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Siempre Hemos Vivido en El Cast Shirley Jackson PDF
Siempre Hemos Vivido en El Cast Shirley Jackson PDF
Siempre hemos
vivido en el
castillo
ePub r1.0
Ledo 23.04.14
Título original: We Have Always Lived in
the Castle
Shirley Jackson, 1962
La brujería de Shirley
Jackson:
Siempre hemos vivido en el
castillo
«Tontuela».
En gran parte de la narrativa de
Shirley Jackson la comida está
fetichizada en grado extremo; resulta
irónico, pues, que la familia Blackwood
sea envenenada por uno de sus propios
miembros, y usando un azucarero que es
una reliquia familiar. Que el fetiche de
la comida evoca un componente erótico
queda sugerido por los tipos de veneno
—Amanita phalloides— y por la
absoluta dependencia de Merricat hacia
su hermana mayor, que es su proveedora
de comida, como si fuera una criatura
sin destetar y no una «niña mayor» que
ya se ha hecho adulta. La atracción
sexual per se prácticamente no existe en
las ficciones de Jackson: el único
episodio sexual de toda su obra parece
un abuso, una especie de violación, y se
encuentra en una de las primeras escena
de Hangsaman («Oh, por Dios —pensó
Natalie, y sintió tanto asco que casi lo
dijo en voz alta— ¿va a tocarme?»),
pero el episodio no se describe, y la
joven afligida, que poco a poco sucumbe
a la esquizofrenia, nunca lo reconoce.
En ninguna otra obra de Jackson la
comida está tan fetichizada como en
Siempre hemos vivido en el castillo, en
la que los tres miembros restantes de
una familia en otros tiempos
aristocrática no tienen prácticamente
nada que hacer salvo vivir en su casa
arruinada y «tragarse el año» con cada
una de las comidas que prepara la
hermana mayor, tres veces al día, como
un reloj; como en una parodia gótica de
los autorretratos cómicos que Jackson
creaba para las destinatarias de las
revistas femeninas en los cincuenta,
incluidos en Life Among the Savages
(1953) y Raising Demons (1956), con
un hábil giro transforma las
frustraciones de una madre y ama de
casa no en un relato sombrío de
desintegración y locura, y menos aún el
envenenamiento de su propia familia,
sino en una comedia desenfadada.
(Irónicamente, Shirley Jackson murió a
los cuarenta y nueve años, poco después
de la publicación de Siempre hemos
vivido en el castillo, a causa de la
adicción a las anfetaminas, el
alcoholismo y la obesidad mórbida;
negligente con su salud durante años, se
dice que declaraba abiertamente que no
creía que llegara a cumplir los
cincuenta, y en los últimos meses de su
vida sufrió una agorafobia tan extrema
que no era capaz de abandonar su
sórdida habitación; como si se hubiera
mimetizado con la agorafobia de las
hermanas de Siempre hemos vivido en el
castillo).
Como Merricat siente con inquietud,
el «cambio» es inminente, y traerá
consigo la invasión del hogar de los
Blackwood. Sin ser invitado, llega
Charles, el grosero primo de las
hermanas, resuelto a robarles el dinero
del padre fallecido, que cree que está en
una caja fuerte; se atreve a ocupar el
lugar del padre en la cabecera de la
mesa («incluso se parece a nuestro
padre», dice Constance).
Imprudentemente, Charles amenaza a su
prima pequeña Merricat: