Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Estudios Sociales
El régimen plutocrático:
La plutocracia ecuatoriana
La matanza obrera de 1922
Nuevo panorama político
La Revolución Juliana
Contexto internacional
Las reformas julianas
El gobierno de Isidro Ayora
EL LIBERALISMO ECUATORIANO
En 1833 se formó la sociedad filosófica y literaria que editó "El Quiteño Libre", periódico
dirigido por Francisco Hall y Pedro Moncayo y en el que colaboraban José Miguel
Murguettio -en cuya casa se reunían- el Gral. Manuel Matheus, José Félix Valdivieso, el
Gral. José Ma. Sáenz y el poeta Julio Zaldumbide, intelectuales que fundaron el Partido
Nacional en reacción contra el militarismo extranjero del Gral. Juan José Flores, siendo
perseguidos y disueltos a lanzadas la trágica noche que quisieron tomarse el palacio
presidencial. Estos nacionalistas eran de ideas liberales.
Con la Revolución del 6 de Marzo de 1845 subió al poder el triunvirato de Olmedo, Roca y
Noboa, y convocada la Asamblea Nacional salió electo Presidente Vicente Ramón Roca,
que gobernó hasta 1849 con el Partido Ministerial o de Gobierno, heredero de la tradición
liberal del Partido Nacional, en lo tocante al nacionalismo de sus miembros, ya que eran
conservadores en sus concepciones de la vida.
A la muerte de García Moreno en 1875, los liberales se unieron con Antonio Borrero y
ganaron las elecciones; pero se desilusionaron con la política contemplativa del
presidente, le hicieron la revolución en Guayaquil y ascendió al poder el Gral. Ignacio de
Veintemilla que contentó a ambos grupos designando a Pedro Carbo para el Ministerio
del Interior y consiguiendo para el Gral. Urbina la presidencia de la Convención Nacional
en 1878. Poco después Carbo abandonó el gabinete cansado de Veintemilla; no así
Urbina que continuó en el partido oficial y con él cayó en 1883, retirándose a la vida
privada y cediendo posiciones al entonces joven Eloy Alfaro, líder triunfante en la
campana militar de la costa de ese año, que pasó a comandar a los radicales.
Fracasando en todos sus intentos y llamado «el General de las derrotas» Alfaro terminó
por radicar en Centroamérica al igual que Urbina había tenido que vivir en el Perú
durante el garcianismo. Sin embargo en 1895 Alfaro fue llamado a Guayaquil para que
asuma el mando de la revolución y fue recibido en triunfo por ambos bandos liberales
(católicos y radicales) para entonces había fallecido Pedro Carbo.
Triunfante en Gatazo, Alfaro gobernó hasta 1901 y ese año apoyó al radical Leonidas
Plaza que le sucedió hasta 1905, año en que ambos generales se distanciaron por
motivos de la sucesión presidencial, apoyando el placismo a Lizardo García que triunfó en
los comicios y asumió el poder. En 1906 la revolución del Gral. Emilio Ma. Terán dio al
traste con el gobierno y proclamó a Alfaro que gobernó hasta 1910. Nuevamente la
sucesión fue motivo de discordias y obtuvo el triunfo Emilio Estrada, pero falleció a los
pocos meses y Montero se sublevó en Guayaquil proclamando a Alfaro. Luego de una
campaña militar muy cruenta ocurrió la prisión y arrastre de Eloy Alfaro y sus tenientes
en enero de 1912 y luego el asesinato del General Julio Andrade, por lo que Plaza
nuevamente gobernó hasta 1916, con la oposición de Carlos Concha en Esmeraldas, que
le hizo la revolución.
Entre 1916 y 1925 los liberales se unificaron, no como partido revolucionario sino como
grupo de gobierno, alrededor de Plaza, compartiendo el poder con la alta banca de la
costa y cediendo el servicio exterior o diplomático a la oligarquía de Quito que aún lo
detentan como algo propio.
Para 1925 ocurrió la revolución juliana que dio al traste con este estado de cosas
desapareciendo el placismo reemplazado por el alfarismo radical, pero la decadencia del
partido iniciada en 1912 con la muerte de este caudillo, se acentuaba. El liberalismo
perdió fuerza frente a doctrinas más ambiciosas como la socialista y la comunista, que
minaba las filas de sus principales pensadores e intelectuales. Para 1932 estaba tan débil
que triunfó en las elecciones el conservador Neptalí Bonifaz con sus obreros
compactados y hubo necesidad de recurrir al Congreso para cerrarle el paso.
NOTA (I) Mariano Suárez Veintimilla gobernó pocos días en 1947 como Presidente
Interino. Eduardo Salazar Gómez, hijo del General Salazar, era un autentico liberal y
debió ser el candidato del partido en 1956, de no habérselo impedido una coalición de las
llamas Fuerzas Vivas de Guayaquil unidas al placismo de Quito.
Para 1960 y con el comunismo entronizando en Cuba limaron sus diferencias los liberales
y conservadores ecuatorianos, tornándose ambos en anticomunistas para frenar el
avance del castrismo en latinoamérica. Cualquier diferencia que pudiera subsistir desde
entonces es meramente histórica.
De allí en adelante el liberalismo decae sin ideales ni objetivos concretos como simple
grupo político que aspira al gobierno, sin éxito, porque después de la revolución del 28
de Mayo ya no se llega al poder desde bufetes y corrillos como antaño, sino con los votos
que proporcionan las zonas marginadas de Quito y Guayaquil, que por haber multiplicado
en los últimos cuarenta años sus tasas demográficas son las que en definitiva deciden las
elecciones. Mientras el liberalismo siga encerrado en grupos provinciales que se reúnen
solamente para las elecciones, nada nuevo ocurrirá en el partido.
Las expulsiones de Abdón Calderón y Francisco Huerta, por heterodoxos, así corno la
separación de Andrés F. Córdova, indican que el Partido Liberal no ha comprendido su
destino. Esto no obsta para que los grupos disidentes tales corno el F.R.A., la Izquierda
Democrática que obtuvo el segundo lugar en las pasadas elecciones y el Demócrata,
puedan aumentar en prestigio e importancia y significar mucho en el futuro.
Mientras tanto, formulamos votos porque el histórico y glorioso partido de las luces
fundado en 1833 como partido nacional, después llamado ministerial y ahora liberal,
obtenga el sitial que le corresponde en la hora presente. (2)