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ROUSSEAU EL PENSADOR DE LA DESIGUALDAD SOCIAL

Rousseau fue músico, novelista, politólogo, filósofo moral, pedagogo, botánico y fundador
del género autobiográfico moderno. Ilustrado atípico, el culto a la razón, propio de su
tiempo, no le hizo olvidar el papel de las emociones y del sentimiento. Por eso sus escritos
lograron inspirar tanto al racionalismo de Kant como al romanticismo. Robes Pierre lo
idolatró y muchos vieron en él al padre intelectual de la Revolución francesa, pero también
se le ha tenido por un antecesor de Marx, sin que falten quienes por otra parte lo consideran
precursor de los totalitarismos. El máximo interés de Rousseau consiste en haber sabido
atisbar todas las encrucijadas que caracterizan a la época moderna: la nuestra, como bien
supo ver Ernst Cassirer en *El problema Jean-Jacques 'Rousseau. A todos los clásicos del
pensamiento conviene leerlos de forma directa, pero en el caso de Rousseau resulta más
que aconsejable familiarizarse con su pluma, puesto que, como luego veremos, no se puede
desligar su estilo de su pensamiento; exponer sus ideas marginando por completo la
melódica fuerza retórica de sus palabras es algo que no le haría justicia. «Mi estilo formará
parte de mi historia.» Y así fue. Su musical elocuencia forma parte del mensaje. La
bibliografía sobre Rousseau es algo extensa, entre otros motivos porque recientemente se
ha conmemorado el tricentenario de su nacimiento (1712-2012), lo que ha dado lugar a
publicaciones de todo tipo, tanto colectivas como individuales, además de testimoniar el
gran interés que sigue suscitando nuestro autor hoy en día. Las recomendaciones que se dan
en la bibliografía obviamente no desdeñan otras opciones. Con arreglo al espíritu de la
presente colección, se ha intentado relacionar los planteamientos de Rousseau con nuestros
problemas del presente, lo que tampoco resulta muy difícil en un autor cuyas críticas a la
desigualdad social parecen escritas tras haber leído hoy mismo uno de los periódicos del día
y cuyas fórmulas para paliar dichas desigualdades podrían, de alguna manera, ser adoptadas
por nuevas formaciones políticas o una regenerada socialdemocracia. Rousseau contribuyó
decisivamente a cambiar el modo de considerar nuestras emociones y las relaciones con la
sociedad o la naturaleza, lo que también determinó la forma en que nos vemos a nosotros
mismos. No es poco. Estamos ante un pensador complejo que siempre prefirió la paradoja
sin ceder un ápice a las imposiciones del prejuicio, porque no le importó nadar a
contracorriente sin dejarse llevar por modas u opiniones, para reflexionar mejor por su
cuenta y emitir su propio juicio respecto a cualquier tema. Quiso revolucionar el método de
las anotaciones musicales, pero no lo consiguió. Sin embargo, sus aportaciones a la teoría
política, la educación, la literatura, la filosofía de la historia y del lenguaje o el género
autobiográfico fueron absolutamente revolucionarias, incluso en el sentido más literal del
término, al ejercer una enorme influencia sobre los protagonistas de la Revolución francesa
y ser un autor de cabecera para quienes han osado combatir a los totalitarismos desde la
historia de las ideas. No es casual que El contrato social y el "Emilio fueran en su momento
condenados a la hoguera por atentar contra los poderes establecidos. Sus planteamientos
resultaban muy peligrosos tanto para la monarquía absoluta como para el dogmatismo
eclesiástico. Rousseau se nutre de la tradición política clásica, que no entiende la existencia
del individuo sin su vínculo con el Estado, con una comunidad política. Pero además se
trata del gran pensador de la desigualdad social, cuyas causas descubre en desequilibrios y
disfunciones que afectan a las formas políticas adoptadas por los pueblos. Su resistencia a
aceptar la injusticia social como un hecho inamovible y su perspicacia para rastrear su génesis
invitan a hacer de él un autor de cabecera en períodos de crisis, con el propósito de recuperar en
cualquier época la eficacia práctica de la teoría.

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