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Sobre El Ser y El Obrar - Alberto Buela PDF
Sobre El Ser y El Obrar - Alberto Buela PDF
(metafísica y ética)
Alberto Buela
Sobre el ser
y el obrar
(metafísica y ética)
Ediciones
Theoria
EDICIONES THEORIA
IMPRESO EN LA ARGENTINA
Queda hecho el depósito que marca la Ley 11.723
ISBN 978-987-948- 55-3
Sobre el ser y el obrar (metafísica y ética) -7-
El filósofo como
intelectual público
I - Temas de ética
Los filósofos como los científicos más que probar teorías, dispo-
nen de teorías para explicitar lo implícito en el caso de la filosofía y
para ampliar los alcances de la ciencia en el caso de los científicos.
Esta verdad que resulta una verdad a plomo, que cae por su pro-
pio peso, que es evidente por sí misma, ha sido y es de difícil acep-
tación pues, en general, se dice que se tienen teorías o se quiere
probar una teoría. Lo cual no es correcto.
El hecho de darse cuenta, que uno puede disponer de una teoría
facilita el trabajo de investigación pues la teoría se transforma allí
en un medio de acceso a la verdad y no un fin en sí misma como
erróneamente es tomada.
La realidad, los entes para hablar filosóficamente, son la con-
secuencia del proceso de investigación y las prácticas científicas
que vienen a convalidar la teoría. Así, si esa teoría es verdadera
confirma esa realidad, esos entes.
La atribución de verdad, de realidad, de coherencia, de consisten-
cia, de adecuación es lo que permite avanzar en el camino del co-
nocimiento. En una palabra, no se avanza justificando teorías sino
que se avanza disponiendo de teorías que las prácticas científicas
en el caso de la ciencia o las prácticas fenomenológicas en el caso
de la filosofía pueden atribuir verdad .
La ciencia, y la filosofía lo es, puede ser pensada en este sentido
como un conjunto de representaciones que se manifiestan como
teorías (Aristóteles), paradigmas (Kuhn), programas (Lakatos),
modelos (Popper), tradiciones (MacIntayre) que se confirman en
las prácticas y no meramente en la representación.
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8 Buela, Alberto: Los mitos platónicos vistos desde América, Ed. Theoría, Buenos Aires, 2009,
p. 28.
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Actos y virtudes
Los actos del hombre, hasta el más insignificante, tienen su razón
de ser en los hábitos y estos encuentran su raíz unificante en el ca-
rácter. Pero, a su vez, el carácter se constituye gracias a los hábitos
y estos se originan por la repetición de actos.
Este es el razonamiento circular que funda a toda la ética y sobre
el cual se tiene que volver cada vez que se intenta buscar una ex-
plicación, en profundidad, de los actos morales.
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9 Cfr. Platón, Leyes, 792 e 1. Aristóteles: Ética Nicomaquea, 1103 a 17. “carácter es producto
de la habitud de donde le viene también su nombre por una ligera modificación del voca-
blo”. También en la Ética Eudemia, 1220 b3.”carácter como el nombre lo indica es lo que
se forma por hábito”.
10 Aristóteles: Ética nicomaquea,1103 a 18-20
11 Leyes, VII, 792, c
Sobre el ser y el obrar (metafísica y ética) - 19 -
12 Aranguren, José L.: Ética, Madrid, Ed. Rev. Occidente, 1958, p. 312.
13 Geulincx, Arnold: Ética, Paris, 1665. Este discípulo de Descartes, es quien reemplazó la
prudencia por la diligencia, la fortaleza por la obediencia y la templanza por la humildad.
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tan todos los valores. Así como los países se pueden mantener
neutrales entre otros beligerantes, análogamente, el hombre con-
temporáneo ha adquirido el hábito de mantenerse neutral ante el
mundo de valores y disvalores que a diario se le presentan.
El hecho de habituarse a no tomar partido hizo exclamar a un
filósofo de la talla de Max Scheler que: “no decidir es una forma de
decisión”.
Hoy el simulacro del compromiso ha invadido el discurso políti-
co-cultural del progresismo caracterizado “por un compromiso que
no compromete existencialmente a quien dice comprometerse”. Esta
dialéctica perversa se vuelca luego en los mil y un simulacros de
preocupación por el otro, que se expresa en la teoría del consenso
como aparente creador de teoría crítica, cuando en realidad, es
sólo a partir del disenso que nos presentamos e interpretamos al
otro de manera adecuada. Porque en el disenso decimos qué so-
mos y proponemos “otro sentido” a lo planteado. Al presentarnos
tal como somos y defender abiertamente (públicamente) qué es
lo que proponemos rompemos la simulada negación del otro que
produce el consenso.
Así para llegar al consenso hay que partir del disenso si es que
de verdad queremos construir la concordia interior de la sociedad
donde nos ha tocado vivir.
En una palabra, los teóricos del consenso han puesto el carro
delante del caballo.
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Amistad y política
La relación entre amistad y política se ha degradado hasta tal
punto en la sociedades postmodernas y postindustriales que vi-
vimos, que es sinónimo de negociado, peculado, cohecho, estafa
a los intereses ciudadanos y apropiación de los bienes públicos.
Hoy los cargos políticos no se logran por compartir convicciones
o principios sino por compartir intereses, y de los más espurios.
Sin embargo no siempre fue así, ni tiene porqué seguir siendo de
esta manera actual. Las cosas pueden cambiar y es de esperar y
hay que trabajar para que así sea. Es que la realidad no es solo lo
20 EE. 1239 a 4.
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que es sino además lo que puede ser. Es cierto que existe una pri-
macía ontológica del acto sobre la potencia pero ello no nos exige
negar esta última.
En principio hay que trabajar en la concepción para después po-
der pasar a la acción. Y esto es lo que vamos a hacer.
Dice Aristóteles hablando de la relación entre amistad y política
que “La obra de arte de la política consiste sobre todo en generar
amistad entre los miembros de la comunidad “21 Esto lleva a la con-
cordia interior de las sociedades que es “la amistad política por
excelencia” 22 No se puede gobernar una nación en forma jacobina,
esto es, privilegiando el interés de los grupos de presión o poder
enquistados en tal o cual sociedad. Hay que hacerlo de forma tal
que se logre la concordia interior entre el mayor número de sus
habitantes.
Un polemólogo y politólogo como Julien Freund (1921-1993) agu-
do observador de lo político en nuestras sociedades contempo-
ráneas no duda en afirmar tajantemente que: el objeto concreto
de todo gobierno es asegurar la concordia interior y la seguridad
exterior del Estado que administra.
La amistad como antiphilia, (afecto recíproco) es el fundamento
último de la comunidad política lo que viene a explicar la enigmá-
tica frase del Perón tantas veces repetida: “tenemos que crear una
generación de amigos para fundar una comunidad organizada”.
Equidad (epieikéia),
la excepción ante la ley
El resentimiento en política
El resentido con poder cuando actúa en la esfera política tiñe
su accionar con sus propios prejuicios y así divide el mundo
entre incluidos y excluidos según coincidan con su visión de
las cosas, el mundo y sus problemas. El resentido con poder
al no poder perdonar queda anclado en un pasado que no pue-
de olvidar. Así para él, el pasado es un pasado que no termina
nunca de pasar. No puede olvidar. En realidad el resentimien-
to manifiesta mejor su naturaleza en el ámbito social y político
que en el campo individual. Quien ha mostrado esto con mayor
hondura ha sido el médico y pensador español Gregorio Mara-
ñón(1887-1960) en su libro Tiberio: Historia de un resentimiento.
El emperador de Roma en la época de Cristo es el modelo por
excelencia del hombre público resentido. Un hombre débil y co-
barde que cuando alcanza el poder político adquiere una “forta-
leza advenediza” que le permite aplicar tardíamente la venganza
sobre los más pequeños aspectos de su vida personal pasada.
En ese momento, en el de la ejecución de las pequeñas vengan-
zas personales es incapaz de agradecer la mínima ayuda de sus
más allegados colaboradores. El egocentrismo llega a su máxi-
ma expresión. “El triunfo, lejos de curar al resentido, lo empeora,
Sobre el ser y el obrar (metafísica y ética) - 37 -
Sobre el pudor
(tras la huella de Max Scheler)
30 Dice sobre él, la filósofa, monja católica y mártir de los campos de concentración Edtih
Stein: “Nunca en ningún otro, y siempre en él, he tocado tan cerca el fenómeno del genio”.
Juicio éste que compartieron filósofos de la altura de von Hildebrand, Heidegger, Harta-
mann, Sciacca, Ortega y Gasset, Pierre Boutang y otros muchos.
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31 En este sentido Madame Guyon tiene razón cuando afirma que: “la pudeur est ce qui enve-
loppe le corps”.
Sobre el ser y el obrar (metafísica y ética) - 41 -
32 Buela. Alberto: Los mitos platónicos vistos desde América, Bs.As., Ed. Theoria, 2009, pp.33
a 38
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Allí Platón cuenta que Zeus envió a Hermes para repartir en-
tre los hombres los elementos fundamentales de la ciudad, el
aidoos=pudor y la diké=justicia, diciéndole: “Dales de mi parte una
ley: que al incapaz de participar de aidoos y diké lo eliminen como
a una peste de la ciudad”.
Por el aidoós el hombre libre reconoce la humanidad de los
otros y los trata como semejantes y no como instrumentos, mien-
tras que por la diké, ese mismo hombre, garantiza la protección de
los otros y da a cada uno lo que le corresponde.
Acerca de la desilusión
Aproximación filológica
Perder las ilusiones-Desengañarse
Ilusión- illusum –illudere: Interpretación falsa de lo que se perci-
be. Ser víctima de una ilusión. Ilusión óptica- Opinión falsa. Creen-
cia errónea que nos hace caer por su carácter seductor. Quimera.
Utopía
L´homme a des illusions comme l´oiseau a des ailes; c´est ce qui
le soutient (Hugo)
Illudo: jugar con o burlarse de.
Concepto imagen o representación sin verdadera realidad sur-
gidos de la imaginación. Esperanza cuyo cumplimiento parece
atractivo y sugerente.
Illusio-onis: ironía, engaño, iluso
Ludus-i: juego, diversión, broma Loso: jugar a los dados. Ejer-
citarse en algo para divertirse.
Aproximación filosófica
El gran maestro del desengaño en nuestra época ha sido el filó-
sofo peruano Alberto Wagner de Reyna (1915-2006). Él, bajo la in-
fluencia de su maestro Martín Heidegger y de ese gran conocedor
de las cosas humanas que fue Francisco de Quevedo supo afirmar:
Es una estructura permanente de la existencia que como tal tiene
dos fases: una negativa, donde se niega lo que –el engaño- daba
por cierto, y otra positiva, el cambio de camino o vía para llegar
a la verdad de lo que es. El desengaño nos hace estar nuevamente
en camino en ese hacerse de la existencia cotidianamente desenga-
ñada. Claro está, que al ser la hipocresía la calle mayor del mundo,
el desengaño nos libera del mundo y nos abre a la trascendencia.33
35 La esperanza griega, el he elpis megalé que pronuncia Sócrates antes de tomar la cicuta,
la debemos entender como “la gran espera” que se funda en la aptitud natural de prever
las cosas futuras.
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Sobre la lealtad
logía filosófica que anima cierta etapa histórica del mundo, a ve-
ces se privilegian unas virtudes y a veces otras. Así, por ejemplo,
el mundo moderno privilegió el ahorro y el mundo premoderno el
heroísmo. Pero este cambio, lejos de introducir una relativismo
moral, lo que hace es mostrar una preferencia variable respecto
de las virtudes, pues el hombre debido a sus limitaciones, como
ser careciente que es, descubre trabajosamente nuevos valores
y, además, no puede realizar en un tiempo todos los valores sino
que debe preferir unos y posponer otros.
En cuanto al sistema de virtudes sigue siendo el propuesto por
Platón en La República el más acabado y el mejor fundado. Deduce
las virtudes de las tres partes del alma por él distinguidas: de la
parte concupiscible se deriva la templanza; de la irascible la forta-
leza y de la racional la prudencia. Y superior a todas y responsable
de su equilibrio: la justicia.
Estas cuatro virtudes fueron denominadas cardinales,(cardines=
gozne), porque son virtudes goznes sobre las que giran y se apo-
yan las otras. El cristianismo le sumó luego las virtudes teologales
de la fe, la esperanza y la caridad. A su vez, obligadamente encar-
nadas en la humildad del agente moral.
De la fortaleza entendida como firmeza para adherir al bien se
derivan la tenacidad que consiste en no perder de vista un fin. La
resistencia que es la dureza frente a la propia debilidad. La perse-
verancia, que añade a la resistencia la connotación de no ceder a
las tentaciones que pretenden desanimar a uno.
Así se es resistente en el trabajo y perseverante en los propósi-
tos. La lealtad o fidelidad añade a la perseverancia (virtud indivi-
dual) la relación con otro hombre, exige dualidad.
La secuencia es: De la fortaleza se derivan la firmeza, la tena-
cidad, la resistencia, la perseverancia y la lealtad, que podemos
definirla como perseverar en los propósitos en común con otro
hombre.
a) La lealtad ha sido la virtud de la vida caballeresca o guerrera.
b) Es la perseverancia con relación a otro hombre. Pues el leal
mantiene una relación contraída a lo largo del tiempo aunque
cambien las circunstancias.
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36 Bollnow, Otto: Esencia y cambio de las virtudes, Madrid, Revista de Occidente, 1960, p. 271.
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Sentido de la lágrima
39 Hace ya muchos años en 1981, cuando realizamos la primera traducción del Protréptico,
sostuvimos que lo correcto era traducir phrónesis por sapiencia y no por sabiduría prác-
tica. Por supuesto que salvo nuestro director de tesis, Pierre Aubenque y miembros del
jurado como Pierre Thillet y Pierre Boutang nadie tuvo en cuenta nuestra propuesta. Y
menos aún en “el mundo bolita” donde en estos 37 años pasados se han escrito varios
artículos sobre el tema, pero todos prefirieron copiar y comentar “las genialidades anglo-
sajonas” y nos ignoraron en forma supina. Nadie es profeta en su tierra.
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La deliberación en la Retórica de
Aristóteles
paz con las más fuertes y se haga la guerra con las más débiles”.
(principio de conveniencia). Para 3) “saber ubicar las fortalezas
para proteger los lugares adecuados”. (principio de defensa). Para
4) “Es necesario conservar a los ciudadanos libres de todo reproche
contra dos clases de pueblos: los más fuertes y los que son útiles para
el comercio”. (principio antiimperialista). Para 5) “es necesario co-
nocer las leyes ya que en ellas reside la salvaguardia de la ciudad”.
(principio de seguridad interior).
Es sabido que todo buen gobierno tiene por objetivo el logro
del bien común que no es otra cosa que la felicidad del pueblo
y la grandeza de la nación que gobierna. Este buen gobierno se
apoya para ello en la concordia y prosperidad interior y en la se-
guridad exterior. La concordia se logra en base al respeto de las
leyes y valores que rigen la comunidad política y la prosperidad
protegiendo la economía ciudadana de los pueblos más útiles para
el comercio (ej. Iberoamérica de los ingleses) y reduciendo los gas-
tos públicos superfluos. En tanto que la seguridad exterior suscri-
biendo con otros pueblos acuerdos y tratados y sabiendo ubicar las
fortalezas para proteger los lugares adecuados.
Como vemos, estas inferencias prácticas realizadas por Aristó-
teles encierran in nuce un tratado de gobernabilidad, que permite
desarrollar lo que hoy se llama ingeniería política.
El fin de la deliberación
El hombre tiende naturalmente a la felicidad que es el fin últi-
mo de su acción y es por eso que siempre que deliberamos sobre
algo no podemos dejarla de tener en cuenta. Y como el objeto de
la retórica es persuadir, disuadir o convencer: “encontrar en cada
caso aquello que puede ser apto para persuadir.” (1355 b 25) es por
ello que el orador debe saber qué es la felicidad, al menos popu-
larmente considerada, y cuáles son sus partes, y de esto se va a
ocupar Aristóteles en el capítulo V.
No obstante cabe aclarar que la deliberación está limitada a la
contingencia de los medios en cuanto pueden ser objeto de de-
terminación de las acciones humanas. “Lo contingente es aquello
cuya existencia o no existencia depende de nosotros,” según Silves-
tre Mauro (1619-1687) el eximio comentarista renacentista de Aris-
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El objeto de la deliberación
Comienza esta meditación con la tajante afirmación de que: “no
se delibera respecto del fin sino sobre lo que conduce a obtenerlo
y esto es lo útil y lo bueno respecto de las acciones.” (1362 a 17) y
realiza luego un catálogo de bienes donde reproduce gran parte de
los del capítulo V para concluir definiendo el bien por su contrario
como “aquello cuyo contrario conviene a los enemigos (1362 b 33) o
“aquello por lo que les parece a los hombres digno competir.” (1363
a 9). Obsérvese qué lejos que está de aquella definición universal
de lo bueno de la Ética Nicomaquea (aquello que todos apetecen).
Esta caracterización funcional de lo bueno no deja dudas de lo
que persigue Aristóteles para la formación del orador: que sea de
utilidad privada y pública.
Luego en el capítulo VII intenta establecer los grados de lo bue-
no y de lo útil o conveniente. Donde va a tratar de aplicar el lugar
común -la inferencia práctica- de lo mayor y de lo menor a lo bue-
no y a lo útil.
Y así afirma que el mayor bien es aquel que no se sigue de otro.
Así vivir se sigue de vivir bien, y vivir bien no se sigue de vivir, por
eso vivir bien es un mayor bien que vivir.
Por la misma razón es mayor lo que es principio de lo que no lo
es y la causa de lo que no es causa. Lo que es fin de lo que no lo es
y también lo más escaso, como el oro, de lo abundante. Las cosas
que duran más que las que duran menos y la verdad que la opi-
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Nota bene:
De las ediciones contemporáneas en castellano de la Retórica co-
nocemos al menos cinco ediciones: 1) la del investigador argenti-
no E. Ignacio Granero (Editorial Eudeba, Bs.As.1966 pero realizada
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Secuencia de la acción
en Aristóteles
Órexis:
Comienza Aristóteles su famosa Ética Nicomaquea poniendo en
juego toda su enjundia intelectual al definir de golpe el bien: “Todo
arte y toda investigación, lo mismo que toda acción y toda elección
parecen tender a algún bien. Por eso se ha declarado con acierto
que el bien es aquello a lo que todas las cosas tienden” (1094 a 1-3).
El bien tiene razón de causa final y como tal es el que mueve la
acción. Y es por eso que se lo entiende como aquello que todas las
cosas apetecen. El bien es to orektón, lo apetecible. La posesión
del bien calma la acción y es donde descansa el apetito=órexis.
Así el punto de partida de la acción está en el agente, pues “cuan-
do se actúa voluntariamente el principio del movimiento de los
miembros está en uno” (1110 a 14-15). Es que el hombre apetece el
logro de una finalidad que se le presenta como un bien. Este es el
rasgo fundamental de la teleología. La acción del hombre tiene un
llamado que le viene del fin que mueve por “apetencia”.
Hace ya muchos años (1981) hemos sostenido bajo la mirada
expectante de Pierre Aubenque que: “Este concepto de fin está
caracterizado como “agathón próton, to télos y to oú héneka”. El
es designado como causa final la que debe de ser entendida como
“una tendencia” y no como un estado. Entendida la causa final
como “lo que nos hace tender hacia o aquello que mueve el apetito”,
va a ser según nuestra opinión la razón fundante de la noción de
eudaimonía(felicidad), no como estado sino como actividad= ener-
géia.” 40
De modo tal que podemos afirmar que todo lo que es, tá ónta,“
tiende a” y todo lo que obra lo hace “en vista de”. Este télos debe
ser entendido como la propiedad de la cosa y del obrar, mientras
que el bien de cada cosa, su areté, es su finalidad y no su propie-
dad, pues el bien es logrado a través del ejercicio de su función
específica. Las cosas se transforman en bienes cuando el hombre
les introduce valor mediante el obrar adecuado a la naturaleza de
la cosa y su propia capacidad o excelencia.
Boúleusis:
Detrás del apetito o deseo aparece la deliberación, que se lleva
a cabo sobre aquellas cosas que están a nuestro alcance y sobre
aquello que puede ser de otra manera, esto es sobre lo contingen-
te y que se da con cierta regularidad o en la mayoría de los casos=
tò hòs epi tò polý.
El hombre que se destaca en la deliberación es el spoudáios, el
hombre íntegro. El hombre que con dignidad lleva ese carácter. Él
no especula sobre los fines como puede hacerlo un filósofo o un
político sino que delibera sobre los medios= tà pròs téle. En la se-
cuencia de la acción el fin lo pone, como acabamos de ver, el apeti-
to= órexsis y los medios para alcanzarlo la deliberación= boúleusis.
Aristóteles la estudió en dos lugares específicos; en la Ética Nico-
maquea con relación al arte o la técnica= téchne y en la Retórica
cuando estudió el género deliberativo a propósito de la persua-
sión.
42 Cf. Nuestro trabajo El Protréptico, traducción, notas y comentarios, en Nao, Bs.As. 1983 y
ediciones posteriores.
- 72 - Alberto Buela
Proáiresis:
Nos indica el momento de la elección, término que modernamen-
te fue reemplazado por el de decisión por influencia de la polito-
logía y el mundo de los negocios. Si bien elegir es preferir un algo
sobre otro algo y decidir es tomar determinación firme sobre algo,
los dos términos expresan, stricto sensu, lo mismo.44
El sentido etimológico de proairetón indica lo que se elige con
preferencia a otra cosa. Aquello que uno decide hacer “antes” que
el resto.
Cuando Aristóteles intenta caracterizar la elección la presenta
en términos alternativos, afirmando: “La elección es intelecto ape-
titivo (oretikos nous) o apetito intelectual (orexis dianoetiké) y tal
principio es el hombre”.45
Ambas expresiones indican la combinación entre deseo y razón,
entre apetito e inteligencia en el momento de decidir la acción a
seguir. Así el razonamiento es animado por el deseo y el deseo es
orientado por el pensamiento.
43 Santo Tomás hace sobre el tema una síntesis notable en su Comentario a la Ética
N¡comaquea, n.1255: “En lo singular la fuerza cogitativa es llamada intelecto según que
posee el juicio absoluto sobre las cosas singulares. De ahí que diga que al intelecto(nous)
pertenece la prudencia(phrónesis), la sensatez(sýnesis), y el juicio recto sobre el singular
(gnomes). Y se llama razón particular según que discurre de uno a otro. Y a ella pertenece el
buen consejo(eubolia) que el Filósofo aquí no enumera. De allí que diga que el intelecto es
de lo extremo”.
44 Sin embargo Alfredo Mason observa que: “parecería que el término decisión por sobre elec-
ción, muestra más claramente una voluntad determinada, que expresa poder”.
45 EN. 1139 b 5. Otros traducen: inteligencia apetitiva o apetito intelectual (Gómez Roble-
do), o por: inteligencia deseosa o deseo inteligente (P. Bonet), o por: intelecto apetitivo
o apetito reflexivo(Sinnott) o por: intelecto deseante o deseo razonante(Tricot) o por:
intelecto apetitivo o apetito intelectivo(Tomás de Aquino). Pero todas las traducciones
van a volcar la idea de que la elección es una combinación de deseo o apetito y razón o
inteligencia.
Sobre el ser y el obrar (metafísica y ética) - 73 -
Práxis:
Llegamos por último al final de la secuencia del fenómeno de la
acción: la práxis si nos limitamos al obrar y la póiesis si lo hace-
mos al hacer. Estas dos instancias forman parte de lo que se ha
denominado desde siempre la filosofía práctica de Aristóteles que
implica a tres disciplinas clásicas: la ética, la poética y la política.
Así el hombre obra en la ética, produce en la poética y actúa en la
política.
Si bien la acción es definida en la Metafísica como “aquello en
lo que se da el fin” (1048 b 22) para referirse a la práxis perfecta
que es fin en sí misma, que se da en la contemplación, aquello
que nosotros buscamos desbrozar aquí es la práxis ético-poiético-
política.
Y aquí la acción se realiza en vista de un fin distinto de ella mis-
ma. Es el modo de trato del hombre con el mundo y los entes que
lo conforman. Busca una utilidad que, en última instancia se su-
bordinará a la felicidad, único fin perfecto, que se basta a sí mismo
y deseado por sí. Nuestras acciones serán llevadas a cabo en vista
de ese bien “que a cada uno según su disposición moral, se le pre-
sente como bien” (EN. 113 a 14).
Este principio que acabamos de enunciar muestra, una vez más,
como la ética aristotélica trabaja sobre el campo de lo verosímil,
a contrario sensu de la ética ilustrada moderna que los hace sobre
racionalidad de la norma rigurosa. Esta verosimilitud de la acción
respecto del fin se muestra también en los efectos sobre el sujeto,
pues las acciones no se agotan en sí mismas sino que terminan
fijando el carácter del propio agente.
En el fenómeno del trabajo es donde mejor se muestra esta do-
ble cara de la praxis que no sólo produce algo objetivo expresado
en la obra (opus) sino que a su vez es expresión del agente como
Conclusión:
El estudio de la secuencia de la acción se presenta de suma utili-
dad para todos aquellos que trabajan sobre el mundo empresario
y gerencial pues les viene a explicar en sus fundamentos las moti-
vaciones y el sentido que se debe buscar en las acciones.
Esta mínima y breve lectura pretende mostrar también como se
ha desvirtuado la secuencia de la acción en el mundo neoliberal
del mercado.
Así el manejo de los afectos se exacerba con el uso de la publici-
dad, cuyo sentido es poner las cosas a la venta. El de la delibera-
ción fue reemplazado por las recetas venidas de los centros inter-
nacionales de producción de sentido. El de la elección reducido a
la decisión condicionada, esto es, libre relativamente (secundum
quid). Y el de la acción por un accionar activista sin fin, pues está
guiada sólo por el confort que, como dijera ya hace muchos años
Hegel, es infinito.
Reiteremos, entonces para terminar, que la acción nace de la
percepción del fin como lo apetecible, se demora en la ejecución
durante la deliberación detenida y sopesada, lo que Cassirer de-
nominó, la respuesta demorada. Llega luego el momento donde se
elige o se decide hacer esto antes que aquello otro, para terminar,
por último, en la praxis o realización de la acción concreta.
- 76 - Alberto Buela
años siendo aún discípulo de Platón hasta los sesenta y dos cerca-
nos a su muerte.
Antes que nada, cabe destacar la exigencia aristotélica en ética;
de llevar a la práctica aquello que se estudia y así lo afirma en
forma tajante y definitiva: “Lo que hay que hacer después de haber-
lo aprendido, lo aprendemos haciéndolo… practicando la justicia
nos hacemos justos y practicando la temperancia temperantes” (EN.
1103 a 31). “Puesto que el presente estudio no es teórico como los
otros, pues investigamos- en ética- no para saber qué es la virtud
sino para ser buenos” (EN. 1103 b 28). El realismo aristotélico es el
signo de su filosofía, es por ello que el genial Rafael pinta a Aris-
tóteles señalando con su índice la tierra mientras camina junto a
Platón.
Y de qué tipo y clase es ese hombre bueno que nos propo-
ne el maestro de Alejandro? Es el spoudaios (spoudaioV), el
phronimos(fronimoV). Es la idea fuerza, es el centro de toda le éti-
ca aristotélica, de modo que si caracterizamos acabadamente es-
tos conceptos vamos a comprender su mensaje ético.
Ya en uno de sus primeros escritos, el Protréptico, afirma:“Además
qué regla (kanon) o qué determinación precisa (oroV akribesteroV)
de lo que es bueno podemos tener sino el criterio del hombre sapien-
te (fronimoV). Frag. 39. “todos estamos de acuerdo que el hombre
más íntegro dirija (spoudaiotaton arcein). Frag. 38.
Al respecto afirma en la Ética Nicomaquea: “El spoudaios enjuicia
correctamente todas las cuestiones prácticas y en todas ellas se le
devela lo verdadero…quizá el spoudaios difiere de los demás por
ver lo verdadero en cada cuestión como si fuera el canon y la medi-
da en ellas” (EN. 1113 a 29-32). Como se dijo la areté (excelencia)
y el spoudaios parecen ser la medida de todas las cosas. Éste está
de acuerdo consigo mismo y tiende con toda su alma a fines que no
divergen entre sí” (EN. 1166 a 12-19). Y más adelante, casi al final de
la ética va ser mucho más explícito: “En los hombres los placeres
varían mucho pues las mismas cosas agradan a unos y molestan a
otros… Esto ocurre con las cosas dulces, que no parecen lo mismo al
que tiene fiebre que al que está sano y lo mismo ocurre con todo lo
demás. Pero en tales casos, se considera que lo verdadero es lo que
le parece al spoudaios, y si esto es cierto, y la medida de cada cosa
- 78 - Alberto Buela
51 Cf. EN 1179 b 20; 1155 a 12-19; EE 1218 b 34; Rhet 1367 b 21, etc.
52 Cf. EN, 1109a 24, 1113a 25, 1114b 19, 1130b 25, 1144a 17 y 1154a 6.
Sobre el ser y el obrar (metafísica y ética) - 79 -
53 Salvando la distancia teológica que media, el spoudaios nos recuerda el Jesús existencial
que se alza como norma, aquel del: ego sum via, veritas et vita o “el que no está conmigo
está contra mí”.
54 Aristóteles: Protréptico, Bs.As., Ed. Cultura et labor, 1983, p. 44.
Sobre el ser y el obrar (metafísica y ética) - 81 -
“Hoy la prudencia tiene que ver con una cautela medrosa y no con el
heroísmo moral, el esfuerzo alto y sostenido de la virtud”.
Sobre este tema es interesante notar que los scholars ingleses,
especialistas desde siempre en los estudios aristotélicos, se han
jactado de sus traducciones por lo ajustado de las mismas a la bre-
vedad de la expresión griega. Sin embargo en esta ocasión tanto
el inglés como el francés han tenido que ceder a la precisión del
castellano. Así para phrónesis ellos necesitan de dos términos, sea
practical wisdom o saggesse practique, en tanto que al castellano
le alcanza con uno: sapiencia.55 Ya decían nuestros viejos criollos:
Hay que dejar de ser léido para ser sapiente. Así la tarea del sapien-
te consiste en saber dirigir correctamente la vida. Su saber, a la
vez, teórico y práctico le permite distinguir lo que es bueno de lo
que es malo y encontrar los medios adecuados para nuestros fines
verdaderos: “los sapientes buscan lo que es bueno para ellos y creen
que es esto lo que debe hacerse” (EN. 1142 a 1).
Spoudaios y phronimos, íntegro y sapiente, son dos caras de una
misma moneda, son dos términos que pintan conceptos similares,
solo se distinguen por los matices, uno destaca la integridad, la
seriedad que viene del verbo spoudázein y otro el matiz más inte-
lectual que viene del verbo phronéin.
Así el hombre íntegro y sapiente será aquel que sabe actuar en la
vida cotidiana de forma tal que sus acciones, por lo incierta que es
la vida en sí misma, se transforman en norma y medida de lo que
debe hacerse para el buen vivir.
55 Existe una anécdota de Jorge Luis Borges quien ante la jactancia inglesa de la brevedad
de su expresión tomó un cuento inglés y lo escribió en castellano mucho más breve. De
ello se dio cuenta André Malreaux cuando caracterizó el mérito de Borges afirmando: “su
genio está en la economía y belleza de su expresión”.
- 82 - Alberto Buela
Resumen:
Se caracterizan los diversos humanismos del que se res-
cata el greco-romano pues los otros parten del supuesto
ideológico de la existencia de un hombre universal, genérico
y originario (el Hombre de la ilustración) y no de los hom-
bres situados, especificados histórica y geográficamente
como sostiene la corriente de un postmodernismo fuerte o
non débole. Se distingue luego entre unidad y uniformidad
del género humano para concluir que sólo sobre el hombre
como spoudaios (digno, íntegro) se puede construir un vero
humanismo.
¡ Cada vez que escucho humanidad se que quieren engañar!,
ha sido la clara y reiterada advertencia del padre del socia-
lismo anarquista Proudhon, aclarando así de entrada la ma-
nipulación ideológica que se ha hecho del concepto de hu-
manidad, al menos, desde el siglo XVIII con la aparición del
pensamiento ilustrado y su consolidación político cultural
con la Enciclopedia de las Luces.
I)
Es que cuando decimos humanidad, sin quererlo hacemos men-
ción a varios conceptos de humanidad. El humanismo greco roma-
no, el humanismo ilustrado, el humanismo cristiano, el humanis-
mo proletario y hoy, el humanismo progresista.
Al ser el hombre el único ser vivo que se pregunta sobre sí mis-
mo, por su naturaleza y destino, los distintos humanismos van a
nacer de esas respuestas.
El humanismo griego, al menos el primero hasta antes de Sócra-
tes, encuentra su plenitud en la relación armónica y no separada
Sobre el ser y el obrar (metafísica y ética) - 83 -
56 Platón: Protágoras 356 e “Pero la métrica… mostrando lo auténtico, lograría que el alma se
mantuviera serena, permaneciendo en la verdad y salvaría así nuestra vida”.
57 Patocka, Jan: Platone e l´Europa, Vita e Pensiero, Milán, 1977.
- 84 - Alberto Buela
58 Hauser, Arnold: Historia social de la literatura y el arte, Guadarrama, Barcelona, 1990, Vol I
afirma: El Renacimiento no fue una cultura de tenderos y artesanos, ni tampoco una cultu-
ra de una burguesía adinerada y medianamente culta, sino por el contrario, el patrimonio
celosamente guardado de una élite antipopular y empapada de la cultura latina.
59 Maritain, J.: El hombre y el estado, Ed. Kraft, Buenos Aires, 1952, p. 238.
Sobre el ser y el obrar (metafísica y ética) - 85 -
II)
De estos diversos humanismos presentados podemos colegir sin
esfuerzo que salvo el greco-romano, el resto está teñido por una
impronta ideológica que lo invalida in nuce.
Unamuno se da cuenta y así lo afirma al comienzo nomás Del
sentimiento trágico de la vida: “el adjetivo humanus me es tan sos-
pechoso como su sustantivo abstracto humanitas, la humanidad. Ni
lo humano ni la humanidad...el hombre”62.
Es que el tema de la humanidad, y del humanismo como su co-
rrelato filosófico, parte de un supuesto falso de toda falsedad: de
la existencia de un hombre universal genérico y originario. Tiene
la pretensión de universalidad para sus proposiciones con validez
para todo tiempo y lugar cuando, en realidad, el universo es un
pluriverso y no hay ni puede existir un solo humanismo sino que
coexisten, en el mejor de los casos, varios humanismos: arábigo, el
anglo sajón, el eslavo, el iberoamericano, el oriental. Tantos como
ecúmenes culturales están instaladas, implantadas en el orbe.
Hace notar esto que acabamos de afirmar, también un buen filó-
sofo español actual: “El humanismo no surge de un supuesto Hom-
bre genérico originario sino de los hombres especificados histórica-
mente y determinados como griegos o romanos, como cristianos o
musulmanes, como germanos o como hispanos”63.
El humanismo al presentarse a sí mismo como una síntesis hacia
una unidad soñada: La paz perpetua de Kant o El gobierno mundial
de Kelsen viene a confundir unidad con uniformidad. “¿No subya-
cería en esta confusión entre síntesis y unidad totalizante(o totalita-
ria) un pensamiento de tipo religioso?”, se pregunta una investiga-
dora de Costa Rica.64
A fuer de ser precisos y exactos se presenta como un pensamien-
to pseudoreligioso que bajo la pretensión de expresar a la huma-
nidad y sus deseos confunde, mutila, el ideal de unidad a favor
de la uniformidad de una humanidad y un mundo homogéneo.
62 Unamuno, Miguel: Del sentimiento trágico de la vida, Losada, Buenos Aires, 1964, p.7
63 Bueno, Gustavo: Los peligros del humanismo de la izquierda híbrida como ideología políti-
ca del presente, en El Catoblepas Nº 61, Madrid, Marzo 2007.
64 Fonseca, Ana Lucía: Humanismo: entre ortodoxia y anatema, en Revista de Filosofía Nº 86,
Costa Rica, 1998.
Sobre el ser y el obrar (metafísica y ética) - 87 -
65 Y así lo afirma San Tomás: ens non totaliter est aliquid... proprie participare dictum (in Me-
taphysicam I, n.154).
- 88 - Alberto Buela
tiene en común para ser lo que es, para existir. El ser es el que
pone en acto al ente. De este modo la unidad participativa preser-
va el derecho de lo múltiple y le permite su libre manifestación.
Ahora bien el ser del que participa todo ente, si bien tiene una
realidad subsistente en tanto ipsum esse subsistens, en los entes
el ser subsiste en la pluralidad de los mismos que participan de
él. Es por ello que se debe hablar no de la subsistencia sino, más
bien, de la inherencia del ser al ente. Así pues como el ser inhiere
al ente, y con ello a lo múltiple, este último no es una copia sino
que todo ente agota su plenitud de ser. Lo plural no es carencia
de ser sino plenitud. El ser se transforma así en una unidad que
libera la multiplicidad, a manera como la luz se relaciona con los
cuerpos iluminados por ella.
III)
Qué nos está permitido esperar, era la cuarta de las preguntas
de Kant. Heidegger respondió cuando los rusos estaban entrando
a Berlín “que el final no se demore”. Nosotros, más esperanzados
Sobre el ser y el obrar (metafísica y ética) - 89 -
Sobre el incontinente
o el hombre común
67 Gómez Robledo, Antonio: Introducción a la Ética eudemia, Unam, México, 1994, p. XIX.
- 94 - Alberto Buela
de hacer diez mil veces más mal que la bestia o el hombre bestial”
(1150 b 8) porque su “entendimiento torcido”, para hablar como
Jaime Balmes, puede concebir muchas y diversas maldades.
Llega así al capítulo VII donde fija límite de la terapéutica de la
virtud: “el incapaz de arrepentirse es incurable” (1150 b 22) y ése
es el intemperante, desenfrenado o licencioso, cuya actitud es
continua, mientras que el incontinente es curable porque puede
arrepentirse dado que su malicia no es continua sino intermitente.
Siguiendo con esta terapéutica vemos como de las dos especies
de incontinencia la que es más fácil de curar es la de los inconti-
nentes por temperamento excitable y no la de aquellos que delibe-
ran bien pero no perseveran en ello. Además son más curables los
incontinentes por costumbre que por naturaleza, porque es más
fácil cambiar la costumbre que la naturaleza.
Esto empuja a Aristóteles a enunciar el principio de su teoría de
la acción según el cual “el principio en las acciones es el fin por el
cual se obra o dicho de otra manera, en las acciones la causa final
es el principio”. Y los principios del obrar no se muestran por el
razonamiento sino por medio del hábito de la virtud, natural o ad-
quirida por la costumbre, alcanzando así el hombre, el recto senti-
do al obrar. “El principio-en el obrar- es el hecho (to hoti) y si este se
pone suficientemente de manifiesto, no habrá necesidad de estudiar
la causa (to dióti)” (1095 b 7-8). Así, los principios del obrar, que se
caracteriza por ser una experiencia (empeiría) guiada por la cos-
tumbre, son conocidos por la virtud en los hechos mismos y no por
el razonamiento.
De difícil arrepentimiento son los obstinados, pertinaces o testaru-
dos que se mantienen en su opinión propia contra viento y marea,
son de difícil convivencia con los demás y se asimilan más a los in-
continentes que a los continentes. A su vez la diferencia de éstos con
los moderados es que los continentes padecen malos apetitos y los
templados no. El continente se deleita más allá de la razón pero el
moderado no. Pero ninguno de los dos es conducido por la pasión.
Termina acá el estudio de la continencia/incontinencia y pasa a
partir del capítulo XI hasta el final del libro VII a ocuparse del tema
del placer o deleite y del dolor o tristeza. Tema que retomará en
los cinco primeros capítulos del libro X y último de la EN.
Sobre el ser y el obrar (metafísica y ética) - 97 -
Conclusión
La Ética nicomaquea puede interpretarse como una teoría de los
tipos de caracteres que se expresan a través de una ética de las
virtudes, cuya finalidad no es conocer o saber sino hacernos bue-
nos, creando en nosotros hábitos de carácter para que podamos
realizar acciones buenas.
De modo tal que es una falsedad, es un sofisma de eruditos al
ñudo, pretender distinguir en la EN una teoría de la acción por un
lado y una teoría de los caracteres por otro. Los eruditos, aquellos
especialistas de lo mínimo, de lo cual los comentaristas ingleses
de la EN son especialistas, no pueden ver el todo. Tiene una cegue-
ra axiológica para ello. Y Platón se encarga de decirles que no son
filósofos pues: “dialéctico es el que ve el todo, y el que no, no lo es
”(Rep. 537 c 10-15).
Ver el todo en el tema de la continencia/incontinencia es ver al
hombre como un ser deficiente, un ser no del todo completo, un
ser a completarse. Como dice la chacarera “el hombre es el único
animal que se tropieza dos veces con la misma piedra”. La incon-
tinencia no es “una debilidad moral” como afirman los eruditos
ingleses (G. Lloyd, y compañía), la incontinencia es una instancia
en el despliegue y desarrollo moral de todo hombre. Salvo casos
excepcionales como la de los hombres bestiales o los poseedores
de la virtud sobrehumana o divina.
Cuando al principio de esta exposición trajimos a cuenta el apo-
tegma de Ovidio en Metamorfosis, VII, 8 21 “video meliora proboque
deteriora sequor” quisimos mostrar todo el realismo que el dere-
cho romano le debe a Aristóteles y al mismo tiempo recuperar
para nosotros, hombres del siglo XXI, la vigencia de un pensamien-
to perenne por realista y por verdadero.
De qué nos sirve a nosotros, de qué le sirve a la filosofía que
nos atiborremos de citas y de citaciones eruditas sobre mínimos
detalles (p.ej.: si el incontinente no usa la premisa menor en el
silogismo práctico, H.H. Joachim. Rackham et allii dixint )68. ¿ Lle-
68 Además en el texto, esto se presenta como obvio, lo que agrega estulticia a los eruditos al
ñudo, pues Aristóteles afirma explícitamente: “Nada impide que alguien aún cuando posea
ambas (la premisa universal y la particular) actúe en contra de su ciencia si utiliza la uni-
versal y no la particular, pues las acciones posibles son las particulares”(1147 a 1-3). Y luego
pone un ejemplo, que como todo ejemplo es rengo. Esto es el que complica la clara expli-
- 98 - Alberto Buela
gará un día en que la filosofía pueda leer como un todo los temas
y problemas de la ética?. No sabemos. El búho de Minerva sale a
volar al atardecer, cuando ya ocurrió lo que tenía que ocurrir, pero
lo cierto es que para nosotros es una realidad de vida la filosofía y
sobre todo la ética, que nos ha permitido ser mejores de lo que na-
turalmente éramos. De modo que encaramos los estudios clásicos
bajo dos premisas: como una respuesta siempre actual a los pro-
blemas del presente, y tratando que se venga abajo el andamiaje
de la erudición para que aflore aquello que es cultura de verdad.
cación que dio, pues al afirmar “a todo hombre le convienen los alimentos secos”, “yo soy
hombre” o “tal alimento es seco” plantea dos silogismos. Uno que dice: El alimento seco
es bueno para todos los hombres, y como yo soy hombre, el alimento seco es bueno para
mí. Y otro que dice: El alimento seco es bueno para mí, este pedazo de pan es alimento
seco, luego es bueno para mí.
Sobre el ser y el obrar (metafísica y ética) - 99 -
69 Renzi, Giuseppe: Filosofía de la autoridad, Bs.As., Ed. Deucalion, 1957, pp. 159 y 182.
- 104 - Alberto Buela
Naturaleza de la jerarquía
Podemos definir la jerarquía como el orden vertical de un con-
junto de elementos ordenados por un principio director. Pero en-
tonces, definimos la jerarquía por el orden, que a su vez lo en-
tendemos como “variedad de partes que tienden a un fin”. Con lo
cual introducimos la idea de finalidad, que entendemos acá como
aquello por lo cual se actúa.
La jerarquía se funda, entonces, en el mayor y mejor conocimien-
to de los fines que posee el que ordena y al que debe subordinar-
se el resto del conjunto de elementos, sean personas, animales o
cosas.
La jerarquía termina fundándose en la autoridad, pues exige sa-
ber. Y la auctoritas encuentra su última razón de ser en la sabiduría
del que sabe.
- 110 - Alberto Buela
Distintas jerarquías
Ya el Pseudo Dionisio estableció en su época distintas jerarquías,
que los filósofos posteriores ampliaron y así tenemos: la celestial,
la eclesial, la angelical, la civil, la militar. A su vez, en cada una de
ellas se dan grados y órdenes distintos.
El criterio filosófico más correcto para establecer las distintas
jerarquías está dado por la altura o universalidad de los fines y la
de los valores intentados.
Sobre el ser y el obrar (metafísica y ética) - 111 -
Fidel Castro en Cuba hasta hace muy poco fusiló en forma expe-
ditiva a dos de sus generales por traición a la revolución cubana
y a nadie se le ocurrió pensar que Castro era un asesino, porque
la pena de muerte está contemplada en la constitución cubana o
en las actas de su revolución. Pero en Argentina no. Motivo por el
cual los generales y jefes de la dictadura militar 1976-1983 no pu-
dieron ser ajusticiados y están hoy recluidos en sus casas mirando
televisión o escribiendo sus memorias.
Observación filosófica
La oposición a la pena de muerte se funda en el hecho cierto
de la falibilidad del juicio de los hombres. Así, puesto que nos
podemos equivocar no podemos aplicar una medida límite como
la pena de muerte de la que no se puede dar marcha atrás en caso
que se condene a un inocente. De esto estamos convencidos.
Algo acerca de la Fe
Hay gente que quiere tener fe y no lo logra porque, más allá del
acto debido a la bondad de Dios de otorgarla, se necesita la forta-
leza del alma para sostenerla y no todos los hombres son capaces
de ello. La mayoría necesita ayuda institucional y busca el apoyo
de la Iglesia.
A la fortaleza de alma se llega luego de un largo ejercicio en la
práctica cotidiana de todo aquello que hace a la integridad intelec-
tual, espiritual y física del hombre. Hay que recordar que la esen-
cia de la fortaleza está más en el saber soportar= sustinere, que en
el poder agredir = agredere.
Y si bien la fe es, antes que nada, un don gratuito de Dios, que
puede otorgar aún sin que se la pida, el hombre debe preparar el
recipiente de la fe, que es él mismo.
Con razón decía Ortega que las ideas se tienen y las creencias
nos tienen. Las ideas son ferencias y las creencias preferencias.
Fe se dice en latín fides y en griego pistis, ambas participan de la
misma raíz pith del verbo peitho que significa escuchar, enterar,
convencer, confiar. Pisteuo de la misma raíz significa creer, del latín
credo donde está presente la raíz do (dar), así quien da (acreedor)
cree y confía que le será devuelto lo prestado.
El adjetivo pistos (digno de fe, confiable) participa de la misma
raíz del originario pith. Y el confidente, aquel con quien se com-
parte la fe es el mismo con quien se comparte el secreto, lo que
está encubierto que en griego se dice lethes que es lo contrario
de a-lethes, (desoculto o verdadero). Así siguiendo esta secuencia
etimológica la fe se relaciona con la verdad.
En tal sentido los viejos teólogos realizaban el siguiente silogis-
mo: Como la fe es la adhesión a lo enseñado por Dios a través del
dato revelado y Dios no puede decir sino la verdad; esto lo ha di-
cho Dios, luego es verdadero.
O creer o reventar, diría mi abuela
Así pues, aquello que comenzó por un planteo ontológico: el fun-
damento de las cosas que se esperan, y gnoseológico: la prueba
de las cosas que no se ven, pasó por la dialéctica solicitud – dis-
posición- gracia, para terminar en la convergencia de fe y verdad.
Sobre el ser y el obrar (metafísica y ética) - 119 -
Post Scriptum:
Schopenhauer en sus últimos años- que además de hablar co-
rrectamente en italiano, francés e inglés, hablaba, aunque con al-
guna dificultad, en castellano. La hispanofilia de Schopenhauer se
reconoce en toda su obra pues cada vez que cita, sobre todo a Bal-
tasar Gracián (1601-1658), lo hace en castellano. Aprendió el espa-
ñol para traducir el opúsculo Oráculo manual (1647). También cita
a menudo El Criticón a la que considera “incomparable”. Existe ac-
tualmente en Alemania y desde hace unos quince años una revista
de pensamiento no conformista denominada “Criticón”. También
cita y traduce a Calderón de la Barca.
Miguel de Unamuno fue el primero que realizó algunas traduc-
ciones parciales del filósofo de Danzig, como corto pago para una
deuda hispánica con él. En Argentina ejerció influencia sobre Ma-
cedonio Fernández y sobre su discípulo Jorge Luis Borges. Ten-
go conocimiento de dos buenos artículos sobre Schopenhauer en
nuestro país: el del cura Castellani (Revista de la Universidad de
Buenos Aires, cuarta época, Nº 16, 1950) y el mencionado de Ma-
resca.
El último aporte hispano a Schopenhauer es la traducción de los
Sinilia, los pensamientos de vejez (1852-1860) con introducción,
traducción y notas de Juan Mateu Alonso, en Contrastes, Universi-
dad de Málaga, enero-febrero, 2009.
81 Estos datos que pasamos nosotros y muchos más, se pueden encontrar en los buscado-
res de Internet, no así en los manuales al uso de la historia de la filosofía contemporánea,
que, en general, escamotean la figura y los aportes de Brentano. O peor aún, lo limitan al
lugar común de inventor de la intencionalidad de la conciencia.
Sobre el ser y el obrar (metafísica y ética) - 131 -
Lineamientos de su pensamiento
Todo el mundo sabe, al menos el de la filosofía, que no se puede
realizar tal actividad sino es en diálogo con algún clásico. Es que
los clásicos son tales porque tienen respuestas para el presente.
Hay que tomar un maestro y a partir de él comenzar a filosofar.
Brentano lo tuvo a Aristóteles, el que le había enseñado Federico
- 134 - Alberto Buela
86 Scheler, Max: Conocimiento y trabajo, Ed. Nova, Buenos Aires, 1969, p. 274.
- 142 - Alberto Buela
nio es muy limitado pero sobre los animales es mayor. “El dominio
es infinitamente menor sobre lo viviente que sobre lo inanimado”. 89
Esto le permite establecer una jerarquía en las esferas que luego
va a aplicar en su axiología y su ética. Y allí nos va a sorprender
cuando enuncia que el espíritu carece de la fuerza y energía para
obrar, pues toda la energía procede del impulso vital. Así, éste se
espiritualiza sublimándose y el espíritu opera vivificándose. Pero
solo la vida puede poner en actividad y hacer realidad en espíritu.
Breve biografía
Max Scheler (1874-1928) Hijo de un campesino bávaro luterano
y madre judía, se bautiza católico en 1889. Es alumno de Simmel y
Dilthey y le dirige su tesis Rudolf Eucken, quien hizo su tesis sobre
el lenguaje de Aristóteles (El método de la investigación aristotélica
1872) y que había estudiado a su vez con Trendelenburg, el gran
estudioso del Estagirita en el siglo XIX. En 1902 conoce a Husserl
y su método fenomenológico y en 1907 al gran teólogo von Hilde-
brand. Por escándalos de su mujer, de la que se separa, en 1911 la
universidad de Munich le retira la venia dicenti.
Prácticamente sin trabajo y viviendo de cursos privados y de la
ayuda de sus amigos, Scheler produce sus mejores y más profun-
das obras. Este período, conocido como el del “Nietzsche católi-
co”, dura hasta 1924, año en que se separa de su segunda mujer, se
casa con una alumna y se aleja del catolicismo. Conrad Adenauer
le devuelve la venia docente y se reintegra a la universidad. A par-
tir de sus publicaciones de 1927 y 1928, año de su fallecimiento,
Scheler cae en una especie panenteísmo. El puesto del hombre en
el cosmos, su última obra, es ejemplo emblemático de ello.
Bibliografía en castellano
(1912) El resentimiento en la moral, de J. Gaos, Madrid, 1927;
Buenos Aires, 1938; Edición de José Maria Vegas, Madrid,
1992; Caparros Editores, S. L. Madrid, 1993.
(1913) Etica, nuevo ensayo de fundamentación de un personalismo
ético. Traducción de de Hilario Rodríguez Sanz. Introducción
de Juan Miguel Palacios. Tercera editción revisada. Caparrós
Editores (Collección esprit, 45). Madrid, 2001, 758 págs.).
La experiencia metafísica
93 Buela, Alberto: El ente y los trascendentales, Cruz y Fierro, Buenos Aires, 1971, 16.
Sobre el ser y el obrar (metafísica y ética) - 149 -
97 Zubiri, Xavier: Los problemas fundamentales de la metafísica occidental, Ed, Alianza, Ma-
drid, 2088, p. 36.
98 Miguel A. Virasoro (1900-1967) autor de Intuición metafísica, tiene la mejor y más anotada
traducción al castellano del Ser y nada de Sartre.
99 Agazzi, Evandro: “Metafísica y racionalidad científico-técnica”, en Contrastes, Suplemen-
to 7, Málaga, 2002.
Sobre el ser y el obrar (metafísica y ética) - 151 -
100 Fue el gran Brentano (1838-19179 quien en su magnífico Sobre los múltiples significados
del ente según Aristóteles, de 1862, puso por primera vez de manifiesto esta secuencia del
entramado profundo de la metafísica de Aristóteles.
- 152 - Alberto Buela
para unos el ente en tanto ente es vero, mientras que para el otro,
el ente va a ser ente porque es verdad.
Y esto nos lleva a otro modo de llegada al ente, aquella a través
de lo bueno=agaJon. Porque lo bueno adhiere al ente la idea de
perfecto, de que nada le falta, de ahí que los antiguos hayan defini-
do el bien como aquello a que todas las cosas (los entes) aspiran.
Este acceso al ente a través de lo bueno abre al metafísico todo
el amplio campo del obrar (la voluntad apetente y la libertad) y el
de los valores.
La historia de la filosofía vista como un todo, vista desde la me-
tafísica, destaca tres corrientes que han ejercido la mayor influen-
cia: realismo, voluntarismo y racionalismo, las que han otorgado,
respectivamente, primacía al ser, el bien y la verdad.
El realismo llegó al siglo XX bajo la forma de neoaristotelismo,
neotomismo y filosofía de la existencia. El voluntarismo como em-
pirismo, utilitarismo, positivismo, mientras que el racionalismo lo
hizo como neohegelianismo, fenomenología y estructuralismo.
Apéndice
104 De todas maneras hay que tener presente la advertencia de de Anquín: “la teoría de la
analogía es oscura y temerosa de la univocidad, por eso engendra especulaciones complica-
das de orden lógico…El conjunto de doctrinas analogistas es un rompecabezas inútil…La
analogía en su puridad lógica es híbrida y estéril…y no se obtiene de ella ninguna decisión
metafísica”, (De las dos inhabitaciones en el hombre, Univ. Nac de Córdoba, 1972, p. 48.
- 156 - Alberto Buela
I)
1) El primer efecto político es el discurso de cierre del general
Perón donde plantea la idea política de Comunidad Organizada la
que presenta dos lecturas posibles: Como sistema social a cons-
truir y como sistema de poder.
a) Como sistema social sostiene que el pueblo suelto, aislado,
atomizado no existe. Sólo existe el pueblo organizado y como tal
se transforma en factor concurrente en los aparatos del Estado
que le son específicos a cada organización libre del pueblo o cuer-
pos intermedios en la jerga sociológica.
b) Como sistema de poder sostiene que el poder procede del
pueblo que se expresa a través de sus instituciones intermedias.
Ni el poder procede del gobierno ni del Estado. Ni el pueblo delega
su poder en las instituciones del Estado.
Estas dos lecturas constituyen el círculo hermenéutico que explica
la idea de Comunidad Organizada. El pueblo como pueblo organiza-
do crea un sistema social que genera un poder político real (no vir-
tual como la parodia democrática: un hombre igual aun voto) que le
permite la recreación permanente de un sistema social para el logro
de la “buena vida” (Aristóteles, Etica Nicomaquea. 1323,b 29)
El presupuesto ideológico de la C.O. es su populismo que con-
siste en: 1) considerar al pueblo como fuente principal de inspira-
ción. 2) Término constante de referencia y 3) depositario exclu-
sivo de valores positivos. Su hipótesis es que la mayoría siempre
tiene razón.
Mientras que la crítica política que se desprende de la C.O. es
que las instituciones formales del Estado demoliberal no alcanzan
a expresar las demandas auténticas de los pueblos.
La proposición sobre la que se apoya la idea de C.O. está enun-
ciada en lo que se ha dado en llamar las veinte verdades peronis-
tas, cuando en la decimonovena, se afirma que: “Constituimos un
gobierno centralizado, un Estado organizado y un pueblo libremente
organizado”.
La explicitación de esta proposición la hace Perón en su libro “Polí-
tica y Estrategia” cuando afirma: “El Justicialismo concibe al Gobierno
como el órgano de la concepción y planificación, y por eso es centrali-
Sobre el ser y el obrar (metafísica y ética) - 169 -
112 Perón, Juan: Política y Estrategia, Buenos Aires, opera omnia ed. Hernadarias, p. 266.
113 Perón, Juan: Comunidad Organizada, Buenos Aires, opera omnia ed. Hernandarias, cap. 17
parráfo 9.
- 170 - Alberto Buela
II)
2) Como en realidad el Congreso de Mendoza comienza a fun-
cionar el 20 de abril de 1948 cuando se lo declara de carácter na-
cional, la segunda consecuencia politológica se produce el año si-
guiente, 1949, con el volcado de la idea de Comunidad Organizada
aceptada ya como doctrina nacional en la Convención Nacional
Constituyente de l949, comúnmente conocida como la Constitu-
ción de Sampay115.
Esta constitución se mueve dentro del marco político de la repre-
sentación liberal burguesa aunque se caracteriza como una cons-
titución de alto contenido social propia del Estado de bienestar de
la época donde se destacan los artículos 37 al 40 como aportes ju-
rídicos más o menos originales, como lo son los hoy denominados
derechos humanos de segunda generación o derechos sociales.
En esta Constitución los postulados de libertad, justicia y solida-
ridad vienen a reemplazar a los viejos ideales liberales sostenidos
por la Constitución de 1853 tomados del lema de la Revolución
Francesa de Libertad, Igualdad y Fraternidad. Como vemos, hay
coincidencia en uno de los ideales que es el de la libertad, pero
su interpretación es completamente distinta. La concepción de la
libertad según la Constitución de 1853, que es en definitiva la con-
cepción de la libertad liberal, define a ésta “como poder hacer lo
que se quiere”, la libertad se va a presentar como una actitud, una
cualidad del individuo más allá de su condicionamiento o de su
vinculación social. Por el contrario, la libertad de la concepción
justicialista va a ser entendida como “libertad en situación” es de-
cir, un hombre no puede ser libre en una comunidad que no lo es.
Hay una distinción acá que es fundamental hacer. La concepción
social de la libertad está vinculada al antiguo ideal de los filósofos
114 Perón, Juan: op.cit ut supra, cap. 21, párrafo 12.
115 Arturo Sampay (1911-1987) jurista y filósofo del derecho principal redactor de la Constitu-
ción de 1949. Si bien la constitución fue sancionada el 16 de marzo y el congreso comenzó
el 30 del mismo mes, cabe recordar que sobre el congreso de filosofía se comenzó a traba-
jar el 20 de abril de 1948 cuando se lo declaró de carácter nacional.
Sobre el ser y el obrar (metafísica y ética) - 173 -
III)
3) La tercera de las consecuencias politológicas se plasmó en la
Constitución del Chaco de 1951. Hecho desconocido, olvidado y
en gran parte silenciado que se adelantó en el tiempo a resolver
los problemas de la crisis de representatividad política dentro de
una Constitución total y raigalmente democrática.
El 8 de octubre de 1951 se creó la provincia del Chaco cuya cons-
titución tuvo disposiciones novedosas y polémicas. Su rasgo fun-
damental es que, salvo mejor opinión, es una de las pocas que en
el mundo, que desde bases democráticas, modificó el régimen de
representación política demoliberal que entiende que solo los parti-
dos políticos tienen el monopolio de la representatividad política.116
Ya el preámbulo comienza con una novedad: Nos, los representan-
tes del pueblo trabajador de la Provincia y no como era de uso co-
menzar: Nos, los representantes del pueblo… a imitación de las cons-
tituciones salidas del espíritu de la Revolución Francesa de 1789.
La apelación específica al pueblo trabajador ya nos está indican-
do el carácter específicamente peronista de esta Constitución,
pues es sabido que una de las verdades o apotegmas del justicia-
lismo (la número cuatro) dice: No existe para el Justicialismo más
que una clase de hombres: los que trabajan.
Aclarándose a continuación en el mismo preámbulo que su pro-
pósito es contribuir al afianzamiento de una nación socialmente
justa, económicamente libre y políticamente soberana en coinciden-
cia por lo declarado también en el preámbulo de la Constitución
Nacional de 1949, conocida como la Constitución de Perón.
Ahora bien, si bien la Constitución del Chaco recogió las dispo-
siciones de carácter económico y sociales incluidas en la Consti-
tución del 49, existe entre estas dos constituciones una diferencia
sustancial pues la del 49 no llega a modificar el régimen de repre-
sentación demoliberal respetando el monopolio que ejercen los
partidos políticos en dicho campo, mientras que la del Chaco sí.
Los artículos 33 y 118 son los que regulan y establecen la modifi-
cación de la que hablamos. En ellos se fija que habrá una cámara de
116 Tenemos noticias que la Constitución de Baviera de 1984 en su artículo 34 establece que
“el senado es la representación de las agrupaciones sociales, económicas, culturales y muni-
cipales del país”.
Sobre el ser y el obrar (metafísica y ética) - 175 -
117 Zalazar, Roberto de Jesús: El Chaco, del territorio nacional a la provincia autónoma, Resis-
tencia, 2001.
118 Jovan Djordjevich es autor, entre otros libros, de Yugoslavia: democracia socialista, FCE.
1961 quien trabaja el concepto de no-derecho como el ámbito constituido por relaciones
intersubjetivas no reguladas actualmente por el derecho pero que antes si lo estuvieron.
- 176 - Alberto Buela
Nota:
Adrede no hemos tenido en cuenta acá a los Asenjo, C. Alchu-
rrón, M.Bunge, Raggio, Rahman que publican en peer review jo-
urnals de Oxford U. P, Cambridge U. P., Springer, Harvard U. P., J.
Hoppkins y, U.P. y algunas otras, porque el juicio sobre la realidad
de lo qué somos de estos “hilvanadores de signos” viene prehecho
por las exigencias ideológicas de esas mismas universidades.
Seguramente figurarán todos ellos en el Standford dictionary of
Philosophy o en el de la Routledge y publicarán en el Journal of the
History Ideas, pero eso tiene una magra significación para quien se
interese en saber qué es y cómo se desarrolló la filosofía argenti-
na. Por lo demás la colonización cultural y filosófica de estos “per-
sonajes” los hace impresentables a una clara conciencia argentina
y americana. Y acá intentamos destacar a aquellos que, en algún
momento, pensaron por sí y no por otros.
Sobre el ser y el obrar (metafísica y ética) - 187 -
125 Así Sartre propone, ingenuamente, como solución la revolución socialista que es “más
que suficiente para suprimir el antisemitismo” ignorando el hecho que el antisemitismo
también llegó a la izquierda. Para Romano Guardini la cuestión judía surge cuando se
eclipsa el sentido religioso de la persona ante el cálculo político del Estado ligado a la
técnica. Mientras que Marx reduce la cuestión al manejo capitalista del dinero y el inter-
cambio de mercancías por parte de los propios judíos.
Sobre el ser y el obrar (metafísica y ética) - 193 -
Querido Máximo:
No sabés cuanto me reconforta esta carta tuya Máximo. En este
extrañamiento profundo respecto del ser participado e inteligible
en que vive la inteligencia judía, muestra que no está ontológica-
mente dispuesta para ello (figuras emblemáticas nos llegan des-
de la zarza ardiente de Moises hasta el temor y temblor de Abra-
ham). Esa incomprensión profunda y raigal se ve respecto del
actus essendi, de las varias dimensiones de la ousía aristotélica
y del Anwesen heideggeriano. Como vos anotás muy bien la tras-
cendencia infinita de Yahvé que lo hace absolutamente Otro se
manifiesta luego en su obrar con relación a “los otros”, que no
son ellos, como amenaza: “ En este mundo oscuro viven estos hom-
bres y mujeres, que necesariamente se acogen entre sí mismos, los
“otros” son extraños y han sido percibidos, y lo son y lo serán como
“amenaza”.”. De ahí a la monopolización del sufrimiento, la per-
secución, el usufructo de las nociones de holocasuto y genocidio
(Simón Peres declaró que el único genocidio de la historia fue el
judío y negó expresamente tal carácter al armenio. Por supuesto
que el más grande genocidio de la historia el ucraniano (holodo-
mor) de los años 33 al 35 con 10 millones de muertos, ni siquiera
es considerado. Además fueron sólo víctimas cristianas). En fin,
hay tanta tela para cortar, Además lo escribí para la más chica de
mis hijas a quien obligan a leer semanalmente en su facultad esa
lamentable revista Ñ, expresión de lo culturalmente correcto. Un
abrazo. Alberto
..............................................................................................................
Querido Máximo: Me quedó algo en el tintero y es el tema de la
conversión. Ese esfuerzo extraordinario y maravilloso de los ju-
díos conversos. Que en general son hombres muy bien dotados. De
hecho la conversión es un don, pues el converso la pide al Señor.
Si nos detenemos mínimamente en los conversos que han hecho
filosofía (Husserl, Stein, Weil, Bergson, te cito al pasar) vemos que
son hombres de una enjundia fuera de lo común y que ha sido su
profunda y raigal metanoia aquella que les brindó, en definitiva, la
posibilidad a su mejor realización filosófica. Porque ellos rompie-
ron la distancia infinita que los separaba del dios de “temor y tem-
blor de Abraham” que es lo Absolutamente Otro, para entenderlo
- 198 - Alberto Buela
Datos biográficos
La gran zona que encierran las ciudades de San Francisco, Rafae-
la y Esperanza fue asiento de la colonización agrícola de inmigran-
tes italianos, sobre todo piamonteses, a principios del siglo XX. En
la localidad de Arroyito al este de Córdoba yendo para la provincia
de Santa Fe nació en 1911 Manuel Gonzalo Casas. En el mismo pue-
blo que el máximo historiador de la filosofía en Argentina, Alberto
Caturelli (1927).
Católico de convicción y formación se interesó mucho por la
eclesiología y la teología, disciplinas que enseñó.
En su primera formación filosófica el tomismo es decisivo, mien-
tras que desde el ámbito local se destacan las figuras del italo-ar-
gentino Ángel Vasallo, eximio profesor de ética, el hispano-argen-
tino Francisco Romero, discípulo aventajado de Ortega y Gasset y
el criollo Saúl Taborda, la cabeza más genuina de su tiempo. Más
tarde aparecen monseñor Derisi, Nimio de Anquín y Michele Fede-
rico Sciacca.
Realiza toda una vida de docente universitario y fallece en la ciu-
dad de Córdoba en 1981.
Escribió gran cantidad de artículos y un gran libro, desde 1952
en su primera edición hasta 1967, en su última edición: Introduc-
ción a la filosofía que actualizaba cada año para incentivar a sus
- 200 - Alberto Buela
126 Casas, M.G.: El ser de América, Secretaría de cultura de la Nación, Buenos Aires, 1994, p. 27.
127 Op.cit.: p.37.
128 Op. cit.: p. 39.
Sobre el ser y el obrar (metafísica y ética) - 201 -
Datos biográficos
Diego Francisco Pró nació en Resistencia, capital de la provincia
del Chaco, el 4 de julio de 1915. Según el mismo nos ha contado fue
hijo de Juan Pró León y de doña Catalina Mena Benítez, el primero
nacido en la villa de Manaliva, municipio de Estepota, provincia de
Málaga, Andalucía. Y doña Catalina, en un pueblo cercano llamado
“El Tesorillo”.
Ambos vinieron como inmigrantes a la Argentina a comienzos
del siglo XX. Se conocieron en Resistencia, capital del entonces
131 Caturelli, A.: Historia de la filosofía en Argentina, Ciudad Argentina, Madrid 2001, p.798.
Sobre el ser y el obrar (metafísica y ética) - 203 -
Pensamiento y obra
En sus múltiples y variados trabajos ha incursionado en primer
lugar en la filosofía, que fue su oficio, pero también en las artes, las
letras, la pedagogía, la estética, sociología, tiene muchos estudios
biográficos (Alberini, Rougés, Mondolfo, Battistezza, Bernareggi,
Lorenzo Domínguez, Dalma, Binetti,) sobre pensamiento argenti-
no, americano y clásico y sobre historia. Su obra está plasmada
en una veintena de libros y en unos cien artículos. Fundó y dirigió
varias revistas de filosofía: Philosophia, Humanitas, Cuyo: anuario
de historia del pensamiento argentino y americano.
El profesor Miguel Verstraete, buen filósofo y decano de la Uni-
versidad de Cuyo, quien mejor lo conoció, dice de Pró: “Era un
Sobre el ser y el obrar (metafísica y ética) - 205 -
141 Rechazamos esta denominación no solo por sus orígenes (la inventó el Chevallier el can-
ciller de Napoleón III para intervenir en México) sino por la instrumentación de su uso (así
nos denominan los marxistas, los norteamericanos y los curas). Nosotros somos “ameri-
canos” o si se quiere especificar iberoamericanos, hispanoamericanos o indianos. Nada
más. Toda otra denominación es espuria.
142 Murena, Héctor: El pecado original de América, FCE. Buenos Aires, 1965, “Observaciones
a la segunda edición”.
143 Caturelli, Alberto: Historia de la filosofía en la Argentina, Ciudad futura, Madrid, 2001, p.
740.
Sobre el ser y el obrar (metafísica y ética) - 209 -
Post Scriptum:
El campamento
Lo que se fundó en América fue el campamento. Y el campa-
mento no necesita nombre secreto porque es precario: destinado
a la extracción de riqueza, alberga gente de paso. Le basta con
los nombres útiles, pues su sentido se agota en el reino de la uti-
lidad. La ley que rige en el Campamento es la de la Fiebre del Oro,
la cual si por un lado se manifiesta continuadamente como tal en
forma abierta, por otro desempeña su papel decisivo bajo diver-
sas apariencias. Porque Fiebre del Oro no es sólo la cruda rapiña
del aventurero inicial y de sus infinitos sucesores hasta llegar
al comerciante o industrial contemporáneos que con la baja ca-
lidad e injustos precios de sus productos estafan a sus conciu-
dadanos sin miramientos. Fiebre del Oro es también la terrible
anarquía que casi a partir de 1810 estalla en estas tierras debido
a que Buenos Aires, el Campamento por excelencia, se resiste
a compartir con las provincias el rédito que brinda la aduana.
Y este ejemplo argentino de la persistencia de la estructura co-
lonial de explotación de las provincias por parte de los puertos
originarios de entrada de los conquistadores tiene su réplica en
los restantes países latinoamericanos. Fiebre del Oro es el ava-
sallamiento definitivo del interior por Buenos Aires en 1862, ava-
sallamiento que si bien aparece como condición ineludible para
- 212 - Alberto Buela
146 Caturelli, Alberto: La patria y el orden temporal, Ed. Gladius, Buenos Aires, 1993, p. 340.
Sobre el ser y el obrar (metafísica y ética) - 215 -
La filosofía en Argentina:
lo que fue, lo que es, lo que puede
llegar a ser
Prólogo antropológico
Debemos situarnos antes de abordar nuestra tarea, ya intentada
por otros. Nuestra intención es sobre todo fundante, pero citare-
mos un mínimo de nombres propios, a parte, por cierto, de los
grandes. Esto relativamente al pasado y al presente. Respecto al
futuro, como no somos zahoríes, nuestras previsiones serán in-
ciertas como conviene a las circunstancias en estas tierras naci-
entes. Para situarnos adecuadamente trazaremos un cuadro antro-
pológico que expuse en 1963, en la universidad católica de Santa
Fe, y que no he rectificado. Dije entonces:
147 Se pueden consultar nuestros trabajos en Internet o en: Ficha bibliográfica de Nimio de
Anquín en Escritos filosóficos, Ed. El Copista, Córdoba, 2006; N. de A.: entre el ser y la
patria, en Pensamiento de ruptura, Ed. Theoria, Buenos Aires, 2008; Dios en la filosofía
Americana en Dios en el pensamiento hispano del siglo XX, Madrid, Ed. Sígueme, 2002.-; El
eón en de Anquín y Schmitt en revista Altar Mayor, Madrid, 2007; Antropología y metafísica
en de Anquín en revista Altar Mayor, Madrid, 2010.
- 216 - Alberto Buela
148 En el original se corta, no sabemos si va una coma (“,”), una “y” o una simple “o”.
- 218 - Alberto Buela
150 Emuná es el conocimiento judío por excelencia y se traduce por fe y creencia. El vocablo
emuná viene de la raíz amén y significa entrenarse. Es un entrenamiento del deseo.
- 220 - Alberto Buela
152 Kénosis, en el original “hénosis” por error de tipeo, significa abajamiento, esto es, la
asunción de la humanidad y el simultaneo ocultamiento de la divinidad de Cristo, pues así
asume las dolencias y penalidades que padece todo hombre.
- 224 - Alberto Buela
Índice
Prólogo
El filósofo como intelectual público 7
I - Temas de ética
Sobre el disenso como método 11
Algo sobre ética concreta 15
Notas sobre la amistad 25
Equidad, la excepción ante la ley 29
Notas sobre el resentimiento 33
Algo sobre el pudor 39
Acerca de la desilusión 43
Sobre la lealtad 47
Sentido de la lágrima 50
La medida del mal 53
Notas sobre la deliberación 56
Sobre la deliberación en la Retórica 61
Secuencia de la acción 68
El hombre íntegro como norma del obrar 76
Qué humanismo 82
El incontinente u hombre común 92
Sobre la autoridad 102
Algo sobre la jerarquía 106
Breve sobre la pena de muerte 112
Algo sobre la fe 116
El tiempo sagrado 119
Breve nota sobre los ángeles 122
- 238 - Alberto Buela
II - Temas de metafísica
La crítica a la cosa en sí 125
La experiencia metafísica 145
Entre el ser y el estar 156
buela.alberto@gmail.com
UTN- Universidad Tecnológica Nacional
CEES- Centros de estudios estratégicos de la CGT
Casilla de Correo 3198 (1000) Buenos Aires
www.disenso.org