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Alemania
Gran Bretaña
Portugal
Democracia
parlamentaria en
Europa
Europa fue la gran perdedora en la segunda guerra mundial. En 1939, una nueva “guerra civil”
entre europeos se abatió sobre el continente, segando vidas, destruyendo ciudades y fábricas, y
sumiendo en el hambre y al necesidad a millones de europeos. Sin embargo, la zona occidental
del continente que quedó fuera del dominio soviético, inicio una nueva fase de su historia
basada en la democracia y el éxito económico. España, Portugal y, durante un corto período,
Grecia fueron, hasta los años setenta, las excepciones dictatoriales en un continente rico y
democrático.
En el campo de las viejas democracias, Francia constituye un caso particular. Fue la única de
las grandes democracias liberales en las que el período de entreguerras presenció virulentos
ataques al régimen democrático y parlamentario, surgiendo movimientos fascistas relevantes y
una extendida cultura política derechista autoritaria. De estos elementos surgieron los apoyos
del gobierno de Vichy, en el que vieron un antídoto a la debilidad y la ineficacia que achacaban a
la democracia parlamentaria. Como reacción, entre la Resistencia y los sectores que
combatieron al nazismo se produjo una revaloración de las formas democráticas. En 1946 se
aprobó una nueva constitución, inaugurando de esta manera la IV República, con un régimen
democrático liberal basado en la preeminencia parlamentaria, siendo derrotada la opción de un
ejecutivo fuerte que defendía De Gaulle.