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Biografía de Bernardo O'Higgins

(Chillán, Chile, 1778 - Lima, 1842) Político y militar chileno, prócer de la independencia chilena. Era hijo
natural de Ambrosio O'Higgins y de una joven criolla, doña Isabel Riquelme y Mesa. Por conveniencias
sociales, el niño recién nacido fue llevado a Talca, donde se crió al cuidado de don Juan Albano Pereira y de
su esposa, doña Bartolina de la Cruz Cuando cumplió once años regresó a su ciudad natal para seguir
estudios en el colegio de los religiosos franciscanos, pero no permaneció mucho tiempo en Chillán, pues su
padre, a la sazón gobernador de Chile, decidió que completara su educación en un centro más selecto, como
era el Convictorio de San Carlos, en Lima, donde permaneció hasta los 17 años.

El futuro libertador de Chile se puso de nuevo en camino, siguiendo las instrucciones de su padre. Esta vez se
dirigió a Cádiz y de allí a Inglaterra, donde estudió en una academia inglesa y donde, además de materias
científicas como geografía, botánica o matemáticas, aprendió francés, música, pintura y esgrima. Durante su
estancia de tres años en Gran Bretaña vivió una apasionada aventura amorosa, al tiempo que crecía en él el
interés por la política. En este sentido, la relación con el prócer venezolano Francisco de Miranda le introdujo
en la senda revolucionaria.

Enterado su padre, ya virrey del Perú, dejó de protegerle, aunque a su muerte resolvió legarle la mayor parte
de su fortuna. Regresó a la patria en 1802 y hasta 1810 se dedicó a la hacienda que le dejó su padre, la cual
engrandeció notablemente. Ocupó cargos públicos, como el de procurador del cabildo de Chillán, pero al
propio tiempo se mantuvo en la tarea de fomentar el ideal de la Independencia.

El 18 de septiembre de 1810 colaboró activamente con Juan Martínez de Rozas en la creación de un cuerpo
de milicias y la convocatoria de un Congreso Nacional, para el que obtuvo el acta de diputado por Los
Ángeles. Luego se trasladó a Santiago y se integró en el Tribunal Superior de Gobierno. Siguió después una
confusa etapa en la que las luchas políticas se mezclaron con asonadas militares, que desembocaron en un
proceso legislativo más activo y liberalizador. El golpe militar de José Miguel Carrera le condujo a la cuarta
Junta Gubernativa, pero las intrigas y desavenencias provocaron el cansancio de Bernardo O'Higgins, quien
se retiró a los trabajos de su hacienda.

El desembarco de Pareja el 26 de marzo de 1813 en San Vicente modificó de nuevo sus planes, pues hubo de
alzarse en armas contra la intentona realista. Muerto el brigadier Pareja y derrotadas sus fuerzas, los
realistas se concentraron en Chillán y contra ellos avanzó O'Higgins, pero la posición se mantuvo y los
patriotas tuvieron que retirarse. Las guerrillas realistas se extendían por la región. Mostró valor personal y de
estratega en diversos combates, que le condujeron al generalato en 1814. Continuó la guerra contra los
españoles, pero hubo de aceptar el convenio de Lircay, que supuso una tregua en las operaciones.

La llegada de refuerzos para los españoles selló la reconciliación entre Bernardo O'Higgins y José Miguel
Carrera, quienes decidieron unir sus fuerzas para concentrarse en la defensa de la estratégica Rancagua. La
caída de la ciudad originó una crisis política profunda que se saldó con la huida de muchas familias patriotas
hacia Argentina, entre ellas la de O'Higgins. El desastre de Rancagua puso fin al período de indecisiones
conocido como la Patria Vieja.

Durante su estancia en Argentina hizo amistad con José de San Martín y entre ambos organizaron el Ejército
de los Andes, que cruzó la Cordillera en enero de 1817 como fuerza emancipadora, y obtuvo la decisiva
victoria de Chacabuco, que abrió las puertas de la capital. El 16 de febrero, una ciudadanía entusiasta ofrecía
el mando supremo del Estado al victorioso general. Sin embargo, los intereses prioritarios no pasaban
entonces por la política sino por la guerra y fue preciso continuar la lucha en el sur, aunque la suerte ya
estaba echada y los realistas dejaron de ser una amenaza seria para la Independencia de Chile, que fue
proclamada formalmente el 12 de febrero de 1818.

Según su notable visión geopolítica, la toma de Perú precisaba de medios navales, por lo que formó una
escuadra, entregando su mando a Manuel Blanco Encalada primero y a Thomas Cochrane después. La flota
de combate logró mantener la supremacía sobre la flota virreinal, dominando toda la costa del Pacífico. De
esta manera el general San Martín pudo liberar a Perú del dominio colonial español.

Tras la batalla de Maipú pudo el general dedicarse plenamente a las tareas de gobierno. Acordó de inmediato
un reglamento constitucional que determinaba sus atribuciones y deberes y creó un Senado con funciones
legislativas y consultivas. La nación a la que ayudó decisivamente a nacer fue libre y unitaria en gran parte
gracias a su esfuerzo. La libertad podía saborearse plenamente; libre era el comercio que abarrotaba el
puerto de Valparaíso, libres las personas para circular sin pasaporte. La inteligencia y la cultura comenzaron
a prosperar, pues en los pueblos se construían escuelas, se creaban bibliotecas y se impulsaban las artes.

Con todo, el militar afortunado, el político honesto y consciente, hubo de afrontar pruebas muy duras, como
fueron los rencores desatados tras el ajusticiamiento en Mendoza de los hermanos Carrera y la insurrección
de Concepción. El 28 de enero, un cansado O'Higgins resignaba el mando supremo de la patria y aceptaba el
nuevo gobierno. Poco después abandonaba Chile rumbo a El Callao.

Su objetivo era seguir viaje a Inglaterra junto con toda su familia. Para ello confiaba en los rendimientos de
unas haciendas peruanas que San Martín le había donado, pero los realistas ocupaban todavía buena parte
del territorio y la situación era caótica. Recibido con todos los honores, fue amablemente presionado para
que asumiera el mando de las fuerzas peruanas. A la llegada a tierras peruanas del Libertador Simón Bolívar,
O'Higgins entró en contacto con él y selló una fuerte amistad, al convertirse en un distinguido miembro de su
Estado Mayor.

Los avatares de la lucha les llevaron a la costa, mientras el general Sucre vencía a los realistas en la decisiva
batalla de Ayacucho. O'Higgins no realizó el viaje a Inglaterra, sino que permaneció en Perú tratando de
rentabilizar sus posesiones de Montalván y Cuiba, en el valle del Cañete. Los rencores que dejó atrás en Chile
maquinaron para que se le interrumpiera el pago de su pensión militar. En 1826, sus partidarios quisieron
devolverlo al poder mediante una conspiración en Chiloé, pero, fracasada ésta, el general fue borrado del
escalafón militar y quedó prácticamente proscripto.

Cuando el ministro Diego Portales declaró la guerra a la Confederación peruano-boliviana, el dictador Andrés
Santa Cruz pretendió ganarlo para su causa. O'Higgins condenó la guerra fratricida, pero se negó a apoyar a
Santa Cruz, incluso cuando éste le ofreció el retorno al poder en Chile. Cuando terminó la contienda, tras la
victoria del general Manuel Bulnes en Yungay frente a las tropas de la Confederación, se abrió un paréntesis
liberal en Chile con una política de reconciliación nacional liderada por el propio Bulnes. Éste ordenó en 1841
que se restituyeran el rango y los sueldos debidos a O'Higgins, pero la reparación llegó cuando éste estaba a
las puertas de la muerte. Falleció en Lima el 24 de octubre de 1842.
Biografía de Jose Miguel Carrera

(Santiago de Chile, 1785-Mendoza, Chile, 1821) Militar y político chileno. Luchó contra los franceses en la
guerra de Independencia española y, tras regresar a Chile en 1811, se hizo con el poder gracias a sendos
golpes de Estado de sus hermanos, Juan José y Luis. Convertido en dictador, en 1812 promulgó una
Constitución provisional, que dejaba al rey de España sin autoridad efectiva, a lo que el virrey Abascal
respondió enviando tropas a Chile. Carrera salió al encuentro de los realistas, pero fue derrotado en el sitio
de Chillán (agosto de 1813), y la junta de gobierno de Santiago lo depuso y situó a O'Higgins en su lugar.
Tras el desastre de Rancagua (octubre de 1814), provocado por las rencillas entre O’Higgins y él, se exilió en
Montevideo; luego intentó recuperar el poder en Chile, pero tanto él como sus hermanos fueron capturados y
fusilados.
Independencia

José Miguel Carrera

Fue considerado uno de los principales promotores del movimiento independentista en Chile Ya establecido
en Santiago, y viendo que la situación política era compleja, el 4 de septiembre de 1811, junto a sus
hermanos Juan José y Luis, dio un golpe de Estado, que tuvo por objetivo poner a la cabeza del Primer
Congreso Nacional a los personeros que realmente deseaban independizarse de España. Así fue que se
constituyó una nueva. Junta de Gobierno, que él presidió.

Nació en Santiago el 15 de octubre de 1785, siendo su padre el coronel de las milicias reales Ignacio de la
Carrera, y su madre, Paula Verdugo, miembro de la aristocracia santiaguina.

En 1792 ingresó a estudiar en el Convictorio Carolino, donde destacó por su fuerte personalidad e
inteligencia, transformándose ya en esa época en un líder. Pero pronto abandonó el Convictorio e ingresó (a
los nueve años) como cadete al regimiento de Caballería del Príncipe, en donde llegó a ser teniente en
1805.Antes de cumplir los 18 años, enfrentó tres procesos criminales en los que había participado.

Se casó con Mercedes Fontecilla Valdivieso y tuvo cinco hijos: cuatro mujeres y un hombre, este último, que
llevaba su mismo nombre, fue el padre del héroe del combate de La Concepción (9 y 10 de julio de 1882),
capitán Ignacio Carrera Pinto

Sin embargo, como las disputas continuaron entre políticos y militares, Carrera decidió dar un segundo golpe
el15 de noviembre del mismo año, En 1792 ingresó a estudiar en el Convictorio Carolino, donde destacó por
su fuerte personalidad e inteligencia, transformándose ya en esa época en un líder. Pero pronto abandonó el
Convictorio e ingresó (a los nueve años) como cadete al regimiento de Caballería del Príncipe, en donde llegó
a ser teniente en 1805 Antes de cumplir los 18 años, enfrentó tres procesos criminales en los que había
participado.

Se casó con Mercedes Fontecilla Valdivieso y tuvo cinco hijos: cuatro mujeres y un hombre, este último, que
llevaba su mismo nombre, fue el padre del héroe del combate de La Concepción (9 y 10 de julio de 1882),
capitán Ignacio Carrera Pinto.

Su Juventud en España

Su padre decidió mandarlo a Lima (Perú) después de saber de sus andanzas criminales. Ahí se hospedó en la
casa de su tío materno José María Verdugo, pero como continuó con sus correrías, retornó al poco tiempo a
Santiago. En 1807, fue enviado a España, donde se unió a los Voluntarios de Madrid y los Húsares de
Farnesio, organizaciones del ejército español que luchaban contra Napoleón.
En este período, participó en más de veinte contiendas, siendo las más importantes los combates de Yébenes
y río Guadiana y las batallas de Talavera y de Ocaña, en donde fue herido (1809). Producto de esto último
fue trasladado a Cádiz, lugar en el que fue posteriormente condecorado con la cruz de Talavera y ascendido a
sargento mayor del regimiento de Húsares de Galicia (1810).

Además, en este puerto se enteró del ambiente independentista que había en Chile y de la instauración de la
Primera Junta de Gobierno en Santiago, de la que formaba parte su padre. Por esta razón, decidió regresar a
Chile el 26 de julio de 1811.

Carrera al poder

Ya establecido en Santiago, y viendo que la situación política era compleja, el 4 de septiembre de 1811, junto
a sus hermanos Juan José y Luis, dio un golpe de Estado, que tuvo por objetivo poner a la cabeza del Primer
Congreso Nacional a los personeros que realmente deseaban independizarse de España. Así fue que se
constituyó una nueva Junta de Gobierno, que él presidió.

Sin embargo, como las disputas continuaron entre políticos y militares, Carrera decidió dar un segundo golpe
el15 de noviembre del mismo año reemplazando a la junta por otra. Esta estuvo integrada por él, Gaspar
Marín y Juan Martínez de Rozas, pero como este último se encontraba fuera de Santiago fue sustituido por
Bernardo O'Higgins. Al poco tiempo, Marín y O'Higgins renunciaron, quedando solo Carrera en el poder.

Durante su mandato, llevó a cabo varias iniciativas y obras. Entre las más importantes están:

- Creó la Aurora de Chile, el primer periódico nacional.


- Se promulgó la primera Constitución Política, denominada "Reglamento Constitucional de 1812".
- Dispuso que los monasterios tuvieran escuelas de hombres y de mujeres.
- Mejoró los hospitales de Santiago.
- Se crearon la primera bandera y el primer escudo nacional.

Guerra por la Independencia

Al enterarse de la noticia de que fuerzas peruanas enviadas por el virrey del Perú, Fernando de Abascal,
habían invadido Chile, Carrera abandonó la vida política y asumió el mando del ejército como comandante en
jefe. Sin embargo, como no tuvo éxito en las contiendas, especialmente por el fracaso sufrido en el sitio de
Chillán (en agosto de 1813), fue reemplazado por Bernardo O'Higgins.

Después de entregar el mando a O'Higgins en Concepción, marchó hacia Santiago, pero en el camino fue
tomado prisionero por los realistas y conducido a Chillán en compañía de su hermano Luis (3 de marzo de
1814).

Entretanto, el director supremo de ese entonces, Francisco de la Lastra, negoció con los realistas el tratado
de Lircay (3 de mayo de 1814), una tregua donde los chilenos reconocían como soberano a Fernando VII y
los españoles al gobierno existente en ese momento en nuestro país. Además, s e especificaba que los
prisioneros de guerra serían liberados. Pero esta medida no se aplicó a los hermanos Carrera, porque dentro
del tratado se incluyó una cláusula secreta que establecía que estos hombres serían entregados al gobierno y
luego deportados, debido a que su libertad implicaba inestabilidad política.
Ante tal hecho, José Miguel y Luis lograron escapar desde su reclusión en Chillán con la ayuda de jefes
militares de esa ciudad. Al llegar a Santiago, José Miguel no aceptó los acuerdos del tratado de Lircay y
nuevamente dio un golpe de Estado (23 de julio de 1814), destituyendo el gobierno encabezado por De la
Lastra.La toma del poder de Carrera no fue aceptada por O'Higgins, por lo que junto a sus tropas marcharon
hacia Santiago, siendo derrotados en el combate de las Tres Acequias (26 de agosto de 1814) por los
soldados al mando de Luis Carrera.Luego de esto, O'Higgins se enteró de la noticia de que el virrey del Perú
había enviado a Chile una nueva expedición, a cargo de Mariano Osorio. Esto obligó a o'higginistas y
carreristas a detener sus peleas para unirse en la defensa de la revolución.Sin embargo, las fuerzas patriotas
sucumbieron ante los realistas en el desastre de Rancagua (octubre de 1814), debiendo José Miguel Carrera
(así como muchos patriotas) emigrar a Mendoza.Su estadía en Argentina no fue de lo mejor, ya que José de
San Martín lo mandó a prisión, para luego relegarlo a Buenos Aires.

En esta ciudad, no encontró buena acogida, por lo que decidió viajar a Estados Unidos, con el fin de reunir
fondos y armas para liberar a Chile del dominio realista.

En febrero de 1817, volvió a Buenos Aires, pero el director supremo argentino, Juan Martín de Pueyrredón, le
confiscó sus pertenencias y lo tomó prisionero. José Miguel nuevamente logró huir y se asiló en Montevideo
(Uruguay).

Fusilamiento de Carrera

Carrera debió abandonar Montevideo debido a las presiones del gobierno argentino. A su regreso a Buenos
Aires, tomó parte en la lucha entre los unitarios y federalistas, apoyando a estos últimos, que lograron la
victoria en la batalla de la Cañada de Cepeda (febrero de 1820). Sin embargo, los federalistas no lo
ayudaron, como le habían prometido, para poder regresar a Chile.

Por ello, decidió internarse en las pampas, junto a soldados chilenos, con la esperanza de cruzar la cordillera
y llegar a Chile, pero se encontraron con las tropas del coronel José Albino Gutiérrez en Punta del
Médano. Fue apresado y condenado a muerte y su fusilamiento se produjo el 4 de
septiembre de 1821 en Mendoza.
Biografía de José de San Martín

(José Francisco de San Martín, llamado el Libertador; Yapeyú, hoy San Martín, Corrientes, 1778 - Boulogne,
Francia, 1850) Héroe de la independencia americana. Hijo de Juan de San Martín, teniente gobernador de
Corrientes, y de Gregoria Matorras, fue con Simón Bolívar una de las personalidades más destacadas de la
guerra de emancipación americana.

En 1784 José de San Martín pasó con su familia a España, donde inició su carrera militar en el regimiento de
Murcia (1789), con el cual, a los trece años, tuvo su bautismo de fuego en el sitio de Orán (1791). Más tarde
intervino en las guerras del Rosellón (1793), de las Naranjas (1804) y de Independencia, que le supusieron
distintos ascensos hasta alcanzar el grado de teniente coronel.

El duro revés que éste había sufrido en Vilcapugio y Ayohuma a manos de los realistas cerraba prácticamente
las posibilidades de avanzar sobre Lima, al tiempo que hacía vulnerable esa frontera, cuya custodia encargó a
M. de Güemes, caudillo de Salta. Tras la derrota del ejército chileno en Rancagua (1814), San Martín dio
amparo a O'Higgins y a sus tropas en Cuyo (Mendoza), de donde acababa de ser nombrado gobernador por
J.M. de Pueyrredón .

En Mendoza José de San Martín se dedicó a organizar el ejército libertador, con el que se propuso invadir
Chile cruzando la cordillera de los Andes, la mayor hazaña militar americana de todos los tiempos. Superadas
las cumbres andinas, el 12 de febrero de 1817 derrotó al ejército realista al mando del general Marcó del
Pont en la cuesta de Chacabuco, y el 14 entró en Santiago de Chile. La Asamblea constituida proclamó la
independencia del país y le nombró director supremo, cargo que declinó en favor de O'Higgins. Tras esta
fulgurante carrera y poco después de estallar la revolución emancipadora en América, San Martín, que había
mantenido contactos con las logias masónicas que simpatizaban con el movimiento independentista, marchó
a Londres (1811) y de allí a Buenos Aires (1812), cuyo Gobierno le encomendó primero la formación del
regimiento de granaderos y más tarde la jefatura del ejército del Norte (1813), en sustitución de Belgrano.

El duro revés que éste había sufrido en Vilcapugio y Ayohuma a manos de los realistas cerraba prácticamente
las posibilidades de avanzar sobre Lima, al tiempo que hacía vulnerable esa frontera, cuya custodia encargó a
M. de Güemes, caudillo de Salta. Tras la derrota del ejército chileno en Rancagua (1814), San Martín dio
amparo a O'Higgins y a sus tropas en Cuyo (Mendoza), de donde acababa de ser nombrado gobernador por
J.M. de Pueyrredón. En Mendoza José de San Martín se dedicó a organizar el ejército libertador, con el que se
propuso invadir Chile cruzando la cordillera de los Andes, la mayor hazaña militar americana de todos los
tiempos. Superadas las cumbres andinas, el 12 de febrero de 1817 derrotó al ejército realista al mando del
general Marcó del Pont en la cuesta de Chacabuco, y el 14 entró en Santiago de Chile. La Asamblea
constituida proclamó la independencia del país y le nombró director supremo, cargo que declinó en favor de
O'Higgins.

San Martín viajó a Buenos Aires a fin de solicitar lo necesario para la campaña del Perú. Sin embargo,
lo que recibió fue la oferta de intervenir directamente en las disputas internas del país, cosa que rechazó.
Mientras tanto, las fuerzas patriotas habían sido completamente derrotadas en Cancha Rayada por el ejército
realista de Osorio. De nuevo en Chile, San Martín reorganizó las desmoralizadas tropas criollas y venció a
Osorio en los llanos de Maipú, el 5 de abril de 1818, asegurando de este modo la libertad chilena. En seguida
inició la campaña de Perú (1820), que culminó con la proclamación de la independencia peruana (1821) y su
designación como protector, cargo que aceptó hasta la total pacificación del país. Celebrada la entrevista con
Bolívar en Guayaquil (1822), donde ambos patriotas trataron el futuro del continente, San Martín renunció al
Protectorado peruano y se retiró de la vida pública, embarcándose hacia Europa (1824). En 1827 regresó a
Buenos Aires, pero no llegó a desembarcar. Afectado por las luchas fratricidas que enfrentaban a sus
compatriotas, marchó de nuevo a Europa, radicándose en Francia.

Biografía Casimiro Marcó del Pont


Gobernador español 1770-1819

Su gobierno se extendió precisamente hasta el 12 de febrero de 1817. Tras la derrota de las fuerzas realistas
que -comandadas por el general Rafael Maroto- combatieron en Chacabuco, Marcó del Pont partió rumbo a
Valparaíso, pero en el camino fue capturado. Tras una entrevista formal con San Martín y algún tiempo en
prisión, fue remitido a Mendoza y luego confinado en San Luis. Don "Casimiro Marcó del Pont Ángel Díaz y
Méndez, Caballero de la Orden de Santiago, de la Real y Militar de San Hermenegildo, de la Flor de Lis,
Maestrante de la Real de Ronda, Benemérito de la Patria en grado heroico y eminente, mariscal de campo de
los reales ejércitos, superior Gobernador y Capitán General, Presidente de la Real Audiencia,
Superintendente, Subdelegado del general de la Real Hacienda y del de correos, postas y estafetas y Vice-
Patrono Real de este Reino de Chile", usando la misma fórmula que él utilizaba para firmar sus
documentos.... , fue el último Gobernador de Chile, nació en Vigo, España, en 1770, y murió en Argentina,
en mayo de 1819.

Siendo muy joven, inició una carrera militar brillante en el Regimiento de Infantería de Zaragoza y ya antes
de cumplir los 45 años, había alcanzado el grado de mariscal de campo.

Marcó del Pont se distinguió en la Guerra de Independencia de España -es decir, la que este país sostuvo
contra la invasión francesa a partir de 1808-, siendo su valor reconocido incluso por el mismo general José de
San Martín.

Mito histórico: su personalidad

En 1815, Marcó del Pont fue nombrado Gobernador de Chile, arribando a Valparaíso a fines del mismo año.
Su carácter y forma de ser han sido ridiculizados por la generalidad de los historiadores nacionales. Siempre
se ha tratado de minimizar su valor, pintándosele incluso como un militar afeminado.

Los primeros autores que se abocaron a estudiar este período de la historia de Chile veían en España, y en
todo lo español, la encarnación de una larga serie de elementos negativos, y de ahí que "cargaran las tintas"
en contra de algunos personajes.

Joaquín Edwards Bello explica esta impresión con las siguientes palabras: "A Marcó del Pont, que era un
hombre fino, de los mejor educados y de excelente tronco, algo raro entonces, le dieron fama de afeminado,
simplemente por su limpieza, su elegancia, y el pecado de haber traído ciertos adelantos a una ciudad cuyo
estado entonces era indescriptible a causa de su atraso y suciedad. En Santiago no había vidrios, ni letrinas,
ni más alumbrado que el de las velas de sebo, sostenidas en pelotas de barro que sacaban a mano de las
acequias. El entretenimiento de los niños era la pedrea. Lo que ahora llamamos guate, de W.C., era el
zambullo, un canco hediondo que sacaban de las casas y cantinas una vez al mes. En otras partes ponían el
excusado encima de la acequia en el tercer patio. En la Plaza ocupaban todo un costado los vendedores de
ojotas

Las ojotas viejas quedaban en el suelo y servían los domingos para la llamada guerra de ojotas. Con este
calzado combatieron los ejércitos patriotas. A esta ciudad trajo el señor Marcó del Pont alguna escupidera,
peines, cepillos, jabones finos, y algún carruaje con vidrios, todo lo cual pareció insólito. Le compararon con
la Pompadour y le dieron fama de afeminado. Poco cuesta desfigurar a las personas...".

Resguardo de su gobierno

Las medidas que tomó durante su gobierno también han sido exageradas, omitiéndose que para todas y cada
una de ellas es posible encontrar un símil dictado antes y después de su gestión. Se ha criticado la necesidad
de portar pasaportes para salir de Santiago, los toques de queda y otras medidas restrictivas que ya habían
sido ordenadas con anterioridad por los revolucionarios en 1813 y 1814, y que son lógicas en una época de
conflicto bélico.

Marcó del Pont tenía pleno conocimiento de que en Mendoza se estaba proyectando una invasión al territorio
a su mando y por lo tanto tomaba los resguardos pertinentes.

Su gobierno se extendió precisamente hasta el 12 de febrero de 1817. Tras la derrota de las fuerzas realistas
que -comandadas por el general Rafael Maroto- combatieron en Chacabuco, Marcó del Pont partió rumbo a
Valparaíso, pero en el camino fue capturado. Tras una entrevista formal con San Martín y algún tiempo en
prisión, fue remitido a Mendoza y luego confinado en San Luis. Allí se encontraba cuando se produjo un
intento de fuga por parte de varios de los detenidos (1819). Marcó del Pont no estaba entre los revoltosos,
pero igualmente se le procesó, demostrándose su inocencia. Fue trasladado a la localidad de Luján, cercana a
Buenos Aires, donde murió el 19 de mayo del mismo año.
Biografía de Mariano Osorio
(1777-1819)
Militar español, afrontó la denominada etapa de reconquista española en Chile, mediante un gobierno fuerte
y represivo, ante los intentos independentistas de los patriotas chilenos. Nació en Sevilla en 1777. Combatió
en la guerra de la Independencia contra los franceses. Fue enviado a Lima como comandante de artillería y
profesor de matemáticas de la Escuela Militar. El virrey del Perú, José Fernando Abascal y Sousa, lo nombró
gobernador y capitán general de Chile, cargo que ejerció desde el 9 de octubre de 1814 hasta el 26 de
diciembre de 1815. Durante ese tiempo, participó en la batalla de Rancagua (1 y 2 de octubre de 1814), que
significó la recuperación del poder y del territorio por parte de los realistas; escarmentó a los chilenos
revolucionarios, enviándolos a la isla Juan Fernández; y restableció la Real Audiencia (marzo de 1815),
símbolo del poder español. A pesar del duro momento que le tocó enfrentar en Chile, no dejó odios hacia su
persona. Regresó a Perú en junio de 1816, donde permaneció por poco tiempo, para ser enviado nuevamente
a Chile. Desembarcó en Talcahuano en enero de 1818. En abril de ese año, fue derrotado en la batalla de
Maipú, huyó hacia el sur y se embarcó en Talcahuano hacia el Perú. La derrota le significó enfrentar cargos
penales contra su persona, por lo cual partió rumbo a España, encontrando la muerte en la ciudad cubana de
La Habana, debido a una peste infecciosa, en 1819.
Biografía de Manuel Rodríguez

Con aventuras ya míticas, creó confusión e inseguridad entre los realistas durante el periodo de nuestra
historia conocido como la Reconquista. Manuel Rodríguez era hijo del español Carlos Rodríguez de Herrera y
de María Loreto de Erdoiza, peruana, y nació el 25 de febrero de 1785. Desde pequeño mostró aptitudes
intelectuales y una personalidad vivaz.. En 1804 recibió su doctorado en Leyes en la Universidad de San
Felipe y fue admitido como abogado por la Real Audiencia.

Ferviente patriota, en 1811 fue nombrado procurador del Cabildo de Santiago, pero a los pocos días fue
designado secretario de Estado en la cartera de Guerra. Nace la leyenda

Después de demostrar su inocencia ante la acusación de conspirar contra José Miguel Carrera, de quien había
sido su amigo primero y, en 1813, su secretario particular, fue nombrado como secretario de Gobierno y
Hacienda. Sin embargo, la derrota de Rancagua, en 1814, que significó el fin de la primera etapa de la
emancipación de Chile de España, lo obligó a huir a Mendoza.

Fue en esa ciudad donde se ganó la simpatía del general argentino José de San Martín, uno de los principales
caudillos del proceso revolucionario de América del Sur. San Martín le encomendó que le informara sobre el
movimiento de las tropas realistas en nuestro país y que hiciera creer que las fuerzas patriotas cruzarían por
el sur de la cordillera. Así, la milicia realista, cuya mayoría de soldados estaba concentrada en la zona
central, se dividiría perdiendo su fortaleza.

Todos estos objetivos Rodríguez los cumplió con creces, a través de aventuras plenas de valentía y astucia,
que dieron origen a su leyenda.

Problemas con el poder

La popularidad que adquirió Rodríguez, más sus tendencias carrerinas, fueron mal vistas por el nuevo
gobierno dirigido por Bernardo O'Higgins. Según algunos autores, para alejarlo de Chile se le ofreció una
misión diplomática en Estados Unidos, que él rechazó.

Dos veces estuvo en prisión, una de ellas acusado de conspirar a favor de José Miguel Carrera (contrario a
O'Higgins), hasta que San Martín lo nombró auditor de guerra del Ejército en 1817.

Su muerte

En 1818 ocurre el desastre de Cancha Rayada, donde los realistas casi aniquilaron al ejército patriota. Fue
una nueva oportunidad para que Rodríguez demostrara su capacidad de reacción. Animó a la ciudad con la
célebre frase ¡Aún tenemos patria, ciudadanos! y formó los Húsares de la Muerte, un escuadrón militar.
Además, por voto popular, ejerció por dos días el cargo de director supremo interino.

Una vez recuperado el control de la situación, gracias a la batalla de Maipú (5 de abril de 1818), se disolvió el
escuadrón creado por Rodríguez y a él se le encerró en el cuartel San Pablo por su protesta pública contra el
fusilamiento de los hermanos Carrera (Juan José y Luis), acusando a O'Higgins y San Martín de ser sus
autores intelectuales.

Una vez preso fue conducido a Valparaíso, pero cerca de Til Til fue asesinado (26 de mayo de 1818) por sus
captores, quienes alegaron que había intentado escaparse. Su sospechosa muerte

Hechos
DESASTRE DE RANCAGUA
1814
El desastre de Rancagua se desarrolló los días 1 y 2 de Octubre de 1814, y puso término al período
de la Patria Vieja, dando paso con esta derrota de los patriotas a la Reconquista Española.

José Miguel Carrera se había tomado el poder, sublevado a la guarnición de Santiago y encabezando
él mismo una junta militar, la que Bernardo O”Higgins no reconoció.

En este estado se encontraban las relaciones entre líderes patriotas cuando se informa que Mariano
Osorio, jefe de las Fuerzas Realistas, enviado por el Virrey del Perú, avanza desde Talcahuano con 5.000
hombres fuertemente armados.

O”Higgins, frente a esta situación y en un gesto de patriotismo, renuncia al cargo de General en Jefe y
decide reconocer a Carrera como Presidente de la Junta.

Los chilenos eran alrededor se 4.000 soldados. O”Higgins resuelve encerrarse en la plaza de
Rancagua, con la mitad de los soldados haciendo levantar barricadas en las cuatro calles que desembocan en
la plaza.

En lo alto de la torre de la Iglesia de la Merced que aún existe ordena izar una bandera negra, para
indicar que combatirían hasta el final.

Por su parte, Mariano Osorio, mantuvo sitiada la plaza, durante dos días. Pasado un día, de arduo
batallar, los españoles prendieron fuego a las casas que rodeaban la plaza y cortaron también el agua.

A pesar del calor, la sed y el asedio enemigo, los patriotas resistieron heroicamente. Murieron muchos
en el combate, registrándose gran cantidad de heridos.

O”Higgins había solicitado ayuda a Carrera, quien con 2.000 soldados se habían ubicado al Norte de la
retaguardia. Esta ayuda nunca llegó y O”Higgins mantuvo la resistencia con increíble valor.

Convencido de que la acción en la plaza era inútil, debido a los incendios, a la falta de agua, y al
constante fuego del enemigo. O”Higgins ordenó a sus hombres que no eran más de 300, que montaran a
caballo, a los que pudieran hacerlo y cruzar las trincheras enemigas y salir de la plaza a golpe de sable.

Acto seguido, clavó las espuelas de su caballo y con su sable en mano superó la trinchera enemiga, a
la cabeza se los que pudieron seguirle. Consciente que éste era un duro traspiés en las luchas por la
Independencia de Chile, llega a Santiago, encara a Carrera la falta de ayuda, toma a su madre Isabel y
hermana Rosa, y junto a centenares de soldados y civiles emprenden ruta al destierro.
Se inicia así la Reconquista española que duraría hasta el 12 de Febrero de 1817 cuando se inicia el
período de la Patria Nueva. Al otro lado de los Andes junto a San Martín, y el resto de los patriotas,
organizarán el Ejército Libertador de los Andes, que más tarde expulsaría definitivamente al dominador
español en la batalla de Maipú, el 5 de Abril de 1818.

Batalla de Chacabuco
1817
En las postrimerías del año 1815, la causa hispanoamericana se encontraba en un apurado trance. El virrey
del Perú había logrado imponerse sobre los revolucionarios de Quito, del Alto Perú y de Chile, lo que acusaba
el fracaso de los esfuerzos aislados de las diversas secciones del continente. El coronel D. José de San Martín
comprendió que la independencia de Argentina, su patria, sería ilusoria mientras no fuese derribado el fuerte
bastión realista del Perú. Para tal efecto el territorio chileno, a diferencia del Alto Perú, presentaba las
mayores ventajas para la operación en proyecto.

Al mismo tiempo, en Chile, los vencidos de Rancagua emigraron a Mendoza en busca de ayuda en armas y
soldados, dispuestos a regresar más tarde al terruño querido y liberarlo, para siempre, del dominio
peninsular. El intendente de Cuyo, General don José de San Martín, que había concebido el plan de derrotar
el poderío del virrey del Perú, mediante una expedición chileno-argentina, por la vía marítima hacia Lima,
mostróse especialmente complacido con la llegada de los emigrados de Chile, por el aporte que ello
significaba a la puesta en marcha de su plan de operaciones. Al cabo de dos años de una actividad enorme y
de sacrificios indecibles, siempre bajo la atenta orientación de O’Higgins y San Martín, el Ejército de Los
Andes estuvo listo para operar en los primeros días de 1817.

Terminada la organización del Ejército y resuelta la travesía de Los Andes, habría de ceñirse ésta al siguiente
plan: el grueso (divisiones O’Higgins y Soler) cruzaría el macizo andino por Los Patos, para caer sobre
Putaendo; la división Las Heras lo haría por Uspallata, a fin de desembocar en Santa Rosa de Los Andes.
Ambas agrupaciones debían contar con la fuerza suficiente para rechazar a las fracciones que resguardaban
los pasos o que pudiera Marcó del Pont, Presidente de Chile, despachar contra alguna de ellas y sincronizar
su avance de tal manera de alcanzar, al mismo tiempo, el valle de Aconcagua y ocupar San Felipe y Los
Andes. Otra fracción, a las órdenes del Teniente Coronel D., Ramón Freire, penetraría por el boquete de
Planchón, con 80 infantes, 25 granaderos a caballo y una columna de tropas regulares de emigrados
chilenos. Su misión consistía en ratardar o impedir el retiro de las fuerzas realistas (unos 1.400 hombres),
distribuidas entre Curicó y San Fernando, que Marcó del Pont había destacado allí para combatir a los
guerrilleros patriotas. El plan contemplaba, por último, el envío de fracciones menores por el Portillo,
Coquimbo y Copiapó.

Estando San Martín y O’Higgins en Mendoza, previo a esta decisiva batalla, al otro lado de la cordillera,
necesitaban disponer de un enlace con los elementos patriotas que se mantenían en Chile. Esta búsqueda de
información, indispensable a toda operación, fue desarrollada eficazmente por Manuel Rodríguez y otros
valientes. La ola de falsos rumores e informaciones alarmantes propaladas por ellos, llevaron la
incertidumbre a los jefes realistas, quienes dispersaron sus fuerzas entre Santiago y Talca.

Por su parte, el General Freire debió realizar una maniobra de distracción estratégica, con lo que consiguió
amarrar a fuerzas realistas que no pudieron acudir a la acción principal. Finalmente, el plan propiamente tal
de la travesía del Ejército de los Andes, se realizó en dos columnas de efectivos desiguales: la más
importante por el camino de los Patos y la columna secundaria, por el camino de Uspallata; las dos debían
reunirse en el valle del Aconcagua, mientras efectivos menores dispersaban las fuerzas enemigas,
induciéndolas a engaño respecto del avance de la agrupación principal.

Después de reunirse las fuerzas de Las Heras, de O’Higgins y de Soler en el Campamento de Curimón, el 8
de febrero y, ante las noticias del avance del jefe realista, Coronel Rafael Maroto, hacia las casas de
Chacabuco, San Martín ordenó el avance patriota a las 02:00 horas del día 12, encabezado por la I División
de Soler.

Por su parte, O’Higgins avanzó por la cuesta vieja, en dos columnas, arrollando a los adelantados realistas.
Pero debido a que el mando no había enviado elementos de exploración y reconocimiento, O’Higgins se
encontró a boca de jarro con el grueso del Ejército realista. Debió decidir rápidamente el avance hacia el
cerro Los Halcones y desplegar allí sus fuerzas. Al mismo tiempo despachó un estafeta para que informara de
su situación al General San Martín.

Eran las 11:45 horas, hacía un calor insoportable, carecía de Artillería y no divisaba ni a San Martín ni a
Soler. En esta situación adversa, que se tornaba insostenible, O’Higgins, aconsejado por el Comandante
Cramer, antiguo oficial de los Ejércitos de Napoleón, ordenó a la Infantería cargar a la bayoneta, apoyada por
la Caballería del Coronel Zapiola. La decisión del héroe chileno y sus hombres, logró romper el cerco del
enemigo, acción que fue finalizada por la División Soler, que había arribado a las 13:30 horas al campo de
batalla.

Eran ya pasadas las 2 de la tarde, y la victoria había coronado los esfuerzos de las tropas de la Patria. De los
1.400 hombres del Ejército realista, 500 quedaron tendidos sin vida en el campo de batalla y 600, prisioneros
de los patriotas. Alcanzaron 130 a dirigirse a Santiago, y 170 se dispersaron por los cerros. Los nacionales
tuvieron un oficial muerto, 10 heridos, 10 soldados muertos y 89 heridos.

La victoria patriota fue de una importancia trascendental. El camino hacia la independencia definitiva, se
mostraba cada vez más cercano, al paso que Bernardo O’Higgins, Director Supremo de nuestra naciente
patria, formaba el nuevo Ejército Nacional, que afianzaría definitivamente la libertad. Tampoco perdió de
vista la idea de crear una escuadra que dominara el Pacífico Sur y que llevara la independencia al Perú. Su
visión geopolítica y su espíritu americanista, mostráronse entonces, como se ve, en toda su magnificencia y
esplendor.
Batalla de Maipú
(1818)
Tras el glorioso triunfo del Ejército Patriota en Chacabuco, nuestros hombres de armas iniciaron una
agotadora campaña militar para poner término en forma definitiva a la ocupación española y consolidar la
Independencia de Chile. Como consecuencia de esa derrota, el Ejército Realista escapó con parte de sus
medios a Valparaíso, a fin de reembarcarse para el Perú, mientras el resto de las tropas lo hacía en dirección
al sur del país a objeto de reorganizarse y enfrentar nuevamente al triunfante Ejército de Los Andes.

Las fuerzas realistas al mando del brigadier José Ordoñes, presentaron en Talcahuano una sostenida
resistencia a la división Chilena que marchó tras ellos a combatirlos. A fines de Diciembre de 1817, el
Libertador General Bernardo O'Higgins debió emprender la retirada hacia el norte, al frente de toda su
División, en atención a que una nueva fuerza expedicionaria enemiga al mando del General don Mariano
Osorio, se aprestaba a desembarcar en la bahía.

Batalla de Maipú, 5 de abril de 1818.


Tras el glorioso triunfo del Ejército Patriota en Chacabuco, nuestros hombres de armas iniciaron una
agotadora campaña militar para poner término en forma definitiva a la ocupación española y consolidar la
Independencia de Chile. Como consecuencia de esa derrota, el Ejército Realista escapó con parte de sus
medios a Valparaíso, a fin de reembarcarse para el Perú, mientras el resto de las tropas lo hacía en dirección
sur del país a objeto de reorganizarse y enfrentar nuevamente al triunfante Ejército de Los Andes. Las
fuerzas realistas al mando del brigadier José Ordoñes, presentaron en Talcahuano una sostenida resistencia a
la división Chilena que marchó tras ellos a combatirlos. A fines de Diciembre de 1817, el Libertador General
Bernardo O'Higgins debió emprender la retirada hacia el norte, al frente de toda su División, en atención a
que una nueva fuerza expedicionaria enemiga al mando del General don Mariano Osorio, se aprestaba a
desembarcar en la bahía. La División O'Higgins se reunió con el grueso del Ejército el 06 de Marzo de 1818
en la localidad de San Fernando.

Trece días más tarde, esta fuerza era derrotada en Cancha Rayada en las cercanías de la ciudad de Talca,
produciéndose una dispersión general de las tropas patriotas y quedando gravemente herido el General
O'Higgins en su brazo derecho, situación que lo obligó volver a Santiago. Lo ocurrido en Cancha Rayada no
fue motivo para que los bravos hombres del Ejército Patriota, abandonaran la campaña emprendida
reagrupándose nuevamente en menos de dos días en una cantidad cercana a los 4.000, logrando el General
en Jefe, José de San Martín, en los días siguientes, reconstituir las unidades en su casi totalidad. Así, el 02 de
Abril, el Ejército Patriota al dejar el campamento de Ochagavía para trasladarse a los cerrillos de Maipo,
aparecía organizado en tres divisiones con un total general de 396 Jefes y Oficiales y un poco más de cinco
mil suboficiales clases y soldados que eran sin lugar a dudas, el más importante de todos los factores que se
encontraban enfrentando al enemigo, para derrotarlo definitivamente y asegurar en forma definitiva, la
Independencia Nacional.

Por su parte, el Ejército Realista, no había cesado en su afán por consolidarse y derrotar a los patriotas,
iniciando después de Cancha Rayada, una insistente y agotadora persecución, la que fue resistida en los
campos y ciudades, situación que fue retardando su avance hacia Santiago, dando algún tiempo a los
patriotas para reorganizarse y planificar la forma de detenerlos e impedir su llegada a la capital. Previendo
esta situación y ya en Santiago, el General O'Higgins dispuso algunas medidas de importancia que ayudaran
al fin propuesto, como por ejemplo recoger los fusiles y sables que Manuel Rodríguez había distribuido en el
pueblo con anterioridad; apresurar el envío de armas desde Los Andes; adquirir o requisar las armas de los
comerciantes y particulares de Santiago para rearmar el Ejército; reunir combatientes, especialmente de
línea, entre la población y dispersos llegados desde el sur; dejar para los servicios auxiliares las milicias y
organizar un campo de instrucción en Ochagavía al sur de Santiago.

Entretanto el General Osorio, sólo después de pasar por San Fernando, a fines de Marzo, confirmó que no
había logrado derrotar en forma definitiva al Ejército Patriota en Cancha Rayada, y más aún, que éste se
encontraba en condiciones de presentar resistencia e incluso triunfar. Frente a esta situación se hacía
inminente un nuevo y definitivo enfrentamiento entre las fuerzas patriotas y realistas en las cercanías de
Santiago. En conocimiento ambos ejércitos de sus movimientos y número aproximado de hombres,
establecieron campamentos relativamente cercanos al sur poniente de Santiago. Allí las tropas respectivas
descansaron y se prepararon para el combate. Al anochecer del día 04 de abril el Ejército Realista alcanzó la
Hacienda de Lo Espejo quedando a unos 7 kilómetros de las fuerzas patriotas. Al amanecer del 05 de abril el
Ejército patriota ocupaba una posición en los cerrillos de Maipo, en el borde sur de una loma que corre de
oeste a este, con la División Las Heras a la derecha, la División Alvarado a la izquierda y la División Quintana,
atrás. El Regimiento Granaderos, a caballo, quedó en la extrema derecha y los escuadrones de Cazadores de
la Escolta Directorial, a la izquierda. La artillería fue ubicada en el centro y las alas.

En cuanto al Ejército realista, cabe recordar que sintiéndose su Comandante en Jefe (General Osorio) más
débil que el adversario, resolvió ocupar una posición en el borde de una meseta triangular que se extendía al
norte de las casas de Lo Espejo. Ubicó en el extremo de su ala izquierda (N. O.), en una pequeña altura, la
División Primo de Rivera. En el bajo, hacia su derecha, al norponiente del camino a Valparaíso, quedó
instalado el Regimiento Dragones de la Frontera. La División Morla ocupó la mitad poniente del borde de la
loma triangular y pasó a constituir el centro de la línea. El ala derecha la formaba la División Ordoñes.
Dándose frente los dos ejércitos, separados por una hondonada, permanecieron inmóviles en sus respectivas
posiciones, a la espera de los acontecimientos. A las 11:30 de la mañana ordenó San Martín que rompieran el
fuego las 8 piezas de la artillería del Comandante Blanco Encalada y las 4 de reserva. La artillería realista
respondió en el acto. Al cabo de media hora y ante la ninguna efectividad de estos fuegos, San Martín
impartió orden a las Divisiones Las Heras y Alvarado de atacar al enemigo que tenían enfrente. El Coronel
Las Heras lanzó los cuerpos de su División contra la División Primo de Rivera, con apoyo de la artillería de
Blanco Encalada. La División Alvarado, apoyada por la artillería de Borgoño, avanzó contra el ala S.E. del
adversario, donde se encontraba el Brigadier Ordoñes. En un momento dado, cuando el desarrollo de la lucha
parecía confuso, se oyó a la espalda de la línea patriota un toque de carga: era la reserva propia que entraba
a participar en la acción, contra las Divisiones Ordoñes y Moria. En los mismos momentos, los escuadrones
de Cazadores de la Escolta Directorial, comandados por el Coronel Freire, cargaron contra la caballería
enemiga que se había situado en el flanco este, dispersándola en todas direcciones. El Teniente Coronel D.
Santiago Bueras cayó al frente de su escuadrón, con el pecho atravesado por una bala adversaria. La
infantería patriota acometía con singular bravura y la infantería realista resistía con una tenacidad admirable.
Formadas en cuadro, las Divisiones Moria y Primo de Rivera resistieron además, entre 8 y 1 0 cargas de la
caballería patriota y, cuando más tarde advirtieron el repliegue del centro y del ala derecha sobre las casas
de Lo Espejo, tomaron el mismo rumbo y se reunieron al grueso, sin que los jinetes patriotas lograran
desorganizar sus filas. En los instantes en que las últimas tropas realistas alcanzaban las citadas casas de Lo
Espejo, llegaba al campo de batalla el Libertador O'Higgins, seguido de un millar de milicianos y de algunos
cadetes de la Academia Militar. Se dirigió hacia el lugar en que se encontraba el General San Martín y,
echándole al cuello su brazo izquierdo, le dijo emocionado: "¡Glorias al Salvador de Chile!". EI General en
Jefe respondió: "General: Chile no olvidará jamás el nombre del ilustre inválido que el día de hoy se presentó
herido en el campo de batalla".

Ordoñes había reunido en las casas de Lo Espejo las 6 compañías de infantería que comandaba Primo de
Rivera y cuya moral era muy alta, a pesar de haber perdido más de un tercio de sus efectivos y los restos de
los 4 regimientos de infantería que se habían retirado del centro y del ala derecha. Al llegar al lugar, San
Martín dispuso que Borgoño y Blanco batieran con su artillería dichas casas. La infantería patriota cargó con
ímpetu irresistible y no daba ni podía cuartel. Impresionado por la violencia de la lucha, el Coronel Las Heras
ordenó suspender el fuego a los suyos. Los restos del Ejército Realista, refugiados en el huerto y la viña, se
vieron obligados a rendirse, mientras los milicianos y huasos que habían llegado con O'Higgins perseguían a
los dispersos y los capturaban al lazo. De los 4.500 realistas que participaron en la batalla fueron muertos
1.500; 2.289 fueron hechos prisioneros y unos 700 lograron retirarse en orden bajo el mando del Coronel
Rodil.

La Batalla de Maipú dejó de manifiesto una vez más, la brillante capacidad militar del General José de San
Martín, su talento organizador, su energía disciplinaria y el conocimiento que tenía de sus hombres. Así
también, trascendental fue la experiencia adquirida por los oficiales, suboficiales, clases y soldados del
Ejército Patriota en las campañas anteriores, demostrando homogeneidad, fe y entusiasmo en sus misiones.

En este hecho de armas quedó de manifiesto la importancia del mando y el conocimiento exacto de los
hombres. La disciplina militar expresada por las correctas maniobras estratégicas que precedieron la batalla,
las hábiles maniobras en el campo de acción y la combinación del empleo oportuno de las armas, fueron la
manifestación más clara de ello, haciendo de Maipú la primera gran batalla americana, histórica y
científicamente comprobado. Allí, la Nación y el Ejército eran una sola entidad, pues los otros servicios
públicos casi no existían y a la suerte de las armas estaba ligado el porvenir de la naciente patria. Por esto,
todos los elementos aprovechables eran soldados y éstos, lo mejor del país.

Maipú afianzó en forma definitiva los notables resultados de la jornada de Chacabuco y llevó al
convencimiento de los mandatarios y jefes realistas del Perú, Alto Perú y Nueva Granada, que la
emancipación de la América Hispana era un hecho indiscutible e irrevocable.

Gran participación tuvo en esta batalla la Caballería, razón por la cual todos los años, en honor a esta
histórica fecha, se celebra el día del Arma de Caballería Blindada.

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