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Siete impactos del cambio climático en los animales

22 de abril del 2017

Un oso polar sobre un bloque de hielo que se derrite — cuando


hablamos del calentamiento global, esta es la imagen que viene a
nuestras mentes

La pérdida de hábitat es devastadora, pero tristemente es solo


uno de los muchos problemas que enfrentan los animales. En este
Día de la Tierra (22 de abril), Protección Animal Mundial hace un
llamado de atención hacia otros efectos negativos que cambio
climático tiene en los animales, que son igualmente masivos y te
sorprenderán.

1) Sequías extremas

En regiones como el Cuerno de África (Etiopía y Somalia), las


variaciones en el clima causan sequías más largas y extremas. Los
índices de lluvia tienden a la baja desde 1970, mientras que las
temperaturas continuan aumentando.

El clima impacta directamente a la cobertura vegetal y a los


animales: entre menos llueve, menos agua y comida hay disponibles.
Este año, miles de animales murieron en Bolivia y otros 30.000
fueron rescatados por nuestro equipo de atención de desastres. En
el 2016, ayudamos a más d e
40.000 bueyes y búfalos en una de
las sequías más extremas de la
historia de Tailandia.

2) Deshielo, lluvias e
inundaciones
El calentamiento global está derrietiendo los casquetes polares,
elevando el nivel del mar. Alrededor del mundo, las ciudades
costeras son amenazadas por inundaciones y tempestades. Estos dos
fenómenos fueron las catástrofes más frecuentes de la última
década — sumaron hasta un 80% de todos los desastres naturales.

Solo en una región de Argentina, víctima de inundaciones en el


2016, casi 24.000 perros, caballos y bueyes fueron afectados.

3) El fenómeno del zud

En el 2015, el frío extremo mató a 170.000 alpacas en el Perú.


Entre los países más vulnerables al cambio climático está
Mongolia, las intensas sequías en el verano son seguidas por
inviernos cada vez más hostiles, en un fenómeno conocido como zud.
Los zuds amenazan a millones de animales por la repentina falta
de alimento, el congelamiento de sus patas y abortos causados por
el frío.

En el 2016, nuestro equipo ayudó a más de 160.000 animales en


Mongolia y el número de animales que se rescataron aumentó a
350.000 en el zud de ese año

4) Mega tormentas
Aunque antes eran poco frecuentes, las grandes tormentas como el
tifón Haima se vuelven cada vez más comunes. El motivo es el
aumento en la temperatura de los océanos. Causadas por la intensa
evaporación del agua, estas tormentas se forma en altamar y dejan
un rastro de destrucción por donde pasan — matando, hiriendo y
dejando a muchísimas personas y animales sin hogar.

¿Te acuerdas del huracán Matthew? Impactó a más de 670.000


animales en Haití.

5) Enfermedades

El cambio climático también contribuye a la propagación de


enfermedades. Entre ellas están el ébola, el dengue, la malaria,
el cólera, el virus del Nilo occidental, y la enfermedad de Lyme.
Diversas investigaciones, hechas por ejemplo en India y en Kenia,
asocian las enfermedades de los animales de granja con las
variaciones producto del cambio climático.
Los desastres naturales tienen un impacto aún más directo en la
salud de los animales. En tormentas o inundaciones, ellos corren
el riesgo de contraer infecciones graves, como carbúnculos o la
enfermedad de Newcastle. La exposición a la lluvia y a los vientos
fuertes también causan dolencias respiratorias, vómitos y diarrea.
Los animales atrapados durante inundaciones, o atascados en el
lodo o la nieve —en el caso de los zuds— pueden desarrollar
problemas en sus patas y cascos. Y en sequías extremas, sufren
por desnutrición y deshidratación

6) Ondas de calor extremo

En las últimas dos décadas, las ondas de calor se han vuelto una
de las principales causas de muertes relacionadas con los
desastres naturales, afectando tanto a humanos como a animales.
En el 2010, por ejemplo, el intenso calor mató a la mitad de la
población de cacatúas negras de pico corto, una especie amenazada
en Australia, en la ciudad de Hopetun de ese país.

Y desde 1994, ya han muerto más de 45.000 de los murciélagos más


grandes del mundo, en 21 ondas de calor.

7) Migración
El cambio climático también interfiere con la migración de los
animales, que tienen que cambiar su ruta adaptarse a climas a
los que no están acostumbrados, en coasiones incluso dejando de
migrar. Eso afecta a todo el ecosistema. Por ejemplo, el
calentamiento de los polos está haciendo que el salmón de Alaska
de EE.UU. deje de migrar, lo que impacta directamente la
alimentación de los osos.

Un estudio mostró que el clima está alterando o interrumpiendo


los patrones migratorios de pajaros, mariposas y peces. Entre
ellas están el carbonero común en Europa, el salmón de Alaska, la
mariposa monarca, la cigüeña blanca, y los gansos canadienses,
así como diversas aves costeras de Israel

Moviendo al mundo para proteger a los animales


Al igual que a las personas, los cambios climáticos afectan a los
animales — millones mueren o sufren con la falta de comida, agua
y abrigo luego de los desastres naturales, quedando expuestos a
enfermedades y al abandono. Pero, a diferencia nuestra, los
animales no tienen voz.

Con tu apoyo, Protección Animal Mundial está trabajando con


pequeños agricultores, con personas que tienen animales de
compañía, y con personas dedicadas al pastoreo o al arreo, para
que estén mejor preparadas en caso de un desastre. También
trabajamos con gobiernos, para que implementen políticas de
protección de animales y desarrollen planes de contingencia para
los desastres. Con esto, queremos disminuir la vulnerabilidad de
los animales.

En algunas regiones, estamos desarrollando sistemas de alerta para


que las personas y sus animales puedan ponerse a salvo antes de
que un ciclón impacte a la comunidad. En otras, llevamos alimento,
agua y atención veterinaria de emergencia para socorrer a miles
de animales afectados por catástrofes o climas cada vez más
extremos.

Juntos, moveremos al mundo para proteger a los animales.

Los animales que ya están cambiando por el cambio climático


Las pulgas de agua, las salamandras y las panteras son sólo algunas
de las especies que cambiaron su tamaño, color o población.
Científicos advierten que el 80% de las funciones de La Tierra
están alteradas.

Una de las preocupaciones más grandes que ha traído la elección

de Trump como presidente de Estados Unidos es que es

un negacionista del cambio climático. Rodeado de un equipo

político que varias veces ha afirmado que no hay evidencia

científica de este fenómeno, el temor que durante su gobierno se

acabe con los esfuerzos conjuntos establecidos en el Acuerdo de

París no deja de ser una amenaza.

Pero si hay algo que se le puede refutar a Trump, es que el cambio

climático no es un invento de alarmistas, ambientalistas,

“hippies” o locos. Es una situación cuyos efectos ya se están

empezando a sentir en el mundo y en los cuerpos de las especies

animales y vegetales.

La pulga de agua, por ejemplo, es una especie que, como ninguna

otra, depende la de temperatura. Por ser asexual su mecanismo de

reproducción está ligado a señales químicas y ambientales, y no a

la unión de un óvulo y un espermatozoide, como sucede con la

mayoría de otros animales. Su partenogénesis – como se conoce

científicamente a este proceso de reproducción – depende del calor


ambiental. Así, durante los meses cálidos se reproducen más y hay

mayor número de crías hembras, mientras en invierno nacen menos

individuos y en su mayoría son machos.

Por ser casi un termómetro de cómo está afectado el cambio

climático a las especies, científicos de la Universidad de

Florida, Estados Unidos,las consideran los “nuevos ratones de

laboratorio”. "Ahora sabemos que el cambio climático está

afectando su genética, su fisiología, su distribución y las

comunidades de las que forma parte. Este ejemplo ofrece la prueba

más completa de cómo el cambio climático puede alterar todos los

procesos que rigen la vida del planeta", advirtió Brett Scheffer,

biólogo de la Universidad de Florida, al periódico El País de

España.

Pero la pulga de agua no es la única que se ha ido alterando por

el cambio climático. Junto con otros científicos de distintas

universidades, Scheffers se puso la misión de revisar toda la

literatura científica que hay sobre el impacto que este fenómeno

ha tenido en plantas y animales. ¿Su conclusión? El 80% de los

procesos, incluyendo mutaciones en los genes, cambio en el tamaño,

la forma y la distribución de las poblaciones, hasta estrés en

los ecosistemas, ya se están viendo afectados por el calentamiento

global.

Para volver al caso de la pulga de agua, los científicos

encontraron que sus genes están cambiando, haciéndolos más

tolerantes a las altas temperaturas y modificando sus rasgos

físicos como el tamaño corporal o el color. En las altitudes más

frías desarrollaron una mayor tolerancia térmica sólo en decenas

de años, lo que, además, cambia su rango geográfico.

En otros casos, además, han visto que la primavera se está

adelantando, el cambio de la temperatura está afectando la


conducta de muchas avesy, en Canadá, los bosques boreales cada

vez avanzan más al norte.

Ahora, esto no significa que todas las poblaciones estén

disminuyendo. El pingüino de Adelaida, por ejemplo, empezó a

crecer en la Antártida como consecuencia del deshielo.

En el mar, explican, es un tire y afloje, pues mientras el 52% de

las especies adaptadas a aguas calurosas han crecido, el mismo

porcentaje para las de agua frías ha disminuido. En la tierra, la

mitad de las especies de vertebrados desapareció en 40 años.

Algunos datos, como el de las salamandras, hacen estos cambios

más evidentes: la mayoría de estos animales redujo su tamaño en

un 8% en solo 50 años (el equivalente a que el humano perdiera 15

cm en este mismo periodo de tiempo). Durante este mismo periodo

de tiempo tres especies de aves cantoras en el noroeste de Estados

Unidos han sufrido una reducción de sus alas en un 4%, mientras

las martas americanas empezaron a crecer.

El melanismo – condición que sufren las panteras negras o los

cuervos– empezó a disminuir, pues no es una adaptación que va de

la mano con el aumento de la temperatura, y las aves “correlimos

gordo” ahora tienen hijos de un tamaño más pequeño.

Además, advierten los científicos, con un aumento de la

temperatura sea sólo de 1°C, los sistemas naturales podrían sufrir

mayores impactos. Lo que indica que incluso cumpliendo con lo

acordado en la COP21 – evitar que la temperatura global aumente

2°C- puede que a la vuelta de 30 o 50 años, los animales y plantas

que habiten La Tierra, no sean los mismos.

EBA Montaña en el Perú: cómo aprovechar los ecosistemas para


adaptarnos al cambio climático
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El proyecto EbA Montaña viene implementando en las comunidades


campesinas de la Reserva Paisajística Nor Yauyos Cochas (RPNYC),
iniciativas que buscan aprovechar los ecosistemas para adaptarse
al cambio climático. Se busca que el enfoque de Adaptación basada
en Ecosistemas (AbE, o EbA en inglés) sea incorporado en las
políticas nacionales y ofrecerle a las comunidades de montañas
una nueva alternativa para adaptarse al cambio climático.

Los ecosistemas, a través de su biodiversidad y servicios,


contribuyen al desarrollo de la vida humana y
al verse afectados por el cambio climático, ponen en juego el
desarrollo humano del país. En el caso de las montañas, el
principal servicio ecosistémico que provee es el agua. Para Perú,
un país con una distribución hídrica asimétrica, donde el 1.8% de
los recursos hídricos debe abastecer a más del 65% de la población
ubicada en la costa; el cuidado y conservación de la provisión de
agua es vital, aún más, si las poblaciones más vulnerables
dependen directamente del recurso hídrico para su principales
actividades económicas: la agricultura y la ganadería.

Así, el proyecto busca reducir la vulnerabilidad de estas


poblaciones, incrementando su capacidad de resiliencia a través
del enfoque AbE que integra el manejo sostenible, la conservación
y la restauración de ecosistemas, para proveer servicios que
permiten a las personas adaptarse a los impactos del cambio
climático. Implementado desde el 2012, el proyecto desarrolla
metodologías y herramientas para la aplicación de la AbE, que
responden a un Estudio de Vulnerabilidad e Impacto de la RPNYC
frente al cambio climático, trabajando para ello en coordinación
con las comunidades campesinas y priorizando medidas de AbE para
la zona.

Ejemplos a resaltar son el manejo de vicuñas para el


aprovechamiento de la fibra animal asociado al ordenamiento
ganadero, la rehabilitación de infraestructura hídrica, y la
restauración de humedales y pastizales. Dichas iniciativas se
vinculan con la gestión del cambio climático, apuestan por
desarrollar una ganadería sostenible, beneficiando los bofedales
y el césped de puna, que son las unidades ecosistémicas más
extensas de la RPNYC y brindan la mayor cantidad de servicios
ecosistémicos para la población.

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