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En México, cada pueblo, cada región, tiene sus propias tradiciones, sus propios
usos y costumbres. Pero si hay una tradición que encontramos en cada uno de
ellos, es sin lugar a dudas, la celebración del Día de Muertos. Es en ésta, en
la que cada familia se prepara para recibir a las almas de los seres queridos
que han abandonado esta vida.
La muerte ha sido en todas las culturas y a través de la historia, un evento que
invita a la reflexión, a rituales, a ceremonias, a la búsqueda de respuestas, que
causa temor, admiración e incertidumbre. Las culturas prehispánicas
compartían la creencia de que existe una entidad anímica e inmortal que da
conciencia al ser humano y que después de la muerte continúa su camino en
el mundo de los muertos, donde sigue necesitando de utensilios, herramientas
y alimentos.
En estos días llamados también de Todos los Santos o de los Fieles Difuntos,
se cree que las almas tienen permiso para venir al mundo terrenal a visitar a
sus seres queridos; son como huéspedes distinguidos a los que se les festeja y
se les llena de atenciones.
El Día de Muertos puede ser una oportunidad para que padres e hijos se den a
la tarea de poner la ofrenda y pasar un rato agradable en familia, mientras se
les explica a los más pequeños en qué consiste esta tradición tan arraigada en
México y reconocida internacionalmente.
Para que puedas poner una ofrenda y explicar a tus pequeños su significado, te
damos algunos de los principales elementos:
Hay que comenzar buscando un lugar en la casa para ubicar la ofrenda, que
generalmente se pone sobre una mesa, la cual simboliza el cielo.
El Retrato de la persona recordada: es un elemento esencial para saber a
quién está dedicada la ofrenda.
Agua: Sirve para que las ánimas que llegan cansadas de su largo viaje,
puedan mitigar su sed.
Sal: Poner un poco de este elemento en un plato es para que las almas
visitantes se purifiquen.
El copal y/o incienso: Se usan para alejar a los malos espíritus y que el alma
pueda entrar sin ningún peligro.
Las flores: Por lo general se ponen tres tipos, alhelí y nube que significan
pureza, y el cempasúchil que significan riqueza; de esta última flor se hace un
camino con sus pétalos para que el alma lo siga y llegue a la ofrenda.