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Tumbes fue una región poblada desde tiempos anteriores al imperio incaico por
grandes grupos humanos dedicados a la agricultura, la caza y el comercio.
Uno de éstos fueron los Tumpís, considerados por las tradiciones como los más
grandes navegantes de la costa peruana. Destacaron en el tallado de valvas de
conchas de puntas, pata de burro (Concha lapas peruana) y otros moluscos.
En la época del incanato Tumbes tuvo un rol muy IMPORTANTE en los destinos
políticos del Tahuantinsuyo donde Pachacutec lo sometió a su dominio y después
del año 1400, se dirigió a las islas puneñas y fue Huaina Capa quien lo convirtió en un
centro de operaciones desde donde salió con su ejército a dominar a los Puneños.
Por esta razón el monarca dio mayor importancia a Tumbes y mandó a construir
caminos, viviendas, palacios y templos.
En 1532 los primeros españoles llegaron al Perú a través del puerto la Leña al mando
de Francisco Pizarro.
“La Quebrada del Nieto”, situada entre el Barrio de Pampa Grande y la Loma del
Zorro, siempre ha sido objeto de conversaciones entre los vecinos del lugar, sobre
apariciones, asaltos y sobre todo de brujerías. Nadie podía pasar por allí a la hora
cero, porque seguro que le salía al encuentro una “chancha bruja”, o “el diablo lo
silbaba” o veía a la “lechuza”, que conversaba sobre los techos de paja de los
asustados vecinos. Pero volvamos a nuestro tema. Se trata que al centro de la
quebrada (por donde pasa la carretera a San Juan), a eso de las doce de la noche, ya
se encontraba tendida una enorme muñeca de trapo, y todo quien lograra transitar por
aquel lugar a la hora cero, se tropezaba con la muñeca que, al ser tocada, lloraba
como una niña, quedando el pobre mortal hecho un costal de nervios deshechos. Los
abuelos muy versados en relatos de brujerías, dicen que era una bruja que había
desobedecido al demonio y condenada a vivir en ese estado por mucho tiempo. Los
cierto es que todos los que sufrieron el susto de la muñeca llorona, cuentan que
debían darle de puntapiés para que los dejara pasar. Al poco tiempo murió una
anciana que vivía nada menos que cerca de la “Quebrada del Nieto” y quienes
lograron verla, dicen que tenía la cabeza amarrada. Llegaron a la conclusión de que
era la “muñeca llorona”. Desde ese momento no volvió a fastidiar a los inocentes
trasnochadores y todos cantaron la copla siguiente: “Qué bonito corre el agua por
debajo de las almendras, así corriera mi amor si no hubieran malas lenguas”.
CUMANANAS TUMBESINAS
BANDERA DE TUMBES