Ann. N.Y. Acad. Sci.

ISSN 0077-8923

ANNALS OF THE NEW YORK ACADEMY OF SCIENCES

Número: Avances en la Investigación de la Meditación

En busca de la resiliencia: estrés, epigenética y

plasticidad cerebral

Bruce S. McEwen
Laboratorio de Neuroendocrinología, Universidad Rockefeller, Nueva York, Nueva York

Dirección para correspondencia: Bruce S. McEwen, Ph.D., Alfred E. Mirsky Professor, Head of Harold and Margaret Milliken Hatch
Laboratory of Neuroendocrinology, The Rockefeller University, 1230 York Ave., New York, NY 10065. mcewen@rockefeller.edu

El cerebro es el órgano central de la adaptación a las experiencias, incluyendo los factores estresantes, que son ca-
paces de modificar la arquitectura cerebral, al igual que de alterar la función sistémica a través de los sistemas neu-
roendocrino, autonómico, inmunitario y metabólico. Dado que el cerebro es el regulador experto de estos sistemas,
al igual que del comportamiento, las alteraciones en la función cerebral por estrés crónico pueden tener efectos
directos e indirectos sobre la carga alostática acumulativa, que se refiere al costo de la adaptación. Hay mucha in-
formación nueva acerca del control neural de la fisiología sistémica y acerca de las acciones de retroalimentación de
los mediadores fisiológicos sobre las regiones cerebrales que regulan la función cognitiva más elevada, la regulación
emocional y la autorregulación. El cerebro sano presenta una capacidad considerable de resiliencia, según su capaci-
dad de responder a intervenciones diseñadas para estimular “períodos de plasticidad” y redireccionar su función ha-
cia una mejor salud. Como resultado, deben administrarse tratamientos que facilitan la plasticidad dentro del marco
de una intervención conductual positiva; las experiencias negativas durante este intervalo incluso pueden empeorar
las cosas. De hecho, no hay ninguna panacea y los fármacos no pueden reemplazar a las intervenciones orientadas
que ayudan a que un individuo se vuelva resistente, de las cuales la reducción del estrés basada en la conciencia plena
y la meditación están surgiendo como herramientas útiles.

Palabras clave: hipocampo; núcleo amigdalino; corteza prefrontal; alostasis; carga/sobrecarga alostática; autorregulación;
conciencia plena; meditación; actividad física; eudaimonía

Introducción ca respuesta de lucha o huida. A diferencia de las

El término “estrés”, muy comúnmente utilizado en
el lenguaje cotidiano, se refiere a las experiencias
que provocan sentimientos de ansiedad y frustra-
ción, porque amenazan nuestra seguridad o nos
obligan a traspasar nuestra capacidad de sobrelle-
var situaciones exitosamente (“¡Hay mucho para
hacer y tan poco tiempo!”). Además de las presio-
nes del tiempo y las complicaciones diarias en el
ámbito laboral y el hogar, los factores estresantes
también se describieron con relación a la insegu-
ridad económica; la salud escasa; los vecindarios
peligrosos, tóxicos y ruidosos; y los conflictos in-
terpersonales. Con mucha menos frecuencia, sur-
gen situaciones con riesgo de muerte—accidentes,
desastres naturales, violencia—que suscitan la típi-
56
complicaciones diarias, estos factores estresantes
son a corto plazo, aunque normalmente también
conlleven a un estrés crónico, y pueden provocar
trastorno de estrés postraumático (TEPT) en el pe-
ríodo subsiguiente al evento trágico.
Por lo tanto, los factores estresantes más co-
munes son experiencias de la vida que causan que
los individuos se comporten de cierta forma; por
ejemplo, el hecho de estar “estresado” puede pro-
vocar un estado de ánimo ansioso y/o depresivo,
una falta de sueño, la ingesta de comida a fin de
obtener una sensación de bienestar, y tabaquismo
o consumo excesivo de alcohol. El hecho de estar
“estresado” también puede provocar que los indi-
viduos no cumplan con actividades sociales o con
una actividad física regular, ya que, por ejemplo, se
doi: 10.1111/nyas.13020
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sientan frente a la computadora e intentan aliviar
la carga de “tener mucho que hacer en tan poco
tiempo”. A menudo, los individuos tienen la tenta-
ción de sobrellevar situaciones con el uso de me-
dicamentos, por ejemplo, ansiolíticos y fármacos
que inducen el sueño, lo cual posiblemente conlle-
ve con el paso del tiempo a un aumento del peso
corporal y al desarrollo de síndrome metabólico y
enfermedad cardíaca.
El cerebro es el órgano que decide qué expe-
riencias son estresantes y determina las respuestas
conductuales y fisiológicas, las cuales pueden pro-
mover la salud o dañar la salud. Además, el cerebro
es un órgano biológico que se modifica bajo estrés
a corto plazo y crónico, y dirige muchos sistemas
del cuerpo—neuroendocrino, autonómico, meta-
bólico, cardiovascular e inmunitario—que partici-
pan en las consecuencias a corto y largo plazo de
las experiencias de la vida diaria. ¿Qué le hacen
estas experiencias al cuerpo y al cerebro, se deno-
minen o no “estrés”? Este artículo está dirigido a
fomentar la resiliencia a eventos adversos, definida
como el hecho de alcanzar un resultado positivo
ante la adversidad, y hace hincapié en cómo las
hormonas relacionadas con el estrés pueden cum-
plir un papel protector y perjudicial en el cerebro y
el cuerpo, según cuán rigurosamente regulada esté
su liberación. También se debaten algunos de los
enfoques para sobrellevar el estrés en un mundo
complejo mediante el análisis de intervenciones
orientadas a hacer que el cuerpo y el cerebro sigan
una trayectoria sana. Entre estas intervenciones se
encuentran la meditación y la reducción del estrés
basada en la conciencia plena (REBCP) que invo-
lucran la interconexión cerebro–cuerpo mientras
estimulan “períodos de plasticidad” que permiten
que el cerebro se modifique a sí mismo. Pero antes
de debatir las intervenciones, primero considere-
mos de qué manera el cuerpo y el cerebro se adap-
tan a las experiencias diarias.
Definición de alostasis y carga y sobrecarga
alostática
La palabra “estrés” es ambigua y tiene connotaciones
que hacen que sea menos útil para comprender de
qué manera el cuerpo maneja los eventos de la vida
diaria. Para comprender el equilibrio entre la adap-
tación y la inadaptación, introdujimos una alterna-
tiva orientada biológicamente que brinda una nueva
percepción de los procesos mediante los cuales el
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En busca de la resiliencia
cuerpo se adapta a la vida diaria, que, a su vez, po-
drían conllevar a una mejor comprensión de la mejor
manera de intervenir, un tema que será debatido al
final de este artículo. Esta historia tiene dos versio-
nes: por un lado, el cuerpo responde casi a cualquier
evento o desafío liberando intensamente mediadores
químicos (por ejemplo, catecolaminas que aumen-
tan la frecuencia cardíaca y la presión arterial y que
ayudan a que uno sobrelleve la situación); por otro
lado, el aumento crónico de estos mismos mediado-
res (por ejemplo, aumento crónico de la frecuencia
cardíaca y la presión arterial) produce un desgaste
natural crónico sobre el sistema cardiovascular que
puede conllevar, con el paso del tiempo, a trastornos
como accidentes cerebrovasculares e infartos. Por
este motivo, el término alostasis fue introducido por
Sterling y Eyer en 19881 para referirse al proceso ac-
tivo mediante el cual el cuerpo responde a los even-
tos diarios y mantiene la homeostasis (obsérvese que
alostasis significa literalmente alcanzar la estabilidad
a través del cambio). Dado que una alostasis conti-
nua o insuficiente puede conllevar a una enfermedad,
introdujimos el término “carga o sobrecarga alostáti-
ca”2 para referirnos al desgaste natural que se produ-
ce por demasiado estrés o por un control ineficiente
de la alostasis (por ejemplo, incapacidad de detener
la respuesta cuando ya no se necesita). Otras formas
de carga alostática implican no iniciar una respuesta
satisfactoria (por ejemplo, cortisol) en primer lugar,
a lo cual otros sistemas (por ejemplo, inflamación)
luego reaccionan de forma exagerada; habituarse o
ser incapaz de habituarse a la reaparición del mismo
factor estresante y, por ende, desalentar la respuesta
alostática, lo cual conlleva a un mayor desgaste natu-
ral sobre el cerebro y el cuerpo.3,4
Clasificar el “estrés” ayuda a reducir la
ambigüedad
La ambigüedad de la palabra “estrés” puede reducir-
se utilizando las siguientes clasificaciones de tipos
de estrés: estrés bueno, estrés tolerable y estrés tóxi-
co. (El lector es remitido a http://developingchild.
harvard.edu/library/resources para un informe re-
lacionado con el estrés tóxico). El estrés bueno es
un término utilizado en el lenguaje popular para re-
ferirse a la experiencia de aceptar un desafío, correr
un riesgo y sentirse recompensado por un resulta-
do a menudo positivo; un término relacionado es
“eustrés”. Una autoestima sana, un buen control de
los impulsos y una buena capacidad de tomar deci-
57
En busca de la resiliencia
siones, todas funciones de una arquitectura cerebral
sana, son importantes en esta situación. Incluso los
resultados adversos pueden funcionar como expe-
riencias de crecimiento en individuos con caracte-
rísticas positivas y adaptativas.
El estrés tolerable se refiere a situaciones don-
de ocurren eventos negativos, pero que el indivi-
duo con una arquitectura cerebral sana es capaz de
sobrellevar, a menudo con la ayuda de la familia,
los amigos y otros individuos que brindan apoyo.
Aquí, el “distrés” se refiere a la sensación desagra-
dable relacionada con la naturaleza del factor es-
tresante y el grado en el cual el individuo siente
una falta de capacidad de influenciar o controlar el
factor estresante.5
Por último, el estrés tóxico se refiere a situacio-
nes en las cuales los eventos negativos son expe-
rimentados por un individuo que presenta apoyo
limitado y también puede presentar una arquitec-
tura cerebral que refleja los efectos de los eventos
adversos de la vida temprana que afectaron el de-
sarrollo de un buen criterio y control de los im-
pulsos, y de una autoestima satisfactoria. Aquí, el
grado y/o la duración del distrés pueden ser ma-
yores. Con el estrés tóxico, la incapacidad de so-
brellevar situaciones probablemente tenga efectos
adversos sobre el comportamiento y la fisiología,
lo cual conlleva a un grado más elevado de carga
alostática.
Disrupción circadiana, alostasis y carga
alostática
El sistema circadiano, el cual es un componente fun-
damental de la alostasis que mantiene la homeostasis,
también es una fuente de carga y sobrecarga alostá-
tica cuando sufre alteraciones.6 Ubicado en el núcleo
supraquiasmático (NSQ) del hipotálamo, el reloj del
cerebro controla los ritmos en el resto del cerebro y
el cuerpo a través de mecanismos neurales y de se-
ñales difundibles como los glucocorticoides. Los
relojes biológicos a nivel molecular están presentes
en cada célula del cuerpo y son sincronizados por el
NSQ directamente (a modo de conexiones neurales)
o, en algunos órganos como el hígado, indirectamen-
te a través de señales hormonales (por ejemplo, cor-
tisol, melatonina) o de rendimientos conductuales
(por ejemplo, alimentarse). El NSQ también regula
el momento del sueño y la actividad, de modo que
los sistemas circadianos regulan los ciclos de reposo–
actividad y mantienen a los organismos en sincronía
58
McEwen
con el ámbito externo. De hecho, la alteración de es-
tos sistemas homeostáticos clave podría contribuir
claramente con la sobrecarga alostática.
La reducción de la duración del sueño se re-
lacionó con un aumento de la masa corporal y la
obesidad en la National Health and Nutrition Exa-
mination Survey,6 y la restricción del sueño a 4 ho-
ras de sueño por noche aumenta la presión arterial,
disminuye el tono parasimpático, aumenta las cito-
cinas inflamatorias, aumenta los niveles nocturnos
de cortisol e insulina, y estimula el aumento del
apetito, posiblemente a través del aumento de la
ghrelina, una hormona pro-apetito, junto con una
disminución de los niveles de leptina.6 La disrup-
ción circadiana, como en el trabajo por turnos y el
jet lag, a menudo se pasó por alto como fenómeno
diferente aunque relacionado con la falta de sueño,
pero se registró que contribuye con la obesidad al
igual que con la insuficiencia cognitiva.6–8
Epigenética: dos significados que son
importantes para la prevención y el
tratamiento
Epigenética se refiere a eventos “por encima del ge-
noma” que regulan la expresión de la información
genética sin alterar la secuencia del ADN. Además de
la metilación CpG descrita abajo, otros mecanismos
epigenéticos incluyen modificaciones en la histona
que reprimen o activan el desdoblamiento de la cro-
matina9 y las acciones del ARN no codificante,10 al
igual que la edición de los transposones y retrotrans-
posones11 y del ARN.12 Para la prevención y el trata-
miento, con el espíritu de la medicina integradora,
es importante dejar que prevalezca la “sabiduría del
cuerpo” y centrarse en estrategias que giren en torno
al uso de terapias conductuales orientadas junto con
tratamientos, entre ellos los productos farmacéuti-
cos, que estimulan períodos de plasticidad en el ce-
rebro y facilitan la eficacia de las intervenciones con-
ductuales.13 Esto es porque un gran desafío a lo largo
de la vida es encontrar formas de redireccionar el
comportamiento futuro y la fisiología en direcciones
más positivas y saludables.14 De acuerdo con la defi-
nición original de epigenética15 como la aparición de
características anteriormente no evidentes o incluso
previsibles de una etapa del desarrollo más temprana
(por ejemplo, consideren un huevo de rana u óvu-
lo fecundado, los cuales son parecidos, y los eventos
que ocurren a medida que cada uno se desarrolla),
no nos referimos a la reversibilidad en el sentido de
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“hacer retroceder el reloj del desarrollo”, sino a una
redirección.
Hay un área de la epigenética que se relaciona
con la evaluación de los efectos del maltrato infan-
til, donde el aumento de la metilación de los restos
de CpG en el promotor del receptor de glucocorti-
coides (RG) conlleva a una expresión más baja del
RG y, por ende, a una reducción de la capacidad de
alostasis mediada por glucocorticoides.16 La me-
tilación de la histona se estudió como mediador
de la represión de genes provocada por el estrés
y de la actividad de los retrotransposones,17 mien-
tras que la acetilación de las histonas interviene en
la activación génica, como en la acción de nuevos
candidatos antidepresivos de rápida acción.18
Incluso en la adultez, la expresión génica en
el cerebro se modifica continuamente con la ex-
periencia,19 y se produce una pérdida de la resi-
liencia de la arquitectura neural con el envejeci-
miento20 que puede redireccionarse con el ejer-
cicio21 y posiblemente mediante intervenciones
farmacológicas. 22 Además, la ansiedad crónica,
posiblemente como resultado de experiencias ad-
versas de la infancia, puede responder a una in-
tervención conductual en la adultez.23 De hecho,
la REBCP y la meditación aumentan la conecti-
vidad funcional dentro del cerebro y benefician
la inteligencia fluida al igual que mejoran la fun-
ción en el envejecimiento,24,25 y también se obser-
vó que una sensación de significado y propósito
en la vida beneficia la salud global y la función
cognitiva.26,27 Este tema vuelve a analizarse hacia
el final del artículo.
El cerebro como objetivo del estrés
La respuesta del cerebro a los factores estresantes es
un proceso complejo que implica múltiples mediado-
res interactuantes que utilizan mecanismos epigené-
ticos genómicos y no genómicos, desde la superficie
celular al citoesqueleto hasta la regulación epigené-
tica a través del núcleo celular. La resiliencia ante el
estrés es un aspecto clave del cerebro sano, aunque
la expresión génica indica que el cerebro se modifica
continuamente con la experiencia.28 Por lo tanto, la
recuperación de las modificaciones en la arquitec-
tura neural provocadas por el estrés luego del estrés
no es una inversión sino una forma de adaptación
neuroplástica que se ve afectada en los trastornos del
estado de ánimo y se reduce con el envejecimiento.
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En busca de la resiliencia
La resiliencia puede pensarse como un proceso acti-
vo que implica una plasticidad adaptiva en curso sin
una intervención externa.29
Por otro lado, la resiliencia disminuye y la vul-
nerabilidad aumenta con las experiencias adversas
de la infancia que conllevan al “arraigamiento bio-
lógico” de trayectorias de respuesta a los eventos
estresantes30 a lo largo de la vida,14 lo cual contri-
buye desproporcionadamente con una sobrecarga
alostática en forma de trastornos de la salud física
y mental durante la vida.31 La evidencia de una me-
tilación CpG del ADN indica una influencia arrai-
gada de la adversidad temprana.16
Intervenciones que modifican el cerebro y
mejoran la salud
¿Los efectos del estrés y de las experiencias adversas
de la vida temprana sobre el cerebro pueden tratar-
se y compensarse aunque no haya ninguna panacea,
como la penicilina, para los trastornos relacionados
con el estrés?14 La depresión y los trastornos de ansie-
dad, entre ellos el TEPT, necesitan ser tratados con te-
rapias conductuales orientadas, donde los productos
farmacéuticos son utilizados para estimular períodos
de plasticidad en el cerebro y facilitar la eficacia de las
intervenciones conductuales.13,32,33 De hecho, el obje-
tivo de las intervenciones para los trastornos relacio-
nados con el estrés es movilizar los recursos internos
y externos para sobrellevar situaciones, que pueden
conllevar al crecimiento, la adaptación y el aprendi-
zaje con el fin de estimular la resiliencia y mejorar la
salud mental al igual que física.29,34
El factor neurotrófico derivado del cerebro
(FNDC) es un mediador de la plasticidad, y si
bien puede facilitar una plasticidad beneficiosa
(por ejemplo, ver Ref. 35), debe observarse que
el FNDC también tiene la capacidad de estimular
la fisiopatología, como en las convulsiones.36–38 El
FNDC es uno en un número cada vez mayor de
mediadores que trabajan con los glucocorticoides
y los aminoácidos excitatorios para regular la plas-
ticidad.39 La sobre-expresión del FNDC crea un
límite que impide que se produzcan más modifi-
caciones a causa del estrés, mientras que la subex-
presión del FNDC genera un estado de rigidez.39–41
Dentro de un rango que oscila entre demasiado
FNDC y FNDC insuficiente, las acciones de los
glucocorticoides facilitan las acciones del FNDC
y son facilitadas por el FNDC, en un circuito de
proalimentación que favorece la plasticidad.42
59
En busca de la resiliencia
Tabla 1. Intervenciones no farmacológicas que
modifican el cerebro
Actividad física regular
Aumento del volumen del hipocampo y de la
circulación sanguínea de la CPF y mejoría de la
función ejecutiva y la memoria (Erickson
et al.52)
Reducción del estrés basada en la conciencia plena
La reducción de la ansiedad disminuye el volumen
del núcleo amigdalino (Hölzel et al.23)
Apoyo e integración social
Experience Corps en voluntarios mayores mejoró la
función ejecutiva, la circulación sanguínea de la
CPF y la salud global (Carlson et al.26)
Significado y propósito; eudaimonía (Ryff81)
De qué manera se “estanca” el cerebro
La depresión y los trastornos de ansiedad ponen de
manifiesto una pérdida de la resiliencia, lo cual sig-
nifica que las modificaciones en los circuitos cere-
brales y la función cerebral, causadas por los factores
estresantes que precipitan el trastorno, quedan atra-
pados en un estado en particular y por ende necesi-
tan una intervención externa. De hecho, la depresión
prolongada está relacionada con una reducción del
hipocampo43,44 y de la corteza prefrontal (CPF).45 Si
bien pareciera que no hay una pérdida neuronal, hay
evidencia de una pérdida de neurogliocitos y de nú-
cleos de células neuronales más pequeñas,46,47 lo cual
concuerda con una reducción del árbol dendrítico
luego del estrés crónico. En lo que respecta a revertir
estas modificaciones, hay pocos estudios en los cua-
les se indica que el tratamiento farmacológico revier-
te la disminución del volumen del hipocampo en la
depresión unipolar48 y bipolar,49 pero no está claro el
posible papel de cualquier terapia conductual cogni-
tiva simultánea en estos estudios.
El envejecimiento también es un ejemplo de una
pérdida de la resiliencia a los efectos del estrés cróni-
co, según estudios sobre la CPF de roedores.20 Lo que
no está claro aún es si esta pérdida de la resiliencia
puede revertirse o prevenirse; sin embargo, en estu-
dios farmacológicos, se indica un cierto grado de re-
traso de las modificaciones relacionadas con la edad
en la morfología, los marcadores neuroquímicos y la
función cognitiva.22,50 Aunque no se abordó directa-
mente la recuperación de la resiliencia, en estudios
sobre los efectos beneficiosos de la actividad física
sobre el cerebro envejecido, se observó la retención,
60
McEwen
con la edad, de una capacidad de plasticidad estruc-
tural.
Estimulación de períodos con la actividad
física
La actividad física regular produce efectos no sólo
sobre los sistemas cardiovascular y metabólico, sino
también sobre el cerebro, con mejorías observadas
en la circulación sanguínea de las cortezas prefron-
tal y parietal, y una mejoría en la función ejecutiva.51
Además, la actividad física regular, que consiste en
caminar 1 hora/día, 5 de 7 días/semana, aumenta el
volumen del hipocampo en adultos mayores ante-
riormente sedentarios,52 lo cual complementa a otro
estudio en el cual se observó que los individuos en
forma presentan un volumen del hipocampo más
grande que los adultos sedentarios del mismo rango
de edad.53 La actividad física regular es un antidepre-
sivo efectivo y protege contra la enfermedad cardio-
vascular, la diabetes y la demencia.54,55 Además, tam-
bién se observó que el aprendizaje intensivo aumenta
el volumen del hipocampo humano, como se observó
en un estudio con estudiantes médicos (Tabla 1).56
Redirección del arraigamiento biológico de las
experiencias de la vida temprana
Junto con la enfermedad cardiovascular, la obesidad
y la toxicomanía, la depresión es más prevalente en
individuos que tuvieron experiencias adversas de la
vida temprana.57 Compensar el arraigamiento bioló-
gico de las experiencias adversas de la infancia es un
desafío enorme, y el hecho de revertir la ambliopía
y otras enfermedades “soltando los frenos” que re-
trasan la plasticidad estructural y funcional32 brindó
cierto grado de esperanza. El FNDC puede ser un
rasgo clave del estado depresivo, y el aumento del
FNDC mediante diversos tratamientos que oscilan
entre fármacos antidepresivos y actividad física regu-
lar puede ser un rasgo central de un tratamiento exi-
toso.58 Aún así, hay otras aplicaciones posibles, como
la capacidad recientemente registrada de la fluoxeti-
na de mejorar la recuperación de un accidente cere-
brovascular.59 Sin embargo, un aspecto importante
de esta nueva opinión33 es que el fármaco brinda una
oportunidad única que puede capitalizarse mediante
una intervención conductual positiva (por ejemplo,
terapia conductual en caso de depresión o fisiotera-
pia intensiva para estimular la neuroplasticidad con
el fin de contrarrestar los efectos de un accidente ce-
rebrovascular).
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Potencial de la fluoxetina, la restricción
calórica y el cortisol como reguladores de la
neuroplasticidad
El concepto de estimular un período de plasticidad
concuerda con estudios en modelos animales en los
cuales se observa que el desequilibrio en la dominan-
cia ocular por una privación monocular temprana
puede revertirse mediante la exposición a la luz con
patrones en la adultez, lo cual puede facilitarse con la
fluoxetina, por un lado,60 y con la restricción calórica,
por el otro,61 donde la reducción de la actividad neuro-
nal inhibidora parece cumplir un papel clave. Las in-
vestigaciones sobre los mecanismos subyacentes para
el restablecimiento de un nuevo período de plasticidad
se centran en el equilibrio entre la transmisión excita-
toria e inhibidora y la eliminación de moléculas que le
ponen un freno a dicha plasticidad.32
En el estudio sobre la restricción calórica, tam-
bién se observó que con la ingesta de cortisol en el
agua potable en vez de la restricción calórica,61 se
estimuló un período de plasticidad y se permitió la
estimulación visual binocular para corregir la am-
bliopía. Esto puede explicarse, al menos en parte, por
el papel clave de los niveles fisiológicos de cortisol en
cuanto a estimular el recambio de las sinapsis de la
columna y la importancia de los patrones circadianos
del aumento de glucocorticoides en la formación y la
eliminación de la columna con relación al aprendi-
zaje motor y posiblemente a otras formas de apren-
dizaje.62,63
Tratamiento basado en la percepción
Hay un nuevo enfoque terapéutico64 que se basa en
capacitar a los adultos mayores en el discernimiento
perceptivo visual, con el uso de parches de Gabor que
poseen animaciones incorporadas para movimientos
dirigidos.65 Se observó que diez horas de capacitación
mejoran la percepción de trabajo, y la capacitación
también benefició la memoria de trabajo durante una
tarea de reconocimiento retardado de la dirección
del movimiento. Además, en la electroencefalografía
se observó que la capacitación produjo una codifica-
ción sensorial más eficiente de los estímulos, lo cual
se correlacionó con beneficios en el rendimiento de
la memoria de trabajo. Este resultado concuerda con
otra evidencia de que la capacitación perceptiva me-
jora la capacidad de detectar la señal sobre el ruido
y, por ende, produce algunos beneficios cognitivos
generalizados. Según los autores, hay dos elementos
fundamentales del diseño que impulsan la neuro-
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En busca de la resiliencia
plasticidad en este tipo de intervención, porque per-
sonalizan la capacitación según la capacidad de cada
persona y permiten que las capacidades mejoren con
el paso del tiempo. Para lograrlo, la capacitación in-
corpora comentarios continuos sobre el rendimiento
con el fin de brindar ciclos repetidos de recompensa
para el sujeto. Además, la capacitación está diseñada
para adaptarse al rendimiento en curso del partici-
pante con el uso de funciones psicofísicas escalona-
das que aumentan el desafío en respuesta a un ren-
dimiento preciso y lo reducen ante un rendimiento
impreciso.
Otros tratamientos descendentes que
modifican el cerebro
La integración y el apoyo social, y el hecho de en-
contrar significado y propósito en la vida, protegen
contra la carga alostática66 y la demencia,67 y se ob-
servó que los programas como Experience Corps
que fomentan esto junto con un aumento de la acti-
vidad física ralentizan el deterioro de la salud física y
mental y mejoran la circulación sanguínea de la CPF
de un modo similar a la actividad física regular.26,68
Debe observarse que muchas de estas intervenciones
pensadas para estimular la plasticidad y ralentizar el
deterioro relacionado con la edad, como la actividad
física y las interacciones sociales positivas que brin-
dan un significado y un propósito, también son útiles
para estimular la salud positiva y la eudemonía,69,70
independientemente de cualquier trastorno eviden-
te y dentro del rango de comportamiento y fisiología
normales (Tabla 1).
Conciencia plena y meditación
Los tratamientos que abordan las relaciones fun-
cionales entre el cerebro y el cuerpo pueden ser
particularmente efectivos para tratar la variedad de
síntomas relacionados con muchas enfermedades
crónicas.71 Las terapias conductuales cognitivas exi-
tosas, que se adaptan a las necesidades individuales,
pueden producir modificaciones volumétricas en la
CPF en el caso de la fatiga crónica72 y en el núcleo
amigdalino en el caso de la ansiedad crónica23 (Ta-
bla 1), y en áreas del tronco encefálico relacionadas
con el bienestar.73 Se observó que la REBCP aumenta
la densidad de la materia gris cerebral regional en el
hipocampo, el cerebelo y la CPF, que participan en
los procesos de aprendizaje y memoria, la regulación
emocional, el procesamiento autorreferencial y la
adopción de perspectiva.74 De hecho, el aumento de
61
En busca de la resiliencia
la autorregulación del estado de ánimo y la emoción
parece ser un resultado importante.25 Muy reciente-
mente, se analizaron más estudios en los cuales se
observaron modificaciones en el cerebro luego de la
REBCP.75
Con relación a los efectos de la REBCP sobre el
volumen del núcleo amigdalino que acompaña a la
reducción de la ansiedad en el trastorno de ansiedad
generalizada (TAG),23 un estudio de seguimiento de la
mejoría sintomática siguió a pacientes con TAG que
fueron asignados al azar a una REBCP de 8 semanas o a
un programa de control activo de educación de control
del estrés (ECE). En pacientes con TAG, la activación
del núcleo amigdalino en respuesta a caras neutrales
disminuyó luego de ambas intervenciones, mientras
que las respuestas dependientes del nivel de oxígeno
en sangre en las regiones prefrontales ventrolaterales
presentaron aumentos mayores en participantes de la
REBCP que de la ECE. Asimismo, la conectividad fun-
cional entre el núcleo amigdalino y la CPF aumentó
considerablemente pre a post intervención en sujetos
de la REBCP, pero no en el grupo ECE, al menos no a
un nivel que tenga relevancia clínica, según las modifi-
caciones en los puntajes del Beck Anxiety Inventory. La
conectividad núcleo amigdalino–prefrontal cambió de
acoplamiento negativo, como se observa típicamente
en el descenso regulado de las emociones, a acopla-
miento positivo, lo cual indica un mecanismo exclu-
sivo de la conciencia plena que implica a otros com-
ponentes de la CPF compleja. Estos resultados indican
que, en el TAG, la capacitación REBCP conlleva a mo-
dificaciones en áreas frontolímbicas esenciales para la
regulación emocional y puede hacerlo de formas que
son exclusivas de la REBCP.76
Se registró que la meditación aumenta el volu-
men del hipocampo, y lo hace de forma diferente en
hombres y mujeres, lo cual les indicó a los autores
que las prácticas de meditación y, más probablemen-
te, la REBCP, funcionan de forma diferente en hom-
bres y mujeres.77 Esta indicación recuerda a trabajos
muy recientes en los cuales se observaron diferencias
en cuanto al sexo en ratas que presentaban diferentes
respuestas al miedo. Durante el condicionamiento y
la extinción del miedo, en este trabajo se observó que,
a pesar de no haber diferencias globales en cuanto al
sexo en la conducta de congelamiento, los procesos
neurales que subyacen al mantenimiento exitoso o
fallido de la extinción fueron específicos del sexo.78
Debido a otros trabajos en los que se observaron di-
ferencias en cuanto al sexo en la plasticidad estructu-
62
McEwen
ral provocada por el estrés en las proyecciones de la
CPF al núcleo amigdalino y a otras áreas corticales,79
estos resultados son relevantes no sólo para las dife-
rencias en cuanto al sexo en el condicionamiento y
la extinción del miedo, sino “también para los trata-
mientos clínicos basados en la exposición, los cuales
son similares en sus premisas a aquellos de la extin-
ción del miedo y los cuales se utilizan principalmente
para tratar trastornos que son más comunes en muje-
res que en hombres.”78
Otro dominio en donde se registró que la REB-
CP y las prácticas de meditación presentan efectos
positivos sobre la función cerebral es en el deterioro
cognitivo relacionado con la edad.24 Se observó que
la inteligencia fluida se deteriora más despacio en
practicantes de yoga envejecidos y en practicantes de
la REBCP envejecidos que en controles.25 Las redes
funcionales en estado de reposo de los practicantes
de yoga y de las personas que meditan fueron más
integradas y más resistentes al daño estimulado que
aquellas de los controles. Asimismo, se observó que
la práctica de la meditación se correlacionó de forma
positiva con la inteligencia fluida, la resiliencia y la
eficiencia de la red global.25 Además, se registró que
el volumen de materia gris está preservado en sujetos
que meditan comparado con controles emparejados
por la edad.80
Conclusiones
El cerebro es el órgano central para percibir y adap-
tarse a las experiencias que a menudo se denominan
factores estresantes y es, asimismo, un órgano plásti-
co y maleable que responde a intervenciones diseña-
das para redireccionar su función hacia una conducta
y una fisiología más saludables. Hubo una expansión
considerable del conocimiento en lo que respecta al
control neural de la fisiología sistémica y las acciones
de retroalimentación de los mediadores fisiológicos
sobre las regiones cerebrales que regulan la función
cognitiva más elevada, la regulación emocional y la
autorregulación.
La clave es utilizar la sabiduría de los mecanismos
de alostasis del cuerpo para estimular un período de
plasticidad de la arquitectura cerebral y luego utilizar
una intervención orientada para modificar el cerebro
en la dirección deseada, con una mejoría resultante en
las interacciones cerebro–cuerpo y la salud. Esta nueva
opinión refuerza dos mensajes importantes: primero,
que los tratamientos que facilitan la plasticidad deben
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McEwen
administrarse dentro del marco de una intervención
de terapia física o conductual positiva; y, segundo, que
las experiencias negativas durante el período incluso
pueden empeorar las cosas. De hecho, no hay ningu-
na panacea y los fármacos no pueden reemplazar a las
intervenciones orientadas que ayudan a que un indi-
viduo se vuelva resiliente. La REBCP y la meditación
se encuentran entre las nuevas herramientas para es-
timular y beneficiar la salud física y mental. Un gran
desafío es hacer que este enfoque sea útil en individuos
que sufrieron experiencias adversas en la vida tempra-
na que los predisponen a una serie de problemas de
salud mental, cognitiva y física.
Agradecimientos
La investigación del laboratorio del autor que se de-
batió en este análisis estuvo financiada por la sub-
vención R01 MH41256 del NIH a B.M. El autor tam-
bién agradece las subvenciones en red del Instituto
Nacional sobre el Envejecimiento (NIH NIA U24-
AG047867) y del Reino Unido (UK ESRC y BBSRC
WS/M00919X/1). El autor también desea agradecer
los debates valiosos con los colegas de la Red de In-
vestigaciones MacArthur sobre el ESE y la Salud y del
Consejo Científico Nacional sobre el Niño en Desa-
rrollo.
Conflictos de interés
El autor no declara ningún conflicto de interés.
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