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ANIMALES Y SU ADAPTACIÓN AL CAMBIO CLIMÁTICO

El clima del planeta ha variado significativamente a lo largo de la historia y los


investigadores encontraron que estos cambios han determinado el lugar donde
viven los animales.

Según Rolland el planeta era cálido y tropical hasta hace 40 millones de años, lo
que le hacía un lugar ideal para muchas especies, pero, a medida que se fue
enfriando, los pájaros y los mamíferos pudieron adaptarse a las temperaturas
más frías, lo que les permitió moverse hacia otros hábitats.
“Esto puede explicar por qué vemos tan pocos reptiles y anfibios en el Ártico”.
Rolland explicó que los animales que pueden regular la temperatura del cuerpo,
proceso conocido como endotérmica, tendrían la capacidad de sobrevivir porque
pueden mantener el calor de sus embriones, cuidar de sus crías y migrar o
hibernar. Estas estrategias les ayudan a adaptarse a la temperatura fría, a
diferencia de otras especies, añade el científico.

Rolland, que trabajó con expertos de Suiza y Suecia, argumenta que estudiar la
evolución de los animales en el pasado y la forma en que las especies se han
ido adaptando aporta importantes pistas para entender cómo los rápidos
cambios actuales de las temperaturas tienen un impacto en la biodiversidad del
planeta.

¿Qué animales tienen más posibilidades de adatarse al cambio


climático?

Los mamíferos y las aves tienen más posibilidades de evolucionar y adaptarse


al rápido cambio climático de la Tierra que otros animales como reptiles y
anfibios, según un estudio publicado hoy en la revista británica Nature Ecology.

Los mamíferos y las aves son más capaces de extender sus hábitats, lo que
supone que se adaptan y cambian más fácilmente”, señaló Jonathan Rolland, de
la University of British Columbia (Canadá) y autor de la investigación.
“Esto tendría -agregó- un profundo impacto en los niveles de extinción y en cómo
nuestro mundo se vería en el futuro”.

Para su estudio, los científicos combinaron datos de la actual distribución de los


animales, los registros fósiles y la información filogenética (relaciones evolutivas)
de 11.465 especies, lo que les permitió reconstruir dónde vivieron en los últimos
270 millones de años y qué temperaturas necesitaron para sobrevivir.
¿Cómo van a responder las poblaciones de animales al cambio
climático?

El estudiante de doctorado y autor principal de este trabajo, Jon Parrett, de la


Facultad de Ciencias Biológicas y Químicas de Queen Mary, Reino Unido,
señala: “El cambio climático está alterando los entornos en todo el mundo de
varias maneras, con aumentos de temperatura de varios grados en muchos
lugares. Es importante que comprendamos cómo responderán las poblaciones
de animales a estos entornos cambiantes. Nuestro estudio es el primero en
analizar cómo la selección sexual afecta a la capacidad de la población
animal para responder a aumentos graduales de temperatura”.
“Descubrimos que las polillas tenían más probabilidades de tener éxito en
entornos estresantes de aumento de la temperatura cuando había más
machos compitiendo por oportunidades de apareamiento. Esto se debía a
que los hombres que estaban mejor adaptados al nuevo entorno eran más
propensos a aparearse, y estos padres exitosos transmitieron sus buenos genes
a sus descendientes, ayudando a la supervivencia en el nuevo entorno”.

Se establecieron varias poblaciones de la polilla india de la harina Plodia


interpunctella con una proporción sexual masculina sesgada de tres machos por
cada hembra (fuerte competencia) o una proporción sexual femenina de un
macho por cada tres hembras (competencia débil). Luego, el equipo aumentó
gradualmente la temperatura a la que fueron criados en 2 grados centígrados
cada dos generaciones.

Lo que dice la ciencia...


Un gran número de extinciones masivas han estado muy relacionadas con el
cambio climático. Debido a la gran rapidez del actual cambio climático, el
modo en que las especies suelen adaptarse (ej. migración) es, en muchos
casos, simplemente imposible. El cambio global es sencillamente demasiado
dominante y está sucediendo demasiado rápido.

Lo que hace el hombre…

El ser humano está transformando el medio ambiente global. Grandes áreas


de bosque templado en Europa, Asia y Norteamérica han desaparecido
durante los últimos siglos debido a la agricultura, la obtención de madera y el
desarrollo urbanístico. Los bosques tropicales están ahora en primera línea.
La invasión de especies de plagas, competidores y depredadores está
aumentando exponencialmente con la ayuda del ser humano, y la
sobreexplotación de la pesca, y de animales silvestres, al borde del colapso,
continúa siendo la regla más que la excepción.
A la cabeza de todo esto ha estado una expansión de la población que se ha
multiplicado por seis desde el año 1800 y una economía cuyo tamaño global
se ha multiplicado por cincuenta. La gran empresa humana moderna se ha
construido sobre la base de la explotación del medio ambiente. En la
actualidad, hasta un 83% de la superficie continental del planeta está bajo la
influencia directa del ser humano, y dominamos por completo el 36% de la
superficie bioproductiva. Hasta la mitad de la escorrentía de agua dulce del
mundo es hoy en día capturada para el uso humano. La industria convierte
más nitrógeno en formas reactivas que todos los procesos naturales del
planeta, y nuestros procesos industriales y agriculturales están produciendo
una acumulación de gases de efecto invernadero hasta niveles sin
precedentes en al menos los últimos 800.000 años y posiblemente mucho
más.

Es evidente que esta dominación planetaria de la sociedad humana va a tener


implicaciones para la biodiversidad. Ciertamente, un informe reciente sobre este
asunto, el informe de Evaluación de los Ecosistemas del Milenio de 2005 (un
estudio medioambiental de una escala similar a los del IPCC sobre el cambio
climático), sacó algunas sombrías conclusiones: el 60% de los ecosistemas del
mundo están hoy en día degradados y la tasa de extinciones es actualmente
entre cien y mil veces mayor que la tasa “de fondo” de escalas geológicas. Por
ejemplo, un estudio dirigido en el año 2003 mostró que hasta el 42% de las
especies del sudeste asiático podrían estar abocadas a la extinción para el año
2100 considerando únicamente la deforestación y la fragmentación de su hábitat.

Figura 1: extinciones proyectadas en el sudeste asiático debido a la pérdida de


hábitat (fuente: Sodhi, N. S., Koh, L. P., Brook, B. W. & Ng, P. K. L. 2004).

El calentamiento global, ciertamente, ha afectado ya a los rangos de distribución


geográfica de las especies y a sus pautas de reproducción, migración,
florecimiento, etc. Pero extrapolar estos impactos observados a predicciones de
riesgos de extinción futura es un difícil. El estudio más conocido hasta la fecha,
realizado por un equipo de Reino Unido, estimó que entre el 18 y el 35% de las
especies animales y vegetales estarán abocadas a la extinción hacia el año 2050
debido al cambio climático. Este estudio, que utilizó un enfoque simple
consistente en estimar la variación de rangos geográficos de las especies tras
ajustarlo a las actuales condiciones bioclimáticas, provocó un intenso debate.
Algunos argumentaron que era demasiado optimista o demasiado incierto
porque dejaba fuera la mayoría de detalles ecológicos, mientras que otros
dijeron que posiblemente era demasiado pesimista, basándose en lo que
sabemos de la respuesta de las especies y la aparente resiliencia a anteriores
cambios climáticos del registro fósil.

Un gran número de antiguas extinciones masivas se han relacionado con


cambios climáticos globales, incluyendo la de más radical mortandad que finalizó
la Era Paleozoica, hace 250 millones de años, y la, un tanto menos catastrófica
pero también dañina, del Máximo Térmico del Paleoceno-Eoceno, hace 55
millones de años. Mientras que en el pasado más reciente, durante los ciclos
glaciales de los últimos millones de años, aparentemente hubo escasas
extinciones relacionadas con el clima.

En este periodo, la diferencia en la temperatura global media entre lo más


profundo de una glaciación y un periodo cálido interglacial era de unos 4 o 6 ºC,
que es comparable a la que se anticipa para este siglo debido al calentamiento
global antropogénico bajo un escenario "business as usual" de uso intensivo de
combustibles fósiles. La mayoría de las especies parecen haber persistido a lo
largo de estos múltiples ciclos glaciales-interglaciares. Esto puede inferirse del
registro fósil y de evidencias genéticas en las especies modernas. En Europa y
Norteamérica, las poblaciones se desplazaron hacia el sur a medida que las
capas de hielo del hemisferio norte avanzaban, y reinvadieron el norte cuando
los glaciares retrocedían. Algunas especies pudieron también haber persistido
en regiones localmente favorables que estarían de otro modo aisladas en la
tundra y paisajes llenos de hielo. En Australia, una cueva recién descubierta ha
mostrado que grandes mamíferos (‘megafauna’) fueron capaces de sobrevivir
incluso en el árido paisaje de Nullarbor en condiciones similares a las actuales.

Sin embargo, aunque el registro geológico es esencial para entender


cómo las especies responden a los cambios climáticos naturales, hay
una serie de razones por las que los futuros impactos sobre la
biodiversidad serán particularmente severos:
El calentamiento provocado por el ser humano está ya siendo rápido y se
espera que se acelere. Escenarios del IPCC como el A1FI y el A2 implican
una velocidad de calentamiento de 0.2 a 0.6 °C por década. En comparación,
el cambio promedio de hace 15.000 años (última glaciación) a hace 7.000
años (actual interglacial) fue de ~0,005°C por década, aunque estuvo
ocasionalmente salpicado por tumbos abruptos de corta duración (y
posiblemente de escala regional), como el Younger Dryas, y eventos
Dansgaard-Oeschger y de Heinrich.

La optimista estimación en el rango bajo de 2°C de calentamiento durante


el s. XXI desplazará la temperatura global media de la superficie de la Tierra
a condiciones que no han existido desde la mitad del Plioceno, hace 3
millones de años. Más de 4°C de calentamiento atmosférico retrotraerá el
clima del planeta, en tan solo un siglo, al mundo prácticamente libre de hielo
que había con anterioridad a hace unos 35 millones de años. La duración
promedio de las especies es de tan sólo 1 a 3 millones de años. Así que es
muy posible que en el instante (geológicamente comparativo) de un siglo, las
condiciones planetarias se transformen a un estado que no se parezca a nada
que la mayoría de las modernas especies del mundo hayan encontrado
jamás.

Como mencionaba antes, es crítico entender que los ecosistemas en el siglo


XXI parten de una línea base ya masivamente alterada, de modo que han
perdido resiliencia. La mayoría de los hábitats están ya degradados y sus
poblaciones reducidas, en mayor o menor medida, por las actividades
humanas anteriores. Durante milenios, nuestros impactos han sido
localizados aunque severos, pero durante los últimos pocos siglos hemos
desatado transformaciones físicas y biológicas a escala global. En este
contexto, las sinergias (realimentaciones positivas o de auto-refuerzo) del
calentamiento global, la acidificación oceánica, la fragmentación y pérdida de
hábitats, las especies invasivas, la polución química es probable que
conduzcan a extinciones en cadena. Por ejemplo, la sobre-cosecha, pérdida
de hábitat y cambios en el régimen de los incendios forestales probablemente
aumentarán los impactos directos del cambio climático y harán más difícil el
que las especies se desplacen a áreas no afectadas, o que mantengan un
tamaño de población sostenible. Una amenaza refuerza a la otra, o múltiples
impactos juegan entre sí, lo que hace que el impacto conjunto sea mucho
mayor que si cada amenaza individual ocurriera aisladamente.

En el pasado, la adaptación de las especies a los cambios climáticos se


producía fundamentalmente desplazando su rango geográfico a mayores o
menores latitudes, en función de si el clima se estaba calentando o enfriando,
o hacia arriba y hacia abajo en hábitats montañosos. Había también
respuestas evolutivas (los individuos que eran más tolerantes a las nuevas
condiciones sobrevivían, de modo que hacían a las futuras generaciones
también intrínsecamente resilientes).
CONCLUSIÓN

Los mamíferos y las plantas pueden adaptarse al cambio climático


Los corales, los árboles, los pájaros, los mamíferos y las mariposas se
están adaptando bien a la rutinaria realidad de un clima cambiante.
Para adaptarse usan el mismo método que utilizan al buscar comida o
aparearse, solo sobrevive el más fuerte; mientras que los débiles
simplemente morirán al intentar adaptarse a algo nuevo.
BIBLIOGRAFÍA
https://www.ambientum.com/ambientum/cambio-climatico/animales-cambio-
climatico.asp
https://www.europapress.es/ciencia/habitat-y-clima/noticia-mamiferos-aves-
adaptan-mejor-cambios-climaticos-20180129182625.html
https://www.natura-medioambiental.com/animales-y-su-adaptacion-al-
cambio-climatico/
http://www.fao.org/docrep/011/i0670s/i0670s13.htm

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