la respiración
entrecortada.

-Hey....

-Oh... -Kerry se detuvo para coger aire-. Hey... ¿qué


tal?

-¿Dónde estás? -quiso saber Dar al sentir en su oído


la agitada respiración de su ayudante.

-Más o menos a la mitad del muro, colgando de una


mano -respondió la mujer rubia-. Oye... sabes que
adoro hablar contigo, pero podrías...

-Lo siento -se disculpó Dar-. Acabo de llegar de la


reunión... Estaré ahí en unos diez minutos.

-Vale... se lo diré a los demás -respondió Kerry-.


Ooooop... espera... vale. -Suspiró-. Así está mejor...
Me has pillado como quien dice cabeza abajo y
tratando de subir a pulso... Vaya, que casi me disloco
el brazo.

La ejecutiva rió entre dientes suavemente.

-Vale... Bueno, vuelve a poner las dos manos en esos


agarres, ¿de acuerdo? Te veo en un momento.
-Esperaba con ansiedad aquella clase, así como pasar
algo de tiempo con Ken-. Y ten cuidado.

-Vale... nos vemos... -Kerry colgó el teléfono y busco


la manera de devolverlo a la parte trasera de sus
pantalones cortos-. En momentos como este me
alegro de haber comprado el modelo pequeño
-comentó al muro irregular que se alzaba frente a
ella-. Bueno, hora de bajar.

Deshizo lentamente la ruta que había seguido en la


subida, yendo de agarre en agarre hasta que estuvo
a la suficiente distancia del suelo como para dejarse
caer sin peligro. Sintió las hasta entonces invisibles
huellas del esfuerzo en las caderas y los hombros, los
estiró con cuidado y se recostó contra el muro para
recuperar la respiración.

-Whoo... -Agitó y flexionó las manos para recuperar


el dominio total de los músculos y seguidamente salió
de la sala de escalada para echar un vistazo a la
multitud que llenaba el gimnasio-. Ah -exclamó
localizando a Ken de pie junto a su pequeña oficina y
encaminándose hacia él.

Él levantó la vista al verla y le obsequió con una


radiante sonrisa.

-Hola.

-Hola, Ken... -La mujer se secó la frente con la toalla


que llevaba enganchada al cinturón-. Dar viene para
acá... Al parecer la reunión se alargó más de lo que
esperaba.

Ken se frotó el cuello.

-Aún estoy dolorido de la última noche -comentó


avergonzadamente. Dar le había sorprendido con una
patada lateral directa a la mandíbula que hizo que su
cabeza saliera disparada hacia un lado con más
brusquedad de la recomendable-. ¿No podríamos ir
simplemente a tomar un café o algo así?

Kerry rió suavemente.

-Disfruta mucho de vuestras sesiones... pero no creo


que le importe si se lo pides. -Levantó la vista cuando
Colleen entró en escena, ya ataviada con su habitual
equipo de entrenamiento-. Eh, Col... dame unos
minutos. Dar está a punto de llegar.

La pelirroja sonrió.

-Bien... Pensaba que llegaba tarde... Dos de los


cajeros han tenido problemas y nos hemos pasado
una hora tratando de ver qué pasaba. -A
continuación tiró de los pantalones cortos de Kerry-.
Vamos a beber algo mientras.

-Sí... aún tengo que ir a por mi equipo -informó


Kerry-. ¿Tú quieres algo, Ken?

-No... -El agente del gimnasio negó con la cabeza- Id


vosotras... Tengo que darme una vuelta por aquí
-afirmó señalando a un pequeño grupo de mujeres
con aire desorientado-. Nuevos miembros.

Kerry asintió y echó a andar detrás de Colleen hacia


la barra donde servían los zumos.

-Pídeme uno de fresa y plátano, ¿quieres? Voy a


cambiarme. -Dirigió sus pasos hacia los vestuarios,
saludando con la mano a tres sudorosas mujeres que
pasaban por allí-. Hola chicas...

-Hola Kerry -dijo la que estaba más cerca, una


especialista en programación que trabajaba en el
departamento de Mark-. ¿Y la jefa?

-Viene de camino. -La mujer rubia sonrió alcanzando


el cuarto forrado de taquillas, que resonaba
reproduciendo el siseo de las duchas y los chasquidos
de las cerraduras contra las puertas de metal. Abrió
la suya y sacó sus pantalones de algodón, un top y
un cinturón, todos ellos del mismo tono de blanco. A
continuación se deshizo de las mallas cortas y la
camiseta que había usado en la escalada, junto con
las rodilleras, eficientes a la hora de evitar que se
dejara las rodillas destrozadas contra la áspera
estructura de hormigón.

Casualmente dirigió su mirada hacia la derecha y se


encontró mirándose a sí misma en el espejo,
deteniéndose un momento para evaluar el reflejo.
Giró sobre sí misma a derecha e izquierda para
apreciar la firme curvatura de su cadera, cuyos
músculos lucía ahora bastante más pronunciados de
un tiempo a esta parte. Deslizó una mano sobre su
cintura, descubriendo con satisfacción que la formas
de sus abdominales empezaba ya a adivinarse bajo la
piel que los cubría.

-Hmmm... -Alzó una ceja ante sí, contemplando


ahora el movimiento de los músculos de su hombro
acompasados con su brazo. La verdad es que le
había llevado un tiempo conseguirlo... Estaba
demasiado acostumbrada a su propia idea de sí
misma, y aquel cambio no le había hecho sentir
precisamente cómoda al principio.

"De acuerdo", pensó suspirando mientras se


enfundaba en los pantalones de algodón. "Muy
incómoda". Su mente regresó a los tiempos en que
se veía condicionada por las ideas de su madre
acerca de lo que una mujer podía y no podía ser. Y
desde luego, no debían parecer atletas de lucha libre.
Delgadas... elegantes... serias... Eso sí.

En fin...

Y la verdad es que había un montón de personas en


el gimnasio que encajaban perfectamente con las
ideas de su madre, limitándose estrictamente a los
ejercicios de aeróbic y a las saunas hasta dejar su
cuerpo como el de un galgo y huyendo de las
máquinas y la musculación como de la peste.

Dar se había empleado a fondo en demostrarle que


había otro modo de ver las cosas. La mujer
consideraba que el desarrollo de la fuerza era una
parte muy importante en el cuidado de la salud, se
mostraba orgullosa de cada músculo que formaba y
torneaba su cuerpo y explicó a Kerry con un toque de
timidez que ella lo prefería así, puesto que éstos se
encargaban de consumir una buena parte de los
excesos de alimentación que cometía más que de vez
en cuando.

Todo aquello sonó tan lógico a Kerry que decidió que,


si iba a compartir su vida con Dar, lo mejor era hacer
un esfuerzo para que la rutina de comidas de la
ejecutiva no acabaran con ella. Descubrió que le
gustaba el ejercicio a medida que iba desarrollando
su capacidad física, y le complació darse cuenta de
que había disfrutado del rato que había pasado
escalando tanto como lo haría con el medio kilo de
fresas y la taza de espeso y oscuro chocolate que
esperaba en casa. Como si hubiese oído sus
pensamientos, su estómago eligió aquel momento
para rugir con fuerza.

La mujer sacudió la cabeza y, con una sonrisa, cerró


con llave la puerta de la taquilla y se dirigió a la
salida ajustándose el cinturón.

-Te lo has tomado con calma... -dijo Colleen


empujando amablemente el vaso de zumo hacia
ella-. Bueno, ¿qué tal tu semana?

Kerry suspiró.

-Personalmente, fantástica. Profesionalmente


también, excepto por el tipo nuevo del que te hablé...
No ha parado de dar problemas. -Bebió un largo
sorbo de la espumosa bebida de fruta, disfrutando de
su ligero sabor amargo-. Quiere hundir a Dar.

Colleen echó también un gran trago y jugueteó con


la servilleta.

-Vaya... Ten cuidado con eso, cariño... No te quedes


atrapada en la línea de fuego -le aconsejó-. Dar es
perfectamente capaz de cuidarse sola.

-Me temo que ya estoy en medio -dijo la mujer rubia


con un cierto aire pesaroso-. El asunto apesta... pero
sabremos manejarlo. -Sus ojos fueron hacia la puerta
justo en el momento en que ésta se abría dejando
paso a una silueta familiar. Dar aún llevaba su traje
de negocios, pero traía la bolsa de deporte colgada
del hombro, y la recolocó contra su espalda al tiempo
que sus ojos recorrían el interior del gimnasio.

Le llevó menos de cinco segundos, según las cuentas


de Kerry. Solían jugar a ese juego con regularidad:
ver el tiempo que tardaban en localizarse en medio
de una habitación atestada de gente. Para cuando el
número cuatro se dibujó en su mente, unos ojos
azules encontraron los suyos, y los labios de Dar
formaron la más sincera de las sonrisas. A
continuación, echó a andar hacia donde ellas
estaban, esquivando graciosamente un par de cintas
de carrera apuntaladas en medio del área de
máquinas.

-Hey -dijo Kerry ofreciéndole un trago de su bebida-.


¿Cómo te ha ido?

Dar se encogió de hombros.

-Igual que siempre. -Aceptó el vaso y tomó un


sorbo-. Hola, Colleen.

La pelirroja sonrió.

-Hola, Dar... ¿Podemos trabajar en series de


puñetazos hoy?

-Claro -respondió Dar devolviendo el vaso a su


dueña-. Voy a cambiarme... os veo en el tatami.
-Acto seguido, se dirigió a los vestuarios, hacia la
taquilla contigua a la de Kerry, y la abrió. Dejó su
bolsa dentro y se cambió rápidamente, deleitándose
en la sensación de aquel incómodo traje, la camisa,
las medias y los zapatos abandonando su cuerpo y
siendo sustituidos por unos pantalones de algodón y
unas zapatillas de corte flexible.

Colgó la ropa de trabajo y se acomodó la camiseta


larga antes de sacar un cinturón negro de la bolsa,
darle un par de vueltas y ceñirse la cintura con él.
Llevarlo, al principio, había resultado extraño. Estaba
acostumbrada a trabajar con el entrenador de la isla
en pantalón de chándal y camiseta corta, pero
cuando empezó a dar ella las clases, Ken le aseguró
que sus alumnos se sentirían menos impresionados si
de hecho se vestía con su propia ropa. Así, se
encontró rebuscando en los viejos baúles que
contenían todos sus artículos personales hasta dar
con aquella indumentaria. De hecho, le sorprendió de
que aún le valiese. Y de hecho también había tenido
sus dudas sobre si ir vestida así, pero se disiparon
como la niebla tan pronto como Kerry dijo que le
gustaba su aspecto.

Está bien, está bien... En realidad sus palabras


exactas fueron que estaba muy atractiva, y desde
aquel momento ni se había planteado vestir de otro
modo.

-¿Egocéntrico? -se preguntó a sí misma un poco


avergonzada-. Bueno... tal vez un poco. -Cerró la
taquilla y salió del vestuario.

Todos la estaban esperando: un grupo de diez,


contando a Kerry y a Colleen. Dar les dirigió durante
el calentamiento habitual, aprovechando para
desperezar sus propios músculos. Siguió
desarrollando unos cuantos conceptos que sólo
habían tenido tiempo de ver por encima la semana
anterior y de ahí enlazó con la lección específica del
día. Como de costumbre, Kerry la observaba con aire
de profunda concentración, el ceño fruncido y la
lengua asomando apenas entre los dientes y los
labios mientras repetía el ejercicio. Al principio con
cierta indecisión, y después con creciente confianza.

-Genial -la elogió Dar-. Vale... ahora tú y Colleen, una


contra otra. -El resto de la clase observó mientras la
rubia y la pelirroja se tanteaban manteniendo la
distancia, y Kerry se adelantó agarrando el brazo de
Colleen y la mandó por los aires, dejándola caer a
plomo y sentada en el suelo con aire aturdido-. Eso
es.

-Ugh. -Colleen miró de soslayo a su amiga-. Si sigues


así tendré que estar sentándome sobre almohadones
el resto de la semana.

Kerry sonrió y le ofreció una mano.

Dar no esperaba disfrutar enseñando. Se ofreció


voluntaria en un impulso inconsciente y más tarde
casi se había arrepentido de ello, pero con el paso de
las semanas se encontró a sí misma esperando
impacientemente el momento de dar su pequeña
clase.

-Vale... Muy bien. -Asintió con la cabeza, y dos de los


hombres del grupo se dispusieron a enfrentarse a
modo de demostración-. De acuerdo... esa patada un
poco más alta... tienes que impactar justo sobre la
rodilla. -Se acercó y tocó al hombre en el muslo-.
Aquí.

La clase terminó sin problemas y Dar se reclinó


contra la pared, observando cómo Ken se acercaba
lentamente con una mirada de disculpa en su rostro.

-Buenas noches, Ken -le saludó-. ¿Cómo tienes el


cuello? -En realidad, no había pretendido golpear al
pobre chico de aquella manera... Sólo intentaba
probar un movimiento que se le resistía de un tiempo
a esa parte, no esperaba que le saliese... Y le salió, lo
cual sorprendió a ambos. Mejor dicho, ella se
sorprendió. Ken para ese momento estaba
demasiado ocupado contando estrellas con la espalda
pegada a la lona.

-Duele como un demonio... -admitió-. Creo que voy a


tomarme la noche libre.

Dar se mordió el labio.

-Lo siento -le dijo sinceramente.

-Bah, olvídalo. -Chasqueó la lengua para restarle


importancia al tema y alzó la mirada hacia ella-. Oye,
Dar... ¿has pensado alguna vez en volver a competir?

La pregunta le pilló desprevenida.

-No, yo... -empezó, dudando por un momento qué


decir-. No... Vamos, Ken... Han pasado diez años. Ya
no estoy para esos trotes.

El hombre agitó negativamente la cabeza.

-Siento no estar de acuerdo... Quiero decir que no sé


si te interesará, pero me pasé por la competición el
fin de semana pasado y tengo que decirte que,
sinceramente... Dar, habrías salido de allí con el
trofeo en la mano. -Se metió las manos en los
bolsillos, encogiéndose de hombros-. Sé que es sólo
a nivel local, pero podrías volver si quisieras.
Controlas todos los movimientos. Sólo te supondría
un poco más de preparación física.

Su primer impulso fue decir que no. Definitivamente


no. Su vida ya era complicada de por sí, no tenía
tiempo para planteárselo en serio... o al menos no
para aportar toda la dedicación que requería algo así.

Pero....
Una seductora sensación, que ella creía enterrada y
olvidada desde hacía tiempo, empezó a abrirse paso
de nuevo en su interior, recordándole lo mucho que
se había divertido en sus días de competición. Lo
mucho que había disfrutado ganando. Quizás el
haber visto de nuevo a Steven había hecho vibrar
aquella parte de sí misma atrayéndola a la superficie,
pensó abstrayéndose por un momento. Después, sus
ojos se clavaron en el expectante rostro de Ken.

-Lo pensaré -le dijo con serenidad-. No sé... La


verdad es que no me lo había planteado hasta ahora.

Él se limitó a sonreír.

-De acuerdo, piénsatelo... -le dijo golpeándole


suavemente en el brazo-. Hablaremos en un par de
días.

Dar cruzó el ajetreado gimnasio, con expresión


pensativa.
*****
Kerry se relajó en el suave asiento de cuero y respiró
profundamente.

-Dios, me muero de hambre... Suerte que metí aquel


bol de pollo satay en el frigorífico antes de salir de
casa.

-Mmm... eso suena bien -afirmó Dar con la vista fija


al frente.

La joven giró la cabeza hacia ella, estudiando su


perfil.

-Estás muy callada esta noche -dijo después de un


momento de silencio-. ¿Va todo bien? ¿Aún sigues
dándole vueltas a lo del señor bola de estiércol?

Sus claros ojos azules abandonaron la carretera y se


dirigieron a ella por un momento.

-No se merece ni que me preocupe por él -declaró,


aun sabiendo que era mentira-. Me las arreglé para
tocarle un poco las narices a José... Le di una copia
de ese e-mail. -Rió entre dientes con suavidad-.
Nunca le había visto llegar a semejante tono de rojo
en tan poco tiempo... Aunque he de admitir que
suelo tener ese efecto sobre él.

Kerry se estiró reclinándose sobre el reposa-brazos.

-¿Qué es lo que espera conseguir, Dar? Me refiero a


Fabricini.

-¿Su objetivo? -Dar giró hacia la terminal del ferry y


metió el coche en la embarcación que acababa de
atracar. Aparcó, y bajó las ventanillas antes de
apagar el motor. El gélido aire de enero recorrió el
interior del automóvil, impregnándolo con el olor
salado del mar y se recostó, con una rodilla sobre el
volante-. El puesto de José y mi cabeza -afirmó-. Y si
consigue probar que perdimos dinero por algo que yo
haya hecho tendrá una buena oportunidad de
conseguir ambas cosas.

Kerry pestañeó.

-Pero... ¿cómo va a hacerlo? Tú sabes que no ha


pasado nada de eso.

Dar desvió la cabeza hacia un lado.

-Nadie es perfecto, Kerry... Tal vez consiga descubrir


alguna ocasión en que pudimos haber hecho mejor
nuestro trabajo, y que por tanto provocó pérdidas...
Hay demasiadas cosas en marcha al mismo tiempo, y
muchas de ellas requieren decisiones rápidas y
basadas en la mejor información disponible... Podría
ocurrir. -Dejó caer las manos sobre su rodilla-. Pero
le tengo preparado un buen contraataque... Va a
tener que dar con algo realmente escandaloso para
hacerme daño, así que no me preocupa demasiado.
-Quedó en silencio y observó el agua encrespada que
quedaba tras el rastro del ferry y borrada la silueta
de la luna de su superficie.

-Entonces... ¿qué es lo que te preocupa realmente?


-inquirió Kerry en tono condescendiente-. ¿El hecho
de que se lo tome como algo tan personal?

Dar pensó un momento sobre ello.

-Puede ser -admitió-. O tal vez que esté husmeando


sobre mí... -Una sonrisa triste atravesó su rostro-. Y
si descubre lo nuestro, seguro que lo utilizará como
arma.

-Mmph... -Kerry giró su cabeza a un lado, dejándose


mecer por las olas mientras atracaban en la isla-.
Bueno, sólo tenemos que asegurarnos de que eso no
ocurra... ¿verdad?

Dar sacó el coche del barco, atravesando la cortina


de agua que lanzaban las olas sobre el muelle, y
tomó la carretera que conducía a su casa. Aparcó
junto al Mustang de Kerry y apagó el contacto.

-Vamos... A cenar a gusto, hasta que no podamos


más. -Salió recogiendo su bolsa y esperó a que Kerry
la alcanzara antes de subir corriendo las escaleras y
abrir la puerta.

Entraron rápidamente y encendieron las luces.


Después Kerry dejó caer su bolsa en el sofá y
atravesó la cocina hacia el trastero, de donde surgía
toda una serie de agudos chillidos.

-Vale, vale Chino... calma... -Abrió la puerta y dejó


salir al pequeño labrador, de tres meses de edad-.
¿Nos has echado de menos?
La cachorro trepó por su pierna dando saltos arriba y
abajo hasta que ella la levantó y la estrujó en un
fuerte abrazo.

-Hey... -Kerry sonrió al sentir una pequeña lengua


rosada contra su cuello-. ¡Eh... sin morder! -Los
pequeños dientes afilados mordisqueaban su piel
mientras se dirigía hacia el cuarto destinado al
cachorro-. Te has portado bien, ¿no?

Dar llegó en ese momento, y la perrita empezó a


lloriquear retorciéndose en su dirección.

-Hey, pequeña...

-Está bien... está bien... -Kerry se la entregó-. Vete


con ella... Ya sé a quién prefieres de las dos... Mira,
Dar. Hoy no ha hecho ninguna de las suyas.

La mujer morena recibió un mordisco en la nariz


antes de mirar atentamente el cuarto.

-Fíjate... Buena chica -elogió al cachorro-. Recurrir a


los servicios de la urbanización para que la saquen un
par de veces al día fue todo un acierto, ¿no crees?

-Así es -afirmó Kerry-. ¿Quieres dar una vuelta con


ella mientras preparo la cena? -Contempló con
indulgencia a la mujer que acariciaba el mentón del
animal, haciendo que la placa que llevaba al cuello,
con su nombre y la dirección de la casa, tintineara
suavemente-. ¿Dar?

-¿Hmm? -La ejecutiva levantó la mirada-. Oh... sí...


perdona. -Acto seguido besó al cachorro en la
cabeza-. Vamos, Chino... salgamos... a ver si haces
pis, ¿eh? -La dejó salir por la puerta trasera y bajar la
escalera del patio hacia la zona ajardinada, bañada
por la luz de la luna.

Kerry no pudo evitar reír mientras se lavaba las


manos.

-Nadie en el trabajo creería esto aunque lo oyera.


-Agitó la cabeza irónicamente. Dar había demostrado
tener un toque extremadamente tierno cuando
descubrieron aquella pequeña adicción mutua, y
Chino pronto se había ganado una provisión vitalicia
de galletas para perros con sus nobles ojos castaños
y un par de trucos bien aprendidos. No era extraño
ver a Dar con la cachorro sentada junto a ella,
levantando la pata y acariciándole suavemente la
pierna, y a la bien entrenada humana dándole
inmediatamente una galleta Iams que Chino
devoraba con visible regocijo.

Era una escena deliciosa, y Kerry adoraba observar


cómo los intimidantes ojos azules de su amante se
volvían adorables y suaves cada vez que se giraban
en la dirección del animal.

Preparó el pollo y un poco de arroz, y añadió al plato


habichuelas verdes al vapor para acompañar.

-Eso servirá. -Se sacudió las manos y recogió su


bolsa al tiempo que echaba un vistazo a la sala de
estar con una agradable sensación de calma. Al
principio, le había parecido demasiado estéril, fría,
pero desde su mudanza había convencido a Dar para
que colocara algunos de sus objetos personales,
añadiendo algo de su propia sustancia en ello, y
ahora la atmósfera era más cálida y alegre. Incluía
unas cuantas ilustraciones que habían adquirido en el
Festival de Grove Art, un colorido paño tradicional
trenzado a mano que hacía las veces de mantel sobre
la mesa central, con una escultura de bronce de unos
delfines nadando en el mar. También se las había
arreglado para sacarle unas pocas fotos a Dar,
incluyendo dos de sus años de Universidad en las
que Kerry pensaba que estaba adorable, y
añadiéndolas a las suyas en los huecos del recibidor.
Había quedado muy bien. Kerry corrió escaleras
arriba y dejó el portátil en su despacho antes de
entrar en su cuarto.

Su cuarto. Aún tenía que convencerse de ello durante


un segundo cada vez que atravesaba el umbral de la
espaciosa habitación de techo abovedado y puertas
de cristal, que dejaban caer en sus ojos una
impresionante visión del Océano Atlántico. Había
traído ya casi todas las cosas de su apartamento,
aunque seguía pagando el alquiler temporalmente, y
se le seguía haciendo raro ver a Pooh con los brazos
abiertos como de costumbre encima de la cómoda y
acolchada silla que utilizaba para leer, justo en el
lugar de la habitación más propicio, puesto hacia ella
el sol entraba con la inclinación perfecta a través de
la nítida superficie acristalada. Había colgado sus
cuadros en las paredes, su edredón cubría la cama y
sus trastos plagaban el aparador en un desorden que
obviamente sólo ella entendía.

Kerry dejó caer su bolsa y fue hacia las puertas de


cristal, deslizando una de ellas lo suficiente como
para poder salir a la terraza cubierta con la única
finalidad de quedarse allí de pie y contemplar el
agua, oscura y ondulante, durante un momento. La
brillante luna teñía de plata las olas. Olía a sal, a la
frescura del césped justo debajo y el aroma del nogal
que se alzaba en el club de playa cercano a la casa.

Aquello era precioso y ella lo adoraba, incluso aunque


a veces tuviese que pellizcarse a sí misma para
convencerse de que era real y no sólo un extraño
sueño, ya no sólo por la casa sino por su vida en
general. A veces hasta le daba miedo irse a dormir
por la noche, temiendo levantarse un día y que todo
se hubiera esfumado.

Suspiró.

-Vamos, Kerry... vuelve a la Tierra y cámbiate para


cenar -se reprendió a sí misma.

Volvió adentro cerrando las puertas tras de sí y se


deshizo de la ropa del trabajo, sustituyéndola por su
camiseta de dormir favorita y colgando la chaqueta y
la falda en el enorme armario empotrado, del que
Kerry juraba y perjuraba que era del mismo tamaño
que su vieja habitación en el apartamento de Kendall.

En ese momento, un leve gemido llamó su atención y


se volvió a tiempo de ver a Chino, que entreabría su
puerta asomando la nariz y avanzaba tropezando
hacia ella, tras haber subido trabajosamente las
escaleras. Su más reciente habilidad.

-Hey, Chino... ven aquí cariño. -Kerry se tumbó en la


cama dejando que el cachorro trepase por sus
piernas, y jugó con ella un rato, levantándose
después y dirigiéndose de nuevo al piso inferior con
la mascota tras ella en todo momento.

Dar estaba en su despacho, trabajando en algo, y


levantó la mirada cuando Kerry asomó la cabeza
desde detrás de la puerta. Por un minuto, sólo se
miraron la una a la otra, hasta que Dar se reclinó en
el respaldo de su cómoda silla.

-Huele muy bien... -Se puso las manos detrás de la


cabeza y arqueó la espalda, de forma que el fino
tejido de su camiseta de béisbol se ciñó a las curvas
de su esbelto torso-. Ken me ha dejado caer algo
esta noche... Me... ha sugerido que podría volver a
competir.

Kerry se acercó a ella y apoyó su peso sobre el brazo


del sofá.

-¿En serio? -preguntó mientras observaba de cerca el


rostro de Dar-. ¿Y quieres hacerlo?

La mujer se mordió el labio inferior en su


característico gesto de concentración.

-No lo sé... Cuando lo mencionó, lo primero que me


vino a la cabeza fueron todas las razones por las que
no podría... y te aseguro que algunas eran realmente
buenas. -Antes de continuar, se encogió de
hombros-. Es decir: requiere tiempo, mucho
esfuerzo... entrenamiento... -En este punto, lanzó un
sonoro suspiro-. Ha pasado mucho tiempo... y no sé
si sería capaz.

-¿Pero? -aventuró Kerry, adivinando un tinte de


indecisión en sus palabras.

Por su parte, la ejecutiva levantó las manos un


momento y las dejó caer de nuevo sobre los brazos
de la silla.

-Quizá las sesiones de ejercicio que hemos estado


haciendo... me han despertado algún estúpido gen
de adrenalina... No sé... No hago más que pensar en
si podría volver a ponerme a mi antiguo nivel. -Alzó
la mirada-. ¿Qué opinas tú?

La mujer rubia la estudió en silencio un momento.

-Creo que deberías ir a por ello. -Sonrió-. Adoro las


clases, pero veros a ti y a Ken después es como un
soplo de aire fresco... Hay algo increíble en tu
expresión cuando te enfrentas a él.

Dar se rascó la barbilla con un leve atisbo de


vergüenza.

-¿En serio?

-Te lo aseguro. -Kerry le tendió una mano mientras


consultaba su reloj-. Venga, seguiremos hablando
durante la cena. Ya debe estar lista.

Se sentaron frente a la gran pantalla de televisión y


Dar la encendió rápidamente después de que Kerry le
sirviera un humeante plato de comida.

-Oh... mira, el Fanático de los Cocodrilos -observó-.


¿A por qué irá esta vez?

Kerry observó la pantalla.

-Serpientes. -Se llevó a la boca un poco de pollo con


arroz, al que en el último momento había añadido
jengibre y especias-. Mmmm... Sí, serpientes de
cascabel. -Agitó la cabeza-. Jesús... las está cogiendo
por la... Dar, se va a meter en una cueva llena de
esos bichos... ¿Es que el Discovery no teme que le
pongan un pleito cuando se lo coman vivo?

Dar levantó su plato y empezó a cenar.

-Probablemente le hayan hecho firmar un documento


por quintuplicado que les exima de cualquier
responsabilidad legal con él. -La salsa de cacahuete
picante del pollo contrastaba con el agradable sabor
a jengibre del arroz, y Dar suspiró con satisfacción-.
Kerry, está todo delicioso.

-Gracias -respondió antes de echar un largo trago de


su té helado-. Hay fresas de postre.

-Lo sé. -Dar rió entre dientes suavemente y pasó su


brazo por los hombros de la mujer al tiempo que
daba el primer bocado a la que le ofrecía-. Bueno, ¿y
qué está haciendo ahora? Oh... eh, ¿su mujer está
embarazada?

-Eso o devora bombones de cocodrilo fuera de las


horas laborales -dijo Kerry con desgana-. La arrastra
a las montañas y le hace tocar serpientes de
cascabel... ¡Jesús! -El hombre de la pantalla
retrocedió levemente ante la furiosa hembra que
tenía en las manos-. ¿Te gustan estos bichos? No,
Steve... ¡No pienso hacerlo! -Dijo masticando-. A
pesar de eso, tiene un acento encantador. -Extendió
la mano, agarró una habichuela del plato de Dar y se
la ofreció-. Toma... las he salteado con un poco de
mantequilla de ajo... Pretendía hacer una especia de
fritura a la francesa.

Dar se comió la habichuela masticándola


especulativamente.

-Creo que estoy siendo bastante condescendiente.


-Pestañeó-. Fíjate... debe haber una docena de
serpientes debajo de esa roca... ¿Por qué no se
estará quieto un rato? Espera... ¿Acaba de decir
"mierda"?

Kerry frunció el ceño.

-Sí... lo ha dicho... ¿Qué?... ¿Has visto lo pálido que


se acaba de poner? -Subió un poco el volumen-.
Oh... Dios... tiene una serpiente entre las piernas.

Su amante reventó en carcajadas.

-Bueno, no es lo que se dice original, pero...

-Tch... ¡Dar! ¡NO! ¡Tiene una serpiente entre las


piernas! Mira... se están poniendo nerviosos... ¡No
sabe qué hacer! -Observaron cómo el tipo retrocedía
lentamente y luego salía corriendo como alma que
lleva el diablo-. Wow... eso sí que ha sido
emocionante... Me pregunto si emitirían las escenas
si realmente una serpiente venenosa le hubiese
mordido en sus partes.

-Bueno... -Dar reía ya sin ningún tipo de control


sobre sí misma-, al menos ahí se puede hacer un
torniquete... Imagínate que fuese en la cara. -Suspiró
y masticó una gran cucharada de arroz-. Creo que es
un adicto a la adrenalina.

Se quedó en silencio por un momento. Buscar esas


sensaciones... esa excitación... ¿Era eso lo que la
estaba empujando a retomar la agresividad de la
competición? Por otro lado, ¿qué iba a sacar de
volver diez años atrás en el tiempo para intentar
recuperar aquel pequeño pedazo de gloria? ¿Se
trataba de un mecanismo de defensa ante el hecho
de que ya había entrado en la treintena? ¿Una
jugarreta de su ego... para demostrar que aún estaba
ahí?

Si se trataba de eso... qué idea más deprimente,


¿no?

¿Vanidad? ¿O un desafío en el que sería divertido


adentrarse? Contempló la imagen del invencible
Steve Irwin saltando de roca en roca en busca de
más serpientes, inmune al miedo que cualquier otro
sentiría ante la idea de encontrarlas.

Hmm. Se acabó la cena con aire pensativo.


*****
-Y dime... ¿Cómo es que una chica lista como tú
acabó en este nido de ratas?

La sonrisa que acompañaba a la frase pretendía dejar


claro que lo decía en tono de broma. Kerry
reflexionó, tomando un buen trago de su té helado al
melocotón.

-Entregué un currículum y me aceptaron -respondió


con sequedad-. Y de hecho, esto me gusta bastante.
-La mañana había transcurrido lenta y aburrida, y por
desgracia tampoco había surgido ningún imprevisto
que utilizar como excusa para eludir su cita con Steve
Fabricini.

Incluso Dar había propuesto inventarse una si


realmente no le apetecía ir. La ejecutiva había estado
de muy bien humor desde su primera reunión del día
con uno de sus nuevos equipos de cuentas. Alguien
les había dado un chivatazo, según informó a Kerry,
y le habían preparado un desayuno a base de crepes
con mermelada de fresa y galletas en lugar de la
acostumbrada macedonia de frutas. A la joven, un
leve centelleo en sus ojos la había delatado como
responsable de aquel cambio.

-Te gusta, ¿eh? -dijo Steve riendo entre dientes al


tiempo que removía su yogur con la cucharilla-. Es
difícil de creer teniendo en cuenta para quién
trabajas.

Kerry se encogió de hombros.

-Bueno, ya sabes... La gente dice muchas cosas, pero


en realidad me gusta trabajar con Dar. Es lista, sabe
hacer su trabajo, te da confianza cuando hace falta...
y siempre está dispuesta a darlo todo por su equipo
-comentó con honestidad-. Si sabes lo que haces, no
tienes problemas con ella. -Las mismas palabras que
le había dicho Mark Polenta cuando se conocieron-.
Por supuesto, si no lo sabes... -Dejó la frase en el
aire.

Él, por su parte, se limitó a reír.

-Pobrecilla... Espera hasta que seas arrojada al fuego


del sacrificio en cuanto le culpen a ella de algo... No
puedes ir por la vida siendo tan ingenua, ¿sabes? -Se
inclinó hacia ella-. Escucha, cielo... Yo la conozco,
¿entiendes? No te... Se volverá contra ti como un
perro rabioso a la primera oportunidad.

-¿En serio? -La mujer le dio un bocado a su


sándwich-. Bueno, gracias por el aviso.

-De nada -respondió Fabricini bajando la voz-. Oye...


no hay razón por la que no podamos trabajar juntos,
¿de acuerdo? Mi labor aquí es superar los baches que
nos encontremos en el camino... y si lo consigo, la
Compañía al completo sale ganando. No te quedes
del lado equivocado, ¿hmm? -Posó una mano sobre
la muñeca de ella-. Eres una chica muy lista... todo el
mundo lo dice. Y cuando todo esto salte por los aires,
podrías tener la oportunidad de tu vida... si entiendes
a lo que me refiero.

Kerry le sonrió cándidamente.

-¿Quieres decir que si consigues descubrir lo


suficiente como para echar a Dar de aquí... yo podría
ocupar su puesto?

Él le devolvió la sonrisa.

-Ya te dije que eras lista. -Sus ojos adquirieron un


brillo peligroso-. Únete a mí, dulzura.

La mujer se limpió los labios con la servilleta y la


devolvió, con toda la parsimonia del mundo, a la
bandeja.

-Antes me gustaría aclarar un par de cosas -dijo


meditadamente.

-¿El qué? -El hombre sonrió, mostrando una


expresión triunfal en el rostro.

-Una, te recomiendo que me quites las manos de


encima antes de que me vea obligada a clavarte el
tenedor en la mano -comenzó Kerry sin perder la
compostura-. Dos, si vuelves a llamarme "dulzura"
tendré que buscarte un calificativo igual de
insultante, y podría no sonar del todo bien. -Ella
sonreía mirándole a los ojos, disfrutando cada
segundo de aquella confrontación-. Y tres, donde va
Dar, voy yo. -Se levantó en cuanto se vio libre de él y
recogió su bandeja-. Que tengas un buen día.

Y lo dejó allí sentado mientras contaba mentalmente


hasta veinte tratando de controlar su respiración,
esperando que su corazón dejase de martillearle los
oídos por la rabia.

-Maldito estúpido miserable... ¡Oh! Lo siento... -se


disculpó tras chocar con Mark Polenta, que miró
detrás de ella.

-¿Estás bien? -le preguntó, puesto que había oído sus


últimas palabras-. Ey... ¿qué has hecho para dejarle
con esa cara? Parece que le han dado en la cabeza
con la torre de un ordenador.

Kerry respiró profundamente unas cuantas veces


para terminar de calmarse.

-Es un cerdo. -Depositó su bandeja en la zona de


lavado-. Quiere que trabaje con él para encontrar
algo sucio sobre Dar, y luego me dice que si lo hago
me dará su puesto.

Mark estalló en risas.

-Chica... debe tener los cables cruzados. -Palmeó el


hombro de Kerry-. Apuesto a que te eligió porque
eres la que menos tiempo lleva aquí... y dio por
sentado que el resto ya tenemos una escala de
lealtades formada. -Dejó su bandeja junto a la de
ella-. Y bien... ¿qué le has dicho?

-Que me besara el culo -respondió Kerry


enrojeciendo ligeramente-. Pero con un poco más de
educación.

Observaron cómo el sujeto echaba a andar hacia


ellos con el cuello enrojecido de rabia y dejaba la
bandeja en el carro con un poco más de fuerza de lo
normal.

-Fallo mío. -Afirmó, vertiendo una oleada de furiosa


corrección sobre Kerry-. Debí haber supuesto que
habría algún tipo de lealtad... personal... en este
asunto. -Arrojó la servilleta al interior de la papelera-.
Peor para ti. -Y se marchó, dirigiéndole una evidente
mirada de repugnancia.

Mark y Kerry se miraron el uno al otro.

-Gilipollas... -dijeron ambos al unísono. Después,


Kerry suspiró.

-Bueno, al menos ya no tengo que preocuparme de


que se le ocurra pedirme una cita - remarcó
sarcásticamente.

-Sí... pero puede llegar a ser peligroso ahora que le


tienes como enemigo -respondió Mark haciéndose
con dos grandes galletas de chocolate y ofreciéndole
una-. Ya sabes cómo es esto de los rumores.

-Nada que no haya visto antes. -Kerry aceptó el dulce


y le dio un mordisco-. De "ese" precisamente me da
que todo el mundo se ha cansado ya -aventuró
refiriéndose a su posible relación con Dar, y que
había remitido visiblemente desde el día de Año
Nuevo. Se habían mostrado extremadamente
cuidadosas al respecto, hasta el punto de no pasar
juntas más tiempo del necesario en horas de trabajo,
ni siquiera durante el almuerzo. El caso es que las
habladurías dejaron de circular, y los cotillas se
habían lanzado ya a por algo nuevo y más
interesante.

-Ya... pero aun así ándate con ojo -le aconsejó el jefe
de MIS mientras se dirigían al ascensor.

Kerry suspiró, pulsó el botón de la planta número


quince y retuvo las puertas al oír unos pasos que se
aproximaban. No veía el exterior desde donde
estaba, pero de alguna forma ya sonreía para cuando
Dar entró en la cabina, pasó hasta la pared del fondo
y se reclinó contra ella.

-Hablando del rey de Roma... -bromeó Kerry cuando


las puertas se cerraron-. Acabo de echar a perder mi
almuerzo.

-¿En serio? -Dar se cruzó de brazos-. Al menos has


tardado más de lo que lo hubiera hecho yo. -Dirigió a
Mark una mirada sarcástica-. Debes haberle dado
bien, porque Mariana acaba de llamarme y dice que
se ha convocado una reunión para todo el alto
personal directivo. -Como si lo tuvieran estudiado, los
buscas de Kerry y Mark empezaron a lanzar pitidos-.
No tengo tiempo para estas tonterías, y precisamente
hoy menos que nunca.

Kerry leyó el mensaje que surgía de la pequeña


pantalla.

-Síp... a la una en punto en la sala de conferencias.

Mark maldijo por lo bajo.

-Tengo a HP aquí esta tarde por lo de los


servidores... -farfulló mirando a Dar-. ¿Sabes qué es
lo que quieren?

La ejecutiva se encogió de hombros.

-Mari no me dio detalles... Estaba esperando un


envío de Plano. -Suspiró-. Les lo ha aprobado... y
viene del mismísimo Centro de Personal... así que
sólo Dios sabe de qué se trata... Probablemente otra
campaña de carteles publicitarios.

Mark se carcajeó.

-Me gustaron los de seguridad, Dar... Tengo ese de


la prevención contra hackers enmarcado en mi
dormitorio.

Las puertas se abrieron para dejarles paso y se


encontraron frente a frente con Mariana, que
esperaba en la puerta del despacho de Dar.
-Oh oh... -murmuró la ejecutiva-. Esto no tiene
buena pinta -dijo despidiéndose de ellos con un
movimiento de cabeza-. Nos vemos luego.

-Dar, necesito hablar contigo -le informó Mari en


cuanto llegó a su lado-. No te vas a creer lo que nos
acaba de caer encima.

-Bueno... de primeras, me creo cualquier cosa


-afirmó Dar señalando hacia la puerta-. Vamos
dentro. -Y precedió a la mujer hasta el interior de la
oficina-. María, apúntame una reunión a la 1:00 p.m.
y cancela la conferencia de lo de los extractos, por
favor.

-Sí. -La secretaria levantó la vista del teléfono-. Dar,


te llamó tu mascotita.

-Gracias -dijo Dar con aire distraído dirigiéndose a la


puerta que daba a su despacho y deteniéndose de
golpe, provocando que Mariana impactase,
literalmente, contra su espalda-. Espera un
segundo... ¿¿qué?? -Se giró y miró a la mujer-.
Perdona... -Luego asomó la cabeza a la sala-. María,
¿quién dices que ha llamado?

Ésta sonrió ampliamente.

-Sí... la cachorro... Levanté el teléfono y nada. Dije


"hola" un par de veces... luego buenos días, pero
nada. Y cuando estaba a punto de colgar oí... -En
este punto se puso a lanzar una serie de graciosos
gemiditos-. Comprobé el identificador de llamadas y
era el número de tu casa.

Dar cerró lo ojos momentáneamente, ignorando la


amortiguada risa que venía de detrás de ella.

-Debe haber salido de su cuarto... y habrá tirado el


teléfono del soporte de la sala de estar... Hazme un
favor. Llama a los del servicio residencial y que vayan
a echar un vistazo, ¿quieres? -Sacudió la cabeza y
volvió a meterse en el despacho-. Genial... Con mi
suerte, seguro que ya ha llamado a Singapur o algo
así -murmuró mientras cerraba la puerta-. En fin... a
ver, ¿qué pasa?

Mariana arrojó un paquete sobre su escritorio.

-Antes de que empieces a pegar gritos, debes saber


que ya he llamado a Les dos veces... y no va a dar
marcha atrás.

Dar rodeó su escritorio y se sentó recogiendo el


paquete. Sus ojos lo examinaron y levantó la mirada.

-Es una broma, ¿verdad?

Mariana sacudió la cabeza.

-Nop... Es un retiro para ejecutivos, con un programa


específico para equipos como el nuestro. Tienen una
reserva para doce, a partir del viernes por la tarde.
Mandarán un autobús a recogernos. -Se cruzó de
brazos-. Les dice que en Texas han puesto en
práctica uno muy parecido, de tres meses, y que al
parecer funciona muy bien.

Dar se cubrió los ojos con la mano.

-A ver si lo he entendido... -murmuró-. ¿Quiere


meternos a todos en un autobús, mandarnos a Dios
sabe dónde a escalar rocas y vivir en cabañas...
porque eso nos va a ayudar a hacer mejor nuestro
trabajo?

-Esencialmente es eso, sí -asintió Mari-. La verdad es


que he estado informándome sobre el tema y podría
estar bien, Dar... Aunque eso depende de los
participantes.
-En nuestro caso, lo único que depende de los
participantes es QUE NO NOS MATEMOS LOS UNOS
A LOS OTROS. -La mujer terminó la frase a gritos,
que resonaron contra las paredes de madera del
cuarto-. ¿Está LOCO o qué? -Golpeó literalmente los
números del teléfono-. Beatrice, ¿está ahí?
-Tamborileó con los dedos en la mesa hasta que le
dieron paso a la línea.

-Dar, antes de que digas nada déjame darte mi


versión de los hechos. -La voz de Les sonó jovial,
como de costumbre-. ¿De acuerdo?

Dar cruzó las manos sobre la mesa.

-De acuerdo -respondió en un tono fingidamente


tranquilo.

-Ayer recibí tu e-mail... y para serte sincero, me


inquietó bastante -declaró el CEO-. No porque
pensase que fuera verdad... Soy consciente de que
puedes ser una condenada obstruccionista cuando
quieres, Dar, pero siempre lo has hecho por el bien
de la empresa.

-Uh huh -gruñó Dar.

-Lo veo más bien como un problema global... de toda


la compañía, y es por eso que estamos usando esos
seminarios... ¡Son magníficos! Te encantará...
Escucha, es sólo un fin de semana, lejos de todos...
Sin móviles, sin ordenadores... la comida es buena...
y está demostrado que esas cosas funcionan. Hacen
que las personas se conozcan mejor.

-Uh huh.

-Por eso estoy seguro de que las cosas se suavizarán


entre tú y el tipo ese nuevo si os dais la
oportunidad... y el resto del equipo también necesita
tomar un poco de conciencia de grupo. Tus chicos
me han dado más de un dolor de cabeza
últimamente.

-¿Les?

-¿Sí? Va, ya puedes bombardearme si quieres.

-El problema entre Steve Fabricini y yo es que nos


conocemos demasiado bien. Hice que le expulsaran
de la Universidad hace diez años y aún me la tiene
guardada. -Dar se detuvo-. ¿Crees que mandarnos
juntos al bosque es una buena idea?

El silencio al otro lado de la línea se prolongó un


poco más de lo normal.

-Em... -murmuró Les-. Vaya... ojalá lo hubiese sabido


antes.

-¿Podemos cancelarlo? -preguntó Dar,


esperanzadamente.

-Pues verás... dimos una señal... y acabamos de dar


salida a la orden de pago -confesó el CEO con aire
abatido-. Si lo cancelamos, perdemos el dinero...
-dijo como pensando en voz alta-. No, el proyecto
sigue adelante, Dar... y cuento contigo para dar
ejemplo a los demás. Quiero que me los traigas
rebosando de un nuevo y renovado espíritu de
equipo.

Dar suspiró.

-Les, en serio, no tengo tiempo para esto... Estás


deshaciéndote de todo el grueso de mi equipo,
estaremos totalmente incomunicados... ¿Y si surge
algún problema durante el fin de semana? -Aquella
era su última baza que jugar.

Les se echó a reír.


-Dar, ambos sabemos que tú escoges a tu gente
precisamente porque sabes que no te dejarán
colgada en los momentos de crisis... El resto de tu
departamento puede arreglárselas un par de días.
Lárgate, pásalo bien y relájate un poco. Yo estuve en
una de esas cosas y me lo pasé como nunca. Confía
en mí. -El hombre escuchó una serie de profundos
resoplidos al otro lado del teléfono-. Estás furiosa
conmigo, ¿verdad?

-Si pensase que eso podría hacerte cambiar de idea,


te lo diría -respondió Dar incisivamente.

-Vamos... mantén la mente abierta, Dar... Nunca se


sabe lo que puede pasar en esta vida... Igual
regresáis de allí como los mejores amigos del mundo.
-Les se echó a reír de nuevo-. Y de todas formas...
acabo de procesar tu paga extra de Navidad. Sé que
se me olvidó mandarte una tarjeta en tu
cumpleaños, así que espero que esto me haga
enmendarlo.

-Les...

-Tengo que dejarte... El Presidente de IBM está aquí


y vamos a charlar amigablemente. Rumores, falsos
cotilleos... esas cosas -dijo Les-. Hazlo, Dar... Si
vuelves y me dices que ha sido tan horrible como
pensabas, te compensaré.

-¿Cómo? -inquirió Dar amargamente.

Una leve pausa.

-Podemos negociar eso de la velocidad con que se


resuelven los problemas internos.

Las cejas de Dar se elevaron en un gesto de


incredulidad.

-Está bien -manifestó pausadamente-. Supongo que


un fin de semana es un precio razonable.

Les se rió por lo bajo.

-Ésa es mi Dar... Intenta pasártelo bien, ¿eh? -dijo, y


colgó.

Mari se removió en su silla y sacudió la cabeza.

-Tu relación con él es realmente interesante. -A


continuación, lanzó un suspiro-. Eres una de las
pocas personas de las que puedo asegurar que le
caen bien.

-Bueno, al menos lo he intentado... -Dirigió una


mirada irónica a la otra mujer-. Esto va a ser una
pesadilla, Mariana.

-Lo sé -afirmó la Vicepresidenta de Personal-. Tú y


yo, Duks, Kerry, José, Steve, Mark, su segundo,
Eleanor, sus ayudantes y los de Duks y mi ayudante
Mary Lou. -Aquí se detuvo un instante-. Sabes cuál
va a ser tu mayor problema, ¿verdad?

-¿Además de no matar a Steve? -Dar jugueteó con


un lápiz de su bote-. Sí, lo sé.

"Evitar que descubrieran su pequeño secreto".

-Vosotras dos tenéis un química especial cuando


estáis cerca la una de la otra -le dijo Mari con ironía-.
Va a ser algo difícil de esconder en un lugar salvaje,
sin nada que hacer excepto hablar unos con otros y
asar malvas silvestres. -Dicho lo cual, se levantó de la
silla-. Gracias por intentarlo, amiga... Ha sido una
lucha memorable, y lo hubieras conseguido de no ser
por el maldito dinero.

-Sí. -Dar se reclinó hacia atrás, exhalando-. Debí


haberle ofrecido esa paga extra para cubrir los costes
-propuso a su amiga, ya visiblemente de mejor
humor-. Creo que habría salido ganando con el
cambio.

Mari se echó a reír mientras se encaminaba hacia la


puerta.

-Son sólo un par de días, Dar... Estaremos de vuelta


en Miami el domingo por la tarde. No creo que nos
vaya a matar.

Dar se desperezó en el momento en que se quedó


sola y arrojó el lápiz sobre la mesa, echándole un
vistazo más detenido al paquete que aún tenía
delante. Sin embargo, unos leves golpes en la puerta
le hicieron distraer su atención y sonreír
anticipadamente.

-Adelante.

Kerry asomó la cabeza y luego entró en el despacho.

-Hey...

-Hola. -Dar se reclinó de nuevo en la silla y cruzó las


manos sobre el estómago.

-¿Problemas? -inquirió la joven con curiosidad.

-Tal vez ambas los tengamos. -Dar empujó el


paquete hacia su ayudante-. Cancela tus planes para
el fin de semana. -De hecho no tenían nada serio
pensado, sólo una sesión de buceo, un viaje a
Bayside y pasar algo de tiempo con Cappuccino.

Kerry levantó el envoltorio y se sentó en uno de los


lugares destinados a las visitas, estudiándolo con
interés.

-Vaya... he oído hablar de estas cosas. -Levantó la


vista hacia Dar con una sonrisa-. Suena interesante...
Viene de arriba, ¿verdad?
-Mmhmm -asintió Dar.

Un encogimiento de hombros.

-Puede que hasta sea divertido, Dar... Quiero decir


que hay cabañas. No es como que tengamos que
sobrevivir a base de nueces silvestres ni nada
parecido.

Dar rió entre dientes.

-Si fuésemos sólo tú y yo, o con Duks y Mariana...


incluso hasta con Mark, te daría la razón. Pero van
Steve, José, Eleanor... y dos o tres más que ni
siquiera conozco.

-¿Y qué? -Kerry examinó el folleto-. Es genial...


tienen carreras de obstáculos en las que hay que
ayudarse unos a otros... -Levantó la vista de las
ilustraciones-. ¿Quién sabe? A lo mejor sirve de algo.

La mujer de pelo negro la miró fijamente.

-Bien, ¿debo entender entonces que no te importa


tener que pasarte un fin de semana entero fingiendo
que no me conoces? -le preguntó suavemente- ¿O al
menos no más de lo que se conoce a una "jefa"?

Kerry pestañeó.

-Oh. -Momentáneamente, se mordió el labio inferior


recapacitando sus palabras-. Cierto, emm... ¿No
puedes librarnos de esto? -planteó, casi como una
súplica.

-Ya lo he intentado. -Dar levantó las manos


dejándolas caer en un gesto de impotencia-. Les
acaba de pagarlo... así que me temo que estamos
atrapadas.
Se miraron la una a la otra un momento.

-En fin... -Kerry lanzó un suspiro dándose por


vencida-. Bueno, estoy segura de que podemos
hacerlo... Quiero decir que manejamos bastante bien
el asunto durante las horas de trabajo. -Se levantó y
devolvió el paquete a la mesa. Después la rodeó y se
sentó en una de las esquinas que quedaban del lado
de Dar.

-¿Tú crees? -Los labios de la ejecutiva se contrajeron


ligeramente-. Bueno, tengo que decirte que eres la
primera ayudante que tengo con esa peculiar
costumbre de apoyarse en mi mesa. -Tiró de uno de
los extremos de la falda de Kerry-. La mayoría no se
acercaban a menos de dos metros de mí.

Las cejas de Kerry se alzaron.

-Ellas se lo pierden -respondió en un tono malicioso,


lo que hizo asomar una genuina sonrisa al rostro de
su jefa. Reflexivamente, se inclinó para tocar la
mejilla de Dar, recorriendo sus labios con el dedo
pulgar y emitiendo a continuación un leve suspiro-.
Dos días, ¿eh? Esto va a ser de locos.

La sonrisa de Dar se intensificó levemente antes de


que esta llevara una mano a la rodilla de la joven y le
diera unas palmaditas en señal de exagerado
consuelo.

-Sobreviviremos -afirmó mirando su reloj-. Hora de ir


a esa maldita reunión... No me perdería por nada del
mundo la cara de tonto que se le va a quedar a Steve
cuando vea para lo que ha servido su rabieta de niño
pequeño... Y por cierto, ¿qué es lo que quería de ti?

-Oh... -Kerry se puso en pie y dejó espacio a Dar


para que saliese de detrás de la mesa-. Comprarme
con la promesa de que tendría tu puesto una vez que
nos hubiésemos deshecho de ti.
Dar se detuvo un momento antes de incorporarse del
todo, se enderezó lentamente y se pasó una mano
por el pelo.

-Tiene gracia... -comentó brevemente-. Así es como


se ha ganado a Elana.

Kerry bufó de rabia.

-Sabía que era una idiota en cuanto la vi... ¿¿¿Te


traiciona para quedarse con tu puesto??? ¡¡¡Por el
amor de Dios!!! -Golpeó a Dar ligeramente en el
brazo para dar énfasis a sus palabras-. Ni por
cualquier puesto de trabajo en la Tierra... Por nada
del mundo, ni de Marte, ni de Júpiter... –
Su diatriba fue cortada de golpe por los labios de Dar
sobre los suyos y un intenso y sentido abrazo-.
Mmm... -murmuró Kerry cuando se separaron-. No
me hagas mucho caso... pero esto podría darles una
ligera pista sobre la naturaleza de nuestra relación.
-Retrocedió ligeramente y pasó las manos sobre la
fina tela de la camisa de su amante a la altura de los
pechos antes de besarla de nuevo.

-Tal vez... pero gracias. -La mujer le acarició la


mejilla y la besó en la frente antes de soltarla-.
Vámonos ya... o llegaremos tarde.
*****
Los gritos les llegaron incluso antes de girar la última
vuelta del pasillo.

-Oh... eso suena bien -murmuró Dar entre dientes,


dirigiendo una mirada a su compañera, quien frunció
los labios en señal de concordancia y abrió la puerta
de la sala de conferencias dejando que Dar pasara
primero.

El griterío cesó en el momento en que la figura de


metro ochenta de estatura traspasó el marco de la
puerta, y todos los ojos de la sala se giraron hacia
ella. Dar sintió que Kerry estaba justo detrás, pero
mantuvo su atención en el grupo de personas
congregado alrededor de la mesa y simplemente se
quedó allí de pie, con los brazos en jarras.

El silencio se mantuvo, hasta que la imponente mujer


alzó una ceja.

-¿Hay algún problema? -preguntó casi con un rugido


irritado-. ¿O es que no tenéis otra forma de pasar el
rato que estar aquí armando jaleo?

José se levantó, o para ser más exactos, se


enderezó, ya que tenía una rodilla apoyada en la
silla. Luego agitó una copia del paquete, que ella ya
conocía de sobra, ante sus narices.

-¿Has visto esta mierda? -Y lo arrojó son fuerza sobre


la mesa-. ¿Qué es lo que pretenden?

Los ojos de Dar fueron hasta Mariana, que se


encontraba reclinada en su silla con las yemas de los
dedos sobre la superficie de madera.

-Supongo que ya se lo has contado. -Esperó a que la


Vicepresidenta de Personal asintiese con la cabeza.

-Claro que lo ha hecho. -Eleanor dejó caer su lápiz-.


Por el amor de Dios, Dar... No pueden pretender que
aceptemos esto... ¡Todos tenemos vida propia! -Una
dulce sonrisa apareció en el rostro de la
Vicepresidenta de Operaciones-. O al menos la
mayoría...

-Sí... Yo no pienso seguirles el juego -declaró


repentinamente Steve-. No le veo sentido.

Dar rodeó la mesa lentamente hasta llegar a la


cabecera de la misma, que ellos habían dejado
manifiestamente vacía, y tomando asiento se reclinó
contra el respaldo sin alterarse en ningún momento.

-Está pagado, así que no hay más que hablar -afirmó


zanjando el tema-. No ha sido idea mía, pero Plano lo
ha dejado todo bien clarito. Es lo que hay.

Un coro de voces estalló ante ella. Dar lo toleró por


un momento, después se enderezó y aspiró una
profunda bocanada de aire.

-¡CALLAOS DE UNA MALDITA VEZ! -rugió, con tal


profundidad que los vasos del aparador parecieron
tintinear. Los ojos de Kerry se dilataron y se hundió
en la silla por puro reflejo mientras un profundo
silencio inundaba la sala. Mantuvo la expectación un
minuto, que pareció eterno, y después apuntó a
Steven-. La próxima vez, ten cuidado con lo que
pides. -Bajó el tono de su voz y sus ojos se posaron,
escrutadores, sobre Eleanor y José-. Vosotros
empezasteis todo esto. Plano sólo ha respondido, y
por Dios que vais a ir a esta estupidez sin una sola
queja o me veré obligada a pagar la excursión de
vuestros condenados sueldos. -Cada palabra había
ido subiendo de tono y haciéndose más penetrante,
de forma que la última surgió como un disparo que
rebotó de nuevo en todas y cada una de las paredes
de la sala y clavó a todos sus ocupantes en sus
sillas-. ¿¿Entendido??

Silencio.

-Yo... um... llevaré una baraja de cartas -sugirió


Mark, meditadamente.

Steve bufó, y se reclinó hacia atrás.

-Yo no voy -declaró, encarando con insolencia a Dar.

-Sí, sí que vas -dijo José girándose hacia él-. Si yo


voy, tú también. -El Vicepresidente de Ventas dirigió
una mirada de disgusto a la sala-. Voy a llamar a mi
mujer.

Mariana repartió un paquete a cada uno.

-Aquí hay instrucciones sobre lo que tenéis que llevar


y lo que no. Nada de aparatos electrónicos, teléfonos
móviles y cosas así. Cuatro mudas de ropa cómoda,
objetos personales y cualquier medicamento que
necesitéis, siempre y cuando esté preescrito por un
médico.

-¿Eso incluye calmantes? -murmuró Eleanor,


levantando la vista hacia la malhumorada Dar-. Creo
que voy a necesitar una dosis extra.

Duks, que había pasado todo aquel tiempo hojeando


su folleto, levantó la vista hacia su ayudante: una
mujer corpulenta de pelo rubio corto y gafas
bastante gruesas.

-Sandy... ¿te causa algún problema?

Ella se caló bien las gafas.

-No... Le pediré a mi madre que cuide de los gatos...


Al menos es un cambio de aires. -Miró de reojo a
Kerry-. ¿Has estado antes en una cosa de éstas?

-No. -Kerry no había dejado de mirar a su jefa en


ningún momento, consciente del grado de irritación
que emanaba de ella-. Nunca... pero estoy segura de
que al menos será una experiencia muy instructiva.
-Y acto seguido, echó un vistazo a Steve, que tenía
los ojos fijos en Dar con una expresión de profunda
crueldad.

Duks se rascó el maxilar y su mirada siguió la de


Kerry.
-Oh... sí -convino con solemnidad-. Vamos a
aprender algo, de eso estoy seguro.
*****
Kerry se encontraba indecisa entre dos de sus
camisas. Finalmente escogió una y la metió en la
mochila, que no había tenido mucho uso desde que
se había mudado con Dar. Su amante había llevado a
Chino a la camioneta e iba de camino por la isla hacia
una pequeña tienda italiana para pedir dos raciones
de pasta para la cena. Ella había intentado disuadirla,
puesto que podían hacerla en casa, pero Dar había
dicho que las dos necesitaban relajarse al máximo
ante el par de días infernales que les esperaban.

A pesar de su natural optimismo, Kerry había


acabado por ceder, y además así tendría la
oportunidad de saborear los fettuccini trattoria de
Alfredo's. Algo a lo que era realmente difícil resistirse.

Terminó la mochila y bajó la escalera silbando y de


buen humor, deteniéndose para echar un vistazo a la
bota de la que Chino había dado buena cuenta tras
su escape furtivo del trastero.

-Ooo... esta vez has tenido suerte, pequeña. Era una


de las más viejas. -Rió entre dientes dando vueltas a
la bota y pasando un dedo por la suela
mordisqueada. La cachorro la había sacado del
armario de Dar después de revolver la papelera y
arreglárselas para descolgar el teléfono de su
soporte. La oportuna visita del servicio de mascotas
del complejo residencial la había devuelto a su
cuarto, pero aún les quedaba pendiente una
investigación para saber cómo se las había arreglado
para salir de allí la primera vez.

La puerta trasera se abrió justo cuando ella pasaba


por la cocina y Dar entró cargando con la cachorro
bajo un brazo y una gran bolsa, que dejaba escapar
un aroma realmente agradable, en el otro.
-Mmmm... Esto promete. -Kerry sonrió, liberándola
del peso de la comida-. No dejo de darle vueltas a lo
que nos darán en el retiro... ¿Tú qué opinas? ¿Todo
frito?

Dar suspiró y dejó a Chino en el suelo, quien se lanzó


hacia su comedero y empezó a beber agua con una
serie de sonoros lametones.

-Probablemente... Según el folleto es un sitio muy


"rústico", lo que suele significar hamburguesas y
perritos... En fin, supongo que podría ser peor.

-Oh sí... Podría haber sido uno de esos en los que


sólo sirven legumbres crudas... También los hay,
¿sabes? Combinan la comida sana con la educación
corporativa.

Un bajo resoplido.

-Habría volado hasta Plano y golpeado a Les con un


saco de apios hasta hacerle gritar si nos hubiera
metido en uno de esos -murmuró la mujer de pelo
negro-. Ya es lo suficientemente malo tal y como
está. -Sacó los recipientes de la bolsa junto a un
fragante pedazo de pan de ajo relleno de queso-.
¿Has hecho la maleta?

-Mmhmm... -Kerry buscó algunos cubiertos, un par


de servilletas y tiró de Dar hacia la sala de estar-.
Vamos, Dar... no está tan mal... Apuesto a que todos
estaremos tan ocupados en nuestras cosas que nos
olvidaremos de la incomodidad y de lo mal que nos
cae el de al lado. -Abrió su bandeja de pasta y aspiró,
llenándose los pulmones con aquel irresistible olor-.
Mmm...

-Puede ser... -suspiró Dar, clavando el tenedor en su


cena: una generosa ración de cabello de ángel a la
boloñesa. Después partió el pan de ajo por la mitad,
ofreciéndole a Kerry su parte-. Toma...

La joven lo aceptó y partió un pedazo, sumergiéndolo


en la salsa especial de Alfredo antes de llevárselo a la
boca.

-Quiero decir que... somos adultos después de todo...


y profesionales, por el amor de Dios... Estoy segura
de que podemos superar dos miserables días juntos.

Dar sonrió con ironía.

-Tal vez tengas razón, amiga mía... y espero que así


sea, o va a resultar un fin de semana
condenadamente desagradable. -Se tragó la comida
que tenía en la boca antes de seguir hablando-. ¿Te
leíste todo lo que venía en aquel paquete? Ellos nos
observan y mandan informes periódicos a Plano.
-Dirigió a Kerry una mirada sarcástica, mientras ésta
pasaba canales de televisión hasta dar con el de
Historia-. Eso debería provocar algún tipo de
cooperación... Ninguno de nosotros querrá que Les
se entere de que nos hemos comportado como una
panda de niños malcriados.

Kerry se chupó los restos de salsa de los dedos.

-¿Crees que está preocupado de verdad por nuestro


departamento? -preguntó-. No puede ser que
otorgue ni el más mínimo de credibilidad a las
acusaciones de Steve, ¿cierto?

Dar se encogió de hombros mientras masticaba


laboriosamente.

-Eso es algo difícil de decir -contestó, después de


tragar-. ¿Cómo está tu pasta?

Kerry se inclinó hacia ella besándola suavemente.

-Juzga por ti misma. -Enredó un poco en su tenedor


y se lo ofreció a Dar.

-Uh uh. -La ejecutiva esquivó el bocado y se lanzó


hacia delante, pasando su lengua sobre los labios de
Kerry antes de que ésta le devolviese el beso. Luego
dejó su bandeja, casi vacía, sobre la mesa del café, lo
cual le dejó las manos libres para acariciar la cara de
la joven y recorrer sus hombros-. Oh sí... me gusta...
-dijo suavemente.

-A mí también. -Kerry dejó también su plato y centró


su atención en el cuerpo de su compañera,
impaciente por tenerlo bajo sus manos. Adoraba la
textura sedosa de la piel de Dar, y deslizó los dedos
bajo la camiseta de algodón con avidez mientras
ambas se lanzaban, sin prisa, a explorarse
mutuamente. En un momento dado, enterró su rostro
en el cuello de Dar golpeándole levemente bajo la
cintura de los vaqueros, y sintió cómo los músculos
se contraían para dejarle espacio entre sus piernas-.
¿Es que quieres perderte "En Busca de los Misterios
de la Antigüedad" -inquirió suavemente.

-No tengo la menor intención -replicó Dar, riendo


entre dientes, al tiempo que le desabrochaba el
primer botón de la camisa.

-¿Me estás llamando vieja? -Kerry le mordisqueó el


lóbulo de la oreja, sintiendo cómo la risa viajaba por
el cuerpo de Dar-. ¿Hmm? -Acto seguido le acarició el
ombligo, una zona que se había revelado como de las
más sensibles de su cuerpo-. Vamos, oigo una
agradable y cálida cama de agua susurrando mi
nombre. -Pellizcó ligeramente con los dientes la
suave piel del cuello de Dar y después levantó la
vista-. ¡Ey!

El cuerpo de Dar reaccionó, incorporándose del sofá.

-¿Qué...? Oh. -Una suave risa-. Chino, ¿qué crees


que estás haciendo?
La cachorro estaba encaramada con las patas
delanteras en la mesa con la cara cubierta de salsa
boloñesa. Sus grandes ojos marrones expresaron un
"oh oh" canino al verse descubierta, aunque sin dejar
de lamer el espagueti que le colgaba de la boca.

-¡Perro malo! -la reprendió Kerry severamente


dándole un pequeño cachete-. No... no muevas la
cola de esa forma...

Sus pequeñas y suaves orejas quedaron colgando y


se bajó de la mesa, sentándose y mirándolas a través
de sus negras pestañas. De cualquier modo, el efecto
sentido quedó pronto anulado cuando empezó a dar
cuenta de la salsa que le manchaba el hocico. Con
ello, ambas mujeres se echaron a reír.

-Oh... no tiene gracia -suspiró Dar-. Pero no puedo


evitarlo... mírala.

-Sí... sabe poner cara de inocente incluso mejor que


tú -respondió Kerry con una exhausta risita.

Las cejas de la ejecutiva se alzaron de repente.

-Yo no hago eso -declaró Dar severamente.

Kerry trazó sus cálidos labios de color coral con un


dedo.

-Claro que sí... Cuando quieres algo que sabes que es


malo para ti -le dijo amablemente-. Como aquel
pastel que hice para tu cumpleaños. -En el extremo
de los labios que contemplaba apareció una tímida
sonrisa-. ¿Lo ves? -dijo sonriendo-. Me encanta
cuando haces eso.

-¿Quieres decir que me he ganado el pastel?


-preguntó Dar, ingeniosamente. Se inclinó para
acariciar a Chino, que fue hacia ella y se encaramó al
brazo del sofá lamiendo el brazo de Kerry-. Seguro
que tú también quieres un poco, ¿eh?

-No no no... Ella no puede comer chocolate


-sentenció Kerry acariciándole las orejas-. Me alegro
de que Colleen se ofreciera para cuidarla... No
hubiese estado tranquila dejándola sola aquí, aunque
los del servicio vecinal se pasaran de vez en cuando.
-Dirigió una súbita mirada a Dar-. ¿A ti te parece
bien?

-Mmhmm -convino Dar-. Por mí está bien... Iba a


preguntarle a Clemente si podría enviar a alguien
aquí, pero Colleen es la mejor opción... aunque me
da la impresión de que no se siente del todo cómoda
conmigo. -Tiró ligeramente de un mechón del pelo de
Kerry, para quitar importancia a lo que acababa de
decir.

Kerry suspiró.

-Es que... se preocupa por mí, eso es todo... Se


alegra de que estemos juntas, pero lo del trabajo la
confunde -admitió lentamente-. Y hablando de
confusiones... a veces siento como si fuera dos
personas completamente distintas.

-Mm... sí, yo también -afirmó Dar.

-Y me siento tan... -Kerry se detuvo un momento


para apartarle a Dar un mechón de pelo de la cara-.
Odio cuando la tensión te gana terreno... como
cuando te pusiste a gritarles esta mañana en la
reunión... me revuelve el estómago. -Admitió-. Ese
idiota me enfureció tanto que estuve a punto de
romperle la cara en la cafetería, y no por el hecho de
que me tomase por tonta... sino porque pretendía
perjudicarte, y eso es algo que no soporto.

Dar permaneció callada, dejando que la cachorro le


mordisquease los dedos mientras consideraba las
palabras de Kerry.

-Lo siento -murmuró finalmente-. Es sólo mi manera


de hacer las cosas.

-Lo sé. -Kerry sonrió un poco-. Es que es tan... -Se


detuvo-. Tu reputación está basada en la realidad, y
a veces lo olvido... porque para mí no eres así. -Se
inclinó para cubrir la mejilla de Dar con su mano-. Se
me olvida que casi todo el resto de mundo ve de ti
una imagen diferente.

Dar exhaló.

-Me haces parecer una esquizofrénica -afirmó con


ironía-. Y por desgracia vas a tener que lidiar con la
señorita Hyde durante todo el fin de semana... así
que te pido perdón por anticipado.

Kerry rió con aire desesperanzado.

-Creo que lo mejor será que no esté demasiado


tiempo contigo... o corro peligro de que se me
olviden las condiciones y te abrace delante de todos.
-Le ofreció una demostración gráfica de cómo sería, y
se sintió mucho más cómoda en el momento en que
Dar le devolvió el abrazo-. Mm... eso está mejor.

-¿Qué te parece si nos deshacemos de lo que queda


de cena y seguimos con esa búsqueda que hemos
dejado a medias antes? -dijo Dar con un profundo
susurro, justo en su oído, de forma que el cálido
aliento de la mujer lanzó un leve y placentero
escalofrío por la espalda de Kerry-. No quiero pensar
o hablar más de trabajo en lo que queda de noche.

Kerry murmuró un comentario mostrándose de


acuerdo y recorrió la clavícula de Dar con sus labios.
Luego se apartó, a regañadientes, y se dispuso a
recoger las bandejas de aluminio, encontrándose de
nuevo a la cachorro color crema con la nariz bañada
en salsa y lamiéndose con deleite los mofletes.

-Oh... vaya... Dar, se va a poner mala del estómago


como siga así.

Ésta levantó los recipientes de pasta fuera del


alcance de Chino y los tiró a la basura, y se disponía
a meter los cubiertos en el lavavajillas cuando Kerry
se puso detrás de ella y la atrapó, rodeándole la
cintura con los brazos.

-Ey... -Aquellas manos se deslizaron bajo su camisa,


explorando su piel, haciendo que sus rodillas se
estremecieran y casi cediesen, por lo que tuvo que
buscar apoyo en la encimera para recuperar el
equilibrio.

Después se giró, encarando aquel ataque implacable,


enredando sus dedos en el pelo rubio de Kerry y
entregándose en cuanto el cuerpo de la joven se unió
al suyo, rindiéndose a la pasión, dejando atrás las
complicaciones de su vida, nublando su consciencia a
medida que su corazón se aceleraba.

Debió de ser entonces cuando imaginó que levantaba


a Kerry en sus brazos y la llevaba al dormitorio,
porque sabía perfectamente que era incapaz de
hacer algo así.

¿O no?
*****
Kerry sólo reconoció de nuevo el lugar en que se
encontraba cuando el penetrante estallido de un
trueno sacudió las ventanas. Pestañeó, dirigió una
mirada al reloj y se dio cuenta de que el mal tiempo
mantenía una atmósfera de profunda oscuridad a
pesar de que ya quedaba muy poco para el
amanecer.

Del exterior pudo escuchar de nuevo el trueno,


acompañado del fogonazo de luz de varios
relámpagos. Aguzó la vista para ver el leve reflejo de
la luz del reloj sobre los entreabiertos ojos azules de
Dar.

-Eso no suena nada bien.

-Uh huh -convino la mujer.

-No estarás pensando en salir a correr con este


tiempo, ¿verdad?

-No. -Dar resopló ligeramente mientras recorría con


sus dedos las desnudas costillas de Kerry-. ¿Me
tomas por loca?

-Sólo era para asegurarme. -Kerry pegó la nariz al


tierno pecho sobre el que había descansado toda la
noche-. Últimamente has sido de lo más cabezota en
ese aspecto.

Su amante se acomodó sobre la cama y emitió un


débil y gutural ronroneo.

-Correr es una buena manera de empezar el día... me


aclara la cabeza... y me da tiempo para pensar. -Un
trueno secundó sus palabras desde el cielo-. De
todas formas, cuando está así es cuando mejor se
duerme -murmuró.

Kerry miró la lluvia que azotaba la ventana y los


inconstantes relámpagos que iluminaban el interior
del cuarto.

-Sí... tienes razón. -Deslizó una rodilla entre los


muslos de Dar y se fue acurrucando más contra ella,
extendiendo un brazo a lo largo de su espalda y
exhalando con satisfacción-. Bueno, aún nos queda
una hora más.

-Mmhmm... -Dar tiró de las mantas hacia arriba y


dejó que se le cerraran los ojos.

En ese momento, sonó el teléfono.

La ejecutiva maldijo por lo bajo, sacando un brazo de


la cama y descolgando el auricular sin necesidad de
mirar a qué distancia se encontraba.

-¿Sí?

-Dar, soy Mark. -La voz del jefe de MIS surgió con un
evidente tono de preocupación.

-¿Qué pasa? -preguntó Dar, sofocando un bostezo-.


¿Ha caído un meteorito sobre Plano o algo por el
estilo?

-Peor... los portales transcontinentales se han caído.


Un petrolero de Exxon dejó caer el ancla en el sitio
equivocado cuando pasaba por el Atlántico Norte y
se llevó el cable con él. Trescientos metros de cable.

-Ugh... -Dar se estremeció-. Jesús... ¿podemos


redirigirlos? -Sintió el cuerpo de Kerry estirarse a su
lado y le acarició la espalda para que se volviese a
dormir-. Oh, mierda... teníamos planeada una
reunión de ventas con cuatro nuevos clientes ingleses
esta mañana.

-Lo sé -respondió Mark-. Por eso te llamo... Va a


saltar tanta mierda de esto que más nos valdría
montar un negocio de fertilizantes. -Un leve golpeteo
de teclas surgió del otro lado de la línea-. Uno de los
pares cortados es el de la línea de administración...
no saben quién tiene contacto y quién no, y no
pueden redirigir nada antes de que les consigan un
diagnóstico de los desperfectos... Eso podría llevar
horas, o incluso todo el día.

-¿Podemos alquilar temporalmente una conexión vía


satélite? -susurró Kerry.
Dar lo consideró un momento.

-¿Has dicho algo, Dar? -inquirió Mark-. Me ha


parecido oír algo.

"¿Se lo digo? Qué demonios, él sabe que está en esta


casa cada dos por tres".

-Kerry ha sugerido una alternativa... desviarlo a una


línea por satélite y alquilar un enlace.

-Oh... dale los buenos días de mi parte. -La voz de


Mark adquirió un leve tinte divertido, a pesar de las
circunstancias-. A ver... tenían pensado llevarlo por
multimedia en tiempo real... No estoy seguro de que
un satélite acepte tanta amplitud de banda, pero es
una idea. Tendríamos que reconfigurar todas
nuestras terminales, y las suyas por tener un sistema
diferente... Tendría que conectarlo a la red general.

-¿Hay alguna otra posibilidad? Además de la


redirección, porque me parece que nuestra
instalación no está preparada para algo tan serio
-inquirió Dar.

-A mí no se me ocurre nada, jefa... por eso te he


llamado -respondió Mark-. Y he conseguido dos por
el precio de una, porque Kerry era la siguiente de la
lista.

-No me llames, por favor -dijo Kerry entre dientes-.


Me he dejado ese chisme en modo vibración y está
en el aparador... Siempre me da un susto de muerte
cuando se enciende.

Dar sofocó una risa.

-Vale... Llama a Intelsat e intenta conseguir una...


No, dos conexiones. Di a tu gente que llegue
temprano para empezar a reconfigurar el sistema de
la sala de conferencias. -Acto seguido, abrazó a Kerry
con fuerza-. Buen trabajo -afirmó con orgullo.

Kerry se limitó a encogerse de hombros


modestamente.

-He aprendido de la mejor -contestó, devolviéndole el


cumplido y apoyando la barbilla en el esternón de
Dar, sonriendo.

-De acuerdo, cuenta con ello -respondió Mark entre


el sonido de las teclas de su ordenador y el retumbar
de un trueno-. Os veré en la oficina.

-Llevaré pastelitos -afirmó Dar irónicamente-. Y


montones de café cubano. -Colgó el auricular y
suspiró dirigiendo la vista hacia el techo con
indiferencia-. Era demasiado pedir que pudiese
quedarme en la cama.

Pero Kerry no la soltó.

-¿Por qué? ¿Hay algo que puedas hacer durante la


próxima hora? -preguntó razonadamente-. A Mark le
va a llevar aún un buen rato encontrar a alguien de
Intelsat, considerando que están en California y son
sólo las seis menos cuarto. -Comenzó a trazar un
lento y persuasivo recorrido por el abdomen de Dar,
deslizando sus dedos en pequeños círculos sobre la
piel ligeramente ondulada.

Dar meditó, entre el impulso natural de lanzarse a


solucionar el problema y el insidioso deseo de su
cuerpo de quedarse justo donde estaba. Bajo aquel
agradable y cálido abrazo, que susurraba en su
mente todo el afecto que Kerry sentía por ella.

Sorprendentemente, su cuerpo ganó. Se rindió


afirmando su posición sobre el cuerpo de su amante,
y exhaló suavemente.
-Tienes razón... No tiene sentido ir allí sólo para
desgastar la moqueta. -El suave golpeteo de la lluvia
la estaba relajando una vez más, y sintió que sus
ojos se volvían a cerrar, justo antes de sentir los
labios de Kerry sobre los suyos.

Las dos estaban demasiado cansadas como para ir


más lejos, pero pasaron una placentera media hora
sólo jugueteando, sin llegar siquiera a decir nada,
hasta que una reluctante luz gris les avisó de que el
sol estaba a punto de despuntar sobre el Océano.
Dar se estiró y salió de la cama, ofreciéndole una
mano a su amante, que la miraba con aire lánguido.

-Voy a ducharme... ¿Por qué no haces café mientras?

-¿Sabes? -Kerry saltó fuera de la cama de agua-.


Ganaríamos mucho tiempo si nos ducháramos juntas.

Una de las oscuras cejas de Dar se elevó en un gesto


de expectación.

-Así que ahorraríamos tiempo, ¿eh? -Preguntó con


una sonrisa-. Y agua también... ya que estamos...
-agregó, fingiendo analizar la situación-. De
acuerdo... vamos.

Se dirigió al cuarto de baño, encendió la luz y


atravesó la mampara de la ducha antes de dejar
correr el agua.

-Mm... -Kerry rodeó la cintura de la mujer con uno de


sus brazos-. ¿Sabes, Dar? Creo que la idea de no
poder tocarte durante dos días y medio me... em...
-se detuvo con aire meditabundo.

-Excita -adivinó Dar besándola con rapidez-. Eso está


bien. -Sonrió al ver el ligero rubor que cubría el cuello
y el rostro de Kerry-. Ven aquí. -Condujo a la mujer
hacia el centro de la ducha y dejó que la cálida y
vibrante cortina de agua cayera sobre ambas.
Después se hizo con una esponja natural, le añadió
gel y comenzó a lavar el cuerpo de Kerry.

-Mmm... -Kerry se estremeció ligeramente antes de


buscar la suya y corresponder a los cuidados que
estaba recibiendo, pasando la porosa superficie sobre
la piel bronceada de Dar. Iba por la mitad del tórax
cuando se vio a sí misma acercándose y
reemplazando el lugar de la esponja con sus labios,
incapaz de ignorar los deseos de su cuerpo.

Dar respondió, desplazando sus resbaladizas y


habilidosas manos sobre las caderas de Kerry,
atrayéndola hacia ella y dejando que el torrente que
surgía de la ducha las cubriese totalmente. Se
permitió olvidar el tiempo, mientras las manos de la
joven se deslizaban por su cuerpo guiadas
únicamente por su pasión, envolviéndolas a ambas
en una ardiente intensidad, y haciéndolas temblar
poco después. Dar se reclinó contra los azulejos,
húmedos por el vapor, y se las arregló a duras penas
para conseguir que las piernas la sostuvieran.

-Wow...

Kerry aspiró una bocanada de aire entre la cálida piel


de Dar y el agua que resbalaba por su cuerpo,
inundando sus pulmones con el agradable aroma del
gel.

-Oh... -Tras recobrar el aliento, apoyó la cabeza


contra el brazo de Dar-. Supongo que habrá que
saltarse el desayuno...

Dar rió entre dientes, con la respiración entrecortada.

-A mí con esto ya me vale. -Terminaron de ducharse


y salieron, envolviéndose en toallas la una a la otra, y
avanzaron lentamente hacia la sala de estar, donde
las esperaban los leves gemiditos de Chino como
cada vez que las oía moverse por la casa.
-En fin... -suspiró Dar, pasándose los dedos por el
pelo húmedo-. Autopista hacia el Infierno, allá
vamos. -Depositó un último beso en la rubia cabeza
de Kerry y añadió-. Oh... Eleanor... Cómo te gustaría
tener una vida como la mía...

Y ambas se echaron a reír.

Continúa en la SEGUNDA PARTE


Kerry se aproximó y encendió el ordenador mientras
se sentaba en su escritorio, le echó un vistazo a su
correo y bebió un sorbo de su fragante y humeante
café. Se reclinó en su cómoda silla de cuero y sonrió
un poco, descansando la cabeza sobre la confortable
superficie, al tiempo que aguardaba a que su
ordenador acabara de arrancar.

Cuando lo hizo y ya se disponía a conectarse, sonó el


teléfono. Pulsó el botón y contestó:

-Kerry Stuart.

-Hola, ¿Kerry? Soy John Brown de Charlotte. -La voz


del hombre sonaba apresurada pero amistosa.
Recordó que era el supervisor de la Oficina de Redes.

-Buenos días, John... ¿Qué puedo hacer por tí?


-respondió cordialmente.

-Bueno... hum. Tengo un pedido procedente de


vuestra oficina, y quería verificarlo con alguien... no
quiero hacer algo por lo que luego me puedan patear
el culo, ya sabes a lo que me refiero. Intenté
contactar primero con el despacho de la Srta.
Roberts, pero ella no está.

-Está en el vestíbulo en MIS... ¿cuál es el problema?


-inquirió Kerry con curiosidad-. ¿Qué fué lo que te
pedimos?
-Es el T1 fraccionario que usamos para transferir los
datos del distrito de forma segura, tenemos un
pedido para apagar este enlace y redireccionar el
tráfico de la red desde vuestra oficina hasta el centro
de conferencias de Londres -respondió John-. Se van
a volver completamente locos si hacemos eso... por
eso...

Kerry enarcó las cejas.

-¿Nosotros os pedimos que hiciérais eso? Espera...


no, quiero decir que sé que tenemos un problema
con los enlaces ultramarinos al extranjero, pero
encontramos una solución para eso... ¿quién hizo el
pedido?

Ruido de papeles.

-Alguien llamado Fab... Fabarini o algo así


-murmuró-. No entiendo bien la letra... uno de mis
chicos atendió la llamada y anotó el recado, y me lo
dió para confirmarlo. -Una pausa-. ¿Quieres que siga
adelante con ello?

Kerry tamborileó la mesa con los dedos.

-No -respondió calmadamente-. De hecho, no hagáis


nada de esta oficina sin que sea pedido por Dar,
Mark o yo.

Una larga pausa.

-Uh... de acuerdo -respondió John, obviamente


confuso-. Quiero decir que... no suelo cuestionar así
las decisiones del personal... me refiero a que
vosotros estáis siempre haciendo pedidos para
cambiar las rutas, pero esto parecía un poco
drástico, ¿me entiendes?

"Ese estúpido pedazo de..."


-Sí, te entiendo..., hazme un favor, comprueba todo
primero a través de Operaciones, ¿de acuerdo?

Incluso por teléfono pudo sentir como él se encogia


de hombros.

-Claro -dijo John amablemente-. Mejor para mí... así


los departamentos de Seguridad y Comercio Bancario
no me morderán el culo cuando encontrasen que su
canal habia sido tirado. -Pulsó unas cuantas teclas-.
Gracias, Kerry.

-No hay de qué -respondió la mujer rubia y colgó.


Recapacitó durante un momento, después se levantó
para dirigirse a MIS al encuentro de Dar. Sin
embargo, el teléfono sonó antes de que se pudiese
mover y volvió a pulsar el botón para contestar-.
Kerry Stuart.

-Soy José -la voz de VP sonaba nerviosa-. Estamos


teniendo una reunión... baja. No consigo localizar a
Dar.

Sus ojos verdes se clavaron en el teléfono.

-Claro -respondió Kerry-. Voy enseguida. -Rodeó el


escritorio y salió de su oficina a grandes pasos en
dirección a la sala grande de conferencias que se
encontraba al final del vestíbulo. Abrió la puerta, vio
a un grupo de seis o siete personas en su interior y
entró.

-¡Vamos directos al desastre! -insistía Steve Fabricini


dando un puñetazo en la mesa-. ¿Podeis haceros a la
idea de la imagen de perdedores que vamos a dar?
-Se giró y vio a Kerry aproximándose-. ¡Y vosotros no
movéis un maldito dedo al respecto! ¡Esto es
vergonzoso! -Levantó las manos-. ¡Si yo no estuviese
aquí no quiero ni imaginar lo que podría pasar! -Una
pausa-. Es un bonito detalle por tu parte aparecer
aquí a las nueve... y con esa tranquilidad.

Kerry se detuvo y lo miró fijamente. Después avanzó


hacia una silla vacía y se sentó cruzando las manos
sobre la mesa.

-¿Te importa empezar desde el principio? No sé muy


bien de lo que me estás hablando.

José arrojó un lápiz sobre la mesa.

-Tenemos una condenadamente importante


conferencia con la oficina transoceánica en Londres...
y las líneas han caído.

Kerry asintió lentamente.

-La línea principal intercontinental... sí... fuimos


informados -respondió con tranquilidad, saboreando
lo que sabía que se acercaba-. Me avisaron con el
busca esta mañana. -"Bueno, no exactamente
pero..."

-Y no hiciste nada -repuso Steve encolerizado-.


Bueno, ya me encargué yo... tengo al departamento
de redes colocando algunas líneas artificiales para
nosotros, con lo que lo solucionaremos.

La rubia irguió la cabeza.

-No, así no -replicó con calma-. Netops nos pidió


aclaraciones y le dije que no lo hicieran.

-¿Qué? -José se levantó-. ¿Estás loca?

-¡Eso es! Lo sabía... tratáis de sabotearnos -acusó


Fabricini levantando las manos.

Kerry exhaló.

-Esos circuitos extra pertenecen a una cuenta activa


que tú ibas a tirar abajo sin notificación previa... por
eso, sí, le dije que no lo hicieran -se levantó y posó
las manos en sus caderas-. Además, no es necesario
porque ya tenemos un enlace alternativo.

Silencio.

-¿Qué? -volvió a preguntar José mirando a Steve-.


Dijiste que no había nada. -Volvió a mirar a Kerry-.
No había nadie en vuestro departamento...
¡Llamamos tres veces!

La rubia se encogió de hombros.

-Nadie me contactó por el busca -arguyó


simplemente-. Ni por mi teléfono móvil, ni dejando
mensajes de voz... ni contactando con María. Me
parece que alguien no se esforzó demasiado en ver si
estábamos haciendo algo. -Sacudió un poco de polvo
que tenía en una manga y luego caminó triunfante
hacia el ordenador de presentaciones, encendiéndolo
con la tecla que haría salir la información hacia la
pantalla superior. Esperó. Después accedió a la red
interna e inició la sesión de conferencia. Una lista de
oficinas remotas apareció inesperadamente,
destacando la posición central de Londres-. Aquí la
tenéis. -Levantó la mirada-. ¿Hay algo más que
pueda hacer por vosotros? Tengo bastante correo
que limpiar antes de irme esta tarde.

Steve aún no había acabado.

-Vale... ¿a quién robaste las líneas? -preguntó


sarcásticamente.

Kerry le sonrió, sin rastro de humor en su cara.

-A nadie. Alquilamos un satélite y usamos un enlace


-respondió brevemente-. Además, lo hicimos antes
del amanecer, por lo que supongo que puedes decir
que estoy trabajando desde tres horas antes de que
empezases tú. -Les dirigió una mirada a todos y
rodeó la mesa encaminándose hacia la puerta.

-Deberías habérnoslo hecho saber -le interrumpió


José-. No nos puedes censurar por haber pensado
que no estábamos al día, Srta. Stuart... tengo un
departamento y una compañía que proteger.

Kerry se giró cuando estaba en la puerta y lo miró


fijamente.

-Tienes razón -le dijo sinceramente-. Deberíamos


haberte llamado al busca... pero esperábamos tener
la ruta alternativa en funcionamiento antes de que
nadie supiese que había un problema. -Admitió-. Te
pido disculpas... me aseguraré de que te lo notifiquen
la próxima vez.

José jugueteó con el nudo de su corbata.

-Exacto... exacto... sí. Bien -asintió y se removió en


su silla-, mantén esta conferencia en línea, ¿de
acuerdo?

Kerry salió. Echó una mirada hacia atrás mientras la


puerta se cerraba y contempló unos ojos hostiles
observándola. Suspiró, y cerró la puerta tras de sí
inclinándose contra la pared cuando consiguió que su
cuerpo dejase de temblar. Odiaba aquel tipo de
enfrentamientos cara a cara. De repente, su
estómago se reveló y consiguió entrar en los lavabos
de mujeres justo a tiempo para perder su desayuno.
Su cuerpo estaba reaccionando violentamente contra
el repentino e inesperado estrés. Luego se apoyó en
la pared y cerró lo ojos esperando que su estómago
se asentase.

-Vale, Kerry... relájate... ya te has visto en


situaciones más tensas que ésta... ¿Qué pasa
contigo? -se preguntó interiormente. Era verdad, lo
había estado... con su padre, con Dar, por el amor de
dios... ¿por qué aquel bastardo le hacía sentirse así?
Suspiró. Avanzó penosamente hacia el lavabo, se
lavó la boca y se refrescó la cara, que sentía como si
estuviera ardiendo, con agua. Se estaba secando la
cara con unas toallitas de papel cuando escuchó unos
pasos que se aproximaban, levantó la vista y la
puerta osciló, abriéndose y dando paso a una cabeza
oscura y familiar que se asomaba-. Oh... hola...
-saludó a Dar-. Te estaba buscando.

Dar se deslizó dentro y dejó que la puerta se cerrase.

-Yo también te estaba buscando... -miró fijamente a


Kerry-. ¿Te encuentras bien?

Kerry asintió embarazosamente.

-Sí... sí... estoy bien... -decidió que Dar no necesitaba


más estrés del que ya tenía-. Sólo me aseguré de
que la conferencia estuviese en marcha... la conecté
y confirmé que los servicios de Londres estuviesen
accesibles desde la sala grande de conferencias.

Los ojos azules la estudiaron por un instante con


cierta sospecha.

-Bien... bien... te lo agradezco... -Dar miró atrás y se


acercó más tocando cariñosamente la mejilla de
Kerry-. Estás muy pálida... ¿seguro que te encuentras
bien?

Kerry miró alrededor consciente de lo público que era


el sitio donde se encontraban.

-Sí... seguro... algo me debió de sentar mal... quizá


aquel pastelito de carne que comí... -puso una mano
sobre su estómago-. Pero estoy bien.

Dar dio un paso atrás y asintió con alivio.

-Oh... sí, hoy estaban muy aceitosos -comentó-. Bien,


como esta crisis ya está resuelta, tengo otra para
nosotras.

Kerry suspiró.

-Dispara -respondió-. ¿Qué ocurre ahora? -Siguió a


Dar fuera y se dirigió vestíbulo abajo oyendo los
débiles sonidos de la reunión que se estaba
realizando en la sala de conferencias.

-Nosotros cuidamos del IS de las plantas de


manufactura y tenemos algunas estructuras
principales que se han ido abajo -contestó Dar.

-¿Y? -inquirió Kerry-. No parece tan malo.

-Esas estructuras están en Hong Kong -espetó Dar-,


que ahora tiene restricción tecnológica, por lo que no
podemos ayudar a fijarlas.

-Oh -la mujer rubia se mordió el labio-. Eso cambia


las cosas.

-Mm...

-¿Y si pasamos los circuitos clandestinamente dentro


de las galletas de la fortuna?

Dar se rió entre dientes irónicamente mientras se


dirigían corredor abajo.
*****
-¿Dar? -la voz de María quebró su concentración
cuando se encontraba absorta estudiando unos
diagramas de circuitos. Dar echó un vistazo hacia
arriba volviendo repentinamente a tener consciencia
del tiempo.

-¿Sí? -preguntó mientras consultaba su reloj. Mierda.

-Mariana acaba de llamar... y el autobús ya ha


llegado -le comunicó la secretaria-. Pregunta si ya
estás preparada.

Dar se reclinó en su silla contemplando con disgusto


el montón de cosas que tenía encima del escritorio.

-No... pero eso no va a impedir se lleve a cabo la


excursión, ¿verdad? -murmuró en respuesta-. Tengo
una montaña de papeles que necesito pasar... y tres
informes esperando... -suspiró frotándose las sienes-.
Dile que me cambiaré y bajaré en diez minutos...
¿podrías llamar a Kerry y ver si ella ya va para abajo?

-Aún no -respondió una suave voz procedente de la


puerta interior.

Dar levantó la vista para mirar la cabeza de Kerry


que asomaba al interior de su despacho.

-Olvida eso último, Maria... ella está aquí mismo.

-Vale... cubriré las cosas aquí, Dar... intenta pasar un


buen fin de semana, ¿de acuerdo? -incluso María
parecía poco convencida, ya que conocía la
situación-. Buena suerte.

-Gracias -la mujer morena suspiró-. Un buen fin de


semana para ti también, María. -Le echó una mirada
a Kerry-. ¿Preparada?

Kerry entró, ya vestida con vaqueros y una sudadera.

-En la medida de lo posible -miró irónicamente a


Dar-. Acabé todo lo que pude, pero aún hay un
montón de asuntos pendientes, la semana que viene
va a ser de locos.

-Lo sé -suspiró Dar. Se levantó y enderezó sus más


de seis pies de estatura mientras giraba el cuello
para relajarse-. Vaya día... de acuerdo, deja que me
quite este traje para monos e iremos para abajo.
-Rodeó el escritorio con unos pocos pasos y estiró los
brazos-. ¿Uno para el camino?

No obtuvo argumentos en contra por parte de Kerry,


que se deslizó dentro del abrazo de Dar sintiendo la
fresca seda bajo sus brazos, la cual se iba poniendo
más cálida al tiempo que apretaba los brazos
alrededor del cuerpo de la alta mujer.

-Mmm... -sintió la presión de unos labios contra su


cabeza y se sumergió en la dulce sensación deseando
quedarse así como estaba en vez de tener que
subirse a aquel maldito autobús.

Tras un largo momento, se separaron con desgana y


Dar pellizcó la mejilla de Kerry con sus dedos.

-Me molesta tener que gastar todo un fin de semana


fingiendo que no estoy desesperadamente
enamorada de ti -declaró seriamente-. Creo que me
molesta más eso que el hecho de tener que ir.

Kerry se ruborizó ligeramente.

-Sólo espero no meter la pata y olvidarme de que


sólo eres mi jefa -admitió-. Es mejor que
permanezcas lejos de mí esta noche -le advirtió
dándole una palmada cariñosa a Dar-. Ve a
cambiarte... voy a por mi mochila.

Dar suspiró, pero accedió. Se quitó el traje oscuro y


vistió unos cómodos vaqueros y un polo. Metió los
faldones del polo dentro de los vaqueros, se abrochó
el cinturón al tiempo que echaba un rápido vistazo al
reflejo en el espejo y se peinaba antes de colgar el
traje y volver al despacho.

-Dar, fuera hace frío -le regañó Kerry-. Ponte un


jersey o algo, vas a resfriarte. -Inspeccionó en la
mochila de su jefa y extrajo una sudadera suave y
algodonada-. Ponte esto.
-Sí, mamá -rió Dar entre dientes, pero hizo lo que le
había dicho deslizando la prenda por su cabeza y
ajustándola a su cuerpo-. ¿Mejor?

Kerry observó el extraordinario color carmesí contra


la piel bronceada de Dar y su pelo negro y sonrió.

-Oh... me gusta... el rojo te sienta muy bien -se colgó


la mochila al hombro y exhaló-. Bueno, vamos allá.

Fueron hacia el vestíbulo y cogieron el ascensor.


Descendieron en silencio intercambiando una última
mirada antes de que la puerta se abriese.

El resto del grupo se encontraba esperando y las


observaron con irritación cuando se les unieron.

-Perdón -se dirigió a la mujer que las había mandado


buscar vivamente-. Sólo intentaba acabar algunos
asuntos.

La mujer, una rubia desenvuelta de risa contagiosa


asintió.

-Bien, estupendo... me alegro de que os unáis a


nosotros -comprobó su carpeta-. Vosotras debéis de
ser Roberts y Stuart, ¿cierto?

Dar asintió: -Sip.

-Excelente. Bien, de acuerdo... me llamo Skippy, y


seré vuestra guía durante el seminario -comprobó su
lista-. Lo que vamos a hacer es subirnos al autobús y
comenzar... el campamento se encuentra a unas tres
horas y media al norte y durante el camino
rellenaremos algunos cuestionarios. Hay algunos
aperitivos en caso de que alguien tenga hambre, ¿de
acuerdo?

-¿Un aperitivo? -objetó José-. Hey, vamos... la


mayoría de nosotros no hemos almorzado. -Miró
alrededor abrochándose la chaqueta-. Son casi las
seis. -Unas cuantas personas del grupo asintieron
ante su comentario.

-De acuerdo -Skippy no se dio por abatida-. Tenemos


algunas cenas completas a bordo... así que vamos,
os explicaré más sobre el programa cuando nos
pongamos en camino. -Los examinó y se subieron al
enorme autobús alquilado-. Ahora bien, nadie lleva
ninguna cosa nauseabunda como ordenadores ni
nada por el estilo, ¿verdad? -les recordó-. Vamos a
intentar llevar vuestras mentes a un espacio diferente
este fin de semana.

-Me pregunto cuánta gente le habrá pedido crema de


cacahuetes -comentó Duks en un murmullo
provocando que Dar riese entre dientes-. No me
puedo creer que esté haciendo esto, amiga... ni que
lo estés haciendo tú, ya que estamos.

Dar se encogió de hombros.

-No nos hará mal -respondió lacónicamente mientras


observaba a Kerry subir al autobús.

Subió tras ella agradecida por dejar atrás el denso


olor a diesel. El autobús estaba forrado por dentro
con terciopelo y tenia dos filas de asientos que iban
hasta el final y que estaban separadas lo suficiente
como para proporcionar un espacio decente en el
que ubicar las piernas. En realidad no había motivos
para estar apretados, por lo que Dar
desganadamente pasó la fila donde se había sentado
Kerry y se deslizó a la fila posterior, colocando el
brazo entre los dos sitios y desperezándolo. Si se
inclinaba contra la ventana podía ver la cabeza de
Kerry haciendo lo mismo. Cuando la miró, la mujer
rubia se volvió para atrás y se asomó por la
separación.
Sacó la lengua haciendo que Dar sonriese, sonrisa
que Dar ocultó rápidamente al ver que Steve se
sentaba en su misma fila, clavando sus
amenazadores ojos negros. Duks ocupó el sitio
posterior a ella y Mariana ocupó el que estaba detrás
de Steve, haciendo que Dar se reprendiese
severamente a sí misma por no haber acordado con
Kerry hacer lo mismo.

Genial. Ahora estaba obligada a ver el obsceno


hocico de Steve durante tres horas. Con un suspiro
de resentimiento, Dar subió una rodilla y apoyó el
brazo contra la misma mientras el autobús salía del
aparcamiento encaminándose hacia el débil ocaso.
*****
-Aquí tienes. -Skippy sonrió a Kerry mientras le
tendía su carpeta con un montón de papeles dentro-.
Rellénalos todos y si tienes alguna duda,
pregúntame.

Kerry cogió los papeles.

-De acuerdo... ¿para qué es todo esto? -preguntó


echándole un vistazo a los cuestionarios.

Skippy apoyó una mano en el respaldo del asiento


que se encontraba a su lado.

-Bueno, es para que podamos conocerte mejor... y


así podamos ajustar el seminario de acuerdo a tus
necesidades.

-Ah... ¿no sería más eficiente si nos los hubierais


entregado antes de recogernos? -inquirió con
curiosidad-. Me refiero a que... no parece que tengáis
mucho tiempo para hacer ajustes.

La viva sonrisa de Skippy se desestabilizó.

-¿Por qué?, estaremos levantados toda la noche si es


necesario... no te preocupes... sólo rellena los
cuestionarios.

Kerry tiró la capucha de su bolígrafo y estudió las


hojas.

-Si la conociera mejor... diría que esto es sólo para


mantenernos ocupados durante el viaje -murmuró
sacudiendo la cabeza-. Porque no sé que tipo de
ajustes vais a hacer con la lista de mis libros
favoritos.

-Bueno, bueno... tan sólo déjanos hacer nuestro


trabajo... esa información dice mucho sobre ti a
nuestros analistas -le informó Skippy mientras huía
pasillo abajo extendiéndole a Dar su carpeta y
volviéndose para ofrecerle a Steve la suya-. Aquí
tenéis... ¿alguna... hum... pregunta?

-Sí... ¿tiene un asiento asignado o puede ayudarme a


rellenar mi carpeta? -le preguntó Steve dedicándole
una sonrisa a la joven rubia.

Skippy le brindó una radiante sonrisa.

-Bien, déjame repartir el resto y volveré a echarte


una mano, ¿vale? -se apresuró por el pasillo
asegurándose de que todos tuviesen una carpeta-.
¿Sí? -Se inclinó donde Duks estaba sentado-.
¿Necesita alguna cosa? ¿Un bolígrafo?

Duks levantó uno de sus inagotables abastecimientos


de bolígrafos mecánicos.

-No, gracias.

-Tú debes de ser contable -le sonrió-. Los contables


siempre tienen de esas cosas.

Duks asintió solemnemente.


-Cuando te gradúas en la universidad con el título de
finanzas te dan una docena de cajas de bolígrafos -le
aseguró-. Con tu nombre grabado en ellos. -Le
enseñó uno-. ¿Ves?

-Oh... sí. -Skippy se apartó de él sigilosamente y


dirigió una resplandeciente sonrisa a Dar, que se
encontraba escribiendo su nombre limpiamente-. ¿Y
tú qué eres?

-Un problema -respondió Dar mirándola fijamente


bajo sus negras pestañas y dejando asomar una vaga
sonrisa a sus labios.

-Ah -Skippy retrocedió-. Bueno, ¿qué tal unos


refrescos, eh? Tenemos de cola, naranja y lima.

-Leche -respondió Dar intentando sacarle la máxima


diversión posible al fin de semana, lo que incluía
atormentar a pequeñas rubias que estaban lejos de
ser como la suya.

-Leche... vale... creo que tenemos algo de eso...


déjame ir a ver -huyó por el corredor en dirección a
la parte delantera del autobús, donde Eleanor y su
ayudante se encontraban instalados en un suntuoso
esplendor. La VP de Marketing llevaba una colorida y
gruesa tela trenzada alrededor de sus rodillas, y su
ayudante, un hombre alto y delgado cuyos ojos
pestañeaban nerviosamente tras gruesas gafas, se
encontraba encorvado sobre sus cuestionarios. Todos
los demás habían optado por llevar vaqueros,
excepto José, que llevaba unos pantalones chinos
impecablemente planchados y una guyabera.

Dar encogió las rodillas y reposó la carpeta sobre


ellas mordiendo su bolígrafo mientras estudiaba los
cuestionarios. Constaban de una colección de
preguntas significativas para probar su perfil psíquico
interno, razonó, pero por otro lado, ¿por qué
preguntaban si prefería pollo o pescado, o si en un
viaje de avión cogería el asiento que daba al pasillo o
el que daba a la ventana? En parte pensaba que
Kerry tenía razón y este material era sólo para
tenerlos ocupados por un rato, hasta que llegasen o
hasta que el aburrimiento del viaje se asentase y se
quedasen dormidos.

Skippy regresó y le extendió a Dar un pequeño


paquete de leche. Después se sentó junto a Steve y
comenzó a abordar las preguntas del cuestionario
con él.

-Psst -un suave susurro llamó su atención y le echó


un vistazo al respaldo del asiento delantero. Los ojos
verdes de Kerry estaban clavados en ella.

-¿Si? -preguntó suavemente.

-¿Ganamos puntos si conseguimos contestar más del


diez por cien de las preguntas con "ninguno de los
indicados"? -inquirió la mujer rubia-. Detesto todos
los animales de la pregunta seis.

-Hey... -dijo a modo de protesta la voz de José- ¿Qué


quieren decir aquí "relaciones con animales"? ¿Qué
tipo de personas piensan que somos?

-Señor... se refiere a mascotas -Skippy le sonrió


vivamente-. Ya sabe, como perritos y gatitos... ¿tiene
alguna mascota que adore? -Su sonrisa se extinguió-.
No es sobre si usted... uh... ama... no es en ese
sentido... hum... nosotros no... no tenemos interés
en saber eso.

-¿Qué tal mi pitón? -contestó Duks secamente desde


su oscura esquina-. ¿Considera también mascotas las
ratas que le doy de comer?

Dar se cubrió los ojos ahogando una risa.

-Hum... bueno, no... porque ellas son... mmm...


transitorias, ¿cierto? Nos referimos a mascotas
permanentes -respondió Skippy-. De las que están
todo el tiempo.

-Como mi Dulcecita -dijo Mariana abstraída desde su


asiento al otro lado de Dar-. Es la papagayo más
bonita.

Skippy le sonrió.

-¿Ven? Sí... a eso me refiero...

-Mm... la quería mucho, la disequé cuando murió


-añadió la VP de Personal-. Ahora ella es la cosa más
permanente de mi casa.

Dar apretó fuertemente los músculos del maxilar.

-Sois muy irrespetuosos -dijo repentina y


astutamente Steve-. Esta mujer está aquí para hacer
su trabajo y todos os lo tomáis a broma. -Les dijo
con tono irritado y Skippy le sonrió agradecida-. La
compañía lleva esto en serio y vosotros también
deberíais hacerlo. -Se sentó sonriendo a la guía, que
estaba más relajada, en el asiento de al lado.

Dar suspiró. Iba a ser un fin de semana muy largo.

El zumbido de los neumáticos del autobús finalmente


cambió y Dar se removió en su asiento, pestañeando
y echando un vistazo por la ventana. Fuera estaba
muy oscuro, sólo se veían los ocasionales destellos
de las lámparas casi sin luz de los carteles. Miró por
su derecha, entre los asientos, y distinguió la suave
curva de la mejilla de Kerry, mientras dormitaba con
la cabeza apoyada contra el frío cristal de la ventana.

Al otro lado, Steve y Skippy conversaban en voz baja.


Parecía que los demás se habían quedado dormidos.
Dar se enderezó y ojeó su reloj. Se levantó y apartó
su pelo del respaldo del cómodo asiento.
-¿Estamos cerca? -interrogó suavemente.

Skippy giró la cabeza.

-Sí... acabamos de dejar la vía rápida... aún nos falta


un poco -respondió alegremente-. Así, por este
camino... queremos que no oigan el ruido del tráfico.

Dar se reclinó en su asiento y miró con atención por


la ventana. Pasó un cartel.

-Enlaces Bail de Aardvark -comentó-. La próxima a la


derecha. -Giró su cabeza-. Apuesto a que no sois los
únicos que quieren algo de aislamiento.

Skippy pestañeó ante ella.

-¿A qué te refieres?

Dar volvió a mirar afuera.

-El cielo Bail de Bill -enunció-. Sin tiempo de espera,


seis líneas. -Sus ojos azules la observaron
irónicamente-. Estamos cerca de Stara.

-¿Stara? -preguntó Steve visiblemente molesto por la


interrupción de su conversación-. ¿De qué estás
hablando, Dar?

-La Penitenciaría Federal -vino la respuesta con


ironía-. Hay una prisión cerca de aquí... y, si no me
equivoco... está vacía.

-Oh... bueno... nosotros no vamos allí -le aseguró


Skippy-. Vamos a un campamento al oeste de aquí,
en serio... no os vamos a llevar a una prisión.

-Oh, no lo sé -dijo Steve cortante-. Me gustaría verlo


por mí mismo.
Dar lo miró fijamente.

-Steve... tienes mucho más de qué preocuparte


-respondió insinuantemente.

Él se reclinó.

-Oh... no lo creo... creo que esas mujeres acabarían


con esa arrogante actitud tuya.

La mujer de pelo negro puso las manos en las


caderas y le sonrió.

-Por lo menos mi actitud es algo que puede cambiar


-dijo intencionadamente.

Skippy los había estado observando girando la


cabeza de uno a otro como una pelota de ping-pong
rubia y errante.

-Oh... ¿os conocéis bien? -preguntó brillantemente.

Steve estudió la alta figura de Dar


especulativamente.

-Vamos, Dar... esos días tuyos quedaron atrás...


corta con esa porquería -rió-. ¿Cuándo fue la última
vez que subiste de cinturón?

-¿Cinturón? -Skippy pareció detectar una pelea e hizo


un intento de desviarla-. ¿Qué tipo de cinturones son
esos? ¿Estás en aerobic? Yo sí.

Dar decidió ignorarlos y deambuló por el pasillo hacia


el extremo posterior del autobús donde estaba el
cuarto de baño y un pequeño frigorífico. Lo exploró
encontrando una lata de Yoohoo con disimulada
alegría. Cogió un paquete de bizcochos salados
mientras el autobús giraba a la derecha y disminuía
drásticamente la velocidad.
-Oh... ya estamos casi -Skippy se levantó y fue a su
asiento, que estaba en la parte delantera, mientras
recogía su montón de papeles y miraba por la
ventana frontal-. Muy bien, grupo... es mejor que
despertéis porque la carretera es un poco
accidentada por aquí y no quiero que nadie se
asuste. -Su dinámica voz agitó al resto del grupo que
despertaron con gran esfuerzo y mirando alrededor.

Dar se dirigió de vuelta a su asiento y se dejó caer en


él. Abrió su refresco y bebió en silencio. Una cabeza
rubia asomó del asiento delantero y ella levantó la
vista reprimiendo a duras penas una amistosa sonrisa
para Kerry. Los ojos verde ámbar bajo la débil luz del
autobús centellearon en señal de reconocimiento y, a
cambio, le ofreció algunos Pretzels.

-Gracias -contestó Kerry educadamente mientras


escogía uno y lo masticaba.

El autobús volvió a girar a la derecha y entonces


pareció como si pasasen por encima de mil baches.
La vibración los sacudía desagradablemente.

-Jesucristo -dijo José bruscamente- ¿A qué tipo de


lugar nos dirigimos? -Todos se asomaron por las
ventanas, pero sólo consiguieron ver oscuridad y
árboles cuyas hojas palmoteaban contra los lados del
vehículo. Tras diez minutos de sacudidas, el autobús
comenzó a ir más despacio y entró en una especie de
portal meciéndose irregularmente mientras el camino
se volvía más sucio.

Finalmente el autobús se detuvo y se encendieron las


luces interiores del mismo.

-Bien -dijo Skippy-. Nos encontramos ante el


vestíbulo principal... vamos a salir fuera del autobús
y os conduciré hasta vuestra cabaña. -Verificó una
lista-. En el vestíbulo tenemos un poco de café y
algunos bocadillos por si tenéis hambre, este
campamento no es un hotel de lujo, ¿entendido?

-¿Eso significa que sólo tenemos mostaza o salsa


pero no ambas? -preguntó a su vez Duks secamente
mientras se colgaba su bolsa al hombro.

Skippy sonrió.

-Vosotros veréis... intentamos hacerlo de forma que


no se concentren en lo que les rodea... si no en los
otros -se dirigió al camino-. Bien, ¡Vamos allá!

Bajaron del autobús y les asaltó una ráfaga de aire


frío llena de aroma a pino y arena. Delante de ellos
se encontraba un edificio de madera con un porche
que lo rodeaba casi por completo. Siguieron a Skippy
por las escaleras y a través de la puerta oscilante.

Era un lugar pardusco. A Dar le recordó a los


campamentos del ejército a los que iba en su
juventud. Había mesas de caballete colocadas en
ordenadas filas con bancos largos y estrechos al lado.
También había estandartes en las paredes. Habían
barrido el local. El interior era frío y sólo tenía tres
luces encendidas que ofrecían una atmósfera
húmeda y casi oscura.

-Estupendo -declaró con una sacudida de cabeza-.


¿Qué es este sitio?

Skippy levantó la vista de sus papeles.

-Esto es un campamento YMCA -contestó con una


sonrisa presuntuosa.

Eleanor había estado echando un vistazo y ahora


miró fijamente a la mujer con aire espantado.

-No puede esperar que nos quedemos en este


repugnante lugar -exclamó abrazando la chaqueta-.
Esto es absurdo.
José se puso a su lado.

-Estoy de acuerdo... éste no es un lugar para


personas como nosotros -dijo ondeando una mano
ante ella-. Debe de haber un hotel por los
alrededores.

Duks se sentó en el borde de una mesa.

-Yo podría quejarme de esto por cuestiones religiosas


-declaró mientras miraba a Mariana-. ¿Tengo algún
derecho?

La VP de Personal apagó un suspiro.

-Tengo que admitir que no era esto lo que esperaba


de vuestra compañía -se dirigió a Skippy-. Sé que
éste no es el tipo de facilidades que usaron para
Plano.

Steve había estado vagando alrededor estudiando las


paredes.

-Oh... no sé... no está tan mal -se volvió hacia ellos


con una sonrisa-. Me trae recuerdos de cuando era
un Boy Scout -dijo abriendo los brazos-. Vamos... son
sólo dos noches... un montón de aire fresco...
probablemente nos haga algo de bien a todos.
-Respiró profundamente.

Como a una señal, todos se volvieron hacia Dar que


se encontraba apoyada contra la pared. La VP de
Operaciones se encogió de hombros.

-He estado en sitios peores -comentó-. Apuesto a


que... no hay ningún otro lugar por los alrededores,
¿cierto? -Sus ojos fueron hasta Skippy.

-Cierto... -la rubia gallarda parecía perturbada-. Nos


aseguraron que no tendrían ningún problema con
este lugar... tengo que llamar a mi oficina... fuimos
muy explícitos en la descripción.

José resopló.

-Debe de estar riéndose de nosotros a carcajadas


-gruñó con disgusto-. Buena broma... buena broma...
esperad a que vuelva allí, voy a llamar a esos
bastardos y darles un poco de entendimiento.
-Apuntó a Dar-. ¿Ves en lo que nos metiste?

-Sí... te hago responsable de esto, Dar -Eleanor


estaba de acuerdo-. ¿En qué estabas pensando?

Mariana se metió entre ellos.

-Esperad un momento... esto no tiene nada que ver


con Dar.

-Claro que lo tiene -interrumpió Steve-. Su falta de


cooperación es lo que nos trajo aquí, Mariana... pero
ahora que estamos aquí, tenemos que hacerlo lo
mejor posible. -Sonrió a Skippy que todavía parecía
bastante disgustada-. Estoy seguro de que lo
conseguiremos, a pesar de donde nos ha metido la
vieja Dar.

-Ésa es una muy buena actitud St... quiero decir, Sr.


Fabricini -afirmó la rubia.

Dar les dirigió a todos una mirada austera


comprendiendo que Steve había ganado un tanto.

-Discutir ahora mismo sobre esto no nos lleva a nada


-declaró-. Podemos discutirlo todos cuando volvamos
a Miami, o mejor aún, tomar un vuelo hacia Plano y
hablarlo directamente con Les.

Esa amenaza consiguió por respuesta unos ojos


desorbitados.
-Ahora limitémonos simplemente a terminar con esto.
-Examinó a Skippy-. ¿No nos ibas a llevar a la
cabaña? Creo que dormir un poco sería una buena
idea.

-Hum... cierto... de acuerdo... vamos. -Supo cuando


aprovechar la retirada-. Por aquí. Pusimos sábanas y
mantas en las literas, esta noche hace un poco de
frío, tengo alguien fuera arreglando los calentadores
pero aún no están preparados. -Los llevó por un
camino de tierra oscura hacia una estructura de
madera más pequeña-. Ya estamos -Abrió la puerta y
se quedó de pie dejándoles pasar-. Vigilad vuestros
pasos.

Kerry comprobó que era bastante espeluznante.


Había ido a campamentos, claro, pero aquellos a los
que sus padres la habían enviado tenían alfombras y
literas privadas para cada persona. Éste no era así.
Básicamente eran dos cuartos, con un baño
compartido en el medio. Las literas estaban alineadas
contra las paredes y las ventanas, situadas entre
ellas, tenían las persianas bajadas. Seis literas en un
cuarto y seis en el otro. El baño también se
encontraba dividido en dos, con dos retretes en
forma de establo y dos duchas carentes de cortinas.

Oh, chico. Kerry miró a Dar que parecía luchar entre


una diversión salvaje y verdadera irritación.

-Los hombres en un lado y las mujeres en el otro


-declaró rotundamente la VP de Operaciones-. No lo
penséis... escoged una litera y dormid un poco.

Dar se movió furtivamente por el suelo de madera y


seleccionó una litera de la esquina de la parte de
atrás poniendo su bolsa bajo la misma. Kerry la
siguió escogiendo la litera de al lado, se sentó en ella
plegando las manos sobre su regazo. Siguió Mariana,
escogiendo silenciosamente la litera al otro lado de
Dar, sonriendo a la ayudante de Duks que se sentó a
su lado, dejando la litera más alejada a Eleanor.

-Bien -gruñó Duks encabezándose hacia el otro


cuarto que se comunicaba por una puerta. La abrió y
entró-. Vamos chicos.

Steve se rió suavemente dirigiéndole una sonrisa a


Dar antes de seguir al VP de Finanzas hasta el
cuarto. José se arrastró tras él con mirada hastiada.
El ayudante de Eleanor avanzó dócilmente dejando a
las mujeres contemplándolos.

-Me voy a poner enferma -declaró Eleanor


firmemente mientras abrazaba su bolsa-. Esto es
inaceptable.

Kerry se levantó y rodeó el pequeño cuarto.

-Bueno... en realidad no está tan mal -declaró-.


Quiero decir, podría ser peor, y las sábanas están
frescas... esto está limpio, es obvio que lo
mantienen. -Levantó la vista hacia arriba y decidió no
mencionar las grandes telas de araña-. Sólo es por
una noche o dos. -Miró a Eleanor-. Mira, ya estamos
aquí, no tiene sentido luchar ahora, esperemos hasta
que volvamos a casa y entonces podremos hablar de
ello.

Eleanor frunció los labios, incapaz de encontrar una


manera de discutir la lógica de Kerry. Se acercó a la
litera y pasó un dedo por encima de la ropa
examinándola.

-Bueno... está limpio. -Empujó la almohada


experimentalmente-. Supongo que podré hacer un
sacrificio... -Miró a Dar-. Pero vas a pagar por esto,
Roberts.

Dar se encontraba sentada en su litera con la espalda


apoyada contra la pared y mirándola fija e
indiferentemente.
-Las amenazas son vanas -anunció haciendo una
pequeña pausa-. Así que cállate... yo no pedí esto...
no fui yo quien mandó el maldito e-mail a Les... y no
quiero tener que oír esa mierda durante los dos
próximos días.

-Bueno... él no habría tenido que enviarlo si hubieras


cooperado, ¿no crees? -disparó Eleanor.

-No coopero con demandas irrazonables... ya


deberías saberlo -respondió Dar irritadamente-. Me
da igual quien las haga: tú, Les, y en especial tu
pequeño muchacho del hacha en mano.

-Señoras -Mariana levantó una mano-, ¿podemos


dejarlo por esta noche, por favor? -rogó-. Tendremos
tiempo de sobra para atribuir culpas y luchar entre
nosotros cuando volvamos a Miami... limitémonos a
acabar con esto.

Dar suspiró. Mariana tenía razón y, además, estaba


permitiendo que Eleanor la molestara.

-Cierto... -se levantó y abrió su bolsa de noche


extrayendo una camisa de dormir de franela. Un
silencio pesado se estableció y levantó la vista
reparando en que todas se estaban lanzando fugaces
miradas las unas a las otras-. Vamos chicas... somos
todas mujeres. -Les recordó cómicamente la mujer
de pelo negro mientras se quitaba la sudadera y el
polo y los juntaba a los vaqueros.

-Oh no. -Eleanor cogió su bolsa y se metió en el


cuarto de baño dejando al resto en un incómodo
silencio.

Dar suspiró.

-Apaga la luz -dirigiéndose a Mariana-. Nadie podrá


ver a las otras en la oscuridad.
La mujer alta de pelo rubio ceniza asintió
apreciativamente, sumergiendo el cuarto en una
oscuridad rota por los murmullos y el sonido de los
pies descalzos sobre el suelo de madera. De la puerta
de al lado se oían fuertes voces masculinas y se
podía ver la luz por la ranura.

-¿Veis? A los chicos no les importa -comentó Dar


mientras guardaba sus ropas y se sentaba en su
litera, que se encontraba ligeramente separada del
suelo.

Mariana resopló.

-¿Importarles? Ellos compiten... probablemente están


midiéndose mientras nosotras hablamos.

Un coro de risitas.

-No con este tiempo -dijo Dar lenta e irónicamente-.


Necesitarían un calibrador.

Otro coro de risitas, esta vez más fuerte.

Un salvaje grito emergió de la puerta cerrada del


cuarto de baño y, tras un instante de aturdimiento, la
puerta se abrió de un tirón al tiempo que Eleanor se
arrojaba fuera a medio vestir gritando y dirigiéndose
como un relámpago hacia la puerta de la cabaña.

Desgraciadamente se olvidó de abrirla primero y


estampó la cara contra los tablones.

-Oh dios mío... oh dios mío... ¡¡Socorro!!

Dar saltó fuera de la cama y se dirigió allí


rápidamente al tiempo que oía unos pasos pesados
provenientes de la puerta de al lado. Localizó a
Eleanor casi al mismo tiempo que José abría la
puerta resplandeciente con sus calzoncillos de seda
blancos y corazones rojos estampados.

-¡Jesús! ¡Qué está pasando aquí!

-Ni idea -gruñó Dar-. Eleanor... ¿qué demonios ha


pasado?

La ejecutiva de Marketing se volvió y agitó sus manos


ferozmente.

-¡Me atacó! Dios mío... ¡Tengo que salir de aquí!


-Apuntó al baño-. ¡Allí!

Kerry había seguido a Dar y asomó su cabeza al


interior del baño echando un vistazo alrededor
cautamente. Observó el retrete, el pequeño lavabo
donde estaban los cosméticos de Eleanor, la ducha y
una serpiente. Echó su cabeza hacia atrás y tembló
helada.

-Oh... Jesús. -Sus ojos se ensancharon-. ¿Alguien


conoce la fauna local? -Dio un salto atrás cuando la
serpiente comenzó a deslizarse hacia fuera-. ¡Mirad!

-¡Dios mío! -exclamó José cuando la vio volviendo al


cuarto de los hombres de un salto y cerrando la
puerta con un portazo.

La serpiente, un especimen verde de tres pies de


largo, se encaminó hacia Dar.

-¿Dónde está Steve Irwin cuando lo necesitas?


-murmuró Dar cuando la serpiente asomó bajo la
tenue luz-. Creo que es inofensiva.

-¿Crees? -Mariana estaba de pie en su cama-. Dar,


no me vengas con "creos", ¿vale? No me voy a pasar
todo el lunes rellenando papeles porque te mordió un
"creo".

-No... no lo es. -Dar esperó a que la serpiente se


acercase hasta su pie y entonces la capturó por el
cuello y la alzó-. Probablemente anda buscando un
lugar cálido. -La examinó-. Sí... sólo es una serpiente
de jardín... no es peligrosa.

La puerta del lado de los hombres se abrió con un


crujido y tres pares de ojos se asomaron.

-Dios mío -rechinó el ayudante de Eleanor.

Dar suspiró e hizo señas a Eleanor para que se


apartase de la puerta.

-Muévete... voy a ponerla fuera.

-¿Qué? -dijo Steve asomando detrás de la puerta- ¿Y


permitir que ataque a alguien más? De ninguna
manera... ¡Mátala!

-No siempre podemos matar las cosas que tienen el


potencial para incomodarnos -aseguró Dar mirándolo
firmemente-. Ahora sal de mi camino, Eleanor. -Se
dirigió hacia la puerta y la mujer gritó al tiempo que
se apartaba de ella retrocediendo y tropezando con la
escoba de barrer la cabaña, aterrizando en el suelo y
corriendo hacia atrás como una gran araña blanca
desolada.

Dar liberó la serpiente, se sacudió las manos para


quitarse el polvo y entró en la cabaña.

Los hombres estaban tras su puerta. Las mujeres


estaban en forma de racimo contra la pared tras la
camisa de Piolín que Kerry llevaba puesta.

Todos la contemplaban.

-Te hemos escogido como "Cazadora de Serpientes"


-le informó Kerry con una débil sonrisa- ¿Podrías
verificar si hay más?
Dar posó las manos en sus caderas.

-Yo no voté -protestó-. Además, con este tiempo es


fácil... mirad donde haga calor.

Cinco pares de ojos se volvieron a la vez hacia sus


literas.

-Oh dios mío -Eleanor se cayó al suelo sin fuerzas.

-Uh... creo que deberíamos dejar la luz encendida


-declaró Mariana nerviosamente mientras ella y Mary
Lou se esforzaban en llevar a Eleanor hasta su litera.

Dar suspiró y sacudió la cabeza. Se dirigió hasta su


litera y se sentó en ella.

-Estoy segura de que tan sólo fue un incidente


aislado -las tranquilizó-. Vamos... tenemos que
dormir un poco... sólo dios sabe lo que "Mary Rayo
de Sol" nos reserva para mañana. -Se tumbó de lado
en su pequeña cama cruzando los tobillos y
apoyando la cabeza en una mano.

Kerry hizo lo mismo deslizándose lentamente hasta


su cama después de examinarla nerviosamente y
acostándose de manera que su cabeza quedase cerca
de la de Dar.

-Odio las serpientes -murmuró.

-¿Mmm? ¿Y que tal te llevas con los lagartos?


-inquirió Dar con aire serio.

-Hum... no lo sé... ¿Por qué? -preguntó Kerry


vacilantemente.

-Tienes uno en tu pierna -apuntó la mujer de cabello


oscuro.

Kerry aulló y saltó mientras brincaba por el espacio


entre sus dos literas y aterrizaba prácticamente en
los brazos de Dar.

-¡Mierda! -miró al pequeño lagarto corretear lejos y


exhaló rota-: Maldición.

Entonces reparó dónde se encontraba y atisbó la cara


de Dar.

-Uh... lo siento -se alejó de la alta mujer cuyos ojos


centellearon-. Dar, esto no tiene gracia... odio estas
cosas.

Dar estuvo a punto de pedirle que se quedara donde


estaba... ésa era la Dar que la protegería. Pero
Mariana y Mary Lou las estaban mirando.

-Mira... sólo tienes que relajarte. Los lagartos son


buenos... se comen a los bichos.

Mal comentario. En un segundo todas se colocaron


en medio del cuarto y clavaron sus ojos en las
camas.

Dar suspiró y se tapó la cara con la manta. Iba a ser


una noche muy larga.
*****
Finalmente habían conseguido dormir algo. Dar las
había convencido de que si apagaban las luces y se
tapaban con la ropa de la cama hasta la cabeza
ningún bicho las tocaría aunque los hubiese.

Así lo hicieron y ella se tumbó en su litera esperando


que su cuerpo se relajase en este ambiente extraño
mientras escuchaba las suaves respiraciones a su
alrededor.

Un ligero sonido retumbante venía de la puerta de al


lado, y la morena sonrió y exhaló esperando que
ninguna de sus compañeras durmientes roncara.
Ella sabía que Kerry no lo hacía, a menos que
estuviera tumbada boca arriba y exhausta. Dar
sospechó que a ella le pasaba lo mismo en esas
situaciones, pero normalmente la rubia prefería
enredarse a su lado o contra el hombro de Dar
calentando suavemente con su respiración su cuello.

Era increíble, Dar meditó sobre lo bien que eso la


hacía sentir. Giró la cabeza y miró fijamente en la
oscuridad. Casi no conseguía distinguir la abultada
forma que estaba tumbada en la cama de al lado. Se
desplazó un poco hacia delante acercando su cabeza
a la otra litera tanto como pudo, y deslizó una mano
recorriendo el espacio que había entre ambas camas
hasta cerrar sus dedos sobre la mano de Kerry, la
cual pudo distinguir apoyada sobre su cabeza.

Tras un suave sobresalto, la cabeza rubia se alzó y la


débil luz reflejó el brillo de unos ojos pálidos.

-Oh -susurró-, me has asustado.

Dar sonrió y le frotó la mano calentándosela.

-¿Tienes frío? -murmuró en respuesta.

-Mm -Kerry se acercó más hasta que su cara estuvo a


unas pulgadas de la de su amante-. Incluso con el
relleno extra, aún estoy temblando... es bastante
vergonzoso para una norteña -admitió.

Su alta compañera sonrió abiertamente y miró


alrededor con cautela.

-Eso no puede ser -se deslizó fuera de su litera y se


metió en la de Kerry con la oscuridad protegiéndolas.

-Dar -dijo la mujer rubia con voz hueca- ¿Qué estás


haciendo?
-Protección corporal de mi ayudante -ronroneó la
ejecutiva en su oreja mientras se enroscaba en su
cuerpo y tiraba de las mantas tapándolas a las dos-
¿Algún problema?

-Yo no... pero todas las demás sí, Dar -susurró


Kerry-. Creía que estábamos intentando guardar el
secreto... y me parece que si se despiertan y nos
encuentran juntas en la misma cama va ser un
poquito evidente, ¿no crees?

-Shh... saldré de aquí antes de que amanezca... sólo


relájate -la tranquilizó Dar-. A menos que no quieras
calentarte, en ese caso... puedo irme ahora.

Kerry se acurrucó más cerca.

-Mmh -refunfuñó mientras enterraba su cara en el


acogedor y cálido cuello-. Bueno... por lo menos
estaré a salvo de las serpientes. -Una pausa-. De las
que no tienen piernas, claro.

Dar se rió entre dientes suavemente y dejó que su


cuerpo se acomodase para dormir, envolviendo
confortablemente al de Kerry y moviendo sus manos
en lentos círculos contra la piel de la mujer más
pequeña.

La respiración de Kerry se hizo regular y más


pausada abandonándose al sueño con sus manos
flexionadas suavemente contra el pecho de Dar. De
algún modo, esto alivió los acontecimientos del día
haciendo que se fueran flotando, aclarando su mente
y permitiendo que su cuerpo también flotase.
Estaba sentada en una pendiente con césped desde
donde se veía el valle del río. La tierra abierta y
ondulada se estrechaba ante ella, hendida por el azul
profundo y la línea gris de agua cuya rapidez y
murmullo venía débilmente hasta ella. El viento sopló
en su rostro, echándole el pelo hacia atrás y agitando
la suave tela que cubría el cuerpo de la rubia mujer
que estaba tendida con la cabeza acomodada sobre
sus piernas extendidas.

Una mano que reconoció como suya acarició


cariñosamente el suave pelo que caía sobre su piel
mientras era perezosamente consciente del zumbido
de una abeja cercana y del canto de un pájaro sobre
su cabeza.

Sus ojos descendieron por el cuerpo de su


compañera y sintió una extraña sensación de
sorpresa y familiaridad mezcladas, cuando reparó en
que la mujer anidada contra ella estaba embarazada,
destacando su barriga prominente bajo la suave tela.
Su otra mano se entrelazó con la de la mujer y
ambas se deslizaron por la superficie. Allí sentada,
atrapada entre el sueño y los recuerdos débiles que
descansaban contra su memoria, sintió la vibración
de una vida diminuta bajo sus dedos.

Una pequeña sonrisa emergió de los labios de la


rubia y sus ojos se entreabrieron encontrándose con
los azules que la estaban mirando adoptando un
silencioso y cálido centelleo.

Dejó que los músculos de su cara se moviesen y


supo que le estaba devolviendo la sonrisa.

La mujer rubia acomodó su cabeza hacia atrás


cerrando los ojos y allá recostó su cabeza contra la
áspera superficie del árbol con la dulce brisa fresca
relajándola en una maravillosa neblina de sueño.
*****
Despertó cuando apenas comenzaba a salir el alba.
Los ojos de Dar se abrieron temblorosamente en el
momento en que los primeros contornos grises se
empezaban a vislumbrar más allá de los árboles. Se
desenredó desganadamente de Kerry y se deslizó
fuera de la cama metiéndose en la suya y tapándose
para protegerse del frío de la mañana.

Recordó su sueño y su frente se arrugó mientras


intentaba descubrir de dónde demonios le había
venido a la imaginación la figura de Kerry
embarazada... ¿sería una premonición? Kerry no
había dicho nada de que algo así hubiera pasado
cuando visitó a sus padres, pero... Dar contuvo la
respiración mientras recordaba haber encontrado a
su amante en el cuarto de baño el día anterior,
blanca como la pared. Seguro que Kerry se lo habría
dicho si hubiera sido agredida en casa de sus padres,
¿verdad?

A menos que no hubiera sido una agresión, claro... a


menos que... Dar se abofeteó a sí misma
mentalmente. No seas tonta, Dar... ese tipo de
especulación no te hace ningún bien, y le quita
credibilidad a ella... no es justo. Estás exagerando...
sólo fue un sueño tonto... sé que ella ha tenido el
periodo desde entonces... aunque eso no sea
siempre una señal definitiva... vamos, sólo era un
sueño.

¿Y si no lo fuera? Bueno... Dar apoyó la barbilla en su


antebrazo mientras pensaba en ello. Nunca había
querido tener niños... sabía que le faltaba la
paciencia necesaria, y esa complicación era algo que
nunca había considerado que fuera a formar parte de
su vida.

Y aún no lo había hecho. Sus ojos viajaron hacia la


pacífica cara de Kerry. ¿Verdad? ¿O podría aceptarlo,
si eso significaba conservar lo que se estaba
convirtiendo en algo esencial para ella?

Cerró los ojos y recordó la mirada de profundo amor


que había encontrado en sus ojos, y entonces supo la
respuesta. Por eso, aceptaría cualquier cosa. Todo.
La sensación de pánico retrocedió y se relajó,
especulando sobre la posibilidad de que su propio
subconsciente quizá simplemente le había instigado
en un momento de conocimiento de sí misma, cosa
que le trajo una torcida y nostálgica sonrisa a la cara.

La litera estaba fría y vacía. Le supuso un gran


esfuerzo el no mandarlo todo al infierno y volver
junto a la calidez de Kerry.

Dar se debatió durante unos cinco minutos. Suspiró y


decidió que era mejor levantarse y hacer algo antes
de que causase algún estrago para las dos.

¿Y Kerry había estado angustiada consigo misma?


Dar dirigió una malvada mirada al alba creciente,
entonces se sentó, agarró su bolsa y extrajo unos
pantalones deportivos y una sudadera. Después se
dirigió al baño.

Era una mañana relativamente buena, pensó cuando


salió de la cabaña, y se quedó de pie en el porche
respirando el aire espeso de los árboles alrededor de
ella, mezclado con un débil humo de nogal
americano. La niebla estaba rondando procedente del
lago y apenas conseguía ver el contorno del vestíbulo
principal o el de las cabañas esparcidas que
atisbaban fuera de los árboles.

Dar caminó fuera del porche. Sus zapatos de lona


crujían suavemente sobre las agujas de pino caídas y
los diminutos conos de pino mientras la niebla
temblaba fuera de sus pasos como un fantasma de
agua. Se dirigió hacia el lago. Inhaló profundamente
varias veces para despertar su cuerpo y entonces
descubrió un pequeño camino bien cuidado que
aparentemente pasaba al borde del agua. Se lanzó a
una ligera carrera hasta alcanzarlo y continuó por él
disfrutando del fresco aire de la mañana.

El sol se estaba posando sobre el agua y sus rayos se


filtraban a través de los árboles lanzando líneas de
color salmón claro al tiempo que ella corría en
silencio. Sólo la rodeaba el sonido de sus pasos
contra la gruesa arena suelta y el suave sonido del
agua contra la orilla. Hizo aproximadamente tres
cuartos del camino antes de que empezase a oír unos
pasos detrás de ella. Agudizó el oído y frunció el
entrecejo al no reconocer el sonido de aquellos
pasos. Una mirada hacia atrás hizo que maldijera,
tomó un respiro mientras componía su
temperamento antes de que Steve Fabricini la
alcanzara.

-Buenos días.

Se puso al paso de ella mientras corría con su


chándal negro y plata.

-Estoy sorprendido, Dar... no pensé que aguantases.


-Dejó asomar una simulada alegría-. Yo hago
maratones, así que esto forma parte de todas mis
mañanas.

Dar pensó no contestarle, después tensó los labios.

-Es una buena forma de empezar la mañana


-comentó.

-Oh sí -concordó-. Hago entre cinco y ocho millas por


día... los fines de semana hago el doble... me quedé
en décimo lugar en mis tres últimas competiciones.

La mujer de pelo oscuro lo miró.

-Felicidades.

-No eres tan rápida, ¿eh? -Rió Steve-. No... puedo


ver que has perdido esa parte.

Un sutil y peligroso brillo apareció en los ojos azul


claro.

-Un puñado de tipos corriendo alrededor de Nueva


York en ropa interior no es mi idea de diversión
-comentó ligeramente, a pesar de todo.

-Oh... te equivocas... -Steve sacudió la cabeza-. Es la


competición lo que me gusta... luchar contra cien...
contra otras mil personas que quieren lo mismo que
tú... y tú les ganas. -Miró a Dar-. Eso me gusta
-ronroneó-. Me gusta dejar a las personas mordiendo
el polvo como te voy a dejar a ti, Dar.

-¿Eso crees? -comentó la mujer morena.

-Lo sé... te has hecho demasiados enemigos -le dijo


Steve confiadamente-. Incluso esto... pensaba que
era un error, pero ahora... -Se rió- Voy a disfrutar
viendo tu declive, Dar... muchísimo. -Se adelantó
alargando el paso y alejándose de ella-. Es hora de
pensar en retirarse -gritó mientras se dirigía por una
curva del camino y desaparecía de la vista.

Dar continuó con paso firme, sonriendo ligeramente


cuando oyó un grito apagado.

-Ten cuidado, Steve... -comentó al aire vacío-. El lago


cambia de dirección ahí, debe de haber una gran fosa
de barro. -Un fuerte y ultrajado grito agitó el aire-.
Pegajoso y hediondo. -Trotó alrededor de la
curvatura e hizo una parada, poniendo las manos en
las caderas y observando la negra y apestosa figura
agitándose-. El último es una perra, Steve. -Comentó
alegremente mientras brincaba en un leño largo y
fornido que pasaba sobre la fosa de barro y se
equilibraba impecablemente al atravesar la parte
superior y aterrizar al otro lado-. Supongo que ya no
me tengo que preocupar por el polvo, ¿eh? -Se giró y
comenzó a correr otra vez, acelerando el paso
alegremente y dirigiéndose de vuelta al campamento.
*****
Se encontraba en la parte posterior de un caballo, el
fácil y familiar ritmo que la mecía en su niñez. El
movimiento era tan reconfortante que estaba medio
dormida, cabeceando contra la espalda de la alta
persona que estaba delante de ella. Sus brazos
rodeaban la delgada cintura y se apoyó contra la
superficie de cuero calentada por el sol. Podía sentir
la fresca dureza del metal bajo su mejilla.

Tenía demasiado sueño para abrir los ojos.


Demasiado sueño para echar un vistazo alrededor.
Todo lo que quería era que el sol caliente acabase
por esconderse tras las montañas que sabía que se
encontraban detrás y darle algún alivio de su fuerza
implacable.

Una cálida presión rodeó sus dedos y ella entreabrió


un ojo perezosamente para mirar fijamente el pelo
negro y oscuro que suavemente cubría la oscura
superficie de cuero y el bronce embotadamente
brillante de metal sobre el que estaba apoyada.

-Ya falta poco. -La voz baja y vibrante era tan


familiar como la suya propia y le dio un pequeño
apretón a la figura alta para hacerle saber que la
había oído. Era consciente de que estaba acalorada,
cansada y hambrienta, pero había una especial
sensación de alegría que apagaba todo aquello y le
hacía desear que el paseo nunca acabase.

Extraño.
La primera cosa de la que Kerry tuvo consciencia fue
que tenía frío. Abrió un ojo desganadamente
confirmando que se encontraba donde temía que
estaba, presa en aquel maldito campamento lleno de
arañas, serpientes y quién sabe qué más. Rodó,
sonriendo un poco cuando encontró el olor de Dar en
sus sábanas y en la almohada.

Su sueño flotó hacia su consciencia y supo con


claridad que efectivamente la persona contra la que
había estado sentada era Dar. Pero, ¿Dar con una
armadura?

La frente de Kerry se arrugó y sonrió ligeramente


mirando al techo. ¿Era así como su subconsciente
veía a su alta amante? ¿Como una guerrera?

Sí, quizá... o quizá era esa la manera en que su


mente racionalizaba todas las incomodidades que
sufría por ser la mano derecha de Dar y a pesar de
todo quedarse a su lado. Uau... eso era profundo.
Casi se rió por completo al imaginarse diciéndoselo a
Dar.

Casi podía oír su voz: "¿Yo iba vestida con qué?".


Kerry sonrió ante la visión.

Una mirada a su derecha le hizo ver que Dar no


estaba. Al ver la luz del alba sospechó que su a veces
solitaria amante, estaba fuera sacudiendo los
vestigios del día anterior. Kerry se estiró y bostezó,
después se incorporó debatiéndose entre salir o no
de la cama.

Mary Lou se levantó y removió su corto pelo rubio


ceniza.

-Oh dios mío. -Miró alrededor y luego fijamente a


Kerry-. Esto es una pesadilla, ¿verdad?

Kerry suspiró mientras se sentaba en la cama


envolviéndose en la manta.

-Seguro que esto es lo que se siente, ¿verdad?

Eleanor gimió al tiempo que alzaba su cabeza de la


almohada y se asomaba para mirarlas en silencio. El
pelo de la VP de Marketing parecía que había sido
revuelto por un hurón curioso que hubiera estado
anidando dentro de él. Sus ojos tenían unos anillos
azul y negro alrededor por causa del rimel.
Kerry constató que parecía un rubio mapache
gruñón.

Mariana mantuvo sus ojos enfocados hacia arriba y


las manos plegadas sobre el estómago.

-Bien... tenemos que estar un día aquí y mañana nos


iremos a casa. -Hizo una pausa-. Somos adultos.
-Otra pausa-. Podemos hacerlo.

Mary Lou bostezó.

-Tienes razón, Mari... estoy segura de que


sobreviviremos... mira, lo hicimos durante la noche,
¿cierto? -miró por encima de Kerry-. Eh... ¿dónde
está Dar?

Todas se sentaron para observar.

-Quizá se la comieron las arañas -comentó Kerry


inocentemente-. Estaba bromeando... no sé... ya no
estaba cuando me desperté. Probablemente esté
examinando el exterior.

Dar escogió ese preciso instante para volver a la


cabaña con su pelo negro húmedo por el sudor.

-Buenos días -las saludó vivamente cuando se dirigía


a su litera-. Nuestra posadera nos ha proporcionado
algo parecido a un desayuno en el vestíbulo
principal... quieren que comencemos a las nueve.

Kerry miró su reloj. Siete y media.

-De acuerdo, dijiste que era algo parecido... ¿a qué


te refieres, crema de cacahuete y jalea?

-Sí. -Eleanor dignificó su postura-. Suelo comer


Muesli.

Dar se sentó y empezó a quitarse las zapatillas de


lona.

-Bueno, hay café y agua caliente... un par de cestos


con panecillos y algunas cajas individuales de
cereales. -Hizo una pausa mientras exhalaba-. Y
plátanos.

-Genial. -Mariana se sentó y miró fijamente a Dar-.


¿Qué diablos has estado haciendo?

La mujer de pelo oscuro le lanzó una mirada.

-Corriendo -contestó brevemente-. ¿Queréis votar


quién se va a duchar primero?

Todas miraron al baño con su diminuta y desnuda


pila de la ducha, y la volvieron a mirar a ella con
mudo horror.

-Estupendo. -Dar se levantó y se quitó la sudadera


quedándose en sujetador y pantalones. Cogió la
toalla que tenía en su bolsa y su pequeño juego de
jabones-. Vuelvo enseguida. -Fue descalza al baño y
cerró la puerta con un puntapié.

-Maleducada -riñó Eleanor con una mirada hastiada.

-Eficaz -discrepó Mariana-. Ella tiene razón... vamos a


sentirnos terriblemente mal si no nos duchamos.

-Práctica -asintió Kerry-. Ésa es Dar.

-Buff -dijo Mary Lou con aprobación-. Es genial.

Todas la miraron sorprendidas.

-Eh, digo lo que veo -declaró la ayudante de finanzas


encogiéndose de hombros ligeramente.

Como a una señal, todas se levantaron y ordenaron


sus camas. Mariana y Mary Lou fueron a asomarse a
la ventana para ver el nuevo día.

-Dios mío, ¿qué es eso? -dijo Mariana de repente.

Todas se agruparon detrás de ella asomándose fuera.

-Oh... dios... mío... -exhaló Mary Lou-. Es un


monstruo del pantano. -El sol estaba situado tras la
aparición que se aproximaba hacia ellas con
movimientos antinaturales como si fuera un zombi.
Se trataba de una figura sólida y negra con pequeñas
manchas blancas aquí y allí.

-Dios de los cielos -chasqueó Eleanor-. ¿Qué es eso?

La figura caminó con paso tambaleante por las


escaleras y abrió la puerta. El grupo de mujeres se
agrupó por completo en la parte de atrás.

-¡Dónde diablos está esa perra! -gritó la figura en la


que sólo se distinguían los ojos y los dientes blancos
entre la piel ensuciada de negro. Un desagradable y
penetrante olor flotaba desde él-. ¡Dar, voy a
patearte el culo!

-¿Steven? -preguntó Eleanor cautamente.

Él la ignoró.

-¡Perra! ¡Sal de ahí! -jaleó con más fuerza.

La puerta del baño se abrió y salió Dar con el cuerpo


desnudo envuelto en una toalla y el pelo oscuro
mojado y echado hacia atrás.

-¿Sí? -preguntó mientras ahogaba una sonrisa-.


Parece que tú vas a ser el próximo en ducharse,
Steve -pronunció con lentitud mientras se apoyaba
con una mano contra la pared de madera y cruzaba
las piernas.
Él comenzó a ebullir y, por un momento, Dar pensó
que iba a atacarla. Los músculos a lo largo de sus
brazos y sus muslos estaban visiblemente tensos.
Pero lo pensó mejor y, en cambio, abrió la puerta de
los hombres y se metió dentro. Un fuerte coro de
quejas se hizo oír y José vino hasta la puerta
frotándose los ojos.

-¿Qué demonios está pasando?... Oh dios mío, ¡Dar,


ponte la ropa!

Casi fue arrollado hacia atrás cuando la puerta se


llenó de hombres de ojos muy abiertos y pelo
salvajemente despeinado.

Dar sonrió, perversamente adulada.


*****
-Bueno -Skippy llevaba una sudadera rosa chillón con
el nombre de su compañía estampado y unos
pantalones blancos pulcramente apretados-.
¿Pasamos todos una buena noche? -El silencio saludó
sus palabras-. Vale, eso es genial... me alegro de
oírlo... muy bien.

Se sentaron alrededor de una mesa redonda en el


vestíbulo más pequeño cerca del lago, protegido por
paredes que ofrecían una buena vista del lago. El
desayuno se convirtió en un cúmulo de quejas
cuando constataron que la comida era insuficiente.
Ahora formaban un grupo de personas ligeramente
enfadadas sentadas alrededor de la mesa esperando
que la tortura empezase.

-De acuerdo... vamos a hacer un pequeño ejercicio...


-Skippy avanzó lentamente-. Me gustaría que todos
dijeseis una pequeña afición vuestra. -Miró a Duks
alentadoramente, mientras se alejaba de Steve que
aún se encontraba encolerizado-. ¿Qué tal si
empiezas tú?
Duks inhaló, después exhaló y cruzó los brazos sobre
su pecho.

-Una afición, ¿eh? Bien... colecciono lápices.

Skippy suspiró.

-Sr. Draefus...

-No, no... en serio... -dijo Duks levantando una


mano-. El más antiguo que tengo es de 1833... de
veras.

Todos miraron a Duks desconfiadamente.

-¿Quién es el próximo? -continuó la guía


alegremente.

Mariana estaba sentada al lado de él.

-Yo cuido jardines de hierbas.

-Ohh... ¡Eso es estupendo! -burbujeó la guía-. ¿Para


cocinar?

La VP de Personal sonrió.

-Para Santería... mi tío es sacerdote.

Los ojos de Skippy se desorbitaron.

-Oh... hum... ¿siguiente?

-Yo...mm... -Charles tragó nerviosamente-. Yo crío


peces -masculló-. Peces tropicales de agua salada...
tengo un tanque.

-¿En serio? -preguntó Dar interesantemente-. ¿Cómo


de grande?

Él la miró y se ajustó las gafas a la nariz.


-Setecientos galones -dijo asintiendo ligeramente-.
Transformé mi garaje.

Incluso los ojos de Dar se salieron del sitio.

-Eso no es un tanque... es un acuario marino


-murmuró la mujer alta de pelo oscuro-. Cuidarlo te
debe de llevar mucho tiempo.

-Lo lleva... pero mi esposa y los niños ayudan


-declaró Charles feliz ante la reacción-. Cuido de un
tiburón -declaró orgullosamente-. Tuve que separarlo
porque se lo comía todo y estaba engordando.

-Dios mío -Eleanor pestañeó asombrada ante su


ayudante-. Eso es increíble.

Todos la miraron.

-¿Qué? -Se quedó mirando la VP de Marketing-. Oh...


una afición... qué tonta... no tengo ninguna afición.

-¿Ninguna? ¿Qué haces en tu tiempo libre? -inquirió


Skippy animada por el éxito anterior.

Eleanor permaneció callada durante un momento.

-Bueno, yo... voy a cenar, claro... voy de compras y


juego a las cartas con unos amigos nuestros...

-Oh bien... eso está bien. -Sonrió la rubia guía


gallardamente-. ¿Y tú? -preguntó volviendo la mirada
a Steve.

Él miró a Dar.

-Yo corro -contestó gruñonamente-. Participo en


maratones.

Una gran sonrisa de Skippy.


-Oh... eso es maravilloso... siempre quise hacerlo...
participo en todas las caminatas y carreras de la
compañía... ¿no es un deporte fabuloso?

-Sí -asintió mientras intentaba limpiar el húmedo


estiércol bajo sus uñas con poco éxito-. Sí, lo es.

Mary Lou se reclinó hacia atrás y abrazó su rodilla


con ambas manos.

-Yo piloto ultraligeros -declaró sonriendo


abiertamente ante la reacción-. Sí, ésa soy yo, los
fines de semana en South Dade zumbando por los
alrededores... -Sus ojos fueron hasta Dar que estaba
sentada al lado de ella-. ¿Y tú?

Los ojos azules pestañearon inocentemente.

-Yo colecciono cabezas -contestó con el rostro firme-.


Ya sabes... de las reducidas... de esas que tienen
cordones atravesando los labios.

Todos la miraron fijamente con reacciones que iban


desde el horror hasta la morbosidad.

-Bueno, eso es lo que todos esperabais oír


-pronunció la ejecutiva con lentitud-, ¿verdad? -Captó
una oculta sonrisa en la cara de Kerry-. En realidad
buceo.

Skippy asintió con la cabeza como el asiento trasero


de un Chihuahua y se giró esperanzadamente hacia
Kerry.

-¿Y tú?

Kerry respiró.

-Yo escribo poesía -contestó muy bajito, atrapando el


cálido centelleo en los ojos de Dar con el rabillo del
ojo.

-Eso es maravilloso. -Skippy la miró como si pudiera


besarla-. ¡Muy creativo!

José había sostenido su barbilla en la mano con


mirada aburrida.

-Yo colecciono estampas de béisbol -les dijo-. Para


invertir, ya sabes.

Otra mirada patéticamente agradecida de la guía.

-Oh... eso es fantástico... siempre quise hacer eso...


-Escribió algo en su carpeta-. Bien, ciertamente
somos un grupo muy variado, ¿verdad? -Echó un
vistazo a sus papeles-. De acuerdo... bien, espero
que todos hayan aprendido algo de los otros... hum...
probemos ahora con un ejercicio de confianza. -Se
levantó-. Todos de pie, tendremos que agarrarnos los
unos a los otros.

Todos se la quedaron mirando.

-Será divertido -les aseguró-. De veras.


*****
-Es una mala idea -dijo Dar de pie en la parte trasera
del círculo de personas.

Kerry se volvió y la miró.

-No pasa nada... nosotros lo hacíamos en las


prácticas de gimnasia... sólo es un juego, Dar. -se
contuvo de darle una palmadita confortable en el
brazo a la mujer alta, pero se acercó y le susurró-:
No te preocupes... pase lo que pase no te dejaré
caer.

Dar la miró fijamente con una sonrisa juguetona en


las comisuras de los labios.
-Eso ya lo sabía... -le murmuró-. Es sólo que... -Se
mordió el labio-. No me gusta que me toquen.

La mujer rubia se rascó la mandíbula.

-Bueno... puedes decirles a todos que no te agarren


-le comentó suavemente-. Pero va a doler.

Dar suspiró y miró a Skippy con su siempre presente


carpeta, el pelo recogido bajo el sombrero
encantadoramente rosa con un pony bordado. La
ejecutiva tenia un deseo casi irresistible de agarrarlo
y enterrarlo profundamente en la tierra.

-De acuerdo... así es como funciona... -explicó la


guía-. Una persona se pone de pie en el medio y el
resto se sitúa detrás de ella. Entonces esa persona se
deja caer hacia atrás y los demás la sujetan,
¿entendido?

-¿Qué ocurre si no la agarran? -preguntó Duks.

-¿Perdona? -lo miró Skippy.

-¿Qué ocurre si los otros no sujetan a esa persona?


-inquirió el VP de Finanzas.

-Oh... bueno... hum... supongo... sólo... bien,


simplemente cae, supongo... -la mujer frunció el
ceño-. No sé, en realidad... nunca ha pasado.

-Eso es muy tranquilizador -Duks puso sus manos


hacia atrás y se balanceó sobre sus talones. Llevaba
unos pantalones de pintor de algodón, unas cómodas
botas de excursionismo y una camisa de franela color
carmesí. Entonces se giró hacia Mariana que llevaba
una arrugada camisa y vaqueros azules-. ¿Trajiste los
papeles de los trabajadores de la compañía por si
acaso?
Mariana se aclaró la garganta.

-Claro.

Skippy pestañeó desconcertada.

-Los traes... oh... bueno, estoy segura de que no los


necesitarás -se apresuró en decir para tranquilizarla-.
Éste es un curso muy seguro... nunca tenemos
accidentes, nunca.

-No te preocupes, querida... este barco es


absolutamente insumergible -murmuró Mary Lou en
voz queda.

-Shh -le riñó Kerry-. Podemos pasarnos todo el día


con esto... acabemos ya.

-Hum... ¿quién quiere empezar? -preguntó Skippy


sonriendo ligeramente a Steve.

Él avanzó con un pequeño encogimiento de hombros.

-Después de todo... no puede ser peor que el haber


hundido MI TRASERO en el BARRO esta mañana -dijo
dirigiéndose a Dar- ¡Podrías haberme avisado!

Todos miraron a Dar, la cual se encogió de hombros.

-¿Cómo se supone que iba a saber que el barro


estaba allí? -inquirió razonadamente-. Fuiste tú quien
decidió adelantarme, no es culpa mía que no parases
a tiempo.

-Oh, ¿podéis callaros? -chasqueó Eleanor de mal


humor-. Acabemos con esta idiotez.

Steve, muy malhumorado, se giró de espaldas a ellos


y colocó los brazos al lado del cuerpo. Llevaba una
luminosa sudadera azul encima de un polo blanco
que contrastaba con sus pantalones chinos color
caqui.

-¿Preparados?

José se puso delante dándoles con el codo.

-Venga... venga... -Se juntaron formando un grupo-.


Eso es.

Steve encuadró los hombros y se dejó caer hacia


atrás.

Una fuerte explosión detrás de ellos hizo que todos


saltaran y gritaran. Incluso Skippy arrojó su carpeta
al aire a modo de defensa.

-¡Oh dios!

Steve cayó olvidado golpeando el suelo lleno de


agujas de pino.

-¡Hijos de puta! -gritó.

El sonido se repitió y ellos repararon que era el tubo


de escape de algún vehículo. Skippy corrió hacia
donde Steve se encontraba tumbado frotándose la
cabeza y se arrodilló ante él.

-Oh dios mío... oh dios mío... ¿estás bien?

Todos se volvieron hacia él con miradas de


remordimiento y hacia la entrada del campamento
donde un estruendoso sonido indicaba que alguien
estaba acercándose.

-Escucha... lo siento muchacho... -José le ofreció una


mano-. Ese ruido... ¿sabes?, nos asustó a todos,
parecía una condenada pistola.

El sonido se hizo más fuerte. Un brillo de metal los


deslumbró proveniente de una Harley que rugía y
avanzaba por el irregular suelo hacia ellos al tiempo
que disminuía la velocidad para observar la escena.
Paró y el piloto se quitó el casco.

-Hey.

A Dar le supuso una gran parte de su concentración


conseguir quitar una diabólica sonrisa de su cara.

-Hey, Mark... pensé que no vendrías.

El jefe de MIS bajó de su motocicleta y la observó


cubierto de diminutas formas manchadas de sangre.

-Yo tampoco... Dios condene estos bichos. La


compañía me debe una buena por esto, me va a
llevar una semana conseguir quitar todos sus
intestinos de de mi motocicleta. -Levantó la mirada-.
¿Qué está haciendo él en el suelo?
*****
Skippy decidió desistir de este ejercicio y les permitió
tomar un descanso durante unos minutos mientras
Mark se instalaba y ponía su Harley en un sitio más
seguro. El jefe de MIS había quedado atrapado en
Miami resolviendo el problema de Hong Kong y había
prometido intentar unirse a ellos, pero había tenido
que dejar a su ayudante allí para terminar el trabajo.

-Esa fue una faena, Dar. -Sacudió la cabeza cuando


se les unió, después de haber cambiado su traje de
cuero lleno de cadáveres de bichos por algo menos
repugnante-. Tuve que acabar por hacer que la
sucursal de Erding trajese el equipamiento para ellos,
vas a tener que dejar unas cuantas personas allí.

Dar asintió.

-Buen trabajo... -Recolocó su suave y pesada camisa


de algodón dentro de los pantalones vaqueros-. Me
alegro de que te puedas unir a nosotros. -Dirigió la
mirada hacia donde se encontraban Steve, José y
Eleanor.

-Sí... parece que os lo estáis pasando bien -contestó


Mark secamente-. Este lugar es un vertedero.
-Levantó la vista cuando Skippy regresó con un
puñado de sacos colgados de su hombro-. Uh oh...
¿y ahora qué?

-¡Muy bien! -Skippy sonreía vivamente-. Esto es lo


que vamos a hacer ahora: tenemos un circuito,
podéis ver la entrada allí. -Apuntó y todos miraron al
sendero claramente marcado-. Es un camino de diez
millas. Tiene diferentes paradas y obstáculos por los
que tendréis que pasar. -Dio un saco a cada uno-. El
objetivo es que lo terminéis todos. -Les dirigió una
mirada-. Todos, no sólo algunos, ¿entendido? Tenéis
que regresar todos. Todos, ¿entendéis?

Kerry esbozó una risita.

-De acuerdo... en este saco está vuestro almuerzo...


y un aperitivo. -Sostuvo una muestra-. Las
direcciones a seguir están marcadas encima.

Dar se rió al verlas.

-¿Vosotros vais de compras al Canal Militar, no?

Skippy le frunció el ceño de modo simpático.

-Sigamos. En cada estación hay un punto de control,


al acabar tenéis que tener esta tarjeta estampada por
cada punto de control. Aproximadamente a mitad del
camino hay una cabaña con agua, zumos y cosas por
el estilo -exhaló-. No es una carrera, ¿vale? El
propósito de esto es que trabajéis juntos para
superar los obstáculos.

-Captamos la idea -la informó Duks.


-Muy bien... de acuerdo... bien, comenzad...
tendremos la cena preparada para cuando regresen
-dijo Skippy gesticulando con las manos.

-Espera un momento... ¿pretendes que caminemos


durante diez millas? -objetó Eleanor-. Debes de estar
de broma. -Miró alrededor buscando el apoyo del
resto-. Es ridículo.

-No es para tanto -dijo Kerry amablemente


acercándose a la VP de Marketing-. En serio.

-Oh no... no... de ninguna manera. -Eleanor


retrocedió alejándose de ella-. Lo siento... ya he
tenido bastante.

-Mira... -Skippy abrazó la carpeta contra su pecho-.


Ésta es la parte importante del seminario,
¿entendido? Tengo que escribir un informe sobre el
grupo para vuestro equipo de dirección, y está
basado principalmente en este ejercicio.

Mariana exhaló.

-Vamos, Eleanor... dios sabe que no me apetece


nada caminar durante diez millas, pero tenemos que
hacerlo. -Miró a Dar-. Continuemos... cuanto antes
empecemos antes acabaremos. -Colgó el saco de su
hombro-. Podemos descansar por el camino...
¿cierto? -inquirió dirigiéndose a Skippy.

La guía sonrió con alivio.

-Cierto... hay bancos y cosas para que descanséis...


no es un circuito de resistencia ni nada de eso -les
aseguró-. Y hay fuentes de agua.

El grupo se marchó desganadamente. Se acercó al


camino, pasando la señal y entrando en la senda
delineada por árboles y cubierta de arena y agujas de
pino. Un pesado silencio cayó sobre ellos.
Comenzaron el camino con José y Steve
encabezando la marcha. Dar prefirió quedarse en la
parte de atrás. Kerry se quedó cerca de ella como
por casualidad, mientras Mark y Duks empezaban a
charlar sobre las eliminatorias de fútbol. Mary Lou y
Mariana siguieron a José y Steve. Eleanor siguió
detrás quejándose ruidosamente y caminando al lado
de su ayudante. El viento soplaba ligeramente
haciendo volar las hojas contra ellos y silbando
alrededor aislando sus conversaciones.

-¿Te estás divirtiendo? -inquirió Dar.

-Mm... en realidad no... ¿no te parece que Mary Rayo


de Sol quería librarse de nosotros? -preguntó Kerry
mientras ajustaba la tira de su saco de lona a su
cintura en lugar de llevarla al hombro-. Así, déjame
ponerte el tuyo... así es más fácil de llevar. -Ajustó el
de su compañera deslizando sus brazos alrededor de
Dar por un momento para conseguir amarrar las
correas.

Bueno, estuvo un poco más del tiempo necesario,


pero no el suficiente para llamar la atención de los
compañeros que andaban quejándose.

-Sí... -dijo Dar mirando alrededor-. Creo que no


vamos a obtener un buen informe de su parte...
estamos siendo poco cooperativos. -Tomó un poco
de aire fresco y sintió cómo se calmaba ligeramente-.
Sin embargo, esto es agradable.

-Espera a que lleguemos a los obstáculos. -Kerry se


rió entre dientes mientras hacía rodar los ojos-. Hey,
sabes, esta noche tuve un sueño raro. -Le sorprendió
la súbita y sobresaltada mirada de Dar-. Estábamos
montando un caballo... y llevabas vestida una
armadura desgastada.

-¿Qué? -Dar empezó a reirse-. Estás de broma.


-No... no, de veras... -Kerry también se rió entre
dientes-. No sé... era muy extraño... pero también
muy real... podía sentir el olor del caballo... y el del
cuero que llevabas vestido... y la armadura era de
una especie de latón.

Dar no contestó. Permaneció callada por un


momento caminando pensativa.

-Bueno... -dijo finalmente- supongo que será esta


atmósfera... yo también tuve un sueño bastante
extraño -afirmó volviendo a quedarse callada.

Kerry aguardó durante un largo minuto.

-¿Sobre qué era? ¿Yo salía en él? -preguntó


interesada.

-Sí... -respondió la alta mujer-. Estábamos en una


colina... en un sitio que no reconocí... encima de
algún río... hacía calor y simplemente estábamos allí
viendo las nubes pasar. -Hizo una pausa-. Tú estabas
durmiendo... con tu cabeza descansando sobre mi
pierna. -Se tocó el muslo.

Kerry esperó.

-Y... ¿eso es extraño? -preguntó confundida-. No lo


entiendo.

-Tú estabas embarazada -pronunció Dar muy


suavemente-. Ésa es la parte extraña. -Siguió
caminando unos cuantos pasos antes de darse
cuenta de que estaba caminando sola. Se detuvo y
miró atrás. Kerry estaba parada de pie en el camino
mirándola fijamente-. Eh... sólo era un sueño. -Pero
notó un cierto tono de pregunta en su propia voz, y
supo que Kerry también lo había notado.

La mujer rubia tomó aliento y entonces continuó


caminando. Alcanzó a Dar con un pequeño trote.
Continuaron avanzando en silencio durante un
pequeño trecho.

-Es extraño -dijo Kerry finalmente-. Quiero decir


que... es una especie de susto oír eso... es algo que
yo... -Dudó-. Sé que ya no tengo que preocuparme
con eso, a menos que yo quiera... hum... ya sabes.
-Miró la cara de Dar y notó tensión alrededor de sus
ojos-. Hum... tú has... quiero decir, tú quieres...

-No... no... -Dar alzó las manos y las dejó caer-. Los
niños y yo... no nos llevamos bien -declaró
firmemente, luego dudó-. Quiero decir que... bueno,
yo... quiero decir, si tú quisieras... algún día... creo
que... mmm... -Se quedó callada mirando a Kerry-.
¿Sabes?

La cara de la mujer rubia se arrugó en una sonrisa


desconcertada.

-Creo que sí... pero no está dentro de mis planes por


ahora, si es eso lo que te tenía preocupada.

-Yo no estaba preocupada -Dar contestó al instante-.


En absoluto. Simplemente estaba diciendo que...
hum... es posible acostumbrarse a las cosas, ya
sabes a lo que me refiero.

Ahora Kerry sonrió.

-Sé a lo que te refieres -tranquilizó a su jefa-. Pero


esa es una extraña imagen para un sueño.

-Bueno, ¿y yo en una armadura? -preguntó Dar


alegre por cambiar de asunto-. Quizá sean esos
bocadillos que nos dieron... aún no estoy segura de
lo que estaban hechos. -La sustancia pastosa tenía
un sabor entre pollo y atún de ensalada, mezclado
con un poco de tabasco o pimiento. Dar se lo había
comido resolviendo que era mejor que su mente no
lo examinase demasiado.
-Quizá -concordó Kerry suavemente-. Jesús... no
había pensado sobre la posibilidad de quedarme
embarazada desde... -Una pausa-. Hace un tiempo.

Una ráfaga de viento sopló levantando el pelo rubio y


negro de ambas y fustigándolas en la cara. Dejaron
que el grupo ganase distancia delante de ellas y el
camino tortuoso las aisló durante un instante. Dar la
miró y se encontró con una callada mirada de
introspección en la cara de su amante. Debatió
consigo misma si insistir con Kerry en el asunto.
Finalmente suspiró y se encogió de hombros.

-Tú... hum... -Un encogimiento de hombros-.


¿Quieres hablar de ello?

Kerry observaba pensativa los árboles que pasaban.

-En realidad no hay mucho de qué hablar... es sólo


una estupidez de mi parte... cuando fui a casa el año
pasado -relató en tono quedo-, me estaban haciendo
pasar un mal rato... y me sentía una piojosa... -Una
pausa ligera-. Me sentía fea -Kerry se corrigió
irónicamente-. Fui a una fiesta con unos viejos
amigos de la universidad... me emborraché hasta que
no sabía la mitad de lo que estaba haciendo, y acabé
en la cama con un tipo que no había visto desde
hacía cinco años. -Estudió sus botas mientras
recordaba la sensación de hastío que había sentido
cuando despertó-. Yo no estaba tomando la píldora,
claro... -Resopló suavemente-. Tuve suerte... no pasó
nada.

Dar echó una mirada furtiva delante de ellas y pasó


un brazo alrededor de los hombros de su compañera
acercándola.

-Eso es muy desagradable... siento que tuvieses que


pasar por ello -declaró suavemente la mujer de pelo
oscuro-. No consigo decirte lo enfadada que me hace
sentir.

-¿El que yo hiciera algo tan estúpido? -preguntó


Kerry amargamente-. Sí, bueno... yo también estaba
bastante enfadada conmigo misma.

-No -Dar la besó en la cabeza-. Que tus padres te


hicieran sentir tan mal.

-No les eches la culpa a ellos, Dar... -Su amante


sacudió la cabeza-. Ellos no me obligaron a ir a la
fiesta, ni a emborracharme ni a meterme en la cama
con aquel tipo.

-Lo sé -dijo la ejecutiva con un suspiro-. Pero creo


que lo hiciste como reacción al modo en que te
estaban haciendo sentir... cuando ese tipo fue hasta
ti, te hizo sentir bien, ¿verdad? -Sintió cómo los
hombros de Kerry se encogían ligeramente-.
¿Verdad? Apuesto a que era guapo.

Un nublado recuerdo apareció y los orificios nasales


de Kerry se dilataron.

-Sí... -admitió irónicamente-. Era parecido a aquel


actor de Dune -admitió-. Era muy atractivo... y me
dijo que pensaba que yo era atractiva... y yo... -Un
largo suspiro-. Supongo que necesitaba oír aquello.
-Miró a Dar que todavía estaba caminando con el
brazo sobre los hombros de la mujer más pequeña-.
Era un buen tipo... me llamó al día siguiente...
porque no había usado protección... diciéndome que
era un tipo saludable y diciendo... que haría lo
correcto si resultaba que estaba... -Tuvo que reírse-.
Fue surrealista.

Dar rió suavemente.

-Bueno, nunca tendrás que emborracharme para que


te diga lo atractiva que eres, ¿vale? -abrazó a Kerry.
La mujer rubia descansó su cabeza contra el brazo de
Dar.

-Me haces sentir tan maravillosa, ¿sabías? -contestó-.


Es un placer estar enamorada de ti.

Dar pestañeó muda durante unos cuantos latidos de


su corazón.

-Igualmente -consiguió decir débilmente al final.

Un grito proveniente de delante las distrajo.

-Oh demonios -la cara de Dar asumió una mirada de


fastidio-. Maldición, tengo que abandonar este sitio...

Kerry dio unos golpecitos en la barriga de su


compañera.

-Tenemos que acabar esto todos, ¿recuerdas?


Vamos... veamos qué han encontrado. -Se deshizo
del agarre de la mujer alta y apresuró el paso
subiendo una pequeña raíz y atisbando el camino
abajo.

El resto del grupo se encontraba parado al borde de


un precipicio en el que el camino se interrumpía por
una quiebra de unos cincuenta pies
aproximadamente.

Sólo había un puente de cuerda, consistía en una


cuerda simple junto a otras dos. Estaba suspendido
encima del agua aproximadamente veinte pies
proporcionando a quien cayese del puente una caída
aparatosa aunque no letal.

El objetivo, obviamente, era conseguir llegar al otro


lado. Si caminaban con cuidado parecía que no era
difícil de conseguir.

El problema era la pitón de quince pies que estaba


enredada en la soga, exponiéndose al sol.

-Oh chico -murmuró Dar surgiendo detrás de ella-.


Esto puede ponerse feo.

Continúa en la TERCERA PARTE

-¿Y ahora qué? -José se volvió con los brazos en


jarras. Llevaba pantalones cortos de deporte, un polo
en el que se podía leer "Liga de Bolos Marelito",
calcetines negros y zapatillas de lona-. Nos volvemos,
¿sí?

-¡Por supuesto! -convino Steve-. Se acabó... No


pienso acercarme a ese bicho.

Eleanor se sentó en un leño y empezó a abanicarse


con la mano mientras los demás dirigían incómodas
miradas a la serpiente. Cuando Dar se acercó, todas
las cabezas giraron hacia ella.

-Al infierno con ellos -decidió José-. No tenemos por


qué aguantar esto.

La alta y morena ejecutiva puso una mano en cada


cuerda y sus botas de excursionismo justo en el
borde del puente.

-Bueno... parece que aguantará -murmuró, dando un


paso al frente y dejando así todo su peso sostenido
por la cuerda.

-Dar... -la voz de Kerry objetó instintivamente.

-Eh... pirada... ¡vuelve aquí, por todos los demonios!


-exclamó José.

-Ah... amiga mía... -Duks fue hasta el extremo del


puente-. No hace falta que vayas.
-Mierda -maldijo Mark por su parte.

-Shh -Dar giró la cabeza hacia atrás y los miró-. Sólo


quiero echar un vistazo, ¿vale?

-Vas a dar con el culo en ese precipicio... y créeme


que voy a disfrutar cada segundo -dijo Steve en tono
cortante.

Dar lo ignoró y continuó avanzando lentamente,


asegurando sus manos sobre las sogas laterales a
medida que se acercaba más y más a la serpiente,
sintiéndose balanceada arriba y abajo por el viento y
su propio peso. El agua rugía a sus pies y podía oír el
ominoso crujido de las fibras de cáñamo que la
sostenían con increíble nitidez.

El graznido de un pájaro salvaje estuvo a punto de


hacerle perder el equilibrio, pero siguió avanzando
tras unos segundos. Casi había llegado, y sintió cómo
su corazón empezaba a latir con más fuerza y las
rodillas le temblaban por el esfuerzo continuado.

-Vamos pequeña... -murmuró-. No te pongas


nerviosa...

Las serpientes son sordas. Ella lo sabía. Aun así,


hablar con aquel bicho le hizo sentirse más tranquila.
Había avanzado diez pasos y podía ver la suave y
reluciente superficie del animal descansando
cómodamente bajo el sol y su cabeza, grande y
angulosa, reposando sobre la cuerda.

Dar avanzó un paso más. Aguardó mientras una


ráfaga de aire azotaba el puente haciéndolo oscilar y
provocando que la serpiente se moviera ligeramente,
agachó la cabeza y avanzó dos pasos más, que la
situaron directamente junto a ella.

Al extender el brazo, pudo oír un sobresalto colectivo


procedente de la otra orilla. Seguidamente, agarró la
cabeza examinándola con curiosidad y, con expresión
absolutamente tranquila, se volvió hacia sus
compañeros de trabajo.

Todos la miraban fijamente, aguantando la


respiración.

-"Fabricado en China" -les informó, sosteniendo la


cabeza en alto-. Es de plástico.

Tras un momento de incredulidad, el grupo recobró


su capacidad de movimiento.

-¡Hijos de perra! -exclamó Mark-. ¡Estos tíos están


chiflados!

Dar dejó la cabeza de goma tal y como estaba y le


dio unas palmaditas en el lomo. A continuación, echó
un vistazo al resto del puente.

-Voy a continuar hasta el otro lado... No es difícil.


Avanzad despacio y agarraos bien -aconsejó a los
demás al tiempo que seguía adelante, asegurando
bien los pies sobre la soga y alcanzando el otro
extremo del desfiladero con un pequeño salto final.
Allí descubrió una pequeña máquina parecida a uno
de esos chismes que se usan para fichar en el
trabajo. Sacó su tarjeta y la introdujo en la ranura.

Cuando se la devolvió, lucía una gratificante marca


en la casilla número uno, así que la guardó y miró al
precipicio. No le sorprendió ver a Kerry avanzando la
primera sobre el puente, con una firme mueca de
concentración en el rostro. Steve aguardaba su turno
en el borde con impaciencia, y el resto trataban de
convencer a Eleanor, que al parecer se negaba a
aventurarse sobre las cuerdas. Aquello hizo que Dar
se alegrase de estar ya en el otro lado.

Una parte de ella se sentía bastante satisfecha por


haber eliminado uno de los obstáculos del camino
para el grupo. A la otra, sin embargo, le molestaba
que los demás no estuviesen colaborando en nada en
absoluto. Miró a Kerry, parada ante la serpiente y
examinando la cabeza pensativamente antes de
pasar junto a ella sin soltarse de las cuerdas.

La mujer rubia parecía estar algo intranquila, pensó


Dar al tiempo que ponía instintivamente sus propias
manos sobre las sogas cuando ésta se detuvo para
respirar profundamente. El viento sopló haciendo
oscilar el puente y Dar pudo adivinar la tensión en la
cara de su amante y sus nudillos blancos por la
fuerza que estaba empleando para no caer.

-¿Estás bien? -exclamó, un poco preocupada.

Kerry aguardó a que el puente dejase de oscilar para


mirar al frente y ver los azules ojos de Dar clavados
en ella. Vamos, Kerry... si ella ha podido enfrentarse
a una enorme serpiente devoradora de hombres, tú
puedes atravesar el maldito puente. Se obligó a dar
un paso adelante manteniendo la mirada fija sobre
Dar en vez de hacia abajo. Seis pasos, siete. Estaba
lo suficientemente cerca como para advertir el ceño
levemente fruncido de la mujer morena. Ya estaba en
el último tramo, donde un tablón de madera fijaba el
puente al borde del terreno. Las manos de Dar se
posaron en su cintura, ayudándola a bajar.

-Gracias. -Cerró los ojos y agradeció mentalmente el


tener tierra sólida bajo sus pies-. En realidad no me
dan miedo las alturas -explicó Kerry a modo de
disculpa-. Lo de la pared de alpinismo está bien
porque está cerca del suelo y todo eso... pero esto...
-Agitó su cabeza y deslizó una mano un poco
temblorosa por su pelo-. Vaya... no había tenido una
reacción así desde hace mucho tiempo.

A Dar le supuso toda su fuerza de voluntad el no


abrazarla, incluso con todos mirándolas desde el otro
lado. En su lugar, le dio unas palmaditas en el
hombro.

-Tranquila... ¿por qué no te sientas en aquel banco?


Estás pálida.

-Dame un minuto -declaró la mujer rubia sacando su


tarjeta de la bolsa con austera determinación-.
Quiero mi sello. -Esperó a escuchar el seco impacto
de la máquina sobre su cartulina antes de decir nada
más-. Dar, lo que has hecho es increíble... Todos
pensábamos que habías perdido la cabeza. -Levantó
la vista hacia su jefa-. Mariana estaba literalmente en
estado de shock.

Un encogimiento de hombros.

-Nah... hace frío. -Levantó una mano ante la fresca


brisa-. Supuse que la serpiente estaría dormida...
porque son de sangre fría -añadió a modo de
recordatorio para su amante-. Sólo quería ver si
estaba lo suficientemente tranquila como para
permitirnos pasar... no me esperaba que fuera de
mentira. -Miró hacia atrás, donde Steve atravesaba el
puente ya sin ningún problema-. La verdad es que ha
tenido su gracia, ¿no? -Una jovial mueca afiló su
cara.

Kerry se rió suavemente.

-Sí. -Se dirigió al banco y se sentó, deseando que sus


piernas dejasen de temblar. Vio cómo Steve pasaba
junto a Dar sin decir una palabra y se acercaba
furtivamente a la máquina. Después echó un leve
vistazo al camino que tenían delante. Duks cruzó el
siguiente y pudo comprobar que Mariana había
convencido a Eleanor para que pasase delante de
ella. Se preguntó qué argumento habría usado la jefa
de Personal para conseguirlo. Después se contentó
con observar a Dar, que se encontraba junto a la
salida del puente con una mano apoyada en la
cuerda.
Oh, chico... Aquello les había dolido de verdad. Se
sonrió ante la certeza de que todos se habían llevado
un buen puntapié directo a sus egos de machito...
Estaba tan orgullosa de Dar que apenas podía
contener su alegría al recordar el modo en que se
había lanzado sin dudar un momento hacia el lugar
en que estaba enrollada la serpiente. Vio que Duks
ya había cruzado e intercambiaba algunas palabras
con su amante, dándole una palmadita en el hombro
y provocando en la mujer un modesto encogimiento
de hombros y una risita. Kerry pudo afirmar así que
Dar estaba contenta consigo misma, y le sonrió
abiertamente cuando ambos se dirigieron a donde
ella se encontraba.

-Bueno... -Duks se sentó junto a ella después de


haber estampado su tarjeta-. Este ha sido el primero.
Me pregunto qué más nos tienen preparado.

Dar apoyó una bota en el borde del banco y dejó


descansar el peso de tu cuerpo sobre la rodilla.

-Nada excesivamente serio... quiero decir que,


después de todo, no estamos en una academia
militar ni nada parecido. Tienen que adaptarlo a
ejecutivos ñoños y perezosos -comentó-. No esperes
hoyos estancados o cosas así.

-Eso es cierto -declaró Duks mientras echaba un


vistazo a su espalda, observando el farfulleo de
Eleanor a medida que avanzaba, precedida por los
halagos y los ánimos de Mark, y seguida por Mariana,
que venía la última. Las cuerdas crujían por el peso
de los tres cuerpos, pero parecía poder aguantar sin
problemas-. Aún no te he perdonado por el modo en
que me despertaste esta mañana, Dar... Eso no se le
hace a un pobre hombre atontado e indefenso.

-No fue culpa mía -respondió la mujer de pelo


oscuro-. Aunque estabais todos condenadamente
graciosos allí de pie en calzoncillos, te lo puedo
asegurar.

-Mm... voy a hacer como si no hubieras dicho lo que


acabas de decir, sólo para conservar mi andrajosa
dignidad -contestó Duks-. Y, ya de paso, te informo
de que tengo al Señor Limpiasuelos pegado a mi
trasero sobre la sospecha de que vosotras dos sois
algo más que amigas -advirtió en voz baja-. Se está
poniendo muy pesado, sobre todo después de
haberse quitado de encima el estiércol de esta
mañana.

Dar y Kerry intercambiaron miradas.

-No es nada que no haya oído antes. -Dar se encogió


de hombros-. Y de boca de la mayoría de los que
están aquí, de hecho.

-Cierto... cierto... pero desaparecer durante las


caminatas probablemente no es una buena idea
-comentó Duks cuando los tres compañeros
alcanzaron su lado del precipicio-. Y Kerry, mi joven
amiga, no te lo tomes a mal, pero tus ojos te delatan
-le dijo con una media sonrisa. La mujer rubia se
cruzó de brazos y bajó la vista hacia el suelo-. Ya sé
que es difícil, pero deberías intentar mirar un poco
más los pajaritos y esas cosas, ¿vale?

Kerry suspiró.

-Lo siento.

-No te disculpes -dijo Dar, de repente, cuando


surgieron los otros tres-. Al infierno con ellos... que
piensen lo que quieran. -Se sacudió el pantalón y
caminó hacia el puente. Una vez allí se apoyó en la
baranda y observó fijamente el agua que corría por
debajo.

Kerry miró con disgusto a Duks, encarando después a


los recién llegados.

-¡Eh! Ha sido divertido, ¿verdad?

-Repugnante. -Eleanor seguía limpiándose las manos


de tierra con cuidado-. Sencillamente repugnante.
-Miró de reojo a la absorta Dar volviendo a centrar
después la atención en ellos-. No puedo creer que
nos hicieran cruzar esa horrible cosa... Y estad
seguros de que redactaré una queja oficial en cuanto
volvamos a Miami.

-La verdad es que se han pasado un poco -concordó


Mark mientras se sacudía el polvo de las manos-.
Menos mal que teníamos a Dar... Tíos, esa mujer
sería capaz de darle una buena paliza a Tarzán, os lo
aseguro. -Se alejó a beber agua de una fuente
excavada en la roca y estampó su tarjeta-. En fin, ha
estado genial.

Eleanor resopló.

-Nunca pensé que pudieses disfrutar con algo que no


tuviese un ordenador de por medio -dijo Eleanor
cortante-. A propósito, ¿cuál es tu afición? ¿Surfear
en Internet?

-No... ése es mi trabajo -rió Mark-. Mi afición es


restaurar motos... Esa en la que llegué es mi favorita.

Kerry le sonrió.

-¿Me das una vuelta después? -inquirió la joven


melosamente-. Siempre he querido poder decir que
he montado en una Harley.

Él sonrió.

-Por supuesssssto -concordó haciéndose el


interesante-. Pero sólo si alguien nos hace una foto...
para que pueda presumir después.
Los demás echaron a andar sendero arriba. Esta vez
Kerry tuvo buen cuidado de separarse de Dar y ésta
de permanecer a la cola del grupo junto a Mark,
quien se había embarcado en la narración de cómo
solucionó "el tema de Hong Kong". Steve encabezaba
el grupo buscando el próximo obstáculo, y el resto le
seguía en grupos de dos o tres.

Duks se rezagó un poco para poder hablar con Dar,


que avanzaba en silencio.

-No pretendía molestarte, colega -comentó él en voz


baja.

-Lo sé -contestó concisamente la mujer de pelo


negro.

-Sólo es un consejo de amigo... Ya sabes qué tipo de


problemas puede echarte encima algo así -continuó
el VP de Finanzas-. Y no necesitas más mierda de la
que de hecho ya descargamos los demás en ti.

La mandíbula de Dar se tensó. Levantó la mano,


partió una rama muerta y la utilizó para fustigar la
maleza a medida que avanzaba.

-Para serte sincera, no estoy segura de que me


importe tanto a estas alturas -admitió-. Es tan
absurdo... que me apetece mandarlo todo al infierno
y simplemente... -Se detuvo y suspiró.

-Eso pone a Mari en una situación muy


comprometida -comentó Duks entre susurros-. Y tú lo
sabes... Venga, Dar... conoces de sobra las
consecuencias.

Ella miró fijamente al otro lado de los árboles.

-Claro que sí... Es que esto se está volviendo mucho


más complicado de lo que esperaba, Duks... Tal vez
más de lo que puedo manejar. -Clavó la mirada en
él-. Y si tengo que escoger, la compañía no va a salir
ganando.

Duks ahogó una exclamación.

-Ah... -Sus labios se fruncieron-. No esperaba oír


eso... Bien, ¿y si trasladamos a Kerry a otro
departamento? -razonó él-. Sería una solución... ya
que es el contacto directo lo que hace sospechar.

-Ya lo he pensado -susurró Dar-. Pero la presión


estaba a punto de acabar conmigo cuando decidí
contratar a Kerry... No sé si seré capaz de estar sin
ayuda... Y buscarme a otra persona... Ni hablar. -Se
echó el pelo hacia atrás-. No... quizá es que toda
esta historia con Steve me está llevando al límite...
pero lo superaré. -En este punto, enterró
temporalmente esa línea de pensamiento-. Perdona
lo de antes... creo que me hace falta un poco de
chocolate.

Duks la miró, riendo entre dientes con alivio.

-Tú y tu chocolate... -Miró a Dar mientras sacaba


algo envuelto en papel plateado-. Si me dices que
tienes bombones de chocolate voy a tener que tirar
mi escaso desayuno detrás del primer arbusto que
vea, Dar.

La mujer morena se detuvo y lo miró con la mano


abierta, sonriéndole abiertamente con un toque de
timidez.

-¿Quieres uno? -le ofreció en voz muy baja-. Yo...


em... -Señaló con la cabeza al grupo que marchaba
delante de ellos-. Creo que Kerry los está
distrayendo.

-Oh, qué maquinadoras... -se carcajeó Duks-. Sé que


haciendo esto me convierto en cómplice... -dijo,
agarrando sin embargo un bombón-. Nunca en mi
vida hubiese pensado que tuvieses guardado este as
en la manga, amiga mía.

Dar paladeó alegremente su bombón, deleitándose


con el dulce sabor que llenaba su boca.

-Sí bueno... cada día que vives te reserva una


sorpresa -comentó, cuando un grito procedente de la
parte frontal del grupo indicó que habían llegado al
siguiente obstáculo-. Veamos de qué se trata esta
vez.
*****
Al parecer el siguiente reto era un laberinto. Por lo
menos, eso es lo que pensó Kerry al ver la multitud
de caminos constituidos con maderos entrecruzados.
Debían tener unas seis pulgadas de ancho, y le
recordaron a las barras de equilibrio que siempre
habían sido su perdición.

-¿Y ahora qué? -dijo mirando confundida la


estructura.

-Tenemos que llegar allí -dijo Steve apuntando a una


plataforma que se encontraba a unas cien yardas-.
Simplemente se trata de escoger bien el camino. -Se
detuvo mirando al frente y estudió las diferentes
opciones-. Creo que éste es el bueno.

-¿Por qué? -discrepó José golpeando el que se


encontraba más cerca de él con un dedo del pie-.
¿Por qué no éste?

-¿O éste? -Duks estaba investigando uno que pasaba


por la periferia.

-Mirad... éste va directamente hacia allí... y es el que


está más cerca -argumentó Steve-. Ese va en otra
dirección, en zigzag... y ese otro está demasiado
cerca de los bordes.
-Bueno... ¿pero no es más lógico pensar que el
bueno no sea el más obvio? -preguntó Mariana
razonablemente-. Si no, ¿dónde estaría la dificultad?
-Vio que Mary Lou se acercaba a otro de los
caminos-. No sé... quiero decir... supongo que
podíamos probar cada uno hasta encontrar el que...

-¿Y no creéis que sería más rápido si cada uno de


nosotros probase uno, y quien vea que se va
acercando a la plataforma que avise a los demás
para que le sigan? -inquirió Kerry siguiendo cada una
de las posibles rutas. Los maderos estaban
suspendidos sobre una gruta compuesta de hoyos,
cuestas intransitables llenas de arbustos y paredes de
piedra-. Y por cierto, ¿qué es esto?

Dar se situó a su espalda y echó un vistazo.

-Supongo que debía ser un lago -declaró-. ¿Ves cómo


la tierra se va estrechando a medida que vas hacia
abajo? -apuntó-. Y eso debía ser el fondo... de coral
y caliza formados por el agua.

-Ahórranos el comentario Discovery Channel, por


favor -dijo Steve mirándola con impaciencia-.
Acabemos con esto -sentenció acercándose al camino
que había escogido en primer lugar-. Vosotros haced
lo que os dé la gana... yo me voy por aquí.

-Esto es de locos -murmuró Eleanor-. Van a tener


noticias mías en cuanto lleguemos a Miami. -Puso un
pie vacilante en uno de los maderos-. Jesús... como
me caiga, les denuncio.

Dar fue la última en escoger. Esperó a que todos los


demás se pusieran en marcha y fue hacia una de las
esquinas del laberinto para mirarlo detenidamente.
Kerry estaba a su izquierda, así que escogió el
camino que con más probabilidad se encontrase con
el que seguía ella. No era particularmente difícil. El
madero era de unas ocho pulgadas de ancho, por lo
que apenas necesitaba tener cuidado al andar. La
caída no tenía por qué ser grave (aunque sí
embarazosa) a menos que fueses un tío y al perder
pie te quedase una pierna a cada lado del
travesaño... o tuvieses tan poca vista como para irte
de cabeza contra el fondo.

-¿Veis? Os lo dije -gritó Steve triunfalmente a medida


que su camino se acercaba a la plataforma-. Ya
podéis empezar a seguirme...

Dar dio dos saltitos sobre el madero, probando su


consistencia.

-Tal vez tenga razón... -afirmó por una vez, a favor


de Steve, aunque dirigiéndole una mirada torcida a
Kerry cuando la miró-. Yo no... -Se detuvo cuando
sintió un débil temblor corriendo sus piernas-. ¿Qué
ha sido eso?

Kerry se concentró.

-¿El qué? -Parecía confundida.

-Como un... un temblor o algo así. -Dar esperó, pero


la sensación no se repitió-. ¿No? Me lo habré
imaginado. -Sacudió la cabeza y siguió adelante,
observando cómo los caminos de Duks y Eleanor se
iban acercando poco a poco. De repente, la vibración
se volvió a repetir-. ¡Eh, chicos! ¿Habéis sentido eso?

-¿Qué? -Mark había escogido el camino que rodeaba


el perímetro-. Dar, ¿te encuentras bien?

La mujer de pelo oscuro se detuvo y se concentró.

-Sí... creo que... -Esta vez, fue más fuerte-. Eh... no


me digas que no... como cuando pasa un camión por
una autopista.
-Yo lo he sentido -reconoció Kerry, mirando a su
alrededor nerviosamente-. ¿Es un terremoto?

-¡¡Un terremoto!! -Eleanor la había oído-. No digas


tonterías... En Florida no hay terremotos.

Dar frunció el ceño.

-Tiene razón... Todo el estado está formado de


piedra caliza sobre una base de agua... no puede
haber temblores... -Abruptamente, el travesaño de
madera se tambaleó bajo sus pies-. ¡¡Eh!!

-¿Qué...? -José se vio igualmente sacudido de un


lado a otro-. Todo esto es una especie de farsa...
maldita gente... -Levantó los brazos par equilibrarse-.
¡Jesús!

En ese momento, Dar escuchó un crujido.

-Oh mierda... -Sus ojos se abrieron de par en par en


espera de lo que se les venía encima-.
¡¡¡¡Agarraos!!!! -Instintivamente, echó a correr hacia
Kerry al tiempo que la gruta entera se derrumbaba
bajo sus pies con un estruendo de piedras y madera
astillada.

Y cayó, como todos los demás, entre un torbellino de


arena y árboles. Los gritos del grupo quedaron así
ahogados a medida que la tierra se abría bajo sus
pies. Dar se cubrió la cabeza durante la caída para
protegerse del impacto de las ramas y el truco le
funcionó hasta el momento en que una piedra
impactó directamente contra su cuerpo, mandándola
sobre uno de los bordes sobre los que descendía la
avalancha de arena.

Se agarró a una raíz pero el peso de la tierra la


empujó hacia abajo y siguió resbalando por la
pendiente al tiempo que las piedras y las ramas le
golpeaban sin cesar.
-¡Kerry! -gritó justo antes de que un contundente
pedazo de roca la sumergiera a medias en una negra
y aterradora niebla oscura, anulando cualquier
defensa contra la inminente caída al fondo de la
gruta, sintiendo el impacto como si medio mundo
hubiera caído sobre ella.

Kerry, por su parte, a pesar de haber gritado en el


momento en que la madera se desintegraba bajo sus
pies, había encontrado diversos puntos de apoyo al
caer y consiguió llegar hasta uno de los bordes del
hoyo, escarbando para detener el descenso. Los
gritos de sus compañeros la habían rodeado durante
lo que pareció una eternidad. Luego asió fuertemente
una rama y se mantuvo a pulso, con la esperanza de
aguantar hasta que todo pasara.

Aun así, no fue por mucho tiempo. Cuando el


anaquel de tierra que le servía de apoyo cedió, se
encontró a sí misma dando volteretas sobre un
montón de tablones, directamente hacia el fondo de
rocas.

-¡Jesús! -Sin saber cómo, se las arregló para no


quedar atrapada y, aferrándose a uno de los árboles
que les acompañaban en la caída, consiguió llegar
abajo, aunque el impacto hizo que saliera despedida
hacia el centro del agujero.

La suerte hizo que aterrizara sobre un montón de


tierra y piedras pequeñas en vez de la superficie de
piedra caliza, por lo que puedo protegerse detrás de
uno de los troncos más gruesos de las ramas que
aún seguían cayendo sobre sus cabezas, mientras el
rugido de la tierra la rodeaba. Sobre él, oyó su
nombre y alzó la cabeza hacia el lugar de donde
provenía el sonido. El cuerpo de Dar caía a plomo en
medio de la polvareda, quedando a continuación
semienterrado por la avalancha.
-¡Dar!

No esperó más. Saltó fuera de la barrera que la


protegía y se precipitó avanzando sobre la inestable
masa de tierra y roca, atravesando densas nubes de
polvo y fintando las piedras que caían rodando a su
alrededor, pendiente abajo.

-Dar... Oh Dios...

A la vista, lo único que quedaba de ella era un brazo,


emergiendo inerte entre las ramas. Salvando el
último tramo que las separaba, cayó de rodillas junto
a su amante y apartó frenéticamente los restos que
la cubrían.

-¿¿Dar?? ¡¡¡Eh!!!

Tras apartar la arena que le tapaba la cara, fue


obsequiada con un débil gemido.

-Eh... eh... vamos...

-Vale... vale... tranquila -masculló Dar, recuperando


parte de su movilidad y emergiendo de la cantidad de
tierra que tenía encima. Las piedras y demás restos
del desastre seguían bajo su cuerpo, así que,
ayudada por Kerry, terminó de incorporarse-. Vaya...
mira lo que has conseguido por no mirar dónde
pisas... -Se las arregló para bromear débilmente, al
tiempo que se frotaba la cabeza en el lugar en que la
piedra la había golpeado momento antes con una
mueca de dolor-. Maldita sea...

Kerry se sentó a su lado y le sacudió suavemente la


tierra que aún tenía sobre la ropa.

-Jesús... ¿estás bien? -preguntó al tiempo que le


examinaba la cabeza con preocupación-. ¿Qué ha
pasado? ¿No habías dicho que no hay terremotos en
Florida?
-Tranquilízate. -Dar la tomó de las manos y se las
frotó con fuerza para que entrara en calor, puesto
que hasta a simple vista podía ver que estaba
temblando-. No ha sido un terremoto... -Echó una
ojeada a su alrededor a medida que la polvareda se
iba asentando, y llegó a escuchar el lamento de sus
compañeros de aventura-. Ha sido un corrimiento.

-¿Un corrimiento? -Kerry se acercó más a ella,


apoyándose contra su hombro y deslizando un brazo
alrededor de su cintura-. Un corrimiento de tierra...
vale... Entonces esto no forma parte de la prueba,
¿verdad?

-Así es. -Dar la miró fijamente-. ¿Estás bien?

-¿Qué? Oh, sí... estoy bien... perfectamente -aseguró


Kerry-. Unos golpes, nada más.

-¿Seguro? -inquirió su amante bajando el tono de


voz.

-Sí... en serio -declaró la mujer rubia.

-De acuerdo... Bien... ¿Entonces podrías soltarme el


brazo? Estoy perdiendo la sensibilidad en los dedos.
-Los ojos de Dar centellearon ligeramente.

Kerry bajó la vista hacia su propia mano, pálida por


la fuerza con que estaba aferrada a la muñeca de
Dar.

-Oh -dijo soltándola-. Lo siento. -Respiró varias veces


para tranquilizarse y estudió a su compañera-. Estás
sangrando...

Dar observó su hombro.

-Tranquila, estoy bien... sólo es un arañazo.


Una risita suave y perspicaz.

-¿Dónde he oído eso antes? -contestó Kerry mientras


le examinaba la herida-. Parece como si te hubieras
golpeado con una rama. -Suspiró, sin apartar la vista
de su hombro-. Supongo que deberíamos ir con los
demás.

-Sí. -Dar se puso en pie con una mueca de dolor


cuando el peso de su cuerpo cayó sobre sus rodillas-.
Oh... mierda... -El dolor, martilleante, le obligó a
sentarse de nuevo-. Maldita sea...

-Qué... -Kerry la miró ansiosamente-. Tranquila... -Le


enderezó la pierna con suavidad-. ¿Qué sientes?

-Mi rodilla... -exhaló la mujer morena-. Creo que me


la he dislocado -afirmó palpando la zona con
cuidado-. Sí... toca aquí.

Kerry puso sus vacilantes dedos sobre el barro que


cubría el pantalón de Dar y sintió una protuberancia
ominosa.

-Oh... Jesús, Dar... debe doler como un demonio...

De hecho, estaba comenzando a sentir nauseas.

-Sí... em... -Dar aspiró aire profundamente-.


Escucha... ¿crees que podrías... colocármela de
nuevo en su sitio?

Unos ojos verdes, abiertos como platos, la miraron


fijamente.

-¿¿!!!Qué!!!?? -exclamó Kerry-. ¿¡Estás loca!?

-Kerry, vamos... hazme caso -instó Dar-. Si lo haces,


me dolerá muchísimo menos.

-No creo que pueda... Dios, Dar...


-Sí que puedes -interrumpió con decisión la voz de la
otra mujer-. Vamos... es sólo un segundo... Agárrala
fuerte y tira. -Ella a su vez, asió una de las muchas
ramas que las rodeaban y la apretó con toda la
fuerza de su mano, mientras las de Kerry cubrían la
dañada articulación-. Eso es... vamos.

Kerry cerró los ojos y apretó los dientes hasta oírlos


rechinar. Refrenó sus crecientes ganas de vomitar y
agarró la pierna lo mas fuerte que pudo, torciendo el
hueso tentativamente hacia abajo y hacia fuera,
consciente de la silenciosa quietud de su amante.

-Vale... allá voy... -Aguantó la respiración y tiró. Al


instante, sintió bajo sus dedos que la zona resbalaba
y se encajaba en su sitio-. ¿Lo he conseguido? -Al no
recibir respuesta, se obligó a abrir los ojos,
encontrándose con una Dar muy pálida desmayada
sobre la arena-. ¡Oh, mierda!
*****
Dar volvió en sí vacilante al sentir un palpitante y
embotado dolor en la pierna y un cálido hormigueo
en los labios. Tardó un momento en decidir que
probablemente ambos no estaban relacionados y
dejó que sus párpados se abriesen, contemplando
antes que nada más un par de profundos y
visiblemente preocupados ojos verdes a dos
centímetros de los suyos.

-Uh... -Pestañeó, tragó saliva y se pasó la lengua por


los labios-. ¿Me acabas de besar?

Kerry dejó escapar un tímido suspiro de alivio.

-Sí... Estaba intentando despertarte.

-Mm... ¿Sabes? Sacudirme un poco hubiese tenido el


mismo efecto... pero la verdad es que no tengo queja
de tu método... -afirmó Dar irónicamente-. Siento
haberte asustado.

-Bueno... el dolor debe haber sido increíble... Dar,


yo...

Su amante suspiró.

-No... no ha sido por eso... es decir... Sí, me ha


dolido, pero me he desmayado porque... -Se aclaró la
garganta ligeramente al tiempo que intentaba
incorporarse-. Por la sensación de los huesos rozando
uno contra otro... Cuando competía, siempre me
desmayaba cada vez que me pasaba algo así. -Dirigió
una mirada de disculpa a Kerry-. Debí haberte
avisado. -Sus labios hicieron una mueca-. Eso y las
agujas largas... ya que estamos.

Kerry consideró sus palabras con apacible sorpresa.

-Oh. -Se reclinó hacia atrás frotando el brazo de Dar


suavemente-. Nunca lo hubiera dicho... Quiero decir
que... tú pareces tan... em... -Alzó una mano,
buscando la palabra adecuada-. Ya sabes...

-Dura. -Dar sonrió desaprobadoramente al tiempo


que aliviaba el abrazo alrededor de sus rodillas-. Lo
sé... siempre ha sido mi mejor papel -reconoció
mientras enderezaba la pierna cuidadosamente-. Ya
estoy mejor -aseguró suspirando-. Bueno, ¿en qué
estábamos? Hay que ir a por los demás, ¿cierto?

Kerry se reclinó.

-Dar... ¿por qué no te quedas aquí? Puedo ir yo sola


a echar un vistazo. -Se levantó agachándose bajo la
rama que las albergaba-. Quizá encuentre algo para
vendarte la rodilla...

Dar extendió la mano por encima de su cabeza y


agarró a su vez la rama, poniéndose en pie.
-No... será mejor que encontremos la forma de salir
de aquí... -Aspiró profundamente y exhaló al sentir
de nuevo la presión sobre la pierna. Dolía, pero al
menos se tenía en pie. Alivió el peso y flexionó la
rodilla varias veces antes de apoyar de nuevo el pie
en el suelo-. Bueno... creo que puedo andar -afirmó
echando un vistazo a su alrededor-. Jesús...

El terreno sobre el que habían pasado minutos antes


había quedado convertido en un agujero semiesférico
de más de cincuenta pies de profundidad. El fondo
estaba lleno de piedras y restos de árboles
estrellados, y una rezumante agua fangosa que Dar
podía sentir enfriándole las plantas de los pies.

De pronto alguien gritó su nombre, y se volvieron


para descubrir a Mark subido a un árbol medio
sumergido, avanzando en su dirección.

-Vamos. -Dar recogió una rama quebrada que tenía


cerca para apoyarse-. Podemos tener problemas si
nos quedamos aquí.

Echaron a andar despacio, con Kerry resistiendo a


duras penas el impulso de tomar el brazo de Dar
durante cinco minutos, hasta que por fin dejó de
luchar consigo misma y envolvió suavemente el codo
de la mujer con una mano cada vez que llegaban a
una zona particularmente insegura.

-Ya lo sé -comenzó a decir nerviosamente al sentir


que Dar iba a decir algo-. Ya lo sé... y no me
importa, Dar. Dimitiré... si es necesario. No me
importa que se enteren.

Una larga pausa.

-Um... en realidad sólo iba a decirte que tuvieses


cuidado con esas zonas más claras -contestó Dar
suavemente-. Son de caliza y lo más seguro es que
resbalen. -Hizo una pausa mientras pensaba-. Pero
ya que sacas el tema de si se enteran o no... es lo
que menos me preocupa en este momento. Lo
primero es salir de aquí.

-Oh. -Kerry bajó la vista y cabeceó levemente-. Vale.


Lo siento. -Se sentía un poco tonta. Por supuesto que
Dar tenía razón... Ni uno sólo de los miembros del
grupo iba a estar pensando en algo así en aquel
preciso momento, ni ella debía hacerlo. Al parecer, el
comentario de Duks le había puesto a la defensiva.

Sintió el brazo de Dar cambiar de posición y unos


cálidos dedos sobre su brazo la sobresaltaron
haciéndole levantar la vista. Los cálidos ojos azules
de su amante la miraban firmemente con un débil
matiz de desafío. Kerry sonrió y le dio un cariñoso
apretón en la mano. A continuación, volvió a
concentrarse en la no menos complicada tarea de
encontrar un camino viable por el que avanzar.
*****
-Eh... échame una mano -pidió Mark a Duks-.
Aguanta, Mary Lou... deja que te quite esto de
encima. -Saludó a Duks con una inclinación de
cabeza cuando el VP de Finanzas se le unió y puso
una mano en la pesada rama-. Gracias.

-Con cuidado... -advirtió Duks a la joven mujer al


tiempo que él y Mark tiraban, tratando de liberarla-.
Argh... -Les hizo falta un extra de fuerza física para
desatrancar su pierna de entre el fango-. Ya está...

-Ay... -La joven se puso en pie a duras penas-.


Gracias... gracias... -Le dirigió una mirada agradecida
a Mark cuando la tomó del brazo llevándola hasta
donde estaba reunido el resto del grupo.

Dar se había sumergido en sus propias reflexiones y


atizaba distraídamente un arbusto mientras Kerry
cuidaba de Mariana, que lucía un feo corte en el
brazo. Aparte de eso, y un buen número de
contusiones y arañazos, todos habían salido ilesos, y
permanecían reunidos en un estrecho círculo mirando
a su alrededor con aire bastante desorientado.

-¿Y ahora qué, Sherlock? -Steve se situó a la espalda


de Dar y observó los desfiladeros que les rodeaban
por todas partes-. ¿Nos vas a sacar de aquí volando
en tu maldita escoba? -preguntó con sorna e
irritación-. No me puedo creer que nos hayas metido
en esto... Creo que voy a... ¡EH! -En un segundo, se
vio atrapado entre el tronco de uno de los árboles y
el extremo del palo de la mujer, impidiéndole respirar
con fluidez.

-Ya... -Dar apretó más fuerte-... me estás... -Se


inclinó más cerca-... PONIENDO... -Su voz se hizo
más gutural, pero al mismo tiempo más
penetrante-... ¡¡¡ENFERMA!!! -Hizo una pausa
mientras lo observaba-. Así que CÁLLATE o te meto
esto POR EL CULO. -Un silencio mortal-
¿¿¿ENTENDIDO???

Steve cabeceó una vez afirmativamente y cayó


cuando Dar retrocedió y pudo respirar otra vez.

-Puta -dijo frotándose la garganta.

El moreno rostro de la mujer dejó asomar una


sonrisa salvaje.

-Gilipollas -le respondió ella volviéndole la espalda y


estudiando el entorno una vez más.

-Oh... chica -susurró Mariana cuando Kerry acabó de


vendarle el corte con la manga de una camisa-. DR
está llegando a su límite, por lo que veo.

Kerry observó a su jefa y exhaló.

-Sí... y estaría mejor si ese tipo no la provocara


constantemente... lleva así todo el fin de semana...
De hecho me extraña que no haya explotado antes.
-Sus feroces ojos verdes estudiaron a Mariana-. No
es culpa suya.

La VP de Personal dejó que una cansada sonrisa


cruzase su cara.

-De quién sea la culpa no va a afectar a la cantidad


de papeles que voy a tener que rellenar tras esta
ridícula excursión. -Tocó a Kerry en el codo con su
rodilla-. Ve a ver si puedes tranquilizarla un poco...
No me gustaría tenérmelas que ver también con la
policía.

Kerry pestañeó.

-Oh... no, Dar no haría... -Hizo una pausa,


recordando a Kyle-. De acuerdo... ya te entiendo. -Se
levantó abrochándose de nuevo el cinturón y fue
hacia donde estaba Dar. Steve le dirigió una mirada
cortante cuando pasó a su lado y ella le respondió
con la más encantadora de sus sonrisas, lo cual
pareció incomodarle bastante.

Dar se encontraba examinando la pared. Sus claros


ojos azules saltaban súbitamente de un lado a otro
mientras descansaba su peso sobre el palo,
salvaguardando así la rodilla.

-Hay una posibilidad -apuntó cuando Kerry subió


hasta donde ella estaba-. Será difícil, pero creo que
podemos hacerlo... si no todos, al menos los
suficientes como para ir en busca de ayuda.

Kerry la miró fijamente.

-¿Por ahí? ¿Donde cuelgan esos árboles?

-Mmhmm... -La atención de Dar estaba


herméticamente enfocada-. Sí, podríamos subir
usando las raíces como asideros.
Era una posibilidad, razonó Kerry.

-Sí, podría funcionar. -Puso su mano en el palo,


cubriendo los dedos de Dar, quien fijó sus claros ojos
azules en ella-. ¿Estás bien?

Un débil pliegue asomó en la frente de Dar.

-¿Hmm? Oh... sí, la rodilla me está fastidiando un


poco... y me ha empezado a doler la cabeza... pero
nada grave. ¿Y tú?

Kerry deslizó su mirada hacia donde se encontraba


Steve, sentado con altivez sobre un leño, y volvió a
mirar el rostro de Dar. Una de sus cejas se izó a
modo de pregunta.

La ejecutiva pareció confundida durante un


momento. Después lanzó una mirada de impaciencia
y resignación.

-Oh... sí, estoy bien... Sólo me he dejado llevar un


momento -dijo quitándole importancia al incidente
anterior-. Será mejor que nos pongamos en marcha.

La mujer rubia apretó con más fuerza la mano de su


amante.

-A lo mejor deberíamos comer un poco antes... sería


una buena oportunidad para que todos se
tranquilizasen... ¿no?

Dar lo consideró.

-Puede ser -reconoció-. Supongo que media hora


más no supone mucha diferencia. -Dejó que Kerry la
llevase de nuevo junto a los demás-. Bueno... -No le
costó mucho atraer la atención general-. Obviamente
tenemos que salir de aquí.
-Sí. -Duks se mostró de acuerdo-. Y deprisa. Aquí
cada vez hay más agua y sospecho que en breve
podríamos encontrarnos con barro hasta las orejas
-añadió taladrando con su pie un charco de agua
helada.

-Jesús... -José se palpó una leve contusión que tenía


en la cabeza-. Podríamos estar muertos.

-Pero no lo estamos -afirmó Dar con rotundidad-.


Hay un sitio allí -comenzó apuntando hacia la zona
en cuestión-... por donde podríamos subir. Al menos
alguien que vaya a pedir ayuda.

-¿A quién? ¿A esa idiota? -declaró Eleanor con aire


frustrado, refiriéndose obviamente a la monitora del
campamento-. No seas ingenua, Dar... por ahí no se
puede subir... y no me voy a quedar aquí sentada en
este montón de estiércol.

-Vamos, El. -Mariana se anticipó a la creciente ira de


Dar-. Tanto si es posible como si no... tienes que
elegir. O lo intentas o te quedas. -Suspiró-. Yo me
voy a pasar toda la semana que viene rellenando
papeles por vosotros, ¿cierto?

-Podremos pedir ayuda "de verdad" una vez estemos


fuera... -explicó Dar-. Pero todos debemos intentarlo.
No sabemos cuánto tiempo nos podría llevar, y estoy
prácticamente segura de que a ninguno nos apetece
seguir aquí cuando se haga de noche.

A nadie pareció gustarle la idea, pero todo lo que


surgió del grupo fueron unos cuantos asentimientos
reluctantes.

-Será más fácil si nos comemos lo poco que nos


dieron antes de salir -recordó Kerry a su jefa-. Nos
vendría bien un poco de descanso.

-Oh sí... -Mark empezó a hurgar en su mochila-. Es


una gran idea. -Todos se dispusieron a imitarle con
diferentes niveles de entusiasmo-. ¿Qué es esto?

Dar se había sentado en una piedra con la pierna


estirada hacia delante y echando un vistazo a su
porción.

-Ahora lo llaman MRE -comentó-. Es comida militar.


-Levantó la vista cuando Kerry se sentó a su lado con
las piernas cruzadas-. No os matará, eso es lo único
que os puedo garantizar.

-Oh... genial. -Kerry sacó el paquete y se puso a


lidiar con la envoltura de plástico-. ¿Cómo funciona?
-Giró la cabeza y entonces puso una mano en la
rodilla de Dar-. Eh...

La ejecutiva se había recostado contra la roca con los


ojos cerrados, pero se obligó a abrirlos de nuevo y
miró a su compañera.

-¿Sí? -De repente se encontraba exhausta, y las


palpitaciones de su cabeza iban a peor.

-Toma... -Kerry le puso algo en la mano-. Creo que lo


necesitas más que yo.

Dar se quedó mirando el paquete.

-Oh. -Sonrió por defecto al ver el envoltorio de


distribución genérica del ejército-. Sí... -afirmó con un
suspiro. Dejó el paquete sobre su regazo y lo
desembaló a medias-. De acuerdo... esto es una
bolsa calorífica. -La cogió y tiró de las dos etiquetas
que estaban en los extremos-. Si haces esto,
cualquier cosa que esté dentro se calentará por
acción química -Levantó la mirada y se sobresaltó al
ver a todo el resto del grupo, menos Steve,
rodeándola con atención-. No es difícil, chicos. Somos
una compañía tecnológica, por favor, recordadlo.
-Bien, bien... -Duks tiró de sus etiquetas y puso el
paquete grande al lado-. ¿Y qué es esto? No me lo
digas... lo que nos dais a los ateos por Navidad, ¿no?
-Cogió un paquete más pequeño-. Galletas,
cereales...

-Oh, Dios mío... ¿y esto es lo que les dan de comer a


los del ejército? -Los ojos de Eleanor se abrieron
como platos.

-Mm... sí, lo vi en un documental el otro día -dijo


Mark investigando su ración-. También hay
cubiertos... qué civilizado.

Kerry abrió su envoltorio, ya caliente, y lo olfateó.

-Vaya... -La sorpresa le hizo erguirse levemente-.


Creo que es lasaña. -Cortó un pedazo con el tenedor
y se lo metió en la boca saboreándolo
cautelosamente-. Y no está nada mal.

Se encontraban sentados en círculo. La mayoría


comía en silencio sobre la pulida superficie de roca
caliza que, lenta pero ininterrumpidamente, se iba
llenando de agua. Dar, por su parte, se vio a sí
misma hurgando con el tenedor en su comida. Miró a
un lado y le ofreció el resto a Kerry.

-Toma... ¿Quieres acabártelo?

Kerry la miró.

-¿No te gusta?

Un encogimiento de hombros.

-No está malo... es que no tengo hambre -admitió


Dar-. Venga... me da que ya estabas pensando en
relamer los restos de la bolsa.

La mujer rubia se ruborizó, pero aceptó el


ofrecimiento con gusto. Después le pasó a Dar su
zumo de manzana.

-Toma... no me gusta... ¿Por qué no te tomas una


aspirina?

Dar aceptó el consejo y se tragó dos pastillas, la de


Kerry y la suya, junto con el zumo. Acto seguido,
echó un vistazo a los demás.

-¿Habéis acabado?

-Sí. -Duks palmoteó su rodilla-. Vamos allá... estoy


deseando regresar a nuestro acogedor campamento
y a los bocadillos de crema de cacahuete que nos
habrán preparado como premio. -Se puso en pie
guardando con cuidado el equilibrio sobre la piedra
en la que se encontraba.

José se le unió.

-Hijos de perra... voy a decirles unas cuantas cosas


cuando vuelva, os lo aseguro - declaró-. Venga,
Eleanor... acabemos con esto, ¿eh?

Fueron en fila hasta el lado del desfiladero que


habían elegido como el único viable, tropezando y
resbalando en la superficie pantanosa. Dar iba a la
cabeza, renunciando al palo mientras se movía de
roca en roca.

-De acuerdo... venid hasta aquí arriba.

-Yo no voy por ahí -declaró Steve-. Nos vemos en la


cima. -Se volvió y echó a andar por su propia cuenta,
agarrándose a las numerosas ramas que habían caído
de los árboles.

-Tiene razón... por allí es más fácil. -Eleanor los


abandonó y siguió con determinación a Steve-.
Venga, José, Charles... no tiene sentido ir por el
camino difícil.

-Sí -concordó el VP de Ventas mientras se alejaba de


ellos y los seguía-. Ya voy...

El delgado ayudante de Eleanor los siguió


obedientemente mientras se acomodaba las gafas
con nerviosismo.

Dar los miró fijamente, pensando en algo que decir,


pero terminó por encogerse de hombros y retomó su
tarea. Apoyó la cabeza sobre unas ramas frescas un
momento antes de enderezarse y buscar el modo de
dar el próximo paso. El martilleo de sus sienes estaba
empezando a menguar, pero se sentía distante de
sus pensamientos, lo cual le puso levemente alerta,
por lo que pudiera pasar.

De repente sintió el calor de una mano sobre su


espalda y se volvió para ver a Kerry a su lado,
ostensiblemente en busca de un buen lugar al que
agarrarse.

-¿Es seguro subir por aquí? -preguntó la mujer rubia


mientras caminaba a su lado y se giraba vigilando el
progreso de Steve y los otros por la pared opuesta-.
¿O, por mucho que odie admitirlo, ellos tienen razón?

Dar sonrió fatigadamente.

-Bueno... su camino es más fácil, pero no estoy


segura de que merezca la pena intentarlo por allí
-comentó.

-¿Por qué? -preguntó Kerry con curiosidad.

-Aquellas ramas están cubiertas de ortigas -contestó


la mujer de pelo negro, viendo como Duks y Mark,
que estaban justo detrás de ella, se echaban a reír
entre dientes.
-Oh... no... no lo dices en serio. -Mariana apartó su
deslucido pelo a un lado de su cara-. Dime que no te
he oído bien, Dar... Lo has hecho a propósito.

Dar se limitó a negar con la cabeza y continuó


subiendo, buscando agarres fáciles para el resto del
grupo.

-Haremos un pequeño descanso más arriba


-advirtió-. Agarraos aquí... eso es. -Subieron la
cuesta despacio, utilizando cada asidero para guardar
el equilibrio. Afortunadamente, las paredes no eran
completamente verticales, lo cual les permitía
detenerse para recobrar el aliento.

Steve, José, Charles y Eleanor ya habían alcanzado la


cima y habían desaparecido. Dar se alegró de su
ausencia, reparando en que la constante tensión que
le producían había estado minando sus nervios poco
a poco. La misma sensación tuvieron Duks y Mariana,
que se apoyaron el uno en el otro para limpiarse el
barro y el sudor que les cubría. Mark empezó a
conversar con Mary Lou sobre los Marlins(1). Dar y
Kerry se encontraban una al lado de la otra sobre la
cuesta.

-¿Cómo va tu rodilla? -preguntó Kerry.

Dar se encogió de hombros y flexionó la pierna en


cuestión.

-Está bien... -Se apoyó de espaldas contra la


superficie terrosa sintiendo su frialdad a través del
tejido de la camisa. La maniobra de Kerry le había
dado estabilidad, y el dolor le llegaba de forma
apagada, cosa que ella agradecía. Sin embargo, la
subida no estaba ayudando a mejorarlo, a pesar de
que trataba de alzar la mayor parte de su peso con
los brazos y los hombros en la medida de lo posible-.
Venga... -Exhaló-. Voto por secuestrar el maldito
autobús y salir de este infierno en cuanto volvamos.
Todos miraron a Mariana, que le sacó la lengua a
Dar.

-Sólo si paras en el primer Dairy Queen que


encontremos, DR... Necesito quitarme de la boca el
sabor a jalea de menta.

Los ojos de Dar brillaron ligeramente.

-Dairy Queen... sí... debe haber alguno cerca, ¿no?


Helado... eso aliviaría este mal trago -meditó
mientras retomaba su caza de raíces. Aún sentía
náuseas, pero ni siquiera eso la detendría de comer
helado.

-Tenías que sacar el tema... -suspiró Kerry mientras


subía al lado de su amante-. Ahora estaremos
oyéndole hablar de virutas de chocolate hasta que
lleguemos allí.

-¿Qué es eso? -inquirió Duks ofreciéndole una mano


a Mary Lou.

-Cáscara de chocolate endurecida -contestó Dar con


una mueca de gusto-. Sumergen los conos en el
chocolate y los dejan secar. -Subió un nivel más-. Te
pringas hasta los ojos, pero sabe genial.

-¿Ya te has hecho adicta a eso, Kerry? -preguntó


Mary Lou mientras superaba una zona pedregosa.

-Oh, sí... -contestó Kerry, reparando al mismo tiempo


en el matiz secundario que podría tener ese
cometario-. Em... acaban de abrir un Dairy Queen al
final de la calle en la que está nuestra oficina de
Kendall... pasamos por allí cuando vamos a las
reuniones.

-Ya... ya veo -cabeceó Mary Lou.


Continuaron subiendo hasta que Dar, que iba en
cabeza, se encontró lo bastante cerca de la cima.
Luego se impulsó hacia arriba una vez más y se
agarró a uno de los árboles que colgaban medio
fuera del borde hasta que quedó tumbada sobre el
camino por el que habían llegado unas horas antes.

Allí no había nadie.

-Bastardos... -murmuró Dar poniendo una mano bajo


el codo de Kerry para ayudarla a subir-. Se han ido
sin nosotros.

-Qué cerdos... -La frente de Kerry se arrugó-. No me


puedo creer que hayan hecho algo así... nosotros les
habríamos esperado.

El resto del grupo emergió del hoyo y pronto


estuvieron todos sentados en el camino.

-Bueno... -exhaló Mariana-. Es el único ejercicio que


he hecho desde que estuve en las Girls Scouts.

-Cierto -concordó Duks mientras descansaba con las


piernas estiradas y las manos apoyadas en el suelo, a
su espalda-. Pero lo hemos conseguido... y, por
tanto, proclamo esta pequeña parte del seminario un
éxito.

Dar se puso en pie.

-Sí, así es -afirmó-. Lo cual significa que el problema


de cooperación no lo tenemos los que estamos aquí.

Mariana suspiró y también se levantó.

-Vale, vale... no ha sido precisamente un plan


maestro. -Se sacudió el polvo de los pantalones-.
Aunque, de no haber ocurrido esto, podría haber
salido mejor...
-Sí -dijo Kerry suavemente mientras avanzaban, con
el sol del atardecer filtrándose entre los árboles-.
Bueno... a lo mejor podríamos hacer algún ejercicio
de estos a menor escala... como... en un hotel o algo
así.

-Un hotel cómodo. -Mary Lou estaba de acuerdo.

-Un hotel cómodo con camas, aire acondicionado y


televisión -agregó Mark.

-Y no te olvides del módem -dijo Dar con una media


sonrisa-. Y servicio de habitaciones.

-Servicio de habitaciones... oh, sí... -concordó Duks.

Todos rieron ligeramente mientras entraban en una


curva cerrada. Se detuvieron al encontrarse de nuevo
frente al puente de cuerda.

Y todos, sin excepción, quedaron perplejos ante lo


que tenían delante.

Había ropa colgada de las sogas que hacían de


baranda, y todo un cúmulo de farfulleos y voces
repletas de frustración surgían del fondo.

-Oh oh... -Mariana se asomó a medias y se cubrió los


ojos con una mano-. No creo que tenga los informes
adecuados para reflejar esto, Dar.

-¿Qué? -la ejecutiva atisbó por encima del borde-.


Oh, Dios...

Kerry se apoyó en su hombro.

-Oh, dios mío. Están desnudos...


*****
-¡Tiradnos la maldita ropa, idiotas! -gritó Steve, con
sólo la cabeza fuera del agua.
Dar se apoyó contra la baranda.

-Di por favor -reclamó sarcásticamente.

-Dar... -Kerry le dio una palmada en el brazo-.


Vamos. -Recogió las camisas y los pantalones y los
hizo un ovillo. Entonces dudó-. ¡Se van a caer al
agua! -les informó.

-Y por cierto, ¿qué demonios estáis haciendo? -dijo


Mark apoyándose al lado de Dar-. Hace un tiempo
horrible para ponerse a nadar, ¿sabéis?

José se puso en pie con el agua resbalándole cuerpo


abajo.

-¡Han sido unos bastardos con armas!

Dar suspiró.

-Bien, ha tenido su gracia... hasta ahora. -Se


enderezó y echó un vistazo a su alrededor. Entonces,
volvió a ver la serpiente-. Esperad... -Avanzó por el
puente, desenredó el "juguetito" y se lo echó al
cuello antes de regresar junto a los demás-. Toma...
-dijo entregándosela a Kerry-. Ata la ropa a un
extremo. -Acto seguido, se volvió hacia Mark-. Tú
vigila por si viene alguien. Deben haber sido unos
cazadores con ganas de juerga, o algo por el estilo.

Mark se enderezó y miró a su alrededor.

-¿Qué se supone que tengo que ver? ¿Un puñado de


retrasados mentales con rifles? Mi contrato no cubre
esto, Dar -murmuró.

Kerry terminó de atar la ropa a la cola de la serpiente


y vio cómo Dar la bajaba hasta donde estaba José,
agachándose con el brazo extendido al máximo para
que pudieran alcanzar sus pertenencias. Mantuvo una
mano agarrada a la plataforma y la otra suspendida
en el aire por si su jefa perdía el equilibrio, a pesar
de la certeza de que si lo hacía, ambas caerían al
agua.

-Vale... ¿lo tienes? -gritó Dar con una mueca de dolor


al sentir la tensión contra su pierna. Vio a José
alzarse y cerró los ojos en un acto reflejo-. Oh...
Dios... hubiese preferido no ver eso... -murmuró al
mismo tiempo que Eleanor emitía un agudo y
desagradable chillido.

-Cállate... estoy cogiendo la maldita ropa -refunfuñó


José haciéndose con ella finalmente-. Toma... -y soltó
la cola del improvisado montacargas-. Ya está...
¡¡aiiieee!! -gañó, al sentir el peso muerto del animal
de juguete cayendo a su alrededor-. Jesús, Dar... voy
a darte una patada en el culo en cuanto salga de
aquí.

Dar se enderezó despacio, consciente de la mano de


Kerry sobre su antebrazo.

-No podrías ni aunque yo fuese una silla y llevases


botas de latón -gritó ella.

-¡Callaos los dos de una vez! -les espetó Eleanor-. Oh


Dios mío... me pica todo el cuerpo...

-A mí también -comentó Steve arremangándose la


camisa-. Oh, mierda... ¡Augh!

-Pensándolo mejor, tal vez darles la ropa no haya


sido una buena idea -comentó Dar a su amante con
aire apacible-. Acuérdate de las ortigas...

-Ay. -Kerry hizo una mueca de dolor al tiempo que se


miraba las manos-. Gracias por avisarme.

Dar sonrió.
-Estoy segura de que sobrevivirás -se rió entre
dientes y exhaló mientras las cuatro figuras emergían
mojadas, iracundas y llenas de barro, y se acercaban
a ellos-. Bien... ¡ya basta! -Levantó la voz-. Salgamos
de aquí. Ya tendremos tiempo después de gritarnos
entre nosotros, ¿de acuerdo?

-Es lo más inteligente que has dicho desde que


estamos aquí -le picó Eleanor-. Apártate de mi
camino -añadió empujando a Dar y acometiendo de
nuevo el puente de cuerda sin importarle ya la altura
a la que estaba suspendido ni su inestabilidad, y
rascándose enérgicamente el brazo mientras lo hacía.

-Muy bien... -Dar se apoyó contra las sogas-.


Supongo que regresamos al campamento. - Todos
pasaron delante de ella en un momento y esperó el
turno de Kerry, que se había quedado la última
deliberadamente, apoyando los pies con cuidado.

-Malditos sean todos... los voy a demandar hasta que


le haya sacado el último centavo a esa condenada
compañía... -iba farfullando José mientras caminaba-.
Por irresponsables, por poner en peligro a los
clientes... ¡putas!

Dar suspiró e intentó filtrar su voz y dejar de oírle,


concentrándose en cambio en el dolor de su pierna a
medida que avanzaban por el sendero. Funcionó,
pero la dejó preocupada, de tal manera que no
reparó en que todos se habían detenido y chocando
así con la espalda de Kerry, lo cual las sobresaltó a
las dos.

-Qué... oh... perdona. -Se apoyó en el hombro de


Kerry y exhaló-. ¿Qué pasa?

Silenciosamente, Mark apuntó hacia el campamento.


Dar fue junto a él y se asomó por entre las hojas
para ver el vestíbulo principal de la choza. El autobús
había sido estacionado a un lado y delante de la
estructura había dos camionetas con remolques
llenos de varios artículos de campamento y
prominentes escopetas de caza, además de dos tipos
tumbados en la parte de atrás de una de ellas
bebiendo cerveza. Había otros dos en el porche, uno
de los cuales tenía a la infeliz Skippy contra la pared
e intentaba besarla. La guía, por su parte, no podía
hacer más que retorcerse frenéticamente intentando
escapar, pero sin mucho éxito

-Son los bastardos que nos desnudaron -gruñó


Steve-. Dejadme ir hasta allí... -demandó rascándose
los brazos sin parar-... auggghghh.

Dar sintió una oleada fría barriendo su cuerpo de


arriba abajo que hizo que todo, excepto aquellos
hombres, se diluyera, y que el agotamiento que la
había embargado desde el accidente quedara en el
olvido. Su atención se enfocaba ahora únicamente
sobre aquellos hombres, y una leve y austera sonrisa
se dibujó en sus labios.

-Bien, se acabó. Ya he tenido bastante. Esos tipos no


saben dónde se acaban de meter - ronroneó,
empujando a José y a Steve a su paso y acercándose
furtivamente a la parte descampada.

-¿A dónde diablos crees que vas? -siseó Steve


agarrándola del brazo.

Ella se lo sacudió como si se tratara de un simple


mosquito.

-A liberar algo de frustración reprimida -gruño,


retomando su camino.

-¡Dar! -la voz de Kerry surgió gutural, pero repleta de


ansiedad-. Espera...

Avanzó sola durante unos segundos, aunque después


unos pasos a su espalda y una mano agarrando con
fuerza la tela de su camisa le hicieron detenerse. Ella
se soltó.

-Quédate aquí -ordenó a Kerry, avanzando


directamente hacia uno de los que estaban en el
porche-. ¡Eh!

Ya estaba sobre la plataforma de madera antes de


que hubiesen tenido tiempo de reaccionar a su
llamada. Uno de ellos eructó a modo de saludo.

-Eh... ¡tú eres guapa! -Anduvo tambaleándose hacia


ella con una mano extendida-. Ven aquí, preciosa...

Dar sintió el movimiento antes incluso de que


ocurriese. Una reacción profundamente enterrada en
su cuerpo proyectó su cuerpo hacia delante y envió
un codazo a su mandíbula del tipo, estampándolo
contra la pared con un aullido sobresaltado. Después
giró la cabeza hacia el otro, y frenó su intención de
pillarla por la espalda con un derechazo por encima
del hombro, casi deleitándose cuando el impacto
sacudió su brazo, desde el puño hasta el hombro. Él
retrocedió tambaleándose y, tras seguirle de cerca, le
agarró por la sucia camisa de franela y le inmovilizó
contra la puerta del vestíbulo principal.

El tipo abrió la boca, pero la gélida mirada de los ojos


azules de la mujer hizo morir las palabras en su
garganta, dándole el aspecto de un niño a punto de
echarse a llorar.

-Tú... -Dar bajó el tono de su voz tanto como le fue


posible-.... te estás interponiendo entre yo... -Le
golpeó con una rodilla en la ingle y observó que sus
ojos y su boca se abrían desmesuradamente-... y el
Dairy Queen.

Lo dejó caer y él se derrumbó agarrándose la


entrepierna y emitiendo un leve gimoteo. Dar se giró
en redondo y observó a los dos bebedores de
cerveza, enarbolando sus rifles y a punto de saltar
por los laterales del remolque. Les estudió por un
momento y fue hacia ellos directamente, sin
miramientos, al tiempo que abría y cerraba los
puños.

Ninguno de los dos tuvo tiempo de actuar. Uno salió


proyectado de cabeza contra el suelo y el otro de
culo contra el remolque. El que había caído fuera
corrió hacia el lado del conductor, consiguió abrir la
puerta, encender el motor y meter primera, saliendo
de allí como alma que lleva el diablo con los
neumáticos derrapando sobre la gravilla del camino y
propinando a su compañero de la parte de atrás una
suerte de paliza contra las paredes del remolque
metálico, proyectado arriba y abajo como una rana
sobre el capó caliente de un coche. Sus gritos de
desesperación, junto con el sonido de la camioneta,
se fueron perdiendo poco a poco.

Dar se volvió hacia el que había recibido su primer


golpe. Él, por su parte, se arrastró como pudo fuera
del porche y salió corriendo al tiempo que el perro
del campamento le ladraba de forma amenazante. A
continuación, fue Skippy quien recibió su mirada, fría
y llena de ira.

-¿Dónde está el conductor del autobús?

La muchacha abrió la boca y la cerró varias veces


antes de emitir cualquier sonido.

-Oh... uh... yo... está...

-Encuéntralo -gruñó Dar.

-Ssssssí señora -farfulló echando a correr hacia el


otro lado de la cabaña.

Todo quedó en silencio. Sólo el crujir de las botas de


Kerry sobre la tierra arenosa quebraba la quietud del
ambiente a medida que cruzaba el descampado y se
plantaba ante ella en el porche.

-Bueno... -murmuró con los brazos en jarras.

Dar la miró tímidamente.

-Siento haber sido tan brusca contigo antes... ¿estás


bien?

Kerry frunció los labios y echó un vistazo al hombre


que aún se retorcía en el suelo.

-Em... sí... supongo. -Hizo una señal al resto del


grupo para que se acercaran-. ¿Y tú?

La mujer se encontraba apoyada contra la pared


cuando el resto se les unió, mirándola con una
mezcla de cautela y admiración.

-Sí, estoy bien -comentó-. Sólo quiero un helado.


-Caminó hacia el banco que había a un lado de la
puerta y se sentó, estirando las piernas hacia delante
y dejando escapar un suspiro.

Skippy regresó mirando a Dar, hecha un manojo de


nervios.

-Viene de camino.

-Bien -dijo la mujer de pelo oscuro con los ojos


cerrados-. ¿Tienes material de primeros auxilios?
-preguntó girando la cabeza-. Empezando por un
corrimiento de tierra... se puede decir que hemos
tenido un día de perros. Esos cuatro se han rebozado
en un montón de ortigas. -Cabeceó hacia Steve,
Eleanor, Charles y José, que se la quedaron mirando.

-Uh... -Skippy los miró-. Será mejor que llame a los


paramédicos.
Eleanor le dirigió una mirada maliciosa.

-¿Nos mantendrán aquí?

-Pues... no lo sé... em... probablemente... -respondió


la guía a media voz.

-Usted métanos en ese maldito autobús -gruño la VP


de Marketing-. Mi abogado se encargará del resto.

-El mío también -agregó José.

-Yo soy abogado -añadió Steve-. Y, chica, espero que


tengáis un buen seguro. -Le apuntó
amenazadoramente con el dedo-. Esto es
vergonzoso, por no decir una temeridad...

-¡Sí! -gruñó José.

-Un momento. -Kerry se puso en pie y caminó entre


ellos viendo que Skippy se encontraba al borde de las
lágrimas-. Dejad de gritarle porque no es culpa suya.
-Le dirigió una silenciosa mirada de simpatía a la
guía-. Ella sólo está haciendo su trabajo.

Skippy le dirigió una trémula sonrisa.

-Gracias.

Kerry le devolvió el gesto.

-Tú cállate, puta -le espetó Steve.

La joven se volvió hacia él, consciente de un súbito


movimiento en la periferia de su campo de visión.

-¿Perdona?

-Eres la putita de Dar... todos lo sabemos... así que


cállate y ve a lamerle el culo o... -Ni siquiera vio venir
el puño que le golpeó en plena cara, enviándolo por
el porche con un afilado crujido de la madera. El
cuerpo de Steve se deslizó flácido hasta el suelo.

Kerry, por su parte, sacudió la mano con energía.

-Ay... -se quejó con una mueca de dolor-. Duele


como un demonio... -Todos se la habían quedado
mirando, incluso Dar, puesta ya en pie y avanzando
hacia ella en silencio-. Y para que te enteres, yo no
soy ninguna "putita".

Un silencio incómodo se instauró entre el grupo.


Finalmente, Skippy se aclaró la garganta.

-Em... ¿alguien... quiere galletas? -ofreció con


desesperada alegría-. Tenemos de tres tipos
diferentes, y un poco de zumo... mientras esperamos
al conductor. Quiero decir... yo... le he pedido al
director del campamento que saque vuestras cosas
y... bueno, nunca nos había pasado algo así... Lo
sentimos mucho... de verdad... em... ¿os traigo un
zumo o algo?

Una larga pausa.

-¿Galletas? -Su voz se quebró ligeramente.

Mariana, misericordiosamente, vino en su ayuda.

-Eso sería genial... y si tiene loción de Calamina...


Estoy segura de que no es culpa tuya... Veamos si
también podemos encontrar algunas vendas.
-Introdujo a Skippy dentro del vestíbulo, mientras
Kerry volvía atrás y se sentaba al lado de Dar,
consciente de sí misma. La mano le dolía muchísimo,
y la acunó en la otra mirando fijamente los hinchados
nudillos, como si no fueran los suyos.

Jesús. Le había atizado a una persona. No... mucho


peor. Le había atizado al ayudante del vicepresidente
de marketing de la compañía para la que trabajaba.
Todo por un par de palabras. Miró a Dar, con aire
avergonzado.

Unos cálidos y orgullosos ojos azules la


contemplaban fijamente, acompañados por una
sonrisa bien definida.

-No he debido hacerlo -susurró Kerry.

-No... pero no pasa nada -le dijo Dar extendiendo


una mano deliberadamente para atrapar la suya,
examinándole los moratones-. Te va a doler un poco
durante dos o tres días.

-Mmm... -Kerry absorbió la calidez de los dedos de su


amante-. Están igual que los tuyos aquella noche...
-murmuró, echando un vistazo al resto del grupo,
que evitaba deliberadamente mirarlas-. Lo he
estropeado todo.

-No te preocupes por eso -le dijo la mujer de pelo


negro-. Lo superaremos... confía en mí.

Sus ojos verdes, ligeramente húmedos, la


contemplaron unos segundos.

-Confío en ti.

Dar asintió en un gesto tranquilizador y se reclinó


hacia atrás, exhalando y deseando que el conductor
del autobús llegase pronto.
*****
A su regreso, y después de dos paradas para recoger
suministros médicos y una más en el Dairy Queen,
que proporcionó no sólo el helado de Dar sino
también un montón de hamburguesas para el
exhausto grupo, ya había anochecido. Incluso Skippy
abandonó su gallardía en el campamento y se unió a
la comilona en silencio, intentando evitar las agrias
miradas de los tres aventureros más quejicosos.
Steve no había abierto la boca desde el mismo
momento en que había levantado el culo del suelo,
alimentando sus agravios en malhumorado silencio y
rascándose incesantemente. A simple vista, su piel se
había convertido en una red llena de ronchas, al igual
que la de Eleanor, Charles y José. Armados con
sendos frascos de loción, se habían puesto tanta
encima que cualquiera les habría confundido con
criaturas de ciencia ficción.

Mark por su parte encabezaba la comitiva a lomos de


su Harley con Mary Lou en el asiento trasero. Duks y
Mariana dormitaban tras haber acabado de cenar.

Dar yacía en un asiento cerca del fondo del vehículo,


mordisqueando virutas de chocolate y lamiendo las
gotas derretidas de su helado de vainilla con una
expresión absorta en la cara. Kerry, justo enfrente,
daba cuenta de un postre de dulce de chocolate
caliente con grandes cerezas como aditivo especial.

-Dime una cosa, Dar -comenzó, con el rabito de una


cereza entre los dientes.

-¿Mm? -Los ojos azules de la ejecutiva la miraron por


encima de la ya medio acabada bola de chocolate.

-El helado te hace sentir mejor -admitió Kerry-. ¿Por


qué?

La mujer de pelo negro mordisqueó un pedazo más.

-No tengo ni idea -afirmó masticando con


despreocupación-. Y en realidad no me importa...
Sólo sé que siempre que me encuentre mal, un
cucurucho de helado lo soluciona.

-Mm. -Kerry saboreó un bocado más de chocolate


caliente.
-Probablemente sea porque dicen que es malo para
la salud.

-Probablemente -concordó en voz baja.

Comieron en silencio durante un momento.

-¿Qué va a pasar el lunes? -acabó por preguntar


Kerry con un susurro.

-No te preocupes con eso -contestó su amante.

-Nos van a causar muchos problemas -dijo Kerry,


indicando las filas delanteras del autobús-. Todos
ellos.

-Lo sé, y te digo que no te preocupes -repitió Dar-.


Deja que yo me encargue de eso. - Atrapó una gota
errante con su ágil lengua-. Yo también guardo
algunos ases en la manga.

Kerry reflexionó sobre ese comentario.

-Dar... yo... prefiero dimitir a verte pasar por todo


esto -profirió muy suavemente.

-Pues yo no quiero que lo hagas -objetó Dar al


instante-. Deja que yo me ocupe de todo, Kerry...
dijiste que confiabas en mí.

-B... bueno sí, y lo hago... Pero es que... -Se


interrumpió un momento y suspiró-. No quiero que te
hagan daño.

Una pequeña sonrisa surgió de los labios de la mujer.

-Estaré bien... Vamos a olvidarnos de todo esto hasta


el lunes, ¿de acuerdo?

Kerry exhaló.
-Vale -convino, aunque sin dejar de repetirse que eso
era algo definitivamente mucho más fácil de decir
que de hacer.
*****
-Eh, Col. -Kerry vigilaba el tráfico con atención
mientras conducía el Lexus por la calzada de
Rickenbacker-. Ya hemos vuelto.

-Menos mal, chica... ¿qué ha pasado? -La voz de


Colleen rebosaba alegría al otro lado del teléfono-.
No regresabais hasta mañana por la tarde.

-Lo sé. -Echó un vistazo a Dar, que dormitaba contra


la puerta del copiloto con los ojos medio cerrados-.
Han surgido unos cuantos problemillas. -Dar había
querido conducir, pero Kerry no cedió al respecto,
por lo cual ahora se alegraba. El trayecto había
resultado tranquilo puesto que la mayoría estaban
dormidos desde antes de entrar a la ciudad, y
absolutamente todos se habían dispersado en silencio
en cuanto pisaron el aparcamiento de la oficina.

-Oh, vaya... -cloqueó la pelirroja-. Bueno, pues por


aquí todo bien... Vuestro cachorro se ha portado
como un angelito, y yo me he dedicado a pasear y a
ver partidos de fútbol en vuestra magnífica tele
-confesó-. ¿Habéis cenado?

-Pues... en realidad no -respondió Kerry-. Pero no te


preocupes... ya tomaremos algo cuando lleguemos...
al menos yo -agregó-. Dar no se encuentra bien.

-No exageres -masculló la mujer de pelo negro-. Es


sólo un dolor de cabeza.

-¿En serio? De acuerdo... entonces encenderé las


luces de su cuarto... -La voz de Colleen se apagó un
poco a medida que avanzaba por la casa-... y le
abriré la cama... ¿quieres que haga café o algo así?
-Buena idea -concordó Kerry-. Estamos entrando en
el ferry... Nos vemos en quince minutos. -Colgó el
teléfono y lo dejó a un lado. Después, condujo el
automóvil hasta el barco, apagó el motor y cubrió la
mano de Dar con la suya-. Ya casi estamos en casa.

-Kerry... estoy bien. -Sus ojos azules se posaron


sobre la joven-. De verdad.

-Mira, Dar... ambas sabemos que odias que se te


preste un poco más de atención de lo normal, pero
cojeas... y sé que te duele... Así que, ¿podrías
guardarte el cuento de "soy tan fuerte que podría
tragarme una placa de circuitos sin masticar" para
alguien que no te conozca tan bien como yo? -la riñó
Kerry-. No es un delito sentirse mal, por el amor de
Dios.

Dar se hundió más en el asiento y dejó asomar una


fingida mueca, como de un niño que no quiere dar su
brazo a torcer.

-Una carita adorable, Dar... pero a mí no me


engañas. -Aun así, la verdad era que la joven sentía
una sonrisa naciendo de su interior-. Creo que
deberías cambiarte de ropa y acostarte en cuanto
lleguemos... ¿es mucho pedir?

La imponente mujer suspiró.

-No... no, tienes razón... -afirmó frotándose las


sienes-. Necesito una aspirina y una bolsa de hielo en
la maldita rodilla, y... -Frunció el ceño ligeramente-...
más helado.

Kerry puso en marcha el Lexus en cuanto atracó el


barco, bajó la rampa y giró en el primer cruce
dirigiéndose hacia su barrio.

-Creo que aún tenemos moca en el congelador


-comentó irónicamente-. Aunque al menos podrías
barajar la posibilidad de acompañarlo con un
sándwich de queso o algo por el estilo.

-Ugh... -Dar hizo una mueca de disgusto-. No... yo...


ahora mismo no tengo el estómago para
experimentos. Con el helado me sobra.

Kerry estacionó el automóvil y salió a recoger sus


bolsas del maletero. Se sentía un poco angustiada
por su amante, pero sabía que presionar a Dar
acerca de su estado no iba a servir de nada. Tal vez
mañana...

-Vamos... -Esperó a que Dar la alcanzara al pie de la


escalera y se tragó las ganas de agarrarla por el
brazo a medida que ascendía cojeando-. Te cuesta,
¿verdad? -comentó en un tono ligera y
deliberadamente casual.

-Sí -admitió Dar. Para ser sincera, que "le estuviera


costando" era poco decir. La articulación estaba
inflamada, y cada paso le provocaba latigazos de
dolor desde la rodilla hasta la ingle. Ese dolor era
además el responsable de que tuviera el estómago
revuelto, y a mitad de la escalera se vio a sí misma
haciendo denodados esfuerzos por no apoyar parte
de su peso en Kerry.

Hicieron una pausa en la subida, justo antes del


último tramo de escalones, y se quedaron mirándose
la una a la otra. Kerry no estaba segura de cuál de
ellas se había movido primero, pero de pronto se
encontraron abrazadas, en una silenciosa rendición
que las sorprendió a las dos.

-Gracias -dijo Dar.

-No hay de qué -contestó Kerry, ayudándola a


terminar el ascenso. La puerta se abrió antes de que
tuvieran tiempo de llamar al timbre, y el amistoso
saludo de Colleen se transformó en un chaparrón de
expresividad al más puro estilo irlandés en el
momento en que vio el deplorable estado en que se
encontraba su amiga.

-Santa María y José, Kerry... ¿qué diablos os habéis


hecho? -Colleen agarró a Chino y le hizo retroceder
para que ellas pudiesen pasar al interior de la casa-.
¿Qué te ha pasado en la mano? Y Dar, ¿por qué
cojeas?

-Es una larga historia -suspiró Kerry mientras


ayudaba a Dar a entrar en su habitación-. Dame un
momento y te contaré una buena historia para no
dormir.

Dar se apoyó contra la pared y dejó caer su peso


sobre la pierna sana, tratando en vano
desabrocharse la hebilla del cinturón.

Kerry le apartó las manos con delicadeza y terminó


por ella, para luego seguir con los vaqueros.

-Ese café huele bien -murmuró, dejando caer la


prenda al tiempo que deslizaba sus dedos bajo la
suave camisa de algodón y apoyaba su cara contra el
pecho de la mujer-. Pero tú hueles mejor.

Una suave risita.

-Fue una buena idea ducharnos antes de salir


-comentó irónicamente la mujer de pelo negro,
dejando que sus labios rozaran la suave piel de la
oreja de la joven-. O estoy segura de que no
hubieras dicho eso.

Kerry sonrió mientras la besaba suavemente en los


labios antes de volver su atención sobre la pierna
herida.

-Oh... mierda, Dar.


Dar exhaló.

-Sí... me da que se ha inflamado un poco.


-Contempló la zona con aire irritado. La piel estaba
hinchada y tensa por encima de la rodilla y coloreada
con una pavorosa colección de rojos, azules y
púrpuras. Se quitó la camisa sin molestarse en
desabrochar los botones y la arrojó al respaldo de la
silla que le quedaba más cerca-. ¿Me das mis
pantalones cortos?

Kerry rescató sus pijamas de las bolsas y le alargó lo


que le había pedido. Luego se puso de rodillas y tocó
suavemente la rodilla de su amante, flexionada ya
que no estaba apoyando ni el más mínimo peso
sobre esa pierna.

-Dar, esto tiene muy mal aspecto. -Miró hacia arriba,


deleitándose al mismo tiempo en la visión del torso
semidesnudo de Dar-. Deberías ir a que te la miren.

-Nah -discrepó Dar-. Mañana estará bien... sólo


necesito un poco de reposo. -Hizo una mueca de
dolor a medida que doblaba la pierna lo suficiente
como para meterla por la pernera del pantalón. A
continuación, el mero acto de apoyarla en el suelo
para realizar la misma operación con la otra estuvo a
punto de hacerla caer al suelo.

-D... -Kerry se levantó rápidamente y la sujetó hasta


que se consiguió mantenerse de pie por sí misma-.
Haz el favor de mirarte -le ordenó mientras
terminaba de subirle los pantalones y le daba un
ligero tirón a la goma de la cintura para que le
prestara atención-. Esto no se te va a curar sólo... así
que mañana mismo vas a llamar al Dr. Steve.

-Vamos, Kerry... no es... -Dar se detuvo cuando una


ardiente llamarada de dolor la atravesó, haciéndola
apretar los dientes. De acuerdo, quizá sí que era.
Esperó un momento a que las estrellas dejasen de
volar por su cabeza y suspiró-. Está bien.

Una mano cariñosa le dio unas cuantas palmaditas en


la barriga.

-Buena chica.

-No voy a ir al hospital -advirtió Dar-. Los odio.

-Lo sé. -Kerry dejó escapar una sutil sonrisa-. A ver


qué dice el Dr. Steve... A lo mejor tiene un hueco en
su consulta a primera hora del lunes.

-El lunes no puede ser... vamos a estar hasta arriba


de cosas -contraatacó.

-Dar -Kerry la miró fijamente durante unos


segundos-. Muy bien, entonces le pediremos que
venga a verte a la oficina mañana -sentenció con una
sonrisa triunfal-. Estoy segura de que no le importará
hacerte ese favor.

"No, seguro que no le importa", admitió Dar,


reconociendo la derrota.

-Bueno, ya veremos. -Tiró de su camisa hacia abajo


para alisar la tela-. A lo mejor mañana ya estoy bien.

Como una niña pequeña. Kerry pasó un brazo


alrededor de su cintura y la abrazó suavemente.

-Venga... a la cama.

Dar se resistió.

-Me sentiría mejor si paso un rato en la sala de


estar... sólo para relajarme -objetó-. Además, es
difícil comer helado estando tumbada.

Kerry empezó a reírse.


-¿Sabes que a veces demuestras tener una mente de
piñón fijo? -cedió-. Muy bien... puedes oírme contar
nuestra triste historia... y te traeré un poco de
helado.

La mujer dejó que la ayudase hasta llegar a la sala


con uno de sus largos brazos alrededor de los
hombros de Kerry.

-Me encanta oírte contar historias -comentó-. Ya lo


sabes.

-¿Eh? -La joven la contempló con detenimiento-. ¿A


qué viene eso?

Dar guardó silencio mientras consideraba lo que


acababa de decir.

-No sé... creo que necesito con urgencia ese café


-murmuró finalmente con consternación. Levantó la
vista y vio a Colleen emerger de la cocina-. Gracias,
Colleen. -Se sentó en el sofá y Chino fue hacia ella
atropelladamente, pisándole los pies y gimoteando-.
Vale... vale... -Se agachó y recogió a la cachorro,
sufriendo a continuación un implacable ataque de
lametones e inofensivos zarpazos.

Colleen llevó a la mesa una bandeja con las tazas de


café y miró con atención la rodilla de Dar.

-Jesús María, parece como si hubieras estado


jugando al rugby o algo así. -Se sentó y repartió las
tazas-. Bueno... ¿qué ha pasado?

Chino se retorció y se soltó para saludar a Kerry


dándole golpecitos en el brazo hasta que ella la
recogió y la abrazó.

-Eh, pequeña... ¿nos has echado de menos?

Chino bostezó con un agudo gruñidito y empezó a


mordisquearle la muñeca cuando ésta se puso a
hacerle cosquillas en la tripa.

Dar se recostó sobre el cómodo y suave cuero del


sofá con la pierna estirada sobre la mesa, echando
pequeños tragos al café y dejando que su cuerpo se
relajara. Había conseguido dormir un poco en el
autobús, pero una serie interminable y enigmática de
imágenes y escenas persistentes le habían dejado
aún más cansada que antes.

-Espera... enseguida vuelvo -dijo Kerry dejando a


Chino en el regazo de Dar y dirigiéndose a la cocina-.
Sujétala tú un segundo. -Sonrió abiertamente cuando
la cachorro se instaló de inmediato sobre el
estómago de Dar, quien cambió de posición estirando
su cuerpo con la cabeza apoyada sobre el brazo del
sofá a modo de almohada-. ¿Y por aquí todo
tranquilo? -preguntó a Colleen, más que nada por
evitar silencios incómodos.

-Sí, bastante -contestó Colleen apartándose el pelo


rojizo de la cara con una de sus pecosas manos-. Se
ha portado muy bien... excepto cuando se las arregló
para robar un plátano y tuve que remover cielo y
tierra para recuperarlo.

Dar sonrió y acarició la cabeza del animalito.

-¿Hiciste eso? -Observó a Chino, quien se irguió a


medias y movió las orejas con aire inocentón-. Los
plátanos no deben sentarles bien a los perros,
¿verdad?

-Así es -afirmó Colleen son una sonrisa-. La mía se


hizo con varios cuando era pequeña... y estuvo con
gases una semana entera. -Observó a Kerry, que
volvía con un cuenco y algo más en su poder.

Ésta se arrodilló a lado de donde yacía Dar,


entregándoselo.
-Aquí tienes -dijo, sacando también la otra mano-. Y
una aspirina para la rodilla.

Dar equilibró el recipiente sobre su pecho y se echó


la pastilla a la boca, tragándola con un sorbo de café.

-Gracias. -Dejó la taza en la mesa y rescató el


helado, que Chino olfateaba con interés-. Quieta
ahí... esto es para mí.

Kerry se rió entre dientes y se levantó.

-¿Quieres una bolsa de hielo?

Dar sacudió la cabeza.

-Nop -masculló con la boca llena de helado al tiempo


que seguía con la mirada a Kerry de camino a la
cocina, y después de vuelta con un plato humeante y
un tenedor.

-Col, hay más, por si te apetece -comentó Kerry


ondeando el cubierto ante ella.

-Estaba acabando de cenar justo cuando llamasteis,


pero gracias -respondió la pelirroja con una sonrisa-.
Ahora cuéntame la historia y me iré... Mis gatos
deben estar deseando verme.

Kerry suspiró.

-¿Por dónde empiezo...? -A continuación, expuso con


brevedad el supuesto objetivo del viaje.

-Oh... Señor... Nuestra administración también fue


víctima de un viaje de esos, y una de las gerentes
regresó embarazada -respondió Colleen-. Desde
entonces no han hecho más.

Dar se rió entre dientes.


-Tengo el presentimiento de que en nuestro caso la
experiencia tampoco se volverá a repetir.

-Probablemente. -Kerry la miró de reojo al tiempo


que se llevaba a la boca un pedazo de pollo sechzuan
que había sobrado unos días antes-. En fin, que
llegamos allí y...

Había algo conciliador en la voz de Kerry, pensó Dar


mientras daba cuenta de su helado. Incluso aunque
no escuchase todas y cada una de las palabras, su
tono, subiendo y bajando, haciéndose más alto para
resaltar algo y cayendo después, era tan agradable a
sus oídos como la belleza de su cuerpo para sus ojos.

Era consciente de que el lunes iba a ser un absoluto


desastre. Casi deseaba llamar diciendo que estaba
enferma, pero eso significaría dejar a Kerry sola ante
el peligro, y no era justo. Dar apuró el resto del
sabroso helado y estaba a punto de lamer la cuchara
cuando los implorantes ojos castaños que la miraban
fijamente desde su pecho le hicieron cambiar de
idea.

-Oh... está bien... -Acercó la cuchara y contempló


cómo Chino la limpiaba a pequeños lametones con
una mancha de helado en su nariz negro azabache-.
A ti también te gusta, ¿eh?

La cachorro emitió un ávido gruñido y trepó metiendo


toda la cabeza en el cuenco vacío y embadurnando
su suave pelaje color crema en lo poco que quedaba
pegado.

-Eh... eh...

-Dar, ¿le estás dando helado al perro? -Kerry parecía


cómicamente ultrajada-. No me lo puedo creer.

-Bueno, no... no era mi intención -protestó Dar


intentando sacarle la cabeza del cuenco-. Eh... sal de
ahí...

Al final, la mascota se dio por vencida y quedó


sentada, con aire satisfecho, al tiempo que se
limpiaba el hocico con glotonería, y repitiendo luego
la operación con la cara de Dar.

-Awww... vamos...

Kerry se echó a reír ante semejante escena.

-Sé que fue un regalo para mí, Dar... pero en honor a


la verdad... este bicho es ya más tuyo que mío.

-No -dijo Dar tras conseguir apartarla de su cara-.


Sigue siendo tu mascota... pero tiene una extraña
afición por sentarse encima de mí.

-Si tú lo dices... -Kerry sonrió abiertamente y retomó


su relato.

Dar escuchó durante un minuto más o menos, antes


de hacer su cuenco a un lado y cambiar a una
posición más cómoda. Sintió que finalmente su
cuerpo empezaba a relajarse a medida que el sofá se
amoldaba a él. Así, decidió cerrar los ojos para
concentrarse en la historia.

-Y entonces Dar se enfrentó a todos ellos y... -Kerry


levantó la mirada al sentir unos leves golpecitos en el
brazo-. ¿Qué?

La pelirroja señaló a un lado al tiempo que sonreía.

Al mirar hacia allí, descubrió a su amante


profundamente dormida en el sofá con la cachorro,
prácticamente en el mismo estado, encima de ella. La
impresión que daban ambas era la de no poder
imaginar una situación de mayor felicidad.
-Oooooooh... -No pudo evitar sonreírse-. Espera...
voy a buscar la cámara... shh... -Se levantó y subió la
escalera, sacó su máquina de 35 milímetros del
armario y regresó.

-Shh... te va a oír... -susurró Colleen cuando vio a su


cómplice en posición.

-Vale... vale... -Kerry hizo girar la lente con habilidad,


perfeccionando al máximo la toma, porque sabía que
el flash probablemente despertaría a Dar, y
enfocando la cabeza y el pecho de la adormecida
mujer junto con la cachorro dormida. Al momento, el
fogonazo del flash acompañó el chasquido del
disparador.

Y en efecto, unos soñolientos ojos azules


pestañearon ante ella en cuanto bajó la cámara,
mirando después alrededor con aire desorientado.

-Oh... dime que no lo has hecho -se lamentó Dar.

-Sí, lo he hecho -confesó Kerry sin ningún tipo de


reparos, poniéndose la cámara al cuello-. Estabas
taaaaaaan adorable que no me he podido resistir.

Dar se cubrió los ojos con un brazo y suspiró.

Colleen, por su parte, se echó a reír.

-Bueno, pues yo me voy... se está haciendo tarde. Ya


me contarás el resto de la historia mañana. -Se puso
de pie y abrazó a Kerry-. Descansad, ¿vale? Espero
que tu rodilla tenga mejor pinta mañana, Dar.

-Gracias -respondió ésta con una sonrisa-. Y gracias


por cuidar de Chino.

La pelirroja dijo adiós con la mano y salió trotando,


dejándolas mirándose la una a la otra.
-¿Me has hecho una foto? -gimoteó la mujer-.
Keerrryyyy...

-Oh, venga... la cámara te adora y lo sabes... podrías


cubrirte de barro y ponerte un cerdo en la cabeza y
seguirías saliendo fantástica, así que cállate, Dar
Roberts. -Kerry dejó la cámara sobre la mesa, fue
hasta su amante, se arrodilló a su lado y rascó las
orejas de la adormilada Chino-. ¿Lista para ir a la
cama?

-¿Eso es una pregunta o una invitación? -respondió


Dar con una sonrisa furtiva.

Kerry se inclinó hacia delante y la besó.

-¿Te basta como respuesta?

Dar la rodeó con un brazo y la atrajo hacia sí,


devolviéndole el beso.

-Oh sí.

Chino bostezó, escondiendo la cabeza tras una de las


piernas de Dar.
*****
Kerry se despertó con la luz del sol pegándole de
lleno en la cara y entrecerró los ojos tratando de ver
la hora.

-Mm... es domingo y no estoy en ninguna cabaña


infestada de bichos en medio de ninguna parte... Eso
es bueno. -Se encontraba tumbada de lado, de cara
a la puerta, y un enorme brazo la mantenía
literalmente pegada a otro cuerpo, dormido y
acurrucado justo detrás de ella.

Alzó su mano dolorida y la flexionó, con una mueca


al sentir tensión en los dedos.
-Jesús... nadie me dijo que esto doliese. ¿Cómo se
las arreglarán para hacerlo a todas horas por la tele?
-Así, dejó caer la mano en la cama y la cabeza sobre
la almohada, mientras el aroma a lino de las sábanas
limpias le llenaba los pulmones.

Tenía gracia. La mayor parte del tiempo pensaba en


sí misma como en una niña pequeña, sobre todo en
el trabajo, cuando caminaba por aquella enorme
oficina, y tenía que pellizcarse y repetir de vez en
cuando: todo esto es mío. Y ahora, aquí estaba,
despertando en un lugar precioso con una belleza
abrazada a ella, por lo que no podía evitar seguir el
mismo proceso de autoconvencimiento... aunque con
más frecuencia aún, y decirse...

-Esto es mío.

Entrelazó sus dedos con los de Dar y disfrutó de la


cálida y viva sensación que le causaron estos al
entrar en contacto con la piel desnuda de su
estómago y la ligera presión de la sosegada
respiración de Dar contra su espalda.

"Ella es mía. ¿Cuándo empecé a tener tanta suerte?"

Giró la cabeza y contempló el rostro de su amante,


relajadamente dormido.

Simplemente, era así. Su rostro mostró un leve


indicio de sonrisa, mientras contemplaba el modo en
que un mechón de pelo negro cubría de forma
encantadora uno de los ojos de Dar.

Éstos, como por casualidad, se abrieron en ese


mismo momento reflejando increíblemente la luz del
sol que entraba por la ventana.

-¿Ocurre algo?

Kerry negó con la cabeza en silencio.


Dar se acurrucó más contra ella y, tras encogerse de
hombros, dejó que el sueño la arrastrara sin oponer
resistencia una vez más.

-Bien... porque no me apetece moverme ahora


mismo.

Kerry se apretó suavemente contra ella cerrando los


ojos. Su amante no era del tipo de personas que se
quedan en la cama una vez se despiertan, lo cual le
hizo sospechar que el día anterior realmente la había
agotado más de lo que le gustaba admitir. Sin
embargo, si eso significaba poder estar así mismo
durante toda la mañana... bueno, no iba a ser ella
quien se quejara.

Nop, de ninguna manera. Le encantaba dormir y lo


hacía siempre que podía, así que entrelazó más
firmemente sus dedos con los de Dar y se dejó llevar.
*****
Dar no quería levantarse. Por fin había encontrado
una posición cómoda, con la rodilla apoyada sobre
las torneadas piernas de Kerry de forma que el dolor
no era tan pronunciado. Así, había conseguido
dormir.

A pesar de ello, un breve vistazo a su alrededor le


confirmó que ya era bien entrada la mañana, y que la
pobre Chino necesitaba un poco de atención. Miró a
Kerry, aún dormida, y disfrutó en silencio por un
segundo de aquel aire infantil que tenía siempre que
estaba dormida, y que inevitablemente le hacía
sonreír. Muy despacio, deslizó su cuerpo de entre las
sábanas y enderezó la pierna cuidadosamente.

Al instante, exhaló con irritación. De esta vez sí que


la había hecho buena. Echó la colcha a un lado y
contempló su rodilla con amargura, notando el
extenso cardenal y la persistente hinchazón de la
articulación. La dobló con cuidado, animándose un
poco al ver que tenía un poco más de movilidad que
por la noche y que el dolor antes punzante se había
convertido en una molestia continuada.

Con un suspiro, se sentó en el borde de la cama de


agua y abandonó su cálida comodidad ayudándose
con los brazos para incorporarse. Se apoyó
cautelosamente sobre la pierna e hizo una mueca de
dolor al tiempo que aguantaba la respiración y se
agarraba de la cómoda.

Mierda, mierda, mierda... Cojeó hasta el armario y se


puso unos pantalones cortos. Después, buscó con
afán en el último cajón del mueble hasta dar con una
de sus viejas rodilleras, de las que había usado con
frecuencia en el pasado, cuando se dedicaba al
deporte de forma más o menos profesional.

-Bueno... es mejor que nada -murmuró mientras la


examinaba, deslizándola después y ajustándosela
sobre la articulación.

Ya de pie, comprobó que le daba un poco más de


estabilidad, suficiente para caminar, aunque no con
absoluta normalidad. Así pues, añadió a su atuendo
una sudadera corta y se dirigió a la sala de estar.
Chino la oyó al momento y empezó a saltar arriba y
abajo y a lloriquear desde el cuarto trasero.

-Vamos, pequeña. -Abrió la puerta trasera para


dejarla salir y fue hasta el porche para ver al animal
que, con todo un alarde de alegría, y derrochando
una enorme cantidad de energía cerebral, empezó a
buscar el lugar más adecuado para desahogarse.

-Otro ejemplo de la superioridad mental humana


-dijo Dar a la cachorro-. Nosotros no perdemos tanto
tiempo eligiendo dónde orinar. -El fresco aire
matutino agitó las mangas medio rotas de su
sudadera y acarició la piel desnuda y suave de su
estómago. Después, se entretuvo un momento
respirando la brisa salada mientras se estiraba bajo la
cálida luz del sol.

Tras pasarse una mano por el pelo, regresó adentro


cojeando seguida de cerca por la perrita, que siguió
brincando por toda la cocina hasta que Dar se hizo
con un cucharón grande y le puso un poco de comida
en su comedero.

-Eh... eh... tranquila, Chino... mastica, ¿quieres? Si


sigues así te vas a ahogar. - Contempló al animal
devorar la comida como si fuese un aspirador
viviente, sonriéndose y sacudiendo la cabeza.

A continuación, se apoyó en la encimera mientras


ponía a trabajar la máquina del café.

-Veamos Chino... ¿habrá algo para desayunar por


aquí? -Abrió uno de los estantes y sacó una caja, de
color azul chillón, agitándola suavemente-. Hmm...
parece que sí. -Se detuvo un momento con aire
pensativo-. Eh... ¿y si le preparo a tu mamá un
desayuno sorpresa?

Chino se giró para mirarla, estornudó y regresó a su


comida.

-El caso es criticar... -añadió con un resoplido-. Vale,


no soy Julia Child... pero puedo hacer un desayuno
decente. -Echó un vistazo al frigorífico-. Si soy capaz
de poner en marcha operaciones de un millón de
dólares... una estúpida tostadora no debería darme
problemas.

Chino le soltó un pequeño ladrido como respuesta.

-¿Te estás riendo de mí, señorita? -Dar se puso en


jarras, mirando fijamente al animal-. Ya vendrás
luego a pedirme algo. -Cojeó por la cocina, sacó el
pan, la mantequilla y un poco de mermelada-. Ok...
las tostadas las tengo bajo control... ¿Me ves capaz
de enfrentarme a unas crepes?

Los mansos ojos de Chino se ensancharon, casi con


incredulidad.

-No... probablemente tengas razón... algo más


sencillo. A ver, unos huevos... -decidió Dar sacando
el cartón de la nevera-. Le gustan revueltos...
¿cuántos harán falta? -Dar inspeccionó los objetos
blancos y redondos como si escondieran el más
indescifrable de los misterios-. Hmm... parecen
pequeños... así que cinco o seis, ¿eh? -Acto seguido,
los dejó sobre el mostrador, donde se mecieron
suavemente-. Vale... ¿tenemos...? - Volvió a meter la
cabeza en el electrodoméstico-. Ah... sí. -Extrajo un
paquete de salchichas congeladas-. "Dorar y servir...
precocinadas...". Eso me gusta. Sin riesgo de
provocar una epidemia.

La cachorro ladró meneando la cola.

-Ninguna advertencia del fabricante -afirmó,


señalando la caja-. Bien... necesito dos sartenes, un
plato para los huevos y algo donde batirlos. -Se
asomó a la alacena-. No... mejor paso de la avena.
La última vez que intenté hacer terminó en la basura.
-Se rió irónicamente de sí misma mientras sacaba las
dos sartenes y un cuenco-. Bueno... lo primero,
cascar los huevos.

Rompió las cáscaras blancas y vació el contenido en


el cuenco, con cuidado de que no cayese dentro
ningún trozo.

-No... Kerry ya toma suficiente calcio... no necesita


ser sorprendida con trocitos crujientes al comer.
-Sacó un tenedor del cajón y batió los huevos tras
agujerear las yemas para desparramarlas bien-. ¿Les
pongo algo? -Miró por encima los frasquitos de
especias-. Mmm... un poco de sal y pimienta.
-Espolvoreó un pellizco de ambas al tiempo que
seguía batiendo-. Ok... tiene buena pinta.

Encendió los fogones y dejó que se calentaran las


sartenes.

-Me pregunto si habrá que echarles algo antes... -Se


acordó de cuando vio el programa de televisión de
cocina de Louisiana en uno de sus últimos vuelos, y
que el cocinero había puesto media barra de
mantequilla-. Oh... cierto... algo para que no se
pegue... vale. -Cojeó una vez más hacia el
refrigerador y sacó la mantequilla. Cortó un cubo de
tamaño considerable y lo dejó caer en la sartén, que
empezó a humear, salpicar y sisear de forma
amenazante-. ¡Ey!

Chino ladró y se escondió bajo la mesa.

-Vale... tranquilidad... -Repartió la mantequilla por


toda la superficie de la sartén y observó cómo se
fundía-. Nunca te avisan de estas cosas -murmuró
mientras vertía los huevos y bajaba el fuego.
Después, puso las salchichas en la otra sartén.

-Chino, creo que tengo esto bajo control -comentó


Dar revolviendo los huevos con la cuchara de
madera-. Sí... fíjate... se están solidificando... -Hizo
una pausa y dio una vuelta a las salchichas en cuanto
éstas empezaron a sisear-. Eh... huele bastante bien,
¿no? -Bajó la vista y descubrió a la cachorro pegada
a su pierna-. Eso es un sí. - Revolvió los huevos un
poco más-. Bueno... ahora están pasando de
gelatinosos a sólidos. -Quitó la cacerola del fuego con
aire triunfal..- ¡¡Ahhh!! -exclamó, dejando caer a
medias la sartén y apagando la lumbre
apresuradamente-. Mierda... quema.

Se puso a buscar desesperadamente algo con lo que


poder agarrar la sartén sin peligro y se las ingenió
para apartarla del hornillo y depositar los huevos en
el plato.

-Bien... por ahora vamos bien. -Devolvió su atención


a las salchichas y las movió levemente-. Bueno,
parece que están calientes. -Acto seguido, les dio
media vuelta-. Oh... dorado... lo conseguí... dorar y
servir. A mí me parecen bastante doradas.

Las dejó hacerse un poco más mientras metía unos


pedazos de pan en la tostadora y la encendía.

-Pues nada, ya no hay vuelta atrás -dijo, asintiendo


con energía-. Si se me va de las manos, Kerry se
hará con la situación antes de que este condenado
cacharro accione la alarma de incendios. -Regresó a
las salchichas, cronometrando mentalmente el pan.
Las puso en el plato junto con los huevos y acto
seguido cazó las rebanadas al vuelo-. Eh... lo
estamos haciendo muy bien, Chino... lo estamos
haciendo bien... y es la primera vez que...

Un leve carraspeo interrumpió su monólogo y,


sobresaltada, miró a su espalda para descubrir a
Kerry apoyada contra el marco de la puerta ataviada
con una camiseta larga hasta los muslos y el pelo
ligeramente alborotado.

-¿Qué estás haciendo?

Dar sintió una tonta sonrisa abrirse paso en su cara


mientras observaba a su adormecida amante, que la
seguía mirando con aire perezoso.

-Em...

Kerry entró en la cocina y se quedó mirando el plato,


repleto y agradablemente humeante.

-¿De dónde ha salido esto?

Dar le ofreció el plato.


-Lo he hecho yo -anunció con orgullo-. Iba a darte
una sorpresa en la cama, pero...

Kerry tomó un pedacito de huevo y lo mordisqueó.

-Mm -susurró dirigiéndole a Dar una mirada de


sorpresa-. Está muy bueno. -Arrebató el plato de las
manos de su amiga y lo dejó sobre el mostrador
mientras sus ojos viajaban por el cuerpo de Dar.

"He cerrado acuerdos de millones de dólares que no


me habían hecho sentirme tan bien", reflexionó Dar
en un momento de silenciosa lucidez.

-Sólo me faltan las tostadas -afirmó mudando de


posición torpemente y colocando el pan. Entonces,
sintió una cálida mano en su costado desnudo-. ¿Sí?

-Escucha... -Kerry se acercó y le dio un suave beso


en el ombligo-. Yo llevaré esto fuera, y tú... -se
interrumpió alargándole el móvil-... llama al Dr. Steve
-concluyó acariciándole el brazo-. ¿De acuerdo?

-Hoy estoy mucho mejor -objetó Dar


esperanzadamente-. De verdad... Kerry... lo estoy...
esta rodillera ayuda mucho.

Los ojos verdes de la joven la miraron fijamente, casi


sin pestañear.

Dar, por su parte, suspiró.

-Está bien... -Contempló a su amante mientras


levantaba el plato y lo llevaba al balcón, y fue tras
ella cojeando, agradecida de poder sentarse en una
de aquellas sillas ovaladas mientras Kerry regresaba
con el café y algunos cubiertos. Se quedó pensando
un minuto, después marcó un número de teléfono y
esperó a que le atendiesen-. Hola... sí, por favor.
-Esperó-. Es para el Dr. Steve... dejaré mi número.
-Lo dio junto con su nombre-. Me di un pequeño
golpe en la rodilla ayer y sólo quería que le echara un
vistazo. -Escuchó durante un momento en silencio-.
De acuerdo, gracias. -Colgó el teléfono al tiempo que
Kerry ocupaba su silla-. ¿Contenta?

Kerry atravesó con el tenedor un pedazo de salchicha


y se lo ofreció.

-Dar, no hay ninguna necesidad de que estés mal.


-Observó a su amante masticar la salchicha y
tragársela-. ¿No hay avena?

-No... no he hecho... me ha parecido tentar


demasiado a mi suerte -le informó Dar-. Éste es mi
límite.

Una suave risita.

-Bien, está delicioso... Me has impresionado. -Probó


los huevos-. Deliciosos, en su punto y sin trozos de
cáscara... Perfectos.

Dar bajó la vista.

-Solía observar a mi padre cuando los hacía -comentó


en voz apenas audible-. Es una de sus pocas
especialidades y no lo hacía para cualquiera... sólo
para las personas que realmente le gustaban.

Kerry masticó alegremente.

-Oh... ¿entonces ya puedo estar segura de que he


sido aceptada? -Sus ojos centellearon-. ¿Ahora que
has hecho el desayuno sólo para mí?

Una pensativa sonrisa se formó en los labios de Dar.

-No sé... eres la primera persona para la que hago


algo. -Sonó el teléfono y lo atendió-. ¿Sí?
Kerry se quedó pensativa, con las púas del tenedor
entre los dientes. De repente, al escuchar las
palabras de Dar, los huevos parecían saber de otro
modo. Aquello no tenía nada que ver con la comida,
pero sí con el hecho de que Dar la aceptaba de
buena gana como parte de su vida. Como parte de sí
misma.

-Sí... hola Dr. Steve. -Dar se reclinó en el asiento y


apoyó el pie cuidadosamente contra la barandilla del
balcón mientras estudiaba con detalle la articulación
cubierta por la rodillera-. No... yo... estábamos
haciendo senderismo ayer por el norte del estado y
tuvimos un pequeño accidente... me disloqué la
rodilla y se me ha puesto de todos los colores
posibles. -Escuchó con atención la voz al otro lado
del teléfono-. No... no, nada de hospitales... no la
tengo tan mal, sólo me duele un poco. -Otra pausa-.
No... bueno, sí. -La voz de Dar adquirió un leve tono
de resignación-. Sí... eso es... bueno, no, no puedo.
-Esta vez, los hombros de la mujer cayeron,
revelando una actitud de profundo abatimiento-.
Vale... sí... no, le veré allí. -Suspiró-. Sí, dentro de
una hora está bien... De acuerdo, adiós. -Colgó y
dirigió a Kerry una mirada de soslayo-. Nada, que
quiere hacerme una radiografía.

-Bien por él -respondió Kerry-. Creo que es una


magnífica idea. -Le ofreció un poco de huevo
revuelto en el tenedor-. ¿Una hora entonces? Bien...
tengo ganas de conocerle.

Una sonrisa renuente apareció en el rostro de Dar.

-Él también tiene ganas de conocerte -admitió-.


Bueno... por lo menos es en su consulta. -Se reclinó,
dejando que la luz del sol bañase su cuerpo-. ¿Qué
es lo peor que me puede hacer, eh?
*****
Dar se encontraba sentada en silencio sobre la
camilla, apoyada sobre las manos y contemplando su
rodilla con aire malhumorado. El Dr. Steve le había
hecho lo que le parecía como unas cien radiografías y
ahora se había retirado a su sala de estudio, a hacer
lo que fuera que hiciese para sacar la información
necesaria de las placas. Por lo menos no se había
tenido que poner una de esas condenadas batas ya
que, después de todo, el problema estaba en la
pierna, y previsoramente se había hecho con un par
de pantalones cortos antes de salir de casa.

Kerry, a petición suya, la había dejado sola y se había


marchado a comprar algunas cosas que necesitaban,
prometiéndole antes que la compensaría por estarse
portando tan bien, y que regresaría lo más deprisa
posible para recogerla en la consulta. Un sonido la
alertó y vio al Dr. Steve entrar al cuarto, ataviado con
un chaleco de color rojo chillón, camisa azul de jugar
al golf y bermudas caqui.

-Bueno... deme primero las malas noticias.

-Dar, ¿por qué siempre te tienes que poner en ese


plan? -dijo el Dr. Steve, agitando un dedo ante ella-.
Eres una pesimista empedernida... ¿dónde está ese
encantador modelo de virtud tuyo?

La mujer de pelo negro bajó la vista hacia el suelo.

-Si esperas lo peor, cuando lo que ocurre no es tan


malo te llevas una agradable sorpresa -informó al
médico-. Y Kerry llegará en cualquier momento.

-Mmhmm... bien. -Levantó dos de las radiografías y


las colocó sobre un panel luminoso-. ¿Me cuentas
otra vez cómo te has hecho esto? -Dijo trazando
cierta zona iluminada con su pluma-. Tienes una
compresión de la articulación aquí... y aquí, y un
estiramiento de los tendones aquí y aquí... Como si
hubieras estado dándole patadas a un coche. Y no lo
has hecho, ¿verdad?

Dar suspiró.

-No... hubo un corrimiento de tierras... la caída fue


de unos cincuenta pies, más o menos... y aterricé
mal. -Se levantó de la camilla y avanzó cojeando por
la habitación-. ¿Tengo algo roto?

El doctor estudió la radiografía con atención.

-No lo parece, amiga mía -dijo dando una palmaditas


en el brazo de Dar-. Eres afortunada... si hubiese
sido una lesión de las malas... hubieras necesitado
reconstrucción.

Dar hizo una mueca de dolor.

-Mm... ¿entonces qué hago? ¿Tomar aspirina hasta


que me deje de doler? -Regresó a la camilla y se
sentó, aliviando el peso en la pierna.

-Oh no... no has tenido "tanta" suerte, Dar... -rió el


Dr. Steve-. Te voy a poner una rodillera más
restrictiva, y un precioso par de muletas.

-Ah ah... nada de muletas -objetó Dar de inmediato-.


Odio esas cosas.

-Dar...

Los dos se giraron al escuchar unos ligeros golpes en


la puerta.

-Adelante -invitó el Dr. Steve, sonriendo cuando


Kerry asomó la cabeza adentro-. ¿Qué tal? -Le
sonrió-. Entra... entra...

Kerry entró y le devolvió una tentativa sonrisa antes


de que sus ojos saltaran al rostro de Dar.
-¿Cómo va?

Dar exhaló.

-Kerry, éste es el Dr. Steve. -Alzó una mano en


dirección al doctor-. Steve, ésta es Kerry.

-Encantada de conocerle -dijo la joven, dándole un


apretón de manos.

-Ah... yo también me alegro de conocerte, Kerry... no


sabes cuánto -dijo el doctor devolviéndole el saludo-.
Bueno, quizá la única persona que es capaz de hacer
sonreír a este gato terco me ayude a convencerle de
usar un simple par de muletas, ¿no crees?

-Eh... -Dar frunció el ceño.

-¿Ya estás dando problemas? -Kerry rió suavemente,


fue hasta su amante apoyándose en la camilla y puso
una mano en el muslo de la mujer-. ¿Qué es lo que
tiene que hacer? -le preguntó al doctor.

-Tiene mucha hinchazón y líquido libre en la rodilla


-explicó vivamente el Dr. Steve-. Podemos arreglarlo
de dos maneras... O esperamos haciendo que Dar
repose y el cuerpo lo reabsorba, o... -En ese
momento, mostró en su mano una aguja larga y
hueca.

Los ojos de Dar se abrieron como platos, pero no dijo


nada.

-Por eso quiero que se ponga una rodillera, para


evitar movimientos bruscos y convencer aquí a mi
buena amiga de que no la sobrecargue y le dé una
oportunidad de sanar por sí misma.

Kerry se lo quedó mirando, y luego dirigió la vista


hacia Dar.
-Y bien... ¿cuál es el problema?

Su amante suspiró.

-Odio las muletas -gruñó-. Me rompí una pierna


cuando estaba en la universidad y tuve que andar
con esos inventos del demonio durante cuatro
meses... Casi me vuelve loca.

-Ah... bueno, Dar... sólo te pido una semana, eso es


todo -le dijo el Dr. Steve amablemente-. Venga... es
eso o estarte metida en la cama todo el santo día.

Una débil sonrisa surgió en la cara de Kerry, e hizo


que sus ojos centelleasen con aire travieso.

-Hmm... -susurró la joven, riendo entre dientes-.


Tómatelo como una ventaja estratégica, Dar... Si te
presentas con muletas en el trabajo nadie se atreverá
a atacarte.

Unos ojos azules la contemplaron displicentemente.

Kerry suspiró.

-De acuerdo... a ver qué te parece esto... Si apareces


con muletas y te atacan, las puedes usar para
golpearles en la sala de reuniones. -Hizo una pausa
para ver el efecto de sus palabras, y contempló cómo
una inquina sonrisa comenzar a afilar el rostro de
Dar-. Sólo es una semana.

Dar exhaló son resignación.

-Bueno... Me servirá de excusa para ir vestida con


ropa normal... No voy a llevar una maldita falda y la
chaqueta con una rodillera y un par de muletas
-cedió finalmente-. Y no pueden oponerse, ya que la
culpa fue de su maldita excursión.

-¿Lo ves? Ahí lo tienes. -Kerry se volvió y le guiñó un


ojo al Dr. Steve-. ¿Y ahora qué?

El doctor se rió entre dientes.

-Túmbate, Dar... voy a ponerte esa rodillera y te daré


un minuto para que te vayas acostumbrando a ella.
-Salió del cuarto y regresó trayendo consigo una
pieza blanca y de aspecto rígido. La deslizó por la
pierna de su paciente y la colocó encima de la zona
lesionada-. Por suerte estás en buena forma. -Le
golpeó el muslo con los nudillos-. Creo que esto
mantendrá tu pierna de una pieza. -Apretó las
correas y pegó las tiras, ajustándola con la máxima
presión posible-. Ya está... ¿Cómo lo sientes?

Dar tensó los músculos del muslo y movió la pierna


arriba y abajo. Luego se sentó, doblando la rodilla
hasta donde fue capaz.

-Estable.

-Es como se supone que debe estar -le dijo Steve


alegremente-. Bien... deja que busque unas muletas
de tu talla... ¿las quieres de madera o de aluminio?

-Madera -contestó Dar con aire ausente, centrando


su atención en la rodillera. Luego miró al hombre
hasta que estuvo fuera del cuarto y se giró hacia
Kerry-. Estoy siendo un poco brusca, ¿verdad?

-Emm... no... bueno... -Kerry se aclaró la garganta-.


Creo que admitir una debilidad es muy difícil para ti,
Dar. -Recorrió suavemente el brazo de la mujer con
sus dedos-. No te gusta hacerlo, especialmente en el
trabajo, y sé que esta semana va a ser muy dura.

Dar reconoció silenciosamente que, a fin de cuentas,


ella tenía razón.

-Bueno, será mejor que me acostumbre un poco a


esto... ¿Qué te parece si comemos y luego damos un
paseo corto por la playa? -le ofreció.

Los ojos de Kerry se iluminaron.

-Claro... ¿vamos a Joe? Hay un paseo de tablas justo


al lado- Había desarrollado un fuerte gusto por el
marisco desde que empezara a vivir con Dar, y la
mera visión mental del menú le había hecho la boca
agua. Además, era una dieta muy saludable.

-Suena bien -convino Dar.

El Dr. Steve regresó con dos muletas de madera para


su "víctima".

-Déjame ajustarlas primero. -Soltó la anilla alargando


la longitud del poste y se las entregó.

-De acuerdo... -La mujer puso las puntas de los pies


en el suelo y se levantó-. ¿Alguna cosa más, Dr.
Steve?

Él la miró con aire pensativo.

-¿Quieres algo para el dolor? -preguntó por fin.

-No -decidió finalmente con un suspiro pensativo-.


Tiendo a confiar demasiado en esas cosas... y no es
buena idea -contestó honestamente-. Con aspirinas
me vale.

Steve le dio unas palmaditas en el costado.

-Buena chica. -Después le dio un tironcito al pelo


rubio de Kerry-. Cuídala, ¿de acuerdo? -Tomó su
mano y se detuvo-. ¿Y qué tenemos aquí? -preguntó
contemplándola-. ¿Tú también te caíste a ese
agujero?

-Pues... no exactamente. -Kerry se frotó la oreja-.


Yo... me di un golpe con algo.
-Con "alguien" -le corrigió Dar.

Las cejas del Dr. Steve se alzaron.

-¿Ah sí? -Se rió con ganas, visiblemente sorprendido,


llevando a Kerry hacia una zona bien iluminada del
cuarto-. A ver... deja que le eche un vistazo.

No se atrevió a protestar bajo la atenta mirada de


Dar, así que suspiró y avanzó. Hizo una mueca de
dolor cuando el doctor le examinó los moratones que
lucía en el dorso de la mano.

-Au...

-¿Puedes cerrarla? -le preguntó.

-Pues... la verdad es que no -confesó Kerry cerrando


los dedos a medias-. Sólo hasta aquí... después me
duele mucho. -Se encontró de repente siendo
encaminada hacia el aparato de las radiografías y oyó
la suave risa de Dar a su espalda-. ¡Por lo menos yo
no estoy protestando! -dijo mirando por encima de
su hombro mientras el Dr. Steve posicionaba la
máquina.

Finalmente salieron a la soleada calle con Dar


maniobrando con cuidado sus muletas y Kerry
acunando su mano, cubierta con una fina venda de
contención.

-No tenía ni idea de que un hematoma en el hueso


doliera tanto... -se quejó la mujer rubia-. No parecía
ser algo grave.

-No es nada... -la imitó Dar, fastidiándola con una


sonrisa.

-Sí, sí, sí... -suspiró Kerry examinando la venda-. Vas


a tener que aprender a cambiarme la venda... es la
primera vez que me hago algo así -afirmó moviendo
los dedos-. Me alegro de que sea un simple golpe
-dijo con modestia, mirando al frente-. Vamos...
estoy oyendo unas enormes y sabrosas gambas
gritando mi nombre.

Bajaron por la calle despacio, evadiendo la


muchedumbre que paseaba a su alrededor, puesto
que era domingo. La mayoría de los jóvenes
avanzaban satisfechos de poder lucirse, y los
mayores simplemente echaban un vistazo, algunos
admirados, y otros incrédulos ante la existencia de
cierto estilo de ropa o de conducta.

Kerry contempló a las personas que tenía alrededor.


A su lado caminaban dos muchachos jóvenes de
aspecto muy atlético y con pantalones cortos que
prácticamente revelaban la "religión" a la que
pertenecían. Kerry se rió entre dientes suavemente y
agitó su cabeza, tras lo cual se disculpó con dos
mujeres con las que había estado a punto de chocar.
Ellas le sonrieron y la miraron con más detenimiento
del habitual, lo que hizo que Kerry se ruborizara y
bajara la vista.

-¿Ocurre algo? -inquirió Dar, observando a la pareja


que se alejaba.

-Em... no, no... yo sólo... -Kerry se alisó la cómoda


camiseta blanca y se ajustó pulcramente la hebilla de
los pantalones cortos-. Ellas...

-¿Te estaban mirando? -Los ojos de Dar centellearon


mientras bajaba la voz-. No las culpes... eres muy
atractiva. -Paseó los ojos por el cuerpo y el pelo de
su compañera, que llevaba recogido en una trenza y
dejaba así su rostro totalmente despejado.

Kerry enderezó los hombros ligeramente y le devolvió


la mirada.
-¿Entonces por qué no te miran a ti? -Señaló los
farrapos desvaídos de Dar y el polo carmesí. La alta
mujer también llevaba puesta su gorra de béisbol
favorita, que mantenía el pelo negro apartado de su
frente y dejaba salir por la parte de atrás su espesa
mata de pelo en forma de cola de caballo.

-Ah ah... mirar a un lisiado es de mal gusto -le dijo


con aire suficiente-. Relájate... aquí mirar es como un
hobby... no le des más importancia. -Giró hacia una
cafetería, agradeciendo que hubiesen llegado al fin,
puesto que había comenzado a sentir molestias en la
rodilla, a pesar de lo poco que habían caminado
desde la consulta hasta allí. En realidad, una semana
no era para tanto, si con ello se evitaba aquella
maldita aguja de seis pies de longitud. Sintió un
estremecimiento involuntario al recordarla.

-Eh chicas. -Una extraña voz llamó su atención y


ambas se detuvieron, evitando chocar con una mujer
alta de pelo rojo y la rubia que la acompañaba-.
¿Qué tal?

Dar rebuscó en su memoria tratando de ubicarlas.


Era la directora del coro de la iglesia y una amiga
suya, también de allí.

-No nos va mal, ¿y vosotras? -contestó


educadamente-. El otro día recibimos el boletín
informativo... gracias por enviarlo.

-No tiene importancia. -La pelirroja sonrió con


ganas-. ¿Qué os ha pasado, chicas? -Dijo señalando
la pierna de Dar-. ¿Habéis tenido un accidente de
coche o algo así?

-Algo así -dijo Kerry sonriendo a su vez-. Hola Anne...


me encanta tu camisa.

La mujer rubia le devolvió el gesto.


-Gracias... ¿y qué vais a hacer? ¿Dar una vuelta?
-dijo, apartándose del tránsito arrollador.

Las dos mujeres iban vestidas con vaqueros


desgastados y camisetas de la Fiesta de las Artes del
mes anterior. Parecían buenas personas.

-Vamos a Joe a almorzar... y luego daremos un


paseo. Dar está intentando acostumbrarse a las
muletas -explicó Kerry, echando un vistazo a su
alrededor-. ¿Y vosotras?

Anne se encogió de hombros.

-Pues nada en concreto... ¿os importa si nos unimos?


-dijo dándole un golpecito a su compañera-. Liz me
acaba de decir que ya le está entrado hambre.

Kerry observó la cara de Dar, intentando averiguar su


opinión antes de decir nada. La expresión de la mujer
alta era de ligero interés, sin el más leve signo de
objeción.

-Claro... sería genial... así podríais hablarme del


programa artístico que mencionabais en el boletín.

Caminaron despacio debido a la rodilla de Dar hasta


llegar al restaurante. Una vez allí, tomaron asiento
cerca de la ventana, que ofrecía una buena vista del
mar.

-Quédate aquí -dijo poniendo una mano en el brazo


de Dar-. Te traeré un plato... ¿vale?

A Dar no le hacía gracia todo aquello, pero incluso


ella reconoció que intentar hacer malabares con un
plato y un par de muletas resultaría francamente
ridículo.

-Vale -concordó reclinándose en el asiento y


estirando los fatigados músculos por la inusual
presión. Miró por la ventana hasta que regresaron las
tres. Kerry puso el plato ante ella y salió trotando a
por el suyo. Anne y Liz se sentaron y colocaron las
servilletas en sus regazos.

-Y dime, Dar... ¿qué os ha pasado? -preguntó Anne,


metiéndose una gamba en la boca.

-Estábamos haciendo senderismo y hubo un


corrimiento de tierras -contestó Dar brevemente
mientras seleccionaba un pedazo de cangrejo frío y lo
zambullía en salsa de mostaza-. ¿Qué tal va el coro?
-le preguntó con educación a Liz.

-Mm... iría mucho mejor si pudiese convenceros de


que os unáis -comentó Liz, tomando un sorbo de su
té dulce.

Dar sonrió ligeramente reconociendo el cumplido.

-Mi trabajo no me permite comprometerme a algo así


-explicó-. Tengo que salir de la ciudad cada dos por
tres. -Miró a Kerry, que regresaba y se sentaba en la
silla de al lado con un plato rebosante-. ¿No te vas a
quedar con hambre? -bromeó, sonriendo cuando
Kerry le sacó la lengua.

-Entonces... -Kerry le dio un buen bocado al pan de


ajo-. Habladme de ese programa vuestro... hay
algunas clases a las que me gustaría ir... como esa
de pintura al óleo, por ejemplo.

Anne se lanzó en una entusiasta explicación y Liz


dejó los comentarios, permitiendo a Dar escuchar y
comer el plato que Kerry le había traído. La mujer
rubia se rió de algunos comentarios y
frecuentemente alargó la mano para tocar el brazo
de Dar cuando contestaba. Ésta, se contentaba con
hacer una pequeña aportación a la charla de vez en
cuando.
-Ah, Dar... tienes que probar esto... -interrumpió
Kerry ondeando un cangrejo de río ante ella-. Te va a
encantar... toma... -Arrancó una pata, la zambulló en
mantequilla y se la ofreció a su amante. Dar sonrió
amablemente y se agachó para tomarla pulcramente
entre sus dientes masticándola y saboreándola-. ¿A
que sí?

-Pues sí -concordó Dar mientras todas reían. Su ojo


capturó un movimiento extraño y giró la cabeza para
descubrir a un fotógrafo en una de las mesas de
fuera, midiendo ángulos y disparando un par de
veces. La mujer de pelo negro pensó que
probablemente andaría buscando famosos. Se rió
suavemente, dejó de prestar atención al hombre de
caqui y se concentró en disfrutar de su almuerzo.

Continúa en la CUARTA PARTE


-Esto va a ser un circo -dijo Dar mientras se dirigía a
la oficina con Kerry caminando a su lado-. Creo que
voy a hacer un cartel diciendo lo que me ocurrió y
me lo voy a colgar al cuello para ahorrar tiempo. -El
frío viento, que acompañaba el frente de temporal
que se acercaba esa mañana, se agitó contra la
chaqueta de cuero que llevaba sobre la camisa de
algodón metida en los cómodos pantalones de carga.
Ésa había sido una de las pequeñas iluminaciones de
la mañana, a parte de la insistencia de Kerry en
"ayudarla" a ducharse, y ahora esperaba aparecer en
la reunión del comité ejecutivo y ver a sus
compañeros inquietos bajo sus trajes de lana.

Pasaron junto al guardia de seguridad que les saludó


con una inclinación de cabeza y asintió positivamente
a Dar, la cual hizo rodar los ojos y se dirigió al
ascensor.

-Estoy condenadamente agradecida de que sea


temprano -comentó secamente la ejecutiva. El
ascenso fue tranquilo con Dar apoyada contra la
pared y Kerry entretenida con un pedazo de su
vestido que llevaba un bonito alfiler con una rosa de
filigrana y hojas delicadamente remontadas.

-¿Ya te he dicho lo mucho que me gusta este alfiler?


-murmuró.

-Unas seis veces. -Dar dejó que una sonrisa cruzase


su cara-. De nada. -El día anterior, después del
almuerzo, habían encontrado uno de esos artistas
errantes por el paseo entablado y cada una había
cogido uno o dos de los bonitos adornos... Dar tenía
un pequeño caballo alzado sobre sus patas traseras
que no llevaba puesto por andar con muletas.
Salieron del ascensor y pasaron por el vestíbulo con
Kerry un paso más adelante para abrir la puerta
cuando llegaron al despacho de Dar-. Bien, vamos
allá.

María las miró cuando entraron.

-Buenos días... ¡Dios mío, Dar! -la secretaria se


levantó y miró fijamente a su jefa mientras la alta
mujer se las arreglaba para entrar en el despacho-.
¿Qué pasó?

Kerry avanzó y abrió la puerta interna del despacho


dejándola abierta.

-Un rudo fin de semana -bromeó ligeramente


levantando su mano enyesada-. De hecho, acabó
antes de lo esperado.

Dar exhaló.

-Es una larga historia, María... digamos sólo que


tenemos que estar preparadas para todas las clases
de porquería que van a caer de todos los tipos de
dispositivos de movimiento de aire rotatorio hoy -hizo
una pausa y a mitad de la puerta se volvió-. Además
de los habituales desastres de lunes, estoy segura de
que Mariana vendrá aquí en cuanto llegue...,
enredamos las cosas. -Se giró y se dirigió a su
escritorio. Se sentó en su cómoda silla con una
sensación de alivio y dejó las muletas en el suelo a su
lado. Encendió el ordenador con un movimiento vivo
y se reclinó en el asiento mientras oía la queda voz
de Kerry en la otra habitación poniendo a María al
corriente del el fin de semana. Apareció su programa
de correo e hizo una mueca de dolor observando
cómo crecía rápidamente la lista de mensajes nuevos
en la pantalla.

Se acordó de que acostumbraba a ser divertido.


Hasta solía encontrarse esperando que llegase el
lunes, que era cuando la mayoría de los desastres
realmente interesantes les hacía levantar sus feas
cabezas. Ahora... una oreja se centró en Kerry y
suspiró, ahora tenía otras prioridades. El teléfono
sonó y pulsó un botón.

-¿Sí?

-Dar.

-Mariana. Buenos días -contestó Dar entrelazando los


dedos y reclinándose en el asiento.

-No, no lo son. Tenemos un problema -declaró con


un susurro la VP de Personal-. La policía viene de
camino. Fabricini ha presentado cargos.

Dar se incorporó apoyándose en los codos.

-¿¿Presentó cargos?? ¿Por qué? ¡No le toqué!

-No contra ti -contestó Mariana-. Contra Kerry. Por


agresión. Le rompió la nariz.

-Oh, debes de estar bromeando -la interrumpió


enfadada-. No puede ir en serio.
-Dar, no estoy bromeando y va en serio, acabo de
hablar con él y no va a ceder. Va a presentar cargos
por agresión y una demanda por daños y perjuicios
-la voz de Mariana sonaba muy tensa-. No sé qué
anda buscando, pero...

Dar miró el despacho silenciosamente.

-Yo sí lo sé -contestó-. Sé lo que está buscando.


-Exhaló y asintió una vez-. De acuerdo... gracias
Mari... le diré a Kerry lo que ocurre. -Colgó la llamada
y se guardó la noticia cuando Kerry asomó la cabeza
en la oficina.

-Voy al piso de abajo a por café, ¿quieres? -le


preguntó la mujer rubia.

-Claro -Dar se obligó a sonreír-. Me encantaría.


-Observó a Kerry salir y se quedó estudiando la
superficie de su escritorio durante un momento.
Quince años. Sus ojos se desviaron hacia el reloj
dorado que reposaba en el estante que atravesaba la
habitación, su conmemoración de los diez años.
Quince años. Tomó una respiración y marcó un
número. Esperó a que atendiesen-. Sube aquí
-declaró calladamente cuando contestaron y colgó.
Esperó.

No tardó mucho tiempo. Fabricini entró en su oficina


con media cara tapada por una venda blanca y con la
piel cubierta por manchas y embadurnado de loción.
Se sentó sin que se lo pidieran y lanzó una carpeta
sobre el escritorio con aire silenciosamente
triunfante.

Dar lo abrió y observó el contenido con un rostro


inexpresivo, seguidamente lo miró.

-¿Qué quieres?

Él ni siquiera hizo como que no la entendía.


-Te quiero fuera de aquí -contestó con viciosa
satisfacción.

Dar lo contempló silenciosamente.

-De acuerdo -respondió simplemente-. Llama a la


policía, retira los cargos y lo tendrás.

-Oh, no Dar... quiero cobrarle mi libra de carne a esa


prostituta tuya -contestó Steve con una sonrisa.

-Retiras los cargos o no hay trato -contestó Dar-.


Tienes una demanda en contra por acoso sexual.

La mantuvo esperando por un largo momento.

-¿Sabes lo dulce que es esto? -ronroneó-. Es


perfecto, tú estás ahí sentada, completamente
desvalida, y yo estoy aquí saboreando cada segundo.
-Hizo una pausa-. De acuerdo, Dar... dejaré en paz a
tu pequeña... pero te quiero fuera de aquí hoy.

Dar miró de lado el correo que acababa de bajar,


cuatrocientos nuevos mensajes.

-De acuerdo -accedió ofreciéndole el mango del


teléfono-. Llama.

Lo escuchó hablar de modo encantador con la policía


y colgar.

-Adiós, Dar... ha sido un placer trabajar contigo -se


levantó y se marchó.

Dar cerró los ojos brevemente. Ahora venía la parte


difícil. Cogió el teléfono y marcó la extensión de Mari.
La VP de Personal atendió inmediatamente.

-Mari.
-Dar... oh, bien... me alegro de que seas tú...
escucha, he estado discutiéndolo con Duks, quizá
podamos encontrar una manera de...

-Ya lo arreglé -la interrumpió Dar-. Ha retirado los


cargos.

Silencio.

-Oh... -Mari estaba obviamente sobresaltada-. Bien...


yo... yo no pensé que se fuera a echar atrás, Dar...
yo...

-Y no lo hizo -declaró quedamente la mujer de pelo


negro-. Tan sólo le di lo que quería. -Tomó aire-.
Dimito. -Un suave sonido la hizo levantar la vista y
vio a Kerry de pie en la puerta mirándola en estado
de choque-. Voy a hacerlo por escrito... hazlo, Mari -
concluyó Dar y colgó-. Cierra la puerta.

Kerry obedeció y se encaminó al escritorio, donde


posó el café. Se arrodilló al lado de Dar y apoyó una
mano en su brazo.

-¿Qué quieres decir con que dimites? -le preguntó


absolutamente confundida-. Dar, ¿qué está pasando?

Unos tristes ojos azules la observaron.

-La policía venía hacia aquí, Kerry... él presentó


cargos contra ti por agresión y una demanda por
daños y perjuicios.

-¿Y? -a Kerry le saltó saliva al hablar-. ¡Déjale que lo


haga! Dar, no me digas que dimitiste por eso... yo
le... yo le... ¿qué problemas puedo tener por haberle
pegado? ¿Que van a hacer... condenarme a prisión?
¿En el condado de mi Dade? No lo creo... aquí tienes
que matar a alguien para que por lo menos te metan
en una jaula.
-Kerry... no voy a dejar que eso aparezca en tu
expediente ni que tengas que pasar por toda esa
porquería con la policía, ser acusada y echada
abajo... e ir a las cortes... dios sabe que él
probablemente consiga un jurado que le dé la razón
por no se qué daños y perjuicios... -acarició la mejilla
de la mujer rubia-. No... no puedo quedarme quieta
mirando sabiendo que es por mi causa... y que lo
podía haber impedido.

-Dar, no puedes dejarle ganar así -protestó Kerry


furiosamente-. No te voy a dejar hacerlo.

Dar suspiró y le acercó la carpeta.

-No tenemos otra opción -tocó la carpeta con el


codo-. De todas formas una de nosotras tendría que
salir.

Kerry la miró fijamente y abrió la carpeta. Sus ojos


cayeron en una pila fotografías de 8 por 10'. Ella y
Dar. Paseando, comprando... de pie en el paseo
entablado abrazadas. Ella dándole a Dar de su
cangrejo de río. Una llamativa fotografía de ella
mirando a su amante, con una expresión que incluso
Kerry no podía explicar de otra manera que no fuese
adoración.

-Oh -cerró la carpeta-. Bien, entonces, me iré yo,


Dar... vamos, tú eres mucho más importante para la
compañía que yo... esto es ridículo. -Miró a Dar-.
¿Puedes llamar a Les? ¿No puedes hacer nada?

Dar estudió sus dedos entrelazados.

-No estoy segura de que quiera hacer algo -admitió.

Kerry la miró fijamente.

-¿Entonces te estás rindiendo? -ondeó una mano-.


Después de quince años, ¿así de simple? -Agitó su
cabeza-. No me lo puedo creer.

-Vamos, Kerry... no me arrepiento del tiempo pasado


aquí, pero quizá sea momento para moverse... se me
está haciendo cada vez más difícil mantener el perfil
que necesito para esto -objetó Dar para que la
entendiese-. Sin hablar de las repercusiones en mi
vida personal, y no quiero eso en absoluto.

Kerry guardó silencio por un momento.

-¿Y qué se supone que debo hacer yo? -inquirió


finalmente-. No pensarás que me voy a quedar en
este agujero del infierno sin ti, ¿verdad? -Se levantó
y pasó una mano por su pelo-. No me puedo creer
que estés rindiéndote y dejándole ganar -repitió
suavemente-. Yo... -Agitó su cabeza y se encaminó
hacia la puerta interna, la abrió y salió sin una
palabra.

Dar estaba silenciosamente aturdida. Aquí estaba


ella, había sido bastante noble, a su parecer,
poniéndose entre Kerry y una mala situación. Pero
Kerry no lo veía en absoluto de esa manera... y en
lugar de agradecérselo se iba defraudada. Dar se
sentía muy desconcertada, pero no tuvo tiempo de
considerar sus opciones antes de que la puerta se
abriese bruscamente y entrase Mariana con su rostro
perturbado y enfadado.

-¿Tú también vienes a gritarme? -le dijo a la


defensiva.

Mariana se detuvo y se la quedó mirando.

-Estoy aquí para intentar hablar contigo y meterte


algo de sentido común. Dar, no puedes irte así sin
más.

-¿Por qué no? -Dar apoyó la barbilla en una mano-.


¿Tengo un contrato de por vida?
-No... no, Dar, ya sabes a lo que me refiero -Mariana
tomó asiento.

-No, no lo sé -la alta mujer sacudió su cabeza-. Estoy


en un estado de voluntad, no tengo ningún contrato
firmado, la compañía no me posee, y no hay ninguna
razón por la que no pueda simplemente coger y
marcharme por esa condenada puerta. -Dar se
levantó agarrando sus muletas y dando pasos por la
habitación-. Es lo que él quiere, es lo que José
quiere, es lo que Eleanor quiere... dios sabe que
quizá estoy en su camino.

-¿Qué? Claro que lo estás, tú... -balbuceó Mariana-.


Alguien tiene que hacerles frente, Dar, o ellos
hundirán la compañía, tú y yo lo sabemos.

-¿Por qué yo? -Dar se giró y golpeó su pecho con un


dedo-. Todo lo que hago es ser un blanco, Mari... no
importa lo que haga, no importa cuantos jodidos
conejos me saque del culo, no importa cuántas
cuentas salve, o cuántos puntos haga que suban las
acciones, siempre soy la maldita perra Dar Roberts...
¿no crees que ya estoy enferma y jodidamente
cansada de eso algunas veces? -Su voz rozaba el
alarido-. Ahora tengo a ese jodido anormal que
contrataste que lo único que hace es ponerme las
cosas condenadamente difíciles y no te oigo decirle
alguna maldita palabra, ¿no es así?

Mariana la miró fijamente.

-No no... dejádselo a esa perra... ella lo hará tan bien


como lo sabe hacer y lo callará... ¿cierto? -Dar la
rodeó-. ¿Cierto? ¿Tengo que quedarme quieta y
aguantar un evidente ataque personal por medio de
otro empleado y me dices que no me puedo
marchar? ¡Que te zurzan, Mari! -Ahora el
temperamento de Dar saltó-. ¿Por qué diablos no le
planteaste cargos por acoso? ¿O por jodida
insubordinación? -Se inclinó sobre el escritorio-.
Permíteme decirte una cosa... fue condenadamente
afortunado que fuese Kerry quien le pegase, porque
si hubiera sido yo, tendría algo más que una jodida
nariz rota.

-Vale... vale... Dar... tranquilízate -Mariana levantó


sus manos cautamente-. Tienes razón.

La mujer de pelo negro se giró y fue hacia la ventana


apoyándose en ella con una mano.

-Sé que la tengo... he estado luchando todas las


batallas aquí durante mucho tiempo, todos los demás
se han olvidado cómo -declaró sosegadamente-.
Bien, tendréis que encontrar a otro que luche por
vosotros. -Dejó su cabeza descansar sobre el vidrio
calentado por el sol-. Yo estoy cansada de hacerlo.

Silencio.

-Entonces... esto es sólo una excusa, ¿verdad?


-preguntó Mariana quedamente.

Dar contempló las olas verdes y azules.

-Quizá.

Una suave exhalación.

-¿Qué te ha pasado, Dar?

Era casi cómico.

-Me he dado cuenta de que ahí fuera hay más para


vivir que en el próximo e-mail, Mari -Dar resopló
suavemente-. Desgraciadamente para la compañía.
-Se giró-. No me voy a quedar mirando mientras ese
bastardo ataca a Kerry... y puesto que tú no hiciste
nada al respecto, lo haré yo. -Una pausa-. Lo he
hecho-. Incluso si la propia Kerry protestaba. Tan
sólo esperaba que la mujer rubia la perdonase.

Mariana se reclinó en la silla y exhaló.

-Sé que piensas que todo esto es por mi culpa, Dar...


y lamento que pienses eso. -Levantó la vista pero la
mujer alta no hizo que sus ojos se encontraran-. Tal
vez tengas razón... debería haber saltado encima
antes... deteniendo todo esto cuando comenzó...
simplemente pensaba que lo tenías bajo control, y
que si yo interfería, se volvería peor. -Hizo una pausa
para darle a Dar la oportunidad de hablar. Al ver que
la otra mujer no lo hizo suspiró-. De esta manera,
también debería haberos separado a ti y a Kerry
cuando me di cuenta de cómo os mirabais la una a la
otra.

Continuó sin responder.

-Pero eso lo deberías haber hecho tú misma


-continuó Mariana-. Y si lo hubieras hecho, no
estaríamos sentadas aquí ahora.

La cara de Dar no mudó su expresión.

-Sigue. Échame todas las culpas -murmuró la mujer


de pelo negro-. Ya lo hice... y ahora estoy haciendo
algo al respecto ¿Cuál es tu problema?

Ella no tuvo oportunidad de responder porque la


puerta se abrió y José entró.

-¿Qué es eso que he oído? ¿Dimites? -preguntó José


con voz incrédula.

-Sí -contestó Dar-. Ya puedes encomendar la comida


para la fiesta, José... felicidades. Ganaste -escribió un
mensaje en su programa de correo y lo envió-. Ya
está... acabo de comunicárselo a Les... eso lo hará
definitivo. -Se levantó y agarró su maletín, sacó su
portátil y lo dejó en el escritorio... -No tengo muchos
objetos personales aquí. -Tomó sus delfines y miró
sus peces luchadores-. Veré si María quiere quedarse
con esos dos. -Puso su insignia y su busca encima del
portátil.

-Espera... espera... -dijo José levantando una mano-


¿Qué quieres decir con que gané?

Dar lo miró fijamente.

-¿No era esto lo que querías? Contrataste un tipo que


sabías que era un antiguo enemigo mío y le diste
instrucciones explícitas de encontrar mi punto débil y
explotarlo. Lo hizo. Me marcho, tú ganas -su tono era
frío y sarcástico-. Felicidades y buena suerte... espero
que fastidies la compañía de mala manera, tendrán
que revocar la oficina entera.

-Yo no hice...

-Por supuesto que lo hiciste -Dar disparó de vuelta-


¿Quieres ver el e-mail que le enviaste?

El teléfono sonó.

-Dar, Mark en la línea número uno -la voz de María


emergió.

-Gracias, María... ¿puedes llamarme un taxi por


favor? -contestó Dar crispadamente.

-Sí -la secretaria sonó confundida.

-Gracias -Dar pulsó el botón-. ¿Qué pasa, Mark?

-La línea central nororiental está abajo -declaró el


jefe de MIS-. No consiguen localizar el problema.

Dar tomó aire.

-Encuentra a otro para arreglar eso, Mark. Ya no es


mi problema -contestó con tono uniforme-. Dales
más o menos una hora para encontrar a alguien que
me sustituya.

Hubo silencio durante casi treinta segundos enteros.

-Entendido -respondió finalmente Mark y colgó.

Dar colgó su cartera del hombro y miró alrededor.

-Bien, me voy a casa -declaró rotundamente-. Que os


lo paséis bien. -Cojeó hacia la puerta, la abrió y
desapareció tras ella. Mariana estaba de pie junto al
escritorio con el rostro arrugado por la
preocupación-. María...

La mujer cubana rodeó el escritorio y se le acercó.

-¿Te vas? ¿Por las buenas? -le preguntó visiblemente


perturbada.

-Eso me temo -contestó amablemente-. Gracias, por


todo, María, eres una buena persona y aprecio todo
lo que has hecho.

María retorcía sus manos. Se acercó más y abrazó a


Dar.

-Que dios te bendiga, Dar... este lugar no te merece


-miró a José que salía del despacho en ese
momento-. Y tú eres un pedazo de caca. Y espero
que dios te mande atropellar ahí fuera con un
autobús. -Fue hasta su escritorio, cogió su bolso y
salió dando un portazo.

Dar la siguió en silencio. Se dirigió por el silencioso


corredor hacia el ascensor cuyas puertas se abrieron
cuando de acercó. Entró y se giró apoyando la
espalda contra la pared posterior cuando se cerraron
las puertas y empezó a moverse.
*****
Kerry volvió a su despacho y se sentó. Estuvo
mirando fijamente su escritorio durante mucho
tiempo sin moverse.

-No me puedo creer que haya hecho esto -suspiró


finalmente-. No me puedo creer que lo halla hecho
sin ni siquiera hablar conmigo sobre ello... como si
fuese una especie de cría que necesite ser protegida
o algo así -Se levantó y comenzó a dar pasos de un
lado a otro.

-No puedo dejar que lo haga.

Pasos, pasos, pasos.

-Sé que piensa que lo está haciendo por las razones


adecuadas -suspiró-. Sé que quiere protegerme de
toda esa porquería legal... pero lo que ella no
comprende es que yo estoy políticamente mucho más
a salvo de lo que ella piensa... se olvida de quién es
mi padre.

Ojos verdes contemplaron la ventana.

-De acuerdo... entonces, ¿qué diablos es lo que voy a


hacer? -tamborileó el escritorio con sus dedos- La
primera cosa que necesito es encontrar aliados
-Consideró el teléfono. Lo cogió y marcó un número.
Tocó al otro lado varias veces saliendo a seguir un
buzón de voz-. Maldita sea, Mark... ¿dónde estás?

Su pregunta fue respondida de una manera


inesperada al abrirse la puerta y entrar Polenti con
una mirada de enfado en su rostro.

-Oh... me oíste.

-¿Qué demonios ocurre? -preguntó Mark poniendo las


manos en sus caderas- ¿Lo ha dejado?
Kerry se sentó en su escritorio.

-Es complicado, pero esencialmente, sí... lo ha hecho


-cruzó los brazos-. La cuestión es, ¿qué vamos a
hacer al respecto?

-Espera un segundo... ¿podemos empezar por un


"por qué"? -Mark levantó una mano- No quiere decir
que no esté contigo en eso de hacer algo, pero me
gustaría saber que libro me estoy leyendo antes de
saber la página por la que vamos.

Kerry frunció los labios.

-¿El contexto? Lo ha hecho porque Steve Fabricini me


iba a causar grandes problemas y ella lo cambió por
su puesto de trabajo.

Mark la miró con curiosidad.

-Lo sé... pero no la voy a dejar irse así -reconoció


Kerry-. Por eso... primer punto, ¿cuántos problemas
puedes crearle?

Mark se sentó y puso las manos entre sus rodillas.

-¿Problemas? Bueno... puedo expulsarlo de la red y


reencaminar su mapa de navegación para que no
pueda encontrar sus archivos.

Kerry se inclinó hacia delante y atrapó su mirada.

-No, Mark... no ese tipo de problemas. Los de verdad


-sus ojos verdes centellearon-. Esos en los que sé
que eres muy bueno.

Él se aclaró la garganta y pestañeó ante ella


sorprendido.

-No pensé que tú... bueno, vale, puedo causarle


muchos problemas, ¿por?

Kerry sonrió.

-Me gustaría que le causases tantos problemas como


humanamente puedas, ¿vale? -contó con los dedos-
Estoy hablando de tarjetas de crédito, impuestos,
carné de conducir, legales, utilidades... todo.

El maxilar de Mark se descolgó.

-¿Estas hablando en serio?

Ella asintió.

-Estoy hablando en serio.

-Uau -se frotó la nariz-. Juegas sucio -La miró con


una jovial sonrisa-. Eso me gusta -Se levantó- ¿Qué
vas a hacer tú?

La cara de Kerry se endureció y sus ojos se volvieron


fríos y calculadores.

-Voy a hacerles entender lo indispensable que ella es


-le dijo la mujer rubia rodeando su escritorio y
buscando algo en su pantalla-. Veamos, donde
estaba... oh, vale, sí, aquí está -Marcó un número en
su teléfono que fue atendido al segundo toque-. Sí,
soy Kerry Stuart del departamento de Operaciones en
Miami... necesito hablar con Les Roesenthal, por
favor -Una pausa-. Es urgente -Puso el teléfono en
espera-. Comienza por cortarle la electricidad, Mark...
me gusta la idea de él caminando por el sensible
moho.

Mark sonrió.

-Si, señora -salió trotando por la puerta cerrándola al


salir.
Kerry asintió hacia la puerta sonriente.

-Te las verás conmigo. Eres una lastimosa muestra


de medio asado de perro.

-¿Perdone? -preguntó una voz de hombre desde el


teléfono- Creo que no la entendí... ¿Srta. Stuart?

-Lo siento... estaba hablando con otra persona -dijo


Kerry con una embarazosa sonrisa-. Sí, ¿es el Sr.
Roesenthal? Creo que tenemos que hablar.
*****
'Una gaviota solitaria volaba en círculos sobre la
playa montando las cálidas ráfagas de aire. El
agradable silencio y el cuchicheo de las olas eran los
únicos sonidos que llegaban a los oídos de Dar
mientras se encontraba sentada en el porche con la
rodilla en alto sobre una silla cercana. Su cabeza
descansaba contra el vidrio mientras contemplaba la
gaviota con ojos medio cerrados.

En la mesa había una botella de vino dulce por la


mitad, con un vaso al lado. Dar alzó un brazo y volvió
a llenar el vaso. Bebió un sorbo, el cual hizo recorrer
el interior de su boca antes de tragarlo. Chino estaba
durmiendo en el suelo de azulejo cerca de sus pies.
Se había quedado exhausta tras sus bufonadas de
alegría al ver la inesperada llegada de Dar.

El teléfono había sonado varias veces dentro de la


casa, pero Dar decidió ignorarlo prefiriendo quedarse
mirando el horizonte y evaluar sus opciones.

Se sentía extraña por no estar trabajando. Le parecía


aun más extraño el no estar segura de si la decisión
que había tomado había sido la correcta y no una
fundada en una reacción por el tirón de la rodilla y
por la percepción del ataque a Kerry. Sabía que le
debía una disculpa a Mariana, pero suponía que
podría llamar a la VP de Personal luego a su casa,
cuando estuviese fuera de la compañía. Bebió otro
sorbo de vino. Miró su teléfono móvil cuando éste
comenzó a sonar.

-Ah... me pregunto quién será, Chino. -Agarró el


teléfono y lo abrió-. ¿Sí?

-Hola.

Dar sintió una mansa ola de alivio pasar por ella.


-Hola. -La voz de Kerry estaba tranquila, le faltaba el
toque de enfado que había tenido antes-. Siento
haberme ido sin hablar contigo.

-Mm... sí, eso fue un poco decepcionante -le dijo


Kerry suavemente.

Dar no sabía qué decir al respecto, por eso se


mantuvo en silencio.

-¿Estás en casa? -preguntó Kerry.

-Sí.

-No has respondido el teléfono.

-Lo sé... estoy fuera en el porche con Chino


-respondió la mujer de pelo negro-. Entonces... ¿ya
te dieron mi despacho?

Una suave risa le respondió.

-Bueno, puesto que me fui de una reunión donde le


dije a dos de los VP antiguos que me besasen el culo,
probablemente no está entre mis posibilidades hoy.

-Mmm. -Oscuramente, eso alegraba a Dar-. ¿A qué


dos?

-José y Eleanor... Mariana se fue a casa -respondió


Kerry-. Y yo también me voy... desde que toda la
división se ha puesto de huelga... no hay necesidad
de que me quede aquí.

-Mm... eso está bien... espera. -Dar se incorporó-.


¿Qué?

-Debe de haber sido algo en la cafetería... cincuenta


y dos personas de operaciones, casualmente, todas
se han puesto enfermas y se han ido a casa -le contó
Kerry alegremente.

Dar suspiró.

-Kerry... es un bonito gesto, pero va a crear


problemas a todos -informó a su amante.

-Dar, no les pedí que lo hicieran -regresó la voz de


Kerry-. Creo que no comprendes cuánto te respeta
esta gente... María presentó su dimisión, hay diez
más pendientes incluyendo la de Mark, y el servicio
de Personal ha sido bombardeado con cartas oficiales
de censura contra Fabricini aludiendo de todo, desde
robo hasta intento de violación.

-Oh -murmuró Dar.

-Y su automóvil se ha quedado codificado.

-Oh -con un énfasis diferente.

-Y le han rajado los neumáticos.

-Ah... Kerry...

-Y le han cortado la electricidad, teléfonos, gas y


agua.

-Kerry... -alarma ahora.

-Y han cancelado sus tarjetas de crédito.


-¡Eh!

-Su cuenta de ahorros ha ido a parar a una fundación


de mujeres y niños.

-¡KERRY!

-Esa última era de broma -dijo Kerry riendo entre


dientes.

-Vamos... te vas a meter en muchos problemas -le


dijo Dar con tono grave.

-Sí... soy perfectamente capaz de meterme y salirme


de ellos, Dar... no necesito que te lances sobre las
situaciones por mí -respondió Kerry seriamente-. Me
siento halagada de que te hayas ido por mí, ¿sabes?
-No tenía respuesta para aquello-. -¿Dar?

-Sí -contestó Dar quedamente-. Lo siento... supongo


que me las arreglé bastante mal para solucionar esto
-contempló la gaviota displicentemente-. Quizá
debería haberme quedado en casa hoy.

-¿Dar?

-¿Sí?

-Te quiero.

Una débil sonrisa asomó rápidamente en los labios de


Dar.

-Yo también te quiero -hizo una pausa-. Disculpa si


exageré.

-Disculpa aceptada, si me perdonas de antemano por


intentar que cambies de idea.

Dar sonrió ligeramente triste.


-No creo que ésa sea mi opción, amor.

Kerry rió entre dientes.

-¿Por qué te ríes? -inquirió Dar con curiosidad.

-Te veré en unos minutos -respondió su amante-.


Ciao.

Dar se quedó contemplando el teléfono.

-¿Qué estará tramando ahora? -le preguntó a la


soñolienta Chino que meneó la cola en respuesta.
*****
Kerry abrió la puerta y la cerró tras ella. Escuchó una
lucha de pequeñas patas contra las baldosas del
suelo y sonrió cuando Chino se contorneó para atacar
sus pies.

-Eh cielo... -se arrodilló y recogió a la cachorro-


Ohhh... te estás haciendo grande, ¿eh? ¿Te gustó
estar hoy en casa con mamá Dar?

-Encontró el aguacate de mamá Kerry en el fondo del


frigorífico -comentó Dar apoyada sobre la puerta de
la cocina-. Tuve que raspar guacamole de algunos
sitios interesantes.

Kerry rió y frotó el estómago de la cachorro.

-Ohhh... chica mala. -Se levantó y siguió a Chino,


dejó su maletín y fue hacia Dar. Deslizó sus brazos
alrededor de ella y la abrazó-. Que día de perros.

Dar también la abrazó.

-Habría estado de acuerdo contigo hasta hace cinco


segundos -sintió una sensación de alivio-. Escucha...
pedí algo de comida del club... supuse que sería una
mala noche para cocinar.
-Mmmmmmm... -Kerry enterró su cara en el suave
tejido de algodón de la camisa que se había puesto
Dar-. Con tal de que pueda comer justo aquí, me
parece genial. -Pasó una mano hacia arriba y hacia
abajo por el costado de Dar y la volvió a abrazar.

Dar se calentó alegremente en la calidez. El caos de


sus tripas se alivió por primera vez en ese día. Plegó
sus brazos alrededor de la pequeña mujer y enterró
su cara en el suave pelo rubio rindiéndose a la
necesidad de sentirla.

-Me alegro de que no sigas enfadada conmigo


-comentó suavemente.

Kerry le dio unas palmaditas en el costado.

-No estaba realmente enfadada... quiero decir,


estaba enfadada por lo que había ocurrido, pero...
después de todo, lo hiciste por mí, así que... ¿cómo
me podía enfadar? -inclinó su cabeza hacia atrás y
consideró a Dar-. Y... hum... tuve que oír algunas
historias de horror sobre la cárcel del condado de
Dade que me contó la ayudante de Mark... que
parecía que sabía una cantidad no habitual de
historias sobre ello... y... hum... -Hizo una pausa y
soltó aire-. Lo que estoy intentando decir, bastante
mal, es que me alegro de haberme ahorrado esa
particular experiencia.

Dar sonrió.

-Yo también me alegro -reposó sus antebrazos en los


hombros de Kerry-. No lo tenía planeado... pero
cuando oí lo que él había hecho... -Sacudió su cabeza
suavemente-. No podía dejarle que siguiera con ello.

Kerry se enderezó y pasó una mano por el pelo negro


de su amante disfrutando del sedoso tacto.
-Lo sé pero... -se detuvo abruptamente y tocó con
suavidad el lado de la cabeza de Dar-. Hey.

Dar hizo una mueca de dolor y apartó un poco la


cabeza.

-Au.

-Aún tienes un golpe ahí -persistió Kerry aliviando el


toque y limitándose a examinar la superficie con las
yemas de los dedos-. ¿Duele mucho?

Dar cerró los ojos brevemente y los abrió.

-Duele, un poco -admitió-. Como la pierna... un dolor


poco intenso pero molesto.

Kerry le observó los ojos desde más cerca.

-Dar, ven aquí junto a la ventana un momento.


-Esperó a que la mujer de pelo negro obedeciese,
después se puso de puntillas y miró fijamente los iris
azul claro-. Cierra los ojos. -Dar lo hizo-. Vale,
ábrelos. -Las pestañas se abrieron temblorosamente-.
Dar, tu pupila de este lado está reaccionando de
forma diferente a la otra.

-Mm -Dar cabeceó desenvueltamente-. Sí... supuse


que me podría haber golpeado con algo en ese sitio.

Kerry cogió su cara con las manos.

-Creo que deberías ir a examinarte eso -declaró con


firmeza mirándola fijamente desde más cerca cuando
Dar empezó a protestar-. Dar, estás actuando de una
manera diferente desde que pasó lo del hundimiento
de tierra.

-¿Qué? -Las negras cejas se juntaron-. ¿Qué quieres


decir?
Kerry suspiró, sin saber cómo explicarse.

-Estás diferente... al principio pensé que fue el viaje,


pero incluso cuando estamos en casa estás
diferente... no sé... no eres tú misma.

Dar lo consideró. Se encogió de hombros.

-Me encuentro bien... -objetó-.Yo sólo... -calló-. He


estado un poco en baja forma, pero... -Levantó una
mano-. Se me pasará en un par de días.

-Ven aquí. -Kerry la cogió de la mano, deslizó un


brazo de apoyo alrededor de Dar y la ayudó a cojear
hasta la cama, donde se sentaron las dos. Cogió las
manos de Dar con las suyas mirando a su amiga,
quien la observaba con abiertos y casi ansiosos ojos
azules.

-Dar, ¿confías en mí?

Los ojos se ensancharon un poco.

-Claro que confío... ¿Por qué?

-Por favor, vamos a llamar al Dr. Steve -le pidió Kerry


suavemente-. Me sentiré mucho mejor si él le echa
un vistazo y dice que todo está bien.

Dar la estudió confundida.

-Pero... -Kerry estaba seria, podía verlo. Y, a decir


verdad, el molesto dolor de cabeza estaba
empezando a acabar con ella-. De acuerdo. -Se
encogió de hombros ligeramente-. Me parece una
pérdida de tiempo por un pequeño golpe en la
cabeza, pero si te hace sentir mejor...
*****
Kerry apretaba las manos y estudiaba el
dolorosamente limpio azulejo de la sala de espera del
hospital Monte Sinaí que estaba en la playa. Su
pequeña carrera hacia el consultorio del Dr. Steve
había llevado al pedido de examen de un TAC, contra
las vehementes protestas de Dar, lo que le había
supuesto usar todos sus considerables poderes de
persuasión para traer a su amante hasta aquí.

Exhaló, mientras sus dedos tiraban de la costura de


sus pantalones. Dar ya llevaba allí dentro como una
hora y empezaba a preocuparse. ¿Esto dura tanto
tiempo? ¿Qué estarán haciendo?,o, ¿estará Dar
luchando contra ellos y por eso está tardando una
eternidad?

Una suaves pisadas le hicieron salir de la solitaria


vigilia en la que se encontraba tras las ocupadas
horas en la sala de espera de radiología. Una alta
figura, con un andar extrañamente familiar, se dirigía
hacia ella. La figura llevaba una sudadera con
capucha. Kerry solamente lo había visto una vez,
pero lo reconoció inmediatamente. Se levantó y
avanzó un paso tranquilizándose cuando él le
extendió la mano.

-Hola jovencita -pronunció con lentitud la áspera voz


cuando se le acercó.

-Sr. Roberts -susurró Kerry-. Dios, me alegro de que


esté aquí. -Lo abrazó impulsivamente-. Dar está ahí
dentro haciéndose un examen en la cabeza.

Él respondió torpemente al afecto físico de Kerry.

-Tiempo muerto -bromeó débilmente-. ¿Qué ha


hecho la pequeña bicho esta vez? -Echó un vistazo
alrededor y se sentó junto a ella-. Estaba aquí
recogiendo algunos medicamentos... hasta que te vi
entrar.

Kerry se lo dijo.
-Y yo también entré en la función -levantó su mano
enyesada-. Pensé que ella estaba actuando un poco
raro... dejó su trabajo hoy.

Él tosió del susto.

-¿Raro? Eso es más que raro, pequeña... esa


cabezota ha perdido el juicio... ¿qué le van a hacer?

Ella suspiró.

-No lo sé... llevan ahí dentro una eternidad...


probablemente tenga un ataque -envolvió su mano
lesionada con la mano buena-. Espero que esté bien.

-Hey, hey... hace falta más que un golpe en la


cabeza para perturbar a mi niña, ya deberías saberlo
-Andrew Roberts la tranquilizó torpemente-. Ah...
-Aclaró su garganta-. Te gusta de veras, ¿eh?

Kerry pestañeó ante él.

-Mucho -exhaló-. Significa todo para mí.

Unos claros ojos azules, muy parecidos a los de Dar,


la estudiaron durante un momento.

-Eso es bueno... eso es realmente bueno... ahora no


te preocupes, ella va a estar bien -hizo una pausa-.
¿Qué le están haciendo?

-Un TAC -le respondió Kerry.

-Oh, diablos. -Andrew jugueteó con los cordones de


su sudadera-. Cuando era una niña, se cayó del
tejado de la maldita casa... teníamos miedo de que
se hubiera roto el cuello, la espalda o cualquier
cosa... la transportaron en una camilla de
politraumatizados y cuando llegaron al hospital la
inmovilizaron con varas y todo tipo de material.
Kerry asintió.

-Para impedir que se moviese, claro...

-Sí, bueno... era trabajoso... la mantuvieron atada


para eso... debieron pasar unas condenadas dieciséis
horas más o menos... casi se vuelve loca... casi
rompió la maldita tabla intentando soltarse -sacudió
su cabeza-. Desde entonces odia los hospitales.

-Oh -Kerry sintió encajarse varias piezas del puzzle-.


Sí... eso tiene sentido, supongo. -Se mordió un
labio-. ¿Le ocurrió algo?

-No -resopló-. La condenada niña es mitad de hierro,


mitad de goma.

Kerry sonrió ligeramente, se giró hacia él buscando


con sus ojos su desfigurado rostro.

-Ella le quiere mucho, ¿sabía?

Sus hombros cayeron y exhaló.

-Sí, lo sé... es mi niña... yo también la quiero.

Kerry estudió las baldosas del suelo.

-Lo dice como si eso garantizase que los padres


aman a sus hijos.

Él estaba a punto de responderle cuando se abrió la


puerta y una enfermera asomó la cabeza.

-¿Srta. Stuart?

Kerry se levantó.

-Soy yo -gesticuló acercándose, girándose a medio


camino para animar a Andrew a que se le uniese.
Pero él se había ido. Kerry suspiró y se dirigió a la
mujer.

-¿Sí?

-El médico quiere hablar con usted... y después


puede ver a su amiga -le dijo la mujer-. Venga por
aquí.

El Dr. Steve estaba en una pequeña habitación de


examinación junto a la pared para observar
radiografías y otras películas, pero ahora sólo tenía
pantallas desplegadas del TAC. Se encontraba
estudiando una con otro hombre cuando vio entrar a
Kerry.

-Ah... Srta. Kerry... bien... bien. -Le hizo señas para


que se acercase.

-Hola. -Kerry se detuvo y miró el examen por encima


de su hombro. No significaba nada para ella, sólo una
gota grande con gotitas más pequeñas en el centro.
-Entonces... ¿qué es esa cuchara grande? -Exhaló-.
¿Cómo está Dar?

-Ah -el Dr. Steve se aclaró la garganta-. Le tuvimos


que dar un poco de sedante, está descansando
cómodamente. -Apuntó a la pantalla-. Ahora... aquí
está el problema... ese pequeño golpe le produjo una
densidad líquida dentro de la cabeza. -Trazó una
pequeña área semicircular-. Está presionando el
cerebro haciendo que las cosas sean un poco
imprecisas para ella ahora mismo.

-Oh -Kerry envolvió las manos bajo sus brazos-. Y


entonces... ¿qué le va a hacer?

-Bueno, podemos hacer dos cosas... podemos


intentar que se reabsorba por sí mismo, como, de
hecho, parece que es lo que está haciendo, ¿lo ves
aquí? -Trazó una fina línea gris-. Era más grande...
ahora está más pequeño. -Lo estudió-. O podemos
abrir por aquí y extraerlo.

Kerry pestañeó.

-¿Eso no es peligroso?

-Cielo -el Dr. Steve cogió las manos de ella entre las
suyas-. Cuando se trata de la cabeza, todo es
peligroso, ¿entiendes? Cualquier cosa que afecte la
materia gris puede provocar todo tipo de
problemas... desde parálisis a problemas de
equilibrio, pérdida de la capacidad para hablar... es
algo muy delicado.

Kerry debió parecer aterrorizada porque él le soltó las


manos tomando la cara en su lugar.

-Hey... no... no... nada de eso está ocurriendo aquí...


así que calma -la tranquilizó él apresuradamente-.
Tranquila... ella está bien, y creo que se va a quedar
así, pero, y quiero decir pero, tienes que hacer que
se quede en la cama durante un par de días, hasta
que eso disminuya. -La miró-. Nada de negocios
ahora, Kerry necesita estar tranquila y que no le suba
la tensión arterial ni nada de ese tipo de cosas.

Kerry tomó aire.

-¿Puede mantenerla aquí? Es difícil hacer que se


quede sentada en casa. -Esto cambiaba los planes.
Ahora sabía que tenía que regresar a la oficina y, en
la medida de lo posible, mantener las cosas unidas el
tiempo suficiente hasta que Dar mejorase. Había
esperado que uno o dos días de huelga hubiesen...
bueno... tenía que enfrentarse a ello-. Si se queda
aquí tendrá que hacerlo.

Él suspiró.

-Podría... pero creo que eso le causaría más stress


que mandarla a casa... tiene un gran problema con
los hospitales.

-Lo sé -asintió la mujer rubia-. De acuerdo... la


mantendré tranquila, de alguna manera -prometió-.
¿Puedo verla?

El Dr. Steve asintió.

-Claro... sólo le di sedante para cansarla antes de


que se levantase y se fuera... hace aproximadamente
veinte o treinta minutos -apuntó-. Ella está allí...

Kerry le dio un apretón en el brazo y fue a través de


las puertas automáticas hasta una pequeña
antecámara donde encontró a su amante tumbada en
una delgada camilla. Por un momento, se quedó allí
de pie, mirándola, después se acercó y cogió la mano
de Dar entre las suyas y la frotó calentándola.

-Hey.

Lentamente, unos deslumbrantes ojos azules se


abrieron y se volvieron hacia ella.

-Oh... hey -Dar se las arregló para decir-. Me


drogaron pinchándome algo en el culo -murmuró-.
¿Puedo irme ya?

-En unos pocos minutos -le anunció Kerry


suavemente-. Tienes un bulto dentro de la cabeza
como el que tienes fuera.

Dar se tomó un minuto para digerir la noticia.

-¿Malo?

-Mm... no... no lo creo... el Dr. Steve dice que sólo


necesitas reposo por unos días... te va a dejar ir,
pero tienes que prometer que serás buena, y que
estarás muy tranquila.
-Mal momento -una débil sonrisa irónica resbaló por
la cara de Dar.

-Yo creo que es un momento estupendo -discrepó


Kerry-. Él habló de una semana... eso dará tiempo de
sobra a la compañía para darse cuenta de qué es lo
que haces por ellos. -Hizo una pausa-. Y por qué no
pueden hacerlo sin ti.

Dar negó ligeramente con su cabeza.

-Todos somos reemplazables, Kerry.

-Pueden poner a alguien en ese despacho, pero


nunca podrán reemplazarte, y ambas lo sabemos
-respondió Kerry acariciando la mejilla de Dar y
quitando el desordenado pelo de su frente-. Y creo
que eso es algo que hace que te guste tanto ese
trabajo, ¿cierto? -Observó una gota en los ojos de
Dar-. No desistas de ello, Dar... arreglaremos las
cosas... Les aún no ha hecho nada respecto a tu
dimisión.

Los ojos azules pestañearon lentamente.

-¿Cómo lo sabes?

Kerry sonrió.

-Porque me lo dijo él... quiere hablar contigo


primero. Viene hacia aquí -mantuvo sus suaves
caricias-. Me dijo que tú eras el corazón de la
compañía, y su empleada más estimada, y que se
maldeciría si se quedaba sentado dejándote marchar
sin más.

-¿Hablaste con él? -Dar intentó no parecer adulada


por el cumplido pero no pudo evitar una pequeña
sonrisa.
-Oh sí... claro que lo hice... de hecho, le llamé y le
estuve gritando unos quince minutos -le contó Kerry-.
Le dije lo cerdos que eran José y Eleanor, y lo que
sentía sobre Steve, lo que pasó durante el fin de
semana, y cómo había sido un milagro que tú no lo
hubieras enterrado en un hoyo y lo hubieras dejado
allí, y cómo yo lo había fastidiado todo por no
controlar mi temperamento.

Dar se la quedó mirando fijamente, muda.

-Y que maldita sea si iba a dejar que tú te vieses


forzada a dimitir por algo que yo había hecho
-continuó Kerry-. Que eso no era justo.

La mandíbula de Dar se movió varias veces antes de


emitir ningún sonido.

-¿Y qué dijo él?

La frente de Kerry se arrugó.

-No sé si es un cumplido o un insulto, pero dijo que


formábamos un equipo perfecto.

Lentamente, la cara de Dar se cubrió con una sonrisa


y comenzó a reírse suavemente.

-Fue un cumplido -le aseguró a la mujer rubia-.


Kerry, eres fantástica.

-No, no lo soy... sólo estaba furiosa -suspiró-. Estaba


enfadada y frustrada, no me importaba lo que
pudiera pasar... quiero decir, iba a presentar mi
dimisión de todas formas, por lo que me figuré que
me sentaría bien expulsando todo eso de mí mientras
aún estaba empleada. -Levantó la mirada hacia las
diminutas ventanas cuadradas de las dos puertas que
daban a la parte de atrás de la pequeña habitación-.
Oh... -Apuntó con el dedo índice hacia la ventana-.
Me estaba preguntando dónde se habría metido.
-¿Quién? -Dar medio se había incorporado y cayó
hacia atrás al reconocer la figura encapotada que se
deslizaba dentro de la habitación-. Papá...

-Shh... shh... sí... hey, Dardar... -Andrew Roberts se


acercó y le revolvió el pelo cariñosamente-. Las
condenadas enfermeras andan arrastrándose por
este sitio... ¿no tienen descansos para tomar café o
algo?

Kerry observó el rostro de Dar mientras ésta miraba


embobada al alto hombre. -Hey... Sr. Roberts, ¿por
qué no regresa con nosotras... y nos hace una
pequeña visita? -le ofreció viendo cómo una ávida
chispa de entusiasmo aparecía en los claros ojos
azules de su amante-. Es seguro y con mucha
privacidad.

-Papá... sí... solamente una hora... podríamos


ponernos al día -agregó Dar con urgencia-. Me
gustaría de veras... y a Kerry también... tiene mucha
privacidad.

-Ahá -Andrew resopló suavemente echando un


vistazo alrededor-. Lo sé... estuve un par de veces,
sólo para asegurarme que iba todo bien contigo.

-Pero... -Kerry parecía desconcertada.

-Demonios, Dar... ¿aún no le has dicho qué significa


la "s" de seal(1) ? -dijo ásperamente el hombre alto
dudando durante un perceptible momento. Dar se
inclinó hacia él y le cogió la mano.

-¿Por favor? -le pidió simplemente.

Él volvió a echar un vistazo alrededor.

-De acuerdo... os encontraré a las dos abajo... pero


sólo un poco... yo no... -se detuvo-. Yo no me quedo
en un sitio por mucho tiempo. -Le dio un apretón a
Dar en la mano antes de soltársela-. Tengo que
asegurarme de que llegas bien a casa... con tus
pequeños huevos mezclados, Dardar.

Dar sonrió abiertamente ante el cariñoso nombre.


-Gracias, por alguna razón todo el mundo parece que
hoy están malditamente empeñado en cuidar de mí
-alzó una ceja ante Kerry, quien le sacó la lengua.

-Hey, guarda tu lengua antes de que la pierdas,


jovencita -la riñó Andrew-. De acuerdo... os veo
abajo en la entrada de las ambulancias. -Le dio a Dar
una palmada en el hombro y se deslizó fuera mirando
a ambos lados antes de dejar la puerta oscilante
cerrarse tras él.

Kerry cruzó los brazos.

-Es muy dulce -le comentó a Dar, que se estaba


sentando cuidadosamente.

-Uf... no dejes que te oiga decir eso -respondió Dar


frotándose la frente-. Le daría un ataque...
arruinarías su imagen.

Kerry rió tontamente y puso una mano en su cadera.

-Bueno... -pronunció demoradamente-, la castaña no


cae lejos de donde se encuentra el árbol, ¿verdad,
Dardar?

Dar la miró bajo sus negras cejas y comenzó a reírse.

-No... no lo hace -respondió tímidamente-. ¿Podemos


salir de aquí ahora?

Recogieron al padre de Dar justo en el sitio que había


dicho. Se deslizó rápidamente en el asiento trasero
del Lexus cerrando la puerta tras él.
-Condenación.

-¿Qué? -preguntó Dar medio volviéndose en el


asiento de pasajeros.

-He vivido en cuartos más pequeños que esta


condenada cosa -resopló Andrew-. ¿También tiene
ducha? -Extendió sus largas piernas y se recostó
contra la puerta poniendo una mano sobre el asiento
que ocupaba Dar-. ¿Te lo dio May?

Dar se aclaró la garganta.

-No... me lo compré yo -admitió-. Esto era una


especie de término medio entre lo que yo quería y lo
que la compañía esperaba que condujese.

-Huh -gruñó-. ¿Qué te están haciendo ahora? -Una


pausa-. ¿O qué te hicieron?, la pequeña kumquat dijo
que lo habías dejado hoy.

Kerry casi se estrella con un árbol.

-¿Qué me ha llamado? -preguntó con voz


sobresaltada.

-Es una fruta nativa, Kerry -la tranquilizó Dar-. Es


como una diminuta naranja ovalada. -Consideró a su
padre especulativamente-. En cuanto a lo que hago...
o hacía... -Se encogió de hombros-. Estaba envuelta
en operaciones.

Kerry rió.

-Las castañas se asan en el fuego... -cantó


melódicamente.

-Kerry -Dar le dirigió una mirada.

La mujer rubia condujo hasta el ferry y aparcó.


Después se medio giró en el asiento para mirar a
Andrew.

-Ella es la más antigua vicepresidenta de operaciones


-le informó-. Y el CEO de la compañía viene de
camino para pedirle que se quede.

-Eh, eh... -Andrew palmoteó a su hija en el brazo-. Mi


pequeña... sabía que acabarías pateando traseros en
lo que fuera que te metieses.

Dar suspiró.

Kerry sonrió contenta de ver una diminuta chispa en


los azules ojos de Dar.
*****
-Jesucristo en muletas... ¿en qué estaba pensando
esa condenada mujer? -Andrew miraba el
apartamento-. La última vez que vi tanto mármol
estaba en un maldito museo. -Caminó y se quedó
mirando el complejo equipo informático-. Apuesto
que eso no era suyo. -Se giró para ver a Dar
caminando por la sala de estar con sus muletas y
derrumbándose en el sofá-. ¿Cansada, bicho?

Dar suspiró.

-Un largo y detestable día. -Se tendió hacia atrás en


el sofá, levantó la mirada cuando Kerry regresó con
Chino retorciéndose-. Hey...

Kerry soltó a la cachorro que se abalanzó contra la


pierna de Dar, gimoteando y rechinando hasta que la
mujer de pelo negro la cogió.

-Vale... vale...

Andrew la miró fijamente. La capucha se fue


deslizando mientras él movía la cabeza.

-Finalmente tienes un perro, ¿eh?


Dar intentaba en vano que Chino no le lamiese la
boca.

-Es de Kerry -masculló.

-Oh sí, puedo verlo -resopló su padre-. Sé que


siempre quisiste tener uno. -Se sentó en el sillón
dando palmaditas en su superficie-. Esto está
condenadamente bien, bicho... me alegro de que
tengas un buen sitio donde colgar el sombrero.

Kerry había ido a la cocina y volvió con el


inalámbrico.

-Sr. Roberts, ¿quiere cenar? Teníamos un pedido


hecho antes de ir al hospital.

Unos ojos azules escondidos en la negrura de la


capucha se enfocaron en ella.

-¿Aquiéndemonios le estás hablando, kumquat?

Kerry pestañeó.

-Hum... ¿a usted?

-Aquí no hay nadie que se llame Sr. Roberts -le dijo-.


Están Comandante Roberts, Andy o "cabeza de
mierda". -Hizo una pausa-. Así que escoge uno.

Dar rió disimuladamente ante la expresión de Kerry.

Pero la mujer rubia se recompuso.

-¿Qué tal papá? -sugirió cautamente yendo al


encuentro de sus ojos con una mansa aceptación.

Ahora fue el turno de Andrew para pestañear. Se giró


hacia su hija.
-Esta pequeña es valiente, ¿verdad? -aceptó
maravillándose- Muy bien, kumquat... ése servirá
-exhaló-. Y si tienen algo normal como
hamburguesas, me pido una.

Kerry le sonrió.

-Vale, papá -sus ojos verdes centellearon-.


Marchando una hamburguesa.

-Hm -gruñó él y levantó la mirada-. ¿Tienen helado?


-Extrañado, se quedó mirando a Kerry cuando ésta
estalló de risa teniendo que agarrarse en una silla
para apoyarse-. ¿Qué demonios le pasa? -preguntó
melancólicamente.

Dar agitó la cabeza.


*****
Kerry abandonó el sueño por el despertador y,
cuidadosamente, extendió su mano para apagar la
alarma antes de darse media vuelta y contemplar a
su amante. Dar normalmente tenía un sueño muy
ligero, pero esta mañana se encontraba
profundamente dormida con el rostro completamente
relajado e inexpresivo. El día anterior había ocurrido
lo mismo y Kerry se preguntó si tendría algo que ver
con la lesión.

Bueno, Kerry aún tenía unos minutos, así que se


complació contemplando a Dar mientras dormía
apaciblemente. Su rostro débilmente perfilado por la
luz del amanecer. Sólo un débil movimiento irregular
movía la suave y morena piel. Kerry enredó
ociosamente un poco del pelo negro alrededor de sus
dedos y lo pasó por sus labios absorbiendo la paz del
momento. Era difícil apartarse y se encontró
luchando contra el impulso de permanecer al lado de
Dar, al infierno con la compañía.

Finalmente suspiró y salió de la cama tapando


cuidadosamente el cuerpo de Dar con el edredón
antes de abandonar el cuarto y subir por las
escaleras hacia su habitación. Se detuvo
abruptamente cuando casi se choca con una figura
sentada en el suelo.

-Oh.

-Hola, kumquat -profirió Andrew Roberts en voz baja.


Tenía a Chino entre sus rodillas y estaba jugando con
ella. La cachorro rodaba encantada sobre su lomo
mientras él le frotaba la barriga-. Pensé que me
podrías llevar en el coche.

La noche anterior habían cenado y Kerry había


entretenido al padre de Dar con lo que había
sucedido, cuando acabaron era casi media noche por
lo que él, renuentemente, se había acostado en uno
de los cuartos de invitados de arriba.

Ella se había preguntado, brevemente, dónde se


hubiera quedado de no ser allí. Él no parecía tener
una casa permanente, una que ellas identificasen
como tal, de todas formas, parecía que viviese en las
sombras apareciendo a intervalos irregulares y
pasando por sus vidas inesperadamente.

Kerry sabía que Dar quería pedirle que se quedase


durante algún tiempo. Pudo leerlo en la cara de su
amante y en la mirada nostálgica cada vez que
contemplaba a su padre. Pero guardó silencio, con la
idea de que si lo presionaba, simplemente
desaparecería de nuevo. Bueno. Kerry consideró la
oscura figura ante ella. Tal vez pueda ayudar.

Se sentó con las piernas cruzadas en las frías


baldosas al lado de él y recogió el pelo detrás de una
oreja con aire ausente.

-Hum... supongo que no podría convencerte de que


te quedaras hoy por aquí, ¿eh?
Él levantó la mirada y frunció el ceño ante ella.

-Nah, vamos Kerry... la pasada noche estuvo muy


bien, pero tengo que continuar... y yo... -hizo una
pausa preso en los agradables ojos verdes-. ¿Por
qué? -inquirió cautelosamente.

La mujer rubia exhaló.

-Bueno... tengo que irme a trabajar -declaró


quedamente-. No quiero... va a ser un lío, y no estoy
segura de que pueda encargarme de todo, pero
tengo que hacerlo.

-Uh huh.

-Y si dejo a Dar aquí sola se va a volver loca de


aburrimiento y preguntándose qué estará pasando
-continuó Kerry-. Y eso no es bueno para ella... el
médico dijo que no debía perturbarse.

-Uh huh.

-Y yo estaré con los nervios en pie todo el día


preguntándome cómo estará ella. -Vinieron las
suaves palabras-. Pero si tú estuvieras aquí, ella no
se aburriría, y yo no me tendría que preocupar
-finalizó Kerry asentando sus ojos en él en silenciosa
apelación.

-¿Has pensado alguna vez en dedicarte a la


diplomacia, jovencita? -preguntó Andrew Roberts
irónicamente.

-Es la verdad... quiero decir, conoces a Dar mejor


que yo, ¿cierto? -contestó Kerry razonablemente.

Él miraba hacia abajo observando sus manos con los


bordes de la capucha disimulando su rostro
desfigurado.
-De acuerdo -respondió renuentemente al final-. Haré
de niñera por ti.

Kerry apretó su mano.

-Gracias... no será todo el día... lo prometo.

-Sip... es buena idea... no sabes en qué tipo de líos


nos podemos meter mi niña y yo si unimos nuestras
mentes -la avisó Andrew.

-Hmm -los ojos de Kerry se arrugaron cuando


sonrió-. Lo tendré en mente.

Él asintió y le hizo cosquillas a la cachorro.

-Es una cosita tierna -comentó.

-Mm... sí que lo es -respondió Kerry-. Creo que es


como tú. -Rió suavemente cuando la cachorro se
retorció alegremente contra su pie.

Él frunció el ceño ante ella.

-¿No tienes que vestirte para ir a ese sitio? ¿O


trabajáis en pijama?

Kerry se levantó y le sonrió.

-Capté la indirecta. -Se fue trotando por las escaleras


tratando de prepararse psicológicamente para el día
que le esperaba.
*****
Una mano en su hombro. Dar sintió la sacudida, pero
su cuerpo no quiso moverse.

-Dar.

Parte de su cerebro conocía la profunda y áspera voz


y la reconoció. Pero aún había una fuerte oscuridad
sobre su conciencia y ello luchó con el deseo de
volver a deslizarse en el pacífico sueño.

-Paladar, levanta tu trasero o tendré que abofetearte.

Uh oh. Un ojo azul se abrió en alarma y lo consideró.


Después se le unió el otro y Dar se giró quedando
boca arriba con el corazón bombeando a un ritmo
irregular.

-¿Papá? -se aclaró la garganta por la ronquera y se


frotó los ojos intentando salir de la niebla-. ¿Qu...?

-Vamos... pasan de las diez y ya he limpiado casi


cada pulgada de este sitio. -Andrew extendió una
mano hacia ella y suavemente le sujetó la barbilla y
la contempló con cariño-. Ese maldito material que te
dio te ha descolocado.

Dar sintió sus pensamientos desordenarse y tomó


aire varias veces.

-¿Eso crees?

-Sip... a mí me pasa igual -le informó su padre-.


Nunca tendría el maldito valor de tomar drogas. -Le
palmeó la mejilla suavemente-. Vamos, bicho... deja
que te dé el desayuno y algo de java.

-Qu... vale -la mujer de pelo negro hizo un esfuerzo


para sentarse-. ¿Qué estás haciendo aquí? Pensé que
te ibas esta mañana.

Andrew se sentó en el borde de la cama de agua


cruzando los brazos sobre su pecho.

-Es lo que iba a hacer... hasta que tu pequeña


kumquat posó esos bonitos ojos verdes que tiene en
mí y me pidió que me quedase por aquí un poco
-bufó-. Condenada astuta niña.
Dar sonrió un poco mientras ahogaba un bostezo.

-Sí... bueno, a mí me hace lo mismo. No te sientas


mal.

Su padre rió suavemente entre dientes.

-Ya lo he notado.

Dar descubrió una sonrisa hacerse camino por su


cara.

-De acuerdo... déjame echarme algo de agua en la


cabeza... -giró sus piernas hacia fuera de la cama y
se inclinó hacia la abrazadera-. Estúpida cosa...

-Anda... dame eso. -Andrew cogió la abrazadera y la


deslizó en el sitio con manos experimentadas-. Creo
que aún recuerdo cómo se hace, puesto que me pasé
media condenada niñez tuya poniéndote todo tipo de
vendas -ajustó las correas.

Dar se reclinó hacia atrás y lo observó.

-La hinchazón ya casi se ha ido... por lo menos esto


funciona -suspiró alzando su pierna cuando él
terminó y poniéndose derecha-. Gracias. -Se levantó
y casi cae al invadirla una ola de vértigo-. Maldición...

-Oh, demonios. -Andrew la agarró apresuradamente-.


Agárrate... -Pasó un brazo alrededor de ella y la alzó
acunándola como si fuera una niña-. De acuerdo...
cálmate, bicho.

Dar pestañeó mientras su cabeza acababa de


aclararse y absorbió una respiración.

-Vale... estoy bien -frotó sus temporales


irritadamente-. Puedes soltarme.
Su padre resopló.

-Sí, sí... -salió del dormitorio ignorando sus protestas


y, finalmente, la posó en el sofá-. Déjate de
pequeñeces, ¿vale? He cargado con cosas mucho
más pesadas que tú un infierno de veces más lejos
que eso -le recordó-. ¿Te acuerdas de Moose?

Dar se reclinó en el sofá y tomó aire.

-Sí... claro que me acuerdo... solía pensar que era un


extraterrestre... nunca había visto a un ser humano
comer tanto como él.

-Sí, bueno... tuve que cargar con él durante tres


millas hace un par de años... el condenado casi me
mata. Le hice comer barras Christly de cereales
durante tres meses después de aquello. -Se sentó al
lado de ella y le dio palmaditas en el muslo-. Así que
no alborotes.

Dar volvió a sonreír y se pasó las manos por el pelo.

-De acuerdo -capituló-. Jesús... ¿qué hora es? Me


pregunto cómo estará Kerry... será mejor si yo...

-Ah ah... -Su padre ondeó una mano llena de


cicatrices ante ella-. Llamó hace una hora... dijo
literalmente "esto apesta, pero estoy sobreviviendo".

La mujer de pelo negro asintió lentamente.

-Maldición -dijo mordiéndose el labio-. Desearía que


no tuviese que hacer esto.

-Enfría los motores, bicho... tienes ahí un pequeño


astuto bombón... lo hará bien -le aconsejó Andrew-.
Te he hecho algunos huevos y discos de jockey. -Se
levantó-. Sienta tu trasero ahí, yo te los traeré.
Dar ahogó un bostezo y asintió mirando
pensativamente la mesa mientras él desaparecía.
*****
Kerry se sentía como si llevase colgada una diana
roja y blanca con el blanco pintado de negro justo en
su pecho mientras caminaba hacia el edificio. Ya
tenía dolor de estómago y aún no se había subido en
el ascensor. Saludó nerviosamente al guarda con un
movimiento de cabeza cuando pasó por él.

-¿Srta. Stuart? -llamó el hombre inclinándose


ligeramente hacia ella.

-¿Sí? -Se detuvo preguntándose si él tendría órdenes


de no dejarla pasar o algo así.

Él rodeó el escritorio y se le acercó.

-¿La Srta. Roberts está bien? -preguntó moviendo sus


pies nerviosamente y mirando alrededor-. Sé que
normalmente vienen juntas, por eso...

Kerry le sonrió cálidamente.

-Está bien... gracias por preguntar -lo tranquilizó-.


¿Ha pasado ya alguien del piso catorce?

Él supo lo que le estaba preguntando.

-No señora... usted es la primera.

Kerry asintió.

-Ok... gracias... le diré a Dar que preguntó por ella.


-Sus ojos verdes centellearon-. Deséame suerte para
hoy.

Él se lamió los labios.

-Va a... -dejó la frase sin acabar.


-Oh no -Kerry negó con la cabeza firmemente-. Pero
alguien tiene que sostener la bolsa de papel mientras
todos los demás se lanzan por ella, ¿verdad? -Ella
sabía que la noticia se propagaría en cuestión de
minutos-. Dar me pidió que lo hiciera.

Él asintió.

-Entiendo. -Esbozó un saludo para ella-. Buena


suerte, señora.

Kerry siguió su camino en solitario esplendor hasta su


planta y saliendo a un pasillo completamente vacío.
Sus pasos la llevaron primero al despacho de Dar.
Ésta fue la primera vez que usó su llave. Entró donde
María debería estar ya trabajando. La habitación se
encontraba lúgubremente silenciosa. El escritorio de
la secretaria estaba limpio como un alfiler, pero le
faltaban los habituales objetos personales que María
solía mantener allí. Sus fotografías enmarcadas, por
ejemplo, y el intrigante prisma que esparcía luz por la
habitación, el cual había sido un regalo de Dar.

Kerry se sintió irracionalmente triste ante la vista.


Pasó una mano por la superficie de madera del
escritorio mientras se la engullía una ola de
frustración.

-Esto es tan insensato. -Agarró el contenido de la


caja y se dirigió al despacho interior sintiendo la
ausencia de su amante como un soplo físico. Notó
que Dar lo había dejado todo de la manera que ya
estaba, incluso los peces se encontraban depositados
en solitario sobre la limpia superficie del escritorio
con la luz de la ventana capturándolos en llamaradas
de azul y rojo. La única cosa que se había llevado,
reparó Kerry, eran los delfines que ella le había
regalado.

-Oh, Dar. -Kerry exhaló sintiéndose enferma. El


portátil se encontraba en silencio, dando un mudo
testimonio del abandono de su dueña. Se preguntó
qué habría pasado por la mente de Dar para desistir.
Era la insignia tangible de su oficina, en realidad, lo
que le daba acceso al corazón de la compañía.
Dándole la autoridad, que ahora, aunque
brevemente, descansaba en las manos de Kerry. Con
un suspiro, cogió también lo que se encontraba en la
caja de Dar. Rodeó el escritorio y se dirigió a la
entrada trasera que daba a su propio despacho.

Sabía que podría encender el ordenador del


despacho de Dar y trabajar desde allí, pero no tenía
intención de mandar ese particular mensaje. Incluso
tenía las palabras pase de Dar... la definitiva
expresión de que su amante confiaba en ella. Si
hubiera querido, podría haber derrumbado grandes
sistemas informáticos por todo el mundo con la
identificación y los accesos de Dar. Pero tampoco
tenía ninguna intención de enviar ese mensaje.

Entró en su despacho y posó los papeles. Extendió su


mano para encender el ordenador, agarró su taza y
caminó a través del vestíbulo en busca de café.

Estaba de espaldas a la puerta, por lo que no vio


quien había entrado, pero eso también le dio un
momento para prepararse la respuesta que le iría a
dar al recién llegado.

-Kerry -la voz de Mariana sonaba muy cansada.

La mujer rubia se giró y respiró profundamente.

-Hola.

-No esperaba verte aquí -le dijo honestamente la VP


de Personal-. ¿Cómo está Dar?

Kerry bebió un sorbo de su café.


-Está bien... calmándose en casa. -Una pausa-.
Intentó llamarte anoche.

La otra mujer suspiró y se reinclinó contra la pared.

-Salí y me emborraché -admitió Mariana-. Ví su


número en el identificador de llamadas... iba a
llamarla hoy. -Miró a Kerry-. ¿Sabes que Les ha
puesto un punto de suspensión en su dimisión?

-Sí, lo sé -contestó Kerry quedamente-. Hablé con él


-exhaló-. Vamos a mi despacho un minuto. -Siguió a
Mari hasta la habitación y cerró la puerta-. Mira... no
sé qué va a pasar... -comenzó.

-Él viene hacia aquí, Kerry -le anunció Mariana


fatigadamente-. Y está muy disgustado.

-Lo sé -respondió Kerry-. Hablé con él ayer durante


casi una hora... se lo conté todo... sobre José... sobre
Eleanor... y sobre ese cerdo bastardo. -Se sentó en la
esquina de su escritorio-. Y le dije que todo era culpa
mía.

-¿Culpa tuya? -saltó Mariana-. Kerry, ¿de qué


demonios estás hablando? ¿Qué quieres decir con
que es culpa tuya?

-Me perdí. -La mujer rubia la miró fijamente-. Me...


perdí... Dar estuvo todo ese tiempo sin ceder ante su
acoso... no le dijo ni una palabra... y podía haber
limpiado el campamento con él -le dijo a Mari-. Y yo
lo estropeé... lo estropeé, porque no conseguí
mantener la tapadera cerrada cuando él me picó.
-Posó su taza de café y dio un paso-. Sin eso, él no
tenía nada, nada, Mari... incluso con esas estúpidas
fotografías seguía sin tener nada... pero con eso... ya
tenía suficiente... -Se detuvo y se apoyó en el frío
vidrio de la ventana-. Acertó a Dar en su punto débil
-concluyó suavemente-. Yo.
Mariana se sentó lentamente en una de las sillas para
las visitas.

-No -discrepó quedamente-. Oh, sí, quiero decir que


claro... tienes razón, pero él nunca debería haber
llegado tan lejos, Kerry. -Se apoyó en los codos-. Dar
tenía razón... yo debería haberlo parado.

La mujer tenía un aspecto como si un camión


hubiese pasado por encima de ella. Kerry suspiró.

-Bueno, no tiene sentido llorar por la leche


derramada, es lo que dicen siempre. -Se giró y
contempló su correo haciendo una mueca de dolor
ante las páginas y páginas de mensajes marcados
como urgentes-. Veamos lo que pasa cuando llegue
Les... sé que considera a Dar un empleado muy
valioso.

-Lo hace -concordó Mariana-. Ella se ha arriesgado


por él en numerosas ocasiones... ella se ha
arriesgado por todos nosotros y por eso es por lo que
todo esto es tan... repugnante.

Kerry contempló sus manos que estaban plegadas


sobre el escritorio.

-Dijiste que deberías haberlo parado... ¿por qué no lo


hiciste?

La mujer más mayor miró la alfombra.

-He pasado media noche pensando en eso -admitió-.


Y la conclusión a la que he llegado es que estaba
demasiado habituada a que Dar hiciera el trabajo
sucio... llevándose los golpes y atrayendo el fuego
hacia ella que todos nosotros deberíamos llevar...
-Hizo una pausa-. Era más fácil limitarme a quedarme
en la retaguardia y ver cómo ella se encaraba con
él... nunca pensé ni por un momento que él se le
igualaría en el paso... él está fuera de su liga.
Kerry asintió aceptando aquello.

-Esperaba que ese fuera el caso... -dijo suavemente-.


Esperaba que todos estuviésemos de pie tras ella
para aguantarla cuando se dejase caer. -Levantó la
vista hacia la expresión sobresaltada de Mariana-.
Una vez me dijo... que todos en los que había
confiado en los negocios se habían girado contra
ella... y anoche, antes de irnos a dormir, me dijo que
si yo... si resultaba que me encontraba a todos
aquí... celebrando... su ida, que no debía sentirme
mal por ello.

Una suave exhalación.

-Kerry, creo que sabes que eso no es cierto -dijo Mari


alzando una mano-. Tienes doce despachos vacíos
que lo prueban -declaró-. Tienes una división en
pedazos, al CEO viniendo hacia aquí en el primer
vuelo... Duks ni siquiera vendrá hoy, diablos... yo
sólo he venido porque no tenía más remedio... todo
el material que iba a acertar en el ventilador va a
acertar en MI ventilador... por dios, la mayoría de la
gente no la odia.

-Lo sé -reconoció suavemente la mujer rubia-. Pero,


supongo que... los que lo hacen son mucho más
oralmente, o por lo menos es lo que parece a veces.
-Giró un lápiz entre sus manos-. Cuando comencé a
trabajar aquí... todo lo que oía durante las primeras
semanas... era sobre la horrible perra que era ella.

Mariana se mordió el labio inferior.

-Tuve que darme cuenta por mí misma de lo muy


equivocados que estaban -Kerry suspiró-. Pero
mucha gente no le da esa oportunidad.

-Ella no lo pone fácil -declaró Mari quedamente-.


Mantiene a todos a un brazo de distancia, Kerry...
hasta a Duks y a mí, y somos amigos desde hace
años -suspiró-. Incluso a Mark... que todos sabemos
que está perdidamente enamorado de ella.

Los labios de Kerry se tensaron en una débil sonrisa.

-Sabes, yo nunca la he visto así... quiero decir, supe


que tenía un lado duro, porque lo había visto
manifestado, pero siempre había algo... no sé...
siempre pude ver que había algo más allá que la
perra alfa.

-Bueno -Mariana le dirigió una mirada torcida-. Tú


estabas en unas circunstancias mitigantes, como les
gusta decir a los abogados -ponderó aquello-. Pero
veo a lo que te refieres... si todo esto sale bien, creo
que necesitamos cambiar la manera de hacer algunas
cosas... hacer cosas en grupos de trabajo para
intentar reducir algo del estrés y la lucha cuerpo a
cuerpo.

Kerry aceptó aquel comentario.

-Bueno, ya veremos... y, aunque ella lo reconsidere,


no volverá esta semana.

Las cejas de Mari se juntaron.

-¿Tan mal está de la pierna? Pensé que...

Kerry suspiró y jugueteó con su lápiz.

-No... anoche tuve que llevarla al hospital... tiene una


contusión... una hinchazón en el interior del cráneo
-admitió.

-Dios bendito... ¿y ella está bien? -preguntó Mari


genuinamente interesada-. Eso podría ser...

-Peligroso... sí -la mujer rubia asintió


silenciosamente-. Ella está bien... está tomándoselo
con calma... tengo a alguien allí para hacerle
compañía. -Levantó la vista-. Así que... sólo estoy yo.
No tengo ningún personal de apoyo, no tengo su
experiencia, y si me vienen con alguna mierda
cuando pase por el vestíbulo me marcho de aquí.

Mari se puso de pie.

-Iré a hablar con ellos -declaró quedamente-. Creo


que se alegraran de verte, no dirán ni pío, me
aseguraré de ello.

El teléfono de Kerry sonó y ella observó en la pantalla


que se trataba de una llamada remitida desde el
despacho de Dar.

-Aquí vamos -pulsó el botón-. Operaciones, Stuart.

-Soy John Adams en Providencia... tenemos un


pedido pendiente para un nuevo circuito para una
semana... ¡qué diablos está pasando ahí abajo!

Kerry suspiró interiormente mientras le dirigía una


mirada a Mariana.

-Solo un momento... ¿cuál es el ID de vuestra


cuenta? -Escribió un número y comenzó a trabajar.
*****
Ambos se encontraban un poco nerviosos y con la
lengua un poco atada, comprendió Dar mientras
permanecían sentados en silencio en el sofá con
Chino sobre su estómago. Él se encontraba sentado
en el sillón de espaldas a la ventana y su cara entre
las sombras de la capucha de su sudadera. Bueno,
ninguno de los dos era buen conversador, pero
alguien tenía que empezar.

-Tú, ¿tienes un sitio donde quedarte? -le preguntó,


quedamente, bebiendo de un gran vaso de leche con
chocolate.
-Un par de ellos -contestó su padre-. Este sitio, aquel
sitio... ya sabes. -La contempló en silencio durante
un momento-. Hago algunas cosillas aquí y allá, ellos
me dieron esta tarjeta... -Sacó una pequeña cartera
del bolsillo de su cintura y de ella una tarjeta de color
plateado que parecía de crédito-. Sólo tengo que
pagar todo con esto, ellos cuidan de mí.

Dar asintió lentamente.

-¿Por causa de mamá? -arriesgó en su suposición


recordando los a veces oscuros e insondables modos
del gobierno.

-Sip -dijo guardándose la cartera-. Ella recibe mi


pensión... los beneficios... es así como lo quiero. Ellos
toman cuenta de mí. -Su voz parecía acabar la sesión
de preguntas.

Muy bien, segundo asalto. Ding ding. Dar volvió a


asentir con la cabeza mientras jugueteaba con una
de las suaves orejas de Chino. Después levantó la
mirada y estudió su rostro, contemplando las
cicatrices que habían torcido la carne formando una
máscara casi irreconocible.

-¿Qué ocurrió? -hizo una pausa-. Si quieres


contármelo. -Despúes simplemente esperó.

Él pensó durante mucho tiempo.

-Fue sólo una maniobra que salió mal -pronunció


finalmente, casi sin ninguna emoción en la voz-.
Fuimos a examinar un material del que habíamos
oído decir que podría tratarse de un arma química,
era una trampa, tres tipos murieron y yo acabé
deseando ser uno de ellos.

Dar consideró aquello. Hablar sobre emociones y


sentimientos era algo que hacían bastante mal, y ella
lo sabía, pero...

-Sólo voy a decir esto una vez -declaró suavemente-.


A mamá le importaría un comino tu aspecto.

Él estudió sus manos en silencio.

-Lo sé -admitió, cayendo en silencio otro poco-. Ella


no quería que me fuese esa vez -acabó por añadir
calladamente.

-Lo recuerdo -Dar exhaló serenamente-. Pero yo


pensé... -Habían arreglado las cosas, o al menos eso
es lo que le había parecido a Dar, su madre se
perturbaba, sí, pero siempre lo soportaba.

-Sip, bueno, me llegó a decir que si iba, ella ya no


estaría allí cuando regresase -afirmó Andrew
rotundamente-. Me dijo que era opción mía.
-Pestañeó unas cuantas veces, sus ojos se movían
inquietos en la cara llena de cicatrices.

Dar estaba realmente alucinada.

-Ella no te habría dejado.

Dos dolidas órbitas azules se alzaron hacia las suyas.

-No fue su marcha... fui yo, la forma en que lo vio


-tragó saliva-. Ella tenía razón, bicho, era mi opción...
y escogí ir. -Tomó aire-. Pensaba que podría arreglar
las cosas cuando regresase.

Dar absorbió aquello.

-Sólo estaba intentando que te quedases -dijo


finalmente-. Temía por ti... tenía miedo de perderte
-protestó-. Habría estado allí cuando volvieses y lo
sabes.

Sus ojos se cerraron.


-Me gusta pensar eso. -Su voz era serena y triste-. Es
el pequeño entretenimiento al que juego en mi
cabeza, haciendo que no me vuelva loco y me tire de
algún puente en cualquier sitio -su voz estaba
ligeramente rota.

-Papá... ¿por qué no la llamas? -Dar se inclinó hacia


delante haciendo que la escuchase-. Puedes ir a
casa, ella lo entenderá, lo sé.

Un suspiro muy cansado.

-No puedo -respondió suavemente-. Porque no sé...


¿sabes? Y si ella ya no... si ella lo asumió, o si ella...
-Una agonizante pausa-. No puedo encararlo, Dar, no
puedo vivir con eso, ¿me entiendes? -Se defendió
mansamente-. No puedo encarar que ella no... -Se
detuvo, su garganta tragaba ruidosamente.

Dar liberó su aliento sostenido durante un doloroso


momento.

-Oh, papá -murmuró.

Él suspiró.

-Entiendo que no tenga mucho sentido para ti. -Se


frotó los ojos con una mano impaciente-. Maldición.

Ella lo miró fijamente con completa comprensión.

-Sí que lo tiene.

Andrew absorbió aquello durante un largo y


pensativo momento. Después miró a su hija.

-¿Alguien le hizo daño a mi niña pequeña? -Un


destello de fresco peligro entró en su voz. Él esperó
el golpe viendo el maxilar de ella contraerse y
relajarse.
Dar sacudió su cabeza de un antiguo dolor
recordado.

-Agua bajo el puente, papá, digamos simplemente


que fui tras lo que mamá y tú teníais, y creí haberlo
encontrado -le dijo sosegadamente-. Pero estaba
equivocada. -Por primera vez vio claridad entre los
espesos arbustos, y tuvo la seguridad de que había
puesto su corazón en el lugar correcto.

Su último año en la universidad, todo parecía


maravilloso... buenas notas, buenas perspectivas en
la compañía para la que había trabajado durante
cuatro años, y un delirante y excitante buceo en el
amor que la dejaba mareada y le aseguraba que
había encontrado su otra mitad.

Sí.

Cuatro meses de felicidad, seguidos de dos de


infierno en los que todo se reveló. Sus pesadillas se
encontraban llenas de una burlona voz que le decía
lo inadecuada que era. No tenía ningún recuerdo de
la graduación, el talento bruto y crudo y la
inteligencia que le habían permitido mantener el
grado de matrícula de honor. "Eres una persona
inculta, ruda y mediocre que pasará toda su vida
como una gerente de mediana categoría soñando lo
que podría ser".

Su parte nueva e inexperta casi había creído en


aquello.

Una pesadilla de depresión, alcohol y desesperación


la había seguido, llevándola una noche bajo un
puente, con una pistola y un momento en el que su
odio hacia sí misma fue tan intenso que hasta pudo
sentirlo.

Aún no sabía qué era lo que la había detenido. Sólo


se acordaba de salir andando debajo de aquel puente
a la mañana siguiente, mirando el nuevo día y
decidiendo que aún no iba a dejar de vivir.

Había una venganza pendiente.

Había llevado unos cuantos años, pero se sintió muy


satisfecha cuando todas las piezas encajaron en su
sitio y la compañía adquirió una prestigiosa firma. Y
la recientemente gerente regional Dar Roberts usó el
chuchillo con decisión rebanando pulcramente el plan
de diseño e investigación llamándolo...

Mediocre.

Encarando a su antigua amante.

Dar había firmado personalmente los documentos del


cese y disfrutando inmensamente con ello. Tenía la
expresión de Shari en la cara cuando los entregó.

Junto con su tarjeta.

Que tenga un buen día.

-Yo... prácticamente había perdido el interés después


de aquello. -Dar despidió a sus recuerdos.

-Hum -gruñó su padre-. Hasta ahora. -La miró con


astucia-. Porque no sé lo que sientes por ella, pero
esa pequeña chica de ojos verdes ha perdido la
cabeza por ti, bicho.

Dar sonrió llena de alegría.

-Hasta ahora -reconoció-. Cuando encontré a Kerry


comprendí que finalmente había encontrado aquella
cosa real. -Sus ojos se encontraron con los de su
padre-. Por eso te entiendo, papá.
Él caminó hacia ella y se sentó a su lado. Ambos se
observaron en confortable silencio.
*****
Sonó el teléfono por lo que le parecía a Kerry la
milésima vez. Kerry se lo quedó mirando apoyando
su cabeza en una mano.

-No, no, no lo sé, no, aún no está listo, no tengo ni


idea, no, ella no me lo dijo, no, y no -murmuró.
Después pulsó el botón-. Operaciones, Stuart.

-Hola.

Fue como una bocanada de ambrosía. Kerry encontró


una sonrisa formándose en su cara incluso antes de
que las sílabas se marchitasen y dejase salir un
sereno suspiro.

-No sabes lo bien que sabe oír una voz amiga.

-Mm... violento, ¿huh? -retumbó suavemente Dar a


través del aparato-. ¿Cómo está eso?

-Apesta. -Kerry se frotó los ojos-. Me siento como si


me hubiese arrastrado durante todo el día tras un
camión del vertedero lleno de pollos podridos
-respondió-. Les está aquí, está de reunión con Mari
y los otros desde hace un par de horas. -Hizo una
pausa-. ¿Cómo te sientes?

-Eh -contestó Dar-. Dormí hasta tarde, siento que va


a ser una lata todo el día. Papá y yo estuvimos
hablando un rato, después comimos algo... ahora
estamos viendo el Cazador de Cocodrilos -dudó-.
Gracias, ya de paso, por pedirle que se quedase por
aquí.

Kerry sonrió y apoyó un lápiz contra su labio inferior.

-Pensé que te gustaría la compañía -respondió


sosegadamente levantando la mirada cuando su
teléfono sonó-. Espera un minuto. -Puso a Dar en
espera y atendió por la otra línea-. Operaciones.

-Srta. Stuart -la voz de Les sonaba tranquila y


bastante austera.

-Sí, soy yo -respondió Kerry sintiendo saltar su


estómago-. ¿Qué puedo hacer por usted?

-Estamos teniendo una reunión en la sala de


conferencias, ¿podría venir, por favor?

-Claro -contestó Kerry uniformemente-. Ahora


mismo. -Colgó y respiró profundamente antes de
atender la otra línea-. Hola.

-¿Malas noticias? -inquirió Dar.

-No sé... era Les... quiere que vaya a la sala grande


de conferencias -le contó Kerry-. Mira... lo peor que
puede pasar es que me despidan, Dar... y como
que... me da igual, ¿sabes? -Sacudió ligeramente la
cabeza-. Después del día de hoy, probablemente
hasta le quede agradecida.

-Mm -Dar consideró aquello-. Relájate, sé honesta y


no dejes que te sacuda -instruyó sosegadamente a
Kerry-. Mantén la cabeza alta... sólo has hecho bien a
la compañía, Kerry.

Sintió que se tranquilizaba con aquellas palabras.

-De acuerdo... creo que puedo hacerlo -respondió-.


Pero si él o alguien más empieza a echarte por tierra
están fritos.

Una suave risa le contestó.

-Ésa es mi Kerry.
La mujer rubia sonrió abiertamente.

-Apuesta por mis botas. -Se levantó y enderezó el


cuello de su camisa, tras lo cual se puso la
chaqueta-. Deséame suerte. -Suspiró-. Te llamaré de
una manera u otra cuando salga de allí.

-Buena suerte -deseó Dar obedientemente-. Estoy


contigo.

Los ojos verdes centellearon suavemente ante la luz


del atardecer.

-Lo sé -respondió-. Hablaré contigo después. -Colgó y


pasó una mano por su pelo-. Muy bien... vamos allá.

Era un paseo corto hasta la sala de conferencias y


aprovechó para reunir sus conocimientos junto con lo
que Dar le había dicho mientras llegaba hasta la
puerta y llamaba con unos ligeros golpecitos.

-Entre -sonó la voz de dentro. Giró el picaporte, tiró


de la puerta hacia ella y entró en la habitación donde
la hostilidad era tan densa que era casi como un
paño de humo. José, Eleanor y Steve estaban allí,
junto con Mariana y, por supuesto, Les. Kerry alzó un
poco la barbilla y caminó sobre la alfombra hasta la
silla del final, directamente en frente del CEO. Apoyó
sus manos en el respaldo de la silla y los miró
fríamente.

-Siéntese, Srta. Stuart -le ofreció Les cortésmente.


Sus ojos la observaban con interés.

Kerry se sentó en la silla, la misma que solía ocupar


Dar. Posó sus manos sobre la mesa y levantó la
cabeza en actitud de oyente.

Esperó pacientemente. Hizo que ellos hablasen


primero, como le había aconsejado Dar. Déjales que
tracen la línea antes que tú.
-Bien. Tenemos aquí un buen enredo. -Les se aclaró
la garganta y empezó.

-Sí, lo tenemos -asintió Kerry ligeramente-. He hecho


todo lo que he podido, considerando las
circunstancias.

-¡Eso es mentira! -Steve se levantó-. No has hecho


nada que no sea fastidiar las cosas...

-Cállate -le saltó Kerry-. Desorientado, invertebrado e


inútil pedazo de machista. -Captó la ceja gris de Les
elevarse sobre la mesa y se levantó sintiendo la
sangre bombear por su cuerpo-. Nunca en mi vida he
visto una colección de personas tan inútiles como
ésta.

-Hey, no puedes... -José se levantó desafiándola.

-Claro que puedo -respondió Kerry acalorada-.


Vosotros no seríais capaces de averiguar el uso de
una bolsa de papel si Dar no escribiese las
instrucciones dentro, y tenéis las pelotas de estar
aquí criticando una situación que es por VUESTRA
MALDITA CULPA. -Su voz pasó a ser un grito. Toda la
rabia que venía acumulando durante dos días
explotó.

-¡Nosotros no le pedimos que dimitiese! -respondió


José.

-Oh, ¿pero no era eso lo que andabais buscando? -Se


opuso Kerry inclinándose hacia delante sobre sus
manos-. ¿Entonces para qué contratar a alguien con
instrucciones específicas de abalanzarse contra ella?
-Apuntó a Steve que se encontraba hirviendo a su
lado-. Alguien que recibió instrucciones por escrito de
TI -apuntó a José- para "encontrar el punto débil de
esa perra y hundirle el cuchillo en él"... ¿no era esa la
cita?
Silencio.

-Bueno. Ya tenéis lo que queríais -continuó Kerry-. Y


ahora el problema es que todos sabemos que lo
único que mantenía la jodida compañía en
movimiento era ella. Vosotros por supuesto que no
podéis -una larga pausa- yo no puedo, después del
día que llevo hoy no consigo imaginar cómo
demonios se las arregló para hacerlo durante tanto
tiempo.

José miró fijamente a Mariana, quien mordía su lápiz.

-¿La vas a dejar salirse con la suya?

La VP de Personal se encogió de hombros.

-EEOC, José, dejé que el Sr. Fabricini le dijese cosas


peores a Dar en la cara, no puedo impedir que la
Srta. Stuart diga lo que piensa.

-Eso es porque tú y ella sois íntimas como los


ladrones... -declaró Eleanor acaloradamente-. No hay
nada que podamos hacer...

-Disculpen -ladró Les.

Todos lo miraron en silencio.

-Gracias. -Se ajustó la corbata-. Agradecería que se


marchasen todos a excepción de la Srta. Stuart. -Hizo
una pausa-. Ahora.

Salieron en silencio evitando la mirada de Kerry salvo


Mariana, que le palmeó el hombro cuando pasó.

El sonido de la puerta al cerrarse tras ellos le pareció


increíblemente alto a Kerry, pero no mostró reacción
alguna. Se sentó y plegó sus manos sobre la mesa.
Les la consideró a través de la longitud de la mesa de
conferencias. Después se levantó y fue hacia donde
estaba ella apoyándose en la esquina de la superficie
de madera y cruzando los brazos sobre su pecho.

-Esa fue una grave insubordinación, Srta. Stuart -le


remarcó fríamente.

-Lo sé -respondió Kerry levantando la vista hacia él-.


Oigo lo que ocurre en mi departamento.

Les Roesenthal tenía unos grisáceos ojos azules, casi


tan impactantes como los de Dar. Ahora mismo, la
estaban observando con una débil señal de... algo.

-Su anterior jefa no era conocida por ser una


jugadora en equipo.

Anterior. Kerry se sintió un poco triste.

-No, es sólo que se niega a jugar en un equipo


perdedor -respondió.

Él asintió ligeramente.

-Tengo su puesto por cubrir, Srta. Stuart... usted es


inteligente, astuta... creo que quedaría bien en él.

Kerry lo miró fijamente.

-Respetuosamente, señor, no trabajaría para alguien


que dejase irse a alguien como ella sin una
justificación.

Él irguió su cabeza.

-Creo que es el más educado "bésame el culo" que


he oído alguna vez, Srta. Stuart -comentó Les-.
¿Entonces no quiere el puesto? Implica un buen
aumento, buenas pagas extra, un gran paso para
alguien con su edad y su nivel de experiencia.
Los ojos verdes brillaron peligrosamente.

-Creo que no me he explicado bien -Kerry se aclaró la


garganta-. Béseme el culo. -Hizo una pausa-. Señor.

El CEO se rascó el maxilar, se levantó del escritorio y


tiró de la silla que estaba al lado de ella, se sentó
quedando ambos con las rodillas rozándose.

-Sabe, Srta. Stuart... cuando entró en la plantilla,


apenas pensé que Dar se había vuelto chiflada -jugó
con sus dedos entrelazados-. No tenía ni idea de lo
que pretendía, pero le dejé seguir adelante porque
confío en su juicio. -Hizo una pausa reflexivamente-.
Ella se ganó esa confianza.

Kerry permaneció callada, limitándose a mirarle a la


cara.

-¿Cree que puede conseguirme una charla con ella?


-Ahora los ojos azules grisáceos tomaron un débil
centelleo.

La mujer rubia bajó la vista hacia la mesa,


escondiendo una sonrisa, y después la volvió a
levantar.

-Sí... puedo hacerlo -respondió serenamente-. Ella


está en casa.

Les le sonrió.

-Bien.

Kerry tomó un respiro.

-Eso era una prueba, ¿verdad? -arriesgó a decir


cautelosamente-. ¿Lo de ofrecerme el puesto? -Los
ojos centellearon ahora visiblemente-. ¿Pasé? -se
atrevió.
-Como una campeona -respondió él con una risita-.
Probó ser una verdadera discípula de Dar, Srta.
Stuart... así que tómelo con calma.

Kerry exhaló.

-Lo siento, ha sido un día muy largo -admitió


mientras se levantaba y caminaba hacia el teléfono
que descansaba en el mueble junto a la pared-.
Aguarde. -Marcó un número sin sorprenderse de que
fuese cogido antes de que diera un toque-. Hola.

-Hey -la voz de Dar sonaba preocupada-. ¿Va todo


bien?

-Eso creo -le dijo Kerry en voz baja-. Les quiere ir a


verte.

-Ah. -Su amante ponderó el asunto-. Sí... claro, ¿por


qué no? -respondió-. Si lo traes podrías llevar luego a
papá fuera de la isla, danos unos minutos para
prepararnos.

-Vale -Kerry sintió una agradable sensación de alivio


envolverla-. Te veo dentro de un rato. -Colgó y volvió
a la mesa de conferencias-. Le puedo llevar si quiere
-le dijo al CEO.

-Es la mejor oferta que me han hecho en todo el día


-respondió Les alegremente-. Vamos.
*****
Dar colgó el teléfono y miró a su padre.

-Bien. -Se refregó la cara-. Supongo que me vendrá


bien darme una ducha y vestirme, mi jefe viene hacia
aquí.

Andrew puso las manos tras su cabeza y estiró el


cuerpo, muerto tras una larga tarde de ver
cocodrilos.

-¿Te llevas bien con él?

-Mas o menos sí -Dar se puso de pie, agarró sus


muletas y se dirigió hacia su dormitorio-. Vuelvo
enseguida.

Su padre rascó la cabeza de Chino y cruzó los


tobillos.

-Ten cuidado, Dardar, no te resbales ahí dentro.

La mujer de pelo negro se detuvo, inadvertidamente,


en la puerta, y lo miró con silencioso afecto. Después
sacudió su cabeza y se metió en el cuarto de baño.
Se quitó el pijama y puso el agua a correr. Esperó
por un momento mientras se quitaba la abrazadera
de la pierna y después pasó cuidadosamente al plato
de ducha. La pierna le dolía un poco, pero nada
relacionado con el día anterior. Se sintió un poco
optimista mientras cojeaba bajo el agua cálida.

Era una sensación estupenda. Lavó su cuerpo


cuidadosamente evitando los arañazos del viaje. Lavó
su pelo con cuidado alrededor del inmóvil bulto
blando que tenía más arriba de la oreja. Sin
embargo, parecía que había disminuido de tamaño.
Se quedó de pie bajo la fuerza del agua durante
varios minutos, aliviando la tensión acumulada.

Renuentemente cerró el agua y salió de la ducha


agarrando una de las largas toallas playeras que
tenía en el cuarto de baño para secarse. Se envolvió
con ella y agarró otra usándola para secarse el pelo
antes de salir del baño y moverse cautelosamente
hacia su cuarto sin sus muletas.

Hmm. Probó su pierna cuidadosamente, contenta con


el resultado. No está mal, consideró. Se encogió de
hombros y cogió un polo y unos pantalones
vaqueros. Vistió el polo y se miró con curiosidad en el
reflejo del espejo.

-Tiene que ser -se hizo una cara torcida a sí misma y


se cepilló el pelo rápidamente.

-Hey, ¿Dardar? -la llamó su padre desde la otra


habitación.

-¿Sí? -Cojeó hasta la puerta y salió encontrándolo


cerca de las puertas corredizas de vidrio-. ¿Qué
pasa?

Él se giró.

-Hey, ¿dónde están las malditas muletas?

-En el cuarto, está bien. La pierna está mucho mejor


-comentó Dar poniendo una mano contra el vidrio.

-Uh huh -sonó escéptico-. Me creería lo que estás


diciendo si fuera yo quien lo dijese, he llegado a
mentir a un línea azul.

Dar lo miró y se rió entre dientes irónicamente


meneando su mano.

-Duele, pero la espalda me está matando por usar


esas condenadas cosas, necesito un descanso
-admitió-. De todas formas me voy a sentar, ¿quieres
mostrarme algo?

Andrew pareció nervioso de repente.

-Nah, bueno... -se aclaró la garganta-. ¿Aún vas allí?


-Su cabeza indicaba el mar.

Dar asintió.

-Dejé de hacerlo por un tiempo -admitió


tranquilamente-, pero a Kerry le encanta, se sacó el
certificado y hemos estado yendo casi todos los fines
de semana.

-Bien por ella -declaró Andrew.

Una suave risa.

-Ella volvió a meterme en un montón de cosas... -la


mujer de pelo negro suspiró-. Yo estaba... -dudó-
considerando volver a la competición.

Los ojos de su padre se iluminaron.

-¿En serio? -La estudió seriamente-. Parece que


podrías. -La atizó experimentalmente-. Eres mejor
que algunos de los cachorros que me mandaron la
última vez, te lo puedo asegurar.

Dar rió un poco avergonzada.

-Sí, eso lo he mantenido... -murmuró-, y tú eres el


responsable de ello, siempre pensé que te
defraudaría si lo dejase.

Andrew permaneció en silencio por un momento. Le


puso una cariñosa mano en el brazo.

-Bicho, nunca podrías decepcionarme -su voz era


sincera-. No importa lo que acabes haciendo, ni lo
que acabes siendo, eres mi niña, y no hay nada en la
vida que cambie eso.

Dar se encontró incapaz de responder y se le hizo un


nudo en la garganta.

-Nada de ese material blando. -Andrew se aclaró la


garganta-. Si vuelves a eso me vas a oír,
¿entendiste? -Extrajo una tarjeta blanca de su bolsillo
y se la dio-. Aquí me encontrarás.

Un número de busca. Dar sonrió y se lo metió en el


bolsillo de la camisa. Fue cojeando hasta su maletín
y, mientras descansaba en una silla, sacó una de sus
propias tarjetas. Garrapateó el teléfono de la casa en
la parte de atrás y se la dio a él.

-Cambio a cambio -le dijo-. Llámanos de vez en


cuando.

Miró fijamente la tarjeta mientras la giraba sobre sus


dedos. Se la guardó cuidadosamente sin decir una
palabra.

Los dos oyeron el sonido de un coche fuera.

-Apuesto a que son ellos -declaró Dar


sosegadamente-. Gracias por quedarte hoy por aquí.

-Eso puedes agradecérselo a kumquat, fue idea suya


-masculló Andrew-. Bueno, saldré por detrás y la
esperaré, cuídate, ¿oíste, bicho?

Dar lo abrazó sintiéndolo tensarse por un momento y


luego relajarse devolviéndole el abrazo.

-Te quiero, papá -susurró-. Te echaré de menos.

Él tomó aire de forma insegura y le dio unas


palmaditas en el costado.

-Yo también. -Se soltó y se aclaró la garganta-. Sé


buena. -Le dio otra palmada en el brazo y se deslizó
en la oscuridad por la puerta de atrás.

Dar permaneció mirando hasta que la silueta se


mezcló con el follaje. Se giró cuando escuchó pasos
fuera en la puerta central.
*****
Kerry estacionó el Mustang junto al Lexus de Dar y
miró a su pasajero. Les había estado mirando
alrededor con gran interés y, a cambio, le dio a ella
una oportunidad para estudiarlo. Andaba por los
sesenta, de media altura y rechoncho, con el pelo
gris y ojos inteligentes. Tenía una cara redonda con
una nariz chata y cejas espesas que se movieron
cuando se giró para mirarla.

-Bonito sitio. -Habían charlado agradablemente sobre


el sitio mientras ella conducía evitando mencionar el
trabajo.

Kerry asintió.

-De acuerdo, bien, éste es el apartamento, así que...


-Abrió la puerta y salió. Esperó a que él se le uniese
antes de seguir y subir las escaleras. En cuanto se
acercaba a la puerta dudó y alzó la mano para
llamar, pero luego tomó una decisión silenciosamente
y, en vez de llamar, fue con los dedos hasta el
teclado numérico y abrió la puerta con su código.

Les no hizo ningún comentario.

-Después de ti. -La mujer rubia abrió la puerta y la


sostuvo gesticulando con la otra mano. Un rápido
vistazo dentro le permitió ver a Dar apoyada
casualmente contra el respaldo del sillón
contemplándolos. No había señales de Andrew, pero
tampoco esperaba que las hubiese-. Hola.

Los ojos de Dar se encontraron con los suyos y le


hizo un diminuto guiño.

-Hola. -Su atención se centró en Les-. Hola, Les...


entra.

Kerry alzó una mano y retrocedió un paso.

-Hasta luego.

Dar alzó una mano en respuesta, y observó la puerta


cerrarse tras su amante tras lo cual volvió su mirada
hacia su jefe.

Se contemplaron en silencio durante un momento.


Dar exhaló y se levantó.

-Siéntate, ¿quieres una bebida?

-Creo que necesito una -respondió Les irónicamente


aceptando la invitación y sentándose en el sofá,
recostándose hacia atrás y mirando alrededor-.
Bonito sitio, Dar.

La mujer de pelo negro asintió.

-Gracias. -Fue cojeando hasta el armario que estaba


contra la pared y cogió una botella. La abrió y vertió
parte del dorado licor en dos vasos. Volvió a posar la
botella y regresó. Le ofreció a Les su vaso y se sentó
en la silla enfrente de él.

-Y bien. -Tomó un sorbo. Sus cejas se elevaron ante


el sabor-. Muy bueno -añadió con aprobación.

-Me acordé de que te gustaba el whisky escocés


-comentó Dar tomando un sorbo de su propio vaso.
El alcohol de veinte años incendió calurosamente
mientras descendía.

-Sí que me gusta -afirmó Les-. Sí que me gusta. -Miró


alrededor -. Sabes, Dar... no es que haya pensado un
montón de tiempo en ello, pero no te imaginaba en
un sitio así. -Sus ojos fueron hasta el equipo
informático-. Un apartamento de alta tecnología en
las afueras de Brickell, claro... pero...

Dar sonrió brevemente.

-Me lo dio una tía mía.

Cayó un silencio embarazoso.


-Entonces -volvió a decir Les-, ¿qué vamos a hacer
ahora, Dar? -Bebió unos sorbos de su whisky y la
miró por encima del borde de su vaso-. Pienso que
comprenderás que tengo a alguien de mucho peso
sentado sobre esa demanda de dimisión tuya.

Dar consideró aquello.

-Adulador -comentó brevemente.

-Vamos a dejarnos de mierdas entre nosotros -le


aconsejó Les-. Ambos sabemos que te considero una
parte esencial de mi equipo de dirección, y me
mataría perderte. -Hizo una pausa-. Especialmente
por algo tan ridículo... -esperó, pero ella no hizo
ningún comentario-. Así que, ¿qué es lo que
realmente ocurre, Dar? He oído la parte de Mari y la
de José y no lo capto, ¿qué es lo que hizo que
abandonases todo y te marcharas?

Dar lo consideró en silencio durante un momento.


Exhaló.

-Buena pregunta. -Una pausa y sacudió la cabeza


ligeramente-. Tiene que ver con que en el último mes
he sido atacada más veces por mi propia compañía
que por alguno de nuestros competidores... y quizá
haya empezado a preguntarme qué demonios es lo
que estoy haciendo allí.

Les pensó en ello dando sorbos a su bebida


silenciosamente.

-Eres una chica de perfil alto, Dar, siempre atraerás


hondas y flechas y lo sabes -aventuró-. ¿Era tan malo
ese tipo como una aguja en los calzoncillos?

Un encogimiento de hombros.

-Quizá. -Contempló la mesa-. Quizá porque era


personal, no profesional... quizá el que fuese
compañero mío en la universidad y lo hayan traído
aquí deliberadamente para atacarme... -comentó
cambiando el vaso de mano-. Pero supongo que me
podría haber encargado de eso.

Les asintió dos veces.

-¿Pero?

-Pero él fue detrás de mi gente -concluyó Dar-. Y yo


ya había tenido bastante. -Levantó la mirada hacia
Les- Ya he tenido bastante de ser la perra prostituta
del infierno hasta que se necesita algo.

Les se inclinó hacia delante.

-Dar, el hecho de que la mayor parte de las


operaciones estén paradas completamente y que
tengo más de cincuenta escritorios vacíos, debería
decirte que no todos lo sienten así -contestó
seriamente-. Y creo que sabes que yo no siento eso
en absoluto o no estaría sentado aquí ahora mismo.
Estaría en mi casa en Plano, viendo un partido y
pensando a quién iba a promover para VP de
Operaciones.

Dar se aclaró la garganta ligeramente.

-Debí haberte llamado primero -admitió-. Te lo debía.

Una diminuta sonrisa cruzó el rostro de Les.

-Una disculpa de Dar Roberts, gracias a dios que


estoy sentado -bromeó con ternura-. De todas
formas, me alegro de haber venido, para ver las
cosas por mí mismo. -Se recostó en el sofá-. Tengo
que reconocer que tienes problemas aquí. Y quería
conocer a esa misteriosa ayudante tuya que parece
que está causando todos esos problemas en
desproporción con su tamaño.
-Ella no causa los problemas -gruñó-. Los resuelve.

Les se rió entre dientes suavemente.

-Ya me he dado cuenta, por eso le he ofrecido tu


puesto.

A Dar le costó todo su autocontrol mantener una cara


de medio interés en vez de tensarse.

-¿Y? -preguntó forzando una sonrisa perezosa en su


cara-. Quedaría bien en él.

El CEO la miró intensamente. Asintió ligeramente con


la cabeza.

-Eso fue lo que le dije, y su respuesta fue que le


besase el culo -comentó secamente-. Lo que parece
ser una tradición de tu departamento.

La sensación de alivio casi la estranguló. Dar tuvo


que tomar aire varias veces, enmascarándolas
bebiendo unos sorbos de su bebida, antes de poder
contestar.

-Hace parte de la integración -pronunció con


lentitud-. Ella lo aprendió más rápido que la mayoría.
-Bendita seas, Kerry... seguí a mi corazón cuando
vine hacia ti y eres la primera persona que no me
clava un puñal en él-. ¿Quién es tu segundo
candidato?

Les exhaló mientras contemplaba sus manos


pensativamente.

-No tengo ninguno, esperaba poder convencerte de


que volvieses. -Hizo una pausa-. Sólo quería ver qué
diría la Srta. Stuart, y, básicamente, dijo exactamente
lo que esperaba. -Hizo otra pausa y la miró-. Sabía
que confiabas en ella y quise ver por qué.
La expresión de Dar se ablandó un poco.

-¿Y lo viste?

Él asintió.

-Sí, lo vi. -Esperó a que ella continuase, pero se


mantuvo en silencio-. Así que... ¿qué te parece, Dar?
Te ofrecería más dinero aunque no creo que eso sea
lo que realmente te interesa.

La mujer de pelo negro se aclaró la garganta.

-No, tienes razón... -Alzó una mano dejándola caer


enseguida-. Necesito dos cosas.

Les se inclinó hacia delante expectante. Sus ojos se


afilaron y esperó.

-Mi estructura de organización permanece intacta


-enunció Dar cuidadosamente-, completamente
intacta.

El CEO frunció los labios.

-Política sensata, eso es un asesinato.

-Lo sé -respondió Dar-. Pero necesito que sea así.

Él tamborileó con los dedos.

-Vamos a tener que marcar puntos sobre las


revisiones y todo eso -murmuró él-. De acuerdo, es
una pesadilla de personal, pero lo haré. -Hizo una
pausa- ¿Qué más?

-Que José se busque otro ayudante.

Les se rió.

-Lo vi venir. -Se reclinó hacia atrás evidentemente


rendido-. Mi problema es que necesito una manera
de mandarlo fuera legítimamente -le dijo a Dar-. O
de otra manera, ese pequeño bastardo pondrá una
demanda por despedimiento injusto, y no quiero ese
tipo de publicidad.

Una sexy sonrisa cruzó lentamente el rostro de Dar.

-Yo te daré esa manera, si me dejas que sea yo el


verdugo. -Sus ojos brillaron peligrosamente-.
Absolutamente legítima.

Les la miró fijamente y dejó salir una bocanada de


aire.

-¿Eso significa que te quedarás? -inquirió-. Tuve una


larga charla con Mariana, siente que mucho de esto
es por culpa suya, piensa que nada de esto habría
pasado si ella lo hubiera detenido.

Dar lo dejó un minuto esperando y después asintió


con la cabeza.

-De acuerdo, pero te aviso desde ya, no aguantaré


más porquerías de ellos -avisó serenamente-. No en
mi nombre o cualquiera de mi personal.

Les se mordió el labio.

-Van a ser una cuantas semanas duras, hay muchos


resentimientos por allí -contestó-, pero tengo mucha
confianza en ti, no estoy preocupado. -Apuró el
whisky escocés-. ¿Estás libre para cenar? Nunca
consigo verte, Dar, ¿cuánto hace que no nos vemos?,
¿dos años?

Los labios de Dar se tensaron bruscamente.

-En realidad, tenía planes, pero eres bienvenido a


unirte a ellos -declaró amablemente-. Hay un
pequeño sitio italiano en el otro lado de la isla... y es
informal.

Sus ojos centellearon ligeramente.

-Bueno, disfruté de mi conversación con la


enigmática Srta. Stuart, ¿seguro que no le importará?

Dar se sintió ultrajada al descubrirse ruborizándose,


por lo que se alegró de que la luz del crepúsculo la
escondiese.

-Estoy segura de que estará bien. -Se levantó y cojeó


hasta la cocina-. De hecho, déjame que le dé un
toque.

Les se relajó estirando las piernas y cruzando los


tobillos.

-¿Qué te has hecho en la pierna? -le interrogó.

-Estalló la articulación cuando caímos en ese maldito


hundimiento de tierra -contestó Dar mientras
regresaba con el teléfono portátil y marcaba un
número-. Me debes un favor de los grandes por ese
pequeño viaje, Les.

Él se rió.

-Ya oí hablar de ti y la serpiente, después hice que


Beatrice llamase al presidente de esa medio
compañía de burros y les dejase caer las palabras
negligente y pleito.

Dar se rió entre dientes mientras se acercaba el


teléfono a la oreja para escuchar las llamadas.

-Hey -dijo suavemente cuando respondieron-, ¿dónde


estás?

La voz de Kerry sonaba rendida.


-Abajo por Southpoint, paseando por la playa, ¿por?
-preguntó-. Acabo de llegar, supuse que os llevaría
un rato.

-Nop -le informó Dar-. Te estamos esperando para


cenar, así que vente para acá.

-¿De veras? -preguntó Kerry.

-De veras -le aseguró Dar.

Una débil pausa.

-¿Vas a volver?

-Sip.

-¿Aún eres mi jefa?

-Sip.

-Impresionante -la voz de Kerry se iluminó


inmensamente-, eres simplemente impresionante,
Dar... no te haces idea de lo que me alegra oír eso.
-Se oyeron sonidos de pasos por la arena-. Estaba
aquí sentada en mi coche intentando pensar en para
quién me gustaría trabajar, viendo si podría tener
alguna oferta decente por los alrededores.

-Bueno, ellos no pueden tenerte. -Dar medio se giró


y bajó la voz-. Eres mía.

-Oo -Kerry rió con total deleite-. Me produces


escalofríos.

Dar sonrió sintiendo que su mundo volvía a


estabilizarse alrededor de ella.

-Además, me he enterado de que rechazaste una


buena oferta. -Observó a Les mientras se levantaba y
vagaba alrededor de la sala deteniéndose para
examinar las fotografías enmarcadas de los estantes.

-¿Qué of...? Oh -Kerry resopló-. Eso... sí bueno.


Como si lo fuese -se aclaró la garganta un poco y
cambió de asunto-. Tu padre es un encanto, me dio
un regalo para ti. Me dijo que le daba demasiada
vergüenza dártelo a ti directamente.

-¿Un regalo? ¿Por qué? -preguntó Dar con curiosidad.

-Hum... ¿tu cumpleaños? -le recordó Kerry-.


¿Recuerdas?, ¿aquella fiesta que hicimos?

-Oh -dijo la mujer de pelo negro-. Eso -hizo una


pausa, mirando a Les-. ¿Qué es?

Kerry rió suavemente.

-Una caja -dijo chinchándola.

-Kerrryyyyy... -gruñó Dar mansamente.

-Bueno, ¡es lo que es! -se burló su amante-. No


tengo rayos X en la vista, ¿sabes?

La mujer de pelo negro suspiró.

-Tan sólo date prisa y vuelve a casa.

-Jesús, Dar... estoy en el barco... ¿quieres que salte y


reme? -protestó Kerry-. Yo quiero... pero a los
marineros les daría un ataque... ya sabes como se
ponen. -Hizo una pausa, escuchando el agradable
sonido de la respiración de Dar contra el receptor-.
Te quiero -murmuró-, no hace falta que respondas...
sé que Les está ahí contigo -añadió.

-Yo también te quiero -respondió Dar encajando el


golpe-. Te veré en unos minutos. -Y colgó.

Kerry se quedó allí sentada mirando fijamente el


teléfono durante un rato antes de plegarlo y meterlo
en su bolso.

-Uau. -Se reclinó hacia atrás en el asiento y apoyó


una rodilla contra el volante.
*****
Dar miró su reloj cuando entraron en el apartamento.

-Jesús, ya pasa de medianoche -comentó


sorprendida-. No pensé que fuese tan tarde.

-Uh huh -bostezó Kerry, caminó dentro y se


derrumbó en el sofá-. Fue una agradable cena,
creo... él es una persona interesante. -Recogió a
Chino que había salido corriendo del cuarto de útiles,
así que Dar le abrió la puerta-. Hey cielo... uo... uo...
no mastiques los dedos de mamá, ¿vale?

Dar regresó cojeando con dos grandes vasos de


leche con chocolate y puso uno sobre la mesa.

-Toma. -Se sentó en el sofá junto a su amante y se


deslizó hacia atrás estirando las piernas y
quejándose-: Ay.

-Te dije que usases las muletas -le riñó Kerry dándole
unas palmaditas en la pierna a la alta mujer-. Te vi
intentando no cojear delante de Les.

-No es eso -dijo Dar tomando un sorbo de leche-. Es


el resto de mi cuerpo intentando compensarlo... la
espalda me está matando -se quejó.

-Ah... ya veo. -Kerry deslizó suavemente una mano


por la espalda de Dar-. Uau... tienes la espalda toda
tensa. -Apoyó la mejilla contra el hombro de Dar-.
¿Qué tal unos minutos en la bañera con agua
caliente?

Unos ojos azules se giraron hacia ella centelleantes.


-Eso sí que es una fantástica idea -le felicitó Dar-.
Hace una noche estupenda... vamos. -Se apoyó en
Kerry mientras se dirigían hacia el dormitorio y
cambiaron sus vaqueros por los trajes de baño.

-Me gusta como te queda ese bañador. -Dar se había


colado furtivamente tras Kerry y deslizó los brazos
alrededor de su tronco abrazándola cariñosamente-.
Es del color de tus ojos. -El bañador de Kerry era de
un azul verde ligeramente brillante y casi translúcido
con la luz baja, acentuando el contorno de su
cuerpo...

Kerry se reclinó contra ella y plegó sus brazos sobre


los de Dar.

-Gracias. -se giró cogiendo una cajita pequeña-. Casi


me olvido de esto... es de tu padre -anunció
extendiéndoselo.

-Oh... -Dar la cogió examinándola cuidadosamente


como si tuviera miedo de que se abriera de un salto.
Desembrolló lentamente el papel y encontró un
recipiente cerrado que se abrió suavemente-. Uau.

Dentro, junto al negro terciopelo, descansaban dos


perlas negras opalescentes que brillaron ante ella.
Tenían el tamaño de los garbanzos secos y hacían un
buen par.

-Uau -exclamó Kerry al mirarlos-. Son espléndidos.

-Sí -asintió Dar-, desde luego que lo son. -Cerró la


caja suavemente y la cerró sacudiendo la cabeza
ligeramente-. Sus regalos son siempre como éste...
nunca sabes cuando te va a dar uno, pero cuando lo
hace... siempre es... -Contempló la caja-. Siempre es
algo especial.

-Puedes usarlos para que te hagan unos pendientes


-sugirió Kerry-. Te quedarían de maravilla.

Dar soltó la caja en la cómoda y la empujó con un


largo dedo.

-Quizá -concordó-. Venga... vamos a empaparnos un


rato.

Salieron fuera, llevándose los vasos con ellas. Kerry


sostuvo los vasos mientras Dar se metía en el agua.

-Ungh. -La mujer de pelo negro estiró los brazos y


cogió su vaso de leche-. Esto sabe genial -Miró a
Kerry cuando se le unió acurrucándose
inmediatamente contra ella-. Dejemos los vasos -le
aconsejó Dar dejándolos en la barandilla. Después
pasó un brazo alrededor de los hombros de Kerry.

Durante unos minutos apenas se quedaron allí


sentadas, absorbiendo la sensación del agua, una
mezcla de cálido agua con cloro flotando por sus
rostros. El océano había subido y las olas golpeaban
contra los diques. En la distancia, ellas conseguían oír
las campanas de las boyas balanceadas por el viento.

-Está bonito aquí fuera -murmuró Kerry reclinando su


cabeza hacia atrás y contemplado el cielo estrellado
con una asilada nube.

Dar giró la cabeza y observó la silueta junto a ella


bajo la luz de la luna.

-Vaya si lo está.

Kerry captó su mirada y sonrió ligeramente


ruborizándose.

-Entonces -se aclaró la garganta-, todo ha salido


bien, ¿eh?

-Mmm. -Dar meneó los dedos de los pies


alegremente-. Les me pidió que lo reconsiderara, y le
dije que tenía dos condiciones, se las dije y hecho.
Eso fue todo. -Ahogó un bostezo-. Tú eras una de las
condiciones, y Steve era la otra.

Kerry ponderó la frase final.

-Entonces... sabe lo nuestro, o... -dejó la idea


flotando.

-Lo sabe -confirmó Dar riendo sosegadamente entre


dientes-. Dijo que lo supo en cuanto vio aquellas
primeras fotografías, aquellas de Orlando, pero que
en el fondo estaba contento de que ocurriese.

-¿Y no supone un problema? -preguntó Kerry-.


Quiero decir... llevamos jugando al gato y al ratón
desde hace meses, porque era una de las grandes
reglas, ¿y entonces?

Dar se encogió de hombros.

-Se ha venido abajo, ¿qué es más importante?, ¿las


reglas de la compañía o las ganancias? -le comentó a
su amante secamente-. Pueden hacer excepciones...
y sí, es un problema, pero no es como si no hubiera
pasado antes, Kerry, y esa regla es principalmente
para proteger al empleado más nuevo.

-¿Proteger? -Kerry irguió la cabeza-. Oh, ¿de acoso y


ese tipo de cosas?

Un asentimiento.

-Exactamente, es para que los jefes no se


aprovechen de sus subordinados, y es una buena
regla. -Extendió una mano y apartó una gota de agua
de la mejilla de Kerry-. Pero le dije que te
necesitaba... y él se alegró de que no estuvieses
siendo presionada o coaccionada en ningún sentido,
así que tan sólo va a ocuparse de ello.
-Oh -Kerry pensó en ello-. Impresionante. -Besó el
hombro de Dar-. Entonces puedo llevarte el almuerzo
y no sentirme culpable, ¿cierto?

Unos claros ojos azules me movieron hacia ella.

-Ahora puedo pasear por ese pasillo varias veces al


día sin sentirme llamativa -respondió Dar
secamente-. Quiero decir, es como otra cosa
cualquiera... nos trataremos profesionalmente en la
oficina, es sólo que no tendremos que estar
preocupadas con lo que la gente averigüe lo que
hacemos fuera.

-Hmm -Kerry asintió ligeramente-. Entonces, ¿puedo


llamar al resto del personal y decirles que vuelvan
mañana? -preguntó anhelosamente-. Porque no creo
que consiga aguantar más días como el de hoy.

Dar dudó.

-Yo... hum... podría llamarlos por la mañana -se


aventuró.

Unas bolitas verdes como el mar giraron y se fijaron


en ella.

-Podrías si fueses al trabajo, cosa que no vas a


hacer. -Kerry pestañeó ante ella-. ¿Cierto?

La mujer de pelo negro tamborileó con sus dedos en


la barandilla.

-Estoy mucho mejor de la cabeza -declaró-. De


veras... y también de la rodilla... sería mucho más
relajante para mí empezar con algún material que
quedarme aquí sentada preocupada por ti. -Apartó
un mechón mojado de la frente de Kerry-. Además,
tengo que hacer una cosa allí mañana.
Kerry suspiró.

-Quiero que te quedes en casa. -Pasó sus dedos por


el cuero cabelludo de Dar y palpó suavemente la
zona del golpe. Tuvo que admitir que casi había
desaparecido-. Pero puedo ver que no es eso lo que
va a pasar... así que, ¿podemos al menos hacer una
jornada corta?

Una lenta sonrisa.

-Te lo prometo, cena al ocaso, fuera en el agua


-ofreció Dar con una ceja alzada a modo de
invitación-. Tú, yo, el barco... algunas gaviotas...
¿qué te parece? -Se inclinó hacia delante y robó un
beso-. ¿Hmm?

Kerry mordisqueó el cuello de Dar.

-De acuerdo -convino susurrando las palabras junto a


la oreja de la mujer alta-. Estás admitida.

-Estupendo. -Dar volvió a agachar la cabeza


encontrando los acogedores labios de Kerry. Tiró de
ella hacia su regazo y pasó un brazo firmemente
alrededor de la cintura de la rubia mujer. Sintió las
manos de Kerry descendiendo por sus hombros y sus
ojos se cerraron en reflejo cuando sus cuerpos se
unieron en armoniosa familiaridad.

Ya tratarían de todos los problemas mañana. Ése


sería otro día. Ahora mismo, todo lo que importaba
era la agradable brisa nocturna, las estrellas y ellas
dos.

Kerry ahogó un bostezo mientras pasaba por la


cocina hacia la máquina de café. Mecánicamente
colocó café irlandés en el recipiente destinado a ello
y puso la máquina a trabajar. Aún pestañeaba
ligeramente cuando se apoyó contra el contador.
Pudo oír la voz de Dar como un bajo murmullo
proveniente de su despacho. Supuso que su amante
estaba haciendo las llamadas que le había prometido
al resto de su desaparecido personal.
—¿Alguna suerte? —le preguntó cuando la oyó colgar
el teléfono.
—Oh sí —Dar se había movido hasta la puerta de su
despacho y estaba estirándose cogiendo el marco de
la puerta con sus dedos mientras giraba su cabeza de
un lado a otro para soltar los músculos del cuello—.
Ya tengo a Mark…me ha maldecido porque tenía
planeado trabajar en una de sus motos, pero dijo que
irá y que llamará al resto de su personal para que yo
no tenga que hacerlo —La alta mujer de pelo negro
soltó la puerta y caminó hacia donde se encontraba
Kerry—. Ahora me falta la más difícil…María.
—Ouch —Kerry deslizó una mano por el vientre de
Dar sintiendo la calidez de su piel bajo el tejido—. Ya
casi no cojeas —Comentó.
—Mm…sí, está mucho mejor —concordó Dar con una
sonrisa—. Sin embargo, creo que hoy usaré las
muletas para salir sin tener que vestir el traje de
trabajo.
Kerry resopló.
—Dar, después de venir anoche el CEO de la
compañía para pedirte que te quedaras, ¿crees que
alguien diría una palabra aunque fueses vestida con
una camiseta y unos pantalones cortos? —hizo una
pausa— Espera un minuto…olvida lo que acabo de
decir. Dirían cosas, claro, y yo tendría que abofetear
a todos esos tontos.
Dar rió.
—Gracias por hincharme el ego —besó la cabeza de
Kerry cariñosamente—. Permíteme —Pasó por la
mujer rubia hacia la cocina y agarró un cuenco y sus
Frosted Flakes del armario— ¿Quieres?
Un suspiro.
—Dar, ¿crees que me podrías hacer sentirme mejor
poniendo por lo menos un poco de plátano en eso?
—preguntó Kerry lúgubremente— Y, no gracias…
estallan demasiado fuerte y me dañan los oídos tan
temprano —Apartó a Dar y abrió el frigorífico. Atrapó
una fruta y queso danés de un recipiente
pulcramente cerrado—. Prefiero un desayuno
tranquilo y sosegado.
Dar sonrió abiertamente mientras se alejaba
mascando ruidosamente y apretó el botón del
ordenador de la cocina.
—Dar Roberts, 656 mensajes nuevos, 234 urgentes
—respondió rápidamente el ordenador.
—Oh, Jesús —Dar casi se atraganta con un cereal—.
Borra todos los que no estén marcados —Le dijo al
ordenador—. Olvídalo…pueden volver a enviarme
esas malditas cosas.
—Borrado. Dar Roberts 234 nuevos mensajes, 234
urgentes.
—Borra todos los mensajes con asuntos duplicados
—instruyó Dar—. Y también los que tienen el mismo
remitente —Miró a Kerry que estaba masticando su
queso danés y se apoyó en ella para sacar dos
grandes tazas—. Eso debe librarme de la mitad.
—Borrado. Dar Roberts 155 nuevos mensajes, 155
urgentes.
Dar suspiró.
—Bueno, es mejor que más de 600, supongo —
examinó la lista—. Veamos…oh…leer el 143.
Sookis, Mariana. Enviado 7:32 am
Dar
Sólo tengo una críptica nota de Les que básicamente
dice:
“Está de vuelta. Tiene algo y tiene la autoridad para
hacer lo que sea que esté haciendo”
¿De qué está hablando? Asumo que se refiere a ti
porque dejó en mi escritorio tu dimisión marcada con
un “Rescindido”…intenté llamarte esta noche, pero
no hubo respuesta…Me gustaría hablar contigo.
Sabes que tenemos algunos problemas de los que
hablar.
Mari.
—A veces es como un grano en el culo —Dar rodó
los ojos, agarró el teléfono y marcó un número.
Esperó—. Buenos días, Mari —Comentó en el
receptor manteniendo su voz más o menos neutral.
Una pausa.
—Oh…Dar…Dios…sí, buenos días —contestó la VP de
Personal algo vacilante—. Te mandé un e-mail, no
sabía si lo ibas a leer o…
—No lo había hecho hasta ahora por la mañana —
contestó—. Les estuvo aquí anoche.
Una larga pausa.
—Oh —Mariana pensó en ello—. Entonces…¿vuelves
con nosotros, es eso? —Preguntó esperanzadamente
— Es lo que supuse por su nota.
—Eso parece —respondió Dar—. Tengo algunas
condiciones, y él las sabe, así que… —Se encogió de
hombros y sonrió a Kerry cuando le ofreció una taza
—. Acabo de llamar a Mark…él está llamando a su
personal, y veré si puedo hacer que vuelva el resto
del personal de Operaciones —Bebió con agrado
unos sorbos de su café—. Voy a hacerles poner su
tiempo como trabajado.
Mari dudó.
—De acuerdo —murmuró— ¿Qué hay sobre la
situación con Fabricini?...concluí por la nota de Les
que te encargas tú de ello —Preguntó cautamente.
—Sip —la informó Dar—. Te remitiré la
documentación, pero lo resolveré todo cuando llegue
ahí.
—Okay —volvió a decir Mariana— ¿Estás segura de
venir? Pensé que Kerry me había dicho que el médico
te había mandado a casa para descansar —Preguntó
sigilosamente—. Quiero decir, Dar…esto puede
esperar un día o dos…de veras no quiero verte
hacerte daño.
La mujer de pelo negro sonrió irónicamente.
—Todo está bien…le prometí a Kerry que haría media
jornada y que la sacaría a cenar —le dijo—. Y no
rompo ese tipo de promesas —Pasó una mano por el
despeinado pelo de Kerry y le rascó cariñosamente la
parte trasera de su cuello causando que la pequeña
mujer cerrase sus ojos y ronronease felizmente.
Un suave suspiro.
—Bueno…supongo que te veré en un rato…y, ¿Dar?
—¿Mm? —dijo Dar tomando un sorbo de café.
—Lo siento.
—¿Por qué? —preguntó Dar quedamente.
—Tenías razón…todos retrocedimos dejando que te
acertase a ti —respondió Mari calladamente—. Eso no
me hace sentirme muy bien.
Dar fijó los ojos en la cara de Kerry mientras la
pequeña mujer la consideraba. El sol entraba por la
ventana bañando su rostro con una luz dorada.
—Todo está bien —respondió finalmente alzando una
mano para acariciar la suave piel—. Antes no me
habría importado…no me habría afectado…pero creo
que he andado un poco desequilibrada últimamente…
y vosotros no tenéis medios para saber eso —Le dijo
a Mariana—. Asumisteis que iba a reaccionar como
siempre lo había hecho.
—Mm —murmuró Mari—. Bueno, no volverá a ocurrir
—Juró—. He preparado reuniones con José y Eleanor
para hoy, y vamos a tener algo de charla directa.
Kerry giró la cabeza y besó la palma de la mano que
le acariciaba la mejilla.
—Voy a ducharme —dijo con voz hueca frotando el
vientre de Dar.
Dar sonrió y asintió con la cabeza.
—De acuerdo…deja que acabe mis llamadas, Mari…y
te veré de aquí a un rato —hizo una pausa— ¿Cómo
está Duks?
—Gruñón —dijo Mari riendo apesadumbradamente—.
Lo desperté y le dije que volvías. Ahora tiene que
quitarse el bañador y volver al trabajo —Hizo una
pausa—. Eso fue un pequeño tributo para ti, ya de
paso —Agregó—. Es la primera vez que llama
diciendo que está enfermo en cinco años —Suspiró—.
De acuerdo…vamos a volver a normalizar este sitio…
conduce con cuidado, amiga.
—No conduzco yo, pero pasaré a hacerlo —le dijo
secamente—. Hasta luego, Mari…escucha, tenemos
una cena…coméntalo, ¿vale?
—De acuerdo —Mariana pareció aliviada—. Hasta
ahora, Dar.
Dar colgó el teléfono y se asomó por la puerta
corrediza de vidrio. La empujó hacia atrás y se salió
al cubículo de piedra dejando que el sol de la
mañana calentase su piel tras la frescura del aire
acondicionado de dentro. El mar estaba de marea
baja y muy verde a sus ojos. Se apoyó en la baranda
contemplando la vista mientras la brisa le echaba el
pelo hacia atrás.
Se dio cuenta de que tenía sentimientos mezclados
respecto a su vuelta al trabajo. Una parte de ella se
alegraba, la que necesitaba de acción y desafío, pero
había otra parte, la que se sentía culpable, una parte
escondida que había esperado secretamente que su
dimisión hubiera sido aceptada…esperando que Kerry
y ella hubieran tenido entonces una cuantas semanas
para simplemente…
Los ojos de Dar encontraron el horizonte. Se
encontró a sí misma queriendo sacar tiempo de su
vida y gastarlo conociendo mejor a su amante, yendo
a los sitios que le gustaba…incluso ir a esquiar…a Key
West…todas esas cosas que ahora no podían hacer
por falta de tiempo.
Suspiró y se mordió el labio. Bueno, al menos una
cosa, si Les sabía lo de ellas y decidían tener la
misma semana libre todo estaría bien. De hecho,
decidió que eso era exactamente lo que iban a hacer.
Se enderezó y regresó dentro. Cogerían una semana
y saldrían. Al diablo la compañía. Exhaló y se dirigió a
la ducha.
Escuchó el sonido del agua que caía al entrar en su
dormitorio. Una figura desnuda esperaba
pacientemente apoyada contra la puerta, con los
brazos cruzados y con ojos verdes oscurecidos
observándola con seductoras intenciones.
Oh sí. Dar tomó una respiración cuando una sacudida
sensual le acertó justo en la ingle. Al diablo la
compañía.
—Bueno, bueno…¿Qué tenemos aquí? —inquirió
acercándose y desplazándose hacia el fibroso cuerpo
que tenía ante ella. El aspecto de Kerry había
mudado bastante desde que se habían conocido tres
meses antes. Su palidez interior había pasado a una
capa dorada y su dolorosa delgadez había
desaparecido, reemplazada por una suma de veinte y
cinco libras de sólido músculo esculpido cubierto por
una agradable capa de suavidad. Dar siempre la
había encontrado atractiva, pero los cambios le
habían traído a Kerry una nueva confianza en sí
misma que parecía brillar dentro de ella casi
hipnotizando los apreciativos ojos de Dar.
—Tengo que asegurarme de que no vas a resbalar y
caer mientras te duchas, Dar —le informó Kerry
alegremente al alcanzarla y desabotonar el primer
botón de su camisa—. Acabo de tener a mi jefa de
vuelta…y no quiero perderla de nuevo —Desabrochó
el segundo botón— ¿Te molesta compartir la ducha?
—Heh —Dar deslizó ambas manos por sus costados y
trazó suavemente con el pulgar los ya casi invisibles
bordes de las costillas—. Oh, creo que podría
soportarlo —Bajó su cabeza y la besó—. Más o
menos…
—Mm —Kerry desabotonó el tercero y el cuarto
botón. Le quitó la camisa deslizándola sobre los
hombros de Dar y la dejó caer al suelo. Trazó un
suave descenso por el alto cuerpo hasta llegar a los
pantalones cortos, que también desvistió—. Apuesto
que podrás —Mordisqueó la suave piel sobre la
yugular de Dar y dio un paso en frente, haciendo que
sus cuerpos se rozasen—. Sabes tan bien… —
Murmuró.
Dar sintió como el corazón le daba una sacudida y
comenzaba a bombear.
—¿Ah sí? —se acercó más y deslizó sus brazos
alrededor de Kerry. Sintió como sus omoplatos se
movían mientras ella respondía y surgió la calidez de
sus cuerpos en contacto. Bajó la cabeza y capturó
una oreja, trazando su contorno con la punta de la
lengua— Tú también —Ronroneó suavemente y oyó
el suave sonido de Kerry tomando una respiración.
Lentamente fueron hasta la ducha. Cambiaron el frío
aire por la cálida llovizna y el penetrante olor del gel
preferido de Dar emanando alrededor de ellas. Dar
colocó un poco de gel en sus manos y empezó a
enjabonar la espalda de Kerry moviendo sus dedos
sobre los fuertes hombros y bajando hasta sus
caderas.
La mujer rubia dejó escapar un suave sonido. Ella
también había empezado a enjabonar los costados de
Dar. Se apartó ligeramente permitiendo que los
dedos de la alta mujer continuasen su camino por su
vientre mientras ella deslizó los suyos por los muslos
de Dar.
—Mi pastor siempre me enseñó… —murmuró
volviendo a juntarse al enjabonado cuerpo de Dar—
Que la limpieza anda al lado de la piedad…
—¿Ah sí? —Dar inclinó la cabeza y dio un pequeño
mordisco en el hombro de Kerry.
—Mm…tengo que mandarle una postal un día de
estos diciéndole cuánta razón tiene —profirió Kerry
iniciando una lenta y atormentadora progresión hacia
el centro del cuerpo de Dar con desvíos a este y
oeste.
Dar rió entre dientes.
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Era una experiencia bastante rara. Kerry caminaba
tranquilamente al lado de Dar, que iba con sus
muletas, llevando el maletín de su amante además
del suyo. Normalmente se separaban al entrar en el
edificio, pero esta vez…no. Esta vez mantuvo la
cabeza erguida y contempló a la gente que las
rodeaba sabiendo que eran, sin ninguna duda, el
centro de atención.
—Buenos días. Srta. Roberts, Srta. Stuart —las
saludó el guarda guiñándole un ojo a Kerry.
—Buenos días —respondió Dar mientras pasaba junto
a él dirigiéndose al ascensor. Afortunadamente,
parecía que todos ya habían subido por lo que se
encontraban solas en el ascensor—. Bueno —Dar la
miró— ¿Estás lista?
Kerry estudió el reflejo en las puertas del ascensor y
tomo una profunda respiración.
—Más o menos…voy a ir a mi despacho y ver lo que
tengo sobre la mesa…¿vas a convocar una reunión?
—¿De Operaciones? —preguntó Dar— Será lo
mejor…probablemente sobre las diez…¿quieres
mandar una nota? —Dar salió por la puerta cuando
llegaron a su planta y esperó a que Kerry se le uniera
— Eso debe darme tiempo suficiente para asentar
unas cuantas cosas —Caminaron por el corredor y
Kerry le abrió la puerta esperando a que la alta mujer
entrase.
Dar se detuvo en la puerta y la miró con una amable
sonrisa cruzándole el rostro.
—Gracias —comentó antes de volverse y adentrarse
en el cuarto.
María se encontraba allí, sentada tras su escritorio
con las manos plegadas en la superficie. Se levantó al
entrar Dar y tomó una respiración.
—*Buenos días*, Dar.
La ejecutiva paró apoyándose en sus muletas.
—Buenos días, María…gracias por venir —le dedicó
una sonrisa a la secretaria— ¿Tuviste un buen día de
descanso?
María le devolvió la sonrisa.
—*Sí…sí...* mi hija me llevó a Sea Escape…jugué en
las máquinas tragaperras y gané cincuenta dólares —
declaró—. Pero me alegro de que me llamases…me
alegro de que vuelvas.
Dar rió.
—Así que, esa es tu manera de pasar el tiempo… —
miró a Kerry—. Tenemos que intentar esa este fin de
semana —Sus ojos regresaron a María, observando la
débil mirada de entendimiento—. Me alegro de que
aceptases regresar…hubiera odiado de veras tener
que substituirte, Maria —Pasó a su despacho dejando
a su secretaria y a su amante mirándose
mutuamente.
Kerry se sintió ruborizarse cuando Maria le dedicó
una sonrisa cómplice.
—Um…creo que es mejor que trabaje algo —se
aclaró la garganta—. Yo…voy a…uh…tomar un café…
¿quieres uno? —Le preguntó tocándose la mejilla y
sintiendo el calor contra la yema de sus dedos.
María se acercó y le cogió las manos.
—Kerrisita.
Unos ojos verde mar la miraron con incertidumbre.
—¿Sí?
—Has sido un regalo para ella —le dijo María
suavemente—. Que dios te bendiga.
Kerry bajó los ojos y sintió intensificarse su rubor
mientras asentía ligeramente con la cabeza. Tomó
varias respiraciones y finalmente volvió a mirarla.
—Gracias —susurró—. Creo que este sentimiento es
el mejor regalo de dios a cualquier persona —
Consiguió decir—. Me alegro de haber estado en el
lugar adecuado en el momento adecuado.
—*Sí* —María sonrió—. Ve a tu despacho…yo voy a
bajar…te traeré un café y algunos dulces —Soltó las
manos de Kerry y le dio un pequeño empujón—. Ve…
le haré caras como esta… —Saco la lengua— A todas
las otras secretarias.
Kerry se rió.
—De acuerdo… —dijo rindiéndose— Gracias —Salió
al vestíbulo y se dirigió a su despacho. Mark la
detuvo—. Oh…hey…
—Hey —dijo él dándole un pequeño golpe en el brazo
con el puño—. Oí decir que pateaste traseros ayer…
bien hecho —Su cara estaba bronceada e hizo una
mirada un poco aburrida— ¿La jefa está aquí?
Ella exhaló.
—Sip…acaba de entrar en su despacho…seguro que
vamos a pasarnos una semana enderezando las
bombas del correo electrónico —este súbito y casual
reconocimiento de la unión de ella y Dar fue, tuvo
que admitirlo, un poco perturbador.
Pero también agradable. Era como relajar una
tensión de la cual no había sido consciente.
—Gracias por venir tan rápido.
Mark se rió entre dientes.
—Sí…bueno…supongo que la motocicleta tendrá que
esperar hasta el fin de semana…tengo demasiada
porquería apilada en mi escritorio, y tengo que
contratar a Mel Fisher para encontrarlo —volvió a dar
una palmada en el brazo de Kerry—. Te veo luego.
Kerry le dijo adiós con una mano y siguió por el
vestíbulo. Entró en su despacho y se dejó caer en la
silla apretando el interruptor de encendido de su
ordenador y esperando a que éste arrancase.
Se preguntó que iría a hacer Dar. Sabía que
terminaría haciendo que Steve Fabricini saliese pero…
¿cómo? ¿Iría Dar se limitaría a amenazarlo o tenía
algo más en la manga? Su jefa no había entrado en
detalles, diciéndole tan sólo que le había dicho a Les
que tenía una forma de despedirlo que absolvía a la
compañía de cualquier litigación.
Kerry tamborileó con sus dedos en el escritorio. La
falta de información era agravante. Dar le había
asegurado que no estaba preocupada con que Kerry
se lo contase a alguien, lo que pasaba es que aún no
había pensado bien cómo iba a hacer las cosas, por
eso…Pero era frustrante, porque sentía mucha
curiosidad por lo que Dar habría encontrado.
¿Sería Steve un felón y Mark habría encontrado un
largo registro delictivo de él?
¿Sería en realidad un espía de la IBM?
¿Un agente secreto de la CIA, aparentando ser una
repugnante bola de fango ? Nah. Decidió. No era tan
buen actor. Él era un bola de fango de verdad.
¿Sería quizá que el padre de Dar había descubierto
que se trataba de un terrorista cubano…enviado aquí
para destruir la economía americana?
Hmm. Volvió a centrar su atención en su correo
electrónico que se había reproducido alarmantemente
de la noche a la mañana. El correo principal ahora
tenía muchos e-mails hijos, algunos de ellos habían
muerto dejando los asuntos originales huérfanos.
—Jesús —dijo pasando las páginas—. Me pregunto si
podría eliminarlos todos.
Sonó el teléfono y pulsó el botón para atender.
—Operaciones, Stuart.
Una voz aterrada respondió.
—Oh…genial…uh…Señorita Stuart…soy Roger, de
Charlotte…uh…tenemos un problema.
—De acuerdo —Kerry se inclinó hacia delante,
pateando su problema y poniendo las células de su
cerebro en el engranaje— ¿De qué se trata?
Un fuerte sonido de salpicar llegó por el teléfono.
—Uh…¡ow! —gritó Roger— Um…el sistema de riego
vino hacia aquí…y umm. ¡Yeeoww! —El teléfono
producía sonidos como si caminase a ciegas y sonó
con estrépito, tras lo cual fue recogido— Una maldita
silla me dio en…uh…bueno, de cualquier modo,
estamos inundados.
—Inundados —repitió Kerry cuidadosamente— ¿Bajo
agua?
—¡Mierda! —gritó él— Uh…lo siento…sí…la sala de
control está con tres pies de profundidad…y no se
está poniendo nada…¡wow! —Se oyó Un fuerte
estallido y un chasquido— Yow…creo que eso fue el
panel central…
—¿Roger? —Kerry habló alto al teéfono.
—¿¿Sí?? —contestó— Oh…espera tengo que subirme
al escritorio…
—¡Sal de ahí! —gritó Kerry, después puso la llamada
en espera, marcó la extensión de Dar y esperó a que
su jefa atendiese— ¡Ayuda! —Ladró en el teléfono y
regresó a la otra línea— ¿Roger?
—Uh…tengo un problema, Señorita Stuart —contestó
el hombre nerviosamente.
—Más de uno —le dijo Kerry— ¿Qué es?
—No sé nadar —contestó—. Y creo que acabo de ver
un 3270 flotando por ahí —El teléfono se desconectó
de repente.
—Mierda —Kerry levantó la vista al oír los pasos de
alguien corriendo y, a seguir, su puerta, que estaba
medio abierta, se abrió con un estallido. Dar entró
con sus claros ojos azules chispeantes y cada
pulgada de su cuerpo erizada de la energía
acumulada.
—¿Qué ocurre? —dijo secamente.
La mujer rubia tomó una respiración.
—Dios, te pones muy sexy cuando haces eso.
Dar se encontraba obviamente fuera de sitio.
—Qu…buh… —exhaló— ¡Kerry! Gritaste pidiendo
ayuda…¿qué demonios está pasando?
—Oh…cierto…Charlotte se está inundando —explicó
rápidamente—. Perdona lo de antes…están con un
gran problema —Se acercó y puso un brazo
alrededor de su amante—. Lo siento, Dar…no pensé
que lo fueras a entender como que yo estaba…um…
—Le dio vueltas buscando la frase.
—¿En peligro de muerte? —Dar se relajó ligeramente
— ¿Sabes?, acabo de golpear a un técnico de la
fotocopiadora tan fuerte hacia un lado que
probablemente lo van a tener que quitarle el paquete
de tinta de la garganta quirúrgicamente —Suspiró y
se frotó la cara—. Vale…así que tenemos un potencial
desastre, ¿cierto?
—Mm…El chico de Netops acaba de decirme que le
pareció ver un panel central 3270 flotando en la sala
de control —la informó Kerry.
—¿Alguien hizo un chequeo para ver si hay algún
cáñamo ardiendo por ahí? —Dar resopló— Los 3270
no flotan —Exhaló—. De acuerdo…déjame comenzar
a trabajar en el problema…intenta volver a ponerte
en contacto con ellos por teléfono, o llamando a los
móviles… —Murmuró mientras volvía a salir
meneando la cabeza.
Kerry sonrió ligeramente, al oír en el tono de Dar el
interés escondiendo la excitación. Ella amaba esto,
comprendió la mujer rubia. Adoraba cuando las cosas
se ponían realmente difíciles y se ponía a arreglarlas.
Con una suave risita, regresó a su escritorio y
consultó el esquema de la red, haciendo una mueca
de dolor al ver los puntos rojos parpadeantes que
indicaban las secciones que estaban abajo.
—Oh…esto duele —empezó a marcar los números de
emergencia.
****************************
********************
—Mira…me importa un maldito comino lo que tengas
que hacer para soltarlo —gruñó Dar al teléfono—.
Necesito a tu condenado presidente al teléfono en
cinco minutos, o la próxima llamada será de nuestro
departamento legal. Tú eliges —Levantó la vista
cuando María asomó la cabeza y ondeó una pequeña
bandeja de cartón. Una mano se alzó y se movió en
su dirección—. Yo lo sostendré.
María se acercó con los pastelitos y se los ofreció.
—Hay tres de esos pequeños de queso —susurró la
secretaria—. Sé que te gustan.
Los ojos de Dar centellearon ligeramente mientras
asentía con la cabeza. Puso una mano tapando el
receptor.
—Gracias —dijo con la voz hueca aceptando los
dulces y la humeante taza de café cremoso, levantó
la mirada y se encontró con los ojos de María.
Era un sentimiento singular, algo desnudo, algo
vergonzoso. Dar se encontró a sí misma
sonrojándose un poco. Se alegró de que su moreno
lo escondiese en su mayoría, pero supo que
probablemente las puntas de sus orejas se habían
vuelto rojas por la pequeña carcajada que dio María
antes de salir misericordiosamente de la habitación.
No era que María no lo hubiera sabido antes, pero…
Dar suspiró, y le dio una dentada a uno de los dulces.
Solía mantener su vida íntima en privado, incluso su
breve interludio con Elana había pasado bajo el
manto, hasta aquel último encuentro en público
mordazmente sarcástico.
Quizá por eso se estaba sintiendo un poco asustada,
¿hmm? Le había llevado mucho tiempo llegar al
punto en el que podía pensar en ello y no encogerse
por dentro, aunque exteriormente había mostrado
tanta emoción como si Elana hubiera girado
meramente sobre su informe.
Rostro de piedra. Le había dicho Duks después de
haber tenido bastante consolidada su reputación
como el iceberg del primer ministro de la compañía.
El modo en como se había cepillado a Elana había
sido apuntado con un mero elevamiento de ceja y
una tirantez en los labios.
Oh dios si ellos lo hubieran sabido.
Dar contempló su escritorio durante un momento en
silencio. Levantó la mirada cuando una voz volvió por
la línea.
—¿Y bien? —dijo secamente.
—Stra. Roberts, tenemos un equipo de personas
dirigiéndose hacia allí…no estoy seguro… —la voz
dudó.
—Mira —gruñó Dar, bajando su voz a su escala más
baja—. Necesito saber qué químicos están en la
mezcla rociada y necesito saberlo ¡AHORA! —Pulsó
en el botón del volumen haciendo que el sonido
resonase en su pecho— ¡O tendrás que hacerte
responsable de la factura por mandar hacia ahí en
avión un equipo de riesgo químico en un maldito
Learjet! —La compañía de seguros se estaba
negando a permitirle que cualquier empleado entrase
en la sala de gestión de redes hasta que los peligros
fueran evaluados y ellos tenían tres cuartos de las
redes domésticas abajo, tres horas más tarde de
cuando ocurrió el accidente.
—Dar… —María asomó la cabeza— Mariana en la
línea *número dos* —Le dijo en voz baja.
—Ahora no —Dar puso su actual llamada en espera
—. Estoy en medio de un desastre —Observó
mientras María desaparecía. Después apoyó su
cabeza en una mano mientras volvía a pulsar el
botón de llamada en espera con la otra mano— ¿Lo
tengo o voy a tener que llamar a mi departamento
legal? Si lo hago os harán pedazos .
Un movimiento de papeles y bajos murmullos.
—¿Dónde necesita que se le mande la información?—
respondió la voz tensamente— La podemos pasar por
donde solemos hacerlo, pero tiene que entender que
la composición variará dependiendo de la calidad del
agua local, te los tipos de cañerías…y…
—Tan sólo envíala —lo interrumpió Dar y repitió el
número de fax de su compañía de seguros de
Carolina del Norte. Levantó la cabeza al entrar Kerry
y suprimió una sonrisa—. Y quiero saber por qué se
descargó ese sistema.
Kerry la rodeó y agarró un dulce, mordisqueándolo
mientras se acomodaba en la esquina del escritorio
de Dar escuchando un agitado murmullo procedente
del otro lado del teléfono.
—Todos están gritando —murmuró.
Dar alzó una de sus manos y la dejó caer.
—Muérdeme —respondió con voz hueca—. No quité
las condenadas regaderas.
Kerry soltó el dulce y capturó los dedos de Dar,
abrazándolos y mordisqueándole el pulgar.
—Vale.
—Srta. Roberts, aún no sabemos cuál ha sido la
causa —la desgraciada voz vino por el teléfono—.
Podría ser una falsa lectura de calor, puede haber
sido un error mecánico…no tiene sentido especular
hasta que no tengamos algún dato. Mi equipo va de
camino…tan pronto como lleguen y deduzcan lo que
ocurrió, créame, la llamaré.
Dar sintió el agradable cosquilleo de unos dientes
blancos raspándole ligeramente la sensibilizada piel
del lateral de su dedo.
—Bien —concordó—. Pero tengo todo un centro de
datos abajo, y ni siquiera pueden entrar ahí para
empezar a limpiar…así que será mejor que muevan
sus culos —Colgó y reparó en que la otra línea aún
estaba encendida. Pulsó el botón— ¿Mari?
Se oyó un juramento en alto.
—Oh…¿qué? Dar…sí —Mari se aclaró la garganta—.
Escucha, dijiste que ibas a ocuparte de una cierta
situación…bueno, creo que… —La fuerte voz de
Steve se hizo oír de fondo exigiendo algo.
—Mándalo aquí arriba —dijo Dar tranquila pero con
energicamente al teléfono.
—¿Qué? —preguntó Mariana.
—Yo me ocupo. Mándalo aquí arriba —repitió Dar con
una lenta y peligrosa sonrisa cruzando su rostro—.
Después de esta mañana, voy a disfrutarlo.
Un momento de vacilación.
—De acuerdo —accedió renuentemente la VP de
Personal—. Pero…
—Hazlo —la atropelló Dar y desconectó. Se reclinó en
su silla y sonrió sin ningún atisbo de humor—. Oh sí…
voy a disfrutarlo bien.
—Dar —Kerry la observaba tranquilamente— ¿Qué
vas a hacer?
Los claros ojos azules la apuntaron.
—Despedirlo —contestó Dar fríamente—. Y verlo
retorcer su pequeño trasero fuera de este despacho
en medio de dos grandes guardias de seguridad.
Kerry exhaló mientras estudiaba a su amante
silenciosamente.
—Dar…escúchame un minuto —se levantó del
escritorio y se arrodilló apoyando una mano en el
muslo de la alta mujer para equilibrarse—. Él aún te
guarda rencor desde hace diez años, ¿cierto? —
Preguntó— Por eso empezó todo este estúpido
asunto.
Dar arrugó la frente.
—Sí, ¿y?
Kerry pasó ociosamente la mano por el tejido de
algodón.
—¿No hay alguna manera de que puedas hacer esto
sin perpetuar este odio?
—¿Qué? —la mujer de pelo negro la miró fijamente.
Un suspiro.
—Él te odia por algo que ocurrió hace media vida…es
mucho tiempo para mantener esa rabia dentro…
ahora esto…es sólo más rabia, y más odio, y mayor
necesidad de venganza.
—¿A quién le importa? —preguntó Dar— Kerry, no
hay ninguna manera de que no nos vayamos a
odiar…y, francamente, me importa un cuerno si lo
hace. Tan sólo lo quiero fuera de aquí —Le dijo a la
mujer rubia—. Será mejor que salgas de aquí antes
de que se presente…no tiene sentido involucrarte.
Kerry tomó una respiración.
—Dar, yo ya estoy involucrada —dijo firmemente a
su amante—. Si te odia a ti, me odia a mí —Miró a
Dar directamente a los ojos—. Y no me gusta ser
odiada —Una pausa—. Incluso por alguien como él…
ahora mismo ya tengo bastante con mi familia.
Dar pestañeó ante ella.
—Eres muy inteligente…¿puedes encontrar una
manera de echarlo sin escalar en esto? — Unos ojos
verdes la miraron tristemente, leyendo la mirada
aturdida en el rostro de la alta mujer— Así no volverá
a nosotras cualquier día —Kerry acarició el lateral de
la cabeza de Dar, donde aún se podía sentir un
pequeño bulto, después se levantó y le dio un beso
en la mejilla—. Piensa en ello —Susurró en la
perfecta curva de la oreja. Después se giró y salió
silenciosamente.
Dar se encontraba sentada en medio de un charco de
luz. Los rayos de sol desempolvaban sus pantalones
de algodón en los cálidos paneles ocre mientras
seguía de frente al sitio vacío donde había estado
Kerry arrodillada unos instantes antes. Su mejilla
sentía el hormigueo de la suave presión y aún podía
oler el perfume de Kerry en el aire que la rodeaba.
Su salvaje solución de cinco minutos antes se había
esfumado, se había disipado en una oscura confusión
que contraía sus cejas mientras se giraba lentamente
en la silla descansando los codos sobre la mesa y
rodeando la taza de café con un par de juegos de
dedos flojamente entrelazados. Había…sido
demasiado fácil. Cortado y disecado. ¿Qué le
importaba lo que él pensase de ello?
Oyó altas y enfurecidas voces en la parte de fuera de
su despacho. María se había movido rápidamente
para detener el avance hacia la puerta interior, la voz
de la secretaria sonaba ultrajada.
—¡María! —la llamó Dar— Está bien.
Silencio. Después la puerta se abrió de un golpe y
Steve entró furtivamente cerrándola con un portazo y
andando hacia donde ella se encontraba sentada, de
espaldas a la luz del sol.
—¿Qué diablos quieres? —gruñó él.
Dar bebió un sorbo de su café, saboreando la crema
en la parte posterior de su lengua.
—Siéntate —le contestó tranquilamente.
—Mira, no tengo tiempo para jugar contigo, Dar —
respondió Steve permaneciendo de pie—. Debería
haber sabido bien que te guardarías un as en la
manga…pero no te preocupes. Hay muchos más de
donde vino ese.
Dar lo estudió. No era mal parecido, o no lo sería si
no tuviera la mitad de la cara tapada con una venda
y la otra mitad aun enrojecida por las ortigas.
—Voy a despedirte —le comentó en un intento de
conversación .
Él resopló.
—Claro…venga…voy a disfrutar del infierno
demandando tu culo por ello —dijo apoyando las
manos en sus delgadas caderas—. Así no tendré que
trabajar durante unos cuantos años.
—Te estoy despidiendo por un motivo —Dar extrajo
una carpeta del cajón de su escritorio y examinó el
contenido—. Falsificaste tus antecedentes de empleo
—Repasó con voz apacible y pensativa—. No es
procesable.
Él la miró fijamente.
—¿Qué?
Deslizó una copia de los antecedentes hacia él, con
dos datos señalados con un círculo.
—Declaraste que te habías graduado en UM con
grado ES. No lo hiciste —taladró el papel con un lápiz
—. Y dijiste que habías trabajado para Anderson
desde el 96 hasta el 98. No lo hiciste…te fuiste a
finales del 97 —Cruzó las manos—. Los antecedentes
de empleo declaran que cualquier falsificación
conllevará a un cese inmediato —Apuntó—. Y tú lo
firmaste.
Silencio de muerte.
—¿Hablas jodidamente en serio? —dijo mitad
susurro, mitad grito— Todo el mundo mete mierdas
en sus curriculums, eres una loca idiota.
—Mm… —Dar asintió con la cabeza—. La mayoría de
la gente lo hace…pero si te pillan, esto es lo que pasa
—declaró—. Y sí, hablo en serio —Lo miró fijamente
— ¿Quieres sentarte ahora?
Él miró fijamente sus antecedentes de empleo y
luego a ella.
—¿Y tú?...estás tirándote a tu maldita ayudante…
¿qué te acarrea eso?
Pensó que realmente se debería estar enfadando.
Pero, en cambio, casi sintió pena por él.
—Ésa no es una ofensa de cese —le informó—. Y la
multa por ello depende del supervisor del empleado
—Una sonrisa muy breve y fugaz—. Y a menudo
depende del valor relativo del empleado afectado.
—Eres un pedazo de mierda —sus ojos la odiaban.
La voz de Kerry hizo eco en sus orejas y apagó el
súbito y seductor deseo de lanzarse sobre el
escritorio y estallarle la mandíbula.
—Sabes, Steve…si emplearas la mitad de la energía
que gastas odiándome en hacer tu trabajo, no
habrías sido despedido de tres compañías en los dos
últimos años —le aconsejó sosegadamente—. Sigues
culpándome…y, francamente, mi vida es demasiado
complicada incluso para tenértelo en cuenta.
—¿De qué demonios estás hablando? —le preguntó
con respiración irregular.
Dar se inclinó hacia delante.
—Mira…siento haberte denunciado sobre aquel
asunto en aquel entonces y meterte en problemas…si
hubiera sabido lo que sé hoy. Habría dejado que
violaras el sistema y salirte con lo que hubieras
podido, ¿vale?
Él la miró fijamente.
—Ya han pasado diez años, Steve…no soy la misma
persona…y ya no tengo remordimientos por ti…tan
sólo déjalo y sigue —continuó Dar—. Te daré una
buena recomendación si quieres…eso te meterá en
cualquier Fortuna 500 al que la lleves…tan sólo deja
toda esa mierda del pasado, ¿de acuerdo?
Durante mucho tiempo sus ojos se miraron, mientras
el silencio transcurría por los tensos minutos.
—No tienes que hacerlo —su voz goteaba amargor—.
Sólo pon en tu pequeño y apropiado informe que lo
dejé yo, ¿vale? —Se levantó y dejó caer la carpeta en
la mesa—. Felicidades…espero que agarres tu
pequeña victoria y te la metas por el culo.
Los ojos de ella se apartaron y dio un suspiro.
—Gilipollas —dijo meneando la cabeza y marcando
un número.
—Seguridad, Amos —contestó una voz ruda y
masculina. Dar le explicó tranquilamente lo que había
pasado y recibió una breve y comprensiva
contestación. Después colgó y llamó a Mark.
—MIS…oh, hola, jefa —el tono de Mark era alegre y
le puso una diminuta sonrisa en la cara—. Maldición
que bien sabe oír tu voz.
—Cierra el acceso a Fabricini —Dar suspiró—. Lo
acaba de dejar.
—Ooo ooo…ooo… —trinó Mark— Espera… —siguió
una rápida sacudida de teclas— ¡Tachán! Hecho —
Carcajeó—. Bien hecho, jefa…tu mandas.
—Sí —gruñó Dar—. Tengo que llamar a Mari…¿Cómo
anda el redireccionamiento?
—Apesta —respondió Mark—. Vamos a pasarnos aquí
toda la noche.
—Mmph —Dar desconectó la línea y suspiró—.
Bueno, Ker…lo intenté. De veras que lo hice —
Murmuró para sí misma mientras marcaba el número
de Personal. La secretaria de Mariana fue quien
contestó— ¿Está ella?
****************************
********************
Kerry se encaminó fuera de la parte trasera del
balcón, alrededor de la parte de atrás de la sala de
copias donde había un pequeño patio que desde
donde se podía ver el agua. A veces le gustaba venir
aquí y pensar, en la sosegada paz de esta lujosa
altitud. Hacía un bonito día, y se dio cuenta
anhelosamente de que la actual crisis probablemente
iba a sobreponerse a lo de salir más temprano, lo
que era un poco deprimente.
Había estado esperando poder pasar algún tiempo
tranquilo en el agua, donde se pudiesen limitar a
observar el ocaso juntas, y bucear un poco en las
cálidas y profundas aguas. Dar se relajaba de verdad
allí, y a veces hasta se mareaba un poco y, por
supuesto traviesa, algo que Kerry encontraba
encantador.
Sólo unos minutos, prometió sabiendo que tenía que
regresar adentro y reenfrentarse con el problema.
Tan solo unos cuantos minutos para apoyarse en el
caliente metal de la baranda, sentir el cálido aire
fresco del mar contra su rostro y beber de la luz del
sol.
Deseó que Dar estuviese junto a ella, y se preguntó
qué habría pensado su amante sobre su petición…la
mirada aturdida no le había indicado si realmente lo
consideraría, o si la idea era aceptable o no, pero
Kerry tenía la sensación de que por lo menos había
conseguido que pensase en ello. Y eso tenía que ser
bueno, ¿cierto? Con un suspiro, cerró los ojos, y giró
el rostro hacia el sol, sintiendo la luz contra sus
párpados.
La puerta de detrás de ella se abrió y se giró
pestañeando de sorpresa al reconocer la delgada
figura de Steve caminando en su dirección.
Cautelosamente, se acercó contra la baranda y lo
observó mientras se acercaba.
—Así que… —él la estudió— Aquí tenemos a la
pequeña mascota de la Reina perra…¿este es tu
espacio privado? —Caminó hacia la baranda y se
apoyó— Oh…no te preocupes —Sus ojos la
rastrearon— . Tu señora me acaba de despedir…
tengo a los monos limpiando mi escritorio.
Kerry lo contempló pensativamente.
—Siento lo de tu nariz —le comentó.
Él la miró fijamente.
—Y bueno, ¿cómo es eso de tirarse a la jefa?
La mujer rubia sintió un profundo traqueteo de rabia
hacer erupción en su intestino.
—¿Te gustaría saberlo? —le respondió— Pero ella no
te echaría ni una segunda mirada a tu feo trasero —
Suspiró interiormente. “ ¿Qué era lo que le estabas
diciendo a Dar sobre lo de que no te gustaba ser
odiada? Refinado, Kerry…muy refinado…de cualquier
modo, ¿qué pasa con este idiota que consigue sacar
a tu parte cabrona del infierno?—. Y retiro lo dicho…
no lo lamento en absoluto —Añadió—. Perdona —Se
dio la vuelta y se dirigió hacia la puerta.
—Debí habérmelo imaginado antes —gritó tras ella—.
Pero Dick McMasters es un compañero mío…me dijo
que no lo publicarías.
Kerry se giró, con la mano en el picaporte de la
puerta, y lo miró, feos recuerdos la inundaron.
—Ah…veo que lo recuerdas… —la voz de Steve
asumió un tono salvaje— Sí…me lo dijo todo sobre
ti…la homosexual atada y atrapada de la alta
sociedad…casi se parte el culo de risa cuando le
conté la pequeña y patética perdedora en la que te
has convertido.
Le llevó varias respiraciones hacer bajar sus náuseas
y vencer la familiar sensación de miedo que había
sentido durante aquellos largos y oscuros meses.
—Tú eres el que está sin sueldo —le dijo finalmente
— ¿Así que cuál de nosotros es el perdedor? —Hizo
una pausa— Espero que algún día empieces a tomar
responsabilidad de lo que te ocurre…en vez de culpar
a todos los demás. Quizá acabes siendo una persona
feliz —Abrió la puerta y salió cerrándola,
marchándose tan rápido como pudo encaminándose
ciegamente hacia la sala de descanso. Se zambulló
dentro y se apoyó contra el contador. Levantó la
vista cuando una mano le toco el brazo.
—Qu…oh, hola Duks.
Uno amables ojos castaños la consideraron.
—Hola, Kerry…¿te encuentras bien?
Kerry tomó una respiración y la soltó.
—Sí…sí… —se puso una mano en el estómago— Creo
que fue un pastelito de carne que no me ha sentado
bien —Se obligó a sí misma a sentarse—. Eh…estás
quemado del sol.
La cara de Duks mostró una sonrisa torcida.
—Sí…sí, me puse el bañador y bajé a la piscina por
primera vez desde que me mudé a este condenado
sitio —le dijo soltándole el brazo y caminando hacia
la máquina de café. Se sirvió una taza y la miró por
encima del hombro— Eh oído que tenemos un
transportador AVP.
Kerry contempló el suelo durante un momento.
—Sip —concordó finalmente—. Está siendo escoltado
—Intentó sentirse mal al respecto, pero el tormento
de sus tripas no la dejó—. Yo…tengo que volver al
trabajo —Le dirigió una breve sonrisa a Duks—. Te
veo luego.
El vestíbulo parecía más ancho de lo normal y se
alegró al meterse en su pequeño despacho con la
puerta cerrada. Se quedó de pie durante un largo
rato apoyada contra la fresca madera, después, se
apartó y se dirigió hacia su escritorio. Se sentó en el
fresco cuero de su silla y plegó las manos sobre la
superficie de madera. Un suave golpe vino desde la
puerta interna y suspiró.
—Adelante.
Dar entró, con un toque de preocupación en sus ojos
azules.
—Hey.
Kerry juntó todas sus fuerzas y se medio giró para
encarar a la alta mujer.
—Hey —frunció los labios—. ¿Cómo fue?
Dar se subió un poco los pantalones y se sentó en el
borde del escritorio de Kerry.
—Lo intenté —le dio una mirada torcida a la mujer
más pequeña—. Hasta le ofrecí una carta de
recomendación —Se encogió de hombros—. No sirvió
de nada.
—Ya lo sé —Kerry apoyó una mano en la pierna de
Dar, consolándose con la calidez—. Tropezó conmigo
en la terraza —Su voz asumió un tono ligeramente
ronco—. Yo también lo intenté —Sus claros ojos
verdes se alzaron—. No sirvió de nada.
—Mmph —Dar deslizó una mano por encima de la
suya—. Estás fría…¿te encuentras bien? —Le
preguntó vacilantemente observando la palidez en la
piel de su amante donde normalmente había un tono
dorado— ¿Ker? —Agregó suavemente al no contestar
la mujer rubia.
—Sí…estoy bien…yo... —Kerry tuvo que resistirse al
impulso casi aplastante de reposar su cabeza sobre el
muslo de Dar y dejar que la alta mujer la acariciase
como un gato—. Me trajo unos recuerdos
desagradables…eso es todo —Levantó la mirada,
hacia los amables ojos azules y dejó que la generosa
mirada se asentase sobre ella—. Es un gran imbécil .
Dar se rió entre dientes, un poco aliviada.
—Sí…lo sé…pero se ha ido, así que podemos
concentrarnos en el desastre actual —hizo una pausa
un poco torpemente—. Um…¿quieres compartir los
recuerdos, o…?
El teléfono de Kerry y sus dos buscas sonaron
simultáneamente.
—Podemos hablar luego —dijo la mujer rubia
haciendo una mueca—. No era nada grande…de
veras —Alcanzó el teléfono—. Operaciones, Stuart.
Una apresada voz le contestó.
—Kerry, soy John Collins…tengo la oficina de Nueva
York respirando bajo mi cuello y no consigo localizar
a Dar…tienes que darme algo para decirles.
—¿John? —lo interrumpió Dar llanamente—. Espera
un minuto —Puso la llamada en espera y encaró a su
ayudante, alzándole la barbilla con los dedos para
que sus ojos se encontraran—. Podemos hablar
ahora si lo necesitas —Se ofreció tentativamente.
Un silencio pacífico se estableció sobre ellas mientras
se limitaban a estar sentadas contemplándose la una
a la otra. Las pestañas de Kerry acabaron cerrándose
temblorosamente y una débil sonrisa torció las
comisuras de su boca.
—Cuando me uní por primera vez a Asociados, tenía
un supervisor que se llamaba Richard McMasters —
declaró—. Y én en realidad no estaba subcrito al
EEOC —Esto era explicándolo por encima.
—Ah —las cejas de Dar se contrajeron y un tono gris
apareció en sus ojos— ¿Te acosó?
Kerry exhaló.
—Oh sí…aprovechaba cada oportunidad para tocarme
y hacer algún comentario sobre mi aspecto, hasta
que no pude mirarlo sin que me temblasen las manos
preguntándome qué sería lo próximo que saldría de
su boca —se detuvo por un momento—. Y entonces
una noche me lo encontré en la biblioteca y me dijo
que quería…conocerme mejor…y que si no cooperaba
me despediría.
El zumbido del ordenador sonaba muy fuerte en el
silencio. Un suave ruido procedente del protector de
pantalla que había vuelto a la vida
—Te… —Dar dudó—. Yo…quiero decir, te… —se
encontraba honestamente chocada y un poco herida
por Kerry no habérselo contado antes.
—Me acorraló en el cuarto trasero dos días más
tarde, y le dije que si no me dejaba en paz, tenía a
mi padre que haría que el IRS lo atacase —el rostro
de Kerry se tensó en una sombría sonrisa—. En cierto
modo, eso empeoró las cosas…se mantuvo tras de mí
de otras formas, desechando mi trabajo,
expandiendo rumores…hasta un día, una buena
persona como Arthur Anderson lo contrató lejos —
Hizo una pausa—. Él dijo que era una prerrogativa de
los jefes para poner fuera a la mayoría de sus
empleados… —Sus ojos investigaron la cara de Dar
—. Creo que puedes ver por qué nunca te hablé de
ello —Concluyó, un poco melancólicamente .
—P… —Dar apenas podía articular las emociones—
Yo…nunc…
Kerry cubrió con su mano los repentinamente
nerviosos dedos que aún descansaban contra su
cara.
—Lo sé —contestó cálidamente—. Créeme, lo sé,
Dar…es sólo que…me siento rara hablando de esto
contigo —Soltó una respiración disipando algo de la
tensión—. Quiero decir, eres mi jefa, después de
todo.
Dar estaba desanimada. Nunca había pensado en
preguntarle a Kerry si quedarse en su posición actual
era lo que quería hacer…sólo había pensado en sí
misma, y en cómo se sentía sobre ello. Pero cuando
abrió la boca para hacerlo, no salió nada.
Se aclaró la garganta y lo intentó de nuevo.
—Estás…Kerry, si no te sientes cómoda con esto
podemos…quiero decir, hay lugares suficientes en la
compañía…yo sólo…yo…
Kerry sintió la tensión creciendo bajo la ropa que
cubría con su brazo, que descansaba sobre los
muslos de Dar.
—Me dijiste que me necesitabas donde estaba —
declaró suavemente.
—Lo hice…lo hago…Kerry…yo…quiero decir, claro
que lo hago, pero si va a perturbarte…yo… —Dar
sintió tartamudear, algo que no le había ocurrido
desde el cuarto grado. Sujetó su maxilar cerrando la
boca, y tragó varias veces—. Podemos hacer arreglos
si no estás cómoda con esto —Se las arregló para
decir en un tono más tranquilo y uniforme—.
Sobreviví sin una ayudante durante años…puedo
volver a arreglármelas sola.
—¿A qué precio? —Kerry se levantó y se pasó una
mano por el cuello sintiendo el pulso acelerado bajo
las yemas de sus dedos— Dijiste que la presión
estaba dando cabo de ti —Le recordó a su amante,
cuyos ojos bajaron hacia el escritorio—. Yo estoy
bien…adoro este trabajo, adoro trabajar para ti y no
quiero irme a ningún sitio, ¿vale? —Se inclinó hacia
delante y tocó la frente de Dar con la suya—. Sólo he
tenido algunos sucios recuerdos, eso es todo…él es
un imbécil, quizá me recuerde a Dick por la manera
en que me saca de quicio todo el tiempo —Este no
era el momento para contarle a Dar el resto.
Quizá nunca sería el momento adecuado para ello.
Jesús, ¿desde cuándo me he vuelto tan insegura? Se
preguntó Dar mientras sentía que su corazón
comenzaba a calmarse. ¿Qué demonios me está
pasando últimamente?...es como si fuera de nuevo
una niña, volviendo atrás para ser una condenada
adolescente.
—De acuerdo —se las arregló para sonreír—. Puedes
hablarme más sobre ello más tarde…si te molesta,
¿vale? —Sentía que había más, pero comprendió que
presionarla ahora era mala idea.
Kerry le devolvió la sonrisa.
—Vale —le echó una mirada de soslayo al teléfono,
que sería parpadeando—. Ahora…¿qué diablos le
digo, Dar?
—¿Huh? —la ceja de Dar se alzó al encontrarse con
los ojos de Kerry— Oh…es verdad —se frotó los
temporales—. Um…dile que estamos mandando un
equipo de ejecutivos hacia Carolina del Norte para
hacerse cargo y recuperar los sistemas lo más rápido
posible.
Kerry alcanzó el botón, pero luego dudó.
—¿Lo estamos haciendo? —preguntó con curiosidad.
Una furtiva y seductora sonrisa asomó por una de las
comisuras de la boca de Dar.
—Sí…me figuro que en unas ocho horas pondremos
sus culos en funcionamiento y tendremos un par de
días para nosotras en una pequeña cabaña que
conozco cerca de allí —dudó levantando ambas cejas
esperanzadamente— ¿Te parece bien?
Los ojos verde mar pestañearon.
—¿Te refieres a nosotras? —dijo apuntando al pecho
de Dar y luego al suyo— Tú y yo…¿vamos a ir?
Dar simplemente afirmó con la cabeza.
—Bestial —emitió Kerry y pulsó el botón—. Hola,
¿John? —Puso el micrófono sin sonido un instante—
No tendrán por acaso algo de paseos a caballo allí,
¿no? —Despejó el micrófono— John, sabemos que
está muy mal…puedes decirles que Dar va hacia allí
para hacerse cargo personalmente.
Una pausa.
—¿De veras? —contestó el hombre, claramente
impresionado— Eso me los quitará de encima…
gracias Kerry…eres la mejor.
—Es un placer —le aseguró la mujer rubia
alegremente. Todos los pensamientos de Steve se
disolvieron. Desconectó la línea y se giró hacia Dar—.
Y ahora…estábamos hablando de caballos, ¿cierto?
Una carcajada.
—Sí…tienen un sendero de paseos a caballo…me
imagino que podremos hacer un poco de caminata
mientras estemos allí —sugirió—. Si salimos esta
noche, tendremos mañana y el viernes para reforzar
la oficina de redes y, entonces, tendremos todo el fin
de semana para jugar —La idea se le había ocurrido
justo antes de recomenzar y había puesto el plan en
acción antes de salir de su despacho—. Tengo a
María haciendo las reservas.
Kerry sonrió.
—¿Quieres que vaya a casa y haga las maletas? —
sugirió— ¿Cuándo es el vuelo?
—A las siete, y eso sería buena idea —la alabó Dar—.
Asegúrate de poner algo de ropa de abrigo…allí hace
frío —Sus cejas se alzaron seductoramente—.
Demasiado para lencería ligera, desgraciadamente.
Kerry se levantó y deslizó un dedo por el cierre
abrochado de la camisa de seda de Dar.
—No sé…creo que quedas muy sexy sólo con ese
viejo jersey tuyo —le susurró.
Una suave risa.
—Oh, ¿eso crees?
—Mmhmm… —la mujer rubia bajó su voz aún más—
Pero entonces…eres preciosa, Dar…estarías sexy
hasta con un saco —Le confidenció, acariciando los
labios de su amante con los suyos—. Voy a ir a
buscar nuestras cosas…de todas formas necesito un
poco de aire fresco —Dio una palmada en la pierna
de Dar, rodeó el escritorio, cogió la chaqueta de la
silla, se la puso por encima de los hombros y se
encaminó hacia la puerta.
Dar la observó al salir y dejó salir un largo y lento
respiro.
—Wow —se pasó una mano por el pelo—. Creo que
también necesito algo de aire fresco.
La luz del sol pestañeó alegremente a sus pies en
alegre concordancia.
****************************
********************
—Sí, eso es, Col —Kerry estiró las piernas y cerró los
ojos. Tomó una profunda respiración del cálido aire
que entraba por la ventana del Mustang—. Vamos a
Carolina del Norte…tenemos un gran enredo del que
tratar.
—OH…claro…sí, he oído hablar de ello —le comentó
Colleen—. Mi jefe estaba gritando…las transferencias
interbancarias no estaban pasando —Se aclaró la
garganta—. No hay problema, Ker…estar ahí no se
me hace una penalidad, ¿sabes? Desayuno en el
océano…pequeños modelos vagando…ningún
problema en absoluto.
—Genial —la mujer rubia suspiró—. Nunca pensé que
me alegraría de un desastre…pero no puedo decir
que me pese —Ahogó un bostezo—. Después de que
arreglemos las cosas iremos a un sitio que Dar
conoce cerca de allí…para un poco de rock and roll.
—¿Oh? —Colleen sonó más interesada— Ahora bien,
jovencita…no me habías dicho eso…entonces tú y la
alta morena vais a pasar finalmente algún tiempo
juntas…eso es fantástico —Se había sentido ultrajada
por los acontecimientos de la última semana y
sobresaltada cuando Kerry le había contado lo de la
dimisión de Dar.
—Sí —Kerry sonrió al techo descapotable del coche
—. Será el primero para nosotras…incluso en
Navidades tuvimos tanto movimiento que apenas
teníamos tiempo para respirar, y mucho menos para
relajarnos…realmente estaba esperando poder pasar
unos días a solas con ella —Y esa no era la verdad.
Kerry se había encontrado a sí misma deseando
impacientemente que la crisis terminase bien resuelta
liberándolas de los problemas técnicos y, así, poderse
concentrar en ellas.
Supo instintivamente que, después de los últimos
días, lo necesitaban. Habían demasiadas espinas
clavadas en cada una de ellas. Demasiados pequeños
y sueltos desenlaces causados por el trauma y la
tensión…se sentía un poco insegura, y sospechaba
que Dar también se sentía igual. Un fin de semana de
caminata por la tranquilidad de tierra salvaje era muy
pero que muy atrayente, y podría dar a Dar tiempo
para recuperarse de verdad de sus magulladuras y
cardenales.
—¿Crees que tendrán una piscina climatizada? —
meditó.
Colleen rió.
—Bueno, si es del tipo de sitios que creo que le
gustan a Dar, estoy segura de que la tendrán…
puedes hacer algo de esquí en las montañas, sabes
—comentó—. Consigue una buena chimenea y asa
algunos malvaviscos, muchacha.
—Mm —Kerry podía saborear los cálidos y
ligeramente tostados pedacitos en su imaginación.
Después se imaginó compartiéndolos informalmente
con Dar. Sonrió. Sintió cómo la piel alrededor de sus
ojos se arrugaba al recrearse—. Suena bien.
—Eh…tus hábitos alimenticios ciertamente han
cambiado —la picó Colleen—. Y después está la
comida, también.
Kerry casi se traga la lengua.
—¡¡¡¡Colleen!!!!
—Ah ah…no me Colleelinees, pequeña Señorita
Michigan las bolas de nieve no se derriten en la boca
—rió su amiga—. Sólo estoy bromeando…si te soy
honesta, creo que Dar es lo mejor que te ha pasado
en la vida.
—Oh sí…me está convirtiendo al placer de devorar
pequeñas bolas de manteca, eso es lo que pasa —
Kerry rió—. Pero gracias… —Añadió sosegadamente
—. Me alegro de que te haya acabado gustando —
Puso el coche en marcha así que el ferry atracó—.
Voy a preparar nuestras cosas…luego hablamos,
Col…gracias por volver a quedarte.
Colgó el teléfono y condujo cuidadosamente hacia la
isla haciendo una parada bajo el rociador antes de
girar hacia el camino del perímetro que llevaba al
condominio. Los rociadores se encontraban en medio
de la isla haciendo un interesante chapurreo y
lanzando un soplo de aire húmedo mineral hacia la
nariz de Kerry. Se situó en su aparcamiento, paró y
se echó un poco hacia atrás.
—Aww… —se encontró sonriendo embobadamente.
El departamento de mantenimiento había pintado su
nombre en el parachoques en cuestión— K. Stuart…
chequeado —Salió del coche y lo examinó. Las nítidas
letras negras vivas contra el blanco hormigón,
haciendo juego con el “D. Roberts” que estaba justo
al lado medio escondido por los neumáticos de Dar.
Era algo diminuto e insignificante, pero había tocado
algo en lo más profundo dentro de Kerry, reforzando
su sensación de que este era, de hecho, su hogar.
Dio una pequeña palmada al Lexus, se colgó el
maletín del hombro y subió los escalones sacando el
correo del buzón antes de abrir la puerta con el
código. Chino comenzó a gimotear en el mismo
instante en que la puerta abrió. Dejó el maletín en el
sillón mientras se dirigía a la cocina.
—Vale…vale cielo…te oigo —caminó tranquilamente
por el suelo enlosado y abrió la puerta, dejando que
la cachorro saliese y atacase sus pies ferozmente—.
Hey…hey…cuidado… —Dejó el correo y se agachó
acariciando la suave piel de Chino—. Ok…ok…ya lo
sé…yo también me alegro de verte.
Chino gimoteó con éxtasi, todo su cuerpo
retorciéndose de alegría al tiempo que mordisqueaba
los dedos de Kerry. Después irguió la cabeza y miró
tras la mujer rubia expectante. Kerry rió.
—Lo siento, pequeña…ella no está conmigo —rascó
las orejas de la cachorro—. Sé que ella es tu
compañera, ¿huh?
Chino pestañeó y pareció perder el interés por Dar al
concentrarse en atacar los zapatos de Kerry.
—Raowr —la cachorro tiró de un cordón dejándolo
caer y ladrando ultrajada al ver que la cosa persistía
en permanecer atada a Kerry y que todos los tirones
del animal no la podían mover.
—De acuerdo…¿por qué no sales mientras preparo
algunas cosas, huh? —Kerry abrió la puerta trasera
permitiendo que la cachorro corriese
precipitadamente hacia el pequeño jardín vallado. Era
seguro para ella, desde que Dar había pasado más
de un fin de semana construyéndolo, lo que incluía el
asegurarse de que no había ningún hueco bajo el
cerco y sacar las piedrecillas que seguramente el
animal intentaría comer. Observó a Chino olfatear
alrededor por un momento y después se metió
dentro comenzando por poner dos maletas juntas.
Empezó por la de Dar.
Lo que era fácil. Pantalones vaqueros, polos suaves y
pulcramente apretados, dos suéteres que eran los
dos que tenía, su camisa de franela, la sudadera con
la Kerry adoraba verla y buenos calcetines calientes.
Y ropa interior, claro. Kerry se divirtió escogiendo sus
piezas favoritas, incluyendo aquellas tan bonitas de
las pequeñas imágenes de Dogbert. Oh, y la camiseta
de béisbol y los pantalones cortos. El kit de aseo, con
su champú, su jabón, su cepillo de dientes y el
pequeño frasco del interesante polvo de talco
aromático que a Kerry le gustaba ponerle. Lo olió y
cerró los ojos, el pequeño ruido que emitió su
garganta casi la sobresaltó.
—Jesús —se dio una palmada en la frente—. Me
estoy volviendo una hedonista —Murmuró cerrando
la maleta y uniéndola al transportador que Dar
siempre usaba. Pero así es como Dar la hacía
sentirse, reflexionó…sexy y sensual, como si
estuviera tomando un baño de feromonas la mayoría
del tiempo. Todo parecía más intenso…su olor…el
profundo y opulento color de sus ojos…
—Oh chico —Kerry se detuvo y tomó varias
respiraciones—. Vale…creo que necesito un vaso de
agua —Llevó la maleta hasta el sofá y la dejó allí.
Continuó hacia la cocina y se sirvió un vaso de té
helado de melocotón, el cual se deslizó por su
garganta como una fresca y dulce ola. Se apoyó
contra el contador y se lo bebió a sorbos, pensando
en las tablas de rutas de TCP/IP hasta que su cuerpo
se volvió a asentar y pudo subir las escaleras hacia
su cuarto.
Su maleta era un poco más difícil, principalmente
porque tenía ropa de invierno entre la que escoger.
Metió un par de pantalones vaqueros, puesto que
eran más cómodos que la pesada pana, que era su
otra opción. Dar le había dicho que le gustaba mucho
cómo le quedaban los vaqueros no teniendo nada
que hacer con esa decisión.
Por supuesto. Kerry sonrió mientras se lanzaba sobre
su colección de suaves suéteres de lana. Seleccionó
dos que eran sus favoritos y otro cuyo color le
recordaba al de los ojos de Dar. Este último era un
regalo de su hermano y estrechaba sus curvas,
provocando una apreciadora sonrisa en la cara de
Dar la última vez que había tenido ocasión de
vestirlo. Lo metió dentro de su maleta de cuero de
color canela junto a un par de camisas de manga
larga que podría vestir por debajo. Agregó un par de
mitones, sus calcetines calientes y su kit de baño,
alegrándose de que no le debería venir el periodo
hasta la próxima semana.
Una vez todo empaquetado comenzó a bajar,
después se detuvo, posó la maleta en su cama. Fue
al armario donde abrió un cajón y sacó una pequeña
caja aterciopelada. La abrió pensativamente. Sus ojos
trazaron los contornos familiares del hermoso anillo
de filigrana que estaba dentro. ¿Sería el momento
adecuado?
Kerry suspiró y cerró la caja, volviéndola a poner en
el cajón. Una parte de ella sólo quería deshacerse de
las inseguridades y proseguir con el regalo…pero otra
parte de ella dudaba, atrapada entre el temor de que
Dar no quisiese ese tipo de compromiso y el
conocimiento de que ella, Kerry…lo necesitaba de
una manera profunda y casi incómoda.
Quizás…se mordió el labio. ¿Quizá el día de San
Valentín? Sólo faltaban dos semanas…una bola de
nervios se le formó en el estómago. Tal vez
consiguiese saber lo que sentía Dar este fin de
semana…sólo para asegurarse de que no quedaría
como una completa necia cuando se decidiese a
hacerlo.
Oh, vamos, Kerry…sabes que te ama. Se reprendió a
sí misma. Jesús…no se va a echar a reír ni nada.
¿Verdad? Kerry tamborileó con los dedos sobre su
muslo. Agarró la cajita y la metió en la maleta, la
cerró y se colgó la correa del hombro. Decidió,
mientras iba hacia abajo y ponía su maleta al lado de
la de Dar, que tal vez practicaría. Se sentó y ojeó el
correo.
—Oh —extrajo las tres o cuatro que eran suyas
remitidas de la dirección de Kendall. Dos eran
facturas, la tercera era una oferta de una prueba
beta de la nueva colección de aplicaciones de
Microsoft y la cuarta…—. Hace tiempo que no sé de
ella —Kerry giró la carta de su gran tía entre sus
dedos antes de levantar la solapa y sacar la cremosa
y suave estacionaria con aroma a polvo y recuerdos.
La abrió y desdobló el papel sobre sus rodillas
estudiando la delgada escritura parecida a una araña.
Querida Kerrison,
Mi querida, me han llegado palabras de que andas
enemistada con tus padres, y eso me preocupa
enormemente. No por ellos, sabes bien que nunca
me di bien con tu padre, sino por ti, ya que sé lo
mucho que significa para ti la familia.
Tu hermana me dijo que estás bien, viviendo ahí en
Miami, con una persona que me ha dicho que te
gusta bastante. Con su habitual charla débil, se las
arregló para darle vueltas al asunto, pero yo voy a
asumir que esa otra persona es una mujer y si
piensas que mis viejos nervios no pueden con ello te
informo con mucho gusto de que ese no es el caso.
Espléndido para ti, mi querida. Me encantaría
conocer a esa persona, y quiero asegurarte que,
independientemente de lo que parece que piensen
tus padres, el resto de tu familia no ha cortado
contigo de ninguna manera. Eres bienvenida a mi
casa, y sé que a Mitchell le encantaría verte. Por
favor, llámame, cuando tengas oportunidad, ya que
también me gustaría oír la historia real, en oposición
a la censurada versión con la que tu hermana quiso
agraciar mis orejas supuestamente blandas.
Con gran afecto,
Tía Penny.
Kerry sonrió abiertamente mientras se releía la carta.
—Mi buena Tía Penny —meneó la cabeza recordando
la vieja pero astuta mujer que había visto por última
vez antes de mudarse a Miami.
Cuando le había dado el anillo y se rió, haciendo que
Kerry se girase hacia la luz observándola con
centelleantes ojos del mismo color que los suyos.
Había sido una de las únicas personas en la vida de
Kerry que le había dicho, espacio en blanco, que era
bonita, degradando los continuos años de incesantes
pareceres de su madre. Kerry la habría llevado en el
corazón sólo por eso, pero ella siempre tenía la
sensación del cálido afecto de su tía y se alegraba de
que incluso este último desastre no hubiese roto ese
lazo. Tomó nota mental de llamar a su tía después
del fin de semana. A modo de antojo, regresó a su
cuarto y cogió la pequeña caja de papel de escribir.
La metió dentro de la maleta junto con un par de sus
plumas favoritas.
—Eso es lo que haré, Chino…le escribiré una carta…
eso le gustará —le dijo a la cachorro que se
encrespada alegremente a sus pies—. Apuesto que
ella te gustaría…tiene un terror escocés, quiero decir,
un terrier que solía comer mis zapatos cuando iba
allí.
Chino miró hacia arriba, después apoyó su barbilla en
el pie de Kerry y suspiró.
Kerry también suspiró y se recostó contra el suave
cuero del sofá bebiendo de la paz del lugar. Agarró a
Chino y la abrazó, sonriendo cuando la cachorro se
tendió sobre su pecho con la cálida respiración
colándose furtivamente por entre los botones de su
camisa.
Se relajaría un momento y después volvería a la
oficina.
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********************
—Aquí tienes, Dar —María entró apresuradamente
con dos sobres que contenían los billetes de la
compañía aérea—. Tengo reservas para las dos en el
avión, y vuestra habitación de hotel está lista —La
secretaria le dedicó una traviesa sonrisa—. Sólo
tienen habitaciones con…como se dice, con jaguar.
Dar se detuvo en lo que estaba haciendo y levantó la
vista sobresaltada.
—¿Qué? —echó una mirada a los billetes— ¿Un
jaguar?
—Sí…con burbujas… —María hizo movimientos
circulares con la mano— En el agua.
—Oh…oh…un jacuzzi —Dar rió entre dientes y le
mandó una mirada rigurosa—. Esto es estrictamente
negocios, Maria.
—Sí…sí…pero tú sabes cuán importante es
mantenerse limpio, Dar —contestó María
virtuosamente—. Ya sabes, es una pena que regreses
con gérmenes.
Lentamente, los claros ojos azules se alzaron y la
contemplaron con una traviesa sonrisa en los labios..
—María…si no te conociera mejor, diría que me estás
animando a que haga algo contra la política de la
compañía con mi talentosa ayudante.
María pestañeó ante ella.
—Oh sí —asintió seriamente con la cabeza—. Te veré
el lunes, Dar…pásatelo bien —Salió trotando dejando
a su muy aturdida y sorprendida jefa sentada tras su
escritorio.
—Un jaguar, ¿huh? —se guardó los sobres dentro de
su chaqueta y consultó el reloj— Y hablando de mi
adorable y talentosa ayudante… —Agarró el teléfono
y marcó el número del teléfono móvil de Kerry.
Sonó cuatro veces antes de que contestase. La voz
sonaba un poco aturdida.
—Oh mierda.
Dar contempló el teléfono divertida.
—Buenas tardes para ti también, Kerrison —
pronunció con lentitud— ¿Qué pasa?
—Mierda, mierda, mierda… —Kerry suspiró—. Lo
siento, Dar…preparé las cosas, después me senté y
jugué con Chino por un momento y me quedé
dormida —Sonidos de murmullos provinieron del
teléfono—. Voy de camino…no sé qué diablos se
apoderó de mí —Sonaba disgustada—. Dios…
—Hey…tranquilízate —Dar rió—. Nos levantamos
temprano, no dormimos mucho anoche y estás
cansada, es normal dar una condenada cabezada…no
te has perdido nada —Extendió la mano y tomó un
sorbo de café de su taza—. El centro aún está abajo,
aún necesitan de nuestra ayuda, tengo nuestros
billetes y María nos reservó un cuarto de hotel
completo con Jacuzzi.
Un silencio momentáneo.
—Oh, ¿de veras? —Kerry había cerrado la puerta del
coche y se oyó el sonido de ponerlo en marcha— Un
Jacuzzi, ¿huh? Ella es muy sutil —Una pausa—.
Suena bien, sin embargo…Colleen me ha estado
tentando con visiones de ti, yo, un fuego y algunos
malvaviscos.
—Oo —ronroneó Dar—. Podría con esa…adoro los
malvaviscos —Se levantó y empezó a guardar el
portátil—. Te esperaré abajo…podemos tomar un
rápido aperitivo en el aeropuerto antes de subirnos al
avión.
—De acuerdo —dijo Kerry ahogando un bostezo—.
Te veo en unos momentos.
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********************
El avión estaba tranquilo, sólo medio lleno, y Dar
aprovechó la oportunidad para relajarse en su
cómodo asiento con una copa de vino blanco
equilibrada en la mesa entre ella y Kerry. La mujer
rubia estaba de lado enroscada en una suave manta
azul y Dar la miraba entretenidamente.
—Tenemos que ir hacia la oficina tan pronto como
lleguemos —comentó Dar poniendo una mano
eventualmente sobre la de Kerry—. Va a ser una
larga noche.
—De acuerdo —masculló Kerry, girándose para arriba
y enredando sus dedos en los de Dar—. Con tal de
que la pueda pasar contigo no me importa lo larga
que sea —Cerró los ojos y exhaló.
Dar la contempló silenciosamente, absorbiendo el
inesperado cumplido.
—Gracias —acabó por decir mansamente. Un orbe
verde mar apareció y la estudió—. Eso es algo muy
dulce de decir.
Kerry se ruborizó suavemente y volvió a cerrar el ojo,
apretando ligeramente el agarre de sus dedos.
—Despiertas la poeta que hay en mí —admitió
sosegadamente—. Es algo inexplicable.
—Oh, ¿de veras? —Dar se medio rodó hacia su lado,
encarando a la mujer rubia— ¿Tienes alguno a
mano?
Un ojo verde alarmado.
—¿Algo de qué a mano?
—Poemas —respondió su amante con un avieso
centelleo en los ojos—. Dijiste que despertaba eso en
ti…sé que andas escribiéndolos…me encantaría oír
uno.
—P… —el cerebro de Kerry corrió en círculos por un
momento— Yo…p…
—Bueno, esa clase de rimas, sí —meditó Dar—. No
tienen mucho impacto emocional, sin embargo —
Tomó un sorbo de su vino—. ¿Es una de esas cosas
haiku?
Kerry rompió a reírse tontamente.
—¡Dar! —reprendió a su jefa— Yo…um…ya sabes
yo…ese tipo de cosas me dan vergüenza —Levantó la
vista para ver una mirada de desilusión velada en el
rostro de Dar—. Bueno, quizá uno —Cedió
vacilantemente—. Pero tendré que sacar mi cuaderno
cuando lleguemos…no los memorizo.
Los ojos azules continuaron contemplándola.
—Vamos, Dar…no puedo hacer uno a la orden, ya
sabes —Kerry intentó esquivar mirar la entrañable
expresión—. No es así de simple.
Dar suspiró.
—Vale —dejó caer su cabeza decepcionada contra la
superficie del asiento y bajó la mirada.
Kerry se mordió el labio y sus cejas se contrajeron al
contemplar el angulado rostro que la encaraba.
En la oscuridad del mundo en que andamos,
Peones involuntarios, y víctimas de la noche,
Sin otra guía que falsos profetas.
Pero yo paseo por las sombras y no temo sus
peligros,
Con mi corazón escudado por la brillante defensa
Que es la armadura de tu amor.

Se sintió muy torpe, y apenas podía mirar la cara de


Dar cuando acabó. Un sólido y oscuro rubor cubría
sus mejillas.
—Sé que es muy malo…y no tengo ni idea de qué es
lo que me…oh.
Unos labios se rozaron muy suavemente contra los
suyos, y saboreó su dulzura.
—No es malo —dijo con voz hueca en su oreja—.
Creo que es increíble —Volvió a besar a Kerry,
contenta de que la cabina estuviese con poca luz—.
Igual que tú.
—Mm… —la mujer rubia encontró sus manos
moviéndose irresistiblemente hacia el cálido cuerpo
de al lado de ella—. Y ahora…¿quién de nosotras es
la poeta?
Era una oscura y tormentosa noche. Kerry rodó las
palabras dentro de su cabeza, al asomarse a la
oscuridad que las rodeaba. Había llegado al
aeropuerto sin problemas y habían alquilado un
coche. Después habían salido hacia la oficina de
gestión de redes.
—Esto es bastante remoto —comentó Dar con los
pequeños músculos de los lados de su cara tensados
mientras intentaba ver a través de la lluvia. La
carretera era una senda asfaltada de dos sentidos,
limitada por árboles, que subía y bajaba colinas. Sólo
aparecía un farol muy ocasionalmente en la oscuridad
y la lluvia era tan dura que reflejaba los faros del
coche en un difuminado resplandor.
—Tú lo has dicho —concordó Kerry—. Algo como en
mi tierra…pero más montañoso —Se sujetó del
agarrador cuando Dar tomó una curva inesperada.
Pestañeó cuando la carretera se inclinó hacia abajo y
hacia la derecha—. Whoa.
—Sí —Dar se mordió el labio inferior—. No ando
mucho por montañas…lo siento —Redujo la velocidad
conscientemente y se pasó una mano por el pelo
deseando soltárselo—. No es mucho más adelante,
sin embargo…¡whoa! —El coche resbaló fuera de su
control y lo dirigió instintivamente resistiéndose al
deseo de cerrarse con fuerza en los intervalos.
Hicieron un giro de unos trescientos y sesenta grados
y casi se salieron de la carretera antes de que la alta
mujer luchara con el coche por la recta y redujese la
velocidad a casi un arrastramiento— ¿Qué demonios
fue aquello?
Kerry le puso una apacible mano sobre el brazo.
—Hielo —exhaló— Um…¿quieres que conduzca yo?
Creo que estoy mucho más acostumbrada que tú…
probablemente no haya muchas carreteras con hielo
en Miami.
Dar lo consideró, salió del camino prudentemente y
se detuvo, poniéndose la chaqueta antes de abrir la
puerta.
—De acuerdo…sí…nosotros tenemos la lluvia
resbaladiza, pero no es nada comparada con esto —
Salió hacia la helada lluvia teñida de aguanieve e
intercambiaron los lugares, sentándose en el asiento
que aún estaba caliente por el cuerpo de Kerry.
Era, sorprendentemente, un momento sensual,
especialmente desde que había percibido el olor de
su amante todavía aferrado al tejido. Se echó hacia
atrás, un poco aturdida, y observó a Kerry mientras
ajustaba el asiento para que sus dedos pudiesen
alcanzar los pedales.
—Lo siento…debí haber movido el asiento.
Unos ojos verde mar levantaron la vista de repente,
con un destello de travesura en ellos.
—O te podías haber quedado donde estabas y yo me
sentaba en tu regazo.
Una negra ceja subió por el rostro de Dar hasta casi
juntarse a la línea del pelo.
—¿Ah sí? —estaba tentada, suspiró— Quizá después
de que lleguemos allí…sería un poco evidente llegar
sentadas de esa manera.
Kerry acabó de hacer sus ajustamientos, arrancó el
coche y comenzó a andar despacio.
—Mm…sí, eso creo —estudió la carretera— ¿Siempre
enfrente?
Dar asintió con la cabeza.
—Sí…gira a la derecha en el próximo cruce con una
carretera grande…está señalizado como carretera
estatal —dejó descansar la cabeza contra el asiento y
estiró las piernas. Le echó una mirada a Kerry
mientras se inclinaba hacia abajo y desplazaba el
asiento de pasajeros todo lo que podía hacia atrás.
Decidió que le gustaba ser pasajero, porque ello le
daba la oportunidad de estudiar el perfil de su
amante despreocupadamente, admirar la nariz
ligeramente levantada, la suave línea de su
mandíbula, los músculos contrayéndose un poco
mientras se concentraba en la carretera.
Kerry estaba siendo dolorosamente consciente de sus
ojos y luchó con el instinto de alborotarse el pelo
nerviosamente, como era hábito.
—Um… —intentó pensar en algo para distraer a Dar
—. Entonces, ¿qué vamos a hacer cuando lleguemos?
—Bueno —Dar cruzó los brazos sobre su pecho
tirando del cuero de la chaqueta contra su cuerpo—.
Eso depende de cómo esté la situación…
probablemente tendremos que presionar a algunas
personas, patear algún pequeño trasero, ser sucias…
hey, ¿Kerry?
—Patear culos…apuntar nombres…ser sucias…¿huh?
—Kerry le echó una mirada— ¿Qué?
—Eres preciosa de verdad —Dar sonrió.
El coche resbaló lateralmente, con Kerry aguantando
y maldiciendo durante algunos minutos antes de que
recuperase el control del mismo.
—Dar, no hagas eso —le suplicó deseando que
desapareciese su sonrojo—. Acabaremos en la
cuneta.
Dar se rió entre dientes suavemente.
—Lo siento —se quedó callada y dejó que su
compañera se concentrase en navegar por la
resbaladiza carretera.
El campo oscuro desapareció lentamente, roto por
algún ocasional automóvil o camión que venía de la
otra dirección. Pasó otra hora antes de que Dar
señalase con la cabeza hacia un camino medio
oculto.
—Allí…¿ves donde están las luces del arco?
Kerry asintió.
—Sí…espera…oh, sí, veo el camino…vale —dirigió el
coche hacia el parque de estacionamiento. Vio varios
camiones colocados confusamente a través de la
lluvia—. Parece un circo —Había grupos de gente
moviéndose. Estacionó el coche cerca de uno de esos
grandes grupos introduciéndolo cuidadosamente en
el lugar de estacionamiento y se desabrochó el
cinturón—. Bueno jefa…ahora es tu turno —Miró a
Dar, que observaba la actividad con astutos y
afilados ojos.
—Cierto —murmuró Dar, echando lejos la parte más
cálida de su personalidad y haciendo acopio de la fría
agresividad que necesitaría para tratar de la situación
—. De acuerdo…tienes tu teléfono móvil y el portátil,
¿verdad?
Kerry asintió, mirándola con recelosa fascinación.
—Sí.
—De acuerdo. Vamos —la mujer de pelo negro se
cerró la chaqueta y abrió la puerta del automóvil,
salió hacia la lluvia y cerró la puerta tras ella.
—De acuerdo entonces —murmuró Kerry, metió el
teléfono en el bolsillo de su chaqueta y agarró el
maletín. Salió rápidamente del coche y cerró la
puerta, echó la cerradura y caminó a grandes pasos
tras su jefa, que ya se encontraba a medio camino
del edificio.
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—Bueno, ¿entonces cuándo podremos entrar? —dijo
Dar, de pie bajo una lona con goteras que estaba
justo en el centro del césped frente al edificio. Dos
hombres se oponían a ella, claramente incómodos.
—Srta. Roberts… —dijo uno con un suspiro—. Mire,
la gente de ambiente no nos lo aclararon, porque ese
químico se ha confirmado que es tóxico —Le dirigió
una mirada que indicaba que la última cosa que
esperaba era tener a un VP de Operaciones metido
en su tienda, donde se encontraban comiendo una
pizza y cerveza.
El rostro de Dar se tensó.
—¿Cuánto tiempo? —dijo mordaz.
Él meneó la cabeza.
—No lo sé…la reguladora me dijo hace una hora que
no tendría un equipo hasta mañana a medio día.
Unos claros ojos casi de color plata bajo el resplandor
de las luces lo estudiaron pensativamente.
—¿Dónde está ella? —la voz de Dar cayó un poco,
asumiendo su tono de predador.
El hombre la miró nerviosamente.
—Bueno, está justo allí…donde esa furgoneta, pero
déjeme decirle, señora, que no se anda con
tonterías…ya he trabajado antes con ella.
—¿Cómo se llama? —el tono se ahondó más.
—Anne Simmonds —contestó el hombre—. Pero…
quiero decir, en serio señora…si decide ponerse dura
con nosotros, podemos estar aquí durante semanas.
Dar se dio la vuelta y se acercó furtivamente sin decir
una palabra, dejando caer la lluvia sobre sí como
flechas heladas consciente de que la figura silenciosa
de Kerry andaba un paso detrás. Se encontró con un
hombre joven al aproximarse a la furgoneta, vestido
con un mono blanco.
—Me gustaría ver a quienquiera que esté al cargo —
dijo tranquilamente.
Él se aclaró la garganta y se empujó las gafas hacia
arriba por el puente de la nariz.
—Bueno…la Dra. Simmonds está dentro…pero está
ocupada…¿puedo ayudarala?
Dar se acercó más y lo miró fijamente desde arriba.
Sus ojos a unas pulgadas de los de él. Dejó crecer el
silencio por un momento, observándolo tragar varias
veces en acto reflejo.
—No —le dijo finalmente—. Quiero hablar con la Dra.
Simmonds, por favor.
—Uh… —miró detrás de ella, a la cabeza empapada
de Kerry, que le sonrió brevemente—. Uh…bien, yo…
puedo preguntarle…pero…um…de acuerdo, es de su
compañía o…
Dar irguió la cabeza y lo miró fijamente.
—Se lo agradezco…me llamo Dar Roberts…soy de la
oficina de Miami.
—De acuerdo —asintió—. De acuerdo…um…espere
aquí…vuelvo enseguida —Se dio la vuelta y caminó
hacia la furgoneta, sobresaltándose al encontrar a
Dar andando a su lado—. Oh…nosotros…estamos
haciendo algunos experimentos…yo…
—Me gustaría salir de debajo de la lluvia —lo
atropelló Dar—. No romperé nada, lo prometo.
Miró tras ella.
—Yo tampoco —dijo Kerry sonriéndole cándidamente
—. En serio…mi madre me solía llevar a tiendas
chinas cuando era pequeña.
Dar se limpió la cara apresuradamente con una mano
para frenar una risa. Se aclaró la garganta mientras
se aproximaban a la furgoneta, la cual tenía una lona
extendida desde el lado del copiloto protegiendo
algunas mesas con personas trabajando arduamente.
El joven es dirigió a una figura que estaba usando el
microscopio y le tocó el brazo.
—¿Qué? —ladró la mujer sin mirarlo— Acabas de
moverme la diapositiva…estoy intentando tirar
fotografías, Michael —Ella era muy baja, incluso más
que Kerry, delgada, con el pelo castaño rojizo
recogido apretadamente bajo una ajustada gorra. Su
porte, sin embargo, era poderoso y exudaba
impaciencia.
—Um…sí…doctora, lo sé…pero hay dos personas de
Miami…ellas quieren hablar con usted …y yo…
—Diles que se vayan al infierno de regreso a Miami…
no voy a tener tipos trajeados oliendo a puros
cubanos anclados a mi cuello y haciéndome
preguntas estúpidas —masculló la doctora—. No hay
nada que hacer, Michael, así que pon en marcha tu
blanco trasero de regreso y… —Miró por encima del
hombro de él, donde se encontraban dos figuras
extrañas y ocuras—. Deshazte de ellos.
—En realidad —la voz baja de Dar habló clara y
concisamente mientras andaba hacia delante
entrando en la luz y produciendo un impacto
sorprendente—. No creo que me vaya a ninguna
parte —Se detuvo en el centro de la tienda dejando
que la fuerte luz marcase su contorno con severo
detalle—. Y nunca he sido partidaria de los puros.
La doctora estaba…sorprendida. Decidió Kerry,
observando los ojos de la pequeña mujer clavados en
los de su jefa con feroz cautela.
Un silencio incómodo cayó sobre ellos, hasta que Dar
dio un paso enfrente y le ofreció una mano.
—¿Dra. Simmonds? Soy Dar Roberts —esperó
impasible mientras la doctora la estudiaba durante un
largo rato antes de extender su propia mano—.
Necesito algunas respuestas.
Eso era carisma. Dar dirigió una breve sonrisa a la
doctora mientras le soltaba la mano y se giraba de
lado.
—Esta es mi ayudante, Kerry Stuart.
—No tengo respuestas —la pequeña mujer recuperó
la compostura y frunció el entrecejo dirigiéndole a
Kerry una enérgica inclinación de cabeza—. Se lo he
dicho a vuestra gente hace unas horas…esa
condenada compañía de extintores puso demasiadas
toxinas en el sistema, fue una maldita cosa buena
evacuar a vuestros compañeros o hubieran
resplandecido como luciérnagas.
Dar exhaló.
—¿Qué es?
—No tengo condenados indicios…toda esa gente no
los dicen —declaró la doctora con disgusto—.
Asustados por algún maldito pleito ni aceptan dar sus
nombres y apellidos.
Dar miró a Kerry, que le había dado el teléfono móvil
sin decir palabra. Marcó un número y esperó.
—Buenas noches, Les.
—Jesús, Dar…es… —un bostezo—. Es medianoche…
qué dem…¿estás en Carolina del Norte? —Se aclaró
la garganta—. Escucha…tenemos doce cuentas para
cancelar si no lo tenemos arreglado para mañana por
la mañana.
—¿Y me lo dices ahora? —ladró Dar— ¡Dios bendito,
Les!
—No estaba preocupado…oí que ibas de camino…de
hecho, me fui a dormir —le dijo el CEO alegremente
—. Sabes que tengo depositada en ti toda la
confianza del mundo, Dar.
La responsabilidad cayó de golpe sobre sus hombros
con un crujido casi audible.
—¿De cuántas compañías estamos hablando? —
preguntó Dar prudentemente—. Esto no tiene buena
pinta, Les.
—Bueno… —una pausa—. No está bien, Dar —Su
alegría se desvaneció—. De hecho, no esta nada
bien…no los podemos perder…no de esta manera, y
permanecer competitivos.
Los ojos de Dar flotaron fuera de la tierra lluviosa.
—Ya veo —un latido embotado comenzó en la parte
trasera de su cráneo—. Desearía que me lo hubieras
dicho antes.
—No lo supe hasta después de las seis, acababas de
salir hacia el aeropuerto —Le dijo Les—. Y, de todas
formas…¿qué más podía hacer? Eres lo mejor que
tenemos, Dar…si tú no puedes solucionarlo, nadie
puede.
Dar se frotó los temporales.
—De acuerdo…necesito que alguien del
departamento Legal llame a quien esté al cargo en
esa condenada compañía de extintores y que los
amenace con un pleito lleno de obligaciones,
nombrando a las oficinas y personal demandados si
no dan a la gente de aquí el nombre del material que
pusieron en ese maldito sistema.
—Al diablo con el departamento Legal…yo lo llamo…
lo conozco…es el cuñado del tercer marido de mi
exmujer —le notificó—. Ahora te llamo.
—De acuerdo —Dar desconectó estudiando el edificio
pensativamente. Después volvió a marcar, mirando
por encima de su hombro—. Estoy llamando a
Bellsouth…voy a necesitar a alguien muy alto de su
departamento de aprovisionamiento —Su voz había
adquirido un tono sombrío.
—Ok —Kerry cogió su propio teléfono y su ordenador
de mano, buscó un número, lo marcó, dándose
cuenta del súbito cambio en su amante y sintiendo
un enfermo carcomer en sus tripas.
Dar escuchó durante un minuto, y después oyó la voz
de Mark.
—Buenas noches.
—Ah…Dar…hola —la voz de Mark sonaba confusa—.
Um…estaba…uh…
—Durmiendo sobre tu escritorio —comentó Dar
secamente—. Escucha…necesito de un chequeo de
inventario…¿podemos duplicar la estructura de
Carolina del Norte?
Un silencio momentáneo.
—Estás de broma, ¿verdad? —contestó Mark
débilmente—. Sabes que no podemos hacer eso.
—Eso pensé…llama a Cisco, y averigua lo que tienen
disponible —suspiró Dar—. Estamos detenidas aquí
fuera —Colgó y se encaró a la doctora—. Necesito
entrar ahí dentro y sacar los equipos.
—De ninguna manera —contestó la mujer al instante.
—Mire… —comenzó Dar.
—Hey…ya se lo he dicho, de ninguna manera —dijo
Anne alzando una mano—. Así que no lo intente,
señora…ya le he dicho que no a muchos peores que
usted.
Kerry puso una mano sobre el micrófono y se colocó
habilidosamente entre las dos mujeres, al ver el
repentino resplandor helado asentarse en el rostro de
su jefa.
—Toma…Dar…es algún VP Ejecutivo de algo…¿es lo
suficientemente alto? —le pasó el teléfono
observando las llamaradas por las fosas nasales de
Dar mientras agarraba el aparato.
—Sí. Eso está bien —murmuró, tomando una
respiración antes de girarse de lado para hablar.
—Y bueno —Kerry sonrió abiertamente a la doctora—
¿Hay algún café por aquí?
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********************
—Bien, ya está —Anne Simmonds cerró su teléfono
móvil—. De acuerdo, chicos…recoged las cosas —
Gritó a su equipo, después se giró y esperó a Dar—.
Lo siento. Van a tener que traer un equipo para
limpiar el lugar. Sin embargo, gracias por darme la
respuesta.
Kerry echó una mirada a su jefa.
—¿Qué significa eso? —preguntó.
—Significa que el material es muy tóxico, no
podemos entrar ahí dentro sin trajes ambientales —
respondió la doctora sin rodeos—. Y me alegraré de
salir de este mal tiempo…ustedes también deberían
hacer lo mismo.
—¿Cuánto tiempo? —Dar habló por primera vez con
la voz incisiva.
La doctora se encogió de hombros.
—¿Quién sabe? El equipo tardará un día…quizá dos
en llegar…después, probablemente una semana más
o menos —guardó su equipo.
—No puedo mantener este complejo cerrado una
semana —declaró Dar rotundamente.
—Bueno, eso es una pena —respondió Simmonds—.
Porque voy a dejar un guardia allí para no dejar
entrar a nadie —Le dirigió a Dar una grotesca sonrisa
—. Que tenga un buen día —Se colgó su bolso del
hombro—. Oh, y ¿Srta. Roberts?
Unos fríos ojos azules la observaron en silencio.
—Mi jefa, Shari, también le desea un buen día —se
dio la vuelta y se fue andando juntándose a su grupo
mientras entraban en la furgoneta. Cerraron la
puerta y se marcharon dejándolas bajo el caprichoso
y helado temporal.
Kerry los observó, después se giró y estudió el rostro
de su jefa, que se había vuelto oscuro y frío, con la
rabia reluciente en sus claros ojos azules, lo cual le
provocó un escalofrío que le bajó por la espalda.
—¿De qué iba todo eso?
Dar sintió el agrio sabor en la parte trasera de su
boca.
—Una vieja historia —respondió. Volvió a centrar su
atención en el edificio—. De acuerdo. Vamos…lo
haremos de la manera difícil —Se dirigió con paso
vivo hacia la lona donde se hallaba congregado el
resto del grupo.
—Pero… —Kerry se puso al paso de ella tirando un
poco del cuello de su suéter—. Dar…yo no…um…
—De acuerdo, gente —declaró Dar, mientras se
agachaba para entrar bajo el plástico azul—. Malas
noticias. No podemos entrar ahí hasta dentro de una
semana, por lo menos —Apuntó hacia el coordinador
del servicio regional Bellsouth que acababa de llegar
—. Necesito aislar todos los circuitos de ese edificio y
reconectarlos …y lo necesito esta noche.
A él se le descolgó la mandíbula.
—Estás de broma, ¿verdad?
—No —Dar lo miró fijamente—. Así que
empecemos…os diré donde necesito conectarlos —Se
giró y encaró al gerente del edificio—. Tengo setenta
Cisco 7200 alquilados que vienen hacia aquí…
encuentra a alguien que los recoja.
Su mandíbula también se descolgó.
—¿Qué demonios estás haciendo, Dar? Lo haces
sonar como si fuéramos a reconstruir el maldito
complejo.
Una ceja oscura se alzó.
—Es lo que vamos a hacer.
—Eso es imposible —le dijo él rotundamente—. No
hay manera de duplicar este complejo en una noche.
—¿Lo has intentado alguna vez? —se opuso Dar, con
el genio subiéndole— ¿No? ¿Entonces cómo sabes
que no puede ser hecho? —Apuntó—. Así que
moveos…y tráeme a alguien aquí con un camión, que
conozca el área…y tú… —Apuntó a otra mujer que se
encontraba amortiguada tras un grande chaquetón
de macinaw—. Empieza a traer a tu gente aquí —El
personal había sido mandado a sus casas más
temprano.
—Mira…Dar… —protestó el gerente regional.
Ella se giró hacia él y le clavó un dedo en pecho.
—¿Quieres tener trabajo mañana por la mañana?
Silencio.
—Entonces empieza a mover el culo —gruñó—
¡Todos!
Un bajo murmullo brotó mientras las personas
empezaron a moverse. Más de un susurro de “loca”
se filtró por las orejas de Dar. Se giró de espaldas a
ellos y caminó hacia el borde de la lona, mirando
fijamente la oscuridad e intentando calmarse la
agitada tensión de sus tripas.
Kerry tomó una respiración y fue a su lado.
—Hey…mira, Dar…creo que tiene razón…esto es muy
descabellado.
La espalda que tenía enfrente se tensó y pasó un
largo momento antes de que Dar girase la cabeza y
la mirase. Su cara era una máscara ilegible, pero el
tumulto en sus ojos era inequívoco.
—Si no quieres ayudar…vete al coche y espera —la
alta mujer habló con baja intensidad—. En vez de
quedarte aquí para decirme lo que no puedo hacer…
no te necesito para eso.
Kerry sintió sus rodillas comenzar a temblar. Absorbió
una respiración asustada, al no esperarse aquella
respuesta. Intentó pensar algo que decir, pero antes
de que pudiese Dar se dio la vuelta y se alejó hacia la
oscuridad. Sola.
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********************
La helada lluvia emparejaba al completo con su
estado de humor. Dar se la quedó mirando, apenas
podía sentir las picaduras contra su rostro cuando la
última parte cálida de dentro de ella quedó disuelta,
reemplazada por la desolación al lamentarse de las
palabras que le acababa de decir a Kerry.
Maldición. Se metió las manos bajo los brazos,
ignorando el dolor que se estaba insertando en sus
articulaciones, y echó una rápida mirada por encima
del hombro. Kerry había desaparecido. El
conocimiento se sumergía en las tripas de Dar, y
sintió por un largo momento el deseo de desechar la
noche entera e ir tras ella.
¿Y decirle el qué? Perdona por ser una subnormal…
¿es algo a lo que te tienes que acostumbrar? ¿No era
la vieja Shari quien le había dicho que nunca tendría
una relación próspera porque siempre anteponía todo
lo demás?
Sí. Era cómico el que volviese a aparecer justo en ese
momento. Dejó que la helada lluvia la empapase,
entumeciéndole la cara hasta que oyó los pesados
pasos de alguien corriendo y se giró para ver al
supervisor de Bellsouth apretarse el impermeable
amarillo.
—De acuerdo…tenemos los pares arrancados —le
dijo fregándose la cara— ¿Y ahora qué? No puedo
tener a los chicos subidos a esos postes, Srta.
Roberts…necesita darnos alguna orientación…
estamos sacando todas las paradas fuera, pero no
voy a poner a mis chicos en peligro. Está helando.
Más de lo que crees. Dar se frotó los brazos y exhaló.
—De acuerdo…veamos dónde están los demás —lo
llevó de regreso a la lona, ignorando las enfadadas
miradas que recibía del resto del equipo y
encauzando su foco de atención únicamente en la
meta— ¿Cómo estamos?
—Acaba de aterrizar un avión con los routers —dijo
un hombre de mala gana mientras soplaba entre sus
manos—. Tengo un camión…estamos a punto de salir
para ir a recogerlos.
—Bien —asintió Dar—. Id.
—El personal viene hacia aquí…aquellos a los que
conseguí —le dijo la mujer mayor—. Pero tuve que
ser bastante dura…ninguno está contento…algunos
han dimitido.
—Muy bien —le dijo la mujer de pelo negro—. Ok,
ahora sólo necesitamos…
—El almacén junto a la puerta está vacío —la
interrumpió la voz mansa de Kerry—. Tienen un
tablero de telecomunicaciones y el propietario viene
hacia aquí con la llave.
El batir de la lona sonaba repentinamente fuerte
cuando todos se volvieron para mirarla. Dar sintió un
irracional traqueteo profundo en sus tripas. Estudió el
conjunto durante un momento con expresión seria.
—Gracias, Kerry…buen trabajo.
Kerry asintió con la cabeza y miró hacia abajo al
agitado y helado fango sobre el que se encontraban.
—Muy bien…movamos todo hacia allí…nos
meteremos en cuanto lo abran…por lo menos será
más caliente y más seco —declaró Dar
sosegadamente—. John…ahí es donde necesitamos
que caigan las líneas…creo que avisté un bloque en
la parte de atrás de ese edificio.
—Tienes razón —el gerente de Bellsouth afirmó
vivamente con la cabeza, sacó el walkie-talkie y habló
por él—. Ese es un descenso fácil…incluso podrían
alambrarse ya a él…suele funcionar para
telemarketing.
Kerry escuchó la conversación, y la dejó rodar por
ella hasta que fue consciente de los pasos de gente
saliendo y del silencio de después. Con un suspiro,
alzó la cabeza y casi dio un salto al encontrarse con
unos claros ojos azules.
—Oh —ella pensaba que Dar se había ido con ellos.
e estudiaron la una a la otra durante un largo y
pensativo momento.
—Siento lo de antes yo… —comenzó a decir Kerry.
—Lo siento te reñi…yo —dijo Dar con voz cavernosa
al mismo tiempo.
Volvió a caer el silencio. Dar soltó una respiración y
se pasó una mano cansadamente por la cara.
—No te lo merecías.
Kerry se acercó.
—No…no debí haberte cuestionado, Dar —levantó
una mano vacilante y tocó el brazo de Dar
tranquilizándose a sí misma—. Necesitabas mi apoyo
y yo la fastidié.
Dar dejó caer los ojos hasta el suelo.
—No quiero que pienses eso —dijo, tras pensar un
momento—. A veces necesitas cuestionarme, Kerry…
no sé todas las respuestas, en ocasiones aprieto
demasiado…y los resultados no acaban justificando
los medios —sus ojos pasaron rápidamente, con
sorprendente honestidad—. Deberías saberlo —
Suspiró y miró alrededor—. No sé si esto es lo
correcto a hacer…pero no sé que otra cosa intentar…
y tengo que intentar algo.
Kerry asintió y se acercó un paso más.
—Lo sé…fui tras aquel camión de allí, me senté…y
pensé sobre ello… —hizo una pausa—. Por eso llamé
al propietario del almacén…supe que era allí donde
tenías que ir seguidamente.
Dar alzó una mano y amablemente la extendió junto
a su mejilla.
—Gracias —murmuró con sinceridad—. Eso estuvo
muy bien de verdad…¿cómo supiste lo de el tablero?
Kerry sonrió, sintiendo protestar a sus músculos
faciales tensos por el frío.
—Tecnología moderna…entré en la página local del
edificio e hice una búsqueda sobre la propiedad
comercial disponible en esta área…listé mis
especificaciones y salió —sus ojos centellearon
gravemente ante el ensanchamiento de los de Dar—.
Hasta encontré el número del propietario —Añadió—.
No le hizo muy feliz que lo llamase a las dos de la
mañana, pero al ofrecerle el veinte por ciento más de
lo que me estaba pidiendo, hizo una excepción y dijo
que venía ahora mismo. Vive a unos diez minutos de
aquí.
Dar meneó la cabeza ligeramente y después,
impulsivamente, abrazó a Kerry deleitándose en la
calidez cuando la mujer más pequeña la rodeó con
sus brazos y la estrujó con fuerza.
—Eres la mejor.
Kerry sonrió de puro alivio, ignorando la humedad de
la chaqueta de Dar. Se soltó de su jefa y le dio una
suave palmada en el costado.
—Y…hey, ¿Dar?
—¿Mm? —los ahora cálidos ojos azules la
consideraron.
Kerry alzó su barbilla.
—Cuando quieras hablar de tu vieja historia…estoy
aquí.
Los párpados de Dar temblaron mientras agachó su
cabeza por un momento, después la levantó.
—Gracias —respondió quedamente—. Quizá
tengamos tiempo este fin de semana —Para un
montón de cosas, meditó.
—Vale —Kerry exhaló—. Bueno, creo que nuestro
propietario viene por allí…supongo que es mejor que
empecemos…pero, Dar, tengo que preguntarte una
cosa…estamos reemplazando los routers, pero, ¿qué
pasa con los paneles centrales? Esos no los podemos
duplicar…ni aunque comandases media fuerza aérea.
Dar deslizó un brazo sobre sus hombros y empezó a
caminar hacia el edificio ahora encendido que estaba
tras el centro de operaciones.
—No…pero los paneles centrales están en una
habitación aparte…conectados por una fibra óptica
LAN de puente —apuntó—. Y el bloque de acceso
está en el tejado.
Kerry miró fijamente en tejado, después sus ojos
fueron hasta el nuevo camión que acababa de llegar
llevando la insignia de la división de fibras ópticas de
la compañía de teléfonos.
—Oh…eres muy buena —se giró admirando a su jefa
con la mirada—. Eso es muy hábil, Dar…¿pero
sabemos si tienen potencia y si están encendidos
desde ahí arriba? Creo que esa gente de ambiente lo
apagaron todo.
Dar dejó salir una respiración.
—Lo averiguaremos…pero tenemos mucho que hacer
antes…va a ser una carrera.
Kerry alzó la cabeza y contempló la creciente
muchedumbre hacia la que se dirigían.
—Tengo la sensación de que voy a estar presente en
la creación de otra leyenda de Dar Roberts.
—Hmm…esperemos que no sea mi canción del cisne
—murmuró Dar.
Kerry se giró y contempló el grupo disperso dentro
del gran almacén diseminándose hacia fuera por la
puerta e intentando esquivar la hierba y las bolas de
polvo que rodaban lánguidamente por la sucia
alfombra. Tenía un olor entre un sucio cobertizo y un
garaje lleno de moho. Kerry arrugó la nariz por pura
reacción.
Pero por lo menos era caliente, más o menos, y no
llovía dentro. Dar estaba de pie en el centro de la
sala, con las manos en las caderas y los ojos
contemplando el espacio en el que tenían que
trabajar. Kerry se dio cuenta de que de su chaqueta
goteaba bastante agua de la lluvia.
—De acuerdo —dijo finalmente la alta mujer de pelo
negro—. ¿Ya ha llegado el camión? —Se giró hacia el
gerente del complejo—. Me ha parecido oír un motor
fuera.
Él asintió.
—Acaba de llegar…les haré apilar las cajas aquí y
empezar a desembalar las cosas.
—Bien…deben tener estantes y una bobina de Cat 5
—le dijo Dar—. Es mejor empezar por que la gente
haga cables puente…yo trabajaré con la compañía de
teléfonos para conectar las líneas.
—Ok —dijo él frotándose los ojos—. Maldición…
desearía que tuviésemos una urna de café aquí
dentro —Salió hacia el grupo de técnicos gruñones.
Café. Dar deseaba que él no lo hubiera pronunciado.
Pudo sentir el agotamiento del día alcanzándola,
mientras ella hacía un esfuerzo consciente para
poner en marcha su cerebro enfocándolo en las cosas
que aún no estaban hechas. El frío también le había
engarrotado los músculos, y su rodilla medio curada
llevaba horas doliéndole, desde que se había
levantado y caminado. Con un suspiro, se dio la
vuelta, casi chocó con Kerry.
—Qu…oh…perdona.
La mujer rubia le puso un bulto de ropa en las
manos.
—Toma…ve y cámbiate me estás haciendo castañear
los dientes.
Dar levantó las manos en reflejo y se encontró con
ropa seca y cálida.
—Dond…um…gracias —le dirigió a Kerry una sonrisa
de agradecimiento—. ¿Dónde está la tuya?
Kerry le mostró la maleta que llevaba colgada al
hombro.
—Voy a hacer una rápida salida con Mary… —apuntó
a la gerente de día que había llamado al personal—.
Cuando vuelva, me habré cambiado…están
descargando los routers.
Dar asintió.
—Lo sé…vale, voy a empezar por bajar las
conexiones del T1.
—Después de cambiarte de ropa —insistió Kerry—
¿Vale?
Una suave risa entre dientes.
—Vale —Dar siguió los rótulos pintados
apresuradamente que indicaban los sanitarios, se
metió en el que decía “Señoras” haciendo una mueca
de dolor al sentir el olor a leche podrida—. Oh dios —
Se debatió consigo misma mientras aguantaba la
respiración. Después decidió que desmayarse sería
una mala idea, así que se limitó a atraer a su mente
pensamientos más agradables mientras se quitaba
rápidamente la ropa empapada. Fue casi como una
experiencia sensual deslizar el limpio y seco tejido de
los vaqueros por sus enfriadas piernas. Se puso
rápidamente la camisa de franela que Kerry le había
traído y la sudadera—. Condenación, esto sabe bien
—Comentó a la vacía habitación mientras recogía su
camisa y sus pantalones goteantes, los escondía
sobre un tenderete divisor y metía sus empapada
ropa interior en los bolsillos de los pantalones.
Se sentó en el borde de un barreño de agua mientras
se ponía un par de gruesos calcetines calientes y sus
zapatos de lona secos. Dejó caer las manos cuando
acabó y se regocijó el simple placer de sentirse
abrigada y seca tas unas cuantas horas de miserable
humedad. Se preguntó brevemente cuánto tiempo le
habría llevado hacer esto por sí misma. Se sintió
culpable porque Kerry casi le había tenido que dar un
codazo para que lo hiciera. Con un suspiro, se
levantó, deseando que ella hubiera pensado en
traerle algún analgésico para la rodilla. Se miró en el
reflejo empañado pasándose los dedos por el pelo
ordenándolo un poco.
—Rata anegada —le dijo al reflejo, que le devolvía la
mirada irónicamente—. No te extrañes de que todos
piensen que estás chiflada.
Regresó caminando pesadamente al almacén. Sólo
entonces se preguntó donde habría ido Kerry.
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—De acuerdo —Kerry esforzó la vista a través del
parabrisas—. Necesitamos encontrar un sitio para
comprar bocadillos o algo así para todos…deben
estar hambrientos —Por supuesto, tenía un motivo
personal para decirlo, pero parecía mucho más noble
si pensaba primero en el grupo—. ¿Hay algún 24
horas de comestibles por los alrededores?
Mary se la quedó mirando.
—Estás de broma, ¿verdad?
—Vamos…hasta tenemos uno en Saugatuck —le dijo
Kerry mirándola—. Bien…un Seven Eleven…un Wal
Mart…lo que sea.
—¿Qué tal un Big Fat Boy's Eat Em All ( El Gran
Gordo Que Se Los Come Todos) ? —preguntó Mary
con el rostro completamente serio—. Tienen un buen
pastel.
Kerry aguantó la respiración para evitar una risa
nerviosa.
—Oh…vale…claro…
—Y hay un Para y Compra…si quieres —añadió la
mujer.
—Los dos —dijo Kerry asintiendo firmemente con la
cabeza—. Um…el restaurante primero…¿aceptan
cartones de crédito?
Mary se rió.
—De acuerdo entonces…primero al Para y Compra…
puede que tengan un cajero —dijo Kerry con un
suspiro.
La otra mujer puso el coche en funcionamiento y
echaron a andar por los oscuros caminos durante
minutos antes de aparecer una tienda solitaria
aunque bastante bien iluminada. Salieron del coche y
entraron en la tienda. Kerry no se sorprendió al ver
que eran las únicas clientes. Kerry fue hacia el obvio
cajero nuevo que se encontraba en el lugar de honor
cerca de la máquina de helados. Agarró en su cartón
de crédito de la compañía, lo introdujo y marcó el
código. Pensó durante un momento, tras lo cual
marcó una cifra, imaginando que la máquina se
bloquearía electrónicamente mientras analizaba su
petición. Finalmente, le dio el dinero de mala gana.
Extrajo la tarjeta, se dio la vuelta y comenzó a rondar
pensativamente por los pasillos del establecimiento.
Menuda selección. Suspiró, y fue hasta el empleado
que se encontraba donde la caja registradora
observándola con ojos soñolientos.
—¿Puede darme una caja, por favor? —el hombre le
dirigió una mirada confundida pero luego fue al
cuarto trasero y regresó con una caja de cartón
dándosela sin decir una palabra—. Gracias —Kerry la
cogió y fue hacia el estante donde escogió entre las
escasas opciones de Twinkies y otros artículos.
Escogió los artículos reconocibles, dejando atrás
algunos paquetes dudosos que contenían dulces.
Remolcó la caja hacia la parte delantera—.
Márqueme eso, por favor —Le dijo al hombre antes
de ir al congelador y estudiarlo. Una breve sonrisa le
pasó por los labios, abrió el arca y tomó un artículo
que entregó al empleado de la caja—. De acuerdo —
Pagó al hombre, agarró la caja y siguió a Mary
afuera.
—No me puedo creer que estés haciendo esto —
comentó la mujer. Abrió el maletero y la observó
mientras ponía la caja dentro.
Kerry estaba para contestar cuando apareció una
oscura figura deambulando hacia ellas.
—Hola preciosas —su barbudo rostro estaba
ligeramente colorado y caminaba con un pequeño
tambaleo—. Parecéis mojadas…dejadme que os
seque —Extendió una mano pero Kerry lo esquivó—.
Hey…
—No gracias…estoy bien…pero gracias por la oferta
—la mujer rubia retrocedió hacia la parte lateral del
coche.
—Aw…vamos… —el hombre fue tras ella haciendo
eses rodeado de una nauseabunda nube de hedor a
alcohol—. Una pequeña cosa bonita como tú…ven
aquí…no te haré daño…
—No…en serio…estoy bien… —Kerry aguardó a que
Mary abriese su lado y se metiese dentro del coche y
le abriese la puerta—. No…detente…
Él le agarró la chaqueta y tiró de ella acercándola.
Unos ojos inyectados en sangre la miraban a la cara
ávidamente.
Kerry suspiró.
—No estoy de humor para esto —liberó el brazo de
un tirón, lo agarró de la mano y lo tiró por encima de
su hombro con un movimiento bien aprendido que lo
hizo aterrizar de cabeza sobre el helado fango.
Entonces, abrió rápidamente la puerta del coche y se
dejó caer en el asiento. Cerró la puerta con un
portazo y murmuró un comentario mientras meneaba
la cabeza.
—Imbécil
Mary arrancó el coche sin articular una palabra y
comenzaron a andar.
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—¿Mandaron un centro de Ethernet? —Dar se apoyó
en los estantes que acababan de ser montados y
observó mientras otra caja aun estaba siendo
desembalada. El mohoso olor del almacén estaba casi
completamente substituido por el aroma a aparatos
electrónicos recién abiertos. La sucia y estropeada
alfombra estaba cubierta de técnicos de aspecto
cansado ocupados en hacer cables y en
ensamblarlos.
—Sí…está allí —el hombre al que estaba dirigiéndose
apuntó sin levantar la vista, ocupado en su tarea y
abstraído de su interlocutor.
A Dar no le importó. Fue hasta la caja que el hombre
le había indicado y asomó la cabeza al interior.
Descubrió el artículo que estaba buscando, lo sacó de
la envoltura protectora de plástico que lo envolvía y
le quitó el polvo de encima.
—Genial —fue cojeando hasta una improvisada mesa
donde dejó la caja. Sacó la pequeña navaja del
bolsillo de sus vaqueros y cortó la tapadera del
recipiente. Sus ojos examinaron el aparato. Lo
extrajo del paquete y lo llevó hasta el primer estante.
Lo deslizó hacia un lugar encima del primer router y
lo atornilló—. Ya está…si los ajustes están
preparados, podemos empezar a enganchar estas
condenadas cosas.
—De acuerdo —concordó fatigadamente el gerente
del complejo encendiendo el centro—. Por lo menos
enviaron supresores de subidas de tensión…pero me
alegro de haber encontrado esas alargaderas en el
sótano.
—Mm —dijo Dar mientras pulsaba en los
interruptores de los routers instalados—. Oh mierda…
—Se frotó los temporales—. Necesito un condenado
recto a través del cable de serie y un 9pin para
programar estas malditas cosas.
John maldijo por lo bajo.
—Cristo…de acuerdo…déjame ver lo que tenemos…
puede que consiga que alguien alambre una pieza de
Cat 5 como serie.
Dar se apoyó contra el estante un momento. Se
enderezó y fue hasta donde los técnicos de
telecomunicaciones se encontraban atornillando y
conectando los cables de dos grande bloques.
—¿Cómo va eso? —preguntó examinando los
enchufes—. Estupendo.
El técnico que estaba más cerca levantó la vista.
—Ya casi está…tiene suerte, señora…este es el único
panel de enchufes múltiples en esta parte de las
Carolinas…no tengo ni idea de cómo consiguió
inventario para dejarnos.
Los orificios nasales de Dar echaron llamaradas.
—Te lo diría, pero tendría que matarte —bromeó
débilmente recordando la conversación de veinte
minutos, a pleno pulmón, maldiciendo en dos idiomas
con un gerente de infraestructura de nivel medio de
la compañía de teléfonos—. ¿Podemos empezar a
encenderlo?
Acabó con el último tornillo sobre la desconchada
pintura del panel de conexiones.
—Sí…¿tiene los cables de conexión? —levantó la vista
viendo que Dar le daba una mano llena de lo que
había pedido—. Oh…bien… —Tomó el manojo y
empezó a conectarlos al tiempo que Dar conectaba el
otro extremo al equipo—. ¿Qué hora es?
Dar consultó el reloj.
—Cuatro y media —dijo haciendo una mueca de
dolor—. Muy bien…¿la fibra está conectada?
—Casi —comentó el hombre mientras iba hacia la
puerta.
Dar terminó su labor, retrocedió un paso y consideró
en equipo ensamblado.
—Que enredo —había cables por todos lados,
conectando los routers, los intercomunicadores del
centro, sin mencionar los cables de energía que
corrían por todas partes. Lucecitas verdes y rojas
empezaban a pestañear en los routers. Se pasó una
mano por el pelo, mientras trataba de dejar atrás el
cansancio imaginando qué necesitaba que ocurriese
seguidamente. Oh. Cierto. Agarró su teléfono móvil y
marcó un número.
—MIS —contestó una voz.
—Mark…bien…tenemos los… —empezó a decir Dar.
—Circuitos conectados…sí, los veo…pero aún no
están terminados —respondió Mark, en medio de un
ruido de llaves—. Mierda, eso fue rápido Dar…¿qué
hiciste, coaccionar a toda la compañía telefónica?
Dar suspiró.
—Tuvimos suerte…ya había bloques terminales en
este maldito almacén…acaban de asignar los pares —
encontró una caja donde sentarse y tomó una
profunda respiración—. Esa fue la parte fácil…ahora
tengo que configurar los routers, y meter el cable de
fibra…dios quiera que esos condenados paneles
centrales estén aún andando sin el generador, o
estaremos haciendo todo esto para nada.
—Suenas agotada —comentó Mark quedamente.
—Ha sido un largo día —reconoció Dar, reposando
los codos sobre las rodillas y cerrando
momentáneamente los ojos—. Desearía tener algo
de… —Dejó de hablar y levantó la vista cuando el
aroma a café recién hecho le acertó en la nariz.
Encontró unos cálidos ojos verdes mirándola
fijamente—. Oh, eres una visión para mis pobres ojos
—Murmuró.
Mark carcajeó en su oreja.
—Dile hola a Kerry de mi parte —remarcó
irónicamente.
Kerry le entregó una grande taza de café.
—Hola Mark…¿te podemos llamar de aquí a un
momento? —aguardó la respuesta y después colgó—.
Siento haber tardado tanto…no te haces idea de lo
difícil que es encontrar lugares abiertos en esta zona
a estas horas —Echó una mirada alrededor—. Wow.
Dar sorbió el café sin hacer comentarios, sintiendo
como regresaba algo de vida a su interior junto con
el cálido y dulce brebaje que iba hacia su estómago.
—Estaba a punto de mandar una patrulla de
búsqueda —notificó a su amante—. Tenemos los
circuitos conectados, pero… —Dar dejó entrar un
poco de duda—. Maldición, Kerry…no sé si podemos
hacerlo…falta demasiado por hacer —Lanzó una
mirada por encima del hombro al sistema medio
ensamblado—. Quizá estaba chiflada al intentarlo.
Kerry la contempló con inquietud…la cara y los
brazos de Dar estaban cubiertos con borrones de
polvo y suciedad procedentes del equipamiento.
Tenía oscuros círculos bajo los ojos, visibles incluso
bajo la escasa iluminación.
—Dar…si tú no crees que esto va a funcionar…no
podrás lograrlo —se sentó junto a su jefa—. Compré
comida para todos…eso ayudará…y puedo programar
los routers, si me dejas ir a cambiarme primero.
Unos ojos azules inyectados en sangre se elevaron y
la contemplaron.
—Eso está bien…eres certificada en Cisco, ¿verdad?
—una renuente sonrisa tiró de sus labios—. Ve a
cambiarte…tengo montados los cables para los
portátiles…si las dos trabajamos en ello, podremos
avanzar bastante para que los otros técnicos se
puedan conectar y empezar a descargar las tablas de
asignación de rutas.
—Hecho —Kerry se colgó su bolsa del hombro y se
encaminó a la sala de descanso. Se cambió
rápidamente y colgó su ropa mojada junto a la de
Dar. Regresó y encontró a su jefa encorvada sobre
una caja, estudiando la pantalla del portátil. El reflejo
plateado titilaba sobre el bronceado rostro, el cual
mudó cuando Kerry colocó su portátil junto al de ella
—. Ok —La mujer rubia sonrió cuando un técnico le
extendió un cable—. Gracias —Lo conectó, y después
comunicó el otro extremo con uno de los routers—.
Oh. Vuelvo enseguida.
Dar asintió con la cabeza absorta en su pantalla.
—Espero acordarme de cómo se hace esto —
murmuró apartando de un empujón su desagrado
por no poder usar el sistema informático del
complejo, significando que sólo Kerry y ella sabían
cómo conectarse y programar los complicados
dispositivos—. Esto llevará un rato —El aroma a
comida cocinada se esparcía por la sala y muchos de
los técnicos habían vagado hasta donde Kerry había
colocado las cajas, dejando a Dar en un relativo
aislamiento mientras se rompía la cabeza con el
programa.
La pantalla comenzó a parpadear y se detuvo ante lo
que parecía como la vigésima pantalla. Se reclinó
hacia atrás y se frotó los ojos, mientras su espalda
protestaba por su encorvada postura.
—Creo que es esto —comentó a Kerry, que se había
arrodillado a su lado—. Qu…
—Abre la boca —le indicó Kerry tapándole los ojos.
Dar la miró de hito en hito, sin comprender. Después,
con vacilación, abrió la boca. Se sobresaltó cuando
una cucharada de frío helado de chocolate fue
depositada dentro. Pestañeó varias veces.
—Mm —tragó la sabrosa crema—. ¿Es Haagen Daz?
—Sí —la informó Kerry ofreciéndole otra cucharada
—. Y no me preguntes dónde he encontrado Haagen
Daz en medio del quinto pino de Carolina del Norte,
¿vale? —Observó cómo toda la pose de Dar se
mostraba más alegre. Estaba convencida de que si la
mujer de pelo negro tuviese un rabo, lo estaría
moviendo con entusiasmo—. Es fabuloso lo que te
hace el helado, ¿sabías?
Dar se lamió los labios.
—Hey…son drogas de recreo —remarcó irónicamente
— ¿Qué le has traído a todos esos tipos?
Kerry echó un vistazo por encima del hombro.
—Lo mejor del buffet de El Gran Chico Gordo Os
Comerá a Todos —le dijo a su jefa, tomando una
cucharada de helado—. Y una caja de Twinkies,
Bolitas de nieve, Ping Dings y Mallomars.
La mujer de pelo negro se tapó la boca rápidamente
sofocando una risa casi histérica.
—¿Trajiste algún buffet? —se las arregló para
preguntar—. Maldición…pensé que era más…uh…
—Estás de broma, ¿verdad? —dijo Kerry dándole más
helado—. Me gustaría vivir para regresar a Miami,
gracias…y me sé el sermón de que sí, durante el día,
es mucho más sofisticado por aquí…pero estos
lugares lo cierran todo por la noche, porque todos los
trabajadores se han ido a casa.
—Bueno… —Dar aceptó otra cucharada y la saboreó
con alegría—. Fue una buena idea, creo…les dará a
todos suficiente energía para aguantar hasta por la
mañana —Hizo una pausa y observó a su amante—.
Y entonces, ¿no hay buffet para ti?
Kerry chupó la cuchara.
—Um…no…en realidad…yo… —hizo una pequeña
mueca—. Tengo una debilidad por las Bolas de Nieve
—Admitió un poco avergonzada—. Eso tiene bastante
azúcar para mantenerme en funcionamiento.
Dar rió.
—¡Ah! Ya veo… —bromeó cariñosamente—. ¿Esas
blancas que llevan chocolate dentro?
Unos ojos verdes parpadearon con sus doradas
pestañas ante ella.
—Sí —confesó, un poco ruborizada.
—¿Quieres compartir un paquete? —preguntó Dar
alzando una ceja.
Kerry se aclaró la garganta.
—Oh…no, estoy bien…yo… —después levantó la vista
—. Bueno, quizá uno.
Dar sonrió, encontrando energía para levantarse y
desperezarse. Sintió regresar su propia
determinación. Miró por la habitación, planeando el
próximo movimiento.
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El alba apareció, tornando la oscuridad de fuera en
un apagado gris en cuanto la lluvia continuaba.
Dentro del almacén, sólo se denotaba por la
suspensión del aroma a café, procedente de la
multitud de termos que llenaban la sala.
—De acuerdo, Mark —Dar se apoyó contra la pared,
cruzando los tobillos y liberando el peso de la rodilla
— ¿Puedes verlos?
Sonidos de clicks.
—No…no…espera —más sonidos de clicks—. Ah…
sip…ahí están…
Dar cerró los ojos en profundo alivio.
—¿Todos?
—Espera…tengo Unicenter cargado —murmuró el
jefe de MIS—. Espera…espera…ok…sí —Confirmó—.
Estoy viendo todas las puertas, y dos canales
centrales —Un golpe—. Wow…un trabajo tremendo,
jefa…eso sí que es patear traseros.
Dar dejó su cabeza reposar contra la pared.
—He tenido mucha ayuda —murmuró—. Vale…
ahora…voy a iniciar el canal de fibra —Se incorporó y
pulsó un interruptor.
A lo largo de la sala, se encontraban cuerpos tirados
sobre la alfombra, o apoyados contra las paredes. La
puerta estaba abierta caprichosamente dejando
entrar el aire frío y húmedo.
—No lo veo —la voz de Mark sonó cortante a través
de su extenuación.
—Mierda —Dar se apartó de la pared de un empujón
y examinó el equipo—. Yo no…está conectado…
déjame ver…
—¿Determinaste el IP? —preguntó Mark
delicadamente.
Dar pensó sobre ello.
—No me acuerdo —levantó la mirada al acercarse
Kerry—. Mark ve los canales centrales y los routers…
pero no ve esta caja…¿la programamos?
Kerry trajo el portátil, lo conectó y marchó por varias
pantallas.
—Nop —tecleó varios comandos y después reinició la
unidad—. Inténtalo ahora.
Mark cliqueó un poco y soltó un gruñido.
—Lo tengo —introdujo unos cuantos comandos
rápidamente—. Aunque necesita las tablas
secundarias…aguardad…ya estoy allí…puedo bajarlas
de aquí…esperad…vale —Suspiró—. Lo tengo…lo
tengo…sin embargo, vais a tener que IPL los paneles
centrales.
Dar y Kerry intercambiaron miradas.
—¿Qué? —preguntó Dar— ¿Pensaba que estaban
encendidos?
—Y lo están —dijo Mark—. Pero los puertos se
apagan cuando no tienen actividad hasta un cierto
punto…es un defecto de programación o algo así…
tenéis que reiniciarlos.
Dar dejó salir una explosiva respiración.
—Hijos de puta…Mark, no podemos entrar allí dentro
—le dijo—. ¿Puedes hacer el IPL desde ahí?
—Tiene que ser una reiniciación del hardware —
respondió el jefe de MIS—. Dios, Dar…lo siento…lo
sabía, en el fondo de mi cabeza, debí habértelo dicho
antes…no me di cuenta…
No. Dar golpeó la pared con la cabeza, maldiciendo
por lo bajo mientras respiraba.
Kerry se mordió el labio pensativamente, mirando
con ansiedad a su amante.
—¿Y si apagamos y volvemos a encender el
generador del edificio? —preguntó de súbito—. Está
fuera.
Dar se la quedó mirando, colgó el teléfono en el
estante de fibra, agarró a la mujer rubia y le plantó
un sonoro beso en medio de la sala.
—Te quiero —dio una palmadita en la mejilla de
Kerry y se encaminó hacia la puerta.
Kerry permaneció petrificada en el sitio, aturdida y
sin habla. Estaba de espaldas a toda la gente y casi
podía sentir los ojos de todos clavados en su nuca.
Finalmente, agarró el teléfono celular y se aclaró la
garganta.
—Um…hola.
Mark también se aclaró la garganta.
—Hola —respondió—. Supongo que le gustó la idea,
¿huh?
—Uh…sí —dijo Kerry sobresaltada y girándose
lentamente, descubriendo a la mayoría de los
técnicos desmayados y sin prestarle atención.
Aunque, había un puñado de rostros estupefactos.
Hizo acopio de una débil sonrisa para ellos—. Por lo
menos espero que funcione.
—Hey…seguro que golpea a esos cabrones —un
técnico rió—. Creo que me mudaré a Miami…tienen
un plan de bonos mejor —Siguió una ronda de
cansadas risas.
Kerry se pasó una mano por el sonrojado rostro y
suspiró.
—Voy a matarla por esto —murmuró y levantó la
vista cuando Dar volvió a entrar en el edificio.
—De acuerdo chicos…tenemos quince minutos, y
sabremos si todo esto habrá valido la pena —anunció
la mujer de pelo negro—. Si lo ha valido como si no…
me gustaría agradeceros a todos el haber
permanecido aquí…se que os hemos pedido mucho.
Un desanimado silencio cayó sobre ellos y todos se
sentaron para observar los routers, cuyas luces de
tráfico de información estaban apagadas. Dar caminó
hacia donde estaba Kerry y se sentó contra la pared,
agarrándose las manos frente a ella.
Espera.
Kerry se sentó junto a ella y sujetó el teléfono con el
cuello mientras cruzaba las piernas y apoyaba los
codos en las rodillas.
Pasaron quince minutos, y no había cambios en las
luces. Dar cerró los ojos y dejó caer la cabeza
derrotada, apenas sentía la mano de Kerry en su
brazo. De todas las veces que podía fallar tenía que
haber escogido esta. Se negó a oír el murmullo de
frustración que reverberaba por la sala débilmente
iluminada, hasta que los cansados gestos cayeron
sobre ella.
—Fue un condenado buen intento —Kerry apoyó la
cabeza contra el hombro de Dar.
—No lo bastante bueno —fue la susurrada respuesta.
La mujer rubia se acercó más, accidentalmente dio
un tirón de la clavija de encendido del canal de fibra
del muro.
—Oh…mierda —lo apartó de un empujón con una
mueca de disgusto—. Por todo lo bueno que hicimos
—Murmuró centrando la atención en su amante—.
Hey…vamos…nadie podría haber hecho nada más,
Dar.
—¡Hey! —una pequeña voz la distrajo, y alzó el
teléfono.
—¿Qué pasa, Mark? No ha funcionado —admitió
Kerry.
—¡¡Y una mierda…sí que lo ha hecho!! —gritó el jefe
de MIS—. ¡¡Estoy recibiendo información!!
La cabeza de Dar se irguió de un tirón al oír aquello y
ambas miraron el estante de los routers, donde unas
lucecitas estaban volviendo a la vida en una danza
electrónica.
—Hijo de perra.
Los técnicos empezaron a gritar apuntando a los
routers.
—¡Wow! —dijo salir Kerry con sorpresa y con una
risa de regocijo—. Me imagino que llevó unos
cuantos minutos más…
No… —Dar miró el canal que estaba sobre su cabeza
—. Lo hiciste tú…reiniciaste el canal de fibra óptica —
Agarró a Kerry y la abrazó—. ¡Lo hiciste tú!
Atónita, Kerry se la quedó mirando.
—¿Lo hice yo? —miró alrededor y vio la clavija—.
¡Fue un accidente!
—¡Waaahoo! —gritó Mark a través del teléfono—
¡Increíble, Dar! Dale a esa mujer un beso de mi
parte.
Los ojos azules, ahora vivos, miraron traviesamente a
Kerry.
—Oh…creo que puedo hacerlo —se levantó y tiró de
Kerry con ella mientras un coro de cansados aplausos
llenaban la sala.
—Uh…¿Dar? —susurró Kerry desesperadamente—.
Um…sabes, adoro cuando me besas…de veras que sí,
pero um...podríamos sólo... —Movió la cabeza en
dirección a los expectantes técnicos—. Me siento
como un video juego.
Dar soltó una carcajada.
—De acuerdo… —aflojó, pasando un brazo sobre el
hombro de Kerry y caminando hacia el grupo que
ahora hablaba con excitación. Agarró el teléfono que
sujetaba Kerry—. Entonces…¿todo está online?
—OH…sí… —dijo Mark con una carcajada—. Oh
espera…está el teléfono rojo…imagínate, el sol está
empezando a salir —Murmuró—. MIS Operaciones,
Polenti —Una pausa—. ¿Hmm? Oh…sí, estamos
conectados…no hay problema —Otra pausa—. Sip…
eso también…toda la red está conectada —Una larga
pausa—. Sí, la tengo en la otra línea…qu…vale…de
veras…gracias —Colgó el teléfono—. Hey, ¿Dar?
—¿Sí? —respondió Dar, aceptando los gritos de
felicitaciones de la multitud.
—Les me ha dicho que te diga que durmió como un
bebé —relató el jefe de MIS—. Dice que lo
entenderías.
Dejó que una fugaz sonrisa sin humor cruzase su
cara.
—Sí…lo entiendo —respondió—. De acuerdo…déjame
salir de esta cosa…me voy a asegurar de que está
estable, y luego me voy a dormir un poco —la idea
de una cálida cama y acurrucarse junto a Kerry se le
hizo abrumadoramente atractiva—. Hasta luego —
Colgó y se guardó el teléfono en el bolsillo.
Personal fresco estaba entrando en el edificio
mirando cautelosamente alrededor de la puerta de
entrada hasta localizar rostros familiares. Un
supervisor estaba ocupado haciendo una
planificación, y otras dos nuevas caras estaban
extrayendo consolas monitorizadotas de las cajas y
preparándolas.
—Lo hicimos —declaró Dar, en un tono admirado—.
No me lo puedo creer.
Kerry exhaló.
—Claro que lo hicimos —confirmó.
Ambas miraron cuando alguien llamó por el nombre
de Dar desde fuera. Un hombre vino
apresuradamente hacia ellas, deteniéndose cuando
las alcanzó.
—¿Srta. Roberts? —preguntó—. Hay algunas
personas fuera…creo que son la gente de medio
ambiente…quieren verla.
Dar se puso inmóvil.
—¿Algunas personas como las de anoche? —
preguntó cautelosamente.
Él asintió.
—Sí…la misma doctora…pero dijo que su jefa estaba
aquí…quiere hablar con usted —hizo una mueca—.
Fueron bastante rudas al respecto —Añadió, después
se giró hacia alguien que lo había llamado y se
marchó.
Kerry miró el rostro de Dar, viendo en él confusión y
desgana.
—¿Quieres que me haga cargo? —preguntó sin
rodeos.
Unos claros ojos azules se clavaron en los de ella.
—Gracias…pero…um…será mejor que vaya —le dijo
Dar pesadamente—. Espera aquí…no tardaré
mucho…ya que ahora ya no me importa cuándo van
a limpiar el otro edificio…con tal de que mantengan
los generadores en funcionamiento.
Kerry no se echó atrás.
—¿Seguro que no quieres compañía? —no tenía ni
idea de qué era lo que estaba asustando tanto a Dar,
pero maldición si no iba a ver de qué se trataba—.
Dos de ellos…sólo es justo si están dos de nosotros.
Dar dudó.
—Su jefa y yo tuvimos un asunto —admitió
finalmente.
—Me lo imaginaba —contestó tranquilamente la
mujer rubia—. Esa era la vieja historia, ¿cierto?
Un asentimiento.
—Sí.
—Dar, ha sido una noche muy larga…estás cansada…
deja que me ocupe de ellas por ti —alegó Kerry
sosegadamente, viendo la sombría indecisión en los
ojos de Dar—. O, por lo menos, deja que vaya
contigo.
Cedió.
—De acuerdo —Dar se pasó una mano por el pelo—.
Acabemos con esto…quiero irme de aquí —Agarró el
maletín de Kerry y se lo colgó del hombro—. Después
podemos irnos.
Salieron, lado a lado, a la gris llovizna.
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*************************
Era casi como si su estómago estuviese retorciéndose
en nudos. Kerry caminó al lado de su jefa,
observando los músculos de su mandíbula tensarse y
relajarse en el lateral de su rostro mientras se
dirigían al la oficina de redes. Dos figuras se
encontraban de pie bajo el saliente protegidas de la
lluvia, y Kerry casi sintió a Dar encresparse cuando
las divisó.
Esto era potencialmente muy feo, se dio cuenta,
estudiando a las dos personas. Una era la Dra.
Simmonds, a quien conocía. La otra, una alta mujer
estereotipada con el pelo acastañado por el sol
estaba de pie tranquilamente observando a Dar como
un halcón cuando ésta apareció. Kerry tuvo un
inmediato y muy visceral deseo de patearle las
espinillas y tuvo que preguntarse sobre su reciente
naturaleza física.
—¡Hey, Dar! —una voz las interrumpió, haciéndolas
detenerse y girarse hacia la figura que venía
corriendo hacia ellas. Era el gerente regional de
Bellsouth, que extendió una mano hacia Dar al
tiempo que se acercaba—. Oí que funcionó…
¡felicidades!
Dar hizo acopio de una sonrisa y aceptó su mano.
—Vosotros hicisteis que ocurriese —le dijo
cordialmente—. Os empeñasteis a fondo…no piensen
que lo olvidaré.
Kerry se dio cuenta de que estaban lo bastante cerca
de las otras dos mujeres para que los oyesen y vio
sus rostros colgarse. Una sonrisa apareció en su
rostro al ver aquello.
—Sí…fue estupendo trabajar con vosotros —añadió
ella aceptando también su mano—. Tus técnicos son
fantásticos…nos trajeron de vuelta sin problema —Se
aseguró de que su voz fuese un poco más alta de lo
necesario.
—Bueno, gracias… —dijo él sonriendo—. ¿Puedo
invitaros a un desayuno a la antigua usanza?
Dar rechazó la invitación con pesar.
—Tenemos que ocuparnos de unos asuntos…pero
gracias por la oferta —asintió hacia las dos mujeres
que estaban esperando—. Creo que las científicas
quieren decirnos algo.
—Cierto…bueno, cuidaros —dijo gesticulando con las
manos, después se fue a paso acelerado aclamando
a uno de los técnicos que pasaban cerca.
—Sabes, Dar… —dijo Kerry un paso por detrás en
cuanto retomaban su caminata—. Si no lo supiera
bien, creo que esta gente se quedaron
decepcionadas de oír que las cosas hayan funcionado
—Sus ojos volaron hacia sus blancos.
—Mm —murmuró Dar—. Puede que tengas razón —
dijo como para dentro para sacarse el algodón de la
boca e intentar ignorar el batimiento de su corazón,
muy consciente de los ojos de Shari puestos en ella.
Hizo acopio de su frialdad, su fiereza exterior y las
colocó en su sitio.
—¿Dar? —la voz de Kerry descendió a un bajo
murmullo.
—¿Hmm? —agachó la cabeza ligeramente mientras
cerraba y abría fuertemente los puños.
—Te quiero.
Dar pestañeó y después levantó la vista cuando se
encontraron con las dos mujeres. Shari, ¿quién?
—¿Necesitabais hablar conmigo? —preguntó
afablemente, sintiendo desvanecerse su temor,
apartándolo de un codazo, respirando el
conocimiento de que Shari había estado equivocada
todos estos años. Sus ojos se encontraron con los de
su antigua amante, y le dedicó un pequeño
asentimiento de reconocimiento—. Hola, Shari.
—Dar —respondió la mujer en una voz baja y
musical. Sus ojos fueron rápidamente a la cara de
Kerry y elevó una ceja.
—Lo siento… —Dar sintió una sonrisa aparecer por
los cantos de su boca—. Esta es mi socia, Kerrison
Stuart…Kerry, esta es Shari Englewood.
—Es un placer —respondió Kerry educadamente
extendiendo la mano y devolviendo el fuerte apretón
con uno suyo.
Se produjo un silencio embarazoso.
—¿Os importaría dejarnos a solas? —dijo Shari
finalmente—. Me gustaría hablar con la Srta. Roberts
en privado.
La Dra. Simmonds se alejó de inmediato,
aparentemente agradecida de poder salir de la
situación, pero Kerry se quedó allí parada durante un
largo momento, mirando fijamente a la mujer de pelo
castaño antes de agarrar el maletín que tenía Dar y
dedicarle a su jefa una rápida sonrisa.
—Te veo en el coche.
Dar medio giró la cara y le guiñó un ojo.
—No tardaré mucho —observó a Kerry caminar a
grandes pasos hacia el vehículo, agachando la cabeza
bajo la persistente lluvia. Después se dio la vuelta y
cruzó los brazos sobre el pecho.
Y esperó. Los ojos grises la estudiaron, y ella
devolvió la mirada sin acobardarse, manteniendo una
expresión reservada. Shari no había cambiado
mucho, salvo que había ganado un poco de peso y su
rostro había adquirido una expresión más fría y
predadora. Dar se percató de que seguía siendo muy
atractiva y la mirada de aquellos familiares ojos le
trajo viejos y dolorosos recuerdos que intentó
quitarse de encima.
—No has cambiado mucho —dijo Shari finalmente—.
¿Aún andas por ahí haciendo el trabajo sucio?
Dar se negó a tomarlo como ofensa.
—Claro —dijo arrastrando las palabras—. Solo que
ahora me pagan más por ello…y tengo un despacho
en el ático —Le produjo un poco de satisfacción decir
aquello y una pequeña risa burlona asomó por el
canto de sus labios para certificar la mofa—. Y dicho
sea de paso, si tu equipo de químicos no encuentra
rastros de vuestra peligrosa sustancia, te encontrarás
la factura de todo esto en tu escritorio.
—Oh, los encontrarán —respondió—. Yo no me
preocuparía por ello…me hizo tan feliz oír que la ibas
a cagar que tuve que venir a verlo personalmente —
Sus ojos vagaron por el cuerpo de Dar—. Pero
volviste a sacar el jodido conejo de tu culo, ¿verdad?
—Resolló—. Eso apesta, Dar…debí haber venido
anoche, cuando Anne me dijo que te estabas
desgarrando los cabellos.
—Siento haberte decepcionado —contestó Dar—.
Ahora, a menos que tengas algo de decir de verdad,
tengo un Jacuzzi y una cálida cama esperándome —
Dejó salir una franca sonrisa a sus labios, observando
la diminuta reacción en los claros ojos de Shari.
Siguió una pequeña negación con la cabeza.
—Se me había olvidado lo diferente que pareces
cuando sonríes —caviló la otra mujer—. Vas a estar
mucho tiempo en la ciudad, ¿Dar?
Uh oh.
—Sólo hasta esta noche…después me iré unos días a
las montañas —respondió cautelosamente—. ¿Por
qué?
Un encogimiento de hombros.
—Pensé que quizá nos pudiésemos sentar y hablar
unos minutos —hizo una pausa—. ¿Estás con
alguien?
Dar a duras penas podía creer lo que estaba oyendo
y sintió una fría rabia empezar a fraguarse.
—Sí —respondió tranquilamente—. A pesar de tu
predicción.
Un suave bufido.
—Me encantaría…¿conocerla? —arrugó la nariz al
preguntar.
Dar usó su aplomo.
—Ya lo has hecho —contestó suavemente—. Ahora,
si me permites, tengo que irme —Hizo un
asentimiento a Shari, se dio la vuelta y empezó a
caminar hacia el coche.
—Espero que sepa en lo que se está metiendo —gritó
Shari tras ella.
Dar se detuvo y se giró.
—Tenías razón en algo —la miró fijamente a través
de la helada lluvia—. No tenía ni idea de lo que era el
amor —Observó con salvaje satisfacción mientras el
comentario era entendido, después se dio la vuelta y
se fue.
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Kerry se alegraba de que, por lo menos, fuese de día.
Estaba cansada, y sabía que los reflejos estaban
resentidos, pero el tráfico estaba muy ligero.
—¿Gira a la derecha ahí arriba? —preguntó
suavemente, con una rápida mirada a su compañera.
Dar asintió.
Kerry estaba preocupada. Dar había estado distante
desde que había regresado al coche, dejando
descansar su cabeza contra el vidrio de la ventana,
su reflejo era evidentemente triste a los ojos de
Kerry. Indecisamente, se había inclinado hacia ella y
le había cogido la mano, animándose cuando los
largos dedos se apretaron sobre los suyos
inmediatamente.
—¿Estás bien?
—Sí —Dar suspiró—. Sólo estoy cansada —Giró la
cabeza y estudió el perfil de Kerry—. Creo que
necesito una siesta.
Kerry la miró.
—Yo también —confesó—. Me duele la mano con
este frío…¿cómo está tu rodilla?
Dar la frotó con su mano libre e hizo una mueca.
La mujer rubia aguardó un tiempo y tomó una
respiración.
—¿Esa mujer aún de preocupa?
Los músculos a lo largo del maxilar de Dar se
contrajeron, y se relajaron.
—Es…sólo me ha traído viejos y malos recuerdos…
eso es todo.
—Mm… —Kerry esperó, pero no vino nada más—.
¿Algo que quieras compartir?
Dar pensó en ello un largo rato, mientras filas de
húmedos y grises árboles pasaban a su lado.
—Yo… —se detuvo y se aclaró la garganta—. Yo
nunca…nunca antes he hablado de ello con nadie…
quizá un par de orejas amigas ayuden —
Interiormente se dio cuenta de que era un abismo
descomunal por el que se había lanzado, pero Kerry
no podía saberlo.
Los cantos de la boca de Kerry se curvaron, en
cuanto guiaba el coche cuidadosamente por la
delgada carretera y un largo camino de acceso donde
una señal anunciaba la presencia del hotel en el que
se alojaban.
—Creo que eso se puede arreglar —introdujo el
coche en el estacionamiento exterior y aparcó—.
Vamos.
Dar la siguió de buena gana por las escaleras,
llevando al hombro su bolsa de noche y dedicando al
botones una breve sonrisa mientras Kerry le daba las
llaves del coche. Se acercaron al mostrador y Dar dio
su nombre tranquilamente al encargado.
—Era supuesto venir anoche, pero…
—Sí, Srta. Roberts…su oficina llamó y nos informó —
le dijo la mujer sonriéndole—. Guardamos la
habitación…no hay problema…y um… —Rió un
ligeramente entre dientes—. Creo que tienen una
pequeña sorpresa esperándolas arriba.
Dar y Kerry intercambiaron recelosas miradas.
—¿Una sorpresa? —preguntó Dar—. ¿Qué tipo de
sorpresa?
La mujer le sonrió alegremente.
—Ahora…si se lo dijera, ya no sería una sorpresa…
pero no se preocupen. No es nada malo —les
extendió las llaves del cuarto—. Aquí tienen…
tenemos servicio de habitaciones disponible las
veinte y cuatro horas, y están en la planta del
conserje, así que pueden preguntarle al salir del
ascensor si necesitan algo.
Dar suspiró.
—Gracias —tomó la llave y le dio a Kerry la suya,
después siguió a la mujer más pequeña mientras se
dirigían al ascensor—. Odio las sorpresas —Se quejó.
Kerry le dio unas palmaditas en el abdomen
indulgentemente.
—Vamos, Dar…probablemente sea una cesta de fruta
—reprendió a su jefa—. ¿Puedes relajarte? Todos los
hoteles hoy en día lo hacen con los clientes VIP.
—Mmph —Dar se reclinó contra la pared del ascensor
e intentó ahogar un bostezo—. Sí…supongo —Esperó
a que las puertas se abriesen, se apartó de un
empujón de la pared trasera y caminó pesadamente
entre ellas, dedicándole un asentimiento al rosado y
ancho conserje antes de pasar por su mostrador.
Su cuarto estaba en la esquina. Dar extrajo la tarjeta
llave, la utilizó, y giró el picaporte cuando se
encendió la luz de abierto empujando la puerta.
El aroma a chocolate las alcanzó y las hizo pararse a
ambas en su camino.
—Whoa —dejó salir Dar al encender las luces.
Era una habitación grande, con una grande ventada
una grande y aparentemente cómoda cama. Una
puerta en un lado conducía al cuarto de baño y otra
en el otro lado al enlosado Jacuzzi. Frente a ellas
estaba una mesa redonda, cubierta con una enorme
cesta rebosante de todas las variedades de tipos de
chocolate. Dar se encontró a sí misma mirándola con
una tonta sonrisa.
—Oo.
Kerry la miró a hurtadillas.
—Pensaba que no te gustaban las sorpresas —
comentó dándole una palmada a su jefa al pasar a su
lado y soltar el bolso.
—Te voy a decir una cosa…siempre que quieras
sorprenderme con cincuenta libras de chocolate,
adelante —respondió Dar, arrancando la tarjeta de la
adornada asa y examinándola—. Es de Les.
—Ohh —sonrió Kerry—. Que sorpresa —Se acercó y
miró la tarjeta—. Es muy dulce de su parte.
—Bueno —dijo Dar escarbando entre los contenidos
de la cesta—. Considerando que acabamos de
salvarle su trasero de franela gris, no es algo sin
precedentes —Miró a Kerry—. Habría doce cuentas
principales en cola si no hubiéramos puesto a
trabajar aquel material esta mañana.
Kerry se detuvo completamente y se la quedó
mirando.
—¿Por qué no me lo dijiste? —le preguntó picada.
Dar miró la superficie de la mesa y jugueteó con la
tarjeta.
—No tenía sentido que ambas estuviésemos
enfermamente preocupadas…supongo…no sé…debí
haberlo hecho —miró a Kerry con remordimientos—.
No es que hubieras podido hacer más de lo que has
hecho —Hizo una torpe pausa—. Lo siento.
Kerry la miró enfadada.
—No…pero ello había explicado por qué estabas tan
condenadamente tensa —empezó a decir, después
vio una casi imperceptible mueca de dolor en el
rostro de Dar. Ahora no, Kerry. La avisó su mente.
Ahora no…está cansada, estás cansada, y te ha
pedido disculpas por no haberte dicho nada. Déjalo ir
—. Jesús, Dar…dímelo la próxima vez, ¿huh? Así
podré morderme las uñas contigo —le dijo a su jefa
con una sonrisa de lado.
Dar se relajó ligeramente.
—Lo haré —prometió quitándose la chaqueta y
colgándola en el pequeño armario—. Me pregunto
cuánto tiempo nos llevará dar cabo de esa cesta —
Dijo girándose hacia Kerry con una sonrisa.
Kerry miró la enorme cesta con trepidación.
—Creo que nos pondremos enfermas del estómago si
lo intentamos —comentó irónicamente, mientras se
quitaba la chaqueta y se sacaba la camisa por fuera
de los pantalones—. Debe haberse movido bastante
rápido…ni siquiera son las nueve.
—Bueno… —Dar se quitó los tenis y los arrojó cerca
de su bolsa, después se quitó la sudadera por encima
de la cabeza colgándola pulcramente en la silla antes
de desabotonarse la camisa de franela y quitársela—.
Si yo pude instalar setenta circuitos T1 y routers
antes del amanecer, creo que me las arreglaría para
conseguir una cesta de chocolate —Se inclinó hacia
atrás y se desperezó, estremeciéndose cuando los
dos hombros crujieron antes de enderezarse y
pasarse los dedos por el cabello para frotarse la nuca
—. Dios, estoy cansada —Admitió—. Me alegro de
que haya acabado…podemos descansar hasta la hora
de cenar, después no iremos a la cabaña. Está más o
menos a una hora de aquí…y parece que el tiempo se
está aclarando un poco.
—Me parece bien —dijo Kerry andando hacia ella,
habiéndose despojado de los pantalones y con la
camisa medio abierta, para desabrochar los vaqueros
de Dar. Sus dedos se deslizaron fácilmente bajo la
pretina y soltó el primer botón, dejando que sus
pulgares trazaran los contorneados músculos bajo la
piel. Se inclinó y cariñosamente besó la suave piel,
sintiendo las costillas moverse bajo sus labios en una
respiración irregular.
Aunque el aire de la habitación estaba fresco contra
su piel, Dar se quitó la camisa. Las manos de la alta
mujer se deslizaron lentamente por sus brazos
dejándolos para moverse a través de su caja
torácica, causando una sacudida de pura sensación
mientras los errantes dedos rozaban sus pechos.
—Pensaba que estabas cansada —dijo Kerry
guturalmente mientras acariciaba con la nariz una
suave curva.
—El olor de todo ese chocolate debe haberme
despertado —respondió Dar, atrapando un pequeño
pliegue de piel con sus dientes mordisqueándolo
delicadamente—. Pensaba que tú estabas cansada.
Kerry desabrochó el segundo botón y me movió más
para abajo, trazando el borde del ombligo de su
amante y subiendo hasta el borde del esternón.
—Desearía poder echarle la culpa al chocolate —
murmuró inhalando ávidamente—. Pero no es ese el
olor que me está poniendo la carne de gallina.
—Mm…sí…mira eso —la yema de un dedo de Dar
hizo un perezoso sendero por su hombro, después
los labios trazaron la misma parte en cuanto su
cuerpo se despertaba por completo, olvidando la
larga noche y las frustraciones del día. Incluso los
últimos y perseverantes ecos del pasado causados
por la aparición se Shari se desvanecieron,
reemplazados por la sólida y reconfortante presencia
de quien ahora estaba enrollada en su cuerpo. Se
quitó los vaqueros, encontrándose a sí misma siendo
tirada en dirección a la cama, y se dejó ir
regocijadamente, sus brazos llenos de desnuda y
cálida piel.
Kerry le dio la vuelta y se colocó encima de ella,
acabando con el lóbulo de una de las orejas de Dar
ágilmente atrapado entre sus impecables dientes
blancos.
—Hazme saber… —susurró en un tono amortiguado
—. Cuando empiece a aplastarte, ¿vale?
Dar se rió entre dientes bajo su garganta y le dio una
palmada en el trasero.
—No hay problema…apenas lo puedo sentir —lo que
no era del todo cierto, pero estaba cerca. Estrechó y
enrolló sus piernas alrededor de las de Kerry y se
rindió a una placentera oleada de pasión.
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*************************
El teléfono sonó, sacando a Kerry de un profundo
sueño. Agarró a tientas el recibidor, arreglándoselas
para ponerlo en algún lugar cerca de la oreja.
—¿Sí? —se aclaró la garganta—. Lo siento…quiero
decir, ¿hola?
—Hey… —la voz de Mark resonaba de manera
extraña—. ¿Kerry?
Llamó a su conciencia, apartándose suavemente del
cálido cuerpo de Dar.
—Hey. Estoy aquí…dime —hizo una pausa—. ¿Mark?
—Una rápida mirada al reloj le hizo saber que eran
cerca de las cuatro de la tarde, se frotó los ojos
habiendo estado en un extraño pero interesante
sueño.
—¿Dar está ahí? —inquirió Mark.
Kerry bajo la vista hacia el largo y poderoso brazo
que rodeaba su estómago y sonrió.
—Está aquí…está durmiendo…¿Qué ocurre?
—Oh…nada en realidad…um…probablemente
debería…uh…echarle un vistazo a su e-mail cuando
tenga oportunidad —dijo Mark inocentemente—.
Sabes…nada urgente.
—En realidad…iba a mandar los portátiles de vuelta a
Miami…esperaba estar unos días sin ellos —admitió
Kerry—. Mark, ¿es algo importante?
Él se rió entre dientes suavemente.
—Nah…el domingo por la noche estará bien…ella
debe revisarlo antes del lunes por la mañana,
supongo —un sonido de teclado—. Ya de paso,
chicas, hoy sois las heroínas del día aquí .
—Apuesto que sí —Kerry se apoyó en la almohada y
se acurrucó contra Dar, que inmediatamente la
estrechó más fuerte—. Mm.
—¿Qué fue eso? —preguntó Mark.
—Uh…sólo estaba concordando contigo —Kerry se
abofeteó mentalmente—. Bueno, me alegro de que
todos estén contentos por ello…supongo que
tendremos una tremenda reunión el lunes, ¿huh? —
Suspiró—. Será una aventura…puedo imaginarme la
programación.
Mark carcajeó.
—Uh…bueno, sí…va a ser todo un lunes —concordó
—. Escucha…pasároslo bien, ¿vale? Relajaros, con
calma…desligaos un poco.
Kerry bostezó.
—Lo haremos…te llevaré almíbar de arce o nueces o
lo que sea que haya aquí —lo escuchó reírse y colgó,
dejando que su cuerpo se sumergiese en el cálido
regazo donde yacía, mientras, soñolienta,
contemplaba el pacífico cuarto.
Dar estaba profundamente dormida, lo supo mirando
por encima del hombro. La alta mujer se había
quedado dormida después de que hicieran el amor, y
apenas se había movido una pulgada en las pasadas
horas. Kerry se debatió entre volver a dormirse, pero
entonces reparó en que era mejor empezar a
moverse en breve si querían ir a la cabaña.
—Primero lo primero —decidió, alcanzando el
teléfono—. Lo único que hemos comido en las
últimas veinte y cuatro horas ha sido media docena
de Bolas de Nieve y un vaso de café. Ni siquiera Dar
puede vivir con eso.
—Claro que puedo —el suave musitar le hizo
cosquillas en la oreja—. Esos…son…dos de los grupos
alimentares, ¿cierto?
—Shh —Kerry marcó un número en el teléfono tras
examinar la tarjeta que había en la mesita de noche
—. Hola, soy…oh, sabes el número de mi habitación,
genial —Dijo cuando alguien respondió— Vi que
tienen pizzas, vale…quería dos pequeñas… —Sintió
un codazo en las costillas—. Um…lo siento…dos
pizzas medianas…una vegetal, la otra con… —Miró a
Dar—. Embutido y pepperoni —Otro codazo. Kerry
suspiró—. Y extra de queso.
Dar sonrió y le acarició la nuca con la nariz.
—Gracias…y una jarra de té helado, por favor…
¿perdona? Oh…sí, no…eso estará bien —Kerry
finalizó el pedido y colgó el auricular. Se retorció en
los brazos de Dar y la contempló afectuosamente—.
Mark dice que somos unas heroínas.
—Apuesto que sí —respondió adormecidamente la
mujer de pelo negro, con los ojos aún cerrados—.
Supongo que tenemos que movernos, ¿huh?
—Mm… —Kerry trazó ociosamente una pequeña
cicatriz del mentón de su amante—. Dijiste que
querías estar allí antes de que oscureciese —Observó
mientras los párpados de Dar se abrían
trémulamente, revelando sus ojos alarmantemente
azules, permitiendo que Kerry los contemplase
fijamente.
Como para ahogarse en ellos. Lentamente, se inclinó
y besó ligeramente a Dar en la frente y la abrazó,
incapaz de definir ni explicar el repentino sentido
abrumador de devoción y conexión que sentía.
Era precioso, quería acunarla amablemente entre sus
manos, y nunca dejarla ir. La mano de Dar le alisó la
parte trasera del cabello en un gesto familiar, y se
sumergió en un estrecho abrazo sintiendo la armonía
resonar profundamente dentro de ella.
—Hey —susurró Dar suavemente, con un tono de
preocupación en su voz—. ¿Estás bien?
Kerry asintió sin decir palabra, respirando el aroma
de la mujer de pelo negro. La sensación se apaciguó,
dejándola consciente sólo de una penetrante calidez,
que casi podía sentir corriendo entre ellas,
abandonando su cuerpo para entrar en el de Dar y
regresando de nuevo.
—Sí…sí…estoy bien… —tomó una profunda
respiración y la dejó salir, consciente del corazón
latiente que se encontraba bajo su oreja—. Sólo
estaba sintiendo tu abrazo…eso es todo.
Los largos dedos se deslizaron hacia abajo por el
lateral de su cuello y alzaron su barbilla. No tuvo otra
opción que mirar a Dar, sabiendo que estaba
completamente abierta a ella. Sin poderlo evitar, las
lágrimas se fueron acumulando en el borde de los
ojos.
—¿Qué ocurre? —preguntó su amante dulcemente,
capturando una lágrima con el pulgar y mirándola
fijamente con inquietud—. ¿He…ha pasado algo?
¿He…qu…?
Sintió que los latidos de Dar se aceleraban bajo los
dedos que tenía contra su pecho.
—N…nada…yo…no lo sé…sólo…sentí una gran
intensidad por un momento…no estoy segura de por
qué…quizá estoy excesivamente cansada —bajó la
cabeza de nuevo y acarició el costado de Dar con
delicadeza, necesitando el toque—. Me sentí muy
extraña.
Unos ojos azules, ahora alarmados, se clavaron en
ella en cuanto Dar tomaba una cuidadosa respiración
y la soltaba a seguir.
—Bueno…quiero decir…me sentí de una forma muy
agradable —propuso con vacilación—. Muy…cálida —
empezó a acariciar el pelo de Kerry otra vez, y sintió
a la pequeña mujer relajarse contra ella por
completo, su cuerpo completamente flácido.
Estuvieron así casi media hora más, hasta que Dar le
echó un vistazo al reloj y se movió con pesar—. Será
mejor ponernos una camisa…no quiero chocar al
servicio de habitaciones cuando venga.
Los ojos de Kerry se abrieron sin rumbo, de un verde
claro a la luz del atardecer.
—Hmm…tienes razón —concordó apaciblemente,
rodó sobre su espalda y desperezó su cuerpo
lentamente, tatareando por lo bajo en su garganta
cuando Dar aprovechó la oportunidad para trazar un
tierno trayecto desde su cuello hasta su ingle—.
Pensaba que habías dicho que nos levantásemos —
Dijo arrastrando las palabras suavemente y
echándole una mirada a Dar con los ojos medio
cerrados.
La mujer de pelo negro exhibió una media sonrisa e
inclinó la cabeza en concordancia.
—Tendremos tiempo en abundancia más tarde —
reconoció. Plantó una mano en uno de los costados
de Kerry y pasó su cuerpo sobre el de su amante,
aterrizando elegantemente en el enmoquetado suelo
y enderezándose con un movimiento fluido—.
Supongo que tengo que ir a abrir la puerta —
Comentó al oír un atenuado toque en la puerta.
Kerry estaba demasiado ocupada recorriendo con los
ojos el cuerpo de su amante iluminado por las luces
del ocaso como para oír.
—Uh…¿qué? —dijo pestañeando. Después tiró de las
mantas hacia arriba en cuanto Dar se vestía una
camisa, y la abotonaba intentando parecer decente
por unas pulgadas—. Uh…Dar…no te agaches para
recoger nada, ¿vale?
Unos claros ojos azules la miraron por encima de un
bronceado hombro, y uno de ellos le hizo un guiño.
—Vale.
—A no ser que estés de espaldas a mí, claro —añadió
Kerry juguetonamente justo antes de que Dar abriese
la puerta.
Encontró al empleado del servicio de habitaciones de
pelo corto peinado hacia atrás con una mirada
cansada esperando con una ceja elegantemente
levantada.
—Hola —Kerry sonrió al muchacho—. Puedes ponerlo
ahí abajo junto a las cincuenta libras de chocolate
que nos vamos a comer de postre, gracias.
Unos turbios ojos castaños fueron hacia ella, luego a
la mesa y luego a ella de nuevo. El desaseado bigote
descendió mientras él se lo mordía nerviosamente.
—Uhm…señora…no creo que pueda poner esta
bandeja abajo.
—Ten —Dar se deslizó detrás de él y levantó la cesta
fuera de su camino peligrosamente cerca de quebrar
algunos de los decretos de la comarca—. Venga…
ponla —Dijo arrastrando las palabras, desde lo bajo
de su garganta.
Él habría estado bien si no hubiera intentado subirse
los pantalones y colocar la bandeja al mismo tiempo.
Dar se las arregló para salvar las pizzas, colocando
apresuradamente la cesta abajo y agarrándolas con
fuerza, pero el té helado se le escapó, y cayó sobre
el desafortunado mozo en el pecho, mandando
cubitos de hielo volando a través de la habitación. El
muchacho balanceó en el aire la botella, perdiendo el
equilibrio hasta que Dar lo aseguró con un atlético
muslo contra la silla y lo sujetó en el sitio con la
rodilla.
—¿Estás bien? —preguntó la ejecutiva, posando la
bandeja de las pizzas.
Los ojos del muchacho bajaron lentamente por ella
hasta donde la larga y fibrosa longitud de su pierna
estaba apretada contra él. Entonces rodó
pacíficamente la cabeza y esta cayó como una
piedra.
Se produjo un abrumador silencio por un instante.
—¿¿¿Qué demonios??? —se quejó Dar.
Kerry se tapó la cabeza con la ropa de la cama y
estalló en carcajadas.
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*************************
Estaba a oscurecer cuando salieron de la larga y
empinada carretera hacia el tranquilo retiro que Dar
había escogido. Estaba apartado de los caminos
principales, dentro de las montañas, fuera de las
luces de la ciudad. Dar deslizó el coche hacia el
edificio principal que tenía el tejado bajo y apagó el
motor.
—Bueno, lo hicimos.
Kerry miraba atentamente por la ventana, estudiando
con interés el pacífico paisaje. Había pequeñas
cabañas esparcidas hacia arriba y hacia abajo por el
montañoso suelo, alojadas en repliegues, cubiertas
por los árboles y con caminos pulcramente
delimitados hacia cada una de ellas.
—Sip…y tanto…aunque tenía mis dudas, después de
que tuviésemos que revivir a tu uniformado amigo
del hotel.
—Hey…no es culpa mía que él no consiga ver un
poco de piel —objetó Dar dócilmente.
—¿Un poco? —dijo Kerry con una risa tonta—. Tu
pierna era más larga que su cuerpo, Dar…aunque me
alegro de que se recuperase con la propina —Dijo
volviendo a centrar la atención en el exterior—. Mm…
En la distancia, pudo ver grandes edificios y la
posada enfrente de la que habían aparcado, donde
una luz amarilla se vertía por las ventanas pintando
rayas doradas sobre el suelo ligeramente escarchado.
—Wow…esto es precioso —dijo finalmente,
dedicando una sonrisa a su compañera—. Vamos —
Abrió la puerta del coche, sobresaltándose un poco
cuando el frío aire de olor a pino le dio en la cara—.
Brr.
Dar sonrió y abrió el maletero, después salió del
coche, cerró la puerta y fue a sacar las maletas.
Apareció un empleado con un cálido abrigo y ella le
lanzó las llaves. Después se colgó las dos bolsas del
hombro y evadió el intento de Kerry de agarrar las
suyas.
—Ah ah…yo las llevo —dijo a Kerry gesticulando con
las manos y rió entre dientes cuando la mujer rubia
abrió la puerta rápidamente y le hacía una reverencia
dentro—. ¡Vaya! Gracias, señora.
Entraron en la posada, un largo edificio que se
extendía hacia la derecha del mostrador de la
recepción. Sonidos desde el otro lado del edificio
indicaban que había un restaurante. Kerry pudo ver
una barra débilmente iluminada más adelante, medio
llena con siluetas de sombras. Fueron hacia el
mostrador y Dar dio su nombre tranquilamente al
encargado.
—Ah sí, Srta. Roberts…dios mío, ya hace mucho
tiempo que no la veíamos por aquí —dijo el
encargado con una sonrisa y levantando la vista,
subiéndose las gafas por la nariz—. Le aseguro que
no ha cambiado nada.
Dar sonrió educadamente ante el cumplido.
—Gracias, Milly…me sorprende que se acuerde de mí.
Una ceja se alzó ante ella.
—Usted es digna de ser recordada, que lo sepa…le
hemos reservado la cabaña lejana…ya que dijo que
quería un lugar tranquilo —le echó un vistazo a Kerry
—. Y de esta vez trae una invitada…maravilloso.
Bienvenida…Srta. Stuart, ¿cierto?
—Kerry —la mujer rubia extendió una mano sobre el
mostrador—. Encantada de conocerle…este lugar es
fantástico.
Millie rió.
—Bueno, nos gusta pensar que sí…estamos aquí
desde hace más de cincuenta años —plegó unos
sobres juntos y le dio a Dar un par de llaves—. Aquí
tiene…¿recuerda el camino o quiere que la lleve
Charles?
Dar se detuvo y exhaló.
—Recuerdo el camino…gracias Millie —miró hacia el
fondo de la sala—. ¿Cuál es el plato especial de esta
noche?
La mujer de pelo gris rió.
—Está con suerte…es roast beef.
Dar rió entre dientes.
—Estoy con suerte —repitió y dio un amable empujón
a Kerry—. Venga…vamos a cambiarnos, después te
enseñaré los alrededores…tienen una bonita
chimenea justo dentro.
—Hecho —remarcó Kerry alegremente que mientras
la seguía observaba todo con interés. Iba a ser
genial. Dar conocía el lugar y Kerry decidió que le
traía algunos buenos recuerdos por la sonrisa infantil
que se mantenía intentando salir en el rostro de su
compañera. Tendrían tiempo para relajarse y
hablar…algo que era raro desde…Jesús. Kerry pensó
en ello. No habían tenido tiempo sin distracciones
desde aquel viaje a Disney World. Incluso en casa,
siempre había trabajo, y las llamadas en medio de la
noche, las complicaciones. Pero aquí no. Dejaron sus
portátiles cerrados en el maletero del coche y, tras
un poco de convicción de su parte, también dejaron
los dos buscas—. Colleen tiene el número de aquí por
si ocurre alguna emergencia —Argumentó—. Y Mark
también…pero ambos saben que no lo pueden usar a
menos que sea el fin del mundo.
Dar había pensado durante un momento, después se
encogió de hombros y renunció al aparataje
electrónico.
—Vale.
De esta vez, Kerry se tapó el cuello mientras seguía a
Dar afuera por un camino que se inclinaba
ligeramente hacia abajo. Sus zapatillas hacían crujir
suavemente las hojas de cedro que cubrían el suelo.
—Mm —el aire era dulce y rico con el aroma a frío,
pino y la madera por la que caminaban—. Esto es
genial.
En la semioscuridad, el centelleo de los ojos de Dar
era fabuloso.
—Me alegro de que te guste —dijo arrastrando las
palabras—. Solía pasar los descansos de los
semestres aquí…no es un sitio caro, es como de la
familia…el marido de Millie es un exmilitar.
Kerry asintió con la cabeza mientras miraba
alrededor.
—Parece que está bien cuidado —comentó—. Da la
impresión de que te conocen bastante bien —Levantó
la mirada encontrando una sosegada sonrisa en la
cara de Dar—. ¿Cuándo fue la última vez que
estuviste aquí?
La sonrisa se esfumó.
—En Navidad, hace unos años —vino la queda
respuesta—. Yo…acababa de romper con Elana…
supongo que necesitaba algo de…tiempo libre.
Kerry le agarró un brazo con una mano mientras
caminaban.
—Bueno, espero que tengas mejores recuerdos de
esta visita —comentó dócilmente—. Nosotras…
teníamos un lugar en el lago al que solíamos ir en
verano, era un poco como esto —Tomó una
respiración, sabedora de la atenta concentración de
Dar en sus palabras—. Era supuesto ser unas
vacaciones familiares…pero solía ser un circo…quiero
decir, gente yendo y viniendo…negocios…la prensa…
ya sabes.
—Mm —concordó Dar llevándola por una bifurcación
del camino.
—Navegar era lo que más me gustaba hacer…pero
cuando me hice mayor mi madre se aseguró de que
no tuviese mucho tiempo para ello…tenía las fiestas o
lo que fuese…nos mantenía yendo de mansión en
mansión…hablando con personas con las que, incluso
entonces, no tenía mucho en común —suspiró—. Y
vestirse…ese era siempre el proceso…Angie y yo
desfilábamos frente a ella y mi tía normalmente para
asegurarse de que teníamos buen aspecto.
—No suena muy divertido —remarcó Dar mientras
llegaban a una pequeña cabaña con el porche de
madera—. Lo más cerca que he estado de eso fue
cuando mi madre se aseguraba de que las rajas de
mis vaqueros no iban a hacer con que me arrestasen
en algunos de los condados mas rurales de por aquí
—Puso una mano en la espalda de Kerry en cuanto
subía los tres escalones bajos. La madera crujía bajo
sus pasos—. Siempre me ha gustado esta —Se dio la
vuelta y asintió—. Tiene una vista preciosa.
Kerry también se giró y se quedó de boca abierta al
encontrarse con la belleza del lago iluminado por la
luna, reflejando un dosel de estrellas brillantes.
—Oh dios mío, sí —dejó salir una risa de deleite—.
Dar, es maravilloso —Se dio la vuelta y apuntó con el
dedo a su compañera—. Muy romántico…¿es aquí
donde traes siempre a tus amigas especiales?
Dar la miró fijamente, un poco entristecida.
—No…eres la primera —Se giró y atravesó el porche,
abrió la puerta y le indicó por gestos que entrase
dentro—. Siempre lo he usado como un retiro muy
privado…nunca antes había pensado en traer alguien.
—Mm —Kerry entró rápidamente sin más
comentarios y encendió la luz que estaba junto a la
puerta—. Oh —Pestañeó sorprendida—. Esto esta
genial —La cabaña constaba en su mayor parte de
una grande habitación, con una cama hecha con
esmero junto a la pared más alejada, bajo la
ventana, cubierta con una gruesa colcha con tonos
de carmesí y azul marino. En el suelo había
alfombras de estilo indio. Una de ellas, una gruesa de
piel de oveja, estaba en frente de la chimenea. Había
un ropero junto a la pared, y una puerta que daba a
un lujoso cuarto de baño, rematado con una grande
bañera cercada por madera cálidamente aclimatada
—. Oh…creo que esto me gusta.
Dar rió entre dientes suavemente.
—Oh sí…viene muy bien después de un día de
montar a caballo, especialmente si no estás
acostumbrada. Créeme —dejó las maletas sobre la
cama y miró alrededor. No había cambiado. Pensó
ensimismada mientras caminaba hacia la ventana y
miraba con los ojos entrecerrados el silencioso y
delicadamente susurrante lago.
—Ah… —Kerry estaba explorando el mueble
mostrador que había contra la pared trasera—. Veo
que tenemos lo básico…café, galletas y chocolate
caliente —Investigó las provisiones—. Vasos y…
veamos…bolsitas de té…oh…bizcochitos…esto está
muy bien, Dar.
La mujer de pelo negro lanzó un saco atiborrado
junto a ella.
—Bueno, podemos añadir nuestro pequeño botín —
sonrió, con su buen humor restaurado—. Nunca
hubiera pensado que pudiésemos meter todo ese
chocolate aquí dentro.
Kerry resopló y levantó el saco.
—No me puedo creer que nos lo hayamos traído
todo…nos vamos a poner malas —olfateó el saco—.
Mm…por otro lado… —El rico aroma la seducía,
suspiró—. Después…¿cenamos primero?
—Me parece bien —concordó Dar—. Aquellas pizzas
eran pequeñas.
—¿Qué pizzas?...ah, aquellas. Cierto —Kerry se quitó
la sudadera y se puso un pesado suéter, el borde le
llegaba a los vaqueros—. Sí…que bien que no las
pedí pequeñas…las hubiéramos podido usar como
posavasos.
—Lo hubiéramos podido hacer de todos modos —
reclamó Dar poniéndose un grueso suéter y
frotándose las manos—. Kerry, aquí hace frío.
La mujer rubia se dio la vuelta, bajando la escoba
que había estado usando para peinarse el pelo, se
acercó cogiendo las manos de Dar entre las suyas y
las apretó contra su cuerpo.
—Aw…mi pequeña flor de estufa —dijo con una risa
tonta al mirar los ojos azules muy abiertos por el
ultraje— Vosotros los sureños…hablando de razas
débiles…tenemos que conseguirte algunos mitones —
Besó delicadamente los dedos de Dar—. Ya ahora,
gracias por invitarme a venir aquí.
Dar le sonrió obviamente cautivada.
—Me alegro de que te guste.
—Ven…agáchate —Kerry liberó una mano para volver
a coger su escoba. La pasó por los mechones de Dar
para ordenarlos un poco. Las sedosas hebras
crepitaban con el pelo seco y se adherían a la escoba
enrollándose también en las manos—. Ack…una
buena cosa de Miami…allí no te ocurre esto —
Pacientemente se desenredó encontrándose con los
ojos azules que la estaban observando con una
sonrisa mientras suavizaba el habitual flequillo
desordenado—. Te quedarían bien unas trenzas…
¿quieres probar mañana?
Dar pestañeó, obviamente sorprendida ante la
pregunta.
—Um…claro —se enderezó en cuanto Kerry acababa
—. Si puedo hacer las tuyas… —Jugueteó
cariñosamente con la cola de caballo estudiando el
efecto.
Kerry sonrió, adoraba la sensación de los dedos de
Dar en su pelo mientras los frotaba contra su cuero
cabelludo.
—Vale —concordó alegremente—. Estamos de
vacaciones, ¿cierto? Podemos hacer lo que
queramos.
—Sip —Dar le pasó un brazo sobre sus hombros y la
guió hacia la puerta—. Vamos…tienen una carne
asada buenísima.
—¿Ah si? —Kerry deslizó atentamente un brazo por
su cintura—. ¿Con salsa?
—Uh huh…y un puré de patatas mortal —prometió
Dar—. Y helado casero de postre.
Kerry dejó salir un pequeño gemido.
—Uh oh…estoy en problemas —se lamentó—. Soy
una viciada del helado casero.
—Sí…yo también —añadió Dar tímidamente—. Pero
estamos de vacaciones, ¿recuerdas?
—Mm…tienes razón…de todas formas, ¿qué mal
puede hacernos comerlo durante dos días?.
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—¿Dar? —la voz de Kerry flotaba en la oscuridad
mientras regresaban de la cena. Hacía frío y el cielo
parecía una lámina bien definida. La negrura estaba
empapada de pequeños puntos de luz tan numerosos
que difícilmente se podían ver las constelaciones.
—¿Sí? —la alta mujer caminaba tranquilamente con
satisfacción, mientras chupaba un caramelo de
menta.
—¿Si exploto eso esta cubierto por el seguro de la
compañía? —preguntó Kerry ociosamente—. Dios,
estaba tan bueno…aquel cocinero es absolutamente
peligroso.
—No explotes —protestó Dar—. ¿Tienes idea del
montón de papeles que tendría que rellenar si me
explota un empleado durante un viaje de negocios?
Tendría que pasar horas y horas en CAS —Hizo una
pausa y pasó el caramelo de un lado de la boca al
otro—. Sin mencionar que tendría que explicarle a
Mari cómo yo, responsable de una corporación, había
permitido que ocurriese algo así.
—¿Permitido? —dijo Kerry con un bufido—. Me diste
de comer bombones de licor, gamberra…tú ayudaste
e incitaste.
Una suave carcajada.
—Hmm…es verdad…quizá podía alegar que estaba
desempeñado una búsqueda y desarrollo —deslizó un
brazo alrededor de Kerry y agachó la cabeza
besándola cariñosamente—. Bueno…tenemos dos
opciones…podemos subir la montaña para hacer algo
de esquí…o excursionismo…o podemos bajar al
lago…o montar a caballo…¿qué prefieres?
—Bueno —Kerry tiró de ella por los escalones que
conducían a la cabaña—. Creo que es mejor para tu
rodilla que descartemos el esquí —Dijo dando una
palmadas a la parte del cuerpo en cuestión—. Y lo
mismo con el excursionismo…así que, ¿qué tal si
vamos a montar a caballo un poco por la mañana e ir
al lago por la tarde?
Eso estaría bien. Dar abrió la puerta y exhaló.
—Me parece bien —siempre había hecho solitarias
caminatas allí arriba, hacia pequeñas cuevas cerca de
la cima para reflexionar en soledad. Hubiera sido
extraño ir con Kerry.
Entraron y Dar pasó algunos minutos en el cuarto de
baño antes de salir y encontrarse a Kerry apilando
eficientemente leña en la chimenea.
—¿Qué haces?
Apoyada sobre una rodilla, se giró y la contempló.
—Haciendo fuego —colocó otro leño, después metió
una yesca dentro—. Sé que es un extraño concepto
para ti, Dar, pero puede llegar a ser muy agradable.
—No es extraño —protestó la mujer de pelo negro—.
He estado fuera de Miami, ¿recuerdas? —Estudió lo
que Kerry estaba haciendo—. Es sólo que en realidad
nunca he…um… —Gesticuló con las manos un poco
descriptivamente—. Hecho uno —Se arrodilló—. ¿Qué
es eso?
—Musgo —Kerry lo metió entre los leños—. Hace que
los maderos ardan —Miró alrededor— ¿Ves algunos
fósforos?
—Um…no…pero creo que se usa esto —Dar agarró
un pedernal y un percutor de la repisa de la
chimenea y se los ofreció— ¿Cierto?
Kerry se rió tontamente.
—No en este siglo, Dar —se levantó y apoyó las
manos en las caderas—. Creo que tenemos algunos…
¡eh!
Dar había estudiado los objetos, irguió la cabeza,
posicionó el percutor y golpeó el pedernal contra él
con devastadora eficiencia mandando una lluvia de
chispas a la yesca que estaba al lado. Lo que provocó
fuego y empezó a arder haciendo flotar en el aire
pequeñas formas de humo. Dar juntó las manos y
miró insufriblemente grata consigo misma.
—¿Así?
—Hija de perra —dijo Kerry admirada—. Nunca había
visto a un ser humano del siglo veinte hacer eso —
Contempló a su jefa—. ¿Qué otras habilidades
ocultas tienes?
Dar rió entre dientes mientras volvía a poner las
herramientas en su sitio y se hizo a un lado en
cuanto Kerry soplaba delicadamente a las llamas
llevándolas a un resplandor crepitante. Era
agradable, decidió mientras contemplaba la luz
titilante y extendía las manos hacia la calidez en
cuanto ésta aumentaba de tamaño. Tras ella se
encontraba un sofá bajo cubierto por coloridas tiras.
Se sentó en una de las esquinas retorciéndose en
una posición cómoda. Levantó la vista cuando Kerry
se juntó a ella, la mujer se sentó con una pierna
doblada debajo.
Ambas observaron cómo aumentaba el fuego en un
acogedor silencio que fue quebrado cuando Kerry
cambió de posición. Tomó una respiración y se
estudió las manos antes de levantar la vista hacia
Dar.
—Creo que nos lo vamos a pasar bien este fin de
semana —empezó a decir, tentativamente,
escogiendo las palabras con cuidado.
En los labios de Dar se dibujó una sonrisa.
—Eso espero…ha sido una larga semana, ¿huh?
—Sí…sí que lo ha sido —dijo su amante quedamente
—. Han pasado muchas cosas.
—Mm —un murmullo muy atenuado.
—Quiero tener un fin de semana divertido…creo que
ambas lo necesitamos… —Kerry sintió como las
palabras se escapaban ligeramente de su control—.
Quiero decir…bueno…quería hablar contigo de una
cosa antes de que…yo… —Se detuvo, sintiendo algo,
y levantó la vista viendo una desprevenida mirada de
miedo en los ojos de Dar que fue rápidamente
disimulada. El tren de sus pensamientos se descarriló
por reflejo—. ¿Por qué haces eso? —Preguntó en su
lugar.
—¿Hacer el qué? —respondió la alta mujer con
forzada despreocupación.
—Esperarte siempre lo peor todo —dijo Kerry.
Una rápida negación con la cabeza.
—Yo no…¿qué quieres decir?
—Lo haces…lo he visto en tu cara…no sabes lo que
voy a decirte, pero piensas que es algo malo…¿por
qué, Dar? —preguntó Kerry muy gentilmente— ¿He
hecho algo que te preocupe?
Dar parecía atrapada. Giró la cabeza, entrelazó los
dedos, largos dedos retorcidos entre ellos por la
turbación. No se esperaba que Kerry fuera a
preguntarlo. Así no…no…
No tan pronto.
—Yo…no has hecho nada, Kerry —murmuró
finalmente—. Es una obsesión mía…no tiene nada
que ver contigo.
—Claro que lo tiene —Kerry se hizo camino
cuidadosamente, poniendo una mano sobre la rodilla
de Dar—. Si forma parte de ti tiene todo a ver
conmigo —Pudo sentir a Dar distanciarse. La mujer
de pelo negro exhaló con tristeza, cruzó los brazos
remetiendo las manos contra los costados—. Por
favor, háblame —Le pidió con sencillez—. Quiero
entenderlo…no quiero hacerte daño.
Llevó un largo momento, en cuanto Dar miraba
fijamente las llamas, su vacilante luz delineaba
agudamente sus lisas facciones con exótico detalle.
Después, aparentemente tomó una decisión al asentir
levemente. Su cabeza se giró y los azules ojos con
matices ámbar la contemplaron seriamente.
—Supongo que no hay una simple respuesta para
eso —suspiró—. No soy muy buena hablando de mí
misma…intento no pensar en por qué hago lo que
hago la mayor parte del tiempo, es muy extraño.
—Mm —murmuró Kerry encorajándola, esperando al
mismo tiempo que Dar acabase por decirle lo que
fuera de lo que se trataba. Tenía las tripas revueltas
con sus propios motivos.
—Supongo que sabes que yo…no he tenido mucho
éxito en mis relaciones —continuó Dar torpemente—.
No sé…probablemente es culpa mía…me vuelvo muy
inducida…me atrapo mucho con el trabajo, y… —Se
detuvo y se encogió ligeramente de hombros—. Da
igual…yo…creo que fue en mi segundo año en la
universidad…acababa de descubrir mi orientación…
fue un choque… —Intercambió unas pequeñas
sonrisas sombrías con Kerry—. En cualquier caso…no
sé, supongo que debí ser una soñadora cuando era
niña…siempre a la expectativa…de que las cosas
fueran como en los libros, supongo que yo… —Se
detuvo intentando encontrar las palabras.
Kerry le acarició la pierna amablemente.
—Yo…um…supongo que me enamoré —Dar lo dijo
como si no estuviera segura—. Y…yo era aquella niña
idealista, y había leído sobre…cuentos de hadas,
principalmente…supongo que pensé que sería así…di
todo lo que tenía…imaginaba que había encontrado
mi futuro —Regresó mentalmente a aquel dorado
otoño con melancolía—. Yo estaba…recuerdo estar
delirantemente feliz —Una pausa—. Estúpido. Ya lo
sé.
Los ojos de Kerry se cerraron en empática
comprensión.
—Da igual…yo um…estuve genial durante un
tiempo…ella era mayor que yo…muy guapa…tenía
éxito en la universidad…no me lo podía creer…me
sentía como que pertenecía a algo…a alguien por
primera vez —la voz de Dar era suave, casi abstracta
—. Me imaginaba que ella sentía lo mismo que yo…
entonces un día…recuerdo que era un sábado…se
suponía que íbamos al cine.
Kerry cogió una nuez del plato y la manoseó. Su
cuerpo se tensó contra lo que sabía que se
avecinaba.
—¿Sí?
Dar se encogió de hombros.
—Le dije cómo me sentía…cómo quería pasar mi vida
con ella.
Kerry levantó la mirada, notando un largo dolor
pasado en el rostro de su amante.
—¿Y?
La respuesta fue dicha casi como de manera
despreocupada.
—Se rió.
El agudo crujido las sobresaltó, haciendo que Dar
saltase ligeramente. Se quedó mirando a Kerry, que
pestañeó y miró su mano, de donde caían
fragmentos de nuez. Abrió el puño fuertemente
cerrado descubriendo la nuez quebrada y suspiró.
—Lo siento.
Una tensa y pequeña sonrisa apareció en los labios
de Dar.
—Da igual…empezó a decirme cuán deficiente yo era
en todos los aspectos…y cómo ella nunca se vería
atrapada ni muerta conmigo en ningún lugar que no
fuera uno de nuestros locales de billar —Dar bajó la
vista hacia sus manos—. Dijo que yo no era
sofisticada, lo que era cierto, e inculta, que también
era verdad, y que nunca tendría una relación basada
en otra cosa que no fuese mutuos deportes de cama
porque sencillamente yo no era capaz de ello
emocionalmente —Esto último lo dijo con una agria
mueca—. Y tenía razón.
―No la tenía —respondió Kerry furiosa—. Ella era un
pedazo de mierda de caballo con menos sentido
común que el que dios da a un erizo, Dar.
La alta mujer rió suavemente.
—Lo sé, ahora —declaró Dar suavemente—. Pero la
niña que yo era entonces no lo sabía —Parecía
perdida y muy desolada—. Y la creí…creo que
algunas partes de mí aún lo hacen —Admitió por lo
bajo—. POR ESO de ahí es de donde viene mi
reacción, Kerry…hay una parte de mí que recuerda lo
que me dijo…y lo que me dijo de que nada era
permanente…y cómo la gente en realidad se usaban
los unos a los otros hasta que estaban preparados
para cambiar —Una pausa—. Supongo que yo…
intelectualmente lo sé mejor, pero emocionalmente
sigo esperando que caiga el otro zapato —Acabó,
contemplando las llamas serenamente. Decidió que
no le iba a contar a Kerry lo de la pequeña oración
que rezaba todas las noches, mientras se quedaban
dormidas—. Y bueno…¿qué es lo que te está
molestando? —Preguntó quietamente, sabiendo que
algo lo hacía, por algún tiempo. Por lo menos ella
habla de ello , meditó Dar. Por lo menos me da una
oportunidad para intentar arreglar las cosas…si es
eso lo que está mal . Observó a Kerry sacudirse la
manga y se dio cuenta del leve temblor de sus
manos. Si es tan simple como eso .
—Dar —Kerry le cogió una mano, la sintió fría y la
besó cariñosamente—. Creo que eso me lleva a mi…
pequeño problema —Se aclaró la garganta
nerviosamente—. Yo…um…he estado pensando…
sobre cosas…y sobre lo que yo…sobre lo que
necesito poner en orden para vivir…mi vida,
supongo.
Dar la miró fijamente, con una expresión abierta y
hechizada.
—¿Sí? —su voz se quebró y se preguntó sobre lo que
se avecinaba.
—Y…mira, tengo esto…no estoy segura de cómo lo
llamarías…quizá fue la forma como crecí…no lo sé en
realidad… —volvió a absorber una respiración—.
Dios, esto me está resultando un problema…no sé lo
que me pasa…pensarás que podría decirlo sin más —
Se levantó y comenzó a andar de atrás a adelante,
intentando relajarse visiblemente—. Vale —Se dio la
vuelta y vio unos ojos azules que la observaban con
aprensión—. Oh Dar…no me mires así…¿piensas que
voy a decirte que era una bailarina erótica o algo así?
Eso quebró la tensión y Dar se apaciguó en una risa
de alivio.
—Lo siento…pero por la manera en que te estás
paseando…Jesús, Kerry…me estás poniendo de los
nervios con solo mirarte…¿qué es? —tragó una vez—.
Pensé que a lo mejor…pensé que a lo mejor aún
estuvieses enfadada por lo de la semana pasada…o…
—La semana pas… oh —Kerry exhaló pensando en
ello—. ¿Sabes lo que me sacó de quicio? —Preguntó
seriamente—. Que no me preguntases.
Dar pestañeó.
—Que no te preguntase…¿el qué?
—Dimitiste…dimitiste sin más…y lo hiciste por mí, y
no lo consultaste conmigo —le dijo Kerry
aguijoneándole el pecho con cada palabra—. Eso me
enfadó.
—¿Lo hizo?
—Sí, y tanto que lo hizo —le aseguró Kerry—. Somos
compañeras, ¿cierto?
Un asentimiento.
—Lo que hagas me afecta, Dar…aquello sin duda me
afectó…yo debía haber tomado parte en esa decisión
—le dijo Kerry—. O…por lo menos…me podrías haber
dado una oportunidad para intentar convencerte para
que no lo hicieras.
Dar guardó silencio, pensando en las palabras de su
amante. El que Kerry hubiera formado parte de la
decisión era algo que ni se le había pasado por la
cabeza. Consideraba que era algo que tenía que
hacer ella, como lo había sido todas las otras veces
anteriores. Después de todo era su trabajo y su
carrera, ¿cierto? No podía estar esperando hacer
decisiones por comité, ni de cerca, ni como un comité
intimo entre ella misma y Kerry.
Eso era impensable. Levantó la vista hacia los ojos
verdes que la contemplaban con seriedad.
—Fue un impulso en un momento de decisión,
Kerry…tenía los hechos, sabía mis opciones…y lo hice
—vio un indicio de desilusión en la mirada de la
mujer rubia—. No te puedo garantizar que volvería a
hacer lo mismo dadas las mismas circunstancias —Se
detuvo un momento, después exhaló—. Pero
intentaré tener en mente que tengo una
responsabilidad hacia ti…y que tienes el derecho de
opinar en todo lo que pasa —Otra pausa—. Lo que
nos pasa.
Puedo vivir con eso, por ahora. Pensó Kerry.
—De acuerdo —se arregló el rebelde pelo disperso
sobre la frente de Dar—. Es difícil para ti, ¿verdad?
Dar asintió.
—Mucho —exhaló—. Pero lo intentaré —Una pausa
—. Entonces…¿era eso lo que te preocupaba? —Se
sintió un poco orgullosa de sí misma por dejarlo
salir…la comunicación nunca había sido uno de sus
puntos fuertes, y lo sabía.
—Um…no —Kerry se detuvo y se giró, encarándola.
Ahora o nunca…dilo sin más, Kerry, ¡hazlo! Vaciló,
avanzó dos pasos y se arrodilló a los pies de Dar,
apoyando una mano en una de las rodillas de la
mujer alta para equilibrarse—. Lo que tengo es un
problema de compromiso.
Un doble salto del corazón. Jesús…ella sabe que
nunca he tenido una larga relación…quizá ella…dios.
Los ojos de Dar examinaron su rostro con alerta,
después una ceja se elevó ligeramente.
—¿Lo tienes? —murmuró suavemente—. Um…quiero
decir…bueno…sí, sé que eres muy…um…pareces ser
muy leal, y del tipo comprometido con… Kerry, ¿qué
es exactamente? —Si su amante tenía un problema
con ella quería saberlo ahora mismo—. Explícamelo
sin más.
La mujer rubia se rascó la mandíbula.
—Um —ahora que se había metido todo el asunto le
parecía realmente tonto, vaciló, entre continuar o
simplemente…—. Esto te va a sonar un poco loco…
—le dijo intentando contemporizar—. Y…tan sólo
quiero que sepas que…es algo que yo… —Se detuvo
y rebuscó en su bolsillo, sacando algo y centrando su
atención en los pequeños abetos bordados que
danzaban en el pecho de Dar—. De acuerdo…mira…
—Puso su puño cerrado contra el estómago de Dar,
aun mirando fijamente el suéter—. He intentado
encontrar la manera de hacerte saber…lo importante
que eres para mí…y lo importante que es para mí
nuestra relación.
—Vale —respondió Dar, obviamente sumergida en el
mar—. Bueno, Kerry…también es muy importante
para mí…espero que lo sepas…ha cambiado toda mi
vida.
Kerry contempló el suéter.
—¿Es un buen cambio? —susurró.
Unos largos dedos capturaron su barbilla
amablemente e inclinaron su cabeza hacia atrás, por
lo que no tuvo otra opción que encontrarse con los
ojos de Dar que ahora estaban muy serios.
—¿Eso es una pregunta sincera? —respondió Dar—.
Espero que no…espero que ya sepas la respuesta —
Hizo una pausa—. Sí…es lo mejor que me ha pasado
nunca.
Kerry se las arregló para asentir.
—Bien —balbuceó suavemente plegando los dedos
de Dar sobre la pequeña caja que se había sacado
del bolsillo—. Porque para mí…lo supone todo en mi
vida…y quiero que lo sepas…quiero que entiendas
que incluso aunque no podamos ir al juzgado y decir
esto, quiero que esto sea para siempre, Dar…todo…
en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la
pobreza, en los buenos momentos y en los malos…
hasta que la muerte nos separe… —Sus palabras
cayeron en un silencio de conmoción—. Es eso —Una
larga pausa—. ¿De acuerdo? —Bueno. Esta era la
proposición más estúpida en la historia del mundo
lésbico, ¿verdad? Quizá debí haberme bajado de
Internet aquellos guiones prácticos…miró a su
amante con aire infeliz.
Se produjo un suave y casi incoherente sonido
cuando Dar empezó a respirar otra vez.
—K… —su voz desapareció en un chirrido sin sonido,
medio consciente se aclaró la garganta y lo intentó
de nuevo…—. K…Kerry tú…tú me has… —Absorbió
aire otra vez— ¿p…pedido matrimonio?
Kerry se mordió el labio, intentando
desesperadamente aforar la respuesta.
—Um…sí…lo he hecho —bajó la vista—. Con la rodilla
doblada y todo —Por lo menos se dio cuenta de que
ya que lo estaba…eso es un punto, Kerry. Observó la
cara de su amante intentando procesar unas cuantas
emociones diferentes al mismo tiempo—. Yo…lo que
en realidad yo quería que supieras, Dar…es que…no
te vas a girar una mañana y ver que no estoy.
Dar, muy lentamente, levantó una mano y la deslizó
por la mejilla de Kerry, ahuecando la parte trasera de
su cabeza en una casi vacilante gentileza.
—No estoy segura de qué diablos he hecho para
merecer esto, pero no puedo pensar en otra cosa en
este mundo que me haga más feliz que aceptar —tiró
de Kerry hacia ella—. Ven aquí —Envolvió sus brazos
alrededor de la mujer que ahora estaba
completamente desahogada, que prácticamente
trepó hasta su regazo y le dio un abrazo de oso—.
Sabes que no tenías que hacerlo…
—Sí, que tenía que hacerlo —musitó Kerry contra la
lana del suéter—. Sí, tenía que hacerlo…porque
quiero que comprendas que estás pegada a mí, Dar…
no vas a conseguir escaparte de mí, ¿vale? A no ser
que tú…no sé…me arrojes por un acantilado o algo
así.
Dar dejó salir una apenada risa, intentando ignorar la
lágrima que se estaba abriendo camino por su rostro.
—No hay acantilados en Miami, Kerry —respondió
suavemente—. Pero si lo hubiera, y cayeses…saltaría
justo detrás de ti —Acunó la cabeza de la joven
mujer, acariciándole el pelo y apoyando la mejilla
contra su suavidad—. Gracias a dios que has tenido
el valor para hacerlo…a mí me habría llevado media
vida, o media botella para hacerlo.
Kerry la miró a hurtadillas, viendo el destello de
humedad a la luz del fuego.
—¿De veras?
Un asentimiento indeciso.
—Me hice una promesa a mí misma…de que nunca
me arriesgaría por lo que sentía para no volver a ser
aquella pobre y estúpida niña nunca más —otra
confesión—. No di cuenta hasta que ocurrió…no tuve
opción —Dar la contempló con melancolía—. Nunca
he estado más asustada en toda mi vida.
Kerry le limpió las lágrimas amablemente, sintiendo
un alivio casi abrumador pasar a través de ella. Eso
era de lo que ella estaba asustada…de que Dar no…o
no pudiese…permitirse a sí misma aceptar el riesgo
del compromiso que Kerry le estaba ofreciendo. Pero
quizá tenía razón…quizá no había tenido otra opción.
Puede que Kerry tampoco.
No estaba segura de que quisiera alguna.
—¿Vas a verlo? —le preguntó tímidamente—. Me ha
llevado una eternidad escogerlo…quería uno como
aquel antiguo que tengo, pero ya no hacen de esos.
Dar deslizó su mano alrededor delante de ella y se lo
ofreció.
—¿Lo abres?
Kerry se inclinó contra ella, sus piernas estaban sobre
las de Dar, se sentó recogidamente en el regazo de
Dar.
—Vale… —tomó la cajita y la abrió, observando los
ojos de Dar recoger los destellos de fuego del anillo
—. Era como…quiero decir…eres una persona difícil
para escoger un anillo, ¿sabes?
Dar miró fijamente el objeto, sus ojos siguieron el
entrelazo celta que circundaba un diamante cuadrado
sin importancia.
—Es precioso —se las arregló para decir—. Dios mío,
Kerry…no tenías que…debe haberte costado una…
—No tengo ni idea —respondió Kerry simplemente—.
No miré los precios…y aún no he visto mi extracto de
cuentas de la tarjeta de crédito.
Dar se la quedó mirando con la mandíbula
ligeramente colgada.
—Bueno, fue menos del límite de la tarjeta, Dar —
respondió poniendo un dedo en la barbilla de su
amante y cerrándole la boca—. Deja de mirarme
como si hubiese comprado el Estadio Pro Player.
—¿C…cuál es el límite de tu tarjeta de crédito? —dijo
Dar balbuceando—. Dios santo…
—Um… —Kerry estaba disfrutando, ahora que sabía
los sentimientos de Dar—. Bueno. En realidad no lo
sé…debe haber sido la platino…tendré que verlo —
Casi que se echó a reír cuando los ojos azules se
dilataron aun más—. Oh…tranquilízate —Se inclinó y
le dio a Dar un pequeño beso en los labios—. No fue
así tanto —Una pausa, mientras una vacilante sonrisa
asomó a la boca de la mujer de pelo negro—. Creo.
—Kerry —Dar se dio cuenta de que estaba siendo
pellizcada—. Bueno… —Dijo arrastrando las palabras
suavemente—. Al menos no podrás decir nada
cuando te dé el tuyo —Apareció una sonrisa lenta y
sexy—. Porque yo tampoco miré las etiquetas de los
precios, pero sé que el otro día me llegó a la oficina
un ramo de veinte y cuatro rosas rojas del chico que
me lo vendió.
Kerry se quedó con la boca abierta.
—Uh —levantó la vista con aire de culpabilidad—.
Entonces eran de eso.
—Sí, supongo que él… —Dar se detuvo y miró
fijamente a su amante desde cerca, a quien le estaba
subiendo un suave sonrojo por el cuello—. ¿Estabas…
extrañada?
Kerry no sabía donde mirar, por lo que se limitó a
agachar la cabeza y no contestar.
—Kerrison —la llamó la amable voz, y ella levantó la
mirada, renuente—. Podías haberme preguntado.
La mujer rubia suspiró.
—Los celos son una emoción muy vergonzosa, por no
decir repulsiva —admitió—. No me siento orgullosa
de lo que sentí.
Dar levantó sus manos entrelazadas y rozó los
nudillos de Kerry con sus labios.
—No…lo sé…pero…es que…um… —frotó la mano que
no ofrecía resistencia contra su mejilla—. Es muy
halagador —Comentó—. Desde mi perspectiva,
quiero decir.
Los ojos de Kerry se suavizaron y se empañaron.
—Así que estabas pensando en hacerlo más formal,
¿huh?
Dar dejó caer la mirada. Sus dedos trazaron una
ligera y vaga figura.
—Yo también tengo esa cosa del compromiso —
respondió finalmente haciendo trabajar su garganta
—. Creo que descubrí que realmente me gustaría
formar parte de la vida de alguien —Hizo una pausa
y señaló su bolsa de transporte—. ¿Me la alcanzas?
Kerry se la alargó observándola mientras ella
indagaba dentro y sacaba un pequeño saco de
terciopelo.
—¿Lo llevabas… —dijo a tropezones— …encima?
Dar miró fijamente el saco, levantó la vista y asintió
con la cabeza.
—Sí…si alguna vez encontraba el valor para hacerlo…
quería estar preparada —le ofreció la mano—.
Adelante —Añadió simplemente—. No soy muy buena
escogiendo cosas para otras personas…comprar esto
fue…una experiencia interesante —Su mente recordó
la conversación “¿Es para usted, señora?” “No…es
para alguien lo más opuesto a mí pero con las
mismas especies”.
Kerry cogió el saco, sorprendiéndose por su peso.
Desanudó el cordón de terciopelo, agitó el saco
suavemente sobre su mano hasta que emergió un
anillo.
La habitación se quedó muy silenciosa.
—Oh —Kerry suspiró sosegadamente, encontrando
dificultad en respirar. Era precioso. Estaba en su
mano, haciéndole guiños. Era una banda maciza y
elegante que se ahuecaba formando una rosa, con
sus delicados pétalos enmarcando un brillante
diamante cortado en forma redondeada. Lo ladeó
ligeramente y miró la parte interior de la banda,
donde divisó algo gravado—. Dar con… —Levantó los
ojos al tiempo que la piel bajo su brazo se tornó muy
caliente, y se quedó pasmada al ver el profundo
sonrojo en el rostro de su amante. Los ojos azules
estaban fijos firmemente en el fuego, y las aletas de
la nariz de Dar estaban levemente dilatadas. Volvió a
mirar el anillo y después agachó la cabeza
acercándose.
Tuya para siempre.
Con esas palabras, algo hizo clic en la conciencia de
Kerry, con una seguridad que la hizo sentirse
mareada.
—Dar —consiguió susurrar.
—Sí —la respuesta fue enunciada de forma clara y
precisa.
—Creo que voy a desmayarme —Kerry sintió que la
aferraba con fuerza y ella se dejó desvanecer con la
mano flojamente cerrada sobre el anillo. Flotó en una
placentera bruma por un momento, mientras
escuchaba en el fondo de su mente una suave y
cariñosa risa entre dientes—. Es precioso.
—¿El anillo? —murmuró Dar en su cercana oreja.
—Las palabras —la corrigió Kerry.
—Oh.
—El anillo también es bellísimo.
—Entonces…¿te gusta?
Unos suaves labios fueron la respuesta.
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*************************
Todo estaba muy tranquilo. Dar irguió la cabeza
cuando la rama de un árbol dio contra la ventana
produciendo un atenuado sonido de arañar. Se había
olvidado de cuán tranquilo era este lugar, sin el
constante sonido del tráfico o de los aviones.
O del aire acondicionado. Se quedó mirando el techo
medio adormilada. El AC providenciaba un blanco
ruido al que la mayoría de las personas de Florida
estaban acostumbrados. Su ausencia hasta resultaba
incómoda, el silencio se filtraba por sus oídos
quebrado sólo por la suave respiración de Kerry.
Su suave y adorable respiración, que estaba
calentando la piel justo por encima del corazón de
Dar, ya que la rubia mujer se encontraba
descansando sobre su costado derecho, con la
cabeza acomodada en el hombro de Dar y un brazo
enroscado firmemente sobre su estómago.
Era agradable y acogedor. Descubrió, para su propio
asombro, que adoraba de verdad estar así
acurrucada.
Una revelación. Sus padres lo habían sido todo
menos físicamente afectivos, incluso el uno con el
otro, Dar sólo había visto un abrazo de cuando en
cuando. Una palmada en las espaldas, claro. Un
amable manotazo en la pierna, era la favorita de su
padre, sí. ¿Pero abrazos?
Diablos no. De hecho, sinceramente no conseguía
recordar la última vez que su madre la había
tocado…oh, no, tal vez podía. Dar reflexionó
tranquilamente. Sí…la primera…no, la segunda vez
que se rompió el brazo…la mala, cuando los huesos
salieron para fuera y le habían dejado aquellas finas
cicatrices rectas que a Kerry siempre le gustaba
delinear.
Mamá la había abrazado entonces, mientras ella
intentaba a duras penas no gritar.
Pero entonces su padre llegó, y ella se mordió el
labio casi de lado a lado para aguantarse el llanto.
Sus esfuerzos fueron recompensados con una fugaz
palmadita en la mejilla, y su aprobación. “Esta es mi
chica dura”.
Dar se mordió el labio inferior pensativamente. Había
sido una permanente discusión entre ellas, lo sabía…
hasta que su madre desistió y la dejó seguir los
pasos de él hasta todo lo lejos que fuera capaz.
Se dio cuenta de que no debió ser fácil quedarse
mirando. Ella no había sido una niña sonriente y su
paso por la adolescencia había sido una larga lista de
peleas, viajes a los despachos principales y amenazas
de ir a un reformatorio. Tenía una principal que
quería echarla de la peor manera, con sólo una cosa
que bloqueaba su caso.
Había sido una buena estudiante.
Eso debió volverlos locos a todos. Con matrículas de
honor y todo, con colocación avanzada, durante las
nueve yardas. Había entrado en la universidad con
una beca académica, frustrando a sus amigos, con su
habilidad para pasar rápido de curso con un poco de
estudio y menos preparación.
Se graduó en el topo del dos por ciento de su clase,
con matrícula de honor…pero en aquella altura de su
vida no le había importado. Arrojó su diploma aún
enrollado en la cesta de su cuarto de la casa de sus
padres y se pasó todo un fin de semana tan borracha
que aún no se acordaba de ello.
Después fue a CAS y encontró su primer trabajo en el
que le pagaban lo suficiente para cubrir la letra
mensual del coche, su presupuesto de comida basura
y pasar sus tres horas libres bajo el agua, ajena a
todo.
Sola.
Kerry se movió, cambiando ligeramente de posición y
alzó la cabeza mirándola.
—¿Hey?
Dar exhaló y la miró con ternura.
—¿Hmm?
—¿Por qué estás aún despierta? —la mujer rubia
apoyó la barbilla sobre el esternón de Dar—.
¿Quieres un poco de leche caliente? —Sus sueños la
habían golpeado dejándola despierta y ansiosa.
Una sosegada sonrisa mientras Dar le frotó el brazo
ligeramente.
—No…sólo estaba pensando…eso es todo…
—Mm…¿sobre qué?
Dar vaciló, se encogió de hombros frunciendo los
labios levemente.
—Nada en concreto…mis compañeros…un poco sobre
la universidad… —apartó un mechón errante de los
ojos de Kerry—. Vuelve a dormirte…estabas tan
sosegada.
Kerry consideró sus palabras. Sosegada. Oh sí,
excepto por aquel sueño en el que despierto en una
habitación vacía…y te has marchado.
—No le tenía mucho afecto a la universidad —
comentó—. No era muy buena…excepto en cosas
como Inglés —Admitió—. Pertenecí a un montón de
clubs…el Club Llave, Jóvenes Republicanos, ese tipo
de cosas.
Dar sonrió.
—¿Eras una Joven Republicana? —le preguntó—.
Creo que el único club en el que me metí fue…um…
—Pensó—. Algún club de atletas…estaba en muchos
equipos de deporte cuando andaba en la escuela
superior.
—¡Oh!...eso es una sorpresa —le dijo Kerry
sonriéndole, después su expresión titubeó—. Yo no…
quería practicar softball ( nota de la traductora:
variación del baseball ), pero… —Hizo una pausa
recordando y suspiró—. De todas formas
probablemente habría sido un desastre —Su madre
se horrorizó ante la idea—. Me metieron en el de
golf.
—Seguro que no habrías sido un desastre —objetó
Dar suavemente—. Tienes una buena coordinación
entre el ojo y la mano…y un bonito estilo al correr…lo
habrías hecho bien —Analizó—. Nunca he tenido la
maldita paciencia para el golf…¿cómo diablos
aguantaste?
Kerry la miró fijamente en silencio, después dejó salir
una mansa respiración.
—Dar, ¿sabes una cosa? —dijo suavemente—
¿Quieres saber cuándo fue la primera vez que me
dijeron que era cualificada e inteligente? —No tenía
ni idea de por qué se estaba metiendo en esto, salvo
porque había sido una noche de verdades, y esto le
había estado pesando.
Los ojos azules la miraron fijamente con
desconcierto.
—Claro.
—Deberías saberlo —le dijo la mujer rubia—. Lo
escribiste tú, en un e-mail.
Dar se la quedó mirando chocada por la sorpresa.
—Y casi no me conocías…habías estado conmigo
cuánto…¿media hora? —Kerry mudó de posición,
apoyando la cabeza sobre un puño—. Incluso los
jefes en la Asociación…quiero decir, claro…siempre
me hablaron como a alguien que trabaja duro…una
buena chica…siempre con el tiempo encima…pero a
pesar de lo que dijo Robert, la única razón por la que
tenía aquel trabajo era porque el tipo que estaba
antes de mí se fue con la mujer del contable en
mitad de la noche y ellos necesitaban a alguien muy
rápido y muy accesible.
—Kerry, eso no es cierto…eras una excelente
directora…tu personal salió con la mayores
recomendaciones —replicó Dar—. Eres altamente
cualificada, altamente motivada, muy inteligente, y…
y…
Kerry la miró con melancolía.
—Y adorable —finalizó Dar, saliéndose de los
descriptivos profesionales— No me digas que fue por
eso por lo que decidiste trabajar para mí…¿¿¿¿porque
dije lo que era obvio????
Un suave suspiro.
—Podía ser obvio para ti, pero estaba claro que no lo
era para mí —admitió Kerry—. Tengo una nota
mental por algún lado para darte las gracias, por la
manera…creo que fuiste la primera persona en mi
vida que me valoró…y que no asumió que yo fuese
alguna bola de peluche con cabeza de pastel que
había conseguido aquel trabajo por mi padre —
Reflexionó—. Incluso Robert, a quien le agradaba…
cuando me puso como coordinadora, me dijo que no
esperaba mucho…que tan sólo tenía que intentar que
las cosas continuaran andando hasta que encontrase
un director de verdad.
Dar la observó aturdida.
—¿En serio? —murmuró.
Un lento asentimiento de cabeza.
—¿Qué viste en mí, Dar…que no vieron los demás?
—se preguntó Kerry en voz alta.
Dar se enderezó y aclaró la cabeza.
—Ok, para empezar, tenías agallas —balbuceó—. Y…
los mantuviste unidos en una situación muy
estresante…y…viniste con unos planes muy buenos y
muy inteligentes para el apoderamiento…y…y me
dijiste que me fuera al infierno, por los clavos de
cristo…¿¿sabes cuanta gente ha hecho eso y han
seguido adelante??
—No muchos, ¿huh? —Kerry estaba absorbiendo el
cumplido con sentimiento de culpabilidad como si
fuese una esponja empapada.
—Intenta UNO —Dar se enderezó y miró a su amante
—. Escucha…reconozco el talento cuando lo veo…es
parte de mi trabajo, Kerry…y créeme, mi medidor de
talento se salió fuera de la escala cuando te vi —
Suspiró, perpleja—. Santo dios, Ker…pensabas que te
había contratado porque me atraías o algo así.
Se produjo un silencio embarazoso, los ojos de Kerry
descendieron hasta la colcha, el repentino
descubrimiento de sus escondidas inseguridades
volvía a casa con saña.
—Yo…
Dar sintió que se le paraba el corazón.
—No piensas eso —preguntó suavemente—. ¿Kerry?
Mírame.
Unos ojos verdes llenos de miedo se elevaron hasta
los suyos.
—Kerry, te contraté porque pensaba que ibas a ser
un tremendo elemento para mí…una excelente
ayudante —le dijo Dar amablemente—. Y estaba
muy, muy cierta…¿qué te hizo pensar otra cosa? —Se
sentía un poco pasmada.
Los ojos de Kerry volvieron a bajar.
—Yo…no lo sé —confesó sosegadamente—. Quizá
porque toda mi vida me han dicho que es así como
funcionan las cosas —Sus ojos avanzaron lentamente
por el inmóvil cuerpo de Dar—. No se consiguen las
cosas por trabajar duro, o por merecerlas…se
consiguen porque alguien paga por ellas, o porque
alguien quiere algo de ti.
Dar parecía angustiada.
—Kerry…
—Lo sé… —Kerry dejó caer la cabeza y la apoyó en la
piel de Dar—. Lo sé…mi cabeza lo sabe, y dios…mi
corazón lo sabe de manera diferente, Dar…pero a
veces…a veces me miro en el espejo, y no puedo
evitar pensar…¿por qué yo? —Alzó la cabeza—. Es
como si fuera un cuento de hadas…y un día una
bruja malvada vaya a agitar su vara y me hará volver
a casa…o tú te c…cansarás de mí…o… —Pestañeó y
las lágrimas cayeron sobre el hombro de Dar—. No
puedo evitarlo.
Dar exhaló con consternación, comprendiendo un
poco más a su amante.
—Kerry… —acarició la mejilla de la mujer más
pequeña, viendo las lágrimas brillar—. Conozco esas
palabras…y te prometo…te prometo que siempre
estaré aquí para ti…no importa lo que pase —La
tranquilizó—. Nunca te dejaré.
—¿Y si meto la pata en el trabajo? —preguntó Kerry
—. ¿Y si no puedo hacerlo?
—Cielo, me importa un cuerno —le dijo la mujer de
pelo negro—. Si quieres renunciar y no hacer otra
cosa que vender conchas marinas por Internet desde
el condo, está mejor que bien para mí…¿en serio te
preocupa? Haces un trabajo fantástico.
—No quiero decepcionarte nunca —susurró Kerry.
Dar acercó la rubia cabeza contra su pecho y la
abrazó.
—No lo harás.
Kerry descansó allí por un momento.
—Lo siento —murmuró finalmente—. No estoy
segura de dónde vino este pequeño ataque de
inseguridad —Jugueteó con el borde de la camisa de
dormir de Dar—. En medio de la maldita noche,
encima…
—Está bien —Dar trazó suaves círculos en su
espalda, sintiendo que su corazón se tranquilizaba—.
Ambas hemos pasado por tiempos duros.
Kerry asintió.
—Lo sé…es difícil creérselo, ¿verdad? —
tranquilamente volvió a su posición, rodeando el
abdomen de Dar con un brazo.
—Sí, lo es —admitió Dar, rodeándola con ambos
brazos y acercándola—. Pero lo conseguiremos.
Kerry se relajó contra ella.
—Juntas —añadió tranquilamente.
—Siempre —confirmó Dar.

"Brr." Dar tembló y se acurrucó en las mantas,


observando el amanecer con una mirada aterrada.
"Hace frío aquí fuera." Echó un vistazo al termostato,
entonces sonó detrás de ella la voz de Kerry que
intentaba no reír nerviosamente. "Nos olvidamos de
encender la calefacción."

"Je... pareces uno de los wuss." Kerry levantó su


cabeza del pecho de Dar, entonces se movió sobre
ella retrocediendo. "De acuerdo creo que tengo que
demostrar mis raíces norteñas y levantarme para
encender la calefacción." Salió de debajo las mantas
e hizo una mueca de dolor cuando sus pies tocaron el
frío suelo. "Yeah..." Corrió a través de la habitación y
consiguió llegar al termóstato, subiéndolo al máximo,
después corrió y saltó hacia la cama como un
canguro grande, rubio. "Yikes... eso si que es frío."

"Hah hah." Dar hizo muecas. Después ella se aplacó


y colocó las mantas alrededor de Kerry, tapándose
con ellas nuevamente y agarró a Kerry en un abrazo
maravilloso de calor que olía de Dar. "Gracias."
"Ungh." Kerry escondió su cabeza debajo de la manta
y colocó deliberadamente sus manos heladas debajo
de la camisa de Dar, haciendo muecas mientras que
sentía el grito de asombro de la mujer más alta.
"Hey... estás caliente." Acarició suavemente la piel
con las yemas del dedo.

"Sí... a excepción de estos bloques de hielo contra mi


estómago." Dar le dio una mirada de falso enfado,
ahora con sus ojos abiertos muy de par en par
despierta. "¿Cómo conseguías aguantar tanto frío en
esta época?"

Kerry encogió sus hombros y se colocó más cerca.


"No pensándolo, yo creo... Tan... solo hacíamos
deportes de invierno y nos abrigábamos." Bostezó,
haciendo un ruido suave, chirriante. "¿So... vamos a
montar a caballo. Después podríamos ir a navegar en
el lago... de acuerdo?" Se encontró realmente a
gusto haciendo planes para el día.

"Desayunemos primero." Dar corrigió. "Millie hace las


mejores tortas de queso que he comido."

"Tortas de queso." Kerry sonrió. "¿Estás segura que


es correcto para la salud... entre comer helados, los
cereales y bebes solo batidos de chocolate?" Se
preguntaba a veces seriamente cómo Dar había
vivido realmente, y estaba en mejores condiciones
físicas que ella obviamente. Quizás su química era
diferente o algo. "Jesús."

Dar se rió entre dientes suavemente. "Pienso que


sirven una puntilla de perejil con ellas, si te hace
sentir mejor." Le dijo inocente. "Además, sabes que
te gustan..." Recordó a su amante.

Los ojos verdes miraron hacia arriba entrecerrados.


"Eres una mala influencia." Kerry le informó. "Tu
fuiste la que me acostumbró a comerlas."
"Fuiste tu quién trajo los snowballs para la cena la
otra noche." Dar bromeó a la mujer rubia, que la
cosquilleó en venganza. "¡Hey!"

"¿Tenía otra opción?" Kerry siguió con las cosquillas,


encontrando el punto débil de Dar haciéndola
retorcer. "Preferirías cualquier cosa estilo, coma los
huevos de la laguna negra, o del tipo era cerdo y
ahora es hamburguesa, ¿pero ahora quién sabe?" Se
estremeció. "Créeme, el misterio en los snowballs era
mucho más seguro."

Dar reía desesperadamente. "De acuerdo... de


acuerdo... me rindo... ganaste." Cubriéndose con sus
brazos y defendiéndose de Kerry, observando el sol
que iba avanzando a través de la ventana. Las vistas
eran apacibles, el silencio roto por las hojas afuera, y
las líneas del sol caían suavemente sobre las mantas.
"Lindo día, venga salgamos fuera."

Kerry se movió encima de Dar un poco, y miró a


escondidas en la ventana. "Mmmm... esto sí... que va
a ser diversión." Mirando a Dar con una mueca feliz.
"No he montado a caballo desde hace años. Espero
que recuerde cómo se hace."

Dar le dio un apretón. "No te preocupes... voy


contigo además." Prometió. "Tienen un grupo bueno
de caballos aquí... solamente uno o dos salvajes."

"Uno o dos, ¿huh?" Kerry la miró especulativamente.


"Veamos..." Levantó una mano a su cabeza y
presionó sus dedos en ella, entonces cerró los ojos.
"Mi capacidad psíquica me está diciendo que... ésos
son los que tu escogerías." Un ojo verde abierto, y la
frente inclinada para arriba. "¿Sí?"

Dar dejó salir una risa ahogada baja, y


recompensándole con una mueca atractiva. "Muy
bueno, señora Poo Poo.(1)" Inclinaba su cabeza
asintiendo. "Hey... Puedo conseguirte un número 900
para la oficina... pueden ir hacia un centro de
ganancias. ¿Qué te parece?"

Kerry reía. "Oh sí. Puedo ver eso. 'Operaciones y


Pronóstico del Futuro, Stuart al habla'". La imitó,
rodando sus ojos cuando Dar comenzó a reír
también. "Sería un golpe verdadero en reuniones de
Ventas." Afirmó Kerry.

"Nah..." Dar discrepó. "¿Qué crees que ellos harían


con tu tablero de Ouija, y las preguntas de José
encima de tu bola de cristal?"

"Oh Dios... eso es malo. Qué cuadro visual." Kerry


con una mueca de dolor, cubriéndose los ojos.
"Ewww... guerra electrónica... Dar... ganas
totalmente. Necesito limpiar mi despacho con un
buen chorro de agua."

"Ven aquí." La mujer de pelo moreno la agarró,


colocándola encima de su cuerpo, besándola a fondo.
El contacto continuó más allá de donde ella había
pensado, después de un largo momento lo
interrumpieron y se miraron largamente, jadeando un
poco. "¿Mejor?" Dar preguntó, con una respiración
irregular.

"¿Qué cosa?" Kerry se preguntaba, viendo en ella la


adoración de un perrito. "¿Estás preguntando mi
opinión sobre si este es un beso impresionante?"
Acarició el labio inferior de Dar con un dedo,
sacudiendo su cabeza un poco. "¿O es que lo haces
mirando de que manera puede tener un significado
más profundo para mi?"

Dar movió su cabeza y pensó en ello. "No sé."


Contestó honestamente. "Nunca he sentido por nadie
lo que me haces sentir tu... he notado que todo lo
que hago contigo es... um..." Frunció los labios y
movió la cabeza de lado a lado. "Correcto, ¿sabes lo
que esto significa?"

"Mmmm." Kerry meneando sus cejas. "Sé lo que


quieres decir." Dijo, ruborizándose un poco y
colocando su cabeza en el hombro de Dar. Por Dios
Kerry estás convirtiéndote en una pequeña pícara y
lasciva..., ¿no es cierto? "Vamos a por las tortas de
queso, jefa?" Dando a Dar un apretón. "¿Estás de
humor para comerte también un emparedado de
pollo para el almuerzo... Hmmm?"

"Seguro que si." Dar afirmó, recordando los


emparedados de pollo de Millie, que consistían en
una pechuga de pollo frito, cubiertos en salsa con el
pan tostado... "Ningún problema."

Kerry la miró con desconfianza, pero los ojos azules


la miraban con una inocencia devastadora. "Sabes
que soy justa haciendo esto para tu propio bien,
¿correcto?" Preguntó. "Esto no es solo un dolor de
cabeza."

Dar tocó con su frente a la mujer rubia. "Sip, lo sé."


Se detuvo brevemente y pensó. "Es realmente
agradable saber que hay alguien que realmente se
preocupa por ti... hace mucho tiempo que mis padres
dejaron de hacerlo, hace ya mucho tiempo."

"¿Realmente?" Kerry murmuró.

"Si." Su amante admitió. "Ella me lo dijo cuando


tendría... unos dieciséis años o algo así, quería ser
independiente y ella me dejó, e hice todo lo posible
para luchar para mí y cuando me di cuenta ya tenía
los treinta años, no me he quejado debía de tener
sus razones, y yo las mías."

Kerry atisbó debajo de las mantas, entonces la miró


fijamente a sus ojos. "¿Dar?"

"¿Hmm?"
"Ella estaba equivocada."

"Sé que... mi padre siempre decía que sus genes


podrían batir los pantalones, que tenía una dieta que
mataria a cualquier persona." La mujer morena rió
tímidamente. "Pienso que soy afortunada por
parecerme a él."

"Hey Dar, es justo que te pregunte esto." Kerry


cogiendo un mechón de pelo negro con un dedo, y le
preguntó con una sonrisa nostálgica. "¿Piensas que
somos amigas?"

El silencio de la habitación se alargó, cuando Dar


miró las mantas pensativamente. "No tengo idea de
lo que eso significa." Admitió finalmente, mirando
hacia Kerry. "No tengo nada para comparar... en
realidad."

"Mmm." Kerry dejó salir un pequeño suspiro.

"Sé que me siento más cerca de ti, que con cualquier


otra persona antes en mi vida." Dar respondió con
tacto vacilante. "Te he dicho cosas que nunca le he
dicho a nadie." Se detuvo brevemente. "O deseé
jamás." Miró la cara de Kerry. "¿Te das cuenta de
eso?"

"Es duro de recordar." La mujer rubia rodó fuera de


la cama y se puso a caminar alrededor de la
habitación, removiéndose el pelo con sus manos.
"Hace demasiado tiempo para mi." Caminando hacia
el dispensador de agua caliente y tomando dos tazas
colocando unas bolsitas de té, uno perfumado de
melocotón en una taza y en la otra uno de zarzamora
para Dar y vertiendo agua caliente en ellas. "Angie y
yo siempre estuvimos muy unidas." Comentó. "Solo
que era mi hermana... teníamos amigos en la
escuela, pero siempre sentíamos la diferencia de
edad, los míos eran mayores."
Dar salió de la cama y se acercó a ella por la espalda,
poniéndole las manos en los hombros apretándolos.
"¿Qué sucede?" ¿Cómo podrías tu saberlo Dar? ¿Si
solo has tenido... seis amigos entre tu gente?
¿Incluyendo a tu padre? "La gente va creciendo y se
va alejando."

Kerry asintió, removiendo el azúcar en las tazas. "Lo


sé... tenía... a mi mejor amiga en secundaria."
Contestó. "Peggy... sus padres y los míos eran
amigos, así que nos veíamos mucho." Dándose la
vuelta le dio la taza a Dar. "A veces teníamos fiestas
de pijama, íbamos al cine... compartíamos secretos...
ya sabes."

Dar la estudió. "Sip." Afirmó.

Kerry tomó un sorbo de te. "¿No conoces esto


verdad?"

Asombrosamente, la mujer más alta se rió entre


dientes. "Kerry, era la muchacha a quien su madre le
dijo que estuviera lejos de ella." Admitió. "Quien se
iba con hombres... a montar peleas, nos metíamos
en apuros continuamente." Suspiró. "Nop... no
teníamos tiempo para muchas fiestas de pijama en
mi juventud... las películas eran siempre sobre la
guerra... nos machacábamos..." Sacudiendo
levemente la cabeza. "Realmente no teníamos tiempo
para esas cosas." Le miró a sus ojos. "¿Hablas aún
con Peggy?"

Con una mirada reservada y triste Kerry respondió.


"Nunca..." Su mirada cayó al suelo. "Durante nuestro
último año, ella se metió en un apuro... conoció a un
tipo y empezaron a salir y... se quedó embarazada."
Siguió una pausa reservada. "La enviaron lejos a
alguna parte... recibí una carta de ella... dos..., en la
segunda me dijo que ella había tenido a su bebé...
una niña."
Se hizo un silencio."¿Y?" Preguntó Dar. "¿Qué
sucedió?"

Kerry miraba hacia arriba. "No sé... nunca volví a


saber nada más de ella... cuando mi familia descubrió
las cartas, se pusieron furiosos... me dijeron que si
volvían a encontrarme más cartas suyas me
castigarían." Suspiró lentamente. "Nunca volví a
acercarme a nadie ni dejar que se me acercara nadie
de nuevo... era lo justo... lo más complicado."

"Pero tienes a una gran amiga en Collen, sin


embargo." Dar objetó, un poco refiriéndose al aire
pensativo de su amante. "Kerry... te aseguro que es
muy buena amiga... No he encontrado a nadie a
quien realmente no le caigas bien, a menos que sea
un gilipollas que incluso mi madre odiaría."
Separándose un poco y mirándola a los ojos. "Tu
podrías tener centenares de amigos, ¿lo sabes
verdad?"

"Demasiada gente para preocuparme alrededor."


Kerry respondió seriamente. "He intentado mantener
mi vida simple desde entonces."

"Hasta el momento." Dar le respondió calladamente.


Hasta que llegué yo. Quién de nosotras ha
arriesgado más, ¿me pregunto?

"Mmm." Su compañera afirmó.

"¿Kerry?"

"¿Si?"

Dar acariciando su mejilla. "Pienso que somos unas


grandes amigas, las mejores." Inclinándose y
besándola en la frente. "Vamos... vamos a ver si
conseguimos un buen desayuno."
Kerry sonrió, después se puso de puntillas sobre sus
pies solicitando un beso más apropiado. Podía sentir
el aroma de zarzamora en los labios de Dar, y decidió
que conjugaban perfectamente con el melocotón de
los suyos. Se sentía muy bien después de tantos
años, el poder descargar todos esos pensamientos
tan escondidos. Se preguntaba si a Dar le pasaba lo
mismo con ella. "Mmm mucho mejor... adelante."

Se lavaron y vistieron rápidamente, solo que no tan


rápidamente para darse una buena lucha con las
esponjas. Después se dirigieron al comedor a través
del rocío dispersándose sobre la tierra en el aire
temprano de la mañana.

"Así." Kerry se acercó a Dar agarrándola con el brazo.


"De verdad que te metías en tantos líos, ¿huh?."

"Oh sip." Dar afirmó. "Líos desde primer curso...


incluso tenía una navaja."

"¿De verdad?" Kerry la miró con cara de sorpresa.

"Si, por supuesto, hubo un momento en que casi la


tuve que utilizar, pero la tomé al revés y casi me
corto el dedo... fue cuando la dejé."

Ambas comenzaron a reír, después sus pasos se


dispersaron en la niebla.
*****
Es muy... muy alto el caballo. Kerry pensó, mientras
tomaba las riendas y acariciaba las costillas de su
yegua castaña con sus rodillas vacilantes. Uhuh...
hace mucho tiempo que montaste a caballo. Suspiró,
mirando a Dar envidiándola mientras que la mujer
más alta saltó encima del gran semental gris, con los
enganches negros brillando y una melena y cola
imponentes. El caballo estaba intranquilo, pero Dar
se sentó en la silla de montar como si lo hiciera cada
día, estaba presionando los lados del caballo gris
agitado, calmándolo.

Supongo que ella es buena en esto también. La


mujer rubia suspiró, intentando recordar cuando le
permitieron montar a caballo la primera vez,
recordando que fue a partir del segundo grado de
secundaria, cuando su madre a regañadientes no le
prohibió las lecciones de montar a caballo inglesas en
un establo local.

Ella quería mucho a los caballos, más realmente que


montar en ellos. La sensación de esos cuerpos lisos,
fuertes debajo de sus manos cuando los acariciaba,
como aprendió a limpiarlos, la suave sensación de
sus sedosos y cortos cabellos debajo de sus bozales
cuando comían el maíz de su palma de la mano. Eran
simples y solo buscaban la buena hierba, pero
prefería darles maíz y manzana, para ella era mucho
más sano.

Dominick había sido su caballo favorito, castaño y


rechoncho, sentada encima suyo durante horas había
aprendido a montar con él. Se había alegrado
muchísimo la primera vez que habían dado la vuelta
a todo el circuito, recordaba también cogiéndole por
las riendas, o la cabeza pequeña de Dominick.

Kerry sonrió recordándolo, y acarició el cuello de la


yegua, tranquilizándose cuando el animal ya calmado
movió su cabeza y la miró. "Ey aquí, muchacha...
¿vamos a ser buenas amigas verdad?"

La yegua sacudió la cabeza, miró como el semental


gris se le acercó parándose a su lado con cuidado.
"Hey... ¿estás lista para que empecemos nuestro
paseo?" Dar le preguntó, colocándose bien el
paquete que llevaba detrás, que estaba llena de
comida, era el almuerzo cuidadosamente envuelto del
menú campestre. "Podemos ir hacia el norte
siguiendo el camino... termina en un pequeño
prado... es un lugar muy agradable, y un paseo de
unas dos horas."

"Suena muy bien." Afirmó Kerry, inclinando su cabeza


y aprovechando los rayos del sol. El día estaba
despejado y agradable, hacia frío y una brisa ligera.
Estaba vestida con un suéter grueso y sus pantalones
tejanos más gruesos, se alegró al recordar cuando
Dar insistió en que se compraran unas buenas botas
de montar, diciéndole que no puedes montar a
caballo con zapatillas de deporte.

Seguro que podría, echando un vistazo a sus botas


eran de piel de un tacto muy suave, pero es que
siempre había deseado tener un par como estos...
Colocó los talones en los estribos echando una
mirada a Dar, que resplandecía con su jersey rojo
contrastando con su pelo negro y resaltaba su piel
bronceada, y Kerry decidió que realmente el rojo le
sentaba muy bien a Dar. El cabello de la mujer mas
alta fue trenzado y le quedaba perfecto, y al ver
como la miraba sonrió y el azul de sus ojos chispeó
con la luz del sol encantando a Kerry con su mirada.

Ella también se hizo una pequeña trenza alta, y


gozaba del calor del sol y de la pequeña brisa un
tacto breve que hizo que sus trenzas se movieran
suavemente. Guió a su caballo detrás del semental
de Dar, hacia el comienzo del camino que estaba
medio oculto e iba subiendo hacia arriba de la
montaña.

Era un día maravilloso para un paseo, hizo que el


caballo entrara en un paso un poco más rápido,
hasta acercarse a Dar haciendo la travesía juntas.
Los árboles, pinos sobretodo, se movían encima de
ellas, y se puso a escuchar los sonidos del bosque.

Hojas muertas que suenan bajo nosotras.

Las hojas movidas por la brisa.


El sonidos de los pasos rítmicos, suaves de los
caballos.

Susurró y resonó el sonido del jersey de Dar cuando


ella la miró sorprendida.

"Es precioso." Murmuró mirando hacia atrás. "Dios,


hace mucho tiempo que no hacia esto."

Dar se asentó más en la silla con una sensación de


alegría reservada. Había intentado continuar con sus
habilidades de montar a caballo, sobre todo gracias a
un amigo de un rancho de los Redlands. Tenía unos
establos de caballos jubilados y de mustangs(2)
lastimados que él le dejaba montar, durantes los
fines de semana que conseguía escaparse de la
ciudad. Habían sido unos buenos momentos, aunque
la última vez que había conseguido ir había sido a
principios de Octubre, sospechaba que sus piernas se
lo iban a recordar cuando terminara el día. Miró a
Kerry de reojo, preguntándose si podrían pasarse la
tarde dándose masajes mutuamente.

Una mueca asumió el control de la cara de Dar.


"Buen muchacho." Acariciando el cuello de su
semental, no encontrando nada malo ese
pensamiento anticipado. "Sip, esto va ascendiendo
agradablemente por aquí... he visto como va
cambiando el olor de las hojas." Comentó a Kerry.

"Sip, lo sé." La mujer rubia rió. "Lo he visto... es una


de las cosas más extrañas acostumbrarse a vivir... sin
estaciones."

"Tch... también hay estaciones." Dar frunció el ceño.


"El verano es diferente que el invierno".

"Oh correcto, 88 grados y 100 por ciento de


humedad, contra 88 grados y setenta por ciento de
humedad." Kerry hacía muecas riéndose. "Me olvidé."
Se enderezó un poco, después se relajó a través de
la caminata de la yegua. "Este tipo de silla es mucho
más cómoda que en la que aprendí a montar".

"¿Caballo ingles?" Dar preguntó, recibiendo una


afirmación en respuesta. "Yo aprendí a pelo."

"Me lo pensé". Kerry rió. "Y apuesto que abrías las


botellas con los dientes, también."

Dar rió con ella. "Nop, los dientes siempre los he


conservado, gracias." Discrepó alegremente,
entonces presionó sus rodillas a los lados de su
montura, y lo puso a un paso más rápido. "Vamos...
veamos si estos caballos pueden moverse rápido."

"Oh... um... er..." Kerry intentó recordar como


moverse, acostumbrándose al movimiento de su
yegua que estaba corriendo detrás del semental que
ahora galopaba. "Creo que... oh..." Se inclinó hacia
delante y logró mantener el equilibrio sobre el galope
de su montura. "Creo... que lo estoy consiguiendo."
Animó a la yegua a aumentar su velocidad. "Buena
muchacha... eso es... síguele..." Asentó sus rodillas y
se inclinó hacia delante, ya que la yegua consiguió
llegar al caballo de Dar, y vio la gran cara de felicidad
que tenía reflejada su amante. "Muy agradable,
Dar... muy divertido... me gusta." Gritó.

"¿Tu?" Los ojos azules de Dar centellearon felices.


"¡Esto es grande!" Entonces se inclinó más y dio a su
caballo un suave toque con las rodillas haciendo que
se pusiera al galope completo, tenían un gran
sendero recto por delante. "¡Vamos chico!"

"Oh, muchacho." Kerry se inclinó más, su yegua


estaba acelerada y quería galopar al mismo paso que
el caballo gris, su galope azotaba el viento más allá
de los oídos de Kerry y le hizo cerrar un poco los
ojos. Se sintió un poco inestable, pero se relajó un
poco y comenzó a disfrutar de el galope. "¡Si!" Animó
a la yegua. "Venga vamos pequeña."
Los dos caballos compitieron uno junto al otro, la
hierba azotaba sus piernas y el viento rasgaba a
través de ellas mientras reían.

Dar permitió que el instinto del animal siguiera, pero


se daba cuenta que pronto terminaría el camino
recto. Tirando suavemente de las riendas reduciendo
su paso, y permitió que Kerry galopara un poco más
allá, y la mujer rubia comenzó a detenerse al ver que
Dar lo hacía. Casi estaba subida a los estribos cuando
vio que la yegua comenzaba a pararse un poco
renuente. Siguieron el camino tranquilamente y
subieron una pequeña cuesta hacia su siguiente
parte del paseo. "Estupendo... esto si que es
diversión." Kerry sonreía alegre. "Trae muy buenos
recuerdos." Respirando profundamente.

Dar la miró, sonriendo del ligero rubor que tal


actividad le había producido en su cara. "¿Si? Para mi
también." Paró a su caballo acariciando el cuello
caliente con una mano ociosa. "Ven aquí." Dándole a
Kerry una botella de agua.

"Gracias." Kerry agradecida la aceptó, y tomó un


trago. "Oh... ¿has visto esa ardilla Dar?" Señalando
con la botella a un animal con el pelo parduzco y
espeso, que estaba subido en un árbol y las miraba
con desconfianza.

"Seguro." Dar bajó del caballo y cogió un puñado de


nueces de la bolsa acercándose al árbol y tirando una
cerca de donde estaba la ardilla.

Entonces esperó, sentándose en el suelo en silencio


perfecto, el viento soplaba removiendo su melena
negra sobre su cara.

La ardilla fijó su mirada en ella, después bajó del


árbol y correteó lentamente a través de las hojas
hacia la nuez, investigando su olor cautelosamente.
Kerry miró a su amante, con cara reservada, ojos
azules que observaban los movimientos de la ardilla
mientras la cogía y la mordía. Una sonrisa se posó en
sus labios mientras dejaba otra nuez cerca de ella, y
la ardilla correteó hacia ella para quitársela
convencida al parecer de su inocencia.

Lástima que no traje mi cámara. Kerry murmuró. Dar


Roberts dando comida a las ardillas... nadie me
creerá. La pondría encima de mi escritorio. "Esto es
muy lindo." Comentó suavemente, consiguiendo una
mirada sospechosa del pequeño animal. "Sip, tu." Le
dijo.

Dar cambió su mirada hacia Kerry, después sostuvo


una nuez encima del hombro acercándose más al
árbol donde estaba subida la ardilla. Complacido, el
animal se dejó caer encima del hombro manteniendo
el equilibrio y comiéndose la nuez, podían ver sus
ojos marrones y serios.

"Ven acércate." Dar murmuró suavemente,


sosteniendo una más cerca.

"D..." Por fin respiró mirando a la criatura que tenía


los dientes muy largos y estaban demasiado cerca de
los dedos de su amante.

La ardilla cogió la nuez de los dedos de Dar y se


retiró a la parte superior, encima de una rama donde
se sentó, mordisqueando la nuez mirándola
impunemente.

Un largo dedo la señaló. "Míralo de esta manera


amiga... soy la delegada del CEO y les hago ganar
una fortuna de 500 millones con menos esfuerzo que
el tuyo." Le advirtió al animal, después se levantó, se
montó en su caballo y lo movió alejándose del árbol.

Kerry se le acercó, echando un vistazo hacia la


ardilla, que las miraba con aire vagamente
decepcionado. "Creo que ha sido asombroso."

Dar fijó su mirada en ella. "¿Qué... que ella comiera


las nueces?" Levantó una ceja. "No es tan raro."

Con una risa apacible. "De acuerdo... si tu lo dices."


Kerry dijo convencida. "Solamente sé que tú no
habrías conseguido que hiciera lo mismo, colocar mis
manos cerca de unos dientes tan afilados."

Dar se rió y siguió conduciendo los caballos hacia


arriba.

Era un paseo muy agradable, sobre todo pasando por


un camino lleno de árboles y de rocas cubiertas de
musgo, donde el olor del bosque las envolvía, y el
aire frío acariciándola. Finalmente, la subida las llevó
hacia una pequeña explanada, que estaba
resplandeciente por el sol que traspasaba las ramas
de los árboles. Kerry sonrió mientras paraban a los
caballos, inclinándose en la silla de montar. "Wow...
esto es maravilloso."

"Gracias estoy contenta de que te guste." Dar sacó


sus pies de los estribos y pasó su pierna encima del
cuello del semental, bajó del caballo aterrizando
suavemente. "Whoo." Estirándose cuidadosamente,
satisfecha de las pequeñas punzadas que sentía en
su cuerpo y su rodilla no se resintió demasiado.
"¿Estás dispuesta para almorzar?" Acercándose y
acariciando el cuello de la yegua. "Hay un sitio muy
agradable allá... podemos descansar escuchando el
agua del pequeño río y..." Hizo una pausa. "Sobre
todo relajarnos."

"De acuerdo." Kerry bajó de su caballo de una


manera más convencional, colocando sus rodillas
suavemente en la tierra. "Oh chica." Frotándose el
muslo. "Voy a resentirme de esta, de eso seguro."
Dar tomó las riendas de la yegua. "Ven aquí...
comeremos el almuerzo y después intentaré trabajar
tus músculos con un buen masaje, ¿de acuerdo?" Se
sentía un poco culpable de que Kerry se sintiera mal
debido a que el paseo había sido bastante largo.
"Deberíamos haber echo un paseo más corto."

"De ninguna manera... estoy muy bien." Kerry tensó


y relajó su cuadriceps. "De verdad." Caminó
cuidadosamente al lado de su amante, sintiendo los
calambres. "Esto realmente es maravilloso, merece la
pena sentir estos pinchazos a cambio de estar aquí,
Dar."

"De acuerdo". Dar guió y ató a los caballos debajo de


un árbol, cerca de un trozo de hierba seca pero aún
comestible, sacando el paquete del almuerzo y
llevándolo en sus manos mientras dirigía a Kerry
hacia un sitio soleado cerca de una roca. Dejó el
paquete en el suelo y se sentó al lado, dando
golpecitos en la tierra. "Ven, siéntate."

Kerry se sentó, y estiró las piernas apoyándose hacia


atrás con las manos. "Me siento patituerta... este
caballo es mucho más grande de los que estaba
acostumbrada a montar." Mirando a su yegua. "Y
mucho más fuerte, también."

Dar se rió entre dientes y colocó encima de sus


piernas las rodillas de Kerry. "De acuerdo, solo
relájate." Y comenzó a trabajar en los músculos
tensos por encima del suave algodón apretándolos
un poco.

"Ungh." Kerry cerró sus ojos con placer y suspiró.


"Eres muy buena en esto también." Relajándose
sintiendo como los largos dedos ejercían su magia,
facilitando que sus músculos se aliviaran.

"¿Mejor?" Dar acabó su masaje acariciando su pierna


ligeramente.
"Uh huh." Kerry afirmó, mirándola con los ojos
entrecerrados. "Conseguiré una repetición cuando
lleguemos a la cabaña?"

Dar cruzó sus piernas poniendo el paquete encima de


ellas. "Seguro que si." Contestó con una risa
ahogada. "A que el jacuzzi caliente suena de
maravilla, ¿no?"

"Mmmm..." Kerry se incorporó y cuidadosamente


cruzó sus piernas. "Apuesto por ello, ¿qué has
conseguido?"

Dar sacó los paquetes que contenían los


emparedados. "Emparedados de pollo." Mirando a su
compañera inocentemente, entregando a Kerry el
suyo. "Como habías pedido."

Kerry miró debajo del envoltorio y explotó de risa.


"Dar... decididamente eres... eres..." Dándole a la
alta mujer una palmada en la pierna. "Eres muy
pilla." Lo desenvolvió y aspiró su aroma. "Huele muy
bien." Admitió, pues el olor del pollo frito llegó hasta
su paladar. "¿Qué más hay?"

Dar sacó dos frascos y le dio uno a Kerry. "El aparato


más nuevo calienta los alimentos en unos segundos."
Sacando un mantel que colocó sobre la tierra, y
apoyando su frasco en él, también la sal y la pimienta
y tres tarros pequeños.

"¿Qué es?" Kerry preguntó abriendo el envase, y fue


sorprendida cuando el vapor se escapó, bañándole la
cara con un olor que ella conocía muy bien. "¿Has
traído aquí a Sr. Potato Head(3) a una comida
campestre?"

Dar miró dentro del envase. "Yep." Señaló su


recipiente. "Tenemos sal, mantequilla, pimienta,
cebolletas, crema amarga y pedacitos de tocino para
ponerle también." Dijo con tono satisfecho, después
le colocó una mini zanahoria en su puré de patatas y
en la de Kerry. "Ahí... incluso te traje una zanahoria."
Señalándola. "Mira... el Sr. Potato Head tiene una
nariz.

Kerry la cogió y se la puso en la boca. "Ya no."


Discrepó, masticando la zanahoria.

"¿Y qué tal esto como oreja?" Dar puso un trozo de


brócoli frío en el lugar de la oreja, entonces Kerry
añadió un trozo de melón como boca. "Aquí..."

"Para Dar..." Kerry dijo dándole una palmada. "Para


de jugar con mis alimentos, Dar... o le daré la vuelta
a Sr. Potato Head triturándolo en tu camisa."

La mujer más alta cogió la indirecta y se reía entre


dientes, después abrió su paquete y puso en ella
todos los aditivos. "Esto me recordó a Steve, será por
lo del brócoli en los oídos?"

Kerry rió, después cortó cuidadosamente un trozo de


la patata y se lo comió. "Quizás si... Tendré que
conseguirle uno de estos para enviárselo a su
oficina."

Un ceño oscuro fruncido. "Cuando digo 'colocado en


su cabeza', ¿quizás lo podría demostrar...?" Preguntó
irónicamente. "Bah no merece la pena, envió un
mensaje muy liado." Terminando su emparedado se
recostó hacia la roca calentada por el sol y estiró las
piernas. Kerry también terminó el suyo guardó el
envoltorio, y se acercó apoyando su cabeza encima
del pecho de Dar relajándose cuando la envolvió
entre sus brazos.

Dar sentía el calor de la roca tras ella, y el calor de su


amante contra ella, y decidió que le daba la
sensación más agradable que jamás había sentido.
Miró encima del hombro de Kerry, apreciando la
primavera con un pacífico sentido de alegría.

Y familiaridad. Su frente se arrugó. No, ella y Kerry


nunca habían hecho esto antes, estaba bastante
segura de eso pero...

Apretó un poco más a la mujer rubia, y Kerry


presionó una mano contra la suya, poniendo su otra
mano en la pierna de Dar, acariciándola suavemente.

Podía percibir el olor del champú de Kerry, donde la


cabeza de la mujer rubia se reclinaba, debajo de su
barbilla, y dejó caer su mejilla para apoyarse en ella,
sintiendo una oleada de repentina familiaridad, que
trajo una ligera sonrisa en su cara.

Era un sueño, uno de ellos. Uno de esos extraños,


donde recordó claramente como estaban las dos en
un sitio no demasiado diferente a este lugar, con el
sonido suave del agua y el olor del bosque alrededor
de ellas. Estaba reclinada en una roca, su brazo
envolvía un cuerpo caliente, somnoliento cuyos dedos
le acariciaban suavemente su muslo...

Exactamente...

Tal como estaban ahora.

Dar tembló por puro reflejo, unos ojos verdes


resplandecientes que la miraban, la imagen del sueño
destellaba en su mente.

"¿Hey?" Kerry levantó la cabeza para mirarla. "¿Estás


bien?"

Un suspiro exhalado. "Simplemente un... no sé un


poco... un déjà vu, creo". Forzó una risa. "O algo
referente a un sueño... yo."

Las cejas de Kerry se levantaron. "Sabes, a mi


también me pasa contigo." Comentó en un tono
casual. "Tengo estos sueños extraños, donde tu y yo
estamos haciendo cosas realmente extrañas."

Dar la miró. "Yo también." Admitió suavemente.


"Como ahora mismo." Sus ojos miraron alrededor.
"Creo que tuve un sueño donde estábamos así... los
árboles, el agua... tu y yo... como ahora... en que yo
te tenía en brazos." Se detuvo brevemente,
recordando... "Extraño."

Kerry se encogió de hombros. "Si... he tenido sueños


como estos ya cuando estaba en la escuela...
supongo que estos recuerdos... deben de estar en
nuestro subconsciente."

"Si." La mujer más alta afirmó, sintiendo que se le


revelaba algo. "Tienes razón... hey." Cogiendo una
piedra plana y la tiró hacia el agua. "¿Puedes hacer
esto?"

"Oh Dios... siempre deseé hacer... figuras en el


agua." Kerry cavó un poco en la tierra con las manos
y encontró dos piedras más relativamente planas.
"Venga... enséñame."

Con una ligera sonrisa, Dar colocó su brazo alrededor


y lo dirigió, sintiendo el eco dulce en sus palabras
tirando la piedra al agua. "Aceptable... como esto...
ladeándolas."

Pasaron un buen rato haciéndolo, hasta que el sol ya


se iba ocultando, los caballos habían comido su
ración de hierba. Finalmente Dar le acarició la pierna.
"¿Estás lista para irnos?"

"Mm..." Kerry tenía su cabeza apoyada en el regazo


de Dar, y estiró sus piernas perezosamente. "Por lo
menos hemos podido descansar, ¿has dicho que me
dejarías enseñarte a navegar?"

"Seguro que si." Dar afirmó. "Nunca he navegado en


uno de estos pequeños barcos de vela... siempre lo
he hecho en grandes barcos como el mío... estoy
ansiosa." Susurró en el oído de Kerry. "Vamos...
continuemos."

Recogieron sus cosas, Dar colocó la bolsa con todo


envuelto perfectamente, mientras Kerry probó el
agua del pequeño río. "Hey no está nada mal."
Sonriéndole a Dar. "Es dulce."

Dar la miró por encima. "Sip.. mira... al parecer allí


hay una colmena de abejas... ten cuidado."

Kerry miró. "Ups, gracias." Bordeando el sitio


cuidadosamente y llegó hasta donde estaba la yegua
desatándola y cogiendo las riendas, acariciando su
cuello "Bien, muchacha... ¿cómo te llamas, Cockie?
(4)"

"Brownie.(5) " Le dijo Dar sonriendo. "No estabas


cerca cuando nos dijeron sus nombres". Se montó en
su caballo y colocando sus rodillas, movió las riendas
mientras le daba la vuelta al semental acercándolo
hacia el caballo de Kerry.

"Si... si... es lógico y cual es el nombre del tuyo...


Silver?(6) " Kerry puso un pie en el estribo y se alzó
montando en la yegua, sintiendo como se movia
debajo de ella, resoplando un poco. "Bueno... ¿y
ahora?"

"Se llama Smokey." Dar contestó amigablemente.


"Ten cuidado."

Kerry se asentó bien en la silla, e intentó encontrar el


sitio más cómodo para el agarre de sus rodillas.
Seguían un poco doloridas y se acomodó mejor,
mirándola. "Así está bien... ¡Whoa!"

La yegua estaba caminando de lado, con una pata


cogida en una raíz, con un resoplido se soltó del
agarre y la miró con desafío saltando hacia un lado,
Kerry se movió ligeramente desconcertada.
"¡¡Whoa!!" La mujer rubia cogió mas fuerte las
riendas de la yegua, cuando ella saltó por encima de
un pequeño tronco y se estaba acercando corriendo
hacia el agua.

Lo suficiente cerca para estar debajo de la colmena y


removiendo las hojas, despertando a las inactivas
abejas.

"Kerry... uh." Los ojos de Dar se abrieron de golpe.


"Ten cuidado allí... yo..."

"Estoy teniendo cuidado." Se quejó la rubia,


intentando que la yegua se alejara. "Vamos... chica...
por... Dios... whoa... whoa... ¡¡¡¡mierda...!!!!"

La yegua resopló cuando varias abejas la picaron,


chilló y se levantó en sus dos patas, dándole un tirón
fuerte a las riendas de Kerry y se dirigió hacia el
camino galopando asustada. "¡¡¡Hey!!! ¡¡¡Hey!!!
¡¡¡Para!!!"

"Hija de..." Dar dio una palmada a su semental en el


lado, golpeándolo con el pie para que se pusiera al
galope iniciando la persecución. "¡¡¡Kerry!!!"
*****
Estoy en apuros. Kerry se intentaba agarrar bien a la
silla de montar, viendo como las riendas estaban
inútilmente cerca del suelo. Mierda. "Hey.. vamos...
vamos... ¡¡¡para...!!!" Estaba llamando a la yegua,
que resoplaba. Ambas se movían muy rápidas, Kerry
la intentaba frenar con los talones, pero la yegua casi
la estaba sacudiendo hacia su cuello, y ella se agarró
fuertemente a la silla de montar. "Bien de acuerdo...
de acuerdo..."

La yegua resopló y después eligió seguir la


trayectoria hacia abajo de la ladera, sacudiendo la
cabeza, ya que las riendas la estaban irritando. Kerry
escuchó otro resoplido que se les iba acercando, se
giró y vio como el semental les iba alcanzando a
galope tendido, con el cuerpo de Dar inclinado en la
silla para darle más velocidad, con una mano libre y
la otra acelerando con las riendas a su montura.

Maldijo inclinándose más para intentar coger las


riendas, que chasqueaban fuera de su alcance.
Entonces eligió agarrarse más fuerte a la silla.

"Intenta dominarla, Kerry." Dar le gritó, ya se estaba


acercando, su caballo aproximándose a la cola de la
yegua.

Desafortunadamente, esto asustó aún más a la


yegua, que ya estaba aterrorizada y resoplando
redobló su galope, haciendo volar las hojas caídas de
los árboles.

"¡¡¡¡Whoa... Kerry cuidado que viene la curva...!!!" Le


gritó.

"¡¡¡¡Whoa... Whoa...!!!!" Kerry vio la curva con sus


ojos asustados intentó agarrarse más a la montura.
"Whoa... tómalo.... tranquila..." El caballo tomó la
curva cerrada y ella sintió el golpe en el pie con un
árbol, perdió el equilibrio, su cuerpo yendo en
dirección contraria al galope y se sintió volar a través
del aire. La yegua seguía la curva, sintiéndose libre
de su jinete, ya que ésta había sido lanzada contra
un árbol y después cayó al suelo como una hoja todo
en un momento.

Oh Dios mío. Kerry intentaba conseguir aire en sus


pulmones sentándose, mientras oía los resoplidos del
caballo acercándose al galope, sentía como todo su
cuerpo estaba magullado. Sintió como paraba y se
bajaba de su caballo acercándose rápidamente.

Sus manos la tocaron, y entonces oyó la voz


asustada de Dar en sus oídos. "No te muevas."

"No podría aunque quisiera ahora mismo." Murmuró,


contando las estrellas que rodeaban su cabeza.
"Woa... maldito dolor."

"¿Dónde te golpeaste?" La voz baja le preguntó.


"¿Dónde sientes dolor? ¿En el cuello?"

Kerry se puso a pensar. "En el hombro." Dobló las


manos un poco. "Ha sido afortunadamente lo primero
que golpeó la tierra... estoy segura de que no me he
echo más daño." El entumecimiento que sentía se iba
acrecentando, sustituido por un dolor más profundo.
"Whoo."

"¿Puedes sentirlo todo?" Dar preguntó nerviosa. "Tus


manos, pies, ¿seguro que no tienes nada roto?"

Dedos, dedos de los pies, pestañas. "Si..." Kerry


suspiró moviendo la cabeza un poco. "Sip, todo está
bien. Solo me duele el hombro... Creo que el viento
me frenó un poco." Dijo mirando a su compañera.
"¿Íbamos muy rápidas eh?"

Dar se sentó pesadamente a su lado. "Jesús..." Dijo


suspirando. Ella acercó el cuerpo de Kerry y
suavemente con sus manos empezó a examinarla
cuidadosamente. El jersey y los vaqueros gruesos la
habían protegido de la corteza del árbol, y parecía
que estaba relativamente ilesa. "¿Sabes que me
asustaste muchísimo?"

Kerry hizo una mueca. "Uf... yo también, ¿que fue lo


que pasó?" Moviendo sus manos y piernas para
acomodarse en el cuerpo de Dar, hizo una
respiración más profunda. "¿Qué fue lo que hizo
poner así a la yegua, se volvió loca o qué?"

"Creo que la picaron las abejas." Dar le explicó,


deslizando un brazo sobre los hombros de Kerry,
colocándola lo más cómoda posible. "¿Seguro que
estás bien?"

Kerry apoyó su cabeza contra el hombro de Dar y


suspiró. "Me siento como una hoja al viento, pero si."
Mirando todo el camino de bajada que les quedaba
por hacer. "Pero... no me veo caminando hasta la
cabaña." Suspiró mientras sentía como su corazón se
iba calmando.

"De eso puedes estar segura." Dar la apretó un poco


más, aún sentía como la adrenalina se iba
reduciendo, como sus manos temblaban de una
manera casi incontrolable. Respiró varias veces
profundamente intentando que su corazón se fuera
calmando.

Unos ojos verdes sorprendidos la miraron, viendo


como el miedo de lo que había pasado se reflejaban.
"Hey... que estoy bien." Agregó suavemente. "De
verdad que si, no soy la primera que se ha caído de
un caballo." Colocó su mano en el pecho de Dar,
entonces respiró profundamente, pues sentía como el
latido del corazón estaba totalmente acelerado bajo
sus manos. "Tómatelo con calma, Tigre."

"Estoy muy bien." Suspiró Dar. "Puedes montar en mi


caballo, yo lo conduciré."

Kerry puso una mano en la rodilla de su amante. "No,


Dar aún no estás del todo bien de la rodilla... no vas
a ir caminando las cinco millas hasta la cabaña...
ahora, relájate... estoy muy bien... estaré un poco
magullada pero nada más."

Los ojos azules la miraron obstinadamente. "Bien,


entonces iremos ambas montadas dando un paseo...
él es un caballo grande, aguantará el peso de las
dos." Dar contestó. "Bien, nos lo tomaremos con
calma, aunque nos retrasemos un poco."
Kerry considerando la discusión, se le tensaron los
músculos y dejó ir un suspiro. "De acuerdo." Asintió.
"Pobre caballo, mejor que le consigamos unas
manzanas cuando lleguemos."

"Él sobrevivirá." Dijo Dar relajándose. "Aún estamos


bajo el límite de su carga." Agregó con una ligera
sonrisa, refiriéndose a la muestra sobre las
trescientas libras que él podía soportar, y que les
mostraron en el establo.

Kerry la empujó suavemente. "Hey, eso da igual." Le


dijo bromeando. "Aún le debemos las manzanas."
Permitió que Dar la levantara con cuidado, aunque se
sostuvo encima de sus pies cautelosamente,
probando como se sostenía su cuerpo de pie
moviéndolo un poco, luego asintió. "Estoy bien...
tengo toda la razón, ¿lo ves?"

Smokey estaba parado, mirándolas con desconfianza


cuando se acercó Dar a coger las riendas, y la
estudió. "Bien, conduciré yo." Decidió, entonces
colocando un pie en el estribo. se izó en el caballo,
conduciéndolo con sumo cuidado donde estaba Kerry
parada, y entonces bajó el brazo. "Agárrate de mi
brazo... te subiré encima."

Kerry se sintió contenta, sonrió sin ninguna razón


aparente, y cuando levantó el brazo, su mano resbaló
más allá del codo de Dar, mientras la otra se
agarraba a la parte posterior de la silla de montar.

La sensación de sentirse alzada era casi familiar, ella


casi rió, mientras pasaba su pierna derecha sobre los
cuartos traseros del caballo, y se sentó en la silla de
montar. "Voy a aplastarte." Le advirtió a Dar.

"Ningún problema." Dar la tranquilizó, sintiendo la


presión del cuerpo de Kerry cerca del suyo. "Agárrate
fuerte."
Una risa apacible sonó mientras Kerry envolvía sus
brazos alrededor de la cintura de Dar, apretándola un
poco. "Absolutamente, ningún problema por aquí." Le
aseguró a su amante. "Allá donde vayas tu, yo voy
amiga."

Dar paró el caballo, y se dio media vuelta con el


cuerpo mirándola fijamente con sus ojos azules y una
ceja levantada. "¿Amiga?"

Kerry le hizo una mueca sonriendo. "¿No eres acaso


mi amiga?"

Una cabeza morena lo reafirmó asintiendo con una


sonrisa, entonces Dar se dio la vuelta y guió a la
montura siguiendo el camino. "Bien, Smokey...
despacio y fácil... no deseamos más tropiezos en el
camino."

El silencio cayó alrededor de ellas de nuevo, Kerry


podía sentir el dolor de su hombro, pero se inclinó
más contra el cuerpo caliente. El calor del sol en la
suave lana cosquilleó sus sentidos, y apoyó su
barbilla contra el hombro de Dar, sintiéndose un poco
dolorida en los huesos, cuando la mujer más alta se
movió un poco.

"Mmm." Kerry frotó su mejilla contra la suave lana,


después le vino a la memoria su sueño. "Hey."

"¿Qué pasa?" Dar se giró mirándola y preguntándole


ansiosamente "¿Estás bien? ¿No te estarás
empezando a marear o cualquier cosa? ¿Cómo está
tu hombro?"

Kerry despejándose la garganta, movió sus piernas,


encontrando el contacto familiar de Dar. "Estoy bien,
aunque podríamos parar, a ver si así te tranquilizas
un poco." Amonestó a su compañera. "¿Quieres
relajarte de una vez?. Solo deseaba contarte que esto
me estaba recordando un sueño que tuve."
Dar miró hacia delante desconcertada. "¿Qué
sueño?" Le preguntó extrañada.

"En el que tu estabas con una armadura." La mujer


rubia contestó apaciblemente. "¿Recuerdas?"

"Oh si." Dar gruñó. "Yo con una armadura, la cosa


más tonta que he oído nunca."

Kerry cerró los ojos, intentando recordar las


sensaciones. "Y no llevabas pantalones."

Paró el caballo. "¿Qué?" Dar echó una mirada


cautelosamente alrededor de ella.

"Si, tus piernas estaban desnudas." Kerry contestó


abriendo los ojos y acariciando el muslo de su
compañera. "Totalmente desnudos." Rió
nerviosamente. "Tengo unos sueños totalmente
salvajes ¿verdad?"

Dar comenzó a reír. "No dice mucho de mi la verdad,


¿qué clase de idiota usaría armadura y encima sin
ningunos pantalones?"

"Hmm... debe de haber algo profundo y freudiano en


éste sueño." Kerry musitó.

"¿Kerry?" Dar vaciló.

"¿Hmm?"

"No más." Riéndose.

"Mmm... si muy bien."


*****
Consiguieron llegar en una hora, ya que Dar había
insistido en que el pobre Smokey fuera a paso de
tortuga. El hombre del establo las estaba esperando,
tomó las riendas de Smokey parándolo, mientras Dar
desmontaba del caballo y ayudaba a Kerry a bajar
sosteniéndola de pie colocándola en el suelo
suavemente. "Me parece que la yegua fue picada por
las abejas." Dar le explicó concisamente.

"Si." El hombre asintió. "Le he tenido que sacar por lo


menos cuatro o cinco aguijones... ¿Estás bien?"
preguntó a Kerry mirándola ansiosamente.

"Estoy apenas magullada, gracias." Kerry le aseguró,


mirando a Dar que aún la estaba cogiendo entre sus
brazos. "Puedes dejarme ir, creo." Se enderezó en
sus piernas con una mueca de dolor, pero se sostuvo
bien.

"Oh, perdón." Dijo Dar dándole una palmadita en la


espalda, soltándola y despejando su garganta.
"Escucha mejor dejamos para mañana lo de navegar,
¿de acuerdo?" Le dijo al hombre del establo. "¿Hay
alguna cosa para distraernos preparada?"

El hombre lo pensó. "Tenemos un paseo en carreta


de heno." Respondió. "Una gran fogata después de la
cena."

"Esto suena de maravilla." Dijo Kerry mirando al


hombre. "Amo el paseo en carretas de heno... vamos
Dar... apuesto que también tendrán malvaviscos."

"Si señora, seguro que le gustan." El hombre sonrió


detrás de ella. "También tenemos a unos músicos
que tocan la guitarra, y una persona que cuenta
historias, también."

Kerry miró a Dar ilusionada, que fue recompensada


con una mueca tolerante sabiendo que les gustaría
distraerse de una manera diferente. "Seguro que
iremos." Dar afirmó. "Vamos... a un sitio que huela
menos a caballos y a relajarnos antes de la cena."
Dijo rodeando los hombros de la mujer más pequeña
y se dirigieron hacia la cabaña, deteniéndose
brevemente cuando notaron que cerca de la puerta
de recepción, había un grupo de gente rodeando una
furgoneta azul aparcada, la puerta posterior estaba
abierta.

"¿Qué es lo que está pasando?" Dar preguntó cuando


se acercaron.

Millie se giró sacudiendo la cabeza. "Pobre gente, han


tenido una gran tormenta cerca de Arizona, acaban
de llegar."

En la parte posterior del coche había una televisión


portátil encendida. En la pantalla se veía a un
hombre con un micrófono y un chubasquero azul,
estaba cayendo una fuerte lluvia y atrás se veía
árboles destrozados por la tormenta. En la pantalla
ponía que la noticia estaba en el canal 12. "Hombre,
mira esto." Uno de los trabajadores silbó suavemente
viendo en las imágenes la lluvia torrencial. "Y dicen
que la maldita tormenta se dirige hacia aquí,
también."

Dar y Kerry se miraron. "¿Cuándo?" preguntaron las


dos al mismo tiempo.

El trabajador se giró y las miró sorprendido. "Más o


menos la noche del... lunes o el martes por la
mañana... ¿por qué?"

"Gracias, por nada... por curiosidad". Kerry sonrió


mirándole. "Vamos Dar... siento que un jacuzzi que
me está llamando."

"Correcto." Dar afirmó, sacudiendo la morena cabeza


mirando la pantalla viendo como un árbol volaba
cerca de la cabeza del reportero. "Me pregunto si los
chicos no estarán en problemas."

Kerry tiró de su mano. "Estoy segura que si pasara


algo nos llamarían, tienen nuestro número." Aseguró
a su amante.

"Correcto." Dar murmuró otra vez mientras iban


hacia la cabaña.
*****
Kerry decidió que dentro del agua caliente se estaba
maravillosamente, mientras se movía en el agua
sintiendo como las burbujas acariciaban sus costillas
suavemente. Se quedó mirando a Dar, que se
acercaba a ella con dos copas de champaña frías.

Notó como sus hormonas se revolucionaban, ya que


Dar se estaba paseando desnuda por la habitación
mientras preparaba las bebidas.

"Toma." La mujer morena se le acercó, dándole una


copa y entrando en el jacuzzi, sentándose y estirando
las piernas. "Oh chica, aquí se está de maravilla".
Dijo suspirando con los ojos cerrados esperando
respuesta, abrió los ojos sorprendida al fijarse en el
silencio que había en la habitación. "¿Kerry?"

"Disculpa." La mujer rubia tomó un sorbo de


champan frío y tragó. "No, estaba pensando." Movió
los dedos de los pies contenta y suspiró. "Supongo
que podría haber sido peor, podríamos haber ido a
esquiar."

"Entonces seguro que yo habría vuelto a conocer los


árboles de todo el bosque." Dar rió al recordar la
última vez que fue a esquiar. "¿Cómo está tu
hombro?" Dijo preocupada examinando el gran
moretón que tenía Kerry en el hombro y brazo.
"¿Seguro que no te has hecho más daño?".

"Dar, ¿puedo hacerte una pregunta?" Kerry fijó su


mirada en ella. "¿Cómo puede ser que una persona
se olvide de su propio malestar físico, mientras es
maldecida por los otros?"
La mujer más alta se quedó pensativa y en silencio.
"Lo siento." Dijo murmurando. "No sabía que era lo
que te incomodaba."

Kerry la miró, un poco desconcertada. "No... el...


dolor... no me incomoda, yo estaba pensando en tu
malestar... cuando te hiciste daño en la montaña,
nadie pensaba en ti..."

Dar asintió y tomó un sorbo de su bebida, si lo


pensaba realmente, no sabía por qué su instinto de
protección le había echo olvidar su dolor al defender
a unas personas indefensas. Tenía razón, cuando se
sintió ofendida por lo que le hizo Steve, sabía que
también ella había actuado en su defensa con Les,
gracias a Kerry tenía de nuevo su trabajo. No se
molestó cuando Kerry la defendió de todos... ella se
dio cuenta de como había cambiado. Le habían
sentado muy mal las críticas que recibió de los
demás cuando la conocieron, pero después se dio
cuenta en como habían cambiado las cosas en su
manera de apoyar a Kerry, ¿correcto?

Ella lo había dejado todo en sus manos, correcto, y


se alegraba de ello. Con un esfuerzo, se relajó y
cerró los ojos, intentando recobrar el buen humor en
el que ellas habían estado durante el almuerzo.

Se sorprendió cuando un cuerpo caliente se colocó a


su lado de manera inesperada, abrió los ojos
observando esos maravillosos ojos verdes que la
miraban con firmeza a una distancia muy cercana.
"Uh... hola."

"Hola." Kerry contestó, con una mirada extrañada.


"Disculpa... asumí que porque tu odias a la gente, no
querías que esa gente se diera cuenta de que a veces
puedes estar mal, o sea que realmente finges no
estar mal por hacerte la dura."
"No." Dar reconoció reservadamente. "Realmente no
lo hago con todos."

Era una confesión reservada. "Bueno... entonces


podrías abrazarme, por favor... realmente me siento
fatal... mis piernas me están matando, y siento que
mi espalda está como un acordeón." Kerry suspiró.
"¿Y qué clase de medicinas tienes que me puedan
ayudar?"

Dar veía una curiosa sonrisa atravesando el rostro,


entonces posó su copa fuera del jacuzzi y cogió a su
amante entre sus brazos, acunándola suavemente en
el agua espumosa. "Entonces déjame que te haga un
masaje." Contestó, pues la mujer rubia había puesto
su cabeza encima del hombro de Dar. "Pon tus
brazos alrededor mío... si." Le dijo colocándola
encima suyo, trabajando los músculos tensos de
Kerry con sus manos. "Tengo Percogesic(7) para el
dolor y un relajante muscular... seguro que te
pondrían bien."

"Suena bien." Kerry suspiró. "Solamente que ahora


mismo me siento mucho mejor, creo que eres un
medicamento mucho mejor que cualquier calmante
para quitar el dolor, Dar." Ella suspiró acomodándose
mejor, absorbiendo el calor y el olor a cloro del agua
junto con la suavidad uniforme de los brazos que le
estaban masajeando la piel de todo su cuerpo.

Dar sabía que la revelación era cierta. "Bueno... no lo


dudo." Bromeó. "Pero creo que el A.M.A.(8) nunca
me aprobaría, de eso estoy segura, pero vamos a
ponernos más cómodas, ¿de acuerdo?"

"Seguro." Kerry afirmó amablemente. "Wh... ¡Dar!"


ella se cogió mas firmemente cuando la alzaban del
jacuzzi "¡¡¡Para... que te vas a lastimar la rodilla!!!"

"Nah." Dar salió cuidadosamente de la bañera. "Coge


esa toalla." Le dijo a Kerry mientras la sujetaba bien
fuerte y llevaba a la habitación agradablemente
calentada y la colocaba encima de la cama. Tomando
la toalla, se arrodilló. "Tranquila que estoy bien, esto
no me lastimará."

"Mmm." Suspiró Kerry mientras se iba relajando,


sentía como Dar le iba secando suavemente todo el
cuerpo.

Era algo totalmente erótico, sentía como la suavidad


de las manos de Dar contrastaban con el áspero de la
toalla y volvía su piel repetivamente sensibilizada.
Tuvo que intentar no reaccionar, hasta que dejó todo
el control a Dar.

Confiando totalmente en sus manos.

Sentía como su respiración se iba acelerando,


mientras el cuerpo de Dar se iba acercando, el calor
de su piel húmeda acariciaba la mano de Kerry. Podía
sentir el sonido de sus respiraciones, del pelo de Dar
mientras se iba deslizando hacia sus hombros
desnudos. Podía oler su aroma inimitable, como se
aferraba a la piel de su amante, junto con el olor del
cloro. Sentía como su mundo se iba calmando en ese
instante perfecto.

Y entonces unos labios besaron los suyos, y el calor


áspero de la toalla fue sustituido por unos dedos que
iban remontando su espalda dejando un ligero
temblor de anticipación en su rastro. Abrió sus ojos
para ver como Dar observaba su cuerpo, una sonrisa
estaba posada en sus labios. Un largo dedo subió y
se movió delante de su nariz. "No te muevas." Dijo
Dar suavemente mientras salía de la cama e iba
hacia las maletas. Volviendo con un vaso de agua y
un pote de pastillas. Se arrodilló de nuevo y sacó dos
pastillas dándoselas a Kerry. "Ten, tómatelas."

Kerry la miró y preguntó. "¿Realmente las necesito?"


Dijo suavemente. "No me duele nada." Cogió y se
tomó las pastillas. "Seguro que no las necesito."
Tragando un sorbo de agua, poniendo la mano en la
mejilla de Dar.

Dar puso la botella de agua en el suelo sin romper el


contacto visual, y se colocó encima de la cama,
estirando su cuerpo al lado de Kerry, poniendo una
mano en su estómago. Sentía como sus músculos se
contraían debajo de sus dedos, mientras unos ojos
verdes se oscurecían solo con ese tacto ligero. "Te
irán bien." Se inclinó y besó con sus labios en la
suave curva de un pecho. "Aunque, no puedo
garantizarte que esto te vaya a relajar." Se levantó,
sintiendo como la respiración de Kerry se aceleraba,
mientras la acercaba a su cuerpo. "¿Estás segura que
estás bien?"

Kerry finalmente colocó los brazos alrededor del


cuerpo de Dar apretándolo y gruñendo con deseo.

"Creo que has contestado a mi pregunta." Dar rió


entre dientes, y sucumbió al tirón, sintiendo el calor
de la conexión que la estiraba más cerca de ella,
hasta donde ella podría jurar...

Que eran simplemente dos mitades que se unían.

Por supuesto que lo somos. Su mente susurró,


cuando ella se dejó llevar, para permitir sentir la
pasión que las dominaba, oyendo una risa ahogada
en alguna parte de su mente.
*****
"Estás muy callada." Comentó Kerry, mirando a Dar
mientras se dirigían al comedor en la casa principal,
metió las manos en sus bolsillos sintiendo como se
calentaban contra el aire desapacible, de sus
respiraciones salían pequeñas nubes de vapor.

Dar también tenía las manos en los bolsillos, tembló


un poco contra el frío. "No soy una persona muy
habladora precisamente." Respondió suavemente.
"Estaba pensando, es todo." Llegaron a la puerta y
tiró de ella abriéndola, entonces inclinó la cabeza
indicando a Kerry que pasara.

"Siempre haces esto." Kerry comentó sonriendo. "Me


abres las puertas."

"Bueno... lo necesitas, Kerry... o si no te estrellarías


en ellas y conseguirías muchas astillas en la cara." La
alta mujer respondió bromeando. "¿Cómo tienes el
hombro?"

"Está un poco dolorido, pero bien". Kerry contestó.


"Realmente..." Ruborizándose ligeramente y
acercándose. "Mi trasero me duele un poco más."

Los ojos azules centellearon ligeramente.


"Seguramente te caíste sobre él". Acarició el punto
ligeramente. "Tendré que conseguirte una
almohadilla para el sillón de la oficina, durante una
semana o más."

Entraron en el comedor, que ya estaba medio lleno,


con los huéspedes sentados en las mesas. Una mesa
cercana a la ventana estaba dispuesta para ellas y se
dirigieron hacia allí, sentándose, mirando hacia
afuera viendo la puesta del sol sobre el lago, eran
unas vistas maravillosas. La iluminación del comedor
era tenue, en las mesas había candelabros y en la
pared antorchas que hacían de adorno y a la vez
daban un ligero calor, dándole al lugar un ligero tono
rojizo brillante. Una chimenea en la parte posterior
que calentaba de manera agradable, dándole un
ambiente rústico.

"Huele muy bien aquí." Kerry estaba comentando


cuando llegó el camarero trayendo una cesta de
galletas calientes recién hechas, y un tazón con
mantequilla dulce. "¿Será la madera que utilizan para
el fuego lo que da este olor?"
Dar echó un vistazo, cogió una galleta de levadura
partiéndola. "Um... puede ser, me parece que es
nogal americano." Una pequeña sonrisa apareció en
sus labios. "Ya sabes que todo se puede aprovechar
para el fuego." Ella tiró del cuello del jersey. "Salvo
que este jersey me está picando demasiado."

Kerry rió. "Bueno, estás muy bien con ese jersey...


aunque esté cosquilleando tu barbilla." El cuello alto,
de un azul eléctrico encajaban perfectamente con el
color azul eléctrico de sus ojos y enmarcaba su cara
maravillosamente.

Dar acogió contenta el elogio. "Tu también estás muy


bien." Dijo mirando la combinación de la camisa de
franela verde y el pantalón verde de la mujer rubia.
La cara de Kerry tenía un ligero color moreno de
montaña, su pelo había sido recogido con goma en
una cola de caballo, y algunos mechones le caían en
la cara escapando de sus rosadas orejas.

Un ligero rubor subiéndole a la cara, era algo que Dar


encontraba adorable en ella. "Me alegro que nuestro
vuelo sea a las 8 de la noche... tenemos aún un día
completo para disfrutarlo." Comentó. "¿Vas a
enseñarme a navegar por la mañana, verdad?"

"¿Enseñarte? Dar tu has estado en el mar navegando


durante toda tu vida, ¿qué más quieres que te
enseñe?" Kerry protestó sonriendo al camarero
cuando se les acercó colocándoles una jarra de
cerveza inglesa delante de ella y una igual delante de
Dar.

"Um..." Dar tomó un sorbo de la cerveza, levantando


una ceja. "Umm... está buena.. A ver puedo conducir
sobre cualquier cosa en el agua que utilice gasolina,
incluso una vez conseguí sentarme en los controles
de algo que utiliza..." Se detuvo brevemente,
moviendo su cabeza. "Una forma más esotérica de
combustible, nosotros decimos... pero nunca he
navegado."

"¿Realmente?" Kerry pensó en ello. "¿Esotérico?


No..." Recordando que el padre de Dar había estado
al servicio de la marina. "Oh... oh... yo consigo... de
acuerdo..." Haciendo una pausa. "Ellos no te dejarían
conducir un submarino, ¿lo hicieron?"

Dar colocó un dedo en sus labios. "Sshhh... que aún


no tenía la licencia de conducir por aquel entonces."

Kerry se cubrió los ojos con la mano. "Oh... me


siento rep... repentinamente... segura si hasta eso
puedes hacer."

"No choqué contra nada." Dijo Dar suavemente. "Y


soy una conductora segura, ya lo sabes."

Su conversación fue interrumpida por la entrada de


una familia, que se dirigió a una mesa cercana a la
suya. El padre era un hombre mayor, con sus
cabellos grises y gordito, iba vestido con una camisa
de franela y pantalones de pana, ordenó a sus hijos
donde se debían de sentar mientras su esposa
llamaba al camarero. Los niños lo hicieron
educadamente y estaban meticulosamente vestidos,
la madre llevaba incongruentemente, una estola de
visón alrededor de sus hombros.

Dar los miró mientras bebía un sorbo de cerveza,


después echó un vistazo alrededor y se fijó en la
mirada pensativa en la cara de Kerry. Acercó una
mano cubriendo la de la mujer rubia, frotando los
dedos de la mano suavemente. "Hey."

Los ojos verdes se encontraron con los suyos, parecía


que volvía de otro lugar.

"¿Recordando?" Dar le preguntó.


"Algo parecido." Kerry reconoció suavemente.
"Cuando éramos más jóvenes, íbamos a unas
reuniones cristianas, en el norte del lago... éramos
pequeñas como ellos, nuestras enseñanzas eran
sobre la Biblia y la fundación de la familia." Soltó una
débil risita, amarga. "Fundación de la familia, vaya
broma, era apenas una gran excusa para conseguir
que estuviéramos todos juntos en un lugar así, nos
decían como debíamos comportarnos durante la
semana... y el fin de semana nos perdonaban
nuestros pecados."

Dar hizo una mueca de dolor. "No todas las familias


son como esa." Le dijo a su amiga, dándole a los
dedos nerviosos un apretón.

Kerry clavó su mirada en las manos unidas. "Lo sé."


Mirándola. "Solamente cuando veo a ésta gente..."
Señaló con su cabeza a la familia. "Me pregunto por
qué nos recriminan con sus miradas. Es algo que me
pregunto siempre."

Dar estudió a los niños, observando sus miradas


furtivas mientras miraban alrededor. La mayor,
probablemente cerca de los dieciséis años, y los otros
dos tendrían cerca de los diez. Sintió como la mirada
del padre era acusatoria, retirando su mirada. Cruzó
la mirada con la chica, que viéndose observada bajó
sus ojos ruborizándose fuertemente.

Su frente se frunció, mientras Dar se preguntaba qué


había pasado, qué había provocado esta reacción,
viendo que Kerry y ella tenían sus manos cogidas lo
comprendió. Tamborileó los dedos de su mano libre
en la mesa. "Tranquila." Se acercó la mano de Kerry
a sus labios y besó los nudillos. "¿De qué estábamos
hablando... sobre la navegación, verdad?"

"Um..." Kerry la miró un poco frustrada. "Dar...


sabes, estamos en Carolina del Norte."
Dar asintió. "Lo sé."

Los ojos verdes miraron alrededor de la sala,


deteniéndose en su cara. "¿Aún linchan a los
adúlteros aquí?"

La frente oscura se frunció durante un largo


momento. "Wha... oh." Dar se sentó hacia atrás,
pensativa. "Yo..." mientras miraba hacia atrás de
manera asustada. "B..."

Kerry ocultó una sonrisa con su mano. "Dar... Dar...


relájate... yo... no quería decir que..." Mientras veía
como se había puesto un poco colorada, acercó una
mano a su cara acariciándola, notándola ligeramente
caliente. "Justo pensé... que no te habías dado
cuenta, que no lo tenías anotado en tu PDA(9) ."
Mirando a su amante vacilante. La cara de Dar
estaba aún un poco pensativa, pues Dar estaba
procesando sus palabras, después sus ojos azules se
fijaron en ella. "¿Dar?"

"Yo..." Dar respiró. "No me fijé en lo que hacía." Ella


dobló las manos y las estudió. "Lo siento... no pensé
que te incomodaría..." Su voz era constante y casual.

Pero Kerry había aprendido algo sobre su compañera


durante esos meses. Sabía que decía y hacía lo que
pensaba, más bien lo que sentía su corazón, y lo
demostraba generalmente en los cambios sutiles en
el lenguaje de su cuerpo.

Como cuando los músculos del cuello se relajaban, y


bajaba ligeramente sus hombros. No caían del todo
pero Kerry lo notaba. "N... no... no me incomoda..."
Vaciló, sabía que tenía que saber elegir sus palabras
cuidadosamente. "Amor mío, cuando tu me tocas...
no tienes ni idea de la sensación tan maravillosa que
me haces sentir." Vio como elevaba una ceja, sus
ojos azules la miraban fijamente. "Creo que no sería
justo que no te dijera lo que siento, teniendo que
ocultarlo."

"¿Ocultarlo?" Dar repitió.

"Si, yo... verás". Kerry jugaba con sus pulgares.


"Pensé que lo mejor sería no atraer la atención
demasiado hacia nosotras cuando estábamos con
ellos... pero no podía evitarlo es un reflejo de
supervivencia."

"Oh." La mujer morena murmuró. "Nunca pensé en


ello." Dijo rozando su rodilla. "Realmente nunca me
fijé en si atraía la atención o no."

Kerry colocó la barbilla en su mano, y miró a su


compañera con un magnético atractivo. "No...
apuesto que no lo hacias." Comentó riendo.
"Únicamente me va a costar un poco acostumbrarme
a todo esto."

Dar mordió su labio, mirando alrededor como un niño


al que le ha sido negado su postre. "Lo siento... yo...
no estaba... haciéndolo a propósito, yo apenas..."
Maldita sea me tendría que haber fijado... ¿pero
realmente qué es lo incorrecto? "Intentaré mantener
mis manos lejos de ti de ahora en adelante."

Kerry sintió como una punzada le atravesaba el


pecho, sintiéndose repugnante por el tono seco en la
voz que Dar había utilizado.

Fue una cena reservada, y Kerry notó que no


comieron mucho. Cogió su chaqueta y siguió a Dar
cuando salieron del comedor. Se dirigieron hacia un
grupo de gente que estaba riendo cerca del carro de
heno aparcado, con dos caballos grandes
enganchados en él, tenían la mirada serena, estaban
acostumbrados con su trabajo de llevar a gente y las
miraban con poco o nada de interés.

La familia también había decidido ir, así que serían


un buen grupo. Kerry saltaba sobre sus pies para
evitar el frío, mirando que todos hacían lo mismo
esperando al lado del carro al trabajador para que les
indicara donde debían colocarse.

Dar estaba parada reservadamente cerca de ella, sus


manos dentro de los bolsillos, con una mirada de
interés en su cara. Su respiración formaba pequeñas
nubes de vapor, Kerry la miró discretamente
suspirando largamente.

"Todo arreglado, gente... podemos subir a bordo,


espero que lleguemos pronto a la fogata, que el
tiempo no cambie y tengamos tormenta." Siguió
diciendo el conductor alegremente, después retiró la
cadena y sacó una pequeña escalera para que
subieran al carro. "Suban ustedes."

Dar y Kerry se colocaron en una de las esquinas


delanteras, apartadas de los niños que reían
sacudiendo el heno alrededor. Dar se sentó apoyada
en la pared del carromato, encogió sus rodillas y las
rodeó con sus brazos, reclinando la barbilla en su
brazo.

Estaba pensando en lo que le había dicho Kerry,


encontrando que se resentía ante el echo de no
poder abrazarla y besarla, sin miedo ante cualquier
reacción adversa. De echo, la pareja más mayor
estaba mirando discretamente a una pareja de novios
que se besaban con mirada indulgente en sus caras.

Se sentía, en ese momento, como si algo muy


importante le hubiera sido arrebatado, y le hacia
sentir muy enojada. Estar tan cerca y no poder
abrazarla, solo porque Kerry no quisiera exhibiciones
públicas... Le hacía sentir muy fría, tenía la garganta
reseca y le estaba entrando dolor de cabeza.

Cruzó los brazos sobre su pecho y se inclinó hacia


atrás, retrayéndose completamente en si misma,
admitiendo que estaba de muy mal humor. Una parte
de ella reconocía que debería haber pensado que
Kerry no estaría cómoda anunciando en sociedad su
condición sexual al mundo, especialmente aquí en lo
que ella llamaba un bastión de conservadorismo. La
otra parte preguntándose por qué no había pensado
en lo que hacía, eso la hizo retraerse más en si
misma por ser tan absorbente.

Hacia frío fuera, bajó su cabeza y la puso entre sus


brazos, recordando la última vez que ella había
estado aquí.

El vivir con el daño, la reconstrucción de sus


defensas, determinada a que nunca, nunca le
volvieran a hacer más daño, hacer retirarse a quien
se le intentara acercar demasiado, siempre una y
otra vez.

¿Qué era lo que tenía que hacer ahora?

Entonces la otra mitad de ella le dio un golpe en la


cabeza. Consigue un abrazo, Dar... ella acaba de
pedir solo un poco de tiempo para acostumbrarse a
ello. Sintió como la frialdad se iba alejando.

Bien, por lo menos esto es bastante fácil. Notó como


su respiración se hacía más suave, estiró sus piernas,
sintiendo como los niños reían. Los caballos seguían
el camino, sus pasos regulares en el terreno. Para ya
de comportarte como un palo de golf estropeado, ya.
¿Jesús, Dar... qué diría papá? Él te patearía el culo
por actuar así. "Hace una noche bonita verdad,
¿huh?". Dijo a Kerry intentando quitarse su mal
humor de encima, mirándola, recibió una sacudida
eléctrica en el esfuerzo de no tocar a Kerry retirando
de su cara un mechón de pelo rubio que oscurecía su
mirada.

La cara de Kerry se veía tensa, con la frente fruncida.


Giró la cabeza hacia su amante, casi en cámara lenta.
"Si, así es." Contestó cuidadosamente. "Aunque, es
fría."

"Si." Afirmó Dar frotando sus brazos con las manos.

La mujer rubia estudió el ambiente, observando


como las parejas estaban abrazadas, con ojo
especulativo. Entonces ella suspiró. "¿Dar?"

"¿Hmm?"

Kerry pensó durante un momento. "Estoy sobre ello."


Dijo. "Pienso que todo el mundo tendría que ampliar
sus horizontes."

Los ojos azules la miraron asustados "¿Qué es lo que


quieres decir exactamente?"

La mujer más pequeña cambió de sitio, acortando la


distancia entre ellas, y se envolvió alrededor del
cuerpo de Dar, colocando su cabeza en el hombro de
su amante suspirando. "Esto es suficiente explícito,
¿o debería besarte para que sea suficiente claro?"

Dar sintió una oleada de calor entrar en erupción,


cuando un rubor coloreó su piel, calentándola
rápidamente. "Uh... no... no... esto está muy bien...
me hago a la idea." Ella balbuceó,
desequilibradamente golpeada por su corazón
durante el cambio repentino de Kerry. Rodeó con sus
brazos a la mujer rubia y se echó hacia atrás,
dejando que sus cuerpos se calentaran, alejando la
frialdad del ambiente. "¿Qué te hizo cambiar de
opinión?"

Estaba sorprendida, como rápidamente su mal humor


podía desaparecer.

Kerry pensó en la pregunta durante un momento,


mirando a la gente. Después de que algunos les
miraran sorprendidos, los otros no les hacían caso,
ella se sentía muy bien. "Bien." Dijo tomando una
brizna de heno y masticándola. "Pienso en como me
sentía de incómoda cuando todos me miraban, y
entonces que eso no era favorable y luego en lo bien
que se estaría entre tus brazos aunque nos miraran,
y el abrazó ganó."

"¿Solo eso?" Dar respondió incrédulamente.

"Esencialmente, si." Kerry contestó. "Oh... hay más...


aún estoy pensando sobre ello... pero pensé que
hemos estado haciendo esto desde que nosotras
estamos juntas... um..."

"Sip."

"Tan... solo porque estamos en un lugar extraño,


¿por qué no podemos hacerlo? Se que bromeé con
esta gente tan cerrada, pero entonces pensé que si
teníamos algún problema con cualquier persona tu
podrías darle una patada en su trasero." Kerry se
encogió de hombros, mirándola directamente a los
magníficos ojos azules. "¿Qué pasa? Nunca me rebelé
de adolescente, ya es tiempo de hacerlo ¿verdad?"

"Oh."

"Quizás hasta me haga un tatuaje." Dijo Kerry riendo.

"Uh..." Dar la miró fijamente. "No todo es drástico en


mí, ¿de acuerdo? podrías ponerte una pegatina con
el arco iris en tu brazo."

"No sé, Dar..." Kerry susurró. "Podría ser un diseño


agradable, como por ejemplo tu nombre... en mi
brazo derecho... um." Mirando su brazo.

"Uh... Kerry..." Ojos azules mirando a sus vecinos,


una de las personas mayores les estaba observando
con interés.
"De acuerdo." La mujer rubia afirmó con un centelleo
en sus ojos. "Seguro que el recepcionista del hotel
sabe de algún sitio donde lo pueda conseguir cerca
de aquí."

"Correcto..." Dar la miró fijamente. "Ahora


escúchame bien, Kerry Stuart. No voy a esperarte
mientras tu consigues mi nombre tatuado en
cualquier parte de tu cuerpo en una tienda de
tatuajes, ¿entiendes?"

La nariz de Kerry se arrugó mientras hacia muecas.


"Ups... te pareces a tu padre cuando hablas así." Dijo
bromeando. "¿Lo sabes verdad?"

"¿Tatuaré tu nombre en mi?" Dijo Dar


contradiciéndose.

La rubia asintió, pero no respondió.

Su cara se habia puesto seria, mientras Dar miró a


Kerry que sostuvo su mirada. "Ya tengo uno."
Susurró, tocando su pecho con un dedo cerca del
corazón. "Tu nombre está escrito muy
profundamente aquí, nada podría borrarlo jamás."

Kerry la miró, olvidándose de los demás, vio como los


ojos azules se ablandaban y conseguían un brillo
intenso, sus labios sonreían. Comenzó a hablar,
después sacudiendo la cabeza enterró su cara en el
hombro de Dar.

Hmm. La mujer de pelo negro reclinó su mejilla


contra el pelo rubio de Kerry. No es malo, que una
perra mordida, fría y despiadada del infierno, que me
sienta de esta manera... ¿Verdad?

Encima de ellas podía ver el resplandor de las


estrellas, lejos se veía el campamento, enviando
hacia arriba el humo de la fogata, hacia las brillantes
estrellas sobre ellas.
*****
Dar se acurrucó dentro de las mantas, en la caliente
comodidad, tenía los brazos alrededor de Kerry, los
dos cuerpos perfectamente adaptados pacíficamente.
El aire de fuera de las mantas era frío, pero no tenía
ninguna intención de salir, por lo menos hasta que
amaneciera un poco más.

Era divertido, aunque pensaba que habían dejado la


calefacción funcionando la noche anterior. Abrió un
ojo azul y miró la habitación. Estaba iluminada solo
por el ligero resplandor gris que provenía de la
ventana, observó que la habitación estaba silenciosa,
demasiado silenciosa. Sosegado, Dar comprendió que
el ruido que faltaba era de los sonidos mecánicos de
la calefacción apenas perceptibles. Abrió un poco
más los ojos y miró el reloj, que demostró que era
demasiado temprano.

Bueno. Pensando un momento, después decidió que


la única manera que iban a conseguir un poco de
calor en la habitación era si se levantaba y encendía
la chimenea otra vez. Vamos Dar, levántate... que
Kerry se levantó ayer, ahora te toca a ti. Se dijo
mentalmente, mientras se desprendía del calor de
Kerry y salía de la cama. Mierda. La frialdad se notó y
empezó a temblar, se dirigió rápidamente a su bolso.

Abriéndolo y sacando un jersey, se lo colocó y se


frotó los brazos. "Brrr." Comentó suavemente. "Aquí
solo están calientes los pájaros en sus nidos." Por
suerte había suficiente leña amontonada. Colocó un
buen montón recordando como la había preparado
Kerry el día anterior, puso pequeñas ramas secas
entre las grietas, cogió la caja de madera que se
habían llevado de la casa principal el día anterior y
encendió por varios sitios la madera. Asegurándose
que la madera prendía bien.

"Hey... no está mal." Se sentó delante de la


chimenea intentando coger algo de calor, acercando
las manos a las llamas que ya empezaban a crecer.
Perfecto... ya tenemos calor en la habitación... tengo
que conseguir un cazo para calentar agua y hacer un
buen café caliente." Dijo silenciosamente, asintiendo.
"Lo conseguiré."

Se dirigía a la cocina a buscar el cazo y el agua,


cuando se giró y paró, observando simplemente el
sueño de Kerry durante un largo momento. Sus
cabellos rubios cayendo dulcemente, con una mano
debajo de su cabeza y la otra cogiendo la manta, su
cara estaba relajada en la hora temprana del
amanecer. Su respiración movía suavemente las
mantas, Dar se sentía respirar con el mismo ritmo,
pues estaba reclinada contra el umbral en silencio
pensativo.

Divertido. Sonrió, y siguió hacia el grifo, llenando el


cazo de agua y poniéndola encima de la chimenea
había una rejilla a un lado, evidentemente para ese
propósito. Un silbido suave se oyó mientras las
llamas evaporaban unas gotitas del exterior del cazo,
y colocó al lado una cómoda silla, rodeando las
piernas y observando el fuego.

La luz se reflejó con un brillo en el anillo que estaba


en su dedo, y se encontró mirándolo fijamente, casi
memorizando el centelleo amistoso. Frotó su pulgar
contra él, suspirando encontrando que era algo difícil
de creer.

Pensando en la última vez que había estado allí,


justamente sentada igual que ahora, mirando incluso
el agua como ahora, preguntándose qué era lo que
ella había hecho de incorrecto en esta vida, para
ganar tantas decepciones repetidas en las situaciones
en las que estaba implicado su corazón.

Ahora, volvía a estar aquí sentada, preguntándose


qué había hecho de correcto para poder merecerse
esto. Inclinó su cabeza hacia atrás contra la silla. Y
no era solo el anillo... era realmente lo que estaba
detrás de él. Era el compromiso lo que había
intentado buscar durante casi toda su vida.

Era la unión que tenían sus padres, y algo que


asumió simplemente que ella nunca lo conseguiría.
Jesús, si hubiera sabido lo raro que era esto, tal vez
hubiera entrado a un convento. Cerró los ojos. La
última vez que había estado aquí, había tomado la
decisión de dejar atrás sus sueños.

Esta vez... se encontró abrumada por el regalo


repentino, apenas sabía como reaccionar.
Lentamente, levantó el anillo acercándolo a sus labios
y besándolo, sintiendo como una lágrima resbalaba
por su mejilla.

Había una duda que lo estropeaba. Ella lo sabía...


había estado sumida en un pozo del que ahora
tendría que salir, las cosas en su trabajo habían
cambiado. Kerry apaciblemente había derribado
todas sus barreras emocionales, analizando y
derrumbando las barreras heladas que había
mantenido en su lugar durante mucho tiempo, y
ahora se encontraba con las mismas
responsabilidades, las mismas metas, pero sin el frío
al que estaba acostumbrada.

Le había parecido que dimitir en su trabajo era buena


idea. Especialmente ahora. Abrió sus ojos, y se secó
la humedad que había en ellos. Ahora sentía un
impulso de dejar su carrera entera, y sacar a Kerry
de allí meterse en algún negocio, quizás abrir alguna
tienda de computadoras donde igual lo más
emocionante que les podría pasar sería algún virus al
bootear(10) .

Se encontró mirando a su amante. Pero eso no era


justo para Kerry tampoco. Ella estaba empezando,
además sabía que le gustaba Miami.
Dar sonrió. Tenía que darse cuenta que las cosas
estaban resueltas. Podría cambiar quizás la manera
en que se hicieron las cosas...

Si. Y los cerdos volarían con motores de jet y saldrían


del estado por la Interestatal 95.

Un ruido la sacó de sus pensamientos, viendo que el


agua estaba hirviendo. Dar se levantó y la retiró del
fuego quemándose los dedos. "Ow..." Soltándolo
rápidamente cogió dos tazas puso el café dentro
agregando el agua. Olía muy bien, aspirando el gran
aroma que se desprendía de las tazas, olvidando sus
preocupaciones.

Ninguna cosa que preocuparse de momento ¿de


acuerdo?

Depositó la crema y el azúcar, entonces tomó la taza


de Kerry y rodeó a la cama que estaba bañada
suavemente por la luz melocotón del amanecer.
Mientras iba acercando la taza vio como sus ojos
verdes somnolientos se iban abriendo, destacando las
motas de oro que flotaban alrededor del color
apagado. "Hey." La voz de Kerry estaba un poco
ronca, después del sueño en el que estaba sumida.
Despejando su garganta dijo. "¿Cuánto hace que
estás levantada?"

Dar sonrió sentándose en la cama, ofreciéndole la


taza. "Tenía que mantener la reputación de
resistencia para los residentes de Miami... Me levanté
para encender el fuego." Admitió.

Kerry se incorporó, cruzando las piernas y aceptando


el café. Se retiró el pelo despeinado de la cara con
una mano mientras bostezaba. "Mmmm..." Tomando
un sorbo de su bebida. "Gracias, Dar... realmente
aprecio esto." Entornando los ojos mirando
pensativamente a su amante. "Pero... ¿dónde está el
tuyo?"

"¿Hmm?" Dar comenzó a decir sonriendo. "Oh... está


allá... estaba sentada al lado del fuego mientras
esperaba que se calentara el agua."

"Hmm... suena muy bien." Kerry sacó su cuerpo de


debajo de las sábanas, levantándose, tomando las
manos de Dar entre las suyas. "Vamos... para allá."
Aferrada a los largos dedos, cruzando la habitación, y
no los soltó mientras se sentaban frente al fuego.
"Estaba soñando contigo."

Dar bebió un sorbo de café. "Um... ¿si?" Dar


contestó. "¿Bueno o malo?"

Kerry rió entre dientes mientras tomaba otro sorbo.


"Oh... tremendo, tu estabas luchando con un conejo
gigante, eras picada por un mosquito y lo pisabas
desparramando sus trozos por todas partes." Mirando
por encima de la taza, viendo los ojos azules, que
estaban observándola fijamente. "Estaba
bromeando." Poniendo una mano en la pierna de
Dar, acariciándola suavemente. "Era un sueño
maravilloso... que no tiene mucho sentido, pero tu
estabas en el, yo también... y un caballo blanco... era
verano... estábamos en un prado realmente
maravilloso." Kerry suspiró feliz. "Y reíamos y
corríamos a través de la hierba, persiguiendo al
caballo."

Dar sonrió. "Suena divertido... ¿lo atrapamos?"

"Si." Kerry levantó sus manos aún unidas besando los


dedos de Dar. "Y montábamos las dos juntas, tal y
como lo hicimos ayer."

Una punzada débil le recordó la caída. "¿Cómo tienes


las piernas?" Dar le preguntó. "¿Aún te duelen?"

Kerry dobló sus piernas y lo consideraba. "No...


apenas un poco... pero no mucho. Mi hombro
tampoco me duele." Agregó, antes que ella le
preguntara. "Vamos... a darnos una ducha y
vistámonos... no puedo esperar más para ir a
navegar."

"De acuerdo." Dar sonrió. "Podríamos llevarnos una


cesta con panecillos dulces y los termos,
desayunaríamos allí en el lago... ¿qué te parece?"

"Me encantaría." Kerry se levantó, estirándose


lujosamente, entonces se vio sorprendida mientras
Dar la levantaba dándole un gran abrazo de oso.
"Ups." Se sentía en el aire. "Whoa." El apretón
enderezó suavemente su espina dorsal, oyendo el
crujido al colocarse los huesos en su sitio, se sintió
maravillosamente y levantando sus brazos,
colocándolos encima de los hombros de Dar riendo
suavemente. Podía sentir la emoción pasar por su
amante, y suspiró, cuando Dar la bajó nuevamente al
suelo. "Chica me has dejado de maravilla."

Dar frotó suavemente su espalda y besándole su


cabeza. "Sip." Levantando juguetonamente una
mano, dejando que los rayos de sol jugaran con su
anillo que desprendió reflejos minúsculos que se
reflejaron en la habitación."Vamos... andando."
*****
El sol se reflejaba en las aguas azules del lago, sin el
obstáculo de una sola nube, calentando lo suficiente
para compensar el frío del viento que soplaba sobre
el lago. Una Kerry experta le dio una vuelta al
pequeño barco izando las velas, dirigiéndolas
rápidamente sobre las olas, haciendo que el aire frío
rozara su piel.

Dar estaba sentada en el arco, su lardo cuerpo arriba


de un mullido asiento, su cara notando la brisa
mientras atravesaban las olas. "Esto si que es
grande." Suspirando.
Kerry sonreía, mientras movía el timón y comprobaba
la tensión de la vela. "Seguro que si." Afirmó, su
cuerpo recordaba las muchas horas pasadas en el
lago Michigan, con barcos no mucho más grandes
que este. "El mejor día de mi joven vida fue el día
que conseguí calificar en un concurso de pesca... y
no tenía que estar con nadie en esa salida."

Dar se inclinó hacia fuera tocando la vela de lona,


mientras veía a Kerry moviéndose exactamente. "Tu
eres buena con esto." Comentó gozando la vista de la
figura de su amante azotada por el viento. "Estás
realmente preciosa."

"Oh seguro... probablemente parezco un galgo


afgano que va con su cabeza fuera del coche
viajando a través de los EE.UU.". Kerry reía. "Me
alegro que este soleado, aunque... hace frío aquí
fuera." Atando los cabos de la vela, entonces
balanceándose se sacó su sudadera, quedándose
solo con una camiseta y sus pantalones vaqueros.
"Whoo... mucho mejor."

Dar le siguió el ejemplo, sacándose su sudadera,


colocándola debajo del asiento, subiéndose las
mangas de la camisa rojo brillante que llevaba
debajo. "¿Estás lista para el desayuno?" Investigó.

"Seguro que si, estoy muerta de hambre." Kerry le


informó, enfiló el barco hacia una de las pequeñas
islas que estaban alrededor de la ancha superficie del
lago. "Creo que podríamos atracar allí, hasta que
estemos listas para partir." Estudiando el viento.
"Tendré que bajar el ancla y arriar las velas... pero se
estará perfectamente... tenemos todo el tiempo del
mundo. ¿Verdad?"

Sus palabras trajeron una sonrisa a la cara de Dar.


"Correcto." Levantándose y acercándose donde Kerry
estaba sentada maniobrando el barco, rompió un
trozo de pan de arándanos, ofreciéndoselo a la rubia
mujer. "Aquí... dale un mordisco a esto."

"Mmm..." Kerry lo capturó con sus dientes y masticó.


"Oo... ¿tienes más de estos?"

"Sip, tengo más." Dar le informó. "Y tengo aquellos


con nueces que a ti te gustan... incluso tengo pan de
maíz."

La rubia mujer paró de masticar. "¿Pan de maíz?


Nunca lo probé."

"Norteña." Dar musitó suavemente. "Aquí." Cogiendo


un pan de maíz pequeño, untando un poco de
mantequilla. Colocó miel encima, rompiendo un
trocito, acercándoselo a Kerry esperando que lo
cogiera con su boca abierta. "Prueba esto."

Kerry cerró su boca y masticó. "Mmmm..." Su textura


era más áspera como un panecillo duro, junto con la
suavidad de la mantequilla y la miel hacían un
complemento perfecto sobre el pan de maíz. "Oh...
Está muy bueno ahora sé por qué el Sur perdió la
Guerra Civil, estaban demasiado ocupados
cocinando."

Dar rió ante el comentario. "No sé por qué... pero


entramos definitivamente en la comodidad a través
de los alimentos del sur." Se sentó de nuevo,
mientras Kerry dirigía hábilmente el barco alrededor
de una de las pequeñas islas, bloqueando el viento.
Bajó las velas y lanzó el ancla, entonces se movió
hacia donde estaba Dar, mientras oscilaban
suavemente sobre las olas.

Dar estaba mirando el cielo, observando como un


halcón daba círculos alrededor del islote. Dar se
sentó a su lado, empezaron a comer compartiendo
pequeños bocados que introducía en la boca de
Kerry. "Jesús... ha sido una semana tan larga." La
mujer rubia comentó. "No puedo creer que tan solo
hace una semana estábamos en el viaje del infierno."

"Huh..." Dar le dio otro pedacito de pan de maíz.


"Estoy contenta de que pudiéramos conseguir tener
unos días para relajarnos." Se detuvo brevemente.
"Bueno más bien dos días." Rió entre dientes. "Salvo
una caída de caballo." Cogió el termo y lo destapó,
lanzando un olor que intoxicaba el aire de chocolate.

Kerry aceptó la taza de chocolate caliente, mientras


besaba suavemente a Dar. "Sip, ha sido maravilloso a
pesar de la caída del caballo." Mirándola a los ojos
azules. "Tendremos que venir otra vez cuando
podamos tener más tiempo." Se sentaron en el fondo
del barco, reclinándose contra el asiento, Dar deslizó
su brazo atrayendo a Kerry acariciándola.

Kerry dejó su taza en el suelo, dándose la vuelta,


resbalando sus manos sobre la camisa de Dar,
encontrando unos labios que ya la estaban buscando.
Se saborearon quedándose sin aliento, entonces
retrocedieron un poco, pues Dar acarició la cara de
Kerry. "Quisiera que esto no terminara, que nos
pudiéramos quedar así."

Kerry estudió su cara, evaluando la declaración.


"¿Qué quieres decir?"

Los ojos azules se cerraron. "Si." Dar suspiró,


mirando el agua. "Estoy buscando el motivo para
tener interés de volver el lunes a la oficina, y apenas
lo encuentro." Confesó. "No sé si poder llevar de
nuevo el negocio como de costumbre."

La cabeza rubia se movió hacia un lado."Dar... no lo


entiendo... yo pensaba que habías arreglado las
cosas con Les... ¿pasa algo más?" Colocó su mano en
el brazo de su amante con preocupación.

Sonó una risa suave. "Hay algo que..." Los labios de


Dar se fruncieron en una sonrisa. "Lo que pasa..."
Indicó reservadamente. "No creo que pueda poner
esto aparte, cuando tengo que seguir siendo el
tiburón de la compañía." Mirando a Kerry
honestamente. "Hay cosas que he echo... esa parte
de mi, que yo no las podría hacer... no y seguir
mirándote al finalizar el día."

Kerry sintió una sacudida eléctrica. Lo comprendía,


no contaba con ello, ni lo había considerado,
realmente. "Dar, tu no sabes eso... Lo entiendo...
solo ha habido realmente una ocasión..."

"Lo sé." La morena mujer la interrumpió suavemente.


"De echo... lo sé, desde la tarde de Disney." Tomó la
mano de Kerry. "Cuando me di cuenta que no era
capaz de acostarme con ella por un simple contrato...
porque tu estabas allí."

Una respiración lenta. Un suspiro. "Oh."

"Si." Dar murmuró. "Que piensas tu sobre la materia,


Kerry... nunca me he tenido que preocupar de ello
antes." Enredó sus dedos con los de su amante. "No
puedo hacer las cosas a la manera vieja."

Kerry intentó que su cerebro se pusiera en acción.


"Entonces encuentra otra manera." Dijo, débilmente.
"Podemos hacerlo... tu y yo."

Una larga pausa, el halcón que volaba sobre ellas,


solo y con magníficos movimientos.

Finalmente los ojos de Dar brillaron. "Quizás."


Murmuró. "Pienso que lo descubriremos." Sonrió. "Es
apenas otro desafío, ¿verdad?"

Kerry asintió, una profundidad más


revelada."Verdad." Frotó la mano de Dar contra su
cara. "Otro gran desafío, ¿estás lista para aprender a
navegar?"
Una sonrisa brotó en la cara de Dar. "Si." Acarició la
mejilla de Kerry cariñosamente. "Enséñame."
*****
"Wew." Kerry cogió la correa de su portátil y entregó
sus bolsos al maletero, ladeó su cabeza para escucha
a su compañera que estaba mostrando los pases de
abordaje. "Tenemos tiempo para una taza de café,
Dar... ¿te interesa?"

La alta mujer echó un vistazo por encima de su


hombro y sonrió mirándola. "Apuesta a que si."
Siguiendo al maletero, cogiendo su chaqueta
mientras se dirigían a la puerta. "Creo que
conseguiremos salir justo a tiempo... ¿has visto estas
nubes?"

Kerry miró con firmeza el cielo, vio como unas nubes


grises oscurecían la puesta de sol, y asintió. "Sip...
creo que tienes razón." Acariciando la espalda de
Dar. "A menos que me confunda, pero creo que te
vas a perder una buena tormenta de nieve."

Los ojos de Dar miraron animados el cielo. "¿Una


tormenta de nieve?" Sonriendo codeó el hombro de
Kerry. "No sería tan malo... siempre deseé tener una
lucha de bolas de nieve con alguien." Respiró y se
detuvo brevemente antes de entrar en la terminal del
aeropuerto. "Tal vez la próxima vez."

"¿Deseas una lucha de nieve? La conseguirás." Kerry


sonrió, mirando hacia el final del pasillo. Se agarró al
codo de Dar y caminó con ella adentro, esquivando
un carrito mientras se encaminaban hacia zona de
seguridad del embarque. "Wow... hora de la
Gestapo." Se separó de Dar y puso el ordenador
portátil en la cinta transportadora del sistema de
seguridad, agregó también su chaqueta ya que en los
bolsillos llevaba su localizador y teléfono móvil. Pasó
por la barrera de seguridad y sonrió al guarda
mientras intentaba coger sus cosas.

"Disculpe, ¿podríamos abrir esto?" Le indicó la mujer


de detrás del mostrador, sosteniendo el ordenador
portátil de Kerry en sus manos.

Kerry sonrió. "Claro que si." Abriendo el maletín,


exponiendo la tapa gris de su ordenador. Se daba
cuenta que Dar estaba a su lado, mientras le pedían
a la mujer más alta que también abriera su maletín.
"¿Por qué no tenemos que pasar por esto en Miami?"
Murmuró respirando suavemente.

Dar rió entre dientes suavemente, desabrochando su


maletín y abriéndolo.

"¿Podría usted encenderlos por favor?" La mujer


pidió, implacable.

Los ojos azules y verde se encontraron con irónica


exasperación. "Seguro." Dar apretó el interruptor de
encendido, extendió la mano e hizo lo mismo con el
de Kerry. "Tengo un Pinball si está interesada
también." Comentó a la mujer.

La mujer la miró. "Gracias, ¿podría también encender


sus teléfonos y localizadores, por favor?"

Una ceja oscura se levantó. "Usted no querrá que yo


haga esto." Dar respondió con voz cansina.

"Si señora, a menos que lo quiera hacer en las


oficinas de seguridad." Contestó la guardia.

Dar encogió los hombros, encendiendo los


dispositivos, después contó respirando hasta diez.
Cuando iba por seis, localizadores y ambos teléfonos
comenzaron a sonar, indicando que tenían correo de
voz.

La guardia retrocedió, observando las pantallas con


una mirada asustada.

"Se lo dije." Dar suspiró, cogiendo su localizador y


echando un vistazo. "Maldita sea... por lo menos
debo de tener tres docenas de páginas en esta
estúpida cosa."

"Yikes." Kerry tomó el suyo, presionando el botón.


"Oh... estoy contenta de ser solo tu ayudante, solo
tengo dos docenas." Agitó la cabeza. "¿Entonces... no
sabían que estábamos fuera juntas?" Echó un vistazo
a la guardia y a otros dos más que se le habían
unido. "Solo hemos estado de vacaciones dos días."
Explicó. "Nuestra oficina tiende al desastre cuando
estamos fuera."

Dar murmuraba, y maldecía manteniendo su


respiración baja mientras repasaba las páginas,
entonces miró a los silenciosos guardias. "Oh, por
Dios, son localizadores, no granadas." Sacando su
identificación del bolsillo de la funda del portátil y la
sacudió en sus caras. "Allí." Tiró de la parte superior
de su chaqueta, y colocó su teléfono en el bolsillo,
después tomó su identificación enojada. "Disculpen."
Comenzando a dirigirse hacia la puerta, murmurando
enojada.

Kerry cerró su portátil. "Um... hemos tenido una


semana larga." Les explicó, agarrando su portátil
llevando la correa al hombro. "¿Podemos irnos?"
Sacó su mano y le entregaron su localizador.
"Gracias... que tengan un buen día."

Caminó deprisa, oponiéndose al impulso de mirar


sobre su hombro, y se apresuró acercándose a Dar.
"Hey... espérame."

Los largos pasos se acortaron y retrasaron, Dar la


miró mientras ella se acercaba. "Idiotas."

"Vamos Dar... solo están haciendo su trabajo." Kerry


la amonestó. "Es por la seguridad de todos."

Dar sostuvo su localizador. "Se los dije." Lo sacudió


hacia arriba, después lo cogió y lo puso en el bolsillo
otra vez. "Ahí está la puerta... puedes esperar aquí
con estos." Le indicó su portátil. "Iré a ver si consigo
los cafés." Acompañó a Kerry a unos asientos al lado
de la ventana, cerca de la puerta, entonces colocó su
portátil en otro asiento. "Vuelvo enseguida."

"Compra el periódico, también." Kerry pidió


inclinándose hacia atrás en el asiento mirando el
caminar cansado de su compañera. Una mirada
herida asomó en su cara al gozar de la vista del ritmo
del andar de Dar. Ella vestía unos tejanos negros,
lavados a la piedra junto con unas zapatillas de
deporte altas, Kerry se encontró deseando que la
compañía le permitiera el vestido deportivo en la
oficina.

No esa Dar no parecería bien vestida... en el juego


del negocio, la mujer rubia reflexionó. Especialmente
la camisa de lino negra que llevaba, comparada con
la camisa de seda color plata... seguro que su
amante no podría convencer al departamento, pero
tenía la sensación que Dar se encontraba mucho más
cómoda tal como estaba ahora.

Y tu también sabelotodo. Kerry estiró hacia afuera las


piernas cruzando los pies, con respecto a su
vestuario deportivo. Llevaba sus pantalones vaqueros
más cómodos, descoloridos, suaves y casi blancos de
tanto lavarse, con los puntos un poco gastados
alrededor de sus rodillas, los botones de cobre
amarillo con las letras impresas. Su gruesa camisa de
franela estaba metida cuidadamente dentro de los
pantalones, cruzó sus brazos sobre su pecho,
inclinando su cabeza hacia atrás, apoyándola en el
frío cristal de la ventana.

Había sido un buen fin de semana, decidió. A pesar


del golpe, y los pequeños momentos de dudas, aún
les había acercado más, uniéndolas más, y habían
puesto las verdades sobre la mesa. Y se habían
relajado mucho, y... Kerry movió sus dedos mirando
el anillo en su mano. "Es muy bonito que una confíe
en la otra, creo." Tomó un momento respirando y
permitió a la alegría que sentía flotar hacia fuera,
haciendo que su piel se erizara.

"¿Kerry?" La voz vacilante de Dar rompió su estado


de ensueño.

"Um... lo siento." Se enderezó en la silla tomando la


taza que su amante le ofrecía. "Era um... solo estaba
pensando."

"Uh huh." Dar se sentó en la silla de al lado. "No voy


a preguntar en que, pero basado en la mirada que
tenías, espero que no fuera sobre el café." Le
entregó el periódico solicitado. "Toma... es la edición
de la mañana del USA Today(11)."

Kerry lo tomó y lo puso en sus rodillas, entonces miró


a Dar por encima del borde de la taza. "No era sobre
el café." Asintió, tomando un sorbo. "Tengo esta
pequeña sensación de felicidad dentro de mi, y
estaba pensando en ello."

Dar mordió el dorso de su taza, agitando sus cejas


con sorpresa. "Es una manera interesante de decir
esto." Se rió entre dientes. "Muy poético."

Los ojos verdes centellearon suavemente. "Te dije


que sacas lo mejor de mi, ¿no soy yo?"

Su compañera sonrió francamente. "Divertido...


¿porque lo hago poniendo la peor evidencia de cada
uno a excepción de ti?". Se inclinó en el brazo de la
silla y presionó su hombro contra el de Kerry,
echando un vistazo hacia el periódico."¿Hay alguna
cosa interesante?"
Kerry abrió el periódico, cuando notó que Dar se
relajaba, cerrando los ojos y tomando sorbos lentos
de su café.

"¿Hey Dar?"

"¿Mmm?"

"¿Qué es un CIO(12) ?"

Dar miró el techo de la sala reflexiva. "Oficial


Principal de Información... es la persona que se
sienta en la junta directiva de una compañía... diseña
las estrategias de IS, fija las políticas a seguir,
cualquier tipo de cosas." Aspirando el aroma del café.
"¿Por qué?"

"Nosotros no teníamos uno de esos." Kerry comentó.

"Nope... Les quiso contratar uno hace un par de


años, puesto que el último que tuvimos lanzó sus
manos con repugnancia y salió de allí... él quiere
conseguir uno para tener el control, porque no puede
hacerlo él." Dar cruzó las piernas. "Quería que yo lo
hiciera, porque sabe que la gerencia bonita es inútil."

"Mm". Kerry se acercó a Dar y colocó su brazo


alrededor de sus hombros, poniendo el periódico
abierto en la sección de negocios, delante de sus ojos
medio cerrados.

"Que es lo que..." La frente de Dar se frunció. "Oh...


¿Mierda, él finalmente encontró a alguien? Maldito...
sea en el infierno ¿qué es lo que hizo?" El título
indicaba que su compañía había nombrado un CIO.

"Tu."

Dar absolutamente anonadada aún, tenía los ojos


azules abiertos y miraron la noticia, antes de que ella
tirara del periódico, enderezándose y doblando la
cabeza para leer el texto. Su quijada bajó, y lo
empezó a respirar aceleradamente antes de que sus
palabras inteligibles pudieran salir de su boca. "Ese
hijo de puta... Voy a matarle." Se levantó para ir
hacia fuera.

"Dar, cariño... generalmente la respuesta a una


promoción es 'Te lo agradezco' ¿no?" Kerry murmuró,
frotándole la espalda tiernamente. "No, 'Eres un hijo
de puta, voy a matarte'." Mirando como las fosas
nasales de Dar se movían, y los músculos de su
quijada se removían. "¿Hey...?"

Los azules ojos giraron y se encontraron con los


suyos. "Él está frito."

Kerry le acarició su mejilla. "¿Por qué? si existe


alguna persona en este mundo que se merece esto,
eres tú, Dar... nosotras lo sabemos y ellos también."
Frotando su piel suavemente. "¿Por qué estás tan
trastornada?"

"Él me prometió que nada cambiaria." Dar gruñó.


"Bastardo."

"Dar..." Kerry se inclinó más cerca, mirándola a los


ojos "¿No me decías esta misma mañana que no
deseabas ir de nuevo a lo mismo? Esto te dará la
oportunidad de cambiar las cosas."

Las largas manos aferraron la silla con fuerza


convulsiva, cuando el pensamiento de Dar dio un
giro. Finalmente su cuerpo se relajó tomando una
profunda respiración, volviendo a mirar a Kerry. "Si
piensa que yo me voy a trasladar a Texas, le tengo
una sorpresa reservada."

Kerry sentía como la tensión se alejaba de ella.


"Estoy dispuesta a apostar que tu incluso no tendrás
que cambiar de oficinas, Dar... él acaba de ver una
manera que solucionar un problema que era de él."
Sonrió a su amante. "Él te puso a cargo de todo, ¿no
es cierto?"

Los ojos azules brillaron, considerándolo.

"Solo me pregunto por qué no lo hizo antes." Kerry


susurró.

Lentamente, una mueca comenzó a crispar los labios


de Dar. "Él sabía que cualquier persona nunca antes
podría hacer mi trabajo en Ops". Con voz cansada,
colocando un dedo en la nariz de Kerry.

"No... Oh de ninguna manera... soy yo." Kerry le


cogió una mano. "No... Dar, solo llevo aquí unos
meses... yo no... no... Dar... de ninguna manera...
podría ocupar tu sitio."

Una negra ceja se levantó interrogativa.

"Dar, es tonto... no puedo hacer tu trabajo." Kerry se


lamentó suavemente.

"No." Ahora la mirada de Dar era aguda mientras


valoraba la situación, recordando a Kerry y la buena
impresión que había recibido ese primer día. "Tu no
puedes hacer lo que hago, de la manera en que lo
hacía... pero apuesto que podrías encontrar una
forma de hacerlo a tu manera."

"No puedo..."

"Entonces no puedo aceptar esto." Dar dijo


calladamente. "Porque tu eres la única persona de
confianza para sustituirme."

Kerry se sentía sin aliento. "Dar esto no es justo."

"Nada... lo es." Su amante contestó "La vida muchas


veces no lo es."
Se miraron en silencio Dar sonrió. "Por lo menos
piensa en ello." Le rogó. "¿Por favor?"

Kerry echó un vistazo al suelo, golpeando la alfombra


con el pie, mirándola. "De acuerdo. Pensaré en ello."
Mordió su labio inferior. "Dame un día o dos para
decidirlo, ¿huh?"

Dar pensó en como seguir discutiéndolo, pero asintió.


"Seguro, tómate tu tiempo." Se acomodó sacudiendo
la cabeza. "Voy a matarle."

Kerry empujó su labio hacia fuera. "Yo también."


Murmuró.

Lentamente, se miraron seriamente. Entonces Dar


empezó a reír, después de un momento Kerry la
imitó. Ambas heridas cerradas, volvieron a reír de
nuevo, hasta que Kerry terminó de enterrar su cara
en el hombro de Dar, rodeándola con su brazo,
sonriendo nerviosamente.

"Acabo de tener una buena idea." Dar la acercó a ella


poniendo un brazo entre sus rodillas. "¿Por qué no
cambiamos nuestros billetes y vamos a Plano, y
vamos a su casa con hachas de goma?"

Kerry la miró con firmeza. "Eres realmente chistosa,


¿Lo eres?" Riendo.

Una traviesa, sonrisa sexy le contestó. "TU... sacas


eso de MI." Dar pinchándola con un dedo. Miraron
como el agente se colocaba al lado del micro y
despejaba su garganta, cogiendo el micrófono.
"Vamos... es hora de irnos."

Kerry acabó su café y se levantó, doblando los brazos


y haciendo una mueca de dolor cuando su hombro se
rebeló con una punzada. "Ow." Intentó coger su
ordenador portátil, pero se encontró que le fue
sacado de los dedos, y una mano caliente le tocaba
por detrás. "Dar, puedo llevar mi propio maletín."

"Si lo sé." Dar le dijo bajando su voz. "Solo que es mi


privilegio hacerlo por ti."

"Mmm. Vale." Kerry susurró, permitiendo que la


mano colocada en su espalda la dirigiera hacia la
rampa del avión. "Privilegio." Murmuró muy
suavemente, respirando lentamente, cuando entregó
su pase al sonriente agente. "Gracias."

Tomó su boleto, entrando en el túnel junto a los


pocos pasajeros del vuelo. Se sentó en el cómodo
asiento de la ventana en la primera fila del avión,
mirando como Dar colocaba sus bolsas en el
compartimiento de arriba, sentándose luego a su
lado, dejando descansar sus manos en los muslos.

"Estoy contenta de llegar a casa." La mujer más alta


suspiró.

"¿Cómo está tu rodilla?" Kerry preguntó inclinándose


en el brazo que había entre ellas. "He notado que ya
no cojeabas más."

Dar asintió un poco. "Bien... no hace daño... estaba


un poco tirante esta mañana, pero ahora ya está
bien." Mirando su rodilla, tapada por la tela de los
tejanos. "Mañana cuando corra sabremos como va
todo, creo."

Una frente rubia se acercó a ella."¿Y si te lastimas?"


Sabía discutir mejor sobre lo que pasaba.

Dar reflexionó antes de contestar, encontró los


intensos ojos verdes que la estaban mirando. "Puedo
cuidar de mi, sabes."

Una sonrisa. "Lo sé." Kerry arrugó su nariz.


"Solamente que es mi privilegio también hacerlo."
Dijo a su amante. "Funciona para ambas, Dar...
acepta que somos responsables la una de la otra, ¿de
acuerdo?"

"De acuerdo." Dar se reclinó en su asiento de cuero,


aceptando un vaso de vino de la azafata,
pasándoselo a Kerry, tomando otro para ella. Tomó
un sorbo moviéndolo dentro de su boca varias veces
antes de tragarlo.

Otra persona es responsable de ti. Que pensamiento


más extraño. Hacia mucho, mucho tiempo que
cualquier persona deseaba hacer eso.

Reconócelo. Dar lo consideró seriamente. Creo que


me gusta esta idea.

Continúa en la OCTAVA PARTE


Kerry tecleó el código para abrir la puerta, y entró
sonriendo cuando escuchó el ronco gruñido del
cuarto de Chino al encender la luz. "Tranquila,
cariño... aguanta..." Empujó la puerta y dejando
pasar a Dar por delante de ella, cerrando la puerta y
dejó su ordenador portátil sobre el sofá cuando Dar
puso las maletas sobre el suelo. "Dejaré las cosas en
su sitio... y podría hacer un poco de café... ¿de
acuerdo?"

"Uh huh." Dar estuvo de acuerdo, enderezándose.


"Condenado tiempo... debemos haber dado vueltas
sobre Tampa durante una hora." Se quejó, frotando
su cuello. "Gracias a Dios teníamos asientos delante."
Se echó sobre los hombros su ordenador portátil y se
dirigió hacia su oficina, encendiendo la luz luego dejó
caer el portátil sobre el escritorio y se colocó al otro
lado, encendiendo su pc y sentándose en el cómodo
sillón de cuero con un suspiro. "Vamos a ver... son
las nueve de la mañana... es domingo... él está en
casa." Movió sus nudillos, luego meneó sus dedos
antes de marcar un número en su teléfono con
altavoz.

Este sonó una vez.

Dos veces.

Una voz contestó. "¿Hola?"

Dar sonrió, y chasqueó sus dedos. "Hola."

Momentáneo silencio. "¡OH... oh... hola, Dar!" Una


pausa. "¿Heh heh... así... ¿cómo fueron tus pequeñas
vacaciones?"

Dar dejó pasar unos segundos. "Eran perfectas hasta


que yo recogí el periódico condenado de Dios en el
aeropuerto hace unas horas." Gruñó intimidándole.

"Ahora Dar..." La voz de Les se volvió calmada.


"Déjame explicarte."

"¿¿¿Explicarme???" Dar ladró. "Nada no..., eso estaba


absolutamente claro para mí... en blanco y negro, de
hecho."

"Dar... Dar... ahora escúchame..." Les despejó su


garganta. "Traté de llamarte... traté de llamar al
localizador... varias veces... pero tu nunca me
contestaste."

"Yo estaba de vacaciones." La morena mujer le


recordó. "Tu lo sabías." Alzó la vista viendo a Kerry
que entraba, llevando las tazas de café humeantes,
estaba vestida con una camiseta de suave algodón,
breve que apenas cubría sus muslos. Sonrió
abiertamente a su amante cuando se sentó en el
brazo del sillón, casi olvidando al hombre en el
teléfono.

"Bien, bien... pero intenté localizarte, Dar.. Tuve que


tomar una decisión, y tu sabes, cuando tengo que
hacerlo, tengo que hacerlo... Simplemente no puedo
quedar esperando viendo las cosas pasar." Despejó
su garganta. "Esto era lo correcto... ¡Necesitaba algo
para incrementar las cosas... y en esto trabajé!"

"¿Qué trabajaste?" Dar preguntó, tomando la taza


con una mano, acariciando la suave curva de los
músculos de la pierna de Kerry colocando su pierna
encima de la otra.

"¡La acciones subieron cinco malditos dólares!" Les se


rió. "Ahora vamos... no puedes estar enojada
conmigo." La reprendió. "La cosa es buena, Dar... tu
no pensarías que yo te habría pedido no marcharte y
hacerme un misionero... esto es una promoción, por
si tu no te has dado cuenta."

"¿Y si yo no lo quisiera?" La alta y oscura mujer


preguntó, suavemente. "No muevo mi culo a Plano,
Les, tan solo olvídalo. Encuentra algún otro perro ahí
meneando su cola para ti."

Silencio.

"¿Les?"

"¿¿Hmm.?? Ah... lo siento, Dar... contemplaba la


imagen de tu culo meneándose en mí cara." El CEO
comentó alegremente. "Infiernos... me movería a
Miami para eso... no me importa traerte aquí."

Dar suspiró. "Les..."

"Lo sé... lo sé... los EEOC... pero escucha, Dar..


Nunca te consideré viniendo aquí... Tengo una oficina
agradable, pacífica... No necesito el Huracán Dar
entrando y soplando a cada uno con agua... nada de
eso... que esto no es por qué lo hice." Hizo una
pausa. "Sólo pensé que haría las cosas más fáciles...
del problema que parece de la mentalidad de
comité... Sólo hice un comité de uno."
"Esto es mucha responsabilidad añadida." Dar deslizó
su mano un poco, tirando el borde de la camiseta, y
haciendo que su mano diera palmadas. Alzó la vista
en Kerry con una mala sonrisa.

"Bien... Te di un aumento con ello." Les pareció


insultado. "Quiero decir, Jesús, Dar... dame un
descanso, ¿de acuerdo? Hice un paquete con los
trabajos... hasta llave para los baños de ejecutivos."

"En Plano." Dar comentó con sequedad. "Ingenioso...


lo que necesito... Les, no necesito más mierda,
¿vale? El dinero no la cuestión."

Él suspiró. "Pensé que te sentirías halagada."

"No gimotees." Dar le dijo, con irritación. "¡Tal vez...


solo que podrías haber preguntado, primero, antes
de que tuviera que leerlo en el condenado Daily
News(1)!" Echó un vistazo cuando Kerry desplegó
delante de sus ojos azules la sección comercial del
periódico que ella había recogido en la puerta del
condo. "Oh mierda." Cubrió sus ojos.

"Esta es una foto agradable de ti." Kerry comentó,


diplomáticamente. "Me gusta tu pelo."

"¿Es Kerry?" Les preguntó, alegremente. "Hola allí."

"Hola, Sr. Rosenthal." Kerry respondió. "Hay una


gran historia en la primera página de la sección
negocios en el Herald del lunes sobre Dar." Acarició
la cabeza de su amante, que había cubierto sus ojos,
y gemía, sobre su hombro. "Parece grande."

Les se rió entre dientes. "Ah sí... ellos llamaron aquí


para el reportaje y una foto... creo que ellos le dieron
aquella de aquel picnic de la compañía el año
pasado." Despejó su garganta. "Bueno, ¿qué hay
sobre ello, Dar? Concederé que debería haberte
preguntado, pero realmente no pensé que tu te
opondrías."

Dar suspiró, y estudió sus manos. "Necesito unos


días para pensar en ello, Les." Le dijo al CEO, sus
ojos encontrándose con los de Kerry. "Te avisaré."

"Dar, odio esperar." El CEO se quejó. "¿Además, qué


se supone que digo al directorio?"

Una sonrisita suave, casi silenciosa. "Diles que te dije


que me besaras mi culo." Dar arrastró las palabras en
respuesta. "Te avisaré en unos días, Les." Hizo una
pausa. "Buenas noches." Cerró la conexión, luego
tomó un sorbo de su café, mirando su pantalla del
ordenador en pensativo silencio. "¿Me pregunto de
cuánto será mi aumento?"

Kerry movió sus dedos por el oscuro pelo, luego echó


un vistazo al teléfono cuando este sonó. Lo recogió.
"¿Hola?"

Una voz baja, chirriante respondió, haciéndola


sonreír. "Oh... hi... sip... sí, esto es... su niña en el
periódico, bien." Miró el comportamiento entero de
Dar reanimarse al registró sus palabras. "Aquí los...
dicen hola." Ella dio el teléfono a su amante y besó
su cabeza. "Voy a guardar en su sitio las cosas."
Susurró, luego salió aliviada del cuarto.

Chino le trotó detrás, lamiendo de sus patas los


restos de comida que Kerry había proporcionado al
cachorro y estaba intentado agarrar sus pies. "Oye
los... para con esto." Se rió, agachándose y
recogiendo al animal, luego fueron hacia arriba.
"¿Dejamos a mamá en paz durante unos minutos,
¿bien? Ella está hablando con su papá."

"¿De acuerdo?" Chino le bostezó. "Yeep."

"Sí... Lo sé." Kerry entró en su cuarto, y dejó el


cachorro sobre la cama, luego se sentó, echándose
hacia atrás sobre la superficie suave y mirando al
techo. Chino se enroscó a su lado, y ella acarició el
cachorro suavemente mientras pensaba.

"Chino... Tengo veintisiete años." Dijo el animal. "No


estoy lista para ser un vicepresidente de algo más
vital que la asociación de condominio aquí."

"Yeep." Chino lamió sus patas otra vez.

"Quiero decir, esto es ridículo... Yo no puede hacer


su trabajo." Kerry discutió, agitando una mano. "No
puedo comenzar ahora a hacerlo, mira lo... ¿qué
pasó en sólo un día sin ella allí?" Sacudió su cabeza.
"No sé lo que ella piensa, que yo pueda hacer para
estar sugiriendo el que... ella sólo es amable, Chino...
ella no puede pensar seriamente que puedo hacer
esto."

Jugó con las orejas del cachorro. "No puedo


hacerlo... No soy bastante buena, Chino." Se sintió
un poco triste. "No soy ningún partido para sus
capacidades... aunque me diga que me puso aquí
porque ella pensó que yo era... que no soy."

"Esto no es verdad." Una voz baja, vibrante vino de


la entrada.

Kerry se sintió momentáneamente aturdida. "Dar..."

"No es verdad, Kerry." Dar cruzó el cuarto y se sentó


en la cama. "Sé que tu crees que, porque durante
años te digan que tu no eres capaz de nada en la
vida... pero maldita sea eso no es cierto." Su voz se
hizo más profunda rozando casi el enojo. "Y tu no me
haces ningún bien pensando que pongo a alguien en
un trabajo a menos que yo creyera en su capacidad."
Una pausa. "A menos que creyera en ellos."

Kerry no tenía respuesta de esto, entonces


simplemente cerró sus ojos. Se sentaron en silencio
durante un momento, entonces los abrió. "No puedo
hacerlo Dar... por favor no me preguntes a mí."
Alargó una mano y capturó una de su amante. "Toda
mi vida he tenido que luchar para hacer creer a la
gente que gané lo que conseguí... contra el
pensamiento de que yo no sería nunca capaz de
luchar bastante con fuerza sobre ello."

"Pero..."

"Dar." Kerry la miró, desanimada. "Tu sabes que esto


es verdad... pase lo que pase, nueve de cada diez
personas en la compañía pensaran que conseguí el
trabajo porqué somos amantes." Y yo soy uno de
esos nueves... ¿no entiendes esto?. Su conciencia
silenciosamente añadió.

Los hombros de Dar cayeron, cuando suspiró. "Pero


eso no es cierto... lo juro, Kerry... lo juro... si yo no
te conociera, pero yo he trabajado contigo tanto
como sé... y te juro que tu eres la mejor opción." Se
levantó de la cama y abrió las puertas del balcón,
saliendo fuera, se apoyó sobre la barandilla sintiendo
la ligera brisa del mar y mirando fijamente el agua.

El sonido suave del romper de las olas llegó a los


oídos de Kerry, estaba sintiéndose sola, incapaz de
pensar en un plan posible para solucionar esto, uno
en el que ambas conseguirían estar donde quisieran.
O no querían cuando pasó.

"Bien." Dar estaba apoyada en el marco de la puerta,


con los brazos cruzados, su mandíbula se movía
rítmicamente mientras pensaba. "Hay esto..."

"Dar..."

"Solo escúchame, ¿vale?" La morena mujer insistió.


"Solo escúchame un minuto... no ocupes mi puesto."
Avanzó, sosteniendo una mano. "Solo lo dejo
vacante... porque tienes razón, llevas con nosotros
solo unos meses, y francamente, no hay nadie entre
todos los trabajadores, con suficiente confianza para
que yo fuera capaz de poner allí de todos modos."

Kerry lo consideró cautelosamente. "¿Si?"

"Bien... y tu... tu puedes probar de hacerlo un poco a


la vez... no, espera... espera... solo escúchame..."
Levantando la otra mano. "Solo pruébalo, ver si
puedes manejar bien las cosas." Hizo una pausa y
esperó, consciente de los ojos verdes que la miraban
cautelosos, se había echo un silencio esperando que
continuara. "Sin presiones... tu solo trabajas para
mi... solo para ver si esto te llega a gustar."

"¿Y si no lo hago?" Kerry preguntó, indecisa.

"Entonces... y después de seis... ocho meses... tu


sabrás si puedes hacer el trabajo o no. Si puedes,
bravo... tu lo consigues, estoy tan segura que antes
de este tiempo habrás demostrado a todo el mundo
como sabes hacerlo tan a fondo como yo, que todas
las personas patearán mi culo por no haberte
ascendido antes. Si decides que no puedes hacerlo...
entonces podrás ayudarme a escoger a alguien que
pueda hacerlo." Dar se calló otra vez, y levantó una
ceja mirándola. "¿Qué piensas?"

Kerry se levantó y rodeó la cama, colocó sus manos


en su espalda, en una postura clásica en ella,
tratando de digerir la idea, mientras un Chino
somnoliento miraba con curiosidad la cama vacía.
Finalmente se detuvo y miró a su amante
hoscamente. "Creo que eres demasiado elegante
para tu propio bien, Paladar."

Un brillo cauteloso apareció en los ojos azules. "¿Esto


es un si?" Era gracioso ver lo agradable en como se
disolvía el fuego interno, cuando oyó la respuesta de
sus labios.
La rubia mujer digirió la idea otra vez, buscando
escollos. Tenía sentido realmente... le daba la
presión excelente, bastante baja para averiguar si
realmente ella podía hacerlo, sin poner en peligro ni
su relación con Dar, ni su trabajo. "¿Podré echarme
atrás en cualquier momento?" Preguntó
estrechamente. "¿Si solo pasa por mi cabeza?"

"En cualquier momento." Dar la tranquilizó. "Tu solo


vienes y me dices, 'no puedo hacer esto.'"

Hmm. Y esperando, Dar desactivaría todos los


rumores que comenzarían a volar... de echo, al no
ponerla inmediatamente, ella pondría a los demás en
equilibrio. "Bien." Finalmente respondió, poniendo
sus manos sobre sus caderas y suspirando. "Creo que
podré enfrentarme con esto."

La cabeza de Dar se inclinó suavemente hacia un


lado. "¿Estás segura?"

Las cejas de Kerry se alzaron. "¿AHORA me


preguntas eso?" Exigió. "Y no me pongas estos ojos
de cachorrillo..."

La mirada fija de Dar se cayó con aire de


culpabilidad. "Yo... Kerry... no quiero que pienses que
tu estás siendo forzada en esto. Si realmente no
quieres hacerlo, solo dímelo." Contestó con voz firme.
"Quiero decir solo esto."

La mujer más pequeña suspiró, entonces se dirigió


hacia Dar, sintiendo la alfombra suave bajo sus pies,
y la suave brisa que les llegaba a través de la puerta
abierta. Se paró al lado de Dar y levantó la vista.
Podía sentir la tensión en el cuerpo de su amante, y
el esfuerzo que Dar hacia aparentando tranquilidad,
simple fachada tranquila.

Su decisión.
Que diablos. La vida es corta... "Está bien." Colocó
una mano en el vientre de Dar y le dio un leve y
amistoso golpe. "Podré vivir con el compromiso."
Avanzó y besó la clavícula de la mujer más alta.
"Pienso que es una idea realmente agradable."

Dar colocó sus brazos alrededor de su compañera,


abrazándola y apoyando la cabeza en su hombro
presionando sus labios en el rubio pelo. "Gracias."
Sintió el cambio del cuerpo de Kerry bajo la camisa
de algodón abrazándose cariñosamente a ella, la
apretujó más fuerte meciéndola suavemente durante
unos tranquilos momentos.

"Significa esto que dirás que si, ¿entonces?" Kerry


preguntó finalmente en un murmullo.

"Seguramente." Dar se encogió de hombros. "Pero le


voy a hacer sudar durante unos días... por si acaso
cambias de opinión." Frotó a Kerry en la espalda. "No
hay prisa."

"Mm." Kerry escuchó como los corazones se


tranquilizaban. "¿Qué quería decirte tu padre?"

Dar rió un poco, luego carraspeó. "Déjame decir yah,


rugrat..." Le imitó. "Era una cosa como me veía a mi
andando en las oficinas del centro gobernándolo
todo, bromeó sobre ver a su niña rompiendo en
todas partes de aquel lugar maldito... me hizo escupir
mi café hasta mitad del camino de Tampa."

Kerry rompió a reír. "Hay Dios... hablas igual que él."


Dijo jadeando, golpeando su cabeza sobre el hombro
de Dar. "Pero..." Calmándose, levantó la vista.
"Apuesto que está muy orgulloso de ti, ¿verdad?"

La mujer más alta se encogió de hombros


despreocupadamente. "El nunca ha dicho mucho
sobre esta materia." Alejó la idea. "Dudo de ello."
"Dar." Kerry cogió las solapas de su camisa,
acercándola a ella. "Eso es falso y ambas lo
sabemos... Apuesto que él está a punto de estallar de
lo orgulloso que está de su hija." Reprendió a su
amante.

Una sonrisa asomó en los labios de Dar. "Bien... él


realmente dijo que estaba buscando y 'coleccionando'
copias de todos los periódicos para encontrar la
mejor foto de mi para enmarcarla." Confesó con
vergüenza.

"¿Por qué no le damos una original?" Kerry preguntó


suavemente. "Podríamos hacerte una foto en uno de
aquellos sitios en la costa... seguro que le gustaría
eso."

"No... no, yo..." Dar vaciló. "Solo si tu también estás


en ella." Cambió de opinión. "Oh... una... en un
parque de atracciones."

Una sonrisa asustada, pero vertiginosa asomó en la


cara de Kerry. "Estoy de acuerdo." Entusiasmada
respondió. "Este fin de semana."

Dar asintió con la cabeza, satisfecha. Entonces ella


echó un vistazo por encima de su hombro. "Oye... es
una bonita noche... ¿para un pequeño paseo?" Los
oídos de Chino se reanimaron por el sonido de la
palabra levantando la cabeza, y Dar sonrió al
cachorro. "Si tu también."

Kerry se rió entre dientes. "Seguro... déjame


ponerme algo más de ropa... hace un poco de frío
para ir solo con una camiseta."

"Y nada más." Dar bromeó, deslizando una mano por


su espalda y pellizcándole en el trasero.

"Ey..." La rubia mujer saltó un poco, agarrando los


dedos de Dar. "¡No bromees!"

"Arf." Dijo Chino sentándose y ladrando.


*****
Dar se despertó y vio a través de las contraventanas
como iba cambiando el color del cielo, de negro a
gris oscuro, anunciando el alba ya próxima. Kerry
estaba profundamente dormida, sus brazos y piernas
estaban abrazando a Dar como un pulpo rubio, con
su cara sepultada en el hombro de la mujer más alta.

Bien, aún tenía unos minutos de todos modos. Dar


razonó, entonces colocó sus brazos alrededor del
cuerpo caliente de Kerry y suspiró. Podría
acostumbrarme a esto. Reflexionó, descansando su
mejilla contra el pelo suave y rubio.

Consideró durante un momento, escuchando su


propio latido relajado y lento del corazón, hasta
rítmico. ¿Quien está payaseando? Finalmente
reconoció. Estoy acostumbrada a esto... estoy tan
acostumbrada a esto que no sé lo que haría sin ello.

Parecía condenadamente extraño. Había sido durante


toda su vida fiel, nunca había dependido de nadie
para nada durante mucho, mucho tiempo, y ahora
cuando pensaba que sabía mucho más, se
encontraba muy bien dependiendo de algo tan
intangible como el amor.

¿No es la cosa más descabellada que nunca habías


oído? Dar acercó a Kerry un poco más, y fue
recompensada por un refunfuño suave e incoherente
y un agarre más fuerte por parte de Kerry. Pero se
está tan bien. Sus instintos mayormente indulgentes,
hedonistas gimieron reclamando atención.

Admítelo, Dar. Lo afrontó. Tu has sido malditamente


privada de comida durante mucho tiempo, y ahora
finalmente estás consiguiendo una buena dosis, te
sientes de maravilla... y no estás loca con ello. Su
cuerpo resopló con esta afirmación, deleitándose
sintiendo el toque de piel entre sus miembros
entrelazados.

Suspiró contenta, y dejó de preocuparse con ello,


volviendo sus pensamientos hacia los cambios que le
esperaba el próximo día.

Lunes. Su ceja subió. Y seguro que no sería un lunes


agradable. Lo consideró pensativamente. Por otra
parte, ¿tenía realmente una ventaja al ascender? Una
sonrisa comenzó a asomar en su cara cuando se
imaginó la reunión de personal como ejecutiva. Steve
había sido despedido. José y Eleanor habían sido
intimidados. Mariana y Duks estarían admirándola.

Hmm

Esto podría ser divertido.

Se preguntó si podría tirotear a José. Nah. Decidió,


probablemente no... pero... una sonrisa asomó en
sus labios. Sería divertido hacerle pensar que si que
podría hacerlo. Echó un vistazo a la ventana, viendo
como clareaba el día, luego suspiró. Tiempo de
levantarse y regresar a la rutina, antes de que su
cuerpo se acostumbrara a esta lasitud. Con una
sonrisa silenciosa, Dar se estiró, entonces despacio
se comenzó a separar de su compañera.

"Mm..." Kerry se quejó suavemente, apretando su


cuerpo. "Nada de eso..."

"Vamos, mi amor... Tengo que ir al trabajo." Dar


murmuró, haciendo una pausa cuando se dio cuenta
de lo que había dicho. ¿Mi amor? Ah Jesús, Dar...
Suspiró, cuando Kerry se le acercó más, soltando un
pequeño gruñido. "Oye..." Acariciando suavemente la
mejilla de la rubia mujer. "Vamos ahora... tengo que
levantarme."
Un suspiro, entonces Kerry abrió sus ojos
somnolientos, mirándola detenidamente con ojos
desenfocados. "¿D... Dar? Qu..."

"Oye... está bien... voy a correr... vuelve a dormir."


Dar le dijo dulcemente, peinando el pelo de la mujer
más pequeña, cerrándole los ojos.

Kerry despacio la fue soltando, frotándose su cara.


"Oh... el Dios... Estaba soñando... había
duendecitos(2) en todas partes... si que era
extraño." Murmuró desorientada.

"¿Duendecitos?" Dar repitió confundida.

"Sip... muchos de ellos... pequeños duendes


marrones, vestidos de verde.... saltando." Kerry
respondió. "Era realmente extraño."

Dar la miró perpleja. "Mmmm... No más chocolate


cubriendo los plátanos para ti antes de ir a la cama."
Le dijo seriamente acariciando su barriga. "No con
sueños así." Ellas habían derretido un poco del
chocolate de Les la noche anterior. Hicieron unas
capas excelentes para toda clase de cosas.

Uvas por ejemplo, las habían puesto un momento en


el congelador y los plátanos... y con el chocolate
caliente, hicieron maravillas con el chocolate fundido,
hasta con las zanahorias. Entonces Dar descubrió que
sería también eso. Había embadurnado también a
Kerry de chocolate, recordando una suave sonrisa
pícara en la cara de Dar, suerte que era invisible en
la penumbra.

Kerry se giró en la cama. "Ungh... si, creo que tienes


razón." Dijo sofocando un bostezo. "Dame un
segundo para despertarme... e iré contigo." Ofreció.
"No he corrido en toda la semana, y podría hacerse
peligroso."
Dar pensó en decir a su amante que ella no tenía que
hacerlo, luego razonó que era mucho más divertido
tener compañía durante su carrera. Cerrando la boca,
simplemente rodó al lado de Kerry frotando los
brazos y piernas de su amante para conseguir que
circulara la sangre. "¿Un par de vueltas y desayuno
rápido en el club de la playa?" Sugirió, con una
sonrisa. "Es lunes... Conseguiremos aquellas tortitas
de nuez que tanto te gustan."

"¿No derrota esto el objetivo?" Kerry se rió, rodando


en la cama y poniéndose en pie, arqueando la
espalda y dirigiendo sus manos hacia su cabello
despeinado.

Dar parpadeó apreciativamente cuando la luz


anacarada del alba perfiló el cuerpo ágil de su
amante. "¿Qué...?" Preguntó, notando como su
propio cuerpo se despertaba con interés. Asombroso
¿a qué velocidad la sangre podía elevarse de la ingle
al cerebro verdad? Reflexionó irónicamente. O tal vez
era al revés. Conjeturó sobre ello durante un rato, se
dio cuenta que Kerry estaba de pie, con sus manos
en las caderas, mirándola con las cejas levantadas.

Mirando evidentemente también otras cosas.

Dar se dio una nota mental. "Uh...


lamentablemente... tenemos que ir saliendo."
Levantándose de la cama y andando hacia el baño,
contenta al menos de que su rodilla parecía fuerte de
nuevo. Encendiendo la luz se estremeció por el
resplandor, oyendo un gemido de protesta de Kerry
detrás de ella, acariciando con la nariz su espalda.

Whoa. Otro fluido de sangre. Definitivamente en la


dirección incorrecta. "Um..." Sintió como resbalaban
un par de manos alrededor de su cintura y se
abrazaban a ella, y un ligero beso a lo largo de sus
omóplatos. "¿Kerry?"
"¿Mm?" La rubia cabeza pasó por debajo de su codo,
y la miró detenidamente oscureciendo la mitad del
cuerpo de Dar. "¿Algún problema?"

Con una sonrisa pesarosa, Dar puso la punta de su


dedo contra la nariz de Kerry. "Trabajo antes que
placer..." Le recordó.

"Hmm." Kerry besó una costilla, lamiendo


delicadamente. "¿Estás segura?"

Dar sintió como su corazón doblaba su latido, y su


respiración se entrecortaba. Bien, podría ser
considerado como un ejercicio de aeróbic, ¿no? Dio la
vuelta dentro del abrazo de Kerry, bajando su barbilla
y rindiéndose a la oleada insistente del sexual
sentimiento. Sus dedos acariciaron la piel caliente
cuando ella alcanzó el interruptor, apagando la luz,
devolviéndoles a las sombras oscuras.

No era necesaria la iluminación, por supuesto. Dar


deslizó sus manos hacia abajo y consiguió un apretón
sobre la cintura de Kerry, medio levantándola,
acercando su cuerpo hacia la cama de agua, cuando
continúo, se sintió empujada y una sonrisita suave,
perezosa salió del pecho de Kerry, sentada encima de
ella.

So. Dar sintió erizarse su piel. Definitivamente


aeróbic. Tenía la oportunidad de comenzar por las
rodillas de su amante, deslizando sus manos por los
muslos, hacia dentro, y a través del abdomen de
Kerry, que se apretó a ella en el reflejo cuando
extendió sus dedos y fue dejando pequeños rastreos
de piel de gallina después de sus caricias. Entonces
se levantó ligeramente, arrastrando a la vez un poco
a Kerry para colocarla en una posición más cómoda.
Hmm... un pequeño levantamiento de pesas
también. Se rió entre dientes, cuando sintió como los
labios de la rubia mujer comenzaban a bajar
lentamente por su cuello. Tal vez podríamos sacar un
video.

Reaccionó tomando aire cuando sintió que los labios


de Kerry se estaban moviendo hacia abajo, sus
cuerpos se deslizándose juntos. De nuevo, tal vez no.

Terminaron corriendo, pero se tuvieron que saltar el


desayuno, llegando al barco más tarde que de
costumbre, después de una ducha rápida juntas.
"Whew." Kerry estaba comprobando su pelo en el
espejo de su lado del Lexus. "Es el lunes por la
mañana más divertido que he tenido desde hace
tiempo". Dijo mirando a Dar, sintiendo en su cuerpo
aún los ramalazos de momento antes, consciente de
la presencia cercana de su compañera.

Dar se rió entre dientes y suspirando. "Oh sip..."


Movió sus dedos sobre el volante, disfrutando de su
humor relajado y bueno. "Gritos seguros en la
reunión de personal." Echó un vistazo a Kerry,
riéndose ambas. "De acuerdo... vamos a ver como
esto continúa." Dar marcó un número en el teléfono
móvil adherido al tablero de instrumentos.

"Buenos días, Operaciones, María al habla." La voz


dijo, en un tono más formal que de costumbre, dado
que eran las ocho de la mañana.

"Buenos días María." Dar arrastró las palabras.

"¡¡¡AEEEIII!!!" La secretaria chilló, tanto que Kerry


brincó del susto. "¡Dar! ¡Dios mío ! ¡¡Eres ahora más
importante que el presidente!!"

"Bueno... si, de alguna manera." Dar rió. "Tómate las


cosas con calma... Aún no he aceptado el maldito
trabajo."

"¿Oye , Dar... has visto el periódico de esta mañana?"


Maria preguntó.
"¿Qué periódico?" Preguntó Dar, inocentemente.

"¿Quieres decir el de la foto?" Kerry interrumpió


amablemente.

María se rió. "Si, si... Mark ha puesto esta foto en los


ordenadores, y lo tenemos en todas nuestras
pantallas."

"¿¿¿Qué???" Dar ladró.

"Ah... esto si que es salvaje." Kerry rió


silenciosamente. "¿También lo tengo yo en el mío?"

"No comiences..." Dar la advirtió, sacudiendo un


dedo. "María, le dices que quiero ese escritorio fuera
de todos los ordenadores cuando entre allí, o él se
llevara uno de los monitores en su cabeza."

"Aww... vamos, Dar..." Kerry se opuso. "Pienso que


esto es grande."

"Esta no es tu foto, ¿comprendes que no es un


juego?" Su jefa respondió. "María, ponme al teléfono
con Mark ahora."

"Dar..." Kerry la miró con ojos suplicantes. "Quiero


verlo... seguro que hizo un buen trabajo... es una
foto fantástica de ti."

Unos frustrados ojos azules se fijaron en su cara.


"Absolutamente..." Dar sintió como se derretía ante
esos ojos verdes que le suplicaban, suspiró. "Bien
el... solo hasta que lleguemos allí. ¡¡Pero luego, ESO
SE ARREGLA YA!!"

Kerry le envió un beso, y sonrió consiguiendo una


mirada pesarosa en respuesta. "¿Has tenido un buen
fin de semana, María?" Dirigiendo su atención al
teléfono.
"Oh, si, Kerrisita... ¿y tu?" La secretaria parecía
contenta.

"Si... nos hemos divertido mucho... fuimos a montar


a caballo y en velero..." Kerry respondió.

"Kerry se cayó del caballo..." Dar añadió dulcemente.


"Entonces ella me arrojó al lago..."

"Tu saltaste por la borda." Kerry se opuso. "No fue


mi culpa."

"Podrías haberme dicho que estaba a cincuenta


grados... no se supone que el agua tendría que estar
tan fría." Dar refunfuñó. "María estaremos allí en diez
minutos." Dijo arrancando el Lexus saliendo del ferry,
dando la vuelta en la carretera elevada y dirigiéndose
hacia la oficina. Después de un relativo silencio, miró
a su compañera. "Así... ¿tienes algo especial que te
gustaría hacer este fin de semana?"

Kerry la miró "¿Este fin de semana? No había


pensado en ello... ¿por qué?

Dar giró su vista y miró hacia el camino "Oh... bien,


calculé..." Haciendo una pausa. "No importa."

"No... ¿qué quieres decir?" Kerry se giró mirándola,


apoyándose en el suave asiento de cuero. "¿Qué es
este fin de semana? No sé que es lo que pasa... ¿me
perdí algo?"

Dar dio la vuelta y condujo en silencio unos


segundos. "Bueno... quiero decir... es día de San
Valentín el domingo." Murmuró. "Calculé... um..."

Kerry se dio una palmada en la frente. "Jesús."


Gimió. "Por supuesto que lo es... lo siento, Dar...
solo." Consideró sus palabras. "Nunca he tenido
ninguna razón para recordarlo antes." Le dio a su
compañera una mirada apenada. "¿Has pensado en
algo especial?"

Dar permaneció tranquila mientras se dirigía a su


plaza de aparcamiento y estacionó. "Piensa en algo."
Finalmente dijo, cogiendo su ordenador portátil
colgándoselo a los hombros. "Tampoco tengo
ninguna experiencia en ello." Salió del coche y cerró
la puerta, esperando que Kerry saliera también antes
de cerrarlo con llave.

"Bien." Kerry se unió a ella en el corto paseo hacia la


entrada. "Estoy segura de que conseguirás algo
romántico."

Los ojos azules de Dar la miraron considerándolo.


"Uh... correcto... correcto. Pensaré en algo." Dar
murmuró. "Espero." Ella razonó bajo. Y si no,
siempre está una búsqueda de Yahoo en Internet.
*****
La entrada en el edificio fue una rara experiencia.
Kerry sintió como muchas miradas se clavaban en
Dar, cuando se acercaron a uno de los ascensores,
en el cual había unas pocas personas esperando.
Sabía lo que ellos debían de estar hablando, pero no
se dio realmente cuenta del verdadero impacto hasta
que ambas subieron al ascensor con ellos, la
conversación cortada de golpe, parecía que todos
hubieran contraído laringitis aguda,
espontáneamente.

El silencio era ensordecedor. "Hola." Dar dijo


finalmente, haciendo brincar a cada uno de ellos.
"¿Cómo ha estado el tiempo por aquí?"

"Bueno."

"Grandioso."

"Caluroso."
"Lluvioso."

"Horrible."

Dar asintió con la cabeza. "Ya veo." Se apoyó en la


pared del ascensor cruzando los brazos, mientras
este seguía subiendo. "Bueno de oír."

Un carraspeo. "¿Cómo fue... el..um... tiempo en


Carolina del Norte?" La voz era de Millas, un auditor
mayor, compañero de Duks.

"Frío." Dar contestó fríamente. "Llovió un par de días,


pero después hizo un tiempo agradable."

"Ah" Millas se frotó el lóbulo de la oreja. "Bien, aquí


llovió." Carraspeó nuevamente. "Um... felicidades."

Un murmullo afirmante se elevó rápidamente, y


varios ojos miraron al auditor agradecidos.

Por suerte, las puertas del ascensor se abrieron,


permitiéndoles escaparse. "Gracias." Respondió
irónicamente, cuando ellos se escabulleron, dejando
a Kerry y a ella subir los dos pisos siguientes. "¿Crees
que yo era el tema de conversación antes de que
llegáramos?"

"Oh... sip" Kerry cabeceó firmemente, saliendo por


las puertas del ascensor cuando estas se abrieron.
"Espera... voy a bajar a la cafetería para coger café...
calcularé a que velocidad el silencio se instala en ese
cuarto, a pesar de que la mayor parte de
conversaciones son en español, más o menos
conozco unas seis palabras." Comentó irónicamente.
"¿Quieres algo?"

"Oh... Dios... si." Dar murmuró patéticamente,


mientras alcanzaban la puerta exterior de la oficina.
"Y todos los pastelillos de queso que tengan."
Empujando la puerta saludó riendo a María. "Buenos
días."

La secretaria la miró "Buenos días, jefa." Meneó


sus dedos saludando a Kerry. "Buenos días,
Kerrisita."

Kerry sonrió abiertamente. "Bajo a la cafetería...


quieres algo María." Aceptó el asentimiento de la
secretaria, luego acarició la espalda de Dar. "Te veo
en un momento." Salió por la puerta, dejando a su
jefa y a María en el despacho externo.

"¿Algún correo?" Dar cruzó la sala, moviendo un poco


la correa del ordenador sobre sus hombros.
"Esperaba los nuevos contratos." Miró encima de la
pila de correo que había encima de la mesa, cuando
su mano fue capturada.

"Mi Madre." Los ojos de Maria se ensancharon.


"Dar, es precioso."

La ejecutiva se quedó de repente muda, buscando en


su cerebro frenéticamente algo para poder responder
coherentemente. Había olvidado que llevaba puesto
el anillo, y en 'aquel' dedo, y que seguramente
alguien lo notaría.

"Um... gracias." Finalmente contestó, tomando su


mano, y doblando los dedos con un toque nervioso.
"Oye, estaré dentro... tratando de ponerme al día."
Agarró sus papeles, dirigiéndose a su oficina,
abriendo la puerta y cerrándola detrás suyo con un
suspiro.

Entonces alzó la vista, parándose en seco cuando fijó


su vista en el escritorio. "Mierda santa."
*****
Kerry colocó las manos detrás de su espalda
inclinándose sobre la pared del ascensor mirando con
indiferencia total las paredes forradas del ascensor.
Este sería un día extraño, ella lo sabía, y como para
confirmar esto las puertas del ascensor se abrieron
en el noveno piso y dos secretarias de mercadotecnia
entraron. Su charla se paró en cuanto la vieron, y
siguieron en silencio.

Podría cansarme de esto verdaderamente rápido.


Kerry decidió. "Hola." Comentó casualmente.

Ellas se miraron. "Ah... hola Kerry." La mayor


respondió, mirándola con una sonrisa falsa
atravesando su rostro "¿Tan... cómo te van las
cosas?"

"Bien..." La rubia mujer contestó. "¿Y a ti?"

"Ah... bien... bien..." Miró a su compañera.


"¿Verdad?"

La más joven de las mujeres afirmó con la cabeza.


"Salvo que hoy es lunes, sip... el fin de semana fue
bien."

Se hizo un silencio torpe. Por suerte, el ascensor


llegó a la planta baja, y pudieron salir todos. Kerry se
dirigió a la cafetería, sacudiendo la cabeza un poco.
En la entrada, casi chocó con Mark que estaba
saliendo solo de ella. "Ah... hola."

"¡¡Hola!!" Mark le respondió con una gran sonrisa.


"Grande... significa que la gran kahuna está aquí
también, ¿cierto?"

Kerry amortiguó una sonrisa. "Si quieres decir Dar,


si... ella está arriba, acabamos de llegar." Era muy
agradable encontrar alguien que fuera normal,
reflexionó. "Solo estamos intentando ponerlo todo en
orden, hoy es un poco extraño."

"¿Hoy?" Mark la cogió por el codo conduciéndola en


el interior de la cafetería, donde se sentaron en unos
taburetes acolchados. "Tu no estabas aquí el
viernes... hombre, después de que devolvisteis la
red, cada uno iba como loco... todos fueron llamados
a una videoconferencia, y la siguiente cosa que
sabemos, fue que recibimos un correo electrónico
diciendo que Dar había sido promovida."

"Wow." Kerry se rió suavemente, luego hizo a la


camarera su pedido. "¿Piensas que nos dormimos en
todo esto... cuando tu llamaste?"

"Uh, ¡Eh!" Mark tomó unos sorbos de su café. "La


palabras sobre vosotras chicas." La miró, bajando la
voz un poco.

Kerry recogió una servilleta, observando alrededor


dándose cuenta de las miradas que le dirigían. "Me lo
figuro." Contestó. "Después de todo aquello con
Steve... sabía que él había extendido esto mientras le
daban la patada." Dijo suspirando. "Habíamos
decidido dejarlo claro más o menos de todos
modos... igualmente, a Les ni le preocupa."

Mark gruñó. "Pero esto es duro para ti, sin embargo


¿verdad?" La miró comprensivamente. "La gente es
una mierda."

Si, bien. "Ellos pueden morderme." Kerry respondió.


"Ellos de todos modos asumieron cualquier manera
cosas, Mark... al infierno con ellos." Echó una mirada
cuando su pedido llegó. "Gracias." Alargó la mano
cogiendo la bolsa. "Déjame regresar arriba... sé que
va a ser un zoológico hoy."

"Oye..." Mark cogió su mano, dándole una sonrisa


amigable. "Vaya anillo que llevas aquí."

Kerry hizo una pausa, doblando sus dedos un poco.


"Gracias... si." Sintió un ligero rubor su cara. "Dar me
lo regaló."
"Sip. Ella tiene buen gusto." El jefe de MIS lo admiró.
"Pero entonces, nosotros ya lo sabíamos querida." Le
guiñó un ojo, riéndose entre dientes cuando vio que
su rubor se hacía más fuerte. "Los demás... no
permitas que toda esta mierda te moleste Kerry... tu
haces un gran trabajo, y todos lo saben. Hay muchos
celos... hay gente que ha querido colocarse dentro de
esa oficina... y me perdonarás este comentario
asqueroso, pero dentro de la falda de Dar también
durante años." Se encogió de hombros. "Tu lo
conseguiste cuando llegaste, al poner todo el sistema
en marcha, llegaste y shazám..." Chasqueó los
dedos. "Tu lo has conseguido, anímate, y el mejor
aspecto de VP que esta compañía ha tenido jamás,
muchos cayeron en picada."

Kerry abrió la tapa de su café y tomó un trago.


"Gracias Mark... sé que esto es difícil de creer... de
echo, a veces lo encuentro demasiado fuerte para
creerlo." Añadió, en un tono bajo. "¿Parece magia,
sabes?" Le miró. "Me siento como una niña en el
circo a veces."

La miró, un poco desconcertado. "No sé... esto es


también más fuerte de lo que pensé, Kerry... soy una
persona que conoce sobre la mayor parte de todo en
este mundo de la informática... pero se realmente
que Dar ha sido para muchos una perra... y si ella
finalmente ha encontrado alguien que realmente le
gusta, al diablo la compañía, ¿lo sabes verdad?"

Consiguió una sonrisa de la mujer rubia. "Si, lo se."


Ella estuvo de acuerdo. "Trabajaremos en ello desde
fuera... solo que va a tomar algún tiempo para
acostumbrarnos otra vez." Se inclinó un poco,
cambiando de tema firmemente. "¿Pusiste realmente
su foto en el escritorio de todo el mundo?"

Sonrió abiertamente. "Tu friggen betcha." Se puso de


pie y le indicó que le precediera. "Vamos... he estado
escondiéndome, se que ella me va a dar una patada
en el culo cuando lo vea... pero era algo demasiado
bueno para renunciar a hacerlo."

Kerry se rió, sosteniendo la puerta para que él


pasara. "Oh... sip, ella tenía esa intención... pero la
convencí de dejarlo hasta que entráramos, porque
quería verlo."

Ellos salieron hacia los ascensores y casi chocaron


contra Eleanor y José, que estaban entrando en la
cafetería. Ambos ejecutivos, con miradas asesinas.
"Buenos días." Kerry les sonrió.

"Buenos días." José contestó bruscamente,


rodeándola como si fuera un animal peligroso.
Eleanor lo siguió sin una palabra.

Kerry y Mark intercambiaron miradas. "Ooo." El


gerente de MID se estremeció. "Y eso que tenemos
una reunión esta mañana."

Sip. Kerry miró las reacciones cuando ellos entraron


en el ascensor, notaron un silencio sutil , pero
diferente cerca de ella. Como si tuviera la letra L de
escarlata. Reflexionó. ¿Creen que es contagioso? Se
inclinó hacia atrás, tratando de sacar este
pensamiento de su mente.

"Oye, Kerry."

Alzó la vista, viendo a Elaine, una de las supervisoras


de entrada de datos que realmente le caía bien.
"Buenos días."

"He oído decir que hicisteis un trabajo duro en CN...


Bien echo." Elaine comentó con una sonrisa. "¿Vas a
ir a escalar el miércoles?"

Kerry sonrió, relajándose un poco. "Si... solo que...


mi mano tiene una pequeña herida pero supongo que
podré hacerlo." Dio a Elaine una mirada agradecida.
"Extrañé la semana pasada... será agradable volver."
Sus ojos se movieron hacia donde sentía la mirada de
repugnancia de una de las ayudantes administrativas.
"¿Tiene algún problema?" Kerry preguntó a la mujer
directamente.

Solo el ruido del ascensor se oyó durante un


momento. Kerry sostuvo la mirada fija en la mujer,
no le parecía divertido. "Puede decir, si señora, o
ninguno señora, elija". Añadió fríamente.

La mujer aspiró aire. "Ninguno... señora... No tengo


ningún problema."

Las puertas se abrieron en el octavo piso y las


jóvenes mujeres se fueron con prisas, dejando que
las puertas se cerraran detrás de ellas. Kerry se
apoyó contra la pared y suspiró. "Idiotas."

Elaine hizo rodar sus ojos. "Fobias." Sacudiendo la


cabeza, luego miró a Kerry. "No dejes que te
impresione."

Ellas. Kerry lo consideró, cuando el ascensor llegó al


décimo cuarto piso. "Entonces somos nosotros y
ellos." Reflexionó. "¿Hay aquí muchos como
nosotras?" Preguntó a Elaine con curiosidad.

Una sonrisa enigmática asomó en los labios de la


mujer alta y rubia. "Te enviaré un correo
electrónico." Comentó, cuando las puertas del
ascensor se abrieron, y salieron. "Te sorprenderías."

Kerry aspiró, mirando a Elaine y Mark mientras se


alejaban hacia sus oficinas. "¿Yo?" Sacudió la cabeza
y se dirigió hacia la oficina de Dar, abriendo la puerta
externa y entrando. "Hola María... estoy de vuelta..."
La secretaria la miró riendo. "Te traje un poco de
café."
"Muchas gracias Kerrisita..." Señalando la puerta
de Dar. "Creo que la jefa aún está en shock... míralo
por favor."

Perpleja, Kerry colocó la taza de café de María en la


mesa, luego cogiendo su portátil entró en la oficina
de Dar.

El olor de rosas casi le impactó. "Jesús."


Parpadeando, tratando de encontrar a su amante
detrás del enorme arreglo a de tres colores de rosas
que empequeñecían su escritorio. "Hola... ¿Dar?
¿Tengo que conseguir un machete?"

Los ojos azules la miraron desde atrás de unas rosas


de color melocotón. "Hola." Era Dar, en ella más bien
se veía una mirada avergonzada. "Es un poco grande
¿verdad?"

Kerry rodeó la mesa, encontrando a su amante,


sentada en la silla con los hombros caídos azorada
delante de las flores. "Dar, esto es magnífico...
¿quién te lo envía?" Había unas tres docenas de
rosas, una docena en rojo, otra de color melocotón y
otro amarillo. El aroma era casi aplastante.

Silenciosamente, Dar le dio la tarjeta que había


encontrado encima.

'Esto para mi pequeña rugrat.' "Awww..." Kerry


mordió su labio, mirando tiernamente a su amante.
"Es tan dulce, Dar... ya te dije que él estaba muy
orgulloso de ti."

Dar se inclinó en su silla, con un pie apoyado en el


escritorio y mordiendo su lápiz, pareciendo de una
manera rara una adolescente. "Creo que..." Contestó
bruscamente, pero sin poder ocultar la pequeña
sonrisa que le asomaba en sus labios.

Kerry se inclinó y la besó en su cabeza. "Eres la niña


de papá, bien." Dijo mirando a Dar que estaba
luchando claramente con una sobrecarga de
emoción, entonces finalmente suspiró, sonriéndole.
"Toma..." Le pasó el café, entonces suavemente
cogió una rosa y la olió. "Ah Dios... esto del amor es
increíble... este aroma."

"Mmm." Dar sepultó su nariz en la taza recobrando la


calma. "Creo que nosotras podríamos llevárnoslas a
casa y ponerlas encima de la mesa del comedor unos
días... ¿Hmm?"

Kerry rió. "Gracias a Dios que has conducido hoy, no


yo... No puedo imaginarme conseguir entrar estas
flores dentro del Mustang." Mirando más allá de Dar
al monitor, se rió. "¡Oh estupendo... Mark hizo un
buen trabajo con eso!"

Dar suspiró, echando un vistazo a la pantalla. Mark


había escaneado la foto del artículo del periódico y lo
había colocado en el escritorio formando un tapiz
agradable bailando encima unos cuantos dibujos de
Dogbert(3). "Voy a matarlo por esto." Refunfuñó,
luego suspiró. "Tengo treinta y tres páginas de
correo para contestar, seis pulgadas de correo en la
bandeja, tres reuniones, y encima no puedo llegar a
mi escritorio por que hay una selva encima." Hizo
una pausa. "¿Puedo irme a casa?"

Kerry dividió la pila de correo de la bandeja. "Tomaré


la mitad." Luego con cuidado movió el arreglo floral y
lo retiró hacia un lado y arregló las flores con
cuidado. "Aquí." Entonces se dirigió hacia la puerta
de su oficina. "Mándame cualquier cosa que no
quieras hacer... Voy a comenzar con mi propio alud."
Miró hacia atrás sobre su hombro, como Dar estaba
comiendo felizmente los pastelillos. "Dar... deja
algunos para el almuerzo... te vas a indigestar si te
los comes todos."

Dar lamió de sus labios una escama, y tomó un sorbo


de café, luego le sacó la lengua a su amante.

Kerry suspiró y sacudiendo su cabeza. "Obstinada.


Déjame decírtelo." Sonriendo luego abrió la puerta y
salió, dirigiéndose hacia su oficina.
*****
"Tendré que ser razonable..." Dar dio la razón a
Mariana, estaba en el cuarto de baño que, por suerte
estaba vacío, entonces se miró en el espejo
arreglándose el traje. Llevaba puesto el traje gris
plomo, con una camisa de seda negra, la única nota
de color que llevaba era el pequeño alfiler que Kerry
le había regalado en el paseo por la playa.

Bien Paladar. Su mandíbula se movió nerviosamente.


Ellos están todos allí, esperándote. Esto no es una
reunión del comité ejecutivo más. Esta es una
reunión de personal. Ellos son tu personal ahora.

Tu eres su líder.

Dar se estremeció, y su cara mostró una mueca.


Ugh. Los ojos azules se abrieron mirando la puerta
tristemente. Soy demasiado joven para esto. Con un
suspiro, dirigió sus dedos hacia su pelo negro,
arreglándolo en una especie de orden, entonces
respiró hondo, y lo soltó, colocándose el traje con
esmero sobre sus hombros. Bueno. cómo me
presentó...

¿Gruñona? ¿Ocasional? ¿Maldiciendo? ¿Enojada?


Oye... podría decir que estoy con PMSing (4). Lo
consideró durante un instante, luego desechó la idea.
Nah... ellos nunca serían capaces de ver la
diferencia.

Levantó una ceja experimentalmente. Y entonces...


Dejó a un lado una sonrisa irónica asomar en su
cara, uniendo las cejas. Divertido. Bien. Lo puedo
hacer divertido. Pensaré en ellos en ropa interior.
La sonrisa se ensanchó. Y he visto algunos de ellos
así, también. Con una última mirada al espejo,
abandonó el cuarto de baño dirigiéndose a la sala de
conferencias ejecutivas donde el resto del personal
de dirección superior le esperaba.

"¿Dónde demonios está?" Ducks susurró, dando una


palmada a Mariana en la rodilla.

La VP de personal lo miró. "Ella estará aquí en un


momento... ¿quieres calmarte?" Le susurró,
observando al grupo agitado. José y Eleanor estaban
sentados uno al lado del otro, con miradas heladas, y
el resto del personal era una mezcla de excitados,
enojados, asustados, o solo un poco aburridos.

La puerta se abrió, y todos dejaron de hablar, cuando


Dar entró. Todas las miradas se dirigieron al nuevo
CIO, que anduvo a través de la sala con un paso
seguro y poderoso, acercándose a su sillón del final
de la mesa apoyándose en él, con aire de confianza
que simplemente hizo rodar encima de la mesa.

En el silencio, Dar dejó su mirada azul y helada ir de


cara en cara, luego una sonrisa lenta, perezosa,
divertida asomó en sus labios solo ligeramente.
"Buenos días." Su voz baja, lujosamente entonada
hizo eco en el silencio. "Vamos a empezar, ¿verdad?"

Cada uno tragó, Mariana notó asombrada la calidad


de la gran presencia que Dar podía producir cuando
ella estaba de buen humor.

"Ya que... obviamente... no tuvimos una reunión la


semana pasada." Dar dijo colocando sus papeles
sobre la mesa, y apoyándose en ellos ligeramente, la
tela de su chaqueta se tensó a través de sus
hombros. "Y que he tenido que amontonar la mierda
de seis pies de alto sobre mi escritorio, esto va a ser
corto."
Silencio.

"Primer artículo en el orden del día." La alta mujer


morena miró fijamente alrededor de la mesa. "Cada
departamento acortará un presupuesto operativo del
quince por ciento. A partir de hoy."

Las mandíbulas cayeron.

Dar esperó.

"Por Dios, espera un minuto." José se levantó.


"¿Cómo infiernos lo vamos a hacer, Dar?"

Un coro de protesta se elevó después de él, tal vez


valerosos una vez que el VP de Ventas había roto el
hielo, por así decirlo.

Dar esperó. Silenciosamente. Vagando sus ojos


azules de cara en cara, en una actitud de tranquila
amenaza.

Las voces se calmaron, hasta que de nuevo reinó el


silencio inquieto en la sala.

"Voy a tomar aquel presupuesto, y duplicar el hub de


conexión de la red." Dar siguió, como si no hubiera
dicho nada. "Porque, dejadme deciros, señoras y
señores, que no voy a perder otra noche congelando
mi culo lejos, en Carolina del Norte, arreglando un
panel de conexión provisional en un condenado sitio
para dirigir desde lejos esta compañía."

Ducks mordió su lápiz. "Los presupuestos están ya


calculados para el cuarto trimestre, Dar." Comentó
silenciosamente.

"Revísalos." Dar replicó inflexiblemente. "O vende las


malditas sillas de escritorio, no me preocupa, pero
voy a seguir adelante con esas instalaciones."
José estaba de pie aún. Colocó las manos en sus
caderas. "Creo que deberíamos considerar las
opciones, ahora Dar... y yo..."

Ella le señaló. "Esto... no... es... una reunión..." Cada


palabra fue dicha bruscamente, con una feroz
pronunciación. "No hay opciones."

Silencio. Dar los miró. "Bien, vamos a ir por pasos, tu


piensas lo que crees que necesitas y lo dices, pero
que esto sea rápido. Tengo una tonelada de cosas
que hacer." Finalmente se sentó, y tomó un sorbo de
agua del vaso de cristal que había delante de ella,
luego se inclinó hacia atrás, mirando a Ducks, que
era el que estaba más cerca arqueando una ceja.

Impúdicamente, él giró la cabeza y le sacó la punta


de la lengua, ya que solo ella lo podía ver.
"Felicidades amiga."

Sus ojos brillaron sobriamente, una sonrisa indirecta


asomó en la esquina de su boca. "Gracias."

"Tengo algunas buenas noticias." Ducks continuó. "El


fondo de retiro tiene una inversión en un grupo de
técnicos, hicimos una matanza la semana pasada.
Estamos el treinta por ciento sobre expectativas en el
fondo."

Los murmullos inundaron el cuarto.

"Agradable." Dar comentó. "¿Quién lo consiguió?"

Ducks dijo el nombre de uno de sus ayudantes.


"Condenadamente bueno su análisis." Añadió. "Le
elogié en su currículum(5) ."

"Pon un elogio en su pago." Sugirió Dar


irónicamente. "Antes de que Merril Linchen(6) lo
robe."
Una sonrisita débil y nerviosa sonó a través de la
mesa. "¿Algo más?" Dar le preguntó.

Ducks negó con la cabeza, luego se giró hacia


Mariana. "¿Siguiente?"

Ellos fueron hablando alrededor de la mesa,


recibiendo respuestas de José y nada de Eleanor,
luego se fueron marchando cuando cerró la reunión,
menos Ducks y Mariana. Dar esperó a que la puerta
se cerrara y luego los miró. "Idiotas."

Ducks se inclinó sobre sus codos. "Ha sido diferente."


Comentó. "Entonces, deduzco que no vas a hacer
oficial tu reinado como de costumbre, ¿amiga mía?"

"Dame un momento." Dar resopló, apoyándose hacia


atrás, permitiendo relajarse de la tensión casi
dolorosa de la reunión. Su cuerpo entero le dolía,
exhalando aliviada. "Tu sabes que esto no durará...
la próxima semana ellos estarán todos aquí
quejándose otra vez."

Mariana se rió suavemente. "No creo Dar... diste una


buena impresión... tienes una presencia realmente
muy poderosa, lo sabes."

Dar le dio una mirada irónica. "Bien, no tengo mucha


esperanza... pero al menos no tuvimos que aguantar
cinco horas revisando la mierda, tal como hemos
echo durante estos últimos dos años." Suspiró
estudiando su pluma, girándola varias veces en sus
dedos. "Voy a necesitar un equipo de proyecto para
aquellas nuevas instalaciones."

Mariana asintió con su cabeza. "Deduzco... ¿que


quieres poner un nuevo organigrama para ti?
Podemos colocarlos allí y cobrarlos lejos, contra el
presupuesto operativo."
"Parece bueno." Dar estuvo de acuerdo suavemente.
"Bien tengo dos conferencias telefónicas, cuatro
sesiones informativas de cliente, y una oferta
principal que examinar, entonces... ¿quedamos para
más tarde? Tal vez podríamos ir a cenar todos
juntos."

Duks y Mari intercambiaron miradas. "Podríamos ir al


restaurante tailandés del Biscayne, ¿te parece bien?"
Mari preguntó. "Podríamos hablar sobre todos
nuestros chismes allí... ¿serás capaz de desenterrar a
Kerry de su escritorio para entonces?"

Dar rió entre dientes. "Si... espero que si." Alzó la


vista y los miró. Apenas impidiéndose sacar sus
manos, simplemente dobló sus dedos. "No voy a
ocupar mi puesto en seguida."

Silencio, mientras ellos digerían esto. "Buena idea."


Mariana asintió aprobándolo. "¿Vas a ir despacio
cambiándole las responsabilidades a Kerry?"

"Si."

"Inteligente." Duks afirmó con la cabeza. "Vas a dar a


cada uno la posibilidad para ver lo que ella es capaz
de hacer."

Silencio de nuevo. Mariana carraspeó suavemente.


"Voy arreglando..." Lo consideró, esperando un
momento para preguntar delicadamente. "¿Cambio
ya su información de beneficiaria en CAS?"

Dar casi se rió, mientras miraba su pluma. "Yeeahh...


eso parece." Confesó, echando un vistazo
observando un centelleo en los ojos de Mari. "Sutil
manera de preguntarlo."

Duks se rió entre dientes. "Vamos, Mari... que


tenemos cosas que hacer, así que... vamos a
movernos." Se puso en pie, luego se inclinó y palmeó
el hombro de Dar. "Buen trabajo, Dar."

"Igualmente Dar." Mari añadió, cuando ellos


colocaron sus sillas en su lugar. "Pienso que esto va
a ser lo mejor para todos."

Dar sintió su busca vibrar, mientras los veía


marcharse, entonces suspiró, mirando alrededor de la
sala vacía. "Esperaba estar tan segura." Se puso en
pie y fue hacia el teléfono cercano llamando a su
oficina. "¿María... que está pasando?"

"Ah... Dar... no quería molestarte... pero ya hace


tiempo, y yo... Michelle Graver está aquí en persona."

"Oh." Dar se estremeció. "Genial... ¿está


esperándome abajo? Bien bajaré... todo está
terminado aquí."

"Aie... no... no, Dar... ella vino hace media hora...


estaba disgustada por algo, pero Kerry se la llevó
para arreglar las cosas."

¿Kerry? Oh. Genial. Dar trató de recordar si tenía un


botiquín en su oficina. "¿Um... dijo ella dónde iban a
ir?"

"No... creo que están en su oficina." María respondió


amablemente. "¿Está bien que te llamé? No me gusta
nada esa mujer Dar... tiene aspecto de asno."

Si. "Bien... sip que está bien María. Tendré cuidado


con ella." Dar suspiró. "Te veré más tarde." Colgó,
luego agarró su carpeta y se encaminó con resolución
hacia la puerta.
*****
Kerry mordió su labio inferior pensando, luego añadió
un par de líneas a su correo electrónico, haciendo clic
para enviarlo una vez que ella lo hubiera releído
cinco o seis veces. Comprobó su reloj, e hizo una
pausa, preguntándose cómo debía de ir la reunión de
Dar, marcó un número en el teléfono. "Hola, ¿María?"

"Si.. si... un momento, señora..." La secretaría


parecía acosada, y Kerry podía oír una voz enojada
de fondo.

Una voz ligeramente familiar. "Maria, ¿qué pasa?"

"Ah... la señorita Graver está aquí, pregunta por Dar,


pero ya le he dicho que ella está en una reunión."
María le contestó. "Son problemas, creo."

Kerry tamborileó las dedos sobre el escritorio.


Michelle Graver, ¿eh? Una severa sonrisa cruzó la
cara de la rubia mujer. "Déjame ver si puedo
ayudarte, María... tráela aquí." Sugirió. "Quien sabe
cuánto tiempo Dar va a tardar."

Maria pareció muy agradecida. "Gracias, Kerrisita...


vamos en un momento." Colgó, Kerry miró su
escritorio colocando bien su pila de correos. Entonces
giró su pantalla, y comprobó su reflejo en ella,
intentado imitar la mirada de Dar.

"Uck. no puedo hacer esto." Se rió entre dientes.


"Parecería demasiado extraño." Con un tirón suave
se acomodó la camisa, entonces respiró y se colocó
bien en el sillón, cuando un golpe sonó en la puerta.
"Adelante."

María abrió la puerta entrando y sosteniéndola para


que Michelle Graver pasara detrás de ella. La
ejecutiva de Disney pasó delante de ella, y anduvo
con paso majestuoso a través de la habitación,
arrojando una carpeta encima del escritorio de Kerry.
"Dudo que tu me puedas ayudar."

Kerry la miró seriamente durante un momento,


entonces tiró de la carpeta y lo abrió. "Por favor tome
asiento." Murmuró, mientras estudiaba el contenido.
"María, aquí están los informes que he terminado
hasta ahora... y el proyecto sobre el que estaba
trabajando Dar." Extendió la mano levantando la pila
de papeles y se los entregó. "Creo que ella quería
todo esto arreglado antes de la hora de comer."

"Si." María tomó la pila. "Vamos a pedir una orden


especial para el almuerzo... comida china... ¿quieres
algo"

Kerry hizo una pausa. "Seguro... sip sería muy


bueno." Sacando un papel abrió una de sus sesiones.
"Espera un momento... Tengo que solicitar esto en
tiempo real." Tecleó sus claves en el ordenador
abriendo un programa. "Um... tomaré carne de vaca
con guisantes y puedes pedirle a Dar un plato de
Szechwan." Se sintió un poco culpable por la
satisfacción del pedido mientras veía como Michelle
se sentaba y no perdió el estrechamiento de aquellos
ojos pequeños parecidos a dos gotas brillantes.

"Está bien." María garabateó en la nota y luego se


retiró, dejando un silencio tenso detrás de ella.

Kerry devolvió su atención a la pantalla. "Este


informe de utilidades muestra que tiene paquetes de
datos perdidos."

Michelle aplaudió con sus manos dos veces. "Muy


bien." Comentó sarcásticamente. "Estoy
impresionada... te entrenó ella sobre todas las
pequeñas luces que parpadean, ¿o solo las cosas
más importantes?"

Kerry sintió un impulso insidioso de hacer un gesto


inadecuado, y lo sofocó. "No... realmente esto lo
aprendí en el colegio." Contestó a la pregunta de
forma neutral. "¿Ha hecho algún cambio en vuestra
red interna?" Preguntó, cortésmente.

"No." Michelle contestó. "Nosotros no hemos hecho


nada, y mi gente se ha estado quejando durante dos
semanas, y nada se ha arreglado. Lamento que esto
no se aclare, o puedes decir a tu... jefe... que el
siguiente contacto será con nuestro departamento
legal para finalizar el contrato."

Brevemente, Kerry se preguntó por qué Michelle


había tenido que volar desde Orlando para decirles
esto, luego calculó que esto era solo una excusa.
"Espere." Empezó a revisarlo todo, buscando
resultados sin hacer caso a la mujer impaciente que
estaba detrás del escritorio. ¿Ahora qué? pase lo que
pase tengo que arreglarlo, ella aún no se ha ido...
está aquí mirando mis errores. Bien no directamente.

Bien, Kerry... si tu vas a pensar en hacer el trabajo


de Dar, mejor que empieces por aquí. Miró una
cuenta, luego marcó un número. "¿Mark?"

"¿Yssup?" El sonido de teclas traqueteando llegó


claramente. "¿Y qué puedo hacer por usted, señorita
K?"

"Um..." Le dio un número de circuito. "Puedes


rastrear esto por mi, por favor... ellos pierden uno de
cada tres o cuatro paquetes."

"Seguro." Mark buscó durante un momento. "Bien...


esto estará aproximadamente en unos diez minutos
para comprobar los resultados del analizador. Te
llamaré."

"Gracias." Diez minutos, uf chica. Echó un vistazo


encontrándose con los ojos de Michelle. "¿Quiere un
café?"

"Me gustaría mi problema solucionado." La ejecutiva


contestó cortadamente.

"Trabajo en eso." Kerry le dijo. "Y si no se opone,


¿podría darme el nombre de la persona a la que se
dirigieron para el soporte? Me gustaría saber por qué
este tema no fue solucionado."

"Tu deberías tener el registro de eso." Michelle


contestó. "Mi trabajo no es para buscar la pista de tu
gente."

Kerry comprobó su pantalla. "Mm... eso es cierto,


pero no tenemos el registro de alguien entrando en
vuestro centro de operaciones... y me gustaría
realmente comprobar lo que pasó." Esperó, pero
Michelle no contestó. "Mire señorita Graver..., vino
aquí buscando algunas respuestas, y me gustaría
dárselas, pero necesito un poco de ayuda de su
parte."

"Yo no quiero excusas... solo arreglad el problema."


La otra mujer respondió. "No tengo por qué ayudar a
fijar un tornillo interno."

Puta, estúpida, engreída desagradable. "Bien." Kerry


examinó los datos, luego tecleó una petición y
esperó. Estás celosa porque Dar no te dará su
tiempo, ¿molesta? No, esto viene de atrás, antes de
que estuviéramos juntas Nyah nyah. Marcó un
número de teléfono, y esperó. "Hola, Kerry Stuart de
Operaciones... puedo hablar con el supervisor, por
favor."

Un momento de ruido, luego una voz respondió. "¿Si


señora?"

"Tengo que saber quién estuvo solucionando la


cuenta de Disney Orlando." Solicitó tranquilamente.

Las teclas sonaron. "Um... no hay ningún registro de


que ellos llamaran, señora."

"Lo sé." Kerry contestó. "Pero ellos dicen que las


hicieron, entonces tengo que saber quien maneja el
problema que ellos dijeron."
El hombre pareció aturdido. "Bien.. Preguntaré en
todas las áreas de tecnología... ¿puedo volver a
llamarle?"

"Seguro." Kerry colgó el teléfono, entonces colocó


sus manos cruzadas encima del escritorio y miró a
Michelle en pensativo silencio. "¿Seguro que no
quieres un café?"

Pero Graver no contestó inmediatamente. Se puso de


pie, y se movió a través de la sala, mirando
detenidamente la ventana de Kerry, con vistas hacia
el Atlántico apacible, entonces se volteó apoyándose
contra el cristal, estudiando la espalda de Kerry.

Ella sintió su mirada detrás pero evitó girarse,


examinando en cambio su buzón de entrada.

"Tu no eres solo un poco de buena pelusa, ¿verdad?"


Michelle finalmente preguntó con voz especulativa.

Ahora ella si que giró, y cruzó las piernas,


apoyándose en el brazo de la silla. "No estoy segura
de entender su pregunta." Contestó. "Estoy aquí para
hacer mi trabajo, señorita Graver... no por cualquier
otra razón."

La mujer más baja se rió. "Oh, venga ahora... tu no


me vas a negar en este momento, verdad? tu
pequeño edificio entero habla de ti y tu jefa, cariño...
es lo que se habla."

Kerry se levantó y se acercó, sacando el mejor


partido de su ventaja de altura de dos pulgadas, un
lujo completo para ella. "No niego nada." Contestó
suavemente. "Pero mi relación con Dar no tiene la
menor influencia sobre si puedo o no hacer mi
trabajo." Hizo una pausa. "Y mientras estamos en
ello, no cree que debería mirar sus propios motivos,
señorita Graver." Podia ver que la había pillado con la
guardia baja. Bien. "Sabe usted, cuando la vi la
primera vez, realmente la admiré, porque vi como
miraba por delante del mamarracho superficial en
aquellas reuniones, y la aprecié cuando tomó sus
decisiones basadas en lo que estaba bien para su
compañía, no por una agenda personal."

Los ojos grises la miraron cautelosamente. "Gracias.


Trato realmente de hacer eso." Contestó, un poco
inciertamente. "Solo que no me gusta ser pateada."
Una pausa. "Por así decirlo."

Kerry mentalmente arrojó una moneda, dando el


paso decisivo. "No estaba siendo pateada." Contestó
silenciosamente. "Comenzábamos solo a ser amigas,
en Orlando... ella era mi jefa, nada más que eso."

Las cejas de Michelle se levantaron.. "Bromeas...


Cariño, ¿has visto aquellas fotos?"

Kerry dobló sus brazos. "Si las tengo... y las miro y


parece tan obvio, pero no era obvio para mi." Apretó
sus labios. "Y creo que Dar iba por el negocio como
de costumbre, excepto que ella puso cierto límite y
no podía ir más lejos, por mi. No quería que pensara
mal de ella." Alzó la vista suspirando. "No la odie por
ello."

Ahora Michelle parecía un poco divertida. "Pobre


niña." Sacudiendo su cabeza despacio. "No tenías ni
idea de donde estabas entrando, ¿verdad?"

Kerry echó un vistazo a la alfombra. "No realmente,


no." Contestó, francamente. "Pero no lamento ni un
minuto de esto." Dio a Michelle una mirada directa.
"Y contestando su pregunta inicial, no. No soy solo
un poco de pelusa, soy una profesional que hace esto
para vivir, y conseguí el trabajo diciendo que se fuera
al diablo, y llamándola hija de puta."

"¿Tu?" Michelle arrastró las palabras. "Bien, bien."


El teléfono sonó y Kerry lo cogió, golpeando el botón
de respuesta tratando de no mostrar el temblor de su
mano. "¿Si?"

"Puerto fuera de rango." Marck contestó


sucintamente.

"Gracias." Kerry colgó y marcó la oficina de gestión


de redes. "John, aquí tienes el nombre del
router(7)..." Lo recitó a toda prisa. "El puerto serie 0
es... intermitentemente malo, cámbialo en
caliente(8), ¿por favor?"

"Si señorita Stuart... podemos hacerlo." El hombre


contestó. "Estamos investigando aún aquella llamada
sobre el problema... debería de tener una respuesta
dentro de poco."

"Gracias... adiós." Kerry colgó luego giró para


afrontar a Michelle. "Esto debería de solucionar el
problema." Se alegró de que ellos lo habían
solucionado, pero realmente, realmente habían
fastidiado esto y ella había tenido que hacerlo... era
un paso básico que alguien debería haberlo echo en
el grupo encargado de la red. Alguien iba a oír sobre
ello, eso seguro. "Lamento que tuviera que traerlo a
este nivel."

"No te preocupes." La mujer más vieja se rió entre


diente, luego sacudió la cabeza. "A veces está bien
solo para aclarar la situación." Rodeó la mesa y
recogió su carpeta, entonces dio una palmada en la
espalda de Kerry. "Y no te molestes en tratar de
buscar la llamada de aquel problema... ninguna se
hizo nunca."

Kerry parpadeó "¿Que?"

"Pensamos que éramos nosotros." Michelle le dijo


alegremente. "Gracias, niña." Se alejó, abandonando
a Kerry que se quedó con la mandíbula floja.

"Hija de puta." Exhaló, sentándose con fuerza en su


asiento. "Estás frita..."
*****
Paso, paso, paso.

Dar hizo una pausa cerca de la pared lejana, y


consideró la madera con una mala mirada. Incluso
las bonitas flores no ayudaron a su humor.

Paso, paso, paso.

Ahora ella estaba cerca de la otra pared,


contemplando la puerta cerrada por centésima vez.

Paso, paso, paso.

Su intención inicial era de ir directa a la puerta de


Kerry, había tenido realmente su mano en la manilla,
lista para abrir la puerta he ir al despacho de Kerry,
cuando su conciencia la paró en frío.

Se supone que Kerry debe de ocupar su antiguo


puesto. ¿Que pensaría Kerry si ella se apresuraba a ir
como un caballero defendiendo a su dama con
armadura?

Que no confiaba en ella, esto es. Que pensaba que


ella no podía manejar a una persona miserable como
Michelle Graves, mal, muy mal Dar.

Paso, paso, paso.

Entonces había venido aquí, a su oficina y decidido


esperar y ver lo que pasaba. Lamentablemente,
había olvidado cuánto lamentaba tener que esperar
algo. "Pienso que solo tendría satisfacción entrando y
pegando." Refunfuñó su reflexión mirando la
ventana. Había intentado concentrarse en su correo
electrónico, pero se había encontrado en el mismo
correo seis veces, y era una pregunta sobre un
asesor personal de Mariana.

Suspiró. Tal vez tendría que ir a dar un paseo.

Paso, paso, paso.

Camino... pero esto no ayuda. Tamborileó los dedos


en su muslo, curiosamente que casi la conduce a
pensar en lo que pasaba al otro lado de la puerta.
Maldita sea, Kerry... tendrás suficiente sentido para
gritar pidiendo ayuda si tu la necesitas, ¿verdad?

Correcto. Si, seguro...

Paso, paso, paso.

¿Y si Michelle intentaba jugar con ella? Dar se


detuvo, presionando las yemas de sus dedos en la
ventana, su respiración acelerada de repente. ¿Y si
Kerry? Borró el pensamiento de su mente. No seas
estúpida, Dar. No comiences esta mierda. Ni la
insultes pensándolo. Ella te ama. Dar dejó apoyar su
cuerpo brevemente en el cristal calentado por el sol.
Solo ve allí o siéntate antes de que te vuelvas loca.

Pero no se movió. En cambio, solo se quedó mirando


las olas durante unos minutos, dejando que la calma
azul del mar la tranquilizara.

Hasta que oyó unos pasos suaves, rítmicos en el


pasillo trasero. Maldita sea. Blasfemó, corriendo hacia
el sillón, sentándose antes de que el golpe suave
sonara en su puerta. Respiró hondo, y apoyó su
barbilla en su puño, recogiendo un informe al azar y
estudiándolo. "Adelante."

La puerta se abrió, y Kerry entró. "Hey."

Dar se obligó a esperar unos segundos antes de alzar


la mirada, saboreando la vista de su amante
realmente aliviada. "Hey tu..." Kerry parecía normal,
un poco nerviosa, definitivamente un buen signo.

La rubia mujer cruzó hasta el escritorio, sentándose


en su sitio favorito, sobre la esquina, poniendo la
mano sobre la superficie de madera e inclinándose
un poco en ella. "Encargué nuestro almuerzo a
María... que ha ido al chino a pedirlo."

"Mm... me preguntaba donde había ido." Dar


reflexionó, dejando su informe encima de la mesa, y
sonriendo a Kerry. "Gracias."

Kerry sonrió. "Cuando quieras... escucha, Michelle


Graver estuvo aquí."

Dar asintió con la cabeza. "Lo sé... María me lo dijo."


Contestó casualmente. "Pero me dijo que tu estabas
con ella, entonces supe que todo estaba bajo
control."

"Oh." Kerry sorprendida sintió una sacudida de


orgullo. "Bien... si... lo hice." Confirmó. "Quiero
decir... tenía un problema, lo deduje, y conseguimos
arreglarlo." Suspiró satisfecha. "Yo estaba un poco
preocupaba de tratar con ella... pero la cosa resultó...
bien, y todo... está arreglado ahora."

Dar sonrió. "Buen trabajo." Acarició la rodilla de


Kerry. "Sabía que podías manejarla."

Kerry afirmó con la cabeza un poco, doblando los


brazos sobre su pecho. "Sip... esto era... me sentí
bien." Admitió. "Y creo que incluso llegamos a un
entendimiento... tal vez no sea tan repugnante
ahora."

Una ceja oscura se levantó. "¿Realmente?"

"Si... hablé con ella las cosas abiertamente...


arreglando unas ideas falsas que tenía." Kerry
contestó.

"¿Tu hiciste?" Dar preguntó, con curiosidad. "¿Cómo


que?"

"Uh." La mujer rubia rascó su barbilla. "Bien, sobre


aquella cosa de Orlando... ya sabes." Contestó
desenvuelta.

"Oh... correcto... eso." Dar contestó mirando el mar.


"Bien, seguro que lo aclaraste todo."

Kerry permaneció silenciosa durante un momento,


saboreando la confianza que Dar había depositado en
ella. "Gracias por confiar en mi... pensé que ibas a
entrar en algún momento, solo para asegurarte que
ella se comportaba bien conmigo."

Abiertos, unos inocentes ojos azules se fijaron en


ella, cuando Dar mordisqueó su labio inferior. "Esa
idea nunca cruzó por mi mente." Dijo, sinceramente.
"Solo volví aquí, estudié mis informes sin
preocupación alguna."

Los ojos de Kerry miraron el papel. "¿Realmente?"

"Sip." Dar sonrió.

La rubia mujer suavemente cogió y levantó el papel,


entonces afectuosamente acarició la mejilla de Dar.
"Estabas impaciente."

Dar echó un vistazo el informe con las puntas


destrozadas, con la mirada de un niño de seis años
pillado cogiendo la caja de galletas. "Uh oh."
Entonces se rió, apoyándose en el sillón y
relajándose, encogiendo sus hombros con una
mirada de impotencia simpática. "Pero me quedé
aquí, ¿eso no cuenta?"
Kerry intentó sostener su mirada acusadora, pero la
perdió y comenzó a reírse también. "Si, si que
cuenta." Se inclinó y besó a Dar ligeramente. "Y
gracias."

La mujer más alta suspiró, dándole una mirada


avergonzada sobre las pestañas oscuras. "¿Por ser un
grano de nerviosa preocupación?" Contestó.
"¿Incluso aunque yo sepa mejor?"

Kerry poniendo una mano sobre su mejilla. "Por


preocuparte." Contestó. "No estabas preocupada
sobre si yo era capaz de resolver el problema,
¿verdad?" Esperó la negativa. "Estabas preocupada
sobre si ella sería repugnante conmigo." Ahora movió
afirmativamente la cabeza. "Bien, lo intentó, pero
arreglamos las cosas."

Dar frunció el ceño. "Perra."

"Dar, pensó que tu jugabas con ella." Kerry le dijo.


"Yo habría sido una perra, también."

"Mmph." Un gruñido afirmativo. "Si, bien... puedo ver


tu punto de vista." Dar suspiró. De todos modos...
escucha, sobre lo de San Valentín."

Kerry parpadeó por el cambio repentino del tema.


"Um... ¿sip?"

"¿Tiene que ser solo un día?" Dar preguntó. "Usé un


poco de mi tiempo para intentar pensar en ello...
bien, de todos modos... no podía decidirme entre un
par de cosas, entonces pensé que tal vez podríamos
hacer ambas."

"Uh... bien... seguro." Una pausa... "¿En qué estás


pensando?"

"Bien..." Dar se inclinó hacia atrás, tocándose la


barbilla con el lápiz. "La primera cosa implica una
bañera grande, una botella de aceite de masaje,
trufas y luz de velas."

Los ojos de Kerry se iban abriendo a medida de que


ella hablaba. "Oooo... ¿podemos hacer eso esta
noche?"

Dar sonrió seductoramente. "Puedes apostarlo."


*****
Tanto para esto. Dar se inclinó hacia atrás en su silla
y cerrando los ojos, dejando los comentarios sobre
los viajes que sonaban a través del altavoz, por
delante de ella. La luz de la luna brillaba en su
ventana, giró la cabeza para verlo, levantando su
mano frotándose el cuello.

Las reuniones de la junta directiva, cuando eran


internacionales eran como un grano en el culo. Pero
Dar no había sido capaz de evadirse de esto, ya que
Les aprovechó la oportunidad para presentarla al
resto del directorio.

Suspiró. Kerry se había ido a casa hacía horas,


cooperando con Mark, y lamentaba no poder dejar el
grupo e ir a juntarse con su amante.

"No te preocupes por ello." Kerry le había dicho.


"Tenemos toda una semana... y además, hoy fue un
día realmente largo."

Sip, sip, sip... Dar se quejó silenciosamente, cerrando


sus ojos y deseando tener alguna aspirina. Trató de
alejar su dolor de cabeza de su mente, y pensar en
algo más agradable en cambio. En bañeras clientes,
por ejemplo... Kerry había mencionado que tendrían
definitivamente un baño caliente para esta noche... y
pollo frito y con fideos, sonaba algo muy, muy
sabroso...

"¿Dar? ¿Qué piensas de esto?" La voz de Les


interrumpió su fantasía.

Oh mierda. "Lo que pienso sobre esto es... que son


las diez de la noche aquí en Miami, y no estamos
yendo a ninguna parte. ¿Por qué no programamos
una reunión cuando estemos todos juntos?" Eso es
lanza insultos... a ver si así consigues que se muevan
las cosas. "Eso es lo que pienso." Dar añadió, le
pareció buena idea.

Tomando un sorbo de chocolate oyó un silbido suave


del teléfono indicó un silencio sobresaltado. La otra
Dar Roberts de leyenda, apuesto por ella. Hizo rodar
sus ojos, cuando sus pies desnudos que descansaban
sobre su escritorio, cruzando educadamente sus
tobillos. ¿Lamentando tu decisión, Les? ¿La próxima
vez preguntarás primero, ¡eh!?

Un carraspeo. "Bien." Les respondió. "Sería una


buena idea." Suspiró. "Bien... Ha sido un lunes
después de un gran desastre... reprogramemos para
el viernes, ¿de acuerdo?"

Bien. Llamaría desde su teléfono móvil, estando


sobre el Atlántico. "Me parece bien." Estuvo de
acuerdo, sofocando una sonrisa. "Tendré la
propuesta para el nuevo hub de conexión de la red,
para entonces."

"Bien... bien... entonces, buenas noches, señoras y


señores." Haciendo una pausa. "Y Dar."

Esto la golpeó por sorpresa, y ella se puso a reír,


oyendo como se iban cerrando las líneas del resto del
grupo participante. "Buenas noches." Suspiró,
cortando su llamada, sacudiendo la cabeza. Tanto
para mi primera reunión con la junta directiva... Pero
al menos ha sido más productivo y menos
antagonista que sus reuniones de personal
habituales... tal vez eso era un buen signo.
La oficina estaba muy tranquila, solo se oía el sonido
del aire acondicionado, y el martilleó esporádico del
disco duro rompiendo el silencio. Con un suspiro, se
puso los zapatos y se levantó, cogiendo su chaqueta
sobre los brazos llevándose a los hombros su maletín.

El paseo hacia el ascensor fue tranquilo también, y


era consciente del sonido de sus pasos cuando cruzó
el vestíbulo largo y vacío, dirigiéndose hacia la
puerta. El guardia de seguridad la vio y le abrió la
puerta de manera militar.

"Buenas noches, señorita Roberts." Él comentó,


cortésmente. "¿Larga noche, eh?"

"Buenas noches Pete." Dirigiéndole una sonrisa... "Lo


de siempre, lo mismo de siempre... ya lo sabes."

"Si, señora, pero como no la vimos durante la


noche... me preguntaba si había cambiado de
oficinas."

No, solo prioridades. "He estado aquí... solo hasta la


tarde." Comentó. "Ten cuidado."

Caminó a través del aparcamiento vacío y abrió el


Lexus, colocando su portátil dentro y entrando,
exhalando cuando sintió el suave cuero rodearla al
sentarse. Cerró la puerta, descansando sus manos
sobre el volante un momento, antes de arrancar el
coche y sacarlo del aparcamiento.
*****
Kerry estaba enroscada en el sofá, con su cabeza
descansado en el brazo, y Chino acurrucado contra
su vientre. Tenía sus ojos posados en la pantalla de
la televisión, aunque se encontraba mirando el reloj
todo el rato. Maldita sea, Dar... ¿Qué tipo de reunión
estúpida puedes tener hasta tan tarde?

Vamos, Kerry... eso es su trabajo, ¿recuerdas? No


pienses mal por hacerlo... así va a ser también
cuando estés reemplazándola, así será.

Ah bien. Ella se acurrucó más abajo en el sofá


mirando al hombre del cocodrilo tratando de atrapar
a un cocodrilo. Él estaba lanzando la red cuando
sonó el teléfono. Lo cogió inmediatamente. "¿Hola?"

"Hey." La voz de Dar parecía silenciosa sobre el


sonido de los motores del barco. "Estoy en el ferry."

"Lo oigo." Kerry respondió. "¿Como fue la reunión?"

"Una mierda." La ejecutiva respondió. "Esto lo ha


echo Les solo para estar a través de tres continentes
al mismo tiempo... finalmente se lo dije y reprogramó
para el viernes."

"Ew." Kerry contestó. "Esto no es justo."

"Nah... estaremos navegando... que para algo Dios


hizo los teléfonos móviles." Dar se rió entre dientes.
"¿Cómo ha ido tu noche?"

Kerry se dio la vuelta, dejando su cuerpo en el brazo


del sofá. "Bien llegué a casa... fui a comprar la
cena... la coloqué en el refrigerador y cogí a Chino y
nos fuimos a dar un largo paseo."

"Puedo vivir de Corn Flakes, no tenias por qué ir a


comprar." Dar protestó suavemente.

"Tu no puedes vivir de Corn Flakes, Dar Robets... tan


tranquila." Kerry protestó. "Después fui al gimnasio
durante un par de horas, es un gimnasio bastante
bueno, Dar." Ellas habían estado usando el gimnasio
cerca del trabajo y Dar aún no había tenido tiempo
de enseñarle el de la isla.

"Sip... No he estado allí últimamente." Su amante le


respondió tristemente. "Pero está bastante bien...
tiene algunas cosas... que el del trabajo carece."

"Mm... sip... luego llegué a casa, me duché y estoy


viendo a Steve Irwin y te estoy esperando." Kerry
concluyó.

Dar no pudo evitar una pequeña sonrisa tonta que


asomó en su cara oyendo las palabras de Kerry.
"¿Esperándome?"

"Sip." Kerry confirmó. "Chino y yo estamos aquí


ahora mismo, mirando la puerta."

Sonó una risa suave. "Bien, voy a aparcar ahora


mismo, creo que te veré en un minuto." Colgó
saliendo del coche, cerrándolo con llave, y
dirigiéndose hacia la entrada del condominio. En la
puerta se paró, reflexionando.

¿Cuántas veces había llegado a casa, como ahora, en


un silencio tranquilo? ¿Durante cuántos años? La idea
que había alguien esperándole... Dios.

Pensativamente, tecleó el código y abrió la puerta,


pasando dentro oyendo como un cachorro corría
hacia ella y una rubia sonriente la saludó. "Hola
chicas." Dar dejó caer su maletín y se arrodilló,
saludando a Chino un momento antes de ponerse en
pie y afrontar a Kerry que estaba a su lado.

"Hey... aquí, dame tu chaqueta... pareces agotada."


Kerry cogió la chaqueta de su brazo, sintiendo como
Dar la acercaba sosteniéndola en sus brazos. "Por..."

Dar liberó sus manos, y dejó caer sus brazos sobre


los hombros de Kerry, entrelazando sus dedos detrás
del cuello de la mujer más pequeña. Miró sus ojos
verdes perplejos, lamentando no poder tener
palabras para definir la emoción que sentía en este
momento. Lo intentó, pero no lo consiguió, entonces
simplemente acarició la cercana cabeza de Kerry y
suavemente la besó. "Gracias."

"¿Dar?" La rubia mujer preguntó, retirándose


suavemente un poco y mirándola con preocupación.
"¿Estás bien?"

No había realmente ningún modo de que ella pudiera


explicarlo. "Sip." Sonriendo. "Solo que ha sido un día
muy largo, eso es todo." Torpemente, dejó caer sus
brazos, retrocediendo. "Voy a cambiarme... necesito
un café." Frotando cansinamente su cuello. "Hace
tiempo que no tenia tanto dolor de cabeza."

Kerry movió a un lado la cabeza. "Mm... déjame


ayudarte." Acompañó a Dar al dormitorio, y le sacó la
chaqueta, colocándola en la silla cerca del armario.

"Soy capaz de quitarme la ropa." Dar protestó


suavemente, intrigada por la mirada de
concentración de la cara de su amante.

"Bueno, eso seguro... lo sé... pero es mucho más


divertido para mi, si lo hago." Kerry contestó,
desabrochando la hebilla del delgado cinturón que
estaba en la falda de Dar. "Si tu lo haces. Como
siempre... bien, en cambio si yo lo hago..." Bajando
la cremallera de la falda, dejándola solo con la
camisa de seda.

"Si tu lo haces..." Dar repitió suavemente,


remontando la línea de su mandíbula. "Se hace
mucho más interesante."

"Correcto." Kerry estuvo de acuerdo, desabrochando


la camisa, dejándola caer abierta, liberando un olor
suave que era de Dar, y un poco perfumado. Deslizó
sus manos bajo la tela, dejando a sus dedos recorrer
la espalda bajando hacia el liso, y poderoso trasero,
riendo y notando la tensión que sintió allí. "Vamos,
acuéstate." Suavemente sacó la camisa, dejando que
Dar bajara sus brazos sintiendo la frialdad, cuando el
aire acondicionado acarició su piel.

Esto parecía un sueño, realmente, pero Dar no podía


protestar. Permitió que Kerry la condujera a la cama
de agua, y suavemente se acostó, sintiendo la
superficie moverse bajo su peso. Se dio la vuelta y
extendió sus brazos un poco, sintiendo como el aire
se calentaba sobre su espalda cuando Kerry se colocó
sobre ella, sentándose a horcajadas sobre sus
caderas.

Los dedos resbalaron bajo los ganchos del sujetador


y lo liberaban, frotando suavemente el área. Las
manos de Kerry estaban calientes y fuertes, y Dar
sintió como la rigidez se relajaba casi
inmediatamente cuando su compañera empezó a
trabajar, masajeando los músculos de sus hombros,
haciendo sonar murmullos de apreciación en ella.
"Mmm..."

"Dios... realmente estás tensa." Kerry comentó


suavemente, deslizando las manos por el cuello y
hombros de Dar aliviándola bajo su masaje.
"Tenemos que conseguirte un sillón reclinable para tu
oficina..." Escuchó la sonrisita de Dar, sintiendo la
vibración en la yema de sus dedos cuando
acariciaron alrededor de las costillas de la mujer más
alta.

"Hey..." Dar se rió entre dientes otra vez.

"Ups... disculpa... olvidé que tenías cosquillas aquí."


Kerry rió, apretando de nuevo allí a propósito, solo
para oír nuevamente su risa. Cogiendo una botella de
aceite de almendras de la mesita de noche, la abrió
poniendo un poco en sus manos frotándolas antes de
volver a masajear los músculos. "¿Cómo te sientes?"

El aceite dejaba rastros a través de su piel, y Dar


soltó un largo suspiro, de satisfacción. "Eres la
mejor."
Kerry miró la lisa y bronceada espalda con un
sentimiento de placer. "¿Lo soy?" Preguntó. "¿La
mejor en que?"

"En todo." Dar masculló. "La mejor ayudante.... la


mejor cocinera... das los mejores masajes..."

La rubia mujer rubia rió entre dientes contenta. "Esto


es realmente bonito... nunca antes he sido la mejor...
excepto en los discursos." Rectificó. "Pero esto
realmente no cuenta... ya que solo queire decir que
tengo argumentos para todo."

Dar dobló sus brazos, descansando su barbilla en


ellos pensativa, luego respondió echando una mirada
atrás silenciosamente. "Tu eres mi mejor amiga."
Luego añadió, con un poco de anhelo. "Nunca pensé
en tener uno hasta que te encontré."

Kerry la miró, se inclinó y colocó un suave beso en el


centro de la espalda. "Me alegro de que estuvieras en
mi camino." Subió y besó un poco más arriba. "Como
tu eres mi mejor amiga... y la mejor cosa que me ha
pasado en toda mi vida." Pronunció suavemente,
directamente en el oído de Dar.

Una risa suave sonó a cambio. Frotando los hombros


de Dar ligeramente dijo. "Gírate... tengo que seguir
por delante."

Dar se giró levantando la ceja, y ella se encontró cara


a cara con aquellos ojos asombrosamente azules, y
un cuerpo desnudo, poderoso atrapado bajo el suyo.

Whoa. Kerry dejó sus manos apoyarse en el vientre


liso, extendiendo sus dedos y comenzando un suave
masaje, rítmico. Dios, Dar es tan fuerte. Podía
sentirlo, mientras subía a través de su clavícula y sus
hombros, sentía sus músculos gruesos, poderosos
fuir bajo la piel a través de sus brazos. Kerry se
inclinó para hacer más presión, y se encontró
mirando directamente aquél centelleó, divertidos ojos
azules. "Sabes..." Hizo una pausa, sintiendo el leve
movimiento bajo las yemas de sus dedos. Era casi
asustadizo. Casi intimidante.

"¿Qué?" Dar preguntó, mirando su cara.

"Creo que sé como se siente Steve Irwin(9) cuando


está encima de un cocodrilo." Kerry le dijo.

Ambas cejas se alzaron. "Caramba gracias." Dijo Dar


arrastrando sus palabras.

"No, no es eso... de ninguna manera te digo que


pareces un cocodrilo, Dar..." Kerry se rió. "Es solo
que ellos siempre parecen más fuertes que él, y tu
consigues que sienta lo mismo en cualquier
momento, el ruido podría... whoa... ¡yeah!"

Kerry sintió como de repente el cuarto giraba, luego


un gran peso, caliente encima suyo. Abrió los ojos
para ver muy cercanos dos ojos azules encima suyo.
"Uh oh."

"¿Podría hacer esto?" Dar preguntó, con una sonrisa


seductora, apoyándose y sujetando a su amante,
mordiéndola ligeramente en el cuello. "¿Así?"

Kerry sintió como su respiración se aceleraba. "Estoy


bastante segura que un mordisco en el cuello no le
hace sentir esto a Steve." Respondió, tragando varias
veces. "Pero si."

Dar volvió a girarse, permitiendo que la mujer rubia


se colocara encima suyo. "Me gustó esto." Puso una
mano hacia abajo acariciando el muslo de Kerry.
"¿Por dónde estábamos?"

Kerry se deslizó encontrando sus labios. "Aquí


mismo." Sintiendo las manos de Dar vagar por su
cuerpo, levantando la camiseta que llevaba puesta
dejando un rastro contra su piel. "Debería decir..."
Saboreando los labios de Dar otra vez, entonces
despacio, fue bajando su cuerpo, sintiendo el calor
que desprendía el otro cuerpo. "Que te amo."

Dar absorbió el sentimiento maravilloso y tranquilo


desprendido en esas palabras. "También te amo."
Respondió, respirando irregularmente. "Y siempre lo
voy a hacer."
*****
Dar despertó repentinamente, desorientada durante
un momento asustada, y sacudió el sueño de sus
ojos. "¿Qu...?" El otro lado de la cama estaba vacío,
aunque podía sentir, ligeramente, el aroma de Kerry
sobre las sábanas, movió la cabeza a un lado
preguntándose que era lo que la había despertado
tan violentamente.

Los fragmentos de un sueño descolocaban su


conocimiento, algo oscuro y vagamente espantoso,
recordó que estaba andando por un camino largo,
polvoriento por la noche, absolutamente sola,
destrozada.

Ugh... ¿qué fue eso? Dar sacudió su cabeza para


despejarla, luego alejó este pensamiento. No puedes
culpar a la comida, ya que nos la saltamos... será
uno de esos sueños extraños, creo. Exhaló.

Entonces movió su cabeza, escuchando, esperando


oír a Kerry moverse en el cuarto de baño, o tal vez
en la cocina. No oyó ningún ruido, y sus cejas se
alzaron. Ella es una muchacha grande, Dar puede
servirse un vaso de leche sola. Se recriminó
severamente con ansiedad.

Esto no la ayudó. Sentía una tensión en su


estómago, enviando las sábanas lejos, rodó fuera de
la cama de agua y comenzó la búsqueda. El cuarto
de baño estaba vacío, y la sala de estar tranquila, a
oscuras. Miró en la cocina, vacía. Suspirando subió
las escaleras hacia el segundo piso. La puerta de
Kerry estaba parcialmente entornada, y la empujó,
mirando como su amante estaba en la cama,
abrazada a la almohada.

Durante un largo momento, Dar se quedó quieta,


insegura sobre que hacer. Seguramente Kerry tenía
derecho de dormir donde quisiera, sin ser
cuestionada por ello, ¿correcto? Dar mordió una uña,
dirigiendo su mente sobre el curso de la tarde,
tratando de entender si ella había echo algo
incorrecto.

No. No a menos que su entendimiento sobre lo


'correcto' o 'incorrecto' fuera diferente en Kerry,
cuando llegó a casa, después del infierno en el que
estuvo durante la tarde, Kerry estaba de muy buen
humor, hicieron el amor... después se durmieron...

En ese momento, el cuerpo se movía, Dar escuchó


un gemido de dolor. Sin pensárselo acortó la
distancia y se arrodilló al lado de la cama, poniendo
una mano en el brazo tenso de Kerry. "Hey..."

Los ojos verdes, plateados por la luz de la luna


parpadearon. "Qu... oh, Dar... Dios... me asustaste."

"Tranquila..." La mujer más alta preguntó


suavemente. "¿Estás bien?"

"Oh." Kerry suspiró. "Sip... es solo que... tengo


calambres, realmente me siento mal." Miró a Dar
irónicamente. "Yo la esperaba esta semana, pero es
mucho peor que de costumbre." Acarició la mano de
Dar. "No quise despertarte."

"Mm." Dar la miró fijamente. "Lo siento... ¿tomaste


algo?"
"Sip... un puñado de Avdil." La mujer rubia
refunfuñó. "Supongo que tardarán en hacer efecto."
Alcanzando un mechón del pelo negro de Dar, lo
retiró de su cara. "Vuelve a dormir... estaré bien."

Dar vaciló, no quería dejar a Kerry, pero a la vez no


tenía ninguna buena razón para quedarse. "Um...
bien... de acuerdo." Haciendo una pausa. "¿Puedo
hacer algo por ti? ¿Té caliente, tal vez?"

"No... estaré bien... realmente, Dar... los dolores


siguen... tienes que dormir." Kerry le dijo.

De mala gana, Dar se levantó. "Bien." Estuvo de


acuerdo, lamentablemente. "Llámame si necesitas
algo, ¿vale?, tengo algún relajante muscular... si los
Avdil no ayudan en un rato." Acarició el brazo de
Kerry. "O tal vez una botella de agua caliente... por lo
general ayuda."

La mujer rubia le sonrió. "Bien, doctora Roberts."


Bromeó a su compañera suavemente, sintiéndose un
poco mejor solo de tenerla cerca. Lamentaba que no
pudiera pedirle a Dar que solo se quedara con ella,
pero sería totalmente irresponsable, ya que la pobre
mujer tenía que ir a trabajar mañana y no había
ninguna razón para que fueran las dos zombis.
¿Correcto? "Te llamaré si yo..." Se detuvo, viendo la
mirada preocupada en los ojos de Dar. "Muchacha,
esto es tan estúpido."

"¿El que?" Su amante se arrodilló otra vez,


descansando su brazo en la cama.

"Como si alguna vez dejara de necesitarte." Kerry


confesó, con una sonrisa.

La cara de Dar, aunque estaba en las sombras,


pareció completamente contenta con ello.
"Realmente..." Despejó su garganta un poco
avergonzada. "Me desperté abajo..." Hizo una pausa,
buscando la palabra apropiada. "Extraña."

"Sola, quieres decir." Kerry clarificó.

"Mmm." La cabeza oscura asintió.

Kerry consideró eso. "La cama es grande." Indicó la


superficie sobre la que descansaba. "Aquí hace frío y
está vacía." Añadió. "Volvería abajo, pero pienso que
la cama se mueve demasiado para mi dolor, y... no
quería molestarte." Suspiró. "Inútilmente ya que
estás aquí."

"Correcto." Dar estaba de acuerdo. "¿Quieres que te


haga compañía?"

"No..." Kerry se acurrucó en si misma cuando el dolor


la golpeó de nuevo. "Ugh."

Un peso sólido se acomodó detrás de ella. "Aquí."


Dar le habló susurrándole. "Déjame intentar algo."

Kerry sintió como los dedos acariciaban su espalda,


comenzando un ritmo lento, masajeando su cintura.
Tal vez sea el calor, o solo la presencia de Dar que la
distraía, pero los calambres pararon, parecían
disminuir un poco y ella estiró su cuerpo permitiendo
que su compañera tuviera más fácil acceso. "Ooooo...
tienes unos dedos mágicos."

Dar suavemente se rió entre dientes. "No, yo no solo


hacía esto para... tenía que conseguir encontrar
alguna manera de deshacerme de este dolor antes de
los combates, porque tomar muchas aspirinas cuando
haces deporte de contacto no es buena idea."

"¿Realmente?" Kerry murmuró. "Pensaba..."

"En una clase, la sangre..." La mujer morena explicó.


"Por este dolor solía conseguir muchas contusiones."
"Oh." Kerry asintió con la cabeza. "Tiene sentido...
ellos nos hacían usar un analgésico en crema cuando
practicábamos gimnasia... pero había chicas tomaban
la píldora, pero ellas no se las podían tomar durante
los encuentros, por el dopping."

"Mm... sip, lo intenté." Dar bajó sus manos más


abajo, poniéndose a trabajar el nudo tenso que
sentía al final de la espina dorsal de Kerry. "Pero las
pastillas me hacían enfermar, tuve que dejarlas."

"Ummm..." Kerry sintió como el dolor se alejaba de


su cuerpo. "Eres tan buena."

Una ceja oscura se levantó, invisible en la penumbra.


"¿Oh de verdad?

"Oh sip... tus manos son poesía en movimiento."


Kerry murmuró. "Extendiendo tus dedos
maravillosamente por todas partes."

Los ojos de Dar se ensancharon en la frase. "Dedos


maravillosos ¿de qué?" Se inclinó y mordisqueó la
oreja de Kerry. "Eres toda una poetisa, cariño."
Frotando sus pulgares en pequeños círculos encima
de los riñones de Kerry, luego deslizó un brazo
alrededor de su cintura, y comenzó un masaje lento
en su vientre.

"Ohhh..." Kerry sintió como se relajaba de la tensión,


se apoyó hacia atrás contra el cuerpo caliente de Dar
completamente aliviada. No estaba segura si esto era
debido a la aspirina que finalmente había alejado su
dolor, o las atenciones de su amante, pero
francamente ni se preocupó, ya que había sido
atacada por fuertes dolores durante más de hora y
media, y era agradable no estar en agonía durante
un rato. Se sentía culpable por molestar a Dar, pero
no lo bastante por pedírselo, ya que la mujer más
alta no pareció oponerse a ello. "Lamento que...
espera, no te desperté, Dar... ¿qué haces despierta
de todos modos?"

Dar dejó a un lado la pesadilla. "Yo... solo me


desperté... tal vez oí algún ruido." Razonó. "No
estabas allí... pero pensé que igual habías ido a
buscar alguna bebida o algo... pero no te oí,
entonces decidí ver que estaba pasando." Echó un
vistazo al reloj en la mesita al lado de la cama. "Son
casi las cuatro... ¿cuándo te levantaste?"

Kerry suspiró. "Creo que sobre las dos... tenía


problemas para dormir de todas formas." Exhaló,
parpadeando un poco cuando el masaje suave siguió.
"Entonces pensé que mejor subía aquí...
normalmente no me siento tan mal."

"Lo se." Dar la colocó un poco más cerca, sintiendo


que el cuerpo de Kerry se relajaba contra el suyo.
"Tu eres una de las afortunadas... no te dura
demasiados días."

"Mm... somos afortunadas en esto." Kerry comentó


mordiendo su labio para sofocar un bostezo.
"Aunque... reflexionaba el otro día como la elección
de un estilo de vida alternativo, debería traer la
píldora mágica para eliminar esta materia al mismo
tiempo."

"Hey... Si anunciáramos esto, de cada diez seguro


que habrían dos o tres que la quisieran." Dar rió
disimuladamente. "Además, muchas lesbianas
quieren y tienen hijos, Kerry."

La rubia mujer suspiró. "Sip, lo se... pero ellas


pueden ser selectivamente fértiles, si sabes a lo que
me refiero, quiero decir... que ellas no deben de
tener que preocuparse sobre accidentes." No pudo
evitar un bostezo. "Mm... creo que las pastillas me
están haciendo efecto ahora."

Dar la meció entre sus brazos suavemente, mirando


como los ojos verdes de se iban cerrando. "Bien...
duerme un rato." Le dijo a su amante, colocándola
mejor entre sus brazos, sintiendo como la respiración
de Kerry se hacia más lenta. "Chica dulce."

"Mmm." Kerry susurró con voz soñolienta. "Eres la


mejor."

Dar suspiró felizmente, mirando por encima de su


compañera, ahora dormida, la ventana. Las estrellas
brillaban solemnemente en la noche y los árboles se
movían ligeramente en el viento silencioso, mientras
reflexionaba sobre el cambio simple de su vida, y de
su punto de vista de las cosas.

Ella nunca había querido ser responsable de nadie.


Por eso nunca había considerado tener niños, nunca
se lo había planteado, estaba segura de que no
quería el fastidio, o los dolores de cabeza de todo
esto.

¿Pero como es que el simple echo de tener que


cuidar de Kerry la hacia sentir tan bien?

Descansó su mejilla en el pelo suave, pálido y miró el


movimiento de las olas. Dime que esto es un
revestimiento de instinto maternal reprimido,
profundamente cortado siempre, ¿correcto? Echó un
vistazo cuando Kerry se movió un poco, luego se
acurrucó más cerca de ella, con un pequeño suspiro
alegre. Dios, ¿qué infiernos me pasa? Dar sintió que
una oleada de protección pasaba por su cuerpo. No
me reconozco.

Otro suspiro. ¿Pero es bueno, o malo? Dar consideró


pensativamente. Bueno. Finalmente se decidió. Algo
que te hace sentir tan bien, no puede ser malo, y no
tiene por que ser ilegal. Entonces seguro que está
bien. Bostezando cerró sus ojos, dejando que un
pacífico sueño la tomara en sus brazos.
*****
Kerry se rodeó con su albornoz de rizo azul, bebiendo
a sorbos su café, tratando de reunir la energía
suficiente para tomar una ducha. El efecto de las
pastillas que había tomado cuando se levantó, no le
habían echo efecto, y hasta tomando más no la
ayudaba realmente. El dolor la hacía sentir
excéntrica, y cansada, lamentaba que no fuera capaz
de avanzar lentamente, aunque solo fuera levantarse
del sofá. "Bien, no tengo tiempo para esto, Chino...
yo debería de levantarme."

Unos pasos desnudos llamaron su atención, vio a Dar


caminar por la cocina, con una toalla metida con
esmero alrededor de su húmedo cuerpo. "Hey." La
mujer más alta la miró, luego soltó la taza en la
encimera y se acercó a ella. "¿Aún te sientes
molesta?" Le preguntó.

Kerry se encogió de hombros. "Estoy bien... solo un


poco dolorida... me das un minutos y me pondré en
marcha." Se sentó en el taburete, luego hizo una
pausa, moviéndose hacia atrás, mordiendo su labio
con una mueca. "Jesús."

Dar tomó la taza de su mano y la agarró por los


hombros. "Creo que mejor te quedas en casa." Dijo
con voz firme.

La rubia mujer se enderezó sacudiendo la cabeza.


"Vamos, Dar... esto no es... no llamo diciendo que
estoy enferma por un dolor estomacal... esto es de
locos." Un calambre la golpeó de nuevo, haciéndole
inclinar en la encimera. "Estaré bien."

Dar se colocó las manos sobre sus caderas cubiertas


de la toalla mirándola fijamente. "Escúchame ahora,
Kerrison Stuart... Tu no vas a desarrollar MIS
malditos malos hábitos, solo porque vivimos juntas,
¿me entiendes?"
Kerry le echó una mirada, silenciosa.

"Tu te quedas aquí mismo con este pequeño y mono


albornoz, y miras Oprah todo el día." Dar declaró. "Es
una orden."

"B..."

"¡Ah ah!" Dar puso una mano sobre su boca. "Tu


puedes entrar en el sistema desde aquí... si tienes
que hacerlo, para eso tengo una maldita línea ISDN
en la casa."

Kerry besó la palma de la mano, y sonrió cuando ésta


fue retirada. "Bien." Sintió una enorme ola de alivio,
sabiendo que no tendría que vestirse con su traje
comercial conociendo como se sentiría durante todo
el día. "Gracias jefa." Añadió agradecida.

Consiguió una sonrisa franca y abierta de Dar. "Esto


está mejor." Se inclinó y besó la frente de Kerry.
"Juegas con Chino, come helado y relájate... ¿de
acuerdo?"

"Prescripción agradable." Colocó sus manos en los


bolsillos del albornoz. "Y realmente tengo algunas
cosas que hacer, iré con cuidado... tal vez de todos
modo sea una buena idea." Golpeó el brazo de Dar
con su mano. "Anda que vas a llegar tarde."

Con una sonrisa satisfecha, Dar se dio la vuelta para


ir a vestirse, tarareando ligeramente.
*****
El sol alumbraba la oficina de Dar, reflejado en el
suelo alfombrado y calentando su espalda. Tomó el
papel que ella había estado examinando y lo marcó,
luego lo puso en su bandeja de salida y dejó la pluma
que había usado. "Puedo estar a un cuarto de camino
de esta mierda." Comentó a sus peces, que meneó
sus aletas en su pecera. "Ah si... ¿tengo que
alimentarte hoy, huh?, tu mejor amiga no está aquí."

Su teléfono sonó. "¿Si?"

"Dar... Tengo a Jason McRae preguntando por ti en


la número dos."

Dar echó un vistazo al teléfono con sorpresa.


"¿Realmente? Bien pásamelo." Vaciló antes de coger
la línea, preguntándose sobre que era lo que el
abogado de su familia quería. "¿Jason?"

"Hola Dar... hace mucho que no hablamos." La voz


alegre resonó ligeramente. "Hace bastante tiempo
que no nos vemos... ¿Como estás?"

Diez mil repuestas a aquella pregunta. "Bien,


gracias... y tu?" Dar contestó, recordando la imagen
mental de cerca de los cuarenta años del abogado,
una antigua estrella del fútbol del colegio que aún
tenía su físico de bulldog y corte de pelo a rape casi
militar. "Sip, desde hace tiempo." El entierro de su
padre, para ser exactos.

"Ah bien... escucha, esto es una pequeña cosa,


pero... parece ser que tu tía May tenía una caja de
seguridad en el banco del que nadie sabía nada."

"¿Sip?" Dar se apoyó en el respaldo mordiendo su


pluma. "¿Y?"

"Hay unas cosas allí, y por los términos de su


voluntad eso es tuyo." Jasón le aconsejó. "El banco
va a cerrar y nos ha llamado para decírnoslo, ya que
nosotros somos sus ejecutores del registro."

"Oh." Las oscuras cejas se levantaron. "Bien...


mándamelos, lo clasificaré... y si esto puede ser
donado a algún sitio, lo haré en su nombre."
"Bien... eso es grande, ¿que ha sido de ti, Dar? Vi a
tu madre la semana pasada... ella está bien... va a
mostrar sus cuadros en una exposición dentro de
poco."

Dar suspiró, sintiendo que el dolor de la puñalada


habitual, cuando pensaba en su madre. "Estoy bien,
Jase... contenta de que ella también." Dijo
cortésmente. Entonces una idea le llegó a su mente.
"Escucha... me alegro que llamaras... tengo que
hacerte una pregunta."

"Dispara." El abogado respondió enérgicamente.

"Primero... yo... quiero modificar mi estamento." Dar


entrelazó sus dedos y lo consideró. "Y segundo...
tengo que saber que tipo de... no estoy segura de
como lo llamáis, pero algo que daría a alguien
derechos legales de tomar ciertas decisiones por mí...
si yo no fuera capaz de hacerlo, por ejemplo."

"Uh." Jason tartamudeó. "¿Está todo bien Dar?


¿Quiero decir... contigo? Estás enferma o..."

La ejecutiva rió entre dientes. "No no... estoy bien...


de echo, nunca me había sentido tan bien."
Realmente era verdad. "Solo envíame los papeles, y
los firmaré... tengo que dejar todo a alguien además
de a la sociedad humanitaria."

"Oh." Él pareció aliviado. "Bien seguro... hay dos


maneras de hacerlo, según cuánto poder quieres que
la persona pueda tener." Hizo una pausa. "Cuanto
confías en ellos... esa clase de cosas."

"En todo." Dar contestó suavemente. "¿Qué necesitas


de mi?"

"Solo su nombre." Jason contestó "Dar, ¿estás segura


sobre esto?"
Una lenta sonrisa apareció. "Si he estado alguna vez
segura de algo en mi vida, es esto." Confirmó,
dándole el nombre de Kerry. "Asegúrate que
deletreas bien su nombre."

"Bien... pero escucha, Dar... esto es horriblemente


repentino en ti... tu tienes unos derechos aquí, ¿estás
realmente segura sobre esto? ¿Estás segura de que
no es alguien buscando fortuna, o algo así?"

Dar recordó la repisa de la chimenea durante un


momento, considerando sus palabras. "Estoy segura,
ella ni siquiera tiene idea ni de la cuantía, ni sabe que
lo estoy haciendo."

"Bien." Jason se rindió amablemente. "Solo estoy


guardando tus mejores intereses en mente, Dar."
Carraspeó. "Prepararé los papeles y te los enviaré...
te parece bien al final de esta semana?"

"Perfecto." Dar sonrió. "Gracias, Jason."

"En cualquier momento, Dar... tenemos tiempo para


estos casos." El abogado añadió. "May era
inteligente, podría ser algo."

Dar reconoció eso, y colgó, sintiendo una tranquila


satisfacción. Sip. Era tiempo. Abrió el ordenador
iniciando una sesión, entró a los archivos de los
empleados, y abrió sus propios archivos.

Unas pulsaciones, y la información del contacto para


emergencias fueron cambiadas, y luego otros
papeles, su beneficiario de seguro fue también
modificado. Hizo una pausa, mirando como el cursor
parpadeaba un momento, entonces lo envió.

Actualización completa. Dijo. Dar afirmó con la


cabeza, recuperando un anacardo, mascándolo
contenta. Sip.
Continúa en la NOVENA PARTE
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************
Notas de traducción:
(1) Periódico norteamericano.
(2) En idioma original gerbils.
(3) Tira cómica sobre el mundo informático.
(4) Período menstrual.
(5) Hoja de vida, archivo con datos personales y
profesionales, etc.
(6) Empresa importante del Mercado de Valores
(Acciones, inversiones, etc.)
(7) Equipo que controla el tráfico de información en
una red.
(8) Originalmente "hot swap", significa cambiar un
conector sin apagar el equipo.
"Las computadoras son grandes cosas, Chino." Kerry
reflexionó, mientras examinaba la pantalla del
ordenador. Estaba enroscada en el sillón de cuero de
su despacho, su albornoz cubriéndola, y sus pies
metidos en las cómodas zapatillas rosas de peluche.
"La banca en línea(1) realmente hace la vida mucho
más fácil." Hizo click en la pantalla y luego tecleó una
cantidad. "Bien... esa es la última cuenta... pagué mi
coche, mi targeta de crédito... la otra cosa." Hizo una
señal sobre un pago, en un papel al lado de su
teclado. "Mama Dar no puede ver esto, ¿hmm?"

El cachorro la miró lamiendo sus pies.

"Sip... esto es el pago del anillo... ella me daría en la


cabeza, creo." Kerry rió suavemente, cogiéndolo y
mirándolo. "Pero realmente valió la pena y ellos
dijeron que podía pagarlo en dos veces ¿verdad?"

"Yawp." Chino bostezó.

"Bueno, esto es solo nuestro secreto." Guardó la


factura. "Bien... veamos como vamos." Examinó su
saldo, contenta con el resultado. "Oye... no está...
nada mal, chino..." Echó un vistazo a sus pagos.
"Bien creo que es el momento para reducir una parte
de estos." Cogió el teléfono y vaciló, despues respiró
hondo y marcó. Sonó tres veces antes de que lo
cogieran. "Hola, ¿Sr. Mahoney?"

Una voz grave, agradable le contestó.

"Es Kerry Stuart... si... ya sabe que el arriendo


termina el próximo mes. Ya preparé los papeles de
renovación." Las palabras le sonaron tan extrañas, le
había costado tanto trabajo de decidirse.

"No... no, eso es grande, solo le llamaba... bien


resulta que estoy viviendo con alguien... y quise
primero asegurarme que funcionaba... ya sabe."

El propietario comprendía muy bien. "Ha sido usted


una gran arrendataria, Srta. Stuart... solo avíseme en
cuanto deje el apartamento, para firmar los papeles y
ya está."

"Gracias." Kerry respondió. "Iré solo a recoger unas


cuantas cosa que allí quedan... pero no hay nada
valioso, usted puede enseñar el piso en cuanto
quiera."

"De acuerdo es muy amable, sé que esto es una gran


condición... gracias por avisarme, Srta. Stuart,
realmente lo aprecio." Él hizo una pausa. "Le deseo
suerte. Espero que las cosas le vayan realmente
bien."

"Yo también." La rubia mujer respondió. "Le llamaré


más adelante." Colgó el teléfono. "Bien Chino, esto
es todo." Echó un vistazo al cachorro. "Quiero decir...
como si no hubiera estado viviendo aquí, pero..."
Esto era cruzar la línea, y lo sabía. "Ella me tendrá
que aguantar ahora."
"Grrr... yawp." Chino dió una vuelta, y alzó su
cabeza, mirando detenidamente a Kerry con voz
soñolienta.

"Hmmm..." Kerry devolvió su mirada a la pantalla.


"Bien... ahora a pedir unos comestibles." Se dirigió a
la página de compra, tenían una lista extensa y
encima se lo entregaban en casa. "Déjame check...
ooo... Dar, eres un poco cerdita... te voy a matar..."
Agitó un dedo frente a la pantalla, mientras hacia clic
en las opciones personales y cambió el número de la
tarjeta de crédito, los comestibles se cargaron a la
suya. "Maldita sea, puedo costearme esto Dar...
¿cuántas veces te lo tengo que decir?"

Irritada, hizo clic a su correo eléctronico escribiendo


una nota corta reprendiendo a su amante y lo envió.
"Muchacha mala."

Chino levantó su cabeza gimiendo.

"No tú." Kerry tranquilizó al cachorro. "Ahora déjame


ver..." Seleccionó una variedad de productos frescos
y algunas cosas más, tamborileó sus dedos, se
acercó a la sección de golosinas e hizo clic sobre los
favoritos de Dar. "Por todos los derechos, debería
restringir esto a coles de Bruselas por aquella broma,
pero..." Una imagen mental de los pequeños ojos de
cachorro de Dar era capaz de hacerle cambiar de
humor, y le hizo aparecer una sonrisa en la cara de
Kerry. "No puedo resistirme a ese puchero y ella lo
sabe."

Terminó la compra en el sitio web de la isla, que


descubrió una noche navegando, y que Dar no tenía
ni idea que existía. "No me sorprende." Kerry resopló
suavemente. "Srta. puedo vivir de Corn Flakes..."
Cogió la taza, tomando un sorbo del té de melocotón,
aspirando tranquila y placenteramente el fragante
vapor. Las medicinas ya le hacían efecto, y solo
sentía un dolor suave, que era mucho mejor que los
espasmos de esta mañana. De todos modos, se
alegró de estar aquí, con una almohadilla caliente
cerca por si la necesitaba.

No era que la almohadilla pudiera igualar la


comodidad proporcionada por una vida, respirando a
Dar, pero... Kerry sonrió silenciosamente al recordar
las atenciones solícitas de su amante. Se adaptaría.

Empezó a hacer cáculos en su talonario de cheques y


arreglar las cuentas. "Hmm tenemos un poco de
extras aquí este mes... Chino a ver si podemos
encontrar algún regalo o dos." Hizo clic en una tienda
online(2). "Ooo... una cámara digital... ¿qué dices,
hmm? ¿te parece bien? ¿es un regalo?"

El cachorro escuchó la palabra regalo e


inmediatamente corrió levantándose en sus patas
traseras, poniendo sus patas delanteras en los
muslos de Kerry, pidiendo premio "¿Grrr?"

"Oh... ¿quieres un premio?" Kerry se rió, y cogió una


galleta para cachorros que tenía en su bolsillo,
dándoselo al animal. "Aqui va." Le tiró otra. Miró a
Chino masticar durante un minuto, entonces devolvió
su atención al navegador. "Yeah... esto sería chulo
de verdad." Echó un vistazo abajo de la pantalla
viendo que habia recibido un correo. "¿Hmm?" Hizo
clic en él y sonrió cuando vió el remitente.
Roberts Dar. Enviado 11.22 de la mañana.

Bien, me considero castigada, lo cambio..., yo podría


tener los gastos del barco.
Podríamos conseguir tener una tarjeta conjunta o
algo.

Dar.

PS... ¿cómo estás? No quise llamarte por si te


despertaba.
Kerry estudió la nota, sintiendo una pequeña espina
de la imprudencia. Pensó la respuesta, y tecleó unas
palabras enviando el correo. "A ver que respondes a
esto, Paladar." Sonrió abiertamente, luego reanudó
su navegación.
*****
Dar hizo una pausa fuera de la sala de conferencias,
dirigiendo sus dedos a su cabello peinándolo antes de
poner una mano en el pomo de la puerta. Entró en el
cuarto y dejó la puerta cerrarse detrás de ella,
consciente de que varios pares de ojos la miraban.
"Buenas tardes." Comentó mientras se movía hacia la
punta de la mesa y se sentó. El resto del grupo lo
formaban los representantes de dos compañías que
acababan de firmar alianzas, junto con los
representantes de Ventas y Mercadotecnia y una de
las personas de Duks.

"Todo está bien... Estamos aquí para hablar sobre la


adquisición potencial por lo cual el estado se
beneficia del contrato de Idaho." Dar sacó una
carpeta, y la dejó encima de la mesa. "Supongo que
ustedes me daran los informes sobre los progresos
que han echo para el gobierno hasta ahora." Miró a
los representantes de la compañía de ese estado.
"¿Quiere comenzar usted?"

Ellos se miraron el uno al otro, entonces el hombre


de mayor edad carraspeó. "Bien, bien..."

Fue una larga reunión y Dar estaba ligeramente


fustrada cuando terminó, sintiendo que aquí habia un
problema de comunicación, pero era incapaz de
señalar exactamente cuál era. Siguió tratando de
conseguir la información de los recién llegados, pero
sentía que el hombre mayor, al menos era evasivo, y
todos ellos parecían guardar sus estrategias bajo sus
sombreros, y tener a su compañía alrededor, solo
para tener dinero en efectivo para poder mantener la
suya.
Pero esto no iba a pasar. Dar mordió la pluma
cuando se fueron terminada la reunión, y frunció el
ceño un poco. "Elle... ven un momento." La
representante de Mercadotecnia, guardó sus papeles,
luego caminó por la sala de reuniones que ahora
estaba vacía, esperando de pie, visiblemente
intranquila. "Relájate... siéntate un minuto."

Colocando sus manos encima de la mesa, mientras


esperaba.

"¿Qué pensaste sobre ellos?" Dar preguntó.

"¿Yo?" Las cejas de Elle se levantaron. "Um... no se


están bien, creo... que tranquilos." Colocándose
mejor sus gafas en la nariz. "Los conocí cuando se
dirigían hacia aquí... eran amables, desconfiados, si
sabes a lo que me refiero."

Dar afirmó con la cabeza, apretando sus labios. "Si...


sentí lo mismo... bien, de acuerdo. Gracias."

Parpadeó mirándola. "Um... felicidades por cierto." Se


puso de pie, saludando un poco torpemente con la
cabeza, entonces giró, cogiendo sus papeles y se
marchó.

Dar suspiró, luego se puso de pie y juntó sus


papeles, dirigiéndose hacia su oficina, encontrándose
a María que volvía con una bolsa blanca. "Hola
María."

"¿Has terminado la reunión, Dar?" La secretaria le


sostuvo la puerta y siguiéndola dentro. "Te he traído
pollo con arroz... cuando volvía."

Dar rió. "Gracias... si... se acabó, pero tengo otra


después del almuerzo... y una video conferencia
despues de eso."
María caminó hacia su escritorio dejando su bolso.
"¿Y cómo está Kerrisita, qué hace?" Preguntó
sacando el contenedor de la comida, dándoselo a
Dar. "Paré en la farmacia, y le llevarás esto, ¿si?"
Dándole a Dar otra bolsa. "Hazle el té... a ella le hará
bien."

Dar sostuvo la bolsa. "Um yo... No sé, no he hablado


con ella desde que la dejé en casa. Estoy segura que
está bien... y gracias, le gusta el té."

María la miró severamente. "La pobre Kerrisita está


en casa enferma y ¿tu no la llamas?" Regañó a su
jefa.

"Uh." Dar se sintió agarrada por el brazo por la mujer


mayor. "Solo tiene algunos calambres, María... ella
no es un bebe, ya lo sabes."

"Ese no es el punto, jefa." María declaró. "Está bien


que sepa que te preocupas por ella, ¿no?"

"Uh..." Dar se rindió. "Sip. Tienes razón... Voy a


llamarla." Huyó de la oficina de María escapándose a
la suya, dejando el almuerzo rodeando su escritorio.
"Jesús... piensa que es una niña o algo... Apuesto
que está durmiendo la siesta... seguro que no quiere
que la esté llamando cada cinco minutos..." Con un
suspiro, se sentó y marcó el número de su casa. Este
sonó varias veces y cuando estaba a punto de colgar
le contestaron. "Oye."

"¡Oye!" La voz de Kerry se reanimó audiblemente en


cuanto reconoció su voz. "Wow, estaba pensando en
ti."

Dar apoyó su barbilla sobre su puño sonriendo.


"También estaba pensando en ti. Acabo de salir de la
reunión, lamento que no estuvieras aquí... tal vez
podrías usar un poco de tu perspicacia con los
nuevos socios". Suspirando. "¿Cómo estás?"
"Contesté esto en el correo electrónico." Kerry le dijo
secamente. "Pero... asumo que aún no lo leíste."

"Um..." Dar hizo rodar su ratón para comprobar su


correo. "Ah... no. Acabo de llegar, vamos a ver... oh."
Comenzó a reirse. "Oh." Sintió como empezaba a
sonrojarse. "Bien me alegro que te gustara el servicio
anoche."

Kerry se rió entre dientes tambien. "El dolor viene y


se va... tomo los medicamentos esto mejora un poco
y se va el dolor... pero al cabo de un rato vuelve de
nuevo." Suspiró. "Chino está cuidando de mi, aunque
no es lo mismo... y he estado navegando por la red."

"Uh ah." La mujer más alta dijo. "Podría ser


peligroso."

"Mm... sí, ciertamente podría... ¿sabes que Victoria


Secrets tiene un gran sitio en la red?" Kerry
preguntó, inocentemente.

Los ojos azules se ensancharon. "Hay alguna razón


en particular por la que me das esta exquisita noticia
en especial." Custionó intrigada.

"¿Te gusta el azul, verdad?" Kerry preguntó,


ignorando la pregunta.

"Um..., si... ¿por qué?" Dar sintió la curiosidad subir


por su espalda y colgar en sus hombros, casi
imaginándose la respuesta. "¿Kerry?"

"¿Si?" La rubia mujer ronroneó. "¿Pasa algo malo?"

Dar mordió su labio. "Um... no." Sintió una pequeña


sensación de entusiasmo, casi peligrosa. "Nada."

El intercomunicador sonó. "Un momento."


Presionando el botón preguntó. "¿Si, María?"
"Dar, tengo aquí al Sr. Evans, de Interlock, ¿quiere
hablar contigo?"

Ah el socio reaccio. "Bien... dame un minuto, María,


luego le haces entrar." Dar presionó la otra línea. "Si
tu estás bromeando..., tengo aquí a un agricultor de
patatas esperándome."

"¿Bromeando? Sabes que no hago bromas, Dar."


Kerry se opuso, con una sonrisita. "¿Puedo ofrecerte
unas hamburguesas para la cena? El club en la playa
acaba de actualizar el menú, y tienen unas cuantas
cosas nuevas."

Dar sonrió en el teléfono afectuosamente. "Me


parece muy bien... te veo dentro de poco."

"De acuerdo, diviértete." Kerry colgó, y Dar suspiró,


contenta de haber seguido el consejo de Maria. Echó
un vistazo cuando la puerta se abrió, dejando pasar
al hombre alto y canoso. "Pase, Sr. Evans... María,
gracias por recordarme de aquella cuestión
pendiente."

La secretaria pareció en blanco durante un momento,


entonces sonrió sacudiendo un dedo a su jefa, pero
no dijo nada cuando cerró la puerta detrás de ella.

Dar hizo señas para que el invitado se sentara.


"Siéntese Sr. Evans... Espero que no le moleste si voy
tomando mi almuerzo mientras hablamos." No le dio
opción para contestar abriendo el envase de
Styrofoam, liberando el olor de azafrán y ajo en el
aire. "¿Qué puedo hacer por usted?" Preguntó,
sacando unos cubiertos que venían en el envase del
almuerzo.

Él se sentó, cruzando las piernas, descansando las


manos en sus rodillas y estudiándola. Dar mantuvo el
contacto visual, mirándole mientras pinchaba un
trozo de pollo y mascandolo. Una negra ceja se
levantó inquisitoriamente.

"Srta. Roberts, no estoy seguro de como mencionar


esto." Dijo las palabras con cuidado. "He hablado con
mis colegas, y ellos sienten lo mismo que yo... y
temo que tenemos una dificultad con usted... ah...
con su cultura corporativa."

Dar tomó un bocado de arroz, y lo masticó, mientras


consideraba sus palabras. "¿Nuestra cultura
corporativa?" Repitió, señalando con el tenedor las
paredes. "¿No el gustan las paredes de roble, o el
color granate de las alfombras?" Preguntó,
francamente perpleja. "¿A qué cultura corporativa se
refiere usted?"

Él vaciló. "Nos parece que su compañía tiene una...


muy abierta política sobre el comportamiento del
personal." Declaró. "Asi como..., tambien mucha
diversidad en su nómina de empleados."

Una de las cejas de Dar se elevó. "La mayor parte de


la gente que tengo son corporativos activos." Le
informó. "¿Pero a qué se refiere usted exactamente?"
Haciendo una pausa, masticó otro pedazo de pollo.
"¿Por cúal comportamiento del personal se ha sentido
usted... ofendido?"

Él carraspeó, obviamente disconforme. "Por el suyo,


realmente."

Dar dejó de masticar, y solo lo contempló. Entonces


tragó y tomó un sorbo de agua del vaso sobre el
escritorio. "¿Disculpe?" Casi se rió. "¿Qué es lo que
encuentra ofensivo... mi tendencia de garabatear en
las reuniones, o mi almuerzo delante de usted sin
ofrecerle nada?"

Él la miró. "Pasamos un tiempo en su cafetería esta


mañana, y oímos de la situación entre usted y su
ayudante."

Esto dejó de ser gracioso. Dar sintió una ola helada


cruzar por su cuerpo, sabía que esto se reflejaba en
su cara, porque vio su reacción. Dejó su tenedor
despacio y colocó sus manos cruzadas encima del
escritorio. "Y su problema con esto exactamente...
¿cuál es?" Sentía el movimiento de cólera posarse en
su estómago.

Silencio absoluto durante unos latidos del corazón.


"Venimos de una parte del país que cree en Dios,
Srta. Roberts... y personalmente, encuentro que su
clase de comportamiento es asqueroso." Contestó
altivo, levantando su barbilla un poco. "Y mis colegas
sienten lo mismo."

Una docena de réplicas repugnantes cruzaron por la


mente de Dar, y los desechó. "Bien, Sr. Evans... la
politica oficial de nuestra compañía es una de no
discriminación... y estoy malditamente orgullosa de
ello... Lamento que usted no piense lo mismo."
Haciendo una pausa. "Deje que me asegure de que
esto lo entiendo, aunque... usted tiene un problema
conmigo porque soy lesbiana, ¿correcto?"

Su cara se movió nerviosamente al oír la palabra.


"Acepto la palabra de Dios sobre esto... así es."

"No voy a entrar en un debate sobre la religión." Dar


contestó. "Estoy segura, que no le gustarian tampoco
mis puntos de vista." Respiró profundamente varias
veces, sentía como la tensión iba subiendo. "Bien...
bien, Sr. Evans... en primer lugar mi vida personal no
es ninguna cuestión suya."

"No creo que estemos cómodos trabajando con


usted." La interrumpió. "Y aunque así fuera, su
respeto a la cultura extranjera de aquí es algo alta...
Srta. Roberts, ¿supongo que sabe usted que una
buena parte de sus empleados no habla inglés en su
lugar de trabajo?"

Dar sintió crecer su ira. "Sr. Evans, el cincuenta por


cierto de nuestros empleados tiene otra lengua
materna, aparte del inglés, basada en el echo de que
son cuidadanos de otro país." Le recordó. "Somos
una organización internacional... por si no se había
dado cuenta."

"Encontramos esto..." Él nunca consiguió finalizar.


Dar se levantó, apoyándose en su escritorio, chispas
heladas saliendo de sus pálidos ojos.

"¿Sabe usted qué es lo que encuentro ofensivo?"


Gruñó. "Encuentro su inquietud ofensiva, Sr. Evans,
¿sabe lo que voy a hacer?... llamaré a Mercadotecnia
diciéndoles que suspendemos el contrato, ¿de
acuerdo?"

"Era mi objetivo, si." Se puso en pie rígidamente.


"Siento que no pueda entender nuestros sentimientos
en todo este tema."

"No lo hago." Dar rió. "Pero déjeme decirle... voy a


hacer que el grupo de publicidad haga una
declaración, en la que diga que rescindimos el
contrato, porque ustedes son demasiado prejuiciosos
para tratar con nosotros."

Él se preparó. "Esto no es prejuicio, Srta. Roberts. No


tiene nada que ver con eso... es solo cómo lo vemos
y con quién preferimos tratar."

Dar solo sacudió la cabeza. "Entonces ustedes se


encontrarám que su círculo se hace más pequeño día
a día, señor y... ¿usted sabe qué?" Se inclinó en la
mesa acercándose más a él. "Entraremos allí y nos
llevaremos todo el negocio de todos modos."

"No después de que nosotros nos dirijamos a


nuestros clientes, y les avisemos de que tipo de
gente es usted." Dijo con suficiencia. "El resto del
país no se parece a este lugar Srta. Roberts."

Dar le sonrió. Una de las más perversas. "Sr. Evans...


cuando termine con ustedes, ellos ni se preocuparán
si yo visto una cruz gammada o no." Dejó caer su
tono de voz. "Ahora salga usted antes de que avise a
los de seguridad y le echen a patadas."

Él se dirigió a la puerta, y miró hacia atrás, su mano


sobre el pomo. "Usted es una abominación a los ojos
de Dios, Srta. Roberts."

"Cualquier Dios en el que creo no sabe que palabra


es odiar, Sr. Evans." Dar contestó suavemente.
"¿Sabe? Me compadezco de usted." Miró como la
puerta se cerraba detrás de él y soltó su aliento
contenido. "Mierda."

Condenado del diablo... pedazo de estúpido que se


finge honrado, hijo de... Dar caminó alrededor del
escritorio y se sentó, sacudiendo la cabeza con
repugnancia, mientras pensaba en lo que le podía
decir a José sobre lo que había pasado.

Vaya manera de comenzar mi nuevo trabajo.


*****
"Dos de estas divisiones no muestran mucha
ganancia." Duks señaló una línea de la página. "Creo
que tenemos necesidad de cambiar algo... quizás lo
podrías mirar."

Dar miró el papel, y asintió. "Ellos no hacen buenos


contratos." Sacudió la cabeza. "Ponen solo el
negocio, y no añaden realmente el punto
fundamental." La luz del sol de la tarde se reflejó en
la oficina, calentando su espalda. "Tendré esta
cuestión bajo revisión técnica."

"Bien... bien." Duks se estiró. "Asi... ¿Cómo te sientes


con tu nuevo trabajo?"

Los azules ojos lo miraron perplejos. "¿Cómo que se


siente?"

"¿Siendo la directora de todo lo que contemplas?" El


VP de Finanzas contestó, con un guiño. "Oi el rumor
de que anulaste el acuerdo con Interlock... ¿Qué
pasó?"

Dar miró el escritorio. "El Sr. Evans pensó que no


podría hacer negocios con nosotros." Contestó con
voz neutra.

Su teléfono sonó. "Dar es el Sr. José en la número


uno para ti."

Dar suspiró. "Bien." Apretando el botón. "¿Si?"

"¿Qué es lo que he oído, sobre Interlock?" La voz de


José llegó, gritando por el ultraje. "¿Qué es esta
mierda, Dar?"

"Así es, lo hice." Dar contestó rotundamente. "Él dijo


que no queria trabajar con nosotros, entonces anulé
su contrato, ¿Algún problema?"

"¡Infierno, si que tengo un problema con esto!" José


gritó. "¿Qué piensas que haces? Teníamos un plan
comercial en Idaho... Tengo siete contratos
principales allí."

"No con su cooperación. Intenta algo más." Dar


contestó. "Rodéalos."

"¿Mierda... es una carga de... cuál es el problema?"


José exigió.

Dar vaciló, entonces repondió con la mandíbula


apretada. "Soy yo."
Se hizo un silencio absoluto. "¿Tu?" José balbuceó.
"Jesucristo, me figuro... esto me lleva a que le
regañaste o... no, apuesto que él averiguó que
duermes con esa pequeña guarra tuya, y te digo..."

Duks rodeó en escritorio y agarró la mano tensa de


Dar, apretando el botón mute. "¡Dar!" La llamó
urgentemente, haciéndola reaccionar viendo como
los ojos azules se ponían grises por la furia.
"Detente..."

"Déjame ir, Louis." Dar sentía como temblaba de ira.


"Voy a patear su culo."

"Venga Dar... escúchame." El VP de Finanzas la


separó del escritorio, hablando suavemente. "Él es un
idiota ignorante, pero la vida está lleno de ellos, y
también en la compañía, no puedes despedirlos a
todos, amiga mia."

Dar aspiró, y lo liberó, tratando de eliminar su cólera.


"Puedo despedir a este, y entonces seguro que los
otros entenderán el mensaje." Finalmente dijo, en
voz baja. "No voy a consentir esto, Louis."

"Bien de acuerdo... pero, por favor, por favor amiga


mia, dale una advertencia. Solo una. Guarda nuestros
traseros de los tribunales, ¿de acuerdo?" Duks
preguntó, razonablemente. "Sabes que lo hará de
nuevo, Dar... por favor."

La morena mujer dejó sus manos caer en el


escritorio, apoyándose sobre ellas. Durante un largo
minuto contenpló la superficie de madera, luego
golpeó el botón mute. "¿José?"

"¿Si? Ya sabía que esto iba a representar un


problema, y te digo..."

"Calláte."
Silencio.

"Quiero que me escuches bien." Dar articuló sus


palabras con sumo cuidado.

"¿Si?"

"Si tu alguna vez... oigo que vuelves a decir esto,


sobre alguien que trabaje aquí otra vez, no solo voy
a despedirte personalmente, voy a ir a tu oficina,
agarrarte, llevarte fuera y patear tu culo delante de
toda la compañía". Dar declaró suavemente. "¿Me
entiendes?"

Mucho silencio.

"¿Pregunté si me entendiste?" Dar dijo suavemente.

"Si." Respondió sumiso.

Dar respiró. "Bueno. El tenía dos problemas, por el


echo de que soy lesbiana, y el que tu eres cubano.
No sé, calculé quien de nosotros sería primero
despedido, entonces por eso lo mandé a paseo."

Se hizo de nuevo el silencio. "¿Esas putas tenían un


problema conmigo?" La voz de José se elevó. "Mi
padre vino a este país solo con un puro y seis hojas
de plátano, y ha terminado por poseer la mitad de
bienes inmuebles en Hialeah, entonces él si que
puede besar mi culo cubano."

"Si, bien... esta es otra manera de decírselo." Dar


repitió, luego desconectó la llamada. Contempló los
peces luchadores, notando como su tensión se
alejaba despacio, consciente de la presencia cercana
de Duks. "Pienso que él te debe estar agradecido."

"Mmm." Duks murmuró.

Dar le miró. "Pienso que yo tambien." Añadió,


silenciosamente.

La mirada del contable se suavizó un poco. "Amiga


mia, es dificil... lo entiendo."

"De alguna manera, espero que la mayoría de la


compañía y Mari no nos considere, una abominación
a los ojos de Dios, Lou." Dar contestó, sentándose y
descansando sus manos en el escritorio. "Trato de no
preocuparme, pero cada vez lo consigo menos."

Duks se levantó y se sentó sobre el borde de la


mesa, cerca de ella. "¿Sabes? Dar... estoy seguro que
hay mucha gente que siente como ustedes, pero
pienso que no es la mayoría."

"No." Dar se rió por dentro un poco. "El resto solo


me odia por ser una puta hembra." Dió a Duks una
mirada irónica. "Realmente no se preocupan con
quien duermo."

Duks suspiró y le acarició en el hombro. "Algunos de


nosotros estámos contentos de que tú estés aquí,
has conseguido tu posición mi amiga... y pienso que
tambien hay mucha más gente de la que tu imaginas
que te apoya." Hizo una pausa. "Venga... vamos
abajo... a tomar un café, ¿humm?"

Dar estudió sus manos. "Vé tu... bajo en un minuto."

De mala gana, el contable se marchó cerrando la


puerta suavemente. Dar frotó su cara y se relajó en
el sillón, sintiendo como su estómago se desataba de
los nudos. "Que día más jodido." Informó al techo.
"Unos cuantos dias así y voy a tirar esto por la borda,
y hacerme capitán de barco."

Un momento después, un golpe suave sonó en la


puerta, inclinando su cabeza. "¿Sip?"

La puerta se abrió, dejando paso a María, que llevaba


una alta taza humeante. "Jefa, sé que esto es malo
para tí, pero creo que ahora lo necesitas." Dejó la
taza, y Dar aspiró el olor del chocolate.

Sonriendo. "Gracias, María." Suspirando. "Sip... hoy


ha sido un dia de mierda." Viendo como su secretaria
se sentaba en el sillón de invitados. "Deduzco que las
noticias vuelan."

"Si ." La mujer asintió con la cabeza. "Han sido ellos,


es cierto." Se enderezó un poco. "Sabes, Dar...
cuando yo llegué de mi país a este país, en mi país
yo estaba en la oficina del número uno ¿sabes? Y
cuando llegué a este país, toda la gente me miraba y
para ellos solo era..." Hizo un ruido como si
escupiera. "Inmigrante."

Dar la miró con curiosidad. "Hmm."

"No les importaba que yo fuera a la iglesia, o si yo


trabajaba en un despacho de abogados, o que yo
tuviera que educar a mis niños... No, solo era..." Hizo
de nuevo el ruido de escupir. "Inmigrante ."

Dar chasqueó sus dedos. "Debe haber sido difícil


para ti. Concedemos nuestra ciudadanía, mucho
tiempo después."

"Si ." La secretaria estuvo de acuerdo. "Tu lo sabes...


Tuve que estudiar muchas horas antes de que yo
pasara esa prueba, ¿sabes?, muchas más de las que
puedes haber tomado tú... de todas maneras
encontré mi camino... y lo que parendí de él, Dar...
es que lo que es realmente importante de la gente,
no es el exterior sino el interior."

Dar la miró fijamente el escritorio. "Mucha gente


nunca consigue comprender esto, María."

"Si , tienes razón... muchos de ellos no lo hacen."


María estuvo de acuerdo. "Incluso en mi iglesia, que
escribe que toda la gente debe amar el uno al otro,
de todos modos, ellos piensan que Dios hace esta
clase, o que una clase de gente es mejor que la
otra." Dijo doblando las manos. "Dar, tu eres una
buena persona."

La mujer de cabellera oscura sonrió. "Gracias... sé


que tu tambien lo eres."

"Gracias." Maria sonrió. "Y Kerrisita también lo es."

"Si, ella lo es." Dar estuvo de acuerdo, suavemente.

"Cuando dos personas buenas se aman, Dar, estoy


segura de que Dios les sonríe, y que Él no se
preocupa ni como son ni que parecen." Maria dijo,
suavemente. "Lo que creo... es que habeis sido
bendecidas."

Le pareció que habían colocado una manta encima


suyo, viniendo de la persona más inimaginablemente
inesperada. "Gracias, María." Dar contestó
suavemente. "Esto que has dicho significa mucho
para mí."

María pareció muy contenta. "Eres bienvenida, Dar."


Vaciló. "Una de mis... mi hija más joven, Conchita
cumple quince(3) el mes próximo... Me encantaría
que Kerrisita y tu vinieran, lo celebraríamos con mi
familia."

Esto si que era una sorpresa. Dar sabía bastante de


la cultura cubana tradicional, para estar francamente
sorprendida en su petición, pero ella también sabía
bastante como para no negarse. "Nos encantaría."
Contestó, simplemente. "Gracias."

"Gracias." María dijo solemnemente, poniéndose en


pie y arreglándose la falda. "¿Cómo está Kerrisita?"

"Está mejor." Dar contestó, silenciosamente,


tomando un sorbo de su taza de chocolate.

La secretaria miró por la ventana. "Son las cinco de


la tarde... yo creo que... ¿no crees que Kerrisita
estaría mejor si llegaras temprano?

Dar se rió entre dientes suavemente. "Me dices tu


que salga de aquí, ¿María?"

"Si ." La secretaria sonrió. "Creo... que lo hago


¿verdad?"

Dar se levantó apagando el monitor. "Me parece muy


buena idea." Agarró sus llaves y se colgó su
ordenador portátil. "Ha sido un día muy largo."

"Y siempre habrá mañana." Maria añadió. "Para


nuevos problemas."

Dar siguió a María hacia la puerta, sacudiendo la


cabeza. "No es que no sea verdad."
*****
Kerry vió como los últimos rayos de la tarde entrando
a través de las ventanas delanteras, reflejándose en
el suelo, pintando rayos de oro en la mesa. Estaba
enroscada en el sofá, con Chino encima de su
barriga, y una taza de té caliente que descansaba en
la mesita al lado de su cabeza.

Se sentía bastante bien. Las medicinas le habían


calmado el dolor, pero un poco atontada debido al
efecto relajante, había conseguido hacer bastantes
cosas, entonces se podía permitir holgazanear un
poco, no se sentia culpable, estuvo mirando la
televisión durante toda la tarde. Era agradable haber
podido tener un dia libre, reflexionó, y pasar el
tiempo sin preocuparse sobre líneas caídas, gritos de
la gente, o cosas así.

Estaba un poco preocupada, ya que no había tenido


noticias de Dar desde su llamada de la mañana.
Intentó comunicarse con la oficina, pero le había
saltado el contestador. Se sentía un poco preocupada
por su amiga, de un modo vago e inestable, pero
resistió el impulso de llamarla al busca o al móvil,
porque si hubiera pasado algo, seguramente Dar la
habría llamado.

¿Correcto?

Kerry suspiró, dejando su cabeza apoyada en el


brazo del sofá, aspirando el olor suave del cuero,
luego se echó por encima el edredón tapando su
cuerpo. Y dejó que su calidez la llevara a un ligero
sueño.
Estaba soñando, escuchando las risas de niños
alrededor, y el olor del humo de nogal americano.
Adormilada en una hamaca, y se abrigaba en una
manta suave, escuchando el sonido de las ramas de
los bosques cercanos removidas por un viento suave.

Unos pasos que se acercaban, y sentía una presencia


cercana, un olor que trajo una sonrisa a su cara,
cuando unos dedos suaves le retiraban el pelo de la
cara, mientras unos labios la besaban suavemente.
Sus ojos verdes se abrieron, viendo unos ojos azules
familiares mirándola, enmarcando una cara curtida
por el sol, un poco más mayor de lo que ella había
esperado.

Alzaba sus brazos y los colocaba alrededor del


poderoso cuello acercándola, besándola de nuevo,
deleitándose en la dulzura y la pasión, y el sentido de
posesión de la una con la otra, una sensación que
recordaba que nunca había sentido.
Cuando se dió cuenta, la risa de los niños se alejó, y
el olor de nogal americano fue sustituído por el olor
de la madera polaca, y abrió los ojos para ver
aquellos mismos ojos azules, un poco más jóvenes,
mirándola con curiosidad, una débil sonrisa jugeteaba
en los labios de Dar.

"Oh." Dijo un poco colorada, puso una mano en el


cabello de Dar, apartándolo de la mejilla, había visto
una pequeña cicatriz debajo de su ceja en su sueño,
y ahora no estaba. "Ya estás en casa." Chino
juqueteaba con ella mordiéndole los dedos.

Sus labios se movieron en una suave sonrisa. "Si, lo


estoy." Dar se sentó en el borde. "¿Cómo te sientes?"
Estaba rascándole las orejas al cachorro.

Kerry miró la ventana, viendo como el cielo se


oscurecia en el crépusculo. "Um... mejor gracias...
estaba mirando la tele y supongo que me dormí...
ey... ¿hace mucho que llegaste?" Estudiando
detenidamente a su amante. "Pareces echa trizas."

Dar suspiró. "Lo estoy... He tenido un dia duro."


Confesó suavemente. "Tengo un gran dolor de
cabeza, debo decirte que es muy agradable ver una
cara amigable."

"Aww..." Kerry la atrajo hacia si con un abrazo,


sintiendo como el aliento de Dar se liberaba. Frotó a
su amante en la espalda, sintiendo la piel caliente
debajo de la camisa de seda. "Te eché de menos
¿qué pasó?"

Dar se permitió unos segundos más de felicidad,


antes de enderezarse de mala gana, colocando bien
el edredón cubriendo el cuerpo de Kerry. Había
estado pensando cuando salió de la oficina sobre si
debia o no decirle a Kerry lo que había pasado,
entonces calculó que cuando la rubia mujer volviera
mañana al trabajo, tarde o temprano se enteraría,
entonces sería mejor que ella se lo dijera. "Una
maldita cosa repugnante... tuve que anular un
contrato hoy, porque la nueva compañía decía que
no podía hacer negocios con nosotros." Removió un
mechón muy despeinado de encima de los ojos de
Kerry, reflexionando sobre lo mona que estaba
cuando se despertó. "No les gustó nuestra
diversidad."

Kerry movió la cabeza hacia un lado. "Diversidad...


No entiendo... ¿A qué te refieres?"

No había ninguna manera de suavizarlo. "Ellos


oyeron comentarios sobre lo nuestro... y pasaron por
la cafetería oyendo idiomas diferentes... eso no les
gustó."

Kerry la miró. Una ceja se levantó. "Que


desgraciados... ellos deberían firmar su contrato con
el KKK(4)."

Dar sintió como una sonrisa se posaba en su cara.


Debería haber sabido que no tenía razón alguna para
preocuparse sobre la reacción de Kerry. "Fue una
escena bastante desagradable... y después tuve que
ir explicando la razón a todos... y se hizo bastante
feo... Duks me impidió que despidiera a José
también."

"Wow..." Kerry murmuró. "¿Qué hizo?"

Dar mordió su labio. "Él hizo un comentario... que


seguramente a ti tampoco te gustaría."

"Oh." Kerry lo consideró. "Me alegro que no lo


despidieras." Acarició la cara de Dar. "Palo y piedras
y todo lo demás." Se sentía mal, pero no tanto si Dar
lo hubiera despedido. "Estoy segura que le
reprendiste de una manera muy profesional."

Los ojos azules la miraron brillantes. "Um...


realmente... le dije que si volvía a decir algo así otra
vez, yo lo cogería y lo echaría a patadas de la
empresa delante de todos."

Kerry se tapó la boca con su mano. "Oh."


Amortiguando la risa. "Jesús, Dar... a un hombre
cubano, decirle eso es peor que dispararle."

"Mm." Dar estuvo de acuerdo suavemente. "Una


buena noticia, hemos sido invitadas a los quince de la
hija de María."

"¿Estamos?" Kerry estaba sorprendida. "Quieres


decir... como que tu y yo, ¿estamos?"

Dar afirmó con la cabeza. "Nosotras...


definitivamente estamos invitadas." Confirmó. "María
me dijo unas cosas realmente agradables despues de
todo lo que pasó... ella realmente es un amor."
Estirando la camiseta de Kerry. "Tendremos que ir de
compras, para conseguir unos vestidos elegantes."

"Uerrg... no he llevado un vestido desde la fiesta de


mi promoción, Dar." Kerry hizo muecas con la cara.
"Y no quieras saber que parecia con ese vestido."

"Seguro que si." Dar se opuso, con una sonrisa. "Aún


no me has enseñado todas las fotos embarazosas...
que te parece si... pedimos la comida, nos
cambiamos y me las enseñas... quiero verte con cara
de niña."

"Eeek." Kerry descansó una mejilla en su hombro,


mordiendo su labio. "Bien, pero me tienes que
prometer que no te reirás... me rizaron el pelo para
la ocasión."

"Prometido." Dar cruzó un dedo sobre su corazón.


"Pero tu no te puedes sentir culpable de reírte,
cuando veas mis fotos de primaria."

Una mirada traviesa cruzó por los ojos verdes..


"Ooo... acabas de conseguir un trato." Kerry estuvo
de acuerdo, cruzando sus dedos con los de Dar. "Ve
a cambiarte de ropa... llamaré al club de playa."
Dar sonrió. "Bien." Se levantó y se dirigió a la
habitación, mirando sobre su hombro. "Puedes hacer
que nos traigan..."

"¿Un batido de chocolate?" Kerry asintió, marcando el


número. "Seguro."

Los ojos de Dar brillaron, cuando desapareció. Una


vez en el dormitorio, podia oír a Kerry haciendo el
pedido, miró hacia abajo cuando Chino tomó su
zapato, sonriendo.

La casa tenía un sentido muy diferente ahora. Dar se


sacó la chaqueta y la colocó sobre la silla cercana al
espejo, rápidamente se cambió la ropa, sintiéndose
aliviada cuando sintió el suave algodón de su
camiseta favorita cubriendo su cuerpo. Se sentó
durante un minuto sobre la cama de agua cogiendo a
Chino en brazos y jugando con ella. "Oye chica...
¿cómo estás?"

El cachorro mordisqueaba su barbilla, y luego lamía


su cara. Los ojos marrones la miraban con adoración,
sus patas estaban encima de su cuello esperando
que Dar le rascara detrás de las orejas. Dar echó un
vistazo alrededor, luego abrazó al cahorro, sintiendo
como una tonta sonrisa asomaba en su cara.
Después se puso de pie, metiendo al cachorro debajo
de su brazo, saliendo de la habitación, hacia la sala
de estar. Kerry estaba poniendo los servicios en la
mesa, había encendido dos velas perfumadas, y
atenuado las luces. Sus pesatañas rubias relucían a la
luz de las velas que lanzaban sombras interesantes
en su cuerpo cuando ella se giró hacia Dar y sonrió.
"La comida está en camino."

Dar la miró fijamente, imaginando que habría sido el


llegar a casa despues del dia de hoy, sin tener a
Kerry o a Chino allí. Un gran suspiro salió de ella, y
dejó el cachorro en el suelo, se acercó y envolvió a
Kerry en un abrazo que le llegó directamente a su
corazón.

"Urk..." Kerry estaba sorprendida, pero colocó sus


brazos alrededor de su amante, amando la sensación
de abrazar ese cuerpo fuerte y sentirse abrazada.
"Mm... ¿Esto por qué, estás bien?"

"Estoy muy contenta de que tu formes una parte de


mi vida." Dar contestó, con un suspiro.

"¿Realmente?" Kerry murmuró.

"Por supuesto." Dar aflojó el abrazo, y se inclinó un


poco hacia atrás.

"Es gracioso que digas eso." Kerry se sentó en el


sofá, y tiró de ella. "Tengo... um... tengo que
preguntarte algo, y antes de que lo haga, quiero que
sepas que puedes decir libremente que no."

"¿Eso es?" Dar respondió ligeramente, insegura de


que esperar.

"Si." Kerry tomó sus manos y las sostuvo. "Alguien


me llamó hoy." Respiró. "Era el Pastor Robert... te
hablé de él... ¿recuerdas?"

"Si." Dar contestó.

"Él está en la cuidad." La rubia mujer le dijo.

"Oh... eso está bien... tu... umm.. ¿quieres invitarle a


comer?". Dar contestó, vacilante.

"No... bien, quiero decir... seguro que si... pero esta


no es la pregunta". Kerry cuadró sus hombros. "Él se
ofreció para..." Se detuvo, respirando. "Dijo que
realizaría una ceremonia para nosotras... si yo
quisiera... si lo quisieramos las dos."

Dar parpadeó mirándola.


"Escucha, sé que tu no estás en ello, Dar... lo sé... no
ha sido algo con lo que hayas crecido, y sé que esto
no hace realmente... malo... oh." Kerry se calló
cuando sintió como Dar la agarraba por el cuello
suavemente, atrayéndola más cerca para un beso
apasionado.

Cuando se separaron con las respiraciones agitadas.


"Me encantaria hacerlo." Dar declaró sinceramente.
"Quiero decir... tienes razón. No sé mucho sobre
esto, y nunca me he encontrado con una cosa así,
pero sé que es importante para ti... y eso lo hace
importante para mi."

Kerry sonrió suavemente entre sus brazos. "Wow."


Se sentía maravillosa. "Grandioso... ahora... podemos
buscar un lugar para hacerlo, porque no sé... si
quiero tenerlo dentro de la iglesia... la de South
Beach."

Dar sonrió abiertamente. "Sé de un lugar." Tenía la


cara de Kerry entre sus manos acariciando las
mejillas con los pulgares. "Es un poco falto de
servicios, pero tiene un amanecer que te encantará."
Kerry había pedido su mano de la manera que...
nunca se había imaginado, pero de todas formas a la
vez no podia fingir que no lo había estado
pensando... de hecho estar durante el amanecer en
una playa y pedírselo había sido lo primero en la lista
durante el día de San Valentín. "Gracias por
pedírmelo."

Kerry se encontró sonriendo de la alegría, mirando la


cara de cansancio que habia en Dar. "Lamento que
hayas tenido un día piojoso."

Las cejas oscuras se levantaron. "¿Eh?" Dar


preguntó, francamente perpleja. "¿Qué día? Oh..." Se
rió suavemente. "Si... de acuerdo... ni me acordaba
de eso..." Acarició la cara de Kerry. "María tenía
razón."

Kerry se inclinó en la caricia, simplemente sintiendo


el amor que había en ese movimiento. "¿Mm...?"

"He sido bendecida." Dar declaró suavemente. "He


encontrado mi alma gemela."

Respira... Kerry oyó una voz, remotamente parecida


a la del sueño. Respira Kerry. Su pecho se movió y
aspiró aire, casi sollozando. Lloraba, y no tenia idea
de por qué, salvo que solo el sentir esa palabra le
daba una sensación de...

Completa .

Kerry sonrió. "Si, tu tambien lo eres". Alcanzando la


mano de Dar cruzó sus dedos, luego la giró un poco
y besó la palma. Después de tanto tiempo. El
pensamiento resonó suavemente.

El timbre de la puerta sonó.

"Voy a abrir." Dar dijo suavemente.

"Voy a buscar las foto." Kerry contestó.

"Tenemos muchas cosas de las que disfrutar." La


mujer de cabellos oscuros dijo, con una sonrisa.

Su alma gemela sonrió. "Si las tenemos."


*****
Dar dejó que sus ojos se abrieran lentamente,
conscientes de la primera hora de la mañana, desde
el lugar extraño en el que ella misma se encontraba.

Bien, no realmente extraño, era despues de todo su


cama, pero bastante extraño que se despertara
ligeramente de su sueño, cuando Kerry cambió de
posición, acurrucándose más cerca. Estaba todavía
oscuro, y no podía ver las vagas sombras en la sala
de estar, donde se encontraban los libros de
fotografías dispersando los recuerdos que los
rodeaban. Se habían quedado hasta las 2 am
mirando tanto los albumes fotográficos, con las fotos
de Kerry pulcramente guardadas en las páginas,
como las carpetas desiguales que Dar tenía y había
sacado del armario de mala gana pero con humor.

No había sido capaz de impedir que Kerry secuestrara


la que tenía disfrazada de Tigger, y que sabía que iba
a morderla en cualquier lugar y en cualquier
momento. Ah bien... podría haber sido peor... podría
haber sido Pooh.

Y estaba bien, por que ella le habia quitado no una


sino dos de Kerry... una en la que estaba vestida
como un angelito, y otra como adolescente, con su
chaqueta quitada, con su espalda apoyada en un
arbol, y con un libro abierto sobre sus rodillas. En la
segunda foto, habia algo tan suave y tan pensativo
en su expresión, con su mano encima del libro, y su
cabeza descansando en el arbol, irresistiblemente
llegó a la fibra sensible del corazón de Dar.

Mi alma gemela. Dar sonrió, acariciando el pelo rubio


y suave. La palabra le habia encantado a Kerry, y
esto era realmente como se sentia ella hacia la rubia
mujer, como si fueran realmente parte la una de la
otra.

Tal vez lo eran. Dar acercó más a su cuerpo el de


Kerry. Formaban un rompecabezas de madera bien
echo, a pesar de su diferencia de altura, Kerry estaba
recostada sobre su lado izquierdo, con su brazo
encima de su estómago de Dar, y sus rodillas entre
las piernas de la alta mujer. Dar podía sentir el
aliento caliente de Kerry contra su clavicula y... Dar
sonrió. Respiraban al mismo ritmo.

Esto era un sentimiento agradable.


Amar a Kerry era un sentimiento magnífico. Dar
sonrió contenta relajándose, pensando en el fin de
semana. Más expresamente en la temprana mañana
del sábado, cuando saldrían al amanecer y saludarían
al sol, y dirían la una a la otra...

Los ojos azules alarmados se abrieron de golpe.


¿Dirían la una a la otra qué? ¿Podrían ellas decir los
votos tradicionales?

Uh... no.

La mente de Dar comenzó a trabajar. ¿Que infiernos


podriamos decir?... okay, bien... algo simple como, te
amaré por siempre.

Se estremeció. No es que no fuera cierto, pero...

Hmm...

¿Eres la luz de mi vida? Aug... Dar... suenas como


una lista de malos éxitos de los años setenta, ¿tu
haces subir el valor de mi vida?

Bien, esto también es cierto. ¿Entraste en mi mundo


y lo pusiste de arriba a abajo? no tan lisonjero,
pero...

"¿Dar?" La voz soñolienta de Kerry interrumpió su


reflexión. Echó un vistazo hacia abajo, la rubia mujer
estaba recostada sobre ella.

"¿Hmm?"

"¿Qué estás murmurando?"

Dar suspiró. "Lo siento... no me daba cuenta de que


lo hacia."

"¿Mmm... sobre qué?" Kerry persistió en ello.


"Umm... realmente... nada." Dar carraspeó
suavemente, y la acurrucó entre sus brazos. "Vuelve
a dormir." Firmemente cerró sus ojos.

"Bien." Kerry murmuró obediente.

El silencio pacífico duró solo unos breves instantes.

"¿Soy realmente la luz de tu vida?"

Dar hizo un ruido a medio camino entre un gemido y


un gimoteo.

"¿No lo soy?"

"¡¡¡Por supuesto que lo eres!!!" La mujer más alta


balbuceó de prisa. "¡¡No se suponía que tenías que
oirlo!!"

"Ah." la voz de Kerry parecía decepcionada. "Bien...


Lo siento."

Dar la miró fijamente, lamentándose. "Kerry... tu eres


todas esas cosas... y tantas más que no puedo
describir... Yo solo estaba tratando de expresar lo
que te iba a decir el sábado por la mañana, durante
la ceremonia."

"Ah." La inflexión era totalmente diferente. "No tienes


que decir nada." Kerry le dijo suavemente. "Solo que
estés allí es bastante para mí."

"Ah..." Dar murmuró.

"Pensé... que tal vez... podría... quiero decir, tengo


ese poema... y pensaba que podría... pensé que tal
vez podría dárselo al pastor Roberts y utilizar ese."

Dar respiró con alivio. "Eso podría ser perfecto." Besó


la cabeza de Kerry suavemente. "Gracias."
Se hizo el silencio de nuevo.

"¿Puse todo de arriba a abajo?, ¡eh!"

Dar la puso encima de su cuerpo de golpe. "Sip."

"Awk... Dar... vamos que te estoy aplastando." Kerry


se rió.

Dar frotó su espalda, y empezó a masajearla. "¡No...!


Me encanta este sentimiento."

"Te gusta la incapacidad de respirar... Dar, estás


loca." Pero el cuerpo de Kerry se fue relajando
completamente encima de ella, amoldándose al otro.

"Mmm." Dar saboreó el momento.

"Vamos." Kerry acarició con la nariz su cuello,


mordisqueando la parte oculta de la mandíbula. "Te
amo." Sintió como los músculos de la cara de Dar se
movían al sonreir. "Es casi tiempo de levantarse."

"Uh, ¡eh!" Dar estuvo de acuerdo perezosamente.


"¿Cómo te encuentras?"

Kerry consideró la pregunta. "Como que no tengo


ganas de despertar mi cuerpo perezoso e ir
corriendo... pero no tengo excusa para ello,
¿verdad?" Confesó. "Asi que, vamos tigre, ve a
preparar los Corn Flakes y vamos a movernos."

Dar sonrió suavemente, y le dió un suave pellizco.


"¿Preparo el café... y tu abres al cachorro?"

Esto era solo el principio de un nuevo día.


*****
Kerry bostezó. "Vaya día." Mirando la puesta de sol
mientras conducia dirigiendose del trabajo a casa.
"No quiero ver otro diagrama de TCP/IP durante esta
semana, Dar... lo juro, tengo los modelos de prueba
de sonido metálico, saltando en el interior de mis
ojos."

"Esto es un pensamiento atractivo." Dar comentó,


apoyándose en la ventanilla del coche y estirando sus
piernas. "¿Hablaste con el pastor?"

"Sip." Kerry respondió. "El se puso..., cuando le dije


que ibamos a ir en barco y ver el amanecer, casi se
le reventó las cuerdas vocales de la alegría." Se
ajustó sus lentes de sol mirando el camino. "Ahora...
yo... pensaba que podríamos invitar a Collen, eso
estaría bien."

"Seguro que si." Dar cerró los ojos, también


protegidos por sus propios lentes de sol.

Kerry la miró. "Si tuvieramos más días podría


conseguir que Anguie viniera también y Michael...
Dar, ¿piensas que a tu padre le gustaría venir." Miró
como la luz del sol se perfilaba en el contorno de su
amante, vió como Dar tragaba. "Es una pregunta
tonta, pero sabes que a él seguro que le gustaría
venir."

Dar estaba silenciosa durante un momento. "No


pienso que él... quiera venir con tanta gente. Pero
sería una buena idea."

"Se lo podrías preguntar." Sugirió suavemente.

Dar giró su cabeza mirando fuera de la ventana. "Tal


vez... no quiera estar allí, Kerry... es dificil para él,
lleva tanto tiempo solo."

"¿Qué tiene de difícil para ver a su hija ser feliz?"


Kerry condujo el Mustang hacia el ferry y lo aparcó.
"Dar, él no envidia que... lo conozco solo desde hace
dos meses, pero es lo que pienso."
"No... eso lo sé... pero..." Dar se quitó los lentes,
frotando los ojos con los dedos. "Maldita sea, miré
durante mucho tiempo aquella pantalla hoy..."
Suspiró. "Que estaba diciendo... oh... no, no es que
él me envidie algo... Solo que no quiero hacerlo sufrir
más."

Kerry la miró. "¿Sabes?... Te vi bizquear en aquella


maldita reunión... ¿Cuándo fue la última vez que
comprobaste tu vista?" Preguntó curiosa.

Dar se heló, luego se colocó las lentes de sol sobre


su nariz y se sentó con los hombros caídos en el
asiento. "No tengo nada incorrecto en mis ojos."
Cruzando los brazos sobre su pecho.

Oh. Kerry se acomodó en el asiento nerviosa. "Bien


solo pensaba..." Contestó suavemente. "Tal vez fuera
la luz deslumbrante de la pantalla." Miró el agua
silenciosamente, muy consciente de los ojos azules
observándola a través de los lentes de sol preferidos
de Dar. "Podríamos preguntar a Maria, ya que nos
invitó a la ceremonia de su hija."

"Um... si, es buena idea... tal vez se lo podríamos


decirles a Duks y Mariana." Dar murmuró. "Y... yo...
unm... le preguntaré a papá... tal vez podría venir
unos minutos."

Kerry le cogió la mano, apretándola un poco.


Entonces esperó un poco, dejando que el sonido
suave del oleaje las envolviera, el grito de una
gaviota se oyó encima de ellas. Podía ver el leve
movimiento de la mandíbula de Dar, era una
indicación de que la mujer calculaba algo en su
cabeza.

O estaba decidiendo si le comentaba algo.

Finalmente Dar giró su cabeza un poco hacia ella.


"Ellos me dijeron que tenía que utilizar gafas en sexto
grado."

"Ah, ¿Realmente?" Kerry mentalmente se anotó un


punto. "¿Qué pasó?"

Encogiéndose de hombros. "Pensé... que si mi padre


no los necesitaba, yo tampoco... asi que... conseguí
como solucionarlo..."

"¿Engañándolos?" Kerry preguntó. "¿Pero cómo? ellos


hacen unas pruebas."

Dar suspiró. "No realmente... Tengo una memoria


perfecta. La memorización de una estúpida tarjeta de
ojos no es difícil."

Kerry la miró con asombro. "¿Bromeas, verdad?"

Dar solemnemente comenzo a recitar la tarjeta.

"Hija de p..." La rubia mujer habló sin pensar. "Dar,


pero tu... ahora eres una persona adulta,
seguramente podrías revisarte la vista..."

Otro encogimiento de hombros. "No me afectaba, y


crecí con ello". Dar consideró las olas. "Se hace un
poco molesto solo cuando estoy cansada."
Dirigiéndole una mirada cómica a Kerry. "No dormí
mucho anoche."

Kerry sacudió un poco la cabeza. "Lo que no aprenda


de ti... ¿Ahora que pienso, tu también tenías ese
problema... la noche del ataque, ¿verdad?"

Dar pensó, recordando y sonrió ligeramente.


"¿Sabes? francamente no puedo recordarlo... no es
una de las cosas que recuerdo de esa noche."

"Ah." La rubia mujer asintió con la cabeza.


"Golpeaste a esos tipos, ¿verdad?"
Los ojos azules la miraron silenciosamente. "Si." Dar
dobló una mano. "Creo que fracturé al menos una
mandíbula."

"Mm." Kerry puso el coche en marcha cuando el


barce atracó conduciéndolo hacia la salida. El guarda
de seguridad les hizo una señal y ella se acercó,
bajando la ventanilla. "Hola."

"Hola, srita. Stuard, srita. Roberts... Tienen una


entrega." El hombre les dijo, mirando una tablilla con
sujetapapeles. "Federal Express, son dos cajas
grandes, las hemos llevado a su casa." Miró a Dar.
"Son para usted, señora, de Nueva York."

"Ah." Dar afirmó con la cabeza. "Si... las esperaba...


gracias Jorge." Sonriéndole cuando él se despidió.

Kerry subió la ventanilla. "¿Que está pasando?"

Dar se inclinó hacia atrás en su asiento. "Mi tia May...


la que me regaló el condo... ellos encontraron unas
cajas en un armario, unas cajas de madera... soy su
única heredera, entonces mi abogado me los envió.
Debe de ser interesante... ella viajó por todas partes.
Encontraresmos seguramente toda clase de cosas
allí."

"Ah... parece divertido." Kerry sonrió sorprendida.


"Tal vez serán escarabajos antiguos, o algo."

Dar se rió entre dientes. "Varias pieles de serpiente,


secas, conociendo a tia May." Sofocando un bostezo.
"Deberíamos dejar a Chino lejos de ellas."

Kerry sonrió abiertamente, y siguió conduciendo.


*****
"Ah, ya lo entiendo." Kerry terminó de cortar la
pechuga de pollo. "¿Mientras cocino, como ahora soy
tu favorita, no es así?" Dirigiéndose a Chino, que
estaba esperando con paciencia y una mirada cómica
que algo cayera. "No me hagas parecer como aquel...
ve a buscar al monstruo de las galletas."

"Yawp." Chino bostezó, luego sacó la lengua


jadeando.

La rubia mujer rió, y siguió con la comida.


Comprobando el arroz al vapor que estaba
concinando, y comenzó a preparar la cazuela china,
poniendo un poco de aceite de cacauete esperando
que se calentara. "Shh... ¿te callarás ahora, Chino...
no le digas a Dar que pongo todas estas verduras
aquí, bien? Despues de que haga la salsa ella ni se
enterará."

Chino olfateó su tobillo, luego se enroscó en el pie de


Kerry, cerrando los ojos.

"Ah... bien ¿Qué soy, una cama de cachorro?" Kerry


suspiró. "Solo esperas a que caiga algo ¿Verdad?"

Un ojo marrón se abrió y la miró.

Kerry sonrió, colocando los pimientos rojos verdes y


amarillos cortados en el aceite, escuchando el
chisporroteo. Los removió, luego añadió el bambú,
cacahuetes y la pimienta Szchwan(5) . "Ooo... huele
bien ¡eh!" Esperó a que las verduras estuvieran
doradas, entonces añadió dos libras de pechuga de
pollo, y las salteó.

"Bien casi listo." Murmuró, añadiendo la salsa,


cuando el pollo ya estaba frito, cubriendo el
contenido de la cazuela china con un color meloso.
Agregó un puñado de semillas de sésamo y apagó el
fuego, colocó en los dos bowls(6) el arroz y lo rodeó
con la carne. "¿Oye, Dar?"

"¿Mmm...?"
La voz cerca de su oído la asustó. "¡Yeohw!" Casi
dejó caer los bowls que estaban en su mano. "¡Dar
no hagas esto!"

"¡Tú me llamaste!" Dar protestó, cogiendo ambos


bowls.

"Bien si pero no imaginé que tu estabas de pie detrás


mío." Kerry se rió, agarrando las dos copas y la
botella de vino de ciruelas. Siguió a Dar a la sala de
estar, y se unió a ella cuando se sentó en el sofá,
dejando los dos bowls sobre la mesa.

"Bueno." Kerry se sentó encima de sus piernas y


aceptando el tazón que le dió Dar. "Es bastante
grande." Señalando la caja de madera. Era un
artículo curioso, atado con una piel de cuero que
estaba grabada con señales extrañas. "Es magnífica."

"Mmm." Dar estaba de acuerdo, comiendo un trozo


de pollo con arroz. Se había cambiado poniéndose su
camiseta favorita y pantalones cortos, llevaba unos
calcetines muy blancos que tenían intrigada a Chino.
"Está muy bueno, Ker." Señalando el tazón.

"Gracias." La nariz de Kerry se arrugó cuando sonrió


felizmente. "Es una nueva receta."

Los ojos de Dar brillaron. "Puedo sentir el sabor de


verduras que hay." Usando sus palillos recuperó un
trozo de verdura escondida y lo agitó en la cara de su
amante. "Pero podrías poner esta salsa en un zapato
que igual me lo comería."

Kerry se rió. "Contaba con ello." Tomando un trozo y


lo masticó. "¿Realmente te molesta lo del brócoli."

Dar le hizo esperar la respuesta durante un


momento, entonces sonrió contestando. "Nah."
Mordió alegremente un trozo de pollo. "Además...
¿Qué derecho tengo yo de quejarme? Tu eres la que
cocinas."

"Bien..." Kerry mordió un trozo de bambú. "Me hace


sentir mejor el pensar que luego tenemos helado de
chocolate para el postre." Hizo una pausa, casi
risueña al oír a Dar riendo totalmente reanimada. "De
echo, con doble virutas de chocolate." Comiendo un
poco de arroz. "Que me hace recordar... vamos a
tener que ir en coches separados mañana, tengo
programada la revisión anual. Casi me olvido de ello."

"Mm." Dar tomó un bocado más y lo masticó. "Kerry,


¿puedo hacerte una pregunta personal?"

La rubia mujer dejó de comer, y la miró fijamente.


"Uh... claro."

Una ceja oscura se alzó, luego bajó. "¿Por qué el


helado de chocolate con virutas te hace recordar a tu
médico?"

"Ah." Kerry se rió, sonrojándose un poco. "Si,


supongo que sonó raro, eh... no, es porque ella me
daba muchos discursos el año pasado... por lo visto
estaba demasiada delgada para su gusto... empezó a
darme unas charlas y folletos sobre los desórdenes
alimenticios..." Miró a Dar irónicamente. "Imagino su
reacción cuando me vea."

"Ah... comprendo." Dar afirmó con la cabeza


entendiéndolo. "¿Crees que ella tenía razón?"

Kerry masticó un bocado. "Creo que ahora soy


mucho más feliz que antes... pero hay muchas más
cosas aparte de ello." Sus ojos buscaron la cara de
Dar. "Creo que la influencia más grande y que me
hizo cambiar de opinión, es la de alguien a quien
respeto."

"Mm." Dar asintió, no sabía que responder a esto,


entonces simplemente estuvo de acuerdo, comiendo
su último bocado de arroz. "Bien. ¿Veamos que hay
aquí, huh?" Dejó el tazón y bajó al suelo sentándose
al lado de la caja de madera, donde Chino
inmediatamente trató de colocarse en su regazo.
"¡Oye!"

Kerry rió dejando tambien el cuenco en la mesa, y


sentándose al lado de su amante, cogiendo al
cachorro entre sus brazos. "Ooo... mira esta
cerradura."

"Sip." Dar tomó la llave que había venido con la caja


y la encajó a la vieja cerradura, girándola para
abrirla. El metal protestó, pero se abrió, quitó la llave
y la puso en el suelo. "Bien." Murmuró, entonces con
sumo cuidado descorrió los dos pestillos que
sujetaban la tapa, tirando de ella y abriéndola.

El olor que salió era una mezcla rara de polvo, vejez


y misterio, Kerry se acercó más, echando una mirada
dentro. "Ohhh..."

"Wow." Dar se apoyaba en sus rodillas y miró dentro.


"Que lio."

Dentro de la caja había un enredo de... No parecía


haber nada razonable en su contenido, sólo un
surtido arbitrario de artículos raros, había pequeñas
cajas de madera, pedazos de metal, y ropa muy
vieja. "¿Qué demonios es todo esto?... parece los
restos de una compañía teatral turística mala."

"O de una vieja tropa de chicas scout." Kerry


murmuró, sacando una vieja cazuela de hierro,
parecida a una taza de acampada. "Wow." Lo giró,
mirando detenidamente unas señales que habia en el
fondo. "Son unas iniciales."

"Uh... ¡eh!" Dar cogió y sacó una pequeña caja de


madera alargada, era lisa y vieja. Suavemente lo
abrió, revelando una vieja pluma de escribir, con la
punta manchada de tinta púrpura.

"Ah." Kerry cogió la caja de las manos de Dar


examinándola. "Wow, esto es realmente antiguo."
Dirigió una yema de dedo a la superficie de cobre.
"¿Ella era escritora?"

"..." Dar pensó en ello. "No lo sé... no la conocía


demasiado, Kerry... nosotros no... es extraño.
Realmente nunca he sabido el por qué ella me hizo
heredera de todo lo suyo, no éramos realmente
parientes cercanos." Hizo una pausa. "¿Por qué
piensas que ella era escritora?"

"Mmm... esta pluma significaba mucho para ella, por


lo general guardamos las cosas que usamos más,
Dar." Kerry sacó la pluma con cuidado, y la colocó
entre sus dedos. Era... adecuado. Se sentía cómoda
con ella, de una manera muy rara. "Ah, es un
sentimiento agradable." Murmuró moviendo su mano.

Dar la miró con curiosidad. "¿Sabes caligrafía?"

"Un poco." Kerry respondió. "Solía escribir mis


poesías con pluma, era mejor que ponerlos en la
computadora." Suspiró. "Parecian más intensas
cuando los escribia a mano... pero conociendo a mis
padres... o a Kyle... ellos no conseguían entrar en el
disco duro."

Dar cerró su mano encima de la de Kerry. "¿Por qué


no te la quedas...?, porque si tu has visto alguna vez
mi letra... sabes que yo no las utilizo nunca." Una
sonrisa irónica asomó en su cara. "Por eso escribo
siempre a máquina, desde la escuela primaria."

Kerry miró fijamente la pluma. "Ah... si... oí a


Mariana protestar sobre las evaluaciones que tu
escribiste... ella dijo que tendría que llamar a un
erudito griego para traducirlos." Bromeó suavemente.
"Gracias... no sé si llegaré a intentar usarla, pero me
gusta sostener esta pluma."

Los ojos azules brillaron de repente, con una luz


interior. "Escríbeme un poema con ella." La voz baja
se tornó de un tono más agudo, momentáneamente
más profunda.

Un calor recorrío su espalda, y Kerry sonrió como


reflejo. "Bien." Con cuidado dejó la pluma dentro de
la caja de nuevo, y la puso encima de la mesa. "¿Qué
mas hay?" Metió la mano dentro, chocó con algo
metálico grande, pesado. "Ouch... ¿qué demonios es
esto? ¿un machete? ¿tu tía fue a la selva del
Amazonas o algo?" Kerry tiró con cuidado de su
hallazgo sacándolo de la caja. "Ah."

Estaba algo oxidado, la mitad de la funda de la


espada se desintegró, estaba podrida. "Que pena."
Kerry colocó la otra mano bajo el cuero podrido de lo
que alguna vez había sido una funda. "Mira esto."

Dar sintió un temblor, y exhaló un suspiro largo.


"Déjame ver esto." Le dijo suavemente,
sosteniéndola entre sus manos cuando Kerry
depositó la antigua espada cuidadosamente.

La primera cosa que ella sintió fue un lento, y débil


sentimiento de tristeza, suave, pero bastante
profundo para hacerle casi sentir como lloraba por
dentro. "Apuesto que hay una historia en esta
antigua cosa." Comentó a Kerry suavemente. "Se
puede sentir su historia." Miró fijamente la vieja
espada, observando el puño de cobre claro que
llevaba, superficialmente cubierto con una patina
verde(7), y los andrajos en que se había convertido
la funda de cuero podrido deshaciéndose en pedazos
en cuanto lo tocó.

Dar colocó sus dedos alrededor del puño, quitando


los útimos restos del cuero, revelando una picada
hoja de acero, rota por la mitad, mostrando lo que
debió de ser una gran espada, con surcos asimétricos
en su filo. Movió su muñeca, cerrando los ojos y
sintiendo como una campanada débil, claramente
familiar sonando en su interior, cuando el peso de la
espada se amoldó a los músculos de su antebrazo.
"Condenada... esto me remueve la memoria."
Murmuró, abriendo sus ojos mirando a Kerry
pensativamente.

"¿Haces eso?" Dijo Kerry mirándola con fascinación.

"Si... solíamos estudiar un par de tipos de espada


cuando estaba aprendiendo artes marciales... hay
varias formas que se concentran en ellas en las
competiciones, con varias armas diferentes." Dar
reflexionó, girando su mano y dejando asomar una
débil sonrisa en sus labios. "Lo dejé... sobretodo
porque esto no tiene mucha aplicación práctica en el
mundo de hoy."

"Mm... apuesto que eras muy buena en ello


también." Kerry contestó con una mano en la
barbilla.

Dar se encogió de hombros. "Yo era buena." Luego


dejó suavemente la espada en la mesa. "La
limpiaré... seguro que es una conversación
agradable."

"De acuerdo." Kerry volvió a meter la mano en la


caja y sacó una pequeña de madera, esta era
pesada, tenía una banda alrededor, cerrándola para
que no se abriera. "¿Qué será esto? Ve a saber... ¿un
grifo antiguo de cobre?"

Dar se inclinó sobre la caja. "Bien... um.. ¿una galleta


para perros petrificada?" Sugirió, la palabra galleta
hizo que Chino levantara de golpe su cabeza
mirándolas.
Los ojos verdes giraron, entonces Kerry con sumo
cuidado quitó la banda y movió la caja intentando
abrirla, los bordes de manera estaban fuertemente
cerrados. "Puff... esto está fuerte... ¡¡¡auh!!!" Gritó
cuando la caja se resbaló de la manos abriéndose, en
el suelo, saliendo su contenido de la caja, eran dos
piedras grisaceas. "Oh... ¿Maldita sea... se rompió?
Dios Dar, yo..."

"Shh... no..." Despacio Dar tocó las piedras


cautelosamente. Cada una estaba rodeada de los
restos de una cadena de plata, las recogió y
examinó. "¿Qué diablos es esto?" Recogió la otra
piedra mirándola, entonces lo hizo girar y con sumo
cuidado unió ambas piedras. "Oye... hacen juego."

Kerry se inclinó encima de la mano de Dar. "Parece


que encajen juntas." Su voz sonó alegre cuando lo
dijo. "¡Que insólito!"

El dedo de Dar juntó las dos piedras en su palma, sus


bordes encajaban perfectamente. "Seguro que lo
hacen." Reflexionó pensativamente "Demasiado raro
para romperse cuando cayeron... y que encajen de
esta manera... si podría ser divertido."

Kerry suavemente recogió las piedras y las separó.


"Déjame ver si los puedo limpiar, arriba tengo un
líquido que limpia las cosas delicadas." Echó un
vistazo a la cara de Dar, que la miraba con interés y
curiosidad. "¿Llevarías puesta una mitad si lo
consigo?"

Una sonrisa extraña, casi soñadora cruzó la cara de


Dar. "Sip... ¿lo harías?"

Una sonrisa burbujeó dentro de ella. Kerry liberó una


sonrisa que también liberó en el aire. "Seguro."

En su palma, las piedras se acomodaron juntas, en la


alegria oscura y gris.
*****
Kerry salió con un pequeño tazón a la terraza,
sentándose acariciada por el temprano sol de la
mañana y apoyando sus pies desnudos contra la
baranda. Dar se había marchado hacía poco al
trabajo, y a ella aún le quedaba un poco de tiempo
para acudir a la cita con el doctor era a las nueve de
la mañana en punto.

Entonces había decidido limpiar las piedras que


estaban en la caja, antes de vestirse e ir a la visita.
Cambió un poco de posición doblando sus muslos,
algo cansados debido a que habían corrido esta
mañana, pero ella había conseguido hacer ocho
vueltas por primera vez, manteniéndose al paso de
Dar, con un grito de triunfo personal.

Por supuesto, sospechaba que su amante habia


guardado el ritmo cooperativamente a un paso que
Kerry podria seguir, pero de todos modos ocho
vueltas... eran ocho vueltas y se sentía malditamente
bien... Si se añade a ello el hecho de que
finalmente... finalmente, había conseguido ganar a
Dar en la piscina debido a que ya tenía bien el
hombro, y no una sino dos veces...

Sip, ahora podía sentarse en el sol con las piedras y


limpiarlas, sintiendo la caricia del sol en su piel.
"Jejeje." Kerry rió suavemente, bañándolas con el
líquido lentamente. Se sentia realmente satisfecha, a
decir verdad, la espera no se hacía tan tensa, como
cuando aguardaba en la sala para su chequeo anual.

Lo que no le había dicho a Dar era que su doctora,


Marie Simpson era una rata de gimnasio. Ella no se
había deleitado sólo con castigar a Kerry por ser tan
delgada, había gastado treinta minutos durante cada
cita tratando de convencerla para que se apuntara a
un gimnasio y empezar un programa de aerobic.
También ella... incomodando un poco a Kerry, debido
a que estaba interesada con ella.

Marie dejó bien claro que no buscaba nada serio, ni


siquiera tuvieron sexo, solo un poco de diversión, y
salir algunas veces juntas. Kerry se había divertido,
todavía muy provisional en el ajuste de su
sexualidad, pero ella y Marie no tenían nada en
común. Los intereses de la doctora eran sobre
deportes violentos, poker, y mirar con lascivia los
cuerpos que pasaban por el gimnasio.

A Marie también le gustaba beber, cosa que Kerry


solo hacía cuando le apetecía. Le encantaban las
reuniones con amigos para beber, Kerry una vez la
acompañó durante una reunión de profesionales de
la que pertenecía. Ella se había sentido bien, hasta
que fue arrinconada por un par de borrachos muy
amorosos.

Había sido una situación tensa, pero consiguó zafar


gracias a un camarero que dejó la barra y la
acompañó por la cocina del hotel hasta la salida
llamando un taxi.

Esto no había sido culpa de Marie, aunque la mujer


se había desecho a excusas, pero decidió que ella
realmente no era una juerguista. "Kerry." Marie le
había dicho. "Tu eres dulce, pero tienes que
conseguir una vida."

Kerry movió las piedras que estaban dentro del


líquido, mirando alrededor de ellas, con una sonrisa.
"Muérdeme, Marie... salí a Macy's y encontré el
modelo de vida de lujo, por encargo aquí." Le dijo a
una gaviota que volaba por encima. "Y apuesto que
tu estás aún pegada en K-Mart."

"Bien, vamos a ver que tenemos aquí." Sacando la


piedra y poniéndola encima de una tela suave,
frotándola con cuidado. Una capa negra se posó en
el trapo, y examinó la piedra, sumergiéndola de
nuevo en el líquido. Tres o cuatro zambullidas más, y
una limpieza cuidadosa con el trapo, retuvo el aliento
asombrada cuando el sol brillante se reflejó en ellas
enviando destellos de luces rojas por el cristal puro y
claro en la palma de su mano. "Wow." Silbó soltando
su aliento. "Mira esto."

Una idea se le ocurrió, y con cuidado secó los dos


trozos de cristal, desenmarañando las cadenas rotas
de ellas. "Creo que recuerdo de un joyero cerca del
consultorio de Marie... sip."

Sonrió abiertamente, levantándose y entrando en el


condo, dirigiéndose hacia su dormitorio para
cambiarse.
*****
La sala de espera estaba muy tranquila, aun era
temprano, y Kerry hacía solo cinco minutos que
estaba sentada, cuando la recepcionista deslizó la
ventana de cristal y le dijo que ya podía pasar.

"Buenos días." La rubia mujer le dijo a la enfermera


que la había venido a buscar.

La mujer echó un vistazo rápidamente a la carpeta


que llevaba. "Oh... Buenos dias, señorita Stuart...
cielos, no la hemos visto en bastante tiempo,
¿verdad?

"No desde hace bastante tiempo, no." Kerry confirmó


alegremente.

"Usted debe de estar bien y sana, entonces." La


enfermera metió su carpeta debajo de su brazo.
"Correcto, vamos a la sala tres." Ella agompañó a
Kerry por el pasillo, al cuarto de examen. "Bien,
quítese el vestido y póngase la bata, enseguida
vengo para los análisis de sangre. ¿Es solo el examen
físico anual, verdad?"
"Sip." Kerry afirmó, dejando colgados el bolso y la
chaqueta, poniéndolos en el respaldo de la silla.
Llevaba un traje convencional, un polo niky y una
falda, principalmente porque sabía que se tendría
que quitar la ropa, y llevar el traje en la bolsa no era
su estilo. Abrió la cremallera de la falda sacándosela,
desabrochó su camisa y las dobló poniéndose la bata
para el examen.

Entonces observó la bandeja con los tubos de


pruebas de sangre, lamentando que esa parte del
examen no hubiera terminado ya. No odiaba a los
doctores como Dar lo hacía, pero como cualquier
persona normal, encontró la espera incómoda.

Sin embargo, no tuvo que esperar mucho tiempo. La


emfermera volvió dejando su carpeta. "Bien... vamos
a pesarle y luego le tomaré dos pruebas de sangre,
¿De acuerdo?"

"Seguro." Kerry caminó hacia la báscula y se posó


encima de ella, mirando como la enfermera ajustaba
las pesas equilibrándola.

"Ciento veintiuno... okey" La enfermera lo escribió en


el papel. "Esto es un gran cambio desde el año
pasado."

¿De noventa y cuatro? Si. "Tomé un trabajo de


entrega de pizzas... por eso la diferencia." Kerry dijo
solemnemente. "¿Sabes tienes que comerte las
pizzas que no puedes entregar?" Bromeando.

"Ah..." La enfermera la miró, preocupada. "¿Eso es


sano?"

Kerry la miró directamente. "Trabajo con una


compañera... solo como las de verduras."

"Ah... esto es realmente inteligente." La enfermera


sonrió. "Bien, sigamos... se sienta en la camilla, y le
extraeré sangre para los análisis."

Kerry obedientemente fué hacia la camilla


sentándose en el borde, balancenado sus piernas
desnudas, descansando sus codos en las rodillas.
Levantó el brazo cuando la enfermera vino,
rindiéndose, mirando cuando mujer regordeta
buscaba la vena.

"¿Hace pesas?" La enfermera le preguntó, con


curiosidad, cuando Kerry dobló el brazo haciendo que
su antebrazo se hinchara.

"No ¿por qué?" Kerry preguntó, inocentemente.

La enfermera la miró, luego volvió a su tarea. "Ah...


bien, nada, solo era una pregunta." Le sacó las dos
muestras de sangre, comprobó su pulso y le tomó la
presión anotando los datos. "Bien, la doctora estará
aquí en breve."

Kerry se frotó el brazo, donde la aguja extrajo la


sangre, sofocando un bostezo, ya que había evitado
el café, al saber que iban a hacerle los análisis de
sangre, y evitando una subida de tensión arterial. "El
ejercicio funcionó, bien." Murmuró, recordando las
cifras de 72 sobre 121 que la enfermera había dicho.

Bajó de la camilla y fue hacia la ventana,


levantándose sobre puntillas para mirar el árbol que
se veía desde allí, cuyas hojas se movian en el cielo
azul. Observó como un ave se acercaba al árbol y se
posaba en el nido que había allí y comenzaba a
alimentar a los pequeños pollitos.

Kerry sacudió la cabeza, ya que esto era raro en


febrero en el clima de su casa. Luego giró su cabeza
al sentir que la puerta se abría, entrando la Dra.
Marie Simpson, cerrando la puerta, y observándola
con mirada crítica.
"¿Quién eres tú y que has echo con Kerry Stuart." La
delgada mujer preguntó, riendo. "¿Jesús vino a la
ciudad, y... habló seriamente contigo?"

Kerry rió entre dientes, dándose la vuelta, y se apoyó


en la pared. "Hola, Marie."

La doctora dejó su carpeta en la mesa y se acercó a


ella. "Cuando oí a Nancy hablando de una rubia
elegante y que estaba en el box tres, y dijo su
nombre, tuve que venir para asegurarme que eras
tú."

"Solo bromeé con ella." Kerry se sintió enrojecer...


"De todas formas, ¿cómo estás?"

Marie la cogió de sus muñecas y movió sus brazos,


examinandola. "No intentes despistarme... ¿Al final
mis palabras sirvieron para algo?" Le dió una
palmada a Kerry en el hombro. "Siéntate en la
camilla... voy a examinarte."

Kerry se acercó a la camilla y se estiró, Marie se


colocó el estetoscopio en los oídos y escuchó el
corazón de Kerry, bajando hacia el abdomen. "¿Ha
sido eso verdad?"

"¿Qué?" Kerry preguntó.

"¿Mis charlas sirvieron verdad?" Marie preguntó,


cruzando sus manos.

"No exactamente." La mujer rubia le dijo. "Tome tu


consejo y conseguí tener una vida propia."

"¿Realmente?" La doctora rió. "No era exactamente


lo que te dije." Bromeó. "Creo que recuerdo las
palabras... 'Kerry, eres dulce, pero lo que necesitas
es una buena vida, mejor que yo'."

Kerry carraspeó, no haciendo caso al rubor que


sentia en su piel. "Conseguí una de esas tambien."
Refunfuñó, apenas sin creer lo que decía.

"¡Oh...! ¡lo hiciste!" Marie le palmeó el vientre.


"Siéntate." Esperó a que Kerry se sentara, luego le
puso el estetoscopio en la espalda. "Aspira."

Kerry cogió aire, contenta de poder recobrar su


calma.

"Respira."

Otra respiración.

"Buen sonido... ¿has tenido algún resfriado?" La


doctora Simpson la estudió. "¿Aquellos mareos han
vuelto?"

Kerry sacudió la cabeza. "No he tenido más


resfriados desde la última vez que vine, y los mareos
también han desaparecido." Desde octubre, de echo.

La doctora cogió una barra metálica probando sus


reflejos, luego miró detenidamente los oídos. Kerry
estaba sentada en la camilla intentando pensar en
otra cosa que no fuera el cosquilleo que sentía en los
oídos.

"¿Has estado levantando pesas?" Marie le preguntó


con curiosidad.

"Um... un poco... no mucho realmente, he estado


haciendo un poco de ejercicio." Kerry resistió el
impulso de mover el brazo de la mujer lejos de sus
oídos sensibles. "Pared de escalada... un poco de
buceo... algo de artes marciales... ya sabes un poco
de todo." Miró a la doctora cuando esta se apartó.
"Me siento muy bien."

Marie le contestó poniendo su mano en su hombro.


"Estás muy bien." Sonrió. "Me cuesta creerlo." Señaló
la ropa a Kerry. "Vístete... y me esperas un momento
en mi despacho... podemos hablar unos minutos
¿okey?" Haciendo una pausa. "¿Quieres que te
programe una mamografía? no... espera... te hicimos
una este verano ¿verdad?"

Kerry afirmó con la cabeza. "Si... Aún recuerdo la


sensación de frialdad que tienes... cuando te hacen
una." Sonrió ironicamente. "Yo... um..." Mordiendo su
labio. "Me lo controlo regularmente."

Posiblemente más regularmente de lo necesario, ya


que ella y Dar habían ideado una manera de examen
mutuo, un juego sensual sobre todo, cuando
descubrió que su amante obstinada no se había
molestado nunca en hacerse una mamografía.

"Bien." La doctora asintió con la cabeza. "De acuerdo


entonces, nos encontramos en mi despacho, al final
del pasillo. Voy a buscar un zumo de zanahoria,
¿Quieres uno?"

"Um... no gracias." Kerry no hizo caso de los


gruñidos de su estómago. "Voy a recoger algo de
camino a la oficina." Posiblemente un plato McMuffin,
había decidido y un café con leche grande.

Y otro para Dar, por supuesto.

Marie la dejó para que se cambiara, vistiéndose con


su camisa y su falda, cerrando la cremallera, luego se
colocó la chaqueta verde metálica sobre sus
hombros. Luego recogió su bolso y bajó a la oficina
de la doctora, que ya estaba sentada y escribiendo
en su historial. "¿Todo está bien?"

"Espera un momento." Marie refunfuñó, aún


escribiendo. "Quiero terminar... Bien." Levantó la
vista y cruzó sus dedos. "Aún tardará un rato, para
los resultados de los análisis, pero todo me parece
perfecto." Sus ojos brillaron mirándola. "Y tu salud
está muy bien."

Kerry permitió que una sonrisa cruzara su cara,


reconociendo el elogio. "Esto es un cambio para mi...
tengo un nuevo trabajo." Hizo una pausa, pensando.
"También alguien en mi vida... creo que este ha sido
el más importante... Dar ha conseguido que
realmente haga una buena vida y ejercicio físico."

Marie afirmó con la cabeza. "Dar... este es un


nombre insólito... no querrás decir Dar Roberts,
¿verdad?"

Kerry parpadeó, realmente asustada. "Um... si."

La doctora silbó. "Wow... Nunca la he conocido, pero


he oido historias." Se inclinó en el escritorio
acercándose. "¿Tienes fotos?"

¿Había oído algo de Dar? no tiene sentido... dado los


distintos círculos en los que se movian. "Uh... si,
tengo." Kerry sacó la cartera, abriéndola y
seleccionando una de sus fotos favoritas, estaban de
pie apoyadas en un viejo roble que había fuera del
condo, los brazos de Dar rodeándole el cuello.

"Wow." Marie le dijo de nuevo, alzando la vista


mirándola de manera respetuosa. "Mi ex-pareja
estaba un día en un bar de la ciudad, vió como ella
sacaba a dos tipos inmensos, que estaban
molestando a alguien, del bar, dijo que nunca había
visto nada parecido, solo en las peliculas."

La ceja rubia de Kerry se levantó. "Hah... no conozco


la historia... pero seguro que es Dar, lamenta
distinguirse como una heroína."

Marie le devolvió la fotografía, con una franca


sonrisa. "Definitivamente, salvó a unas personas esa
noche... y puso a uno de ellos durante tres meses en
el hospital." Movió la cabeza debilmente. "Escogiste
una mujer fuerte, Kerry... pero si tu eres feliz..." Dejó
ir un pensamiento que se le pasó por la cabeza.
"Escucha, tenemos una fiesta el próximo sábado, por
la noche en el club... ¿por qué no venis aunque sea
un rato? Me encantaria conocer a tu pareja."

Kerry vaciló. "... seguro, quiero decir, creo que no


tenemos nada planeado para la noche del sábado...
hablaré con Dar, cuando la vea en la oficina." No
quería negarse, ya que realmente Marie le caía bien,
pero se preguntaba si a Dar le interesaba conocer a
alguien de su pasado.

Marie se levantó. "Bien... entonces... tal vez nos


vemos." Sonriendo, le ofreció la mano. "Me alegro de
haberte visto de nuevo, Kerry. Ya te llamaré si hay
algo raro en las pruebas... pero considero que está
todo bien, solo sigue haciendo vida normal, ¿vale?"

Kerry se puso en pie, y cogiendo su mano, la movió.


"Gracias Marie, nos vemos."

"Si." La doctora le dio una mirada especulativa.


"Espero que pronto."
*****
Dar estaba sentada en su escritorio, la cabeza
apoyada en una mano y el ratón en la otra. Estaba
haciendo clic en unas hojas de cálculo, comprobando
sus contenidos, separando otros que no estaban
claros con líneas azules. Un golpe suave en la puerta
la interrumpió, inclinándose hacia atrás, alegrándose
de poder descansar un poco de ello. "Adelante."

Maria entró por la puerta, cerrandola detrás de ella.


Llevaba varias carpetas en su brazo, colocándolas
encima del escritorio de Dar. "Son las tres cuentas
nuevas, que acaban de llegar, Dar." Le dijo la
secretaria. "Y Kerrisita solo asomó la cabeza, para
decir que ya había llegado."
"¿Ah?" Dar se reanimó visiblemente. "No tomó
demasiado tiempo... debe estar todo bien." No
conozco a su doctor... aunque Kerry parece estar
sana, nunca se puede estar seguro. "Bien... tenemos
una comida y quería que ella asistiera."

Como si hubiera oido que hablaban de ella asomó la


cabeza por la puerta.

"La doctora quiere conocerte." Dijo sonriendo.

Dar parpadeó, mirando a María, luego se apoyó en el


escritorio y guardó sus datos.

"¿Ah... realmente? ¿Va todo bien?"

"¿Recuerdas lo que Maria pensó de mí..., acerca de


que era buena para ti? Eso es lo que opina ella de ti."

Dar sonrió. "Bien..." Colocando sus manos en el


escritorio. "Tan solo... tenemos tres nuevas
adquisiciones, ¿eh?"

"Si." María afirmó.

Dar tamborileó los dedos sobre el escritorio. "Um...


bien... ¿qué tienes planeado para este fin de semana
Maria?"

La secretaria la miró curiosa. "Si... bien... realmente


nada, solo un poco de trabajo en el jardín, y mi
marido va a pintar el cuarto de baño." Contestó, un
poco perpleja.

"Ah... suena bien... um..." Dar miró hacia la puerta


interior, y Kerry entró sus ojos verdes brillaban
cuando se encontraron con los ojos azules de su
amante. "Vamos a tener una pequeña reunión el
sábado por la mañana... yo... um..." La alta mujer
observó su lapiz, mirando de reojo a Kerry. "Y nos
gustaría que estuvieras allí." Kerry dejó la bolsa de
papel sobre el escritorio y sonrió a María.

María cruzó sus brazos, y las miró extrañada. "¿Es


una fiesta?"

Dar miró a Kerry pidiéndole silenciosamente que


continuara. La mujer rubia hizo rodar sus ojos.

"Una clase de..." Kerry se sentó en la esquina. "Mi


antiguo pastor de Michigan está en Miami para una
visita, y él se... ofreció a realizar una ceremonia de
compromiso para nosotras."

Ella ha conseguido decirlo tan suave... Dar se


maravilló.

"¿Cómo? " Maria dió un paso hacia ellas. "¿Me estás


diciendo de que os casais?"

Kerry se extrañó de la palabra. "Um... si creo que


podriamos decir eso." Se dió la vuelta mirando a Dar.
La mujer estudiaba el final de la pluma tan
profundamente que parecía como si hubiera un
defecto en ella. "¿Correcto?"

Los ojos azules la miraron a ella y luego a María.


"Uh... si." Dar tragó, nunca había esperado poder
decir eso.

María puso sus manos en las caderas, dándole a Dar


una mirada muy severa. "Jefa, esto no es
agradable."

Dar se asustó. "Qu..." ¿Podría haber entendido toda


su charla con María mal? No... "¿Qué no es
agradable?" Kerry también miraba perpleja a la
secretaria.

"Tu no puedes hacer esto sin advertir... sin darme la


posibilidad para poderos regalar algo bonito... no es
justo, Dar... tengo que ir a comprarme un vestido
y..."

"Tranquila... tranquila... nada... no... es algo muy


ocasional, María..." Dar se levantó rapidamente. "No
tienes que comprarnos nada... tan solo queremos
que estés allí."

"Exacto." Kerry asintió con la cabeza. "Realmente...


lo decidimos hacer ayer, María."

"¿Ocasional?" La pequeña mujer repitió. "¿Qué


quieres decir con, ocasional, Dar?"

"Um... bien, vamos a ir en barco." Dar rascó su


barbilla. "Y esto será en una pequeña isla... antes del
alba."

María las contempló durante un momento. "Dios


mio." Sacudió la cabeza. "Dar, eres especial."

Dar respiró suavemente. "Pero bueno María si no


quieres venir... sé que es un aviso muy pecipitado...
y no es..."

"¿Perdón? no me perdería, Dar... esto por nada del


mundo, como tu dices café en la India." María
declaró. "Sacaré mis pantalones cortos, solo por ti."
Sonrió mientras se precipitaba hacia la puerta,
cerrándola detrás de ella.

"Bien." Kerry comentó, sonriendo a su amante.


Rodeó el escritorio y se apoyó al lado de Dar, su
cabello rubio rozó la superficie de madera. "Hola."

Dar dejó de mirar la puerta, y acercó su nariz


acariciándola. "Mmm hueles a café con leche."

"¿Ah si?" Kerry se acercó más besándola ligeramente.


"Imagina esto."

Los ojos de Dar la miraron gentilmente. "¿Todo


bien?" Preguntó.

"Mmm." Kerry dijo. "Marie me ha dicho que estaba


muy sana... y que le parece muy bien, tambien dice
que quiere que te lleve a una fiesta, quiere conocer a
la infame Dar Roberts."

Los ojos azules vacilaron. "¿Infame?"

"Mm... algo sobre un ladrón... o quizás dos de


ellos..."

Dar dejó caer su cabeza. "Ah..." Afirmó con la


cabeza. "Esos... diablos... aún cuentan esa vieja
historia."

Kerry colocó su brazo en los hombros de Dar. "Me


acompañas, compañera... tengo unas albondigas en
una vasija de barro... cocinándose a fuego lento... la
compartimos y después espaguetis, mientras me
cuentas esa vieja historia, ¿vale?"

Dar sonrió silenciosamente mirandola. "Bien." Hizo


una pausa, reflexionando. "Sabes... recuerdo de ir
hacia la playa despues de aquello, y miré el
amanecer." Suspiró. "En esos momentos... me sentí
orgullosa... de ser quien era... y el echo de haber
tenido un efecto positivo en la vida de alguien."

Kerry estudió su perfil durante un momento,


entonces alcanzó su barbilla, hasta que sus ojos se
encontraron. "Hasta ahora."

Se hizo un silencio tranquilo, cuando se miraron a los


ojos. El cuarto estaba bañado por la luz del sol que
manaba de las ventanas, como si las cubriera con
una manta dorada.

Repentinemente el teléfono sonó, rompiendo el


mágico momento. "Dar, tengo a Singapur en la línea
uno." La voz de María sonó en la habitación.
Dar tomó la mano de Kerry besándola. "Bien,
pásamela, María."

Kerry acarició su mejilla, la besó suavemente en los


labios, y se levantó. "¿Nos vemos en el almuerzo?" Le
señaló la bolsa de papel. "Disfruta."

"Gracias." Dar sonrió, mientras apretaba el botón


telefónico. "¿Si?"

"Dar, tenemos problemas SITA otra vez." Una voz


acosada sonó. "La red extranjera, ha caído en
Oriente Medio... ¿Nos puedes ayudar?"

Kerry se acercó a la puerta, agitó la mano y luego


desapareció.
*****
Se está muy bien aquí. Dar estaba en la terraza del
condo, apoyada en la pared de piedra, sus codos
apoyados en la barandilla y mirando el agua del mar.
El viento salado removiendo su negra melena, hasta
ella llegó el aroma del humo de una barbacoa que
salía del club en la playa.

Sabía que si miraba en el interior de la habitación,


vería a Kerry sentada en el sofá, con su pluma
antigua y un pedazo de pergamino, escribiendo algo
que a Dar no le dejó que lo mirara. "Mañana..." le
había dicho su amante, escondiendo el pergamino
detrás de su cuerpo.

Mañana. Dar miró hacia abajo y observando sus


manos silenciosamente, moviendo su anillo dorado.
No estaba nerviosa, exactamente... despues de todo,
esto eran solo unas palabras dichas por una persona
que no conocia. Había preferido que solo estuvieran
ellos tres, pero no podía evitar el deseo de Kerry de
tener a más gente allí.
Vieja vagabunda, antisocial y gruñona... Se castigó,
medio humoristícamente. Vamos es un gran paso, y
solo estarán Duks, Mariana, Maria y Collen. Supéralo.

El mensaje escrito a su padre no había sido


contestado, y aunque estaba preocupada, por otra
parte estaba en secreto aliviada.

Bueno ellas tomarían fotografias... seguro que le


gustará verlas. Dar suspiró, enderezandose. Se fijó
en el jacuzzi, y decidió que un baño caliente era una
buena idea. Se le ocurrió una idea. Y a Kerry tambien
le gustaria. Otro pensamiento. Tambien tenemos
frambuesas frescas y nata.

Mucho mejor. Dar entró.


*****
Kerry escribió los últimos versos del poema, se
desembarazó de Chino, que estaba dormida
enroscada en sus piernas, y fue hacia arriba
llevándose el pergamino para guardarlo. Miró el traje
blanco, que estaba encima de la cama, lo había
escogido para mañana, eran unos pantalones cortos
y una camisa de lino suave y corta exponiendo su
vientre al aire.

Ocasional, si. Kerry se miró en el espejo sonriendo.


Dar había escogido llevar un mono traje blanco,
también de pantalones cortos. Le quedaba muy bien,
debido a su bronceado, tenía la intención de ir
descalza.

Kerry se rió suavemente, luego abrió el cajón


superior, sacando una caja de madera tallada y
comprada en Bayside al dia anterior. Abriéndolo, miró
el suave terciopelo rojo que hacía resplandecer los
dos brillantes que estaban dentro, la luz suave de la
lámpara hacía relucir brillantemente las dos piedras
ensarzadas en dos cadenas de oro. El joyero había
pulido las piedras, sacándoles el brillo y la luz
reflejada en ellas formaban prismas multicolores,
sonrió cuando se imaginó dándole a Dar el suyo a la
mañana siguiente.

Unos suaves pasos la alertaron, cerrando la caja,


metiéndola dentro del cajón, justo a tiempo para
girarse y saludar a su amante despeinada, cuando
miró dentro de la habitación. "Hola."

Dar entró, pasándose la mano por el pelo


despeinado. "Me estaba preguntando si te gustaría
compartir un tazón de frambuesas con nata y un
baño en el jacuzi conmigo."

Kerry sonrió abiertamente. "¿Yo?, ¿qué tipo de


pregunta es esta? ¡Claro que si!" Cogiendo su
bañador y dándole a Dar un ligero empuje. "¿Nos
encontramos allí?" Los ojos de Dar brillaron,
asintiendo con la cabeza y girándose, con Chino
tropezando con sus pies.

Kerry se quitó la camisa, y se puso su traje de baño,


colocándose bien los tirantes, cogió su toalla, y bajó
hacia el piso inferior, justo a tiempo para encontrar a
Dar que salía de la cocina, llevando los dos platos y
su nariz estaba manchada de nata. "Mmm." Kerry se
puso de puntillas y lo lamió, consiguiendo que su
compañera se sobresaltara. "¿Quién necesita
frambuesas?"

Salieron fuera y entraron en el burbujeante jacuzzi,


Dar colocó los platos en la bandeja del fondo. "Mm."
Dar estiró las piernas y se apoyó en la pared. "Ha
sido toda una prueba esta noche... no estoy segura
de lo que nos entró a Ken y a mi... parecíamos dos
comadrejas salvajes." Ken las había visitado en la
isla, sobretodo para escaparse del club esa noche, y
ellas le habían enseñado el gimnasio de la isla y
realmente practicado un buen rato. Cuando Dar se
entrenaba de niña allí, por lo general siempre la
estampaban contra la pared.
Dar miró las estrellas brillantes. Lo recordó todo, en
un descuido, había echo un movimiento casi
deslumbrante echando al pobre Ken sobre el brazo
con tal fuerza que cayó. Ella había estado de pie,
sintiendo como la adrenalina le circulaba ferozmente,
recordando lo bien que se sintió en ese momento.

"¿Te dije que Ken quiere que participe en un partido


local?" Dar comentó ociosamente mirando las
estrellas que brillaban encima de ellas. "Hay un
torneo en Mayo... y él cree que debería apuntarme."

Kerry la miró fijamente. "Imponente... creo que vas a


darles tal paliza que harás disfrutar a todo el mundo."

Dar se encogió de hombros. "Bueno... no se como


estaría, estoy un poco mayor para hacer esto, pero
ya veremos... Será algo pequeño... tal vez pueda
ganar algunas rondas."

Kerry se acercó y puso su mejilla en el hombro de


Dar, mirándola a sus ojos con adoración parecida a la
del cachorro. "¿Ganarías un trofeo para mi?"

Los ojos azules se abrieron mirándola. "¿Un... qué?"

"Siempre he querido que alguien ganara un trofeo


para mi... solía hacer que Brian lo intentara en el
campeonato local, pero si te digo la verdad... él era
más patoso que yo... y soy bastante mala."

Las oscuras pestañas de Dar parpadearon. "Tu no


eres patosa."

"No, ahora ya no." Kerry estuvo de acuerdo. "¿Qué


opinas? ¿Es algo demasiado romántico para ti?"

"¿Romántico?" Dar removió su cabello, aturdida.


"Kerry... esto es un trofeo de karate... no se si
podré... quiero decir... estoy segura que habrá
mejores... yo..."

Unos ojos verdes la miraron confiados.

Un suspiro. "Tu quieres un trofeo de artes marciales."

Kerry afirmó con la cabeza. "Realmente... lo quiero."


Aseguró a su amante. "Y voy a conseguir una
camiseta con una foto tuya para animarte."

Dar emitió un sonido entre cloqueo y estornudo


"¡Kerry!" Gritó, realmente alarmada.

La mujer rubia se rió entre dientes. "Tranquila..."


Besando suavemente el brazo de Dar. "Lamento...
que siempre pienses en tu edad... Tengo este
impulso irresistible de incordiarte con ello."

Dar frunció el ceño simpáticamente.

"Tch... tienes una mirada tan mona..." Kerry tocó


suavemente con la yema de sus dedos los labios
fruncidos. "Seriamente Dar... Ken estaba realmente
impresionado esta noche. Se lo oí decir a ese chico
con el que normalmente entrenas, aquí en la isla."

"Mm..." Dar se quejó. "Solo que no quiero...." Vaciló.


"Creo que no quiero despertar mis propias
expectativas." Jugó un poco con el agua. "La otra
vez, realmente estaba bien, Ker... se que no puedo
compararme con ello, y además intento convencerme
que no me importa..."

"Esto no lo hace." Kerry dijo poniendo sus brazos


alrededor de Dar. "Pero sabes que realmente eres
competitiva, ¿verdad?"

Una cabeza asintió lamentándose.

"Sé que lo harás bien, Dar... nadie va a esperar todo


de ti despues de todo el tiempo que hace de ello...
solo queremos divertirnos." Kerry frotó su vientre
consolándola. "Tengo ganas de estar allí."

"Hm." Dar sonrió. "Si... tienes razón... solo estoy un


poco nerviosa esta noche."

Kerry descansó su cabeza en el hombro de Dar


nuevamente. "Mm..." La miró y preguntó. "¿Estás
nerviosa por lo de mañana?"

"No." Dar alejó ese pensamiento de su mente. "Ah,


estoy un poco nerviosa sobre tener a toda esa gente
en el barco y que no choquemos contra alguna roca,
pero al margen de eso... no." Acarició con la nariz el
pelo de Kerry. "Los del club nos van a traer el
desayuno para todos."

"Mmm..." Kerry se acercó deslizando sus brazos


alrededor del cuerpo de Dar. "¿Así que tú decidiste
que vas a decir?"

Una sonrisa invisible encendió la cara de Dar. "Si."

"Ooo... ¿Y... me lo vas a decir?" Kerry la acarició,


poniendo su dedo aventurero debajo de la tira del
bañador de Dar.

"¡No!" La mujer morena respondió. "Lo averiguarás


mañana." Dijo doblando la cabeza, y marcó una línea
sobre el cuello de Kerry con el dedo, notando como
la piel suave se erizaba. Festivamente, acercó un
dedo al plato de nata hundiéndolo, luego puso una
poca sobre la nariz de Kerry.

Los ojos verdes bizquearon cuando Kerry trató de


mirar la nata. "Yah."

Dar se inclinó y con la lengua la lamió, besándole los


labios, Kerry rió tontamente. "¿Asi...?"

Kerry cogió un poco de nata, sentándose a


horcajadas sobre su amante, flotando juntas en el
agua. "¿Quieres la respuesta a tu pregunta?"

Unas ceja oscura se alzó. "¿Quieres algunas


frambuesas?"

"Más tarde." Kerry se apoyó más, creando un suave


movimiento en el agua. Las manos de Dar se
deslizaron a través de su espalda aumentando la
presión, con sus piernas entrelazadas, sintiendo un
toque vago en su cadera y un cosquilleo en el muslo.

Deslizó un tirante de Dar hacia abajo, y oyó una risita


cuando su dedo con nata embadurnó la clavícula.
"Espero que nadie esté mirando con sus gemelos."
Dijo en el oído moreno.

Dar deslizó los tirantes de Kerry hacia abajo


inmediatamente, exponiendo su piel a la corriente del
agua, en un momento sensual. "Pensarían solo que
es efecto de la luna llena." Pellizcando suavemente a
Kerry con sus ojos brillantes, arqueando su espalda
cuando la rubia mujer la despojó de su traje.

"Muérdeme." Kerry hundió su cabeza bajo el agua y


le mordió suavemente, sintiendo la reacción del
cuerpo de Dar. La combinación de toques sútiles y el
estímulo del agua era increíble, quería más. Las
manos se deslizaron por su cintura, acercándola,
esperando encontrarse con los labios de Dar. La
mujer morena se meció hacia atrás, comenzando una
expedición lenta, pícara con la cual Kerry participó
entusiasmada.

Las estrellas se rieron parpadeando arriba.

********************
D écima parte
― ¿Estás lista?,― Kerry se inclinó sobre la
bancada de la cocina mirando a Dar beber un
vaso de leche caliente. La alta mujer morena
vestía de manera casual y su pelo estaba
recogido descuidadamente formando un
moño que acentuaba sus rasgos angulosos. La
débil luz de la habitación atrapaba sus claros
ojos, y Kerry pudo oler el limpio aroma del
jabón que usaba Dar.

― Sip, llamé al muelle del ferry, y les di los


nombres,― contestó Dar lamiendo las gotitas
de leche de sus labios.― Les dije que los
acompañaran a todos hasta el embarcadero.
Pensé que sería más fácil que encontrarnos
aquí y luego desplazarnos hasta allá, además,
hay lugar donde dejar el coche allí,― Dar
dejó el vaso en el fregadero y exhaló,―
Vamos….quiero preparar el barco.

Kerry cogió una pequeña bolsa de cuerda


donde estaban los cristales y el pergamino, y
se la colgó del hombro mientras seguía a Dar
hacia la puerta.

Casi…

― ¡¡Hey!!.

― Yep,― la cabeza de Chino casi fue


atrapada por la puerta y la mascota protestó
vigorosamente.
― Venga cariño, tú te quedas aquí ¿de
acuerdo?. No creo que te gusten los barcos,―
le dijo Kerry al animal.

― No,― Dar le puso una mano sobre el


hombro.― Déjale que venga. Es parte de la
familia.

Kerry la miró con sorpresa, pero abrió la


puerta y dejó salir al perro viendo cómo éste
se lanzaba contra los pies de Dar y empezaba
a mordérselos.

― Vale, pero recuerda que fuiste tú quien me


lo pidió.

Dar recogió al perro y se lo puso bajo el brazo


mientras subía al coche. Lo dejó en la parte
de atrás y quitó el freno de mano mientras
arrancaba en la oscuridad de las primeras
horas de la mañana.

Todo estaba en silencio, Kerry bostezó


mientras conducían por la carretera, incluso el
sonido de los neumáticos parecía demasiado
fuerte. Por un lado podía oír el suave silbido
de la brisa y por el otro el sonido de los
adormilados pájaros que anidaban en el anillo
de árboles que bordeaban los 9 hoyos del
campo de golf situado en el centro de la isla.
Dar giró la curva que pasaba junto al club de
la playa para tomar el camino que llevaba
directamente al embarcadero. El suave
golpeteo de los aparejos de los barcos se hizo
más fuerte y cuando giraron la última curva,
Kerry pudo ver las luces de seguridad del
puerto que iluminaban las hileras de barcos.

― Una mañana preciosa.

― Mm,― estuvo de acuerdo Dar mientras se


acercaban hasta estar justo frene a su bote.
Éste se mecía suavemente sobre el agua, y
Dar subió a él con bastante facilidad.― La
gente del club estará aquí pronto…― Echó
un vistazo por cubierta y colocó un chaleco
salvavidas en su lugar.― ¿Quieres poner las
baterías en marcha y asegurarte de que haya
suficiente zumo?.

― Claro.― Kerry bajó al camarote y dejó su


mochila, entonces revisó el sistema eléctrico
del barco que estaba enganchado a un puerto
del muelle.― Parece estar todo bien,― dijo
en voz alta al tiempo que habría la nevera.―
Hey,― miró adentro descubriendo una
bandeja con dos botellas de Don Perignon y
un plato de cremosas trufas. Había también
una carta, la levantó y la miró
detenidamente.― Awwww….Dar!.

―¿Mmm?― sonó una voz justo en su oreja


haciendo que saltara y se golpeara la cabeza.
― Jesús…¿quieres no hacer eso?,― dijo la
rubia mujer.― Vas a hacer que me dé un
ataque al corazón uno de éstos días, Dar.

― Tú me llamaste,― se quejó Dar.― No es


culpa mía que estuviera justo aquí.― Inclinó
su cabeza para mirar adentro.― ¿Qué es eso?.

Kerry le dio la carta y sacó la bandeja.

Dar estudió la letra, e inmediatamente una


sonrisa cruzó su cara.

“Esto hará que se calmen tus malditos


nervios…más aún considerando que me costó
más de mil ochocientos pavos”.

― Es de papá. Wow.

― Abre,― Kerry le ofreció una trufa, que


ella obedientemente aceptó.― Tu padre es
tan dulce.

― Mmm.hf,― asintió Dar masticando.

― Ahora sé de dónde le viene a su hija.― La


rubia mujer se acercó lentamente cogiendo a
Dar a medio bocado y besándola hasta hacer
que se ruborizara.― ¿eh?.

Dar sonrió.
― Mi reputación hecha trizas,― tragó.―
Mmm…esto está bueno.― Miró la bandeja y
sus ojos brillaron.― ¿Más?.

Kerry sirvió el champagne y le ofreció a su


amante una copa, entonces cogió otra trufa
que desapareció inmediatamente.

―Hey…mastícala, ¿vale?.― Tomó un sorbo


de alcohol y mordisqueó un dulce disfrutando
el contraste de sabores. Miró hacia abajo
mientras unas pisadas indicaban que Chino se
acercaba, y vio al perro correr escaleras abajo
y ladrando.― Hola cariño.

― Yawp,― Chino olisqueó alrededor de las


piernas de Dar y se sentó sobre uno de sus
pies.― Urrr…

Dar sonrió.

― Gracias Chino…necesitaba un
calientapies.― Dio un trago de su bebida y
dejó que bajara por su garganta lentamente,
entonces miró a Kerry.― ¿Escondiendo
esos?.

Kerry se puso una trufa en la boca y la


mordió un poquito entrecerrando los ojos

― ¿Quieres?.
La alta mujer inclinó su cabeza hacia abajo y
tomó la mitad ofrecida juntando sus labios
con los de Kerry.

― Este está empezando a ser un gran día.

Kerry sonrió feliz, entonces se giró al oír


voces fuera.

― Bueno, creo que vamos a empezar con…


awp…

Dar bajó su copa y enredó sus dedos con los


cabellos de Kerry acercándola para besarla de
la manera más apasionada. Se separaron al
sentir sus respiraciones agitadas y se miraron
la una a la otra. Dar descansó su mano sobre
la mejilla de Kerry.

― Te amo,― dijo simplemente.

― Yo también te amo,― respondió Kerry


con un susurro de voz.― Gracias por hacer
esto Dar… significa mucho para mí.

Dar sonrió y acarició la suave mejilla de


Kerry con su pulgar.

― Lo sé.― Sus ojos se dirigieron hacia la


puerta.― Será mejor que salgamos…me
pareció oír a Duks.
Kerry la abrazó por un momento, después la
soltó y la siguió escaleras arriba hacia
cubierta.

Como esperaban, toda una fila de familiares


figuras esperaban en el muelle.

― Buenos días.― Dar saludó con la mano


mostrando una sonrisa cuando vió a Duks con
las manos en sus caderas mirándola.

― Sabes Dar…tienes suerte de que perdono


fácilmente,― sacudió su cabeza.― No podías
haber tenido una ceremonia al atardecer ¿eh?.

― El océano es malo a esas horas.― Dar


bajó una pasarela y fue ofreciéndole la mano
a sus invitados mientras subían a bordo.― Id
arriba, a la parte delantera del barco…
necesitamos traer algunos víveres a bordo.
Gracias por venir,― dijo con un movimiento
asertivo al personal del club que traía los
comestibles para la nevera.― Hola María.

― Buenos días, Dar…Kerrisita.― María le


lanzó su chaqueta bermellón y le pasó a Kerry
una cajita.― Sé que me dijiste que no trajera
ningún regalo, pero cógelo de todas formas.

― Gracias María.― Kerry tomó la cajita y


luego abrazó a María.― Gracias por venir…
realmente te apreciamos.
― Gracias por pedírmelo,― María sonrió.―
Mi familia cree que estoy teniendo un, como
vosotras decís…un affair por escabullirme tan
pronto.

Kerry caminó con ella cogida del brazo para


reunirse con Duks y Mariana que estaban
sentados sobre la baranda charlando.

― Ellos realmente no…¿verdad?,― preguntó


la rubia un poco avergonzada.― Quiero
decir…no pensamos en lo fastidioso que sería
para los demás hacerles arrastrar sus traseros
hasta aquí antes del amanecer… es más o
menos la hora a la que nosotras solemos
levantarnos.

―Oh…lo sabía…― rió Mariana.― Sabes,


debía haberme imaginado que si alguna vez
Dar encontraba una amiga que congeniara
con ella, ésta debería ser alguien que también
adorara torturarse.

― ¿Qué hacéis tan pronto por la mañana?,―


preguntó María curiosa a la vez que se
sentaba sobre la baranda.

― Bien…― comenzó Kerry mientras Duks y


Mari sonreían,― la verdad es que salimos a
correr,― dijo sacándoles la lengua.

Ambos se rieron y María escondió su sonrisa


tras su pequeña mano.
************

Dar miraba al personal de la isla preparando


la comida y esperaba a los dos camareros
hispanos que terminaran para investigar los
contenidos, cogiendo una mini mazorca de
maíz con mantequilla y ganándose
instantáneamente la atención del perro
Labrador pegado a su pie. Le dio un trocito y
abrió la tapa del inmaculado buffet
sirviéndose una cucharada de huevos
revueltos para ella y otra para Chino.
Entonces se sentó para disfrutar de un
momento de paz, agradecida de que Kerry se
encargara de hacer los honores en la parte
social del momento.

El movimiento del barco la mecía mientras


masticaba, haciendo que sus nervios se
calmaran. No era la ceremonia lo que le
preocupaba, si no que se dio cuenta de que
iba a exponer una parte muy personal de ella
misma a alguien más que a Kerry.

―Ugh,― suspiró Dar.― Bien, toma fuerzas,


respira hondo y vayamos allá antes de que
todo el mundo piense que tengo todo un
arsenal de marshmallows aquí.― Compartió
una madalena con Chino, tomó aire y volvió a
cubierta cargando con un termo de café
caliente y unas tazas de plástico púrpuras.―
Plástico púrpura. ¿De dónde diablos consigue
la gente cosas como éstas?.― Ella las pidió
lisas y las habían traído con la cara de
Clermente, al igual que los platos de plástico.

―Hey, Dar.

Una voz la llamó desde el muelle. Se giró


para ver a Colleen vestida con unos
impecables pantalones cortos color tostado y
un polo blanco. Junto a ella había un hombre
alto vestido con un par de pantalones
vaqueros y una camiseta que Dar supuso que
sería el pastor.

― Buenos días,― esperó a que cruzaran la


pasarela y les ofreció una reservada
sonrisa.― Si quieres, lleva esto a la proa del
barco, Colleen. Yo pondré los motores en
marcha.― Miró al pastor,― Bienvenido a
bordo.

El hombre le ofreció la mano, la cual Dar


estrechó ahora que la tenía libre al pasarle a
Colleen el café y las tazas.

― Hola….tu debes de ser Dar.

Dar inclinó su cabeza, favorablemente


impresionada por su agradable semblante y
firme agarre.

― Así es…¿Pastor Robert?.


Él sonrió.

― Claro…es mejor que Pappy Bob, que es


como me llaman mis sobrinos.― Se aclaró un
poco la garganta.― Es un placer conocerla…
de la manera en que Kerry habla de usted
tengo el presentimiento de que ha encontrado
a alguien muy especial.― Sonrió ante la cara
de extrañeza de Dar.― Conozco a Kerry
desde que era pequeña.

Un aire de calidez asomó en la mirada de Dar.

― Apuesto entonces que conoce un montón


de historias. ¿Era una bribona?.

― Oooooh, sí….realmente era difícil,―


comenzó a reír,― Y sí, realmente lo era…
especialmente cuando estaba en mis clases de
la escuela de verano.

― Mmm…deberíamos hablar.― Dar le


sonrió maliciosamente, parpadeando con
picardía.― Vaya a proa… voy a sacarnos de
aquí,― hizo una pausa.― Gracias por querer
hacer esto aquí… no sabe lo que significa
para Kerry….y para mí.

― Es un placer…y, de todas formas soy


bastante madrugador. La idea de hacer esto al
amanecer…en el hermoso Atlántico y bajo la
bóveda celeste del Señor …es perfecto.
“Oh. Dar decidió instantáneamente que le
gustaba”.

― Estupendo.― Salió y quitó los amarres


dejando el barco libre del muelle. Entonces
caminó por la pasarela, la retiró y puso en
marcha los dos motores gobernándolos con
maestría fuera de la línea de barcos anclados.
Escuchó una risa venir desde la proa y se giró
para ver a Kerry abrazando a su pastor con
verdadera devoción reflejada en su cara.

Dar se sonrió a sí misma mientras guiaba el


barco lentamente fuera de la marina y lo
dirigía hacia mar abierto. La refrescante brisa
le llevaba el pelo hacia atrás e inspiró
fuertemente el salino aire recordando todas
las veces que había contemplado el amanecer
de ésta manera.

A excepción, por supuesto, de que el anterior


barco era más pequeño.

Y de que ella era la única a bordo.

Una masa sólida se depositó sobre su pie y


miró hacia abajo para ver a Chino enroscado
allí.

Definitivamente diferente.

Duks caminó hasta ella y se apoyó sobre la


baranda.
― Así que amiga mía…¿qué tal van las
cosas?.

Dar lo miró un momento para luego volver su


vista atrás.

― El tiempo es estupendo, el mar está en


calma…no podría pedir más. ¿Por qué?.

Duks se frotó la barbilla y miró hacia el


lejano horizonte.

― ¿Es esto muy duro para ti, Dar?,―


preguntó mirándola.― ¿Permitirnos
participar en algo tan privado de tu vida?.

Dar ajustó la dirección y la velocidad,


usándolo como excusa para demorar su
respuesta.

― ¿Importa eso?.

El contable asintió lentamente.

― Esa respuesta es suficiente.― Le


aconsejó,― si te sirve de consuelo creo que
esto va a ser bueno para ti.

Unos claros ojos azules lo miraron fijamente,


luego volvieron al mar escaneándolo.
― Llevará un tiempo acostumbrarme a
esto,― admitió suavemente.― He tenido que
cambiar la manera de pensar sobre muchas
cosas.

Él asintió.

― Te creo.― Un par de risas animadas


vinieron desde la proa del barco y se giró para
ver a Kerry dando pequeños saltitos arriba y
abajo agitándole un dedo a Mariana. Giró su
cabeza atrás y pilló a Dar mirando a la rubia
mujer con una inconsciente sonrisa curvando
sus labios. Sonrió suavemente y agitó su
cabeza.

― Está bien. ¿dónde vamos?,― preguntó


Colleen estirando sus brazos hacia delante
sobre la baranda y mirando a Kerry.― ¿A las
Bahamas?.

― No…al menos espero que no.― sonrió


Kerry mientras miraba el horizonte.― Dar no
lo dijo…o para ser más específicos me dio
unas coordenadas para el GPS, lo cual para
mí significa que es algún lugar en el Estado
de Florida.― Se inclinó sobre la baranda.―
Dijo que no era demasiado lejos…solo lo
suficiente como para perder de vista la
ciudad.
Estaban ya en mar abierto, navegando a
través de las olas, los motores a toda marcha
mientras Dar lo gobernaba hacia la naciente
luz. El océano estaba en calma, tan solo unas
pequeñas ondas moviéndose por la oscura
superficie mientras el horizonte iba del negro
al lavanda esparciendo bandas multicolores
en todas direcciones.

Después de aproximadamente veinte minutos,


la oscuridad fue cediendo a las luces del
amanecer, y Kerry se movió hasta la baranda,
inclinándose hacia delante para ver la
pequeña mancha de una islita.

― Supongo que vamos allá.― anunció con


una sonrisa.― Es una isla.

Todos se situaron a su alrededor y buscaron


con la mirada para ver un grupo de árboles
alineados a lo lejos. Parecía ser una delgada
plataforma de coral con la suficiente arena
por encima como para poder desembarcar en
ella sin que las olas del mar la cubriera.

Dar acercó el barco, amarró un cabo a una


rama saliente del manglar para asegurarlos y
entonces paró los motores. El repentino
silencio era casi asombroso, hasta que se hizo
evidente el siseo del agua acariciando la orilla
con las ondulaciones de las suaves olas.
Todo el mundo miró las grises y húmedas
aguas entre el bote y la isla y después a Dar.
Kerry caminó hacia ella y le puso una mano
en el hombro.

― Um…¿Dar?.

― ¿Sí?― contestaron unos inocentes ojos


azules.

Kerry se mordió el labio.

― ¿Pensaste…um… hacer todo esto ahí?.

― Sí ― dijo batiendo sus pestañas.― ¿Por


qué?.

Kerry se inclinó hacia ella.

― No sé si todos los de aquí saben nadar,


cariño.― susurró.― A menos que quieras
que hagamos la ceremonia a bordo.

― Nah― Dar la golpeó suavemente en el


hombro.― Ahora mismo vuelvo.― Poniendo
sus manos en la barandilla, saltó por encima
aterrizando sobre el agua con un claro splash.
Las olas le llegaban por la mitad de sus
muslos y caminó hacia la orilla con paso
decidido.

― ¿Qué está haciendo?― Colleen se acercó a


Kerry junto a la baranda y miró lo que hacía
Dar. El resto del grupo se unió a ella, incluso
Chino sacó su cabeza por en medio de la
gente olisqueando.

― No tengo ni la más remota idea.―


murmuró Kerry.― Debe de ser una barrera de
arena…fíjate lo poco profundo que es aquí.

Los ojos se volvieron hacia ella.

― Espero que no nos quedemos atascados,―


dijo Maria con una sonrisa.― ¿Te imaginas la
historia que saldría de aquí?.

Kerry miró hacia la luz del amanecer que


poco a poco incrementaba su intensidad.

― No…nos ha anclado en un lugar lo


suficientemente profundo. El nivel sube un
poco más allá. Puedo ver cómo clarea el
agua.― Se inclinó hacia delante.― Hey
Dar…¿qué estás haciendo?.― Podían
escuchar el ruido de unos golpes llegar hasta
ellos.

Dar apareció por un lateral mojada hasta casi


la ingle y con una cuerda sobre el hombro. Se
movió firmemente hacia el bote y cuando
estuvo cerca, vieron algo arrastrase detrás de
ella. El viento agitaba su cabello enviando
rebeldes mechones sobre su cara y una blanca
sonrisa apareció cuando los miró.
― Aquí tenéis,― dijo lanzándoles el cabo.―
Tirad.

Duks tomó la cuerda y comenzó a tirar, y


vieron aparecer una plataforma construida en
madera. Era vieja, pero parecía estar de una
pieza.

― Dios mío…es una pasarela,― dijo María


sorprendida.― Qué lista eres, jefa.

Dar se inclinó sobre el bote y empujó la


plataforma de madera en su sitio
asegurándola.

― Bueno, en realidad la construí en uno de


mis días inspirados.― les dijo con una mirada
irónica.― Cuando estaba en el instituto, para
ser exactos.― utilizó el cabo para impulsarse
hacia arriba plantándose sobre la pasarela y
quitándose un pedazo de alga que se le había
pegado al muslo.― El agua está estupenda.

Kerry había cogido el equipo de


submarinismo de sus enganches, lo volvió a
colocar en su sitio y bajó hasta la pasarela. Se
zarandeó un poco por su peso, pero la sostuvo
firmemente. Caminó arriba y abajo unas
cuantas veces para probar su estabilidad.

― Bien, para ser un trabajo de instituto


parece ser lo suficientemente seguro.― Le
ofreció a su amante una cálida sonrisa.―
Muy bien….vamos allá, gente.

Con cierta indecisión y algún que otro gritito


todos pasaron y bajaron a tierra. Dar esperó y
subió para recoger a Chino y no se sorprendió
de encontrar a Kerry esperándola.

― Hey.

― Hey… Kerry miró alrededor.― Así que


éste es un viejo escondite tuyo ¿eh?,―
sonrió.― Es precioso.

Dar respiró profundamente el familiar aire.

― Podríamos llamarlo así…la mayoría de los


niños tenían casitas en las copas de los
árboles…esto era mío.― Saltó sobre la suave
arena.― Es lo suficientemente pequeña como
para que le importe a alguien y es el mejor
sitio que conozco para sentarse y ver la puesta
de sol.― Hizo una pausa mientras caminaban
hacia el pequeño grupo de gente de pie en la
playa.― O para un día de ensueño.

Kerry la miró.

― Apuesto a que has hecho unas fiestas


increíbles aquí.― le dijo sonriendo y
golpeando suavemente sus costillas.

Dar miró hacia el manglar.


― Sois los únicos a los que he traído
conmigo,― dijo calmadamente.

Kerry se quedó sorprendida.

―Oh― entonces pasó un brazo alrededor de


Dar y se inclinó hacia ella mientras
caminaban en silencio.

Se unieron al pequeño grupo en la playa,


donde las olas del mar se mecían arriba y
abajo con una regularidad casi hipnótica. Las
gaviotas volaban por encima de sus cabezas,
trazando perezosos círculos, esperando al
amanecer que ahora pintaba el horizonte con
bandas en tonos coral y rojizos. Tan solo una
fina mancha de nubes oscurecía la vista y una
creciente brisa anunciaba el inminente
amanecer.

Dar puso a Chino en el suelo que la miró, y


luego corrió excitado hacia el agua
encontrando inmediatamente a un despistado
cangrejo.

― ¡Yawp!― gruñó Chino cuando el cangrejo


se escondió bajo tierra. ¡Yawp!.

El grupo se rió.

― Chino, no te metas ahí,― le advirtió


Colleen, viendo al cangrejo meterse en su
agujero.― Vas a conseguir que te muerda la
nariz.

Dar se aclaró la garganta.

― Gracias por venir hasta aquí, amigos.

― Gracias por invitarnos,― respondió


Mariana rápidamente.― No puedo imaginar
un lugar mejor para pasar la mañana de un
sábado.

La alta mujer metió las manos en sus bolsillos


y miró hacia el horizonte.

― Sé que el amanecer no es la hora favorita


de alguno de vosotros…pero es muy
significativa para mí porque siempre veo salir
el sol a la hora de…― hizo una pequeña
pausa,― a la hora de comenzar las cosas.

Duks sonrió suavemente.

― Siempre sospeché que la razón por la que


continuamente ibas un paso por delante de
nosotros era porque te levantabas más pronto,
amiga mía,― dijo con una irónica sonrisa.―
Está bien el haberlo confirmado.

Incluso Dar se rió.

― Gracias,― respondió y cayó en un


silencio.
― Bien, no puedes culparla de ello, ― dijo
Kerry mientras se ponía al lado de Dar
mirando hacia el amanecer.― Aquí el Pastor
Robert estaba visitando Miami…ha sido mi
pastor desde que tenía…bueno, digamos que
desde hace mucho tiempo.― Hizo una pausa
tomando aire nerviosamente.

Una nueva ronda de risas.

― Se ofreció para oficiar nuestra


ceremonia…y hablé con Dar…así que es
culpa mía el que hoy estemos todos aquí.―
Continuó valientemente.― Así es que creo
que ya es hora de que comencemos.―
Escuchó a Dar tragar ruidosamente y le
ofreció a su amante una mirada conciliadora.

El Pastor Robert se plantó delante de todos


ellos, reluciendo su brillante cruz plateada
sobre la negra camisa. Cogió una pequeña
Biblia y la sostuvo entre sus manos,
mirándolos con verdadero afecto en sus ojos.

Kerry le devolvió una sonrisa, su mano


sosteniendo instintivamente la de Dar y
sintiendo un creciente temblor recorrerla.
Miró a la alta mujer y vio sus labios
ligeramente apretados, y el movimiento de su
mandíbula bajo su piel. Un suave apretón en
su mano hizo que la tensión en esos labios se
convirtiera en una sonrisa.
El pastor entrelazó sus manos.

― Mis niñas,― dijo suavemente mirando a


continuación a Dar.― Es correcto llamaros
así ¿verdad?.

Dar asintió con la cabeza.

― Claro,― soltó el aire, insegura sobre lo


que esperar de él. Kerry le había dicho que
había preparado unas palabras, pero…

― Bien,― exhaló él, entonces comenzó a


hablar, su voz adquiriendo un tono más
melodioso.― Mis niñas, estamos aquí ante
los ojos de Dios, bajo su cielo, y junto a las
aguas de la vida que él creó en la tierra,―
hizo una pausa.― Y así como esas cosas
fueron creadas por su gracia y misericordia y
están fuera de nuestro control, sí que lo está el
que hayamos venido juntos por el amor de
éstas dos personas que están frente a mí. Esta
ceremonia no necesita permiso, ni es
sancionable si no que es una simple
afirmación de la verdad, del regalo más
grande que nuestro Señor nos ha podido dar.

El cielo brillaba y el mar cambió del gris a un


verde con miles de tonalidades.

Dar dejó escapar el aire lentamente


esperando.
― Así que afirmo, en el nombre de Dios,
como sirviente suyo que soy, que ninguna
persona puede romper lo que el Señor ha
elegido unir, y su graciosa mano os guiará y
protegerá por el resto de vuestros días.― El
pastor se volvió hacia Kerry, sus ojos
parpadeando ligeramente.― Kerrison, te
conozco desde que eras una niña pequeña que
corría galopando por mis clases.

Kerry dejó salir una nerviosa sonrisa y asintió


con la cabeza.

― Sí, es cierto.

― Nunca he visto que ofrecieras todo tu


mundo a alguien si en realidad no era eso lo
que sentías o que te comprometieras con algo
si luego no pensabas cargar con ello. Así es
que si me dices que deseas pasar el resto de tu
vida con ésta persona, será mejor que lleve
cuidado,― entonó el Pastor Robert,― porque
para ti, sé de corazón, que para siempre
significa justamente eso.

Kerry sintió que las lágrimas se formaban en


sus ojos, y simplemente asintió para
confirmar las palabras del Pastor.

Ahora los ojos del Pastor se posaron en Dar.


― Acabo de conocerte.― su voz era
tranquila y pensativa.― Pero a la persona a la
que veo es alguien que estoy seguro que será
firme, leal y una amiga con la que poder
contar sobre las demás.

Los claros ojos azules lo miraron a la cara.

― Y siento que tu palabra, una vez dada,


nunca se echará atrás,― el Pastor continuó.

Dar asintió despacio. Robert asintió también.

― Entonces en el nombre del Señor, unid


vuestras manos y almas.― Sostuvo el libro en
alto y tomó las manos unidas descansando las
suyas propias sobre ellas.― Id con Dios y
sabes que donde exista el amor, El está
presente, ahora y por siempre.― Una prístina
luz rosada se posó sobre ellos mientras el sol
asomaba por el horizonte, enviando una
paleta de rojos, dorados y tintes tropicales por
todo el cielo.

El Pastor apretó sus manos y las aparto


viendo cómo ambas se giraban para mirarse
la una a la otra, el sonido de las olas del mar
repentinamente demasiado alto ante el cese de
sus palabras.

Kerry se sentía muy nerviosa, consciente de


la gente que miraba con aire expectante.
Entonces alzó los ojos para mirar a Dar y se
sintió atrapada por su mirada, sintiendo su
calidez y familiaridad, templando sus nervios.

― Me parece que yo voy primero.―


Haciendo acopio de su coraje, tomó aire,
esperando poder recordar todas las palabras y
en el orden adecuado.― No sé exactamente
de dónde vino esto…estaba sentada afuera
viendo el mar y pensando en ti y cuando miré
hacia abajo, ahí estaba…en mis escritos.―
Hizo una pausa.― Era como si mi corazón lo
escribiese por mí…― Kerry se aclaró la
garganta.― Cuando te miro,― dijo
suavemente.

Veo la luz del sol y veo sombras


Profundas y calmadas aguas,
Y salvajes rápidos.
Un ardiente corazón y una fría y clara mente.

Cuando te miro
Veo todo lo que yo soy y todo lo que desearía
ser
Mi pasado y mi futuro
Mi puerto seguro en un mundo terrible.

Cuando te miro
Veo a mi mejor amiga y a mi compañera de
juegos
Mi protectora y defensora
El amor de mi vida y la que posee mi alma

Perderte significaría perderme a mí misma


Y estar perdida en la oscuridad más profunda.
Ninguna luz podría jamás encontrarme

Así que allá donde tu vayas…― terminó en


apenas un susurro,― yo iré.

Los rayos del sol ahora las iluminaban


completamente, dejando media cara de Dar
en sombras, y su pecho moviéndose
repentinamente mientras recobraba la
respiración.

― Eso fue precioso,― susurró sin nervios


ante la familiaridad de las palabras y el
profundo efecto que le causó por dentro.

Kerry cerró los ojos y luego volvió a alzarlos.

― Gracias.

Un fino silencio cayó. Entonces Dar cerró sus


ojos y tomó aire profundamente, visiblemente
concentrada.

― Bueno, en realidad no soy demasiado


buena para los discursos. Y nunca he sabido
realmente cómo usar las palabras para
expresar lo que sentía…así que imagino que
tendré que improvisar.― Sus hombros se
alzaron un momento intentando aliviar la
tensión, entonces abrió su boca y comenzó a
cantar.
Kerry la miró completamente hipnotizada
haciendo que Dar casi olvidara las palabras.

Siento como si hubiese nacido hoy


Como si toda mi vida anterior fuera solo un
sueño
Únicamente rozando la superficie, nunca
yendo más allá
Sin ser nunca parte del mundo.

Siento como si hubiese nacido hoy


Sabiendo que tengo que recorrer un ancho
camino desde ahora
Lo suficientemente ancho para las dos,
caminando lado a lado
Encarando al futuro juntas.

El mar es grande
Nuestro amor es aún mayor
Capaz de abarcar el mundo de punta a punta.

Camina a mi lado
A través del viento y del temporal
Por todos los días que pasaremos sobre la
tierra.

Siento como si hubiese nacido hoy


Dejamos atrás un pasado de penas
Caminando hacia la luz del sol
Cogidas de la mano, y nuestras almas unidas.

Dar dejó que su voz se apagara lentamente,


sintiendo el silencio, sintiéndose incómoda
ante las miradas enfocadas en ella. “¿En qué
habrá estado pensando?, se dijo a sí misma.
Al menos había terminado. Posó sus ojos casi
furtivamente sobre la cara de Kerry, entonces
esperó, viendo las lágrimas correr por las
mejillas de su amada.

Por puro reflejo, levantó una mano y se las


secó.

― ¿Tan mal estuvo?,― bromeó.― No tuve


tiempo de practicar.― Hizo una pausa,―
mucho.

― Por…― la voz de Kerry se quebró y se


aclaró la garganta, entonces probó otra vez.―
Fue precioso, maravilloso…¿dónde lo
encontraste?,― preguntó,― ¿esa canción?. Y
Dios mío Dar…deberías cantar más a
menudo…tienes una voz preciosa.

Un murmullo estuvo de acuerdo con ella,


haciendo que Dar mirara alrededor cohibida.

― Gracias,― tenía pánico de que su rubor se


notara en sus mejillas y agradeció que su tez
morena prácticamente lo escondiera.

Kerry se acercó y la envolvió en un abrazo,


colocando su cara sobre el pecho de Dar y
apretándola más cerca. Dar le devolvió el
abrazo, mirando sobre el hombro de Kerry
viendo que le devolvían unas respetuosas
miradas. Bueno, fue mejor de lo que
esperaba.

―Esto…yo, …― Dar se dio cuenta que


estaba atrapada en el sitio por su amante.―
Espero que todo el mundo esté hambriento…
creo que trajimos suficiente como para darle
de comer a la mitad de la oficina.

Entonces se rompió la tensión y todo el


mundo se relajó. Dar sonrió cuando sintió
unas manos apretar su camiseta.

“Sip, definitivamente diferente”.

Kerry esnifó y se hizo hacia atrás un poquito,


alzando la cabeza para mirar a Dar.

― Un momento, hay algo más.

Todo el mundo se giró para mirarla mientras


sacaba la cajita de madera de su bolsa,
entonces se la dio a Colleen. Abrió la caja y
el sol la iluminó esparciendo los brillos de los
cristales.

Dar parpadeó

― Wow.

―¿Puedes sostenerme la caja?,― dijo Kerry.


Dar lo hizo, sosteniéndola con la palma de
sus manos, mientras Kerry sacaba los
cristales unidos.

― Yo…um…no estoy segura de dónde viene


esto, solo sé que es antiguo,― dijo
suavemente la rubia ― Probablemente tienen
una historia que nunca sabremos…pero
realmente me gustó que fueran únicos.―
Partió las dos piezas sosteniéndolas a la luz
del sol,― pero encajan juntas
perfectamente.― Volvió a unirlas
perfectamente con un clic.― Espero que
podamos hacer lo mismo.

Dar le sonrió

― Me encantan…son preciosas. No puedo


creer que fueran tan hermosas.

Entonces, con mucho cuidado, dejó una


cadena en sus manos y abrió la otra
inclinándose hacia delante y levantando los
brazos.

― Equivocada,― dijo Dar suavemente,


entonces sonrió.

Kerry la miró un momento, entonces asintió


con la cabeza y cambió sus manos
abrochándole la cadena alrededor del moreno
cuello de Dar. La besó suavemente, entonces
se puso de espaldas, mientras Dar cogía la
otra cadena y la abrochaba alrededor del
cuello.

Unos ojos azules se encontraron con otros


verdes en una mirada tan vieja como el
tiempo.

Se besaron otra vez mientras el sol las bañaba


con sus rayos, haciendo brillar las aguas que
rodeaban la isla como los reflejos de cristales
sobre la pared.

************

― Oh, no,― Colleen alzó la taza y sorbió un


poco de su té con sabor a melocotón.― Dicen
que es peligroso ir por la ciudad por la
noche…déjame decirte que no hay nada peor
que la biblioteca local.

Estaban sentados en la orilla, sobre la suave


arena, mientras tomaban el desayuno, la
calidez del sol y la refrescante brisa haciendo
el momento demasiado confortable como
para querer moverse. Dar estaba tumbada, la
mitad de sus pies hundidos en la arena y
recostada sobre unos maderos con Kerry
enroscada a su lado presionado contra ella.

― Venga Colleen…¿cuán peligrosa puede


ser una biblioteca…qué hiciste yendo allá a
media noche?,― dijo Kerry con una
sonrisa.― He estado en la que hay en la playa
y es suficientemente segura,― hizo una
pausa,― excepto por esos chicos
espeluznantes que intentan secuestrarte con
sus periódicos.

Colleen agitó su mano en alto.

―Oh, no…no fue a plena luz del día…fui a


la biblioteca principal en busca de cierto
material sobre la clase de antropología…

― ¿Qué te hizo buscar eso?,― preguntó


Maria curiosa.

― La cosa esa circular,― respondió Colleen


sucintamente.― Bueno…así es que voy y
pregunto por la referencia de esos libros… y
la gente que había en el mostrador me mira
como si estuviera hablando una de las tres
lenguas que no se hablan en Miami, ¿vale?.

― Vale,― Kerry entrelazó sus dedos con los


de Dar y sonrió.

― Así es que van y me dicen…que éstos se


guardan en una sección especial y que tengo
que volver por donde he venido para ver al
oráculo,― dijo la pelirroja.

― ¿Oráculo?― se inclinó Duks,― querida,


eso es historia antigua.
― No bromeo,― respondió Colleen,― Así
es que sigo a ese chico de vuelta y me lleva
por unos pasadizos durante aproximadamente
veinte minutos.

― Para entonces debías haber salido por el


Acuífero de Byscaine― ironizó Dar.

― Shhh,― la amonestó Colleen,― es mi


historia ¿vale?. Así que llegamos…y veo la
cosa más extraña. Creía estar atrapada en un
rito de santería. Había una especie de altar
¿vale?, y alrededor montañas y montañas de
notas interminables, y estantes con las cosas
más raras en ellos.

Ahora todo el mundo la miraba.

― ¡Velas encendidas y hasta cráneos!,


¡cráneos!, cabezas por todas partes…y
pequeños pedazos de armaduras y cosas de
piel que mejor no pensar en ellas, y un par de
esas cosas para montar a caballo con plumas
atadas.

― Estás exagerando,― dijo Kerry.

― No, no es cierto… y detrás del altar estaba


esa mujer llevando una máscara con plumas y
escribiendo en su ordenador.

― Suenas como una lunática,― dijo Dar.―


¿Conseguiste el material que necesitabas?.
― ¿Qué?,― rió Colleen.― ¿Bromeas?, le
eché un vistazo a esos pedazos de piel
disecados sobre el escritorio y saqué mi lindo
culito blanco irlandés de allá…debí de batir el
record del mundo en la prueba de
velocidad.― Agitó su cabeza.― Sé que
alguna gente se involucra demasiado en su
trabajo, pero ¡Santa Madre de Dios!.

Todos comenzaron a reír.

― Bien, supongo que es como nosotros que


tenemos muñecas de Dogbert en nuestras
pantallas,― bromeó Kerry.― Dar tiene a
Catbert.

Miraron a la morena mujer, que añadió…

― Un regalo de los trabajos de consola,―


dijo mientras Chino comenzaba a gruñir hacia
un lado a su izquierda.― ¡Chino!.

El perro comenzó a ladrar más fuerte y


entonces se metió entre los arbustos.

― Lo traeré aquí,― dijo Dar poniéndose en


pie y sacudiéndose un poco de arena de sus
piernas mientras se dirigía donde el excitado
animal.― ¡Chino!.― Intentaba apartarlo de
ahí cuando escuchó una voz.
― ¿Quieres callarte ya saco de quejidos de
ratón?,― dijo la voz en un susurro más
fuerte.

Dar apartó los últimos arbustos y miró a


través de ellos.

― Hey.

Unos ojos azules le devolvieron la mirada.

― Maldito perro.

Andrew Roberts estaba allí escondido,


vistiendo un neopreno que cubría parte de su
cuerpo y todo un equipo de buceo
descansando a su lado. A los claros rayos de
luz, las horribles cicatrices de su cara eran
más evidentes, pero ni siquiera eso pudo
esconder la sonrisa de su cara cuando miró a
su hija.

― ¡Hey!.

Dar se acercó a él y se arrodilló.

― Gracias por los dulces. Me alegra que


vinieras hasta aquí…pero ¿cómo…?.

― Ah, eso es algo que aprendí como militar y


digamos que se trata de información
clasificada,― dijo el hombre.― Pero la
verdad es que tu pequeña Kumquat vino a mí
y batió las pestañas que cubren esos preciosos
ojos verdes.

Dar sonrió y se inclinó hacia delante.

― Es alguien fuera de lo normal ¿eh?.

― Sí, estoy de acuerdo.― Andrew estudió


sus manos que estaban sujetando a Chino.―
Fue una ceremonia realmente preciosa,― le
dijo.― ¿Quién es Grizzly Adams?.

― El Pastor de Kerry, de Michigan, está de


vacaciones.

Se hizo un silencio.

― Sabes…siempre me pregunté lo que haría


si tuviera que levarte del brazo por un
pasillo,― dijo Andrew.― Creo que nadie con
vida podría convencerme de que la persona
que esperara al otro lado fuera lo
suficientemente buena para mi niña.

Dar se sentó en la arena junto a él y puso sus


manos sobre las rodillas.

― Puedo recordar que pensaba…que no me


casaría con nadie a menos que fuera como
tú.― Le dijo a él suavemente, sintiendo una
mano depositarse sobre su hombro.
― Paladar, si me haces llorar voy a
retorcerte el cuello,― dijo su padre.―
Bastante malo ha sido ya tener que escuchar
toda esa preciosa poesía y a ti cantando…casi
me da algo. Estuve a punto de sacar el kit de
primeros auxilios.

Dar soltó una risita.

― Lo siento,― dijo estudiando el suelo.―


Gracias por venir, significa mucho para mí.

Andrew se acercó a ella y le revolvió el pelo.

― Me hace sentir bien el verte tan feliz,


rugrat. Creo que encontraste a alguien
realmente especial allí.

Dar giró la cabeza y lo miró fijamente.

― Gracias…yo también lo creo,― hizo una


pausa.― ¿Quieres desayunar?.

― ¿Me estás diciendo que tienes comida en


ese barco?.

― Algo así…vamos…siéntate con nosotros y


únete a la fiesta.

Una tranquila y triste mirada coloreó sus ojos.

― Naw…sabes que no soy de los que les


gusta la compañía, rugrat.
Dar asintió con la cabeza.

― Yo tampoco…pero me he dado cuenta que


a veces lo importante es lo que importa a la
gente y realmente me encantaría presentarle a
mis amigos a mi padre. Por favor ¿papá?.

Andrew miró a su hija por un largo y tenso


momento y Dar pudo ver el terrible dolor en
sus ojos, que cerró por un momento y luego
abrió dejando escapar el aire.

― No sabes lo que me estás pidiendo


Paladar.

Dar sonrió suavemente.

― Sí que lo sé.

Entonces esperó, escuchando el suave sonido


de las olas envolviendo el ambiente y la
respiración entrecortada de Chino enroscado
entre sus piernas.

― Está bien,― dijo su padre finalmente.― Si


tú pudiste ponerte en frente de todos ellos y
cantarles, supongo que yo podré hacer esto.
Vamos…estoy hambriento.

Dar se plantó sobre sus pies y lo cogió de la


mano para volver a la orilla de la playa
cargando a Chino bajo el brazo.
***********

― ¿Dónde se ha metido?,― preguntó Kerry


poniéndose de rodillas.― Esta es una isla
realmente pequeña y ese perro es bastante
grande…no se pueden haber perdido tan
rápido.― Miró hacia los matorrales alzando
sus manos para protegerse los ojos del sol,
entonces de detuvo aguantando la
respiración.― Oh.

― ¿Trae a alguien con ella?,― dijo Duks


apoyándose sobre su codo.― ¿De dónde
salieron?.

Kerry miró maravillada al duo que se


aproximaba.

― No…no puedo creerlo.― Se levantó y


trotó hacia ellos ofreciéndole a Andrew una
gran sonrisa y rodeándolo con sus brazos.―
Papá…esto es estupendo.

El padre de Dar se quedó muerto, y daba la


impresión de haber sido atacado por un
enorme y amigable cocodrilo.

― ¿Hace eso con todo el mundo?,― le


preguntó a Dar, quien se mordía el labio para
evitar reírse.
― No,― le dijo.― Solo a la gente que le
gusta.

Andrew la miró y entonces abrazó a la rubia


mujer.

― Hola kumkuat…― se unió a ellas


mientras caminaban hacia donde se
encontraba el grupo, enfrentándose a los
curiosos ojos posados en el alto hombre para
después desviarse hacia Dar.

― Chicos, saludad a mi padre.― Anunció


Dar despacio.― Su nombre es Andrew…
papá, éste es Duks y Mariana, quienes
trabajan con nosotras, y el Pastor Robert, de
Michigan.

Todo el mundo estaba un poco sorprendido,


pero Andrew se irguió sobre su traje de
neopreno y saludó.

― Encantado de conoceros,― dijo


educadamente, y luego se volvió hacia su
hija.― ¿Estabas diciéndome algo sobre unos
huevos?.

― Dios mío…― dijo de repente María.


¡Usted es quien ha estado enviando todas esas
hermosas flores!. Reconozco su voz.

― Oh…¿las rosas color melocotón?. Sonrió


Mariana.― Me estaba preguntando…
Andrew las miró fijamente.

Dar asintió un poco, y luego fue a prepararle


un plato a su padre. Sintió que una mano le
tocaba el hombro y se giró para ver unos
preciosos ojos verdes mirándola cálidamente.

― Ha venido.

―Mmhmmm― asintió Kerry.― Hiciste que


se acercara a nosotros…Dar, eso es increíble.

Dar añadió algunos aperitivos al plato.

― Hoy es un día de nuevos comienzos,―


miró por encima del agua y luego de vuelta a
la rubia mujer.― ¿Me pregunto qué será lo
próximo?.

Kerry miró el plato que sostenía y deslizó un


brazo alrededor de su cintura mientras
caminaban de vuelta.

― No puedo esperar a averiguarlo.

FIN

* Éste va dedicado a ti Marisiver. Yo también


te adoro.

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