Está en la página 1de 19

Guillermo Martio/i

El psicoanálisis como psicoterapia


El psicoanálisis es principalmente un Desde luego, la teoría psicoanalítica no
método psicoterapéutico, ¿qué otra cosa es una teoría lógica ni matemática, sin que
podría ser? Pero si esta proposición necesi­ esto excluya que pueda ser beneficiosamen­
ta una defensa es porque a lo largo de su te fecundada por instrumentos formales.
historia, desde el pesimismo terapéutico Freud quería de todo corazón que su inven­
del último Freud hasta el radicalismo antip­ to fuera una ciencia natural, aspiración que
sicoterapia del Lacan de siempre, esta idea hay que entender en su contexto y sin per­
ha sido en parte oscurecida, ya sea por re­ der de vista Jos ideales científicos que había
signación clínica o por principismo ideoló­ recibido y con los que comulgaba, pero al
gico. Para ser justos aclaremos que no to­ mismo tiempo desdeñaba la formación mé­
dos los autores comparten este parecer; ya dica del psicoanalista y prefería con mucho
en la primera línea de su monumental libro que poseyera una formación literaria, alter­
( 1), Etchegoyen comienza diciendo: «El nativa que conserva toda su actualidad.
psicoanálisis es una forma especial de psi­ En realidad, pronunciarse por qué tipo
coterapia ... ». de teoría sea la psicoanalítica ya es resolver
Ya sabemos -lo dijo Freud y no tiene (o al menos clasificar) buena parte de los
más remedio que ser así-, que, además, es problemas. En los recientes años 70 y 80
una teoría sobre los procesos psíquicos in­ gran parte del debate sobre psicoanálisis se
conscientes y su derivación psicopatológi­ ha centrado en decidir si se trata de una
ca (es decir sintomática) y un método para teoría científica o una hermenéutica. Dicho
investigarlos. La cuestión es en qué orden en términos más precisos si sus razona­
jerarquizar estos tres elementos. En mi opi­ mientos se acercan al tipo de la inferencia
nión, está claro que el elemento psicotera­ causal entre hechos o a la interpretación de
péutico subordina a todos los demás. Hay textos. En esta alternativa está jugada nada
una doble fundamentación para esta predo­ menos que lo que deba entenderse por rea­
minancia. La primera y elemental es que lidad (en algún lugar de la intersección en­
sin síntoma no hay ni hubiera habido psico­ tre los polos teóricos naturaleza y cultura, y
análisis. La segunda, ya de un orden supe­ recuérdense los vericuetos argumentales
rior, consiste en que el malestar del indivi­ que exhausta Freud sobre este tema en «El
duo en la cultura, al ser intrínseco a la ine­ Hombre de los Lobos»); lo que definamos
vitable producción cultural de dicho indi­ por verdad (en algún lugar entre la verdad
viduo llama naturalmente en su auxilio a histórica y la verdad narrativa) y conse­
prácticas culturales que lo alivien de dicho cuentemente una determinada fundamenta­
idiosincrásico mal. Psicoterapias ha habido ción de las razones de su eficacia como
siempre, de una forma u otra, y todas basa­ método psicoterapéutico. Pienso que el psi­
das en algún tipo de cosmovisión y antro­ coanálisis (tal como por ejemplo la antro­
pología. Aunque muchas veces la frontera pología), se ubica en un nivel algo distinto
sea difusa, los síntomas psicopatológicos y de alguna manera integrador de la dis­
son de un orden de implicación subjetiva yuntiva teoría científica empírica vs. her­
diferente a la patología médica más co­ menéutica. Es posible trabajar con la teoría
rriente. psicoanalítica al modo de una ciencia y, al
(13'+) 536 Guillermo Mattioli
DEBATES E INFORMES

mismo tiempo, considerar su objeto, el in­ rior a otra escuela» (2). Una segunda mati­
consciente, como una realidad textual. zación con respecto al título: como todos
Hablemos del psicoanálisis como una sabemos, el psicoanálisis no es una teoría
psicoterapia y dentro del ámbito de las psi­ puramente deductiva, capaz de alimentarse
coterapias. Entiendo que, para poder enfo­ de sus propios pasos lógicos. Las teorías en
car correctamente esta cuestión conviene psicoanálisis, definido éste como ciencia
concebir al psicoanálisis como una ciencia, del inconsciente, surgen de la necesidad de
y apelar a los instrumentos ya consagrados retlexionar sobre un campo empírico muy
en epistemología: el hecho de que el psico­ determinado: las transferencias, o si se pre­
análisis sea una praxis tan desveladora co­ fiere decirlo de manera más general, los
mo simultáneamente modificadora de su síntomas en tratamiento. Ese lugar tan co­
objeto no es ningún obstáculo, moderna­ mún que reza que práctica y teoría son inse­
mente hablando ésta es la situación en la parables es correcto, pero se hace aún más
que se encuentran todas las teorías científi­ correcto si hablamos de su porvenir. pues el
cas empíricas. futuro del psicoanálisis debe plantearse la
Pues bien, el psicoanálisis excede la ex­ axiomatización y formalización de sus teo­
tensión de las diferentes y sucesivas teorías rías al uso de las ciencias. En filosofía de la
que han pretendido definirlo. Freud abrió la ciencia, hasta no hace muchos años se ten­
puerta a un campo enorme que él mismo se día a aceptar una separación entre las axio­
encargó de abordar mediante diversos enfo­ máticas y teoremáticas teóricas por un lado
ques. Cada uno de sus sucesores acentuó y sus aplicaciones por el otro, el psicoaná­
alguno de éstos amparándose en la herencia lisis siempre fue contrario a tal distinción y.
freudiana y en desmedro de los otros. La con el correr del tiempo. los desarrollos
creatividad y producción de los más gran­ epistemológicos han venido a darle la ra­
des -Klein y Lacan-, fue de tal calibre que zón. Los planteamientos estructuralistas
conmovió y de alguna manera refundó los más modernos sobre teorías empíricas ya
cimientos de la teoría freudiana. De todos no permiten dicha separación (3; 4; 5).
modos, el psicoanálisis sigue siendo algo
más que cualquiera y todas las teorías exis­
tentes. Cabría decir que el psicoanálisis se Frelld y «el pOITellir de la terapia
encuentra en un período pre-científico lo psicoallalítica»
que significa que carece de un paradigma
dominante que subordine las distintas teorí­ Ya en 1910, Freud se aventuró sobre es­
as. Por el contrario, cada vez que un autor te tema «de interés más profesional que
propone una nueva teoría convincente, ésta científico'>'> y lo hacía depender de 1) el pro­
se agrega a todas las otras ya existentes: en greso interno tanto de los conocimientos
psicoanálisis las teorías no «se caen» en la como de la técnica psicoanalíticas, 2) del
medida en que no son superadas unas por incremento de la autoridad y prestigio del
otras y finalmente todas coexisten si tienen psicoanálisis y 3) del efecto general del psi­
quienes las sigan. Como dijo Jerome Frank coanálisis sobre la sociedad. Del incremen­
«ningún instituto de entrenamiento psicoa­ to de nuestros conocimientos augura Freud
nalítico se ha disuelto aún por haber llega­ que algún día se dispondrá de un puñado de
do a la conclusión de que su teoría es infe- fórmulas sintéticas sobre las neurosis en
El psicoanálisis como psicoterapia 537(135)
DEBATES E INFORMES

general lo que redundará sobre todo en la una teoría o es práctica, es decir practica­
capacidad de pronóstico clínico y en lo que ble, o no es una teoría sino un fantasma om­
respecta a la técnica es en este artículo que nipotente, es decir una confesión encubier­
se menciona por primera vez un concepto ta y auto-idealizante de impotencia.
que dará mucho que hablar posteriormente, Otro elemento del pronóstico freudiano
el de contratransferencia, al que denomina digno de mencionar en la actualidad es el
«transferencia recíproca», definida como el factor autoridad y prestigio, es decir suges­
influjo ejercido por el enfermo en el sentir tión social. En 1910, dicha sugestión favo­
inconsciente del analista. La importancia recía a los balnearios y las terapias eléctri­
de ésta viene dada porque «ningún analista cas, las que según Freud no conseguían do­
llega más allá de cuanto se lo permiten sus minar a las neurosis, preguntándose qué
propios complejos y resistencias». ocurriría cuando dicha sugestión actuara a
En la actualidad, se puede decir algo si­ favor del psicoanálisis. En alguna medida
milar respecto del psicoanálisis, o mejor de esto ha ocurrido pero lo que seguramente
los psicoanalistas. En general, con indepen­ Freud no se imaginaba, ni era posible que
dencia de las corrientes teóricas tendemos a lo hiciera, era la enorme eclosión de trata­
padecer de una infatuación contratransfe­ mientos por la palabra y el espíritu que ven­
rencial que puede conducirnos a ignorar las dría y al que su psicoanálisis contribuiría
limitaciones de nuestras teorías, a punto tal no poco a favorecer. Volveré sobre este
que más que teorías las consideremos in­ punto al referirme a las psicoterapias.
conscientemente como ideologías, consis­ Freud parece haber creído que el psicoa­
tiendo la diferencia en que las primeras tie­ nálisis era el comienzo de la solución final
nen alguna idea de lo que ignoran, mientras al problema de las neurosis: la «sociedad
que las últimas tienen explicación para todo entera» en el diván alcanzaría su curación
y tanto engordan de ejemplos como de con­ mediante la «aceptación general de nues­
traejemplos, al igual que las creencias. Es tras afirmaciones». La sociedad, conve­
con respecto a este tipo de ideologización nientemente ilustrada por el psicoanálisis,
de la teoría que se hacen pertinentes las en se encargaría de evitar la proliferación de
general injustificadas críticas de Popper al los síntomas en la medida en que amigos y
freudismo. Las verdaderas teorías científi­ fami liares ya estarían bastante avisados del
cas no ignoran ni sus limitaciones respecto significado oculto de los mismos aunque le
a la realidad ni sus obligaciones para con su era difícil imaginar, y con toda razón, a la
propia consistencia interna y quienes olvi­ sociedad libre de la amenaza de fanáticos
dan ambas no están haciendo un verdadero higienistas y por otra parte reconocía que
trabajo teórico, por más que su discurso se sin la neurosis muchos individuos no po­
pueble de rimbombancias. Es notoria la di­ drían menos que sucumbir a los contlictos
ferencia entre lo hermosas y alambicadas de la vida diaria.
construcciones teóricas de que disponemos
sobre las estructuras narcisistas, las psi­
cosis y el cáncer por poner sólo algunos Kurt Eissler y el agotamiellto del
ejemplos y las mínimas posibilidades de paradigma .fi<!udiano
operación que admitimos tener para modi­
ficar estas situaciones. Hemos olvidado que En el año 1969, ellllternational jounwl
(136) 538 Guillermo Mattio/i
DEBATES E INFORMES

(~t'
Psyeho-Ana/ysis. dedicó el volumen de mente razonable, la sociedad y la medicina
su 50 aniversario al estado y futuro del psi­ toman el camino de menor resistencia y de
coanálisis y en dicho volumen escribió resultados esperable mente más rápidos, pe­
Kurt Eissler un trabajo titulado «Irreverent ro esto disminuye las posibilidades de me­
remarks about the present and the future of jorar la técnica psicoanalítica y adquirir
psychoanalysis» (6). Eissler afirma que pa­ nuevos insights. Además, el psicoanálisis
ra hablar del futuro del psicoanálisis hay pierde oportunidades cuando las condicio­
que tratarlo como método, como terapia y nes y procesos sociales producen otro tipo
como ciencia. Método significa asociación de patologías que las tradicionalmente ac­
libre, instrumento cuya fecundidad y gran­ cesibles por el invento freudiano. Para Eiss­
deza compara con el del microscopio o el ler el psicoanálisis «is not prepared to stem
telescopio «Freud's method of free asso­ the tide of that form of psychopathology
ciacion had the etlect with regard to the that is provoked by anomie» por ejemplo
psychic cosmos 01' both these inventions» y las toxicomanías. Pienso que podemos in­
afirma que no caben dudas sobre su su­ cluir en este punto esos casos que se ha da­
perioridad sobre cualquier otro para inves­ do en llamar «variantes postmodernas del
tigar procesos psíquicos. narcisismo».
La verdadera cuestión no está en el mé­ Finalmente llegamos a la cuestión prin­
todo sino en el valor científico y terapéuti­ cipaL el valor del psicoanálisis como cien­
co del psicoanálisis. Eissler no ve nada bri­ cia. En este punto nuestro autor apela a la
llante el futuro de éste como psicoterapia, y noción, en esa época recientemente forjada
por dos tipos de razones. Las primeras se por Kuhn, de paradigma. La admiración de
refieren a la excepcionalidad de Freud y la Eissler por Freud raya en la idealización.
normal escasez de talentos como el suyo Esto es particularmente visible al tratar el
entre los psicoanalistas. El tratamiento del tema de la cientificidad del psicoanálisis.
«Hombre de los Lobos» prototipo de rigor Para él todo 10 que de paradigmático (<<a
y talento analíticos exigen dotes que Eissler paradigm being a model 01' thoughts that
no ve demasiado a su alrededor. Para corro­ forces traditional explanations to undergo
borar su aserto, indica que de los 242 psico­ change over a wide area») podía descubrir
analistas miembros en ese momento (año el psicoanálisis por la vía del diván ya ha
1969) de la New York Psyc/wana/ytica/ 50­ sido descubierto por Freud; desde su muer­
ciety. 109 son didactas, el 45(''/0, y le parece te el psicoanálisis permanece en un estado
que son demasiados para que se pueda de kuhniana ciencia normal y si aún puede
creer que sólo los más selectos acceden a acceder a nuevos hallazgos, esto sólo puede
esta condición. ocurrir mediante la inclusión de datos que
La segunda razón alude a la progresiva provengan de otras fuentes. Como ejemplo
extensión de los psicofármacos y a las ca­ pone el laboratorio de neurofisiología de
racterísticas de la sociedad de la segunda los sueños y las experiencias sexológicas
mitad del siglo XX. Los psicofármacos re­ de Masters y Johnson.
presentan una solución aunque sea parciaL La situación del psicoanálisis en el año
a una inmensa cantidad de patología y su­ 1969 le parece deplorable a Eissler. Freud
frimiento mental que de esta manera queda ha agotado los paradigmas, los psicoanalis­
excluido del psicoanálisis. Esto es perfecta- tas carecen de creatividad. la literatura está
El psicoanálisis como psicoterapia 539 (137)
DEBATES E INFORMES

encallada en hacer combinaciones y per­ El trabajo de Bercherie es un ejemplo de


mutaciones siempre de los mismos concep­ rigor metodológico y disciplina intelectual
tos y sólo se pueden esperar refinamientos poco usual entre psicoanalistas, como ya es
y sutilezas, pero de ninguna manera nuevos proverbial decirlo. En el libro de Gedo (8)
paradigmas. Califica la crisis como de «au­ se puede encontrar una crítica de la lucha
sencia de paradojas», los psicoanalistas es­ entre facciones psiconalíticas en términos
tán convencidos de poderlo explicarlo todo, de fe, adhesiones y fidelidades (muy seme­
y, contrariamente al ejemplo freudiano, no jante al que estamos acostumbrados por
están nada dispuestos a cambiar y refundar aquí) entreteniéndose mucho los analistas
para sus premisas. De todos modos, no en excomuniones recíprocas y en lecturas
considera ser pesimista. El psicoanálisis ya críticas de los otros, sin darse cuenta que,
se ha ganado su lugar en la civilización y como dice Bercherie, a los otros les resulta
«unless Ila civilización I comes to be direc­ igualmente obvio ver los tics teóricos y téc­
ted toward the total abandonment of indivi­ nicos de los unos.
duality» no lo perderá. Al revés, a medida En el fondo, y no tan en el fondo, las pre­
que se incremente la amenaza de la deshu­ misas epistemológicas de los psicoanalistas
manización tecnológica, dado que la cien­ de cualquier escuela y con escasas excep­
cia puede llegar a controlarlo todo menos ciones son ingenuamente inductivistas. To­
su propio crecimiento, más necesario será dos pretenden que lo que ellos tan fre­
el psicoanálisis. cúentemente ven es «evidente» y que si los
otros no lo ven es porque no entienden qué
es verdaderamente el psicoanálisis. Lo que
Paul Bercherie .v la r(~túnda('ión del tanto unos como otros ignoran es que el ar­
psicoanálisis gumento inductivo está más que agrietado y
superado por otras metateorías epistemoló­
Otro autor que escribió sobre el porvenir gicas, que ninguna colección de observacio­
del psicoanálisis es Paul Bercherie (7). En nes sustenta por sí misma una hipótesis y
un artículo publicado en Ornicar'!. adop­ como es naturaL en inductivistas incons­
tando al mismo tiempo la distancia de un cientes de serlo, acompañan su ignorancia
historiador y la cercanía de un psicoanalis­ con una escasísima predisposición para
ta realizó una clasificación de las corrientes comparar de manera neutral hipótesis riva­
psicoanalíticas postfreudianas en cuatro co­ les, ni dentro del campo psicoanalítico ni
rrientes, dos ortodoxas y dos heterodoxas. mucho menos con otras ofertas terapéuticas.
En este caso heterodoxia se refiere a la ma­ Volvamos a las cuatro corrientes de Ber­
nera de levantar la hipoteca freudiana cons­ cherie. Las dos ortodoxas son el kleinismo
tituida por su concepción teórica esencial­ y la ego-psychology y las dos heterodoxas
mente monádica de un sujeto que contacta el lacanismo y la nebulosa de los margina­
«secundariamente» con la alteridad. Las les. Esta última es la que necesita ser mejor
corrientes ortodoxas por su parte aceptan delimitada puesto que de hecho no consti­
acríticamente el monadismo freudiano, y tuye una corriente teóricamente uniforme
respetan en lo esencial la estructura de la como las otras tres sino que está constituida
teoría de Freud, aunque la extiendan en di­ por aquellos analistas que, sin llegar a fun­
versas direcciones. dar escuela, se distinguieron (y fueron ge­
(138)540 Guillermo Mattioli
DEBATES E INFORMES

neralmente marginados por ello) por su ori­ los traumatismos del desarrollo. Su pacien­
ginalidad y flexibilidad intelectual y técni­ te prototípico es <,el niño que llevamos den­
ca, su optimismo terapéutico y su dedica­ tro» (y que llora aterrado en la oscuridad)
ción a la clínica más maldita. El primero de con el que están dispuestos a tener una rela­
los marginales fue claramente FerenczL la ción terapéutica en la que lo principal sea el
segunda generación podría estar represen­ juego compartido, con el objeto de recrear
tada por M. Balint y R. Fairbairn y la terce­ en el encuadre el contexto original. Los or­
ra por D. Winnicott y H. Searles. Es intere­ todoxos, kleinianos y psicólogos del yo, se
sante la calificación de estas corrientes por colocan delante del paciente como padres
su color: «histérico», para el lacanismo: omniscientes o pedagogos extralúcidos.
,<narcisístico-psicótico». para los margina­ Las teorías de la ego-psyeh%gy apuntan a
les: «obsesivo», para la psicología del yo: y una elaboración de la segunda tópica freu­
melancólico, para el kleinismo. diana y consisten, según Bercherie, en un
En su artículo, Bercherie se dedica a modelo del funcionamiento mental maduro
analizar los pros y contras de cada corrien­ más un ardiente rechazo del concepto de
te, y empareja algunos de los rasgos en pulsión de muerte. La psicogénesis es su
combinaciones diversas, por ej: optimismo concepto mayor y conciben a la psicopato­
clínico (egopsYc!lO/ogy, marginales) vs. pe­ logía en términos de anacronismo, de fija­
simismo (kleinismo, lacanismo): antropoló­ ción a condiciones ya superadas del funcio­
gicas, en un modelo de teorización progre­ namiento del yo y del aparato psíquico. Su
siva (a partir de los niveles profundos, psi­ actitud con el paciente es la del observador
cóticos: kleinismo, marginales) vs. objetivo y no participante, el polo opuesto
regresiva (a partir de los niveles maduros, de la empatía de los marginales.
edípico-neuróticos: lacanismo, ego-psycho­ El kleinismo es la única corriente post­
/ogy): focalización sobre los contenidos freudiana que acepta la teoría de la pulsión
psíquicos (1acanismo, kleinismo) vs. focali­ de muerte (acentuando sobre todo el aspec­
zación sobre los continentes, es decir los to de agresividad y sadismo). El conflicto
aparatos funcionales del yo (egopsycholoKY, pulsional y la ambivalencia están en el ori­
marginales). Todas estas y otras combina­ gen y son en realidad la fuente de la vida
ciones y oposiciones que se pueden hacer psíquica. Dicha ambivalencia está ubicada
tienen el interés dc trascender con mucho el en un tiempo lógico anterior al encuentro
eje de lo ortodoxo/heterodoxo respecto de con el objeto. Eso es lo que hace que la fre­
la herencia frcudiana, que es donde suelen cuentación de la literatura kleiniana deje en
quedarse varados los exégetas. el lector esa imprcsión tan acabada de que
Cada corriente tiene su problema para­ el mundo es exclusivamente una proyec­
digmático, así como su paciente preferido. ción de los contl ietos psíquicos. El proble­
Para los marginales el problema es lo que ma, siempre según Bercherie: «ce gui cons­
se ha de cntender por realidad, cstán preo­ titue la comme un impensé radical du klei­
cupados por el entorno humano y afectivo nisme est-il la notion de facteurs externes
real y sus efectos patógenos son herederos non directement perceptibles et en me me
de las teorías traumáticas de Freud y son temps intensément actifs dans l' economie
los más proclives a modificar e inventar la psychique». De esta manera, la técnica
técnica necesaria para remontar y resolver kleiniana se ve llevada por su inercia a con­
El psicoanálisis como psicoterapia 541 (139)
DEBATES E INFORMES

vertirse predominantemente en un activis­ verbales. pensamiento concreto pre-simbó­


mo interpretativo que apunta a la descrip­ Iico. comunicación empática. etapas del de­
ción ahistórica de la realidad transferencial, san'ollo del yo y del mundo interno, dimen­
en el aquí. ahora y conmigo, antes que al sión narcisística de la estructuración subje­
esclarecimiento de la estructura del sujeto a tiva. modalidades psíquicas propias de los
través de las repeticiones en su historia. sectores psicóticos de la personalidad, per­
Finalmente, el lacanismo, impregnado sonalidades psicopáticas, etc. Tal vez sea
de estructuralismo, propone una teoría iné­ un precio demasiado alto a pagar por la
dita de la subjetividad. En lugar de la pretensión de poseer el modelo metapsico­
constatación empírica del inconsciente per­ lógico más redondo y acabado.
sonal conformado por la psicogénesis de Como posiblemente todos los historia­
sus elementos propone la teoría de la confi­ dores del pensamiento psicoanalítico, Ber­
guración significante en el origen de la sub­ cherie concluye afirmando que Freud ha si­
jetividad. De esta manera escapa al mona­ do y sigue siendo superior a todos sus se­
dismo metapsicológico de una manera aún guidores. Cada uno de éstos ha tomado una
más radical que los marginales. llegando a parte del todo y la ha estirado hasta sus lí­
una verdadera modelización de las relacio­ mites. desarrollando de esta manera las
nes fundadoras del sujeto en el registro ob­ fronteras clínicas y teóricas del psicoaná­
jeta!. Al mismo tiempo «avec le langage. un lisis. pero perdiendo en el camino esa gran­
médium est fourni a la vielle intuition freu­ diosa visión del conjunto que posee la obra
dienne de la communication d'inconscient freudiana. Las teorías postfreudianas pecan
a inconscient». Técnicamente, «l'assomp­ un poco de todo. demasiado cerradas sobre
tion par I'analysant de sa détermination sí mismas. como el kleinismo o el lacanis­
symbolique propre boucle ainsi le proces mo, demasiado «poco teóricas» como las
d' une cure (. .. ) et dont l' estructure répete marginales o demasiado sociobiológicas
celle de la constitution meme de la subjecti­ con olvido del contlicto inconsciente. co­
vité. puisque c'est le désir de l'analyste qui mo las psicológicas del yo. Todas carecen
ouvre l' espace ou se déroule et s' articule le del gran enfoque a lo Freud. al mismo tiem­
transfert». El problema es que esta concep­ po integrador y sin embargo conceptual­
ción casi ascética de la cura deja fuera una mente «indeterminado». abierto a la vitali­
parte enorme de la realidad cotidiana. A di­ dad de la clínica en un tlorecer de hipótesis.
ferencia de los marginales, los lacanianos Del momento actual. y este artículo es
parecen no querer contactar más que con el de 1984. pero conserva plena vigencia en
adulto en el paciente. Su analizante favori­ mi opinión. Bercherie dice que «Le 010­
to. como dice Jorge Ladenheim, es el candi­ ment est venu de se rendre compte de l' as­
dato a analista. Su posición clínica puede pect dérisoirc des excommunications réci­
ser «humanamente muy prudente pero re­ proques auxquelles se livrent les analystes
sulta inadaptada a la realidad clínica». Todo dogmatiques, idéologiques et non scientifi­
lo que constituye el núcleo. el corazón y la ques». El psicoanálisis es la ciencia de un
substancia de las otras corrientes es relega­ objeto muy complejo. al cual las cuatro ma­
do por ellacanismo al campo de lo «imagi­ neras de abordarlo, y otras posibles no lo
nario»: registros pre-edípicos (el mundo de agotan sino que se entrecruzan. Los mode­
las relaciones infra-individuales) y pre­ los deben actuar preconscientemente
(140) 542 Guillermo Mattio/i
DEBATES E INFORMES

guiando la escucha y la empatía, sin que es­ na\. La corriente marginaL dentro de su
to reste valor alguno a la intuición. En este enorme riqueza clínica posee aquella inde­
punto coincido plenamente. Su descripción terminación del concepto que Freud exigía
de las tendencias postfreudianas será tal en el origen de los conceptos metapsicoló­
vez discutible, pero su crítica a la escasa gicos. Por otra parte, los marginales ya in­
disposición de los analistas a confrontarse tegran en la actualidad mucho de las co­
con rigor metodológico entre sí es correcta. rrientes ortodoxas y sobre todo con el co­
Hace falta una larga frecuentación de los rrer del tiempo ya han desarrollado un
textos «enemigos» para trascender la lectu­ modelo epistemológico que permite una
ra prejuiciosamente superficial. Bercherie neta distinción entre la práctica como
propone la lectura de los casos de los otros. «construction intersubjective toujours ou­
pero manteniendo presente que la misma verte» y la teoría como verdadera ciencia
facilidad que tenemos nosotros para pes­ del psiquismo. Nótese que a diferencia de
quisar las premisas que los orientan la tie­ Eissler. Bercherie no busca fuera del psico­
nen ellos para detectar las nuestras. análisis sino que espera que su futuro, esa
A los psicoanalistas, una vez que nos he­ refundación total de la teoría, venga de los
mos identificado a algún autor, una vez que psicoanalistas mismos.
lo hemos fetichizado y nos hemos acostum­ De un siglo de experiencias técnicas
brado a emplear su vocabulario (hablar en puede esperarse algo mejor que denigracio­
kleiniano. o en lacanés como ejemplos pro­ nes recíprocas, concluye Bercherie. En rea­
totípicos) y lo usamos para cualquier reali­ lidad, los analistas ya han explorado mu­
dad cotidiana, se apodera de nosotros una chos registros de la técnica: el encuadre de
inercia psicológica: no sólo creemos (olvi­ la cura, la función simbólica del analista. la
dando de paso que creer es no saber) que técnica de la intervención interpretativa, el
nuestro ídolo es mejor que todos los demás. papel y manejo de la contratransferencia.
sino que deseamos que sea así. Nuestro los panímetros psicoterapéuticos (adminis­
amo o es el mejor o es el único. lo que nor­ tración de la dependencia. directividad,
malmente quiere decir que es el más fiel a sostén), el aspecto de realidad de la relación
Freud. Una cuestión intelectual se convier­ analítica adaptado a las particularidades del
te en personaL como al cristiano, para paciente (estructura psicopatológica, edad,
quien la verdad ya no es el mensaje sino el cultura. etc.) o a la personalidad del analis­
cuerpo mismo de Cristo. Esta metonimia ta. Tanta riqueza experiencial y técnica po­
caníbal está cargada de ambivalencia. y so­ drían, finaliza Bercherie, a poco que se re­
mos nosotros quienes mejor deberíamos es­ lajaran las rigideces sectarias, constituir un
tar atentos al tanatismo final de esta trans­ rico patrimonio metodológico común, base
mutación de lo discursivo en carnal. de una clínica nueva de estructura intersub­
Arriesga Bercherie una apuesta sobre el jetiva y por tanto no diaRnósTica.
futuro. Esta nueva reorganización que ne­
cesita el psicoanálisis, este modelo teórico
global que sintetice los hallazgos de todas El psicoanálisis como psiCOTerapia
las escuelas y que permita al psicoanálisis
conquistar su lugar en la ciencia tiene que La historia del psicoanálisis indica que
venir. en su opinión de la nebulosa margi- éste ha vivido permanentemente en crisis.
El psicoanálisis como psicoterapia 543 (141)
DEBATES E INFORMES

A lo sumo se salvan los frescos primeros vales, y la gran mayorla de la población no


años de Freud y sus discípulos, cuando el podía ni soñar con ser atendida de sus ma­
descubrimiento los iluminaba a todos: pero les psíquicos. No había ni estado de bienes­
si hubo concordia, se rompió enseguida con tar ni multitudes de sujetos sufrientes pi­
Adler y todos los que siguieron el camino diendo ayuda con posibilidades de ser es­
de la disidencia. La irrupción de Klein y cuchados, ni psicoanalíticamente ni casi de
más tarde la de Lacan son los ejemplos ma­ ninguna otra manera que no fuera por los
yores, pero está más que probado que el in­ sacerdotes o por los llamados charlatanes,
vento freudiano tolera muy mal la contro­ de los cuales a duras penas se zafaba Freud,
versia. Los buenos oficios de Jones y otros cuando se zafaba a los ojos de los bienpen­
salvaron a la IPA del estallido kleiniano. santes.
No hubo ningún conciliador que la pudiera En la actualidad todo esto es diferente.
salvar cuando surgió Lacan. Como dice La demanda crece en proporciones inmen­
Roudinesco en su reciente biografía de La­ sas pero la oferta también, esta última sur­
can (9), caracterizando un estado de cosas gida muchas veces como reacción al inven­
perfectamente visible, la IPA se ha ido es­ to freudiano. Además de los psicofármacos,
tructurando según la tolerancia de cual­ ya mencionados por Eisslec la psicología
quier posición teórica en tanto se respete científica, ligada hasta no hace mucho a la
discretamente un determinado encuadre filosofía ha producido en pocos años sus
técnico. La Anti IPA milleriana. por el con­ métodos psicoterapéuticos, llámense con­
trario, tolera cualquier innovación técnica ductismo, cognitivismo, terapias racional­
mientras se adhiera acríticamente a la lec­ emotivas u otras.
tura milleriana de Lacan. Como las trans­ A veces explícitamente conectadas y
gresiones al encuadre pueden ser efectua­ otras veces surgidas a partir de disidencias
das con mucha mayor discreción que las respecto del psicoanálisis, tenemos el es­
discrepancias teóricas es evidente que la pectro de las terapias humanistas, gestálti­
traición y su persecución son palabras mu­ cas, bioenergéticas, adlerianas, frommia­
cho mayores entre los segundos. nas. rankianas, junguianas, etc., en el extre­
Freud cambió el mundo: pero este nuevo mo teórico diametral mente opuesto al
mundo «con» psicoanálisis influye también psicoanálisis: desde mediados de los cin­
retrospectivamente en su presente y su por­ cuenta, el campo abierto por las teorías sis­
venir. Concretamente, la oferta psicotera­ témicas también ha producido sus métodos
péutica es mucho mayor y mucho más va­ y puede vanagloriarse de sus espectacula­
riada. Freud inventó un método para unos res curaciones. Finalmente, y esto es sólo
padecimientos: las neurosis, y para unos un decir porque el campo de las psicotera­
determinados pacientes: los burgueses aco­ pias parece tener un futuro abierto, desde
modados de su época. Esto tam bién ocurre mediados de los setenta la Programación
ahora, pero el psicoanálisis ha sufrido una Neurolingüística que comparte con el psi­
enorme extensión, tanto por el flanco de las coanálisis algunas de sus premisas esencia­
enfermedades que atiende como por la can­ les, pero que difiere grandemente en sus
tidad de adeptos más o menos (incluso na­ aplicaciones, colecciona incesantemente
da) practicantes que ha ganado. Cuando in­ sus éxitos.
ventó su terapia no tenía prácticamente ri­ Una mirada desapasionada sobre la his­
(142)544 Guillermo Mattio/i
DEBATES E INFORMES

toria de las psicoterapias arroja más o me­ meterse con una sola teoría que por fuerza
nos siempre el mismo resultado. Tomo co­ le resultaría pequeña y que por lo tanto en­
mo ejemplo, y para compararlas con el psi­ tregaba sus efímeros favores ora aquí ora
coanálisis, las que me parecen más intere­ allá. Tengo mis dudas de que esta historia
santes: las sistémicas y la Programación sea exacta, pero en líneas generales creo
neurolíngüística. Vistos desde fuera, sus que lo es. Hace ya algunos años que leí las
efectos iniciales parecen cosa de magia: Cuestiones Académicas. y si no he vuelto
desde dentro todas se reclaman de una ra­ ahora a ellas para verificarlo es porque me
cionalidad impecable. Sus primeras cura­ interesa dejarla así en su nivel de verdad
ciones y aplicaciones resultan tan especta­ narrativa.
culares como los resultados de los trata­ Vuelvo a la tesis inicial proponiendo que
mientos de los primeros casos de Freud. el psicoanálisis se asuma como una psico­
Con el tiempo pierden su frescura y los re­ terapia entre otras. No le veo ninguna utili­
sultados se vuelven mucho más difíciles y dad a la doble moral de tantos psicoanalis­
trabajosos de conseguir. Esto fue lo que le tas que en nombre de la cura por añadidura,
ocurrió al psicoanálisis, y después a las te­ del imposible cambio de estructura, de la
rapias sistémicas. La Programación neuro­ impermeabilidad del inconsciente y algu­
lingüística es aún demasiado joven y ya ha nos otros argumentos igualmente des-res­
cumplido la primera parte de este destino: ponsables, y que siempre acusan al pacien­
no se sabe si también cumplirá la segunda. te, intentan separar el oro puro del análisis
En el siglo I a. C. había una cuestión que de los innobles metales de las aleaciones
atormentaba a Cicerón: cómo era posible psicoterapéuticas. Si no fueran impulsados
que tanta gente inteligente tuviera posicio­ por todo tipo de malestares, más o menos
nes tan distintas sobre aproximadamente el organizados como síntomas (es decir como
mismo tema, es decir, sobre la verdad y có­ dolorosos enigmas), nuestros pacientes no
mo lograrla. Como era un señor que disfru­ acudirían a nosotros y aunque no les pro­
taba de la vida, sus preocupaciones no le metamos explícitamente alivio para no caer
hacían perder de vista ni sus intereses polí­ en las trampas del narcisismo y de la repeti­
ticos ni el humor, quiero decir que se toma­ ción mortífera, no es menos cierto que tan­
ba en serio el problema. Tenía a su alcance to pacientes como analistas confiamos en
las explicaciones fáciles de que también lograrlo en la medida de lo posible. En esto
disponemos hoy: la psicológica, que dice discrepo de Eissler y también de Freud
que cada subjetividad es única y que cada quien justamente en el terreno de la psico­
uno ve las cosas desde este único punto de terapia era donde veía más negro el futuro
vista y la sociológica, que dice que cada del psicoanálisis, pero es que mis ambicio­
uno ve las cosas desde sus intereses políti­ nes son más modestas.
co-económicos de clase. Pero como era un El pronóstico freudiano parece de todos
verdadero filósofo, con angustias ontológi­ modos correcto, puesto que el psicoanálisis
cas y metodológicas, no podía contentarse se ha insertado en la cultura en magnitudes
con estas nimiedades y finalmente llegó a mucho mayores de lo que se puede esperar
una atronadora y fascinante conclusión: de su eficacia terapéutica. El grado de fas­
pensó que la verdad no se casa con nadie, cinación que ejerce sobre el público y sobre
que ella es demasiado grande para compro- los intelectuales de otras disciplinas es
El psicoanálisis como {Jsicoterapia 545 (143)
DEBATES E INFORMES

enorme, tanto que en verdad la cultura es el (... ) Un derivado de este punto nos atañe a
mejor paciente que se ha acostado en el di­ los psicoanalistas en tanto significa la nece­
ván freudiano; pero esto ya está hecho y en sidad de no pretender que el conocimiento
marcha, volvamos ahora a sus pretensiones psicoanalítico responda a exigencias ya pe­
terapéuticas. rimidas o sobrepasadas. El psicoanálisis
Lo anterior no quiere decir que el psicoa­ como totalidad viene a ahondar la crisis de
nálisis deba ser desprovisto de sus propieda­ un tal esquema de la ciencia así como las
des de ciencia del inconsciente, lo que es de de otros. Estrechamente ligado a la discu­
todos modos decididamente imposible. Por sión epistemológica general antes citada se
el contrario, son los pretendidos defensores halla el problema de las relaciones entre
de su pureza áurea los que paradójicamente teoría y práctica, pero consideradas ahora
sugieren la posibilidad de separar ambas co­ sí específicamente en el psicoanálisis: la
sas. El inconsciente no es una cosa así como teoría desarrollada y explicitada no siempre
las tan de moda estructuras tampoco. La coincide con la teoría impUcita en la prác­
teoría del inconsciente pretende describir, tica» (subrayado GM).
explicar y predecir un magma de fuerzas Claro que lo que Bleger entendía por su­
virtuales que sólo se manifiestan por sus peración epistemológica consistía en la
formaciones, y nadie demanda análisis por aplicación de las categorías de marxismo
soñar, cometer lapsus o ser chistoso, salvo científico y lógica dialéctica a la teoría
que sufra por alguna causa misteriosa, es freudiana, siguiendo un camino ya iniciado
decir por hacer un síntoma (Lacan mismo por Politzer y apoyándose al mismo tiempo
recomienda poner en la puelta a los que pi­ en las teorías kleinianas de las relaciones
den análisis para conocerse a sí mismos). de objeto. Bleger no vivió lo suficiente para
Sabemos cuál es el mar de las psicotera­ considerar los siguientes adelantos en ma­
pias pero, ¿cómo se navega por él? Afortu­ teria de filosofía de la ciencia, pero su in­
nadamente, disponemos en la actualidad de tuición era correcta: el psicoanálisis hacía
los instrumentos adecuados. En el año estallar las metateorías epistemológicas
1970 Bleger (10) escribía: «Los desarrollos existentes en materia de teorías empíricas.
epistemológicos han complicado también Es a partir de la última revolución en cues­
la revisión de los problemas que plantea el tiones de filosofía de la ciencias, me refiero
psicoanálisis ya que de ninguna manera po­ a las ya mencionadas teorías estructuralis­
demos actualmente aceptar el esquema in­ tas de Sneed, Stegmül1er, Moulines y otros
genuo que supone (aún para la psicología y que parece que disponemos de los medios
el psicoanálisis) que los hechos «están ahí» adecuados para axiomatizar, formalizar y
y que ateniéndonos a la observación y estu­ estructurar ese sistema conformado al mis­
dio de los mismos es de donde deducimos mo tiempo por las teorías y las prácticas
las hipótesis y posteriormente las teorías psicoanalíticas. La misma empresa topoló­
que pueden ser validadas o confrontadas gica lacaniana es un intento que posible­
volviendo a dichos hechos. Este aspecto, mente aún no ha dado todos sus frutos.
así como tantos otros no atañe exclusiva­ Ahora bien, ¿por qué es necesaria la
mente al psicoanálisis sino que abarca la axiomatización y formalización estructural
estructura y caracterización de todo conoci­ de la teoría psicoanalítica? Respuesta in­
miento científico y en todas las disciplinas. mediata: 1) para superar el dogmatismo, el
(144) 546 Guillermo Mattioli
DEBATES E INFORMES

capillismo seudoteórico tantas veces de­ ricas psicoanalíticas. Pero esto no es asÍ,
no~tado sin propuestas para solucionarlo, porque entonces ¿qué sentido tiene ser klei­
ganando en cambio instrumentos teóricos, niano, lacaniano. freudiano fieL freudiano
lógicos y conceptuales ya consagrados en disidente. bioniano, winnicottiano, psicoa­
otros campos del ~aber y que le están veda­ nalista del yo, o marginal de la especie que
dos al psicoanálisis en su estado actual de sea'?
excomunicaciones recíprocas (Bercherie Veamos las posibilidades de respuesta:
Jixit) entre posiciones cuya real diferencia Primera Respuesta. Ningún sentido, to­
es di fícil ponderar en este estado pasional: dos los psicoanalistas, sean de la teoría que
y 2) para poder comparar al psicoanálisis sean realizan psicoanálisis por el ~ólo he­
con las otras teorías psicoterapéuticas y que cho de serlo. Como dijo Winnicott ,<psicoa­
esta comparación sea una verdadera cali­ nálisis es lo que hace un psicoanalista». No
bración de objetos definidos. métodos pre­ sabemos qué es lo que entendía Winnicott
cisados, campo de fenómenos descriptos y por psicoanalista, a lo mejor sólo se refería
explicados, resultados esperables y poten­ a sus colegas de la misma institución. pero
cias predictivas. aunque fuera así, la antigua IPA justamente
Al escuchar hablar a psicoanalistas de se caracteriza, a diferencia de la nueva IPA
adscripción teórica diferente, la pri mera milleriana, por admitir la pluralidad teóri­
impresión es que viven en planetas distin­ ca. A Lacan no lo echaron por ser lacaniano
tos. Pareciera que se cumple aquella obser­ sino por considerarlo incapaz de analizar la
vación kuhniana de que los habitantes de transferencia, dada su costumbre de admitir
diferentes paradigmas pueblan mundos he­ todas las demandas de análisis apelando al
terogéneos. Kuhn reforzaba su aseveración expediente de reducir cada vez más el tiem­
diciendo además que los paradigmas ene­ po de las sesiones. Con lo cual hacemos ex­
migos son "incomensurables», es decir que tensiva la frase de Winnicott a todos los
no hay ningún término en común que per­ analistas independientemente de su teoría
mita efectuar comparaciones. Pero no hay preferida.
que preocuparse. al final todos se pondrán Del lado lacaniano tenemos una frase
de acuerdo en que lo importante es que ha­ que parece ser equivalente. Dice Lacan (es
ya análisis y que esto es independiente de la cierto que irónicamente, aunque la ironía se
cantidad o duración de las sesiones, o de si haya perdido), que «psicoanálisis es lo que
se interpreta "la» o "en» la transferencia. se espera de un psicoanalista». Véase que
Que de todas maneras lo importante es la más allá de otras connotaciones, tanto La­
escucha analítica. que se produzcan repeti­ can como Winnicott definen la práctica por
dos y numerosos efectos analíticos, llámen­ el practicante, esto es: "Psicoanálisis es to­
se "de sujeto» o ,<insights», y que de todas do lo que hago yo. porque yo soy psicoana­
maneras más allá de las previsiones que se lista» (En Gedo. op. cit., podemos encon­
hagan, si hubo análisis es algo que verdade­ trar las mismas palabras) lo que resulta una
ramente sólo sabremos después. aberración que atenta triplemente contra el
Hasta aquí todo parece muy bonito y po­ sentido común la lógica y la concepción
demos pensar que asistimos a un regocijan­ psicoanalítica del ser humano. En contra de
te ejemplo de paz y buena armonía entre lo~ todo lo esperable, no es la práctica, arte,
integrantes de las diferentes corrientes teó- oficio, ciencia. disciplina o como se quiera
U psicoonálisis como psicoterapio 547(145)
DEBATES E INFORMES

llamar lo que retroactivamente identifica a parten de premisas aparentemente muy di­


sus practicantes sino que es el individuo. ferentes. Como ya se sabe, en la medida en
despojado mayestáticamente de toda con­ que cambiamos de premisas. de axiomas.
tradicción el que da nombre a la práctica: se pueden construir edificios derivados per­
«Mi nombre es psicoanálisis». fectamente razonables y lógicos ¿Podemos
Esta respuesta. la que descalifica la pre­ afirmar la coexistencia de tantas clínicas
gunta supeditando la práctica al que la como autores fundantes de una determina­
practica. curiosamente otorga la razón a to­ da axiomática coexistan? La realidad pare­
dos los críticos del psicoanálisis que han ce indicar que sí. que existe una clínica
dicho que éste no es más que una terapia freudiana. otra kleiniana. otra de la psicolo­
basada en la sugestión. una máquina de cu­ gía del yo. otra lacaniana. y otras varias de­
rar por medio de la influencia. sólo que tan­ pendientes de autores de menor importan­
to más encubierta que las otras. Si no existe cia. Se podrá objetar que la realidad clínica
un método. una teoría. indicaciones y con­ empírica es aproximadamente la misma pa­
traindicaciones para su aplicación. posibili­ ra todos. la piensen como la piensen. pero
dades mayores y menores de eficacia e in­ esto aunque contenga algo de verdad no
cluso casos probados de ineficacia. y sólo puede ser exacto. La realidad que vemos es
existen practicantes que por sí solos se au­ la que en buena medida esperamos ver se­
tojustifican. entonces el psicoanálisis es en gún el color de nuestras gafas teóricas. En
efecto pura sugestión. que como todas las todo caso. para dilucidar esta cuestión y re­
sugestiones exige una complicidad incons­ lativizar ambos extremos necesitamos me­
ciente entre aplicador y sujeto en el que se ta-teorizar.
aplica. Esta complicidad podría deberse a El desarrollo de toda esta empresa debe­
una cantidad de razones. muy humanas y ría. en buena lógica. comenzar por la for­
neuróticas todas. incluyendo también la de malización y axiomatización de la teoría
compartir analista y paciente la misma teo­ freudiana primero y luego de cada teoría
ría. presunta base del análisis didáctico. claramente diferente de las otras. verbigra­
Segunda respuesta. Depende de lo que cia la kleiniana o la lacaniana. En este tra­
se entienda por psicoanálisis. proceso ana­ bajo se verían si las diferencias son efecti­
lítico. efectos analfticos. efectos sujeto. in­ vamente de sistema axiomático, sistemas
sights. elaboración. etc. Esto ya suena me­ derivados. aplicaciones. etc. Pudiera ocurrir
jor. al menos salimos del cuerpo a cuerpo. que las diferencias esenciales no fueran tan
para pasar a hacer competir cuerpos teóri­ grandes o que sí lo fueran. pero saber esto
cos, hipótesis. aplicaciones técnicas. etc. ya significaría una contribución enorme a la
¿Cuánto de esto se puede llevar a cabo? clarificación de nuestras discusiones.
Como no nos adscribíamos a la incomensu­ En este camino. podemos apelar a las
rabilidad kuhniana entre paradigmas. aspi­ más recientes herramientas de las teorías
ramos a creer que aunque difícil es una em­ epistemológicas estructuralistas citadas
presa posible e incluso necesaria. aunque anteriormente. Hasta ahora la epistemolo­
hay que superar problemas básicos. El psi­ gía carecía de dichos instrumentos y el psi­
coanálisis incluye varias tradiciones de coanálisis al igual que otras psicoterapias
pensamiento, que ya hemos visto clasifica­ sólo podían intentar en solitario su autojus­
das muy precisamente por Bercherie. y que tificación teórica. Las cosas ahora han cam­
(146) 548 Guillermo Mattio!i
DEBATES E INFORMES

biado, y hay que reconocer que a este cam­ lógicos de la teoría freudiana. Apoyado en
bio han contribuido los epistemólogos, pri­ las premisas del inductivismo y en el in­
mero al despedistalizar a la ciencia (en un menso conocimiento de la obra de Freud.
sentido y con una amplitud que hubiera he­ realiza un exhaustivo y pormenorizado aná­
cho las delicias de Wittgenstein) de su lu­ lisis de ésta con el objeto de probar que la
gar de única detentadora de la verdad empí­ teoría de la represión como base de las neu­
rica y segundo al desarrollar instrumentos rosis es indemostrable, y que por lo tanto
meta-teóricos que permitan tomar como también lo es la actuación y eJicacia de los
objeto a las propias teorías empíricas. Este recuerdos reprimidos para la génesis de las
trabajo, por lo que toca al psicoanálisis, ya neurosis y que de todas maneras, si esto
está comenzado por Marshall Edelson (1 1, fuera así, el método clínico psicoanalítico
12). No son los únicos aportes, pero cito a sería incapaz de recoger sus datos con la
este por ser el único que conozco que apela fiabilidad necesaria para probar sus hipóte­
a los resortes metateóricos estructuralistas sis, debido a la inevitable presencia, cons­
o no-enunciativos. ciente o inconsciente, de la sugestión del
El psicoanálisis ha sido atacado varias analista sobre el paciente. Los trabajos de
veces a lo largo de su historia bajo la acusa­ Grünbaum han iniciado un intenso debate
ción de no-científico. U n repaso somero y en los Estados Unidos sobre el estatuto
seguramente injusto incluye la crítica de E. científico o por lo menos metodológico del
NageL en 1959, «Methodological issues in psicoanálisis, así como una fuerte contro­
psychoanalytic theory)) (en Hook, S. (ed.), versia contra todas las terapias evocativas
Psychoana/ysis. ScientUic method and Phi­ (entre las cuales se cuenta el psicoanálisis)
/osophy. Nueva York, Grove, 1960), reali­ sobre la base de que inducen recuerdos fal­
Lada en nombre del positivismo lógico y sos en los pacientes.
del inductivismo enumerativo; y de Popper, La crítica de Grünbaum es también criti­
quien acusó al psicoanálisis de no cumplir cable en la medida en que el inductivismo,
con su criterio de demarcación falsacionis­ incluso en su variante eliminativa neo-ba­
ta (Conjectures alld Refittations. Londres, coniana, también lo es. La defensa de la
Routledge and Kegan PauL 1963). El psi­ teoría freudiana contra sus ataques ha sido
coanálisis en realidad no ha necesitado de­ ya convenientemente efectuada por Mars­
fenderse de estas críticas. El desarrollo de hall Edelson, en sus libros anteriormente
la fi losofía de la ciencia ha desarbolado su­ citados Hypothesis and E\'idence-y Psycho­
perándolas tanto las exigencias del positi­ ww/ysis. a theory in crisis. Ambos autores,
vismo como del falsacionismo. Este último Grünbaum y Edelson se encontraron el 20­
caso es especialmente curioso porque ha si­ 12-1986 en un debate que duró varias horas
do el crítico del psicoanálisis probablemen­ organizado por la American Psychoanalyti­
te más importante de la actualidad, Adolf cal Association, en el que tuvieron oportu­
Grünbaum, quien mejor ha dejado en evi­ nidad de confrontar sus argumentos. En tér­
dencia la inconsistencia de la posición pop­ minos muy freudianos, Edelson efectuó en­
periana ( 13). tonces una calificada defensa de los
Es justamente este autor, Grünbaum, el cánones metodológicos del psicoanálisis y
que ha llevado a cabo el pretendidamente del <~single case research», lo que aquí co­
mayor ataque a los fundamentos epistemo- nocemos como «caso por caso» sin despre­
El psicoanálisis como psicoterapia 549 (147)
DEBATES E INFORMES

ciar tampoco de ninguna manera las aporta­ redondo, explicándolo todo y excluyendo
ciones de las probabilidades y de la infe­ del campo de su visión los casos contrarios
rencia estadística, realizando asimismo una a sus hipótesis. En mi opinión esto es ver­
cuidadosa formulación de la teoría freudia­ dad, y tenemos varios ejemplos al alcance
na en términos de la posición estructuralis­ de la mano, siendo el más sonado el de las
ta, o también llamada no-enunciativa sobre tan manidas estructuras y su inconmensura­
las teorías empíricas, y distinguiendo clara­ bilidad.
mente entre sus términos teóricos y no-teó­
ricos. Con posteridad, Paul Robinson (14) COfl('/usiones
dedicaría un capítulo de su libro a demos­ l. El psicoanálisis está permanente­
trar que la crítica de Grünbaum había falla­ mente en crisis debido a problemas meta­
do por su base y que su gambito de dama, teóricos que hasta ahora no encuentran so­
el «Tally Argument», sencillamente no era lución satisfactoria. Esta crisis es pre-cien­
central en el edificio teórico freudiano. tífica y tiene consecuencias indeseables en
Un caso particularmente interesante de todos los niveles: la teoría, la práctica, las
crítica al psicoanálisis desde la epistemolo­ instituciones, la formación y la difusión.
gía es el de los "programas de investiga­ 2. La cultura es el mejor paciente que
ción» de Imre Lakatos, surgidos en el in­ el psicoanálisis ha tenido en su diván. Los
tento de superar los defectos del falsacio­ efectos de la obra freudiana en la cultura
nismo popperiano. Dichos programas en han tenido mucha mayor resonancia que
principio pueden ser (y normalmente son) sus efectos terapéuticos. Esto es en buena
varios, se entiende que dentro de una mis­ medida natural. los últimos son privados
ma ciencia, sin que pueda afirmarse defini­ mientras que los primeros se reflejan en
tivamente cuál es el mejor, o si lo hay. Se­ miles de plumas inspiradas por Freud. En
gún Lakatos, un programa de investigación cuanto a los efectos terapéuticos, el psicoa­
debe cumplir al menos dos condiciones pa­ nálisis no ha demostrado ser la solución al
ra ser científico: deben poseer suficiente problema de las neurosis, pero curiosamen­
coherencia interna como para poder elabo­ te ha inspirado muchas otras psicoterapias
rar un plan definido para la investigación más o menos coincidentes o disidentes de
futura y debe conducir al descubrimiento la obra freudiana. Esto puede ser entendido
de algún nuevo fenómeno de vez en cuan­ como manifestación de la resistencia a la
do. Pues bien, Lakatos sostiene que el mar­ hipótesis del inconsciente pero, también.
xismo y el psicoanálisis cumplen el primer como efecto de la resistencia de los psicoa­
requisito pero no el segundo, mientras que nalistas a entablar un diálogo epistemológi­
la sociología cumple el segundo pero no el co franco y honesto con sus críticos. Es po­
primero. Nótese que esta crítica en verdad sible que también por el peso de la hipóte­
coincide, para el caso del psicoanálisis, con sis del inconsciente los psicoanalistas, en
las apreciaciones de Eissler y también con general. hayamos reaccionado a la resisten­
las de Bercherie para el caso del kleinismo, cia social haciendo un "síndrome de Pro­
de la psicología del yo y muy particular­ meteo», es decir. apelando a la infatuación
mente del lacanismo. Estos, y en especial el narcisística típica del que se considera por­
último, se han constituido en sistemas tan tador de alguna antorcha sagrada cuya luz
cerrados que podría decirse que giran en es intolerable para los mortales.
(14R) 550 Guillermo Mattioli
DEBATES E INFORMES

3. La condición para que el psicoaná­ 5. Con lo que llegamos a lo que debe­


lisis tenga un futuro no meramente esotérico ría ser el próximo «programa de investiga­
es que revea su posición y se asuma como ción», (en sentido lakatosiano); o el «nuevo
psicoterapia. No es difícil por lo que respec­ modelo de teoría empírica» (hablando co­
ta al mundo exterior, como dije antes la cul­ mo Moulines); o la «hermenéutica de lo
tura ya está suficientemente sensibilizada, profundo» (Habermas dixit); o la «refunda­
tanto que el psicoanálisis ha pasado a ser ción proveniente de los marginales» (según
considerado general mente corno la más «se­ Sercherie); que renueve el agotado «para­
ria» de las ofertas psicoterapéuticas, lo que digma freudiano» (Eissler). El hecho de
le quita el mordientc de terapia alternativa que pueda ser formulado de tantas maneras
que tenía en época de Freud. El problema es es parte del problema. La tarea debería co­
más bien intcrno a sus teorías e instituciones. menzar por unos cuantos ejercicios prácti­
4. La «historia del movimiento psicoa­ cos de axiomatización y formalización de
nalítico» es una historia de navajazos en la diversas piezas básicas de las distintas teo­
obscuridad. No abundaré en esto porque ya rías. Lacan ya comenzó a hacerlo con su to­
está bastante documentado y además por­ pología; Edelson apelando al modelo no­
que en verdad no es el problema, esto pasa enunciativo. Etcétera.
en todos los movimientos. El verdadero 6. Algunos problemas podrían quedar
problema es los psicoanalistas solemos ca­ resueltos mediante la realización de lo di­
recer de herramientas meta-teóricas para cho en la decisión sobre si el psicoanálisis
calibrar y comparar nuestras diversas teo­ es una teoría empírica o una hermenéutica,
rías, esto se traduce en, posiciones del tipo o si se trata de una práctica previa o inde­
«o A o S, pero no ambas, ni tampoco C». pendiente o superadora de esta distinción.
El slogan más o menos típico (en el mejor Nótese que la teoría de Lacan da todos es­
de los casos, cuando ni A ni S se pretenden tos pasos; primero, el hermenéutico con su
únicas) se enuncia en un «no se puede ser acentuación del significante (con o sin su­
ecléctico», lo que actualmente equivale a premacía sobre el significado, esto no cam­
decir que si se es lacaniano no se puede ser bia en absoluto el cariz hermenéutico) y. fi­
kleiniano o ninguna otra cosa. Diciendo es­ nalmente, el científico-empírico, con su
to se comete un doble error: ser ecléctico equivalencia entre lo real y «su» topología
quiere decir elegir lo que a uno le parece (especialmente en L'étourdit).
mejor en cada teoría diferente; y descubrir Resuelto el punto anterior se desprende­
las verdaderas diferencias entre las distin­ rá también una mejor caracterización de lo
tas teorías es un trabajo en el que aún falta que se entiende por «verdad», para el caso
mucho por hacer. Lo que sí abundan son la oposición resuelta sería la de verdad his­
lecturas lacanianas de Freud, Klein, los tórico-empírica objetivable vs. verdad na­
postfreudianos, los del yo, etc. pero estos rrativa-subjetiva. Otro punto a resolver es el
trabajos ya parten de la premisa de que to­ de las «estructuras» vs. «funcionamientos».
dos los otros desconocen lo esencial, sea el Mi parecer se inclina principal pero no úni­
«significante» o el «objeto a»; o privilegian camente por estos últimos. El aferramiento
indebidamente lo «imaginario»; o son pre­ a las estructuras. con su correlato de tijeza
lacanianos en algún u otro sentido, lo cual a e incurabilidad se deriva de dos errores me­
veces es verdad por supuesto. todológicos: la tendencia, muy extendida
El psicoanálisis como psicoterapia 551 (149)
DEBATES E INFORMES

entre analistas y en general entre gentes Adelanto cuál me parece que es la solu­
«de letras» a desdeñar lo cuantitativo, es ción al problema generado por las estructu­
decir los cambios graduales, lo que usual­ ras: ./únóonamientos predominantes que
mente se denomina tendencias. (Freud no «se estructuran» si se estereotipan al servi­
lo hacía en absoluto). Esta actitud tiene cio de necesidades defensivas de supelTi­
consecuencias indeseadas, tales como las vencia psíquica; y reconozco gustoso la
de deslizarse hacia modos de pensar muy deuda con Pichon Riviere y otros grandes
narcisistas del tipo todo-nada. Esto puede de la clínica (de aquellos que Bercherie lla­
ser muy satisfactorio para el yo ideal de maría «marginales»).
quien funcione así pero no lo es para el pro­ El siguiente problema a resolver por el
greso metapsicológico del psicoanálisis. futuro del psicoanálisis es el de la psicogé­
Las diferencias «meramente» graduales nesis. Este es un término maldito desde que
son tan importantes como las visibles a Lacan afirmó que no existía, y no veo ma­
simple vista, y desde luego mucho más de­ nera de negar la existencia de lo psicogené­
licadas y sutiles. tico. Para Freud existía, a su manera histó­
El segundo error inherente a la insisten­ rico-mítica; para Melanie Klein también, a
cia en la predominancia de las estructuras su manera fantástico-biológica y hasta don­
sobre los funcionamientos proviene de la de yo sé para todo el resto de los analistas
inercia diagnóstica psiquiátrica. En este salvo Lacan también.
sentido tiene un enorme sentido la apuesta Lo que pretende Lacan es proponer una
de Bercherie sobre un futuro no diagnósti­ especie de génesis puramente significante,
co del psicoanálisis. Nótese que las carac­ apelando al principio de su obra a su nunca
terizaciones más al uso de las estructuras: demostrada «supremacía del significante
«presencia o ausencia del nombre del pa­ sobre el significado». En un trabajo ante­
dre, deseo (por definición y para siempre) rior ( 15) ya me referí a este tema que resul­
insatisfecho, deseo (de lo) imposible» son ta ser sobre todo un malentendido de Lacan
monádicas, ya sea que se refieran al indivi­ con respecto a Peirce. Después, en su etapa
duo neurótico per se o a la etérea relación bOITomea y finalmente con el predominio
entre el (,sujeto del inconsciente» con el de lo real, todavía menos se puede sostener
«Otro». Esto es olvidarse que Freud en sen­ la ausencia de génesis psíquica de lo psí­
tido estricto no descubrió ni el inconsciente quico. Lo real (ya sea la (,cosa en sí» kan­
ni la neurosis, sino que lo que descubrió fue tiana, su mención como das Ding, o lo que
la represión y la transferencia, o si se pre­ queda o se genera como resto no atrapado
fiere el inconsciente reprimido y la neuro­ en lo simbólico), es perfectamente recono­
sis de transferencia, todos estos procesos cible como la insondable realidad, plena de
intersubjetivos. Por otra parte, ya pasando a misterios tanto para las ciencias como para
la clínica, ¿para qué ha servido esta moda las teorías sexuales infantiles.
de las estructuras sino para formular profe­ La psicogénesis es el concepto preferido
cías autorrealizantes sobre el pronóstico de de la psicología del yo, tal vez esa sea la ra­
las curas? ¿Y no suena esto demasiado si­ zón de la aversión de Lacan. Se impone una
milar al falaz aforismo psiquiátrico que di­ recuperación crítica del concepto y es alta­
ce que «si un esquizofrénico se cura es por­ mente probable que para esta empresa el
que no era esquizofrénico»? psicoanálisis pueda ser enriquecido por las
(150) 552 Guillermo Mattioli
DEBATES E INFORMES

experiencias de otras terapias, pienso ahora caso, la diferencia entre pulsiones y defen­
particularmente en la hipnosis ericksoniana sas va de una retórica de primer orden?
y en los desarrollos de las teorías cognitivas (¿ancestral'?, Freud; ¿corporal?, Klein; ¿sig­
de Annette Karmiloff-Smith y su hipótesis nificante «puro»?, Lacan) a una retórica de
de la redescripción representacional. segundo orden, una retórica de retóricas.
Si mi presunción es correcta, existe un Para contestar a este tipo de preguntas,
tema que, realizados los pasos anteriores necesitamos una recuperación crítica de
habrá quedado satisfactoriamente encami­ conceptos tajes como psicogénesis, funcio­
nado, que es el de la patología y la terapéu­ namiento y estructuras. Pues es seguro que
tica, o como decía Eissler, el valor del psi­ el psicoanálisis es una experiencia original
coanálisis como psicoterapia. Respecto de en la historia de la humanidad; y dicha ori­
lo terapéutico existe un malentendido. Has­ ginalidad es la del encuentro entre el hom­
ta el mismo Lacan incurre en afirmaciones bre y el precio a pagar por la palabra que lo
del tipo « ... il n'y a aucune définition possi­ funda. El invento freudiano nos provee de
ble de la thérapeutique si ce n'est la restitu­ los instrumentos para desmontar este en­
tion d'un état premier. Définition justement cuentro operativamente, es decir textual­
impossible a poser dans la psychanalyse» mente. De aquí proviene la dificultad de
( 16). Justamente, esta es la definición inco­ clasificar al psicoanálisis, testigo de un di­
rrecta en psicoanálisis, y en cambio se tiene fícil encuentro: el de la ciencia con la poe­
por cierto que es la correctísima en medici­ sía. Como dijo Lionel Trilling (19): «For,
na, cosa que yo dudo mucho. Como recuer­ of all mental systems, the Freudian psycho­
da Lacan en ese mismo texto, el psicoaná­ logy is the one which makes poetry indige­
lisis incluye algo de una experiencia origi­ nous to the very constitution al' the mind ...
nal y es ese carácter de originalidad lo que (lt) was left to Freud to discover how, in a
exige una definición diferente de lo tera­ scientific age, we still feel and think in fi­
péutico, aunque no evita ni puede evitar gurative formations, and to create, what
que el psicoanálisis sea una psicoterapia. psychoanalysis is, a sciencie of tropes, of
¿Qué se puede entender por estado metaphor and its variants, synecdoche and
premier?, ¿anterior a qué? Cuando un pa­ metonymy».
ciente en análisis se cura, esto significa que
cambia, no que vuelve a una salud anterior,
pero si hilamos suficientemente fino esto
puede ser cierto hasta para la gripe como BIBLIOGRAFÍA
dice Claude Le Guen (17). La definición de
estado saludable anterior tal vez no sea más (1) Etchegoyen, H., Los fundamentos de la
que cuestión de grados. Anterior al conflic­ Técnica psicoanalítica. Buenos Aires, Amorror­
tu, 1986.
to no puede ser porque no éste no cayó del
(2) FRANK, L Salud y persuasión. Buenos
cielo. Anterior a la represión, diría Freud
Aires. TroqueL 1977.
para quien lo patológico siempre está del (3) PRIGOGINE. 1.: STENGERS, I.. La nOllvel/e
lado de la defensa. Antes de la defensa te­ alliance, métamorphose de la science. París.
nemos las pulsiones y los deseos, pero co­ Gal1imard, 1979.
mo nos 10 recuerda Harold Bloom (18) las (4) CHALMERS, A. F.. Qué es esa cosa l/a­
pulsiones son ya representaciones. En todo mada ciencia. Madrid. Siglo XXI. 1990.
El psicoanálisis como psicoterapia 553 (151)
DEBATES E INFORMES

(5) MOULINES. U.. éxploraciones metacien­ ( 13) GRÜNBAUM. A.. Fhe Foundatíons 01'
tíficas. Madrid. Alianza. 1992. Psychoanalysis. a philosophical criTique, Ber­
(6) ElssLER. K .. «Irreverent remarks about keley. California University Press. 1984.
the present and the future of psychoanalysys». ( 14) ROBINSON. P.. Freud and his critics.
Journall.P.A., 1969.5. Berkeley. California University Press. 1993.
(7) BERCHERIE. P. L.. «L'Oculaire quadrip­ (15) MATTIOLI. G.. Parad(~jas en psico(/fuí­
hoca]>'. Ornicar?, 1984. 30. lisis, Barcelona. Logos. 1992.
(~) GEDO. J.. Psychoanalysis ami its discon­ (16) LACAN. J.. «Próposition du 9 d'octobre
tetlts, Nueva York. Guilford Press. 1984. de 1967 sur le psychanalyste de 1" Ecole». Scili­
(9) ROllDINESCO. E.. Jacques Lacan. cet, 1968. l. p. 17.
Esquisse d'une vie. hisfoire d'un systéme de ( 17) LE GUEN. c.. La práctica del método
pensée. París. Fayard. 1993. psicoanalítico. Barcelona. Gedisa, 1984.
(10) BLEGlR. J.. «La praxis psicoanalítica». (18) BLOOM. H .. «Los conceptos freudianos
Rel'ista Uruguava de Psicoanális. 1970. de defensa y la voluntad poética». Tres al cuar­
(11) EDELSON. M.. Hypothesis and evidence to. 1993. 2. pp. 25-30.
in psyc!Ioanalysis, Chicago. The University of ( 19) TRILLING. L.. «Freud and Literature».
Chicago Press. 1984. Li!Jerallmagination. Nueva York. Viking Press.
(12) EDELsoN. M.. Psychoanalisis, ({ !!Ieory 1951.
in crisis, Chicago. The University of Chicago
Press. 1988.

Conferencia pronunciada en el curso 1994-95 del Master en Teoría Psicoanalítica. Facultad de


Medicina. Universidad Complutense de Madrid.

* Guillermo Mattioli. Psicoanalista. Clínica Logos.


Correspondencia: Guillermo Mattioli. Clínica Logos. Paseo Bonanova. Ll. 1. I. a 08022 Barce­
0

lona.
** Fecha de recepción: I 2-11-1 Ll96.

También podría gustarte