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Escasa es la herencia que puede dejar un verdadero periodista de cualquier parte del
mundo. Dedicado a la actualidad', al comentario vigente, entreverado en la pasión
política, el hombre de prensa generalmente abandona sus miles o millones de palabras
en los anaqueles de una hemeroteca. Los que solemos revisar los viejos diarios de otros
tiempos hallamos con frecuencia alegatos apasionados que sin duda fueron
dramáticamente decisivos aquel día en que fueron publicados. Más tarde los
historiadores recogerán los frutos y difícilmente identificarán al que colocó aquella
bomba de tiempo llamada Editorial.
La comprobación de esta realidad no deprime a los periodistas. Los reporteros de
verdad, de cualquier edad, siguen depositando su fervor en el afán de lograr la noticia
del día como si allí se jugaran la vida; y al día siguiente harán igual, armando el tejido
noticioso que se amarillará en los kioskos aquella misma tarde. Así son en el fondo
todos los buenos periodistas, desaprensivos y además alegres, tumultuosos.
Pero hay algunos que se elevan del compromiso simple de la cotidianeidad y el
comentario semanal para trabajar los problemas fundamentales de la profesión. Se
convierten pronto en objeto de atención y agresión de parte de bs dueños de los medios
de comunicación pues son los que hacen preguntas desde los terrenos sindical, gremial,
profesional. Esto no es frecuente en el Perú y lo era menos hace casi cuarenta años
cuando Efraín Ruiz Caro ingresó al
periodismo para formar parte de aquel huracán periodístico que acabó con los
calmosos y luego alarmados periodistas profesionales de una etapa que debía ser
superada.
El ejercicio del periodismo que asumió la famosa generación del 50 fue tomado de la
práctica norteamericana. Las virtudes de la prensa de aquellos tiempos, La Prensa
renovada, Ultima Hora escandalizando, la cruenta Crónica de la Tarde, el modelo
revistero de Time, las entrevistas literales, las columnas chismosas al estilo de Walter
Winchell, la nueva crónica deportiva todo aquello, repetimos, provino de las canteras
de los manuales estadounidenses.
Aquellos periodistas aprendieron a usar con talento el qué, quién dónde, cuándo, y
cómo para recoger noticias y redactar con el “lead" y el sistema de la pirámide
invertida, de las sabias lecciones, entre otros, de Porter. Al finalizar la década el estilo
americano se popularizaba a través de la enseñanza del periodismo a nivel
universitario.
Pero esta escuela tenía defectos, carencias: nunca hacía preguntas claves sobre el
dueño del periódico y sus intereses; no respetaba la individualidad y mucho menos
planteaba posibilidades de que el periodista expresara opinión propia. Pocos se
percataron entonces de que la escuela norteamericana tan útil como receta para ser
un buen periodista en poco tiempo era absolutamente inútil cuando surgían
interrogantes sobre la propiedad, los derechos intelectuales de los reporteros y en
última instancia sobre la posición política del medio. Se llegó a veces al extremo de
reclamar que todos redactaran igual para que el diario pareciera escrito por una sola
persona.
Por supuesto, la historia del periodismo peruano registraba pioneros del
cuestionamiento del orden, del sistema de propiedad de los medios. José Carlos
Mariátegui fue el más brillante de todos y uniendo la palabra a la acción puso en
marcha en diferentes etapas de su corta vida Nuestra Época, La Razón, Amauta, Labor,
y la muerte lo sorprendió cuando marchaba hacia el diario popular; Genaro Camero
Checa fue el más tenaz de la siguiente generación, un grupo ‘puente" entre los
combativos de los años 30 y que envejecieron sin aportar demasiado, y los jóvenes que
convocó La Prensa. El '‘negro” no tuvo acceso tampoco a los grandes diarios porque no
tenía reparos en cuestionar y debió buscar la alternatividad para expresarse.
Apristas y comunistas vieron cerradas las puertas de la prensa y debieron editar sus
propios medios que no tuvieron la posibilidad de ser masivos, como los otros. El
periodismo del Apra tendría su mejor expresión en Manuel Seoane, ejemplo de
compromiso y excelencia profesional. Precisamente la experiencia del maltrato por la
gran prensa hizo que los apristas radicalizaran por muchos años su posición frente a
los propietarios de los medios.
Muchos otros editaron trabajosamente semanarios, a veces diarios, pero puede
contarse con los dedos a quienes cuestionaron el derecho de unos pocos a representar
a muchos sin ser elegidos para ello. Una opinión así significaba el anatema, la condena
al desempleo y hasta el ostracismo. Y así les sucedió a los que insistieron en que los
medios informativos formaban parte de una industria ideologizada y politizada
frecuentemente al servicio de intereses distintos a los de la sociedad.
Aquellos periodistas del 50 se dividieron en caminos distintos. Unos, la mayoría,
aceptaron con resignación el destino del seguimiento pasivo a los propietarios y sus
intereses. Otros renegaron de la subordinación y se lanzaron en pleno al
cuestionamiento del viejo orden.
La década de los 70 fue el escenario de la confrontación. Y no sólo en el Perú por
supuesto pues el debate de conceptos y prácticas se repitió como calcado en todos
aquellos lugares en que los periodistas se reconocían a sí mismos decidiéndose a
asumir roles protagónicos en los procesos que se desarrollaban. En África, Asia,
Sudamérica, al amparo de vigorosos movimientos políticos renovadores un nuevo
periodismo insurgió para participar en la batalla contra el adversario nítidamente
reconocido en la década anterior a través de sucesos como la Revolución Cubana.
La frase “comunicación social” que daba nuevos y mayores contenidos al periodismo
comenzó a manejarse, pero en el fondo el dilema siguió siendo el mismo: el control de
los medios de información, la propiedad. Pronto fue evidente en Chile, Ecuador, Bolivia,
Perú, que la información inocente no existía y al amagarse la propiedad los
propietarios de la gran maquinaria de la información reaccionaron con violencia
reclamando adhesión a sus periodistas.
Los empresarios recibieron además el apoyo de todo aquel paquete que Ruiz Caro
describe como industria de la mentira y que engloba una fuerte organización para la
confusión y la desinformación.
Los debates tenían que ver Indudablemente con la ideología que se expresaba a través
del ejercido político de facción, partido,
movimiento o llana propuesta. Y es que para cuestionar aquel orden había que optar
con decisión.
La cuestión se prolongaba (y se prolonga) más allá de los sistemas criollos de un
grande o pequeño país sudamericano. Porque las raíces del enemigo están todavía en
los llamados países civilizados del Norte y principalmente en los Estados Unidos. El
cuestiona- miento no podía ser cabal si no se examinaba el origen de la desigualdad y
coartamiento de la libertad de expresión. Esto condujo, por supuesto, a la denuncia.
Pero también hacia la propuesta para buscar soluciones.
En Europa y otros lugares se discutió ardorosamente sobre la información y las
desigualdades que en realidad amparaban injusticias de otro orden. La diferencia
estuvo en que en Latinoamérica los periodistas debieron afrontar el problema
concreto de poner en práctica b predicado y sacudirse de toda la retórica derramada
por decenas de años sobre la libertad de expresión. Y cuando los procesos progresistas
de aquellos años reclamaron unidad los periodistas debieron, repetimos, decidirse.
Efraín Ruiz Caro ya se había decidido desde hacía mucho tiempo antes que se llevara
el debate a la luz pública. Participó decisivamente en convertir al diario Ultima Hora
en la sensación de 1950 y a la vez se unió al grupo de mayores que cerraron filas contra
la dictadura de Odría. Estuvo entre los militantes de la primera Federación de
Periodistas, fundó el Comité Peruano de la 01P y se sumergió en la política cuando
integró el Movimiento Social Progresista siendo elegido diputado en 1956. Su práctica
periodística la trasladó al semanario Libertad que llegó incluso a editarse como diario
en una breve época.
Producto precoz de la generación de reporteros del 50, fue el más destacado
impugnador del viejo orden entre sus filas porque señaló que había que distinguir
entre el periodismo de viejo estilo oficialista y palaciego y la posibilidad de la
autogestión, es decir, que los periodistas mismos se convirtieran en editores de los
grandes diarios. Una verdadera herejía en aquellos tiempos.
Y pensaba en ello cuando adhirió con decisión al proceso que lideró el General Velasco
a partir de octubre de 1968, planteando desde el principio que poco podría avanzarse
si la información masiva continuaba en manos de los grupos dominantes de la época.
Su primera batalla fue independizar loa diarios Expreso y Extra en 1970, intento
exitoso en la medida en que demostró que los trabajadores podían manejar empresas
periodísticas de gran envergadura. La experiencia fue frustrada por los propios
militares que la apoyaron, derrotados en otros terrenos. Ruiz Caro fue su director y
salió al combate apoyado por Francisco Moncloa, Humberto Damonte y otros
decididos seguidores de su tesis de la autogestión posible. El entusiasmo por el cambio
convocó a gráficos y administrativos y se conformó el histórico ‘Frente Único de
Trabajadores de Expreso y Extra' que defendió resueltamente (y no sólo con
editoriales) su independencia de opinión en años decisivos.
Después de la gran expropiación de 1974 y la devolución de los medios a sus antiguos
propietarios en 1980, ya el periodismo peruano no pudo ser el mismo de antes. La
ardorosa prédica no había sido en vano y un fuerte contingente de periodistas siguió
bregando por la autogestión y los empresarios se tornaron toscamente agresivos
contra todo aquello que tuviera signos de independencia. Víctimas de esto fueron los
periodistas de El Comercio que pedían administrar al Decano reclamando derechos
legítimos; igual los de Correo que habían comprado con su esfuerzo una rotativa para
reemplazar la destruida en la asonada de febrero de 1975.
Cuando parecían perdidas las esperanzas de que volvieran los periodistas a la
autogestión, nuevamente reapareció Ruiz Caro para intentar salvar al diario El
Observador y basado en su fe en que los periodistas pueden administrarse con
eficiencia y plantear combate a la reacción. Había demasiadas deudas, excesivos
conflictos internos y debió cerrar, pero quedó la enseñanza: también puede hacerse un
diario autogestionario sin apelar al apoyo oficial.
Empecinadamente Ruiz Caro optó por organizar una empresa periodística
independiente, pero otorgando presencia decisiva en el directorio a grandes
organizaciones clasistas. Así, pensó, se resolvería la interrogante fundamental de la
prensa, del porqué un medio presume de representación de sectores mayoritarios.
La Voz fue el resultado. Llevaba como subtítulo “Prensa Popular Alternativa" que
resumía intención y posición, y poniendo manos a la obra instaló un directorio
conformado por líderes de los trabajadores organizados. Transcurrieron dos años de
enormes esfuerzos que algunos compañeros no comprendieron cegados por la política
de corto plazo o el interés menudo. El diario debió cerrar abrumado por la situación
económica general, una inflación que desbarató presupuestos y planes, pero también
quedó la vieja sensación de éxito pues era ya obvio que no había que ser millonario o
caudillo para lanzar un diario; que un puñado de trabajadores podía enrostrar
conductas y combatir día a día a la prensa empresarial.
La Voz dejó también definida la forma en que un periódico podía encarar la
contradicción entre empresa comercial-necesidad obvia en el contexto- e intereses que
normalmente son distintos a los empresariales comunes. Había que pensar en una
nueva forma de empresa y La Voz estuvo en el camino justo hasta la interrupción de
su circulación. El proyecto no ha sido abandonado y espera que vuelvan tiempos
mejores.
La descripción de cómo organizó aquellas empresas, sus campañas periodísticas, su
participación en los proyectos de comunicación del gobierno del General Velasco
todavía aguardarán a las prensas pues ha preferido iniciar su testimonio con “La
Tercera Colonización”.
Debemos enfatizar la autoridad de Ruiz Caro para la vigorosa denuncia que constituye
este trabajo. Precisamente por estar en la primera línea del frente de la información
contestataria en tres diarios ha sido testigo de excepción de los ataques, acechanzas,
perfidias de los que se oponen al establecimiento de un nuevo orden de la información
y finalmente de un nuevo orden social. Trabajó varios años con la Organización
Internacional de Periodistas y comprobó que bs antiguos enunciados eran justos, que
las denuncias sobre el imperialismo informativo eran correctas y que había que
remover el estado de cosas. Su riquísima experiencia local está fuera de discusión.
Los periodistas no disponen de otras armas para imponer el nuevo orden que la pluma,
la difusión de sus puntos de vista. Los medios de información le sirven para ampliar
auditorios y es probable que esta sea la razón por la que muchos no eligen el libro. Pero
hay muchas cosas que deben decirse, contarlas, enseñarles a las nuevas generaciones
de periodistas; es una forma de elevarse nuevamente sobre el sencillo reporterismo y
acentuar el compromiso.
Este documentado trabajo de Efraín Ruiz Caro sobre la compleja trama de la
comunicación Internacional y la importancia que le concede el imperialismo, las raíces
teóricas del tema, las soluciones ensayadas, constituye una denuncia indispensable que
se ampara por sobre todo en su autoridad moral y amplio conocimiento del tema. La
voz de alarma de un periodista de tanta experiencia sobre la información nacional e
internacional debe ser nuevamente escuchada. El debate sobre la necesidad de un
nuevo orden internacional de la información no ha quedado agotado; al contrario. Una
serie de acontecimientos demostraron que las tesis de la UNESCO sobre la urgencia de
una información equilibrada eran justas, y los No-Al lo han confirmado. Es necesario
por tanto que se divulguen argumentos y razones para explicar el porqué de estar en
la brega por la razón, la justicia y, al final, la dignidad.
En América Latina hay una legión de periodistas que comparten las esperanzas de Ruiz
Caro y que persisten con igual empecinamiento en sus tesis del periodismo
autogestionario a partir de la comprobación de la injusticia y desigualdad del sistema
comunicacional imperante. “La Tercera Colonización” es un aporte importante al
trabajo de todos los que están en esta línea de pensamiento y trabajo.
Juan Gargurevich Lima,
enero de 1990
Capítulo I LA TERCERA COLONIZACIÓN
“Al determinar la guerra fría como una lucha de ideologías, como una guerra llevada
con medios que se distinguen de los conflictos militares, resulta evidente que la guerra
fría todavía continúa en forma de una lucha por conquistar las mentes de la gente".
Frank Shakespeare, ex director de rsts
* Cuando los españoles pisaron tierra que después llamarían América, en este
continente existían civilizaciones y culturas con alto grado de desarrollo. Mayas,
aztecas, quechuas, hablan realizado proezas en agricultura, medicina, arquitectura,
astronomía, etc. Nuestro continente no fu^ descubierto sino invadido. La historia que
se estudia en América Latina es todavía la versión del conquistador. Hoy, felizmente,
los nuevos historiadores tienen una óptica diferente.
El nuevo imperio es el más libre de la tierra y está decidido a imponemos sus
libertades, especialmente las de empresa, de prensa, de comercio. Cuando estemos
convencidos de ellas y las asumamos como religión, podremos ir tranquilos a dejar
nuevamente nuestros huesos en las mitas y encomiendas, pero seremos libres y sin
pecado. Sin embargo, estaremos viviendo nuestra tercera colonización.
A diferencia de las anteriores, esta colonización no se interesa por fronteras ni
territorios. Los recursos naturales ya los disfruta el nuevo imperio. Somos generosos
tributarios de su riqueza. Permite nuestra organización política y a nuestros
gobernantes, en la medida que actúen como sus virreyes; de lo contrario, los
desestabilizan y destruyen con su inmenso poder, desde dentro y desde fuera. No
necesita la permanencia de sus fuerzas armadas en los países, porque a todos, con
sus flotas y sus bases militares, los tiene al alcance de la mano. Su afán de conquista
no es territorial. No hicieron las guerras en el sudeste asiático, en Medio Oriente, en
África ñor y sudoccidental, ni intervienen militarmente cuantas veces lo deciden en
América Latina, para plantar su bandera o levantar alambradas fronterizas. No. Su
presa es más bien un vasto recurso renovable, que no se agota como los minerales
ni los hidrocarburos. Su objetivo es el habitante del Tercer Mundo, al que no busca
reducir como mano de obra, sino que quiere controlar y dominar su conciencia. Para
la tercera colonización, “la gran reserva es el alma humana. El alma es la nueva
África" \ Y sobre ella trabaja, incesante, sin tregua alguna, con el agravante de actuar
y avanzar en forma desapercibida y hasta entretenida.
Siglos antes de Cristo, los griegos ya habían colonizado Asia Menor. Los fenicios se
establecieron en las costas del Mediterráneo. El Imperio Romano superó a todos los
demás colonizadores. Venecia y Génova enviaron sus embarcaciones al
Mediterráneo oriental para ampliar y establecer sus dominios. Otros, para asegurar
la integridad de sus territorios, buscaron los ajenos como puntos de defensa
estratégica.
Europa, gracias a su aprendizaje de la escritura y la lectura, vio que el mundo
conocido y por conocer no debía ser ajeno sino propio. Siglos después surgieron los
grandes imperios:
España y Portugal inicialmente, y luego Inglaterra, Francia, Alemania y Holanda.
La colonización obedeció siempre a razones económicas y estratégicas y hasta a la
necesidad de solucionar problemas derivados del excedente de población. La
colonización es una vieja historia que cambia de formas, pero mantiene la antigua
prepotencia de los que se sienten racial y culturalmente superiores.
Hasta la culminación de la Segunda Guerra Mundial, los países más industrializados
de Europa se habían dividido África y parte de Asia. Poseían el 90 por ciento del
territorio africano, gran parte del cual fue recién conquistado después de 1875.
Para los latinoamericanos el vocablo colonia parece demasiado arcaico, lejano en
siglos a la actualidad, debido seguramente a que América fue conquistada como
consecuencia de la invasión, llamada descubrimiento, a finales del siglo xv. Se olvida
que Cuba recién alcanzó su primera independencia en este siglo y que todavía
existen colonias clásicas en el continente, como Las Malvinas, Guadalupe, Martinica,
Antillas Británicas, Belice y Puerto Rico, que pasó de manos de España a las de
Estados Unidos. Sin embargo, a principios de este siglo las potencias europeas y
Japón todavía se atribuían el derecho de apoderarse de territorios más allá de sus
fronteras, en Asia y África.
La segunda mitad del siglo xx es para África y Asia el correspondiente al XIX de
América Latina que rompió sus lazos de dependencia política con las metrópolis
europeas. La característica de esta primera, clásica, colonización fue el dominio
totalizador de una minoría blanca, cristiana, con poder económico, técnico y militar
y una pretendida superioridad cultural y racial, sobre poblaciones técnicamente
atrasadas, generalmente analfabetas, con economías agrarias de subsistencia y
creyentes en dioses diferentes. Para saquear los recursos naturales de estos
territorios e imponer a sus pobladores la civilización occidental y cristiana,
consumaron etnocidios y genocidios sin precedentes en la historia de la humanidad.
Entre la Primera y Segunda Guerra Mundial, Gran Bretaña y Francia se convirtieron
en las dos grandes potencias coloniales. Sus fronteras atravesaron casi todos los
mares. Se dividieron el mapa sin tomar en cuenta tradiciones, costumbres, idiomas
ni etnias de los colonizados. El capitalismo era, en ese momento, el único sistema
económico mundial, de manera que la anexión de nuevos territorios obedeció a la
lógica de Incrementar ganancias sobre la base de la
apropiación de recursos naturales. La primera conflagración se debió precisamente
a la disputa de territorios y mercados potenciales entre imperios capitalistas-
colonialistas. Al otro lado del Atlántico, Estados Unidos iniciaba su despegue
económico, con aspiraciones de gran potencia, sueño que se convirtió en pesadilla
con la gran crisis de los Años 29-30. En la década siguiente rehízo su economía y se
convirtió en importante bastión capitalista e imperialista. Su capital financiero
comenzó a expandirse en lo que ya era su traspatio:
América Latina.
Después de la segunda gran conflagración y firmada la paz, la lucha por la
independencia continuó en Asia y África su etapa victoriosa. Entre 1945 y 1976, se
liberaron casi la totalidad de países asiáticos y africanos. Pero casi todos ellos, sin
transición, incluyendo a los latinoamericanos, han pasado a una segunda
colonización conocida como neocolonialismo.
Los habitantes del Zaire o del Congo, ya no son súbditos de Bélgica, ni de Francia. Ni
Leopoldville, se llama su capital ni es ya propiedad particular del Rey Leopoldo n.
Tienen su propio nombre, su himno y su bandera. Eligen a sus gobernantes o los
derriban sus militares, espontáneamente o por decisión extraña. Bélgica, Francia o
Inglaterra retiraron sus banderas, sus autoridades, sus tropas. En suma,
abandonaron casi todo, pero no lo principal: se quedaron con las materias primas.
Sus sociedades anónimas siguen explotando el cobre, el zinc, la plata. Para las
riquezas naturales de los países del Tercer Mundo siguen existiendo metrópolis. Si
surge algún líder nacionalista que quiera impedirlo, simplemente se lo asesina,
como a Patricio Lumumba, con la colaboración de especialistas de los servicios de
inteligencia norteamericanos.
La segunda colonización modifica estas relaciones de explotación, de saqueo, de
robo descarado, de compra venta de hombres esclavizados, características del
clásico colonialismo. El nuevo dominio será económico-financiero. La exportación
de capitales, las inversiones directas para extraer las materias primas, las ayudas
para el desarrollo y los préstamos atados y usurarios, la apertura de filiales
bancadas, comerciales e industriales, etc. En la división internacional del trabajo, al
Tercer Mundo se le asigna el papel de exportador de materias primas. Con la
segunda colonización se gana más, se deja
la ilusión de soberanía, sin el trabajo sucio de rapiña y genocidio. La diferencia entre
la primera y segunda colonización, para los pueblos del Tercer Mundo, es la misma
que existe entre el robo a mano armada y la estafa.
Las potencias industriales se disputan su aprovechamiento a través de sus grandes
empresas. Las nuevas repúblicas independientes son convertidas en factorías del
capital financiero. En el mapa que manejan las metrópolis, los países apenas si
tienen un nombre: son zonas cupríferas, petroleras, bananeras, auríferas, gasíferas,
hulleras, algodoneras, etc. Las antiguas potencias coloniales dejaron en sus antiguos
dominios a gobiernos autóctonos, pero se quedaron con tos recursos naturales, las
factorías y el comercio. Los gobiernos entregaron la posta de su dominación a las
empresas de sus connacionales que, al crecer se convertirían en transnacionales.
Para los dominados terminó su primera, pero se inició su segunda colonización o
neo colonización. Es el inicio del imperialismo del que hasta hoy la mayoría de los
pueblos del Tercer Mundo no consigue liberarse.
El escenario mundial después de la victoria sobre el fascismo, muestra a una Europa
en ruinas y con hambruna. La Unión Soviética ha sobrevivido, triunfado y goza de
prestigio, pero está levantando sus escombros bajo los cuales han quedado veinte
millones de víctimas. El imperio japonés está vencido y humillado. Estados Unidos
empieza a proyectar sus intereses al mundo. Después de la Segunda Guerra Mundial
es la potencia indiscutible. No conquista ni un metro cuadrado de territorio
extranjero, pero su bandera avanza detrás de sus inversiones en todos los
continentes. Un centenar de países se convierten en tributarios de la nueva
metrópoli: oro de Sudáfrica, cobre de Chile, Perú, Zalre. Petróleo de Irán, Irak,
Kuwait, Emiratos Arabes, Venezuela, Angola, Libia. Azúcar de Cuba, República
Dominicana y Haití. Algodón de Egipto e India. Plata de México y estaño de Bolivia.
La lista es interminable. Su soberanía alcanza hasta donde llegan sus intereses.
Definitivamente ningún imperio en la historia abarcó tanto ni fue tan poderoso.
Cumple con los mismos objetivos económicos de los colonizadores clásicos,
modificando los extremos desvergonzados de rapiña territorial y genocida de sus
antecesores europeos. Sus tropas rara vez atraviesan fronteras, pero están allí, cerca
de todas partes para proteger sus intereses. En América Latina inventan la OEA y el
TIAR para asegurar su traspatio. En el sudeste asiático, el ASEAN. En Europa, la
OTAN, con la puntería dirigida al Este, no es otra cosa que el escudo protector de sus
inversiones.
El primer ministro de India y fundador del Movimiento de Países No Alineados,
Jawaharlal Nehru, describió magistralmente, en dos breves párrafos de la carta que
en 1951 dirigiera al Time de Nueva York, la situación actual. Nehru escribió: “Los
norteamericanos nunca se han tomado el trabajo de anexarse un país, como la Gran
Bretaña lo hizo con la India. Ellos sólo están interesados en las ganancias, en el lucro,
y es así como se empeñan únicamente en adoptar las medidas necesarias para
controlar las riquezas de los países” … “Ciertos países pueden aparecer como libres
e independientes si se consulta un atlas o un texto de geografía. Pero si se mira
detrás del velo, se encontrará que, en realidad, están bajo la garra de otro país”2.
La Segunda Guerra Mundial, junto con la consolidación del nuevo imperio, trajo
consigo la agitación en las colonias de África, Asia y América Latina. Su liberación -
como todas en la historia- no fue decisión de las metrópolis, ni gratuita, sino al costo
de la sangre y el sacrificio. La resistencia comenzó a organizarse. Como en la América
del siglo pasado, surgieron movimientos y conductores: los nuevos Bolívar y San
Martín, son negros y amarillos. Los ejércitos libertadores asumen nombres que se
llenarán de gloria, como el FRELIMO con Sa-mora Machel en Mozambique; la
SWAPO, en Africa Sudoccidental, con Sam Nujoma; los frentes de liberación como el
congoleño de Patricio Lumumba; Agostinho Netho, el poeta combatiente. La Argelia
del Partido Estrella Norafricana hasta su victorioso FLN con Houari Bou-mediene.
Ho Chi Min que no alcanzaría a ver el triunfo alcanzado por su heroico pueblo
después de treinta años de guerra contra las más grandes potencias. Los pueblos
que logran libertad se unen para ayudar a los que siguen en combate, como Angola,
Mozambique, Botswana, Zambia y Tanzania, como los países de la Línea del Frente,
en solidaridad con el Movimiento de Liberación de Zimbabwe. En las cárceles de
América se extinguen las vidas del puertorriqueño Pedro Albizu Campos y de Lolita
Lebrón. El ejemplo de voluntad y de moral de Mahatma Gandhi y su activa,
interminable, combativa y vencedora
resistencia pasiva. Surge también la revolución China, triunfante después de una
larga marcha de 20 años. China aporta al mundo, en ese momento, la posibilidad de
engarzar la liberación nacional con el socialismo.
El mundo de post guerra es un hervidero. Pero, sobre todo, no es más
exclusivamente capitalista. Ha surgido y se consolida el socialismo como sistema
económico mundial. Alemania está dividida. Países del centro y del este europeo
forman parte del bloque socialista que se constituye en la retaguardia de los
movimientos de liberación nacional. La nueva potencia imperialista, tiene a sus
aliados capitalistas en ruinas. Se toman medidas de emergencia: Plan Marshall para
Europa occidental, con trece mil millones de dólares que constituirían una de las
más lucrativas inversiones de la historia.
Los planes bélico-nucleares contra la Unión Soviética para “acabar con el
comunismo en su cuna” se congelaron con la primera prueba de la bomba atómica
soviética que estableció el equilibrio nuclear. La paz está asegurada por el terror al
holocausto final. Como la confrontación se ha vuelto problemática, hay que iniciar
otra clase de guerra, no militar sino psicológica. Una guerra externa e interna: la
guerra fría que, al interior de los Estados Unidos se llamó Macartismo. Las batallas
no se darán con tanques, bombarderos ni misiles. Las armas de la nueva guerra
serán los medios de comunicación. La noticia en vez del proyectil. El mensaje por la
bazuca. La mentira como arma decisiva. El enfrentamiento es entre capitalismo y
socialismo: en consecuencia, fundamentalmente político, social e ideológico. Los
nuevos regimientos serán las agencias noticiosas, la radio, la televisión, el cine, los
periódicos, las revistas, los libros, los dibujos animados, las historietas, los comics y
todo lo que sea apto para llevar mensajes.
Con la guerra fría y con sus armas, se inicia la tercera colonización del Hemisferio
Sur. Su objetivo es manipular y controlar la inteligencia, el pensamiento, el
comportamiento de los habitantes del Tercer Mundo; Inducirlos al conformismo y
quitarles toda opción, búsqueda o elección de otro sistema de vida que no sea el
impuesto por el nuevo imperio. Su finalidad es preservar y afianzar a toda costa el
sistema capitalista. Se nos convence no sólo para evitar que nos enrumbemos por
los caminos del socialismo existente, sino para quitarnos de la cabeza todo
pensamiento de búsqueda de nuevas opciones, autónomas, independientes, no
alineadas.
En una reunión de la organización anticomunista Internacional de la Resistencia,
celebrada en París en 1984, el delegado norteamericano ratificó los viejos objetivos
de su gobierno en forma tan franca que no deja lugar a dudas. Dijo: "La competencia
entre Oriente y Occidente no es más que una lucha por el control sobre las mentes,
ya que ésta es la clave para dominar al mundo”3.
Mientras los pueblos luchan por liberarse del neocolonialismo, éste ha comenzado
a subyugarnos con una nueva, imperceptible pero poderosa dominación: la
colonización del hombre en sí, de su formación y de su conciencia. La tercera
colonización no tiene sed de conquistas territoriales, pero está avanzando sobre
reservas más importantes que los recursos naturales. Está trabajando, para dominar
y domesticar el alma de los hombres y de las comunidades. Nos está conduciendo.
como agarrados de la mano, al conformismo, al convencimiento que el mundo es así
y frente al cual debemos resignamos con la esperanza única de que algún día, si
seguimos por el camino inducido, seremos tan prósperos y libres como es o
pretende ser nuestro actual imperio conductor. Su hegemonía cultural le es
indispensable para ceñirse de su irradiación y su propaganda manipuladora.
No vivimos ante la amenaza futura de ser nuevamente colonizados. Lo estamos
siendo. Las nuevas carabelas, los modernos galeones y todo tipo de embarcaciones,
hace décadas que han acoderado en nuestras playas. Son los manipuladores de
cerebros, cuyos instrumentos de domesticación están en nuestros hogares, en las
calles, en las oficinas. Se han apoderado del espectro electromagnético, que es casi
como expropiarnos el aire que respiramos. Nos han regulado las informaciones, la
lectura, el entretenimiento, los espectáculos y hasta nuestras conversaciones,
tratando de masificamos. Nos empiezan a manipular como a títeres. Nos están
cosificando, convirtiéndonos en objetos adaptables a diversos usos, en seres hechos
a la medida y en serie. Estamos viviendo una verdadera guerra del opio destinada al
adormecimiento de las sociedades, a la destrucción y desaparición de sus culturas
autóctonas. Como sostiene el sociólogo norteamericano Herbert Schiller, “unos
pocos pueden determinar lo que deben pensar, hacer, usar y decir millones y que
incluso lleguen a creer que piensan y hacen todo lo demás porque lo quieren, porque
pueden -o les parece que pueden- escoger”4.
No se trata de ciencia ficción. Pero es algo que se le parece mucho. Hace menos de
medio siglo, enumerar la mayoría de los adelantos tecnológicos de hoy, hubiera sido
considerado ciencia ficción. Son precisamente esos adelantos científico-técnicos en
la comunicación, los que se están utilizando y perfeccionando para ponerlos al
servicio de la tercera colonización.
Vivimos la plena invasión de los nuevos adelantados regios y conquistadores que
tienen sobre sus predecesores la ventaja de una acción que transcurre
desapercibida para sus nuevos colonos. El proceso de domesticación de los
habitantes del Tercer Mundo está en marcha y no lo notamos todavía con claridad
suficiente. Las voces de la mayoría de científicos sociales de los países en vías de
desarrollo que comenzaron a denunciarlo han sido prácticamente silenciadas. Se les
ha quitado, mediante el chantaje económico, la tribuna de la Organización para la
Educación, la Ciencia y la Cultura de las Naciones Unidas UNESCO en la cual entre
los años 1974 y 1982 desarrollaron un importante debate que fue
permanentemente silenciado por las agencias noticiosas transnacionales y por los
medios locales de información.
Las abandonadas batallas por un nuevo orden informativo internacional, fueron, en
realidad, inicios frustrados para frenar la tercera colonización que está en marcha
desde la década de los años 50. Para silenciarla, los gobiernos de Estados Unidos y
de Gran Bretaña, amenazaron a la UNESCO con desaparecerla si continuaba
fomentando la discusión de un tema trascendental para el mundo del futuro y
especialmente para los pueblos del Hemisferio Sur, y procedieron a suprimir la
cuota de estos países, equivalente a más del 30% del presupuesto de esta
organización mundial. Singapur les siguió los pasos y numerosos gobiernos,
presionados por Washington y Londres, anunciaron su retiro. Suprimido y
silenciado el debate, la penetración ideológica y la invasión cultural mediante la
manipulación de las conciencias, continúa y se acrecienta.
Día que pasa las culturas autóctonas de los países del Tercer Mundo se eclipsan,
tienden a desaparecer y son sustituidas por la cultura dominante del imperio. Lo
están logrando en menor tiempo del que seguramente sus proyectistas esperaron.
Cuentan con la complicidad de empresarios nativos convertidos en sus agentes.
Tienen, además, a su disposición y sin competencia, todos los caminos
absolutamente abiertos por el perfeccionamiento de tecnologías espaciales puestas
al servicio de una comunicación que sólo el imperio controla. A través de ella nos
han convertido en lectores de lo que sólo ellos quieren que leamos; de espectadores
de propaganda y entretenimientos preparados para inducirnos al individualismo y
al conformismo, extraños y ausentes de los conflictos sociales; al apoliticismo; a
modificar nuestros comportamientos y conductas, en fin, a reducirnos a la condición
de masa anestesiada por aplicación de la nueva y escondida ingeniería social,
destinada a reorganizar gradualmente a la sociedad humana. Conocida también
como ingeniería humana se la define ya como la ciencia para moldear y ajustar la ~
actitud de los hombres, a la cual un juez norteamericano ha calificado como “arte
negro, ciencia de engañar a la gente y persuadirla”. Se avanza sobre el biocontrol,
“ciencia destinada a regular los procesos mentales, las reacciones emotivas y la
percepción sensorial mediante señales eléctricas”5.
Este “arte negro” fue descubierto por las agencias de publicidad ante sus frecuentes
fracasos ocasionados por la inexactitud de las tradicionales encuestas y sondeos.
Desde entonces a la actualidad, han perfeccionado sus métodos hasta llevarlos al
nivel de ciencia, puesto que sus resultados son debidamente cuantificados y
comprobados. Hoy, esta ciencia forma parte del arsenal de la política exterior
norteamericana con una clara estrategia de colonización mental, en cumplimiento
de leyes elementales. La “riqueza como el poder carecen de límites”, por eso tratan
de incrementarse indefinidamente.
Para consolidar su poder económico, le es indispensable el dominio político y
cultural. Y lo está logrando, sin la brutalidad sádica de la Santa Inquisición para
cambiar nuestros cultos nativos, sino con el hasta hoy invencible arma de las
comunicaciones. En vez del látigo, del potro o del vil garrote, hoy se usan símbolos,
colores, mensajes. De este modo cumplirán su antiguo sueño imperial: el del destino
manifiesto, la misión providencial o el sueño americano, en virtud del cual se han
constituido en los supremos guardianes de la libertad, de la civilización occidental y
cristiana, del bien y del progreso y por eso se han propuesto modelar el mundo a su
antojo.
El siglo pasado el senador Beveridge definió a Estados Unidos como responsable de
desempeñar “el papel civilizador, una nación encargada de administrar a los pueblos
bárbaros y seniles”. Ciento cincuenta años después, Robert Kennedy pensaba lo
mismo, al afirmar que su país tenía la obligación de “asumir la dirección intelectual
del planeta". Si gana esta desapercibida e invisible batalla, el imperio habrá
cumplido su "misión providencial" y los países del Tercer Mundo se habrán
desnacionalizado.
¿Cómo es posible imaginar que un país, a pesar del margen y por encima de la ONU,
del derecho internacional, de principios consagrados indispensables para el
mantenimiento de la paz y de la convivencia universal, como son la
autodeterminación y la soberanía de los pueblos, pueda aplicar sus ciencias
manipulatorias, su ingeniería humana, a sociedades distintas y lejanas de su
territorio, la mayoría de las cuales no hablan ni su idioma?
Hitler dio la receta, cuando declaró que “la propaganda nos permitió ganar y
conservar el poder y nos dará la posibilidad de conquistar el mundo”. Por mucho
tiempo su lugarteniente Goebbels fue-considerado como el maestro de la
propaganda política. Hoy no pasaría de un aprendiz limitado por una radio apenas
mejor que un receptor de galena, ignorante de tecnologías y medios de cuya
existencia no imaginó ni en sus delirantes sueños de grandeza. Una cosa sin embargo
es cierta: la validez infernal de la propaganda. La propaganda fanatiza a multitudes
y a pueblos. Tal vez los mejores propagandistas de la antigüedad fueron los
apóstoles que, con la oferta de la tierra prometida, llevaron a los fieles al sacrificio.
La propaganda precede a las guerras, a los ejércitos y a los combates. En el lenguaje
militar se le llama preparación psicológica.
La comunicación, controlada por grupos transnacionales que coinciden y defienden
la política exterior de Estados Unidos, es hoy el gran instrumento de colonización.
La comunicación engloba todos los sistemas vinculados a la mente humana. Desde
los -en apariencia inocentes-dibujos animados y revistas infantiles hasta la
informática y las tecnologías cósmicas, transportando mensajes en informaciones,
imágenes, símbolos: libros, revistas, diarios, cine, televisión, grabaciones de música
y de espectáculos. Para sus fines, hacen de la comunicación un diluvio permanente
sobre nuestros cerebros que no nos da tregua para guarecernos en la reflexión. Una
comunicación sustentada, también en apariencia, en la libertad de expresión, por la
cual se la considera categoría indiscutible y por lo tanto indetenible e inatacable. Sin
embargo, una comunicación arbitraria, injusta, contra- ría a sus propias esencias y a
la libertad.
Nada hay de inocente ni de imparcial en la comunicación. No existen mensajes
neutros, ni éstos se dan únicamente con el cine, la televisión y las informaciones. El
imperio no descuida nada. En la tarea colonizadora, cumplen su papel desde el
simpático Pato Donald; su tío Rico Mac Pato; los maravillosos muñequitos parlantes
de Plaza Sésamo; la endiablada industria discográfica que nos hace avergonzar y
pronto nos hará olvidar nuestra música nativa; los libros de bolsillo; las revistas
como la difundida Selecciones del Reader’s Digest, la informática con sus bancos de
datos. Pronto serán las emisiones directas de televisión sin intermediarios hasta
nuestros hogares, por encima de soberanías, desde sus satélites dotados de los
últimos adelantos tecnológicos preparados para su guerra de las galaxias.
Para la aplicación de la ingeniería humana y previa a la comunicación
desinformadora y a sus mensajes alienantes y manipuladores, es indispensable
conocer la conducta, aspiraciones, frustraciones, creencias, en fin, hasta los
complejos de los habitantes de una comunidad.
El gobierno norteamericano encomendó al Pentágono la aplicación de la ingeniería
humana en 41 países del Tercer Mundo. Se concretaron planes, como el Camelot,
para analizar a los militares chilenos; el Simpático para militares y campesinos de
Colombia; el plan Colonia para iguales destinatarios en el Perú, entre otros.
El Pentágono realizó el proyecto a través de la Universidad América de Wáshington.
Gobernaba Chile, en ese tiempo, la Democracia Cristiana con el presidente Frei.
Cuando los cuestionarios habían sido ya respondidos por militares y carabineros, en
actividad y retiro, se descubrió la operación que se realizaba como un estudio
científico, con desconocimiento del gobierno. El escándalo fue mayúsculo. Se
formaron comisiones investigadoras en el Congreso de Chile. Era inadmisible no
sólo por falta de respeto a un país, sino por la violación de su soberanía. Por eso no
se realizan más, abiertamente, estos planes de espionaje sociológico y psicológico.
Pero el imperio no puede renunciar a sus objetivos. Los estudios son indispensables.
Sin conocerlos, no funcionaría la ingeniería social. Pues bien. Esos trabajos los sigue
realizando el gobierno de Estados Unidos y con la entusiasta colaboración de
profesionales nativos. Existen numerosas fundaciones norteamericanas, como la
Ford, Rockefeller, Fullbright, Gothan, Marshall y otras, a través de las cuales el
Pentágono canaliza los fondos necesarios. Estos se derivan a sus centros de estudios
en el Tercer Mundo, que son finalmente los encargados de realizar el trabajo. Tal vez
sin saber e inocentes, muchos profesionales del Tercer Mundo, con la “ayuda que
mata” están contribuyendo a la tercera colonización.
La tercera colonización coincide con la revolución científico- técnica, a cuya
vanguardia están las comunicaciones con sus satélites, las computadoras binarias,
la informática, los cables de fibra óptica, las impresiones de láser y las tintas
electrostáticas, los servicios telemáticos, la optoelectrónica, la física del estado
sólido, la teledetección espacial y una industria estratégica cuyos alcances sólo
intuimos. Todos estos prodigios creados por la inteligencia del hombre que deberían
servir a la humanidad están, sin embargo, al servicio de la política exterior
norteamericana y de su imperialismo ideológico. En el más alto nivel del gobierno,
organismos como la United States Information Service (USIS) la CIA y el Pentágono,
con su grupo de cerebros, son responsables de planificar y ejecutar, en colaboración
con los propietarios de los complejos bélico industriales, las políticas de dominación
ideológica de los habitantes del Hemisferio Sur. Colaboran con ellos, los grupos
dominantes del Tercer Mundo, aspirantes a la transnacionalización de su clase
social. Uno de los instrumentos latinoamericanos más eficientes en esa tarea es la
Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) fundada por el Pentágono y financiada por
la CIA, como se demostrará en las páginas que siguen.
La publicidad, convertida en poder mundial es otro instrumento decisivo destinado
a transformar a las nuevas colonias en sociedades de consumo. El proceso de la
despersonalización y desnacionalización de los países del Tercer Mundo está en
ejecución. La tercera colonización avanza con el escudo protector de la libertad de
prensa y del libre flujo de la información.
genocidio.
*
Panamá es un país militarmente invadido y ocupado por la potencia que se niega a
cumplir los Tratados Torrijos-Carter que deben concluir con la desaparición de la
presencia militar de Estados Unidos el 31 de diciembre de 1999. A partir del primero
de enero de 1990 la administración del Canal debe pasar a cargo de un ciudadano
panameño. Pero en opinión del general Wallace Nuttings, ex-co- mandante en jefe
del Comando Sur, “trasladar a otro lugar de este continente el Comando Sur
resultará sumamente costoso; además de que no hay otro sitio como el istmo
panameño, donde pueda funcionar con la efbiencia que requiere dominar América
Latina".
Existe una razón adicional muy importante para los fines de la tercera colonización:
la posición estratégica, por características geo- magnéticas excepcionales para la
intercepción de comunicaciones de la isla panameña La Galeta. En ese lugar están
instaladas las centrales norteamericanas de monitoreo de las comunicaciones por
cable, telefonía, télex, telefax, microondas y vía satélite de prácticamente todo el
mundo.
Por esas consideraciones el Congreso estadounidense promulgó la Ley 96-70,
complementaria a los Tratados, que contiene 50 violaciones a los propios Tratados
Torrijos-Carter. La campaña antipanameña no tiene otra finalidad que justificar ante
el mundo el incumplimiento de un convenio que en el derecho internacional se
considera inmodificable, intangible y sagrado.
Los tratados entre Estados soberanos, deben cumplirse independientemente de los
gobernantes o de los sistemas de gobierno imperantes en cada país. Son acuerdos
entre naciones. Los mandatarios sólo los suscriben a nombre de sus respectivos
Estados. Las partes contratantes son los Estados, no los gobiernos. Por eso, para su
plena validez, requieren de la aprobación de los pueblos a través de sus
representantes en el Congreso. Constituiría un absurdo jurídico, una violación
flagrante del derecho internacional, que uno de los Estados se negara a cumplir sus
obligaciones alegando la ilegitimidad del gobierno de la otra parte. Significaría un
peligroso prece- dente inadmisible en cualquier tribunal, por el cual un país
militarmen-
te más poderoso burlaría sus obligaciones contractuales con el país débil. Sería la
imr°antación de la ley de la selva en el derecho internacional. Bastaría que una de
las partes declarara la ilegitimidad del gobierno del otro Estado, para burlar un
compromiso intangible.
Ese absurdo jurídico pretende consumarlo, basado en su poderío militar y
desinformativo, el gobierno de Estados Unidos. Pero los panameños están seguros
que a partir del primero de enero del año 2000, podrán degustar de todos los
mangos que se producen dentro de su territorio y que no existirá, a partir de
entonces, ningún fruto . inalcanzable dentro de sus fronteras naturales. Para ellos,
desde la ocupación norteamericana, el mango se ha convertido en un símbolo
patriótico. Varios panameños han perdido la vida por alcanzar la fruta directamente
de los árboles, a pesar de su abundancia y bajo precio en el mercado.
182 1
En la capital panameña, la vía principal que une el centro de la ciudad con el Puente
de las Américas, se llamaba hasta 1980 Avenida 4 de Julio, en homenaje al día de la
independencia de Estados Unidos. Esa avenida estaba dividida, longitudinalmente
en toda su extensión poruña alambrada de púas. Era la frontera norteamericana
dentro del corazón de Panamá: a un lado la pista de asfalto, con su vereda de
cemento; al otro, detrás de la alambrada, el territorio estadounidense, en las faldas
del cerro Ancón, exhuberante de vegetación tropical, con muchos árboles de mango.
Para los panameños, arrancar un solo fruto, era un desafío patriótico. Equivalía a
una reivindicación nacional, a recuperar algo de su propio suelo militarmente
ocupado por prepotentes botas extranjeras.
Cuando parte del cerro Ancón fue devuelto a Panamá en cumplimiento de los
Tratados Torrijos-Carter y se derruían las alambradas de la Avenida 4 de Julio, lo
primero que hizo el general Ornar Torrijos fue saltar al otro lado, arrancar un mango
todavía verde, y comerlo con avidez. Lo había deseado desde cuando tuvo uso de
razón. Ese día, se cambió el nombre de la avenida, por el de Avenida de tos Mártires,
en homenaje a los 24 jóvenes panameños que fueron acribillados por soldados
norteamericanos, por el delito de querer izar su bandera nacional y comer un
mango.
A pesar de que la campaña norteamericana contra Panamá ha tenido como eje al
general Noriega, este personaje no ha sido ni es el problema central. Es únicamente
el pretexto actual. Si en lugar de un gobierno de facto, gobernara Panamá un
gobierno democrático y nacionalista, el gobierno de Estados Unidos se encargaría
de desestabilizarlo. No es la política interna ni la democracia lo que le interesa al
imperio. Es el mantenimiento de su enclave colonial, objetivo trazado desde el siglo
pasado. En 1880 el presidente Ruther- ford B. Hayes definió la estrategia
norteamericana con las siguientes palabras:
“La política de nuestro país debe tender a la construcción de un canal colocado bajo
el dominio norteamericano. Los Estados Unidos ho pueden permitir que el futuro
dominio del canal caiga en las manos de una potencia europea o de una asociación
de potencias europeas; Un canal Interoceánico a través de un istmo americano
modificará esencialmente las relaciones geográficas entre las costas atlántica y
pacífica de los Estados Unidos y el resto del mundo; tal vía interoceánica constituirá
virtualmente parte de la frontera marítima de bs Estados Unidos. Nuestro interés
comercial y nuestra prosperidad como nación, nuestra potencia, nuestros medios de
defensa, nuestra paz, nuestra seguridad, son problemas de Interés supremo para los
Estados Unidos".
La campaña publicitaria dirigida por Ronald Reagan, que impidió la reelección del
presidente James Cárter, estuvo precisamente basada en la acusación de haber
suscrito un tratado comprometiéndose a entregar a Panamá algo que se considera
patrimonio imprescriptible, “parte de la frontera marítima" de los Estados Unidos.
El presidente Reagan utilizó un informe del Consejo Nacional de Seguridad de
Estados Unidos del 8 de abril de 1986 para debilitar la vigencia de los Tratados
Torrijos-Carter. En dicho informe, el Consejo de Seguridad sostiene:
“La pérdida del Canal tendrá serias consecuencias políticas, económicas y
estratégicas para los Estados Unidos. Una vez que los Estados Unidos se retiren de
la Zona del Canal, el gobierno panameño puede quedar expuesto a la intervención
cubano-soviética de la región, y las presentes y potenciales vías acuáticas
interoceánicas serán amenazadas. Además, alrededor del 10% del comercio
norteamericano que actualmente transita por el Canal, será afectado. En el caso de
que la otan sea atacada, el 50% o más de los refuerzos planificados de hombres y
materiales será interrumpido".
El periodista Baltazar Aispurúa, secretario general del Sindicato de Periodistas de
Panamá, publicó en el diario Crítica del 15 de setiembre de 1988, bajo su firma y sin
ser jamás desmentido, parte del documento calificado como "secreto sensitivo" y en
uno de cuyos párrafos se dice: "Nosotros -el Consejo de Seguridad de Estados
Unidos- necesitamos una política dirigida a asegurar nuestro control sobre el Canal
de Panamá mucho más allá del año 2000. Reportajes sobre corrupción entre algunos
oficiales de alto rango de las fuerzas de defensa de Panamá, brindarán una
oportunidad para desatar una campaña para desestabilizar a Panamá y abrogar
legalmente los tratados. Esta política debe ser manejada de tal manera que no
lesione nuestras relaciones bilaterales con las ff.do., que pongan en peligro nuestras
instalaciones militares existentes o nos confronte con
184
la necesidad de intervenir directamente con tropas para controlar la situación y
proteger nuestros intereses en el Canal”.
La hipocresía de muchos gobiernos latinoamericanos, SG parees Hl delpúbllco que
en el circo romano exigía “juego limpio” a un hombre maniatado que con ingenio se
defendía del león que iba a devorarlo. Antes que pedir “juego democrático limpio" a
un país encadenado por la fuerza agresiva del colonizador, sus hermanos
latinoamericanos deberíamos hacer causa común para romper esas cadenas que
impiden su emancipación. Recién entonces, cuando tenga sus brazos liberados,
podremos pedirles juego limpio que, además, será con reglas establecidas por su
propio pueblo, soberanamente. Con Noriega, sin Noriega o contra Noriega.
Como mejor les plazca a tos panameños, no al gobierno norteamericano.
Ultraje a Panamá: todos somos Panamá *
Al amanecer del 20 de diciembre de 1989 se produjo la criminal agresión militar
norteamericana a Panamá. Fue la más brutal y sangrienta de las trece intervenciones
armadas que ha sufrido en sus 86 años de vida independiente la más joven república
latinoamericana de manos del mismo verdugo. Salvo la opinión favorable de su socia
en la guerra de Las Malvinas, la primera ministra Margaret Thatcher de Gran
Bretaña, el gobierno de Estados Unidos recibió el repudio universal.
A una década del siglo xxi, con una ofensiva de paz que se generaliza sobre el planeta,
seguramente muy pocos pensaban, fuera de Estados Unidos, que el imperio
reactualizaría su tradicional política del gran garrote, aplicado por última vez en
octubre de 1983 a la pequeña Granada. Con alevosía y perfidia, cobardemente,
después de acostumbrar a la población con sus frecuentes y violatorias incursiones
de tanques y helicópteros sobre la ciudad de Panamá, a cuatro días de la navidad,
cuando nadie piensa en guerra sino en paz, súbitamente, sus máquinas de exhibición
empezaron a vomitar fuego sobre cuarteles y población civil. Durante todo el año
89, casi a diario, esos mismos tanques, helicópteros y tropa realizaban iguales
recorridos de provocación, para que la gente se convenciera que se trataba
únicamente de demostraciones de prepotencia y poder. Por eso, el primer ataque a
mansalva causó la muerte, en contados minutos, de más de seiscientos civiles y dejó
heridos a más de un millar. Para silenciara la Radio Nacional de Panamá, no
repararon en bombardear el edificio de 15 pisos de la
Contraloría de la República, ubicada en la avenida Balboa, la principal de la ciudad.
Tampoco les importó bombardear con sus B-52 y dejar envuelto en llamas barrios
modestos densamente poblados, ni destruir los reservorios de agua potable que
abastecen a un millón de personas.
* Los originales de este capítulo fueron entregados a la imprenta el 20 de diciembre,
día del inicio de la agresión militar a Panamá. Lo que sigue sobre la tragedia
panameña ha sido redactado cuando no ha concluido todavía la ocupación militar
dispuesta por el gobierno de Estados Unidos.
U Instalación de un gobierno traidor que juramenta ante las popes extranjeras que
invaden su país y asesinan a su pueblo, y la acción genocida del gobierno de Bush,
¿acabará realmente con el TorTfsmo panameño que ha sido, junto con el
desaparición de su merca armada, el verdadero objetivo perseguido, para retener
con impunidad e indefinidamente el enclave colonial conocido como Canal de
Panamá? De ninguna manera. El imperio norteamericano to que ha hecho es
sembrar vientos y tendrá que cosechar interminables huracanes. La guerra, en
realidad, recién va a comenzar.
La lógica elemental y su experiencia histórica, les ha enseñado a tos panameños la
imposibilidad del éxito en una batalla frontal contra las tropas del Comando Sur de
Estados Unidos, acantonadas para controlar a toda América Latina. La resistencia
panameña ha sido heroica teniendo en cuenta la abismal y aplastante diferencia de
fuego entre la primera potencia bélica del mundo con la pequeña república de dos
millones de habitantes. Teóricamente las tropas yanquis debieron tomar Panamá en
un par de horas. Quienes se han sacarificado en ese desigual combate, no murieron
ciertamente por defender a Noriega, sino por defender la dignidad y la
independencia de su país.
Para la guerra que se iniciará más temprano que tarde y con lideres que surjan de
su pueblo, poco importa el control de las ciudades. La capital puede seguir -con todas
sus calles, edificios púbücos, fábricas y locales comerciales- vigilada por marines y
soldados yanqu;s. No se sabe cuantos hombres harán falta para cuidar todas las
ciudades, donde precisamente no se darán tos enfrentamientos del futuro. Otros
miles tendrán que cuidar metro a metro, los 1 432 Kilómetros cuadrados de la zona
del Canal, porque tos panameños no olvidan la recomendación de OrnarTorrijos
cuando el 18 de abril de 1978 dijo: “quienes mejor pueden defender el Canal somos
los panameños, porque somos los que en un momento dado estamos en condiciones
de destruirlo, y aquel que puede destruirlo y no to destruye, lo está defendiendo. Y
esa capacidad de destruir el Canal es una capacidad a la cual las fuerzas armadas, al
igual que las futuras generaciones, no deben renunciar nunca".
La guerra que el presidente Bush ha desencadenado, será fundamentalmente en el
campo. Hay que tener en cuenta que en Panamá no existe el servicio militar
obligatorio. Su ejército es estrictamente de voluntarios y está bastante politizado.
Para comprobarlo,
no hay sino que escuchar sus gritos y sus canciones en entrenamientos y desfiles. Es
un ejército, momentáneamente desmovilizado pero con la obsesión de conseguir un
día no lejano, un “solo territorio y una sola bandera". La siguiente anécdota es
reveladora: el intelectual y catedrático universitario, José de Jesús Martínez, autor
de textos sobre matemáticas y filosofía, aconsejaba con insistencia al general
Torrijos, de quien era asesor, sobre la necesidad de concien- tizar a los soldados.
Torrijos perdió la paciencia un día y le reprochó que ese tema era favorito de los
revolucionarios de café. Si los intelectuales quieren concientizar a la tropa, entren a
la tropa, le dijo Torrijos. Martínez, conocido por sus alumnos como Chuchú Martínez,
tenía en ese momento 45 años de edad. Al día siguiente abandonó la cátedra y se
presentó al cuartel como voluntario. Ingresó de soldado raso y se comportó en forma
ejemplar. Resistió, en competencia con quienes por diferencia de edad podían ser
sus hijos, los ejercicios y las marchas forzadas. Se hizo paracaidista. Uno a uno fue
ganando sus galones y llegó a sargento primero. Fue, al mismo tiempo y desde el
primer día, un gran profesor para sus compañeros de armas.
Sólo ellos y las condiciones concretas, como el incumplimiento de los Tratados
Torrijos-Carter, determinarán el momento para que tomen la iniciativa. Pero ese
contingente no es el único. Otros miles de panameños voluntarios han constituido
los Batallones de la Dignidad. Son hombres y mujeres, de diferentes edades, que
fuera de sus horas de trabajo, y en todo el país, han recibido intensa instrucción
militar. El comandante en jefe de estos batallones, Benjamín Colamar- co, es un joven
economista egresado de la Universidad de Milán, de declarada filiación
socialdemócrata. Al 20 de noviembre de 1989, existían 23 batallones de la dignidad
-no menos de 30 mil efectivos entre hombres y mujeres- distribuidos en todo el país.
Esos batallones contrariamente alo que se ha desinformado, no se han constituido
para defender a Noriega sino para luchar por la integridad y la soberanía de su país.
Soldados y voluntarios están hoy perseguidos después de una sorpresiva batalla
perdida y con su comandante en jefe rendido. Pero la guerra está en su norte y
tendrán con seguridad los conductores que se merecen. El general Noriega, inocente
o culpable de las acusaciones yanquis, no importa, tenía sí una obligación y un deber
únicos:
pelear hasta morir. Desde los prolegómenos de la invasión y
antes de llamar a la resistencia, debió evaluar su propia moral y valor. Muerto por
mano propia o ajena hubiera sido más útil a la causa panameña que asilado en el
Vaticano, para luego entregarse al enemigo. En las luchas de liberación, cuando son
verdaderas, no hay sino una alternativa: se triunfa o se muere. No se capitula para
salvar el pellejo.
La criminal agresión iniciada el 20 de diciembre, bautizada como operación Causa
Justa no es la primera. Es, por lo menos en este siglo, la décimotercera intervención.
El siglo pasado, antes de su separación de Colombia, tropas norteamericanas
desembarcaron en suelo panameño en doce oportunidades entre ios años 1850 y
1899, amparados por un tratado suscrito en 1846 con Colombia -el Tratado
MallarinoBidlack- para "mantener el orden público en el istmo de Panamá".
En este siglo, prácticamente desde su nacimiento en 1903 como república
independiente, Panamá ha sido víctima de las tropas norteamericanas en las
siguientes oportunidades6:
1903: Intervención de las tropas yanquis en República Dominicana, Honduras y
Panamá.
1904: Tropas norteamericanas desembarcan en el istmo para acallar a sangre y
fuego las manifestaciones de protesta por la firma del Tratado Hay-Buneau Varilla
que concede a perpetuidad la Zona del Canal. Nunca se estableció el número de
víctimas, pero según recogen historiadores, debieron pasar de un centenar.
Ese mismo año, Estados Unidos volvió a invadir República Dominicana.
1904: Estados Unidos impone el siguiente artículo a la Constitución de Panamá:
“Artículo 136°. El gobierno de los Estados Unidos de América podrá intervenir en
cualquier punto de la República de Panamá, para establecer la paz y el orden
constitucional, si hubiera sido turbado, en el caso de que por virtud de Tratado
Público aquella nación asumiere, o hubiera asumido, la obligación de garantizar la
independencia y soberanía de la República”.
1906: Del buque de guerra uss Columbia, surto en la bahía de Colón, desembarcan
300 infantes de marina para “vigilar las elecciones municipales panameñas”.
1908: Oficiales norteamericanos, apoyados por sus tropas, “se en
189
cargan de escrutar los votos, debido a la acalorada contienda entre liberales y
conservadores".
1912: Vuelven a ocupar todo el país “para supervigilar las elecciones”, con la
aquiescencia del gobernante de tumo.
1916: Contra la voluntad del presidente Belisario Porras, tropas norteamericanas
intervienen en el proceso electoral.
1918: El gobierno del presidente Urriola prorroga las elecciones para diputados y
concejales mediante el Decreto N° 80. La Casa Blanca b considera inconstitucional y
dispone la Ocupación total de las ciudades de Panamá y de Colón.
1918: Tropas norteamericanas invaden las provincias de Veraguas y de Chiriquí y
permanecen hasta 1920. En ese lapso, las mejores tierras agrícolas pasan a
propiedad de la United Fruit Company, que instala su filial con el nombre de Chiriquí
Land Company.
1925: A partir del 12 de octubre, y durante 9 nueve días, las tropas yanquis reprimen
las manifestaciones populares de protesta contra el alza de alquileres decretado por
el gobierno del presidente Chiari. Los dirigentes son extraídos de sus hogares y
apaleados.
1941: Al ingresar Estados Unidos a la Segunda Guerra Mundial, escoje el territorio
panameño para instalar numerosas bases militares.
1958: Seis patriotas panameños son asesinados por soldados yanquis durante
manifestaciones antinorteamericanas.
1964: Una manifestación popular exige la soberanía de Panamá sobre el Canal.
Desde las bases militares, salen tropas yanquis y ametrallan a la multitud,
asesinando a 24 panameños, varios de ellos estudiantes.
En los años 1988 y 1989 han sido casi diarias las provocaciones militares y la
violación del territorio panameño. Se estaba buscando un incidente que sirviera de
pretexto para la agresión. Ese pretexto se produjo, cuatro días antes del bombardeo
del 20 de diciembre, cuando en un enfrentamiento entre patrullas panameñas y
norteamericanas, murió un soldado yanqui. El incidente fue en territorio soberano
panameño, donde de acuerdo con los Tratados Torrijos-Carter no está permitida la
presencia de militares norteamericanos; se trata de la denominada Zona Blanca.
190
Tampoco es novedad el asesinato político de opositores a los intereses
norteamericanos. La muerte del general Ornar Torrijos jan oportuna y conveniente
para Estados Unidos- en un accidente aéreo no ha sido debidamente esclarecida. Los
restos del aparato siniestrado fueron examinados únicamente en laboratorios
especializados de Estados Unidos.
El 15 de mayo de 1903, para limpiar de detractores al Tratado sobre la vía
biacuática, el almirante Silas Casey de la Marina de Estados Unidos, impuso el
fusilamiento del general Victoriano Lorenzo Tello, héroe de la Guerra de los Mil Días
en Cauca y Panamá.
El 2 de enero de 1955 fue asesinado el presidente panameño, coronel José Antonio
Remón Cantera, ex jefe del ejército durante décadas y, hasta unas semanas antes de
su muerte, favorito y protegido de la Casa Blanca. El hombre fuerte que ponía y
sacaba presidentes con el beneplácito norteamericano, pronunció un día un
sorpresivo y patriótico discurso que se constituiría en su testamento político.
Remón denunció los términos inicuos del Tratado; anunció que exigiría su
modificación y concluyó con la siguiente frase: “Ni limosnas, ni millones: queremos
justicia”. Quince días después fue acribillado a balazos en el hipódromo. En el
complot de su asesinato estuvo comprometido el gobierno norteamericano y el
mismo grupo económico al que pertenece Guillermo Endara, el “Judas de Panamá”
como lo ha calificado el canciller peruano Guillermo Larco Cox. No es raro por eso, y
más bien corresponde a esa ética, la recompensa que ofreció Estados Unidos, de un
millón de dólares por la cabeza de Noriega y cuyo cheque “estará muy feliz de
firmar" el presidente Bush. Igual que en los tiempos de los cuatreros que asolaban
el oeste norteamericano o durante el gangsterismo de los años de la ley seca.
Algunos implicados con esos bandidos han tenido la suerte de ver a sus
descendientes en los más altos cargos de la política norteamericana.
Como es normal y tradicional en la política de Estados Unidos, todas sus acciones
vandálicas son precedidas, acompañadas y seguidas por la desinformación, o dicho
con más propiedad: por la mentira cínicamente divulgada. Por ejemplo: el mismo
día de la última intervención, el embajador Thomas Pickering, comunicó
oficialmente
al Consejo de Seguridad de la ONU, que "las fuerzas armadas estadounidenses
ejercieron su derecho inmanente de defensa propia ante los ataques lanzados por
fuerzas bajo la dirección de Manuel Noriega". No requiere comentario esa falacia.
El otro argumento, repetido sin excepción en todas sus agresiones fue “proteger la
vida de sus conciudadanos". Este argumento -que fue el único pretexto esgrimido en
el caso de Granada- va a terminar convirtiendo a los ciudadanos estadounidenses en
elementos Indeseables en el mundo, puesto que para salvaguardar sus vidas, se
llegan a cometer genocidios con los habitantes de otras naciones. Por instinto de
conservación habrá que mirarlos por lo menos con preocupación.
El tercer argumento fue: "Estados Unidos agotó todos los recursos diplomáticos a su
alcance para resolver pacíficamente la disputa con el señor Noriega, quien rechazó
tales esfuerzos”. ¿Cúales “recursos diplomáticos"? Autorizar su asesinato, difamarlo
ante el mundo y poner precio a su cabeza -un millón de dólares- no son
procedimientos diplomáticos en ningún tiempo ni en ninguna sociedad civilizada.
La cuarta y última justificación de la invasión es para figurar entre las mejores
colecciones de Ripley: “la obligación de defender la integridad de bs tratados del
Canal de Panamá”. Precisamente con la invasión se viola el convenio suscrito en
1936 con el gobierno de Roosevelt. En virtud de esa modificación los Estados Unidos
asumieron la obligación de no intervenir más en los asuntos internos de Panamá,
bajo ningún pretexto.
Pero el gobierno de Bush seguramente no se refiere a éste ni a los Tratados
TorrijosCarter de 1977, violado en la práctica diaria y por la ley norteamericana Nfi
96-70, sino a los originalmente suscritos en 1903. Sin duda, esa es la intención y el
objetivo. Porque el Tratado de principios de siglo, entre otras muchas iniquidades,
tiene las siguientes:
• El Tratado que otorga a “perpetuidad" la Zona del Canal a bs Estados Unidos, está
suscrito a nombre de Panamá no por el gobierno panameño, sino por el ciudadano
francés Phillips Bunau Varilla, accbnista de la antigua empresa francesa encargada
por Colombia para la construcción de la vía. Antes de suscribir el Tratado, Bunau
vendió sus acciones de la empresa a Estados
192
Unidos7. Una acción de gangsterismo internacional sin precedentes que ningún
patriota panameño podrá olvidar jamás.
El francés Bunau concede a Estados Unidos, hasta la consumación de los siglos, el
uso, la ocupación y control de una zona de tierra y de tierra cubierta por agua de
diez millas de ancho entre el Mar Caribe y el Océano Pacífico, además de
“cualesquiera otras tierras y aguas que pueden ser necesarias y convenientes para
los fines del canal, incluyendo todas las islas que se encuentren dentro de esas aguas
necesarias. (Cláusula II)
De la soberanía del Canal se excluye a Panamá: “Todos los derechos, poder y
autoridad en el territorio dentro del cual están situadas dichas tierras y aguas
corresponden a los Estados Unidos, con entera exclusión del ejercicio de tales
derechos soberanos, poder o autoridad por la República de F%namá". (Cláusula III)
Estados Unidos asume ‘‘para siempre” el derecho de usar los ríos, riachuelos, lagos
y otras masas de agua dentro de sus límites para la navegación, suministro de agua
o de fuerza motriz o para otros fines. (Clásula IV). La frase “para otros fines” le ha
servido a Estados Unidos para instalar una decena de bases militares.
Para los barcos de bandera estadounidense todos los servicios son gratuitos.
Panamá no podrá cobrar jamás, peajes aduaneros, derechos de tonelaje, anclaje,
faros, muellaje, pilotaje o cuarentena, ni ninguna otra contribución o impuestos
sobre las naves que usen el Canal o pasen por él o pertenezcan a los Estados Unidos
o sean empleados por ellos. (Cláusula IX).
Los norteamericanos y los ciudadanos a su servicio se excluyen del pago de
cualquier tipo de impuestos y contribuciones y pueden importar, libres de
impuestos, como si fueran diplomáticos, todo lo que deseen sin límites de
cantidades: “lo que sea necesario”. (Cláusula XIII)
La República de Panamá renuncia y concede a Estados Unidos la participación a que
pueda tener derecho en las futuras utilidades del Canal. (Cláusula XXII). Esta
cláusula expoliadora y de saqueo abusivo, que avergonzaría a cualquier
usufructuario, fue ligeramente modificada durante el gobierno del “buen vecino"
Franklin D. Roosevelt. Después de 50 años del Tratado y con su modificación
“generosa", el 98% de los ingresos correspondían a Estados
Unidos y únicamente el 2% a Panamá. A cambio de esa migaja, Panamá admitió la
validez legal del Tratado de 1903, indefendible como instrumento jurídico ante
ningún juzgado del mundo. Este írrito porcentaje de ingresos le fue arbitrariamente
retenido por el gobierno norteamericano, como parte del sabotaje económico
iniciado por Reagan.
La cláusula final de Tratado Bunau-Hay es de antología. Sólo Estados Unidos tiene
capacidad para modificarlo: “ningún cambio en el Gobierno o en las leyes y tratados
de la República de Panamá afectará, sin el consentimiento de los Estados Unidos,
derecho alguno de los Estados Unidos". En los Tratados Torrijos-Carterse mantiene,
por imposición de Estados Unidos, la prohibición de llevar discrepancia o
reclamación alguna en los acuerdos a juez, autoridad, país neutral o tribunal
internacional. Las reclamaciones se resuelven exclusivamente entre la víctima y el
verdugo.
Como es fácil deducir, la apropiación por parte de Estados Unidos de territorios
panameños y del Canal, no fue consecuencia de un tratado internacional libremente
suscrito entre dos partes legítimamente representadas, sino fue una imposición, un
acto ilícito, un asalto, un verdadero robo descarado, un episodio digno de los
delincuentes de Chicago realizado a nivel internacional. Por esa acción, el símbolo
norteamericano no debería ser el del Tío Sam, sino el de Al Capone, con una
ametralladora en la mano, un puro en la boca y totalmente vestido con la bandera
estrellada. Detrás del poderío actual de Estados Unidos hay muchos latrocinios y
genocidios.
Es suficiente ver la cronología de los acontecimientos para comprobar que la Zona
del Canal fue un lugar de permanente atraco internacional:
15 de marzo de 1902: el Congreso de Estados Unidos aprueba la Ley Spooner,
autorizando al Ejecutivo la construcción de un canal en el istmo de Panamá. Se
desechó de esa manera la otra alternativa que era a través de Nicaragua, razón por
la cual, a esa fecha, las tropas norteamericanas ya habían invadido a ese país en tres
oportunidades.
22 de enero de 1903: Colombia y Estados Unidos suscriben el Tratado Herrán-Hay
para la construcción del canal por Panamá, que a esa fecha era un departamento
colombiano.
194
17 de marzo de 1903: el Congreso norteamericano aprueba el
Tratado Herrán-Hay.
, 5 de agosto de 1903: el encargado de negocios de Estados Unidos en Colombia
dirige una comunicación intimidatoria al gobierno de Colombia exigiéndole no sólo
la inmediata ratificación del Convenio, sino su aceptación sin ninguna modificación,
“si Colombia desea de veras mantener relaciones amistosas con su país".
. i2deagostode 1903: el Senado de Colombia rechaza en todas sus partes y por
unanimidad el Tratado Herrán-Hay, por considerarlo antipatriótico y entreguista.
. 3 de noviembre de 1903: Panamá se proclama república independiente, con el
inocultable apoyo de Estados Unidos y del francés Bunau Varilla, para quien la
negativa del Congreso colombiano le significaba la ruina económica.
. 4 de noviembre de 1903: Estados Unidos reconoce a la nueva república y a su
gobierno provisional.
6 de noviembre de 1903: no termina de instalarse todavía la junta provisional de
gobierno de la nueva república, pero ese día envía al francés Bunau como
plenipotenciario a Wáshington. Un buque de guerra norteamericano que lo
esperaba, transporta a tan importante personaje.
18 de noviembre de 1903: al amanecer llega Bunau a Wáshington y ese mismo día
se firma el Tratado del Canal de Panamá. El flamante gobierno panameño no conoce
los términos del convenio. No han tenido tiempo de ver ni su forro.
2 de diciembre de 1903: la junta de gobierno provisional de Panamá ratifica el
Tratado. La víspera había llegado Bunou con el texto del mismo. El gobierno
panameño actuó de esa manera porque estuvo sometido al chantaje: si no lo
sucribía, Estados Unidos le retiraría su apoyo y lo otorgaría a favor de la
restauración del poder colombiano.
No existe precedente en el mundo de un acto de piratería semejante al que se le haya
dado calidad de Tratado. El llamado Laudo de La Brea y Pariñas, por medio del cual
una empresa norteamericana se apoderó -también a perpetuidad- de los
yacimientos petrolíferos peruanos; la apropiación ilícita de tierras agrícolas en
Costa Rica, Guatemala y Honduras, por la United Fruit; la obligación impuesta a los
países latinoamericanos para dar prefe-
renda a las Inversiones norteamericanas; la apropiación de Guan- tánamo en Cuba
y la anexión de medio territorio mexicano, a pesar de haber sido a través de una
guerra no provocada y más bien de rapiña; todos ellos fueron actos inmorales y
delictivos que, sin embargo, se quedan cortos en comparación al nauseabundo
Tratado del Canal.
Los Estados Unidos no están dispuestos a reivindicar a favor de sus legítimos dueños
lo que despojaron mediante el pillaje. Por el contrario, están decididos a mantenerlo.
No les importa Noriega, la libertad ni la democracia en Panamá. Lo que les interesa
es perpetuarla como colonia. Desde Hayes hasta Bush, pasando por Reagan,
consideran que la Zona del Canal “es un territorio soberano de los Estados Unidos,
parte de su frontera marítima, y obviamente hay que proteger ese territorio aun a
costa de que se convierta en otro Viet Nam".
El gobierno de Estados Unidos tuvo múltiples oportunidades para capturar y
secuestrar a Noriega, sin derramar una sola gota de sangre. Simplemente no
quisieron detenerlo, porque hubiera desaparecido el pretexto para invadir Panamá,
destruir a su fuerza armada y a sus organizaciones populares y acabar con el
nacionalismo torrijista.
Ninguna ocasión más propicia se presentó el 3 de octubre de 1989. Durante más de
tres horas, Noriega estuvo detenido y desarmado por los militares insurrectos a
órdenes del mayor Moisés Giroldi. Los rebeldes aguardaron angustiados todo ese
tiempo al helicóptero norteamericano en el que embarcarían a Noriega, asegurando
de esa manera el éxito de la rebelión. Pero el helicóptero nunca llegó. Giroldi les
ofrecía a su presa, maniatada y envuelta en celofán. Los norteamericanos no
aceptaron el regalo, porque para sus planes intervencionistas, les significaba un
presente griego.
Con Noriega en sus manos, ¿con qué pretexto hubieran agredido a Panamá? ¿De qué
manera hubieran disuelto el ejército nacionalista? Estados Unidos quiere un futuro
Panamá sin ejército.
El golpe militar del 3 de octubre contra Noriega, fue deliberadamente preparado por
Estados Unidos para que fracasara. De esa manera “no les quedaba otro recurso"
que invadir. Los complotados fueron vilmente engañados por los yanquis con un
pago de 700 mil dólares. Su ingenuidad la pagaron con sus vidas.
Por lo demás, Noriega nunca ha jugado a las escondidas. Con una
operación de comando -en la que son tan hábiles los yanquis a juzgar por sus
películas sobre Rambo- lo tenían a su disposición cuantas veces se lo hubieran
propuesto.
Pero Noriega no fue nunca el objetivo, sino sólo la excusa. Estados Unidos no invade
y destruye un país, masacra a un pueblo ni instala campos de concentración para
más de cincuenta mil prisioneros, por un solo hombre, por malvado que éste fuera.
Lo hace para no devolver la Zona del Canal al medio día del 31 de diciembre de 1999.
La criminal agresión fue minimizada por los medios de comunicación. Las noticias
se ocuparon más de las peripecias de Noriega que de la tragedia panameña con sus
dos mil asesinados, tres mil heridos y cincuenta mil prisioneros.
La televisión no mostró un solo cadáver panameño ni la imagen dolorosa de sus
deudos, escenas en las que normalmente se explayan y deleitan. La SIP fue muy
ejecutiva en sus consignas, puesto que rápidamente uniformó la política informativa
de sus diarios afiliados en el continente. Por eso no fue raro ni sorprendente el
comportamiento informativo de los diarios afiliados a la SIP. El Comercio de Lima,
tituló a una columna sobre el bombardeo a Panamá con la siguiente frase: “Estados
Unidos inicia acción militar contra Noriega”. A partir del tercer día de la invasión, el
diario de la SIP, retiró de su primera página a Panamá y se concretó a publicar en
páginas interiores, las versiones norteamericanas a través de las agencias UPI y AP.
El director de otro diario de la SIP, Expreso de Lima, en la columna que aparece bajo
su firma, justificó la agresión, recomendando que para la expulsión de los dictadores
hay que “dejar que se ocupe de esa tarea el gobierno de los Estados Unidos”, porque
considera ei principio de la libre determinación de los pueblos como “una frase de
cliché”. Felizmente son pocos los Endara, capaces de juramentar sobre los cadáveres
de su pueblo ante los invasores que los estaban asesinando. Por lo menos en el Perú
se respondió con dignidad: se retiró al embajador en Wáshington, se canceló la
asistencia a la reunión de presidentes con Bush para tratar el tema del narcotráfico,
"porque los ultrajados no podemos sentamos a discutir con bs agresores” y en el
Parlamento se respaldó abrumadoramente la
iniciativa para denunciar el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca, TIAR.
Desde el 22 de diciembre, junto al pabellón peruano flamea la bandera panameña
en Palacio de Gobierno hasta el día que se retiren bs invasores.
También se ha puesto de manifiesto la identificación y dependencia de tas grupos
ultra derechistas de América Latina con la política exterior de Estados Unidos. El
novelista peruano Mario Vargas Ltasa, candidato presidencial por el frente
derechista, freoe- mo, lamentó la intervención, pero reconoció como legítimo al
gobierno impuesto por bs invasores. Uno de bs líderes de su movimiento, Pedro
Cateriano, expresó en la televisión su satisfacción por la medida asumida por el
gobierno de Bush. Los parlamentarbs de ese grupo fueron los únicos que se
opusieron a que el Perú se retirara del TIAR. El parlamentario de Izquierda Unida,
Manuel Benza, comentó la actitud y bs argumentos del grupo político de Vargas
Llosa, de la siguiente manera: si las tropas norteamericanas hubiesen invadido el
Perú con el pretexto que Velasco era un dictador, cuando su gobierno nacionalizó el
petróleo y expulsó a la Standard Oil, esos políticos derechistas hubieran estado junto
al agresor y actuado exactamente como Guillermo Endara.
Seguramente cuando estas páginas sean olvidadas, Panamá continuará
desangrándose. Ya no est£n más Ornar Torrijos, Victoriano Lorenzo Tello, el coronel
Remón, los 6 patriotas asesinados en 1958, ni bs 24 que les siguieron en el sacrificio
de 1964. Por millares se cuentan bs asonados a partir del 20 de diciembre de 1989.
Los caminos que conducen a la independencia de los pueblos no están sembrados
de rosas, sino de muertos entrañablemente queridos sacrificados con la convicción
que “morir por la patria es vivir". Las avanzadas tecnologías norteamericanas de la
industria de la muerte podrán seguir demostrando su eficacia sobre un pueblo
latinoamericano más. Pero, mientras viva un panameño digno, su grito de combate
será el mismo:
“jUn solo territorio, una sola bandera!” “jUna sola bandera, un solo territorio!"
“¡Y ni un paso atrás, carajo!"
Capítulo VI
TRAFICANDO EN LA INCONSCIENCIA
"Confiar en las encuestas es como calcular la producción mundial de trigo de la
próxima cosecha, contando los granos de una espiga”
Edward G. Morrow
De mercaderes de ilusiones a manipuladores de la mente
La propaganda en política es tan antigua como la política misma. Tal vez los más
activos y efectivos propagandistas de lahistoriafueron los apóstoles del
cristianismo, llevando el mensaje del Salvador de casa en casa, persona por persona.
Igual que las demás religiones. No habría budismo ni mahometismo sin
predicadores-propagandistas. Desconocer la validez de la propaganda equivaldría a
poner en duda el poder de convencimiento de la Inteligencia a través de la palabra.
En la primera mitad del siglo xx fue Goebbels el más sobresaliente de todos. Debido
a su gran oratoria y a su absoluta carencia de escrúpulos para faltar
deliberadamente a la verdad -“miente, miente, que algo queda”- contribuyó a la
fanatización de uno de los pueblos más civilizados y cultos del mundo, que
protagonizaron y permitieron la barbarie del nazismo.
_Los métodos propagandísticos de Goebbels fueron recogidos, en cuanto se refieren
a la mentira deliberada, por los políticos del imperialismo, principalmente durante
la guerra fría, para justificar las acciones punitivas de sus ejércitos más allá de sus
fronteras o para sus planes de desestabilización y subversión en otros países. Las
acciones psicológicas que precedieron a sus marines en las intervenciones a
República Dominicana, Guatemala, Cuba, Granada, Nicaragua, Sudeste Asiático y
otros lugares alejados de sus fronteras,
201
están plagadas de falsedades, con la ventaja sobre el nazismo, de contar con el más
grande y poderoso sistema de comunicaciones de todos los tiempos.
Después de la Segunda Guerra Mundial, los métodos de Goebbels, exceptuando la
mentira, fueron superados abismalmente con los aportes de la publicidad comercial
y la aplicación de técnicas utilizadas por las ciencias sociales, especialmente las
encuestas, los jondeos de opinión y los controles de mercadotecnia. Los políticos
abandonaron sus tradicionales estilos propagandísticos y los partidos sustituyeron
sus oficinas de prensa y propaganda por agencias de ^publicidad comercial. El
Partido Republicano, en 1952, fue el primero que ofertó a sus candidatos,
comenzando por el presidencial, como si se tratara de mercaderías. Los mismos
procedimientos que los publicistas utilizan para vender detergentes, lápices
labiales, refrigeradoras o automóviles, se emplearon para ganar votos. La política se
puso en manos de los mercaderes de ilusiones. Fue el apogeo de los sondeos de
opinión para determinar los temas que la mayoría quisiera escuchar de sus
candidatos. El triunfo electoral de los republicanos en T9S2 fue determinante para
consagrar la aplicación de las técnicas de mercado a la política. Tuvieron éxito
quienes la aplicaron al comprobar que “el ciudadano que entra a lacámara secreta y
duda entre dos listas de candidatos está en la misma situación que el que debe
decidir entre dos dentífricos rivales en la farmacia. La marca que ha penetrado más
profundamente en su cerebro será la elegida” \
Los procedimientos se han perfeccionado al punto que los publicistas no averiguan
ya los gustos de los consumidores para la producción industrial que promueven.
Ahora simplemente los imponen como “una transfusión de preferencias”, con lo cual
el domesticado ciudadano norteamericano compra cosas que no necesita, porque no
le ofrecen un jabón para la higiene, sino para lograr belleza. “No le entregan una
mercadería sino una ilusión. Los productos no se venden apelando a sus
características, sino apelando a la conciencia de los consumidores”. Los industriales
también han comprendido que en la actualidad “no venden productos, sino que
compran clientes”.
En los años 50, cuando se hablaba de la propaganda subliminal, el estudioso
norteamericano Dan Lacy, advirtió el peligro que amenazaba al pueblo de Estados
Unidos: “abrigamos el temor que se escondan intenciones malignas en el centro de
la trama de las comu
nicaciones. 'persuasores ocultos’ que tratan de transformarnos subrepticiamente,
propagandistas políticos-Goebbels más sutiles-que pervertirán insidiosamente
nuestra independencia. El vasto mecanismo de la comunicación que de tal manera
nos rodea y llena nuestras horas y crea en nosotros el sentido del mundo más allá
de nuestro círculo diario se halla más bien concienzudamente dedicado a través de
encuestas, tests, a indagar cómo somos actualmente, qué es to que nos interesa,
cúales son nuestros gustos, cúales nuestros prejuicios, y luego sostener ante
nuestros ojos un gran espejo de color rosado. No es el Hermano Mayor el que habla
desde la pantalla: es la imagen homogeneizada de nosotros mismos, la misma
imagen que encuentra su reflejo en la prensa diaria y en las páginas de las revistas
informativas”. Dan Lancy, lanzó esta advertencia en 1959, en una conferencia ante
directores de bibliotecas de Wáshington. Lacy fue director de informaciones
internacionales del Departamento de Estado de Estados Unidos en la época de las
investigaciones de McCar- thy y resistió públicamente el oscurantismo de esos años.
En 1956 el Partido Demócrata, para competir en igualdad de condiciones con los
republicanos, confiaron también su propaganda a una agencia de publicidad que, a
la postre, resultó más efectiva. Los investigadores de mercado no sólo se
concretaban a buscar los temas yfiasta las palabras favoritas de los entrevistados,
sino que modifica- "í67fla apariencia física de los candidatos con artes de sastrería
y peluquería. Ningún detalle fue descuidado, ni el maquillaje, ni el color de fondo de
los escenarios -azul telegénico- para sus presentaciones televisadas. Estas técnicas
llegaron a la América Latina con algún retraso y con el aporte de expertos
norteamericanos en publicidad. Ellos, por ejemplo, establecieron que la mayoría de
los electores eran jóvenes y querían ser gobernados por jóvenes. El candidato
presidencial de un país sudamericano fue sometido a una transformación para darle
apariencia juvenil. Patillas al estilo de Elvis Presley, a pesar de la avanzada calvicie,
ropa igualmente juvenil y, sobre todo, caminar muy rápido, casi corriendo, para
mostrar además de juventud, energía y vitalidad. Esto, según los expertos, es más
importante que hablar de problemas económicos, sociales o energéticos.
Las ciencias sociales fueron expropiadas por la publicidad comer- . Pial-Esta a su vez
por la política. Adlai Stevenson, candidato derrotado a la presidencia de los Estados
Unidos declaró consternado: “la idea
de que se puedan vender candidatos para las altas investiduras como si fueran
cereales para el desayuno, es la última indignidad del proceso democrático”2.
Lo que era válido para la política interna de los Estados Unidos, no podía ser
desperdiciado para su política exterior ni menos para su estrategia militar. Sus
servicios de inteligencia tradicionales habían fallado en Cuba. La revolución
triunfante de 1959 se enrumbaba en 1960 a la construcción del socialismo a menos
de 90 millas de sus fronteras territoriales, despertando, además, contagioso
entusiasmo en América Latina y el Tercer Mundo. La acción del gobierno
norteamericano no podía concretarse únicamente a unacampaña increíblemente
calumniosa contra esa revolución para evitar su peligroso ejemplo en el resto del
continente. Sus servicios de inteligencia, especialmente la CÍA y sus Mensajeros de
la Paz eran insuficientes para recoger el pensamiento de los latinoamericanos y
establecer medidas preventivas o, en caso necesario, punitivas. Por eso, el Pen-
tágono y el Departamento de Estado acudieron al auxilio de la mercadotecnia
implementada por las ciencias sociales y organizaron proyectos de espionaje
masivo, bajo la forma de encuesta, en varios países de América Latina, que harían
luego extensivas a 40 países del Tercer Mundo.
Pero mientras los políticos se sentían felices con sus métodos publicitarios, sus
creadores empezaron a sentir que el piso se les movía. Los métodos de los
publicistas, que parecían infalibles, empezaron a fallar. Algunas grandes
inversiones, en este campo, no eran correspondidas con las ventas. Con frecuencia
se incurría en disfunción. Es decir, la publicidad con frecuencia causaba el efecto
contrario al deseado. Surgieron varios problemas tan serios que pusieron a más de
una poderosa empresa al borde de la quiebra. En el mundo de la publicidad se vivía
una angustia silenciada hacia el exterior. Las preocupaciones de los mercaderes de
ilusiones no llegaban todavía a los oídos de los políticos. Estos seguían creyendo
haber descubierto la piedra filosofal de la dominación de sus electores con los
procedimientos sociológicos aplicados al comercio.
Sin embargo, los sondeos de opinión o encuestas sobre los que se sustentaba la
publicidad comercial en los Estados Unidos hasta mediados de la década del 50,
demostraron su peligrosa inexactitud. El fracaso de estos surveys pusieron al borde
del colapso a la
204
poderosa fabricante de automóviles Chrysler. Se comprobó, todavía entonces, que
los muestreos de opinión pública eran anticientíficos. Hasta esos años, los servicios
secretos norteamericanos utilizaban también las encuestas para establecer el
pensamiento de los militares latinoamericanos.
Las encuestas fueron la novedad de los años cincuenta para establecer los gustos y
preferencias de los consumidores y en función de ellos orientar la publicidad de una
industria floreciente pero siempre temerosa de sucumbir en crisis por
sobreproducción. El estudio de mercado llegó a considerarse pretenciosamente
como una ciencia. Los políticos, por eso, adoptaron iguales procedimientos. El
norteamericano George Gallup se hizo multimillonario con sus famosas consultas a
la opinión pública para establecerlos resultados electorales antes de que se realicen
las elecciones. Gallup se convirtió en un moderno y científico Nostradamus. De sus
máquinas calculadoras salían los triunfadores de las elecciones antes que de las
ánforas, a pesar de que la primera vez, en 1938, fallaron sus pronósticos, que fueron
explicados con mucha lógica: “consecuencia de un acontecimiento que cambió
súbitamente, durante las 24 últimas horas, las decisiones ciudadanas”. Pero, diez
años después, en las elecciones de 1948, volvieron a equivocarse estrepitosamente.
El infalible Gallup dio por ganador de las elecciones de noviembre al candidato
Dewey con más del 50% de votos sobre Truman que no llegaba ni al 45. Dos días
después Truman fue el vencedor con más del 54 %.
A pesar de su descrédito, los sondeos elementales de opinión se siguen utilizando
en los procesos electorales en América Latina, pero no por su certidumbre, sino
como instrumentos de propaganda, confiados en que los indecisos siempre
terminan apoyando a los que consideran ganadores, fenómeno conocido por los
sociólogos como Teorema de Thomas. La encuestaJia devenido así en simple medio
de publicidad política, efectiva en cuanto el propio Gallup reconoció que la
impresión de totalidad actúa normalmente en beneficio del favorecido en las
consultas. Actualmente los sondeos Gallup basan sus pronósticos más que en las
respuestas corrientes de sus entrevistados en las nuevas técnicas de Investigaciones
motivacionales a cargo primordialmente de psicólogos.
Los industriales y las agencias de publicidad no podían confiar sólo en los muestreos
de opinión. ¿Qué es lo que fallaba? Se
destinaron, como de costumbre, millones de dólares para averiguarlo. Investigando
las razones del comportamiento de las personas frente a los encuestadores,
llamaron en auxilio de los publicistas a psicólogos, sociólogos, antropólogos y a
psiquiatras sociales. Las conclusiones fueron fabulosas para publicistas e
industriales, pero terroríficas para los demás seres humanos. A partir de ese
momento se estableció que los publicistas no deberían depender más de las
aficiones, gustos y necesidades de los compradores. Por el contrario, había que
imponer a los compradores el gusto y las aficiones de los vendedores, jjediante una
“transfusión de convicciones” utilizando los procedimientos ensayados a nivel
zoológico por Pavlov. Se había descubierto que los humanos poseemos un nivel
ubicado cómo el inconsciente, sobre el cual se puede actuar, para fijar mensajes por
medio de símbolos, colores y frases y obtener a través de estímulos extemos,
idénticas respuestas y reacciones a las sugeridas. Igual que los perros de Pavlov,
dispuestos a reaccionar por reflejos condicionados.
Los políticos, que aprovechando los procedimientos de investigación de mercado
habían superado la propaganda del nazi Goebbels, pronto descubrirían las últimas
novedades de la publicidad comercial, dedicada en esos momentos al estudio de
nuestros procesos mentales para poder manejarlos a su antojo con la ayuda de
símbolos y la participación de sociólogos y psicólogos conductistas.
Desde finales de la década del cincuenta nos estudian en profundidad. Los que
examinan y se zambullen en la conciencia de los hombres, los que taladran nuestro
cerebro, los profesionales en trabajar sobre nuestro inconsciente, los que han
perfeccionado y convertido en ciencia lo que Vanee Packard llama “las formas
ocultas de la propaganda” en busca de cohesionar a la opinión pública, de
convertirnos en seres hechos a la medida y elaborados en serie, se autode- nominan
pomposamente “investigadores motivacionales”. Precisamente el sociólogo
norteamericano Packard, ha resumido los estudios realizados sobre la imprecisión
y falibilidad de las encuestas de opinión pública-objetadas con anterioridad por
publicistas europeos, debido a la insignificante y anticientífica proporción de las
muestras- en su libro Las formas ocultas de la propaganda.
Ya en 1950, el francés Jean Marie Domenach, en su estudio sobre la propaganda
política, sostenía que “el sondeo de opinión obtiene la media de lo que es ya una
media. De allí sus limitaciones y sus
posibilidades de error. La opinión neta se obtiene al nivel del grupo ai que pertenece
el sujeto, pero como esos grupos son por lo general 'múltiples -familia, sindicato,
partido, salón- el individuo puede emitir opiniones diferentes en cada uno de esos
diversos niveles, a veces, contradictorios. Por eso, esta media no se alcanza y la
opinión individual oscila entre las diversas actitudes que se le sugieren"3.
Para que los sondeos tuvieran validez, tendría que buscarse la opinión de individuos
que son prototipos de su sector social, desechando a los atípicos. Pero, como
Domenach hacía notar, existen individuos típicos en un medio que al mismo tiempo
son atípicos en otro. Ponía como ejemplo, el caso de un joven burgués convertido al
comunismo. En el partido, como estudiante, era típico, pero atípico en el seno
familiar. O el de un chauvinista, típico entre los veteranos de la guerra, pero atípico
en la fábrica donde trabajaba o en su sindicato. Si en el primer caso, el encuestador
lo interrogara en su domicilio, cometería un grave error al proyectar esa opinión
como la representativa de su barrio. En el segundo caso podría generalizar al
sindicato como chauvinista. Los encargados de las entrevistas, sobre todo en las
encuestas electorales, no tienen tiempo sino para tocar el timbre de una casa y
preguntar al primero que sale a abrirle la puerta.
Los publicistas descartaron por eso la validez de los sondeos de opinión pública. Si
sus resultados son discutibles en un pequeño grupo que se toma de muestra, mucho
más irreal es que se los interpole como expresión de toda una ciudad y peor de todo
una nación.
Pero fueron los psicólogos y los psiquiatras sociales los que al comprobar la
ineficacia de las encuestas descubrieron la posibilidad de moldear el
comportamiento de los individuos y de las sociedades. Desde entonces, antes de
lanzar una campaña de publicidad para vender determinado producto ya no había
que preguntarle a la gente qué es lo que quería o qué es lo que le gustaba. Ahora
había que psicoanalizarla, estudiarla en profundidad, averiguar sus complejos,
analizar sus frustraciones, en suma, lanzar sondas a su alma a fin de conocer su
profundidad, para establecer los motivos que lo inducen a la elección y actuar en
consecuencia.
Según describe Vanee Packard, los expertosen ciencias médicas y sociales, que por
encargo de las agencias de publicidad estudiaron las razones por las cuales fallan las
investigaciones de
207
mercado mediante los sondeos de opinión, encuestas o surveys llegaron a las
siguientes conclusiones:
"En primer lugar no ha de suponerse que la gente sabe lo que quiere". Como ejemplo
para esta afirmación cita el caso de uña industria de salsa de tomate que se puso al
borde de la quiebra por aplicar al pie de la letra los resultados de una encuesta
realizada entre compradoras de ese producto. La mayoría de entrevistadas había
sugerido un nuevo tipo de envase y aprobado el propuesto. Cuando el producto llegó
a los mostradores en la novedosa botella, bajaron las ventas. Nuevamente
entrevistadas, por mayoría abrumadora, rechazaron el envase y manifestaron su
preferencia por el anterior.
Otro ejemplo confirmatorio de esta conclusión fue el resultado -ampliamente a
favor- de una cerveza seca inexistente, con el agravante que la consulta fue hecha
entre bebedores de cerveza.
Una periodista peruana, para un programa de televisión, realizó una encuesta para
que las personas interrogadas, incluyendo intelectuales, dieran su opinión sobre el
último best-seller: una novela titulada La quinta espada. Casi todos declararon
haberla leído. Unos la encontraron apasionante y no escatimaron elogios a la obra y
a su autor. Sin embargo la novela no se había escrito nunca y el título era producto
de la imaginación de la periodista.
Este último caso coincide plenamente con la segunda conclusión resumida por
Packard: “No cabe suponer que la gente diga la verdad sobre sus preferencias y
aversiones aun en el caso de conocerlas. En cambio es probable que se obtengan
respuestas que protejan á los informantes en su resuelto empeño por aparecer ante
el mundo como seres verdaderamente sensatos, inteligentes y racionales". Este caso
'les frecuente en declaraciones al público o a periodistas. Por ejemplo, las candidatas
a los reinados de belleza, indefectiblemente manifiestan sus preferencias por la
música y la literatura clásicas, aunque sus verdaderas aficiones no pasen de los
ritmos bailables de moda y su lectura apenas alcance a los folletines de Corín
Tellado.
Otro ejemplo, comprobado por los investigadores para esta conclusión es que la
gente “admite leer sólo revistas que gozan de gran prestigio". Si se tomaran en serio
estos resultados, se llegaría a la conclusión que los periódicos sensacionalistas y de
escándalo se leen apenas, mientras las publicaciones culturales deberían alcanzar
altísimos tirajes.
Packard refiere un experimento realizado en Estados Unidos por el Instituto de
Investigación del Color para poner en duda la sinceridad con la que la gente
responde. Describe que, antes de una conferencia prepararon dos salas de espera:
una con modernos, mullidos y confortables muebles suecos y, la otra, con sillones de
estilo, incómodos pero tradicionales. Los primeros asistentes ocuparon de
inmediato la primera sala y únicamente cuando ya no había sitio, se sentaron en los
antiguos, incómodos y recargados asientos. Interrogados después de la conferencia
sobre cúal de las salas les había parecido mejor, el 84% respondió que la clásica.
Otro experimento preparado por el mismo instituto fue realmente humorístico: se
interrogó a seiscientas personas sobre si acudirían Tuna casa de empeño en busca
de un préstamo de dinero, dejando un objeto en garantía. Todos los informantes
respondieron negativa y airadamente. Pero el instituto había preparado la encuesta
estrictamente entre clientes de casas de préstamo.
Otra conclusión demostrativa de la limitada eficacia de las encuestas se basa en que
“es peligroso suponer que la gente se comporta de manera racional”. Uno de los
casos estudiados por el referido instituto y recogidos por Packard, para sostener
esta tesis, fue la consulta hecha entre amas de casa sobre las bondades de tres
marcas de detergente. La mayoría de las mujeres consultadas rechazaron el
detergente del envase amarillo porque, si bien sacaba en forma excelente la
suciedad, en cambio quemaba las manos. Para ellas, el del envase azul no afectaba la
piel pero no lavaba bien. Fue casi unánime el fallo al mejor detergente: era el de la
caja bicolor -amarillo y azul- porque no afectaba las manos y limpiaba con
perfección. Lo que no sabían las participantes de la prueba es que se trataba de un
mismo producto envasado en tres cajas diferentes.
El mismo Packard, refiere otra encuesta cuyas conclusiones hicieron perder
millones de dólares a la Chrysler Corporation. Lo más significativo de esa consulta
fue su duración y lo detallado, lo exahus- tivo y, para su tiempo, lo científico del
cuestionario. La Chrysler quería saber, desde luego para aumentar sus ventas, qué
características debería tener el auto preferido por los norteamericanos. El resultado
fue considerado, por mucho tiempo, como el “error más caro en la historia de los
negocios de Estados Unidos”. De acuerdo con ese estudio de mercado, los
norteamericanos estaban cansados de los
automóviles grandes y anchos, adornados con exceso de cromos, difíciles de
estacionar en calles cada vez más congestionadas, y una serie de argumentos más.
Para satisfacer ese deseo mayoritario, la Chrysler disertó un automóvil mediano y
sencillo con la seguridad de revolucionar el mercado. Hay que imaginarse la
inversión y el tiempo que requirió para cambiar sus instalaciones y adaptarlas al
nuevo modelo. Los resultados fueron catastróficos. Nunca la gigantesca empresa
vendió tan pocos automóviles como en 1953, año en el que se aplicó la muestra. Para
evitar la quiebra tuvo que volver a las características de largo y ancho de sus
antiguos diseños.
Treinta años después, los sondeos siguen desorientando a quienes encargan estos
estudios más que si confiaran únicamente en su intuición. En 1980 el Newsprint
Information Comittee -una suerte de club de editores- quiso dar respuesta a un
interrogante: si más gente leía periódicos o veía televisión. Para estar seguros
encomendaron la investigación a tres acreditadas empresas de marketing: Roper,
Ben Bagdikian y Robinson. Los estudios de Roper resultaron diferentes y opuestos
a los realizados por Ben Bagdikian. Los obtenidos por la firma Robinson, no se
parecían a ninguno de los otros dos.
No es posible sacar conclusiones definitivas de las encuestas sobre las preferencias
de los consumidores. Con mayor razón si se trata de averiguar convicciones
políticas, ideológicas o favoritismo sobre candidaturas a cargos electivos. En algunos
países del Tercer Mundo ía sinceridad frente a un formulario de preguntas políticas
puede ser un riesgo peligroso. Por ejemplo, en Chile gobernado por el general
Pinochet es improbable que un marxista confiese sus convicciones ante un
desconocido, porque siempre tendrá la duda de si realmente se trata de un
pesquisidor de encuestas o de un miembro de seguridad del Estado. La
demostración se dio precisamente en Chile en el referendum convocado en 1988.
Todas las encuestas, sin excepción y hasta la víspera de la consulta, daban por
ganador al “si” que permitiría la permanencia de Pinochet en el gobierno. Pero el
“NO" se impuso en proporción contundente.^Después se supo que la confianza y el
optimismo de Pinochet no se sustentaban únicamente en los sondeos de las agencias
privadas, sino en la de sus propios servicios de intéligencia.
I sucede con los ratings que miden ia sintonía de programas W* y teievis¡ón y los
tirajes de revistas y periódicos. Una inves- de ra7p ¿¡e| congreso norteamericano
sobre los ratings sorprendió fi aue por la falta de idoneidad y honestidad en los
procedimientos, ^ {reducidísimo ámbito en que se realizaban las consultas. Las em-
P°reaS dedicadas a estos estudios llegan a tener poder excesivo píbre los medios de
comunicación, puesto que sus conclusiones es- !¡dísticas sirven de pauta para la
distribución de propaganda de las Cencías de publicidad. En América Latina se han
producido verdaderos escándalos por la manipulación de cifras para beneficiar a
determinados medios de comunicación. En realidad, casi en ningún país están
reguladas por ley estas empresas ni las universidades preparan a sus expertos.
Nacen espontáneamente como los huevos neutros. Sin embargo, sus ejecutivos se
promueven como infalibles y paracer- tificarque sus métodos son científicos,
muestran como testimonio técnico a las computadoras “que nunca se equivocan”. Y
realmente -salvo que tengan virus- no se equivocan. Además de certeras, las
computadoras son veloces y honestas. No se puede afirmar en cambio que sean
certeros, infalibles y honestos los seres humanos que las programan y que cargan
los datos. En el Perú existe una empresa de encuestas denominada Peruana de
Opinión Pública, cuyas siglas son pop. En los medios periodísticos se bromea, y hasta
se ha publicado con esa intención, que la sigla pop se interpreta como "Pagas O
Pierdes”.
Hay numerosas experiencias al respecto. El director de un periódico de reciente
fundación, recibió la visita del representante de una empresa de ratings ofertando
la venta de sus sen/icios. Convencido que la propaganda comercial no se daría a ese
medio por su línea popular por muy significativo que fuera su tiraje, no aceptó la
proposición. Les preguntó, en cambio, cúales eran los métodos para establecer el
número de ejemplares de cada publicación. Respondieron que sus expertos
consultaban pon vendedores y compradores. director les aconsejó un sistema más
seguro: que consultaran °on los distribuidores zonales.
Ellos entregaban las publicaciones en su sector y, al día siguiente, recibían las
devoluciones de los ejempla- ®s no vendidos. Y otra sugerente invitación: que lo
visitaran a la hora 6 se iniciaba la impresión y se quedaran hasta el final,
contemplan- contómetro de la rotativa.
Los expertos no aceptaron ninguna de las propuestas, convencidos de sus métodos
de muestreo. Como consecuencia de esta negativa, los resultados del rating
correspondiente al mes siguiente hubieran sido catastróficos para el periódico de
haber vivido de la publicidad comercial y no de los comunicados de organizaciones
gremiales y sindicales, y del tiraje: no sólo lo bajaron del lugar en que lo habían
ubicado antes de la visita, sino que lo hicieron desaparecer. Prácticamente para la
empresa encuestadora el periódico no existía.
En la mayor parte de los países del Tercer Mundo funcionan empresas
transnacionales dedicadas al estudio de sintonía y circulación, como un
complemento a las de publicidad. Entre ambas forman los brazos de una tenaza que
aprisiona a los medios locales de comunicación. Si algún diario o estación de radio o
televisión, adoptara una política informativa realmente amplia, pluralista y que de
algún modo objetara la economía de mercado, la empresa de rating será la
encargada de establecer que ese medio no tiene aceptación en el público. Al no
figuraren los lugares aceptables para la publicidad, ésta le será negada sobre bases
reales y objetivas. Esa es la razón por la cual no puede sobrevivir la prensa
alternativa y con mayor razón la radio o la televisión alternativa. Por eso, los
movimientos progresistas están marginados de la libertad de prensa.
Las encuestas políticas llegaron con mucha tardanza a América Latina. En el Perú,
por ejemplo, iniciaron sus actividades recién en 1980. En realidad, la mayoría de las
empresas encuestadoras existían desde tiempo atrás con fines estrictamente
comerciales. En las elecciones de ese año decidieron incursionar en las arenas
movedizas de la política, porque se les abría una nueva fuente de ingresos. Como la
norteamericana Gallup, el debut fue catastrófico: no acertaron una. De acuerdo con
sus pronósticos, en 1980 el presidente peruano debió ser el aprista Armando
Villanueva con amplísima ventaja sobre el populista Fernando Belaúnde. Pero los
resultados fueron exactamente a la inversa. Los márgenes de error superaron el 15
y 20%. La historia fue a contrapelo de las encuestas.
Con esos resultados debieron volver -silenciosos y avergonzados- a sus
indagaciones de consumo, lectoría y sintonía. Pero la acogida que tuvieron durante
la campaña electoral en las empresas
de radio, televisión y en los periódicos les reportó nada despreciables ganancias. Sus
pronósticos no fueron infalibles, pero sus utilidades sí. De manera que para las
elecciones municipales de 1983, regresaron al negocio como si nada hubiera
sucedido.
Descubrieron, además, que difundiendo sus cifras en los medios, adquirían un poder
de manipulación extraordinario que les permitía _Subo.rdi.nar a políticos y partidos
con la posibilidad de endosarles el "voto perdido" y, por añadidura, hacer méritos
con los grandes anunciadores. Esta última afirmación es demostrable -con tos
estudios realizados por el politólogo peruano Fernando Tuesta4- al comprobar que,
sin excepción, las empresas encuestadoras disminuyen las posibilidades de los
sectores populares y de la izquierda, al subrepresentar a los sectores de extrema
pobreza. Tuesta demuestra que eñ todas las encuestas, la candidatura de la derecha
“está sobrerrepresentada”, mientras que la candidatura de Izquierda Unida ¿ecibe
exactamente el trato contrario: en todos los casos los porcentajes que se le otorgan
son siempre menores a los resultados finales. 'T3s empresas latinoamericanas de
marketing político, añaden a la serie de razones por las cuales fallan las encuestas,
una de importancia decisiva. Sus métodos y cuestionarios están traducidos
literalmente de las encuestadoras de Estados Unidos, primera potencia económica
del mundo, donde los estratos sociales están diferenciados y no tienen la
heterogeneidad de los países subdesarrollados. En cualquier ciudad de Estados
Unidos se puede ubicar y diferenciar con facilidad a los distintos sectores por sus
ingresos económicos. En Lima, donde la población ha aumentado 5 veces en 30 años,
con una marginalidad no mensurada y creciente, aplicar mecánicamente los
procedimientos norteamericanos carece de seriedad y raya en el absurdo.
La segunda experiencia de las encuestas políticas de 1983 en Lima, fue peor que la
anterior. Un mes antes de las elecciones, cada una de las empresas encuestadoras
dio resultados diferentes y todas fallaron. A cuarenta días de las elecciones, el
candidato favorito a la alcaldía de Lima era Alfredo Barnechea del Partido Aprista,
con el 26 y 30% de la votación, según las empresas Peruana de Opinión Pública
(pop) y Datum, respectivamente. De acuerdo a pop, el segundo lugar correspondía a
Ricardo Amiel del Partido Popular
Cristiano y el tercero, al candidato de Izquierda Unida, Alfonso Barrantes. Para
Datum, ei segundo tugar era para el representante de la izquierda; para Inter-Gallup
el triunfador debía ser el popularcristiano Amiel con el 26%, seguido del entonces
izquierdaunidista Barrantes y, en el tercer puesto quedaría Barnechea del APRA.
No se requería de sondeos de opinión, para intuir que el vencedor real sería el
candidato de Izquierda Unida. Pero las agencias POP, Datum y la Compañía Peruana
de Investigación de Mercados (CPI) recién dieron a esa candidatura el primer lugar,
faltando dos días para la realización de los comicios. Fracasaron lamentablemente
en los porcentajes estimados. Después de reiterar que sus sondeos tenían como
máximo el 5% de error, Datum falló en 13.51 y CPI en 14 puntos porcentuales.
Igualmente fueron notables los yerros en los puestos siguientes. En el proceso
electoral de 1983 se puso en evidencia la carencia ética de Inter-Gallup, contratada
con exclusividad por el diario El Comercio. Esa empresa dio como favorito en las
encuestas hasta el último día, al popularcristiano Ricardo Amiel -candidato
auspiciado por ese diario-, que resultó tercero. Con respecto al primero se alejó de
la realidad en más del 12%.
Tal vez confiando como Martín Fierro, en que “saber olvidar lo malo también es
tener memoria", las empresas manipuladora-en- cuestadoras reaparecieron en los
procesos electorales de 1985, de1986 y de 1989. En las del año 85 la campaña
espectacular del aprista Alan García no dejaba dudas sobre su triunfo. La discusión
generalizada consistía en saber si ganaría en la primera vuelta o requeriría de una
segunda elección. Las agencias encuestadoras fallaron notableme^e en los
porcentajes alcanzados. La mayoría de ellas se quedaron cortas en las intenciones
del voto, con el evidente propósito de mejorar al candidato apoyado por los grandes
anunciadores. Los errores de todas las agencias en los siguientes puestos y los
porcentajes atribuidos, fueron realmente decepcionantes.
Esta tendencia de favorecer las candidaturas apoyadas por los empresarios, se hizo
evidente en las elecciones municipales de noviembre de 1989. Desde el mes de
agosto era notoria la popularidad abrumadora del candidato del Movimiento Obras,
Ricardo Belmont, propietario de dos radioemisoras y de un canal de televisión,
además de ser un animador muy querido por sus marathónicas presentaciones
anuales en la televisión en un programa destinado a recaudar fondos en beneficio
de la clínica San Juan de Dios para ni-
nos inválidos de sectores populares. Ya el 20 de agosto -casi tres meses antes de las
elecciones-, una encuesta “flash" de la empresa Mercadeo y Opinión S.A. publicada
en el diario La República, lo consideraba en el primer lugar. Sin embargo, las demás
encuestadoras mostraban la preferencia por el candidato de la derecha unificada
tras las siglas del Frente Democrático (FREDEMO) y representado por Juan
Incháustegui.
En el transcurso de la campaña, se mostró siempre al candidato Incháustegui, si no
por delante, siguiendo muy de cerca a Ricardo Belmont, dando la impresión de que
los resultados electorales serían muy parejos, por lo menos entre estos dos
candidatos. Tres semanas antes de la elección, el diario El Comercio publicaba los
resultados de las consultas favorables a su candidato, Juan Incháustegui, y parecía
que repetiría la manipulación de 1983. Por fin, cuando no se podía remar más contra
la corriente, el sábado 28 de octubre -las elecciones se realizarían 14 días después-
El Comercio publicó tos sondeos de Datum colocando en primer lugar a Belmont con
36%, seguido por el candidato derechista con 31%, pero con una nota de redacción
de antología. Debajo del cuadro de los resultados de la encuesta, El Comercio colocó
la siguiente explicación: “Aunque el candidato de Obras, Ricardo Belmont, cuenta
con 5.5 puntos más que el candidato de FREDEMO, Juan Inchaústegui, que lo sigue
en las preferencias, Datum anota que de acuerdo al margen de error no hay certeza
de un ganador definido. Debido al tamaño de la muestra existe un empate estadístico
entre Obras y FREDEMO”. El famoso “empate estadístico" fue roto por la realidad
con más del 45% de la votación a favor del candidato de Obras.
_A pesar de todos estos fracasos rotundos, los medios de comunicación insisten en
utilizar las encuestas y presentarlas como oráculos cibernéticos infalibles con la
finalidad de convertirlas en confiables para los electores. Las encuestas se han
convertido en armas fundamentales para la manipulación de los ciudadanos. Son
evidentes los efectos disuasivos en la conducta del elector. Por eso, a despecho de
las objeciones planteadas por estudiosos, ningún medio de comunicación se ha
atrevido a promover un debate sobre el tema. Sería suficiente comparar los
resultados simultáneos que con pedantería exhiben los dirigentes de empresas de
sondeos de opinión, para demostrarles que sus procedimientos son un embuste.
Veamos una muestra más: El Comercio del martes 27 de junio de 1989, publicó el
resultado de las consultas hechas por Apoyo S.A. a la pregunta: “¿Por quién votaría
si mañana fuesen las elecciones presidenciales?”, el 44% respondió que lo haría por
Vargas Llosa -candidato del FREDEMO- y el 19% por Barrantes Lingán -en ese
momento probable candidato de iu- Pero, dos días antes, el domingo 25 de junio de
I989, el diario La República, basado en la “encuesta flash" de Mercadeo y Opinión,
tituló la información con grandes caracteres: “Se viene el Barrantazo” y atribuyó al
candidato Barrantes, no el 19%, sino el 38%.
Es un misterio conocer el grado de credibilidad que los empresarios anunciadores
le otorgan a sus informes de marketing; no se sabe si las diferencias de los sondeos
comerciales son tan abismales como de las encuestas políticas. Tal vez para los
comerciantes e industriales no sea grave un margen de error del 5%. Pero para la
política sí. Fernando Tuesta lo explica con el siguiente ejemplo: “en una encuesta con
un margen de error de 5%, no es posible sostener que A obtiene el 30% de los votos,
seguido por B que tiene 25% y, en tercer lugar, se encuentra C con un 22%. Debido
al margen de error del 5% para arriba y para abajo, la realidad puede ser
completamente diferente e incluso contraria: puede dar como resultado que C
obtenga 27%, B quede segundo, con 26%, y el supuesto puntero A se quede al final
con 25%. Es decir no es posible inferir enfáticamente, con una muestra determinada,
un resultado puntual”. Una experiencia al respecto es el “empate estadístico” del
diario El Comercio.
Como cinco meses después de las elecciones municipales de 1989 se realizan las
generales, las agencias de marketing no esperaron el tiempo prudente para el olvido
de sus fiascos. Tres semanas después del famoso “empate estadístico”, con gran
desprecio por la inteligencia de sus lectores, el diario El Comercio, con la misma
agencia Datum volvieron a la carga de la manipulación estadística. Nuevamente, a la
pregunta sobre “si las elecciones fueran mañana, por cuál partido votaría Ud.” le
atribuyeron el 51.8% de las preferencias al frente derechista que acaba de perder el
principal municipio del país, donde se concentra la mitad del electorado. En cambio,
a Izquierda Unida le atribuyeron el 11.4%, rebajándole 12 puntos porcentuales-más
del doble-del porcentaje alcanzado exactamente 18 días antes.
Al igual que Gallup que inauguró el sistema con un fiasco, pero encontró la disculpa
correspondiente, las empresas de marketing político hacen proezas de imaginación
para explicar a sus clientes comerciales sobre sus fracasos políticos. Veamos una
muestra: la Compañía Peruana de Investigación de Mercados S.A. (CPI) al día
siguiente de las elecciones de 1986, dirigió una carta circular firmada por su
director-gerente, Manuel Saavedra, con el título de “Elecciones municipales de 1986
(Lima). Un caso especial de marketing político”. Recordemos que CPI en la encuesta
realizada 6 días antes de las elecciones, dio como ganador a Luis Bedoya del Partido
Popular Cristiano, con 31.5% -que llegó tercero-; como segundo a Jorge del Castillo,
del Partido Aprista, con 28.8% -que fue el ganador- y a Alfonso Barrantes -en ese
momento candidato de Izquierda Unida- como tercero con 25.2%, pero que llegó
segundo.
En la comunicación circular CPI sostuvo que los aciertos y los errores que
distorsionaron las muestras se desencadenaron enforma sucesiva y concluyente en
las últimas 48 horas. Como aciertos, explicó el “balconazo” del presidente Alan
García a favor de Del Castillo y como error, la “respuesta fuera de tono al mensaje
presidencial por parte del Dr. Luis Bedoya”. En cuanto a Barrantes, “pensamos que
en cierta medida, aunque no en forma significativa, se reflejó el “voto escondido’ en
los votantes indecisos”.
En las conclusiones del informe de CPI a sus “clientes y amigos” se revela algo que
desconocen los sufridos creyentes de las encuestas. Transcribimos textualmente la
conclusión B: “En ningún momento los resultados de'las diferentes encuestas han
constituido un pronóstico de los posibles resultados del día Domingo; sólo han
reflejado las preferencias de los votantes en el momento de la encuesta".
Los “hombres de Pavl&y”
La década del sesenta se inicia con los nuevos descubrimientos psicosociológicos de
la publicidad. Se . ha perfeccionado desde entonces, más que el arte, la ciencia de la
manipulación de las concien-
.pias. Los mercaderes de#usiones, no sólo hablan de mercadotecnia. Su vocabulario
ha sido ampliado y enriquecido con los nombres de Freud y de Pavlov; hablan de
psicología conductista, de la semiótica y los símbolos, de los estudios en
profundidad, de los test motiva- cionales. El test de Rorschach,o de apercepción
temática, les es familiar y los han adaptado a sus fines. Igual que el test pictórico de
frustración de Rosenzweig o el de Szondi. Se sienten técnicos en persuación y están
seguros que “no controlan mercados, sino conciencias".
Psicoanalistas de prestigio se especializan en la nueva ciencia: dos de ellos, Ernest
Ditcher y Louis Chesquin, escribieron un verdadero tratado titulado La teoría de las
motivaciones. Ditcher además, como la eminencia máxima para las agencias de
publicidad, editó una nueva biblia: Los motivos del consumidor. Ditcher y Chesquin
resumieron su ciencia con las siguientes palabras: “La investigación motivacional es
la que trata de indagar los motivos que inducen a elegir. Utiliza técnicas destinadas
a llegar a lo inconsciente o subcons- ciente, porque por lo general las preferencias
se determinan por factores de los que el individuo no tiene conciencia”5.
Se ha producido, sin lugar a dudas, una verdadera revolución para las ventas y, en
consecuencia, para el agigantamiento de los complejos industriales. Con los aportes
de la psicología, la expansión de la sociedad de consumo se acelera
indeteniblemente. Krief Bernard, en su libro El centelleo del inconsciente, define al
nuevo marketing de. Ja. siguiente manera: “El previo conocimiento del mercado es
lo que, determina desde todo punto de vista las características de los productos que
se disponen para comunicarlos y la manera en que se procederá.JNo se trata ya de
dar salida a una producción encontrándole un mercado ._Por el contrario: se
fabricará para un mercado analizado de antemano. El punto de partida es el
mercado, .no el. producto. Es posible vender imágenes contenidas en objetos porque
todos nosotros somos compradores de imágenes: es lo que sin cesar perseguimos y
a veces inconscientemente".
Fue, sin embargo, en Estados Unidos donde se produjeron las primeras reacciones
contra las nuevas ciencias del engaño. Intelectuales y educadores, principalmente,
denunciaron los procedimientos empleados por los vendedores como un atentado
contra la dignidad humana. El periódico Wall Street Journal publicó una nota
editorial
que no la repetiría después: “El afán del hombre de negocios por promover las
ventas lo está conduciendo a un extraño mundo selvático: la subconciencia”. La
incursión en ese “extraño mundo selvático de la subconsciencia" -si se tomara en
cuenta al individuo debería ser sagrado- arrojó saldos positivos en los negocios. El
marketing se volvió infalible y definitivo en una sociedad cuya máxima aspiración
es el lucro. La política, en consecuencia, no podía dar la espalda a la nueva ciencia: a
la ingeniería social o humana. Tendrían que aplicarla luego, en el Tercer Mundo, para
conocer a fondo la realidad de ese mercado antes de venderle su mercadería política,
cultural e ideológica. En el Departamento de Estado razonaron, en el sentido que si
los procedimientos son efectivos en su país, deben serlo igualmente en el resto de la
humanidad, especialmente para los habitantes del Hemisferio Sur con más de 800
millones de analfabetos.
En los Estados Unidos hay verdaderas autoridades en ingeniería social o ingeniería
humana, para organizar a la sociedad y moldear a los hombres a su gusto. En su
estudio participaron no sólo profeso- “res en forma aislada, sino las universidades
mismas con apoyo económico de grandes empresas. Todos ellos, con armas y
bagajes fueron llamados a participar en la política, principalmente para integrarse
al “trust de cerebros” que fijan la política exterior del imperio. Con ellos se delineó
la estrategia de la dominación y se elaboraron planes concretos.
Los proyectos más conocidos, por el escándalo que provocaron con su
descubrimiento, fueron el plan Camelot destinado a realizar sondeos de opinión
política en las fuerzas armadas chilenas; el plan Simpático en Colombia; El plan
Colonia en Perú y el job 430 en Argentina. Cada uno de ellos contó con presupuestos
millonarios.
Todos estos planes de espionaje, excepto los que se aplicaron en Perú y Colombia,
estaban sustentados exclusivamente en métodos sociológicos, empleados por la
publicidad en los años 50, mediante cuestionarios a ser respondidos por militares
en situación de actividad y de retiro. Pero eran años en los que ya se cuestionaban
por inexactos los muestreos de opinión pública. Los publicistas habían establecido
que era mucho más efectivo manipular a la gente e inducirla, que someterse a sus
gustos. “La psicología no solamente era una promesa para comprender a la gente
sino también para regular en última instancia su conducta”.
En el plan Colonia y en el plan Simpático se utilizó este novísimo "arte negro". Aparte
de los cuestionarios, se realizaron tests proyectaos, incluyendo el test de Rorschach
y los pictóricos de frustración, métodos en boga para explorar el inconsciente de los
seres humanos. Esa es la razón por la cual en el plan Simpático participaron, por
primera vez, siete psicólogos. El director del proyecto era psicólogo, Norman Smith
con amplia experiencia como investigador motivacional, seguido por el antropólogo
Howard Cauffmann. En el Camelot únicamente intervinieron sociólogos. En el
Colonia y en el Simpático los psicólogos y antropólogos superaron en número a los
sociólogos y los subordinaron a sus decisiones.
En el libro Espionaje en América Latina de Gregorio Selser se recoge la totalidad de
documentos del plan Camelot, los cuestionarios del Simpático y del job 430, así como
los informes de la Comisión Investigadora de la Cámara de Diputados de Chile. De
esa documentación extraemos, en primer lugar, los objetivos perseguidos por el
Departamento de Estado y del Pentágono que, para esta labor de espionaje psico
sociológico en los cuarteles, encubrieron sus actividades tras la fachada de la
American University, con sede en Wáshington.
El proyecto -resultado del esfuerzo de 140 profesionales-año, realizado durante tres
años y medio para determinar la posibilidad de desarrollar un sistema de análisis
de un país- proporcionaría los medios para:
Identificar y medir indicadores y estimar las causas de un conflicto potencial
interno;
estimar el efecto de diversas acciones gubernamentales que influyan sobre ese
potencial; y
obtener, conservar y recoger la información requerida para el sistema
anteriormente mencionado.
Desde luego que toda la información recabada en los países debía ser centralizada y
procesada por el Pentágono y el Departamento de Estado de Estados Unidos. Los
fines aparentes eran científicos y sin embargo, la mayoría de estos planes se
realizaban con desconocimiento del gobierno de los países espiados.
Uno de los cuestionarios que debían responder los militares apárte de generalidades
-en la filiación se les pedía consignar la ocupación y las ideas políticas del padre y
del suegro- es una obra
220
maestra para establecer el pensamiento político de cada encuestado.
"Veamos alguna preguntas:
*-Si Ud. tuviera que escoger entre las siguientes categorías, ¿en cúal de ellas se
ubicaría Ud. políticamente en este momento?: derechista, algo derechista, algo
izquierdista, Izquierdista.
-Comente, por favor, el origen de su decisión y el significado que Ud. atribuye al
concepto señalado.
-En su opinión la probabilidad de una guerra entre Chile y alguno de sus vecinos no
existe, es muy pequeña, es escasa, o es grande? ¿podría explicar por qué piensa así?
-(Para los retirados) Desde que Ud. se retiró del Ejército: ¿ha pertenecido a algún
partido político como miembro? ¿Podría indicarme a cúal?
-Mientras Ud. estaba en el Ejército: ¿se consideraba a sí mismo como derechista, algo
derechista, algo izquierdista o como izquierdista?
-En general, ¿simpatizaba Ud. en especial con algún partido político?
-¿Cúal piensa Ud., es la justificación básica del dominio civil sobre los militares?
-Al leer las proposiciones siguientes, le ruego que indique si está: 1. Muy de acuerdo.
2. De acuerdo. 3. No totalmente de acuerdo. 4. Muy en desacuerdo. 5. En desacuerdo.
6. No totalmente en desacuerdo. Leálas rápidamente y no se preocupe de
contradicciones:
Por regla general, en Chile los ricos desprecian a los pobres.
Por regla general, en Chile los pobres odian a los ricos.
Los matrimonios entre gente de diferente clase social no son aconsejables.
5. Una clase de gente pobre es necesaria. De otra manera, ¿quién ejecutaría los
trabajos sucios y bajos que deben hacerse?
Las clases populares deben aprender a aceptar su destino en la vida y a lograr la
felicidad a través de los valores espirituales y de una intensa vida religiosa.
Las cosas materiales no son tan importantes. Cada uno debe aprender a aceptar su
destino en la vida y a encontrar felicidad a través de una fuerte vida espiritual y
religiosa.
Obreros y empresarios son enemigos naturales y nadie puede cambiar este hecho.
Para lograr la justicia social es justo que el gobierno aumente bastante los servicios
que mejoran la vida de los pobres a través de más impuestos que pesan sobre los
ricos.
Mientras que el sistema capitalista liberal sacrifica los intereses de la mayoría por
los intereses egoístas del individuo, el socialismo sacrifica las libertades individuales
al Estado. Chile debe tomar el liderato al establecer una sociedad cristiana
totalmente nueva, que no sea capitalista ni socialista, la cual preserve el bienestar
de la mayoría y la libertad individual.
Lo que el país necesita no es ni el socialismo ni un utópico tercer sistema no
socialista o capitalista’, sino una serie de reformas sociales y un más adecuado
sistema de planificación que servirá para construir un fuerte y vigoroso capitalismo
en Chile.
38. En la medida que los trabajadores participen en el proceso económico-político y
social habrá una disminución de la lucha de clases.
44. La desigualdad es un hecho natural que no puede cambiarse ni aun con medidas
que tiendan a aumentar el nivel tanto económico como cultural de las clases
populares 58.
En embarazos ilegítimos, el aborto en muchos casos es la alternativa más razonable.
Para proteger la castidad de las novias es necesaria la prostitución.
Es razonable que los hombres tengan mayor libertad sexual que las mujeres.
131.La tarea principal de los chilenos es impedir el triunfo del marxismo aplastando
al comunismo internacional.”
En suma, se trataba deunoperativo del Pentágono norteamericano para establecer
las tendencias políticas dentro del ejército de cada país latinoamericano, puesto que
con variantes los objetivos de las encuestas fueron los mismos. La encuesta sólo era
una parte insignificante de los planes Camelot, Simpático, Colonia, etc. En el estudio
del diseño normativo, se proponía un “inventarío de organizaciones sobresalientes
que incluirían por lo menos:
Partidos políticos
Movimientos políticos aún no totalmente organizados
Organizaciones y movimientos laborales
Organizaciones y movimientos campesinos
222
Estado
Ciudad
Publicación
Estado Ciudad
Publicación
ArizonaArkansasCalifornia
LafayetteRockfordlowa CityRichmonDanvilleMariónMoinesDes d
The San
Stockton
BernardirtoonWilmingtNorwichCollinsFort Visalia
cky«ansasLouisianaKentu
LouisviileShrevepoCoffeyvillMonroerte
--
Battle CreekDetroit
Ronda
County
Florida TodayNewsJournal-Press
SturgisHurón
ColoradoConnecticutDelaware
urisotaMissoMinnean
GeorgiaGuam
Mississippi
Cloud
The Clarion Hattiesburg American
Hawaii
Honolulu
Idaho
New Joumal
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Niagara
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ObserverWestchester Rock
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cipayos, que a pesar de ser hindúes, se pusieron al servicio de Gran Bretaña para que
colonizaran su patria.
Mientras no se modifique el sistema vigente, se corre el riesgo que acaben las
resistencias morales del pueblo. La democratización de los medios de comunicación
es, imperativamente, el primer paso para la liberación.
Democratizar las comunicaciones significa liberarlas de la dependencia de la
publicidad comercial.
Democratizar las comunicaciones significa liberarlas de la dependencia
transnacional.
Democratizar las comunicaciones significa establecer un auténtico pluralismo
informativo.
Democratizar las comunicaciones es abrir nuestro mundo a voces múltiples.
Democratizar las comunicaciones significa darles voz a los amplios,
abrumadoramente mayoritarios sectores que carecen de ella.
Democratizar las comunicaciones es acabar con el actual sistema vertical, de arriba
hacia abajo, que encubre a los verdaderos dueños y convierte a los demás en sujetos
pasivos sin más opciones que leer, ver, oír y callar, semejante al “calla, reza y trabaja”
del feudalismo.
Democratizar las comunicaciones significa recuperar la personalidad y la soberanía
de nuestras naciones.
Democratizar las comunicaciones es supeditar los acontecimientos a los procesos.
Democratizar las comunicaciones significa defender nuestras tradiciones, nuestras
culturas autóctonas y milenarias, nuestras costumbres y nuestro carácter étnico.
Democratizar las comunicaciones es iniciar el cambio de una democracia
representativa hacia una superior, de participación plena.
Democratizar los medios de comunicación es liberar a nuestros pueblos de la
alienación mental al que están sometidos y sacarlos de ia condición de “hombres de
Pavlov" al que pretenden reducirlos.
Democratizar ias comunicaciones, es en suma, emanciparnos de la tercera
colonización.