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ALADINO Y LA LÁMPARA MARAVILLOSA

Aladino era un jovencito humilde, bueno y colaborador. Vivía en Arabia con su madre, pues su padre había
fallecido cuando era muy pequeño. Pero a Aladino le gustaba recordarlo. «Tu padre se llamaba Mustafá -le decía
su madre, un hombre trabajador y honesto, pero guardaba celosamente un extraño secreto».
Una mañana, cuando acudió al mercado a hacer compras, un misterioso sujeto lo detuvo en su camino, diciéndole
que sabía de su padre. “¿Conoció usted a papá?”, le preguntó con inusitada curiosidad.
El hombre le contestó: “Mustafá era mi primo, yo soy tu tío”, y lo acompañó a casa colmándolo de regalos. A su
madre le pareció algo sospechoso porque Mustafá nunca le habló de tal pariente, pero al ver que se mostraba
generoso con Aladino, accedió a que saliesen a dar un paseo por el bosque. Caminaron hasta llegar a la entrada
de una cueva desolada. “Tienes que entrar le ordenó el sujeto porque allí hay una lámpara mágica que nos hará
muy ricos”. Pero Aladino se rehusó, forcejearon y el hombre lo hizo ingresar a la fuerza, tapiando la entrada con
una enorme roca. Quiso llorar, pero lo que vieron sus ojos lo dejó pasmado: “¡Cáspita, es un fabuloso tesoro!”.
Eran cofres llenos de monedas, joyas de oro y brillantes; pero su vida corría peligro.

Entonces divisó la lámpara. “Sería en verdad mágica” pensó, y al limpiarla del polvo, un ruido atronador lastimó
sus oídos, asomando la imagen de un genio, quien con su poderosa voz le dijo: «Amo, estoy para servirte. Pídeme
lo que quieras y serás atendido». Aladino no podía creerlo y sin embargo ya sentía que le faltaba el aire. Entonces
ordenó al genio: «Llévame donde mi madre». Y se vio transportado a casa. Se lo contó todo a su madre, quien le
dijo: «Te quiero vivo antes que todo el oro del mundo». Por su parte, el supuesto tío huyó al África, aunque pronto
volvería. Aladino repartió el oro entre los más pobres y pidió al genio que le concediese el amor de la hija del
sultán. Cuando lo consiguió, se sintió el hombre más feliz de la Tierra. El supuesto tío era en verdad un antiguo
enemigo de Mustafá y volvió para robar la Lámpara Maravillosa. Así lo hizo, pero el genio, cansado de sus abusos
retornó donde Aladino. El ladrón, al ingresar a la casa del hijo de Mustafá en busca del tesoro, se tropezó con los
gendarmes que lo buscaban desde hacía mucho tiempo.

Aladino y su bella esposa recorrieron el mundo en la alfombra mágica que le concedió el bondadoso genio y
fueron muy felices. Fin.
MORALEJA: Tener cautela frente a los extraños
Anónimo.

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