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A día de hoy, hay muy pocas personas que no hayan oído hablar aún de la
Inteligencia Emocional. Sin embargo, podríamos decir casi sin equivocarnos
que, en ocasiones, hay quien se limita a hacer uso de meras etiquetas sin
comprender aún la práctica, sin captar la auténtica esencia de este y muchos otros
enfoques psicológicos y del crecimiento personal.
-Daniel Goleman-
1. Autocontrol emocional
Cuando un niño tiene 4 o 5 años hay un área que le cuesta mucho dominar:
el autocontrol. Se frustrará con frecuencia, no será capaz de aplazar las
gratificaciones, ni esconder su enfado cuando su hermano coge la porción más
grande de pizza o cuando le rompe un juguete sin querer.
Los niños más pequeños presentan estas conductas porque las áreas cerebrales
relacionadas con el control de los impulsos y las emociones aún no están
completamente maduras. Es sobre los 7 años cuando este tipo de conductas
empiezan a asentarse con solvencia, siempre y cuando, eso sí nos guíen también
en esta habilidad.
2. autoconocimiento emocional
Decía Mark Twain que ayudar a una persona a conseguir lo que quiere puede ser
fácil, pero el problema es que en este mundo casi nadie sabe lo que quiere
exactamente. Es una ironía, es cierto, pero pocas cosas son tan complejas como
lograr conocernos a nosotros mismos en profundidad y poder actuar entonces en
consecuencia.
Aún más, si complicado es tener claras nuestras prioridades en cada
momento, más difícil es ser conscientes de nuestras emociones. A veces, un
estado emocional determinado condiciona nuestra conducta, nuestros
pensamientos y el estado de ánimo. Ser conscientes de ello, saber qué nos duele,
dónde nos duele y el por qué de ese sufrimiento, molestia o contradicción nos
permitirá poner en práctica una adecuada regulación emocional y ser mucho más
competentes en materia de Inteligencia Emocional.
3. Automotivación emocional
La motivación que uno mismo se dedica le insta a ser mejor cada día, a focalizarse
en lo que es importante para desplegar mejores recursos y adecuadas emociones
para alcanzar los objetivos que se propone.
4. Empatía
Es importante matizar este ultimo detalle. Aunque nos repitan a menudo que
empatizar es ser capaces de ponernos en los zapatos ajenos, conviene recordar
que esta maravillosa habilidad no nos servirá de nada si nos diluímos en el
otro, si nos limitamos a ser solo “esponjas emocionales”.
Hay que saber leer las emociones, hay que descifrar gestos, matices, tonos de voz,
pero debemos también mantener esa compostura sabia y firme con la que
responder en consecuencia, siendo la mejor ayuda, el mejor facilitador.
5. relaciones interpersonales
-Daniel Goleman-