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Elsie Rockwell
La actualización implica una relación directa entre la formación del docente y la calidad de
la enseñanza
La actualización que se brinda a los maestros en los cursos a que hago referencia responde,
por regla general, a la necesidad de adecuar a los maestros al modelo pedagógico vigente,
modelo que a su vez está determinado por la política educativa en turno.
La expresión “si queremos lo aplicamos, y si no, no” nos remite al margen de autonomía
que el maestro tiene en el salón de clase y del cual hace uso según sus necesidades y
reflexiones propias.
El maestro como un sujeto con saberes y experiencias profesionales que actúa dentro de
una situación concreta de trabajo entre en contradicción con la imagen institucional del
docente como un técnico aplicador de procedimientos diseñados por otros.
Los cursos de actualización
Los cursos pueden ser regionales o nacionales. Se organizan cuando se pretende introducir
un programa educativo o reforma en toda la república, y su objetivo es corregir fallas o
carencias educativas que los propios técnicos han detectado y que es posible superarlas a
partir de modificaciones, reestructuraciones o cambios a programas o métodos.
Los supervisores constituyen un eslabón importante por la relación directa que tienen con
los maestros.
Dada la magnitud de la empresa se hace necesario incluir a maestros con algún cargo
directivo para que actúen como “multiplicadores”.
Para los supervisores, impartir los cursos es una de las funciones del puesto, ya que son
considerados “orientadores de la labor educativa”,
Los asesores son los receptores directos de la criticas al programa que transmiten.
En muchas ocasiones, los técnicos consideran a los supervisores un serio obstáculo por la
resistencia que oponen a los proyectos que ellos impulsan. Los supervisores, por su parte,
consideran que sólo ellos conocen los problemas de la educación, pues “la viven
diariamente”; por lo tanto, descalifican de antemano los “planes implementados tras un
escritorio”.
Las pugnas subyacentes se expresan cuando la SEP necesita a los supervisores para
realizar sus proyectos, y toman matices particulares dependiendo de la intensidad de los
conflictos entre la SEP y el SNTE en cada estado.
En algunos casos los maestros aceptan al supervisor únicamente como autoridad formal,
pero no le reconocen capacidad para dirigirlos y orientarlos.
Al mismo tiempo los supervisores deben considerar a los usuarios del sistema, los padres
de familia, que en ocasiones muestran oposición ante los cambios impulsados por la SEP.
Para los maestros, los cursos son obligatorios porque se realizan dentro de la jornada
laboral y este carácter se refuerza con las medidas administrativas que se toman para
garantizar la asistencia. (pase de lista al principio y al final de cada sesión, reportes por
inasistencia, vigilancia del supervisor).
Para el asesor es vital mantener un control del grupo que le permite desempeñar su trabajo.
Para ello recurre por un lado a un principio de compañerismo, que le permite solicitar el
apoyo de los maestros y deslindar su responsabilidad de los contenidos de programa.
Mantener el control del grupo implicaba cerrar canales de comunicación con os maestros y
evitar al máximo posibles cuestionamientos.
El tema de sesión se trata rápidamente, por lo regular en equipos que leen el material y
responden a las preguntas que “les tocan” de manera formal.
A la luz de su experiencia docente los maestros califican, valoran, utilizan o desechan los
conocimientos que se manejan en los cursos.
Copian de manera selectiva algunas rimas o cuadros sinópticos que el asesor les lleva, o
hacen síntesis de algunas técnicas grupales que les gustaron.
Los maestros aprovechan el trabajo en equipos para expresar sus opiniones de manera
más abierta.
Como maestros en servicio, en cambio, no pueden separar el ámbito de la teoría del de sus
vivencias diarias, ni borrar el rostro de sus alumnos para sustituirlo por el de un “sujeto
educativo” abstracto.