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Universidad de Hradec Králové, Facultad de Filosofía

ENSAYO SOBRE LA INDEPENDENCIA


EN EL PERÚ

VENDULA KRATOCHVÍLOVÁ
Doc. PhDr. Jan Klíma

12.6.1986 3 curso, segundo ciclo Slámova 27, Prachatice, 38301 (+ 420) 602 864 820
(+34)652 209 478 Vendula.kratochvilova@gmail.com
er
Consiento que el presente trabajo pueda ser difundido entre las distintas
universidades de la República Checa y de los países Iberoamericanos, así como en la
página web oficial y otros medios que el Jurado del Premio Iberoamericano considere
pertinentes. Vendula Kratochvílová ………………………………………..
Antes de empezar…

Durante mi estancia en la Universidad Nacional de San Cristóbal de Huamanga me


encontré con una persona que me enseñó a reflexionar sobre la historia de un país
que no es el mío, me enseñó a percibirla, a tratarla con cariño y a hacer crítica
sobre ella a la vez. Y también me enseñó a verla en las caras de los peruanos de
hoy, de mis compañeros de clase, todos de veinte años, que estaban apuntando la
mirada hacia la pizarra y con un gesto vacío apenas le escuchaban al hombre que
quería hacerles vivir lo que se siente al volver con pasión al pasado de su propio
pueblo. Pero a pesar de esta aparente vaguedad o miedo al hablar, no tengo la menor
duda de que este profesor, porque sí es un Profesor, haya conseguido encender la
chispa de curiosidad e interés en más de uno de esos alumnos callados, que tarde o
temprano preguntarán el “por qué”, el “cómo” y el “cuándo”, porque se darán cuenta,
y en eso estoy de acuerdo con el profesor, que es importante saber, pero aún más
importante es desear aprender todavía más. En honor a ese profesor intentaré
reflexionar sobre la independencia peruana, tal como se lo exigía a sus estudiantes
en las aulas universitarias en Ayacucho.

1
INTRODUCCIÓN Han pasado más de dos cientos años desde que surgieron los primeros
movimientos independentistas en Hispanoamérica. En Perú, el proceso de la

emancipación era muy particular. La fecha de la independencia del país se


estableció el 28 de julio de 1821, cuando el general San Martín proclamó la
independencia en la Plaza de Armas de la ciudad de Lima en un intento de entregar
el poder a manos de la élite criolla limeña. Esta fecha tiene más bien un valor
simbólico1, puesto que este acontecimiento se desarrolló en plena guerra por la
independencia y aún no se habían concluido enfrentamientos entre los realistas y
los patriotas. La verdadera conquista de la independencia del Perú ocurrió tres
años después en la célebre batalla de Ayacucho. La problemática en torno a la
independencia, tanto peruana como hispanoamericana es muy compleja. Al investigar
sobre la independencia del Perú nos encontramos con una gran cantidad de textos
sobre el tema y sobre todo con dos teorías diferentes sobre la naturaleza de la
independencia peruana. TESIS PRINCIPALES El año de 1971 fue declarado el “Año del
Sesquicentenario de la Independencia Nacional” por Decreto Ley
2

que a la vez creó la Comisión Nacional del

Sesquicentenario de la Independencia del Perú, la cual tenía por encargo preparar y


dirigir el programa para la conmemoración del aniversario (Dunbar Temple 1975:
148), que incluía la elaboración de una Colección Documental sobre la Independencia
del Perú (CDIP). Entre los años 1971 y 1976 se publicaron veinticuatro tomos con un
Contreras (2008) asigna que este lugar simbólico de la fecha central de la
independencia del Perú podían haberlo ocupado, bajo otros proyectos
historiográficos, fechas de otros sucesos, como por ejemplo la rebelión de Túpac
Amaru II (1780), la rebelión en el Cuzco (1814) o la misma batalla de Ayacucho
(1824). Sobre esos acontecimientos lea más adelante en el trabajo. 2 Decreto ley
del 16 de Septiembre de 1969. 2
1
total de ochenta y seis volúmenes 3 de la colección, los cuales en su conjunto
transmitieron una visión clara sobre la naturaleza de la independencia peruana, la
cual percibían como “resultado de la convergencia de las diversas corrientes
políticas y sociales que había entre los peruanos de inicios del XIX” (Contreras
2008: 18). Nos encontramos entonces con la primera teoría sobre la independencia
peruana, a la que se le tiende llamar la “versión oficial” o la “versión
tradicional” de la historia. El fundamento de esta tesis tradicional es una visión,
podría afirmarse que idealizada del surgimiento de un estado nacional, en la que la
independencia es un resultado de una toma de conciencia colectiva por el Perú y su
sociedad, como si fuera un agente homogéneo e uniforme. Bajo este concepto, la
independencia del Perú tenía como precursores los movimientos indígenas 4 y
campesinos - destaquemos por ejemplo la famosa rebelión de Túpac Amaru II y el
protagonismo en el proceso de

emancipación lo tenían los propios peruanos dirigidos por los criollos que jugaban
el papel de los “ideólogos”, ayudados al final por los caudillos militares de los
países vecinos que contribuyeron a materializar la acción empezada por el pueblo
peruano. Esta tesis ha sido defendida por ejemplo por el historiador Virgilio Roel,
que procura destacar la participación indígena en la independencia y recientemente
por Scarlett O´Phelan Godoy, historiadora peruana reconocida a nivel internacional,
que ha enfocado su investigación en las grandes rebeliones indígenas y movimientos
sociales del siglo XVIII los cuales considera parte del proceso de la
emancipación.5

Para ver el plan detallado de la Colección Documental de la Independencia del Perú


consulte el ensayo de Carlos Contreras (2008: 15). 4 A lo largo del ensayo se
utiliza a parte de la expresión indígena también la palabra indio, que no tiene en
ningún momento sentido peyorativo, sino que es utilizada, a base de la literatura
usada, como un sinónimo de palabra indígena. 5 Entre las publicaciones destacan las
siguientes: El mito de la Independencia concedida: los programas políticos del
siglo XVIII y del temprano XIX en el Perú, 1730 – 1814 (1985), La gran rebelión en
los Andes: de Túpac Amaru a Túpac Catari (1995), La independencia del Perú: de los
Borbones a Bolívar (2001), etc. 3

3
Una teoría crítica hacia la anterior es representada inicialmente por la obra de
Heraclio Bonilla y de Karen Spalding: La independencia en el Perú: las palabras y
los hechos. Este estudio de la historia fue tomado desde una perspectiva distinta,
con el objetivo de demostrar que la independencia de Perú fue más bien concedida
que obtenida. Según esta versión “no oficial” o “no tradicional”, la independencia
no fue un proceso nacional, un resultado de la toma de conciencia colectiva por la
mayoría de los peruanos, sino que fue un proceso surgido por objetivos meramente
políticos en el que no participaron las masas populares de Perú. Según afirman
estos autores, la sociedad del Perú colonial carecía de una identidad unificadora
típica para los estados nacionales. En el Perú no existía una nación, dicen, y por
lo tanto la independencia no podía ser un resultado de una decisión conjunta. Al
mismo tiempo estos historiadores denuncian la tesis “oficial” por manipular la
historia con el objetivo de crear una conciencia de nacionalidad peruana: “Su
función: legitimar el presente a través de la manipulación del pasado; intentar
fundar inapropiadamente las bases históricas de la nacionalidad peruana e impedir
la crítica histórica de los problemas del presente.” (Bonilla, Spalding 1972: 16)
Estas dos teorías opuestas encendieron un debate apasionado a cerca de la
independencia del Perú, que permanece hasta los días de hoy. Para poder llegar a
una conclusión propia, es necesario presentar los acontecimientos históricos.
Empecemos entonces por elaborar un retrato de la sociedad y de la economía peruana
antes de la independencia.

4
CONTEXTO

HISTÓRICO, SOCIAL Y ECONÓMICO DE LA SOCIEDAD PERUANA ANTES DE

INICIAR LA EMANCIPACIÓN

Como dicen Bonilla y Spalding, la sociedad colonial no fue compuesta por


“peruanos”. En efecto, la mayor característica de la sociedad del virreinato fue su
heterogeneidad y su incoherencia 6 . Ésta fue dominada por una élite de criollos
que gracias a la ordenación colonial gozaban de privilegios y de prestigio. Los
criollos, junto con los peninsulares constituían un 13 por ciento del total de la
población del virreinato (Lynch 1976: 158), concentrados mayormente en la costa y
en las ciudades grandes como Cuzco, Arequipa o Trujillo. Hace falta resaltar que ni
siquiera la sociedad criolla fue compacta, igual que los demás grupos dentro de la
sociedad peruana colonial. Los criollos limeños formaban la verdadera élite,
solamente se veían excluidos del gobierno virreinal y de los puestos más altos de
la administración, sin embargo tenían acceso a altos ingresos y a un gran prestigio
social gracias a los puestos de la burocracia colonial. Por lo tanto, este grupo de
élite criolla limeña tenía un vínculo bastante fuerte con la corona española y el
gobierno virreinal. En otra parte existía un grupo de criollos provincianos que no
gozaba de tantos privilegios como los limeños, y que según Bonilla y Spalding,
mantenía un resentimiento contra éstos por la dominación de Lima. Los criollos
provincianos, sobre todo los de Cuzco y de Arequipa formaban un 40 por ciento de
criollos del virreinato, siendo así una élite aparte, pero “cuya posición en el
poder político no correspondía a su privilegiada posición social y económica”
(Bonilla, Spalding 1972: 38). Hay que mencionar que los miembros de este grupo
estuvieron, en muchos casos, ligados con los mestizos y con la élite indígena por
lazos de parentesco. Y fue precisamente este grupo de criollos que finalmente jugó
el papel fundamental en el proceso de la independencia.
Dos rasgos que según el apreciado historiador peruano Jorge Basadre siguen siendo
unos de los mayores problemas del Perú. Véase el libro Perú, problema y
posibilidad. 5
6
Sin embargo, no solamente se diferenciaban los criollos limeños de los de
provincias, sino también la población rural costeña de la de sierra. Las haciendas
en la costa funcionaban principalmente gracias a la fuerza de trabajo de los
esclavos negros, mientras en la sierra eran los indígenas los que trabajaban en las
haciendas y en las minas cumpliendo la mita 7 , un sistema de trabajo impuesto por
el gobierno. Finalmente, existían grupos rurales medios, los que estaban compuestos
por caciques indios menores, pequeños comerciantes o por la baja nobleza india.
Respecto a la situación económica del Perú, ésta estaba pasando en la época de la
independencia por una etapa marcada por grandes difisitudes. Antes de 1778 el
virreinato peruano gozaba de la posición comercial más importante para el gobierno
colonial y por lo tanto era la región que más se beneficiaba del monopolio
comercial de España. Sin embargo, su expansión se basaba en una economía frágil y
homogénea, cuyo fundamento era la exportación de metales. Las materias primas
dominaron la economía virreinal, ya que su mercado servía como destinatario para la
importación de manufacturas desde Europa. En este contexto no se le asignaba un
gran valor a la agricultura, incluso cuando la minería entró en recesión 8 . Los
productos agropecuarios eran destinados solamente al mercado interno, sobre todo
para el consumo de Lima y de las ciudades mineras. Esta situación se modificó a
base de ciertas cambios que se produjeron a nivel mundial como a nivel colonial a
finales del siglo XVIII. Ya a finales del siglo anterior Hispanoamérica se había
emancipado de la dependencia inicial de la corona española. Este hecho iba
acompañado por un crecimiento económico y también por cambios
La mita significa “turno de trabajo” en quechua. Fue un servicio público
obligatorio que los indígenas peruanos tenían que cumplir tanto en la era
precolombina como en el virreinato. 8 Como lo hizo México al terminarse su primer
ciclo minero. Según Lynch, México “reorientó su economía hacia la agricultura y la
ganadería y empezó a cubrir mayor número de sus necesidades de productos
manufacturados.” (Lynch 1976: 11) 6
7
sociales (Lynch 1976: 10), en los que se formaron nuevas élites – la arriba
mencionada élite criolla – y surgió así un nuevo equilibrio del poder dentro del
orden colonial. Esta nueva situación, agravada por el contrabando, recortaba
notablemente los ingresos a la caja colonial, los que España empezó a extrañar a
mediados del siglo XVIII al surgir los enfrentamientos entre los gigantes europeos
- Inglaterra y Francia. De estas guerras salió Inglaterra como la nueva potencia
mundial y empezó a establecer su hegemonía comercial tanto en Europa como en
Américas. Al mismo tiempo España se vio envuelta en múltiples guerras y éstas
debilitaron todavía más su vinculación con las colonias ultramarinas (Bonilla,
Spalding 1972: 25). Hay que resaltar, y en esto están de acuerdo varios autores,
por ejemplo John Lynch o José de la Puente Candamo, que el concepto del imperio de
los Borbones era absolutista y el sistema económico estrictamente imperial. Esta
casa tendía a considerar América como sus posesiones (Paredes 2006: 6). La compleja
situación del siglo XVIII le obligó a España a pensar en efectuar reformas que
trajeran una reordenación profunda de relaciones administrativas, comerciales y
militares que fortalecieran económica y militarmente

al Imperio. El auge de estas reformas fue la época de Carlos III, sobre todo entre
los años 1776 y 1787, empezando con la expulsión de los jesuitas y continuando por
las medidas administrativas y fiscales. Éstas fueron, como señala Cajías de la Vega
(2001: 331), sin duda las que causaron mayor irritación entre la población de las
colonias9. Otra de las reformas fundamentales era la creación del comercio libre
dentro del sistema colonial. Esta medida favoreció regiones como Buenos Aires y
Caracas10, sin embargo para Perú significó el fin de su posición privilegiada entre
las demás colonias y esta fue la causa de la caída de su producción interna, la que
vulneró a grupos ligados a la
9

Entre las reformas mencionemos el aumento de los impuestos al comercio o la


erección de Aduanas. 10 Estas regiones no estaban expuestas al poder monopólico de
la metrópoli en igual medida que el Perú y las nuevas posibilidades del comercio
ayudaron a impulsar aún más su producción interna. 7
agricultura, a la minería y al mismo comercio (Bonilla, Spalding 1972: 23). El
mercado peruano se vio de repente atacado por una oferta masiva de mercancías que
no podía soportar. En 1776 se creó el virreinato del Río de la Plata y el gobierno
colonial amputó de esa manera las minas de plata más importantes, las de Potosí,
del virreinato del Perú. Los borbones ejercieron también cambios en la
administración colonial. En caso de Perú fue por parte una respuesta a la rebelión
de Túpac Amaru, a la que nos dedicaremos más adelante. Estas nuevas medidas
administrativas y políticas11 limitaron por un lado los ingresos de una parte de
criollos y por otra parte les ofrecieron a algunos criollos de alto nivel social la
participación en la dirección del nuevo sistema, lo que acentuó todavía más el
resentimiento de los criollos provincianos hacia los criollos de lima. En el año
1805 Gran Bretaña consolida su supremacía marítima al destruir la armada franco-
española en Trafalgar e inicia una invasión de territorios hispanoamericanos ya
conquistados poniéndole así sumamente difícil a España su retorno a América y
dándoles entonces una oportunidad a los criollos en la política. El país,
debilitado por estas guerras, fue el objetivo de la invasión napoleónica en 1808.
José Bonaparte fue proclamado rey de España en vez del Fernando VII. En respuesta a
la ocupación se crean juntas provinciales y una junta central 12 que gobernaba en
nombre del rey depuesto. En 1812 promulgaron las Cortes de Cádiz la Constitución
liberal. Esta profunda crisis política tuvo sus repercusiones en las colonias, las
cuales se vieron abandonadas ante el vacuum político de la metrópoli. En las
colonias

Un nuevo sistema de intendencias que reemplaza a los corregidores. Las tareas de


los intendentes eran, por ejemplo, la supervisión del registro de indios, la
recaudación del tributo, etc. 12 La junta central fue constituida en Aranjuez el 25
de septiembre de 1808 y posteriormente trasladada a Sevilla. 8

11
se empezaron a movilizar los criollos creando Juntas13, según el ejemplo de España,
jurando la lealtad a Fernando VII, pero a la vez exponiendo las exigencias de los
criollos, lo que les llevó a un conflicto con la administración colonial instalada
anteriormente. La situación en Perú fue distinta. En el virreinato no se llegaron a
formar Juntas, es más, la represión de los movimientos (el de La Paz y de Quito)
fue ejercida desde el propio Perú. Durante la lucha contra los franceses España
crea una alianza con Gran Bretaña, que gana de esa manera un acceso fácil a los
mercados de las colonias. Al retornar al trono, prohibió Fernando VII la
Constitución liberal y restableció el absolutismo en espera de recuperar las
colonias, lo que ya no fue posible dada la profunda debilidad del estado español.
LAS REBELIONES Una vez explicado el contexto histórico, económico y social, pasemos
ahora al tema de las rebeliones anteriores a la proclamación de la Independencia
del Perú. Nos fijaremos sobre todo en el origen social de las rebeliones y sus
posibles impactos en la lucha por la independencia. Durante el siglo XVIII se
registraron como mínimo 140 levantamientos, la mayoría de ellos de origen indio
(Lynch 1976: 164). La más conocida surgió en respuesta a las reformas borbónicas en
1780, conocida por el nombre de su líder, cacique indígena Túpac Amaru II14. Esta
rebelión se extendió rápidamente por el sur del Perú y más tarde también en las
provincias del Alto Perú. Este movimiento careció

13

Las Juntas se iban creando en Bogotá, Caracas, Cartagena, Santiago de Chile y en


Buenos aires entre el abril y julio de 1810. 14 Entre los estudios sobre este
personaje destacan los de argentino Boleslao Lewin, por ejemplo “La rebelión de
Túpac Amaru y los orígenes de la emancipación americana”o “Túpc Amaru, el Rebelde”,
y los de uruguayo Julio César Chávez – “Túpac Amaru”. 9
de cualquier apoyo de los criollos, por su política social15 que les asustaba. La
rebelión fue aplastada en una represión cruel por parte de los europeos y los
criollos. Como afirma Lynch, a parte que a estos movimientos les faltaba
organización y recursos militares, tampoco contaban con la solidaridad de la gente.
“Así la gente de color de la costa ayudó a aplastar el movimiento y luego en 1809
formó parte de las fuerzas realistas” (Lynch 1976: 165). Había como mínimo veinte
caciques que no se unieron a Túpac Amaru, posiblemente por rivalidad o por la
recompensa que les fue ofrecida. Uno de ellos fue cacique Mateo Pumacahua, que no
sólo que se mantuvo fiel a la corona, sino que participó en el combate contra Túpac
Amaru y en la dura represión posterior a éste, por lo que fue recompensado con
títulos y cargos importantes. La conciencia de la debilidad de la metrópoli impulsó
a los criollos a iniciar una rebelión en Huánuco en 1812, a la que se adhirieron
los indios, pero que se disolvió rápidamente ante las tropas enviadas desde Lima.
(Bonilla, Spalding 1972: 49) Después del fracaso esta la rebelión surge en 1814 la
rebelión de Cuzco, liderada por los hermanos criollos Angulo. La naturaleza de esta
rebelión fue separatista no solamente de España, sino también de Lima. Los rebeldes
proponían creación de un nuevo estado peruano constitucional16 con el centro en
Cuzco y alianza con el régimen revolucionario de Buenos Aires (Hamnett 1995: 66).
Para poder lograr estas metas, les era imprescindible conseguir el apoyo de las
masas indígenas, por lo cual acudieron a Pumacahua, que había roto su alianza con
el virrey y se había retirado de Cuzco. El cacique incorporó miles de indios leales
en la rebelión y le proporcionó de esa

15

“Declaraba ser partidario del amparo, protección y conservación de todos los


españoles criollos, de los mestizos, zambos e indios, y su tranquilidad, por ser
todos paisanos y compatriotas, como nacidos en nuestras tierras, y de un mismo
origen de los naturales, y de haber padecido todos igualmente dichas opresiones y
tiranías de los europeos.” (Lynch 1976: 165) 16 Por contraste con las rebeliones
que se produjeron anteriormente en los Andes y que proponían la restauración de la
dinastía incaica. 10
manera una dimensión mucho más amplia y una fuerza militar necesaria. La rebelión
se extendió rápidamente y el poder de los indígenas fue aplastante, hasta que al
final eran derrotados al ser capturado y ejecutado Pumacahua17 en 1815. Como afirma
Lynch, “los revolucionarios criollos de 1814 no tenían una política para los indios
y en sus proclamas apenas se referían a sus hermanos de armas.” (Lynch 1976: 168)
En ambas rebeliones, al ver la capacidad de movilización de los indígenas, los
criollos retrocedieron por miedo a que la fuerza indígena pudiera lograr la
repulsión no solamente de los peninsulares sino también de los criollos. Según
Basadre, “el éxito de este levantamiento hubiese sido el éxito del Perú fusionado,
ni alejado de lo criollo como Túpac Amaru ni alejado del indio como la Emancipación
sanmartiniana y bolivariana”. (Basadre 1931,1978: 121) LA INDEPENDENCIA – ¿QUIÉNES
PARTICIPARON? En 1820, el estado absolutista español de Fernando VII, que seguía
todavía muy debilitado, recibió otro golpe – el levantamiento de general Riego y la
revolución liberal. Esta situación creó un ambiente favorable para concluir los
procesos libertadores que se estaban desarrollando en las colonias
hispanoamericanas desde el 1808. Perú fue el último en proclamar la independencia,
dado su carácter fidelista, conservador y el hecho de que el último bastión del
gobierno colonial. Por lo tanto fue imprescindible que se independizara para que la
independencia del resto de la región hispanoamericana pudiera ser consolidada. Esa
fue, según varios historiadores (Bonilla,
17

Jorge Basadre desarrolla una breve pero interesante comparativa de Túpac Amaru y
Pumacahua. La rebelión de Túpac Amaru la critica por su identidad con los
levantamientos indígenas anteriores que como dice, “son venganzas colectivas,
productos de la desesperación, estallidos locos, regionales o locales, antiurbanos,
anticriollos; en el fondo pese a la visión de dos o tres hombres admirables
rebeldías contra la civilización”. En cambio a Pumacahua lo describe como “el indio
que no se aleja de los criollos sino que se identifica con ellos, el indio que
asimila los usos, la técnica de la civilización sin desmedro de su dignidad
racial”. (Basadre 1931,1978: 121) Por otro lado Alberto Flores Galindo, otro
historiador apreciado cuya opinión describe Carlos Contreras, “vio en la rebelión
tupacamarista una alternativa más nacional que en cualquier otro proyecto criollo”.
(Contreras 2008: 22) 11
Spalding, Paredes, Lynch), la mayor razón por la que entraron las tropas del San
Martín y después las de Bolívar en el virreinato. La independencia fue proclamada
en 1821, pero se puso el fin a la resistencia realista en Ayacucho en 1824. Son
bien conocidos los acontecimientos clave del proceso libertador en Perú, por lo
tanto nos enfocaremos en la participación de los varios sectores sociales en las
luchas. La élite limeña se resistía a San Martín pensando que manteniéndose fiel a
la corona tenía mucho más que ganar, hasta que el virrey decidió escapar18 y
entonces los criollos limeños cedieron. Sin embargo, su participación en el
movimiento emancipador era baja. Sierra Central, por contrario, se organizaban
fuerzas guerrilleras para prestarle apoyo a San Martín. (Bonilla, Spalding 1972:
52) Estos grupos guerrilleros conocidos como montoneros que operaban en el centro
del Perú entre 1821 y 1824 eran, como señala Lynch (1976: 179), criollos y mestizos
de clase media en busca de venganza por el daño que les hicieron los realistas en
sus propiedades y a ellos se unieron delincuentes y bandidos. No podemos entonces
identificar estos movimientos como fuerzas meramente populistas, aunque como
señalan Bonilla y Spalding, “por lo menos uno de los líderes de la banda de
guerrillas de la Sierra Central, Ignacio Quispe Ninavilca, fue indio.” (Bonilla,
Spalding 1972: 53) Sin embargo, en contraste con el siglo XVIII, no se registraron
movilizaciones populares en 1821. Las razones podrían ser varias. Primera, que los
indígenas, sobre todo los de la sierra, no se identificaron con los libertadores.
Segunda, ni San Martín ni Bolívar insistían en la adhesión de los indígenas y de
las clases oprimidas, quizás por la experiencia del levantamiento popular en Haití.
Las masas populares eran reclutadas

18

Después de la capitulación del virrey Pezuela fue asignado en enero 1821 un nuevo
jefe del virreinato, el general José de la Serna. Después de unas conferencias
fracasadas, en las que San Martín pidió el reconocimiento de la Independencia del
Perú, de la Serna abandonó Lima con todo su ejército. Como nueva sede de su
gobierno eligió la antigua capital inca, Cuzco. 12
por la fuerza, el engaño o las promesas tanto por los libertadores, como por los
realistas para reforzar las tropas y obtener así la fuerza suficiente 19 . Como
expone Tulio Halperín, “estaba dispuesto también él (San Martín) a emplear el
siempre disponible descontento indio de la sierra”. (Halperín 1972: 103)
RESPONDIENDO Una vez expuestos los acontecimientos básicos sobre la situación en la
que se dio la independencia del Perú, podemos pasar a una reflexión sobre las dos
teorías presentadas anteriormente. La teoría “oficial” sustenta la tesis de la
independencia como resultado de una toma de conciencia colectiva por el Perú como
unidad. Esa afirmación significaría que el Perú actuase como un agente homogéneo,
es decir, como una nación. La teoría “no oficial” rebate esta tesis, exigiendo que
en el Perú de entonces no existía el nacionalismo. Examinando la situación del Perú
justo antes de la independencia podemos llegar a la conclusión que sí había
nacionalismo, pero a nivel de grupos separados. Existió un nacionalismo “indígena”,
que iba dejando rastro a través de todo el siglo XVIII y culminó con la rebelión de
Túpac Amaru, el nacionalismo “criollo” que al final encendió el foco de luchas por
la emancipación en el Perú, pero en ningún momento se trató de un nacionalismo
“peruano”, no llegó a existir un Perú fusionado tal como lo deseaba Basadre. Con
respecto a la participación popular en el proceso de la lucha por la independencia,
la tesis de Bonilla y Spalding afirma “el gran silencio de las masas
19

A la gente de los pueblos y de las ciudades de la sierra se les exigía por parte
del ejército libertador que proporcionaran una ayuda económica para la causa
patriota – alimentos, ganado y también personal. Después de la guerra por la
emancipación quedaron tanto las zonas rurales como las urbanas devastadas y
agotadas.

13
populares”. Sin embargo hay que tener en cuenta los numerosos movimientos indígenas
del siglo XVIII y también la participación popular en la rebelión del Cuzco del
1814. Como opina el historiador Fernando Silva Santisteban, “el deseo y los
esfuerzos por liberarse de la dominación hispánica estuvieron presentes desde el
momento mismo de la conquista y se manifiesta a lo largo de todo el coloniaje en
innumerables formas de reacción”. (Paredes 2006: 10) El problema de las rebeliones
indígenas era que carecían de una visión a largo plazo y de una organización sólida
para poder combatir al virreinato más poderoso política y militarmente de toda
Hispanoamérica. Puede que la tesis de Bonilla y Spalding de que los movimientos
indígenas del siglo XVIII no tenían relación con la independencia tal como se llevó
a cabo sea cierta, pero no se puede omitir un dato tan importante como la
existencia de un deseo de emancipación por parte de los indígenas y mestizos,
aunque probablemente no coincidía con el deseo criollo. Por lo tanto podemos
afirmar una vez más, que la tesis “oficial”, la cual toma la independencia como un
producto de la conciencia y movilización nacional, es errónea. Sin embargo, tampoco
me atrevo a apoyar la tesis de la “independencia concedida”, ya que ésta surgió
tanto del deseo de parte de los criollos de mantener su bienestar, como de la
necesidad de los libertadores de consolidar la independencia de toda la región
hispanoamericana. Al afirmar que los conceptos de independencia de los indígenas y
de los criollos en el Perú no coincidían, surge una pregunta interesante: ¿De qué
clase de independencia estamos hablando? La visión “no oficial” considera que

la independencia acentuó la desorganización interna del Perú. (Bonilla, Spalding


1972: 63) En efecto, la nueva trayectoria del Perú resultó no ser tan nueva en lo
que se refiere sobre todo al aspecto social, pero también a lo político y
económico. La burguesía criolla, tan frágil e indecisa antes de la emancipación, no
fue capaz de pronunciar un
14
proyecto político vigente. De hecho, según las palabras de Basadre, “no existía
ningún grupo social y menos un proyecto de gobernabilidad hegemónico que podría
haberse impuesto, tomando la conducción de un Estado recientemente constituido.”
(Basadre 1929: 30) Tras el fracaso de las negociaciones de San Martín para
establecer un reino en el Perú 20 se creó la república con organismos políticos
análogos a los organismos coloniales – en vez del Virrey hubo el Presidente, las
Municipalidades en vez de los Cabildos, los Prefectos en vez de las Intendencias
etc. El poder sobre la república cayó en manos de los militares. Sin embargo, el
nuevo estado peruano seguía existiendo dentro de las supervivencias coloniales.
Citando a Jorge Basadre, “continuó la división de castas; si bien algunos españoles
se retiraron a España (…); el régimen de a familia continuó sin alteración; los
indios siguieron siendo el barro vil con que se hace el edificio social; los negros
continuaron como gente anexa a las viejas casonas y a las grandes haciendas
costeñas.” (Basadre 1931, 1978: 21) A parte de la independencia política, que
llevaba consigo las supervivencias coloniales en la organización social y
administrativa, hay que reflexionar también sobre la independencia económica. Ya
hemos mencionado que el Perú era el bastión más importante del comercio colonial
antes de que entrasen en vigor las reformas borbónicas que debilitaron el país. En
la lucha de la independencia fue Perú apoyado por los comerciantes de Gran Bretaña
21 , que intentaba consolidar su hegemonía comercial a nivel mundial. Al terminarse
el proceso de la emancipación, Perú pasó sin ningún rasgo de oposición ni
transición de la dominación española a ser dominado

La idea básica de San Martín era realizar la independencia del Perú por medio de
los españoles coronando a un príncipe español en el Perú independizado. El hecho de
poner en la frente del país una persona con conocimientos de política y dirección
del país debía de enseñarles a los peruanos como gobernar su nuevo estado. 21 Se
trataba de un apoyo no oficial por parte de los comerciantes, ya que Gran Bretaña
se había declarado neutral en la lucha entre las colonias y España. 15

20
económicamente por Gran Bretaña22 que necesitaba los recursos y el mercado del Perú
para intensificar su industria textil y debilitó así todavía más la frágil economía
del país.

Resumamos entonces lo expuesto. El proceso de la independencia se dio en un momento


en el que no existía una conciencia de la nación peruana, aunque sí existían
nacionalismos separados como el “criollo” o el “indígena”. Los movimientos
indígenas no consiguieron derribar la extraordinaria fuerza militar del estado
colonial y no participaron en la independencia apoyando ideológicamente ningún
bando, sino que eran reclutados por los dos. Por otra parte los criollos muchas
veces abandonaban las alianzas con los indígenas buscando beneficio para sus
causas, lo cual pasaba también en las propias luchas entre los patriotas y los
realistas. La independencia fue traída al Perú por los célebres libertadores,
aunque no nos podemos olvidar del deseo de emanciparse de varios segmentos de la
sociedad. Una vez conseguida la independencia, Perú pasó de la hegemonía económica
de España a la hegemonía de Gran Bretaña. El nuevo estado fue demasiado débil,
tanto en lo económico, como en lo político y en lo social. Sobre todo en esta
última esfera no se notó ningún cambio en respecto a la ordenación colonial. La
burguesía seguía siendo débil y egoísta, los sectores marginados continuaban siendo
marginados también durante la república. Según la opinión del historiador Alberto
Flores Galindo, la independencia fue “una revolución incompleta o frustrada: cayó
el poder de la metrópoli, pero sin que ningún grupo local consiguiera hacer de esa
derrota el comienzo de una reforma o de una nueva orientación”. (Contreras 2008:
22) En mi
22

Esta hegemonía de la Gran Bretaña fue reemplazada más adelante en el siglo veinte
por los Estados Unidos, lo que también afectó la economía peruana. El año 2009 fue
firmado el acuerdo del libre comercio entre el Perú y los EE.UU., lo cual puede
tener repercusiones sobre todo en el desarrollo de las pequeñas y medianas empresas
que tienen el papel fundamental en el desarrollo del país, sobre todo de sus zonas
provinciales y rurales. 16
opinión, el proceso de la verdadera emancipación del Perú empezó a darse en el
siglo XX, cuando se empezaron a alejar las viejas supervivencias del pasado y los
prejuicios hacia las distintas partes de la sociedad peruana23 y me atrevo a decir
que este proceso perdura hasta los días de hoy.

Como fechas importantes resaltemos el año 1950 cuando se elimina la restricción del
voto femenino y el año 1979 se aprueba por la constitución el voto de los
analfabetos, es decir de la mayoría de los habitantes indígenas que se veían
excluidos hasta entonces de la toma de decisiones políticas.

23

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