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Logoterapia y vida sacerdotal

Introducción
El estudio de la psicología es fundamental para una adecuada comprensión del hombre y
de su profunda vida emocional. Por ello, es indispensable, para la formación humana del
seminarista y su futura labor pastoral el estudio de la psicología y sus distintas corrientes.
Entre estas distintas corrientes, que nos presentan una complementariedad, no una
restricción, creemos que es sumamente importante para la formación sacerdotal y su
actividad pastoral, un estudio más profundo de la logoterapia, debido a que por un lado,
ayuda al seminarista a darle sentido a su formación, integrando sus 4 dimensiones
(humana, intelectual, comunitaria y pastoral); y por otro, la logoterapia es una herramienta
muy adecuada para ayudar a acompañar el dolor, y para darle sentido a la vida de pastor.
Este trabajo, estará dividido en tres secciones, en orden de de los enfoques que se tratarán
y para una mayor claridad del tema. Estas secciones estarán indicadas por un subtítulo, y
son: ¿Qué es la logoterapia?; Logoterapia y formación sacerdotal; y Logoterapia y
sacerdocio ministerial.
En la primera parte revisaremos más profundamente los postulados de la logoterapia. En
la segunda, revisaremos de qué modo en nuestra formación actual en el seminario puede
ser ayudada, en la tercera, veremos cómo la logoterapia sirve de ayuda en el ejercicio del
ministerio. Para ello nos serviremos de algunos textos para fundamentar nuestras
opiniones.
Logoterapia
La logoterapia fue fundada por el psiquiatra vienés Viktor Frankl. El nombre proviene de la
palabra griega logos que es equivalente a signifacado o propósito. Este estudio se basa en el
sentido de la existencia humana, en donde la fuerza primaria que motiva al hombre es el propósito
de su vida.
El enfoque que caracteriza a la perspectiva frankliana es el énfasis en la tridimensionalidad
antropológica de la persona —dimensiones biológica, psicológica y espiritual, con la primacía de
esta última—, la importancia de la responsabilidad como una de las primeras facultades humanas,
la cual conduce al tema del sentido de la vida como un recurso terapéutico. El sentido vital es
captado por la conciencia espiritual; de la misma forma, el análisis existencial y la logoterapia
ponen mayor énfasis en el carácter autotrascendente de la persona, la cual se presenta
naturalmente abierta al mundo y orientada para el mundo.
Se puede encontrar en la logoterapia el historial “patológico” de vida de Viktor Frank,
fundamentando su sistema en las crisis existenciales, las cuales llamó neurosis noógenas. Él
pensaba que estas crisis contienen finalmente la pregunta inevitable por el sentido de la vida. Pero
él no las consideraba como una enfermedad, sino como una apelación que podría resultar un
certificado de madurez humana.
Algunos de los fundamentos antropológicos de la logoterapia, presentados a grandes rasgos en
este trabajo, sostienen que cada persona se caracteriza por su unidad y totalidad. Los hombres son
únicos, particulares y existenciales, se pueden autodeterminar y tienen tres tipos de naturalezas:
física, psicológica y espiritual. El ser humano es principalmente espiritual por lo cual se explica
que se pueda contraponer a su obrar psicologico y autodistanciarse respecto de lo psicofisico. La
persona solo se puede comprender en su llamado a la trascendencia y su existir está en
concordancia con un sentido preexistente por descubrir.
Los elementos constitutivos de la existencia humana según la logoterapia serían la libertad, la
responsabilidad y la espiritualidad. Estos serían auténticos fenómenos humanos, características
intrínsecas de éste, que lo constituyen como persona.
En el análisis existencial que hace Frankl aparecen una serie de enunciados básicos, los cuales se
complementan y se unen. Algunos de estos conceptos son: libertad de voluntad, voluntad de
sentido y sentido de la vida.
El trabajo logoterapéutico tiene cinco áreas de aplicación. Estas son: Logoterapia específica e
inespecifica; análisis existencial como cura de almas, como terapia de neurosis colectivas y como
explicación de la existencia personal. En todas ellas se tiene por objetivo poner en funcionamiento
los recursos espirituales de la persona.
La logoterapia específica, por ejemplo, está encaminada primordialmente al tratamiento de las
neurosis noógenas, este estudio tiene su origen en los conflictos existenciales. Estos conflictos
pueden nacer a partir de una crisis espiritual, un dilema existencial, un conflicto de valores, la
sensación de falta de sentido, la frustración de la voluntad de sentido y el vacío existencial.
Las manifestaciones más comunes de este tipo de problemáticas son la frustración existencial,
que degenera en un vacío existencial. En este vacío se experimenta la vivencia extrema del
absurdo y la pérdida del horizonte de los valores, de la moral y del sentido.
El papel del logoterapeuta, en palabras del mismo Viktor Frankl, es “intentar hacer al paciente
plenamente consciente de sus propias responsabilidades; razón por la cual ha de dejarle la opción
de decidir por qué, ante qué o ante quién se considera responsable. (…) [Asimismo] la logoterapia
no es labor docente ni predicación. Está tan lejos del razonamiento lógico como de la exhortación
moral. (…) La función del logoterapeuta consiste en ampliar y ensanchar el campo visual del
paciente de forma que sea consciente y visible para él todo el espectro de las significaciones y los
principios. La logoterapia no precisa imponer al paciente ningún juicio, pues en realidad la verdad
se impone por sí misma sin intervención de ningún tipo [Frankl 2004: 108-109].
Logoterapia y formación sacerdotal
Para la formación sacerdotal existe un gran axioma: la gracia supone la naturaleza (S. Th.
I, q.2, a.2, ad l). Bajo este supuesto, afirmamos que es necesario tener herramientas
adecuadas para mantener una buena salud mental. Además, considerando que la
formación sacerdotal tiene 4 grandes aspectos, es necesario lograr una adecuada
integración de estas dimensiones en la vida del formando. Por ello creemos que la
logoterapia puede ocupar un rol fundamental en la formación.
La logoterapia es un instrumento útil, porque podrá ayudar a lograr una conciencia
integral del lugar de las dimensiones. Ayudará a tomar conciencia de las
responsabilidades, del paso de Dios por nuestras vidas.
Anselm Grün OSB, puede ayudarnos a comprender de un mejor modo esta correlación
entre logoterapia y la formación integral del seminarista. Nos gustaría rescatar algunas de
sus palabras sobre el rigorismo espiritual, que da luces sobre nuestro tema:
La perversión de la ascesis en el cristianismo ha sido sobre todo por culpa de los
perfeccionistas, que han entendido mal las palabras de Jesús: «Sed perfectos como
vuestro Padre celestial es perfecto << (Mt 5 ,48). Cuando Jesús afirma que hay
que ser perfectos, quiere decir ser plenos, no indefectibles. El perfeccionista quiere
parecerse a Dios cada día más. Quisiera identificarse con él. Pero la identificación
con Dios como máximo paradigma, puede introducir al hombre en «una especie
de espiral de exigencias cada vez más altas consigo mismo, de opresiones
dolorosas y de sentimientos depresivos de inferioridad» (Ibid., 174). El
perfeccionista se ha construido un sistema de presión que se manifiesta en
exigencias de renuncia muy concreta y en un gran número de oraciones y de ritos.
Los perfeccionistas «se imponen la observancia de una serie de oraciones y de
buenas obras tan rígida como pedante, cuyo cumplimiento es el objetivo de su
vida. Este ritual somete al hombre, no lo libera, sino que cada diá le infunde más
terror, acrecienta poco a poco el número de ritos o al menos exige un
cumplimiento cada vez más intenso» (Ibid.., 225). Si el sistema coercitivo consta
de exigencias cada vez más altas, termina con frecuencia en un diletantismo
ascético. Cuando no se tiene en cuenta la estructura del alma humana, algo termina
por forzarse. Cuando se desconoce la vida instintiva y las necesidades del cuerpo,
sólo se piensa en la mortificación. La consecuencia es que los instintos reprimidos
retornan y constantemente piden la palabra, o como síntoma neurótico. «Con una
hábil acrobacia de la voluntad las tentaciones serán rechazadas, las necesidades
del alma ignoradas, los impulsos del sentimiento sometidos» (Ibid.., 227). La
consecuencia de todo esto es un hombre sin sangre, sin alma y sin espíritu.
(PORTARSE BIEN CON UNO MISMO).
Siguiendo el texto de Grün podríamos decir que, el formando que busca un
perfeccionismo equivocado y sin sentido, entrará en un camino de dolor sin sentido,
donde el sentido de su su vida dejará de ser el amor a Cristo en el servicio a los demás,
sino que, en un cumplimiento de acciones y ritos, en los cuales se podrá encontrar la
santidad, la bondad en sí, más que en Cristo.
La formación tiene el peligro de perder la centralidad en Cristo, y volverla hacia el
hombre. Y no solo eso, sino que el hombre, bajo la presión de ser perfecto, comienza a
hacerse daño, obrando según un ascetismo que de cristiano tiene poco. Un ascetismo que
ha olvidado la naturaleza humana. Así volvemos al comienzo de este apartado. Si la gracia
supone la naturaleza, debemos tomar en cuenta la miseria humana, y lo que aquí en la
tierra podemos realizar. Por lo que debemos forzar la naturaleza para no pecar, sino que
debemos saber integrar nuestras miserias en nuestra vida, una integración que tenga en
cuenta nuestro ideal de vida, nuestro sentido, que es Cristo. Aquí entra la logoterapia. Con
la logoterapia, se podrá ayudar a conseguir el entendimiento necesario del sentido de la
vocación, de la santidad, y del lugar de nuestras miserias en nuestra vida de consagrados.

Influencia de la Logoterapia en el ministerio sacerdotal


En la carta del Santo Padre Juan Pablo II a los sacerdotes para el jueves santo de 2005
dice refiriéndose a estos, que “su vida tiene sentido si sabe hacerse don, poniéndose a
disposición de la comunidad y al servicio de todos los necesitados”. Este es el sentido de
vida del presbítero, entregarse gratuitamente al Pueblo de Dios para lo que necesite en
ese determinado momento de la historia la Iglesia. Se refiere también que este sentido de
vida adquiere un valor sagrado, un sentido más exigente, desprendido de la relación con
la Eucaristía. Este es un valor único: estar siempre orientado a Cristo y vivir siempre en
espera su venida.
“Para descubrir el sentido de la propia vida, señalaba Frankl, hay tres experiencias
principales: el amor a una persona, el servicio a un ideal y enfrentarse al sufrimiento
inevitable. Un compromiso noble es capaz de orientar toda la existencia.”(Revista
humanistas nº9 Enero-Marzo, 1998, p 63). Se puede señalar, sin mayor remordimiento,
que el sacerdote descubre el sentido de su vida concretamente, en la primera de estas tres
experiencias, y las otras dos, previamente señaladas, derivarían directamente de esta. El
sacerdote descubre un constante renacer en su vida en el amor a Cristo, es Él quien da
sentido a su vida, sin Él no se comprende ni la figura ni la vida del presbítero. El ideal al
cual serviría es la expansión del mensaje de Cristo, ser su embajador, ser otro Cristo en
la tierra, por esto si es necesario para todo cristiano seguir a Jesús, con mayor razón lo
es para el sacerdote. Su testimonio está bajo los ojos de todos, sobre todo de quien no
creen. Esto último lo lleva a enfrentarse a numerosos sufrimientos, tanto físicos como
mentales, el sacerdote está expuesto constantemente a la hostilidad que conlleva su vida:
rechazo social, penurias económicas, maltratos, humillaciones públicas, desconfianza,
etc.
En la carta anteriormente señalada, habla el Santo Padre, que “en un tiempo en que los
rápidos cambios culturales y sociales oscurecen el sentido de la tradición y exponen,
especialmente a las nuevas generaciones, al riesgo de perder la relación con las propias
raíces, el sacerdote está llamado a ser, en la comunidad que se le ha confiado, el hombre
del recuerdo fiel de Cristo y todo su misterio”. El Papa invita a recordar a los sacerdotes
su valor testimonial, que su ministerio se basa en la memoria y que su secreto reside en
la ferviente inclinación por Cristo. Describe muy bien la relación del sentido de la vida
del sacerdote, desde el punto de vista Logoterapeutico, la frase de San Pablo: «Para mí la
vida es Cristo» (Flp 1, 21). En el encontrar y seguir a Jesús podemos ver la síntesis de
todo el cristianismo. Por una parte, está Jesús que nos llama. Por la otra estamos nosotros
con nuestra respuesta: lo encontramos, lo seguimos y esto se convierte en un programa
de vida, un sentido, un ideal al bien mayor, algo por lo que podríamos vivir y morir.
Conclusión
La logoterapia, como rama de la psicología y como terapia, es una gran ayuda para el
hombre de nuestro tiempo, de ese hombre perdido, hastiado, que no sabe lo que quiere o
donde se encuentra. En este sentido, el sacerdote, teniendo nociones básicas de
logoterapia, sabrá cómo darles un empujón a esas preguntas existenciales del hombre de
nuestro tiempo, y sabrá cómo hacer ver al hombre el lugar de Dios en ese sentido. Sabrá
curar así, uno de los mayores dolores de nuestro tiempo, ese dolor existencial, ese sin
sentido de la vida, esa ausencia de dirección de la vida. Sabrá también trabajar y aconsejar
con los otros dolores de la vida, sabrá ayudar a encausarlos a Cristo, sabrá servir a la
gente.
Pero esto, no es solo propio del ministerio sacerdotal, es propio de la formación al
sacerdocio. Los seminaristas, nosotros, debemos aprender también a integrar todo lo que
somos, nuestras flaquezas y nuestros talentos en el sentido de nuestra vocación. Esto es
también fundamental en el sacerdote, que sepa integrar todos los elementos de su vida en
el llamado, así todo lo que haga, será para mayor gloria de Dios.

Bibliografía
Frankl, Viktor. El hombre del sentido
Miramontes, Felipe, Viktor Frankl, en Fernández Labastida, Francisco – Mercado, Juan
Andrés (editores), Philosophica: Enciclopedia filosófica on line, URL:
http://www.philosophica.info/archivo/2012/voces/frankl/Frankl.html
Anselm Grüm -

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