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2º BACHILLER
Profesores:
JUAN PEDRO ESCORZA FERNÁNDEZ
ELENA GONZÁLEZ MERCADO
La nación más fuerte del mundo es sin duda España. Siempre ha intentado
autodestruirse y nunca lo ha conseguido. El día que dejen de intentarlo,
volverán a ser la vanguardia del mundo (Otto Von Bismarck)
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DIRECTRICES Y ORIENTACIONES GENERALES PARA LA PRUEBA DE ACCESO
Y ADMISIÓN A LA UNIVERSIDAD – HISTORIA DE ESPAÑA
PROGRAMA DEL SEGUNDO CURSO DEL BACHILLERATO, EN RELACIÓN CON LA PRUEBA DE EVALUACIÓN
DE BACHILLERATO PARA EL ACCESO A LA UNIVERSIDAD
Como orientación y a efectos de las pruebas, los bloques de contenidos de Historia de España, tal como figuran en la Orden
Ministerial de ECD/1941/2016, de 22 de diciembre, quedan agrupados de la siguiente forma:
AGRUPACIÓN DE CONTENIDOS I
Bloque 1: La Península Ibérica desde los primeros humanos hasta la desaparición de la monarquía Visigoda (711).
Bloque 2: La Edad Media: Tres culturas y un mapa político en constante cambio (711-1474).
AGRUPACIÓN DE CONTENIDOS II
Bloque 3: La formación de la Monarquía Hispánica y su expansión mundial (1474-1700).
Bloque 4: España en la órbita francesa: el reformismo de los primeros Borbones (1700-1788).
AGRUPACIÓN DE CONTENIDOS IV
Bloque 9: La crisis del Sistema de la Restauración y la caída de la Monarquía (1902-1931).
Bloque 10: La Segunda República. La Guerra Civil en un contexto de Crisis Internacional (1931-1939).
AGRUPACIÓN DE CONTENIDOS V
Bloque 11: La Dictadura Franquista (1939-1975).
Bloque 12: Normalización Democrática de España e Integración en Europa (desde 1975).
ESTRUCTURA DE LA PRUEBA
La prueba constará de dos opciones que serán idénticas en su estructura: cada opción consistirá en desarrollar un tema y responder a
tres cuestiones. Cada cuestión tendrá dos apartados: una pregunta abierta y otra semiabierta.
En la Opción A el tema será propuesto entre los contenidos de estándares de aprendizaje evaluables (bien uno solo o el resultante
de la reunión de varios de ellos) de los bloques de contenidos 5, 6, 7 y 8 (agrupación de contenidos III). Cada una de las tres
cuestiones se corresponderá respectivamente: la primera con los bloques 1 y 2 (agrupación de contenidos I); la segunda con los
bloques 3 y 4 (agrupación de contenidos II), y la tercera con los bloques 9 y 10 (agrupación de contenidos IV).
En la Opción B el tema será propuesto entre los contenidos de estándares de aprendizaje evaluables (bien uno solo o el resultante de
la reunión de varios de ellos) de los bloques de contenidos 9, 10, 11 y 12 (agrupaciones de contenidos IV y V). Las tres cuestiones
se corresponderán: la primera con la agrupación de contenidos II (bloques 3 y 4); y las otras dos con los bloques de contenidos 5,
6, 7 y 8 (agrupación de contenidos III).
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COMENTARIO DE TEXTO
1. Trabajo previo
Leer el documento.
Numerar las líneas de 5 en 5.
Subrayar las ideas principales.
Buscar el significado de los elementos clave para el análisis y que necesitan explicación (alusiones,
términos específicos, fechas, lugares, hechos, nombres propios).
2. Comentario
Introducción o identificación del documento donde deben figurar el título (indica idea esencial), fecha de
la creación del documento (si no está explicitada, se debe deducir del contenido), autor (profesión y
función que desempeña en ese momento histórico), tema, naturaleza del texto (político –discursos,
manifiestos-, jurídico –leyes, tratados-, económicos –contratos-, testimoniales –memorias, diarios- o por el
destinatario –privado, público- ), tipo de fuente (histórica, historiográfica –primaria, secundaria), y,
contexto histórico o circunstancias que enmarcan al texto.
Desarrollo o análisis y explicación del documento: extraer la idea principal de cada párrafo, relacionar
dicha información con el momento, explicar lo que el autor dice o lo que se puede deducir –primer nivel de
explicación-, completar lo que el autor quiere demostrar, recurriendo a conocimientos históricos externos
al documento en manuales de historia –segundo nivel de explicación- .
Conclusión o síntesis interpretativa: se recoge el sentido global del texto (antecedentes, consecuencias),
y, una valoración crítica personal argumentada a favor o en contra del texto.
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AGRUPACIÓN DE CONTENIDOS I
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BLOQUE 1: LA PENÍNSULA IBÉRICA DESDE LOS
PRIMEROS HUMANOS HASTA LA DESAPARICIÓN DE LA
MONARQUÍA VISIGODA (711)
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EL PROCESO DE HOMINIZACIÓN EN LA PENÍNSULA IBÉRICA. NUEVOS HALLAZGOS
INTRODUCCIÓN
Hasta época reciente los restos humanos hallados en la Península Ibérica eran escasos. Sabemos de la
existencia de homínidos por una abundante industria lítica esparcida por todo el solar hispano. No
obstante, descubrimientos recientes (de finales del siglo XX y comienzos del actual) permiten afirmar que
el poblamiento de la península es muy antiguo, pudiendo remontarse hasta unos 800.000 años. Esto
aparece atestiguado por los restos humanos hallados en los grandes yacimientos de Atapuerca (Burgos) y
otros menos conocidos pero igualmente importantes: Cueva Victoria (Murcia) y Venta Micena en Orce
(Granada). Lógicamente estos restos del género Homo no pertenecen a un mismo grupo humano, sino a
“ensayos” en el proceso de hominización, que finaliza con el Homo sapiens actual. Toda esta evolución
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se produce en el periodo más antiguo de nuestro devenir histórico: la Prehistoria o Protohistoria. A
continuación explicaremos ésta con las divisiones clásicas de Edad de Piedra (Paleolítico, Mesolítico,
Neolítico) y Edad de los Metales (Cobre, Bronce, Hierro).
Paleolítico. La Península Ibérica estaba habitada por hombres depredadores que tallaban sus instrumentos
de piedra. Cazadores y recolectores, practicaban un nomadismo tras sus presas. El larguísimo periodo del
Paleolítico se divide tradicionalmente en tres etapas: Inferior, Medio y Superior.
Paleolítico Inferior.- Aparecen los restos más antiguos en la Gran Dolina de Atapuerca: el Homo
antecessor, con una antigüedad en torno a los 800.000 años. Este periodo se inicia en esa fecha y se
da por concluido hace unos 100.000 años. Dicho homínido comparte el solar hispano con el Homo
erectus, ambos preneandertales. Su industria lítica se componía de lascas, choppers y hachas bifaces.
Los instrumentos de mayor antigüedad se encontraron en El Aculadero (Cádiz). Su actividad
principal era la caza de la gran fauna de la época, en la que los cazadores colaboraban entre sí.
Paleolítico Medio (100.000-35.000 a.C.).- Dos tipos humanos más desarrollados aparecen en la
Península: el Homo neandertalensis y el Homo sapiens. Habitan cuevas y abrigos rocosos, conocen el
fuego (de importancia capital) y su industria lítica es más perfecta y variada (puntas de flecha,
buriles, raspadores…). Por primera vez encontramos enterramientos complejos (Cueva Morín en
Cantabria), que permiten afirmar que tenían conciencia de la muerte.
Paleolítico Superior (35.000-10.000 a.C.).- Tras un periodo de convivencia de las especies
Neandertal y Sapiens, aquélla desaparece. Pervive únicamente nuestro antepasado más directo, el
Homo sapiens, cuya evolución a partir de ahora será simplemente cultural. Sus útiles de piedra son
cada vez más perfectos y a ellos se unen otros realizados en hueso, marfil y madera: arpones, agujas,
anzuelos, puntas de flecha. Como gran novedad, practican una pintura parietal, cuyo sentido es aún
motivo de controversia. La fauna de la época aparece representada en cuevas del norte peninsular
como Altamira o El Castillo, en policromías de gran naturalismo.
Mesolítico (10.000-5.000 a.C). Hace unos 10.000 años comenzó el actual periodo interglaciar, cambio
climático que provocó la desaparición de las grandes presas. A partir de ahora los instrumentos de caza se
adaptan al menor tamaño de los animales que sirven de sustento al hombre (microlitos). En la zona
levantina se practica una pintura monocromática y muy estilizada, donde el ser humano ya es protagonista
de escenas complejas (de caza, rituales, de la vida cotidiana…). Como ejemplos citaremos las pinturas de
Valltorta (Castellón) y El Mojao (Lorca).
Neolítico (c.a.5.000-3.000 a.C.). Llegada por influencia cultural desde el Mediterráneo Oriental, se
produce la llamada revolución neolítica. Esta etapa se caracteriza por el descubrimiento de la agricultura
y de la domesticación de animales. Del hombre paleolítico depredador pasamos al hombre neolítico
productor. Estas nuevas actividades productivas permiten la sedentarización y aparecen ya poblados de
construcciones sencillas, aunque se sigan utilizando cuevas (Cova de l´Or en Alicante). Para almacenar
granos nace la cerámica y, ligados a la agricultura, nuevos utensilios, como molinos de mano, hoces,
cucharas de hueso o de piedra pulimentada (no tallada, como en el Paleolítico). En esta época se practican
enterramientos en sepulcros de fosa con ajuares funerarios cuya materia prima se obtiene a veces de
yacimientos mineros. Al final del Neolítico la agricultura desplaza a la ganadería como actividad
económica primordial. Encontramos poblados de agricultores que elevan monumentos megalíticos:
menhires y dólmenes, como los de Menga en Antequera (Málaga), ligados a enterramientos colectivos.
Edad del cobre.- En el sureste español, hacia el 2.400 a.C. aparece la metalurgia del cobre. El
principal yacimiento de esta etapa es el de Los Millares (Almería). Desde sus poblados amurallados
en colinas, explotaban los yacimientos mineros de la zona. En torno al 2.000 a.C. se desarrolla la
Cultura del vaso campaniforme, de origen europeo o incluso autóctono de la Península.
Edad del Bronce.- A principios del II milenio a.C. se conoce ya la metalurgia del bronce (aleación de
cobre y estaño). También en Almería encontramos el poblado de El Argar, que da nombre a una
cultura de la que en Lorca existen restos abundantes. Un elemento característico es la copa argárica.
En esta misma época destacan las grandes construcciones megalíticas de las islas Baleares (taulas,
talayots y navetas) y, en Galicia, la cultura de los castros, ligada al mundo atlántico.
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del Mediterráneo Oriental (fenicios, griegos y cartagineses), atraídos por la riqueza minera del sur
hispano. Estos pueblos eran activos comerciantes:
Fenicios: establecieron factorías en la zona del Estrecho y del Mediterráneo Sur, donde fundaron
Gadir, Malaca, Sexi y Abdera. A cambio de nuestros minerales, dejaron un legado cultural
importante: el torno de alfarero, nuevas técnicas para la elaboración de tejidos y, sobre todo, la
escritura alfabética. Debido a su enfrentamiento con los griegos y a los problemas en la metrópolis,
fueron sustituidos por los cartagineses, pueblo procedente de la gran colonia fenicia de Cartago en
Túnez.
Griegos: llegaron desde su colonia de Massalia y se establecieron en la mitad norte de la costa
mediterránea: Rhode, Emporion, Hemeroskopeion. Ejercieron una gran influencia sobre las
poblaciones indígenas que transformó su economía y cultura. Así, conocieron el uso de la moneda,
nuevos cultivos (olivo y vid), el arado y técnicas más modernas para la fabricación de cerámica y
tejidos.
Tartessos: pocos restos pero muchas fuentes literarias (leyendas, textos griegos e incluso menciones
en la Biblia) nos hablan de esta civilización desarrollada en el Suroeste español (Huelva, Sevilla).
Practicaron una agricultura muy evolucionada que determinó diferencias sociales basadas en la
desigualdad de la riqueza. Igualmente importante fue su comercio, que practicaron con los
colonizadores e incluso con las Islas Británicas. A partir del siglo V a.C. se le pierde la pista a
Tartessos. Quizá se fraccione en diversos pueblos que reciben el genérico nombre de ibéricos.
Iberos: son los primeros pueblos históricos que a partir del siglo V a.C. habitan la costa mediterránea
y el Valle del Ebro. Su denominación procede del río Iberus. En el sustrato de su cultura se mezcla la
influencia de los pueblos colonizadores con las tradiciones tartésicas. Todas las tribus ibéricas,
aunque independientes entre sí, poseen rasgos comunes: la lengua (todavía sin descifrar por
completo), tradiciones espirituales y materiales, y manifestaciones artísticas. Se asentaban en lugares
elevados, donde una muralla encerraba viviendas de adobe o piedra y cubiertas de ramaje. Su
economía se basaba en la agricultura (trilogía mediterránea), la ganadería y el comercio, favorecido
por la creación de una moneda propia. Eran excelentes metalúrgicos del hierro (falcata) y su
estructura social estaba muy jerarquizada: régulos, guerreros, trabajadores y siervos. El poder de los
monarcas dependía de las zonas, siendo mayor en el Sur que en el Levante. Escultura y pintura sobre
cerámica son las principales manifestaciones artísticas: la Gran Dama del Cerro de los Santos
(Albacete), Dama de Baza, Dama de Elche (de clara influencia helenística), Bicha de Balazote
(Albacete).
Pueblos célticos: herederos de los primeros indoeuropeos llegados a la Península, los asentados en el
Noreste recibieron el influjo de los pueblos colonizadores. El resto, distribuidos por el Norte y
Centro, conservaron sus características indoeuropeas, por lo que su cultura estaba más atrasada.
Construían sus poblados en zonas altas, de fácil defensa y con doble muralla. Su economía se basaba
en la ganadería, excepto los meseteños (agricultura cerealista) y eran buenos metalúrgicos del hierro.
Su organización social se basaba aún en lazos de sangre. Varias tribus se agrupaban en clanes y eran
gobernadas por una aristocracia guerrera. El pueblo celta más conocido era el galaico, asentado en el
Noroeste peninsular, que habitaba en castros (viviendas circulares con techumbre cónica dentro de
una muralla doble). A la ganadería se unía como recursos económicos la pesca y el marisqueo.
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LA CONQUISTA ROMANA. EL PROCESO DE LA ROMANIZACIÓN: CULTURA Y ARTE
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32. ¿Qué dos emperadores tienen sus orígenes en Itálica?
33. ¿Qué productos agrícolas e industriales produce la Hispania romana?
34. ¿Cuál es el verdadero objetivo Roma en Hispania?
35. ¿Qué zona queda al margen de la romanización?
36. ¿Dónde se encuentra yacimiento minero más sorprendente de Hispania? ¿Por qué?
37. ¿Qué ríos eran navegables en época romana?
38. Señala algunas de las importantes personalidades culturales y políticas romanas nacidas en Hispania
Propuesta de trabajo Serie Memoria de España 5: “DEL IMPERIO CRISTIANO A LOS REINOS
BÁRBAROS”
1. ¿En qué idioma enseñaban a hablar y escribir las clases más acomodadas hispanas?
2. ¿Durante el gobierno de qué emperador de origen hispano expansión romana llega a su máximo apogeo?
3. ¿Qué emperador de origen hispano es el sucesor de Trajano?
4. ¿A quién llamaban los griegos y romanos bárbaros?
5. ¿Qué emperador megalómano luchó como gladiador?
6. ¿Qué represalias tomará Septimio Severo contra la aristocracia hispano-romana de la Bética, una vez derrote a
Albino?
7. ¿Qué ciudades del valle del Ebro quedaron asoladas por la peste?¿Qué medida toma el emperador Diocleciano
para asegurar la organización el imperio?
8. ¿Cómo quiere revitalizar Diocleciano la cohesión ideológica de Roma?
9. ¿Cuáles son las cinco diócesis hispanas de época de Diocleciano?
10. ¿Por qué los cristianos tenían que organizarse en la clandestinidad?
11. ¿Qué hacían los cristianos ante la persecución de Diocleciano?
12. ¿Cómo eran las primitivas comunidades cristianas?
13. ¿Quién sale victorioso de una nueva guerra civil?
14. ¿Qué ocurre con la abdicación de Diocleciano?:
15. ¿Qué supone el Edicto de Milán?
16. ¿Cuál era el rito mortuorio mayoritario en Roma? ¿Por cuál es sustituido?
17. ¿Qué actividades estaban prohibidas para los fieles cristianos?
18. ¿Qué nuevas leyes intentaban frenar la despoblación de las urbes?
19. ¿Quiénes serán los nuevos encargados de recaudar los impuestos?
20. ¿Cuál es la principal doctrina de Prisciliano?
21. ¿Dónde se reúnen los miembros de la Iglesia para dirimir sus diferencias doctrinales?
22. ¿Qué importante medida toma el emperador Teodosio en 380?
23. ¿De dónde es nombrado obispo Prisciliano?
24. ¿De qué es reflejo la adhesión popular a las ideas de Prisciliano?
25. ¿Qué obispo asesora a Teodosio?
26. ¿Cuál era la capital del Imperio Romano de Oriente? ¿y de Occidente?
27. ¿Dónde se instalan los suevos, los alanos y los vándalos a comienzos del siglo V?
28. ¿A quiénes llaman los romanos para expulsar a los bárbaros de Hispania?
29. ¿Quiénes echan de la Galia a los Visigodos?
30. ¿Cuál fue la capital goda? ¿Cómo era la monarquía visigoda? ¿Cuál era la religión de los godos?
31. ¿Cómo quiere acabar Leovigildo con las diferencias entre godos e hispano-romanos?
32. ¿Quién consigue la conversión al catolicismo del rey Recaredo?
33. ¿Quién es el autor de las Etimologías?
34. ¿Quién es el último rey godo? ¿por qué?
LA CONQUISTA ROMANA
La llegada a la Península Ibérica y su posterior conquista por los romanos se inscribe en el enfrentamiento
de dos imperios en plena expansión para controlar el Mediterráneo Occidental: Roma y Cartago. Tras su
derrota en la primera Guerra Púnica, los cartagineses llegan a Hispania, base de sus operaciones contra
Roma y tierra de recursos (237-218 a.C.). En el 218 a.C. desembarcan los romanos para enfrentarse a
Aníbal (segunda Guerra Púnica). Tras tomar Sagunto, Cartago Nova y Cádiz, controlaron ya el Sur y Este
peninsular. Debido a los abusos de los romanos contra los indígenas, éstos opusieron feroz resistencia,
especialmente en dos escenarios concretos: Lusitania y Numancia:
Lusitania. Tierra de extrema pobreza, tras la traición de Galba, los lusitanos, liderados por Viriato,
mantuvieron en jaque a las tropas romanas entre el 154 y el 137 a.C. El asesinato del jefe lusitano
permitió a Roma explotar los yacimientos mineros del Noroeste peninsular.
Numancia (154-133 a.C.), en Soria. Fue otro punto de resistencia. Tras numerosas muestras de
heroísmo de los numantinos, el general romano Escipión Emiliano toma la ciudad.
En una segunda etapa, vinculada a las guerras civiles de la República romana, las poblaciones indígenas
que apoyaron a los vencidos (Pompeyo) quedaron más sometidas al poder de Roma. En esa época (siglo I
a.C.) éste se afianzó en el Sur y se fundaron en el Valle del Guadalquivir numerosas ciudades.
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Tras esto, sólo quedaba fuera del control de Roma la zona Norte peninsular (guerras cántabras, 29-19
a.C.). A pesar del poderío imperial, Augusto no logró controlar del todo a vascones, cántabros y astures,
aunque los mantuvo en su territorio, impidiéndoles bajar a la Meseta mediante la instalación de tropas
estacionadas en León y Astorga.
EL PROCESO DE ROMANIZACIÓN
La “romanización” es el proceso de transformación gradual de los pueblos prerromanos que habitaban en
la Península en ciudadanos del Imperio Romano y la asimilación por éstos de sus costumbres,
organización política (provincias), jurídica (Derecho romano), social y, muy especialmente, la lengua (el
latín)
Organización político-administrativa. Hispania fue dividida inicialmente en dos provincias: la
Citerior y la Ulterior, tomando como línea divisoria el eje León-Mazarrón. Posteriormente, en el
siglo III d.C. se subdividió en cinco provincias: Tarraconensis, Cartaginensis, Baetica, Lusitania y
Gallaecia. Aún se añadieron dos posteriormente, la Balearica y la Mauritana-Tingitana. Cada una de
las provincias era gobernada por un pretor asesorado por el Consilium. Se subdividían en conventos
jurídicos como centros judiciales. Para la cuestión hacendística estaba el cuestor, que elaboraba el
censo que controlaba los impuestos.
Vías de comunicación. Con el objeto de controlar su amplio territorio, Roma se dotó de una
excelente red de comunicaciones. En Hispania las vías principales eran la Augusta (Valle del
Guadalquivir-Italia) y la Vía de la Plata (Gadir-Huelva, MéridaAstorga). Estas calzadas se
convirtieron en ejes comerciales, pues enlazaban zonas y ciudades del interior entre sí y de éstas con
los puertos. Numerosos puentes de la época permitían salvar los obstáculos naturales por donde
transcurrían las carreteras romanas.
La ciudad. En el mundo romano las ciudades se convirtieron no sólo en centros político-
administrativos, sino también económicos, sociales, culturales… Se revitalizaron las ciudades
fundadas por los colonizadores y los indígenas, y nacieron otras nuevas. Pero no todas poseían el
mismo status. Podemos distinguir:
Colonias. Son fundaciones romanas a imagen de la Urbe: Barcino, Tarraco, Emerita Augusta, Caesar
Augusta, Bilbilis, Hispalis, Italica. Muy populosas algunas, en ellas se elevaban multitud de edificios
administrativos, teatros, coliseos, acueductos y otros de utilidad pública.
Ciudades estipendiarias: Tomadas por la fuerza, por ello estaban obligadas a pagar un estipendio
o tributo, y sometidas fuertemente al pretor, máxima autoridad romana.
Federadas: Conservaban sus derechos, pero estaban obligadas a prestar auxilio a Roma y facilitar
víveres para el ejército.
Inmunes: Disfrutaban de gran autonomía y estaban exentas de pagar impuestos.
Organización económica. El aumento de la producción agrícola y del comercio redundó en un
crecimiento de la población peninsular (7 millones de habitantes). La tierra era símbolo de prestigio y
riqueza. Se crearon grandes latifundios en manos de la aristocracia senatorial y se repartieron tierras
entre colonos (antiguos soldados, por lo común, de origen italiano), lo que supuso un crecimiento de
la producción agrícola. Aumentaron los regadíos (canales de Murcia y de Valencia), utillaje agrícola
más moderno, nuevas técnicas de cultivo (abonos, rotaciones). Hispania se convirtió en colonia
comercial respecto a la metrópoli: exportaba al resto del Imperio vinos, aceite de oliva, minerales y
esclavos; a cambio, importaba productos manufacturados: cerámica, tejidos y objetos de lujo. Las
ricas minas peninsulares pasaban a propiedad del estado: las del oro del Noroeste, plomo de Sierra
Morena, plata y cobre de Cartagena, cobre de Riotinto y mercurio de Almadén.
Organización social. El Imperio Romano era una sociedad esclavista muy jerarquizada y con
distintos grados de derechos políticos y jurídicos. Entre la población libre encontramos: el orden
senatorial (senadores latifundistas), el orden ecuestre (puestos intermedios de la administración y
dueños de negocios), los decuriones (burguesía urbana) y la plebe (trabajadores). No obstante, siendo
libres, no todos poseían los mismos derechos. Hay ciudadanos romanos, latinos y súbditos del
Imperio. Conforme avanza el tiempo, tienden a unificarse, culminando este proceso por la
Constitutio antoniniana (Caracalla, 212 d.C.), que concede la ciudadanía romana a todos los
habitantes libres del Imperio. En el último peldaño de la escala social estaban los esclavos, sin
derecho alguno, la mayoría procedente de los ejércitos vencidos por Roma.
Religión, cultura y arte. La importación a la Península de los cultos romanos contribuyó a la
romanización, aunque sus dioses tuvieron que coexistir con un abigarrado politeísmo de origen
indígena, fenicio, griego y otros cultos, novedosos en esta área del Mediterráneo, de origen oriental.
Más tarde llegó el Cristianismo, que en un largo proceso de tres siglos fue creciendo hasta
convertirse en religión oficial de todo el Imperio, y de Hispania por tanto: otro lazo común con
Roma.
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Quizás el hecho romanizador más evidente fue la implantación del latín, traído por soldados y
comerciantes. De él derivarían nuestras lenguas, y sólo el vasco, atrincherado tras las montañas del Norte,
pudo pervivir como lengua no romance. Prueba de esta romanización reseñada, numerosos personajes
públicos de alto nivel nacieron en nuestro suelo: emperadores (Trajano, Adriano, Teodosio), filósofos
(Séneca), historiadores (Lucano), geógrafos (Mela), Marcial el epigramista, etc.
Restos del dominio romano se conservan por doquier en infinidad de obras públicas: acueductos
(Segovia), murallas (Lugo), puentes (Alcántara), teatros (Mérida, Sagunto, Cartagena), anfiteatros
(Itálica), monumentos funerarios (Torre de los Escipiones), arcos de triunfo (Bará, Medinaceli), templos
(de Diana en Mérida), etc.
Diocleciano intentó atajar la crisis mediante una nueva división territorial administrativa, pero el enorme
peso impositivo del estado llevó a los grandes propietarios rurales a huir a sus villas. Las ciudades
comenzaron a decaer y, debido a la inseguridad reinante, el pueblo buscó la protección de esos
terratenientes a cambio de entregarles sus tierras y/o trabajo. Es el sistema de colonato, antecedente del
feudalismo. Esta ruralización atentaba contra las bases del Imperio y de todo el sistema esclavista que lo
caracterizó (los esclavos ya no son rentables y el Cristianismo además critica su existencia).
Paralelamente a este proceso, los pueblos germanos (“bárbaros”) van infiltrándose en el territorio
imperial, pacíficamente unas veces (como federados de Roma) o de forma violenta.
LA MONARQUÍA VISIGODA
En el 409 penetran en la Península varios pueblos germánicos: suevos (Gallaecia), alanos (Lusitania y
Cartaginensis) y vándalos (Bética). En el 507 los visigodos, empujados por los francos, entran por el
Norte y desde su capital (Toledo) intentan controlar toda la Península. Este reino visigodo resulta de la
mezcla de elementos romanos (lengua, organización administrativa) y germanos (rey electivo, derecho,
etc.).
El periodo de esplendor del reino visigodo se corresponde con el reinado de Leovigildo (573-586), que
intenta unificar el mundo hispano en todos sus aspectos: unificación territorial (suevos, vascos y
bizantinos, expulsados éstos definitivamente por Suintila); unificación religiosa en torno al arrianismo,
pero lograda por Recaredo con la adopción del catolicismo como religión oficial en el III Concilio de
Toledo, 589; y la unión legislativa (culminada en el Fuero Juzgo de Recesvinto, eliminando el código de
Eurico que afectaba a los visigodos y el código de Alarico para los hispanorromanos). El estado visigodo
está encabezado por un rey electivo (a medias en esta época, pues el rey asocia al trono al que será su
sucesor). Su poder está muy mediatizado por la nobleza (caso de Wamba, por ejemplo). El monarca era
elegido por la Asamblea de los hombres libres, y se ayudaba por el Officium Palatinum, con dos órganos
en su interior: el Aula Regia y los Concilios de Toledo (de cometido político-religioso). En el Officium se
sentaban los cargos políticos más importantes después del rey: comes, especie de ministros de asuntos
concretos o cabeza de territorios; duques (gobernadores provinciales); gardingos (jefes militares), comites
civitates (jueces de las ciudades), etc.
La cultura decae respecto a la época romana y está en manos de la Iglesia (San Isidoro de Sevilla y las
Etimologías). En el arte destacan la arquitectura, influenciada por la anterior hispanorromana y la
bizantina (San Juan de Baños, San Pedro de la Nave, Quintanilla de las Viñas) y la orfebrería (típica de su
pasado nómada: coronas votivas como la de Recesvinto, fíbulas, etc.
A los visigodos se les adjudica el hecho de haber formado por primera vez un reino unificado para toda la
Península, pero su debilidad fue constante, y la prueba es que apenas opusieron resistencia ante los
invasores norteafricanos que tras la batalla de Guadalete (711) destruyeron su poder y ocuparon
rápidamente todo el territorio.
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BLOQUE 2: LA EDAD MEDIA: TRES CULTURAS Y UN
MAPA POLÍTICO EN CONSTANTE CAMBIO (711-1474)
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LA PENÍNSULA IBÉRICA EN LA EDAD MEDIA: AL-ANDALUS (ss. VIII -XIII)
Propuesta de trabajo Serie Memoria de España 6: “LA DISGREGACIÓN DEL ISLAM ANDALUSÍ Y EL
AVANCE CRISTIANO. POLVO, SUDOR Y HIERRO”
1. ¿Cuándo culmina la desintegración del califato de Córdoba?
2. ¿Cuándo se produjo la guerra civil entre los musulmanes, tras la muerte de Almanzor?
3. ¿Cómo se llama el periodo histórico de al-Andalus tras la muerte de Hixam III?
4. ¿Cuál era la procedencia de las diferentes dinastías musulmanas?
5. ¿Cuáles fueron las taifas fronterizas entre el Islam y los reinos cristianos?
6. ¿Cómo eran llamados los cristianos procedentes del norte de los Pirineos?
7. ¿Cómo se llamaban las contribuciones de oro que hacían los reinos de taifas a los reinos cristianos, a cambio de
protección?
8. ¿Cómo se llama el estilo arquitectónico predominante en la Europa cristiana occidental entre los siglos XI a
XIII?
9. Cita alguna de las características del Románico
10. Cita alguno de los materiales característicos del estilo mudéjar
11. ¿Quién fundó la iglesia de San Miguel de la Escalada, en León?
12. ¿Qué reinos cristianos se enfrentaron en torno al valle del Ebro?
13. ¿Qué dos órdenes religiosas llegaron a España desde Francia?
14. ¿Qué decretó el papa Calixto III respecto a Santiago de Compostela?
15. ¿Qué institución monopolizaba la cultura en esta época?
16. ¿Cuál es el más antiguo cantar de gesta castellano que se conserva?
17. ¿Quién instigó el asesinato del rey Sancho de Castilla?
18. ¿Dónde vivían los almorávides? ¿Qué es lo que eran?
19. ¿Dónde fue derrotado Alfonso VI por los almorávides?
20. ¿Cuándo se convirtió Aragón en reino? ¿Quién fue su primer rey?
21. ¿Cuál fue la primera capital del reino aragonés?
22. ¿Cuándo fue conquistada Zaragoza?
23. ¿Describe brevemente lo que popularmente se llamó como “la campana de Huesca”?
24. ¿Qué condados y territorios consiguió controlar el conde de Barcelona, Ramón Berenguer III?
25. ¿Cuándo se proclamó el reino de Portugal?
26. Cita el nombre de las órdenes religiosas militares hispanas
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27. ¿Qué grupo rebelde se levantó contra los almorávides?
28. ¿Dónde derrotaron los almohades al rey Alfonso VIII de Castilla? ¿Cuál fue la capital del nuevo imperio
almohade?
29. Cita alguno de los ejemplos del arte almohade en Sevilla
30. ¿Quiénes fueron las figuras intelectuales más significativas del periodo almohade?
31. ¿Qué batalla de 1212 supone la apertura del valle del Guadalquivir para Castilla?
32. ¿Cómo era llamado por las crónicas cristianas el caudillo musulmán derrotado en las Navas de Tolosa?
INTRODUCCIÓN
El Islam, el cristianismo y el judaísmo son las tres religiones monoteístas. También son conocidas como
“religiones reveladas”, porque según sus seguidores han sido reveladas por Dios, o “religiones del libro”,
porque cada una de ellas recoge esas revelaciones en un libro que consideran sagrado. En el caso del Islam
ese libro es el Corán que para los musulmanes contiene la palabra del dios único (Allāh), revelada a su
profeta Mahoma (Muhammad o Muhammed), quien se considera que recibió estas revelaciones por medio
del ángel Gabriel. Esta religión apareció en Arabia en el siglo VII y consiguió rápidamente un gran
número de seguidores. Tras la muerte de Mahoma, los árabes musulmanes se lanzaron a extender el Islam
por el mundo.
En su expansión los musulmanes ocuparon el norte de África y en el año 711 iniciaron la conquista de la
Península Ibérica, paso obligado hacia Europa. En apenas dos años ocuparon toda la Península, salvo una
pequeña franja en la cornisa cantábrica desde donde se organizó la resistencia cristiana. La presencia
musulmana en la Península se extendió hasta 1492 en que fueron expulsados tras la conquista de Granada
por los Reyes Católicos. En ese tiempo se desarrolló una sociedad heterogénea, urbana y avanzada en su
época. Sin embargo, en esos casi ocho siglos de permanencia en la Península la extensión del territorio
controlado por los musulmanes varió, si bien siempre recibió el nombre de Al-Andalus.
Durante este período continuaron sus ataques por el sur de la Galia donde fueron frenados por los francos
en la batalla de Poitiers (732). También durante este período se produce la aparición de los primeros
núcleos de resistencia en el norte peninsular: cornisa cantábrica (en el 718 ó 722 se produce la mítica
batalla de Covadonga) y en la zona pirenaica.
En el año 750 se produjo el derrocamiento de la dinastía Omeya en Damasco por Abul Abbas. Se inició
así el imperio Abasí con capital en Bagdad. Todos los miembros de la familia Omeya murieron salvo Abd-
Al-Rahman. Este buscó refugio en el norte de África ya que su madre era bereber, de ahí paso a asentarse
en la península y tras dominarla estableció su capital en Córdoba.
1 El califato es un estado autocrático musulmán al frente del cual está el califa que tiene todo el poder político y religioso.
2 Un emirato (waliato, valiato) es una división territorial del estado musulmán comparable a una provincia a cuyo frente se encuentra un gobernador, el emir (wali, valí), que tiene poderes políticos pero no
religiosos.
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andalusí y el afianzamiento de la autoridad del emir, gracias a la creación de un ejército permanente de
mercenarios (eslavos, bereberes, francos, etc.) y a la recaudación de impuestos.
Durante este período se produce una gran islamización de la población y la creación de una sociedad
compleja. Esta sociedad tan heterogénea protagonizó frecuentes levantamientos y sublevaciones contra
el poder de los emires Omeya durante todo el emirato. Especialmente importantes fueron los
levantamientos bereberes del 820 o de los muladíes (cristianos convertidos al Islam) de Toledo en el 850.
El nuevo emir, apoyándose en un numeroso ejército de mercenarios dirigido por el general Galib, derrotó a
Omar Ben Hafsun, sometió a todos los jefes sublevados, conquistó Ceuta, Melilla y Tánger extendiendo
así su zona de influencia por todo el Magreb, y llevó a cabo expediciones de castigo (aceifas o razzias)
contra los núcleos cristianos del norte.
Abd-Al-Rahman III se autoproclamó califa en 929, rompiendo sus lazos de dependencia religiosa con
Bagdad. El Califato de Córdoba (929-1035) constituye el periodo de mayor esplendor económico, político,
militar y cultural de Al-Andalus. Córdoba era la mayor ciudad de Occidente y competía en riqueza con
Constantinopla.
Bajo el mandato de Abd-Al-Rahman III se produce el momento de mayor esplendor económico, cultural y
político de Al Andalus. Este apogeo se cimenta sobre una gran prosperidad económica basada en un
importante comercio marítimo con África, en el papel de intermediario entre Oriente y Europa, en
innovaciones técnicas en la agricultura y artesanía, en una saneada política fiscal y en el cobro de tributos
(parias) a los núcleos cristianos del norte. Construyó una ciudad-palacio Medinat Al-Zahra, desde la que
gobernó su enorme imperio.
El califa Hixam II (976-1013) dejó las riendas del Estado a Abu Amir, conocido por los cristianos como
Almanzor. Centralizó todo el poder en su residencia de Medina Al-Zahira y se apoyó en los sectores
religiosos más integristas. Llevó a cabo numerosas campañas contra los reinos cristianos del norte
(Santiago de Compostela y Barcelona) y en el norte de África. Tras la muerte del visir-general Almanzor
(1002) comienza la decadencia económica, política y militar y el avance de los núcleos cristianos norteños
(León, Castilla, Navarra, Aragón y Cataluña).
A partir de ese momento los califas se sucedieron, mientras su autoridad iba disminuyendo a manos de la
aristocracia. En el año 1031 el Califato de Córdoba quedó fragmentado en pequeños reinos independientes
(27) conocidos como reinos taifas o taifas, con menor poder económico y militar, y frecuentemente
enfrentados entre sí. Eso favoreció el avance de los reinos cristianos (Reconquista).
La amenaza militar y la imposición de parias por parte de los reinos cristianos acentuaron su debilidad
política. Tras la conquista de Toledo (1085) por parte de Alfonso VI de Castilla y León, los reinos taifas
pidieron ayuda a un poder norteafricano formado por una confederación de tribus bereberes, los
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almorávides. Éstos llegaron en 1086, derrotaron a Alfonso VI, recuperaron Valencia y frenaron el avance
reconquistador. A partir de 1094 unificaron Al-Andalus e impusieron guarniciones militares en casi todas
las ciudades. Hacia 1140 el poder almorávide se desintegró ante el empuje de un nuevo imperio
norteafricano, los almohades.
El vacío de poder dejado por los almorávides en la Península Ibérica dio paso a unas segundas taifas
(1144-1170). En ese periodo los almohades ya estaban en la Península tratando de controlar Al-Andalus.
En 1195, con la batalla de Alarcos los almohades se hicieron con el control de Al-Andalus. Dominaron
todas las ciudades hasta que una coalición de los reinos cristianos del norte, los derrotó definitivamente en
la batalla de las Navas de Tolosa (1212).
A partir de 1212 se iniciaron unas terceras taifas, caracterizadas por la construcción de grandes reinos
musulmanes. Sin embargo, en muy pocos años, de 1212 a 1262, los cristianos acabaron con todos los
reinos de taifas menos Granada que, convertido en un reino feudatario de Castilla, permaneció hasta 1492
en que fue conquistado por los RR.CC.
ORGANIZACIÓN POLÍTICA
La organización política del Estado musulmán fue ante todo autocrática. El gobierno estaba
centralizado en el palacio donde los emires, califas o sultanes ejercían un poder absoluto. La
administración pública estaba en manos de los diwanes o ministerios. Al frente de cada uno estaba un visir
y por encima de éstos un primer ministro o hachib. La administración de justicia estaba en manos de los
cadíes. Cada provincia o ciudad importante estaba en manos de un gobernador o wadí. El territorio estaba
dividido en coras (provincias) a cuyo frente se encontraba el valí (gobernador). Los territorios fronterizos
con los cristianos estaban divididos en marcas donde el gobernador tenía poderes militares.
Esta organización se sostenía gracias a los impuestos y a un poderoso ejército. Todos los ciudadanos
pagaban impuestos: los musulmanes la zakat, un especie de limosna obligatoria, y los no musulmanes
(mozárabes y judíos) la yizya, un impuesto personal según los bienes que se poseía y que se debía pagar
para poder practicar su religión. Los impuestos extraordinarios también eran frecuentes y se establecían
según las necesidades del Estado. Entre esas necesidades se encontraba un ejército permanente formado
con numerosos mercenarios (bereberes, francos, eslavos) a los que había que pagar para asegurar su
lealtad, si bien los mandos se escogían de entre la minoría árabe. El ejército era fundamental para el
control de las fronteras y la política de expansión militar.
LA SOCIEDAD
La sociedad era muy heterogénea desde el punto de vista étnico y religioso, urbana, siendo la más
desarrollada y avanzada de Europa.
Desde el punto de vista étnico, los conquistadores musulmanes no constituían un grupo homogéneo y, a
pesar de que el Islam predica la igualdad entre los creyentes, había una importante jerarquía que se
traducía en cotas de poder. En lo más alto de esa jerarquía estaban los árabes que por proceder de la tierra
del Profeta y ser “musulmanes viejos” ocupaban los altos cargos de la administración y el ejército, además
de las tierras más fértiles de Andalucía. En segundo lugar estaban los sirios, que por proceder de la tierra
de la dinastía en el poder, los Omeya, también tenían puestos importantes en la administración y el
ejército, aunque ya tuvieron que asentarse en Granada. Por debajo de estos dos grupos estaban los
egipcios, con cargos de menor relevancia y que se asentaron en la zona de Levante; y en el último
escalafón, los bereberes, eran el grupo más numeroso, generalmente apartados de la administración y el
ejército, tenían una situación humilde y se les dejó para asentarse las tierras frías y áridas del norte y centro
peninsular donde practicaban el pastoreo. Lógicamente, estas diferencias generarían importantes
problemas de luchas intestinas. La mayoría de la población hispanogoda quedó apartada del poder, incluso
después de convertirse al Islam (muladíes). Esto provocará numerosas sublevaciones contra el poder de los
emires Omeya. Sólo aquellos nobles visigodos que se convirtieron pronto al Islam para mantener sus
propiedades y privilegios ocuparon cargos de relevancia.
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En las ciudades y sobre todo en la zona del Guadalquivir y de Mérida persistieron comunidades cristinas
muy numerosas. Mantenían sus iglesias, sus autoridades e incluso sus leyes. A pesar de mantener sus
rasgos peculiares sufrieron un gran proceso de aculturación y hablaban en árabe, vestían como los
musulmanes y era muy difícil distinguirlos. Recibieron el nombre de mozárabes. Su relación con el poder
musulmán no fue estable y pacífica.
En las ciudades comerciales existió una importante comunidad judía. Aunque algunos de sus miembros
alcanzaron relevancia política o social, en líneas generales permaneció al margen de las luchas por el
poder.
Además de estos grupos existieron grupos de conversos de diferente origen: esclavos negros sudaneses que
una vez liberados se convirtieron al Islam y se asentaron preferentemente en Andalucía, eslavos, antiguos
esclavos o mercenarios de origen europeo, que una vez convertidos al Islam llegarán a ocupar puestos
importantes dentro de los ejércitos de Al-Ándalus.
Desde el punto de vista socioeconómico, en la cúspide se encontraba la aristocracia formada por árabes
y algunas familias de origen visigodo. Constituían una minoría que ostentaba cargos y privilegios y que
poseía enormes propiedades territoriales. A continuación estaría lo que podemos llamar “burguesía”
(pequeños funcionario, artesanos, comerciantes…), después el campesinado y la plebe urbana, formada
por elementos de todos los grupos étnicos.
En Al-Ándalus se desarrolló una economía urbana y de mercado. A diferencia del resto de Europa
donde predominaba una economía cerrada, ruralizada y con un escaso comercio, los musulmanes
desarrollaron una amplia red de ciudades, revitalizaron las viejas ciudades de origen romano y crearon
otras 30 nuevas. La mayor parte de la población era urbana. En las ciudades surgió un potente
artesanado. Se desarrolló la artesanía textil (seda, bordados, lino, algodón, etc.) para el consumo interno y
sobre todo productos de lujo para la exportación a Europa y Oriente. Se desarrollaron así mismo
importante talleres de orfebrería, de cueros, taraceas, papel, pergamino, armas...
Los grandes latifundios de origen romano o visigodo siguieron subsistiendo e incluso en algunas zonas
surgieron otros nuevos. Se dedicaron fundamentalmente a la producción de cereales y se incorporaron el
cultivo del olivo y de la vid. El objetivo era su venta en el mercado urbano. Además desarrollaron una
agricultura irrigada muy eficaz introduciendo la naranja, el arroz, el algodón, la caña de azúcar y algunas
especies (azafrán).
El comercio interior aprovechaba las viejas calzadas romanas. El comercio exterior se realizaba por
rutas marítimas mediterráneas gracias a una potente marina mercante y militar. Los puertos del sur,
Almería, Algeciras y Cádiz se convirtieron en una zona de contacto entre Oriente, África y Europa. Allí
llegaban productos de lujo orientales y especias, marfil, oro, esclavos y pieles de África y se reexportaban
a Europa. Una parte fundamental del auge de la economía se debió al mantenimiento de una economía
monetaria. Los califas centralizaron la emisión de moneda en las cecas y vigilaron con sumo interés el
mantenimiento de la ley de sus monedas: el dinar de oro y el dirhem de plata. La reforma monetaria
llevada a cabo por Abd-Al Rahman III fue imitada en toda Europa.
EL LEGADO CULTURAL
Al-Ándalus a nivel cultural tiene una importancia básica en la cultura española y europea. Los
musulmanes tradujeron al árabe todos los autores griegos y romanos y a través de estas traducciones se han
conservado hasta nuestros días. Por otra parte, fueron grandes estudiosos en materias como la medicina,
matemáticas (álgebra), astronomía..., además de perfeccionar las técnicas agrarias artesanales y
comerciales. En cualquier oficio se encuentran multitud de términos árabes (acequia, albañil, azahar,
alfombra...). Al-Ándalus tiene varias de las más importantes joyas del arte musulmán mundial como son
la mezquita de Córdoba, la Alhambra de Granada y la Giralda de Sevilla.
CONCLUSIÓN
Los siglos de permanencia del Islam en la Península Ibérica (siglos VIII-XV) han dejado un legado
cultural de enorme relevancia. Sin embargo, su presencia, su asentamiento y el tiempo de permanencia
fueron muy diversos según los territorios. Así, en el norte de la Península la islamización fue escasa,
mientras que en el sur, la huella andalusí se mantuvo hasta el siglo XV. No obstante, la impronta de su
presencia y la herencia cultural afectaron a todas las culturas hispanas.
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LA PENÍNSULA IBÉRICA EN LA EDAD MEDIA: LOS REINOS CRISTIANOS (ss. VIII-XIII)
Propuesta de trabajo Serie Memoria de España 8: “LA PENÍNSULA DE LOS CINCO REINOS”
1. ¿Cuándo fue la batalla de las Navas de Tolosa?
2. ¿Cuál fue el único rey cristiano de la península ausente de la batalla de las Navas de Tolosa?
3. Señala alguno de los motivos por los que la Reconquista no concluyó en el siglo XIII?
4. ¿Dónde se acantonaron los musulmanes, aunque como tributarios de los reyes castellanos?
5. ¿Qué reinos aunó Fernando III, el Santo? ¿Cómo?
6. Cita alguna de las ciudades musulmanas conquistadas por Fernando III
7. ¿Por qué estuvo marcado el reinado de Alfonso X, el Sabio?
8. ¿Cuál era el máximo deseo de Alfonso X? ¿Por qué no lo consiguió?
9. Quién fue el primero en redactar una Historia de España
10. ¿Dónde estuvo la más importante Escuela de traductores?
11. ¿Quién frenó el ascenso al poder de la alta nobleza?
12. ¿Qué era la remensa en Cataluña?
13. ¿Qué era el mayorazgo?
14. ¿Qué eran los gremios?
15. ¿Qué eran las Partidas de Alfonso X?
16. ¿Quién fue el primer poeta castellano?
17. ¿Cuándo se tomó Valencia de forma definitiva?
18. ¿Qué cuenta el Llibre dels feyts?
19. ¿Quién conquistó Murcia? ¿De dónde procedían sus repobladores?
20. ¿Quiénes eran los güelfos y los gibelinos?
21. ¿Por qué los judíos sufrieron, en mayor medida, las persecuciones racistas?
22. Cita alguna de las nuevas órdenes mendicantes
23. Cita alguna de las catedrales góticas de Castilla
24. ¿Por qué los reyes castellanos intentaron proteger a los judíos?
25. ¿Qué tres estados estaban sentados en las cortes medievales?
26. ¿Cuál fue el primer estudio general de la Península? ¿Cuál se convirtió pronto en la más importante?
27. ¿Cómo se llamaban las zonas especiales donde vivían judíos y mudéjares?
28. ¿Gracias a que batalla fue conquistada Algeciras por los castellanos?
29. ¿Cómo fue llamado el rey Pedro?
30. ¿Qué orden militar fue fundada gracias a la supresión de la orden del Temple, en 1317?
31. ¿Qué fue la venganza catalana?
32. ¿De dónde fue importada la peste bubónica?
INTRODUCCIÓN
Tras la caída del imperio romano de occidente en el siglo V, mientras en Europa oriental continuaba la
tradición romana con el imperio bizantino, Europa occidental había quedado dividida en diferentes
reinos germánicos, uno de estos reinos ocupaba la Península Ibérica, el visigodo. En el siglo VIII una
nueva fuerza religiosa y militar procedente de Asia irrumpe en Europa por el sur de la península ibérica:
el Islam. Los musulmanes llevaron a cabo una rápida conquista del reino visigodo, entre otras cosas,
debido a la debilidad de la monarquía visigoda y a la apatía del pueblo ante la ocupación. No obstante,
fueron detenidos por los francos en la batalla de Poitiers (732), lo que hizo que se replegaran a la
Península Ibérica y crearan Al-Andalus. Sin embargo, los musulmanes no consiguieron conquistar todo
el territorio peninsular, quedó una zona en la cornisa cantábrica donde se refugiaron algunos cristianos
que iniciaron desde allí el proceso militar que se conoce como “reconquista” y que se prolongó hasta
1492. Desde esos núcleos de resistencia los cristianos fueron creando poco a poco nuevos condados y
reinos que se fueron consolidando entre los siglos VIII y XIII: Asturias, León, Castilla, Navarra,
Aragón… Esa consolidación no hubiese sido posible sin el asentamiento de población cristiana en las
zonas arrebatadas a Al-Andalus, es el llamado proceso de “repoblación”, que tuvo diferentes formas
según la zona y el momento en el que se produjeran. Por otra parte, la política expansionista inherente a
la reconquista y la repoblación supuso con frecuencia no sólo la lucha de los territorios cristianos contra
los musulmanes, sino también entre ellos. De esa pugna saldría hegemónica la Corona de Castilla.
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(astures, cántabros y vascones) que apenas habían recibido influencias de los romanos y los visigodos.
Dichos territorios fueron el escenario del nacimiento de los núcleos cristianos de la península ibérica.
En la zona cantábrica surgió el reino astur, producto de la confluencia de los habitantes de aquella
zona y de los nobles godos que allí se habían refugiado. La existencia de una extensa “tierra de nadie”
en la cuenca del Duero posibilitó la expansión del reino astur a lo largo del siglo IX y las primeras
décadas del siglo X. A partir de esa fecha se habla del reino astur-leonés, o simplemente leonés, que
reivindicó la herencia del reino visigodo.
En la región pirenaica intervinieron muy activamente los carolingios (francos), interesados en proteger el
flanco sur de sus dominios. En los Pirineos occidentales, no obstante, se construyó un núcleo
independiente, el reino de Pamplona. En la zona central surgió el condado de Aragón, dependiente de
los francos. La zona nororiental de la península ibérica se convirtió en la Marca Hispánica, territorio
fronterizo del imperio carolingio.
La consolidación del reino y su expansión hacia Galicia y la Meseta Norte fue obra de Alfonso I (739-
757) y sus sucesores (Alfonso II “el Casto”, Ramiro I, Alfonso III “el Magno”). Procuraron asegurar la
ocupación permanente de alguna zona estratégica en la “tierra de nadie”, desde la costa gallega hasta el
cantábrico oriental, mediante el asentamiento de hombres en algunas plazas fuertes.
Su principal preocupación era la defensa de la frontera entre los valles del Ebro y el alto Duero,
donde los musulmanes estaban firmemente asentados y donde reencontraban las rutas de acceso a las
tierras de cántabros y vascones. Como este territorio (llanada alavesa y de la actual Burgos) resultaba
muy vulnerable, se levantaron gran número de fortalezas, que dieron a la región el nombre de Castilla.
La consolidación del reino se vio fortalecida por el hallazgo del sepulcro del apóstol Santiago a
comienzos del siglo IX. Compostela se convirtió en centro de peregrinos y Santiago en símbolo de la
resistencia frente al Islam. Alfonso II “el Casto” (791-842) consiguió llevar la frontera hasta el
Duero, aprovechando que los emires cordobeses estaban ocupados con las revueltas internas
(sublevación del muladí Omar-ben-Hafsun).
Quedaron así configuradas las dos unidades políticas que se distribuyeron el territorio: el Reino de León
(Asturias, Galicia y León) y el Condado de Castilla. Este último en la segunda mitad del siglo X, bajo
el mandato del Conde Fernán González, se transformó en condado independiente. La línea del Duero
se consolidó durante el reinado de Alfonso III “el Magno” (866-910) con la reconstrucción de una serie
de plazas fuertes (Toro, Simancas, Zamora) y con la presencia de los castellanos en la zona oriental del
Duero (San Esteban de Gormaz, Osma). En lo sucesivo, toda la reconquista de territorios llevó consigo
su repoblación y a la acción militar siguió la colonización.
A principios del siglo IX (820) la familia Arista expulsó al conde carolingio y fue capaz de mantener su
independencia con respecto a los musulmanes de Córdoba. Iñigo Arista fue su primer rey. El núcleo de
Navarra, que comprendía los territorios del norte de la actual Navarra y Guipúzcoa, mantuvo su
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independencia apoyándose unas veces en los carolingios, otras veces en León y las más en los Banu
Qasi del valle del Ebro.
Evolución de Aragón
Los territorios situados hacia el este (Jaca, Sobrarbe, Ribagorza) dependían de los condes francos. A
principios del siglo IX la población hispana asentada alrededor de la actual Jaca expulsaron a los
francos. El primer conde que se independizó de los francos fue Aznar Galíndez, quien consiguió unir
bajo su gobierno los territorios atravesados por el río Aragón, de donde tomó el nombre el condado de
Aragón. Al mismo tiempo surgieron los condados de Sobrarbe y Ribagorza.
Aunque posteriormente se volvieron a dividir por herencias, estos territorios formarán una unidad
política diferenciada que rompe los lazos de dependencia con los francos (Borrel II) y establece un
poder independiente dirigido por el Conde de Barcelona.
No obstante, esta expansión no se explica sólo por la debilidad de al-Andalus y la capacidad expansiva
de los reinos cristianos peninsulares. Este proceso hay que entenderlo también en el contexto de
crecimiento demográfico de Europa occidental, que llevó a una serie de acciones expansivas hacia el
este contra eslavos, húngaros y turcos (Cruzadas). Todas esas acciones estaban impregnadas de un
fuerte espíritu religioso, alentado por una Iglesia combativa y por la poderosa autoridad del Papa. Este
proceso de ocupación militar de tierras habitadas por musulmanes, que tradicionalmente se conoce con
el nombre de reconquista, se hizo, alternativamente, a través de una colonización pacífica y de
enfrentamientos bélicos. El avance sobre Al-Andalus se desarrolló en una serie de etapas que coinciden
con la ocupación de los valles de los grandes ríos peninsulares y el litoral mediterráneo. El
resultado inmediato fue la consolidación de cinco áreas políticas diferentes: el conjunto de Asturias,
León y Galicia; Castilla; Navarra; Aragón y el territorio pirenaico oriental, más tarde Cataluña.
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Ante esa amenaza las restantes taifas pidieron ayuda a los almorávides, que llegaron a la Península en
1085 y derrotaron a Alfonso VI en Zalaca y Uclés y a Alfonso I de Aragón en Fraga. Tras estos hechos
los almorávides unificaron al-Andalus bajo su mando y frenaron el avance de los cristianos, que no
obstante conservaron Toledo y Zaragoza.
Poco después, al-Ándalus disminuyó su extensión al perder los valles del Tajo y del Ebro. La empresa
fue llevada a cabo por catalanes y aragoneses, unidos bajo el poder de Ramón Berenguer IV (conde de
Barcelona y regente de Aragón), por portugueses (ya independientes de Castilla y León) y por
castellanos con Alfonso VII. La ocupación de Tortosa y Lérida (1145) en el este y de Lisboa (1147) en
el oeste, contribuyó al fortalecimiento de las nuevas fronteras.
Hechos reseñables del siglo XII fueron el reconocimiento de Alfonso Enriquez como rey de Portugal
por Alfonso VII de Castilla y León, la configuración del nuevo Estado de la Corona de Aragón con
Alfonso II, integrado por catalanes y aragoneses, y la firma del tratado de Tudillén (1151) entre las
Coronas de Aragón y Castilla, por el que se repartían las áreas de la Península que quedaban por
reconquistar. Así quedaron configurados los dos grandes reinos que protagonizaron la política peninsular
en el futuro.
La conquista de Córdoba, Jaén y Sevilla por Fernando III el Santo (1217-1252), situó la frontera de
Castilla en el valle del Guadalquivir, mientras Jaime I el Conquistador (1213-1276), de la Corona de
Aragón, ocupó Mallorca y Valencia, haciendo entrega del reino de Murcia a su yerno Alfonso X el
Sabio, hijo del rey castellano.
La firma de los tratados de Corbeil entre Jaime I y Luis XI de Francia, que confirmaba la renuncia de
la Corona de Aragón a sus dominios franceses, llevó a aragoneses a iniciar una expansión por el
Mediterráneo. Terminada la reconquista, salvo por el reino nazarí de Granada, Jaime I inició la
formación de un imperio comercial, protagonizada fundamentalmente por catalanes en el Mediterráneo
occidental, con pequeños enclaves en la zona oriental.
En tanto, Castilla, que había vivido un nuevo peligro africano con la llegada de los benimerines,
decidió llevar a cabo la conquista del estrecho de Gibraltar para impedir nuevas invasiones. La derrota
de los benimerines en 1340 por Alfonso XI y la toma de Algeciras en 1344, fueron definitivas para
cerrar el paso del Estrecho a futuras invasiones africanas.
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XIII. Consistía en la concesión por parte del rey de una serie de leyes particulares (privilegios) a
ciudades y villas amuralladas que dominaban un amplio territorio agrícola denominado alfoz. Todo
esto (ciudad y alfoz, llamadas "comunidades de villa y tierra") se gobierna mediante un concejo o
ayuntamiento. Estas leyes (fueros) se les concedían a los territorios para animar a la población a
asentarse y repoblar. Miranda de Ebro tuvo un fuero concedido por Alfonso VI de Castilla en 1099.
Las zonas repobladas con el sistema concejil vieron aparecer ciudades importantes con artesanía,
comercio y servicios que no dependían de los nobles sino del rey, y que eran gobernadas de una
forma más o menos "democrática". El tipo de propiedad de la tierra era mediana. La mayoría de sus
habitantes eran hombres libres de donde surgirá una pequeña burguesía. Ciudades con fueros
importantes Logroño, Burgos, Salamanca, Zaragoza y Valencia...y hay muchas más.
Repoblación por donadíos reales (grandes latifundios): las zonas repobladas por este sistema son:
la Mancha, la Baja Extremadura y Andalucía. Fue en los XIII y XIV. Consistía en la entrega de
grandes latifundios en las zonas rurales a las Órdenes Militares (Calatrava, Alcántara, Santiago y
Montesa), a la Iglesia o a la nobleza. Estos latifundios se van a dedicar fundamentalmente a
pastizales (Mesta) y producción de cereales. La densidad de población, sobretodo cristiana, era
escasa y con un hábitat muy concentrado. Va a haber muy pocos propietarios y una gran cantidad de
jornaleros y asalariados.
Repoblación por repartimiento: se repuebla con este sistema las ciudades conquistadas a partir de
1212 y consistía en el repartimiento entre los conquistadores de las viviendas dentro de las murallas y
las tierras circundantes. A estas ciudades se les suele conceder fuero. El tipo de propiedad va a ser
muy variado: desde el gran latifundista al pequeño y mediano propietario dependiendo según su
aporte a la conquista. Era un premio por su participación en la conquista.
Como en el resto de Europa, entre los siglos VIII al XIII se fue produciendo una feudalización de la
sociedad hispánica. Sin embargo, el hecho de que en ese tiempo en la Península Ibérica se estuviese
llevando a cabo una repoblación en las zonas fronterizas mediante el asentamiento de pequeños
propietarios libres, hizo que no se siguiese el modelo francés, salvo en la zona de la Marca Hispánica,
donde la influencia franca era mayor. No obstante, para el siglo XIII prácticamente todo la sociedad del
territorio cristiano peninsular estaba regida por una red de relaciones señoriales, según las cuales los
nobles obtenían rentas de sus propiedades y ejercían derechos jurisdiccionales, mientras los campesinos
disponían del dominio útil de la tierra, pero estaban sometidos a la jurisdicción señorial.
Por otra parte, la sociedad feudal era una sociedad fuertemente jerarquizada, dividida en estamentos
y de estructura piramidal. Así, en la cúspide estaba el rey, a continuación los estamentos privilegiados,
nobleza y clero, que eran los propietarios de la mayor parte de las tierras, estaban exentos del pago de
impuestos y gozaban de leyes especiales. Por último, en la base se encontraba el llamado estado llano
formado por campesinos y la incipiente burguesía de las ciudades, todos ellos pagaban impuestos
(pecheros) y estaban sometidos por relaciones de dependencia al rey o a los señores.
Al margen de esta sociedad existían dos minorías que a menudo fueron perseguidas: los judíos y los
mudéjares. Los primeros vivían preferentemente en las ciudades, en unos barrios específicos (juderías
o aljamas) y se dedicaban a la artesanía y al préstamo. Los mudéjares, musulmanes en territorio
cristiano, se dedicaron a la agricultura y se localizaban principalmente en Navarra y la Corona de
Aragón.
La economía durante la Alta Edad Media fue fundamentalmente agraria. La mayor parte de la
población se dedicaba a la agricultura. La propiedad de la tierra era muy diversa; los nobles y la
jerarquía eclesiástica tenían señoríos (trabajados por siervos) y grandes latifundios donados por la
monarquía durante la repoblación. En el centro y en el norte peninsular predominaba la mediana y
pequeña propiedad agraria de las zonas repobladas con presura y con el método concejil. En los valles
del Ebro, Levante y Andalucía permanecieron grandes grupos de población musulmana (mudéjares)
que siguieron manteniendo una agricultura de regadío. Las técnicas de cultivo eran muy pobres: arado
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romano, barbecho, cereales y vides, ausencia de abonos…Dentro de la economía agraria destacará
rápidamente la ganadería, sobre todo tras las grandes conquistas del siglo XIII, así surgirán la Mesta y
la Casa de Ganaderos de Zaragoza.
El Honrado Concejo de la Mesta fue creado por Alfonso X “el Sabio” en 1273 perduró hasta 1836,
tras diversos avatares. Alcanzó su máxima pujanza con los RR.CC. y los nuevos privilegios concedidos
por estos. Es una institución que se encargaba de regular todos los aspectos relativos a la ganadería
trashumante de ovejas merinas que en verano pastaba en los montes del norte (Montes de León,
Sistema Central, Sistema Ibérico, etc.) y en invierno en las dehesas de la Mancha, Extremadura y
Andalucía. Estaba organizada en cuatro cuadrillas (León, Segovia, Soria y Cuenca) que se reunían en
asamblea dos veces al año. La máxima autoridad jurisdiccional era el Alcalde Entregador Mayor, de
nombramiento real. El Alcalde Entregador Mayor nombraba a un alcalde entregador para cada cuadrilla,
a alcaldes de dehesas, de puertos y arrendamientos. Los alcaldes se encargaban de que las cañadas (vías
pecuarias mayores que unían las zonas de invernada y veraneo) y cabañeras estuviesen libres. Así
mismo juzgaban todos los litigios establecidos entre ganaderos y campesinos, entre ganaderos y las
autoridades locales. También se encargaban de recaudar los impuestos por el paso de los puertos de
montaña (montazgo) y los derechos reales; era la parte más sustanciosa de la débil hacienda real
castellana.
Los objetivos de la Mesta eran muy variados: había que explotar los enormes territorios ocupados por
Fernando III con una escasa demografía, beneficiar y controlar a la nobleza e Iglesia, dueños de los
inmensos rebaños, y homogeneizar la explotación del medio rural sometida a muchas particularidades
por los fueros y costumbres de la repoblación.
El comercio se desarrolló muy tardíamente. La economía hasta el siglo XIII era prácticamente de
subsistencia y cerrada. Con la expansión del cultivo y con el desarrollo de la Mesta empezaron a surgir
rutas interiores. Los monarcas para animar este movimiento y conseguir un desarrollo de la burguesía
que frenase las ansias de poder de la nobleza, crearon numerosas ferias a lo largo de sus territorios, entre
las que destaca Medina del Campo.
El comercio internacional se extendió con el dominio del estrecho de Gibraltar. Los castellanos
tendieron al dominio de las rutas atlánticas que comunicaban las villas cantábricas con el Canal de la
Mancha y Flandes, llegando a ser la flota mercante y militar más importante de la zona. Los catalano-
aragoneses tendieron hacia el Mediterráneo y el norte de Africa, compitiendo para ello con las ciudades
italianas.
La Corona de Castilla acabará englobando a los reinos y territorios de Galicia, Asturias, León, País
Vasco, Castilla, Extremadura, Andalucía y Canarias. La monarquía tuvo un gran peso político debido
sobre todo a la existencia de pueblos de realengo y de ciudades con fueros, pero los enormes territorios
entregados en la repoblación a las Órdenes Religiosas, a la Iglesia y a los nobles hicieron surgir una
nobleza terrateniente muy poderosa, en algunos casos incluso más poderosa que la misma monarquía.
Con el fin de simplificar las diferencias legales entre todos los territorios y ciudades con fuero, Alfonso
X "el Sabio" elaboró el "Código de las Partidas" y concedió el "Fuero General " a todas las
ciudades. Existían unas Cortes medievales (León 1188), donde se reunían representantes de las
ciudades, nobles y eclesiásticos, que sólo tenía poder para vigilar los nuevos impuestos. A lo largo del
23
siglo XIII y XIV existieron numerosas "minorías" y guerras civiles en las que la nobleza arrebató a la
monarquía muchas de sus funciones y gobernaron sus señoríos como "reinos de taifas". El País Vasco se
administrará según unas leyes distintas debido a la pobreza del territorio y a la dispersión de la
población.
Con el matrimonio entre Petronila de Aragón y Ramón Berenguer IV nace la Corona de Aragón.
Cataluña seguirá manteniendo su ordenamiento legal (Usatges) y su administración y moneda.
Dispondrá de unas Cortes que vigilarán al poder del rey para evitar que éste fuera contra sus tradiciones
políticas (pactismo). La ciudad de Barcelona mantendrá su Consejo del Ciento. El reino de Aragón
mantendrá también sus Cortes e instituciones entre las que destacará el Justicia Mayor de Aragón que
vigilará al poder del rey para que no cayese en contrafuero.
Cuando Jaime I conquiste Valencia y las Baleares en vez de integrarlas en los anteriores, decide
convertirlas en reinos separados con sus instituciones propias. Lo único que tienen en común todos los
territorios de la Corona de Aragón es el monarca.
La conquista de Toledo (1085), Zaragoza (1118) y las de Andalucía y el Levante en la década de 1240,
supusieron la incorporación a los reinos cristianos del norte de una importante población musulmana y
judía. Los reyes trataron de mantener dichas poblaciones por intereses económicos, así Alfonso VI tras
conquistar Toledo prometió a musulmanes, judíos y mozárabes el mantenimiento de sus propiedades y
sus leyes; Alfonso I tras conquistar Zaragoza y la cuenca del Jalón hizo mención expresa a la defensa de
la integridad de los mudéjares, la mayoría artesanos y agricultores de regadío, para defender los intereses
del reino y de la nobleza.
No obstante, esta convivencia no fue tan idílica como se ha tratado de presentar. Siempre se ha exaltado
la gran labor cultural y científica de las escuelas de traductores de Ripoll, Tarazona de Aragón o la
Escuela de Traductores de Toledo de Alfonso X “el Sabio”, donde sabios judíos, musulmanes y
cristianos colaboraron en la traducción al latín y al castellano de las obras clásicas (Aristóteles, Platón,
Galeno, Ptolomeo, etc.) que previamente habían mandado traducir al árabe los primeros califas. Sin
embargo, bajo esta aparente colaboración existió una convivencia marcada por la segregación,
marginación cuando no persecución. A las comunidades musulmanas y judías, a partir del siglo XIII, se
les obligaba a vivir fuera de las murallas, en barrios especiales, juderías y aljamas, a vestir con señales
distintivas de su religión y se les impedía el ejercicio de determinadas funciones sociales o políticas, así
como formar compañías con cristianos. A partir de finales del siglo XIV hubo auténticas persecuciones,
fundamentalmente contra los judíos (progroms).
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LA BAJA EDAD MEDIA. LA CRISIS DE LOS SIGLOS XIV y XV
Propuesta de trabajo Serie Memoria de España 9: “LA ÉPOCA DE LAS TRAGEDIAS (1348-
1485)”
1. ¿Qué batalla cerró el paso a las invasiones musulmanas del norte de África?:
2. ¿Cuál fue el último baluarte musulmán en la Península?:
3. ¿Cuántos habitantes tenía la Corona de Castilla a comienzos del s. XIV? ¿y Aragón?:
4. Cita alguna de las calamidades que azotaron a los reinos cristianos desde la segunda mitad del s.
XIV:
5. ¿Por dónde penetra la peste negra a la Península? ¿En qué año? ¿De dónde procedía la peste negra?:
6. ¿Qué razones explicarían la crisis continua de la Iglesia en los reinos hispánicos durante los ss. XIV
y XV?:
7. Cita el nombre de alguna de las órdenes mendicantes, protegidas por los monarcas:
8. ¿Cuándo es conquistada Constantinopla? ¿Qué nuevo imperio sustituye al bizantino?:
9. ¿Cuál era la función principal de las Cortes en Castilla?:
10. ¿De qué tres brazos constaban las Cortes catalana y valenciana?:
11. ¿En cuántas merindades estuvo dividida Castilla? ¿Cómo se llamaban los jefes civiles y miltares en
Andalucía y Murcia?:
12. ¿Qué ofrecía el rey Pedro I a cambio del apoyo de los ingleses en su guerra contra su hermanastro,
Enrique de Trastámara?:
13. Describe las circunstancias y las consecuencias de la batalla de Aljubarrota, en 1385:
14. ¿A quién entregó el poder el rey Juan II? ¿A qué se dedicó el rey?:
15. ¿Cuándo subió Isabel al trono de Castilla?:
16. ¿Cómo se solucionó el conflicto sucesorio en la Corona Aragón, tras la muerte de Martín I. el
humano?:
17. ¿Cómo se llamó al partido de los mercaderes, artesanos y menestrales de Barcelona?:
18. ¿Cómo se conocía a la oligarquía urbana, formada por ciudadanos honrados, rentistas y
terratenientes de Barcelona?:
19. ¿Qué dos tipos de propiedad agrícola coexistían en Castilla desde principios del siglo XIV?:
20. Cita alguna de las materias primas que exportaba Castilla:
21. ¿A quién favoreció la política comercial de los reyes castellanos?:
22. ¿En qué tres centros se canalizaba el comercio marítimo de la Corona de Aragón?:
23. ¿Quiénes regentaban los primeros bancos, desde el siglo XIII? ¿Cuál fue el primer banco de crédito
público, fundado en 1401?:
24. ¿Cuál fue la obra más importante del Arcipreste de Hita?:
25. ¿De qué dos autores italianos es Ausias March un gran conocedor?:
26. ¿Cuál es el gran medio de expresión del arte gótico?:
27. ¿Cuál fue la gran novedad constructiva de la arquitectura gótica?:
28. ¿Cuáles eran las tres provincias del reino nazarí de Granada?:
29. ¿Hasta cuándo los problemas interiores castellanos permitieron la estabilidad de las fronteras
granadinas?:
30. ¿Cuáles son las características del arte nazarí?:
INTRODUCCIÓN
En el siglo XIII, al finalizar la Plena Edad Media, todos los reinos cristianos de la Península habían
alcanzado unas fronteras casi definitivas y, en consecuencia, la Reconquista podía darse por finalizada
(el reino nazarí de Granada, como vasallo de Castilla, era un apéndice de esta). En ese momento se
consolidaron las instituciones de gobierno de cada reino. También fue el momento de una múltiple
crisis que afectó a todos y que duró gran parte del siglo XIV.
Por otra parte, las ansias guerreras, que no eran más que afán de enriquecimiento, aún perduraban. Los
castellanos tenían una válvula de escape en Granada, mientras que la Corona de Aragón y Portugal, que
tenían muy limitadas sus posibilidades de expansión peninsular debido a los tratados de reparto
firmados, tuvieron que orientarse hacia el Mediterráneo y el Atlántico respectivamente. Eso no
impidió a Castilla iniciar también una expansión por el Atlántico, comenzando por las Islas Canarias y
que culminó con el descubrimiento de América.
25
sistemas de gobierno, sociedad y economía de la Edad Media. La transformación de la sociedad se
realizó en medio de graves dificultades: catástrofes demográficas producidas por grandes hambres y
epidemias, crisis económicas, luchas sociales y cambios políticos.
Crisis demográficas. Durante los últimos años del siglo XIII se había producido una notable expansión
demográfica que permitió el crecimiento de las ciudades, el auge de la artesanía y la apertura de un
comercio interior y la creación de rutas comerciales marítimas por el Mediterráneo y el Atlántico. En el
siglo XIV la situación cambió radicalmente. Las grandes mortandades del siglo XIV alcanzaron enormes
proporciones. La primera gran mortandad tuvo su origen en el hambre. Una serie de años muy lluviosos
produjeron la pérdida de las cosechas entre 1310 y 1346, y el fantasma del hambre se extendió entre las
clases más humildes. La segunda gran mortandad fue debida a la propagación de la epidemia conocida
como peste bubónica o Peste Negra. La enfermedad, originaria de Asia, llegó a Mallorca en los barcos
de los mercaderes en 1348 y desde allí se extendió por el reino de Valencia, para pasar después al
interior de la Península. La Peste Negra, además de producir un descenso de la población, influyó en la
vida económica y social de los reinos, en las mentalidades de las gentes y en las manifestaciones
artísticas y literarias.
La economía señorial entró en crisis con el descenso de la población al paralizarse las roturaciones por
falta de brazos y, en consecuencia, las rentas señoriales bajaron, pero el comercio y la artesanía urbana
continuaron el desarrollo iniciado en el siglo XII. La lana continuó siendo el eje de la economía
castellana y el comercio mediterráneo alcanzó su máximo desarrollo en Cataluña y Valencia. Hacia
1454, comenzó la decadencia del comercio catalán a causa de las luchas sociales de la Corona de
Aragón, y de la presencia de una nueva potencia en el Mediterráneo oriental, los turcos, que
conquistaron Constantinopla en 1453.
La sociedad también se transformó en medio de una gran violencia. Ante la disminución de sus rentas,
los nobles reaccionaron de dos maneras: respecto a los reyes, ampliando sus territorios mediante
concesiones reales que conseguían sublevándose contra ellos y respecto a los campesinos de sus
señoríos, abusando de los derechos jurisdiccionales, imponiendo una serie de antiguos tributos, en
desuso desde el siglo XIII, conocidos con el nombre de «malos usos». El malestar de los campesinos se
tradujo en levantamientos contra la nobleza (irmandiños en Galicia, payeses de remensa en Cataluña),
que fueron, la mayoría de las veces, duramente reprimidos.
Igualmente, en las ciudades, los comerciantes más ricos y la nobleza cometían grandes abusos sobre los
pequeños artesanos, originándose frecuentes levantamientos (la Biga y la Busca en Cataluña). La
violencia de las ciudades alcanzó a las minorías judías cuyas aljamas fueron asaltadas con frecuencia.
La monarquía se fortaleció y los reyes recuperaron los derechos políticos que, en tiempos pasados,
habían delegado en los grandes señores (como impartir justicia, acuñar moneda, dictar leyes, etc.). El rey
extendió su autoridad a todo el territorio y, de esta manera, se convirtió en soberano de súbditos, dejando
de ser señor de vasallos. La consecuencia fue que se rompió la estructura jurídica feudal por la que un
vasallo sólo tenía obligaciones personales con un señor. Los reyes, apoyados en el Derecho romano,
gobernaron con leyes aplicables a todo su reino y sentaron las bases de las futuras monarquías
autoritarias.
La monarquía de la corona castellana adoptó un modelo político, según el cual el monarca poseía
todo el poder (monarquía autoritaria). En ocasiones aplicó la concepción patrimonial de los reinos
para dividirlos entre sus herederos. La Corte careció de residencia fija y los monarcas estuvieron
asesorados por la Curia Regia, órgano consultivo formado por los principales nobles. La Curia
extraordinaria se reunía en casos especiales y la integraban todos los señores laicos y eclesiásticos. En
1188 Alfonso IX de León (1188-1230) convocó a representantes de las ciudades en la Curia
extraordinaria para contrarrestar el poder de los señores y afianzar la autoridad real. Este hecho se
considera como el inicio de las Cortes leonesas que precedieron a las de Castilla. Aunque se ha
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resaltado su talante democrático, lo más que consiguieron los representantes de las ciudades fue el
ejercicio del derecho de petición al Rey.
Durante el siglo XIV las Cortes conocieron un auge que no se mantuvo durante la centuria siguiente. Las
Cortes castellanas, decisivas en la minoría de edad de Enrique III (1390-1393-1406), perdieron
competencias y experimentaron un declive ininterrumpido. Su papel consultivo y legislativo
desapareció. A finales de la Edad Media, el rey sólo convocaba en ellas a los representantes de 17
ciudades con derecho a voto y con las únicas intenciones de aprobar los impuestos y de tomar juramento
al heredero. Aunque se podían formular peticiones al monarca, éste estaba facultado para concederlas o
no. La nobleza y el clero, al estar exentos de pagar impuestos, dejaron de acudir a las Cortes. Los
principales instrumentos de esta monarquía fueron:
a) Las Partidas de Alfonso X (1252-1284) y el Ordenamiento de Alcalá de 1348 de Alfonso XI
(1312-1350), compendios de leyes que reforzaban el poder del rey.
b) La Audiencia creada en 1369, que desde 1442 recibió el nombre de Chancillería, como máximo
órgano de justicia, con residencia en Valladolid.
c) La reorganización de la Hacienda, con la creación de las contadurías y el nombramiento del
mayordomo mayor, principal responsable de los gastos e ingresos.
d) El fortalecimiento del ejército, con un cuerpo semipermanente capaz de emplear las nuevas y
costosas armas derivadas del incipiente empleo de la pólvora.
e) El territorio castellano-leonés se dividió en merindades gobernadas por un merino. Con la
expansión por el valle del Guadalquivir se crearon los adelantamientos para velar por la seguridad
de las fronteras.
f) El municipio se rigió hasta el siglo XII por el concejo abierto -asamblea de vecinos- aunque ya en
este siglo aparecieron oficiales a cargo de distintas funciones, regidores. Desde el siglo XIII se
formaron cuerpos colegiados de regidores -alrededor de veinte- que asumieron el poder municipal.
Estos cargos fueron monopolizados por la nobleza titulada, por los caballeros e hidalgos, o por la
burguesía adinerada, constituyendo un grupo cerrado, y sus cargos se convirtieron en patrimonio
personal. Para evitar los abusos y controlar el poder municipal, el Rey designó a los corregidores.
El monarca contó con la ayuda de una Curia ordinaria, cuerpo consultivo transformado en Consejo
Real, común para todos los reinos e integrado por representantes de cada uno. Las Cortes de la Corona
de Aragón conservaron buena parte de sus competencias, aunque cada vez más limitadas. Se mantuvo la
existencia separada de las Cortes catalanas, valencianas y aragonesas, aunque en ocasiones se
reunieron conjuntamente en Monzón. En las Cortes, el rey se comprometía a aceptar las peticiones que
se le realizaban a cambio de que le fuesen concedidos los nuevos impuestos.
Las Cortes catalanas se dividieron en tres brazos: eclesiástico, militar y popular. Tuvieron poder
legislativo y capacidad para establecer tributos. Pedro III (1276-1285) les concedió el derecho de
reunión anual y el que fuesen colegisladoras con el monarca. Desde 1300 contaron con inspectores para
fiscalizar la actuación de los oficiales reales y se dotaron de un organismo compuesto por nobles,
prelados y ciudadanos para interpretar los usatges. A finales del siglo XIII se creó una Diputación para
velar por el cumplimiento de los acuerdos en los períodos en que no se convocaban Cortes. A partir de
1359, la Diputación pasó a ser permanente y recibió el nombre de Diputación del General o
Generalitat y durante el siglo XV fue el órgano político fundamental del Principado junto con la
Corona. Las Cortes de Valencia siguieron el modelo catalán. También contó con una Diputación
General permanente.
Las Cortes de Aragón constaban de cuatro brazos: la alta nobleza, la baja nobleza, el clero y el estado
llano. Resolvían los agravios, fiscalizaban las instituciones del reino y el monarca no podía legislar sin
su autorización (Privilegio General). Cuando no estaban reunidas las Cortes se formaba una Diputación
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General del Reino. El Justicia Mayor de Aragón constituyó una institución específica de este reino.
Desempeñó la suprema administración de la justicia, fue el máximo intérprete de leyes y fueros y
garante de su cumplimiento. Aunque su designación correspondía al rey, sólo las Cortes podían
fiscalizar su labor.
La división administrativa de Aragón se hizo con los merinatos, o distritos fiscales, y las juntas, o
asociaciones de municipios. En Cataluña se instituyeron las veguerías, con un veguer al frente para
administrar justicia, cuidar la defensa y orden público y hacer cumplir las leyes, y las baylías, en las que
el bayle cuidaba la administración fiscal. En Valencia se denominaron justiciazgos, baylías y
veguerías.
El municipio catalán adquirió personalidad propia desde el siglo XIII. Con anterioridad existían unas
asambleas vecinales o consells que, en un proceso similar al castellano, fueron sustituidas por asambleas
restringidas de prohoms o consellers, que en Barcelona estuvieron asesoradas por el Consell de Cent
(asamblea consultiva de la ciudad, integrada por 144 miembros, 36 por cada uno de los grupos urbanos:
ciudadanos honrados, mercaderes, artesanos y menestrales). Los intentos de intromisión de los monarcas
en los asuntos municipales fueron constantes, sobre todo con los Trastámara (enfrentamientos entre la
Busca y la Biga). El municipio aragonés estuvo regido por el zalmedina, justicia o alcalde, designado
por el rey. Contaba con la colaboración de un Cabildo y un Consejo asesor.
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Las luchas sociales. A partir de 1350 se produjeron en Castilla sublevaciones de siervos y campesinos
contra los grupos privilegiados. Los abusos (malos usos) de la nobleza dieron lugar al estallido de graves
conflictos sociales; de todos ellos el más grave fue la rebelión de los irmandiños de Galicia donde había
importantes señoríos laicos y eclesiásticos. La rebelión consistió en que en que los labriegos y artesanos,
que habían creado una asociación (Santa Irmandade) para poner coto a los abusos de los grandes señores,
iniciaron una guerra contra los señores feudales con el fin de recuperar las tierras usurpadas. La nobleza
reaccionó unificando sus esfuerzos y buscando apoyos en el exterior. Al fin, los rebeldes fueron sometidos.
También se produjeron estallidos antinobiliares en otras partes del reino, sobre todo en ciudades de
realengo que fueron entregadas a miembros de la nueva nobleza palatina emergente (Ágreda 1395 y
1472; Paredes de Nava 1371, Benavente en 1400, etc.).
Además de las luchas entre los grandes linajes y la Corona, en Castilla se produjeron, sobre todo durante
las minorías, luchas entre diferentes linajes de nobles rurales por la apropiación de los bienes
comunales y de las tierras más fértiles o mejor comunicadas: se denominaron “banderías”. Fueron
especialmente crueles las luchas en Oñacinos y Gamboinos en el País Vasco.
Por otra parte, en las ciudades se producían persecuciones contra las aljamas de los judíos. Estos
conflictos sociales aparecían sistemáticamente en los momentos de crisis económica y servían de válvula
de escape a la mísera situación de las clases populares. La más violenta fue la que se inició en Andalucía
en 1431, y se propagó después a todo el Reino.
Los enfrentamientos políticos tienen su origen en la pugna entre el patriciado urbano y la nobleza. Se
pueden distinguir tres etapas:
La supremacía de la Corona. Pedro IV “el Ceremonioso” (1336-87) constituye el cénit y el
inicio de la decadencia de la confederación. Pretendió unificar a todos los reinos que habían
pertenecido a la Corona de Aragón. Se enfrentó a los nobles aragoneses y valencianos al intentar
organizar instituciones centralizadoras para gobernar sus reinos. Venció a los nobles y anuló todos
sus privilegios (peticiones de las Cortes).
La segunda fase se centra en el problema sucesorio a la muerte sin descendencia y sin hacer
testamento de Martín I “el Humano” (1395-1410). La Corona de Aragón estuvo al borde de una
guerra civil generalizada e incluso de su desintegración. Por el Compromiso de Caspe de 1412 se
eligió a Fernando I Trastámara, mediante votación de los tres reinos. Fernando I (1412-16) reunió
a las Cortes catalanas y haciendo gala de una gran capacidad de negociación aceptó las
pretensiones de Cataluña de forma que la Generalidad, se convirtió en la institución más
importante de Cataluña, además creó una Real Audiencia limitando sus poderes y estableciendo el
pactismo. Alfonso V “el Magnífico” (1416-58) intentó reafirmar el poder de la Corona. Cuando se
iniciaron en Cataluña los graves conflictos sociales entre la Busca y la Biga se enfrentó a la
oligarquía; lo mismo ocurrió con los conflictos de los payeses de remensa catalanes a los que
apoyó frente a la pretensión de la nobleza. Sin embargo su labor más importante fue la
consolidación de las posesiones catalano-aragonesas en Italia.
Las guerras civiles. Juan II (1458-79) conoció el momento de mayor crisis política, social. A
causa de sus desavenencias por el trono de Navarra con el heredero, Carlos Príncipe de Viana, se
enfrentó con los dirigentes de las ciudades, el clero y la nobleza en una guerra civil contra la
Generalitat. El enfrentamiento de ambos bandos adquirió una dimensión internacional con la
intervención de Francia y Castilla a favor del Príncipe. Este periodo de luchas civiles e
internacionales duró diez años (1462-1472). La pacificación del principado y la recuperación del
Rosellón y la Cerdaña, que habían sido cedidas a Francia por el Príncipe, fue obra de su hijo
Fernando II "el Católico".
Los movimientos sociales fueron protagonizados en la Corona de Aragón por los campesinos en las
zonas rurales y por los artesanos en las ciudades. El más importante fue el conflicto de los payeses de
remensa (campesinos catalanes que no podían abandonar la tierra sin pagar un rescate o remensa).
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Crearon un movimiento de emancipación contra los señores laicos y eclesiásticos. Sus primeras acciones
colectivas se iniciaron a partir de 1380, para defender no sólo su libertad, sino también la propiedad de
los mansos que habían ocupado al quedarse vacíos, a causa de las grandes mortandades producidas por
la Peste Negra. El apoyo de los Reyes les permitió crear en 1448 el Gran Sindicato Remensa y
movimientos coordinados entre varios lugares. El movimiento de los remensas apoyó a los monarcas en
sus luchas contra los nobles y la Generalitat, sobre todo en el reinado de Juan II. La solución al problema
llegó con la sentencia arbitral de Guadalupe promulgada por Fernando II el Católico (1486). Con esta
sentencia, los campesinos se liberaron de los malos usos y adquirieron libertad para vender sus tierras y
bienes. Movimientos de similares características estallaron en el campo aragonés (moriscos) y en
Mallorca, los forants.
Los enfrentamientos urbanos tuvieron lugar en la ciudad de Barcelona donde la crisis económica
produjo una serie de rivalidades políticas entre dos grupos de desigual categoría económica y social.
Estos conflictos se conocen con el nombre de: la Busca y la Biga. La Biga estaba formada por los
grandes mercaderes importadores y rentistas que dominaban los altos cargos municipales. La Busca
integraba a los maestros artesanos y pequeños mercaderes que deseaban controlar el poder municipal y
mejorar su situación económica. Entre 1453 y 1460 la Busca apoyada por el rey, gobernó Barcelona e
impuso su programa: devaluó la moneda para hacer más rentable el comercio de exportación, protegió
algunos artículos como los textiles para ayudar a los artesanos, y democratizó el poder municipal
acabando con los abusos de los nobles. La Biga se sentía perjudicada por estas medidas, pues, con la
devaluación disminuían sus rentas y con el proteccionismo se ponía límite a las importaciones, base de
sus actividades como grandes mercaderes. Por eso, presionó ante la Monarquía para hacer frente a los
buscaires y consiguió hacerse con el gobierno, ejecutando a los principales jefes de la Busca. El
conflicto terminará en el reinado de Fernando II con la imposición de la insaculación en las elecciones
del Consell de Cent. Esta crisis hizo que Barcelona cediese a Valencia el puesto de capital financiera de la
Corona de Aragón.
De 1253 a 1425 se sucederán en el trono tres dinastías francesas, la casa de Champaña, los Capetos que
eran a la vez reyes de Francia, y los Evreux, que gobernaron Navarra desde sus posesiones francesas.
Al morir Carlos III “el Noble” (1387-1425) heredó el trono Blanca de Navarra, viuda del rey Martín “el
Joven” de Sicilia y casada desde 1412 con Juan, hijo de Fernando I de Aragón, que se convertiría en rey
de ese reino en 1458. De esta unión nació Carlos, Príncipe de Viana.
Blanca I de Navarra delegó las funciones de gobierno en su marido que actuó como rey regente y que
introdujo a Navarra en numerosos conflictos con Castilla. A la muerte de Blanca, Juan II (1425-1479),
pretextando el testamento de su mujer, se negó a reconocer a su hijo como rey de Navarra. Así estallaría una
larga y dura guerra civil entre los beamonteses partidarios del príncipe Carlos de Viana y los agramonteses
partidarios del rey. Cuando en 1458 Juan II se convirtió en rey de la Corona de Aragón el conflicto dinástico
se extendió a Aragón y Cataluña. La muerte del príncipe en 1461 no frenó la guerra civil y los
enfrentamientos con Castilla, a pesar de que la nueva esposa de Juan II, Juana Enríquez, era hija del
almirante de Castilla.
A la muerte de príncipe Carlos (1461) fue nombrada lugarteniente del reino Leonor de Navarra, hija de
Juan II y de Blanca de Navarra y que estaba casada con el conde Gastón de Foix. A partir de 1479, a la
muerte de Juan II, se convirtió en Leonor I de Navarra.
Fernando II de Aragón “el Católico”, hijo de Juan II y Juana Enríquez, actuó para que el reino navarro no
cayese de nuevo bajo la órbita francesa. Tanto Francisco Febo (1479-1483) como Catalina de Foix (1483-
1512) casada con Juan de Albret, no pudieron hacer frente a la doble presión aragonesa-francesa y en 1512
Fernando "el Católico", contando con el apoyo de los beamonteses, conquistó el reino para anexionarlo a
Castilla.
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LA EXPANSIÓN DE LA CORONA DE ARAGON EN EL MEDITERRÁNEO
Durante la Baja Edad Media la Corona de Aragón llevó a cabo una política de expansión en el
Mediterráneo que puso bajo su dominio las islas Baleares, Sicilia, Cerdeña, Nápoles y algunas plazas
en el norte de África, además de mantener posiciones efímeras en el Mediterráneo oriental.
Las razones que impulsaron a los reyes aragoneses a encabezar esta labor mediterránea fueron:
El final de su expansión en la Península, con la conquista del reino de Valencia. La Corona de
Aragón tras la firma del tratado de Almizra (1244), no podía conquistar nuevos territorios en la
Península Ibérica. Pero la nobleza y sobre todo los almogávares (compañías de mercenarios
catalano-aragoneses) necesitaban guerras para aumentar sus ingresos, por lo que los monarcas
aragoneses tuvieron que buscar nuevos campos de batalla y desviar hacia ellos la inercia bélica de
los guerreros. El único lugar donde les era posible esa expansión era la cuenca mediterránea.
El interés de la Corona en la búsqueda de prestigio en el Mediterráneo y el enfrentamiento con
Francia, la otra potencia en el Mediterráneo occidental.
El apoyo decidido de la burguesía comercial catalana. Esa expansión por el Mediterráneo era
también una exigencia para consolidar y, si era posible, ampliar el pujante comercio catalán y, en
menor medida, el valenciano y el balear. Así, la expansión de la Corona de Aragón se basó en un
próspero comercio a larga distancia con Italia, el norte de África y Oriente, impulsado desde el
siglo XIII por la ciudad de Barcelona. Los comerciantes catalanes importaban productos de
Oriente (sedas, especias –pimienta y canela- y tejidos de lujo) y exportaban paños, pieles, lanas,
sal, armas y hasta esclavos. Por otra parte, siguieron las pautas de mercaderes genoveses y
venecianos y fueron los primeros en introducir en la península el uso de la letra de cambio y las
compañías mercantiles; además de crear instituciones como el Consulado del Mar (tribunal
marítimo y comercial) o la Taula de Canvi (banca municipal).
A pesar del interés comercial de la ruta mediterránea, las expediciones militares emprendidas por los
monarcas aragoneses estuvieron motivadas frecuentemente por cuestiones dinásticas. Los principales
pasos de la expansión fueron los siguientes:
Jaime I (1213–1276) con la conquista de Valencia y Baleares que impulsó la conquista militar
de importantes zonas del Mediterráneo y dinamizó el desarrollo comercial.
La conquista de Sicilia (1282) por Pedro III (1276-1285). Se vio favorecida por las pretensiones
dinásticas de este rey, casado con Constanza de Sicilia, hija del último monarca alemán de Sicilia
(Federico Hohenstaufen). Tras la muerte del rey de Sicilia, el Papa apoyó a Carlos de Anjou como
heredero de Sicilia y Nápoles. Los sicilianos se sublevaron (Vísperas sicilianas, 1282) y ofrecieron
la corona a Pedro III (1276-1285). Este ocupó fácilmente la isla con la ayuda de una flota de guerra
dirigida por Roger de Lauria y la compañía de almogávares de Roger de Flor. Como consecuencia, se
inició una guerra contra Francia y el papado que terminó con la paz de Caltabellotta (1302) que
impedía la integración de Sicilia en la Corona de Aragón, pero le otorgaban derechos sobre Cerdeña
y Córcega. Finalmente, la isla volvió al reino aragonés al morir sin herederos su rey, Martín el Joven,
en 1409.
La expedición de los almogávares en Oriente. Tras la paz de Caltabellotta, estos mercenarios
quedaron desocupados y fueron contratados por el emperador bizantino para luchar contra los
turcos en Asia Menor con éxito. Asesinado su caudillo a instancias del emperador, los
almogávares se rebelaron y se establecieron por su cuenta. Controlaron así los ducados de Atenas
(1311) y Neopatria (1318) que pusieron bajo la soberanía de la Corona de Aragón hasta finales
del siglo XIV.
La conquista de Cerdeña (1324) por Jaime II (1291-1327). La isla fue invadida sin apenas
problemas gracias a la neutralidad de Francia, Nápoles y el papado; sin embargo su mantenimiento
fue muy costoso para Aragón dadas las constantes rebeliones y la guerra naval alentada por
Génova, que perjudicó enormemente el comercio catalán y mallorquín.
La conquista de Nápoles (1442) por Alfonso V (1416-1458). Esta acción se enmarca en el
enfrentamiento de la Corona de Aragón con Génova. Alfonso V intervino para apoyar a la reina de
Nápoles envuelta en una guerra civil. A la muerte de la reina en 1435, Alfonso V emprendió la
conquista de Nápoles enfrentándose para ello al resto de estados italianos, al papado y a los
franceses. A su muerte el reino pasó a un hijo bastardo suyo y se desvinculó del resto de la Corona,
hasta que Fernando II " el Católico" se anexionó Nápoles en 1503.
La influencia sobre el norte de África. Gracias a la alternancia de la diplomacia y la piratería, los
reinos musulmanes de Tremecén, Bugía y Túnez, fueron tributarios de la Corona de Aragón
31
durante largos períodos de tiempo. Esta situación obligó a pactar con Castilla que extendía su
influencia al otro lado del estrecho de Gibraltar.
Balance: expansión militar muy costosa que, además de desgatar sus finanzas y erosionar su política
interior y exterior, le granjeó numerosos enemigos dentro y fuera del reino, aunque permitió un próspero
desarrollo comercial para Cataluña, Valencia y Baleares.
En los puertos atlánticos de Castilla se desarrollaba una intensa actividad pesquera y naval. Castilla
mantuvo una hegemonía naval en el Atlántico norte, donde estaban los intereses de los grandes
comerciantes. Por esta vía exportaba la lana castellana y el hierro vizcaíno hacia los mercados de
Francia, Inglaterra y Flandes; e importaba manufacturas de lujo, preferentemente de Flandes, o
productos de los países bálticos. Para apoyar esta presencia intervino en la guerra de los Cien Años
apoyando a los franceses a partir de la llegada de los Trastámara y consolidando así su dominio del
Canal de la Mancha.
Con el fin de proteger la ruta atlántica del sur, Castilla colaboró con Portugal y Aragón para controlar
el estrecho de Gibraltar, hostigando al reino nazarí de Granada y a los benimerines. Sin embargo, los
problemas internos de Castilla impidieron una política exterior más activa y Portugal se convirtió en un
poderoso rival en la expansión atlántica hacia el sur.
La expansión comercial portuguesa por las costas africanas tuvo un gran éxito, sobre todo con
Enrique el Navegante (1394-1460) hijo del rey Juan I de Portugal (1385-1433). En su expansión por la
ruta sur del Atlántico, Portugal ocupó Ceuta (1415) y Tánger (1471) y colonizaron Madeira (1418) y las
islas Azores (1432), donde instalaron cultivos de trigo y caña de azúcar. Más tarde exploraron la costa
africana, primero en busca de oro y después con el fin de abrir una ruta atlántica hacia las Indias; así en
1488 Bartolomeu Dias llegó al cabo de Buena Esperanza. A mediados del siglo XV, Lisboa recibía con
regularidad oro, esclavos y marfil procedentes del golfo de Guinea.
Las islas Canarias tenían interés como base marítima de operaciones y aprovisionamiento. Su
conquista por parte de la Corona de Castilla se llevó a cabo entre 1402 y 1496, fue un proceso largo y
discontinuo debido a la incapacidad de los conquistadores, al desinterés de los reyes y a la resistencia de
los canarios. Se pueden distinguir dos periodos en este proceso: la conquista señorial, llevada a cabo
por la nobleza a cambio de un pacto de vasallaje, y la conquista realenga, llevada a cabo directamente
por la Corona, durante el reinado de los Reyes Católicos.
Las conquistas del barón Jean de Béthencourt, caballero normando, que ejerció los derechos de
ocupación en nombre de Castilla. Tomó las islas de Lanzarote, Fuerteventura y el Hierro entre
1402 y 1406. En ellas estableció un señorío con amplias atribuciones como vasallo del rey
castellano.
En 1418 los caballeros normandos vendieron sus derechos a Fernán Peraza, miembro de la
burguesía castellana en proceso de ennoblecimiento, que conquistó la Gomera y continuó la
repoblación con castellanos.
Tras la llegada al trono de Isabel "la Católica" en 1474 la monarquía asumió directamente la
conquista. La guerra, entre 1477 y 1496, se desarrolló con gran crudeza y supuso la conquista de
Gran Canaria, La Palma y Tenerife. Buena parte de la población guanche fue reducida a la
esclavitud.
32
AGRUPACIÓN DE CONTENIDOS II
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BLOQUE 3: LA FORMACIÓN DE LA MONARQUÍA
HISPÁNICA Y SU EXPANSIÓN MUNDIAL (1474-1700)
34
LOS REYES CATÓLICOS: LA CONSTRUCCIÓN DEL ESTADO MODERNO
Propuesta de trabajo Serie Memoria de España 10: “LA MONARQUÍA DE LOS REYES CATÓLICOS”
1. ¿Qué características tenía para los coetáneos la nueva etapa histórica que se abría con el reinado de los Reyes
Católicos?
2. ¿Qué cinco reinos coexistían en la Península Ibérica a mediados del siglo XV?
3. ¿Cómo se denigró a la hija de Enrique IV, Juana?
4. ¿Qué relación familiar existía entre Isabel y Fernando? ¿Con quién prefería Enrique IV que se casara Isabel?
5. ¿Qué impedía la ley sálica en Aragón?
6. ¿Por qué estalló la guerra civil en Castilla? ¿Qué otros reinos apoyaron a Isabel?
7. ¿Con qué instrumento contaron los Reyes Católicos para acabar con los últimos focos de resistencia?
8. ¿Cuál era el único dominio de Castilla en el Atlántico? ¿Cuándo se produjo su conquista definitiva?
9. ¿Cómo era visto Fernando II de Aragón por muchos de sus coetáneos, incluido Maquiavelo?
10. ¿Qué experiencia tenía Fernando antes de ser rey de Castilla?
11. ¿Qué era el Regio Patronato?
12. ¿Qué cargos llegó a ostentar Francisco Jiménez de Cisneros?
13. ¿A qué obligaron los Reyes Católicos a Boabdil por ayudarlo a recuperar el trono de Granada?
14. ¿Cuántos jinetes e infantes se calcula que formaron las tropas de los Reyes Católicos a lo largo de la guerra?
15. ¿Cuándo se rindió Granada? ¿Cuándo entraron los Reyes Católicos en la Alhambra?
16. ¿Qué institución religiosa fue creada en Castilla por los Reyes Católicos en 1480?
17. ¿Cómo arrancaba la Inquisición muchas de las confesiones? ¿Cómo eran llamadas las solemnes ceremonias
donde se hacían públicas las sentencias?
18. ¿Según el decreto de 31 de marzo de 1492 que opciones tenían los judíos? ¿Cuántos fueron los judíos
expulsados?
19. ¿Cómo se llamó a los judíos expulsados?
20. Cita alguno de los ejemplos más destacados del estilo gótico, llamado Reyes Católicos
21. ¿Cuáles fueron los símbolos utilizados por la nueva monarquía?
22. Cita alguno de los ejemplos más destacados del estilo plateresco
23. ¿Cuál era la propuesta de Cristóbal Colón?
24. ¿Desde dónde y cuándo salió la expedición de Cristóbal Colón?
25. ¿Cuándo y quién divisó tierra? ¿Cómo fue llamada Cuba? ¿Cuántos viajes hizo Colón a las Indias?
26. El conocimiento del latín era requisito indispensable para la entrada en…
27. Cita el nombre de las mujeres humanistas, protegidas en la corte de la reina Isabel
28. ¿Cuándo y cómo terminó el periodo de guerras en Italia, iniciadas en 1494? ¿Quién fue el protagonista militar
de su primera etapa?
29. ¿Hasta cuándo permaneció Nápoles y Sicilia bajo soberanía hispánica?
30. ¿Quién comandaba las tropas castellanas que conquistaron Navarra?
31. ¿Cuál era el objetivo de la política matrimonial de los Reyes Católicos?
32. ¿Por qué se considera al reinado de los Reyes Católicos cómo la época más gloriosa de los anales de España?
33. ¿Cuáles son los aspectos negativos del reinado de los Reyes Católicos?
34. ¿Consideras acertada la política matrimonial de los Reyes Católicos? ¿Consiguió sus objetivos?
INTRODUCCIÓN
El reinado de los Reyes Católicos supone el paso de la Edad Media a la Edad Moderna con
acontecimientos de gran trascendencia para la historia de España. Bajo su mandato se inició un proceso
de unificación y una amplia expansión territorial que dio lugar a la Monarquía Hispánica y al inicio del
primer imperio de los tiempos modernos.
La guerra sucesoria en Castilla. Isabel I de Castilla asciende al poder tras una guerra civil. Durante el
reinado de Enrique IV (1454-1474) se produce un levantamiento de la nobleza ("Farsa de Ávila") y éste,
para evitar la guerra, nombra heredero a Alfonso de Castilla, su hermanastro, en vez de a su hija Juana.
Muerto Alfonso (1468) sus derechos pasaron a su hermana Isabel. Tras un nuevo enfrentamiento armado
se llega al acuerdo de los Toros de Guisando en que Enrique IV reconoce a Isabel como su heredera.
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A la muerte de Enrique IV estalla una guerra civil entre los partidarios de Isabel I y los partidarios de
Juana " La Beltraneja". A Isabel le apoyarán las ciudades, parte de la nobleza y la Corona de Aragón; a
Juana le apoyarán la gran nobleza temerosa de una monarquía fuerte, Portugal y Francia.
En 1469 se pone fin a la guerra civil con el tratado de Alcaçobas. La ya reina Isabel dominó a la
levantisca nobleza castellana que a partir de ese momento perderá todo su poder político y vivirá a la
sombra de la monarquía.
Fernando II de Aragón hereda los dominios de su padre en 1479, uniéndose las Coronas de Castilla y
Aragón. Según la Concordia de Segovia firmada en 1475, ambos monarcas dispondrán de igual poder
"Tanto monta, monta tanto".
La unidad dinástica no supuso la unión política, ni la unidad de los pueblos. Fue un vínculo personal
entre los soberanos, entre los representantes de dos dinastías. Cada reino conservó su organización
institucional, sus antiguas leyes, sus propias formas de recaudar impuestos, y sus monedas, pesos y
medidas. Así también, cada reino continuó teniendo su particular estructura económica y social, dentro
del ordenamiento feudal. Incluso, en el plano legal, los súbditos de una Corona eran considerados
extranjeros en la otra. Las aduanas entre unos y otros territorios certificaban esta situación de
independencia.
En la Corona de Aragón continuaron vigentes las Cortes de cada reino y sus instituciones. El nuevo
reinado, no obstante, impuso dos instituciones nuevas de gran importancia: el virrey, verdadero
delegado real con poderes ejecutivos y judiciales, y el Consejo de Aragón (1494), que tenía funciones de
carácter consultivo y de asesor de los monarcas en las cuestiones que se refirieran a la Corona catalana-
aragonesa.
Por su parte, en Castilla también continuaron las Cortes, que en este caso estaban constituidas por los
nobles, los eclesiásticos y los representantes de las principales ciudades castellanas. Pero su vida fue poco
activa. De hecho el fortalecimiento financiero de la propia Monarquía llevó a que las Cortes fueran
convocadas en muy pocas ocasiones.
Navarra constituía un enclave estratégico entre la Monarquía hispánica y el reino de los francos. Su
incorporación a Castilla se produjo en 1515, muerta ya Isabel I (1504), como consecuencia de los
enfrentamientos con Francia por el tema italiano (1512). Esta anexión dejaba intacto el propio
ordenamiento navarro, su autonomía y sus instituciones.
En la política internacional en el resto de Europa, prevalecieron los intereses aragoneses: enemistad con
Francia y expansión italiana. Así, el aislamiento de Francia constituyó el eje de su política internacional.
Para ello siguió una complicada política matrimonial que buscó la amistad con el imperio alemán y con
Inglaterra.
En cuanto a Italia, este era un país políticamente muy débil, dividido en diversos estados. Tanto el rey de
Francia como Fernando el Católico querían intervenir en los asuntos italianos para conseguir ventajas
territoriales, lo que condujo a varias guerras. En ellas se empleó el ejército profesional que se había
formado en la campaña de Granada dirigido por Gonzalo Fernández de Córdoba, “el Gran Capitán”.
36
Como consecuencia se incorporaron a la Corona de Aragón Nápoles, Sicilia y Cerdeña (1503). De esa
forma la monarquía de los RR.CC. se convirtió en una potencia europea que dominaba el Mediterráneo.
Por otra parte, se continúa la expansión por el litoral norteafricano que respondía a los intereses de
Castilla, que siempre había pretendido la conquista de Marruecos; pero sobre todo, por la necesidad de
asegurar las costas de sur la Península ante posibles ataques musulmanes y de los piratas berberiscos
(apoyados por los turcos). Este proyecto se vio retrasado por la política italiana y sólo se tomó Melilla
(1497) en vida de Isabel la Católica. El Cardenal Cisneros, como regente de Castilla, prosiguió esta
política y consiguió la toma de Orán en 1509 y de Bugía y Trípoli en 1510. La eficacia de la presencia
castellana en estas plazas contra la piratería fue prácticamente nula.
Otro foco de la política internacional tradicional de Castilla lo constituía su rivalidad con Portugal en el
Atlántico, patente en el tratado de Alcaçobas (1469), donde se lleva a cabo un reparto del océano y se
reconoce el dominio castellano sobre las islas Canarias. En ese contexto se produce la incorporación de
las islas Canarias a la Corona de Castilla en 1476, trampolín necesario para la aventura americana.
Los monarcas, a pesar de que mantuvieron las estructuras heredadas del pasado en cada uno de sus
reinos, para centralizar la toma de decisiones, crearon una nueva estructura e instituciones que con
pocas variantes se van a mantener hasta el siglo XVIII. La base de esa nueva estructura va a ser el
Consejo (sistema polisinodial). Tiene su origen en el Consejo Real de Castilla. Había dos tipos de
consejos: territoriales y temáticos. Cada consejo estaba compuesto por una serie de asesores, nobles,
eclesiásticos y letrados, que asesoraban a los reyes, estudiaban las medidas a tomar en cada reino o tema
concreto, y una vez aprobadas por el rey se encargaban de llevarlas a cabo. Los miembros de los consejos
eran de designación real. Estos nuevos instrumentos les permitieron marginar a las diferentes Cortes.
Entre ellos estaban el Consejo Real o de Castilla, el Consejo de Aragón, el de Hacienda, Órdenes
Militares o el de la Inquisición, que fue el único que tuvo como ámbito jurisdiccional toda la Península.
Posteriormente, se creará el consejo de Indias que se desgajará del de Castilla.
Los RR.CC. actuaron en Castilla también en el ámbito municipal y en el de la justicia. Al frente de los
ayuntamientos, pusieron la figura del corregidor, especie de representante directo del poder real, cuyas
funciones eran de todo tipo: políticas, financieras, policiales, administrativas, etc.
Dentro de este refuerzo del poder real hay que situar la creación, en 1476, de la Santa Hermandad,
especie de milicias populares, pagadas por los municipios, que se convirtieron, en realidad, en una policía
de las ciudades, y que tuvo por misión específica el apaciguamiento de las zonas rurales.
El desarrollo de esta política tan activa en el exterior e interior se pudo llevar a cabo gracias a una
situación hacendística muy saneada. La monarquía contó con los enormes ingresos derivados del
comercio de la lana, con las rentas de las Órdenes Militares, con los impuestos eclesiástico que gracias al
Patronato Regio y a la Bula de Cruzada consiguieron de la Iglesia, con el 5% del comercio americano
(quinto real) y sobre todo con el control que ejerció el Consejo de Hacienda sobre todo los impuestos.
Uno de los poderes económicos más importantes eran las diferentes Órdenes Militares (Alcántara,
Calatrava, Santiago, Montesa,…). Fernando II se hizo nombrar maestre de las diferentes órdenes y así
quedaron vinculadas a la monarquía.
La consecuencia última de este proceso de fortalecimiento monárquico fue la creación de una numerosa
y cualificada burocracia, un cuerpo de funcionarios. Este hecho ha sido frecuentemente interpretado
como un acto de los Reyes contra el poder nobiliar, al que se apartaba del ejercicio directo del poder. Lo
cierto es que sólo parcialmente se marginó a los nobles de las altas responsabilidades, siguieron
37
ejerciendo la jurisdicción señorial sobre miles de vasallos y mantuvieron el poder económico
(incrementado más aún con la ley del mayorazgo – Cortes de Toro 1505) y el prestigio social.
Además los Reyes Católicos crearon un ejército real permanente compuesto por caballería e infantería,
que hábilmente dirigido les permitió dominar a la nobleza y mantener la hegemonía en las guerras europeas.
Cristianos, judíos y musulmanes habían vivido durante toda la Edad Media en una débil y quebradiza
tolerancia étnica y religiosa, no ausente de explosiones coyunturales de violencia. A partir de 1.348 se
produjeron numerosos ataques a juderías y aljamas a la vez que se marginaba en el desempeño de cargos
públicos y profesiones a judíos y musulmanes. A partir de esa fecha la represión llevó a muchos judíos a
convertirse al cristianismo (judeoconversos), aunque muy frecuentemente siguieron practicando en
privado los ritos mosaicos (ley de Moisés). Este grupo social alcanzó gran poder político y económico.
Ello desató una división religiosa entre los cristianos viejos y los nuevos, una caza del judaizante y una
búsqueda incesante y obsesiva de la limpieza de sangre.
Para luchar contra los falsos conversos, los Reyes Católicos solicitaron del Papa Alejandro VI la
formación del Tribunal de la Santa Inquisición. Los tribunales del Santo Oficio existían desde el siglo
XIII con la misión de luchar contra las herejías; dependían de cada obispo. La Inquisición Española
creada en 1478 dependerá de la monarquía. Los reyes nombraban al Inquisidor Mayor al que se
supeditaban el resto de tribunales. Tenían sus propias cárceles e investigadores y no existían "garantías
procesales". El tribunal compuesto de religiosos (normalmente dominicos) podía juzgar las acciones y
omisiones de cualquier cristiano. No solamente controlaban los actos públicos de herejía sino que
llegaron a controlar las costumbres, la educación, la cultura y los actos más nimios. De esta manera se
produjo un retroceso en la expansión de las ideas renacentistas en los territorios de la monarquía con su
secuela de exiliados (científicos- Servet-, intelectuales - Luis Vives-…) y la proliferación de anónimos en
literatura (Lazarillo de Tormes, La Celestina,…).La Inquisición pervivirá hasta las Cortes de Cádiz y el
reinado de Fernando VII.
Para terminar con las minorías religiosas decretaron la expulsión de judíos y musulmanes En este
contexto se explica la medida real de expulsión de los judíos realizada en 1.492 que obligaba a la
conversión o la expulsión. Más de 150 000 optaron por lo segundo y emprendieron el camino del norte de
Africa llegando hasta Turquía (los sefardíes), donde todavía conservan el idioma castellano (ladino). Era
el año del descubrimiento de América, y la Monarquía perdía con la marcha de los judíos, una fuente de
riqueza, de sabiduría profesional y de cultura, que afectaría negativamente a su desarrollo económico
posterior.
También muchos musulmanes sufrieron poco después (1502) la misma alternativa, aunque la mayoría
optaron por convertirse y quedarse en tierras castellanas o de la Corona de Aragón, especialmente en
Granada y Valencia.
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LA POLITICA ECONOMICA Y SOCIAL
La población
Las estimaciones sobre el número de habitantes nos permiten señalar una evidente diferencia demográfica
en favor de Castilla (5 millones de habitantes) frente a la Corona de Aragón (menos de 1 millón), Granada
(800.000) y Navarra (10.000). Por otra parte, la población continuaba siendo fundamentalmente rural. Las
concentraciones urbanas más destacadas eran Valencia (75.000 habitantes), Sevilla (50.000), Granada
(50.000) y Zaragoza (25.000). Barcelona no debía superar los veinte mil habitantes, mientras que Madrid
no pasaba de ser todavía poco más que una modesta villa.
Los Reyes Católicos emprendieron una política de saneamiento monetario que sin llegar a unificar los
sistemas monetarios de los diversos reinos, sí logró al menos una aproximación en sus equivalencias. Este
saneamiento monetario, junto a la paz social conseguida tras las luchas sucesorias y sociales de ambos
reinos, permitió una cierta mejora económica.
Cataluña se recuperó muy lentamente de su crisis bajomedieval. A pesar de los intentos de Fernando, el
traslado de la actividad comercial del Mediterráneo al Atlántico dificultó enormemente la recuperación.
Llevó a cabo una la política proteccionista destinada a reservar para los catalanes el mercado textil
siciliano y prohibiendo que los genoveses comerciaran en Cataluña con navíos de su propiedad, consiguió
mantener una cierta actividad en las industrias textiles, del vidrio o del coral.
En Aragón se acentuó la protección a la agricultura, que siguió siendo la fuente fundamental de sus
ingresos y se reforzó el régimen señorial.
Valencia resultó, quizá, el país de la Corona aragonesa que mayor auge económico mantuvo en la época.
Su rica huerta seguía siendo el centro principal de su actividad, pero el comercio y las finanzas también
fueron actividades de los valencianos del litoral.
Los Reyes Católicos favorecieron a la ganadería frente a la agricultura. Concedieron nuevos privilegios
de la todopoderosa Mesta (ley de pastizales y ley de arriendos). A partir de 1501, se reservaron para el
pastoreo todas aquellas propiedades donde el ganado ya hubiera pastado una vez, además de congelar el
precio de los arrendamientos de las dehesas donde se instalaba el ganado trashumante.
Regularon de forma monopolística el comercio de la lana de las ovejas merinas. Potenciaron la feria de
Medina del Campo, el Consulado de las Lanas de Burgos y la exportación por el Cantábrico. De esta
forma el comercio de la lana se convirtió en una fuente de recaudación de impuestos para la Corona.
Estos impuestos iban a sufragar los crecientes gastos de la Monarquía tanto en su política de expansión
territorial como en el mantenimiento de una creciente masa de funcionarios reales.
En esta situación, el comercio castellano vivió una etapa de expansión, preferentemente en su vertiente
cantábrica. Las lanas castellanas, y el hierro vasco propiciaron la creación de ferias internacionales, la
potenciación de las industrias pesquera y naviera y la creación de importantes núcleos de grandes mercaderes.
A imitación del modelo catalán y valenciano, se crearon importantes Consulados de Comercio en Bilbao y
Burgos (1494). A través de este comercio, Castilla y las tierras vascongadas quedaban ligadas a la economía
europea.
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En Andalucía el comercio empezaba a cuajar como actividad importante gracias al contacto con el norte
de África y a los primeros viajes a América. En Sevilla comenzaba a desarrollarse un incipiente núcleo de
grandes mercaderes, donde los burgaleses pujaban por desplazar a los genoveses. Para centralizar el
comercio con América se constituyó, a imitación de los portugueses, la Casa de Contratación de Sevilla
que controlaba los intercambios con América, la emigración y los viajes (mapas y derrotas). Desde las
Cortes de Toledo, en 1480, se favoreció la construcción de buques de más de 200 toneladas, sobre todo en
las atarazanas de Sevilla y Bilbao.
En esta situación, las actividades artesanas tuvieron un precario desarrollo. Debilidad agrícola,
intercambios comerciales desiguales, y escaso desarrollo industrial iban desde entonces a presidir la
andadura económica de la nueva Monarquía hispánica.
La política social
En materia social hubo pocas novedades. Durante toda la Edad Moderna los elementos estamentales y
clasistas convivieron en la organización social.
La gran nobleza y el alto clero siguieron siendo el sector dominante del feudalismo. A través de la
institución del señorío dominaban grandes extensiones de tierras y una numerosa mano de obra. Los
nobles fueron en parte alejados de los puestos políticos, pero su poderío económico y su prestigio social
no fueron mermados. Antes bien, los propios Reyes Católicos, con la institución del mayorazgo, por la
cual las propiedades de un señor debían pasar intactas al mayor de sus hijos varones, (leyes de Toro de
1505) no hicieron sino refrendar su privilegiada posición. Puede afirmarse así que la mayoría de la tierra
estaba en manos de la nobleza y el clero, quienes no representaban más del 2 ó 3 % de la población.
También ofrecieron a las capas ricas del patriciado urbano la posibilidad de acceder a la hidalguía mediante la
compra de un mayorazgo y el establecimiento de una genealogía familiar, la mayor parte de las veces falsa.
Una situación muy diferente vivían las masas campesinas, más del 80 % de los habitantes, que en su
mayoría se encontraban desprovistas de propiedades y al borde de la miseria. La situación era diferente en
Castilla y en Aragón.
En Castilla, el campesinado andaluz estaba formado, mayoritariamente, por jornaleros (dado que la
propiedad de la tierra estaba muy concentrada en manos de unos pocos señores), mientras que en la alta
Castilla fue creándose un campesinado poseedor de pequeñas y medianas propiedades, ajeno en buena
medida al régimen señorial, que con el tiempo fue dando lugar a un grupo de labradores ricos. Sin
embargo, los arrendatarios castellanos, que tenían contratos a muy corto plazo (4 o 5 años), no pudieron
acumular capital, lo que impidió la modernización de la agricultura.
En Cataluña, la Sentencia Arbitral de Guadalupe (1486) decretó la libertad de los campesinos, les dio el
acceso a la propiedad de hecho sobre las tierras con la única obligación de pagar un canon al señor. Se
creaba así una clase media de campesinos propietarios que se interesaban en la mejora de la tierra y en el
aumento de la producción. En realidad, este tipo de solución fue posible porque el «pacto» era deseado
por todos (campesinos, señores y monarcas): consolidaba a largo plazo el régimen señorial y permitía una
mayor disponibilidad sobre la tierra a los campesinos «remensas».
En las ciudades la mezcla de grupos sociales era mayor. En centros como Bilbao, Valencia, Barcelona,
Sevilla o Burgos, aparecieron grupos de grandes comerciantes y de incipientes banqueros que formaban
una reducida burguesía mercantil, muy ligada todavía a la mentalidad nobiliaria dominante en la época. A
su lado formaban parte del patriciado urbano, sectores modestos de la nobleza (hidalgos) y sectores
enriquecidos de los profesionales (notarios, abogados, altos funcionarios) o los grandes artesanos
(plateros, drogueros, etc.). Frente a ellos, la inmensa mayoría de la población urbana estaba formada por
la mayor parte de los artesanos y por los numerosísimos mendigos que vivían a expensas de la caridad,
principalmente eclesiástica.
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EXPANSIÓN ULTRAMARINA Y CREACIÓN DEL IMPERIO COLONIAL (ss. XVI y XVII)
INTRODUCCIÓN
En el transcurso del siglo XV, Portugal y Castilla protagonizaron una formidable expansión ultramarina
por la costa atlántica, de África y las islas vecinas. Los progresos experimentados en la cartografía, así
como en los instrumentos de navegación y en la construcción de navíos, permitieron surcar el Atlántico,
un mar considerado durante mucho tiempo tenebroso. A las mencionadas zonas se iba en busca de
azúcar, especias, marfil, oro y esclavos, pero también interesaban las ricas pesquerías que poseían.
La navegación por el Atlántico perseguía asimismo otro objetivo: la búsqueda de una nueva ruta para
llegar a las Indias, pues la tradicional, que a través del Mediterráneo permitía a los europeos comerciar
con el Extremo Oriente, tropezaba con el obstáculo del imperio turco. Portugal, convertida en gran
potencia marinera en la primera mitad del siglo XV, bajo los impulsos de Enrique el Navegante,
proyectó alcanzar las Indias navegando en torno al continente africano. Paso a paso fue avanzando por la
costa atlántica de África, hasta que, en 1488, Bartolomé Días logró cruzar el cabo de Buena Esperanza.
En 1498 otro portugués, Vasco da Gama. Siguiendo esa ruta, llegó a Calicut, en la India.
Primero ofreció su proyecto a los reyes de Portugal; pero, al no encontrar apoyo, se trasladó, en 1486, a tierras
de la corona de Castilla. La oferta de Colón, aunque fue bien recibida en algunos sectores, particularmente en
la costa suroccidental de Andalucía, no tuvo en principio mucha acogida. Pero los Reyes Católicos, y en
particular la reina Isabel, alentada por el tesorero Luis de Santángel, accedieron finalmente, en abril de 1492,
a firmar con el marino genovés las Capitulaciones de Santa Fe, que daban luz verde al proyecto de Colón.
Este recibiría el título de almirante de las tierras que descubriera y obtendría un 10% de las posibles
ganancias.
41
La expedición, compuesta por tres embarcaciones, las carabelas denominadas Pinta, Niña y la nao Santa
María, salió del puerto onubense de Palos a principios del mes de agosto. Por fin, el 12 de octubre de
1492, el lepero Rodrigo de Triana, uno de los integrantes de la expedición, pudo gritar "¡Tierra!". Los
expedicionarios, según leemos en el "Diario de a bordo" del almirante, habían llegado a la isla "que se
llamaba en lengua de indios Guanahaní", a la que dieron el nombre de San Salvador. Todos estaban
convencidos de que habían alcanzado las esperadas Indias. Poco después Colón descubrió la isla de Cuba
y, unos meses después, la de Santo Domingo, a la que llamaron La Española.
Colón realizó otros tres viajes más. En el curso del tercero (1498) llegó a tierra firme. Al mismo tiempo se
pusieron en marcha otras expediciones, conocidas como "viajes menores", que permitieron reconocer
mejor aquellas tierras, sus gentes y sus recursos. Pronto se llegó a la convicción de que lo descubierto no
eran las esperadas Indias, sino un nuevo continente. Se le puso el nombre de América, pues el primero que
difundió esa idea fue Américo Vespuccio, un navegante italiano que estaba al servicio de Castilla.
La pugna mantenida entre Portugal y Castilla, por el dominio de las rutas atlánticas (polémica de los
justos títulos), se solucionó en el año 1494, al firmarse el Tratado de Tordesillas.
Unos años más tarde, en 1519, el marino lusitano Magallanes, también al servicio de Castilla, inició un
viaje, pleno de dificultades, que lo llevó al sur del continente americano, cruzando el estrecho al que se
dio su nombre y navegando, a continuación, por el océano Pacífico. Al morir Magallanes, tomó el mando
de la expedición su lugarteniente, Juan Sebastián Elcano, el cual, después de cruzar por el cabo de
Buena Esperanza, llegó a Sanlúcar, en tierras andaluzas, en 1522. Aquella fue la primera vuelta al mundo.
Entonces se hizo necesario otra repartición del mundo entre castellanos y portugueses.
Tras el descubrimiento de América los RR.CC., según la costumbre política de la época, se apresuraron a
solicitar del Papa, la posesión de los territorios descubiertos. Por su parte el rey de Portugal, Juan II,
declaró que los territorios descubiertos por Cristobal Colón pertenecían a Portugal, alegando que sus
derechos sobre la costa occidental de África darían a Portugal una proyección natural hacia occidente. Tal
conclusión no fue tolerada por la corona castellana, que consideraba que el Tratado de Alcoçovas no
decía nada respecto de las tierras occidentales.
El derecho a descubrir, conquistar y colonizar el territorio de Indias a favor de Castilla, fue una cuestión
legal que suscitó un problema jurídico especial, por el hecho de que las tierras descubiertas no se
encontraban deshabitadas.
Así, dos de los problemas de mayor importancia que surgieron con motivo del descubrimiento de las
Indias Occidentales por Colón, son los llamados problemas de los Justos Títulos:
1) ¿Cuál era el derecho de la monarquía castellana a hacerse con el dominio y propiedad de las nuevas
tierras? (Justos títulos territoriales).
2) ¿Cuál era la condición jurídica de los naturales de las Indias? (Justos títulos personales).
En el primer caso, Portugal y Castilla acudieron al arbitraje del Papa Alejandro VI, Borgia (de origen
español). Éste concedió a los RR.CC. el dominio de las Indias mediante una serie de cinco Bulas
conocidas como Bulas Alejandrinas o Inter Caeteras (1493). En ellas se reconocía la soberanía de
Castilla, pero para evitar conflictos con Portugal se fijaba una línea de demarcación norte-sur que
separaba las zonas de influencia de ambas coronas (la línea se situaba 100 leguas (una legua eran 5,6 km)
al oeste de las Azores y Cabo Verde, las tierras al occidente de dicha línea serían para Castilla y las del
oriente para Portugal, lo que dejaba a Portugal sin parte en América). Los portugueses no quedaron
conformes y una nueva comisión de límites acordó en el Tratado de Tordesillas (1494), en el cual se
establecía una línea divisoria, situada 370 leguas al oeste de las islas de Cabo Verde, entre los dominios
transatlánticos de uno y de otro reino. Así, Portugal tendría la soberanía sobre una parte del actual Brasil.
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Tras el viaje de Magallanes y de la vuelta al mundo por parte de su piloto Juan Sebastián Elcano, surgió el
conflicto por el dominio sobre las Islas Molucas, situadas en el extremo oriente y fuente de una gran
riqueza especiera. La cuestión de los títulos territoriales quedó zanjada definitivamente por la celebración
del Tratado de Zaragoza de 1529, acordado entre Juan III de Portugal y el Emperador Carlos V. Al fin
Carlos I estuvo de acuerdo en ceder las Molucas a Portugal a cambio de una fuerte suma de oro que les
permitiese financiar sus guerras europeas.
La segunda cuestión era la condición jurídica de los naturales de las Indias. Se trataba de esclarecer las
justificaciones morales para llevar a cabo un dominio de sobre esas gentes. Desde un principio Isabel la
Católica reconoció a los indígenas como súbditos de la Corona de Castilla, lo que impedía su
esclavización (al menos teóricamente). Por otra parte, con la firma de las Bulas Alejandrinas se había
adquirido el compromiso de evangelizar a los “indios” en los preceptos de la Santa Fe Católica Romana.
Los abusos de los conquistadores con los naturales fueron numerosos y cada vez más extendidos, sin que
la Corona inicialmente tomase una actitud definida respecto de ellos.
Sin embargo, el escándalo desatado en 1511 por un sermón que pronunció fray Antonio de Montesinos en
contra de los abusos a que se sometía a los indígenas no tardó en llegar a oídos de la Corte, y la Corona
decidió someter la cuestión a una Junta de juristas y teólogos expertos (Junta de Burgos), a diferencia de
lo que hicieran posteriormente otras potencias coloniales europeas como Inglaterra y Holanda.
Los principales hitos en la legislación en defensa del indio son: las llamadas Leyes de Burgos (1512) que
prohibían la esclavitud, y las Leyes Nuevas (1542), que entre otras cosas abolía la encomienda, aunque más
tarde se volvió a reimplantar, hasta su definitiva abolición en el siglo XVIII. Sin embargo, estas mismas leyes
consolidaban la explotación económica de los indios al reconocer la validez de instituciones como la mita.
DESCUBRIMIENTOS Y CONQUISTAS
Mientras los dos primeros Austrias se empeñaban en mantener la hegemonía de la Monarquía en los
territorios europeos, al otro lado del Atlántico la empresa americana conocía un desarrollo espectacular.
El Imperio de ultramar, la conquista y colonización de América, se abrió como un apasionante reto para
hombres de toda clase y distinción. En esta tarea la participación peninsular fue desigual. En realidad, fue
Castilla la que aportó mayores medios materiales (hombres y financiación) y también la que recibió los
beneficios e inconvenientes que se derivaron de la explotación de los nuevos territorios, como había
quedado establecido, en 1518, por las Cortes de Valladolid, al decidir la incorporación de las nuevas
tierras descubiertas a la Corona de Castilla. Mucho más modesta fue la participación de los países de la
Corona de Aragón por la propia debilidad que experimentaban en esos momentos.
Los primeros españoles se encontraron con pueblos muy diversos en su expansión por el «nuevo»
continente. Algunas de estas culturas indígenas habían alcanzado un nivel de organización sociopolítica
muy elevado, con un importante desarrollo urbano donde se centralizaba el poder político, económico y
religioso, siendo muy semejante a cualquier civilización preindustrial. A grandes rasgos, los pueblos
indígenas organizados de forma compleja se distinguen en dos extensas áreas geográficas: los aztecas o
méxicas y los mayas en Mesoamérica y los incas en la zona de la cordillera de los Andes.
Más rentable se mostró la segunda opción. En 1519, después de algunos tímidos intentos, Diego de
Velázquez, gobernador de Cuba, encargó a Hernán Cortés la conquista del Imperio azteca (altiplano
central de México). Para lograr su objetivo, Cortés se alió con las tribus indígenas enfrentadas al dominio
azteca, conquistando rápidamente la capital, Tenochtilán. En 1522 había dominado ya todo el Imperio
Azteca y asentado las bases administrativas para el futuro virreinato de Nueva España.
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El éxito de esta expedición animó a otros como Francisco Pizarro, que se lanzó a la conquista del otro
imperio americano, el de los incas (Perú, Ecuador y parte de Bolivia). En 1532 venció al emperador
Atahualpa y se apoderó de la capital, Cuzco.
Ante estos éxitos las expediciones de conquista se multiplicaron (Almagro en Chile, Pedro de Mendoza
fundó Buenos Aires, Orellana exploró el Amazonas). También hubo expediciones a California y Florida
(Alvar Núñez Cabeza de Vaca).
En resumen, a mediados del siglo XVI, la América española estaba ya configurada. Este proceso se
había efectuado en dos fases: la primera, 1492-1519, tuvo un carácter esencialmente marítimo (se
limitaron a explorar las costas y a establecerse en las islas del mar Caribe); la segunda, 1519-1567, se
centró en la conquista del interior.
Así pues, la conquista había sido relativamente rápida, debido a varios factores:
De carácter material: armas de fuego, caballos y perros de presa desconocidos por los indígenas.
Políticos, como la alianza con los pueblos sometidos a los imperios indígenas.
De mentalidad, como el hecho de que los conquistadores fueran considerados como “dioses”.
La Corona reaccionó en general a favor de los indios bien por considerarlos súbditos, por el compromiso
de cristianizarlos según lo estipulado en la bula de Alejandro VI (1493), o simplemente para evitar la
formación de un feudalismo fuerte que eclipsara su poder. No obstante, la situación era difícil, pues si por
una parte se quería defender al indio, no podía olvidarse la necesidad de desarrollar una importante
producción que aumentara su Hacienda o el apoyo de los blancos asentados en América.
Por otra parte, salvo raras excepciones, los conquistadores obtuvieron poco oro. Por eso, la Corona se vio
forzada a recurrir a la encomienda para recompensar sus servicios. La propiedad de la tierra pasó
mayoritariamente a manos de los colonos, y la encomienda fue el método de explotación agrario. Tiene
su origen en los repartimientos de indios hechos por los primeros descubridores y constituyó una
institución jurídica de gran importancia en el desarrollo de la colonización.
La encomienda consiste en que los colonos españoles (encomenderos) recibían un grupo de indios
(encomendados), a cambio de pagar un impuesto anual a la Corona por y cada indio entregado. El
encomendero debía instruirlos en la religión cristiana a cambio de un impuesto en dinero, especie o
trabajo personal que el indio libre debía pagar a la Corona. Así se salvaba el escollo legal de la
prohibición de esclavizar a los indios, pero los abusos a que dio lugar esta institución fueron tan grandes
que provocaron la denuncia de personajes como Bartolomé de las Casas.
La explotación de las minas se realizaba mediante la mita, que era una institución de origen incaico. Por
ella los miembros de las comunidades rurales incaicas, tenían la obligación de ofrecer al Estado la
prestación de trabajo personal para la construcción de obras públicas. Durante la colonización los
españoles utilizaron este sistema y exigieron de las comunidades rurales un número determinado de
mitayos (obreros) para trabajar en las minas de plata y mercurio. A diferencia de la encomienda este
sistema, denominado cuatequil en México, pervivió hasta el siglo XIX.
La sociedad
Una de las consecuencias de la conquista fue el descenso de la población indígena, aunque no se
pueden dar datos concretos. Los indios se vieron indefensos ante el tipo de enfermedades que los
europeos trasladaron al continente americano. Además, la explotación económica ejercida sobre ellos en
los campos y en las minas, el desposeimiento de tierras o la presión tributaria, afectaron negativamente a
la población.
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La Corona, ante el alarmante descenso de la población, se vio obligada a la introducción, aunque todavía
modestamente, de esclavos africanos. El descenso poblacional y la esclavitud indígena hicieron levantar
voces de denuncia. Entre ellas destacaron las de los dominicos Antonio de Montesinos y Bartolomé de
las Casas.
Desde el punto de vista social, se dio una estructuración parecida a la de Castilla. Hubo un rápido
ennoblecimiento de algunos conquistadores, también de viejos líderes indios, y se forjó una sociedad en la
que era habitual el mestizaje basado en tres elementos: el blanco, el indio y el negro. Los blancos
ocupaban siempre los puestos más elevados de la jerarquía social y los indios los lugares más bajos, tanto
en niveles de vida como de prestigio. Mestizos y mulatos ocuparon posiciones intermedias.
La religión
En el terreno religioso la colonización supuso un denodado esfuerzo por cristianizar a los indios. Se
destruyeron los viejos cultos que eran un sistema de vida y toda una visión del mundo diferente. Las
reducciones (siglos XVII y XVIII) constituyen un buen ejemplo de ello. Fueron obra de las órdenes
religiosas de franciscanos, jesuitas y carmelitas, y tenían como objetivo principal evangelizar a los indios y
al mismo tiempo enseñarles a cultivar la tierra y a elaborar objetos de artesanía, "reduciéndolos" a una vida
sedentaria. La obra de estas reducciones sobrepasa el sentido religioso para tener una proyección más
política y cultural. El trabajo en ellas era colectivo y obligatorio y los instrumentos de trabajo pertenecían a
la comunidad. El producto obtenido se repartía entre el sustento familiar, la reposición de material y el culto
religioso.
La cultura
Culturalmente las civilizaciones preexistentes fueron poco respetadas y quedaron como manifestaciones
marginales. El castellano se impuso como idioma culto y oficial, quedando las lenguas indígenas regladas
a un uso coloquial.
GOBIERNO Y ADMINISTRACIÓN
El estatuto jurídico de los "Reinos de Indias" era idéntico al de los demás Estados de la Monarquía
Hispánica. Al principio de la dominación española en América pareció que las formas feudales iban a
tener un notable desarrollo, ya que la Corona, dueña nominal del Nuevo Mundo, cedía sus derechos de
conquista sobre un territorio a un particular a cambio de un porcentaje sobre los beneficios (quinto real).
El contratante corría con los gastos de la conquista pero recibía en compensación poderes militares y
civiles. No obstante, una vez consumada la Conquista, el rey recuperó los poderes cedidos.
El gobierno de las Indias se ejercía mediante dos tipos de instituciones: las generales, comunes para toda
América, pero situadas en la Península Ibérica, y las locales.
a) Órganos de gobierno metropolitanos: la Casa de Contratación y el Consejo de Indias.
La Casa de Contratación (1503). Constituía el elemento fundamental del monopolio que
ejercía la Corona sobre el comercio con América. Este organismo se localizaba en Sevilla y
tenía carácter económico. Sus objetivos principales eran: organizar y controlar el tráfico
marítimo y recaudar los impuestos de la Corona sobre el transporte de mercancías y
viajeros.
El Consejo de Indias (1517). Las competencias de este Consejo se extendían por
todas las facetas del gobierno de América, salvo la militar y la económica. Realizó una
extraordinaria tarea legislativa, pues debió adaptar las leyes castellanas a las necesidades del
Nuevo Mundo o elaborar otras nuevas, si era necesario. Hay que destacar que una parte
considerable de la legislación de Indias tenía como objeto la protección de la población
indígena. Las más famosas fueron las Leyes Nuevas (1542).
b) Instituciones americanas: gobernadores, audiencias y virreyes.
La Gobernación fue sobre todo un instrumento de control de la Corona. El
gobernador era la máxima autoridad administrativa y judicial de una región.
La gobernación incluía el control militar de la provincia, aunque cuando estaban situadas en
zonas fronterizas con importante valor estratégico se denominaron Capitanías Generales.
La Audiencia. A diferencia de las peninsulares, sus competencias no se limitaban a
administrar justicia, sino que se extendían al ámbito administrativo (por ejemplo supervisar
la actuación de los funcionarios) y al político (como proteger a los indígenas).
El Virrey representaba al rey en ultramar, y como delegados personales de la Corona, eran
escogidos entre las familias de la más alta nobleza. Aunque sus poderes eran amplios, tenía
prohibido impartir justicia y dirigir la administración de las provincias. Durante los siglos
XVI y XVII sólo existieron dos virreinatos: Nueva España y Perú.
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Por su parte los municipios se organizaban al estilo castellano Al frente estaba el corregidor que actuaba
en nombre del monarca e intentaba controlar el poder de las familias criollas.
En otro orden de cosas, el Consejo de Indias estableció dos mecanismos de control, para evitar la
arbitrariedad de los funcionarios en América: la visita y la residencia, aunque no tuvieron mucho éxito.
No obstante, sus sucesores (Felipe III (1598-1621), Felipe IV (1621-1665) y Carlos II (1665-1700),
vieron el progresivo desmoronamiento del imperio español en todos los aspectos. La administración
política es uno de los aspectos en los que se observa una mayor decadencia debido principalmente a la
venta de cargos públicos (desde cargos municipales a dignidades virreinales); por el elevado grado de
corrupción administrativa, y por la usurpación de tierras de realengo por los grandes señores, que acababa
justificándose con el pago de una cantidad a la Hacienda Real (“composición”).
La afluencia de oro y plata originará un aumento monetario que facilitará la aparición del capitalismo
europeo y la instalación de manufacturas que acabarán con el gremio medieval. Sin embargo, en la
península, sus consecuencias fueron terribles, la revolución de los precios por la llegada masiva de plata
y oro originará una oleada inflacionista que acabará por arruinar a la artesanía y agricultura castellana y
debilitará a los reinos de la Corona de Aragón.
Sin embargo, la demanda de vino y aceite de oliva desde América, supuso el incremento de la
superficie de viñedos y olivos en algunas comarcas de la Baja Andalucía y se estimuló la producción de
mercurio de as minas de Almadén (Ciudad Real) para la extracción de la plata americana.
Con todo, se inició un periodo de expansión y crecimiento económico que revirtió en un importante
aumento demográfico, excepto en zonas, como el litoral onubense, que quedaron muy afectadas por la
despoblación, motivada por las migraciones a América.
El comercio era en gran parte un comercio de comisión, que reportaba grandes beneficios si las guerras y
los naufragios lo permitían.
La creciente inseguridad en el Atlántico obligó a adoptar el sistema de convoyes a partir de mediados del
siglo XVI. Las naos mercantes (flota) cargaban productos de consumo en Sevilla y completaban su carga
entre Sanlúcar y Cádiz. Allí se les unían los galeones (buques de guerra encargados de la escolta de la
flota). Debían salir dos flotas cada año, una a Nueva España y otra hacia Portobelo, en el istmo de
Panamá, a donde llegaban los funcionarios y mercaderes de Perú para realizar los intercambios.
Las mercaderías de retorno eran pocas: cueros, plantas tintóreas (palo de Brasil) y medicinales; más tarde
también tabaco, cacao y azúcar. Lo esencial de los retornos eran la plata, el oro y las perlas. Aunque los
extranjeros, asentados en Sevilla y Cádiz, percibían la mayor parte del saldo comercial, aún era mucha la
parte de los españoles, en concepto de ventas, fletes, y comisiones, donativos y rentas. Por su parte la
Hacienda cobraba un quinto de los metales preciosos (quinto real) y el sobrante de las contribuciones de
Indias, importante fuente de ingresos para financiar la política exterior de los Austrias.
También llegaron a Europa nuevos cultivos, como el maíz, la patata, el tomate, el tabaco, el cacao, etc.
que introdujeron nuevos hábitos de consumo de los europeos.
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La hegemonía comercial del Mediterráneo se trasladó al Atlántico.
Sociales: La emigración a América, junto con las guerras de hegemonía en Europa, ocasionó un enorme
impacto demográfico y durante el siglo XVII se producirá un descenso demográfico en Castilla y en la
península. Los indígenas americanos sufrieron una gran mortandad debido a la difusión de enfermedades
europeas desconocidas en el nuevo continente, como, por ejemplo, la viruela. Asimismo, se produjo un
mestizaje étnico y cultural entre los nativos y los colonizadores.
Políticas: Creación de dos inmensos imperios coloniales: Portugal y España. La afluencia de metales
preciosos permitió a la monarquía lanzarse a la conquista de la hegemonía mundial.
Culturales: Revolución de la ciencia geográfica, de las rutas comerciales y de los conceptos de «hombre»
y «mundo». Traspaso de la cultura, lengua y religión peninsulares a América. El descubrimiento del
«nuevo» continente supone un cambio de pensamiento y pone fin a la Edad Media.
En cualquier caso, la labor de España en América ha sido el punto de partida de la denominada "leyenda
negra", interpretación totalmente negativa del pasado histórico español, a la cual suele contraponerse una
visión no menos exagerada, aunque de signo contrario, la "leyenda rosa".
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EL SIGLO XVI
Propuesta de trabajo Serie Memoria de España 12: “CARLOS V, UN MONARCA, UN IMPERIO, UNA
ESPADA”
1. ¿Quién se encontraba recluida en el palacio de Tordesillas? ¿Quiénes la apartaron del trono?
2. ¿En qué ciudad inició Carlos su reinado? ¿Qué único idioma hablaba entonces?
3. ¿Dónde nació Carlos? ¿La muerte de cuantos príncipes que lo precedían le permitió convertirse en rey de
España?
4. ¿Cuál es la herencia recibida de cada uno de sus abuelos?
María de Borgoña: Borgoña y Países Bajos.
Maximiliano de Alemania: Estados alemanes.
Fernando de Aragón: Aragón, Sicilia, Nápoles, Cerdeña.
Isabel de Castilla: Castilla, las Indias y norte de África.
5. ¿Cuál era el valor supremo para Erasmo? ¿Qué obra escribió para educar a Carlos V?
6. ¿Qué buscaba Carlos en su visita a Tordesillas? ¿Cuál era el favorito de su abuelo Fernando para gobernar?
7. ¿Cómo fue recibido Carlos en la península? ¿Por qué?
8. ¿Para qué se firman las primeras medidas del gobierno de Carlos?
9. ¿A quién ofrecieron los comuneros asumir el poder en la corona de Castilla?
10. ¿Dónde fue coronado Carlos V como emperador? ¿Con qué edad?
11. ¿Dónde vivía la mayoría de los castellanos de fines del siglo XV y principios del siglo XVI?
12. Según los diferentes intereses ¿cómo estaba dividida la España de principios de siglo XVI?
13. ¿A quién se deben los retratos más importantes de Carlos V?
14. ¿Dónde se casó Carlos? ¿Con quién?
15. ¿Cuáles fueron los tres enemigos históricos de Carlos V?
16. ¿Qué defendía Lutero en sus 95 tesis? ¿Según Lutero, qué virtud era suficiente para salvarse?
17. ¿Dónde fue hecho prisionero el rey Francisco I?
18. ¿Qué fue el Saco de Roma? ¿Dónde fue coronado Carlos como Rey de los Romanos?
19. Cita alguna de las concesiones con las que Carlos V devolvía los préstamos a la familia Fugger
20. ¿Qué género literario reflejaba la convivencia de la sociedad de la época? ¿qué obra de este estilo tiene un
alcance universal?
21. ¿Dónde se retiró Carlos V?
22. ¿Dónde y cuándo fue la solemne ceremonia de abdicación de Carlos V?
23. ¿Cuál fue la herencia que recibió Felipe II?
24. ¿Dónde fueron descubiertos dos focos de luteranismo?
25. ¿Quién fue el último hijo bastado del emperador?
26. ¿Cuáles fueron las grandes hazañas de Don Juan de Austria?
27. ¿Por qué no se cumplió el sueño europeo de Carlos de la universistas cristiana?
28. ¿Dónde se hizo patente la españolización del emperador? ¿Cómo?
29. ¿Cuándo murió Carlos V?
Propuesta de trabajo Serie Memoria de España 13: “LA ESPAÑA DE FELIPE II: UN IMPERIO SIN
EMPERADOR”
1. ¿Cuál fue la primera novela española de caballería?
2. ¿Cuáles serán los enemigos de Felipe II durante su reinado?
3. ¿Cuánto tiempo de paz hubo durante el reinado de Felipe II?
4. ¿Cuáles fueron los ejes del gobierno de Felipe II? ¿Cuál fue el único título de su padre que no heredó?
5. ¿Qué ciudad se convirtió en sede permanente del gobierno de Felipe II?
6. ¿Cómo se llama el libro del contador de finanzas reales, Luis Ortiz, publicado en 1559?
7. ¿En qué batalla derrotaron los ejércitos de Felipe II a los franceses?
8. ¿Qué edificio se construyó para celebrar la victoria contra los franceses? ¿Quiénes fueron sus arquitectos?
9. ¿Qué serie de pinturas pintó Tiziano tras su entrevista con Felipe II? ¿Cuáles se encuentran en el Museo del
Prado?
10. ¿Cuál fue una de las aficiones más arraigadas de Felipe II?
11. ¿Qué estaba por encima de todo para Felipe II?
12. ¿En qué se centró el problema de Felipe II en los Países Bajos?
13. ¿Dónde se descubrieron dos focos luteranos en España? ¿Qué importantes personajes de la Iglesia fueron
investigados por la Inquisición?
14. ¿Quién protegió a Santa Teresa de la Inquisición?
15. ¿Qué tres géneros literarios se desarrollaron espléndidamente durante el reinado de Felipe II?
16. ¿Qué provocaron las medidas en favor de la limpieza de sangre, la prohibición del uso del árabe y de otras
expresiones de raíz islámica? ¿quién acabó con el levantamiento?
17. ¿A quién apresó el mismo Felipe II el 18 de enero de 1568? ¿Por qué?
18. ¿Quién asumió el mando supremo de la Santa Liga? ¿Cuál fue la más alta ocasión que vieron los siglos?
19. ¿Quién fue reconocido rey de Portugal por las Cortes de Tomar en 1581? ¿Quién fue el otro candidato al trono?
20. ¿Qué eje se formó contra la monarquía de Felipe II tras su vuelta de Portugal?
21. Cita alguno de los motivos que provocaron el intento de invasión de Inglaterra
22. Cita alguno de los motivos que provocaron el fracaso de la Armada Invencible
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23. ¿Cuántas armadas españolas protegían el Mediterráneo? ¿Cuáles eran el origen y el fin del camino español?
24. ¿En torno a qué se articuló la leyenda negra contra España? ¿Qué personajes españoles participaron en la
creación y difusión de la misma?
25. ¿Cuáles fueron las preferencias de Felipe II, en contraste con las de su padre, Carlos V?
26. Cita el nombre de los artistas preferidos por Felipe II. ¿Qué gran pintor fue rechazado, sin embargo, por Felipe
II?
27. ¿A quién dejó Felipe II el gobierno de los Países Bajos?
28. ¿Cómo y cuándo murió Felipe II?
INTRODUCCIÓN
La llegada de Carlos I a la playa de Tazones, cercana a la localidad asturiana de Villaviciosa (septiembre de
1517), marca el inicio de una nueva etapa de la historia de España. El siglo XVI se caracteriza en la política
interior por la consolidación del Estado Moderno (con el perfeccionamiento de su sistema
institucional), en el terreno de la realidades socioeconómicas por los efectos de una coyuntura
favorable que se dilata hasta las postrimerías de la centuria (perceptible en el auge de los distintos
sectores y en la relativa movilidad social), en la vida cultural por la extraordinaria creatividad de la
primera etapa del llamado Siglo de Oro (la etapa correspondiente al Renacimiento) y en la política
exterior por el despliegue imperialista apoyado en la herencia territorial de Carlos I y financiado por la
plata procedente de América.
EL IMPERIO DE CARLOS V
La causa inmediata de la formación del imperio fue la acumulación de herencias territoriales que se
depositaron en la persona del joven Carlos. De sus abuelos maternos Isabel y Fernando, recibió la
Corona de Castilla y sus dominios americanos, Navarra, la Corona de Aragón y sus posesiones en el
Mediterráneo, y las plazas del norte de África. De sus abuelos paternos, Maximiliano de Austria, obtuvo
los territorios austriacos de los Habsburgos y los derechos a la Corona imperial, y de María de Borgoña
los Países Bajos y el Franco Condado y los derechos al ducado de Borgoña.
La posesión de tan vastos territorios alentó la idea imperial de Carlos. Se trataba de reunir a todos los
cristianos bajo la autoridad política del Emperador y la autoridad religiosa del Papa y de frenar el avance
de los infieles, representados por el poderío turco. Esta concepción universalista únicamente cuajó en
una minoría de intelectuales. El paso del tiempo demostró que el proyecto resultaba imposible. El
Imperio no logró ser nunca ni un Estado, ni tan siquiera una Monarquía centralizada. Solamente fue una
unidad jurídica con escasa cohesión material y espiritual y con fuertes enfrentamiento s en el interior
peninsular y en el marco europeo. En este último, la progresiva tendencia a la creación de estados
nacionales, la ruptura religiosa entre católicos y protestantes, y la constante amenaza del Imperio
otomano, fueron otros tantos obstáculos insalvables para el triunfo del proyecto imperial.
La pugna mantenida por Carlos y Francisco I de Francia por la hegemonía europea, duró más de
veinticinco años. Tres fueron los campos primordiales del enfrentamiento: Navarra, Borgoña y los
dominios italianos. El intento de anexión de Navarra por parte del rey francés se saldó con un fracaso,
quedando definitivamente anexionada a la Corona española. El Milanesado, puerta entre la península
italiana y el centro de Europa, fue siempre una pieza codiciada por ambas Coronas. Francisco I ocupó
inicialmente este territorio, pero fue posteriormente derrotado en la famosa batalla de Pavía, en 1525.
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Después de varios años de guerra, por la Paz de Cambrai (1529), Carlos se aseguraba el dominio del
Milanesado y Francisco el de Borgoña.
El enfrentamiento con los turcos se saldó con un fracaso. El avance turco se dio en dos sectores: en la
Europa Central y en el Mediterráneo occidental. En centroeuropa los turcos otomanos dominaron los
Balcanes y tras la batalla de Mohacs (1526) dominaron casi toda Hungría y llegaron a poner sitio a la
misma Viena en 1529. Los esfuerzos de Carlos I fueron defensivos en este sector.
En el Mediterráneo Barbarroja desde Argel amenazaba los territorios italianos y el comercio aragonés.
Carlos I dirigió la conquista de Túnez (1535), pero tras la derrota de las tropas imperiales en Argel
(1541) se afirmó la hegemonía turca en esta zona.
Las Comunidades. Muerto su abuelo Maximiliano en 1519, Carlos necesitaba grandes recursos para
hacerse coronar Emperador. El territorio más rico y próspero era Castilla y de ella trató de sacar el
dinero suficiente. El conflicto estalló tras la reunión de las Cortes castellanas en Santiago y La Coruña.
El rey no aceptó las peticiones de los comuneros (altos cargos castellanos, prohibición de exportaciones
de oro, plata y materias primas, educación del príncipe...). El movimiento de las ciudades castellanas
estuvo dirigido por la pequeña nobleza, los artesanos de las ciudades y campesinos. El inicio de la guerra
y los éxitos militares de Medina y Tordesillas, animaron a generalizarse la sublevación. La negativa de
Juana “la Loca” a deslegitimar las acciones de su hijo y el nombramiento del almirante Enríquez y del
condestable Iñigo de Velasco como responsables de reprimir el levantamiento, radicalizó las peticiones
comuneras. Sin embargo, la radicalización del conflicto propició finalmente la unión entre el rey y los
sectores más adinerados de la burguesía y la alta nobleza. El resultado final fue la derrota del ejército
comunero en Villalar (23 de abril de 1521) y la decapitación de los líderes comuneros (Bravo, Padilla
y Maldonado).
Las Comunidades vinieron a presentar un doble conflicto. Por un lado, el de los productores (artesanos,
principalmente), interesados en una política de protección de la producción frente a las mercancías
extranjeras, contra los exportadores de lana (grandes propietarios ganaderos y mercaderes), que
pretendían mantener su privilegiada situación en el comercio con Flandes. Por otro, el de los campesinos
contra el régimen nobiliario de la propiedad. Los comuneros vieron en las Cortes su medio de defensa
política, mientras Carlos veía en ellas un obstáculo para el desarrollo de su monarquía autoritaria.
Las Germanías. Simultáneamente al alzamiento comunero, tenía lugar en los países de la Corona de
Aragón el movimiento de los «agermanats». Valencia y Mallorca fueron sus principales focos. En
Valencia no fue más que la culminación del enfrentamiento entre nobles y plebeyos por el dominio de la
ciudad. Por eso fue una revuelta encabezada principalmente por artesanos, por pequeños burgueses y por
grupos del campesinado contra los sectores laicos o eclesiásticos, que formaban la oligarquía urbana.
Cuando en 1519, para salvarse de las pestes y de los ataques de los corsarios, los notables abandonaron
la ciudad, los agermanados aprovecharon para tomar el poder municipal, mediante un Consejo de 13
síndicos. Ante estos acontecimientos, la Corte envió como virrey a Diego Hurtado de Mendoza, quien
fue derrotado por los sublevados. Estos pasaron a la ofensiva atacando las tierras de señorío y obligando
a los musulmanes que trabajaban en ellas a convertirse al catolicismo. Finalmente, en 1521, los señores
y el poder real acabaron venciendo a los sublevados.
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Ambos movimientos mostraban la debilidad de un Estado, fragmentado entre los distintos reinos que
componían el Imperio. En ambos casos la aristocracia terrateniente fue, la fuerza social que acabó
salvando a la Corona, certificando así su condición de clase poderosa. La escasa y tímida burguesía
quedó relegada a un segundo lugar al no poder contrarrestar el poder y la influencia nobiliar, acabando
por tomar como suyo el sistema de valores de los grandes señores. En Castilla, los comuneros
representaban a quienes adivinaban que las ideas imperiales del nuevo soberano sólo iban a traer
desgracias a largo plazo, al tener que recaer la lucha por el mantenimiento del Imperio sobre las espaldas
de los castellanos. Pero con la derrota de comuneros y agermanados una última cosa quedaba clara: el
poder real salía notablemente reforzado en su autoridad, y su alianza con la nobleza quedaba bien
sellada.
En 1556, el emperador Carlos abdicó de la Corona imperial y se retiró al monasterio de Yuste (Cáceres).
Atrás dejaba un proyecto imperial que se movió siempre entre los deseos políticos de unidad universal
de la cristiandad y los pocos recursos que para tamaña empresa tenía. A su hijo Felipe II le legaba un
Imperio inorgánico, una cristiandad dividida entre protestantes y católicos, unos príncipes alemanes
deseosos de regir sus propios destinos políticos, un creciente sentimiento «nacionalista» en muchas
partes del Imperio y unos recursos materiales escasos.
Política exterior
Uno de los principales problemas fueron los turcos. Ante la amenaza del expansionismo musulmán,
Felipe II se alió con la Santa Sede y Venecia mediante la formación de la Liga Santa. Esta obtuvo un
rotundo éxito en la batalla de Lepanto (1571), que frenó la expansión otomana, aunque la guerra
continuó, sobre todo mediante la piratería por el Mediterráneo.
Desde 1566, el problema central de la política exterior de Felipe II fue Flandes. El conflicto de los
Países Bajos era la suma de las aspiraciones de autonomía política de la nobleza flamenca; encabezada
por Guillermo de Nassau (príncipe de Orange) y el conde de Egmont, con la expansión del
protestantismo (calvinistas), que había llegado a organizar revueltas y quemar iglesias católicas. La
intransigencia de Felipe II ante la libertad de cultos fue total y las medidas militares fueron la respuesta,
enviando al Duque de Alba, primero, y Luis de Requesens, más tarde, a sofocar la rebelión por medio
de los tercios de Flandes. Los dirigentes protestantes, Egmont y Horns, fueron ajusticiados. El conflicto
se internacionalizó por la ayuda que Guillermo de Nassau recibió de Inglaterra, de los protestantes
alemanes y de los hugonotes (protestantes) franceses. En los Países Bajos se dirimía algo más que un
problema regional. Al final, el país quedó dividido entre una zona norte (Unión de Utrecht) de mayoría
protestante, y una zona sur (Unión de Arrás) mayoritariamente habitada por católicos, que continuaron
integrados en la Monarquía Hispánica.
El apoyo dado por los ingleses a los rebeldes flamencos supuso un cambio en las relaciones con
Inglaterra. En el primer periodo de su reinado, Felipe II había mantenido buenas relaciones, pues estaba
casado con la reina de Inglaterra, María Tudor. La muerte de esta última y la subida al trono inglés de
Isabel I varió el panorama. La nueva reina ofreció su apoyo a los calvinistas flamencos y animó los
ataques de los corsarios ingleses (John Hawkins y Francis Drake) contra los navíos españoles en el
Atlántico. Desde 1585, se declaró la guerra abierta y, tres años después, Felipe II decidió el ataque a las
propias islas. Este se llevó a cabo con la Armada Invencible. Las tempestades y la pericia de la
escuadra inglesa hicieron de la gigantesca expedición un rotundo fracaso.
Las relaciones de Felipe II con Francia fueron menos conflictivas que en momentos precedentes. Al
inicio de su reinado se inicia una guerra por el apoyo que el rey francés daba a los rebeldes flamencos.
Tras la victoria de San Quintín (1559) y el matrimonio de Felipe II con Isabel de Valois, Francia, con
graves problemas internos por la expansión en su territorio de las ideas protestantes, no tuvo graves
enfrentamientos con Felipe II. El conflicto más grave fue la oposición de Felipe II a la entronización del
protestante Enrique de Borbón, como rey de Francia. Entre 1595 y 1596, hubo una breve contienda que
finalizó con el tratado de Vervins y la conversión al catolicismo de Enrique de Borbón (Enrique IV).
Pero, quizá lo más espectacular del reinado de Felipe II fue la unión con Portugal, que configuró no sólo
la unidad territorial peninsular, sino la de todos los dominios americanos y africanos de ambas potencias.
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La muerte del rey de Portugal, Don Sebastián, convirtió a Felipe II en heredero de la Corona portuguesa, en
1580. La división interna en Portugal se produjo entre unas clases populares recelosas del poderío
castellano y unas clases dirigentes que aceptaban a Felipe como futuro monarca. Las cortes de Tomar
reconocieron a Felipe como soberano, al tiempo que éste garantizaba, de hecho, la independencia
portuguesa. Fue, pues, una unión personal. Dos reinos se reunían bajo un mismo cetro, lo que no impidió
que en Portugal siguiera manteniéndose una corriente en favor de su separación del hegemónico vecino
castellano.
Sin embargo, la brillantez de la anexión de Portugal y de las victorias frente a turcos o franceses no
podía ocultar la otra cara de la moneda: el alto costo interior que para la economía y clases sociales
menos favorecidas representaba el Imperio.
Política interior
Felipe II vivió también casos de conflictividad interna.
Sublevación morisca de las Alpujarras (1568-1571). El origen de este conflicto social se debe, por un
lado, al progresivo empeoramiento de sus condiciones materiales de vida: fuertes impuestos sobre la
producción sedera e importantes expropiaciones de sus tierras por parte de la Corona. Por otro, la
permanente presión de la Corona para anular sus diferencias culturales y religiosas. En 1556, se les
prohibía el uso de su lengua y de su indumentaria (derecho adquirido en las Capitulaciones de Santa Fe
con los Reyes Católicos) al tiempo que se les obligaba a que abandonar en todas sus costumbres.
Además, las autoridades reales fueron asimismo intransigentes por las sospechas que tenían de acuerdos
entre los moriscos granadinos y los enemigos turcos. La revuelta finalmente estalló y se mantuvo
durante dos años de forma cruenta. Tras la victoria de los ejércitos reales dirigidos por Juan de Austria
se decretó su expulsión del reino de Granada y su deportación a otros territorios.
La revuelta de Aragón. Los disturbios de Aragón en defensa de sus fueros indican hasta qué punto
estaba poco unida la Monarquía católica a finales del XVI. Aquí, lo político predominó sobre lo social
y, en realidad, reflejó la desarticulación de la propia Monarquía, la falta de un sentimiento de unidad
nacional entre sus distintos componentes. La preparación del conflicto venía de tiempo atrás y estaba
relacionada con la tenaz defensa que los aragoneses hacían de sus fueros y con un cierto sentimiento
“anticastellano” desarrollado entre la población. El motivo concreto fue la figura de Antonio Pérez.
Este personaje, antiguo secretario de Estado, había sido acusado por Felipe II de traición y delito de
«lesa majestad» al haber utilizado secretos de Estado y haber participado, supuestamente, en el asesinato
de Juan de Escobedo, secretario del gobernador español en los Países Bajos, Juan de Austria. Detenido
por el rey consiguió escapar a Aragón. Amparándose en las leyes aragonesas y en el Justicia Mayor
pedió el amparo de los fueros (Derecho de Manifestación). Felipe II reclamó su entrega a través del
tribunal de la Inquisición, único común a toda la Monarquía. Las Cortes y el Justicia Mayor de Aragón,
Juan de Lanuza, acusaron al rey e contrafuero. Hubo un tumulto y la cárcel de la Inquisición fue
asaltada. Antonio Pérez buscó refugio en Francia. Estos hechos provocaron la reacción del Rey, quién
mandó un ejército, que entró en Zaragoza, en 1591, sin apenas resistencia. Pocos días después, Lanuza y
otros implicados eran ajusticiados. Felipe II convocó las Cortes aragonesas en Tarazona (1592) y
llevó a cabo la modificación de algunos aspectos de la administración foral.
No lejos de estos conflictos se situaron también los tenues pero evidentes enfrentamientos de Felipe II
con Cataluña, cuestión que se pone de manifiesto tanto en el encarcelamiento de los diputados de la
Generalitat por el tema del excusado (impuesto de origen eclesiástico cedido a la Corona, que los
catalanes se negaban a pagar), como en las discusiones sobre los límites del poder real y el respeto a las
leyes propias de Cataluña.
En buena parte, todos estos problemas no hacían más que reflejar la tensión entre autonomismo y
centralismo, entre los fueros de las antiguas Coronas y el reforzamiento del poder efectivo de la
Monarquía.
El monarca concentró casi todos los poderes decisorios. El centro de su organización eran los Consejos.
Estos eran un órgano colegial que asesoraba al rey y presentaban los diferentes planes y resúmenes. La
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relación de los diferentes consejos con los reyes lo llevaban a cabo los secretarios de Estado que así
adquirieron un gran poder (Francisco de Los Cobos con Carlos I o Rui Gómez da Silva y Gonzalo Pérez
con Felipe II).
Existieron varios tipos de consejos:
Consejos de ámbito territorial: Castilla, Indias (1524), Aragón, Italia (1556), Flandes (1503-
1588) y Portugal (1581)
Consejos comunes sobre todo dedicados a la política exterior: Consejo de Estado (1521) y
Consejo de Guerra (1.586).
Consejos temáticos como Hacienda, Órdenes Militares, Santa Hermandad.
Junto a ellos, el omnipresente Consejo de la Santa Inquisición con competencias en toda monarquía.
Al frente de cada territorio, los reyes, nombraron a virreyes y gobernadores. La mayoría procedían de
la alta nobleza y eran, generalmente, de origen castellano.
Pero de cualquier forma, la Monarquía distaba mucho todavía de ser una forma unitaria de gobierno. En
realidad, sólo la política exterior daba esta sensación al estar concentrada en manos de Carlos I y Felipe
II, pero era sufragada principalmente por los castellanos. Castilla fue en realidad la que menos trabas
puso a las ideas imperiales de los Austrias una vez vencidos los comuneros.
Además la gran diversidad legislativa e institucional de los diferentes reinos y territorios que componían
la monarquía impidió la centralización y la uniformidad de gestión, a pesar de los intentos de Felipe II
desde su capital en El Escorial. Cada territorio mantuvo una gran autonomía organizativa. Incluso
Castilla que era el reino más centralizado incluía a Navarra y las provincias vascas con sus propias
Cortes o juntas y sus particularidades administrativas.
Los movimientos migratorios fueron muy importantes. La inmigración más destacada fue la de
franceses a Cataluña y de flamencos y genoveses a Sevilla. Las emigraciones a Flandes o a Italia con los
ejércitos reales, y, sobre todo, la emigración a las Indias provocaron desequilibrios entre los sexos. Se
marcharon 100000 o 200000 jóvenes, de procedencia fundamentalmente castellana (Extremadura y
Andalucía primordialmente) y de orígenes sociales medios (hidalgos, mercaderes, funcionarios,
labradores o artesanos).
La agricultura y la ganadería
La agricultura y la ganadería se desarrollaron durante el siglo XVI. Esta expansión se efectuó a través
de nuevas roturaciones de tierras, cada vez de peor calidad y de menores rendimientos.
La ganadería trashumante perdió efectivos (quizás de 3 a 2 millones de 1520 a 1561), pero ello no
significó su decadencia, pues la Mesta mantuvo su poder y sus atribuciones.
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seda). En estas fechas aparecen algunos talleres de considerable tamaño (de jabón o metalúrgicos), en
los que se concentran ya numerosos trabajadores. Pero todo ello muy modestamente y sin afectar todavía
la estructura artesanal básica. Ello explica en buena medida que el conjunto de la producción industrial
sea incapaz de satisfacer la propia demanda americana, ni de hacer frente a la competencia europea, con
productos más baratos y o mejor elaborados. De hecho una industria artesanal que disponía de buenas
condiciones de partida para el desarrollo iba a acabar sucumbiendo ante el empuje de la industria
extranjera.
La causa de esta crisis artesanal hay que buscarla en varios factores. El primero la estructura
monopolística del comercio americano. Los Reyes Católicos habían creado la Casa de Contratación de
Sevilla y todo el que quisiera comerciar con el continente americano, debía hacerlo desde Sevilla. Los
dominios de ultramar estaban reservados a los castellanos, marginando a los otros territorios. Ante la
incapacidad castellana para abastecer a América fue necesaria la importación de bienes elaborados de
otros territorios.
La llegada de metales preciosos de América originó una inflación que se agravó durante el reinado de
Felipe II. Este rey ante la guerra de corsarios estableció el sistema de flotas. Todos los barcos que
fuesen a América tenían que reunirse en Cádiz y protegidos por galeones de guerra marchaban hacia
América. El mismo procedimiento de hacía en el viaje de regreso desde la ciudad de La Habana.
En buena medida la remesa de metales preciosos que trajeran la flota o los galeones marcaba los ritmos
de la economía. Esta llegada de metales preciosos provocó importantes efectos en la economía europea y
española. Permitió una mayor circulación de mercancías al tener más dinero disponible para el
intercambio, multiplicó cuatro veces los precios (revolución de los precios) en el caso castellano y puso
a disposición de la Corona una importante cantidad de dinero para poder costear su política imperial.
Ahora bien, la disponibilidad fácil de tanto oro y plata no benefició a medio plazo a la economía
española. En lugar de dedicar las ganancias americanas a la renovación de la industria artesanal propia,
era más rentable comprar en otros países europeos las mercancías que se necesitaba o permitir que esos
mismos países las vendieran a América. Así que, económicamente, la colonización de América supuso
dinero rápido y fácil, pero paralizó la industria propia.
Además, las personas que acumularon el dinero en el interior, pertenecientes en su mayoría a la nobleza
y grandes comerciantes y banqueros, no dieron una salida productiva a sus capitales sino que lo
dedicaron a construir grandes mansiones e iglesias, lo que explica la posterior decadencia económica de
la Monarquía.
La Hacienda era deficitaria, poco organizada y lenta. En general, los gastos ordinarios de la
administración (Casa Real, Consejos, Altos tribunales, burocracia) se pagaban con los impuestos
ordinarios. Entre ellos destacaban la Alcabala (10 % sobre cualquier compra o venta) y los Servicios
(impuestos, que cada tres años, eran votados por las Cortes); otros de menor importancia, eran el dinero
que los reyes sacaban de las aduanas, las minas o la Bula de Cruzada, concedida por el Papa para la
lucha contra los infieles. Este esquema, fijado en tiempos de los Reyes Católicos, fue el que se impuso
cuando Carlos I creó el Consejo de Hacienda en 1523.
El aumento y la creación de nuevos tributos fue constante: se creó el estanco de la sal, se gravó la
exportación de la lana, y Felipe II, creó uno sobre los artículos de primera necesidad (millones). Este
monarca consiguió autorización del Papa para grabar al clero con dos impuestos nuevos, destinados a
luchar contra los infieles: el Subsidio y el Excusado.
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Los asientos fue el mecanismo preferido de Carlos y consistía, básicamente, en el adelanto de capital
por parte de grandes banqueros en espera de ser recompensados con creces, especialmente con los
metales preciosos procedentes de Indias. Castellanos, como Simón Ruiz o Rodrigo de Dueñas;
alemanes, como los Fugger y los Welsser y, sobre todo, genoveses, como Spinola, Centurio o Balbi, se
encontraron entre los prestadores.
Otra alternativa fueron los juros que, al desviar el ahorro privado de la actividad productiva, tuvieron a
medio plazo un efecto negativo en la economía.
Las bancarrotas del Estado fueron numerosas. Una de causas de la abdicación de Carlos está el que
debiera, en 1556, más de 6 millones de ducados a los asentistas (banqueros) y que la deuda en juros
fuera aún superior. Felipe II tuvo que declarar más de tres veces la bancarrota del propio Estado (1557,
1575, 1596), y en los últimos veinticinco años de su reinado emitió una enorme deuda pública en juros
de más de 40 millones de ducados.
Ante estas dificultades estructurales de la Hacienda, América representó siempre para los gobiernos una
esperanza. El oro y la plata eran el soporte siempre esperado para poder subvencionar los tercios de
soldados españoles esparcidos por los diversos campos de Europa. Castilla, que si bien retuvo la mayor
parte de los beneficios del Imperio de ultramar y el ejercicio de la Monarquía, como contrapartida tuvo
que asumir mayoritariamente la carga financiera de la política exterior de los Austrias.
La sociedad
Las características estructurales e ideológicas de la época de los RR.CC. cambiaron poco. La sociedad
española seguía siendo estamental fuertemente jerarquizada, caracterizada por su estatismo, el
establecimiento de diferentes grupos sociales en función de su origen de nacimiento y del disfrute o no
de una serie de privilegios fiscales y judiciales. Los estamentos privilegiados (nobleza y clero) eran una
minoría, poseían las mayores rentas y riquezas del país y estaban exentos del pago de impuestos
directos. La única posibilidad de ascenso social era la de conseguir un título de hidalguía, promoción
muy buscada por los ciudadanos enriquecidos que podían pagar por él.
Frente a ello la población rural supone el mayor porcentaje; asimismo, el índice de no propietarios
(jornaleros, bracero o arrendatarios) es muy alto. El empobrecimiento social culmina en la centuria
siguiente desarrolló el fenómeno del bandolerismo y la mendicidad (pícaros), dos lacras de la Edad
Moderna.
La cultura
La cultura española del Renacimiento es, por un lado, una cultura muy imbuida de las corrientes
imperantes en Europa: el humanismo, el erasmismo, el reformismo religioso, las formas literarias
italianas y las formas artísticas de Flandes e Italia. Por otra parte, en España surgen algunas creaciones
originales como el pensamiento neoescolástico, el derecho de gentes, la literatura (como singularidad la
literatura mística), las obras de ciencia aplicada a la navegación, música religiosa y profana o las obras
de geografía, historia e historia natural del Nuevo Mundo.
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Sin embargo, el consumo cultural se vio limitado por el nivel de alfabetización que manifiesta un alto
grado de diferenciación social, sexual y geográfica. Otro límite a la difusión cultural fue la censura
inquisitorial, que recayó, en primer lugar sobre los libros de temática religiosa, aunque la voracidad de
los censores les llevó a dictar prohibiciones sobre todo tipo de libros.
El desarrollo del pensamiento y de las artes fue favorecido por la alta nobleza, la Iglesia y la Corona que
actuaron como mecenas.
Entre los humanistas españoles seguidores de Erasmo de Rotterdam (humanismo cristiano) cabe
destacar Juan Luis Vives y a Juan de Valdés. Antonio de Nebrija fue el prototipo del humanista y
creador de la primera Gramática castellana (1492).
En la prosa la obra cumbre fue La Celestina (1499) de Fernando de Rojas, que describe con realismo e
ironía la sociedad de la época. La poesía se vio fuertemente influenciada por la moda italiana y el uso del
verso endecasílabo donde destacó Garcilaso de la Vega. En la segunda mitad del siglo XVI se
desarrolló la ascética y la mística, representadas por San Juan de la Cruz, Santa Teresa de Jesús y
Fray Luis de León. En el teatro sobresale la figura de Lope de Vega, llamado el “Fénix de los
Ingenios”, por su gran imaginación que llevó a escribir más de 1500 obras de teatro, además de novelas,
poemas épicos y narrativos y varias colecciones de poesía lírica profana, religiosa y humorística.
En el siglo XVI tarda en dejarse sentir la influencia de la estética italiana. Así se inicia el siglo con el
estilo plateresco de los Reyes Católicos que se observa en la fachada de la Universidad de Salamanca,
y no es hasta el reinado de Carlos I en que se imponen las formas clásicas (estilo purista) que se
aprecian en el Palacio de Carlos I en el conjunto de la Alhambra de Granada. Durante el de Felipe II
surge el manierismo de Juan de Herrera, creador del estilo herreriano y del monumental Monasterio
de San Lorenzo de El Escorial.
Alonso de Berruguete y Juan de Juni son los máximos exponentes de la escultura española que
presenta cierta originalidad respecto a la europea por cuanto se realiza en madera policromada.
Por su parte, el Greco fue la personalidad más destacada dentro de la pintura. Su obra presenta gran
originalidad y se suele encuadrar dentro del movimiento manierista.
LA INQUISICIÓN
Carlos I y Felipe II profundizaron en el proceso de unificación religiosa iniciado con los Reyes
Católicos. El Estado se convirtió en el gran impulsor de la unidad de fe alrededor del catolicismo. La
Inquisición fue creada para vigilar y perseguir a los conversos judaizantes, pero a lo largo de los dos
reinados su orientación cambió.
La llegada de Carlos I a España coincide con el inicio de la reforma en Europa. España no había
quedado al margen de las corrientes reformistas que se dieron en la Europa del siglo XVI. Muchos
intelectuales y religiosos criticaban abiertamente los abusos de la jerarquía eclesiásticas. El más
conocido era Erasmo de Rotterdam. Carlos I se relacionó con él e incluso le invitó a dar clases en las
universidades españolas. Existían grupos de “alumbrados” y erasmistas entre las elites económicas y
culturales (Almirante de Castilla, Duques del Infantado, Luis Vives, Servet...) que si bien no llegaron a
romper con la Iglesia, sí mantenían un espíritu crítico. Además existían pequeños grupos de protestantes
entre la burguesía de la principales ciudades comerciales.
Ante Lutero Carlos I mantuvo una actitud dialogante y de atracción, pero cuando en 1530 se inician las
guerras de religión en Alemania la actitud varió.
Se inició una persecución metódica de los citados grupos por parte de la Inquisición, se destruyeron sus
libros y se aplicó la censura más estricta. El Tribunal de la Santa Inquisición amplió su radio de acción
controlando la educación en la universidad, persiguiendo las actitudes críticas y abriendo investigaciones
por mera sospecha o acusación anónima. Las profesiones liberales (médicos, químicos, investigadores...)
y los estudios científicos fueron estrechamente vigilados, de ahí que numerosos pensadores españoles
saliesen al extranjero.
En este ambiente de sospecha contra todo lo novedoso surgió el Estatuto de limpieza de sangre como
un verdadero escudo ante las investigaciones de la Inquisición. Se exaltaba la tradición frente a la
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novedad, la condición de “cristiano viejo” frente a las clases emergentes, y los valores de la pequeña
nobleza medieval frente a todo cambio. El Estatuto de limpieza de sangre acabó convirtiéndose en una
especie de condición paranobiliaria necesaria para entrar en cualquier corporación eclesiástica o civil a
partir de Felipe II.
La actitud de Felipe II fue más intolerante y así en 1559 prohibió que los estudiantes españoles
estudiasen en universidades extranjeras (salvo Lovaina y Bolonia) o que profesores extranjeros diesen
clases en las universidades españolas. Así la península permanecerá al margen de los inicios de la
reforma científica (Santiago y cierra España).
En este contexto no es difícil entender la rápida y fácil aceptación oficial y popular que tuvieron las tesis
del Concilio de Trento (1545) en el que tanto destacaron teólogos españoles, como Domingo Soto o los
jesuitas Lainez y Salmerón. En 1564, Felipe II proclamó una pragmática aceptando oficialmente las
conclusiones del Concilio cuyas principales aportaciones no constituían una novedad para España.
En el interior del país se había venido desarrollando en buena medida, un proceso de reforma religiosa
que tuvo tres grandes manifestaciones. La primera, la del cardenal Cisneros sobre el clero, sus reglas y
su nivel cultural, ya anteriormente comentados. La segunda, la actividad de la Compañía de Jesús desde
1540, cuyos objetivos se cifraban en convertirse en una especie de milicia al servicio de la Iglesia y la
propagación de la fe. Por eso, además de los votos clásicos (pobreza, castidad y obediencia), los jesuitas
juraban uno especial de obediencia al Papa. Su extensión por toda España, países europeos y América
fue muy rápida; a ello ayudó su alta preparación intelectual. La tercera, el nacimiento de una corriente
mística, que tuvo como máximos exponentes a Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz.
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EL SIGLO XVII
Propuesta de trabajo Serie Memoria de España 14: “LA DECADENCIA POLÍTICA EN EL SIGLO DE
ORO”
1. ¿Cómo era la situación de España a la muerte de Felipe II? ¿Por qué?
2. ¿Qué instrucción recibió Felipe III de su padre sobre cuál debía ser la prioridad básica de su gobierno? ¿Cuáles
fueron los intereses de Felipe III?
3. ¿En quién dejó el poder Felipe III?
4. ¿Quién encabezó la conspiración que acabó con el duque de Lerma?
5. ¿Qué adoraba el nuevo rey, Felipe IV?
6. De sus múltiples amoríos, ¿cuál de sus amantes sobresalió? ¿Cómo se llamó su hijo bastardo con el rey?
7. ¿En quién delegó Felipe IV el poder?
8. Cita a algunos de los escritores destacados en la literatura espiritual, ascética y mística
9. Dentro de este furor francés por todo lo español, ¿qué grandes obras de esta época fueron traducidas a casi
todas las lenguas europeas?
10. Cita a algunos de los personajes que se convirtieron en arquetipos referenciales de la literatura
11. ¿Cómo era la situación financiera de esta época decadente? ¿Por qué?
12. ¿Qué nueva residencia ofreció el conde-duque al rey para agradarlo? ¿qué tenía este palacio que le faltaba al
viejo Alcázar?
13. ¿Cuántos muertos generó la peste de 1597-1602? ¿En qué regiones?
14. ¿En qué gastaba el rey enormes cantidades de dinero? ¿Qué banqueros extranjeros adelantaban el dinero?
15. ¿Cómo se dividía la nobleza?
16. Cita las obras más importantes de la novela picaresca
17. ¿Cuáles eran las órdenes religiosas más numerosas?
18. ¿Qué tres santos españoles fueron canonizados en 1622?
19. ¿Qué provocó el reinició de la guerra con Francia?
20. ¿Por qué 1640 es un annus horribilis para la monarquía hispánica?
21. ¿Qué reconocía el tratado de Westfalia? ¿A qué guerra ponía fin?
22. ¿Qué territorios había perdido España al final de este periodo?
23. ¿A qué pintura de Velázquez llamó Lucas Giordano “teología de la pintura”?
24. ¿Con quién estaba obsesionado Baltasar Gracián, al principio de El político?
25. Completa la frase: “La religión constituía, sobretodo, un elemento de subsistencia diaria para una sociedad
marcada por…”
Propuesta de trabajo Serie Memoria de España 15: “DECADENCIA DE UN IMPERIO. DE LOS AUSTRIAS
A LOS BORBONES”
1. ¿Cómo sería llamado Carlos II? ¿Por qué siempre estuvo rodeado de capellanes y curanderos?:
2. ¿De qué era consecuencia la debilidad de Carlos II?:
3. ¿Qué habían previsto el monarca francés Luis XIV y el emperador austríaco Leopoldo I en el caso de que
Carlos II muriera sin descendencia?:
4. ¿En manos de quién estuvieron las decisiones durante los primeros años del reinado de Carlos II?:
5. ¿En quién se apoyaba Mariana de Austria?:
6. ¿Quién se opondría a la política de la Regente? ¿De quienes era hijo?:
7. ¿Con quién esperaba casarse el rey?:
8. ¿Cuánto tiempo duró el gobierno de Don Juan José de Austria? ¿Cuál fue su mayor logro?:
9. ¿Qué supuso la Paz de Nimega?:
10. ¿Cuáles eran los dos grandes problemas nacionales?:
11. ¿Con qué importantes tensiones sociales tuvieron que enfrentarse los gobiernos de Carlos II?:
12. ¿Qué graves problemas sufrían Castilla y Andalucía? ¿Cuál fue la única excepción en el panorama general de
crisis en el interior de España?:
13. ¿Qué manufactura empezó a destacar en Cataluña?:
14. ¿Quiénes eran los únicos que estaban autorizados a partir a las Indias?:
15. ¿Qué denunciaron los novatores?:
16. ¿Por qué no fue popular la reina María Luisa? ¿Cómo murió?:
17. ¿Quién fue la nueva reina?:
18. ¿Quiénes fueron los candidatos austríaco y francés al trono de España?:
19. ¿Cuál era el motivo que se difundió por el que Carlos II no podía tener descendencia?:
20. ¿Qué provocó el motín de los gatos? ¿Qué era lo que se gritaba?:
21. ¿A quién nombraba sucesor Carlos II en su último testamento? ¿Qué hizo constar en este testamento?:
22. ¿Cuándo murió Carlos II?:
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Europa -Nápoles, Sicilia, Cerdeña, Milán, los Países Bajos, etc.- y extensos territorios en su vasto
imperio colonial. Las colonias españolas en América se extendían desde el sur de los actuales Estados
Unidos hasta el extremo meridional del continente, incluyendo el archipiélago de las Antillas. También
estaban bajo el control de los Austrias españoles las costas de África, de la India y algunos enclaves del
sudeste asiático y el archipiélago de Filipinas. Por otra parte, durante el siglo XVII los reinos de la
monarquía española experimentan una decadencia en todos los ámbitos: crisis demográfica,
decadencia económica, decadencia militar, decadencia política y científica y pérdidas territoriales de sus
posesiones. No fue un proceso brusco, ni uniforme, ni se manifestó por igual en todos los territorios de
la Monarquía. Esta decadencia española en todos los campos contrasta sin embargo con el florecimiento
de las artes y de la literatura (Siglo de Oro).
Felipe III (1598-1621). Es un reinado de transición e inició el sistema de los validos con el Duque de Lerma. Al
acceder al trono y ante la grave situación de la Hacienda real, la política hacia Europa se volvió
«pacifista». Se firmó una tregua con los Países Bajos (1609-1621), que reconocía de hecho la
independencia de la parte norte de los Países Bajos (Provincias Unidas).
En política interior se decretó la expulsión de los moriscos en 1609. Se calcula que 300000 personas
(4% de la población española de la época) fueron obligadas a abandonar sus residencias, embarcadas a la
fuerza y abandonadas en el norte de África. Esta sangría fue especialmente grave en Aragón y Valencia
ya que los moriscos trabajaban en las zonas de regadío. Muchos nobles valencianos y aragoneses
trataron de evitar la expulsión definitiva. Las zonas fueron repobladas por cristianos viejos de Castilla y
Murcia que no tenían los conocimientos necesarios para continuar desarrollando una agricultura de
regadío intensiva.
Durante el gobierno del duque de Lerma la administración experimentó un caos debido a la venta de
cargos y dignidades y a la colocación en los puestos claves de familiares y clientes del duque
(nepotismo).
Felipe IV (1621-1665). Durante su reinado se produjo la gran crisis del poderío español. Gaspar de
Guzmán y Pimentel, Conde Duque de Olivares (1587-1645) alcanzó el poder tras ser gentilhombre del
príncipe de Asturias. Hombre inteligente, trabajador y enérgico intentó llevar a cabo una serie de reformas
exteriores e interiores que le enfrentaron a la nobleza, al clero y a los territorios de la periferia.
En política exterior defendía el mantenimiento de una política de prestigio y del papel hegemónico en
Europa. Por este motivo intervino en la Guerra de los 30 años (1618-1648). Esta se inició por un
enfrentamiento religioso en Bohemia entre protestantes y católicos y terminó siendo un enfrentamiento
generalizado por la hegemonía en Europa. En realidad, se enfrentaron dos concepciones de Europa. Los
Habsburgo de España y Alemania representaban una visión tradicional. Querían imponer la reforma
católica, el criterio de universalización, el poder del Pontífice y la validez de la idea imperial: Europa
unida por una fe y bajo un emperador. Frente a esta visión, los países protestantes del Norte y la católica
Francia, principalmente, querían un ordenamiento nuevo, basado en las ideas renacentistas:
individualismo, racionalismo y triunfo de un incipiente nacionalismo. Es decir, Europa dividida en una
serie de estados soberanos que fueran independientes entre sí.
La entrada en la guerra se produjo en 1621 con la ruptura de la Tregua de los doce años con el fin de
apoyar a los Austrias alemanes. Así se declara la guerra a los Países Bajos, que contaron con el apoyo de
los protestantes alemanes. Al principio se lograron algunas victorias como las de Breda en 1626,
inmortalizada por Velázquez en su cuadro Las Lanzas. Pero la entrada de Dinamarca y posteriormente
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de Suecia en la contienda agotó los recursos económicos y militares de la monarquía. Las buenas
relaciones con Francia e Inglaterra le permitieron mantener, en principio, su posición en Europa.
Para hacer frente a las necesidades bélicas trató de llevar a cabo reformas fiscales e institucionales en
el interior originándose los primeros conflictos sociales y políticos. Los holandeses con una economía
más saneada acosaban a las colonias castellanas y portuguesas y cortaban las comunicaciones con
América.
No obstante, la católica Francia, con el cardenal Richelieu al frente –valido de Luis XIII- declaró la
guerra a la Corona española en 1635 aliándose con los protestantes, pues temía quedar acorralada por
los territorios de los Austrias. Las primeras derrotas frente a la nueva coalición franco-sueca-holandesa-
alemana obligaron a acelerar las reformas interiores y se produce la crisis de 1640 con la sublevación de
Cataluña, Portugal, Nápoles, Aragón y Andalucía. Después de la derrota de los tercios viejos de Castilla
en Rocroi (1643) se pierde la hegemonía militar en Europa
La Paz de Westfalia (1648) puso término a la Guerra de los Treinta Años y supuso en realidad el
principio del fin de la hegemonía española: las Provincias Unidas del Norte (protestantes de los Países
Bajos) se hacían definitivamente independientes conservando la Corona hispana los territorios del sur.
Pero el significado político de la Paz de Westfalia era mayor. Francia se afirmaba como la potencia
hegemónica y surgía una nueva potencia en el Báltico: Suecia. A pesar de la Paz de Westfalia la guerra
entre la Corona francesa y la española continuó, finalizando temporalmente con la Paz de los Pirineos
en 1659. Esta paz, supuso la pérdida de las tierras catalanas del Rosellón y la Cerdaña y que las
mercancías francesas tuviesen paso libre por territorio español.
La política interior estuvo marcada por las necesidades de la política exterior. El Conde-Duque ante la
crisis económica, demográfica y hacendística trató de llevar a cabo reformas fiscales e institucionales.
Castilla era el reino que había sostenido el Imperio, pero se encontraba totalmente agotada. Portugal veía
como su imperio estaba siendo atacado por holandeses y británicos y todo su esfuerzo iba dirigido a
evitarlo. Los países de la Corona de Aragón, que no habían gozado del Imperio, no se mostraban
dispuestos a participar en la defensa de un imperio lejano.
El Conde-Duque de Olivares intentó distribuir los gastos del Imperio entre todos los reinos. Para ello
proyectó la Unión de Armas (1626). Se trataba de distribuir los costes del ejército entre los diversos reinos
de acuerdo con sus posibilidades respectivas en cuanto a número de hombres y riquezas. Pero la Unión de
Armas chocaba con un obstáculo insalvable: la fórmula institucional y política establecida por los Reyes
Católicos, que aseguraba la autonomía de los distintos reinos. Esto impedía actuar rápida y libremente al
Conde- Duque. Trató de crear un estado centralizado teniendo como base las leyes de Castilla ya que
otorgaban más poder al rey. Para atraerse a los restantes reinos terminó con el exclusivismo castellano
en la administración y en el gobierno del imperio. Ambos propósitos coincidían en un mismo objetivo:
construir un país unido y compacto que dejara atrás lo que el Conde-Duque consideraba diferencias
arcaicas. Las sucesivas reuniones a Cortes, desde 1626 a 1635, no permitieron avances. Portugal,
Aragón, Valencia y Nápoles accedieron a regañadientes a enviar soldados, pertrechos y dinero al
monarca, pero manteniendo sus instituciones tradicionales. Cataluña sin embargo se negó reiteradas
veces.
Para evitar estas dilaciones llevó a cabo una reforma fiscal. Aumentó los impuestos tradicionales como
las alcabalas y los millones, se impusieron nuevas contribuciones como el papel sellado, las lanzas
(impuesto sustitutivo de la antigua obligación militar de la nobleza), el impuesto sobre el azúcar y los
estancos como el del tabaco, el chocolate y la sal. La aplicación de estos impuestos se realizó en Castilla
y originó sublevaciones populares en el País Vasco y en las ciudades comerciales. No menos frecuentes
fueron las contribuciones forzosas a la Corona a que se vieron obligadas, especialmente, las clases
privilegiadas (nobleza y clero). También se tuvieron que vender pueblos de jurisdicción real, convertidos
así en señoríos de dominio particular. Especial importancia tuvo la venta de todo tipo de cargos públicos
(venalidad), que llevó a la creación de una inútil burocracia ociosa y muy numerosa.
Cuando lo recaudado mediante los impuestos no era suficiente, la Corona procedía a devaluar la
moneda (emisión de moneda de baja calidad, como el vellón, para ser más tarde revalorizado
nominalmente) provocando la inflación de los precios y graves daños a todos los que vivían de rentas. A
pesar de todo ello, las bancarrotas del Estado, ante la imposibilidad de pagar sus deudas, siguieron
siendo frecuentes. Las bancarrotas provocaron la pérdida de prestigio del Estado ante los asentistas
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(prestamistas), que fueron abandonando este tipo de actividad financiera, especialmente los genoveses
que fueron sustituidos por los «marranos» judíos portugueses).
La “Revolta” Catalana. La declaración de guerra de Francia (1636) agravó el problema. Los catalanes
se negaban a combatir fuera de su territorio, y, por otro lado, las tropas estacionadas en Cataluña,
compuestas por mercenarios y castellanos, llevaban a cabo frecuentes tropelías, tanto en el campo como
en las ciudades.
Ante la negativa de la Generalitat fue detenido el diputado Tamarit y epresaliados las poblaciones en
las que hubo problemas con las tropas acuarteladas. La respuesta fue el alzamiento campesino primero
en Gerona y más tarde por toda Cataluña hasta llegar a las puertas de Barcelona. Allí, el 7 de junio de
1640, tuvo lugar el denominado “Corpus de Sang” (Corpus de Sangre). Fue un altercado entre
segadores y funcionarios reales que derivó en un motín en el que participaron tanto campesinos como las
clases populares de los barrios barceloneses y de otras ciudades catalanas. El Virrey fue asesinado
cuando trataba de huir. Ante la generalización de la sublevación contra los funcionarios reales, la
oligarquía que dominaba la Generalitat decidió convertir la revuelta en una revolución política para
dirimir el largo pleito contra el gobierno central. La alternativa que éstos encontraron frente a las
amenazas del ejército de Olivares fue buscar el apoyo de Francia. Pau Claris, presidente de la
Generalitat, pactará con Francia la protección de una república catalana independiente. Ante esta grave
situación y la derrota de Rocroi el rey depuso al Conde Duque y él mismo trató de dirigir, sin éxito, los
asuntos de la monarquía.
El comportamiento de los ejércitos franceses y Richelieu no fue muy diferente al de Olivares pues
intentaron también dominar Cataluña y tampoco respetaron sus instituciones. Esta experiencia, las pestes
de 1650-1654 y el hambre provocada por la destrucción de las cosechas a causa de la guerra, hicieron
desistir finalmente a los catalanes. Barcelona se rindió en octubre de 1652. La Guerra con Francia
continuó hasta 1659 (Paz de loa Pirineos). Cataluña perdió el Rosellón y la Cerdaña y con ellas un
quinto de su población y de su territorio. Por la Paz de los Pirineos se estableció el enlace del rey de
Francia, Luis XIV, con la hija de Felipe IV, María Teresa, cláusula que a finales del siglo fue el
argumento para que un francés ciñera la Corona hispana: Felipe de Anjou.
La conspiración de Aragón se produjo en 1648. Esta vez fue el Duque de Híjar, noble aragonés, que
creía tener derechos sucesorios y haber sido marginado de los puestos de poder de la corte. Encontró
apoyo a su revuelta en algunos nobles como Carlos Padilla, veterano militar de las campañas italianas,
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que se creía también postergado por la Corona. Querían hacer de Aragón un reino independiente, con el
Duque de Híjar como rey. Para ello pidieron apoyo a Portugal, a cambio de ayudarles a retener Galicia,
y a Francia, a la que ofrecían territorios si a cambio conseguían derrotar a Felipe IV. La conspiración
fracasó. El Duque de Híjar fue condenado a la confiscación de bienes y a prisión perpetua, mientras
Carlos Padilla fue ajusticiado.
La Conspiración de Nápoles (1647) fue dirigida por Massaniello y sustentada por las clases populares
urbanas ante el aumento de las presiones fiscales y las levas. Los virreyes dominaron la situación.
Las revueltas populares. Pero la política del Conde-Duque, en su deseo de mantener la hegemonía
internacional, no sólo provocaba fricciones territoriales o resentimientos nobiliarios. Quienes más
sufrieron sus decisiones fueron las clases más bajas. Tanto sobre los campesinos como sobre las clases
populares urbanas recaía fundamentalmente el peso de los crecientes impuestos y de las continuas levas
de soldados. En general, hubo una extraña resignación pero, a mediados de siglo, cuando la crisis era
mayor, acaecieron una serie de revueltas populares, al igual que en muchos lugares de Europa. Tres son
las características definitorias de estos motines: En primer lugar, aunque tienen una importante
presencia de campesinos, fueron revueltas fundamentalmente urbanas, protagonizadas por los sectores
más pobres de las ciudades: en el caso de Granada los dirigentes fueron los artesanos de la seda en paro.
En segundo lugar, protestaban por el alza de los impuestos, la alteración de la moneda y la subida de los
precios. Y, por último, no fueron en general muy violentas. Cosa que no puede decirse de la represión, a
veces feroz, que ejercieron sobre ellas los grandes señores con sus huestes militares. Todas estas
revueltas de uno u otro signo demuestran hasta qué grado de descomposición política y social estaba
conduciendo el enfoque de la política exterior de Olivares.
En el exterior la hegemónica Francia presionó intentando alcanzar unos límites naturales. Con Francia se
mantuvieron tres guerras que acabaron con la firma de otras tantas paces. La paz de Aquisgrán (1682)
supuso la cesión el Artois a Francia; la paz de Nimega (1682) la cesión del Franco Condado y por la paz
Ryswick (1687) se recupera algunas plazas fuertes en Flandes y Cataluña, gracias .al apoyo de Suecia,
Austria y el Papado y al deseo de Luis XIV de atraerse el favor del rey hacia su nieto Felipe de Anjou.
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perjudicó a los nobles ante la sensible disminución de las rentas agrarias como consecuencia del
descenso de la producción y de la escasez de mano de obra que provocó un aumento de los salarios. A
esta situación, hay que añadir las sucesivas plagas de langosta que asolaron los campos.
También la ganadería vivió una etapa de crisis y reestructuración. Pese al mantenimiento de los
privilegios de la Mesta el número de cabezas de ganado decreció en varios miles a lo largo de la
centuria. Además, desde mediados de siglo, la lana castellana había empezado a ser desplazada de sus
tradicionales mercados europeos. Todo ello fue en detrimento de los pequeños ganaderos, pero
favoreció, en cierta medida, la concentración del ganado en manos de los grandes propietarios.
La industria metalúrgica y las ferrerías vivieron dos etapas ligadas directamente a la demanda del
Estado. Hasta mediados de la centuria, experimentaron un crecimiento con la creación de fundiciones
como las de Liérganes y la Cavada. A partir de la decadencia de la hegemonía imperial, las demandas
del Estado bajaron y lo mismo ocurrió con la producción metalúrgica.
En estas condiciones la actividad mercantil no iba a encontrar muchos alicientes. El mercado interior
seguía siendo pequeño y difícil. Una menor población significaba un menor consumo y esto afectaba a
los intercambios. Además, las aduanas y el aumento de los impuestos sobre las mercancías no incitaban
al riesgo comercial; las personas con dinero preferían ir a otras inversiones más seguras. Esta situación
se vio reflejada en el decaimiento de ciudades con ferias de la importancia de Medina del Campo o
Burgos. La decadencia comercial viene explicada por el declive de la exportación de lana a los países
europeos, pero también por la decadencia general de la economía en la propia Península. También se
produjo un importante descenso en el comercio colonial americano, que entre 1575 y 1675 bajó tal vez
un 75%.
El oro y la plata seguían siendo el principal producto, pero a lo largo del siglo la decadencia de la
minería americana provocó un notable descenso en la importación de estos minerales. No obstante,
siguieron utilizándose para compensar el déficit comercial ocasionado por la compra de los productos
manufacturados europeos y para financiar las continuas guerras de la Monarquía. El declive de la
hegemonía española supuso asimismo un duro revés para el tráfico comercial. Desde la paz de Westfalia
en 1648, el comercio extranjero con América resultó mucho más fácil para los países rivales, en especial
las Coronas inglesa y francesa.
La sociedad
La sociedad continuó con su estructura estamental. Sin embargo, la crisis condujo a un proceso de
refeudalización, término con el que se hace referencia a la reacción señorial en la gestión de los
derechos sobre sus propiedades y al apropiamiento de tierra de comunales. Estas actuaciones se
tradujeron en un empeoramiento de las condiciones de trabajo de los campesinos y de sus condiciones
de vida. Ante la crisis, la tierra volvió a convertirse en un “valor refugio” cuando se hundía la
rentabilidad de otros sectores económicos.
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especialmente a causa de la inflación de los productos de lujo y al mantenimiento de una clientela y
servidumbre acorde a su rango.
El clero, por el contrario, experimentó un progreso a la vez material, moral e intelectual gracias al
Concilio de Trento. Así se produjo la intensificación de la presencia del clero en la vida cotidiana de una
sociedad imbuida de una profunda religiosidad, a través del clero regular, las órdenes mendicantes y de
los jesuitas (estos se ocuparon de la educación de las clases dirigentes).
Por su parte, entre las clases plebeyas los letrados tratan de hacer valer sus títulos universitarios
buscando el favor de un poderoso, mientras que los mercaderes buscan ennoblecerse con la compra de
títulos o matrimonios ventajosos, y los artesanos acentúan su tendencia a la oligarquización y el
anquilosamiento de sus gremios.
La disminución de las oportunidades se manifiesta por último en la extensión de la pobreza que afecta
a entre un 20 y un 50 % de la población, según los lugares. Esta situación provocó el aumento de la
conflictividad social que se manifestó de formas diversas: caza de brujas (Zugarramurdi), bandolerismo,
picaresca, revueltas violentas en el campo, motín de subsistencias en la ciudad, motín antifiscal tanto en
el campo como en la ciudad.
No obstante existió una minoría abierta a nuevas teorías y a los avances técnicos: los novatores. Se
desarrollaron sobre todo en las universidades de Zaragoza, Barcelona y Valencia y sus campos de acción
fueron la medicina, la minería, la náutica y la botánica. Las mejoras en estos campos tuvieron
repercusión a nivel europeo, pero olvido y menosprecio en el interior.
Esta pobre realidad académica contrasta con el apogeo de las artes y de las letras: el Siglo de Oro. El
desarrollo de las ideas de la Contrarreforma y la necesidad de la monarquía, de la Iglesia y de los
grandes nobles de exaltar su poder y mostrarlo al resto de la sociedad, les llevó a convertirse en mecenas
y a llevar a cabo una política de construcción de palacios, catedrales e iglesias.
En arquitectura destacarán Juan Gómez de Mora (Plaza Mayor de Madrid), Churriguera (Plaza
Mayor de Salamanca) y Fernando Casas (Fachada del Obradoiro). En las iglesias y palacios se produce
un abuso de ornamentación, dorados, escayolas, mármoles de colores y una concepción teatral.
En pintura la escuela más importante fue la sevillana Francisco Herrera, Alonso Cano, Zurbarán y
Diego Velázquez. Es el gran pintor barroco por excelencia: “La rendición de Breda”, “Las hilanderas”,
Las meninas” y multitud de retratos de reyes y cortesanos. Este florecimiento de la pintura termina con
Bartolomé Murillo.
En la literatura se asiste al surgimiento de los grandes autores de teatro: Lope de Vega, Tirso de
Molina y Calderón de la Barca. Surgirá la novela con Cervantes que escribió la obra cumbre de la
literatura española “El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha”, Gracián y la proliferación de
autores de libros de pícaros. En poesía destacarán Góngora y Quevedo.
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BLOQUE 4: ESPAÑA EN LA ÓRBITA FRANCESA: EL
REFORMISMO DE LOS PRIMEROS BORBONES (1700-1788)
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CARACTERÍSTICAS POLÍTICAS, ECONÓMICAS Y SOCIALES DEL ANTIGUO RÉGIMEN.
LA POLÍTICA CENTRALIZADORA DE LOS BORBONES
Propuesta de trabajo Serie Memoria de España: “LA NUEVA ESPANA DE FELIPE V (1714 - 1746)”
1. ¿A quién designa Carlos II como heredero? ¿Quién aspira también al trono de España?
2. ¿Qué potencias europeas están al lado de Felipe V? ¿Y del archiduque Carlos?
3. ¿Qué territorios de España apoyan a cada aspirante?
4. ¿Dónde se desarrolló la batalla que dio la victoria al ejército borbónico? ¿En qué año?
5. ¿Qué consecuencias tuvo para los reinos derrotados?
6. ¿Quién es el primogénito de Felipe V?
7. ¿Qué territorios españoles pasaron a manos inglesas?
8. ¿Quién muere en 1711? ¿Quién es su heredero?
9. Define el tratado de Utrecht de 1713?
10. ¿Qué renuncias tuvo que hacer Felipe V en Utrecht?
11. ¿Qué ocurre en Barcelona el 11 de septiembre? ¿Qué se conmemora en Cataluña todos los 11 de septiembre?
12. ¿Qué son los decretos de Nueva Planta? ¿A qué territorios afectó?
13. ¿Quién tiene las riendas del reinado de Felipe V? ¿Qué medidas toma?
14. Tras la muerte de su esposa, ¿con quién se casa Felipe V?
15. ¿Quién sustituye a Orry como figura clave en el reinado de Felipe V?
16. ¿En quién abdica Felipe V? ¿Cuánto duró el nuevo reinado?
17. Tras el regreso de Felipe V, ¿Quién será el nuevo heredero?
18. ¿Quién era en esa época el hombre con más poder del Estado? ¿Qué medidas tomó?
19. ¿Quién sustituye a Patiño al frente del Ministerio?
20. ¿Cuáles son las grandes ciudades del momento?
21. Describe los Pactos de Familia.
22. Cuando muere Felipe V, ¿Quién le sucede?
23. ¿Cuál es el lema de Fernando VI?
24. ¿Quiénes son los hombres de Estado del momento? ¿De qué son partidarios cada uno?
25. ¿Cuándo muere Fernando VI? ¿Quién le sucede?
Propuesta de trabajo Serie Memoria de España: “CARLOS III. LUCES Y SOMBRAS DEL REFORMISMO
ILUSTRADO”
1. ¿Cuándo fue coronado Carlos como rey de Nápoles y Sicilia?
2. ¿Qué reformas industriales acometió en Italia?
3. ¿Qué política continuó Carlos III a su llegada a España?
4. Describe el motín de Esquilache.
5. ¿Quiénes fueron los incitadores del motín? ¿Qué consecuencias tuvo?
6. ¿En qué pilares reformistas se apoyó Carlos III durante su reinado?
7. Tras el inicio de la guerra de los 7 años, ¿con que país se alió Carlos III? ¿Qué consecuencias tuvo?
8. Tras el tercer conflicto con los británicos ¿qué territorios recupera España? ¿Cuáles no?
9. ¿Qué inversiones económicas se llevaron a cabo para reforzar la seguridad militar?
10. ¿Qué medidas se toman para recaudar más dinero?
11. Señala el número de habitantes que tenia España en la 2ª mitad del siglo XVIII.
12. ¿Qué sectores económicos destacarán?
13. Describe la política económica reformista.
14. ¿Cuáles fueron los grandes logros de los Ilustrados?
15. Cita el nombre de algunos pintores de Corte.
16. ¿Qué reformas de infraestructura llevó a cabo Carlos III en Madrid?
17. ¿Cómo se le conoció popularmente a Carlos III?
18. ¿Qué ministro de Carlos III formará parte del gobierno de Calos IV?
INTRODUCIÓN: LA ILUSTRACIÓN
La edad Moderna supuso la culminación del Antiguo Régimen, cuyo paradigma podría ser el
encumbramiento del Absolutismo como teoría y práctica política de los estados y las sociedades europeas
y de sus apéndices coloniales en el resto de continentes. Sin embargo desde el siglo XVI y XVII, pero
sobre todo en el siglo XVIII con la Ilustración, la crítica permanente a los pilares económicos (gremios,
mercantilismo, pacto colonial), sociales (sociedad de estamentos estancos) políticos (absolutismo) y
culturales-artísticos-religiosos (poder de la Iglesia sobre las costumbres y las mentalidades) de este
modelo social, fue asumido y divulgado por una nueva clase social, pequeña pero audaz, que
protagonizaría los acontecimientos que pusieron fin a estas rémoras medievales.
La Ilustración puede ser definida como una nueva corriente de pensamiento caracterizada por la
utilización de la razón para la comprensión de la realidad natural y social. El pensamiento ilustrado
careció de una teoría sistemática. Sus ideas procedían de la suma de las aportaciones de los diversos
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autores: Locke, Montesquieu, Rousseau, Voltaire, etc. No obstante, sus características doctrinales pueden
resumirse en los siguientes postulados:
El predominio de la razón como instrumento de obtención de la verdad frente a otras formas de
conocimiento: la revelación, la tradición, etc.
La defensa de la autonomía del poder político (monarquía).
La concepción de la tolerancia religiosa como una manifestación de la libertad y la pluralidad
humanas.
El interés por las actividades productivas y la mejora de las condiciones de vida de las personas,
como un medio de conseguir la felicidad.
La comprensión de la importancia de la educación tanto para lograr la felicidad como para difundir
el uso de la razón. El proceso educativo debía ser dirigido por el Estado.
La Ilustración española hunde sus raíces a finales del siglo XVII, con críticas hacia el atraso científico
español y al escolasticismo en las universidades. Sus proposiciones se difundieron lentamente, a la vez
que se revitalizaba la vida intelectual española: creación de la Biblioteca Nacional (1711), de la Academia
de la Historia (1735), etc. Las obras del padre Benito Feijoo y de Gregorio Mayans pueden considerarse
unos claros prolegómenos. Ambos realizaron una importante crítica del pensamiento tradicionalista.
Bajo el reinado de Carlos III se produjo la eclosión de la más amplia generación ilustrada española. La
mayor parte de ellos unieron la tarea intelectual con la actuación política. Personajes como el conde de
Aranda, Floridablanca, Campomanes y Jovellanos dieron un considerable impulso al reformismo
borbónico. El pensamiento ilustrado español no pudo difundirse a través de las universidades, siendo
necesario establecer nuevas instituciones para la creación y difusión intelectual, entre éstas destacaron las
academias y las Sociedades Económicas de Amigos del País, que fueron uno de los instrumentos más
originales de actuación de la Ilustración española. Tenían como objetivo desarrollar la economía de sus
provincias y fomentar la educación técnica de artesanos y campesinos.
La mayor parte de las obras ilustradas se orientaron a la crítica de los factores que provocaban el
atraso económico e intelectual de España:
El predominio intelectual del pensamiento escolástico y el control que la Iglesia ejercía sobre la
educación y la difusión de nuevas ideas.
La escasa valoración social de la ciencia, la técnica y las actividades profesionales relacionadas con
el comercio y las manufacturas. Ello ocasionaba un considerable retraso en todos los sectores
económicos.
La mala situación agraria, provocada por la pervivencia de numerosos privilegios (de la nobleza y la
Iglesia, de la Mesta, etc.).
El despotismo ilustrado de Carlos III. El despotismo ilustrado concilió el absolutismo monárquico con
el espíritu reformista de la Ilustración. En España, el despotismo ilustrado tuvo en Carlos III (1759-1788)
su mejor representante; este rey asumió varias de las premisas de la Ilustración:
La preocupación por mejorar la economía de sus reinos y, al mismo tiempo, el bienestar de sus
súbditos. Se consideraba que el aumento de la potencialidad económica engrandecía al reino.
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La conveniencia de mejorar la organización y la racionalización del Estado. Se tendía a la
centralización administrativa y a la profesionalización de los servidores del mismo (funcionarios,
militares, etc.).
La aceptación del modelo del rey como «hombre ideal» ilustrado: racionalista, intelectual, amante de
las artes y las ciencias y reformista en política. Para ello recurría al apoyo de filósofos y políticos
ilustrados.
En los primeros años de su reinado se apoyó en ministros italianos (Grimaldi, el marqués de Esquilache)
que vinieron con él desde Nápoles. Estos ministros representaban una opción reformista más radical, que
se enfrentó a los privilegiados con sus políticas: libertad comercial para los cereales, desamortización de
los bienes de la Iglesia, etc. Este modelo despertó profundas oposiciones que estallaron en el motín de
Esquilache de 17663.
Desde entonces la política reformista adoptó características más moderadas, aunque no se detuvo.
Cambiaron sus promotores, que ahora fueron españoles. Destacaron tres: Campomanes, el conde de
Aranda y Floridablanca. Detrás de estos hombres existió otro grupo de ilustrados que también
desempeñó funciones importantes: Francisco Cabarrús, Pablo de Olavide, Jovellanos, etc. Las
reformas promovidas por estos ministros y respaldadas por el rey abarcaron todas las áreas.
Las reformas económicas. El conjunto de medidas adoptadas en esta área fue muy amplio. Algunas pretendían aumentar la
recaudación fiscal: creación de la Lotería Nacional (1763); del Banco Nacional de San Carlos (1782), etc. Otras se
dirigieron a mejorar las actividades productivas; en este campo fue manifestándose una creciente influencia del liberalismo
económico y un progresivo abandono del mercantilismo4.
Las reformas religiosas. La Iglesia era la institución más poderosa después de la monarquía, por ello los ilustrados quisieron
disminuir ese poder. Algunas de las medidas regalistas fueron: la expulsión de los jesuitas en 1767, supresión de tradiciones
religiosas populares -romerías, danzas, procesiones...-, limitación del poder de la Inquisición, etc.
Las reformas militares. Se estableció el servicio militar obligatorio con un sistema de quintas; se reorganizó la estructura del
ejército, creándose las diferentes armas (infantería, artillería, etc.); se creó un cuerpo de oficiales profesionales; y se
promulgaron unas ordenanzas (1768) que perduraron hasta el siglo XX.
Las reformas sociales. Las actuaciones ilustradas fueron muy dispares: desde la dignificación del trabajo industrial o
comercial (1783) hasta las regulaciones de las corridas de toros o el control de los grupos marginados, como los vagabundos o
los gitanos.
3
El motín contra el ministro italiano fue un fenómeno complejo. Entre sus causas podemos destacar tres:
La existencia de un gran malestar popular por la carestía y la elevación de los precios del pan, causados por las malas cosechas
de 1765 y la política liberalizadora de precios.
La oposición a la presencia de extranjeros en el gobierno.
La oposición de los privilegiados a las medidas reformistas del ministro.
A todas estas razones se unió el detonante de la promulgación de un decreto que prohibía el uso de algunas vestimentas masculinas
tradicionales en España, como los sombreros de ala ancha y las capas largas. Como resultado de todo ello, estalló una violenta
revuelta que significó el cese de Esquilache y la paralización del reformismo más avanzado.
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Medidas como la libre circulación de cereales y vinos (1766) o la liberalización comercial con América (1778) apuntan en este
sentido. La certeza de que muchos problemas económicos derivaban de la estructura de la propiedad agraria planteó la necesidad de
elaborar una reforma agraria; para ello se hicieron diversas propuestas, pero la ley nunca se promulgó. No obstante, se promovió el
desarrollo agrícola con cierta limitación de privilegios de la Mesta, colonización de tierras despobladas, fundación de las Nuevas
Poblaciones en Sierra Morena, desamortización de bienes comunales, etc.
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Las reformas institucionales. Se limitaron al poder municipal. Para controlar a las oligarquías locales, Carlos III introdujo en
los gobiernos municipales cargos elegidos por la población: los síndicos y los diputados del común. Esta medida contó con la
hostilidad de los privilegiados
A pesar de la amplitud de las reformas y de las mejoras que se realizaron en muchos aspectos, el
despotismo ilustrado tuvo importantes limitaciones. En el momento en que las reformas pretendían
transformar alguna de las estructuras del Antiguo Régimen o modificar las estructuras sociales, los
cambios se paralizaban, pues los privilegiados se oponían.
La población española aumentó considerablemente durante el siglo XVIII. Este crecimiento se inició a finales del siglo XVII y se
prolongó durante todo el XVIII. De unos 7,5 millones de habitantes en 1717 se pasó a 10,5 millones en 1801, es decir, un
crecimiento del 40 %, aunque las cifras de los primeros censos eran poco fiables. Tanto los censos de población de que se dispone
(Vecindario de Campoflorido (1712-17), Catastro de Ensenada (1752), Censo de Aranda (1768), Censo de Floridablanca (1787) y
Censo de Godoy (1801)), como la información de los registros parroquiales atestiguan un crecimiento demográfico continuo
durante toda la centuria. No obstante, este crecimiento fue desigual. Se puede constatar un incremento más intenso en la periferia
peninsular (Cataluña, Valencia, Murcia, provincias Vascongadas…) y ligeramente menor en el interior. Una parte de este
crecimiento poblacional se concentró en las ciudades, que registraron un notable aumento de su población, llegando algunas, como
Madrid o Barcelona, a sobrepasar los 100.000 habitantes. Los factores que provocaron este aumento de población fueron diversos:
descenso de las mortalidades catastróficas (desaparición de la peste y la disminución de las crisis de subsistencias), aumento de la
natalidad (políticas poblacionistas), mejoras económicas, leves avances higiénicos y sanitarios, menor número de guerras, etc. Sin
embargo España tenía aún un régimen demográfico antiguo: alta natalidad (en torno al 40 % o), elevada mortalidad (35 %o) y un
crecimiento natural bajo; además altas tasas de mortalidad infantil y una esperanza de vida que rondaba los 35 años.
La base económica del Antiguo Régimen continuaba siendo la producción agraria. Era esta la actividad
más importante, tanto en población dedicada -alrededor del 80 %- como en valor de la riqueza producida.
La mayor parte de la propiedad de la tierra se hallaba en manos de la nobleza y de la Iglesia, que, junto a
la monarquía, eran dueños de señoríos sobre los que no solamente disponían de los derechos derivados de
la propiedad territorial, sino también de la jurisdicción. Era una situación que podía definirse como
feudal. La situación se complicaba con el problema de la amortización de la propiedad de las tierras.
Muchas de las tierras de la nobleza y de la Iglesia estaban amortizadas, lo cual significaba que no se
podían vender ni comprar porque se hallaban vinculadas para siempre a una familia o institución, laica o
religiosa; esta medida evitaba la pérdida o disgregación del patrimonio. A ello contribuía también la
fórmula legal del mayorazgo, que concentraba en el hijo mayor no solo el título nobiliario, sino también
todo el patrimonio vinculado a la familia. Patrimonio que él tampoco podía vender. De esta manera, un
elevado porcentaje de las tierras peninsulares, un 70%, se encontraban fuera de los circuitos comerciales -
eran las «manos muertas»-. Todo ello dificultaba las inversiones en la agricultura y la aplicación de
mejoras productivas.
Este panorama generaba una relación población-recursos muy inestable, teniendo en cuenta además el aumento de población.
Aparecieron así crisis de subsistencias5, aunque sus efectos fueron menos intensos que en períodos anteriores. Las mejoras en los
transportes y la liberalización del comercio de granos a partir de 1765 mejoraron el abastecimiento, pero no lograron evitarlas.
Aunque la mayor parte de los cultivos se dedicaban a las diversas variedades de cereal, en algunas zonas periféricas (Galicia,
Valencia, etc.) tuvo lugar la difusión de nuevos cultivos (patata, maíz, etc.).
La monarquía se preocupó por mejorar la situación del campo y aplicó una serie de reformas para mejorar
su productividad. Unas fueron legislativas (libertad de comercio para algunos productos agrícolas,
algunas desamortizaciones, supresión de privilegios de la Mesta). También se realizaron obras de
5
En 1709, 1723, 1750, 1764.
69
irrigación, como el Canal Imperial de Aragón (1778) o el pantano de Lorca (1791). Asimismo se
promovieron repoblaciones, como las Nuevas Poblaciones de Sierra Morena.
En cuanto a la producción manufacturera, la industria era, en general, muy escasa, y orientaba la
producción fundamentalmente hacia los mercados locales. El tipo de industria predominante a principios
de siglo era el taller artesanal situado en la ciudad, sometido a la regulación gremial y con pocos
operarios que trabajaban sin máquinas. Pero, a lo largo de la centuria, se desarrolló también la industria
rural, fuera de la jurisdicción de los gremios.
La política económica de tipo mercantilista seguida por los Borbones pretendía lograr un mayor nivel de
autoconsumo industrial. Para fomentar el desarrollo manufacturero establecieron diversas estrategias:
La creación, por parte del Estado, de manufacturas públicas, las denominadas Reales Fábricas (a
imagen de las “Manufactures privilégiées” francesas) cuyo paradigma fue la Real Fábrica de Tabacos
de Sevilla6.
La aplicación de medidas proteccionistas para fomentar el desarrollo de las manufacturas
nacionales. Al mismo tiempo se evitaba la salida de capitales hacia el exterior.
A partir del reinado de Carlos III se impuso una política económica con algunos rasgos del liberalismo y
que concedía el papel principal a la iniciativa privada, buscando también la colaboración entre la industria
y la agricultura7. Si bien la fabricación de manufacturas se extendió por toda España, solamente generó
dinámicas industrializadoras en Cataluña. En este territorio se compaginó un desarrollo agrario
(especializado en el cultivo de la vid ) y su producción y comercialización con la aparición de una
industria rural dedicada a la producción lanera. Ambas actividades proporcionaron las bases humanas y la
acumulación de capital que favorecerían la posterior industrialización. Esta se produjo en el sector textil
y tuvo en las manufacturas algodoneras el principal motor. Su producción se dirigía al mercado interior
español y se benefició de una política proteccionista8.
Las actividades comerciales crecieron considerablemente durante el siglo XVIII favorecidas por una
serie de circunstancias: el crecimiento económico que se experimentó, el aumento demográfico y la
política económica mercantilista de la monarquía. Esta expansión afectó tanto al comercio interior como
al exterior. El comercio interior adolecía de algunos problemas como las infraestructuras de transporte,
que eran deficientes, o como el exceso de aduanas y peajes interiores Como consecuencia de todo ello, el
mercado interior se hallaba escasamente integrado9.
Las relaciones comerciales con el exterior se realizaban fundamentalmente con las colonias americanas
y con el resto de Europa10. Desde un primer momento la nueva monarquía estuvo interesada en revitalizar
el comercio americano, intentando buscar que América cumpliera una triple función: lugar de colocación
exclusiva de productos españoles; territorio que debía nutrir a la Península de materias primas
abundantes y baratas; y continente que con su plata debía llenar tanto los bolsillos de los particulares
para facilitar las inversiones como las arcas de la Hacienda para financiar los planes reformistas. Para
ello era necesario crear una nueva organización de las relaciones con las colonias.11 Los Borbones
pretendieron reformar esta vieja organización comercial y para ello adoptaron una serie de medidas:
6
Se trataba de grandes talleres dedicados a producir bienes de lujo (porcelanas en la Real Fábrica del Buen Retiro, cristal en la Real
Fábrica de San Ildefonso, etc.) que tenían en la corte su principal cliente. Otras se dedicaron al suministro de equipos militares, Real
Fábrica de Artillería de La Cavada en Cantabria, maestranzas de Barcelona o Sevilla, etc.). Algunas de ellas nunca fueron rentables
ni tampoco indujeron procesos de industrialización, pero se trató de un intento notable de promover el desarrollo manufacturero.
7
Para desarrollar esta política se promulgaron diversas medidas: reforma del poder de los gremios, supresión de la deshonra legal de
los oficios (1783) y promoción de la libertad de trabajo, entre otras.
8
Las prohibiciones de importar tejido de algodón facilitaron la aparición de las primeras manufacturas algodoneras en Cataluña -con
técnicos franceses y alemanes- destinadas a la fabricación de tejidos de algodón blanco o estampado (indianas).
9
Para solucionar estos problemas se emprendieron algunas obras públicas de mejora de caminos, mejora de puertos marinos o
aprovechamiento de los grandes canales para la navegación. También se procedió a la supresión de las aduanas y los peajes
entre la Corona de Aragón y la de Castilla aunque se mantuvieron con Navarra y provincias Vascongadas. Los intentos de suprimir
los peajes (pontazgos, portazgos, etc.) fueron mucho menos efectivos, al afectar a los privilegios nobiliarios. EI comercio interior
logró mejorar, pero continuó siendo uno de los principales lastres para el desarrollo económico español, pues persistió la mala
comunicación entre algunas regiones.
10
Con los países europeos el comercio era deficitario, pues se importaban productos manufacturados y se exportaban materias
primas y alimentos. Esta estructura comercial se mantuvo vigente a pesar de la política proteccionista que se aplicó durante la mayor
parte del siglo.
11
Además buena parte del tráfico comercial se hallaba en manos de comerciantes extranjeros, dada la incapacidad de las
manufacturas y de la agricultura españolas para cubrir la demanda americana. La diseñada por los Austrias resultaba anacrónica. El
monopolio del comercio americano en un solo puerto (en el siglo XVIII Cádiz en lugar de Sevilla), así como el antiguo sistema de
flotas, limitaba el desarrollo comercial y no impedía el contrabando.
70
Creación de compañías comerciales a las que se les concedían determinados privilegios de
explotación de un territorio o el monopolio del comercio de algún producto 12.
Supresión del sistema de flotas (1735). A partir de ese momento los barcos podían zarpar de Cádiz
cuando lo estimasen, sin esperar la formación de una flota.
El fracaso de las compañías comerciales indujo la adopción de una política de liberalización del
comercio americano. En 1778 se autorizó el comercio con América a numerosos puertos españoles 13.
Ello benefició a algunas zonas, como Andalucía y Cataluña, donde estimuló el desarrollo comercial y
manufacturero. La relación comercial con América presentaba una estructura opuesta a la que se
manifestaba con los Estados europeos: las exportaciones desde España a América consistían en productos
manufacturados, mientras que las importaciones eran, sobre todo, metales preciosos y productos
alimenticios (cacao, azúcar). El comercio colonial creció a lo largo del siglo XVIII, especialmente en la
segunda mitad. Al mismo tiempo, aumentó la participación de las manufacturas españolas en el conjunto
de las exportaciones, en las que, sin embargo, fue siempre preeminente la reexportación de manufacturas
extranjeras.
El conflicto internacional. El problema del cambio dinástico se reflejó primero en las relaciones
internacionales. El acceso de un Borbón al trono español significaba una ruptura del equilibrio político
europeo a favor de Francia, afianzando aún más la hegemonía francesa. Como respuesta se formó una
gran alianza encabezada por Austria y a la que se unieron el Reino Unido, las Provincias Unidas, Prusia,
Saboya y Portugal. Los primeros enfrentamientos armados aparecieron ya a finales de 1701.
En el año 1711 se produjo un acontecimiento que varió el curso de la contienda: el archiduque Carlos
accedió al trono austriaco, por lo que si Carlos también heredaba el trono español, se conformaría un gran
bloque entre España y Austria. Por esto, las Provincias Unidas y el Reino Unido rompieron la alianza con
Austria. Al mismo tiempo, Felipe V renunciaba al trono francés. Ambas circunstancias favorecieron el fin
del conflicto internacional.
En 1713-1714 se firmaron los acuerdos que acababan con la guerra: el Tratado de Utrecht y el Tratado
de Rastadt. Estos acuerdos tuvieron una gran importancia en la política internacional, pues establecieron
un sistema de relaciones internacionales que se mantuvo durante todo el siglo XVIII:
España perdió sus posesiones europeas. Flandes pasó a manos austriacas mientras que las posesiones
italianas se repartieron entre Saboya y Austria. De este modo, los principales intereses españoles
pudieron concentrarse en preservar América.
El Reino Unido se confirmó como la principal potencia marítima del mundo. La guerra le permitió
no solamente apoderarse de algunos enclaves estratégicos -Gibraltar (1704), Menorca, etc.-, sino,
sobre todo, introducirse en el comercio americano y monopolizar el tráfico de esclavos africanos
hacia América (asiento de negros).
En el continente europeo se impuso la política de equilibrio, que tendía a evitar el predominio de
cualquier potencia sobre las demás.
12
Una de las más importantes fue la Compañía Guipuzcoana de Caracas (1728), autorizada a comerciar con Venezuela. Su creación
fue una imitación de los modelos de compañías que, desde una política económica mercantilista, habían establecido en el siglo XVII
ingleses y holandeses. No obstante, estas compañías no tuvieron mucho éxito, pues el contrabando y la piratería provocaron su
ruina. Además, el mercantilismo estaba dejando paso a un creciente liberalismo comercial en las economías más dinámicas de
Europa.
13
En la Península el comercio directo quedó autorizado para Cádiz, Sevilla, Málaga, Alicante, Cartagena, Barcelona, Santander, La
Coruña, Gijón, Palma de Mallorca, Santa Cruz de Tenerife, Armería y los Alfaques de Tortosa. A estos vinieron a añadirse Vigo,
Ferrol y Tarragona. Las „áreas preferenciales con las que se permitió comerciar directamente en América fueron Cuba, Puerto Rico,
Santo Domingo, Trinidad, isla Margarita, la Luisiana, Yucatán Campeche y Santa Marta.
71
La guerra de Sucesión en España. En España el conflicto sucesorio se convirtió en una guerra civil que
enfrentó a grupos sociales y a territorios, sin que estuvieran muy claras las adscripciones. Además, pronto
derivó en un enfrentamiento entre dos concepciones del estado: la centralista y la autonomista.
A nivel territorial, Castilla optó por mantenerse fiel a Felipe V gracias, sobre todo, al apoyo popular, pues
parte de la aristocracia, temiendo las reformas y el absolutismo del rey francés, respaldo al archiduque
Carlos. Pero en la Corona de Aragón las cosas fueron distintas, sobre todo en Valencia y Cataluña. En el
caso valenciano el conflicto bélico se transformó también en una revuelta antiseñorial que dividió
socialmente al reino, ya que la nobleza y las oligarquías de numerosas ciudades optaron por respaldar a
Felipe V, mientras que los sectores populares fueron claramente austracistas. En Cataluña, sin embargo,
el apoyo a la causa austracista fue más claro, ya que coincidieron los intereses populares con los
oligárquicos y nobiliarios14.
El conflicto se desarrolló casi siempre a favor de las fuerzas borbónicas. Solo algunas ofensivas
austracistas y la rebelión de la Corona de Aragón pusieron en apuros a Felipe V. A partir de 1707 las
ofensivas borbónicas ocuparon el reino de Valencia y, poco más tarde, Aragón. Desde 1711 la victoria de
Felipe V parecía evidente; solamente una parte de Cataluña prosiguió con la resistencia hasta 1714. Las
consecuencias del conflicto fueron trascendentales, ya que supuso un cambio drástico en la configuración
política y administrativa de España.
Los decretos de Nueva Planta: El alineamiento de los reinos y territorios de la Corona de Aragón con la
causa del archiduque Carlos sirvió de pretexto a Felipe V para suprimir sus instituciones, fueros y
privilegios particulares mediante la promulgación de los Decretos de Nueva Planta: para Aragón y
Valencia en 1707, Mallorca en 1715 y Cataluña en 1716. A partir de este momento, su organización
político, administrativa estaría basada en la de Castilla y se imponía la obligación del uso del castellano
como lengua administrativa y jurídica. Los decretos derogaron instituciones como las Cortes de los
distintos reinos, sus diputaciones permanentes, como la Generalidad, el cargo de Justicia Mayor, sus
tradicionales concejos municipales, así como sus sistemas fiscales y monetarios propios. Igualmente,
quedaron suprimidos las aduanas y los puertos secos interiores de la Corona aragonesa. No obstante, los
territorios aragoneses pudieron conservar alguna de sus singularidades, como su derecho privado (excepto
en Valencia). Del mismo modo, tampoco asimilaron el sistema fiscal castellano, ya que se establecieron
14
Las causas de esta división territorial fueron diversas y complejas. La posición de la Corona de Aragón se puede explicar por
varias razones: la animadversión existente en Cataluña hacia los franceses por su actuación durante la sublevación de 1640, el temor
ante las tendencias absolutistas centralizadoras del nuevo monarca; y la eficacia propagandística de las fuerzas austracistas entre los
sectores populares, a los que prometían medidas contra los señores. Por su parte el apoyo popular a Felipe V se basaba en el
recuerdo de las dificultades del reinado de Carlos II y en las esperanzas de cambio suscitadas por el nuevo rey.
15
Este modelo de monarquía surgió en el siglo XVII y encontró su mejor plasmación en Francia, bajo la dinastía de los Borbones
(especialmente en el reinado de Luis XIV). Los Austrias españoles también quisieron un modelo similar, pero fueron incapaces de
imponerlo porque no consiguieron doblegar totalmente a la aristocracia y tampoco lograron eliminar los privilegios forales de
algunos reinos (Aragón, Cataluña, Navarra, Valencia, etc.).
16
Pero no fue así, hubieron de confluir más factores para promover el cambio político: la guerra de sucesión, que proporcionó la
oportunidad, y la presencia de una elite de eficaces funcionarios, que pusieron los medios.
72
diversas formas de contribución según los territorios: el catastro en Cataluña, el equivalente en Valencia,
la única contribución en Aragón y la talla en Mallorca.
Los virreinatos de la corona de Aragón también fueron suprimidos, pero no así el de Navarra. Al contrario
que los territorios aragoneses, las provincias vascas y Navarra conservaron sus instituciones (Cortes de
Navarra), sus fueros, sus aduanas interiores e, incluso, sus exenciones militares. Fue la recompensa de
Felipe V por haberse mantenido fieles a la causa borbónica.
El control de la Iglesia: el regalismo: Otra de las facetas de la política absolutista fue el control de la
Iglesia. Desde los Reyes Católicos, todos los soberanos que habían intentado afianzar su poder procuraron
limitar la influencia eclesiástica. Esta práctica, llamada regalismo, consistía fundamentalmente en que los
monarcas lograban el derecho a intervenir en algunos aspectos de la vida interna de la Iglesia. Los
Borbones consideraron que ese derecho ya no dependía de las concesiones del papado, sino que era
consustancial a la soberanía absoluta que poseía el rey, el cual tenía facultad para decidir en aquellas
medidas que afectasen a su reino. No hay que entender esta política como un cuestionamiento de la
religión ni del poder del papado sobre las cuestiones teológicas; solamente se trataba de asegurar un
control político y económico de la Iglesia. Los objetivos de Felipe V respecto a la política religiosa fueron
dos:
El reconocimiento del derecho a designar los cargos eclesiásticos en España (derecho de investidura).
Recaudar las rentas de aquellas sedes obispales vacantes, así como las sumas que cobraban todos los
tribunales eclesiásticos.
La política regalista se mantuvo con los sucesores de Felipe V. Fernando VI firmó un nuevo concordato17
(1753) por él que se concedía a la corona española el derecho de patronato universal, esto es, el
reconocimiento de la facultad del monarca a presentar al Papa, para ocupar los altos cargos eclesiásticos,
a las personas que considerara más adecuadas. En 1767, durante el reinado de Carlos III, se produjo otra
manifestación del choque entre la monarquía y la Iglesia: la Pragmática de Expulsión de la Compañía
de Jesús de España y las Indias, así como la confiscación de todos sus bienes. Los jesuitas poseían un
sólido prestigio dentro de la Iglesia, y sus miembros profesaban un voto especial de obediencia al Papa, lo
que hacía difícil que se sometieran a la autoridad regia.
EPÍILOGO
Los rasgos fundamentales que definían la sociedad del Antiguo Régimen se encontraban en plena
vigencia durante el siglo XVIII, sin que el reformismo borbónico ni el despotismo ilustrado hubiesen
modificado sus estructuras. Pero también es cierto que se habían diagnosticado algunos de los problemas
de esa sociedad y que se habían creado dinámicas intelectuales y sociales que acabarían transformándola
más tarde. Algunos de estos cambios:
La importancia que fue cobrando la propiedad privada libre en detrimento de las formas de
propiedad típicas del Antiguo Régimen principalmente las propiedades amortizadas.
La paulatina liberalización de las actividades económicas en muchos sectores favoreció la
implantación del sistema económico capitalista, que comenzó a destruir los modelos de relaciones
sociales vinculados a la explotación señorial en el campo y a la organización gremial en las ciudades.
El ascenso de la burguesía, impulsada por el desarrollo comercial y manufacturero. Este grupo
social fue creciendo en poder económico y en preparación intelectual, pero permanecía alejado de los
órganos de poder, monopolizados por la nobleza.
Las críticas del pensamiento ilustrado y de los primeros teóricos del liberalismo erosionaron tanto la
legitimidad de la monarquía absoluta como los principios religiosos y políticos que justificaban el
viejo orden socioeconómico.
Estos factores fueron modificando el viejo orden y abrieron las puertas para un cambio hacia otro modelo
social: el que, ya en el siglo XIX, instauraran las revoluciones liberales y el desarrollo del capitalismo.
17
EI acuerdo con la Iglesia llegó mediante la firma del concordato de 1737. En él, Felipe V no solo lograba sus objetivos, sino que
conseguía además que la Santa Sede aceptase, al menos sobre el papel, algunas concesiones económicas, como el pago de
impuestos. No obstante, estas medidas no tuvieron una pronta aplicación.
73
AGRUPACIÓN DE CONTENIDOS III
74
BLOQUE 5: LA CRISIS DEL ANTIGUO RÉGIMEN (1788-
1833): LIBERALISMO FRENTE A ABSOLUTISMO
75
1978
1931
1876
1869
1845
1837
1834
1812
7ª constitución 6ª constitución 5ª constitución 4ª constitución 3ª constitución 2ª constitución Estatuto real 1ª constitución CONSTITUCIÓN
pacto político popular pacto político popular real popular real popular Origen
Compartida: Compartida: Compartida:
Popular Nacional Nacional Nacional Nacional Soberanía
cortes y rey cortes y rey cortes y rey
entre
entre
entre
entre
poderes
legislativo
legislativo
legislativo
legislativo
ejecutivo y
ejecutivo y
ejecutivo y
Separación
Separación
Separación
Separación
Colaboración
Colaboración
Colaboración
Colaboración
76
ESPAÑA
Poder ejecutivo
Rey:
Rey:
XII y
Saboya
Cristina
Cristina
ministro
y primer
Presidente
Rey: María
Rey: María
Amadeo de
la República
ejecutivo y Alfonso XIII
del Gobierno
y equilibrio Rey: Alfonso
Presidente de
Rey: Isabel II
Fernando VII
Bicameral Unicameral. Bicameral. Bicameral. Bicameral. Bicameral. Bicameral. Unicameral. Poder legislativo
Declaración de
Sí
Sí
Sí
Sí
Sí
Sí
No
No
derechos
Progresista
Consenso Conservador Progresista Conservador Progresista Conservador Progresista Carácter ideológico
socialmente
Censitario.
Universal Universal Universal desde Universal Censitario Censitario Censitario Universal Sufragio
1890
CUADRO COMPARATIVO: CARACTERÍSTICAS DE LOS TEXTOS CONSTITUCIONALES DE
1978-…
1931-1936
1876-1923
1869-1873
1845-1854
1837-1845
1834-1836
1836-1837
1820-1823
1812-1814
1.- CRISIS DE LA MONARQUÍA BORBÓNICA. LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA Y
LOS COMIENZOS DE LA REVOLUCIÓN LIBERAL. LA CONSTITUCIÓN DE 1812
Un español medio, situado hacia 1812, en cualquier ciudad del país, sentiría que estaba viviendo tiempos
decisivos. Lo más importante para él sería la invasión francesa y la guerra a muerte que toda la sociedad
estaba librando contra los invasores. Luego le preocuparía la política del rey José y sus ministros, que
podían, llegado el caso, imprimir nuevos rumbos a la historia de España. Le echaría la culpa a la guerra
de la crisis económica. No conocería siquiera los anhelos independentistas de las Juntas americanas. Y
sólo esporádicamente habría recibido noticias sobre unas Cortes que, reunidas en la cercada ciudad de
Cádiz, estaban discutiendo los más graves principios de la filosofía constitucional. Probablemente, no les
daría demasiada importancia, lo más importante era la guerra en la que la propia identidad de España
estaba en liza. Sin embargo aquellas Cortes, reunidas en Cádiz, aisladas del resto del país hasta con las
bayonetas enemigas, estaban realizando en España el tránsito del Antiguo al Nuevo Régimen.
18
Por miedo a una posible repetición de lo ocurrido con los Estados Generales franceses
19
En la frontera que impidiera la llegada de las ideas revolucionarias. Además, la Inquisición despertaba de su letargo, encargándose
de la “salud moral” del reino
20
Debido a sus manejos cayeron Floridablanca y el Conde de Aranda.
77
alianza con Francia, contra Inglaterra21. Por ello la flota española fue derrotada en el cabo de San Vicente
en 1797 y Godoy cayó en desgracia.
Godoy volvía en 1801 gracias a la influencia y la presión del mismísimo Napoleón. España entró en
guerra con Portugal, aliado de Inglaterra, que se oponía al bloqueo continental22. El episodio más
desastroso fue, en 1805, la batalla naval de Trafalgar, que supuso el fin a poderío naval español, siendo
la flota combinada franco-española vencida por la escuadra inglesa del almirante Nelson. Entre las
consecuencias de la batalla:
América y España quedaron incomunicadas: los criollos conocerían la definitiva independencia
económica de la metrópoli23;
Significó la consolidación del poderío británico, el inicio de su hegemonía y el comienzo de la
decadencia implacable de España, que ya no tenía nada con lo que negociar o presionar a Napoleón.
La oposición a Godoy creció, aglutinándose en torno al príncipe de Asturias, el futuro
Fernando.VII.
Godoy firmó con Napoleón el Tratado de Fontainebleau en 1807, por el que España permitía el paso de
tropas francesas por su territorio hacia Portugal. Pero las tropas francesas comenzaron a ocupar Cataluña.
Godoy, percatándose de las verdaderas intenciones de Napoleón, hizo salir a la familia real de Madrid con
destino América. En su parada en Aranjuez, les sorprendió el Motín de Aranjuez de marzo de 1808,
donde los partidarios de Fernando VII tomaron el palacio real. Godoy fue detenido y Carlos IV obligado a
abdicar.
Fernando VII fue convocado a Bayona por Napoleón, que supuestamente actuaría de árbitro y
confirmaría, esperaba Fernando, la situación. El emperador sin embargo, no iba dejar escapar la
oportunidad de aumentar su imperio de una manera tan sencilla: engañó, o “convenció”, a Fernando VII
para que devolviera la corona a Carlos IV, sin saber que este ya había renunciado a la corona y cedido sus
derechos a Napoleón. Éste, a su vez, renunció en favor de su hermano mayor, José I. Fueron las
abdicaciones de Bayona.
Para ratificar el cambio dinástico, Napoleón reunió unas Cortes en Bayona. Sus componentes eran en su
mayoría afrancesados que pensaban que Napoleón y los franceses podían llevar a cabo las reformas que
España necesitaba. El llamado Estatuto de Bayona mantenía un equilibrio entre el Antiguo y Nuevo
Régimen24. Mientras tanto, en España, el pueblo de Madrid, alarmado, se sublevaba contra los franceses.
Comenzaba la Guerra de Independencia.
LA GUERRA DE INDEPENDENCIA
Origen
Tras las abdicaciones de Bayona se produjo un vacío de poder mientras los franceses ocupaban Madrid,
por lo que muchos españoles se debatían entre la legalidad y la conciencia, entre la pasividad y la
colaboración con las nuevas autoridades. El 2 de mayo de 1808, se produjo una insurrección popular en
Madrid contra los franceses, duramente reprimida. La insurrección se extendió por España. Se instauraron
Juntas Ciudadanas, Provinciales y una Junta Central.
21
Que amenaza a España, especialmente es sus posesiones americanas.
22
Fue una guerra sin grandes sobresaltos salvo por la anexión de Olivenza por España.
23
La emancipación política de las colonias españolas era el siguiente paso y no estaba lejano a producirse.
24
Confesionalidad y la defensa de la religión católica, el papel predominante de la monarquía e instauración de un Senado y un
Consejo de Estado; Defendía la independencia judicial y consagraba la igualdad ante la ley.
78
partidas de guerrilleros estaban formadas por gentes de toda condición, sin la permanencia de las
jerarquías del Antiguo Régimen. Se dedicaban al sabotaje, acciones individuales, emboscadas... cualquier
cosa que pudiera dañar al enemigo, sobre todo psicológicamente25.
Se pierden, pues, los avances del siglo XVIII que tan lentamente había conseguido el reformismo
borbónico.
25
Esto provocó un “empate”, una situación de paridad en el conflicto: ni los franceses eran capaces de derrotar a los españoles, ni
los españoles eran capaces de expulsar a los franceses.
26
La nobleza odiaba a la dinastía usurpadora de los Bonaparte y todas las innovaciones que proponía. Los ilustrados no compartían
los excesos franceses. El pueblo, que llevaba el peso de la guerra, se impregnó de un nacionalismo de signo moderno, y, por otro
lado, prefería lo anterior.
27
Hay quien los eleva hasta el millón
28
En España existían elementos innovadores que pretendían introducir los principios del Nuevo Régimen. Estos elementos eran una
minoría, pero una minoría culta y bien preparada, audaz y con iniciativas. Era preciso aprovechar una ocasión especial y esa
ocasión se produjo: la oposición a Godoy pensaba llegar al poder con el cambio de rey; los pre-liberales encontraron una coyuntura
aún mejor, la falta de rey. La tremenda crisis de 1808 dejaba el poder vacante para quién fuera él más hábil para alcanzarlo.
29
Las cuáles eran constitucionalmente supletorias de la realeza. Todo rey, para ser legítimo, debía de ser jurado por ellas
30
Las Cortes eran deseadas desde todas las tendencias políticas y quizá el momento más oportuno para convocarlas hubiera sido tras
la victoria de Bailen, cuando la mayoría de los españoles podía ser fácilmente convocados. Pero la Junta Central ralentizó el
proceso30. Sin embargo la muerte de Floridablanca, el progresivo ostracismo de Jovellanos y el propio descrédito de la Junta por las
vicisitudes de la Guerra obligaron a la convocatoria a Cortes en dos cámaras (opción intermedia entre los tres estamentos
tradicionales y la cámara única que pedían los pre-liberales).
31
El pueblo, dividido en parroquias, elegiría a sus compromisarios, y éstos a los diputados.
79
Los avatares de la Guerra y la invasión hicieron que los diputados electos fueran llegando muy
lentamente a Cádiz, por lo que hubo de recurrirse al sistema de los “suplentes”32. Muchos de los más
activos innovadores fueron suplentes.
Los diputados
Destaca la cantidad de miembros del clero, alrededor de 90, cubriendo más del 30% del total de
escaños33. Pocos nobles fueron diputados (sólo 14 en el mejor de los casos)34. Así, pueden considerarse a
estas Cortes como las más genuinas representantes de la burguesía y de las clases medias, tanto por su
composición como por el sentido de sus reformas.
32
De entre los oriundos de cada región residentes en Cádiz.
33
Tal proporción podría estar relacionada por el hecho de que las elecciones se hicieran tomando como base las parroquias, siendo
elegidos los propios párrocos. De entre los elegidos no hubo más de tres obispos y ningún cura rural, predominando el clero urbano.
Mayoría, pues, de un “clero medio”, alguno de cuyos miembros estaban influidos por las ideas jansenistas, que preconizaban la
vuelta a la sencillez de los primitivos cristianos y la renuncia de la Iglesia a sus privilegios.
34
Con sólo cinco títulos nobiliarios y de entre ellos el conde Toreno, uno de los más entusiastas reformistas.
35
Estas dos versiones tienen, aunque pueda parecer paradójico, mucho de aceptable. No hay organización, pero sí grupos que se
forman más o menos espontáneamente, que se reúnen en los cafés o en domicilio de algún diputado, que prepararan sus
intervenciones o la estrategia a seguir. No todos, por supuesto, operan de esta manera.
36
Los que llegan a las Cortes con un esquema previamente elaborado, o que saben bien lo que quieren, acudiendo a las sesiones con
el afán de imponer su ideario y las reformas correspondientes.
37
Son aquellos que, elegidos como diputados, llegan sin demasiadas ideas preconcebidas, o creen que las Cortes van a tratar de
hacer llegar los medios para ganar la guerra contra el invasor.
38
No quieren reformas.
39
Desean reformas dentro de la tradición
40
Pretenden un régimen nuevo, partiendo de los postulados ideológicos de la filosofía ilustrada, tomando como modelo de actuación
a la Revolución Francesa.
41
El poder procede del pueblo, que lo cede al rey, con el cual establece un pacto que obliga a ambas partes y reconoce derechos
mutuos. Si el rey gobierna de forma deliberada contra el bien de sus súbditos, el pacto queda roto y la soberanía revierte al pueblo,
que puede imponerse al monarca o derrocarlo.
80
Renovadores abiertos: dispuestos a reformas pero que tuviera en cuenta la tradición española.
Innovadores moderados: pretendían un modelo de Nuevo Régimen sin los excesos jacobinos.
Innovadores exaltados: querían llegar lo más lejos posible con un rey sometido a soberanía
nacional.
42
Para elevar por encima de la falsa legitimidad napoleónica y del rey José una instancia superior, era preciso proclamar la
soberanía del pueblo español en armas, que en aquellos momentos residía en sus auténticos representantes reunidos en Cortes. La
propuesta fue aprobada por aclamación.
43
Sí la soberanía reside esencialmente en la Nación, representada por las Cortes, estas tenían el derecho de establecer las leyes
fundamentales del Reino. Frente a ello, los realistas sostenían que esta soberanía estaba en depósito hasta que volviera su legítimo
propietario, el rey cautivo, Fernando VII.
81
El artículo 3º señala que “la Soberanía reside esencialmente en la Nación”.
El artículo 12º precisa que la religión Católica, “única y verdadera”, es la de todos los españoles.
De los títulos III, IV y V se desprende la supremacía del poder Legislativo (las Cortes) sobre el
Ejecutivo (el Rey) y el Judicial (los Tribunales).
Las Cortes son unicamerales y se encargan de elaborar leyes, aprobar presupuestos y tratados
internacionales, mandan sobre el ejército, etc. El mandato de los diputados es de dos años y son
inviolables en el ejercicio de sus funciones. La elección de los diputados se realiza mediante sufragio
universal masculino indirecto (sistema escalonado con compromisarios a través de sucesivas
elecciones en la parroquia, el municipio y la provincia).
El título VIII establece la coexistencia del Ejército para la defensa de España en el exterior y de la
Milicia Nacional para la defensa interior y del orden constitucional.
El título X termina precisando que la Constitución es inalterable.
También obliga a los españoles a ser “justos y benéficos” y ordena que a partir de 1830 todos los
ciudadanos sepan leer y escribir.
Adolece de excesivo teoricismo y por su complejidad resulta difícilmente aplicable. No tuvo éxito las tres
veces que estuvo vigente pero sí es fundamental como primera piedra y símbolo del liberalismo español.
Por su bella perfección formal fue modelo exacto de las Constituciones portuguesa, piamontesa y
napolitana, así como a varias hispanoamericanas.
Reformas sociales
Todos los ciudadanos son iguales ante la ley, perteneciendo al mismo fuero, realizando el servicio
militar, pagando impuestos...
Amplia declaración de derechos del ciudadano, entre los que destacan la libertad de pensamiento y de
opinión, el derecho de propiedad, el derecho a la educación, etc.
La Ley de Señoríos que ponía fin del régimen señorial, eliminando los mayorazgos y declarando la
libre propiedad. La cuestión más problemática era el de la propiedad de la tierra de los señoríos,
terminándose por identificar propiedad con señorío. Esto supondría a no demasiado largo plazo el
apoyo de la nobleza al liberalismo.
Fin de los señoríos de la Iglesia y fin del Tribunal de la Inquisición. Estas medidas contra la
Iglesia, en cuanto que estamento privilegiado, iban a suponer el inicio de la ruptura de la Iglesia
con el liberalismo.
Reformas económicas
Las leyes de reforma económica fueron un intento de propiciar la implantación del liberalismo económico
y el desarrollo de la revolución industrial.
Ley agrícola que daba libertad a los propietarios para cultivar cualquier producto, además de
permitir los cercamientos.
Ley ganadera por la que se suprimía la Mesta para favorecer a la agricultura.
Ley industrial que permitía que cualquier artilugio industrial pudiera ser instalado sin permiso.
Ley de comercio que abolía a los gremios y establecía la libertad de comercio y de precios.
EPÍLOGO
Teóricamente España paso de golpe del Antiguo al Nuevo Régimen, convirtiéndose sobre el papel en el
país más liberal del mundo, junto con Estados Unidos.
44
los realistas propugnaban una división basada en los reinos históricos, mientras los liberales preferían una división basada en
criterios geográficos.
82
Pero este programa reformista se hizo en una ciudad aislada físicamente, transcendiendo poco a la
realidad social. De hecho, una España eminentemente rural y mediatizada por la Iglesia fue abiertamente
hostil a la Constitución. Este rechazo, más el inusitado y mayoritario apoyo al “deseado” rey Fernando
(de <<viva “la Pepa”>>, a <<vivan las “caenas”>>), le hicieron declarar inexistente este periodo, dando
comienzo al Sexenio Absolutista.
Las conspiraciones liberales se fueron sucediendo sin éxito hasta el levantamiento de Riego, en las
Cabezas de San Juan. La Constitución volvía por tres años (Trienio Liberal), hasta el abrupto fin
provocado por la invasión de los Cien Mil Hijos de San Luís (dando paso a la Década Ominosa).
El proceso estaba siendo tortuoso, lleno de avances y retrocesos; pero el camino hacia el liberalismo iba a
ser irreversible.
83
84
Ampliación.- FERNANDO VII
Fernando VII ha sido probablemente, la figura más denostada de toda la historia de España y
paradójicamente, fue de los monarcas más populares en vida y más aclamados por sus súbditos. El origen
de su “mala” fama viene del hecho de que, aunque aclamado y popular, fundamentalmente en los
primeros años de su reinado, acabó no contentando a nadie: a los realistas porque abrió las puertas al
liberalismo, y los liberales porque gobernó en absoluto.
Se puede describir a Fernando VII como un hombre un tanto vulgar, de costumbres sencillas, generoso y
dadivoso. Su principal defecto fue la desconfianza, era medroso, algo cobarde, mediocre y, a pesar de ser
partidario de la plena soberanía, no gobernó nunca, lo gobernaron. Y con cierta frecuencia lo gobernaron
mal. Y justo en el peor momento, con las peores crisis económica, política, social… en muchos siglos.
LA RESTAURACIÓN ABSOLUTISTA
El contexto internacional
Tras la derrota definitiva de Napoleón en la batalla de Waterloo, se celebró el Congreso de Viena (1815)
con el objetivo de restaurar el Antiguo Régimen bajo el principio del legitimismo: sólo los soberanos
legítimos anteriores a Napoleón o sus herederos podían gobernar sus naciones. Las naciones victoriosas
en la guerra contra Napoleón (Austria, Rusia y Prusia) firmaron la Santa Alianza para la defensa del
trono y del altar, es decir, del absolutismo y la religión. Inglaterra se mantuvo al margen de dicha alianza
debido a su carácter de monarquía parlamentaria.
Fernando VII no entró en la Santa Alianza ya que firmó una paz separada con Napoleón. España quedó
relegada en el Congreso de Viena a un lugar de potencia de segundo orden, tras el desastre naval de
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Trafalgar y la Guerra de Independencia. Pero el absolutismo español, encarnado por Fernando VII estaría
en la misma línea de la Santa Alianza. La intervención de los Cien Mil Hijos de San Luis lo dejaría bien
patente. Inglaterra era la potencia más interesada en el declive español, y apoyaría decididamente la
emancipación de las colonias españolas de América, consumada en el reinado de Fernando VII.
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Otro aspecto importante de este periodo fue la represión política contra los afrancesados y los
liberales. Los exiliados, la clandestinidad y la conspiración empezaron a ser fenómenos habituales.
Algunos liberales y afrancesados se adaptaron e integraron incluso en el gobierno. Los liberales por su
parte iban a intentar volver al poder a través de conspiraciones e incluso atentados.
La situación económica también fue desastrosa tras dos décadas de Guerra, la pérdida de la flota y el fin
del comercio americano. Por su parte la nobleza y el clero no pagaban impuestos y el resto de los grupos
sociales estaban arruinados, pagando sólo los burgueses, liberales, por lo que iban a tratar de derrocar la
monarquía absoluta.
Pronunciamientos liberales
Un pronunciamiento era una sublevación militar con el objetivo de cambiar el régimen político o de
imponer un nuevo programa de reformas. Sus protagonistas eran militares apoyados en un grupo político
o social (liberales, burguesía…). Tenían poco apoyo social puesto que la mayoría del pueblo era
partidario del rey y estaba mediatizado por la iglesia rural. Durante la primera etapa absolutista de
Fernando VII no cesaron los pronunciamientos liberales desde 1814, cuando el héroe de la Guerra de la
Independencia, el guerrillero Espoz y Mina, fracasó, marchando al exilio en Francia.
El primer gobierno liberal estuvo formado por diputados de las Cortes de Cádiz, llamados por ello
“doceañistas”. Sus líderes más importantes eran Argüelles y Martínez de la Rosa. Consideraban que la
Constitución de 1812 no era fácilmente aplicable, por lo que preconizaban su reforma. Dentro de los
liberales apareció un segundo grupo más radical, que pedía la estricta aplicación y puesta en vigor de la
Constitución de 1812, profundizando las reformas. Eran los “veinteañistas”, jóvenes protagonistas del
levantamiento de Riego. Este es el germen de lo que serán partidos políticos modernos.
LA MASONERÍA – UN MUNDO DE RITUALES
La masonería moderna deriva de las organizaciones gremiales de constructores de la Edad Media. Los albañiles y
maestros de obras se agrupaban en logias y poseían reglamentos y normas de conducta específicos que establecían
el comportamiento de sus miembros y organizaban el acceso a los conocimientos propios de sus oficios. Estas
asociaciones se convirtieron a lo largo de la Edad Moderna en organizaciones de carácter fraternal, aunque
conservaron buena parte de sus usos y costumbres tradicionales. En las logias medievales, el aprendiz debía
someterse a una ceremonia ritual para ingresar en el oficio, por ejemplo vestido de mendigo, con el pecho y el pie
izquierdo desnudos en señal de pobreza y humildad y los ojos vendados, era conducido el novel a una puerta a la
que debía llamar tres veces. Una vez admitido, era llevado al maestro y se arrodillaba ante él mientras los hermanos
recitaban una oración. Después daba tres vueltas a la habitación, tres pasos hacia el maestro y extendía su mano
derecha sobre una mesa sobre la que se encontraban los Evangelios, una escuadra y un compás. Juraba obedecer
las leyes de la cofradía, cumplir con sus obligaciones y guardar en secreto lo que sabía y lo que pudiera aprender.
Después se le quitaba la venda, se le entregaba un mandil nuevo y se le comunicaba la contraseña, el saludo y el
toque de los aprendices masones.
En el proceso de cambio a la etapa moderna, la masonería se dividió en tendencias o familias, llamadas Ritos, entre
las que destacaron el Rito Escocés Rectificado, el Rito de Emulación, el Rito de Perfección, el Rito Escocés Antiguo y
Aceptado, el Rito de Misraim, el Rito de York, o el Rito Francés. Cada uno de ellos establece sus propios rituales y un
número de grados, las etapas que el masón debe ir superando. Los tres grados fundamentales eran los de aprendiz,
compañero y maestro. El grado de aprendiz reproduce el rito medieval y concluye cuando al neófito se le quita la
venda de los ojos, símbolo de que ve la luz del conocimiento; el grado de compañero simboliza la búsqueda del
conocimiento y el descubrimiento del mundo; y el ritual de acceso al grado de maestro alude a la muerte de la
ignorancia y a la resurrección al saber y la tolerancia.
El trienio iba a liquidar el Antiguo Régimen en un momento de transición política donde los liberales
trataron de implicar al rey en el nuevo régimen. También trataron de atraerse a la aristocracia, a los
terratenientes y los grandes financieros. Así, los liberales acabarían con el señorío feudal e impondrían la
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propiedad privada, lo que beneficiaría a la aristocracia. Los liberales, en su mayoría miembros de
diferentes logias masónicas, no consiguieron atraerse a la Iglesia, debido a medidas contrarias a sus
intereses como la desamortización, las leyes de enseñanza, la expulsión de los jesuitas y la supresión de
monasterios.
Tras la Revolución de 1830 en Francia, hubo focos liberales en España que fueron reprimidos con
dureza, como los casos de Torrijos y Mariana Pineda, ajusticiados tras los intentos de sublevación
liberal, convirtiéndose en símbolos y mártires del liberalismo.
Reformas económicas
Suponen el contrapunto del absolutismo político porque están más cerca del reformismo ilustrado e
incluso del liberalismo. Las reformas iban en dos línea principales: un esfuerzo por industrializar el país
y modernización de las estructuras financieras
Se crearon instituciones como la Bolsa de Valores y se llevó a cabo el Presupuesto del Estado. Apareció
también el Tribunal de Cuentas que se encargaba de controlar los gastos del Estado. Además de estas
Instituciones, el ministro López Ballesteros llevó a cabo una reforma de la Hacienda, saneando y
canalizando todos sus ingresos y gastos a través del Banco de San Fernando.
La cuestión sucesoria
Se planteaban dos opciones: Carlos María de Isidro, hermano del rey, absolutista y la segunda opción
sería un heredero directo. El último matrimonio de Fernando VII se llevó a cabo con María Cristina de
Nápoles (su sobrina). De este matrimonio nacería la futura Isabel II. Mientras tanto en marzo de 1830, el
rey proclamó la “Pragmática Sanción” por la que se anulaba la Ley Sálica.
En octubre de 1830 nace Isabel. En septiembre de 1832, el rey, muy enfermo derogaba la Pragmática
Sanción, presionado por el ministro Calomarde y los absolutistas. Meses después restablecía la
Pragmática Sanción y declaraba a Isabel heredera del trono. Don Carlos se exilaba a Portugal para
preparar la guerra. En septiembre de 1833 moría Fernando VII y comenzaba la Regencia de María
Cristina y el reinado de Isabel II.
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BLOQUE 6: LA CONFLICTIVA CONSTRUCCIÓN DEL
ESTADO LIBERAL (1833-1874)
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2.- REVOLUCIÓN LIBERAL EN EL REINADO DE ISABEL II. CARLISMO Y GUERRA
CIVIL. CONSTRUCCIÓN Y EVOLUCIÓN DEL ESTADO LIBERAL
Propuesta de trabajo dvd “POR LA SENDA LIBERAL (1824-1850)”. Serie Memoria de España.
1. ¿Por qué se exilan los liberales después de 1823?
2. ¿Qué medidas reformistas introdujo Fernando VII?
3. Analiza la política hacendística que llevó a cabo López Ballesteros en los 9 años que ocupó la cartera de
Hacienda.
4. ¿Cómo reaccionaron los realistas exaltados ante la política reformista puesta en marcha por Fernando VII a
partir de 1826?
5. ¿Por qué la infanta Isabel, nacida en octubre de 1830 del cuarto matrimonio de Fernando VII con María Cristina
de Nápoles, se convirtió en heredera al trono?
6. ¿Por qué ejecutaron a Mariana Pineda?
7. Describe el fusilamiento de Torrijos y sus compañeros en diciembre de 1831. ¿Por qué fue el último intento
liberal de derribar el poder absoluto de Fernando VII?
8. ¿En qué consistió la amnistía de 1832?
9. ¿Por qué se enfrentan dos “visiones de España” en las guerras carlistas?
10. Analiza el Estatuto Real de 1834.
11. ¿Quién fue Tomás de Zumalacárregui?
12. ¿Quién fue Ramón de Cabrera?
13. ¿Qué objetivos tenía Juan Álvarez Mendizábal con la desamortización eclesiástica? ¿Fue solamente una
desamortización?
14. ¿Quiénes salieron ganado y perdiendo con la desamortización?
15. Describe la expedición del general carlista Gómez.
16. Caracteriza la Constitución de 1837.
17. Describe la Expedición Real del otoño de 1837.
18. ¿Qué fue el abrazo de Vergara? ¿Cuándo terminó la primera guerra carlista en el Maestrazgo?
19. Define el Romanticismo.
20. ¿Por qué los militares son los líderes de los partidos políticos?
21. ¿En qué consistió el sufragio censitario? ¿Qué diferencias existían entre moderados y progresistas respecto al
mismo?
22. Caracteriza al general Baldomero Espartero.
23. ¿Con qué edad accedió Isabel II a su mayoría de edad?
24. ¿Qué edificio, proyectado por Narciso Pascual Colomer, se inició el 10 de Octubre de 1843?
25. Caracteriza a la burguesía.
26. ¿Qué objetivos tuvo Ramón María Narváez durante sus diez años de gobierno?
27. ¿Cuándo se creó la Guardia Civil? ¿A qué cuerpo sustituyó? ¿De quién dependía?
28. Caracteriza la Constitución de 1845.
29. ¿En qué consintió el concordato de 1851?
30. ¿Qué labor realizó el ministro de Hacienda Alejandro Mon?
31. ¿Qué edificio se inauguró en octubre de 1850? ¿Qué representaba el frontón realizado por Ponzano?
32. ¿Quiénes acompañan a la reina Isabel II en uno de los cuadros que adornan el hemiciclo del Congreso de los
Diputados?
Con la muerte de Fernando VII el ritmo histórico experimenta una brusca aceleración. Las expectativas se
convierten en realidades apremiantes, y ante ellas, los españoles no tienen más remedio que definirse. Por
un lado, el pleito sucesorio da lugar a una guerra civil, y por otro la España gobernada por María
Cristina entra definitivamente en el Nuevo Régimen, en forma de liberalismo.
La guerra civil nace de un conflicto dinástico, en que la legitimidad del trono es discutida. Pero también
es el “pretexto” para actualizar la “guerra interna” larvada. Lo que se disputa es una guerra ideológica,
planteada al menos desde la época de las Cortes de Cádiz. La guerra hace imposible la solución del
“justo medio”, procurada por una generación de políticos que desaparecieron pronto de escena. De esta
incompatibilidad derivan la caída del carlismo en manos de sus elementos más radicales, y la evolución
del régimen “moderado” al pleno liberalismo por el otro bando. El planteamiento que se dio radicalizó
las posturas, no cabiendo la vía de en medio. Se estaba consagrando las “dos Españas, enemiga una de la
otra”, que en el proceso histórico contemporáneo español iban a ser difícil de conciliar.
Todo este proceso vino a coincidir con el triunfo del Romanticismo45. La actitud romántica ante la vida
supone una exaltación de los ánimos ante las circunstancias más mínimas, que explican una exagerada
45
Se entiende romanticismo, no sólo como un movimiento estético y literario, sino como una forma de entender la vida, un estilo
vital. Predominio de la imaginación y el sentimiento sobre la razón y la reflexión, el entusiasmo, la efervescencia de ánimo, las
corazonadas, la desproporción entre causas y efectos, el ambiente de continua conmoción, iban a marcar también la política, la
economía, etc.
90
desproporción entre los efectos y las causas 46. El romanticismo es una mezcla de pasiones desatadas, de
desplantes temperamentales, de sueños utópicos y de desesperaciones mortales. En definitiva, lo
romántico constituyó la clave del comportamiento de los españoles de uno y otro bando durante la época
y el reinado de Isabel II.
EL CARLISMO
Cuando la nueva esposa de Fernando VII, María Cristina de Borbón, quedó embarazada, el rey decidió la
publicación de la Pragmática Sanción de 1789, que abolía la ley Sálica, por la que su futuro vástago,
fuera niño o niña, sucedería a su padre. Apartaba así de la sucesión a su hermano Carlos, hasta entonces
Príncipe de Asturias. El nacimiento de dos niñas, Isabel y María Luisa, colocaba las bases de lo que iba a
ser el largo47 conflicto carlista.
Existe una cierta vaguedad en las proclamaciones ideológicas del carlismo y su dialéctica permanece
anclada en tres ideas clave: Dios (fuerte sentimiento religioso católico), Patria (vinculada a la
sensibilidad romántica), Rey (el rey reina y gobierna). Más tarde aparecería una nueva clave, Fueros
(agregada por la tradición foral de las regiones que se unieron a la causa de don Carlos).
La primera Guerra carlista estalló dos días después de la muerte de Fernando VII, después que Carlos
María Isidro reivindicase sus derechos dinásticos sobre los de Isabel y fuera proclamado soberano en
varios puntos de España. La guerra civil supuso simbólicamente una guerra del mundo rural (carlista)
contra el incipiente mundo urbano (liberal), con unas clases medias liberales frente a unas clases
modestas carlistas. La alta nobleza apoyó al liberalismo, mientras la Iglesia fue generalmente carlista
(fundamentalmente el clero regular). El conflicto se desarrolló en tres etapas:
La primera etapa (1833-1835). Los partidarios de Don Carlos organizaron un ejército regular a partir de
los antiguos voluntarios realistas, bajo la dirección del general Tomás de Zumalacárregui. Utilizaron la
técnica de la guerrilla y controlaron el País Vasco, Navarra y puntos aislados de Valencia y Aragón,
aunque sin unificar sus territorios ni conquistar ninguna capital. Los carlistas consiguieron algunas
victorias importantes pero también grandes pérdidas, como la de Zumalacárregui durante el sitio de
Bilbao.
La segunda etapa (1836-1837). Caracterizada por las expediciones carlistas por la España isabelina en
busca de apoyos fuera de sus “fronteras”: expedición del general Miguel Gómez que recorrió el territorio
nacional de un extremo a otro, y la expedición de don Carlos, que alcanzó las puertas de Madrid. Ambas
46
“Un baile en palacio provoca una crisis ministerial, una sola palabra alusiva da lugar a una dimisión irrevocable, un debate
sobre los presupuestos origina un duelo a pistola entre dos políticos, un solo de flauta provoca un desmayo de varias señoras, una
plegaria de contralto el llanto de un general que en la guerra ordenaba fusilar prisioneros”.
47
Aún hoy existen partidos de inspiración carlista o tradicionalista, aunque sin mucho éxito electoral.
91
concluyeron sin obtener respaldo, a lo que se unió el fracaso en un segundo intento de tomar Bilbao,
gracias a la victoria del general isabelino Baldomero Espartero en la batalla del puente de Luchana.
Las expediciones constituyen una de las formas más curiosas de hacer la guerra: entre admirables por su movilidad y
absurdas por su planteamiento estratégico. Gómez salió del bastión vasconavarro con 4000 hombres para abrir un segundo
frente en Galicia. Pasó a León, luego a Castilla, Valencia. La Mancha, Andalucía, Extremadura, de nuevo Andalucía, Castilla la
Nueva, hasta su regreso definitivo. Gómez conquistó Córdoba, que fue ciudad carlista durante un mes. Pero la ocupación de
un territorio suponía indefectiblemente el abandono del anterior. Finalmente Gómez volvió al norte cinco meses después más
o menos que como había salido. La más famosa de todas fue la Expedición Real, en 1837, mandada por don Carlos en
persona. Mejor equipada que las anteriores, se dirigió primero al norte de Aragón y a Cataluña, donde recibió refuerzos (hasta
sumar 35000 hombres), y desde allí se lanzó sobre Valencia, que se puso en estado de defensa; pero los carlistas avanzaron
hacia el interior y en pocos días se pusieron a las puertas de Madrid, guardada sólo por efectivos de la Milicia Nacional. La
capital hubiera caído fácilmente en manos de don Carlos en cuanto este hubiera dado la orden a sus aguerridas tropas. ¿Por
48
qué no lo hizo?
La tercera etapa (1837-1840). Caracterizada por la ofensiva isabelina, comandada por Espartero. La
desmoralización del carlismo, sus divisiones internas entre los ultras (partidarios de mantener la guerra a
toda costa) y los moderados (partidarios de una solución pacífica), la pujanza del liberalismo y el
mantenimiento de los fueros, permitió el abrazo de Vergara entre Espartero y Maroto, y el fin de la
primera guerra carlista, aunque partidas intransigentes, dirigidas por Cabrera, continuaron la guerra en la
zona del Maestrazgo hasta su total derrota en 1840.
48
He aquí uno de los momentos más misteriosos y significativos de la guerra y del carlismo. Parece ser que, tras la “sargentada de la
Granja”, María Cristina se arrepintió de su alianza con el partido liberal y pensó en el matrimonio de su hija Isabel II con el hijo de
don Carlos, el conde de Montemolín, para obtener la reconciliación entre los españoles y el “justo medio”. Don Carlos habría
conocido estos propósitos y habría realizado la Expedición Real para alcanzar un acuerdo con su cuñada. La versión no es segura y
si esto ocurrió es evidente que no hubo acuerdo. Las circunstancias eran distintas ya que exaltados y moderados se habían entendido
como para elaborar la Constitución de 1837, cesando las convulsiones y pareciendo el trono de Isabel II más asegurado que nunca
bajo la bandera liberal. El plan de don Carlos habría fallado. Aun así hubiera podido entrar en Madrid, y es difícil saber por qué no
lo intento siquiera. La ciudad tenía difícil defensa frente a las cercanas tropas de Espartero, tal vez don Carlos no confiaba lo
suficiente en la población civil; sobre todo, ocurría que, una vez en la capital, el pretendiente tenía que ser rey con todas las
consecuencias. No le faltaban arrestos, pero le faltaban colaboradores eficaces. Su ejército era de soldados, no de políticos, ni de
intelectuales, ni de juristas, ni de administradores. Y, quizá con mejor juicio del que se piensa, decidió retirarse.
92
LA ÉPOCA DE LAS REGENCIAS
Ni la viuda del rey, de formación absolutista 49, ni el nuevo jefe de gobierno, Cea Bermúdez50, ni siquiera
el más decidido partidario de las reformas de aquel gobierno, Javier de Burgos, tenían la menor
intención de proclamar un régimen liberal. Aunque intuían la necesidad de un cierto cambio, preferían
confiar su programa en el “justo medio”. Aun así el Antiguo Régimen continuaba en toda su plenitud en
el momento del alzamiento de don Carlos. Este hecho llevó a María Cristina a buscar no sólo aliados,
sino una base ideológica frente a las proclamaciones del pretendiente 51. María Cristina se apoyó en todos
cuantos sostuviesen la causa de Isabel II52. La causa de la transformación del régimen en liberal fue
fundamentalmente la exaltación sentimental provocada por la guerra: se pasó de una situación en la que
no se podía ser cristino sin ser anticarlista, a otra en la que no se podía ser anticarlista sin ser liberal. Los
liberales eran una minoría inteligente y activa, capaz por entonces de ponerse al frente de la sociedad.
Los embajadores francés y británico 53 recomendaron a la reina gobernadora que pusiera al frente del
gobierno a Martínez de la Rosa. Dos fueron las preocupaciones del nuevo gobierno: hacer frente a la
guerra54 y la convocatoria de Cortes. En cuanto a las Cortes, redactó el Estatuto Real, una especie de
carta otorgada, que las dividía en Estamento de Próceres (formada por la nobleza de sangre y la
aristocracia intelectual) y Estamento de Procuradores (elegida por sufragio censitario).
A pesar de las restricciones fueron elegidos unos procuradores radicales y unos próceres dóciles. La gran cuestión era que el
Estatuto Real no concedía a las cámaras un verdadero poder legislativo. La nueva burguesía que ocupaba el Estamento de
Procuradores no quería una participación simbólica en el poder, sino el poder. En el enfrentamiento salió perdiendo Martínez de la
Rosa, que fue obligado a pedir la dimisión.
Toreno fue su sustituto. Comparte perfil político con su antecesor (diputado exaltado en Cádiz, moderado en el Trienio y un tanto
escéptico tras el exilio), pero estaba dispuesto a llegar más lejos. Así decidió la expulsión de los jesuitas y la supresión de
conventos con menos de doce profesos. Ello no evitó las manifestaciones de la oposición en diversas ciudades y la formación de
juntas revolucionarias, que pretendían la sustitución del Estatuto Real por la Constitución de 1812.
Toreno dimitió y el elegido para sustituirlo fue su ministro de Hacienda, Juan Álvarez Méndez –más conocido como Mendizábal-,
un exaltado del que desconfiaba la reina gobernadora. Pero se había convertido en la esperanza de los protagonistas de los
disturbios de los meses anteriores. La regente fue convencida por el embajador británico Villiers, de que tal nombramiento era el
más conveniente para la nación. A cambio Mendizábal habría renunciado a posibles inclinaciones revolucionarias, no reclamaría la
vuelta de la Constitución de 1812 y defendería el trono de Isabel II, los derechos de la reina gobernadora y el Estatuto Real. Los
partidarios del Nuevo Régimen lo recibieron como un triunfo: España después de dos años de evolución política había
desembocado plenamente en el liberalismo.
Mendizábal pertenecía al grupo de los exaltados, pero la disolución de las Cortes molestó a muchos de sus amigos, que
consideraron su actuación como una verdadera dictadura. El intento de destituir a varios generales provocó la resistencia de la reina
gobernadora y la dimisión de Mendizábal. Pero los gobiernos posteriores no quisieron ser acusados de tibios y procedieron a una
ley electoral, menos restrictiva, y la modificación del Estatuto Real para que contemplase la división de poderes y la potestad
legislativa de las Cortes. A pesar de estas reformas los exaltados pidieron la vuelta de la Constitución de 1812. Las elecciones de
1836 dieron la victoria a los moderados y los exaltados formaron juntas revolucionarias. El gobierno resistió hasta la Sargentada de
la Granja55. Los progresistas56 se hicieron dueños del poder y, a pesar de la reinstauración de la Constitución de 1812, se decidió
que las Cortes tuvieran carácter constituyente.
49
Aunque no de muchas ni brillantes ideas, más preocupada en asegurar los derechos de su hija.
50
Prometió a la muerte de Fernando VII el mantenimiento en su integridad la soberanía real, o por convicción o por evitar que las
masas se decidieran por la candidatura de don Carlos.
51
José Donoso Cortés, protagonista de aquellos días, cuenta que los cristinos absolutistas eran numerosos, pero sin ideas, mientras
que los cristinos liberales tenían ideas, pero eran mucho menos numerosos. La alianza entre cristinos era pues natural, en cuanto a la
defensa del testamento de Fernando VII, pero lo era menos en cuanto a los principios; sin embargo resulto operativa.
52
Así la nobleza, las jerarquías de la Iglesia y el ejército se mantuvieron del lado del poder establecido. También los burócratas
fernandinos, de tendencia moderada, se hicieron cristinos.
53
Injerencia continua de las potencias extranjeras ya que María Cristina estaba dispuesta a echarse en brazos de todo el que quisiera
ayudarla y Francia e Inglaterra querían una España liberal, pero débil (hasta el hecho de con quién pudiera casarse o no Isabel II
sería determinado por Francia e Inglaterra sin invitar siquiera a España a la conferencia de Eu en 1846).
54
Para lo que se firmó la Cuádruple Alianza con Francia, Gran Bretaña y Portugal, subordinando la política diplomática española a
las dos grandes potencias, a cambio de una ayuda poco significativa.
55
Uno de los tantos sucesos pintorescos de la época. Un grupo de exaltados se ganó con dinero y vino a la guardia de palacio,
93
Los doctrinarios
El liberalismo histórico deriva de la Revolución pero cristaliza en su forma definitiva en el primer tercio
del siglo XIX. Hoy puede confundirse doctrinarismo con eclecticismo57, pero para los doctrinarios la
soberanía debía residir en los mejores.
El doctrinarismo nació en Francia (Guizot, Royer-Collard, Broglie, etc.) y fue España donde con más entusiasmo fue recibido,
convirtiéndose en la base sustancial del liberalismo histórico. El primero en manifestar las nuevas ideas fue Alcalá Galiano: “los
más capaces para gobernar adquieren el derecho a hacerlo”; “allí donde residen poder físico y poder moral58, debe residir
también el poder político”; es decir “deben gobernar aquellos que, teniendo razón, tiene también la capacidad para imponerla”.
Desde el punto de vista social, el doctrinarismo llama a las clases intermedias. La aristocracia tiende a la
oligarquía, mientras que las clases bajas a la anarquía. Las clases medias tienen pues cualidades propias
de las clases altas (educación, cultura) y de las bajas (sencillez, campechanía, falta de exclusivismo).
Los más influyentes en el doctrinarismo español fueron José Francisco Pacheco y Juan Donoso Cortés.
Pacheco concede la voluntad de elegir a los buenos, y estos, por lógica, elegirán a los mejores. Donoso
Cortés sigue el mismo razonamiento, sosteniendo que los inteligentes elegirán a los más inteligentes.
Buscaban pues la soberanía de la capacidad: “es mejor para todos el gobierno de los mejores que el
gobierno de todos”.
La cuestión reside en establecer los criterios para determinar quiénes son los buenos y los mejores. El
liberalismo histórico optó por el sufragio censitario: tienen derecho a votar los ricos, y para ser elegido
hay que ser más rico59. El burgués del siglo XIX tiende a crearse una filosofía dirigida a legitimar su
grupo social como clase dominante: en ella residen todas las virtudes morales y cívicas 60.
Los moderados eran partidarios de aunar la revolución liberal con la tradición española. Intentaban
preservar el orden social, defendían la monarquía constitucional, la soberanía compartida entre el Rey y
las Cortes, el sufragio censitario restringido, el estado confesional; eran partidarios también de un
estado muy centralizado, con ayuntamientos controlados por el gobierno. Su base social la componían la
aristocracia, militares y la alta burguesía industrial y terrateniente. Su líder más destacado fue el general
Narváez.
Los demócratas surgieron de una escisión de los progresistas en 1849. Defendían la monarquía
democrática, la soberanía nacional popular, amplios derechos y libertades, el sufragio universal, la
descentralización del Estado a través de ayuntamientos democráticos, la aconfesionalidad y la total
separación entre Iglesia y Estado. De este grupo saldrían los republicanos en años posteriores.
sobreviniendo una situación caótica, durante la cual dos sargentos llegaron hasta las habitaciones de María Cristina, obligándola a
proclamar la Constitución de 1812. De paso, lograron otro decreto rebajando el precio del tabaco.
56
La palabra exaltado pasó a estar mal vista, por lo que los exaltados adoptaron el nombre, mucho sugestivo (y destinado a
propagarse por todo el mundo) de progresistas.
57
El absolutismo se asienta sobre la idea de la soberanía del Rey, y la Revolución defiende la soberanía del pueblo. Los doctrinarios
rechazan lo mismo una idea que otra.
58
Existe un poder físico, que viene determinado por la capacidad, por la influencia, no por la fuerza bruta, y un poder moral,
determinado por la posesión de la verdad y de la justicia.
59
Posiblemente este concepto venga de la educación calvinista de Guizot: para Calvino, la riqueza es el resultado de la bondad y de
la honradez.
60
El pobre lo sería por ignorante, por derrochador o por vicioso. Sólo así se puede entender que un diputado llegará a decir: “la
pobreza, señores, es signo de estupidez”, sin que se suscitasen rumores.
94
Aunque éstos son los tres grupos ideológicos, surgirá la Unión Liberal, liderada por el general
O’Donnell como un intento de recomponer la unión de los liberales. Su origen estuvo en los más
progresistas de los moderados (conocidos como los puritanos) y en los progresistas más cercanos a los
moderados. Gobernaría durante algunos años con O‟Donnell, cuyo secretario tendría también un papel
clave en la historia del liberalismo español, Antonio Cánovas del Castillo.
La Constitución de 1837
Las Cortes estaban por el consenso, por lo que la Constitución fue progresista en la forma pero moderada
en el fondo. Sus líneas maestras son:
Afirma la soberanía nacional;
El monarca elegiría a un tercio de los senadores. El gobierno podría participar en las sesiones de
Cortes legislativas (se acaba con la rígida separación de poderes).
Se consolida el bicameralismo (Congreso de Diputados y Senado); Las elecciones serían directas
mediante sufragio censitario;
Se institucionaliza la Milicia Nacional;
Aunque la Constitución de 1837 no tuvo una vigencia muy larga, su influencia posterior fue enorme, ya
que prácticamente todas las constituciones que la siguieron tomaron sus aspectos fundamentales.
La regencia de Espartero
La ruptura del consenso entre progresistas y moderados supuso el fin de María Cristina como regente,
más aún cuando en la ascendente figura de Baldomero Espartero, vencedor de la guerra civil, vieron los
progresistas la oportunidad de alcanzar el poder. El
héroe de Vergara se hizo incompatible con la reina
gobernadora, y la amenaza de hacer público el
matrimonio morganático de la viuda de Fernando VII
actuaba en contra de ella. El golpe definitivo fue dado
por la revolución de 1840.
La reina se embarcó con destino a Francia y Espartero, árbitro de la
situación, fue proclamado regente. María Cristina comentó: “no he
podido gobernar porque tengo compromisos con un partido (el
moderado). Por eso mismo, Espartero tampoco podrá hacerlo”. La
profecía tardaría menos de tres años en cumplirse. Los moderados
se negaron a participar en el juego parlamentario; pero las
dificultades le vinieron a Espartero por el lado progresista. El regente
confundió la jefatura del Estado con la máxima autoridad ejecutiva
(función constitucionalmente propia del jefe del gobierno).
LA ÉPOCA DE ISABEL II
La coalición de progresistas y moderados iba a durar poco. Lo primero, y casi lo único, era decidir sobre
la regencia. Ningún candidato era unánimemente aceptado. Se optó por declarar mayor de edad a la reina
Isabel II, con ¡¡13 años!! contra la ley y hasta contra la naturaleza. Realmente Isabel II fue precoz en todo:
reina con 3 años, mayor de edad a los 13, casada a los 16, separada a los 17, destronada a los 38. Quizá no
fuera la persona adecuada para presidir esta complicada realidad histórica de su tiempo.
95
La idea de revolución fue sustituida por la de “conservación de la revolución”; a la Libertad le había
salido un hermano gemelo, el Orden. Así por ejemplo, la muy progresista Milicia Nacional fue sustituida
por la muy moderada Guardia Civil, fundada por el duque de Ahumada en 1844.
La Constitución de 1845: Entre los partidarios de mantener la Constitución de 1837 y los de elaborar
una constitución distinta, triunfó el criterio de reformar la anterior. Pero de hecho se fue a una nueva
realidad constitucional, lo que suscitó el escándalo de los “puritanos” que veían un peligro en la idea,
que se estaba convirtiendo en costumbre, de hacer un código diferente cada vez que se operaba un cambio
político. Las líneas maestras de la constitución son:
Soberanía compartida entre rey y Cortes;
Ampliación de los poderes del rey;
Disminución de los poderes de las Cortes;
Confesionalidad católica y mantenimiento del culto por parte del Estado;
Sometimiento de los Ayuntamientos y las Diputaciones al gobierno central;
Supresión de la Milicia Nacional;
Restricción del sufragio (censitario, se remite a una ley posterior)
Legislativo bicameral;
Senadores vitalicios por designación real.
La Constitución de 1845 se hizo al gusto de los moderados, provocando la protesta de los puritanos y la
indignación de los progresistas, que cuando alcanzaron el poder en 1854 se pusieron a elaborar,
siguiendo la costumbre, una nueva Constitución.
Los proyectos de Bravo Murillo (1851-1852): Bravo Murillo concebía el ejercicio de la cosa pública
como una lucha por la eficacia. Constituyó un gabinete de técnicos, cuyos logros fueron indudables:
Infraestructuras: plan de ferrocarriles, de carretera y puertos, nuevos canales;
Construcción de una flota de navíos de vapor e impulso de barcos mercantes;
Construcción de escuelas y hospitales;
Arreglo de la deuda en 1851;
Concordato con la Santa Sede, por el que la Iglesia reconocía la obra desamortizadora, quedando
en suspenso nuevas operaciones y restituyéndose los bienes no vendidos. También se permitía la
vuelta de ciertas órdenes religiosas;
Reforma administrativa: los puestos en la administración se cubrirían mediante concurso de
méritos (independientemente de las simpatías políticas). Los funcionarios ascenderían por orden de
escalafón y solo podrían ser expulsados por cohecho, prevaricación o falta grave.
96
El fin del gobierno de Bravo Murillo vino con su borrador de nueva Constitución, aún más moderada, lo
que suscitó la oposición de los progresistas y de parte de los moderados. Las fuerzas políticas se unieron
y forzaron la dimisión de Bravo Murillo, acabando, de paso con sus reformas políticas y buena parte de
las administrativas. El partido moderado quedaba dividido y desacreditado.
La revolución de 1854: El general moderado, Leopoldo O´Donnell, asistía con disgusto a la situación de
su partido. Su secretario, el intelectual Antonio Cánovas del Castillo, quería un moderantismo legal,
libre de corrupción y capaz de alternar en el poder con
los progresistas. Con varios militares y políticos
puritanos planeó un pronunciamiento contra el
moderantismo intransigente. Pensaba que con un alarde
de fuerza sería suficiente, contando tan sólo unos
escuadrones de caballería, pero el gobierno envió a un
regimiento de artillería, provocando la batalla de
Vicalvaro, la Vicalvarada61. El Manifiesto de
Manzanares, redactado por Cánovas, pedía un gobierno
verdaderamente liberal, transparencia administrativa,
bajada de impuestos y restablecimiento de la Milicia
Nacional.
Pronto las Cortes se dedicaron a elaborar una nueva Constitución. Pero las discusiones se prolongarían
tanto que dio tiempo un nuevo cambio de gobierno, de ahí que sea conocida como la Constitución
“nonnata” de 1856, que fue aprobada pero no promulgada ni llevada a la práctica.
Mejor suerte tuvo la ley de desamortización de mayo de 1855, que es conocida por el nombre del ministro de Hacienda que la hizo
aprobar, Pascual Madoz. Esta ley supuso el inicio de la llamada desamortización civil, aunque afectó también a bienes
pertenecientes al clero, reavivando las tensiones con la Santa Sede62, que habían sido aplacadas con el Concordato de 1851.
Crisis final: Las consecuencias de la política económica de los progresistas, con la vuelta al
librecambismo y los efectos nefastos de la desamortización sobre los campesinos, condujeron a una
nueva etapa de conflictividad social. Las protestas se generalizaron en el campo. La reina destituyó al
general Espartero, nombrando a O‟Donnell. Las masas se echaron a la calle. El general Serrano reprimió
duramente la revuelta. El bienio de los progresistas había terminado. Empezaba también el final del
reinado de Isabel II.
61
Un hecho de armas técnicamente absurdo, como otros tantos de la época decimonónica: la caballería es muy vulnerable a la
artillería, pero está es incapaz de perseguir jinetes.
62
Junto con la discusión en torno a la libertad religiosa para elaborar el nuevo proyecto de Constitución.
97
descomposición política, la división interna de los propios partidos liberales y la incapacidad del sistema
para dar alternativas políticas nuevas.
Gobierno moderado (1856-58): se caracterizó por la vuelta de las instituciones de la década moderada.
La Milicia Nacional fue nuevamente suprimida y se volvió a la Constitución de 1845.
Los últimos años de los moderados (1863-68): en 1864 se inició una fuerte crisis económica en España.
Comenzó con la quiebra de las compañías ferroviarias, debido a la escasa rentabilidad; continuó con el
hundimiento del sector textil, como consecuencia de la falta de algodón que provocó la Guerra de
Secesión estadounidense; a esto hay que añadir el crack de las Bolsas europeas de 1866; finalmente las
malas cosechas, la subida de los precios de los productos agrarios y la expansión del hambre
contribuyeron a crear el ambiente idóneo para el estallido de una nueva revolución.
Los moderados gobernaron de forma autoritaria, de espaldas a las Cortes y a la opinión pública, y
ejerciendo una fuerte represión de la oposición (represión estudiantil de 1865, sublevación del cuartel de
San Gil). La crisis económica internacional agravaba todo día a día. Prácticamente toda la sociedad
española se daba cuenta de que no se podía continuar prolongando la situación. Varios pronunciamientos
se sucedieron sin éxito.
98
3.- EL SEXENIO REVOLUCIONARIO (1868-1874): INTENTOS DEMOCRATIZADORES. DE
LA REVOLUCIÓN AL ENSAYO REPUBLICANO
Propuesta de trabajo dvd “VIVA ESPAÑA CON HONRA (1851-1871)”. Serie Memoria de España.
1. ¿Cuál es el drama romántico que vive la reina Isabel II?
2. ¿Qué fue la “corte de los milagros”? ¿A quién favorecía la reina con sus decisiones?
3. Analiza la Vicalvarada de junio de 1854.
4. ¿Qué fue la Unión Liberal? ¿Quién la fundó?
5. Analiza la desamortización del ministro de Hacienda Pascual Madoz en 1855.
6. ¿En qué consistió la “fiebre de la construcción de ferrocarriles”?
7. Describe la epidemia de cólera de 1855.
8. Describe la primera huelga general de 1855.
9. ¿En qué consistió el ensanche de Barcelona, proyectado por Ildefonso Cerdá? ¿Qué es el barrio de Salamanca?
10. ¿Quiénes son los demócratas? ¿Qué reivindicaban? ¿Quién fue su líder más importante?
11. Describe la guerra entre España y Marruecos que estalló en octubre de 1859.
12. ¿Cuál es el origen de los actuales leones del palacio del Congreso de los Diputados?
13. ¿Qué otras expediciones exteriores llevó a cabo O´Donnell?
14. Describe la crisis económica de 1866.
15. ¿Por qué fue tan importante el pacto de Ostende de 1866? ¿Quiénes lo firmaron y a qué acuerdos llegaron?
16. ¿Qué pronunciamiento tuvo como lema “Viva España con honra”? ¿Qué significó la batalla del puente de
Alcolea, en las cercanías de Córdoba?
17. ¿Quién presidió el Gobierno Provisional tras el triunfo de la “Gloriosa”? ¿Cuáles fueron sus primeras medidas?
18. Analiza la sublevación de Cuba tras el grito de Yara: líder, programa…
19. ¿Qué objetivos tenía Giusseppe Fanelli al venir a España?
20. Caracteriza la AIT (Asociación Internacional de Trabajadores) o primera Internacional.
21. Caracteriza la Constitución promulgada en junio de 1869.
22. ¿Cómo se reclutaba a los mozos para ir a la guerra de Cuba? ¿Qué problemas tenía el sistema?
23. ¿Cómo fue elegido rey de España Amadeo I de Saboya?
24. ¿Por qué el asesinato de Prim cambió el signo de la nueva monarquía?
INTRODUCCIÓN
Los años que trascurren entre septiembre de 1868 y diciembre de 1874 son los que encierran los lances
más variados de la edad contemporánea en España. Así se van a suceder una revolución, un
destronamiento, un régimen provisional, una regencia, una monarquía democrática, una abdicación, una
república unitaria, una república federal, una insurrección en Cuba, dos guerras civiles distintas y
99
simultáneas en la Península, un golpe de estado, otro régimen provisional, un nuevo intento de regencia y,
finalmente la restauración de la monarquía derribada en un principio.
Los acontecimientos se precipitan vertiginosamente, siendo difícil seguirlos paso a paso y no digamos ya
tenerlos en cuenta en su conjunto. Además, España atraviesa una muy grave crisis económica, se
exacerban las luchas sociales, llegan al país la Internacional de Trabajadores y se opera un cambio
fundamental en las mentalidades. Quizá la explicación de tan tempestuoso ritmo histórico esté en la
complejidad y variedad de fuerzas ideológicas, políticas o sociales actuantes. Por otra parte una ruptura
tan radical entrañaba la inevitable necesidad de ensayar en España regímenes totalmente nuevos, ajenos a
toda experiencia. Las ideologías estaban a punto, faltaba la práctica.
Se da la paradoja de que la apertura hacia realidades más democráticas no significó necesariamente una
mayor transigencia ni tolerancia. Los programas eran tan distintos que no cabían en el mismo régimen.
Los revolucionarios fueron ensayando en una especie de turno, que significaba un cambio de sistema, y
cada ensayo fracasó porque tuvo enfrente a otros revolucionarios.
Causas políticas: Entre ellas destacan el agotamiento del régimen de Isabel II y del liberalismo
moderado. El desprecio a las Cortes y la corrupción fueron las características más destacadas de los
últimos años del reinado. La oposición, por su parte, estaba unida frente a este gobierno que les
dejaba fuera de los cauces legales para alcanzar el poder. Además, la muerte de O‟Donnell, el líder
de la Unión Liberal, facilitó que los unionistas se unieran al resto de la oposición, firmando el Pacto
de Ostende para derrocar a Isabel II.
Causas económicas: Una serie de circunstancias se reunieron para agravar la situación crítica del
final del reinado63. El panorama económico no era nada halagüeño ni para los empresarios ni para los
trabajadores.
Causas sociales: Desde el punto de vista social, el descontento de las diversas clases sociales
favoreció a los partidos de izquierda que eran la alternativa al gobierno moderado.
Fue la Ley de Bases Arancelarias de 1869. Esta ley se encontró pronto con gran oposición, en primer lugar de los algodoneros
catalanes. El librecambismo era un arma de doble filo que podía llevar a la destrucción de sectores poco competitivos, con
dificultades para adaptarse a la nueva situación.
63
La crisis de subsistencias producida a raíz de las malas cosechas del período 1867-68; la crisis financiera internacional de 1866,
que produjo el hundimiento de la Bolsa. Incluso uno de los sectores más boyantes, la industria textil catalana entró en crisis por la
falta de algodón americano debido a la Guerra de Secesión norteamericana.
100
Además se decretaron una serie de medidas liberalizadoras, como:
Libertad de imprenta, reunión y asociación;
Reforma de la enseñanza;
Ayuntamientos y Diputaciones democráticos;
Emancipación de los hijos de los esclavos (Cuba, Puerto Rico...).
Gobierno Provisional
Figuerola – Ruiz Zorrilla – Sagasta – Prim – Serrano – Topete – López Ayala – Romero Ortiz – Lorenzana
La Constitución de 1869
Tras la revolución, se celebraron elecciones a Cortes Constituyentes por sufragio universal. Aunque la
participación fue baja, vencieron los partidos del gobierno provisional, es decir, los progresistas y los
unionistas. Aparecieron con fuerza los republicanos y los carlistas, que se presentaron entonces a las
elecciones.
Estas Cortes redactaron una Constitución en 1869, que tuvo poca vigencia pero que es la primera
constitución democrática española. El régimen de libertades que inaugura fue muy amplio, mayor que el
habitual en la Europa de esos años. Sus líneas maestras:
Declara la soberanía nacional y el sufragio universal masculino.
Los derechos recogidos en el texto son amplísimos (libertad de enseñanza y culto).
La forma de gobierno es la monarquía
El rey es elegido por las Cortes y después se sigue el principio dinástico y hereditario.
El rey detenta el poder ejecutivo a través de los ministros que nombra.
Puede disolver las Cortes, sanciona y promulga las leyes.
El legislativo es bicameral, formado por el Congreso de los Diputados y el Senado, ambos elegidos
por sufragio universal.
Los jueces son independientes y obtienen su puesto por oposición.
Se introduce el juicio por jurado.
Es la primera Constitución democrática, pero no tuvo gran acogida y molestó a la derecha y la izquierda.
101
El objetivo era favorecer la competencia y la libre iniciativa. Las medidas más importantes en este sentido
fueron:
Supresión del impuesto de
consumos.
Creación de la peseta
(octubre de 1868) como
unidad monetaria.
Venta del patrimonio minero
–desamortización del
subsuelo- (Almadén, Río
Tinto, etc.).
La ley de Bases Arancelarias
de Figuerola, que supone el
fin del proteccionismo.
Pero estas medidas provocaron el descontento social. Se cumplieron las aspiraciones burguesas frente a las aspiraciones populares.
El nuevo sistema político y la Constitución de 1869 no convencían ni a los republicanos, ni a los jornaleros del campo, ni a los
obreros industriales. Existía un ambiente general de descontento. Se produjeron reivindicaciones de reparto de tierras en Andalucía,
revueltas contra los consumos, así como los primeros movimientos obreros reclamando mejoras salariales. Los republicanos
asumieron el liderazgo de estos movimientos. Más tarde, el descontento de la vía parlamentaria abriría la puerta a la I Internacional,
al anarquismo y al socialismo.
Gobierno y oposición
El sufragio universal extendió la actividad política, antes reducida a las élites mediante el sufragio
censitario. No obstante, la participación en el mundo rural fue escasa. En el nuevo Parlamento elegido en
1869 estaban representadas cuatro tendencias:
159 Progresistas aliados con 20 Demócratas “Cimbrios” (o monárquicos) y 69 Unionistas; La
conjunción monárquico–democrática era la de los firmantes del Pacto de Ostende, unionistas,
progresistas y demócratas. Destacaban Prim (progresista) y Serrano (unionista). Defendían la
monarquía (no a los Borbones), la soberanía nacional, las libertades civiles, y tenían el apoyo de la
burguesía financiera e industrial, las clases medias, el ejército y muchos intelectuales.
71 Republicanos: se desgajaron de los demócratas desde 1868. Sus líderes fueron muy conocidos
posteriormente: Pi y Margall, Figueras o Castelar entre los más destacados. Pidieron reformas
sociales democráticas, la supresión de las quintas, la esclavitud...
18 Carlistas: aceptaron el juego democrático, porque pensaban que podía ser una forma de acceder
al poder. Defendieron la unidad religiosa y los fueros vascos y navarros.
En 1868 se produjo una insurrección de la burguesía criolla más preparada. Es el llamado “Grito de
Yara”, liderado por Máximo Gómez y otros caudillos criollos. Sus fines eran similares a la Revolución
Gloriosa, democracia y autonomía y elaboración de una Constitución federal.
La respuesta de Madrid fue escasa: se enviaron unos 14.000 soldados a la isla. Pero los insurgentes estaban divididos y mal
armados. Parte de los criollos aún preferían a España. Estados Unidos apoyó a los insurrectos.
En busca de rey
Una vez promulgada la Constitución de 1869, España era una monarquía sin rey. Momentáneamente se
instauró una regencia en la persona del general Serrano, mientras Prim se erigía en jefe de Gobierno.
Isabel II quedaba evidentemente descartada, aunque Cánovas estaba formando un partido alfonsino (a
favor de su hijo, el príncipe Alfonso). Los unionistas pensaron, unos en la infanta Luisa Fernanda, y otros
en su esposo el Duque de Montpensier. Pero acabó imponiéndose el criterio de Prim que afirmó
rotundamente en el Congreso que los Borbones “no volverían jamás, jamás, jamás”. Prim estaba
convencido que “la república sería posible en España si hubiera republicanos, como los hay hasta en
Rusia, pero que en España, ni los hay ni puede haberlos”.
102
Otros candidatos fueron don Fernando de Coburgo, el rey viudo de Portugal (idea muy querida por los
cimbrios, que soñaban con la unidad ibérica), algún miembro de la casa italiana de Saboya, o Leopoldo
de Hohenzollern, candidato de Prim, que se enfrentó con un no rotundo por parte de Francia. Todos ellos
declinaron, aunque eso no evitó la guerra franco-prusiana. Nadie quería ser rey de España: fragmentación
política del país, sumido en el desorden y al borde de la guerra civil. Incluso algunos propusieron a
Baldomero I Espartero.
Caricatura con Prim, Serrano y Topete, subastando la corona de España. Cada uno hizo lo que pudo, hasta una guerra hubo
entre Francia y Alemania.... después cayeron los estados del Vaticano, la excomunión de Víctor Manuel II…
Al final, cuando la situación parecía sin salida, llegó la aceptación de Amadeo de Saboya, duque de
Aosta, al parecer tras negociaciones entre logias masónicas y con el apoyo de Prim.
El nuevo rey contaba con una oposición férrea y permanente desde distintos sectores:
los alfonsinos: Cánovas agrupó a unionistas, ex-progresistas y moderados en torno a Alfonso de
Borbón. Su idea central era el orden y la estabilidad, con el apoyo de la Iglesia (enfrentada a los
Saboya tras la conquista de Roma). Pronto la burguesía industrial rechazó a Amadeo I y su gobierno,
especialmente por las reformas sociales.
Los republicanos: apoyados por obreros y campesinos, veían insatisfechas sus demandas y
protagonizarían constantes levantamientos.
103
Los carlistas: habían vuelto a retomar fuerza con las elecciones. El cambio de casa real (los Saboya)
daba nuevos argumentos para una nueva insurrección armada (III Guerra Carlista, desde 1872) en
defensa de Carlos VII, que se extendió por el País Vasco, Navarra y zonas de Cataluña.
Mientras la oposición al rey Amadeo crecía, continuaba la guerra en Cuba. A esto se sumaron las
insurrecciones federalistas republicanas de 1872, mezcla de ideas republicanas e internacionalistas
(anarquistas). La coalición de gobierno finalmente se desintegró. El monarca sin apoyos y, después de
seis gobiernos en dos años, el 2 de febrero de 1873, renunció al trono.
Fue un experimento político breve e intenso, además, de agitado. Se discutió una constitución, que no
llegó a promulgarse. Hubo cuatro presidentes de gobierno en once meses. Fue el último periodo convulso
del siglo XIX al que siguió un periodo de aparente calma prolongada: la Restauración.
Los republicanos
64
La Europa finisecular lo fiaba todo en la seguridad y en el fortalecimiento de los resortes del poder del Estado. España era mirada
con desconfianza por ser foco de continuas e imprevisibles agitaciones.
104
La fuerza política que sustentó la República procedía de la división del partido demócrata en 1868. El
llamado Partido Demócrata Republicano Federal estaba liderado por Pi y Margall y su ideología central
era el federalismo. Sus ideas fundamentales:
Establecimiento de pactos libres entre los pueblos y las regiones históricas para constituir un Estado
federal;
Forma republicana de gobierno;
Laicismo del Estado y anticlericalismo;
Antimilitarismo;
Transformación social, ampliación de los derechos democráticos e intervención del Estado en la
economía.
Se convocaron elecciones a Cortes constituyentes, ganadas por los republicanos federales. Estas Cortes
redactaron un proyecto de Constitución, cuyas ideas clave eran:
Organización federal de la República;
Poder repartido entre municipio, región y nación;
División de España en 15 estados federales, más Cuba y Puerto Rico
El resto de la Constitución es prácticamente idéntica a la constitución de 1869.
Sin embargo, la victoria electoral republicana y su gobierno, no se correspondía con la realidad social, ya que el 60% de los
electores no votó en las elecciones y las divisiones internas iban en aumento.
En Cuba, la guerra continuó durante 10 años. La República tenía un problema añadido: las autoridades y los funcionarios españoles
eran proclives a los Borbones. La respuesta de la República fue el federalismo.
El cantonalismo fue el fenómeno más complejo de los acaecidos durante este periodo. Es una mezcla de
ideas republicanas federales con ideas anarquistas de la I Internacional, especialmente de Proudhon. La
situación tenía unos culpables: los reyes, los curas y el centralismo. La solución sería una república
igualitaria, descentralizada y laica.
Muchas zonas de fuerte carácter republicano se alzaron en cantones independientes: se proclamaron los
cantones de Cartagena, Sevilla, Cádiz, Castellón, Valencia, Alicante, Málaga... y muchas otras, que
incluso se declararon la guerra entre sí (caso de Utrera y Sevilla, o Cartagena y el gobierno de Madrid).
Los insurrectos eran artesanos, tenderos, obreros liderados por los federales intransigentes, frustrados en
sus expectativas por la República.
65
En Andalucía la República se veía como la solución al problema del reparto de la tierra. En Cataluña se pensaba más en la
respuesta a las reivindicaciones obreras y la constitución del Estado Catalán dentro de la República Española.
105
Pi y Margall dimitió al no querer sofocar con las armas el movimiento. Le sustituyó Salmerón que inició
la represión. Todos los cantones fueron derrotados excepto el de Cartagena. El ejército, cada vez más
conservador, impuso ejecuciones y Salmerón, que no quiso firmarlas, dimitió.
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BLOQUE 7: LA RESTAURACIÓN BORBÓNICA:
IMPLANTACIÓN Y AFIANZAMIENTO DE UN NUEVO
SISTEMA POLÍTICO (1874-1902)
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4.- EL RÉGIMEN DE LA RESTAURACIÓN: CARACTERÍSTICAS Y FUNCIONAMIENTO
DEL SISTEMA CANOVISTA
Propuesta de trabajo dvd “EL REGRESO DE LOS BORBONES (1872-1893)”. Serie Memoria de España.
1. ¿Qué significó la salida del trono de Amadeo I de Saboya el 11 de febrero de 1873?
2. ¿De qué partido se escindieron el Partido Constitucional de Sagasta y el Partido Radical de Ruiz-Zorrilla?
3. ¿Por qué la nobleza y la Iglesia católica no apoyaron a Amadeo I?
4. ¿Para qué entró en España Carlos VII el 2 de mayo de 1872?
5. ¿Quiénes votaron a favor del advenimiento de la primera República?
6. ¿Qué partido ganó las elecciones generales celebradas el 10 de mayo de 1873? ¿Quién fue nombrado Presidente
en sustitución de Estanislao Figueras?
7. Analiza el proyecto constitucional de 1873.
8. ¿Con qué programa fue nombrado Presidente de la República Nicolás Salmerón? ¿Por qué dimitió?
9. ¿Quién fue el cuarto Presidente de la República en 9 meses? ¿Qué frentes bélicos tenía abiertos la República en
aquellos momentos?
10. ¿Para qué entró Pavía en las Cortes?
11. ¿Qué esperaban los españoles de Alfonso XII?
12. Analiza la Constitución de 1876.
13. ¿Qué significa que Cánovas eliminó los fueros vasco-navarros? ¿En qué consistió el sistema de conciertos
económicos?
14. Analiza la paz de Zanjón de 1878.
15. ¿Qué partidos comenzaron a turnarse en el poder?
16. ¿Por qué el ministro de Gobernación era llamado popularmente “el Elector”?
17. ¿Quiénes eran los caciques? ¿Qué significa la frase “para los enemigos la ley, para los amigos el favor”?
18. ¿Quiénes y por cuanto compraron las minas de Riotinto en 1873?
19. ¿Qué consecuencia tenía que el hierro vasco fuera muy bajo en fósforo?
20. ¿Por qué Barcelona se convirtió en el último tercio del siglo XIX en la zona más expansiva de España?
21. La esperanza de vida en la España de la época era de 29 años en contraste, por ejemplo, con la de Francia en la
que alcanzaba 43 años, ¿por qué las epidemias se cebaron con la clase proletaria?
22. ¿Por qué los 5 hijos que como promedio tenían las familias debían trabajar desde temprana edad?
23. ¿Cuál era el jornal en una jornada de sol a sol en el campo?
24. ¿Hacia dónde fueron 1 millón de españoles del total de 17 que habitaban España en esta época?
25. ¿Cuándo y quiénes fundaron el PSOE?
26. ¿Qué sucedió en el congreso anarquista de Barcelona de 1881? ¿Cuántos afiliados tenían los anarquistas en
1882?
27. Analiza los sucesos de la Mano Negra.
28. ¿Quiénes fundaron y qué objetivos tenía la Institución Libre de Enseñanza? ¿Por qué se convirtió en un foco de
renovación pedagógica?
29. ¿A quién se llevó la tuberculosis en noviembre de 1885? ¿Qué significó el pacto de el Pardo?
30. ¿Cuándo y dónde se celebró la primera exposición Universal celebrada en España? ¿Cuál fue el nuevo invento
que más llamó la atención?
31. ¿Cuándo se fundó la UGT? ¿Por qué a la primera fiesta del primero de mayo la llamaron la fiesta de Nuestra
Señora de las 8 horas?
32. ¿Cuántas personas murieron en el atentado del Liceo de Barcelona de 1893?
Se hablaba pues, de “pacto entre caballeros”, es decir de la manipulación electoral para turnarse en el
poder. Significa la toma del poder por las clases altas, en un sistema social basado en el caciquismo, que
supuso una forma de control social del mundo rural, y cuyos valores fueron el orden social, la propiedad,
la seguridad, el centralismo y la unidad nacional
Era, como en la Inglaterra victoriana, un momento de puritanismo moral, donde la familia burguesa acomodada imponía su modelo,
sus costumbres y formas de vida, pero que escondía siempre una hipocresía moral evidente. El predominio y florecimiento de esta
burguesía se debía también al desarrollo y recuperación económica que vivía España, gracias, en parte a la explotación de Cuba y
Puerto Rico. En Europa predominaban los sistemas parlamentarios liberales burgueses. La IIIª República francesa, la Inglaterra
victoriana o la Alemania de Bismarck eran los ejemplos de la consolidación del liberalismo en el viejo continente, lo que iba a
108
ayudar al establecimiento del régimen de la Restauración en España. Pero todo se quiebra en 1898, suponiendo un punto de
inflexión en la conciencia de los españoles.
Todo el sistema de Cánovas se sustenta en unos principios fundamentales: las “verdades madres”,
indiscutibles pero que una vez aceptadas permitían la discusión de todo lo demás. Estas “verdades
madres” conforman la constitución interna, obra de la historia y creadora de la realidad legítima de
España67. Estas verdades son:
Nación (frente a regionalistas o protonacionalistas).
Libertad (frente a nostálgicos del Antiguo Régimen).
Propiedad (frente a incipientes movimientos obreros).
Monarquía (frente a los republicanos).
Dinastía (frente a los carlistas).
Soberanía nacional encarnada en el conjunto formado por el Rey y las Cortes.
Estas verdades madres habían de ser aceptadas por todos como principios previos a toda cuestión. Debía haber un escenario dentro
del cual fuera posible organizar una dialéctica de los pareceres. Cánovas consideraba que la discusión es la única fuente de
progreso. El maniqueísmo anterior debía sustituirse por la apertura, el libre juego de las fuerzas que permitiera idénticas
oportunidades. Si se aceptaban estas líneas maestras podría crearse un sistema dentro del cual cupieran todos. Este equilibrio se
conseguirá mediante la contraposición de dos pares dinámicos:
Par depositario de la soberanía, es el conjunto del Rey (principio de autoridad) con las Cortes (principio de libertad). Se
oponen, pero se necesitan68.
Par ejecutante, representado por los partidos. Cánovas se opone a la multiplicidad de partidos, prefiriendo dos fuerzas que
polaricen en su entorno a todas o casi todas las fuerzas políticas69. Busca un contrapeso de un centro derecha con un centro
izquierda. Pero los dos partidos no pueden gobernar a la vez por lo que introduce el factor tiempo y establece el turno organizado
de partidos.
El turno implicaba igual dignidad de las fuerzas políticas opuestas, fundamentalmente la dignidad de la
oposición. El gobierno tenía el derecho y el deber de gobernar y la oposición el derecho y el deber de
criticar los “errores” del gobierno. Se oponía al gobierno pero en ningún momento al régimen. El desgaste
del poder creaba el proceso de turno: cada partido desarrolla su programa, pero no podía “destruir,
aunque considere injusta, la obra de su contrario”. Tolerancia y respeto mutuo deberían caracterizar el
turno.
66
El régimen se mantuvo hasta 1923, siendo hasta la fecha el más longevo de la España contemporánea. La Restauración sería la
obra del “hombre nuevo” ya que sus autores pertenecen a la generación surgida en 1868, prevaleciendo las ideas sobre los
sentimientos, lo razonable sobre lo temperamental, de acuerdo con la mentalidad postromántica.
67
El modelo constitucional sería el inglés.
68
Solamente pueden realizar actos soberanos cuando actúan conjuntamente.
69
También aquí adoptó el modelo inglés de los tories (conservadores) y los whings (liberales).
109
Cánovas se convirtió en mentor de la tendencia conservadora y en líder del partido liberal conservador
(conservadores), formado por antiguos moderados, unionistas y algunos progresistas desengañados. Más
difícil era formar el partido de la oposición y para su liderazgo se postularon varios nombres: Serrano,
descartado por ser militar (con la nueva mentalidad, los militares tendían a retirarse a la vida castrense);
Ruiz Zorrilla, líder de la facción radical y grato hasta para los republicanos, pero excesivamente
intransigente o poco dúctil para lo que el sistema requería. El político ideal era Práxedes Mateo Sagasta,
hombre dúctil, pragmático, tan flexible como Cánovas y adaptable al nuevo sistema. Sagasta activó el
partido liberal-constitucional o liberal-fusionista (liberales) compuesto por distintos grupos progresistas
y algunos demócratas “cimbrios”.Todas estas circunstancias conforman la base del sistema político de la
Restauración, plasmadas en la Constitución de 1876.
La Constitución de 1876
Se propusieron dos opciones: recuperar la constitución de 1845 o la Constitución de 1869 (y sobre todo el
sufragio universal y el reconocimiento de derechos). Pero se impuso la vieja costumbre de redactar una
nueva constitución (la de más larga duración - vigente hasta 1931 - hasta la fecha). Y ello fue debido a su
flexibilidad. Sólo era taxativa en lo referente al principio monárquico y a la soberanía compartida entre
el Rey y las Cortes. Sus líneas maestras son:
Poder legislativo bicameral, constituido por el Congreso de los Diputados y el Senado.
La corona es el eje del sistema, nombra ministros, tiene poder de veto e incluso iniciativa legislativa.
Confesionalidad católica y mantenimiento del culto, pero también discreta tolerancia religiosa en el
ámbito privado, ya que no en las manifestaciones públicas.
Amplia declaración de derechos.
La ley electoral orgánica limitaba el sufragio a los ciudadanos que pagaban impuestos. En 1890 el partido
liberal aprobaría definitivamente el sufragio universal. Fue una Constitución ideológicamente inserta
dentro del ámbito del liberalismo doctrinario europeo, que en España se conoce como moderantismo, y
que dejaba fuera a republicanos, internacionalistas o carlistas. Poseía además un fuerte carácter
centralista, lo que provocaría numerosos conflictos con los emergentes nacionalismos.
Turnismo y bipartidismo
Las claves del sistema de la Restauración intentaban evitar las graves luchas políticas que hasta entonces
habían desestabilizado y muchas veces ensangrentado el país. Constituía un pacto de la clase política para
seguir ciertas reglas del juego, en las que se incluía el respeto por los partidos y el turno en el poder. La
nueva mentalidad propiciaba acuerdos y cesiones.
Sagasta es paseado en triunfo sobre un embudo y va seguido de una procesión en la que desfilan todos los vicios
electorales de la época. Caricatura de “LA CARCAJADA”.
110
Ahora bien, la propia dinámica de la marcha política exigía que los cambios se verificaran de acuerdo con
un plan y según la propia dinámica interna de los grupos dirigentes. Resultaba pues del todo
inconveniente la existencia de otras fuerzas importantes que no fueran conservadores y liberales. El
intento de crear un nuevo partido estaba condenado al fracaso. Esta actitud acabaría anquilosando el
sistema y alejándolo de la realidad social e ideológica de España, fundamentalmente con el cambio de
siglo. Los partidos acabarían siendo clientelas turnantes, carentes de doctrina y hasta de programas
específicos. El turnismo sería una rutina pero no el reflejo de un estado de opinión: la dinámica interna de
un partido era la que provocaba la dimisión de un gobierno. El nuevo gobierno “organizaba” las
elecciones que invariablemente ganaba.
El caciquismo, las influencias o coacciones sobre los electores, el fraude cuando hacía falta, hacen que el
pueblo español “elija” a quienes la propia clase política quería que fueran elegidos. El mal no fue mayor
mientras se mantuvo el sufragio restringido; se convirtió en un fraude a la voluntad popular cuando se
implantó el sufragio universal.
Este fraude sistemático70 se operaba a través de los caciques, íntimamente relacionados con los partidos.
Funcionaba a la perfección en el ámbito rural, pero se rompería en las ciudades.
El término cacique, de origen americano, que significaba “señor de indios”, califica en España a aquellos
individuos que, por su poder económico o influencia, dominaban una circunscripción electoral. Era muy
frecuente en zonas rurales, donde gran parte de la población dependía de los caciques, que controlaban los
ayuntamientos, proporcionaban puestos de trabajo, hacían el sorteo de las quintas, etc. Los “favores” se
devolvían normalmente en votos. Estos caciques tenían, además, línea directa con el gobierno de Madrid,
y hacían viajes a la capital para conseguir del ministro de turno “logros” para el municipio. La otra base
del sistema electoral sería la abstención, ya que la participación no superó habitualmente el 20% de la
población.
70
También en este caso existe el ejemplo inglés de los “Burgos Podridos”.
111
largo liberal: tras la muerte de Alfonso XII, los dos partidos firmaron el “Pacto de El Pardo”71 (24 de
noviembre de 1885), para asegurar la continuidad de la monarquía de los Borbones y del sistema de la
Restauración. Este gobierno largo liberal fue el más destacado y puso en marcha algunas reformas de
calado como la, la ley de asociaciones (30 de junio de 1887) que permitía asociaciones políticas y
sindicales, la ley del jurado (20 de mayo de 1888) y el sufragio universal (9 de junio de 1890), para
varones mayores de 25 años.
Los carlistas fueron vencidos militarmente. Su dirección se exiló. Se presentaron como la única fuerza
católica, pero la Iglesia apoyaba ahora a los alfonsinos conservadores. Los carlistas se escindieron. Unos
se integraron en el partido conservador. Otros, dirigidos por Ramón Nocedal, fundaron un partido carlista
integrista que rechazaba el sistema y defendía la tradición y el catolicismo.
Los republicanos, vencidos por la anarquía de la I República y por los pronunciamientos, se enfrentaron
al desencanto de sus seguidores y las escisiones internas. El Partido Republicano Progresista de Ruiz
Zorrilla continuó sus pronunciamientos, que fracasaron por falta de apoyo popular. Surgieron o
continuaron otros partidos como el Posibilista de Castelar (cuando se retiró de la política pidió a sus
seguidores que se integraran en el partido de Sagasta), el Unitario de Salmerón, o el Federalista de Pi.
Los anarquistas
Las ideas del movimiento anarquista, difundidas por Fanelli, enviado por Bakunin, alcanzaron un
desarrollo mayor que el socialismo marxista. Prohibido por Serrano, durante el Sexenio y durante la
71
Fue un acuerdo llevado a cabo el 24 de noviembre de 1885, en vísperas de la muerte del rey Alfonso XII, entre Cánovas del
Castillo y Práxedes Mateo Sagasta, líderes respectivos de los dos partidos más importantes de la Restauración monárquica, el
Partido Conservador y el Partido Liberal, con el propósito de apoyar la regencia de María Cristina de Habsburgo-Lorena
(embarazada del futuro rey Alfonso XIII) y garantizar la continuidad de la monarquía ante la difícil situación creada por la
prematura muerte del joven monarca, sobre todo, teniendo en cuenta las fuertes presiones por parte de los carlistas y de los
republicanos.
112
Restauración, el anarquismo siguió pujante durante el último cuarto del siglo, muy implantado en el
campo andaluz y en la industria catalana.
El anarquismo de los años ochenta es eminentemente utópico y ensoñador de paraísos. Estaban tan
convencidos de la bondad de sus ideas que no dudaban de que la humanidad acabaría abrazándolas:
“hasta los ricos saldrían ganado”, pero no riqueza sino felicidad. Su doctrina era sencilla: desaparición de
la Iglesia, del Ejército y del Estado, de la organización, única causa de los males de la humanidad. Ésta,
buena y sociable por naturaleza, practicaría en adelante una vida honesta, sencilla y espontánea.
En los noventa comprendieron que sus ideas no prendían en la sociedad, y mucho menos en las clases
dirigentes. Las estructuras sociales, con sus injusticias, solo podrían cambiarse con una revuelta violenta e
integral: “esto sólo puede cambiarlo un terremoto”72. Aparecía por primera vez en España el hecho del
terrorismo73. Las victimas del anarquismo barcelonés estaban claras: el Ejército, la Burguesía industrial
y la Iglesia. La Bomba contra el Corpus tuvo más largas consecuencias; algunos anarquistas fueron
detenidos, juzgados, condenados a muerte y ajusticiados. El anarquista italiano Angiolillo, dispuesto a
vengar a sus camaradas, asesinó a Cánovas en 1897, provocando la más grave crisis del último cuarto del
siglo XIX.
Los socialistas
El marxismo fue introducido en España por el mismísimo yerno de Marx, Paul Lafargue (cuya mayor
aportación intelectual fue su “Derecho a la Pereza”). José Mesa, su principal seguidor, había acudido a
París, donde recibió consignas de Guesde, el más duro de los marxistas, y de ahí el carácter “guedista” o
radical del socialismo español. El movimiento quedó reducido a círculos minoritarios (frente el rápido
desarrollo del anarquismo) y apenas prendió en un grupo de tipógrafos de Madrid. En 1879 Pablo
Iglesias, fundó el PSOE, un “partido de clase”, legalizado en 1881. En 1886 se fundó el Socialista,
órgano de difusión del partido, y en 1888 la UGT. (Unión General de Trabajadores).
Su primera acción destacable fue una huelga de Imprenta. Las consecuencias de la huelga fueron el encarcelamiento y el despido de
varios tipógrafos, que tuvieron que buscar trabajo en otras partes de España. Aquella dispersión permitió la difusión de las ideas
socialistas, principalmente en el Norte. Su influencia será mayor en Madrid, Vizcaya y Asturias. En 1890 comenzaron a celebrar el
primero de mayo y fundaron la primera Casa del Pueblo74.
Desde 1883 el PSOE planteó un programa máximo (sustitución de la burguesía por el proletariado como
clase dirigente) y un programa mínimo (participación en la lucha parlamentaria). Esta dualidad pudo
perjudicar más que beneficiar. Los obreros desconfiaban de la lucha parlamentaria y de los políticos de la
Restauración, que no admitirían nuevos adversarios dispuestos a defenestrarlos. De hecho, la corrupción
electoral impidió al PSOE tener un diputado hasta 1910. Pero la participación de los obreros en las
elecciones fue extraordinariamente baja.
Sus progresos fueron lentísimos por su “fe parlamentaria”75 (la mayoría de los trabajadores consideraban que la política corrompía
y creían que cuando fueran elegidos los traicionarían) y su austera disciplina76.
72
Esto le dijo un anarquista a Juan Díaz del Moral, autor de la Historia de las Agitaciones Campesinas Andaluzas.
73
1891: Bomba en el edificio del Fomento de la Producción Industrial; 1892: violentos sucesos en Jerez y Barcelona; 1893: atentado
contra Martínez Campos; atentado en el Teatro del Liceo con 16 muertos; 1896: atentado contra el Corpus en Barcelona.
74
Con el objeto de aumentar la menguada culturar de los socialistas y difundir consignas.
75
Su programa contemplaba el alcanzar el poder mediante la lucha política.
76
Pablo Iglesias, hombre exigente, no toleraba disidencias ni conductas tibias: prohibía el uso de alcohol y tabaco, quería hombres
serios y responsables.
77
Folleto Centralización y regionalismo ante la política unitaria de patria mayor del político conservador Joaquín Sánchez de Toca
78
La conciencia regionalista se afianza con celebraciones de Juegos Florales, campañas de defensa de particularismos
institucionales o jurídicos, frente a proyectos unificadores como el Código Civil.
79
Donde mejor se conservan los rasgos lingüísticos, históricos y folclóricos que se tratan de recuperar.
113
Sus componentes ideológicos son bastante heterogéneos: en casi todos aparece una paradójica
combinación entre liberalismo y tradicionalismo, sin olvidar el poso federalista del Sexenio.
El catalanismo
El catalanismo no cobraría fuerza hasta que, después del 98, incorporara a la burguesía. Pero durante todo
el siglo XIX se fueron poniendo las bases ideológicas y culturales. Un movimiento intelectual de
recuperación, la Renaixença, de la lengua, las tradiciones y las instituciones y leyes históricas, canalizó y
expresó el primer sentimiento y conciencia regionalista-nacionalista, aunque aún bastante minoritario80
Muestra de esta debilidad es el fracaso de las propuestas de Valentín Almirall 81: en 1882 fundó el Centro
Catalán (Centre Catalá); en 1885 elaboró un Memorial de Agravios (Memorial de Greuges) para el rey
Alfonso XII; en 1886 publica El Catalanismo (Lo Catalanisme). Pero pronto se quedó sólo, escindiéndose
la Lliga de Catalunya y el Centre Escolar Catalanista.
Otro grupo, más conservador, fundó la Unión Catalanista en 1891 cuyo programa quedó fijado en las
Bases de Manresa, de 1892 defendiendo el catalán como lengua oficial de Cataluña y la vuelta de las
instituciones catalanas tradicionales (Diputación, Cortes y Audiencia de Cataluña). De aquí salió un grupo
liderado por Prat de la Riba y Cambó que movilizó al catalanismo tras 1898. La pérdida de las colonias
puso en cuestión los lazos que ligaban los intereses económicos de la burguesía textil catalana a la política
de Madrid. Esta fue la ocasión para que los catalanistas lograran integrar a la burguesía en su movimiento.
El nacionalismo vasco
A diferencia de otros regionalismos, el nacionalismo de Sabino Arana se caracteriza por su radical
exclusivismo racista, antiliberal y antiespañolista. El independentismo es el objetivo natural de estos
planteamientos nacionalistas. Estos hay que situarlos en su contexto histórico: abolición de los fueros y
transformaciones provocadas en Vizcaya por el proceso de industrialización. El purismo racista de Arana
reacciona contra la fuerte inmigración obrera “maketa”82.
El momento clave se produjo con la abolición de los fueros en 1876. Sin embargo, la referencia de Arana
a la Ley vieja como signo de identidad nacional iba más allá de la reivindicación foral. Arana funda el
Partido Nacionalista Vasco83 en 1895 aunando todos estos principios ideológicos, la defensa del euskera.
La peculiaridad del primer nacionalismo vasco estuvo constituida por la referencia a la raza como signo
de identidad exclusivista y a su catolicismo antiliberal, acorde con el integrismo católico vigente en otras
latitudes. En 1901 abandonó el independentismo inicial por el autonomismo.
El galleguismo
La sociedad gallega era también una sociedad rural que se vio afectada duramente por la emigración. A
mediados del siglo XIX se produce el “Rexurdimento”84, movimiento apolítico y cultural típico del
romanticismo que reivindicaba la lengua y cultura gallega. Pero en el breve espacio de tiempo 1886-1889
aparecen en Galicia expresiones muy características de las tres corrientes que configuran el regionalismo
gallego: el liberal Murguía, el federal de Aureliano Pereira y el católico tradicionalista de Brañas. El
fracaso del galleguismo está en la división de posturas y en la escasa base social.
EPÍLOGO: EL 98 Y EL REGENERACIONISMO
La sacudida del 98 fue una de las más tremendas que ha sufrido España en toda su historia
contemporánea. De golpe y porrazo, se vino abajo la época festiva y feliz de la Restauración. Fue como
un amargo despertar, destinado a tener las más importantes consecuencias históricas. La época que iba a
80
La burguesía había apoyado de forma explícita la Restauración, mientras el proletariado se alineaba fundamentalmente con el
anarquismo.
81
Éste había evolucionado desde el republicanismo federalista de Pi y Margall hacia posiciones francamente nacionalistas.
82
De ahí su enfrentamiento con el socialismo y sus dificultades para convertirse en alternativa integradora e interclasista: Los
efectos de la industrialización dividen a la burguesía vasca: los más beneficiados del proceso, los siderúrgicos, integrados en el
sistema de la Restauración, se oponen al nacionalismo y aceptan el sistema de conciertos económicos de 1878.
83
Su programa se basaba en cuatro aspectos fundamentales: raza vasca, fueros y religión; Dios y antiguas leyes; sociedad tradicional
y antiliberalismo; rechazo del socialismo obrero.
84
Recuperación cultural, lingüística e histórica de Galicia, con Rosalía de Castro y Manuel Murguía.
114
seguir, sería completamente distinta. Menos tranquila, menos deliciosa, pero también menos ramplona.
Nuevas y encontradas inquietudes se abrían paso, a veces brutalmente, en el ánimo de los españoles. Se
había de renovar España, cuyos defectos había que erradicar. Ahora todo iba parecer problemático,
bronco y necesitado de un remedio urgente. Un presente amargo y un futuro en que todo pudiera
arreglarse felizmente, marcó una de las características fundamentales de la mentalidad de la época.
La Regeneración en política se caracterizó por el contraste entre las ansias innovadoras y el casi total
inmovilismo del sistema, cada vez más denunciado y atacado. Pero la solidez de su estructura resistía
todos los embates y su decadencia se hizo interminable. Tres serían las tácticas regeneracionistas:
Renovación desde dentro (Maura, Canalejas);
Infiltración en él para cambiarlo radicalmente (partido reformista, movimiento maurista);
Su conquista, para sustituirlo por otro distinto (Crisis de 1917, II República).
Todos los intentos regeneradores iban a fracasar, aunque España seguirá progresando en lo económico, lo
social o lo cultural. España progresa, sí, pero no lo suficientemente rápido, ni profundo siquiera para
paliar los problemas de fondo. Un clima de inquietud, inconformismo e incluso de aguda crispación
definirá el panorama de la historia de España durante buena parte del siglo.
115
BLOQUE 8: PERVIVENCIAS Y TRANSFORMACIONES
ECONÓMICAS EN EL SIGLO XIX: UN DESARROLLO
INSUFICIENTE
116
5.- PROCESO DE DESAMORTIZACIÓN Y CAMBIOS AGRARIOS
La muerte de Fernando VII señala el inicio de una nueva fase en la historia contemporánea de España,
para cuyo estudio habrá que tenerse en cuenta dos procesos distintos pero paralelos: la consolidación del
liberalismo y las guerras carlistas.
Según la doctrina liberal, los hombres deben ser felices. Para garantizar dicha felicidad es necesario
poseer unos bienes que aseguren tanto el presente como el futuro. De este modo la propiedad se
convierte en un derecho natural, pues se trata del medio imprescindible para alcanzar la felicidad. Ya
que todos los hombres buscan la felicidad, es necesario que gocen de total libertad y se encuentren en
igualdad de oportunidades. Atendiendo a esto, el Estado debe garantizar: la propiedad privada y la
libertad. De acuerdo con estos razonamientos, la revolución liberal burguesa actuó sobre el sistema de
tenencia y propiedad de la tierra, logrando cambios significativos.
EVOLUCIÓN POLÍTICA
En un principio María Cristina se rodeó de políticos reformistas que habían intervenido en el final del
reinado de Fernando VII a favor de cierto aperturismo del régimen85. Así personajes como Francisco Cea
Bermúdez, partidario del reformismo administrativo y del conservadurismo político 86, o Javier de
Burgos, que procede a la división territorial y administrativa en 49 provincias, base del proceso
centralizador que desarrollaría el régimen liberal 87. Sin embargo estas reformas no convencían a los
líderes liberales, que habían vuelto definitivamente del exilio entre 1830 y 1833. Algunos de estos
personajes como Martínez de la Rosa, Francisco Javier Istúriz, Juan Álvarez Mendizábal y otros tantos
no tardarían en aparecer en los puestos políticos de mayor responsabilidad del país. Cea Bermúdez
dimitía y el liberalismo daba un paso hacia delante, mientras la guerra carlista se recrudecía en el Norte.
Mientras transcurría la guerra, los liberales iban ganado terreno en el ámbito político e institucional. Así
la reina gobernadora nombró a Francisco Martínez de la Rosa nuevo jefe de gobierno 88. Este había
participado en las Cortes de Cádiz, siendo un entusiasta y exaltado defensor de la Constitución de 1812.
Su radicalidad se había suavizado mucho durante el Trienio Constitucional, pero, sobre todo, los años de
destierro le habían convertido en un liberal muy moderado, lo que le permitía aparecer como un símbolo
de reconciliación. De entre sus medidas, la supresión de conventos partidarios del infante don Carlos
(primera medida del régimen contra la Iglesia) y la concesión de una amnistía total. Pero la gran
aportación de Martínez de la Rosa al proceso de transición hacia el pleno liberalismo fue la promulgación
del Estatuto Real de 1834, que proporcionaba al régimen político un instrumento válido para el
funcionamiento de las Cortes, sin que asustase demasiado a los realistas más conservadores que no habían
llegado a caer en el carlismo. Pero la excesiva prolongación de la guerra y la falta de apoyos en las Cortes
hicieron dimitir a Martínez de la Rosa en junio de 1835.
El nuevo presidente fue José María Queipo de Llano, conde de Toreno, que compartía las mismas
circunstancias políticas con su antecesor (de la exaltación en las Cortes de Cádiz a la moderación), lo que
provocó al poco tiempo las manifestaciones de la oposición en diversas ciudades y la formación de juntas
revolucionarias89, que pretendían la sustitución del Estatuto Real por la Constitución de 1812.
85
Son elementos reformistas considerados por algunos autores herederos de los afrancesados (Comellas) o “centristas preliberales”
(Palacios Atard)
86
Con lo que intentar contentar a los menos extremistas, tanto de liberales como de carlistas.
87
A pesar de las críticas que se le han hecho desde entonces a la división provincial del territorio español, su eficacia se pone de
manifiesto en el hecho de ser la única reforma de la época que ha perdurado hasta nuestros días, incluso con la nueva división
territorial en comunidades autónomas regulada por la Constitución de 1978.
88
Según Artola. “con este nombramiento la Corona renuncia a mantener un sistema exclusivo de poder y admite la ampliación del
sistema político en beneficio de al aristocracia y de una burguesía que, por su parte, aparece dispuesta a conservar a la Corona
una participación decisiva en el plano político”.
89
Entre ellas en Barcelona, que registró durante los disturbios la destrucción de la fábrica de Bonaplata, la factoría textil más
importante de la España del momento, aprovechando la protesta política para realizar reivindicaciones sociales (luddismo).
117
reinstauración de la Constitución de 1812 y defendería el trono de Isabel II, los derechos de la reina
gobernadora y el Estatuto Real.
Su programa de gobierno estaba dirigido fundamentalmente “a poner breve y glorioso fin, sin otros
recursos que los nacionales, a esa guerra fratricida…; a fijar de una vez y sin vilipendio la suerte futura
de esas corporaciones religiosas, cuya reforma reclaman ellas mismas…; a consignar… los derechos que
emanan y son… único y solo sostén del régimen representativo; reanimar,… crear y fundar el crédito
público… y afianzar, con las prerrogativas del trono, los derechos y deberes del pueblo, porque sin este
equilibrio es ilusoria toda esperanza de felicidad…” (Propuesta política expresada en un documento
dirigido a la reina gobernadora el 14 de septiembre de 1835).
Estos son pues los tres puntos en los que Mendizábal iba a centrar su gestión: la guerra carlista, la
desamortización de los bienes eclesiásticos y la recuperación del crédito.
Contaba con aquellos que habían sostenido a la regente hasta ahora pero llamó también a algunos de los
protagonistas de la vida política del anterior periodo constitucional, intentando conseguir apoyos
suficientes. Los primeros proyectos que presentó a las Cortes se referían a la institucionalización de la
prensa libre, la responsabilidad ministerial y la reforma electoral.
LA DESAMORTIZACIÓN DE MENDIZÁBAL
Pero el eje de su política será sin duda la desamortización con la que se pretendía la financiación
suficiente, tanto para reclutar y armar el ejército con el que acabar con la guerra, como para enjugar la
penosa carga de la deuda. Además crear una clase de nuevos propietarios agrícolas, afines al
régimen liberal progresista, temerosos de la instauración de otro régimen que devolviese a sus antiguos
propietarios los bienes desamortizados.
Desde el Antiguo Régimen, la mayor parte de las tierras estaba en “manos muertas”, vinculadas a
perpetuidad a una familia, una institución religiosa, un monasterio o un ayuntamiento, de forma que no
podían ser vendidas, divididas, embargadas ni confiscadas. El sistema buscaba asegurar la transmisión del
patrimonio, pero tenía unas consecuencias desastrosas para la economía:
Este sistema de propiedad concentraba la tierra en unas pocas manos de la nobleza y la Iglesia,
que, además, solían ser las menos productivas. Grandísimas extensiones estaban yermas o
escasamente cultivadas, con una productividad bajísima, lo que acentuaba las crisis de subsistencia,
provocaba hambrunas e impedía la generación de beneficios para invertir en la industria o en el
comercio.
La amortización de las tierras, es decir, la imposibilidad de venderlas, provocaba una gran escasez
en el mercado, por lo que los precios eran prohibitivos. Comerciantes, artesanos e industriales
enriquecidos que buscaban invertir sus beneficios en tierras se veían frenados por su
desproporcionado coste.
Pero es sin duda la de Mendizábal la más conocida, llamativa, significativa y paradigmática, aunque no la
más efectiva ni rentable. Su nombre va unido a la desamortización eclesiástica, aunque meses antes de su
gobierno fue suprimida definitivamente la Inquisición y nuevamente abolida la Compañía de Jesús en
España, dedicándose los bienes de ambas instituciones a la extinción de la deuda. Ya en julio de 1835,
con Mendizábal al frente, se decretó la supresión de los conventos y monasterios que tuviesen menos de
12 profesos (monjes o frailes), aplicándose a sus bienes la misma finalidad que los anteriores. Mendizábal
no adoptó pues una política absolutamente novedosa, lo que sí hizo fue sistematizar y radicalizar las
medidas de sus antecesores.
118
En octubre decreta la supresión de las órdenes religiosas, justificando la medida en lo desproporcionado
de sus bienes. Más adelante, en febrero de 1836, se declaraban en venta todos los bienes de las
Comunidades y corporaciones religiosas extinguidas, y también aquellos que ya hubiesen pasado a la
consideración de bienes nacionales, o la adquiriesen en el futuro. La venta debería hacerse de forma
pública, partiendo de una tasación oficial, a partir de la cual los posibles adquirientes pujarían por ellas
mediante subasta, adjudicándoseles a aquellos que ofreciesen un precio más alto por ellas. El pago podía
hacerse a través de dos procedimientos: uno para aquellos que lo hiciesen en títulos de deuda; otro para
los que lo efectuasen en dinero en metálico. En realidad los títulos de la deuda se habían depreciado de
tal manera que era un auténtico “papel mojado” del que sus tenedores no sabían cómo desprenderse.
Ahora, mediante este procedimiento, se les ofrecía la oportunidad de hacer un buen negocio, ya que no
sólo se les permitía pagar el precio de los bienes eclesiásticos a los que podían acceder con ellos, sino que
se les reconocía su valor nominal, mucho mayor que su depreciado valor real. El Estado rescataba la
deuda que tenía pendiente con estos particulares, pero sin duda, no era éste el medio que prefería, ya que
sus necesidades más urgentes tenía que satisfacerlas mediante dinero contante y sonante.
En cuanto a las consecuencias sociales, hay que decir que fueron dobles:
Por una parte hay que tener en cuenta a los compradores, entre los que hay que distinguir a los que
integran la burguesía de negocios de las grandes ciudades y que, generalmente, se dedicaban a la
especulación, comprando las tierras de la Iglesia para venderlas posteriormente (aunque los había
también que pretendían convertirse en terratenientes: la posesión de la tierra constituía todavía un medio
para conseguir consideración social y, además, la tierra seguía siendo un valor seguro frente a las
alteraciones económicas producidas en otros sectores). Aparecía una nueva burguesía agrícola que, unida
a la antigua nobleza, formaría la “aristocracia” de la época isabelina. Una aristocracia defensora del
régimen y enemiga de cualquier cambio político que implicase reforma o alteración del status
adquirido. Pero también los compradores más modestos, como algunos profesionales o funcionarios
civiles y militares, que acudieron a las subastas de fincas pequeñas y medianas cercanas a los lugares
donde vivían. Se trata de otra categoría de beneficiarios de la desamortización que constituye un sector
social importante.
Pero también existe otra consecuencia social negativa. La desamortización no significó una reforma
agraria, en el sentido de que no sirvió para crear una nueva estructura de la propiedad agrícola más
favorable a los campesinos pobres. De hecho se advirtió 90 que la situación del pequeño campesinos iba a
empeorar en relación con lo que tenían cuando la tierra pertenecía a la Iglesia 91. Se redujo el número de
arrendatarios, aumentándose la explotación directa mediante la utilización del trabajo propio o asalariado.
El trabajo asalariado significa el trabajo del jornalero. La generalización del sistema degeneraría en
protestas y manifestaciones de violencia, convirtiendo al campo, especialmente en la región andaluza, en
caldo de cultivo para la revuelta social.
90
Álvaro Flórez Estrada atacó el proyecto en las Cortes y en la prensa pidiendo que la desamortización fuera un instrumento para
conseguir el cambio de estructura de la tierra. Para ello había que entregar las tierras desamortizadas en arrendamientos enfitéuticos
(a muy largo plazo y muy bajo precio) a los mismos arrendatarios que las estaban trabajando para la Iglesia.
91
Los nuevos propietarios endurecieron las condiciones, subiendo las rentas y realizando nuevos contratos a corto plazo.
119
podrían haber tenido su objetivo en la inversión en industria. También se habla de un trasvase de capitales
desde la economía urbana a la rural. Tampoco el Estado tuvo tantos beneficios como Mendizábal había
pensado. El Estado hizo un mal negocio, a pesar de ser vendidas las fincas a alto precio, debido a las
facilidades dadas a los poseedores de títulos de deuda devaluados y al sistema de venta a plazos para
aquellos que pagaban en metálico (devaluándose además los recursos que recibía el Estado). La deuda no
disminuyó sino que aumentó, no pudiendo realizarse la reforma de la Hacienda prevista. La guerra
carlista tampoco tuvo el rápido final previsto por Mendizábal.
Sin embargo la desamortización fue un instrumento muy eficaz en cuanto al objetivo de consolidación del
régimen liberal, desde el punto y hora en que los nuevos propietarios de las tierras desamortizadas se
convirtieron en los más firmes defensores del sistema político que les había permitido la realización de
negocios con tan pingües beneficios. No interesaba de ningún modo una vuelta atrás que pusiera en
peligro sus recientes adquisiciones. Pero también hay que señalar la paradoja sociopolítica que se produjo
como consecuencia de esa burguesía propietaria, que paso a engrosar, no las filas del partido de
Mendizábal, sino las filas del moderantismo. “El progresista Mendizábal firmó sin pretenderlo el entierro
de su partido por espacio de una generación”.
La Iglesia nada pudo hacer por evitar la desamortización de sus bienes, por lo que Mendizábal fue
decisivo para producir un total distanciamiento con el liberalismo. Ésta tensión derivó en la ruptura por
parte del papa Gregorio XVI de las relaciones con el Gobierno español.
En el aspecto cultural también hay que señalar los negativos resultados que tuvo la desamortización para
su rico patrimonio artístico y documental. Muchos edificios de valioso estilo arquitectónico fueron
abandonados o derruidos. Innumerables retablos, esculturas, imágenes, cuadros se perdieron para siempre
o en el mejor de los casos pasaron a manos de particulares. También muchos archivos fueron destruidos y
las bibliotecas sufrieron deterioros irreparables. Es sin duda este uno de los aspectos más lamentables de
la desamortización eclesiástica. Más importante fue la práctica desaparición de la función educativa de
conventos y parroquias. Millones de españoles quedaron sin instrucción, provocando tasas de
analfabetismo sin precedentes. El Estado se ocupó de las Universidades, al tiempo que se fundaron
excelentes y distinguidas academias para los hijos de la buena burguesía. La educación fue cosa de las
élites.
LA DESAMORTIZACIÓN DE MADOZ
La Revolución de 1854, iniciada por algunos moderados descontentos, supuso sin embargo el fin de la
hegemonía moderada en el poder, que duraba desde 1843, y el inicio del Bienio Progresista. Se reunieron
unas Cortes constituyentes que alumbraron la Constitución progresista, llamada “non nata” debido a la
disolución de las Cortes antes de ser promulgada. Mejor suerte tuvo la ley de desamortización de mayo de
1855, que es conocida por el nombre del ministro de Hacienda que la hizo aprobar, Pascual Madoz. Esta
ley supone el inicio de la llamada desamortización civil, aunque afectó también a bienes pertenecientes al
clero, reavivando las tensiones con la Santa Sede 92, que habían sido aplacadas con el Concordato de 1851.
En cuanto al volumen de ventas, éste fue el proceso más importante. La ley de Madoz pretendía ser “una
revolución fundamental en la manera de ser de la nación española, el golpe dado al antiguo deplorable
régimen, y la forma y el resumen de la regeneración política de nuestra patria”. Se declaraban en venta
todos los bienes pertenecientes a manos muertas que no lo habían sido en anteriores desamortizaciones,
es decir, todos los predios (tierras) rústicos y urbanos, censos y foros de clero, de las órdenes militares, de
cofradías, obras pías y santuarios, de propios y comunes de los pueblos, de beneficencia y de instrucción
pública. De todos ellos, los que destacan por su importancia eran los bienes pertenecientes a los
municipios, tanto los que eran propiedad del pueblo en su conjunto –bienes de propios- y los beneficios
que producían revertían en la totalidad de la comunidad 93, como los bienes de comunes, que siendo
también del pueblo podían ser disfrutados personal e individualmente por los vecinos para llevar el
92
Junto con la discusión en torno a la libertad religiosa para elaborar el nuevo proyecto de Constitución.
93
Como la mejora de infraestructuras, escuelas, asistencia médica, etc.
120
ganado a pastar o recoger leña para el hogar. En algunos casos se trataban de fincas urbanas que el
ayuntamiento arrendaba a particulares.
La finalidad de la ley Madoz era obtener medios económicos para el Estado. Tampoco en esta ocasión
aparece como preocupación por parte de los progresistas el acceso a la tierra de los desposeídos. Se
utilizó el procedimiento de subasta pública para la venta de los bienes desamortizados. No obstante se
introdujeron algunas mejoras técnicas en cuanto a la forma de pago, que sólo podría hacerse en metálico y
en plazo de 15 años, con un descuento de 5% sobre plazos adelantados. Más adelante se admitió el pago
con títulos de deuda para pagar hasta la mitad del valor de los bienes adquiridos pero sólo por el valor de
cotización del día anterior a la operación.
Se puede hablar de consecuencias sociales negativas, al arrebatarle a los pueblos los únicos medios de
financiación que tenían en la mayor parte de los casos para mejorar la calidad de vida de los vecinos y
atender a los gastos de los servicios comunes, o bien al dejar a los habitantes más pobres sin la posibilidad
siquiera de aprovechar esas tierras comunales para mantener su precaria subsistencia. Para compensar la
pérdida de sus fuentes de ingreso, los municipios sólo disponían de los impopulares impuestos sobre los
consumos, tan denostados y atacados por las clases menos favorecidas.
El efecto positivo fue para la Hacienda que consiguió recursos para reducir la Deuda, y para el nuevo reto
de la construcción de ferrocarriles, que tomaron gran impulso tras 1855.
LA DESAMORTIZACIÓN ECLESIÁSTICA Y CIVIL ENTRE 1834 Y 1856
Desamortización eclesiástica Fincas rústicas Fincas urbanas
1836-1844 110.945 13.113
1845-1854 3.731 1.329
1854-1856 24.845 5.205
TOTAL 139.521 19.647
Desamortización civil
Corporaciones 16.859 3.327
Estado 5.074 661
TOTAL 21.933 3.988
CAMBIOS AGRARIOS
La masiva operación de venta de tierras afectó a la producción agrícola. El paso de las manos muertas a
los propietarios particulares debería haber potenciado el crecimiento, pero todo parece indicar que no fue
así. Otros factores ayudaron al desarrollo tímido de la agricultura española durante este siglo, como la
supresión del diezmo eclesiástico y la Mesta, la lenta mejora de las comunicaciones y el aumento de la
población.
En general, la producción creció de forma modesta hasta el último cuarto de siglo, momento en el que
aumentó la productividad de los cultivos. De todos los cultivos, el trigo aumentó su producción en un
72o% entre 1800 y 1890, frente a otros cereales. Pero desde la década de los setenta, otros productos,
como el maíz, las naranjas o los frutales, crecieron a mayor ritmo. Aun así, la estructura productiva de la
agricultura española apenas se modificó en todo el siglo y siguió basándose en la clásica tríada formada
por trigo, olivo y vid. Estos cultivos, más el de leguminosas, ocupaban hasta fines de siglo el 90 % de la
tierra cultivable.
La política proteccionista, aplicada por el arancel de 1891, pretendió frenar la gran crisis agraria de fin de
siglo. Pero esta política ocultaba la baja productividad de la agricultura española por el atraso técnico, las
estructuras arcaicas, la escasa inversión, etc. Otras producciones que empezaron a destacar desde
mediados del siglo XX, cuando se fue abandonando la política proteccionista.
La agricultura constituyó en la España del siglo XIX un sector clave, pero menos dinámico que en otros
países europeos. Es verdad que aumentó la superficie cultivada; sin embargo, apenas se modificó la
población activa dedicada a estas tareas (en torno al 65 %), y los niveles de consumo y de productividad
121
fueron muy bajos94. La superficie cultivable había pasado de algo más de 20 millones de hectáreas en
1830 a 45 millones en 1900, pero esa expansión de la superficie no se vio acompañada de una mejora
notable de los rendimientos. La producción agraria no creció más por la escasa capacidad de la demanda,
la reducida población urbana (solo el 9 % vivía en ciudades de más de 100.000 habitantes a fines de siglo)
y la baja calidad de la dieta alimentaria.
A pesar de ello, España pasó de ser exportadora de trigo y harina en el período 1826-1850 a ser
importadora neta desde l875 y eso que la presión proteccionista materializada en el arancel de 1891 trató
de impedir la entrada de cereales extranjeros. La producción nacional, pues, no bastaba para satisfacer la
demanda de una población en rápido crecimiento.
Por último, tampoco la agricultura fue motor de arrastre de la demanda de productos industriales para su
aplicación en el campo y no aportó capitales de forma notable. Ni el textil, ni la siderurgia ni la química
encontraron en el mundo rural un mercado hasta el siglo XX. Mientras que en otros países de Europa esa
demanda era un impulso para el desarrollo industrial, en España la demanda de maquinaria, abonos o
herramientas era escasa Sirva de ejemplo que la fábrica de superfosfatos fundada en 1890 por la Sociedad
de la Dinamita Nobel cerró al poco tiempo por la casi nula demanda. Podemos concluir, pues, que el
estancamiento de la agricultura fue una de las causas básicas del atraso de la economía española durante
este siglo.
CRISIS FINAL
Las consecuencias de la política económica de los progresistas, con la vuelta al librecambismo y los
efectos nefastos de la desamortización sobre los campesinos, condujeron a una nueva etapa de
conflictividad social. Las protestas se generalizaron en el campo. La reina destituyó al general Espartero,
nombrando a O‟Donnell. Las masas se echaron a la calle. El general Serrano reprimió duramente la
revuelta. El bienio de los progresistas había terminado, demostrando la imposibilidad de convivencia
política en el poder entre la reina y los herederos de los exaltados, que no volverían al poder hasta la
Revolución Gloriosa de 1868. Empezaba también el final del reinado de Isabel II, que ya sólo contaba con
el apoyo de los moderados y con la aparición de movimientos de oposición ya no contra el gobierno, sino
contra el mismísimo régimen.
94
Así, en 1890, el rendimiento del trigo era en España de 7,6 quintales por hectárea, mientras que en Reino Unido era de 25,3 y en
Alemania de 17,1.
122
AGRUPACIÓN DE CONTENIDOS IV
123
BLOQUE 9: LA CRISIS DEL SISTEMA DE LA
RESTAURACIÓN Y LA CAÍDA DE LA MONARQUÍA
(1902-1931)
124
6.- GUERRA COLONIAL Y CRISIS DE 1898
La pérdida del imperio colonial es un proceso irreversible desde 1810, ligado al desarrollo del liberalismo
y de la soberanía nacional. Desde 1825 el inmenso imperio colonial español queda reducido a Cuba y
Puerto Rico en América (con el caso singular de República Dominicana), Filipinas y algunas islas en el
Pacífico, algunas plazas en el norte de África, en Río de Oro y en el golfo de Guinea. Aun así posesiones
en todos los continentes de la Tierra.
Pero Cuba fue siempre una colonia muy especial para los españoles por razones que iban desde lo
económico a lo afectivo. Cuba había logrado un desarrollo económico mayor que el de la Península y
estaba entrando en la órbita económica de la nueva potencia en ciernes: los Estados Unidos.
Los lazos entre Cuba y España se mantenían sin embargo, debido a los vínculos familiares, económicos y
sociales. Las guerras anteriores (Guerra de los Diez Años) no habían terminado con el conflicto
independentista. Por el contrario, pronto volvería a resurgir con más fuerza.
El conflicto cubano era percibido de diferente manera por los grupos sociales españoles y cubanos. Los
campesinos y clases bajas de la isla, los llamados “mambises”, entendían que para mejorar su situación
debían seguir el camino de la independencia, como hicieron los norteamericanos con Inglaterra. La
esclavitud había sido abolida sólo unas décadas atrás, y la mayoría de los campesinos negros o mulatos se
sumaron a la revuelta independentista. Las oligarquías criollas se habían dado cuenta de que sus intereses
económicos estaban en Estados Unidos mucho más que en España. La vinculación política con España
era un obstáculo que había que salvar.
125
Por parte española el tema cubano se vivió con auténtica pasión. Muchas familias estaban repartidas entre
Cuba y España. Los intereses económicos eran enormes, especialmente en el caso catalán. De ahí que en
la prensa alentara la luchar por la identidad española de Cuba. Todos los partidos políticos de la época, a
excepción del PSOE, eran favorables a ir a la guerra si era necesario.
El problema principal era que no era un problema típico entre colonia y metrópoli. En este caso, el
conflicto era triangular: España, Cuba y Estados Unidos. Parecía inevitable que España y los Estados
Unidos terminaran enfrentándose por Cuba. El dilema era difícil: la crisis cubana parecía irresoluble y un
enfrentamiento con los norteamericanos podría llevar al desastre. ¿Por qué se hizo la guerra?
Probablemente por cuestiones de honor, orgullo y patriotismo, conceptos que para la época tenían un
enorme valor. El ejército, además, no hubiera permitido la entrega sin más de una parte del territorio
español. Es posible que el equilibrio político de la Restauración y la monarquía se hubieran venido abajo.
En los 90, la política económica proteccionista española perjudicaba notablemente a los criollos cubanos.
La nueva ley arancelaria de 1892 les hizo resignarse a comprar exclusivamente productos peninsulares y
no comerciar por su cuenta con los Estados Unidos. Al mismo tiempo, se había desarrollado una clase
intelectual autóctona, cuyo representante más conocido fue José Martí, creador de una especie de
filosofía nacional que sirvió para llenar de contenido el conflicto.
En 1893 José Rizal fundó la Liga Filipina que se opondría a la presencia española en Filipinas. Éstas se
diferenciaban de las Antillas por la escasa presencia española en el archipiélago y la baja ocupación
efectiva del territorio, excepto Manila y su entorno. España se tuvo que enfrentar a un conjunto de
disidencias de base campesina, eclesiástica, nacionalista y de los terratenientes.
La llegada de Weyler (enero de 1896) significó un cambio sustancial que tuvo efectos inmediatos. En
pocos meses pacificó las provincias del Occidente mediante una táctica extremadamente dura de
aislamiento de las guerrillas lideradas por Antonio Maceo y Máximo Gómez, concentrando a la
población campesina en reservas vigiladas (reconcentración) y compartimentando el territorio mediante
trochas o líneas fortificadas que impedían el paso de una zona a otra de estos guerrilleros que iban siendo
eliminados parcela a parcela. La guerra dio un giro favorable a los españoles, que la tenían prácticamente
ganada.
126
militares y de su política de gestión95, que había permitido la pacificación de la mitad occidental y la
predisposición para hacer lo mismo en la oriental. La reducción al mínimo de las acciones militares y la
concesión a la isla de un amplio estatuto de autonomía96 fueron las claves de la política liberal para
Cuba: “la pacificación… por la acción política”. En noviembre se concedía una amplia amnistía a los
presos políticos de Cuba y Puerto Rico. La política de concesiones llegaba demasiado tarde, y el nuevo
gobierno autónomo de Cuba, con el autonomista José María Gálvez al frente, alentó aún más el
movimiento independentista y la presión estadounidense, cada vez más agobiante y directa.
La guerra era declarada oficialmente el 25 de abril, “Fue una pequeña guerra deliciosa”, escribió un
periodista norteamericano. Las cosas le salieron bien a Estados Unidos desde el primer momento, y a
pesar de su reconocida superioridad, sorprendió la facilidad y rapidez de su victoria. El ejército español
resistió bien la llegada de tropas americanas, que fueron derrotadas en las Lomas de San Juan, cerca de
Santiago de Cuba.
El problema fue la armada. La flota norteamericana se había construido según el modelo inglés: buques
acorazados pesados y con artillería de largo alcance. La marina española con un blindaje débil y un
alcance de fuego mucho menor no podía desafiar el potencial naval americano. Los americanos atacaron
primero en Filipinas, destrozando la armada española en Cavite, y Manila, la capital, se rindió días más
tarde. La guerra se decidiría en la bahía de Santiago. La flota americana esperó a que saliera por la
estrecha boca de la bahía la flota española, al mando del almirante Cervera. Uno a uno los barcos
españoles fueron hundidos. No podía mantenerse una guerra en Cuba sin flota.
En 1898 el Gobierno envió una escuadra naval a Cuba a presentar una batalla que sabía que tenía perdida de antemano. La
comandaba el almirante Cervera, que buscó refugio en el puerto de Santiago de Cuba. Fuera le esperaban dos flotas al mando
del almirante Sampson. Se esperaba una derrota y así sucedió. El 3 de julio Cervera dio la orden de salir a mar abierto donde
estaban esperando los buques americanos que cañonearon a los españoles sin piedad según iban saliendo por la bocana.
Para evitar una carnicería inútil Cervera ordenó dirigirse a la línea de costa y embarrancar los buques. Al regresar a España
Cervera fue juzgado por su actitud poco gallarda en la batalla.
95
Gestión dura, fuertemente criticada por los Estados Unidos en nombre de los derechos humanos, pero eficaz.
96
Igualdad de derechos entre españoles peninsulares y antillanos, extensión del sufragio universal a Cuba y Puerto Rico.
127
El 26 de julio España pedía la paz a Estados Unidos. Fue la Paz de París, firmada el 10 de diciembre de
1898, en la que España reconocía la independencia de Cuba, y cedía Puerto Rico, Filipinas y la isla de
Guam a Estados Unidos, a cambio de una compensación de 20 millones de dólares, pasando a convertirse
en colonias norteamericanas o en naciones “independientes” aunque sometidas a la protección de Estados
Unidos, bajo la enmienda Platt. En 1899, España entregó al Imperio Alemán las islas Carolinas, las
Marianas y las Palaos, a cambio de 25 millones de dólares. El imperio ultramarino se había perdido. Se
acababa la estabilidad y el progreso de la Restauración.
Los últimos de Filipinas. La guarnición española de Baler se rindió el 2 de junio de 1899, después de 337 días de asedio. La
guerra había terminado mucho antes.
El problema de identidad
La aparición de una nueva mentalidad de “decadencia” que se deja sentir en la cultura española con su
preocupación por el tema de España (Generación del 98). Se criticó el sistema político responsable del
desastre y se puso el foco en sus defectos: “su hipocresía oficial”, su artificiosidad, su insinceridad, su
vivir de espalda a los españoles, los amaños electorales, el caciquismo, el sentido oligárquico de los
políticos, que según Baroja “miraban el Estado como si fuera su finca”. Pero el análisis alcanzó también
a los gobernados: Azorín critica la desidia, Machado97 la ignorancia, Baroja la vulgaridad, Unamuno la
97
“España de charanga y pandereta”, “la España inferior ora y bosteza”, “ora y embiste cuando se digna a usar la cabeza”.
128
ramplonería. España resulta ser un país atrasado, inculto, sin educación ni espíritu de trabajo, anclado en
sus viejas supersticiones, ahogado en la rutina. Para Ortega la historia de España “es la historia de una
continua decadencia”, de inmovilismo. España sería más africana que europea, por lo que iba a nacer un
europeísmo como paradigma salvador98. Esta crítica inmisericorde encierra dolor precisamente porque les
asquea lo que aman: “me duele España” (Unamuno).
El problema político
Teóricamente, España es uno de los países más democráticos del mundo: sufragio universal, constitución
abierta, derechos fundamentales, juicios con jurado… Pero estas “verdades oficiales” encerraban una
hipocresía oficial. El sistema estaba arbitrado por los políticos para uso propio, a espaldas del pueblo. Los
políticos sostenían que el sistema era inevitable por la escasa responsabilidad del pueblo: sólo las
minorías inteligentes (los políticos) conocerían la realidad y los problemas de España, que haber
suprimido el encasillado hubiese supuesto un caos. Otros en cambio recuerdan el Cantar del Mio Cid:
“qué buen vasallo si hubiera buen señor”. Se puede hablar de un círculo vicioso: el pueblo no está
preparado porque la clase política prescinde de él, y la clase política prescinde del pueblo porque éste no
está preparado. El sistema estaba caracterizado por la insinceridad electoral, la tendencia a la oligarquía y
el caciquismo (encasillado, pucherazo, carácter rural…).
El problema social
A pesar de que los obreros industriales eran una minoría, sin embargo van a protagonizar la protesta
social. En cuanto al campesinado, el 90% eran jornaleros, principalmente en el Sur. En general las
condiciones de trabajo y el nivel de vida mejoraron pero la cuestión social se planteó más profundamente
por el crecimiento de la conciencia de clase y su organización.
Este planteamiento social coincidió con la radicalización del anticlericalismo. Desde muchos sectores, se
veía a la Iglesia como una institución dominante que había sido una carga para el desarrollo y el progreso
de España. La secularización de la vida pública y las costumbres fue mayor. El clero se veía como un
enemigo a batir. La Semana Trágica (1909) sería un episodio de este nuevo anticlericalismo.
98
“España es una deformación grotesca de la civilización europea” (Valle Inclán), “España es una sociedad de botarates y
mequetrefes gobernada por beatos” (Baroja).
129
A esto se unió el renacimiento del militarismo. El ejército no servía ya para defender a España del
exterior, por lo que se iba a dedicar a garantizar la unidad del territorio nacional y la paz social interna,
amenazadas por el nacionalismo y por estos movimientos obreros.
El problema económico
Se produjo un cambio económico importante. España tenía unos graves problemas estructurales: era una
economía eminentemente agrícola, donde unos pocos propietarios poseían la mayoría de la tierra,
generando, sobre todo en el Sur, un sistema latifundista. Fuera de la agricultura, buena parte de los
recursos de España estaban en manos extranjeras (minería, ferrocarril, electricidad, etc.).
Pero desde el 98, España se integró progresivamente en la economía global. Se produjo una redistribución
de los sectores productivos. El primario empezó a disminuir lentamente, y el secundario y terciario a
crecer paulatinamente. España dejó (a la fuerza) de mirarse a sí misma y sus colonias. El desastre del 98
tuvo un aspecto positivo en la repatriación de capitales desde Cuba, que se invirtieron con criterios
modernos en compañías eléctricas (Sevillana), químicas, pero fundamentalmente en la banca (Banco
Hispano Americano, Banco Atlántico, Banco de Vizcaya, Banco Español de Crédito) o en la siderurgia
(Altos Hornos de Vizcaya).
El problema regionalista
El último precedente insolidario fue el entre grotesco y trágico de las cantonales, en 1873. El caso del
siglo XX es distinto, por cuanto la insolidaridad reviste un carácter regionalista en lo geográfico y
nacionalista en lo visceral. Pero el rasgo más diferencial de los regionalismos-nacionalismos del siglo XX
es el separatismo, el deseo de diferenciación entre la autonomía que se pretende y España. Es quizá el
problema más específico del siglo XX99.
EPÍLOGO: EL REGENERACIONISMO
La sacudida del 98 fue una de las más tremendas que ha sufrido España en toda su historia
contemporánea. De golpe y porrazo, se vino abajo la época festiva y feliz de la Restauración. Fue como
un amargo despertar, destinado a tener las más importantes consecuencias históricas. La época que iba a
seguir, sería completamente distinta. Menos tranquila, menos deliciosa, pero también menos ramplona.
Nuevas y encontradas inquietudes se abrían paso, a veces brutalmente, en el ánimo de los españoles. Se
había de renovar España, cuyos defectos había que erradicar. Ahora todo iba parecer problemático,
bronco y necesitado de un remedio urgente. Un presente amargo y un futuro en que todo pudiera
arreglarse felizmente, marcó una de las características fundamentales de la mentalidad de la nueva época.
El regeneracionismo, impulsado por Joaquín Costa, intentaría ser un movimiento científico y racional,
con el lema “Escuela, despensa y doble llave al sepulcro del Cid” que embocase ese movimiento de
crítica para plantear una salida, cuyo paradigma es sin duda el concepto de “cirujano de hierro”.
La Regeneración se caracterizó por el contraste entre las ansias innovadoras y el casi total inmovilismo
de las distintas estructuras del sistema, cada vez más denunciadas y atacadas. Todos los intentos
regeneradores iban a fracasar, aunque España seguirá progresando en lo económico, lo social o lo
cultural. España progresa, sí, pero no lo suficientemente rápido, ni profundo siquiera para paliar los
problemas de fondo. Un clima de inquietud, inconformismo e incluso de aguda crispación definiría el
panorama de la historia de España durante buena parte del siglo.
Aunque responde a una constante histórica de insolidaridad entre los pueblos españoles “Los hispanos, cuando no encuentran
99
enemigo exterior, se sienten enemigos unos de otros” que alterna con épocas de gran solidaridad y entusiasmo en común.
130
Ampliación.- ALFONSO XIII
Pero los presupuestos que pretendían estabilizar la economía española y la deuda pública mediante el
aumento de la presión fiscal produjeron un malestar general. Una oposición frontal a pagar nuevos
impuestos provocaron gran tensión en Cataluña: encarcelamiento de comerciantes, declaración del estado
de guerra… Silvela, hombre
culto y escéptico (en el fondo
no creía que el pueblo español
pudiera ser regenerado) acabó
dimitiendo.
131
reconstrucción naval, una ley de colonización interior, la creación del Instituto Nacional de Previsión
(1908) para mejorar de forma limitada la situación de los obreros, la reforma de la policía y una nueva
ley electoral que establecía el voto obligatorio y la proclamación automática de candidatos sin oposición.
La más ambiciosa reforma que emprendió Maura fue la nueva ley de Administración Local. La
autonomía municipal y la garantía de su representatividad eran la base para desmontar el sistema caciquil
y hacer participar a la “masa neutra” española. La creación de las Mancomunidades, asociaciones de las
diputaciones, debían ser el primer paso para un autogobierno regional, lo que facilitó el entendimiento
con los diputados de la Lliga. La discusión del proyecto se eternizó en las cámaras y la ley no estaba
aprobada cuando cayó Maura tras los sucesos de la Semana Trágica.
La Semana Trágica
Fue una insurrección de
carácter popular ocurrida
en Barcelona, en la última
semana de julio de 1909,
que produjo una gran
conmoción social y
alcanzó una notable
repercusión en la política.
La situación social y
sindical de Barcelona era
realmente explosiva en los
primeros años del siglo
XX, donde se habían
logrado niveles muy altos
de concienciación y
organización obrera,
especialmente entre el
anarquismo. Ante el cariz
que tomaban los
acontecimientos de la
guerra de Marruecos en el área próxima a Melilla, el gobierno de Maura recurrió al reclutamiento de
reservistas, en su mayoría padres de familia integrados en sus puestos de trabajo. El embarque del
contingente barcelonés, desde el 11 de julio, fue la chispa que provocó importantes tumultos.
Las organizaciones obreras anarquistas y socialistas de Cataluña acordaron convocar para el 26 de julio
una huelga general, que tuvo un amplio seguimiento en la ciudad de Barcelona y en otros municipios. El
ministro de Gobernación recurrió al Ejército para acabar con la actividad huelguística. El gobierno
decretó asimismo el estado de guerra. Al día siguiente, las primeras noticias sobre el desastre del
Barranco del Lobo, en Marruecos, desencadenaron una auténtica insurrección, cuyo momento
culminante fue el día 28. El foco más importante fue la ciudad de Barcelona, donde más de medio
centenar de edificios, muchos de ellos religiosos, fueron incendiados y se produjo un centenar de muertos.
El 31 de julio, el gobierno
desbarató la insurrección
en las principales
localidades afectadas y, a
primeros del mes
siguiente, devolvió la
calma a todo el territorio
sublevado al tiempo que
desplegaba una
contundente represión.
La búsqueda de
responsabilidades se
dirigió tanto al
nacionalismo catalán
como al republicanismo
132
anticlerical de Alejandro Lerroux, quien, de hecho, se había negado a
prestar su apoyo a la instauración de la forma de gobierno republicana
que respaldaba algunos de los sublevados. La Semana Trágica se saldó
con más de un millar de arrestados y 17 condenados a muerte, 5 de los
cuales fueron ejecutados. Entre éstos se encontraba el pedagogo
anarquista Francisco Ferrer y Guardia, fundador de la Escuela
Moderna, cuya ejecución, el 13 de octubre siguiente, desencadenó una
campaña de condenas internacionales.
El intento de Canalejas
Alfonso XIII encargó formar gobierno a José Canalejas en 1910. Líder del ala izquierdista del partido
Liberal, Canalejas era un hombre de prestigio que había ido fraguando un programa regenerador más
abierto que el de Maura pero con el idéntico fin de provocar la revolución desde arriba, a través del
ejercicio del poder.
Su breve gobierno transcurrió entre permanentes conflictos sociales originados en zonas agrarias e
industriales y dirigidos por el movimiento anarquista y republicano. De hecho en las elecciones de 1910 y
como consecuencia de los sucesos de 1909, republicanos y socialistas se presentaron unidos en la
Conjunción republicano-socialista que obtuvo en Madrid el primer escaño para el PSOE, en la persona
de su fundador, Pablo Iglesias.
Sus principales realizaciones fueron:
la sustitución del impuesto de consumos por
un impuesto sobre las rentas urbanas que
causó bastante oposición en sectores de la
clases media;
no pudo eliminar las quintas porque el
presupuesto militar necesitaba dichos fondos,
estableciéndose un servicio militar
obligatorio en tiempos de guerra y en tiempos
de paz una escala de reducción del tiempo de
servicio en función del pago de dos niveles de
redención bastante elevados;
reguló la jornada nocturna de las mujeres y
el contrato de aprendizaje;
permitió los signos externos de otras religiones
en sus respectivos templos e implantó la ley
del candado, que prohibía la instalación en
España de nuevas órdenes en el plazo de dos
años hasta lograr una nueva ley de asociaciones
que regulara definitivamente el problema;
se aprobó la ley de Mancomunidades.
La crisis de 1917
Crisis militar - las Juntas Militares de Defensa: los militares tenían problemas económicos por los
bajos sueldos de la oficialidad y profesionales por la cuestión de los ascensos dentro del escalafón
con ascensos más rápidos para los africanistas. Comenzaron a formarlas en 1916 los oficiales de
guarnición de la península, pidiendo un sistema de ascensos por escala cerrada (sin méritos), el
cese de los favoritismos y una mejora de las condiciones económicas y profesionales. Al final
acabaron teniendo reivindicaciones políticas: pidieron al rey que convocara unas Cortes generales
133
que podrían tener carácter constituyente y la desaparición del caciquismo. Llegaron a tener 9000
afiliados.
Crisis política – la Asamblea de Parlamentarios: como consecuencia de una de las frecuentes
crisis de los gobiernos dinásticos, el conservador Eduardo Dato se vio obligado a suspender las
garantías constitucionales y cerrar las Cortes. Entre el cinco y el nueve de julio se reunió en
Barcelona la Asamblea de Parlamentarios. Estuvo formada por los regionalistas de Francisco
Cambó, los reformistas de Melquíades Álvarez y el PSOE, liderado por Pablo Iglesias. Pedían la
convocatoria de unas cortas Cortes Constituyentes para reformar el régimen y la puesta en marcha de
un sistema político que aceptara la plurinacionalidad de España.
Texto
La Asamblea adopta los siguientes acuerdos:
a) La política del actual Gobierno (…) constituye a la vez un agravio al Parlamento y un obstáculo a que las ansias de
renovación que siente el país puedan obtener normal satisfacción.
b) Que habiendo declarado el Gobierno y los partidos que tienen mayoría en las actuales Cortes, que éstas no pueden
actuar en funciones de Constituyentes, y considerando la Asamblea que urge deliberar y resolver sobre la
organización del Estado, la autonomía de los municipios y los demás problemas que las circunstancias plantean con
apremio inaplazable para la vida del país, entiende que es indispensable la convocatoria de nuevas Cortes con
funciones de Constituyentes (…)
c) Que para que el país pueda manifestar libremente su opinión, y el pueblo no vea cerrada toda esperanza de que su
voluntad sea conocida y respetada, las Cortes Constituyentes no puedan ser convocadas por un gobierno de partido,
que fatalmente seguiría los habituales procedimientos de adulteración del sufragio, sino por un Gobierno que
encarne y represente la voluntad soberana del país.
d) Que es indispensable que el acto realizado por el Ejército el día 1º de Junio vaya seguido de una profunda
renovación de la vida pública española, emprendida y realizada por los elementos políticos; (…)
El acto de Barcelona descrito por los parlamentarios.
Narración expuesta en hoja clandestina por los asambleístas. (19 de julio de 1917)
Crisis social – la huelga general revolucionaria: Su finalidad no era social sino política: la marcha
el rey y la proclamación de la República. Se unieron la CNT y la UGT. Al final no fue general y el
ejército acabó apoyando al régimen tras muchas concesiones por parte del gobierno. Reprimió la
huelga con dureza teniendo un balance final de 70 muertos, centenares de heridos y millares de
detenidos. La huelga asustó a la burguesía. La última Asamblea de Parlamentarios se celebró ya en
Madrid pero Cambó abandonó a sus antiguos aliados a los que consideraba demasiado
comprometidos con la huelga comenzó a colaborar con el nuevo gobierno liberal de García Prieto.
134
7.- LA DICTADURA DE PRIMO DE RIVERA (1923-1930)
A comienzos de 1923 la situación política española estaba cercana al colapso. En Europa las jóvenes
democracias nacidas tras de la I Guerra Mundial estaban convirtiéndose sistemáticamente en
dictaduras100, aunque se consideraron a sí mismas como soluciones temporales. Lo característico del
momento fue que la oleada dictatorial no sólo afecto a estos países en donde el liberalismo era un
fenómeno reciente, sino también en otros en donde se trataba de un fenómeno de honda raigambre:
Portugal, la Italia de Mussolini101, etc. En España, el sistema de la Restauración atravesaba su última
etapa, marcada por la crisis que se fue haciendo general. Los viejos problemas que se venían arrastrando
desde 1898 se fueron agudizando sin que los gobiernos, débiles e inestables, se mostraran capaces de
darles solución:
Fragmentación de los partidos. La atomización de los dos grandes partidos imposibilitaba la
consecución de una mayoría parlamentaria, convirtiéndose la suspensión de las Cortes en una práctica
habitual.
Exacerbación del problema territorial. Se produjo una radicalización del catalanismo 102 y un desvío
hacía posturas de izquierda, con la aparición de Acció Catalana y Estat Català. En 1923 grupos
nacionalistas vascos catalanes y gallegos firmaban la Triple Alianza cuyo objetivo era la independencia
de sus territorios sin descartar el recurso a la violencia para conseguir dichos fines.
Crisis económica. Al crecimiento económico de los años de la Primera Guerra Mundial siguió una
profunda depresión. Numerosas industrias tuvieron que cerrar sus puertas con lo que aumento el paro y
la conflictividad social.
Radicalización de la cuestión social. Tras el triunfo de la revolución bolchevique, el movimiento
obrero se radicalizó en toda E. En 1921 se fundaba el Partido Comunista de España. En Barcelona entre
1920 y 1923 se desató una verdadera guerra social. Al terrorismo anarquista respondió la patronal
financiando grupos de pistoleros que contaban con la connivencia de las autoridades (pistolerismo). En
el campo andaluz los años comprendidos entre 1918 y 1921 son conocidos como el “trienio
bolchevique”. En marzo de 1921 unos anarquistas asesinaban a Eduardo Dato.
100
La dictadura se convirtió, con la sola excepción de Checoslovaquia, en fenómeno habitual en el Este europeo.
101
Él sí intento crear un sistema nuevo, contrapartida radical del liberalismo.
102
Tras el rechazo al proyecto de Estatuto de Autonomía para Cataluña, presentado en 1918 por la Mancomunidad, que reservaba al
Estado español únicamente el control de los asuntos exteriores, defensa, aduanas, legislación penal, mercantil y social.
135
La cuestión de Marruecos. Se convirtió en el detonante final tras el Desastre de Annual y el informe
Picasso103.
Primo de Rivera gobernaría a golpe de decreto, apoyado por hombres entusiastas sin preparación previa,
creando cargos, juzgando caciques, tomando medidas económicas. Primo de Rivera declaró el Estado de
obras. La actividad fue frenética, aunque quizás sin un rumbo muy claro. De esta forma, fue un régimen
mayoritariamente aceptado, no con el aplauso, pero al menos con la falta de oposición, como ocurrió con
el PSOE.
EL GOLPE DE ESTADO
El 13 de septiembre de 1923, Miguel Primo de Rivera, dio un golpe de estado que triunfó en todo el país
y que fue bien visto por el rey Alfonso XIII. El rey, como todos, estaba al tanto del golpe, aunque ni lo
estimuló ni lo promovió. Más bien, dejó hacer, pensando en que era el último intento de que el
regeneracionismo triunfase. Se sentía prisionero de la Constitución y de los políticos turnistas.
Primo de Rivera era un militar de prestigio en campañas militares como las de Cuba o Marruecos, y contó
con el apoyo de otros militares de renombre como Sanjurjo o el gobernador militar de Madrid, el duque
de Tetuán.
Una vez producido el golpe, el gobierno de concentración liberal solicitó al rey que destituyese a los
militares golpistas. El rey se negó y el presidente García Prieto, dimitió105. El rey llamó entonces a Primo
de Rivera para que se encargara de formar gobierno por real decreto, con el cargo de Presidente del
Directorio Militar. Primo de Rivera redacta un manifiesto en el que expresa su intención de liberar a
España de los profesionales de la vieja política y afrontar los problemas económicos del país.
El Directorio nació casi sin oposición, tan sólo el Partido Comunista y los anarquistas se enfrentaron al
golpe, con escaso eco. El ejército, la Iglesia y la aristocracia apoyaron desde el principio al dictador. La
103
En 1920, el general Fernández Silvestre, Comandante de la zona de Melilla, inició una ofensiva cuya finalidad era ocupar la
región del Rif (situada entre Ceuta y Melilla) y llegar hasta Alhucemas donde los rebeldes tenían su refugio. Su avance, arriesgado
dada la naturaleza del terreno, la escasez de agua y la deficiente preparación de las tropas españolas, chocó con la oposición de los
rifeños dirigidos por Abd el-Krim, que había decretado la guerra santa. En julio de 1921, la vanguardia de las tropas españolas, que
había alargado de forma imprudente sus líneas de abastecimiento, se topó con el contraataque del grueso de las fuerzas rebeldes en
Annual.
Rodeados por el enemigo, los soldados españoles, superados en número, intentaron la retirada, que degeneró en una auténtica
desbandada. La cadena de pequeñas posiciones fortificadas que se había ido estableciendo en los meses anteriores, fue cayendo una
detrás de otra. Particularmente sangriento fue el episodio del sitio de Monte Arruit donde más de 3000 españoles, tras haberse
rendido, fueron asesinados por los rifeños. En toral la matanza rondó las doce mil víctimas. Las fuerzas de Abd el-Krim llegaron a
las puertas de Melilla.
La conmoción en la opinión pública fue enorme, el prestigio del Ejército se vio seriamente dañado, y desde todos los sectores
políticos de dentro y fuera del sistema se clamó pidiendo responsabilidades. Incluso se sugirió que el propio rey habría instado a
Fernández Silvestre (muerto en la batalla) a asumir riesgos innecesarios con su ofensiva. En agosto de 1921, Antonio Maura fue
llamado de nuevo a presidir un Gobierno de concentración nacional. En las Cortes se abrió una comisión de investigación,
presidida por el general Juan Picasso, que reveló un estado de corrupción y de ineficacia en el Ejército que despertó la indignación
general.
104
Se ha comparado la dictadura de Primo de Rivera con el coetáneo fascismo italiano. Puede que influyera en la segunda fase de la
Dictadura, a partir de 1925, pero son circunstancias y personajes diferentes.
105
El rey conocía más o menos la trama desde 10 días antes y avisó al gobierno, que nada hizo por parar el golpe. Una vez éste se
produjo, el Consejo de Ministros exigió del monarca la destitución de Primo de Rivera. D. Alfonso preguntó a García Prieto si
disponía de medios para hacer efectiva la destitución. El jefe del gobierno no los tenía y presentó su dimisión. El rey encargó
entonces al General la formación de Gobierno.
136
burguesía, especialmente la catalana106, lo iba a apoyar porque pensaba que traería el necesario orden
social.
El PSOE y la UGT iban a mantener una postura ambigua. No atacaron al nuevo régimen, y éste permitió
que siguieran abiertas sus “casas del pueblo”. El dictador llegaría a nombra a uno de sus líderes, Largo
Caballero, consejero de Estado.
Estos eran los temas que, además, preocupaban a los españoles, especialmente a las clases medias.
Con respecto al orden público, el dictador sustituyó los gobernadores civiles por gobernadores
militares que ejercieron una fuerte represión de cualquier manifestación pública. Con ello, de paso, se
suprimía la figura clave de la “vieja política” (el gobernador civil era el mediador entre los partidos y el
cacique para componer el “encasillado”, y formaba parte insustituible de la oligarquía dominante).
También organizó un somatén, por el que se concedía armas a aquellos ciudadanos conocidos por su
honradez y lealtad, para que colaboraran en el orden interior y la prevención de delitos. Todo ello
permitió la sustitución de la situación de caos anterior por un orden casi absoluto.
El objetivo de una administración honesta se logró mediante un cambio de hombres; varios políticos
fueron investigados, se privó a los parlamentarios de sus privilegios, cientos de concejales fueron
106
Shlomo ben Ami atribuye el golpe de Primo de Rivera al terror de la burguesía catalana la subversión social.
137
detenidos y procesados por delitos de cohecho, favoritismo y corrupción. También se destituyó o apartó a
varios caciques, aunque el caciquismo era un fenómeno demasiado complejo que no podía resolverse con
medidas simplistas.
En cuanto al problema social, respetó a los sindicatos como no lo había hecho con los partidos, y declaró
a los obreros como “los primeros colaboradores de la reconstrucción de España”. Se procuró evitar el
paro y mantener el poder adquisitivo de los sueldos.
Quizá el objetivo más olvidado de los inicialmente propuestos fue el relativo al regionalismo107. Se
propuso una ley de administración local y otra de administración provincial. Pero se olvidó de la ley de
Mancomunidades. Otras medidas en defensa del castellano, provocaron el desengaño de los
catalanistas108.
Al comienzo de la dictadura, se retiraron tropas, pero los militares africanistas protestaron enérgicamente,
con el teniente coronel Francisco Franco al frente. Cuando el líder de los rebeldes del Rif, Abd-el-Krim
decidió atacar el protectorado francés, el gobierno de París pidió a Primo de Rivera la realización de una
operación conjunta. El propio dictador planearía y dirigiría el desembarco de Alhucemas en septiembre
de 1925, logrando, gracias al factor sorpresa, la derrota de los rebeldes rifeños y la división en dos del
territorio enemigo. El éxito fue tan importante que unos meses después Abd-el Krim terminó por rendirse
y entregarse a los franceses.
La victoria militar unió al dictador con los africanistas, encuadrados en la Legión (Tercio de
Extranjeros) y los Regulares (Tropas Regulares Indígenas). Decidió la ampliación de estas unidades y su
equipamiento. El éxito en África consolidaba la dictadura. Para intentar reforzarla (institucionalizarla y
convertirla en régimen) procedió a sustituir el gobierno militar por uno civil. Comenzaba el Directorio
Civil.
En esta misma línea, se creó la Asamblea Nacional, ya en 1927, parodia del parlamento. El rey se oponía
a unas cortes constituyentes y Primo de Rivera se oponía a unas elecciones al estilo antiguo. Se nombró
107
Antes de salir de Barcelona Primo de Rivera prometió que los catalanes no se arrepentirían de haberle apoyado. Ya en Madrid,
otros militares del Directorio le hicieron ver las cosas a través de un prisma distinto, inclinándose, si no al centralismo, sí a la idea
de la sagrada unidad de España.
108
Cambó, que, como buen regeneracionista, había confiado en Primo de Rivera, tardaría en reaccionar, siendo desbordado por
Macià, cuyo Estat Catalá comenzó por entonces a cobrar fuerza.
109
Puede que se quedase por ambición de poder o por que, a la vista de los éxitos cosechados, creyó que podía multiplicarlos
todavía más si sabía encontrar un equipo eficaz.
110
Llegó a contar con 2 millones de afiliados, pero hubo muchos oportunistas y aprovechados, que no sirvieron más que de rémora.
138
pues una asamblea puramente “consultiva”, cuyos miembros procederían de la Unión Patriótica, y, en
uso del naciente principio corporativo, de las diversas fuerzas vivas: municipios, diputaciones,
representaciones de cada cuerpo de funcionarios, de los intereses económicos, de las organizaciones
obreras, de las mujeres, de la magistratura, de la Iglesia, del Ejército, de las asociaciones culturales,
etc. Su borrador de constitución creaba un estado más autoritario, que concedía un papel más importante
al rey como jefe del ejecutivo (Monarquía presidencialista), al tiempo que compartía el poder legislativo
con las Cortes. El rey y Primo de Rivera comenzaron a recelar el uno del otro y a distanciarse, lo cual
ralentizó las discusiones, terminando la dictadura antes de que la nueva constitución quedase dictaminada.
El sistema corporativo
El nuevo Directorio iba a impulsar una nueva política intervencionista en lo económico y corporativista
en lo social. El corporativismo se vio favorecido por la llegada al poder del fascismo en Italia, que iba a
ejercer una creciente influencia. La sociedad se organizó jerárquicamente en tres escalones: la familia, el
municipio y las organizaciones profesionales. Estas organizaciones profesionales se agrupan en la
Organización Corporativa Nacional, remedo de sindicato en la que se agrupan los diferentes oficios sin
distinción entre obreros y patronos.
Proteccionismo y monopolios
Se puso en marcha una política monopolística, creando la CAMPSA (Compañía Arrendataria del
Monopolio de Petróleos), para la importación y refinado del petróleo. Se concedió el monopolio de la
Telefónica a una empresa norteamericana, la ITT algunos de los monopolios fueron concedidos a
personajes influyentes, como Juan March o amigos personales del dictador. El proteccionismo fue la otra
línea de la política económica, restringiendo las importaciones y creando el Consejo Económico
Nacional que autorizaba la instalación de industrias.
Política social
En general, llevó a cabo una política muy paternalista y protectora. Se dieron mejoras sociales como el
seguro de maternidad y se aumentaron las prestaciones de la Seguridad Social. Nacieron los Comités
Paritarios de empresarios y trabajadores para resolver los conflictos laborales. En Educación se dio un
fuerte impulso a la enseñanza primaria.
La caída de la Dictadura
El régimen de Primo de Rivera nunca pudo pasar de ser un régimen de excepción y como tal terminó su
ciclo. Mediado el año 1928, el régimen comenzó su decadencia que se acentuó en 1929. El régimen se fue
desgastando paulatinamente, especialmente por su actuación personal. Su salud fue empeorando y no se
enfrentó con energía a sus detractores. Murió sólo dos meses después de abandonar el poder. La
oposición era para entonces muy amplia y diversa. Para empezar, se oponían los liberales y
conservadores, desplazados del poder. El ejército se había ido distanciando también, especialmente el
ejército de la Península que veía con preocupación el ascenso de los africanistas. Por otro lado estaban
los republicanos, como Azaña; la burguesía catalana nacionalista; los intelectuales como Unamuno,
Valle-Inclán y Ortega y Gasset; los estudiantes que se organizaron en asociaciones como la FUE; la
Iglesia que no veía en Primo un modelo de moralidad; y por último los comunistas y anarquistas que
estaban en la clandestinidad. El PSOE abandonó hacia 1929 su actitud de colaboración. Ante este
panorama, Primo de Rivera consultó a los militares. Comprobando que ya no le apoyan, presentó su
dimisión al rey en enero de 1930. La prosperidad económica, amparada en los “felices años veinte”,
sobre la que se había alzado la Dictadura, que también se vendría abajo con el crack de octubre de 1929,
no impidió que se pusiera claramente en evidencia la impotencia manifiesta de la Dictadura para llevar a
cabo una obra de reconstrucción política que resolviera los viejos problemas que afectaban al país.
La conclusión es, por tanto, que el fracaso de la Dictadura tuvo como clave esencial el factor político, que
fue generando una situación de descontento, mientras que la crisis económica actuó como elemento
desencadenante. El general Primo de Rivera dimitió el 28 de Enero de 1930.
139
EL FINAL DE LA MONARQUÍA
El gobierno Berenguer
Tras el abandono del poder por Primo de Rivera sucedió uno de los procesos políticos más complicados
que cabe imaginar: el tránsito de una dictadura a la normalidad constitucional de 1876. El general
Berenguer debía ser el encargado de propiciar dicha transición. Pero la vuelta a la legalidad
constitucional se hacía de forma tan lenta que se llegó a dudar de que ése fuera su propósito. Ello motivó
que en Agosto de 1930 se firmase el “Pacto de San Sebastián” por parte de las fuerzas republicanas, que
suscribieron un manifiesto en el que se proclamaba la República como única salida a aquel vacío político.
Después de sofocar la sublevación militar de signo republicano que se produjo en Jaca a finales de 1930,
el gobierno Berenguer convocó elecciones generales, ante cuyo anuncio hubo una oleada de declaraciones
abstencionistas que precipitaron una crisis. El general Berenguer acabaría dimitiendo.
140
BLOQUE 10: LA SEGUNDA REPÚBLICA. LA GUERRA
CIVIL EN UN CONTEXTO DE CRISIS INTERNACIONAL
(1931-1939)
141
8.- LA SEGUNDA REPÚBLICA. LA CONSTITUCIÓN DE 1931. POLÍTICA DE REFORMAS Y
REALIZACIONES CULTURALES. REACCIONES ANTI-DEMOCRÁTICAS
Antonio Machado junto a Gregorio Marañón, José Ortega y Gasset y Ramón Pérez de Ayala, firmantes del Manifiesto de la
Agrupación al Servicio de la República, lo que les valió el apodo de “Parteros de la República”.
Una de las evoluciones más espectaculares fue la de Ortega y Gasset, uno de los hombres que más contribuyeron al advenimiento
de la II República española:
23 de abril de 1931: “al fin vamos a ser otra cosa de la que éramos”.
2 de junio: “aquí se va a hacer un pueblo”.
30 de julio: “hay que censurar esa manía de República carbonaria, peluda y gesticulante que quieren hacernos”.
9 de septiembre: “no: la República no es esto, no es esto”.
Se ha dicho que la República echó a andar con unos hándicaps que le impidieron desenvolverse con
normalidad:
El económico-social: la Gran Depresión sacudió a España, y la República intentó un política de
reformas cuando menos dinero había para ellas. Además el paro fomentó el descontento social,
llegando los sindicatos a tener, en ciertos aspectos tanta fuerza como el poder oficial.
El político: aparecía una República “sin republicanos”. España estaba profundamente dividida. Las
discordias internas, la tendencia al maniqueísmo y la mutua exclusión se ven mucho más claras en la
época de la República. A pesar de ser el primer régimen verdaderamente democrático no existió por
parte de muchos un espíritu democrático en el sentido de respeto a la opinión contraria.
El funcional: La República entró bajo el signo de la democracia, representando el más alto grado de
oferta democrática que los españoles habían conocido hasta entonces. Ahora bien, en tales
condiciones la República no podía ser el cirujano de hierro que resolviese los problemas de un
plumazo.
Después de sofocar la sublevación militar de signo republicano que se produjo en Jaca a finales de 1930, el gobierno Berenguer
convocó elecciones generales, ante cuyo anuncio hubo una oleada de declaraciones abstencionistas que precipitaron una crisis. El
general Berenguer acabaría dimitiendo.
142
Ante esta crisis política, el almirante Aznar formó un gobierno de concentración monárquica e intentó un nuevo proceso de
normalización política. Para ello prometió convocar elecciones comenzando por unas municipales, que se celebraron rápidamente,
el 12 de abril. Su resultado: los monárquicos triunfaron en 42 provincias y los republicanos sólo en 8. Pero éstos eran conscientes
de haber vencido en casi todas las capitales de provincia y teniendo en cuenta que el voto rural no era moralmente válido a causa
del poder caciquil, se atribuyeron el triunfo y se lanzaron a la calle a celebrarlo. El almirante Aznar lo reconoció también.
Si después de los resultados electorales se hubiera intentado alguna maniobra para salvar el régimen monárquico, hubiera
fracasado. Desde hacía meses se habían perdido las posibilidades de salvar el trono y ahora no se intentó ningún acto concreto. El
propio desarrollo de los acontecimientos convenció a los miembros del gobierno provisional republicano a tomar inmediatamente el
poder.
El rey abandonó el país y suspendió el ejercicio de la potestad real. El 14 de abril se proclamaba la II República.
La República, que había nacido en un ambiente de entusiasmo y unanimidad, pronto disipó ese
entusiasmo inicial, gracias sobre todo al planteamiento de los problemas de orden público y religioso. Y
es que exaltados asaltaron instalaciones de los monárquicos e incendiaron iglesias y conventos 117. Los
católicos pensaron que la República iba a ser jacobina y sectaria118. Además observaron con perplejidad
como el católico Maura expulsaba de España al obispo Múgica 119 (de Vitoria) y al Cardenal Primado,
Pedro Segura120. Maura y Alcalá Zamora perdían a las masas de la derecha, que quedaban huérfanas
políticamente.
Se convocaron las primeras elecciones de la República, las primeras plenamente democráticas. Éstas
supusieron un aplastante triunfo de la Conjunción Republicano-Socialista121. En estas Cortes
constituyentes, una derecha débil sólo planteó duras discusiones en la cuestión religiosa122.
LA CONSTITUCIÓN DE 1931
Es una constitución idealista, intelectual y en exceso teorizante, “avanzada y de izquierdas, pero no
socialista”123, inspirada en los códigos más modernos del momento (constitución Checoslovaca,
Constitución de Weimar). Ortega y Gasset criticó que no fuera producto de un amplio consenso, sobre
todo en las cuestiones más conflictivas, como la religiosa.
111
Presidente por cuestiones de edad y ex ministro de la Monarquía
112
Heredero del regeneracionismo de su padre, Antonio Maura.
113
Su programa no rebasaba el de un reformismo ilustrado, pero su lenguaje agresivo, en el que se traslucía su conciencia de
superioridad, le hizo aparecer como un “revolucionario”, un “jacobino”, un “sectario”, palabras que él mismo no rechazó pues
gustaba de presentarse como más radical de lo que era. Según Madariaga su partido, Acción Republicana, era el único partido
burgués bastante progresivo como para desear de verdad llevar a España a una nueva era y bastante conservador para intentarlo
con eficacia
114
Era por entonces un “león domesticado”, alejado de su antiguo extremismo casi anarcoide. Del partido Radical podía esperarse
una política de centro.
115
Pertenecía a una línea más o menos socialdemócrata, con una política de reformas desde arriba.
116
Del ala radical, nunca abandonaría la idea de revolución.
117
En Málaga los incidentes estaban presididos por el propio gobernador civil.
118
Azaña comentaba despectivamente que los edificios religiosos no valían la vida de un republicano.
119
Que había aceptado el nuevo régimen y del que no era imaginable una actuación política.
120
Que había alabado la monarquía.
121
Socialistas 113 diputados, Radicales 87 diputados, Radical-Socialistas 61. Las Derechas llegaron a 60 diputados
122
Se consideraba a la Iglesia como obstáculo tradicional y enemiga de la República.
123
Declaraciones del diputado socialista Luís Jiménez de Asúa, presidente de la Comisión redactora de la Constitución
143
Texto
“Art. 1º. España es una República democrática de trabajadores de toda clase, que se organiza en régimen de Libertad
y justicia. Los poderes de todos los órganos emanan del pueblo. La República constituye un Estado integral,
compatible con la autonomía de los Municipios y las regiones. La bandera de la República es roja, amarilla y morada.
Art. 2º. Todos los españoles son iguales ante la ley.
Art. 3º. El Estado español no tiene religión oficial […]
Art.4º. El castellano es el idioma oficial de la República. Todo español tiene obligación de saberlo y derecho de
usarlo, sin perjuicio de los derechos que las leyes del Estado reconozcan a las lenguas de las provincias o regiones].
Art.6º. España renuncia a la guerra como instrumento de política nacional.
Art.7º. El Estado Español acatará las normas universales del Derecho internacional, incorporándolas a su derecho
positivo.
Art.11º. Si una o varias provincias limítrofes con características históricas, culturales y económicas comunes,
acordaran organizarse en región autónoma para formar un núcleo político-administrativo dentro del Estado español,
presentarán su Estatuto con arreglo a lo establecido en el artículo 12 […]
Art. 26ª. […]. Una ley especial regulará la total extinción, en un plazo máximo de dos años, del presupuesto del Clero.
Quedan disueltas aquellas Órdenes religiosas que estatutariamente impongan, además de los tres votos canónicos,
otro especial de obediencia a autoridad distinta de la legítima del Estado […].
Art. 34º Toda persona tiene derecho a emitir libremente sus ideas y opiniones, valiéndose de cualquier medio de
difusión; sin sujetarle previa censura […].
Art. 36º. Los ciudadanos de uno u otro sexo, mayores de veintitrés, tendrán los mismos derechos electorales
conforme determinan las leyes […].”
Constitución 1931
Reforma militar
Manuel AZAÑA recibe un homenaje en la Coruña. A su izquierda, en un discreto segundo plano, el general FRANCO
Ésta comprendía una drástica reducción de la oficialidad, necesaria técnicamente, pero percibida como
una “venganza” contra el Ejército (la trituración del Ejército). Se le ofrecía a los oficiales la posibilidad
de retirarse voluntariamente, con el sueldo íntegro, o la permanencia, pero mostrando la adhesión al
124
Muchos de ellos no querían colaborar con los partidos burgueses.
125
Los anarquistas se disgustaron más que se complacieron por el ascenso de los socialistas al poder.
126
El republicano liberal Madariaga señaló que esta política de agravios constituía el error Azaña: luchar “contra el pasado” más que
“por el porvenir”.
144
nuevo régimen. Se redujo el cuerpo de oficiales a la mitad. También se pretendía imponer la superioridad
del poder civil.
Azaña, ministro de la guerra, se mostró muy satisfecho de su tarea: ahora, decía, “se puede gobernar y se gobierna sin consultar a
los generales y sin hacer plebiscitos entre los oficiales de las armas, cosa nunca vista desde Fernando VII”.
La cuestión religiosa
Esta era una de las reformas que afectaba a sectores muy importantes de la sociedad española de entonces
y probablemente los gobernantes republicanos perdieron más apoyos de los que ganaron. Los ataques
contra la iglesia fueron los más directos y agresivos: cierre de centros religiosos, prohibición de
enseñanza confesional, expulsión de los jesuitas. Pese a todo, esta política no consiguió avasallar a la
Iglesia, que no perdió el prestigio ni el ascendiente en gran parte de la sociedad española, y, por el
contrario, indispuso a la República para siempre con las amplias masas católicas del país.
Reforma agraria
Tras la proclamación de la II República, la reforma agraria se convirtió en una de las cuestiones prioritarias. En 1932 se presentó
finalmente la Ley de Reforma Agraria.
La reforma afectaba a todo el territorio español y estipulaba indemnizaciones (salvo en el caso de los
Grandes de España, considerados colaboradores e inversionistas de la Sanjurjada) en la expropiación
de los terrenos para el asentamiento de los campesinos. Para su aplicación se creó el Instituto de
Reforma Agraria (IRA), pero los resultados no fueron los esperados. La propia complejidad del texto
(resultado de los difíciles equilibrios necesarios para su aprobación), la oposición de los propietarios y,
sobre todo, la escasez de medios económicos dificultaron enormemente su aplicación.
Fue más un intento que una realidad. Según Martínez Barrios la reforma agraria “acrecentó el número de los enemigos sin sumar
partidarios”. Evidentemente los propietarios agrícolas se encontraron en el primer grupo, pero también los jornaleros, que veían
como se inventariaban fincas pero no se expropiaban, quedaron profundamente decepcionados.
El 9 de septiembre de 1932, el gobierno lo sometía a votación en las Cortes, donde era aprobado por 314
votos a favor y 24 en contra. El texto, no obstante, había sufrido numerosas modificaciones: la soberanía
recaía en las Cortes (no en el pueblo catalán, como en el proyecto inicial) y reducía las competencias del
Parlamento y de la Generalitat, que quedaban circunscritas al orden público, la administración local, el
transporte, la organización judicial y cierta potestad legislativa.
Los años de la Segunda República coincidieron con un momento extraordinario en la vida cultural
española: la confluencia en el tiempo de tres generaciones de destacados artistas convirtió el primer tercio
del siglo en una auténtica “edad de plata” de las artes españolas. A los supervivientes de la “generación
del 98” como Unamuno o Antonio Machado se añade los de la “generación del 14” como Ortega y
127
En un contexto de crisis económica y política deflacionista del gobierno
145
Gasset, Juan Ramón Jiménez o Picasso. Junto a todos ellos hicieron su aparición los integrantes de la
nueva “generación del 27”, un grupo de creadores, nacidos alrededor de 1900, y que alcanzaron su
madurez en torno a los años treinta. Los más conocidos fueron los poetas Miguel Hernández, Luis
Cernuda, Vicente Aleixandre, Federico García Lorca, Rafael Alberti, etc. También destacaron novelistas
como Ramón J. Sénder, o dramaturgos como Jardiel Poncela y Miguel Mihura. Pertenecieron además a
esta generación pintores como Dalí y Miró, cineastas como Buñuel, músicos como Joaquín Rodrigo o
científicos como Severo Ochoa.
La Guerra Civil truncó de manera trágica la carrera y la vida de muchos de estos intelectuales, alguno de
los cuales padecerían el exilio, la cárcel o, incluso la muerte.
Política social
No menos grave era el problema social. El gobierno de la República se encontraba maniatado por la crisis
económica y apenas pudo llevar a cabo una política salarial que podía favorecer a algunos trabajadores,
pero perjudicaba a las empresas y generaba paro. La UGT. “tiraba” del gobierno, pero procurando evitar
la ruptura (excepto en el sector agrario, donde no pudo contener a sus afiliados); pero la CNT declaró la
guerra a la República con más énfasis que a los anteriores sistemas. Las dificultades económicas, el
creciente paro y las expectativas frustradas explican la actitud violenta de las clases proletarias. Pueblos
enteros fueron “tomados” por anarquistas, y hubieron de ser reconquistados por las fuerzas del orden. En
Casas Viejas hubo una verdadera masacre (22 campesinos y 3 guardias muertos).
El 11 de enero de 1933 un grupo de anarquistas de la CNT decidió hacer la revolución y proclamar el comunismo libertario,
destituyendo al alcalde e intentando tomar el cuartel de la Guardia Civil donde se encontraban un sargento y tres números. Hieren de
muerte al sargento y a uno de los números, pero no consiguen sus propósitos. El gobierno de la República envió fuerzas de la
Guardia Civil y de la Guardia de Asalto que entraron a tiros en el pueblo, incendiando varias casas y luego procedieron a una serie
de juicios sumarísimos, fusilándose a participantes, vecinos y sospechosos de haber participado en los hechos, llegando a prender
con gasolina la choza del conocido anarquista Seisdedos muriendo calcinados la mayoría de sus ocupantes. A consecuencia de la
matanza, cayó el gabinete Azaña.
128
En la madrugada del 10 de agosto de 1932 el general José Sanjurjo dio un golpe de Estado desde Sevilla. La asonada fracasó esa
misma noche y Sanjurjo fue condenado a muerte, pena que le sería conmutada por prisión en el penal del Dueso y luego exilio
forzado a Portugal.
146
Ésta en un principio sirvió para cerrar filas entre los republicanos y para acelerar la aprobación de la Ley
de Reforma Agraria y del Estatuto de Cataluña. Era el momento culminante del gobierno republicano-
socialista; a partir de aquí comenzó su decadencia, y no precisamente por la acción de la oposición
violenta, sino por las minorías republicanas ausentes del poder, abriéndose una profunda brecha en el
republicanismo que habría de tener graves consecuencias en la vida del régimen.
La enemistad patente entre Lerroux y Azaña impediría la unidad de los partidos plenamente republicanos, y el que ambos
tuvieran que echarse en brazos de partidos cuya lealtad republicana era, cuando menos, discutible (CEDA y PSOE). El bienio
reformista terminaba con la necesidad de una confluencia del republicanismo, por lo menos para tener una clase política más
amplia donde elegir. Este acuerdo no se produjo, dividiéndose los partidos del régimen entre los que estaban dispuestos a
colaborar con el socialismo y los que aceptaban figurar en una misma candidatura con la derecha.
147
También decisivo fue la reacción de la derecha contra la política de Azaña, fundamentalmente de las masas católicas del Centro y el
Norte, tradicionalmente desvinculadas de la política. Entonces se movilizó “contra la política sectaria de los gobiernos de estos dos
últimos años”129.
Otro factor digno de tenerse en cuenta es el del voto femenino. Se relacionaba instintivamente la tendencia femenina a la piedad y el
recato con la tendencia a la derecha, motivo por el que la diputada socialista Victoria Kent130 se opuso al voto femenino, afirmando
que “no es cuestión de capacidad; es cuestión de oportunidad para la República”. Frente a esta postura la diputada Clara
Campoamor, del Partido Radical, defendió el sufragio femenino. Cuando la izquierda perdió las elecciones en 1933, señaló a Clara
Campoamor como culpable, a quien nunca perdonaría.
Se intentó una coalición de centro-izquierda, pero se hacía necesario el apoyo de los socialistas, a lo que
Lerroux no estaba dispuesto. Este terminó llegando a un acuerdo con Gil Robles por el que aquel
presidiría un gobierno radical en minoría, con el apoyo de la mayoría parlamentaria de la CEDA. Ya que
los radicales apenas tenían programa, no cabía gobernar con otro programa que el de la CEDA.
Política revisionista
Lerroux, empujado por la derecha, trató de corregir la política anterior y ganarse a las masas católicas,
con dos medidas: la dotación al clero rural y el intento de formalizar un Concordato con la Santa Sede,
que no prosperó. Respecto a la reforma agraria, se decidió devolver a la Grandeza las propiedades
confiscadas, pero continuó a buen ritmo los asentamientos de campesinos en las tierras expropiadas según
la ley. Más polémico resultó el proyecto de amnistía, por el que se trataba de integrar a los golpistas de
1932 y a muchos de sus apoyos. Las críticas a la amnistía y el retroceso respecto a la política social y
religiosa, dieron armas a la izquierda y produjeron una escisión entre los radicales 134.
Las relaciones entre el Estado y la Generalitat se hicieron más tensas, sobre todo tras la muerte de Macià,
que dejaba en manos de Companys, un hombre menos contenido, la dirección de la Ezquerra
Republicana. Existió un enfrentamiento por las competencias que se mantuvo hasta Octubre de 1934.
El 4 de octubre de 1934 se formaba un nuevo gobierno Lerroux, que incluía 3 ministros de la CEDA, de
“trayectoria republicana intachable”. Aun así, esto sólo bastó para que al día siguiente estallara la huelga
general revolucionaria.
129
Cita del periódico católico El Debate.
130
Y con ella buena parte de las izquierdas: El diputado izquierdista Novoa Santos, intentó justificar el voto en contra desde el punto
de vista de la ciencia, asegurando que a la mujer no la dominaban la reflexión y el espíritu crítico, sino que se dejaba llevar siempre
de la emoción. En ella, según Novoa, el histerismo no era una simple enfermedad, sino la propia estructura de la mujer. El líder del
PSOE, Indalecio Prieto, fue uno de los muchos socialistas que votaron en contra. Abandonó el Congreso formando un alboroto y
asegurando que “se había dado una puñalada trapera a la República”.
131
Azaña: “la República es de todos los españoles, pero sólo pueden gobernarla los republicanos”.
132
Indalecio Prieto: “se acabó la República”.
133
Varias veces declaró después de las elecciones que aceptaba el orden institucional existente, y jamás iría contra las leyes.
Jurídicamente, bastaban aquellas declaraciones para que pudiese acceder a un poder legítimo dentro de un régimen democrático; una
declaración similar había permitido al PSOE (otro partido posibilista) compartir el gobierno durante el bienio anterior. Pero la
izquierda consideraba un peligro para la República cualquier concesión de poder a la CEDA.
134
Martínez Barrios se declaró hombre de izquierdas, arrastrando a 20 diputados: Lerroux tuvo que apoyarse todavía más en la
derecha.
148
Revolución de octubre de 1934
En la revolución de 1934 iban a concurrir las mismas fuerzas, los mismos gritos, consignas y hasta, en llamativos casos, los mismos
protagonistas que se enfrentarían en los campos de batalla dos años más tarde, en la guerra civil. El hecho viene determinado por la
oposición radical de la izquierda a la presencia de algunos hombres de la derecha en el poder tras el cambio de actitud de la
izquierda socialista y republicana.
El PSOE sintió el abandono del poder como una especie de despojo insultante y empezó a esgrimir un
lenguaje revolucionario que alimentaba la radicalización de las masas, al mismo tiempo que encontraba
eco en ellas. Los exponentes principales de la actitud revolucionaria fueron Largo Caballero135 (que
afirmaba ahora la imposibilidad de obtener ventaja de la colaboración con la burguesía y la necesidad de
armarse) y Prieto (“hágase cargo el proletariado del poder y haga de España lo que España merece.
Para ello no debe titubear, y si es preciso verter sangre, debe verterla”). Esta actitud extremista significó
la ruptura no ya del diálogo democrático, sino con las propias instituciones del régimen.
Los sucesos se complicaron con la insurrección de la Generalitat, cuando Companys, empujado por los
más extremistas y deseoso de no quedarse atrás, proclamó la República Catalana, soberana dentro de un
supuesto Estado Federal, no contemplado por la Constitución. Fue un golpe a ciegas que no fue
secundado por la inmensa mayoría de los catalanes. El general Batet, catalanista, se mantuvo sin embargo
fiel a la legalidad republicana, bastando una noche para que sofocase el intento.
Los socialistas llevaban tiempo preparándose y estaban armados. La insurrección en Asturias revistió
por unos días los caracteres de una auténtica guerra civil. Allí se unieron socialistas, anarquistas y
comunistas136. La insurrección partió de las cuencas mineras, y las milicias armadas, formadas por
70.000 mineros, ocuparon Mieres, Langreo y Sama; el 8 de octubre entraban en Oviedo, asesinando a un
centenar de personas, entre ellas 28 sacerdotes, y causando daños de valor incalculable (voladura de la
Cámara Santa de Oviedo)137.
La revolución de octubre en sí fue un arriesgadísimo paso en falso, que no podía dejar bien librado a
ninguno de sus autores, y una revolución contra el sistema establecido, que dejaba a sus líderes sin
justificación posible frente a los poderes del Estado138.
135
Desde entonces llamado el “Lenin español”.
136
Aunque la gran fuerza sindical asturiana era la UGT. El Socialista declaraba “bendita la guerra contra los causantes de la ruina
de España”. El enemigo no era ya la derecha, sino la “burguesía criminal”.
137
Según Tusell “fue lo más parecido a la revolución soviética que se había registrado en Europa occidental”.
138
El republicano liberal Salvador de Madariaga escribió que “el alzamiento de 1934 es imperdonable” porque la decisión de llamar
al poder a la CEDA era “incluso debida desde hacía tiempo”. Al no aceptarla, la izquierda no sólo demostró la falta de confianza en
sí misma y de paciencia, sino que además “perdió hasta la sombra de la autoridad moral para condenar la rebelión de 1936”. El
intento subversivo constituyó un desprecio a un electorado que mayoritariamente había votado por una fórmula de centro-derecha,
mientras menos de un 20% lo había hecho por los socialistas; fue también un error ya que ni estaba en peligro la República ni tan
siquiera la mayor parte de la obra reformadora. En el exilio Indalecio Prieto reconoció que aquellos sucesos “pudieron y debieron
haberse evitado”.
149
Desde otoño de 1935, arreciaron los escándalos de corrupción protagonizados por los radicales, llegando
a salpicar al mismísimo Lerroux (escándalo del Straperlo), que dimitió. La CEDA retiró el apoyo a los
radicales, esperando que el presidente diera el poder a Gil Robles. Por el contrario, Alcalá Zamora
encargó el gobierno al centrista, con pasado caciquil, Portela Valladares, provocando un callejón sin
salida al no encontrar apoyo en las Cortes. Éstas fueron disueltas y convocadas elecciones para febrero de
1936.
Gil Robles esperaba, por su parte, conseguir la mayoría absoluta para la CEDA. Pero más a la derecha aparecían ya la Renovación
Española de Calvo Sotelo (partidario de un régimen autoritario), la Falange de José Antonio y el Tradicionalismo Carlista.
La unión de la izquierda, la desunión de la derecha y el voto anarquista fueron los factores decisivos de
las elecciones. Los estudios de Tusell, los más serios, dan los siguientes resultados:
Frente Popular: 4.654.000 votos
Centro: 400.901
Derecha: 4.503.305
En cuanto a escaños el Frente Popular conseguía 263 (88 para el PSOE, 79 para Izquierda Republicana y
14 comunistas) mientras que el centro-derecha conseguía 210 (101 para la CEDA).
En cuanto a las pocas medidas adoptadas por el gobierno del Frente Popular están la intensificación de la
reforma agraria y las medidas antirreligiosas, sobre todo en el campo de la enseñanza. Mientras tanto las
masas católicas se movilizaban, hablando de cruzada, dispuestas a secundar un movimiento como el que
preparaban falangistas, carlistas, Renovación Española y un buen número de militares.
Entretanto, sobrevino la destitución de Alcalá Zamora en abril, sustituido por Azaña. Indalecio Prieto fue
el encargado de formar gobierno. Pero Prieto no pudo formar un gobierno socialista al no contar con el
apoyo de la facción de Largo Caballero. Ante ello Azaña recurrió a Casares Quiroga, incapaz de
controlar la situación de violencia139.
139
Lo que más indignaba a la derecha era que quisiera disimular las violencias con una dialéctica dura, en la que aparecía como un
revolucionario más, y calificando a todos sus críticos de “fascistas”, así fueran revolucionarios de toda la vida
140
Una actitud de “pacto entre caballeros” como la de la Restauración parecía entonces no sólo inviable sino hasta inmoral.
141
Incluyendo a gentes pacatas de toda la vida.
150
Creciente movilización de la izquierda social, fruto de una expectativa frustrada de gozosas redenciones, y una crisis
económica que la República no había remediado, sino contribuido a agravar.
Las huelgas, las luchas callejeras y la absoluta incapacidad del gobierno; la generalización en el uso de las
armas, la para-militarización de las milicias obreras, el aprendizaje por parte de las juventudes derechistas
de la “dialéctica de los puños y de las pistolas”; la frecuencia de los tiroteos, de las bombas contra los
centros religiosos: “el país no iba con la anarquía a ningún sitio, ni siquiera a la revolución” (Javier
Tusell).
El asesinato de Calvo Sotelo, el 13 de julio, fue al parecer, no la gota que colma el vaso, sino más bien el
detonante. Las dos España, cordialmente enfrentadas, no necesitaban más para lanzarse una contra la otra.
Calvo Sotelo, asesinado: Un forense mira el cadáver de José Calvo Sotelo, diputado en Cortes y líder de Renovación
Española. Fue asesinado el 13 de julio por miembros de la Guardia de Asalto capitaneados por el escolta de Indalecio Prieto.
151
9.- SUBLEVACIÓN MILITAR Y GUERRA CIVIL (1936-1939). DIMENSIÓN POLÍTICA E
INTERNACIONAL DEL CONFLICTO. EVOLUCIÓN DE LAS DOS ZONAS.
CONSECUENCIAS DE LA GUERRA
La guerra civil ha sido, sin duda, la tragedia de mayores proporciones que ha vivido nuestro país. Hay
quien ha hablado del inevitable enfrentamiento de las “dos Españas” que venía gestándose desde el siglo
XIX. Hay quien cita como antecedente las guerras carlistas o, incluso, la Guerra de la Independencia,
pero no se ha producido ninguna circunstancia histórica que haya impactado tanto ni tenido tantas
consecuencias en las generaciones venideras. La España que vivimos hoy, es, de alguna forma, resultado
y recuerdo de lo que produjo la guerra civil.
Algunos historiadores han explicado la guerra como una “guerra de ideas”, donde se enfrentan la
democracia liberal contra el fascismo y contra la revolución socialista, al mismo tiempo. Evidentemente,
es un lado de un conflicto prismático. Otra interpretación historiográfica es la que señala la guerra civil
española como el primer acto de la II Guerra Mundial, y en cierta manera así es ya que la intervención
extranjera juega un papel importante y se ensayan muchas de las armas que se usarán en la guerra
europea.
Como podemos ver, existen muchas visiones de un conflicto del que se ha escrito más que de ningún otro,
exceptuando quizás la Revolución Francesa, y que siempre interesó mucho en todo el mundo.
De hecho el llamado “alzamiento” triunfó en Marruecos y Canarias el día 17 y en Castilla la Vieja, parte
de Aragón, Navarra, Galicia y algunos puntos de Andalucía, como Córdoba, Granada y Sevilla el día 18
de julio. En Madrid y Barcelona fracasó, produciéndose enfrentamientos muy duros entre el ejército
sublevado y las milicias obreras armadas por la República improvisadamente. Fracasó en general en las
grandes ciudades españolas. A los pocos días estaba claro que no había triunfado el golpe pero tampoco la
República había sido capaz de vencer a los rebeldes. Se planteaba así un conflicto a largo plazo donde se
organizaban dos bandos bien definidos.
Los rebeldes eran un conjunto de militares conservadores apoyados por los propietarios agrarios, partidos
de derecha y la Iglesia, así como todos aquellos que veían con malos ojos el acceso al poder de las clases
populares y el desorden social. Muchos de ellos se inspiraban en el fascismo europeo y en sus formas. De
ahí que la Falange acabara siendo el aglutinante político de todos ellos junto al tradicionalismo de corte
carlista. Pero lo que no estaba claro era lo que hacer si triunfaba el golpe. Mola tenía claro que era una
Dictadura militar transitoria. Pero otros preferían la vuelta a la monarquía o, incluso, un régimen
imitación del fascismo italiano.
Los partidarios de la República eran aún un conglomerado más diverso. Socialmente su apoyo provenía
de las clases más populares. Jornaleros, obreros y pequeña burguesía componían un bloque de intereses
distintos. La clase media republicana temía la posibilidad de una revolución social.
Las diplomacias de estos países acordaron no participar en la guerra, al menos oficialmente. Existía
miedo, sobre todo en los países occidentales, a la extensión del conflicto. Se pensaba que podía dar paso a
una guerra internacional. Era la época del “apaciguamiento”, política británica destinada a contentar a
Hitler en sus ambiciones y evitar la guerra en Europa. Fueron los británicos los que promovieron el
“Comité de No Intervención” que reunió a Gran Bretaña, Francia, Alemania, Italia y la URSS. El
Comité prohibió la intervención extranjera y estableció la vigilancia para impedir la ayuda exterior.
Naturalmente esta vigilancia nunca fue estricta.
152
Alemania e Italia ayudaron militarmente y desde el primer momento a las tropas rebeldes. Su ayuda
(aviones, carros de combate, artillería...) fue superior a la recibida por los republicanos. Alemania envió
además una unidad de aviación, la Legión Cóndor (protagonista del bombardeo de Guernica), y probó sus
armas más modernas. Italia envió a la CTV (Cuerpo de Tropas Voluntarias), unidad de tierra muy
numerosa.
El bando republicano también recibió ayuda exterior, principalmente de la Unión Soviética, que envió
armas y productos energéticos. El gobierno republicano se vio obligado a usar las reservas de oro del
Banco de España142 para hacer frente a los pagos. La ayuda de los consejeros militares soviéticos tuvo una
repercusión interna: el aumento de la influencia del Partido Comunista en el bando republicano. La
República recibió ayuda también de México y Francia, pero mucho menor de lo esperado, sobre todo de
Francia donde gobernaba también el Frente Popular. Las Brigadas Internacionales también prestaron
una ayuda importante a la República. Eran voluntarios antifascistas de todo el mundo, y fueron
organizadas gracias al Komintern. En su mayoría eran simpatizantes de izquierdas, fundamentalmente
comunistas.
142
El “oro de Moscú”
143
Ambas facciones eran minoritarias, por lo que puede suponerse que lo que primó fue el sentido del orden y la disciplina,
inclinando a los militares poco politizados hacia ambos bandos, según sus mandos
153
participación no sería comprensible la mayor parte de los planteamientos. Fueron masivos las
movilizaciones populares y los ofrecimientos de voluntarios en ambos bandos. Se puede decir por todo
esto que fue también una guerra entre una y otra parte –ambas muy igualadas- del pueblo español144. Sin
embargo estas ventajas iniciales no sirvieron a la república para vencer. La ventaja se invirtió, gracias a la
mejor integración y organización de las fuerzas nacionales de Franco y a la ayuda extranjera alemana e
italiana, muy superior en calidad y cuantía.
Distribución regional
Los sublevados145 dominaban la España interior, cerealista y ganadera, Castilla la Vieja, Galicia,
Andalucía Occidental, Marruecos y Canarias. Los republicanos 146 controlaban todo el arco mediterráneo
desde Cataluña hasta Andalucía, Castilla la Nueva y Madrid, lo que significaba el control de la
Administración del Estado y el Banco de España. Además, dominaban la minería asturiana y la industria
siderúrgica vasca. El reparto de territorios y de recursos era, por tanto, muy positivo para el bando
republicano.
144
La mayoría de los voluntarios del bando republicano constituyeron unidades autónomas o semiautónomas, no bien vinculadas a
los mandos profesionales, mientras en el bando nacional esta vinculación se da con más frecuencia, y por tanto con más eficacia.
145
También llamados “anticomunistas”, “nacionales”, “nacionalistas”, “fascistas”, “fachas”, “franquistas”, “faccioso” etc. Para
Tusell la denominación más adecuada sería la del bando sublevado o franquista mientras que para Comellas sería bando nacional.
146
También llamados “antifascistas”, “frentepopulistas”, “republicano-nacionales”, “leales”, “rojos”, etc. Para Tusell la
denominación más adecuada sería la de frentepopulistas mientras que para Comellas sería bando republicano.
147
Aunque no se consideraban “ni de derechas ni de izquierdas”, su amor al orden y a la disciplina los aproximaba a la derecha,
aunque su inconformismo y su latente republicanismo podría relacionarse con la izquierda.
148
Juventudes de Acción Popular, Acción Española, Renovación Española, Renovación Nacional.
149
Entre quienes incendiaban iglesias y asesinaban en plena calle a los clérigos por el hecho de serlo, y quienes querían dar a la
lucha un carácter de cruzada, a la Iglesia española no le quedaban posibilidades de optar.
150
Lo que supone la presencia en el poder de hombres tan diversos como Azaña, Prieto, Besteiro, Largo Caballero o Negrín.
154
ayuda de la URSS. La mayoría de estas milicias permanecieron en la retaguardia, manteniendo el
orden republicano, no sin abusos y al margen del poder constituido
Los nacionalistas: su aportación al conjunto de fuerzas republicanas fue más bien circunstancial que
ideológica: la República tenía para ellos las ventajas de su debilidad como poder y de su tradición
federal, en tanto que el Movimiento colocaba entre sus principios la unidad de España.
155
Las tropas de Franco se lanzaron a una ofensiva para asfixiar las comunicaciones de Madrid. La primera
gran batalla fue la del Jarama (febrero de1937), un intento de cortar las comunicaciones de Madrid con el
este de la Península. No tuvo éxito. La segunda fue la Batalla de Guadalajara, donde las tropas fascistas
italianas fueron derrotadas por el ejército republicano.
La República intentó desviar la presión en el norte atacando Brunete, cerca de Madrid, y Belchite, en
Zaragoza. Pero Asturias caía en octubre y todo el norte era ya zona nacional.
La Batalla del Ebro y el final de la guerra civil (julio 1938 – abril 1939)
La Batalla del Ebro decidió la guerra: la derrota definitiva de la república. Fue, además, la batalla de
mayor envergadura de toda la guerra. En julio de 1938 los republicanos lanzaron una fuerte ofensiva en el
Ebro, cerca del delta, entre Mequinenza y Amposta. Los republicanos ganaron territorio, pero la
contraofensiva de Franco detuvo a los republicanos, que se replegaron de nuevo tras la línea del Ebro.
La del Ebro, librada en el verano y el otoño de 1938, fue la mayor, la más larga y la más sangrienta de la Guerra Civil. En abril
de 1938 los nacionales partieron la zona republicana en dos. El Gobierno del Frente Popular trató de retomar la iniciativa
atacando por el curso bajo del Ebro. En la batalla se enfrentaron casi 200.000 hombres (100.000 republicanos y 98.000
nacionales) auxiliados por cerca de 700 piezas de artillería y más de 500 aviones. Los republicanos contaban, además, con 120
carros de combate y vehículos blindados. Por sus dimensiones podría haber sido una batalla de la II Guerra Mundial, pero
tuvo lugar en uno de los meandros del Ebro antes de su desembocadura. La victoria nacional terminó de decidir la guerra.
Franco tomó primero Cataluña y, poco después, Madrid y la costa levantina.
151
Antecedente de lo que serían durante la II Guerra Mundial los bombardeos sobre Londres, o los bombardeos aliados sobre
ciudades alemanas.
156
Franco rebasaba el Ebro por su desembocadura y el ejército de la República quedaba bastante dañado.
Tras la victoria en el Ebro, Franco decidió atacar Cataluña. En enero de 1939 ocupa Barcelona y Gerona.
Miles de refugiados, incluyendo el gobierno de la República, que estaba en Barcelona, huyeron a Francia.
En febrero de 1939 a la república sólo le quedaba Madrid, el centro y S.E. de la península. El nuevo
gobierno de la República estaba al mando de Juan Negrín y apoyado cada vez más en los comunistas. Los
últimos meses estuvieron llenos de problemas internos de los republicanos. En Madrid hubo varios golpes
que intentan derrocar el gobierno de Negrín. Se intentó negociar el final de la guerra, pero Franco no
quiso ninguna condición. El 28 de marzo, las tropas de Franco entraban en Madrid. El ejército
republicano se descompuso y Franco avanzó sobre Levante. El 1 de abril Franco firmó el último parte de
guerra. La guerra había terminado.
El gran problema de los republicanos fue siempre su división y sus luchas internas. Para los republicanos
y socialistas moderados lo primero era crear un Estado capaz de ganar la guerra. Para los socialistas
radicales y los anarquistas había llegado el momento de la revolución. Por su parte, los comunistas del
PCE eran partidarios de reforzar la disciplina y posponer la revolución social, lo que los enfrentó
definitivamente a los anarquistas y los troskistas del POUM en la pequeña “guerra civil” de Barcelona. El
POUM fue derrotado y sus dirigentes calumniados y represaliados por agentes de la NKVD y miembros
del PCE. Largo Caballero hubo de dimitir y desde mayo de 1937 el gobierno del socialista Juan Negrín,
tuvo que apoyarse fundamentalmente en los comunistas, tratando de fortificar el Estado republicano y
resistir, con la esperanza de enlazar con la guerra que más tarde o temprano iba a comenzar en Europa.
Los problemas económicos acuciaron siempre a la República, ya que, a la falta de materias primas, se le
sumó la falta de alimentos en las grandes ciudades. En el campo se produjeron colectivizaciones
frecuentes sobre todo en Aragón, y también en la industria catalana, casi siempre a cargo de los
anarquistas. La República tuvo que acudir al oro y las divisas del Banco de España para adquirir
armamento y abastecerse. En la zona republicana se vivió también la represión política con el
fusilamiento de José Antonio Primo de Rivera, y de miembros de la derecha. En Paracuellos del Jarama,
2.000 prisioneros fueron fusilados. La persecución contra la Iglesia fue especialmente intensa, así como
contra grandes propietarios e industriales.
Muerto Sanjurjo, se declara a Franco “Generalísimo de todos los Ejércitos” y Jefe del Estado, para
unificar el mando (1 de octubre de 1936). Entre 1937 y 1938 Franco unifica todos los partidos en uno
solo: la FET y de las JONS (Falange Española Tradicionalista y de las Juntas de Ofensiva Nacional
Sindicalista). Era una mezcla de falangismo y carlismo, nombrándose Franco como jefe de este
Movimiento Nacional, una vez José Antonio Primo de Rivera había sido fusilado por los republicanos.
Económicamente se cuenta con que 250.000 edificios fueron destruidos, centenares de pueblos arrasados,
campos esquilmados, fabricas deshechas o las reservas del Banco de España en Rusia y México. Las
pérdidas materiales supusieron el descenso del producto nacional bruto a niveles de 1910. España vivió
una posguerra aún más dura que la guerra y tardaría años en recuperar los niveles anteriores a 1935.
157
Las heridas morales son más difíciles de medir que las materiales y tan grandes como se puedan imaginar.
Si para algo sirvió la guerra civil fue para poner en evidencia algunos de los graves defectos de los
españoles, pero también algunas de sus virtudes que sólo en épocas de graves crisis parecen hacerse
patentes: coraje, capacidad de sacrificio y entrega de un pueblo. Demuestra que los errores históricos se
pagan muy caros, suponiendo una dolorosísima lección, que mayoritariamente los españoles parecen
haber aprendido. El hecho es que la guerra civil, sin haber reconciliado a los españoles, sino todo lo
contrario, acabó con la epidemia de guerras civiles y ha permitido a España vivir el periodo de paz más
prolongado -hasta la fecha- de toda su historia.
Víctimas de la guerra civil (datos aproximados)
Republicanas Sublevadas Total
Combate 85.000 75.000 160.000
Represión en la guerra 78.000 51.000 129.000
Muertos por penalidades 149.000 20.000 169.000
Total (guerra) 312.900 146.000 458.900
Represión de posguerra 40.000 - 40.000
Penalidades en posguerra 84.000 75.000 159.000
Total (guerra y posguerra) 436.900 221.000 657.900
Exilio 430.000 - 430.000
158
AGRUPACIÓN DE CONTENIDOS V
159
BLOQUE 11: LA DICTADURA FRANQUISTA (1939-1975)
160
10.- LA CREACIÓN DEL ESTADO FRANQUISTA: FUNDAMENTOS IDEOLÓGICOS Y
APOYOS SOCIALES
La “época de Franco” abarca casi cuarenta años de la historia de España. Esta época posee una
homogeneidad que no es frecuente encontrar en otras épocas, homogeneidad que viene definida tanto por
la continuidad evolutiva de un sistema como por la permanencia de un solo hombre 152 al frente de los
designios de España. Dejando a un lado los motivos de esta permanencia, es evidente que nos
encontramos ante un caso nada común en el ritmo usual de la historia contemporánea española. En estas
circunstancias se ha debatido si el régimen de Franco era un paréntesis o el inicio de un periodo nuevo en
España de paz, orden y estabilidad. Evidentemente los hechos demuestran que no ha sido una nueva edad,
pero algunos de los cambios estructurales operados en la sociedad, en la economía y hasta en la
mentalidad han dejado una honda huella histórica.
Se puede concluir que el régimen de Franco fue una singularidad diferencial, cuya verdadera
trascendencia sólo se conocerá con la necesaria y objetiva perspectiva histórica.
152
Franco fue jefe de Estado durante el mismo tiempo que María Cristina de Borbón, Espartero, Isabel II, Serrano, Amadeo I,
Figueras, Pi y Margall, Salmerón, Castelar y otra vez Serrano juntos.
161
huelga era ilegal. Como contrapartida se imponían fuertes restricciones al despido. El régimen
negaba la lucha de clases.
Apoyo ideológico en el conservadurismo, en la Iglesia y en la Falange.
Nacionalismo español exaltado y represión de los nacionalismos periféricos: España Una, Grande y
Libre.
Confesionalidad católica.
Lo primero sería determinar si el régimen fue fascista o totalitario. Lo que más asemeja al Franquismo
con la ideología totalitaria es el aspecto formal: el saludo romano, el partido oficial, con su
correspondiente camisa de un color (en este caso azul), el himno del partido al lado del himno nacional,
los “gritos de ritual” y hasta el apelativo concedido al “jefe carismático”: el Duce, el Führer, el
Conducator, el Caudillo,… Como los símbolos de la Falange153, más frondosos y agresivos, pasaron en la
mayoría de los casos adoptados por el régimen en su totalidad, éste pudo aparentar una fachada
típicamente “fascista”154.
Se ha hablado de paternalismo o se ha comparado con el espíritu del despotismo ilustrado. Serrano Súñer
ha difundido que el régimen presidido por Franco no fue totalitario, por no basarse en un partido único de
implantación obligatoria y dotado de una “filosofía oficial” o de una mística destinada a ser impuesta en
las conciencias. Aunque la Falange pudo y quiso ser este partido y a pesar de la prevalencia de su
“frondosa simbología” ocurrió que:
Franco se apoyó siempre en la multiplicidad de fuerzas que configuraron el bando nacional,
procurando que ninguna de ellas se arrogara la exclusiva 155;
La Falange fue perdiendo su “carga ideológica” por obra del mismo Franco, para reducirse cada vez
más al papel de un aparato. La Falange, viendo perdido su papel de infundir la filosofía del sistema
de Franco, se fue refugiando progresivamente en los sindicatos.
Se habla también de “sistema autoritario estable” o “sistema autoritario flexible” 156, distinto de los
totalitarismos y de las democracias. Lo que diferenciaría al franquismo del totalitarismo sería su
“tolerancia con la indiferencia” (que no obliga a creer en o a practicar una ideología), su “flexibilidad”
(que le permite una evolución indefinida) y su “pluralismo limitado”, dentro del cual cabe una
“semioposición”, es decir, la oposición entre unas y otras fuerzas constitutivas del régimen.
Todos los autores están de acuerdo con el carácter evolutivo del sistema. Tal pluralismo se manifiesta en
la existencia de “familias”. J.P. Fusi y R. Carr consideran que estas familias eran fundamentalmente las
grandes fuerzas de sustentación del Régimen: el Ejército, la Falange y la Iglesia.
El Ejército, considerado entonces “columna vertebral de la Patria”, es una condición fundamental de
la solidez del régimen. Desde los primeros gobiernos formados hubo militares, aunque siempre
estuvieron en minoría frente a los civiles, rechazando la idea de “poder militar” 157. Aun así el
franquismo puede considerarse un régimen militarizado, encargándose el ejército de la defensa, no
sólo exterior sino del propio régimen ya que, a través de los tribunales militares, procedía a la
represión de los delitos políticos. Estos delitos eran las opiniones públicas contrarias al Régimen,
reuniones políticas o sindicales no autorizadas, manifestaciones de protesta política o pertenencia a
organizaciones ilegales.
153
La ideología totalitaria aparece más clara que en otras fuerzas en la Falange, cuyo nexo con el fascismo italiano se puede apreciar
indiscutiblemente en muchos puntos, aunque los falangistas tenían también una fuerte identificación con los elementos tradicionales
españoles: el regeneracionismo, el corporativismo y el sentido cristiano de la vida.
154
Hay que tener en cuenta que ni los ingredientes de la Falange eran exclusivamente fascistizantes, ni el régimen como tal dejó de
contar con otros muchos ingredientes.
155
Como dijo Franco al propio Serrano Súñer: “los gobiernos deben tener una representación de todas las fuerzas que han
contribuido a la Victoria”
156
Juan J. Linz
157
“Al ejército no le es lícito sublevarse contra un partido ni contra una Constitución porque no le gusten; pero tiene el deber de
levantarse en armas para defender la Patria cuando está en peligro de muerte”. Con esta declaración de julio de 1937 pretendía
justificar la legitimidad del alzamiento del 18 de julio, invocando el “estado de necesidad”, pero rechazando la idea de
“pronunciamiento” tal como se concibió en el siglo XIX.
162
La Falange. Fue el elemento que simbolizó el nuevo estado pero nunca logró tener un papel de
protagonista exclusivo y desde muy pronto Franco consiguió la “desfalangización de la Falange”.
Fue un proceso de domesticación, pasando de ser defensores de un régimen cercano al fascismo a
convertir su ideología en una mezcla de patriotismo conservador y autoritarismo.
Iglesia Católica, otra de las “columnas del Régimen”. Rasgo peculiar del régimen fue el enorme
apoyo ideológico de la Iglesia católica que se convirtió en legitimadora del mismo. El Estado se
declaró confesionalmente católico y adoptó la doctrina social de la Iglesia. Ésta recibió una enorme
ayuda material al tiempo que recuperaba un papel fundamental en el campo de la enseñanza y en la
vida social, controlando los usos y costumbres: matrimonio religioso con efectos civiles, prohibición
del divorcio, censura de las publicaciones y de todo tipo de espectáculos. Sin embargo el apoyo no
fue incondicional en todos los casos, como el del cardenal Segura.
Pero las “familias” propiamente dichas vienen determinadas más bien por las variopintas tendencias
políticas o actitudes ante el gobierno de los hombres que colaboraron con el régimen del Movimiento.
Atendiendo a los diferentes autores y a las diferentes épocas se pueden presentar las siguientes familias:
Franquistas integrales.
Católicos.
Acción Católica.
Demócrata-cristianos.
Opus Dei.
Monárquicos.
Carlistas.
Partidarios de D. Juan de Borbón.
Tecnócratas y profesionales.
Tradicionalistas.
Jonsistas.
El franquismo duró casi cuarenta años gracias a la obstinación política y a la resistencia física de su
fundador. La represión y la propaganda contribuyeron a la larga duración del régimen. Peros sin la
existencia de importantes apoyos institucionales y sociales, Franco difícilmente hubiera podido sobrevivir
a las presiones exteriores, la oposición política, las agitaciones estudiantiles o las protestas obreras y
regionales. El “Generalísimo” tuvo mucho más apoyo social del que le atribuyen sus oponentes:
La oligarquía, el campesinado y la pequeña burguesía. El estado franquista se sintió respaldado
por los grupos sociales que habían apoyado la sublevación: grandes terratenientes, empresarios
industriales, financieros, pequeñas burguesías provincianas y el campesinado católico del norte y
centro del país. A lo largo de este periodo, el crecimiento económico hizo surgir una clase media
muy numerosa que admitía la falta de libertades políticas a cambio de un nivel aceptable de
bienestar. A su vez, una nueva clase trabajadora identificó su progreso con la actuación económica
del franquismo: eran los obreros apolíticos. Tampoco estuvieron descontentas con el franquismo las
pequeñas burguesías enriquecidas por el proteccionismo oficial de la industria en Cataluña y en el
País Vasco, las generaciones de empresarios jóvenes y todos los colectivos que consiguieron
promocionarse en el escalafón de la administración pública.
163
Gobernadores civiles. Dependían directamente del gobierno y eran sus representantes en cada una
de las provincias.
Cortes Españolas. Fueron creadas en 1942 y sus miembros, llamados procuradores en recuerdo de
los miembros de las tradicionales cortes estamentales del antiguo Régimen. Éstos eran elegidos a
través de los “cauces naturales de convivencia”: familia, municipio y sindicato. No eran un poder
legislativo, sólo servían como organismo asesor y deliberador que colaboraba con el gobierno en la
elaboración de las leyes. A partir de 1966 se incluyeron procuradores elegidos por las familias.
Consejo Nacional del Movimiento. Era una especie de cámara alta o Senado. Asumió mayor
protagonismo a raíz de la Ley Orgánica del Estado (1967).
Consejo del Reino. A partir de la Ley Orgánica del Estado (1967) se estableció la separación de los
cargos de Jefe de Estado y Presidente del Gobierno. Una de las funciones era la de proponer una
terna de la cual el Jefe del Estado elegiría al Presidente del Gobierno.
Consejo Nacional de la FET y de las JONS. Venía a ser un alto organismo deliberante, asesor del
Jefe Nacional y encargado, en caso de muerte o incapacidad de Franco, de proclamar a su sucesor,
designado previamente por él. Nunca representó un poder opuesto a Franco porque, aparte de lo
limitado de sus funciones, sólo se formaba parte de él por nombramiento de Franco o por el hecho de
ocupar determinado cargo político, que también nombraba Franco.
Tribunal Supremo. Cúspide del poder judicial.
Alcaldes. Nombrados por los gobernadores civiles.
158
Juntas de Ofensiva Nacional-Sindicalistas
159
Sigue a un largo periodo vacío de legislación y también a un atisbo de politización de ciertos sectores de la sociedad española
160
Sigue a otro prolongado vacío legislativo, y parece poner las bases de una evolución política.
164
imperialistas de Alemania, Italia y Japón, que, además, habían colaborado en la victoria de Franco161.
Cuando en 1943, la suerte de la guerra cambia, España volvería a la neutralidad y se distanciaría de
Alemania. La derrota del Eje fue también una derrota para España. Significó sobre todo, su aislamiento
internacional162. Se sometía a España a un boicot económico y político.
El efecto de este boicot internacional se sumó a las consecuencias de la propia guerra civil. El resultado
para la economía española fue nefasto. Todos los indicadores de producción se situaron por debajo de
1935, no había reservas de oro que respaldasen la moneda y los transportes quedaron muy afectados. La
posguerra fue muy dura para la mayoría de los españoles. Fueron años de miseria, racionamiento e
incluso hambre. La doctrina económica del régimen, la política de autarquía, no ayudó nada a la
recuperación.
La recuperación económica fue muy lenta y hubo que recurrir a medidas excepcionales como el
racionamiento de los productos básicos163. La política autárquica trató de limitar las importaciones al
máximo, sobre todo de productos superfluos. Por otro lado, inició una política de sustitución de la
iniciativa privada por la pública, buscando además la independencia económica de España. En este
sentido se crea el INI (Instituto Nacional de Industria), conjunto de empresas públicas cuyo objetivo era
producir al máximo posible, independientemente de los costes o beneficios 164.
En 1950 España ingresaba en la FAO, después en la UNESCO. En 1953, se firmó el Concordato con la
Santa Sede, estrechando lazos en la Iglesia, y un tratado militar (Convenio de Defensa y Ayuda Económica
Mutua) con los EEUU, por el que España cedía bases a cambio de ayuda económica y militar. En 1955,
ingresaba en la ONU.
Puesto que los problemas estructurales de la economía continuaban y se agudizaban, se tuvo que proceder
a una reestructuración profunda del gobierno en 1957. Iba a ser el gobierno de los tecnócratas, en su
mayoría miembros del Opus Dei, que reorientarían radicalmente la política económica del régimen.
Políticamente, el régimen pasó a estar en manos de los tecnócratas. Estos nuevos dirigentes provenían en
gran parte del Opus Dei, asociación religiosa española muy influyente en los poderes económico y
político. Pretendían liberalizar la economía española e integrarla en el contexto europeo, pero apoyaron
sin reticencias el régimen político. La dictadura tomó un signo diferente. Se presentaba como una
161
Alemania e Italia presionaron a Franco para que España entrase en guerra, pero las exigencias del dictador fueron muy altas. Para
esto se reunió Franco con Hitler en Hendaya en 1940. Fruto de las presiones fue el cambio del status de neutralidad española por el
de “no beligerancia” y el envío de la División Azul, una fuerza de voluntarios, contra la Unión Soviética.
162
España no fue admitida en al ONU y sus integrantes retiraron sus embajadores. Se sometía a España a un boicot económico y
político que, por el contrario, vino a reforzar a Franco en el interior. El régimen vendió esta situación como una conspiración
internacional “judeo-masónica-marxista”, fruto, más bien, de las obsesiones personales del dictador. A finales de los años 40, con el
comienzo de la Guerra Fría, comenzó a suavizarse la presión...
163
La fijación de precios por parte del gobierno muy por debajo de su precio de mercado llevó al desabastecimiento. De esta forma
se recurrió a racionar los productos básicos, estando obligados los productores a vender al Estado toda la producción a un precio
fijado por éste. Después, el Estado vendía los productos a los consumidores. Rápidamente, esta alteración del mercado traería una
respuesta: el mercado negro o el “estraperlo”, donde se duplicarían o triplicarían los precios.
164
En el INI estuvieron las principales empresas públicas creadas por entonces como SEAT, IBERIA o ENDESA. Además se
racionalizaron los ferrocarriles y se creó RENFE.
165
La autarquía había empeorado el nivel de vida de los españoles. Los precios, sobre todo en el mercado negro, habían subido
espectacularmente y los salarios prácticamente nada comparativamente. El consumo se redujo de forma notable, repercutiendo en
todos los sectores económicos. Incluso, para abastecer a la población, hubo que recurrir a importaciones de alimentos de países
como la Argentina peronista.
166
Para adaptarse a la nueva situación internacional, el régimen cambió relegando a los falangistas y dando paso a ministros
católicos como Ruiz Jiménez, ministro de educación. Se introdujo una persona clave para dar continuidad al régimen, el almirante
Luis Carrero Blanco, de quien se decía podía suceder a Franco en caso de fallecimiento. El objetivo de estos cambios era dar una
imagen internacional más adecuada.
165
dictadura conservadora católica. El hombre clave de la tecnocracia fue Laureano López Rodó, el
personaje más influyente de la época, junto a Luis Carrero Blanco.
En el plano económico, España iba a conocer en los 60 la fase expansiva más importante de su historia,
debido a causas internas y externas que fueron a combinarse favorablemente. Desde la política
gubernamental se produjeron dos hechos significativos: el Plan de Estabilización167 de 1959 y los
Planes de Desarrollo168 que comienzan en 1963.
Los resultados fueron positivos, en gran medida debido a la coyuntura internacional muy favorable en
Europa occidental. El PIB creció más que el resto de Europa, al igual que el consumo. El sector industrial
ganó peso gracias a la importación de tecnología extranjera, lo que a la larga sería un problema estructural
por la dependencia creada. La productividad también aumentó así como las exportaciones que se
multiplicaron por seis.
Tres factores externos explican también este crecimiento:
las inversiones extranjeras y las importaciones 169;
el turismo170;
la emigración171.
Este panorama positivo tuvo sin duda aspectos desfavorables. Fue un crecimiento en ocasiones
especulativo, sin reinversión en tecnología. El sistema financiero siguió siendo poco eficiente y anticuado
y no alentaba el crecimiento. El paro se mantuvo bajo hasta que la emigración se detuvo. El crecimiento
de los 60, aunque evidente, tuvo una vertiente un poco ficticia que ocultó graves carencias de la economía
española. Pero lo que sí produjo este crecimiento fue una transformación social sin precedentes: el
crecimiento de una clase media cada vez más importante numéricamente. Esta clase media sería la
protagonista de la transición a la democracia. La estructura social se transformó. España dejó de ser un
país rural y agrícola para ser urbano172. La Iglesia española, al ritmo del “aggiornamento” del Concilio
Vaticano II empezaba a alejarse del régimen, pasando de ser uno de los pilares a una cuña.
Este cambio social pronto tendría una traducción política: crecían las protestas políticas, las huelgas
obreras y los incidentes estudiantiles. Nacen las Comisiones Obreras (CCOO) de forma clandestina. La
oposición se reavivaba, sobre todo el PCE, que mantenía una fuerte actividad. También resurgía el PSOE,
grupos de la democracia-cristiana, socialdemócratas y numerosos grupúsculos de izquierda radical
(maoístas, troskistas...). Lo mismo ocurrió con los nacionalismos, especialmente en Cataluña (Esquerra
Republicana, Convergencia Democrática) o el País Vasco (PNV, aparición de ETA).
CONCLUSIÓN
En 1968 casi dos tercios de la población no habían conocido o recordaban la guerra. La vieja guardia de
los vencedores se reducía cada vez más, mientras el propio Franco envejecía. Las corrientes de la historia,
tanto por el prestigio de las naciones más avanzadas de Europa Occidental como por el vuelco de las
tendencias internas, eran propensas a conceder “fuerza moral” cada vez mayor a las ideologías y a los
programas del bando vencido. La actitud de la prensa, de los nuevos intelectuales y de buena parte de la
“nueva clase media”, daba alas a esa tendencia. Así desde 1968 pero sobre todo desde 1973 se produce lo
que se ha denominado “el postfranquismo en vida de Franco”, cuando coexisten dos fuerzas históricas a
priori incompatibles.
167
El Plan de Estabilización significaba el final de la política autárquica. El gobierno se comprometía a reducir el intervencionismo,
el déficit público y las barreras arancelarias. A cambio, varios organismos internacionales concedieron préstamos para hacer frente a
las necesidades de recuperación españolas. El objetivo del plan, era, por lo demás, reducir la inflación galopante causada por el
abuso del crédito y el poco valor real de la moneda.
168
Los Planes de Desarrollo: de vigencia cuatrienal. Más que de planificación habría que hablar de “sistema indicativo”. El Estado
no planificaba ni ordenaba: señalaba unas líneas a seguir y favorecía y animaba las iniciativas particulares. De entre las medidas que
incluían esos planes destacaba la creación de los Polos de Desarrollo, repartidos por la geografía española, que trataban de
distribuir el desarrollo industrial por zonas tradicionalmente poco favorecidas.
169
La ayuda exterior fue crucial en el desarrollo de los años 60. Las importaciones de tecnología salvaron el retraso técnico y las
inversiones de capital extranjero paliaron la escasez de capital propio.
170
Un nuevo fenómeno de masas, el turismo, repercutió en la llegada de divisas extranjeras en una medida extraordinaria. Millones
de turistas extranjeros llenaron las playas españolas, lo que equilibró la balanza de pagos.
171
La emigración a los países europeos contribuyó también a la mejora de la situación económica. Más de un millón trescientos mil
españoles salieron hacia Francia, Alemania y otros países. Esta intensa emigración enjugó el paro agrario que empezaba a ser
preocupante. Además, las divisas que enviaban a sus familias en España fueron cuantiosas. Se evitó, en fin, un crecimiento
espectacular del paro. Esta emigración se produjo también en el interior de España. Desde Castilla, Galicia, Andalucía y
Extremadura partió un flujo demográfico que fue a parar a Cataluña, País Vasco y Madrid, principalmente.
172
El consumo de masas se extendió y popularizó: electrodomésticos, coches... El “seiscientos” era todo un símbolo de esta nueva
clase media. En este desarrollo estaba plantada la semilla del cambio político. La nueva mentalidad de los españoles empezaba a
conectar con lo que llegaba de Europa.
166
La oposición al Régimen se apreciaba claramente en los medios universitarios y en los intelectuales, así
como en la prensa y en el mundo editorial. Así aparecen “Cuadernos para el Diálogo”, el Grupo Tácito
o el Club Siglo XXI como formas de oposición moderada de talante liberal. También surge una revista
como “Cambio 16” con una línea netamente política destinada a favorecer el “cambio”. La influencia de
estos medios sobre la opinión pública apareció enseguida patente. Cualquier ciudadano tenía medios de
conocer la existencia de grupos ideológico-políticos, que comenzaban a operar como germen de futuros
partidos (los partidos políticos seguían prohibidos). En el mundo sindical, los trabajadores afiliados a
Comisiones Obreras seguían traspasando los umbrales de los edificios llenos de símbolos franquistas para
ejercer sus derechos laborales o para utilizar la propia organización Sindical del Régimen para presionar a
favor de nuevos convenios colectivos. Esta peculiar dualidad de poderes, uno real pero decrépito, otro
virtual pero operativo e influyente de hecho, es sin duda uno de los factores que explica el rápido
derrumbe de las estructuras del Estado franquista con la muerte de Franco. En estas circunstancias la
restauración (o reinstauración) de la monarquía en la figura del príncipe Juan Carlos parecía la salida más
idónea tanto para los elementos más avanzados del régimen como para la oposición no marxista. Esta
aceptación previa fue una de las claves decisivas del proceso pacífico de la transición. En 1973 Franco
nombraba como presidente del Gobierno a Luis Carrero Blanco, en algunos aspectos más franquista que
Franco. Evidentemente su nombramiento no sentó bien en los medios de la oposición y hubo quien previó
un franquismo después de Franco. Tal suposición no pasó de ser un futurible tras el asesinato del
almirante. El nuevo presidente del Gobierno, Arias Navarro, sustituía dentro del gobierno a los
tecnócratas por monárquicos, viéndose cada vez más cerca. En su presentación ante las Cortes, el 12 de
Febrero de 1974, Arias proclamaba que “ha terminado el periodo de la adhesión y comienza el de la
participación. Estas intenciones aperturistas fueron en general bien acogidas, atisbándose una posible
fórmula de diálogo entre el poder oficial y la cada vez más operante y operativa oposición. Pero Arias, no
podía pasar por el restablecimiento de partidos y la posibilidad de diálogo quedó rota. Era preferible
esperar porque la espera ya no podía ser larga. El 20 de noviembre de 1975 fallecía el general Franco y
don Juan Carlos era proclamado Rey, prometiendo una monarquía “para todos los españoles”.
167
BLOQUE 12: NORMALIZACIÓN DEMOCRÁTICA DE
ESPAÑA E INTEGRACIÓN EN EUROPA (DESDE 1975)
168
11.- EL PROCESO DE TRANSICIÓN A LA DEMOCRACIA Y LA CONSTITUCIÓN DE 1978
A lo largo del siglo XX el protagonismo de España en la historia universal ha sido relativamente escaso.
Tan sólo durante la Guerra Civil España se convirtió en el eje de las preocupaciones mundiales. De haber
otra ocasión en que a España le correspondió un protagonismo mundial ésta es, sin duda, el momento de
la transición hacia la democracia.
Existía un enorme peso muerto que dificultaba que la Transición se hiciera en paz y sin graves traumas
sociales173. No existían modelos próximos que parecieran hacer posible el proceso sin una derrota externa
o acontecimiento similar.
El resultado fue, sin embargo, positivo y era tan inesperado que durante algún tiempo despertó el interés
de los científicos de la política, historiadores y sociólogos de todas las latitudes. La relevancia del caso
español ha quedado disminuida por las transformaciones de los regímenes de la Europa del Este y su
interés se ha desvanecido en cierta parte, aunque haya servido como punto de referencia comparativo. Esa
misma perspectiva permite integrar el caso español en un fenómeno de carácter universal que pudiera
denominarse como la difusión de la democracia.
La cercanía de los acontecimientos tiene el peligro del desenfoque o de la interpretación sesgada por
partidismo. El transcurso del tiempo puede servir de antídoto y vacuna contra esos peligros.
El balance, sin embargo, fue en general muy positivo, con algunas salvedades. Ese carácter positivo se
explica por características peculiares. España experimentó durante el franquismo una transformación
decisiva sin parangón, convirtiéndose en un periodo corto en una potencia industrial de primera
importancia, situándose en 1975 entre los más desarrollados. Este cambio jugó un papel decisivo. Si la
173
Además la Transición se produjo en un momento en que era menos patente ese proceso de expansión de la democracia que luego
los acontecimientos confirmaron.
169
democracia es tanto más posible cuanto más igualitaria es la sociedad, la española lo era mucho más
que en cualquier etapa anterior de su historia.
Pero, además, había visto modificada también sus pautas mentales: cambio en la Iglesia, mayor tolerancia
respecto a la prensa y la frecuencia de los contactos con el exterior habían hecho que el autoritarismo
quebrara en la conciencia de los españoles.
Otro rasgo característico deriva del importantísimo papel jugado por la institución monárquica. Siempre
el gran peligro de un proceso de transición democrática es la quiebra de la legitimidad en aquel momento
en que se ha desvanecido la de la dictadura y todavía no ha aparecido o consolidado la democracia. La
transición española tuvo en la monarquía un instrumento para evitar la quiebra de la legitimidad. El papel
de la monarquía como garante de la legitimidad de todo el proceso fue debido a las peculiares
circunstancias históricas: por un lado la monarquía era el régimen deseado por Franco y Juan Carlos I su
heredero; por otro lado era representante de una legitimidad dinástica e inevitablemente su persona
aparecía vinculada a la trayectoria de su padre en oposición al franquismo. Este solapamiento de
legitimidades contribuyó a hacer posible un proceso de transición pausado y profundo al mismo tiempo
en que el cambio dio un giro radical a las instituciones políticas vigentes, pero a partir de los principios en
los que el mismo régimen se basaba.
La Transición tuvo éxito porque integró en el objetivo común de la consolidación de la democracia a los
partidarios de las reformas que venían del franquismo junto a los opositores al régimen que se inclinaban
progresivamente hacia el régimen monárquico, olvidando sus iniciales pretensiones republicanas. Sólo los
más radicales e intransigentes por uno y otro lado se autoexcluyeron de las nuevas reglas del juego.
El 22 de noviembre de 1975 las Cortes proclamaban rey a Juan Carlos de Borbón y Borbón. Cinco días
más tarde recibía el testimonio de confianza de las democracias europeas en el acto de coronación
celebrado en la iglesia de los Jerónimos de Madrid. Se abría una nueva etapa política.
Este primer gobierno representó una mezcla de continuistas del franquismo, como Arias Navarro o Pita
da Veiga, con los que tranquilizar al sector más inmovilista del régimen y de aperturistas como Manuel
Fraga, José María de Areilza o Antonio Garrigues e incluso falangistas audaces, dispuestos a todos los
cambios, como Adolfo Suárez. De paso evitaba que ninguno de los hombres “nuevos” se gastase o se
“quemase” en los difíciles primeros momentos.
En cuanto a la apertura y su ritmo, Arias Navarro hablaba de “cuatro partidos dentro de un año”, pero se
oponía al reconocimiento del partido Comunista y de los que pudieran implicar separatismo. Suárez era
partidario de llegar más lejos y de “llevar al Estado lo que estaba en la calle”.
170
En junio de 1976, Arias Navarro, desbordado por las realidades, presentaba su dimisión.
La ley de Reforma política podía entenderse de diversas formas, a causa de una buscada ambigüedad. Era
un cheque en blanco que se daba a los reformistas, especialmente al Jefe del Gobierno. Suárez quiso
obviar las resistencias a su ley resaltando su carácter no rupturista: reforma no supone ruptura, porque
“sólo se reforma lo que se quiere conservar”. La ley fue sometida a referéndum el 15 de diciembre de
1976, consiguiendo el 94% de los votos afirmativos.
Se suprimió todo el aparato del Movimiento, desapareciendo todas sus estructuras políticas y sindicales.
Se abolió el Tribunal de Orden Público y se reconocieron entre otros, el derecho de huelga, la libertad de
expresión y de sindicación. Se legalizaron todos los partidos, incluso el comunista, el cual, a su vez,
dando muestras de una flexibilidad impensable un año antes, se mostró compatible con una monarquía
democrática y parlamentaria. En pocos meses, la situación había dado la vuelta del modo más
espectacular174.
En cuanto las fuerzas políticas se consideraron suficientemente preparadas para ello, hubo consenso para
celebrar elecciones generales en junio de 1977. Se discutió sobre si emplear el sistema mayoritario o el
proporcional. Quizá porque el primero recordaba los tiempos del encasillado, se prefirió el segundo,
aunque matizado por la regla D´Hont, que tiende a primar la ventaja de los partidos más fuertes.
174
El modelo de democracia occidental gozó de un respaldo mayoritario, y por lo menos la aceptación por parte de una serie de
elementos de la derecha y de la izquierda que años atrás habían aparecido mucho más radicalizados. Esta mutua conjuración hacia
una realidad capaz de albergar a todos resultó decisiva a la hora de configurar el futuro de España.
171
1978 y 1980. A ello se unió el GRAPO y la extrema derecha con grupos como Guerrilleros de Cristo
Rey, AAA (Alianza Apostólica Anticomunista9 o el Batallón Vasco-Español
Reivindicaciones autonómicas: en este gobierno el catedrático andaluz, Manuel Clavero Arévalo,
fue nombrado Ministro para las Regiones. Antes de la aprobación de la Constitución se crearon las
Preautonomías como regímenes de descentralización administrativa de carácter provisional. El
Gobierno institucionalizaba la nueva entidad territorial y sus órganos de gobierno y administración;
más adelante estaba la posibilidad de transferir servicios del Estado y de las diputaciones.
CONSTITUCIÓN DE 1978
Las Cortes iniciaron el proceso constituyente al amparo de la Ley para la Reforma Política que concedía
al Congreso de los Diputados el derecho de iniciativa constitucional. Su elaboración duró unos 15 meses
y en su redacción definitiva se emplearon 400 horas de debates parlamentarios. El trabajo de redacción
del borrador inicial del proyecto constitucional fue encargado a una comisión de siete representantes de
los partidos políticos, en función de los resultados de las elecciones de junio de 1977. La integraron José
Pedro Pérez Llorca, Miguel Herrero y Rodríguez de Miñón y Gabriel Cisneros, de UCD, Gregorio Peces
Barba, del PSOE, Jordi Solé Tura, del PCE, Manuel Fraga, de AP y Miguel Roca de CiU. En la sombra
tuvieron un papel fundamental Fernando Abril Martorell (UCD) y Alfonso Guerra (PSOE), los
respectivos número dos de Adolfo Suárez y Felipe González, desliando aquellas cuestiones enrevesadas o
espinosas que frenaban, dificultaban o incluso amenazaban el proceso constitucional.
El primer tema a debatir fue el de la extensión del articulado de la Constitución. Los representantes de
UCD preferían un texto corto, mientras PSOE, PCE y nacionalistas querían un texto amplio donde se
recogiesen los derechos y libertades individuales. AP se mostró partidaria de reformar las Leyes
Fundamentales. Al rechazarse su posición, aceptaron el planteamiento constituyente mayoritario. No sin
dificultades se consiguió realizar una constitución de consenso.
La votación final se produjo el 31 de octubre de 1978, con 325 votos a favor, 6 en contra y 14
abstenciones, entre ellas las del PNV, por considerar que la Constitución no restauraba los fueros vascos.
Los debates y la votación final en el Senado no presentaron grandes diferencias: 226 votos a favor, 5 en
contra y 8 abstenciones.
El 6 de diciembre de 1978 el electorado refrendó la Constitución con una abstención del 32,9%, un 87,9%
a favor de los votos emitidos (58,9% del total del electorado) y un 7,8% de votos emitidos en contra
(5,2% del total del electorado). Finalmente fue sancionada por el rey y publicada en el BOE.
Principios básicos
Estado social y democrático de derecho: es un modelo de estado sometido al Derecho, al imperio
de la Ley, respetando las libertades ciudadanas. El Estado debe procurar no sólo los medios sino las
condiciones de justicia para que puedan llegar a todos, así como una justa distribución de la riqueza.
El término democrático implica la participación de todos los ciudadanos y exige que todas las
asociaciones sean democráticas.
Libertad e igualdad: significa tanto ausencia de privilegios como la existencia de deberes a nivel
individual y colectivo. La garantía de todas las condiciones de libertad es función básica del Estado.
Pluralismo político: reconocimiento de la multiplicidad de fuerzas sociales y de pensamiento. La
democracia reconocida en esta Constitución ha de ser pluralista y sin exclusiones. La expresión de
este pluralismo debe corresponder a los partidos.
Principio de soberanía popular: la soberanía reside en el pueblo español, del que emanan todos los
poderes.
Monarquía parlamentaria: un sistema de monarquía en la que el rey reina pero no gobierna.
Declaración de derechos
Una aportación singular de esta Constitución es la remisión a la Declaración de Derechos Humanos y a
los tratados internacionales y las libertades establecidas en ellas. Se reconocen:
Derechos y libertades personales. Son aquellos que protegen al individuo y le garantizan una esfera
privada donde el Estado no puede entrar. Incluyen el derecho a la libertad individual, libre residencia,
libre circulación, libertad de empresa, etc.
Derechos cívico-políticos o democráticos. Son los que permiten la participación de los ciudadanos
en la vida pública, incluyendo los derechos de reunión, manifestación, asociación, sindicación,
172
participación pasiva y activa en los procesos electorales (elegir y ser elegible). También se prevén
fórmulas de democracia directa, como el referéndum. Sin embargo éstos sólo pueden ser consultivos,
estableciéndose cláusulas disuasorias para esta fórmula.
Derechos sociales y económicos175. Son los que garantizan una vida digna a la población: derecho a
la educación, a una remuneración justa por el trabajo, a una vivienda, a seguridad social, a descanso
semanal, a vacaciones pagadas… También incluye el derecho a la huelga, a la sindicación y a la
negociación colectiva. El marco institucional del sistema económico aparece definido como la
economía social de mercado.
Para la defensa de todos los derechos se creó la figura del Defensor del Pueblo y el recurso de amparo
ante el Tribunal Constitucional.
175
En estos títulos se aprecia uno de los inconvenientes más graves de las Constitución, el exceso de declaraciones
bienintencionadas y que, por supuesto, necesitan de la legislación ordinaria para convertirse en algo efectivo.
176
Artículo 2.
177
Artículo 2.
178
Artículo 137.
173
Tipos de autonomía
Se preveía dos tipos de autonomía en función de las competencias que podían asumir desde el primer
momento y del procedimiento previsto para la redacción y aprobación del estatuto:
Plena: pueden asumir todas las competencias que no se definen como exclusivas del estado.
Limitada: pueden asumir menos competencias. Transcurridos 5 años podrían igualarse.
EPÍLOGO
Una interpretación muy estricta del ámbito cronológico de la transición concluiría su narración en el
momento de la aprobación de la Constitución. Sin embargo, quedaban en este momento todavía abiertos
interrogantes decisivos que, sí no fueran despejados, impedirían un juicio acertado sobre el proceso.
Existía la duda de si el sistema de partidos había quedado configurado de una manera estable. Si la
democracia existía ya en la Constitución cabía preguntarse hasta qué punto permeaba todas las
instituciones e incluso los hábitos de unos españoles que padecían el llamado “desencanto”. Quedaba
enfrentarse con algunos de los graves problemas políticos y económicos que tenía el país, desde el
terrorismo a la crisis económica, pasando por la organización territorial del Estado, algunos de los cuales
podía provocar una reacción involucionista. Por eso se debería prolongar el periodo acogido a la
denominación “transición” hasta 1982.
174
12.- LOS GOBIERNOS DEMOCRÁTICOS (1979-2000)
En balance de la Transición predominan los aspectos positivos sobre los negativos, no sólo porque la
Transición concluyera bien sino, sobre todo, porque el punto de partida no justificaba un pleno
optimismo, aunque hubiera razones, como el desarrollo económico, que pudieran inducir a él. La propia
rapidez de la Transición y el balance netamente positivo puede tener el riesgo de hacer obviar las
dificultades objetivas que se dieron a lo largo de todo el proceso. Es muy fácil, pero no tan correcto,
considerar lo sucedido en España como absolutamente ejemplar, irrepetible y modélico.
Pero también ha podido percibirse un cierto balance negativo en la Transición española que ha aparecido
con el transcurso del tiempo respecto a los mismos modos de hacerla. El consenso y la búsqueda de
fórmulas legales que evitaron los peligros a una joven democracia fueron factores positivos en el
momento de iniciarse la Transición y hubieran sido, también, positivos caso de mantenerse en sus
estrictos términos y ámbitos como una constante de comportamiento. Sin embargo, no sólo no ha sido así
sino que además han aparecido inconvenientes obvios, el principal es que, al haberse practicado un
consenso en la clase política desde arriba, lo que ha sucedido es que la movilización popular ha sido
limitada y aún decreciente. Es cierto que se han evitado los temas conflictivos pero, de esa manera, si se
ha dado estabilidad a la política nacional también se ha privado del componente popular que una
democracia debe tener siempre. Una movilización política escasa siempre será un inconveniente grave en
un sistema democrático.
Pero además con el transcurso del tiempo se ha hecho patente otro inconveniente. El afán de la clase
política por lograr una democracia estable se tradujo en una serie de medidas que creaban una especie de
tutela sobre la ciudadanía española. En toda la obra legislativa de la Transición se aprecia un temor a la
repetición de la experiencia de la Guerra Civil. De aquí que el régimen parlamentario, la ley electoral, la
estabilidad gubernamental, la vida interna de los partidos o las relaciones entre los poderes permanezcan
encorsetados en unas fórmulas que todavía contribuyen a alejar más de la savia popular a un sistema
político que la necesita. Una vez aprobada la Constitución y consolidado el sistema democrático el
peligro de ésta es mucho más el cáncer del escepticismo que el infarto de un golpe de Estado.
También se agudizaron las divisiones en el seno de la UCD, entre los sectores más conservadores
(democristianos, liberales) y los socialdemócratas. Existían discrepancias en los contenidos de las
reformas básicas como la de la enseñanza con el Estatuto de los Centros Docentes o la de
administraciones públicas. Además el terrorismo de ETA y GRAPO añadía una notable tensión y situó la
violencia en el primer plano.
Se puede afirmar que Suárez se mostró más eficaz en el desmantelamiento del franquismo que en la
edificación de la democracia y no consiguió un liderazgo incontestable dentro de la UCD. En el declive
de la figura de Adolfo Suárez jugó un papel fundamental el voto de censura promovido por el PSOE en
mayo de 1980. La respuesta de Suárez fue tímida e insuficiente, mientras la figura de Felipe González se
potenciaba ante la opinión pública, dando la sensación de tener la capacidad para desempeñar el gobierno
de la nación.
175
La reacción dentro de UCD fue una creciente oposición a los procedimientos del gobierno Suárez. Lo
acusaban de personalismo excesivo, de no aceptar consejos. Una nueva remodelación no conseguía frenar
la descomposición del partido.
Mientras tanto la vida política nacional se había enrarecido. Fraga señala la existencia de una crisis de
Estado, crisis de sociedad y necesidad de cambio de rumbo. Entre los socialistas había quien defendía un
“Gobierno de gestión”, incluso presidido por un militar (Enrique Múgica). En estas circunstancias, Suárez
presentó su dimisión179. Suárez se derrumbó psicológicamente después de cinco años en el poder
superando circunstancias gravísimas. Entonces se hacían patentes sus propias limitaciones, contrastando
la imagen tópica que de él se tenía con esta manifestación de su fragilidad. Pero tuvo la suficiente
grandeza moral como para aceptar esta situación y expresarla con sinceridad ante sus compatriotas. Había
sido el político español del siglo XX con una ejecutoria objetivamente más positiva y su protagonismo en
la Transición sólo cede ante el del rey. Quienes desde UCD habían contribuido a su dimisión
descubrieron pronto que con ella no cesaba la conflictividad interna del partido. En julio de 1982 Suárez
abandonaba UCD y fundaba un nuevo partido, el Centro Democrático y Social (CDS).
El pronunciamiento militar fracasó esencialmente por el papel que desempeñó el poder ejecutivo
concentrado en la figura del Rey. Su defensa inequívoca del nuevo sistema constitucional y su
predicamento entre los militares, unos por su tradición monárquica, otros por su sentido de la disciplina 180
o incluso a algunos por franquistas (en su testamento, colgado en muchos cuarteles, Franco pedía “que
rodeéis al futuro Rey de España, don Juan Carlos de Borbón, del mismo afecto y lealtad que a mí me
habéis brindado y le prestéis, en todo momento, el mismo apoyo de colaboración que de vosotros he
tenido”) 181. Un civil y 32 militares fueron juzgados por un Tribunal Militar.
El Rey Juan Carlos I se convirtió así en el garante fundamental del nuevo régimen, el que permite la
cohesión entre un ejército aún apegado a valores franquistas y el nuevo marco legal democrático
representado y expresado en la Constitución. La repulsa social generalizada se puso de manifiesto en
multitudinarias manifestaciones populares posteriores.
En la década de los 80 la economía creció a un ritmo del 5% anual, mayor que el de los estados del
entorno. En parte, este balance positivo vino dado por el ingreso en la CEE, que también exigió
importantes sacrificios en importantes sectores productivos (especialmente el agrario).
179
En cuanto a las razones de esta dimisión, Javier Tusell intenta explicarlas haciendo suyas unas palabras de José Oneto, por
entonces director de Cambio 16: “a Adolfo Suárez le perdieron sus propios defectos, le perdió su falta de formación que le produjo
un pánico casi enfermizo al parlamento y al debate; le perdió su desconfianza que le llevó a una sensación casi paranoica en el
trato con los responsables de su propio Gobierno, le perdió su osadía que le condujo a enfrentarse, a veces sin necesidad, con los
poderes de hecho de su país, le perdió su aparente frialdad que contribuyó a hacer de él la imagen de un hombre aferrado al cargo,
le perdieron sus consejeros que nunca le hablaron con claridad, que siempre estimularon sus defectos y ocultaron sus virtudes.
Suárez dimitió porque no tenía otra salida y porque, al contrario de lo que pensaba la clase política, todavía le quedaba la
grandeza moral del gesto ético”.
180
el Rey es Capitán General del Ejército, esto es, el mando supremo.
181
Así el general Quintana Lacaci expresó el 27 de febrero al nuevo ministro de Defensa, Alberto Oliart lo que sigue: “Primero,
ministro, quiero decirte lo siguiente: yo adoro la memoria del Generalísimo; fui durante ocho años el coronel jefe de su guardia
personal; el Generalísimo me ordenó en su testamento servir al Rey, su sucesor, como a él mismo y así lo he hecho al morir él
desde el primer momento. El Rey me ordenó parar el golpe y lo hice; si me hubiera ordenado asaltar las Cortes, las hubiera
asaltado”
176
La mejora económica hizo posible la realización de importantes inversiones públicas, tanto en la red de
carreteras como en la construcción de centros sanitarios, educativos y culturales, al tiempo que se
generalizó las prestaciones de la Seguridad Social y las pensiones. Se llevó a cabo una importante y
necesaria reforma económica: privatizaciones, una dura reconversión de las industrias tradicionales
(enormes y obsoletas) y en crisis. Se generaron dos problemas, el paro y el déficit público. En 1993 se
llegó a una cima de 3 millones y medio de parados y el incremento del gasto público se financió con el
aumento de la presión fiscal y con la emisión de deuda pública.
Los sindicatos reivindicaban la revisión de la política social. La intransigencia del ejecutivo a sus
peticiones desembocó en la huelga general del 14 de diciembre de 1988. Sin embargo el PSOE volvió a
ganar las siguientes elecciones con mayoría absoluta, aunque con una sensible pérdida de votos y un
aumento de la abstención. Alianza Popular se transformaba en el Partido Popular con una importante
renovación generacional y un nuevo líder, José María Aznar, que llevó a cabo una política de
acercamiento al centro, absorbiendo los votos de los partidos herederos de alguna u otra forma de la
UCD, como el propio CDS de Adolfo Suárez.
Desde el final de los años 80 comienza el declive del PSOE, a pesar de los grandes fastos de 1992 (Juegos
Olímpicos de Barcelona, Exposición Universal de Sevilla, Capitalidad europea de la Cultura en Madrid)
debido a una serie de factores:
Escándalo producido al conocerse que la política antiterrorista del ministerio del Interior había sido
tolerante o incluso inductora de las actividades de los GAL, banda de pistoleros relacionadas con
sectores de la policía y financiada por los fondos reservados de dicho ministerio y que había
perpetrado más de una treintena de atentados y secuestros. El ministro Barrionuevo y al secretario de
Estado Rafael Vera fueron condenados por ello.
Los escándalos de corrupción económica demostraron cómo determinadas personas se habían
aprovechado ilegalmente de sus cargos para obtener beneficios personales:
Caso Juan Guerra, hermano del vicepresidente del Gobierno, Alfonso Guerra, que utilizaba sus
influencias para hacer negocios privados
Caso Mariano Rubio, gobernador del Banco de España, que utilizaba su cargo para
enriquecerse.
Caso Luis Roldán, director de la Guardia Civil, que utilizaba su cargo para enriquecerse.
Caso FILESA, de financiación ilegal del PSOE a través de una red de empresas pantalla
(FILESA, MALESA, TIME-EXPORT, etc.).
También otros relacionados con el AVE, la Expo´92, la directora del BOE, etc.
Desde 1992, el crecimiento económico se había frenado. Ello favoreció un giro de las clases medias
urbanas hacia la oposición conservadora. Además, la pugna por ocupar el centro político provocó
graves diferencias entre Felipe González y Alfonso Guerra lo que creó una grieta en la cohesión del
núcleo dirigente del PSOE, que cristalizó en dos corrientes internas, la guerrista, que controlaba el
partido, y la felipista que controlaba el gobierno y ganaba las elecciones.
En 1994 el PP ganaba las elecciones europeas, en 1995 ganaba las elecciones municipales y autonómicas,
con lo que se anunciaba la victoria en las elecciones anticipadas182 de 1996.
182
Provocadas por la prórroga de los Presupuestos Generales del Estado, al ser devueltos los propuestos por el gobierno por falta de
apoyo suficiente en el Congreso.
183
En declaraciones de Felipe González, el ajustado resultado de las elecciones generales suponían una amarga victoria para el PP y
una dulce derrota para el PSOE
177
la vida política en primera fila y Joaquín Almunia ocupaba la secretaría general del PSOE. En una aptitud
novedosa, introdujo un grado de democracia interna con la convocatoria de elecciones primarias internas,
que sin embargo eligieron a José Borrell como candidato a la presidencia del gobierno por el PSOE, en
detrimento del secretario general. Nuevos escándalos hicieron renunciar a Borrell y la experiencia de las
primarias fue desterrada definitivamente.
En política interior, quizá el hecho más llamativo fue el final del servicio militar obligatorio. Pero el
principal problema continuó siendo el terrorismo de ETA, que llevaba a cabo una campaña contra
concejales y cargos públicos del PP y el PSOE. El secuestro de Ortega Lara y el secuestro y asesinato de
Miguel Ángel Blanco supusieron un vuelco coyuntural a la situación social, que provocó por un lado la
política de firmeza gubernamental que desembocó en el Pacto por las libertades y contra el
Terrorismo, en noviembre de 2000, por el que las fuerzas políticas ligadas a la banda terrorista saldrían
de parlamentos y ayuntamientos (gracias a la nueva Ley de Partidos de 2002), sufriendo el acoso judicial
y policial al entorno social y económico, y por el otro el Pacto de Estella, después de que ETA declarase
una tregua unilateral en 1998 con el fin de reorganizarse. Con este pacto, los nacionalistas vascos junto
con ETA proponían la soberanía a cambio de poner fin al terrorismo.
EPÍLOGO
En marzo de 2000 el PP revalidaba la victoria, aunque en esta ocasión por mayoría absoluta. En el PSOE
la derrota provocó una crisis interna, la dimisión de Almunia y la convocatoria de un Congreso
extraordinario en el que un por entonces poco conocido José Luis Rodríguez Zapatero se hacía con la
secretaría general y el liderazgo del partido. Comenzaba una nueva legislatura que se presentaba muy
favorable para el gobierno. Pero las cosas no son como comienzan sino como terminan.
178
2º Bach A-B (Bilingüe)
Desarrollo de las unidades didácticas
Evaluación inicial y actividades de preparación de Selectividad
Evaluación de las unidades didácticas
Evaluación (prueba escrita general)
L M M J V L M M J V L M M J V
1 2 3 4 5 1 2
8 9 10 11 12 5 6 7 8 9
15 16 17 18 19 12 13 14 15 16
17 18 19 20 21 22 23 24 25 26 19 20 21 22 23
24 25 25 27 28 29 30 31 26 27 28 29 30
3 4 5 6 7 1 2 3 4 1
10 11 12 13 14 7 8 9 10 11 4 5 6 7 8
17 18 19 20 21 14 15 16 17 18 11 12 13 14 15
24 25 26 27 28 21 22 23 24 25 18 19 20 21 22
31 28 29 30 31 25 26 27 28
1 1 2 3 4 5 1 2 3
4 5 6 7 8 8 9 10 11 12 6 7 8 9 10
11 12 13 14 15 15 16 17 18 19 13 14 15 16 17
18 19 20 21 22 22 23 24 25 26 20 21 22 23 24
25 26 27 28 29 29 30 27 28 29 30 31
179