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El Arte de Vivir

«Mi buen amigo,…, no te avergüenzas de preocuparte de cómo tendrás


las mayores riquezas y la mayor fama y los mayores honores, y, en cambio no
te preocupas ni te interesas por la inteligencia, la verdad y por cómo tu alma va
a ser lo mejor posible?» Platón, Apología de Sócrates, 29c-30c.s.

Ars vitae 2

 La vida buena. Sentido y felicidad 3


 Pensar para vivir 5
 Encuentros personales 6
 Amores posibles 8
 Belleza que cura 9
 La alegría de vivir 10
 La cultura necesaria 12
 Lo humano y lo divino 13

Bibliografía 14
Mentores 14

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Ars vitae

No hemos elegido vivir, pero hemos de aprender a hacerlo igual que se aprende a leer, a
escribir, a cocinar o a tocar el piano. En sus orígenes la educación era un proceso por el cual se
adquiría la virtud, la capacidad de llevar una vida buena y volver virtuosa a una persona como
camino para la felicidad. Formarse significaba aprender a vivir bien y el aprendizaje importante
era aquel que enseñaba a ser plenamente hombre. Sin embargo la educación cada vez se ocupa
menos de transmitir un saber ser, el perfeccionamiento humano o la felicidad. En lugar de ello se
limita a una mera transmisión de conocimientos orientados a la acción externa dejando
pendiente desafíos interiores como saber amar, acceder a la verdadera felicidad, conocernos a
nosotros mismos, adquirir libertad interior o reaccionar frente al sufrimiento. Con este programa
retomamos el papel originario de la educación: formar para la vida.
Ahora bien, ¿se puede aprender a vivir? ¿Es posible educar en el arte de vivir? ¿Podemos
hablar de una vida realizada? La respuesta es sí. Esta inquietud cruza transversalmente toda la
historia del pensamiento y así lo entienden una serie de pensadores que en las últimas décadas
se están posicionando con propuestas interesantes desde que Pierre Hadot1 rescatara la figura
del filósofo como aquel que hace de su vida un ejemplo de vida. En este marco y tras la senda
de Hadot se han ido sucediendo una serie de filósofos2 que ofrecen planteamientos
relacionados con la moral, la ética y la educación en virtudes, elaborando propuestas sobre el
arte de vivir o la consecución de una vida realizada. Sus propuestas están orientadas al gran
público, están presentadas de forma muy accesible y sus libros son muy conocidos.
En nuestro país, el tema también ha estado presente en nuestros pensadores y tratado desde
múltiples vertientes con gran profundidad. Ahora bien, no siempre ha sido presentado bajo el
enfoque del arte vivir y con una exposición orientada a la vida práctica. Ya sea por esa escisión
pensamiento-vida que lo invade todo o por el prejuicio de la figura del filósofo como académico
con un discurso teórico, la realidad es que tenemos dificultades para encontrar un hilo común
en los múltiples discursos, un conocimiento generalizado y sobretodo, una presencia consciente
y estructurada en el ámbito de la Educación.
Para salvar todos estos obstáculos, con este curso, convocamos a intelectuales que llevan
tiempo empeñados en la tarea de enseñar el arte de vivir para unirlos en un discurso y
programa eminentemente práctico. El objetivo último es mostrar un arte de vivir mediante el
encuentro personal y práctico con sus actuales pensadores y nuestra tradición
humanística. Para ello retomaremos experiencias de vida y de pensamiento, presentes desde la
antigüedad hasta nuestros días, en las que podamos inspirarnos y encontrar reglas de vida y
pensamiento para el arte de vivir y su educación (la personal o la de nuestros hijos o alumnos).
En definitiva, mediante un diálogo y un pensar maneras de vivir, aprender y educar una actitud,
un estilo de vida atrayente, meditado, asimilado y comprometido con aquello que pensamos.

1
Para Hadot, la educación en valores de la paideia griega tenía como propósito educar en la virtud, la voluntad y la sabiduría
mediante la práctica del cultivo de sí, a efecto de prevenir y curar las enfermedades del alma, y propiciar transformaciones buenas
para uno mismo y para la sociedad. Entre sus obras destacan: Ejercicios espirituales y filosofía antigua, Siruela 2006, La filosofía como
forma de vida, Alpha Decay, 2009. ¿Qué es la filosofía antigua?, Fondo de Cultura Económica, 1998. No te olvides de vivir, Goethe y la
tradición de los ejercicios espirituales, Siruela, 2010. La ciudadela interior, AlphaDecay, 2013.
2
Luc Ferry (¿Qué es una vida realizada?, Paidos, Aprender a vivir I y II, Taurus), André Comte-Sponville (El placer de vivir, Planeta,
Pequeño tratado de las grandes virtudes, Paidos), Roger-Pol Droit (Vivir hoy, Paidos) y Fréderic Lenoir (Breve tratado de la vida
interior, Kairós).

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 La vida buena. Sentido y felicidad

«La vida buena (que no la buena vida) era para los clásicos la que contiene y posee los bienes
más preciados: la familia y los hijos en el hogar, una moderada cantidad de riquezas, los buenos
amigos,…, y, sobre todo, una vida nutrida en la contemplación de la verdad y la práctica de la virtud.
Hoy todavía se puede mantener que la posesión pacífica de todos estos bienes constituye el tipo de
vida que puede hacernos felices»3

«… el sentido a la vida no se identifica con la felicidad, pero es condición de ella, pues cuando
falta, cuando los proyectos se han roto, o nunca han llegado a existir nunca, comienza la penosa tarea
de encontrar un motivo para afrontar la dura tarea de vivir.»4

“…nada me asombra más que el hecho de que a pesar de que todos los hombres desean vivir
lo mejor posible y de que saben que no se vive más que con el alma y de que no se puede lograr vivir
mejor sin cultivarla, sin embargo no la cultivan"5.

Llamados a la felicidad. Hemos venido al mundo para ser felices, a pesar de las circunstancias
que nos puedan rodear. La felicidad es el ideal que todos tenemos. Pero ¿dónde encuentra cada
ser humano la felicidad? La verdadera felicidad consiste en la buena relación con nosotros
mismos, con el mundo, con los otros y con Aquel que nos ha creado. Si falta una de estas
dimensiones no hay armonía y por tanto nuestra felicidad es incompleta. La felicidad es
expresión de una vida plena. Así, trabajar en la propia felicidad a la que somos llamados,
significa en primer lugar vivir conscientemente, vivir con todos los sentidos despiertos, emplear
la fuerza que hay en mí entregándome a las tareas cotidianas que me edifican como persona y
amando y sirviendo a los que me rodean.

Cuidado de sí. Es uno de los fundamentos del arte de vivir. Es un tema antiguo en la cultura
griega que apareció pronto como un imperativo difundido entre todas las doctrinas. Las razones
que se nos ofrecen para cuidar el alma van desde que es camino de felicidad y parte de un
perfeccionamiento al que estamos llamados, hasta que es un privilegio-deber, un don-
obligación (el hombre debe velar por sí mismo como repuesta a la libertad que dispone y al fin
de la razón que se le ha otorgado).

Areté. La preocupación por la virtud surge como respuesta a una pregunta fundamental que
todo hombre se debe hacer: ¿cuál es el mejor modo de vida? o ¿cómo he de vivir? Que la
noción de virtud se formule en respuesta a cuál sea el mejor modo de vida para el ser humano
justifica su vinculación con el concepto de “vida buena y feliz”. La vida buena y feliz no consiste
en una vida dedicada a los negocios, ni a los placeres, ni siquiera a los honores políticos, sino a
la virtud. Pero el ser humano necesita también de bienes externos, corporales y materiales. Por
eso, la virtud es una condición necesaria aunque no suficiente para una “vida buena y feliz”.

El sentido de la vida. La pregunta por el sentido de la vida es ineludible. Hasta la conciencia


más adormecida exige sentido. Tarde o temprano nos aparece la cuestión y su respuesta tiene
consecuencias vitales. Cuando nos ponemos a buscar el orden y la razón de la existencia nos
encontramos con una cantidad de posibilidades y situaciones diversas. Dentro de esta
inabarcable variedad no todo tiene la misma importancia, no todo es igual. Haya cuestiones que
son más importantes y otras que lo son menos. Y dentro de las cuestiones importantes, algunas
de ellas podrían calificarse de ineludibles. Conocer la razón de nuestra vida y cuál es el orden
que la hace posible es condición sine qua non de los primeros pasos en nuestro arte de vivir
porque nos ayudará a saber que lo más importante en la vida es que lo más importante sea lo
más importante.

3
R. Yepes Stork, Fundamentos de Antropología, EUNSA, Pamplona, p. 214.
4
R. Yepes Stork, Fundamentos de Antropología, EUNSA, Pamplona, p. 214.
5
Apuleyo, El Dios de Sócrates, 168

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Bibliografía.
 La felicidad y el sentido de la vida, R. Yepes Stork, Capítulo 12 en Fundamentos de
Antropología, EUNSA, 1976, Pamplona.
 La felicidad humana, J. Marías, Alianza, 1988.
 La vida buena, Jose Ramón Ayllón Vega , Martinez Roca, 2000

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 Pensar para vivir

«Tomo nota de lo que dices acerca de orientar las lecturas de tu paciente… ¿no estarás siendo
un poco ingenuo? Parece como si creyeras que los razonamientos son el mejor medio de librarle de
las garras del Enemigo. Eso podría haber sido así, si hubiera vivido hace unos pocos siglos. En aquella
época, los hombres todavía… unían el pensamiento a la acción, y estaban dispuestos a cambiar su
modo de vida como consecuencia de una cadena de razonamientos.

Pero ahora,…, hemos cambiado mucho todo eso. Tu hombre se ha acostumbrado, desde que
era un muchacho, a tener dentro de su cabeza, bailoteando juntas, una docena de filosofías
incompatibles. Ahora no piensa, ante todo, si las doctrinas son 'ciertas' o 'falsas',… »6

Pensar para vivir, vivir como se piensa. Los antiguos no establecían ninguna ruptura entre
vivir y pensar. La abstracción desencarnada, separada de toda dimensión existencial es ajena a
los antiguos incluso a los más contemplativos. Pensar no es una actividad aislada sin relación
directa con la vida diaria, sin consecuencias inmediatas sobre nuestros actos. La teoría tiene
siempre como perspectiva sus consecuencias sobre la vida. Una verdad sin efectos sobre la vida
es ajena al pensamiento antiguo. Descubrir una verdad, tener una idea correcta tiene siempre
un impacto sobre aquellos que lo consiguen. Por ello, es preciso organizar las ideas para
organizar la forma de vivir y vencer un fenómeno de la llamada época postmoderna: la
manifiesta incoherencia entre las ideas que sostenemos y el modo en que actuamos… que no
deja de ser una deslealtad con uno mismo, una infidelidad imperdonable.
Pensar la realidad. ¿Qué pensar? La realidad que nos habla, que nos interpela y que posee un
significado que hay que saber leer. Se trata de una vuelta a las cosas mismas. Tomar la realidad
como es. Respeto y fidelidad a la realidad. Desde los comienzos del pensamiento, se intuye un
orden en el universo y la existencia de un «lugar natural» en ese orden; de manera que una vida
en armonía es la adecuación a ese orden. Pensar es descubrir ese orden y buscar nuestro «lugar
natural» en él. Este es el contexto del «Conócete a ti mismo» del templo de Delfos: no significa
la práctica de la introspección. El significado es conoce tus límites, aprende quien eres y cuál es
tu «lugar natural» en el orden natural. Por el contrario, a una vida en armonía, a una vida acorde
con el orden del universo, los griegos oponen la hybris, la desmesura de las vidas que no se
adecúan orden. Arrogancia, insolencia, orgullo y desmesura son diversas traducciones que todas
ellas hablan de un aspecto de esta hybris, de este atentado contra el orden cósmico.
Superficiales. ¿Somos superficiales? ¿Qué nos desanima a descubrir la verdad, el orden y el
sentido de lo que nos rodea? ¿Son cuestiones ambientales: relativismo, escepticismo,
pensamiento empírico-positivista? ¿Es nuestro estilo de vida: cultura de la imagen, consumismo,
sed de novedades…?
Recogimiento o dispersión. ¿Qué nos distrae? Recogerse es una actitud fundamental, una
manera necesaria de reconstrucción de la personalidad, de descubrimiento de la persona y del
establecimiento de relaciones nuevas con las ‘personas’ (la convivencia), con el de las ‘cosas’ (el
uso) y con el de los ‘acontecimientos’ (la participación) dentro del vivir cotidiano. Vivir consigo,
convivir, utilizar las cosas y participar son los aspectos de una manera nueva de orientar el
recogimiento. Recogerse es establecer un puente de paso desde lo exterior a lo interior.
Quien en la vida tenga el centro de gravedad fuera de sí, sea lo que sea, frustra de antemano
todo intento de recogimiento. No podrá instalarse dentro de sí, en su espacio interior. Hay que
cuidar la vida, en coherencia y respeto a la propia interioridad, no hacerla gravitar fuera de sí
mismo. Las “ocupaciones” exteriores deben servir de trampolín para pasar a lo interior. Dominio
de la exterioridad desde la interioridad.

6
C.S. Lewis, Cartas del diablo a su sobrino,

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 Encuentros personales

«El hombre es un ser en relación, y su personalidad es interpersonalidad. Sólo puede realizarse


humanamente en el seno de la polis, cultivando la amistad, lo cual le lleva a compartir todo tipo de
bienes, pero uno muy en particular: la palabra, la conversación»7

Ser de encuentro. El hombre es un «ser de encuentro»; se constituye, desarrolla y perfecciona


realizando encuentros con las realidades circundantes. La persona humana se constituye como
tal y se desarrolla creando vínculos de diverso orden con multitud de realidades: la familia, el
colegio, el pueblo, el paisaje, la tradición, las amistades, las obras culturales, la vida profesional,
los valores… en el trato con otras personas, amigos, conocidos y desconocidos.
No hay yo sin tú. Una persona sola no existe como persona, porque ni siquiera llegaría a
reconocerse a sí misma como tal. El conocimiento de la propia identidad, la conciencia de uno
mismo, sólo se alcanza mediante la intersubjetividad, es decir, gracias al concurso de los otros
(padres, maestros, etc.). Este proceso es la formación de la personalidad humana, mediante el
cual se modula el propio carácter, se asimilan el idioma, las costumbres y las instituciones de la
colectividad en que se nace, se incorporan sus valores comunes, sus pautas, etc., y se llega así a
ser alguien en la sociedad, a tener una identidad propia y una personalidad madura e integrada
con el entorno, de modo que se pueden establecer unas relaciones interpersonales adecuadas.
Ahora bien, podemos entablar la relación desde zonas superficiales, desde niveles de
indiferencia que no comprometan sus afectos o sus razones de vida; o bien, podemos
relacionarnos con ellos desde capas profundas del espíritu… las materias de este curso.
Amistad. “Se puede vivir sin un hermano, pero no sin un amigo”, afirma un proverbio árabe.
Hay que caer en la cuenta del gran bien de la amistad. Cicerón escribió: “Tener amigos es ir
hacia la felicidad, practicando la virtud”. Y en las páginas de la Biblia se dice que “el amigo fiel es
un apoyo seguro; quien lo encuentra ha hallado un tesoro”. Y cuidamos a nuestros amigos
como cuidamos nuestras relaciones: nos tomamos el tiempo necesario para comprender,
aprendiendo a escuchar, nos aplicamos un poco de olvido de sí y sobretodo mucha humildad.
Diálogo. El hombre necesita dialogar. La necesidad de diálogo es una de las cosas de las más se
habla hoy en día. Tenemos necesidad de explicarnos, de que alguien nos comprenda. Las
personas hablan para que alguien las escuche; no se dirigen al vacío. La necesidad de desahogar
la intimidad y compartir el mundo interior con alguien que nos comprenda es muy fuerte en los
hombres y las mujeres. Uno puede pasar sin ello, pero la inclinación a abrirse es natural y
radical, siempre que ese alguien nos escuche.
El hombre no puede vivir sin dialogar porque es un ser constitutivamente dialogante. Por ser
persona, el hombre necesita el encuentro con el tú, alguien que nos escuche, nos comprenda y
nos anime. El lenguaje no tiene sentido si no es para esta apertura a los demás.
La falta de diálogo es lo que motiva casi todas las discordias y la falta de comunicación lo que
arruina las comunidades humanas (matrimonios, familias, empresas, instituciones políticas, etc.),
pues la comunicación es uno de los elementos sin los que no hay verdadera vida social.

7
J.M. Barrio, El balcón de Sócrates, Rialp, Madrid,2009. Pág 19

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Bibliografía.
 El balcón de Sócrates, J.M. Barrio, Rialp, Madrid (2009).
 La amistad. Un tesoro por descubrir, Antonio Fuentes Mendiola, Palabra, Madrid (2012).
 Humanismo. Los bienes invisibles, Juan Luis Lorda, Rialp (2009)

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 Amores posibles

El arte de amar. Lo más alto del hombre es su capacidad de apertura a los demás y esa
apertura se cumple de modo supremo en las relaciones de amor (simpatía, amistad, amor
erótico y caridad). Por otra parte, el amor sigue siendo la pasión fundamental de cada vida
humana (cada vida se construye sobre un amor o sobre la ausencia de éste) y es una de las
experiencias vitales más intensas, y la que más nos aproxima a la felicidad.
Dada por tanto la importancia del amor, resulta conveniente amueblar la cabeza de conceptos
que nos ayuden a ‘saber amar’, a entendernos cuando amamos, a ser conscientes de que se
puede ‘amar bien’ y que existen formas viciadas de amar, formas de ‘amar mal’. Y por último
recordar la necesidad de construirlo día a día para que resulte satisfactorio y duradero.

Sentimientos. Los sentimientos forman parte de nuestra naturaleza humana, como los afectos,
la imaginación o la memoria y, en un nivel superior, la inteligencia o la voluntad. Refuerzan las
tendencias naturales y colaboran en la forja de nuestro carácter. Si los sentimientos consiguen
su justa proporción, ayudan al desarrollo personal y a nuestra relación con los demás. Un
proceso de maduración significa, entre otros rasgos, el mejor dominio de sentimientos y
emociones. Ahora bien, los sentimientos son una reacción natural ante lo que nos rodea, pero
esa reacción espera ser moderada por la reflexión (inteligencia y voluntad): necesitamos ajustar
nuestras tendencias (deseos, impulsos), manifestadas por los sentimientos, para que se dé un
cierto equilibro entre esas tendencias (lo que sentimos) y la realidad que nos rodea. Cuando la
realidad que percibimos y las emociones que sentimos no van parejas, se produce una
desarmonía, un conflicto. Y por otra parte, en nuestros días hay una corriente que valora en
exceso los mismos sentimientos, hasta convertirlos en criterio de actuación, de manera que si
los sentimientos resultan un peligro cuando se toman como pauta de conducta, más peligrosa
aún puede llegar a ser la postura de quienes basan sus valoraciones morales en sentimientos o
emociones.

Bibliografía.
 Construir el amor. Etapas, crisis y sentimientos, José Pedro Manglano, Ed. Martínez Roca.
Barcelona (2001).
 El amor y otras a idioteces: guía básica para no perder a quien tú quieres, José Pedro
Manglano, Ed. Planeta, 2007.

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 Belleza que cura

«¡Oh vosotros,
los que buscáis lo más elevado y lo mejor
en la profundidad del saber
en el tumulto del comercio
en la oscuridad del pasado,
en el laberinto del futuro,
en las tumbas o más allá de las estrellas!
¿Sabéis su nombre?, ¿el nombre de lo que es uno y todo?
Su nombre es belleza. »
Hölderlin, Hiperión, vol. 1,1. 2, carta 3.

«Los seres humanos estamos hechos para la belleza. No sólo para el alimento, el trabajo, el descanso, el
conocimiento o el lenguaje. También y muy principalmente para la belleza… estrechamente relacionada con
la aspiración humana a la plenitud. Stendhal dijo magníficamente que "la belleza es una promesa de
felicidad”.
La experiencia estética, tanto en la creación artística como en la contemplación de la belleza, tiene un alto
valor ético y pedagógico, pues nos enseña y nos hace mejores. Platón decía que el alma humana, a través
del amor a la belleza, se eleva desde sus carencias e imperfecciones hasta la plenitud de la verdad y del bien:
por eso la belleza y el amor serán los objetos primeros del filosofar» 8

Experiencia de la belleza. Ante la belleza quedamos de aligerados, milagrosamente liberados


de nuestras indigencias, de nuestras decepciones, de nuestros apetitos. Quedan superados
nuestros cuidados y nuestras fatigas. El gozo estético nos arrebata a este mundo, porque tiene
la virtud de descubrirnos otro, iniciándonos en una forma de existencia más noble, más
exultante, más serena, a la cual inconscientemente aspiramos. Por eso, los otros placeres ocupan
la aspiración sin satisfacerla, mientras que el placer estético colma nuestro ser espiritual.
Instantes de plenitud que suavemente nos arranca a nuestras condiciones de vida
acostumbradas y nos transporta a un plano de vida superior.
Capacidad de asombro. Es la capacidad de reconocer, apreciar y disfrutar los muchos regalos
de la vida, la belleza, las maravillas de la creación y los misterios dentro de nosotros y en
nuestro entorno. Sin la capacidad de asombro, una rosa es solamente una planta. Su aroma, su
color y su forma no nos deleitan de manera especial. Sin la capacidad de asombro no podemos
ver más allá de la facticidad de lo prosaico de la vida… Los niños pequeños son ricos en el don
del asombro, pero la capacidad de asombro debe cultivarse para que subsista, crezca y florezca.
La capacidad de asombro comienza con el simple hecho de ser conscientes, darnos cuenta,
ponerle cuidadosa atención a algo. Pero la capacidad de asombro es más profunda que la
conciencia física o intelectual. La capacidad de asombro es una manera de ver con el corazón.

8
José Ramon Ayllón "Filosofía mínima", Ariel, 2003. Capítulo 12

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 La alegría de vivir

El sentido del humor. ¿Para qué sirve el humor? ¿Es necesario? ¿Es aconsejable? ¿Cómo debe
ser nuestro buen humor? ¿Es el humor una forma de ver la vida? Hay un humor como reacción
superficial del que no sabe tomarse la vida en serio, del que no es capaz de llegar a los
profundos fundamentos que la conforman, del que se evade cobardemente de ella. Pero hay
otro humor atmósfera indispensable para que se den las virtudes, un signo inequívoco de
madurez. Y es un hecho que algunos sabios tenían una notable vena humorística; incluso
supieron utilizarlo para transmitir su carisma. Hablar de verdadero sentido del humor, es hablar
de virtudes, la virtud que consiste en saber utilizar la distensión necesaria y saber jugar y reír.
La vida obtiene grandes beneficios de un sano uso del humorismo. Tanto la experiencia de cada
día como el sentido común sugieren vigilar el fenómeno del humor. Si el sano humorismo es
definible como «la capacidad de reírse de las cosas que se aman, incluidos naturalmente
nosotros mismos, y seguirlas amando» el camino del humor en nuestra vida estimula
particularmente un diálogo consigo mismo y con los demás. Es capacidad de simultanear el
saber apartarse de las cosas y a su vez de comprometerse plena y apasionadamente con ellas.
Es una profunda libertad de espíritu compatible con un profundo sentido del humor, que no
sólo es simpatía humana, buen carácter o facilidad para ser gracioso.
No parece, desde luego, que esté el mundo para muchas risas. Y, sin embargo, nada hay más
eficaz que el buen humor para expresar la plenitud de la alegría verdadera, que, si es tal, nada ni
nadie, ni siquiera todos los males del mundo juntos, puede arrebatarnos.

Ocio. Uno de los mayores peligros para la salud en el siglo XXI es el estrés laboral que lleva,
entre otras cosas, al olvido del noble arte del ocio. Vivimos en la civilización de la impaciencia y
nos falta tiempo para gozar de esa sensación de ser los dueños de nuestro propio tiempo, en el
que no rendimos culto al dinero, al ascenso profesional o al éxito, sino que nos reconciliamos
con nosotros mismos y nuestro verdadero valor. El arte del ocio no tiene nada que ver con el
número de horas libres, sino con una actitud, con saber vivir el tiempo personal. La gestión del
tiempo nos preocupa y dedicamos cientos de seminarios y cursos para enseñarnos a emplear el
tiempo laboral de una manera más eficiente, pero no a reservar más tiempo para nosotros, para
poder desintoxicarnos del exceso de información, de la “maldición de la interrupción” que no
nos permite pensar en profundidad.

Fiesta. Cuando se han multiplicado los medios para disfrutar del ocio y resultan tan accesibles
el entretenimiento y el espectáculo, se diría que hoy hacer fiesta no presenta dificultad para
nosotros. Pero conviene escuchar la advertencia de Nietzsche, recogida por Pieper: «No es
muestra de habilidad organizar una fiesta, sino el dar con aquellos que puedan 'alegrarse' en
ella». El aviso se completa con una observación del propio Pieper «una persona no desea sin
más ponerse en ese especial estado físico de la alegría, sino que siempre desea tener una
'razón' para alegrarse». La razón de la alegría y de la fiesta no se puede simplemente fabricar,
como delatan postizas solemnidades o la vaciedad de diversiones programadas para el fin de
semana "porque sí", porque "hay que" pasarlo bien. La fiesta ha de estar anclada en un don: la
dicha vivir, la convicción de que el mundo y la vida son buenos, en su constitución fundamental.
La fiesta conecta con el sentido de la vida, remite a la bondad originaria, reclama mirar el
mundo con aprobación general, pide considerarse criatura y objeto de una benevolencia
inamovible. La fiesta tiene muchos elementos, organización, alegría, liturgia, pero no se han de
confundir con lo esencial de ella: la necesidad de afirmar el mundo, la creación, en cuanto que
don, y distinguida de lo ordinario, permite ver en la fiesta lo contrario del nihilismo.

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Bibliografía.
 Ocio: la felicidad de no hacer nada, Ulrich Schnabel, Plataforma, 2011.
 Una teoría de la fiesta, Josef Pieper, Rialp Madrid.

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 La cultura necesaria

Inteligencias creativas. La Cultura genera aptitudes más creativas. Gracias a éstas, el hombre es
capaz de descubrir nuevos modos le entender las cosas, vías desconocidas, caminos
insospechados. Estas facetas de la inteligencia dotan al ser humano de mayor flexibilidad. Dicha
sensibilidad –este olfato— para detectar problemas donde otros no los ven y, por consiguiente,
para poder solucionarlos con propuestas inusuales y en ocasiones desconcertantes, son típicos
de la personalidad creativa, y de la inteligencia emocional y artística. La persona
verdaderamente inteligente y valiosa es aquella que es capaz de hacerse cargo de las realidades
y de las situaciones;; aquella que puede proponer soluciones válidas porque conoce en
profundidad la naturaleza de los problemas. Para conseguir esto resulta decisivo el
adiestramiento en la inteligencia creativa.
Lenguajes de la cultura. La razón es sólo un modo de decir. Es sólo un lenguaje. Sólo un tipo
de comunicación. Pero hay muchos otros lenguajes y comunicaciones. Parece que fuera de la
razón sólo cabe el silencio. Pero fuera de la razón caben muchos otros lenguajes, muchas otras
lógicas. Salir de la razón es compatible con seguir diciendo multitud de cosas. El símbolo de la
razón es la ciencia, y por eso hay quien supone que fuera de la ciencia no hay más que
irracionalidad, capricho, azar, arbitrariedad, caos. Pero no, la ciencia es una pequeña parcela de
la comunicación con unos rasgos propios que la distinguen de otros lenguajes.
Por otra parte, la verdad ha sido secuestrada por la razón durante milenios. Y sin embargo, la
verdad es patrimonio del lenguaje, y no sólo de la razón. Hay verdad en el arte, en el amor, en
la violencia, en la fiesta, en el canto y en la queja, en la risa y en el recuerdo. No todo hablar es
un diálogo científico, y en otros lenguajes y sus conversaciones también habita la verdad. Las
razones son expresión de la verdad. Son expresión, pero no la verdad. Hay otros muchos modos
de expresar la verdad. La cultura y todas sus formas es una apertura a múltiples lenguajes,
comunicaciones y por tanto otras formas de acceso a la verdad. Es preciso redescubrir la verdad
en otros lenguajes distintos a los de la razón porque ni los números, ni las leyes físicas o
químicas expresan la totalidad del universo. El hombre es más que todos los tratados de
antropología, psicología o biología juntos. Un exhaustivo tratado científico acerca del amor no
agota la verdad del amor. Si no, que se lo digan al poeta. El poeta dice también la verdad del
amor y no pretende decir razones.

Lecturas de la vida. Literatura y pensamiento son dos viajes hacia la verdadera dimensión del
ser humano. Por eso -de Homero a Borges-, constatamos que todos los grandes de la Literatura
han abordado las grandes cuestiones sobre la condición humana. Sin ser filósofos, han entrado
de lleno en el campo del pensamiento para iluminarlo con la belleza de su estilo.

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 Lo humano y lo divino

« El siglo XXI será espiritual o no será » 9

Vivencias. Una rápida mirada al horizonte mundial constata el hecho palpable que millones de
hombres y mujeres, niños y viejos, jóvenes y adultos, ricos y pobres, conocidos y anónimos,
procedentes de un confín al otro de la tierra…, entienden su vida en referencia –vinculación,
respectividad, dependencia, participación- a un Dios o unos dioses o como quiera que se denomine
al “ámbito de lo sagrado”, con quien se establece una especial relación llamada “religiosa”. Cientos
de miles de hombres y mujeres hacen de la divinidad o el misterio transcendente y la religión el
motivo central de su existencia. La fuerza espiritual de la vivencia religiosa es un hecho y no deja de
sorprender, a propios y extraños, la energía renovadora y el entusiasmo con el que tantos seres
humanos viven su fe religiosa hecha oración, liturgia y compromiso.
Grandes preguntas. La realidad de la existencia vital abre a la pregunta por la razón de la misma: el
porqué de la vida y no de la muerte, el porqué de tener que estar-siendo-haciéndonos y no ser-de-
una-vez-para-siempre, el porqué de esta “ob-ligación” de permanecer y existir y no más bien de su
“des-ligación”, el porqué, en definitiva, del ser y no de la nada. ¿Qué es aquello que permite salir de
nuestra radical nihilidad10?¿Por qué tengo obligación de ser-siendo, o de lo contrario no-seré? ¿De
dónde esta urgencia por vivir y existir, amenazado siempre por el morir y el no-ser? ¿No será que el
hombre no encuentra el fundamento último en sí mismo, pues antes y previo a su existencia concreta
hay ya una “fuerza” o “poder” que le impele a ser, le posibilita su misma realidad y le “liga” (“ob-liga”,
“re-liga”) a la existencia? ¿Qué es, dónde está, cómo se manifiesta ese fundamento-fuerza-poder
úlltimo, impelente, posibilitante, “ligante”- que es, a la vez, lo más nuestro (pues afecta a mi propio
ser) y lo más otro (aquello que me hace ser no soy yo mismo)? ¿Qué relación existe entre eso “lo más
otro” –fundamento-fuerza-poder- y yo?
Respuestas personales. Ahora bien, “eso otro”, fundamento y ámbito religante, no es algo sin más
evidente para todo hombre; de ahí la viabilidad de muchas actitudes, que pasan, todas ellas, por su
previo conocimiento, la ulterior opción y el consiguiente afecto. La conjugación de estos elementos –
más o menos presentes de modo reflejo en multitud de personas, o incluso totalmente ausentes en
otras muchas- dará como resultado el amplio espectro de posturas ante “eso otro”: teísta y creyente,
agnóstico, indiferente, y atea.
Las diversas formas de religión que existen hallan alojo dentro de la actitud teísta y creyente. En
efecto, sólo en la actitud del teísta cabe la religión, es decir, sólo quien conoce y reconoce a “eso otro”
como una realidad existente allende lo subjetivo e inmanente –que se denominará y comprenderá
de modo plural: Dios, Alá, el bien sumo difusivo, motor primero e inmóvil, el uno, el totalmente otro,
etc. etc.-; sólo quien opta libremente por entablar una relación posible con “eso algo otro” desde la
experiencia de fundamentalidad en forma de entrega y transcendimiento, de acatamiento y súplica,
de refugio y plenitud, de adoración y oración…; sólo quien se siente afectado en su vida por la
presencia cercana y última, posibilitante y fiel, efectiva e impelente, redentora y salvífica…, de “lo
totalmente otro” (tremens, fascinas, mysterium); sólo en tales casos podremos hablar de religión.
Religión que no será sino una explanación de la constitutiva religación en que el hombre consiste.

9
André Malraux (Esta frase no aparece en ninguno de los textos de André Malraux. El ex director de la revista católica argentina
Criterio, Carlos Floria, afirma que el escritor se la dijo durante una entrevista que le realizó en 1963, cuando ejercía como ministro de
Cultura en Francia).
10
X. Zubiri, Naturaleza, Historia, Dios, Alianza Editorial, Madrid 1987 pág, 424, 428

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Bibliografía

Mentores

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