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COMPONENTES DE LA INTELIGENCIA

Los componentes de la Inteligencia Emocional son cinco arterias psíquicas,


cinco valías que nos ofrecen mayor potencial, seguridad y autoconocimiento para
gestionar con éxito las complejidades del día a día. Daniel Goleman nos recuerda
que todos llevamos un “genio emocional” dentro al que hay que “desbloquear”, al
que hay que dar alas y herramientas para alcanzar el bienestar.

A día de hoy, hay muy pocas personas que no hayan oído hablar aún de la
Inteligencia Emocional. Sin embargo, podríamos decir casi sin equivocarnos
que, en ocasiones, hay quien se limita a hacer uso de meras etiquetas sin
comprender aún la práctica, sin captar la auténtica esencia de este y muchos otros
enfoques psicológicos y del crecimiento personal.

“El cerebro emocional responde a un evento más rápidamente que el cerebro


racional”.

-Daniel Goleman-

Practicar una auténtica Inteligencia Emocional requiere voluntad,


conocimiento y apertura. No basta con leer un libro o hacer un curso, se requiere
ser proactivo, saber y promover, sentir y ofrecer, entender y generar… Solo así
daremos forma a entornos más empáticos, sensibles, creativos y hábiles
emocionalmente.

Para lograrlo, es esencial dominar los cinco componentes que conforman la


Inteligencia Emocional. De este modo, hallaremos poco a poco ese perfecto
equilibrio entre la mente que siente y la mente que piensa. Y, además, nos
transformaremos en buenos gestores de nuestros universos emocionales,
mejorando con ello la calidad de nuestras relaciones y aspiraciones profesionales.
Los 5 componentes de la Inteligencia Emocional

La Inteligencia no es sinónimo de felicidad, no es calma, ni tampoco optimismo.


Decimos esto por una razón muy clara: hay quien tiene una idea algo errónea sobre
este tipo de ciencia de las emociones. Dominar dicha área de la psicología no nos
garantizará al instante el éxito en la vida ni nos hará “más inteligentes” o
más felices.

Lo que nos ofrece la Inteligencia Emocional son herramientas y


habilidades con las que resolver mejor las complejidades de nuestros contextos
sociales. Es un canal del autoconocimiento y una cualidad transformadora. Trabajar
las emociones a diario y hacerlo bien, nos permitirá ser más solventes en el campo
del crecimiento personal. Veamos por tanto qué claves la conforman.

1. Autocontrol emocional

Cuando un niño tiene 4 o 5 años hay un área que le cuesta mucho dominar:
el autocontrol. Se frustrará con frecuencia, no será capaz de aplazar las
gratificaciones, ni esconder su enfado cuando su hermano coge la porción más
grande de pizza o cuando le rompe un juguete sin querer.

Los niños más pequeños presentan estas conductas porque las áreas cerebrales
relacionadas con el control de los impulsos y las emociones aún no están
completamente maduras. Es sobre los 7 años cuando este tipo de conductas
empiezan a asentarse con solvencia, siempre y cuando, eso sí nos guíen también
en esta habilidad.

Así, es importante tener en cuenta que el autocontrol es uno de los


componentes de la Inteligencia Emocional más importantes. La
autorregulación, el pensar antes de hablar o de actuar, la capacidad de reflexión así
como la habilidad de controlar nuestros impulsos son clave para ser más hábiles
emocionalmente.

2. autoconocimiento emocional

Decía Mark Twain que ayudar a una persona a conseguir lo que quiere puede ser
fácil, pero el problema es que en este mundo casi nadie sabe lo que quiere
exactamente. Es una ironía, es cierto, pero pocas cosas son tan complejas como
lograr conocernos a nosotros mismos en profundidad y poder actuar entonces en
consecuencia.
Aún más, si complicado es tener claras nuestras prioridades en cada
momento, más difícil es ser conscientes de nuestras emociones. A veces, un
estado emocional determinado condiciona nuestra conducta, nuestros
pensamientos y el estado de ánimo. Ser conscientes de ello, saber qué nos duele,
dónde nos duele y el por qué de ese sufrimiento, molestia o contradicción nos
permitirá poner en práctica una adecuada regulación emocional y ser mucho más
competentes en materia de Inteligencia Emocional.

3. Automotivación emocional

La motivación intrínseca es el mejor motor para la mente y el corazón. Es la


fuente de la superación personal y la energía positiva capaz de darnos aliento aún
cuando lo que nos rodea o lo que nos llega no es satisfactorio.

La motivación que uno mismo se dedica le insta a ser mejor cada día, a focalizarse
en lo que es importante para desplegar mejores recursos y adecuadas emociones
para alcanzar los objetivos que se propone.

4. Empatía

La empatía es otro de los componentes de la Inteligencia Emocional más


importante. Es ese vínculo con el que mejorar las relaciones con los demás, ese
canal con el que conectar con quien tenemos en frente pero sin dejar de ser nosotros
en ningún momento.

Es importante matizar este ultimo detalle. Aunque nos repitan a menudo que
empatizar es ser capaces de ponernos en los zapatos ajenos, conviene recordar
que esta maravillosa habilidad no nos servirá de nada si nos diluímos en el
otro, si nos limitamos a ser solo “esponjas emocionales”.

Hay que saber leer las emociones, hay que descifrar gestos, matices, tonos de voz,
pero debemos también mantener esa compostura sabia y firme con la que
responder en consecuencia, siendo la mejor ayuda, el mejor facilitador.
5. relaciones interpersonales

Las habilidades sociales son el engranaje perfecto para nuestro desarrollo


personal y profesional. Así, uno de los objetivos inscritos en esa ciencia
excepcional que es la Inteligencia Emocional es concienciarnos de que debemos
ser para nosotros mismos “la mejor ayuda” y no nuestros propios enemigos. Porque
sí, a veces lo somos.

Somos nuestros propios enemigos cuando no somos asertivos, cuando no


sabemos comunicar, cuando no nos respetamos a nosotros mismos, cuando nos
falta paciencia, apertura, compasión, positividad… Todo esto y mucho más es lo
que se contiene en esa caja de herramientas llamada “habilidades sociales” y que
todos deberíamos dominar.

“La inteligencia emocional representa el 80 por ciento del éxito en la vida”.

-Daniel Goleman-

Para concluir, aunque en un principio estos cinco componentes de la Inteligencia


Emocional nos puedan parecer áreas diferenciadas y con una serie de dinámicas
exclusivas en las que aprender a ser solventes, cabe decir que no es del todo así.
Son 5 piezas de un puzzle, son 5 raíces de un mismo árbol. Son arterias que dan
vida a ese corazón que habita en nuestro cerebro y que nos permite, a fin de
cuentas, sentirnos más competentes, más felices.

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